Cultura Moderna y Posmoderna

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Cultura moderna y posmoderna

El término posmodernidad o postmodernidad fue utilizado para designar generalmente a


un amplio número de movimientos artísticos, culturales, literarios y filosóficos del siglo
XX, que se extienden hasta hoy, definidos en diversos grados y maneras por su oposición o
superación de las tendencias de la Modernidad.
Posmodernidad puede referirse tanto al proceso de transformación cultural de la
modernidad a partir de la década de 1970, y especialmente 1980, como a los diferentes
movimientos culturales, filosóficos y artísticos de ese período que cuestionan los
paradigmas de la modernidad, así como su vigencia universal y atemporal.

Si la partícula post significa 'después', ¿hablar de posmodernidad implica admitir que la


modernidad y sus valores han terminado? ¿O esto significa apenas que la modernidad
simplemente está en tela de juicio? ¿Qué quiere decir esta expresión realmente y qué
implica? ¿En qué se puede reconocer un movimiento o pensamiento posmoderno?

Los años 70, 80 y 90 fueron las décadas del triunfo del capitalismo y la sociedad del
bienestar, la caída del muro de Berlín y la mercantilización de la información y de todos los
órdenes de la vida, es decir, el triunfo de la sociedad de consumo en las sociedades
posindustriales.

Para algunos autores, la posmodernidad no es exactamente una crítica de la modernidad,


sino más bien un cuestionamiento del carácter absoluto de ciertos valores, como la noción
de "verdad" y “razón”, o la preeminencia de lo social sobre lo individual. Sin embargo,
según los defensores de la posmodernidad, esta no deja de reconocer la importancia de
los valores en cuestión, sino que apenas pone en cuestión el modo en que han sido
utilizados. ¿Pero tienen razón en ello?

Para comprender la posmodernidad

Comprender la posmodernidad pasa, necesariamente, por tener claro su punto de


referencia: la modernidad. La modernidad representa una era y una forma de
pensamiento cuyos antecedentes pueden rastrearse en el antropocentrismo del
renacimiento, si bien no cobraría forma plena sino hasta el siglo XVIII.

Una corriente intelectual y dos hechos históricos en el siglo XVIII fueron fundamentales en
este giro de la historia: el movimiento de la Ilustración, conocido también como
Iluminismo, la revolución francesa y la revolución industrial.

Grosso modo, la modernidad se propuso el paso de la tradición al cambio, lo que recibió el


nombre de “progreso”. Esto implicaba:
 secularizar la sociedad, es decir, separar la Iglesia del poder político;
 promover el conocimiento (razón y ciencia) como armas contra el fanatismo y
herramientas del progreso;
 consolidar el Estado nacional (formación del nacionalismo), y crear un nuevo
modelo político basado en la separación de poderes y la libertad de los ciudadanos;
 desarrollar todas las potencialidades económicas de la industrialización.

Pero la historia de los siglos siguientes mostraría las costuras de tan “inspirador” modelo:
la expansión del imperialismo, la aparición de la ideología comunista, el nacionalismo
exacerbado que produjeron dos guerras mundiales y otros conflictos armados, el crack del
29 y la guerra fría.

La aparición de las nuevas tecnologías (especialmente las de la comunicación) formarían


un nuevo escenario: el triunfo de la cultura del consumo y la cultura de masas. ¿Es ese el
cumplimiento de la promesa? ¿A eso se limitaría el progreso? La disgregación de los
valores, la pérdida de la fe en la trascendencia de los grandes relatos históricos y el
desasosiego generado por el hastío frente a una cultura absolutamente mercantilizada y
mecanizada constituirían, pues, la condición posmoderna.

Características de la posmodernidad

Las características de la modernidad pueden ser resumidas en los siguientes aspectos:

 Expresa la crisis del pensamiento metafísico moderno;


 Deslegitima los metarrelatos modernos;
 Reconoce que existen diferentes modos de saber;
 Rechaza la linealidad histórica y relativiza el progreso;
 Reflexiona sobre su contexto y visibiliza responsabilidades;
 Promueve la diferenciación subjetiva y la diversidad.

Expresa la crisis del pensamiento metafísico moderno

La crisis del pensamiento metafísico moderno comienza, según los autores, desde el
momento en que la filosofía y la ciencia descubren que no son infalibles ni universales, al
tiempo que descubren su incapacidad para hallar una “verdad” única, lo que conlleva a la
deslegitimidad de los metarrelatos modernos. La posmodernidad visibiliza este quiebre.

Con pensamiento metafísico moderno nos referimos a la filosofía y la ciencia en las formas


en que son concebidas en la modernidad. Ciencia y filosofía modernas se han centrado en
enarbolar la razón como principio fundamental de la historia humana, así como en buscar
y defender una verdad única. Pero las maneras en que la historia del mundo ha
evolucionado ponen esta pretensión en tela de juicio.

La ciencia y la filosofía modernas se han demorado en reflexionar sobre el sentido de la


vida y el propósito de conocimiento a partir de principios absolutos. Es decir, han hecho
prevalecer la “Idea” sobre la realidad y el contexto, lo que es causa de contradicción y
malestar.

Deslegitima los metarrelatos modernos

Ciencia y filosofía, razón y verdad, orden y progreso, Estado y nación, modernización y


desarrollo, son algunos de los metarrelatos fundamentales de la modernidad. Todos ellos
se han erigido como principios civilizatorios universales y universalizantes, tal como antes
lo hubiera sido la religión.

Si la modernidad quiso sepultar la religión en el campo santo de la vida privada, también


cavó su propia fosa a un lado al no cumplir sus promesas, pues entre otras cosas, ¿cuándo
llega el progreso y qué viene después de él? Si es cierto que la sociedad se beneficia del
progreso desde una perspectiva histórica, ¿es esto consuelo suficiente para la existencia
individual?

La deslegitimación de los metarrelatos modernos es consecuencia de varias fisuras, de las


que enumeramos solo tres:

 pretender dar sentido a la vida social en función de principios abstractos


(progreso, razón, conocimiento);
 someter a los individuos a ese proyecto social negando las subjetividades y las
diversidades; y
 permanecer de espaldas a los modos en que la aparición de la técnica y la
tecnología han dinamitado aquellas abstracciones.

Es todo esto lo que crea, justamente, la crisis social y cultural de las sociedades
posindustriales que refleja la posmodernidad.

Reconoce que existen diferentes modos de saber

Para la posmodernidad, el saber no es solamente científico o filosófico, de esa manera,


relativiza la valoración de la razón. Para la posmodernidad, si algo ha evidenciado la nueva
forma de vida en que la información se ofrece como mercancía, es que también existe el
saber-vivir, el saber-hacer o el saber-oír.
Junto a esto, para la posmodernidad también cobran importancia las formas del “decir” y
la aparición del saber en forma de información. Por todo ello, la concepción del
conocimiento según la modernidad se transforma y las ideas de razón universal y verdad
absoluta se relativizan.

Es por todo ello que, no solo para los intelectuales de la posmodernidad sino para los hijos
de la era posmoderna, tienen una inmensa importancia los símbolos, el lenguaje, los
iconos, en fin, los diferentes modos de “decir” o “significar”.

Rechaza la linealidad histórica y relativiza el progreso

La modernidad se proponía el paso de la tradición al cambio. Este paradigma recibió el


nombre de “progreso”, horizonte al que toda sociedad debía aspirar. Ese es el gran
metarrelato de la modernidad.

Para la mentalidad moderna, el progreso correspondía a una visión lineal y evolutiva


(ascendente) del tiempo, cuyo logro sería posible en función de tres elementos
principales:

 el dominio de la razón (conocimiento),


 el desarrollo tecnológico e industrial y
 la consolidación del Estado nacional moderno (repúblicas).

Pero a pesar de que muchas de las aspiraciones fueron logradas, también es cierto que las
contradicciones no tardaron en aparecer.

La posmodernidad acepta que la historia está conformada de rupturas, regresos,


divagaciones, saltos inesperados, en fin, que no está orientada hacia un fin último, sino
que es compleja y está desprovista de un metarrelato que la oriente.

Reflexiona sobre su contexto y visibiliza responsabilidades

Algunos defensores del pensamiento posmoderno sostienen que esta línea de


pensamiento reflexiona sobre hechos concretos, sus consecuencias y las
responsabilidades de los actores sociales, lo que implica para ellos la construcción de una
ética.
Más allá de afirmar o negar esta idea, sí queda claro que la filosofía posmoderna asume su
tiempo histórico. Con esto queremos decir que intenta responder a su contexto e intenta
comprender el malestar de las sociedades posindustriales.

Son sociedades posindustriales aquellas que, tras poner en práctica el modelo industrial y


capitalista, “disfrutan” de la riqueza y estabilidad generada por la industrialización. Es
decir, son las sociedades que viven lo que se conoce como Estado de bienestar. Solo que
la fragmentación del orden social da cuenta de que algo no ha dado el resultado esperado.

La posmodernidad pone en evidencia que el capitalismo, aunado a las tecnologías, ha


propiciado, por una parte, la individualización de los sujetos, y, por la otra, ha modificado
la valoración del saber, cuyo fin ya no es la reivindicación del espíritu, sino su
mercantilización. Si todo es mercantilizable, si todo se resume al consumo, entonces se
pierde la trascendencia humana, pues ha sido desprovista de su significado.

Promueve la diferenciación subjetiva y la diversidad

Si la razón y la verdad absoluta se relativizan, la posmodernidad comprende que existe


una diferenciación subjetiva y una diversidad. La atomización de los individuos, el triunfo
de la sociedad de bienestar y sus consecuencias, la caída de los grandes metarrelatos y la
pérdida de la orientación histórica, favorecen la diferenciación de subjetividades.

En ese escenario, los miembros de la sociedad no buscan ya homogeneizarse con el gran


conjunto, sino distinguirse, diversificarse, y en muchos casos, resistir, pasiva o
activamente.

El sentido no viene conferido por el discurso común, tal como la pertenencia a la nación,
sino por las búsquedas del individuo, bien en soledad, bien en grupo. Pero estas
búsquedas no son capaces de articular un nuevo metarrelato para las sociedades
posindustriales.

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