Recurso 3 - Caso Harvard - La Crisis de 2001 en Argentina
Recurso 3 - Caso Harvard - La Crisis de 2001 en Argentina
Recurso 3 - Caso Harvard - La Crisis de 2001 en Argentina
9-707-S21
1 DE JANUARY, 2004
RAFAEL DI TELLA
INGRID VOGEL
A fines de 2001, la economía y la sociedad argentinas parecían estar ambas al borde del colapso.
Entre 1998 y 2001, Argentina había soportado una grave recesión y múltiples intentos fallidos de
restablecer el crecimiento y controlar el gasto del gobierno. Las tasas de interés estaban altísimas y la
inversión extrajera había desaparecido. El 1º de diciembre de 2001, en vista de la creciente fuga de
capitales, el gobierno recurrió a medidas drásticas en forma del congelamiento de los depósitos ―el
“corralito”― que limitaba los giros de todas las cuentas bancarias. Sólo cuatro días más tarde, el FMI
declaraba que Argentina no había hecho lo suficiente para controlar su déficit público y dejó de
desembolsar fondos para ese país. Se había instalado el escenario para que Argentina dejara de pagar
su deuda externa vencida de US$ 141.000 millones, en lo que sería el mayor incumplimiento soberano
de la historia.
El 20 de diciembre, los argentinos, ya frustrados por las cada vez peores condiciones sociales y por
lo que percibían como una confiscación de su propiedad privada a través del corralito, respondieron
con ira al anuncio del gobierno respecto de futuros recortes importantes del gasto, que se hizo para
apaciguar al FMI. En violentos disturbios, las tiendas fueron saqueadas, hubo edificios incendiados y
murieron más de 22 personas. El presidente de Argentina, Fernando de la Rúa, y todo su gabinete
renunciaron.
El 2 de enero de 2002, Eduardo Duhalde fue elegido presidente interino por el Congreso
Argentino, y se desempeñaría como el quinto presidente de Argentina en dos semanas. Al timón de
la agitada economía, él tenía que tomar un cierto número de decisiones. Entre ellas estaba la
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El caso de LACC número 707-S21 es la versión en español del caso de HBS número 9-704-004. Los casos de HBS se desarrollan únicamente para
su discusión en clase. No es el objetivo de los casos servir de avales, fuentes de datos primarios, o ejemplos de una administración buena o
deficiente.
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en forma alguna: electrónica, mecánica, fotocopiado, grabación u otro procedimiento, sin permiso de Harvard Business School.
necesidad de determinar qué hacer con la vinculación del peso al dólar, de acuerdo al Plan de
Convertibilidad, que llevaba ya una década.
Cronología de la Crisis
Después de una larga historia de inestabilidad económica y política marcada por períodos de
hiperinflación, colapso bancario, salvavidas al sector privado y golpes militares, a comienzos de la
década de 1990, Argentina finalmente logró el consenso necesario para implementar una reforma
económica importante. En 1991, bajo el gobierno del Presidente Carlos Saúl Menem y el Ministro de
Economía Domingo Felipe Cavallo, Argentina adoptó el Plan de Convertibilidad, que dio como
resultado estabilidad macroeconómica e hizo posible la introducción de reformas de libre mercado
como la liberalización, desregulación y privatización financiera y comercial. Y, lo que fue muy
importante, el plan demandaba un arreglo tipo currency board* llamado convertibilidad, que vinculaba
el peso a la par con el dólar norteamericano, según el cual, el Banco Central estaba obligado a
convertir moneda cuando se le pidiera. La convertibilidad también restringía la provisión de moneda
al nivel de las reservas de monedas duras.1
De acuerdo con este arreglo, la economía argentina parecía estar haciéndolo bien y, en un cambio
completo de su suerte, el país hasta llegó a ser considerado un modelo de estabilización y reforma
económica. Para 1997, la inflación había caído desde 5000% al año a niveles internacionales, el PIB
estaba creciendo en un promedio anual de 6%, la inversión extranjera estaba entrando a raudales, la
prima de riesgo del país (spread entre el bono soberano y los bonos norteamericanos de Tesorería)
estaba entre 3% y 5%, y las exportaciones y la productividad estaban aumentando. Los académicos
alababan al país por introducir en el sector bancario, en respuesta a la crisis del “tequila” de 19952, un
conjunto de reformas que hizo posible resistir la crisis asiática de 1997 y el incumplimiento ruso en
1998 en una posición fuerte.2 (ver en Anexos 1 a 4 los datos macroeconómicos básicos). Aunque a
fines de 1998 la economía argentina había empezado a mostrar algunos signos de debilidad, la mayor
parte de los observadores esperaba una completa recuperación después de las elecciones de 1999.
Presidencia de de la Rúa
En diciembre de 1999, Fernando de la Rúa, líder de la opositora coalición de partidos centro-
izquierdistas llamada La Alianza, ganó la elección presidencial contra el candidato peronista anti-
mercado Eduardo Duhalde. De la Rúa ganó sobre la base de una plataforma que ofrecía revitalizar
una economía aletargada dentro del modelo económico pro-mercado de la década de 1990 y poner
término a la corrupción después de 10 años de gobierno de Menem. La Alianza representaba una
fusión entre el FREPASO (un grupo de ex peronistas de izquierda desprendido del peronismo, el
* N. del T.: La currency board (que podría traducirse como Consejo Monetario), es una autoridad encargada de mantener un tipo
de cambio con una moneda extranjera ―generalmente una moneda dura, como el dólar o el euro― que exige que sólo se emita
moneda en cantidad equivalente a la cantidad de la reservas de la moneda extranjera que se tiene en efectivo.
1 Se exigió al Banco Central mantener reservas en dólares contra sus pasivos monetarios nacionales, que incluían la moneda en
circulación y las reservas de los bancos comerciales. El gobierno podía, en ciertas situaciones de emergencia, mantener hasta
20% de sus activos en deuda del gobierno. Para más detalles y antecedentes, ver “Argentina’s Convertibility Plan”, HBS Case
no. 702-002.
2 La crisis del tequila (la devaluación mexicana en 1994) hizo temer un incumplimiento del pago de la deuda en toda
Latinoamérica.
partido populista llamado así por su fundador Perón3), que incluía una facción declaradamente
inclinada a la izquierda conducida por el ex presidente de Argentina, Raúl Alfonsín. De la Rúa
representaba al Partido Radical, en tanto que su Vicepresidente, Carlos Álvarez, representaba al
FREPASO.
Con una base política fragmentada, la tarea del Presidente de la Rúa era complicada. Al igual que
su Ministro de Economía, José Luis Machinea, de la Rúa creía que la fuente de los problemas
económicos de Argentina era la mala administración fiscal y, por lo tanto, implementó un conjunto
de políticas destinadas a encarar el déficit del sector público. Primero, en enero de 2000, después de
poner énfasis en que la situación era mucho peor de lo previsto, de la Rúa y Machinea subieron los
impuestos en lo que se hizo conocido como el Impuestazo. En lugar de rebajar el déficit, sin embargo,
el Impuestazo fue seguido por indicadores de consumo debilitados y una profundización de la
recesión. Cuatro meses después, en Mayo de 2000, el gobierno anunció recortes de US$1.000 millones
al gasto. Estos recortes fueron recibidos con protestas a gran escala.
En diciembre de 2000, Machinea y de la Rúa tuvieron más éxito con la negociación de un paquete
de préstamos de US$ 40.000 millones (conocido como el Blindaje) con instituciones financieras
internacionales y nacionales. El paquete se concedió sobre la base de promesas de que se
profundizarían las reformas económicas y se reducirían los gastos públicos. Inicialmente, los
mercados reaccionaron favorablemente y la prima de riesgo país de Argentina cayó a 800 puntos,
desde los 1000 de noviembre.
No obstante, pronto se hizo evidente que el gobierno carecía de la energía política necesaria para
implementar las reformas requeridas. La economía continuó deteriorándose: el déficit fiscal de los
dos primeros meses de 2001 excedieron los objetivos acordados, la confianza de los consumidores
tambaleó, y la recaudación cayó.
Frente a este escenario, Machinea renunció en marzo de 2001. Fue reemplazado por Ricardo López
Murphy, que propuso un duro plan de austeridad de U$S 4.5 billones con severos cortes en
enducación. Dos semanas después, luego de la renuncia de seis altos funcionarios del gobierno por
los recortes, López Murphy también renunció.
3 Para más información sobre Perón y el peronismo, ver “The Argentine Paradox: Economic Growth and Populist Tradition,”
HBS Case, 702-001.
En general, sin embargo, estas medidas hicieron poco para resolver el problema inmediato de
Argentina, que era un déficit público que sobrepasaba las metas del FMI. A medida que flaqueaba la
confianza en el país, las agencias clasificadoras empezaron a rebajar sus valores públicos y privados.
En marzo de 2001, los depositantes retiraron US$ 5.000 millones del sistema bancario de Argentina, la
corrida bancaria más grave de la historia de Argentina (ver Anexo 5). La mayor parte de la fuga de
capitales se produjo en los bancos nacionales (ver Anexo 6).4
En abril de 2001, en otro esfuerzo por mejorar la competitividad de Argentina, Cavallo mandó al
Congreso una ley que vincularía el peso a un promedio del euro y el dólar, una vez que el euro se
apreciara a la paridad con el dólar. Aunque Cavallo puso énfasis en la continuación de la
convertibilidad y presentó esta medida como un intento de alinear el peso con los patrones
comerciales de Argentina, los mercados lo interpretaron como una devaluación de facto y una
amenaza para los fundamentos del Plan de Convertibilidad de Argentina.
Para empeorar las cosas, el Presidente del Banco Central, Pedro Pou, fue objeto de investigación
por su supuesta participación en una operación de lavado de dinero. Se formó un comité del
congreso para estudiar los cargos que se hacían contra Pou. Finalmente, él renunció, dando como
razón presiones de Cavallo y otros funcionarios gubernamentales para mejorar la liquidez del sector
bancario mediante una reducción de las reservas exigidas. Los depósitos cayeron nuevamente como
respuesta a la aparente falta de independencia del Banco Central.
Poco después, con los pagos de intereses y de capital todavía amenazantes en el horizonte,
Cavallo empezó a planificar un canje (swap) voluntario de deuda, el Megacanje. A comienzos de junio
de 2001, Argentina anunció que había canjeado exitosamente casi US$30.000 millones de deuda.
Aunque las tasas que pagó por préstamos a más largo plazo eran altas (alrededor de 15% anual), el
canje diferiría el servicio de la deuda de alrededor de US$8.000 millones hasta 2002 y de un total de
US$16.000 millones hasta 2005. Si bien en un comienzo los inversionistas recibieron bien el programa,
Cavallo y los miembros de su equipo económico fueron acusados de aceptar sobornos en el
Magacanje (aunque las investigaciones judiciales no podían seguir adelante mientras ellos estuvieran
en el cargo).
A mediados de junio, tratando una vez más de promover el crecimiento, Cavallo anunció nuevas
medidas tendientes a reactivar la demanda de las exportaciones. Estas incluían un tipo de cambio
modificado para las exportaciones de 1,08 pesos por dólar. Los mercados se pusieron inquietos
respecto del compromiso de Argentina con su arreglo tipo currency board.
En julio de 2001, el gobierno finalmente aceptó que el déficit fiscal no podía seguir siendo
financiado. Como resultado, se introdujo una política de “cero déficit”, con el objetivo de poner fin al
gasto deficitario a través de medidas que incluían una reducción de las pensiones y de los sueldos
estatales de hasta 13%. Con estas reformas en marcha, el gobierno pudo negociar un aumento de
US$8.000 millones en el acuerdo de un préstamo stand-by con el FMI (ver en Anexo 7 los
desembolsos del FMI y los pagos por reintegros).
En noviembre, teniendo por delante fuertes pagos de capital e intereses, Argentina intentó
concretar otro canje de deuda, garantizado por los ingresos fiscales. En contraste con el Megacanje,
este canje no fue bien recibido. En lugar de eso, la fuga de capitales aumentó y el riesgo país trepó a
1.700 puntos base (ver en Anexos 8 y 9 datos sobre las tasas de interés y el spread de los bonos.)
A fines de 2001, los problemas económicos de Argentina se convirtieron en una crisis en todos sus
términos. El 1º de diciembre, con el fin de contener el flujo de salida de los depósitos bancarios, se
instituyeron un conjunto de controles de capital conocidos como el “corralito”. El corralito limitaba
los retiros mensuales de dinero en efectivo de las cuentas corrientes y de ahorros a US$1.000,4 pero no
restringía el uso de las tarjetas de crédito, las tarjetas de débito, los cheques y las transferencias
bancarias dentro de Argentina. También limitaba las transacciones en moneda extranjera a
operaciones relacionadas con exportaciones e importaciones.
El 5 de diciembre, el FMI anunció que suspendería los desembolsos de fondos dado que el país no
había logrado el ajuste (relativamente pequeño) necesario para cumplir con las medidas de
austeridad. Había una amplia opinión de que pronto Argentina se vería forzada a dejar de pagar sus
obligaciones de deuda. El 17 de diciembre, el gobierno presentó su nuevo presupuesto, que incluía
planes para reducir el gasto en alrededor de 20%. El pueblo argentino, que ya sufría de un alto
desempleo y de servicios públicos cada vez peores, reaccionó con el pillaje y la violencia.5 De la Rúa y
el resto de su gabinete fueron obligados a renunciar.
El Desafío de Duhalde
El sucesor inmediato de de la Rúa, Adolfo Rodríguez, anunció oficialmente que Argentina dejaría
de pagar su duda. También prometió mantener la convertibilidad del peso y empezó a emitir una
tercera moneda flotante, no convertible, para pagar la mayor parte de los gastos públicos y para
salvar a los bancos. La morosidad y algunas designaciones controvertidas en su administración
fueron seriamente criticadas por los medios de comunicación. Después de un confuso episodio en el
cual se le acercaron algunos elementos del Parido Peronista de Buenos Aires, Rodríguez Saa también
fue obligado a renunciar.6
4 El límite de US$1.000 se basaba en una investigación que señalaba que el 99% de los argentinos sacaba mensualmente menos
que esa cantidad.
5 No está claro cuán espontáneas fueron las protestas. Algunos observadores afirman que elementos del gobierno de la
Provincia de Buenos Aires estuvieron implicados.
6 Después de la renuncia de Saa, el poder pasó al líder del Senado, Roberto Puerta, quien rehusó asumir el cargo y se lo pasó al
Líder de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño, de la Provincia de Buenos Aires. Camaño se mantuvo en el cargo sólo
hasta que el Congreso eligió a Duhalde.
pensaban que los problemas de sobrevaloración y déficit podrían haber sido resueltos y atribuían en
cambio el colapso final de Argentina a las políticas adoptadas para tratar de enfrentar la crisis que se
venía encima.
El argumento se desarrollaba como sigue. A fines de la década de 1990, el peso llegó a estar
sobrevalorado al fortalecerse el dólar en relación con la mayor parte de las demás monedas. Como
resultado, la competitividad de Argentina sufrió. El déficit en cuenta corriente del país persistió, lo
que hizo necesarios niveles crecientes de deuda externa. La devaluación del real brasileño, en 1999,
exacerbó aún más la situación.
En teoría, la competitividad podría haber sido restaurada a través de una disminución del nivel
general de precios. Pero, como señalaron varios economistas, “la deflación requerida para ajustarse a
los shocks habría sido políticamente difícil o imposible de lograr”.5 En Argentina, las rígidas leyes
laborales y la fuerte presión de los sindicatos hicieron que no funcionara lo que debería haber sido un
ajuste automático; especialmente en el sector público, los salarios se mantuvieron altos. Se afirmaba
que esto impedía la caída en los costos de producción que podría haber revitalizado el crecimiento.6
(Ver en Anexo 10 indicadores comparativos de inflación en Argentina y Estados Unidos.)
Administración Fiscal
En el manejo de los asuntos fiscales, Argentina es como un alcohólico crónico: una vez que empieza a
absorver las presiones políticas de gasto deficitario, sigue haciéndolo hasta que llega al equivalente económico de
caer borracho.7
―Michael Mussa, ex economista jefe del FMI, 2002.
Una visión relacionada otorgaba más peso a la que era considerada una política fiscal laxa de
Argentina. Argentina tenía una larga historia de presiones políticas que conducían a un gasto
gubernamental bastante superior a los ingresos. Con su Plan de Convertibilidad, Argentina pareció
haber dominado esta tendencia, llegando a registrar un pequeño superávit fiscal en 1993. Los críticos
― tales como el ex economista jefe del FMI, Michael Mussa― afirmaban, sin embargo, que Argentina
debiera haber aprovechado la oportunidad de hacer más estricta su política fiscal durante sus años de
auge.8 Ellos señalaban que los déficits eran, en realidad, mayores de lo que parecían. Primero, desde
1993 a 1998, Argentina recibió US$3.100 millones de ingresos extraordinarios por las privatizaciones.
Segundo, la reestructuración del bono Brady actuó como un préstamo implícito al retrasar de manera
importante los pagos de intereses. Además, los continuos préstamos llevaron la deuda pública de
Argentina como porcentaje del PIB desde 29% en 1993 a 51% en 2000 (ver Anexo 11). El Economist
observó: “En lugar de imprimir dinero, como en los malos viejos tiempos, [Argentina] imprimió
bonos para financiar su déficit fiscal.”9
Aunque era baja para los estándares internacionales, una razón deuda-a-PIB de 50% era
preocupante en el caso de Argentina. Primero, la mayor parte de la deuda de Argentina estaba
denominada en moneda extranjera, y una gran parte estaba fuera de Argentina. Con una razón
deuda-a-exportaciones de 400% ―mucho más alta que la de la mayoría de los demás países― la
capacidad de Argentina para pagar su deuda en moneda dura era dudosa. Segundo, Argentina era
vulnerable a las conmociones externas al igual que a los cambios en los percepciones del mercado.10
En realidad, a partir de 1998, Argentina ya no pudo pagar toda su deuda externa después de la
“detención súbita” de flujos de capitales globales a las economías de mercados emergentes.11 Tercero,
parecía haber una tendencia estructural hacia los déficits. Los altos costos del servicio de la deuda se
agregaban a un generoso estado de bienestar informal, impulsado por el alto desempleo,
especialmente en las provincias. Además, el sistema impositivo del país era ineficiente y sufría de
altos niveles de evasión de impuestos. El gobierno recolectaba sólo 20% de PIB en impuestos, en
comparación con 30% en Brasil y más de 50% en Europa.
La indisciplina fiscal al nivel provincial era considerada como otra debilidad estructural. De
acuerdo con la Constitución argentina de 1853, la cobranza de los impuestos y los pagos de deuda
eran mantenidos al nivel nacional. El gobierno federal estaba encargado de distribuir una porción de
los impuestos cobrados a las provincias. A comienzos de la década de 1990, la distribución de los
ingresos sobre la base de un porcentaje entre el gobierno nacional y las provincias fue reemplazada
por un sistema rígido de garantías de ingreso mínimo. Pero las autoridades provinciales utilizaron
estas garantías como un colateral que les permitía contraer deudas significativas en el sector privado,
de las cuales era finalmente responsable el gobierno.12
Los economistas políticos afirmaban que “las transferencias federales alentaban a los
funcionarios provinciales a desoir los políticos nacionales y expandir significativamente las planillas
provinciales.”13 Como resultado, las provincias originaban déficits significativos y persistentes.
Ellos afirmaban que gran parte del déficit general era atribuible al sistema de seguridad social,
que en 1994 había empezado una reforma desde un sistema de pago por el estado a medida que se
necesitaba a cuentas individuales privadas. Ellos señalaban que los ahorros en el nuevo sistema
privatizado de pensiones explicaba las dos terceras partes del déficit de la seguridad social en el año
2000, equivalente a 2,4% del PIB.
Aquellos que presionaron para este quiebre institucional pensaron que al dejar de
pagar las deudas y apartarse de la convertibilidad, el sector privado altamente
endeudado tendría finalmente resueltos sus problemas financieros: si Argentina
“pesificaba” su economía” ― es decir, forzaba la conversión de todos los contratos en
dólares a contratos en pesos y luego devaluaba el peso― se transferiría automáticamente
un enorme monto de recursos desde los acreedores a los deudores.”18
Segundo, algunos economistas argüían que el FMI exacerbó la recesión argentina a través de
exigencias de política restrictiva. Joseph Stiglitz, ganador del Premio Nobel y ex economista jefe del
Banco Mundial, escribió:
Otros más argüían que el Fondo no impulsó las políticas restrictivas correctas. Por ejemplo, no se
preocupó de que Argentina modificara sus reglas de gasto para las provincias, que estaban definidas
constitucionalmente.
Tercero, algunos críticos afirmaban que el FMI suministró demasiado financiamiento sin exigir el
ajuste suficiente de las políticas. Michael Mussa (ex economista jefe del FMI) señaló que entre 1995 y
1998, “durante más de la mitad del tiempo, se concedieron dispensas por el incumplimiento de los
criterios fiscales, o se cumplían esos criterios, pero sólo después de haber sido corregidos al alza, o
las violaciones eran simplemente ignoradas por el Fondo (al cabo de algunos años) y eficazmente
barridas debajo de la alfombra.”25 Dispensas aparentemente infinitas permitieron que Argentina
sobreviviera sin encarar los problemas políticos y económicos fundamentales. Mussa observó que
cuando la economía estaba creciendo, el FMI debería haber hecho uso de su capacidad para poner
condiciones para presionar a los argentinos para que pusieran en vigencia una política fiscal más
prudente.
Los observadores se quedaron preguntando por qué el FMI siguió apoyando al país a pesar de
sus debilidades. Algunos economistas planteaban que, a través del Blindaje y otros subsiguientes
salvavidas, el FMI estaba tratando de generar un optimismo que se auto-cumplía como forma de
promover una recuperación.26 En otra posible explicación, Mussa señaló: “Un alumno estrella que el
Fondo había alabado y apoyado como modelo de estabilización económica y reforma estaba en
peligro de convertirse en un basket-case.* El Fondo, que ya estaba bajo escrutinio por su implicación en
Asia antes del colapso de esa región, estaba particularmente ansioso de que Argentina tuviera éxito,
con el fin de poder señalar a un país del programa en el cuál estaba apoyando políticas económicas
pro-mercado exitosas.
Martin Feldestein, ex presidente del Consejo de Asesores Económicos del Presidente Reagan, veía
las cosas de un modo distinto:
Una razón es que Argentina tiene pagos al FMI de intereses y capital por US$
4.900 millones que vencen este año. Al retener ese monto de cualquier préstamo bruto
que haga ahora, el FMI puede mantener la ficción de que sus prestatarios no dejan de
pagar sus préstamos. Esa afirmación es importante para la capacidad del FMI de obtener
fondos de Estados Unidos y de otros gobiernos industriales. Dado que un préstamo de
US$ 5.000 millones a Argentina haría esta maniobra evidente, el FMI quiere prestarle
más.28
* N. del T.: La expresión basket-case no tiene equivalente en castellano. En situaciones de guerra, se llamaba basket-case, que
significa caso de canasto, a los soldados que, por haber perdido brazos y piernas, debían ser trasladados en un canasto, de ahí
que el término sea equivalente a una persona o cosa defectuosa o decadente.
Propuestas
Para la mayor parte de la gente, los científicos locos son excéntricos inofensivos trabajando en un
sótano o individuos malévolos decididos a dominar el mundo. ¿En qué categoría caen los profesores de
economía?
La mayor decisión que debía enfrentar Duhalde se refería a la devaluación o no devaluación del
peso, lo que en el primer caso implicaba romper la vinculación, que había durado una década, del
peso con el dólar. Él se encontró con una avalancha de sugerencias de política, tanto para enfrentar
estos problemas como respecto de otros.
Algunos economistas estaban presionando para que se avanzara más allá de la convertibilidad,
para llegar a la dolarización. Con reservas extranjeras netas como un porcentaje de la base monetaria
de entre 109% a 193% durante 2001, la dolarización habría sido realmente factible.731 Otros
economistas, como el ex Presidente del Banco Central Argentino, Javier González Fraga, se oponían
estrictamente a mantener cualquier régimen de tipo de cambio fijo, y menos uno tan extremo como la
dolarización. Junto con otros partidarios de Duhalde, Fraga creía firmemente que la devaluación era
un mecanismo importante a través del cual la economía Argentina se haría nuevamente productiva y
competitiva.
7 Las reservas netas de moneda extranjera excluyen las existencias de bonos gubernamentales argentinos denominados en
moneda extranjera que estaban en poder del Banco Central. La base monetaria incluye la moneda emitida y las reservas de los
bancos comerciales.
10
Los otros desafíos inmediatos de Argentina era resolver el problema del corralito y enfrentar la
deuda morosa. Los economistas políticos Allan Meltzer y Adam Lerrick sugirieron terminar con el
corralito mediante una autorización a los bancos para que emitieran recibos de depósitos
garantizados por el gobierno como dinero. En el tema de la deuda morosa, J.P. Morgan propuso un
marco de referencia basado en el mercado para un intercambio de bonos en dos pasos. Estaba
diseñado para encargarse de los problemas de servicios no pagados durante la reestructuración de la
deuda soberana. Durante el primer paso, los inversionistas entregarían sus bonos de largo plazo a
cambio de valores de corto plazo y, si era necesario como un incentivo adicional, dinero en efectivo.
El segundo paso implementaría los términos exactos de una reestructuración acordada. Después que
se estableciera la sustentabilidad de la deuda, los inversionistas intercambiarían sus valores de corto
plazo por nuevos bonos de largo plazo recién reestructurados.33
Las propuestas de más largo plazo ponían énfasis en la vuelta a las políticas “neoliberales” de la
década anterior a través del fortalecimiento de la reforma basada en el mercado. Sebastián Edwards,
ex economista jefe para Latinoamérica del Banco Mundial, sugirió que Argentina adoptara un plan
similar al de Chile en 1985, tres años después de su propio colapso económico.34 La primera parte del
plan chileno fue el incentivo a la inversión a través de una disminución de los impuestos a las
utilidades corporativas y una rebaja de los gastos gubernamentales. Otro componente importante fue
la adopción de una política monetaria sólida. Con este fin, Edwards recomendaba volver a designar
Presidente del Banco Central Argentino a Pou, cuyo despido en 2001 había, según Edwards,
sacrificado la credibilidad monetaria del país. Edwards también se refirió al ejemplo de Chile en la
recapitalización de los bancos. Después de inyectar fondos en dinero efectivo en los bancos, el
gobierno chileno se convirtió en su dueño. Luego vendió los bancos a accionistas dispersos (más de
100.000) y se aseguró de que el nuevo entorno bancario fuera competitivo. La cuarta parte del plan
implicaba una liberalización del comercio, que se podía lograr en Argentina a través de una
reducción de los derechos de importación y el corte de las relaciones con lo que Edwards llamaba “la
unión aduanera proteccionista conocida como Mercosur.”35
Otras recetas fueron más drásticas y controvertidas. Los economistas del MIT Rüdiger Dornbusch
y Ricardo Caballero llegaron a sugerir que Argentina renunciara a su soberanía económica y
financiera durante un período extenso. Ellos compararon a Argentina en 2002 con Austria al término
de la I Guerra Mundial, y recomendaron un arreglo similar, según el cual, comisiones extranjeras
residentes se harían cargo de importantes responsabilidades:
Mientras los argentinos consideraban el supuesto implícito de que ellos mismos constituían el
problema, el recién designado Presidente Duhalde reflexionaba sobre las duras opciones que tenía
por delante.
11
Apéndice
12
Unidades como se muestran 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
Crecimiento Real del PIB (% de cambio al año) -3,0 12,2 11,3 6,7 5,8 -2,8 5,5 8,1 3,9 -3,4 -0,8 -4,5 -10,0
Crecimiento Real del PIB Per Cápita (% de cambio al año) -4,3 10,7 9,9 5,4 4,4 -4,0 4,3 6,8 2,6 -4,5 -1,9 -5,5 -11,9
Inflación de Precios al Consumidor (% de cambio a fin de año)1343,9 84,0 17,5 7,4 3,9 1,6 0,1 0,3 0,7 -1,8 -0,7 -1,5 41,0
Índice del mercado de valores (de cambio al año, valor dólar) n/a n/a -46,0 35,3 -21,0 12,8 25,2 5,9 -37,4 28,0 -24,3 -29,1 -46,5
Salarios Nominales Promedio (% de cambio al año) n/a n/a 32,2 13,4 6,0 5,3 6,1 1,4 1,2 -0,5 0,8 -4,1 2,0
Crecimiento M1 (% de cambio al año) n/a 148,6 49,0 33,0 8,2 1,6 14,6 12,8 0,0 1,6 -9,2 -20,1 78,6
Unidades como se muestran
Tipo de Cambio Nominal (pesos por dólar a fin de año) 0,6 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 3,3
Tipo Real de Cambio (aumento = apreciación, 1997 = 100) 59,8 82,7 95,2 104,2 104,2 98,6 97,3 100,0 103,5 108,7 109,3 113,3 46,8
Desempleo (%) 7,5 7,5 7,5 8,8 10,5 15,5 15,5 13,9 11,8 13,0 14,6 16,4 18,8
Reservas Internacionales (bns, US$ corrientes, a fin de año)) 6,0 7,4 11,4 15,5 16,0 16,0 19,7 22,4 24,9 26,4 25,2 14,6 10,5
Deuda Externa (bns, US$ corrientes, a fin de año)) 62,2 65,4 68,3 64,7 75,1 98,8 111,4 128,4 141,5 145,3 145,9 136,7 127,4
Fuente: Redactor del caso, sobre la base de datos de EIU Country Data, Agosto de 2003.
Anexo 1b Crecimiento Real del PIB y el Desempleo Anexo 1c Índice Mensual de Producción Industrial Argentina (ajustada a la
estación)
Anexo 2 Cuentas Nacionales de Ingresos de Argentina (miles de millones de dólares constantes de 1996)
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
Producto Interno bruto 188,1 211,1 235,0 250,9 265,5 258,0 272,2 294,3 305,7 295,3 293,0 280,1 249,6
Consumo Doméstico 121,8 142,4 164,8 174,3 184,9 176,8 186,6 203,3 210,4 206,2 204,8 193,0 165,3
Consumo del Gobierno 31,2 32,6 32,2 32,9 33,1 33,3 34,0 35,1 36,3 37,3 37,5 36,7 34,8
Inversión Fija Bruta 23,4 30,4 40,3 48,0 54,1 47,2 53,4 62,3 65,3 54,3 52,2 46,0 28,7
Exportaciones 18,7 18,0 17,8 18,7 21,5 26,4 28,4 31,8 35,2 34,8 35,7 36,7 37,8
Importaciones 6,9 12,3 20,4 23,5 28,5 25,7 30,2 38,3 41,5 36,8 36,8 31,6 15,8
PIB Nominal US$ bns corrientes) 141,4 189,7 229,0 236,8 257,7 258,1 272,2 293,0 299,1 283,7 284,3 268,8 102,0
Fuente: Redactor del caso, sobre la base de datos de EIU Country Data, Agosto de 2003.
Nota: El PIB o es igual ala suma de los componentes debido al cambio de bases de 1996, que altera la importancia relativa de los componentes individuales.
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001
Cuenta Corriente 4.552 -647 -5.660 -8.169 -11.171 -5.175 -6.825 -12.243 -14.532 -11.902 .8.879 -4.554
Balanza Comercial 8.628 4.419 -1.396 -2.364 -4.160 2.357 1.760 -2.123 -3.097 -795 2.558 7.451
Exportaciones 12.354 11.978 12.399 13.269 16.043 21.162 24.043 26.431 26.434 23.309 26.410 26.610
Importaciones 3.726 7.559 13.795 15.633 20.202 18.804 22.283 28.554 29.531 24.103 23.852 19.159
Servicios Netos -674 .1.599 .2.560 .3.329 -3.777 -3.417 -3.528 -4.365 -4.435 .4.1 C>6 .4.307 .4.094
Ingreso neto -4.400 .4.260 .2.473 -2.997 -3.697 -4.669 -5.502 -6.218 -7.406 -7.398 .7.372 -8.095
Transferencias netas 998 793 769 521 463 553 446 463 406 397 241 183
Errores y emisiones Netos 715 -341 299 -10.282 -881 .2.140 .1.682 -1.276 -447 -1.098 .1.154 -3.361
Balance/Cambio en Reservas Oficiales -617 -806 2.286 1.954 -675 -2.311 3.258 3.331 4.090 2.013 -1.176 -21.405
Fuente: Redactor del caso, sobre la base de datos del FMI, International Financial Statistics CD-Rom, julio de 2003 (datos para 2002 no están disponibles).
For the exclusive use of D. Cordero, 2015.
707-S21 -15-
Gasto Primario
Provincias 11,3 11,3 11,3 10,8 10,8 11,3 12,3 11,9 12,0
Seguridad Social 5,3 5,9 6,1 5,7 5,9 5,8 6,1 6,1 6,1
Resto del Gobierno Nac. (excluidas transferencias a provincias,) 8,0 7,1 6,8 6,2 6,5 6,1 7,0 6,4 6,3
Total Gasto Primario 24,6 24,3 24,2 22,7 23,2 23,2 25,4 24,4 24,4
Ingresos Ordinarios
Provincias (excluidas transferencias del gob. nacional) 4,9 4,8 4,6 4,6 4,7 4,8 4,9 5,1 5,1
Seguridad Social 5,6 5,5 5,3 3,8 4,2 4,0 3,8 3,8 3,5
Resto del Gobierno Nacional 15,5 14,1 13,7 13,5 14,5 14,8 15,8 16,0 15,2
Total Ingresos Ordinarios 26,0 24,4 23,6 21,9 23,4 23,6 24,5 24,9 23,8
Balance Primario
Provincias (incluidas transferencias de gobierno nac.) -0,6 -0,8 -1,1 -0,4 -0,1 -0,4 -1,1 -0,5 -1,1
Seguridad Social 0,3 -0,4 -0,8 -1,9 -1,7 -1,8 -2,3 -2,3 -2,6
Resto de Gobierno Nacional (incluidas transf.. a prov.) 1,7 1,3 1,3 1,5 2,0 2,6 2,5 3,3 3,1
Total Balance Primario 1,4 0,1 -0,6 -0,8 0,2 0,4 -0,9 0,5 -0,6
Servicio de Deuda 0,8 1,3 1,4 2,7 2,3 2,6 3,4 4,1 4,6
Balance General 0,6 -1,2 -2,0 -3,5 -2,1 -2,2 -4,3 -3,6 -5,2
Item Memo: Transf. de Gobierno Nacional a Provincias 5,8 5,7 5,6 5,8 6,0 6,1 6,3 6,3 5,8
Fuente: Creado por el redactor del caso sobre la base de datos del banco Central de la República Argentina.
Fuente: Creado por el redactor del caso sobre la base de datos del Banco Central de la República Argentina.
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intereses y cargos)
Balance total no pagado
dólares
Fuente: Creado por el redactor del caso, sobre la base de datos del FMI, International Financial Statistics CD-
Rom, julio de 2003.
17
Tasa peso
Tasa dólar
Fuente: Creado por el redactor del caso sobre la base de datos del Banco Central de la República Argentina. Departamento
Monetario y financiero, agosto de 2003.
Anexo 9 Índice de Bonos de Mercados Emergentes de J.P. Morgan (promedio mensual EMBI)
Spreads de Bonos Soberanos en
Puntos de Base
Fuente: Creado por el redactor del caso sobre la base de datos de The Center for International Economics,
<http//cei.mrecic.gov.ar/>, agosto de 2003.
Nota: EMBI de J.P. Morgan cubre sólo los Bonos Brady. 100 puntos de base equivalen a 1%.
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1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001
Fuente: Creado por el redactor del caso sobre la base de datos (para salarios) de EIU Country Data, octubre de 2003 y (para IPP
e IPC) del Fondo Monetario Internacional, International Financial Statistics Cd-ROM, agosto de 2003.
Fuente: Adaptado de Perry y Serven, “The Anatomy of a Multiple Crisis”, 2002. p 47.
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