Módulo RNR Completo

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 140

UNIVERSIDAD NACIONAL DE PIURA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y EDUCACIÓN


Departamento Académico de Ciencias Sociales

Ing. Civil

Curso: Realidad Nacional y Regional

Profesor: Mg. Nicolás Cueva Palacios

2021
INSTRUCCIONES

 Imprimir el módulo.
Durante el estudio de este módulo se sugiere tener en cuenta
lo siguiente:
 Establecer y respetar un horario de estudio.
• Realice con detenimiento una primera lectura de cada
tema.
• En una segunda lectura subraye las ideas principales.
• Durante el desarrollo de los temas responda las preguntas
formuladas.
• En tu cuaderno o carpeta de apuntes utiliza organizadores
visuales (mapas conceptuales, cuadros comparativos, cuadros
sinópticos, mapas de ideas y diagramas causa efecto o de
ishikiwa,) durante el estudio de los temas desarrollados.
Asimismo, puedes elaborar resúmenes y comentarios.
• Desarrolle los cuestionarios programados en su cuaderno

2
Qué comentario te sugiere esta viñeta?

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

Con una frase sintetiza el mensaje de esta viñeta.

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

Lee y comenta el siguiente texto de Eduardo Galeano:

3
“Ya se ha dicho que en 1492 América fue invadida y no descubierta, porque
previamente la habían descubierto, muchos miles de años antes, los indios
que la habitaban. Pero también se podría decir que América no fue
descubierta en 1492 porque quienes la invadieron no supieron, o no
pudieron, verla.

Sí la vio Gonzalo Guerrero, el conquistador conquistado, y por haberla visto


murió de muerte matada. Sí la vieron algunos profetas, como Bartolomé de
Las Casas, Vasco de Quiroga o Bernardino de Sahagún, y por haberle visto la
amaron y fueron condenados a la soledad. Pero no vieron América los
guerreros y los frailes, los notarios y los mercaderes que vinieron en busca de
veloz fortuna y que impusieron su religión y su cultura como verdades únicas
y obligatorias. El cristianismo, nacido entre los oprimidos de un imperio, se
había vuelto instrumento de opresión en manos de otro imperio que entraba
en la historia a paso avasallante. No había, no podía haber, otras religiones,
sino supersticiones e idolatrías; toda otra cultura era mera ignorancia. Dios y
el Hombre habitaban Europa; en el Nuevo Mundo moraban los demonios y
los monos. El Día de la Raza inauguró un ciclo de racismo que América
padece todavía. Muchos son, todavía, los que ignoran que allá por 1537 el
Papa decretó que los indios estaban dotados de alma y razón.

Ninguna empresa imperial, ni las de antes ni las de ahora, descubre. La


aventura de la usurpación y el despojo no descubre: encubre. No revela:
esconde. Para realizarse necesita coartadas ideológicas que conviertan la
arbitrariedad en derecho” Eduardo Galeano

………………………………………………………………………………………………………………………………………

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

4
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

En google Entra: A los 500 años Los Kjarkas

Lee detenidamente el siguiente texto


A Los 500 Años
Los Kjarkas
Hace más de 500 años
En la tierra del maíz
Como en las páginas de un cuento
Vivía un pueblo feliz
Como en las páginas de un cuento
Vivía un pueblo feliz
Hace el sur del paraíso
Y al otro lado del mar
Llegaron hombres extraños
A sembrar desolación
Llegaron hombres extraños
A sembrar desolación
Una vez y otra vez castigaron su rebelión
Una vez y otra vez castigaron su rebelión
Y herida de muerte sangra en poder de su liberación
Y herida de muerte sangra en poder de su liberación.
Hace el sur del paraíso
Y al otro lado del mar
Llegaron hombres extraños

5
A sembrar desolación
Llegaron hombres extraños
A sembrar desolación
Y trajeron muerte en sus barcos
Y una cruz como religión
El terror y el genocidio
Era ley de su inquisición
El terror y el genocidio
Era ley de su inquisición
Pero hoy como ayer se llevaran el botín
Pero hoy como ayer se llevaran el botín
La historia de los abuelos no parece tener fin
Y la historia de los abuelos no parece tener fin
Luego de analizar e interpretar la letra de esta canción escribe un comentario.
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………

6
……………………………………………………………………………………………………………………………………………

La resistencia de los curacas tallanes 1


(…) Refiere Oviedo que en Poechos Pizarro recibió la visita de varios curacas de los
pueblos vecinos, quienes le manifestaron haber sido recientemente sojuzgados por los
Incas. Sabedor de que aquellos jefes nativos añoraban su autonomía Pizarro les ofreció
alianza, que los ingenuos curacas aceptaron pronto. Muy astutamente, para legalizar su
conquista, el jefe cristiano, sin que sus auditores lo notaran siquiera, les iba notificando el
Requerimiento en virtud del cual los territorios de esos curacas pasaban al dominio del
imperialismo español. Los Tallanes lo dejaban hacer sin prever las consecuencias de tal
actitud (…) Satisfecho con lo obrado y considerándose con derecho, Pizarro efectuó luego
el reparto de indios e indias entre sus soldados y demandó de los naturales el acopio de
bastimentos. Se establecía rápidamente la servidumbre y el tributo.
Pero no todos los grupos Tallanes ofrecieron apoyo a los invasores. Diego de Trujillo
relataría que poco tardó en manifestarse la resistencia de cierto grupo que se había
retirado anteladamente del pueblo. Noticiado de ello, Pizarro despachó de inmediato una
fuerza represiva a las órdenes de Sabastián de Belalcázar. En las cercanías de Poechos
tuvo lugar la primera resistencia armada de los Tallanes. Cruentos combates se libraron,
con muerte de muchos nativos, heroicos defensores de su suelo. DE los indios
procristianos también murieron varios. (…) Pese al duro revés sufrido, los Tallanes de
Poechos no se rindieron. Retrocedieron si, hacia la tierra de los curacas de La Chira y
Amotape, con la mira de ganarlos para su causa. (…)
La salida de Hernando Pizarro al norte de Poechos camino de Tumbes sirvió para descubrir
nuevos focos Tallanes de resistencia. En efecto, el capitán general de la tropa invasora
logró enterarse en el trayecto que Cango e Icoto, dos curacas de la tierra inmediata río
arriba, además de otros comarcanos a ellos, se disponían a resistir a los españoles. (…)
Cango e Icoto conociendo la aproximación del enemigo evacuaron sus pueblos y se
situaron en un paso del interior, dispuestos a combatir. Hasta allí fueron a buscarlos los
invasores y entonces se trabó desigual batalla. Desigual porque tanto en número como en
armamento, los guerreros de Cango e Icoto llevaban las perder. Pese a ello, los bravos
Tallanes no aceptaron la rendición que les fue exigida, y presentaron lucha. Esta fue breve,
aunque sangrienta…

1
Jorge Barrantes Arrese y Luis Guzmán Palomino. Tambogrande Heroica resistencia nativa

7
(…) Refiere Pedro Pizarro que merced a la delación de una india, amante del conquistador
Palomino, se conoció que algunos grupos Tallanes de La Chira y Tangarará habían
acordado aniquilar a los invasores. … Apenas conocido esto, el jefe de los invasores
ordenó la prisión de los curacas y demás gente involucrada en la conspiración. Se les
sometió también a salvajes torturas, a consecuencia de las cuales confesaron su delito. (…)
Según Pedro Pizarro, su vengativo primo condenó a muerte a trece caciques y dándoles
garrote, los quemaron. La barbarie española se desató a orillas del río de La Chira. Trece
curacas fueron allí quemados, por el “delito” de luchar por la integridad de su territorio y
cultura.
MATANZA DE CURACAS 2
Al proseguir su marcha la expedición española se comprobó que no todos los Curacas de
los Tallanes eran enemigos de AtaoHualpa. En La Chira contaba con un pequeño número
de partidarios. Un grupo de españoles que Francisco Pizarro ha dejado en su retaguardia
es atacado en esa ciudad. Los cristianos se refugian precipitadamente en un templo,
seguidos de sus auxiliares indígenas. Se inicia un cerco localizado en aquel lugar. No se
extiende por cuanto la odiosidad hacia los quiteñistas es general en el valle. Un indio
Nicaragua parte veloz a dar alerta al grueso de las huestes cristianas, demandando
socorro.
Avisado el Gobernador, regresa a La Chira y su hermano Hernando rompe el asedio. No
obstante la fácil victoria, la sublevación requiere de una sanción ejemplar. Son quemados
vivos los trece Curacas que han dirigido el movimiento, especialmente los señores de
Amotape y La Chira; salvo el principal de todos ellos que no actuó allí. El acontecimiento
debió llevar a los castellanos a una política aún más dúctil frente a los huascaristas;
quienes debieron alegarse profundamente al ver que perecían en medio de las llamas sus
encarnizados enemigos.

Lee y comenta brevemente la siguiente afirmación:

“Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: ‘Cierren los
ojos y recen’. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la
Biblia.” Eduardo Galeano.

2
Juan José Vega La Guerra de los Viracochas pág.

8
…………………………………………………………………………………………………………………………
…………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………………

(Envía a la plataforma Classroom)

Cuestionario N° 1

1. De acuerdo con la información presentada que comentario te sugiere la


llegada de los españoles a esta región.
2. ¿Estás de acuerdo con lo que señala Eduardo Galeano acerca de la invasión
española? Fundamenta tu respuesta.

Reparto de tierras de los indígenas: Merced y composición de tierras

Las tierras, desde el momento de la invasión, hasta mediados del Siglo XVI, eran poco
estimadas como recompensa, porque tenían escaso o ningún valor para la mayoría de los
españoles, con excepción de los que estaban más próximos a las ciudades.
Sin embargo, a medida que escaseó la encomienda de indios como recompensa después
de 1550, las tierras constituyeron las recompensas de mayor utilidad.
Es a partir de esta perspectiva que la merced fue el primer mecanismo para acceder a la
propiedad de la tierra.

9
La distribución de tierras por mercedes se efectuaba tanto al momento de fundarse una
nueva población, como, más tarde, en la medida en que lo solicitan los interesados.
Las mercedes eran concedidas por el rey o por autoridades delegadas: virreyes,
gobernadores, presidentes, audiencias, cabildos y, en el, siglo XVIII, intendentes. En este
último caso y hasta mediados del siglo XVII estuvieron sujetas a la confirmación real. Podía
beneficiarse de una merced, cualquier vasallo de la Corona, fuese español, indio o negro
libre siempre se prefirieron a los descubridores, antiguos pobladores y sus descendientes.
La plena propiedad de la tierra otorgada por merced estuvo siempre condicionada al
cumplimiento de una serie de requisitos, regulados principalmente en las Ordenanzas
sobre descubrimiento población y pacificación de Felipe II (1573), y posteriormente en los
títulos del libro IV (principalmente el 12) de la Recopilación de Leyes de Indias de 1680.
Estos requisitos eran: 1) tomar posesión de la tierra antes de un término; 2) la obligación
de cultivarla; 3) residir en ella durante un plazo determinado antes de poder llevar a cabo
actos de disposición sobre la misma o adquirir otras, y 4) adquirirla “sin agravios de
indios”, aplicación indiana de la cláusula “sin perjuicios de terceros”.
A través de mercedes no podían adjudicarse tierras a la Iglesia, monasterio o persona
eclesiástica alguna. Sin embargo, como es sabido, el clero y las órdenes monásticas
llegaron a tener grandes extensiones de tierra
La composición de tierras suponía la legalización de una ocupación de hecho de tierras
realengas o del rey al margen de lo determinado por las leyes vigentes. Incluía a quienes
hubieran ocupado tierras sin título alguno, a quienes se hubieran extendido más allá de
los límites fijados en sus títulos, a quienes hubieran recibido mercedes de funcionarios o
de instituciones no habilitados y a quienes no hubieran hecho confirmar las recibidas de
autoridades locales.
Según el historiador Manuel Burga (1976) la composición fue una figura legal mediante la
cual una “situación de hecho” se convirtió en una “situación de derecho”; es decir, que la
apropiación violenta e injusta de tierras se convertía en legal al ser compuesta.
Las mercedes y composiciones de tierras significaron la legalización y afirmación de la gran
propiedad. Las haciendas ocuparon las tierras vacías y de la comunidad, creando de esta
manera miles de indios tributarios sin tierras. Ésta habría significado el inicio del proceso
de la constitución y establecimiento de las haciendas coloniales ya que las posesiones de
tierras habían sido legalizadas y como constancia se entregaba un título de propiedad.
Paralelamente a este mecanismo existieron otros, como la ocupación de hecho de tierras
supuestamente baldías, compra de tierras a los curacas, ayllus e indígenas particulares y
transacción por deudas, cte. Este desorden y despilfarro en la adquisición de tierras fue
constatado por el Virrey Francisco de Toledo (1573), quien dio cuenta a la Corona sobre el
proceso de despojo que venían sufriendo los indígenas.

10
A partir de la denuncia hecha por el Virrey Toledo, la Corona española comenzó a
interesarse por reglamentar la posesión de la tierra en toda América. A través de la Real
Cédula del 10 de enero de 1589, dispuso que sólo la Corona otorgaría tierras y anuló las
concesiones otorgadas por los Cabildos, pero, a su vez, ofrecía la posibilidad de admitir en
composición a los que no las poseían con una titulación legítima. Esta disposición fue
efectivizada con otra Real Cédula del 10 de noviembre de 1591, donde se disponía la
realización de la Primera Visita y Composición General de Tierras en todo el Virreinato del
Perú.
Esta disposición fue ejecutada por el Virrey don García Hurtado de Mendoza, y para ello
nombró Comisiones o Visitadores para todas las provincias del Virreinato.
La primera Composición de tierras que se realizó en Piura fue en 1595 y estuvo a cargo del
juez componedor Juan Paredes de Ulloa.
En 1645, Juan Dávalos Cuba Maldonado realizó la segunda composición de tierras en
nuestra región.
La tercera composición de tierras tuvo lugar en 1680.
La cuarta composición de tierras se realizó en 1712, y estuvo a cargo de Gerónimo
Vozmediano y Escalera.

3
Siervos indios en la Piura española
Los indios que poblaron los contornos de la ciudad de Piura por 1571 sumaban unos doce
mil, número que iba en disminución por la insalubre del clima “y por haber sido el paso de
todos los españoles que iban al Perú”, infiriéndose de esto último que los tallanes fueron
llevados a otras localidades en sucesivas oleadas.
Para entonces, los indios de Piura, en su mayoría, había sido “reducidos”, ordenándoseles
concentrarse en poblados que surgieron siguiendo los moldes hispánicos, aunque “en sus
propias tierras y sitios antiguos”. En la propia San Miguel no existía poblados de indios,
sólo en sus contornos, de donde se les obligaba ir a la ciudad para cumplir la mita colonial,
“repartidos a rata por cantidad entre todos, para que sea moderado el trabajo y se
repartía entre todos”
Se apreciaba también la existencia de los llamados “indios de alquiler”, que
voluntariamente se presentaba en la ciudad ofreciendo sus servicios a cambio de una
paga. Esta debió ser ínfima, ya que el número de ellos fue amenguando, al punto tal que
el autor de la Relación sugirió compeler a los indios con rigor “que es necesario, por ser

3
Luis Guzmán Palomino. Tambogrande y la historia de Piura en el siglo XVI págs. 27-29.

11
inclinados a la ociosidad, que la justicia les obligue a que vengan a la ciudad a se alquilar y
trabajar”. Para ser veraces, los únicos “inclinados a la ociosidad” eran los encomenderos y
demás españoles de la ciudad.
Ya totalmente separados de sus pueblos de origen había un sector de indios dedicado a la
servidumbre doméstica en los solares y en las iglesias. Era el más occidentalizado, aunque
mantenía aún muchas costumbres nativas.
La cristianización en el interior fue una acción que exigió el clero español para tener parte
en el reparto feudal:” en todos los pueblos de los naturales – se lee en la Relación- hay
iglesias… las cuales iglesias o monasterios obligan a los naturales de cada pueblo que los
hagan… (y) los tales clérigos o religiosos que se ocupan en dichas doctrina son muy
venerados y respetados de los indios y los sirven de lo que les mandan, y para el sustento
de ellos contribuyen con la comida que está señalada en cada uno de los tributos para los
clérigos de la doctrina”
Fuera del tributo a la iglesia, los pueblos indios tributaban a la corona real y a los
encomenderos: “ Después de visitado cada un repartimiento y pueblo de indios que hay y
las cosas que crían y cogen en sus tierras, y si hay minas de oro y plata, conforme al
posible se tasan los tributos que han de dar en cada un año a su encomendero, y los
mismo los que están en la corona real; y estos tales tributos los caciques los reparten
entre todos sus indios conforme al posible de cada uno, y si están muy cargados o van en
disminución o acrecentamiento, piden retasa y nueva visita los dichos caciques o
encomenderos”
Tributo en servicios y en especies, oprobiosas cargas feudales, provocaron la disminución
de la población india, tanto como las inclemencias del clima y los traslados compulsivos,
antes citados, y también la mengua de la jurisdicción territorial. Recuérdese que en la
fundación de San Miguel se mencionaron inicialmente hasta cincuenta vecinos, dueños
cada cual de una encomienda que agrupaba varios pueblos indios. Ese número fue
reduciéndose sucesivamente, conforme anota nuestro informante: “Al tiempo que se
pobló la dicha ciudad (repárese que dice pobló, y no fundó, pues está refiriéndose a un
tiempo posterior a 1532, hubo treinta y tantos vecinos, que tuvieron repartimiento de
indios, (y) ha venido en gran disminución, y está al presente así por ser haber consumido y
acabado lo más parte de los naturales y haberle quitado parte de los términos para otros
pueblos; y así al presente (1571) cree son los vecinos que tienen repartimientos de indios
hasta diez y seis” Algunos de estos encomenderos eran descendientes de los primeros
conquistadores y de los primeros pobladores; otros habían recibido la merced
recientemente.
Cabe hacer notar que los pueblos de indios de Piura comerciaban entre sí utilizando
balanzas españolas, aunque en la Relación se consigna que no mucho antes se habían
usado instrumentos de peso nativos:” en cada uno de los pueblos indios tienen su orden

12
de congregación para sus contrataciones en todos tiempos trocando unas cosas por otras
o con oro y plata, para lo cual tenían sus pesos y pesas y medidas, generalmente
diferentes de las nuestras, las cuales han dejado y usan ya de las nuestras o de España”
De lo citado se infiere que los indios piuranos consideraban el oro y la plata como valores
de cambio, dato que también aparece en otro pasaje:” Los bienes que más tienen en
estima son oro y plata” Si bien la estimación de los metales preciosos era nuevo adquirida
del trato con los españoles, no lo era el uso de valores o de cambio entre los indios
piuranos, sobre todo entre los Tallanes pues habituados al comercio ellos manejaron
como moneda la hachuelas de cobre, que por pequeñísimas no pudieron fabricarse para
otro uso, y las conchas spondylus, en una evolución de simple trueque de productos al
comercio monetario que tal vez surgió algo más al norte de las fronteras septentrionales
del Tahuantinsuyo.

La encomienda y encomenderos en Piura

La encomienda es una institución económica-social que aparece en España durante la


reconquista, bajo la forma de una recompensa por servicios militares. Los jefes militares
recibían como premio por sus servicios prestados una cantidad de moros para cristianizar.
Se les “encomendaba” esta cristianización de población moras con la finalidad de recibir a
cambio un tributo por tal servicio. De esta manera se cumplían dos objetivos: uno el de
premiar económica y políticamente al militar triunfante; y otro, incorporar
ideológicamente a las poblaciones conquistadas.
La encomienda jugó un rol protagónico en los inicios de la sociedad hispano-peruana.
Francisco Pizarro, al fundar la ciudad de San Miguel, reparte los indios de los caciques
locales, los encomienda a los vecinos que reciben cada uno sus respectivos
repartimientos, beneficiándose de sus tributos y del trabajo por turno, la mita colonial.
Los conquistadores, a través del Gobernador (Francisco Pizarro y luego Almagro también),
recibieron miles de indios para cristianizar a cambio de recibir un TRIBUTO. Inicialmente
este tributo se recibió en especies y luego se generalizó el tributo en plata o monedas del
mismo metal.
¿Quiénes no podían recibir encomiendas? Estaban excluidos de este e beneficio los
monasterios, iglesias, colegios, las comunidades, los curas y frailes (estos últimos a título
individual) No podían recibir encomiendas, debido a que esta institución implicaba
disposiciones militares personales.
También estaban excluidos de recibir encomiendas los mestizos y los mulatos. Tampoco
los niños y menores de edad, por la misma causa: la prestación del servicio de las armas.

13
Pero las astucias de los españoles no tenían límites. Y así en el caso del fallecimiento del
encomendero que dejaba un hijo menor, solicitaba “suspender” la encomienda o se podía
pasar al tutor, hasta la mayoría de edad del heredero.
Las mujeres tampoco podían recibir directamente encomiendas. Sin embargo si podían
heredar encomiendas tanto del padre como del marido.
El historiador Raúl Alcalá (1995:13-14) escribe: “Se estableció una relación vasallístico-
señorial que vinculaba al Rey con los encomenderos, y una relación vasallístico-servil que
unía al encomendero con sus indios encomendados. Los naturales repartidos a un español
quedaban obligados a entregar un tributo al encomendero y al Rey y/o su equivalente
parcial en trabajo que fue autorizado hasta 1596 pero subsistente de facto luego de esa
fecha. El encomendero, en cambio debía actuar con respecto a ellos como pater y
potentado ejerciendo un señorío doméstico. El establecimiento de la encomienda fue la
expresión clara de contacto compulsivo entre indígenas y españoles que generó una
amplia red de relaciones económicas y sociales entre estos grupos y marca el
comportamiento interno de las dos “repúblicas”, siendo lavase sobre la que se levantaría y
perduraría la sociedad colonial. En medio de esta dinámica el tributo indígena desempeñó
un papel fundamental que representaba el excedente de producción que mantenía a los
europeos y sus ciudades”
Debemos señalar que la encomienda no era merced de tierras sino de hombres. Esto
quiere decir que la encomienda no significaba el señorío de un español sobre una cantidad
determinada de indios, sino en sentido estricto, sobre determinados curacas. De esta
manera el curaca mediaba entre el encomendero y los indígenas encomendados. Dicho de
otra manera, los indígenas estaban encomendados a un español a través del curaca
porque éste estaba subordinado por el español. Aparte de los conquistadores, la corona
española recibió encomiendas muy ricas. Estas eran administradas por funcionarios del
Rey quienes enviaban los tributos directamente a las arcas de la corona.
La política de las encomiendas fue altamente favorable para los conquistadores y
desfavorables para el estado español. La acumulación en la colonia se hacía en detrimento
de la metrópoli; se fortalecía a los grupos locales y cerraba el flujo hacia adentro del
sistema colonial. Por esta razón, el eje central de las reformas políticas que trajo el primer
virrey fue la supresión del sistema de encomiendas; pero como fue inaplicable por
resistencia de los encomenderos, se flexibilizó su asignación en términos de VIDAS, es
decir, que no tenía carácter indefinido. La negociación del estado español con los
encomenderos significó reducir las encomiendas a UNA VIDA; DOS O TRES VIDAS, es decir,
que luego de la tercera generación revertiría la encomienda al estado como beneficiario
del tributo.
Los encomenderos fueron, durante los primeros años de la colonia, símbolos económico,
social y político del poder colonial. Con el correr del tiempo, por diversos factores,--el

14
colapso demográfico indígena y la diversificación económica que pronto se produjo
estuvieron entre los más importantes- motivaron el que fuesen progresivamente
descendiendo los beneficios que las encomiendas reportaban, con el consiguiente
decaimiento económico y social de los encomenderos que no acertaron a adaptarse a las
nuevas circunstancias. Debemos señalar que esta institución jugó un rol protagónico en
los inicios de la sociedad hispano-peruana.
En el caso de la encomienda americana, la encomienda no significo la entrega de tierras,
pero si se mantuvieron los conceptos de protección y defensa. Así que a diferencia de la
encomienda medieval española, la encomienda americana (también llamada
repartimiento de indios) significó el otorgamiento de fuerza de trabajo de indígenas a
determinados españoles.
La encomienda fue una institución de vasallaje que cumplía funciones de dominio
económico, social e ideológico sobre los naturales de América. En la práctica la
encomienda consistía en el privilegio concedido por el rey de España a un determinado
español de hacer trabajar a un número de indígenas en su provecho y cobrándoles un
tributo. Esta prerrogativa se desprendía del concepto jurídico por el cual los indígenas
fueron declarados vasallos libres del rey de España y como tales estaban obligados a
pagarles un tributo. El rey cedía este tributo a los encomenderos en recompensa por los
esfuerzos y gastos realizados en la conquista y colonización de los nuevos territorios
incorporados a la corona española.
Según la teoría del derecho indiano, los indígenas como personas libres debían trabajar
voluntariamente por salario, pero en la realidad el servicio personal funcionó sin
remuneración alguna. En este aspecto, la encomienda y la esclavitud era prácticamente lo
mismo.
En 1536 se dictó una real cédula que fijaba el término de las encomiendas en dos vidas
(dos generaciones). En 1542 el emperador Carlos V expidió las nuevas leyes que
suspendían el servicio personal de los indígenas y prohibían encomendarlos en adelante,
cualquiera que fuese el título bajo el que se lo hiciere. Estas disposiciones tuvieron graves
repercusiones en el Perú, produjeron la violenta reacción de los encomenderos y de
cuantos pretendían lograr estos títulos, y se levantaron en armas liderados por Gonzalo
Pizarro, quien hizo ejecutar a Blasco Núñez de Vela, el primer virrey que vino con el firme
propósito de hacer cumplir las nuevas leyes.
La política general de la corona fue la de ir reduciendo las encomiendas poco a poco,
limitando cada vez más los repartimientos de indígenas, declarándolas vacantes a la
muerte de sus titulares e incorporándolas de una u otra manera al Estado hasta lograr su
extinción.

15
Cuadro N°1 Encomenderos y encomiendas en Piura 1561
Valor Donante Encomenderos Encomienda
2000 ps. F. Pizarro Cap. Diego Palomino Guancabamba
2000 ps. M. Cañete Juan de Saavedra Caxas
1250 ps. M. Cañete Gonzalo Grijer Caxas Serrán
1800 ps. F. Pizarro Diego Nuñes Vaca Ayabaca
2000 ps. M. Cañete Juan Cortés Olmos, Penachi, Poechos
500 ps. F. Pizarro Diego Bustamante Copis
2800 ps. ……………….. Suero de Cangas Motupe
7500 ps M. Cañete Alonso Carrasco Jayanca
2000 ps. M. Cañete Luis de Canto Jayanca
400 ps. M. Cañete Gonzalo Alonso C. Piura, Malingas
1600 ps. M. Cañete Diego López Z. Socolan, Catacaos
600 ps. M. Cañete Juan Mendez Marcavelica, Colán
1000 ps. ------------- Francisco de Lucema Tangarará, Paita, Sechura

16
850 ps.--------------- Mujer de G. Farfán Chira
2100 ps. M. Cañete Pedro Gonzalo de Prado Motupe. Solana, Bitonera,
Guaura, Paita.
650 ps. M. Cañete Antonio de S. Martín Tumbez
800 ps. F. Pizarro Alonso Rangel Pariñas, Mancora, Catacaos.
950 ps. ------------- Miguel Ruíz Sechura, Colám, Catacaos.
1330 ps. M. Cañete Gonzalo del Cerro Catacaos, Sonto
1200 ps. M. Cañete Hdo. De Orbaneja Catacoas.
230 ps. --------------- Diego de Sauzella Chumalaque
246 ps. M. Cañete Cristoval Franco Pabur
Fuente: Tomado de: La Encomienda y Encomenderos en Piura. Raúl Alcalá Sandoval. Piura
1995.

Las reducciones, pueblos de indios

El sociólogo Julio Cotler en su obra: Clases, estado y nación en el Perú sostiene que las
reducciones se caracterizaban por el asentamiento en pueblos de los diversos ayllus
indígenas y tenían el propósito la concentración de la población nativa para facilitar la
recaudación del tributo, permitir los repartos mercantiles que hacían los corregidores sin
control alguno, para que los doctrineros y sacerdotes pidieran los diezmos y primicias y,
particularmente para disponer de abundante mano de obra y dar mejor cumplimiento a
las distintas clases de mita (minera, obrajera, ganadera, caminos y de la iglesia). Por otra
parte, facilitar el adoctrinamiento y evangelización de los indios.
Asimismo, se buscó aislar a los indígenas de los movimientos insurreccionales y quebrar su
identidad étnica.
Las reducciones concentraban las tierras del común o comunidades y congregaban a los
indígenas para el pago del tributo. Estas tierras comenzaron a denominarse tierras de la
“Caja de Comunidad”, y a su vez las reducciones fueron adoptando el nombre de
“comunidades indígenas”

17
REDUCCIONES DE PIURA DESPUÉS DE TOLEDO
Reducciones Pueblos que pagan tributo
1. CATACAOS La Chira, Pariña, Cucia, Mechato, Mecomo, Motupe,
Marcavelica,
Narigulá, Mecachi, Menón, Tangarará.
2. SECHURA La Manuela, Sechura, Punta.
3. PAITA Paita, La Silla. Los indígenas de la encomienda de un tal
Castillo.
4. COLÁN Colán, Guaura, Camacho, Bitonera.
5. TUMBES
6. HUANCABAMBA Sondor, Huarmaca, Huancabamba.
7. AYABACA
8. FRÍAS En esta reducción fueron ubicados guayacundos de Caxas,
con yungas que vivían en el Alto Piura.
9. OLMOS
10. MOTUPE
11. SALAS,, PENACHI, CAÑARES
12. COPIS
FUENTE: Huertas Vallejos, Lorenzo. Perturbaciones éticas en Piura. Citado por Raúl Alcalá
Sandoval en: La Encomienda y los encomenderos en Piura.

El Tributo indígena

En el marco de la colonización española de América, los indígenas fueron declarados -de


acuerdo con el derecho indiano- vasallos libres de la Corona de Castilla. En razón de ese
vasallaje, estaban obligados a pagar el tributo.
El tributo, desde el punto de vista jurídico, era un reconocimiento de vasallaje; desde el
punto de vista económico, una renta pagada a la Real Corona.

18
El tributo fue una renta que perteneció al monarca. Pero la Corona hizo en muchos casos
cesión, a favor de sus súbditos españoles, de su derecho a percibirla, en premio de los
servicios de aquéllos en la conquista y colonización de los territorios americanos.
El tributo indígena se cobraba dos veces al año; el día de San Juan y el de Navidad.
Quienes estaban obligados a pagarlo eran los varones comprendidos entre los 18 y los 50
años de edad. Pero también eran considerados tributarios aquellos varones menores de
18 años que estuviesen casados.
Estaban exonerados del tributo: los curacas y sus hijos mayores, por ejemplo, no estaban
obligados a tributar; tampoco los enfermos tenían esa obligación, ni los indígenas que
desempeñaban oficios dependientes de los cabildos o de la iglesia.
En ciertas ocasiones los caciques aprovechando su especial situación se apropiaban de
una parte del tributo, cobrando más de lo permitido para beneficiarse con su venta. Fue el
caso de los caciques Jacinto Temocha, cacique de Nariguala; Alonso Metal de la
parcialidad se Mechato, Mecomo y Cucio y Juan Mecache cacique de la parcialidad de
Mecache quienes fueron denunciados por los indígenas de Catacaos en 1673.
Raúl Alcalá sostiene que el tributo fue muy codiciado por los encomenderos, corregidores
y caciques quienes se encontraban más cerca de los tributarios y podían obligarlos a
pagar en exceso sin respetar lo que estaba estipulado en la tasa toledana, de esa manera
captaban parte del excedente generado por los indios tributarios. Este acto provocó la
despoblación de sus curacazgos por la fuga de sus pobladores con destino a las estancias y
haciendas en busca de protección convirtiéndose en una forma de evadir el trabajo de la
mita y el pago del tributo.
A partir del virrey Francisco Toledo los indios tributarios fueron obligados a vivir en
Pueblos de Indios y a censarse ante los Visitadores para el recojo del tributo. Los curacas
indios fueron convertidos en mediadores obligados de la cadena de explotación. Fueron
exonerados del tributo y mantenidos sus privilegios ancestrales a cambio del papel de
recaudadores.
El tributo era una institución solamente aplicada al indio; bastaba comprobar signos de
mestizaje para que se dejara de tributar.

4
La pesca y el tributo
(…) Cuando llegan los chimú, el pescado no solo servía para el alimento sino que, salado,
lo cambiaban por productos que no se producían en la zona; los chimús y posteriormente

4
Publicamos aquí un texto transcrito del libro SECHURA Identidad cultural a través de los siglos del
historiador Lorenzo Huertas Vallejos. 1995. Págs. 216- 221.

19
los Incas, obligaron a estos pueblos a tributar pescado salado y posiblemente sal. María
Rostworowski (1989:270) indica que existían parcialidades dedicadas a la pesca.
El virrey Francisco Toledo, que desde el primer momento pudo observar que gran parte de
las poblaciones ribereñas se dedicaban a la pesca, ordeno a los visitantes hacer la
pesquisa en los pueblos de pescadores sobre la actividad pesquera durante el gobierno de
los Incas. (…)
La respuesta fue positiva, los visitadores averiguaron que los sechuras pescaban para
alimentarse, pagar el tributo y para el trueque y venta.
La pesca para la alimentación y venta se obtenían de manera individual; el pescador,
sobre su pequeña balsilla, entraba al mar a la una de la mañana y permanecía pescando y
destripando hasta mediodía; de modo que eran ocho, diez o doce horas de pesca con un
sustento que consistía en cancha, pan, y un poco de agua. Las mujeres los esperaban en la
playa y allí mismo, luego de separar lo necesario para la comida, el resto de la pesca lo
vendían o cambiaban y, cuando no había venta inmediata, salaban el pescado. Los
comerciantes mayoristas, que compraban especialmente para llevar a la ciudad de Piura, a
Lambayaque y a las provincias serranas de Ayabaca y Huancabamba llegaban sólo
determinados meses. Alejandro Diez (1994: 107),señala que: ”la mayor parte del producto
se quedaban en manos de los intermediarios que iban a comprarlo a la reducción”. A tales
compradores los hemos podido captar en el juicio que el cura de Sechura, Agustín
Fernández Velásquez, entabló contra Marcos Taluna en diciembre de 1675, uno de los
testigos fue un español, quien dijo encontrarse con otros españoles en la playa en el
momento de producirse la pesquería de tollo.
LA pesca para el pago del tributo se hacía de manera colectiva, unas veces en la playa con
los chinchorros, actividad muy parecida a la Pesca Real que menciona Gutiérrez de Santa
Clara y cuya información rescata María Rostworowski (1981:111). Consistía en que varios
nadadores se introducían muy adentro del mar, se ponían en seguida en filas y luego
regresaban hacia la playa: ”gritando braceando y haciendo gran ruido en el agua”,
después, al acercarse a la playa, entraban otros pescadores de refresco quienes tendían”
sus redes largas y mantas grandes y toman grandísima cantidad de pescado”. La otra
forma colectiva era mar adentro con las balsas grandes de nueve palos. Cada parcialidad
enviaba a sus mejores pescadores, siempre acompañados de los más expertos, que sabían
exactamente el lugar donde se encontraban determinadas especies; a veces por el olor,
como el de la sardina; en otras tomaban puntos equidistantes en la parte continental,
llegaban hacia donde en anteriores ocasiones habían pescado conocidas variedades.
Estos viajes a veces duraban hasta quince o veinte días. En cada balsa, además de
alimentos y agua que consumían muy poco, llevaban sacos de sal, así mientras unos
sacaban los peces, otros los cortaban y salaban. Al regreso realizaban el conteo y cumplían
con entregar el tributo. Este era recogido por los curacas, los mismos que ordenaban

20
colgarlos para que se secasen y después, en los meses de junio y diciembre (San Juan y
Navidad), entregarlos a los encomenderos o a sus representantes llamados podatarios .
Después de cumplir con esa repudiada obligación, lo que sobraba se repartían entre los
pescadores. Para tener una idea precisa de la cantidad de especies que tenían que pagar
en tributación, presentamos un cuadro correspondiente al tributo hecho por los
sechuranos entre 1638 a 1640
A esos 22,350 tollos y 223,500 sardinas hay que agregar otras cantidades iguales o
mayores que se vendían, para con el producto de la venta, pagar lo correspondiente al
rubro Plata que desde 1638 a 1640 alcanzó la cifra de 3097 pesos. Pues bien; por esos
años cada peso valía ocho reales y cada tollo costaba 0,64 reales; por lo tanto para cubrir
los 3097 pesos ¿cuántos tuvieron que vender? Un equivalente a 38,712.5 tollos. Esto
último, aunque es una simple presunción, conviene considerarla para tener idea cabal de
la actividad pesquera en la etapa colonial.
Ya hemos indicado que cuando se producían un Niño originaba cambios en la biomasa
marina, sobre todo en las llamadas “especies tributables”; asimismo con la sequía la
biogénesis marina sufría alteraciones. Por eso es que al producirse tales fenómenos
naturales, los pescadores se veían obligados a realizar viajes largos en busca de “especies
tributables”; a veces, tan largos que nunca más regresaban, como sucedió a fines del siglo
XVII cuando fundaron la caleta San José en Lambayeque y allí se quedaron a vivir.
Existen varios documentos que informan de los apuros pasados por los indígenas
tributarios, cada vez que ocurrían esas anomalías naturales, pues no permitían el pago en
el tiempo requerido. Aparte que cuando sucedía esto los cobradores de tributo exigían el
pago en dinero, pero subiendo el precio a las especies. Al respecto, el 6 de mayo de 1655,
el Defensor de Naturales, por pedido de los caciques de Sechura, afirmó:
“Que el año pasado de 1654 no hubo pesquería de sardina ninguna en el dicho pueblo por
los malos tiempos que hubo y aunque los caciques y indios hicieron diligencias saliendo a
la mar en busca de dicha pesquería no la hubo con que están imposibilitados de pagar sus
tributos conforme lo pagan cuando hay abundancia de pesquería”
Los sechuranos fueron obligados a entregar buena parte de su pesca a los encomenderos.
Francisco Lucema fue el primer encomendero que se registra en Sechura en 140 hasta
1561, año en que también aparece como tal Miguel Ruíz; en tiempos que gobernó
Francisco Toledo, Gaspar Troche Buitrago fue encomendero de Sechura y La Muñuela, y
Ruy López lo era de Sechura y La Punta; en 1640 Hernando Troche Buitrago seguía
gozando la encomienda de su padre Gaspar, y Diego de Silva Manrique tenia la
encomienda de Sechura y La Punta. Luego, hacia 1658, aparecen como encomenderos de
Sechura Don Antonio Alvarez de Toledo Belmonte Enríquez de Rivera, Marqués de
Villanueva del Río y de Soria; Duque de Guescar, y su mujer Doña Mariana Fernández de
Velasco, Marquesa de Villanueva del Río y de la Coria, Duquesa de guescar, vecinos de

21
Sevilla. A inicio del siglos XVIII eran encomenderos de Sechura el Marqués del Carpio y la
princesa Astillano, residente en la Villa y Corte de Madrid. Estos y otros encomenderos
residentes en España tenían sus representantes o podatarios que se encargaban de cobrar
los tributos y comercializarlos, y ya hemos visto que buena parte de ese monto tributario
salía de la pesca. En 1720 se suprimen las encomiendas, pero tanto el sechurano como el
resto de indígenas del Perú seguían pagando sus tributos, pero esta vez al Estado.

La Tina
Las tinas venían a ser entonces para la industria jabonera lo que los lazaretos para ciertas
epidemias: lugares de reclusión y aislamiento. Por esta causa, más que casas de
habitación, de comodidad, de holgorio, eran verdaderos centros de exilio, en donde un
tratamiento feudal pesaba sobre el obrero como un yugo, del que sólo se sentía libre y
consciente fuera de ellos. Entonces, como ahora, todo el interés del industrial, del amo,
estaba en sacar de la máquina humana el mayor rendimiento posible. Por eso veíase
detrás de la falange esclava al capataz fornido, azuzándola, implacable, con su ronzal, y
detrás de la falange libre el sobrestante fiscalizador, listo para regatera el tiempo y el
salario y para despedir también.
Y en este vértigo del trabajo el negro era el que más contribuía con su sangre y su sudor. Al
igual que las bestias, se le daba ración contada y bollo de pan, elaborado por el mismo
esclavo, o traído de alguna tahona miserable. Al mediodía, caldo gordo o sopa boba y un
mate de zarandajas con arroz quebrado y ripioso. Así también en la merienda. Apenas si
uno que otro día de la semana le caía entre las manos los restos malogrados de algún
camarico, o una lonja de tasajo, o una paila de arroz con dulce, o un tinajón de champús, o
una cabeza de plátanos verdes para asar, dado todo con alarde de liberalidad por algún
patrón de conciencia más o menos católica.
Y a cambio de esto once horas de trabajo: de cinco a seis, con dos horas de descanso de
por medio. La campana era la encargada de avisar. Con una precisión desesperante
mandaba y había que obedecer. Un grito de ella descabezaba el sueño más profundo,
haciendo refunfuñar al retardado. ¡Y con qué rabia se la oía! Sólo a las once de la mañana
y a las seis de la tarde recibíanse sus madora y ominosa carga. Por eso los esclavos de La
Tina, cuando pasaban delante de la que había en ella, mirándola con una mezcla de odio,
agradecimiento y temor.
Enrique López Albujar. Matalaché

22
Las casas –tina de jabón 5
“Fue el nombre que se le dieron a las fábricas de jabón durante la colonia pues tal como lo
indica, era una casa que contaba con “fondos de tina” o “tina”; pailas de cobre en que se
hervía el sebo. Inicialmente en el siglo XVII, también se les conoció a estas fábricas como
“almonas” pues se generalizó para toda la construcción, el nombre que se le daba al
cuarto del almacén. De manera progresiva se fue identificando al edificio como “tina” o
“casa-tina”, volviendo a ser la almona lo que era, una pieza más del pequeño complejo
industrial. Y puede llamarse complejo porque la casa-tina, salvo una excepción, contó
siempre con una construcción adjunta para el procesamiento de las pieles de los animales,
una curtiduría o tenería.
Inicialmente el edificio de la casa-tina fue conocido también por un nombre específico que
se fue perdiendo con el tiempo y con la frecuencia de traspaso de dueños. Ya para el siglo
XVIII se las distinguía por el apellido del dueño del momento. (…)
En Piura las fábricas de jabón se levantaron desde un inicio en los alrededores de la ciudad
y sólo muy tardíamente se construyeron en las haciendas.
La infraestructura industrial tinera surge a mediados del siglo XVII y en la capital
provincial. Prácticamente todas las haciendas en los alrededores de Piura criaban cabras y
estaban relacionadas con las casas-tina; los dueños de Guapalas, Ñomala, Malingas,
Curban, Tambogrande, Parales, Chapallirá y Miraflores fueron casi siempre, por no decir
siempre, tineros.
Las casas-tina se construyeron en las afueras de la ciudad. (…) Se ubicaron cerca del río, el
que debieron utilizar como desagües. (…) En Piura, la tina y tenería se convirtió en un
pequeño complejo socio-económico industrial urbano. No era una simple fábrica de jabón
en la que sólo se procesaba el sebo sino que contaba con un número de esclavos que
habitaba en ella. Con el tiempo, también vivieron allí los mayordomos de tina e incluso,
llegaron a ser habitadas por los propios dueños. Además de las piezas tradicionales, el
edificio podía contar con un oratorio o capilla como la del Lic. Del Castillo, podía servir d
de almacén a otros productos con los que también giraba el tinero como cascarilla o
algodón y finalmente, podía ser utilizada como prisión o lugar de resguardo de esclavos
secuestrados en espera de ser rematados.
(…) Los tineros no formaron un grupo aislado y distinto de la élite dominante de la
sociedad piurana. Por el contario, su misma existencia como industriales sujetos al
inestable carácter económico de la colonia, los condicionó a mantener una
complementariedad con otras actividades. Pudieron así, combinar la representación social
de cada una de éstas, el tinero fuera además de hacendado, ganadero y a veces hasta gran
comerciante fue cosa común. Hasta llegaron a formar el Gremio de Tineros y Hacendados
5
Presentamos algunas ideas expuesta por la historiadora Susana Aldana en su libro: Empresas coloniales Las
tinas de jabón en Piura.

23
de la ciudad de Piura. Políticamente los tineros piuranos tuvieron su lugar en el núcleo de
poder regional. Un buen número de ellos ocuparon el puesto de Alcalde y prácticamente
casi todos tuvieron algún cargo en el Cabildo.
Los tineros accedieron constantemente a préstamos comerciales, garantizándolos con sus
propiedades. Los intereses sobre estos préstamos coadyuvaron a su endeudamiento que,
unido a los cambios de rentabilidad del producto que se dieron desde finales de la etapa
colonial, determinaron el fin de los tineros como grupo de representación social en el
mundo piurano.
(…) La mano de obra de las casas-tina fue fundamentalmente esclava durante toda la
etapa colonial. Aunque también hubo libertos que trabajaron en esta industria. Para el
tinero la mano de obra no sólo era la fuerza necesaria para el funcionamiento de la fábrica
sino un símbolo de status económico y social. Al comprar un esclavo, el tinero estaba
haciendo una inversión, un bien más que pasaba a formar parte del capital de la tina y
cuyo valor se incrementaría conforme se fuera adiestrando en el oficio. Considera como
una inversión, la mano de obra era protegida. El deterioro de la empresa fabril estaba
directamente relacionado con el envejecimiento de la mano de obra.
Alrededor de la mitad del valor de las fábricas de jabón estuvo representado por la mano
de obra.
Los tineros capitalizaron sus fábricas con la compra de esclavos y el éxito o fracaso de esta
inversión, tuvieron mucho que ver con las condiciones de vida que les proporcionaban.
Entre los tineros piuranos sobresalen: Gerónimo de Sotomayor, Joseph de Céspedes,
Alonso de Saavedra, Gregorio de Vilela, Nicolás de Vilela, Manuel Vascones y Valdivieso,
Miguel Serafín del Castillo, Francisco Menéndez y Pabón, Fernando Seminario y Jaime,
Francisco Javier Fernández de Paredes, Miguel Gerónimo Seminario y Jaime, José de Lama,
Joaquín de Helguero, entre otros.

El tráfico de esclavos en Piura 6

“!Caramba, semos pior que los indios! Por un negro como yo, cien pesos, o un poquito má;
por uno como vos, quiniento, mil. !Ah nos desprecian!“ Enrique López Albújar.
Matalaché

6
Nicolás Cueva Palacios. El tráfico de negros en Piura. Diario El Tiempo. Suplemento Semana. Piura,
30/04/2017.

24
Ante la escasez de manos de obra como consecuencia del exterminio de la población
indígena los españoles recurrieron a la importación de esclavos negros. Paita y Callao
fueron los puertos autorizados por la Corona Española para introducir esclavos africanos
en esta parte de América.
Los esclavos eran destinados a las labores agrícolas en las haciendas, a los quehaceres en
las mansiones señoriales y como mano de obra en las casas tinas.
Las relaciones entre traficantes y esclavos estuvieron marcadas por una crueldad excesiva.
Excepcionalmente la sevicia se transformaba en venganza. Pero sucedió en el mes de julio
de 1707 en el paraje Vicús, cuando los negros Cuanan Bomba y Finin Coqui asesinaron al
traficante Alonso Benites, a un español y a dos personas más, en circunstancias que
trasladaban a 44 esclavos a la ciudad de Trujillo. Previamente a este hecho sangriento,
Cuanan Bomba fue azotado por el esclavista y el español.
Durante la colonia era muy frecuente la comercialización de esclavos entre la aristocracia
piurana y lojana. En ese contexto, “En Loja, el 20 de noviembre de 1738, el General
Manuel de Palacio y Vallejo vende a Don Joseph de Saavedra Palomino, vecino de la
ciudad de Piura, un negro nombrado Nicolás y una negra, María, su mujer, en 500 pesos”
Entre los traficantes negreros se encontraban algunas autoridades políticas y militares del
Partido de Piura. Entre ellos figuraban: Roque Raygada, Miguel Serafín del Castillo,
Fernando Torcuato Seminario y Jaime, Juan Francisco Elizalde,
La escritura que formalizaba la venta del esclavo sintetizaba los rasgos esenciales del
régimen esclavista: servidumbre, enajenación perpetua y cautiverio. Este documento se
redactaba en los siguientes términos: ”…Yo Don Francisco Bermeo de la vesindad del
Pueblo de San Pedro de Huancabamba …, por el tenor de la presente otorgo que doy en
venta real y enagenación perpetua desde ahora para siempre a Don Fernando Seminario y
Jaime, Regidor perpetuo por su Majestad del Ilustre Cavildo de esta dicha ciudad para que
sea suyo de sus herederos y sucesores, y quien en su derecho representare un sambo
nombrado Thomás, de edad de veinte y dos años, … se lo vendo sujeto a servidumbre y
cautiverio (…) en la cantidad de trescientos y cincuenta pesos de ocho reales…

Negro cimarrón

Dícese del cimarrón que es todo aquel animal que fue doméstico y que, al verse liberado,
huye y se vuelve salvaje. Durante siglos, el mismo sustantivo fue despectivamente
utilizado por los blancos españoles y portugueses que vivían en América, para denominar
a los esclavos africanos que lograban escapar del yugo de sus amos y se internaban en

25
territorios ignotos, entregándose a una vida de constante defensa, huida y ocultamiento
para conservar la libertad.
El cimarronaje fue un fenómeno espontáneo que tuvo lugar apenas el primer africano pisó
tierras americanas y que sucedió paralelamente a lo largo y ancho de todo el continente,
independientemente de la nacionalidad de los amos o de la etnia de los sometidos.
Yorubas, iucumés, mandingas, togos, chalas, dahomeys, carabelíes, nígeres, cabindas,
congos o angolas (todos reducidos a guineanos), se insurreccionaron constantemente a
través de los siglos, en muchas ocasiones gracias a la colaboración de los indígenas, hasta
la abolición de la esclavitud.
No todos los negros esclavos se resignaron a su suerte. Algunos lucharon por su libertad.
Éstos negros esclavizados fueron los negros cimarrones.
Durante la colonia encontramos cimarrones en toda América. Vivían en aldeas fortalezas
que recibían diferentes nombres en las colonias inglesas, holandesas, francesas,
españolas, etc. (palenques, quilombos, cumbe, ladeiras, mambises)
Para el trabajo doméstico, así como para las plantaciones de caña de azúcar, y sus
respectivos ingenios, los vecinos de San Miguel tenían esclavos negros, a los que se
procuraba reproducir sin mezclar toda vez que era buena mercancía:” Los hijos de los
nacidos allá- decía el cronista redactando su Relación en España no difieren en color ni en
lo demás a los padres idos de acá; el precio ordinario es de cincuenta y trescientos pesos,
siendo buenos.# Para comparación, diremos que en la Piura de ese tiempo las vacas se
pagaban a seis pesos cada una.
Aunque el gobierno colonial había dictado ordenanzas destinadas a menguar los
padecimientos de los esclavos, todo parece indicar que en los cañaverales piuranos ellos
fueron insufribles. Porque se prescribieron, también por ordenanzas, severas penas
contra quienes fugaran en busca de la libertad.
Debe recordarse que fue en Piura donde se dio una de las primeras manifestaciones de
cimarronaje en el Perú, incluso con el establecimiento de un palenque en las afueras de la
ciudad (Luis Guzmán Palomino, Las primeras rebeliones negras en el Perú, diario El
Nacional, 5 de mayo de 1985, p. 15). Esto se dio en medio de la rebelión de los
encomenderos contra la corona (1544-1548) y no puede descartarse la posibilidad de que
algunos de esos negros cimarrones procediesen de Panamá, donde el famoso Bayono
había intentado sin suerte un desarrollo autónomo. Por información española se sabe que
los cimarrones de Piura constituyeron familias uniéndose a mujeres indias. Cuando la
destrucción del palenque, con inmolación de sus defensores, se encontraron muchos
niños que seguramente fueron zambos en su mayoría.
En Piura de 1571 se daba recompensa por la caza de los rebeldes, azuzando los españoles
la animadversión de los indios hacia los negros. “ Que aunque ha habido algunos

26
cimarrones y huidos no se han podido sustentar, porque los indios naturales, por el daño
que ellos reciben, los espían y descubren y prenden; y también por el interés que de ello se
les sigue, que es, por las ordenanzas dichas, diez pesos a cada uno que prendiera negro
que ande huido”

En google ingresa a Cimarrón Grupo Niche y comenta la letra de esta


canción.

7
Afropiuranos esclavos: agentes de su propia libertad
Los panegiristas de Ramón Castilla sostienen que este personaje fue un gran estadista que
rompió las cadenas de la esclavitud. Paradójicamente, fue el mismo Castilla, quien en
1847 otorgó licencia a los hacendados, liderado por Manuel Suárez Fernández para
importar 500 esclavos. Y dos años más tarde, promulgaría la Ley de inmigración, dando
inició el vil tráfico de chinos.
La historia tradicional presenta una versión sesgada y tergiversada del proceso de
desintegración del sistema esclavista en nuestro país. Esta versión no da cuenta de la
participación de Inglaterra - potencia capitalista- en la abolición de la esclavitud. Tampoco
explica la utilización de la manumisión en la manipulación política de los negros esclavos
por parte de Echenique y Castilla.
La historia oficial ha silenciado e invisibilizado a los afro descendientes. Ha hecho de ellos,
una etnia sin historia. Los ha estigmatizado con las huellas de la esclavitud y los presenta
como sujetos pasivos, dóciles e incapaces de luchar por su libertad. Y por tanto, fue
necesario que alguien les concediera la libertad. Y de allí que se afirma: “Ramón Castilla
libertó a los negros”. Esta imagen distorsionada que se enseña en las escuelas se refuerza
con el mensaje de algunas canciones populares, como aquella que dice: “!Y que viva
Ramón Castilla que nos dio la libertad!”.
Los retrocesos en la legislación abolicionista
En el Artículo 5 del Reglamento que dictó San Martín el 21 de noviembre de 1821 se
concede a los amos el patronato de los libertos. Es decir, los libertos beneficiados por el
decreto de libertad del vientre debían permanecer bajo la custodia de los esclavistas de
sus madres hasta los 20 años en el caso de las mujeres, y hasta los 24 en el caso de los
hombres. Seis años más tarde, el Presidente Riva Agüero derogó las normas referidas al
sorteo y el ingreso al ejército para disminuir la esclavitud.
7
Nicolás Cueva Palacios. Diario EL Tiempo. Suplemento Semana.

27
El 19 de setiembre de 1825 Simón Bolívar restablece la esclavitud a quienes no estén en el
ejército. De inmediato surgieron las protestas.
El 10 de marzo de 1835, el Presidente Felipe Salaverry, presionado por hacendados
restablece el comercio negrero. Cuatro años más tarde, el Congreso Constituyente de
Huancayo sancionó una ley que alargaba el patronato de los libertos hasta los 50 años.
Por otro lado, los hacendados también desarrollaron una ofensiva ideológica en contra de
la abolición y en defensa de la esclavitud. El discurso pro-esclavista utilizó dos argumentos
centrales: primero, que la esclavitud en el Perú no era realmente opresiva, sino más bien
dulce y favorable a los esclavos, y segundo, que la abolición significaría la ruina total de la
agricultura, y por consiguiente, era de interés nacional preservarla.
Ante la ofensiva de los esclavistas, los esclavos utilizaron diversas alternativas para
erosionar progresivamente los fundamentos de la esclavitud.

(En tu carpeta de apuntes)

Cuestionario N°2

1. A través de un mapa conceptual explica la merced/composición de tierras y las


encomiendas.
2. ¿Qué eran las reducciones de indios? ¿Y qué propósitos cumplían?
3. Explica las Casas-tinas de jabón.
4. Comenta la situación social de la población negra esclava en Piura durante la
colonia.

28
La Independencia en Piura y las clases sociales

La élite piurana y la Independencia


Piura declara su independencia política el 4 de enero de 1821. En este proyecto se
asociaron coyunturalmente el general don José de San Martín, el Marqués de Torre Tagle
y Miguel Gerónimo Seminario y Jaime, representante de los terratenientes y comerciantes
piuranos.
La participación de la elite piurana en la coyuntura de la independencia no fue
homogénea. El sector más conservador de esta clase expresó hasta el final su fidelidad a la
corona española y apostó por la continuidad del sistema colonial. Esta posición se
ejemplifico estupendamente bien en el comportamiento político de Francisco Javier
Fernández de Paredes, José De Lama, Joaquín de Helguero y Fernando Torcuato
Seminario y Jaime, este último, Regidor del Cabildo. La adhesión de la otra fracción de la
aristocracia piurana liderada por Miguel Gerónimo Seminario y Jaime al movimiento
independentista fue coyuntural, de último momento.
Durante la crisis hispana ocasionada por la invasión francesa, este grupo social mostró su
fidelidad a la Corona Española. Por ejemplo, en abril de 1811, no dudó en aportar
donativos para combatir a los insurgentes de Buenos Aires comandados por Juan José
Castelli. Tres meses más tarde, el Ayuntamiento de Piura, afianza su lealtad a Fernando
VII, Rey de España; y en octubre de ese año, los comerciantes piuranos hacen efectivo un
donativo voluntario a la Corona Española.
En esa coyuntura, la elite piurana adquirió un protagonismo que le permitió el control
absoluto del Cabildo como instrumento del poder político regional. Esta clase se convirtió
en el baluarte del gobierno monárquico y expresó su adhesión a la causa de Fernando VII.
La elite aristocracia piurana mantuvo su lealtad a la corona siempre y cuando esto suponía
la seguridad de sus bienes y el reconocimiento de su poder regional.
En abril de 1819, ante el ataque al puerto de Paita por parte de Lord Cochrane, la
amenaza de un levantamiento de indígenas, y el avance del ejército patriota, la elite
piurana siguió apostando a la seguridad de sus intereses particulares vinculados al poder
español. Su adhesión al monarquismo era evidente. A fines de 1820, esta clase se vio
atrapada entre dos fuerzas patriotas: por el norte, Guayaquil había proclamado su
independencia el 9 de octubre ese mismo año; y por el sur, el Marqués de Torre Tagle
había declarado la independencia de Trujillo el 27 de diciembre y amenazaba con invadir
Piura en caso de no adherirse al movimiento libertador.
En ese contexto, la proclamación de la independencia en Piura debe ser entendida como
una adhesión coyuntural e interesada de la elite que se vio amenazada por la fuerza
política y militar de Torre Tagle. Un testigo de este hecho manifiesta: ”El 3 de enero de

29
1821 apareció el expreso de Torre Tagle con noticias a la municipalidad compeliéndolo a
plegarse al movimiento libertario o de lo contrario invadirían Piura (…) Para salir del apuro
los patriotas decidieron congregar al pueblo para el día siguiente en el convento de San
Francisco…”
El comunicado era bastante claro: si las autoridades piuranas no proclamaban la
independencia las tropas de Torre Tagle ocuparían la ciudad por la armas. Si eso sucedía,
con toda seguridad los bienes y propiedades de la élite piurana quedarían a merced del
ejército libertador, como había sucedido en Paita y Sechura. Y esta clase no estaba
dispuesta a dar resistencia a los patriotas, ni mucho menos perder sus intereses
económicos y privilegios sociales. Dicho de otro modo, la élite piurana no luchó por la
independencia, simplemente se acomodo a las circunstancias. Tampoco existió una de una
conciencia patriótica, independentista en este sector social.
La ceremonia de la proclama de la independencia estuvo a cargo de los personajes más
visible de la aristocracia piurana. Inmediatamente, se conformo una junta gubernativa.
Paradójicamente, esta junta la estuvo integrada por personajes que días antes habían
jurado fidelidad al Rey de España y que luego fueron los próceres de la independencia
piurana, según la historia oficial.
Después de la independencia los hacendados y comerciantes criollos, lograron desplazar
a los españoles en el Cabildo Municipal y controlar el poder político regional. La
implementación del proyecto sanmartiniano no solamente permitió a la élite
terrateniente piurana conservar casi íntegramente sus antiguos privilegios económicos y
políticos; sino que además, le posibilitó continuar con el proceso de reconcentración de
las mejores tierras y garantizar la rearticulación comercial con los pueblos del sur de la
Audiencia de Quito y la ruta marítima de Guayaquil-Panamá.
Frente el accionar de los terratenientes los indígenas de las comunidades, los yanaconas
de las haciendas, mestizos, negros pardos libres desarrollaron un movimiento agrarista,
que utilizaron desde acciones legales hasta formas de violenta: recuperación de tierras y
quema de haciendas,
Este movimiento además de cuestionar la dominación colonial; objetaba también la
nueva dominación ejercida por los hacendados criollos.
Durante los años de consolidación de la independencia (1821-1824) los hacendados y
comerciantes volvieron a sobreponer sus intereses de clase a la defensa del nuevo orden:
la República. Concretamente, ante los requerimientos económicos de San Martín y
Bolívar, para solventar los gastos de la guerra por la independencia, la aristocracia piurana
utilizó diversas estrategias para desatenderse de las Contribuciones forzadas a la causa
patriota y más bien apostó por los empréstitos a los libertadores porque esto le aseguraba
sustanciosas ganancias por los intereses que recibían después. Así por ejemplo: en el año
1821 durante El Protectorado de San Martín, Francisco Javier Fernández de Paredes, el

30
Marqués de Salinas, dio un préstamo 500 pesos al Estado republicano. Al estar éste
escaso de monetario, el Marqués de Salinas, se los hizo devolver con el dinero de la
suscripción obligatoria que las distintas provincias independientes, en este caso La Chira y
Tumbes, debían pagar a Lima. De esta forma al año siguiente, 1822, este personaje había
recuperado su dinero.
Utilizando los recursos de la contribución patriota y gracias al decreto promulgado por
Simón Bolívar el 8 de abril de 1824, Francisco Javier Fernández de Paredes compró tierras.
Es así, como en 1826 adquirió de manera ilícita las tierras Los Corrales, en Tumbes,
propiedad de la comunidad indígena.
Sobre el comportamiento de este personaje de la aristocracia piurana Elizabeth
Hernández escribe: “Francisco Javier tuvo que adaptarse al cambio. Dadas las
circunstancias, y considerando la posición económica y social de la familia, más se ganaba
estando del lado de la “patria”: se podía conservar los privilegios adquiridos. De hecho, no
perdió ninguno de sus bienes, y al contrario, los incremento:”
En este comportamiento político se trasluce que la lucha por el ideal libertario fue un
recurso utilizado por la elite piurana para defender sus intereses y privilegios de clase.
Este pragmatismo político, que apostó por la continuidad se personificó en la trayectoria
de política, social y económica de Francisco Javier Fernández de Paredes y Noriega,
defensor incondicional del rey y de la monarquía española, mientras ésta le garantizaba el
poder político para incrementar sus riquezas y prestigio social. Patriota oportunista que
buscó conservar su poder y sus privilegios en la república.

El campesinado y la Independencia Criolla

La independencia en Piura fue promovida y usufructuada por los terratenientes y


comerciantes criollos. Asimismo, la instauración de la República no transformó
sustancialmente la estructura económica de la sociedad piurana. La antigua
confrontación por tierras entre hacendados y campesinos fue resuelta a favor de los
terratenientes. Por tanto, quedaba pendiente la solución del problema indígena.
En Piura, después de la independencia siguió prevaleciendo prácticas semifeudales. Con
frecuencia los campesinos eran víctimas de abusos y extorsiones por parte de los
hacendados. Era una costumbre los desalojos- lanzamientos, acompañados con la
destrucción y quema de casas. Francisco Javier Fernández de Paredes y Noriega era el
típico hacendado despótico de esos tiempos. Un testimonio de militares piuranos de ese
tiempo señala: “El Sr. Gral. De División Andrés de Santa Cruz, fue un fidedigno testigo, en
el tiempo, que mandó en la enunciada provincia, del procedimiento tiránico con que
trataba aquel (el Marqués de Salinas) a sus arrendatarios colonos, hasta el extremo de

31
quemarles sus casa y despojarles de su chacras en el tiempo oportuno de su cosecha;
valiéndose para este efecto de subir a un excesivo precios los arriendos y de otros ilícitos
hasta obligarlos a abandonar su trabajo y perder sus frutos”.
Esta acusación es corroborada por José Matías Arriola, colono de la hacienda de
Morropón de propiedad del Marqués de Salinas. Arriola dice: “ … sobre la satisfacción que
de orden del Tribunal Superior de Justicia me debe hacer Don Francisco Javier Fernández
de Paredes de todos los daños, y perjuicios indebidamente ocasionados en el despojo e
insendio que me infirió de mi chacra y casa de abitación …” En este despojo violento el
este terrateniente utilizó cinco esclavos de su hacienda de Morropón.
Durante la coyuntura de la guerra por la independencia, en la sociedad piurana se puso de
manifiesto las contradicciones entre hacendados, indígenas de las comunidades y colonos
siervos. Por un lado, los terratenientes pretendían consolidar un sistema feudal como
herencia colonial, bajo la fachada de una República. Por su parte, el campesinado a través
de sus luchas reivindicativas buscaba el derecho a la posesión y tenencia de la tierra, la
reducción de las cargas y rentas fiscales, eclesiásticas y la abolición de las distintas formas
de servidumbre.
La presencia del Coronel Andrés de Santa Cruz como representante del gobierno de
Bolívar, significó el debilitamiento del proyecto de los terratenientes y comerciantes
criollos en la parte norte del país. En Piura, el 28 de noviembre de 1821, Santa Cruz
promulgó un Bando de ocho puntos que afectó directamente los intereses económicos de
los terratenientes piuranos, disponía la eliminación de la servidumbre feudal impuesta por
los latifundistas, lo que motivó la protesta de los hacendados.
En efecto, Mariano Távara, arrendatario de las tierras de la hacienda de Tangarará
(Pueblo Nuevo), de propiedad de Francisco Javier Fernández de Paredes, denuncia que los
colonos de sus chacras se negaban pagar los subarriendos y realizar los trabajos gratuitos
y de compensación amparados en el Bando de Santa Cruz. Por cierto, esta desobediencia
de los colonos había trastrocado el sustento de la dominación terrateniente, pues se
atacaba la renta feudal.
Después de la victoria de Pichicha, a su regreso los milicianos piuranos del ejército
libertador también exigían tierras a cambio de los servicios prestados a la Patria. Muchos
de ellos, tomaron tierras en Querecotillo y en otras zonas del valle del Chira.
En 1823, los criollos de Amotape pidieron al Congreso que se les elimine la carga de
contribución forzada y que se reparta las tierras indivisas entre ellos, excluyendo a los
indígenas.
Otro conflicto que se sustentó en el Bando de Santa Cruz fue aquel que protagonizaron
los colonos siervos de las haciendas de Morropón y Yapatera 1823- 1825. En el contexto
de una crisis económica condicionada por la sequía y los desastres de la guerra por la

32
independencia, los colonos siervos de las haciendas Nómala, Guápalas, Morropón,
Chapira, Yécalas y Sancor decidieron desarrollaron una resistencia a las formas de
dominación feudal. Este movimiento tuvo una especial particularidad: no fue violento, se
trato de un movimiento de ideas.
El líder de este singular movimiento fue Isidro Palomino. Este dirigente era un pequeño
arrendatario de las tierras de las haciendas de Morropón y Yapatera, del Marqués de
Salinas. Palomino esperanzado en el Bando de Santa Cruz dio la consigna a los colonos de
esas haciendas de no pagar los subarriendos ni tampoco realizar el trabajo gratuito ni
compensación a favor de los hacendados. Asimismo, Palomino le encargó a Cipriano
Valladolid que convocase a los campesinos a fin de que contribuyan con dinero para su
viaje a la ciudad de Bolívar- hoy Trujillo. El líder de los colonos viajó a esa ciudad y
presentó una carta al Presidente del Departamento de Trujillo. En este escrito se
denunciaba los abusos y extorsiones que cometían los hacendados contra los campesinos.
Se hacia referencia a los lanzamientos al estilo feudal. Al respecto Palomino escribía:
”Están asimismo al cumplirse los arriendos que antes se tenían estipulados por ser este el
tiempo en que se acostumbra exigir, y es muy regular que al nuevamente resista, se tome
la acostumbrada providencia de incendiarle la habitación y meterle ganado en sus
cementeras para despedirlos. Así se ha hecho ya con dos individuos de los resistentes en
la hacienda nombrada SOLSOL según se me comunica en el último correo.” Además, el
dirigente de los campesinos solicitaba la abolición de las relaciones de servidumbre y el
cese de vejaciones contra los colonos.
Según Wilfredo Kapsoli, el análisis de los testimonios de los colonos involucrados en este
movimiento deja entrever las siguientes conclusiones: a) El movimiento pretendía
convertir las haciendas en propiedad comunal; b) El grado de adhesión y compromiso de
los campesinos con la causa de este movimiento resulta muy significativa; y c) En este
movimiento no se concretó ninguna acción de fuerza. Se hallaba sólo en la fase
preparatoria en base al bando decretado por Santa Cruz.
La reacción de los hacendados fue inmediata y violenta. Éstos nombraron como personero
a Francisco Escudero. Este terrateniente, en carta dirigida al Presidente del Departamento
de Trujillo, no solamente justificaba la existencia de la servidumbre feudal; sino que,
solicitaba también se “dicte el correspondiente escarmiento y perpetuo silencio a Isidro
Palomino promovedor de un escandaloso atentado a los derechos de propiedad que
ampara nuestro gobierno….
El 5 de febrero de 1823, Miguel Gerónimo Seminario y Jaime asume la Gobernación
Política de Piura, quien inmediatamente dejó sin efecto todo lo actuado por su antecesor
Gobernador Don Andrés de Santa Cruz. De esta forma, Seminario, era consecuente con su
clase: terrateniente. Ante esta medida, los colonos siervos reaccionaron tomando algunas
haciendas de la sierra. Luego de estas medidas de fuerza realizaron nuevas gestiones ante
el gobierno de Riva Agüero.

33
En octubre de 1825, el dirigente Isidro Palomino fue capturado y se le acusó de “sedición
de los colonos de las haciendas en perjuicio de los terratenientes piuranos”, se apresó a
sus seguidores y todos fueron remitidos a la cárcel El Carmen. Después de varios meses
Palomino recuperó su libertad.
La crisis del agro piurano se agudizó aún más con la fuga de los esclavos y el incremento
del bandolerismo.
En 1826, las nuevas autoridades del poder regional, con el pretexto de que las tierras
pertenecían al Estado, pretendieron arrebatar tierras a la Comunidad de indígenas de San
Juan de Catacaos. Con esa intención, José Suero, Visitador General litigaba contra el
común pueblo de Catacaos. Este funcionario, exigía el pago de 500 pesos a favor del
Estado por composición de tierras. Según Suero cuatro leguas de orilla del río de las tierras
comunales pertenecían al Estado. Los directivos de la Comunidad estuvieron a la altura de
las circunstancias y asumieron la defensa de las tierras comunales apoyándose en la
memoria histórica del pueblo tallán. He aquí uno de sus principales argumentos:” su
posesión tan antigua como que viene no solo desde el año de 1645 sino desde que Pizarro
profanó este suelo y se formó esta reducción pues así se deduce del propio título…”
Asimismo, en esa oportunidad los representantes legales de la Comunidad utilizaron
hábilmente la parte del Segundo Artículo del decreto bolivariano del 8 de abril de 1824,
que señalaba que las tierras en posesión de los indígenas era propiedad de ellos. La
sentencia de este litigio fue favorable para la Comunidad. Más tarde, los líderes indígenas
y campesinos cuestionarán el contenido liberal de este decreto por propiciar la disolución
de la propiedad comunal y consolidar la propiedad individual, y sobre todo la propiedad
latifundista. El campesinado rápidamente se desilusionó de la retórica independentista: el
nuevo régimen representaba los intereses de los hacendados. La República en Piura había
solucionado el antiguo problema por la tierra entre los hacendados y campesinos, a favor
de los terratenientes. Los latifundistas piuranos impusieron con el látigo y el cepo todo
un sistema de trabajo basado en el régimen de servidumbre. En la hacienda Monte de los
Padres de propiedad de Miguel Gerónimo Seminario y Jaime, se encarcelaba y torturaba a
los campesinos presumiblemente considerados vagos. El colono Thomás Pedemonte
denunciaba haber sido detenido y puesto en el cepo por varios días en la prisión privada
de esta hacienda por orden del hacendado.

El gamonalismo en Piura después de la Independencia

34
El gamonalismo es un fenómeno económico, social y político que reviste las diversas
formas de dominación y opresión a las cuales fue sometido el campesinado. El
gamonalismo es el poder local despótico sustentado en el latifundio que surge después de
la independencia.
Los factores que originaron el gamonalismo fueron: la inestabilidad política, la
fragmentación del Poder central y la tenencia de la gran propiedad de la tierra en manos
de los latifundistas.
Los principales rasgos del gamonalismo son: 1) Utilización del trabajo servil de los colonos
de la hacienda. 2) Apropiación de tierras de las comunidades campesinas, Municipales y
de particulares, aprovechándose de los cargos de autoridad que desempeñan los
hacendados; y 3) Invalidación de la ley que protege a los indígenas. El hacendado es un
señor feudal.
Inmediatamente después de la independencia el gamonalismo en Piura se evidenció a
través de los siguientes hechos:
En diciembre de 1823, Isidro Palomino, líder de los colonos de las haciendas de Morropón
y Yapatera solicitaba a través de un oficio dirigido al Prefecto del Departamento de
Trujillo, “… que se corte el abuso de una exacción arbitraria que se hace a los colonos con
el título de faínas a más de los estipulados arrendatarios con otras pensiones y servicios
personales.” En esa oportunidad los colonos de estos latifundios se enfrentaban a los
hacendados Francisco Javier Fernández de Paredes, Diputado por Trujillo, y a Francisco
Escudero, Gobernador Político de Piura.
En 1826, el Marqués de Salinas compraba de manera ilícita las tierras Los Corrales en
Tumbes. Siete años más tarde, José Francia a nombre de los indígenas de esta comunidad
litigaba contra este hacendado sobre la ilegalidad de esta adquisición.
En 1831, José Matías denunciaba a Fernández de Paredes por el despojo de una chacra y
la quema de su vivienda.
Con frecuencia los campesinos eran víctimas de abusos y extorsiones por parte de los
hacendados. Era una costumbre los desalojos- lanzamientos, acompañados con la
destrucción y quema de casas. Al respecto Palomino escribía: ”Están asimismo al
cumplirse los arriendos que antes se tenían estipulados por ser este el tiempo en que se
acostumbra exigir, y es muy regular que al nuevamente resista, se tome la acostumbrada
providencia de incendiarle la habitación y meterle ganado en sus cementeras para
despedirlos. Así se ha hecho ya con dos individuos de los resistentes en la hacienda
nombrada SOLSOL … .”
Francisco Javier Fernández de Paredes y Noriega era el típico hacendado despótico de
esos tiempos. Un testimonio de militares piuranos daba cuenta del procedimiento
tiránico del Marqués de Salinas en contra de sus arrendatarios colonos, llegando al

35
extremo de quemarles sus casas y despojarles de sus chacras, obligándoles a abandonar
su trabajo y perder sus cosechas.
Esta afirmación es corroborada por la denuncia presentada por José Matías Arriola,
colono de la hacienda de Morropón de propiedad del Marqués de Salinas. Arriola dice: “ …
sobre la satisfacción que de orden del Tribunal Superior de Justicia me debe hacer Don
Francisco Javier Fernández de Paredes de todos los daños, y perjuicios indebidamente
ocasionados en el despojo e insendio que me infirió de mi chacra y casa de habitación …”
En este despojo violento este terrateniente utilizó cinco esclavos de su hacienda de
Morropón.
De manera prepotente, este hacendado utilizando bandas armadas solía amedrentar a los
colonos, quemaba las casas y destruía cercos para apoderarse del ganado.
Similar acusación es formulada el 29 de abril de 1831 por el Gobernador y las autoridades
de la Municipalidad de Amotape. Estas autoridades denunciaban a Domingo Romero, de
nacionalidad chilena, Administrador de la hacienda de Tangarará, de propiedad de
Francisco Javier Fernández de Paredes por:” el derribó y quema de casas y corrales,
saqueo de ganado de los pobladores de ese distrito” Asimismo, los denunciantes
manifestaban que estas acciones delictivas eran realizadas con el apoyo de bandas
armadas. Según el historiador César Espinoza Amotape fue incendiado por este
hacendado en compañía de bandas armadas.
Los terratenientes piuranos impusieron con el látigo y el cepo todo un sistema de trabajo
basado en el régimen de servidumbre. En la hacienda Monte de los Padres de propiedad
de Miguel Gerónimo Seminario y Jaime, se encarcelaba y torturaba a los presuntos vagos
de los pueblos colindantes con esta hacienda. Thomás Pedemonte poblador del caserío de
Vicús, denunciaba haber sido detenido y puesto en el cepo por varios días en la prisión
privada de este latifundio por orden del hacendado.

La Independencia criolla y los negros esclavos

Esta tierra recibió a los negros como esclavos y les dio la libertad para que conviertan en
soldados. Durante la guerra por la independencia tanto el ejército libertador como el
realista ofrecieron la manumisión por la vía de su enrolamiento. Los esclavos, en su
mayoría, abandonaron las haciendas y se enrolaron al ejército patriota con la ilusión de
conseguir su libertad. En Piura, algunos negros esclavos dejaron a sus amos a pesar de las
protestas de los mismos. En La Punta – hoy Sullana, uno de ellos, el negro Benancio,
abandonó a su ama Juana Manuela Niño.

36
La manumisión ofrecida a cambio del servicio militar causo la protesta de los amos, por lo
que, con la fuga de los negros perdían parte de su propiedad. Ante los reclamos de los
propietarios, el 16 de marzo de 1822 San Martín dispuso que los propietarios recuperaría
sus esclavos tras pagar 150 pesos, como hicieron Gregorio Briceño y Fernando Seminario,
entre otros.
En la República criolla los negros esclavos todavía conservan los grillos y las cadenas que lo
sujetan al amo criollo, heredero del encomendero. Los negros en Piura, al igual que el
resto del país, después de la independencia siguen siendo esclavos.
La producción de las haciendas, las casa tinas de jabón seguían utilizando la mano de obra
de los esclavos. Había también buen número de esclavos prestando servicios en las casas
de los aristócratas piuranos. Asimismo, los esclavos de la élite piurana eran alquilados en
los trabajos de construcción de los edificios militares, civiles y eclesiásticos, lo que
permitió importantes ingresos económicos para esta clase dominante.
La Constitución Política de 1823 señalaba que nadie nacía esclavo en el Perú y prohibía el
comercio negrero, pero no abolió la esclavitud.
La influencia de la esclavitud pesó mucho en la condición del negro emancipado. Las leyes
aún mantenían una fuerte dosis de violencia física, el trato de los esclavos era muy cruel.
Por ejemplo, el Reglamento interior de las haciendas de la Costa, publicado el14 de
octubre de 1825, en su Art.7 a la letra dice: “En ningún caso se darán a un esclavo más de
doce azotes, sin hacerle sangre, por las faltas comunes; y cuando este castigo no fuese
suficiente, para que se corrijan, se hará uso del cepo, grillos y bragas, quedando prohibida
la glorieta, rabo de zorra y otras prisiones” Este reglamento señalaba también el régimen
de trabajo de los esclavos.
Según Jorge Basadre la Constitución bolivariana de 1826 favorecía a los hacendados de la
costa porque omitió el artículo sobre manumisión de los esclavos.
En 1830, el hacendado Francisco Javier Hernández de Paredes, propietario de las
haciendas Tangarará en el valle del Chira, Morropón en el Alto Piura y Plateros en
Tumbes, utilizaba cinco esclavos de su hacienda de Morropón para hacer desalojos de los
arrendatarios y de los colonos que no pagaban la merced conductiva de sus obligaciones.
Durante República criolla la aristocracia piurana continuó con el vil comercio de esclavos.
Por citar un ejemplo: Miguel Gerónimo Seminario y Jaime, sólo mencionaremos dos
casos:
- En abril de 1830 Mercedes Raygada, esclava del Coronel Miguel Gerónimo
Seminario y Jaime, pide que su amo la pueda vender a doña Mercedes Colona, en la suma
de 300 pesos.

37
- Tres años más tarde, este personaje iniciaba un juicio para que le devuelvan una
esclava
Asimismo, utilizaba la mano de obra de los esclavos en sus haciendas, en su casa tina y
residencia.
Paradójicamente, este personaje emblemático de la aristocracia piurana, prócer de la
independencia en Piura, según la historiografía oficial, fue un recalcitrante partidario de la
esclavitud.
En 1835 en virtud al decreto dado por el General Felipe Salaverry, el colombiano Pio
Mengual vendió a Francisco Távara, propietario de hacienda Yapatera trece esclavos.
La élite piurana fue incoherente con su supuesto espíritu liberal. Solamente en algunos
casos aislados, los esclavos fueron favorecidos con la manumisión de sus amos, por
ejemplo: Rosa Rodríguez de las Varrillas, Rosa Lauserica y el padre Francisco de Miranda.
La esclavitud se prolongó hasta 1854, año en que Ramón Castilla promulgó el decreto de
su abolición. Paradójicamente, fue Castilla, quién a exigencia de los hacendados, promulgó
la ley que dio inicio al vil e inhumano tráfico de chinos en nuestro país.
La República criolla se fundó sobre las bases de una sociedad de señores, siervos y
esclavos. La existencia de una república sin ciudadanos/as, donde una minoría se
considera la encarnación de la nación y con el derecho de discriminar y excluir a las
grandes mayorías, constituye la gran paradoja de nuestra historia republicana.

Lectura

La República Criolla: una república sin ciudadanos

La historia de la época republicana en nuestro país presenta algunos contrasentidos.


Después de la independencia paradójicamente, se fundó la república sin ciudadanos. Una
república supone el desarrollo de la ciudadanía, la existencia de ciudadanos autónomos,
sujetos independientes, considerados iguales ante la ley, pero la mayoría de peruanos/as
no tiene esa condición.
El 27 de agosto de 1821, José de San Martín afirmó con respecto a los indígenas: “de
ahora en adelante los aborígenes no deberán ser llamados indios o nativos, ellos son hijos
y ciudadanos del Perú y serán conocidos como peruanos”. El tiempo se encargaría de
convertir esta buena intensión en una de las tantas promesas incumplidas.

38
Años más tarde Simón Bolívar, en su intento de integrar al indio en la República como
ciudadano, contradictoriamente dispuso la eliminación de las comunidades indígenas,
ordenando que se distribuyan sus tierras entre los comuneros de manera que los indios
pudieran vender las parcelas que en la distribución les correspondieran, este mandato
obviamente favoreció a la consolidación de las grandes haciendas. Para algunos
historiadores se trato de una reforma agraria latifundista.
En la realidad, ni indígenas ni afro peruanos ejercieron ese mínimo de ciudadanía que es
derecho al voto. La historia de la ciudadanía en el Perú nos indica que por mucho tiempo
eran considerados como ciudadanos los varones, adultos, urbanos, criollos y mestizos
hispanohablantes, (que sabían leer y escribir) y de buena posición económica. No tenían
esa condición las mujeres, ni los analfabetos, que eran la absoluta mayoría, conformadas
básicamente por las poblaciones de las comunidades andinas y amazónicas. Asimismo,
existía el voto censitario, vale decir, sólo tenían derecho al voto los que tenían
propiedades.
Después de la independencia los liberales crearon la República y sus instituciones
modernas - la división de poderes, el parlamento representativo y la ciudadanía, no como
consecuencia de un proceso de modernización de las estructuras económicas, sociales y
políticas. La República Criolla no fue consecuencia de una revolución burguesa.
Jorge Basadre, sostiene que el Estado y sus modernas instituciones que organizaron los
fundadores de la República, coexistieron con una estructura patrimonial e incluso
sultanista del poder, con una sociedad de señores, siervos y esclavos y con una economía
agraria pre-capitalista. Las instituciones modernas superpuestas sobre una sociedad
tradicional constituían lo que Flores Galindo denominó “una república sin ciudadanos”.
Los liberales no fueron capaces de eliminar los privilegios coloniales (latifundio, privilegios
eclesiásticos, diezmos y primicias) que impedían el desarrollo de una sociedad moderna.
Años más tarde, en la época del guano, la oligarquía utilizó el racismo anti indigenista
como mecanismo de justificación de la exclusión y dominación. Este grupo de poder
estaba plenamente convencido de la supuesta inferioridad étnica y racial de los indígenas.
Ramón Castilla fue quien asumió este discurso racista. Este caudillo pensaba que la
solución al problema nacional pasaba necesariamente por fomentar la inmigración de
hombres blancos, occidentales, europeos que cruzándose con los indígenas mejorarían la
raza.
En 1847 Ramón Castilla iniciaba la reconquista de la Amazonía, a través de una
expedición militar que penetró a “sangre y fuego” en la selva central, estableciendo un
fuerte en San Ramón. Desde allí se organizaron con mucha frecuencia expediciones
punitivas. Según Pablo Macera en 1866 se desató “una guerra de exterminio terrible” en
esa región.

39
Francisco García Calderón, José de la Riva Agüero y Víctor Andrés Belaúnde sustentaron la
tesis de la inferioridad racial del indígena. Estos intelectuales sostenían que la población
indígena era un obstáculo muy serio que no permitía alcanzar el progreso, el desarrollo
nacional. Y proponían como solución para superar el atraso y primitivismo de esa gran
masa de población la inmigración de población blanca y el mestizaje.
Alejandro Deustua en los años 30 sostenía que el indio no era ni podía ser sino una
máquina, que sólo poseía la forma humana y que no había que gastar recursos del Estado
en su educación.
Hasta la década de los sesenta el latifundio y el gamonalismo obstaculizaron el proceso de
formación de la ciudadanía en nuestro país. Según el sociólogo Sinesio López, fue Velasco
Alvarado quien liquidó a la oligarquía y al gamonalismo. Durante ese gobierno (1968-
1975) la ciudadanía - en el sector del campesinado- tuvo un vasto horizonte para
expandirse y se eliminaron las políticas de discriminación. Se recortó derechos civiles
(como el de expresión) y limitó los derechos políticos como toda dictadura, pero amplió
los derechos sociales. La tierra fue reconocida como un derecho social.
En las décadas de los setenta y ochenta la movilización campesina, las luchas sindicales, el
movimiento barrial y el protagonismo de los informales contribuyeron a la construcción
ciudadana desde abajo.
A partir de la década de los noventa, como consecuencia de la política neoliberal, se inicia
un proceso de regresión en la construcción de la ciudadanía. Se habla de un ciudadano
mínimo. Un rasgo fundamental de este tipo de ciudadanía es el regateo o negación de los
derechos sociales.
Hoy como ayer la historia se repite. En el Perú nos cuesta admitir que somos racistas pese
a las evidencias que nos ofrece la realidad cotidiana. El racismo persiste en los distintos
niveles de nuestra sociedad Afloró en aquel Presidente de la República que no dudó en
calificar de “perros de hortelanos” a los indígenas de las comunidades de nuestra
Amazonia, cuando éstos asumieron la defensa de sus tierras. También se hizo evidente, en
el escandaloso e indignante fallo judicial de la Corte Suprema penal, que rebajó las penas
a los integrantes del Grupo Colina. Lamentablemente, el título del cuento “La piel de un
indio no cuesta caro” de Julio Ramón Ribeyro no se aleja mucho de la realidad.

(En tu carpeta de apuntes)

Cuestionario N°3

1. De acuerdo con la información presentada acerca de la Independencia en Piura


explica la participación de:
a. La élite piurana 40
b. El campesinado
c. Los negros esclavos.
2. Escribe una reflexión acerca del significado de la Independencia en Piura.
LA CORRUPCIÓN EN ERA DEL GUANO

EL BOOM DEL GUANO


A mediados del siglo XIX, Europa atravesaba por una crisis económica sin precedentes,
donde a la par del crecimiento industrial, se produjo una explosión demográfica que
ocasionó la escasez de trabajo y la escasez de alimentos a causa de la poca producción de
la tierra a debido a su sobre explotación. La migración en masa y la violencia no se
hicieron esperar.
Ante tal caos que se estaba produciendo, era necesario buscar una solución. Por un lado,
las potencias se lanzaron a la expansión colonial, invadiendo y repartiéndose inmensos
territorios de África, Asia y Oceanía, y por otro, diversos científicos emprendieron la
búsqueda de un abono tan poderoso que pueda devolverle a las tierras europeas su
fertilidad. La solución fue hallada en la explotación del guano de las islas peruanas.
Su demanda fue tanta, que jamás en la historia marítima se ha transportado un producto
cuyo tonelaje iguale al del guano, ni el trigo, el té, el oro o el tráfico de esclavos se le
puede comparar; fueron miles los barcos que llevaron millones de toneladas de guano
peruano por los océanos rumbo a Europa, Estados Unidos, China, Japón y gran parte del
mundo. Si bien su explotación benefició al Estado en su calidad de propietario, quienes se
beneficiaron realmente fueron los capitalistas extranjeros como Anthony Gibbs y Auguste
Dreyfus y un puñado de capitalistas peruanos agrupados en la Compañía Nacional de
Consignatarios del Guano. Las exigencias del mercado internacional convirtieron al Perú
en un país monoproductor y monoexportador con una mentalidad rentista, acostumbrado
a depender del crédito externo en lugar de depender de los logros de sus inversiones.
La falta de un sistema eficiente de contabilidad por parte del Estado imposibilita conocer
con exactitud el monto recaudado durante los 40 años que duró el Boom Guanero (1840-
1880), pero los cálculos más serios estiman en 814 millones de pesos los ingresos totales
del guano (11 mil millones de dólares de 1990), de los cuales, el 60% pararon a poder del
Estado peruano, un 30% cubrieron los costos de explotación y comercialización de los
intermediarios y el 10% restante correspondió al pago de los consignatarios.

41
Del total de dinero recaudado por el Estado peruano –según datos del historiador
económico Shanen Hunt, los gastos se distribuyeron de la siguiente manera:
7% para la abolición del tributo indígena y la manumisión de los esclavos,
29% para expandir y mantener a la burocracia civil,
25% para el mantenimiento de las FF.AA. y para expandir la burocracia militar,
8% para el pago de la deuda externa,
11% para el pago de la deuda interna y 20% para la construcción de los ferrocarriles.
Como se puede apreciar, poco fue lo que se destinó al desarrollo interno del país, por el
contrario, gran parte del dinero se fue en el incremento de la burocracia civil y militar,
pues la inversión en armamento fue mínima, especialmente desde el gobierno de Pardo,
lo que fue decisivo para la derrota ante Chile. Es que, al tener el Estado dinero en
abundancia, pudo al fin honrar sus deudas, la interna y la externa.
Además hubo dinero suficiente para solventar la supresión del tributo indígena y la
manumisión de los esclavos negros, pagándose casi 8 millones de pesos por la libertad de
26 mil esclavos, cuando sólo existían aproximadamente 16 mil. En cuanto a los
ferrocarriles, se construyeron más por imitación que por necesidad, más para satisfacer
las demandas del mercado internacional que para lograr la integración del país.
Auguste Dreyfus y Henry Meiggs
Y si de mal uso del dinero se trata, la Corrupción merece una mención aparte. Fue el
período más corrupto de nuestra historia: Desde los consignatarios que inflaban los costos
y subvaluaban las ventas en perjuicio del Estado, hasta el fraude en el pago de la deuda
interna y la manumisión de los esclavos, donde los supuestos afectados falsificaban
documentos hasta con la firma de San Martín, para salir beneficiados, pasando por los
sobornos y extorsiones hacia el Estado y sus funcionarios por parte de Dreyfus y de Henry
Meiggs –prófugo de la justicia en EE.UU. por el delito de estafa- que habría recurrido a
malas artes para poder construir sus ferrocarriles, que muy poco beneficiaron a la
sociedad
Y no olvidar la escandalosa Ley de Consolidación, que habiendo sido creada por Castilla
para que el Estado honre sus deudas, la displicencia de su sucesor Rufino Echenique, la
convirtió en un festín para los corruptos; pues no sólo se pagaron exorbitantes sumas de
dinero, sino que se aceptaron –con total certeza- documentos falsificados para salir
irregularmente beneficiados, entre ellos muchos parientes, amigos y allegados de
Echenique. Tal vez no robó, pero dejó que robaran descaradamente, lo que le costó su
salida a inicios de 1855 -a sólo dos años de haber juramentado- debido a una revolución
encabezada por su predecesor Castilla. Tal corrupción fue posible porque el Estado no
tenía la posibilidad de contar con funcionarios suficientes y suficientemente honestos para

42
realizar un efectivo control de las operaciones económicas sin ceder a las presiones y caer
en la corrupción.

La Guerra del salitre

En la década de los 70 del siglo XIX la economía del guano había colapsado. La crisis se
producía en medio de una coyuntura especialmente negativa para la región, puesto que el
capitalismo inglés había ingresado con fuerza en Chile, asociado a la burguesía chilena y
orientada a la explotación del salitre dentro de territorios bolivianos. La coalición
británico-chilena desarmó la supuesta alianza peruana-boliviana-argentina y, de un
momento a otro, el Perú se encontró en la necesidad de enfrentar una guerra que no
había previsto.
El ejército chileno, provisto de las armas más sofisticadas para su tiempo y entrenados por
especialistas alemanes altamente calificados, se enfrentó a un ejército improvisado, sin
recursos y con un gobierno debilitado por la crisis económica del fin de la era del guano.
Las campañas naval y terrestre en el sur y en Lima significaron triunfos del ejército
chileno. La ocupación de Lima y la expedición punitiva del general Lynch significó no
solamente una derrota militar sino una humillación para los peruanos, el izamiento de
banderas europeas en las grandes casas de la aristocracia limeña no dejaron duda sobre la
identidad nacional de la aristocracia criolla limeña. Derrotados los ejércitos boliviano y
peruano, ocupada la costa y saqueadas las haciendas costeñas por la expedición Lynch,
tres fueron las posiciones de los sectores sociales dominantes: una, representada por el
Dr. García Calderón, en representación de los “notables” de Lima, quienes consideraban
que la guerra estaba perdida y que la única actitud posible era la negociación; la segunda,
representada por Piérola, que consideraba igualmente perdida la guerra pero que
consideraba que se podía hacer esfuerzos para construir un gobierno menos débil para la
negociación; y, la tercera, representada por Cáceres, quien consideraba que la guerra no
había terminado y que el enemigo debería ser llevado a la sierra peruana y derrotarlo en
ese escenario. Estas tres posiciones frente a la situación política y militar dieron origen a
tres políticas frente al invasor: los primeros conformaron un “gobierno” con el apoyo del
ejército chileno en Lima, disponiéndose a negociar inmediatamente; el segundo convocó a
un Congreso Constituyente en Ayacucho; y, el tercero inicio los preparativos militares para
organizar la resistencia en la sierra, conocida más tarde como la “Campaña de la Breña”.
El desenlace de la guerra se produjo como consecuencia de una nueva alianza construida
por el ejército chileno y los terratenientes serranos, temerosos de las luchas campesinas

43
promovidas por Cáceres. La alternativa de la aristocracia criolla limeña fue desechada
debido a que la propuesta chilena de cercenar las provincias salitreras afectaba
directamente sus intereses expresados en las propuestas de “nacionalización” del salitre.
Por ello, fue el terrateniente Miguel Iglesias, en su hacienda Montan, (Cajamarca), donde
se conforma la alternativa entreguista que aliada con el ejército chileno logra derrotar a
los ejércitos de Cáceres.
El trauma de la guerra ha teñido gran parte de nuestros sentimientos de identidad,
particularmente en las regiones del país donde se vivió la invasión chilena: Tacna, Lima y
alrededores, la sierra central y norte y la costa norte. En cada pueblo todavía celebran los
actos heroicos de hombres y mujeres del pueblo que enfrentaron al invasor chileno sólo
con su coraje.

El viaje de Prado

Por: Nicolás Cueva Palacios


Este controvertido episodio que da título a este artículo es de ingrata memoria para los
peruanos. Refiriéndose a este acontecimiento Jorge Basadre escribe: "La historia
independiente no puede menos que censurar el viaje de Prado".
El controvertido viaje del presidente peruano Mariano Ignacio Prado Ochoa en el contexto
de la Guerra del Pacífico (1879- 1883) no solo ha dividido a los historiadores,
especialmente peruanos, sino también dio lugar a la falsificación de documentos.
Un tema central que motiva la controversia entre los historiadores está referido a la
legalidad de este discutido viaje.
El 9 de mayo de 1879 el Congreso de la República en conformidad con los artículos 95 y 96
de la Constitución del Estado, mediante resolución legislativa concede licencia: “al
Presidente de la República para que, si lo juzga necesario, pueda mandar personalmente
la fuerza armada y salir del territorio nacional; debiendo en caso que haga uso de esta
licencia total o parcialmente, encargarse del desempeño del Poder Ejecutivo el Vice-
presidente llamado por la ley”. 8
Dicho brevemente, el artículo 95 de la Constitución de 1860 señalaba que el Presidente
podía salir del país únicamente con el permiso del Congreso, y el artículo 96 indicaba que
el Presidente podía conducir personalmente la fuerza armada solamente con el permiso
del Congreso.

8
Citado por Jorge Paredes Guerra con Chile. El viaje de Prado (diciembre 1879) y la falsificación de misivas.
Pág. 9.

44
Después de permanecer meses en el sur del país, el Presidente Prado regresa a Lima en
noviembre. Un mes más tarde, en un contexto de inestabilidad política e institucional
Prado redactó el decreto del 18 de diciembre de 1879, que en su parte considerativa
señalaba: “Por cuanto estoy autorizado para salir del país por la resolución legislativa del 9
de mayo de 1879, y asuntos muy importantes y urgentes demandan mi presencia en el
extranjero, y es mi deber y mi deseo hacer cuanto pueda a favor del país” 9 En la parte
resolutiva se encargó la Presidencia de la República al anciano general La Puerta.
En la tarde del 18 de diciembre de 1879, el día que cumplía 53 años de edad, Prado, con el
nombre falso de John Christian, se embarca en el navío Paita, que era un vapor propiedad
de la Pacific Steam Navigation Company, con destino a los Estados Unidos.
Al día siguiente, el editorial del diario El Comercio censuraba este viaje y lo calificaba de
una vergonzosa fuga. Asimismo, tratando de buscar una explicación a este hecho,
afirmaba que el Presidente adolecía de una perturbación mental.
Para el pueblo este inoportuno viaje de Prado fue entendido como una fuga, como una
traición. Este repentino viaje ocasionó en nuestros compatriotas un profundo sentimiento
de abandono y desmoralización. En Lima durante dos días hubo disturbios. En esa misma
línea, el historiador boliviano Roberto Querejazu Calvo en su trabajo: Aclaraciones
históricas sobre la Guerra del Pacífico escribe:” Zoilo Flores, ministro boliviano en Lima
-por su parte- cumplió con informar a su gobierno sobre este tan delicado acontecimiento,
haciéndoles conocer el impacto producido por este hecho considerado por los peruanos
"como una fuga o deserción" que provocaba "profundo despecho y cólera” incluso entre
los amigos personales y políticos más íntimos de Prado”. 10
Spencer St. John, jefe de la Legación británica en Lima; en diciembre de 1879,
textualmente escribió al marqués de Salisbury, su ministro de Relaciones Exteriores, lo
siguiente: “… el pueblo fue sorprendido al saber que el general Prado se había embarcado
en el barco inglés de correo rumbo a los Estados Unidos. Después de su partida se publicó
una proclama según la cual había partido a fin de procurar los medios necesarios para
asegurar la victoria final: sus amigos defendieron débilmente esta declaración, pero su
partida fue generalmente considerada como una huida vergonzosa.
Siempre consideré que el general Prado no merecía en absoluto su cargo: en toda ocasión
importante demostró una lamentable falta de coraje personal y es de destacar que el
hombre conocido en el Perú como "el héroe del 2 de mayo" sea generalmente considerado
como un cobarde consumado. La reputación financiera del general Prado va a la par con
la de su coraje; todos los partidos lo acusan del peor sistema de expoliación” 11

9
Idem. Op. Cit. Pág. 10
10
10.
11
Citado por Heraclio Bonilla. Un siglo a la deriva. Ensayos sobre el Perú, Bolivia y la guerra” Págs. 188-189

45
El vacío de poder que se produce por la deserción de Prado y el descontento popular hizo
posible la dictadura de Nicolás de Piérola. Durante el gobierno de Piérola los conflictos
sociales interno se agudizaron. Ni la invasión chilena, ni el colapso económico y militar del
Perú hicieron que la oligarquía civilista olvidara su odio social contra Piérola.
Existe más de una interpretación sobre la legalidad de este viaje. Algunos historiadores
sostienen que desde el punto de vista formal, el viaje del Presidente Prado, en diciembre
de 1879 fue legal, toda vez que se hizo de conformidad con la resolución legislativa del 9
de mayo de 1879. Esta última, concedía el poder mandar las fuerzas armadas y, asimismo,
salir del país. En ese sentido, Enrique Chirinos Soto en su libro: Historia de la República
expone las razones que exoneran a Prado de las acusaciones de robo y de traición. Señala
que el Congreso y el Consejo de Ministros autorizaron expresamente el viaje. Asimismo
señala que las alhajas entregadas por las señoras de Lima a la Junta Administradora de
Donativos fueron rematadas en Londres por Augusto Espinoza, agente de la dictadura de
Piérola. Algo más, en el decreto de 3 de junio de 1888, mediarte el cual Piérola priva a
Prado de la ciudadanía peruana, no se imputa a éste traición ni se le acusa de apropiación
ni robo de dinero ni de joyas.
Con respecto a la acusación de robo, Basadre afirma: “La versión de que Prado se llevó
consigo el dinero destinado a la compra de nuevos barcos es calumniosa. Como se narrado
ya, dichos fondos los llevó a Europa Julio Pflucker y Rico” (…) sólo recibió al salir del Perú
la cantidad de £ 3,000 que le fueron entregadas para su viaje por orden del ministro de
Hacienda José María Químper”. sólo recibió al salir del Perú la cantidad de £ 3,000 que le
fueron entregadas para su viaje por orden del ministro de Hacienda José María Químper.
(Historia de la República del Perú. Tomo VII págs.1788 -1789)
Totalmente distinta es la opinión de Percy Cayo. Este historiador refiriéndose a la
resolución legislativa del 9 de mayo de 1879, escribe: “Es evidente que esa autorización se
dio en el pensamiento de que el presidente próximo a ir al sur a ponerse al frente de los
ejércitos aliados y en la eventualidad que el triunfo de las armas fuera para los aliados,
pudiera pasar al territorio boliviano y tal vez al territorio chileno. El espíritu de esa
autorización, indudablemente, no estuvo dirigido a que el presidente abandonara el
territorio nacional como lo hizo siete meses más tarde. Más parece haber estado,
definitivamente dirigida dicha autorización al viaje al sur, que emprendería once días más
tarde, a «mandar las fuerzas de mar y tierra» (La Guerra con Chile pág.201)
Al mismo tiempo, los historiadores han censurado este viaje. He aquí algunas opiniones:
Fernando Lecaros, afirma:” Sin necesidad de creer que fue un acto de cobardía o de robo
de los dineros del Estado, el súbito abandono de la Presidencia y de la Dirección de la
Guerra en los momentos tan difíciles que se vivía, es un cargo suficiente para condenar la
acción de este militar y político” (La guerra con Chile en sus documentos pág. 73)

46
Pablo Macera manifiesta:” Su viaje no fue una traición sino algo peor: una equivocación
incompetente” 12
Percy Cayo escribe: "Acertado o no, el juicio de la historia mayoritariamente se ha
inclinado por censurar acremente la actitud del presidente y aunque la página final de tal
juicio puede quedar por escribirse,..” (Op. Cit. Pág.200)
El sociólogo Felipe Portocarrero asevera: "Cuando el general Mariano Ignacio Prado y
Ochoa viajó fuera del país en las dramáticas circunstancias bélicas en que lo hizo,
desencadenó «sospechas inquisitoriales» entre sus contemporáneos. Estos últimos
sintieron su partida como una fuga vergonzosa, como una evasión de sus
responsabilidades producto del temor y la cobardía difícilmente excusables en un militar
y, menos aún, en quien había sido depositario del fervor popular y tenido como héroe (se
refiere a su destacada actuación en la lucha contra España en 1866, que llevó incluso a la
formación de una Cuádruple Alianza conformada por Perú, Ecuador, Bolivia y Chile)”. (EL
Imperio Prado 1890- 1970, p. 235).
Por su parte, Víctor García Belaunde en su libro: El Expediente Prado sostiene que Prado
se fue del Perú no por cobardía o enfermedad, sino por defender sus intereses
económicos en Chile. En este libro se plantea la tesis que Prado utilizo el poder político en
provecho personal y lograr hacer fortuna, la que alimentó la acumulación originaria de
capital para la conformación del Imperio Económico Prado, manifestación clara de la
oligarquía que dominó el país hasta la década de los sesenta del siglo pasado.
Hay que advertir que la historia oficial, aquella que se enseña en la escuela suele omitir,
subvalorar o tergiversar hechos históricos importantes. Con el propósito de subvalorar y
justificar el viaje de Prado, aparecieron cartas apócrifas. En estas misivas falsas
supuestamente personajes como Miguel Grau, Andrés A. Cáceres, Francisco Calderón y
Lizardo Montero aconsejaron al Presidente Prado tomar la decisión de viajar a Europa que
hizo el Presidente Prado, para con su influencia, hacer posible la compra de armamentos.
Estas cartas falsas fueron utilizadas por primera vez por Luis Humberto Delgado. Percy
Cayo en su libro La Guerra con Chile señala varios argumentos que revelan la
inautenticidad de estas misivas.
El viaje de Prado no es un hecho anacrónico. Este hecho, en otras circunstancias se volvió
repetir 121 años, en noviembre del 2000, cuando Alberto Fujimori se fugó del Perú,
enviando por fax su renuncia desde Japón.

12
Pablo Macera. Las furias y las penas. Págs. 334-335.

47
Piura durante la guerra con Chile
LA TOMA DE PIURA POR LOS CHALACOS13

“... lo que el niño Pasión López nunca olvidó fue la llegada a Chalaco de la expedición
punitiva encabezada por el Prefecto y las atrocidades que cometieron como
escarmiento...”
Miguel Gutiérrez.

Piura en el contexto de la guerra.


La Guerra con Chile trastocó la estructura económica de la sociedad piurana. En 1882 se
aceleró el proceso de consolidación de la gran propiedad de la tierra. La transferencia de
la pequeña propiedad campesina favoreció a los latifundistas. Este hecho coincidió con la
ocupación chilena que generalizó el cobro de cupos de guerra.
En octubre de ese año, los chilenos impusieron cupos a las haciendas de Bigote, Buenos
Aires y Morropón. En Bigote exigieron 153 animales vacunos, en Buenos Aires y Morropón
cobraron 2500 pesos en cada hacienda.
Si bien es cierto que la ocupación chilena en Piura afectó económicamente a todos los
sectores sociales, fueron los campesinos los más perjudicados.
Después de la guerra se agudizó el conflicto entre hacendados y campesinos por el control
de la tierra. Los latifundistas mantienen su hegemonía económica y política y en
consecuencia se consolidó el gamonalismo.
La crisis originada por la Guerra del Pacífico agudizó los conflictos sociales. Hubo
enfrentamientos entre los distintos grupos sociales y entre las fracciones de los sectores
dominantes. El distanciamiento entre Lizardo Montero, Presidente elegido, y Miguel
Iglesias, apoyado por los chilenos, dividió a los hacendados piuranos.
Los chalacos ocupan Piura.
Uno de los conflictos sociales más violentos de la historia de Piura en la época
republicana, lo protagonizaron los chalacos cuando ocuparon esta ciudad.

13
Nicolás Cueva Palacios. Artículo publicado en el suplemento Semana del Diario El Tiempo Piura..

48
Las montoneras de Chalaco fue un movimiento social motivado por el reclamo de tierras
a los dueños de la hacienda de Morropón, de propiedad de los hermanos Teodomiro y
Pedro Enrique Arrese y Paredes. Esta hacienda extendía sus linderos a costa de las tierras
de la comunidad campesina San Fernando de Chalaco.
Esta protesta campesina devino en un movimiento político para obligar al prefecto
Fernando Seminario y Echeandía a nombrar los representantes del departamento para la
Asamblea de Arequipa, como lo solicitaba el General Almirante Lizardo Montero.
Recreando la historia de este movimiento social, Miguel Gutiérrez en su obra “Hombres
de Caminos” señala que la toma de Piura tuvo como propósitos: la defensa de las tierras
de la comunidad, deponer a las autoridades pro iglesistas y establecer un gobierno
popular para continuar la resistencia contra las tropas chilenas.
En enero de 1883 ante la falta de atención a sus reclamos por parte de las autoridades, los
chalacos al mando de Vicente García Córdova y Juan Seminario y León marcharon hacia
Piura. En el trayecto incendiaron las casas haciendas y destruyeron los cepos que
utilizaban los hacendados para castigar a los campesinos, negros y chinos.
En la madrugada del 28 de enero los chalacos ingresaron y tomaron posesión de la ciudad.
El terror y el pánico se apodero de la población. Se luchó en las casas y en las calles de la
ciudad. El movimiento fue develado sangrientamente por la gendarmería dirigida por el
Prefecto Fernando Seminario.
Los montoneros chalacos en retirada con Vicente García a la vanguardia se refugiaron en
la casa de Manuel Frías, ubicada en la esquina La Libertad y Apurímac; lo que hoy es el
zanjón del Centro Cívico, por orden del Prefecto se prendió fuego a la vivienda porque
García y sus montoneros no se rendían. Solo así la gendarmería pudo dominar el último
reducto de los chalacos.
La memoria colectiva del pueblo piurano conservó por mucho tiempo el triste recuerdo de
este horroroso episodio; conocido como La Casa Quemada.
Refiriéndose a la forma sangrienta de cómo fue develado este movimiento, Juan
Seminario y Váscones padre del montonero victimado escribe: ¨ Al segundo día 29 se
presentó otro cuadro horrible, en la cárcel se habían depositado 30 prisioneros, y de dos
en dos fueron sacados y fusilados en el patio del cabildo. En los días siguientes al que
tomaban lo fusilaban, a más de los que han muerto y mueren con frecuencia bajo el
martirio y azote. La tropa de D. Fernando a los pocos días apareció sobre Morropón y
Chalaco para exterminar a los desafectos. Han sido desatadas furias del averno: el saqueo,
la flagelación, el asesinato, el incendio de casas y comercio de tanto infelices, forman un
cuadro que deja atrás la barbarie de la Edad Media...¨ 14

14
Carta de Juan Seminario y Váscones al general – Almirante Lizardo Montero.

49
Según el autor de esta cita las atrocidades que cometió el ex prefecto superaban
largamente los daños y destrozos ocasionados por los chilenos. Asimismo, una nota
publicada en un diario de la capital sindicaba al ex prefecto Fernando Seminario como el
principal responsable del horroroso carácter que tuvo la guerra civil en nuestro
departamento. Agrega la nota, que bajo su administración hubo saqueos, incendios y
asesinatos de prisioneros. 15
Dos años más tarde. Los diputados Genaro Carrasco y Manuel Barriga presentaron un
Proyecto de ley sobre la expropiación de la hacienda de Morropón y la venta de sus
tierras, en subasta pública, a favor de la comunidad de Chalaco o de cualquier otro postor.
Esta proposición fue desestimada por las Comisiones de Justicia y Hacienda del Congreso.
Una década después, el Concejo Provincial de Piura expresaba al ex Prefecto la “gratitud
de esta ciudad por el bien que le hizo salvando el honor, la vida y la propiedad de sus
habitantes”.
En 1925 los diarios de la localidad publicaban diferentes opiniones sobre este conflicto. Un
periodista del diario La Industria escribía: “Día terrible de ansiedad y espanto el que Piura
pasará cuarenta y dos años ha ser atacada la ciudad por la horda de Chalacos así
llamados por pertenecer sus miembros al pueblo de Chalaco y lugares circunvecinos.
Aprovechando estos de la anarquía reinante en el país a consecuencias de nuestros
desastres nacionales levantaron una partida, perfectamente armada con el pretexto de
disputar a la hacienda Morropón la propiedad de unos terrenos que según ellos,
pertenecían a la comunidad (...) No fue un movimiento revolucionario con fines políticos,
como aseverara reciente un diario local. Fue un movimiento comunista dirigido por
personas de instintos perversos, quienes para soliviantar más los ánimos de los habitantes
de esas regiones, gente maleante en su mayoría, hicieronles creer que la única manera de
conseguir el fin que perseguían era derrocar a las autoridades constituidas, haciése justicia
por mano propia. ¨ 16
Días después el mismo diario publicaba la siguiente nota: “En relación con el artículo del
colaborador F.H. que sobre la entrada de los Chalacos a Piura publicada en nuestra edición
hemos recibido dos cartas firmadas por A.T.P. en las cuales se afirma que el movimiento
de enero de 1883 no tuvo el carácter comunista que se quiere darle, sino que por lo
contrario, respondió a un profundo anhelo de justicia-acrecentado por las exacciones de
los gamonales de entonces que trataban de apropiarse por medios vedados de los
terrenos pertenecientes a la comunidad de Chalaco”. 17

15
Diario ¨ El Comercio ¨ viernes 5 de abril de1895.
16
Diario ¨ La Industria ¨ 25 de enero de 1925. Pág. 3 á.
17
Idem. 30 de enero de 1925. Pág. 3á.

50
Existen suficientes elementos para sostener que este suceso no fue una acción anárquica
propia del bandolerismo. Fue algo diferente. Se trató de un movimiento con cierta
connotación política cuya repercusión tuvo un alcance a nivel regional.

(En tu carpeta de apuntes)

Cuestionario N°4

1. ¿Qué relación encuentra entre la época del guano y la Guerra con


Chile?

2. Escribe una reflexión acerca este episodio de la Guerra con Chile.

3. ¿Qué comentario te sugiere el viaje de Prado?

4. Comenta la toma de Piura por los Chalacos.

La República Aristocrática

La República Aristocrática es el período de la historia peruana que abarca de 1895 a 1919.


El término fue establecido por Jorge Basadre. Este período se caracteriza por el dominio
político de una oligarquía dedicado a la agro-exportación, minería y las finanzas, por el
medio del Partido Civil.
Las características fundamentales de este periodo son:
1. Hegemonía política de la oligarquía vinculada al Partido Civil.
2. Estado oligárquico pequeño y con presencia fundamentalmente en la costa.
3. Economía de exportación. El Perú mantiene su condición de país exportador de
materias primas: minerales, petróleo, caña de azúcar, algodón, lana, caucho.
4. Predominio de las haciendas azucareras como unidades de producción costeñas.
5. Penetración del capital británico y estadounidense.
6. Predominio de los latifundios feudales en la sierra.
7. Desarrollo de los “enclaves” agrarios y mineros sin vínculo con la economía
nacional.

51
8. Incipiente desarrollo industrial urbano.
9. Inicio del desarrollo del movimiento obrero.
10. La oligarquía era una clase social numéricamente reducida, compuesta por un
conjunto de familias cuyo poder reposaba en la propiedad de la tierra, las
propiedades mineras, el gran comercio de importación- exportación y la banca.
La oligarquía estaba formada por la clase más adinerada de Perú. Sus componentes eran
blancos, descendientes de familias europeas. Eran bastante racistas.

El Estado Oligárquico
Sinesio López define al estado oligárquico como la forma política e institucional más o
menos centralizada que asumió el estado en los países periféricos, en la fase capitalista de
exportación, cuando esta estuvo en manos de las elites señoriales. Esta elite debía
reinsertar la economía de los países periféricos en el mercado internacional y centralizar
el poder. El caso peruano consistió en que el estado oligárquico organizó y combinó la
dominación racial, étnica y social de las elites criollas, señoriales y terratenientes sobre
una sociedad multicultural donde la servidumbre y la discriminación ética fueron focos de
explotación social.
El Estado oligárquico solo tuvo presencia en la costa y gobernaba en alianza con los
gamonales de las sierra y el capital extranjero (británico y estadounidense)
Las características del Estado oligárquico de la Republica Aristocrática fueron:
- -La coalición dominante estaba constituida por la oligarquía criolla y el
gamonalismo en alianza con el capital extranjero.
- - La forma de dominación era el patrimonialismo.
- - El estado oligárquico era un gobierno indirecto y mediado, pues mantenía los
poderes locales del gamonalismo.
- -Las instituciones estatales eran pocas, muy frágiles y principalmente coercitivas
(ejército y policía).
- -La dominación oligárquica se basaba en la exclusión de las clases populares, con
tendencia a la exclusión total: social, de género, regional, racial y étnica.
- -El estado oligárquico no construyo una comunidad política ya que las demandas de
la población no eran procesadas en derechos.
- -La legitimidad de la oligarquía era frágil y se apoyaba principalmente en la
apelación implícita y explicita de algunos criterios como una etnia determinada y la
experiencia del gobierno.

52
Ideología de la República Aristocrática
El modo de pensamiento y las ideas en este periodo, estaban marcadas por la perspectiva
elitista del gobierno, y por un marcado desprecio hacia las clases populares. Se pensaba
que el gobierno debía ser de una élite exclusiva, poderosa, represiva y aristocrática, su
visión era europeizante tratando en lo posible de establecer parámetros de creación, de
gobierno, de educación, de moda y de estilos de vida y giros lingüísticos ingleses y
franceses principalmente, se sentían de este modo más cerca de Europa que del mismo
interior del Perú, pues vivían en las zonas más exclusivas de Lima centro de contacto del
Perú con el exterior, con escaso o nulo conocimiento de los padecimientos de los
trabajadores y obreros de sus fábricas, minas y haciendas de la costa y sierra del país.
Además, este periodo de la historia fue marcado por una poderosa imagen racista y
despreciativa hacia el elemento humano y cultural autóctono, a los que consideraban
bárbaros. De este modo la aristocracia peruana vivía de espaldas a los sectores populares
y culturales del país.

EL Gamonalismo

El gamonalismo fue un sistema de poder surgido en el Perú durante la segunda mitad del
siglo XIX y se mantuvo hasta la aplicación de la reforma agraria en los años 70.
El gamonalismo es un término que empezó a usarse a mediados del siglo XIX en el sur
andino peruano para designar a hacendados advenedizos, sin casta de cuño colonial y sin
mayor refinamiento, que expandieron sus tierras y su poder socio-político (rendatario y
clientelista) a costa de expropiar por medios ilícitos y violentos a los comuneros de los
ayllus indígenas.
El gamonal no necesariamente es hacendado y a su vez, el hacendado no necesariamente
es gamonal. Este último es expresión de la incipiente formación y presencia del Estado en
el Perú republicano del siglo XIX:
Manuel González Prada, al sintetizar la trinidad embrutecedora del indio en el sacerdote,
el terrateniente y el abogado, aludió a un sistema de poder (semejante, no igual al feudal),
que en eso años ya era identificado como gamonalismo. Manuel González Prada ha escrito
tal vez las páginas más significativas acerca del gamonalismo peruano y es uno de los
primeros en denunciarlo. En su obra Horas de Lucha enunciará lo siguiente:
Si en la costa se divisa una vislumbre de garantía bajo un remedo de República, en el
interior se palpa la violación de todo derecho, bajo un verdadero régimen feudal. Ahí no
rigen códigos, ni imperan tribunales de justicia, porque hacendados y gamonales dirimen
toda cuestión, arrogándose los papeles de jueces y ejecutores de las sentencias. Las

53
autoridades políticas, lejos de apoyar a débiles y pobres, ayudan casi siempre a ricos y
fuertes.
Para José Carlos Mariátegui, el gamonal invalida toda ley y orden de protección del
indígena o del campesino contra la autoridad del latifundista; debido a las condiciones del
medio geográfico y a las estructuras de dominación de carácter estamental. Un escenario
en que la ley escrita es impotente.
El gamonalismo fue un sistema de poder que alcanzó su mayor expresión durante la
denominada República aristocrática (1895-1919), pero se mantuvo hasta 1968 cuando el
gobierno de Juan Velasco Alvarado decretó la aplicación de la Reforma Agraria.

El boom del caucho

La economía en la selva se desarrolló entre 1880 y 1920. En 1880, Europa y EEUU


demandan alta cantidad de un producto llamado caucho, por lo que Perú y Brasil se
convierten en exportadores de este producto, el cual provenía de la recolección en los
árboles de goma que existían y no de ninguna plantación. La extracción la realizaban los
indios nativos quienes fueron semi-esclavizados obligados a trabajar y quienes morían de
desnutrición y enfermedades. Esto produjo un escándalo internacional por el trato que se
dio a los nativos por parte de la Peruvian Amazon Company entre 1908 y 1912. Los
principales "barones del caucho" fueron Fermín Fitzcarrald y Julio César Arana, quienes
usaron el dinero de las ganancias en importaciones lujosas y para mantener sus estilos de
vida. En 1912, sus exportaciones alcanzaron el 30% de las exportaciones totales, sin
embargo no desarrollo la economía de la zona debido a la falta de eslabonamientos con la
economía nacional. Finalmente, en 1915 los precios del caucho empezaron a caer, debido
a que la oferta de este producto se vuelve mayor y que la producción del lejano oriente
más industrializada, acaparara la producción de este producto. Así en 1920, el boom del
caucho concluye y la economía amazónica se volvió a estancar.

TALARA: Un feudo de la International Petroleum Company

Los enclaves

54
En las primeras décadas del siglo XX, el sector externo de la economía peruana se adaptó
a los requerimientos del mercado mundial, necesitado de materias primas. Se dio un
fuerte impulso a la actividad agrícola de exportación, y a las actividades minera y
petrolera.
La inversión de capitales norteamericanos en nuestro país a través de empresas como la
Cerro de Pasco Mining Company, la Northern Perú Mining, la W.R Grace y la International
Petroleum Company dio lugar a una profunda modernización de la economía de
exportación de materias primas bajo la forma de enclave.
La I.P.C. reunía las características de un enclave: se trataba de una empresa, cuyo origen y
centro de decisiones estaba en el exterior; utilizaba capital y tecnología extranjeros; su
producción estaba dirigida hacia fuera. En relación con la sociedad peruana, mantenía una
relativa autonomía: las leyes peruanas no regían en los dominios de esta Compañía; los
funcionarios de la empresa se constituían en autoridades de piso en la región, por encima
del Prefecto y Subprefecto; se vinculaba con el sistema económico interno tan sólo en el
contexto de relaciones pre-capitalistas (sistema de enganche).
La presencia de los enclaves en nuestro país ocasionó cambios en la estructura social.
Surgieron nuevos grupos sociales que se organizaron y exigieron un conjunto de derechos
de los cuales eran excluidos. El estado asumió el rol de mediador en los conflictos entre
trabajadores y empleadores. En este contexto el desarrollo de la ciudadanía presenta
serias contradicciones.
La IPC y la violación de derechos.
Pese al esfuerzo de la compañía por vender a la opinión pública la imagen de Talara, como
una ciudad moderna y progresista, la I.P.C. violaba los más elementales derechos de la
población. La empresa estableció una disciplina medieval. Cuando un obrero, por
cualquier motivo no le convenía a la empresa o le era sospechoso, se le notificaba para
que abandone la localidad. Un periodista de la época escribía: “El lunes 16 el Teniente
Gobernador notificó a Morales para que se embarque en la lancha “Rosalía” que va a Paita
¡qué sarcasmo sin duda este suelo es yanqui y no pertenece al Perú, porque así se
acostumbra con todo hombre que despide la empresa, la autoridad política lo hace
desocupar la población” .
Reiterando este tipo de denuncia, Avelino Ato Cueva señalaba: “Tuve la oportunidad de
ver la expulsión de cinco trabajadores quienes fueron embarcados en un barco y
arrojados a otro puerto del litoral, ¡he ahí las garantías que se dicen gozan nuestras
connacionales!”
Todo foráneo que no explicase su estadía en Talara con razones aceptables para la
compañía, debería abandonar inmediatamente la ciudad. Los trabajadores no podían
recibir a un familiar que viniese de fuera, sin permiso de la empresa.

55
Don Pedro Ramírez Córdova, ex-dirigente petrolero, nos cuenta: “... las empresas: Lobitos
y la I.P.C. tenían su Administración de Campamento y allí tenían su Servicio de
Inteligencia. Los gringos sabían quiénes eran las personas que llegaban a visitar a
determinadas familias. Si llegaba un familiar, ellos te notificaban. Una vez llegó un familiar
a visitarme y al día siguiente me llamaron a la Administración y me preguntaron quién era
la persona que había llegado a mi casa. Yo les dije que era una prima hermana. Me
preguntaron ¿y qué tiempo se va a quedar en su casa? Yo les dije: un mes. Y me volvieron
a preguntar ¿un mes? Y ¿a partir de cuándo?- Les dije a partir de tal día. Al mes me
volvieron a llamar, y me dijeron: -A usted le dimos permiso un mes. Tenga usted la bondad
de decirle a su pariente que por favor se vaya. La Administración de la Compañía no
permite tener gente extraña...”
Era una práctica frecuente el desalojo de familias. Un corresponsal del periódico “El
Obrero Piurano” escribía: “Aquí también se han expulsado a muchas familias habiendo
llegado hasta el extremo de poner los muebles en medio de la calle, aprovechando la
ausencia de ellas que estaban aquí auxiliando a sus esposos”.
Los abusos de la I.P.C. según un testigo de esa época generaba en la memoria colectiva el
estigma de la humillación y la autoimagen de parias en nuestro país. Y frente a la
prepotencia y tiranía de la compañía norteamericana Civilo A. Carnot preguntaba:“¿Las
Empresas Petrolíferas que se sujetan sólo a su voluntad como Ley, que pagan autoridades
para que sirvan conforme a sus caprichos, que en distintas ocasiones han hecho abalear al
pueblo por el delito de pedir un pan más..., que han expulsado de sus canchones por
cualquier pretexto frívolo al que le ha venido en gana, que han hecho incendiar so
pretexto de higiene pública los ranchos donde se asilaban los trabajadores y que dicen ser
los únicos dueños de aquellas regiones, tendrán algún interés por guardar la soberanía
nacional en ese rincón que se llama Perú y eso será de algún interés nacional para
nosotros?
La conquista de los derechos laborales y sociales y con ello el desarrollo de la ciudadanía
tuvo un alto costo social para los trabajadores petroleros. La historia registra
movilizaciones como la de junio de 1931, cuya reivindicación fundamental fue la vigencia
de las 8 horas de trabajo, conquista alcanzada en 1919, y que la compañía se negaba a
reconocer.
El desconocimiento de las leyes peruanas en los dominios del enclave de la I.P.C. creó un
Estado dentro de otro Estado, situación que comprometió nuestra integridad y soberanía
nacional.

(En tu carpeta de apuntes) 56


Cuestionario N° 5

1. Elabora un mapa conceptual acerca de la República Aristocrática.


El Oncenio de Leguía: entre la dictadura y la corrupción

El oncenio de Leguía (1919-1930) fue el período de mayor corrupción del siglo pasado,
solo comparable con el gobierno de Alberto Fujimori. En ambos regímenes encontramos
algunas similitudes: la disolución del Congreso, la violación de derechos, el desvío de
fondos públicos con fines reeleccionistas, compra de políticos y reelecciones amañadas.
En 1919, Leguía derrota en las urnas al hacendado chiclayano Antero Aspillaga, candidato
del partido civil. No obstante de su victoria electoral, el 4 de julio de ese año, Leguía dio un
golpe de Estado antes de la ceremonia de investidura, argumentando haber descubierto
una conspiración encabezada por el Gobierno que pretendía conseguir que el Congreso
desconociera los resultados del proceso electoral. El Ejército respaldo el golpe, nos dice
Basadre. Por ese apoyo, meses después el General Cáceres resulto premiado con un
ascenso a Mariscal.
El régimen leguiísta, el “gobierno amigo de los Estados Unidos”, se esforzó por atender y
defender los intereses estadounidenses. Leguía fue el dictador que Estados Unidos
necesitaba para hacer del Perú una provincia, afirma Pablo Macera

57
En 1922 se firmó el Laudo de París mediante el cual el gobierno peruano cedió el suelo y
subsuelo de la Brea y Pariñas a la International Petroleum Company, comprometiéndose a
no cobrarle impuestos durante 25 años y entregarle las tareas de explorar, explotar y
craquear el petróleo por 50 años. Este documento resulto ser muy lesivo para la soberanía
nacional. Con este acuerdo anti constitucional, la IPC logro obtener un status particular,
cobrando un protagonismo en la política nacional.
Ese mismo año, mediante el Tratado Salomón-Lozano, el gobierno Leguiísta cedía a
Colombia el Trapecio Amazónico, con población peruana como Leticia. Este Tratado se
mantuvo secreto hasta 1927. Por este motivo, Leguía se hizo merecedor del repudio del
pueblo loretano.
Leguía no dudo en reivindicaba la Doctrina Monroe, aquella que declaraba: ”América para
los americanos”. Además, el régimen leguiísta fue el único gobierno latinoamericano que
apoyo la invasión norteamericana a Nicaragua y la guerra contra Augusto César Sandino.
Durante el Oncenio se produjo un contexto favorable para las prácticas corruptas: un
gobierno autoritario, un Parlamento dominado por una mayoría adepta al Dictador,
convertido en un organismo incapaz de fiscalizar las acciones del Ejecutivo, y que reformó
la Constitución hasta en dos oportunidades con el fin de hacer viable la reelección de su
caudillo; un Poder Judicial permanentemente vulnerado; periodistas, políticos y militares
sometidos a un clientelaje basado en prebendas. A todo esto hay que agregar los
encarcelamientos y destierros de dirigentes políticos y estudiantiles. Hasta el ecuánime
Jorge Basadre fue encarcelado por varios meses en el Frontón.
Una vez que los contrapesos políticos fueron violentamente desmantelados, Leguía pudo
dedicarse a sus anchas a su querida política de grandes obras públicas plagadas de
corrupción y financiadas con un masivo endeudamiento externo. El desorden y la
venalidad se evidenciaron desde el inicio mismo del nuevo régimen.
Leguía fue el principal responsable del endeudamiento externo improductivo registrada
en el Perú en las primeras décadas del siglo XX. El capital norteamericano intervino en el
sector público, a través de diversos préstamos. La disponibilidad de recursos posibilitó el
desarrollo de un conjunto de importantes obras públicas que incluyeron la urbanización
sobre todo de Lima y la construcción de caminos, ferrocarriles e irrigaciones. Estas obras
fueron realizadas mediante contratos que se convirtieron en un importante foco de
corrupción y malos manejos.
La corrupción penetro en las distintas instancias de la administración pública. Desde
ministros y empleados públicos de alto nivel hasta funcionarios de los gobiernos locales,
que llegaron a su cargo sin riqueza personal y, en corto tiempo, acumularon fortunas. La
venalidad fue uno de los rasgos predominante de estos burócratas. La principal
motivación para participar en la gestión gubernamental era “hacer dinero”

58
Organizo una red de apoyo político disidente entre políticos oportunistas de clase media y
nuevos ricos, quienes exigían recompensas ligadas a obras públicas, malversación de
fondos, contratos para suministros y cargos gubernamentales.
Juan Leguía, hijo del dictador, superó a todos los demás asociados cercanos a Leguía en el
cobro de «comisiones» y sobornos por diversos tratos oficiales, especialmente en la
contratación de préstamos extranjeros y compra de equipos militares, navales y aviones
de guerra.
Los Congresistas también fueron proclives a la corrupción. El déficit fiscal obligaba a pagar
los bajos salarios de los profesores en vales. Fue una práctica intercambiar estos vales por
dinero a través de la intervención política de congresistas inescrupulosos, que cobraban
una “comisión” del 25%. Este contubernio era una de las principales motivaciones para ser
senador o diputado, a decir de Quiroz.
En las provincias, los gamonales se coludieron con las autoridades políticas y empleados
públicos para expropiar las tierras de los indígenas. También lucraron con la aplicación de
la ley de conscripción vial y la ley de vagancia.
Leguía consolidó su poder. Destruyó los partidos políticos. La compra de políticos fue una
práctica muy frecuente.
Leguía buscó consolidar su poder a través de la compra de políticos mediante prebendas y
favores. Quiroz sostiene que José B. Ugarte, director del Ministerio del Gobierno, declaró
en una investigación que 105 millones de soles habían sido mal utilizados para sobornar a
los políticos y en la campaña de reeleccionista de Leguía. Al mejor estilo de Montesinos en
la década de los 90.
Leguía también había corrompido a las Fuerzas Armadas. Quiroz escribe:” El presidente
Leguía había recompensado a los oficiales militares y navales en un grado sin precedentes,
corrompiendo profundamente a las fuerzas armadas. El general Cáceres, bien
recompensado por Leguía como embajador peruano en Roma y posteriormente en Berlín,
(…) La influencia que Cáceres aún tenía en las fuerzas armadas le dio a Leguía la confianza
necesaria para proceder con sus políticas agresivas contra la oposición sin tener que
preocuparse por golpes militares”
La crisis capitalista del año 1929 y los actos de corrupción originaron el descontento
popular y minaron la popularidad de Leguía. Un año más tarde, el 22 de agosto en
Arequipa, el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro lideraba un golpe de estado. Desde la
Ciudad Blanca, Sánchez Cerro, mediante un manifiesto se comprometía terminar para
siempre “con los peculados, las concesiones exclusivistas, las malversaciones y las rapiñas
encubiertas” Asimismo, ofrecía hacer de la honradez un culto nacional, y sancionar a los
corruptos que se habían enriquecidos con el erario del estado.

59
Mientras tanto, en Lima, una turba saqueaba la casa del tirano. La historiadora María
Delfina Álvarez Calderón, en su libro: El saqueo olvidado. Asalto a la casa de Augusto B.
Leguía: 1930 sostiene que este saqueo no habría sido un simple acto espontáneo de un
grupo de ciudadanos indignados sino, más bien, un plan organizado al detalle para ciertos
fines subalternos: sustraer documentos que comprometían a poderosos y prominentes
personajes de la elite limeña de aquel entonces.
Leguía intento fugar del país, pero fue detenido y enviado al Frontón, prisión en la que
encarcelo a sus adversarios políticos. Luego fue recluido en las mazmorras del Panóptico,
en condiciones infrahumanas, sin atención médica, sin visitas, atendido solo por su hijo
Juan Leguía Swayne, que voluntariamente lo acompañó en su encierro. Afectado por un
cáncer terminal a la próstata, muere en el Hospital Naval de Bellavista, el 6 de febrero de
1932.
Perversa la situación del país: cien años después, las mismas prácticas de corruptela se
mantienen como un legado nefasto. Más aún, una circunstancia histórica infame: un ex
presidente se suicida para evadir a la justicia, otro sentenciado y preso, dos investigados, y
otro a punto de ser expatriado por actos de corrupción.

La crisis política de 1930- 1933 y el sanchezcerrismo

La crisis internacional del capitalismo de 1929 significó un brusco corte de préstamos y la


drástica baja de los precios de nuestros productos de exportación. Los enclaves mineros y
agrícolas despidieron a la mitad de los trabajadores, las empresas bajaron los salarios e
intensificaron la productividad de los trabajadores para compensar la baja de los precios y
la producción. Esta decisión empresarial motivo múltiples conflictos y huelgas.
El grupo conformado por la burguesía agroexportadora y los terratenientes se organizaron
políticamente para derrocar al caudillo del oncenio. Por su parte, la pequeña burguesía
radical que había roto con el régimen leguiísta, motivada por el avance de las luchas de los
obreros, también tentaba el poder. Todos los sectores sociales esperaban la caída de
Leguía.

60
Entre 1929-1930 el país se polariza en dos frentes. De un lado, las huelgas y movilizaciones
de los trabajadores suceden insistentemente, la pequeña burguesía se radicaliza; de otro
lado, la burguesía en conjunto se replegó y buscó el apoyo del Ejército.
La corrupta dictadura leguiísta llegaba a su fin. Fue el Ejército, el instrumento que la clase
dominante para derrocar a Leguía y para frenar a los sectores populares y a la pequeña
burguesía radicalizada. En agosto de 1930, en Arequipa con el patrocinio de los
terratenientes del sur, el comandante Luis M. Sánchez Cerro, un veterano en
conspiraciones a través del cuartelazo tomaba el poder.
Sánchez Cerro ocupó dos veces el primer cargo del Estado: como Presidente de la Junta
Militar de Gobierno, de agosto de 1930 a marzo de 1931; y como Presidente
Constitucional de diciembre de 1931 hasta abril de 1933.
El Sanchezcerrismo.
Luis M. Sánchez Cerro inaugura el tercero Militarismo (1930-1933) de nuestra historia.
Jorge Basadre en: Historia de la República del Perú sostiene que este militarismo surge
del vacío político, ante la impotencia de las agrupaciones políticas tradicionales. Las clases
dominantes lejos de enfrentarse a él, lo auspician y se amparan bajo su protección. El
sociólogo Julio Cotler lo define como un militarismo populista. Algunos historiadores lo
califican como un militarismo funcional a la sociedad oligárquica.
La oligarquía lo asumió (a falta de uno mejor) como su aliado, asumiendo una posición
abiertamente pro burguesía agroexportadora. Con el apoyo popular y la alianza con este
sector de la Oligarquía, Sánchez Cerro pretendía el restablecimiento de las formas
políticas de dominación de la República Aristocrática.
El nuevo gobierno no significó un cambio radical en la política del país con respecto al
régimen anterior. En un primer momento, el gobierno de Sánchez Cerro adoptó una
postula reformista/ populista. En ese sentido, realizó algunas medidas asistencialistas que
le permitió ganarse la simpatía de los sectores populares: repartió alimentos a los sectores
urbanos pauperizados, prohibió el desahucio y anuló la Ley de Conscripción vial. Con estas
actividades buscaba afirmarse como “protector de los pobres” Como todo caudillo,
Sánchez Cerro asumió una actitud paternalista frente estos sectores sociales: se opuso a la
organización autónoma de las clases populares bajo el argumento que esta atentaba al
“principio de autoridad” que él representaba. Para Sánchez Cerro el pueblo debía esperar
y aceptar sus iniciativas confiadamente. Asimismo, reaccionó con violencia frente las
huelgas y protestas populares reprimiéndolas sangrientamente.
Según el Julio Cotler, Sánchez Cerro se comportaba como un “patrón benevolente”, pero
al mismo tiempo autoritario y despótico. En otros términos, repetía la figura del
encomendero colonial y la del gamonal republicano.

61
Enfatizando el carácter impulsivo y violento del caudillo de la revolución de Arequipa,
Basadre afirma: “Sánchez Cerro pasa como una tempestad por la historia peruana.
Aparece para hacer los que muchos habían intentado sin conseguirlo o sea derribar a un
régimen con once años de duración (…) Desde Felipe Salaverry no había existido en la
escena política peruana una figura tan violenta y alucinante”
La dictadura sanchezcerrista apresó y deporto a periodistas. Silenció a la prensa de
oposición. El diario El Tiempo de Piura fue multado por reproducir noticias publicadas en
periódicos de Lima. También destituyó a muchos funcionarios públicos de la
administración anterior. Fue el caso de Julio C. Tello, eminente arqueólogo quien se
desempeñaba como Director del Museo de Arqueología peruana.
En marzo de 1931, la Marina se rebela y exige la renuncia de Sánchez Cerro. El caudillo del
Pronunciamiento de Arequipa se ve obligado a renunciar, y saldría al exilio.
El país vivía una situación de crisis e inestabilidad política. Entre febrero y diciembre de
1931 se produjeron 18 movimientos militares, entre insurrecciones, motines, revueltas e
intentos de golpes de Estado: 6 en Lima, 5 en el sur (Arequipa, Cusco, Puno), 3 en el norte
(Piura, Lambayeque, La Libertad), y 4 en otras regiones.
Ante el debilitamiento general de la clase dominante, y ante el avance del movimiento
popular (APRA -Partido Comunista) la primera trató de mitigar su deterioro y busca un
nuevo escenario político. La Junta de gobierno de Samanez Ocampo convoca a elecciones
tanto para Presidente de la República, como para una Asamblea Constituyente.
La polarización del país se expresó en las candidaturas de Sánchez Cerro, representante de
todas las fuerzas de la Oligarquía; y Haya de la Torre, representante de la pequeña
burguesía y sectores populares. El Partido Comunista se mantuvo al margen de este
proceso electoral presentando una candidatura simbólica en protesta por la
discriminación de que era víctima, especialmente el campesinado.
El caudillo militar además recibió además el respaldo de su partido Unión Revolucionaria
de ideología fascista, del Diario “El Comercio” y de los sectores no organizados del pueblo,
quienes recordaban aún el derrocamiento de Leguía y las medidas de su corto gobierno.
En agosto de 1931 luego de una agitada campaña electoral se realizó las elecciones. Los
escrutinios finales dieron como ganador a Sánchez Cerro, quedando Haya de la Torre en
segundo lugar. EL APRA alegó que hubo fraude. En Trujillo Haya de la Torre se declara
“Presidente Moral del Perú”, lo que originó que los apristas iniciaran diversas
manifestaciones de protestas e intentos de rebelión.
En enero de 1932, el Congreso aprobó la Ley de emergencia que permitía al gobierno
reprimir sin mayores trasmites legales cualquier acto que alterarse el orden social. Podía
multar, arrestar, encarcelar o deportar personas, suspender reuniones o manifestaciones
públicas, clausurar locales, disolver asociaciones, prohibir periódicos, etc.

62
Esta ley fue un instrumento decisivo en la represión del movimiento popular. La mayoría
de los dirigentes apristas, comunistas y socialistas fueron encarcelados.
En respuesta a la violencia generada por la dictadura sanchezcerrista, el 7 de julio de
1932, el pueblo de Trujillo asaltó cuartel militar de O’Donovan motivando una represión
violenta que terminó con la masacre y prisión de los insurgentes. Este acontecimiento
considerado como el hecho más sangriento y oscuro de nuestra historia como república,
es narrada por el periodista Guillermo Thorndike en la novela histórica El año de la
barbarie: Perú 1932.
La violencia y el autoritarismo han sido dos constantes en nuestra historia. El Estado
Oligárquico utilizaba la violencia para mantener y reproducir el orden social. En esos años,
en el mundo rural el gamonalismo ejercía violencia sobre el campesinado privatizando la
violencia pública, con el consentimiento del Estado oligárquico.
El dominio excluyente y exclusivo del Estado Oligárquico mantenía a la clase media
neutralizada o alejada de la participación política, y privaba a los sectores populares de sus
derechos democráticos. El carácter anti democrático del estado oligárquico se puso de
manifiesto en el artículo 53 de la Constitución de 1933. Este artículo excluía al APRA y al
Partido Comunista como organizaciones internacionales, como partidos internacionales
que no tenían derechos a participar en la escena política y en procesos electorales. De
esta manera el Estado garantizaba la confrontación política entre amigos. Al adversario
que no se ubica en el esquema político era definido como un enemigo al cual había que
eliminar y excluir.
Las clases dominantes que organizaron el Estado oligárquico fueron incapaces de
organizar formas modernas democráticas para desarrollar el país.
En ciertas circunstancias el Estado moderno actual tampoco es ajeno a estos métodos de
violencia. El Baguazo no fue un hecho fortuito. En una ocasión, Alberto Flores Galindo dijo
que el Perú era un país con tradición autoritaria. Por cierto que no se equivocó.
Muchas generaciones de peruanos/as hemos recibido mensajes ideológicos oficiales bajo
la forma de cursos de Historia. Algunos de ellos estuvieron orientados a ocultar el carácter
violento y autoritario de nuestros gobernantes. Paradójicamente en el caso de Sánchez
Cerro, aún se le recuerda: una avenida en nuestra ciudad, un asentamiento humano en
Sullana y una provincia en la Región Moquegua, llevan su nombre.

(En tu carpeta de apuntes)

Cuestionario N° 6

1. Según la información presentada, ¿qué similitudes encuentra entre


los gobierno de A. B. Leguía y Alberto Fujimori?
2. ¿Por qué se afirma que el gobierno de Leguía era considerado como
el “Gobierno amigo de los Estados Unidos”? 63
3. Explique brevemente la corrupción durante el Oncenio?
4. Explique mediante un mapa conceptual la dictadura de Sánchez
Cerro.
La dictadura de Juan Velasco Alvarado.

El General Juan Velasco Alvarado, siendo jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas
Armadas, dirigió y ejecutó el golpe de Estado del 3 de octubre de 1968, derrocando a
Fernando Belaúnde (AP). Ejerció el poder absoluto hasta 1975 durante el llamado
Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada.
Existe un antes y un después en la historia del Perú tras la dictadura de Juan Velasco
Alvarado.
El 3 de octubre de 1968, se instauró el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, el
cual, por sus reformas y características particulares, es aún materia de debate. ¿En qué
contexto social y político sucedió? ¿Qué representó la reforma agraria? ¿Cuál es el
balance final del gobierno militar?
De acuerdo con María Alayza, profesora del Departamento de Ciencias Sociales de la
PUCP, antes del golpe de Estado de Velasco, en el país, había demandas de cambios a
todo nivel. La reforma agraria, la ampliación de las bases de trabajo y la educación en las
regiones asomaban como reivindicaciones pendientes.
“Existía la sensación de una sociedad muy estratificada, jerarquizada, autoritaria y muy
poco inclusiva, donde la política se veía como un espacio restringido. Había ciertas voces
de cambio, pero sin espacios de canalización de estos procesos”, dice la docente.
En ese sentido, asegura que el golpe “respondió, de una manera muy abierta, a estas
necesidades en la medida en que, como toda dictadura, impuso una agenda, que en este
caso estaba muy marcada por un discurso que hoy día lo llamaríamos de inclusión social”.
Por su parte, Santiago Pedraglio, docente del Departamento de Comunicaciones de la
PUCP, explica los antecedentes del golpe: “El gobierno de Fernando Belaunde Terry, que
ganó en 1963, no tenía la mayoría en un Parlamento Nacional que era dominado por la
coalición APRA – UNO y que bloqueaba la gestión del ejecutivo”. En total, diez ministros

64
fueron censurados durante esa etapa. “El congreso aparecía como arrasador y el gobierno
como una fuerza que no podía imponerse”, afirma.
Por otro lado, Pedraglio señala que los campesinos hicieron importantes tomas de tierras
entre los años cincuenta y comienzos de los sesenta: “Las comunidades buscaban
recuperar las tierras que habían sido expropiadas por los terratenientes. En esos tiempos,
se imponía una estructura de la hacienda semifeudal; los derechos ciudadanos valían
poco”. Además, recuerda que, como respuesta a esa coyuntura, diversos partidos
planteaban una reforma agraria que Belaunde Terry también prometió durante su
gobierno, pero que, a la larga, no llevó a cabo.
Pedraglio indica que la denuncia de la pérdida de la célebre página once del Acta de
Talara, convenio firmado entre el gobierno y la International Petroleum Company (IPC) el
13 de agosto de 1968, fue el hecho que, finalmente, desencadenó el golpe de Estado
contra el gobierno de Belaunde Terry.
Reforma Agraria.
“Campesino, el patrón no comerá más de tu pobreza”. Esta frase icónica forma parte del
discurso que dio Juan Velasco Alvarado para promulgar la Ley de Reforma Agraria, el 24 de
junio de 1969. Sin duda, este fue el momento más representativo de su gobierno y
generador de intensos debates hasta el día de hoy.
Para Alayza, en ese momento, la propuesta de la reforma agraria era importante porque
los latifundios, sobre todo en la sierra, figuraban como propiedades que no eran
productivas para la gente. “Pero se planteó que, frente al patrón que se sacaba del
latifundio, aparecía el Estado a través de los técnicos que eran los que, de alguna manera,
dirigían las cooperativas y las diferentes instancias que se fueron creando”, cuenta.
Para la docente, eso produjo un escenario contradictorio. “El carácter tecnocrático no
necesariamente logró satisfacer a la gente. Tampoco hubo suficientes programas de
apoyo al campesino, como capacitaciones o créditos, que lo ayudaran en términos de
sostenibilidad. La reforma agraria empezaba y terminaba con la distribución de la tierra, y
no miraba el futuro. ¿Hacia dónde vamos? ¿Cómo esta reforma fortalece la economía y el
mercado? Fue vista solo como una reivindicación de un grupo de la sociedad y quizás eso
lo hacía polémico para otros sectores”, indica.
Por su parte, Santiago Pedraglio destaca el rol que tuvo la reforma en su momento. “El
velasquismo logró sentenciar y sacar de escena a la propiedad terrateniente, que era una
vergüenza que existiera. En las zonas andinas, las condiciones de vida de los campesinos
eran de servidumbre. Pero el gran lema ‘la tierra es para quien la trabaja’, en muchos
casos, no llegó a concretarse porque los militares, con su estructura vertical, crearon un
aparato burocrático que en la práctica generó problemas muy complicados de gestión. La
figura era más de un control de espacios por parte del Estado que una entrega real de las

65
tierras a los campesinos. Esta entrega hubiera permitido el impulso de un pequeño y
mediano empresariado rural”, detalla.
Balance
Para María Alayza, desde el punto de vista histórico, como fenómeno latinoamericano, el
gobierno militar de Velasco fue particular. “Siempre hemos tenido una tremenda dificultad
para explicar, fuera de la sociología, qué fue el gobierno de Velasco. Porque fue una
dictadura que trajo cambios sociales que las democracias no querían comprometerse a
realizar, a pesar de que se conocían las demandas y las movilizaciones de distintos
sectores”, expresa.
“Lo fuerte y lo difícil de entender en ese momento era cómo un golpe de Estado – y eso fue
lo extraño, porque está en contra de la democracia- termina abriendo una serie de
compuertas que estaban cerradas en la sociedad”, continúa. “El problema es que una
institucionalidad que no es representativa se deslegitima y algo de eso sucedió”, añade.
Por su parte, para Pedraglio, a partir de lo ocurrido se replanteó la narrativa del Perú
realizada hasta ese momento. “El relato de la historia que organiza el gobierno de Velasco
reivindica que el proceso de la independencia tuvo su primer momento con la rebelión de
Túpac Amaru II. Me parece un asunto muy importante porque rescata una figura y
modifica el eje del proceso de la independencia. No la enfoca solo desde cuando llegó San
Martín. Con eso no minimizo su presencia o la de Bolívar, ni lo que se hizo en coordinación
con los peruanos, con todas las limitaciones. Pero esa reubicación de piezas en la historia
es fundamental, de cara al bicentenario, en términos de perspectivas”, afirma.
Por otro lado, las características de un gobierno militar nunca serán reconocidas en las
aspiraciones democráticas de un país. “Era una dictadura muy corporativa. La eficiencia
estaba relacionada con un mando militar y las fuerzas armadas se asignaron el papel
tutelar del país. Pero las fuerzas armadas no deben tener un papel tutelar, deben estar
bajo el mando de un estado democrático”, opina Pedraglio.
Para finalizar, el docente señala que “la expropiación de los periódicos fue un error
clarísimo, porque incluso falló en el propósito que intentó justificar esa decisión, que era
democratizar los medios, y los terminó convirtiendo en voceros del gobierno”.
La Reforma Agraria de Velasco
En el marco de los 50 años de la Reforma Agraria peruana, Van der Ploeg participó en el
seminario internacional organizado por el Taller Etnológico de Cultura Política - PUCP.
Como ingeniero agrónomo, se especializó en temas de sociología y economía de países en
desarrollo. Durante la década de los setenta vivió en el norte del país. En Piura, estudió las
múltiples contradicciones del proceso de la reforma agraria. Se trata de un personaje
reconocido internacionalmente en temas relacionados al campesinado y territorio.

66
¿En qué contexto global se da la reforma agraria peruana?
Tanto el marco internacional como el marco nacional eran conscientes de que ya era
necesario un cambio. El Perú no podía seguir con la gran mayoría de las tierras en manos
de un pequeño grupo de terratenientes que, a su vez, no desarrollaba más la agricultura,
no hacía crecer la economía regional. Era tiempo de hacer una reforma agraria y el Perú
fue una de las últimas reformas de América Latina en aquel entonces.
¿A qué se debió esta demora?
Se demoró en aplicarse porque había un sistema denunciado por los campesinos y sus
dirigentes como gamonalismo. Las leyes, los jueces y los políticos mantenían un sistema
en el que la propiedad privada de la tierra estaba en manos de unos pocos y existía una
represión fuerte en el campo, lo que hacía difícil organizarse y luchar por las tierras. Era
muy necesario pelear pero no había forma de hacerlo.
¿Cuál ha sido la conclusión principal del seminario?
Hemos hablado los investigadores, académicos y universidades sobre la gran
documentación que existe. Esta ha sido, tal vez, la reforma agraria mejor estudiada en el
mundo. Hay estudios del caso, documentos, libros y artículos pero, a la vez, no se ha
terminado de analizar la esencia de la reforma agraria. Aún hay mucho que debatir para
entender cuál ha sido realmente el resultado de este hito, para conocer la dirección, el
camino, qué pasó y adónde va. La reforma agraria ya pasó pero nosotros estamos en el
medio de todo aún, el debate todavía está muy vivo.
¿Qué aprendió durante su estadía en el Perú para investigar sobre la reforma agraria?
Yo trabajé y viví en Piura por bastante tiempo en el año 73 o 74. Tuve información de
primera mano de la comunidad de Catacaos y luego también conviví con una gran
comunidad en Piura que antes pertenecía a una gran hacienda de los Rospigliosi. De
ambos escuché historias de represión, torturas y castigos físicos. Existía una pobreza
tremenda en los desiertos de Catacaos y la gente no tenía cómo salir de ella. Mi
investigación en Perú me permitió conocer que, en ese contexto, regía una sociedad muy
cerrada con un sistema gamonalista. La represión y la pobreza eran muy fuertes en el
campo. No había otra alternativa. La reforma agraria era necesaria.
¿El Perú estaba preparado para ello?
Perú estaba tan preparado como otros países cuando iniciaron su reforma agraria. Cuando
se está analizando este periodo de 50 años, podemos observar que la reforma lo que ha
hecho es abrir la puerta para un proceso de campesinización. Ahora hay muchas más
pequeñas unidades familiares, fincas campesinas y propiedades campesinas. La reforma
agraria quería salvar las grandes empresas haciendo las cooperativas, pero obtuvo, al
final, una cifra creciente de unidades productivas campesinas.

67
¿La reforma afectó distintamente a las regiones?
Lógicamente. La reforma agraria afectó distintamente a la región de la costa que a la
región de la selva porque la situación era muy diversa. En Piura, las grandes comunidades
campesinas se movilizaron, pero no aceptaron la reforma agraria tal como fue impuesta
por el gobierno. Ellos hicieron una reforma agraria campesina. Crearon unidades
comunales de producción, que de hecho produjeron mucho más y crearon más empleo y
mejor infraestructura que ayudó a la comunidad misma. Todavía podemos aprender
mucho de estas luchas y, así como este, hay muchos ejemplos que estudiar en el Perú.
¿Qué lección nos deja la reforma agraria peruana?
En retrospectiva, se puede decir que fue necesaria y de vital importancia para el Perú,
pero el resultado ha sido totalmente distinto del propuesto al inicio. En cierto sentido la
reforma agraria era descampesinista porque su fin eran las grandes cooperativas. Quería
mantener grandes empresas en la sierra, pero el resultado fue una campesinización
importante. Internamente, la reforma agraria tuvo muchas contradicciones, muchas
luchas, muchas excepciones que son necesarias analizar.
¿Y a nivel internacional?
En el campo internacional, la reforma agraria es una lección importante debido a su
radicalismo. Este proceso afectó a todas las haciendas en un lapso de tiempo breve con el
calendario fijo, evidentemente por la presión del campesinado, pero ello ha demostrado
al resto del mundo que sí se puede hacer una reforma agraria exitosa en poco tiempo.
¿Aún existen consecuencias de la reforma agraria actualmente?
En estos años emergen otra vez grandes empresas pero es muy notable que no están
usurpando las tierras del campesinado como sucedió antes. Crean una franja nueva al lado
de la comunidad campesina y lo pueden hacer utilizando tecnología nueva, haciendo
pozos, utilizando el agua subterránea. El agua es ahora la llave en esta reconstrucción de
grandes empresas y eso también hemos visto en muchas otras partes del mundo. Lo cual
resulta en una guerra por el subterráneo sobre quién puede usar el agua, pues esta se
acaba después de cierto tiempo. El dilema mundial será sobre quién puede utilizar el agua
en el futuro próximo.

(En tu carpeta de apuntes)

Cuestionario N° 7

1. Explique por qué se afirma que: “Existe un antes y un después en la historia del Perú
tras la dictadura de Juan Velasco Alvarado”?
2. ¿Qué comentario le sugiere la Reforma Agraria de Juan Velasco?
68
El Neoliberalismo

El neoliberalismo es una corriente económica y política asociada al capitalismo. Sostiene


que la economía se debe regir por el libre comercio, estar desregulada y privatizada, es
decir, con menor intervención de las políticas del Estado.
El término fue promulgado en 1938 por el economista alemán Alexander Rüstow y obtuvo
especial popularidad a partir de 1980, luego de que líderes como Ronald Reagan (EE.UU.),
Margaret Thatcher (Inglaterra) y el economista Milton Friedman (EE.UU.) lo enunciaran en
sus discursos y en la práctica, en un intento de reformular el liberalismo clásico y de
enfatizar al sistema capitalista.
En el Perú partir del gobierno de Alberto Fujimori la economía peruana se desarrolla bajo
el modelo neoliberal.
El neoliberalismo considera que la intervención del Estado mercado promueve la
ineficiencia a través de las regulaciones sobre las industrias, los altos impuestos y servicios
públicos que no están sujetos a la competencia del mercado.
El sistema neoliberal pretende capitalizar el accionar del Estado y generar mayor
producción con menor inversión social. Esta premisa recae en un dilema debido a que en
la práctica no resulta justa o equitativa.
Origen del neoliberalismo
El neoliberalismo como filosofía económica surgió en 1930, ante la necesidad de
replantear el liberalismo clásico que no resultó exitoso y ante el agotamiento económico
del modelo capitalista.
Desde la teoría, el liberalismo clásico defendía la libertad individual, el libre mercado, la
igualdad ante la ley, la igualdad de género, el capitalismo, la propiedad privada, la
democracia y el estado de derecho. Pero en la práctica, la corrupción y falta de moral no
permitieron implementar esta teoría de manera total.

69
El modelo capitalista defendía la circulación de gran cantidad de capital a nivel masivo, lo
que implicó un aumento de la inflación y una destrucción de la economía. A partir de 1929
tuvieron lugar fuertes crisis económicas a nivel mundial, como la Gran Depresión.
Características del neoliberalismo
El neoliberalismo fomentó la privatización de empresas estatales y servicios públicos.
El sistema neoliberal exige reducir la intervención del Estado con una menor carga
impositiva y una menor restricción legislativa sobre mercado para que, de esa manera, las
grandes empresas (que representan un grupo capitalista de la minoría) puedan ejercer
control de los negocios, las industrias, la producción y el comercio interno y externo.
Entre las principales características del neoliberalismo se destacan:
La privatización. Consiste en que los servicios como la educación, la salud, la seguridad, la
bancarización, entre otros, sean administrados por entidades privadas en lugar de estar
regulados por el Estado. Es decir, que el acceso a los servicios está restringido solo a
quienes tengan dinero suficiente. Las personas que no tienen acceso a una educación
adecuada no podrán progresar en su trabajo y en su vida profesional. Por ende, la
privatización de todos los servicios solo promueve beneficios para una minoría y la falta de
calidad de vida para una mayoría.
El libre mercado. Consiste en que los precios de los bienes y de los servicios se regulen en
base a la oferta y la demanda, en un mercado libre de restricciones por parte del Estado.
Defiende la apertura de las importaciones y el control por parte del sector privado. Si esa
modalidad no es moderada y regulada, contribuye a un menor desarrollo de la producción
del país y solo enriquece a quien puede importar y vender esa mercadería a nivel nacional.
No promueve el crecimiento comercial del resto del sector productor, que se vuelve cada
vez menos competitivo.
La competencia. Consiste en fomentar la competitividad en toda relación laboral, tanto en
el sistema productivo como en la oferta de servicios, a fin de obtener más variedad de
opciones en el mercado. El problema surge ante la falta de regulación para establecer
límites en el accionar comercial, lo que puede desencadenar en una competencia desleal a
costa de la explotación laboral, de la difusión engañosa, entre otros.
El libre mercado permite el comercio con pocas restricciones entre gobiernos.
La principal característica del sistema neoliberal consiste en que solo una minoría de la
población accede a beneficios. Desde la teoría se plantea como una propuesta adecuada,
pero llevada a la práctica el modelo ha demostrado que no funcionó de manera eficiente
ni justa para toda la población, en especial, debido al carácter del sistema capitalista y la
corrupción.
El modelo neoliberal ocasiona las siguientes consecuencias:

70
La desigualdad. Promueve un conjunto de estrategias económicas que tienen impacto
social y que generan una gran diferencia de clases. Por ejemplo, solo aquellos que tienen
acceso a los servicios privados, como la educación, podrán alcanzar un mejor desarrollo
profesional. La mayoría de quienes no tienen acceso a ese tipo de servicios, no pueden
progresar.
El monopolio. Promueve que el poder sea controlado por una minoría elitista que acapara
la productividad y la oferta de servicios. Quienes no tienen o no pueden generar dinero,
no logran llevar a cabo sus propios negocios, pero sí son necesarios como mano de obra
del sistema productivo.
Los problemas económicos. Promueve un incremento de precios sin control y sujetos a las
leyes deliberadas del mercado en mano de los monopolios. Además, se genera una
disminución de los salarios ante la gran demanda de trabajo, por lo que la mano de obra
se abarata.
Los problemas ambientales. Promueve la obtención de la mayor ganancia en el menor
plazo posible. En muchos casos eso implica no respetar los procesos y las normas
establecidas para el cuidado de los recursos y del medio ambiente, del aprovechamiento
de los recursos no renovables, de la calidad de vida de las personas o del desarrollo
industrial responsable.
Las organizaciones sociales populares, los partidos políticos de izquierda y los sindicatos
de los trabajadores, son los principales opositores del modelo neoliberal. Los sindicatos
ven amenazados sus principios y derechos adquiridos, luego de tantos años de lucha.

El fujimorismo ha sido un mal innecesario en el Perú

Para muchos peruanos, el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000) constituyó algo así
como un mal necesario. Hasta inicios de los noventa, el país padecía una inflación fuera de
control, un aparato productivo agónico y un levantamiento armado que anunciaba la
“libanización peruana”. Durante su gobierno se abandonó aquella deriva. Para 1993, la
inflación había cedido y Sendero Luminoso, capitulado. Que en el camino, Fujimori —
hermanado con su asesor Vladimiro Montesinos— perpetrase un golpe de Estado,
debutase en su carrera de ladrón, degollase la libertad de prensa y cometiera violaciones
de derechos humanos, no impidió que el pueblo lo ungiese como su chino salvador. Y
mucha de esta lectura sobrevive hoy, cuando 53 por ciento de los peruanos prefiere que
Fujimori cumpla su sentencia por variedad de crímenes en casa y no en la cárcel.

71
En cambio, Keiko Fujimori, hija y heredera política de Alberto, no despierta una
indulgencia semejante.
El 10 de octubre fue puesta en prisión preventiva por el delito de lavado de activos (y
liberada pocos días después). Más allá de un poder judicial errático y ligero en muchas de
sus decisiones, el 75 por ciento de los peruanos piensa que es culpable. Por primera vez
en muchos años, las encuestas muestran que los peruanos ya no consideran que Alan
García sea el político más corrupto del país, ahora señalan a Keiko. A esto se suma la crisis
partidaria. No solo Fuerza Popular (FP) se dividió en la facción de Keiko y la de su hermano
Kenji, sino que, en las recientes elecciones subnacionales, el partido no consiguió ningún
gobierno regional (de veinticinco) y su candidato a la alcaldía limeña obtuvo tres por
ciento de los votos.
No era un descalabro fácil de anticipar. Keiko había heredado el prestigio que el padre
mantenía en parte de la población, en 2006 había sido la congresista más votada, en 2011
alcanzó la segunda vuelta presidencial y en 2016, aunque perdió nuevamente la segunda
vuelta contra Pedro Pablo Kuczynski (PPK), en la primera obtuvo un rotundo 40 por ciento
de votos y se llevó 56 por ciento del Congreso. Era la política más poderosa del país y FP la
plataforma más sólida en un país sin partidos.
¿Qué pasó?
En solo dos años, Keiko Fujimori y FP le demostraron al país que, si el gobierno del padre
podía ser considerado un mal necesario, ellos constituían, en cambio, un mal innecesario.
Es probable que el origen de la debacle tenga fecha y hora precisa: cuatro de la tarde del
domingo 5 de junio de 2016. La pila bautismal de un harakiri político. La televisión anuncia
que ha ocurrido lo inimaginable: PPK ha derrotado a Keiko Fujimori por un margen
mínimo de votos. Más que una sorpresa electoral, la candidata debe haberlo vivido como
una insurrección del cosmos contra su destino presidencial. Y no solo ella. Es histórica la
conmoción catatónica que sufrió en televisión nacional un cuadro fujimorista al conocer
los resultados. Lideresa y acólitos quedaron con el corazón partido.
Y ciego ha sido el comportamiento fujimorista desde entonces. Debieron asumir
responsablemente que perdieron la presidencia por tener un secretario general
investigado por conexiones al narcotráfico y por, luego, adulterar audios que buscaban
descalificar dicha denuncia, pero prefirieron considerarse víctimas de un fraude electoral
sin prueba alguna. Escribidores amigos inventaron otro analgésico irresponsable: eran
víctimas de un veto oligárquico. Los millonarios del Perú le habían cerrado el paso a la
humilde chinita. (Que estos la hubieran apoyado sin matices contra el expresidente
Ollanta Humala cinco años atrás no importaba). Así, se lamieron las heridas con el
bálsamo del fraude electoral y el veto oligárquico. Semejante diagnóstico engendró una
política de la revancha. Keiko y su descomunal bancada azotarían a Kuczynski, el
presidente que la venció.

72
El fujimorismo afronta ahora, simultáneamente, el descrédito popular, procesos judiciales
y una bancarrota electoral.
Pero nadie creyó que la ceguera sería perpetua. Ya recobrarían la visión, pero no ocurrió.
Independientemente de la desastrosa gestión de PPK, el fujimorismo ha sido una fuerza
política malencarada, tumultuosa y vociferante, revanchista hasta la insolencia y, sobre
todo, carente de proyecto. Como era previsible, la ciudadanía se fue cansando de tanta
mediocridad.
Sin embargo, algo más grave y hondo despuntó en estos dos años de relaciones
conflictivas entre el legislativo y el ejecutivo. Los peruanos hemos constatado que el
fujimorismo es un opositor eventual de los presidentes pero, sobre todo, es un
permanente opositor al Estado de derecho.
Este impulso contrario al Estado de derecho se ha evidenciado en diversos ámbitos. En
primer lugar, el fujimorismo aparece permanentemente asociado a intereses criminales.
Descarriló las iniciativas para fortalecer las facultades de la Unidad de Investigación
Financiera en relación con el delito de lavado de activos. Cuando la Superintendencia de
Banca y Seguros buscó regular a las Cooperativas de Ahorro —que, se sospecha, sobre
todo en zonas cocaleras, sirven para lavar dinero del narcotráfico—, pegaron el grito en el
cielo. Por último, desde que estalló un escándalo de corrupción que implica al poder
judicial y a la fiscalía, personajes fujimoristas aparecen siempre cercanos a los implicados,
y desde el Congreso han buscado protegerlos. Tal vez porque uno de los cabecillas de la
red criminal puesta al descubierto asegura reunirse con una tal “señora K”, “de la fuerza
número uno”.
En segundo lugar, la mayoría parlamentaria usa la ley como arma política y eso ha
provocado que la promulgación de leyes no constituya la generación de reglas de juego,
sino el juego mismo. Si el presidente Martín Vizcarra tiene la prerrogativa constitucional
de disolver el parlamento en ciertas circunstancias, el Congreso lo modifica
inconstitucionalmente desde su propio reglamento. Como consideran que hay un complot
mediático contra el fujimorismo, introducen una ley que bloqueaba el gasto del Estado en
los medios privados. Si Fujimori regresa a la cárcel, expiden una ley para que las personas
en condiciones judiciales y carcelarias idénticas a las del patriarca cumplan sus condenas
fuera de prisión.
En resumen, el control total del parlamento utilizado para socavar el Estado de derecho ha
dejado al país consternado. El fujimorismo afronta ahora, simultáneamente, el descrédito
popular, procesos judiciales y una bancarrota electoral. Sin embargo, reportes de su
muerte constituyen una exageración. El futuro está tan abierto como siempre. La
irresponsabilidad del poder judicial o alguna situación mal manejada por el ejecutivo
podría hacer que los vientos soplen en otra dirección. Pero nada de esto por sí solo
rescatará la imagen del fujimorismo si ellos mismos no recuperan una postura

73
responsable. Por el momento prefieren insistir en la irresponsabilidad mitológica. Lo que
está ocurriendo, aducen, es un golpe de Estado chavista. Más productivo, en realidad,
sería asumir lo que ha sucedido: le han probado al país que son un mal innecesario. Pero
prefieren la posverdad. Y en tiempos de Bolsonaro, Orbán y Trump, no está mal recordar
que, ya se dijo, la posverdad es el prefascismo.

Coronavirus y neoliberalismo en el Perú

Por: Anahí Durand Guevara


“El coronavirus nos expone como una sociedad en la que los privilegios de pocos se
imponen a las carencias de muchos y la desprotección social cobra vidas.”
En tiempos de super conexión mundial, donde las mercancías, la información y los seres
humanos circulan con una rapidez inaudita, pareciéramos haber olvidado que con
nosotros también circulan los virus, microscópicos agentes infecciosos que atacan nuestro
organismo causando enfermedades e incluso la muerte. En enero llegaron las primeras
noticias de un nuevo virus en Wuhan, una lejana provincia de China. En ese entonces,
pocos imaginaban que en menos de dos meses el bautizado “coronavirus”, que produce la
enfermedad Covid-19, se expandiría rápidamente alcanzando la nominación de
“pandemia”, cobrándose miles de vidas y colocando en jaque aspectos medulares de la
globalización económica construida las últimas décadas.
En Latinoamérica, los primeros casos de coronavirus fueron anunciados a inicios de marzo.
En este lado del mundo, donde lidiamos todavía con enfermedades endémicas, como el
dengue, la sombra de un nuevo virus generó justificada preocupación. Si en países
europeos mejor equipados, como Italia o España, el coronavirus se expandía raudamente,
en los nuestros, con menos condiciones materiales, podía ser letal. En Perú esto ocurría,
además, en medio de una crisis política irresuelta derivada de graves escándalos de
corrupción, y una sociedad viviendo mayoritariamente en la informalidad, con déficit de
servicios públicos -especialmente salud, agua potable y saneamiento-. Enfrentar la
pandemia en dichas condiciones era y es un desafío abierto.

74
Hasta ahora, lo actuado por el Gobierno se ubica dentro de lo recomendado por los
organismos internacionales para impedir que la propagación del virus colapse los sistemas
de salud elevando la mortalidad: aislamiento social, cuarentena, cierre de fronteras, etc.
Se han puesto en marcha, también, medidas económicas subsidiarias orientadas a
disminuir el golpe económico producto de las semanas de paralización forzada. Apelando
a un necesario discurso de unidad nacional y en base a una comunicación fluida, Martín
Vizcarra parece manejar la crisis con solvencia. Pero los efectos globales y locales
asociados al coronavirus se anuncian más profundos. En Perú, nos confronta con la
estructura misma de la economía, la política y la sociedad configuradas en torno al modelo
neoliberal, que hoy revela diversas crisis llevando a preguntarnos si podríamos asistir al
cierre de este ciclo impuesto en 1992.
Un virus, varias crisis
Según afirman diversos estudios, el Covid-19 ataca con más fuerza a organismos
debilitados, por ejemplo a los estados deteriorados por políticas neoliberales
privatizadoras que abandonaron lo público precarizando las condiciones de vida de las
mayorías. A fines de los ’80, los países latinoamericanos que implementaron el modelo
neoliberal pautado por el Consenso de Washington, asumieron medidas orientadas a
replegar el rol del Estado como garante de derechos, reduciendo el gasto público,
especialmente en salud y educación. En Perú, este modelo se impuso con fuerza tras el
autogolpe de Alberto Fujimori y fue continuado por los sucesivos gobiernos democráticos,
dejando grandes beneficios a los grupos económicos, pero abandonando a su suerte a las
mayorías.
Para empezar, la emergencia desatada por el coronavirus ha revelado la grave crisis de la
salud pública. Pese a que durante años, en Perú, el PBI experimentó un crecimiento
sostenido, la inversión en salud se mantuvo estancada entre las más bajas en la región[1].
Ello trajo secuelas graves en términos de infraestructura hospitalaria, investigación
médica, producción farmacéutica y pésimas condiciones de atención a las mayorías que
deben enfrentar el recorte de fondos mientras se promueve la privatización del sector vía
las Entidades Prestadoras de Salud (EPS). Como lo ha señalado el ministro de Salud, Víctor
Zamora, en una reciente entrevista, el Perú no presenta condiciones para la detección
rápida y temprana del Covid-19, pues carece de una red de atención primaria extendida
con laboratorios capaces de procesar rápidamente las muestras e investigadores
epidemiólogos que cumplan la tarea. A ello se suma la deficiente infraestructura, pues
existen 276 ventiladores mecánicos para una población de 32 millones de personas, sin
posibilidades inmediatas de comprar nuevos en un mercado mundial saturado. Hoy, que
el virus avanza, no queda más que apelar al aislamiento y esperar que los contagios no
lleguen a picos muy altos que colapsen el sistema de salud.
De otro lado, el virus ha revelado la dramática desprotección social que vive la gran
mayoría de la población relacionada con la altísima tasa de empleo informal (71%). Se

75
trata de más de 12 millones de personas que trabajan al día y no poseen los beneficios de
ley como seguridad social, vacaciones pagadas, Compensación por Tiempo de Servicios
(CTS), etc. Para ellos un día en casa significa un día sin posibilidades de subsistencia,
sufriendo directamente el impacto de medidas de prevención sanitaria como la
cuarentena. Ante este hecho el Gobierno ha destinado un bono de S/380.00 (120 dólares)
a pagarse dos veces a tres millones de familias. No obstante, las familias que necesitan
este apoyo son más del doble, el monto es insuficiente y no está siendo entregado con
celeridad. El mecanismo de entrega elegido, basado en la focalización de hogares, asume
que se trata de una minoría, cuando es la mayoría del país la que requiere un subsidio
para no tener que elegir entre quedarse en casa sin comer o salir a trabajar y contagiarse
el virus. Ya economistas como Oscar Dancourt han advertido que el Estado posee los
recursos para llegar a más familias de manera rápida y masiva, y que de no hacerlo se
podría venir abajo toda la estrategia de contención del virus.
En un momento tan grave como inédito, la posibilidad de estallidos sociales permanece
latente. El Gobierno lo sabe y apela al uso de la fuerza como “última ratio”; el estado de
emergencia, el toque de queda y el consecuente despliegue militar y policial decretados
evidencian tal despliegue de coerción. En ese marco, se filtran medidas como la “Ley del
Gatillo fácil” que exime de responsabilidad a los miembros de la Policía que hagan uso de
sus armas, reforzando el sentido de impunidad. Asimismo, conforme pasan las semanas
de cuarentena, junto a los problemas del sistema de salud y la informalidad, aparecen
otros como las denuncias de violencia contra la mujer que no están seguras quedándose
en casa, la brecha digital que afecta a miles de estudiantes y, en general, la angustia de las
mayorías por no percibir ingresos. Superar esta situación con la economía mundial
paralizada y grupos de poder reacios a asumir las perdidas, requerirá cambios profundos
referidos al modelo económico, la redistribución del gasto y la organización de la vida en
comunidad configuradas este ciclo neoliberal.
Efectos de la pandemia: ¿se cierra el ciclo neoliberal?
Para hablar de “neoliberalismo” conviene asumirlo en sus tres acepciones básicas; como
un programa intelectual o conjunto de ideas, como un programa político con medidas de
política económica, leyes y arreglos institucionales y finalmente como un modelo de
sociedad, un régimen de existencia que impone una racionalidad y formas de convivencia
susceptibles de reproducirse también desde abajo, en las subjetividades y prácticas
populares. En Perú, el autogolpe de 1992 liderado por Alberto Fujimori impuso el
neoliberalismo en medio de una sociedad conmocionada por el conflicto armado y la
hiperinflación, legitimando los cambios realizados con la Constitución de 1993. Se abrió así
un ciclo de hegemonía neoliberal, caracterizada por el predominio ideológico de la
doctrina y su consolidación como programa político a partir de, entre otras medidas, la
privatización de empresas públicas, la reprimarización de la economía o la promoción de
los actores privados para gestionar la salud, educación o las pensiones. Asimismo, el

76
neoliberalismo ganó terreno como forma de organizar la sociedad impulsando el ideal de
un país de “emprendedores” que fomenta el éxito individual y la premisa del “sálvese
quien pueda” en desmedro de salidas colectivas.
Tal hegemonía neoliberal sobrevivió la caída del fujimorismo, y fue continuada por los
sucesivos gobiernos democráticos con el respaldo de los grupos de poder económico y la
derecha política en sus diversas variantes (liberal, fujimorista, aprista, etc). No obstante,
las resistencias al neoliberalismo no dejaron de manifestarse, por ejemplo, en las masivas
protestas de las comunidades indígenas contra el extractivismo, de los trabajadores ante
el recorte de derechos, de las mujeres contra la violencia de género, entre otras. También
en el terreno electoral este rechazo se expresó en un consistente voto “antisistema”
orientado el 2011 a Ollanta Humala y el 2016 a Verónika Mendoza. La hegemonía
neoliberal logró sobrevivir a Humala, quien rápidamente se alineó a su doctrina e incluso
sobrevive al escándalo de Lava Jato, lo que evidenció su matriz corrupta y decadente. Pero
cuando muchos pensaban que Vizcarra y su grupo de (neo) liberales locales salvarían lo
fundamental del modelo para que el 2021 terminara de estabilizarse, llegó el coronavirus
a desordenar el asunto.
La llegada del coronavirus ha asestado un duro golpe a la desgastada hegemonía
neoliberal desnudando las injusticias y desigualdades que genera. Como menciona David
Harvey, si bien los esfuerzos de mitigación del virus se encubren con la retórica de que
“estamos todos juntos en esto”, los efectos y repercusiones tienen diferenciales de clases.
Justamente, las medidas asumidas para paliar los efectos del Covid-19 han conseguido
mostrar estos diferenciales, colocando en agenda pública lo insostenible de un modelo
que las sostiene y alimenta.
En primer lugar, se ha mostrado la importancia de fortalecer el Estado, siendo múltiples
las voces que demandan incrementar el gasto público, especialmente en la salud. En
segundo lugar, se cuestiona la informalidad de la gran mayoría de la población que
sobrevive no como “emprendedores” sino como trabajadores precarios, con la
incertidumbre de no saber cómo afrontar la cuarentena sin ingresos. Asimismo, se hace
más tangible el poder de grupos económicos, como los bancos, uno de los sectores que
más ha ganado los últimos años y que se niega a congelar los intereses en los créditos
hipotecarios amenazando la situación de miles familias que pueden perder sus viviendas.
Finalmente, ha cobrado fuerza la crítica a las Administradoras de Fondos de Pensiones
(AFP), acostumbradas a privatizar las ganancias y socializar las pérdidas recortando fondos
de los afiliados con la promesa de una lejana recuperación. Esta postura, y la necesidad de
liquidez de los trabajadores en medio de la crisis, llevó al Congreso a proponer el retiro del
25% de los fondos, generando gran debate sobre la viabilidad de un sistema que no
asegura pensiones dignas, llegando el mismo Vizcarra a reconocer la urgencia de una
reforma integral. Todos estos aspectos, cruciales en el entramado político económico

77
social que sostiene la hegemonía neoliberal, se encuentran tensionados por la crisis,
revelando un nivel de agotamiento que podría dar paso a un nuevo ciclo.
Epílogo temporal: no volver a lo mismo
En medio de la cuarentena, se aprobó la creación del “Programa Reactiva Perú” para
asegurar la continuidad en la cadena de pagos ante el impacto del Covid-19 que destina el
12% del PBI a sacar a flote la economía. En una primera fase, a través del Banco Central de
Reserva, el Plan entregará a los bancos 30.000 millones de soles (8.500 millones de
dólares) para financiar básicamente a las grandes empresas y a las trasnacionales. Para las
medianas y microempresas se destinan 300 millones y a las familias de trabajadores
informales e independientes S/2.500 millones de soles a través del bono de S/380.
Nuevamente, el Gobierno apela vieja fórmula de entregar dinero público a grandes grupos
del poder financiero prácticamente sin condiciones, aferrado a la esperanza de que
redistribuya en las mayorías.
Por lo pronto, el Covid-19 nos expone como una sociedad en la que los privilegios de
pocos se imponen a las carencias de muchos y la desprotección social cobra vidas. Pero
abre también la oportunidad de realizar cambios de fondo, siendo tarea de los actores
sociales y políticos, especialmente las izquierdas y fuerzas del cambio, trabajar sobre este
escenario.
Más allá de los señalamientos, urge levantar propuestas sobre aquello que tiene que
cambiar; por ejemplo, la implementación de un sistema de pensiones universal y solidario,
la realización de una reforma tributaria que acabe con los privilegios fiscales de mineras y
bancos, o el fortalecimiento de la salud y educación públicas, avanzando en un nuevo
pacto social que culmine en una nueva Constitución.
De cara al 2021, con nuevas elecciones generales y 200 años de vida republicana, los
efectos del coronavirus incidirán decisivamente en el destino político del país. Sería
ingenuo pensar que el cierre del ciclo es inminente; ya en otras ocasiones el
neoliberalismo ha mostrado su capacidad de renovarse. Pero estamos en una crisis de
proporciones mundiales que pone en cuestión la ideología, la gobernabilidad, el manejo
económico y la forma de organizar la sociedad vinculada a este modelo. Ello amplía
considerablemente la posibilidad de repensarnos como comunidad y reconocer que sólo
las salidas colectivas nos garantizan superar enfermedades de semejante capacidad
expansiva. Y en esta línea, corresponde también disputar un horizonte de futuro, ese
“sentido de época” que reclamaba José Carlos Mariátegui, capaz de alimentar
inquietudes, reorientar sentidos y expectativas de vida superando el individualismo
exacerbado que nos aísla y el consumismo que deteriora el planeta. Podemos avanzar en
cerrar el ciclo asegurándonos de no volver a lo mismo, ensanchando el espacio para
garantizar lo público sobre la base de la solidaridad, la comunidad en torno al cuidado

78
mutuo; esa reciprocidad a la que seguramente apelaron nuestros antepasados para
derrotar antiguas pandemias.

______________________
[1] En promedio el Perú destina 3,3% del PBI a la salud, debajo del promedio regional
ubicado en 4% y del 6% recomendado por la Organización mundial de la salud (OMS)
Información tomada de: https://www.elperuano.pe/noticia-la-gestion-de-recursos-salud-
77727.aspx

(En tu carpeta de apuntes)

Cuestionario N° 8

1. Mediante un mapa conceptual define el neoliberalismo y sus características.


2. ¿Por qué se afirma que el fujimorismo:
a. Es un opositor eventual de los presidentes pero, sobre todo, es un permanente
opositor al Estado de derecho.
b. Está asociado a intereses criminales.
3. Tomando como referencia el artículo:” Coronavirus y neoliberalismo” de Anahi
Durand escribe una reflexión acerca de esta crisis.

Observa la siguiente fotografía

79
Luego de haber observado la fotografía:
a. Sugiere un título a esta fotografía
……………………………………………………………………………………………………………………………………….
b. Formula dos preguntas relacionadas a este tema
1. …………………………………………………………………………………………………………………………….
2. …………………………………………………………………………………………………………………………….
c. Escribe un comentario
………………………………………………………………………………………………………………………………………..
…………………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………………….

Existen varias definiciones de pobreza. Presentemos algunas de ellas.


El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) define a la pobreza como “la ausencia de
activos e ingresos suficientes para satisfacer las necesidades de alimentación, agua,
vivienda” Así como de capacidades para alterar dicha situación.
Para el Banco Mundial “La pobreza es hambre, la pobreza es falta de techo bajo el cual
resguardarse, es estar enfermo y no poder ser atendido por un médico. La pobreza es no
poder ir a la escuela y no saber leer. La pobreza es no tener trabajo, tener miedo al futuro,

80
y vivir día a día. La pobreza es perder a un hijo debido a enfermedades relacionadas con el
agua impura. La pobreza es impotencia, es falta de representación y libertad”.
El Consejo de la Comunidad Económica Europea (CEE) señala que “se entiende por
personas pobres a los individuos, las familias y los grupos de personas cuyos recursos
materiales, culturales y sociales son tan débiles que están excluidos de niveles de vida
mínimos aceptables en el Estado Miembro donde viven”
El contenido del concepto de pobreza tiene:
a) Una dimensión temporal, es decir varía en el curso del tiempo. No saber leer antes de la
aparición masiva de los libros a imprenta no significaba pobreza. Hoy en día no saber leer
e incluso ser un analfabeto virtual (en informática) es un signo de pobreza.
b) Una dimensión espacial, pues no es lo mismo ser pobre en un país de Comunidad
Europea que en un país dependiente.
Con tus palabras escribe un concepto de pobreza.
……………………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………………….
…………………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………………….

Práctica calificada en clase


Lee con atención el artículo”Economía campesina: miseria y pobreza y subraya las ideas
principales.

Economía Campesina: miseria y pobreza

“No llueve __dijeron los campesinos a los diez días de la procesión. Las sementeras
habían muerto ya, pero ellos aún deseaban la lluvia. Se podía sembrar de nuevo. Todavía
era tiempo de que germinara el grano y más si lo mojaba la esperanza del hombre”
Ciro Alegría. Los perros hambrientos

81
En el distrito de Frías la actividad económica principal es la actividad agropecuaria. El
campesinado desarrolla esta actividad de manera tradicional, en el contexto de la
economía campesina.
Los campesinos fríanos administran la tierra y sus recursos naturales con la participación
de la familia para garantizar la reproducción de la unidad familiar, generando ingresos
producidos en el minifundio y adicionalmente ingresos extra prediales para la satisfacción
de las necesidades familiares.
En este tipo de economía, las tierras son escasas y de baja productividad.
La producción no es especializada. La actividad agrícola es complementada por la
ganadería y el trabajo temporal, estacional o intermitente fuera de la unidad productiva.
Es una producción basada fundamentalmente en el trabajo familiar y en la energía
humana y animal. Con poca frecuencia se acude a la compra de la fuerza de trabajo extra
familiar.
Se desarrolla una economía de autoconsumo: la familia campesina consume todo lo que
produce. La producción de los valores de uso mantiene su hegemonía sobre la producción
de los valores de cambio. La producción sirve principalmente para la simple reproducción
de la familia campesina, y de manera esporádica para la obtención de ganancia.
Son unidades económicas en que el stocks de ganado y herramientas son pequeñas.
Utilizan tecnología tradicional. Las familias campesinas son pobres, esta característica las
induce a comportamientos de aversión al riesgo, evitando en lo posible poner en juego el
conjunto de su ingreso.
La actividad agrícola depende en alto grado de los recursos, ciclos y fenómenos de la
naturaleza, lo cual provoca que la producción campesina se caracterice por la diversidad
productiva, que es la única manera de amortiguar la impredecibilidad de los fenómenos
naturales y evitar una dependencia excesiva de un mercado al que accede en desventaja;
los campesinos venden barato sus productos y compran caro.
La situación de extrema pobreza que genera la producción minifundista imposibilita a los
miembros de la familia campesina alcanzar adecuados niveles de vida: alimentación,
salud, vivienda, etc. La intervención del Estado en esta zona– especialmente a través de
los Sectores de Agricultura, Vivienda, resulta ineficiente y hasta inexistente.
Como consecuencia de la expansión del capitalismo, el minifundio pierde gradualmente
capacidad para asegurar el ingreso de subsistencia de la familia campesina. Este
fenómeno condiciona el proceso de migración permanente de los jóvenes. A mayor
expansión capitalista la familia campesina requiere mayores ingresos salariales para
alcanzar un ingreso global mínimo.

82
En esta parte de la serranía piurana la incorporación del campesinado al mercado se
realiza básicamente a través del consumo de alimentos procesados e insumos
productivos. La introducción de nuevos hábitos de consumo y de producción, tales como
el arroz, fideos, detergentes, radios, kerosene, fertilizantes, pesticidas, etc., presiona a la
familia campesina a encontrar nuevas fuentes de ingresos para agregar más bienes en su
canasta de consumo. Esta demanda incentiva la venta de su fuerza de trabajo y la
búsqueda de otras actividades fuera del contexto distrital; en consecuencia, los
campesinos de la Parte Alta: Meseta Andina, Altos Poclús, Nuevo Florecer, Pilcas y Nogal,
durante los meses de agosto a diciembre emigran al valle de San Lorenzo, a Jaén y a
Bagua.
La penetración del capitalismo en esta zona no ha logrado aumentar de manera sustancial
el ingreso familia, tampoco ha incentivado la innovación tecnológica agrícola (*)
No obstante la incorporación de los campesinos fríanos al mercado, aún se mantiene el
trueque: los pobladores de los caseríos de Santa Rosa, Limón, San Jorge y Chililique
intercambian plátanos, yuca, caña por papa, cebada, olluco, oca, productos cultivados por
los campesinos de la Meseta Andina, Altos de Poclús, Florecer, Pilcas y Nogal.
En síntesis, la penetración del capitalismo en esta parte de serranía piurana no ha
contrarrestado de manera significativa los índices de pobreza y marginación social.
______________________
(*) La presencia de las Universidades resulta casi nula en esta zona de la serranía piurana.

(En tu carpeta de apuntes)

Cuestionario N° 9

1. A través de un mapa conceptual explique las características que definen el


concepto de economía campesina.
2. Formule dos preguntas relacionadas con este tema.
3. Según su opinión, ¿de qué manera las Universidades pueden contribuir en la
lucha contra la pobreza en el área rural.

83
EL ESTADO EN EL PERÚ

En la ciencia política existen dos concepciones acerca del Estado.


La primera de ella sostiene que el Estado es una forma de organización social y de
establecer reglas para facilitar las relaciones entre individuos. El Estado, entendido como
organización social, es una característica general de la convivencia humana, debido a que,
por lo menos en parte, la cooperación entre individuos permite no sólo la subsistencia en
términos de producción de bienes esenciales, sino también garantiza cierto nivel de
seguridad frente a cualquier tipo de amenaza o enemigo.
Los Estados presentan ciertas atribuciones específicas, por lo que cualquier organización o
grupo social no constituye necesariamente un Estado- Existe un conjunto de elementos
que deben confluir para que se pueda hablar de la existencia de un Estado. Estos son:
• El dominio sobre un territorio determinado (en términos de la protección y el
mantenimiento de unas fronteras)
• El dominio sobre un grupo poblacional significativo (en relación con el poder
ejercido sobre un número importante de miembros)
• La aceptación y el reconocimiento por parte de otros Estados.
• La existencia de una institucionalidad para garantizar la estabilidad y la
permanencia del sistema impuesto.
• La soberanía en el ejercicio de sus funciones.
La segunda concepción de Estado la desarrolla la teoría marxista. Según esta teoría el
Estado es la organización política de la clase económicamente dominante; tiene por fin
mantener el orden de cosas existente y aplastar la resistencia de las otras clases. Surgió a
consecuencia de haberse escindido la sociedad en clases, como instrumento de la clase
dominante para mantener sometido al pueblo.
Carlos Marx señala que el Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de
opresión de una clase por otra, es la creación del "orden" que legaliza y afianza esta
opresión, amortiguando los choques entre las clases.
Por su parte, Lenin en su libro: “El Estado y la revolución” sostiene: “EI Estado es el
producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El
Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase

84
no pueden, objetivamente, conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra
que las contradicciones de clase son irreconciliables”.

El Estado Oligárquico en el Perú

El sociólogo Sinesio López define al estado oligárquico como la forma política e


institucional más o menos centralizada que asumió el estado en los países periféricos, en
la fase capitalista de exportación, cuando esta estuvo en manos de las elites señoriales.
Esta elite debía reinsertar la economía de los países periféricos en el mercado
internacional y centralizar el poder. El caso peruano consistió en que el estado oligárquico
organizó y combinó la dominación racial, étnica y social de las elites criollas, señoriales y
terratenientes sobre una sociedad multicultural donde la servidumbre y la discriminación
ética fueron focos de explotación social.
El Estado oligárquico solo tuvo presencia en la costa y gobernaba en alianza con los
gamonales de las sierra y el capital extranjero (británico y estadounidense)
Las características del Estado oligárquico de la Republica Aristocrática fueron:
- -La coalición dominante estaba constituida por la oligarquía criolla y el
gamonalismo en alianza con el capital extranjero.
- - La forma de dominación era el patrimonialismo.
- - El estado oligárquico era un gobierno indirecto y mediado, pues mantenía los
poderes locales del gamonalismo.
- -Las instituciones estatales eran pocas, muy frágiles y principalmente coercitivas
(ejército y policía).
- -La dominación oligárquica se basaba en la exclusión de las clases populares, con
tendencia a la exclusión total: social, de género, regional, racial y étnica.
- -El estado oligárquico no construyo una comunidad política ya que las demandas de
la población no eran procesadas en derechos.
- -La legitimidad de la oligarquía era frágil y se apoyaba principalmente en la
apelación implícita y explicita de algunos criterios como una etnia determinada y la
experiencia del gobierno.

Práctica calificada en clase

85
Lee con detenimiento el artículo “El Estado peruano al desnudo” del sociólogo piurano
Sinesio López Jiménez y subraya las ideas principales
El Estado peruano al desnudo
Más allá de los discursos universalistas e integradores de las élites, el peruano es un
estado parcializado, inefectivo, ineficaz y poco o nada transparente. La mayoría de los
peruanos no se siente defendida ni representada por él. El conjunto de las instituciones
que lo definen (los poderes del Estado, la distribución del poder en el territorio, los
aparatos coercitivos, la burocracia, el sistema legal) constituyen una estructura
parcializada que sólo llega a una parte muy limitada del territorio y apenas cubre a las
clases medias y altas. La mayor parte del territorio y la mayoría de los peruanos son
atendidos en forma muy deficiente o quedan fuera de su alcance y cobertura. Todo esto
es parcialmente revelado por el importante y novedoso Informe sobre Desarrollo Humano
del PNUD que examina el alcance y los límites de las políticas sociales.
El PNUD constata que la educación no llega a todo el territorio ni alcanza a todas las clases
sociales. No todos asisten ni concluyen la secundaria. El 40% abandona sus estudios
secundarios y no logra, por consiguiente, adquirir una de las herramientas que le permite
romper el círculo vicioso de la pobreza. El gobierno de García, sin embargo, ha disminuido
el porcentaje del PBI dedicado a la educación (del 3.8% en el 2004 a 3.2% en el 2010). Algo
parecido sucede con la salud medida en términos de número de médicos por habitante. El
79% de las provincias no supera el mínimo de médicos señalado por el estándar
internacional en salud. Como es obvio, las provincias de la costa son las mejor atendidas
tanto en la educación como en la salud en desmedro de las de la sierra y de la selva. En
estas últimas regiones el estado es más delgado e inoperante, a diferencia de la primera
en donde es más denso.
El Informe del PNUD es exclusivamente cuantitativo. No entra al análisis de la calidad de
las políticas públicas en salud y en educación. ¿Qué pasa con la calidad de la educación y
la salud públicas en Perú? Mi hipótesis es que, en términos cualitativos, la educación y la
salud públicas en Perú y en América Latina son un desastre y que, lejos de ser mecanismos
de igualación de oportunidades, constituyen espacios de discriminación. ¿Puede acaso
compararse la calidad de una escuela fiscal con la de una escuela privada en donde se
educan los hijos de las clases medias y altas? No. De ninguna manera porque en ella se
educan los pobres, los indios y los cholos. No es el caso europeo en donde la atención en
estos servicios públicos es de alta calidad porque todas las clases sociales sin
discriminación asisten a los mismos centros educativos y a los mismos centros de salud.
Esto genera, más allá de las jerarquías sociales y las diferencias culturales, un sentimiento
de comunidad política que todos comparten y que en Perú casi no existe.
¿Qué sucede con el sistema legal y con los aparatos de justicia? ¿Qué pasa con la
efectividad legal? ¿A quiénes llega efectivamente la justicia en el Perú? El Informe del

86
PNUD no examina estos temas que son decisivos para la vigencia y la calidad de la
democracia. Mi hipótesis es que no existe efectivamente igualdad ante la ley y que la
justicia no llega por igual a todo el territorio ni cubre a todas las clases sociales. No se
trata, por cierto, de la normatividad ideal (en el papel) en donde mal que bien se ha
avanzado en forma significativa sino de la efectividad legal. Los aparatos de justicia no
tratan a todos por igual y no aplican la ley de la misma manera a todos. Están sometidos a
los poderes económicos, políticos, mediáticos y religiosos. La gente se siente discriminada
en la aplicación de la ley y la expresa claramente en las encuestas: Más del 90% afirma
que en el Perú no hay igualdad ante la ley ni hay justicia para todos. Estas brechas
estatales son una requisitoria feroz contra las élites económicas, los militares y los
caudillos que han participado en la construcción del Estado peruano.
Una de mis preocupaciones intelectuales y políticas desde hace cuatro décadas ha sido la
cuestión del Estado en el Perú y en América Latina. A fines de los 70 publiqué “El Estado
oligárquico en el Perú: un ensayo de interpretación” (Revista Mexicana de Sociología, Año
XL/ vol. XL/n.3, julio- set. l978) que se discutió mucho en los medios académicos de
América Latina. En la misma línea de preocupación publiqué después otros artículos y dos
libros (El Dios mortal, IDS, 1991; Ciudadanos reales e imaginarios, 1997). En la PUCP tengo
a mi cargo el curso de Teoría del Estado en el que reviso las ideas de los principales
autores de las diversas corrientes del pensamiento actual sobre el tema.
En mis reflexiones sobre el Estado hay algunos temas centrales que me han preocupado y
me siguen preocupando. En primer lugar, el patrimonialismo que permite a los que
acceden al Estado apropiarse de sus aparatos e instituciones y administrarlas como si
fueran su chacra, apelando a un derecho. Este es un viejo concepto weberiano que fue
trabajado en forma creativa y brillante por Julio Cotler en su libro ya clásico “Clase, nación
y Estado” (IEP, 1978) y que sobrevive aún como un componente de la cultura política en
Perú y en América Latina. En los Estados neoliberales actuales de América Latina, el
patrimonialismo reaparece como captura del Estado por parte de los operadores de los
grandes grupos empresariales, esto es, como patrimonialismo moderno para usar los
términos del ex presidente Cardoso.
En segundo lugar, la modernización de algunos aparatos estatales y el atraso de otros es
una característica de la mayoría de los Estados de América Latina. Este rasgo, que parece
ser propio de los países heterogéneos de América Latina (Guillermo O’Donnell), produce
lo que he llamado un Estado hemipléjico: los aparatos económicos funcionan más o
menos bien, pero los aparatos sociales son un desastre. Las reformas económicas
neoliberales produjeron islas estatales de modernidad pero han sido incapaces para
producir un aparato estatal moderno y eficiente. Han faltado y faltan las reformas de
segunda generación que llamó Moisés Naim en su momento.
En tercer lugar, el carácter antidemocrático de algunos Estados de América Latina hace
que las políticas públicas (especialmente las sociales de educación y salud, la seguridad y

87
la justicia) no lleguen a todo el territorio y a toda la población por igual. En los Estados de
los países homogéneos (Uruguay, Chile, Costa Rica), en cambio, las políticas públicas
llegan a todo su territorio y a toda su población. En los países andinos, son las poblaciones
serranas rurales pobres y muy pobres adonde no llega el Estado. Son las zonas con poca o
ninguna densidad del Estado (PNUD). Todo esto forma parte del divorcio histórico no
superado entre el Estado y la sociedad andina y amazónica.
En cuarto lugar, el carácter discriminatorio de los Estados andinos ha determinado que
ellos no reconozcan la pluriculturalidad de sus respectivas sociedades. En el caso peruano,
el Estado no considera la situación multicultural compleja que caracteriza al país. Los
quechuas y aimaras demandan, por ejemplo, mejores formas de integración y de respeto
a ciertos derechos específicos (acceso a la educación, a la salud, a la justicia y a la
seguridad en su propia lengua) y a sus tradiciones y cultura. Las etnias de la selva, en
cambio, demandan el reconocimiento de su identidad, del territorio que ocupan y de
formas de representación propia. Nuestro Estado no está organizado en función de una
nación pluricultural compleja.
En quinto lugar, las burocracias (civiles, militares y policiales) de los Estados
latinoamericanos no son siquiera weberianas, (1) esto es, no son eficientes, racionales,
objetivas, impersonales. Todas estas características de los Estados de América Latina y del
Perú constituyen el punto de partida para formular las orientaciones básicas de una
adecuada reforma del Estado: desprivatizar, modernizar, democratizar, nacionalizar
(adecuar el Estado a la nación pluricultural) y gerenciar el Estado para ponerlo al servicio
de todos los ciudadanos y las ciudadanas del país.

________________
(1) Se refiere al pensamiento del sociólogo alemán Max Weber.

(En tu carpeta de apuntes)

Cuestionario N° 10

1. ¿Con cuál de las dos concepciones de Estado está de acuerdo? Fundamente


su respuesta.
2. Fundamenta la siguiente afirmación: “El estado oligárquico organizó y
combinó la dominación racial, étnica y social de las elites criollas, señoriales y
terratenientes sobre una sociedad multicultural donde la servidumbre y la
discriminación ética fueron focos de explotación social”.
3. Mediante un mapa conceptual explica los cinco temas centrales que señala
Sinesio López cuando se refiere al carácter del Estado peruano.

88
Lee y comenta

Discriminación racial

Mario Bryce y su deplorable acto al entregarle jabones a Julio Arbizu en referencia a su


color de piel.

El señor está haciendo una alusión a mi color de piel porque esa es la razón que utiliza
muchísima gente en redes para decir que yo no me baño”, dijo el candidato de Juntos por
el Perú.

El candidato al Congreso Mario Bryce (Solidaridad Nacional) protagonizó una conducta


deplorable contra su contendiente político Julio Arbizu (Juntos por el Perú) al regalarle dos
jabones al término del debate de propuestas realizadas por El Comercio que se transmitió
en vivo a través de sus redes sociales.

¿Qué ocurrió?

Cuando la moderadora Ariana Lira dio por concluido el debate que se dio de forma
alturada, el exconductor Mario Bryce le robó unos segundos para alcanzarle un “obsequio”
a Arbizu. “Julio, quiero dejarte un jaboncito y este también”, dijo Bryce al mismo tiempo
que le extendió un jabón verde de manos y luego un jabón para ropa.

Con honda sorpresa, la moderadora llamó la atención de Mario Bryce resaltando que el
espacio donde estaban era uno “serio” y debían comportarse como personas adultas, pues
no permitiría esos exabruptos. Así, le devolvió los jabones al candidato de Solidaridad
Nacional.

Evidentemente, Julio Arbizu pidió la palabra, pues no iba a quedarse callado ante tremenda
falta de respeto: “Esto me parece grave”, dijo con un gesto de reproche.

“Nosotros estamos en contra de la discriminación. De todo tipo de discriminación. El señor


está haciendo una alusión a mi color de piel porque esa es la razón que utiliza muchísima
gente en redes para decir que yo no me baño y bueno tengo que decir que yo me baño
todos los días, señor Bryce. Usted probablemente es bastante más sucio de la cabeza”,
manifestó un indignado Julio Arbizu.

Ariana Lira, por su parte, ofreció las disculpas del caso, pese a no tener responsabilidad de
lo hecho por Mario Bryce. “Le pedimos disculpas a los que están viendo de parte de El
Comercio por los excesos que pueden haber ocurrido en este encuentro”, finalizó.

89
Práctica calificada en clase
1. Lee con atención el siguiente texto y subraya las ideas principales.

El Racismo en el Perú

Junio de 1990. Segunda vuelta. Decenas de vecinos de San Borja lanzan todo tipo de
insultos racistas a Alberto Fujimori cuando acude a votar al colegio María Molinari.
Veintiún años más tarde, después de la primera y la segunda vuelta, centenares de
limeños llenan el Facebook y el Twitter de violentas expresiones racistas, dirigidas esta vez
no contra un candidato, sino contra sus compatriotas de rasgos andinos que votaron por
Ollanta Humala.
En ambos casos el racismo salió a la luz debido al miedo irracional a “perderlo todo”, que
tan irresponsablemente habían promovido muchos medios de comunicación. Lo curioso
es que, en la última elección, la mayoría de votantes de Keiko Fujimori fueron andinos y
mestizos, pero los racistas asumían que seguramente habían votado por Humala, al
considerarlos unos “cholos resentidos”.
En realidad, el tema racial estuvo presente desde la primera vuelta: pese a que Toledo y
Kuczinsky tenían planteamientos similares, el primero arrastraba los estereotipos
negativos que las clases altas y medias atribuyen a los cholos: mentiroso, borracho,
improvisado, mal padre de familia, mientras Kuczynski (blanco, alto, de ascendencia y
apellido europeos) parecía eficiente, preparado y “decente”.
Sin embargo, en el Perú el racismo es aún un tema tabú, pese a que lo vivimos todos los
días, por lo que es comprensible que aparezca en los procesos electorales. También los
límites del voto por Kuczynski, como antes las derrotas de Mario Vargas Llosa, Javier Pérez
de Cuéllar o Lourdes Flores, demuestran que cuando el candidato es “demasiado blanco”,
muchos peruanos sienten desconfianza y temor, y sobreviene el recuerdo de
innumerables ofensas racistas.
Estas ofensas no son necesariamente insultos: pueden ser una mirada despectiva, tutear a
quien le está hablando a uno de usted, aferrar la cartera como si el otro fuera un posible
delincuente, o no contestar el saludo (por citar ejemplos que a mí me han sucedido).
Hasta ahora, la negación del racismo ha sido una de las razones por las que éste ha
subsistido. Lo niega la víctima, que prefiere pensar que lo maltratan porque “no es
importante” o “el otro es abusivo”, y lo niega el racista, que ha naturalizado la

90
discriminación, es decir, le parece simplemente que su conducta es normal. En ambos
casos, la negación es conveniente para no tener que aceptar una realidad dolorosa y
complicada en la que muchos peruanos somos discriminados por unos y discriminamos a
otros.
Sin embargo, los estallidos racistas poselectorales hacen ya imposible esta negación. La
Internet, además, permite que las expresiones racistas se difundan más allá del círculo
íntimo donde siempre se quedaban, sin contar que ante un teclado existen menos
inhibiciones que ante un interlocutor de carne y hueso y por eso aparecen expresiones tan
brutales.
En los mensajes racistas que he revisado he encontrado de manera recurrente una
fantasía de exterminio, es decir, soñar con un Perú “mejor”, donde todos los indios y
cholos hubieran desaparecido. Había quienes declaraban que ya no apoyarían ninguna
campaña de recolección de comida y ropa para así lograr que los serranos/indios/puneños
murieran de hambre y de frío. Otros resaltaban las esterilizaciones masivas de campesinas
durante el régimen de Fujimori, y varios más insistían en que si veían indios cruzar la pista
los atropellarían.
Estas violentas expresiones me recordaron lo que alguna vez dijo el psicoanalista Jorge
Bruce, respecto de que para muchas personas de clase alta las muertes que ocurrían en
los años ochenta eran una noticia que les causaba satisfacción, porque para ellos era
preferible que “todos los cholos se mataran entre ellos”. De hecho, esta fantasía de
exterminio se manifestó durante los primeros años del conflicto, cuando los militares
asesinaron a miles de campesinos en Ayacucho, Huancavelica y Apurímac simplemente
por sus rasgos físicos. Y, con menos violencia pero igual eficiencia, esta fantasía de
exterminio aparece en los anuncios publicitarios que sucesivamente presentan una
sociedad feliz sin cholos ni negros.
Aunque decimos que no somos una sociedad racista, todos hemos escuchado insultos que
aluden al color de la piel. Éstos aparecen de manera explícita para humillar al adversario
por algo que no puede solucionar y descalificarlo como persona. Normalmente consiguen
su objetivo, pues paralizan o desarman a la víctima. Nunca se usa “blanco” como insulto,
pues en el fondo todos los peruanos hemos interiorizado una jerarquía étnica. Nadie
llamaría “blanco ignorante” a los miles de limeños que no saben dónde están Ayaviri,
Chupaca o Sullana, pero normalmente consideran ignorantes a sus compatriotas. El
término “blanquito” es, en todo caso, un insulto encubierto, que no aparece en el peor
conflicto, y “pituco” es una apreciación sobre un comportamiento y no sobre los rasgos
físicos de la persona.
Ahora bien: sería un grave error restringir el racismo a lo que algunas personas dicen o
escriben en su Facebook: las peores expresiones del racismo son la pobreza, la
desigualdad y la injusticia que enfrentan millones de peruanos. El racismo, además, hace

91
que éstas sean percibidas como naturales, es decir, situaciones que siempre existirán o,
peor aún, que sus víctimas merecen.
En ningún país el racismo se ha corregido por sí mismo. Es más: en el Perú, la mejora de la
situación económica de algunas personas andinas o mestizas solamente las hace más
visibles, como ocurre con la publicidad, para la cual solamente las familias blancas
celebran la Navidad o el Día de la Madre.

Lee con detenimiento el siguiente texto y subraya las ideas principales

Violencia y Racismo en el Perú

Por: Alberto Flores Galindo


Todo lo ocurrido en estos últimos años revela la verdadera textura de la República. ¿Por
qué no se respetan los derechos humanos? La categoría derechos humanos nació con la
sociedad burguesa: fin del mundo estamental y surgimiento de la noción de ciudadanía.
Todos iguales ante la ley y todos protegidos frente a eventuales abusos del poder. Los
derechos humanos se ubican en el ámbito específico de las relaciones entre el Estado y la
sociedad. Pero en el Perú estas relaciones dependen de quién se trate, porque unos son
más iguales que otros. La sociedad colonial, cuando llega la Independencia, no había
producido ciudadanos como en América del Norte, sino hombres diferenciados por el
color de la piel, el título nobiliario, el ingreso económico, los antepasados, el lugar de
nacimiento. La República abolió los títulos pero hasta 1854 mantuvo la esclavitud y el
tributo indígena. Para entonces; al promediar el siglo XIX, el orden social no encontraba
respaldo ni en la realeza, ni en el orden divino, ni en los criterios estamentales. La Iglesia
había perdido poder tanto sobre los cuerpos como sobre las almas. Una sociedad que
tendía a ser cada vez más profana en su ordenamiento político reclamaba criterios más
terrenales de estructuración social. Esta demanda fue resuelta por el discurso racista: las
desigualdades económicas se fundamentaron en desigualdades pretendidamente
esenciales que se atribuían a razas que supuestamente existían. Surgió de manera abierta
la consideración del indio como un ser inferior, al que había que proteger o castigar y al
que no era necesario, por imposibilidad, incorporar a la vida republicana. La marginación
de los analfabetos, entonces, será en realidad la marginación del indio respecto al sistema
electoral. La República edificada a espaldas del campesino. Cuando se subleven, la
República no atenderá a sus reclamos, a pesar de que sobre ellos recaía la conscripción
militar o soportaban impuestos con nombre propio, como el de la coca. Aunque no fuese
admitido de manera oficial, el país que produjo una Liga Antiasiática, en el que se habló
del peligro amarillo (1910) y donde tiempo antes un escritor de amplio consenso en Lima

92
como Clemente Palma, (Hijo Ricardo Palma) calificó a la “raza india” de “degenerada”, era
un país racista. Palma llegó a decir más todavía sobre esta “raza”: “Tiene todos los
caracteres de la decrepitud y la inepcia para la vida civilizada. Sin carácter, de una vida
mental casi nula, apática, sin aspiraciones, e! inadaptable a la educación”.
En la historia, el racismo es un capítulo mayor del autoritarismo. La violencia y la tortura
no son fenómenos recientes y episódicos derivados de la lucha antisubversiva. Desde los
tiempos coloniales, allí donde se establecía una población no podía faltar los palos y la
soga de una horca. Sin cepo no existía casa hacienda. Azotar a un negro por las calles era
uno de los espectáculos públicos de Lima. La violencia fue un componente estructura] de
la dominación colonial: un fenómeno cotidiano, que así como se ejercía en las plazas
públicas también tenía un espacio en el ámbito familiar. “Sevicia” fue la acusación más
frecuente de los esclavos contra sus amos. “El señorío fue inexorable, digamos que cruel, y
mucho, al castigar al esclavo que le sirve. A lo largo del Virreinato, en las ciudades y
pueblos, las panaderías, anexas y casi confundidas con la vivienda del administrador o
propietario, eran centros laborales pero también lugares de reclusión en los que el ritmo
de la jornada estaba impuesto por las cadenas y el látigo. Sustituían a las cárceles. El
castigo no disponía de un espacio propio. La violencia física invadía las calles, plazas y
viviendas: todo el mundo cotidiano. La República no abolió estos procedimientos. En la
Lima que hacia 1860 describe Manuel Atanasio Fuentes, se refiere con minuciosidad los
castigos que se ejecutaban en los espacios públicos de la ciudad. Por entonces, se terminó
de construir con ladrillo y piedra, el primer edificio moderno de Lima: la Penitenciaría,
llamada a constituirse en una cárcel modelo pero de la que no estuvo excluido el empleo
de la violencia física. Lejos de controlar el delito, los procesados aumentaron. Se crearon
después otras prisiones como El Frontón y la isla Taquile en Puno: en ellas fueron
recluidos muchos políticos. Todavía a principios de siglo, el reglamento de la Penitenciaría
de Lima admitía la tortura como una práctica con presos calificados como recalcitrantes.
La violencia física se ejercía con absoluta impunidad en el manicomio. Pero era también
un hábito en la relación entre maestros y estudiantes en las escuelas.
Aun cuando el Perú ha firmado todas las convenciones y tratados posibles contra la
tortura, ella ha sido ejercida en las cárceles del país, antes de que apareciera el
senderismo. Las víctimas: anónimos presos comunes. En el Perú, interrogar y torturar son
casi sinónimos. No han faltado casos en los que la víctima ha terminado muriendo. Pero
aun cuando en la actual Constitución no se admita la “pena de muerte”, de facto la policía
ha ejecutado a algunos criminales o fugitivos considerados “irrecuperables”. En los inicios
de los años ochenta, en un lugar tan alejado de la zona de emergencia como el puerto de
Chimbote, la investigación de un sacerdote canadiense, Ricardo Renshaw, sobre presos y
detenidos, mostró que más de 90% habían sido maltratados o torturados de una u otra
manera. El autor del libro La tortura en Chimbote (Lima, 1985) tenía que ser un extranjero.
Esas prácticas son tan cotidianas que no parecen asombrar a ningún peruano.

93
Para aproximarse a la violencia no hace falta interrogar a los presos. Basta con mirar más
cerca y reparar en una institución demasiado importante en nuestras ciudades: el servicio
doméstico. Según el estimado de la investigadora Margot Smith la fuerza laboral reclutada
en esa tarea sumaba hasta 90 mil personas en Lima Metropolitana (1970). La mayoría de
ellas mujeres jóvenes, migrantes, solteras o abandonadas por sus maridos, con los más
bajos ingresos, carentes casi de cualquier organización y sujetas al poder total de su
patrón o su patrona. Esto último significa quedar al margen de la legislación, obligadas a
dilatadas jornadas de trabajo mal pagadas y peor alimentadas, objeto con demasiada
frecuencia de abusos sexuales, golpes y sevicia. En otro estudio que consistió en la
indagación biográfica de 23 empleadas en casas cusqueñas, todas, con una sola excepción,
habían sido brutalmente golpeadas. La servidumbre funciona en -Lima y provincias. En
familias de clase alta y también de clase media y hasta en hogares de menores ingresos.
El servicio doméstico reproduce en la vida cotidiana las relaciones que en el pasado
existían en las haciendas andinas. La dependencia personal del siervo o colono con
respecto del amo.
La combinación entre violencia y paternalismo, buscando imposibilitar cualquier movilidad
geográfica o social. Jerarquías inalterables. Como lo conocemos ahora, el servicio
doméstico apareció a mediados del siglo pasado, para cubrir el vacío dejado por los
negros libertos o manumisos. En la colonia la esclavitud antes que una institución rural,
había sido utilizada en las ciudades, tanto en las casas de la aristocracia como en las de
criollos e incluso indios con algunos recursos. El esclavo era alguien de quien se podía
disponer para cualquier tarea. El servicio doméstico heredó rasgos del esclavismo pero
también del pongaje –trabajo obligatorio y gratuito en la casa hacienda- y de ese sistema
que llevaba a entregar a un menor de edad por tres o más años en manos de un artesano,
quien a cambio de beneficiarse con su trabajo, supuestamente lo adiestraba e introducía
en el oficio. Al promediar el siglo pasado eran indios menores de edad, traídos de la sierra
a Lima. A esta práctica se refirió Sebastián Lorente en sus “Pensamientos sobre el Perú”:
“Cuando salís para la sierra, las señoritas de Lima no dejan de pediros un cholito y una
cholita, y a veces os encargan tantos, que juzgaríais se encuentran por los campos por
parvadas. No es la empresa tan fácil; pero con un poco de actividad saldréis airoso en
vuestro compromiso i a falta de otros os ayudarán el gobernador y el cura”.
En el Diccionario Jurídico (1861-63) de Francisco García Calderón aparece el término
“doméstico” y se indica que está reglamentado el trabajo de menores de 17 años. La
conexión con el racismo se evidencia si consideramos que sirviente y cholo -es decir,
mestizo-, eran sinónimos. En 1876, en Lima, sobre una población económicamente activa
(PEA) de 37,913 personas, el servicio doméstico reclutaba a 6,160 trabajadores, repartidos
casi proporcionalmente entre hombres y mujeres. Al comenzar el siglo, de acuerdo con el
censo de 1920, la gran mayoría de estos trabajadores ya eran mujeres. Existía una serie de
categorías como ama de leche, ama seca, cocinera, dama de compañía, doméstica,

94
portera. En el censo de 1940 existía, en cambio, sólo la categoría genérica de “servicio
doméstico” junto a “otros servicios personales”. Desde el siglo pasado hasta entonces,
han constituido más del 10% de la PEA limeña.
En las cárceles y en el servicio doméstico –pero podríamos añadir también el manicomio,
la escuela, la familia- se reprodujo la violencia y el racismo. De esa manera, le herencia
colonial se prolongó en la vida cotidiana. Allí radica la clave que explica su persistencia. En
el siglo pasado, un liberal denunciaba que la república no llegaba sino hasta los linderos de
las haciendas: más allá existía sólo el poder omnímodo del terrateniente. Sería necesario
corregirlo. La República tampoco llegaba al ámbito doméstico.
El racismo consiguió eficacia porque antes de existir como discurso ideológico funcionaba
como práctica cotidiana. No sólo regía las relaciones entre dominantes y dominados sino
que se reproducía también en el interior mismo de los sectores populares. Pensemos en
las antiguas rivalidades entre negros e indios. En la colonia, los negros no conformaban un
grupo homogéneo a pesar de unir la condición étnica con la situación económica del
esclavo. Se dividían entre bozales (recién arribados del África) y criollos; entre los que
estaban dedicados al trabajo en las haciendas y aquellos que vivían en las ciudades. Estos
últimos, a su vez, se repartían en diversos oficios y disputaban el restringido mercado de
trabajo urbano. En las calles de la Lima colonial resultaban frecuentes los roces y
enfrentamientos entre negros o entre éstos y las otras castas. Esas bandas de asaltantes
en las que no se admitía a los indios; los campesinos de la costa que denunciaban a los
esclavos como bandidos, son algunos ejemplos, extraídos del siglo XVIII, de la manera
como se realizaba el ideal colonial de “vivir separados”. Cuando en los primeros años de la
República se organice el ejército, indios y mestizos entrarán a la infantería, mientras que
en la caballería predominarán los negros, así como antes determinados oficios (aguateros
o pescadores) fueron reservados para una u otra categoría étnica. Esta historia de
exclusiones puede prolongarse hasta la Lima de nuestros días en la contraposición racial
que subyace a las disputas entre clubes deportivos, la composición de las bandas de
asaltantes chalacos y limeños, o las rivalidades entre la Guardia Civil y la Policía de
Investigaciones∗. De un lado, predominan mestizos; del otro, zambos y mulatos.
Los conflictos étnicos produjeron una sociedad-colonial fragmentada, en la que resultaba
demasiado difícil articular intereses y producir un proyecto colectivo. Se explicaría de esta
manera el equilibrio, en apariencia contradictorio, entre violencia y duración del orden
colonial. En una situación como la descrita, la figura de un líder mesiánico parecía ser la
única fuerza capaz de trascender los conflictos inmediatos e integrar al cuerpo social. Este
es el sustento real del caudillismo republicano. El perfil de cualquier caudillo fue resultado
del encuentro entre una biografía y las necesidades del imaginario colectivo. De ahí la
popularidad de estos personajes. Desde la dominación total, es difícil vislumbrar un
cambio que no sea, a su vez, autoritario. Pero en este aspecto como en cualquier otro, la
realidad no transcurre en una sola dirección.

95
Práctica calificada
Lee con detenimiento el siguiente texto y subraya las ideas principales

¿Discusión del pasado o realidad presente?

En el año 2003, los resultados de la investigación conducida por la Comisión de la Verdad y


Reconciliación pusieron nuevamente en agenda el rol de la desigualdad racial y étnica en
la guerra interna:
Conclusión 6. La CVR ha podido apreciar que, juntamente con las brechas
socioeconómicas, el proceso de violencia puso de manifiesto la gravedad de las
desigualdades de índole étnico-cultural que aún prevalecen en el país. Del análisis de los
testimonios recibidos resulta que el 75% de las víctimas fatales del conflicto armado
interno tenían el quechua u otras lenguas nativas como idioma materno. Este dato
contrasta de manera elocuente con el hecho de que la población que comparte esa
característica constituye solamente el 16% de la población peruana de acuerdo con el
censo nacional de 1993. (CVR 2003: VIII: 246)
Quizás el dato que más llamó la atención de la opinión pública y obligó a reconocer la
desigualdad con que la violencia trató a los peruanos fue la estadística respecto de las
víctimas de la violencia, y cómo esta se concentró en la población de origen indígena,
como lo expresa la cita anterior. Los resultados del trabajo de la CVR señalan que la
discriminación étnica y racial fue un elemento presente en el conjunto del proceso de
violencia, y que este factor influyó significativamente sobre los comportamientos y
percepciones de los diversos actores, aunque casi siempre de manera encubierta.
Si bien el conflicto armado interno en el Perú no tuvo un carácter étnico explícito y se
considera al Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (SL) como movimiento social y
político, ello no quita que el conflicto estuvo cargado de elementos raciales, étnicos y
regionales que actuaron de manera entrelazada, lo que acentuó la violencia. El racismo y
la discriminación fueron inmanentes a las prácticas de violencia de todos los actores, tanto
entre los miembros de los grupos subversivos como entre los de las fuerzas armadas. El
racismo y la discriminación afloraron sobre todo en los momentos en que se ejerció la
violencia física, mediante categorías raciales que estigmatizaron a las víctimas como

96
indios, cholos y serranos. Los criterios raciales se superpusieron con aquellos de
diferenciación social y de estatus, y todo ello influyó sobre la violencia en todos los
escenarios del conflicto. Si las diferencias étnicas y raciales venían siendo erosionadas por
los procesos de modernización que se vivían en las décadas previas, la violencia propició
que diversos actores del conflicto se reapropiaran de dichas diferencias para justificar sus
prácticas de violencia (CVR 2003: VIII: 159-160).
Con estos resultados, la CVR puso a la sociedad peruana frente a un espejo en el que
pocos querían reconocerse. Entre los elementos negados y silenciados, se encuentra
justamente el tema de la exclusión étnico-racial y las desigualdades que mantienen a los
sectores pobres, campesinos e indígenas en situación de marginación y exclusión social.
Enfrentar esta situación y crear una identidad colectiva respetuosa de las diferencias es
uno de los llamados de la CVR sobre el que, sin embargo, poco se ha avanzado.
No obstante, pocos años después, el tema vuelve a emerger en la agenda pública (si bien
no con tanta fuerza en la agenda de investigación). En el 2007, un conjunto de hechos
variados dieron pie al reinicio de un debate en torno al peso de la desigualdad étnico-
racial y el racismo en la sociedad peruana, y generó intercambios en variados blogs y
columnas periodísticas, en los que participaron intelectuales y público en general. Así, por
un lado, en el verano del 2007, se hace una intervención colectiva en un exclusivo
balneario limeño para protestar contra actitudes discriminatorias hacia las trabajadoras
domésticas y la privatización del espacio público (conocido como el Operativo Empleada
Audaz); posteriormente, circula un video, y se generan posturas encontradas en torno a
un afiche para el Festival de Cine de Lima, al que se acusaba de esconder un subtexto
discriminatorio; más adelante, el debate se prolonga con la publicación, el mismo año, del
libro “Nos habíamos choleado tanto”, del psicoanalista Jorge Bruce y con la reedición del
libro de Gonzalo Portocarrero “Racismo y mestizaje y otros ensayos”.
El libro de Bruce problematiza el racismo y la ausencia de un tratamiento al mismo en la
teoría psicoanalítica. Asimismo intenta demostrar que, en el Perú, el racismo continúa
siendo una experiencia que contamina las interacciones cotidianas a pesar de que algunos
estudiosos de la realidad social señalen cambios positivos al respecto. Usa como ejemplos
paradigmáticos la estética y la publicidad y experiencias de terapia en las cuales el racismo
sale a relucir. El libro de Portocarrero reedita su conocido estudio entre jóvenes limeños y
la asociación que muestran entre estereotipos raciales y socioeconómicos a pesar de su
condena explícita al discurso racista.
El debate suscitado alrededor de las publicaciones y los sucesos mencionados mostró,
nuevamente, que el tema del racismo y la discriminación moviliza, ya sea para negar o
para denunciar la existencia de una sociedad cuya desigualdad sigue teniendo fuertes
bases étnicas, raciales y culturales.

97
Dos fueron las posturas que emergían del debate en cuestión: una, encabezada por el
historiador Nelson Manrique, según la cual, a pesar de los cambios económicos y sociales
de las últimas décadas, las mentalidades no habrían cambiado en la misma medida, y ello
explicaría la persistencia del racismo y las actitudes y prácticas discriminatorias, entre
otros varios problemas del país (en esencia, la postura ya reseñada respecto de un primer
grupo de trabajos). La otra, liderada por el politólogo Martín Tanaka, quien señala que el
cambio en las mentalidades antecedió a los cambios económicos y sociales, y muestra
como evidencia la intensa migración, la “cholificación” y otros procesos mediante los
cuales “los de abajo” contestaron actitudes y prácticas racistas, y se alinearon así con la
postura más bien crítica, ya reseñada, hacia el primer grupo de estudios. Para Tanaka, “el
racismo ya fue”, y si nos escandaliza hoy es justamente porque lo vemos como un
arcaísmo.
Sin embargo, la falta de empoderamiento o de herramientas para hacer valer sus
derechos permitiría que estos sectores continúen siendo discriminados. La solución, por
tanto, sería buscar salidas institucionales y legales para que esto no suceda. Esta postura,
sin embargo, generó reacciones que enfatizaban el rol activo que sigue cumpliendo el
racismo en las interacciones cotidianas de los peruanos.
Tanaka reconoce que esto efectivamente es así, pero enfatiza que lo es en mucha menor
medida de lo que lo era hace cuarenta años, y resalta el carácter positivo y espectacular
del cambio que hemos vivido como sociedad, así como la democratización social
resultante, pese a la persistencia de una discriminación que, no obstante, cuenta con
bases más socioeconómicas que raciales.

(En tu carpeta de apuntes)

Cuestionario N° 11

1. Confrontación de ideas.

De las ideas expuestas en el artículo: “El racismo en el Perú”

1.1. ¿con cuáles estás de acuerdo? Fundamenta tu respuesta.

1.2. ¿Estás en desacuerdo con las ideas expuestas en este artículo? Se ser
afirmativa tu respuesta, argumenta tus puntos de vista.

2. Escribe un resumen del artículo: ”Violencia y racismo en el Perú” de Alberto


Flores Galindo.

3. ¿Qué plantea el historiador Nelson Manrique acerca el racismo?

4. Compartes la afirmación:” “el racismo ya fue” del politólogo Martín Tanaka. 98


Fundamenta tu respuesta.
Práctica calificada en clase

1. Lee con atención y subraya las ideas principales del siguiente artículo
La Corrupción según Jorge Basadre.
Por: Antonio Zapata.

Treinta años atrás falleció Jorge Basadre y al año siguiente apareció el último de sus libros,
editado por Carlos Milla Batres, titulado Sultanismo, corrupción y dependencia en el Perú
republicano. El texto había sido entregado previamente por el historiador para una
colección y fue objetado por la familia, a causa del título, que había sido colocado por el
editor. La familia ganó el pleito legal y el libro fue retirado de circulación. Pero, igual
salieron unos cuantos ejemplares, uno de los cuales afortunadamente guardo en casa.
Obviamente el problema con el título era la palabra “corrupción”, puesto que se trata de
un tema incómodo, que Basadre no desarrolla en extenso. En su enfoque, el historiador
emplea dos conceptos explícitamente tomados de Max Weber. Por un lado, Basadre
sostiene que el Estado peruano independiente continuó siendo patrimonialista, como lo
había sido el antiguo imperio español. Esto significa que el Estado es regido a través de
dones del gobernante y no por leyes válidas para todos. Aunque se mantenga la ficción de
la existencia de leyes, porque en la práctica las reglas valen sólo para los comunes,
mientras que los privilegiados reciben sustanciosas ventajas. De ahí el dicho, “para mis
amigos todo, para mis enemigos la ley”.
El segundo concepto que emplea Basadre es el de sultanismo. Entre los Estados
patrimonialistas existirían tipos y el peruano correspondería a una categoría denominada
sultanismo, precisamente por parecerse más al estilo de gobierno del sultán otomano,
antes que a los reinos occidentales. En este caso, el tema es el despotismo. El sultán

99
dispone de la vida y hacienda de sus súbditos. No existen derechos individuales, sino que
impera la voluntad arbitraria del mandón.
A continuación, Basadre emplea ambos conceptos para interpretar al país. Su conclusión
es sencilla. Dado que se trata de un Estado patrimonialista del tipo sultanismo, la
corrupción necesariamente debe ser elevada, porque el sentido último de la acción
pública es beneficiar al grupo que sostiene al gobierno. Esta conclusión ha sido reforzada
por el trabajo de Alfonso Quiroz, quien ha escrito un enorme libro sobre la corrupción en
el Perú, desde la época del virrey Amat hasta el ex presidente Alberto Fujimori.
El libro de Quiroz La historia de la corrupción en el Perú se encuentra solamente en inglés
y por ahora ningún editor peruano se ha atrevido a publicarlo. Está muy bien
documentado y no trata los conceptos en general, como en el caso de Basadre. No. El libro
de Quiroz es muy preciso y analiza miles de casos; más de un personaje ilustre aparece
enriqueciéndose gracias a los dineros del erario público.
De acuerdo a Quiroz, en los últimos 250 años, el Perú casi no ha tenido gobiernos
honestos. La inmensa mayoría ha fluctuado entre corrupción media y alta. Preguntándose
por las causas, Quiroz retorna a los conceptos de Basadre. En el Perú imperaría un nudo
gordiano, armado por hábitos perniciosos que convierten al Estado en un botín.
Esta historia explica el presente. Así, la ciudadanía contempla atónita la continuidad de la
corrupción, que se expresa en el tránsito de los vladivideos, que cerraron la década de los
noventa, a los petroaudios, que rematan esta primera década del siglo XXI. Todo sigue
igual. Esa depresiva conclusión ha intentado ser contrarrestada la semana pasada por el
pacto nacional contra la corrupción, promovido por el Poder Judicial. Esperamos que le
vaya bien y no se diluya, como ha ocurrido con iniciativas semejantes de años anteriores.
Ojala tenga fuerzas e ideas de fondo puesto que, en todos los análisis históricos, la
corrupción aparece como la gran causa del atraso y subdesarrollo nacional.

Corrupción y cinismo

Por: Gonzalo Portocarrero


El Perú inaugura otra etapa de su historia república siempre cuando recuperemos nuestra
memoria histórica y acabemos con la impunidad.
“El Perú puede empezar a vivir otra etapa en su vida republicana.
Respeto de la ley y retroceso del cinismo”.

100
En las últimas semanas, la corrupción ha (re)emergido como el gran problema peruano. Y
no solo de esta tierra sino también de toda América Latina y de muchas otras partes del
mundo. Además, a la luz de nuestra realidad, estamos aprendiendo que la dinámica de la
corrupción es mucho más compleja de lo imaginado y que sus consecuencias son bastante
más serias de lo que parecen.
Por el lado de la complejidad, resulta que la corrupción es un modus operandi donde la
iniciativa está, básicamente, en el corruptor que tiene ya una gran experiencia en el uso
del soborno para ganar licitaciones o lograr adendas sin tener los méritos que lo
justifiquen. En el caso de Alejandro Toledo, solo hizo falta que expresara su deseo por una
coima para que la empresa Odebrecht abriera unas negociaciones que llevaron a
disminuir drásticamente el monto de la ilegal comisión. Pero el daño peor puede provenir
de una asignación de recursos distorsionada, aquella que lleva a priorizar la inversión que
teniendo menos urgencia puede llevar a más ganancias. Este es el caso de Toledo y la
carretera Interoceánica, el entonces presidente estuvo dispuesto a entregar la
construcción a Odebrecht en tanto las comisiones serían mucho más considerables en
este proyecto que en otros. Se ha mencionado muchas veces que la prolongación de la
autopista Ramiro Prialé tiene una mayor utilidad y un menor costo. El proyecto que
empezó con un presupuesto de US$1.000 millones terminó costando cerca de US$4.000
millones. Esto significa que Toledo estuvo dispuesto a que el Estado pagara US$3.000
millones de más, en tanto él obtuviera su coima de US$20 millones.
¿Quién es más censurable, la autoridad que busca y recibe la coima, o la empresa que ha
hecho de los pagos ilegales el puntal de su política? Es indudable que los perjuicios que
produce Odebrecht son mucho más significativos. No solo por la enorme cantidad de
dinero defraudada, sino por la herida a la autoestima del país. Con la complicidad de
nuestro ex presidente nos han robado sin compasión. Duele saber, por ejemplo, que la
empresa constructora ha cobrado US$77 millones por construir cuatro casetas de peaje.
Esta sobrevaloración desmesurada implica la pérdida de respeto de la capacidad de
control del Estado y el desinterés por la ciudadanía peruana. Pero el ex presidente tiene
una gran responsabilidad. Toledo ha preferido embolsarse US$20 millones para su propia
economía a que el país economice US$3.000 millones, que resultan de una supervisión
ajustada a la realidad de los gastos.
La situación demuestra cuánto dependen entre sí la corrupción y el cinismo. Una de las
bases de la corrupción es el cinismo. La cara dura, imperturbable, esgrimida justo en el
momento en que se está faltando a la verdad, revela a un actor consumado que pretende
engañar a su audiencia. Toledo es muy mentiroso, no es novedad, lo sabemos hace
tiempo. Pero aun así sorprende la contumacia de su falsía. Repite sus mentiras, y se hace
el ofendido y hasta agrede cuando no logra convencer a su interlocutor. ¿Qué efectos
tiene sobre la sociedad la proliferación de mentirosos? ¿Y de los cínicos que mienten y se
reafirman en sus mentiras? El cinismo desafiante desmoraliza a la ciudadanía, pues hace

101
visible que a través de perseverar en la mentira se puede lograr realizar los propios sueños
aunque sean ilegales y de funestas consecuencias sociales. Felizmente, no por lo ocurrido
en el Perú, pero sí por los acontecimientos en Brasil, esta vez el cinismo corrupto ha sido
denunciado. Esta vez no funcionará. Y la sanción que reciba Toledo será una lección para
la gente como él a la vez que una lección para las mayorías.
Ofenderse cuando se es desenmascarado es como agredir a quien hemos golpeado. Ver al
ex presidente en esa lid puede resultar indignante o penoso. Pero creo que más allá de la
compasión que nos puede producir su caída, tenemos todo el derecho de sentir que algo
mejorará en nuestro país. El Perú puede empezar a vivir otra etapa en su vida republicana.
Respeto de la ley y retroceso del cinismo.

(En tu carpeta de apuntes)

Cuestionario N°12

1. Explique por qué Jorge Basadre califico al Estado peruano como un


Estado patrimonialista del tipo sultanismo? ¿Estás de acuerdo con esa
calificación? ¿Por qué?
2. ¿Existe alguna relación entre la corrupción y la pobreza? Argumenta tus
puntos de vista.
3. Escriba un comentario acerca del artículo: corrupción y cinismo de
Gonzalo Portocarrero
4. Escribe un artículo de dos carillas o páginas acerca de la corrupción en el
Perú de hoy.

Los Partidos Políticos en el Perú

La política es la participación en los asuntos del Estado, la orientación del Estado, la


determinación de las formas, de las tareas y del contenido de la actividad estatal.
Entran en la esfera de la política, las cuestiones relativas a la organización del Estado, al
gobierno del país, a la dirección de las clases, a la lucha de partidos, etc.

102
En la política encuentran su expresión los intereses esenciales de las clases y las relaciones
que entre ellas existen. La política expresa asimismo las relaciones entre las naciones y
entre los estados. (Política exterior) Las relaciones entre las clases y, por consiguiente, la
política de las mismas deriva de su situación económica. Las ideas políticas, como también
las instituciones que les corresponden, constituyen una superestructura de la base
económica. Esto no significa, sin embargo, de ningún modo, que la política sea un efecto
pasivo de la economía. Para que la política pueda ser una gran fuerza transformadora, ha
de reflejar acertadamente las necesidades del desarrollo de la vida material de la
sociedad.
Los Partidos Políticos
Lee la siguiente cita:
“¿Qué fueron por lo general nuestros partidos en los últimos años? Sindicatos de
ambiciones malsanas, clubs eleccionarios o sociedades mercantiles. ¿Qué nuestros
caudillos? Agentes de las grandes sociedades financieras, paisanos astutos que hicieron de
la política una faena lucrativa o soldados impulsivos que vieron en la Presidencia de la
República el último grado de la carrera militar”.
Manuel Gonzales Prada. “Horas de Lucha”
Comenta esta cita
………………………………………………………………………………………………………………………………………..
………………………………………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………………………………………….
……………………………………………………………………………………………………………………………………….
………………………………………………………………………………………………………………………………………..
Es difícil hablar de democracia sin considerar a los partidos políticos, pues ellos son los
principales articuladores y aglutinadores de los intereses sociales.
Los partidos políticos son agrupaciones con ánimo de permanencia temporal, que media
entre los grupos de la sociedad y el Estado y participa en la lucha por el poder político y en
la formación de la voluntad política del pueblo, principalmente a través de los procesos
electorales.
Según el Artículo 1 de la Ley de Partidos Políticos Ley N° 28094 los partidos políticos:
“expresan el pluralismo democrático. Concurren a la formación y manifestación de la
voluntad popular, y a los procesos electorales. Son instituciones fundamentales para la
participación política de la ciudadanía y base del sistema democrático. Los partidos
políticos son asociaciones de ciudadanos que constituyen personas jurídicas de derecho

103
privado cuyo objeto es participar por medios lícitos, democráticamente, en los asuntos
públicos del país dentro del marco de la Constitución Política del Estado y de la presente
ley.”
El Artículo 2° establece los siguientes fines y objetivos de los partidos políticos:
a) Asegurar la vigencia y defensa del sistema democrático.
b) Contribuir a preservar la paz, la libertad y la vigencia de los derechos humanos
consagrados por la legislación peruana y los tratados internacionales a los que se adhiere
el Estado.
c) Formular sus idearios, planes y programas que reflejen sus propuestas para el
desarrollo nacional, de acuerdo a su visión de país.
d) Representar la voluntad de los ciudadanos y canalizar la opinión pública.
f) Participar en procesos electorales.
g) Contribuir a la gobernabilidad del país.
h) Realizar actividades de cooperación y proyección social.
i) Las demás que sean compatibles con sus fines y que se encuentren dentro del marco
normativo establecido por la presente ley.
Los partidos fueron y son los articuladores de la relación entre la sociedad civil y el Estado,
aunque su estatus siempre ha estado en discusión por las críticas que lanzan contra ellos
sus detractores. Los partidos permiten que se expresen tanto intereses nacionales como
particulares pero, al existir en pluralidad, impiden que los intereses particulares dominen
por entero los nacionales. Su función es por tanto ambigua, pero indispensable en una
sociedad plural en la que los distintos grupos e intereses requieren de participación y
representación. Lo condenable siempre es el partido único, que generaliza artificialmente
intereses particulares. Por el contrario, los partidos políticos en plural y en condiciones de
una lucha política en igualdad de oportunidades son los mejores catalizadores,
propiciadores y garantes de la democracia.
Por su carácter ambiguo, en suma, los partidos políticos no siempre han sido bien
aceptados, y diríamos que su inclusión en el pensamiento político se dio lentamente.
Los partidos fueron y son los articuladores de la relación entre la sociedad civil y el
Estado, aunque su estatus siempre ha estado en discusión por las críticas que lanzan
contra ellos sus detractores. Los partidos permiten que se expresen tanto intereses
nacionales como particulares pero, al existir en pluralidad, impiden que los intereses
particulares dominen por entero los nacionales. Su función es por tanto ambigua, pero
indispensable en una sociedad plural en la que los distintos grupos e intereses requieren
de participación y representación. Lo condenable siempre es el partido único, que

104
generaliza artificialmente intereses particulares. Por el contrario, los partidos políticos en
plural y en condiciones de una lucha política en igualdad de oportunidades son los
mejores catalizadores, propiciadores y garantes de la democracia.
Por su carácter ambiguo, en suma, los partidos políticos no siempre han sido bien
aceptados, y diríamos que su inclusión en el pensamiento político se dio lentamente.
El periodista César Hildebrant considera que actualmente en el Perú no existen partidos
políticos, lo que ha generado que no se desarrolle una democracia sostenible sino se siga a
“caudillos eventuales”
Por su parte, el filósofo Salomón Lerner Febres, manifiesta: “los partidos políticos existen
solo de nombre, pero las ideas tienden a desvanecerse frente a las personas, y las
personas finalmente mueren. A la clase política le falta humildad, generosidad y
tolerancia?
¿Comparte usted esta opinión de Salomón Lerner? ¿Por qué?
…………………………………………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………………………………………..
…………………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………………………………………………………

(En tu carpeta de apuntes)

Cuestionario N° 13

1. César Hildebrant sostiene que actualmente en el Perú no existen partidos políticos, lo


que ha generado que no se desarrolle una democracia sostenible sino se siga a “caudillos
eventuales”, ¿Comparte esa opinión? Argumenta tu opinión.

2. Escribe un comentario acerca de la corrupción y los partidos políticos en el Perú de


hoy.

La ciudadanía en el Perú

Rasgos de la Ciudadanía

105
Si bien la existencia de la ciudadanía se expresa a través del reconocimiento jurídico legal
de ella, principalmente en la Constitución Política del Estado, su origen, desarrollo y
fortalecimiento tienen que ver principalmente con la iniciativa que desarrollen los
individuos y los grupos sociales para construir y/o reivindicar su presencia y su derecho de
participar activa y libremente en la definición de cómo se organiza la sociedad de la que
forman parte.
De ese modo, si bien la ciudadanía tiene que ver con la existencia de una serie de normas
y leyes que contemplen y protejan esa presencia de los ciudadanos, es en primer lugar
una expresión del deseo de pertenecer a una sociedad y participar en su construcción y en
los beneficios que ella produce.. Si tuviéramos que resumir los rasgos que expresan la
existencia de la ciudadanía en una sociedad proponemos los siguientes como los más
importantes:
a) La existencia de individuos con capacidad de decidir y pensar con criterio propio.
Es decir que no sean fácilmente manipulables, que sean conscientes de las consecuencias
de sus acciones y que tengan la disposición para intervenir en el ámbito público si lo
consideran necesario.
b) La existencia y reconocimiento de derechos civiles, políticos y sociales. Es decir,
derechos como el de la libertad de tránsito, la inviolabilidad de domicilio, de expresión, de
pensamiento, de asociación. Los derechos a elegir y ser elegidos, a fiscalizar a las
autoridades. A gozar de la satisfacción de necesidades básicas como la educación, la salud,
a ser partícipe de la riqueza producida.
c) Si bien es de gran importancia que estos derechos estén reconocidos en la
Constitución, ello no basta. Una condición de la existencia de la ciudadanía es que sus
derechos puedan ser ejercidos y, cuando hay impedimentos para ello, que el ciudadano
tenga donde recurrir para hacer respetarlos. Por ello, existen instituciones como la
Defensoría del Pueblo, el Tribunal Constitucional, o recursos como la Acción de Amparo.
Por eso es que instituciones como las nombradas resultan poco gatas a gobiernos
autoritarios.
d) Que exista un sentimiento de pertenencia a una comunidad de ciudadanos, como
expresión de una expresión de una voluntad de convivencia pacífica, basada en normas
reconocidas por ellos. Es decir, que los miembros de una sociedad sientan, y los
demuestren en los hechos, que se perciben con los mismos deberes y derechos y, en tal
sentido se reconocen como iguales, tolerando o respetando las diferencias religiosas, de
género, étnicas, etc. que existen entre ellos.
Ello no supone que no existan conflictos y desacuerdos, sino que ellos se procesen, con la
voluntad de hacer posible la convivencia, por medio de las reglas acordadas por la
sociedad, promoviendo el intercambio de puntos de vista y alternativas de tal modo que
los ciudadanos y los gobernantes puedan decidir adecuadamente.

106
La Ciudadanía neoliberal o mínima

En 1990 un desconocido candidato presidencial gana las elecciones. Alberto Fujimori, sin
experiencia y sin organización política, - un verdadero outsider político, dio la gran
sorpresa al derrotar en la segunda vuelta al connotado escritor Mario Vargas Llosa.
El líder de Cambio 90 durante su campaña electoral desarrolló un discurso neo populista,
pero una vez en el poder implementó un modelo neoliberal.
La política neoliberal que privilegia el mercado, modificó no sólo las bases del desarrollo
económico, sino también la relación entre Estado y sociedad. A partir de los noventa el
Estado ha experimentado cambios radicales como la eliminación del rol protagónico que
antes tenía, la disminución de su tamaño, la reducción de sus funciones, especialmente las
sociales y de inversión.
El autoritarismo y la corrupción del régimen fujimorista limitaron la competencia política,
el pluralismo y el equilibrio de poderes. Asimismo, generó un fuerte proceso de des-
institucionalización de la sociedad civil, expresado en la destrucción de los sindicatos, la
cooptación de las organizaciones sociales y el desprestigio de los partidos político.
El modelo neoliberal recortó los derechos sociales y políticos conquistados por lo
sectores populares y la clase media. En este contexto, la Constitución de 1993 configura el
perfil del ciudadano mínimo: considera algunos derechos civiles, expresión plebiscitaria
de los derechos políticos y la negación de los derechos sociales.
En la década de los noventa, el neopopulismo y el autoritarismo neoliberal causaron un
impacto negativo en los sectores populares, especialmente en la población femenina,
quienes paradójicamente, fueron las más movilizadas por el régimen fujimorista. Durante
esa década, algunas organizaciones feministas y de mujeres participaron en el quehacer
político, con el propósito de conquistar derechos ciudadanos y satisfacer sus necesidades
básicas, no obstante que el gobierno de Fujimori pretendía cooptarlas para debilitar con
ello su autonomía política.
El politólogo Alberto Vergara sostiene: “Hoy, como nunca antes, existe una economía de
mercado y una extendida ciudadanía”. Desde la perspectiva neoliberal, el consumo
determina el afianzamiento de la ciudadanía. Por tanto, el ciudadano o ciudadana “ideal”
de hoy existe en los shopping malls y su plena realización depende de las tarjetas de
crédito. En esa lógica, hasta una conocida entidad financiera que promociona tarjetas de
crédito les da la Bienvenida a los ciudadanos del mundo.

107
Con este culto al individualismo, el neoliberalismo ha despolitizado el concepto de
ciudadanía, despojando el contenido político que le es intrínseco. Y esta despolitización es
consecuencia de su deshistorización. El despojo del contenido político de la ciudadanía es
consecuencia de la desvalorización de su dimensión histórica. Hoy en día, la ideología
neoliberal define la ciudadanía al margen de las movilizaciones sociales, al margen del
proceso histórico de los pueblos. La posibilidad de construir el país ya no depende de
nuestra identidad, de nuestras utopías y de nuestros proyectos, sino de los valores que
impone el mercado, la sociedad de consumo.
La política laboral del Estado peruano vigente, caracterizada por el recorte de los derechos
de los trabajadores, ha iniciado un proceso de des-ciudadanización. En este proceso el
Estado pierde protagonismo en su rol como garante del ejercicio de derechos ciudadanos
y asume la nefasta tarea de recortarlos y legitimar estos recortes, y se presenta más bien
como un promotor de beneficios y dádivas mínimas.
La política laboral del Estado peruano desconoce la universalidad de los derechos que es
inherente al concepto de ciudadanía, renuncia a la idea de igualdad de condiciones para
todas y todos sin discriminación y abandona la idea del bien común para asumir la defensa
de los intereses del sector empresarial.
Dos ejemplos ilustran este proceso de des-ciudadanización en nuestro país: el régimen de
contratación administrativa de servicios (CAS) creado por el gobierno aprista, que legalizó
la precarización del empleo en casi todas las dependencias del Estado y la ley 30288 que
crea un régimen laboral especial para jóvenes entre 18 y 24 años. Esta ley, denominada
Ley Pulpín, recorta derechos ciudadanos irrenunciables, históricamente adquiridos y
reconocidos internacionalmente, así como por nuestra Constitución.

Nuevas relaciones sociales y ciudadanía

Los centros comerciales representan el proyecto más acabado del desarrollo de la


homogeneización cultural global, de la expansión de un estilo de vida singular de la «aldea
global», caracterizado por tratar de insertar formas eurocéntricas de un capitalismo de
consumo en los nuevos distritos populares y de clase media de la población de origen
andina.
Los nuevos espacios del «consumo instantáneo» son la expresión más acabada de la
homogeneización cultural mundial. Los centros comerciales redefinen las relaciones
sociales hacia formas vacías de contenido significativo (Ritzer, 2006), subrayan el carácter
superficial y episódico de los nexos que se generan entre los individuos; aquí predomina el

108
conglomerado, la confluencia anónima, que transforman al nuevo ciudadano urbano en
meros agregados que se forman y descomponen constantemente.
Los centros comerciales instalan un procedimiento de despersonalización e
individualización del consumidor.
Despersonalización del acto comercial, no necesita de la mediación del vendedor, se
independiza de la relación social, ahora la relación es directa con la mercancía, en
adelante se trata de un proceso anónimo entre la oferta y la demanda, el poblador de
origen andino es liberado de la intervención de bodeguero o la vendedora del mercadillo,
con el cual establecían vínculos estables y duraderos, era el «caserito». A la vez, es un
procedimiento individualizado, el centro comercial se fundamenta en la decisión del
comprador para elegir los productos, no se encuentra ni existe el antiguo vendedor,
únicamente él y las mercancías. En ese sentido, la vida tiende a ser individualizada y
mercantilizada por la sociedad de consumo. La vida social deviene en una «pura relación»
mercantil, el comprador no genera lazos, compromisos, ni ataduras emocionales, se
encuentra exonerado de todo tipo de responsabilidades sobre el otro, ya no posee aristas
éticas adicionales. Uno de nuestros entrevistados lo indica de la siguiente forma:
Sí soy feliz porque lo que compro es con mi plata y comprar me da esa satisfacción de
comprar lo que requiero y lo que me hace feliz al final.
La sociedad de consumo viene a ser el nuevo patrón dominante en siglo xxi, las prácticas e
imaginario de los centros comerciales empiezan a reestructurar las relaciones humanas.
De esa forma, los centros comerciales son el proyecto social homogeneizador que busca
transformar la identidad social en un propósito individualizado, anodino y mercantil y, al
mismo tiempo, busca desarrollar una ciudadanía basada en vínculos tenues, endebles y
efímeros, propiamente la comunidad se relativiza en agregados sociales y se reduce a la
acción común del consumismo.
Ciudadanos y «consumidores fallidos»
El desarrollo de la sociedad de consumo muestra la expansión de nuevas clases medias y
populares. La forma cómo la sociedad actual trata de incluir a sus miembros, es
principalmente como consumidores. Sin embargo, hoy todos no son consumidores, existe
una capa de pobladores que no tiene acceso a los centros comerciales, son incapaces de
poder realizarse en el mercado, corresponde a los denominados «consumidores fallidos»
(Bauman, 2007a: 168).
Los consumidores fallidos son un producto de la propia sociedad consumista, aunque se
trate de un resultado no deseado. Como sabemos, los centros comerciales son expresión
del mismo desarrollo de las grandes ciudades, que se tornan cada vez más inhumanas y
menos propicias para el contacto entre las personas. Las poblaciones excluidas del
consumo son parte del proceso que impulsa la misma creación de los centros comerciales.

109
Se establece una línea de separación entre los que pueden acceder a los centros
comerciales y los que se encuentran vetados, entre los sectores sociales que pueden
comprar y los excluidos del consumo. En las nuevas Limas, la demarcación se constituye
entre las nuevas clases medias y populares con aquellos individuos que ocupan el lugar
más bajo en la jerarquía de desigualdad social, un grupo sin valor de mercado ni función
específica y sin derechos ciudadanos, que algunos autores denominan «infraclase»
(Giddens, 2007: 333-334; Bauman, 2007a: 166), que son impedidos de ingresar a los
centros comerciales. De modo más concreto, son los niños de la calle, los mendigos,
vendedores ambulantes, los adictos al alcohol y a las drogas y los delincuentes callejeros2
. En los centros comerciales, estos individuos excluidos se encuentran socialmente muy
distantes de los consumidores, aunque físicamente sean muy cercanos.
En la sociedad de consumo, la infraclase es un grupo social conformado por los
desempleados permanentes, marginados laboralmente y que vagan sin rumbo
determinado. Anteriormente el pobre era el que carecía de trabajo, hoy se comienza a
definir principalmente por su exclusión del consumo, no solo no consumen lo suficiente
para poder acceder al mercado, sino que su consumo es de cosas «equivocadas», no son
parte del proceso de acumulación de la sociedad de consumo, corresponde a un consumo
marginal o fuera del mercado (Brändle, 2007: 56-57). Son excluidos de la vida social,
porque son individuos superfluos e innecesarios, sin posibilidad de (re)incorporarse a la
fuerza laboral y al consumo. La economía no tiene necesidad de ellos, para el Estado son
no ciudadanos y para la sociedad la miseria y la muerte es la constante.
Los centros comerciales son espacios fortificados, sus formas arquitectónicas marcan el
territorio, los límites y las distancias. Por lo general, son grandes edificaciones amuralladas
con varias puertas que invitan a entrar, bajo el control de vigilantes. La monumentalidad
establece una imagen de grandeza y superioridad, que expresan proximidad y distancia
social. Proximidad que facilita el acceso a los consumidores y distancia porque establece
una barrera con excluidos del consumo. En este contexto, la presencia de vigilantes
privados, instalación de videocámaras y el enrejamiento de los espacios de consumo, son
formas de proveerse de seguridad ante la amenaza de la inseguridad la ausencia del
Estado (Policía Nacional o Serenzago). Estrategias de seguridad que permiten delimitar
fronteras entre «los de afuera» y «los de adentro» de los centros comerciales, los de fuera
se convierten en sujetos a los que hay que vigilar porque pueden generar inestabilidad.
Las estrategias de seguridad no corresponden únicamente a la entrada principal y al
perímetro de los centros comerciales, al interior se encuentran los guardianes de las
tiendas, los pasadizos y los propios vendedores controlan a «los de afuera» que pudieran
entrar. Las estrategias de seguridad en los centros comerciales delimitan una línea
fronteriza más social que física, establecida contra «los de afuera», considerados
indeseables. Su significación no se constituye para administrar, supervisar y controlar las
conductas de «los de adentro», considerados consumidores activos, ellos mantienen

110
cierto orden sin necesidad de acudir a los medios de seguridad, más bien lo que queda del
antiguo panóptico se ha reducido a las estrategias de seguridad de control de «los de
afuera», de los consumidores fallidos, para impedir su ingreso o su expulsión cuando
puedan entrar al centro comercial (Bauman, 2008: 38-39).
La sociedad de consumo construye una sociedad civil fragmentada de individuos y, al
mismo momento, masivamente «semejantes», caracterizada por la delimitación de
fronteras espaciales de los centros comerciales, el acceso al consumo y de cierta
homogeneidad, que los separa de los otros por ser diferentes, por no poder participar del
centro comercial y los excluye del consumismo. Se trata de la vida social del ghetto, del
cerco perimétrico, que divide y separa. La sociedad desarrolla el individualismo, pero,
también, la igualdad que nos permite afirmar la identidad de consumidores.
El sentido de la semejanza exige mantener las separaciones y se dirigen a custodiar las
exclusiones de los que no pueden consumir. La sociedad de consumismo obliga a
diferenciar la ciudadanía de los que intervienen en el consumo y tienen todos los
derechos, de la no ciudadanía, de los otros que no pueden participar del consumo y no
tienen derechos civiles, políticos y sociales.
Cultura de privatización y ciudadanía contemporánea
El proyecto de sociedad consumista que intenta desarrollarse por el capitalismo global
tiene su expresión en el desarrollo de una cultura de privatización, centrada en el
individuo, sus familias y en los intereses privados, niega la posibilidad de pensar en
referentes colectivos de la sociedad, como la comunidad, el barrio popular o el
asentamiento humano. Lo que Margaret Thatcher definió para la época neoliberal
«que no existe lo que se llama sociedad. Hay [solo] hombres y mujeres individuales y hay
familias». Esta forma cultural combina una forma de pensamiento que propicia el
ventajismo individualista, el afán de lucro desmedido y el pragmatismo que llega a formas
de comportamiento cínico.
Proceso diferenciado del esfuerzo de originalidad cultural que se desarrolló con las
corrientes migratorias a la ciudad entre 1940 y fines 1970, la población de origen andina
asentada en las principales ciudades apuntaban a un proceso de autonomía política,
búsqueda de derechos y el desarrollo de una identidad propia, lo que Aníbal Quijano
(1980) definió como proceso de cholificación. Es una cultura que se fundaba en la
realización de los individuos, se quería empleo y familia, pero también se aspiraba al
bienestar de la comunidad, el bien común, asociada a la misma organización barrial, que
se expresaba en querer hacer de los asentamientos humanos barrios urbanos, en partes
integradas de la misma ciudad, el interés de las personas pasaba de lo individual a lo
claramente colectivo. Las poblaciones migrantes reclamaban el derecho de ser sujetos con
personalidad individual y, al mismo tiempo, de ser sujetos con personalidad político-social.

111
La vida de consumo del capitalismo globalizado propugna una cultura de privatización que
busca la solución de los problemas producidos socialmente a partir de las acciones
individualistas, Aníbal Quijano (2011) lo denomina mercantilización de la subjetividad. En
el caso del Perú tiene su expresión extrema en una cultura donde los otros existen solo
como obstáculos o son meros recursos para lograr el interés individualista, desaparece
toda consideración a la comunidad y toda causa común.
El mundo social aparece representado como un gran centro comercial, la vida de las
gentes se transforma en la búsqueda constante de oportunidades individuales, solo con el
propósito de la satisfacción personal, y el éxito de las personas se cataloga como el
aumento del valor de mercado en los individuos. La afirmación de que «nadie cree en
nadie» parece haberse convertido en el credo moderno de los nuevos sectores populares
medios de la sociedad peruana actual. En entrevista lo sostiene de la siguiente manera:
«Las personas ya no son como antes, ahora solo piensan para sí mismas».
La sociedad de consumo impulsa el individualismo, las preocupaciones colectivas declinan;
la cultura de los intereses colectivos y de los deberes sociales deja su lugar al predominio
del consumo y los derechos individuales. La ciudadanía se privatiza, se reduce a lo
estrictamente individual y se niega la condición pública de la ciudadanía, su
responsabilidad frente a la colectividad tiende a agotarse. La sociedad global reprivatiza el
espacio público, de la actuación de la ciudadanía, el resultado es el desarrollo de un
subciudadano limitado al ámbito individual.
Ética de consumo y ciudadanía
El desarrollo de los centros comerciales está generando una profunda transformación
social. En los antiguos mercados o bodegas de las barriadas las personas orientaban su
consumo según sus necesidades y recursos económicos disponibles, generalmente
escasos. Si se quería algo había que esperar, se buscaba tener ahorros y se tenía que duro,
el consumo se orientaba según las posibilidades reales de los pobladores. Por ello el acto
de consumo debía buscar las mejores decisiones de compra para obtener las cosas
necesarias con los menores costes posibles. Predominaba la racionalidad en la vida
cotidiana, ahora parece lo contrario, se desplaza a lo irracional de la compra emocional.
En los centros comerciales no son las necesidades las que impulsan la compra, sino que la
compra es un fin en sí mismo. Los consumidores necesitan comprar, aunque compren lo
que no necesiten. Por lo general, en los centros comerciales la persona entra sin una idea
clara de lo quiere adquirir o incluso sin querer comprar nada. El deseo de comprar y la
decisión de llevarlo a cabo van a surgir dentro del establecimiento, con productos que
nunca habrían pensado, ni necesitaban. También el desarrollo de los centros comerciales
ha significado el desplazamiento de la vieja cultura de ahorro por una cultura prestataria,
el uso de tarjetas de crédito se ha difundido vertiginosamente en las poblaciones de las
principales ciudades del país. Se trata de convertirlos en compradores y deudores

112
permanentes, pierden autoridad las estructuras colectivas y culturales que orientaban al
ideal del trabajo y del ahorro.
La sociedad de consumo en las nuevas clases medias y populares exponen la ética de la
racionalidad limitada, las decisiones corresponden al momento y no son fruto de
antecedentes o motivaciones específicas previas. En la ética del consumo impulsado por
los centros comerciales, la libertad es la libertad de comprar, la felicidad individual
involucra gastar como necesidad y gastar se transforma en un deber. Libertad de consumo
que reemplaza a la razón por la emoción de la compra y la necesidad por la frivolidad. La
vida social se empobrece espiritualmente, la libertad de consumo elimina todos los frenos
a los deseos, las personas aspiran a poseer y a acumular todo tipo de bienes, en
consecuencia, la libertad se escapa permanentemente y no se puede satisfacerla nunca,
siempre hay un aumento constante de los anhelos por comprar (Bauman, 2007b: 221-
244). A continuación un entrevistado en MegaPlaza lo expresa de la siguiente forma:
Lo que necesito y lo que me atrae, porque siempre en el mismo centro comercial ves
productos novedosos que no sabías que lo vendían allí y cuando lo ves te atrae y lo
compras.
Se reemplaza la vieja libertad pública, que buscaba la igualdad social y el acceso a los
derechos sociales que impulsaban las primeras olas migratorias, por la libertad del
consumo de los hijos de tercera o cuarta generación de migrantes asentados en las
principales ciudades del país. La vida de consumo en las nuevas clases medias y populares
de las urbes peruanas es una manera de desciudadanización, no solamente porque trata
de una participación esencialmente mercantilizada dominada por los centros comerciales,
sino porque la interrogación crítica y racional se diluye, ya no se concibe como posibilidad
de deliberación y liberación comunitaria de aquella gesta emprendedora por construir
ciudades por las primeras olas migratorias.
En ese sentido, los centros comerciales impulsan un cambio cultural en los hijos de los
migrantes, ahora la sociedad tiende a reproducir ciudadanos más individualistas, pero al
mismo tiempo, son ciudadanos que definen sus acciones de manera más impulsiva y
emocional.

La Ciudadanía multicultural

113
¿Es posible para el país una ciudadanía multicultural que reúna en un propósito común
toda la diversidad, como forjadora de Nación? Para responder a ello ensayaremos algunas
respuestas.
En primer lugar, por los estudios que se ha hecho al tema de exclusión, racismo y
discriminación en el Perú, existe coordenadas comunes, como la herencia colonial, como
el resultado de una ciudadanía frágil y vulnerable, y como la existencia vigorosa de
racismo y desigualdades sociales polarizadas, con brechas de marcadas de diferencias, que
hacen difícil hablar de aquello que Fernando Fuenzalida se preguntaba ¿Si es posible que
seamos Nación?. En segundo lugar es cierto que ya se puso en tapete la posibilidad de
construir Nación a partir del mestizaje, que conllevó a resultados no tan felices que nos
volvieron al punto de partida.
Nelson Manrique en el texto La Piel y la Pluma señalaba que: “La ideología del mestizaje
afirmaba que a medida que avanzara la mezcla biológica y cultural se iría a una
uniformización racial de la sociedad peruana, eliminándose las causas del racismo. Tal
cosa no ha sucedido”, y por lo tanto subsiste la posibilidad de que a través del mestizo se
pudiera encontrar una salida menos complicada a la construcción de Nación, como lo
afirmaba Bonfil Batalla. En tercer lugar, hay la necesidad de plantear soluciones a la
agudización del racismo, a la fragmentación social a partir de formas de cohesión social
que superen las brechas de nuestras diferencias culturales.
Ante ello, se busca aprender de nuestros errores, tomar relativo ejemplo de otras
realidades, puesto que lo que apremia es prestar atención a la ciudadanía en el Perú como
un espacio que está por hacerse, tendiente a una ciudadanía verdadera, cabal e
institucionalizada que aún no se ha dado en el país, donde el poder de pueblo que es el
verdadero poder originario, logre afirmarse con todo lo que implica el ejercicio de sus
derechos y de sus libertades, y además de una realización cultural, que implique
posteriormente la dación de formas de interculturalidad, el equilibrio simétrico entre
culturas, reconocimiento e inclusión en la vida social-cultural. Por ello es que proponemos
plantear una ciudadanía multicultural que en tiempos de globalización y de unificación
cultural se puede pragmatizar. Para lo cual ensayaremos una aproximación al problema y
una solución, en base a tres enmarcaciones a la propuesta:
1. La multiculturalidad como alternativa.- Es conocido en nuestro país la existencia
de múltiples culturas, que hacen que nuestro país tenga dificultades de una sola
articulación cultural que nos dé carácter de Nación. Sin embargo, también debemos tener
en cuenta la influencia de culturas extranjeras que también nos han influido y lo siguen
haciendo permanentemente. La cuestión es ¿Por qué desechar tal o cual tipo de cultura?
Si es que siendo personas que tendemos a la amplitud de pensamiento y acción,
deberíamos aceptar el significado y la existencia de todas las culturas, como parte de
nuestro espacio de realización y desenvolvimiento, pero, sin dejar de ser adscriptivos a
una cultura de donde somos y pertenecemos en términos de identidad. Por lo que por

114
este lado, es aceptable el término que acuñó José María Arguedas de que las personas
pueden vivir todas las patrias si no son embrutecidas por el egoísmo.
2. La multiculturalidad como posibilidad- Vivir en multiculturalidad es que un hecho
contrastable, verificable y predecible, en países como el Perú, la heterogeneidad es una
característica que debería marcar el quehacer cultural, económico, social y cultural del
país. De hecho ya existe múltiples culturas tanto endógenas como exógenas, por lo que en
cierto modo somos influencia de dicha variedad, el problema es que no somos conscientes
en términos valorativos de la existencia de dicha variedad y a nivel de nuestros
esquematismos de conciencia nos cerramos con la réplica de una forma de etnocentrismo,
creyendo que lo que es nuestro en cultura es único e irremplazable e incompartible. Lo
importante es que elevemos nuestra conciencia ciudadana, inclusiva y podamos apreciar
las culturas en forma amplia y valorativa, por lo que el trabajo es de carácter educativo,
aspecto que debe ser impostergable para forjar formas de construir el sentido nacional,
que nos motiva esta propuesta. El objetivo, además es que esa multiculturalidad deba
convertirse en interculturalidad una vez que seamos conscientes del valor y la
contribución de cada cultura, en nuestro desarrollo y realización.
3. Forjamiento de ciudadanía.- Mediante la educación igualmente es imperativo
formar ciudadanos, a través del papel que tenga que hacer el Estado en materia de
educación, ya que la ciudadanía se forja con la elevación del conocimiento, el cultivo de
valores y asumiendo una conciencia crítica y participativa. Sin embargo ahora que se habla
en el país de una ciudadanía inconclusa, refiriéndonos a compatriotas que viven excluídos
del Estado, viven marginados secularmente, efectivamente no sienten el compromiso de
la cosa pública, de participar y contribuir con el país. Para ello es necesario implementar
acciones positivas que en forma integral incluya aspectos de consolidación de identidad,
de conciencia cívica, y de participación efectiva en los fines comunes que a través de
consensos y formas de legitimidad se pueda reestructurar la dinámica de hacer política y
perfilar la representatividad tendiente a un Pacto Social propiamente dicho, que
caracteriza a países que han elaborado mejor su dinámica social y política. Por lo que la
idea es construir ciudadanía a partir de compromisos culturales que se asuman, y
reconocimientos valorativos que se materialicen.
Para avanzar en el tema de impulsar ciudadanía multicultural, es necesario indicar los
obstáculos que actualmente se tiene, y que constituyen en el caso peruano muros
impenetrables que hacen difícil, no quizás imposible el forjamiento de ciudadanía
multicultural:
A. El racismo como impedimento.- El racismo en el Perú como lo señala Nelson
Manrique es más emocional, que racional. Sus raíces se remontan al fuerte influjo de la
colonia, ya que es conocido que es una herencia colonial que al decir de Alberto Flores
Galindo es disimulada, todos la niegan pero, sin embargo es subterráneamente muy
efectiva. Juan Carlos Callirgos en el texto ¿Qué es el racismo? Señala que: El racismo

115
puede tomar formas muy sutiles e indirectas: puede incluso proteger la idea de que uno
no tiene prejuicios y no discrimina. Especialmente en sociedades en las cuales de alguna
manera – no necesariamente legal- se sanciona la discriminación, los individuos racistas
tratarán de negarse a sí mismos, los sentimientos racistas y tratarán de cuidarse ante los
demás, y ante sí mismos, de no demostrarlo”. Recientemente a propósito del libro de
Jorge Bruce “ Nos habíamos choleado tanto” se tiene una mirada desde el psicoanálisis
para entender que estas expresiones del “Choleo” contienen un cúmulo de
simbolizaciones, que traslucen frustraciones, resentimientos, y que hace asimétrico la
interacción humana en el Perú, volviéndolo una relación psíquicamente infernal, nuestras
relaciones sociales cotidianas, sin embargo hay un caso particular como es el “cholear
afectivo”, cuando decimos “cholito”, “ zambito” no con la intención de exclusión, sino más
bien de inclusión, que es la antítesis del racismo clásico. La discusión que actualmente
continúa sobre el racismo es, si es una derivación de la etnia o de una clase social, pero,
que es indudable su componente ideológico de dominación y exclusión, así como
permanece en el Perú, ¿Será posible que se pudiera superar el racismo como fenómeno
cultural, para hacer viable un sentido de Nación? Más allá de una respuesta clara al
respecto, lo que se tiene es la desazón de que es un obstáculo para desarrollar en
sociedad y forjar una ciudadanía con rostro propio.
B. La ausencia de un Proyecto Nacional.- El escenario nacional que desde el Estado
tenemos en el Perú, es que vamos al garete, es decir que siendo nuestra realidad diversa,
multicultural, y heterogénea, no existe un Proyecto Nacional que se haya planteado desde
abajo, desde el inicio de La República hasta nuestros días, que directamente tenga que ver
con construir una Nación propiamente dicha, desde la diversidad, que se avance éste
propósito desde la sociedad heterogénea para que tengamos perspectivas nuevas, metas
claras que cumplir en términos de inclusión, de integración, de Desarrollo Humano, y de
encontrar formas de cohesión y unificación nacional, evitando que siga abriéndose
brechas de desigualdad y de polarización. Jorge Basadre nos advertía lo riesgoso y
desventajoso para el desarrollo del Perú, que era no tener una Proyecto Nacional, cuya
promesa de vida se encontraba transversalmente herida y frustrada hasta en la
idiosincrasia de los peruanos.
C. El espacio público como evasión.- Desde hace algunas décadas la sociedad ha sido
absorbida por tendencias más egoístas o individualistas, y menos colectivistas, en
términos de práctica y de valoración, debido seguramente a la fuerte influencia del
neoliberalismo, del empuje de una economía que se dinamizaba más en quienes dentro
del capitalismo se movilizan como peces en el agua, abriendo mercados en forma
independiente, y por tendencias privatistas donde el Estado y La Sociedad Civil como
institución ha estado ausente. Los asuntos públicos o el interés común que es la razón de
ser de toda ciudadanía, ha interesado menos a las personas en términos de su ser social,
por lo que la ciudadanía no se ha dinamizado, no se ha institucionalizado, haciendo que
nuestra Sociedad Civil sea endeble, vulnerable y poco afirmativa en términos de pueblo o

116
colectividad, por lo que se ha tratado de evadir más bien el compromiso público, y elegir
el espacio privado en nuestro rol de personas, agregando a ello el problema de la
fragmentación social que hace más difícil el problema.
Por todo ello, se pretende, reflexionar en torno a lo que somos, buscar en la complejidad
una luz, que nos permita afirmar lo peruano, el sentido de Nación, teniendo en cuenta
que la ciudadanía multicultural por otro lado tiene realidades mayores, por ejemplo la
ciudadanía europea, forjada en la idea de la extraterritorialidad y la creación de un Estado
Supranacional, donde por lo menos en el papel, o en el plano formal- legal se pretende
respetar las identidades, pero, se flexibilizan los lazos abiertos de forjar una identidad
mayor que es la europea. Ello es un ejemplo de multiculturalidad, que se dan en
realidades distintas, donde a diferencia del Perú, no existe tan adentrado el racismo y la
exclusión social, sin embargo indudablemente se evidencia que tiende a la unificación y
cohesión social que son avances en sociedades divididas como la nuestra, y que enlazan
prácticas democráticas que al mismo tiempo como señalaba Touraine implica el compartir
valores, principios, derechos y libertades, y que con una educación que priorice este
aspecto de construcción de una ciudadanía que escapando del canon cultural, integre los
confines y las marginaciones, se pueda construir una ciudadanía intercultural,
cohesionante, afirmativa, y contributiva al desarrollo del país.
--------------------------------------------------
• [1] Manrique Nelson. “La piel y la Pluma” Introducción a “Es el racismo el que
genera las razas” Pg.27 Revista Ideele n. 52 Lima. SUR. Junio de 1993.
• Callirgos Juan Carlos. ¿Qué es el racismo? De: El Racismo: La cuestión del otro y de
uno) Pg. 144. DESCO. Lima. 1993.

(En tu carpeta de apuntes)

Cuestionario N° 14

1. Explica los rasgos que definen la ciudadanía.

2. Teniendo en cuenta los rasgos que definen la ciudadanía, ¿somos los


peruanos/as ciudadanos? Fundamenta tu respuesta.

3. Elabora un concepto de ciudadanía neoliberal o mínima.

4. Mediante un mapa conceptual explica la ciudadanía multicultural.

117
El Perú después de 15 años de violencia (1980- 1995)

Por: Rodrigo Montoya Rojas


A mediados de 1992, miles de peruanos y peruanas buscaban en las embajadas de
numerosos países un pasaporte salvador para huir; muchos se fueron por falta de trabajo
y por miedo, y hasta se especuló con una victoria de Sendero Luminoso que habría
significado una desaparición del Perú como Nación. A partir de una fuente
norteamericana, la revista Caretas publicó un mapa con grandes flechas marcando el
rumbo de una invasión de los países vecinos (Chile, Bolivia, Brasil, Colombia y Ecuador).
Con un triunfalismo notable, Sendero Luminoso anunció que su guerra había llegado a una
etapa de "equilibrio estratégico", que – en consecuencia – tenía serias posibilidades de
ganar, y que tomaría el poder en dos o cuatro años más. La sorpresiva detención de
Abimael Guzmán en setiembre de 1992 produjo un giro radical e inesperado en el proceso
de violencia política del país, pues el triunfalismo pasó al otro bando. En la campaña
electoral de 1995 para su reelección el presidente Fujimori anunció que a fines de ese año
tanto Sendero Luminoso cuanto el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru estarían
"liquidados". En octubre de 1996, Sendero Luminoso sigue en pie y comienza a preocupar
otra vez. ¿Será capaz de crecer como antes o permanecerá activo por un buen tiempo,
más sin poner en peligro la estabilidad política del país? Es muy temprano para optar,
aunque parece prudente inclinarse por la segunda posibilidad.
Los quince años de guerra con casi treinta mil muertos, más de tres mil desaparecidos, por
lo menos medio millón de desplazados y algunos centenares de recuperados han
conmovido profundamente las bases mismas del país. En los análisis futuros de gran parte
de los temas sociales y políticos serán frecuentes las referencias a una periodización antes
y después de Sendero Luminoso.
En los últimos años hay en el Perú y también fuera, abundante literatura sobre el
fenómeno de la violencia política, particularmente sobre Sendero Luminoso. La
importancia del problema explica el surgimiento de una casi especialidad llamada
senderología y de algunos especialistas considerados como senderólogos. En la agenda de
la investigación del debate académico y parcialmente político la violencia y su relación
directa con el problema étnico cobran una importancia creciente. Los trabajos de
Montoya (1983,1992), Favre (1984), Gonzáles (1985), Ansión (1985), Degregori (1985,
1989, 1990, 1996), Manrique (1989), Chávez de Paz (1989), Gorriti (1991), Kirk (1991,
1993), Isbell (1992), Palmer (1992), Strong (1992), Coral (1994), Hertoghe-Labrousse, Del
Pino, Coronel, Starn (1996), además, McClintock, Smith, Flores Galindo, Auroi, Tello, entre
otros, ofrecen una riqueza de información y variedad de perspectivas analíticas. Si
añadimos las informaciones disponibles sobre los desplazados, y el reciente hallazgo de

118
los llamados Asháninkas recuperados del poder de sendero Luminoso en la selva central,
es posible detectar algunos síntomas de posibles grandes transformaciones del Perú.
Para entender en parte el proceso de recomposición del Perú después de 15 años de
violencia política es indispensable plantear y responder algunas, preguntas centrales:
¿Es posible que termine el ciclo de violencia política abierto en 1980?
¿Cuáles son las consecuencias de la creciente militarización del campo y de la sociedad
peruana?
¿Cuáles son los límites y las posibilidades de la actual militarización en el campo?
¿Son posibles la pacificación y la desmilitarización a corto plazo?
¿Cuál sería el posible reordenamiento de la propiedad agraria en el nuevo contexto del
mercado abierto de tierras?
¿De qué modos se reestructura el capitalismo en el Perú?
¿A dónde van las Comunidades Nativas de la Amazonía?
¿Cuáles son las posibilidades de solución de los problemas económicos en las zonas de
extrema pobreza del país?
¿Cómo y por qué la frustración social se convierte en violencia política? En otras palabras,
¿cómo se forma la rabia andina?
¿Cómo se cubriría el vacío político en el campo si se admite la posibilidad de la
pacificación y la desmilitarización?
¿Qué reservas tienen las culturas indígenas para resistir el estado de shock producido por
la violencia política?
¿Qué reservas tienen las comunidades campesinas para resistir, adaptarse y superar los
graves problemas causados por la violencia política?
¿Cuáles son los derechos específicos de los pueblos indígenas? ¿Qué les diferencia de los
llamados Derechos Humanos?
¿Cuáles son las consecuencias de la pugna que la Iglesia Católica y las Iglesias Protestantes
libran en los campos andino, amazónico y costeño y en los pueblos jóvenes de las
ciudades?
¿Cuáles son las consecuencias que la producción y el comercio de cocaína producen en las
zonas de guerra?
¿Cuáles son los cambios en el universo de la vida cotidiana a partir de la inversión de roles
entre hombres y mujeres dentro de las familias de desplazados?

119
¿Cómo está cambiando la cultura política en el Perú?
¿Qué posibilidades reales existen para que los desplazados retornen a sus pueblos de
origen?
¿Qué hacer en la Amazonía frente a las petroleras y los madereros?
¿Cómo cambian las culturas en el contexto de la multiculturalidad del Perú?
Una buena parte de estas preguntas no han sido formuladas aún en el país. Los elementos
para responderlas, que pueden encontrarse en informes, libros o artículos sobre la
violencia, serán ciertamente muy útiles, pero falta retomar la investigación fundamental
para tratar de encontrar y mostrar las tendencias de cambio profundo de la sociedad,
derivadas de la reestructuración capitalista. En base a esas respuestas pueden abrir
horizontes diversos para responder a la pregunta que es esencial: ¿qué hacer?
Son muchos los riesgos para intentar responder a las preguntas planteadas en las zonas de
emergencia. Aun si no es posible fundar sólidas hipótesis, la intuición de los investigadores
e de las investigadoras puede orientar la búsqueda de la información sobre lo que se
supone que pueden ser las respuestas correctas y a tomar en cuenta los elementos que
contradicen la suposición. Es indispensable evitar el clásico error de los investigadores que
solo se interesan por probar sus hipótesis y no toman en cuenta las razones y los hechos
que las contradicen y pueden ser más valiosos. Abordar hasta donde se pueda todas las
posibilidades existentes de respuesta y medir su importancia es el único modo de no caer
en la linealidad arbitraria de la investigación clásica por hipótesis.
En 1994, después de los grandes cambios en la política mundial (derrumbe del muro de
Berlín y desintegración de la URSS, principalmente), después del naufragio de las
respuestas pre-establecidas, el espíritu para abordar la investigación sólo puede ser libre y
abierto, valiéndose de categorías conceptuales de diversa procedencia pensando
preferentemente en su complementariedad antes que en su oposición. El concepto clase
social sigue siendo útil si se le define a partir de su dinámica. En una situación de cambio
impuesto por la violencia, la estratificación de la sociedad entra en un proceso de
descomposición y es legítimo y teóricamente útil, por ejemplo, hablar de clases en
descomposición o en proceso de desaparición y de clases en proceso de afirmación o
consolidación.
Es pertinente abordar los fenómenos sociales como procesos que resultan de múltiples
determinaciones y subrayando una atención especial a los conflictos de intereses. No
existen fenómenos económicos o políticos o religiosos puros. En la realidad son todo al
mismo tiempo y es esta complejidad la que debe ser aprehendida a través de la
investigación.
En este texto presento un listado de temas y preguntas para lo que podría ser una agenda
de investigación sobre las consecuencias de 15 años de violencia en la historia peruana.

120
Dos tipos de violencia: estructural y políticamente deseada
El Perú empezó a formarse como un país a partir de un violento enfrentamiento entre dos
civilizaciones que luego de casi 500 años, aún no ha terminado. Las culturas andinas
quechua y aimara así como un centenar de grupos étnicos en los Andes, en la Costa y en la
Amazonía fueron despojados de sus más importantes recursos y sometidos a la
dominación occidental adaptándose a ella y – al mismo tiempo – resistiendo para
preservar los elementos centrales de sus matrices culturales. Decenas de estos grupos no
pudieron soportar la agresión y han desaparecido. Al borde del siglo XXI quedan sólo 58,
seis de los cuales están seriamente amenazados de extinción debido a su exiguo número.
La violencia estructural que resulta de la conquista se mantiene aún porque la sociedad
colonial, montada por la corona española, tuvo la habilidad de legitimar la conquista, de
justificar la muerte y de hacer que vencedores y vencidos acepten la supuesta
superioridad de unos e inferioridad de otros. Frente a la protesta por los crímenes
cometidos por los conquistadores en América, la corona española preguntó a los doctores
de la iglesia si la guerra contra los indios era o no justa. Sí, respondió el fraile Ginés de
Sepúlveda (1941), dando muchas razones. Interesa recordar aquí una: es lícito que los
españoles conquisten a los infieles que todavía no son seres humanos y que, en
consecuencia, antes de cristianizarlos es necesario convertirlos en seres humanos. No,
respondió el fraile Bartolomé de Las Casas (1957-58), argumentando que los llamados
indios de América eran también hijos de Dios y, por eso, hermanos de los europeos. Los
virreyes y funcionarios del Estado colonial así como los conquistadores y sus herederos
siguieron y siguen hoy el pensamiento de Ginés de Sepúlveda. Las ideas de Bartolomé de
Las Casas quedaron en minoría y sólo en el último tercio de este siglo empiezan a recobrar
parte de la importancia que tenían.
En el argumento sobre el supuesto carácter no humano o sub-humano de los indios
reposa la violencia estructural del Perú y de él derivan por lo menos tres ideas que siguen
siendo desigualmente fuertes en 1996:
Hay razas superiores e inferiores, puras e impuras, y son despreciables los mestizos que
derivan de sus cruces.
La cultura occidental es superior porque gracias a la escritura sus hombres son sabios, en
contraste con los indios, quienes por no saber leer ni escribir son considerados ignorantes.
Un medio de conocimiento y comunicación como la escritura, que los europeos no
inventaron, fue convertido por la conquista en un instrumento de poder y de dominación.
Hay en el mundo un Dios único y verdadero que es el Dios de los cristianos. Los ídolos que
los llamados paganos adoran son dioses falsos y – por eso – deben ser destruidos. Desde
entonces hasta ahora el Perú conoce a viejos y nuevos extirpadores de idolatrías.

121
Los valores que acabo de enumerar constituyen lo que pueden llamarse pilares de una
cultura de la violencia que en el Perú forma parte de nuestro inconsciente colectivo. En
virtud de estas convicciones profundas – interiorizadas por vencedores y vencidos, por
herederos de uno u otro bando – el abuso y la violencia ejercida contra los pobres y los
humildes es considerada como normal, como parte de la vida cotidiana. El discurso de la
modernidad – entendida principalmente como igualdad de todos ante la ley, libertad,
justicia, democracia, pensamiento laico etc. – es en gran parte una promesa aún
incumplida.
La violencia estructural presente en el aire que respiramos aparece claramente en una
esfera en la que no se le suele buscar: el lenguaje. En su libro Tratado sobre las justas
causas de la guerra contra los indios (1550-1941), el fraile Ginés de Sepúlveda, al referirse
a los pobladores de América, los llama genéricamente indios y los califica de infieles,
paganos, idólatras, bárbaros, tiranos, brutos, imperfectos, necios, sodomitas, y hasta casi
animales como los monos. Por la violencia que estas categorías contienen es enteramente
comprensible su categórico rechazo por las masas de pobladores originarios de América.
En el último tercio de este siglo cada pueblo indígena reivindica su proprio e histórico
nombre – asháninkas y no campas, por ejemplo – y de ese modo escapa de la prisión en
la que el dominio colonial lo encerró. También en la esfera del lenguaje tiene que
plantearse la independencia del poder colonial.
No hay en el Perú sólo una violencia estructural, hay también una violencia políticamente
deseada. El 15 de mayo de 1963, Javier Heraud, un poeta limeño de 21 años de edad, cayó
acribillado en el río Madre de Dios. Fue el primer guerrillero muerto en la fase de violencia
política conscientemente deseada por movimientos y partidos políticos. Llegaron a la
conclusión que la violencia sería el único modo de alcanzar la justicia social en el país. El
Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
se levantaron en armas en los años 60 y fueron rápidamente derrotados. En el período
1962-1966 hubo muertos, heridos y encarcelados cuyo número no conocemos, pues en
esos años no había en el Perú institución alguna que se interesara por registrarlos.
Los oficiales de fuerzas armadas y policiales deciden matar a quienes consideran enemigos
de la patria. También los campesinos en circunstancias muy precisas han tomado la fría
decisión de matar a sus enemigos (1) Por su parte, los partidos políticos, en su lucha por el
poder, recurren también a la violencia como un modo de llegar al poder o de no perderlo.
Este es el caso preciso de organizaciones de la izquierda latinoamericana que, antes y
después de la Revolución Cubana, han tratado y tratan de formar ejércitos de liberación
luego de haber llegado a la conclusión que la lucha armada sería el único camino. Sendero
Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) son parte de esta
múltiple y variada propuesta latinoamericana.
En 1968 el general Juan Velasco Alvarado derrocó a Fernando Belaúnde – el presidente
constitucional de entonces – y abrió un proceso de cambio y de desembalse político que

122
continúa 25 años después. Aquel general legitimó y oficializó la promesa de la revolución
peruana que hasta 1968 era sólo una propuesta clandestina sugerida por pequeños
grupos de la débil izquierda del país. Desde entonces comenzaron a fortalecerse las
organizaciones existentes y a crearse nuevas organizaciones de campesinos, de maestros,
de pobladores de pueblos jóvenes, de trabajadores estatales, de domésticas, de mujeres,
de estudiantes secundarios, de vendedores ambulantes, de homosexuales etc. La promesa
oficial de un socialismo humanista y libertario y de una revolución anti-imperialista hizo
nacer esperanzas que desbordaron las posibilidades reales que los militares velasquistas
tenían de cambiar profundamente el país. En 1975 el general Morales Bermúdez derrocó
al general Velasco con la esperanza de desandar el camino recorrido y de restaurar el Perú
de 1968, sin entretanto conseguirlo. La izquierda parlamentaria, otros grupos levantados
en armas en los años 70 y 80 trataron de realizar la promesa de la revolución que el
velasquismo legitimó y dejó pendiente.

El problema demográfico: desplazados y recuperados


En la estadística fúnebre producida por la violencia de los últimos 15 años figuran cerca de
30 mil muertos, más de tres mil desaparecidos, centenares de miles de desplazados de la
guerra. El archivo de prensa de Aprodeh tiene entre 1986 y 1992 el pavoroso registro de
785 denuncias de asalto y robo, intento de homicidio, contrabando, corrupción,
homicidio, asesinato, secuestro, extorsión, violación sexual y narcotráfico que habrían sido
cometidos por la Policía Nacional del Perú. Son ya conocidas las masacres cometidas por
las Fuerzas Armadas (sobre todo en Huanta, Ayacucho y Lima) y también por Sendero
Luminoso en diversos lugares, sobre todo en Lucanamarca. El ex presidente Alan García
ordenó la masacre de 300 presos en las cárceles de Lima. El horror anida en el país,
campea por todas las partes, de día y de noche, aunque su intensidad ha descendido
claramente desde 1993, y se sabe de serios rebrotes en 1996.
A partir de 1983 ha vuelto a surgir en el Perú una emigración forzosa de hombres,
mujeres, ancianos y niños que huyen de los dos fuegos en conflicto y buscan refugio en
otras ciudades. Dos videos-documentales, producidos recientemente sobre esta población
obligada a huir, contienen las imágenes brutales del horror, de los asesinatos y entierros
masivos, de torturas y mutilaciones de las víctimas de ambas fuerzas en conflicto.
Viéndolas, es fácil entender por qué los testigos de esa violencia se fueron en busca de un
refugio, dejándolo todo. Son abundantes los testimonios de los desplazados hombres y
mujeres, ancianos y niños, que cuentan en quechua y en castellano por qué se fueron y
cuánto sufren ahí donde se encuentran. Un cassette de música Maytam Hamurqanki – A
donde ha venido, contiene dos canciones compuestas por los propios desplazados. El
verso quechua del Qarawi Qasantam hamuni – Vengo por los nevados, cantado por los
comuneros de Llamanniyuq es el siguiente:

123
"Me he venido por cerros y nevados
halconcito,
adornado con flores de Lima-Lima
e ichu tierno de oro
porque mis enemigos me persiguen,
halconcito.
Escapé a escondidas
halconcito.
Lluvia y granizo que siguen mis pasos
borren mis huellas,
les pido.
Desde que llegué a este pueblo,
halconcito
sólo ando llorando y penando
halconcito".

Según el último Censo Nacional (1993), la población del Perú es de 22.128.446 de


habitantes. Dentro del país la única excepción de este crecimiento es el departamento de
Ayacucho, cuya población es menor en un 3.3% a la de 1981. La explicación sólo puede ser
encontrada en el proceso de migración forzada por la violencia política. El proceso de
rápida urbanización del país sigue acelerándose: la población urbana, que en 1940 era el
35%, subió a 47% en 1961, a 59% en 1972 y a 70% en 1993. El contingente migratorio
interno es muy grande y por su magnitud está cambiando rápidamente el rostro del Perú.
Otro dato notable de la información censal es el crecimiento de la población de la selva,
que en 1993 representa el 12,1% del total nacional, en contraste con la pérdida de
importancia de la sierra que, en el mismo período, ha bajado del 39.7 al 35.7%.
Finalmente, el 48.9% de la población global del país es la menor de 19 años.
Los llamados desplazados de la guerra constituyen una masa importante de algunos
centenares de miles de personas. No es posible ofrecer una cifra exacta por falta de
información confiable. En la bibliografía aparece el conjunto de textos producidos en el
Perú sobre la población desplazada. Destacan los informes preparados por profesionales
que trabajan en Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) o para ellas y presentados a

124
reuniones de especialistas. Gran parte de ellos son documentos de trabajo no pensados
para su publicación inmediata, pero contienen información valiosa sobre el proceso del
desplazamiento desde las zonas de emergencia hasta las ciudades de Huamanga, Huanta,
Huancayo, Ica, Lima y a la selva central (distritos de Satipo y Pangoa). Los testimonios de
los propios desplazados son ricos y abundantes. Isabel Coral ha publicado, en 1994, un
libro luego de varios artículos sobre el tema de los desplazados.
Las razones por las que se ven obligados a salir aparecen claramente. Los pobladores de
las comunidades campesinas en las zonas de guerra tenían cuatro alternativas: adherirse a
los movimientos levantados en armas y compartir su suerte, adherirse a las fuerzas
armadas, huir de ambos fuegos, o el caso de los Asháninkas de la selva central,
enfrentarse a Sendero Luminoso por su propia cuenta (2), como es el caso de los
Asháninkas de la selva central. Los desplazados huyeron primero de la represión
indiscriminada de las fuerzas armadas, entre 1982 y 1988, y de la violencia ejercida contra
ellos sobre todo por las fuerzas de Sendero Luminoso, entre 1988 y 1993. Las razones para
salir son varias:
Por estar directa o indirectamente amenazados por las fuerzas en conflicto;
Por haber perdido uno o más familiares directos;
Por no encontrar el mínimo de seguridad para seguir trabajando en el campo y seguir
viviendo en la comunidad;
Por temor a que en el futuro pueda ocurrirles lo mismo que a las víctimas suficientemente
conocidas en cada comunidad, aldea o pueblo.
Podría añadirse una más: por huir de la pobreza con la esperanza de encontrar algo mejor.
La violencia política precipita un desplazamiento estructuralmente inevitable dada la
pobreza de una gran parte de los habitantes de Apurímac, Ayacucho y Huancavelica, los
tres departamentos más pobres del país.
La huida es un proceso. Comienza con esconderse en la propia comunidad, dormir en el
campo, en cuevas, en los cerros, dejando en casa sólo a los ancianos y a los niños. El paso
siguiente es abandonar la comunidad para ir a otra, o dentro de la misma región, a casa
de familiares. Cuando esta posibilidad se cierra, la salida a la ciudad (Huamanga, Huanta,
Huancayo, Ica, y Satipo, por ejemplo) es inevitable. Este patrón de salida es gruesamente
general y la realidad contiene casos excepcionales de numerosas familias ayacuchanas
que migraron directamente a Lima o a la selva, sin mediar ninguna escala intermedia.
Cuando el número de desplazados se multiplica y las condiciones de refugio son más
duras, el salto a Lima – sobre todo – o la huida a la selva son el punto final de la agenda. A
donde llegan, los desplazados son recibidos en primera instancia por parientes o paisanos
pero su número tan elevado hace imposible la ayuda adecuada, la solidaridad que el
principio andino de reciprocidad supone. Los familiares o paisanos que los reciben son

125
ellos mismos migrantes desplazados por la pobreza y viven y sobreviven en los segmentos
de pobreza y de extrema pobreza de las ciudades. La mayoría no tiene un trabajo estable
y, si lo tiene, su salario es insuficiente. En las ciudades a donde llegan no encuentran
trabajo. Además un problema adicional muy serio es la falta de documentos personales
que prueben su ciudadanía formal. Los que tienen más suerte, reciben ayuda de las
iglesias y de algunas ONGs para obtener alimentos, gestionar la documentación personal y
algunos servicios colectivos en los asentamientos improvisados. Pero esta ayuda
constituye sólo un paliativo, nada más que un consuelo. Para estar menos solos, para
ayudarse y para recibir la ayuda de instituciones solidarias, los desplazados se organizan
en asociaciones que inicialmente corresponden al lugar de origen y que se extienden
hasta llegar a constituir asociaciones de familias desplazadas en Lima, Huancayo e Ica, por
ejemplo. La Asociación Hatariy Ayllu, en Huancayo, fue la primera en su género. No sería
una sorpresa si en el futuro cercano apareciera una Federación Nacional de Familias
Desplazadas del Perú.
Durante por lo menos diez años de la violencia política (1983-1992) los gobiernos de
Belaúnde, García y Fujimori no prestaron ninguna ayuda a los d desplazados porque
suponían que fugaron por ser terroristas o porque Sendero Luminoso los envió para
continuar su lucha dentro de las ciudades. La posibilidad que se abrió en 1992 con la
formación de una comisión oficial técnica sobre desplazados, quedó trunca después del
autogolpe político del presidente Fujimori el 5 de abril de 1992. Ya en 1993 se constituyó
el Proyecto de Apoyo al Repoblamiento (PAR) para ayudar a parte de la población
desplazada a regresar a sus aldeas de origen (3). En agosto de 1996 vi, en la plaza de
Armas de Satipo, la despedida de cerca de 60 desplazados que partían rumbo a Puerto
Ocopa y al río Ene, apoyados por una columna de soldados y otra de ronderos. El
presidente del PAR les dio un discurso y la institución les ofreció víveres y frazadas.
Desde 1988 empezó a hablarse del retorno como una necesidad y en 1993 el retorno fue
considerado por las fuerzas armadas como un recurso posible en su estrategia de
contrainsurgencia. Conviene tener presente que las mismas razones que obligan a los
desplazados a salir, explican por qué una gran parte de ellos no quieren regresar. Lima
tiene un encanto en todo el Perú, porque es la capital, la ciudad mayor, el centro del
poder. Su encanto atrae pero – al mismo tiempo – su centralismo y sus muchos defectos
producen amargura y rabia. Los migrantes tienen con Lima una relación conflictiva de
atracción y de repulsión, pero para ellos es preferible vivir mal en Lima que vivir mal fuera
de Lima. Conseguir un lote de terreno en algún asentamiento humano y la seguridad de
ofrecer educación a los hijos son dos poderosas razones para no regresar.
Grandes olas de desplazados en el Perú
Si nos detenemos un momento para mirar la historia del Perú a partir del problema de los
desplazados de la guerra, es posible constatar que el territorio peruano conoce
desplazados desde hace mucho tiempo y por esa larga tradición no es exagerado decir que

126
el Perú es una fábrica de desplazados. Un recuento breve condensa este proceso en cinco
grandes momentos:
Momento 1. Desplazados por vencidos en tiempos de los Incas. Antes de la invasión
europea, los incas trasladaron compulsivamente a decenas de miles de familias de etnias
vencidas para restarles fuerza en sus lugares de origen, para evitar que resistan y se
rebelen, para poblar otras zonas. Los yanas (palabra quechua) fueron estos hombres y
mujeres condenados al desarraigo y a la nostalgia.
Momento 2. Desplazados por vencidos en tiempos de los conquistadores españoles. Por
las mismas razones que los incas, la monarquía española a través del virrey Toledo ordenó
el masivo y compulsivo desplazamiento de millares de familias en las llamadas
reducciones de indígenas. La sola palabra reducción revela la manipulación de la
población vencida.
Momento 3. Desplazados por ser los únicos capaces de sobrevivir en el monte. Entre 1880
y 1930 decenas de miles de indígenas de los grupos étnicos de la selva fueron llevados a
miles de kilómetros por los caucheros, porque sólo ellos conocían la shiringa, el árbol del
caucho, porque sólo ellos podían resistir al trabajo en medio del monte. Los esclavizaron y
los llevaron atados. Cuando el caucho se agotó, los desplazados no pudieron volver a sus
zonas de origen. Hoy, en 1993, por ejemplo, quedan en las riberas del río Madre De Dios –
en la frontera con Bolivia – los descendientes de los quichuas del alto Napo ecuatoriano y
peruano, que fueron llevados hasta allí en 1911, a más de dos mil kilómetros de distancia,
navegando seis meses por los ríos de la amazonia.
Momento 4. Desplazados por pobres (1940-1993). En 1940 el Perú tenía seis millones de
habitantes, hoy tiene 22 millones. En el mismo período, los recursos y la frontera agrícola
no han crecido en la misma proporción. El resultado es un proceso migratorio muy
intenso. La insuficiencia de la tierra agropecuaria disponible, la falta de fuentes de trabajo,
la necesidad de estudiar para defenderse, el crecimiento demográfico, y los avances de la
medicina, son las razones principales que explican la llegada de migrantes que las zonas
deprimidas exportan a Lima y otras grandes ciudades. En Lima los provincianos
representan el 75% de sus 6.4 millones de habitantes. Conviene agregar que este período
de desplazamiento por pobres continúa hoy y se mantendrá si es que los problemas de
fondo no se resuelven. La violencia política de los últimos 13 años ha precipitado y
multiplicado la salida de estos pobres del campo.
Momento 5. Desplazados por pobres y por huir de una guerra inaceptable. Son los
llamados desplazados de la guerra en los últimos diez años 1983-1993. Antes de huir, eran
ya potenciales desplazados debido a su pobreza. El fuego cruzado ha precipitado una
decisión que habrían podido tomar más tarde porque ninguno de los tres gobiernos en los
últimos 13 años tiene una propuesta de desarrollo para el campo andino, selvático y
costeño.

127
Ya no es posible, felizmente, que desde el poder pueda obligarse a los pobladores a
abandonar sus lugares de origen para poblar otras zonas, como en los momentos un e
dos, ya descritos. El regreso sólo puede ser voluntario y, para que se produzca de modo
natural, sólo hace falta una condición indispensable: que en los Andes, en la costa y en la
Amazonia hayan fuentes de trabajo y esperanzas de una vida mejor.

Una nueva categoría: "Los recuperados"


Oí hablar por primera vez de los recuperados en la Comunidad Nativa Asháninka Boca del
Kiatari, en agosto de 1996. Son los hombres, mujeres y niños arrancados de las columnas
de Sendero Luminoso, por sus hermanos Asháninkas, por los llamados Ronderos y por las
propias Fuerzas Armadas. Los que pudieron huir por sus propios medios y llegar hasta las
comunidades nativas hermanas son llamados también recuperados. Unos fueron por su
propio gusto, atraídos por el discurso senderista de arreglar cuentas con los ricos y tener
acceso a todos los bienes que ellos tienen; otros, fueron llevados a la fuerza (4). Como los
que huyen no pueden volver a sus comunidades nativas, debido a la presencia de las
columnas de Sendero en los ríos Ene y Apurímac, no les queda más remedio que ser
recogidos y alojados en otras comunidades nativas muy lejos del suelo que ellos
consideran propio.
El Parte de guerra del pueblo Asháninka, publicado por La Comisión de Emergencia
Asháninka (CEA) informa: "Contamos todo esto a ustedes que hoy disfrutan de paz. Para
lograrla, el pueblo Asháninka ha visto morir cruelmente a más de 3.500 de sus hijos,
hombres mujeres y niños. La población de más de 50 comunidades fue obligada a
abandonarlas y desplazarse. Más de 5 mil asháninka han permanecido, y aún hoy algunos
permanecen, en cautiverio, esclavizados. Más de 10 mil asháninka son desplazados
forzosos sin hogar ni alimento. Durante los seis años hemos vivido en pie de guerra y
recibido hostigamiento, asesinatos, ataques nocturnos, torturas, matanza de gran parte
de nuestros líderes... Y ustedes hoy viven en paz" (5).
El texto es revelador de la tragedia Asháninka más importante de su historia; no sufrieron
tanto en tiempo de los caucheros. Vi casi un centenar de recuperados del río en las
comunidades nativas Río Berta y Boca del Kiatari, que están allí desde hace cinco años,
entristecidos, desnutridos, con el deseo de volver a sus aldeas propias por dos razones
adicionales: en los ríos de Satipo ya no hay peces y en el bosque ya no quedan animales.
En los ríos Ene y Apurímac hay peces y en sus bosques quedan aún animales, pero
Sendero Luminoso continúa allí. Además de la desnutrición, el shock familiar y cultural,
estos recuperados tienen una preocupación mayor: podrían perder sus tierras si el
gobierno las declara en abandono y el Proyecto de Apoyo al Repoblamiento (PAR) las
entregara a los aspirantes a colonos que esperan una oportunidad. Podría ser que
repoblar signifique volver a colonizar y seguir el mal ejemplo de quienes creen que hay un

128
vacío amazónico (Smith, 1982). Me contaron además que entre los desplazados que
partieron de Satipo de retorno a sus aldeas, ellos reconocieron a dos de los antiguos
senderistas.

El estado de shock individual y colectivo


Un niño de ocho años refugiado en Lima luego de una experiencia traumática en la zona
de guerra de Ayacucho, hablando de los cerros de su pueblo de origen, le preguntó al
terapeuta que trataba de ayudarlo en el asentamiento de desplazados Huanta II, en Lima:
"¿De qué color son los cerros, Dr.?" (6). Perder la dimensión del color es demasiado grave.
Perder a los padres o a uno de ellos, a alguno de los hermanos, abandonar todo lo suyo de
modo repentino para huir del peligro y la muerte, ver incendiada y destruida la aldea en la
que uno nació creció y vivió toda la vida, dejan huellas de dolor muy hondas en la
personalidad de un individuo. Los ideales, los modelos que sustentan la afirmación
afectiva de una persona se rompen como cristales al aprender a vivir en otros pueblos en
medio de la hostilidad y de lo menosprecio por el racismo y la discriminación étnica. El
caso del shock cultural de los Miskitos en el conflicto interno de Nicaragua en los años 80
es un ejemplo sumamente ilustrativo (Giano et al., 1987).
La tentación de militarizar aún más el país
Para hacer frente al Sendero Luminoso y al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, las
fuerzas armadas del Estado han tomado el control político-militar de vastas zonas del país.
En el momento de mayor crecimiento de Sendero (1992) más de la mitad del territorio y
para más de la mitad de la población las garantías individuales fueron suspendidas.
Informaciones no verificadas dieron cuenta de la existencia de por lo menos 300 mil
campesinos-ronderos organizados y armados con escopetas, carabinas, granadas de
mano, lanzas de palos y puntas de fierro, arcos y flechas (Tapia, 1993).
Los dirigentes de los Comités de Defensa Civil (CDC) mejor conocidos con el nombre de
ronderos, directamente controlados por el ejército o con cierta autonomía, habrían
estado a punto de constituir un nuevo poder en el campo. Ya han sido consignados sus
excesos en incursiones punitivas y algunos de los últimos desplazados de las zonas de
guerra han confesado que huyeron del abuso de esos ronderos. Un mercado informal de
armas en Huancayo y Huamanga era un inequívoco indicio de ésta creciente militarización
de una buena parte del país. Los ronderos armados tienen poder, saben que constituyen
un nuevo poder y desean ensancharlo (7).
La reestructuración de capitalismo
El gobierno de Fujimori, desde 1990 hasta ahora – 1996 – lleva adelante el proceso de
reestructuración capitalista más consistente y de mayor envergadura luego del período de
capitalismo de Estado impulsado por el gobierno del general Velasco Alvarado (1968-

129
1975) bajo el nombre de Revolución anti imperialista, socialista, humanista, libertaria y
cristiana. Como consecuencia de la privatización generalizada desaparecen las empresas
estatales y la burguesía retoma el pleno control de la economía.
Desaparecen también la estabilidad laboral, la negociación colectiva de los salarios, los
controles de precios y, de ese modo, en la historia del país no hubo nunca un régimen
político tan favorable a la burguesía y tan obediente de las disposiciones del Fondo
Monetario Internacional y de los bancos de desarrollo. Los despidos de miles de
trabajadores han disminuido la cantidad de obreros asalariados y la sindicalización ha
llegado a su punto más bajo de la historia (menos del 10% de los trabajadores).
En el campo, las cooperativas azucareras han sido obligadas a convertirse en Sociedades
Anónimas, para volver a manos privadas, como en el conjunto de ex empresas asociativas
que ya habían sido parceladas en la década de 80.
Como nunca en el pasado comienza a generalizarse en el país el cálculo del costo-
beneficio como el elemento decisivo de la cultura económica. Poner un negocio,
cualquiera que sea, es un modo de sobrevivir. Los maestros en general no sobreviven si
además de enseñar no buscan otros ingresos y se convierten en vendedores ambulantes o
en productores de pequeños servicios.
La especulación rentista se mantiene por supuesto dentro del capital financiero pero ya
casi no cuenta en otras esferas de la economía. Esta tendencia de afirmación capitalista en
el conjunto de la sociedad coexiste sin embargo con la cultura feudal del clientelismo
político. Fujimori, elegido y reelegido democráticamente tiene un modo dictatorial de
gobernar, con un refinamiento superior al de los caudillos dictadores del pasado, civiles y
militares.
De acuerdo con la Constitución aprobada por el Congreso fujimorista, luego del golpe de
Estado dado por el Ejército y el presidente Fujimori, en abril de 1992, las comunidades
campesinas y nativas podrían perder sus tierras si el Estado las declara en abandono. Esta
disposición que beneficia en primera instancia a quienes quieren ocupar las tierras de las
comunidades en la costa, podría volverse también en contra de las comunidades andinas.
La unánime protesta de las organizaciones indígenas de la Amazonía es contra ese cambio
constitucional y da la pauta del conflicto futuro (8).
Un punto central en la agenda de investigación sobre el Perú luego de 15 años de
violencia es examinar de muy cerca las posibilidades y los límites de esta reestructuración
capitalista.
A que otras manos va el poder local
La toma de tierras y las reformas agrarias de los años 60 echaron del campo andino a la
clase terrateniente heredera del poder colonial español (Montoya 1989). Su lugar en el
poder político fue ocupado, a partir de la década de 60, por profesionales de las capas

130
medias, medianos, pequeños agricultores, e incluso líderes indígenas que por primera vez
llegaron a ser elegidos alcaldes provinciales y distritales (Montoya 1992). Este cambio no
duró mucho, puesto que con la violencia política de los 80, el nuevo poder local fue
directamente amenazado y enfrentado por las fuerzas de Sendero Luminoso por ser,
según ese partido, parte del viejo Estado. Centenares de aldeas y comunidades quedaron
sin autoridades, sin orden oficial debido a la muerte o a la huida de sus gobernadores,
tenientes gobernadores, alcaldes, y tenientes alcaldes. Fueron precisamente estos
miembros del poder local las primeras víctimas de Sendero Luminoso y también de las
fuerzas armadas, los primeros en fugar y en abandonar sus tierras, algunas de las cuales
pasaron a ser controladas – por lo menos temporalmente – por las fuerzas de Sendero
Luminoso. Como consecuencia de este proceso, la superficie de las tierras cultivadas ha
disminuido. El vacío de poder ha sido llenado por el comando político militar del frente
respectivo en cada uno de los departamentos de la zona de guerra.
El liderazgo comunal ha resistido parcialmente la situación creada por la violencia política.
La voluntad del liderazgo comunal para mantenerse al margen de los dos fuegos en
conflicto fue entendida por los militares como la prueba de una complicidad con los
alzados en armas y por éstos como una complicidad con aquéllos. Además, los militares
han preferido organizar las llamadas rondas campesinas al margen de la organización
comunal y es cierto también que muchos campesinos que formaron las rondas por su
propia cuenta prefirieron hacerlo también de manera independiente para tener más
libertad. Las rondas compiten con las comunidades, salvo en los casos donde los comités
de autodefensa han sido creados dentro de las comunidades. La nueva situación paraliza a
algunas comunidades. Por el contrario, dinamiza a otras forzándolas a cambiar y a
adecuarse a las nuevas circunstancias a través de comités de producción, de autodefensa,
de madres, de desplazados. Si las comisiones se forman al exterior de la organización
comunal, ésta puede quedar vacía, y si así fuera sería la primera vez en más de 400 años.
Coca y cocaína: dinero, poder y corrupción
Las zonas de la selva alta, donde se produce desde hace cuatro mil años la hoja de coca,
son escenario de un gravísimo conflicto. Este cultivo histórico para fines religioso-rituales
y medicinales cobró repentina importancia económica cuando en el mercado
norteamericano y europeo creció la demanda de cocaína y cuando el consumo de esa
droga fue exportado al resto del mundo. Producir coca para su transformación en cocaína
ofrece precios sin competencia en el mercado agrícola pues se trata del producto de más
alta rentabilidad. Los carteles de narcotraficantes disponen de grandes sumas de dinero y
por eso cuentan con una gran capacidad para comprar protección y espacios libres en
todos los países, sobre todo en países con serios problemas de pobreza interna y de
corrupción como el Perú. Entre el Estado, los narcotraficantes y las organizaciones alzadas
en armas se producen complejos procesos de triangulación y alianzas. Las tres fuerzas en
presencia tratan de defender a los productores de la hoja de coca, pero esa defensa tiene

131
un precio en dinero y en posibilidades de movilización política y protección. Hay
información disponible sobre la complicidad de los narcotraficantes con las fuerzas del
orden, con las organizaciones levantadas en armas y también con algunos dirigentes de
los Comités de Defensa Civil o ronderos (9). El problema en consecuencia no es solo
militar, político, étnico, y económico; es también – y sobre todo – ético. Las evidencias del
compromiso de numerosos generales y altos oficiales del Ejército, de la Marina y de la
Aviación con el narcotráfico son múltiples. Lo mismo ocurre con los senderistas y los
emerretistas. El narcotráfico atraviesa ahora el conjunto del tejido social en el Perú y
merece una atención particular.
El conflicto ente las iglesias para salvar las almas y ofrecerles esperanza
La competencia entre la iglesia católica y las iglesias protestantes: en tiempos de grave
crisis los protestantes predican sobre el castigo de Dios y la inminencia del juicio final:
"Sendero Luminoso y los evangélicos se enfrascaron así en una lucha por la conquista de
los excluidos y los desamparados, en medio de un mundo que se desencantaba en el
sentido weberiano. Ambos llegaron al valle a conquistar los corazones y las almas de los
menesterosos: SL ofreciendo la revolución, los evangélicos el paraíso. Para alcanzar la
meta se necesitaba, según SL, 'la guerra popular prolongada'; según los evangélicos 'la
arribación apocalítptica'; es decir, el juicio final'. La guerra completó la contraposición
ideológica: para Sendero matar a los evangelistas era acabar con 'los traidores del pueblo',
los yana runas – cabezas negras –; para los evangélicos, enfrentar a SL era luchar contra
los demoníacos, contra el anticristo. Ambos dispuestos a morir por sus libros sagrados: los
senderistas por el Pensamiento Gonzalo y los hermanos por el Evangelio. Triunfaron los
evangélicos (Degregori et al., 1996) (10).
La complejidad del fenómeno religioso se expresa también en la aparición de la secta
peruana Los Israelitas del Nuevo Pacto Universal, que se alejan de las iglesias conocidas
para emprender la búsqueda de un camino propio.
A fines de los años 60 el padre Gustavo Gutiérrez publicó, en Lima, su libro Teología de la
liberación y abrió un nuevo camino para la iglesia católica, en particular latinoamericana.
Su opción preferencial por los pobres causó conmoción y se convirtio en norte para una
parte significativa de sacerdotes, sobre todo jóvenes. Desde los predios de la Iglesia
conservadora, fiel a su opción preferencial por los ricos, se atacó a la Teología de la
Liberación por su supuesta y estrecha vinculación con el marxismo. A pesar de esa fuerte y
firme oposición, esta nueva corriente de la iglesia continúa apoyando a los pobres de la
ciudad y del campo.
Los programas religiosos, sobre todo protestantes, inundan las emisiones radiales y
también la TV, no sólo de provincias sino también de Lima. Lo mismo ocurre en países
vecinos como Bolivia, Ecuador y Colombia. Esta pugna entre las iglesias se produce con
toda intensidad entre los desplazados de la guerra, entre los pobladores que siguen

132
viviendo en el campo y en los pueblos jóvenes de las grandes ciudades. Es importante
tomar en cuenta la íntima vinculación del segmento conservador de la iglesia católica con
el Estado y la sorpresiva participación de numerosos grupos protestantes en la política de
los años 90.
La inversión de los términos en la vida cotidiana
Cuando, por razones de seguridad, el padre de familia queda escondido en su casa y se
ocupa de preparar la comida para los niños mientras su esposa parte a trabajar en el
campo; cuando la pareja de desplazados en Lima o en algún otro centro urbano tiene
suerte desigual en su búsqueda de empleo y la carga económica es asumida por la mujer
comerciante-ambulante mientras el marido queda en casa con los niños, los términos de
la clásica dominación del esposo sobre la esposa, del varón sobre la mujer, son
cuestionados de manera decisiva. No se trata de un discurso feminista contra la
dominación sino de una práctica de la realidad que remueve las bases de la familia. Si los
términos de la dominación se invierten, la mujer descubre la libertad y comienza a ejercer
sus derechos. Por su lado, el hombre se ve forzado a admitir que la situación no es la
misma de antes, y los hijos que acompañan el proceso descubren en palabras de Guamán
Poma de Ayala que "el mundo se ha puesto al revés". Por otro lado, el alto porcentaje de
mujeres viudas que se encuentran solas con sus hijos y tienen que trabajar para
mantenerlos, refuerza también esta tendencia de cambio. Una situación límite como la
producida por estos 15 años de violencia ha producido grandes cambios, removiendo las
bases mismas de la vida cotidiana.

La crisis de la izquierda
En el mismo momento en el que empezaba la violencia política deseada por Sendero
Luminoso, comenzó también un ascenso de la izquierda electoral que, en 1983, ganó la
alcaldía de Lima, y en su mejor momento llegó a bordear un tercio del electorado
nacional. Este sorpresivo crecimiento fue fugaz; 15 años después la Izquierda Unida como
alianza electoral prácticamente no existe más y los partidos que la formaron sufren un
agudo proceso de crisis y descomposición, precipitada por el derrumbe de la Unión
Soviética. La noción misma de partido ha sido seriamente cuestionada tanto en la derecha
cuanto en la izquierda por el surgimiento de fuerzas independientes con más habilidad
política que las antiguas organizaciones para llegar a la imaginación de los electores y las
electoras.
Sería muy importante examinar el rol jugado por Sendero Luminoso y el peso de los
factores internos de las propias organizaciones políticas en la gravísima crisis de la
izquierda. ¿De qué conjunto de factores depende una renovación sustantiva de la
izquierda?

133
La tentación autoritaria para responder a una situación de anomía
La violencia política, la gravísima crisis económica, la descomposición de los partidos y de
los gobiernos de los años 80 produjo una situación de anomía generalizada y una
necesidad de orden para el conjunto de la sociedad. En términos andinos ayacuchanos la
palabra equivalente a anomia es Chaqwa como sinónimo de desorden, de falta de normas
o de procesos en los cuales las normas no se obedecen.
El débil desarrollo de la democracia logrado en los turbulentos años 80 se detuvo en 1992
con el autogolpe del presidente Fujimori y su solución para responder a esta necesidad de
orden extraída de la reserva autoritaria que anida en el inconsciente colectivo de la
sociedad peruana desde tiempos coloniales. El gobierno autoritario en su afán de pacificar
el país ha multiplicado la represión y el número de víctimas inocentes ha crecido
desafortunadamente. Las elecciones generales se realizaron en 1995, habiendo sido
reelegido Fujimori. Ahora, en noviembre de 1996, el presidente desea una segunda
reelección, porque se siente caudillo indispensable y salvador de la patria. La tentación
autoritaria merece en el Perú un examen atento y documentado.
Vida, paz y democracia: nuevas reivindicaciones
En medio de la multiplicación de la violencia, de la guerra y de la muerte, las necesidades
de paz y de afirmar la vida han cobrado extraordinaria importancia aunque los caminos no
son los mismos: para unos, se trata de la paz de los cementerios; para otros, la paz a
secas. Del mismo modo que la primera reacción frente a la muerte es el eterno reclamo
de la pena de muerte como castigo ejemplar, frente a la violencia la primera reacción es
buscar más autoridad; en otras palabras, dictadura. La pena de muerte es más de lo
mismo, es la vieja ley del talión: ojo por ojo, diente, por diente, bala por bala, como hace
40 mil años, cuando apareció la especie Homo sapiens. La dictadura, es también más de lo
mismo, el poder del más fuerte, como hace 40 mil años. Felizmente, en medio de este
panorama desolador crece una corriente que defiende la vida, la paz y la democracia,
escapando – al fin – de la tentación fácil de las reacciones primarias. Casi la mitad de la
población peruana es opuesta al autoritarismo fantástico de Fujimori y su cogobierno con
las Fuerzas Armadas. Algo más de la mitad los respalda aún.
En medio de tanto dolor producido por casi 30 mil muertos a cuenta de las Fuerzas
Armadas y Policiales y los senderistas y los emerretistas, felizmente, se abre paso la
esperanza democrática. ¿De qué factores depende su consolidación? Nos hace falta más
investigación y reflexión para abandonar el viejísimo error de confundir la democracia con
sólo las elecciones y no tomar en cuenta el modo de gobernar, como el elemento decisivo
(11).
Notas

134
1 En mi respuesta al informe de la Comisión dirigida por Mario Vargas Llosa, que investigó
la muerte de ocho periodistas en Uchuracay, Ayacucho (1983), expuse las cuatro
condiciones: a) frente a un enemigo concreto con nombres y apellidos; b) luego de un
abuso mayor o en una situación límite; c) después de haber fracasado innumerables veces
en sus gestiones – para conseguir el castigo de su enemigo dentro de la justicia oficial; d),
finalmente, como consecuencia de una decisión colectiva de responsabilidad igualmente
colectiva.
2 Debemos a los antropólogos José Coronel, Ponciano del Pino, Carlos Degregori y Orin
Starn (1996) cuatro estudios sobre el papel de las rondas campesinas en Ayacucho, que
muestran la complejidad de la violencia y el cierto grado de autonomía de los ronderos
respecto a las Fuerzas Armadas.
3 Es interesante anotar que la decisión gubernamental de apoyo a los desplazados fue
muy tardía y se tomó luego de una presión importante de las organizaciones de Defensa
de los Derechos Humanos y como un nuevo elemento en su estrategia de contra-
insurgencia. No es descartable un interés electoral con miras a la reelección del presidente
Fujimori en las elecciones de 1995.
4 "Sendero dijeron vamos a tener ropa, todo, vamos a luchar. Nosotros, dijeron,
queremos hacer guerra. Así es como nos engaña, como somos pobres, como no hemos
estudiado. Los senderos dicen vamos a terminar a los militares, vamos a matar todo. Todo
era mentira. Yo quiero que digan que son terroristas. Nos decían vamos a tener carro,
vestido, avión, zapatillas. Todos querían terminar San Martín (de Pangoa, distrito de la
provincia de Satipo), Huancayo, Satipo. Así eran los terroristas". (Entrevista con una
familia de Recuperados en la Comunidad Nativa Boca del Kiatari, agosto de 1996).
"Dice que de inicio les dijeron vamos a reunirnos para hacer guerra contra los militares,
vamos a exterminarles y luego tener cosas, carros así de grandes. Y por último no fue así
que le han terminado a los militares sino al contrario, a ellos cuando estaban reuniéndoles
a ellos sus familiares les están matándoles. Y es por eso es que hacían trabajar cantidades
de productos en yucales, frutales, frejoles para alimentarse y sostener para poder
enfrentar a los militares. Pero no fue así, cuando los hacían producir ellos los retiraban
para otros lugares y esa producción los llevaban para los comandos. Y a ellos les daban
para tres días, para una familia de 40 familias. Por esta razón es que dijo mejor me retiro.
Y ellos se retiraran sin que sepan los comandos. Si los hubieran encontrado allí los
hubieran liquidado. Pero sí han visto que han liquidado a su familia cruelmente delante de
su grupo que ellos estaban" (Relato de un recuperado en la Comunidad Nativa Boca del
Kiatari, agosto de 1996). En una canción los asháninkas reclutados por Sendero Luminoso
cantan: "Con los que me han agarrado / voy a luchar con ellos, / a donde van, voy a ir a la
guerra" (Fabián, 1995, p. 164).

135
5 Cf. Comisión de Emergencia Asháninka. Voz Indígena Ashaninka, un pueblo en
emergencia se levanta, Lima, 1955.
6 Huanta II era, en 1991, un asentamiento situado en la parte baja de un cerro limeño
incoloro, sin árboles, ni plantas, ni agua.
7 Los antropólogos José Coronel y Ponciano Del Pino acaban de publicar dos valiosos
trabajos sobre los ronderos en los Andes y la Amazonía de la provincia de Huanta en un
libro compartido con Carlos Iván Degregori y Orin Starn (1996). Defienden tres tesis
centrales: a) que los ronderos fueron decisivos para la derrota de Sendero Luminoso; b)
que los ronderos tuvieron, en varios casos, una clara autonomía respecto a las Fuerzas
Armadas; c) que los protestantes convertidos en ronderos antes que llegaran las Fuerzas
Armadas, tuvieron un papel de primer orden.
8 Sería muy interesante saber a qué le llamarán los funcionarios del gobierno tierras en
abandono. Las tierras en descanso, para recuperar su capacidad productiva, tanto en los
Andes como en los bosques de la Amazonía no están abandonadas, pero si se les
considera así, serán vendidas por el Estado a quienes quieren convertirse en nuevos
propietarios y colonos. Se realizaría de ese modo, a fines del siglo XX, el sueño de los
burgueses agrarios que desde los años 20 se oponían a que las tierras comunales
disfrutaban de un régimen de protección estatal. La lógica de los derechos individuales
para no aceptar derechos colectivos está por debajo de ese cambio constitucional.
9 "Mientras unos depositaban sus esperanzas en ideales espirituales, otros, pequeños
productores y comerciantes, tenían una esperanza material y concreta. Ellos
constituyeron la base de lo que prodríamos llamar el 'Proyecto Huayhuaco': los Comités
de Defensa Civil, CDC, en alianza con el narcotráfico. La población migrante sin recursos ni
propiedades fue el contingente principal que asumió el Evangelio, mientras que por la
coca y la pasta se inclinaron más los pequeños agricultores venidos a menos. Una región
donde la presencia del Estado se circunscribía a instancias represivas como la Empresa
Nacional de la Coca y las Fuerzas Policiales, con necesidades estructurales irresueltas,
definió posiciones y tejió alianzas: la contraofensiva senderista de 1985-1987, el repliegue
de las Fuerzas Armadas parapetadas en sus guarniciones, la falta de armamento de largo
alcance y municiones obligaron a los ronderos a recurrir al apoyo del narcotráfico"
(Degregori et al., 1996, p. 168). Huayhuaco es el apellido de un célebre rondero,
encarcelado por narcotraficante.
10 "La gente se recuerda de Dios en tiempos difíciles. Sendero Luminoso ha ayudado a las
iglesias, a la evangelización, porque los hermanos por las matanzas comienzan a ingresar a
la iglesia. Cuando uno está por morir, recién se recuerda de Dios", le contó a Ponciano Del
Pino, Susi, una informante (Degregori et al., 1996, p. 164).
11 Ver mi artículo, Sobre democracias incipientes y vigiladas, que parecerá en la revista
Nuestra América del Memorial de América Latina, del estado de São Paulo.

136
Referências bibliográficas
CHÁVEL DE PAZ, Dennis. Juventud y terrorismo. Lima, Instituto de Estudios Peruanos,
1989.
CORAL, Isabel. Desplazamiento por violencia política en el Perú. Lima, Instituto de Estudios
Peruanos, 1994.
DE LAS CASAS, Bartolomé. Apologética historia, v. iii y iv de Obras escogidas. L. Pérez de
Tudela (ed.). Madrid, bae, 1957-1958.
DEGREGORI, Carlos Iván. El surgimiento de Sendero Luminoso, Ayacucho 1969-1970. Lima,
Instituto de Estudios Peruanos, 1990.
__________. Qué difícil es ser Dios. Lima, El Zorro de Abajo Ediciones, 1989.
DEGREGORI, Carlos Iván; CORONEL, José; DEL PINO, Ponciano & STARN, Orin. Las rondas
campesinas y la derrota de Sendero Luminoso. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1996.
DESPLAZADOS. Video documental. Lima, TV-Cultura, 1993.
FABIÁN, Beatriz. Cambios culturales en los Asháninkas desplazados. Amazonía Peruana.
Lima, Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica – CAAAP, 1995.
FAVRE, Henry. Perú: sendero Luminoso y horizontes oscuros. Lima, Qué Hacer, n. 31,
1984.

FLORES GALINDO, Alberto & MANRIQUE, Nelson. Violencia y campesinado. Lima, Instituto
de Apoyo Agrario, 1985.
GIANOTTEN, Vera; DE WIT, Ton & MONTOYA, Rodrigo. Nicaragua: cuestión agraria y
participación campesina. Lima, Cuadernos Desco, 1987.
GINÉS DE SEPÚLVEDA, Juan. Tratado sobre las causas justas de la guerra contra los indios
(1550). Fondo de Cultura económica de México, 1941.
GONZÁLES, Raúl. La verdadera crisis de Sendero Luminoso. Lima, Qué Hacer, n. 19, 1990.
GORRIRI, Gustavo. Sendero: historia de la guerra milenaria en el Perú. Lima, Apoyo, 1990.
ISBELL, Billie Jean. Shining path and peasants responses in rural Ayacucho. In: David Scott
Palmer (ed.), Shinning path of Peru, Londrés, Hurst, 1992.
KIRK, Robin. Grabado en piedra: las mujeres de Sendero Luminoso. Lima, Instituto de
Estudios Peruanos, 1993.
__________. The decade of Chaqwa: Peru internal refugees. Washington, usa, Commitee
for Refugees, 1991.

137
MANRIQUE, Nelson. La década de la violencia. Revista Márgenes n. 5/6. Sur, Casa de
Estudios del Socialismo, 1989.
MAYTAM HAMURQANKI – A donde has venido. Cassette de música. Lima, Instituto de
Comunicación y Desarrollo, 1993.
MONTOYA ROJAS, Rodrigo. Al borde del naufragio, democracia violencia y problema
étnico en el Perú. Madrid, Ediciones Talasa, 1992; Sur, Casa de estudios del Socialismo ha
publicado, en Lima, este mismo libro a fines de 1992.
__________. Capitalismo y no capitalismo en el Perú. Lima, Mosca Azul Editores, 1980.
__________. Sendero Luminoso y la izquierda unida. Sociedad y Política, n. 13, 1983.
__________. Respuesta al informe de la Comisión de investigación sobre los sucesos en
Uchuracay. Lima, Diario La República, 1984.
__________. La lucha por la tierra, reformas agrarias y capitalismo en el Perú del siglo xx.
In: El Perú del siglo XX. Lima, Mosca Azul Editores, 1989.
__________. Sobre democracias incipientes y vigiladas. Revista Nuestra América, São
Paulo, Memorial da América Latina, 1996.
MONTOYA ROJAS, Rodrigo; LINDOSO, Felipe & SILVEIRA, María José. Producción parcelaria
y universo ideológico: el caso de Puquio. Lima, Mosca Azul Editores, 1979.
MONTOYA ROJAS, Rodrigo; MONTOYA, Luis y Edwin. Urqukunapa yawarnin – La sangre de
los cerros. Antología de la poesía quechua que se canta en el Perú. Edición bilingüe de 333
canciones, 2 v. Lima, Mosca Azul Editores, Centro Peruano de Estudios Sociales – Cepes y –
Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
PALMER, Scott. Shining path of Peru. Londres, Hurst, 1992.
SMITH, Michael. Entre dos fuegos: ONGs, desarrollo rural y violencia política. Lima,
Instituto de Estudios Peruanos, 1992.
STRONG, Simon. Shining path: the world's deadliest revolutionary force. Londres, Harper
Collins, 1992.
TIERRA QUE DUELE. Video documental. Lima, Instituto de Comunicación y Desarrollo,
1992.
VOZ INDIGENA Ashaninka, un pueblo en emergencia se levanta. Lima, Comisión de
Emergencia Asháninka, 1955.
__________________________
Rodrigo Montoya Rojas é professor emérito da Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, Peru. De outubro a dezembro de 1996, foi professor visitante da Cátedra Simón

138
Bolívar, implantada no IEA, em abril de 1993, através de convênio firmado entre a USP e a
Fundação Memorial da Améria Latina.

(En tu carpeta de apuntes)

Cuestionario N° 15

Lee atentamente y subraya las ideas principales del artículo:” El Perú después de
15 años de violencia 1980- 1995” de Rodrigo Montoya desarrolla:

1. Elabora un resumen considerando los subtítulos del artículo.

2. Comenta el tema: “Dos tipos de violencia: estructural y política deseada”

3. Formula tres preguntas referidas a los temas expuestos en este artículo.

BIBLIOGRAFIA
1. Cotler, J. (1987) Clase Estado y Nación. Lima.
2. C.V.R. (2004) Hatun Willakuy (Gran Relato).Versión abreviada del Informe Final de la
Comisión de la Verdad y Reconciliación. Perú.
3. Degregori, I. (2015) Jamás tan cerca arremetió lo lejos. Sendero Luminoso y la violencia
política. Obras escogidas X. IEP. Lima.
4. El Comercio (2004) Enciclopedia Temática del Perú. Tomos I, II, III, IV, VII, VII, X.
Empresa Editora El Comercio S.A. Lima.
5. Forment, C. (2012) La formación de la sociedad civil y la democracia en el Perú. Fondo
Editorial PUCP. Lima, Perú.
6. Flores, T. (1988) Crisis de la República Oligárquica. Lima.
7. Galiano, E. (1991) Venas Abiertas de América. México.
8. Jaguande, A. (2005) Miseria del Neoliberalismo. Lima Perú.
9. Jimenez, F. (2016) Otra ruta de desarrollo para el Perú. Crítica del neoliberalismo y
propuesta de transformación republicana. Otra Mirada. Lima.

139
10. Lynch, N (2014) Cholificación, república y democracia. El destino negado del Perú. Otra
Mirada. Lima.
11. Mariátegui, J.C. (1988) Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana.
Editorial Amauta, Lima.
12. Matos Mar, J. (1984) Desborde Popular y Crisis del Estado: El Nuevo Rostro del Perú.
IEP. Lima.
13. PUCP. (1999) Desarrollo y Realidad nacional. Lima.
14. Quiroz, A. (2013) Historia de la Corrupción en el Perú. IEP. Lima.

Piura, agosto del 2020

140

También podría gustarte