Recursos de Hecho y Aclaratoria

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Recursos de Hecho y Aclaratoria, Ampliación o

Integración, Salvatura, Rectificación del Acto Sentencial.

La sentencia es el pronunciamiento que hace el juez dentro del proceso


judicial mediante el cual, motivadamente, resuelve a favor de una de las partes la
Litis o un determinado aspecto de ésta, eventualmente poniéndole fin. Nuestro
ordenamiento jurídico no distingue el tiempo o contenido del pronunciamiento para
considerarlo sentencia y, en consecuencia, tanto existen sentencias interlocutorias
como definitivas.
Ese pronunciamiento que hace el juez puede tener errores materiales,
omisiones o estar viciado como consecuencia de un defectuoso entendimiento del
derecho aplicable o una mala fijación de los hechos probados por las partes. A fin
de corregir estos eventuales errores, el ordenamiento procesal ha desarrollado
una serie de mecanismos, en su mayoría, considerados recursos, encaminados a
producir la revisión y eventual rectificación de las sentencias.
La redacción de la sentencia en nuestro ordenamiento procesal, aún
gobernado por la escrituralidad, puede estar acompañado de errores materiales
que el Código de Procedimiento Civil ha previsto como de eventual ocurrencia y
ha dispuesto de mecanismos ágiles para que el propio Juzgado que emitió la
sentencia en cuestión, sin revocarla ni reformarla en lo esencial, la corrija a fin de
garantizar de mejor modo su ejecución.
Siguiendo al procesalista italiano Liebman, el texto de la sentencia puede
contener un error o una omisión de carácter material, que no implique un vicio del
juicio, sino un simple defecto en la formulación del acto escrito, esto es, un error
en la expresión, no en el pensamiento. Así, simplificando el asunto, sostiene que
la sola lectura de la sentencia debe hacer evidente que el juez, al manifestar su
pensamiento, ha usado nombres, o palabras, o cifras diversas de las que habría
debido usar para expresar fiel y correctamente las ideas que tenía en la mente,
incluyendo como error material el error de cálculo, que puede ser rectificado aun
simplemente rehaciendo la operación aritmética llevada a cabo al formular el
juicio. En otros términos, el error material es el debido a una desatención o a una
inadvertencia ocurrida en la operación de redacción del acto. Por ello, afirma que
cuando hay un error de esta naturaleza, la ley consiente hacerlo enmendar sin
necesidad de impugnar la sentencia.
En nuestro ordenamiento jurídico, el artículo 305 CPC. Desarrolla el
Recurso de Hecho, expresando lo siguiente: “Negada la apelación, o admitida en
un solo efecto, la parte podrá recurrir de hecho, dentro de cinco días, más el
término de la distancia, al Tribunal de alzada, solicitando que se ordene oír la
apelación o que se la admita en ambos efectos y acompañará copia de las actas
del expediente que crea conducentes y de las que indique el Juez si éste lo
dispone así. También se acompañará copia de los documentos o actas que
indique la parte contraria, costeándolos ella misma. El auto que niegue la
apelación o la admita en un solo efecto, fijará el término de la distancia, si fuere
procedente, a los efectos del recurso de hecho.”

El Recurso que puede interponer el apelante ante el tribunal superior,


contra la decisión del juez a quo que niega la apelación o la admite en un solo
efecto, solicitando se ordene oír la apelación o admitirla en ambos efectos,
conforme a la ley.

El recurso de hecho contra la decisión que inadmite la casación procede en


los siguientes casos en que procede:

 Negativa de admisión de la apelación


 Apelación oída en solo efecto (devolutivo)

El auto que niegue la apelación o la admita en un solo efecto, fijará el término


de la distancia, si fuere procedente, a los efectos del recurso de hecho

La Forma de promoverlo es en los siguientes supuesto:

 Presupuesto subjetivo
      El recurrente es la parte a quien se le negó la apelación o se admitió
en un solo efecto cuando debió admitirse libremente
 Presupuestos objetivos
      La decisión recurrida es el auto del Juez de la causa que niega la
apelación o la admite en un solo efecto

Condiciones formales de interposición:

•    El recurrente solicitará ante el Juez de la causa copia de las actas del
expediente que crea conducentes y de las que indique el Juez si éste lo dispone
así. También se acompañará copia de los documentos o actas que indique la
parte contraria, costeándolos ella misma

•    El recurso se presenta ante el Superior, con las copias obtenidas, pero puede
introducirse sin dichas copias

•    El tiempo para recurrir es de 5 días de despacho, más el término de la


distancia, contados a partir del auto que se pronunció sobre la apelación

Órgano competente, tiempo para la decisión y efectos

El recurso será decidido por el Tribunal superior a aquél que se pronunció


sobre la apelación

El tiempo para la decisión es de 5 días contados a partir de la recepción del


recurso, o de las copias

Si no se presentan las copias, el Juez fijará un lapso para presentarlas, de


lo contrario declarará desistido el recurso

El efecto del recurso declarado con lugar es la orden de oír la apelación, o


de oírla libremente, según el caso
Teniendo su basamento legal en los Artículos 308 CPC. El Tribunal de
alzada impondrá una multa que no será menor de quinientos bolívares ni mayor de
dos mil, al Juez que hubiere negado las copias de que tratan los artículos
anteriores, o que hubiere retardado injustamente su expedición, sin perjuicio del
derecho de queja de la parte perjudicada por la negativa o por el retardo.

Artículo 309 CPC. Si por no haberse admitido la apelación o por haberla


admitido en un solo efecto, el Juez de la causa hubiere dictado providencias, éstas
quedarán sin efecto si el Juez de alzada ordenare que se oiga la apelación
libremente.

En la práctica, se confunden tremendamente todas estas distintas hipótesis


previstas en el artículo 252 del Código de Procedimiento Civil con la expresión
“ampliación” o “aclaratoria” de la sentencia, sin que abogados litigantes ni jueces
reparen que en realidad son distintos los supuestos previstos en la norma y
responden igualmente a diferentes supuestos de hecho.
No debe esta regulación conjunta llevar al equívoco de confundir las
aclaratorias, salvaturas, rectificaciones y ampliaciones entre sí, pues se trata en
realidad de actividades perfectamente diferenciadas las que se piden por estos
medios e, incluso, según la doctrina especializada, responden a diferente
naturaleza jurídica.

La aclaratoria

La aclaratoria de la sentencia, como lo sugiere su nombre, estaría referida


al esclarecimiento que hace el propio juez de su decisión, en cuanto norma
jurídica individualizada, respecto a aquello que pudiere parecer obscuro, ambiguo
o simplemente difícil de comprender. Se trata de una verdadera interpretación
auténtica, pues emana del mismo órgano que pronunció el fallo.

Nuestro ordenamiento legal, lo menciona en el Artículo 252, “Después de


pronunciada la sentencia definitiva o la interlocutoria sujeta a apelación, no podrá
revocarla ni reformarla el Tribunal que la haya pronunciado. Sin embargo, el
Tribunal podrá, a solicitud de parte, aclarar los puntos dudosos, salvar las
omisiones y rectificar los errores de copia, de referencias o de cálculos numéricos
que aparecieren de manifiesto en la misma sentencia, o dictar ampliaciones,
dentro de tres días, después de dictada la sentencia, con tal de que dichas
aclaraciones y ampliaciones las solicite alguna de las partes en el día de la
publicación o en el siguiente”.

Se podría definir como la posibilidad, que una vez dictada la sentencia, se


aclare por el juzgador algún punto dudoso. De acuerdo a Vescovi, (Los recursos
judiciales y demás medios impugnativos en Iberoamérica), se trata de este caso
de corregir un aspecto de la expresión, no de la volición o voluntad del juez.

Por su naturaleza, la aclaratoria es una interpretación auténtica de la


sentencia, porque ésta y su aclaratoria constituyen un solo acto indivisible, cuya
unidad mal podría romperse después para considerar aisladamente la sentencia
sin la aclaratoria. Después de la aclaratoria (declaración interpretativa) la
sentencia (declaración interpretada) no existe más formalmente como antes, dice
Carnelutti, ella recibe de la declaración interpretativa una nueva forma

La corrección de errores materiales, que de acuerdo a nuestra disposición


legal pueden ser de copia, de referencias o de cálculos numéricos

No puede modificar lo decidido, sino corregir un error en la expresión, por


consiguiente no es un recurso

La ampliación no puede recaer sobre algún punto de la pretensión o de las


defensas no decididas. Vescovi considera que es un recurso, porque añade a la
sentencia decisiones que no incluía

En la jurisprudencia venezolana, puede referirse a las costas o a la


definición de los límites de la experticia complementaria del fallo.

Los requisitos para la procedencia de la aclaración son:


a) Que se trate de frases que ofrezcan serios motivos de duda, es decir,
que sean ambiguas y se presten a diversa interpretación.
b) Que las frases que reúnan el requisito anterior se encuentren en la parte
resolutiva de la sentencia o influyan en ella. Son irrelevantes, por tanto, las
contenidas en la parte motiva, salvo que a ellas se remita la resolutiva, pues
forman parte de la decisión.
c) Que la aclaración se solicite o se verifique, según el caso, dentro de la
oportunidad expresamente destinada para ello por la ley.
Pero si la sentencia contiene en su parte resolutiva o en la motiva a la que
aquélla haya hecho referencia y por tanto forme parte de la resolución, conceptos
o frases que ofrezcan verdadero motivo de duda, puede ser aclarada por auto, de
oficio dentro del término de ejecutoria o a solicitud de parte formulada dentro del
mismo término. El auto aclaratorio se considera incorporado a la sentencia.
La Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia sostiene, la
posibilidad de solicitar ampliaciones o aclaratorias de las sentencias aparece
reconocida en nuestra legislación procesal desde nuestro primer Código de
Procedimiento Judicial, de 12 de mayo de 1836, conocido como el Código
Arandino. Sin embargo, consideramos oportuno a los fines de conocer la evolución
de estas figuras procesales, pasar revista a la redacción con que éstas han
aparecido en esa y las demás legislaciones procesales que le precedieron hasta
nuestros días.
La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia se pronuncia de
forma similar a la indicada por la Sala de Casación Civil, tal como aparece en la
sentencia de fecha 12 de diciembre de 2002, número 3243, en la que se tratan las
figuras previstas en el artículo 252 del Código de Procedimiento Civil,
prácticamente como sinónimos, tal como aparece en el siguiente extracto: “Ha
sido expresado en la doctrina y jurisprudencia nacionales, que la posibilidad de
aclarar o ampliar la sentencia, tiene como propósito la de rectificar los errores
materiales dudas u omisiones, que se hayan podido cometer en el fallo. Pero, con
la advertencia, de que la facultad no se extiende hasta la revocatoria o reforma de
éste, sino a corregir las imperfecciones, que le resten claridad a sus
declaraciones. En consecuencia, la posibilidad de hacer aclaratorias o
ampliaciones de las decisiones judiciales está limitada a exponer con mayor
precisión algún aspecto del fallo que haya quedado ambiguo u oscuro, bien
porque no esté claro su alcance en un punto determinado de la sentencia
(aclaratoria); o bien, porque se haya dejado de resolver un pedimento
(ampliación). Además, la aclaratoria permite corregir los errores materiales en que
haya podido incurrir la sentencia (errores de copia, de referencias o de cálculos
numéricos)”

Supuestos y trámites

Para determinar los límites de estos remedios procesales, debemos tener


en cuenta la prohibición de volver a decidir lo ya decidido

En el caso de la aclaratoria la cuestión es simple: se trata de iluminar algún


punto oscuro, no de lograr por este medio la modificación del alcance o contenido
de la decisión.

La jurisprudencia ha sido reiterada en este punto, pues es frecuente que


ante sentencias inapelables, incluso de la Corte Suprema de Justicia, la parte que
se considera afectada se pretenda valer de este medio para obtener una
modificación de lo decidido, o simplemente, para desahogarse criticando la
decisión o el órgano que la pronunció.

Respecto a los errores materiales, debe tratarse de tales, no de errores de


derecho, o de apreciación de los hechos.

Como ejemplo de error de copia, tenemos el error mecanográfico Sería un


error de referencia mencionar al demandante, por el demandado, o al arrendador
por el arrendatario cuando ello se hace evidente del contenido de la sentencia; por
ejemplo, si se declara con lugar la demanda de desalojo de un inmueble, y luego
se ordena al arrendador hacer la entrega de éste, resulta evidente el error de
referencia
También puede tratarse de un error en el nombre de la persona condenada
o absuelta.

Salvaturas
El artículo 252 del Código de Procedimiento Civil, distingue como una de las
actividades susceptibles de realizarse por el Juzgado que produjo la sentencia, la
salvatura de las omisiones como una actividad diferenciada. Nos enseña Rengel
Romberg que ha de entenderse por omisiones, aquellas de índole material.
La mens legis, dice Carnelutti, es ciertamente en el sentido de que el vicio,
ya sea por omisión o por comisión, encuentre su sede en la fórmula y no en la
idea; para dar lugar a la rectificación, la omisión debe pertenecer a la misma
categoría del error material y tener así el carácter de la denominada omisión
involuntaria.
Aunque trata de una de las actividades más inusuales dentro de la
disposición que examinamos No creemos que tiene mucho que ver con las
eventuales omisiones de pronunciamientos, las que se corrigen en realidad a
través de la ampliación de la sentencia, sino a la corrección física de
enmendaduras, aunque sea de foliación, palabras testadas y cualquier
interlineación, tal como lo define el artículo 109 del propio Código de
Procedimiento Civil, que es la otra disposición que expresamente desarrolla la
salvatura.
Evidentemente, cuando se salva alguna parte de la sentencia, en realidad
no se está incorporando algo nuevo ni se les está aclarando su expresión material,
simplemente se está garantizando la integridad de su texto al expresarse que
aquellas eventuales irregularidades físicas que aparezcan de manifiesto en el
documento son legítimas o no.

Rectificaciones:
En lo que respecta a las rectificaciones, Azula Camacho nos explica que a
través de este mecanismo es posible subsanar los errores que se cometan por
omisión o cambio de palabras o alteración de estas, siempre que estén contenidas
en la parte resolutiva o influyan en ella.
Así se puede subsanar el caso, frecuente por cierto, que se cambie el
nombre de una de las partes o se omita uno, cuando es compuesto, o se truequen
o inviertan los apellidos, etc., lo que, en ese entonces, antes de la reforma, hacía
nugatoria la decisión por ausencia de un medio para subsanarlo.
Continua el mismo autor señalando que se entiende por errores aritméticos
los que se cometen con las partidas que integran una operación o en el resultado
de esta. Aclara que en la legislación colombiana, este tipo de correcciones puede
verificarse en cualquier tiempo, esto es, aun con posterioridad a la ejecutoria de la
sentencia, de oficio por el juez o a instancia de las partes, y mediante auto
interlocutorio susceptible únicamente de apelación, por considerarse que, en ese
aspecto, se asemeja a la sentencia, pues la casación y la revisión que, de acuerdo
con la doctrina, eran procedentes por hacerse extensivos a esa providencia todos
los medios de impugnación procedentes contra la original, sin distingo alguno, lo
cual fue prohibido por reforma legislativa.
La disposición es precisa al señalar que la rectificación del fallo se refiere a
la corrección de errores materiales, tales como errores de copia, de referencia o
de cálculos numéricos que aparecieron de manifiesto en la misma sentencia.
Precisa Rengel Romberg que debe entenderse por errores de cálculos
numéricos, el error aritmético o yerro en que se incurre al realizar incorrectamente
determinadas operaciones aritméticas, tales como la suma, la sustracción o resta,
la multiplicación, la división o el simple cálculo de porcentajes o de intereses, cuya
revisión y corrección no exige conocimientos especializados y, por tanto, no
requieren de la intervención de expertos, sino que pueden y deben ser
subsanados por el juez.
El recurso de rectificación, como lo llamara Espinosa en su oportunidad, es
el medio que la ley concede a las partes para obtener del tribunal que dictó una
resolución, la corrección de las omisiones o diferencia de cálculos numéricos que
aparezcan, de manifiesto en la misma sentencia.
Si en una sentencia en que se condena al demandado a pagar a título de
perjuicio, la cantidad de diez mil pesos y se declara que en total debe la suma de
doce mil pesos, es evidente la procedencia de este recurso de rectificación o
enmienda.
Por tanto, a través de este otro mecanismo de corrección del fallo si bien se
pude modificar parcialmente el texto de la sentencia, ello es con el único propósito
de enmendar las malas copias de nombres o datos o corregir operaciones
matemáticas que, del propio texto del fallo se evidencia que fueron errados. Si
bien ello constituye una modificación del fallo, en realidad no es más que su
corrección en lo que respecta a aquellos errores materiales incurridos en su
formación.

Ampliaciones.
Al referirnos a esta otra categoría de la disposición que examinamos,
Véscovi nos advierte que la mayor fuente de incertidumbres la proporciona la idea
de ampliación, pues ésta se refiere a una omisión de la sentencia y es la que, sin
duda, implica una modificación de ella, por la inclusión de algún punto que no
estaba resuelto expresamente en ella. Naturalmente, debe integrar el objeto de la
litis, conforme al principio de congruencia.
Se ha dicho de la ampliación que constituye el mecanismo por excelencia
para corregir la eventual incongruencia negativa de la que eventualmente pudiere
haber estado viciado el fallo y así evitar su innecesaria casación por ese defecto
formal. En efecto, aquel litigante que advirtiera oportunamente la omisión de
pronunciamiento en la sentencia respecto a algún punto controvertido de la litis,
aunque aparezca vencedor, puede pedir la ampliación de ésta a fin de que el
Juzgado que la emitió extienda a su examen a ese aspecto involuntariamente
omitido y así hacer congruente el fallo con lo litigado por las partes.
Véscovi, nos aclara, que Couture enseñaba al respecto que:
a) debe tratarse de un error involuntario del tribunal, o sea, no una omisión
por una pretensión que resulta denegada;
b) que ampliar no puede significar introducir una nueva cuestión no
planteada en los escritos introductorios;
c) que ampliar no puede significar restringir, es decir, excluir algo sobre lo
cual recayó pronunciamiento (condena, etc.).
Sin embargo, desde el punto de vista de Véscovi, estas ideas son
compartibles siempre que se aclare que, naturalmente, sólo puede un error ser
involuntario:
(a) si no entraríamos en una negatoria;
(b) asimismo que los puntos del litigio que pueden ser incluidos, no sólo
alcanzan a los deducidos en los escritos introductorios;
(c) sino también respecto a hechos nuevos o modificativos o extintivos
planteados oportunamente.
Por tanto, Véscovi concluye que se debe tratar, entonces, de otro caso de
excepción; por consiguiente, de interpretación restringida.
La jurisprudencia por él examinada, así como la nuestra, tiende a rechazar
reiteradamente recursos de este tipo, por los cuales se pretende modificar la
sentencia, incluyendo pronunciamientos que, aunque sea tácitamente, aparecen
como denegados en la sentencia, y otros que importan su modificación indebida.
Azula Camacho, al referirse al tema lo hace con la expresión de la adición y
no la ampliación, pues así aparece en la legislación colombiana, aunque se trata
de la misma figura y al respecto nos refiere que ésta consiste en complementar la
sentencia cuando en su parte resolutiva se guarda silencio acerca de puntos o
aspectos que son materia de la controversia, o que, si bien son ajenos a ésta,
constituyen objeto de pronunciamiento expreso.
De forma pedagógica, entonces, nos enseña que la ampliación o adición se
impone en los siguientes casos:
a) Cuando se guarda silencio sobre una o varias de las pretensiones
formuladas. Acontece, por ejemplo, cuando se solicite la resolución de un contrato
de compraventa y la restitución del bien, pero el juez solo acoja la primera y no
diga nada en relación con la segunda. No hay lugar a la adición en el caso de que
niegue la pretensión principal, como ocurrirá en el ejemplo citado con la resolución
de la compraventa y se guardara silencio sobre la entrega del bien, en razón de
que esta también quedaría comprendida en la negativa, por ser consecuencia de
aquella.
b) Cuando nada se dice con respecto a las excepciones propuestas por el
demandado y que deben ser objeto de pronunciamiento expreso en la sentencia.
Cabe observar que por la sola circunstancia de que en la sentencia se acojan las
pretensiones formuladas por el demandante, ello implica o entraña un
pronunciamiento tácito negativo en relación con las excepciones. Sin embargo, en
ciertos casos, la ley exige que determinadas excepciones sean materia de
consideración expresa, así se despachen favorablemente las pretensiones, como
acontece con la nulidad absoluta y la simulación, siempre, que en el proceso sean
partes quienes lo fueron en el acto o contrato afectado con ellas.
c) Cuando el juez se abstiene de considerar las pretensiones de la
demanda principal o de la de reconvención. Esto implica que sea sobre la totalidad
de las pretensiones, pues si es solo parcial, encaja dentro de la hipótesis prevista
en el primer caso. Acontece, v. gr., en la separación de cuerpos reclamado por
uno de los cónyuges y que el otro, a su vez, también la solicite mediante
reconvención. Como la pretensión formulada por cada parte se funda, en hechos
imputables a su opositora, es necesario analizar unos y otros y pronunciarse
independientemente sobre los dos pedimentos, para negarlos ambos, o acoger
cualquiera de los dos.
d) Cuando la sentencia no considera determinados aspectos que la ley
perentoriamente exige, así no sean objeto de pedimento por las partes, como
ocurre frente a las costas o la condena en perjuicios a la parte o a su apoderado
corno consecuencia de haber obrado con temeridad o mala fe.
Henríquez La Roche nos expresa que como su nombre lo indica, las
ampliaciones constituyen un complemento conceptual de la sentencia requerida
por omisiones de puntos, incluso esenciales, en la disertación y fundamento del
fallo o en el dispositivo, siempre que la ampliación no acarree la modificación
del fallo. Comprende también las omisiones sobre los requisitos formales que
exige el artículo 243 del Código de Procedimiento Civil. El juez puede, por
ejemplo, ampliar la sentencia, en el sentido de hacer el pronunciamiento sobre
costas procesales omitido en el texto de la misma (cfr CSJ, Sent. 6-8-92, en Pierre
Tapia, O.: ob. cit. N° 8-9, p. 385-386). Estas ampliaciones no significan
revocatorias o modificaciones de lo establecido en el fallo, ya que, en propiedad,
son adiciones o agregados que dejan incólumes los dispositivos ya consignados;
su causa motiva obedece, como hemos dicho, a un lapsus o falta en el orden
intelectivo, en el deber de cargo del magistrado, y su causa final es la de
inteligenciar un razonamiento o completar una exigencia legal
Ahora bien, como hemos visto de las cuatro actividades permitidas por el
artículo 252 del Código de Procedimiento Civil, la ampliación es sin duda la más
compleja de ellas y tiene como consecuencia que el Juzgado que la acuerde
reexamine los términos de la controversia a fin de verificar si, en efecto, existe la
incongruencia negativa que con ella se pretende subsanar. A diferencia de las
otras hipótesis, en las que el Juzgado examina en esencia el texto de la sentencia
o su eventual disparidad con algunos datos que aparecen en el expediente, ante la
ampliación se examina si en realidad dejaron de resolverse algunos puntos
comprometidos en la litis, bien sean pretensiones o excepciones.
Por tanto, según hemos visto tanto doctrinaria como jurisprudencialmente,
se trata de una verdadera prolongación de la actividad jurisdicente pues que
provoca el juzgamiento de aspectos que si bien controvertidos e integrantes de la
litis, por algún error desconocido no fueron atendidos en su oportunidad y, por esta
vía, se ha de subsanar.

Oportunidad para solicitar a claratorias, salvaturas, rectificaciones y


ampliaciones:

Respecto a la oportunidad para solicitar estas correcciones del fallo,


Henríquez La Roche se responde esa interrogante expresando que la norma
señala que la parte puede pedirla en el día de la publicación del fallo o en el
siguiente. Tal era también el señalamiento del artículo 164 del Código derogado, el
cual, sin embargo, sujetaba la publicación del fallo a un lapso de tres días,
sumamente corto, contrastable con el amplio plazo de 60 días que señala el nuevo
Código. Ante este nuevo lapso, el día de las aclaratorias y ampliaciones se hace
muy aleatorio, pues como la sentencia puede ser publicada en cualquier momento,
tendría la parte que estar atenta cotidianamente para constatar si ha salido el fallo
con errores, omisiones o incógnitas, y poder solicitar, en caso afirmativo,
oportunamente, la enmienda conceptual o material del caso. Esto ha hecho decir a
la Corte que el plazo para pedir la aclaratoria o ampliación corre «cumplidos los
lapsos para sentenciar y no a partir de la publicación misma de la sentencia.

Más aún, el Propio Henríquez La Roche, citando a Duque Corredor,


considera que una interpretación racional y lógica debería conducir a que la
jurisprudencia admitiera la procedencia de las aclaratorias o de las ampliaciones
después de vencido el lapso para sentenciar, lo que llevaría, entonces, a la
suspensión del plazo para la apelación. Así se unificarían desde el punto de vista
de su inicio, el lapso para pedir aclaratorias y ampliaciones, y el plazo para ejercer
la apelación.
A nuestro modo de ver, la oportunidad para solicitar las aclaratorias,
salvaturas, rectificaciones y ampliaciones es uno de los problemas de mayor
trascendencia respecto a las figuras que estudiamos. En primer lugar, es
importante recordar que se trata de figuras diferentes con propósitos comunes,
corregir cierto tipo de sentencias, pero nítidamente diferenciadas entre sí. Por ello,
creemos fundamental tener siempre presente tales diferencias a la hora de
interpretar la disposición de acuerdo al resto del ordenamiento jurídico y, más
ambicioso aún, a la hora de una eventual reforma de su texto.
En primer lugar, esta disposición, prácticamente transplantada de un
Código de Procedimiento Civil en el que la publicación de la sentencia se hacía
mediante su lectura por secretaría en la Sala de Audiencias del Juzgado, no daba
incertidumbre al justiciable respecto al día de la publicación del fallo y de allí que
en ese mismo acto o al día siguiente, le fuere factible solicitar las aclaratorias,
salvaturas, rectificaciones y ampliaciones en las que estuviere interesado.
Sin embargo, en la reforma del Código de 1985, se modificó radicalmente el
sistema de la vista de la causa y la publicación de la sentencia, la cual ahora se
verifica mediante su pura consignación en el expediente y la nota respectiva del
Secretario del Juzgado de haber dado cumplimiento a esa formalidad, lo cual
puede verificarse dentro de cualquiera de los sesenta días que la ley da para ello,
o de cualquiera de los días de la prórroga o, peor aún, en la práctica, vencidos
todos los lapsos en cualquier oportunidad.
Por tanto, exigir que las aclaratorias, salvaturas, rectificaciones y
ampliaciones sólo puedan hacerse el día de la publicación del fallo o al día
siguiente, tal como aparece en la disposición que se examina, no es más que una
interpretación perversa, desvinculada del resto del ordenamiento jurídico,
especialmente de todas aquellas disposiciones que acordes al nuevo sistema,
consagran que debe dejarse transcurrir todo el lapso para sentenciar para el
ejercicio de los recursos pertinentes y, en caso de que la sentencia se publique
fuera del lapso de ley, sólo después de notificadas las partes es que correrían los
lapsos para el ejercicio de tales recurso.
Posteriormente, veremos con detalle algunos aspectos entonces respecto al
momento de inicio del cómputo para solicitar las aclaratorias, salvaturas,
rectificaciones y ampliaciones, pero por ahora, veamos como en Colombia, al
menos, es sumamente más flexible en este aspecto.
Al respecto, Azula Camacho nos señala que la aclaración puede verificarse
de oficio por el juez o a solicitud de las partes dentro del término de ejecutoria de
la sentencia. La razón estriba en que, una vez en firme o ejecutoriada, es intocable
por el juez, según lo hemos observado, ya que con ella culmina la actividad
jurisdiccional.
Otro aspecto de la mayor preocupación es que al no ser figuras iguales las
aclaratorias, salvaturas, rectificaciones y ampliaciones, creemos que tampoco
deben ser tratadas de igual forma. En efecto, pensemos, por ejemplo, en el
cónyuge cuyo abogado no se percató que en la sentencia de divorcio, habida
después de años de duro combate judicial, le habían invertido dos letras de su
apellido, o de su cédula de identidad o la fecha de su matrimonio estaba
incorrectamente transcrita o errados los datos del acta correspondiente y, por tal
omisión, no sólo no pidió la rectificación a tiempo sino que, pero aún, no le
permiten registrar la respectiva sentencia constitutiva de su nuevo estado civil.
¿Qué puede hacer este justiciable en esta situación?, ¿Perdió el juicio y debe
entablar uno nuevo para que sí aparezcan bien identificados los datos
pertinentes?.
En estos casos de notables y evidentes errores materiales, creemos que es
absurdo, e incluso inconstitucional, aplicar el rigor de la forma procesal tiempo a la
evacuación de la correspondiente rectificación de la sentencia. En efecto, en esta
hipótesis, la forma procesal tiempo en la solicitud de rectificación conspira contra
la justicia y una tutela judicial efectiva.
Ahora, que no lleve a equívocos el ejemplo extremo que hemos propuesto
respecto a la anarquía del proceso y sus formas, pues muy distinta sería la
situación del demandante ganador de una pretensión dineraria a quien la
sentencia nada hubiere resuelto respecto a la pretensión accesoria de los
intereses o de la indexación y que, percatado del error del fallo al momento de la
ejecución, pretenda entonces su ampliación. En este caso, al ser un aspecto de la
litis no resuelto cuya omisión comporta el vicio de la sentencia de su nulidad, tal
como lo pauta el artículo 244 del Código de Procedimiento Civil, y es denunciable
en apelación conforme al artículo 209 del mismo Código y en casación con
fundamento en el ordinal 1° del artículo 313 eiusdem, no hay dudas que aquí
estamos gobernados por el principio dispositivo y, en consecuencia, la omisión o
negligencia de la parte trae como consecuencia su conformidad con el acto viciado
y le habrá precluido la oportunidad para su petición de ampliación.
Por ello, consideramos que no es aplicable a rajatabla la disposición del
artículo 252 del Código de Procedimiento Civil respecto a cada uno de los casos
allí previstos, pues en la medida que se trate de simples rectificaciones o
correcciones, luce absurdo e inconveniente aferrarse rígidamente a la disposición
para negar tales correcciones formales, eventualmente necesarias para su eficacia
ante otras autoridades; mientras que en la medida que se trate de peticiones que
aspiren a modificar o ampliar el fallo, indudablemente habrá que aplicar con mayor
rigor esta disposición pues entonces quedamos gobernados por el principio
dispositivo y el de preclusión
Todas las aclaratorias, salvaturas, rectificaciones y ampliaciones de la
sentencia, si bien la modifican en mayor o menor grado, no pueden alterar el
dispositivo, esto es, el juez a través de estos mecanismos no puede revocar ni
modificar la sentencia que hubiere dictado sino tan sólo corregir aquellos errores
susceptibles de rectificación por esta vía.
Sólo son susceptibles de aclaratorias, salvaturas, rectificaciones y
ampliaciones las sentencias interlocutorias apelables y las definitivas, según la
interpretación literal del artículo 252 del Código de Procedimiento Civil; sin
embargo, es posible aplicar extensivamente esta disposición a otras decisiones
interlocutorias que si bien no son apelables, como las referidas a jurisdicción y
competencia, también son recurribles. Lo mismo sucede respecto a las decisiones
del Tribunal Supremo de Justicia, que si bien no encuadran en la disposición, son
susceptibles de ser revisados por estos mecanismos procesales.
Respecto a la oportunidad para solicitar las aclaratorias, salvaturas,
rectificaciones y ampliaciones de las decisiones, la norma prevé que sólo puede
peticionarse el mismo día o al día siguiente de la publicación de la sentencia; sin
embargo, existen criterios disímiles respecto a la recta interpretación de la
disposición pues mientras que las Salas de Casación Civil, la Sala de Casación
Penal y la Sala Constitucional aplican literalmente la norma, las Salas de Casación
Social y la Sala Político Administrativa son del criterio que el lapso para solicitar
tales aclaratorias, salvaturas, rectificaciones y ampliaciones debe ser el mismo
para el ejercicio de los recursos pertinentes, apelación o casación y que se han de
interponer una vez vencido el lapso para dictar sentencia o su prórroga, o una vez
notificadas las partes si se ha dictado fuera de lapso, siendo este último criterio al
que nos adherimos.
Según la doctrina, la solicitud de aclaratorias, salvaturas, rectificaciones y
ampliaciones provoca la suspensión del lapso para apelar o ejercer el recurso de
casación, según corresponda, siendo que este criterio no es el sostenido
jurisprudencialmente que considera que ambos lapsos transcurren de forma
paralela.
La interpretación literal del artículo 252 del Código de Procedimiento Civil,
sugiere que sólo las partes pueden solicitar las aclaratorias, salvaturas,
rectificaciones y ampliaciones de las sentencias; sin embargo,
jurisprudencialmente se ha visto que tanto la Sala de Casación Civil como la
Constitucional se pronuncian afirmativamente a favor de emitir tales
pronunciamientos de oficio.
La forma de emitir las aclaratorias, salvaturas, rectificaciones y
ampliaciones de las sentencias es mediante otra decisión y, aunque la disposición
nada regula al respecto, sería conveniente que cuando éstas se acuerden, se
disponga adicionalmente que se estampe una nota marginal en la sentencia
corregida en la que se haga referencia a su rectificación y que, no se expidan
copias certificadas de una sin la otra.
La consecuencia de acordarse las aclaratorias, salvaturas, rectificaciones y
ampliaciones de las sentencias es, naturalmente, corregir el fallo en los términos
en que fuera rectificado a los fines de facilitar y garantizar su ejecución si a ella
hubiere lugar.
La Sala de Casación Civil niega la recurribilidad de las providencias que se
pronuncian respecto a las solicitudes de aclaratorias, salvaturas, rectificaciones y
ampliaciones de las sentencias, por considerar que su emisión es un ejercicio
facultativo.
Son irrecurribles autónomamente pues al emitirse pasan a formar un todo
inseparable de la sentencia respecto a la que se solicitaron tales correcciones, por
lo que es la sentencia y no su corrección, individualmente considerada, la que será
susceptible de ser apelada o recurrida en casación se corresponda.

Abg. Migerley Vera


V.- 20.030.393
MDPP-A-C6

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