Geopolitica y Sus Escuelas

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 2

ROXY LEANDRA RAMOS SUAREZ

La escuela alemana se concentra en la corriente de pensamiento que hizo énfasis en la relatividad de los
modos de organización económica de las diversas naciones oponiéndose, en consecuencia, a la idea de que
existen Leyes económicas de validez universal, aplico políticas económicas específicas, se considera
organicista y determinista El pensamiento ratzeliano son evidentes las influencias desde otros ámbitos, a
destacar las que provienen de la filosofía alemana y su dimensión política. Ratzel bebe del idealismo de
Hegel, en especial en sus aspectos referidos a la teoría del estado -único actor territorial efectivo-, y de
Herder por su interpretación de la responsabilidad histórica del pueblo alemán. Sus principales exponentes
Halford Mackinder, Karl Haushofer y Friedrich Ratzel.
En la escuela angloamericana Mahan (1840-1914), abogaba por una redefinición política exterior de los
Estados unidos, había estado bajo la influencia de la doctrina Monroe, la cual aisló a Estados Unidos de otros
continentes y lo ponía a la cabeza en América, según Mahan, Estados unidos debía de acabar con la
inseguridad de su país frente a la posibilidad de nuevos enemigos de otros continentes. Mackinder (1861-
1947), representan el paralelo de Raztel de la escuela alemana en lo referente a la influencia en la
institucionalización de la geografía, crea un pensamiento original pero opuesto al alemán Ratzel. El habla de
una relación espacio-tiempo, que traduce en una interpretación de la historia universal con dimensión
geográfica y sistemática. En los años posteriores a la segunda guerra mundial, se vive la Guerra fría, el
mundo se polariza en dos grandes bloques, uno encabezado por los Estados Unidos y el otro por Rusia.
Primeramente, es de destacar que una escuela geográfica de la importancia de la francesa quedase
relativamente al margen de la geografía política y de la geopolítica. Como es bien conocido, fue uno de los
temas que marcaron el debate disciplinar en este país durante los años setenta y primeros años ochenta del
siglo xx, cuando desde la geografía de base marxista se acusaba a la escuela posibilista de Paul Vidal de la
Blache (1845-1918), la hegemónica en Francia, de naif y sometida al poder, pero sin reconocer vínculos ni
intenciones políticas (Lacoste, 1977). Su máximo exponente Paul Vidal de la Blache.
La escuela anglosajona frente a su máximo exponente Halford John Mackinder (1861-1947) representa un
paralelo con Friedrich Ratzel por su influencia en la institucionalización de la geografía, en este caso, en el
Reino Unido, a través de la Royal Geographical Society, de los estudios de geografía en la Universidad de
Oxford y de la London School of Economics (Capel, 1981; Ó Tuathail, 1996). A partir de aquí, su papel en la
tradición disciplinar es, sin duda, comparable al de Ratzel en su capacidad de crear una línea de pensamiento
original, si bien en gran medida opuesta a la del geógrafo alemán. En 1904 el control del pivote estaría
todavía en manos de las potencias marítimas, en gran medida por su capacidad de controlar indirectamente
este eje geopolítico -basta recordar el mapa de enclaves del imperio británico- y también porque no existiría
ninguna potencia terrestre capaz de dominarlo. Rusia, según Mackinder, era quien tenía una gran posibilidad
futura de organizar la Isla Mundial («de hecho la coincidencia territorial entre ambos espacios era casi
perfecta»), pero era una potencia dormida sin capacidad de rentabilizar su posición, a menos que los avances
tecnológicos y sus esfuerzos en consolidar grandes líneas ferroviarias lo facilitasen. Por eso, el escenario que
más temía el geógrafo británico era que pacífica o violentamente alguna otra potencia lograse apoderarse del
pivote.
Esto significa que las ideas del espacio vital, el organicismo, el nacionalismo, las justificaciones del colonialismo,
del equilibrio en tensión de las relaciones internacionales, el determinismo, ... son comunes a la mayoría de
discursos geopolíticos académicos u oficiales. En concreto, en el caso italiano, la influencia, primero ratzeliana y
más tarde de la Geopolitik, parece bastante evidente (Raffestin, 1995) y sus protagonistas, en general, intentan
marcar distancias, no tanto en el contenido, sino más bien en las formas. Según Claude Raffestin, para la
interpretación de la geopolítica italiana se necesita una contextualización que pasa por diversas debilidades
derivadas del proceso de unificación del país y por una serie de nostalgias y resentimientos internacionales. la
geopolítica italiana tiene como objetivo la reivindicación colonial, imperial, centrada en un espacio vital
mediterráneo que permitiría una soñada autarquía, con las ya clásicas reclamaciones sobre Istría y la costa
dálmata, además de Albania y Grecia e importantes áreas del norte de África. Su máximo exponente se destaca
Umberto Toschi
La escuela de España reconoce como su máximo exponente a El historiador Jaume Vicens Vives quien,
partiendo de devaneos con la escuela alemana, acaba en una visión más o menos singular y positivista de la
geopolítica. Jaume Vicens Vives: «En definitiva: un ideal conservador, posiblemente reaccionario y
aristocrático, pero no dispuesto a preparar el camino a la agresión hitleriana en Europa» (Vicens Vives, 1951,
p. 50). La geografía política y la geopolítica españolas comparten muchas de las características que han marcado
la aparición y desarrollo de las tradiciones que se han comentado hasta este momento. Es por ello que las escuelas
alemanas, anglosajona y británica serán reconocibles en los trabajos de los protagonistas españoles. Sin
embargo, una situación del país sin parangón en el entorno europeo de principios del siglo xx marcará el
«tono» de estos trabajos. En concreto, la pérdida de las colonias y la crisis de la política de la Restauración
(Bosque Maurel y otros, 1984; Reguera, 1990; Raffestin, 1995). Ello significa que los primeros pasos de la
geografía política en España han de avanzar inmersos en un contexto de replanteamiento de la identidad del
país y de sus objetivos colectivos.
la geografía española se alimenta fundamentalmente de las dos escuelas más importantes, la alemana y la
francesa, cada una con sus representantes, hasta que la aparición de la Geopolitik generará algunas
adhesiones y rechazos bastante radicales. Esta paradoja se disipa en parte, si se considera que el
distanciamiento de la Geopolitik también se basa en una crítica al determinismo y el materialismo que
conlleva, opuesto a la providencia y a la voluntad humana: «el considerar a la geopolítica como ley suprema
de los pueblos o humanidad lleva, como por la mano, a un agrio materialismo». Sin embargo, tanto Melón
como el resto de geógrafos de la época aceptan algunos aspectos de la escuela más directamente ratzeliana,
en especial el lebensraum, que permitía, en consonancia con la tradición española, justificar la necesidad de
consolidar las colonias norteafricanas: «La palabra imperio tiene a mi juicio tres acepciones: primeramente,
significa soberanía plena, absoluta, que no admite meditaciones, ni políticas ni culturales, y con la aspiración
de un contenido ecuménico de orden espiritual o económico: éste es el sentido que tiene el imperio de España
en boca de su estructurador: también a este concepto responde el imperio ítalo-etiópico (...)» (Melón, 1941, p.
16).
La escuela latinoamericana exactamente no es una escuela, sino un ámbito territorial, el latinoamericano.
Efectivamente, América Latina ha sido un ámbito donde la geopolítica ha tenido una importante presencia,
tanto por prácticas autóctonas como por ser objeto de prácticas ajenas, especialmente dentro del contexto de
la doctrina Monroe y de la Guerra Fría (López, 1986). Las autóctonas, siempre desde la generalización, como
mínimo desde los años cincuenta han tenido una singular inspiración en, por un lado, la geopolítica
norteamericana y, por otro lado, en la escuela de la Geopolitik, ambas siempre muy marcadas por el
pensamiento militar.
Si la influencia en la geografía política ejercida desde la filosofía ha sido fundamentalmente de origen
germánico, lo mismo puede decirse de la trascendental incidencia procedente de la estrategia militar. Por
encima de todos los teóricos destaca el general prusiano Karl von Clausewitz, en especial por su libro De la
guerra (1832). Rusia, según Mackinder, era quien tenía una gran posibilidad futura de organizar la Isla
Mundial («de hecho la coincidencia territorial entre ambos espacios era casi perfecta»), pero era una potencia
dormida sin capacidad de rentabilizar su posición, a menos que los avances tecnológicos y sus esfuerzos en
consolidar grandes líneas ferroviarias lo facilitasen. Por eso, el escenario que más temía el geógrafo británico
era que pacífica o violentamente alguna otra potencia lograse apoderarse del pivote. Esta visión llevaba a
Mackinder a reclamar para su país una reestructuración del imperio que pasaba por una nueva política
interior y por una nueva política de alianzas internacionales. La dimensión interna implicaba un
replanteamiento absoluto de uno de los fundamentos de la economía y, en buena medida, de la sociedad
británica: el sistema de libre mercado.

Nogué, J. y Rufí, J. (Editorial Ariel, S.A.).(2001) Geopolítica, identidad y globalización

También podría gustarte