REALIDAD FAMILIAR DEL NIÑO ANDINO Trabajo
REALIDAD FAMILIAR DEL NIÑO ANDINO Trabajo
REALIDAD FAMILIAR DEL NIÑO ANDINO Trabajo
Dado que la familia es la génesis en donde el niño andino aprende la noción de ser humano, de ser
persona, en donde se inicia la educación, donde aprende los hábitos esenciales que vamos a
cumplir el resto de la vida, como por ejemplo el control de esfínteres, limpieza, alimentarse etc.
también aprenden nociones básicas acerca de lo patrones de afectividad del ser humano, el
concepto de madre y padre; sexo, mujer y hombre y todo eso en un momento crucial de su
crecimiento y desarrollo (los primeros años de su vida). Es en el hogar donde aprendemos
constantemente, pues la educación es una dinámica incalculable; se podría decir infinita, por ello
debemos verlo como el sitio de múltiples influencias educativas que interactúan entre si. Dentro
de estos elementos educativos en la familia podemos mencionar: padre, madre, abuelos,
hermanos, primos, amigos del hogar, servicio doméstico, los medios de comunicación e
información, etc. En el hogar venezolano los padres no son siempre dos, a veces es una sola
persona, de ordinario la mujer, quién se ve obligada a desempeñar los dos papeles: padre y
madre. Los padres representan dos papeles básicos; el padre la autoridad mientras que la madre
la afectividad.
Un tercer papel, con el cual se va a encontrar posteriormente el niño andino, es el que representa
el maestro, el del saber. Los padres deberían enseñar el hacer, y el quehacer, para completar estos
cinco conceptos básicos de la educación inicial del niño: autoridad, afectividad, saber, hacer y
quehacer. Ese hacer y quehacer están asociados a los elementos de organización, disciplina,
orden, innovación, descubrimiento, equilibrio; por esto los padres tienen una responsabilidad de
ayudar a este nuevo ser a insertarse armoniosamente en el mundo físico y social, a que aprenda a
identificar los objetos, los seres, a si mismo a acompañarlo a la formación y desarrollo de la
conciencia; a enseñarles que somos mortales, a pensar críticamente y con creatividad, a
enseñarles que la vida tiene un sentido histórico: nacimiento, matrimonio, divorcio, muerte; que
nuestros actos son voluntarios pero responsables, entrenarlo en la toma de decisiones frente a
distintas alternativas; que hay decisiones críticas y que otras pueden posponerse. “Lo esencial es
que aquello que enseñan a sus hijos en los primeros años es sumamente importante por que si
bien la conducta es modificable, esos primeros años son huella indeleble”. Albornoz (1984:49) .
En el hogar enseñamos a nuestros hijos aún cuando no tengamos la intención de hacerlo; por que
actúa de modo poderoso el factor de imitación y posteriormente modelaje. Un niño aprende de
sus padres los dos modelos de seres humanos, el modelo hombre y el modelo mujer. El problema
enorme de los padres que son solo mujer, por ejemplo, deriva del hecho de que sus hijos están
expuestos a un solo modelo, el propio, mientras el otro se halla ausente. Esta es la consecuencia
más importante en los niños de la disolución de la pareja. Estamos consientes entonces de la
importancia de la familia y del hogar, pero al mismo tiempo nuestro Sistema Social Venezolano
presiona ciertos valores que puedan ser modelados por la población más vulnerable (niños y
adolescentes), la noción de lucro, el individualismo por encima de la cooperación y
responsabilidad social; el interés por otras culturas extranjeras menospreciando lo nacional.
“ El niño y el joven necesitan ser educados a partir de la existencia de unos valores claros, bien
configurados, con una coherencia que les de credibilidad. En este aspecto no puede existir el doble
discurso, ni la doble vida porque se transmiten las viviencias y se viven las creencias”, Ramos M.G.
(2000:55)
Los cambios en la vida de los niños andinos ocurren durante diversos ritos o se concretan, de
forma más sutil, en transformaciones graduales en sus roles y responsabilidades en el hogar. Estos
cambios se definen por el aprendizaje de habilidades prácticas. De este modo, desarrollan una
identidad, un sentimiento de pertenencia y responsabilidad que los hace miembros reconocidos y
valorados por su familia y comunidad.
Familia y mujer
Así, un hombre soltero no podrá ser nunca Jilaqata, y una mujer soltera tampoco podrá
ser Mamatalla.
Esta visión de pareja implica a la familia en general, y esto exige desarrollar la capacidad
de organización y trabajo en todos los niveles de responsabilidad de la comunidad, del
Ayllu, del Suyu, de la Marka, y si esto se cumple, quiere decir que se transita por el suma
thaki (buen sendero), y con esto se gana también el prestigio y respeto. Cuando el hombre
o la mujer se dirigen a la Comunidad, lo hace en nombre de su familia y no a título
personal; en la familia, en la comunidad, en la dualidad y en la complementariedad, la
mujer tiene un rol vital, amplio y diverso, que aunque no se refleja fuertemente en el
ámbito público, tiene mucho que ver en la definición de la identidad, mucho más allá de la
cultura y sus expresiones artísticas, artesanales, de música y danza.
En este apartado, describo los cuidados, atenciones y la cercanía físico-emocional que los
niños experimentan cuando participan en las actividades de sus cuidadores, actividades
que son centrales para la vida familiar y comunitaria. También se describen los cuidados
de padres y abuelos para preservar la integridad individual de los niños, 5 quienes son
individuos en la medida que son integrantes de una familia y respetan las relaciones de
reciprocidad entre humanos y con los seres del entorno natural. Estas descripciones y
explicaciones se basan principalmente en observaciones de campo, en mis imágenes de la
infancia y en las opiniones de los adultos de la localidad. Los niños, desde muy pequeños,
participan en las actividades socioculturales de la comunidad debido a que sus cuidadores
–madre, tía, abuela o hermano mayor– los llevan con ellos cuando realizan dichas
actividades. En esta comunidad, los niños no son segregados de las actividades de los
adultos. Si son pequeños, son cargados con mantas en las espaldas principalmente por sus
madres. Si pueden caminar por sí mismos acompañan a sus cuidadores y participan de
modos distintos en las actividades de los adultos. Según su edad, ayudan en pequeñas
tareas a los adultos o juegan cuando hay oportunidades.
Mayormente, los niños del ande observan el mundo social en que se mueve la madre
porque, como en muchas sociedades, ella es la principal responsable de cargar, durante la
mayor parte del día, al infante desde que nace hasta aproximadamente los dos años.
Desde la comodidad y calidez de la espalda de la madre, el niño percibe las
conversaciones y las interacciones que ella realiza durante el día. Debido a que la mayor
parte de los niños duerme junto con los padres hasta aproximadamente los tres años de
edad, la cercanía de éstos con la madre continúa incluso durante las etapas del sueño
nocturno. Cuando el niño ya puede sostener la cabeza, desde la espalda de la madre
observa sus interacciones diarias con los otros adultos, escucha sus conversaciones y
puede ver también los gestos de las personas que conversan con su madre.