MIGUEL ÁNGEL y Su Obra

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MIGUEL Á NGEL y su obra

Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) representa al igual que Leonardo Da Vici el ejemplo más
claro de la idea renacentista del artista. Adorado por sus contemporáneos supo adaptar su arte
a una vida longeva. Participó del humanismo clasicista pero también del manierismo y de la
problemática de la Contrarreforma.

Fue escultor, pintor, arquitecto y poeta, aunque él se reconocía sobre todo escultor. En la
escultura veía la manera de liberar el espíritu que contenía la materia. De ahí esa fuerza
interior, esa terribilitá, que expresan sus figuras. Otra característica de su obra escultórica es el
non finito (no terminado) de muchas de ellas. Sin pulir, de forma que se viera no sólo el estado
final, sino todo el proceso en el que la forma se liberaba poco a poco.

Formado en Florencia en los últimos momentos de esplendor de los MEDICI, muy pronto
marcha a Roma y entre 1490 y 1500 elabora su primera obra maestra: La Piedad. Culminación
del clasicismo quattrocentesco.

De nuevo en Florencia, entre 1501 y 1504 realiza su célebre DAVID. Una obra llena de
equilibrio y tensión donde se aprecia con maestría la terribilitá. Perfecta simbiosis entre el
tema bíblico y el ideal heroico. Con más de 5 metros de altura el primer problema de Miguel
ángel fue cómo trabajar una pieza de mármol tan grande. La escultura debía situarse en el
centro de la Piazza la Signoria (en la que estuvo hasta 1873) y debía ser símbolo de la fuerza
de la república de Florencia.

Toda la figura está en tensión, aunque sea una tensión contenida. La pierna derecha en la que
se apoya, el pie izquierdo que se aleja, la mano en la honda, el codo doblado, el cuello que
gira…en el rostro se percibe la pasión miguelangelesca. Transmite fuerza interior y tragedia.

Esta manera de concebir las formas corporales supone un alejamiento del clasicismo en favor
de la expresividad del Manierismo.

La influencia de Miguel Ángel fue enorme en toda Europa occidental. Su obra fue fuente de
inspiración para generaciones de artistas. En este sentido destacamos la influencia en el David
que un siglo más tarde compondrá el maestro del Barroco: BERNINI.

El Papa Julio II encargó la decoración de la Capilla Sixtina a Miguel Ángel. La decoración de la


bóveda se realizó entre 1508 y 1512. El fresco de El Juicio Final entre 1536 y 1541.

El enorme espacio de la bóveda se divide en 9 tramos. Miguel Ángel dispuso las escenas en
esta arquitectura pintada. En los paneles laterales, sentadas en tronos, el autor sitúa las
primeras grandes figuras de la composición, un total de siete profetas y cinco sibilas con lo
que se une el mundo antiguo pagano y el mundo cristiano, si las sibilas predecían el futuro, los
profetas predijeron y anunciaron la venida del Mesias. Destaco la Sibila líbica, con su potente
escorzo (*término usado para referirnos a un cuerpo en posición oblicua o perpendicular a
nuestro nivel visual) y su arrolladora fuerza.

En los paneles centrales, Miguel Ángel va a representar los temas centrales de toda la
composición. Las nueve escenas ilustran el primero de los tres periodos en que la Iglesia
dividió la Historia del Mundo. Este primer periodo corresponde a los acontecimientos
anteriores al recibimiento de las Tablas de la Ley por Moisés.

La cuarta escena, es la más conocida, la creación del hombre: Adán. Dios alarga la mano pero
sin llegar a tocar aún la mano del hombre. Movimiento en potencia. Adán es representado
como el ideal clásico de la belleza física en todo su esplendor, con una poderosa anatomía de
hombre en plenitud en la que la luz crea claroscuro y acentúa el volumen. Se le representa en
escorzo, mira a los ojos de Dios y muestra una actitud pasiva apoyando su brazo sobre un
esbozo de paisaje de azules y verdes que no parecen tener relación con el Edén sino con el
mundo terrenal al que estará destinado Adán y su descendencia. La quinta escena
corresponde a la creación de Eva.

Los colores son vivos y brillantes con fuertes contrastes: verde, naranja, azul, violeta, rojo...

En la manera de pintar estas figuras en donde mejor se ve la concepción escultórica que


Miguel Ángel tenia de la pintura: figuras grandiosas, de fuertes musculaturas y en tensión, de
cuerpos que se mueven, que se retuercen adoptando posturas complejas. La terribilitá que
parece presidir su obra escultórica también está presente en las la representación de ese Dios
creador que, volando en violentos escorzos, crea el sol, la luna y los astros con una "violencia
creadora" nunca vista hasta entonces.

En el fresco del Juicio Final se ve perfectamente la angustia religiosa del momento. En esta
obra se acentúa la tensión sobre el ideal de clasicismo. Nada queda de optimismo humanista
que se observa en las pinturas de la bóveda. El fresco del Juicio Final es ahora un dramático
conjunto cargado de patetismo religioso y angustia. Condenados, elegidos, ángeles…que giran
en torbellino en torno a la amenazante figura de un Cristo del que incluso, la propia Virgen
María parece huir.

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