La Duda de Los Prejuicios1

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La duda de los prejuicios 1

Como hemos nacido niños y hemos formulado diversos juicios 2 sobre las cosas
sensibles3 antes de tener pleno uso de nuestra razón 4, estamos apartados5 del conoci-
miento de la verdad por numerosos prejuicios6, de los que, según parece, sólo podemos
librarnos empeñándonos en dudar7, una vez en la vida, de todas las cosas en que
encontremos hasta la menor sospecha de incertidumbre8.
[...] Ahora, por consiguiente, mientras sólo nos dedicamos a buscar la verdad,
dudaremos, en primer lugar, de que existan9 algunas cosas sensibles o imaginables:
primero10, porque hemos advertido que los sentidos a veces yerran11 y es prudente no
1
Descartes, René, Los principios de la filosofía, en Obras escogidas, Editorial Charcas, Buenos Aires,
1980, pp. 313-314.
2
El “juicio” es un acto mental o pensamiento simple en el que se relacionan dos conceptos, es decir,
cuando se afirma (o niega) algo de algo o alguien. Por ejemplo: “este perro es negro”. De algo (perro) se
afirma algo (negro). Al afirmar o relacionar algo con algo, se los vincula, se los une o sintetiza. Por el
contrario, al negar algo de algo, se los desvincula o separa (análisis).
3
Por “cosas sensibles” se entiende todo aquello que puede ser captado por alguno de los sentidos que
forman parte de la capacidad sensible.
4
“Tener pleno uso de la razón” es haber llegado a pensar por sí mismo, conteniendo el conjunto del
pensamiento en un orden coherente que parte de ciertos principios y que no admite las contradicciones.
Por ejemplo, puedo afirmar: “ese edificio es pequeño, porque desde aquí veo que tiene el tamaño de mi
dedo índice”. Cuando me acerco al edificio puedo afirmar igualmente: “ese edificio [el mismo que antes]
es enorme, porque desde la puerta de entrada veo que mucho más grande que yo”. Las dos afirmaciones
se basan en los datos del sentido de la vista. Ahora, si uno las dos visiones en una sola afirmación, digo:
“ese edificio es pequeño y grande”. Esta última afirmación es contraria a la razón, porque es
contradictoria.
5
Los prejuicios no solamente no son verdaderos, sino que nos apartan de la verdad, nos impiden el
acceso a la verdad. ¿Por qué? Porque si se ha aceptado algo como verdadero, lo contrario tiene que ser
necesariamente falso. Si es verdad que el edificio es pequeño, entonces no puede ser enorme. El problema
de quien ha alcanzado el “pleno uso de la razón” es: ¿cómo podemos librarnos de los prejuicios para
poder alcanzar la verdad?
6
El “prejuicio” consiste en aceptar una afirmación o negación como verdadera sin haberla justificado por
“el pleno uso de la razón”. Por ejemplo, afirmar que es verdad que ese edificio es pequeño, porque desde
lejos lo veo así; o afirmar que es enorme, porque de cerca lo veo así; o que es pequeño o grande según el
punto de vista. Cuando se afirma algo del edificio [pequeño, enorme] se está sosteniendo que tiene en sí
mismo cierta cualidad que le es propia, pero lo que es propio de una cosa no puede depender del punto de
vista o perspectiva desde donde se la ve. Hay aquí una contradicción por la cual estas afirmaciones no
pueden ser verdaderas.
7
Descartes da una respuesta al problema anterior: dudar. El único camino o método para liberarse de la
tiranía de los prejuicios es dudar de su supuesta verdad. ¿Qué es dudar? La duda consiste en poner a
prueba desde la razón (desde el criterio de la coherencia) la supuesta verdad de nuestras creencias,
convicciones, percepciones o experiencias. ¿Cómo? Probando afirmar lo contrario del prejuicio. Si se
quiere dudar de la afirmación: “ese edificio es pequeño”, hay que tratar de sostener lo contrario (“ese
edificio es grande”). Si ambas pueden ser sostenidas, ambas son dudosas, ya que sobre una misma
realidad solo puede haber una verdad.
8
La certeza o certidumbre es cuando se ha encontrado una afirmación indudable, que es siempre
verdadera y no puede ser negada.
9
Que “existan” significa que sean reales, que tengan las características que les asignamos por medio de
nuestros sentidos o de nuestra imaginación. Cuando se dice: “ese edificio es pequeño” se está
significando que hay en realidad una cosa llamada edificio que tiene la característica de ser pequeño.
10
Descartas da dos argumentos por los cuales se duda de los datos sensibles. Uno está indicado con la
palabra “primero” y el otro con la palabra “después”, es decir, en segundo lugar.
11
Veo el edificio y afirmo que “es pequeño”. Después me acerco y afirmo que “es enorme”. Las dos
confiar nunca demasiado en los que alguna vez nos engañaron; después, porque todos los
días, en sueños12, nos parece sentir o imaginar innumerables cosas que no existen13 en
ninguna parte; y al que así duda no se le presenta ningún signo 14 por el que pueda
distinguir con certeza el sueño de la vigilia.

GUÍA DE PREGUNTAS:

1. ¿Qué es un juicio? 2. ¿Qué es un prejuicio? 3. ¿Qué es dudar? 4. ¿Qué significa


certeza o certidumbre? 5. ¿Qué significa verdad? 6. ¿Qué significa falsedad? 7. ¿Por qué
no se puede confiar en los sentidos? 8. ¿Por qué no se puede distinguir el sueño de la
vigilia? 9. ¿Por qué los prejuicios “apartan” de la verdad? 10. ¿Cómo podrías probar que
lo que ves es como lo ves? 11. ¿Cómo podría probarse que un juicio es verdadero?

percepciones se contradicen y, por lo tanto, no pueden ser ambas verdaderas. La primera es falsa, si la
segunda es verdadera. Viceversa, la segunda es falsa, si la primera es verdadera. Desde los sentidos, no
hay certeza sobre cuál de las dos es la verdadera (si alguna). Infiero, entonces, que los sentidos yerran, se
equivocan, engañan. Y lo que engaña una vez, puede engañar siempre…
12
En los sueños hay imágenes muy parecidas a las que percibimos mientras estamos despiertos, pero
sabemos que no son verdaderas, en cuanto despertamos. Sin embargo, en tanto las imágenes de los sueños
son muy parecidas o idénticas a las que tenemos estando despiertos, no se puede confiar en ninguna
imagen, pues podría estar soñando.
13
Es decir, que no tienen realidad.
14
Las imágenes soñadas no se distinguen de las imágenes “vistas”, pero sé que las primeras son falsas,
así que debo desconfiar también de las segundas.

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