Paraclesis de La Santa Madre de Dios
Paraclesis de La Santa Madre de Dios
Paraclesis de La Santa Madre de Dios
Oraciones iniciales
Rey celestial, Paráclito, Espíritu de Verdad, tu que estás presente en todo, Tú que lo llenas todo,
tesoro de gracias y dador de vida, ven y mora en nosotros, purifícanos de toda mancha, y salva
nuestras almas. Tú que eres Bondad.
cómo era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
cómo era en un principio ahora y siempre; por los siglos de los siglos. Amén.
Padre Nuestro....
Porque tuyo es el reino, el poder, y la gloria: Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre por
los siglos de los siglos
Amén.
Kyrie, eleison. (x12).
como era en un principio ahora y siempre; por los siglos de los siglos. Amén.
Venid, adoremos y prosternémonos ante el mismo Cristo, nuestro Rey y nuestro Dios.
Salmo 142
El enemigo me persiguió a muerte, aplastó mi vida contra el suelo; me introdujo en las tinieblas,
como a los muertos de hace muchos años.
Respóndeme en seguida, Señor, porque me falta el aliento. No me ocultes tu rostro, para que no
sea como los que bajan a la fosa.
Que experimente tu amor por la mañana, porque confío en ti; indícame el camino que debo seguir,
porque a ti elevo mi alma.
Líbrame, Señor, de mis enemigos, porque me refugio en ti; enséñame a hacer tu voluntad, porque
tú eres mi Dios.
Que tu espíritu bondadoso me conduzca por tierra llana. Por amor de tu Nombre, Señor,
consérvame la vida.
Por tu justicia, sácame del peligro; por tu fidelidad, destruye a mi enemigo; aniquila a mis
opresores, porque siervo tuyo soy.
como era en un principio ahora y siempre; por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya, aleluya, aleluya, Gloria a ti oh Dios.
La Gran Letanía
Por la paz que viene de lo alto y la salvación de nuestras almas, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Por la paz del mundo entero, la estabilidad de las Santas Iglesias de Dios y la unión de todos,
roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Por este Santo Templo y por los que entran en él con fe, devoción y temor de Dios, roguemos al
Señor.
Señor, ten piedad.
Por nuestro Pontífice, Su Santidad ...., por nuestro Obispo..., por el presbiterado y diaconado en
Cristo, por todo el clero y el pueblo de Dios, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Por nuestro país, por sus autoridades y por todos los que con fe y piedad moran en él, y por todos
los países, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Para que Él libre a Su pueblo de enemigos visibles e invisibles, y nos confirme en la unidad, el
amor fraternal y la piedad, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Por esta ciudad, por todas las ciudades y países, y por todos los fieles que habitan en ellas,
roguemos al Señor. Señor, ten piedad.
Por un clima propicio, por la abundancia de los frutos de la tierra y tiempos de paz, roguemos al
Señor.
Señor, ten piedad.
Por los que viajan por tierra, mar y aire, por los enfermos, los afligidos, los cautivos y por su
salvación, roguemos al Señor. Señor, ten piedad.
Para que Él escuche los sollozos y lamentos de sus siervos, que han sido encadenados y
esclavizados por los inicuos, y que claman a Él con pena y dolor; y que rescate sus vidas desde la
corrupción, roguemos al Señor. Señor, ten piedad.
Para que desarraigue de nosotros el odio, la rivalidad y las otras pasiones que destruyen el amor
fraternal, y siembre en nuestros corazones el amor sincero, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Para que nos libre de toda aflicción, ira, peligro y necesidad, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y protégenos, oh Dios, por tu gracia.
Señor, ten piedad.
Porque a Ti es debida toda gloria, honor y adoración, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y
siempre y por los siglos de los siglos.
Amén.
El Señor es Dios, y se nos ha revelado, bendito el que viene en nombre del Señor.
El Señor es Dios, y se nos ha revelado, bendito el que viene en nombre del Señor.
El Señor es Dios, y se nos ha revelado, bendito el que viene en nombre del Señor.
El Señor es Dios, y se nos ha revelado, bendito el que viene en nombre del Señor.
El Señor es Dios, y se nos ha revelado, bendito el que viene en nombre del Señor.
Nosotros pecadores y míseros, recurrimos con fervor a la Madre de Dios, y nos arrojamos
penitentes a sus pies, gritando de lo profundo del alma: Ayúdanos Soberana, mostrándote piadosa
con nosotros; Apresúrate, porque perecemos por la multitud de nuestras culpas. No dejes que tus
siervos se vayan vacíos, porque han puesto en Ti su única esperanza.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en un principio ahora y siempre; por los
siglos de los siglos. Amén.
Salmo 50
Troparios
Los asaltos del dolor se abaten tempestuosos sobre mi pobre alma, oh esposa de Dios, nubes de
desventuras cubren mi corazón: tú que has traído al mundo la Luz divina que precede los siglos,
haz resplandecer sobre mí la luz gozosa.
Salva del peligro a tus siervos, oh Madre de Dios, porque, después de Dios, es en ti que todos
nosotros nos refugiamos, baluarte y protección inexpugnable.
Mira con clemencia, oh Madre de Dios digna de cada canto, el angustioso mal de mi cuerpo, y
sana el dolor de mi alma.
Troparios
Realmente has hecho admirables, oh Soberana, tus beneficios hacia mi, oh Virgen: te glorifico,
canto, honro tu rica e inmensa solicitud.
Salva del peligro a tus siervos, oh Madre de Dios, porque, después de Dios, es en ti
que todos nosotros nos refugiamos, baluarte y protección inexpugnable.
Mira con clemencia, oh Madre de Dios digna de cada canto, el penosísimo mal de mi
cuerpo, y sana el dolor de mi alma.
Kyrie, eleison. (3 )
roguemos por nuestro Papa… , obispo, Párroco, y por todos nuestros hermanos sacerdotes..
Kyrie, eleison. (3 )
roguemos para que todos los fieles y siervos de Dios, obtengan misericordia, vida, paz, salud,
salvación, perdón y remisión de sus pecados.
Kyrie, eleison. (3 )
roguemos por los enfermos para que el Señor nuestro Dios lo(la) guarde de cualquier enfermedad
del alma y del cuerpo que lo(la) oprime y le conceda recuperar la salud y la integridad.
Kyrie, eleison. (3 )
roguemos por los que están de viaje y por los que están en el extranjero para que sean protegidos
del mal y de toda suerte de mal tiempo, para que tengan paz y salud.
Kyrie, eleison. (3 )
roguemos para que el Señor Dios escuche la voz de súplica de nosotros pecadores, y tenga piedad
de nosotros.
Kyrie, eleison. (3 )
Amen.
Tú eres mi vigor, Señor, tú mi fuerza, tu mi Dios, tú mi júbilo, tu, que sin abandonar el
seno del Padre, has visitado nuestra pobreza; por esto, junto al profeta Habacuc, a ti
aclamo: Gloria a tu poder, oh amigo de los hombres.
Troparios
Yo alabo y proclamo el dulce río de tu misericordia que riega con ricos dones, o
purísima, mi reseca alma, infeliz y mísera, dentro del horno de las desventuras y de las
tribulaciones; me refugio bajo tu protección: sálvame!
Salva del peligro a tus siervos, oh Madre de Dios, porque, después de Dios, es en ti
que todos nosotros nos refugiamos, tu que eres baluarte y protección inexpugnable.
Mira con clemencia, oh Madre de Dios digna de cada canto, el penosísimo mal de mi
cuerpo, y sana el dolor de mi alma.
Oda 5: Cántico de Isaias
¿Por qué me has mantenido alejado de tu rostro, luz sin ocaso,a mi infeliz, y me ha
envuelto la tiniebla hostil?. Conviérteme, te ruego, y guía mis caminos hacia la luz de
tus mandamientos.
Troparios.
Agradecido a ti aclamo: Regocíjate Virgen Madre; esposa de Dios; regocíjate divino refugio;
regocíjate, escudo y muralla inexpugnable; regocíjate, protección, ayuda y salvación de cuantos
a ti recurrimos con fe.
Cuantos me odian, en vano han preparado dardos, espada y fosa, y buscan destruir mi pobre
cuerpo, y pisotearlo en la tierra, oh pura: pero tú prevenlos y sálvame de ellos.
Sálvame de toda angustia, tribulación, enfermedad y daño; con tu poder, bajo tu protección
guárdame incólume, de todo peligro y de los enemigos que me hacen la guerra y me odian, oh
Virgen digna de todo canto.
¿Qué dones te ofreceré, en acción de gracias, por todos tus dones de los cuales he gozado, por tu
inmensa bondad?. Glorifico, canto y magnifico tu inefable compasión por mi.
Salva del peligro a tus siervos, oh Madre de Dios, porque, después de Dios, es en ti que todos
nosotros nos refugiamos, baluarte y protección inexpugnable.
Mira con clemencia, oh Madre de Dios digna de cada canto, el penosísimo mal de mi cuerpo, y
sana el dolor de mi alma.
Derramo mi súplica ante el Señor, y a él expongo mis tribulaciones, porque mi alma está colmada
de males y mi vida está acompañada del hades; como Jonás ruego: hazme salir de la corrupción,
oh Dios.
Troparios
Las nubes del dolor han cubierto mi pobre alma, mi pobre corazón, y las tinieblas me invaden, oh
Virgen; pero tú que has traído al mundo a la luz inaccesible, ahuyéntalas lejos de mi con el soplo
de tu divina intercesión.
Sé que eres consolación en las aflicciones y médico en las inagotables enfermedades, destrucción
total de la muerte, río inagotable de vida y rápido e inmediato socorro para cuantos están en la
desventura.
No escondo el abismo de tu misericordia, la fuente de tus infinitos prodigios, y la vertiente
inagotable de tu compasión por mi, oh Soberana: a todos lo proclamo, lo grito, lo anuncio y lo
declaro.
Oh Madre de Dios, salva del peligro a tus servidores, porque, después de Dios, es en ti que todos
nosotros nos refugiamos, baluarte y protección inexpugnable.
Oh Madre de Dios digna de todo canto, mira con clemencia, el penosísimo mal de mi cuerpo, y
sana el dolor de mi alma.
Kondakion
Abogada de los cristianos, jamás confundida, estable mediadora junto al Creador, no desprecies
las voces suplicantes de los pecadores, tu que eres buena, corre en ayuda, de aquellos que a ti gritan
con fe: Rápido intercede por nosotros, Oh Madre de Dios, apresúrate a salvarnos, tu que siempre
proteges al que te honra.
Antifona 1
Desde de mi juventud muchas pasiones me hacen la guerra, pero tu, oh mi Salvador, socórreme, y
sálvame.
Ustedes que odian a Sión, sean confundidos por el Señor: sí, como hierba reseca al fuego
perecerán.
Toda alma es vivificada por el Espíritu Santo, con la purificación es enaltecida en virtud de la
Trinidad y en el sagrado misterio se vuelve luminosa.
Por el Espíritu Santo nacen los ríos de la gracia, que irrigan toda la creación para hacerla
fecunda.
Amén.
Prokímenon.
Para que podamos ser dignos de oir el santo evangelio: roguemos al Señor nuestro Dios
Kyrie, eleison. (3 )
Lucas (10,38-42;11,27-28).
En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía
ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra; mientras
Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: "Señor, ¿no te importa que
mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude." Le respondió el Señor: "Marta,
Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y una sola cosa es necesaria. María ha elegido
la mejor parte, que no le será quitada."
Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer de entre la gente, y dijo:
"¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!”. Pero él dijo: "Dichosos más bien los
que oyen la Palabra de Dios y la guardan."
Amén
Piedad de mi, oh Dios, según tu gran misericordia, y según la multitud de tu compasión, borra mi
delito.
No confiarme a una protección humana, oh santísima Soberana, pero acoge la plegaria de tu siervo:
la tribulación me oprime, no logro soportar las flechas de los demonios; no tengo protección, ni
donde refugiarme, porque de todas partes, ¡infeliz de mi!, estoy combatido, y no tengo esperanza
fuera de ti.
Soberana del mundo, esperanza y defensa de los fieles, no olvides mi plegaria, has lo que sea
bueno para mi.
Theotokía.
Ninguno que recurra a ti se va confundido, oh Virgen pura, Madre de Dios, pero pide la gracia y
obten el don, según lo que conviene a su petición.
Tu que eres consuelo de los atribulados, liberación de los enfermos, oh Virgen Madre de Dios,
salva la ciudad y el pueblo, tu que eres, paz de quien es combatido, bonanza de quien es sacudido
por los huracanes, única protección de los fieles.
Salva, oh Dios, y bendice tu heredad. Visita tu mundo con misericordia y compasión. Eleva la
frente de los cristianos y manda sobre nosotros tu abundante misericordia; por intercesión de
nuestra purísima Soberana, Madre de Dios y siempre Virgen María; por el poder de la cruz
preciosa y vivificante; por la protección de los santos ejércitos celestiales incorpóreos; por la
plegaria del venerable, glorioso profeta y precursor Juan Bautista; de los santos y gloriosos
apóstoles dignos de toda alabanza; de nuestros santos padres, grandes pontífices y doctores, de los
santos mártires, gloriosos y victoriosos; y de todos los santos: te suplicamos, Señor rico en
misericordia, escúchanos a nosotros pecadores que te rogamos, y ten piedad de nosotros.
Por la misericordia, la compasión y el amor por los hombres de tu unigénito Hijo, con el cual eres
bendito, junto a tu Santísimo, bueno y vivificante Espíritu, ahora y siempre por los siglos de los
siglos.
Los jóvenes de los hebreos en la hoguera caminaban valientemente sobre las llamas, y cambiaron
el fuego en dulce rocío, cantando: Bendito eres Tú Señor Dios por los siglos.
Tropario.
Oh Madre de Dios que has traído al mundo la luz, yo estoy oscurecido por la noche del pecado:
ilumíname tú, puro e inmaculado receptáculo de luz, a fin que con amor yo te de gloria.
Para mi, privado de toda ayuda, sé tú, protección, defensa, socorro y gozo, oh Virgen, fuerza de
quien está sin ayuda y esperanza de los desesperados.
Con toda el alma, la mente, el corazón y los labios, yo te doy gloria por haber gozado de tus
grandes gracias: oh, tu bondad y tus innumerables prodigios¡
Mírame con tus ojos piadosos, y visítame en mi sufrimiento: líbrame con tu infinita misericordia
de temerosas desventuras, daños, peligros y tentaciones.
Salva del peligro a tus siervos, oh Madre de Dios, porque, después de Dios, es en ti que todos
nosotros nos refugiamos, baluarte y protección inexpugnable.
Mira con clemencia, oh Madre de Dios digna de cada canto, al penosísimo mal de mi cuerpo, y
sana el dolor de mi alma.
Celebremos al Señor que sobre el monte santo se ha glorificado y en la zarza ardiente, con el fuego,
ha hecho conocer a Moisés el misterio de la Virgen: celebrémoslo y exaltémoslo por todos los
siglos.
Tropario.
Por tu entrañable misericordia, no te olvides de nosotros, Virgen venerable, porque me hundo por
la agitación de la vorágine de la vida: mejor, da tu ayuda a quien está sumergido en los males de
la existencia.
Han venido sobre mi, oh Virgen pura, las dificultades, las aflicciones, las angustias y las
desventuras de la vida, y de todas partes me han circundado las tentaciones: por tanto,
ven, acércate a mi y socórreme con tu poderosa protección.
Alégrate, trono igniforme del Señor; alégrate, tabernáculo divino que porta el maná; alégrate
lámpara de oro, lámpara que no se apaga; alégrate, gloria de las vírgenes, esplendor y honor de
las madres.
Salva del peligro a tus siervos, oh Madre de Dios, porque, después de Dios, es en ti que todos
nosotros nos refugiamos, baluarte y protección inexpugnable.
Mira con clemencia, oh Madre de Dios digna de cada canto, el penosísimo mal de mi cuerpo, y
sana el dolor de mi alma.
Por esto se admira el cielo, y están sorprendidos de estupor los confines de la tierra: porque Dios
se ha aparecido corporalmente a los hombres, y tu seno ha llegado a ser más vasto que los cielos:
Por esto te alaban, Madre de Dios, los ejércitos de los ángeles y de los hombres.
Tropario.
¿Cerca de quién podré refugiarme, oh pura? ¿A quién recurriré para ser salvado?¿Dónde
iré?.¿Qué refugio encontraré?. ¿Qué cálido socorro?. ¿Qué ayuda en la tribulación? En ti sólo
espero, en ti sólo me glorío, y en ti confiado me refugio.
Acepta mi pobre súplica, no desprecies mi llanto, mis lágrimas y mi gemido, sino socórreme en tu
bondad, y realiza mis súplicas: tú, en efecto, lo puedes todo, como Madre del Omnipotente
Soberano y Dios, si te inclinas hacia mi pobre bajeza.
Salva del peligro a tus siervos, oh Madre de Dios, porque, después de Dios, es en ti que todos
nosotros nos refugiamos, baluarte y protección inexpugnable.
Mira con clemencia, oh Madre de Dios digna de cada canto, el penosísimo mal de mi cuerpo, y
sana el dolor de mi alma.
Más venerable que los querubines, incomparablemente más gloriosa que los serafines, tu que sin
corrupción has engendrado al Verbo de Dios, verdaderamente eres Madre de Dios, te
magnificamos.
Con himnos honramos a la que es más grande que los querubines, más Pura que los resplandores
solares, a la que nos ha liberado de la maldición, la Soberana del mundo.
Por mis muchos pecados el cuerpo está enfermo y enferma está también el alma; me refugio en ti,
la llena de gracia: esperanza de los desesperados, ayúdame tú.
Soberana, Madre del Redentor, acoge la súplica de tus indignos servidores, que piden tu mediación
junto a al que de ti ha nacido: oh Soberana del mundo, sé tú la mediadora.
A ti, Madre de Dios digna de todo canto, con ardor y alegría cantamos el himno: junto al precursor
y a todos los santos; Madre de Dios, implora para nosotros la piedad divina.
Ejércitos de todos los ángeles, precursora del Señor, ustedes los doce apóstoles y santos todos,
intercedan junto a la Madre de Dios por nuestra salvación.
Trisagio:
Santísima Triada:
Ten piedad de nosotros; Señor, apiádate delante de nuestros pecados;
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu
voluntad, en el cielo como en la tierra. Danos hoy el pan de cada día, perdona nuestras ofensas
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Y no nos dejes caer en tentación, más líbranos
de todo mal. Amén.
Porque tuyo es el reino, el poder, la gloria: Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre por los
siglos de los siglos.
gloria a ti.
Exapostilario.
Apóstoles, que reunidos de los confines de la tierra, en el poder del Getsemani sepulten mi cuerpo.
Y tú, mi Hijo y Dios, acoge mi espíritu.
Dulzura de los ángeles, alegría de los atribulados, protección de los cristianos, oh Virgen, Madre
del Señor, ven en mi socorro y libérame de los tormentos eternos.
Tengo en ti cual mediadora junto a Dios amigo de los hombres: que él no me acuse por mis
acciones ante los ángeles; te suplico, o Virgen, ven pronto en mi ayuda.
Torre toda incrustada de oro y ciudad de los doce muros, trono que destila sol, asiento del Rey,
incomprensible prodigio. ¿Cómo puede amamantarse el Soberano?