El Avión de Avianca-La Verdad Que Aún No Aparece PDF

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«¿Y el día del avión de Avianca?», dije yo entonces.

«Ah, el famoso avión», dijo Maya. «Ahí sí que se acabó de joder todo.»
Muerto el candidato Galán, sus banderas políticas, y entre ellas la lucha contra el nar-
cotráfico, fueron heredadas por un jovencísimo político de provincias: César Gaviria.
En su intento por sacar del cuadro a Gaviria, Pablo Escobar hizo poner una bomba en
un vuelo civil que cubriría –que hubiera cubierto– la ruta Bogotá - Cali. Gaviria, sin em-
bargo, ni siquiera llegó a subir.
La bomba estalló poco después del despegue, y los restos del avión desintegrado —
incluidos tres pasajeros que al parecer no mató la bomba, sino el impacto— cayeron
sobre Soacha, el mismo lugar donde había caído, abaleado en su tarima de madera, el
candidato Galán. Pero no creo que esta casualidad signifique nada.
«Ahí supimos», dijo Maya, «que la guerra también era contra nosotros. O lo
confirmamos, por lo menos, más allá de toda duda.

El ruido de las cosas al caer, Juan Gabriel Vásquez (2011)


Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

Capítulo I
Contexto y antecedentes
del narcotráfico en Colombia

El fenómeno del narcotráfico ha estado presente en la sociedad colombiana


a lo largo de la historia reciente del país. Su larga permanencia en múltiples
sectores de la economía, la política y las instituciones del Estado le permitió
consolidarse, no solo como actividad criminal, sino también como dinami-
zador del conflicto armado, de las economías locales y de las relaciones de
poder, llegando incluso a permear las instituciones de seguridad del Estado y
a erigirse como una fuerza paralela en el uso de las armas. Su incidencia ha
sido tal, que incluso se ha enquistado en la cultura colombiana.

En el presente capítulo se hace una referencia global a la llegada del nar-


cotráfico al país y a los inicios de sus vínculos con los diferentes actores del
conflicto armado y del poder nacional.

Consolidación de zonas rurales como escenarios


de la dinámica del narcotráfico

La llegada del narcotráfico a Colombia incidió directamente en las economías


locales a lo largo y ancho del territorio nacional. La aparición de laboratorios,
cultivos y pistas generó procesos de transformación territoriales que influye-
ron en la propiedad y tenencia de la tierra, y que derivaron, con el tiempo, en
fenómenos como el despojo y el desplazamiento forzado de comunidades
enteras.

El desarrollo de los primeros cultivos


El narcotráfico es uno de los principales flagelos de la historia reciente de
Colombia. Su transición desde la aparición de los primeros cultivos de mari-
huana, hasta la consolidación de los grandes carteles de la coca, ha sido un
proceso continuo que ha favorecido el establecimiento de alianzas criminales
con los diferentes actores del conflicto armado, incluidos los grupos al mar-

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Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

gen de la ley y algunos agentes del Estado; en esta transición, como asevera
Duncan (2015), el narcotráfico se convirtió en la principal fuente de financiación
de la guerra, tanto para la insurgencia como para la contrainsurgencia privada.

El principal y más directo impacto del narcotráfico ha tenido lugar en las zonas
rurales de buena parte del territorio nacional, ya que es allí donde se cultiva y
se procesa lo que, después, en los escenarios de la economía mundial, serán
las sustancias psicoactivas que mueven este sector de la economía criminal.
En este sentido, las zonas rurales han estado bajo el yugo de las diferentes
estructuras y actividades ilegales que, en cabeza de las mafias, ha dejado a
su paso los cimientos de una economía ilegal basada en tres grandes cultivos
de uso ilícito como la producción de marihuana, de hoja de coca y de ama-
pola, y, aunque cada uno ha experimentado momentos de bonanza y auge
económico, solo el cultivo de hoja de coca persiste activamente hasta hoy.

Algunos de los factores que han contribuido a que el fenómeno del narcotrá-
fico se haya consolidado en suelo colombiano, se relacionan con las condi-
ciones que debe afrontar la ruralidad del país; los campesinos, por ejemplo,
se encuentran sujetos a situaciones de pobreza extrema y multidimensional,
las tierras baldías en las márgenes del sector rural permanecen en el olvido
institucional y grupos empresariales emergentes incursionan en la ilegalidad,
lo que en palabras de Molano (2015) significa “la quiebra permanente de los
colonos y la débil y corrupta presencia del Estado” (p. 44).

Para entender mejor la dimensión de la situación de pobreza en las zonas


rurales de Colombia, basta con revisar algunos datos que, según el último
censo de población y vivienda de 2018, realizado por el Dane y publicado en
Semana Rural (Edición No. 24, de agosto de 2019), el 22,9% de los colom-
bianos vive en el campo (el 15,8% en la zona rural dispersa y el 7,1% en los
centros poblados); el 39,9% de la población que habita en la ruralidad afron-
ta un contexto de pobreza multidimensional, lo cual hace que en el campo
esta situación sea casi tres veces superior a la de las ciudades; el 36,1% de
la población rural es pobre, mientras el 15,4% se encuentra en situación de
pobreza extrema.

La ausencia del Estado y de su institucionalidad, y la falta de oportunida-


des que se afrontan en el campo, han facilitado históricamente fenómenos
como el desplazamiento y el despojo de tierras por parte de diferentes acto-
res armados ilegales, lo que ha repercutido en dinámicas de fortalecimiento

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Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

de estructuras ilegales. Esta problemática se empezó a evidenciar durante la


década de los setenta, cuando:

Los campesinos despojados de la tierra y atraídos por las colonizaciones fueron


contactados por los agentes del narcotráfico que encontraron así los insumos
estratégicos para su desarrollo, a saber, tierras de muy bajo costo y mano de
obra barata y empobrecida, lejos del control del Estado. (Fajardo, 2015, p. 35)

A partir de este escenario se constituyó un primer ciclo del narcotráfico en


Colombia, en el cual la bonanza marimbera fue la principal característica de
este fenómeno a mediados de los años setenta, con una alta concentración
de estos cultivos en la Sierra Nevada de Santa Marta, junto a otras regiones
como la Serranía del Perijá en el Caribe, el Sur de Bolívar en el Magdalena
Medio, y más tarde, La Macarena al Suroccidente de los Llanos Orientales.

Los inicios de esta primera bonanza marimbera tuvieron lugar en la década


de los 60, a raíz de la implementación de la política antidrogas del presiden-
te de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, especialmente sobre México y
Jamaica, principales productores de “sustancias naturales, marihuana, mez-
calina, hongos y peyote” (Pardo, 2008, p. 667), y que tuvo como consecuen-
cia —como lo describe el mismo autor— que las organizaciones que se de-
dicaban al tráfico de marihuana llegaran a Colombia, convirtiendo al país, en
1975, en el primer productor mundial de marihuana, con un alcance del 70%
de la marihuana que se consumía en el mundo, lo que repercutió en un rápido
enriquecimiento de las primeras grandes mafias en torno a dichos cultivos.

En el año 1978 la marihuana representaba casi el 39% de las exportaciones na-


cionales, las ganancias eran exuberantes. En el mismo año, la marihuana equiva-
lía al 7,5% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, el 3,2% del Producto Interno
Agrícola y el 29% del sector comercio. (Anif, 1979, citado por Medina, 2012, p. 150)

Para entonces, como señala Pardo (2008), los grupos de traficantes de ma-
rihuana habían constituido “una estructura típica del crimen organizado, es
decir, contaban con acuerdos de comercialización, sistemas de embarque
especializado, métodos de transporte, redes de corrupción de autoridades y
también grupos armados a su servicio” (p. 668). Asimismo, la consolidación
de estas mafias en regiones como Barranquilla, Santa Marta y la Guajira, en
donde se producía la mayor parte de este cultivo, conllevó un escalonamien-
to de la violencia entre las bandas, sin que llegara a adquirir el “carácter de
violencia contra el Estado y sus instituciones. Fue más bien un caso de alta

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Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Policía, complejo y de difícil manejo, pero no un problema que afectara la es-


tabilidad ni la seguridad nacional” (p. 669).

En este contexto aparece la cooperación con la política norteamericana; es


entonces cuando se inicia la lucha antidrogas en Colombia y medidas como
la erradicación forzosa y la fumigación aérea, vigentes hoy en día, tuvieron
su inicio en los setenta. Como menciona Díaz Sánchez (2003), la fumigación
aérea ha sido “la política más intensamente utilizada […], practicada a finales
de los setenta para disminuir los cultivos de marihuana en la Sierra Nevada
de Santa Marta y en la Serranía del Perijá” (p. 43). A finales de esa década se
evidenciaban ya grandes avances en materia de lucha antinarcóticos, al punto
de que los ingresos a través de la “ventanilla siniestra, mecanismo establecido
por el Banco de la República que permitía recibir divisas sin explicar su origen,
entre 1980 y 1981 descendieron a más de la mitad” (Pardo, 2008, p. 669).

Es así que durante los primeros años de la década de los ochenta disminuyeron
los cultivos de marihuana, al tiempo que surgían estructuras de narcotraficantes
que iban abriendo nuevas rutas y acumulando gran capital para prolongar sus ac-
tividades ilícitas. En palabras de Medina (2012), “es el periodo en el que se sientan
las bases de la mafia nacional y las redes de producción y comercialización de
droga en el país” (p. 147), y en el que se abrió el espacio para la acción prohibicio-
nista y combativa por parte del Estado, al punto de promulgar leyes y medidas de
fuerza para regular o anular el auge del narcotráfico, que hasta entonces no había
sido un asunto privilegiado en la agenda de Gobierno. De esta manera, quedaba
atrás una época en la que, de acuerdo con García (2013):

Pese a que la bonanza de la marihuana duró menos de una década, sus efectos
sobre la sociedad colombiana y sobre la relación de esta con el narcotráfico fue-
ron duraderos. La bonanza determinó el marco dentro del cual se ha movilizado la
discusión colombiana sobre la penalización y la legalización de las drogas. (p. 11)

Actualmente, el cultivo de marihuana se ha reimplantado en el país en zonas


como el norte del Cauca, incrementando la presencia de nuevas mafias, en
esencia porque:

La inexistente presencia del Estado en estas regiones será un elemento primor-


dial en el desarrollo del contrabando y el ciclo de la marihuana, lo que unido a las
precarias condiciones de existencia y trabajo de la población hará que esta se
incline al desarrollo de estas actividades ilícitas. (Medina, 2012, p. 148)

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Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

Sin embargo, Estados Unidos hoy ya se ha asegurado el grueso de la produc-


ción en su propio suelo, lo que ha relativizado la ilegalidad del cultivo, a tal
punto de que “en los años siguientes los Estados Unidos se hizo autosuficien-
te en la producción de marihuana, hasta convertirse hoy en día en el mayor
productor de marihuana a nivel mundial, especialmente en sus variedades
modificadas genéticamente” (García, 2013, p. 11).

Auge de un nuevo producto: la bonanza de la coca


A finales de los setenta, mientras en el mundo se sometían las sustancias
psicoactivas al control internacional, en Colombia se sembraba coca masi-
vamente en algunas zonas rurales, dada la promoción que hacían de este
cultivo los narcotraficantes mediante la difusión de semillas entre los cam-
pesinos. Antiguos comerciantes se estrenaron en la ilegalidad experimentan-
do con los nuevos sembradíos de coca, ya no para el uso tradicional que le
habían dado las comunidades indígenas durante siglos; una planta con un
significado ancestral se convertiría, tras su procesamiento químico, en una
mercancía muy lucrativa en el comercio ilegal. Por eso es importante hacer la
distinción entre el cultivo y el resultado del procesamiento, como lo menciona
González (2017):

La hoja de coca no es droga ni cocaína, lo que conduce a pensar en el proceso


de desfiguración al que ha sido sometida esta planta, en donde se le extrae de su
contexto cultural inicial, se le convierte en estupefaciente, se le trafica y se desa-
rrolla todo un mercado en torno a su consumo. Así es como el cultivo se ha vuelto
de uso ilícito. (p. 64)

La experiencia adquirida con el auge previo del contrabando y los nuevos


contactos de comercio ilegal abiertos por las mafias, sumados a la bonanza,
hicieron que la coca sustituyera a la marihuana2. Según Medina (2012), “la
década del setenta señala la finalización del ciclo de la marimba e inicio del
ciclo de la coca. Los narcotraficantes antioqueños construyen relaciones en
Estados Unidos y van creando el núcleo antioqueño que dará origen al cartel
de Medellín” (p. 151). Para Pardo (2008), la coca fue un cultivo que evolu-
cionó rápidamente, que alentó una nueva cadena de producción y que impulsó
la especialización de las diferentes fases del negocio, desde el cultivo hasta
el consumo. La popularización del método de producción fue una decisión

2. “Estas élites contrabandistas alentaron los cultivos en nuevas zonas, distantes de la acción del Estado; usaron la infraestructura
del contrabando para los primeros cargamentos de cocaína refinada que salieron del país” (García, 2013, p. 12). “El vacío dejado
por la ‘marimba’ fue de inmediato llenado con el tráfico de pasta básica de cocaína desde Perú y Bolivia para ser transformada en
Colombia” (Molano, 2015, p. 44).

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Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

empresarial consciente, en la que Gonzalo Rodríguez Gacha jugó un papel


determinante como promotor del nuevo negocio, pues incentivó la aparición
de los primeros grandes centros de transformación de la hoja de coca en pas-
ta básica, como los surgidos a principios de los años ochenta. De acuerdo con
García (2013), “el narcotráfico ya había consolidado grandes centros para el
procesamiento de drogas como Tranquilandia, en el que había 10 o más labo-
ratorios y varias pistas de aterrizaje, y Villa Coca, en los llanos del Yarí” (p. 12).

Con la aparición de los primeros carteles de la droga surgió la segunda política


antidrogas de Estados Unidos. Impulsada por el presidente Ronald Reagan,
esta política se enfocó en combatir a los empresarios de la droga o narcotra-
ficantes, en un contexto en el que Colombia cubría el 80% de la demanda
del mercado de cocaína de Estados Unidos. Como lo explica Pardo (2008),
el negocio del narcotráfico se había transformado radicalmente en Colombia:

De traficantes dispersos se pasó a la centralización del negocio, acuerdos de cuotas


en los despachos, división del trabajo en el procesamiento y repartición de los mer-
cados. Los pequeños productores y vendedores fueron eliminados o integrados a
organizaciones fuertemente capitalizadas y armadas. Para mediados de la década
de los ochenta, lo que antes era una actividad esporádica y desorganizada se ha-
bía convertido en una poderosa organización internacional del crimen, un verdadero
cartel, de proporciones inmensas y ramificaciones en varios países. (p. 672)

De acuerdo con el informe “Narcomenudeo en Colombia: Una transformación


de la economía nacional” del Departamento Nacional de Planeación, entre
1980 y 1995 los grandes carteles tenían el control de toda la cadena de pro-
ducción, incluyendo la comercialización en las calles de Estados Unidos, esto
es, el aseguramiento del cultivo, la producción, la distribución, la comerciali-
zación y el consumo; este modelo de negocio repercutió definitivamente en el
incremento de sus utilidades en cada una de sus etapas, tal como se muestra
en la figura 1 a continuación:

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Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

Figura 1. Costos cocaína por kilogramo.


Fuente: Departamento Nacional de Planeación – DNP, 2016, p. 22.

Cabe decir que sin una demanda global de sustancias alucinógenas no serían
posibles las dinámicas locales de avance del narcotráfico. Justamente, la ex-
plosión ascendente del consumo de cocaína en los países industrializados
a partir de la década del setenta jalonó estrepitosamente su producción en
países como Colombia; un lazo crucial se generó así entre las zonas de cul-
tivo y los mercados mundiales en torno a un producto suntuario, vinculado
con el ocio y con los espacios recreativos de los países del norte. Esta nueva
situación convirtió a la hoja de coca en una de las principales materias primas
producidas en Colombia, con obvias repercusiones en la economía nacional.

Durante la década de los ochenta, este mercado internacional transformó


velozmente a Colombia en el principal productor de pasta de coca a nivel
mundial, posición que ostenta hasta el día de hoy y que sitúa al país, desde
entonces, en un primer plano de la geopolítica mundial. El Observatorio de
Drogas de Colombia (ODC) señaló en 2014 que durante los años ochenta y
noventa, mientras en el mundo el incremento en los cultivos y la producción
de hoja de coca estuvo en entre el 10% y el 9%, respectivamente, en Colom-
bia se registró un crecimiento del 18% y el 75%. Ya para la década del 2000,
el aumento es de un 307% y un 487%, en el mismo orden. Para finales de
2002, Colombia era la responsable del 59% de los cultivos de coca en la
región andina (Castaño et al., 2003, p. 143).

Los primeros traficantes iniciaron sus fortunas trayendo la materia prima de


Perú y Bolivia, pero, una vez implantado el sembradío en suelo nacional, sus

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Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

riquezas se catapultaron aún más, dando origen a los grandes carteles de la


droga. En consecuencia, Castaño et al. (2003) afirman: “Colombia cambió su
función de país comercializador de la droga a ser el mayor productor, trans-
formador y distribuidor del mundo” (p. 143).

La coca, activación de zonas de colonización


La rápida propagación del cultivo de coca generó una serie de cambios abruptos
en las dinámicas locales y nacionales:

Las elevadas ganancias permitieron que el negocio se autofinanciara y se expan-


diera rápidamente; al mismo tiempo, Colombia empezó a consolidarse como un
productor neto de hoja de coca, estableciendo sus cultivos en zonas aisladas de
los principales centros económicos del país. (Díaz y Sánchez, 2003, p. 10)

Es así como la hoja de coca se cultivó inicialmente en regiones deprimidas y


en bordes selváticos de los departamentos de Putumayo, Caquetá, Guaviare
y sur del Meta, lo que incentivó una oleada colonizadora de campesinos en
búsqueda de tierras y nuevas oportunidades de supervivencia, y significó el
avance de la frontera agrícola y de nuevos procesos de deforestación, fenó-
meno que Molano (2015) describió como “la cocalización de las zonas de co-
lonización” (p. 43), en las que el cultivo de la coca se expande gradualmente
y moviliza regiones enteras en torno a la bonanza cocalera.

En 1987, la Policía Nacional estimaba que para entonces los cultivos de coca
del país alcanzaban unas 15.000 hectáreas y que las condiciones climáticas
de las zonas cultivadas producían un arbusto bajo en alcaloides, poco apete-
cido por los fabricantes de cocaína, de ahí que:

Debido a la baja calidad de la coca colombiana y ante la creciente oferta de pasta de


cocaína procedente de los grandes países productores que ingresan por la frontera sur,
los narcotraficantes colombianos [optaron] por dedicar sus mayores esfuerzos a la refi-
nación de base de cocaína y su posterior distribución al mercado internacional. (Policía
Nacional de Colombia, 1987, p. 254)

En el Informe de Criminalidad de 1982, la Policía Nacional publicó un mapa


que señalaba las rutas del tráfico de los estupefacientes en Colombia (ver
figura 2); allí se observa el lugar de origen y destino de la marihuana (trián-
gulo), de la cocaína (círculo) y de la metacualona (cuadrado). En el caso de la
coca, los cultivos y su procesamiento se concentraban en el sur de Colombia,
especialmente en zonas de frontera o selváticas de difícil acceso; la marihua-

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Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

na estaba más presente en la zona norte del país y en la frontera con Panamá;
y para la metacualona se recibían insumos desde Europa que llegaban a Bo-
gotá y a la costa norte, donde era procesada en pastillas.

Figura 2. Tráfico de estupefacientes en Colombia.


Fuente: Policía Nacional de Colombia (1982, p. 173).

Si bien para 1987 los cultivos de coca no eran significativos en Colombia, el


país sí era un gran “importador de materias primas, pasta de coca e insumos
químicos necesarios para el procesamiento del alcaloide” (Policía Nacional
de Colombia, 1987, p. 254). No obstante, la situación fue cambiando a tra-
vés del tiempo hasta convertir a Colombia en un país cultivador. De acuerdo
con el documento Monitoreo de cultivos de coca - 2016, de la Oficina de las
Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), entre 2001 y 2016 se
sembraron en el país 1.363.000 hectáreas; los departamentos más afecta-
dos durante 2016 fueron: Nariño, con el 29% de los cultivos; Putumayo, con
el 17%; Norte de Santander, 17%; Cauca, 9%; Caquetá, 6%; y Antioquia, 6%.
Por su parte, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) destacó en 2015
que, respecto a su tamaño, los municipios con mayor concentración de culti-

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Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

vos de coca para la época eran Tumaco, Puerto Asís, Tibú, Valle del Guamuez
y El Tambo (ver figura 3).

Figura 3. Características de los municipios cocaleros en Colombia.


Fuente: Departamento Nacional de Planeación – DNP (2016).

La bonanza generó economías de enclave con un explosivo auge económico,


llevó importantes cantidades de dinero a las zonas productoras y dio paso a
un rápido desarrollo del comercio con la fundación de nuevos asentamientos
y la consecuente creación de nuevas vías de penetración, pero, sobre todo,
condujo a que se dispararan los flujos migratorios de población transitoria a
las zonas cocaleras, en calidad de raspachines o productores independien-
tes. Una nueva y abundante mano de obra circulante dinamizó socialmente
las zonas de colonización, con lo cual se creó un entorno de relativa abun-
dancia conforme los precios de la coca llegaban a su máximo histórico en las
zonas productoras, especialmente a finales de la década de los ochenta y
principios de los noventa:

Los cultivos ilícitos representaron para los colonos la encarnación de sus sueños
y de las demandas que le hacían al Estado: comercialización; crédito; vías; acce-
so a salud, educación, diversión. En muy corto tiempo salieron de su bancarrota
y se integraron al mundo del consumo. Los comerciantes de precursores hicie-
ron parte del negocio, y grandes capitales nacidos del narcotráfico se legalizaron.
(Molano, 2015, p. 44)

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Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

Con el auge en el cultivo de coca, el campesino se convirtió en el sujeto más sus-


ceptible a la estigmatización dada su vinculación con esta actividad, y al mismo
tiempo, en el actor más vulnerable en la cadena de producción, además de ser
quien “recibe la menor parte de toda la pirámide” (González, 2017, p. 32). Así
lo confirma también el informe Catatumbo: memorias de vida y dignidad, del
Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), publicado en 2018:

[…] la coca enriquece al narcotraficante, no al pequeño cultivador de la hoja. Esta


referencia convoca a afirmar la gruesa diferencia existente entre las y los cam-
pesinos que trabajan cultivando y raspando hoja de coca y quienes trazan y di-
namizan las rutas de tráfico y la venta de cocaína. Es el narcotraficante, el sujeto
externo de la opulencia, quien en últimas disfruta de los réditos de la transforma-
ción de la hoja que, además, no está involucrado en el proceso que va desde la
preparación de la tierra para la siembra hasta la raspa. En esta relación desigual el
cultivador, junto con el raspachín, están situados en los lugares más débiles de la
cadena productiva de la coca […]. (p. 460)

Las bonanzas son efímeras en casi todos los casos, pero en este negocio sus
efectos impactan en varias dimensiones. Cuando las regiones aún no han logra-
do que se asiente el cultivo de manera permanente, con la persecución oficial
comienzan a experimentar la crisis que se sobrepone a la bonanza; es un ciclo
que se repite de manera continua: se instala el cultivo de hoja de coca, se reubica
por presiones externas, y la población local —que ya se ha hecho dependiente
de este tipo de economía— queda en vilo. Es así como “en el desarrollo de la
guerra contra las drogas, los cultivos se expandieron a la región del Magdalena
Medio y luego por todo el país. El cultivo se hizo itinerante” (Medina, 2012, p.
154) y del mismo modo sucedió en el Vichada, en el Catatumbo y en una parte
importante de la región Andina. Posteriormente, en esos lugares se neutralizó o
se debilitó la producción y, recientemente, el cultivo se ha afianzado con fuer-
za en la región Pacífica. De esta forma, desde la década de los ochenta y los
noventa, y a pesar de las adversidades, los campesinos han continuado con la
actividad a causa de las bajas condiciones económicas que ofrecen otros culti-
vos presentes en el país, lo que ha llevado a la inserción continua del colono en
la cadena de producción.

Al auge de los cultivos de marihuana y de coca, le siguió una tercera fase que
consistió en la irrupción de los cultivos de amapola en la década de los noventa.
Este tipo de sembradío requería de otras condiciones climáticas, por lo que fue
implantado en regiones montañosas frías, difundiéndose principalmente al sur
de la cordillera Central, incidiendo también en la ampliación de la frontera agríco-

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Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

la, pero en zonas de pendiente3. No obstante, su producción y su bonanza fueron


relativamente cortas pues la política antidrogas fue más incisiva con este cultivo,
que tendió a menguar, mientras que la coca ha logrado reinar y sobrevivir.

La violencia y la acumulación de tierras


La dinámica impuesta por el narcotráfico, con procesos de colonización, des-
pojo de tierras, control territorial y dominio de las economías ilegales se forta-
leció con su relación y contribución al conflicto armado en Colombia.

El surgimiento de importantes miembros de la mafia y su posterior consolida-


ción en carteles de la droga, llevó a que estos capos iniciaran un proceso ma-
sivo de adquisición de tierras, como mecanismo para legalizar los capitales
obtenidos criminalmente e invertir los excedentes del comercio de la droga.
Esta táctica fue una de las formas de activar el lavado de dinero, no solo a tra-
vés de la compra directa de propiedades, sino también por la violencia utiliza-
da para acceder a nuevos espacios rurales. El despojo de tierras a pequeños
propietarios, para luego imponer grandes coberturas de pastos y ganadería
extensiva, ha sido una práctica prolongada, utilizada también para ampliar su
poder a nivel regional. Medina (2012) sostiene que, históricamente, se “desa-
rrolló una agresiva campaña de concentración de la tierra, de transformación
de la producción agrícola y agroindustrial y de transformación del hato gana-
dero nacional” (p. 155), lo que Molano (2015) complementa cuando afirma
que “muchos capitales se asociaron al narcotráfico e invirtieron en ganadería,
uno de los pocos renglones protegidos por los aranceles. Los cultivos de coca
y amapola conocieron su época dorada” (p. 50).

En la composición de la estructura agraria nacional, el narcotráfico también


ha contribuido con los desequilibrios de la tenencia de la tierra en Colom-
bia, sin duda, una práctica que ha repercutido en el desplazamiento de las
comunidades, y que aún se conserva vigente en el marco del conflicto ar-
mado. De acuerdo con Semana Rural (2019), históricamente, el 56% del
desplazamiento ha sido originado por el paramilitarismo, seguido por en-
frentamientos (23%), grupos guerrilleros (14%), grupos armados no identifi-
cados (6%), y Estado (1%).

Este mecanismo promovido por el narcotráfico, en el que se hace uso de la


fuerza para la acumulación de tierras, ha ayudado a nutrir las diversas for-
3. “Además de la coca, surgieron en Colombia cultivos de amapola que se establecieron a finales de los ochentas principalmente en
páramos y en resguardos indígenas a altura ente 2.200 y 2.800 msnm” (Díaz y Sánchez, 2003, p. 11).

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Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

mas de violencia que han acompañado al conflicto interno de Colombia, y


ha contribuido al avance del latifundismo nacional, especialmente en regio-
nes como el Magdalena Medio, el Valle del Cauca y los Llanos Orientales.4
Así, por ejemplo, desde sus comienzos, el naciente cartel de Medellín hizo
presencia territorial en la zona de Puerto Boyacá y del Magdalena Medio,
con Gonzalo Rodríguez Gacha y Pablo Escobar respectivamente, quienes
adquirieron grandes extensiones de propiedades.

Por otra parte, similares procesos de concentración de la propiedad me-


diante el uso de la violencia se dieron en el norte y el centro del Valle del
Cauca: “esta dinámica de adquisición de tierras jugó un papel importante en
la compra de predios a través de testaferros, lo cual ha dificultado el rastreo
y dimensionamiento de los procesos de despojo en la región” (CNMH, 2018,
p. 114).

Es así como los capos del narcotráfico llevaron a las zonas cocaleras sus
propios grupos armados privados, como una forma de saldar conflictos, es-
tablecer control territorial y salvaguardar las rutas y los capitales invertidos,
que contribuían, según Díaz y Sánchez (2003) al “dominio o control por parte
de los grupos irregulares de los territorios donde se producen la coca y la
amapola [conllevando] la utilización de la violencia y la intimidación, sobre
las comunidades donde se quiere ejercer el control territorial” (p. 4).

Los brazos armados insertados de esta forma en las zonas cocaleras cobra-
ban suma importancia al tratar de operar en torno a un cultivo proscrito, sus-
ceptible de persecución por parte de las autoridades:

En las zonas de producción los narcotraficantes buscan eficiencia y control social,


elementos conseguidos, en ocasiones, a través de la delegación de la coerción
a terceros o grupos intermedios. En las zonas de residencia, al tener un control
efectivo a través de sus aparatos armados, la legitimidad social se convierte en la
preocupación central de los carteles, guiada por su aspiración de ser parte de las
élites locales. (Camacho Guizado, 1993, citado en CNMH, 2018, p. 114)

Este contexto belicista no solo estaba monopolizado por la presencia de estas


agrupaciones, sino también por el clima de tensión generado por el hecho
de que, en muchos escenarios locales, los colonos empezaron a acceder a
armas de fuego. En las zonas de colonización, la proliferación de cantinas,
4. “Desde finales de la década de 1970, en todos los Llanos Orientales se comenzaron a dar compras de grandes extensiones de
tierras por parte de empresarios esmeralderos provenientes del oriente de Boyacá y de narcotraficantes, como Gonzalo Rodríguez
Gacha alias “El Mexicano” integrante del cartel de Medellín” (CNMH, 2015, p. 75).

27
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

el consumo de alcohol y la aparición de prostíbulos generaban un ambiente


denso que se hacía cada vez más complejo por el uso de armas entre la po-
blación y los grupos organizados. El auge de estas economías ilegales estaba
amarrado a la coerción y al ascenso del conflicto. Al respecto Giraldo (2015)
sostiene que “El florecimiento del narcotráfico que sirvió de fuente de finan-
ciación de los aparatos armados, y la subsistencia de condiciones sociales
que proveían motivos y estímulos para que muchos colombianos engrosaran
las filas de los ejércitos privados” (p. 43); y el CNMH coincide en afirmar que
la actuación de los primeros grupos estuvo relacionada a la “bonanza de la
marihuana o bonanza “marimbera” y al auge del narcotráfico. Estas primeras
organizaciones armadas de carácter privado prestaron el servicio de protec-
ción a narcotraficantes y a rutas ilegales de exportación e importación de dro-
ga” (2018, p. 303). Durante los años noventa llevó a la guerrilla a vincularse
con la actividad, cobrando un impuesto a los productores y aumentando su
presencia armada en zonas cultivadoras. Visto de manera global, González
(2017) considera que:

En la situación de conflicto armado interno en Colombia las rentas del narcotráfico


han estado presentes como parte de la economía de guerra de la insurgencia y de la
disputa con diversos actores legales e ilegales, nacionales y trasnacionales que se
lucran en algún eslabón de la cadena. (p. 32)

De tal manera que, según Díaz y Sánchez (2003), “la expansión de la coca
en Colombia es el resultado del conflicto en la medida en que hace viable su
financiación” (p. 65).

El poder del narcotráfico en el escenario urbano

A partir de la aparición de los grandes carteles de la droga, el negocio del


narcotráfico se potencializó, al punto de que Carlos Lehder ya anunciaba a
la cocaína como “la bomba atómica de Latinoamérica”, que no solamente se
incrustó en las diferentes esferas de la sociedad y la institucionalidad, sino
que transformó las dinámicas urbanas en materia de violencia y cultura de
la ilegalidad, lo que rápidamente repercutió en el surgimiento de ejércitos pri-
vados y redes delincuenciales al servicio del narcotráfico, y en todo tipo de
relaciones entre este negocio y distintos actores del conflicto armado.

28
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

La sombra del narcotráfico y la aparición de los carteles


Las dinámicas urbanas del país también se vieron afectadas por las mafias
del narcotráfico; se trastocaron diversos órdenes de la vida nacional y se
transformó la dinámica de diferentes sectores económicos y sociales, pues
las ciudades fueron sus principales bases de operaciones:

El crecimiento de los carteles generó una transformación de grandes proporcio-


nes. La economía empezó a tener continuos flujos de dólares, en promedio de
2.000 millones anuales desde 1978. En 1985 este flujo creció a 3.000 millones
anuales, lo que, para una economía con un PIB, en esos años, de 40.000 millo-
nes, son cifras inmensas […] Esa riqueza, acumulada en muy pocas manos, empe-
zó a colarse en sectores seguros para inversionistas tradicionales. Los inmuebles de
alto costo, la tierra urbana y las haciendas fueron los bienes favoritos de los nuevos
ricos. El precio relativo de la tierra se elevó a los cielos. (Pardo, 2008, p. 672)

Por otra parte, en las zonas urbanas del país se elevó el consumo de sus-
tancias como la marihuana o la cocaína por parte de la población escolar, tal
como lo muestra el Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas
en Población Escolar Colombiana - 2016, del Observatorio de Drogas de Co-
lombia (ver tablas 1 y 2):

Estimaciones e intervalos de confianza (I. de C.) de 95% para prevalencia último año de uso de
marihuana, según zona
Zona Prevalencia último año Intervalo de confianza
Urbana 8,46 7,85 – 9,06
Rural 5,22 3,31 – 7,13
Total 7,97 7,36 – 8,57
Tabla 1. Prevalencia de uso de marihuana, según la zona.
Fuente: Observatorio de Drogas de Colombia (2016, p. 58)

Estimaciones e intervalos de confianza (I. de C.) de 95% para prevalencia último año de uso de
cocaína, según zona
Zona Prevalencia último año Intervalo de confianza
Urbana 2,74 2,51 – 2,97
Rural 2,14 1,41 – 2,87
Total 2,65 2,42 – 2,87
Tabla 2. Prevalencia de uso de cocaína, según la zona.
Fuente: Observatorio de Drogas de Colombia (2016, p. 64)

29
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

El consumo de sustancias psicoactivas en las ciudades se difundió entre la


población joven y al interior de sectores marginados, dada la penetración del
microtráfico:
Ellos (los narcotraficantes) crean la demanda, y ¿cómo lo hacen?, pues involu-
crando a niños y jóvenes en el consumo. Inicialmente es gratis y luego son los
mejores clientes. De esa manera se está introduciendo el consumo. De esa mane-
ra, les interesa que el consumo y la demanda crezca en las ciudades. (Entrevista
Hugo Acero, 2019)

Es así como el narcotráfico, además de haber incidido en la descomposición


del tejido social, en la creación de zonas de tolerancia y en el crecimiento del
pandillismo en las grandes ciudades, además de transformar las economías
y dinámicas locales de los barrios populares mediante el narcomenudeo, ha
permeado también otros sectores de la población de estratos medios y altos,
quienes se convirtieron en consumidores habituales de drogas.

De acuerdo con el balance realizado por el Observatorio de Drogas de Colom-


bia sobre Criminalidad y Salud Pública (2013-2014), el 94% de las capturas
realizadas por la Policía Nacional por delito de tráfico, fabricación o porte de
estupefacientes, a nivel nacional, se dio en zonas urbanas:

Figura 1.4. Criminalidad y narcotráfico en Colombia.


Fuente: Observatorio de Drogas de Colombia, (s.f.)

De esta manera, la lógica del narcotráfico se ha infiltrado y se ha afianzado en

30
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

la cotidianidad urbana y ha conseguido permear la cultura y la política colom-


biana, presionar a las altas esferas del poder e impactar la economía nacional:

El narcotráfico ha comprometido a todos los sectores de la economía, a todas las


clases sociales y a las élites políticas y económicas del país. Como actividad eco-
nómica ilegal, ha generado importantes procesos de acumulación capitalista cri-
minal y mediante la violencia y la guerra ha impactado y transformado las estruc-
turas de la sociedad, la economía y el Estado colombiano. (Medina, 2012, p. 145)

Esta situación explica el papel de los grandes capos en los rápidos procesos
de conformación de grandes capitales y concentración de poder. A finales
de la década de los setenta se desarrolló una estructura de contrabandistas
basada en la figura del capo, quien dominaba sobre una estructura delictiva,
como la liderada por Pablo Escobar, a partir de la cual se forjaron las siguien-
tes generaciones de narcotraficantes.

Aquella estructura jerarquizada y piramidal, como lo que tuvimos con el cartel de


Sinaloa en México, o el cartel de Medellín y el cartel de Cali, eran unas cabezas
—en este caso era Pablo Escobar— y luego seguían un montón de lugartenientes
y de socios. En la parte más baja estaban los sicarios. De hecho, por eso a Pablo
Escobar se le llamaba el Patrón, y por eso el cartel de Medellín funcionaba como
un oligopolio. Por eso ellos tenían el control de todo y decidían quién entraba al
negocio y quién no. (Entrevista a Ariel Ávila, 2019)

Ariel Ávila (2019) define a las siguientes generaciones de narcotraficantes


como aquellas en las que:

la estructura criminal se pone por encima del negocio, el narcotráfico, los jefes
militares controlan el negocio, en este caso fueron los grupos paramilitares, como
alias “Don Berna”, quien se desmovilizó con el Bloque Cacique Nutibara o Macaco
[…] la [siguiente] generación son ruedas de bicicletas donde en el centro hay una
junta directiva y unos mandos en el resto del país y cada mando tiene autonomía
para tener grupos de sicarios, y hay una segunda rueda que tiene conexión para
contratar grupos pequeños juveniles violentos.

De modo que el narcotráfico se ha ido acoplando al contexto, dominio y rentabilidad


del negocio, tal como lo ilustra la figura 5, del Departamento Nacional de Planeación:

31
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Figura 1.5. Transformación del negocio del narcotráfico en Colombia.


Fuente: Departamento Nacional de Planeación – DNP (2016).

Entre 1980 y 1995 Colombia entra en la etapa de ser un país productor, cuan-
do los carteles de la droga, además de controlar la cadena de producción,
generaron una serie de reformas legales e institucionales en el país:

Figura 6. Origen del fenómeno del narcotráfico en Colombia (1980-1995)


Fuente: Departamento Nacional de Planeación – DNP (2016)

32
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

A partir de este momento surgen los principales carteles que protagoniza-


ron el nuevo periodo del narcotráfico en la historia de Colombia, es decir, los
carteles de Medellín, Cali y el del Norte del Valle5, e incluso las Autodefensas
Unidas de Colombia – AUC, cuya estructura fue fundada por los hermanos
Castaño, antiguos miembros del cartel de Medellín.

El cartel de Medellín se dinamizó en torno a varios barones de la droga. Pablo


Escobar fue el protagonista central de la cúpula organizativa, quien la colide-
raba con Gonzalo Rodríguez Gacha, alias “El Mexicano”, los hermanos Ochoa
(Fabio, Jorge Luis y Juan David) y Carlos Lehder, oriundos de Rionegro (An-
tioquia), Pacho (Cundinamarca), Medellín y Armenia, respectivamente. Medi-
na (2012) describe que, como cartel propiamente dicho, este:

[…] se conforma a mediados de la década del setenta cuando grupos de pequeños


traficantes de drogas que traían base de coca de Perú y la procesaban en la ciudad
de Medellín se empiezan a asociar para crear una empresa ilegal que tenga la ca-
pacidad para controlar toda la cadena productiva de la economía del narcotráfico
tomando en consideración la siembra de hoja de coca, la producción de pasta y su
cristalización, el transporte y sobre todo el control del mercado en los centros de
consumo. (p. 153)

Así mismo, el Centro Nacional de Memoria Histórica (2017) confirma que:

Este cartel se convirtió en el principal referente de la mafia nacional y marcó la


pauta en el escenario ilegal internacional, con una fuerte presencia orientada ha-
cia el departamento de Antioquia, de donde provenían varios de sus integrantes.
La operación de las redes del narcotráfico tuvo efecto en el posicionamiento de
Medellín y del Valle de Aburrá como parte de una red global de ciudades epicentro
de la cocaína. (p. 134)

Pablo Escobar fue, sin duda, el personaje más controvertido e influyente de


este fenómeno; a finales de la década de los ochenta, a través de su organi-
zación, acumuló un poder sin precedentes e incluso logró construir

[…] una compleja estructura armada que le facilitó su consolidación como jefe máxi-
mo del cartel. Ello fue posible gracias a una división del trabajo entre bandas y las
“oficinas” a las cuales se podía acudir para arreglar disputas, desde la pérdida de
algún cargamento hasta una venganza, o coordinar actividades criminales. (Centro
Nacional de Memoria Histórica (2017, p. 133)

5 . Al respecto, la Defensoría del Pueblo (2018) agrega que “en términos del crimen organizado, originalmente hubo dos vertientes, la
primera relacionada con el cartel de Medellín y la segunda con el de Cali y el del Norte del Valle; aún hoy estas vertientes se expresan
de alguna manera en diferentes regiones a partir de agrupaciones que han sufrido sucesivas mutaciones” (p. 62).

33
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Simultáneamente, en el suroccidente del país se desplegaba el poder del car-


tel de Cali, cuyos miembros más importantes fueron los hermanos Rodríguez
Orejuela, provenientes de un sector empresarial relativamente acomodado.
Los Rodríguez Orejuela diseñaron otras estrategias políticas que implicaban
esquivar la confrontación con las autoridades y evitar controvertir con el Go-
bierno Nacional. De hecho, Medina (2012) afirma que “el estatus social de
los hermanos Rodríguez Orejuela les facilitó las relaciones con funcionarios
públicos de alto nivel y con sectores empresariales del Valle de Cauca, y en
general del país” (p. 159).

Así, los dos carteles, el de Cali y el de Medellín, tuvieron importantes diferen-


cias ya que, mientras el segundo tuvo una cercanía particular con los barrios
populares, desató una guerra directa con el establecimiento y realizó un as-
censo meteórico desde abajo a nivel socioeconómico, el cartel de Cali prefirió
utilizar la diplomacia con los poderes tradicionales, se codeó con las élites lo-
cales y, por lo menos en sus comienzos, aplicó la violencia de forma soterra-
da. En otras palabras, mientras Pablo Escobar, debido a sus pretensiones de
reivindicación social “planteaba una resistencia abierta a las élites, la jefatura
del cartel de Cali optó por evitar que sus aspiraciones sociales condujeran a
rupturas” (Duncan, 2015 citado por el CNMH, 2017, p. 61).

Por otra parte, respecto al cartel del Norte del Valle, aunque hizo su aparición
de manera tardía, no podía ignorarse su poder regional en el departamento ya
que, como argumenta Medina (2012):

[…] reúne grupos pequeños y medianos coordinados inicialmente por Henry Loai-
za. Con el tiempo, familias prestantes de clase media y alta, como los Henao y los
Urdinola, controlan el poder regional en el Norte del Valle, constituyendo una mafia
de extracción social alta. Al comienzo no poseía un perfil muy alto, pero eso vino a
cambiar cuando el cartel de Cali se fue disminuyendo. Con el derrumbe del cartel
de Cali la mafia del Norte se independiza. El clan de los Henao comienza a tener
fuerza. (p. 162)

El narcotráfico no ha sido un fenómeno exclusivo de la década de los ochenta


y los noventa; por el contrario, es un fenómeno que logró enquistarse en las
dinámicas del conflicto armado colombiano, al punto de establecer relaciones
orgánicas entre los capos y los diferentes grupos armados ilegales. En este
sentido, entre 1993 y 2016, se han identificado los siguientes cuatro ciclos de
vida criminal de los narcotraficantes colombianos:

34
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

Figura 7. Ciclo criminal de los narcos en Colombia.


Fuente: Dirección Nacional de Planeación – DNP (2016)

El poderío económico del narcotráfico


Para comprender la dimensión del poder económico detrás del negocio del narco-
tráfico, se requiere realizar una revisión de sus transformaciones a través del tiem-
po, desde sus orígenes y posterior conformación de los carteles de la droga, hasta
su transformación en otras estructuras criminales y la incorporación de otros acto-
res armados, que en la actualidad concentran el monopolio del narcotráfico.

La acumulación de capital por la vía ilegal convirtió a las estructuras del narcotrá-
fico en las organizaciones más pudientes del país. La producción de hoja de coca
a bajo costo en las zonas de colonización, en comparación con el alto precio de
venta final de la mercancía en los centros económicos globales, dejaba enormes
réditos para los intermediarios; en esa cadena internacional se encontraban an-
clados los narcotraficantes colombianos. Siguiendo a Medina (2012), “de 1978
a 1988 el cartel de Medellín tuvo su máxima expansión en los aspectos econó-
micos, político y militar: las fortunas de los principales jefes crecieron de manera
desproporcionada por la rentabilidad del negocio del narcotráfico” (p. 154)6.

Del fenómeno del narcotráfico en Colombia se ha comentado incluso que,


como consecuencia de la repatriación de abundantes capitales producto del
narcotráfico durante la década de los ochenta, el país logró aminorar los efectos
de la llamada Crisis de la Deuda, que afectó a varios países latinoamericanos

6. Duncan (2012) refiere que el narcotráfico ha tenido hondas repercusiones en el conflicto colombiano por un atributo básico de su
proceso productivo: el valor agregado se origina, más que en la producción de la droga como mercancía, en la producción de poder
como un medio para reducir los riesgos implícitos en el negocio (p. 26).

35
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

por esta época, al declararse inviables por no responder al pago de la deuda


externa. Para el caso colombiano, esta situación llegó a amortiguarse, en parte
debido a los flujos económicos producidos por la actividad ilegal del narcotráfi-
co liderada, principalmente, por Pablo Escobar, quien, dice Pécaut (2015):

[…] llega en un momento dado a encarnar un modelo de éxito y a estimular un


tipo de ilusión populista y nacionalista. Si bien este dinero ayuda a Colombia a
evitar los efectos de la “década perdida” de los países vecinos, el costo político se
demuestra exorbitante. (p. 29)

De hecho, los capos de la droga se ofrecieron a pagar la deuda externa contraída


por el país, intentando mostrar el poder económico que en ese entonces deten-
taban. De acuerdo con Fajardo (2015) “el rápido y voluminoso enriquecimiento
derivado del narcotráfico significó un veloz ascenso en los niveles de consumo y
de poder político para los sectores asociados con esa actividad” (p. 356).

Pero ¿cuál era la dimensión de este fenómeno nacional? Ante todo, Colombia
no solo se convertiría en el primer productor de coca en el mundo, sino que, a
través de los capos, manejaría el grueso del mercado en su fase inicial, el 86
% del mercado mundial. Medina (2012) describe que “entre el 70% y el 80%
del negocio de la coca lo controlaban los carteles de Colombia. Se considera
que para mediados de la década del ochenta el 10% del PIB provenía de re-
cursos del narcotráfico” (p. 154).

Pablo Escobar empezó a retumbar en el escenario económico mundial al es-


timarse que podría llegar a ubicarse entre el segmento de los hombres más
ricos del mundo. En efecto, “en 1987 se calculaba la fortuna de Pablo Escobar
en ocho mil millones de dólares” (Medina, 2012, p. 154)7. No en vano, cuando
la revista Forbes publicó su primer número de los 100 multimillonarios inter-
nacionales más grandes del mundo, en octubre de 1987, incluyó al entonces
capo del cartel de Medellín, quien logró mantenerse en la lista durante los
siguientes siete años, hasta 1993.

A través del dinero, Pablo Escobar no solamente logró cooptar la instituciona-


lidad del Estado, sino que logró imponer un régimen del terror:

Con su famosa frase “plata o plomo” les ponía en la disyuntiva a los colombianos:
acepte mi dinero o tema por su vida. De esta manera, las autoridades hicieron la
7. Gama (2014), citando a Bustamante (2009), recapitula que “el embajador de Estados Unidos en Colombia en ese momento, Diego
Ascencio (1978), afirmó de manera pública que los narcotraficantes eran tan poderosos en términos de poder financiero que podrían
tener su propio partido y comprar y pagar diez miembros del cuerpo legislativo” (p. 26).

36
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

vista gorda, lo cual hizo posible que “Don Pablo” y su cartel de Medellín llega-
ran a controlar en cierto momento el 80% del tráfico internacional de la cocaína.
(Bowley, 2013 citado por van Den Assem, 2017, p. 2)

El aumento de liquidez por parte de los capos permitió que la estructura ma-
fiosa incrementara su capacidad de comprar armamento (pasando a manejar
armas de guerra) y de mejorar sus sistemas de comunicaciones (llegaron a
innovar en la tecnología satelital, cuando las instituciones del Estado ni si-
guiera habían adquirido esa tecnología), logrando así una ventaja táctica en
terreno que les facilitó su evolución a grupo que aplicaba el terrorismo (Entre-
vista a Carlos Patiño, 2020).

Sumado a lo anterior, las ganancias de los capos fueron reinvertidas a través


de la adquisición de bienes suntuarios para su disfrute individual o a través de
la creación de empresas con las que realizaban el blanqueo del dinero obte-
nido. De esta manera, compraron autos lujosos, incursionaron en la propiedad
raíz y se hicieron a todo tipo de extravagancias, bastante notorias para la épo-
ca8. Realmente fueron, de acuerdo con García (2013), “estructuras jerárqui-
cas centradas en la voluntad del capo, que inauguraron una cultura definida
por la extravagancia, el dinero fácil y la reedición de estereotipos de la crimi-
nalidad internacional” (p. 14). No había mucho recato a la hora de demostrar
qué tan ricos eran estos hombres de la mafia.

También incursionaron en varios renglones de la economía, no solo compran-


do tierras en el sector rural, sino dinamizando el sector productivo y comer-
cial. Medina (2012) resalta que

[…] el arma más importante con que cuenta el narcotráfico no lo constituye su


capacidad de fuego, sino su capacidad de corrupción e infiltración en los circuitos
económicos, sociales y políticos convencionales, lo que les permite asumirse en
el marco de un modelo de crecimiento mafioso, en el que se entrecruzan lo legal
y lo ilegal, en complejos mecanismos relacionales. (p. 41)

El mismo autor resalta más adelante que, por ejemplo, “la economía del cartel
de Medellín infiltró gran parte de las actividades económicas convencionales
comprometiendo la banca, la industria textil, de la confección, alimentos y
bebidas, el transporte, el turismo y el comercio, entre otras” (p. 155). Adicio-
nalmente, sostiene que, en Cali, la mafia también hizo lo propio, dado que:

8. “Para muchos, sus gustos extravagantes y su particular personalidad, lo hacían aparecer como un nuevo rico y un ‘Robin Hood’
Paisa, como lo catalogó en su momento la Revista Semana en un artículo en 1983” (Gama, 2014, p. 28).

37
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

El cartel de Cali desarrolló, en torno al lavado de dólares, una sólida y variada


actividad financiera, industrial y de servicios. Generaron empresas nacionales e
internacionales exitosas, que llegaron a generar, por fuera de la actividad del nar-
cotráfico, billones de dólares. Entre otros ejemplos de su actividad están el Banco
de los Trabajadores, el Grupo Radial Colombiano, Drogas la Rebaja, equipos de
fútbol, agroindustria y ganadería, comercio y transporte. (p. 159)

Cultura mafiosa: espejismos impuestos por los capos


Si bien para un sector de la población colombiana el derroche y la riqueza gene-
rada por el narcotráfico causaron estupor y controversia, no fue así para algunas
comunidades que veían a los grandes capos como símbolos de prosperidad y
éxito social, puesto que habían logrado emerger desde abajo en un país subde-
sarrollado que no ofrecía oportunidades de ascenso social a sus ciudadanos.

Los narcotraficantes implantaron un modelo de vida basado en exhibir un consu-


mo desproporcionado de bienes suntuarios, que ayudó a construir, culturalmente,
una mitificación del mafioso y el culto al dinero fácil; se creía que estos individuos
eran ajenos a la aristocracia nacional y que habían iniciado desde abajo en la es-
cala social hasta gozar de un acelerado enriquecimiento y un notorio reconoci-
miento local y regional9, lo que configuró un estereotipo de hombre exitoso que,
por sus propios méritos, se hace un lugar destacado en la sociedad.

Pablo Escobar reforzó este imaginario al poner en práctica un populismo di-


rigido hacia las bases sociales10, materializando jugadas políticas que lo hi-
cieron ver como benefactor. Tal fue el efecto que logró al lanzar su programa
“Medellín sin tugurios”, con el que se posicionó como filántropo de cara a los
grupos sociales marginados. Así se narran sus iniciativas políticas en el infor-
me Medellín ¡Basta ya!:

Pablo Escobar se convirtió en promotor de la campaña “civismo en marcha” en


1979, y la llevó en particular a los sectores populares de Envigado, Medellín y
Bello. También aportó los recursos necesarios para la remodelación de canchas
de fútbol, sobre todo en barrios de las comunas nororiental y noroccidental, la
construcción de un barrio para los pobres por medio de la Corporación Medellín
sin Tugurios y la repartición de mercados, drogas y dinero. (CNMH, 2017, p. 135)
9. “Los imaginarios de la sociedad antioqueña han estado caracterizados por el bajo cumplimiento de la ley, la observación de una
religiosidad laxa y ritualista, y una estima alta por el éxito económico. Estos sirvieron de sustrato para la connivencia con los grupos
armados ilegales” (CNMH, 2017, p. 106).
10. “Fue solo cuando Escobar involucró abiertamente a diversos sectores excluidos en Medellín que se convirtió en un actor de poder
relevante. El primer paso hacia esa transformación estuvo en la construcción de una amplia red clientelista propia a través de una
fuerte inversión entre la población marginada de la ciudad. En su búsqueda de reconocimiento construyó canchas de fútbol, repartió
mercados, abrió sitios de atención donde la gente venía en busca de ayuda material e incluso construyó un barrio para los habitantes
de Moravia” (Duncan, 2013, p. 250).

38
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

Para Sebastián Marroquín, hijo de Pablo Escobar, este precedente, que se ha


expandido a través del poder de las redes sociales y los medios de comunicación

[…] ha contribuido a la creación de “héroes” como mi padre (Pablo Escobar), ven-


diendo una imagen glorificada de mi padre (…), todos estos elementos contribu-
yen a la confusión de los jóvenes, por pensar que Pablo Escobar es un modelo
de éxito que deben seguir, que deben imitar. (Entrevista a Sebastián Marroquín,
2019)

Para algunos, no importó si este éxito se lograba a costa de incursionar en lo


delictivo, ya que ello les otorgaba poder y cabida a todo tipo de excesos (fiestas,
autos, licor, armas, viajes y propiedades). Dicho de otra forma, se aprecia que:

Las imágenes de hombres multimillonarios, con poder, armados, rodeados de


mujeres y lujos ostentosos se instauraron como modelo en el diario vivir de los jó-
venes. La figura del hombre fuerte, mujeriego y “sin miedo”, que reclamaba la vida
de quien deseara, se volvió cada vez más un referente. Los medios de comunica-
ción se apropiaron de estas imágenes y las hicieron masivas en sus programa-
ciones, validando estos modelos en el imaginario colectivo. (CNMH, 2017, p. 324)

De esta manera, las mafias consiguieron naturalizar, justificar y validar el uso


de la violencia, si esta viene acompañada de lujos y ascenso social. En Co-
lombia se generalizó la laxitud respecto a los medios empleados para ama-
sar enormes fortunas y hasta se creó una cierta admiración e idolatría por la
figura del capo de la droga. A este respecto, el CNMH (2017) resalta que “las
bandas del narcotráfico, en especial, llevaron a extremos muy violentos esta
desregulación de los comportamientos sociales y convirtieron la ilegalidad en
conducta masiva y admirada” (p. 106)11. Este imaginario empezó a hacer carrera
en algunos círculos sociales y de poder, entre los cuales se adoptó la imitación
de la vida del capo, así fuera a costa de su inserción en el mundo mafioso.

De esta forma, se empezaron a evidenciar cambios culturales y sociales en


torno al mundo del “traqueto”, transformaciones que perduran hasta hoy12 y
que, en esta larga historia, hicieron pasar el ideal del “señor narcotraficante”
de lo intangible a la práctica: instalado en la mentalidad de muchas perso-
nas, este ideal llevó a cientos de jóvenes a ser colaboradores reales de este
proyecto mafioso en los años ochenta, quienes, creyendo salir de la pobreza,
11. “El narcotráfico modificó el comportamiento de los colombianos y sus imaginarios, agudizó la anomia en la conducta cotidiana y
socavó la idea de que el trabajo duro y la educación eran los medios idóneos para el ascenso social” (Giraldo, 2015, p. 21).
12. “Con la aparición de los Carteles, se reconoce la consolidación de poderosas estructuras, que habían asumido un sincretismo
cultural y criminal ante los referentes de las mafias italianas y norteamericanas y los personajes de la revolución mexicana” (García,
2013, p. 13).

39
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

intentaron encaminar sus vidas hacia la actividad ilegal, colaborando, en últi-


mas, con la reproducción continua del fenómeno del narcotráfico.

La exacerbación de la violencia urbana


Más allá de la idealización de la mafia como forma de vida, persistía la contra-
cara de la ilegalidad y la violencia que rodeaba al narcotráfico, que fue mucho
más notoria en la capital antioqueña, sobre todo porque “el tipo de acciones
comandadas por el cartel de Medellín hizo que la confrontación se sintiera en
toda la ciudad. Entonces, el miedo se desató y produjo incertidumbre en la
ciudadanía” (CNMH, 2017, p. 272).

Los traficantes no solo constituyeron ejércitos privados en las zonas rura-


les, sino que configuraron estructuras armadas para resguardar su actividad
delictiva en las ciudades, incluso, de acuerdo con la Defensoría del Pueblo
(2018), “los carteles de Medellín y Cali y el cartel del Norte del Valle no fueron
sencillamente una asociación de narcotraficantes. Implícitamente articulaban
unos aparatos armados para poder funcionar y tuvieron que incidir en lo polí-
tico” (p. 34). De por sí, los grandes capos contaban con anillos de seguridad y
con hombres de confianza que hacían labores de escoltas, pero que también
gozaban de su respaldo para saldar disputas y llevar a cabo todas las activida-
des asociadas al narcotráfico. Con estas estructuras y con el uso desmedido
de la violencia, financiada con las colosales ganancias del tráfico de drogas,
se sustentaba el poder de los capos, pero los actos violentos fueron impactan-
do cada vez mayores sectores de la sociedad, dado que, como señala Duncan
(2015), “una guerra que en principio debía ser estrictamente entre delincuentes
por controlar un mercado ilegal se había convertido en una guerra por controlar
sociedades” (p. 10). Este mismo autor destaca, además, que:

[…] fue otro hecho el que llevó a otro nivel la criminalidad en el conflicto: la orga-
nización por narcotraficantes de enormes ejércitos privados para convertirse en
autoridades de facto en extensas regiones y territorios. El objetivo ya no era solo
proteger el capital de las aspiraciones expropiativas de la guerrilla sino también
producir capital desde la acumulación de poder, en concreto, el poder que signi-
ficaba ser el Gobierno de una importante porción de la periferia del país. (p. 26)

Los narcos generaron un control territorial y social en algunos barrios de las


grandes ciudades, siendo Medellín la urbe más impactada por el ascendente
poder de la mafia13. En general, es un proceso que se ha denominado apropia-
13. Frente a lo sucedido en Medellín, el Centro Nacional de Memoria Histórica (2017), describe que esto “sirvió para crear una territo-
rialización local del crimen, con la cúpula del Cartel operando desde el sur, en particular desde Envigado y El Poblado, y a través de

40
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

damente como la “urbanización del conflicto armado” y que alude a la con-


frontación que se acrecentó por múltiples choques entre los responsables del
tráfico de drogas por parte de los carteles, y actores locales emergentes con
los que se enfrentaron en disputas armadas en las grandes ciudades: los nar-
cotraficantes combatieron a la fuerza pública, entablaron luchas con las mi-
licias urbanas, desataron rivalidades entre los mismos capos y promovieron
mecanismos de limpieza social, como sucedió en el caso del Valle del Cauca.
De esta manera, los narcotraficantes desencadenaron conflictos con casi to-
dos los actores de la sociedad que pudieran desafiar y amenazar su creciente
poder; fue el caso de ponerle precio a la cabeza de cada policía, como hizo
el cartel de Medellín, situación que llevó a vivir los momentos más álgidos
de la violencia en la ciudad, entre 1990 y 1991, cuando la tasa de homicidios
de Medellín alcanzó un récord mundial. Asevera el CNMH (2017), además,
que todo esto fue “respaldado con un poderoso aparato armado para arre-
glar disputas entre los propios narcotraficantes, amenazar y exterminar a sus
enemigos y retar el poder del Estado” (p. 133), y que “en este contexto, ciertos
narcotraficantes antioqueños crearon grandes aparatos armados propios y
los dispusieron en confrontación franca contra las guerrillas, las instituciones
estatales y, frecuentemente, contra la población inerme” (p. 107).

En estas dinámicas de violencia confluían diversos actores en la confronta-


ción, incluidos paramilitares, ejército y guerrillas urbanas. En ciudades como
Cali y Medellín, especialmente, se padecieron las inclemencias de esta gue-
rra, al punto de figurar en el top de las ciudades más peligrosas del plane-
ta, sobre todo en el convulsionado periodo de los años ochenta y noventa,
cuando tuvo mayor auge el poder de los capos del narcotráfico. En el caso de
Medellín, la ciudad “fue reconocida, al menos hasta mediados de la primera
década de este siglo, como una de las ciudades más violentas del país y del
mundo. Las 6.810 personas asesinadas en 1991 fueron la punta del iceberg
de esta situación” (CNMH, 2017, p. 17). A nivel país, en Colombia la tasa de
homicidios comenzó a crecer “[…] llegando, en 1991, a tasas de 71 homicidios
por cada cien mil habitantes” (Entrevista a Hugo Acero, 2019), siendo el nar-
cotráfico uno de los responsables de tal situación.

Los carteles no han sido los responsables absolutos de las situaciones de


violencia en las ciudades pero, sin duda, han contribuido a encender activa-
mente espirales de confrontación que ya se habían ido gestando en las urbes.

su red de oficinas de cobro; con las bandas duras del norte de la ciudad, en las comunas nororiental, noroccidental y en el municipio
Bello, subcontratando al mismo tiempo con las bandas sicariales de los barrios más altos y marginales” (p. 134).

41
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

En el caso de Cali, el cartel detonó formas de violencia específica empleando


estrategias de limpieza local con sus propios cuerpos armados, con el lema
“una Cali limpia, una Cali bella”; igualmente, los líderes de este cartel se vie-
ron abocados a ejercer violencia por retaliación en la época más cruda de la
guerra contra el cartel de Medellín, como lo describe Medina (2012, p. 160).

Pero aquellos con quienes el narcotráfico disputó en el espacio urbano, para-


dójicamente, también fueron protagonistas de alianzas que constituyeron la-
zos de complacencia con la autoridad local, con las que cooptaron grupos de
pandillas en los barrios marginales y potenciaron bloques de mafiosos para
actuar conjuntamente14. Los ejércitos privados de los narcotraficantes se en-
tremezclaron y colaboraron con otros sectores armados o civiles, arreciando
el control mafioso en las grandes ciudades. No solo Cali y Medellín han sido
el foco de esta violencia urbana en el país; de hecho, mientras que “Cali y
Medellín se han organizado como grandes epicentros del crimen organizado
[…], Bogotá, en el caso del narcotráfico, ha pasado como en un nivel ejecutivo,
de blanqueo, pero también un nivel de paso y almacenamiento de droga” (En-
trevista a Hugo Acero, 2019), e incluso ciudades como Barranquilla, Pereira y
Armenia también se insertaron en esta lógica.

La estela de violencia que dejó la confrontación urbana por tan largos años
continúa situando a Medellín como uno de los epicentros más álgidos del
conflicto. Si bien los niveles de homicidio ya no son tan escandalosos como
en la época dorada del narcotráfico y su imagen ha venido mejorando, el peso
histórico de la acción de las mafias y de los grupos que les prestaron colabo-
ración durante los ochenta y parte de los noventa, hace que aún exista una
fuerte estigmatización de la ciudad y de algunas de sus comunas.

El sicariato: expresión cruda de la violencia urbana


El sicariato fue una de las dinámicas más agudas, surgida del tema antes tra-
tado15. Con el asesinato del ministro Rodrigo Lara Bonilla a manos del joven
Bayron Velásquez, de tan solo dieciséis años, el sicariato emergió como un fe-
nómeno recurrente durante la década de los ochenta e inicios de los noven-
ta, como una consecuencia de la influencia y la acción del narcotráfico sobre
“comportamientos y valores, contrarios a la solidaridad y a la moral”, que a su
vez desataron violencia y nuevas formas de delincuencia (Gaitán, 1990, p. 501).
14. “Los jefes de Cali y Medellín fueron socios durante mucho tiempo; Escobar mantuvo buenas relaciones con la izquierda armada,
pero Gonzalo Rodríguez Gacha y Fidel Castaño tuvieron una disputa sangrienta contra las FARC-EP y el Partido Comunista” (CNMH,
2017, p. 69).
15. Gaitán (1990) presenta una definición de sicario referido a un “término que proviene del latín sicarius, asesino pagado” (p. 499).

42
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

Los líderes del narcotráfico fueron hábiles en detectar la vulnerabilidad de los


sectores marginados en las grandes ciudades, y, por tanto, su potencial para
engrosar las estructuras del crimen organizado, de manera que apuntaron a
reclutar gran cantidad de jóvenes para ejecutar algunas de sus operaciones.
Aprovecharon el ideal que se había construido en torno al mafioso y vincula-
ron tanto adolescentes como adultos para realizar, inicialmente, tareas pun-
tuales. Lo anterior también fue, según el CNMH, el “resultado de una labor de
reclutamiento de jóvenes de barrios populares que vieron en el narcotráfico
una oportunidad de enriquecimiento y reconocimiento social. Por añadidura,
Escobar aprovechó la experiencia adquirida por algunos jóvenes en galladas
o combos de barrio” (2017, p. 133).

El modo de operación era simple: se pagaba por un trabajo concreto, que


consistía en infligir daño a alguien y se esperaba el siguiente encargo. Este
modelo significó la evidente mercantilización de la violencia y del acto delic-
tivo, que más adelante derivó en múltiples formas de violencia por encargo.
Por aquellos años se tornó familiar la imagen de hombres en moto cargando
un arma, ya fuera en parejas o individualmente, con la intención de atentar
contra un individuo; estas escenas se empezaron a repetir a partir de media-
dos de los ochenta, y en ciudades como Medellín, Bogotá y otras más, según
describe el CNMH (2017):

[…] se propagaron aprendizajes que difundieron y escalaron los recursos de la


ilegalidad para el lucro y la venganza. El sicario estuvo, así, a disposición de la
sociedad entera para la solución de controversias, el cierre de negocios y el for-
cejeo en los conflictos sociales. El ambiente general de desorden y la prontitud y
ubiquidad del recurso a la violencia permitieron que medraran los oportunistas y
pulularan los crímenes de sangre. (p. 67)

Los narcotraficantes aprovecharon el entorno de exclusión en que vivían algu-


nos sectores de los jóvenes de estas ciudades y les ofrecieron una salida ante
la falta de oportunidades y la incertidumbre frente al futuro; sin embargo, la
realidad sentenciaba una baja expectativa de vida para este grupo poblacio-
nal. Muchos de ellos cayeron bajo el fuego cruzado, ya fuera por la respuesta
de escoltas, por la reacción de la fuerza pública, por el ajuste de cuentas entre
bandas del narcotráfico, por purgas en el seno del paramilitarismo o por lu-
chas internas en los barrios. Parecía el destino de una generación perdida. En
muchos jóvenes dominaba una mentalidad cortoplacista y la conciencia de
vivir solo el presente, lo que explica, en parte, su vinculación con el sicariato
sin importar los inminentes peligros a los que se enfrentaban. Como lo expli-

43
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

ca Daniel Pécaut (2015), “el narcotráfico provoca al mismo tiempo trastornos


sociológicos de una amplitud sin precedentes en el mundo urbano; se difunde
entre los jóvenes de los barrios desfavorecidos una cultura de la violencia en
la vida cotidiana, estimulada por Pablo Escobar”. (p. 29)

El sicariato se convirtió en una columna vertebral para el narcotráfico, al punto de


llegar a realizar acciones sistemáticas y a desarrollar sus propias lógicas de po-
der; de hecho, muchos sicarios hicieron carrera en esta labor y escalaron dentro
de la estructura de los carteles o extendieron sus “servicios” a otras esferas, pues
el pago por estos trabajos se hizo cada vez más frecuente y, de pronto, los sicarios
se profesionalizaron e impactaron seriamente en el mundo social urbano.

Adicionalmente, se sabe que existieron escuelas de sicarios para crear blo-


ques de exterminio o para asegurar personal disponible a gran escala, cuya
efectividad radicaba en el uso de técnicas de guerra. Un ejemplo de ello fue
el cartel del Norte del Valle, en el cual “el encargado de manejar las dosis de
violencia utilizadas por el cartel para regular las relaciones que requirieran de
fuerza fue Henry Loaiza, alias “el Alacrán”, que organizó sus propias escuelas
de sicarios” (Medina, 2012, p. 159).

Diferentes testimonios disponibles, según el CNMH (2017) “cuentan sobre


escuelas de sicarios, campos de entrenamiento e intercambios de técnicas
que fluyeron en doble vía con la delincuencia común” (p. 77). Incluso, el pe-
riódico El Espectador reveló que “las escuelas de mercenarios y de la organi-
zación paramilitar fueron creciendo hasta más de 2.000 hombres entrenados
en 32 centros, con la ayuda de expertos israelíes y británicos a su disposi-
ción” (Gama, 2014, p. 66).

El cartel de Medellín se especializó en hacer que muchas bandas dispersas


en los barrios populares actuaran bajo su servicio, ampliando la red delictiva
bajo dominio del narcotráfico. Ya no se trataba de simples rivalidades territo-
riales entre pandillas o de la presencia de grupos armados aislados luchando
por una pequeña influencia territorial dentro de la ciudad, sino de poderosas
estructuras que obedecían a una jerarquía y a una racionalidad mafiosa a
gran escala. Respecto a la conflictividad en la ciudad de Medellín, el CNMH
(2017) describe que, “entre 1982 y 1994, [la ciudad] estuvo impulsada por el
despliegue de la violencia y el terrorismo del grupo narcotraficante encabe-
zado por Pablo Escobar, quien logró coordinar por distintos medios a bandas
de delincuentes y a un alto número de sicarios” (p. 103).

44
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

A partir de la segunda mitad de la década de los ochenta, el sicariato proli-


feraba con estructuras de bandas, “escuadrones de la muerte” y grupos de
“limpieza social”. En Medellín ya existían alrededor de 153 bandas ligadas a
la criminalidad del cartel de Medellín, articuladas por las llamadas “oficinas”,
sin perder su estructura de banda mafiosa; por la misma época, las guerri-
llas replantearon su modelo de presencia en la ciudad y para combatirlas, se
organizaron las autodefensas urbanas, con un discurso ideológico contra el
movimiento guerrillero (ELN, M-19, EPL). Estos grupos de autodefensas se
multiplicaron a medida que ganaban apoyo social de base, con la complici-
dad de la debilidad estatal para hacerles frente; además, se encargaron de
establecer un orden barrial y comunal, presentándose incluso como respues-
ta organizada a la violencia, al vandalismo campante y a la misma debilidad
de los organismos del Estado.

En este periodo se observó una alianza entre activistas de izquierda y narcos,


ya que el replanteamiento de la presencia de la guerrilla en la ciudad provocó
la formación de nuevos núcleos para el trabajo militar, que se financiaba con
secuestros, atracos y cruces con narcotraficantes. Se trataba, entonces, de la
reorganización o reconfiguración permanente de una violencia gestada por un
aparato mafioso renovado, dinámico y adaptado, que se alimentaba de la in-
equidad social, la pobreza, la marginación, la falta de oportunidades y la conso-
lidación de una cultura “gánster”, anclada en ideales de consumo y dinero fácil,
elementos del contexto social que constituyeron los puntos de articulación en-
tre fuentes criminales, instancias estatales y producción económica; es decir,
una metodología compleja de red que, bajo las órdenes de las llamadas “oficinas”,
se articulaban al gran cartel de Medellín, dirigido por Escobar.

Las “oficinas”, funcionaban como centros de operación del complejo sistema


de empresas, personas, entidades, organismos, instancias estatales y todo
tipo de relaciones que se fueron consolidando en torno a la dinámica mafio-
sa de la ciudad. Operaban con un sofisticado aparato interno de seguridad y
justicia ilegal que se ocupaba, también, del buen funcionamiento de todos sus
negocios, pactos, acuerdos, y de la seguridad de sus miembros, a la vez que
garantizaba la eficacia de las transacciones ilegales gracias a una normativi-
dad propia y una escala valorativa que se transmitía a sus integrantes.

Otra de sus características fue una fuerte lógica territorial que identificaba a
cada grupo o banda, y que implicaba determinado manejo económico, políti-
co, social y hasta pseudo moral de la vida, de las poblaciones, de los territo-

45
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

rios urbanos conquistados y de los enfrentamientos permanentes con otros


sectores para hacer respetar su dominio. Se destaca que ciertos sectores es-
tatales se vincularon a diversas formas de violencia urbana con un alto nivel
de coordinación y ejecución, y, aunque se crearon planes desde el Estado
para enfrentar estos fenómenos, en muchos casos el mismo Estado terminó
convirtiéndolos en la promoción de la defensa privada.

En 1989 el presidente Virgilio Barco, por causa de los sangrientos sucesos


relacionados con acciones criminales de los paramilitares, el narcotráfico, el
narcoterrorismo y el asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán a
manos de paramilitares vinculados con el narcotráfico, suspendió el decreto
3398, prohibiendo a los civiles el uso de armas en operaciones del ejército y
promulgó el decreto 1194, tipificando la promoción, financiación y pertenen-
cia a grupos paramilitares.

En el periodo comprendido entre 1995 y 2005 Medellín quedó a merced de


la confrontación aguda entre actores políticos y actores de la guerra. Fueron
diez años en los que se recompuso la delincuencia tras la muerte del jefe
máximo del cartel de Medellín y las bandas ganaron autonomía para vender
sus servicios al mejor postor. La persistente presencia del narcotráfico y la
aparición de grupos paramilitares desdibujaron las fronteras política, militar
y delincuencial pues, para estos tres sectores, la oferta de seguridad siempre
ha resultado un producto atractivo, y eso era lo que ofrecían estos grupos. Las
antiguas bandas que habían quedado desarticuladas fueron absorbidas por
“La Oficina” (también conocida como Oficina de Envigado) o por “La Terraza”.
Las guerrillas, por su parte, desplegaron un plan de expansión, que fue res-
pondido con una estrategia igual por parte de los paramilitares.

La década de los noventa se caracterizó por la múltiple interacción de los ac-


tores del conflicto configurados en años anteriores (autodefensas comunita-
rias, guerrillas, milicias, combos, bandas, paramilitares, sicarios, otros actores
armados ilegales, narcotráfico y fuerza pública), definiéndose así nuevas di-
námicas de violencia:
1. Enfrentamientos entre todos los actores armados.
2. Disminución de la influencia de la guerrilla sobre la población civil,
mientras aumentaba la del paramilitarismo.
3. Establecimiento de nuevas formas de delincuencia en los barrios mar-
ginados; crecimiento de las bandas al servicio del narcotráfico, como
forma de empleo y control territorial, para la protección de las rutas
del tráfico de drogas.
46
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

4. Proliferación de bandas juveniles que, a inicios de los noventa, incur-


sionaron con delitos menores, pero que fueron atrapadas por la lógica
delictiva de la nueva cultura, propiciada por la actividad económica
ilegal del narcotráfico y potenciada por la figura de Pablo Escobar Ga-
viria. Es así que estas bandas se dedicaron a servirle en su actividad.
5. Nueva organización de la delincuencia común en Medellín que, para
subsistir, tuvo que adoptar formas de operación en redes para cometer
hurtos y atracos en las calles, lo cual marca una diferencia con otras
ciudades del país afectadas por una delincuencia más difusa.
6. Implantación de una dinámica de muerte de gran impacto, visible en
el impresionante aumento en las cifras de homicidios y destrucción,
como consecuencia de la guerra contra el cartel de Medellín decreta-
da por el Estado con el apoyo de la DEA, y que terminó con la muerte
de Pablo Escobar, dejando a Medellín como la ciudad más violenta
del mundo.
7. Desprestigio de las élites, de la clase política y del mismo Estado, por
su alto grado de corrupción e infiltración del narcotráfico y del para-
militarismo.
8. Disolución del Departamento de Orden Ciudadano (DOC) en 1990,
debido a que se encontraba bajo el control de Pablo Escobar. En vir-
tud de tal descrédito, las inspecciones de Policía, reguladas por la Ley
60 de 1995, perdieron su capacidad de injerencia en la resolución de
conflictos en la vida barrial.
9. Creación, en 1993, del escuadrón de la muerte conocido como los
“Pepes” (Perseguidos por Pablo Escobar), financiado por el cartel de
Cali y que contó con el apoyo de los hermanos Fidel y Carlos Castaño,
las Autodefensas del Magdalena Medio, narcotraficantes disidentes
del cartel de Medellín, organismos de seguridad del Estado, la Policía
y la DEA.

Narcotráfico y poder: involucramiento de agentes del Estado

Durante la década de los ochenta e inicios de los noventa, el narcotráfico lo-


gró permear diferentes instancias de las ramas del poder, por lo que resulta
necesario comprender el alcance de las relaciones que se establecieron en-
tre los carteles y algunos agentes del Estado que permitieron la planeación,
coordinación y ejecución de operaciones de tráfico de drogas, de crímenes y
atentados. A continuación, se abordan los diferentes tipos de relaciones que
se dieron y sus efectos.

47
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

¿Enemigos o amigos?

“Muchas veces, entre más graves son las cosas, más difíciles son de obser-
varlas”. Con esta referencia a las palabras de Stanley Cohen, sociólogo y cri-
minalista sudafricano, el académico e investigador Camilo Eduardo Umaña
contextualiza el involucramiento de agentes del Estado en algunos de los
más graves crímenes cometidos en la Colombia de finales de los ochenta e
inicios de los noventa. Esta circunstancia bien podría enmarcarse concep-
tualmente bajo la lógica de la sociología de la negación, representada en un
cierto aval o “permiso” sociocultural frente a escenarios de ilegalidad y de
violencia (entrevista realizada en 2020).

Este concepto sirve para aproximarse no solo a la génesis de la criminalidad


de Estado conexa con el auge del narcotráfico, sino también al componente
estructural de su ocurrencia y a las profundas consecuencias que aún hoy
representa para la sociedad. Si bien atendemos hoy al reclamo de verdad y
justicia sobre algunos de los más emblemáticos crímenes ocurridos desde
presuntas alianzas entre agentes del Estado, el narcotráfico y los grupos ar-
mados ilegales —tales como los magnicidios ocurridos entre 1989 y 1990, y
sucesos como el genocidio de miembros de la Unión Patriótica—, también es
preciso señalar que la criminalidad de Estado tuvo un papel determinante en
las regiones pues, operando con base en la permisividad social e institucio-
nal a escala local, se consolidó a partir de dos justificaciones particulares: en
primer lugar, las luchas por el mantenimiento del poder y el control territorial
por parte de poderosos latifundistas, empresarios y de las clases políticas, y,
en segundo lugar, la lucha contrainsurgente implantada, no solo en la agenda
política de seguridad y defensa nacionales, sino también en un imaginario
sociocultural colectivo.

Para Camilo Eduardo Umaña el componente sociocultural en la construcción


de la realidad, basado en percepciones e ideas sobre las cosas, no siempre
pasa por una consciencia activa de los sujetos involucrados, sino que es muy
posible —y también natural— que la sociedad misma carezca de marcos in-
terpretativos amplios o suficientes para comprender lo que pasa y, por ende,
para crear posiciones críticas al respecto. Esto, a su vez, puede estar amplia-
mente permeado, no solo por los hechos concretos de la cotidianidad sino
también, de forma particular, por la manera en que los medios, los círculos
de poder y los gobiernos presentan y posicionan sistemáticamente sus cons-
trucciones sobre la realidad, muchas veces alineadas con visiones políticas
preconcebidas, idealizadas o preestablecidas.

48
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

Desde esta visión se podría explicar, en parte, la violencia de Estado que se


ha vivido en Colombia desde los años setenta, pues, a raíz de la idea global
del “enemigo externo”, representado en el comunismo y en la lucha antico-
munista —en el contexto de la Guerra Fría—, sus emulaciones nacionales,
representadas por movimientos subversivos y guerrillas, sufrieron el señala-
miento como “enemigos internos” —para los gobiernos y la clase política—,
como parte de esa construcción sociocultural de la realidad que se posicionó
en el contexto colombiano. Así las cosas, es preciso señalar que la crimina-
lidad de Estado en Colombia, no solo ha estado implicada en los más “sona-
dos” crímenes de lesa humanidad, sino también en las configuraciones loca-
les menos visibles, en las que la fuerza pública, los políticos y las estructuras
institucionales han tenido participación en la materialización de acciones por
fuera del marco de la ley, bien fuese por las justificaciones expuestas, relati-
vas al poder y al control territoriales y a la contención de la insurgencia en las
regiones, como también por otras motivaciones derivadas de las dinámicas
particulares de los territorios, que, en todo caso, contaron con la aceptación
social, política y/o institucional, de manera consciente o inconsciente.

Camilo Eduardo Umaña aclara, sin embargo, que, al referirse a la consciencia


activa (o inactiva) en la construcción sociocultural de la realidad, no establece
la relación entre la percepción social y la materialización de crímenes en los
que se han involucrado alianzas entre múltiples agentes, entre ellos el Estado,
como explicación absoluta en ninguna dirección, pues bajo la lupa del contexto
multifactorial de la violencia —no solo durante los ochenta y los noventa, sino
también en las dinámicas conflictivas más recientes— es complejo decir que
en Colombia la gente acepta que se maten personas humildes e inocentes, o
que la gente en Colombia rechaza enérgicamente todo lo que pasa, pues am-
bos casos representan escenarios que son tan evidenciables como rebatibles.

A este respecto, el investigador se refiere, por ejemplo, a los derechos hu-


manos y a su violación en el país, lo cual requiere de marcos interpretativos
complejos con los cuales no cuenta la sociedad en su mayoría, debido a con-
diciones estructurales de desigualdad social y educativa, entre otras. En sus
palabras, para ver lo que está pasando,

[…] se requieren unos esquemas de interpretación muy poderosos, y estos es-


quemas de interpretación provienen obviamente del acumulado histórico social
—de las sociedades—, pero también las sociedades están compuestas de gente,

49
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

entonces requieren también de gente que pueda ver, y esto es en lo que consiste
por ejemplo el tema de los líderes sociales, los defensores de derechos humanos,
también los académicos, etcétera. Entonces, estas lógicas, al mellar a esta gen-
te, implican quitar la visión a la sociedad, hacer a una sociedad progresivamente
miope y quitarle de paso los lentes. Implica que la sociedad esté desprovista de
la capacidad de ver. Entonces, claro, mucha gente está ideológicamente alineada
con formas represivas del Estado, por supuesto, pero hay otra gente a la que, sen-
cillamente, no le es dada esa opción, porque no puede ver, así que estos marcos
culturales son mucho más complejos y no funcionan sencillamente por un marco
de consciencia plena y efectiva y una visión política activa. (Entrevista a Camilo
Eduardo Umaña, 2020)

A propósito del proceso investigativo para la elaboración de este informe, el di-


rector ejecutivo del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz),
Camilo González Posso, se refirió también a cómo ese fenómeno de relacio-
namientos locales entre agentes del Estado, paramilitares, narcotraficantes,
empresarios y políticos, significó el cimiento de un contexto sociocultural y
político de ilegalidad, enmarcado en las búsquedas de poderío económico
y político en las regiones, con condiciones perfectas para la materialización
de diferentes tipos de criminalidades, lo que podría describirse como un es-
cenario de violencias multidimensionales y estructurales que han tenido al
narcotráfico como elemento común y articulador, contribuyendo, de forma
paralela, a la aparición de la idea de un “narcoestado”.

De la conjunción de estos fenómenos se desprendió, también, la configuración


y el activo funcionamiento de una narco-economía compuesta por núcleos
regionales, que ha sido avalada precisamente por su lógica multifactorial y
multiactor: la participación activa del Estado, los grupos armados ilegales, los
señores de la tierra y los narcotraficantes, todos ellos con sus respectivos
representantes y estructuras interviniendo según las particularidades de los
contextos social, económico, político y cultural de las regiones.

Tal como lo explica González Posso, de aquí se desprendió en gran medi-


da la creación y fortalecimiento de núcleos como el del Magdalena Medio,
amparado por la alianza entre militares y paramilitares (con Ramón Isaza y
el bloque paramilitar de Puerto Gaitán y Puerto Berrío), y con la asesoría de
mercenarios israelíes y británicos, que ha dado lugar a la conocida, pero aún
“presunta”, relación del Ejército con paramilitares, ganaderos y políticos en
la región. A este respecto, González Posso señala que este tipo de sucesos
fueron la base de:

50
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

[…] un gran laboratorio de ese aprendizaje y de ese modelo, además orientado


y con visto bueno de los Estados Unidos, porque tenía como prioridad la lucha
antisubversiva, pues veníamos de lo de Nicaragua; en la escuela de formación de
Klein y de todos ellos estuvieron los Castaño. Ahí se entrenó Carlos Castaño como
sicario y fue donde hizo el aprendizaje Fidel Castaño, para luego convertirse en
jefe del MAS y de los Pepes, dos experiencias supremamente importantes. (En-
trevista a Camilo González Posso, 2020)

Bajo la misma lógica surgieron también modelos como el del norocciden-


te colombiano, con el eje Medellín-Urabá-Córdoba-Sucre-norte del Chocó,
donde operó la misma alianza entre narcotraficantes, militares, empresarios,
políticos y agentes del Estado en función de negocios, de la apropiación del
territorio, de macroproyectos de infraestructura y de intereses económicos
relacionados con la industria y con el desarrollo económico de las regiones.
También se reprodujo este modelo en la zona de La Guajira, el Cesar y toda
la conexión en la costa Caribe norte, con Salvatore Mancuso y sus frentes,
relacionados con los empresarios y las élites económicas de la región.

Destaca González Posso que lo mismo podría señalarse respecto a lo que


ha ocurrido en otras regiones del país, tales como el corredor oriental en los
departamentos de Casanare, Arauca y Meta, con una influencia particular y
determinante de la industria petrolera y las economías derivadas, así como
al interior del país en departamentos como Boyacá, Tolima y Cundinamar-
ca, donde se configuraron lógicas de control marcadamente paramilitarizado
para generar protección frente a posibles ataques subversivos a los centros
del poder, y la ocupación y deseo de dominio sobre corredores geográficos
que permiten la comunicación entre cordilleras y regiones. Todo esto, como
ya se mencionó, bajo la sombrilla de la lucha anticomunista:

Los señores muy dignos, y muy honorables, todos aliados a los narcotraficantes
y a los paramilitares, y comprometidos con sus negocios. Los cargamentos de
cocaína salían por Urabá en los grandes barcos, no fue en mulas nadando por ahí
en las costas. (Entrevista a Camilo González Posso, 2020)

Con estas palabras, Camilo González Posso hace referencia a la imbricación


generalizada del Estado y de sus agentes en el fenómeno del narcotráfico, lo
cual es planteado a su vez por Camilo Eduardo Umaña al señalar el fenóme-
no estructural, sistemático y generalizado del involucramiento del Estado, de
sus agentes y sus instituciones en las dinámicas del narcotráfico.

51
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

La alusión a que los cargamentos de cocaína salían en grandes barcos y no


en mulas “por ahí”, es precisa para explicar la connotación sistemática y es-
tructural del origen de la relación narcotráfico-Estado, y el nivel de incidencia
de este fenómeno para la Colombia de los años ochenta. En términos prácti-
cos, podría simplemente decirse que todo ello (toda la criminalidad e ilegali-
dad asociadas al narcotráfico) no podría haber sucedido sin que existieran las
condiciones perfectas de complicidad, corrupción, cooptación y participación
de las estructuras y los agentes del Estado en el papel del mantenimiento del
poder económico y político en las regiones.

En este contexto puede hacerse referencia, por ejemplo, al cartel de Cali y el


financiamiento que dio a campañas políticas regionales en todo el país duran-
te la década de los ochenta, e incluso posteriormente, con eventos de gran
impacto político y social como lo fue el denominado “Proceso 8.000”, sobre
el comprobado ingreso de dineros del narcotráfico a la campaña presidencial
de Ernesto Samper. En entrevista con W Radio, en mayo de 2004, el exjefe
del cartel de Cali, Gilberto Rodríguez Orejuela, admitió públicamente el apoyo
permanente a campañas políticas durante los últimos veinte años (las déca-
das de los ochenta y los noventa) y entre sus explicaciones, dadas en otra
entrevista, aparecieron de nuevo, como puentes de conexión entre el narco-
tráfico y los poderosos, justificaciones como la necesidad de dominio sobre la
tierra, la protección de la industria y el deseo exacerbado de figuras políticas
por mantenerse en el poder (La Vanguardia, 2004).

Para Duncan (2015), los acuerdos entre la clase política y los poderosos del
narcotráfico son de tipo económico y residen en un universo de ilegalidad ba-
sado en intereses particulares, perseguidos y manejados al margen de la ley.
Pero esto, a su vez, como ya se ha mencionado en este informe, conlleva el
surgimiento de otros acuerdos, más relacionados con la forma de ver, entender
o “desear” el entramado social; es decir, este universo de relacionamientos en
la ilegalidad implica también encuentros ideológicos y políticos que han deri-
vado en la persecución del poder político a través de caciquismos regionales
apalancados por el narcotráfico.

Tránsito del fenómeno y poder político


Este contexto del fenómeno del narcotráfico tiene un importante punto de
quiebre después de la segunda mitad de los años ochenta, que es la consoli-
dación de la extradición como arma de guerra del Estado contra el narcotrá-
fico, y que tuvo, con el caso de Carlos Lehder en 1987, un primer momento

52
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

culmen. En la edición de la revista Criminalidad, de 1988, la Policía Nacio-


nal de Colombia relataba los múltiples efectos que comenzaba a representar
para el país el tratado de extradición entre Colombia y Estados Unidos, en-
tre otros, las violentas reacciones, especialmente de los “extraditables”, que
abrían paso a una guerra de profundas consecuencias sociales, políticas y
culturales para el país.

En relación con el involucramiento de agentes del Estado con el narcotrá-


fico, este punto de quiebre bien puede entenderse como el germen de una
transformación definitiva en el relacionamiento de agentes del Estado con el
narcotráfico. La extradición marcó el paso de una etapa inicial del narcotrá-
fico caracterizada por una ilegalidad sostenida por relaciones y alianzas re-
gionales normalizadas —y alimentada por el enriquecimiento ilícito, el deseo
de control territorial, el uso de mecanismos paraestatales de protección y la
relación activa con los caciquismos tradicionales dentro de ese “juego” local
y regionalizado de poderes—, a una etapa de menores relaciones particula-
res entre agentes específicos del Estado y carteles del narcotráfico, pero más
caracterizada por la infiltración y la corrupción institucional, y el efecto directo
de la criminalidad contra personajes, grupos o colectivos representativos de
sectores político-ideológicos, es decir, una etapa en la que se pretendió mol-
dear la sociedad a través del amedrentamiento y la reducción violenta del
“enemigo interno”, como se mencionó anteriormente.

Sin embargo, aunque esta forma de comparación resulta práctica para seña-
lar lo más visible del fenómeno del narcotráfico y su cooptación generalizada
del Estado por aquellos tiempos, debe señalarse que no es determinante para
describir de forma técnica o exacta la estructura de fenómenos desencade-
nados a partir en este contexto. Si bien los crímenes de finales de los ochenta
dieron una preponderante visibilidad a esta forma de relacionamientos en-
tre cabezas del narcotráfico, determinantes o poderosos agentes del Estado
y otros grandes poderes (señores de la tierra y grandes empresarios, entre
otros), esto no implicó que las dinámicas regionales de interacción con la ile-
galidad entre los mismos actores y sus derivadas representaciones, cesaran,
sino que más bien se volvieron menos visibles a partir del mismo juicio socio-
cultural que ya se endurecía frente al narcotráfico.

Para Duncan (2015), si bien la clase política cede porciones de su poder para
participar de los dividendos del narcotráfico —y esto se da tanto por deseo
como por amenaza—, esta misma relación comienza a generar una dinámica

53
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

de doble vía en la medida en que el capital, la coerción y los mecanismos vio-


lentos y de control producidos desde el narcotráfico comienzan a convertirse
en un medio capaz de influir en las instituciones del Estado y, por tanto, en las
decisiones que se toman desde el poder político. Este fue el escenario en el
cual se configuró el lugar del narcotráfico, no solo como un actor de influencia
sobre el poder político en el país, sino también como partícipe directo del mis-
mo. Duncan enlaza estos dos escenarios del poder del narcotráfico a través
de la esmerada labor de actores claves; es decir, pone de manifiesto que, si
bien la cooptación pasaba por “recibir la plata o morir”, o, “recibir la plata o
ser denunciados”, el factor aspiracional o el deseo de poder por parte de esos
actores, fue su alimento:

[…] actores que representan la capacidad de decisión generada por el narcotráfico,


bien sea en lo relativo a las instituciones de dominación en la periferia o bien sea
en lo relativo a la mediación con la clase política nacional […] En consecuencia,
lo realmente importante no es el poder de los narcotraficantes en sí, sino cómo el
narcotráfico produce poder entre un conjunto de actores sociales. (p. 94)

La evolución razonable del entrelazamiento de estos escenarios de fortaleci-


miento del poder del narcotráfico fue, a finales de los años ochenta, una de las
variables más nocivas y de mayores consecuencias socioculturales en lo que a la violencia
se refiere. Las alianzas entre el narcotráfico, los grupos armados ilegales, la
fuerza pública y los políticos en torno a intereses netamente políticos, o de
protección y mantenimiento de planes políticos preconcebidos, se materiali-
zaron en hechos como: 1) permitir, impulsar y/o ayudar directamente al forta-
lecimiento de grupos paramilitares; 2) la creación de “puentes” entre grupos
armados ilegales y el narcotráfico para la consecución de armamento; 3) la
participación en acciones de entrenamiento militar a grupos paramilitares; 4)
la entrega de información confidencial y de seguridad sobre figuras políticas;
5) la participación directa de personas de Estado en la materialización de crí-
menes de lesa humanidad, tales como el genocidio de la Unión Patriótica y
los asesinatos de líderes políticos, candidatos presidenciales y defensores de
derechos humanos.

En relación con estos escenarios, la Corte Penal Internacional (CPI) manifies-


ta que, en el evento de la materialización de crímenes en los que se presume
o se comprueba la participación de facciones del Estado, los jefes y mandos
superiores de las cúpulas militares o de las mismas esferas del Gobierno, son
responsables de los crímenes cometidos por sus subordinados cuando sa-

54
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

bían, o tenían razones para saber, sobre crímenes que se estuvieran fraguan-
do y no tomasen las medidas necesarias para evitar que estos actos fueran
cometidos (Libreros, 2018, p. 122).

No obstante, esta vinculación que establece la CPI de los superiores jerár-


quicos en la responsabilidad, por acción o por omisión, en violaciones de los
derechos humanos, en Colombia la participación de agentes del Estado en
la materialización de crímenes como los descritos anteriormente, implicó no
sólo su involucramiento indirecto a través de la entrega de información de
seguridad, su omisión o su inacción, sino también su coautoría, intelectual o
directa, en sucesos como:

• La anuencia de la fuerza pública frente a la conocida, abierta y visible


participación de Yair Klein (mercenario y exmilitar israelí) en el entrena-
miento de grupos paramilitares y mercenarios del narcotráfico a finales
de los ochenta. Según palabras del propio Klein, tanto la cúpula militar
como del Gobierno del momento tenían conocimiento de estas accio-
nes o tuvieron alguna forma de participación en ellas (BBC, 2012).
• La complicidad del general (r) y exdirector del DAS Miguel Maza Már-
quez, así como de otros miembros de esta misma institución, en el ase-
sinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán, favoreciendo al car-
tel de Medellín en la preparación intelectual y material del crimen.
• El impulso o protección de miembros activos del Ejército y la Policía a
Acdegam (Asociación de Comerciantes, Ganaderos y Agricultores del
Magdalena Medio) para la conformación de grupos paramilitares que
estructuraran acciones de defensa armada a las élites económicas
y políticas de la región, bajo la figura de “ejércitos privados” (Verdad
abierta, 2008).
• El paso de agentes del Estado a las filas de los paramilitares, como fue
el caso del oficial del Ejército Luis Antonio Meneses Báez quien, bajo
el alias de “Ariel Otero”, tomó la jefatura de las autodefensas de Puerto
Boyacá tras el asesinato de Henry Pérez. “Ariel Otero” se convirtió en
elemento central de la preparación militar de las filas de este grupo
paramilitar, a la vez que configuró vínculos con los narcotraficantes
del Valle para el aprovisionamiento de armamento y la facilitación de
incursiones paramilitares en la región (El Tiempo, 1992).

Ahora bien, un escenario tal no estaría completo, ni funcionaría tan meticulo-


samente, sin el involucramiento de funcionarios de entidades públicas en el

55
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

entramado generalizado de la ilegalidad que favoreció la expansión y el for-


talecimiento del narcotráfico. Uno de los casos más destacados de la primera
mitad de la década de los ochenta fue la expedición de licencias aeronáuticas
para el narcotráfico por parte de la Aeronáutica Civil, con las que otorgó per-
misos de libre circulación a 57 aviones pertenecientes a cabezas del narco-
tráfico, principalmente a Carlos Lehder, Pablo Escobar y Fabio Ochoa, y que
figuraban a nombre de terceros (ver figura 8).

Figura 8. Archivo de prensa de El Espectador.


Fuente: El Espectador (9 de septiembre de 1980).

Sin embargo, la participación de la Aeronáutica Civil fue más allá de la faci-


litación del uso de aeronaves para las actividades del narcotráfico a través
de licencias legales de vuelo, pues, según está documentado con suficientes
referencias de investigadores y archivos de prensa, también participó, por ac-
ción o por omisión, en la legalización o negligencia frente a la existencia de
pistas clandestinas, rutas y otros asuntos asociados con la ilegalidad, princi-
palmente entre 1980 y 1983, cuando el director de esta institución era el hoy
ex presidente y ex senador de la República de Colombia, Álvaro Uribe Vélez.

Para Camilo González Posso (2020), un aspecto crucial en las relaciones del
poder político con el narcotráfico en la Colombia de los ochenta fue la presión
de Estados Unidos por la extradición y la subsecuente guerra entre los car-
teles y el Estado. Se trataba de una guerra entre el negocio del narcotráfico
y la extradición y, en tanto defensa de un negocio, facilitó el surgimiento de
nuevas, soterradas y cada vez más complejas cercanías entre el narcotráfico

56
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

y algunos políticos, a partir de las cuales, como se verá en este informe en


la sección “Ataques a funcionarios y candidatos políticos”, se configuraron
alianzas para el exterminio o la eliminación sistemática de ideologías y visio-
nes políticas no acordes a los intereses de los involucrados.

María José Pizarro, en entrevista para este informe (2020), señala que es
probable que el asesinato de su padre, Carlos Pizarro, se debiera, más que
a una venganza por haber sido guerrillero del M-19 durante veinte años, al
hecho de que, en ese justo momento (1990), representaba un riesgo para el
statu quo operante, cuyo proyecto político pretendía la consolidación del país
tras el acuerdo de paz con varios grupos guerrilleros y su ingreso a la vida po-
lítica, pero con el telón de fondo del poder del narcotráfico, que complejizaba
el contexto político de la época.

Señala, también, que la persecución que sufrieron por aquellos finales de los
ochentas y comienzos de los noventas varios de los protagonistas políticos que
se apartaban de las prácticas políticas de la época, trastocadas por las alianzas
non sanctas que se han venido mencionando, fueron también los blancos de
los magnicidios ocurridos, con o sin involucramiento de agentes del Estado en
el narcoterrorismo, pero sí con una clara intención y mensaje que bien pudo
derivarse del poder político asociado con los intereses de los narcotraficantes.

Pizarro señala que, en este contexto, habrían sido los mismos agentes del Es-
tado los involucrados en la provisión de información, en la omisión de esta o
en la participación directa en los magnicidios de la época; sin embargo, aclara
que, no obstante lo anterior, el factor diferenciador con la primera época de un
narcotráfico más personalizado, fue el hecho de no encontrarse fácilmente
relaciones evidentes entre estos agentes estatales con personajes del nar-
cotráfico en el proceso de materialización de los crímenes, lo que se debería,
específicamente, a la labor realizada por el poder político involucrado.

En relación con las consecuencias del involucramiento de agentes del Es-


tado en este tipo de crímenes, las tres personas entrevistadas para aportar
su mirada sobre el tema coinciden en señalar que el costo sociocultural más
grande es, probablemente, el debilitamiento estructural y profundo de la con-
fianza social, y no solo de la confianza en las instituciones y los aparatos de
poder del Estado, sino la confianza entre individuos, grupos, comunidades,
etc., es decir, la ruptura del tejido social. Además de esto, tal como lo señala
María José Pizarro, se fue consolidando un imaginario negativo respecto al

57
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

ejercicio de la política, que la ha asociado con prácticas ventajosas, egoístas


y corruptas, lo que de manera más grave aún, se ha traducido en apatía por
parte de la ciudadanía, en su indiferencia y descreimiento sobre los efectos de
la participación política. Este impacto significa un costo altísimo para la con-
solidación de nuestra democracia (Entrevista a María José Pizarro, 2020).

Narcotráfico y guerrillas

La articulación de los grupos armados, y de modo particular de los grupos in-


surgentes, a la economía ilegal de las drogas en Colombia, se ha dado, según
Vargas (2005), en el marco de un proceso que guarda estrecha relación con
los distintos momentos del desarrollo del narcotráfico en Colombia. En la dé-
cada de los ochenta, según relatos de la misma guerrilla de las FARC, las re-
laciones entre la insurgencia y los grupos organizados del narcotráfico se dio
alrededor de unos acuerdos bastante inestables para permitir la instalación y
el funcionamiento de los laboratorios de procesamiento de hoja de coca, y la
construcción y funcionamiento de pistas aéreas para el embarque de drogas
hacia los puntos de salida en Colombia.

Dos de los casos más importantes en los que las FARC fueron reconocidas se
dieron alrededor del gran laboratorio de Tranquilandia (detectado y desman-
telado en 1984), ubicado en los llanos del Yarí, entre los departamentos del
Meta y Caquetá, así como los laboratorios ubicados en el sitio conocido como
“El Azul” (1987) en el departamento del Putumayo. Estos acuerdos se cons-
tituyeron en expresiones de arreglos inestables que terminaron en enfrenta-
mientos por parte de los narcotraficantes y las guerrillas, como en el caso de
“El Azul”. Mackenzie (2008) explica que, en 1982,

las FARC-EP contaban con solo 2000 combatientes repartidos en 15 frentes.


Cuando el cartel de Medellín instalaba sus cultivos ilegales y sus laboratorios en
regiones bajo la influencia de la guerrilla, los jefes rebeldes aceptan que sus fren-
tes pacten con los traficantes para extraerles dinero. Esa alianza tácita permitiría
a las guerrillas obtener enormes beneficios. (p. 447)

El segundo momento de la relación entre insurgencia y drogas se da cuando


Colombia se posiciona como país altamente productor de hoja de coca para la
producción de cocaína, y concentra la mayoría de los cultivos en zonas de colo-
nización de la Amazonía y Orinoquía, en regiones de total ausencia del Estado.
Bajo esta nueva condición, los grupos insurgentes empezaron a cobrar tarifas

58
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

impositivas a productores, comisionistas, al sector de servicios del poblado, y a


los capitales que llegaban a comprar mercancías, previo acuerdo sobre el pago
de un impuesto con los grupos insurgentes que controlaban las zonas (entre-
vista a James Núñez, 2020). Para 1984, después de la séptima conferencia
nacional guerrillera de las FARC, la práctica del impuesto revolucionario repre-
sentaba entre el 10% y el 20% de las ventas de los narcotraficantes.

Los compradores entraban a relacionarse con los comisionistas para desa-


rrollar su plan de compras. Así mismo, el cobro de este impuesto, según la
infraestructura ilegal existente en cada territorio se cobraba a la pista de em-
barque por kilotaje, y a los laboratorios de cristalización de cocaína si estaban
instalados en la zona. Este modelo de organización recogió las dinámicas ori-
ginarias de cultivos (años setenta, ochenta y primera mitad de los noventa)
pero, a partir de las marchas campesinas de 1996 contra las fumigaciones
aéreas, sufrió un giro radical motivado por varias dinámicas:

• La ofensiva paramilitar hacia el sur del país, especialmente en las re-


giones del bajo Putumayo y los límites con Ecuador, en las áreas ad-
yacentes al río Guaviare.
• Los ataques de las FARC contra el Ejército en 1986 en Caquetá, Gua-
viare y Nariño, en momentos de los mayores ataques de las FARC
contra el Ejército Nacional.
• Un incremento de la confrontación armada por parte de las FARC, que
demandaba mayores recursos.
Por estas razones, los cultivos ilícitos y su economía complementaria sufrie-
ron un cambio significativo al ser incorporada, ya no tangencialmente sino
de manera directa, la dinámica de la guerra. Los grupos insurgentes se de-
dicaron a ejercer su potestad de cobro del tributo y a desarrollar una función
de “policía de control” del orden público en los días de mayor circulación de
droga por los territorios. Uno de los cambios más visibles y sentidos por la
ciudadanía tenía que ver con la movilidad y la libre circulación de personas;
entre los más importantes, estaban:

• El censo de la mano de obra para controlar el ingreso de jornaleros, en


el que el primer respondiente era el empleador.
• El control de comercio local mediante un reglamento de convivencia.
• El censo de mujeres que ejercían el trabajo sexual, evitando una alta
rotación de ellas en las zonas de control.
• Control de los puntos de expendio de materias primas.

59
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

La mayor parte de los análisis que dan cuenta de los vínculos entre drogas e
insurgencia coinciden en mencionar la presencia reiterativa de algunas gue-
rrillas en el contexto de las drogas, y su pretensión de legitimar su accionar a
partir de supuestos acuerdos entre productores y grupos armados, con tres
funciones:

1. Proteger las plantaciones de coca.


2. Regular las actividades, particularmente respecto a las cantidades
sembradas en cada finca, los permisos de compraventa de hoja de
coca o látex, y los salarios y condiciones laborales, entre otras.
3. El control sobre las compras de insumos para los laboratorios.

Aunque en diversos organismos del Gobierno colombiano y de Estados Uni-


dos se señala a las FARC y a las AUC como organizaciones “intrincadamente
conectadas al comercio ilegal de drogas ilícitas”, no hay claridad suficiente
sobre la dimensión de su participación en el comercio ilegal, pues los carteles
internacionales del narcotráfico controlaron este negocio desde el comienzo
y fueron ellos quienes trajeron las técnicas de procesamiento de la hoja de
coca y de la amapola.

Pese a que los negocios del narcotráfico han dependido de una estrecha re-
lación con empresarios en Estados Unidos, fue el embajador Lewis Tambbs
quien acuñó, en 1983, el término “narcoguerrilla” para señalar la relación
guerrilla-narcotráfico en Colombia. Esta expresión hizo carrera por muchos
años entre funcionarios del Gobierno colombiano, voceros de la Casa Blanca
y agencias internacionales de prensa, señalando solamente a una parte de
los actores comprometidos con esta actividad ilícita e invisibilizando a otros
actores, como políticos, gobiernos y empresarios. De esta forma, a las FARC,
al ELN y al EPL se les tiñó con los colores sombríos del narcotráfico, desdi-
bujando su carácter político, a diferencia de la estrategia que se siguió con las
guerrillas centroamericanas, a quienes se les resaltaban sus lazos con Cuba;
por demás, porque las guerrillas colombianas tuvieron vínculos internaciona-
les tenues o irrelevantes para su acción política.

Múltiples fueron las denuncias sobre las relaciones entre el comunismo ar-
mado y las mafias del narcotráfico, a propósito de operaciones conjuntas para
embarcar cocaína, a cambio de desembarcar armamento, sin embargo, poco
se ahondaba en la relación entre la CIA y los carteles centroamericanos para
financiar la estrategia antisandinista en Nicaragua, por ejemplo.

60
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

El discurso de la “narcoguerrilla” se sustentó en las siguientes evidencias:

1. La coexistencia territorial de campesinos cultivadores de hoja de coca,


narcotraficantes y guerrilleros en la mayor parte de la geografía co-
lombiana.
2. El surgimiento de nuevos frentes armados en áreas campesinas de
media y alta montaña, donde se cultivaba amapola y, nuevamente,
marihuana.
3. El fortalecimiento de la capacidad económica de los grupos arma-
dos, especialmente de las FARC, a raíz de la aparición de los primeros
laboratorios para la transformación de la pasta básica importada, a
finales de los años setenta y, más aceleradamente, con la transfor-
mación definitiva de Colombia como país productor de hoja de coca y
de amapola.
El general Harold Bedoya Pizarro, comandante general de las Fuerzas Arma-
das entre 1996 y 1997, en el prólogo al libro El cartel de las FARC-EP, escrito
por el mayor Luis Alberto Villamarín, afirma que:

[…] han basado su negocio, en el negocio sistemático del tráfico de drogas bajo to-
das las modalidades y con ello se han enriquecido. Sobrevivieron a la guerra de los
carteles sobre los carteles, a la del Estado contra los carteles y ahora son práctica-
mente el único y más poderoso de todos. Para lograrlo, le apostaron a la mentira y
al parecer apostaron muy bien.

En el encuentro colombo-español “Paz y guerra en conflictos de baja inten-


sidad: el caso colombiano”, en 1996, el general Manuel José Bonnet Locarno
relacionó las marchas de los campesinos cocaleros con el interés de la gue-
rrilla por mantener un circuito productivo que le arrojara gruesos dividendos.16
Sin cuantificar las pérdidas por bajas de sus combatientes, la actividad gue-
rrillera tendría una rentabilidad más alta que la de cualquier actividad eco-
nómica legal e ilegal en Colombia y en el mundo, incluido, por supuesto, el
narcotráfico. Se compone así un cuadro sin matices en el que los cultivos
ilícitos entran como un ingrediente más de la guerra irregular. En esta visión
de los generales, la guerrilla estaría funcionando como mafia narcotraficante,
y los campesinos como guerrilleros camuflados de labriegos, en el mejor de
los casos, o como cómplices y auxiliadores de la insurgencia, en el peor.

16. Según sus cálculos, los ingresos de las FARC para el año de 1994 ascendieron a 295 mil millones, de los cuales 154 mil millones
corresponderían al narcotráfico, lo que equivale al 53% de sus ingresos. Si los gastos en sostenimiento y compra de armas suman
tan solo 34 mil millones, las ganancias ascenderían a 261 mil millones, es decir al 88% de las entradas totales.

61
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Pese a las interpretaciones del general Bonnet, en el campo se dieron nuevas


relaciones de producción entre los campesinos y jornaleros pobres, a quienes
la crisis del campo los fue obligando a convertirse en “raspachines” que se
movilizaban de finca en finca en busca de trabajo para sobrevivir; a su vez,
los campesinos con tierra fueron convirtiendo poco a poco sus fincas en par-
celas multipropósito, donde la siembra de la hoja de coca ayudaba al mante-
nimiento de otros productos, pues la rentabilidad de su comercialización era
tan alta, que permitía comprar el mercado para toda la familia y mantener a
los animales.

Análisis histórico como interpretación del narcotráfico


Es necesario recurrir al análisis histórico y social de cada territorio para no
perder de vista los matices que tiene el fenómeno del narcotráfico; su análisis
no puede basarse en interpretaciones limitadas al blanco y negro, pues el
fenómeno es tan complejo, que no admite visiones reduccionistas.

Por lo anterior, sería un error garrafal explicar la funcionalidad de la economía


de las drogas dentro del proyecto estratégico de la subversión, y seguir insis-
tiendo en la idea de la mutación de las organizaciones guerrilleras a simples
bandas delictivas alentadas, ya no por el interés político en la toma del poder
y la transformación social, sino por el deseo de enriquecimiento de sus cúpu-
las y por la necesidad de reproducir sus frentes mediante el reclutamiento de
combatientes asalariados; tanto o más erróneo resulta el señalamiento de los
campesinos como aliados del narcotráfico o de la guerrilla, sin tener en cuen-
ta los problemas sociales causados por el desplazamiento forzoso, al despojo
de tierras y la falta de oportunidades para quienes han permanecido en el
campo, por años, a pesar de las dificultades.

La guerrilla, indudablemente, jugó un papel importante en el ordenamiento


del territorio, en la intermediación con grupos de narcotraficantes y en la de-
fensa estratégica de los campesinos cultivadores de hoja de coca, especial-
mente en las regiones que sufrían la ausencia del Estado para gobernar y
brindar los mínimos que las comunidades reclamaban. Por ello, es frecuente
escuchar versiones sobre las normas que se impusieron a raíz de la incorpo-
ración de la economía campesina al cultivo de coca, amapola o marihuana.
Francisco Galán, en una entrevista sobre narcotráfico y guerrilla, señala que:

En las zonas de influencia del ELN se impusieron ciertas normas: primero, la obliga-
ción de sembrar un número determinado de hectáreas de pan coger por cada hec-

62
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

tárea de coca sembrada; segundo, la prohibición de consumir la droga; tercero, la


obligación de tributar de manera diferenciada, según los ingresos, para el desarrollo
de obras para el bien común, como el alcantarillado, el pago de maestros o los pos-
tes de luz. Todo aquello que nunca fue financiado por el Estado, se pagaba con los
impuestos de la gente recaudados por la guerrilla y bajo su supervisión e iniciativa.
(Entrevista realizada por Martha Cecilia Gutiérrez Portilla, 2020)

Algunos testimonios de reincorporados de las FARC señalan que gran parte


de las obras de infraestructura, especialmente las carreteras en las zonas de
su influencia fueron construidas de manera conjunta entre los campesinos y
las guerrillas, pues carecían de vías de penetración para la extracción de sus
productos. Algunas de estas obras se hicieron con maquinaria robada a las
alcaldías locales y/o a las empresas que allí trabajaban.

En el libro Guerras Recicladas (2014), María Teresa Ronderos señala las dos
posiciones que asumieron las FARC frente al narcotráfico. Para 1983, las gue-
rrillas les cobraban a los narcotraficantes un impuesto de salida de la hoja de
coca de sus territorios, llamado “gramaje” (tanto dinero por tantos gramos de
coca) y, Rodríguez Gacha, que no debía ser la excepción, interpretó la medida
como una traición o un desafío a su poder (pp. 39-40). La decisión segura-
mente provenía de Jacobo Arenas, el legendario ideólogo de las FARC, quien
se había opuesto siempre a que las guerrillas se involucraran directamente en
el negocio. Su posición había quedado plasmada durante la VII conferencia de
las FARC, en mayo de 1982, cuando condenaron el narcotráfico y decidieron
tomar “drásticas medidas destinadas a cortarlo de tajo en los lugares donde
se presentara, porque amenazaba con relajar la disciplina y la moral militar”.

Por aquel entonces, “El Mexicano”, junto a varios aliados, contaba con un
gran complejo de seis laboratorios para la producción de cocaína en los llanos
del Yarí, en Caquetá, zona de dominio guerrillero. En 1983, relata Ronderos,
“las FARC atacaron uno de los laboratorios, se llevaron a 18 rehenes, robaron
cuatro pequeñas aeronaves y exigieron un pago de 425.000 dólares para de-
volverles los aviones y las personas” (p. 39). Poco después, soldados de la VII
Brigada del Ejército Nacional rescataron a los rehenes y dos de las aeronaves,
por lo cual, Rodríguez Gacha no tuvo que pagar rescate, pero desde entonces
juró venganza contra las FARC y selló su alianza con el Ejército Nacional para
apoyar su objetivo de perseguir a las guerrillas y al comunismo donde quiera
que se los topara.

63
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Francisco Galán (2020), miembro de la dirección del ELN, comentó cómo


hasta la época en la que él participó en esa guerrilla (década de los ochenta),
el ELN tuvo una posición de deslinde total del narcotráfico. En todos los even-
tos —en los congresos y en los plenum del ELN—, cuando ya se comenzaba
a desarrollar el narcotráfico, siempre se evidenciaba su posición en contra, y
señala uno de los textos de esa guerrilla en el que se hace expresa su posición y su
estrategia respecto al narcotráfico:

1. Dentro del marco de deslinde total de este fenómeno, establecer un


manejo autónomo y soberano combatiendo el negocio del narcotrá-
fico en el país, buscando acuerdos internacionales entre los países
consumidores y no permitiendo la extradición de colombianos.
2. Desarrollar una política alternativa encaminada a la sustitución de los
cultivos y a la erradicación de las drogas, que apoye el desarrollo de
cultivos lícitos y a las personas ligadas a este negocio.
3. Desarrollar una política de tratamiento y de recuperación social de los
drogadictos, eliminando la dependencia de la droga mediante proce-
sos formativos y espacios de saneamiento y de trabajo.

[Esta fue] la posición histórica y clásica en el ELN en aquellos tiempos, […] ha-
blando desde cuando se comenzó a hablar del narcotráfico hasta el año 1992,
y aún más, porque yo seguía conociendo de la política del ELN, y en los años en
que yo estuve en la cárcel nunca supe que hubieran cambiado de políticas en los
congresos subsiguientes. (Francisco Galán, 2020)

El mayor acercamiento que tuvo el ELN con los carteles del narcotráfico se
comenzó a dar en Medellín, cuando la base organizativa, es decir, los jóvenes
de la comuna uno, comenzaron a recibir la influencia de los carteles, y de
manera particular del cartel de Medellín de Pablo Escobar, quien reclutó gran
parte de los jóvenes ya entrenados por la organización guerrillera.

Los problemas, sin embargo, no se hicieron esperar. El ELN empezó a casti-


gar o a matar a los consumidores de drogas como una forma de combatir a las
bandas de Pablo Escobar, poniendo en práctica su concepción moral sobre el
consumo y la actividad del narcotráfico y, aunque en un principio la presencia
del ELN fue saludada por las comunidades, poco a poco, fue rechazada por su
imposición de la pena de muerte a los consumidores, por lo que tuvieron que
retirar a sus milicias de allí.

64
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

Pese a la negativa del ELN de tener alguna relación con las bandas de Pablo
Escobar en Medellín, Francisco Galán señala que:

[…] desde la Dirección Nacional intentaron reunirse en La Catedral con Pablo Es-
cobar para discutir el proyecto “Antioquia Rebelde” —“por la liberación o federali-
zación de Antioquia”—, proyecto que se instalaría en el oriente antioqueño y sería
liderado por el propio Pablo Escobar para emprender una lucha armada y organi-
zada para la construcción y la liberación de Antioquia, no desde una perspectiva
de izquierda, sino más bien como un proyecto de oposición al Estado. (2020)

Agrega, además, que:

[…] Alguna vez estaba yo en la cárcel y los mismos narcotraficantes nos criticaban
a nosotros, los de la izquierda, diciendo que nosotros nos proponíamos cambiar
al Estado por la vía de la confrontación militar y la oposición, que ellos no querían
hacer eso, ellos si tenían una confrontación militar pero no pretendían acabar con
el Estado por la vía militar, por la vía de la corrupción.

Cooptación de jóvenes milicianos para el narcotráfico en Medellín


Según relata Andrés Aponte, investigador del Cinep entrevistado en 2020,
las milicias de Medellín surgieron como procesos organizativos desde las co-
munidades para exigir demandas ciudadanas en la década de los setenta. En
este sentido, es importante aclarar que, a diferencia de las formas organizati-
vas de las FARC, la guerrilla del ELN siempre estuvo más conectada con las
ciudades; basta mirar la procedencia de sus líderes, un gran número de ellos
provenientes del sector estudiantil, entre ellos, Jaime Arenas, estudiante de
la Universidad Industrial de Santander, o el Padre Camilo Torres Restrepo,
procedente de la Iglesia Católica. Las milicias de Medellín surgieron, preci-
samente, bajo la protección del sacerdote Bernardo López Arroyave, cura
párroco en el corregimiento Estación Cocorná y perteneciente a la diócesis de
Barrancabermeja, quien llevaba a cabo un gran trabajo en temas de derechos
humanos y en la concientización política de la comunidad.

El pasado de la Comuna 13, por ejemplo, está ligado a fenómenos de violencia


que se dieron a mediados del siglo XX y a la posterior conformación de las
milicias. Este territorio ha sido asociado con el conflicto armado y su pobla-
ción se ha tenido como referente negativo y como laboratorio en múltiples
investigaciones. Pero lo cierto es que estas comunidades son el fruto de una
amalgama de intereses políticos, sociales, militares y económicos, que con-
virtieron el territorio en objeto de disputa. En la década de los ochenta hicieron

65
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

presencia allí grupos de milicias guerrilleras del ELN (Milicias América Libre),
de las FARC (Milicias Bolivarianas), los Comandos Armados del Pueblo CAP
(Aricapa Ricardo) y, más adelante:

A finales de la década del noventa, el ELN controlaba Las Independencias 1 y 2,


y Villa Laura; los CAP se ubicaron en Las Independencias 3 y parte alta de Nue-
vos Conquistadores, y las FARC en Nuevos Conquistadores y El Salado. Cuando
llegan las AUC a la comuna, las guerrillas se unieron para combatir al enemigo en
común. (Tribunal Superior de Medellín - Sala de Justicia y Paz, 2016)

Tras el apogeo de las milicias urbanas de ideología guerrillera a finales de la


década de los noventa, vendrían a disputar su hegemonía grupos paramilita-
res, en medio de un panorama nacional de rechazo a los métodos empleados
por la guerrilla, y caracterizado por la polarización ante la creciente acepta-
ción social de políticas de una derecha ideológica. Poco a poco, estas milicias
fueron perdiendo su poder en las comunidades y, tras operaciones del Ejér-
cito, como la Operación Orión, y la conquista de territorios por parte de los
grupos paramilitares, las milicias perdieron totalmente el control de este te-
rritorio, que quedó, finalmente, en manos de narcotraficantes y paramilitares.

La Dirección de Análisis y Contexto, de la Fiscalía General de la Nación (Di-


nac), que documentó la aparición de las milicias en Medellín, señalan que
fue un 26 de febrero de 1986 cuando nacieron los Comandos Armados del
Pueblo, en pleno corazón de la comuna 13. Su origen guarda estrecha rela-
ción con las disputas por el poder interno que libraron las “Milicias Populares
del Pueblo y para el Pueblo”, cuya historia resulta vital para entender el fenó-
meno miliciano en la capital antioqueña. Varios de los jóvenes líderes de este
movimiento de autodefensa urbano contaban con formación política y militar,
que recibieron en los llamados “campamentos de paz”, que se instalaron en
las goteras de Medellín durante el proceso de paz del expresidente Belisario
Betancur con el M-19. Así, con la aprobación de una comunidad que vio en
“los capuchos” la única oferta real de seguridad en una ciudad sitiada por
la guerra del cartel de Medellín contra el Estado, el fenómeno miliciano co-
menzó a expandirse a otros sectores de la ciudad y a otras ciudades del país
(Bogotá, Bucaramanga, Cali y Barrancabermeja, entre otras).

Según lo reseñó la Dinac, los “Elenos” tenían fuertes vínculos con las Mili-
cias Metropolitanas, mientras que las FARC fueron más cercanas a las MPPP
(Milicias Populares del Pueblo y para el Pueblo). Sin embargo, las milicias
comenzaron a perder legitimidad progresivamente ante sus comunidades por

66
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

cuenta de los excesos de poder, la lumpenización de sus integrantes y las


luchas intestinas. En una ciudad agobiada por el accionar de todo un ejército
de sicarios al servicio del narcotráfico, donde ya comenzaban a advertirse
los pasos del paramilitarismo, las milicias terminaron convertidas en un actor
más de una guerra sin cuartel que desbordaba la capacidad de las entidades
del Estado. Por ello, el gobierno de César Gaviria, por intermedio de la Conse-
jería Especial para Medellín, adelantó un proceso de negociación con los tres
grupos milicianos, que dio sus frutos el 26 de mayo de 1994. Ese acuerdo
permitió la desmovilización de 650 milicianos y la creación de la Cooperativa
de Seguridad y Servicio a la Comunidad, una iniciativa de seguridad privada
integrada por ex milicianos que contaban con armas de corto alcance y radios
de comunicación para su labor insurgente.

A esto se suma que no fueron pocos los milicianos que retomaron las armas
como respuesta a la arremetida violenta de la que fueron víctimas. De hecho,
durante la fase de negociación fueron asesinados más de cien integrantes de
las milicias, y tan solo un mes después de firmados los acuerdos, fue asesi-
nado Pablo García, ideólogo de las Milicias Populares del Pueblo y para el
Pueblo, uno de los signatarios de aquel histórico acuerdo.

Según publicaciones del Centro Nacional de Memoria Histórica (2017), Pablo


Escobar y Carlos Lehder usaron una narrativa política contra el imperialismo
yanqui y la oligarquía para generar identificación con las emociones y las de-
mandas de grandes franjas empobrecidas de la población; con esto buscaban
acercarse a los jóvenes de las comunas para convertirlos en empleados de la
oficina de Medellín. Según señala Hernán Pedraza, investigador de la Corpo-
ración Nuevo Arco Iris:

En Medellín, Pablo Escobar Gaviria tenía su base de sicarios y su base de pobla-


ción que le servían como mulas, traficantes, tenía toda una infraestructura que se
movían desde la oficina de Medellín.

Movía todo, a través de sus bandas y de todos los combos de bandas que mane-
jaba, en donde era el dueño y señor y en algunos municipios del Valle de Abu-
rrá, concretamente Envigado, donde él llegó a tener alcalde, en otros municipios
cercanos como Bello, donde llegó a tener una gran influencia. Contaba con un
combo de sicarios, entre ellos: “Popeye”, “La Quica”, “Icopor”, etc. Su punto focal
de actividades eran las comunas de Medellín y allí se enfrentaba con las milicias
de diferentes organizaciones guerrilleras.

67
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Personalmente, nunca tuve claro cuáles eran las relaciones de confrontación y de


alianzas entre los dos actores de la confrontación. Bueno, de confrontación sí, por
las iniciativas para liquidar a las organizaciones guerrilleras, pero creo que el pro-
blema queda claro después de la muerte de Pablo Escobar, con la operación que
realizan allá desde la Casa Castaño en alianza con los militares como Montoya.
Me refiero a la “Operación Orión”. En aquella época, la operación era muy confu-
sa, por lo menos lo que nosotros veíamos no nos permitía precisar de manera muy
clara si esas relaciones eran de alianza o si esas alianzas solo tenían el carácter
de confrontación, no lo puedo decir con certeza. (Entrevista realizada por Martha
Cecilia Gutiérrez Portilla, 2020)

Indudablemente, tanto las milicias de Medellín como los ejércitos privados


que manejaba Pablo Escobar se alimentaban de jóvenes provenientes de las
comunas populares en donde las necesidades económicas eran apremiantes
para una gran cantidad de personas que se matriculaban en una u otra orga-
nización, ya fuera para sobrevivir o para defender los territorios desde unos
ideales de transformación social. Según Duncan (2015) el aparato coercitivo
de las mafias estaba conformado por grupos de asesinos y vigilantes a suel-
do que imponían por la fuerza el derecho a explotar determinadas rentas, así
como las normas que debían seguir los participantes en las transacciones
que caían bajo su control.

Entre los grupos que se le “voltearon a las milicias” está el grupo Estrella
Roja, muy reconocido: “fueron unos milicianos del EPL que terminaron traba-
jando para Diego Fernando Murillo alias “Don Berna”, quien procedía del EPL
(Aponte 2020)”. Esto sucedió poco después de la desmovilización del EPL,
cuando había perdido su carácter Político.

Narcotráfico y paramilitarismo en Colombia

En el contexto internacional de la Guerra Fría y su confrontación entre los mo-


delos capitalista y socialista, surgen en Colombia algunos grupos guerrilleros
basados en ideologías socialistas y comunistas, lo que desencadenó la lucha
contrainsurgente como política de seguridad nacional:

En desarrollo de esta estrategia contrainsurgente, y sustentada en la doctrina de


seguridad nacional, es dictado el Decreto 3398 de 1965, convertido en legisla-
ción permanente con la ley 48 de 1968, que sirvieron para que la fuerza pública
organizara la “defensa nacional”, “defensa civil” y entrenara, dotara de armas y
adoctrinara a habitantes en zonas de conflicto con la finalidad de involucrarlos
directamente en la confrontación y los apoyara en la lucha contrainsurgente, es

68
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

decir estas normas fueron el fundamento para la promoción y organización de las


“autodefensas”, y/o paramilitares. (Colectivo de Abogados, 2006)

Como derivación de este antecedente, surgen organizaciones de autodefen-


sas en Puerto Boyacá y en el Magdalena Medio, con figuras como Ernesto
Báez, Ramón Isaza y Cuco Vanoy, que llegarían incluso a estrechar vínculos
con el narcotráfico y con algunos agentes del Estado.

El paramilitarismo y el avance armado del narcotráfico


La ausencia histórica de la institucionalidad del Estado, que ha generado fal-
ta de control territorial a lo largo y ancho del territorio nacional, más la difí-
cil geografía del país, han sido los motores fundamentales para incentivar la
creación de grupos de autodefensas, que tuvieron como fin la protección de
poblaciones, cultivos, ganado o rentas, tanto legales como criminales.

El fenómeno no es nuevo y ha estado anclado a decisiones políticas del alto


Gobierno. En 1965, el presidente Guillermo León Valencia autorizó la crea-
ción de autodefensas para que los campesinos y terratenientes se protegie-
ran de las acciones de la recientemente creada guerrilla de las FARC (Decreto
3398). Un poco más adelante, en 1968, el presidente Carlos Lleras Restrepo
promulga la Ley 48, por medio de la cual el Estado permite a las Fuerzas
Armadas la creación de grupos paramilitares, con carácter exclusivamente
defensivo, dotados y entrenados por el Ejército Nacional, especialmente para
aquellas regiones del país donde persiste la presencia de grupos armados
insurgentes, destacándose en forma estructurada y fortalecida las regiones
de Guayabero, Tolima, Santander y Meta (ESICI, 2010).

Estos grupos autorizados por los Gobiernos de la época empezaron a desarrollarse


de dos formas: como grupos de justicia privada o, propiamente, como autodefensas.
Se diferencian en que los grupos de justicia privados recibían un sueldo por parte
de un terrateniente o empresario que los organizaba para proteger sus intereses
y bienes, mientras que las autodefensas campesinas estaban organizadas por
parte de ciudadanos en pequeñas comunidades (ESICI, 2010).

Unos de los primeros grupos de justicia privada se organizaron en 1973 con


motivo del auge en la extracción de esmeraldas en las minas del occidente
del departamento de Boyacá, donde los terratenientes de la región conforma-
ron pequeños grupos de protección encargados de prestarles seguridad para
sus intereses económicos. Al mismo tiempo, según la Escuela de Inteligencia

69
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

y Contrainteligencia – ESICI (2010), las autodefensas campesinas se iban ex-


pandiendo en vista de que el Estado y las Fuerzas Militares no lograban copar
la totalidad de áreas geográficas en donde ya empezaban a hacer su apari-
ción grupos insurgentes como el ELN, las FARC y el M-19, especialmente en
regiones como Guayabero, Tolima, Santander, Meta, Córdoba y Urabá. Algu-
nos años después, se comenzó a dar una desafortunada convergencia que
fue transformando a las autodefensas en grupos de justicia privada, debido al
catalizador que ha sido el negocio de las drogas ilícitas.

En este punto es importante señalar que, tanto las investigaciones históricas


como los medios de comunicación, los líderes políticos y la ciudadanía en
general, han confundido los términos autodefensas con el de paramilitares.
De acuerdo con James Núñez (2020), “un paramilitar es toda persona o ins-
titución a la que el Estado le permite portar armas legalmente y coadyuva a la
protección y seguridad”. En ese orden de ideas, paramilitar es la policía (como
institución civil armada), los bomberos o la vigilancia privada; por tanto, la
acepción correcta para los grupos armados organizados, que se conocen co-
loquialmente como paramilitares es la de autodefensas. Ahora bien, depen-
diendo de la época histórica, estas autodefensas llegaron a ser tanto legales
como ilegales, y quizás de allí surge la confusión en los términos.

Como se venía exponiendo, fue por la aparición del negocio de las drogas ilí-
citas que las autodefensas se fueron convirtiendo en grupos de justicia priva-
da, pues, a medida que el negocio se estructuraba en cadenas de producción
organizadas, diversos actores del conflicto fueron vinculándose a diferentes
etapas del proceso, con lo cual los grupos de autodefensa adquirieron un pa-
pel protagónico. En tal organización, los carteles de la droga se encargaban
del transporte local y del tráfico internacional; las autodefensas, de la seguri-
dad de los laboratorios; y las insurgencias, de la protección de los cultivos de
la planta de coca (James Núñez, 2020). Sin embargo, los grupos de justicia
privada o autodefensas empezaron a desarrollar un discurso contrainsurgen-
te, ante el crecimiento de las insurgencias de izquierda, y tras evidenciar que
las FARC querían abarcar mayor cuota de la producción de cocaína, especial-
mente a partir de la creación de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar y
posteriormente, con la VII Conferencia Nacional Guerrillera (ESICI, 2010).

Para Ronderos (2019), a pesar de que “desde 1965, la Ley permitía al Estado
reforzar a grupos de civiles que se estuvieran defendiendo del comunismo
armado, vendiéndoles armas y con entrenamiento y coordinación” (p. 34),

70
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

el origen del paramilitarismo moderno se podría ubicar durante la década de


los ochenta, como un fenómeno impulsado y patrocinado por el cartel de Me-
dellín, que más tarde daría vida, ya en los noventa, a uno de los actores fun-
damentales del conflicto armado en Colombia, las Autodefensas Unidas de
Colombia – AUC.

A inicios de los ochenta, en el municipio de Puerto Boyacá, Gonzalo Pérez


decidió crear un grupo de autodefensa conformado, inicialmente, por él y por
sus hijos Gonzalo Jr., Marcelo, Henry y Heriberto, y por un círculo de amigos
finqueros; a ellos se unieron más tarde Jorge Loaiza y sus tres hijos, Antonio
Tobón Ramírez, alias “El Zarco”, y Nelson Lesmes. Este grupo buscó el apoyo
del Batallón Bárbula del Ejército Nacional, pero no recibió su apoyo, al menos
en un comienzo (Ronderos, 2019), porque, tras una serie de operaciones que
este grupo llevó a cabo contra las FARC, el Batallón comenzó a apoyarlo al
punto de que el teniente Luis Antonio Meneses Báez terminó uniéndosele,
aun siendo miembro activo del Ejército.

El grupo de los Pérez, ya comandado por Henry Pérez, se sumó al grupo que
Ramón Isaza había creado en el Magdalena Medio, y que se encontraba in-
tegrado por Delio Monsalve, Ignacio López, Alberto Villegas, John Yépez y
Carlos Salazar. Este grupo sí recibió apoyo de la IV Brigada del Ejército Na-
cional, que lo aprovisionó con ocho escopetas calibre 12 mm y sus permisos
correspondientes. Este grupo se llamó “Los escopeteros” y, con el tiempo, fue
apareciendo en otras regiones: “en La Danta, Sonsón, nacieron “Los Escope-
teros” del “Mono Celín”; en San Juan Bosco, del municipio de Santa Helena del
Opón, en Santander, y en Yacopí, Cundinamarca, estaban “Los Escopeteros”
de Rigoberto Quintero, conocido como “Braulio”” (Ronderos, 2019, p. 36).

A estos fenómenos de organización de autodefensas campesinas, se sumó


otro que, a pesar de no encontrarse en el marco legal vigente para entonces,
incidió en la transformación de esas organizaciones de autodefensas, en el
fenómeno del paramilitarismo moderno.

71
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Tras el secuestro de Martha Nieves Ochoa Vásquez, el 13 de noviembre de


1981, hermana de Jorge Luis, jefe del clan Ochoa, las nacientes mafias antio-
queñas realizaron una reunión promovida por los hermanos Ochoa, el 1 de di-
ciembre de 1981, en la cual propusieron crear como respuesta al secuestro de
Martha Nieves, un grupo de exterminio al que llamarían Muerte a Secuestra-
dores – MAS, que con el tiempo daría paso a que los grupos de autodefensas
del Magdalena Medio se reconocieran con el nombre genérico de “Los Mase-
tos”, dentro de los cuales se incluían grupos como Los Grillos, Los Tiznados,
Los Justicieros del mal o el Alpha 82 (Ronderos, 2019, p. 36).

A partir de la creación del MAS se dio inicio a “una primera manifestación del
nivel de organización y del poder armado de los grupos traficantes” (Pardo,
2008, p. 675) y a su vez abriría el espacio para el surgimiento del paramili-
tarismo moderno. A partir del MAS, los capos impulsaron la creación de una
fórmula para reaccionar y combatir las presiones de la guerrilla, posibilitando
un fenómeno armado de larga duración:

Ya es habitual situar el origen del paramilitarismo en el secuestro por parte del


M-19 de una hermana del clan Ochoa del cartel de Medellín (1981), que dio ori-
gen a una empresa mafiosa que buscó su liberación, lo mismo que la del padre
de Pablo Escobar (1984), “Muerte a Secuestradores”. El MAS, por sus siglas, sir-
vió como detonante de la coordinación entre narcotraficantes y de ejemplo a los
paramilitares que surgirían más adelante. También les demostró la necesidad de
contar con un aparato militar propio. (Giraldo, 2015, p. 22)

Ante el secuestro de Martha Nieves, Pablo Escobar y el cartel de Medellín


ofrecieron 25 millones de pesos a quien diera información sobre los autores
del secuestro y sobre el paradero de la hermana de los Ochoa Vásquez. Fue
así que a través del MAS se ordenó el secuestro de más de 30 integrantes

72
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

del M-19 y se realizó un acto espectacular con el fin de llamar la atención


de la ciudadanía. El 4 de diciembre de 1981 un helicóptero sobrevoló el esta-
dio Pascual Guerrero arrojando miles de volantes anunciando la creación del
MAS (Pardo, 2008, p. 675).

Un hito fundamental que ayuda a dar coherencia a la narrativa histórica del


crecimiento de los grupos de autodefensas es el secuestro, en 1981, de Jesús
Antonio Castaño González, padre de los hermanos Castaño Gil (Vicente, Car-
los y Fidel) en la hacienda Hundidor, en el Municipio de Segovia (Antioquia),
por parte del IV Frente de las FARC y por quien la insurgencia pedía la suma
de 36 millones de pesos a modo de rescate. Sin embargo, don Jesús Antonio
fue asesinado y este evento dio pie al nacimiento del Grupo de Autodefensas
de la región de Urabá, que para 1982 contaba, a nivel nacional, con nueve
grupos de las Autodefensas Campesinas y ocho grupos independientes de
justicia privada, como frentes de guerra que había ido consiguiendo a través
de alianzas. En 1982, los grupos de autodefensas liderados por los Castaño
crearon en forma estructurada el Movimiento de Autodefensas Campesinas
de Córdoba y Urabá (ACCU), con la visión de generar control territorial en todo
el estado para combatir cualquier forma de subversión, en venganza por el
asesinato de don Antonio (ESICI, 2010).

Por su parte, en 1983, las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio,


crearon la Asociación Campesina de Agricultores y Ganaderos del Magdale-
na Medio (Acdegam) como fachada para la coordinación de las acciones del
Cartel de Medellín con los grupos de justicia privada, impulsando así al Movi-
miento Muerte a Secuestradores—MAS (ESICI, 2010).

Cabe mencionar que, hacia la mitad de la década, los costos de las opera-
ciones contrainsurgentes de las autodefensas se habían incrementado os-
tensiblemente pero, por otro lado, los jefes de los carteles estaban hastiados
del abuso de los grupos subversivos, quienes les exigían cada vez mayor im-
puesto al gramaje; esta situación estrechó los vínculos entre el narcotráfico
y las autodefensas, lo que llevó a algunos de estos grupos a involucrarse en
la actividad del narcotráfico, desviándose de la concepción inicial para la cual
habían sido creados (ESICI, 2010). Fue así como, con la creación de las Au-
todefensas del Magdalena Medio, más la aparición temporal del MAS y el
afianzamiento de los vínculos entre narcotráfico y autodefensas, tuvo lugar el
fenómeno que, con el paso de los años, se convirtió en lo que se conoce hoy
como el paramilitarismo moderno.

73
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Al final del periodo presidencial de Belisario Betancur, de 1982 a 1986, la


presencia de los grupos de autodefensas en el territorio nacional estaba distri-
buida entre las Autodefensas Campesinas, con diez grupos de 1500 hombres
aproximadamente, y diez Grupos Independientes, con cerca de 1400 hom-
bres (ESICI, 2010).

La llegada de grandes capitales de los narcos les permitió comprar enormes


terrenos en la zona del Magdalena Medio: Gonzalo Rodríguez Gacha compró
la hacienda El Sortilegio, al otro lado del río Magdalena, frente a Puerto Bo-
yacá, y otras fincas de la región como Las Nutrias, Albania y La Fe. Y otros
narcotraficantes, junto a Pablo Escobar y “El Mexicano”, “compraron cientos
de miles de hectáreas de tierras en el Magdalena Medio […] que sirvieran para
montar laboratorios o exportar la cocaína de forma clandestina” (Ronderos,
2019, p. 37). Así, el Magdalena Medio se convirtió en el escenario de con-
fluencia de narcotraficantes y grupos de autodefensas en un mismo territorio,
lo que rápidamente consolidó las relaciones entre ambos actores y llevó al
grupo de Gonzalo Pérez a ponerse al servicio de los narcotraficantes.

Dados los ataques de las guerrillas a los narcotraficantes en años anterio-


res, estos rápidamente fueron definiendo como objetivo político la lucha con-
trainsurgente y anticomunista, a lo que se sumaban los antecedentes de las
autodefensas de Pérez y la venganza que tenía pendiente “El Mexicano”, a
raíz del ataque de las FARC a su complejo cocalero de los Llanos del Yarí,
como ya se mencionó. Desde entonces, el mismo Gonzalo Rodríguez Ga-
cha no ocultaba su profunda animadversión hacia la causa guerrillera y su
contundente rechazo hacia el proyecto político de las FARC. En este sentido,
la identificación ideológica entre los líderes del narcotráfico, los incipientes
grupos paramilitares (en su versión moderna), los grandes hacendados y las
autoridades oficiales, fue total, y los llevó a aliarse para luchar por una causa
común. De paso, las organizaciones sociales afines a las alternativas políticas
de izquierda también sufrirían hostilidades por este bloque ideológico cerca-
no a la extrema derecha.

Cuando las FARC secuestraron en 1983 a Gonzalo Pérez, padre de Henry


de Jesús Pérez y fundador del grupo de autodefensas del Magdalena Me-
dio, Ramón Isaza intervino y contribuyó a su liberación. Fue a partir de este
hecho que se generó la alianza entre “Los Escopeteros” y las autodefensas
de Puerto Boyacá (Ronderos, 2019, p. 43). Alianza que después apoyó sus
operaciones en la fachada que era Acdegam, a través de la cual pagaban por

74
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

las armas, los uniformes y los equipos del grupo armado y que, con sus obras
sociales y la abierta postura antiguerrilla de sus integrantes, llegó a contar
con el respaldo de la población. Vale la pena anotar que Iván Roberto Duque,
alias “Ernesto Báez” fue secretario y asesor de esta organización y que, des-
de allí, posteriormente, extendió su poder (Ronderos, 2019). En este contexto
surgieron las primeras escuelas de adiestramiento, promovidas por el Gene-
ral Farouk Yanine Díaz en Puerto Boyacá, que se encargarían de entrenar a
alumnos de todo el país y de las cuales hizo parte, como instructor, “El Negro
Vladimir” (Ronderos, 2019).

El desarrollo paramilitar del Magdalena Medio fue una dinámica neurálgica,


ya que se convirtió en un modelo para la multiplicación de esta experiencia
en otros puntos geográficos del país. De hecho, con base en el experimento
paramilitar de dicha región, se conformarían posteriormente las autodefensas
de Córdoba y Urabá, lideradas por los hermanos Castaño a mediados de los
ochenta. Tanto Córdoba como Urabá se convirtieron en una especie de labo-
ratorio, donde se incubó y se fortaleció el paramilitarismo, de manera que lo
sucedido en el Magdalena Medio fue un punto de quiebre crítico en la historia
nacional, pues marcó la dinámica de un paramilitarismo hermanado con los
intereses de las mafias.

En el Magdalena Medio, los grupos de autodefensas campesinas que ope-


raban en coordinación con grupos armados privados, bajo la confluencia de
intereses de narcotraficantes, terratenientes y paramilitares, se propusieron
arrebatarle a la guerrilla el dominio territorial de la región, generar control
ideológico-político y promover la concentración de la propiedad rural en la
zona; para todo ello, el MAS fue la punta del iceberg para liderar el proceso,
puesto que hubo más de una veintena de grupos creados con los mismos
fines de reordenar y controlar socialmente ciertas regiones estratégicas del
país (Velásquez, 2007).

Cabe aclarar que la consolidación paramilitar no se puede atribuir a la exclu-


siva responsabilidad del narcotráfico, pero sí fue este uno de sus más impor-
tantes gestores:

En la primera parte de los años ochenta, las organizaciones paramilitares fue-


ron la respuesta de los narcotraficantes contra el secuestro y la extorsión, luego
evolucionaron hacia un proyecto político, militar y social con la colaboración y
complacencia de las fuerzas armadas. (Velásquez, 2007, p. 138)

75
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Según la Defensoría del Pueblo, el proceso es complejo y acumulativo, pues


iban surgiendo estructuras que llegaban a complementar a otras ya creadas,
lo que explica, en parte, la conformación de los reconocidos bloques parami-
litares que tendría lugar más adelante:

Históricamente, en los años ochenta y principios de los noventa, los narcotrafican-


tes tuvieron a su servicio muy variadas estructuras armadas: redes de sicarios, es-
cuadrones de la muerte, agrupaciones paramilitares como el Movimiento Muerte a
Secuestradores—MAS, otras patrocinadas principalmente por el cartel de Mede-
llín, y así mismo, la llamada Oficina de Envigado. En esos mismos años existieron
además otras organizaciones armadas, estas últimas al servicio del cartel de Cali y
después del cartel del Norte del Valle, que confluyeron en organizaciones como los
llamados anteriormente Los Rastrojos y Los Machos. (2018, p. 62)

Los paramilitares y los círculos del poder


La relación entre paramilitares y círculos del poder fue el resultado de una
amalgama de actores que hizo posible alianzas y acuerdos. Por una parte,
los brazos armados de los narcotraficantes familiarizaban a sus integrantes
con la acción paramilitar, a la vez que el paramilitarismo emergido en el Mag-
dalena Medio estaba hecho a la medida de las acciones de coerción y las de-
más necesidades de los narcotraficantes; de hecho, los grupos paramilitares
brindaron protección a la actividad de los narcotraficantes, y también sucedió
a la inversa que varios grupos de justicia privada, atados originalmente al ser-
vicio de la mafia, llegaron a engrosar las crecientes filas del paramilitarismo.
“El narcotráfico no solo fortaleció a los paramilitares, sino que dio origen a
complejas estructuras armadas en torno a lo que fue el denominado Cartel
del Norte del Valle, que acabó desplazando al Cartel de Cali” (Defensoría del
Pueblo, 2018, p. 32).

Más allá de la motivación contrainsurgente que los identificó en los inicios, los
paramilitares sirvieron también como instrumento de poder para las mafias
en sus intereses para la acumulación de propiedades mediante la violencia,
el exterminio de contradictores políticos y el uso del sicariato como forma ex-
tendida de amedrentamiento, como menciona Medina (2012): “la expansión
del cartel de Medellín acompañó la financiación de grupos paramilitares, la
lucha contrainsurgente, el desarrollo de la violencia sicarial y el terrorismo,
fenómenos todos que puso a su servicio” (p. 155). No obstante, el paramilita-
rismo sobrepasó la lógica del narcotráfico, y adquirió una funcionalidad que
representaba grandes ventajas a diversos sectores de la sociedad. Tanto así

76
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

que Hugo Acero, entrevistado para la elaboración de la presente investiga-


ción, asegura que “Si no fuera por el narcotráfico hace rato hubiéramos ter-
minado la guerra (…), digamos que el narcotráfico es la gasolina que alimenta
los grupos armados” (2019).

El paramilitarismo se convirtió en el brazo armado de ganaderos, empresarios,


sectores del Gobierno y, por supuesto, de los narcotraficantes, y fue utilizado,
respectivamente, para el desalojo forzoso de tierras, para blindar la actividad
privada, como ente político represor y para resguardar los negocios de la mafia.

Obviamente los paramilitares en ningún momento fueron agrupaciones al servicio


exclusivo de los narcotraficantes. Se configuró una alianza en la que participaron
sectores de ganaderos y terratenientes, sectores de empresarios del agro, partici-
paron elementos de la fuerza pública y del poder regional y local. El narcotráfico
le inyectó recursos a este esquema y de esta manera ganó legitimidad. (Defenso-
ría del Pueblo, 2018, p. 31)

Es decir, el paramilitarismo es una problemática estructural que ha perdurado


en el tiempo y en la que han confluido los intereses de varios protagonistas,
quienes eventualmente se han aliado y se han prestado colaboración para
diversas tareas, bien sea por cercanía ideológica o por intereses económicos.
Lo importante en el análisis del paramilitarismo y su relación con círculos del
poder es que siempre ha contado con financiadores; en los años ochenta y
noventa, fueron los líderes del narcotráfico, a quienes debían subordinarse
admitiendo que fueran ellos quienes concentraban el real poder económico,
político y territorial, pero a finales de los noventa y comienzos de la década
del 2000, sus alianzas con círculos del poder les permitieron ampliar sus al-
cances a dimensiones sorprendentes, que explican la continuidad y fortaleci-
miento de estos grupos.

En definitiva:

Los paramilitares fueron mucho más que estructuras al servicio del narcotráfico,
pero indudablemente esta economía ilegal fue determinante en su fortalecimiento
y expansión y está en el trasfondo de los elevados niveles de violencia que oca-
sionaron, especialmente a mediados de los noventa, al final de esa década y a
principios del nuevo milenio. (Defensoría del Pueblo, 2018, p. 32)

Casa Castaño y narcotráfico


Los hermanos Castaño, oriundos del municipio de Amalfi en Antioquia, cons-

77
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

tituyeron uno de los núcleos más reconocidos del paramilitarismo en la histo-


ria reciente del país. Estuvieron vinculados con execrables masacres, con el
exterminio político y con el desplazamiento forzado. Fueron los gestores de
las ya nombradas Autodefensas de Córdoba y Urabá, y llegaron a promover,
en la década de los noventa, un proyecto nacional que agruparía luego a to-
dos los bloques paramilitares del país. La familia Castaño estuvo vinculada
orgánicamente con los carteles de Medellín, de Cali y del Norte del Valle.

Los Castaño ya habían incursionado en la actividad mafiosa en los años se-


tenta, pero es a inicios de los ochenta cuando Carlos Castaño se subordina y
se pone al servicio del cartel de Medellín:

Los vínculos de Fidel y Carlos Castaño con el narcotráfico también se tejieron


desde la década de los setenta. El primero en hacerlo fue Fidel al establecer rela-
ción con delincuentes que hicieron el tránsito de la delincuencia común al narco-
tráfico. Carlos, por su parte, desde muy joven se vinculó como sicario de Escobar.
(Ronderos, 2014, p. 155, citado por CNMH, 2017, p. 133)

Los Castaño fueron hombres de confianza de Pablo Escobar y gozaron eco-


nómicamente de la cercanía con el capo en los años ochenta. Así lo corrobora
Sebastián Marroquín en entrevista realizada en 2019, “los Castaño estuvie-
ron siempre muy cerca de mi padre (Pablo Escobar), tuvieron una amistad
basada en ese apoyo que él les dio inicialmente para la creación de los grupos
paramilitares”. De hecho, “Carlos Castaño fue incorporado desde un inicio en
la cadena del tráfico de drogas trabajando para el cartel de Medellín. Además,
Carlos Castaño fue uno de los delegados de Pablo Escobar en la creación del
MAS y a partir de allí sobresale por su habilidad en conducir estas nuevas
estructuras armadas”.

Sin embargo, es importante mencionar que a inicios de los noventa se pre-


sentó un enfrentamiento entre Fidel Castaño y Pablo Escobar por el vínculo
que este último tenía con el ELN, en virtud del outsourcing de acciones terro-
ristas que el grupo realizaba para el cartel. A lo anterior se suman los vínculos
del cartel de Medellín con las FARC, en especial por los cargamentos de ar-
mas que Escobar introdujo para las FARC (ESICI, 2010). Cabe aclarar que la
ruptura de los Castaño con Pablo Escobar “no significaba su desprendimiento
del narcotráfico como recurso económico, pero sí el comienzo de un nuevo
proyecto económico, político y militar que ya no tenía su eje central en el nar-
cotráfico” (Huhle, 2001, p. 68).

78
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

En 1993, Carlos Castaño viraría definitiva y bruscamente contra el cartel de


Medellín, tejiendo una unión con el cartel de Cali y con las fuerzas de segu-
ridad oficiales para capturar o eliminar a Pablo Escobar. Fue después de la
ruptura con Pablo Escobar que los Castaño y los narcotraficantes del Norte
del Valle —que se habían establecido como una derivación del cartel de Cali
antes de la conformación de los Pepes—, comenzaron a estrechar vínculos, no
solo con propósitos comerciales, sino articulados en escuadrones paramilitares
que buscaban eliminar a los actores sociales que interferían en sus planes de
acumulación de tierras y expansión del narcotráfico (CNMH, 2018, p. 131).

Sin embargo, otro punto de inflexión llegaría para cambiar el rumbo de las
agrupaciones lideradas por los hermanos Castaño. En la primera mitad de la
década de los noventa, los bloques paramilitares decidieron incursionar masi-
vamente, y por sí mismos, en la actividad del narcotráfico, adquiriendo cierta
independencia de sus antiguos financiadores de la mafia. Dados los enormes
capitales económicos en juego, los paramilitares encontraron en la actividad
directa del narcotráfico una forma de autofinanciación y se convirtieron en
narcotraficantes (por ejemplo, en el Valle del Cauca y Norte de Santander).

Se consolidó así, definitivamente, el narco-paramilitarismo, ahora con más


poder que antes, siendo los Castaño piezas claves por su experiencia y con-
solidación en este campo. Al igual que la insurgencia de las FARC, ejercieron
control territorial en las zonas cultivadoras de coca, pero además se convir-
tieron en compradores de materia prima y resguardaron rutas para el tráfico.
La aguda transformación del paramilitarismo le permitió expandir su dominio
territorial a nuevos departamentos e insertarse con más fuerza en el mercado
de la coca (CNMH, 2015, p. 89); esto generó un lucro tal que les permitió
gozar de alguna autonomía y posibilitó su proyecto paramilitar nacional, que
luego daría paso a las AUC: “lo que había comenzado como una defensa de
los narcotraficantes contra la expansión territorial de la guerrilla y el riesgo
de secuestro había terminado en un proyecto autónomo de Gobierno en la
periferia por ejércitos privados” (Duncan, 2015, p. 30).

Autodefensas atomizadas, autodefensas unidas

El desmantelamiento de los grandes carteles de la droga a inicios de la déca-


da de los noventa generó un reacomodamiento de las fuerzas insurgentes y
contrainsurgentes en el país; ambos actores desarrollaron nuevas estrategias

79
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

político-militares gracias a la apropiación de las cadenas criminales relacio-


nadas con las drogas ilícitas. Por parte de las autodefensas, Carlos Castaño
empezó a buscar el agrupamiento de los diversos bloques paramilitares en
una sola fuerza contrainsurgente para disputarle a las FARC, tanto el finan-
ciamiento basado en el narcotráfico como el control territorial, pero, sobre
todo, el cogobierno, es decir, la cooptación de presupuesto público, de cargos
públicos y de cargos de elección popular.

En 1991, la familia Castaño Gil creó la Fundación para la Paz de Córdoba Fun-
pazcor, organismo fachada de las Autodefensas en Montería, que sirvió como
medio para la recolección de dineros destinados al sostenimiento de las Auto-
defensas Campesinas de Córdoba y Urabá—ACCU (ESICI, 2010).

Por su parte, ante el incremento de actividades delictivas que se venían presen-


tando en diferentes regiones del país, el presidente César Gaviria y su ministro
de defensa, Rafael Pardo con el Decreto Ley 356 de 1994, permiten la crea-
ción de Cooperativas de Vigilancia y Seguridad Privada para la defensa agraria
o Servicios Comunitarios de Vigilancia y Seguridad Privada (Convivir), como
un nuevo abordaje institucional del problema de la violencia en las regiones.
Por su parte, el presidente Ernesto Samper Pizano reglamentó la ley que creó
las Convivir de manera diferente a como se venían manejando los grupos de
autodefensa antes de la constitución de 1991; por primera vez una entidad no
militar, como la Superintendencia de Vigilancia, sería la encargada de regular
las actividades de dichos grupos, con la idea de que, sin el control y vigilancia
de las Fuerzas Militares, estos pudieran empezar a construir sus capacidades
políticas y de control territorial de manera más organizada y sistemática.

La fundación de Fundapazcor, más la nueva realidad jurídica creada en los


gobiernos Gaviria y Samper, constituyeron el inicio de la consolidación de los
grupos de autodefensas en una organización político-militar que se articuló y
fortaleció a lo largo de la década de los noventa (ESICI, 2010). En los siguien-
tes cuadros se presenta este proceso a través de una síntesis de las cumbres
y conferencias nacionales que condujeron a la conformación de las AUC (Au-
todefensas Unidas de Colombia).

80
Capítulo I
Contexto y antecedentes del narcotráfico en Colombia

– Se analizó la estrategia de la fuerza pública y se concluyó que es inadecua-


da e insuficiente.
– Se realizó un balance sobre los avances de los diferentes grupos de izquier-
da durante la última década
– Se determina lo siguiente:
• Agrupar a las diferentes autodefensas existentes en el país
Primera
• Crear grupos de Autodefensas Urbanos – GRAU
Cumbre • Crear grupos de Autodefensas Políticos – GRAP
(1994) • Continuar considerando como objetivo militar a personal de la izquierda
• Ningún grupo de Autodefensa se volverá a desmovilizar
• Combatir organizaciones delincuenciales
– Se cuenta con:
• Autodefensas Campesinas: 15 grupos con 4800 hombres
• Autodefensas Independientes: 12 grupos con 1600 hombres

– Informe de aplicación de las normas definidas durante la Primera Cumbre


Segunda
– Balance de hombres en armas que posee la organización
Cumbre
– Aparición de nuevos grupos de Autodefensas en otros departamentos
(1995) – Vinculación de las ACCU con Autodefensas Independientes

– Implantar el Movimiento de Autodefensas en otras regiones del país como:


Valle, Eje Cafetero, Antioquia, La Guajira, Norte del Cesar, Casanare, Putu-
mayo, Tolima, Llanos orientales, etc.
– Incrementar actividades de inteligencia en áreas urbanas de las ciudades
de Bogotá, Medellín, Cali
Tercera
– Como actividad prioritaria queda el asentamiento de las Autodefensas en la
Cumbre
localidad de Barrancabermeja, debido a que esta jurisdicción estaba siendo
(1996) manejada por la subversión
– Se concluye en agrupar alrededor de una sola organización a todas las
autodefensas del país, que posean un matiz transparente en la lucha con-
trainsurgente, con la misión principal de combatir a los grupos subversivos
como las FARC y el ELN en todo el país

– grupar a las Autodefensas en el Movimiento Autodefensas Unidas de Co-


A
lombia (AUC) integrado por las Autodefensas de Córdoba y Urabá, ACCU,
con 20 frentes establecidos en la zona norte del país; las Autodefensas de
Primera Ramón Isaza y las Autodefensas de Puerto Boyacá, que operan en el Mag-
Conferencia dalena
Nacional – Medio y Autodefensas de los Llanos Orientales
(1997 – Tener definidos principios antisubversivos
– No involucrar sus frentes con el narcotráfico
– Permitir la adhesión de grupos de autodefensas

81
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

– Se plantea la necesidad de buscar el estatus político, como se le ha brin-


dado a la subversión, aduciendo de que las Autodefensas, al igual que las
guerrillas, nacieron de un conflicto de raíces políticas
– Se determina la adhesión de tres nuevas estructuras: las Autodefensas de
Santander y Sur del Cesar, las Autodefensas del Casanare y las Autodefen-
sas de Cundinamarca.
– Planteamiento del Acuerdo del Nudo de Paramillo para mostrarse como
actor político: el 25 y 26 de julio de 1998, las Autodefensas Unidas de
Segunda Colombia—AUC, llevaron a cabo una reunión con
Conferencia miembros de la Sociedad Civil y miembros del Consejo Nacional de Paz, en
la que trataron temas relacionados con la democracia y la reforma política,
Nacional
el modelo de desarrollo económico, la reforma social y judicial, la fuerza
(1997) pública, el estado social de derecho, el ordenamiento territorial, la descen-
tralización, el medio ambiente y el desarrollo sostenible, e hidrocarburos y
política petrolera
– Exigir a la subversión el cumplimiento del derecho internacional humanita-
rio
– Las Autodefensas Unidas de Colombia AUC, cuentan con:
• Autodefensas Unidas de Colombia: 15 Grupos con 4800 hombres en
armas
• Autodefensas Independientes: 2 grupos y 1400 hombres en armas

Cabe concluir aquí que los grupos de autodefensa se fortalecieron una vez
fue neutralizada la capacidad del cartel de Medellín y a partir de la captura
de los jefes de los carteles de la droga, hacia mediados de los noventa, pero,
además, que gracias al pragmatismo de la guerra estos grupos compilaron
la construcción político-organizativa de las FARC y el ELN y que ese mismo
pragmatismo terminó legitimando la vinculación entre diversos actores del
conflicto. En esta sucesión de acontecimientos, responsabilidades y alian-
zas, el negocio del narcotráfico ha sido desmesuradamente rentable para
cualquier tipo de lucha y de causa en un país tan complejo como Colombia
(Entrevista a Camilo Parada, 2020), y parece ser el único ganador.

82
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Capítulo II
La violencia desencadenada
por el narcotráfico
La guerra desatada por parte del narcotráfico contra el Estado colombiano
durante la década de los ochenta se expresó a través de una serie de ata-
ques sistemáticos y violentos por los carteles de la droga contra diferentes
sectores sociales del país; ataques que, además de estar dirigidos contra la
institucionalidad, tuvieron como blanco a funcionarios públicos, candidatos
presidenciales, políticos, prensa nacional y población civil, entre otros.

En este capítulo se da cuenta de los principales episodios trágicos que afec-


taron a distintos segmentos de la sociedad colombiana y se resaltan aquellos
casos convertidos en hitos históricos, dada su repercusión social y la impron-
ta que dejaron en la memoria de los colombianos; los delitos aquí menciona-
dos fueron ordenados y ejecutados por los grandes capos, tuvieron un fuerte
carácter político y evidenciaron los juegos de poder implícitos en la lógica
mafiosa nacional. Adicionalmente, el presente capítulo tiene como objetivo
contribuir a la superación del concepto del narcotráfico estrictamente com-
prendido como actividad ilícita o como delito conexo dentro del marco del
conflicto armado, para que sea analizado como actor del conflicto armado
durante la década de los ochenta e inicios de los noventa, en la medida que
logró “progresivamente y de la mano de los paramilitares, […] hacer parte di-
recta del conflicto” (CNMH, 2013, p. 50).

El papel del narcotráfico en la historia del conflicto armado no solo fue de-
terminante en la comisión de delitos, sino que logró consolidar una red de
colaboración con otros actores armados del país, como paramilitares y agen-
tes del Estado, que fueron parte esencial de un plan criminal orquestado por
los carteles de la droga y bajo cuya sombra se cometieron crímenes de lesa
humanidad, que la Corte Suprema de Justicia define así:

a) no puede tratarse de un acto aislado o esporádico de violencia, sino que debe


hacer parte de un ataque generalizado, lo que quiere decir que está dirigido contra
una multitud de personas; b) es sistemático, porque se inscribe en un plan cri-
minal cuidadosamente orquestado, que pone en marcha medios tanto públicos

83
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

como privados, sin que, necesariamente, se trate de la ejecución de una política


de Estado; c) las conductas deben implicar la comisión de actos inhumanos, de
acuerdo con la lista que provee el mismo Estatuto; d) el ataque debe ser dirigido
exclusivamente contra la población civil; y e) el acto debe tener un móvil discri-
minatorio, bien que se trate de motivos políticos, ideológicos, religiosos, étnicos o
nacionales. (Corte Suprema de Justicia, 2018)

La confrontación entre el Estado y los carteles, específicamente el de Me-


dellín, hizo que el fenómeno del narcotráfico dejara de ser una actividad de-
lincuencial para convertirse en un problema de orden público. La guerra de-
clarada de los narcotraficantes contra el Estado tenía como fin imponer su
agenda política, específicamente en lo que tenía que ver con el tratado de
extradición, pretendían así incidir en las leyes usando, bien la violencia y el
amedrentamiento, o bien la cooptación de los poderes.

Para autores como Rafael Pardo (2008), el asesinato del ministro Rodrigo
Lara Bonilla, no solamente motivó la decisión del presidente Betancur de ex-
traditar nacionales, sino que provocó el surgimiento del narcoterrorismo en
Colombia (p. 677). Es así como la figura de la extradición se convirtió en el
detonante para que las estructuras narcotraficantes comenzaran a librar una
guerra contra el Estado, en la que se crearon alianzas político-militares, que
a su vez desencadenaron en el exterminio de grupos políticos, miembros de
la fuerza pública, de la rama judicial, legislativa, ejecutiva, e incluso llegó a
tocar a los sectores económicos, deportivos, periodísticos y sociales, al punto
de llegar desestabilizar a todo un país.

La década de los ochenta e inicios de los noventa fue una época en la cual in-
vestigar o denunciar las irregularidades de este mundo mafioso, significaba fir-
mar la sentencia de muerte. Este fue el escenario en el que Colombia vivió uno
de los periodos más violentos de su historia; el narcoterrorismo llevó el conflicto
armado a una dimensión que contribuyó fortalecer el paramilitarismo moderno
y, en esa relación orgánica, se desató una oleada de violencia en la que emer-
gieron las figuras de grandes verdugos y capos y a la recurrencia de acciones
violentas como bombas, secuestros, amenazas, atentados y homicidios.

A pesar de la impunidad prevaleciente, que no permite acceder a documentos


definitivos sobre las investigaciones, a continuación, se intentará reconstruir
algunos de los episodios de violencia que acabaron con la vida de muchos co-
lombianos. Algunos de estos casos ayudarán a comprender la principal razón

84
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

por la cual el narcotráfico debe ser considerado un actor del recrudecimiento


del conflicto, en la medida en que sus acciones y crímenes hacen parte de
un plan criminal a través del cual se articularon diversos sectores del poder
(económico, político, social y militar).

El narcotráfico, ¿actor del conflicto armado?

La promulgación de la Ley 1448 de 2001 o Ley de Víctimas, circunscribió la


condición de víctima a:

Aquellas personas que individual o colectivamente hayan sufrido un daño por he-
chos ocurridos a partir del 1º de enero de 1985, como consecuencia de infraccio-
nes al Derecho Internacional Humanitario o de violaciones graves y manifiestas
a las normas internacionales de Derechos Humanos, ocurridas con ocasión del
conflicto armado interno.

Y en su parágrafo 3, señaló que “no serán considerados como víctimas quie-


nes hayan sufrido un daño en sus derechos como consecuencia de actos de
delincuencia común”.

Esta situación invita a establecer una primera discusión sobre lo que repre-
sentó el narcotráfico y el narcoterrorismo en el marco del conflicto armado
colombiano, y si este cumple con las características para ser reconocido
como un actor del conflicto, o no.

Colombia es un país que ha tenido que afrontar a lo largo de su historia dife-


rentes tipos de guerra, que inician con las guerras de los pueblos nativos, con-
tinúa con la conquista, las guerras de independencia, las guerras civiles, la
guerra de los Mil Días, periodos de violencia política, hasta llegar a las guerras
modernas; en donde la subversión y los grupos paramilitares, han sido sus
principales actores (Pardo, 2008, pp. 13-15).

Sin embargo, en la transformación que ha tenido la guerra en Colombia, se ha


insertado un fenómeno que ha contribuido a la evolución del conflicto, a las
fuentes de financiación y a fortalecer a los actores y sus propósitos. El nar-
cotráfico, más allá de ser una actividad ilícita, se configuró desde los carteles
como un actor disperso en diferentes organizaciones, que ha dinamizado y
prolongado el conflicto armado en Colombia. No en vano, el Acuerdo Final
para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Du-

85
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

radera, firmado entre el Gobierno Nacional y las FARC, incluye un capítulo


titulado “Solución al problema de las drogas ilícitas”, donde se señala que:

El conflicto interno en Colombia tiene una larga historia de varias décadas que
antecede y tiene causas ajenas a la aparición de los cultivos de uso ilícito de gran
escala, y a la producción y comercialización de drogas ilícitas en el territorio.

La persistencia de los cultivos está ligada en parte a la existencia de condiciones


de pobreza, marginalidad, débil presencia institucional, además de la existencia
de organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico. (Mesa de Conversacio-
nes, 2017, p. 98)

Para poder comprender el fenómeno del narcotráfico y del narcoterrorismo en


el marco del conflicto armado, vale la pena realizar una revisión teórica y con-
ceptual sobre qué son las guerras o conflictos armados. Para autores como
Rafael Pardo (2008), una de las teorías que mejor pueden llegar a explicar
el fenómeno de la guerra, es la propuesta por Karl Von Clausewitz quien la
define como “un acto de fuerza para imponer nuestra voluntad al adversario”,
y como “la continuación de la política por otros medios”:

Una forma de relación humana. La guerra no pertenece al campo de las artes o de


las ciencias, sino al de la existencia social. Es un conflicto de grandes intereses,
resuelto mediante derramamiento de sangre, y solamente en esto se diferencia de
otros conflictos. (p. 20)

En este sentido, y a los ojos del derecho internacional humanitario, en el mun-


do se pueden presentar dos tipos de conflictos (guerras), dentro de los que se
encuentran el conflicto armado internacional, y el conflicto armado no inter-
nacional, cuya principal diferencia puede deducirse en el alcance y escenario
de cada una de estas categorías. Para Kathleen Lawand, jefe de la Unidad de
Armas de la Cruz Roja, la diferencia radica en que:

Un conflicto armado no internacional (o “interno”) se refiere a una situación de


violencia en la que tienen lugar, en el territorio de un Estado, enfrentamientos ar-
mados prolongados entre fuerzas gubernamentales y uno o más grupos armados
organizados, o entre grupos de ese tipo.

En contraste con los conflictos armados internacionales, en los que se enfrentan


las fuerzas armadas de los Estados, en un conflicto armado no internacional al
menos una de las partes que se enfrentan es un grupo armado no estatal.

86
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

La existencia de un conflicto armado no internacional da lugar a la aplicación del


derecho internacional humanitario (DIH), también conocido como derecho de los
conflictos armados, que impone limitaciones a la forma en que las partes pueden
llevar adelante las hostilidades y protege a todas las personas afectadas por el
conflicto. El DIH impone iguales obligaciones a ambas partes en el conflicto, aun-
que no confiere ningún estatuto jurídico a los grupos de oposición armados que
participan en las hostilidades. (Lawand, 2012)

Adicionalmente, Lawand expone, existen dos condiciones que determinan la


existencia de un conflicto armado no internacional. La primera es que “los gru-
pos armados deben tener un nivel mínimo de organización”, y la segunda, que
“los enfrentamientos armados deben alcanzar un nivel mínimo de intensidad”:

El nivel de intensidad de la violencia se determina en función de indicadores tales


como la duración y la gravedad de los choques armados, el tipo de fuerzas guber-
namentales que participan, el número de combatientes y de tropas, los tipos de
armas que se utilizan, el número de víctimas y la medida del daño causado por
las hostilidades. El nivel de organización del grupo armado se evalúa analizando
factores como la existencia de una cadena de mando, la capacidad de transmitir y
hacer cumplir las órdenes, la capacidad de planificar y desplegar operaciones mi-
litares coordinadas y la capacidad de reclutar, entrenar y equipar a nuevos com-
batientes. Cabe señalar que la motivación de un grupo armado no se considera un
factor pertinente. (Lawand, 2012)

En el caso colombiano, dado que el conflicto armado interno ha estado en-


marcado por la confluencia de múltiples tipos de violencia proveniente de
grupos subversivos, paramilitares y agentes del Estado, el análisis de las
afectaciones causadas a la población no puede realizarse aisladamente, sin
incluir a los carteles de la droga como actor y articulador de fuerzas, especial-
mente en el contexto de los ochenta y los noventa.

El no reconocimiento de otros grupos irregulares u organizados en el marco


del conflicto armado colombiano, deja al margen lo estipulado por el artículo
3 común a los Convenios de Ginebra, el cual, según Kathleen Lawand (2012),
por “el mero hecho de que un grupo armado –sea que se lo denomine ‘grupo
criminal’, ‘grupo de combatientes por la libertad’, ‘terroristas’ o de otro modo–,
sea parte en un conflicto armado, no le confiere un estatuto particular en el
marco del DIH”.

De esta manera, una de las primeras reflexiones a las que invita la compren-
sión sobre el fenómeno del narcotráfico y del narcoterrorismo en el marco del

87
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

conflicto armado, está relacionada con entenderlo como un actor hegemónico


y determinante en la medida en que, independientemente de su motivación
como organización o de su papel en la historia del conflicto, logró concentrar
suficiente poder político, económico, social y militar para establecer y consoli-
dar todo tipo relaciones con todos los actores del conflicto armado en Colombia.

A diferencia del fenómeno del narcotráfico de hoy en día, atomizado en dife-


rentes grupos y cabezas de organizaciones que no buscan imponer agendas
políticas, el narcotráfico de la década de los ochenta e inicios de los noventa,
tuvo la capacidad de generar todo tipo de relaciones colaborativas con los
diferentes actores del conflicto armado, vínculos que iban más allá de la ac-
tividad netamente delincuencial y que lo posicionaron como dinamizador del
conflicto, al punto de reconocerse como un actor beligerante, es decir, “como
un sujeto de derecho internacional con capacidad al igual que los Estados
para desarrollar una guerra con sus mismos derechos y garantías” (Comité
Internacional de la Cruz Roja, 2017); esto ocurrió cuando el gobierno de Virgi-
lio Barco le declaró la guerra al narcotráfico y los capos de entonces acepta-
ron entrar en la confrontación.

En este sentido, el narcotráfico de los años ochenta e inicios de los noven-


ta puede ser considerado actor del conflicto armado pues, según el derecho
internacional humanitario, entre las condiciones jurídicas para que se reco-
nozca la existencia de un conflicto armado interno están, entre otras, que los
grupos armados tengan unos mínimos de organización, así como capacidad
de respuesta a la intensidad de los enfrentamientos.

La guerra contra los carteles de la droga en Colombia, especialmente contra


el de Medellín, cumpliría entonces con los dos criterios del DIH; en primer lu-
gar, había una estructura organizada, con mando y orden militar, conformada
por dos ejércitos privados a su servicio, el de los grupos paramilitares y el de
la red sicarial (compuesta por delincuentes comunes y milicias urbanas), e
incluso se articuló con facciones de otros actores del conflicto armado, por lo
que llegó a sostener operaciones militares durante casi una década en el país.
En segundo lugar, el poder económico, político, social y militar con que el car-
tel de Medellín enfrentó a un Estado institucionalmente frágil, llevó a que este
tuviera que recurrir a la fuerza militar y a todo tipo de alianzas para com-
batirlo, en lugar de recurrir únicamente a las fuerzas de Policía (Cruz Roja,
2008, pp. 3-4). Al tratarse de un grupo de civiles delincuentes, como podrían
tomarse los capos del narcotráfico, el Estado debería haber respondido con la

88
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

fuerza civil que es la Policía; sin embargo, ante tan apabullante poder militar
de los carteles, el Estado debió atacar militarmente y el enemigo respondió
recíprocamente, cumpliendo así con las condiciones mencionadas del DIH.

En palabras de Pardo (2008), “el Estado colombiano fue incapaz de contener,


perseguir y castigar a estos traficantes” (p. 674). Por eso, con la aparición en
1986 de “Los Extraditables” como estructura de respuesta a la guerra decla-
rada por el Estado, los antiguos traficantes de droga pasaron a convertirse en
un actor del conflicto armado, en la medida que asumieron el comportamiento:

[…] de una organización armada clandestina, [que] hizo conocer su propósito defi-
nitivo e indiscutible de que se pusiera fin a la extradición de colombianos. Producto
de dos años de pugna contra lo que para ellos era una real amenaza, un grupo de
narcotraficantes liderados por la gente del cartel de Medellín, Escobar y sus socios,
por el de Cali y por Gonzalo Rodríguez Gacha, “El Mexicano”, lograron montar un
aparato de terror dispuesto a enfrentar al Estado colombiano. (Pardo, 2008, p. 678)

De esta manera, el narcotráfico pasó de ser un problema de delincuencia co-


mún, en la que su principal herramienta para lograr sus objetivos y desarrollar
su actividad era la corrupción, para convertirse en un actor que usó el poder
militar como estrategia y herramienta para imponer objetivos políticos sobre
el Estado, situación que quedó en evidencia cuando Pablo Escobar, como lo
mostró el documental Los tiempos de Pablo Escobar, hizo para sus estructu-
ras un llamado a la guerra:

Yo creo que debemos como de asegurarnos un poquito, de organizarnos un po-


quito y empezar a mandar muchachos a que quemen casas y a que hagan daños.
Esos políticos, esos senadores... en todas partes, hermano. Al militar que nos atro-
pelle, al policía que nos atropelle, a los jueces que nos molesten, a los periodistas,
o sea que tenemos que crear un caos muy berraco, muy berraco pa’ que nos lla-
men a paz. Cuando haya una guerra civil bien berraca, nos llaman a paz. Esa es la
única fórmula que yo le veo a eso. (Caracol Televisión, 2012)

Esta situación invita a entablar una discusión sobre el papel del cartel de Me-
dellín como actor del conflicto armado, en la medida en que emergió en una
época en la que el conflicto armado aún tenía una baja intensidad. Su apari-
ción intensificó el conflicto gracias al dinero del narcotráfico, pero también a
los vínculos que se establecieron entre todos los actores y el cartel de Me-
dellín. La sentencia C-253A/12 de la Corte Constitucional, señala que en la
condición de víctima, definida por la Ley 1448 de 2011:

89
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

No se censura que el objeto de la ley se circunscriba a las víctimas del conflicto,


esto es, que las medidas de protección en ella contenidas no se extiendan a las
víctimas de la delincuencia común, pero se señala que, por una indeterminación
del concepto de “delincuencia común” puede darse una interpretación que exclu-
ya ilegítimamente del ámbito de protección de la ley a ciertas víctimas que, con-
forme a criterios objetivos deberían considerase que lo son en razón del conflicto
armado interno. (Corte Constitucional, 2012)

Así mismo, la Corte determina en la misma sentencia que teniendo en cuenta


las características del conflicto armado colombiano:

Existen elementos objetivos que permiten encuadrar ciertas conductas dentro del
conflicto, y hay extremos en los que, por el contrario, también resulta claro que
se está frente a actos de delincuencia común no cubiertos por las previsiones de
la ley. En el medio existen zonas grises, que no es posible predeterminar de an-
temano, pero en relación con las cuales, si es posible señalar que no cabe una
exclusión a priori, con base en una calificación meramente formal, y que en el
análisis de cada caso debe procederse, a tono con el objetivo mismo de la ley,
con un criterio que tienda a proteger a las víctimas. Esto es, probada la existencia
de una afectación grave de derechos humanos o de una infracción de las normas
del derecho humanitario, en caso de duda sobre la inserción de la conducta lesiva
en el marco del conflicto, debe darse prevalencia a la interpretación en favor de la
víctima. (Corte Constitucional, 2012)

Por lo anterior, la Corte establece que:

Los daños originados en las violaciones al Derecho Internacional Humanitario y al


Derecho Internacional de los Derechos Humanos cometidas por actores armados
con estructura militar o dominio territorial, como consecuencia de acciones que
guarden una relación cercana y suficiente con el desarrollo del conflicto armado,
podrán ser invocados por sus víctimas, en los términos de la Ley 1448 de 2011,
para los fines en ella previstos, previa la demostración respectiva. (Corte Consti-
tucional, 2012)

A partir de esta sentencia, la Unidad para la Atención y Reparación Integral


a las Víctimas incluyó el reconocimiento como víctimas del conflicto armado
colombiano a las familias de las víctimas del atentado al avión de Avianca:

Resulta acertado precisar en qué consiste el narcotráfico y por lo que [sic] los
carteles de la droga, a pesar de que no sean catalogados como Grupos Armados
al Margen de la Ley, su actuar delictivo sí se encuentra íntimamente ligado a la
capacidad operativa con las que cuentan los Grupos Armados al Margen de la
Ley, por tanto tal y como lo afirma el deponente, quien financió el ataque al avión

90
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

de Avianca fue uno de los integrantes de grupos irregulares, de acuerdo con la re-
visión de todos los datos informativos de la época, resulta claro que quien comete
el ilícito es el denominado “cartel de Medellín”, cartel dirigido por el extinto capo de
la droga Pablo Emilio Escobar Gaviria, en asocio con grupos paramilitares quienes
en efecto realizaban todo tipo de acciones de violencia con el único propósito de
ejercer control e iniciar una guerra en contra del Gobierno Nacional, a fin de lograr
la no extradición de narcotraficantes colombianos a los Estados Unidos de Amé-
rica y dos [sic] con propósitos ilegales por el control de las rutas por las cuales se
enviaban y distribuían narcóticos que contribuían y financiaban a dichos Grupos
Armados al Margen de la Ley […] sin embargo esto no significa pues, que el terro-
rismo no sea una conducta proscrita por el Derecho Internacional Humanitario y
mucho menos se desconoce que para lograr los fines de desestabilización al país,
dicho ataque terrorista no se hiciese con el apoyo, financiación y la asistencia
técnica en estrategias terroristas por parte de Grupos de Autodefensas existentes
para la época.

En este sentido, a continuación se abordan los diferentes marcos teóricos que


explican la relación del narcotráfico en el marco del conflicto armado, con el
fin de comprender las motivaciones, características y efectos que tuvieron
los crímenes del cartel de Medellín durante la década de los ochenta e ini-
cios de los noventa, y su relación con el narcoterrorismo como estrategia
de guerra en su lucha contra la extradición, para así poder establecer una
aproximación al rol del cartel de Medellín como actor del conflicto armado
en Colombia.

Marco teórico
Para comprender el fenómeno del narcotráfico en el marco del conflicto
armado, históricamente se han abordado diferentes argumentos teóricos
desde los que se intenta explicar el papel de este en el contexto nacional.
En 1988, la revista Criminalidad de la Policía Nacional de Colombia expuso
la teoría de la anomia, propuesta inicialmente por Émile Durkheim para ha-
cer referencia a “un Estado sin normas que hace inestables las relaciones
del grupo, impidiendo así su cordial integración”, y que posteriormente fue
abordada y complementada por teóricos como Robert King Merton y Frie-
drich August Von Hayek. De acuerdo con la publicación:

El interés de la investigación en la teoría de la anomia radica en la explicación


concreta de que existe una sociedad estructuralmente desajustada y sin normas
claras […] y si no existe un equilibrio entre los valores y normas, y los medios
institucionalizados para alcanzarlos, entonces se llega a un “comportamiento
desviado”, entendido este como una acción contraria a la ley penal, normas y

91
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

costumbres. Merton hace una calificación de las denominadas “formas desvia-


das de adaptación” entre las cuales se encuentra el concepto de “rebelión” que
corresponde, no a la simple negación de los fines y medios institucionales, sino
a la afirmación sustantiva de fines y medios alternativos, que coloca a los indi-
viduos fuera y en oposición a la estructura social vigente. Dentro de esta con-
cepción estarían contemplados los fenómenos de la subversión, narcotráfico y
sicariato. (1988, p. 231)

De igual manera, se señala en la revista que Colombia era para entonces un


país en el que convergían varios fenómenos y actores al mismo tiempo, como
lo era el narcotráfico y la subversión. Esta situación invitaba a comprender las
razones por las que se presentan los “desequilibrios sociales” en el país, para
lo cual es necesario conocer y analizar cada uno de los elementos que parti-
cipan en ellos de manera individual, en la medida que resulta difícil establecer
vínculos entre los distintos actores en la medida en que:

Algunas acciones están evidentemente relacionadas con narcotraficantes, otras


se realizan en cumplimiento de supuestos fines políticos o por ganancia moneta-
ria simplemente, y varios casos por retaliaciones internas entre las mafias esme-
raldíferas, narcotráfico, subversión, esta última debido a las diferentes alianzas y
separaciones que históricamente se han observado. (Policía Nacional de Colom-
bia, 1989, p. 234)

Adicionalmente a la teoría de la anomia, se encuentran teorías más recientes


como la propuesta por Gustavo Duncan (2020) para quien las mafias, y en
especial el cartel de Medellín, merecen una lectura desde su carácter político,
así como desde la constitución de sus ejércitos privados, y la compra de auto-
ridades, que se explica con la famosa frase de Pablo Escobar “plata o plomo”.

En este sentido, las mafias plantean “la articulación de intereses de amplios


grupos sociales dentro de su oferta de protección” (Duncan, 2013, p. 235), la
cual sirve de base para poder explicar la teoría del poder político del narcotrá-
fico de Duncan que, para efectos de este informe, se tomará como referencia
para desarrollar la lectura sobre el narcotráfico y el narcoterrorismo en el mar-
co del conflicto armado colombiano.

De acuerdo con Duncan (2013), las “mafias además de regular el tráfico de


drogas ofrecen seguridad, administran y surten la economía local”, lo cual les
permite consolidar una posición de dominación de amplios sectores socia-
les, por ejemplo, adquiere soporte social “cuando un sector significativo de

92
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

la población encuentra en su dominación una fuente importante de provisión


de sus necesidades sociales”, lo cual significa lograr atender las necesida-
des sociales, de manera más efectiva que el Estado, para lo que se requiere,
además de una fuerte capacidad de interactuar con los actores que controlan
las instituciones estatales (pp. 236-240), y de imponer “nuevas instituciones
de regulación que satisfacen demandas sociales que el Estado no encuentra
cómo satisfacer con sus instituciones” (p. 91).

Es así como Pablo Escobar logró consolidarse en los sectores marginados de


Medellín, construyendo todo tipo de infraestructura y equipamiento para los
barrios, y repartiendo bienes de primera necesidad para sus habitantes, lo
cual lo posicionaba socialmente. La inauguración de barrios como el de Mo-
ravia era parte de su estrategia para posicionar su programa líder “Medellín
sin tugurios”, lanzado por su movimiento “Civismo en marcha” y que incluía
en sus discursos frases como: “Yo tengo muy buenos amigos en la Iglesia,
obispos, sacerdotes, médicos, abogados, en los barrios populares, pero mis
mejores amigos están en la comunidad de los tugurios, en el basurero munici-
pal” (Caracol Televisión, 2012, 25 de junio). De esta manera, y con la entrega
de canchas de fútbol, espacios deportivos, ayudas económicas, casas y todo
tipo de equipamiento local, que Pablo Escobar realizaba en los sectores más
desfavorecidos de Medellín, logró capitalizar su poder local a través de la fi-
delidad de sus habitantes, especialmente de la población joven que poco a
poco fue ingresando a su ejército privado en la condición de sicarios.

Javier Peña, ex agente de la DEA, en entrevista realizada en 2020, recuerda


una entrevista a la que tuvo la oportunidad de asistir, de un sicario que había
sido arrestado por la policía y quien, a pesar de no tener más de quince años,
ya había confesado haber asesinado a más de diez policías, y al preguntarle
por qué lo hacía, aseguraba:

Yo amo a Pablo Escobar, yo voy a morir y voy a matar para Pablo Escobar. Él me
sacó de la ruina, mi familia, mi mamá ahora tiene una casa, tiene dinero, tiene una
estufa. Mi vida es de Pablo Escobar. Yo tengo 15 años y para los 22 o 23, voy a
estar muerto. Yo voy a vivir y voy a matar para Pablo Escobar.

Otro de los campos en los que lograron concentrar poder es en el ámbito po-
lítico, con el manejo desde “los caciques tradicionales que dominan las elec-
ciones regionales hasta cuadros de base que tramitan votos de las comuni-
dades”. De este modo lograron controlar a la clase política, y a través de ella

93
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

a las instituciones estatales, con el fin de mantener el “orden social y de las


relaciones de dominación en la periferia que han sido transformadas por el
narcotráfico” (Duncan, 2013, p. 242).

Esta situación, en la cual Escobar logra posicionarse y legitimarse, se remon-


ta a las elecciones de 1982 cuando se presenta como un líder social, con un
proyecto político que inicia con el movimiento “Civismo en marcha” y luego
materializa con el de “Renovación liberal”. A través de este movimiento logra
llegar al Congreso de la mano de Jairo Ortega Ramírez, un representante a la
Cámara, con quien logra una votación de 16.650 votos, conseguidos princi-
palmente en Medellín (5143), Bello (1175), Envigado (2448), Itagüí (683), La
Estrella (595), Puerto Triunfo (875) y Yolombó (585), municipios en donde
se concentró el 69% del total de votos obtenidos. De estos municipios, cinco
pertenecen al Área Metropolitana del Valle de Aburrá, y dos a la región del
Magdalena Medio antioqueño.

En un análisis de los resultados electorales obtenidos por la fórmula Orte-


ga-Escobar para las elecciones de 1982 y 1986 al Concejo Municipal, se in-
cluyeron los municipios en donde habían sacado la mayor votación y tam-
bién aquellos ubicados en las zonas de influencia o de presencia del cartel de
Medellín. Para poder observar si había existido alguna variación significativa
o atípica en las elecciones, se encontró que los resultados del partido Liberal
(que avaló la candidatura de Jairo Ortega en ambos periodos) habían sido:
• Para las elecciones al Concejo en 1982, en los municipios donde la
fórmula Ortega-Escobar concentró el 69% de los votos obtenidos,
el partido Liberal logró la siguiente participación sobre el total de los
votos: Medellín (51%), Bello (46%), Envigado (54%), Itagüí (43%), La
Estrella (55%), Puerto Triunfo (56%) y Yolombó (50%).
• Para estas mismas elecciones, el partido Liberal obtuvo mayorías atípicas
en los municipios de Caldas (67%), Yondó (66%) y Puerto Berrío (65%).
Para 1986, Jairo Ortega repetiría curul nuevamente por el partido Liberal, a
pesar de que para 1983 había quedado en evidencia su cercanía con Pablo
Escobar. Por esta razón, también se revisaron los resultados de las elecciones
locales de ese año y se encontró que:
• En las elecciones para Concejo en 1986, en los municipios en donde
la fórmula Ortega-Escobar había concentrado el 69% de los votos en
1982, el partido Liberal logró la siguiente participación sobre el total de

94
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

los votos: Medellín (37%), Bello (49%), Envigado (49%), Itagüí (42%),
La Estrella (57%), Puerto Triunfo (16%) y Yolombó (46%). Se observa
una variación considerable con relación a 1982 en Medellín (-15%),
votación que pudo haberse desplazado hacia el Nuevo Liberalismo
que concentró el 17% del total de los votos; y en Puerto Triunfo (-70%),
cuyo capital electoral se pudo haber desplazado hacia el partido Con-
servador, que concentró el 84% de la votación, lo que significó un cre-
cimiento de 114% con relación a las elecciones de 1986.
• En estas mismas elecciones, el partido Liberal obtuvo mayorías atípi-
cas en los municipios de Puerto Berrío (84%), Caldas (73%) y Puer-
to Nare (61%). Vale la pena resaltar que para 1986, el partido Liberal
prácticamente duplicó su votación en este último municipio, al pasar
de 985 votos en 1982 a 1964 en 1986.
El poder de Escobar para concentrar poder político en el ámbito local, regio-
nal y nacional, prácticamente no tuvo límites, por ejemplo, como publicaba
la revista Semana en 1991, de las elecciones de 1982 se encontraron veinte
fotografías de varios dirigentes políticos liberales, unos en compañía de Esco-
bar y otros descendiendo de un avión vinculado a su organización delictiva,
que con el paso del tiempo, habrían sido reveladas por el noticiero QAP y
en las que aparecían Alberto Santofimio, Bernardo Guerra Serna, Federico
Estrada Vélez, Ernesto Lucena Quevedo, David Turbay Turbay y William Ja-
ramillo Gómez. Todos líderes políticos liberales que para entonces integraron,
en su mayoría, las listas del partido Liberal en Antioquia y Tolima, obteniendo
votaciones muy superiores a las de sus rivales, como fue el caso de Bernar-
do Guerra (178.208 votos), Federico Estrada Vélez (33.261), William Gómez
Jaramillo (26.300), y Alberto Santofimio (103.285). Este grupo de políticos
repetirían en las elecciones de 1986 con las siguientes votaciones: Bernardo
Guerra (182.418), Federico Estrada Vélez (35.673), William Gómez Jaramillo
(51.845), y Alberto Santofimio (108.905).

Por su parte, en el campo económico, el narcotráfico de los ochentas y no-


ventas fue un fenómeno que además de lograr introducir miles de millones
de dólares al país, dinamizó sectores como el comercio, la construcción y los
servicios; generó “toda una serie de empleos y subempleos, la mayoría de
ellos compuestos por actividades legales, que dependían de la capacidad de
financiación del patrón narcotraficante” (Duncan, 2013, p. 149), al punto en
que, desde la institucionalidad, se buscaron diferentes caminos para legalizar
los capitales de los capos, como se verá más adelante.

95
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Finalmente, logró posicionarse como un actor militar, con el que no solamen-


te logró control territorial a partir de su amplia base de estructuras delincuen-
ciales, sino que además creó su propio ejército sicarial, el grupo de Muerte a
Secuestradores – MAS (con el que también le dio paso a la transformación
del paramilitarismo en Colombia), sino que lideró el de “Los Extraditables”, y
además generó todo tipo de alianzas con los grupos subversivos y agentes
del Estado, especialmente las milicias urbanas, con lo que garantizó su posi-
ción hegemónica en el territorio.

Con el homicidio de Rodrigo Lara, y la reactivación de la extradición, los capos


de la droga optaron por librar una guerra mucho más contundente contra el
Estado colombiano, pero ya desde el campo militar, con lo que aparece el nar-
coterrorismo y con él, un incremento de la violencia en el territorio nacional.
De acuerdo con Duncan (2014), la teoría sobre el poder político del narcotrá-
fico implica dos asuntos esenciales:

Por un lado, está el tema de la distribución de dominio social entre la clase política
y las organizaciones criminales, entendiendo este dominio como la imposición
de instituciones de regulación sobre una serie de espacios y transacciones en la
sociedad […] por otro lado está el tema de los pulsos de fuerza entre el centro y la
periferia por la nueva serie de intereses estructurales que surgen del narcotráfico.
Estos intereses involucran tanto a los actores que ejercen la dominación social
-políticos y criminales- como a las sociedades dominadas. Para los sectores do-
minantes la cuestión gira en torno a la preservación de un orden social que ga-
rantiza una posición en las jerarquías superiores de la sociedad. Para los sectores
dominados la cuestión gira en torno a las dos demandas básicas que surgen del
narcotráfico: el acceso al mercado como forma de inclusión económica, y la provi-
sión de orden y seguridad en espacios donde las instituciones del Estado no operan a
plenitud por la criminalización de los flujos de capital que sostienen el mercado. (pp.
92-93)

La revista Criminalidad del año 1989 de la Policía Nacional, evidencia cómo


el momento por el que atravesaba el país en ese entonces, se asemejaba a lo
que describe Duncan (2014): “el verdadero poder de un criminal o un político
no se reduce a la protección que le brindan a un narcotraficante, sino a su
capacidad efectiva de influir sobre las decisiones que se toman en una socie-
dad” (pp. 96-97), sin embargo, en la revista Criminalidad citada se describen
así las dos fases del narcotráfico en Colombia: la primera entre los años de
1980 y 1984, caracterizada por “una ideología de liberalismo económico e in-
jerencia política”, en la que utilizaban la corrupción como principal medio para
alcanzar sus propósitos, así como a las “mulas” y testaferros; y la segunda, a

96
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

partir de 1984 cuando decidieron responder a las medidas del Gobierno Na-
cional para combatirlos, y que se caracterizó por conformar una agrupación
de tipo gremial para hacer frente a las políticas que les incomodaban, como la
extradición. Por otra parte, en la misma publicación también se expone el uso
que hicieron de la intimidación:

La modalidad del narcoterrorismo, con el homicidio del senador y precandidato


liberal, doctor Luis Carlos Galán Sarmiento, y después de toda una cadena de
actos criminales, evidenció el propósito de los narcotraficantes de utilizar el poder
económico para lograr el político, enfrentándose al propio establecimiento, cons-
tituyéndose en el principal y más grave factor de perturbación del orden público.
(Policía Nacional de Colombia, 1989, p. 121)

A lo largo de la historia, los fenómenos del narcotráfico y del narcoterrorismo


se han visto como acciones inherentes a los grupos delincuenciales, pero aje-
nos al conflicto armado colombiano, omitiendo que este se ha enquistado en
las dinámicas económicas e incluso políticas de los grupos subversivos y pa-
ramilitares en Colombia, al punto que el narcotráfico solamente es reconocido
como un delito conexo al delito de rebelión cuando, según la Corte Suprema
de Justicia (2015), esa actividad ilegal ha sido cometida para financiar orga-
nizaciones insurgentes, sin embargo, como lo afirma la Revista Criminalidad
de 1989, este llegó a convertirse en el principal y más grave factor de pertur-
bación del orden público.

En este sentido, sustraer el fenómeno del narcotráfico de la historia del conflicto


armado colombiano, para abordarlos como dos problemas diferentes e inde-
pendientes, resulta inconveniente no solo para el reconocimiento de las vícti-
mas del narcotráfico y del narcoterrorismo, sino para la lectura y comprensión
del conflicto armado colombiano. El hecho de que el narcotráfico sea un fenó-
meno más reciente que el conflicto armado en la historia del país, no significa
que ambos no hayan logrado establecer una relación interdependiente que ex-
plica el carácter dual que han tenido varios actores del conflicto armado, quie-
nes pasaron de la subversión o el narcotráfico al paramilitarismo, o a la inversa.

Si se revisan las causas estructurales que dieron origen al conflicto armado co-
lombiano, se puede encontrar que, según Miguel Barreto (2016), este “tiene en
su base, fundamentalmente, en estructuras de exclusión políticas, sociales y
económicas, y en particular, un panorama de exclusión del campesinado, agra-
vado históricamente por un problema agrario no resuelto” (pp. 87-88), situación
que se yuxtapone a la del fenómeno del narcotráfico, y que unidas potencializa-

97
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

ron las condiciones para que Pablo Escobar pudiera posicionarse y capitalizar
sus esfuerzos por concentrar poder político, económico, social y militar.

Es así como en un contexto nacional de necesidades sociales y debilidad


institucional, el poderío económico del narcotráfico representó, en muchas
regiones, la protección que la gente históricamente había buscado sin encon-
trar respuestas del Estado.

El fin de la extradición como fin político


Con la reactivación del tratado de extradición con los Estados Unidos de Nor-
teamérica, el narcotráfico pasó de ser una actividad criminal, a convertirse en
el principal factor de desestabilización del orden público en Colombia, que ini-
cia con el asesinato del ministro Rodrigo Lara Bonilla y prácticamente termina
con la muerte de Pablo Escobar. Una década en la que los homicidios, masa-
cres, desapariciones, secuestros y carros bomba, estuvieron al orden del día.

Si bien la extradición ha estado presente en la historia de Colombia desde


1888, cuando se firma el tratado multilateral de extradición por vía adminis-
trativa, es solo hasta 1979 cuando “el entonces embajador de Colombia en
Washington, Virgilio Barco Vargas, suscribe el tratado de extradición con Es-
tados Unidos con el secretario de Estado Cyrus Vance” (El Tiempo, 1997).
Desde entonces, este ocupó un lugar dentro de la agenda de la política nacio-
nal, al punto que cuando se posesiona el presidente Belisario Betancur, este
anuncia que durante su gobierno no se realizarán extradiciones por filosofía
política. A pesar de ello, tras el homicidio del ministro de justicia, Rodrigo Lara
Bonilla, este reactiva la extradición.

De esta manera, es así como en 1984 el fenómeno del narcotráfico adopta


una nueva dimensión, en la que la violencia se convierte en la principal arma
de disuasión, y la corrupción pasa a ocupar un segundo lugar. Como se pudo
establecer con la teoría del poder político de Gustavo Duncan, el narcotráfico
requiere concentrar poder para garantizar que estas mafias no resulten en la
cárcel o muertas, para lo cual hace uso de dos elementos: la corrupción o un
ejército privado, con lo cual termina concentrando los poderes económico,
político, social y militar.

Para autores como Petrit Baquero (2012):

98
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Habría elementos que llevarían a pensar que algunos narcotraficantes desarro-


llaron una lucha que se podría definir como política, mucho más allá de sus sim-
ples intereses individuales de protección a su negocio particular. Por ejemplo,
las tentativas directas que los narcos hicieron en la política electoral (principal-
mente en cabeza de Carlos Lehder Rivas) buscaron públicamente la aceptación
del negocio, la abolición del Tratado de Extradición (organizando foros públicos)
y posiblemente la despenalización (eliminar sanciones penales para el consu-
mo) y posterior legalización de la droga (eliminar sanciones penales para su
venta y permitirla), con lo que habría una clara intención de subvenir o cambiar
el régimen constitucional y legal imperante. (p. 185)

Tras las elecciones presidenciales de 1986, Virgilio Barco Vargas logra im-
ponerse ante los otros candidatos tras obtener el 58,7% del total de los votos,
seguido por Álvaro Gómez Hurtado (36,1%), Jaime Pardo Leal (4,6%), Regina
Betancourt (0,7%) y Juan David Pérez Gaviria (0%), el enfrentamiento del
narcotráfico contra el Estado, desembocaría en la declaración de una guerra
por ambas partes, lo cual se puede evidenciar a partir del registro que hace la
revista Semana (2013) sobre las cifras que deja la lucha contra el narcotráfico
en Colombia, como lo fueron:

623 atentados que dejaron como resultado aproximadamente 402 civiles muer-
tos y 1710 lesionados; 550 policías asesinados por Pablo Escobar y el cartel de
Medellín. Escobar pagaba en promedio 2 millones de pesos por cada homicidio;
100 bombas hizo estallar el cartel de Medellín tan solo entre los meses de sep-
tiembre y diciembre de 1989. Los afectados fueron supermercados, entidades ban-
carias, colegios, instalaciones eléctricas y telefónicas; 85 bombas detonó el cartel
de Medellín entre enero y mayo de 1990 contra las sedes de Drogas La Rebaja, pro-
piedad del cartel de Cali, en Pereira, Cali, Bogotá y Medellín; 10 bombas hizo estallar
el cartel de Medellín solo en diciembre de 1992; en 1993 fueron activadas aproxi-
madamente otras 20 en Bogotá y Medellín; 700 heridos dejó el atentado contra la
sede del DAS en Bogotá, en 1989, setenta personas murieron; 111 pasajeros murie-
ron en la bomba que detonó el cartel de Medellín en el avión de Avianca en 1989;
15.000 personas murieron, según los estimativos de las autoridades, en los últimos
20 años relacionadas con la guerra contra el narcotráfico. Cinco mil quinientas de
ellas entre 1989 y 1993 durante el auge del cartel de Medellín.

Adicionalmente a estas cifras, el comportamiento de los homicidios en la capital


antioqueña llegó a uno de los niveles más altos a nivel mundial. En el artículo
Mortalidad por homicidio en Medellín, 1980-2007, de Franco et al (2012), se
registran 84.863 homicidios; en el reporte de la Unidad de Búsqueda de Perso-
nas Dadas por Desaparecidas (UBPD) publicado mediante oficio en 2020, en-
tre el 1 de enero de 1989 y el 31 de diciembre de 1992, se registraron 31.599 ca-

99
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

sos de desaparición forzada en todo el territorio nacional, de los cuales 10.948


ocurrieron en el departamento de Antioquia, lo cual deja entrever que en esta
región del país ocurría algo que incidía directamente en la violencia.

De acuerdo con los autores del estudio Mortalidad por homicidio en Mede-
llín, 1980-2007, la capital antioqueña registró una de las más altas tasas de
homicidios en la historia del país y en el conjunto de los países con conflictos
armados en el mundo, cifras solo comparables con las de países en guerra
civil. Las causas de la violencia en Colombia, según el artículo, son atribuibles
a “ciertos aspectos coyunturales, tales como el problema del narcotráfico, la
persistencia del conflicto armado interno, la debilidad del Estado, la corrup-
ción y la inmadurez en el ejercicio de la ciudadanía” (Franco et al, 2012, p.
321). Adicionalmente se registra que la tasa de homicidios en Medellín siem-
pre ha sido superior a la nacional, con excepción de los años posteriores al
2005 (ver Gráfico 2).

Figura 2.1. Tasa de homicidios en Colombia y en Medellín 1980-2007


Fuente: Franco et al (2012)

En este gráfico, se puede apreciar que la ciudad comienza a tener un creci-


miento exponencial en la tasa de homicidios a partir de 1983 y 1984, periodo
que coincide con los crímenes ordenados por el cartel de Medellín en contra
del Estado, y que tiene un pico en el año 1991, con 433 homicidios por cada
100.000 habitantes.

De igual manera, los autores de esta investigación identifican dos comporta-


mientos adicionales del homicidio en Colombia. El primero, relacionado con la

100
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

afectación según el sexo y la condición socioeconómica de la víctima, registra


un 92,8% personas de sexo masculino, del cual, solo se pudo establecer el
nivel socioeconómico de la víctima en un 20% de los casos, con un 52,8%
pertenecientes al estrato 2 de la ciudad. El segundo comportamiento del ho-
micidio es que el grupo poblacional más afectado tenía un rango de edad entre
20 y 29 años, con 808,3 casos por cada 100.000 habitantes; seguido por el de
15 a 19 años, con 706,9 casos por cada 100.000 habitantes. El estudio resalta
“un dato de horror”, y es que “el 97% de los adolescentes entre 15 y 19 años que
murieron en Medellín en 1991, fueron asesinados” (Franco, et al. 2012, p. 321).

Figura 2.2. Tasa de homicidios según sexo


y total en Medellín. Fuente: Franco et al (2012)

Figura 2.3. Tasa de homicidios en Medellín en los grupos de edad más afectados 1980-2007.
Fuente: Franco et al (2012)

Así mismo, en materia de casos de desaparición forzada, Antioquia concentró


durante este periodo un gran número de reportes, tal como se mencionó ante-
riormente, lo cual se puede observar por la manera en la que se concentraron
los casos por departamento, en el Gráfico 5.

101
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Figura 2.4. Hechos de desaparición forzada entre el 1 de enero de 1989 y el 31 de diciembre de 1992
Fuente: Reporte de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas – UBPD,
publicado mediante oficio en 2020

Sin duda, un fenómeno que además de marcar una época violenta en la ciu-
dad y el país, generó un impacto en la conformación de la pirámide poblacio-
nal de la ciudad. Si se comparan las pirámides poblacionales del año 2020
de Medellín con la de Colombia, se puede observar cómo existe un vacío en
los grupos etarios de los hombres entre los 35 y los 49 años, hay una mayor
diferencia porcentual con la pirámide poblacional nacional, lo cual puede su-
poner que son todas aquellas personas que perdieron la vida durante los años
1980 y 1993, a los que se hizo referencia anteriormente, y que hoy ya repre-
senta una pérdida de capital humano y productivo muy grande para la ciudad.

Figura 2.5. Pirámide poblacional de Medellín 2020


Fuente: Departamento Nacional de Planeación. Ficha de caracterización y tableros de con-
trol de Medellín (2020)

102
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Figura 2.6. Pirámide poblacional de Colombia 2020.


Fuente: Population Pyramid (2020).

De esta manera, se puede observar cómo estos fenómenos coinciden con el


mismo periodo de tiempo en el cual el cartel de Medellín inicia una oleada
de violencia sistemática y generalizada contra personalidades y servidores
públicos, instituciones y población civil, que con el paso del tiempo constitu-
yeron crímenes de lesa humanidad.

Es así como durante casi una década el cartel de Medellín cometió delitos de
lesa humanidad —principalmente entre 1989 y 1993—, es decir, aquellos en
los que se materializa un ataque contra la población civil, suceden de manera
generalidad y tienen sistematicidad (GTZ, 2010, p. 47), y que, según la Corte
Suprema de Justicia, pueden “ser cometidos en tiempos de paz o durante
conflictos armados y como nota característica implican un ataque sistemá-
tico o generalizado contra la población civil; el primero en términos del en-
cuadramiento de la conducta en un plan criminal y el segundo a propósito del
carácter masivo de la conducta” (GTZ, 2010, p. 20).

De acuerdo con la revista Criminalidad (1989):

Los hechos ocurridos a partir de agosto de 1989 constituyen prácticamente una


guerra contra el Establecimiento a través de atentados terroristas selectivos e in-
discriminados, en forma simultánea y otros procedimientos de tipo estratégico

103
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

como la exigencia de diálogo y no extradición, las campañas de desinformación


y la explotación del sentimiento nacionalista en contra de la extradición. (p. 128)

De esta manera, derrotar el tratado de extradición se convirtió en la bandera de


“Los Extraditables”, con la que justificaron la ejecución de un plan criminal gene-
ralizado contra la institucionalidad, pero especialmente contra la población civil.
Desde entonces, el tratado de extradición motivó diversas reacciones jurídicas
y otras violentas, por parte de “Los Extraditables”, quienes buscaron a través de
demandas ante la Corte Suprema de Justicia, influenciar sobre los funcionarios
encargados de emitir los fallos definitivos para que esta fuera legalizada:

• El Gobierno Nacional sancionó la Ley 27 de 1980, aprobatoria del tra-


tado de extradición celebrado entre los Estados Unidos y Colombia.
• La Corte Suprema de Justicia, por Sentencia del 12 de diciembre de
1986, declaró inexequible la Ley 27 de 1980, por cuanto la sancionó
el ministro delegatario y no el presidente titular de la República.
• El presidente de la República sancionó el 14 de diciembre de 1986 la
Ley aprobatoria del tratado de extradición, a la cual se le dio el número
68 de aquel año.
• La Corte Suprema de Justicia declaró inconstitucional la Ley 68 de
1986, por Sentencia del 25 de junio de 1987; afirmando que no se
había seguido en su tramitación lo que prescribe la Constitución sobre
la formación de leyes.
• El Ministerio de Justicia revocó las órdenes de captura que había pro-
ferido contra “Los Extraditables” (Revista Criminalidad, 1987, p. 261).

De manera paralela, el Gobierno Nacional al tiempo que proponía una reforma


constitucional, con la que pretendía incluir “una ampliación de las garantías
y libertades ciudadanas; la reforma del Congreso; […] una reformulación al
estado de sitio; una reforma a la justicia; la elección popular de gobernadores”
(Pizarro, 2017), entre otros puntos; avanzaba con los diálogos de paz con el
M-19. A partir de este escenario, el Senador Federico Estrada Vélez, el mismo
que aparecería en 1982 en unas fotos al lado de Pablo Escobar, propuso arti-
cular la reforma constitucional y los acuerdos con el M-19 para convocar a un
“Referendo extraordinario por la paz y la democracia”.

La reforma constitucional y el acuerdo con el M-19 debían, pues, converger juntos


en un “Referendo extraordinario por la paz y la democracia” el 21 de enero de
1990. Sin embargo, el 30 de noviembre anterior, durante una sesión en la Co-
misión I de la Cámara, 22 representantes decidieron incorporar al proyecto de

104
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

referendo una norma que prohibía la extradición de colombianos. Hubo solamen-


te dos votos en contra: Julio César Turbay Quintero y Guido Echeverri. Carlos Le-
mos, quien había sustituido a César Gaviria como ministro de Gobierno, reaccionó
con indignación y les exigió a los directivos de los partidos tradicionales que se
pronunciaran en contra y presionaran para tumbar esa propuesta en la Plenaria
de la Cámara. Mientras se llevaban a cabo esas conversaciones no solamente
el grupo responsable de la ola terrorista, los denominados “extraditables”, lanzó
nuevos y brutales ataques, sino también la plenaria de la Cámara tomó por mayo-
ría de votos la decisión de aprobar la totalidad del referendo incluyendo la norma
que incluía la extradición. En estas condiciones, Carlos Lemos consideró que no
había condiciones para llevar a cabo el referendo y decidió archivar la totalidad del
proyecto el 15 de diciembre de 1989. (Pizarro, 2017)

Ante la negativa del Gobierno Nacional de continuar con el referendo, surge el


movimiento conocido como “La séptima papeleta” liderado por jóvenes que
veían cómo el país se hundía en la desesperanza; este movimiento se inicia
con el asesinato de Luis Carlos Galán cuando organizan la marcha del silencio,
en donde convergieron las universidades públicas y privadas, y que a su vez
sirvió como plataforma para que en el país se promoviera la inclusión de una
séptima papeleta durante las elecciones legislativas y de autoridades locales.

A pesar de estas manifestaciones e iniciativas ciudadanas, la violencia no ce-


saba y “Los Extraditables” en cabeza de Pablo Escobar, intensificaban sus
ataques indiscriminados contra la población civil con los que se ponía en jaque
al Estado y se generaba un sentimiento de temor y zozobra a la población; fue
un momento al que Camilo Cano Isaza resumiría como aquel cuando:

El país se acostumbró a decir una frase cada vez que mataban a alguien, cada que
explotaba una bomba, cada vez que había quince civiles muertos por un atentado,
cada vez que morían diez policías: “El país toco fondo” y el país nunca tocó fondo.
(Caracol Televisión, 2012, 25 de junio)

El triunfo de “La séptima papeleta”, abrió el camino para que se convocara a


una Asamblea Nacional Constituyente, al tiempo que generó el ambiente per-
fecto para que Pablo Escobar pudiera imponer sus objetivos políticos frente a
la extradición, no en vano, la entrega de Pablo Escobar se dio el 19 de junio de
1991, tras haberse asegurado que la Asamblea Nacional Constituyente había
aprobado el artículo 35 de la Constitución Política la noche anterior con 51
votos a favor, 13 en contra y 4 abstenciones.

105
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Como se sabe, el Artículo 35 de la Constitución de 1991 prohibió la extradición de


colombianos. Lo interesante es que el marco de la Asamblea Constituyente tampoco
dio lugar a una necesaria e incisiva discusión política sobre el tema. Se eludió nue-
vamente el conflicto. De las 1374 votaciones entre el primero y el segundo debate de
artículos completos y parciales, 1258 fueron ordinarias, 83 nominales y 33 secretas.
Obviamente, el voto sobre el artículo 35 fue secreto. Los constituyentes reflejaban,
de algún modo, la mezcla de cansancio, desdén y amedrentamiento que vivía la so-
ciedad colombiana, como un todo, frente al asunto de la extradición. (Tokatlian, p. 10)

En este contexto, vale la pena hacer la lectura de lo que representan estos


crímenes cometidos en el marco del conflicto armado y las relaciones que se
dieron entre el cartel de Medellín y el Gobierno Nacional, en la que la mayoría
de las veces trató de manera indistinta a los grupos subversivos o paramilita-
res y le dio prácticamente el mismo tratamiento.

Para otros autores como Petrit Baquero (2012) quien, a partir de la tesis de
investigadores como Iván Orozco Abad, retoma el modelo de juego de Jo-
han Huizinga para entender las posiciones que tuvieron en los procesos de
negociación del Estado con los carteles de la droga y los actores del conflicto
armado, desde la óptica del juego sociopolítico. De acuerdo con este modelo,
interactúan dos actores marginales, el falso jugador y el enemigo del juego,
donde “el primero se mete al juego, pero hace trampa para mejorar su posi-
ción, mientras que el segundo simplemente no tiene interés en jugar” (p. 187).

En esta relación, según Orozco (1990) y Baquero (2012), se podría ubicar a


los “delincuentes comunes” (narcotraficantes), como “falsos jugadores” que
se acomodan a las reglas del juego, pero sin creer realmente en ellas. Mien-
tras que los “delincuentes políticos (guerrilleros), serían los “enemigos del
juego”, pues no están de acuerdo con las reglas y no quieren participar” (p.
187). Según Orozco (1990):

A nuestro modo de ver, existe en realidad una contradicción profunda entre los
criterios políticos y los criterios jurídicos de valoración de la negociabilidad de las
conductas de falsos jugadores y de enemigos del juego en las sociedades demo-
liberales de corte clásico. En un sentido político, el proyecto del falso jugador, en
cuanto fundado en la aceptación y aún en la afirmación de las reglas del juego del
universo sociopolítico es, en principio, infinitamente más fácil de negociar que el
proyecto del enemigo del juego. (p. 31)

De acuerdo con Orozco (1990), el tratamiento que le dieron los gobiernos de


turno durante la década de los ochenta, e inicios de los noventa al problema

106
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

del narcotráfico y del conflicto armado, estuvo caracterizado por “el manejo
indiferenciado de la rebelión y el terrorismo, y la amalgama tácita de la vio-
lencia guerrillera y la narco-violencia” (p. 40), para lo cual pone como punto
de referencia al Decreto 1038 de 1984, con el cual el Gobierno declaró el es-
tado de sitio motivado por las diferentes acciones de los grupos armados que
atentaban contra el orden constitucional, pero que al final se convirtió en la
herramienta jurídica para combatir al narcotráfico, de tal manera que el nar-
cotráfico pasó de ser un problema de delincuencia común a un problema de
seguridad nacional (delincuente político).

El negocio del narcotráfico en Colombia ha traído consigo la llegada de miles


de millones de dólares a un país con una institucionalidad y una economía, re-
lativamente débiles ante el poderío de esta actividad ilícita, lo que de cierta ma-
nera explica que se haya abordado el problema del narcotráfico durante varios
gobiernos, con la creación de la “ventanilla siniestra” durante la presidencia de
Alfonso López Michelsen, hasta propuestas de amnistías de capitales y benefi-
cios jurídicos para quienes se dedicaban al negocio del narcotráfico, lo cual ha
significado serias transformaciones al orden constitucional y legal colombiano.

Cabe mencionar que durante el periodo de la “ventanilla siniestra” se posibili-


tó el acceso a la política de varios líderes del narcotráfico, o de varios políticos
conectados con el narcotráfico, y a partir de ese momento comenzaron a ge-
nerarse mecanismos fuertes de conexiones políticas (Patiño, 2020).

A partir de esta situación, los Gobiernos han estado abiertos a establecer diá-
logos bilaterales con los capos de la droga, con el fin de lograr acuerdos que
logren su entrega, y con ella, el fin a la violencia y la entrega de capitales de
origen ilícito. Desde el gobierno de Betancur se optó por una política de diálo-
go y negociación con los diferentes actores armados, incluidos los narcotrafi-
cantes, con quienes se adelantaron diálogos en Panamá cuando:

En 1984 Alfonso López Michelsen había sido invitado en compañía de Jaime Castro,
Felio Andrade y Gustavo Balcázar por el Gobierno de Panamá para servir como ob-
servador del proceso electoral de ese país. Estando allá recibió una llamada de su ex
coordinador de campaña en Antioquia, Santiago Londoño White. Este manifestó que
Pablo Escobar estaba dispuesto a desmontar el negocio del narcotráfico y a que su
situación personal fuera definida por la ley colombiana. Le preguntó al expresidente
si estaría dispuesto a transmitirle esta propuesta al gobierno de Belisario Betancur.
López aceptó y Santiago Londoño se trasladó inmediatamente a Panamá. A las cua-
tro de la tarde del día siguiente se reunieron en el Hotel Marriott López y Londoño con

107
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Pablo Escobar y Jorge Luis Ochoa. Escobar manifestó que los narcotraficantes esta-
rían dispuestos a entregar sus laboratorios, sus flotas aéreas, sus rutas y sus conexio-
nes de distribución en Estados Unidos y a someterse a la justicia colombiana para que
fueran juzgados y sancionados con base en las pruebas que existieran en su contra.
Agregó también que estarían dispuestos a regresar sus capitales a Colombia. La única
solicitud que hacían a cambio de todo esto era que la extradición no fuera aplicada
con retroactividad sino a partir del momento de esa entrega. En otras palabras, que
narcotraficante que exportara un gramo de ahí en adelante podía ser extraditado au-
tomáticamente. López le comunicó la propuesta a Betancur, y pocos días después el
procurador Carlos Jiménez Gómez voló a Panamá para entrevistarse con Escobar y
Ochoa y puntualizar la oferta. En ese momento el episodio se filtró a la prensa y murió
cualquier posibilidad de progreso. (Semana, 1997)

A pesar de que esta reunión fue negada por el presidente Belisario Betancur,
el exprocurador Carlos Jiménez Gómez ha afirmado que él asistió a esa cita tras
la solicitud del entonces presidente (Semana, 2010), momento que Pablo Esco-
bar reseñó en una entrevista con Yolanda Ruíz (2019), de la siguiente manera:

Nosotros siempre hemos estado dispuestos a dialogar, históricamente lo hemos


demostrado desde el año de 1984, cuando se le propuso al Gobierno Nacional un
diálogo que habría evitado sinceramente mucho derramamiento de sangre en el
país. Todos estos conflictos de la extradición se habrían podido evitar si hubie-
ra habido un diálogo que se propuso desde hace cuatro años. Nosotros siempre
hemos estado dispuestos a dialogar y yo considero que la falta de diálogo es la
causa principal de la violencia en el país. (p. 216)

Es así como, con o sin diálogos con los narcotraficantes, uno de sus principales
logros fue haber logrado “una gran amnistía tributaria (Leyes 9 y 13 de 1983),
destinada a favorecer el reintegro de los dineros calientes de la economía sub-
terránea al torrente de la economía legal” (Orozco, 1990, p. 36), Así mismo:

El pragmatismo de los economistas, ahora avalado por el Gobierno, parecía signi-


ficar que las élites colombianas habían entendido que ellos, los narcotraficantes,
no constituían un peligro sino un refuerzo para el modelo económico, social y po-
lítico vigente. Ahora se trataba de consolidar la posición social lograda a través de
la legalización de sus dineros por medio de una participación en la vida política,
orientada a ganar legitimidad hasta conseguir la abolición del tratado de extradi-
ción, y acaso también la legalización de la droga, de manera que pudieran disfru-
tar plenamente de su condición de burgueses y de ciudadanos de bien. (Orozco,
1990, p. 36)

A pesar de estos avances, la tan esperada rendición y entrega de los capos de


los carteles de la droga, nunca se logró, y por el contrario desembocó en una

108
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

escalada de violencia sin igual. Tras la muerte del ministro Lara Bonilla, “Los
Extraditables” emitieron un comunicado en el cual rechazaban este crimen
y aseguraban que “La intervención política de algunos miembros de nues-
tras organizaciones, se originó exclusivamente en el afán de luchar contra el
tratado de extradición, suscrito con los Estados Unidos de América” (Orozco,
1990, p. 41).

Sin embargo, esto no fue impedimento para que se cerraran de manera defini-
tiva los acercamientos entre el Gobierno Nacional y los narcotraficantes que,
incluso cuando el Gobierno se vio obligado a presentar su famosa iniciativa
del 1 de septiembre de 1988, mediante la cual se cristalizó el retorno oficial
a una política de diálogo y negociación con las guerrillas —y acaso también
con otros actores armados confrontados con el Estado—, ya que en el texto
de la misma advertía que la iniciativa de paz estaba “dirigida a solucionar las
diferentes formas y manifestaciones de violencia, no solo las generadas por los
grupos guerrilleros” (Orozco, 1990, pp. 43-44), con la cual se establecieron ne-
gociaciones abiertas con el M-19 y secretas con el narcotráfico, y se dio pie para
que estos presentaran una propuesta de ley de indulto, que nunca prosperó.

Ante este nuevo fracaso de negociación, la violencia continuó al punto de aca-


bar con la vida del precandidato presidencial más opcionado para llegar a la
presidencia. Este crimen motivó una alocución del presidente Virgilio Barco en
la que le declara la guerra al narcotráfico, lo cual fue aceptado por “Los Extra-
ditables” en una carta enviada a Caracol el 26 de agosto de 1989, en la que
afirmaban:

Declaramos la guerra total y absoluta al Gobierno, a la oligarquía industrial y políti-


ca, a los periodistas que nos han atacado y ultrajado, a los jueces que se han ven-
dido al Gobierno, a los magistrados extraditadores, a los presidentes de los gremios
y a todos aquellos que nos han perseguido y atacado. (Orozco, 1990, p. 47)

De esta manera se puede evidenciar cómo el narcotráfico, a través del narco-


terrorismo logró generar “profundos efectos en el orden social con sus con-
siguientes efectos en la estructura del poder político” (Duncan, 2013), que
prácticamente se materializó con la prohibición de la extradición y la negocia-
ción de la entrega del capo del cartel de Medellín. Para Javier Peña (2020),
“toda esta guerra fue por la extradición, la extradición fue lo fundamental, y
con la que Pablo Escobar declaró la guerra en Colombia”.

109
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

A modo de reflexión, y para comprender si la extradición era o no un compo-


nente de su lucha política, habría que preguntarse si en Colombia se habrían
vivido los mismos niveles de violencia si el debate de la extradición no hubiera
estado en la agenda política del Gobierno ni de los narcos. ¿Cuál habría sido la
suerte del conflicto armado por esos días?

Narcoterrorismo: estrategia de guerra

De acuerdo con Rafael Pardo (2008), si bien el terrorismo obedece a “aquella


forma de violencia utilizada en forma selectiva, contra objetivos específicos, o
indiscriminada contra blancos civiles, o ejercida con la intención de producir
efectos de terror sobre la población o sobre un sector de ella” (p. 32), y que
puede incluir desde amenazas, secuestros, homicidios e incluso masacres,
en la medida que estos permitan “producir temor colectivo con propósitos de
afectar decisiones de un Estado” (p. 33).

Para Javier Peña (2020), Pablo Escobar fue el “inventor del narcoterrorismo,
porque nunca habíamos visto narcoterrorismo”. El narcoterrorismo, se puede
entender como “la cooperación y alianza estratégica entre mafias del nar-
cotráfico y grupos armados extremistas, así como otros grupos insurgentes
o terroristas”, o también conocido como terrorismo político entendido como:

El uso preprogramado de la fuerza por parte de un individuo. Busca generar angus-


tia y una sensación de perturbación generalizada en un grupo previamente selec-
cionado, que siempre es más grande que el de las víctimas, con el propósito de que
este grupo ejerza presión para que el Estado acceda a las demandas políticas de los
terroristas. (Semana, 1997)

En este sentido, se podría asegurar que la primera acción narcoterrorista come-


tida por los carteles de la droga fue el asesinato del ministro Rodrigo Lara Bo-
nilla el 30 de abril de 1984, y que años más tarde tendría su principal auge de
violencia durante el año de 1989, que se caracterizaría por ser uno de los más
violentos en la historia de Colombia. El magnicidio de Luis Carlos Galán, junto a
la voladura de un avión comercial en pleno vuelo, o de un edificio público como
el DAS, son algunas de las muestras que permitieron vislumbrar la dimensión
del horror al que estuvimos supeditados los colombianos, y que recordaremos
como el año del horror, del miedo, del terror, e incluso como el año negro de la
historia del país, mientras que en el Congreso de la República se debatía sobre
un referendo al que le incluirían un punto para prohibir la extradición.

110
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Comprender el fenómeno del narcotráfico y del narcoterrorismo en el marco


del conflicto armado colombiano, requiere hacer un recuento de cómo estos
carteles de la droga estrecharon sus vínculos con grupos armados, clase po-
lítica y algunos agentes del Estado, lo cual potencializó las dimensiones de la
guerra desatada contra la institucionalidad durante la década de los ochenta
e inicios de los noventa.

Las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1982 se encontraban


enmarcadas por un panorama político nacional bastante complejo; por una
parte, las condiciones económicas y sociales del momento promovían un es-
cenario perfecto para que los grupos guerrilleros se fortalecieran a lo largo y
ancho del territorio nacional, y por el otro, el narcotráfico encontraba el inicio
de su auge en cabeza de los carteles de Cali y Medellín.

En este escenario de tensión nacional se presentaron cinco candidatos pre-


sidenciales, Belisario Betancur Cuartas por el Movimiento Nacional; Alfonso
López Michelsen por el Partido Liberal; Luis Carlos Galán por el Nuevo Libe-
ralismo; Gerardo Molina por el Frente Democrático; y Florencio Porras por
el Partido de Reivindicación Popular. Es en este momento cuando emerge
el Nuevo Liberalismo, un movimiento que representaba una facción del li-
beralismo que buscaba renovar el partido político, integrado por Luis Carlos
Galán, Rodrigo Lara Bonilla y Enrique Parejo González, como sus principales
líderes. Para las elecciones presidenciales, se impuso Belisario Betancur con
el 46,8% de los votos, seguido por Alfonso López Michelsen (41%), y Luis
Carlos Galán (10,9%).

En medio de este panorama electoral apareció Publicidad política de la fórmula


Jairo Ortega Ramírez, un político antioqueño Ortega – Escobar. Tomada de @
quien a su vez había sido abogado de Alfredo sermeca y publicada en 1981 en el
Gómez, más conocido como el “Padrino Gó- diario El Colombiano

111
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

mez”, un antiguo contrabandista y narcotraficante antioqueño. Ortega “fun-


dó el Movimiento de Renovación Liberal y adhirió a la candidatura de Galán.
Ortega también invitó a Pablo a participar en su movimiento y le ofreció ser
suplente de la lista que encabezaría para la Cámara de Representantes” (Sa-
lazar, 2018). En principio, este pacto se había conservado en silencio, hasta el
día en que el Movimiento de Renovación Liberal inscribió ante la Registraduría
Nacional la lista de sus candidatos. Ese día Galán decidió expulsar del Nuevo
Liberalismo el movimiento de Ortega y a Escobar.

Figura 2.7. Movimiento de Renovación Liberal por el cual fue electa la fórmula
Ortega – Escobar
Fuente: Infobae (2020)

Tras haber sido expulsados de la campaña de Galán, Ortega y Escobar adhi-


rieron al grupo de Alberto Santofimio, quien disputaba la candidatura liberal
con Alfonso López Michelsen. Con esta alianza, el Movimiento de Renova-
ción Liberal logró la curul de la Cámara de Representantes, la cual se alterna-
ba entre Ortega y Escobar.

Un año más tarde de haberse posicionado como congresista, Pablo Escobar reci-
bió su primera denuncia pública que lo vinculaba con el narcotráfico. El entonces
director de El Espectador, Guillermo Cano reprodujo, en la edición del 25 de agos-
to de 1983, una publicación de 1976 con la cual “documentó que el congresista
Pablo Escobar sí tenía un pasado ligado al narcotráfico” (El Espectador, 2016).

112
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Con el nombramiento de Rodrigo Lara como ministro de Justicia se inició una


lucha frontal contra el narcotráfico, que terminó con el señalamiento de Lara
hacia Pablo Escobar como el fundador del MAS (Muerte a Secuestradores).
La denuncia que realizó en el Congreso el entonces ministro de Justicia sobre
los vínculos del Representante a la Cámara, Pablo Escobar, con el narcotrá-
fico, motivó a que Jairo Ortega promoviera un debate contra el ministro de
Justicia por haber recibido “dineros calientes” a través de un cheque por un
millón de pesos del entonces narcotraficante Evaristo Porras.

A las 24 horas de haber presentado la denuncia, el ministro de Justicia logró


la expulsión de Pablo Escobar del Congreso, tras la denunciara pública y pe-
nal por calumnia que este último interpuso contra el ministro. Con la salida de
Escobar del Congreso, el ministro intensificó la lucha contra el narcotráfico,
en compañía del coronel Jaime Ramírez Gómez, un oficial de la Policía Na-
cional que lideró y organizó grandes operaciones contra las estructuras del
narcotráfico en Colombia, entre esas la de Tranquilandia, un complejo donde
los narcotraficantes llegaron a procesar 23.733 kilos de cocaína en tan solo
seis meses (Semana, 1987).

Pablo Escobar Gaviria, dos meses después de salir del Congreso, fue despo-
jado de su inmunidad parlamentaria y el juez Gustavo Zuluaga Serna libró
orden de captura en su contra, sindicándolo del asesinato de los dos agentes
del DAS Luis Fernando Vasco Urquijo y Gilberto de Jesús Hernández Patiño,
que años antes lo había capturado. Cuando se buscó el expediente de 1976,
este había desaparecido misteriosamente.

Con el homicidio del ministro Rodrigo Lara Bonilla, el presidente de la Repúbli-


ca, Belisario Betancur anunció, el 2 de mayo, su cambio de posición respecto
a no extraditar ciudadanos colombianos a la justicia de Estados Unidos, con lo
cual se reactivó el tratado de extradición, desatando la ira de los narcos, e ini-
ciando la época del narcoterrorismo (Bustamante, 2009, p. 36). La entrada en
vigor del tratado de Extradición entre Colombia y Estados Unidos se convirtió
así en el detonante para que surgiera la famosa frase de “Los Extraditables” de
“preferimos una tumba en Colombia, a una cárcel en los Estados Unidos”, con
la que justificarían miles de crímenes ordenados y cometidos por el cartel de
Medellín durante la década de los ochenta e inicios de los noventa.

Así inicia el narcoterrorismo en Colombia, una guerra declarada entre el Esta-


do y el cartel de Medellín en la que este último orquestó un plan criminal que

113
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

incluyó diferentes tipos de amenazas y ataques con el propósito de generar


terror en la población y, de esta manera, poder incidir en las decisiones del
Gobierno para imponer su agenda política. Es decir, lograr tumbar la extra-
dición y, finalmente, buscar una salida negociada a su entrega. Esta guerra
culminaría diez años después con la caída de uno de los más grandes capos
de la droga que ha tenido la historia a nivel mundial, Pablo Escobar Gaviria.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que el cartel de Medellín, en su mo-
mento histórico, no logró esa capacidad real de negociación con los gobiernos
de la época (Camilo Parada, 2020). Por tal motivo, el cartel decidió invertir en
tecnología táctica para mejorar su capacidad bélica, gracias al poder financie-
ro generado por el tráfico de drogas ilícitas (Carlos Patiño, 2020) e iniciar la
transición de “grupo de crimen organizado” a “organización terrorista”; el ob-
jetivo del terrorismo del cartel de Medellín consistía en disuadir a la sociedad
civil como poder constituyente, para que esta presionara al Estado y poder
lograr las transformaciones en el ordenamiento jurídico, beneficiosas para la
no extradición. Por tal razón, la capacidad de negociación del cartel fue la del
uso del terrorismo como instrumento altamente disuasivo y no como acción
política, como sucede en otras organizaciones terroristas a nivel mundial. El
terrorismo de la década de los ochenta se puede entender como una acción
para causar terror y pánico en la sociedad civil para que, vía elecciones, el
Estado no negociara, sino que claudicara en esas pretensiones e intenciones
de los extraditables (Camilo Parada, 2020).

Narcoterrorismo y convergencia
Si bien el término convergencia fue acuñado en ámbitos académicos después
del 11 de septiembre, tiene bastante utilidad para explicar la conjunción estra-
tégica de los actores del conflicto armado como insurgencia, contrainsurgen-
cia y agentes del Estado alrededor del fenómeno del narcotráfico.

Sin embargo, antes de entrar a explicar el fenómeno de la convergencia, es


importante mencionar que históricamente Colombia ha sido caldo de cultivo
para la generación y desarrollo de grupos armados organizados, no solo por
su inestabilidad política y grandes inequidades sociales, sino por su atractiva
posición geográfica.

En ese orden de ideas, gracias a su privilegiada capacidad geográfica se pue-


de definir a Colombia como un pivote geopolítico, lo cual se entiende como:

114
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Las áreas geográficas cuya importancia no se deriva de su poder, ni de sus moti-


vaciones, sino más bien de su situación geográfica sensible, que definen las con-
diciones de acceso de un jugador significativo y que pueden actuar como escudo
defensivo para un Estado vital o incluso una región y de las consecuencias que su
condición de potencial vulnerabilidad provoca en el comportamiento de los jugado-
res geoestratégicos. (Brzezinski, 1997, p. 49)

Lo anterior como primer ingrediente para entender que Colombia, desde la


geopolítica, siempre se encuentra vulnerable a ser el tablero de acción de
grandes poderes internacionales tanto legales como ilegales, lo cual, suma-
do a la gran cantidad de recursos naturales, hace que el país sea propenso a
actividades criminales, insurgentes y de autodefensa. La posición geográfica
de Colombia sumada a la extensión de sus fronteras en el ámbito terrestre,
marítimo y fluvial, se constituyen en un factor estratégico para el crimen or-
ganizado transnacional y, por ende, para las organizaciones que se dedican
al narcotráfico.

Sumado a lo anterior, cabe destacar las debilidades del Estado colombiano para
controlar áreas geográficamente estratégicas que son útiles para la ejecución
del delito. Este parece ser un hecho históricamente permanente. En el texto
Los Estados del país: instituciones municipales y realidades locales (García et
al, 2011) se desarrolla un marco conceptual que explica la ausencia de control
territorial por parte del Estado colombiano, incluso desde la época de la Colonia
y que trascendió en la vida republicana. Así mismo, que la herencia hispánica
ha sido fundamental en el privilegio de estructuras feudales en lo político y en
lo económico que han permitido el surgimiento de grupos armados organizados
impidiendo la consolidación estatal en el sentido weberiano.

García et al (2011) construyeron un marco conceptual (inspirado en Tilly, 2005;


Campbell, 2004; Evans, 2004; López-Alves, 2003; Mann, 1993; Portes,
2006; Sen, 2000; Acemoglu et al., 2005 y Acemoglu y Robinson, 2006)
para evaluar el control territorial y cómo este debe lograrse en cinco pilares para
crear y consolidar las diferentes instituciones que forman el Estado:

1. Obtención del monopolio legítimo de la violencia por parte del Estado.


2. Consolidación de un aparato burocrático institucional.
3. Implantación de un sistema de competencia política abierta entre los
partidos o las facciones.
4. Condiciones mínimas de igualdad material entre la mayoría de los
súbditos.

115
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

5. Desarrollo de un mercado dinámico.

De acuerdo con lo anterior, Colombia es un Estado “camaleónico” donde la


ausencia de cobertura total de la institucionalidad ha generado incentivos
para que los grupos armados organizados (ya sean insurgentes o contrain-
surgentes) desarrollen control militar del área y apropiación de las rentas cri-
minales que redundan en control político minando el sistema democrático, de
administración de justicia, de libre comercio y de equidad entre la ciudadanía.
Este control político por parte de los grupos armados organizados fragmenta
el espacio geográfico y altera la noción de soberanía (Kalyvas, 2006); inclu-
so, continúa el autor, determina la forma en que los ciudadanos interactúan
con los grupos armados organizados que acaban siendo legitimados por par-
te de la población al suplantar funciones propias del Estado. En ese sentido,
Colombia ha sufrido de soberanías segmentadas y fragmentadas a lo largo
del conflicto armado, de la siguiente manera:

• Soberanía segmentada: 1) Un mayor control por parte del titular con


violencia selectiva, 2) Control de las partes en conflicto con igual in-
tensidad de las partes y 3) Control de los actores dominantes con ma-
yor intensidad de los insurgentes o contrainsurgentes con violencia
indiscriminada contra la población civil, para lograr su cooperación.
• Soberanía fragmentada: 1) Dominación total de la población por parte
del Estado y 2) Dominación total de la población por parte de los gru-
pos armados organizados generando control social, cohesión y cola-
boración civil.

El impacto geopolítico, la ausencia de control territorial y la soberanía dis-


cutida son ingredientes claves para que se presente el fenómeno de la con-
vergencia. En este informe se decidió acoger este concepto en la medida en
que la insurgencia (FARC, ELN, M-19, EPL), la contrainsurgencia (bloques de
las Autodefensas Unidas de Colombia) y el Estado (agentes e instituciones),
precisamente convergen, como siguiendo un hilo conductor, a través del cri-
men organizado (narcoterrorismo), permitiendo apreciar que, sea por finan-
ciamiento, estrategia o por eficiencia táctica-estratégica, todos los actores del
conflicto se nutren de este fenómeno.

Los carteles del narcotráfico, particularmente el cartel de Medellín, puede


considerarse el ejemplo más relevante de materialización de esta conver-
gencia debido a que evidencia una asociación operativa y financiera por

116
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

parte de diversas organizaciones legales e ilegales que ha generado una


perpetuación de la violencia en el país; inicia como una organización crimi-
nal que luego empieza a transformarse en un movimiento con la capacidad
de realizar operaciones militares, de control de área o territorial, que trans-
formó sus lógicas de clandestinidad por lógicas de terrorismo como méto-
do por excelencia de persecución política (Medina, 2012), además, con una
ideología que incluía aspectos de insurgencia y contrainsurgencia al mismo
tiempo. Así, la combinación de grupo de crimen organizado, terrorismo e
intereses políticos se dio en un inicio por buscar una eficiencia operacio-
nal del negocio de las drogas ilícitas y luego como una forma de buscar el
cogobierno como una forma de estructurar la ilegalidad, desde la legalidad
(Carlos Patiño, 2020). De igual manera, los grupos insurgentes como las
FARC, ELN y M-19 y contrainsurgentes como las AUC combinaban en su
estrategia militar tendencias criminales, utilizando el secuestro, la extorsión
y el tráfico de drogas como métodos de financiación (Neira, 2007).

Aun cuando no hay una definición única de convergencia se considera


que, gracias a la globalización iniciada en los años setenta, la conectivi-
dad entre organizaciones criminales y redes terroristas pudo tomar forma
en asociaciones, alianzas, confluencias, convergencias o simbiosis; inclu-
sive utilizando la delincuencia y el crimen organizado como una fuente de
financiación (Makárenko, 2004). De la misma manera, el fenómeno de con-
vergencia involucra la lógica estratégica del crimen organizado, revelando
cómo los Estados y las mafias compiten —y colaboran— en concurso para
dominar el poder gubernamental (Cockayne, 2016).

En este orden de ideas, podría definirse la convergencia como la forma en que


se hilan y construyen las relaciones de las estructuras criminales, terroristas y
políticas mediante el desarrollo de actividades ilícitas como método de finan-
ciación o acción, y que cooperan entre sí para cumplir un objetivo desde una es-
trategia de guerra. Cabe mencionar que la convergencia no se presenta siempre
de la misma manera, sino que presenta diferencias que incluyen la confluencia,
la hibridación y la cooperación (De La Corte Ibáñez, 2013).

• Confluencia: Se presenta cuando grupos armados organizados se mez-


clan dentro de actividades de grupos criminales organizados, desarro-
llando acciones violentas para satisfacer sus necesidades logísticas.
• Hibridación: Se presenta como la trasformación de los grupos arma-
dos organizados en crimen organizado generando réditos y motiva-

117
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

ciones económicas que financian los objetivos políticos.


• Cooperación: Se presenta cuando el crimen organizado decide apo-
yar a grupos armados ilegales creando asociaciones de gran alcance
y duración.

En la década de los ochenta, el narcotráfico fue el hilo conductor de las alian-


zas, estrategias de guerra y actos terroristas entre los diferentes grupos ar-
mados ilegales. El narcotráfico les proveía uno de los centros de gravedad
más relevantes a la hora de operacionalizar las finanzas como actor militar.
Este entramado de acciones, según Matfess y Miklaucic (2017), a partir de la
convergencia generada por el narcotráfico, se dan cuatro elementos claves
que se la convierten en una ventaja estratégica para los actores ilegales:

1. Enorme cantidad de ganancias obtenidas por operaciones criminales


trasnacionales.
2. Habilidad de los grupos armados para reclutar nuevos operativos que
fortalecen la capacidad militar.
3. Reorganizar las estructuras en espacios que antes estaban reserva-
dos a los organismos estatales.
4. Habilidad para suplantar las líneas tradicionalmente consideradas ex-
clusivas de los Estados, es decir, el control territorial, la administración
de justicia, la regulación de normas sociales y del entorno económico.

Cabe mencionar que es relevante tener en cuenta que el Estado colombia-


no ha presentado fallas estructurales desde el inicio de su vida republicana.
En el texto Guerra y Construcción del Estado en Colombia se afirma que la
violencia, en diferentes formas y protagonistas, sumada a la complacencia
del sector político, fue una constante durante el siglo XX; heredada del si-
glo XIX, tras la pérdida de poder regional en favor de la centralización con la
constitución de la Regeneración, de 1886, y acentuada por el narcotráfico
en los albores del siglo XXI, desde ese momento la violencia se enquistó en
la sociedad colombiana, al punto que le privó de desarrollarse y convertirse
en una potencia regional y, por qué no, en un actor principal en el escenario
global (Patiño, 2013).

Los actores convergen en el narcotráfico (incluso sin ningún compromiso


ideológico) toda vez que este aportaba dinero suficiente, y generaba un flu-
jo de acceso a redes internacionales de distintos comercios ilegales, entre
ellos el comercio de armas. Los grupos de narcotraficantes no eran solamen-

118
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

te subsidiarios de los grupos armados organizados, sino que esos mismos


tenían sus propios grupos armados y eso hay que diferenciarlo muy bien de
los grupos de autodefensas puesto que no tenían agendas políticas sino cri-
minales, que en todo caso pasaron por estrategias de control territorial, y si
bien no tenían una reivindicación política e ideológica, si tenían en la práctica
una reivindicación de carácter territorial que desafiaba la presencia del Esta-
do (Entrevista a Carlos Patiño, 2020).

Finalmente, la debilidad estructural del Estado colombiano ha sido determi-


nante en la continua convergencia de los grupos armados ilegales con delitos
trasnacionales relacionados con el crimen organizado, tales como el tráfico
de drogas ilícitas y sus delitos conexos, tráfico de precursores y de armas,
minería ilegal, secuestro y extorsión.

Esta debilidad estatal se percibe en la ilegitimidad del Estado en áreas controla-


das por los grupos armados organizados, en la ausencia de gobernabilidad por
la incapacidad del Estado para asumir el monopolio legítimo de las armas que
limita su capacidad de mediar y dirimir los conflictos sociales, en la ausencia
de un aparato eficaz de justicia, en la falta de infraestructura para integrar el
territorio y en una constante cultura de la economía ilegal. Estas deficiencias
permiten potenciar el financiamiento del crimen organizado trasnacional y su
convergencia con insurgencias y contrainsurgencias convirtiendo al fenómeno
del narcotráfico en la piedra angular del conflicto armado colombiano.

Es decir, el narcotráfico permite que se maximice la lógica pragmática de fi-


nanciamiento y control territorial que las organizaciones insurgentes y con-
trainsurgentes necesitan. En Colombia, el narcotráfico jugó o ha jugado, el
papel de articulador entre los dos extremos, que son tan distintos, tan lejanos,
pero que terminan tocándose y siendo muy parecidos (Parada, 2020).

Atentado al avión de Avianca


¿Cómo explicar la explosión de un avión comercial en pleno vuelo? Esa es la
pregunta alrededor de la cual 107 familias tuvimos que seguir los titulares
de prensa, que rápidamente se concentrarían sobre una sola hipótesis, la de
un atentado terrorista ordenado por “Los Extraditables”, en cabeza de Pablo
Escobar, con el que buscaban acabar con la vida del entonces candidato pre-
sidencial César Gaviria. Pero ¿por qué Pablo Escobar sabía que en el avión
viajaría el candidato?

119
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Para dar paso a la respuesta de esta pregunta, habría que comenzar por com-
prender dos aspectos importantes. El primero está relacionado con el contex-
to y con los hechos que motivaron el atentado al avión, y el segundo, con la
manera en que estaba estructurado el DAS y como operaba para entonces,
así como sus relaciones con el cartel de Medellín.

Era 1989, corría el periodo preelectoral y los candidatos a la presidencia co-


menzaban a ganar preferencias en la ciudadanía, entre ellos, Luis Carlos Ga-
lán, quien ya se perfilaba como virtual ganador de la contienda electoral. En
esta, primero se surtiría una etapa de consulta interna en el Partido Liberal
con otros precandidatos como Hernando Durán Dussán, Ernesto Samper Pi-
zano, Alberto Santofimio Botero, William Jaramillo Gómez y Jaime Castro
Castro, para que el elegido se midiera, posteriormente, con los candidatos de
los otros partidos como Álvaro Gómez Hurtado, Bernardo Jaramillo Ossa, Ro-
drigo Lloreda, Regina Betancourt, Claudia Rodríguez de Castellanos y otros
seis candidatos que aspiraban a llegar a la Presidencia de la República.

Para entonces, el narcoterrorismo ya había hecho su aparición y amenazaba


con no cesar sus actos de violencia a menos que el Gobierno Nacional prohi-
biera la extradición de colombianos, una lucha que reclamaban desde 1984,
cuando esta se reactivó tras el asesinato del ministro Rodrigo Lara Bonilla. Ante
la negativa del Gobierno Nacional y las inútiles maniobras jurídicas y políticas
de “Los Extraditables” para tumbar la extradición, se acrecentó la oleada de
violencia del narcoterrorismo. Al homicidio del precandidato Jaime Pardo Leal
se sumó el de otros tres candidatos presidenciales: Luis Carlos Galán, en 1989,
Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro, en 1990; un año en el que la activi-
dad política fue el blanco de los ataques por parte del cartel de Medellín.

120
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

En entrevista con el coronel Homero Rodríguez, este recordaría algunos de


los hechos más significativos del periodo comprendido entre 1989 y 1990,
durante el cual se presentaron las siguientes acciones terroristas contra algu-
nos candidatos y políticos:

3 de mayo de 1989: es asesinado José Antequera en el aeropuerto El Dorado.


18 de agosto de 1989: es asesinado Luis Carlos Galán en Soacha.
Marzo de 1990: se neutralizó un atentado contra César Gaviria a su regreso de
Estados Unidos en el aeropuerto El Dorado.
22 de marzo de 1990: es asesinado Bernardo Jaramillo Ossa en un atentado en
el Aeropuerto El Dorado.
Abril de 1990: se neutralizó una acción terrorista contra César Gaviria en Carta-
gena.
26 de abril de 1990: es asesinado Carlos Pizarro en un vuelo de Avianca, en la
ruta Bogotá–Barranquilla.
Mayo de 1990: mediante actividades de inteligencia de la División de Avanzadas
se neutralizó un atentado contra Antonio Navarro Wolf.

Tras la muerte de Galán, el candidato César Gaviria asumió las banderas del
Nuevo Liberalismo y con ellas, recayeron sobre él los principales riesgos a su
seguridad. Rafael Pardo Rueda, en su libro De primera mano. Colombia 1986-
1994 entre conflictos y esperanza (1996), asegura que para entonces “los
candidatos se movían acompañados por nubes de escoltas, compuestas por
miembros del DAS, el Ejército y la Policía”, situación que fue confirmada por
el coronel Homero Rodríguez (2019), quien para entonces se desempeñaba
como jefe de la División de Seguridad de Instalaciones y Avanzadas del DAS:

La escalada terrorista sin precedentes que afrontaba el país representada en


asesinatos, secuestros, extorsiones, amenazas, bombas, ejecutada por la de-
lincuencia común, delincuencia organizada, autodefensas ilegales de extrema
derecha y grupos subversivos obrando de manera independiente o concertada
llevó a que el director del DAS propusiera la reorganización de la institución, la
cual se plasmó en el Decreto 512 del marzo 30 de 1989 y se oficializó el 31 de
octubre del mismo año.

Al término de mi comisión en el Comando General, teniendo en cuenta mi expe-


riencia en el Ejército en la parte de Operaciones Especiales y docencia, se me en-
comendó la misión de organizar una División Antiterrorista que se llamó División
de Seguridad y Avanzadas, orgánica de la Dirección de Protección que reemplazó
a la División de Orden Público.

121
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Esta se conformó con capacidad para realizar operaciones de protección en todo


el territorio Nacional apoyando a las seccionales y demás fuerzas de seguridad
en el manejo de eventos y reuniones importantes, seguridad de VIP y dignatarios
colombianos y extranjeros y de igual forma apoyar a la División de Seguridad de
Personas encargada del primer anillo de seguridad o escolta de los protegidos. La
División de Avanzadas era el equivalente a las AFEAU (Agrupación de Fuerzas
Especiales Antiterroristas Urbanas) del Comando General de las Fuerzas Militares
o una Fuerza de Despliegue Rápido.

La instrucción y capacitación del personal y equipamiento se hizo con el apoyo de


los Gobiernos de Estados Unidos, Inglaterra, Canadá y Francia, su primera misión
internacional fue en la Cumbre antidrogas de Cartagena (1990) con la presencia
del presidente George W. Bush de los Estados Unidos y los presidentes de los paí-
ses bolivarianos, bajo el Control Operacional de la Fuerza Naval del Atlántico y en
apoyo a la Seccional Bolívar del DAS. La División se desplazó en un avión Hércu-
les C-130 de la FAC. El CGFM envió para el evento las AFEAU. (Rodríguez, 2019)

Según el coronel Homero Rodríguez, a cada candidato presidencial se le


asignaba un esquema de seguridad según el nivel de riesgo y amenaza de la
persona a proteger, así:

Durante la reorganización se recomendó que los protegidos del DAS tuvieran una
escolta similar de acuerdo con el cargo y nivel de amenaza, para los candidatos pre-
sidenciales se recomendó una escolta tipo “F”: tres conductores, 11 escoltas, tres mo-
tociclistas, tres vehículos, uno de ellos blindado para el personaje, tomando como guía
los protocolos de Escoltas Militares.

Además, se recomendó que cada candidato presidencial tuviera un oficial de en-


lace de la Policía Nacional para facilitar las coordinaciones y se sugirieron algunas
medidas de seguridad, entre otras, evitar las rutinas, adelantar sus avanzadas y
contra vigilancias, no viajar en vuelos comerciales para disminuir el nivel de riesgo
y exposición de los personajes, tomando como guía los Protocolos del Servicio
Secreto de los Estados Unidos, Los Marshals y la experiencia en Colombia.

Las escoltas de personajes de la UP y M-19 eran mixtas y contaban con unidades


de la Policía, DAS y personal del respectivo movimiento, para garantizar de una
manera más efectiva la seguridad de estos por autorización del Gobierno. (Rodrí-
guez, 2019)

En el caso del entonces candidato César Gaviria, en su esquema de seguridad


se surtían ciertos protocolos especiales como:

122
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Cuando el personaje (candidato) se desplazaba a otra ciudad, previamente viajaba


un personal para la avanzada y con el personaje viajaban los demás miembros del
esquema (primer anillo de seguridad) seleccionados de acuerdo con las circuns-
tancias y siguiendo los protocolos establecidos.

La escolta de los diferentes candidatos presidenciales era apoyada por la corres-


pondiente seccional del DAS en el sitio de destino, la Policía Nacional y Fuerzas
Militares.

En cuanto al candidato César Gaviria, cumpliendo el Plan Especial emitido por la


Dirección del DAS: por razón de la altísima situación de riesgo y amenaza, la Divi-
sión de Avanzadas bajo mi mando se desplazó en avión Hércules C-130 de la FAC
a la Ciudad de Bucaramanga, donde se realizaron las operaciones de protección
bajo el control operacional de la Quinta Brigada, y a Cartagena con control opera-
cional de la Fuerza Naval del Atlántico.

La División también participó en las operaciones protectivas con motivo de la con-


centración política realizada en Soacha, bajo control operacional de la BR13 y con
el apoyo de una compañía mecanizada de la Escuela de Infantería y el cierre de
campaña en Bogotá en el Coliseo Cubierto “El Campín”. (Rodríguez, 2019)

Es así como el candidato César Gaviria adelantaba una campaña de alto ries-
go y amenaza, por ser quien encarnaba los principios del candidato asesi-
nado, Luis Carlos Galán, lo que le representaría heredar a los enemigos en
cabeza de Pablo Escobar y el cartel de Medellín. De esta manera, Gaviria y
el general Miguel Alfredo Maza Márquez, se convertirían en los principales
blancos de los capos antioqueños.

Vale la pena anotar que previamente al atentado al avión de Avianca, el en-


tonces director del DAS ya se había convertido en objetivo de varios atenta-
dos fallidos por parte del cartel de Medellín. Según el propio general Miguel
Alfredo Maza Márquez, ejecutaron cinco atentados contra su vida:

Le voy a hacer un breve repaso de cinco situaciones que demostrarían que yo era
el enemigo número uno de Pablo Escobar. El primer atentado que le hicieron a mi
familia fue contra un hermano médico, en Santa Marta, cuya casa fue atacada a
tiros. El segundo fue a través de un libro que me enviaron al DAS. Los encargados
de explosivos detectaron que era una bomba, pero no tomaron las medidas y pe-
recieron. Si me estalla a mí vuela todo el noveno piso del DAS, conmigo también.
El tercero fue el ataque con el carro bomba en la calle 56 con carrera séptima en
Bogotá que dejó ocho muertos y del cual me salvé de milagro ese 30 de mayo. El
cuarto contra el edificio del DAS, que todo el mundo conoce, con más de 60 muer-

123
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

tos. El quinto hubiera sido el peor del mundo porque a las siete pasadas de la ma-
ñana colocaron un camión lleno de papel higiénico, casi enfrente de mi casa. Un
escolta observó la situación y alcanzó a ver una mecha que prendía; a esa misma
hora entraban centenares de niños al Liceo Francés. El vehículo estaba cargado
de explosivos. Se pudo abortar el atentado. Bueno, el hijo de Pablo Escobar en su
libro escribe que es imposible que el general Maza fuera amigo de su padre pues
este lo odiaba tanto hasta el punto de que estuvo buscando a la enfermera que lo
atendía, cuando estuvo enfermo, para envenenarlo. (Las 2 Orillas, 2017)

En su libro Mercaderes de la muerte, Edgar Torres Arias sostiene que durante la


tercera semana de julio de 1989, Pablo Escobar Gaviria, Gerardo “Kiko” Monca-
da, Albeiro Areiza, alias “el Campeón” y Gonzalo Rodríguez Gacha se reunieron
en la finca El Cedro, ubicada en el Magdalena Medio, entre los ríos El Oro y Co-
corná Sur del corregimiento El Prodigio, del municipio de San Luis de Antioquia,
donde se discutió el fallido atentado contra la vida del general Miguel Alfredo
Maza Márquez que tuvo lugar en la ciudad de Bogotá el 30 de mayo de ese mis-
mo año. Allí Gacha explicó las razones por las cuales habría fallado el atentado,
atribuyendo el poco uso de dinamita (140 kg), así como también se discutió una
nueva estrategia para realizar un nuevo atentado contra la vida del general en su
oficina en el DAS. Al finalizar aquella reunión, Escobar le preguntó al “Arete” si
se le medía a la vuelta del DAS. Así le designaron la responsabilidad de coordinar
el atentado a Carlos Mario Alzate, alias “El Arete”, en el que utilizarían diez tone-
ladas de dinamita, para lo cual se puso en contacto con uno de sus hombres de
mayor confianza, Darío Usma Cano, alias “Memín”, quien a su vez contactaría a
Germán Darío Posada, alias “Carro Chocao”, Eugenio León García, alias “El Ta-
xista”, Gonzalo Marín, alias “Chalito” y Guillermo Alonso Gómez Hincapié, para
llevar a cabo este atentado terrorista (Torres, 1995, pp. 201-206).

Figura 2.8. Corregimiento El Prodigio. Fuente: Google Maps.

124
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Para la primera semana de noviembre, los capos volvieron a convocar una


segunda reunión en Puerto Triunfo, a la que asistieron Pablo Escobar Gavi-
ria, Gerardo “Kiko” Moncada, Albeiro Areiza, alias “El Campeón” y Gonzalo
Rodríguez Gacha, con el fin de revisar los avances de la planeación del aten-
tado contra el DAS. En aquella reunión, “El Arete” les presentó los avances
del atentado al edificio del DAS y dio parte de haber logrado reunir nueve de
las diez toneladas que se utilizarían, las cuales estaban en una bodega en la
Calle 2A Sur No. 19-63, en el sector de San Antonio de la ciudad de Bogotá.
Adicionalmente, durante la reunión todos manifestaron su preocupación so-
bre la posibilidad de que César Gaviria ganara las elecciones, lo cual los llevó
a tomar la decisión de acabar con la vida del entonces candidato liberal, y que
para ello la forma más efectiva era poniéndole una bomba en un avión (Torres,
1995, p. 253).

Figura 2.9. Magdalena Medio, municipios de Puerto Triunfo y Puerto Boyacá


Fuente: Google Maps

Según el periodista Juan Carlos Giraldo, quien asegura en el libro De Ras-


guño y otros secretos del bajo mundo (2007), los delincuentes al servicio de
Pablo Escobar Gaviria habrían recogido información de inteligencia que les
permitía concluir qué vuelo sería abordado por el principal objetivo militar del
cartel de Medellín, César Gaviria. En la declaración realizada el 2 de julio de
1993 ante la Fiscalía, “El Arete” afirmó que Darío Usma Cano había llegado
con información muy valiosa sobre los movimientos del candidato César Ga-
viria, por lo cual esa noche en Puerto Triunfo, a puerta cerrada, Pablo Escobar
Gaviria, “El Arete” y “Memín” ultimaron los detalles del atentado.

125
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Esta información motivó a Pablo Escobar a recurrir a su forma de incentivar la


comisión de un atentado. Según Carlos Castaño, Escobar hacía la propuesta
a las personas que estaban en capacidad de ejecutarlo y les ofrecía una re-
compensa (Aranguren, 2001, p. 134), que para este caso fue de un millón de
dólares para quienes realizaran el atentado contra el avión de Avianca, y así
acabar con la vida del candidato Gaviria. La tarea fue asumida por dos de sus
hombres de confianza: “El Arete”, quien había sido entrenado junto a Jhon
Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye” y otros sicarios; José Ignacio Za-
bala, Luis Fernando Zabala Acosta, alias “Cuco Zabala”, familiar de “Pinina”,
y uno de los seis lugartenientes del Cartel de Medellín entrenados por Miguel
o “M&M”, el experto en explosivos de la ETA (Euskadi Ta Askatasuna).

El cartel de Medellín conservaba una estructura jerarquizada dentro de la cual


se visibilizaban tres tendencias a su interior, descritas por el testigo identifica-
do como “El Testigo No. 45” dentro del proceso del crimen de Bernardo Jara-
millo Ossa. Según él, a pesar de la afinidad del jefe del cartel de Medellín por
los movimientos de izquierda, prevalecía una alianza narco-anticomunista:

La de Fidel Castaño, que combatía a la guerrilla por convicción; la de Rodríguez


Gacha, que también combatía a la guerrilla por las mismas razones, pero comba-
tía directamente, tenía su propio ejército paramilitar; en cambio las acciones de
Fidel eran concebidas como un trabajo mucho más amplio a nivel de inteligencia,
no era importante matar a un guerrillero, lo importante era matar al jefe, a lo que
producía los guerrilleros. La tercera tendencia era la de Escobar, que era más cer-
cana a la izquierda, buscaba de aliada a la guerrilla, asemejarse a ella para que le
dieran un tratamiento especial como a ella le habían dado con las negociaciones
de paz. (Ronderos, 2019, pp. 193-194)

El “Testigo No. 45” aseguraba que “las tres tendencias buscaban desestabi-
lizar, mostrar poder, intimidar al Gobierno, hacer que el Gobierno tuviese que
negociar con una fuerza que merecía temor” (Ronderos, 2019, p. 194) y que
cualquiera de “Los Extraditables” que deseara llevar a cabo un ataque dentro
de su tendencia, buscaba el apoyo de uno o dos más, pero:

El método de matar, dijo 45, era siempre el “patentado por Fidel”, aunque las in-
tenciones y planeación correspondieran a otro jefe. Ese método incluía a Carlos,
su hermano menor, como “coordinador ejecutivo”, orquestador de todos los gol-
pes. “Carlitos, el hermano de Fidel, era el ejecutor práctico de los actos, no nece-
sariamente el que disparaba… Pero el que coordinaba con la persona del DAS o
con los escoltas del lugar el modo y momento de la acción”. (pp. 193-194)

126
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

De esta manera, Darío Usma Cano, alias “Memín”, siguiendo las órdenes de
“El Arete”, se había dedicado a la verificación de itinerarios de vuelo, correrías
y manifestaciones públicas de César Gaviria, para lo cual no solamente visi-
tó la sede del candidato en Bogotá, sino que viajó el 2 de noviembre a la de
Cali, ciudad en la cual consideraba que Gaviria sería más vulnerable al contar
con menos protección (Torres, 1995, pp. 268-269). Ante la orden de volar el
avión, “Memín” le sugirió al “Arete”:

Si los agentes del cartel en el aeropuerto El Dorado, en Bogotá, permitían el paso de


la dinamita y los contactos del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS)
confirmaban efectivamente el viaje del candidato, el atentado debía operarse desde
la capital del país. (Torres, 1995, p. 269)

A pesar de que para entonces el DAS “solo tenía funciones de migración en


vuelos internacionales, no tenía nada que ver con el tráfico nacional” (Coronel
Homero Rodríguez, 2019), la relación entre Carlos Castaño y Alberto Romero,
además de cercana, fue determinante para la comisión de crímenes como el
de Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro y Bernardo Jaramillo Ossa, en donde el
Ministerio Público evidenció un modus operandi similar, en el cual “se con-
figuró la unión de narcotraficantes con agentes de las fuerzas de seguridad
del Estado” (El Tiempo, 2011), de esta manera, el DAS podía suministrar la
información de los vuelos en los que se desplazaría el esquema de seguridad
de Gaviria, ya que el nombre del candidato nunca aparecía en los listados de
pasajeros por seguridad.

A partir de este balance, “El Arete” comenzó a coordinar los aspectos relacio-
nados con el diseño y fabricación de la bomba:

Adquirió en un almacén de la ciudad un maletín tipo ejecutivo en nylon negro con


una sutil vena roja. Después se dirigió hacia la bodega en El Poblado. Accedió a
ella por la entrada conectada con el barrio Colombia, en la última calle de la zona
industrial, junto a helados Mimo’s. Tenía permitido el ingreso a cualquier hora des-
de que “Lucho” (“El Taxista”) había instalado en calidad de vigía a Martín Ignacio
Giraldo Patiño, “El Enano”, hermano de “Orejitas”.

Luego se dirigió a la poceta, haló el cordón de acero y vio abrirse la media puerta
de concreto y baldosa que ocultaba la dinamita obtenida por “Carro Chocao” con
los proveedores ecuatorianos.

Retiró cinco kilos de dinamita amoniacal y salió rumbo al apartamento. Una vez
dentro, colocó el maletín sobre la mesa del comedor y alistó cuanto requería: el
estopín, cuatro cables eléctricos y una batería de larga duración.

127
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

“El Arete” abrió el maletín, levantó la tapa de nylon negro que ocultaba un com-
partimiento secreto en el fondo del maletín y empezó a amasar y a colocar la
dinamita. Se detuvo cuando terminó de formar una película que ocupaba casi la
cuarta parte del maletín de 40 centímetros de alto por 60 de ancho.

Después colocó nuevamente la tapa del fondo del maletín, instaló sobre ella la ba-
tería de quince centímetros de largo por cinco de ancho y dispuso los dos cables,
uno conectado al polo de carga positivo y el otro al negativo. Entonces utilizó el
interruptor y un bombillo para verificar el sistema. Más tarde, comprobó el estado
del estopín y terminó de diseñar el sistema completo.

Tomó los cables que salían de la batería y los conectó al estopín. Luego atornilló
estas dos extensiones y con extrema habilidad las pegó, en sentidos opuestos,
a las paredes laterales del maletín. Finalmente se aseguró de que ambas partes
culminaban exactamente en el centro y que conectaban sin dificultad en las patas
del interruptor. Solo dejó instalado uno de los cables y después entregó el maletín
a “Memín”. (Torres, 1995, pp. 270-271)

Figura 2.10. Ubicación de la bodega de donde salieron los explosivos para la bomba del avión
Fuente: Google Maps

El atentado al avión de Avianca requería de un “Suizo” que se subiera al avión


y activara el detonador de la bomba, y sobre todo de un alto nivel de coordi-
nación que garantizara que el atentado no se frustrara. Según varios testimo-
nios, Carlos Castaño en este atentado:

[…] fue quien coordinó a los responsables, siempre en combinación con su contacto
de alto nivel en el DAS del que habló el “Testigo No. 45”. Hoy, por las confesiones de

128
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

los desmovilizados, se sabe que el contacto era el director de inteligencia del DAS,
Alberto Romero. (Ronderos, 2019, p. 195)

Carlos Castaño era el encargado de manipular a algunos funcionarios del DAS y


entrenar a los sicarios conocidos como “Suizos”, que “no eran sicarios normales.
Su preparación era diferente, sus trabajos eran clasificados, tenían que ser jóve-
nes y solo un grupo selecto de la organización sabía de su existencia. Actuaban
solos y eran los mejor remunerados” (El Tiempo, 2001), quienes eran engañados
durante la etapa del entrenamiento. Según afirmó Carlos Mario Alzate Urquijo,
alias “El Arete”, en un testimonio rendido ante la Fiscalía en julio de 1993:

Esa facilidad para cometer estos actos era en complicidad con los escoltas del
DAS, ya que él se los presentaba al “Suizo” antes de cometerse el acto y le decía
que después de que hiciera el trabajo estos señores lo sacarían y lo protegerían.
Luego de que él cometía el crimen los escoltas actuaban inmediatamente dándo-
le de baja y así quedaba todo en la impunidad. (El Tiempo, 2018)

De acuerdo con Torres (1955) en el libro Mercaderes de la muerte, el reclutamien-


to y posterior entrenamiento del “Suizo”, estaría a cargo de “Carlitos” y “Memín”:

El entrenamiento de “El Suizo” se prolongó por varias semanas. Se trataba


de un adolescente que, sin que él lo supiera, había sido elegido por el cartel
para detonar la bomba en el vuelo en que viajaría el candidato a la presiden-
cia César Gaviria. Según explicó “Carlitos” a “Memín”, primero le canceló al
“Suizo” 50 mil pesos por cada encomienda y después, progresivamente, au-
mentó la suma, cuidando, eso sí, de que jamás rebasara los 100 mil pesos17.
Luego se encargó de conseguirle ropas de marca y zapatos elegantes, des-
pués lo “encaletó” definitivamente […] Contactos como “Memín” y “Carlitos”
se habían hecho verdaderos profesionales en ello. Escogían a sus víctimas
entre adolescentes tímidos, sin empleo o estudio, de los cientos que pulula-
ban en las comunas de invasión en Medellín.

Los ponían primero a trasladar simples encomiendas: -Mirá, llevá esta caja hasta
la Loma del Chocho y las dejás ahí, pero que no se te vaya a ocurrir abrirla.

Luego, directamente, terroristas como “Carlitos” o “Memín” volvían a recoger cada


paquete y verificaban que efectivamente no hubiese sido abierto. Lo establecían
a través de contraseñas secretas que se hubiesen roto ante el menor intento de
descubrir lo que había dentro de la encomienda. Repetían ese procedimiento una y
otra vez hasta estar seguros de poder confiar en “El Suizo” y, finalmente, los fami-
liarizaban con una encomienda semejante a aquella que habría de resultar mortal.

17. El Decreto 1662 de 1988 fijó el salario mínimo legal diario en $1.085,32, lo cual representaba al mes $32.560.

129
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

En el caso del maletín destinado a dinamitar el avión de la primera aerolínea na-


cional, Avianca, el contacto de “Memín” hasta había llegado a enseñarle al “Sui-
zo” una valija exacta. (pp. 283-284)

La relación o cercanía entre Carlos Castaño y “Memín” fue cercana en la me-


dida en que Castaño asegura que “ellos (“Memín” y “El Chopo”) se ufanaban
y contaban abiertamente los detalles del atentado a la gente de confianza,
entre los que, supuestamente, me encontraba yo” (Aranguren, 2001, p. 129).

De esta manera, llegó el sábado 25 de noviembre, previo al atentado contra


el avión de Avianca. Ese día, Darío Usma Cano, alias “Memín” recogió a “El
Suizo” en el lugar que le indicó “Carlitos” y transportó hasta Bogotá la bomba
que había sido armada por “El Arete”, en el interior de un Renault 9 (Torres,
1995, p. 285). Una vez en Bogotá, “Memín” se acercó el domingo 26 de no-
viembre al Puente Aéreo de Bogotá para comprar dos tiquetes para el vuelo
203 de Avianca del lunes 27 de noviembre, que tendría como destino la ciu-
dad de Cali. Estos tiquetes se adquirieron a nombre de Julio Santo Domingo
(tiquete No. 134 3104125081) y Alberto Prieto (tiquete No. 134 3104125080)
para ocupar específicamente las sillas 15F y 15E.

Un atentado al interior de un avión comercial era sin duda un golpe de au-


toridad para el Cartel de Medellín en medio de la guerra que había desatado
contra el Estado colombiano, por ello no sorprende que hayan escogido dos
nombres que pudieran representar el golpe que se daría con este atentado:
Julio Santo Domingo y Alberto Prieto, quienes para entonces, el primero era

130
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

el dueño de la compañía aérea, y el segundo evocaba al nombre del primer


jefe de Pablo Escobar Gaviria, un contrabandista de Medellín, quien lo condu-
jo al mundo criminal y a quien el capo del Cartel de Medellín siempre recono-
ció como “su único patrón” (Petrit Baquero, 2019).

En una entrevista realizada por Germán Castro Caycedo a Pablo Escobar en


1987, y que fue publicada en la revista Cromos el 7 de noviembre de 1994 y
reproducida por el diario El Espectador el 23 de junio de 2011, el entonces jefe
del Cartel de Medellín se refiere a “don Alberto” como “otro contrabandista,
al que yo considero fue mi maestro, porque era un guerrero y porque era in-
teligente y habilidoso” (Castro, 1996, p. 285), y a quien Sebastián Marroquín
recuerda haber conocido algún día en la Hacienda Nápoles, y a quien su papá
se lo presentó como alguien a quien le tenía mucho afecto.

Según Torres, una vez “Memín” tuvo en su poder los dos tiquetes, regresó a la
bodega en donde se encontraba “El Suizo” y le entregó el tiquete a nombre de
Alberto Prieto, mientras que él conservo el de Julio Santo Domingo. Aquel fin
de semana sería recordado por la funcionaria de Avianca que atendió a Prieto
y Santo Domingo, cuyo testimonio fue reconstruido por El Tiempo (1989) el
6 de diciembre:

Una funcionaria de la empresa Aerolíneas de Colombia (Avianca) se encontraba


detrás de una pantalla escribiendo los nombres de los futuros pasajeros del vuelo
HK-1803. Lo que nunca se imaginó la empleada de Avianca, es que 16 horas des-
pués de vender los tiquetes aéreos rumbo a Cali, el Boeing 727 estallaría en el aire
dejando 111 personas muertas.

A partir de ese momento, la funcionaria de tráfico aéreo de la compañía colombia-


na recordaría el día anterior. Eran las tres de la tarde. Recuerda que se encontraba
sola en el espacio destinado para las pantallas que reciben los nombres de quie-
nes hacen una reservación del vuelo. “Ese día, dos compañeros que tenían turno
conmigo no llegaron a trabajar. Por esa razón me encontraba sola atendiendo las
reservas”, recuerda la funcionaria de Avianca que, por razones de seguridad, no
quiso revelar su nombre.

Entre la multitud de pasajeros que estaban en el Puente Aéreo, dos hombres jóve-
nes, con apariencia diferente de los demás pasajeros, le causó un poco de curiosi-
dad a la operaria de la pantalla del computador. Pero la funcionaria se sorprendió
cuando Alberto Prieto, quien extendió su brazo para pagar el tiquete mencionó el
nombre de su acompañante: Julio Santo Domingo. Al escuchar ese nombre, la ti-
queteadora levantó la mirada por un corto instante de la pantalla para conocer al

131
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

dueño de la empresa en la que labora desde hace varios años: Julio Mario Santo
Domingo.

Sin embargo, recuerda superficialmente, se encontró con el rostro de un hombre


joven, vestido informalmente y de mediana estatura quien al día siguiente cuando
se presentó al counter para reclamar su pasabordo no reportó equipaje. Lo único
que recuerda la operaria es que Prieto insistió en que les otorgara puestos conti-
guos: 15E y 15F.

Al día siguiente, después de la explosión, los datos falsos impidieron localizar


al supuesto Julio Santo Domingo que decidió no viajar minutos antes de que el
avión encendiera los motores. Era al parecer el terrorista que colocó la bomba. (El
Tiempo, 1989, p. 8A)

Es así como el lunes 27 de noviembre, ambos se dirigieron al aeropuerto, con-


firmaron sus sillas e ingresaron al avión. Una vez se encontraban a bordo, Darío
Usma Cano, alias “Memín” salió del avión asegurando que había olvidado algo
muy importante, y encomendó a “El Suizo” realizar la grabación en el maletín.
A pesar de esto, con lo que no contaban los hombres del Cartel de Medellín,
es que ni el candidato César Gaviria, ni los hombres de su esquema de segu-
ridad viajarían en ese vuelo. Por un lado, el candidato había optado por viajar
en vuelos privados, pero su esquema de avanzada sí debía viajar en vuelos
comerciales, y por el otro, según el coronel Homero Rodríguez, “cada sema-
na, según el protocolo, se hacía una reunión para analizar los eventos progra-
mados para la siguiente semana, se verificaba información actualizada sobre
el área y el nivel de riesgo y se daban las recomendaciones o sugerencias del
caso”, por lo cual, para el vuelo que se tenía preparado para desplazarse a la
ciudad de Cali, se adoptaron algunas medidas preventivas:

De acuerdo con la agenda de la campaña de César Gaviria, el candidato iba a


viajar a Cali en avión comercial, en su oportunidad en reunión de coordinación se
recordó la conveniencia de viajar en vuelos chárter para disminuir las vulnerabi-
lidades. Esto fue aceptado y por eso se salvó del atentado contra el vuelo 203.
Parte de la escolta debía viajar con él de acuerdo con los protocolos de seguridad.

Como el candidato no viajó en vuelo comercial, la escolta tampoco lo hizo pues


es el anillo inmediato de protección y debe acompañar al personaje. (Rodríguez,
2019)

De igual manera, Shaun Attwood (2019), autor de una serie de libros sobre
Pablo Escobar y el Cartel de Cali, y quien nos compartió el contenido del ca-
pítulo 20 “Avianca Airlines Flight 203” de su libro Pablo Escobar’s Story 2:

132
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Narcos at War para la elaboración del presente informe, incluye una trans-
cripción de una entrevista al entonces candidato César Gaviria, en la cual tie-
ne lugar la siguiente conversación:

Después de que se supo que Gaviria debería haber estado en el avión, la gente
comenzó a sospechar que el accidente no fue un accidente.

—Gaviria, ¿cómo se encuentra?, preguntó un locutor de radio.


—Afortunadamente, estoy bien, pero lo que sucedió fue terrible.
—Señor, nos han informado que estaba en ese avión
—No. Hace unos días dejé de usar aviones comerciales. Viajaba, pero en una
avioneta.
—¿Por qué cambió sus planes de viaje? ¿Fue amenazado? ¿Sabía?
—No. La verdad es que cada vez que me subía a un avión, la gente se
salía. Por eso decidí dejar de viajar en aviones comerciales. Logramos
encontrar una avioneta, pero lo que sucedió es muy grave.

Así mismo, en el documental Countdown to death (2017) de Netflix, Miguel


Silva, quien se desempeñó como secretario general del presidente César Ga-
viria, asegura que:

La campaña fue horrible porque de entrada quien reemplazaba a Galán, si conser-


vaba su posición frente al narcotráfico, que Gaviria la conservó, era el principal ene-
migo de Escobar y de lo que se llamó en ese momento Los Extraditables […] Volaron
un avión de Avianca donde iba gente de la campaña, nosotros teníamos una gira
en Cali y cancelaron unos actos de la mañana y el jefe de giras tomó la decisión de
cambiar los tiquetes de la gente para un vuelo más tarde, y el vuelo de las siete lo
voló Escobar.

Sin la presencia de César Gaviria en el vuelo, pero con “El Suizo” a bordo, el
joven Alberto Prieto instruido en acatar órdenes, la suerte de las 107 personas
que viajarían a Cali estaba echada y el avión a punto de despegar. Esta situa-
ción fue confirmada por Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, quien
aseguró en una entrevista que:

¿El avión de Avianca? Ese atentado fue muy fácil. Cuando el hijo de Galán le entre-
ga las banderas del nuevo liberalismo a César Gaviria, Pablo empieza a planear su
muerte y mueve toda la maquinaria de inteligencia. Así se entera de que Gaviria va
a viajar en ese vuelo de Avianca ¿Cómo se salva? Por el coronel Homero Rodríguez,
que después fue director de la cárcel de La Catedral, quien le dijo que no viajara. (El
Tiempo, 2009)

133
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Y es en este contexto con el que iniciarían los últimos minutos de la historia


del atentado al avión de Avianca:
—Azafata: Capitán, espere, perdón, estamos esperando un pasajero más, que se
atendió, pero no abordó… supuestamente el equipaje es una caja.
—Capitán: Pero no los veo bajando las maletas.

Esa sería la última conversación registrada en la caja negra, de quienes ha-


brían podido advertir el fatídico desenlace, pero que muy seguramente no
presentían, ni les cabría en la cabeza que dentro del avión se encontraba sen-
tado el pasajero que detonaría el artefacto explosivo sin saberlo y que iba en
compañía de aquel que “se atendió, pero no abordó”.

Aquel día, Diego Bermúdez, auxiliar del vuelo de Avianca, se encontraba


como reserva 1, es decir, como tripulante asignado en el Puente Aéreo en caso
de que tocara reemplazar a algún tripulante que no llegara. Esa mañana Die-
go se salvó de viajar en el vuelo, pues ese lunes 27 de noviembre de 1989,
llegó temprano y una de las tripulantes no apareció a la hora indicada, por lo
que fue asignado al vuelo 203 de Avianca, hasta unos minutos antes de des-
pegar, cuando llegó Rita Galvis. Diego describe ese día como una mezcla de
sentimientos, pues recuerda la alegría que le dio saber que compartiría vuelo
con su compañera de trabajo Astrid Gómez, también tripulante de Avianca,
con quien alcanzó a compartir dentro del avión mientras revisaban que se hu-
bieran cumplido todos los protocolos, pero que tuvo que desembarcar cuando
Rita llegó, para abordar otro vuelo.

A Diego se le consultó sobre el significado de lo registrado por la caja negra,


cuando una de las azafatas le dice al capitán “estamos esperando un pasaje-
ro más, que se atendió, pero no abordó”.

Para nosotros, los de la aerolínea, es que el tipo embarcó y se bajó. Sí, porque
si estaba contado el pasabordo, se bajó. Realmente yo tengo la convicción que
el tipo se subió y desembarcó del avión […] con alguna disculpa. Eso pasaba en
algunas oportunidades, pero no había como la cultura preventiva a pesar de que
sabíamos que nos iba a pasar algo porque se presentía y los sistemas de seguri-
dad eran muy pobres. Yo no tengo la menor duda que el tipo embarcó y se bajó.
(Entrevista a Diego Bermúdez, 2019)

De esta manera, la carga explosiva fue activada al interior del avión comercial de
la aerolínea Avianca, pocos minutos después de que la aeronave hubiese despe-
gado de la capital. Se trataba del vuelo que cubriría la ruta Bogotá-Cali, con 107

134
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

personas en su interior. El avión Boeing 727 de matrícula HK-1803, vuelo 203,


había partido del aeropuerto El Dorado a las 7:11 am, pero cinco minutos después
de iniciado el despegue y a 10.000 pies de altura, ocurrió el siniestro sobre la zona
rural del municipio de Soacha, en el lugar denominado Hacienda Canoas.

Aquella mañana, mientras que el periodista Yamit Amad realizaba su progra-


ma en Caracol radio, recibió una llamada de una habitante de Soacha, con
quien se da la siguiente conversación:

—Testigo: Mire, Yamid, yo estaba jugando basquetbol, cuando vi una estela de


humo, sí, y luego vi que el avión se incendió y cayó hacia la altura de Cazucá.
—Yamid Amat: ¿Usted dónde está?
—T.: Yo estoy en este momento en Villa del Río.
—Y. A.: ¿Y observó un avión que explotó en el aire?
—T.: No, vi una estela de humo, luego dejó una estela de llama, se fue hacia Cazu-
cá. No sé más porque estoy bastante lejos.
— Y. A.: ¿Pero el avión cayó?
—T.: Sí, el avión cayó.
—Y. A.: ¿Es un avión grande?
—T.: No sé porque yo no lo vi pasar.

En seguida, Yamit Amad se pone en comunicación con la torre de control del


aeropuerto El Dorado:

—Yamid Amat: ¿Ustedes qué información tienen?


—Operador: Sí, buenos días. Mire nos acaban de llamar que al parecer cayó un
avión en Soacha, pero no tenemos ninguna información y ninguna aeronave es-
taba volando en esa zona.
—Y. A.: Es decir, ustedes tienen como nosotros la información de testigos.
—O.: Exactamente, nos acaban de llamar por teléfono, pero no tenemos hasta
el momento ninguna aeronave que nos haya, que no haya hecho contacto con
nosotros.
—Y. A.: ¿Y ustedes qué hacen ahora luego de la denuncia que hacen los testigos?
—O.: Vamos a tomar las medidas del caso, estamos coordinando con seguridad
de la Aeronáutica Civil para proceder a la zona y con alguna aeronave que salga
a sobrevolar la zona a ver.
—Y. A.: La información que recibieron señala que el avión se accidentó o estrelló.
¿En qué lugar? ¿En dónde?
—O.: No, nos llamaron de la Cruz Roja precisamente que un avión se había caído
en Soacha, pero no tenemos mayor información.
—Y. A.: ¿En Soacha?
—O.: Exactamente, en la zona de Soacha.

135
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

A esta llamada le siguieron las de otros testigos, incluso la de un testigo que


aseguró haber estado utilizando unos binoculares con los que pudo ver que
era un avión de Avianca. Tras esta llamada el programa de radio vuelve a co-
municarse con la torre de control:

— Yamid Amat: Señor, la información que tienen ustedes.


—O.: Aló, sí mire. Ya en este momento salió una aeronave a sobrevolar la zona y
estamos esperando la confirmación a ver si nos pueden dar alguna información
ya más concreta al respecto.
—Y. A.: ¿Ustedes descartan que sea un avión comercial?
—O.: Eh, de las aeronaves que despegaron de aquí de El Dorado, todas nos notifi-
caron vuelo normal, el último avión que despegó fue un Fuerza Aérea con destino
al norte y el avión va en vuelo normal.
—Y. A.: Es decir, ustedes ya chequearon que todos los aviones que partieron esta
mañana de Bogotá, o que venían hacia Bogotá, están en pleno vuelo normal.
—O.: Exactamente, hacia Bogotá no, no venía ninguna aeronave.
—Y. A.: ¿Y los que partieron fueron ya chequeados?
—O.: Exactamente, la mayoría ya fueron chequeados y todos están en vuelo.
—Y. A.: ¿Incluyendo el vuelo FAC?
—O.: Exactamente, sí señor.
—Y. A.: ¿Entonces cuál pudo ser el aparato accidentado?
—O.: Desconocemos realmente qué aeronave pudo ser, por eso digo que salió un
avión a sobrevolar la zona a ver si nos puede dar alguna información al respecto.

Al finalizar la llamada, Yamit Amad menciona que el programa ha estado en


contacto con la División de Policía de Bogotá, que a su vez se encontraba en
contacto con la División de la Policía de Soacha, y estos aseguraban que era
una avioneta tipo Cessna que se incendió en el aire. Con el paso del tiempo, y
con las llamadas de los testigos, se establecía que el avión había caído en la
zona de la Hacienda Canoas, y que correspondía a un avión de Avianca que
había explotado en el aire.

Tras una nueva comunicación con la torre de control, se comienza a especular


que muy posiblemente la aeronave accidentada era la HK-1803 de Avianca
que había partido a las 07:13 con destino a Cali.

—Yamid Amat: A ver, señor.


—Supervisor: Sí don Yamid, creemos que el avión sea muy posiblemente un 727
de Avianca, no hay confirmación al respecto, estamos haciendo las averiguaciones.
—Y. A.: ¿Quién habla?
—S.: El supervisor de turno.
—Y. A.: ¿Tiene la información que puede tratarse de un avión grande de la compa-
ñía Avianca, ustedes por qué tienen esa creencia?

136
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

—S.: Haciendo las averiguaciones, el avión salió de Bogotá para Cali y no ha he-
cho contacto hasta el momento con Cali ni con el centro de control en Bogotá.
—Y. A.: Es decir, ustedes han tratado de buscar comunicación con el avión. ¿Qué
avión es? HK…
—S.: Creemos que es el 1803.
—Y. A.: 1803 de la compañía Avianca que partió de Bogotá con destino a Cali.
—S.: Exactamente.
—Y. A.: ¿A qué horas?
—S.: Despegó a las 07:13.
—Y. A.: ¿Y es normal que ustedes traten de obtener comunicación con un avión a
esta hora estando 30 minutos en vuelo y no lo logren?
—S.: Pues precisamente cuando no hay comunicación con la aeronave y se lla-
ma para tener los reportes del caso, pues se comienzan a tomar las medidas del
caso y hasta el momento con Cali no ha hecho ningún contacto.
—Y. A.: ¿Y no responde con Bogotá?
—S.: No señor.
—Y. A.: Pero ¿no podría afirmarse que es ni que no es?
—S.: Hasta que no haya la verificación no podemos decir si es exactamente ese
avión.
—Y. A.: ¿Y ustedes tienen alguna otra información de otra nave que haya partido
de Bogotá y no tenga comunicación con El Dorado?
—S.: No, es la única aeronave hasta el momento.
—Y. A.: ¿Cuántas personas viajaban a bordo?
—S.: No sabría decirle, la compañera que tiene la lista, pero no sabría decirle
cuantas personas están a bordo.

Con el paso de los minutos, el programa radial confirma que un avión de la


Fuerza Aérea, tipo Cessna, que seguía el mismo curso, alcanzó a observar
las dos explosiones en el aire y ratificaba que el avión era el HK-1803. Así
mismo el capitán Vásquez de la Policía Nacional confirmó que el avión era un
Boeing 727, con seis tripulantes y 101 pasajeros que se dirigía a Cali. Durante
el programa los periodistas de Caracol procedieron a la lectura del listado de
tripulantes y pasajeros, con la cual realizaron el trabajo de verificar que cada
una de las personas que aparecían en la lista, efectivamente habían abordado
el vuelo. Solo un pasajero no pudo confirmarse: Alberto Prieto.

Durante el programa de Yamit Amad en Caracol, Ricardo Mora de Medicina


Legal hizo un llamado de urgencia pidiendo la colaboración de los familia-
res de las víctimas, para que trataran conseguir de los odontólogos tratantes
la carta dental de sus familiares, para que ayudara a la identificación de las
víctimas del atentado, lo cual dimensionaba la magnitud de la tragedia vivida
durante esa mañana, sin embargo esta era una práctica que hasta ahora in-

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Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

cursionaba en el país, y la mayoría de los casos de identificación se hacía a


través de la dactiloscopia y la identificación visual del cuerpo. El doctor Pedro
Emilio Morales (2020) recuerda que para entonces:

Medicina Legal tenía muy poquitos funcionarios. En Colombia, digamos, tenía 340
funcionarios. En Bogotá 170 entre todos. Y en patología éramos como ocho perso-
nas, cuatro trabajaban en el día y cuatro trabajábamos por la noche, y teníamos
una gran cantidad de casos por día. Entonces, se entendía un evento en que haya
20 personas, pues un patólogo no puede solucionar, porque era muy expedito, el
trabajo muy rápido. En esa época, escribíamos los protocolos a mano, había unas
transcriptoras que nos ayudaban, había un fotógrafo, no había equipos de rayos
X en la morgue, no había ayudas de genética. Existía toxicología, que siempre ha
existido, histología, existía una oficina de identificación, que básicamente era de
dactiloscopia. Es decir, podías trabajar con dactiloscopia, ¡y no más! No existía el
departamento de antropología. (Morales, 2020)

“Fueron los expertos de la Aeronáutica Civil quienes dieron el primer paso ha-
cia la verdad, al confirmar que una explosión generada por un artefacto ajeno
al aparato causó el accidente del avión HK-1803” (González, 2010, p. 78). Se
estimó que se produjo una segunda explosión luego de la primera detonación,
ya que los tanques de combustible estaban llenos, desintegrando el avión
y precipitándolo bruscamente hacia el suelo. Los testigos oculares en tierra
también dieron cuenta de dos explosiones en el aire, tal como ha documenta-
do la investigación con base en los restos del aparato18.

La magnitud de la tragedia rápidamente entró en conocimiento de las au-


toridades y del público en general al divulgarse los primeros testimonios de
los habitantes de Soacha, que advertían de la caída de un avión de Avianca.
Según el coronel Homero Rodríguez:

Cuando se tuvo conocimiento del posible atentado terrorista el 27 de noviembre


de 1989, el DAS envió inmediatamente un personal de la Unidad de Antiexplosi-
vos de la División de Avanzadas y de Policía Judicial al sitio de los hechos para
apoyar el manejo de la escena, y se tomó contacto con las autoridades responsa-
bles del manejo de la situación causada por el incidente de conformidad con los
protocolos existentes.

La Aerocivil conformó un comité para la investigación del incidente donde bajo


su dirección participaron especialistas de la fábrica del avión, Alemania, Estados

18. “Hay una evidencia inconfundible de un artefacto explosivo en la cabina de pasajeros, cerca del área del piso a la altura de la silla
15-F” (González, 2010 p. 77). Las investigaciones posteriores, que implicaron un análisis de los restos del avión, demostraron que se
trató de un artefacto introducido por un pasajero a la aeronave. Los fragmentos del fuselaje revelaron que la carga explosiva estuvo
alojada cerca al asiento 15 F.

138
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Unidos, Embajada de USA en Colombia, Avianca, Policía Nacional y DAS (Divi-


sión Seguridad y Avanzadas).

En la investigación de post explosión se presentó a la comisión la hipótesis del


atentado con explosivos debido a que testigos manifestaron haber escuchado
“dos explosiones”, el avión no impactó, sino que se desintegró en el aire y el aná-
lisis de los cuerpos de las víctimas recuperadas en el área cercana a Soacha y
estudio de la evidencia recolectada.

Dentro del manejo de la evidencia de la Investigación de Post Blast se encontra-


ron algunos residuos de material que no pudieron ser analizados en Colombia,
se solicitó la colaboración del FBI y el resultado del estudio en sus laboratorios
fue que se trataba de “Semtex” un explosivo de alto poder utilizado en atentados
terroristas en Europa y el cual detonó en el sector debajo de la silla 14F. Las au-
toridades judiciales competentes adelantaron la investigación correspondiente al
atentado contra el vuelo 203.

De otro lado, algunos miembros del comité presentaron una hipótesis de acciden-
te por falla técnica o humana y esto, por procedimiento debía comprobarse o des-
cartarse. De hecho, se descartó pues había certeza absoluta que fue una acción
terrorista. (Entrevista con el coronel Homero Rodríguez 2019)

Una tragedia sin dimensiones que rápidamente fue confirmada como el resul-
tado de un atentado terrorista. El entonces director de la Aeronáutica Civil, Yezid
Castaño, explicó el desconcierto nacional ante esta tragedia aérea al afirmar:
“Yo entendía que este tipo de actos solo ocurrían en países donde existen fuer-
tes odios por cuestiones religiosas o étnicas, pero ocurrió en Colombia y fue un
atentado terrorista” (Cardona, 2009, p. 382).

El hecho dejó solo víctimas mortales, “miembros de rescate de Bogotá y Soa-


cha, entre ellos Bomberos y Defensa Civil, llegaron al lugar con la esperanza
de encontrar sobrevivientes, pero tuvieron que resignarse a la idea de rescatar
cuerpos mutilados por la explosión” (González, 2010, p. 77). Entre los fallecidos
se encontraban tres auxiliares de vuelo, un capitán, un oficial y un ingeniero de
vuelo, junto a otros 101 civiles de diferentes procedencias y ocupaciones.

Según el periodista Juan Carlos Giraldo, al cabo de seis horas de haber ocu-
rrido la tragedia aérea, el Cuerpo Especial de Investigaciones de la Unidad
de Instrucción Criminal envió a Carrillo, un investigador judicial experto en
explosivos, quien al llegar al lugar donde reposaban los restos del avión y los
cuerpos, no dudó en dar su dictamen “fue un atentado terrorista”. Así que se
acercó a un periodista y le preguntó: “¿No le huele a raro, como a dulce?”, a lo

139
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

que el reportero le respondió “Sí, huele como a dulce, como a gasolina dulce”,
y este enseguida le replicó “No, guevón, es el olor del explosivo plástico, del
C4” (Giraldo, 2007, pp. 75-77).

Una tragedia a la que solamente le antecedía el caso del Palacio de Justicia y


la de Armero en la historia reciente del país, lo cual hacía que Medicina Legal
aún no tuviera protocolos o mayor experiencia en el manejo de este tipo de
situaciones. Esa misma mañana, las doctoras Mary Luz Morales y Ana Ma-
ría Berenguer, quienes para entonces trabajaban en Medicina Legal, tuvieron
que asistir al lugar de los hechos, y recuerda la doctora Mary Luz:

Llegamos allá y con esa inexperiencia total. Nadie, ¡nadie sabía que hacer! Había
Policía, DAS, en esa época no existía el CTI... y lo que pasó fue que empezamos
a trabajar ahí, en medio de ese caos, porque todo el mundo daba órdenes y al-
canzamos a describir y tratar de hacer, aunque fuera un reconocimiento externo,
como de unos 20 cadáveres, y anocheció. Ya era la noche, y alguien con un me-
gáfono, de la Policía o del Ejército dio la orden de recoger todos los cadáveres,
y echarlos todos en una volqueta para Medicina Legal, y nosotras no pudimos
hacer nada. Eso fue muy triste, porque habíamos hablado con varias de las per-
sonas. Me acuerdo mucho de una joven que era hija de un señor estadounidense,
blanquita, yo no me acuerdo ya del nombre. Pero ella nos había dicho: “ese es mi
papá”. Ya habíamos embalado el cadáver, y se perdió todo ese trabajo. Y, sobre
todo, el trabajo perdido no era lo grave, sino que las familias no podían entender
por qué todo lo que ya nos habían dicho iba a tener que ser repetido, y los cadá-
veres quedaron sin marcar, todo revuelto dentro de la misma volqueta. Entonces
para ellos, claro, era incompresible qué era lo que estaba pasando. Para nosotros
también. Porque simplemente no teníamos el menor control de la escena ni de lo
que estaba pasando ahí.

En entrevista con el doctor Carlos Valdés (2020), quien para entonces se


desempeñaba como médico de la Dirección Nacional de Instrucción Crimi-
nal y quien estuvo presente ese día en la Hacienda Canoas como parte del
equipo a cargo del levantamiento de cuerpos, cuenta que la confusión entre
todos los organismos presentes era muy grande, pues hasta entonces el país
solamente había presenciado una tragedia de similares dimensiones, y había
sido la toma al Palacio de Justicia, por ello no existían protocolos de manejo
de la escena. Al respecto, recuerda el doctor Valdez:

Ese día, a la Hacienda Canoas llegaron funcionarios de varios juzgados para realizar
el levantamiento de los cuerpos, pero el proceso de identificación fue muy difícil en
algunos casos porque no se pudo elaborar un plano de la escena, y las actas se ela-

140
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

boraban por la descripción de lo que se encontraba; adicionalmente, los cuerpos los


desvistieron y les quitaron sus pertenencias, y eso hizo más difícil la identificación de
los mismos.

Como consecuencia de esto, hubo casos en los que se elaboraron hasta dos
actas del mismo cuerpo, y como cada juez llevaba su propia numeración para
las actas, hubo casos en los que estas se repetían y generaron confusión al
momento de la identificación; dice el doctor Morales:

Fueron tres grupos de policías judiciales y tres jueces. Cada uno fue haciendo una
inspección de cadáveres con el número de su juzgado, y le ponían un número
diferente al que el cadáver ya tenía. Y empezaron a salir las noticias del hecho, y
después resuelven por la noche ya no asumir el caso en Soacha, porque, obvia-
mente, las dimensiones eran muy grandes, y traerse los cadáveres para Bogotá.
Y le llegan al receptor de cadáveres en tres volquetas, un poco de bolsas llenas de
cadáveres, y cada uno con una marca encima de papel y marcador. Ahí estaban
los cadáveres y unas actas que coincidían, había 3 actas número 10, 3 actas nú-
mero 11... Era un desorden muy grande.

Aunque históricamente se ha hablado de dos o tres personas que perdieron


la vida en tierra, como consecuencia de la caída del avión, esta versión fue
desmentida por el doctor Valdez, quien asegura que no se encontraron más
cuerpos diferentes a los del avión, versión que comparte la doctora Mary Luz
Morales.

A lo que en principio parecía un accidente, poco a poco se le sumaban nuevas


lecturas que ayudaban a concluir que había sucedido algo adicional durante
el vuelo. Al respecto, el doctor Pedro Morales recuerda:

Después, viendo las fotos que habían tomado del helicóptero cuando aparecie-
ron los periódicos, y la localización de tres o cuatro puntos de bloques de restos,
entonces dijimos: ahí están los restos de cada uno de los cadáveres. Entonces
dijimos: esto no fue un accidente común y corriente, porque no pueden quedar
desperdigados. El avión se desintegró. No hubo una bomba, hubo una explosión.
Pero el avión, hay un grupo de restos en una parte, otro en otra, y así. Pero de
una manera empírica, solamente por una lógica elemental. Ahí debió haber una
explosión en el aire, y quedaron las víctimas así.

El mismo día del atentado, en el cual perdieron la vida dos ciudadanos nortea-
mericanos, el FBI delegó a Richard Hahn, experto en bombas y explosivos,
para que viajara a Colombia y recolectara evidencia en la escena del crimen.

141
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Es así como el 29 de noviembre de 1989, el agente del FBI llega al país y


se reúne con una comisión de expertos de la Federal Aviation Administra-
tion (FAA) y de la National Transportation Safety Board (NTSB). Examinaron
la escena del crimen, recolectaron evidencia, intentaron reconstruir el avión y
formularon teorías sobre lo que había ocurrido (Office of the Inspector General).

Richard Hahn, quien se desempeñó en el FBI entre 1973 y 1999, tiempo du-
rante el cual estuvo a cargo de atender e investigar los casos relacionados con
bombas y durante el cual atendió más de 40 casos, este asegura que:

En 1987 me convertí en miembro de la Unidad de Explosivos de Laboratorio del


FBI. Aunque había visto miles de fragmentos explosivos de bombas, fui entrena-
do como examinador forense de explosivos, visitando fabricantes de explosivos
y realizando pruebas de explosivos con varios explosivos y diversos materiales
objetivo. El trabajo principal era identificar el daño explosivo y poder recrear dis-
positivos explosivos. Tales recreaciones fueron probadas para compararlas con
los componentes dañados de las bombas recuperadas en las escenas del crimen.
(Entrevista a Richard Hahn, 2020)

El doctor Pedro Emilio Morales recuerda:

Y vino un señor de la Agencia de Seguridad de Estados Unidos. Nos acompañó un


día, miró qué estábamos haciendo, nos entrevistó, y preguntó, caminó por todas
partes y después se desapareció. Lo vi después en Estados Unidos, que estaba
en el juicio como otro de los testigos. En la Fiscalía me saludó, y después hubo un
accidente de aviación. El avión que se cayó al pie del Patascoy, en Nariño; cayó
un avión espía del Gobierno estadounidense. Tenía siete estadounidenses y dos
colombianos. Y cuando estábamos haciéndole las autopsias a esos del Patascoy,
apareció el mismo señor que había estado mucho antes aquí en Bogotá, mirando
lo del avión de Avianca. Nos vio, nos reconoció, que: ya sabemos que están uste-
des aquí, yo me voy; porque se había caído por allá en Europa el avión del jefe del
Departamento de Estado de Estados Unidos. Él vino, miró, dejó una persona a que
nos mirara, y se fue. Pero ese señor también estuvo ahí.

Para entonces, recuerda Hahn, le fue delegado este caso, y viajó a Colombia
al día siguiente de la tragedia aérea en compañía de dos expertos de la Fede-
ral Aviation Administration (FAA) y de la National Transportation Safety Board
(NTSB), con quienes ya había trabajado anteriormente. Al día siguiente de su
llegada, fueron trasladados en helicóptero a la Hacienda Canoas, junto a un
miembro de la Oficina de Aviación de Colombia, y con quienes recorrió duran-
te cinco días el lugar recogiendo piezas de la aeronave y realizando exáme-
nes de campo, lo que les permitió sacar las siguientes conclusiones:

142
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Primero, encontramos testigos que estaban en el área, al aire libre, en el momento


del incidente. Siempre describieron la misma serie de eventos. Primero, su aten-
ción fue atraída por un fuerte “boom” arriba. Miraron hacia arriba, y dijeron que
vieron un avión estable en vuelo, con llamas saliendo del lado derecho y un rastro
de humo. Después de verlo durante varios segundos, vieron explotar todo el avión
y las piezas cayeron al suelo.

En el campo encontramos que el lado derecho de la aeronave, desde el ala de-


recha hasta la cola, tenía combustible de avión sin quemar a lo largo del exterior,
junto con hollín depositado. Esto sería consistente con los relatos de los testigos
oculares. Una ruptura del tanque de combustible principal o del tanque del ala
podría hacer que el combustible fluya de regreso a lo largo del costado del avión.
Además, como estaba en vuelo en ese momento, el fuego no podría obtener sufi-
ciente oxígeno, por lo que habría partículas de carbono no quemadas en los gases
emitidos por el fuego, en resumen, hollín.

La gente de NTSB quedó perpleja por un aspecto de donde cayeron partes del
avión. Un avión tiene una quilla, muy parecida a un barco, que es la parte más
pesada de la nave. Es compatible con toda la estructura. Su experiencia les dijo
que la parte central del avión debería haber descendido en más o menos el mismo
campo de escombros. Esto incluiría el tanque de combustible principal, ubicado
entre las alas, y la unidad de potencia auxiliar (APU), un motor a reacción que ge-
nera la energía para la nave. La APU está montada lateralmente en la nave, justo
detrás del tanque de combustible principal.

Por lo general, esperan encontrar las piezas de la aeronave delante del tanque de
combustible principal en un área, la quilla, el tanque de combustible principal y el
APU juntos en otra área, y la sección de cola en otra área, ya que es probable que
sea la primera parte de la aeronave para despegar y aterrizar. Las alas pueden o
no ir a áreas separadas de escombros, pero típicamente o dentro o cerca del campo
de escombros donde cae la quilla. Los diversos campos de escombros generalmen-
te se extienden a lo largo de un camino en la dirección en que volaba el avión.

Lo que sorprendió a la gente de NTSB fue que la APU bajó con la sección de la
cola, muy lejos de donde estaba en el avión, y muy lejos de donde se esperaba
que cayera. Además, la carcasa de acero inoxidable de la APU había sido pre-
sionada contra el motor como una envoltura de plástico, en un lado del motor. El
examen de esta carcasa demostró que había sido sometido a una onda explosiva.

Al tercer día se encontró el tanque de combustible principal. El tanque de com-


bustible principal se encuentra exactamente entre las alas, es la parte más fuerte
de la aeronave, ya que es estructuralmente compatible con las alas. En aviación
se llama caja de ala. En este avión, el combustible está contenido en una vejiga de
goma en lugar de ser solo líquido en el tanque de combustible. En la parte superior

143
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

del tanque, en el lado derecho, había un patrón de rociado, de arriba a la mitad de


la pared interior del tanque, que se extendía a medida que bajaba, y el patrón era
carbonizado que decoloraba la pintura en el interior del tanque. Fue un excelente
indicador de que un explosivo había funcionado dentro de la cabina, justo encima
de esa parte del tanque de combustible. Si bien esta fue una evidencia convincen-
te, la explosión tuvo que haber pasado por el piso de la cabina y, de acuerdo con
los relatos de los testigos, abrió una brecha en el costado del avión. Comenzamos
a buscar partes del fuselaje que hubieran estado justo por encima del área enne-
grecida en el tanque de combustible principal.

En el siguiente día o dos encontramos el pedazo de fuselaje que correspondía al


área justo arriba del área carbonizada del tanque de combustible principal. El trozo
de fuselaje tenía el exclusivo “picado y formación de cráteres” que solo puede ser
causado por explosivos altos. Fue la confirmación de que un dispositivo explosivo
había funcionado en la cabina, en el asiento de una ventana, rompiendo tanto el fu-
selaje como el tanque de combustible principal. Esto también sería consistente con
los relatos de testigos oculares. Se observa que las “picaduras y cráteres” solo pue-
den ocurrir a unas pocas pulgadas de la carga explosiva. Es causado por la tremen-
da presión y calor generados por los gases explosivos que erosionan el metal de
una manera única. Las pruebas químicas de esta pieza del avión revelaron residuos
de dos explosivos muy altos, PETN y RDX. Estos son componentes del explosivo
plástico soviético Semtex.

También se encontraron en el campo porciones del lado izquierdo de la aerona-


ve. Esa área que habría estado exactamente al otro lado de donde funcionaba el
dispositivo explosivo tenía la ventana de plástico que forma parte del revestimien-
to de la cabina intacta (tenga en cuenta que una ventana en un avión comercial
tiene una ventana de vidrio montada en el fuselaje, pero en el interior de la nave
hay una ventana de plástico que forma parte del revestimiento de la cabina. Hay
un espacio de aire entre los dos en todo el avión para permitir que conductos de
ventilación, cableado, etc. pasen a través de la nave). La ventana de plástico in-
tacta tenía carbonización y había llevado el plástico a un punto de fusión donde
burbujeaba, luego se enfrió.

De acuerdo con el exagente Richard Hahn todas estas pruebas les permitie-
ron concluir la forma en la que habrían ocurrido los hechos, y que él relata de
la siguiente manera:

Una bomba altamente explosiva fue llevada a bordo del avión (la carga explosiva
pudo haber sido Semtex). Se colocó en el piso de la cabina debajo de un asiento
junto a la ventana directamente sobre el tanque de combustible principal. Cuando
el dispositivo funcionó, rompió el lado derecho del fuselaje y el tanque de com-
bustible principal, y comenzó a quemar combustible. También cortó el cableado
que transmite la comunicación de voz y datos entre la cabina y la caja negra que

144
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

se encuentra en la cola del avión. Por consiguiente, no tenemos datos ni voz des-
de la cabina desde el momento en que explotó la bomba.

Como el avión estaba en vuelo, el fuego no podía obtener suficiente oxígeno y,


por lo tanto, ardía con una gran cantidad de hollín arrojado al aire. Como se dijo, el
lado derecho de la aeronave, desde el ala derecha hasta la cola, tenía combustible
de avión sin quemar y hollín depositado a lo largo de su longitud. El fuego tam-
bién generaría calor y hollín que llenarían el vacío entre el interior del fuselaje y
el revestimiento de la cabina. Esto explicaría que la ventana de plástico en el lado
izquierdo del avión se derrita en el lado que está frente al fuselaje.

Durante varios segundos habría habido una acumulación de combustible no que-


mado, partículas de carbono y calor en esta parte de la cabina. En algún momen-
to, probablemente dentro de los 45 segundos o menos, esta combinación alcanzó
un estado crítico, causando una explosión de combustible y aire. Es decir, el ba-
lance de combustible y aire dentro del fuselaje estaba en equilibrio para causar
una explosión. En este punto, el avión explotó, enviando la APU a la sección de
cola con evidencia de la explosión de combustible-aire. Roto en pedazos, el avión
cayó del cielo aterrizando en varios lugares.

El daño físico al fuselaje, las “picaduras y cráteres” no dejan lugar a dudas de


que un dispositivo altamente explosivo funcionaba a bordo. La ubicación es clara
tanto por la pieza de fuselaje que tiene las picaduras y cráteres como por el patrón
carbonizado en el interior del tanque de combustible principal.

El daño en el lado izquierdo del avión presenta evidencia de una gran acumula-
ción de calor en el avión. El depósito de material de carbono y combustible no
quemado son consistentes con una explosión de combustible de aire que ocurre
varios segundos después de la explosión de la bomba.

Hubo un médico forense presente en algunas de las reuniones que tuvimos con
funcionarios colombianos. Fue enviado a recuperar cuerpos de víctimas en el
campo. Dijo que algunas de las víctimas habían sido quemadas por el intenso ca-
lor. Quemado, como él lo describió, como un pollo asado en el que al tratar de
levantar algunos de los cuerpos en camillas, la piel de sus brazos o piernas se
desprendería del músculo, la piel se endurecería.

Ante las diferentes versiones sobre el tipo de explosivo utilizado en el atenta-


do, se le preguntó al agente Hahn si la dinamita y el Semtex era lo mismo, a
lo que respondió:

Dinamita no es lo mismo que Semtex. Cualquiera que tenga el conocimiento para


construir una bomba como la que se usó en el vuelo de Avianca sabría la diferen-
cia. La dinamita no habría causado el daño específico al avión donde explotó. Re-

145
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

cuperamos las piezas del avión que tenían ese daño, y era de un explosivo mucho
más poderoso que la dinamita. Además, el análisis químico de los residuos donde
explotó la bomba encontró residuos explosivos de PETN y RDX. Estos indican el
uso de Semtex y no son residuos producidos por la dinamita. Como experto en
explosivos, descarto completamente cualquier declaración en el sentido de que
la bomba era dinamita.

Se sabía que Semtex estaba en manos de los carteles de la droga. Es el equiva-


lente soviético del explosivo plástico estadounidense C-4. Nuevamente, los com-
ponentes químicos son únicos y no están relacionados de ninguna manera con
ninguna dinamita.

Durante su estadía en Colombia ocurrió el atentado del edifico del DAS, al


cual también acudió para investigar y recolectar la evidencia, que junto a la
del avión de Avianca, se enviaría a los laboratorios del FBI para su respectivo
análisis. De igual manera, contactó al ex agente de la DEA, José Ballesteros,
quien para entonces se desempeñaba como agregado de la Dirección de Al-
cohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), donde tenía la tarea de
asistir al Gobierno colombiano en los siguientes campos:

• Investigar el flujo de armas y explosivos en Colombia


• Compartir conocimiento técnico
• Capacitar a la contraparte en la identificación de armas y explosivos
• Rastrear cómo llegaron las armas y explosivos decomisados a Colombia
• Apoyar los laboratorios y equipos antiexplosivos con medios técnicos
• Intercambiar inteligencia acerca del tráfico de armas y explosivos
• Coordinar las investigaciones por elementos en los Estados Unidos
con las investigaciones en Colombia
• Coordinar con las contrapartes colombianas (Policía Nacional, DIJN,
Brigada de Inteligencia del Ejército colombiano, Armada Nacional,
DAS, Medicina Legal, grupos de antiexplosivos, etc.)

Ballesteros tuvo la oportunidad de conocer detalles del tipo de explosivo utili-


zado en el atentado al avión de Avianca y de entrevistar a Carlos Mario Alzate
Urquijo, alias “El Arete” sobre este caso, con el fin de enviar un reporte que
serviría de insumo para el juicio de “La Quica”, de lo cual recuerda que:

Sabiendo algunos de los detalles de la investigación del FBI y FAA y/o NTSB,
según el tipo de explosivo y colocación del artefacto, le pregunté cuál fue su par-
ticipación en la preparación y colocación del artefacto en el avión. Contestó mis
preguntas con detalle, las cuales fueron anotadas por la fiscal Cruz Elena Aguilar

146
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

y suministradas como evidencia en su juicio. De mi parte, preparé una declaración


de sus repuestas y lo entregué como evidencia en el juicio de Dandenys Muñoz
Mosquera, alias “La Quica”, en Nueva York.

De acuerdo con Ballesteros, las respuestas aportadas por “El Arete” le de-
mostraron que:

Sus respuestas me dieron la opinión que él no fue el que hizo o colocó el artefac-
to en el avión. No es decir que no estaba involucrado, pero dudo que fue la per-
sona responsable de la fabricación y colocación del artefacto. Sí me impresionó
que es alguien con conocimiento técnico para montar un atentado explosivo,
pero no como el actual autor en este caso.

Así mismo, se tuvo la oportunidad de hablar con Ballesteros sobre el informe


del laboratorio del FBI en el que se incluyen los resultados de su investiga-
ción, y al respecto menciona que:

El informe que me enseñó usted no identificó el material utilizado en el atentado.


Solo los ingredientes explosivos: RDX y PETN. Semtex es un explosivo checo
con conteniendo RDX y PETN, utilizado comercialmente y con aplicación mili-
tar. Sin embargo, otros explosivos como cordón detonante (det cord) contiene
RDX, y un refuerzo de reparto (cast booster) contiene PETN.

Dinamita amoniacal contiene nitrato de amonio y se usa en el trabajo de mine-


ría o construcción de carreteras. Su uso es para romper piedra despedazándola
completamente para moverla. En contraste, la dinamita nitroglicerina se usa
para cortar. Una muestra del uso de dinamita nitroglicerina se puede notar via-
jando por la carretera en una zona montañosa donde los ingenieros “cortaron”
el paso por los cerros dejando los paredes suaves y lisas.

En mi experiencia, en los años que estuve en Colombia (1989-1995) Semtex nun-


ca fue encontrado en Colombia, pero cordón detonante y refuerzos de repartos
sí, en grandes cantidades. En esa época, el IRA usaba Semtex en sus atentados
contra los ingleses. Los irlandeses del IRA no llegaron a Colombia hasta el 2001,
seis años después de mi marcha. Fueron acusados de estar en Colombia para
capacitar a la guerrilla en el uso de Semtex, no a los narcos. Siempre encontramos
a la guerrilla usando explosivos mineros robados o pagados como tributo por las
empresas mineras y/o petroleras para evitar problemas con ellos.

El narco en sus carrobombas siempre usaba dinamita amoniacal robada y ven-


dida en el mercado negro (algunos rastreados desde Ecuador). La guerrilla usa-
ba refuerzo de reparto combinados con cordón detonante en sus cazabobos
ocultados en el camino para atacar a los convoyes militares.

147
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Con la confirmación del listado de la tripulación y pasajeros, el cartel de Medellín


reafirmaba que el blanco del atentado se había salvado. Tras el fracaso de este
atentado, Pablo Escobar Gaviria, Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Mario Alzate
y Darío Usma Cano, se volvieron a reunir en Puerto Triunfo. Según la declaración
de “El Arete” a la Fiscalía, tuvieron que ir a dar explicación de por qué había fallado
la operación, pero para los dos jefes del cartel de Medellín era claro que la respon-
sabilidad no había sido de sus hombres sino de “Carlitos” y Fidel, pues:

Eran ellos quienes se preciaban de “manejar el DAS” y los que se habían com-
prometido a reconfirmar la información que obtuviese Darío Usma, alias “Me-
mín”, sobre los desplazamientos del candidato a la presidencia, César Gaviria
Trujillo […] Con todo, había resultado falsa la información que él tenía, según la
cual Gaviria y diez de sus escoltas debían viajar en el vuelo 203, rumbo a Cali,
en la mañana del 27 de noviembre de 1989. (Torres, 1995, p. 292)

Una vez ejecutado el atentado, Darío Usma Cano se dispuso a cobrar el millón
de dólares siguiendo las instrucciones que Pablo Escobar le había indicado,
para lo cual se dirigió a la caleta en donde le darían el dinero, pero solo le en-
tregaron cien mil dólares, con la promesa que en unas semanas se le daría el
resto del dinero. A pesar de esto, pasó el tiempo y Usma no recibió el resto del
dinero, así que optó por enviarle un mensaje a Escobar recordándole el pago
del millón de dólares (Giraldo, 2007, pp. 89-91).

Esta situación explicaría la reacción registrada por el documental Countdown


to death, en la que se puede oír la voz de Pablo Escobar en una conversación
telefónica interceptada que sostiene con uno de los sicarios, a quien le recri-
mina y le dice: “Usted ayer me estaba hablando de lo del avión, si usted lo del
avión me dijo que ya lo había pagado, ¿cierto?”.

Por su parte Usma, confiado en que haría valer la promesa del pago del millón
de dólares, acudió a una discoteca en el sector de Xochimilco con su me-
jor amigo del cartel, a quien le comentó sobre sus intenciones de cobrar ese
dinero, sin contar que su amigo se levantaría de la mesa y lo delataría con
quienes se habían negado a pagarle la recompensa. Es así como en minutos
llegó un grupo de sicarios, en cabeza de “El Panadero”, y atentaron contra él,
dejándolo herido e inválido. Con el paso del tiempo, Usma fue asesinado en su
casa en el barrio Fátima de Medellín (Giraldo, 2007, pp. 91-93). Según Torres
(1995), en su libro Mercaderes de la muerte, Darío Usma Cano era:

[…] compañero de pupitre y de aula de Carlos Mario Alzate Urquijo. “Memín”

148
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

tenía casi el carácter de secretario en la red de pistoleros de Arete. Habría de


preservar esa posición hasta que, en el primer tercio de los noventa, Pablo Es-
cobar lo acusara de traición y ordena a Arete que dos pistoleros fueran hasta el
lecho de Darío Usma y se hicieran cargo de ese escombro humano que había
quedado paralítico tras un primer atentado (p. 191).

Al respecto, en una conversación por correo electrónico con Dandenys, en la


que se le preguntó si había conocido a Carlos Castaño, “Cuco Zabala” y Darío
Usma Cano, este aseguró que:

A los Castaño no los conocí, por eso no puedo decirle nada de ellos, al igual que
a “Cuco Zabala”. A Carlos Mario Alzate sí lo conocí, aunque no me relacioné con
él. A Darío Usma sí lo conocí bien por el nombre de “Memín” en el año 88 cuan-
do comencé a trabajar con “Chiruza”. Él ya era trabajador de él y luego vino a ser
de Escobar. Cuando me fugué de La Modelo, a principios del año 91, me dijeron
que “Arete” lo habían matado, pero no supe la razón. En el Magdalena Medio no
estuve, siempre estuve en Medellín. (Dandenys Muñoz, 2019)

En 1992, un año después de su fuga, Pablo Escobar concede una entrevista


al diario El Nuevo Siglo, transcrita por la Revista Semana (1992), en la cual le
preguntan al entonces jefe del cartel de Medellín:

– Revista Semana: ¿Cómo hubiera reaccionado si uno de sus seres queridos


muere en ese avión de Avianca a consecuencia de una bomba narcoterrorista?
– Pablo Escobar Gaviria: Esa pregunta está muy buena para que la responda el
general Maza Márquez. (Semana, 1992)

149
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

El 17 de febrero de 1993, Carlos Mario Alzate Urquijo, alias “El Arete”, se en-
trega a las autoridades de manera sorpresiva y sin consentimiento de Pablo
Escobar Gaviria. Su sometimiento a la justicia se le atribuye a una gran ofensiva
por parte de “Los Pepes” y el Bloque de Búsqueda, que días antes (5 de febrero
de 1993) había dado de baja a uno de sus hombres más cercanos, Leonardo
Rivera Rincón, alias “Leo”, quien a su vez era jefe de una banda de 20 sicarios
del barrio Buenos Aires en Medellín, junto a “El Zarco”, lugarteniente de Carlos
Mario Alzate Urquijo. A Alzate, lo recuerda Javier Peña como:

Alguien que tenía que ver mucho con la dinamita, porque hubo varios allana-
mientos en donde yo estuve ahí, y la dinamita la tenían tapada en la tierra, en
canecas azules, eran como dos canecas llenas de dinamita y Alzate tenía que
ver algo con eso, y cuando hicimos la investigación la dinamita venía de Ecua-
dor, y la transportaban en bloques de madera. (Entrevista a Javier Peña, 2020)

Ese día “El Arete” no confiesa ningún delito, solo se limita a responderle al
fiscal regional, Fernando Mancilla Silva: “yo vengo a someterme y a respon-
derle a la justicia” (El Tiempo; 1993, p. 1A). Según Jorge Cardona, en su libro
Días de memoria, Carlos Mario Alzate Urquijo aceptó ante la Fiscalía de Me-
dellín que:

El atentado iba dirigido contra el entonces candidato a la presidencia César Ga-


viria, sin importar el riesgo de los demás pasajeros, solo que falló la información
que solía tenerse del DAS […] Fue ordenado por Pablo Escobar Gaviria, con-
tando con la aquiescencia de Gonzalo Rodríguez Gacha y otros jefes mafiosos,
con quienes habían sostenido varias reuniones en el Magdalena Medio […] Se hizo
con la intervención de Darío Usma Cano, alias “Memín”, encargado de la compra
del pasaje y de la introducción al aeropuerto del llamado “El Suizo”, el mentecato
adiestrado para viajar con un maletín ejecutivo, al que se le había hecho una adap-
tación con un mecanismo propio para que al manipularlo, apretando un obturador,
estallase el explosivo que llevaba adentro, cuando a este se le había hecho creer
que se trataba de una grabadora […] El explosivo utilizado fue Semtex, conocido
en Europa y ampliamente utilizado por la ETA española. (Cardona, 2012, p. 382)

El 27 de junio de 1994, por primera vez Carlos Castaño concedió una en-
trevista a la revista Semana haciéndose pasar por su hermano Fidel, en ella
hablaba sobre el caso del avión:

—Revista Semana: Por esa vinculación con Escobar a usted se le ha señalado


como uno de los autores intelectuales de la voladura del avión de Avianca. La
Fiscalía lo vinculó junto con Escobar a ese proceso y recientemente ordenó su
captura. ¿Participó en ese atentado?

150
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

—Fidel Castaño: Mi guerra ha sido únicamente contra todo lo que me huele a


guerrilla. Yo no dinamito aviones, yo no necesito dinamitar un avión para matar
un personaje. Eso indica falta de recursos militares. Cuando se pelea conven-
cido de que se tiene la razón y se hace con justicia, no es necesario asesinar a
107 personas para conseguir un objetivo.
—R. S.: ¿Qué argumentos tiene usted para desvirtuar la acusación que le ha he-
cho la Fiscalía? ¿Tiene información de quién o quiénes ordenaron el atentado?¿-
Quiénes lo ejecutaron y cuáles fueron las razones para matar a 107 pasajeros?
—F. C.: Para nadie es un secreto que el autor intelectual de ese terrible atentado
fue Pablo Escobar. A nadie más que a él se le hubiera ocurrido tan demencial
acto terrorista. Y en cuanto a su ejecución, la respuesta la tienen sus lugarte-
nientes ahora recluidos, afortunadamente, en la cárcel de La Picota en Bogotá.
(Revista Semana, 1994)

El 27 de noviembre de 2001, Carlos Mario Alzate Urquijo salió de la cárcel de


alta seguridad de Itagüí por pena cumplida, y a la salida fue herido por un si-
cario que le propinó dos impactos de bala, y quien fue identificado como Car-
los Alberto Giraldo Quintero, a quien le decretaron medida de aseguramiento
sin beneficio de excarcelación.

Como se ha mencionado en esta primera parte, a la fecha, la justicia se ha


reafirmado en que hubo una estrecha relación entre el DAS, los grupos pa-
ramilitares y narcotraficantes y que, en los casos de José Antequera, Luis
Carlos Galán, Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro, hubo complicidad de
los escoltas asignados por el DAS. Por esta razón vale la pena revisar cómo
se encontraba conformada la estructura del Departamento Administrativo de
Seguridad para entonces.

El brigadier general Miguel Alfredo Maza Márquez quien desempeñó el cargo


de director de esta institución entre el 23 de mayo de 1985 y el 5 de septiem-
bre de 1991, fue el encargado de liderar la restructuración y modernización
de la institución para hacerle frente a la guerra que se afrontaba contra “Los
Extraditables” (Rodríguez, 2018).

Este proceso de reingeniería se materializó con la expedición del Decreto 512


del 13 de marzo de 1989, en el cual el presidente de la República “modifica la
estructura del Departamento Administrativo de Seguridad y se establecen las
funciones generales de la entidad, específicas de sus dependencias”, como
muestra la figura a continuación:

151
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Figura 2.11. Departamento Administrativo de Seguridad, 1989


Fuente: Archivo aportado por el coronel Homero Rodríguez en el marco de las conversacio-
nes sostenidas con él.

Dentro de la estructura había dos hombres claves que permiten comprender


lo acontecido con el atentado al avión de Avianca, el primero, Alberto Romero
Otero, quien se desempeñó como director general de inteligencia, y el tenien-
te coronel Homero Rodríguez García, quien había ingresado al DAS en no-
viembre de 1984, en donde se desempeñó como subdirector de la Academia
Superior de Inteligencia e Investigaciones del DAS en Aquimindia, subdirector
de la Central de Inteligencia, jefe de la Sección de Inteligencia Orgánica de la
División de Orden Público y jefe de la División de Seguridad de Instalaciones
y Avanzadas, cargo en el cual se desempeñaba al momento del atentado al
avión de Avianca.

Alberto Romero Otero, quien llevaba un proceso de investigación por nexos


con Carlos Castaño y su responsabilidad en la muerte de los candidatos
Carlos Pizarro y Bernardo Jaramillo Ossa, falleció en 2011, llevaba cerca de

152
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

35 años al servicio del DAS. Su relación con Castaño se originó a partir de


una llamada que recibió. Romero, aseguró en un interrogatorio practicado
el 28 de marzo de 1994 que: “a finales de 1989 se produjo una llamada te-
lefónica de una persona que tomó el seudónimo de “Alekos” y manifestó su
intención de suministrar información referente a los hechos terroristas que
estaban ocurriendo en el país” (Aranguren, 2001, p. 130).

Pero ¿quién era “Alekos”? Sin duda un seudónimo desapercibido para el


común de los colombianos, pero que no es nadie distinto a Carlos Castaño,
quien para entonces era un aliado del cartel de Medellín, y según él mismo,
fungía como informante del DAS bajo el seudónimo de “Alekos”. Según Cas-
taño, en el libro Mi confesión, gracias a la información que le suministraba al
director general de inteligencia, permitió evitar:

La explosión de varios carros bomba en Medellín y Bogotá, donde ubiqué una


bodega con dinamita. Le revelé información que evitó la muerte de un can-
didato presidencial, entre otras denuncias que les salvaron la vida a muchas
personas, incluida la del general Maza Márquez. (Aranguren, 2001, p. 129)

Según Castaño, en la bodega allanada se habían preparado las bombas


contra el primer atentado contra el general Miguel Alfredo Maza Márquez
(30 de mayo de 1989), el carro bomba de El Espectador (2 de septiembre
de 1989), el del hotel Tequendama (29 de septiembre de 1989) y la del
avión de Avianca (27 de noviembre de 1989) (Aranguren 2001, pp. 130-131).

Sin duda, la cercanía entre el DAS y los grupos paramilitares del Magdale-
na Medio era clara, pues no solamente Alberto Romero Otero sostenía una
comunicación directa con Carlos Castaño, sino que, de acuerdo con el ma-
gistrado Fernando Alberto Castro Caballero en la Sentencia 44321 del 23
de noviembre de 2016, el general Miguel Alfredo Maza Márquez tenía una
relación cercana con el entonces paramilitar Henry de Jesús Pérez Durán,
aliado de los entonces narcotraficantes Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez
Gacha, con quienes coordinaron el homicidio del precandidato liberal Luis
Carlos Galán. De acuerdo con la sentencia en mención:

Se estableció la connivencia de Pablo Escobar Gaviria, Gonzalo Rodríguez


Gacha y Henry de Jesús Pérez Durán para llevar a cabo el atentado contra
Galán Sarmiento. Así que, en desarrollo de tales propósitos, las autodefensas
del Magdalena Medio hicieron uso de “sus nexos” con Miguel Alfredo Maza
Márquez, quien como director del DAS podía brindarles apoyo en sus labores

153
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

criminales, especialmente la opción de contar con la información sobre des-


plazamientos, traslados y ubicación del político.

Adicionalmente, la Sentencia resalta la relación cercana entre el DAS y las


autodefensas, la cual se evidencia en una conversación interceptada entre
Luis Meneses y el general Miguel Alfredo Maza Márquez, y de los testimo-
nios de Iván Roberto Duque Gaviria, alias “Ernesto Báez” y Wilson de Jesús
Pérez (hijo de Henry de Jesús Pérez Durán), quienes aseguraron que el
entonces jefe del DAS facilitó la movilidad del jefe paramilitar.

Por ahora no se han despejado todas las dudas frente los detalles del he-
cho y la justicia no ha avanzado a fondo en el caso para dar con la verdad y
todos los actores involucrados. En esta vía y a pesar de las reclamaciones,
los familiares de las víctimas han venido denunciando por muchos años la
falta de una reparación estatal por la ocurrencia de este atentado. Los fami-
liares argumentan que el Estado debió ser garante de la protección de los
ciudadanos, más teniendo en cuenta los protocolos establecidos en materia
de seguridad aérea y por eso debe responder ante los afectados. Incluso,
se ha denunciado un proceso de revictimización cuando algún sector de la
prensa insinúa que la explosión no tenía fines políticos, sino que obedeció a
fallas mecánicas de la aeronave, lo que impide esclarecer la verdad de los
hechos. A pesar de esta situación, la Fundación Colombia con Memoria ha
aglutinado a las víctimas, luchando porque el caso siga vigente y se lleve a
la justicia.

Alberto Prieto: el pasajero que activó el explosivo


Tal vez uno de los principales enigmas del caso del atentado al avión de
Avianca, radica en la confirmación de la verdadera identidad de quien abor-
dó el avión con el nombre de Alberto Prieto, un nombre que no resulta ajeno
en la vida de Pablo Escobar Gaviria, en la medida que representa el nombre
de aquel contrabandista de la década de los setenta e inicios de los ochenta,
que inició al capo del cartel de Medellín en la vida delincuencial.

Sin embargo, en el presente informe se logró recoger indicios sobre el origen


de aquel joven que fue reclutado y utilizado para activar el explosivo al interior
del avión, con la excusa de que iba a grabar una conversación de uno de los
pasajeros, a quien Javier Peña recuerda como “un muchacho inocente, pero
también era parte del cartel, le dieron un maletín y le explicaron que tenía una
grabadora, y en esa época se podían hacer muchas cosas en los aeropuertos,

154
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

así que lo metieron al avión y le dieron las instrucciones de cuando se levante


el avión en el aire, vas a grabar una conversación” (Javier Peña, 2020).

El 27 de noviembre de 1989, tras la confirmación de la explosión del avión,


el programa de Yamid Amat, de Caracol radio, comenzó a leer la lista de los
pasajeros que habrían abordado el avión, y con ella comenzó a contactar a
amigos, familiares y compañeros de trabajo o estudio, con el fin de confirmar
sus identidades. Durante el programa lograron confirmar la mayoría de las
identidades de las personas, a excepción de algunos casos, uno de ellos, la de
Alberto Prieto, cuyos datos de contacto no resultaron ser reales.

A raíz de una entrevista que se realizó en el marco de la investigación del pre-


sente informe, surgió lo que sería un indicio sobre la verdadera identidad del
pasajero que abordó el avión con el nombre de Alberto Prieto; en ella, se ase-
guraba que para entonces, en la sede de Medicina Legal había una oficina del
Departamento Administrativo de Seguridad – DAS, encargada de practicar las
pruebas dactiloscópicas de los cuerpos que llegaban a la entidad, con el fin de
apoyar la identificación de la identidad de las personas fallecidas, tarea de la
cual no fue ajeno el caso de las víctimas del atentado al avión de Avianca.

Durante la entrevista, se mencionó que, “tras unos meses de investigación,


en la que participó el equipo de Medicina Legal y miembros del DAS, se logró
identificar la identidad de la persona que activó el explosivo. De él se identificó
que pertenecía a las milicias urbanas del ELN en Medellín, y que había sido
reclutado para llevar a cabo esta misión y que, al parecer, ya había hecho ese
mismo trayecto varias veces”.

Hasta entonces, la relación cartel de Medellín-ELN no había sido objeto de


estudio, sin embargo, esto parecería tener cierta validez e invitaba a indagar
un poco más sobre este aspecto con el fin de confirmar o descartar dicha
hipótesis. Sin embargo, sí fue un vínculo que existió y que según Carlos Cas-
taño generó ciertos problemas:

Discrepancias, digámoslo así, entre Fidel y Pablo, por el vínculo de Pablo con
la guerrilla, específicamente con el ELN. Es que muchísimos de los “trabajos”
de Medellín fueron realizados por las milicias del ELN para Pablo: hablemos de
bombas. No hablemos tanto de los carrobombas, sino de petardos a bancos, a
drogas La Rebaja de Cali, cuando la guerra entre los carteles de Cali y Mede-
llín... fueron muchos, puestos por miembros del ELN que son los expertos para
manejar esa situación.

155
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Para esa época hubo un terrorista de Pablo que recibió capacitación por un in-
glés, Mc Lee, que finalmente apareció muerto en la maleta de un carro en el
aeropuerto de Miami. Él les dio una capacitación militar a varios terroristas de
Pablo y Pablo le prestó un terrorista de estos (la Fiscalía tiene bastante infor-
mación sobre él, está vivo, está libre), se lo prestó al ELN para darle unos cursos
de capacitación en terrorismo que efectuaron por el suroeste de Antioquia, en
Ciudad Bolívar... Ese contacto se hizo a través de un médico, dado de baja en
Medellín hace siete meses. Ese médico era del ELN, propietario de algunos al-
macenes en esa ciudad. Él fue quien sirvió de enlace entre el ELN y estos terro-
ristas. (Castro Caycedo, 1996, p. 207)

Con el propósito de lograr rastrear información que diera cuenta de la hipó-


tesis sobre la relación de “El Suizo” con las milicias urbanas del ELN, fue
necesario volver a realizar una revisión de la documentación con la que se
contaba respecto al atentado del avión de Avianca, donde se encontraban
identificados posibles autores materiales; allí aparece señalado José Igna-
cio o Luis Fernando Zabala, también conocido con el alias de “Cuco Zabala”,
quien sería familiar de John Jairo Arias Tascón, alias “Pinina” y de Giovanny
Lopera Zabala, cercanos a Pablo Escobar Gaviria, y quienes lo recomiendan
para ingresar al cartel de Medellín y, particularmente, para integrar un grupo
de personas que serían capacitadas a través de un “seminario criminal sobre
adiestramiento en manejo de explosivos y uso del aeromodelismo en la eje-
cución de acciones terroristas” (El Tiempo, 27 de junio de 1993), impartido
por un ex miembro de la ETA quien fuese conocido, según Jhon Jairo Velás-
quez Vásquez, alias “Popeye”, con los alias de “Miguel” o “Miguelito”. Otros
indican que era conocido por los alias de “Miguel María” o “M&M”, un experto
en explosivos que habría compartido en la cárcel con Gilberto Rodríguez y
Jorge Luis Ochoa, cuando estos dos fueron detenidos en noviembre de 1984
en España, algo con lo que también concuerda Javier Peña, quien asegura
que “había mucha inteligencia, mucha información, que los primeros que le
enseñaron a Pablo Escobar y a los sicarios en poner bombas fueron unos
miembros de la ETA, pero también los mercenarios les enseñaron” (entrevista
a Javier Peña, 2020).

Según “Popeye”, alias “Cuco Zabala” era estudiante de la Universidad de An-


tioquia, de la carrera de ingeniería electrónica (Legarda, 2005, p. 107), quien
aprendió muy rápido las técnicas impartidas por “Miguel” y, con el paso del
tiempo estaría involucrado en dos crímenes: especialmente el del atentado al
avión de Avianca, y el secuestro de Diana Turbay y todo su equipo periodís-
tico. En el caso del avión de Avianca, “Cuco Zabala” habría colaborado con

156
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Carlos Mario Alzate Urquijo, alias “El Arete”, en armar la bomba; y en el se-
gundo caso, habría sido quien coordinó el secuestro de Diana Turbay bajo el
argumento que el Cura Pérez, entonces jefe del ELN, le daría una entrevista.

Para inicios de los años noventa, según el diario El Tiempo, las autoridades le
seguían la pista a “Cuco Zabala” de quien se conocían detalles relacionados
con la participación en capacitaciones de explosivos y acciones terroristas,
junto a otras seis personas; para ese momento “Cuco Zabala” era el único de
las seis personas capacitadas en explosivos que aún seguía con vida y, según
el diario El Espectador, se habría enlistado en las filas del ELN:

Una vez el narcotraficante Pablo Escobar fue abatido el 2 de diciembre de 1993,


el ex militante del grupo terrorista vasco Euskadi Ta Askatasuna (ETA) José Ig-
nacio Zabala, conocido como alias “Cuco” y quien fue traído al país para montar
una escuela de explosivitas en la hacienda Nápoles, destinada a armar carro-
bombas, decidió tomar contacto con comandos guerrilleros del ELN en las co-
munas de Medellín y optó por formar extremistas urbanos.

Así mismo, la información que habrían recolectado las autoridades a partir de


testimonios evidenciaba que el cartel de Medellín, particularmente Pablo Es-
cobar Gaviria, luego del asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Boni-
lla y del candidato liberal Luis Carlos Galán, recrudeció las acciones de guerra
contra el Estado, como menciona alias “Popeye”:

Tras el asesinato de personajes como Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán,
los organismos de seguridad lo declararon (a Pablo Escobar) objetivo militar y él
acudió al terrorismo indiscriminado para defenderse y sostener su guerra con-
tra la extradición, así hubiera que “acabar con medio país”. Don Pablo ordenó
contratar al precio que fuera a esa gente. Tras el primer acercamiento, la ETA se
mostró prevenida y reacia. Sin embargo, una vez Escobar les ofreció millones de
dólares el pacto tardó una semana en concretarse.

Se conocían, incluso, detalles correspondientes a la llegada del exmiembro


de ETA a la hacienda Nápoles, en el Magdalena Medio, donde se le recibió
con un safari, un brindis, un reconocimiento de la hacienda, así como también
se le indicó el lugar que se decidió como espacio para la capacitación sobre
explosivos que era el hangar que se encontraba en la cabecera de la pista
aérea. En ese momento, Pablo Escobar solicitó a alias “Pinina” la búsqueda
de personas para ser capacitadas y, precisamente, es cuando se recomienda
a “Cuco Zabala”: “Yo tengo un familiar que es el preciso para esta vuelta, por-
que está en la universidad y está para salir”.

157
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Para enero de 1999 el entonces comandante de las Autodefensas Unidas de


Colombia, el jefe paramilitar y también responsable del atentado contra el avión
de Avianca, Carlos Castaño, aseguró en una carta pública dirigida al Comando
Central del ELN que tenía secuestrado a alias “Cuco Zabala” de quien aseguró
que era “un terrorista del ELN”. De Zabala no se volvió a saber, pero ya los Ele-
nos habían aprobado sus cursos. Los organismos de inteligencia del Estado re-
portaron después que quien consolidó esa conexión ETA-guerrilla fue Manuel
Pérez Martínez, el cura español fundador y cabecilla del ELN, que además puso
sus contactos al servicio de la llamada Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar
(El Espectador, 19 de enero de 2019).

A partir de este hallazgo se buscó la manera de contactar al equipo médico foren-


se que atendió el caso, uno de ellos, el doctor Pedro Emilio Morales, para conocer
qué información se tenía sobre el pasajero que abordó el avión con el nombre de
Alberto Prieto, y quien habría sido “El Suizo”, utilizado para el atentado contra el
avión de Avianca. El doctor Morales, quien para entonces se desempeñaba como
médico patólogo de Medicina Legal, recuerda que, a pesar de que ese día no le
correspondía acudir al turno de la mañana, tuvo que asistir a la entidad para poder
apoyar el trabajo que demandaba atender las 107 víctimas del atentado. A la pre-
gunta sobre el pasajero Alberto Prieto, el doctor Morales recuerda que:

[…] De golpe aparece un señor, que no aparece de nadie. Nadie lo reclama, nadie lo
busca, un cuerpo se queda ahí. Porque en los eventos, como de un avión, siempre
hay fragmentos corporales sobrantes. Un brazo, un pie, mano, o algo que sobra.
Ahora se puede identificar. Pero, en ese momento, decíamos, bueno, ¿y qué hace-
mos? No se puede hacer nada, porque se queda sin identificar. No se puede asignar
a cada cuerpo. No se sabe de cuál cuerpo es, es muy difícil con tantos cuerpos,
irlos armando. Pero quedó un cuerpo, más o menos, homogéneo, individualizable,
y nadie apareció. Entonces, como nadie aparece, nadie lo reclama, nadie se pre-
senta a decir este es mi familiar, y hay un evento exclusivo del promedio, el cual
puede haber habido alguien que cargara el explosivo, entonces, esa fue la conclu-
sión. Esta persona no la busca nadie. Pero, es probablemente una de las personas
involucradas en los hechos. Esa no es una conclusión de pensamiento sesgado, es
de la investigación judicial y forense. ¿Por qué no aparece el familiar? (Pedro Emilio
Morales, 2020)

Sobre el cuerpo se le pregunta si recuerda alguna característica particular y


qué sucedió con ese cuerpo, a lo que el doctor Morales responde:

Era hombre. Me acuerdo de que había una parte de la pelvis, una pierna. Un
hombre joven. También es fácil establecer si es un hombre maduro o joven. Talla

158
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

y demás no teníamos forma, porque no había antropología, no trabajábamos


con eso […]

[…] Yo no me acuerdo si en dactiloscópico sí lo lograron identificar. Eso sí no sé.


No me acuerdo. No es que no sepa, sino que no me acuerdo. De pronto revi-
sando todo el expediente sí aparece. Acuérdate que en ese momento Medicina
Legal no tenía sistema para mirar, entonces tomábamos una serie de huellas di-
gitales; se tomaban básicamente seis huellas de cada cadáver. Había una cosa
muy interesante que después no volvió a haber en Medicina Legal, y es que,
en la morgue había siempre dos detectives del DAS. Toda la vida, en la sala de
necropsias. Pegados a la sala. Esos detectives que estaban ahí, había algunos
que tomaban huellas, pero generalmente era Medicina Legal, y le daba unas
copias al DAS […]

[…] Duró más de seis meses para mandarlo. Lo guardamos ahí durante mucho
tiempo. Yo creo que, entre seis meses, un año, esperando que alguien aparecie-
ra para poderse enviar a inhumación estatal. Yo creo que ese cuerpo lo guarda-
mos ahí en una nevera, esperanzados de que alguien apareciera diciendo: yo
tengo un familiar que de golpe es una víctima.

Con el fin de corroborar la posible identidad de esta persona, se solicitó a la


Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, que pudieran confirmar-
nos si existían denuncias de personas dadas por desaparecidas en la semana
entre el 20 de noviembre de 1989 y el 10 de diciembre de 1989, por depar-
tamento, lo cual arrojó un saldo de 97 casos de desaparición registradas en
Antioquia, y 334 a nivel nacional.

Figura 2.12. Hechos de desaparición entre el 20 de noviembre de 1989 y el 10 de diciembre de 1989


Fuente: Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas – UBPD (2020)

159
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Con este indicio se invita a que desde la institucionalidad se pueda corroborar


la presente información, con el fin de establecer la identidad de Alberto Prieto.

La “Quica” ¿culpable?
Dandenys nació el 10 de julio de 1965 en Medellín, en el seno de una familia
del barrio Castilla, conformada por 15 hermanos, 11 hombres y 4 mujeres, hi-
jos de un policía, quien al jubilarse se fue a estudiar en un seminario bíblico a
las afueras de la ciudad para luego dedicarse al trabajo social, y la mamá era
trabajadora social en la cárcel de Bellavista. Para entonces, toda la familia
habitaba en una casa de tres pisos que había construido el papá.

De acuerdo con un familiar de Dandenys, la infancia de él transcurrió con


normalidad en la medida en que todos los hermanos eran muy cercanos en
edad, y compartían actividades en conjunto, en un barrio que para entonces
se describiría como “muy tranquilo”. Su familiar aseguró que el sobrenombre
de “La Quica” no está asociado a temas con delincuencia, sino que se remon-
ta a una anécdota familiar, ya que a una tía la llamaban Quica dentro de la
familia, y a raíz de un corte de pelo de la tía y de Dandenys, los compararon
y quedó como Quica, distinto a lo que sucedió con Brancy, quien sí recibió el
sobrenombre de Tayson una vez se acerca al cartel de Medellín.

Al preguntarle sobre cómo Dandenys terminó en la cárcel, este respondió que


“no es muy claro, pero tengo entendido que él y un grupo de amigos tenían un
contacto con un taller de motos, en donde recibían piezas de motos que se ro-
baban, y seguramente fue por eso que terminó en la cárcel”. Su estadía en la
cárcel hizo que él conociera a “Chiruza” a través de una persona que lo con-
tactó, pues “la condición física de Dandenys y Brancy, que eran altos, les lla-
mó la atención y los contactaron con Chiruza”. A pesar de que se desempeñó
como guardaespaldas de Fabián Tamayo, alias “Chiruza”, este “nunca contó
con acceso directo a Escobar” (Baquero, 2012, p. 144). Sobre la pregunta de
cómo llegó Dandenys a los Estados Unidos, su familiar responde que:

A raíz de la muerte de algunos de sus hermanos, la familia le recomienda que


viaje a los Estados Unidos, así que viaja a Panamá y luego por México, por Ti-
juana, junto a otros amigos entraron por California, y estuvieron unos días de
turismo, pues la idea era cambiar de vida y de entorno. Él llega a Nueva York,
pues era el lugar más popular para establecerse un latino, y estando ahí, alguien
que sabía que él viajaba dio la información en los Estados Unidos para que a él
lo apresaran.

160
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Cuando a él lo capturan, lo encuentran con documentos falsos y un policía fede-


ral le hace unas preguntas, y él dice que era el portador de los documentos. Así
que le hacen un juicio, y lo condenan a seis meses de cárcel por mentirle a un
policía federal y por tener documentos falsos. Pero luego le abren un segundo
juicio, al que envían pruebas y testigos sobre la explosión del avión de Avianca,
por lo que lo hacen responsable de este y además lo incriminan por la muerte de
Galán y por narcotráfico. Pero las personas que fueron de testigos, Dandenys ase-
gura que no las conoció, y por eso se entiende que fueron pruebas falsas.

En entrevista con Javier Peña (2020), él recuerda que:

“La Quica” se fue para Los Ángeles, lo seguimos y lo seguimos hasta Los Ánge-
les. Esta información de inteligencia salió de la Policía de Medellín. Teníamos un
teléfono de un hotel en Los Ángeles en donde estaba “La Quica”, pero al princi-
pio nadie creía que él estuviera en los Estados Unidos. Cuando los organismos
fueron al hotel con la foto, el tipo del hotel dijo que sí, que él estaba ahí pero ya
se había ido. Se puso mucha presión y modelos de inteligencia, con la suerte
que “La Quica” llama a su mamá en Medellín, y ella no estaba, así que el deja
la razón, que lo llame mañana (al otro día) a las 8, y deja un teléfono público de
Nueva York. Se puso vigilancia y a las 8 suena el teléfono, “La Quica” contesta y
se da la orden que lo arresten y lo arrestan. En ese momento él da otro nombre,
y en Estados Unidos hay una ley que casi no se usa, es la Ley 1001 y dice que
es en contra de la ley mentir a un agente federal, y le dieron cinco años a “La
Quica”. En ese tiempo comenzó la investigación de Avianca y ahí es donde se
confirmó que él estaba metido en el atentado al avión de Avianca.

Según el familiar, a Dandenys el Gobierno de Estados Unidos le ofreció mu-


chos beneficios para que delatara a Pablo Escobar Gaviria, pero él dice que
nunca lo conoció. A pesar de que recibió varias ofertas de su parte, nunca
aceptó, porque asegura que nunca le gustó la manera cómo hacía las cosas. Lo
que sí recibió, asegura su familiar, fueron “presiones y amenazas, le dijeron
que lo iban a matar a él y a su familia si no se declaraba culpable y si no
daba información de otros miembros del cartel, pero Dandenys asegura que
nunca los conoció”.

A lo largo de la elaboración del presente informe se ha tenido la oportuni-


dad de conversar con Dandenys Muñoz Mosquera, alias “La Quica”, quien
ha manifestado ser inocente del crimen del atentado al avión de Avianca,
afirmación que concuerda con la expresada por el exfiscal general, Gustavo
de Greiff, quien a partir de la declaración de Carlos Mario Alzate Urquijo,
alias “el Arete”, en la que se autoincriminaba por el crimen del atentado al

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Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

avión de Avianca, este dirigió una carta al Gobierno de Estados Unidos en la


que manifestaba que en Colombia tenían al verdadero responsable de este
hecho.

La responsabilidad asumida por Carlos Mario Alzate Urquijo por el atentado al


avión de Avianca se ha puesto en entredicho por versiones como la de “Ras-
guño”19, quien en una entrevista al diario El Tiempo (2009) aseguró que:

Él pagó un soborno para desviar la investigación y borrar del expediente a


Eugenio León García Jaramillo, “El Taxista”. Y señala a los implicados: Car-
los Mario Alzate, “El Arete” (quien lo habría recibido); Gerardo Candamil, su
exabogado (quien lo habría gestionado); y la exfiscal Cruz Elena Aguilar (quien
conocería la historia).

Sin embargo, desde la misma entrega de “El Arete” a las autoridades, este
confesó haber sido uno de los responsables de este atentado, lo cual reafirmó
posteriormente en una entrevista en que asegura:

—Carlos Mario Alzate Urquijo: Bueno, lo del avión de Avianca, muy buena la
oportunidad para aclarar eso. Yo sé que, y tengo el conocimiento de que Dan-
denys es un delincuente con un récord delictivo bastante grande, pero él no
estuvo en ese acto terrorista.
—Periodista: ¿Usted cómo sabe?
—C. M. A. U.: Porque yo fui uno de los coordinadores de esa vuelta.
—P.: ¿Uno de los coordinadores?
—C. M. A. U.: Sí... Y entonces yo creo en esta justicia, creo en esta justicia, en la
justicia de la Fiscalía.
—P.: La gente cree que de pronto es que usted lo está favoreciendo a él, porque
al fin y al cabo él está en manos de los norteamericanos.
—C. M. A. U.: Bueno, yo te voy a hacer una aclaración sobre eso. Yo no creo que
voy a aclarar un negocio, me voy a autoincriminar en él y me voy a montar en el
problema con los americanos para salvar a un delincuente con un récord delictivo.
Lo que pasa es que en este momento estamos hablando es con la verdad, con la
verdad y yo creo que eso es justo.
—P.: Yo quisiera hacer un poco más de claridad sobre Dandenys Muñoz Mosque-
ra. O sea, la gente se le ha venido al fiscal encima, en el sentido de que él estaba
defendiendo a “la Quica”, ¿sí? ¿Usted le hizo bastante claridad sobre lo del aten-
tado de Avianca como para que el fiscal tuviera que enviar al juez de la causa, una
carta, una comunicación?
—C. M. A. U.: Gloria, el fiscal nos visitó a nosotros en la cárcel de Itagüí a media-

19. Luis Hernando Gómez Bustamante, alias “Rasguño”, antiguo miembro del Cartel del Norte del Valle. Actualmente se encuentra
pagando su condena en los Estados Unidos de Norteamérica.

162
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

dos de junio/julio, ¿sí? Verbalmente yo a él le comenté cómo fue el atentado te-


rrorista. Eh, en la primera diligencia yo ya, pues, en esa época, en ese entonces,
yo creo que a finales de julio, yo me autoincrimino y asumo la responsabilidad
del atentado del avión de Avianca. (entrevista realizada a Carlos Mario Alzate
Urquijo)

En una conversación con Carlos Ramón Zapata, quien habría integrado la or-
ganización de Los Pepes, y a quien se conocía con el alias de “el Médico”, este
asegura que conoció muy de cerca a Carlos Castaño y que tuvo varias opor-
tunidades para conversar con él. De esas conversaciones recuerda una muy en
especial, y fue la noche en la que Carlos Castaño le hizo una confesión bastante
particular sobre el caso del atentado al avión de Avianca. Al respecto, él recuer-
da que quien había coordinado y ordenado el atentado al avión de Avianca no
había sido Pablo Escobar, sino él mismo, en el que contó con el apoyo de una
gente del DAS, quienes le habrían pasado el maletín con los explosivos a “El
Suizo”, una vez este atravesó los puestos de control del aeropuerto.

Ante esta revelación, se le preguntó por qué Carlos Mario Alzate Urquijo se
habría autoincriminado por este hecho. Carlos Ramón Zapata respondió:

Porque nosotros (Los Pepes) en ese momento íbamos ganando la guerra, y “El
Arete” se entregó prácticamente para buscar protección de las autoridades. Pero
como su familia seguía por fuera, Carlos lo presionó para que se autoincriminara
y asumiera esa responsabilidad, y así Carlos le respetaba la vida de su familia.

Al juicio de “La Quica” tuvieron la oportunidad de asistir varias personas. Una


de ellas, el doctor Pedro Morales, quien recuerda que para ese día:

[…] tenían como 300 o 400 pruebas de que sí había existido esa explosión, y
estaban pegadas al juicio de “La Quica”. Aparecían como evidencias codificadas
por ellos. Unas fotografías muy minuciosas, muy ampliadas. En ese momento
se ampliaba la fotografía. Tenían un álbum, que era como carpetas de planos,
fotos de dos metros por un metro de detalles del avión y del sitio. Es decir, yo
me acuerdo de que para el juicio llevé mi álbum fotográfico de las que habíamos
tomado. Cuando llego, me dicen: “No, nosotros tenemos fotos, absolutamente
de todo”. ¿Quién las tomó? No sé quién las tomaría. Pero, sí es evidente que las
autoridades estadounidenses sí se habían dado cuenta de que era un evento
terrorista. (Entrevista a Pedro Morales, 2020)

A pesar de esto, en el primer juicio, según Javier Peña, “no se pudo establecer
si había sido “la Quica” o no, el responsable de este atentado, así que hicieron

163
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

otro juicio con más evidencia, en donde lo acusaron y lo hallaron culpable y


fue condenado por el avión de Avianca”.

De acuerdo con la información facilitada por familiares de Dandenys Muñoz


Mosquera, se pudo confirmar que desde el día 16 de mayo de 1995, este se
encuentra condenado a 10 cadenas perpetuas en los Estados Unidos, como
resultado de haberse encontrado culpable de 13 delitos, todos ellos relacio-
nados con el cartel de Medellín, dentro de los que se encuentran:

• Conspiración y tráfico de drogas, artículo 21 del Código Penal, nume-


rales 963 y 846 de los Estados Unidos de América.
• Importación de cocaína, art. 21, numerales 952 y 960
• Participación y conspiración en negocios ilícitos y chantaje, articulo
18 Código Penal, numeral 1962 (c) y (b).
• Otros delitos contra la economía, art. 21 numeral 848 (a)
• Atentado terrorista contra la aerolínea Avianca (bomba)
• Muerte de 2 ciudadanos estadounidenses en territorio extranjero (Co-
lombia) art. 18 numeral 2332 (a) (1) y 2332 (b) (2)

A pesar de que Dandenys fue condenado por el crimen del atentado al avión
de Avianca, en Colombia no existe un proceso en su contra por este hecho,
tal y como consta en una carta entregada por sus familiares con fecha del 7
de diciembre de 1999, en donde la Fiscalía General de la Nación, afirma que:

El proceso por el atentado al avión de la empresa Avianca a finales de 1989, que se


cumplió haciendo explosión luego de haber decolado del aeropuerto El Dorado de
Santafé de Bogotá, a la altura de Soacha (Cundinamarca), ocasionando la muerte de
ciento ocho personas, siete tripulantes y 101 pasajeros, se adelantó en la Fiscalía Re-
gional de Medellín luego que se reconociera conexidad de este con el 10.676. Al mismo
fue vinculado Carlos Mario Alzate Urquijo, quien confesó su participación y co-acusó a
varias personas ya muertas como Nicolás Darío Usma Cano, alias “Memín”.

Otras versiones sobre el atentado


Tras más de tres décadas en la impunidad, el crimen del atentado al avión de
Avianca ha dado para que se elabore toda suerte de hipótesis y teorías sobre
este hecho, la primera fue presentada por el diario El Espectador, en la que
los periodistas Sergio Silva y Pedro Correa elaboraron un informe de ocho
entregas con las que concluyeron que este hecho obedecía a un accidente

164
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

aéreo producido por una falla mecánica de la aeronave; la segunda, publicada


en el libro Vuelo 203, revelación de un misterio fue elaborada por el periodista
Felipe Romero, quien planteó la hipótesis de que la causa de este siniestro
había sido un misil que se habría disparado por accidente.

Con el fin de abordar los impactos que este crimen generó en el país, se en-
trevistó a los autores de ambos trabajos periodísticos para que compartieran
aspectos generales de sus investigaciones:

Entrevista a Sergio Silva


1. ¿Cómo surge el trabajo que publicaron en El Espectador sobre el atentado
al avión de Avianca?

El trabajo en realidad surge por Tomás, que fue el tercer autor aparte de Pablo y
yo, él tenía las primeras pistas y los primeros indicios. Él hizo un primer acerca-
miento con Pablo hace muchos años con unos informes porque él tenía cierta cer-
canía con temas aeronáuticos y surge así. Después Pablo me invita a participar al
cabo de unos años y empezamos a leer con mucho detenimiento los documentos
que teníamos y vimos que parecían muy inconsistentes y le dedicamos muchos
meses a explorar con mucho más detalle, a hacer entrevistas, a revisitar docu-
mentos, a sacar informes que habían hecho otras entidades estatales y bueno,
poco a poco así fuimos construyendo la historia. Al cabo de un año ya teníamos
algo consistente y nos sentamos a escribir después que teníamos todos los ele-
mentos y todas las entrevistas pertinentes.

2. ¿Cuáles fueron esos elementos que los llevaron a concluir que esto no era
un atentado sino un accidente?

La respuesta está en realidad en el reportaje en donde están los elementos, pero


en términos muy generales es que: uno, la historia que estaba construida hasta el
momento, era una historia inconsistente, basada en testimonios que tenían mu-
chos vacíos y parecía una historia acomodada al contexto de narcotráfico y vio-
lencia que estaba viviendo Colombia en ese momento; pero si se revisitan todos
los informes que se hicieron en ese momento se podrían encontrar muchos vacíos
por parte de los investigadores, muchos errores y muchas cosas inconsistentes
con las cosas que hay. Además, en un contexto donde habían pasado accidentes
muy similares y donde había detalles técnicos que, a la luz de hoy, se puede decir
que se trató de un accidente y no de una bomba. Digamos, si revisitas el capítulo
de la explosión, encuentras muchos detalles de cómo se generó y cuáles son las
pistas que muestran técnicamente que fue totalmente distinto a la versión de una
bomba, y que se trató realmente de un accidente, como se trató en ocasiones

165
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

anteriores; y como digo, los testimonios de las personas que construyeron, los
testimonios de los narcotraficantes, los testimonios de quienes estaban al frente
de la entidades gubernamentales en ese momento eran completamente incon-
sistentes. Empezando, claro, por el de “Popeye”, que siempre le han dado un gran
peso, pero es un testimonio y es un personaje que no tiene ningún respaldo, y
parece atribuirse muchas más cosas de las que participó. Entonces todo eso, en
términos generales, muestra que ahí lo que se construyó en realidad, a pesar de
todo y de todas las víctimas es un relato súper inconsistente.

3. ¿Qué repercusiones crees que tuvo este artículo para el país y para las
familias de las víctimas del atentado al avión de Avianca?
Es una pregunta difícil de contestar porque digamos que, en su momento, pues
claro, el reportaje fue replicado en varios medios de comunicación y tuvo un buen
impacto. Yo, en ese momento no estaba en el país, pero tuvo un gran impacto y
digamos hubo varias réplicas cuando se publicó. Frente a lo que se publicó, generó
varios disgustos en las asociaciones de familias de las víctimas del accidente del
avión, porque claro, era cambiar completamente una versión y era cambiar total-
mente un hecho histórico que ha marcado de alguna manera, la historia reciente del
país, entonces sin duda, pienso que tuvo una repercusión en ellas.

Yo recuerdo que hubo varios disgustos, varias réplicas, pero nada, los elementos
que encontramos pienso que son suficientemente consistentes para soportar la
versión que teníamos y no sé si en la memoria del país haya tenido realmente una
repercusión porque igual, año tras año, seguimos viendo que medios de comuni-
cación igual siguen conmemorando esa fecha y siguen repitiendo los hechos tal
cual como los han reconstruido en las últimas dos décadas todas las figuras, las
asociaciones de víctimas, las figuras que estaban al frente de la entidades estata-
les. Entonces no sé si tuvo una repercusión en la memoria histórica, pero al me-
nos, creo que siembra al menos una incertidumbre sobre la necesidad de inves-
tigar con mucha más profundidad estos temas. Lo que nos muestra es que esas
historias han sido construidas con voces que tal vez no son las más apropiadas
y hay investigaciones que tienen muchos vacíos como lo muestra esta, entonces
creo que más bien es un indicio que muestra la poca rigurosidad que hay de las
instituciones encargadas de hacer las investigaciones sobre esta década.

Entrevista a Felipe Romero

1. ¿Cómo surge la idea de escribir un libro sobre el caso del atentado al avión
de Avianca?

Esta idea surge exactamente en el año 2018 cuando mi hermano, Juan Camilo
Romero, quien es psicólogo y trabaja para la Unidad de Víctimas, me contó que

166
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

entre las personas a las que estaba asistiendo, estaban algunas de las víctimas
del vuelo 203 de Avianca. Una de esas historias en particular me llamó la aten-
ción. Mi hermano me contó que, de ese grupo, él estaba atendiendo al hijo de uno
de los pasajeros del avión que por cosas de la vida había terminado ocupando el
asiento donde se supone iba a viajar el entonces candidato a la presidencia César
Gaviria. Me dio todos los detalles de cómo este señor había terminado en el vuelo
203 y me pareció tan impactante como inverosímil, toda vez que por mi oficio
como periodista siempre había tenido dudas sobre esa hipótesis de que Gaviria
fuera a viajar en ese avión ya que años atrás había tenido acceso a declaraciones
de varios sicarios y lugartenientes de Pablo Escobar. Le dije a mi hermano que la
historia era muy impactante, pero que tenía mis dudas sobre César Gaviria y el
capo del cartel de Medellín. El tema quedó ahí, muerto por varios meses, hasta
que a comienzos de 2019 me enteré de que María Elvira Samper estaba por lan-
zar un libro llamado 1989, que recopilaba los hechos más escabrosos y violentos
de la época del narcoterrorismo y a mi mente regresó el tema del avión de Avianca
ya que justo ese año en noviembre se cumplirían 30 años. Así que comencé una
primera fase de recopilación de información tanto documental como testimonial,
en primera instancia gracias a los contactos que tenía mi hermano con algunas de
las víctimas que él se encontraba tratando.

2. ¿Cómo llega la hipótesis del misil y qué elementos encontraste que ayu-
daran a reafirmar esta versión?

Durante la investigación del libro, para mediados de 2019, me encontré casi que
por suerte con el abogado Edgar Arango, quien una tarde al son de varios cafés me
contó su historia en relación con el vuelo 203 lo cual a todas luces parecía total-
mente descabellada de no ser porque no solo me la contó, sino que me mostró toda
la documentación del caso. Sin embargo, la historia seguía siendo tan inverosímil
como lo que yo pensaba de la bomba de Escobar para asesinar a César Gaviria.
Arango dos semanas después volvió a contactarse conmigo y me entregó varios
documentos de Fiscalía y las declaraciones que se habían practicado a los presun-
tos testigos que conectaban la hipótesis de que un misil, accionado por error desde
las instalaciones de Indumil entre Soacha y límites con Sibaté, habría impactado
al vuelo 203 la mañana del 27 de noviembre de 1989. El hecho de que la Fiscalía
hubiera aceptado la práctica de estas pruebas por orden del Tribunal de Bogotá ofi-
cialmente ponía al organismo judicial a contemplar esta nueva hipótesis y a seguir
avanzando en la investigación para descubrir lo que realmente sucedió con el avión.

La versión entregada a la fiscal por el principal testigo, Juan Geovanni Bello Chur-
que, quien presuntamente vio lo sucedido estando en Indumil la mañana de los
hechos, pero cuyas contradicciones durante la audiencia lo dejaban como un po-
sible testigo mentiroso para su conveniencia, sumado a la versión entregada por
su abuela, Esla Quintero, que contradecía todo lo dicho por Juan Bello Churque y
además afirmaba que el muchacho para la época de los hechos le había contado

167
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

lo sucedido a su abuelo y compañero de Elsa Quintero, dejando abierta la puerta


para no descartar esta hipótesis.

A esto debo sumarle la documentación entregada por el FBI y las investigaciones


realizadas por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, así como las
realizadas por el propio Frederic Whitehurst que permitían poner en duda la hipó-
tesis que por décadas se ha mantenido como la más sólida. La documentación del
exagente Whitehurst sobre las sustancias encontradas en el fuselaje del avión y
al ser contrastadas con ciertos tipos de explosivos y más aún al contrastarla con
estudios de expertos explosivistas de la Escuela Militar José María Córdova me
permitieron encontrar una coincidencia en las velocidades de las detonaciones de
las muestras de las sustancias encontradas en los restos del avión (PENT y RDX).
Dichas velocidades estaban dentro del rango de lo que planteó en su momento el
exagente del FBI experto en explosivos Whitehurst y de esta forma la historia del
misil se transformó en otra hipótesis más, pero hasta el momento novedosa, de lo
que podría haber ocurrido con el avión de Avianca. Sin embargo, como lo he dicho
siempre y así está consignado en mi libro, sigue siendo una hipótesis mientras que
la verdad está en manos de la justicia quien tiene el deber de esclarecer los hechos.
Lo mío es una versión periodística basada en documentos y testimonios reales.

3. ¿Qué impactos crees que tuvo esta versión para el país y para las familias
de las víctimas de este hecho?

Respecto al impacto para el país, como todo hecho noticioso en Colombia se ago-
ta rápidamente en la agenda mediática, porque llegan nuevas noticias y al final
esta versión queda como un registro más de lo posiblemente ocurrido hasta que
la justicia esclarezca oficialmente los hechos, pues el caso sigue en etapa prelimi-
nar. Para los familiares espero que esta versión y todo el libro en general sea esa
memoria (no ficción) de lo ocurrido con el vuelo 203. Seguramente para muchos
es una versión inverosímil que se cae de su propio peso, pero probablemente para
otros es una hipótesis más que puede ayudar por lo menos a acelerar la investi-
gación por parte de la Fiscalía, ya que lleva más de 30 años en un letargo y olvido
total, amparada en que el caso no prescribe.

El libro no solo plantea la hipótesis del misil, también reconstruye los hechos y
expone contradicciones y testimonios inéditos que ponen en duda otras hipótesis
como la de la bomba de Pablo Escobar o que se hubiera tratado de una falla me-
cánica. Al final es un texto que arroja herramientas para que el lector pueda hacer
su propio juicio.

168
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Ataque a funcionarios y a candidatos

Funcionarios del Gobierno, políticos y candidatos presidenciales pagaron con


su vida haber abanderado la lucha contra el narcotráfico. En 1984 Escobar
creó el grupo “Los Extraditables” para combatir la medida de extradición y
de esta manera comienza la época de magnicidios, sicariatos y bombas (El
Tiempo, 2010) contra los líderes políticos que se atrevieran a hacerles frente,
pues algunos desde su posición en la política o desde cargos en el Estado
veían la extradición como el mecanismo más efectivo para neutralizar el po-
der de los carteles de la droga.

Los asesinatos de figuras como el entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara


Bonilla el 30 de abril de 1984, y los candidatos presidenciales Jaime Pardo
Leal, el 11 de octubre de 1987 y Luis Carlos Galán, el 18 de agosto de 1989,
tuvieron gran trascendencia nacional, pues estos dos personajes represen-
taban a amplios sectores de la sociedad que exigían el control inmediato del
fenómeno narcoterrorista. Así, a finales de la década de los ochenta el país vi-
vió el recrudecimiento del narcoterrorismo, siendo 1989 uno de los años más
violentos de la historia reciente de Colombia: “fue el año que el narcotráfico
cometió sus mayores atentados y terminó de declararle la guerra al Estado
colombiano; 1989 fue el año que asesinaron al candidato favorito para ser el
siguiente presidente de Colombia” (Semana, 2019).

Los años ochenta se caracterizaron por una ola de asesinatos a representan-


tes del ejercicio político en el país, que después serían declarados magnici-
dios y obedecían a un patrón específico de ejecución: los políticos eran ame-
nazados y prácticamente tenían una sentencia de muerte, que en muchos
casos era pública. El asesinato de Lara Bonilla en 1984 se considera el primer
atentado narcoterrorista que hubo en el país (Semana, 1997).

En 2013 la Fiscalía General de la Nación anunció las coincidencias encon-


tradas en los magnicidios de los candidatos presidenciales Luis Carlos Ga-
lán, Carlos Pizarro y Bernardo Jaramillo Ossa: “Según reportó el propio ente
investigador, un equipo de trabajo de la Unidad de Análisis y Contexto, en-
contró patrones criminales comunes en los tres magnicidios, coincidencia en
los móviles, tipo de arma y forma de abordaje a las víctimas” (El Espectador,
2013). Los capos de la droga se encargaban de dar el mensaje claro, debilita-
ban el esquema de seguridad de los funcionarios a través de dineros ilícitos y

169
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

de la corrupción en órganos institucionales y luego se ordenaba el asesinato


en lugares públicos y concurridos, plazas principales y aeropuertos.

Atentado a Rodrigo Lara Bonilla


Rodrigo Lara Bonilla fue una figura política importante a comienzos de los
años ochenta. Actuando como un funcionario público, estuvo trabajando des-
de el ámbito jurídico y de la justicia en contra de las nacientes grandes mafias
de Colombia. En 1983 fue nombrado ministro de Justicia por el presidente
Betancur, aunque perteneciendo en su momento al Nuevo Liberalismo lide-
rado por Luis Carlos Galán. Desde ese puesto adelantó su cruzada contra el
narcotráfico, lo que finalmente le costaría la vida. Sin embargo, “a partir del
asesinato de Lara, el presidente Betancur aplicó la extradición y desató la ira
de los narcos y la época del narcoterrorismo” (Bustamante, 2009, p. 36).

Breve descripción del hecho

Tipo de acción Asesinato a cargo de sicarios.


Escenario temporal 30 de abril de 1984.
Ubicación geográfica Bogotá, Calle 127.
Afectaciones humanas Homicidio de Rodrigo Lara Bonilla.
Responsable(s) Cartel de Medellín.

Desarrollo de los acontecimientos. Lara Bonilla fue abordado por una moto-
cicleta al norte de Bogotá cuando manejaba su automóvil y desde allí, dos
sujetos procedieron a acribillarlo. El sicario que participó en el suceso fue Iván
Darío Guisado, integrante del grupo de los Priscos, un colectivo de sicarios
que a su vez fue parte del Cartel de Medellín. Lo acompañó Byron de Jesús
Velásquez (alias Quesito), quien conducía la motocicleta desde donde se lle-
vó a cabo el crimen:

Ese día, a la altura de la calle 127, una motocicleta roja apareció de la nada y
dos muchachos de la escuela de sicarios (…) alcanzaron el Mercedes blanco de
Rodrigo Lara, y le descargaron las 25 balas calibre 45 de la subametralladora
Ingram, que terminaron con la vida del ministro (Bustamante, 2009, p. 36).

Luego en la persecución desatada a cargo de las autoridades contra los per-


petradores, murió quien disparó el arma por una caída sufrida en la huida y
fue capturado el conductor de la moto. Una vez detenido Velásquez, a este se
le impuso una condena de once años por el delito. A partir de este instante,

170
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

“titulares y artículos acerca del homicidio del ministro coparon los tirajes de
los diferentes periódicos del país” (Morales, 2006). Se inauguraba un nuevo
periodo de la historia de Colombia, donde grandes personalidades de la vida
pública nacional sufrirían la violencia del narcotráfico.

Detonantes del suceso. Lara Bonilla dedicó sus últimos años de vida en ade-
lantar una lucha contra el narcotráfico, empleando los mecanismos de la
institucionalidad para tal fin. En su momento, cuestionó la posición de Pa-
blo Escobar dentro de la política colombiana actuando dentro de la Cámara
de Representantes. Bonilla había tratado de denunciar el vínculo de Escobar
con la mafia. Dada la incomodidad que ello significaba para Escobar y otros
sectores sociales, el capo trató de vincular al ministro con el Cartel del Ama-
zonas (intentando demostrar un nexo con el capo Evaristo Porras). El pre-
sidente mantuvo al ministro en el cargo y Lara demostró que se trataba de
una trampa; él no solo defendió su inocencia, sino puso sobre la mesa los
lazos de Escobar con el narcotráfico mediante varios debates adelantados en
el Congreso. Esto produjo que Escobar fuera expulsado del Congreso y se le
cancelara la visa a los Estados Unidos.

Además, Lara abrió varios procesos jurídicos contra Escobar y otros gran-
des capos. Igualmente, ordenó la incautación de bienes asociados a las
mafias y denunció los dineros ilegales del narcotráfico infiltrando el fútbol
colombiano. Una de las medidas más trascendentales que tomó el ministro,
junto al coronel Jaime Ramírez Gómez, comandante de la Dirección Anti-
narcóticos de la Policía Nacional, fue ordenar el desmantelamiento de labo-
ratorios insignia como Tranquilandia, Villa Coca y Coquilandia, situados a
orillas del río Yarí, entre los departamentos del Meta, Guaviare y el Caquetá
(Pardo, 2008, p. 673), uno de los más grandes centros de procesamiento
de coca del país. En el operativo se incautaron equipos, información clave,
aeronaves, se quemaron laboratorios y se destruyeron pistas:

Este megacentro de producción de cocaína contaba con ocho pistas de ate-


rrizaje, todas ellas camufladas por enormes árboles plantados sobre recipien-
tes con ruedas para poderlas descubrir fácilmente, y equipadas de modernos
equipos de aeronavegación nocturna. 14 laboratorios de la más alta tecnología
e intercomunicados entre sí, de los cuales salían 20 toneladas de cocaína a la
semana. Un enorme casino para los pilotos y profesionales vinculados a los
laboratorios, con toda clase de lujos y comodidades. Un arsenal que incluía
ametralladoras Mini-Uzi, R-15, fusiles Galil y todo tipo de pistolas automáti-
cas. Además, en Tranquilandia se decomisaron numerosas aeronaves, entre

171
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

ellas un helicóptero perteneciente al padre de Álvaro Uribe Vélez, el ex direc-


tor de la Aeronáutica que había beneficiado tanto a los narcos. (Bustamante,
2009, p. 34)

A pesar de ello, al entonces ministro lo abordaron varios sentimientos: “por


un lado, lo embargaba una sensación de victoria ante semejante golpe ases-
tado al narcotráfico; pero, por otra parte, el operativo había descubierto ante
sus ojos el enorme poder que tenía la mafia” (Bustamante, 2009, p. 34).
Lara Bonilla empezó a temer por su vida luego de evidenciarse su ataque
directo al narcotráfico; sin embargo, no paraba su labor de denuncia. El pro-
pio ministro manifestaba que: “La única manera que tengo de demostrarle
al país que soy una persona honrada es jugándome la vida contra la mafia.
Estoy dispuesto a hacerlo” (Morales, 2006).

La presión por parte de los carteles se hizo intensa y muchos allegados al


ministro empezaron a presagiar un atentado contra el funcionario:

Lara Bonilla conocía de las amenazas contra su propia vida; de hecho, ese día
recibió una llamada del director de la Policía sugiriéndole que se “cuidara” por-
que al parecer se estaba fraguando un atentado. Sin embargo, el ministro igno-
raba el día, la hora y el lugar del siniestro. Más aún, no tenía la certeza de que se
llevara a cabo. (Morales, 2006)

El ejecutivo iría a tomar medidas de protección al respecto, “el mismo presi-


dente Betancur le pidió la renuncia, diciéndole que por su seguridad era mejor
que se fuera del país; y le ofreció la embajada de Alemania, a la cual debería
partir el 20 de mayo” (Bustamante, 2009, p. 35). Pero el atentado se produjo
días antes y se cometería un homicidio que remecería la política nacional del
momento. Mucho tiempo después, su hijo, que para ese momento era zar
anticorrupción en el año 2007, renunció a su cargo por considerar que miem-
bros cercanos al Gobierno habrían ocultado información sobre el crimen y
todavía hoy su familia cree que existe un halo de impunidad sobre este caso.
En el 2012 la justicia colombiana determinó que el crimen fuera declarado de
lesa humanidad.

Atentado contra Jaime Pardo Leal


Jaime Pardo Leal fue la personalidad más emblemática de la Unión Patriótica
(UP) hasta el momento de su fallecimiento. Desde muy joven fue activista so-
cial, graduándose posteriormente como abogado de la Universidad Nacional.
Más adelante fue juez y magistrado del Tribunal Superior de Cundinamarca y

172
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

en ese escenario contribuyó a la fundación de Asonal (sindicato del poder ju-


dicial)20. En las elecciones presidenciales de 1986 logró 27.955 votos, repre-
sentando como líder a un partido de unidad entre simpatizantes de izquierda
y sectores progresistas del país. La UP surge luego del proceso de paz con
la insurgencia adelantado por el gobierno de Betancur y era una alternativa
ante los partidos políticos tradicionales. Así que el atentado contra Pardo Leal
mostraba la falta de garantías para estos sectores alternativos y quedaba en
entredicho la posición del Gobierno frente al desarrollo del conflicto.

Breve descripción del hecho

Tipo de acción Homicidio por un grupo de sicarios.


Escenario temporal 11 de octubre de 1987 (3:45 pm).
Ubicación geográfica Vereda Patio Bonito, municipio de Tena
(Cundinamarca).
Afectaciones humanas Asesinato de Jaime Pardo Leal.
Responsable(s) Cartel de Medellín, paramilitares y fuerza
pública.

Desarrollo de los acontecimientos. El crimen de Pardo Leal se desarrolló en


una zona rural en inmediaciones de la Mesa, cuando el líder de la UP viajaba
de vacaciones con su familia y su escolta en su automóvil. Era una de las
personas más amenazadas del país y aun así viajaba con solo un escolta. En
el recorrido, tres sicarios abordaron y dispararon contra Pardo Leal. Sin em-
bargo, el sobrevive y alcanza a ser llevado al hospital, pero dada la gravedad
de sus heridas, falleció poco tiempo después. Su vida terminó a los 45 años.
Los atacantes dejaron un vehículo abandonado y huyeron sin dejar rastro.

“Dos años después de ser fundada la Unión Patriótica, y tras sufrir una cadena
de atentados contra sus cuadros y activistas que diezmó sus filas, caía Pardo
asesinado en un operativo sicarial” (Romero, 2012, p. 183). Al conocerse el he-
cho se presentaron disturbios en Bogotá, lo que trajo consigo tres muertos, fruto
de los enfrentamientos de los civiles con la fuerza pública. También quedaron
bloqueadas vías, afectados edificios y se realizaron saqueos debido a las pro-
testas. En Barrancabermeja también se generaron situaciones similares.

20. “El 4 de febrero de 1986 se acordó nombrar presidente de la UP y candidato presidencial a Jaime Pardo Leal (CNMH, 2018, p.
45), abogado, exmagistrado del Tribunal Superior de Bogotá, integrante de la Juventud Comunista en sus años de estudiante, líder
sindical fundador de Asonal Judicial (Asociación Nacional de funcionarios y empleados de la Rama Jurisdiccional), cofundador de la
CUT (Central Unitaria de Trabajadores de Colombia) y miembro del Comité Central del PCC“ (CNMH, 2018, p. 57).

173
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Detonante de los hechos. Pardo Leal había denunciado de manera sistemá-


tica la actuación irregular de las autoridades oficiales, paramilitares y el nar-
cotráfico. Sus pesquisas hacían temer un ataque contra el líder de la UP y por
ello el partido del que hacía parte, había planeado un viaje al exterior con su
familia para salvaguardar su vida. Como si fuera poco, Pardo Leal había de-
nunciado los crecientes asesinatos de los militantes de la UP, señalando po-
sibles responsables en las altas esferas del poder del país, quienes trataban
de impedir el ascenso de grupos de izquierda ocupando puestos del Gobier-
no. “Jaime Pardo Leal denunció ante la Procuraduría General de la Nación
varios de los ataques, en los que se encontraban involucrados miembros de
la fuerza pública” (CNMH, 2018, p. 435). “Se han masacrado de la manera
más salvaje a varios dirigentes y militantes de nuestro movimiento político, en
consecuencia, le hemos dicho al Gobierno Nacional que nos defina si tene-
mos derecho a vivir o no en nuestro país”, planteaba en ese entonces Pardo a
los medios de comunicación.

Igualmente, la UP estaba siendo estigmatizada, cuando ciertos sectores pre-


tendían relacionarla con la guerrilla de las FARC y eso la empezaba a situar
como blanco del conflicto.

La Dirección Nacional de la UP sostuvo reuniones con el Ministerio de Defen-


sa exigiendo garantías. Braulio Herrera, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo
Ossa, Manuel Cepeda Vargas, entre otros, cada uno en su momento insistieron
en la denuncia y exigencia de garantías para el movimiento, reiterando su des-
linde de las FARC. (CNMH, 2018, p. 361)

Pardo Leal era consciente de la situación y las amenazas que recibía, le daba
una sensación de tensión permanente a su movimiento político. Al respecto,
Pardo señaló que: “Si la muerte me sorprende, no le tengo miedo; soy un hom-
bre dialéctico. El día que me muera vendrán otros mejores a reemplazarme”.

Por otro lado, este crimen hacia parte de una secuencia de hechos que dieron
continuidad al exterminio de la UP. Para el momento de la muerte de Pardo
ya se contabilizaban más de 300 víctimas letales de este movimiento político
(entre 1985 y 1987), cifra que ascendería a más de 3.000 a comienzos de los
años noventa. Muchas de las víctimas venían ganando cada vez más espacio
en la ocupación de cargos públicos (como alcaldías y consejos municipales).
Recién creada la UP comenzó el fenómeno de persecución, hasta que el mo-
vimiento quedo prácticamente borrado del escenario político a mediados de

174
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

los 90. Este grupo político denunció como se adelantó la “Operación Exter-
minio”, dirigida a la eliminación de sus integrantes. Todo esto en el marco de
una política oficial de seguridad dominada por el anticomunismo y la estrate-
gia contrainsurgente, tal como lo señala el CNMH (2018).

El caso de Pardo Leal se sumaba a una cadena de hechos violentos que se pre-
sentaban en diferentes regiones del país. Luego continuarían los asesinatos
hacia quienes venían ocupando lugares de liderazgo del partido: Se llevaron
a cabo crímenes políticos contra Bernardo Jaramillo Ossa, José Antequera,
Manuel Cepeda y Aida Abello, esta última sobreviviente de un atentado en su
contra. Este fenómeno llevo a que la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) catalogara todo el proceso como un genocidio político. “La
violencia contra la UP ocurrió en medio del escalamiento del conflicto armado
y la irrupción del narcotráfico” (CNMH, 2018, p. 168).

Responsables. Se ha determinado que Gonzalo Rodríguez Gacha fue el autor


intelectual del hecho, pero delegó a William Infante para cometer el delito.
Parte de la planeación del crimen se realizó en el seno del Cartel de Medellín.
Al cabo de un tiempo Infante fue apresado cuando intentaba ingresar de in-
cognito al país. Como sucedió con otros crímenes de la UP, este fue declarado
en 2014 como un delito de lesa humanidad, donde están involucrados, no
solo narcotraficantes, sino paramilitares y fuerzas del Estado21. Al respecto, el
CNMH revela más detalles de cómo el narcotráfico ha estado involucrado en
los crímenes contra la UP:

En el caso de la victimización de la UP, muchos recursos salieron del narcotrá-


fico. En principio el dinero de Gonzalo Rodríguez Gacha pagó tanto el equipa-
miento como la formación de varios comandos paramilitares por parte de mer-
cenarios ingleses e israelíes. De allí salieron los grupos de Fidel Castaño, Víctor
Carranza, el propio Rodríguez Gacha y las Autodefensas del Magdalena Medio
(Guerrero, 1999, Medina, 1990). A esta última estructura perteneció Alonso de
Jesús Baquero Agudelo alias el Negro Vladimir, autor material de asesinatos se-
lectivos y masacres contra militantes y simpatizantes de la UP, como en el caso
de la masacre de Segovia del 11 de noviembre de 1988 que dejó 46 víctimas
fatales (CNMH, 2018, p. 216).

Ahora bien, surge un elemento polémico respecto a lo acontecido con Pardo


Leal y otros miembros de la UP, porque si bien la mafia contribuía a la eje-
21. “Fueron los narcotraficantes del núcleo central provenientes de la zona esmeraldera al occidente de Cundinamarca y Boyacá,
como Rodríguez Gacha, Carranza y Molina” (Betancourt y García, 1994, pp. 73-75), “así como los Castaño de origen antioqueño,
quienes en principio participaron como perpetradores o facilitadores dentro de las redes que concretaron la violencia contra la UP”
(CNMH, 2018 p. 217).

175
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

cución del crimen, no era la única responsable. Quienes vienen siguiendo el


caso de cerca, afirman que se quiere desviar el proceso exagerando el papel
del narcotráfico e invisibilizando la función que asumieron organismos es-
tatales. El Cartel de Medellín hizo su parte, pero también se le utiliza como
un comodín, dando la impresión de que fuera el único ejecutor. “Cabe re-
cordar que, en relación con el exterminio de la UP, el narcotráfico no fue un
bloque anticomunista homogéneo. No todos los grandes narcotraficantes de
los ochenta estuvieron interesados en hacer parte de las alianzas criminales
contra los miembros de la UP, ni en términos globales hacer parte de estrate-
gia contrainsurgente de las Fuerzas Armadas” (CNMH, 2018, p. 217).

Los activistas cercanos a este movimiento han alertado sobre el peligro que
representa esta sindicación exclusiva hacia el narcotráfico, ya que se trataba
de bloques y alianzas, de las cuales solo se resalta una cara de la moneda.
“El asesinato de Pardo Leal por Rodríguez Gacha es un buen ejemplo. Los
resultados públicos de las investigaciones dejaron de lado la relación entre
Fuerzas Armadas y los paramilitares para hacer énfasis en la participación
del narcotraficante” (CNHM, 2018, p. 222). Lo anterior ha reforzado la impu-
nidad sobre casos como el asesinato de Pardo Leal22.

Magnicidio de Luis Carlos Galán


Para este año, cuando ya se perfilaba como virtual ganador de la consulta li-
beral a Luis Carlos Galán, dejó como resultado tres candidatos presidenciales
asesinados, que iniciaron con su muerte el 18 de agosto de 1989, seguida de
la de Bernardo Jaramillo Ossa el 22 de marzo de 1990 y Carlos Pizarro el 26
de abril de 1990. Con estos tres candidatos muertos el narcotráfico, junto al
paramilitarismo, ya habían acabado con la vida de cuatro candidatos presi-
denciales, dos de ellos de la Unión Patriótica (UP), a la que se le sumaba el
asesinato de Jaime Pardo Leal el 11 de octubre de 1987.

Para entonces, quien se sometería a una consulta liberal junto a otros pre-
candidatos como Hernando Durán Dussán, Ernesto Samper Pizano, Alberto
Santofimio Botero, William Jaramillo Gómez y Jaime Castro Castro; cargo al
que también aspiraban Álvaro Gómez Hurtado, Bernardo Jaramillo Ossa, Ro-

22. “Pese a ello, la investigación no se dirigió a establecer qué miembros de la fuerza pública dieron apoyo a los paramilitares con-
denados. Con respecto a la adecuada estrategia de investigación, ha existido falta de claridad para asumir los hechos victimizantes
contra la UP como crímenes sistemáticos parte de un mismo proceso, así como deficiencias en la identificación y responsabilización
de los determinadores, en la mayoría de los casos. Esto ha generado vacíos de justicia, incluso frente a magnicidios fallados por tri-
bunales nacionales, así como internacionales, como en los casos de Jaime Pardo Leal y de Manuel Cepeda Vargas, respectivamente.
En estos solo identificaron a los autores materiales de los hechos” (CNMH, 2018 p. 452).

176
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

drigo Lloreda, Regina Betancourt, Claudia Rodríguez de Castellanos y otros


seis candidatos.

En este panorama de miedo y violencia la campaña presidencial continuó con


una gran amenaza sobre el candidato que significaba más riesgo para el prin-
cipal enemigo, que para entonces era Pablo Escobar Gaviria, ese candidato
era Luis Carlos Galán, una enemistad surgida desde las elecciones de 1982,
y tras su muerte, también es heredada por su sucesor César Gaviria.

Luis Carlos Galán fue uno de los políticos más influyentes en década de los
ochenta y todavía se le recuerda como una de las figuras más relevantes de
la historia reciente de Colombia. Antes de morir lideraba la intención de voto,
particularmente por las siguientes elecciones a realizar en 1990. Una vez
ocurre su trágica muerte, el país queda conmocionado y es César Gaviria, su
fórmula vicepresidencial, quien relevaría la carrera hacia la presidencia bajo
las banderas del liberalismo. Una vez más los carteles estarían directamente
involucrados, dando vida a uno de los magnicidios más sentidos del país.

Breve descripción del hecho

Tipo de acción Asesinato a cargo de sicarios


Escenario temporal 18 de agosto de 1989 (8:45 pm)
Ubicación geográfica Plaza central de Soacha, municipio de
Cundinamarca
Afectaciones humanas Homicidio de Luis Carlos Galán y su
escolta
Responsable(s) Cartel de Medellín, Cartel de Cali,
paramilitares, organismos de
seguridad y el político Santofimio
Botero

Desarrollo de los acontecimientos. En medio de una manifestación política en-


cabezada por Galán en el municipio de Soacha, en el marco de unas elec-
ciones presidenciales a realizar, el candidato se subió a una tarima impro-
visada desde donde se dirigiría a la multitud. 15 minutos después de darse
comienzo al evento, unos sicarios activaron sus ametralladoras hiriendo
gravemente a Galán. En medio de la confusión, los asistentes se escondían
y huían, mientras otros gritaban: “mataron a Galán”. “Ahí empezó la balace-
ra entre los guardaespaldas de Galán, la Policía y los sicarios. El candidato
ya estaba en el piso, sus tres escoltadas lo llevaron al carro; él tenía los ojos

177
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

abiertos, pero no pronunciaba palabras” (CNMH, 2018). Julio César Peña-


losa Sánchez (concejal de Soacha) también murió en el incidente, junto a
Santiago Cuervo (escolta de Galán), quienes también recibieron los impac-
tos de bala en medio del incidente.

Hubo varios hechos irregulares que hoy son más visibles, luego de decan-
tarse con posterioridad el desarrollo de los sucesos. Antes de llegar a la
plaza, contra todas las recomendaciones, Galán es cambiado de vehículo
y pasado a una camioneta que no contaba con mínimas medidas de segu-
ridad. Por otro lado, parte de los asistentes se encontraban bajo los efectos
del alicoramiento y se permitió el uso indiscriminado de juegos artificiales.
Además, se le condujo a una tarima de madera improvisada donde se ha-
bían escondido los autores directos del crimen y cuando su chaleco se le-
vantaba de la cintura al saludar con sus manos en alto a la multitud, queda-
ba expuesto su abdomen ante el ataque que se luego se sobrevino23.

Para terminar de reconstruir el cuadro de esta escena, se supo de varios


sicarios en el lugar y que estuvieron en ese momento muy de cerca acom-
pañando al candidato político, a lo que se sumó el cambio de escolta a úl-
timo momento. Según El Tiempo: “A las 8 y 45 de la noche se oyeron las
primeras ráfagas de varias metralletas. En ese instante alguien cortó la luz
del alumbrado público (…). Cuando Galán levantó los brazos para saludar, el
chaleco antibalas se subió y su cuerpo quedó vulnerable”. Los cinco impac-
tos que recibió Galán se hicieron con un arma reservada para las Fuerzas
Armadas. Todo lo anterior hace pensar que el crimen se ejecutó con una
importante dosis de planeación y elaboración. Incluso, horas antes de su
muerte, la embajada de Estados Unidos en Bogotá le transmitió a Galán
que las agencias de seguridad de ese país tenían informes precisos de un
intento de acabar con su vida. Por eso le aconsejaron desistir de ir “a una
plaza pública tan grande y abierta como la de Soacha” (El Tiempo, 2019).

“Tras las ráfagas, uno de los escoltas se le tiró encima, mientras otros lo ba-
jaron en medio de la gritería. Corrieron hacia el carro blindado que le había
conseguido su jefe de debate, César Gaviria Trujillo” (El Tiempo, 2019)24.

23. “Tampoco se le vio angustiado cuando lo bajaron y se fue caminando hacia la tarima. A pesar de que en la plaza hay una tarima
de cemento, a alguien se le ocurrió hacer una de madera para que Galán pronunciara su discurso. Fue una decisión determinante
porque varios de los asesinos se emplazaron debajo de la improvisada estructura de tubos y tablas de madera, entre varios niños que
no podían creer que el hombre que iba a hablar sería el presidente de Colombia” (El Tiempo, 2019).
24. “Nadie sabe por qué en esos instantes no se fueron para el Hospital de Soacha, a la vuelta de la esquina, a 200 metros del sitio
del atentado, sino que se abrieron paso por el caótico tráfico en dirección a Bosa, por una vía atestada, polvorienta y mal señalizada”
(El Tiempo, 2019).

178
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Todavía con vida, se le traslada al hospital de Kennedy, pero a las 10:45 pm


se conoce la noticia de su fallecimiento y se termina, a sus 45 años, como
una de las personalidades políticas más importantes del país. Cabe decir
que este acontecimiento ya tenía sus propios antecedentes. De hecho, an-
teriormente hubo un primer intento de asesinato el pasado 4 de agosto de
1989, en medio de un acto Universidad de Medellín. Sin embargo, tras el
aviso de una testigo, el crimen fue evitado en ese instante25.

Detonantes del suceso. Es muy importante mencionar que Galán era quizás
la figura política de mayor aceptación entre los colombianos al finalizar la
década de los ochenta. “Una encuesta de El Tiempo y Reportajes Caracol
confirmaba el carisma del aspirante presidencial: su imagen positiva era del
81,1 por ciento” (El Tiempo, 2019). Su posición frente a la extradición era con-
tundente y se sabía que Galán la haría efectiva si llegaba a lograr posicionarse
dentro del poder ejecutivo nacional. A comienzos de los ochenta, Galán había
expulsado a Escobar del Nuevo Liberalismo cuando el capo incursionaba en
la política. Desde ese momento Galán se venía oponiendo a la cercanía de las
mafias con los sectores políticos del país.

Su férreo pensamiento le hizo acreedor de enemigos dentro del Gobierno, la


fuerza pública, los paramilitares y por supuesto, la mafia. Sus convicciones y
su denuncia contra diversas formas de ilegalidad hacían presagiar un posible
golpe de sus contradictores contra la integridad del candidato. “La mafia lo va
a matar” era el mensaje que corría de boca en boca en las conversaciones.
Inquebrantable ante este nuevo actor ilegal que buscaba arrodillar al Estado,
a Galán, en apariencia, se le cuidaba con celo: “Soy quizás el escoltado más
antiguo de Colombia. Tengo esquema de seguridad desde el año 1970 y es-
colta de carácter permanente desde 1981”, argumentaba (El Tiempo, 2019).

Previa a su muerte, Galán había recibido varias amenazas de manera cre-


ciente, lo que era paradójico ante su amplio favoritismo para alcanzar la pre-
sidencia. Sabía de antemano de las intenciones del Cartel de Medellín, pero
no imaginaba declinar su aspiración de poder hacia la Casa de Nariño26. “¿A

25. “Galán había estado unos días atrás en Medellín, el 4 de agosto, cuando se descubrió un lanzamisiles en la ruta que pensaba
tomar para dictar una conferencia de la Universidad de Antioquia. El coronel Franklin Quintero hizo el hallazgo y él mismo lo llevó
hasta el aeropuerto Olaya Herrera para sacarlo de allí” (El Tiempo, 2019).
26. “Había conversado con Luis Carlos pocos días antes en su apartamento de Residencias Tequendama, adonde se había trasla-
dado temporalmente, acosado por la cantidad de amenazas que recibía. Lo vi contento con la creciente popularidad de su campaña
presidencial, pero a la vez muy tenso y preocupado por las amenazas. Me dijo que tenía información de que El ‘Mexicano’ lo quería
matar, pero que él no iba a dejar de denunciar la injerencia de la mafia en la política”, escribió Santos Calderón en su libro de memorias
‘El país que me tocó’ (El Tiempo, 2019).

179
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

nadie se le pasó por la cabeza que ese hombre era no solo el más amenaza-
do del país sino también el más seguro presidente?” (El Tiempo, 2019). De
hecho, Sánchez Cristo, compañero de militancia política, contaría que le su-
plicó cancelar la manifestación: “Lo tenía decidido, su cita con el destino no
era negociable. Había un compromiso con la gente de ese municipio”, contó
apesadumbrado. En prevención, agregó, “al menos aceptó ponerse un chaleco
antibalas”, argumentaba (El Tiempo, 2019).

Responsabilidades del crimen y desarrollo del caso. Uno de los primeros sin-
dicados y condenados del homicidio fue Alberto Júbiz Hazbún, pero él recu-
peraría su libertad y quedaría clara su inocencia, lo que deja entrever que fue
usado como chivo expiatorio dentro del caso. No obstante, pagó 42 meses de
cárcel saliendo absuelto en 1993. El murió en 1998 antes de que el Estado
indemnizara a su familia (dinero que todavía no ha sido desembolsado). Este
fue un eslabón que conducía a la impunidad, ya que con su condena se tendía
a desviar las investigaciones, ganar tiempo y dar por terminado el proceso.
“En el curso de las investigaciones han sido vinculadas 37 personas, de las
cuales 25 fueron dejadas en libertad porque no se les comprobó su partici-
pación. Algunos de los presuntos responsables están desaparecidos y otros
fueron asesinados” (CNMH, 2018).

Sin embargo, desde un inicio se tenía conocimiento de que el Cartel de Mede-


llín era artífice de este episodio violento. Se armaron las evidencias según iban
surgiendo con el trascurrir del tiempo, conociéndose más detalles del papel
de las mafias en este proceso. Los extraditables, encabezados por Pablo Es-
cobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, eran el centro de las acusaciones. Según
el testimonio de Jhon Jairo Velásquez Vásquez, (alias Popeye), el asesinato
fue planeado entre Escobar y Gacha en una finca en el Magdalena Medio.
Según esta versión, fue finalmente Gacha el organizador directo del atentado:

Según declaraciones de Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, el Car-


tel de Medellín se preguntaba constantemente si lo asesinaban o no, pero en
vista que su campaña llevaba la bandera de persecución a los narcos, la deci-
sión fue quitarle la vida. (CNMH, 2018)

Respecto al testimonio de este sujeto se sabe que:

Alias “Popeye” en varias ocasiones ha dado su testimonio sobre el hecho. La


Fiscalía señaló que Velásquez Vásquez fue la persona enargada de ejecutar
asesinatos y otros crímenes por encargo del Cartel de Medellín, por lo cual podía

180
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

narrar con detalle las circunstancias alrededor de la muerte de Galán. Su versión


fue tomada como legítima y fue corroborada por otros medios de prueba. “Po-
peye” fue declarado responsable del homicidio del candidato. (CNMH, 2018)

También están implicados otros actores en el crimen, como agencias de inte-


ligencia, miembros de la Policía y el Ejército. El General Miguel Alfredo Maza
Márquez, director en ese entonces del DAS, decidió cambiar al jefe de seguridad
asignado al candidato Luis Carlos Galán, acontecimiento que fue determinante
en el homicidio y, por esta razón, fue condenado a 30 años de prisión. El nuevo
jefe de seguridad, Jacobo A. Terragrosa, también fue sindicado, pero desde ese
entonces se desconoce su paradero. Igualmente, hay una condena sobre Ma-
nuel Antonio Gonzales, quien fue jefe de la oficina de visión del orden público del
DAS y se le culpabiliza por avalar el nombramiento de Terragrosa. El objetivo de
tales maniobras por parte de estos funcionarios fue el de hacer frágil el esquema
de seguridad del candidato Galán y permitir la acción de los sicarios.

También se ha señalado la participación en el crimen de Carlos Castaño


quien, como líder paramilitar, coordinó las acciones con el Cartel de Medellín.
Sin embargo, este crimen habría estado ejecutado por sicarios de Yacopí, per-
tenecientes al brazo armado de Gonzalo Rodríguez Gacha, alias “El Mexica-
no”, del cual habría hecho parte Jaime Eduardo Rueda Rocha, alumno de las
escuelas paramilitares del Magdalena Medio. Ello, según las declaraciones
de alias “Don Berna”, ya que para estos grupos también era inconveniente
un personaje de esta clase en la presidencia del país. Por último, fue trascen-
dental la condena que recibió Alberto Santofimio a 24 años de cárcel, básica-
mente por ser señalado como determinador del homicidio junto a las cabezas
del cartel, constituyéndose en el único político condenado por este caso27.

El testimonio de Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, reafirma


que Santofimio era asesor de Pablo Escobar y los Extraditables, siendo su
práctica profesional, reconocida monetariamente por los capos.

La Corte precisó en su sentencia que los crímenes fueron atribuidos al Cartel de


Medellín, organización privada, responsable de otras acciones delictivas en la
historia del país. El principal condenado fue el exsenador Alberto Santofimio. La
familia insiste que aún faltan personas por vincular como otros narcotraficantes
27. “El 11 de mayo de 2005 la Fiscalía dispuso apertura formal de investigación en contra de Alberto Santofimio Bo-
tero y mediante sentencia del 11 de octubre de 2007, un juez lo declaró coautor del magnicidio de Luis Carlos Galán
y le impuso la pena de 24 años de prisión. Sin embargo, el exministro recuperó su libertad, pero la sala de casación
penal de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) revocó la absolución emitida a favor de Santofimio, y ratificó la condena
como determinador del crimen” (CNMH, 2018).

181
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

de Medellín y Cali, los paramilitares del Magdalena Medio, algunos políticos y


miembros del Ejército, la Policía y el DAS. (CNMH, 2018)

Finalmente, el magnicidio se constituyó como crimen de lesa humanidad en


el año 2016 por el Consejo de Estado.

Magnicidio de Carlos Pizarro Leongómez

Carlos Pizarro Leongómez fue el máximo comandante del Movimiento 19 de


abril M-19 a partir de 1986, y lideró su proceso de dejación de las armas en
1990. Por su línea materna, Pizarro fue la séptima generación de José Ace-
vedo y Gómez, “el Tribuno del Pueblo”. Su abuelo materno, el coronel Eduar-
do Leongómez Leyva, fue jefe militar de palacio y edecán de los presidentes
Enrique Olaya Herrera y Alfonso López Pumarejo. Su padre fue el capitán de
corbeta Juan Antonio Pizarro, quien llegó a ser comandante de la Armada (El
Espectador, 2020).

Criado en una cuna marcadamente política, Pizarro fue cercano a los ideales
comunistas desde la adolescencia y desde su paso por las universidades Ja-
veriana y Nacional en Bogotá. Tras los hechos ocurridos el 19 de abril de 1970,
enmarcados en un malestar social generalizado por la presunta manipulación
de los resultados de la elección presidencial, Pizarro inicia su camino guerri-
llero con la decisión de vincularse a las Fuerzas Armadas Revolucionarias
del Común – FARC, hecho que no tendría mayor duración puesto que, a raíz
de diferencias ideológicas y otros choques, se retira tras apenas unos meses,
dando así origen a la conformación y primera acción pública del M-19: el robo
de la espada de Simón Bolívar (El Espectador, 2020).

Tras el proceso de dejación de las armas en 1990, y después de afianzar la


construcción y apuesta por un ideal político para el país, marcadamente di-
ferente a los concebidos desde las clases políticas tradicionales, Pizarro fue
asesinado el 26 de abril de 1990, en el trayecto de un vuelo entre Bogotá y
Barranquilla. Su muerte ocurrió al mes siguiente de darse el proceso de des-
movilización y dejación de armas.

182
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Breve descripción del hecho

Tipo de acción Asesinato a cargo de sicarios.


Escenario temporal 26 de abril de 1990, horas de la mañana.
Ubicación geográfica Trayecto Bogotá – Barranquilla de un
vuelo comercial.
Afectaciones humanas Homicidio de Carlos Pizarro Leongómez.
Responsable(s) Organismos de seguridad del Estado
(DAS), paramilitares (Carlos Castaño).

Tras consolidarse la vía política y negociada para el fin de la confrontación


armada entre el Estado y la guerrilla del M-19, y la derivada oportunidad para
sus militantes de dejar las armas, desmovilizarse y reintegrarse a la vida civil
y democrática en el país, Carlos Pizarro Leongómez anunció su candidatura
para la Presidencia de la República, como parte del ahora movimiento Alian-
za Democrática M-19. Como era de esperarse, diferentes sectores políticos y
económicos tradicionales, actores del conflicto armado -encrudecido por esos
tiempos-, sectores sociales y facciones del narcotráfico, no veían con buenos
ojos la idea de que las guerrillas llegaran a materializar sus ideales políticos e
ideológicos en el país; más aún, que existiera la posibilidad de que se alzaran
con el poder tras hacerse viable que se lanzaran a cargos de elección popular.

En medio de este contexto de diferentes confrontaciones y violencias, se


dio la entrega de armas por parte del M-19 el 9 de marzo de 1990, momen-
to a partir del cual Pizarro continuaría pública y abiertamente su campaña
presidencial, considerando, entre otras, visitas prelectorales a diferentes
lugares del país. El 26 de abril de 1990, al mes siguiente de darse la deja-
ción de las armas, en horas de la mañana y después de dar una entrevista
para Caracol Radio, Pizarro abordó un vuelo desde Bogotá con destino a
Barranquilla, durante el cual fue arremetido a quemarropa por un sicario
que también abordó el vuelo y que extrajo, del baño del avión, una ame-
tralladora previamente colocada. El perpetrador fue el sicario paramilitar
Gerardo Gutiérrez Uribe, alias “Jerry”, quien fue ultimado inmediatamente
después de descargar, por la espalada, la ráfaga de la metralleta sobre Car-
los Pizarro, quien fallecería poco tiempo después al ser retornado a Bogotá
en el mismo vuelo.

Detonantes del suceso. La candidatura de Carlos Pizarro Leongómez a la


Presidencia de la República representaba, en pocas palabras, una amenaza

183
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

para los sistemas políticos e ideológicos más determinantes establecidos


históricamente en el país. En palabras de María José Pizarro, la posibilidad
de que Carlos Pizarro llegase a ascender al poder significaba una amena-
za al statu quo existente y reinante en el país, y bajo esto, simplemente,
habrían existido múltiples intereses por no permitirlo (María José Pizarro,
2020).

Responsabilidades del crimen y desarrollo del caso. La búsqueda de ver-


dad y justicia sobre el asesinato de Carlos Pizarro Leongómez es aún hoy
en día un capítulo inconcluso en la historia de Colombia, que se suma a
los múltiples casos de violencia sistemática, estructural y premeditada para
exterminar líderes, grupos y colectivos con idearios político-ideológicos di-
ferentes a los hegemónicamente establecidos. Sobre su crimen, la justicia
ha llegado hasta establecer que respondió a una acción fraguada, planeada
y ejecutada bajo el actuar de paramilitares y agentes del Estado.

Además del perpetrador material, alias “Jerry”, dado de baja en la escena


del crimen, han sido dados como cómplices y culpables: Jaime Ernesto Gó-
mez Muñoz, el ex agente del DAS que disparó contra el sicario, el exdirector
del DAS Alberto Romero Otero, el detective Jaime Ernesto Gómez y, princi-
palmente, el exjefe paramilitar Carlos Castaño. Sin embargo, Otero, llegó a
declarar no haber estado involucrado en el magnicidio, mas sí haber recibi-
do información por parte de Castaño alrededor de asuntos como la agenda
terrorista de Pablo Escobar. También ha existido la hipótesis de vinculación
del narcotráfico y del mismo Pablo Escobar en el hecho.

A propósito de la indagación sobre el origen intelectual del crimen, y el vacío


aún existente en la labor de la justicia y la búsqueda de verdad, el equipo
investigador de este informe llevó a cabo entrevista con María José Pizarro
(2020), quien manifestó lo siguiente:

En el caso de Carlos Pizarro, concretamente, yo no siento que haya habido una


participación directa por parte de Pablo Escobar, sino más de las autodefensas
de Puerto Boyacá. Yo creo que ahí ya había o empezaba a haber una división o
una separación entre el cartel de Medellín y las autodefensas de Puerto Boyacá.
El Cartel de Medellín en cabeza de Pablo Escobar, porque a lo mejor por el lado
de Rodríguez Gacha, seguía una alianza estrecha con estas estructuras que se
estaban conformando en Puerto Boyacá, pero yo no siento que haya una parti-
cipación precisamente por las posiciones de Carlos Pizarro y de ciertos líderes
de izquierda, en temas como la extradición, y eso creo que marca una influencia

184
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

grande allí. Aunque las estructuras estatales que permitieron el asesinato de


ellos dos, yo sí creo que son las mismas estructuras. Quiero decir que hay unos
meses de diferencia, hay unos intereses porque ciertas posiciones políticas no
lleguen al poder, independientemente de si eran de derecha, de centro, o como
se quieran clasificar, pero sí siento que en cambio el aparato estatal, el DAS y
quienes facilitaron información que permitieron perpetrar los asesinatos eran los
mismos.

Ahí se ve una relación estrecha entre los Castaño y estas estructuras paracas y
el DAS, porque obviamente son quienes facilitan la información, quienes entre-
naron a la gente. Uno no lo puede afirmar judicialmente, porque es precisamen-
te la justicia quien tiene que darnos esa verdad a todos.

A mí siempre me han preguntado. Yo sé cosas, he leído, me he informado, y hay


investigaciones serias en este país, pero mi papel no es develar ninguna verdad,
porque yo soy sencillamente una persona que está en búsqueda de la verdad
como muchas otras. La justicia y el Estado son quienes tienen la responsabili-
dad de darnos la verdad, pero como la verdad judicial no llega, hay un montón
de incertidumbres. Obviamente uno va adquiriendo, por lo menos a través de
la lectura y de los trabajos académicos, y de ciertos avances judiciales, pocos,
pero hay algunos, y pues permite ir entendiendo o más bien construyendo un
pequeño mapa.

Ahora, ¿por qué no sabemos la verdad?, pues yo creo, porque los determina-
dores de este tipo de asesinatos no creo que hayan sido solamente estructuras
armadas ilegales. Yo soy de las personas que piensa que esas estructuras eran
mandadas por, había escenarios de toma de decisiones, donde estratégicamen-
te, no sé si políticos, empresarios, sectores poderosos de este país, determina-
ron que ciertas cosas tenían que pasar. Esos son los nombres que estamos en
mora de conocer, porque ahí es donde está la relación de si efectivamente había
una intención más allá de liquidar a una o a otra persona, o en el caso del avión
de Avianca, era precisamente liquidar a una persona donde existía un efecto
colateral gravísimo, pero la intención era atacar a una persona o a un grupo de
personas. Y en el caso de Carlos Pizarro sucede lo mismo, con Luis Carlos Galán
sucede lo mismo, y eso es lo que nos permitiría saber cuáles eran las intencio-
nes políticas y sociales del acto criminal, de querer asesinar.

Ataque al sistema judicial

Los hechos de violencia contra quienes impartían justicia, ocurridos durante


1989 y otros años anteriores, pertenecieron a una cadena de delincuencia
organizada por el Cartel de Medellín con ayuda de grupos paramilitares, quie-

185
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

nes declararon la guerra al Estado y a cualquier miembro de la rama judicial


que investigara sobre el pasado de sus miembros, sus actividades de narco-
tráfico y nexos con la criminalidad que, como lo registraba un artículo del El
Tiempo en 2010, “en pocos años habían ordenado el asesinato de un Ministro
de Justicia, un Procurador General, 14 Magistrados, 11 funcionarios de ins-
trucción criminal y más de 20 jueces”.

Legislar y debatir en favor al tema de la extradición y demás procesos legales


que afectaban a los narcotraficantes desataba las represalias del Cartel de
Medellín. A comienzos de 1987, la cruzada criminal de Escobar contra la jus-
ticia siguió adelante, a través de un atentado contra el magistrado del Tribunal
de Medellín Gustavo Zuluaga. La acción tuvo lugar el 30 de octubre de 1986
en la Avenida Bolivariana con calle 34 de Medellín, una serie de disparos aca-
baron con la vida del magistrado cuando iba en un vehículo en compañía de
su esposa, pues años atrás el funcionario había dictado auto de detención a
Escobar y a su primo, Gustavo Gaviria; quienes eran acusados de haber ase-
sinado a dos agentes del DAS que descubrieron, en 1976, un cargamento de
cocaína encaletado en las llantas de un camión. (Semana, 2012)

Otro acontecimiento importante en la rama judicial sucedió el 18 de enero


de 1989 en el corregimiento de La Rochela, en Simacota, Santander. Una
masacre ejecutada por las Autodefensas del Magdalena Medio dejó 12 muer-
tos y 3 sobrevivientes: Manuel Díaz, Wilson Mantilla y Arturo Salgado, todos
funcionarios judiciales. Ante este hecho el Colectivo de Abogados José Al-
vear Restrepo (RCN Radio, 2019) aseguró que “Los ‘paras’ querían evitar las
investigaciones por la muerte de un grupo de comerciantes, y el narcotráfico
quería impedir que actuaran contra los laboratorios e impedir indagaciones
por víctimas de la Unión Patriótica”.

Jesús Baquero Agudelo, alias “Vladimir”, condenado por el asesinato de


miembros de la UP por el juzgado Municipal de Segovia, en Antioquia, con-
fesó que lo ocurrido en La Rochela fue una asociación de narcos y parami-
litares, aseguró ante la justicia que hubo reuniones previas en la finca Las
Palmeras, propiedad de Gonzalo Rodríguez Gacha, miembro del Cartel de
Medellín, también confirmó la participación de políticos locales, miembros de
la Policía y Ejército, “incluso una orden a un batallón para no prestar acompa-
ñamiento” (RCN Radio, 2019). Cada uno con razones distintas para evitar que
la justicia del Estado llegara al lugar.

186
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Masacre de La Rochela

La Masacre de la Rochela es uno de los episodios más dramáticos en la his-


toria del país, particularmente por la violencia desatada en contra de funcio-
narios del Gobierno. Si bien, cierto sector del Estado había estado de cerca en
acciones colaborativas con el narcotráfico, otras entidades oficiales pudieron
significar un escollo para los intereses de las mafias. La masacre de la Ro-
chela dejó una huella, al medirse hasta dónde podrían llegan los hombres del
Cartel de Medellín en su lucha frontal contra ciertos estamentos estatales. No
importaba realmente quién era cada una de las víctimas, sino la función que
estos empleados desempeñaban en el ala judicial e investigativa del Gobierno.

Breve descripción del hecho

Tipo de acción Masacre


Escenario temporal 18 de enero de 1989 (12 pm).
Ubicación geográfica Corregimiento de La Rochela, municipio de Sima-
cota (Santander).
Afectaciones humanas 12 funcionarios públicos asesinados.
Responsable(s) Autodefensas de Puerto Boyacá, fuerza pública y
narcotraficantes (Gonzaloo Rodríguez Gacha).

Desarrollo de los acontecimientos. El suceso se generó cuando una comisión


de funcionarios públicos viajo a Santander, con el fin de llevar a cabo una
investigación por masacres y asesinatos selectivos adelantados en el Mag-
dalena Medio. La comitiva estaba compuesta por 15 personas, integrada por
dos jueces, ocho miembros de la Policía Judicial y dos conductores. En el
camino son interceptados por un grupo de paramilitares, quienes inicialmente
se hacen pasar por guerrilleros.

El grupo armado rodeó el campero en el que viajaban e hicieron bajar a la mayo-


ría de los funcionarios, no sin antes desarmar a la autoridad presente. Posterior-
mente, estos sufrieron múltiples heridas mortales luego del ametrallamiento
realizado por parte de los paramilitares, causando el homicidio de 12 personas.
Solo tres de los miembros de la comitiva sobrevivieron al ataque. Uno de los
sobrevivientes (Manuel Libardo Díaz) atestiguó sobre esos momentos:

Alias “Ernesto” pidió que entregaran los revólveres que portaban. Se trataba
de una “sugerencia” por seguridad, aunque en realidad, dada la desigualdad
numérica y la evidente diferencia en el armamento, era más de una orden [...].
Hacíamos burlas y chanzas entre la diferencia del armamento de nosotros y

187
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

el que tenían ellos. Ellos se reían. La tensión era evidente, pero los supuestos
guerrilleros hacían todo lo que podían para generar confianza […] Después los
amarraron y los llevaron, en los mismos carros en los que habían llegado al
lugar, al paraje La Laguna, en la carretera que conduce a Barrancabermeja.
Allí, unos 15 hombres armados se habían formado a 10 metros de donde se
encontraban los camperos, y dispararon. (El Tiempo, 12 de octubre de 2010)

Detonante de los acontecimientos. Había un agravante de fondo en la reali-


zación de esta diligencia. Esta delegación estaba trasladándose a una región am-
pliamente conocida por el dominio de grupos mafiosos e ilegales, así que inter-
narse allí representaba un potencial peligro para los funcionarios. De hecho, “(…)
desde Bogotá sabían que era una misión de alto riesgo: se iban a meter en una
zona en la que narcos y paramilitares afianzaban su dominio a sangre y fuego,
con ayuda de miembros de la fuerza pública” (El Tiempo, 12 de octubre de 2010).

La comisión estaba indagando por la responsabilidad del Ejército, el Cartel de


Medellín y paramilitares, por crímenes cometidos en la zona. La revisión de
miles de folios judiciales y de la prensa de la época, y decenas de entrevistas
con protagonistas dejaron una gran conclusión que generara debate:

Para los ochenta, en lo que respecta al Magdalena Medio, varias de las brigadas y bata-
llones del Ejército que actuaban en la zona lo hacían de la mano del grupo de paramilita-
res comandados por Henry Pérez (uno de los asesinos de Luis Carlos Galán) y apoyados
por Acdegam (ganaderos) y capos del narcotráfico. (El Tiempo, 12 de octubre de 2010).

Responsables del hecho. En la autoría material de la masacre, en primera


instancia, se encuentran directamente relacionados grupos paramilitares del
Magdalena Medio, quienes llevaron a cabo el crimen. No obstante, se trataba
de un plan preconcebido, donde interactuaron las fuerzas públicas y parami-
litares. Ello se supo al conocerse un testigo clave en la investigación, que en
calidad de exparamilitar, luego revelaría información valiosa del suceso. Se
trató de Alonso J. Vaquero Agudelo, alias “Negro Vladimir”, quien dirigió el
grupo que cometió la masacre. “La masacre se planeó en la finca La Palmera,
de propiedad del jefe paramilitar Henry Pérez”. Así lo relató “Vladimir”, quien
aseguró que pagó 20 millones de pesos a la Policía para conocer el itinerario de
la comisión y otros 40 millones a las tropas para que no hubiera escolta militar
ese 18 de enero. La comisión fue engañada por el temido sicario, que se presen-
tó inicialmente como jefe guerrillero “Ernesto” y logró incluso convencerlos de
entregar sus armas (El Tiempo, 12 de octubre de 2010).

188
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Uno de los principales actores detrás de esta acción fue Gonzalo Rodríguez
Gacha, alias “El Mexicano”. “A los jueces hay que matarlos por la autopista, y
mire a ver usted cómo va a organizar para que hagan el trabajo”, fue la orden
que, según relató el exparamilitar “Vladimir”, dio “El Mexicano” (El Tiempo, 12
octubre de 2010). Justamente, las Autodefensas de Puerto Boyacá, sindicadas
en esta masacre, fueron formadas a comienzos de la década de los ochenta,
recibiendo en el camino financiación de narcotraficantes como Gonzalo Ro-
dríguez Gacha. Su motivación original era combatir a la guerrilla, pero terminó
persiguiendo y hostigando a la población civil. Esta agrupación había trabajado
de cerca con la fuerza pública desde su fundación y tenido una gran influencia
territorial sobre el Magdalena Medio.

En ese sentido, hay figuras del sector oficial y de alto perfil implicadas en la
masacre:

La justicia reabrió la investigación contra tres generales: Farouk Yanine (fallecido),


Juan Salcedo Lora y Alfonso Vacca y contra el excongresista Tiberio Villarreal.
Sobre este último, “Vladimir” dijo que fue quien presionó la masacre, porque que-
ría que los ‘paras’ se robaran los expedientes que llevaba la comisión judicial. (El
Tiempo, 12 de octubre de 2010)

Las fuerzas militares estuvieron presentes, tanto en la ejecución, como en


el encubrimiento del delito. El 8 de marzo, luego de la masacre, la Unidad
Móvil de Investigación envió mensajes oficiales al Ministerio de Defensa y
al presidente, señalando “actitudes dilatorias” de la XIV Brigada del Ejército
de Colombia y la Segunda División para capturar a los directos responsa-
bles. ​Por todos los acontecimientos del caso, la Corte Interamericana de
Derechos Humanos condenó al Estado colombiano y ordenó continuar con
los procesos judiciales para encontrar a los culpables.

Ataque a la prensa nacional

La violencia contra el periodismo fue una constante de este periodo de crimi-


nalidad. Cualquier periodista o medio que se atrevía a denunciar o cuestionar
las actuaciones del narcotráfico, era intimidado y en el peor de los casos si-
lenciado. El primer asesinato ordenado por Pablo Escobar fue en 1986 hacia
Roberto Camacho, corresponsal de El Espectador en Leticia. “Amenazado de
muerte desde 1984, luego de una publicación en la que denunció que capos
de la mafia comenzaban a tomarse el sur del país” (Fundación para la Liber-

189
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

tad de Prensa –FLIP, 7 de febrero de 2018), el 16 de julio de ese año se convir-


tió en el primero de los periodistas asesinados a manos del Cartel de Medellín.

La arremetida contra este medio de comunicación tenía un trasfondo, “la


fachada de Escobar empezó a derrumbarse en 1983, cuando El Espectador
publicó una serie de notas que revelaban lo que realmente se ocultaba de-
trás de la creciente figura pública” (Sotomayor, 2014). Esta violencia no se
detendría y el 17 de diciembre de 1986 cobraría la vida de Guillermo Cano,
director de El Espectador y le seguiría en 1989, el 29 de marzo, el asesi-
nato del apoderado de su caso Héctor Giraldo Gálvez. El 2 de septiembre
del mismo año [1989], una bomba sacudió la sede principal del periódico
en Bogotá dejando 73 heridos, y un mes más tarde, el 10 de octubre con
espacio de hora y media fueron ultimados en Medellín, Martha Luz López
y Miguel Soler, los gerentes administrativos y de circulación de ese diario.

Además de estas muertes selectivas, otro modus operandi consistió en


poner bombas en la sedes de los diarios que defendían la extradición, “el
propósito de Escobar con el terrorismo era doblegar la voluntad de la so-
ciedad y las instituciones para llevar al Gobierno a pactar unas condiciones
favorables para su sometimiento a la justicia” (Duncan, 2013) así, Escobar
también atentó contra las instalaciones de El Colombiano en Medellín, el 10
de marzo de 1988, el Noticiero Mundo Visión, el 16 de mayo de 1989. Ese
mismo año el director de este último diario, Jorge Enrique Pulido, fue víc-
tima de un atentado en las instalaciones de Inravisión en Bogotá, el 29 de
octubre. Aunque salió ileso, falleció poco tiempo después. También sufrirían
las retaliaciones de sus denuncias el diario Vanguardia Liberal en Bucara-
manga, el 16 de octubre de 1989, y la Cadena Radial Colmundo en Mede-
llín, el 23 de mayo de 1990.

Asesinato de Guillermo Cano

Este acontecimiento generó consternación entre la ciudadanía, al tratarse


de uno de los periodistas más representativos y emblemáticos del país.
Llevaba una larga trayectoria profesional dedicada al periodismo, pero fue
asesinado vilmente cuando tenía 61 años. A partir de este hecho se pondría
en firme una campaña de asedio contra los grandes representantes del pe-
riodismo nacional. La neutralización de esta figura pondría en la mira de los
ataques a funcionarios y directivos del periódico El Espectador, lo que luego
se hizo extensible a otros sectores de la prensa.

190
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Breve descripción del hecho

Tipo de acción Asesinato a cargo de sicarios motoriza-


dos
Escenario temporal 17 de diciembre de 1986 (7:57 pm)
Ubicación geográfica Bogotá, Avenida 68
(Occidente de Bogotá)
Afectaciones humanas Asesinato de Guillermo Cano Isaza
Responsable(s) Cartel de Medellín

Desarrollo de los acontecimientos. El periodista fue asesinado luego de haber


salido en las primeras horas de la noche de las instalaciones del periódico.
Abordó su automóvil Subaru en dirección a su residencia y al dar un giro en
“u” sobre la Avenida 68 con Calle 22, fue atacado por un individuo propinán-
dole 8 impactos de bala, luego de hacer un disparo de ráfaga con su ame-
tralladora. Fue llevado al hospital después de recibir el rápido auxilio de sus
compañeros de trabajo, pero murió en menos de una hora a pesar de la ayuda
brindada por los médicos. Las reacciones no se hicieron esperar:

En el momento en que se conoció la noticia del crimen del ilustre periodista,


empezaron a proliferar mensajes de rechazo y solidaridad con los miembros de
la familia Cano. Los expresidentes de la República, las directivas de todos los
sectores políticos, la prensa, la iglesia, los altos mandos militares, los sindicatos,
nadie faltó por pronunciarse. El presidente Virgilio Barco expidió un comunicado
oficial para rechazar el magnicidio de Guillermo Cano: Es el narcotráfico sin ley,
sin moral, sin Dios, que no se detiene ante nada…Colombia está de luto.

Luego del asesinato de Guillermo Cano, todos los medios de comunicación del
país se solidarizaron y se manifestaron contra el asesinato de periodistas en
manos de los narcotraficantes. Se denominó “El día del silencio”, día en el cual
ningún periodista ejerció su trabajo, lo que significaba que ningún medio de co-
municación de prensa, radio y televisión en 24 horas podían publicar informa-
ción alguna. En la misma edición se escribió una columna de opinión referente
al asesinato del director del periódico, Guillermo Cano. Fue titulado “Su lucha
frente al narcotráfico” (Castillo, 1986; Gama, 2014, p. 5)

Respecto a los responsables del hecho, más allá de quienes accionaron el


arma, se encuentra la actuación del Cartel de Medellín a través de sus ban-
das de sicarios. Según las investigaciones de los organismos de seguridad,
quienes cometieron el delito hacían parte de la banda Los Priscos. Las cabe-
cillas del grupo fueron David Ricardo Prisco Lopera y Jaime de Jesús Muñoz

191
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Garcés, quienes, para la época, se presumían estaba al servicio del llamado


Cartel de Medellín o del grupo de Los Extraditables.

Detonantes del suceso. Guillermo Cano fue reconocido por denunciar las
acciones e intereses del narcotráfico. Particularmente, cuando reveló que el
prontuario de Pablo Escobar y los Ochoa había sido borrado de los estrados
judiciales y de la prensa, y se dedicó a luchar para que los organismos de
control, la sociedad y las autoridades hicieran algo al respecto.

Fue frontal su lucha contra los carteles empleando el oficio periodístico. La


corrupción y la mafia fueron dos temas centrales que abordó Cano en la pri-
mera mitad de los años ochenta, incomodando la posición de un sector influ-
yente en Colombia.

De tal forma que varios individuos de la mafia consideraban como una seria
amenaza la postura de Cano para el desarrollo de sus actividades ilegales
y apelarían a la fórmula de la violencia para silenciarlo. Desde su columna
“Libreta de Apuntes” hizo todas las denuncias y luchó incansablemente para
que Colombia tuviera una prensa libre e independiente. Todos los domingos
los colombianos se acostumbraron a encontrar en el periódico El Espectador
sus apreciaciones, a través de las cuales ejercía una verdadera procuraduría
de opinión contra el narcotráfico o los funcionarios y particulares que esta-
ban constantemente en torno a ellos para obtener alguna clase de beneficios
económicos.

Desarrollo del caso. El asesinato de Cano oscila entre la impunidad y algu-


nos avances judiciales con miras a esclarecer la verdad de este hecho. En su
momento, se generó la captura de Molina Yepes como responsable directo,
pero hay una campaña de la prensa por la verdad que va más allá de estos
avances concretos, apuntando a revelar actores y causas estructurales que
desembocaron en esta acción violenta. Aun cuando por estos hechos hay dos
condenas. Castor Emilio Montoya Peláez fue condenado en 1996, pero nun-
ca lo capturaron, era cómplice del sicario de Cano, pero este fue asesinado en
una vendetta del crimen en Palmira, Valle. La otra sentencia es la de Luis Car-
los Molina Yepes, que era una especie de prestamista del cartel y pagó desde
su cuenta la moto que usaron los sicarios, Molina quedó libre en el 2004, tras
pagar siete años de una condena de 16, y después de una fuga inexplicable
de la sede del desaparecido DAS en Medellín (FLIP, 2016).

192
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Contra el Gobierno colombiano pesaban críticas fuertes sobre la impunidad


en el caso del periodista Guillermo Cano y después de la captura de Molina
Yepes, todos pensaron que iba a cesar la campaña28. Pero la SIP presentó una
denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CDIH),
donde constataron que el proceso judicial del caso Cano Isaza había estado
viciado de una serie de irregularidades y que se había configurado una dene-
gación de justicia.

Posteriormente, el 2 de julio del año 2010, la Fiscalía declaró el caso como de-
lito de lesa humanidad, lo que significa que este crimen jamás prescribirá ante
la justicia. El fiscal de derechos humanos que tuvo el caso cargo consideró
que este homicidio hizo parte de “un plan sistemático y generalizado” que los
narcotraficantes colombianos desarrollaron en aquel momento contra perio-
distas, líderes y dirigentes políticos que defendían la extradición29. De manera
paralela Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, quien proporcionaba
el dinero a Los Priscos, haría más revelaciones del caso y los detalles de la
ejecución del crimen, donde quedaba clara la participación de los capos. Con-
fesó que el operativo en contra de Cano lo llevó a cabo personalmente Jorge
Pabón, alias “El Negro Pabón”, jefe del sicariato en Bogotá para Pablo Escobar.

El caso empieza a revivirse recientemente, cuando a finales de mayo de 2019


la Fiscalía 53 Especializada contra las Violaciones a los Derechos Humanos,
definió la situación de Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, y Gus-
tavo Adolfo Gutiérrez Arrubla, alias “Maxwell”. Esta entidad preciso una me-
dida de detención contra alias “Popeye” como presunto coautor del delito, al
tenerse indicios de su intermediación con el Cartel de Medellín y la ejecución
del crimen. La Fiscalía determinó que alias “Maxwell” presuntamente reali-
zó labores de inteligencia, con el fin de conocer movimientos del periodista
Guillermo Cano. Ya en noviembre de 2018 se habría abierto un proceso de
vinculación de estas dos personas con el caso en mención.

Atentado a El Espectador

El periódico El Espectador es el más antiguo del país y era el segundo diario


de circulación a nivel nacional en 1989. En ese momento se convirtió en un
objetivo de los carteles, por la posición crítica de sus periodistas frente al nar-
28. Ya habían sido considerados autores intelectuales Pablo Escobar, Evaristo Porras, Gonzalo Rodríguez Gacha y el mismo Molina
Yepes, todos ellos capos del Cartel de Medellín.
29. “El asesinato de Guillermo Cano Isaza fue declarado crimen de lesa Humanidad. Pero como ya ha ocurrido, a la FLIP le preocupa
que, ahora que el caso no prescribirá, la justicia se anquilose ante la falta de presiones” (FLIP, 2016)

193
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

cotráfico. La muerte de Guillermo Cano no aminoró el carácter de denuncia


del periódico y eso empujó a Pablo Escobar a desatar una lucha frontal contra
los periodistas. El capo intentaba doblegar la labor del periódico y en especial
el oficio adelantado por la familia Cano. Se trató de una campaña de extermi-
nio contra el periódico de El Espectador.

El Espectador se convirtió en un enemigo del narcotráfico, por tal razón, los narco-
traficantes querían vengarse y tomaron la decisión de centrar su ofensiva criminal
contra el periódico al asesinar a sus periodistas y poniendo un carro bomba a las
afueras del periódico, método recurrente del Cartel de Medellín para cometer sus
crímenes (Gama, 2014, p. 72).

Breve descripción del hecho

Tipo de acción Camión Bomba activado con 135 kilos de


dinamita
Escenario temporal Septiembre 2 de 1989 (6:43 Am).
Ubicación geográfica Bogotá. Avenida 68.
Afectaciones humanas No cobró víctimas mortales, pero hubo
73 heridos.
Responsable(s) Cartel de Medellín.

Desarrollo de los acontecimientos. En el momento del estallido había muy


pocas personas trabajando al interior del lugar, pero las que allí estaban no
recibieron heridas de gravedad a pesar de que sufrieron el estruendo y perci-
bieron la onda de la explosión. La mayoría de los afectados por la detonación
fueron personas ajenas al periódico, ya que a esas tempranas horas de la
mañana no había mucho personal laborando para el diario. Los heridos fueron
principalmente transeúntes y pasajeros de vehículos que circulaban casual-
mente por el lugar.

El siniestro fue planeado originalmente, intentando parquear un pequeño ca-


mión dentro de las instalaciones del periódico, pero ante la negativa de los
encargados de la seguridad, el vehículo fue estacionado en una bomba de
gasolina contigua las instalaciones del Espectador. Se dejó abandonado allí
desde el día anterior y esperaron hasta la mañana siguiente para hacer explo-
tar una carga de dinamita depositada previamente en su interior30. Una vez
fue activada vía remota, esta dejó una notoria devastación que destruyó parte

30. “Según Popeye, el camión bomba fue detonado con un sistema de mecha lenta, debido a que la carga explosiva era muy grande
y el método de control remoto era inseguro. Dentro de la cabina del vehículo fueron ubicadas tres mechas lentas que se activaron al
mismo tiempo” (Montoya, 2014).

194
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

de la estructura de la edificación y generó un caos evidente al interior, con


escombros, muebles y papeles esparcidos por el lugar.

El responsable intelectual del hecho apunta directamente hacia Pablo Escobar


Gaviria, pero hubo una serie de autores materiales del incidente. No obstante,
respecto a la investigación llevada a cabo con posterioridad, inicialmente no se
produjeron evidencias contundentes de la responsabilidad del hecho.

A pesar de la gravedad de las circunstancias y la violencia sistemática contra El


Espectador, la investigación judicial por el atentado terrorista no tuvo resultados.
Solo años después, cuando el jefe del Cartel de Medellín había muerto, luego de
una interminable secuencia de carros bomba, magnicidios y masacres, uno de sus
lugartenientes aportó algunos datos de cómo se había planeado el ataque. (Osorio
y Navarrete, 2014).

Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, parece ser una pieza clave
del proceso. En 1994, durante una diligencia judicial, relató que fue Pablo
Escobar quien le dio la orden a John Jairo Arias Tascón, alias “Pinina”, de
organizar el atentado (Osorio y Navarrete, 2014). Finalmente, “admitió que
los autores intelectuales fueron Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, alias
“El Mexicano” (Osorio y Navarrete, 2014). Por otro lado, “aunque el gestor del
ataque fue el jefe de sicarios del Cartel de Medellín, el encargado de ejecutar
su plan fue un hombre conocido con el alias de “Don Germán”, quien había
trabajado como camionero 20 años y sabía cómo transportar los explosivos
sin ser detectado por las autoridades; a la fecha aún no se conoce su verda-
dera identidad” (Osorio y Navarrete, 2014).

La prolongación de la persecución hacia el periódico. Pasados dos días del


atentado, se conoce que Pablo Escobar había lanzado una nueva amenaza
contra el periódico, mostrando su intención de hacer un nuevo bombardeo
contra esta entidad. Los directores citan a sus empleados y les trasmiten di-
cha noticia, pronunciándose el clima de tensión y zozobra entre los trabaja-
dores. Los periodistas y demás empleados realizaban su labor, a sabiendas
de que un nuevo hecho de tales proporciones hubiese podido tener nueva-
mente lugar. Fue una forma de terrorismo que se jugaba a nivel psicológico
que trataba menguar la actividad de los periodistas.

“Las primeras semanas fueron una pesadilla. Ante una mínima sospecha
teníamos que evacuar el periódico. Debíamos sobrevivir y al mismo tiempo
proteger a quienes trabajaban con nosotros”, recalca Alfonso Cano citado

195
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

por Osorio y Navarrete (2014). Pronto, en ese mismo año (1989), Fernando
Cano y su hermano Juan Guillermo se vieron obligados a salir del país, uti-
lizando el exilio para salvaguardar sus vidas.

En Medellín la situación del periódico se tornó crítica. Allí el poder de Esco-


bar era mayor e intentó acorralar cualquier manifestación de El Espectador
en dicha ciudad. “La determinación de Pablo Escobar era que no circulara
un solo ejemplar de El Espectador en toda Antioquia y en varias ocasiones
sus sicarios quemaron las remesas del periódico cuando llegaban a Mede-
llín” (Osorio y Navarrete, 2014). La persecución de la mafia alargó el derra-
mamiento de sangre:

La situación llegó a un punto crítico el martes 10 de octubre cuando, con di-


ferencia de pocas horas, fueron asesinados en dos lugares de la capital an-
tioqueña los gerentes administrativos y de circulación, Martha Luz López y
Miguel Soler. La presión era tan fuerte que a finales de 1989 El Espectador
tuvo que cerrar sus oficinas en esa ciudad y su principal corresponsal, Carlos
Mario Correa, se vio obligado a trabajar oculto en una oficina privada para salir
del asedio. (Osorio y Navarrete, 2014)

Signos de resistencia. Al día siguiente del atentado en Bogotá en la sede de


El Espectador, sus encargados decidieron continuar con la labor periodística
y así emprendieron la realización de una nueva edición. Sin importar la des-
trucción de su plataforma de trabajo, estaban convencidos de proseguir con
su actividad profesional, vista como una forma de lucha y denuncia contra
la amenaza narcoterrorista. Con más convicción que capacidad técnica, el
codirector del diario José Salgar se puso al frente de los periodistas y logró
armar una edición de 16 páginas que circuló el domingo con la imagen de
la redacción destruida en la portada, acompañada del titular que resumió la
postura de El Espectador: “¡Seguimos adelante!” (Osorio y Navarrete, 2014).

Esa declaración abierta de guerra contra los narcotraficantes significa que la


labor del periódico ha sobrepasado el simple hecho de informar. El periódico
transformó su objetivo como medio de comunicación y ahora lo que le interesa
con mayor fuerza es seguir combatiendo a las mafias del narcotráfico como un
actor. (Gama, 2014 p. 75)

La resistencia del periodismo no se cerró en torno a los directamente afecta-


dos, sino que los trabajadores del El Espectador recibieron el apoyo de otros
colegas del medio:

196
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

El atentado contra El Espectador generó el apoyo de los principales medios de co-


municación. En sus páginas y editoriales reafirmaron su solidaridad incondicional
en torno a la lucha que el periódico libraba contra las mafias del narcotráfico. En
una nota titulada “La prensa nacional reafirma el compromiso contra el narcotrá-
fico”, manifiesta que este acto de violencia pone en vigencia la necesidad de una
voluntad de lucha y un compañerismo profesional de todos los medios y periodis-
tas para conformar un frente unido contra el enemigo común, haciendo referencia
a los narcotraficantes. Reúnen los editoriales del El Tiempo, El País, El Siglo y el
diario La República de ese día. (Gama, 2014, p. 74)

Secuestro de Diana Turbay

El 30 de agosto de 1990 el equipo periodístico de Hoy por Hoy y del noticiero


Criptón fue secuestrado por orden de “Los Extraditables”. El equipo de pe-
riodistas estaba conformado por Diana Turbay, Azucena Liévano, Juan Vitta,
Hero Buss y los camarógrafos Richard Becerra y Orlando Acevedo. De aquel
episodio, Azucena Liévano recuerda que:

Hubo un seguimiento, un trabajo muy minucioso que hicieron los del Cartel de
Medellín porque vieron el interés de Diana Turbay en un acercamiento con el
ELN para todo el tema de un proceso de paz, que hoy en día no se ha dado. Ella
había hecho ese mismo ejercicio con el M-19 y había logrado una cosa impor-
tante y fue la dejación de las armas y su reincorporación a la vida civil. Quería
hacer ese ejercicio nuevamente con el ELN, y el Cartel de Medellín aprovechó
eso para perpetuar el secuestro en una época muy complicada porque era todo
el tema del narcoterrorismo, y Pablo Escobar pretendía secuestrar personali-
dades para doblegar al Gobierno de ese entonces, el gobierno de César Gaviria.

Pues ese día a través de ella hicieron un contacto para hacer una entrevista al
cura Manuel Pérez, ella organizó un equipo, me preguntaron si yo quería ir y
por supuesto, uno con su visión periodística era muy interesante. Así que nos
fuimos con un equipo de camarógrafos y salimos normalmente en una misión
que uno veía normal porque pues es como se mueve la guerrilla, como se movía
la guerrilla, sin tener uno fijo para donde iba, y entonces así salimos de Bogotá,
y tal vez al segundo o tercer día, en medio del sitio donde estábamos, nos infor-
man que estábamos secuestrados por “Los Extraditables”, y todos saben que
era Pablo Escobar.

197
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

De esta manera, los supuestos guerrilleros los trasladaron a Antioquia, con


el pretexto que los llevarían a uno de los campamentos que tendría el ELN
sobre la cordillera oriental, en donde estaría el máximo jefe del ELN. Sobre
las personas que los contactaron con el pretexto de realizar la entrevista con
el cura Manuel Pérez, no recuerda mucho, más allá que:

Físicamente era gente joven, más citadina que otra cosa, entonces básicamente
por eso vimos que podría ser porque tenían como una formación guerrillera, tal
vez, salimos con ellos, y pues no hubo conversación, no quisieran entablar nin-
guna conversación.

Para el 21 de septiembre de 1990 se revelaría una nueva modalidad de te-


rrorismo en el país, a lo que le denominaron “los narcosecuestros”, una vez
que el grupo de “Los Extraditables” se atribuiría el rapto del equipo perio-
dístico de Diana Turbay, el de Francisco Santos y el de Mariana Montoya
de Pérez. Tres días después, el diario El Espectador publicó un comunicado
de “Los Extraditables”, que había sido enviado a Caracol en Medellín, en los
que anunciaban que:
• Que el día 20 de septiembre de 1990 voces anónimas hicieron lla-
madas a algunos medios de comunicación del país utilizando el
nombre de nuestra organización.
• Que no es, no ha sido, ni será nuestra costumbre realizar llamadas
anónimas a ningún medio de comunicación del país.
• Que los extraditables somos una organización político-militar clan-
destina que no utiliza el nombre de ninguna persona para sus accio-

198
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

nes o comunicados (negrillas y subrayado por fuera del texto original).


• Que queremos manifestar nuestra voluntad de paz expresada desde
hace siete años y que no estamos dispuestos a acogernos al Decreto
2047, ya que para su autor no existe la menor posibilidad de inocen-
cia para ninguna de las personas solicitadas en extradición, y ade-
más porque no se puede pensar en la suspensión de la extradición
cuando se siguen entregando colombianos a los Estados Unidos.
Poco a poco fueron liberando al equipo periodístico, primero Juan Vitta, el
26 de noviembre de 1990, seguido por Hero Buss, el 11 de diciembre, luego
Azucena Liévano, el 14 de diciembre, y finalmente, Orlando Acevedo, el 18
de diciembre. El 25 de enero de 1990, en un intento de rescate, es ase-
sinada Diana Turbay, mientras que Richar Becerra logró salir ileso, quien
recuerda que ese día:

Las personas que nos tenían retenidas nos dijeron que teníamos que salir co-
rriendo de donde nos tenían retenidos porque había llegado la Policía, eso fue
por la mañana, la señora Diana y yo salimos corriendo de esa casa. De un mo-
mento a otro empezamos a escuchar el sonido de los helicópteros, gente que
se movía por un sitio por otro lado (..) escuchamos disparos y en el cruce de
disparos resultó gravemente herida, eso fue lo más terrible. (Medellín Abraza
su Historia, 1990)

Tras la muerte de la periodista, el presidente César Gaviria emitió un comuni-


cado público en el que lamentaba y condenaba el asesinato de Diana Turbay:

El Gobierno Nacional lamenta profundamente y condena de manera enérgica


el cobarde asesinato de que fue víctima en el día de hoy la periodista Diana
Turbay de Uribe por parte de sus secuestradores en una finca del municipio
de Copacabana, Antioquia. [...] El Gobierno Nacional interpreta el sentimiento
de pesar e indignación de todos los colombianos y expresa su solidaridad para
con la familia Turbay Quintero y para con los demás amigos y allegados. A
lo largo de su carrera Diana Turbay de Uribe contribuyó de manera decisiva
al desarrollo del periodismo nacional y de la política de paz, con su gestión
siempre profesional al frente del Noticiero Criptón y de la revista Hoy por Hoy.
Su muerte significa una grave pérdida para los medios de comunicación na-
cionales y para la sociedad entera.

La muerte de Diana Turbay no solamente representó una gran pérdida para


el país y el periodismo, sino que motivó una comunicación emitida por doña
Nydia Quintero, madre de Diana Turbay, en la que se dirigía al presidente de
la república pidiéndole que:

199
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Ejecutará urgentemente las modificaciones a los decretos de entrega de narco-


traficantes que los Extraditables pedían por intermedio de un abogado; indican-
do que de ello dependía la vida de los secuestrados.

Sin duda una muestra de lo que, para entonces, el grupo de “Los Extradita-
bles” había logrado en la sociedad colombiana, un profundo terror y un sen-
timiento generalizado que aclamaba para que fueran aprobadas las reformas
que exigía este grupo, para así cesar la violencia en el país.

Ataque a la población civil


Masacre de Segovia, Antioquia
En 1988, por primera vez en la historia del país, se celebró la elección po-
pular de alcaldes. Una nueva fuerza que bajo el nombre de “Unión Patrió-
tica” irrumpió en el quehacer político nacional, logró con Rita Ivonne Tobón
Areiza y siete de trece concejales constituirse en una fuerza electoral ma-
yoritaria del Municipio de Segovia, localidad del nordeste antioqueño, en
donde por años habían dominado los partidos tradicionales particularmente
el Partido Liberal en cabeza de César Pérez García, considerado como el
cacique liberal con mayor votación en el Municipio31.

El triunfo de la Unión Patriótica causó gran inquietud entre las instituciones


militares, la Policía y líderes de extrema derecha, tal como lo relataron en el
juicio por parapolítica realizado en la Corte Suprema de Justicia contra César
Pérez García. En este nuevo escenario muy pronto se notificó a los segovianos
de la aparición de un movimiento autodenominado “Muerte a revolucionarios
del nordeste”, que anunciaba a la población civil que restauraría el orden en el
municipio (Sepúlveda, 2018). En medio de esa confrontación, irrumpió en la
noche del 11 de noviembre de 1988 un ejército privado que, bajo el mando de
Alonso de Jesús Baquero, alias “Vladimir”, segó la vida de 46 personas y dejó
heridas a otras 45 personas, la mayoría de ellas habitantes de ese municipio
quienes fueron asesinados a sangre fría. Los testigos aseguraron que los para-
militares llegaron al pueblo y asesinaron a individuos cuyos nombres estaban
en una lista. Les dispararon sin posibilidad de tregua o diálogo. Entraron dispa-
rando a casas y establecimientos, y también dispararon en la calle a personas
como vendedores ambulantes, que no tenían nada que ver con política.
31. En las audiencias públicas realizadas en la Corte Suprema de Justicia y por testimonios de los testigos se logró
comprobar que el Partido Liberal perdió el liderazgo político en el municipio de Segovia con César Pérez García,
máximo líder de ese grupo, de ahí que tal situación explica la razón por la cual encontró una causa común con la
estructura ilegal paramilitar que ejecutó la operación criminal en la citada población.

200
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Los grupos paramilitares, en ese entonces, estaban en proceso de conso-


lidación. Hasta finales de los ochenta dependieron económicamente del
Cartel de Medellín, liderado por Pablo Escobar, pero poco a poco se inde-
pendizaron de él. Grupos de combatientes, comandados por los hermanos
Vicente y Carlos Castaño, comenzaron a tener control territorial de grandes
terrenos, se apoderaron de economías ilegales y comenzaron a hacerse
cargo de la población. La masacre de Segovia tuvo intereses económicos
además de políticos: en aquel entonces, Segovia era el municipio con más
reservas de oro en todo el país.

En el juicio resultó implicada la empresa minera Frontino Gold Mines, quien


prestó sus instalaciones para que los grupos paramilitares operaran desde
allí. Un caso similar a este ocurrió con Chiquita Brands, la empresa banane-
ra extranjera que le pagaba a los paramilitares por cada caja de banano que
lograba exportar.

Las fuerzas del Estado protegieron la entrada y la salida de los paramilitares


a Segovia. De acuerdo con alias “Vladimir”, el Ejército los apoyó “para que
nosotros hiciéramos lo que ellos no podían hacer, que era matar la gente y
cometer masacres”. El Ejército difundió la versión de que el ELN fue el que
hizo la masacre y los medios reprodujeron esta versión. Pero en el juicio en
la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, llevado a cabo en
2013 se supo que la masacre estuvo a cargo de grupos paramilitares quienes,
desde una finca del Magdalena Medio al mando de Henry Pérez, les ordenó
ejecutar ese acto que se ha dado en llamar para la historia la “Masacre de
Segovia” y César Pérez García, fue el gestor de semejante acto (p. 8).

El caso de la masacre de Segovia es uno de los tantos casos que tendrán


que pasar por la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP. Aún se desconocen
algunos de los autores materiales e intelectuales de los crímenes. Las víc-
timas de Segovia salen en estas fechas, cada año, a recordar lo sucedido: a
lamentar los crímenes que se cometieron contra la población. Hasta el mo-
mento, como se mencionó, hay algunos condenados por los delitos, entre
paramilitares y funcionarios del Estado (Sepúlveda, 2018).

Ataque al Centro 93
El 15 de abril de 1993 un carro bomba cargado con 150 kilos de dinamita ex-
plotó frente al Centro Comercial de la 93, ubicado en la calle 93 con carrera
15, en la ciudad de Bogotá. El atentado dejó un saldo de ocho personas muer-

201
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

tas y 242 heridas, entre ellas, la de la pequeña Martha Liliana Téllez Sánchez,
de tan solo siete años y tres meses de edad. Era la tercera vez durante ese
año que el narcoterrorismo se hacía sentir en la capital colombiana, ese día
recuerda Ana Lilia, mamá de Martha Liliana, que:

Ese día era jueves, 15 de abril del 93, y llegamos a terapia. Yo estaba recibiendo
terapias de lenguaje, a raíz de un problema de salud. Llegamos, preparamos el
almuerzo, mi esposo sale a comprar las boletas del Circo Ruso, en el Centro 93.
Hicimos varias llamadas a ver dónde las estaban vendiendo, y el único señor
que las estaba vendiendo era allá. Él se dirigió con ella, en la camioneta hacia el
Centro 93, parqueó la camioneta, y se fue para la oficina de El Tiempo. Desafor-
tunadamente, la niña quedó en la camioneta. Y, por coincidencias de la vida, ella
quedó junto al carro bomba. Y cuando él se dio cuenta, cuando sonó el estallido,
salió a buscarla, y ya no estaba. Son cosas dolorosas, cosas fuertes. Yo llegué
en ese momento de retirar a Manuel Felipe, allí del jardín Santiago Alberione.
Yo me quedé en la casa para retirarlo del jardín. Llegué al conjunto, dijeron lo
del atentado. Realmente, una de madre, siempre cuando las cosas suceden... Yo
sentí algo raro. Cogí el niño, con un taxi, y me dirigí allá a la 170, a una oficina de
un banco, saqué dinero, pero el señor del taxi me miraba, y me miraba, y me decía
que tranquila, pero yo no sabía que él ya sabía quién era yo. Saqué dinero, incluso
la gerente del banco, que ya estaba cerrado, también me dijo: tranquila, ¿cuánto
necesita? Retiré y me fui, y dijeron que nunca cobraron en la cuenta. Pero ella
también ya sabía. Vine a saberlo después, mucho después. Llegué al Centro 93,
con mi niño, salió un oficial del Ejército, me dijo quién era, le pregunté, me cogió,
cogió al niño, llegó mi esposo, estaba desolado, ya habían confirmado la muerte
de ella. Yo me desmayé, obviamente, el impacto fue muy fuerte. Desperté en la
ambulancia en la Cruz Roja, y ya después, salí de la ambulancia, no me dejé hacer
nada, y empecé a buscar y encontré restos de ella. Una como madre dice, ¿por
qué? ¿por qué le ocurren a uno esas cosas? De todas maneras, Dios, no venía a
este mundo con una misión. No ha sido fácil desde esa época hacia acá. (Entrevis-
ta a Ana Lilia Sánchez, 2020)

Sobre el caso, se sabe que fue ordenado por el Cartel de Medellín en el marco
de la guerra que, desatado contra el Estado, con el fin de imponer sus condi-
ciones frente a lo que sería una segunda entrega por parte de Pablo Escobar,
y que se lograron capturar algunas personas responsables de este hecho,
quienes habrían sido condenadas, según Ana Lilia:

En esos días cogieron, del único atentado que han cogido todos los terroristas;
fueron 19. Los cogieron y dijeron que iban a condenarlos a 60 años. Según un
reporte del viernes 16 de abril del 93, “prisión hasta 60 años por terrorismo.
Drástica respuesta del Gobierno al atentado terrorista de ayer’”. Entonces, ve-
rificaron quién había sido el autor, quiénes habían sido los autores... y hasta la

202
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

fecha, no se ha hecho justicia. Ni se ha hecho inclusión de víctimas. Sabemos


que, en otros atentados, sí han incluido las víctimas, pero a nosotros no. (Entre-
vista a Ana Lilia Sánchez, 2020)

En el año 2011, el Consejo de Estado declaró que “No todo de terrorismo es un


crimen de lesa humanidad” debido a que considera que:

Es necesario que se trate de un ataque generalizado o sistemático contra la pobla-


ción civil. De esta forma, la Sección Tercera negó que el atentado con carro bomba
ocurrido en 1993 en el centro comercial Centro 93, de Bogotá, tuviera esas carac-
terísticas. (Legis Ámbito Jurídico, 2011)

Decisión que no solamente sorprende, sino que parecería ser contraria a


los argumentos previamente expuestos sobre las características que deben
cumplir los actores del conflicto armado, en los conflictos de carácter no in-
ternacional, toda vez que este tipo de ataques, si bien tuvieron un cese duran-
te el tiempo que Pablo Escobar permaneció en la cárcel, estos se reactivaron
tras su fuga, en un periodo en donde se incluía un elemento adicional, y era
no solamente la persecución del Estado contra el capo, sino la de los Pepes,
algo que sin duda concentró los esfuerzos del aparato policivo y militar del
Estado colombiano.

Álvaro Gustavo Ortega Madero


En 1989 el torneo de fútbol fue cancelado por la muerte de Álvaro Ortega,
oriundo de la ciudad de Cartagena, Bolívar, de profesión economista gradua-
do de la universidad Simón Bolívar, comerciante independiente y árbitro pro-
fesional de fútbol. Nacido el 22 de junio en el corregimiento de Robles, de
treinta y dos años, casado con la señora Betty María Barrios Díaz con quien
tuvo dos hijas Mónica y Ana Lorena.

Breve descripción del hecho

Tipo de acción Homicidio de Álvaro Gustavo Ortega Madero


Escenario temporal El caso ocurre en la ciudad de Medellín en las afue-
ras de un hotel cercano al estadio Atanasio Girardot
Ubicación geográfica Medellín, Antioquia
Afectaciones humanas Un homicidio
Responsable(s) Cartel de Medellín

203
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Desarrollo de los acontecimientos. En la mañana del miércoles 15 de noviem-


bre Álvaro Ortega, junto a Jesús Chucho Díaz Giovannetti, salieron de Ba-
rranquilla con destino a Medellín, en donde actuarían de jueces de un partido
de fútbol. Una vez llegaron a la capital antioqueña, se instalaron en la misma
habitación de un hotel cercano al Nutibara, en el centro de la ciudad, y apro-
vecharon la mañana para a comprar, jeans para su negocio y la ropa para sus
hijas (Mónica, de cinco años, y Ana Lorena, de tres).

Después de mediodía, Ortega recibió una llamada en la habitación que lo dejó


preocupado. Díaz le preguntó, una y otra vez, qué pasaba, pero Álvaro no sol-
tó palabra alguna. Solo le dijo que después del partido le contaría.

Al finalizar el partido, ellos le pidieron a la patrulla que los dejaran cerca del
hotel para cenar. Era un poco antes de las 11 de la noche. Sin embargo, en el
restaurante la señora que preparaba la comida en Dino se había ido y solo
pudieron tomaron una gaseosa cada uno. Al finalizar decidieron caminar los
pocos metros que los separaba de otro establecimiento de comida sobre la
misma calle, entonces Jesús Díaz aprovechó y le volvió a preguntar sobre la
llamada:

– “Chucho”, lo que pasa…–dijo Ortega.


Justo, en ese momento, se escucharon el chillido de las llantas de un vehícu-
lo a sus espaldas. Cuando Díaz gira la cabeza a la izquierda ve que, del carro,
a unos cinco metros, sale un tipo con una mini ametralladora apuntando.

—Apártese, “Chucho”, dice el desconocido.


Álvaro sale corriendo y Díaz escucha un disparo. Ortega cayó a seis metros,
herido en una pierna. El tipo pasó por encima de Díaz sin dejar de apuntar,
agarró por el cuello a Ortega, le descargó nueve disparos y emprendió la hui-
da. Díaz llegó donde Álvaro y trató de pararlo.

—Estoy herido “Chucho”, coge a ese hijueputa.


Díaz se abalanza sobre el carro, por el lado del conductor. Con una mano se
agarra y con la otra lo golpea. El asesino, dentro del vehículo, no le deja de
apuntar a la cabeza.

—Tranquilo, “Chucho”, que eso no es con usted– dice el conductor.

204
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Díaz responde con ofensas, pero el conductor, con el carro en movimiento, le


suelta la mano y cae. El carro desaparece.

Díaz se levanta y carga a Álvaro. Nadie lo quiere llevar, hasta que se atraviesa
en la mitad de la calle y con la ayuda de un habitante de calle, que luego le robó
la cartera de Ortega, lo sube al vehículo y lo lleva a la Clínica Soma a pocas
cuadras. Unos minutos más tarde, el médico le comunica que su amigo murió.

Detonantes del hecho. Ortega había pitado el 26 de octubre en la ciudad de


Cali en el triunfo 3-2 de América sobre Medellín y había anulado un gol al vi-
sitante cerca del final por jugada peligrosa (Díaz fue juez de línea), hecho que
no cayó bien en la capital antioqueña.

Responsables del hecho. Tras su muerte se escucharon versiones sobre la


supuesta responsabilidad de apostadores como determinadores del asesina-
to y también se escucharon señalamientos contra el capo del narcotráfico
Pablo Escobar.

Ataque a la fuerza pública

La sociedad colombiana sitiada por el terrorismo durante la época de Pablo


Escobar se mantuvo latente con la ola de crímenes hacia la fuerza pública.
Durante 1976 y 1993, policías y civiles, le siguieron el rastro a Escobar. En
1976, el jefe seccional del DAS, Carlos Gustavo Monroy Arenas, ordenó su
captura por delitos de narcotráfico; sin embargo, años más tarde, este acto
sería su condena, pues Escobar ordenó su asesinato el 25 de agosto de 1981.
Para ese mismo año, también fueron asesinados dos agentes del DAS, quie-
nes habían detenido a Escobar, a su primo y socio Gustavo Gaviria Rivero y su
cuñado Mario Henao, tras evidenciar un camión que llevaba oculto entre sus
llantas cargamento de 39 libras de cocaína, en Pato.

A esta ola de crímenes se sumó el atentado al edificio del DAS el 6 de diciem-


bre de 1989. Un bus bomba con 500 kilos de dinamita explotó a las 7:30 de
la mañana frente al costado oriental de las instalaciones del Departamento
Administrativo de Seguridad, DAS, que quedaba ubicado en la Carrera 28 #
17 A-00, en la ciudad de Bogotá. Este crimen dejó un saldo de 72 muertos y
700 heridos y tenía como motivación especial acabar con la vida del general
Miguel Alfredo Maza Márquez, quien para ese entonces era el director de di-
cho organismo.

205
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

El Plan pistola, también fue el detonante para la fuerza pública colombiana,


pues puso precio a la cabeza de cualquier policía. Según Tamayo (2018), para
1988, el jefe del Cartel de Medellín pagaba desde 1 millón de pesos a quien
diera de baja a un agente, y ofrecía 2 millones por suboficial, 3 millones por
oficial y hasta 5 millones por cualquier miembro del Bloque de Búsqueda.
Como resultado de estos hechos, entre 1989 y el 1992, al menos 500 poli-
cías fueron asesinados por orden de Pablo Escobar.

Ataques a miembros de la Policía

La patrullera de la Policía Nacional Rosalba Montes es sin duda alguna uno


de los pocos testimonios de los miembros de la Policía que lograron sobrevivir
a los ataques del Cartel de Medellín contra los miembros de la Policía Nacio-
nal, algunos ejecutados en el marco de la prestación del servicio, y otros por
fuera de este. Dentro de las cifras más conservadoras se asegura que fueron
al menos 500 policías, en su mayoría hombres, que fueron asesinados a ma-
nos del Cartel de Medellín.

Rosalba es una de esas personas que se ha preocupado por profundizar en la


materia, y asegura que muchos de ellos eran asesinados “entrando o saliendo
de la casa sin uniforme”, y aunque su historia es diferente a la de estos policías,
es un testimonio que muestra cómo la capacidad militar del Cartel estaba por
encima de la institucional. En su relato convergen tres hechos, el secuestro del
senador Federico Estrada Vélez, el poder militar del Cartel, y la victimización
hacia los miembros de la Policía Nacional. Rosalba, recuerda que:

206
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

El 3 de abril de 1990, estando en la Escuela como funcionaria bibliotecaria, por-


que estaba cumpliendo funciones no operativas, sino de bibliotecaria, precisa-
mente por todo lo que sucedía, nosotros los policías apoyábamos a la Policía
Metropolitana del Valle de Aburrá. Para ese día tenían secuestrado al Dr. Fede-
rico Estrada Vélez. A él lo secuestran y Los Extraditables dijeron que eran ellos
quienes lo tenían secuestrado. El grupo de Los Extraditables, que ya sabemos
por quién estaba conformado (Entrevista a Rosalba Montes, 2020).

Ese día, recuerda Rosalba, mientras que ella salía como apoyo al operativo
antisecuestro con el fin de lograr la liberación del senador, se ubicaron en una
zona e instalaron un puesto de control, que se cruzó con el recorrido que ha-
cía uno de los sicarios del Cartel de Medellín, lo que inmediatamente generó
un enfrentamiento:

Fuimos atacados por un sicario terrorista del grupo de Los Extraditables. En el


intercambio que hubo de palabras con este sujeto, la verdad yo no sé quién era.
No estaba identificado con su nombre, y en ese momento uno no está identifi-
cando a la persona. Pero este muchacho no tenía más de 22 años. Era un hom-
bre joven. Lo único que yo alcancé a decirle fue preguntarle para quién traba-
jaba, que por qué estaba en esas acciones, que era un hombre muy joven. Una
especie de diálogo, para que las cosas no llegaran a peores consecuencias en
relación con las vidas de nosotros los policías, y de las personas de la población
civil que estaban ahí mirando qué era lo que iba a suceder. El hombre decía que
él trabajaba para el grupo de Los Extraditables y también alcanzó a mencionar
guerrilla. No sabía si era guerrilla o paramilitar. En ese momento era una confu-
sión grande, pero sí se sabía que era un terrorista. (Rosalba Montes, 2020)

En medio de la confusión del momento, el joven sacó una granada de frag-


mentación tipo piña, que traía consigo junto a una pistola, detonantes y me-
chas explosivas, con la mala fortuna que dejó caer la granada:

En el afán de salvar mi vida y la de mis compañeros, hice lo que hace un policía.


Que fue tratar de desalojar la granada que ya había caído a tierra. Una grana-
da explota muy rápido. No se pudo volver a colocar el pin porque eso es algo
muy pequeñito, entonces, pues, se trata es de vivir. Eso puede explotar en 6
o 7 segundos. Es muy poco tiempo para saber qué hacer con un tipo de arte-
facto de esos. Cuando yo logré visibilizarla, porque en la caída no supe dónde
cayó, la granada estaba tapada con mucha tierra, entre mis botas. Y el tiempo
era muy escaso para saber qué hacer con ella. Tranquilamente hubiera podido
tirarla, darle una patada, y yo tirarme a un lado y listo. Pero yo dije, es que ya
son muchas vidas, y estábamos todos rodeados de bastantes personas. Y no
fui egoísta, ni mucho menos, porque la vida para mí tiene un gran valor, sea de

207
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

quien sea. Ya había ganado unos buenos segundos, no sé, unos 7 segundos. Y
cuando la logré alzar para desalojarla, después de que había logrado ver dónde
tirarla por encima de todo el mundo, sino tirarla lo más alto posible encima de
todo el mundo, la granada me explota a mí en la mano, a la altura donde la traía.
(Rosalba Montes, 2020)

De esta manera Rosalba se convierte en uno de los miembros de la Policía


Nacional que fue afectado por la época del narcoterrorismo, en la que el nar-
cotráfico parecería estar mejor armado para combatir a la institucionalidad y
la fuerza pública. Rosalba recuerda que:

Los policías teníamos miedo de salir a la puerta de la casa y que los estuvieran
esperando ahí para matarlos. En mi caso, no, porque yo estaba en la Escuela,
como digo, uno vivía en las guarniciones de Policía. Pero los policías casados,
que sí tenían hogares, ¿cómo iban a dejar de ver a sus esposas y sus hijos?
Entonces, en esa salida, de su casa al servicio y del servicio a la casa, cuando
no estaban acuartelados, era cuando aprovechaban. Llegaban a sus casas y ahí
los asesinaban. Tenían las direcciones de las casas. Allí los mataban. Entrando
o saliendo. (Rosalba Montes, 2020)

Atentado al edificio del DAS


El Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) era el servicio de inteli-
gencia y contrainteligencia del Estado que fue fundado por el presidente Al-
berto Lleras Camargo en 1960. Dentro de sus objetivos en la década de los
años ochenta, estaba la lucha contra los carteles del narcotráfico, especial-
mente el Cartel de Medellín.

Dentro de la guerra lanzada por parte del Cartel de Medellín mediante su bra-
zo político-militar de “Los Extraditables”, estos propusieron una tregua con el
fin de que la Cámara de Representares estudiara la propuesta de eliminar la
extradición del ordenamiento jurídico colombiano. Sin embargo, la proactivi-
dad de la Cámara de Representantes desató un choque con la rama ejecutiva
que fue fácilmente capitalizado por los líderes de los carteles.

Ante la negativa del Gobierno Nacional de apoyar la eliminación de la extra-


dición y las órdenes claras del presidente Virgilio Barco al director del DAS, el
general Miguel Maza Márquez, de cazar a los líderes de los carteles, estos de-
ciden neutralizar físicamente al general y de paso neutralizar operativamente
a la agencia de inteligencia.

208
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Descripción del hecho y acontecimientos. La destrucción del edificio del DAS


(Departamento Administrativo de Seguridad), conmocionó al país entero
y sobre todo a los capitalinos, cerrando con este suceso el agitado año de
1989. El estallido se escuchó en toda la ciudad y significó el clímax del nar-
coterrorismo nacional, lo que terminaría de acrecentar el ambiente de tensión
entre los habitantes de las grandes ciudades, porque ahora cualquier persona
podría caer víctima de las bombas puestas por el narcotráfico. Era uno de los
peores episodios de la guerra entre el narcotráfico y el Estado.

Nadie se imaginaba hasta qué punto podía llegar Pablo Escobar en su enfrenta-
miento contra el Estado para que pusiera fin a la extradición tras un año entero
de atentados en Medellín y Bogotá, que ya habían dejado más de medio millar
de muertos y centenares de heridos en ese aciago 1989. (Romero, 3 de diciem-
bre de 2014)

Tipo de acción Atentado con bus bomba (500 kilos


de dinamita)
Escenario temporal 6 de diciembre de 1989 (7:28 am)
Ubicación geográfica Bogotá, sector de Paloquemao
Afectaciones huma- 600 heridos y 72 muertos
nas
Responsable(s) Cartel de Medellín

En horas de la mañana del 9 de diciembre, justo al frente del edificio del DAS,
se parqueó un bus (modelo 1986 / placas SB6765) de marca Chevrolet que
contenía una poderosa carga explosiva. El objetivo de los atacantes era el
General Masa Márquez (director del DAS) quien, a pesar del incidente, sobre-
vive sin mayores inconvenientes, ya que su oficina estaba protegida contra
este tipo de acciones. Cuando estalla el artefacto, se generó una explosión
de considerables dimensiones, cuya onda afectó varias cuadras alrededor del
epicentro explosivo.

Según Jhon Jairo Velázquez Vásquez, el autobús fue robado a la Empresa


de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá y fue cargado con 500 kilos de di-
namita amonaquial que habrían adquirido en el vecino país de Ecuador. El
Edificio del DAS fue visiblemente afectado, rompiéndose vidrios, quebrán-
dose paredes, desintegrándose parte de la fachada y quedando todo tipo de
escombros dispersos en el lugar. En los alrededores quedaron gravemente
afectadas viviendas, bancos, juzgados, parqueaderos y bodegas. “¿El saldo?
Setenta y dos muertos y más de seiscientos heridos tras el estallido que oyó

209
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

casi toda la ciudad a las 7:15 de la mañana, cuando decenas de personas


acudían allí” (Romero, 3 de diciembre de 2014).

Si bien hubo lesionados y fallecidos entre los funcionarios de la entidad, el


grueso de quienes resultaron heridos o muertos fueron civiles que transitaban
cerca de allí. Así que la población civil fue la víctima principal del atentado.
Solo 18 de las 72 víctimas mortales de este atentado eran funcionarios del
DAS, aunque los objetivos a ser asesinados hubieran sido otros, en este caso,
el General Maza Márquez, director del DAS para la época, era la población
civil la más afectada.

La mayoría de los lesionados o mutilados fueron transeúntes o personas que es-


taban esperando para realizar algún tipo de trámite en el DAS. Algunas personas
quedaron despedazadas, como fue el caso de las hermanas Angélica y Consuelo
Henríquez, de quienes no se encontraron sus cuerpos. (González, 2010, p. 80)32

Todo fue confusión y traumatismo en el lugar de los hechos. “La tragedia fue de
tales proporciones que fue necesario que varios jueces de instrucción criminal se
encargaran de realizar los levantamientos de cadáveres” (González, 2010, p. 81).

Responsables y factores subyacentes del atentado. En su momento se sa-


bía de la presión del cartel de Medellín sobre el Gobierno, intentando que el
mecanismo de extradición no prosperara como política de Estado. Lo que se
ha determinado es que Escobar y los demás capos intentaron amilanar a la
administración de Barco, siendo este atentando un intento claro para hacer
desistir al Gobierno de su política de extradición.

Se ha establecido que los perpetradores fueron Pablo Escobar y Gonzalo Ro-


dríguez Gacha, pero han sido acusadas otras seis personas como ejecutores
directos de esta acción. Sin embargo, varios familiares de las víctimas siguen
un proceso de disputa, intentado que el caso se investigue a fondo, se les re-
pare y se haga justicia por parte de las entidades del Estado.

Entre los responsables, además de los dos líderes del cartel, se encontró
como autor material el sicario John Jairo Arias Tascón, alias “Pinina”, quien
planeó y lideró el atentado terrorista (Las 2 Orillas, 2019).

32. “La tragedia de María del Carmen Prado aún persiste. Secretaria del DAS, recuerda que la explosión la atrapó en el sexto piso
cuando apenas se disponía a organizar la oficina. “La onda nos mandó contra las paredes y algunos compañeros se les incrustaron
los vidrios en sus cuerpos. A mí un pedazo de madera de una cornisa me atravesó la quijada”, señala mostrando las profundas y
largas cicatrices en su lado izquierdo de la cabeza” (Romero, 3 de diciembre de 2014).

210
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

Los capos se manifestaron al respecto el día del siniestro, incitando a que


mediante la participación popular se hundiera el proyecto de extradición. Se-
gún González “ese mismo día las emisoras dieron a conocer un comunicado
firmado por “Los Extraditables” reivindicando el hecho”. Parafraseando a los
capos, ellos estaban:

Pidiendo votación mayoritaria y aplastante en la Cámara de Representantes,


a favor de que sea el pueblo colombiano quien decida si se debe o no entregar
encadenados clandestinamente en horas de la noche a nuestros compatriotas
al Gobierno de Estados Unidos. (González, 2010, p. 81)

Por otra parte, ya se había tratado de cometer el homicidio del director del
DAS, pero el primer intento fue fallido. El del edificio del DAS consistió en el
segundo atentado directo contra la vida del general Miguel Maza Márquez:

El primero ocurrió el 30 de mayo en Bogotá cuando se movilizaba en su ve-


hículo por la carrera 7ª y una carga explosiva detonó cerca de su automóvil.
Milagrosamente, el director del organismo de seguridad resultó ileso y se pudo
movilizar hacia el Hospital Militar en un taxi por sus propios medios. (González,
2010, p. 80)

Figura 2.13. Mapa de la zona del atentado al edificio al DAS


Fuente: El Espectador, 7 de diciembre de 1989.

211
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

El atentado al DAS logró nivelar las cargas “políticas” del Cartel de Medellín
para tratar de relacionarse en el mismo nivel que con el Gobierno. La sumato-
ria de los atentados del avión de Avianca más el del DAS, lograron convertir al
grupo criminal en un actor político para después negociar la entrega de Pablo
Escobar y tener capacidad de influir en la toma de decisiones del Estado en
todos los ámbitos de poder público.

Retaliaciones

En 1988 inició la guerra entre los carteles de Cali y Medellín, entre otras co-
sas, motivada por el control de las redes y rutas de distribución y exporta-
ción de cocaína a Estados Unidos. Los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez
Orejuela, cabecillas del Cartel de Cali, dieron el primer paso a una serie de
atentados sangrientos entre carteles:

El Cartel de Cali hizo estallar 80 kilos de explosivos puestos en un carro frente al


edificio Mónaco ubicado en El Poblado, [un exclusivo sector de Medellín, dónde
vivía el narcotraficante Pablo Escobar con su familia.] (...) En el atentado no mu-
rió ninguno de los inquilinos del edificio, pero sí dejó tres muertos, diez heridos y
muchos vidrios rotos a cuatro cuadras a la redonda. (Atehortúa, 2019)

Después, el propio Escobar en una carta escrita en 1993 atribuiría este aten-
tado al grupo de “Los Pepes” (Perseguidos por Pablo Escobar):

Los Pepes aparecieron por primera vez el 13 de enero de 1988 colocando una
bomba en el edificio Mónaco. Han colocado carros bomba en El Poblado y han
arrojado centenares de cadáveres al río Cauca (…) El Gobierno sabe que el grupo
de la Dijín es el brazo militar de Los Pepes. (Salazar, 2001)

“Dicho grupo operó entre 1992 y 1993, detonando bombas, secuestrando,


destruyendo edificaciones y aplicando el mismo sicariato y prácticas desen-
frenadas que engendró Escobar” (Matta Colorado, 2013).

Este grupo tuvo su origen en el deseo de debilitar al Cartel de Medellín y a su


líder. Los hermanos Carlos y Fidel Castaño, jefes paramilitares, son los seña-
lados de haber ideado y organizado este grupo. El último de los hermanos,
Fidel Castaño, fue condenado por la conformación del grupo, siete años des-
pués de su asesinato en San Pedro de Urabá. “La sentencia fue proferida por
el Juzgado Tercero Penal del Circuito Especializado, el 30 de noviembre de

212
Capítulo II
La violencia desencadenada por el narcotráfico

2001. La pena fue de 13 años y medio de celda y una multa de 3.000 salarios
mínimos legales vigentes” (Matta, Colorado, 2013).

En medio de esta guerra de carteles, el de Medellín arremetió contra las se-


des de droguerías La Rebaja, propiedad de los hermanos Miguel y Gilberto
Rodríguez Orejuela (González, 2010). En enero de 1988 se registraron cinco
atentados con bombas a Drogas La Rebaja y se extendieron hasta el mes de
mayo de 1990; se registraron en total 85 casos contra esta empresa en dife-
rentes ciudades del país como Bogotá, Cali, Medellín y Pereira.

213
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Capítulo III
Impactos del narcoterrorismo en Colombia
Se podría decir que los impactos del narcotráfico y del narcoterrorismo en
Colombia son de diferente índole, que van desde lo institucional, normativo,
económico, social, cultural hasta el más importante, los impactos en las vidas
de las víctimas que tuvieron que padecer las inclemencias de esta violencia,
y han permanecido al margen de los beneficios de las políticas públicas en
materia de atención y reparación como víctimas del conflicto armado. En este
sentido, se presentan en este capítulo algunos de los testimonios de las fami-
lias que fueron víctimas de la violencia desencadenada por el narcotráfico y
el narcoterrorismo en el marco del conflicto armado:

Las víctimas del atentado al avión de Avianca y sus familias

Figura 1.3. Avión Boeing 727-21 – Avianca


Fuente: Airliners.net – Copyright Richard Vandervord

El atentado al avión de Avianca dejó un saldo de 107 víctimas que perdieron


la vida tras este hecho ordenado y ejecutado por el Cartel de Medellín. Con

214
Capítulo III
Impactos del narcoterrorismo en Colombia

el fin de rendir un homenaje a estas personas y visibilizar las historias de sus


familias, se presentan en este capítulo una serie de entrevistas realizadas en
el marco de la elaboración del presente informe.

En primer lugar, se presenta la lista de pasajeros y su ocupación dentro del


avión. Esta lista fue elaborada y confirmada a partir de la lista oficial de pasa-
jeros y tripulantes, las confirmaciones sobre las identidades de las personas
que se hicieron en vivo en el programa de Caracol Radio de esa mañana, y
las confirmaciones de las personas que ha podido establecer la Fundación
Colombia con Memoria:

Condi- Lista
No. Silla Nombre completo Sexo Edad Caracol FCCM Ocupación
ción oficial33

Alba Cecilia
1 2E Pasajero F 19 Sí Sí Sí Estudiante
Gómez Osorio
Ingeniero - Viajaba a
Alberto Palencia
2 14A Pasajero M 29 Sí Sí Sí vincularse con una
Bulding
empresa en Cali
Persona que habría
3 15F Pasajero Alberto Prieto M Sí accionado el
explosivo
Alejandro Visitador
4 3F Pasajero M 56 Sí Sí
Franco Osorio Termoquímicas
Economista - Ger-
Alfredo
5 3A Pasajero M 30 Sí Sí Sí ente de mercadeo de
Azuero Echeverry
Colgate
Contador - Vicepres-
Álvaro Bermúdez idente de Auditoría y
6 16A Pasajero M 43 Sí Sí Sí
Cortéz Crédito del Banco de
Colombia
Tecnólogo de siste-
Álvaro Pedraza
7 11A Pasajero M 24 Sí Sí Sí mas - Empleado
Rodríguez
D&D Software Ltda.
Álvaro Roberto Abogado - Seguros
8 21D Pasajero M 38 Sí Sí Sí
Ortiz Legarda del Comercio
Ana Isabel Abogada - Aduana
9 12A Pasajero F 49 Sí Sí
Guzmán de Caicedo de Buenaventura
Asesor externo del
10 Pasajero Andrés Escabí M Sí
Banco de Colombia
Andrés Felipe
11 17D Pasajero M 23 Sí Sí Sí Ingeniero
Calero Ruíz

33. La lista oficial con la que cuenta la Fundación Colombia con Memoria corresponde a la que se encuentra en la Fiscalía General
de la Nación, sin embargo, esta se encuentra recortada y no aparecen los nombres de los pasajeros numerados entre el 36 y el 41, y
el 89 y el 95, lo cual corresponde muy seguramente a que esta es una fotocopia y muy posiblemente, al momento de copiarla, por
el tamaño del original (oficio), no tomó la lista completa.

215
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Condi- Lista
No. Silla Nombre completo Sexo Edad Caracol FCCM Ocupación
ción oficial
Ángel Alberto
12 8C Pasajero M 46 Sí Sí Abogado
Cantillo Munive
Ángela María Ingeniero industrial -
13 22C Pasajero F 26 Sí Sí
Aristizabal Páez Banco de Bogotá
Ejecutivo - Superin-
Aníbal
14 18D Pasajero M 34 Sí Sí tendencia de Indu-
Ramírez Calderón
stria y Comercio

Auxiliar Astrid del Pilar


15 AX F 28 Sí Sí Auxiliar de vuelo
de vuelo Gómez Díaz

Bauer Henry Biólogo Acuamares y


16 14C Pasajero M 45 Sí Sí Sí
Von Prahl Universidad del Valle
Beatriz Henao Publicista - Toro
17 2A Pasajero F 30 Sí Sí
Peláez Publicidad
Bernardo Enrique
18 16D Pasajero M 42 Sí Sí Comerciante
Romero Rodríguez
Bertulio Ventas Hoechst Col
19 4D Pasajero M 54 Sí Sí
Vargas García S.A.
Boanerge Filemón Médico - Seguro
20 12D Pasajero M 38 Sí Sí Sí
Molineros Ortiz Social
Camilo José
Gerente Regional de
21 Pasajero Schlessinger M 30 Sí
Ventas de Pavco S.A.
Piedrahita
Carlos Alberto
22 22A Pasajero M 33 Sí Sí Sí Ingeniero electrónico
Sepúlveda Giraldo
Contador - jefe de
Carlos Arturo
23 3D Pasajero M 45 Sí Sí control del Banco de
Ballesteros Morales
Comercio
Carlos Javier Arquitecto - Banco
24 11B Pasajero M 24 Sí Sí Sí
Monroy Aranguren de Colombia
César Augusto
25 24E Pasajero M 45 Sí Sí Aforador – Aduanas
Camargo Rojas
César Augusto Administrador - Bo-
26 1C Pasajero M 56 Sí Sí
Ramos Domínguez degas Viejas Cepas
Clara Inés Contador - Asistente
27 20F Pasajero F 35 Sí Sí
Galarza Reina de finanzas
Claudia Patricia Estudiante de Terapia
28 Pasajero F 22 Sí Sí
Riveros Vega ocupacional
Diego Eduardo Economista - Cartón
29 2F Pasajero M 24 Sí Sí
Lalinde Echeverry de Colombia
Edgardo
30 2D Pasajero Hernández Eche- M 29 Sí Sí Sí Viverista
verry
Edilberto Cañón
31 19F Pasajero M 41 Sí Sí Sí Empleado – CCA
Méndez

216
Capítulo III
Impactos del narcoterrorismo en Colombia

Condi- Lista
No. Silla Nombre completo Sexo Edad Caracol FCCM Ocupación
ción oficial

Ingeniero mecánico -
32 7C Pasajero Eliécer Cohen Daza M 42 Sí Sí Sí Universidad Nacional
y Amado Cohen
Emilio José
33 Pasajero M Sí  
Díaz Campuzano
Eugenia
34 5C Pasajero Fernández Blanco F 44 Sí Sí Hogar
de Ayala
Fernando
35 5B Pasajero M 40 Sí Sí Comerciante
Ayala Camacho
Fernando Barreto
36 17F Pasajero M 41 Sí Sí Sí Vendedor – Grasco
Aguirre
Fernando
37 CP Copiloto M 22 Sí Sí Copiloto
Pizarro Esguerra
Fernando Empleado - Almace-
38 21B Pasajero Enrique Lara Gá- M 35 Sí Sí Sí nista del Ministerio
mez de Hacienda
Gerardo María
39 1A Pasajero M 43 Sí Sí Cantante
Arellano Becerra
Germán
40 15D Pasajero M 29 Sí Sí Empleado – Autoreto
Díaz Espitia
Auxiliar Germán
41 AX M 25 Sí Auxiliar de vuelo
de vuelo Pereira Torres
Gonzalo Hernán Ingeniero mecánico –
42 15C Pasajero M 38 Sí Sí Sí
Rojas Castro Colmotores
Gustavo
43 18A Pasajero M 50 Sí Sí Servicios médicos
Aristizábal Escobar
Gustavo
44 17C Pasajero M 48 Sí Sí Economista
Liévano Villarraga
Héctor Empleado - Banco
45 18F Pasajero M 42 Sí Sí
Betancourt Garcés de Occidente
Hernando
46 2C Pasajero M 45 Sí Sí Aduanas Nacionales
González Luna
Abogado, Mayor(R)
de la Policía Nacional
Horacio
47 8A Pasajero M 48 Sí Si Si - Instituto Colom-
Mayor
biano de Energía
Eléctrica
Hugo Alfredo Administrador de
48 12F Pasajero M 33 Sí Sí Sí
Lara Romero empresas
Irma Elisa
Banco de Occidente
49 12C Pasajero Mejía Morales de F 31 Sí Sí
– Área de mercadeo
Guasca
Iván Ospina Administrador –
50 1D Pasajero M 29 Ok Sí Sí
Carvajal Nilsen

217
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Condi- Lista
No. Silla Nombre completo Sexo Edad Caracol FCCM Ocupación
ción oficial
Jaime
51 3B Pasajero M 40 Sí Sí Sí Inextra
Arias Rojas
Jaime Alejandro Gerente mercadeo
52 20D Pasajero M 29 Sí Sí Sí
Vanegas Sánchez Gillete
Profesional en
Jaime Arturo Comercio Interna-
53 4F Pasajero M 35 Sí Sí Sí
Vélez Martelo cional - Laboratorio
Echs Colombia
Jairo
54 Pasajero M Sí Ejército Nacional
Rincón Serrano
Economista - Pla-
Janeth Vicenta
55 18B Pasajero F 36 Sí Sí Sí neación departa-
Oliveros Suárez
mental
Jean Maurice
56 6A Pasajero M 49 Sí Sí  
Gerard de Vries
John Gregory
57 15A Pasajero M 44 Sí Sí Empleado
Flórez
Economista - Ge-
John Jaime
58 9A Pasajero M 28 Sí Sí rente de marca de
Espinosa Jaramillo
Inextra
Técnico comunica-
José Agustín
59 5D Pasajero M 50 Sí Sí ciones Avianca - Em-
Moreno Rodríguez
presa de buses
José del Carmen Visitador médico de
60 22F Pasajero M 42 Sí Sí
Gaita Rada Odontomédica
José Ignacio
61 PL Piloto M 40 Sí Capitán
Ossa Aristizábal
José Ignacio
62 22E Pasajero M 50 Sí Sí Sí Abogado Sena
Vargas Mendoza

José Lucas Contador - Vir de


63 6C Pasajero M 34 Sí Sí
Rodríguez Guerrero Colombia

José Vicente Ingeniero mecánico –


64 15B Pasajero M 37 Sí Sí Sí
Villate París Colmotores
Juan Carlos Auditor interno de
65 Pasajero M 28 Sí Sí
Escobar Jiménez Fruco
Juan Diego del
Gerente ventas Bon
66 10C Pasajero Carmen M 34 Sí Sí
Brill
Villa Machado
Juan Guillermo
67 7A Pasajero M 48 Sí Sí Abogado – Incora
Ramírez Lurduy
Julio César Economista – Coom-
68 2B Pasajero M 29 Sí Sí Sí
Garzón Salinas eva
Julio César Médico - Ministerio
69 23D Pasajero M 42 Sí Sí Sí
González Guerrero de Salud
Julio Ernesto Contador - Seguros
70 11D Pasajero M 32 Sí Sí
Rincón Figueroa del Comercio

218
Capítulo III
Impactos del narcoterrorismo en Colombia

Condi- Lista
No. Silla Nombre completo Sexo Edad Caracol FCCM Ocupación
ción oficial
Luis Carlos
71 Pasajero M Sí Sí  
Díaz Labrador
Luis Eduardo
72 Pasajero M  
Orozco
Luis Ernesto
73 5E Pasajero M 43 Sí Sí Empleado Avianca
Urrego Barrera

Luis Gonzalo
74 4A Pasajero M 31 Sí Sí Técnico industrial
Cuatis Burbano

Inge-
Luis Jairo
75 IG niero de M 36 Sí Sí Ingeniero de vuelo
Castiblanco Vargas
vuelo
Luis Miguel
76 6D Pasajero M 40 Sí Sí Ingeniero - Merlan
Giraldo Lalinde
Luis Roberto Empleado - Empresa
77 16C Pasajero M 32 Sí Sí Sí
Toquica Villay Firmenish
Luz Marina
78 12E Pasajero Narváez de Mo- F 35 Sí Sí Sí Hogar
lineros
Luz Mery Ingeniera Química –
79 19D Pasajero F 31 Sí Sí
Suárez Rodríguez Incomex
Estudiante de con-
María Amparo taduría de la Univer-
80 19C Pasajero F 38 Sí Sí Sí
Ortega de Charry sidad Jorge Tadeo
Lozano - Colpatria
María Bernarda Davivienda –
81 Pasajero F Sí
Salazar Pérez Psicóloga
María Mercedes
82 24B Pasajero F 28 Sí Sí Indulampa
Holguín Sardí
María Neyla
83 24C Pasajero F 51 Sí Sí Ejecutiva - Colpatria
Páez Velandia
Maribel
84 Pasajero F  
Arévalo Vargas
Martha Lía
85 11F Pasajero F 36 Sí Sí Abogado
Correa Arango
Martha Lucía Estudiante del Sa-
86 Pasajero F Sí
Echeverry grado Corazón
Martha Lyda
87 5A Pasajero Navarrete de Ve- F 54 Sí Sí Sí Abogado
lasco
Mauricio Jimeno Administrador –
88 19A Pasajero M 28 Sí Sí Sí
Gómez Nilsen
Miguel Ángel
89 24A Pasajero M 31 Sí Sí Sí Vendedor - Optisor
Bejarano Guarín
Miguel Ángel Ingeniero, consultor
90 14F Pasajero M Sí Sí
Díaz Fiallos Banco Mundial

219
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Condi- Lista
No. Silla Nombre completo Sexo Edad Caracol FCCM Ocupación
ción oficial
Milena María
Economista - Banco
91 16B Pasajero Josefina Jiménez F 35 Sí Sí Sí
de Colombia
Olaciregui
Miriam
92 25A Pasajero F 39 Sí Sí Contador
Copete Cartagena
Norma Gladys
93 14E Pasajero Ogliastri Restrepo F 43 Sí Sí Sí Administrador - ISA
de Triana
Oscar Francisco Fedecafé - Agróno-
94 Pasajero M 39 Sí Sí
Rivera Mantilla mo
Capitán de Corbeta
Pedro Fernando
95 22B Pasajero M 35 Sí Sí de la Armada Na-
Reyes Moncada
cional
Rafael Ingeniero mecánico -
96 23F Pasajero M 46 Sí Sí Sí
Mesa Barbosa Anditech Ltda.
Rafael Ingeniero mecánico –
97 3C Pasajero M 39 Sí Sí
Ospina Machado Colcaribe
Rafael Antonio
98 Pasajero M Sí  
Ruíz Navarro
Rafael Humberto
99 20A Pasajero M 32 Sí Sí Empleado
Corredor Sánchez
Ingeniero de siste-
Ramiro
100 21A Pasajero M 26 Sí Sí Sí mas - Seguros La
Ortiz Cardona
Previsora
Economista - Presi-
Raúl Andrés Felipe
101 20B Pasajero M 38 Sí Sí dencia de la Repúbli-
Alameda Rubiano
ca
Ricardo José
Ministerio de Comu-
102 20C Pasajero Ponce de León M 32 Sí Sí Sí
nicaciones
Fandiño
Ricardo
103 10A Pasajero M 38 Sí Sí Vendedor
León Ávila Gaviria
Auxiliar Rita Elisa
104 AX F 42 Sí Auxiliar de vuelo
de vuelo Galvis Becerra
Roberto
105 11D Pasajero M 31 Sí Sí Sí Ingeniero
Rodríguez Henao
William Arcila Propietario empresa
106 16F Pasajero M 48 Sí
Cardona químicos
Yesid
107 8D Pasajero M 40 Sí Economista
Aranda Silva

220
Testimonios

Testimonios

Alfredo Azuero Echeverri


“Amable, cariñoso, honesto y leal”
Testimonio de Pilar Azuero

¿Quién era? Alfredo Azuero nació el 8 de abril de 1959 en Ibagué, To-


lima, hijo de Alfredo Azuero Peñaranda (QEPD) y Gloria Echeverri de Azuero.
Era una persona amable, cariñosa, honesta y leal, a quien le gustaba leer,
estudiar y escuchar música. Lleno de sueños familiares y profesionales.

Lunes 27 de noviembre de 1989. Él regresaba a Cali luego de una


despedida de soltero. Se casaba con una bogotana el 15 de diciembre de
1989. Recibimos la noticia por la secretaria de mi padre.

Impactos en la familia. Absolutamente todo.

Andrés Felipe Calero Ruíz


“Muy amigo de sus amigos y con mucho sentido del humor”
Testimonio de María Alexandra Calero

¿Quién era? Andrés Felipe Calero nació en Cali, el 8 de abril de 1966,


hijo de Felipe José Calero Arboleda (QEPD) y Aura Leticia Ruiz de Calero.
Amante del fútbol, inteligente, deportista, carismático, muy amigo de sus
amigos y con mucho sentido del humor.

Los últimos recuerdos. Fue el día de mi cumpleaños, el 10 de noviembre


de 1989, yo vivía en Suiza. Fue una conversación llena de cariño, pero corta.

Lunes 27 de noviembre de 1989. Yo estaba viviendo en Suiza y recibí


una llamada de una amiga que me decía que tenía que llamar a Cali, pero no

221
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

me dijo nada de lo que pasaba. No supe la verdad de inmediato, pero sentí una
carga grande llena de tristeza en mi corazón como presintiendo que algo malo
había pasado, pues nunca me imaginé que mi hermano estaba muerto. En
el vuelo sentí que se me iba… sentí que él ya no estaba entre nosotros. Y lloré
inconsolable y desafortunadamente tampoco pude llegar al velorio y funeral.

Impactos en la familia. La perspectiva de la vida dio un giro radical no


solo en mí sino también en mis padres y familiares. Se nos partió la vida en
dos, ¡con mi hermano y sin él!

En su trabajo operaba con cerca de 1000 mil operarias, todas lo adoraban y


lo querían muchísimo, en el momento del accidente yo no residía en el país,
nosotros éramos dos hermanos no más, yo soy la segunda, y yo vivía en
ese momento en Suiza, por eso no alcancé a llegar al entierro, desafortuna-
damente hubo unos problemas técnicos en el avión que estaba tomando en
París, y desafortunadamente no alcancé a llegar, así que eso hizo que mi
proceso de duelo fuera un poco más difícil, pues al momento de recibir la no-
ticia a mí nunca me dijeron directamente qué le había pasado a mi hermano,
me dijeron que había tenido un accidente y yo inmediatamente pensé que
había sido un accidente de vehículo, por eso lo imaginaba en el hospital con
la pierna elevada etc.

Aquella tragedia nos tocó hondamente, mi padre que no pudo manejar o


contener esta tristeza y murió pocos años después, tristeza moral. Con esta
enfermedad confirmé que ciertas tragedias que ocurren en las familias traen
una repercusión emocional y en este caso, la vivimos con mi papá.

Quedamos mi madre y yo, como decíamos, tal vez las más fuertes de la fami-
lia, obviamente ellos siempre entendieron que yo continuaría con mi vida, yo
continué, me quedé con ellos tres meses, pero fue terrible volver a Suiza, tuve
un duelo terrible, lloraba todos los días, tenía pesadillas de mi hermano ca-
yendo del avión, todo fue un proceso. Admiro la fortaleza de mi mamá, es una
persona que me enseñó mucho, ella ha podido seguir su vida, obviamente na-
die nunca remplazará el vacío que dejó mi hermano, yo siempre pensé que yo
podría remplazarlo y ayudarles a cubrir ese dolor, pero eso no es verdad, vine a
entender y aceptar que somos personas diferentes con el trascurrir de los años.

222
Testimonios

¿Cómo han construido memoria? Mi familia ha hecho ejercicios de


memoria, una vez mi papá se dedicó a escribir todos los días pues él era, ade-
más, el editor de varios periódicos de la ciudad. Se dedicó a reclamar justicia,
en honor de todas las víctimas, especialmente en honor a mi hermano, él fue
parte de un proceso o demanda contra el Estado colombiano. Pero con la
muerte de mi papá, eso se perdió, se quedó estancado.

Con la Fundación Colombia con Memoria, siempre hemos estado participan-


do de manera muy activa en los procesos que se refieren en hacer justicia, a
reclamar justicia, pues creemos que estos hechos se han quedado de alguna
manera en la impunidad. Un logro importante de esta lucha ha sido el que se
declare un delito de lesa humanidad.

Yo, personalmente, estuve cuando se conmemoraron los 30 años del atenta-


do, viajé a Bogotá, pues ahora vivo en Los Ángeles, California. Cada aniversa-
rio escribo una nota, mientras mi padre vivió siempre realizábamos una misa
en nombre de él y de las víctimas, y aunque haya pasado mucho tiempo lo
llevamos en nuestro corazón. Le hacemos honor a su memoria.

La Fundación ha logrado abrir muchas puertas y nos ha permitido enten-


der la verdadera verdad, pero aún estamos esperando que el Gobierno y las
entidades pertinentes logren aceptar y reafirmar que esto fue un acto de te-
rrorismo, de narcoterrorismo y, aunque se hayan capturado algunos de los
implicados y estén pagando varias condenas, hay muchas cosas que aún
quedan por descubrir. En el aniversario 30 vine a entender muchos detalles:
“Pablo Escobar en ese momento tenía comprado todo el país”.

Ángela María Aristizábal Páez


“Irradiaba siempre alegría”
Testimonio de Manuel Martínez Niño

¿Quién era? Ángela María Aristizábal Páez era mi esposa, tenía en


ese momento 28 años, nació en Bogotá, era Ingeniera Industrial de la Univer-
sidad Javeriana. Trabajaba en el Banco de Bogotá, no tenía planeado el viaje

223
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

a Cali, pero a última hora decidió apoyar a una compañera suya de trabajo
para realizar una presentación corporativa el siguiente lunes en la ciudad de
Cali; después de una búsqueda complicada logramos conseguir el tiquete el
sábado anterior.

El día siguiente domingo, celebramos nuestro primer aniversario de bodas,


nos reunimos con muchos familiares y ella estaba muy contenta con la cele-
bración. No tuvimos hijos. Su gran sueño era viajar a Francia ya que hablaba
francés que había aprendido en el Colegio Helvetia en Bogotá. Yo ese día le
había regalado los tiquetes para hacer realidad su gran anhelo.

Era una persona que irradiaba siempre alegría, con un gran compromiso y
ética profesional, amante del montañismo y pertenecía a los grupos de danza
de su Universidad. ¡Tenía un gran futuro!

Impactos en la familia. Muy fuertes impactos, en lo personal, en un se-


gundo se terminaron todos nuestros sueños, el dolor causado nunca se cura, pero
se aprende a vivir con ese sentimiento. Fue una tragedia para nuestras familias.

Fue un momento de extremada violencia en el país, generada por mafias del


narcotráfico, situación que identificó a Colombia en su momento como uno de
los países más violentos del mundo.

Pertinencia de las medidas de reparación. Ante la pérdida de una vida


no hay nada que valga; sin embargo, esta acción afecta a 107 familias de
manera grave, además del impacto sentimental generó problemas serios de
sustento económico; por supuesto las medidas de reparación ayudan. El gran
reto es lograr erradicar la violencia a través de educación, bienestar social y
cultura ciudadana; aspectos complejos y vigentes aún, después de más de
treinta años de ocurrido este magnicidio.

¿Cómo han construido memoria? Es de mucho valor y reconocimiento


lo realizado por la Fundación Colombia con Memoria y, particularmente, lo
realizado por su actual director ejecutivo en búsqueda de la verdad de los
autores de este crimen.

224
Testimonios

Barreras para acceder a la verdad. La lentitud de la justicia, se ven


muchos intereses creados para no poder esclarecer los autores intelectuales
de este atentado.

Importancia del informe. Lograr una relativa sensación de tranquili-


dad para los familiares de las víctimas, para la sociedad colombiana y buscar
honrar a estos 107 colombianos inocentes, completamente ajenos de esa pe-
ligrosa situación de guerra interna que vivía el país.

Beatriz Henao Peláez


“Era una mujer espectacular, hermosa, por cierto”
Testimonio de Clotario Moreno Rojas

¿Quién era? Beatriz Henao Peláez era una mujer espectacular, her-
mosa, por cierto, murió de 30 años en la plenitud de su juventud, una eje-
cutiva de alto nivel, ella era directora de medios de publicidad TORO, una
reconocidísima agencia de publicidad, iba a una reunión con los ejecutivos de
jabonería Varela de esa época y los ejecutivos de Enilse, por eso, en el avión
murieron personas de Enilse, los de Varela las estaban esperando en Cali.
Básicamente esa fue la razón de por qué tomó ese vuelo. Beatriz, además,
era muy dormilona y había en ese momento un vuelo de 7:00 y 7:15 a.m. si
no estoy mal, y ella, por 15 minutos tomó el vuelo de las 7:15 a.m.

Yo estaba en una reunión a las 8:00 a.m. o algo así en la compañía que se
llama la Alianza Team y me pasaron un vaso con agua y me dijeron que ha-
bía ocurrido un hecho muy violento contra un avión, yo pensé, no sé, que le
había fallado al tren de aterrizaje, no me imaginé lo que había pasado.

Impactos en la familia. Fue una situación terrible, dolorosa, algo muy


complejo. Mi esposa, a las 6:00 a.m. me dijo “chao, mi amor, nos vemos en la
noche” y nunca volvió, entonces al tercer día me entregaron su cadáver que
afortunadamente se pudo recuperar, fue una cosa muy importante porque no
tengo el drama del desaparecido, se pudo reconocer, sin embargo, pedí a las
autoridades que no quería que nadie la viera como quedó después del acci-

225
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

dente. Entonces, se selló el ataúd, se hizo el rito de despedida, me apoyé en


la Fundación Omega que me ayudó en el manejo del duelo, es como la parte
final, como empiezan algunos libros. En la parte final.

Ya después vino el desenlace brutal de lo que había pasado y más o menos


a las 11:00 a.m., cuando empezaron a leer los nombres, cuando me dicen
que el vuelo era el de las 7:00 a.m., pero había una confusión enorme si era
el vuelo de las de las 7:00 a.m. o el 7:15 a.m., una cosa así, pero cuando me
dijeron que era el vuelo de las 7:15 a.m., me dije: Beatriz se mató, era el vuelo
de las 7:16 a.m. exactamente está registrado, y dije: Beatriz se mató, y em-
pieza un drama muy largo.

Beatriz era una mujer, repito, espectacular. No hay muerto malo, pero éramos
muy jóvenes, nos habíamos casado hacía siete años y con ella teníamos una
particular relación. Con ella, en siete años de matrimonio, solo tuvimos una
discusión, nos entendimos muy bien, hicimos nuestra luna de miel en Eu-
ropa; es otra historia, porque yo ahorré y lo logramos, tenía un maestro en
pintura que me fascinaba, el tema a mí me fascina. Soy muy conocedor del
arte y nos fuimos a Europa.

Beatriz era una mujer nacida en Cali, pero de familia paisa, tenía su acento,
por eso se llama Beatriz Henao Peláez, sus apellidos eran Henao Peláez de
Pacorá, de Caldas, su familia era caldense. Nos conocimos en la universidad
de tercer semestre o algo así, nos conocimos, nos enamoramos y después
nos casamos. Beatriz, como yo, era publicista egresada de la Universidad
Central de Bogotá, hicimos una carrera muy linda, ella era experta en el área
de medios de comunicación, era negociadora de medios; bueno, le fue supre-
mamente bien, hizo una carrera vertiginosa. Para los 30 años, ella era direc-
tora de las áreas más importantes de la agencia de publicidad, justamente
esto fue lo que la llevó a la muerte, iba a esa reunión.

Aunque decimos normalmente: Beatriz se mató. Pues realmente no es cierto,


Beatriz murió en un atentado terrorista y somos víctimas de la violencia en
este país y como víctima he trabajado enormemente en este proceso de paz,
[…] todo lo que se ha tenido que hacer y sigo trabajando por la paz, porque
definitivamente cuando uno pierde un ser querido de esa manera, uno entien-

226
Testimonios

de la dimensión de lo que ha pasado no solo en Colombia, sino en todos los


procesos y en todas las situaciones de guerra en el mundo. Grandes leccio-
nes que eso deja y la gran lección que a nivel personal tuve que aprender. Yo
nunca aprendí a perdonar, o sea, fue como una de las lecciones recientes de
mi vida, yo aprendí a perdonar y me siento muy bien, tuvimos una hija, María
Camila Molinos, cuando ella murió, iba a cumplir 4 años, le faltaban ocho
días para su cumpleaños, ocho o diez días.

Fue muy duro, terriblemente doloroso, porque empezó este drama del reco-
nocimiento. Gente que va, gente que entra y ella no entendía. Una parte difi-
cilísima fue cuando me preguntó ¿y mamá? y yo le dije: mamá murió.

Resulta que eso fue un tema muy difícil y la gente, en el afán de hacer bien,
de pronto se equivocaron. Mamá está en el cielo. Ella hizo una serie de reac-
ciones para esquivar la realidad, me costó mucho y muchos años de mi vida
hacerle entender que era una realidad. Fue un tema de más o menos veinte
años, y bueno, nos tocó rehacer la vida. Mi primera reacción, cuando ya me
enteré hacia las 11 de la mañana, como ya dije: empiezan a leer el informe de
las personas que iban en el avión, de los pasajeros, entonces, cuando llegaron
a la H (Henao Peláez Beatriz), mi primera reacción y mi primer pensamiento. Mi
vida cambió por el resto de la vida, no estaba equivocado, pero bueno, se sor-
teó, se ha podido manejar extraordinariamente bien. Camila quedó de 4 años,
me tocó, o no me tocó, sino que asumí el rol de papá y mamá, me ha encanta-
do toda la vida el tema de la casa, sabía perfectamente las labores de la casa;
hacer el mercado, todo. Agarré a mi hija, como decimos normalmente porque
es una expresión muy paisa, agarré a mi “culicagada” y me la eché a tuta y a
hacer mercado, a hacer las cosas y continuar mi vida. Pero con las enormes
dificultades que eso implica, sobre todo en el primer año de duelo, sí, en térmi-
nos generales, lo que le puedo decir sobre la base que me están preguntando.

Pertinencia de las medidas de reparación. Referente al tema de Avian-


ca, sé que exigen un protocolo, existen casi unas tarifas, unas expectativas de
vida; para la época, la compensación económica, se puede decir así hablan-
do escuetamente. Avianca lo hizo bien y nos reparó aceptablemente bien,
para la época un dinero interesante del cual cuidé muchísimo, no desperdicié
ni un solo peso y nos ayudó mucho.

227
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Con referente al Estado, pues hay dos factores que son muy complejos: uno,
hace treinta años realmente los sistemas de seguridad y todo lo que existía
era muy incipiente, el tema de la aeronáutica civil era más o menos un chiste.

Nosotros entramos a hacer una reclamación, una demanda al Estado. Tenía


un abogado para la época, el doctor Pedro María Cáceres Villamizar, experto
en derecho aeronáutico y se encargó del caso. El hombre litigó, creo, más de
veinte años, mas no logró nada, absolutamente nada, y ahí en la casa era
un tema casi anecdótico. Como no se pudo lograr nada de lo que se estaba
pidiendo, después hizo una apelación, tampoco funcionó, lo último que me
pasó fue que hace un año o algo así, tuve que pagarle a la Aeronáutica Civil,
porque me pasaron los costos y tenía que pagarlos, o si no yo terminaba más
o menos demandado por el Estado y podían tener algún tipo de lío y terminé
pagándole a la Aeronáutica Civil los costos de lo que ellos estaban reclaman-
do. En lugar que me dieran un peso, terminé pagándoles y eso fue así.

Con referencia a Avianca creo que fue justo como aerolínea, como el derecho
aeronáutico cumplieron con absolutamente todos los compromisos, fue una
compañía que se portó bien, hay que reconocerlo, pero el Estado desafortu-
nadamente para lo que uno recibe se quedó corto absolutamente.

En el tema de reparación se me ocurrió donar una biblioteca que pudiera ser mó-
vil, para que la gente no perdiera el tiempo cuando iba a la Unidad Nacional de
Víctimas, eso me generó una nominación al programa de los fines de semana
“Los Informantes”, me entrevistaron, tuvieron a bien hacerme una nota para la TV.

Eso es lo que le puedo decir, en conclusión, es una reparación, pero tampoco


estuvimos esperando volvernos ricos o millonarios con la muerte de mi esposa.

¿Cómo han construido memoria? Claro, por su puesto, eso me pareció


una linda acción, la biblioteca está ahí, son como 300 tomos. La gente puede
llegar y leer un libro, hay libros para niños y para adultos y hace parte de todo
este proceso; como las reuniones que he tenido en el Centro de Memoria y
cosas por el estilo.

228
Testimonios

He estado muy al tanto, yo estaba muy pendiente en el proceso de la paz, he


sido un furibundo defensor del proceso de paz y he trabajado desde mi óptica
y desde mis posibilidades; he trabajado mucho por el proceso de paz, no lo
he abandonado nunca, estuve apoyando al ex presidente Santos, porque me
parecía una labor titánica independiente de lo que hizo bien o regular o malo,
eso para mí tiene un valor importante, hay que ser víctimas de la violencia de
este país, para entender el significado que eso tiene […] He estado en un par
de reuniones, estuve en una reunión en el Centro de Memoria, recuerdo que
estuve en una reunión [en la] que estuvo Antonio Navarro Wolf, una conferen-
cia muy interesante, hicimos un homenaje, hubo un concierto, yo he estado
muy atento pero no el 100% metido, si avanza o no avanza o que se hace o
no se hace, pero sí al tanto, desde luego, de las acciones y qué ha pasado.

Importancia del informe. Claro, a ver, la verdad es fundamental, he-


mos avanzado mucho en el proceso de paz, la verdad es una cosa suprema-
mente importante, ahora que se conocen estos aspectos me parece que los
fundamentos de verdad, justicia, reparación y no repetición, […] tengo enten-
dido que es tomado de Sur África, me parece que fue un gran acierto. Las co-
sas tienen que ser muy concretas, yo creo que eso es verdad, justicia y repa-
ración. Han habido muchas verdades o especulaciones o verdades a medias,
pero ya está claro que fue el narcotráfico, ya estaba claro que el atentado iba
contra César Gaviria, que iba hacer el presidente de la República, y bueno,
todo lo que se haga en bien de la verdad y que todo se establezca es lo que
resta y, sobre todo, más que la verdad para mí lo más importante es abordar
el tema del perdón, tenemos que aprender la reconciliación y el perdón son
factores fundamentales en este momentos, si aprendemos a reconciliarnos y
entendemos el valor del perdón vamos a tener un mejor país.

Boanerge Filemón Molineros Ortiz y Luz Marina Narváez Paredes


“Mi padre era médico ginecobstetra y mi madre ama de casa”
Testimonio de Andrés Fernando Molineros Narváez

¿Quiénes eran? Boanerge Filemón Molineros Ortiz y su esposa Luz


Marina Narváez Paredes, fallecidos en el avión de Avianca. Para ese enton-
ces él tenía 41 años y su esposa 36 años, él era médico ginecobstetra y ella

229
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

ama de casa. Ese día volaban de regreso a Tuluá, su lugar de residencia,


después de asistir a un curso de medicina. Debía llegar para hacer una cirugía
que tenía programada a las 9:00 a.m.

Impactos en la familia y en la sociedad. Nuestra familia está compues-


ta por tres personas, yo soy el mayor: mi nombre es Andrés Fernando Moli-
neros Narváez, mis hermanos Carlos Alberto Molineros Narváez y Alexandra
Marina Molineros Narváez. Quedamos de 15, 13 y 7 años respectivamente,
mi hermana era la menor.

A nosotros, como se dice coloquialmente, no nos dieron como muy suave la noti-
cia. Un amigo de mi papáen ese entonces se acercó al colegio, me llamó a la rec-
toría y simplemente me preguntaron: –¿dónde está su papá? Me indagaron sobre
él. Yo inocentemente respondí que él estaba por llegar, porque tenía que hacer una
cirugía. Ese día lo único que me dijeron [fue]: –Su papá y su mamá no van a llegar,
porque su papá y su mamá están muertos en el avión que venía de Bogotá. “Tuvo
un accidente”. Me lo dijeron tan crudamente que el dolor fue muy grande.

Las hermanas de mi mamá y de mi papá vivían en Bogotá, estaban haciendo


todas las vueltas, el estrés y el dolor era muy grande, porque sabíamos que ya
no había sobrevivientes. Pese a ello, guardábamos la esperanza que de pronto
uno de los dos hubiese quedado vivo; pero en el trascurso del día, cuando recibi-
mos más noticias, el tema se volvió más doloroso porque ya no había esperanza.

Las hermanas de mi mamá y las primas que vivían en Cali se trasladaron a Tu-
luá, donde estaba nuestra residencia para acompañarnos, pues prácticamente
en Tuluá no teníamos familia. El resto vivía en Bogotá, Cali, Tumaco y Popayán.

Me acuerdo de que mientras íbamos en el carro del amigo de mi papá que


nos iba llevando, la gente salía a la calle a mirar, porque ya sabían la noticia
del accidente. Mi papá era muy reconocido como médico; y el tener que estar
ahí, recibiendo a todas las personas, algunas repetían cómo había pasado
el accidente, etc. Fueron momentos de mucho estrés y cuando uno es muy
joven no tiene un manejo para una situación así. Por ser el mayor me tocaba
recibir casi todas las personas, obviamente fue muy duro. Los vecinos decían

230
Testimonios

que había estallado el avión; otros, que se había estrellado. Pero básicamente
eran comentarios sin fundamento. Nosotros vivíamos solos en Tuluá.

Pertinencia de las medidas de reparación. En ese entonces Avianca


pagó el seguro, y eso lo pagaba básicamente la aseguradora. Del Estado
nunca se recibió absolutamente nada, excepto hace ocho años, cuando la
Unidad de Víctimas nos reconoció como tal, pero no más.

Solo esos dos únicos eventos. La aseguradora en 1990 hizo el pago y de ahí
hasta hace ocho años, si no estoy mal, apenas el Estado creó ambiguamente
la suma ilusoriamente de la Unidad de Víctimas.

¿Cómo han construido memoria? Con la Fundación cada año se está


haciendo algún tipo de reunión, con todas las víctimas que quedaron para
recordar. Sé que el representante actual ha hecho muchas gestiones, pero
creería que hemos sido muy desunidos en la parte de la misma Fundación.
Yo he asistido a uno o dos o tres eventos, máximo, en estos treinta años, pues
al no vivir en Bogotá se me dificultan las cosas.

Adicionalmente, el tema de recordar y, como te digo, el hecho de haber que-


dado tan pequeños, cuando te quitan el amor de tus papás a tan temprana
edad, te marca mucho. Digamos que yo pude superar la muerte de mis pa-
dres 25 o 26 años después, pues era muy doloroso recordarlos.

Era muy doloroso recordarlos, pero hay que recordarlos con cariño y con
amor. Bueno, se perdió muchas partes de la adolescencia para quienes per-
dieron a los padres tan jovencitos, yo perdí a mis padres hace pocos años,
pero siempre los llevamos en el corazón hasta que uno se muera.

¿Usted conoce algo sobre la Comisión de la Verdad y, digamos, todos los


procesos que se están llevando a cabo frente a todos los hechos, en particular
este hecho doloroso?

231
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Sí, he escuchado y estado muy ajeno a lo que está pasando debido a la limitante
nuestra, que es la lejanía y las ocupaciones que uno tiene. Sé que la persona
que está actualmente llevando el caso está investigando los hechos para saber
realmente qué fue lo que pasó. Graciasa la Fundación pudieron declarar el hecho
como un delito de lesa humanidad para que prescriba, pero de ahí no más.

Importancia del informe. A mí me gustaría que se pudiera saber toda


la verdad, creo que de ese atentado nosotros somos los únicos que queda-
mos huérfanos, porque murieron mamá y papá al mismo tiempo. En otros
casos, solo fue el papá o la mamá o fue un hijo. Esto es lo más doloroso
que me impactó y lo llevo todavía en mi mente. Cuando uno queda pequeño
¿quién va a cuidar de uno?

Frente al tema de los tutores, fue una guerra en la familia por cuidarnos, fue
muy desgastante y triste. Algunas veces las relaciones se dañaron por el
tema de la custodia, por los sobrinos o los nietos. Eso nadie lo cuenta, yo te-
nía 15 años y me acuerdo recibir tantas emociones de dolor y de lucha que se
agigantaban por el hecho de que estuviéramos prácticamente solos, en una
ciudad donde no teníamos más familia; era duro.

Al comienzo se fue a vivir una prima a cuidarnos mientras yo terminaba, por-


que iba en décimo; el resto de la familia muy atentos y queridos, pero cada
uno desde sus hogares. Teníamos una tía que siempre estaba ahí. Eso es
muy duro, el tema como terminan la familia. Prácticamente, de todas las víc-
timas, los que quedamos huérfanos de los dos en el mismo accidente.

Carlos Javier Monroy Aranguren


“Un padre extraordinario”
Testimonio de Rafael Monroy Aranguren

¿Quién era? Carlos Javier Monroy Aranguren, arquitecto, egresado de


la Universidad Javeriana, trabajaba con el Banco de Colombia, viajaba a Cali
a verificar unas obras de la oficina en Cali y en Buenaventura. Nació el 31 de
agosto de 1965, a la fecha, tenía 24 años.

232
Testimonios

Impactos en la familia. Después del atentado tratamos de seguir lle-


vando la vida de una manera tranquila y la tristeza que generaba a mi mamá
era impresionante, después yo me casé y después mi hermana se casó, tam-
bién le dimos los nietos, pensando que de pronto eso iba a aplacar un poco la
pena que se sentía a diario, porque era a diario que lo recordaba. No fue como
nosotros esperábamos, ella sufrió muchísimo la pérdida de Javier, a final del
2000 empezó ella con problemas cardiacos y en marzo de 2001 muere de
un infarto por el estrés que manejó por diez años.

Pertinencia de las medidas de reparación. La verdad no. Claro, por-


que en el momento que ocurrió el atentado la primera pregunta que uno se
hace como cualquier ser humano es ¿qué pasó? ¿Por qué? ¿Quién ordenó
esa situación? ¿Por qué se falló tanto en la seguridad de todos los pasajeros
que iban en el avión? Y todos los pasajeros que volaban en Colombia en esa
época. Nunca hubo una respuesta clara o concisa que le dieran a uno, de
pronto, algo de alegría; pero no encontrar la persona encargada de esa situa-
ción para aplacar un poquito el dolor que generaba esa situación.

¿Cómo han construido memoria? Hemos participado en algunas de las


actividades, no hemos estado muy partícipes de las actividades de la Funda-
ción, pero sí hemos estado en algunas. En este momento recuerdo una reunión
que hicimos acá en la 170 en Bogotá donde sembramos un árbol y estuvimos
compartiendo reunidos con familiares de algunas de las víctimas, pero de res-
to no hemos estado más. Aparte, pendientes eso sí, de las comunicaciones
que salen y apoyar lo que más se pueda, pero dentro de la Fundación.

Barreras para acceder a la verdad, justicia y reparación. Nosotros no busca-


mos como tal una respuesta directa hacia nosotros, sino hacia todo el país.
No fuimos participantes directos de todos los casos en cuestionamiento que
se hacían, esperamos sencillamente las noticias y las averiguaciones que se
hacían por parte de la Fiscalía y lo que salía en noticias, básicamente eso. Ya
después que se crea la Fundación hay un poco de acercamiento más hacia
la situación en sí del atentado.

Importancia del informe. Ojalá se haga eso, ojalá se logre que la ver-
dad del país, la juventud de ahora entienda qué se vive en este momento y

233
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

aprenda a respetar la situación que vive Colombia en este momento y que no


se vuelva a repetir. Básicamente, como su nombre lo indica, que la Comisión
de la Verdad nos entere a las víctimas del atentado en sí ¿por qué se hizo?
¿Por qué se llevó a tantas personas inocentes? No sé en qué momento esa
Comisión podrá resarcir en algo a través del Estado, el atentado, de pronto fa-
llas en la seguridad del aeropuerto y la aeronáutica que permitieron que esos
explosivos entraran al Aeropuerto Internacional El Dorado, que esos explosi-
vos entraran a un avión. Entonces, de pronto, resarcir en algo a las víctimas
que estamos en este recordatorio de lo que se vivió más allá de treinta años.

Carlos Alberto Sepúlveda


“Dedicado al trabajo, echado pa’lante, amante del ciclismo”
Testimonio de Melba Urrego

¿Quién era? Carlos Alberto Sepúlveda nació en Manizales, Caldas, un


23 de noviembre. Casado con Melba Urrego Cardona, y padre de Juan Ca-
milo Sepúlveda Urrego y Cristian Andrés Sepúlveda Urrego.

Los últimos recuerdos. Vino a Manizales para su cumpleaños a visitar


a la familia y a sus hijos, recién había cumplido 33 años el 23 de noviembre,
se veía muy alegre.

Lunes 27 de noviembre de 1989. Él era ingeniero electricista y via-


jaba a Cali para la revisión del levantamiento de la acometida y el sistema
eléctrico para un barrio que se construía en Cali. Nosotros estábamos en
Manizales y en una llamada nos dijeron que algo había pasado, que pren-
diéramos las noticias en la radio. Nosotros sabíamos que él tomaría ese
vuelo a Cali, pues él llamaba todos los días y el día anterior nos lo había
contado, que él viajaba a Cali y que cuando regresara de Cali, viajaría de
nuevo a Manizales. Todo era caos, tristeza, llanto y desespero, nosotros
aquí tan lejos sin tener noticias ni forma de averiguar nada, nos sentíamos
maniatados.

234
Testimonios

Testimonio de Cristian Andrés Sepúlveda

Impactos en la familia. Fue un cambio radical, él era el sostén de la


familia. Mi madre recibió toda esa carga, más la pérdida; emocionalmente
fue muy duro. Para su madre (mi abuela) fue devastador, los hijos sentimos
la ausencia, tuvimos que ser resilientes y adaptarnos a vivir sin él.

Claudia Patricia Riveros Vega


“Muy talentosa, ya que cantaba hermoso y tocaba la guitarra”
Testimonio de Adriana Marcela Riveros

¿Quién era? Claudia Patricia Riveros nació en Bogotá el 13 de noviem-


bre de 1967, hija de Clara Inés Vega y Gustavo Riveros (fallecidos). Mi herma-
na era una niña que acababa de cumplir 22 años. Estudiaba tercer semestre
de Terapia Ocupacional. Era una de las mejores de su clase. Le encantaba la
música, era muy talentosa, ya que cantaba hermoso y tocaba la guitarra. Era
muy sociable. Le encantaba tener muchos amigos.

Lunes 27 de noviembre de 1989. Ella viajaba a Cali porque tenía un


control médico con un especialista que solo atendía en Cali y en Popayán, ya
que mi hermana tenía lupus. Ella iba muy contenta porque tenía su enferme-
dad controlada y estaba segura de que el médico la iba a felicitar porque se
sentía muy bien. Le insistimos que viajara acompañada, pero ella quiso irse
sola. Era la primera vez que viajaba sola.
Recuerdo ese día como el peor día de mi vida. Nos enteramos por las noticias. No
me gusta recordar ese día. Todo era confuso. Yo no entendía nada. Me parecía
una pesadilla, una mentira. Tenía la esperanza de que no estuviera en ese avión.

Impactos en la familia. Absolutamente todo. Ella era mi hermana, mi com-


pañera. Pero me quedé sola. Me graduaba del colegio ocho días después de ese
fatídico hecho. Me volví un poco asocial, muy ansiosa y con miedo a volar en avión.

235
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Eliécer Cohen Daza


“Se tituló con elogios como ingeniero mecánico en 1970”
Testimonio de Lydaines Oliviella

¿Quién era? Eliécer y yo teníamos 27 años de casados, de conviven-


cia continua. Él había estudiado en la Universidad Nacional, se tituló con elo-
gios como ingeniero mecánico en 1970. Él armó y trabajó en una empresa
que se llamaba Laser Lisaca que funcionaba en Soacha- Él era ingeniero me-
cánico de la fábrica. Fabricaban filos y tanques de almacenamiento, como
los que portaba el tren, los que están todavía en la autopista norte en la ace-
ra occidental, hay unos filos de almacenamiento, todavía están ahí creo yo;
hace muchos años no paso. Muchos tanques de almacenamiento que hay
en Colombia los armaba la empresa de mi esposo, porque él salió de Laser
Lisaca, se asoció con Rafael Amado Gutiérrez, un pensionado de Ecopetrol,
ingeniero de petróleos, y comenzaron ellos dos en su empresa a trabajar.

Vivimos 27 años, tuvimos tres hijos varones, el mayor se murió de 4 años. Sobre-
viven Édgar, que es un ingeniero de sistemas y Eliécer que es un médico, ambos
de la Nacional. Eliécer armó su empresita, su firma era: Amado Cohen y compa-
ñía Ltda. Ingenieros. Ese día, por circunstancias de la vida, el socio de mi esposo,
Rafael, estaba de cumpleaños y este optó por no ir con Eliécer a Cali. A Eliécer no
le tocaba ir en ese avión, a él le tocaba el avión subsiguiente; sin embargo, como
quedó el cupo desocupado, porque se bajó el político que sabemos que se bajó
¡sin avisar! Si a él le avisan de una bomba, pues… César Gaviria, yo lo señalo, de-
bió bajarse del avión, pero avisar que revisen el avión; pero no le importaba sino
cuidarse él solo. Eso él a Dios le rendirá cuenta, pero en su espalda lo tiene.

Mi esposo se subió a ocupar la banca desocupada, porque le correspondía,


creo yo, yo considero; yo soy creyente de Dios y considero que a él le tocaba
morirse ese día bajo esas circunstancias, porque no había nada en el panora-
ma que tocara a Eliécer, a mí o a mis niños. Ya sucedió el evento.

Vivíamos asombrados, trabajábamos, los niños estudiaron en el Colegio


Americano de Bogotá, excelentes estudiantes gracias a Dios, pero en ese
tiempo en que vivíamos, hacíamos lo imposible por no dejar solos a nuestros
niños, ese era nuestro enfoque vital, por tanto desorden, por tanta situación

236
Testimonios

violenta que se vivía en Colombia. Mientras no te afectara a ti directamente


era aceptable, como se ve todavía. ¡Qué lástima que hayan violado a la niñita
indígena siete hombres como ha sucedido hace poco!

Se sabe, y yo, Lyda Inés, sé de fuente cierta desde mi humildad, desde mi


pobreza, pero yo sé de dónde ha provenido todo el desastre colombiano, por
la avaricia de un solo hombre que no creció porque sus neuronas estaban
ocupándole todo el cuerpo. Si ese personaje le hubiera hecho un solo bien a
Colombia, no habría mejor país en el universo que Colombia, pero… bueno.

Sucedieron muchos eventos, yo me acuerdo cómo llorábamos con mi esposo,


mis niños y yo, viendo en televisión las imágenes de Luis Carlos Galán. Lo cono-
cíamos, habíamos almorzado con él, no por política, porque nos caíamos bien,
dos, tres, cinco ocasiones; y ver cómo se acabó una vida que prometía tanto al
país. Me acuerdo de Rodrigo Lara que también lo conocimos mi esposo y yo. No
es deducible cuánto daño, […] le ha hecho “el paisa” al resto de Colombia, toda la
“mondá” sobreviene “del paisa”. No escondo a “Jorge 40” que es de Valledupar,
yo no lo conozco, no es mi pariente, pero sé que “Jorge 40” y “Simón Trinidad”
pues eran nombres que adquirían del mismo “chiquitico”, de acuerdo.

Era una época violentísima, yo trabajaba en Ecopetrol, mi esposo trabajaba,


mi oficina estaba en la calle 33 con carrera 13, y mi esposo tenía su empresita
en la calle 39 con carrera 18, entonces era un paso, y de ahí quien […] se des-
ocupara primero, para el Colegio Americano a recoger a los niños e ir a casa.
Vivíamos en el edificio antiguo del norte en el barrio Bella Suiza, allá vive
ahora mi hijo menor, porque trabaja con la Fundación Santa Fe hace muchos
años, vive allá por cercanía a su trabajo.

Él era complicadísimo, vivíamos en ascuas permanentemente, no queríamos


ni siquiera salir a almorzar, preferíamos quedarnos en la oficina y comer,
comenzaban a verse las toallas de papel para secarnos las manos que había
en la empresa, y eso era nuestro mantel, nuestro individual para almorzar.
Sí podíamos caminar, o nos poníamos un punto intermedio de encuentro mi
esposo y yo y almorzábamos, o no podíamos por razones de que él estuviese
ocupado, él más que yo, porque yo era una asistente secretaria de una jefe de
departamento, cuando se murió mi esposo.

237
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Pero de todas maneras nos esmerábamos por mantener y no ocultábamos


a nuestros niños, pero tampoco les mostrábamos pues como masoquistas a
que vieran los desastres. Sin embargo, ellos recuerdan algunas mañanas que
yo los dejaba en la puerta del colegio, los veía que entraban y yo me iba para
mi trabajo, para Ecopetrol, subía por la 45 a la 13 y ahí llegaba a Ecopetrol. Al
llegar a Ecopetrol a parquear mi carro, tenía que salir inmediatamente porque
escuchaba en la radio que habían matado a un padre de familia que acababa
de abandonar a su niño en la puerta principal del Colegio Americano, y yo
corría otra vez a confirmar que los niños estuvieran bien. Al enterarme quién
había sido el papá muerto, no recuerdo el nombre, pero era un señor que se
dedicaba a la lavandería, y fue a dejar a sus niños. Era un Renault 4 que le
adicionaban una especie de cabina cerrada atrás, y mataron al señor, lo ma-
taron, pasó alguien y le disparó sin problema; eso me impactó sobremanera.

Yo lloraba mucho, afronté esa situación, no me dejaron ir, Rafael Amado me


hizo ir. En Ecopetrol me atendieron súper bien, me dieron el día libre y me
fui para la empresa de mi esposo, en donde tuve que comenzar a ponerle
frente a la situación. Yo soy sola en Bogotá. Por primera vez logré darles la
noticia a mi par de muchachitos que ya se habían desayunado ese lunes 27
de noviembre del 89, yo llamé a mis niños, me contestó el que hoy es médi-
co, el menor de 14 años, y le dije: –tu papá acaba de dejarnos para siempre,
hubo un accidente, explotó el avión y él no alcanzó a llegar a Cali, y me dijo:
–mamá con esas cosas no se juega; él todavía se acuerda.

Se bañaron, se vistieron formales y se vinieron en un taxi. Primera vez que


yo corría el riesgo de dejar a mis hijos, pero era una necesidad imperiosa, yo
tenía que estar en la empresa de mi esposo, porque casualmente la empresa
de mi esposo se había liquidado el sábado anterior, yo no sabía. Solo la her-
mana de mi esposo, que ahora vive en Tenjo, ella fue quien, como abogada,
ayudó y acompañó a su hermano. Dios y ella saben si se benefició, pero mis
hijos y yo, gracias a Dios, a pesar de las circunstancias, yo seguí trabajan-
do en Ecopetrol, mis dos niños fueron becados, terminaron su bachillerato,
después se presentaron a la Universidad Nacional, ambos pasaron. Fui real-
mente bendecida, muy pobreteada, muy humillada, muy envidiada porque
creían que había quedado navegando. ¡Nos pasó a todos! Todos creyeron que
Avianca nos había bañado en oro puro. Eso fue difícil, bastante desesperante,
porque esa situación y la violencia colombiana no ha terminado.

238
Testimonios

Pertinencia de las medidas de reparación. Yo tengo credibilidad ab-


soluta, y no me la va a cambiar nadie. Yo sé que Avianca, entre las personas
que la representaban, mi caso particular, por ejemplo, Avianca me hizo firmar.
En aquella época se acostumbrada a que el cheque tenía copia original, te-
nía papel carbón y tenía comprobante de egreso que daba la copia original
de lo que se había escrito en el cheque. Yo firmé sin ver el comprobante de
egreso, donde la copia del carbón decía que Avianca me entregaba como in-
demnización a mí como viuda, como cónyuge supérstite y en representación
de mis dos menores hijos, me entregaban treinta y dos millones de pesos,
($32.000.000). Yo firmé el comprobante de egreso en original, le puse la
huella dactilar, la persona cogió el comprobante de egreso, lo guardó en su
maletín, y de otro lado sacó el cheque a mi nombre por veinticuatro millones
de pesos ($24.000.000), perdí ocho millones de pesos ($8.000.000), entre
firmar el original del comprobante de egreso y recibir el cheque. Ahí me robaron.
¿Quién? No tengo idea, ni me importa, pero ahí perdí ocho millones de pesos.

En esa época yo te digo lo que hice, todavía tengo el apartamento, yo pedí ce-
santías que tenía guardadas en Ecopetrol, auxilios por muerte de mi esposo que
me dio Ecopetrol, fue para mí una empresa que no me dejó caer gracias a Dios,
pero muy bueno para la empresa o muy bueno para mí, yo completé un dinero
suficiente, y quizás, no fue de hecho mi plan, pero alimenté a la gente a quien le
desperté envidia, porque me compré un apartamento de contado, me fui a vivir a
mi apartamento tan pronto hice el negocio y lo puse a nombre de mis dos niños.

Pasé por muchas dificultades, pero no le debía un peso a nadie nunca. Asistí
a la liquidación de la empresa de mi esposo, donde también noté corrupción,
pero yo cuidaba que mis hijos no afectaran la imagen del papá, era lo que les
quedaba, la imagen, y la cuidé.

¿Cómo han construido memoria? Se creó la Fundación Colombia con


Memoria, en dirección de Gonzalo Enrique Rojas, se dedicó con alma, vida y
sombrero. Que yo me acuerde, Juan Francisco Vargas, y otros dos jóvenes
que nos ayudaron sobremanera, trabajaron, lo que existe de la historia de 31
años de la Fundación Colombia con Memoria. Está sostenida en los hombros
de Gonzalo Enrique Rojas gracias a sus buenas maneras y que gracias a
que en los ochos años de gobierno de Juan Manuel Santos, fue el único que
se enfrentó al “chiquitico malandrín” que tenemos, y quiso ayudarnos, quiso

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Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

que el Gobierno reconociera su responsabilidad, no lo ha hecho la Aerocivil,


pero el Gobierno… fue nada, pero fue un reconocimiento que a todos los que
hasta ahora lo recibimos ya, fueron veintiséis millones de pesos, que nos dio
de reconocimiento. Pero todo iba funcionando bien hasta cuando el “chiqui-
tico” puso al títere y hasta ahí llegó, quedaron muy poquitas familias que no
han logrado obtener lo que les debe el Estado. Porque al “chiquitico” se le dio
porque es mejor que con esa platica que nos quita a quienes tanto lo necesi-
tamos… Pero él está haciendo lo que puede, de pronto pagando un avioncito
cargado de lo que ya sabemos, él lo necesita, no sé para qué, no tendrá vida
para gastar todo lo que ha robado, pero su robo es siempre legal.

Sé que es pequeño el número de familias que no han logrado recibir su reco-


nocimiento estatal.

Barreras para acceder a la verdad. A Gonzalo Enrique ya le están sa-


liendo canitas por dedicarse a sacar adelante. Lo apoyo con mis oraciones,
le reconozco, admiro su entrega absoluta a su trabajo. Pero me sostengo en
que hay una sola persona, una sola, que es responsable, porque lo escuché
de viva voz de esa persona, me refiero al “chiquitico innombrable”, que tiene
una serie de apelativos de los alias que usa, no importa, pero yo escuché la
conversación en el teléfono fijo de la mamá del piloto del avión de Avianca, y
escuché la voz del “chiquitico” cuando le dijo: –¡Hombre! yo no sabía que tu
hijo estaba manejando, hoy me estaría piloteando ese avión, lo lamento pro-
fundamente. Eso lo escuché, no tengo pruebas, porque eso lo eliminaron, es-
cuché exactamente cuando –también creo que lo acabaron— una filmación,
un audio, donde el “chiquitico” le pone a Pablo Escobar su mano derecha
sobre el hombro izquierdo, y le dice: –Usted quiere arremeter a Colombia,
explótese uno que otro avión y verá.

Si alguien alguna vez dijo algo en la historia colombiana fue “Popeye”, y ya


“Popeye” se murió. Cuando “Popeye” nos dijo, nadie le hizo caso, y como el
pueblo está entregado a la corruptela del “chiquitico”, puede uno haber es-
cuchado la radio, pero lo borran. Eso es lo que pasa, se han perdido prue-
bas valiosísimas, pero mientras el “chiquitico” viva con todos los alias que
se merece, pues no se puede hacer nada, este país está sometido hasta por
quienes queremos ver a Colombia hace 31 años libre de esa humanidad, nos

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Testimonios

toca aguantárnosla y continuar. Toda mi familia, no sé, no sé qué le envió ese


“chiquitico”, pero toda mi familia, no hay uno, me quedan ocho hermanos y
todos babean literalmente por ese “chiquitico”.

Algún día la historia pasa la factura de cobro, yo no lo voy a ver, no me al-


canza la edad para eso, pero tal vez mi única nieta tenga que aprender la
verdad de la historia colombiana, que hasta ahora está envuelta en el manto
de corrupción.

Importancia del informe. Te pongo por ejemplo a Felipe. Cuando cual-


quier ser humano consigue a un alguien que es lo más parecido a secretos de
confesión, primero va la tristeza, lo que te invade, lo que te estruja el corazón,
los sentimientos, el espíritu, el pensamiento, y tú te desahogas un poco. Lue-
go viene el aporte, generalmente la persona que te ha escuchado te da pala-
bras de aliento, y entonces tú sales con una tranquilidad, con nada distinto a
la descarga. Pero esa misma tranquilidad ya descargada te conduce a seguir
viviendo con esa expectativa esperanzadora de conocer la verdad.

La reparación no se sabe si la logremos tener, nos dio Juan Manuel Santos y


la extraordinaria funcionaria Paula Gaviria, Dios la bendiga donde esté, por-
que es una persona que ha actuado para colaborar con la Fundación Colom-
bia con Memoria, para ayudarnos a todos.

El “chiquitico” siempre frena, y no deja que nada se complete, pero esto no


es eterno. ¿Qué hay? Esperanza, porque Colombia naturalmente sin el ser
humano, Colombia y su naturaleza es espléndida, bellísima. Nos regala todo
lo que se necesita: plantas, animales y humanos; siempre hay el lunar en la
cara que se llama el “chiquitico”. Sin embargo, para las futuras generaciones,
entre las que ya conocía mi nieta que tiene 9 añitos, espero yo que, si ella
llega a la edad que tiene su papá, ahora de 46 años, ya ella conozca la real
historia de lo que pasó en Colombia, y de lo bonito que nos espera, que a ella
ojalá le toque. Ustedes los jóvenes actuales aportan por encima de las ex-
pectativas que tenemos nosotros los viejos, yo creo que ustedes los jóvenes
aportan cada uno el balde más grande de granos de arena, nosotros pode-
mos solo aportar historias tristes.

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Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Mis reconocimientos para ustedes los jóvenes, agradecimiento absoluto para


ustedes los jóvenes que están aportando expectativa esperanzadora para
que esa fragmentación de la corrupción que rige a nuestro Colombia, algún
día ustedes logren que sea visible, reconocida para la generación que los si-
gue a ustedes. Tiene que haber ese pequeño grupo de jóvenes que no se co-
rrompen, que no se venden por un tamal, porque no cambian su expectativa
de mejorar la calidad de vida histórica de Colombia para beneficiar las nuevas
generaciones. Como sí lo están haciendo ahora los comunicadores más reco-
nocidos, reciben su cheque o su transferencia, entonces es una pena, pero los
hijos de esos comunicadores van a tener que seguir tragando lo que no quieren
oler de sus papás, porque yo te digo, hago lo imposible por decir mi verdad total.

No fue una vida de reina, fue una vida que trabajé, la viví. Yo soy mamá, pero mi
apellido es “Leona Brava”, para enfrentar a quien atente contra mis hijos, así sea
mi familia o la familia paterna de mis hijos. Yo sé que estoy sola para defender
a mi par de hijos, que ya son unos mayores adultos, pero obvio me dan ganas,
siento energía siempre para defenderme, y así defiendo la verdad de Colombia.

Lo que tú haces, tu interés a dedicar tiempo en búsqueda de la verdad, no po-


demos pagártelo ni a ti, ni a tu grupo de trabajo, ni a Paula Gaviria, ni a Juan
Manuel Santos. Pueden decir de ese señor lo que quieran, pero es el único
presidente que está en la historia de Colombia por haber hecho un mínimo
esfuerzo a través de Paula Gaviria de abrirnos la posibilidad de resarcirnos un
poquito. Pero mientras estemos envueltos en esta corrupción no podremos
respirar aire limpio, no se puede.

Hay mucha más gente, yo sé, por unas llamadas de una persona de Cali, que
en el avión perdió tres miembros de su familia. Yo a ella le dije que se contac-
tara con Gonzalo Enrique, y ella a su manera está buscando un abogado que
haga algo, pero a mí me parece, a mí, mi personal concepto, me parece que
esas ramificaciones dispersan la verdad fragmentada, ¿entiendes?

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Testimonios

Emilio José Díaz Campuzano


“Era un deportista incansable”
Testimonio de Clara Marina Campuzano

¿Quién era? Mi hijo Emilio José tenía apenas 27 años, ya trabajaba


con la empresa Johnson & Johnson, era el gerente hospitalario en la ciudad
de Bogotá. Él terminó su carrera en EAFIT, pero empezó, desde pequeño fue
un muchacho muy extrovertido, le gustaba mucho los negocios, era un de-
portista incansable porque era muy juicioso y él todos los días tenía que sacar
tiempo para el deporte. Fuera de que salía a trotar, le gustaban mucho las
pesas y la natación. Inclusive, se ganó unos premios en natación, aprovechó
esa situación para él ganar una platica, daba clases y fuera de eso aprove-
chaba y les vendía ropa deportiva y todo eso.

Nosotros tuvimos una época económica difícil, porque mi esposo y yo nos


fuimos para Urabá nueve años con la intención de sacar un patrimonio y
efectivamente ya estábamos muy bien, pero se puso a hacer unos malos
negocios y prácticamente nos arruinamos, nos quedamos en cero. Enton-
ces yo tuve que regresarme de Urabá con los niños y todo eso, pasando un
poco de dificultades. Él no supo soportar esa situación y se alcoholizó, le hizo
mucho daño ese alcohol. Entonces, después de un determinado tiempo, por
los hijos que me incidieron en que teníamos que separarnos, porque él ya se
había vuelto muy agresivo, muy difícil de vivir con él, entonces yo me quedé
sola. Tuve que ponerme a trabajar siendo que yo era ama de casa, que me
había gustado tanto dedicarme a mi hogar, tuve que salir a trabajar, y bueno,
gracias a Dios, el Señor me ayudó a salir adelante. Empecé vendiendo libros
con Salvat editores, se me ofreció la oportunidad de trabajar con seguros, en-
tonces empecé a trabajar en seguros y bueno, salí adelante, pude sacar mis
muchachos adelante.

Emilio José maduró antes de tiempo por ver la situación del hogar, porque
sus hermanos estaban más pequeños y todo eso, entonces él era pensando
en cómo nos iba a ayudar económicamente. Después de que estaba en las
prácticas de EAFIT, él terminó administración de empresas en EAFIT, aunque
estábamos económicamente muy apretados, él me dijo: –mami, yo te pido
un favor muy grande, ayúdame el primer semestre a pagar la universidad que
yo me encargo de pagar los otros porque yo voy a conseguir un trabajo, pero

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Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

yo quiero en EAFIT porque es una universidad muy buena y yo, como quie-
ro ser administrador de empresas, para mi es maravilloso. Yo le dije: –¡listo!
tranquilo mi amor. Y así fue. Él empezó a buscar trabajo y consiguió trabajo,
lo querían mucho, hizo prácticas y luego se le presentó la oportunidad de Jo-
hnson & Johnson. En Johnson & Johnson lo llamaron y empezó a trabajar
acá en Medellín, a él le gustó mucho y luego le propusieron que se fuera a
Bogotá. Él dudó, porque él decía: –¡ay! ¿Cómo te dejo, mamá? Con todos es-
tos muchachos acá. Porque eran en ese momento cinco hijos. Entonces, yo
le dije: –tranquilo, tranquilo, váyase, mi amor, que yo me hago cargo de sus
hermanos. Yo tengo que responder por eso.

Él muy hermoso, él se fue para Bogotá y estaba trabajando, era muy cum-
plidor, aunque yo le decía que gracias a Dios no necesitaba que él me diera
económicamente, él económicamente me mandaba la platica para ayudar-
me económicamente, porque él me decía: –no, mis hermanos todavía están
estudiando todos, mamá. Bueno, en fin, él era muy preocupado. ¡Todos los
días me llamaba, todos los días me llamaba! La víspera me llamó, era domin-
go, y bueno, hablamos como siempre preguntando por sus hermanos, cómo
estaban, cómo estaba yo, muy preocupado por la situación de Medellín por
lo de las bombas, porque estaba en todo su auge Pablo Escobar y él muy
preocupado me decía: –mami, cómo vas a exponerte, no salgas, mamá, yo
sé que, por tu trabajo, pero mamá, ¡cuídate!

Es más, me propuso mandarme para Europa, porque allá vivía una hija mía
en Francia, y entonces, pues, yo le dije que ni de riesgos, cómo iba a dejar
todo, por Dios Santísimo, que estuviera tranquilito. Y entonces, ese domingo
hablamos un rato, no me dijo que iba a viajar, no me dijo, solamente me contó
que había ido a Cúcuta y que había visto ya el regalo para su sobrino mayor
que tenía cuatro añitos, que lo amaba, lo amaba. Entonces dijo: –ya le ten-
go el regalo a Santi; que cumplía años el 27 de noviembre, cumplía cuatro
añitos. Entonces él me dijo: –mami, en la próxima oportunidad que viaje a
Colombia, […] ya le voy a llevar el regalito a Santi.

Bueno, en fin, me dijo: –mami, ya me voy, (eso fue por la tardecita) porque me
está esperando Vicky. La novia que vivía también en Bogotá, y que también
era compañera de Johnson & Johnson. Pero después, en Johnson & John-

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Testimonios

son le dijeron que no era bueno que estuvieran los dos trabajando en la misma
empresa, entonces él se preocupó por conseguirle otro puesto en otra empresa,
y se lo consiguió en Industrias Extra. Entonces ya Vicky estaba trabajando en
esta empresa y él se quedó con Johnson & Johnson, porque le pidieron, el
presidente le pidió: –quédate tú, Emilio y búscamele a Vicky. Entonces, bueno,
así fue la situación. Se despidió porque se iban para la misa, era domingo, se
iban para la misa, dijo: –listo, mami. mañana volvemos a hablar. Y yo: –listo, mi
amor. Que estés muy bien. La bendición y ya, listo, no supe más.

Al lunes siguiente, pues yo tenía los lunes Suramericana, era una de las com-
pañías que yo trabajaba, porque yo tenía una agencia que tenía oportuni-
dad de trabajar con varias compañías, entonces Suramericana era una de
las compañías con las que yo trabajaba y me gustaba mucho […] porque al
fin y al cabo la principal estaba acá en Medellín y todo se resolvía más fácil.
Entonces teníamos una reunión los lunes, yo me fui tranquila para la reunión,
la reunión se demoró bastantico. A mí nadie me llamó, a mí nadie me dijo, yo
creo que en esa época ni celular teníamos. En todo caso, cuando terminó la
reunión yo me fui para la oficina y encontré allá que me estaba esperando
una hermana para darme una noticia. Yo me extrañé, yo le dije: –¿tú por qué
estás aquí?, ¿qué pasó? y yo lo primero que pensé era en mi mamá. Como mi
mamá ya estaba de edad y tenía enfermedad y todo eso. Me dijo: –no, no fue
mi mamá, fue Emilio José. Yo: –¿qué? ¡Dios mío! ¿Qué le pasó a Emilio José?
Me dijo: –un accidente en un avión. No me dijeron más nada. La novia había
estado desesperada llamándome, pero yo no tenía oportunidad de comunicar-
me, pero se comunicó con mis hijos, con mis hermanos, con todo el mundo, ya
todo el mundo sabía menos yo. Cuando yo llegué y recibí esa triste [noticia],
para mí fue un golpe muy duro, muy duro, pero bueno, le entregué ese dolor tan
grande que estaba sintiendo al Señor, se lo entregué al Señor y ya.

Hago un paréntesis aquí y te sigo contando de Emilio José. Él era una per-
sona muy inquieta para los negocios. El hermano de los hombres menores
había tenido al bebé, él no se había casado, estaban de novios y bueno em-
barazó a la muchacha, y quedó el niño, nació el niño que era la adoración de
todos nosotros, Santiago. Él (Emilio) se preocupó mucho por ello, porque tenía
20 años el muchacho, y la novia tenía 18 años. Estaba en el bachillerato, los
dos estaban terminando el bachillerato. Entonces él dijo: –No, pues ya le tocó
responder por ese muchachito. Y le organizó una microempresa de obleas,

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Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

entonces se le ocurrió poner carritos en distintas partes de la ciudad con el


carrito de obleas. En la casa empecé yo haciéndoles el arequipe y bueno, eso
era una locura, había ferias aquí en Medellín en el Palacio de exposiciones y
él desde Bogotá hacía los contactos y todo para que pudieran estar en esa
feria y todo eso. Era muy inquieto, tenía en la mente otras cosas para ampliar
esa empresa, ya había averiguado en Estados Unidos unas máquinas para
helados y otra cosa, tenía muchas cosas, y él me decía: –yo quiero que mis
hermanos y tú, mamá, salgan adelante, tengan sus empresitas y todo para
yo poder estar tranquilo, yo quiero seguir en Johnson & Johnson por un tiem-
po, me están proponiendo irme para Estados Unidos con ellos a aprender
más, a conocer más, y eso me va a servir para ayudarles a todos.

Él tenía en su cabeza ya un montón de cosas, pero siempre pensando en su


familia. Era tan joven, porque es que 27 años y ya era un profesional, ya él
tenía un montón de cosas en sus ideas. Cuando él llegó a Bogotá se quedó
asustado porque allá en la empresa empezaban a trabajar a las 9:30 am,
y él dijo: –¿Cómo? Ni riesgos, estos no rinden, ja, ja, ja, y los puso a ma-
drugar más. Eso fue un caos tremendo, pero bueno, lo querían mucho. Las
cartas que me mandó el presidente de Johnson & Johnson, impresionante
hablándome de ese muchacho, de la maravilla que era ese muchacho, un
muchacho que era demasiado buena persona, porque era muy sano, muy
sano. Como su papá se alcoholizó, él le tenía pavor al licor, y le decía a sus
hermanos: –¡Ojo, ojo! no vamos a ponernos a exponer, que miremos la vida
que nos tocó ver con mi papá, el alcoholismo es horrible.

Entonces sí, este muchacho se preocupaba mucho, y sacó esa carrera brillante,
porque también de la universidad me mandaron unas cartas. Él toda la carrera
la hizo estudiando y trabajando, un muchacho que se esforzaba demasiado,
demasiado; muy sano, muy deportista. Y Él me decía: –mami, yo quiero durar
muchos años, yo quiero tener un hogar, tener varios hijos, porque me encantó
tener hermanos, […] yo quiero que mis hijos también tengan hermanos, enton-
ces yo no voy a tener uno o dos, yo voy a tener siquiera tres o cuatro. Bueno, y
eso era lo que le decía a la novia, porque era “muy novierito”. Era físicamente
muy bonito, y no es porque yo sea la mamá, como mamá los ve a todos los
hijos muy hermosos, pero uno sí ve cuáles son más bonitos que otros, cierto.

246
Testimonios

Ese era este muchacho, más o menos ahí te lo estoy contando, muy lucha-
dor, muy para adelante y juicioso, porque mira, me quedé sorprendida cuan-
do empezaron a decirme de Johnson & Johnson: –mire, señora Clara, aquí
hay un seguro de vida, aquí hay una cuenta de ahorros, aquí hay… Bueno,
todas las preocupaciones que él tuvo para dejarme a mi bien organizada si él
faltaba. Como que el Señor le había dicho que él se iba a ir muy ligero, porque
te digo que me sorprendió […] que él se preocupara tanto por la mamá. En
Johnson & Johnson les dio mucha tristeza porque como el papá ya no vivía
con nosotros, el papá se hizo presente en Johnson & Johnson para reclamar
las prestaciones sociales, las prestaciones legales, y de Johnson & Johnson
me llamaron. Yo te digo que a mí me dio tan duro, tan duro, tan duro, que yo
ni me preocupé por reclamarle a Avianca, ni por reclamar nada.

En enero un hermano mío me despertó y me dijo: –bueno, ya Emilio se fue,


pero usted tiene que empezar a actuar, vamos a hacer papeleos, vamos a
hacer vueltas, vamos a hacer todo, pero hay que reclamar, y fue cuando em-
pezamos. Y entonces, en Johnson & Johnson me llamaron a decirme: –aquí
está este señor Nicolás Díaz reclamándole las cosas, nos duele en el alma
tener que compartir con él porque ya sabíamos la historia, porque Emilio nos
había comentado la situación suya, pero el Gobierno exige que le demos a él
la mitad. Lo mismo Avianca: tuvo que darle la mitad a él y la mitad a mí, pero
bueno, desafortunadamente él no la supo aprovechar. Él ya murió hace mu-
chos años también, murió a los cuatro años de haberse muerto Emilio José,
le dio un infarto fulminante y se murió.

Entonces la situación de Emilio José era eso, un muchacho juicioso, lucha-


dor, trabajador, que pensaba mucho en su mamá y en sus hermanos, porque
todavía tenía hermanos menores. La niña era la menor de todos, María del
Carmen, y estaba en bachillerato; ese año precisamente sacaba su bachille-
rato, entonces era la gran preocupación de él.

Impactos en la familia. Yo te digo que si no [hubiera] sido por Gon-


zalo, esto [estaría] en el olvido, pero para nosotros como familia, tristemente
una mala memoria, sobre todo lo que es narcotráfico, no queremos saber de
Pablo Escobar. Tengo unos nietos que desafortunadamente tienen ese ape-
llido y les ha tocado pasar las dificultades más grandes cuando han viaja-
do al exterior por tener el apellido Escobar. Tan es así, que ya una nieta vive

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Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

en Canadá, ella se casó y de una se lo quitó, se puso el del esposo porque


allá pueden ponerse el del esposo no más, y se lo quitó, porque dijo: –yo no
quiero tener más este apellido que me ha costado tantos dolores de cabeza.
Entonces nada de buenos recuerdos tiene. Espero que mis nietos ya hayan
visto la tragedia tan horrible que es el narcotráfico, y por eso yo me he pres-
tado a entrevistas con todos los periodistas que han venido del extranjero y
de acá, para contarles que el narcotráfico es una pandemia peor que la que
estamos viviendo ahora, peor. Que es sin corazón, sin nada, porque a ellos no
les importa sino el dinero, y todavía, tristemente, vemos que el narcotráfico
sigue por todas partes, porque la droga es tremenda como va, por un lado,
por el otro. Estamos bregando a combatirla, pero esa pandemia no se va a
terminar, es muerto sobre muerto, y una cosa y otra. Desafortunadamente,
y esto también es una pandemia universal, porque como hay plata de por
medio entonces a la gente no le importa nada, ¿cierto? y cogen también per-
sonas que son sin mayor educación, que no van a tener muchas expectativas
en progresar y todo, y les proponen estos negocios que son “dineros fáciles”
para enriquecerse y que les prometen que así sean ellos los que mueran, a
sus familias les van a quedar unos dineros, ¿cierto? Esa es la situación del
narcotráfico, nada bueno, nada.

Yo he luchado mucho, por eso te digo, tuvimos un alcalde extraordinario, el


doctor Federico Gutiérrez, que se empecinó e hizo muchas cosas. Yo estaba
en estos días pensando en ese parque hizo último, en el Parque de la Memo-
ria, donde estaba la casa de Pablo Escobar, Dios quiera que eso no se vaya a
volver maleza, no se vuelva quien sabe qué en el olvido, porque primero no sé
si este alcalde tenga intenciones de cuidar esas cosas, y segundo, con esta
pandemia ni podemos ir por allá, ni podemos hacer nada. Entonces puede ser
que eso no se convierta en un elefante blanco más.

La Casa de la Memoria, creo que esa sí queda, es una casa muy bonita, don-
de uno va y no ve sino tristezas de lo que ha sido el sufrimiento de Colombia,
sobre todo de nuestros campesinos, cómo han sufrido, cómo han de todo.
Entonces, la Casa de la Memoria, esa sí queda pues, porque ahí está todo,
una historia de lo que ha sido la violencia en Colombia. Bueno, ahí estamos.

Barreras para acceder a la verdad. Yo te digo, vuelvo y te repito, si


no hubiera sido por Gonzalo, esto ya estaba en el olvido. En Colombia tene-

248
Testimonios

mos un defecto muy grande: somos de muy mala memoria para todos estos
acontecimientos, se nos olvidan muy fácil, volvemos a caer, a caer y a caer,
por eso estamos viendo tantas situaciones. La barrera es que los Gobiernos
no se han preocupado por darnos a nosotros las víctimas el reconocimiento
que es, porque esto es cosa de los Gobiernos. A los campesinos que les han
desaparecido a sus seres queridos, se les está dando un reconocimiento y
se les está encontrando en las fosas comunes y todo eso; están haciendo
una lucha, eso vienen haciéndolo desde hace días. Pero de resto, para las
otras personas, no somos visibles para el Gobierno y, como te digo, esto se
lo debemos a Gonzalo, pero de resto nosotros ya no. Mira que en los treinta
años El Espectador sacó que no era un accidente de narcotráfico, después de
que había sido reconocido como de lesa humanidad, entonces son cosas que
uno se pone a pensar, y dice: –pero ¡Dios mío, la gente qué ve! ¡qué escucha!
Si hasta los mismos que armaron las bombas, que fue “La Quica” y fue este
muchacho, “Popeye”, que armaron las bombas, que dijeron que las habían
armado aquí en Medellín, que se las habían llevado en un carro para Bogotá,
y ya en Bogotá fue que cuadraron todo, porque lo que querían era matar a
César Gaviria, que era el candidato que había dicho que iba a extraditar a
todos los narcotraficantes, y entonces, por eso lo querían matar. Lo mismo
creo yo que pasó con Galán, porque ellos estaban decididos a atacar el nar-
cotráfico, entonces esta gente con su poder del dinero ha hecho la cantidad
de cosas más horribles, ¿cierto?

Pertinencia de las medidas de reparación. Aquí seguimos en esta ca-


rrera tan horrible, y yo creo que esto no va a tener fin. Ojalá, Dios quiera, pero
como te digo, uno todos los días se asombra. Mire lo que estamos viendo
ahora con la pandemia, como que en el Amazonas se está desforestando de
una manera impresionante para sembrar coca. Entonces, eso se les salió a
los gobiernos de las manos, a veces se pone uno a pensar que ellos tienen
más poder y más inteligencia que los mismos gobiernos, yo no sé.

Este es el concepto que yo tengo, que esto no tiene un fin, que los gobiernos
no se han preocupado en realidad por repararme, porque también lo digo:
son tantas y tantas las víctimas, que ahora mucho menos con esta deuda tan
tremenda que está haciendo el gobierno de Duque, que se está teniendo que
endeudar de una manera impresionante para atender esta pandemia, menos
tenemos esperanzas de que nos vayan a pagar, pero por lo menos, que se

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Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

preocupen por hacer más campañas y todo en contra del narcotráfico, coger
desde los niños y decirles que eso no está bien, que por ahí no es, darles
oportunidades a los jóvenes que están en estratos muy bajos que son muy
vulnerables de llamarlos al narcotráfico, para que esos muchachos piensen
en, como decía hace muchos años Uribe, que “era mejor cambiar un arma,
por un instrumento musical”, y se hicieron las bandas musicales juveniles.
Hay que darles oportunidades para tratar de que el narcotráfico no siga pro-
gresando, el dinero es mucho y ahí es donde está el problema.

Fernando Ayala y Eugenia Fernández


“Dos profesionales brillantes que regresaron al país para aportar en su desarrollo”
Testimonio de Alejandro Ayala

¿Quiénes eran? Fernando Ayala graduado en Bélgica y su esposa


Eugenia Fernández con estudios profesionales en España.

Impactos en la familia y en la sociedad. Cuando ocurrieron los hechos


yo tenía cuatro años cumplidos, perdí los dos padres en el avión de Avianca
a pocos meses de haber cumplido los cuatro años. Recuerdo muy poquito de
lo que sucedió, solamente algunas fotos.

Fernando Ayala era comerciante, se había graduado en Bélgica y trabajaba


en ese momento entre Cali y Bogotá y mi mamá había estudiado en España,
había llegado hace muy poco de Europa y se prestaban a organizarse con mi
padre en Bogotá.

Aunque era muy pequeño, poco a poco fui entendiendo qué fue lo que suce-
dió en aquella época, y se va haciendo una imagen de un país atravesado por
el conflicto. Creo que hemos vivido épocas muy parecidas, con muchos aten-
tados como el avión de Avianca, la bomba del DAS y otros hechos parecidos.
Poco a poco me fui enterando y fui haciendo conciencia de aquellos hechos.

Medidas de reparación. Referente a eso no estoy muy enterado, qui-


zás desde la Fundación he conocido un poco la Ley de Víctimas, creo que el

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Testimonios

hecho fue declarado un delito de lesa humanidad. Las personas que estamos
participando nos hemos venido formando en el tema a partir de las activida-
des de la Fundación.

¿Cómo han participado en la recuperación de la memoria de las vícti-


mas? Creo que desde la Fundación se han hecho muchos intentos por cono-
cer la verdad, especialmente para que se escuche la voz de las víctimas y no
la de los victimarios como “Popeye”.

Según entiendo, últimamente hemos avanzado bastante; como Fundación


nos hemos reunido algunas veces, nos hemos apoyado y últimamente se ha
logrado avanzar en los temas legales, y se está presentado el caso ante la
Comisión de la Verdad.

Creo que este es un esfuerzo muy importante, confiamos en que la Comisión


de la Verdad pueda ayudarnos a encontrar la verdad y ayudar a otros para
que estos hechos no vuelvan a suceder. Como miembro de la Fundación qui-
siera que se reconociera no solamente a las víctimas del avión de Avianca
sino de otras víctimas, que pudiéramos unirnos en una sola voz. A nuestra
organización asiste una señora que perdió a su hija en el atentado de la 93.
Con todos ellos y ellas es importante participar en estas actividades.

Fernando Pizarro
“Era mi compañero de aventuras”
Testimonio de Eduardo Pizarro

¿Quién era? Era un amigo. De una familia normal, el mayor de todos era
mi compañero de aventuras, tenía 22 años, fue compañero de escalada de alta
montaña, hicimos varias cimas, inclusive viajamos hasta Ecuador, era buen pi-
loto. Tenía dos años de experiencia, fue mi copiloto, él fue buen hermano, en ese
momento cuatro hermanos, Fernando, María Claudia, Carlos Alberto y Felipe.

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Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Impactos en la familia. Cómo puede usted imaginarse esa monstruo-


sidad, como padre, como compañero, como ciudadano también, cómo puede
impactarlo a uno, pues más aún cuando yo fui al sitio del incidente donde
cayó el avión y yo lo rescaté, yo lo saqué, lo identifiqué, identifiqué la tripula-
ción. Cómo quiere usted que quede uno: desastroso. Uno dice: –nunca me va
a pasar. Y le pasó, pusimos las víctimas en una guerra estúpida. Es envene-
narlo a usted de cómo hemos pasado durante 30 años.
Ha sido muy duro, hemos tratado de no hablar más sobre el tema, hemos tra-
tado de llevarlo entre nosotros, pero bueno, ahí vamos sobreviviendo siempre
con el recuerdo de él.

Pertinencia de las medidas de reparación. Ese ha sido el desastre, es-


tamos notificados de la reparación desde hace mucho tiempo. Respecto a lo
del Gobierno, nos prometieron que nos declaraban víctimas del conflicto, como
a todos los del avión, nos esquilmaron una plata. Entonces, un abogado nos
sacó una plata bastante considerable, nunca hizo nada. El Estado nos declaró
víctimas del conflicto; no es tanto la plata, porque la plata no revive a nadie.

Nos han exigido papeles, los hemos llevado, nos hemos notificado, hemos
ido, hemos venido, y hasta el momento pues no ha pasado absolutamente
nada, el señor Gobierno no ha hecho nada. No creo que le hayan pagado a
alguien dentro del conocimiento que tenga, le han pagado alguna vez a una,
dos o tres personas; de resto, las han olvidado.

A nosotros nunca nos han dado ni razón buena, ni mala. Lo que lee uno en
los periódicos u oye en la radio, nos enteramos de ciertas cosas, pero de ahí
para adelante absolutamente cero. Cada año en la misma fecha las mismas
tochadas que dicen, pero no han sacado nada, a excepción de los informes
de la comisión de investigación de accidentes aéreos que ha sido muy seria
en este caso, pero de resto […] judicialmente hablando, no se ha sabido nada,
nadie sabe nada, todo el mundo es un silencio.

Barreras para acceder a la verdad. Mi opinión muy sincera, o son unos


estúpidos, unos ignorantes, o están ocultando algo. La primera, pues alguien
sabía que se iba a ejecutar este hecho, se presumía o pensaban que se iba a
presentar y no dijo nada, no lo evitó. Entonces ese señor me debe una aclara-

252
Testimonios

ción, me debe una disculpa, a mí y a mi familia. Entonces, o están ocultando


algo, algo pasó, algo hay entre telas que no quieren que salga a la vista. Ojalá
me equivoque.

Importancia del informe. Desconozco el informe, no tengo conoci-


miento del informe. En todo caso, mi opinión sería que nos van a decir la verdad
a medias, o la verdad de una palmadita en la espalda, no sé cuál será. [Si] nos
dicen la verdad sería muy bueno, como dice el informe, el informe de la verdad,
o una verdad a medías, lo que le conviene a ciertos sectores, o la verdad de
“una palmadita, hombre. Lo siento mucho”. Muy amable, hasta luego.

No sé qué verdad nos van a decir, no sé si los están engañando a ustedes, o


no los están engañando, o vamos a salir engañados todos, o nos van a pasar
por alto, no sé. Estoy es pensando demás porque no me gustaría que eso
pasara, que la verdad fuera la verdad. Pero como no he leído el informe, más
no puedo opinar, sería mal de mi parte hacerlo. La labor de Gonzalo ha sido
muy buena, desafortunadamente no he estado muy al tanto de la labor de
Gonzalo, pero sí sé que es una labor, por lo poco que he charlado con él y lo
poco que lo conozco, muy buena. Espero que lo que haya investigado, que
sé que ha sido mejor investigación la de Gonzalo que la de las autoridades
colombianas, nos de alguna luz al final del túnel, pero ojalá le crean a Gon-
zalo; si no le creen, hemos perdido todo. Y felicitar a Gonzalo por su labor, lo
estimamos cantidades, pero hemos sido un poquito alejados de todo esto,
lo hemos guardado más bien para nosotros. No sé si sea un poco egoísmo,
pero hemos tratado de no divulgarlo, de pasar la cosa muy en privado, pero sí
sabemos de la labor de Gonzalo, lástima que no hayamos tenido más acer-
camiento hacia él.

Si le creen, ojalá le crean, yo charlé ayer con él, estuvimos unos diez minuti-
cos “echando cháchara” y me contó más o menos las investigaciones que ha
hecho. Se ha metido en la boca del lobo, se ha metido en sitios donde no se
atrevería nadie armado. Se fue con su ideal y con su entereza a ciertos lugares
que, ¡por Dios!, es encomiable la labor que él ha hecho, felicitaciones a Gonzalo,
y tiene un valor increíble. Yo no sabía que se había metido tan adentro de las
entrevistas y eso, realmente eso ni un periodista muy avezado lo haría.

253
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Le reitero nuevamente, ojalá le crean a Gonzalo en lo que ha hecho, si la Co-


misión de la Verdad le cree a Gonzalo, es un buen resumen de la Comisión,
si no le creen, reitero nuevamente, hemos perdido todo. Hay muchos vacíos
en las investigaciones, nosotros insistimos en que había alguien armado a
bordo, vimos la foto del revolver en los restos del avión, eso se desapareció,
nadie mencionó después lo del revólver, era un revolver 38. ¿Por qué estaba
alguien armado en el avión?, esa es una de las cosas que… Muchas cosas
desaparecieron en el sitio de la explosión, desaparecieron pruebas y se ro-
baron todo, fue el caos más organizado, porque hay caos bien organizados,
porque el caos del rescate fue absurdo, movían piezas de donde no debían
haber movido ¿por el afán de esculcar qué?, ya el avión no existía, han debido
cerrar eso a todo el mundo, dejar el rescate de cadáveres para después, pero
primero centrarse en lo básico ¿Qué pasó? Lo primero que hicieron fue mover
las cosas, y en una investigación se trata de llegar a la cosa de donde quedó
y cómo quedó, si usted la varía de sitio ya no sirve para la investigación. Eso
fue el caos. La verdad no sé, la Policía no hizo nada, había más gente parti-
cular que Policía. Todos los de los alrededores tienen alguna parte del avión,
se robaron maletines, plata, todo, saquearon todo. Eso fue horrible, créame
eso fue horrible.

Nadie lo supo manejar, ni las autoridades, ni nosotros mismos. Eso fue ho-
rrible, el caos desorganizado que hubo, la misma identificación de los ca-
dáveres, nadie sabía ni qué estaba haciendo, ni por qué lo estaba haciendo.
Finalmente, alguien puso orden al final del día y salieron las hojas. Pero sí
desaparecieron muchas cosas en ese sitio, afortunadamente yo fui.

Usted no se imagina qué dolor, eso es espantoso, y como le comentaba yo


a mi señora ese día, aquí hubo mucho más que un accidente, aquí hubo algo
raro porque me olía a explosivo, había un olor raro en el ambiente. Le dije a
mi señora: –algo más de un accidente pasó. Me olía a explosivo, es un olor
como a caucho quemado, y entonces la misma estructura del avión, la piel
del avión hacia afuera y los remaches quedaron en las vigas, pero se dieron
cuenta como a los cuatro días que había sido una bomba, es absurdo.

Quedó en una duda de lo que están haciendo los demás, que no sabe uno,
pero sí fue desastroso eso. El Gobierno no se imagina lo que lloré como perso-
na, como profesional, como padre y familiar de muchos, eso fue gigantesco.

254
Testimonios

Hablando de Fernando, era buen piloto, era excelente hermano, más que her-
mano era un compinche de los hermanos, era amigo de sus amigos, se iba
con nosotros a escalar a las rocas de Suesca, fuimos al Tolima, al Santa Isa-
bel, al Cucuy, al Cotopaxi, a muchos sitios y generalmente íbamos Fernando
y un hermano. Carlos Alberto, que era muy pequeño, no lo llevábamos. Esa
era la rutina con él, era muy unido a su familia, y compartimos los mismos
gustos en deportes afortunadamente, buena gente el hombre, era suprema-
mente estricto, muy ordenado, muy puesto en su sitio, por eso pudo entrar a
Avianca, porque esos requisitos eran muy importantes.

A él lo escogieron y afortunadamente pasó, en esa época era muy difícil en-


trar a Avianca, entonces para nosotros fue una alegría increíble que lo hubie-
ran aceptado. Yo estaba volando ese día y eso hubo fiesta en el aeropuerto
cuando me contaron que lo habían aceptado. Ya pues, esto es historia. Antes
de entrar él a Avianca, necesitaban un copiloto donde yo trabajaba y lo esco-
gieron a él por horas. Hemos formado con mi señora unos buenos hijos, ya
todos profesionales, casados con hijos, ya nos alegran son los nietos.

Hay un nieto que está en Alemania estudiando algo suave, algo liviano, inge-
niería aeroespacial, ja, ja, ja. Hemos tenido tres hijos, mi señora los ha criado
muy bien, tengo un diseñador industrial, una agrónoma y un médico, enton-
ces pues esta es nuestra familia. Hemos sido muy unidos, sin presiones ni
nada, hemos logrado sobrevivir después de ese suceso. Inclusive, guarda-
mos el carro de él, hace treinta años lo tenemos, entonces eso nos une, si no
hubiera sido por todo esto de la unión de la familia, yo hubiera terminado loco,
quien sabe haciendo qué cosa. Pero bueno, hablemos más de Fernando, hay
unos reportes de un periodista en El Espectador, si he leído algo estúpido en mi
vida han sido los artículos de ese señor. No sé con qué propósito de desinfor-
mación, porque no es información, hizo eso, o haciéndole un favor a alguien. Si
estoy pensando mal, me retracto, pero ese señor les hizo un daño a todas las
investigaciones, pues no sé si le habrán creído primero, pero solo estupideces.

Yo tuve acceso el día del accidente al libro de vuelo del avión, donde se re-
portan todas las cosas del avión. Yo lo leí, pasé páginas rápidamente y lo
entregué al delegado de Avianca, y después vienen a decir que el accidente
fue por fallas mecánicas. Lo más sagrado es un libro de vuelo de un avión,

255
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

y en ninguna parte decía falla, ni en ninguna parte se vio falla del avión. De
un momento a otro se interrumpió todo, entonces para qué viene este señor
a decir mentiras.

En la asociación de pilotos hubo una propuesta hacia los periodistas, en la


asociación les habían dado un pequeño curso de lo que era la aviación, de
qué se sentía, qué no se sentía, para que tuvieran idea los señores periodistas
y no metieran tanto las patas. Por lo menos que sepan qué siente la tripula-
ción, la tripulación no solamente es piloto y copiloto, ingeniero de vuelo, sino
los auxiliares de vuelo también, todo eso es un conjunto; usted me dice es
una unidad, sí es una unidad, pero nadie lo sabe. Todas esas cosas que ojalá
vieran los periodistas, pero no.

Gonzalo Hernán Rojas Castro


“Gran papá, gran ser humano, gran hijo”
Testimonio de Gonzalo Enrique Rojas Peña

¿Quién era? Gonzalo Hernán Rojas Castro era el mayor de cinco hijos
y papá de dos niños, uno es Mauricio y el otro soy yo, Gonzalo Enrique. Gran
papá, gran ser humano, gran hijo. Mi papá trabajaba en Colmotores y ese día
viajaba a Cali junto a su compañero de trabajo José Vicente Villate. Nació en
Bogotá, y para entonces tenía 38 años, era de profesión ingeniero mecánico.

Impactos para la familia, la sociedad y para la historia del país. Fue


un momento muy doloroso, a pesar de que yo era muy niño, tenía diez años,
recuerdo ese día como si hubiera sido ayer. Creo que los principales impactos
en mi vida estuvieron más relacionados con la parte emocional, mis papás
para entonces eran separados, y yo vivía con mi mamá, que pudo continuar
dándome prácticamente la misma educación y afortunadamente mi proyecto
de vida no cambió mucho.

Frente a la sociedad sí siento que tuvo un impacto muy duro, pues cuando
uno habla con personas de más de cuarenta y cinco años, por lo general
recuerdan ese día, pueden decir qué estaban haciendo, dónde estaban, cómo

256
Testimonios

se enteraron de la noticia, en fin. Siento que ese día fue el inicio de muchas
cosas que cambiaron en el país.

Pertinencia de las medidas de reparación. No. Siento que el Estado se


ha hecho el de la vista gorda con las víctimas del narcoterrorismo en Colom-
bia. Ha habido iniciativas como la del exalcalde Federico Gutiérrez en el 2019,
cuando derrumbó el edificio Mónaco para darle paso al Parque Inflexión, o el
trabajo que hicieron desde el Museo Casa de la Memoria sobre Medellín años
setenta, ochenta y noventa, o en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación
en la exposición permanente del 2019, en la que incluyeron un visor con la
historia de este atentado. Pero todo esto ha estado alrededor de la memoria,
no en atención o medidas de reparación administrativa.

A pesar de que fuimos reconocidos como víctimas del conflicto armado, mu-
chas víctimas del mismo victimario siguen en el olvido. La Fundación es la
que ha tenido y ha sacado a la luz, y ha recordado este hecho tan infame
que sucedió para tratar de encontrar la verdad y mantener vivo el recuerdo.
La Fundación ha sido fundamental, si no hubiera sido por ella no se hubiera
podido hacer nada.

Barreras para acceder a la verdad, justicia y reparación. Todas. Creo


que contamos con un sistema judicial que no ha logrado responder a las ne-
cesidades que tenemos las víctimas por conocer la verdad. Por ejemplo, en
el caso del avión de Avianca, han pasado treinta años y no ha pasado nada,
más allá de la declaratoria como crimen de lesa humanidad, y eso ha hecho
que el caso se preste para ser manoseado por otras personas e intereses,
generando confusión y revictimización en las familias.

Importancia del informe. En lo personal, creo que es la mejor forma de


reparación a la que posiblemente tendré acceso. La verdad ha sido la princi-
pal razón para no desfallecer en esta lucha.

257
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Horacio Mayor Mayor


“Esposo y padre”
Testimonio de Beatriz Arango

¿Quién era? Mi familiar que viajaba en el avión de Avianca, el día 27


de noviembre de 1989, era mi esposo, el mayor Horacio Mayor. Padre de mi
hija Érika Mayor Arango. Horacio nació en Roldanillo, Valle, el 7 de diciembre
de 1941 y para ese momento tenía el grado de mayor de la Policía Nacional.

Abogado y especializado en criminología en la Universidad de Roma. Entre


los cargos que desempeñó en la Policía Nacional, fue el de Juez Penal Mili-
tar. Viajaba en el avión de Avianca por cuestiones de trabajo. Cuando falleció
tenía 48 años.

Impactos en la familia. El impacto de este hecho no ha pasado, para


mi hija la falta de su padre será para siempre. La sociedad en el momento del
accidente se estremeció, pero todo se olvida, lo mismo para la historia del país.

Pertinencia de las medidas de reparación. El Estado colombiano no
hizo ni ha hecho nada en estos treinta años, porque las víctimas no han im-
portado, fue un hecho de violencia más en el país.

¿Cómo han construido memoria? La única esperanza es la Fundación


Colombia con Memoria. La Fundación es la única organización que se ha
encargado de luchar por las víctimas.

Barreras para acceder a la verdad. Ningún Gobierno se ha tomado la


delicadeza de investigar ni de tener en cuenta a las víctimas. Sin embargo, sí
le pudieron decir al expresidente Gaviria (entonces candidato presidencial),
que no viajara en ese avión.

Importancia del informe. La elaboración de este informe parece ser la


esperanza, que después de treinta años podamos tener justicia.

258
Testimonios

Hugo Alfredo Lara Romero


“Gran melómano apasionado por la salsa y con alto sentido de la responsabilidad”
Testimonio de Luz Myriam Hidalgo Ayala (esposa) y María Victoria Lara (sobrina)

¿Quién era? Hugo Alfredo Lara nació en Bogotá el 30 de abril de


1956. Casado con Luz Myriam Hidalgo y padre de dos hijos, Catalina y Da-
niel. Hijo de Eloísa Romero e Isidro Lara. Amante tanto de jugar fútbol, como
de verlo jugar, gran melómano apasionado por la salsa y con alto sentido de
la responsabilidad. Una persona muy alegre, con facilidad para sacarle una
sonrisa a todo el mundo con el que compartía.
Esa mañana se despidió de los niños que estaban dormidos y se fue. Faltaron
muchas cosas por decirse. Él viajaba por motivos laborales. Me enteré de la
noticia en un taxi, en la radio hablaron de un avión que se había estrellado,
pero no sabía con exactitud cuál era. Recuerdo ese día con mucha incerti-
dumbre y temor porque para esa época no se sabía exactamente si estaba en
ese u otro vuelo, luego tristeza infinita.

Impactos en la familia ¡Todo! Dejar a unos niños pequeños sin el


cuidado de su padre, de la nada perder a un esposo e hijo nos partió el corazón
a todos.

Testimonio de María Victoria Lara

¿Quién era? Hugo Alfredo Lara Romero era mi tío, teníamos un vínculo
bastante fuerte, porque cuando yo era pequeña mis padres se distanciaron
un poco, y yo, finalmente, me crie en la casa de mi abuela, donde eran siete
hermanos, entonces, yo a él nunca lo vi como un tío sino por el contrario, lo vi
como un hermano, yo era la consentida de todos. Fue más el tiempo que yo
convivía con ellos que con mis padres. Él era hermano de mi papá, y apar-
te de eso, cuando yo llegué a la adolescencia, por cosas del destino quedé
embarazada, y él fue todo en uno, el hermano, el tío, el papá. Siempre estuvo
presente para apoyarme en ese momento, y cuando tú sientes que el mundo
se te viene encima porque eres muy joven, sientes que no estás preparado para
tener un hijo, él estuvo ahí tanto moral como económicamente, y cuando pasó
lo de la tragedia, fue tan duro que sentí como si hubiera perdido a mi padre.

259
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Finalmente tuve a mi hija, ella nació en mayo del 89, el atentado fue en no-
viembre del mismo año, él alcanzó a conocerla y también alcanzó a darme
muchos consejos. En pocas palabras, de mis tíos, siempre él. Él tuvo que ir
a Cali porque era un ejecutivo de una empresa de cueros, un ejecutivo co-
mercial e iba a exponer el mercado y las ventas a esa ciudad. Ese día no nos
pudimos ver, nos vimos días antes, pero por cuestiones de la vida, que es un
abrir y cerrar de ojos, uno nunca sabe si cuando salga vuelva a entrar. En
esa época como no teníamos celulares ni nada de tecnología, recuerdo que
íbamos en un carro o estábamos en el carro y se acercó un tío a contarle esa
fatal noticia mi papá, en ese momento me desmoroné, se me cayó el mundo,
quedé sin palabras, empecé a llorar, básicamente me dio de todo. En esos
tiempos quería asistir y estar con la familia, pero yo no pude porque en ese
momento mi niña estaba muy pequeña y yo aún seguía lactando. Entonces,
fueron varias situaciones, pero no era tanto por eso, yo ciertamente quería era
estar en las exequias, en donde fueran, pero lo que venía fue lo más duro para
nosotros como familia, y era saber qué iba a pasar con esos cuerpos, con
esas personas, si lo íbamos a encontrar, si realmente íbamos a saber de él, si
lo íbamos a reconocer. Fueron muchas cosas que pasaron por nuestra cabe-
za y es algo que no se lo deseo a nadie, y de corazón te digo que era el mejor
hermano, el mejor hijo, el mejor tío. No te puedo describir con palabras lo que
era mi tío Hugo para mí, y lo que era para todos. Él tenía dos hijos, uno de mis
primos tenía la misma edad que mi hija, seis meses, y la otra niña tenía tres
años. También era un apoyo bastante fuerte para mi abuela, que inclusive,
ellos vivían con ella. Entonces, el impacto para ella fue supremamente fuerte,
saber que su hijo tuvo que partir y que murió en un avión, que no alcanzó a
despegar, cuando ya no existía; eso es una cosa de la cual no tenemos expli-
cación hasta el momento, y debo confesar que en mi corazón hubo rencor por
mucho tiempo contra quienes realizaron este acto criminal, pero con el pasar
del tiempo hace que todos perdonemos, de igual forma el perdonar no quiere
decir que vaya a olvidar, y como familiar quiero que esto nunca se olvide.

Impactos en la familia. El primer impacto, a corto y mediano plazo,


es el dolor, el dolor que causa la pérdida de un ser querido. Primero, uno no
acepta que se vaya tan joven, porque si hay algo seguro es la muerte, pero
uno no espera que sea de esa forma, y además que alguien lo ordenó, no
porque la vida y Dios lo hayan querido, sino porque otra persona ejecutó ese
crimen, ese fue el primer impacto; realmente el dolor para nosotros fue como
si se acabara el mundo. Psicológicamente un hermano de él sufrió afectacio-

260
Testimonios

nes en los nervios, por mi parte soñé con él muchos días, el hecho de saber
que ya no lo podríamos volver a ver, ni siquiera en ese féretro, porque todo
salió sellado, y claramente entendimos que era mucho mejor así, entonces
es el hecho de que esa persona deja un vacío inmenso en los corazones de
todos los familiares. Dentro de las afectaciones, también dejó dos niños con
los cuales tenía muchos sueños, a los cuales no pudo ver crecer, deja una
madre viuda. Todo esto básicamente se resume en una palabra que es: dolor.
A largo plazo, ya tomar la aceptación de que ese ser ya no está, pero el perjui-
cio que se causó por eso, unos niños que crecen sin su papá, una esposa que
pierde la cabeza de su hogar, su esposo, unos sobrinos sin su tío, una madre
sin su hijo, unos hermanos sin su hermano, fechas especiales donde ya no
contamos con ese ser especial, siempre faltaba alguien en la mesa, y tiene
que ser un recuerdo que siempre está ahí. Fue tanto el daño que es para toda
una vida y eso no se puede olvidar. Y en cuestiones legales creo que no se ha
hecho una justicia completa, porque lo tomaron como un hecho que sucedió
por terrorismo, por narcotráfico, por lo que hubiera sido, pero ya, no fue más,
no se tomaron en serio esta situación, no tuvieron el gesto de preguntar ¿qué
pasó con las familias?, ¿quién iba a reponer ese dolor? Claramente ninguna
reposición económica va a devolver a nuestros seres queridos, y creo que ha
sido uno de los casos más olvidados aquí en Colombia.

Sólo los que vivimos en esa época podemos tener presente estos hechos,
claro que yo trato de inculcarle a mi hija, de contarle que fue lo que pasó,
cómo fue que tuvimos que vivir, y ella les cuenta a sus amigos, porque es
importante que los jóvenes sepan qué sucedió, y qué aún sucede.

Pertinencia de las medidas de reparación. Considero que no ha habi-


do reparación, porque… sabemos y estamos enterados de lo que vivimos en
esa época, de que se hizo justicia divina, por decirlo así, en esos términos, que
es la más implacable y es la que siempre llega. Y hay un dicho coloquial que
dice: lo que tú haces, así mismo te llega. Y no lo digo con alegría, porque no
es la idea, sino que considero que hubo una justicia, a la que llamamos justi-
cia divina, porque también existen muchos otros criminales que han pagado
sus consecuencias y sus actos en la cárcel o con la muerte, pero la justicia
colombiana realmente no, porque en su momento debió ser mucho más im-
placable, y no se desmerita el hecho de que los hayan perseguido, de que
detuvieron algunos criminales, de que estuvieron detrás y demás acciones,
pero no considero que fue el acto que debió haberse realizado.

261
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Desapareció la institucionalidad, o por mi parte no hubo un acompañamiento


total, ni un seguimiento, para nada. Lo que te digo, fue algo que sucedió, un
crimen de Estado, un atentado terrorista, lo sentimos mucho, los noticieros lo
comentaron, el presidente dio sus respectivas condolencias, y fin de la histo-
ria… Aquí existen violaciones, masacres, asesinatos que quedan ahí, en una
simple noticia, pero el Gobierno siempre es indiferente.

¿Cómo han construido memoria? Reitero mi agradecimiento a la Fun-


dación Colombia con Memoria y a Gonzalo, que ha sido una persona que ha
trabajado arduamente para que eso que tú me estás preguntando, suceda. Sí
se han hecho actividades como, por ejemplo, la siembra de árboles, hemos
hecho también eucaristías en algunas catedrales, los medios de comunicación
han estado algunas veces presente para que esto se reitere y se recuerde, y en
sí, el trabajo de Gonzalo ha sido lo que ha hecho que esto no se olvide y siga ahí
vigente, eso es lo que hemos hecho hasta el momento por nuestra parte.

Barreras para acceder a la verdad. La verdad no ha sido completa,


hay cosas que todavía están ocultas, se saben algunas y otras no, lo que
ha pasado y demás, cosas que la justicia archiva y se olvida. En cuanto a la
reparación, como te dije, no hay ninguna suma de dinero que pueda devolver
la vida de un ser querido, ni es la idea ir a buscarlo, pero sí debió existir una
reparación económica para los seres más allegados, por ejemplo: sus hijos,
su madre, su familia central, y aunque vuelvo y reitero, no es la idea, pero
si la hubiera, es algo que sería muy bueno, en especial para esos niños que
económicamente se vieron afectados, porque perdieron el aporte de su padre.
Aunque, obviamente, su madre ha sacado la cara por ellos, de hecho, es una
mujer súper emprendedora, pero igual siento que faltó ayuda para con ellos.

Importancia del informe. Este informe es muy importante porque hay


cosas de las cuales el mismo Estado no tiene conocimiento, de la afectación
tan grande que causó este hecho en cada una de las 107 familias que estu-
vieron involucradas. Por eso, es importante que esto se sepa para que vean el
dolor tan grande que vivimos, porque por mi parte, yo he contado mi historia,
pero debe haber algunas familias que aún callan esa desdicha. Así que esto
puede ayudar bastante. Ya se está haciendo más trabajo que antes, este pro-
grama de reparación a víctimas, de acompañamiento y demás cosas, enton-
ces es bueno que el Gobierno tenga en cuenta esta situación.

262
Testimonios

La Fundación Colombia con Memoria es una fundación sin ánimo de lucro y


se puede decir que está sobreviviendo con las uñas, por mi parte me gustaría
mucho que después de esto, si llega a haber alguna reparación en sí, se le
brindara una ayuda económica a la Fundación para que siga saliendo ade-
lante, que tenga más herramienta. Y, por último, una anécdota muy linda que
en ocasiones me preguntan si aún me acuerdo, y es que, entre mis vagos
recuerdos, tengo presente cuando él me llevaba al parque. Poseo una foto
muy especial de esos momentos, y cada vez que la miro, obviamente lloro,
pero también me da alegría saber que un ser tan especial, una persona tan
hermosa que hubo en nuestras vidas, hoy nos cuida desde el cielo y que al-
gún día podremos volvernos a reencontrar con él.

A la Fundación de nuevo muchas gracias, y un abrazo a la distancia para


cada una de las familias que se vieron involucradas en este atentado, y a la
Fundación por su apoyo.

Jaime Arturo Vélez Martelo


“Un hombre generoso”
Testimonio de Patricia Cárdenas

¿Quién era? Jaime Arturo Vélez Martelo tenía 35 años, nació en 1954,
era profesional en comercio internacional de la Universidad Jorge Tadeo Lo-
zano de la ciudad de Bogotá, y en su momento fue uno de los nominados al
premio Jorge Tadeo Lozano el cual ganó y, por ende, no tuvo que presentar
trabajo de tesis en su facultad. Era una persona súper pila, realmente era
una persona bastante inteligente. Trabajó en varias compañías en el área de
exportaciones y cuando murió estaba trabajando en una multinacional que
se llamaba Echs Colombia, es una multinacional alemana y él manejaba el
área de comercio internacional, llevaba en la compañía alrededor de un año
y como había sucursales de esta en Cali, entonces ellos iban una vez al mes
a las reuniones que se establecían allá. Viajaban en el primer vuelo de la ma-
ñana y regresaban en el vuelo en la tarde, normalmente iban varios ejecu-
tivos, lo curioso del tema es que en la reunión del mes anterior él se quedó
dormido y perdió el vuelo, entonces para este vuelo me acuerdo de que el día
anterior estábamos visitando a su mamá que se encontraba de cumpleaños,
y él me dijo: –no nos vamos a quedar hasta tarde porque no quiero que me
coja la tarde otra vez. Entonces, yo le respondí: –listo, nos vamos temprano.

263
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Fue un hombre con una ética muy alta, intachable, de carácter fuerte que in-
clusive, todos nuestros amigos decían que no entendían cómo nos llevamos
bien nosotros dos con ese carácter de cada uno, y no nos habíamos matado.
Y así completamos cuatro años y medio de relación, hasta que él murió. Lo
que pasa es que teníamos una relación bastante acogedora y sabíamos en-
tendernos, también fue muy buen amigo, era un hombre bastante generoso,
muy estudioso, le encantaban los idiomas, hablaba inglés, francés y estaba
estudiando alemán porque había un proyecto de la empresa para trabajar e
irnos a vivir a Alemania. Nos habíamos comprometido para casarnos el año
siguiente a mediados de marzo de 1990, no era conflictivo con temas del
Gobierno o de política, nada de eso. Recuerdo algo muy particular y de hecho
me causaba algo de gracia en esa época y es que siempre que había cambio
de Gobierno, me preguntaba que si ya me sabía los nombres de los ministros.
Yo le respondía: –no friegues, yo qué voy a saber de eso, no tengo ni idea.
Entonces, me respondía: –yo ya me lo sé, son tal y tal y tal. Tenía algo que
era absolutamente fantástico y era un humor inteligente que no lo encontré
en nadie más, hasta el momento. Todas esas características reunidas hacían
que fuera un tipo que llamara la atención, porque de verdad que era increí-
ble, no decía una mala palabra, no sé si era la forma en que lo decía, pero
los chistes que comentaba realmente eran graciosos y eso era parte de su
naturalidad. Yo recuerdo una vez que mi mamá me decía: –me preocupa una
cosa de Jaime y es que me hace reír mucho. Mi mamá tiene asma, entonces
ella veía eso como un “problema”. Cuando viajábamos al Valle, yo le decía:
–cuidado con tus chistes, de a uno, porque mi mamá se ahoga de tanto reír.
Él me respondía que se iba a portar muy bien.

También te lo puedo resumir en que era un excelente ser humano y un muy buen
hijo, era el mayor de sus hermanos, eran alrededor de siete, tres mujeres y cuatro
hombres, y de hecho el hermano, el menor, se parece mucho a él. En ese momen-
to cuando Jaime murió, su hermano era pequeño porque tenía alrededor de unos
diez años y de hecho toda su familia dice que se parece a él, inclusive físicamente,
también tienen una similitud en sus actitudes. Por otro lado, desafortunadamente el
padre de él murió dos años después de la muerte de Jaime y su madre murió hace
dos años y quedan sus hermanos con sus respectivas familias.

La muerte de él fue un catalizador terrible para el papá y eso ayudó tristemente


con su desenlace. Yo recuerdo que don Jaime estaba bien, que, en su momen-
to, cuando fue el accidente, él tenía alrededor de unos sesenta y cinco años,

264
Testimonios

mal no recuerdo, y él estaba como un roble. Don Jaime no era de los hombres
que expresaban muchos sentimientos, […] creo que eso le ayudó bastante, por-
que te cuento que se murió en un mes desde que le detectaron el cáncer.

Existió un impacto en la sociedad, en el entorno del Estado, pero como todo


en nuestro país se olvida, es este momento en el que las poblaciones ya no
recuerdan eso. Tal vez la gente de mi edad, de mi generación, sí lo tenga pre-
sente, pero, por ejemplo, la de mi sobrino que ni siquiera había nacido en ese
entonces, porque en la actualidad tiene 22 años, para él y sus contemporá-
neos es algo que pasó en el país, pero no tiene mayor relevancia. Entonces tú
les dices más de esa época, de las bombas, la cantidad de muertos que hubo
y te das cuenta de que sí es similar, realmente no cambia nada. Yo recuerdo
muy bien la tarde en que anunciaron que habían matado a Pablo Escobar y
no te imaginas la cantidad de llamadas que me hicieron distintas personas,
no te puedo decir con exactitud cuántas, pero sí tuve una cantidad grande,
básicamente el teléfono no paró de sonar en toda la tarde y los que me lla-
maban estaban muy contentos con ese hecho.

La gente pensaba que eso nos daba [felicidad], supongo yo, lo hacían con
muy buena intención. Y te voy a comentar a ti algo que creo que es la primera
vez que lo hago público, porque realmente nunca se lo divulgué absoluta-
mente a nadie, y es que la única que no estaba feliz era yo. Hasta mi familia,
mi mamá, mis hermanos, mis tíos me llamaron, yo súper normal les seguía
la corriente de la conversación. Pero si te soy sincera, para mí eso fue lo peor
que pudo haber hecho el Gobierno.

Morirse es fácil, eso es una maravilla, es lo único cierto que tienes en toda la
vida. Es más, ni siquiera necesitas trabajar para que llegue ese momento, no
necesitas nada, eso te va a llegar en el tiempo que es y en el momento que es,
o sea ni siquiera tienes velas en ese entierro, ¿me entiendes?

Ahí se generó una impunidad porque a lo que más le tenía terror Pablo Escobar
era a estar en prisión en los Estados Unidos. Si él hubiera ido a Estados Unidos
a pagar, eso hubiera sido justicia. Eso sí habría sido pagar por todos los daños
que causó él y el cartel al que pertenecía, junto con los demás criminales. Pero
eso no pasó, entonces para mí hasta el día en que yo muera eso está impune.

265
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Es una forma de ver que la responsabilidad también va del otro lado, para
mí desde el día del atentado siempre ha sido lo mismo, la muerte de más de
cien personas que iban en ese avión y que quedaron totalmente impunes. No
estoy hablando de a quién le cobra a uno eso, porque no se puede cobrar, ni
en dinero, ni al Gobierno, ni a los mismos asesinos, sino que me refiero a que
se debe pagar el delito con justicia y el solo hecho de estar enterrado cinco
metros bajo tierra en cuatro paredes por el resto de su vida en una cárcel de
máxima seguridad, me hubiera parecido muchísimo más gratificante.

Yo digo que, así como se actúa en la vida, es la misma forma en que se gana.
Las actuaciones de cada persona, y eso habla por sí solo. Yo no creo en la
venganza, nunca la he creído, ni en mi vida personal, ni tampoco en este
tema, porque es que la vida se encarga de equilibrar las cargas y para mí
siempre ha sido así. Pero esta vez sí creo que a la vida se le fue la mano y
no cobró lo que debía cobrar, porque básicamente él hizo lo que quiso hacer
siempre y también quiso morirse.

A mí siempre me pareció eso, y continúo con la idea y hasta el día que me


muera, no he cambiado en los últimos treinta años mi forma de pensar y no
la voy a cambiar. Yo no te puedo decir si el Gobierno paga o no paga, porque
yo nunca hice nada para este tema, yo honestamente no tengo conocimiento
si su familia lo ha hecho. Sí nos seguimos comunicando, pero ese tema no lo
toco con ellos, no tengo conocimiento si lo hicieron o no y realmente nunca me
interesó hacer esa indagación o reclamo. Y no te imaginas todos los mensajes
de apoyo y ayuda que me dieron los amigos para hacer ese tipo de peticiones,
pero yo nunca me he interesado realmente por eso, por dinero nunca fue y
gracias a Dios en este momento no me falta nada y puedo decir que vivo bien.

Te comento que alguna vez me dio pena con Gonzalo porque él me invitó a una
reunión en el Centro de Memoria, yo fui, participé y compartí con ellos durante
la mañana, ya después se empezaron a contactar conmigo, y una señora me
llamó para que les colaborara con una donación para unas camisetas. Efecti-
vamente les ayudé y con otro tipo de cosas, y en este momento no recuerdo el
nombre de la señora, pero ella después me llamó y me dijo que iban a hacer
una marcha, no tengo memoria ahora sobre la actividad, porque ya fue hace
un par de años, entonces yo hablé con ella y le dije: –mira, cuenta conmigo

266
Testimonios

para recolección de firmas, donaciones, entre otras cosas relativamente senci-


llas, pero no me pidas que vaya a esas marchas o reuniones, porque esto es un
tema que a mí me partió la vida en dos y esa actividad a la que fui me pareció
absolutamente terrible, parecía que no hubiera pasado ni un solo día desde
el día del atentado, porque la gente sigue llorando y sufriendo como ese pri-
mer momento. Yo no soy así y Jaime tampoco era así. Entonces, el solo hecho
de pensar que después de treinta años yo hablara de él y empezara a llorar,
sinceramente no va conmigo, ese tipo de actos no funcionan, porque él era un
tipo alegre, impulsivo, poco emotivo, y entonces su legado es que cada vez que
yo hable de él no puedo parar de llorar y me deshago por él con ese sufrimiento,
pero, realmente no, yo no estoy de acuerdo con eso.

Lo recuerdo por lo alegre, por lo que era y no sólo por un momento. Así debe
ser, de hecho. Hay una frase que me parece supremamente cierta, que dice:
–el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Entonces yo lo recuerdo por
lo que ya te comenté, además de que éramos colegas y también me ense-
ñó muchísimo en mi profesión. Cuando yo estaba recién graduada también
discutía conmigo porque soy mala para el inglés y los idiomas y él hablaba
perfecto e intentaba enseñarme. De hecho, dentro de los recuerdos que tengo
hay un par de casete donde él me está enseñando un par de clases y demás,
hasta que un día se resignó y me dijo: –yo te amo, pero realmente no eres
buena para el inglés y no puedo hacer nada más. Entonces básicamente él
era muy divertido, cuando me acuerdo de él siempre sonrío.

Yo le dije a la señora que lo sentía muchísimo, pero que yo no era el tipo de


persona para estar en esos ambientes tan supremamente pesados. Le co-
mentaba que a mí nunca me interesó el dinero, ni que el Gobierno reconociera
o no, porque nada va a cambiar. Su familia y yo lo recordamos, incluso sus
amigos lo recuerdan, y eso es lo importante.

Impactos en la familia. Impactos positivos y negativos. Positivos en el


sentido de que su muerte, va a sonar horrible lo que voy a decir, pero les arre-
gló la vida económicamente, porque Jaime vivía independiente, pero soste-
nía a toda su familia, él les colabora muchísimo y pagaba algunas deudas,
respondía por ellos. Entonces viéndolo desde ese punto de vista les cambió
la vida ciento ochenta grados. Ahora, emocionalmente sí los afectó muchísi-

267
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

mo a sus hermanos, a unos más que a otros, de los seis a dos de ellos fue a
quien más duro les dio definitivamente, y los demás lograron salir adelante.
Ahora, su madre también cambió mucho. Su padre era antioqueño y ella era
costeña, entonces era bastante gracioso verlos hablar, especialmente con la
mamá, porque él como que cambiaba el chip y empezaba a hablar costeño
y cuando habla con el papá hablaba puro paisa, era bastante curioso. La
mamá era muy simpática y perdió toda esa felicidad cuando murió Jaime,
porque era el hijo de sus ojos.

Pertinencia de las medidas de reparación. Creo que lo que ha hecho


Gonzalo y el grupo de trabajo de la Fundación ha sido muy buena obra, en el
sentido de todo lo que han realizado, porque yo considero que eso que han
hecho ha sido muy importante para las familias. Para mí, desde mi punto de
vista, no, porque no estoy diseñada para ese tipo de trabajos y ambientes,
así como ya lo comenté. Pero viéndolo desde afuera, para toda la gente, que
ellos hayan logrado que esto fuera un crimen de lesa humanidad, realmente
es un logro que pocas personas han hecho, con tantos horrores y crímenes
que ha habido en este país. Entonces me parece que ha sido un trabajo algo
difícil, pero que sí ha tenido cierta recompensa para la Fundación. También
me parece que ese trabajo es muy importante para que el país mantenga esa
memoria, realmente es muy valioso, y si para los involucrados es la manera
de alivianar el dolor y seguir viviendo, pues bienvenido sea.

Realmente el Estado se ha portado como una porquería, como lo que es


siempre. El Estado debió comportarse diferente. Primero, no matar a estos
criminales, tendrían que reparar a las víctimas y no solamente del avión sino
de cada una de las atrocidades que se cometieron. Básicamente que exista
justicia, pero han pasado casi treinta y un años y continuamos en un país sin
justicia, donde todo el mundo molesta a la Policía porque no hace su trabajo
y resulta que los señores atrapan a los criminales y la justicia los deja sueltos
a las dos horas por falta de garantías. Entonces tampoco podemos decir que
es culpa de las fuerzas policiales o militares del país, sino que realmente no
tenemos un sistema de justicia digno, dado que existe una alta corrupción,
tenemos narcotraficantes dentro del Gobierno, muy poca gente que valga la
pena apoyar y seguimos igual, exactamente igual.

La cuestión es que, antes estaba muy bien tapado y hace treinta años no

268
Testimonios

había los niveles de comunicación que tenemos en este momento, no ha-


bía Internet, ni nada de esas tecnologías, en la actualidad todo fluye más y
se sabe con muchísima mayor rapidez. Cada uno de los actos del Gobierno
por desgracia de mi país es una porquería históricamente y en la actualidad
cien veces más, si eso hubiera sido en la actualidad, habría sido totalmente
diferente, pero el Gobierno ni siquiera sabe cómo es, ni cómo hacer, y la poca
gente que ha querido ayudar o la han matado o la han sacado del Gobierno.
Pero no es sólo ahora, desde hace muchísimo tiempo, la gente que nació en
la época de los cuarenta o cincuenta puede decir lo mismo.

Barreras para acceder a la verdad. Yo creo que el Gobierno tuvo mucho


que ver en ese tema del atentado del avión, el Gobierno debía saber que algo iba
a pasar, entonces nuestros honorables padres de la patria de la época tenían
que estar involucrados en algo, como ha pasado en todo, entre más enredes tú
la situación y más problemas tengas y sea más difícil encontrar la verdad de
algo, se sigue manteniendo el tema, porque si ya ellos siguen vivos el día que
toda esa generación muera, seguramente vamos a encontrar muchas verda-
des que en el momento no. Pero, pues, eso les tocará a otras generaciones y
a otros tantos Gonzalos más, para que trabajen en el archivo y eso no muera.

Importancia del informe. Yo considero que todo el trabajo que ha he-


cho el grupo de Gonzalo es muy importante, y como te comenté hace un rato,
para mí, desde mi perspectiva como ser humano, como ciudadana, no tiene
valor, pero yo creo que para las futuras generaciones y para la historia del
país sí tiene mucho valor. Yo como ser humano, teniendo un poco de cono-
cimiento del tema, no, porque considero que me quitó lo que yo más quería
en la vida, entonces no hay ni dinero, ni verdad, ni reparación que le llegue
siquiera los tobillos a hacerme sentir mejor. Yo lo califico como una locura to-
tal, como una aberración lo que esas bandas criminales hicieron y lo peor que
puede llegar a hacer un ser humano; tanto así que en este momento prefiero
a los animales. Yo creo que para todos no son solo 108 fallecidos, sino que
eso multiplícalo y vuélvelo a multiplicar, es algo exponencial.

Sin duda alguna, es muy bueno el trabajo que hacen, me parece que es algo a
lo que le han metido la ficha durante treinta años, y considero que es increíble y
duró la cantidad de tiempo. Dado los obstáculos que se han presentado durante
todo este trabajo, se nota que son personas con una voluntad de hierro que no se

269
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

dejan manipular, ni enredar, ni decaer. Entonces yo creo que todo ese esfuerzo
de treinta años que ha hecho este grupo merece muy buenos resultados para
mostrarle al país, que cuando la gente se une para hacer esto puede encontrar
verdades terribles, pero sí seguramente tranquilizará en el alma de muchas per-
sonas. Yo te puedo decir, Germán, que yo sinceramente estoy en paz conmigo
misma, estoy en paz con Dios y estoy en paz con el país y obviamente me cam-
bió la vida totalmente, pero aprendí a ser feliz con lo que tengo.

Quería comentar que existe una cosa que a mí me marcó muchísimo cuando
él murió y es que ya no soy muy creyente de muchas cosas, soy espiritual,
pero no predico religión alguna. Sí creo en la reencarnación y en muchas
cosas. A mí me pasó algo cuando él murió, él murió un lunes, mi mamá me
llamó porque mi familia vive en Tuluá y mi mamá me dijo: –voy para Bogo-
tá–, yo le respondí y le dije: –mami, los vuelos están suspendidos por dos
días si mal no recuerdo. Luego me llamó mi hermano y me dijo: –¿quieres
que vaya? – y yo le dije: –quiero que te vengas ya–, y él se vino en bus,
llegó y mi mente recuerda que la noche del martes yo tuve un sueño lo más de
extraño. Él estaba en el ataúd, estaba una de sus hermanas al lado del ataúd, yo
me acerqué y él se levantó, me miró, y me dijo: –¿sabes que tengo mucho frío? –,
entonces yo lo abracé y le dije: –¿te sientes bien? –, y me dijo: –sí, mejor, pero yo
te extraño mucho– y yo le respondí: –yo también–, luego me dijo: –¿puedes ha-
cerme un favor? – y yo: –¡claro!, –arregla todas mis cosas– me dijo, y le contesté:
–vale–, y se fue quedando dormido. Obviamente me desperté y lloré a gritos.
Fue bastante duro en su momento y me dediqué realmente a arreglar sus cosas,
todo el papeleo y demás cosas que me tocó hacer con Avianca para entregarle el
dinero y los objetos a la familia […] básicamente esa fue una despedida.

Janeth Oliveros
“Haz de cuenta que se cayó un puente de un lado a otro”
Testimonio de Gustavo Vivas Oliveros

¿Quién era? Bueno, somos dos hijos de la persona que falleció. ¿Quién
fue nuestra mamá? Se llamaba Janeth Oliveros, y en ese entonces nosotros
estábamos muy pequeños. En la actualidad tengo aquí en mi casa un pe-
queño altar donde tengo recuerdos y fotos de antes de que ella falleciera.

270
Testimonios

Mi mamá era economista de la Universidad del Valle en la ciudad de Cali y


trabajaba en ese momento para la gobernación departamental, en el área de
planeación. Recuerdo que en esas fechas viajó para, valga la redundancia,
un viaje de trabajo donde iba a hablar sobre el presupuesto del departamento,
y en esa época, la relación con mi papá estaba en un tema de separación,
entonces mi papá no estaba ahí. Básicamente mi mamá era la cabeza de la
familia, de nosotros dos. Mi hermana Viviana y yo, Gustavo, fuimos los que
quedamos en ese momento. Mi mamá tenía 37 años, era muy joven y aparte
de eso era profesora de economía de la Universidad Autónoma de Cali, pro-
fesora de macro y microeconomía, como dos o tres veces a la semana en el
horario nocturno, y en el día tenía un cargo público, entonces por eso tuvo que
viajar a Bogotá en 1989, donde fallece; básicamente es eso.

Impactos en la familia. Realmente el impacto aún se siente, es una


cosa que no ha cambiado, el choque en ese momento fue bastante fuerte,
éramos un par de niños, realmente quedaron dos niños ahí, a la deriva. Mi
papá en ese momento tenía ganas de crear su propia familia, y de hecho la
tiene ahora, la pareja con la cual convivía en ese momento hace que tenga
un hermano. Entonces mi hermana y yo quedamos en el aire, y claramente
eso creó muchos problemas emocionales con los cuales aún estoy lidiando,
en términos de inseguridad, de ansiedad, porque en ese momento yo no tenía
seguridad [sobre] lo que iba a pasar con nosotros, obviamente al ver toda esa
situación en mi familia me sorprendió. También fue duro el impacto a nivel
familiar, por parte de la familia de mi mamá fue muy fuerte, especialmente
para mi abuela y para mi abuelo, quien fue abogado, y que en ese momento
estableció una demanda al Estado, la cual negó y no pagó jamás. Y dentro de
las cosas que recuerdo y que me comentan ahora fue el impacto en el reco-
nocimiento del cuerpo: un tío, creo que después de eso, nunca más volvió a
volar en avión, y realmente él nos comenta que jamás vuelve a volar después
de haber estado en medicina legal y haber hecho el reconocimiento. Fue de-
masiado traumático y este es el momento en el que él no se sube en un avión.
Entonces sí, a partir de eso yo creo que fue muy traumático para ellos, y para
nosotros fue bastante difícil, de hecho, como lo comenté, lo sigue siendo.

Te comento que mi mamá era alguien que tenía bastante claro los temas de
responsabilidad sabiendo que era madre cabeza de familia y demás. Era la
columna vertebral de la familia. Haz de cuenta que se cayó un puente de un

271
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

lado a otro y todo el mundo piensa, ¿ahora qué vamos a hacer?, y a nosotros
nos tocó volver a construir esa base y no ha sido igual, entonces ha sido un
vacío muy grande que se dejó. A nivel económico, pues claro, mamá tenía dos
trabajos, entonces nosotros teníamos las comodidades de tener una mamá
profesional y profesora, y mi papá de un momento a otro tiene que llegar al res-
cate, pero desde ese momento nosotros empezamos un proceso psicológico
para saber dónde nos íbamos a quedar, si con las abuelas, con los tíos o con
mi papá. Nos tocaba decidir y fue una posición muy difícil, porque la verdad, el
nivel de conciencia de la muerte en ese momento no es tan grande como la que
tenemos ahora, entonces ha sido una situación difícil desde el momento en que
pasó hasta el sol de hoy. Ya que podemos hablar de esto normalmente, pero
no deja de sentirse como lo peor que pudo pasarle a un niño, de igual forma
seguimos trabajando en esa recuperación y aceptación y, de hecho, la Fun-
dación y el hacer este tipo de actividades me ayudan un poco para lograr esa
transformación de lo que pasó, del impacto que tuvo en nuestras vidas para mi
hermana, el resto de la familia y yo, y como te comento, el trauma de mi tío que
fue quien reconoció el cuerpo, de no poderse volver a montar en un avión. Mi
papá es un caso aparte, ya que él tenía su familia construida ya hace un tiem-
po, sinceramente cada una de nuestras vidas se volvió un libro después de eso.

Digamos que ese momento en el que todo sucede, tal vez mis tíos o mi papá
tendrían una perspectiva de lo que pasó hace treinta años, mientras que yo
obviamente desde la niñez y la adolescencia empiezo a darme cuenta de lo
que sucedió. Y ya luego, en mi adultez, en este momento ya tengo cuaren-
ta años, ya logro entender muchísimo más lo que pasó, pero estudiando la
historia y lo que viví en ese momento. Yo decido irme de Colombia, ya llevo
nueve años viviendo con mi hermana en Canadá, de los treinta que estuve
después de que mi mamá fallece, y cuestionaba a mi papá […] ¿por qué mi
papá no nos sacaba del país?, porque a mí me parecía que vivir en Cali en
ese momento era muy peligroso, caminábamos por cualquier calle donde
estuviera un negocio de Drogas La Rebaja, y eso era una bomba que po-
día explotar en cualquier momento, de hecho pasó muchas veces, era como
que íbamos caminando y ¡bum!, una bomba ahí en Drogas La Rebaja de la
esquina. Entonces uno sentía que la vida estaba comprometida a toda hora,
aunque de hecho mi papá insiste en seguir viviendo en Colombia, de hecho,
él vive allá en Cali. Yo sí quería salir, pero el impacto a nivel del país, a nivel so-
cial, no se distingue tanto, dado que pasan tantas cosas en Colombia, donde
existen distintos niveles de conflicto, que de hecho esto hace parte de la his-

272
Testimonios

toria sangrienta de nuestro país, a los que a algunos nos tocó la puerta, como
en mi caso. Pero que realmente haya existido un cambio, yo considero que
no, porque yo creo que la gente pensó que después de que mataran a Pablo
Escobar, la droga o el narcotráfico se iban acabar, pero no fue así, y ciudades
como Cali o Medellín, yo considero, que siguen teniendo ese ideal, de que la
persona que tiene mucha plata o el hombre que derrocha dinero, e incluso al-
gunas mujeres que están esperando que algún hombre les gaste todo; dentro
de esa cultura del narcotráfico. Ahora que yo estuve cuatro meses allá, siento
que todavía se siente ese ambiente. De igual forma extraño mucho mi país,
pero a nivel político por la plata baila el perro.

El narco lo que generó fue un cambio cultural, pero negativo, en los valores
y en las relaciones sociales. La sociedad caleña está muy mal acostumbra-
da en todos los niveles, yo creo que en la actualidad todo el mundo sigue
pensando que el que tiene un carro polarizado con tres tipos escoltándolo es
un berraco e incluso dentro de mi familia existen personas que piensan así.
Nosotros ya no compartimos eso, eso fue uno de los problemas que dejó esas
sumas de dinero tan grandes: de llegar a Cali, hacer edificios, comprar carro;
y en general, ha sido un problema y una cruz para todos nosotros los que
hemos salido de Colombia e incluso, tú lo sabes, ya que hace poco estuviste
en Londres. Uno sale con el pasaporte y lo ven con malos ojos, entonces en
cierta manera estamos estigmatizados, donde por fuera del país piensan que
todos llevamos drogas o somos narcos, y claramente no es así. Y ahora con
todo lo que está pasando yo soy muy neutral en todo el tema de la política,
pero sí procuro enterarme de todo lo que está sucediendo en el país, todo
el tiempo ando pendiente de las noticias, cosa que a veces es favorable o a
veces no. Pero sucede que yo ahora me doy cuenta de que este señor Álvaro
Uribe Vélez, cuando era jefe de la aeronáutica de Medellín, autorizó todas las
pistas para uno de los jefes del Cartel de Medellín, Pablo Escobar. Ya con ese
tema de la serie Matarife, me doy cuenta de que se siguen destapando ollas
después de tanto tiempo, y vuelve a salir el nombre de Pablo Escobar. Enton-
ces me parece increíble que estamos ahí y nos damos cuenta de que todo
esto todavía existe, pero con otras caras. Entonces obviamente sé que fue un
impacto muy negativo para el país y que las personas todavía no asimilen o
no despierten, y crean que el dinero fácil todavía sigue siendo lo mejor, y que
mucha gente piense: –yo quisiera tener todo lo que tuvo Pablo, la Hacienda
Nápoles, los hipopótamos, los aviones y demás. Considero que es un anhelo
materialista.

273
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Pertinencia de las medidas de reparación. El año pasado que estuve


en Cali, me di cuenta de que Avianca tenía personas más importantes que otras,
dentro de los pasajeros. Por poner un ejemplo: la vida del papá de Gonzalo po-
dría valer menos que la de mi mamá o podía valer más. Yo quedé sorprendido
y me pregunté si mi mamá tenía precio para Avianca en ese momento. Uno
se cuestiona, pero personalmente no entendí, porque cuando estuve allá, una
señora me dijo: –no, afortunadamente a mí me dieron $100.000 dólares en
1990. –¿$100.000 le pagó Avianca? Ella me respondió: –sí, con eso mandé a
mis hijos a estudiar al exterior. Al parecer todo el mundo tiene una cifra diferente,
obviamente yo no lo recibí porque yo tenía diez años, pero sí recuerdo que mi
papá recibió ese monto y no era superior a los 40 millones de pesos, y cuando
la señora me comentó eso, yo pensé: –donde a mí o a nosotros nos hubieran
dado eso, pues la vida nos hubiera sido muy distinta. Pero ahí me di cuenta de
que las víctimas de ese avión tenían un nivel de importancia distintos o como
que cada persona tenía un precio. Sin embargo, a mí me hubiera gustado que
hubiera sido un poco más equitativo, porque en ese caso, mi madre, era madre
soltera cabeza de hogar y tenía dos hijos y era igual de importante que cual-
quier otro que estaba ahí. Claramente son distintas situaciones, pero uno se
pone a pensar que ya no hay nada que hacer, pero sí es algo muy extraño.

Frente al Gobierno, obviamente uno sabe que no le pueden colocar un policía


a cada ciudadano para controlarlo, pero pues todo lo que pasó con el tema
de la corrupción, de los sobornos tan grandes que había en ese momento con
el DAS, y todo eso, considero que deja mucho qué desear. Por supuesto, la
negación del Estado no solo a nosotros sino muchos otros actos de violencia
finalmente con esto daban a entender que ellos no podían velar por la segu-
ridad de cada ciudadano. Si mal no recuerdo, creo que mi abuelo establece
relación con un señor que era especializado en derecho administrativo y de-
manda al Estado y demás. Existe una demanda en los años noventa por par-
te de mi abuelo bastante grande y me muestran al final el documento donde
ellos se niegan, eso fue antes de la reparación de Avianca que te acabé de
comentar, y bueno, el Estado pues se negó.

Ya posteriormente, comenzamos todo el trabajo con la Fundación, obviamen-


te me entero de que querían entrar la Ley 95, pero que Álvaro Uribe, quien
estaba metido en esto, obviamente, no iba a aceptar por el tema de la repa-
ración de familias. De hecho, creo que no llegó a ser una ley sobre tierra sino

274
Testimonios

solamente sobre guerrillas y conflicto armado. Ya más adelante con la Ley


1448, donde ya estaba Santos, se logra. Obviamente pensé que con Uribe
no se iba a hacer, pero entonces ya en este nuevo mandato se hace una
compensación simbólica de acuerdos a reparación de víctimas y programas
de víctimas que de todas formas sigue siendo un poco injusto. Yo pensé: –
bueno, ¿ya qué podemos hacer? Es simbólico, no hay problema. Injusto sí,
sin duda, pero igual se dio, después de treinta años por la lucha que tuvimos
nosotros, lograr una reparación administrativa y aparte también de justicia
y verdad, de la cual yo sigo teniendo conocimiento de qué se está haciendo
en la actualidad. Parte de esto es de justicia y verdad donde el ideal es po-
der encontrar todos estos hilos sueltos que todavía se perciben. Dentro de la
familia pensamos que la muerte de mi mamá no fue así no más. ¿Cómo es
que hay gente libre y millonarios por ahí andando? Y uno piensa de nuevo en
cómo nos ha tocado comer toda la mierda que hemos comido desde que ella
murió, y realmente no es justo. Entonces, con base en esto, es la relación de
estar unidos con la Fundación y no revictimizarnos. Tengo que comentarte
que me dolió lo que pasa con Federico, no sé si lo conociste o se distinguieron,
pero fue de las personas con las que me contacté al principio, confié y luego
vuelvo a Cali y me doy cuenta de un montón de cosas, y pienso de nuevo:
–pero ¿cómo así? Tras de que ya éramos víctimas, ahora, ¿otra vez? Enton-
ces vuelvo y digo: –pero ¿qué pasó? Porque cuando lo conocí hicimos varios
viajes al periódico El País, nos vimos y logramos entrevistas con Kiko Lloreda,
quien era embajador en la época de Uribe, tratando de trabajar juntos, pero
ya después mi papá le presta un dinero y pasa eso, pero nada. Yo sigo pen-
sando que los que hacen eso, allá ellos, tienen sus razones, mi papá quiso
dejar eso así y yo intenté pensar: –bueno, reunámonos todos y cobrémosle a
Federico. También dependía como del inocente y se me acercó una señora y
me comentó que le había prestado $8.000.000, un monto más alto del que
nosotros le prestamos. Me sorprendió y me sentí hasta mal cobrando los dos
millones que mi papá le había prestado. Gonzalo dice como: –yo ahí no me
meto. Bueno, pero, finalmente, sé que hay personas buenas, no todos somos
malos, y lo que haga él o deje hacer ya es aparte y lo que estamos haciendo
ahora es un juego limpio y que estamos apoyándonos.

Yo creo que es eso, y sumado a eso, desde de la Fundación y antes de


la Fundación, no necesariamente tiene que existir una institución, porque
por mi parte yo quisiera poder tener un psicólogo con quien hablar, que
no tuviera que pagarlo de mi bolsillo, sino que precisamente el Estado me

275
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

brindara un apoyo, incluso ahora, porque ya desde la niñez es que apren-


de uno que todos esos traumas de la muerte de una persona en esas
condiciones, es muy fuerte. Entonces el Gobierno considera que toda la
responsabilidad debe ser de la familia, y la familia piensa que un niño se
recupera de las heridas emocionales yendo a un par de terapias, y resulta
que no. Ojalá las personas que sufren estos actos de violencia, tocando
un tema fuerte, por ejemplo, lo que acaba de pasar con la niña que vio-
laron los soldados, esa niña va a crecer con unos traumas muy brutales,
el acompañamiento ahí no va a ser de una semana de que: – ¡Ah! Bueno,
no, hablen con la niña, díganle que ya pasó. Realmente no, ojalá existiera
una entidad donde uno pueda ir cuando quiera y donde quiera y decir: –
necesito hablar con alguien, ¿qué ayudas psicológicas puedo tener?, o en
todos los sentidos, obviamente nos sentimos completamente desprotegidos
por parte del Gobierno.

El mismo Gobierno nos dio solamente una carta diciendo, esto aquí no se les
va a reparar nada, vayan donde Avianca que allá les solucionan. Mira […] lo
único que yo sentí fue ahora con la 1448 de Santos, en algún momento re-
cibí llamadas preguntándome por lo que se hizo en la reparación de víctimas
ahora, pero digamos que es el único Gobierno donde yo vi una manifestación,
y llamaban y demás a consultar un par de cosas, más de lo que se hizo en su
momento, con otros gobiernos, pues realmente ya no es tanto el tema del dine-
ro, claramente sirve, pero no es la prioridad, en cuanto a términos de la pérdida
de un familiar podrán dar todo el dinero que quieran, pero no suple esa pérdida.

Importancia del informe. Dentro de la importancia del informe está,


aparte [de] toda la información legal y demás, está la parte humana, la parte
histórica de todas estas familias, el saber que después de treinta años que
han pasado, con cada uno de ellos muchos han muerto y no sabemos. No-
sotros somos dos hijos que quedamos sin mamá y casi que sin papá, aún
estamos padeciendo esta pérdida, el Gobierno incluso en la actualidad puede
hacer algo, entonces este informe creo que nos puede ayudar a eso, como
que el Gobierno, a pesar de que pasaron treinta años, veamos que represen-
tamos algo para el Estado, que no es algo que se realiza y se queda como a
la deriva sino, por el contrario, es un informe que se puede retroalimentar, se
puede estar modificando o actualizando los testimonios dado que aún existen
actores, y claro, que Gonzalo tiene una información bastante detallada, que

276
Testimonios

incluso yo en ocasiones me aterro de ver hasta dónde ha llegado con uste-


des, de cosas que yo no sabía y, que ahora con él, estando como referente,
pues uno se sorprende y piensa en ocasiones como: –¡uf!

También pasa esto con los videos que ha hecho, aclara el panorama de mu-
cha gente que no sabía o que se imaginaba otras cosas, porque igual Gonzalo
y muchos de nosotros estábamos muy pequeños cuando nuestros familiares
murieron, entonces en este momento estamos descubriendo lo que sucedió
en el pasado y completando el rompecabezas de lo que fue la historia, más
o menos lo veo así. Pero a su vez también pienso que en cualquier momento
se le pueden agregar piezas a pesar de que le entreguemos a la Comisión de
la Verdad, pienso que, si no se puede modificar allá, aunque ojalá, si tenemos
una actualización nos dejen agregarla al informe final, pero se cumple el re-
quisito. Sin embargo, de aquí en adelante cualquier actualización o investiga-
ción futura se puede agregar sin ningún inconveniente.

El conflicto armado en Colombia desafortunadamente se ve como la materia


prima con lo que se sostienen todos estos grupos delictivos o ilegales des-
de el narcotráfico a la guerrilla o paramilitares, entonces lastimosamente ha
sido la base de la que mucha gente, aparte de los secuestros, extorsiones
y otras formas en que se lucran estos grupos, el desplazamiento forzado.
¿Cómo ellos materializan y se financian todo esto? Creo que lastimosamente
les ha servido para eso, para el financiamiento de cada uno de sus grupos
ilegales, pero sin duda alguna de estas son las bases, obviamente me gus-
taría que fuera más bien otra cosa, pero al ser esto de actividades ilegales
independientemente del grupo armado que pertenezca, de todas maneras,
no creo que vayan a exportar flores, y que digan que eso es de lo que viven o
alguna fruta. Si la guerrilla actuara como dice ser en sus ideales, de hacer un
cambio en la sociedad, ojalá lo hiciera exportando algún tipo de fruta o algún
producto colombiano que realmente represente al país. Pero eso no es así,
bajo esta situación, el narcotráfico creo que no solamente manchó la historia
de Colombia sino la de mi ciudad, y la de mi familia. De hecho, considero
que el cartel de Cali y el cartel de Medellín hasta el día hoy siguen dejando
secuelas a las personas y a la cultura en general. Es por eso que en nuestras
ciudades la cultura del narco que existe es bastante fuerte, y que no cambia a
pesar de que hay más controles y más seguridad. Pero, de todas maneras, si
alguien le dice que por este camino se puede hacerse $10.000.000 de pesos

277
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

en una semana, mientras que en una vida rutinaria puede ganarse un salario
mínimo, siendo profesional puede ganarse un millón y medio, es ahí cuando
nos damos cuenta que el narcotráfico sigue siendo una fuente muy tenta-
dora de ingresos para muchas personas en estas ciudades y todo lo que se
desprende de allí, y jóvenes que no tienen o no se ven con ningún futuro, y el
deporte como que no se apoya tanto, hace que ellos prefieran una moto e irse
a trabajar donde le disparan a una persona y se ganan diez millones de pesos
en un segundo; dicen “de una” y bueno. Básicamente esa es la situación por
la cual se logrará trabajar con la juventud o desde la niñez en comunida-
des vulnerables, ya que es ahí donde los delincuentes aprovechan todo eso
para desarrollar todos sus planes maquiavélicos. Dentro de la fundación me
gustaría trabajar esa parte, darle un impulso a este tema de la niñez en esos
barrios para que se salven estas personas, no tener una mala noticia de que
murió otro niño de quince años porque lo cogieron trabajando como sicario,
entonces claramente lograr trabajar en estos asuntos…Ahora que se toca un
tema, de que no la dejemos perder (la Fundación), yo sí quisiera hablar y
emprender sobre este tema, la cuestión es que Gonzalo siempre habla súper
rápido cosas muy cortas y se despide, tener por lo menos el chance de por
ejemplo decir: –mira Gustavo, a la persona que me recomendaste para la
entrevista pasó tal y tal y tal, la última vez que estuve en Bogotá. No tengo
el problema en regresar a Canadá y también trabajar desde acá, de hecho él
alguna vez me presentó una persona acá de una organización porque nos
asociamos con distintas víctimas de otros sucesos lamentables, y si mal no
recuerdo aquí en el ochenta y cinco estallaron un avión de una empresa lo-
cal y esa persona también estuvo involucrada, entonces también creo que
Gonzalo lo distingue, […] nos puso en contacto con dicho personaje, él iba a ir
a Colombia, finalmente no pudo, y yo tampoco pude viajar en ese momento.
Pero, así como ese, también existen otras víctimas como, por ejemplo, las de
las Torres Gemelas y diferentes zonas o regiones del mundo. Por ende, consi-
dero que existen cosas que se pueden hacer o que hay mucho para trabajar
y que pueden ser bastante chéveres en cuanto al tema del narcotráfico para
demostrarle a las personas y que no decidan irse por ese camino, sino pues
claramente tomar otras vías y evitar que hayan tantos sucesos lamentables
como la que nos han pasado.

Todos somos víctimas y éramos muy chicos cuando nuestros familiares murie-
ron, como también existen casos de personas adultas que sufrieron este flagelo,
pero que son más cerradas e incluso critican mucho y se basan en una crítica

278
Testimonios

y, en ocasiones, durante las reuniones son los que más discuten y no permi-
ten que todos logremos participar. También hay historias de mucha gente a las
cuales tú los puedes entrevistar o son entrevistados y se ponen a llorar, clara-
mente el dolor está ahí o te van a responder: –eso, ¿de qué me va a servir? Eso
no me va a devolver a mi familiar. Sinceramente hay que valorar lo que Gonzalo
y ustedes están haciendo, que es trabajando por cada uno de nosotros.

Y me impactó aquella entrevista, realmente se le notaba la rabia, pero yo lo


puedo entender perfectamente cuando le hizo la entrevista a “Popeye”, cuan-
do fue y se sentó con él al lado, es totalmente entendible como se presentó
y como trabajó la entrevista, igual que con Federico en su momento para mí
era, como lo que es Gonzalo ahora, que fue y se juntó con ese señor Hollman
Morris e hicieron una entrevista a este señor. Incluso, ese material lo hemos
usado todo, lo que habló ahí “Popeye” y todo eso, pero a ciencia cierta Gon-
zalo tiene mucha más información que en realidad yo. Me sorprendo y digo
que todavía hay muchas cosas que podemos hacer, entonces lo que te digo
es que obviamente las generaciones e historias son distintas en mi caso, yo
soy hijo de la víctima, como también hay otros personajes que son papás,
tíos, abuelas, pero, así mismo, hay ocasiones en el que creen que hacer un
informe no tiene ninguna repercusión y que nada va a alivianar ese dolor y
pues realmente no es así, claramente no es fácil. Mucha gente tiene dolor sin
sanar y que nosotros dentro de nuestro proceso estamos sanando todo esto.
De mi parte siempre estará la disponibilidad de trabajar, y tal como te digo me
encantaría trabajar con las generaciones más jóvenes y que no se involucra-
ran en ningún tipo de actividad ilegal y poder continuar haciendo cosas con
la Fundación; que pudiéramos lograr obtener procesos psicológicos básica-
mente son proyectos que podríamos trabajar juntos en un futuro.

He pensado muchísimas veces que, si la Fundación Colombia con Memoria


tuviera, porque sé que Gonzalo necesita fondos, en las distintas series como
las que se presentan en Netflix, en Caracol con su serie El Patrón del mal y
fue la única que me pude ver porque quería ver cómo contaban la historia. Ya
después de ahí, psicológicamente no pude ver Narcos, que era la otra serie,
pero sí obviamente digo, ese tipo de cosas deberían tener como un beneficio
para nosotros, porque todo eso que están usando ellos para la recreación de
cada una de sus series dado la cantidad de dinero que se mueve y eso, es lo
que pienso. Toda esta gente se lucra de estos contextos y nosotros luchan-

279
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

do para lograr obtener un informe en el cual nos toca ver quién nos ayuda,
quién nos brinda una mano, es ahí donde pienso, no se me ocurre nada en el
momento, pero sí tener la visibilidad sobre ese tipo de organizaciones de en-
tretenimiento por lo menos generan alianzas así sea en la parte social. Pero al
igual que muchos otros también es un proyecto, no digo que necesariamente
nos tienen que lucrar a nosotros como víctimas, sino directamente a la Fun-
dación quienes son los que en este momento se enfocan y también son res-
ponsables de ese trabajo. Y bueno, entonces eso es lo que te cuento porque
me prestas hoy el micrófono para darnos a conocer y lograr expresar todas
estas opiniones sobre la Fundación y todo lo que ha sucedido, y bueno, como
te comenté al principio, mi mamá fue profesora y después del accidente lo-
gramos estudiar mi hermana y yo, pero no fue directamente el Estado quien
nos brindó ese apoyo en temas de educación ni nada, fue un por parte de la
universidad para la cual ella trabajaba, la que nos brindó esa oportunidad.

Gonzalo habló ya de que uno de los objetivos es establecerse en la Corte


Penal Internacional y lograr hacer algunas cosas desde afuera, porque uno
sabe que en Colombia no está establecido ese apoyo eficiente para con las
víctimas mientras que si uno va y habla ante un comité internacional y de
mayor importancia se siente la presión, y posiblemente empiecen actuar des-
de el Estado, pero pues todo es un proceso y es uno de los ideales, […] Hasta
el momento vamos paso a paso, y bueno, finalmente también darte muchas
gracias a ti, por la oportunidad de charlar y darnos conocer con todo este tema.

Jean Maurice Gerard de Vries


“Hombre de familia, nuestro ídolo absoluto y muy trabajador”
Testimonio de Federico de Vries

¿Quién era? Era un holandés, trabajaba en el sector financiero de Co-


lombia, se había casado con mi madre en Europa. Un enamorado de Co-
lombia, y fue él quien decidió vivir en Colombia, nosotros vivimos por fuera y
fue él quien siempre quiso regresar. Un gran hombre de familia, nuestro ídolo
absoluto y muy trabajador, y de darle mucho a los demás. Él trabajaba para
una corporación del Grupos FES e iba a visitar a un cliente en Cali.

280
Testimonios

Impactos en la familia y en la sociedad. En lo personal y en lo familiar, un


shock, tuvimos que afrontarlo, el shock y el trauma emocional y luego tener que
crecer rápido. Uno tiene que decidir su camino, si dejarse caer o seguir adelante.
Entonces creo que esos shocks producen un poco tener que tomar esa decisión.

Mi mamá, que es una persona que ha sufrido traumas a través de su vida, es


huérfana de ambos padres desde muy pequeñita, su hermano también mu-
rió muy joven de una enfermedad, y ahora en ese momento, su esposo. Muy
fuerte, una señora muy fuerte […] que nos sacó adelante, pero lo que más
resalto es esa fuerza de tener que salir adelante desde muy temprana edad,
eso es lo que más nos cambió a nosotros. Y obviamente, durante este tiempo,
cada uno maneja su trauma, y uno no aprende a vivir sin esa persona, sino
que uno aprende a vivir con el trauma y a manejar esa ansiedad a través del
tiempo, uno no aprende a vivir sin la persona, sino a vivir con la persona aden-
tro y a manejar la ansiedad lo mejor que uno pueda.

En aquella época el impacto más grande [fue que] el sistema de justicia y la


economía estaban en jaque, no se sabía muy bien quién era del bien y quien
era del mal, y el sistema se puso en jaque y la corrupción puso a templar la
economía.

Pertinencia de las medidas de reparación. Con todo el respeto a la


institución, creo que la reparación para mí y mi familia ha sido prácticamente
una palabra desconocida. Yo creo que nadie se hizo cargo de esto, y yo re-
cuerdo que a las pocas semanas de lo ocurrido alguien nos trató de contactar
para una reparación, de eso nunca se supo nada, creo que el caso estaba
perdido, y nunca he encontrado reparación económica o emocional. Y eso
obviamente me preocupa desde el punto de vista de las familias que han
sufrido pérdidas de seres querido, y sobre todo, desde quienes han perdido
sostenes de sus familias, que fue el caso nuestro, y no todo el mundo tiene las
mismas posibilidades y es duro salir adelante sin la ayuda de una institución
que apoye y se haga cargo, al final la seguridad social es una responsabili-
dad del Estado, de brindar a su población, y si pasó algo como lo que pasó
con el avión, de cualquier manera, directa o indirectamente, hay una respon-
sabilidad del Estado de ayudar a la gente.

281
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

¿Cómo han construido memoria? Yo creo que cada uno trata de en-
contrar su lugar de como puede apoyar esto y para unos es difícil recordar y
aportar a eso. En mi caso, pertenecer a la Fundación Colombia con Memoria,
es mi forma de ayudar, participar de los eventos que se hacen de memoria,
pero yo soy una persona que trata de mirar hacia adelante y no hacer memo-
ria porque me produce dolor. Pero creo que es la Fundación quien ha tratado
de traer este evento a todos y de tratar de llamar la atención a la sociedad y
al Gobierno que este es un evento importante, una época sufrida que merece
atención y una resolución, y una verdad, una sensación de saber qué fue lo
que pasó, creo que es algo que ayuda a reparar en algo a las personas.

Barreras para acceder a la verdad, justicia y reparación. Nosotros en


varias ocasiones, de distintas maneras, a través de personas en la Fundación
o afuera, tratamos de pedir reparación o ayuda, y nunca pudios hacer nada
serio. La Fundación es lo poco que se ha podido hacer para llamar la aten-
ción, y es la última y única opción de esperanza que yo tengo. Yo creo que
también hay un componente de miedo y es que las familias pueden tener
miedo de dirigirse al Gobierno, e intentar encontrar la verdad. ¿A quién estas
amenazado intentando buscar la verdad?, es un tema complicado, porque
no sabes en que te estas metiendo.

Importancia del informe. Presenta una oportunidad de reflexión a los


colombianos, no podemos dejar que pase algo así otra vez y tener un informe
de estos y poderlo publicar es una oportunidad de reflexión de las personas y
para los dirigentes es que cuando nos equivocamos a quien estamos enga-
ñando, estamos engañando a otros o a nosotros mismos y a nuestro pueblo.

José Ignacio Vargas Mendoza


“Era una persona muy sabia y carismática”
Testimonio de David Vargas y Juan Francisco Vargas

¿Quién era? Ignacio Vargas Mendoza nació en Bogotá el 27 de sep-


tiembre de 1939 en una familia católica conformada por su padre, su madre
y cinco hermanos, casado con Magdalena Gómez, en cuyo matrimonio de

282
Testimonios

trece años fueron bendecidos con cuatro hijos, quienes el día del atentado te-
nían doce, once, ocho y dos años y él cincuenta años muy bien vividos hasta
el día del atentado. Era una persona muy sabia y carismática por su forma-
ción inicial en el sacerdocio, donde tuvo la oportunidad de viajar por todo el
mundo y emprender caminos de fe y estudios, sin embargo, el amor hizo que
su formación cambiara a ser el mejor esposo, padre de familia y trabajador
incansable. El viernes anterior al atentado, [los niños] habían terminado su
año escolar con excelencia, por lo que “Nacho” como lo llamaban todos con
mucho cariño, cambió su vuelo del domingo en la tarde, para el primer vuelo
del lunes, solo con el fin de compartir en familia unas horas más ese domingo
ya que viajaba mucho por trabajo.

En la fecha del accidente se desempeñaba como asesor pedagógico de ins-


tructores del Sena a nivel nacional, motivo por el cual viajaba ese triste 27 de
noviembre de 1989.

Impactos en la familia. La familia se fracturó, la pérdida precoz del


padre a temprana edad hizo que los niños crecieran con la ausencia de la
figura paterna, causando alteraciones en todos los ámbitos de la vida, psico-
lógico, emocional, físico y anímico, al no tener un modelo a seguir. Los sueños
proyectados se vieron rotos al no poder compartirlos con quien creó, con su
esposa, este proyecto de vida juntos.

Los niños, sin la figura de su padre, frente a la sociedad hizo que vivieran
situaciones de ansiedad y depresión, trastornos en sus estudios, al sentir que
sus compañeros compartían con su padre y ellos no lo podían hacer. Ade-
más, la forma tan abrupta como se dieron los hechos hizo que su duelo fuera
más prolongado, creo que esto generó un rechazo a la sociedad, al sentir que
le arrebataron a su padre por situaciones que, a su corta edad, no entendían.

El país, frente al resto del mundo, se sintió muy afectado, estuvimos catalo-
gados como uno de los países más violentos, por hechos protagonizados por
el narcotráfico, una minoría de los colombianos, fue una época de terrorismo
a todo nivel, se vieron afectadas las instituciones y también los ciudadanos,
se desmembró la sociedad, que todavía hoy, después de tres décadas, no se
ha repuesto en muchos sentidos, a pesar que la mayoría de los ciudadanos

283
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

somos hombres y mujeres de bien, éticos y con principios morales, pero el


solo hecho de decir que somos colombianos en otros países, hace que nos
tilden de traficantes de drogas y/o consumidores .

Pertinencia de las medidas de reparación. No han sido suficientes,


oportunas, ni de calidad, ya que el otorgar una ayuda, cualquiera que esta
sea en dinero, no devuelve a las personas fallecidas ni repara las afecciones
vividas en un evento como estos que desmembró la base de la sociedad que
somos las familias. En cuanto a oportunidad, tampoco fue recibida en tiempo
en que los niños más lo necesitaban, que era su época de preparación aca-
démica, sin hablar de la verdad, que hasta la actualidad no se ha develado,
siendo este el mayor conflicto interior que nos afecta.

¿Cómo han construido memoria? Se creó la Fundación Colombia con


Memoria, cuyas gestiones lograron que el accidente del avión se declarara
“crimen de lesa humanidad”, por lo que no se vencieron los términos y poder
continuar en la búsqueda de la verdad.

Barreras para acceder a la verdad. Este atentado en particular, al te-


ner muchas personas involucradas en la política, que incluso actualmente
ejercen, ha sido un total tabú judicial, muchos temen contar la verdad por
represalias y no han permitido que la verdad salga a la luz.

Importancia del informe. Remover de nuevo, todas las cosas aquí ex-
puestas, y sentirlas tan presentes como hace treinta años, esperando que
esta pueda ser una ayuda en la búsqueda de la verdad.

Testimonio de Juan Francisco Vargas

¿Quién era? La víctima del atentado es mi papá, José Ignacio Vargas


Mendoza, él durante los hechos del atentado en aquella época estaba traba-
jando en el Sena y era el asesor pedagógico de la institución, él era una perso-
na que viajaba constantemente a varios lugares del país a hacer asesorías en
pedagogía, él era profesor y básicamente esa era su labor en aquel momento,

284
Testimonios

nosotros estábamos viviendo aquí en Bogotá y cuando lo del atentado, él


tenía más o menos una edad de cuarenta y cinco años, si mal no recuerdo.
Por otra parte, mi familia estaba conformada por mi mamá, quien tuvo cuatro
hijos con él, tres hombres y una mujer, ella también trabaja en una empresa
privada, yo soy el mayor de los cuatro, en su momento, yo tenía doce años y
ellos tenían once, siete y dos años, respectivamente.

Impactos en la familia. El hecho de que mi papá muriera en ese aten-


tado desestructuró todo el proyecto familiar que existía, que tenían mis papás
esencialmente, porque nosotros éramos muy niños, en ese entonces está-
bamos entrando a la adolescencia y mi hermana apenas era una bebé, esto
causó que no pudiéramos compartir con él, y este hecho, en cierta manera,
desorganizó el núcleo familiar, y mi mamá asume la responsabilidad y el
peso de los cuatro hijos, y en eso pasaron veinte años donde ella asumió toda
esa responsabilidad de sus hijos. En un núcleo familiar un poco más grande,
lo que hizo fue generar redes de apoyo, donde toda la familia se convirtió en
una base para nosotros, que además en una ciudad donde se considera que
no se vive el conflicto directamente, hasta que este tipo de hechos tocan tu
puerta, y realmente, todo ese apoyo familiar que sentimos en aquel momen-
to, y bueno, todavía, sirvió bastante para seguir creciendo y surgiendo para
salir adelante, entonces digamos que respondiendo a la primer parte de la
pregunta, eso sería lo sucedido en esa etapa.

En la parte social, en su momento, este hecho tuvo gran impacto, en sí re-


cuerdo que por ejemplo, en el funeral de mi papá, fue una escena bastante
fuerte que aún recuerdo, en la cual participó mucha gente, porque fue un mo-
mento donde Bogotá sintió, lastimosamente, un primer acto criminal como
aquel, y eso influyó a que hubiera solidaridad en esos instantes, ya con el
tiempo y el pasar de los años, y considerando que hay un vacío en toda la
historia e incluso en la verdad, que aún no ha salido a la luz y todas las teorías
que se habla respecto a este tema, todo lo sucedido, creo que se ha perdido
aquella solidaridad que se generó en su momento, durante esa época, y eso
a su vez, significa que existe una lucha por mantener la memoria de que el
hecho ocurrió, de lograr conocer todos los actores implicados, y creo que en
este momento es más de luchar por mantener la memoria viva y preservar
la memoria de lo que pasó, seguir manteniendo esa reminiscencia para exigir
la verdad, principalmente, la verdad sobre los hechos, porque nunca se han

285
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

aclarado, y la solidaridad de la gente, porque también en esa lucha por la me-


moria la gente empieza a creer o hacerse teorías que no tienen nada que ver
con lo que pasó e incluso con toda esta cultura del traqueto, del dinero fácil y
de la ilegalidad. Todo esto genera una minimización de lo que fue el atentado,
y yo a veces lo comparo con la masacre de Bojayá, claramente guardando
ciertas proporciones. Bojayá, una comunidad históricamente relegada, a un
atentado de personas de clase media, como lo fueron todas aquellas perso-
nas que murieron en el atentado, debería indignarnos de igual forma a todo
el país […] y Bojayá ha tenido más visibilidad y más solidaridad en cierta me-
dida, y más verdad, sí eso es posible, porque por lo menos ahí se sabía qué
actores estaban, y quiénes fueron responsables exactamente, pero uno se
pone a analizar, y realmente comparándolo con el atentado del avión, este
último tiene tantos vacíos en sus versiones, entonces ahí entra cualquier dis-
curso, y todo eso se ha utilizado también para otros temas, como por ejemplo
personales o políticos.

Pertinencia de las medidas de reparación. Voy a comenzar por la úl-


tima pregunta, y es ver si es suficiente, con esto, yo estoy seguro de que nin-
guna reparación, de ningún tipo, jamás va a ser suficiente, ni completa para
nosotros, y tampoco para muchas otras víctimas del país, y te lo digo porque
yo también trabajo con víctimas del conflicto, mi trabajo es generar un apoyo
en la implementación de la ley de víctimas, […] por eso te lo puedo asegurar.
Por otra parte, lo que hemos recibido en temas de reparación desde la ley de
víctimas, ha sido la medida de indemnización a la cual accedimos como nú-
cleo familiar, pero igual la media de compensación monetaria nunca va a ser
suficiente para restaurar el núcleo cesante o demás, y estas indemnizaciones
básicamente para lo material queda muy corto. Ya lo inmaterial, digamos que
mi familia y la fundación han estado acompañadas en temas de conversa-
ciones, espacios de conmemoración y memoria, que son importantes, pero
de igual forma tendría que garantizarse el poder realizar este tipo de apoyos
durante todos los años, pero siempre ha sido un poco más desde las inicia-
tivas de los familiares, y creo que el gran vacío en la reparación está en el
tema de la verdad, de conocer la verdad, porque, por ejemplo nosotros como
familiares todos los años nos reunimos y hacemos los respectivos “rituales”
de conmemoración, que hemos hecho durante todos los años e incluso la
Fundación surge a raíz de estos encuentros que tuvimos primero como fami-
liares, y nosotros igual seguiremos conmemorando y cumpliendo nuestros
eventos. Pero faltaría acceder a la verdad, pienso yo, porque considero que es

286
Testimonios

bastante importante y fundamental conocer quién estuvo detrás del atenta-


do, saber cuáles fueron los terceros actores que se beneficiaron y que quizás
todavía estén beneficiándose del narcotráfico.

Barreras para acceder a la verdad. Barreras en cuanto a términos de


justicia, considero que todas. Desde lo familiar, considero que no hemos par-
ticipado en ningún proceso de justicia directamente, y la poca o nula justi-
cia que hay sobre el tema, es sobre estos actores reconocidos del Cartel de
Medellín, pero no sobre los autores materiales, ni lo que hablamos sobre los
actores intelectuales o los que se beneficiaron de este atentado, sobre eso no
ha existido ni justicia, ni verdad, y ya hace treinta años del atentado, creo que
todo lo contrario, todo lo que ha ocurrido en tema de justicia, las investiga-
ciones ante la Fiscalía, y todos los archivos que existen con respecto a esto,
sinceramente no han dado con verdad, ni con la justicia. En cuanto a repa-
ración, lo que te comentaba, afortunadamente nosotros pudimos acceder a
la indemnización, pero primero pudimos ser reconocidos como víctimas, que
creo que es la primera entrada para la reparación, y pienso que el atentado
representa también para muchas víctimas del narcotráfico, esa posibilidad
del ser reconocidos en el marco del conflicto armado. Por qué ser el único
hecho del conflicto, donde las víctimas son reconocidas como verdaderas víc-
timas del conflicto, cuando a la vez hay miles de hechos e inclusive decenas
de miles de muertos, víctimas de narcotráfico, y no sólo eso, sino de otro tipo
de actividades ilícitas y de bandas criminales existentes en el país, y no sólo,
de la década de los ochenta y noventa, sino también de los sucesos actuales
que se han presentado y que siguen sin el reconocimiento, entonces, empe-
zando por ahí, considero que es un gran avance, y ya en temas de reparación
lo que te comentaba, faltaría más acompañamiento psicosocial.

Lo que sí recuerdo es que hubo una compensación también por parte de Avian-
ca, por el tema de los seguros que tienen los pasajeros, pero no existió esa clase
de apoyo, de acompañamiento mental. Si bien, Avianca en los últimos años se
ha mostrado muy solidaria, pero de nuevo, en esos temas de acceder a la ver-
dad y suministrar toda la información realmente pues han faltado

Importancia del informe. Considero que el informe representa una


única oportunidad que tienen miles y miles de víctimas del conflicto armado
que ha pasado por nuestro país, creo que a pesar de ser un hecho específico,

287
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

representa esa oportunidad de que sean reconocidos estos sucesos y que las
víctimas de estos sucesos sean reconocidas, también representa la exigencia
que hemos tenido como familias durante más de treinta años, tratando de
conocer la verdad, de luchar para saber la verdad, también saber los vínculos
que existieron detrás del atentado para que sucediera, reconocer todos los
nexos que hayan tenido las bandas guerrilleras y los demás actores, pero
a los que más reconozco en sí, son las autodefensas, y creo que también
representa un documento de memoria para el país, para dejar precedentes,
desde la perspectiva de nosotros los familiares de las víctimas, de lo que pasó
y que no quede duda de que nuestros familiares murieron en el marco de un
conflicto, y de que seguimos con nuestra dignidad, nuestra lucha, nuestro
empoderamiento y nuestras vidas a pesar de los hecho. El informe puede ser
una oportunidad para contar todo eso.

Gracias por permitirnos compartir toda esta experiencia que hemos vivido y
por la cual hemos atravesado mi familia y yo, todo esto con el fin de agregar
o redondear un poco lo que decía al final, y es que, esperamos que el informe
sea un documento que alza un poco la voz de nosotros, los familiares, porqué
existen momentos que quedan en el hecho y los actores, pero lo realmente
importante, es lo que ha sido el impacto en las vidas de nosotros, y también
demostrar cómo hemos podido seguir adelante, enviar un mensaje a pesar de
que vivimos esto, seguimos en la lucha.

José Vicente Villate París


“Era un hombre apacible, armonioso tranquilo, responsable y amoroso”
Testimonio de Liliana Sabogal

¿Quién era? José Vicente era un hombre apacible, armonioso tranqui-


lo, responsable y amoroso, tenía 36 años cuando falleció, nació en Bogotá,
él era el tercero de cinco hijos, de un hogar muy tradicional, de padres boya-
censes y bogotanos, el papá era militar de carrera, se casaron muy jóvenes y
tuvieron a Juanita como hija única, trabajó en Colmotores durante once años,
y viajaba la comisión de trabajo cuando pasó el atentado

288
Testimonios

Impactos en la familia y en la sociedad. Mucho dolor, impotencia, rabia,


fue como un rompimiento de nuestro proyecto de vida, y específicamente el mío.
Mucha frustración, tristeza, y así también lo [vivió] su familia. Su papa tenía como
ochenta años cuando eso, para su mamá y hermanos fue muy duro, así como
para mi familia, pues mis papás lo querían muchísimo y para Juanita pues no
es lo mismo crecer con papá que crecer sin papá, pero con el tiempo hay acep-
tación y certeza de haber compartido mi vida con una persona como él.

En la sociedad creó mucha incertidumbre, temor y zozobra, y muchas fami-


lias se vieron afectadas, y muchas familias por el narcoterrorismo cambiaron
su rumbo estrepitosamente, en el ámbito económico. Fue una época muy
dura para Colombia, especialmente en temas económicos, y mucho dolor de
muchas personas y mucha sangre derramada.

Yo creo que fue en el primer país del mundo donde el narcotráfico arremetió
contra un vuelo comercial sin importar a quien se llevaba por delante.

Pertinencia de las medidas de reparación. Uno debe agradecer lo que


llega, pero que el Gobierno colombiano después de muchos años nos apoye,
será más simbólico que suficiente para reparar este dolor después de tantos
años. Gracias a la Fundación nos tuvieron en cuenta como víctimas de la vio-
lencia. Frente a la investigación, pienso que el Gobierno ha sido muy lento y no
ha sido diligente porque todas las cosas se han logrado han sido por cuestión
de la Fundación y de todas las personas que la conforman. Esta es la hora que
no sabemos lo que pasó, y seguimos en lo mismo, y después de tantos años
escarbar en eso cada vez es más difícil. El castigo de las personas que estuvie-
ron involucradas a Pablo Escobar, no sabemos si algún día lo conoceremos.

¿Cómo han construido memoria? La Fundación es la que ha tenido y


ha sacado a la luz, y ha recordado este hecho tan infame que sucedió para
tratar de encontrar la verdad y mantener vivo el recuerdo. La Fundación ha
sido fundamental, si no hubiera sido por ella no se hubiera podido hacer nada.

Barreras para acceder a la verdad, justicia y reparación. El manejo de


la información. […] Se distorsiona mucho la información, como por ejemplo la

289
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

de El Espectador, y muchas hipótesis que distorsionan la realidad, y que a ve-


ces deja las cosas ahí porque quedaron falencias en la investigación, y todo
eso es lo que no permite, es que el poder que tienen algunos contra las voces
que pueden vivir otros. Es aberrante que todo esto haya pasado en este país.

Importancia del informe. Es seguir insistiendo y manteniendo vivo el


recuerdo de los seres queridos y la historia del país, y así seguir luchando
para que nos oigan y sepan que ahí estamos. Fuimos muchas las personas
afectadas en ese momento y no se hizo justicia.

Juan Carlos Escobar Jiménez


“Le gustaban mucho los deportes, deporte que el escogía lo aprendía bien,
lo ganaba y entonces ya no le gustaba”
Testimonio de Patricia Escobar

¿Quién era? Juan Carlos Escobar Jiménez tenía 28 años, trabaja-


ba para la compañía Disamaisena, como Contador público. Se graduó a los
dieciséis años y empezó a estudiar la carrera de sus sueños pues siempre le
gustaron las matemáticas. Terminó su carrera de Contaduría en la Universi-
dad Santo Tomás el 9 de septiembre de 1989.

Era una persona muy alegre y lo conocía todo el mundo por su alegría, fue
rumbero y muy responsable, estaba a cargo de la casa y de su hermana. Tan
responsable era, que uno de los actos que tuvo como muchacho de veintio-
cho años cuando estaba trabajando en la compañía, es que dejó firmado un
seguro de vida, […]dejó un porcentaje para la mamá y un porcentaje para su
hermana, pero quién iba a pensar que algo le pasaría a alguien tan joven.

A él le gustaban mucho los deportes, deporte que él escogía lo aprendía bien,


lo ganaba y entonces ya no le gustaba. Jugó bolos, compró su bola de bolos,
sus zapatos, etc. y cuando ya era campeón de bolos ya no le gustó, lo mimo
le paso con el basquetbol, fue un amante del fútbol y lo último que estaba
haciendo en la empresa era jugar tenis.

290
Testimonios

Siempre estuvo muy pendiente de su familia estaba en contacto con la tía,


era uno de los confidentes de una de sus tías, muy apegado a una prima, éra-
mos los tres y siempre íbamos para arriba y para abajo. Cuando las personas
fallecen, siempre el mundo dice que ese hombre, era de otra [época], en este
caso yo pienso que sí, era que estaba en una época errada.

Impactos en la familia. La razón de ese viaje era porque tenía reunio-


nes en la empresa Disamaisena, la cual tenía sus oficinas en la ciudad de
Cali y tenía que hacer algo para los retirados. Él venía retrasando ese viaje, mi
cumpleaños era el 29 noviembre y él, para poder estar el día de mi cumplea-
ños viajó ese lunes, con la idea de poder regresar para celebrarlo, pese a ello,
me dejó el regalo envuelto en el cuarto de él. Cuando finalmente, después del
accidente, yo pude entrar en el cuarto […] lo primero que encontré fue el rega-
lo de mi cumpleaños que me había dejado. Como te digo, en ese tiempo, pues
desafortunadamente empezamos a tener algunos disgustos, al principio no
entendí por qué estaba peleando con él.

Pero después entendí, mi Diosito sabe cómo hace las cosas, porque éramos
tan apegados, yo creo que mi Diosito me estaba preparando para poder ma-
nejar un poco más las cosas.

El 21 o 22 de noviembre había recibido su primer carro, porque lo compró con su


platica, era un Renault y se fue a mostrárselo a toda su familia y a sus amigos,
él fue a visitar a uno de sus mejores amigos, se tomó unos whiskies con él, y fue
y le presentó su carro a una de mis primas, se hizo tomar una foto y le dijo: –tó-
mate una foto con mi carro para que mi mamá sepa que su hijo es un verraco.

Mi mamá llevaba tres años sin verlo, no habían visto a mi hermano mayor, yo
había viajado el año anterior, había podido ver a mi mamá, pero faltaba que él
viajara a verla. En la época de septiembre-octubre estábamos en la casa no-
sotros vivíamos en el barrio Los Andes muy cerca de Río Negro y Pasadena,
sonó una bomba y yo salí corriendo para el cuarto de él, me dijo: –¡uy! tenaz
chinita, mientras no nos pase nada a nosotros… y eso siempre me quedó so-
nando porque al mes o dos meses él vino siendo víctima de una de estas, no
sé qué más te cuento.

291
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Mira, ese día, fue un día de locura, primero porque fui, de las familiares, la
última que lo vi, porque me asomé a la ventana cuando él se subió al taxi,
pude ver la maleta que llevaba y la ropa, en esa época yo tenía unos veintidós
años, yo tenía un examen en la universidad y me acuerdo que empezaron a
llamarme y a preguntarme por el apodo que él me tenía, me decían ínfero […]
Sé que salió muy temprano ese día.

No sé por qué, ante tanta insistencia en el teléfono, mi reacción fue prender el


radio, y en ese momento estaban dando el listado de las víctimas, entonces
oí el nombre de mi hermano, me acuerdo, no sé cómo fue el grito, la reacción
mía, que los vecinos vinieron ver lo que pasaba, los vecinos del frente. La fa-
milia empezó a llamar y acercarse. Pero la más afectada fue mi mamá, con
mi hermano mayor nos tocó sentarnos, obviamente él tomó la voz, para ver
cómo le decíamos a mi mamá que residía en los Estados Unidos, mis amigos
de la universidad se acercaron y nos fuimos para el cerro, de camino veía-
mos a la gente caminando con las cosas de las víctimas. Entre ellas pude ver
maletas, me acuerdo de que llevaban una silla, y bajaba mucha gente con
cosas, veíamos helicópteros, yo rezaba porque quería que estuvieran vivos.
Mi mamá estuvo en la Fuerza Aérea, mi prima estaba casada con un mucha-
cho de la Fuerza Aérea, y cuando llegamos a la zona pudimos acercarnos, la
maleta que llevaba mi hermano era bastante ridícula. Era una maletica muy
pequeñita, no sé por qué, tenía un color azul y amarillo bastante vistoso, que
te digo, desde lejos la alcancé a divisar y grité: –¡allá está la maleta! Él llevaba
un maletín ejecutivo, pero decidieron cerrar la zona.

Los amigos de mi hermano que eran tan allegados nos ayudaron a organi-
zarnos [para] ir a medicina legal, etcétera. Como yo era la última que lo había
visto, pues supuestamente por la ropa que llevaba podía reconocerlo, pero la
familia me protegió y decidió que la persona que podía entrar era mi tía, que
era odontóloga y otra tía que era abogada.

Cuando reconocieron el cadáver, me mostraron una pieza del pantalón y


unas llaves que llevaba en el bolsillo, que eran las llaves de la casa, me las
mostraron por una ventanita pequeña en medicina legal. Desde que se reco-
noció el cuerpo, un amigo de él se quedó parado al lado, porque se estaba
presentando el caso que dos familias estaban recociendo el mismo cuerpo,

292
Testimonios

gracias a Dios eso no nos pasó, pero nosotros estábamos viviendo el drama
de avisarle a mi mamá y traerla a Colombia.

Ahorita mi mamá es una mujer de ochenta años, pero sufre de alzhéimer y


ese hecho fue una de las puertas para entrar en depresión, la muerte de Juan
Carlos, ella nunca lo pudo superar, aparte de eso, por el estado del cuerpo por
la demora y todo eso.

Ella nunca vio el cuerpo de mi hermano, por eso, ella […] nunca pudo cerrar
esa página, bueno, pero nadie pudo mirar el cuerpo, simplemente las perso-
nas que lo recuperaron.

Entre otros hechos relacionados. Recuerdo que el día 5 de diciembre


de ese mismo año yo tenía que ir al DAS a reconocer las cosas de mi herma-
no, pero ese día explotó la bomba del DAS. Ya mi mamá estaba en Colombia
y yo iba en el transporte público para allá, cuando llegué a la casa la encontré
descontrolada, pero en el mismo [momento] que supe del bombazo del DAS,
me bajé del transporte y me fui nuevamente para la casa. Días después, pude
entrar donde tenían todas las cosas de mi hermano y encontramos el maletín
ejecutivo, pero lo habían forzado y lo habían abierto, encontramos muchos de
los documentos que él llevaba ahí dentro, el pasaje, y así supimos que él iba
en una silla 17F. Entiendo que él iba en el puesto de atrás donde iba la bom-
ba. Fue toda una tragedia, primero, los ladrones que forzaron la maleta para
robar y sacar algunos documentos y algunas cosas.

A una semana del accidente, la compañía donde él había adquirido el vehí-


culo llamó a reclamar y pelear por el carro, entonces me tocó sacarlo ese día
para llevarlo a la concesionaria y entregarlo.

De todo ese episodio, mi mamá es la más afectada, ella nunca pudo olvidar.
Ahorita los problemas de alzhéimer, nosotros le hemos tratado de borrar ese
episodio para que no entre más en depresión, porque llora mucho, y nosotros
le decimos que ella solo tiene dos hijos Álvaro y yo.

293
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Álvaro tuvo tres hijos, son tres nietos para mi mamá y le decimos: –esos son
sus nietos, pero ella se levanta angustiada por la noche buscando sus chini-
tos, ¿dónde están mis chinitos? Cuando ella vivía conmigo, me tocaba decir-
le: –sus chinitos ya están acostados. Hay días en que le da angustia y dice:
–¿dónde están mis… Mis chinitos? Y en ese momento ya la podemos mani-
pular, jugar con esa parte mental, pero antes ella era muy consciente de la
situación y era muy difícil. Más de una vez me tocó decirle: –qué vaina, Juan
Carlos se fue, pero aquí quedamos sus otros dos hijos.

¿Cómo han construido memoria? Mira, yo soy miembro activo de la


Fundación, había una prima que me informó de la Fundación, fui y la busqué
a los 25 años de ocurrido el hecho. Ahora tengo una colección de fotos, y he
tratado de apoyar a Gonzalo en lo que más he podido, pero desafortunada-
mente por la distancia es muy difícil participar en Bogotá, […] En los últimos
tiempos, he tenido un problema de salud, desafortunadamente, esa situación
no me ha permitido estar en la última reunión, pero en el resto de las reunio-
nes estuve con él, en una visita al cerro me hicieron una entrevista para el dia-
rio El Espectador, y en aquella oportunidad conté la historia, les mostré la foto
de mi hermano, e inclusive una de las razones es el hecho de nuestro apellido
“Escobar”, pues hemos tenido que cargar con ese dolor de cabeza. Por ser
uno Escobar en Colombia, en esa época, era cargar con una cruz adicional.

Yo he participado en algunas actividades promovidas por la Fundación, pero


mi hermano mayor no quiere meterse mucho en esto, porque no quieren me-
terle el dedo a la llaga, yo porque era tan cercana a Juan Carlos y soy más
metelona, digamos que he querido tratar de buscar esa verdad. Las veces
que he ido a Colombia he tratado de participar en las fechas del aniversario,
he acompañado a Gonzalo en las conferencias.

Cuando vinieron a trabajar [de] la parte internacional, estuve con las dos visi-
tantes internacionales ayudando con mi inglés, pero te dijo algo, se me difi-
culta la terminología de la comisión y de los acuerdos de paz, he vivido tanto
tiempo acá y las leyes son distintas.

He querido acompañarlo, sé de la labor que han emprendido para lograr la


indemnización. En el caso de mi mamá, finalmente la vinieron a reconocer

294
Testimonios

hasta este año. Yo estoy con la Fundación ya hace cinco o seis años, se del
trabajo que han hecho, veo todos los videos que él me manda y creo que están
haciendo un trabajo excelente, pero vuelve y juega, me cuesta expresarme,
pues no conozco las leyes muy bien ni la terminología. Por ejemplo, cuando
vivía en San Antonio, Texas, le hicieron una entrevista al hijo de Pablo Esco-
bar, no me preguntes, yo me alboroté y les escribí a los de Univisión. ¿Cómo
es posible que le esté haciendo una entrevista al hijo de Pablo Escobar y no
piensen en las víctimas que realmente estamos? Entonces me hicieron una
entrevista y también la pasaron por televisión, expresé lo que pensaba y sentí
que quedaba un vacío por los términos legales, también corrí con la suerte,
cuando entré en la Fundación creí mucho en Federico, pero fui estafada por
ese señor Federico. Pero con Gonzalo ha sido totalmente diferente porque es
una persona totalmente íntegra.

En los temas de recuperación de la memoria puedo decirle que nosotros te-


nemos nuestro árbol, hemos sembrado, tanto en el cerro, como frente a la
biblioteca, ella es la persona que lo cuida, a veces mi cuñada y mi hermano
le echan agüita al arbolito, pero queremos seguir participando, personalmen-
te yo quiero seguir participando, como te digo, mi hermano mayor no quiere
estar muy metido, pero aquí estoy yo, para mantener la memoria de Juan
Carlos y ojalá algún día poder saber el cien por ciento de la verdad.

Juan Diego Brilla Machado


“Era una persona espectacular con sus hermanos, increíble como papá,
como esposo, como hijo era un ser humano increíble”.
Testimonio de Diana María Quesada

¿Quién era? Juan Diego Brilla Machado tenía treinta y tres años al
momento del accidente. Era una persona espectacular con sus hermanos,
increíble como papá, como esposo, como hijo, era un ser humano increíble. Él
era gerente de Bombril, en ese entonces, viajaba por negocios a Cali. Estaba
casado, tenía dos niños: Juan Esteban tenía siete años y la niña tres años. Su
esposa Emma, ama de casa.

295
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Impactos en la familia. Eso fue un golpe muy duro, una cosa ines-
perada para todos, el esposo de mi tía vivía en Bogotá y todo el resto de la
familia vivíamos en Medellín, fue un duelo muy duro, su cuerpo lo entregaron
cuatro días después del accidente, para hacerles las exequias.

La familia se reunió en la casa de mi abuelita, la familia y los amigos imaginá-


bamos cómo habrían pasado los últimos minutos de sus vidas, se nos pasó
por la mente ochocientos mil videos. Uno de mis tíos, que fue a reconocer los
restos, estuvo muchos días que no modulaba palabra, no lloraba, no reía, no
hablaba, era como un zombi por el impacto de todo lo que tuvo que ver.

El tío fue a reconocerlo, porque él tenía la planta del pie similar a la de Juan
Diego, y debió medirse los pies en las mesas de reconocimiento.

¿Cómo han construido memoria? El año pasado a un tío lo iban a


entrevistar para Caracol TV, pero finalmente, creo, la sacaron para tele Antio-
quia, hablando acerca del atentado del avión de Avianca y de las víctimas y
sus familias.

Juan Guillermo Ramírez


“Profesional brillante, un hombre muy culto, de mucho mundo”
Testimonio de Gloria Amparo Ramírez

¿Quién era? Juan Guillermo Ramírez era mi papá, era abogado, tra-
bajaba con el Incora, el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, entidad
que hoy en día ya no existe, él trabajó toda su vida en el Incora, y era un
experto en derecho agrario, su viaje a Cali tenía por objeto… primero, tenía
que hacer unas escala en Cali, posteriormente, ir a Buga para presentar una
conferencia sobre la ley que recientemente estaba expedida sobre reforma
agraria, y en esa época su trabajo hacía que viajara por todo el país para dic-
tar distintas conferencias o capacitaciones sobre el contenido de esa nueva
reforma agraria. Recuerdo que él era un profesional brillante, un hombre muy
culto, de mucho mundo, realmente un gran ser humano, cuando falleció fue

296
Testimonios

un golpe muy duro para la familia, pero también para su entorno laboral, sus
compañeros de INCORA le tenían mucho aprecio y mucha admiración, no
solamente por la persona tan inteligente que era, sino también por las cuali-
dades humanas que él tenía, entonces el aprecio que le tenían sus compa-
ñeros era tan grande, que cuando se enteraron de este hecho, ellos hicieron
todas las gestiones para que les permitieran no tenerlo en la funeraria, sino
llevarlo allá a la empresa, y fue en el INCORA donde se hizo toda la misa y
las exequias, un homenaje muy sentido y emotivo, realmente fue una mani-
festación de afecto muy importante por parte de ellos, de toda la gente que lo
rodeaba, y eso no pasa todos los días, que la gente quiera llevarlo y despe-
dirse de uno en su entorno laboral.

Era una persona muy querida, y como te digo fue muy doloroso, y las demos-
traciones de afecto de todos sus compañeros y todo su entorno laboral fueron
muy fuertes, digamos que en medio de lo doloroso que resultó ser y que sigue
siendo, ese fue un gesto muy importante y muy reconfortante en medio de
la tragedia, y la gente lo recuerda todavía con mucho aprecio, sinceramente
era un hombre brillante, fue un padre maravilloso, mi conexión con él fue tan
profunda, que yo también soy abogada, yo estaba comenzando mi carrera
cuando sucedió esa tragedia, me alcanzó a ver dando ese paso, subiendo ese
escalón de ingresar a la universidad. Yo estaba en primer semestre cuándo
ocurrió esto, básicamente ese era mi padre, una persona muy recordada en
la familia, también fue un pilar dentro de nosotros porque tengo una tía que
tiene tres hijos, y el papá de mis primos murió cuando ellos eran pequeños, y
mi papá era como el “papá” para ellos, era la fuente de consejos, de soporte
emocional, realmente, donde estaba mi papá, era eso, el pilar.

Impactos en la familia. Quisiera comenzar por contar, que justamente


mi papá era una persona de unos valores y unos principios muy fuertes, y
con una posición bastante vertical con respecto a todo lo que significaba el
narcotráfico y su incidencia en el país, en cierta forma él alcanzó a ver cosas
tan terribles como las que ya venían pasando, y aún antes de eso, de que eso
se alterara de esa manera tan horrible. Él siempre hablaba mucho conmigo,
y para mí era muy claro que él detestaba todo lo que tenía que ver con el
narcotráfico, porque tenía muy presente el impacto negativo que tenía tanto
en la sociedad como en la economía, en los valores fundamentales, como
estaba corroyendo lo que éramos como sociedad, él ya lo veía, y para mí

297
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

era muy conciso porque, cómo te cuento, hablábamos mucho, y recuerdo


que desde muy chica, cuando yo tenía diez años más o menos, él hablaba
conmigo como si yo ya fuera una adulta, entonces a mí me gustaba ver los
noticieros y él los comentaba conmigo y demás. Recuerdo que al principio
él no era muy Galanista, porque él era liberal, pues más de ideas liberales
que conservadoras, pero como Galán fue teniendo un desarrollo en su ideo-
logía, y sobre todo por su posición tan firme con respecto al narcotráfico, mi
papá se había vuelto en los últimos tiempos muy Galanista, y recuerdo mu-
cho que la principal razón por la que había dado ese giro, fue por la posición
que tenía Galán con respecto al narcotráfico, que él considera una posición
sobre todo muy valiente. Entonces cuando mataron a Galán, que fue antes
del atentado del avión, mi papá se puso muy triste, tanto así que…, él era muy
emotivo, entonces él se fue a la salida del hospital, no recuerdo muy bien, el
caso es que estaba donde estaban las manifestaciones de gente y gritaba:
¡Justicia!, ¡Justicia! ¡Justicia! y justo salió en el noticiero, y se ve en un primer
plano todo enardecido gritando, todo eso para él fue una representación de
la situación por la cual atravesaba el país, entonces, cuando él cayó vícti-
ma de estos sucesos, pues realmente fue doloroso, fue como una cachetada,
porque hay gente que no es tan consciente de las cosas. Mi papá era una
persona supremamente consciente y comprometido con lo que pasaba a su
alrededor, se impactaba, hablaba, se organizaba, la última palabra con él era
indiferencia, esa palabra no existía en su vocabulario. Y con este impacto del
narcotráfico, si tuviéramos la posibilidad de tenerlo en el presente, creo que
este tipo de temas lo pondrían a debatir de igual manera, y a la vez estaría-
mos participando y seríamos súper incluyentes con todo lo que pasa en la
actualidad, esa esencia no cambiaría.

Por mi parte admiro mucho a las personas que han tomado una posición
más de confrontación desde diferentes ámbitos, admiro mucho lo que hace
Gonzalo porque yo he tratado de participar con él en este ejercicio, pero dos
razones me lo han impedido: una, tiempo personal, de familia y la otra es
emocional, la verdad no tengo esa fortaleza para estar pensando todos los
días, pues realmente pienso en mi papá todos los días, pero en el sentido de la
tragedia, no mucho, porque yo creo que lo he llevado también como sea po-
sible, con la fortaleza y el ánimo que mi papá me inculcó. Entonces, este tipo
de actos no son fáciles para mí, tener que sentarse a pensar en esto, recordar
aquello y demás, es bastante duro, el impacto del narcotráfico en este país
simplemente todo lo que ha tocado, no digo que lo dañaron, porque es que

298
Testimonios

dañar a la guerrilla y el paramilitarismo es difícil, yo digo que lo ha envilecido


aún más, ha corrompido y ha perpetrado en todas las capas de la sociedad,
ha afectado juventudes enteras, lo que pasó con la juventud en Medellín des-
de los ochenta, esas cultura del sicariato, esa mentalidad de mucha gente,
que incluso lo aprueba y lo considera como un héroe, lo mitifica, eso es un
daño profundo qué nos va a seguir afectando durante décadas, porque ya
ha dañado la mentalidad de muchas poblaciones, y eso nos impide construir
una sociedad digna, limpia y decente que necesitamos y que quisiéramos
dejar a nuestros hijos.

Pertinencia de las medidas de reparación. Para nada, la verdad es


que ni la construcción es lo más importante para una víctima, la búsqueda
de la verdad, la no repetición de los hechos, darles a estos el lugar que co-
rresponde, ha sido un proceso muy largo, muy luchado, y por eso, te digo
que admiro esas personas que han tomado esas banderas y las han conver-
tido en su quehacer. La verdad cuando todo esto sucedió yo apenas estaba
comenzando a crecer, empezando a saber qué era el derecho, y entiendo
que los procesos de responsabilidad frente al Estado fracasaron en diferentes
discusiones y ahora han tomado otro asunto diferente, porque se ha consi-
derado el derecho de las víctimas, pero no fue fácil, fue bastante luchado. No
digo que yo haya participado en esa lucha, agradezco a los que la iniciaron,
y finalmente nosotros somos reconocidos como víctimas de todas las formas,
pero el reconocimiento material que a fin de cuentas es más simbólico, pero
a fin de cuentas ha sido reconocido como un derecho, tampoco se ha podido
cristalizar, y eso que yo soy abogada, y cuando supe que la Fundación lo es-
taba haciendo, yo hice el trámite por mi lado y obtuvimos el reconocimiento,
pero el reconocimiento material que se ha hecho a algunos, desde mi parecer,
siento que no tiene ninguna razón de ser, el hecho de que se realizado algu-
nas sí y otras no…, mi mamá es una persona ya de la tercera edad y nos han
hecho ir a hacer colas, es decir, somos cualquier ciudadano, es cierto, pero no
hay ninguna consideración. Realmente, no hemos logrado terminar esto, esto
que ustedes están haciendo es muy importante y muy valioso se los agra-
dezco desde lo más profundo de mi corazón, como familiar, como víctima y
como ciudadana es importante esta búsqueda de la verdad, realmente es
lo único que nos queda. De hecho, si nos ponemos a pensar ha sido por las
luchas individuales o colectivas de algunas personas que se logró obtener, no
porque haya sido una política de Estado.

299
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Barreras para acceder a la verdad. Básicamente lo que encuentro son


barreras, porque por ejemplo si tú miras el ejercicio que ha hecho Gonza-
lo, siento que ha sido más elaboración por parte nuestra, considerándome
miembro de la Fundación, y no veo que haya política ni interés en general
por parte del Estado en la construcción de esta verdad en particular, y el paso
del tiempo no favorece el ejercicio, la verdad se va denigrando mucho más
y hace que sea mucho más complicado, y esta búsqueda de la verdad ten-
dría que haber sido asumida de manera inmediata, ocurrieron los hechos, por
parte el Estado, hace treinta años, era el Estado el que tenía las herramientas,
la función, la responsabilidad y el deber estaba en el Estado. Ya se ha esta-
blecido que existe ese vínculo entre el narcotráfico y todos los demás actores
y demás manifestaciones de violencia en el país, que el narcotráfico ha sido
un medio determinante en el análisis de la violencia armada en todas sus
facetas, y es un hecho que ha salido más de aquí para allá, quiero decir del
lado de las víctimas hacia el Estado, sobre el reconocimiento de ese vínculo,
por eso es que hemos sido reconocidos como víctimas del conflicto, porque
el narcotráfico es un medio y ha determinado muchos de los rumbos que
se han tomado en estos hechos violentos. Pero a quien le correspondía en
cierta medida era al Gobierno de paso, no solamente a la fiscalía que surgió
después, sino desde el comienzo se debió instruir el proceso, y realizar las
respectivas investigaciones, pero lo que pasa, es que el poder del narcotráfico
ha sido tan grande, y han logrado llegar a todos los niveles. En cuanto a todo
este tipo de hechos que ocurrieron, en los altos niveles había mucha influen-
cia, yo creo que esto pudo haber afectado el desarrollo de las investigaciones
y lo seguirá afectando, puede que en su momento haya disminuido o no, pero
no lo podemos saber con exactitud, ha sido algo de falta de voluntad, media-
da por esa influencia nefasta del narcotráfico en el país.

La definición más elemental y básica de justicia que yo tenía en la cabeza,


cuando pequeña, me refiero a cuando estaba comenzando la carrera de abo-
gada, es darle a cada uno lo que corresponde, es que, si alguien actúa mal,
si alguien atenta contra la sociedad, debe obtener su castigo y sobre todo el
conocimiento público de qué ha pasado. La justicia va más allá de lo que está
contenido en las normas, es un concepto muy alto, pero creo que la definición
más simple es esa, si tú has actuado mal, pues mereces pagar por las conse-
cuencias, y también si has construido el país, pues mereces el reconocimien-
to; y las víctimas de este tipo de hechos merecen se restablecidas.

300
Testimonios

Importancia del informe. Por supuesto que tiene un valor, el cual creo
que después de tanto tiempo y de acuerdo con todo lo que hemos hablado,
es la mejor forma y la más real de establecer a una víctima. Yo como vícti-
ma de un conflicto, considero que sabiendo que lo más preciado que hemos
perdido no se puede reparar, si es que hay alguna forma de repararlo, y hay
dos cosas que se han manejado en todos los procesos de paz recientes, y es
la verdad, el conocer la verdad ¿qué fue lo que sucedió? ¿cuáles fueron los
hechos y los intereses que habían para que termináramos perdiendo a nues-
tros familiares?, y un hecho muy importante que yo veo más difícil, pero que
puede ser un escalón para construir, es la no repetición, por lo menos que la
sociedad sea consciente de que esto ha sido nefasto, de que no podemos se-
guir transitando por el mismo camino, que debemos replantear los intereses y
los principios que nos impulsan, y que esto tiene que cambiar, es por eso que
tenemos que escarbar y encontrar la realidad de todo lo que pasó, hacer un
análisis sobre ello, sacar de ahí una reflexión de la cual tenemos que construir
una sociedad mejor.

Lo que buscamos es que quede muy claro que el narcotráfico, como lo hemos
hablado a lo largo de toda esta charla, ha sido el elemento que ha contribuido o
que ha influido directamente en los males de esta sociedad actual en Colombia,
la visión degradada de la sociedad, la corrupción tan profunda que tenemos, la
búsqueda del dinero fácil en la cual caen muchas personas, y hay una o más
generaciones de jóvenes perdidos por todos estos hechos, dedicados al delito
en varias manifestaciones, todas provenientes del narcotráfico, el conflicto ar-
mado que en algún momento, no lo sé con seguridad, puede que sea para un
análisis más profundo, hayan relaciones y unas raíces sociales más profundas,
terminó degradando una rama más de ese negocio nefasto que se llama nar-
cotráfico. El conflicto paramilitar, que algunos pueden defender, yo no, que se
trató siempre de defenderse de alguna forma ante la ausencia del Estado, sim-
plemente terminó en otra manifestación del negocio del narcotráfico, la defensa
fue básicamente los intereses del narcotráfico, las instituciones más queridas
han sido permeadas por la justicia, los militares, claramente no todos, pero se
ha logrado penetrar en todos las instituciones y escalas. Entonces vale la pena
mirarlo, y me gustaría mucho que la gente de la calle, el ciudadano de a pie con
camiseta de Pablo Escobar, el vecino que piensa que el narcotráfico o la econo-
mía funcionó por este tipo de manifestaciones, que algún día casi como política
pública, hubiese una formación, que yo se la puedo dar a mis hijos, pero que a
nivel general influya fuertemente en la mentalidad y que la gente entienda que

301
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

esto no tiene ningún lado positivo, es una vergüenza, que el estigma que carga-
mos internacionalmente duele, pero no es gratis, como sociedad lo tenemos y
hay razones para tenerlos, y si nosotros no nos apartamos de eso de manera
vehemente, pues vamos a seguir cargándolo.

Iván Ospina Carvajal


“Él era una persona muy alegre, muy extrovertida”
Testimonio de Adriana Ospina Carvajal y Nina Carvajal Hernández

¿Quién era? AOC: Mi hermano tenía veintisiete años cuando murió en


el atentado, nació el 19 de agosto de 1961 en Girardot, Cundinamarca, era el
mayor de nosotros dos, mi madre nos tuvo a él y a mí, él era una persona
muy alegre, muy extrovertida, un excelente miembro de la familia, y era el
hombre de la casa porque mis padres eran divorciados, él siempre estaba
súper pendiente de las dos. Antes de morir, se había casado cuatro meses an-
tes, él era profesional en administración de empresas de la Universidad EAN,
hablaba tres idiomas: español, inglés y francés, y en ese momento estaba
trabajando en Niesen Marketing, dónde era ejecutivo de cuentas. Le gustaba
y le encantaba la natación a nivel competitivo, participó en interclubes, en va-
rias competencias, su hobby era el cine y precisamente su tesis de grado de
administración fue sobre ¿cómo administrar un cine en Colombia? Entonces,
realmente ese era su hobby, también era el mayor de todos los nietos, por
parte de la familia de mi mamá, y básicamente era nuestra vida, era nuestro
apoyo, económicamente también, él no tuvo hijos, recuerdo que estaba co-
menzando una empresa familiar con nuestros tíos y otros familiares. Era una
persona súper solidaria, realmente que era increíble, él sacaba tiempo para
todas las personas, él perfectamente podía ir, por ejemplo, si tenía que ir a
Soacha, y sabía que por Soacha vivía x conocidos o amigos, él pasaba con el
tiempo para poder ir a saludarlos cinco minutosÉl siempre tenía tiempo para
todas las personas, era el eje central de nuestra familia, sin duda alguna.

Impactos en la familia. NCH: Bueno, realmente fue fatal, él era todo


en uno, quedamos totalmente desprotegidos, casi sin vida, se nos acabaron
los sueños que teníamos los tres, era el hombre en la casa, el que siempre
estaba pendiente de todo, en todos los aspectos. Mi hijo mayor fue el líder de

302
Testimonios

la familia, siempre andaba súper pendiente de sus abuelos, es decir de mis


padres, y ellos murieron recordándolo en todo instante. En pocas palabras,
quedamos desamparados cuando sucedieron estos hechos.

AOC: Yo quiero agregar que este impacto, cuando pasó el atentado, cuando
pasó toda esta situación tan lamentable para toda nuestra familia, quedamos
solos, realmente solos, en el aspecto en que, nunca hubo un apoyo por parte
del Estado, una preocupación por parte de ellos, nunca, hasta el día de hoy,
puedo decir, que nunca hemos recibido una llamada, un gesto para con no-
sotros como colombianos que perdimos nuestros seres queridos en algo que
no tenía nada que ver con nosotros. No estábamos en ninguna pelea con na-
die, éramos personas inocentes y seguimos siendo personas inocentes, que
nos robaron nuestra vida, nos la arrebataron, así de sencillo, nos anularon
todo por un momento de la vida que fue bastante fuerte.

Pertinencia de las medidas de reparación. NCH: Verdaderamente,


pienso que el Estado nos abandonó y nos dejó solos en este proceso, no se
evidenció responsabilidad por el hecho, ni investigar para conocer los res-
ponsables y cómplices de este atentado, con esto te digo todo, el Estado ha
demostrado todo lo contrario, ha querido olvidar este hecho, nunca hemos
sentido apoyo real sobre este dolor ni económico, ni de ninguna otra forma, la
reparación económica por parte del Estado, ha sido una ilusión, el Gobierno
debe valorar en lo económico el daño ocasionado, de alguna manera reparar
el daño, y con esto no quiero decir que no vamos a solventar todos los recuer-
dos, pero sí el sufrimiento que hemos tenido, es que el Estado al menos se
preocupe por decirnos lo que pasó con esto.

AOC: Y sumado a esto, también encontrar los responsables, porque realmen-


te no fue una sola persona, y es que el hecho de que una persona se muera
no es grave, fueron 107 personas inocentes que perdieron la vida en el avión,
y hoy en día no tenemos responsables, hoy en día nos enredan más, la lucha
ha sido demasiada para que nos reconozcan como víctimas.

¿Cómo han construido memoria? AOC: Hace muchos años, creería


que unos diez años atrás, Gonzalo Rojas creó una fundación, que se llama
Colombia con Memoria, y gracias a él, de verdad, reconocerle esa labor y ese

303
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

trabajo tan grande que ha hecho, porque gracias a él, en primer lugar, logró
unirnos a todas las familias, encontrarnos en cada reunión que es dolorosa,
porque recordamos todos estos momentos tan horribles que hemos vivido
como familias, que vivimos en su momento, pero a la vez nos han hecho
más fuertes como grupo, y hemos sentido que por lo menos ya agremiados
y bajo el liderazgo de Gonzalo, esperamos que nos escuchen, por lo menos
que nos escuchen, y eso se lo reconocemos a Gonzalo Rojas, él ha sido un
héroe en nuestras familias, de nuestras 107 víctimas, él ha luchado solo, y
gracias a todo eso, de verdad que hemos tenido por lo menos la oportunidad
de ser escuchados. Cada 27 de noviembre hacemos un evento conmemora-
tivo, donde logramos, a través de Gonzalo, llamar a medios de comunicación,
golpear las puertas y decirles: “hombre aquí hay 107 familias que estamos
vivas y que sufrimos una pérdida muy grande”, y nos han acompañado, en-
tonces por lo menos no hemos dejado que estos treinta años hayan pasado
sin pena ni gloria, por lo menos cada año nos recuerdan tristemente, pero nos
recuerdan y cada año nos escuchan.

La acción colectiva no ha servido para que nos tengan en cuenta, tal vez en
algún momento la dependencia de víctimas que en esa época era dirigida por
una señora Paula, de la cual no recuerdo el apellido, puede que en esa época
haya hecho algunos reconocimientos a algunas familias, un reconocimiento
económico, pero irrisorio porque lo que te digo, aún hay familias luchando para
que les paguen cinco o tres millones por la muerte de su familiar, entonces son
cifras que de verdad son irrisorias, pero realmente nadie nos ha escuchado.

Barreras para acceder a la verdad. NCH: Lo primero, la justicia que


nunca se ha preocupado por esclarecer la verdad, ellos nunca se han puesto
en su labor, y mientras esto pase, nunca vamos a saber la verdad. Mientras
la justicia no se preocupe por esclarecer todos estos hechos, así seguiremos
siempre; no entendemos cuál es la razón, para no aclarar los motivos que
llevaron a que esto sucediera este atroz atentado. Públicamente, nos han co-
mentado que hay muchas personas comprometidas, que tal vez averigüen,
que tal vez se pueda saber, pero hasta el día de hoy el único culpable de todo
esto es la justicia, ellos son los culpables en su totalidad, porque ellos son los
encargados de decirnos, de averiguar o esclarecer todos estos sucesos que
ocurrieron, pero ellos no se preocupan por eso, no sé cuál es su razón, pero
nos tienen como el primer día.

304
Testimonios

AOC: Yo estoy completamente de acuerdo con lo que dice mi madre, las ba-
rreras son todas, porque es una lucha de nosotros como Fundación contra la
justicia, […] hemos solicitado y pedido ayuda, pero nadie nos escucha, nadie
nos da una razón o respuesta a este hecho tan grande, nadie le hace un
seguimiento ni existe una preocupación por parte del Estado por descubrir la
verdad y saber qué fue lo que pasó y no sabemos si hay muchas personas
involucradas importantes o no, qué tipo de personas están, porque son tan-
tas conspiraciones y teorías. Pero realmente, así como se han hablado, no
sabemos la verdad, entonces sería decir algo que todavía no es cierto. Pero sí
queremos lograrlo y no nos vamos a quedar quietos, vamos a seguir luchan-
do, acompañando a Gonzalo, a todas las personas y a todos los familiares,
porque necesitamos saber la verdad, necesitamos saber por qué mataron a
107 personas inocentes en un avión. Es importante que Colombia y el mundo
sepan por qué atraparon a 107 inocentes en el aire y los mataron.

Nosotros lo único que pedimos es saber ¿quién fue?, ¿por qué pasó?, ¿si era
que querían matar a una persona y a esa persona le avisaron y no se mu-
rió?, ¿si se bajó del avión o se subió en un vuelo privado?, ¿por qué dejaron
a 107 personas, 107 seres humanos para matarlos en el aire?, ¿por qué no
reaccionaron?, ¿por qué todos los protocolos de seguridad fueron evadidos?
y ¿por qué cada vez que nosotros investigamos sobre algún protocolo de se-
guridad cambian absolutamente todas las versiones? Entonces primero que
fue “Popeye”, luego que fue otro personaje, y son cantidades de nombres que
circulan en esta investigación, pero al día de hoy estamos igual, en cero.

Importancia del informe. NCH: Para nosotras va a ser muy importante,


casi que vamos a quedar satisfechos de pensar de que hay alguien que se está
preocupando, y que vamos a saber algún día la verdad, no solamente por esa
época el tema del avión, sino que influyeron muchas más cosas, y muchas
más cuestiones que están guardadas, entonces nosotras entendemos que tie-
nen que esconder, porque ese su oficio, esconder las cosas, pero que al menos
a nosotros nos muestren, ya que estamos intentando que nos digan la verdad.

AOC: Claro, para nosotros es muy importante que nos aclaren, y con este tra-
bajo esperamos que se logre, que nos oigan, que nos digan: –oigan familias,
por primera vez les vamos a poner cuidado, por primera vez en esta comisión

305
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

de la verdad, nos vamos a preocupar por esclarecer qué fue lo que sucedió
con sus familiares, qué pasó con estos criminales, por qué los estamos es-
condiendo. Al menos saber eso, de verdad que nosotras eso es lo que espe-
ramos, y estamos muy tranquilas de que se haya llegado a este punto con
ustedes, donde podamos contarlo a la gente al pueblo colombiano, vuelvo
y repito, al mundo, hacerles ver que en este país no nos escuchan, por favor
ayúdennos a esclarecer por qué mataron a todos nuestros familiares.

Luis Carlos Díaz Labrador


“Una persona amorosa, siempre estaba pendiente de nosotras”
Testimonio de María Dora Restrepo

¿Quién era? Luis Carlos Díaz nació en Bogotá el 8 de mayo de 1943,


hijo de Carlos Julio Díaz Caraballo y Herminia Labrador. Se encontraba casa-
do con María Dora Restrepo y era padre de una niña. Disfrutaba pasear, salir
de la ciudad y escuchar música. Era una persona muy amorosa, siempre es-
taba pendiente de nosotras (nuestra hija y yo), siempre buscaba nuestra co-
modidad y felicidad, en general muy hogareño, cercano a su familia mas no
era amiguero con vecinos o desconocidos. Él trabaja para el Fondo Rotatorio
del Ejército y debía ir a Buenaventura para la legalización de una mercancía.

Los últimos recuerdos. La noche anterior me repitió cuánto me amaba


y me entregó una poesía que me escribió y que atesoro. Me dijo que le gusta-
ría que fuéramos todos con él. Me entregó un cuaderno de tareas de escritura
para nuestra hija de cinco años. Al día siguiente, mientras se preparaba para
salir al aeropuerto, me habló de su niñez.

Lunes 27 de noviembre de 1989. La palabra que me llega es como


doloroso, el día más doloroso de mi vida. Fue el día en el que cambió mi vida
totalmente, surgieron miles de preguntas como ¿qué voy a hacer? ¿cómo voy
a sacar adelante a mi hija? Es demasiado fuerte para uno.

Me enteré por mi cuñada que me llamó en la mañana, después de despedirlo


me quedé dormida y aunque muchos no creerán mi experiencia, sentí que al-

306
Testimonios

guien me movió y eso me despertó, a los pocos segundos recibí la llamada y


luego escuché la noticia por Caracol. Como dato, vivíamos en el municipio de
Soacha y quise ir al lugar donde cayó el avión, pero mis cuñados no me dejaron.

Impactos en la familia. Todo cambió, la seguridad del hogar y de la


familia se acabó, quedarse sola con una niña de cinco años, cómo brindarle
seguridad, ¿cómo decirle a mi hija que su padre había sido asesinado? Tuve
que guardar mi dolor y concentrarme en mi hija para retomar las ganas de
vivir, ser madre y padre y continuar con mi familia adelante.

Luis Gonzalo Cuatis Burbano


“Maravilloso ser humano, buen amigo, jovial y alegre,
un buen hijo y un muy responsable padre”
Testimonio de: Familia Cuatis Burbano

¿Quién era? Lucho tenía treinta y un años al momento de la tragedia y era


egresado del Sena como técnico en mantenimiento y reparación de equipos in-
dustriales. Había contraído matrimonio con Mary Herrera apenas cinco años antes
de la tragedia y disfrutaba de un hogar joven con su esposa y sus dos pequeños:
Sandra Milena Cuatis de tres años y Harold Steven Cuatis de nueve meses.

Los últimos recuerdos. Sus hermanos, amigos y familiares recuerdan


a Lucho como un maravilloso ser humano, buen amigo, jovial y alegre, un
buen hijo y un muy responsable padre de familia.

Lunes 27 de noviembre de 1989. Como empleado de la multinacional


ELECTROLUX fue comisionado por la empresa para viajar a la ciudad de Cali
a realizar unos mantenimientos.

Impactos en la familia. Luis Gonzalo era el menor de tres hermanos


en un hogar de escasos recursos económicos que dependía, en gran parte,
de las ayudas que Lucho y sus hermanos aportaban a sus padres Gonzalo
Braulio Cuatis y Sixta Carmen Burbano una pareja de ancianos, campesinos

307
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

desplazados por la violencia política, que tuvieron que migrar hacia la ciudad
donde tuvieron que empezar una nueva vida habitando uno de los barrios peri-
féricos del sur de la ciudad de Bogotá, ubicado a poca distancia del lugar donde
cayeron los restos del avión con su hijo destrozado por el infame atentado.

Martha Lía Correa Arango


“Dirigió una revista que existía en esa época, que se llamaba Aló”
Testimonio de Gloria Correa Arango

¿Quién era? Mira, nosotros somos una familia antioqueña, padre, ma-
dre y todos los hijos nacimos en Medellín, estudiamos en Medellín, posterior-
mente, cuando ya todos habíamos terminado de estudiar, nuestros padres
se vinieron a vivir a Bogotá, y Martha Lía, que era la hermana menor, cinco
mujeres y un hombre, el mayor, se vinieron a vivir a Bogotá.

Martha Lía estudió Derecho en la Universidad de Medellín y trabajó en Bogo-


tá en diarios, y en el periódico El Colombiano, que es un periódico que funcio-
na en Medellín. Dirigió una revista que existía en esa época que se llamaba
Aló, como en el tema de los medios de comunicación, y cuando el atentado
ella iba a Cali, por primera vez, a desempeñar su último empleo que era dirigir
una revista que se llamaba Tribuna América, entonces era su primer viaje a
Cali para iniciar prácticamente ese trabajo que era con el grupo de una familia
judía que se llamaba “Fimbar”.

Martha Lía vivió con mis papás hasta el momento de su muerte y en ese en-
tonces tenía treinta y seis años.

Impactos en la familia. Aún hoy me da trabajo hablar de eso, yo diría


que fue indescriptible. Primero, era la menor de la casa, segundo, teníamos
en ese entonces un antecedente similar pero no atado al terrorismo, que fue
cuando mi hermano mayor de treinta años murió en un accidente de aviación,
entonces, a pesar de que estábamos en medio de un ambiente terrorista donde
ocurrían cosas prácticamente todos los días, pues fue demoledor, muy triste.

308
Testimonios

Un sobrino mío fue a identificar allá en el cerro ese, a tratar de identificar el


cadáver. Yo nunca le he preguntado, ni él nunca nos ha contado qué encon-
tró, pero sí la identificó, porque efectivamente yo sí fui a la morgue como a
que me entregaran las pertenencias de ella que hubiesen podido encontrar, y
eran correctas, eran las cosas de ella. Sin embargo, el estado del cuerpo, de
lo que quedó del cuerpo, nunca lo supimos.

También fui a la funeraria cuando empezaron a despachar los ataúdes a las


distintas funerarias de Bogotá y, obviamente, esos ataúdes los entregaron
cerrados, remachados, eso nunca se abrió, ni nunca supimos entonces si ahí
estaba medía, un cuarto, un pedazo, la mano, nada. Fue muy impresionante,
cosas de esas impresionan mucho, porque, por ejemplo, la velación de ella
fue en la funeraria de la calle 100 con 19, en Cristo Rey, pero ahí velaron no
sé, eran ocho, siete cadáveres, […] en un espacio supremamente reducido,
multitudes de gente, eso fue impresionante te digo. Daba mucha rabia, muy
inesperado porque, por ejemplo, ella salió en la mañana para el aeropuerto
y mis papás sabían que iba para Cali, poco después alguien les avisó, pro-
bablemente oyeron en el radio, porque todos los viejitos siempre hemos oído
radio, que había habido un accidente en un avión. Accidente, se decía en esa
época cómo te parece, no atentado sino accidente, entonces obviamente yo
no sabía ni el número del vuelo, ni la hora exacta del vuelo, pues porque ella
viajaba muchísimo en sus otros trabajos, como te digo, este era el primer viaje
de su nuevo trabajo. De manera que ellos nos avisaron a los hijos, que ya
vivíamos todos en Bogotá y estuvimos un largo rato sin saber, si iba, si no
iba en ese avión, hasta cuando dieron la lista de pasajeros. ¡Uy no!, eso fue
demasiado impresionante, yo recuerdo eso como el garrotazo más duro que
he recibido en toda mi vida, y para mis papás pues no te quiero decir.

Te lo digo honestamente, a pesar de que fue, digamos, el genocidio más gran-


de que pueda pensar incluso ahora, 104 muertos, sí, pero no, es que yo creo
que en este país tenemos un… no sé qué será, yo siempre digo que pareciera
que nos corriera agua masa por las venas, no sangre sino como un agua ahí,
una cosa aguachenta, porque somos muy dóciles, no reaccionamos, no pelea-
mos, no nada. Y eso es especial en las familias antioqueñas, que son muy insti-
tucionales, porque son muy godas políticamente hablando y muy religiosas, y
muy católicas, entonces eso hace que la explosión de protesta no exista.

309
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Entonces sí, pero no. Fue una cosa muy impresionante, pero pasó, y pasó rápi-
do. Bueno, judicialmente no pasó nada y que aún hoy seguimos especulando
con quien fue, y por qué fue, y si iba o no iba contra César Gaviria, no pasó nada.

¿Qué reacción hay por la tonelada de gente que están matando?, ¿qué reacción
hay contra las violaciones que hemos visto en estos tres días de niñas indígenas?,
no pasa nada. Somos muy indolentes, muy pasivos, muy pacatos, muy dóciles,
muy poca cosa diría yo en cuanto a las masacres de esa época, las masacres de
los paramilitares eso era un chiste, que la gente la cortaran con motosierra.

Pertinencia de las medidas de reparación. Mira, yo tramité hace unos


años, tres años o cuatro, mi registro de víctima del conflicto, yo lo tramité,
pero yo sola, nadie más de mi familia, porque en ese momento mi mamá ya
estaba muy anciana y no la iba a poner en esos trotes, y mis otras hermanas,
dos que quedamos, somos de posturas muy distintas y ellas son mucho ma-
yores que yo, yo soy un poco la rara de la familia, yo estudié en universidad
pública, yo marcho, yo peleo, yo jodo, ellas no. Pero entonces, yo no tenía de-
recho a reparación monetaria porque soy hermana, la que hubiera tenido era
mi mamá, pero ya mi mamá en ese entonces tenía noventa y cuatro años,
entonces ya no valía la pena. Mi opinión es que, afortunadamente, ninguno
de nosotros dependía de Martha Lía, o sea que económicamente no hubo
ningún perjuicio. Obviamente moral, pero eso es impagable. ¿Cómo se paga
eso, o qué? Entonces yo creo que hay incluso personas que necesitan más la
reparación económica que uno, te lo digo francamente.

Barreras para acceder a la verdad. Alguna vez, por algún motivo, por
pura casualidad, yo me enteré de la Fundación de Colombia con Memoria,
y traté de vincularme, y lo logré, empecé a asistir, a querer participar, a pesar
de que sentía que ya había un grupo que llevaba muchos más años adelante
trabajando y que no… es mi impresión, no permitían en un ciento por cien-
to, o así lo percibí yo, nunca sentí que era bien recibida a pesar de que, por
ejemplo, en la última reunión a la que asistí en el Centro de Memoria, Paz y
Reconciliación del Distrito, ahí hubo una asamblea, e incluso yo quedé ahí
como suplente en la junta directiva, a partir de ese momento se rompió la
comunicación y en ese mismo momento yo recuerdo que estaba pensando
en una reparación moral, en que pensáramos en algún tipo de monumento o
contra monumento, como dice Doris Salcedo, para perpetuar la memoria de

310
Testimonios

este atentado y de estas víctimas, pero yo nunca sentí que fui bien acogida,
a pesar de eso, de que incluso… algo pasa ahí con esa Fundación. Y yo de-
sistí de la vinculación porque le bregué y le bregué, como cuando uno… ¡Ay
lléveme, lléveme!, pero es una percepción, nunca fue una cosa desagradable
ni explícita, sino que fue una percepción mía, pero claro que yo pienso en
este momento, lo sigo pensando, que si debería haber una reparación en ese
sentido porque sigue siendo un hito, en este país de violencia, sigue siendo un
hito de violencia y de horror, esa gente que iba en ese verraco avión no tenía
nada que ver, con nada, ni nada que ver entre sí, ni nada de nada. Entonces
sí debería haber una cosa de ese estilo, yo pienso que sí, pienso que también
tiene que ser una cosa como con mucho contenido.

Importancia del informe. Ojalá, como en cualquier otro de los informes


que logre hacer la comisión, y toda la historia que logre contar, yo diría que
fundamentalmente para mí sería muy importante que este permitiera cono-
cer los elementos suficientes para que no hubiera impunidad, es decir, que de
ese informe se generen responsabilidades, me parece fundamental. Porque
si no, nos vamos a pasar repitiendo las cosas, porque nunca sabemos bien si
fue Pablo Escobar, pero apoyado por quién, pero no sé qué.

No me importa la realización material del hecho, sino qué era lo que había detrás
y qué era lo que pretendían, porque es perfectamente posible que fueran los ex-
traditables para matar a César Gaviria, pero es muy posible que hubiera mucha
otra cosa detrás que desconocemos, y que desconocemos de toda la historia de
nuestro país desde siempre. Porque a ver, ¿quiénes han pagado de esa larguísima
historia del terrorismo vinculado con el narcotráfico, con el paramilitarismo?, enton-
ces, si el informe ayuda a que no haya impunidad, eso por supuesto significa que
probablemente la repetición de esos hechos no va a ser tan obvia, ni tan fácil.
Entonces para mí, si sabemos la verdad y los que la gestaron, sería maravi-
lloso. Que nos cuenten alguna historia completa y verdadera, por fin, no sa-
bes la ilusión que yo tengo con estas tres entidades que mencionas, ahí está
parado el cambio de este país.

311
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Martha Lya Navarrete de Velasco


“Mamá”
Testimonio de José Vicente Velasco Navarrete

¿Quién era? Martha Lya Navarrete nació en La Victoria (Valle), se gra-


duó en la normal de mujeres y fue profesora muchos años en Cali. Por ahí
en el año sesenta comenzó a viajar a Estados Unidos yendo y viniendo por
muchos años, hasta que, por fin, en 1987 consiguió la residencia por inter-
medio de mi hermano que se nacionalizó y en el ochenta y ocho viajó como
residente muy contenta.

Primero fue mi hermano Guillermo León, que ella se lo había llevado hace
cuarenta años, y a mi hermano Carlos también se lo llevó y ambos se nacio-
nalizaron en Estados Unidos. Pero en el año de 1987 mi mamá viajó como re-
sidente. Estuvo un año allá y en el ochenta y nueve, el 26 de noviembre, viajó
de New Jersey a Bogotá y el lunes madrugó para Cali, la residencia siempre
fue en Cali. Estaba casada en ese momento y tenía tres hijos.

Impactos en la familia. La familia se desbarató por este hecho. Fue


algo muy impactante, ella murió de cincuenta y tres años, y todos estábamos
muy jóvenes. Mis hermanos estaban apenas empezando y no llevaban
mucho, ella tenía una sola hermana y tenía seis hijos, así que tenía seis
sobrinos y era madrina como de doce o catorce muchachos.

Para la sociedad fue un golpe muy fuerte, pues algo tan terrorífico como volar
un avión con 107 pasajeros tiene que ser muy macabro, la sociedad todavía
lo recuerda y nunca se va a olvidar.

Pertinencia de las medidas de reparación. No. Es algo que se ha vuel-


to como recurrente, de no reconocer los errores si no es con demandas, y no
reconocer las cosas, aunque sean evidentes, ni responder por las cosas que
por culpa del Estado hayan pasado.

En el caso del avión fueron 107 víctimas, pero miles de víctimas les toca con de-
mandas. Como familia hicimos una demanda, pero el Estado respondió que él

312
Testimonios

no era responsable porque no podía garantizar la vida de todos los ciudadanos


en todos los sitios. Como si fuera que cada uno defiéndase como pueda.

Con el tiempo ha habido muchos hechos y se han aclarado muchas cosas. Por
ejemplo, la omisión, o que algunos funcionarios fueron cómplices de la forma
como se introdujo la bomba en el avión, y eso es responsabilidad del Estado.

Al Estado ya se le ha probado que tuvo culpa, una responsabilidad, y aun así


nunca ha hecho nada, ni ha respondido por esto. Porque hubo participación
de algunos funcionaros que ayudaron a que esto pasara y el Estado nunca
fue capaz de decir sí, y aceptar su responsabilidad y cerrar el capítulo. Ni pen-
sar en reconocimientos ni reparaciones. Nunca quiso o ha querido responder
por todo lo que ha sucedido.

¿Cómo han construido memoria? Mis hermanos tienen un grupo, HK-


1803, con ese nombre hace muchos años, ahí tiene más de 300 personas, y
ha sido muy activo para hacer cada año una conmemoración, porque es algo
que está ahí, y cada año se revive un poco la historia. En ese grupo se han
colocado el nombre de las víctimas, cada año, hace comunicaciones.

Yo como persona y en nombre de la familia he hecho diferentes actividades,


por medio de la Fundación he asistido a diferentes actividades y en Cali he
organizado actividades como en la colina San Antonio, como la siembra de
107 árboles que se hizo con la alcaldía y que colaboraron con refrigerios y el
transporte de los arbolitos, y conseguí el apoyo de otras organizaciones.
Otra conmemoración fue que a través de una fundación nos prestaron un he-
licóptero y por el lado de la colina de Cristo Rey hicimos una lluvia de flores,
e hicimos un recorrido por ese sector (lanzando semillas y flores). Además,
hay un proyecto por esa colina, hay un lote donde se puede hacer un sendero
ecológico en memoria de las 107 víctimas.

Por el lado de mi hermano, siempre ha querido que en el cerro donde cayó el


avión se haga un monumento cercano a la vía, en donde la gente que pase
por ahí pueda verlo. Mi hermano dice que, en todos los eventos, siempre los
Estados se encargan de hacer una remembranza para hacer un monumento

313
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

que represente el hecho. Pero él vive en Estados Unidos y eso hace que no
haya tenido eco. Un monumento que recuerde que ahí murieron 107 perso-
nas por unos sádicos.

Barreras para acceder a la verdad. La verdad es que el Estado no


quiere que salga la verdad, y lo mismo pasa con la justicia y la reparación.
Se habla mucho de los responsables narcos y paramilitares, pero el Estado
nunca ha dicho vamos a hacer un monumento, o darles una reparación a las
familias, a pesar de que el Estado les ha quitado bienes a estas personas, y la
justicia es muy manipulable y dada a tomar decisiones.

El Estado no tienen ningún interés en verdad ni reparación. Ninguna de las


107 familias ha hecho la demanda para responsabilizar al Estado. Entiendo
que hay una demanda que tiene un grupo de familias, con nuevos hechos
para presentarla.

Con la ley de víctimas fuimos reconocidos como tal, pero han reparado a muy
pocos, y a los demás nos tienen pidiendo documentos, certificaciones y nun-
ca nos han reparado. Eso de no repetición está en duda porque cada vez se
ve que la violencia se repite, el Estado está muy cuestionado. Y desde enton-
ces ha habido muchas víctimas más y no ha pasado nada.

Importancia del informe. Considero que la Comisión tiene cierto peso,


pero en el contexto nacional como que no me cuadra porque cada Gobierno
trabaja y hace un acuerdo distinto, y si nosotros tenemos muy claro que los
hechos del avión ocurrieron por una participación u omisión del Estado, pues
esa comisión de la verdad en el caso del avión, no estoy tan seguro de que el
caso del atentando al avión de Avianca sea relevante para ellos.

314
Testimonios

Pedro Fernando Reyes Moncada


“Era un ejemplo, y un hombre fuerte, súper dedicado a su familia”
Testimonio de Rodrigo Reyes Toledo

¿Quién era? Mi papá nació en Bogotá, él se casó con mi mamá que


es cartagenera. En la familia éramos los tres, mis padres y yo, y nosotros en
ese momento estábamos viviendo en Cali, porque mi papá era capitán de
Corbeta de la Armada de Colombia y en el momento del atentado se desem-
peñaba como asesor financiero del proyecto ARC Málaga, que tiene su base
naval en el Pacífico de nuestra armada nacional. Él desempeñaba su cargo
en la ciudad de Cali y, eventualmente, viajaba a Málaga a hacer los reportes
y obviamente mostrar los resultados de los avances de la obra. Mis padres
conformaron un hogar muy bonito, un hogar católico, muy bien construido,
donde existían valores como el respeto, el amor, el amor hacia Dios, la fideli-
dad y el trabajo, que era el eje fundamental de nuestra familia. Mi padre era
un ejemplo, un hombre fuerte, súper dedicado a su familia y sobre todo una
persona muy amorosa con todas las personas que lo conocían. Era una per-
sona muy inteligente. En ese momento él se trasladó a la ciudad de Bogotá
para hacer un curso de ascenso a capitán, eso fue noviembre de 1989, enton-
ces nosotros también fuimos trasladados a la capital, estábamos ubicados en
la cámara de oficiales con todo el tema del trasteo y estábamos esperando a
que a mi papá le asignaran el tema de la vivienda fiscal.

Mi papá tenía que viajar a la ciudad de Cali para mostrar unos informes y
documentos que hacían parte obviamente del tema del proyecto, y entregar
toda la ejecución del proyecto; tal y como se había planeado. Recuerdo un
domingo, 26 de noviembre de 1989, yo tenía ocho años, estábamos en la
cámara de oficiales, en ese momento con mi papá pasamos un día familiar,
supremamente agradable, estuvimos todo el día unidos como familia,
desayunamos juntos, almorzamos juntos, compartimos bastante ese día, y
es el mayor recuerdo y de los más valiosos que tengo de la memoria de mi
padre, que es un hombre muy familiar, y con el que compartíamos de manera
sana y de una manera supremamente agradable. Ya al día siguiente a mi
papá lo pasa a buscar un compañero para llevarlo al aeropuerto, porque tenía
que viajar a Cali a entregar los documentos, como ya te mencioné. Pasan por
él a eso de las seis de la mañana, lo dejan en el aeropuerto, toma su avión, mi
madre y yo en la cámara de oficiales, cuando de pronto el oficial de guardia
se acerca a la habitación donde nos encontrábamos nosotros dos, toca la

315
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

puerta para preguntar si mi papá había abordado el avión, entonces mi mamá


se levanta, atiende al oficial, y le responde que sí, que efectivamente él había
abordado el vuelo. Luego pasan alrededor de quince minutos, se acerca otro
oficial, le hace la misma pregunta a mi mamá, y ella muy amablemente le
responde de nuevo que sí, que él había tomado el avión, y esa acción vuelve a
pasar una tercera vez. […] Se acercan y le preguntan lo mismo. Y ahí es donde
mi mamá ya pregunta: –¿qué es lo que está pasando?,¿por qué están pre-
guntando eso? –, y el hombre en ese momento responde que le mandaron
averiguar, sin saber absolutamente nada. Más adelante la llaman por teléfo-
no y le dicen que al parecer el avión en el cual viajaba mi papá había tenido
un accidente, que ya estaban haciendo las respectivas investigaciones para
ver si mi papá había abordado el avión en ese momento, y mi mamá se pone
súper angustiada, porque es algo que uno realmente no espera, uno no pien-
sa que va a suceder, ella se acerca a mí, me despierta y me dice: –Rodri, le-
vántate que parece que tu papá se mató–, yo con ocho años, claramente me
levanté súper angustiado, recuerdo que me levanté exaltado, pero al mismo
tiempo con la noción de lo que mi papá siempre me decía con respecto a lo
que era cuidar el hogar. Él siempre me decía: –tranquilo, tranquilo, espere y
vamos a ver qué pasa–. Entonces yo recuerdo que, para tratar de tranquilizar
a mi mamá, yo le decía a ella que tranquila, que mi papá iba a llegar, porque
realmente ella estaba muy exaltada, y yo le decía que se tranquilizara porque
si no él se ponía bravo, porque a él no le gustaba que ella se exaltara de esa
manera, y yo obviamente con mi inocencia, le decía: –tranquila.

Al salir del cuarto había un montón de oficiales de la armada pasando de un


lado a otro, ella y yo estábamos sentados en uno de los sofás esperando a ver
qué sucedía, y eso fue más o menos a las siete u ocho de la mañana. En uno
de esos momentos llega el almirante, cuando él le dice a mi madre: –Gloria,
encontramos el cuerpo de Fernando, ya estamos procediendo a sacarlo del
sitio del accidente en Soacha–, y hasta ese momento nosotros pensábamos
que era un accidente de avión, nunca pasó por nuestra cabeza que había
podido ser un atentado o algo en contra de esos pasajeros. Realmente, todos
pensábamos que era un accidente, y esa era la gran pregunta del hecho de
no creer lo que estaba pasando, el hecho de no aceptar una situación tan dra-
mática y tan difícil como es el hecho de que la persona fallecida es tu papá, y
para el caso de mi mamá, que es su esposo, que estaba bien, que estuvimos
contentos, que hayamos tenido una vida tranquila, pues de pronto ya no es-
tuviera. Yo creo que la negación en primera instancia fue absoluta por parte

316
Testimonios

de nosotros, de mis tíos, de mis abuelos, de la familia en general. Posterior a


eso viajan desde Cartagena unos tíos para acompañarnos, aquí en Bogotá se
encontraba una tía por parte de papá, y bueno, cuando el almirante dice esto,
en el momento la exaltación fue total, hubo llanto, desesperación, angustia,
negación. Recuerdo que como yo estaba muy niño, yo pensaba que mi papá
brincó del avión y cayó y no le pasó nada, e iba a entrar acá y me iba a rega-
ñar, porque a él no le gustaba esto que estaba pasando.

Impactos en la familia. Claramente, mi mamá destrozada porque no


sabía qué iba a pasar, no teníamos casa en ese momento, no sabíamos qué iba
a pasar con nuestras vidas, porque nosotros estábamos en una transición de
vida, íbamos a tener supuestamente todo nuevo, y lo que íbamos a tener ya no
estaba con la muerte mi papá. Lo que viene después, lo difícil que fue asimilar
eso y a lo que conlleva, que es el reconocimiento del cuerpo, irlo a ver. A mi
mamá le prohibieron que lo fuera a ver, pero a través de un tío político por parte
de papá, quién fue la persona que estuvo allá y lo reconoció, se dio cuenta por
el anillo que él tenía, pero las condiciones del cuerpo no eran óptimas, porque
obviamente, fue un avión que explotó en el aire y luego cayó, entonces nosotros
no tuvimos la oportunidad de ver a mi papá. Ya después de que lo entregaron, el
cofre estaba totalmente sellado, y ahí tuvimos la dificultad de ver qué íbamos a
hacer con nuestra vida, si nos quedábamos en Bogotá por el hecho de que mi
tía estaba allá o si por el contrario nos devolvíamos para Cartagena, porque la
familia de mi mamá estaba allá, y me preguntan a mí, siendo un niño: –¿qué
hacemos? ¿nos quedamos acá o nos vamos para Cartagena?

¿Cuál es la respuesta de uno en ese momento?, pues Cartagena,


porque había una parte de la familia. Fue otro hecho difícil para mi mamá,
tener que subir a mi papá de nuevo en un avión para viajar a Cartagena. Ima-
gínate el temor, el miedo, todo lo que pasa por la cabeza de mi mamá, de
tener que tomar un avión cuando mi papá acababa de morir en un vuelo,
era una carga psicológica y emocional bastante grande que no se podría
describir; ella tenía treinta y dos años y mi papá tenía treinta y cinco años,
eran realmente jóvenes cuando eso sucedió, y en teoría con todo un futuro
planeado que después de este hecho se desmorona y se va al piso.

Cuando llegamos a Cartagena, vivimos con un hermano de mi mamá por


cuatro meses. Posterior a eso nos fuimos a la casa de mi abuela, donde vi-

317
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

vimos tres meses, y fue un proceso duro también, porque a pesar de que
teníamos todo el apoyo de ellos, nosotros estábamos acostumbrados a tener
independencia, y el hecho de que mi mamá tenga que volver a la casa y pedir
alojamiento, porque realmente no teníamos dónde vivir en ese momento, tam-
bién fue un tema supremamente duro. Y, sumado a eso, tienes que acoplarte y
acogerte a la misericordia de un hogar, con unas reglas ya establecidas, pero
nosotros nos sentíamos extraños porque mi mamá desde que se había casa-
do con mi papá, ellos vivieron independientes y ya llevábamos cinco o seis
años de estar viviendo en Cali. Entonces, la transición para nosotros, que fue
acoplarnos, fue muy complicado, sumado a la carga emocional de la pérdida,
tener que ajustarnos a un nuevo hogar, sentirnos devastados, sin un rumbo
fijo. Era lo que realmente más angustiada [la tenía], porque mi mamá no sabía
cómo acomodarse, ella era ama de casa, y en esa época los oficiales se dedi-
caban a trabajar y las mujeres se dedicaban a su hogar. Entonces imagínate,
mi mamá después tener que cumplir el rol de papá y mamá al mismo tiempo,
y con la responsabilidad de tener que criarme, de tener que alimentarme, de
tener que educarme, de tener que responder financieramente por el hogar y se-
guir inculcando buenos valores y buenos principios. Para mí ella es la heroína
de toda esta situación, porque ella desbocó todo su ser para mí crianza.

A mi mamá le agradezco eternamente, porque fue impresionante, ella no se


volvió a casar, no tuvo novios, se dedicó por completo a trabajar, a criarme, a
mi educación y a estar pendiente de mis cosas, entonces por eso y más razo-
nes el agradecimiento con ella es absoluto, cosa distinta que yo evidenciaba
en mis compañeros del colegio en el cual habían muchos hogares separados,
sus madres buscaban otros hogares, sus padres buscaban otros hogares,
y mi mamá con toda esta situación, que quedó viuda y todo, no lo hizo, se
dedicó por completo a mí y se lo agradezco en el alma, porque yo creo que
gracias a eso, le ayuda a uno a tener una noción firme, y unos buenos valores
para poder construir un buen futuro hoy en día. Yo creo que el desarrollo del
niño está entre los 0 y los 8 años, y mi papá alcanzó a darme estabilidad, for-
taleza, seguridad y disciplina. Él era ese hombre fuerte de la casa y mi mamá
era la mujer consentidora. Entonces si me castigaba muy duro, ella me nive-
laba el castigo. Mi papá obviamente era militar, fuerte, exigente, a formar, a
levantar, cómo se sienta uno en la mesa, cómo poner los cubiertos, entonces
yo recuerdo todo ese tipo de cosas. Yo me sentaba en la mesa y por ejemplo
tumbaba un vaso, y pensaba: –va a haber problemas–, porque todo tenía
que ser perfecto en la casa y eso me lo encargó mi papá, y ver después todo
esto, que nosotros llegamos a Cartagena, mi mamá me consigue colegio.

318
Testimonios

Ahí también comienza nuestra nueva vida. Confieso que tuve una adolescencia
difícil, en el sentido de que el hecho de ser hijo único y no tener un papá, viendo
que mi mamá era la persona que me consentía, entonces yo me sentía el favo-
rito siempre, el dueño de la casa, y a mi mamá le tocó amarrarse los pantalones
durísimo, porque yo fui medio rebelde, y ella a componerme, a enderezarme.
Ahí fue cuando empezó a utilizar mano fuerte, a enseñarme lo que era la dis-
ciplina de un adolescente rebelde; […] es otro de los temas que admiro de mi
mamá, porque la vivencia de ella, haber estado compartiendo con mi papá,
pues, equilibraba las cargas y después de este atentado le quitó a ella la posibi-
lidad de poder equilibrar todas las cargas, puesto que él ya no estaba, entonces
a ella le tocaba completamente sola. Y bueno, posterior a todo esto, terminé el
colegio, ingresé a la universidad, y creo que los dos siendo hijos de militares te-
nemos una pasión y un amor por las fuerzas militares, entonces imagínate que
yo de niño sufría sobrepeso, y yo siempre quise ingresar a la Armada.

Cuando terminé el colegio quise presentarme a la Armada, entonces mi


mamá dijo que no perdiera el tiempo y que ingresara de una vez a la universi-
dad. Me fui para Bogotá, hice una especialización, trabajé para una multina-
cional en Bogotá donde tenía un cargo importante de responsabilidad y de un
momento a otro, yo siempre quise ser independiente, siempre quise formar
mi empresa y poner ese grano de arena por mi país, formando empresa, te-
niendo presente el legado de mi abuelo materno, y con ese amor por las fuer-
zas militares; eran dos cosas que iban por el mismo camino. Yo pensaba: –si
soy independiente, ¿cómo hago para apoyar a mis fuerzas militares?, pero
si voy a apoyar a las fuerzas militares, ¿cómo hago para ser independiente?
–, entonces, la idea era buscar la forma de conciliar ambas situaciones, así
que decidí comenzar mi vida profesional. Trabajé, me independicé, monté mi
propia empresa con la cual ya tengo doce años de haberla fundado aquí en
Cartagena y parte de la costa atlántica, y manejamos temas de suministros
de construcción. En algún momento escuché de la Reserva Naval que es un
grupo de profesionales civiles que apoyan a la Armada Nacional con todo el
tema de labor social y acción integral, entonces vi que esa era la oportunidad,
y dije: –voy a presentarme, a ver qué pasa–. Así fue, me presenté, obviamen-
te conté que mi papá había sido oficial de la Armada, conté todos los hechos
que sucedieron en su momento, me entrevistó el general de Infantería de Ma-
rina, Duque, quién fue el líder de la reserva por veintidós años.

319
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Comencé un curso de orientación a la vida militar, ese curso de orientación


se convirtió en curso de formación, y después de este último curso de forma-
ción, subí de rango a teniente de corbeta, eso fue hace cuatro años que subí
a teniente corbeta. También hice mi curso para teniente de fragata, y ahora
vamos [a ver] si puedo ascender en diciembre de este año.- Entonces tengo
esas dos relaciones de mi vida, como independiente y como profesional.

Trabajo en el servicio por las comunidades vulnerables en todo el tema de ac-


ción integral, referente a las necesidades de las poblaciones que determinan
nuestra Armada y también trabajo como independiente. Yo creo que todo es
voluntad y gracia de Dios que nos pone todo para que orientemos nuestra
vida; mira que el legado que me dejó mi papá fue trabajar por las personas,
por el tema del servicio, y yo creo que es eso lo que las fuerzas militares le
enseñan a cada una de las personas que está en ellas, ese juramento a morir
por su patria, a morir por defenderla, a saber que lo más importante que hay
en este mundo es Dios y tu país, y obviamente tu familia es partícipe para
montarse en ese camino contigo. Mi esposa hoy en día es oficial de la Reser-
va Naval, ella se desempeña como jefe de comunicaciones estratégicas de
la Reserva Naval de Cartagena, y yo soy el jefe de operaciones de la Reserva
Naval de aquí en Cartagena, y los dos hacemos parte del estado mayor. En-
tonces es un poco de la historia y el legado que ha dejado mi papá y la vida
que hemos podido recorrer.

Creo que una de las cosas más duras, y sobre todo con los medios de co-
municación de este país, es que cuando a mí me preguntaban ¿qué pensaba
de Pablo Escobar?, para mí es una de las preguntas más difíciles, porque
tú también sabes que una decisión de este personaje fue la que ocasionó la
muerte de tantas personas inocentes, y dentro de mí hago una gran reflexión,
y es la falta de Dios en los corazones y en los hogares de las personas. Es que
muchas veces nosotros nos preguntamos ¿por qué pasan ese tipo de cosas
malas en la vida de uno?, ¿por qué hay tanta dificultad, tantas desgracias en
la vida de las personas?, y yo estoy convencido que es la falta de Dios en los
corazones de todas estas personas, porque lo digo, porque cuando uno abre
su puerta para tratar de ser mejor persona, y cuando él entre en tu vida, real-
mente uno comienza a ver todos los cambios positivos, todos los problemas co-
mienzan a verse de manera diferente, a darle solución. Es que todos tenemos
problemas en distintos niveles de dificultad, pero esos problemas se comienzan

320
Testimonios

a convertir en soluciones, en saber cómo subimos ese peldaño qué nos ayuda
a construir una mejor vida. Tenemos problemas económicos, familiares, labo-
rales con proveedores y clientes, pero uno puede comenzar a sortear todo ese
tipo de dificultades para que de una manera noble, amorosa y con humildad,
se pueda realmente ver que arriba hay una persona que te va a pedir cuentas,
y cuando tú sabes que te van a pedir cuentas, tienes que portarte bien, porque
es que para rendir esas cuentas no te las piden ningún ser querido aquí en la
tierra, te la pide directamente Dios quien te está mirando. Entonces es cuando
uno tiene que sentar cabeza, porque cuando llegue el ajuste de cuentas, ahí es
donde se ve perfectamente cómo me estoy desenvolviendo.

Pertinencia de las medidas de reparación. Nosotros hemos estado en
un país con ausencia de Estado, y a mí me duele decirlo, porque yo quiero y
amo mi país con mi corazón, pero esto ya se vuelve un tema continuo, con la
ausencia del mismo Estado y la ausencia del Estado para con las personas,
a nosotros nos pasó. Este atentado en un avión, que fue un acto internacional,
y aun así permitimos que los bandidos ingresaran a un aeropuerto y pasara
lo que pasó, pero este mismo hecho se ha visto en Bojayá, en los Montes de
María y en muchas otras poblaciones de este país, donde las personas han
estado completamente abandonadas y les ha tocado desplazarse a las ciuda-
des para buscar sobrevivir, porque están totalmente desamparados en el lugar
donde están. En mi caso, si me siento o nos sentimos reparados, mi respuesta
es obviamente no, y lo que más dolor me da es que aparte de que no fuimos
reparados, es que este tipo de hechos sigan sucediendo. No nos sirve como
escarmiento, es que realmente, esto no puede seguir sucediendo, nosotros he-
mos evidenciado en poblaciones cercanas a las principales capitales del país,
a grupos al margen de la ley que son retirados de las guerrillas, y estos forman
sus grupos para empezar a delinquir, y comienza uno a escuchar el tema, pero
no tenemos la fortaleza para pararlo enseguida, sino que, por el contrario, deja-
mos que aumente y ahí es cuando tenemos grandes problemas. Todo este re-
zago de autodefensas que vivimos como, por ejemplo, el Clan del Golfo, cuando
vimos las Bacrim, son el resultado de la división de los grandes grupos al mar-
gen de la ley, que donde tuviéramos un plan consciente para lograr identificar a
cada uno de estos criminales y atraparlos… Mi apreciación personal es que eso
pasa porque esas mismas personas no sabían hacer otra cosa, no sabían, no
tenían otra oportunidad. Entonces una persona al haber delinquido toda la vida,
ella intenta reincorporarse a la vida civil, y saber que no tiene la forma de llevar
el alimento para sobrevivir prefiere seguir delinquiendo. Otro ejemplo, el cam-

321
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

pesino que vive de la yuca, pero con la yuca no puede darle un mejor estudio a
su familia, ni puede alimentar y le dicen que si siembra coca le puede ir mejor,
pues este personaje se pasa a sembrar coca. No es lo bueno ni es lo que quere-
mos, pero es la realidad de este país, por la misma ausencia del Estado. Yo creo
que es fácil señalar y difícil ponerse en los zapatos de nuestro presidente para
trabajar, pero sí toca, nosotros como seres humanos ponernos y hacer las ta-
reas bien, no hacer las cosas malas, no diciendo mentiras, no dando sobornos,
no siendo corrupto, hacer las cosas correctas es más difícil, pero al final es lo
que debe ser. Yo creo que todos tenemos en nuestra conciencia de nuestro co-
razón un cambio de pensamiento. Y sí, hacer lo correcto es más difícil, es cierto,
pero lo que me va a llevar a tener una mejor vida, eso realmente debe calar en
nuestros hijos, para poder construir un mejor país.

¿Cómo han construido memoria? Precisamente, a través de la Arma-


da. Hubo un tema de país y de fuerzas militares de la construcción de la
memoria histórica, y esta construcción hace partícipe a las personas que han
trabajado para las fuerzas militares y que han puesto su grano de arena con
respecto a qué ha sucedido, ¿cómo fue su postura?, ¿cómo fue su trabajo?,
¿cómo lo hizo?, y eso, a través de la Armada, lo pudimos construir con los 30
años de Málaga. El año pasado, en noviembre, con el homenaje que se le
hizo a mi papá y por la conmemoración de los treinta años de la base naval,
adicionalmente a eso, en el museo naval, aquí en la ciudad de Cartagena,
un tema de víctimas de la violencia y todos los héroes de la patria que han
ayudado y han muerto durante el conflicto. En varias reuniones con el al-
mirante Vázquez, que es el comandante de las fuerzas armadas del Caribe,
pudimos establecer ese conversatorio, el cual nos ayuda a recordar el legado
que hizo mi papá como tal, ya con la Fundación Colombia Con Memoria, todo
este tema de los treinta años, el tema de la siembra de árboles en Soacha,
fue uno de los actos más embellecedores que nos permitió conmemorar la
vida y nacimiento de todos nuestros seres queridos, y por parte nuestra, con
mis familiares y con mi madre, hacemos todo este tema de recordar cada
27 de noviembre a través de redes sociales y eucaristía es el legado de esas
víctimas del atentado.

Barreras para acceder a la verdad. Creo que uno siempre se debe ir a lo


esencial, y la muerte de un familiar es irreparable, un padre es irremplazable,
y saber que la ausencia del Estado, los conflictos con el narcotráfico, y dejar

322
Testimonios

que todas estas personas hayan crecido con temas de corrupción o de más
hechos que han sucedido en el país, obviamente afecta de manera esencial.
El desarrollo de nosotros como personas, y nosotros como sociedad, hechos
que seguramente marcaron mi vida. Tengo el recuerdo de adolescente, el he-
cho de que me gusta una niña y que seguramente era de esos temas que se
debían compartir con mi papá, y mi mamá tal vez no era la persona indicada
con quien yo quería compartirlo, era con mi papá, el hecho de la primera vez
que uno se afeita, ese tipo de vivencias hubieran sido espectaculares vivirlas
con mi papá. Recuerdo que él era un hombre de números, entonces cuando
yo tomé la decisión de independizarme y poner la empresa a funcionar, yo
creo que el consejo de mi papá hubiese sido esencial y fundamental en el de-
sarrollo de todo esto. Entonces yo creo que esa pérdida es irreparable y hace
que nosotros lo recordemos con amor, pero también con mucha nostalgia,
con mucha tristeza. El solo hecho del nombre de la Fundación Colombia con
Memoria, porque desafortunadamente vivimos en un país sin memoria, y se
nos olvida todos estos hechos que han pasado.

El avión de Avianca fue un hecho, 107 personas, pero también está el atenta-
do del DAS, también estuvo la masacre de Bojayá, los secuestros en los mon-
tes de María, y en tantos sitios de nuestra población colombiana. El Gobierno
le abrió las puertas al narcotráfico, le abrió la puerta a la guerrilla, le abrió la
puerta a las autodefensas, y por eso murieron muchas personas inocentes y
lo seguimos viendo. El tema es que es irreparable, no nos tuvieron en cuenta
y eso da tristeza y da dolor, hay que seguir en la lucha, pero realmente, sí es
bastante frustrante que el país en el que nosotros vivimos no tenga memoria
y se olvide de tantas víctimas que han sufrido el flagelo de este país por no
tener, tal vez, los pantalones para acabar de una buena vez todas estas difi-
cultades que hemos tenido con el narcoterrorismo.

Importancia del informe. Es indiscutible, lo del atentado al avión nun-


ca quedó realmente claro, en mi mente y en mi corazón hay cosas que toda-
vía no han salido a la luz pública, que faltan por evidenciar a los medios, y yo
sí quisiera saber de pronto ¿cuáles fueron los involucrados de lo que pasó?,
porque a fin de cuenta nosotros supimos quién accionó y supimos quiénes
fueron los actores materiales de lo sucedido, pero detrás de esto, sin lugar a
duda, hay otros actores debajo de la mesa que incidieron o influyeron en este
tema y en esta maldad. Saber esto no va a hacer que yo recupere a mi papá,

323
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

pero sí nos va a dar un mensaje de enseñanza, de conocer que detrás de toda


persona que comete un hecho criminal, existe alguien que activa, por debajo
de cuerda, para que los hechos sean caóticos y se presente esta catástrofe
en nuestra vida. Pablo Escobar, sin lugar a duda, tenía en ese momento la
pelea con el Estado, tenía el dinero, tenía los medios y tenía las personas,
pero no sabemos a qué influencia política movió para que dijera que ese tenía
que ser el avión, porqué realmente sucedió y pasó, y hasta qué punto, con la
muerte de Pablo Escobar se siguió ocultando, cuál fue ese móvil que definió
el blanco.

Existen temores que siempre llegan y pasados que uno debe mantener guar-
dados. A mi papá lo entregaron en un cofre cerrado, donde nosotros obvia-
mente, por todo el tema de investigación, no se podía abrir, porque nosotros
hubiéramos querido cremar a mi papá, y hoy es un miedo que de pronto, mi
mamá me lo trasladó, porque ella me dice: –cuando yo muera, quiero que
me cremes a mí y a tu papá, esa va a ser tu responsabilidad y lo tienes que
hacer–. Pero el gran miedo que tengo yo, es que cuando yo vaya a abrir ese
ataúd, uno no sabe qué se va a encontrar, uno no sabe qué hay ahí realmen-
te, porque es que las acciones realmente fueron desastrosas. Físicamente,
quedó en condiciones horribles, entonces, uno le deja todo a Dios, pero sí hay
un sin sabor en el corazón de que lo físico y lo material, y la tumba a la que
hemos ido nosotros todos los años a velar a mi padre, da miedo que esté va-
cía. Sí nos dijeron: –ahí hay algo, ahí está enterrado, sí lo vimos–, pero nada
te lo asegura, porque las condiciones fueron muy difíciles.

Rafael Corredor Sánchez


“Mi hermano siempre se caracterizó por ser una persona muy noble, muy
responsable”.
Testimonio de Gloria Corredor Sánchez

¿Quién era? Mi hermano siempre se caracterizó por ser una persona


muy noble, muy responsable, a pesar de que tenía treinta añitos. Él trabajaba
con el DANE en ingeniería de sistemas. Él dictaba los cursos de capacitación
tanto en Bogotá, como en Cali, como en Medellín, para ir a organizar al grupo
de empleados de cada una de estas empresas.

324
Testimonios

Lamentablemente, el día que a él le tocaba viajar, el domingo, él pertenecía


también a la Cruz Roja, a lo de salvamento y lo de salud, y se presentó creo
que a algún compromiso y él cambió el pasaje del domingo por el del lunes, y
fue a atender su problemática en la ciudad de Facatativá. Al otro día… Yo toda
mi vida he sido profesora, yo trabajaba en el Militar Caldas en aquella época
en la mañana y por la tarde trabajaba con el Distrito en el Colegio General
Santander. En el momento en que el gerente del colegio me llamó faltando
como cinco, diez para las siete, algo así más o menos, cuando sucedió el ac-
cidente. Me dijo que habían nombrado una persona de apellido Corredor Sán-
chez, que, si yo tenía a alguien que hubiese viajado en ese avión, entonces yo
le dije: –pues que yo sepa no, pero voy a llamar a mi hermana a preguntar.
Porque como yo ya me había casado, entonces yo ya no vivía con ellos, ya
no estaba en la casa. Entonces llamé a mi hermana Martha que vive en la
163 y le dije: –Martha, ¿tú sabes si Rafael viajó a algún lado? Me dijo: –sí, él
viajaba hoy en el vuelo de Avianca para Cali, para dictar su clase de capaci-
tación, entonces me dijo, antes de que me dijera el gerente: –pero, resulta que
el avión se cayó. Le dije: –¿cómo así? […] para mí fue muy sorprendente, muy
doloroso, le colgué, fui a responderle al gerente, a don Carlos Tocarruncho,
que realmente sí tenía yo mi familiar y que era mi hermano, y fue cuando él
me dijo: –Pues, lamentablemente, ese avión explotó en el aire, acaba de ex-
plotar en el aire, y parece que murieron todos los pasajeros que estaban ahí.
Entonces, imagínate el impacto tan terrible.

Ahí mismo él me dijo: –Gloria, lo que necesites, puedes irte, deja a una per-
sona encargada, a otra profesora encargada de los cursos que tú tienes en la
mañana, y ve a realizar lo que tengas que hacer. Y así fue, me vine para don-
de mi hermana Martha, ahí al lado de donde vivía mi hermana Consuelo, que
estaba embarazada también. […] Fue un impacto bastante fuerte, y nos tocó,
como se dice, enfrentar esta situación bastante dura. Y mi esposo Franklin,
él fue el que se dirigió con mis hermanas a la población de Soacha a mirar
[…] toda la situación del accidente, esa fue la parte dura. Yo no fui porque yo
me considero muy débil y cobarde para estos actos y lamentablemente mis
hermanas fueron las que estuvieron allí, mi hermana Consuelo, mi hermana
Piedad y mi hermana Martha. Mi hermana Consuelo, a pesar de que estaba
embarazada, ella estuvo con mi esposo, y ya llegaron otros familiares y allí
fue donde estuvieron prácticamente todo el día, hasta que les entregaron un
talego negro con los restos de mi hermano, y pues vieron todo ese paisaje tan
terrible de todos los muertos y todos los escombros que había allí.

325
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Mi hermana Piedad reconoció a mi hermano por un saquito de cuadros que


llevaba café con habano y por el cabello blanco, él tenía ya bastante cana.
Pero entonces, en el momento en que estaban entregándole los restos, iba
la pierna de una niña, sí, de una persona que tenía el pedicure, entonces mi
esposo muy chistoso dijo: –no, mi cuñado no se pintaba las uñas.

Ese mismo día, y pues obviamente yo estando aquí en Bogotá, estaba ha-
ciendo todas las diligencias para la funeraria, para el sepelio, para todo. Aun-
que ya todo el mundo sabía por medio de las noticias, por el periódico, por
la radio, por todos los medios de comunicación, mis otros familiares ya se
habían enterado. Fue una situación totalmente triste, muy dolorosa porque
pues era un muchacho muy joven, tenía su novia, tenía 30 años, él era uno
de los menores de nosotros, se dedicó simplemente siempre a trabajar, a es-
tudiar, a prepararse. Mi esposo le había conseguido ese puesto en el DANE,
precisamente porque mi esposo trabajó en el DANE y él le había ayudado
allá cuando se presentó a la convocatoria para estos puestos. Él lo presentó,
le hizo llevar su hoja de vida, pasó sus exámenes, sus entrevistas y allí estaba
trabajando. Fuera de eso, también él trabajaba por la noche en un sitio que
se llamaba Grabación de Datos, él trabajaba mucho porque somos una fa-
milia bastante numerosa y la mayoría eran solteros. Nosotros en total somos
diez hermanos, pero ya ahorita somos siete nada más. En esa época éramos
nueve, porque ya se había muerto el mayor. Pero él ayudaba mucho a mi
mamá y a mi papá para sostener, por ejemplo, con lo del arriendo, con lo de
los alimentos, con los de los uniformes de los pequeños, él era una persona
muy especial para nosotros.

Impactos en la familia. Para todos nosotros fue terrible, primero, para


mi hermana la embarazada se le adelantó el bebé por el impacto, y ella como
es una persona tan nerviosa, terrible. Y como eran años tan cercanos, porque
nosotros en el ochenta y tres y en el ochenta y cuatro perdimos a mi papá,
a mi mamá y a mi otro hermano, pues imagínate, después de cuatro, cinco
años, volver a sufrir otro impacto, terrible.

Mi hermano el menor, Hugo, él prácticamente nos tocó llevarlo a tratamien-


to psicológico, él en ese momento tendría quince, dieciséis años, no más.
Y prácticamente, como era mi hermano menor, era nuestro consentido o
es nuestro consentido todavía, a pesar de que ahorita tiene ya 50 años,

326
Testimonios

después de tantos años, pero el impacto fue bastante duro. Nosotros con mi
esposo lo llevamos para mi casa y allí el terminó sus estudios, lo pusimos
en la parte de tratamiento psicológico, y ya él después prácticamente me
dijo con esas palabras: –yo soy un varón, yo tengo que enfrentar esta situa-
ción y me voy a meter a estudiar en la universidad, ya me siento como más
fuerte. Y fue cuando empezó su carrera de ingeniero, siguió la misma línea
de mi hermano. Yo en ese momento tenía 39 años y tenía tres hijos, enton-
ces fue un impacto súper grave porque yo pensaba: –no, Dios mío, con mis
hijos tan pequeños y toda la cuestión. No, eso fue para todos, mejor dicho.
Mi hermana Consuelo que fue la que tuvo el bebé también le tocó asistir a
terapia después del parto. Mi hermana Martha fue más fuerte en ese mo-
mento, pero ahorita después de tantos años, te cuento que está sufriendo
los problemas, las consecuencias de toda esta situación de nuestra familia.

(Entre lágrimas) Yo particularmente, por ejemplo, detesto todo este tipo de


películas, y no las puedo ver. Ahí mismo se me viene a la mente todo, ¡todo!
y me da mucha angustia, me da mucho miedo, demasiado miedo. Y todo
lo que pasa en Colombia, pues me asusta sinceramente, cuando dicen que
la guerrilla, que las FARC, que el Ejército, a mí me impacta todo eso tenaz-
mente.

Lamentablemente, pues a través de todos estos años y con todo lo que nos
ha sucedido a nosotros con nuestra familia y especialmente con mi herma-
no Rafael, ha sido muy triste, porque toda mi familia por ejemplo vive fuera
de Colombia, a raíz de lo que pasó con mis padres y con mis hermanos. No-
sotros teníamos un hermano que vive en Estados Unidos desde hace más
de 45, 48 años, y él nos pidió a todos, a todos. Salieron las visas, salió todo,
pero yo he sido la única con mi esposo aquí, pues los dos estamos aquí
solitos, porque mis hijos también se fueron para allá, y todos ellos viven allá
en Estados Unidos.

Nosotros vamos a veces a visitarlos de paseo y el año ante pasado, duramos


casi 18 meses allá para que nos dieran la ciudadanía, pero no fue posible por-
que como a mi esposo lo habían operado de las dos rodillas, entonces duró
casi un año acá, y ellos pues piden que tenga tiempo completo, mínimo 399
días seguidos para estar allí en este país, para poder darle a uno la ciudadanía.

327
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Entonces, lamentablemente no pudimos y por eso nos devolvimos en julio del


año pasado. Hace un año ya precisamente nos devolvimos. Y este año prácti-
camente íbamos a volver a viajar otra vez para no perder la visa de residentes,
pero no pudimos por lo de la pandemia. Todos están allá en Estados Unidos,
aquí nosotros somos los únicos dos que estamos en Bogotá. De resto toda mi
familia está allá, hermanos e hijos, todos.

A mí me parece muy triste que esto se haya enfocado a nivel político y a nivel
de las fuerzas de la guerrilla, que hayan hecho este acto tan atroz, esto es un
acto homicida y que no pensaron en las familias precisamente, de todas y cada
una de las personas que iban allí en aquel avión, porque si tú ves, fueron más
de 100, 107 personas. Pero si se pone uno a sumar el enorme grupo compuesto
por cada familia, son muchísimas, más de 100, que nos dieron un gran daño a
la sociedad colombiana increíble, fue un impacto totalmente emocional y nos
destruyeron totalmente, nuestras mentes, nuestros corazones, porque ustedes
saben cómo ama uno a sus seres queridos. Y a las personas que iban en el
avión, así no hubieran sido nada de nosotros, pero eso es terrible que comentan
esos actos tan desastrosos en este país, y que a pesar de que ya pasaron tan-
tos años, cada año que se conmemora un año más de muerto, sinceramente
es como si hubiese sido ayer, terrible.

Y yo si […] quisiera que no volviera a suceder esto, porque es mucho el sufrimien-


to y mucho el descalabro que le causan a los seres queridos, sinceramente.

Barreras para acceder a la verdad. ¿Sabes dónde creo que están? En


la bendita corrupción que tenemos en nuestro país, en nuestras personas que
dizque nos representan, pero lamentablemente no hay una excelente repre-
sentación sino una representación con barreras, con sombras, donde prác-
ticamente no se muestran como son y a través de otros medios reciben por
debajo de cuerda ciertas dádivas para que se quede todo impune.

Tenaz, le da a uno más tristeza todavía que en pleno siglo XXI, todavía no nos
hayamos adelantado ni a nivel político, ni social, ni cultural, ni de civilización,
porque los indígenas eran más dignos que los políticos y las personas corrup-
tas que tenemos hoy en día al frente de nosotros.

328
Testimonios

Lamentablemente, a través de todos los años, y que se dice que se ha inves-


tigado y que se ha consultado, y que han buscado a los culpables, lamenta-
blemente uno que es familiar se da cuenta que tapan las cosas, quieren tapar
el sol con una mano, pero uno ya no es tan bobo, y piensan que con un dinero
que le vayan a dar a una familia, van a reparar los hechos. Y lamentable-
mente fue que nos engañaron también a la mayoría de los del avión, porque
hicimos una cantidad de papeleo, desde el 2014 que yo empecé a hacer ese
papeleo porque nos dijeron que iba a haber un reconocimiento y que no sé
qué. Y yo, pues, lamentablemente, como soy la única que está aquí en Co-
lombia, junté todos los papeles de mis hermanos, toda la cuestión, los llevé y
toda la cosa, y cuando ya más o menos había salido la resolución y todo, fue
cuando dijeron que había salido un decreto, no sé cómo se llama, que ya no
reconocían a los hermanos como víctimas para la reparación.

Entonces se quedó todo en veremos, pero lo que más me interesa a mí, es


que alguna vez se sepa la verdad y que se haga justicia ¿no? porque eso es lo
más importante, porque aquí todo lo tapan en la Fiscalía, en la Contraloría, en
la Personería, en todas partes, entonces uno ya no tiene como esa confianza
en decir las cosas, porque lamentablemente no pasa nada. Y pasan los años,
y pasan los años y mira cómo estamos, mira cómo está quedando Colombia
cada vez, estamos graves.

Pertinencia de las medidas de reparación. Felipe, yo trabajé, tengo


como tres folders con los papeles que me pedían, con lo que tuve que llevar
a la Fiscalía, y tres veces en la Fiscalía me dijeron que se habían perdido los
papeles, y empezando también por un personaje de la Fundación Colombia
con Memoria, donde prácticamente él nos quitó una plata y nunca nos la de-
volvió. Yo fui la única de los veinticinco personajes que le dimos plata a este
personaje que demandé. El único castigo que le impusieron a este personaje
fue descontarle diez salarios mínimos, y quitarle la tarjeta profesional por seis
meses. Es el momento que, como está todo cerrado, yo no he podido hacer la
demanda para que me devuelva mis ocho millones de pesos ($8.000.000)
que me robó prácticamente y como a las otras personas les dio miedo ir a de-
mandar, entonces lamentablemente se quedó todo en la impunidad también.

Entonces da tristeza que dentro de la misma Fundación haya habido una de las
personas, que fue el hijo de uno de los que murió, nos engatusó, nos engañó y

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Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

nos quitó la plata para poder dizque demandar, y lamentablemente no había que
darle ni un peso, y así lo hizo con más de veinticinco víctimas. Y yo tengo la lista
completica con nombres, apellidos y cédulas, y cuánto le dieron a este señor.

¿Cómo han construido memoria? Bueno, pues yo sé que por medio


de la Fundación Colombia con Memoria se han hecho muchas cosas. Pero
lamentablemente nos ha faltado como más solidaridad, como más empuje,
como más sentimiento, como más ganas de hacer pagar a estas personas
que hicieron esto y que se saque a la luz pública la verdad. Que realmente
haya justicia, porque todo pasa, acá en Colombia todo pasa, secuestros, viola-
ciones, asesinatos, bombas, explosiones, investigan las dos primeras semanas
que es el bum en las noticias, en la televisión, en la radio, en la prensa, en las
revistas, en todas partes, y ahorita con estos medios de comunicación de las
redes sociales, pues peor. Pero lo que yo quisiera realmente, es que se llegara a
la verdad, que, si existe un Dios, realmente se llegara a la verdad, porque no fui-
mos solamente una persona, sino somos miles, miles de personas, y millones
de personas las que estamos siendo afectadas con estos conflictos.

Importancia del informe. Para mí es muy importante al menos que


existan esas memorias y que a nivel de conmover a la gente en su corazón,
en su parte espiritual, digan: –¡caramba! A la larga no son tan bobos y no se
han comido el cuento de este país en el cual vivimos. En eso es que estamos,
en buscar la verdad, sin miedo.

Rafael Mesa Barbosa


“Amaba mucho a mi mamá, y ella lo admiraba tremendamente”
Testimonio de Alexander Mesa

¿Quién era? Rafael Mesa Barbosa era una persona muy responsable,
muy de su casa, amaba mucho a mi mamá, y ella lo admiraba tremenda-
mente. Yo también lo admiro mucho, pues hizo grandes cosas con nosotros,
eran tiempos diferentes. Pero igual, sacó una familia adelante, mi recuerdo de
papá era alguien muy responsable.

330
Testimonios

Papá fue muy empírico, a pesar de que no recuerdo su título o de donde era,
si terminó o no la universidad, si era una persona que, a pesar de eso, tenía su
respeto como tal, era un profesional en todo sentido de la palabra. Por ejemplo,
él ensambló la máquina que hizo papas Margarita, cuando trajo por primera
vez las rapipapas, también ensambló la máquina que hacía maíz pira de sa-
bores que vendían en los cines, trabajó en el Ecuador un buen tiempo, inclusive
mi infancia fue en Quito. Viajaba mucho, iba a los Estados Unidos, España,
Alemania, era una persona muy conocedora de su profesión, hablaba inglés.

Mi madre se llama Gloria Blanca Ramírez de Mesa, se dedicaba al hogar, era


la consentida de mi papá, así que no la dejó hacer grandes cosas porque el
respondía por todo, pero aun así, hizo cosas de belleza, se interesaba por la
estética y también le ayudaba con el equipo de fútbol, eran muy unidos.

De los tantos trabajos que he pasado, ahora estoy en una empresa de reci-
claje de tecnología, empecé hace poco, a pesar de la pandemia he tenido la
buena fortuna que Dios me ha bendecido con trabajo, y prácticamente yo he
hecho de todo un poco.

Impactos en la familia y en la sociedad. Cuando pasó lo de mi papá mi


familia se desbarató completamente, todos hicimos, me incluyo yo, aunque
era niño, lo que se nos dio la gana, nosotros obviamente en esa época de
bombas no sabíamos nada, éramos muy pequeños.

El Gobierno de aquella época tampoco se preocupó por los familiares de las


víctimas, igual que ahora, aunque contamos con algo representativo que se
llama Unidad Nacional de Víctimas, pero creo que cuando hay ataques gue-
rrilleros o terrorismo, no pasa nada, lo meten en una lista y ya está.

En aquella época nos faltó mucho apoyo por parte del Gobierno, quizás hu-
biese ayudado la asistencia médica y psicológica de alguien, […] no hubo
nada y todo se desbarató. Yo dejé de estudiar, perdí dos años consecutivos
octavo, me dediqué a trabajar desde los 16 años, en lo único que podía traba-
jar, encontré una empresa recreativa y dejé de estudiar, posteriormente, me
gradué de bachillerato en el año 2008 en un Colegio Distrital Nocturno con
honores, fui el mejor ICFES del colegio.

331
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

La vida que hemos tenido nosotros, entre el colectivo de víctimas del avión,
no muchos la han tenido. Porque mi papá era el eje de todo, mamá quedó
desamparada, mis hermanos no supieron qué hacer y la familia por parte de
mi papá, en vez de ser muy unida se fue alejando. En la actualidad, yo tengo
dos niñas, viven conmigo, soy papá soltero, esa es mi familia, ellas dos y mi
mamá, a pesar de que mis hermanos existen, muy poco me hablo con ellos,
por eso siento que ese atentado me quitó mi familia.

A mi mamá le quedó una pequeña pensión y siempre peleamos por el valor


de la pensión porque era muy pequeña, no teníamos el apoyo de nadie, me-
nos de abogados, han sido unos años muy difíciles, muy complicados.

La vida sigue pase lo que pase, estamos bien, muy bien, aunque yo no pude
seguir estudiando, no tuve la oportunidad de mis otros dos hermanos, ellos sí
pudieron hacerlo, los dos mayores estaban casi terminando, cuando pasó lo
de papá, pero el resto de nosotros no pudimos estudiar, no pudimos hacer un
montón de cosas que queríamos hacer. Entonces, decir que estamos bien se-
ría una mentira, a pesar de que ya van 30 años hay cosas que uno extraña, y
si tuviera el apoyo de mi padre, si estuviese aquí estaría todo mejor. Mi mamá
se quedó solita, no sabes cómo me duele esa situación, en la actualidad ella
tiene 71 años y está sola, vive conmigo, pero no era el ideal de mi mamá, pasó
por muchas cosas malas, enfermó muchas veces y aguantó mucho, mucho,
pero la vida sigue, ¿qué podemos hacer?

Pertinencia de las medidas de reparación. Yo sé que muchas personas


del avión tenían las posibilidad de colocar el abogado y sé que con Avianca
negociaron más de lo que nos dieron, en Avianca nos dieron algo, a los veinte
días del accidente del avión nos llamaron a la casa, mi mamá contestó y le
dieron una cita, fue sola, le dijeron firme un papel, yo sé que esto no le va a
devolver a su esposo pero firme ahí, ¿que firmó? no sé, no tengo ni idea, le
dieron diez millones, eso fue todo lo que le dieron, esto fue en el año noventa.

Uno con los años empieza a investigar. Yo creo que las personas o niños de los
que quedaron huérfanos, con el tiempo hicieron todo lo posible por saber lo que
había pasado, algunas personas como Gonzalo y Federico han emprendido
acciones políticas y jurídicas para que este hecho no pase desapercibido.

332
Testimonios

Esas acciones han permitido que el caso no se archive y que en el proceso fue-
ra declarado como un crimen de Lesa Humanidad, eso me pareció maravilloso.
Lo que sí hemos tenido son cartas de abogados, mi madre escogió un abogado,
era muy mayor y murió, por eso no continuó el proceso como tal, posteriormen-
te fuimos al Palacio de Justicia a revisar los archivos pero no encontramos mu-
cho, no encontramos el de mi papá por ejemplo, pero sí encontramos uno que
otro, y en los pocos que encontramos, había un fallo que decía: “Que estaban
en un estado de guerra, por ende, el Gobierno no podía resarcir las pretensiones
de las víctimas de ese avión”, pues nada, con el tiempo hemos sabido que han
salido algunas cosas a la luz pública, por ejemplo, que Pablo Escobar les pagó
a los jueces para que quemaran los archivos que lo relacionaban, me imagino
que pasó así porque de 107 personas, digamos que solamente sean 60 de Bo-
gotá, encontramos solamente diez o doce demandas, vuelvo y te digo, la vida
sigue… nunca nos quedamos quietos, pero nunca pasó nada.

¿Cómo han construido memoria? Sí, incluso la Fundación no lo hizo,


pero la alcaldía de Bogotá, el año pasado realizó algunas actividades, te voy
a mostrar, se llaman: “Almas que escriben”, es la segunda versión de los tes-
timonios de vidas en medio de un conflicto, yo estuve ahí, pero también es-
tuvieron exguerrilleros, militares, personas que estuvieron secuestrados, etc.
Cada uno/a presento su pedacito de historia de lo que pasó, es lo único en
que he participado grande. Pero sí, la Fundación ha trabajado pro hacer algo
imposible en este mundo, en esta Colombia: “que las cosas no se olvidan”.

El ejercicio que se está haciendo ahora, es un intento para que la Comisión de


la Verdad deje registrado el hecho del atentado del avión de Avianca, en ese
sentido, se están recogiendo los testimonios de los familiares, para que este
hecho quede también para la historia de este país.

Desde en mi punto vista, he destacado a las personas que han logrado sa-
car una novela o serie, que tenga que ver con el narcotráfico y tenga que
ver con el señor Pablo Escobar, a algunas personas les parece maravilloso,
pero, se les olvidan las bombas que hubo, la cantidad de muertos, las víc-
timas que esos hechos dejaron y esas historias te tocan, cuando tienes a
una persona cercana, así las cosas cambian, la memoria ser vuelve basura.
Además, cuando me preguntan por la historia de mi papá y yo narro los
hechos dolorosos, la gente enseguida pregunta ¿y cuánto le dieron?

333
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Lo importante es trabajar por las familias de esas víctimas, reivindicar, por


ejemplo, a las víctimas del Palacio de Justicia y a ese pocotón de personas.
En mi caso, me parece importante que mi mamá pueda disfrutar algo, ¿entien-
des? nosotros pagamos arriendo, no tenemos casa propia, esa es una lucha.

Cuando empezó la pandemia me sacaron del trabajo y sufrí mucho, tengo


de testigo a Dios de ese sufrimiento. Ahora tengo mi trabajo, la vida de no-
sotros no ha sido tan genial, yo sé que hay personas del avión que tuvieron
mucho apoyo, para mi familia, los Mesa Ramírez, ha sido muy diferente. No
odio la humanidad, chévere que no Salí blasfemando, yo creo que uno tiene
que ser muy cuerdo con sus cosas, tampoco puedo decir que me enloquecí
porque me quitaron a mi papá, de la manera que me lo quitaron, yo creo
que uno tiene que ser muy cuerdo, consciente y realista: la vida sigue…

Barreras para acceder a la verdad, justicia y reparación. En esa épo-


ca no hubo esa mirada hacia las víctimas a pesar de que Colombia ha teni-
do más de cincuenta años en el conflicto, con las guerrillas y un montón de
cosas, las guerrillas tenían una razón de ser muy diferente a las que tienen
hoy, pues todo se volvió un negocio. El gobierno de Juan Manuel Santos
empezó hacer un proyecto para la Unidad de Víctimas y un montón de co-
sas, creo que lo hicieron porque el Gobierno centró la mirada hacia que las
cosas podían cambiar siempre y cuando se pudiera firmar la paz, en ese
momento fue algo que apoyé y celebré, pero sigo pensando que así debe ser
en nuestra época.

En nuestra época, cuando pasó lo de papá, el Gobierno estaba muy permea-


do por el narcotráfico, había un conflicto de intereses muy importante, por
eso siento que en este país las cosas suceden porque no hay justicia. En el
congreso pasan cosas, pero siento que si roban es normal, aquí mandan a las
personas a la cárcel por cualquier cosa, mientras que nadie se escandaliza si
alguien se roba mil millones pues no pasa nada, es como tan normal.

Las barreras que yo he visto: en primer lugar, podría señalar que no nos han dado
el apoyo necesario, el apoyo psicológico y acompañamiento de oportunidades,
yo no estoy pidiendo que me den mil mil millones de pesos ni nada de eso, sim-
plemente digo que el Estado tuvo la culpa de no proveer, de no haber vigilado

334
Testimonios

más, para que no hubiera entrado la bomba a un avión, dicen que el señor César
Gaviria iba a ir en ese avión, pero tampoco avisó que no iba a ir en ese avión.

Por eso creo que el Estado tiene la obligación de resarcir a los familiares de
las víctimas, pues era obligación del Estado hacerlo, sobre todo en esa época
de tanta violencia y tanto terrorismo que hubo. No hemos tenido ese acom-
pañamiento, ni nada de esas cosas.

Rafael Ospina Machado


“Era mi esposo y padre de nuestra hija… para el país, no solo este hecho,
sino todo lo ocurrido en aquella época fue muy difícil y es una cicatriz que
creo no se borrará nunca”
Testimonio de Ángela Patricia Giraldo

¿Quién era? Rafael, al momento del fallecimiento, acababa de cumplir


(13 de noviembre) treinta y siete años, era mi esposo y padre de nuestra hija
Gina, quien al momento del atentado contaba con cuatro años.

Su profesión era la de ingeniero mecánico y para el momento de los aconte-


cimientos se desempeñaba como jefe de taller en Colcaribe, empresa que se
dedicaba a la venta y mantenimiento de maquinaria pesada. Ese día, 27 de
noviembre, Rafael debía realizar visita a la sede que tenía Colcaribe en Cali,
pues como jefe de taller debía realizar visitas por todo el territorio nacional.

Impactos en la familia. Para nuestra familia como te imaginarás el


impacto fue muy grande, yo contaba con solo veintiocho años, y Gina solo
cuatro años, lo que implicó que tuviéramos que enfrentar la vida solas. Rafael
era un hombre muy responsable, padre muy amoroso, lo cual afectó mucho
a mi hija, aún hoy Gina, en charlas con psicólogos, llegan a la conclusión que
la falta de la figura paterna ha hecho que sus relaciones sentimentales no
sean fáciles, pero en ocasiones muestra demasiado apego y miedo a perder
a la pareja. De hecho, recién muerto Rafael, ella no quería ni desprenderse de
mí, porque se imaginaba que tampoco iba a regresar.

335
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

El paso del tiempo ha ayudado a superar el tema, pero es algo realmente


difícil, pues de la noche a la mañana vernos abocadas a enfrentar la vida sin
la presencia de la figura masculina en el hogar, fue muy difícil.

Para el país, no solo este hecho, sino todo lo ocurrido en aquella época fue
muy difícil y es una cicatriz que creo no se borrará nunca. Pero este hecho
en especial, y a raíz de tantas investigaciones que ha hecho Gonzalo Rojas,
enterarnos después de tantos años de la participación de actores del Estado,
como era funcionarios del DAS; confirmar que él, en ese entonces, candidato
a la presidencia César Gaviria iba a viajar en ese avión y que contra él era el
atentado, y que no viajó porque alguien le avisó, y esa información no llegó de
ninguna manera ni a Avianca ni a nuestros seres queridos, hace que se sienta
más indignación y dolor. Nos preguntamos entonces, ¿se pudo haber evitado
ese atentado? ¿Qué sentido tenía matar tanta gente inocente que nada tenía
que ver con el conflicto que se vivía en el país? ¿Se justificaba dejar tantas
viudas (os), huérfanos, padres madres sin sus hijos? Fuimos 113 familias que
perdimos seres queridos y ¿para qué?

Pertinencia de las medidas de reparación. Definitivamente no han


sido de pertinentes. En mi caso personal, llevo no sé, creo que cuatro años
con una Resolución que nos reconoce a mi hija y a mí como víctimas, y nada
más. Reparación no ha existido y mucho menos verdad. Entonces no existen
realmente medidas de reparación.

¿Cómo han construido memoria? Gonzalo Rojas ha sido una par-


te fundamental en las investigaciones, hoy pertenecemos a la Fundación,
al menos hay un reconocimiento nacional de que el atentado del avión de
Avianca fue un acto horrible. Al menos se logró que fuera reconocido como
delito de lesa humanidad y así se continúe investigando, pero a pesar de las
muchas puertas que se han tocado, la investigación en la Fiscalía no progre-
sa, todo sigue igual.

Barreras para acceder a la verdad. Como abogada me duele decirlo, pero


el acceso a la justicia en estos temas no es fácil, los Fiscales viven atiborrados de
trabajo y estos actos de violencia son un caso para ello y más si están ligados al
narcotráfico y al terrorismo, pasan años sin que se conozca ningún avance.

336
Testimonios

Importancia del informe. La verdad, espero que con este informe se


logre avanzar en lo que se denomina, “Verdad, justicia y reparación”. Nos
piden que perdonemos, pero ¿perdonar qué? ¿y a quién?, si no sabemos la
verdad. Nuestra única verdad es que perdimos a nuestros seres queridos y
nadie se preocupó por nosotros, pues te repito, mi hija y yo debimos enfrentar
la vida solas. Con la ayuda de Dios salimos adelante, hoy ella es una gran
profesional, pero no porque el Estado nos haya apoyado, lo que hoy somos
lo logramos solas. Por eso nuestra expectativa es que algún día se sepa la
verdad de todo lo ocurrido y quienes participaron en ese hecho tan terrorífico
que nos cambió la vida de la noche a la mañana.

Ramiro Ortiz Cardona


“Muy familiar y colaborador siempre con todos y muy compinche y gran amigo con
sus Hermanos” Enrique Ortiz

¿Quién era? Ramiro Ortiz nació en Bogotá el 3 de mayo de 1964, era in-
geniero de sistemas y trabajaba en la Previsora de Seguros como Jefe Nacional
de Redes. Es día viajaba a Cali porque se presentó un problema en los equipos
relacionados con la programación y planificación del SOAT, y era quien estaba
en su planificación y en la implementación, y por eso se presentó dicho viaje.

Impactos en la familia. En la familia era el hijo mayor, soltero, no tenía


hijos y estaba de novio. Nos causó un impacto muy grande, ya que como
era el hijo mayor nos había traído mucha alegría y felicidad, y además de
ser muy familiar y colaborador siempre con todos y muy compinche y gran
amigo con sus hermanos […] siempre andaban juntos.

Pertinencia de las medidas de reparación. Se realizaron las acciones


correspondientes legales con los estamentos del Estado, sin que se nos diera
ninguna explicación ni comunicación hasta la fecha de los hechos que oca-
sionaron esta tragedia.

Importancia del informe. La elaboración de dicho informe representa


una posible solución y aclaración, en especial para todo el pueblo colombia-

337
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

no de todas las investigaciones realizadas por la asociación de cómo pasó


esa tragedia que no debía haberse presentado si las entidades gubernamen-
tales hubiesen actuado como debía ser, ya que la información que tenían
daba margen para evitar esta tragedia.

Ricardo León Ávila


“Responsable, serio, trabajador y muy humano”
Testimonio de Olga Forero

¿Quién era? Ricardo León Ávila, casado con Olga Cecilia Forero Bece-
rra y padre de Adriana y Andrés, amaba la música, coleccionaba música, y la
lectura. Un hombre responsable, serio, trabajador y muy humano. Un padre
amoroso, excelente hijo, hermano, esposo y abuelo.

Los últimos recuerdos. Nos despedimos con un hasta luego, una des-
pedida para volver a ver a su familia el mismo día.
Lunes 27 de noviembre de 1989. Él viajaba por negocios. Tenía que dar
una conferencia en el trabajo. Ese día mi hijo de quince años fue quien me dio
la noticia.

Impactos en la familia. Mi vida, y la de mi familia, cambió completa-


mente en todos los aspectos de la vida.

William Arcila Cardona


“Él era un motor para toda la familia”
Testimonio de María Cecilia Pulecio

¿Quién era? Él era un químico farmacéutico, tenía una empresa de


importación de materias primas para la industria farmacéutica y cosmética,
trabajábamos juntos, yo trabajaba con él, la empresa la iniciamos los dos,
cuando él decidió independizarse. Tuvimos dos hijos, en ese momento en el

338
Testimonios

año 89, el mayor tenía diecisiete y el otro catorce, ambos estudiando. Él era
un motor para toda la familia, inclusive para la familia de su mamá, de sus
hermanas, sus tíos, él era el motor, la vida de toda la familia de él, por ese
aspecto, giraba a su alrededor, y pues también en la mía, nosotros duramos
catorce años casados, nos separamos, más nunca nos divorciamos, y se-
guimos siendo muy amigos, por los hijos, él iba todas las noches a la casa
a visitar sus hijos y realmente fue un excelente padre y un buen esposo; por
circunstancias de la vida pues el matrimonio se acabó, pero seguíamos real-
mente, inclusive yo sabía que ese día él iba a coger ese avión para Cali, y
que regresaba por la noche, todo. Él regresaba ese mismo día porque iba por
negocios, quería montar en Cali una oficina del mismo negocio que tenía acá
en Bogotá, y estaba en eso, estaba en todas esas vueltas de local, de quien lo
manejara en Cali, entonces él viajaba era por eso, por supuesto él se iba en el
primer vuelo y se regresaba en el último.

Impactos en la familia. En esa época estábamos atravesando una


situación de inseguridad, de narcotráfico, de bombas, de todo aquello, que
realmente pues el impacto fue espantoso, no sé si tal vez su pregunta se
refiera a mis hijos, para ellos fue terrible, eran muy cercanos a su papá,
él manejaba su empresa con muchas personas a su cargo, yo me hice
cargo de la empresa diez años más, y después la cerré por Gaviria con
su decisión de hacer su “esta económica”, bueno. En todo caso fue un im-
pacto muy duro, yo pienso que para el país de todas estas personas que
se murieron en el avión, porque todos eran más o menos como el estilo
de él, eran personas trabajadoras, industriales, ellos iban era por viajes
de negocios a Cali. Y después en la vida seguimos, afortunadamente, él
dejó maneras de vivir y no cambiar nuestro estilo de vida, y pues yo seguí
con la empresa diez años más. Nosotros construimos, la idea era que los
hijos siguieran con ella, pero pues no se pudo por la reforma económica
que hizo Gaviria. Nosotros hacíamos importaciones, entonces él ordenó
acelerar los pagos de las importaciones, por supuesto eso no se puede
hacer sin dañar las empresas y no nos quebramos porque había recursos.
Las importaciones se hacían a través de cartas de crédito que tenían que
ser aprobadas y entonces se mandaban el lunes y estaban listas el vier-
nes, pero ya con la reforma de Gaviria ya todo se manejó de una manera
más rápida, que entraban por la mañana y por la tarde ya las habían
aprobado, entonces ¿qué pasó? que los laboratorios que era los que nos
compraban a nosotros decidieron hacer sus propios departamentos de

339
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

importaciones porque se les facilitaron mucho las cosas, entonces ya la


empresa empezó a decaer y me tocó cerrarla.

Pertinencia de las medidas de reparación. Reparación del Estado no


ha habido realmente, porque se luchó mucho con Rojas para que nos acepta-
ran como víctimas. ¡Por fin nos aceptaron como víctimas! una persona como
la que te estoy describiendo, trabajadora, echada pa´ delante y todo, pues…
eran cinco millones para cada uno, a mí me parece absurdo que después de
treinta años pretendan darle a uno cinco millones por la vida de una persona
tan productiva, sin embargo, nunca nos los dieron, jamás, ni siquiera eso. En-
tonces, reparación del Estado pues no hubo realmente, y nosotros afortunada-
mente con mis hijos, ellos siempre han sido muy derechos, les saqué adelante
sus profesiones, sus especializaciones, sola. Porque no tuve ayuda de nadie, ni
del Estado, ni de ninguna entidad gubernamental, nada en absoluto.

Yo personalmente pienso que la verdad no se ha sabido, porque hay muchas


versiones, dicen que fue Pablo Escobar, se han atrevido que eso también vino
de los altos mandos del Estado, entonces uno ya no sabe ni qué pensar. Ver-
dad, pues no ha habido, y para nosotros como víctimas me atrevería a decir,
que tal vez tendríamos un poquito más de paz si realmente se llegara a saber,
¿qué fue lo que pasó y por qué?

Barreras para acceder a la verdad. Pienso que, como todo en este


país, se lleva muchísimo tiempo, todos son barreras, van para acá, van
para allá, nunca se sabe nada y eso pasa en todas partes, con una simple
demanda que uno ponga eso son años, entonces por eso mismo también
es que nos quedamos así. Afortunadamente, al menos se logró que fuera
declarado crimen de lesa humanidad, entonces no prescribe, pero de ahí
a que uno crea que están haciendo algo para esclarecer la verdad, yo no
creo. Después de treinta años, es como muy difícil que uno acepte eso, que
están trabajando en eso, como complicado. Son muchos años, y entonces esto
está ahí, así se quedó, nunca ha habido verdad, nunca ha habido nada y pues
les toca a las familias aceptarlo, lo que fue una tragedia, un padre amoroso,
un padre bueno, un buen papá lo que sea, en el aspecto de William y en los
de muchos otros que iban en ese avión. Y hasta ahí no tenía nada que ver con
política ni mucho menos, pero así se quedó, porque ya la verdad, yo no sé, yo

340
Testimonios

soy muy escéptica de que se llegue a saber algún día, porque la verdad es que
sí está como muy obstruida esa verdad.

¿Cómo han construido memoria? Yo sinceramente no he visto mucho,


Gonzalo ha luchado y él fue el gestor de Colombia con Memoria, la fundación,
él ha luchado muchísimo y cada año se hace la conmemoración de la trage-
dia y todo esto, pero yo no he visto así como mucha claridad de que se esté
haciendo este tipo de gestión para que la memoria no se quede así, porque lo
que pasó es parte de la historia de este país, es parte de la época tan horrible
que se vivió del narcotráfico de Pablo Escobar, de toda esa cosa. La juventud
no sabe de eso, ellos no saben eso, ellos no saben que pasó, hablarles a ellos
de eso es como hablarles en chino, entonces sí sería bueno, no sé, no tengo
idea cómo lograrlo, pero sí que nunca quedará en la memoria de lo que los
vivimos, sino en la memoria de los que no lo vivieron también.

Importancia del informe. Realmente, ojalá sirva de algo. Que la gente


quede tranquila, yo digo que uno queda tranquilo si sabe la verdad absoluta,
entonces pues si ese informe nos lleva a todo eso, sería magnífico, y si logras
completarlo con las entrevistas que les hagas a los otros parientes de las víc-
timas, sería algo muy bueno que llegaran al fondo de todo esto.

En el caso particular de mi esposo, pues la empresa yo la seguí, realmente


los empleados que teníamos fue que quedaron en la calle al otro día porque
yo la seguí diez años más, pero ya al cabo de diez años como te decía ante-
riormente pues me tocó acabarla, porque eso ya fue fuerza mayor, pero más
o menos ese tipo de daños dejó, caso particular de cada persona.

341
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

Referencias

Testimonios y conversaciones individuales


• Entrevista a Sebastián Marroquín Santos (Juan Pablo Escobar He-
nao), hijo de Pablo Escobar y autor de varios documentales y libros
sobre la vida de su padre. Bogotá, 14 de julio de 2019. Entrevista reali-
zada por Gonzalo Enrique Rojas Peña, grabada en formato de video y
audio, y transcrita. Archivos a disposición de la Comisión de la Verdad.
Publicada en el canal de YouTube de la Fundación Colombia con Me-
moria en: https://www.youtube.com/watch?v=Lo69TzDkNZY&t=28s

• Entrevista a Ariel Ávila, experto en conflicto armado y subdirector de la


Fundación Paz y Reconciliación. Bogotá, 17 de julio de 2019. Entrevista
realizada por Gonzalo Enrique Rojas Peña, grabada en formato de video
y audio, y transcrita. Archivos a disposición de la Comisión de la Verdad.
Publicada en el canal de YouTube de la Fundación Colombia con Me-
moria en: https://www.youtube.com/watch?v=OHHrENH_VlQ

• Entrevista a Néstor Rosanía, experto en conflicto armado y director


del Centro de Estudios en Seguridad y Paz. Bogotá, 19 de julio de
2019. Entrevista realizada por Gonzalo Enrique Rojas Peña, grabada
en formato de video y audio, y transcrita. Archivos a disposición de la
Comisión de la Verdad. Publicada en el canal de YouTube de la Funda-
ción Colombia con Memoria en: https://www.youtube.com/watch?-
v=tD7Py8qIb9o&t=31s

• Entrevista a Jesús María Carrillo, ex Consejero de Estado y ponente


de las respuestas a las demandas instauradas por las familias de las
víctimas del atentado al avión de Avianca, contra el Estado colom-
biano. Entrevista realizada por Gonzalo Enrique Rojas Peña, grabada
en formato de video y audio, y transcrita. Archivos a disposición de la
Comisión de la Verdad. Publicada en el canal de YouTube de la Funda-
ción Colombia con Memoria en: https://www.youtube.com/watch?-
v=aC8Y_ll3QE0&t=724s

• Entrevista a Hugo Acero, experto en seguridad ciudadana. Entrevis-


ta realizada por Gonzalo Enrique Rojas Peña, grabada en formato de
video y audio, y transcrita. 2019. Archivos a disposición de la Comi-

342
Referencias

sión de la Verdad. Publicada en el canal de YouTube de la Fundación


Colombia con Memoria en: https://www.youtube.com/watch?v=QHI-
3F6alF5E&t=39s

• Entrevista a Dandenys Muñoz Mosquera, alias “La Quica”, única per-


sona condenada por el atentado al avión de Avianca. Entrevista rea-
lizada por Gonzalo Enrique Rojas Peña. Archivos a disposición de la
Comisión de la Verdad. Publicada en el canal de YouTube de la Funda-
ción Colombia con Memoria en: https://www.youtube.com/watch?-
v=qEs1yrrUgYk

• Entrevista a Petrit Baquero, politólogo y autor del libro “El ABC de la


Mafia”. Entrevista realizada por Gonzalo Enrique Rojas Peña, grabada
en formato de video y audio, y transcrita. Archivos a disposición de la
Comisión de la Verdad. Publicada en el canal de YouTube de la Funda-
ción Colombia con Memoria en: https://www.youtube.com/watch?-
v=lhdjYBgSWKY&t=2444s

• Entrevista a Olga Behar, autora del libro “El caso Klein: El origen del
paramilitarismo en Colombia”. Entrevista realizada por Gonzalo Enrique
Rojas Peña, grabada en formato de video y audio, y transcrita. Publica-
da en el canal de YouTube de la Fundación Colombia con Memoria en:
https://www.youtube.com/watch?v=dTiFUyCICBw&t=1094s

• Entrevista a Gustavo Duncan, autor del libro Más plata o plomo. El


poder político del narcotráfico en Colombia y México. Entrevista reali-
zada por Gonzalo Enrique Rojas Peña, grabada en formato de video y
audio, y transcrita. Archivos a disposición de la Comisión de la Verdad.
Bogotá, 9 de junio de 2020.

• Entrevista a Camilo Eduardo Umaña Hernández, profesor investiga-


dor del Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad
Externado y miembro cofundador de la línea de investigación “Rei-
vindicaciones sociales y derecho”, PhD en Criminología de la Univer-
sidad de Ottawa y PhD en Sociología Jurídica de la Universidad del
País Vasco. Entrevista realizada por Felipe Mora Forero, grabada en
formato de video y audio, y transcrita. Archivos a disposición de la Co-
misión de la Verdad. Bogotá, 10 de junio de 2020.

343
Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

• Entrevista a Jairo Andrade, autor de la novela “Cadáveres de Papel”.


Entrevista realizada por Gonzalo Enrique Rojas Peña, grabada en for-
mato de video y audio, y transcrita. Archivos a disposición de la Comi-
sión de la Verdad. Bogotá, 11 de junio de 2020.

• Entrevista a Mauricio Aranguren, autor del libro “Mi confesión”. Entre-


vista realizada por Gonzalo Enrique Rojas Peña, grabada en formato
de video y audio, y transcrita. Archivos a disposición de la Comisión de
la Verdad. Bogotá, 12 de junio de 2020.

• Entrevista a Camilo González Posso, presidente del Instituto de Estu-


dios para el Desarrollo y la Paz – Indepaz y director de la Revista Pun-
to de Encuentro. Entrevista realizada por Felipe Mora Forero, grabada
en formato de video y audio, y transcrita. Archivos a disposición de la
Comisión de la Verdad. Bogotá, 18 de junio de 2020.

• Entrevista a Francisco Galán, ex miembro del Ejército de Liberación


Nacional – ELN, y gestor de paz. Entrevista realizada por Martha Ce-
cilia Gutiérrez Portilla, grabada en formato de video y audio, y trans-
crita. Archivos a disposición de la Comisión de la Verdad. Bogotá, 18
de junio de 2020.

• Entrevista a Hernán Pedraza Saravia, Investigador de la Corporación


Nuevo Arco Iris. Analista de los temas de la economía de los Grupos
paramilitares en Colombia, en las áreas de salud pública, regalías y
cooperativas. Entrevista realizada por Martha Cecilia Gutiérrez Porti-
lla, grabada en formato de video y audio, y transcrita. Archivos a dis-
posición de la Comisión de la Verdad. Bogotá, 20 de junio de 2020.

• Entrevista a María José Pizarro, Representante a la Cámara, Lideresa


política, activista por la paz y la memoria. Entrevista realizada por Felipe
Mora Forero, grabada en formato de video y audio, y transcrita. Archivos
a disposición de la Comisión de la Verdad. Bogotá, 24 de junio de 2020.

• Entrevista a Camilo Andrés Parada Ruíz, Politólogo de la Universidad


Nacional, Magister en Estudios Sociales de la Universidad del Rosario
profesor de la Universidad del Rosario, Postgrado en Teoría Política
de FLACSO - Argentina y máster en estudios sociales de la Universi-
dad del Rosario. Entrevista realizada por Germán Alberto Felipe Sahid

344
Referencias

Garnica, grabada en formato de video y audio, y transcrita. Archivos a


disposición de la Comisión de la Verdad. Bogotá, 30 de junio de 2020.

• Entrevista a Carlos Alberto Patiño, Doctor en Filosofía, profesor titular


de la Universidad Nacional de Colombia, actualmente director del Ins-
tituto de Estudios Urbanos. Entrevista realizada por Germán Alberto
Felipe Sahid Garnica, grabada en formato de video y audio, y trans-
crita. Archivos a disposición de la Comisión de la Verdad. Bogotá, 3 de
julio de 2020.

• Entrevista a Pedro Emilio Morales, médico patólogo que atendió el


caso del atentado al avión de Avianca. Se entrega transcripción y ar-
chivo de audio. Entrevista realizada por Gonzalo Enrique Rojas Peña,
grabada en formato de video y audio, y transcrita. Archivos a disposi-
ción de la Comisión de la Verdad. Bogotá, 8 de julio de 2020.

• Entrevista a Ana Lilia Sánchez, víctima del atentado al centro de la 93. Se


entrega transcripción y archivo de audio. Entrevista realizada por Gonzalo
Enrique Rojas Peña, grabada en formato de video y audio, y transcrita. Ar-
chivos a disposición de la Comisión de la Verdad. Bogotá, 9 de julio de 2020.

• Entrevista a Andrés Felipe Aponte González, Politólogo e Historia-


dor; maestro en sociología general de la Escuela de Altos Estudios en
Ciencias sociales (París). Investigador en temas relacionados con el
conflicto armado y el reclutamiento, la justicia transicional, la cues-
tión agraria, y asuntos relacionados con organizaciones sociales en el
nivel local. Entrevista realizada por Martha Cecilia Gutiérrez Portilla,
grabada en formato de video y audio, y transcrita. Archivos a disposi-
ción de la Comisión de la Verdad. Bogotá, 10 de julio de 2020.

• Entrevista a Jaime Núñez Dueñas, Magister en Seguridad Pública de


la Escuela de Postgrados de la Policía “Miguel Antonio Lleras Piza-
rro”, Profesional en Relaciones Internacionales y Estudios Políticos de
la Universidad Militar Nueva Granada, Técnico Profesional en Servicio
de Policía, Estudiante de Derecho de la Universidad Nuevo Horizonte
y candidato a Doctor en estudios internacionales de paz, conflictos
y desarrollo.  Entrevista realizada por Germán Alberto Felipe Sahid
Garnica, grabada en formato de video y audio, y transcrita. Archivos a
disposición de la Comisión de la Verdad. Bogotá, 10 de julio de 2020.

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Una mirada del atentado al avión de Avianca
Narcotráfico y narcoterrorismo en el conflicto armado colombiano

• Entrevista a Rosalba Montes, Patrullera de la Policía Nacional, vícti-


ma del narcoterrorismo. Entrevista realizada por Gonzalo Enrique Ro-
jas Peña, grabada en formato de video y audio, y transcrita. Archivos a
disposición de la Comisión de la Verdad. Bogotá, 10 de julio de 2020.

• Entrevista a Javier Peña, ex agente de la DEA. Entrevista realizada


por Gonzalo Enrique Rojas Peña, grabada en formato de video y au-
dio, y transcrita. Archivos a disposición de la Comisión de la Verdad.
Bogotá, 14 de julio de 2020.

• Entrevista al coronel Homero Rodríguez, ex jefe de la Dirección de


Avanzadas del Departamento Administrativo de Seguridad. Entrevista
realizada por Gonzalo Enrique Rojas a través de correos electrónic-
os que se intercambiaron con el coronel Rodríguez. Archivos a dis-
posición de la Comisión de la Verdad. 28 de octubre de 2019.

• Entrevista a Carlos Valdés, ex director del Instituto de Medicina Legal


y Ciencias Forenses. Entrevista realizada por Gonzalo Enrique Rojas
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• Entrevista realizada a Richard Hahn, ex agente del FBI. Entrevista re-


alizada por Gonzalo Enrique Rojas Peña, a través de correos electróni-
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