Recursos de Hecho y Aclaratoria
Recursos de Hecho y Aclaratoria
Recursos de Hecho y Aclaratoria
Presupuesto subjetivo
El recurrente es la parte a quien se le negó la apelación o se admitió
en un solo efecto cuando debió admitirse libremente
Presupuestos objetivos
La decisión recurrida es el auto del Juez de la causa que niega la
apelación o la admite en un solo efecto
• El recurrente solicitará ante el Juez de la causa copia de las actas del
expediente que crea conducentes y de las que indique el Juez si éste lo dispone
así. También se acompañará copia de los documentos o actas que indique la
parte contraria, costeándolos ella misma
• El recurso se presenta ante el Superior, con las copias obtenidas, pero puede
introducirse sin dichas copias
La aclaratoria
Supuestos y trámites
Salvaturas
El artículo 252 del Código de Procedimiento Civil, distingue como una de las
actividades susceptibles de realizarse por el Juzgado que produjo la sentencia, la
salvatura de las omisiones como una actividad diferenciada. Nos enseña Rengel
Romberg que ha de entenderse por omisiones, aquellas de índole material.
La mens legis, dice Carnelutti, es ciertamente en el sentido de que el vicio,
ya sea por omisión o por comisión, encuentre su sede en la fórmula y no en la
idea; para dar lugar a la rectificación, la omisión debe pertenecer a la misma
categoría del error material y tener así el carácter de la denominada omisión
involuntaria.
Aunque trata de una de las actividades más inusuales dentro de la
disposición que examinamos No creemos que tiene mucho que ver con las
eventuales omisiones de pronunciamientos, las que se corrigen en realidad a
través de la ampliación de la sentencia, sino a la corrección física de
enmendaduras, aunque sea de foliación, palabras testadas y cualquier
interlineación, tal como lo define el artículo 109 del propio Código de
Procedimiento Civil, que es la otra disposición que expresamente desarrolla la
salvatura.
Evidentemente, cuando se salva alguna parte de la sentencia, en realidad
no se está incorporando algo nuevo ni se les está aclarando su expresión material,
simplemente se está garantizando la integridad de su texto al expresarse que
aquellas eventuales irregularidades físicas que aparezcan de manifiesto en el
documento son legítimas o no.
Rectificaciones:
En lo que respecta a las rectificaciones, Azula Camacho nos explica que a
través de este mecanismo es posible subsanar los errores que se cometan por
omisión o cambio de palabras o alteración de estas, siempre que estén contenidas
en la parte resolutiva o influyan en ella.
Así se puede subsanar el caso, frecuente por cierto, que se cambie el
nombre de una de las partes o se omita uno, cuando es compuesto, o se truequen
o inviertan los apellidos, etc., lo que, en ese entonces, antes de la reforma, hacía
nugatoria la decisión por ausencia de un medio para subsanarlo.
Continua el mismo autor señalando que se entiende por errores aritméticos
los que se cometen con las partidas que integran una operación o en el resultado
de esta. Aclara que en la legislación colombiana, este tipo de correcciones puede
verificarse en cualquier tiempo, esto es, aun con posterioridad a la ejecutoria de la
sentencia, de oficio por el juez o a instancia de las partes, y mediante auto
interlocutorio susceptible únicamente de apelación, por considerarse que, en ese
aspecto, se asemeja a la sentencia, pues la casación y la revisión que, de acuerdo
con la doctrina, eran procedentes por hacerse extensivos a esa providencia todos
los medios de impugnación procedentes contra la original, sin distingo alguno, lo
cual fue prohibido por reforma legislativa.
La disposición es precisa al señalar que la rectificación del fallo se refiere a
la corrección de errores materiales, tales como errores de copia, de referencia o
de cálculos numéricos que aparecieron de manifiesto en la misma sentencia.
Precisa Rengel Romberg que debe entenderse por errores de cálculos
numéricos, el error aritmético o yerro en que se incurre al realizar incorrectamente
determinadas operaciones aritméticas, tales como la suma, la sustracción o resta,
la multiplicación, la división o el simple cálculo de porcentajes o de intereses, cuya
revisión y corrección no exige conocimientos especializados y, por tanto, no
requieren de la intervención de expertos, sino que pueden y deben ser
subsanados por el juez.
El recurso de rectificación, como lo llamara Espinosa en su oportunidad, es
el medio que la ley concede a las partes para obtener del tribunal que dictó una
resolución, la corrección de las omisiones o diferencia de cálculos numéricos que
aparezcan, de manifiesto en la misma sentencia.
Si en una sentencia en que se condena al demandado a pagar a título de
perjuicio, la cantidad de diez mil pesos y se declara que en total debe la suma de
doce mil pesos, es evidente la procedencia de este recurso de rectificación o
enmienda.
Por tanto, a través de este otro mecanismo de corrección del fallo si bien se
pude modificar parcialmente el texto de la sentencia, ello es con el único propósito
de enmendar las malas copias de nombres o datos o corregir operaciones
matemáticas que, del propio texto del fallo se evidencia que fueron errados. Si
bien ello constituye una modificación del fallo, en realidad no es más que su
corrección en lo que respecta a aquellos errores materiales incurridos en su
formación.
Ampliaciones.
Al referirnos a esta otra categoría de la disposición que examinamos,
Véscovi nos advierte que la mayor fuente de incertidumbres la proporciona la idea
de ampliación, pues ésta se refiere a una omisión de la sentencia y es la que, sin
duda, implica una modificación de ella, por la inclusión de algún punto que no
estaba resuelto expresamente en ella. Naturalmente, debe integrar el objeto de la
litis, conforme al principio de congruencia.
Se ha dicho de la ampliación que constituye el mecanismo por excelencia
para corregir la eventual incongruencia negativa de la que eventualmente pudiere
haber estado viciado el fallo y así evitar su innecesaria casación por ese defecto
formal. En efecto, aquel litigante que advirtiera oportunamente la omisión de
pronunciamiento en la sentencia respecto a algún punto controvertido de la litis,
aunque aparezca vencedor, puede pedir la ampliación de ésta a fin de que el
Juzgado que la emitió extienda a su examen a ese aspecto involuntariamente
omitido y así hacer congruente el fallo con lo litigado por las partes.
Véscovi, nos aclara, que Couture enseñaba al respecto que:
a) debe tratarse de un error involuntario del tribunal, o sea, no una omisión
por una pretensión que resulta denegada;
b) que ampliar no puede significar introducir una nueva cuestión no
planteada en los escritos introductorios;
c) que ampliar no puede significar restringir, es decir, excluir algo sobre lo
cual recayó pronunciamiento (condena, etc.).
Sin embargo, desde el punto de vista de Véscovi, estas ideas son
compartibles siempre que se aclare que, naturalmente, sólo puede un error ser
involuntario:
(a) si no entraríamos en una negatoria;
(b) asimismo que los puntos del litigio que pueden ser incluidos, no sólo
alcanzan a los deducidos en los escritos introductorios;
(c) sino también respecto a hechos nuevos o modificativos o extintivos
planteados oportunamente.
Por tanto, Véscovi concluye que se debe tratar, entonces, de otro caso de
excepción; por consiguiente, de interpretación restringida.
La jurisprudencia por él examinada, así como la nuestra, tiende a rechazar
reiteradamente recursos de este tipo, por los cuales se pretende modificar la
sentencia, incluyendo pronunciamientos que, aunque sea tácitamente, aparecen
como denegados en la sentencia, y otros que importan su modificación indebida.
Azula Camacho, al referirse al tema lo hace con la expresión de la adición y
no la ampliación, pues así aparece en la legislación colombiana, aunque se trata
de la misma figura y al respecto nos refiere que ésta consiste en complementar la
sentencia cuando en su parte resolutiva se guarda silencio acerca de puntos o
aspectos que son materia de la controversia, o que, si bien son ajenos a ésta,
constituyen objeto de pronunciamiento expreso.
De forma pedagógica, entonces, nos enseña que la ampliación o adición se
impone en los siguientes casos:
a) Cuando se guarda silencio sobre una o varias de las pretensiones
formuladas. Acontece, por ejemplo, cuando se solicite la resolución de un contrato
de compraventa y la restitución del bien, pero el juez solo acoja la primera y no
diga nada en relación con la segunda. No hay lugar a la adición en el caso de que
niegue la pretensión principal, como ocurrirá en el ejemplo citado con la resolución
de la compraventa y se guardara silencio sobre la entrega del bien, en razón de
que esta también quedaría comprendida en la negativa, por ser consecuencia de
aquella.
b) Cuando nada se dice con respecto a las excepciones propuestas por el
demandado y que deben ser objeto de pronunciamiento expreso en la sentencia.
Cabe observar que por la sola circunstancia de que en la sentencia se acojan las
pretensiones formuladas por el demandante, ello implica o entraña un
pronunciamiento tácito negativo en relación con las excepciones. Sin embargo, en
ciertos casos, la ley exige que determinadas excepciones sean materia de
consideración expresa, así se despachen favorablemente las pretensiones, como
acontece con la nulidad absoluta y la simulación, siempre, que en el proceso sean
partes quienes lo fueron en el acto o contrato afectado con ellas.
c) Cuando el juez se abstiene de considerar las pretensiones de la
demanda principal o de la de reconvención. Esto implica que sea sobre la totalidad
de las pretensiones, pues si es solo parcial, encaja dentro de la hipótesis prevista
en el primer caso. Acontece, v. gr., en la separación de cuerpos reclamado por
uno de los cónyuges y que el otro, a su vez, también la solicite mediante
reconvención. Como la pretensión formulada por cada parte se funda, en hechos
imputables a su opositora, es necesario analizar unos y otros y pronunciarse
independientemente sobre los dos pedimentos, para negarlos ambos, o acoger
cualquiera de los dos.
d) Cuando la sentencia no considera determinados aspectos que la ley
perentoriamente exige, así no sean objeto de pedimento por las partes, como
ocurre frente a las costas o la condena en perjuicios a la parte o a su apoderado
corno consecuencia de haber obrado con temeridad o mala fe.
Henríquez La Roche nos expresa que como su nombre lo indica, las
ampliaciones constituyen un complemento conceptual de la sentencia requerida
por omisiones de puntos, incluso esenciales, en la disertación y fundamento del
fallo o en el dispositivo, siempre que la ampliación no acarree la modificación
del fallo. Comprende también las omisiones sobre los requisitos formales que
exige el artículo 243 del Código de Procedimiento Civil. El juez puede, por
ejemplo, ampliar la sentencia, en el sentido de hacer el pronunciamiento sobre
costas procesales omitido en el texto de la misma (cfr CSJ, Sent. 6-8-92, en Pierre
Tapia, O.: ob. cit. N° 8-9, p. 385-386). Estas ampliaciones no significan
revocatorias o modificaciones de lo establecido en el fallo, ya que, en propiedad,
son adiciones o agregados que dejan incólumes los dispositivos ya consignados;
su causa motiva obedece, como hemos dicho, a un lapsus o falta en el orden
intelectivo, en el deber de cargo del magistrado, y su causa final es la de
inteligenciar un razonamiento o completar una exigencia legal
Ahora bien, como hemos visto de las cuatro actividades permitidas por el
artículo 252 del Código de Procedimiento Civil, la ampliación es sin duda la más
compleja de ellas y tiene como consecuencia que el Juzgado que la acuerde
reexamine los términos de la controversia a fin de verificar si, en efecto, existe la
incongruencia negativa que con ella se pretende subsanar. A diferencia de las
otras hipótesis, en las que el Juzgado examina en esencia el texto de la sentencia
o su eventual disparidad con algunos datos que aparecen en el expediente, ante la
ampliación se examina si en realidad dejaron de resolverse algunos puntos
comprometidos en la litis, bien sean pretensiones o excepciones.
Por tanto, según hemos visto tanto doctrinaria como jurisprudencialmente,
se trata de una verdadera prolongación de la actividad jurisdicente pues que
provoca el juzgamiento de aspectos que si bien controvertidos e integrantes de la
litis, por algún error desconocido no fueron atendidos en su oportunidad y, por esta
vía, se ha de subsanar.