El Conocimiento Natural de Dios en La Teología Reformada
El Conocimiento Natural de Dios en La Teología Reformada
El Conocimiento Natural de Dios en La Teología Reformada
1. Introducción
Existe un rechazo en las iglesias protestantes a la idea de un posible conocimiento natural de Dios.
Se aprecia en el poco esfuerzo apologético de sus congregaciones. Abrazan el fideísmo y promueven
como virtud la fe ciega, despreciando al esfuerzo intelectual. Esta actitud obedece, en primer lugar, a
un desconocimiento de lo que la tradición reformada manifiesta. También se debe a una deficiente
definición del concepto de fe salvadora. Así como a la constante aversión a todo lo relacionado con
el catolicismo romano, en este caso la teología natural de Tomás de Aquino.
Nos proponemos corregir esta visión con la finalidad de proporcionar conceptos adecuados al pueblo
reformado. Que le permitirán cumplir con mayor eficacia el llamado en 1 Pedro 3:15 “a presentar
defensa… ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.”
2. El conocimiento natural de Dios
Cuando hablamos de conocimiento natural de Dios nos referimos a un tipo de conocimiento, sobre
su existencia y atributos, obtenido a partir de la razón natural. Que es derivado de la revelación general
sin el auxilió de la gracia y por tanto universal. Tomás de Aquino pensaba que la existencia de Dios
se demuestra a partir de otros hechos que son evidentes. Propone al menos 5 vías o maneras de hacer
dicha prueba. Estás cinco vías están contenidas en su famosa Suma Teológica donde declara:
“La existencia de Dios y otras verdades que de Él pueden ser conocidas por la sola razón
natural, tal como dice Rom. 1:19 no son artículos de fe, si no preámbulos a tales artículos”
(Summa,I,q.2,a.2,ad.1)
Para él hay ciertas verdades que podemos conocer de Dios por la razón natural. Aunque hay que decir
que Tomás, junto con la tradición católica, no concibe con la misma fuerza la caída del hombre, lo
que puede plantear ya un problema para la doctrina reformada. Si la razón natural no fue
profundamente afectada en la caída podemos imaginar con mayor facilidad un conocimiento natural
de Dios. Una teología natural. Otra forma de plantear este problema es mediante la siguiente pregunta
¿La doctrina de la depravación total implica una completa incapacidad para conocer algo de Dios?
Trataremos de responder esta cuestión más adelante, por ahora baste el ejemplo de Tomás para
entender el concepto de conocimiento natural de Dios. La razón como preámbulo a la fe es una idea
cuestionable pero no está en los alcances del presente trabajo discutirla.
3. Los argumentos
Históricamente se han formulado una serie de argumentos para demostrar la existencia de Dios con
las herramientas de la razón natural sola. Han sido defendidos, y descalificados, por católicos,
protestantes, agnósticos y ateos. A continuación, se describen los más importantes.
Argumento ontológico, formulado por Anselmo de Canterbury quien a partir del concepto de Dios
deduce su existencia. Según él, si entendemos verdaderamente lo que lo que la palabra Dios significa
estamos obligados a aceptar su existencia. Si definimos a Dios como aquello más grande que pueda
ser pensado y al mismo tiempo decimos que no existe, caemos en una contradicción. Pues algo que
puede ser pensado y además existe es mayor que algo que solamente puede ser pensado. En otras
palabras, si Dios es lo más grande, o perfecto, que pueda ser pensado debe existir o no es lo más
grande. Fue rechazado por Tomás de Aquino y Emanuel Kant, pero defendido por René Descartes y
Gottfried Leibniz. Recientemente ha sido reformulado por el filósofo presbiteriano Alvin Plantinga.
Argumento cosmológico, se pueden rastrear sus orígenes a filósofos griegos de la antigüedad donde
sobresale Aristóteles. En un sentido general más que un argumento es una familia de argumentos que
descansan sobre la misma premisa. No pueden existir regresiones infinitas de causas. Se demuestra
así la existencia de una primera causa. La exposición más popular en la actualidad es la que hace el
filósofo y teólogo molinista William Lane Craig “(1)Todo lo que comienza a existir tiene una
causa,(2) el universo comenzó a existir (3) por lo tanto el universo tiene una causa (Dios)” Una de
las características que hace tan atractiva esta enunciación es que va en total consonancia con los
descubrimientos científicos actuales (Teoría del big-bang y Ley de la entropía).
Argumento teleológico, argumento a partir del diseño. Infiere la existencia de Dios observando la
complejidad y propósito de lo creado. Encontramos en el teólogo inglés William Paley una de las
formas más difundidas. Propuso la famosa analogía del relojero, así como un reloj da cuenta de un
relojero, a partir de la complejidad de la naturaleza podemos concluir un creador. El argumento del
ajuste fino es una actualización de este principio. Se basa en cuantificar lo infinitamente improbable
que es la precisión de los valores de muchas de las constantes físicas del universo. Que de ser de otra
manera no permitirían la existencia de la vida humana. Mientras que su variante biológica es
fuertemente atacada por biólogos evolutivos como Richard Dawkins, quien postula a un relojero
ciego, la exposición física adquiere cada vez más relevancia.
Argumento moral, el bien y el mal implican una ley o un estándar más alto, y la ley requiere un
legislador. Se argumenta que es Dios. De todos, el argumento más cercano y sensible. Tenemos una
noción de lo que es bueno y malo, y somos renuentes a renunciar a esta noción aún si nos damos
cuenta que en un universo sin Dios la moral no tiene fundamento. Es el único argumento que Kant
no desestimó. C.S. Lewis1, Dostoyevski y hasta Sartre2 estarían de acuerdo en sus implicaciones.
Por supuesto existen otros argumentos en favor del caso cristiano. Como aquellos que se fundamentan
en la historicidad de los evangelios y la resurrección de Jesús. En todo caso, siguen la premisa básica
de que es posible conocer algo de Dios a partir de la razón natural. La pregunta que nos estamos
haciendo es si este conocimiento está doctrinalmente justificado.
4. Pensadores reformados
Lo que nos interesa ahora, es conocer cuál ha sido el pensamiento de algunos de los teólogos
reformados sobre el conocimiento natural de Dios. Notaremos que no hay un rechazo total como
algunos sugieren. Sino que más bien limitan su función y resaltan que nuestra fe no descansa sobre
argumentos, que no los necesita. Esto no es fideísmo, como el que denunciamos al principio, la
doctrina reformada no implica irracionalidad ni fe ciega. Es en este espectro donde se moverán los
autores.
4.1. Juan Calvino
El solo título del capitulo III del libro primero de La institución de la religión cristiana, nos da una
idea de lo que el autor va a sostener: El conocimiento de dios está naturalmente arraigado en el
1
C.S. Lewis, Mero cristianismo (México, Rayo,2006),p.56
2
“Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos frente a nosotros, valores u órdenes que legitimen
nuestra conducta”. Jean Paul Sartre, El existencialismo, es un humanismo (México, Éxodo,2010),p.17
entendimiento del hombre. Para Calvino todos los hombres tienen un conocimiento de Dios como
creador.
Porque, a fin de que nadie se excusase so pretexto de ignorancia, el mismo Dios imprimió
en todos un cierto conocimiento de su divinidad, cuyo recuerdo renueva, cual si lo
destilara gota a gota, para que cuando todos, desde el más pequeño hasta el mayor,
entiendan que hay Dios y que es su Creador, con su propio testimonio sean condenados
por no haberle honrado y por no haber consagrado ni dedicado su vida a su obediencia.
(Inst. I, 3, 1)
Conocimiento que consiste en saber de la existencia de Dios y su relación con el mundo. Es suficiente
para entender que debemos entregarnos en gratitud y obediencia a Él. Es universal porque está
disponible a todos. Y es también eterno pues se renueva diariamente. Sin embargo, es razón de nuestra
condena.
Calvino habla de un cierto sentimiento de la divinidad o semilla de la religión que en estado caído
sigue funcionando en nosotros. Facultad que posibilita conocerle directamente. Podemos distinguir
entonces que:
no solamente plantó la semilla de la religión de que hemos hablado en él corazón de los
hombres, sino que de tal manera se ha manifestado en esta admirable obra del mundo y
cada día se manifiesta y declara, que no se puede abrir los ojos sin verse forzado verlo
(Inst. I, 5, 1)
Basta abrir los ojos para darse cuenta que Dios existe y que ha creado el mundo, tan claro esto como
que brilla el sol. De hecho, para Calvino no hay espacio a la duda:
Infinitas son las pruebas, así en, el cielo, como en la tierra, que nos testifican su admirable
sabiduría y poder.
(Inst. I, 5, 2)
Los anteriores pasajes son suficientes para demostrar que Calvino sostiene que existe un
conocimiento natural de Dios. Pero no debemos confundir estas declaraciones con una aceptación de
la teología natural de Tomas de Aquino. Para este ultimo las pruebas son necesarias precisamente
porque Dios no es evidente, no se conoce abriendo los ojos. Y logramos tener conocimiento de Él a
través de argumentos basados en lo que si nos es evidente e inmediato. Para Calvino sucede lo
contrario, Dios nos dotó de una facultad que nos capacita para verlo en su creación de manera directa,
solo hay que abrir los ojos.
Algo en que ambos autores están de acuerdo, es que los argumentos no son accesibles para todos. No
siempre se tiene el tiempo, la disposición, o la capacidad para el esfuerzo racional que se requiere.
Para Tomás no cualesquiera tiene conocimiento de Dios pues no todos son capaces de argumentar y
entender una demostración3. Se necesita la fe, un salto de voluntad, para aceptar como verdadero algo
de Dios. Para Calvino, alguien que se ha dedicado al estudio podría disfrutar y entender de manera
diferente algunos de los misterios divinos. Encontraría cierto placer en los argumentos antes
3
“Sin embargo, nada impide que lo que en sí mismo es demostrable y comprensible, sea tenido como
creíble por quien no llega a comprender la demostración”. (Summa,I,q.2,a.2,ad.1)
expuestos, pero está en la misma posición que una persona carente de estas herramientas para ver
inmediatamente al Creador.
Es verdad que los que han entendido, o al menos gustado, las artes liberales, con esta
ayuda pueden entender mejor los misterios secretos de la divina sabiduría. Mas, aun así,
el que jamás estudió no encontrará dificultad para ver tal arte y armonía en las obras de
Dios, que le haga admirar al Creador de las mismas.
(Inst. I, 5, 2)
Podemos resumir hasta aquí lo que Calvino acepta sobre el conocimiento natural de Dios. Propone
una facultad con la cual conocemos de manera inmediata que Dios existe. En segundo lugar, el
conocimiento de Dios en el incrédulo únicamente lo deja sin excusa por su impiedad. Para terminar,
aunque los argumentos nos permiten entender mejor son innecesarios.
4.2. Charles Hodge
El siguiente en nuestra lista es el teólogo presbiteriano del siglo XIX Charles Hodge, quien argumenta
a favor de una teología natural pero precisa sus limitaciones. Ante la acusación de que los argumentos
son inconclusos, va a recalcar su carácter meramente confirmatorio. Y nos dirigirá de nuevo a una
naturaleza religiosa innata. De cualquier manera, no rechaza absolutamente su utilidad. En su
Teología sistemática dice:
Cada uno tiene que juzgar por sí mismo. Un argumento que para una mente es
concluyente puede ser ineficaz para otras mentes. El hecho de que el universo comenzó,
que no tiene la causa de su existencia en si mismo, y que por ello tiene que haber tenido
una causa extramundana, y las infinitamente numerosas manifestaciones de designio que
exhiben tienen que ser inteligentes, son argumentos para el ser de Dios, que han dado
satisfacción a las mentes de la gran mayoría de personas inteligentes en todos las épocas
en el mundo. Por ello, no deberían ser echados a un lado como insatisfactorios porque
no todos sientan su peso. Además, como se acaba de observar, estos argumentos son sólo
confirmatorios de otros más directos y poderosos, derivados de nuestra naturaleza moral
y religiosa.
(TSch. I, 2, A,2)
Siguiendo a Calvino nos refiere a un conocimiento inmediato o intuitivo de Dios. Sin embargo, aclara
que de esto no se sigue que los argumentos no sean importantes y no tengan utilidad.
En cuanto a la objeción de que las verdades religiosas son objetos de la intuición, y que
las verdades intuitivas ni necesitan prueba ni la permiten, se puede responder que en
cierto sentido es verdad. Pero las verdades inherentemente verdaderas pueden ser
ilustradas; y se puede mostrar que su negación involucra contradicciones y absurdos.
(TSch. I, 2, A,3)
(TSch. I, 2, A,3)
En Hodge podemos ver una actitud más positiva del valor de los argumentos, es útil y legítima su
utilización, pero reconoce que la existencia de Dios es una verdad inherentemente evidente. Hasta
aquí lo que nos interesa sobre su posición, pasemos ahora a Berkhof.
4.3. Louis Berkhof
Para Berkhof los argumentos provistos por la teología natural deben tenerse en primer lugar como
innecesarios y hay que tener reservas respecto de aquel que pretenda afianzar su fe sobre ellos. En su
Teología sistemática después de haber descrito las pruebas clásicas a la existencia de Dios no duda
en decirnos:
Evaluando estos argumentos racionales se debe indicar ante todo que los creyentes no los
necesitamos. No depende de ellos nuestra convicción de la existencia de Dios, sino de que
aceptamos con fe la revelación que de sí mismo ha hecho Dios en la Escritura. Si hay
tantos en la actualidad que quieren afianzar su fe en la existencia de Dios sobre tales
argumentos, se debe en gran parte a que se rehúsan a recibir el testimonio de la Palabra
de Dios.
(TSlb. I, 2 )
Notamos cierta radicalidad en su alegato, esto será más notorio cuando dedica tiempo a hablar de la
revelación general. Expone lo que piensa fue la posición de los reformadores frente a la teología
natural.
No creyeron en la habilidad de la razón humana para construir un sistema científico de
teología sobre la base de la revelación natural pura y simple. El punto de vista de ellos al
respecto puede reproducirse de la manera siguiente: Como resultado de la entrada del
pecado en el mundo, el manuscrito de Dios en la naturaleza quedó grandemente
oscurecido, y en algunos de los más importantes asuntos, casi borrado e ilegible. Además,
el hombre está enfermo de ceguera espiritual, y por tal motivo, privado de la capacidad
de leer correctamente lo que Dios originalmente y con toda claridad escribió en las obras
de la creación.
(TSlb. II, 3 )
Tenemos un doble problema, aquello que Dios nos manifestó en su creación ha sido profundamente
dañado como para leerse con claridad, y nuestra condición es de ceguera espiritual. Somos incapaces
de leer la revelación general si algo quedó para ello. Si sabemos algo de Dios es por la regeneración
y es ese conocimiento el que va unido a la salvación. Implicando que el incrédulo no conoce nada de
Dios.
Proveyó lo necesario para la curación de la ceguera espiritual del hombre, por medio de
la obra de regeneración y santificación, incluyendo la iluminación espiritual, y de este
modo capacitó al hombre para que de nuevo alcanzara el verdadero conocimiento de
Dios, conocimiento que lleva consigo la seguridad de la vida eterna.
(TSlb. II, 3 )
4.4. R.C. Sprul
Si Berkhof está ubicado en el extremo menos optimista sobre la posibilidad de un conocimiento
natural de Dios, Sproul es el correcto contrapeso. Sin duda su ministerio fue uno de los que con mayor
fuerza y rigor difundió las doctrinas del TULIP. Así que difícilmente podemos acusarlo de liberal, o
poco ortodoxo, sin embargo, para él es demasiado afirmar una ceguera espiritual completa. En su
libro Como defender su fe dice:
Todavía otros críticos contendían que, aunque puede hacerse la teología natural, nunca
puede hacerse correctamente. Es decir, la teología natural es totalmente irrelevante,
porque el hombre no gana nada cuando procura el conocimiento de Dios por medio de
la naturaleza. El hombre es un ser caído e incapaz de comprender tales cosas. En otras
palabras, la revelación de Dios en la creación es inaccesible a los pecadores. Esa postura
lleva la depravación total demasiado lejos.
(Como defender su fe. 9, p.62 )
Encontramos además en el pensamiento de este importante teólogo una distinción conceptual sobre
la naturaleza del conocimiento obtenido de la revelación general. Este puede ser inmediato o mediato.
El primero es el conocimiento intuitivo que nos apunta Calvino y Hodge. El segundo, mediado por
lo que conocemos en la naturaleza, el reloj de Paley. Sobre este último nos dice:
Las estrellas, la luna, de hecho, todo el universo despliega la gloria del Creador. Tal como
los pintores dejan algo de ellos mismos en sus lienzos (el medio escogido), así Dios, cuando
creó el universo, dejó una marca indeleble de gloria en todo lo que existe.
(Como defender su fe. 9, p.64 )
Al exponer la naturaleza del conocimiento inmediato nos vuelve a Calvino y su sentido natural de
Dios, subrayando su alcance.
Calvino llamo eso divinitas sensum, es decir, "la conciencia de la divinidad" que reside
en todas las personas. A pesar de la caída, la imagen de Dios, aunque devastada, reside
inamovible en el corazón humano. Pablo no deja espacio para las excusas: Todos los
humanos pueden entender por lo menos el concepto más básico del Creador, es decir,
que Él existe y por lo tanto, exige la gratitud de ellos.
NOTITIA ASSENSUS
Contenido Convicción
FE
VERDADERA
FIDUCIA
Confianza
Si falta cualquier lado, la fe es incompleta. Se puede tener solo la notitia como muchos
estudiosos del cristianismo y no formar parte de las filas de la iglesia. Una confianza fuerte pero
equivocada en su contenido no es fe verdadera.
Con todo lo importante que pueden ser el entendimiento del contenido y el asentimiento
intelectual del mismo, para fines de la salvación, no existe un cambio, Sproul no vacila:
Si obtenemos una compresión correcta del contenido (notitia) y consentimos con su verdad
(assensus), sin embargo, eso no añade nada a la fe salvadora.
(Como defender su fe. 2, p.22 )
No olvidemos que el diablo y sus demonios se encuentran en esta posición y no glorifican a
Dios, no están regenerados, solo les queda temblar (Santiago 2:19). Con todos los argumentos
acumulados hasta aquí (la posibilidad de un conocimiento natural de Dios ya sea inmediato o
mediado por la naturaleza, la distinción de los elementos de la fe salvadora, etc.) nos comenta:
La apologética proporciona una tarea vital en el nivel de aclarar el contenido del
cristianismo y en la defensa de su verdad. Eso no puede producir la fe salvadora pero
juega un papel vital en el apoyo de los ingredientes necesarios de la fe salvadora.
4
“El hecho de que hoy mismo sean muchos los que en ellos encuentran indicaciones satisfactorias de la
existencia de Dios, puede tomarse como una señal de que no están enteramente desprovistos de valor.”
Teología sistemática, Louis Berkhof, II, 3.
verdad, y para el establecimiento y consuelo más seguros de la iglesia contra la corrupción
de la carne, la malicia de Satanás y del mundo, le agradó también poner por escrito dicha
revelación, en forma completa. Ello hace que las Santas Escrituras sean de lo más
necesarias, puesto que ahora han cesado ya aquellos modos anteriores por los cuales Dios
reveló su voluntad a su pueblo.
(CFW, I, 1 )
Afirma que la naturaleza revela la bondad, sabiduría y poder de Dios, por tanto, todos quedamos
sin excusa delante de Él. Conocemos lo suficiente como para agradecerle y adorarle, Empero,
este conocimiento es diferente del que es necesario para salvación.
5.2. Catecismo de Heidelberg
En el Catecismo del Heidelberg podemos nuevamente observar que existen grados en la fe en función
del acompañamiento que hace la confianza a nuestro asentimiento intelectual.
21. ¿Qué es la verdadera fe?
No es solamente un seguro conocimiento por el cual considero cierto todo lo que el Señor
nos ha revelado en su Palabra, sino también una verdadera confianza que el Espíritu
Santo infunde en mi corazón por el Evangelio, dándome la seguridad, de que no sólo a
otros sino también a mí mismo Dios otorga la remisión de pecados, la justicia y la vida
eterna, y eso de pura gracia y solamente por los méritos de Jesucristo.
(CMW, Pregunta 72 )
Es correcto afirmar que en el pensamiento oficial de la teología reformada existe ya la distinción entre
un conocimiento salvífico, posibilitado por la gracia, de un conocimiento natural pero insuficiente de
la Divinidad. Uno salva y el otro condena.
Pese al profundo respecto que los cristianos reformados tenemos por la larga lista de teólogos que
han iluminado nuestra doctrina, así como la convicción de que en nuestros documentos confesionales
radica la correcta interpretación bíblica, creemos que un estudio sobre el conocimiento natural de
Dios estará incompleto hasta no referirse de manera directa a la Escritura.
6. La Escritura
La Palabra nos informa constantemente de un Dios revelándose en su creación, dando testimonio
perene de sí mismo. Dice el Salmo 19:1-4:
Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un
día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje,
ni palabras, Ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo
sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol.
La creación misma nos manifiesta diariamente la verdad de un creador, como con palabras nos lo
hace saber. Aquí alguien podría dudar que esta manifestación sea universalmente conocida, pero
como Pablo corrige a los creyentes de Júpiter y Mercurio, Dios no dejó a nadie sin testimonio de sí.
Hechos 14:16-17.
En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; si
bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y
tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones.
El sustento de la creación es manifestación universal de su poder y bondad. Podemos ir más lejos y
recordar que Pablo no descarta las conclusiones que los poetas paganos tenías sobre Dios, más aún
las reconoce y las utiliza en su predicación. Hechos 17:28.
Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas
también han dicho: Porque linaje suyo somos.
La ley es un testimonio en nuestras conciencias de un legislador, como dice Romanos 2:14-15.
Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley,
éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en
sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus
razonamientos.
Pero si existe un pasaje clave en la Escritura, que toma el tema del conocimiento natural de Dios
como centro de su mensaje, es Romanos 1:18-21.
7. Un pasaje clave
Lutero se refería a la carta a los Romanos como el principal libro del nuevo testamento, el evangelio
más puro5. Esto se aprecia mejor si consideramos que el pasaje sobre el que descansó la conciencia y
ministerio de Lutero fue Romanos 1:17. Dedicaremos las siguientes líneas a un análisis del pasaje
posterior, los versículos del 18 al 22.
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los
hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es
manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder
y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por
medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios,
no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus
5
Prefacio a la carta a los romanos.
razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron
necios,
La versión Reina Valera 1960 da como subtítulo a esta sección “la culpabilidad del hombre”. Se
entiende que Pablo está argumentando en favor de una culpa que toda la humanidad carga. Es evidente
que trata con aquellos que pudieran cuestionar la acusación de ingratitud cuando se desconoce ese
deber, el judío se encontrará en una posición más crítica pues tiene la ley. Pero el Apóstol dice que
tenemos conocimiento de Dios y es precisamente este conocimiento el que nos hace inexcusables.
Es importante también señalar que el pasaje se refiere a toda la humanidad, en su estado caído.
Podemos conocer a Dios y algunos de sus atributos naturalmente pues son visibles desde la creación.
En ningún momento se está refiriendo a los regenerados, al contrario, pretende clarificar la condición
de los hombres impíos e injustos sobre los cuales la ira de Dios se revela. Es a estos hombres, y
mujeres, a los que se les atribuye algún conocimiento de Dios, dado que es precisamente este
conocimiento el que los deja sin defensa. Son ellos los que conocen a Dios, pero no le glorifican. En
todo caso supone algún conocimiento de la existencia divina, más allá de una simple categoría, en el
estado natural de la humanidad.
Es verdad que la experiencia parece ir en sentido contrario, cada vez es más grande el porcentaje de
personas que se declaran ateas y agnósticas en el mundo. El necio dice, en su corazón, que no hay
Dios6, pero lo hace por voluntad no por ignorancia. Es esa voluntad la que detiene con injustica la
verdad. Cuenta el apologista Josh McDowell que una estudiante dijo tener un problema intelectual
con el cristianismo. “El Nuevo Testamento no es digno de confianza” le dijo ella, a lo que Josh
propuso “Si le demuestro que el Nuevo Testamento es una de las piezas de la literatura antigua más
dignas de confianza, ¿Creería usted?”, ella replicó “no”, “usted no tiene un problema intelectual, sino
de voluntad” remató McDowell. Ese es el estado de todos y fue nuestra condición mientras es Espíritu
no nos transformó.
Lutero en su comentario a este pasaje expresa lo siguiente:
El hecho de que el apóstol esté hablando aquí del conocimiento natural de Dios se hace
evidente por las palabras subsiguientes, donde aclara cómo Dios se manifiesta a los
hombres, a saber (v.20) : Porque las cosas invisibles de él, desde la creaci6n del mundo
son vistas en forma claramente inteligible en las obras.
(WA176 )
Este conocimiento natural de Dios es demostrado universal por la idolatría misma, que siempre
presupone algún tipo de conocimiento del verdadero Dios. Lutero dice en armonía con Calvino:
Todos los que se construyeron ídolos y los adoraron y los llamaron "dioses" o incluso
"Dios", creyendo asimismo que ese "Dios" era inmortal, es decir, eterno, poderoso, y capaz
de prestarles ayuda -todos ellos dieron muestras patentes de que en su corazón anidaba
un conocimiento de Dios. Pues ¿cómo podrían haber llamado "Dios" a una imagen u otra
cosa creada, o haberle asignado similitud con Dios, si no hubiesen tenido noción alguna
de lo que es Dios y de lo que son sus cualidades?
(WA177)
6
Salmos 14:1
La perversión surge cuando se manipula este conocimiento.
¿no es esto una prueba irrefutable de que poseían un conocimiento o noción de la deidad
que indudablemente les llegó de Dios mismo, como lo afirma Pablo en nuestro texto? En
esto, por lo tanto, consistió su error: en que no dejaron intacta (lat. nudam) a la deidad
adorándola así como ella se les había manifestado, sino que la cambiaron y la
acomodaron a sus propios deseos y necesidades.
(WA177)
La paradoja es inevitable, es el mismo cielo el que cuenta la gloría de Dios a los creyentes y revela
su ira a los incrédulos. Se hace entonces ineludible diferenciar entre dos clases de conocimiento,
Calvino, su comentario, resume con sencillez: Hay, pues, una gran diferencia entre el conocimiento
que sirve para quitar toda excusa y el otro que es para salvación7.
Decimos que, tanto para Pablo, como para Calvino y Lutero, existe un conocimiento de Dios que deja
a todo incrédulo sin excusa. Conocimiento puede ser recordado a los incrédulos, citando a sus propios
poetas, señalando la ley moral en sus corazones y observando la creación. Esta es en buena medida
la función de la apologética.
8. Conclusiones
La doctrina del conocimiento natural de Dios es reformada y bíblica. Debe diferenciarse de la
teología natural católica, pero no se justifica su rechazo. Su reconocimiento no compromete
ninguna doctrina fundamental, más bien las esclarece.
En segundo lugar, decimos, que su estudio provee nuevos materiales para una apologética
verdaderamente protestante, pues es a este conocimiento al que el cristiano debe apelar frente al
incrédulo8. Como ejemplo tenemos la Epistemología reformada de Alvin Plantiga, que defiende
la racionalidad de la creencia cristiana fundándose en el estudio del “sentido de la divinidad” de
Juan Calvino. No todo lo que creemos puede, y debe, ser demostrado para ser racional9.
Si los cristianos no hacemos una defensa valiosa de nuestra fe no será por una restricción bíblica
o por un compromiso teológico ni por falta de herramientas. Será por la misma razón que no
amamos al prójimo, es más fácil no hacerlo.
7
Juan Calvino, Comentario a la Espístola a los Romanos Versículo 20
8
Cornelius Van Til, Apologética Cristiana, p.79
9
Para un estudio directo del tema se recomienda leer el ensayo de Alvin Plantinga “Racionalidad y creencia
religiosa”.