Paraclesis de La Santa Madre de Dios

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Paraclesis

Oficio de Intercesión a la Madre de Dios

Oraciones iniciales

Bendito Nuestro Dios en todo tiempo,


ahora y siempre por los siglos de los siglos.

Gloria a ti, Dios nuestro, gloria a ti.

Rey celestial, Paráclito, Espíritu de Verdad, tu que estás presente en todo, Tú que lo llenas todo,
tesoro de gracias y dador de vida, ven y mora en nosotros, purifícanos de toda mancha, y salva
nuestras almas. Tú que eres Bondad.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal,

Ten piedad de nosotros (3 veces).

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,

cómo era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

Santísima Trinidad, Ten piedad de nosotros;

Señor, perdona nuestros pecados;

Soberano, absuelve nuestras transgresiones;

Oh Santo, visita nuestra enfermedad y sánanos por tu nombre.

Kyrie, eleison; Kyrie, eleison; Kyrie, eleison.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo;

cómo era en un principio ahora y siempre; por los siglos de los siglos. Amén.

Padre Nuestro....

Porque tuyo es el reino, el poder, y la gloria: Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre por
los siglos de los siglos

Amén.
Kyrie, eleison. (x12).

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo;

como era en un principio ahora y siempre; por los siglos de los siglos. Amén.

Venid, adoremos y prosternémonos ante nuestro Rey, y nuestro Dios

Venid, adoremos y prosternémonos ante Cristo, nuestro Rey y nuestro Dios

Venid, adoremos y prosternémonos ante el mismo Cristo, nuestro Rey y nuestro Dios.

Salmo 142

Señor, escucha mi oración, atiende a mi plegaria; respóndeme, por tu fidelidad y tu justicia.

No llames a juicio a tu servidor, porque ningún hombre es inocente en tu presencia.

El enemigo me persiguió a muerte, aplastó mi vida contra el suelo; me introdujo en las tinieblas,
como a los muertos de hace muchos años.

El aliento se extingue en mi interior, mi corazón desfallece en mi pecho.

Me acuerdo de los tiempos pasados, medito todas tus acciones;


considero la obra de tus manos y extiendo mis brazos hacia ti: suspiro por ti como tierra reseca.

Respóndeme en seguida, Señor, porque me falta el aliento. No me ocultes tu rostro, para que no
sea como los que bajan a la fosa.

Que experimente tu amor por la mañana, porque confío en ti; indícame el camino que debo seguir,
porque a ti elevo mi alma.

Líbrame, Señor, de mis enemigos, porque me refugio en ti; enséñame a hacer tu voluntad, porque
tú eres mi Dios.

Que tu espíritu bondadoso me conduzca por tierra llana. Por amor de tu Nombre, Señor,
consérvame la vida.

Por tu justicia, sácame del peligro; por tu fidelidad, destruye a mi enemigo; aniquila a mis
opresores, porque siervo tuyo soy.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo;

como era en un principio ahora y siempre; por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya, aleluya, aleluya, Gloria a ti oh Dios.

La Gran Letanía

En paz, roguemos al Señor.


Señor, ten piedad.

Por la paz que viene de lo alto y la salvación de nuestras almas, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.

Por la paz del mundo entero, la estabilidad de las Santas Iglesias de Dios y la unión de todos,
roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.

Por este Santo Templo y por los que entran en él con fe, devoción y temor de Dios, roguemos al
Señor.
Señor, ten piedad.

Por nuestro Pontífice, Su Santidad ...., por nuestro Obispo..., por el presbiterado y diaconado en
Cristo, por todo el clero y el pueblo de Dios, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.

Por nuestro país, por sus autoridades y por todos los que con fe y piedad moran en él, y por todos
los países, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.

Para que Él libre a Su pueblo de enemigos visibles e invisibles, y nos confirme en la unidad, el
amor fraternal y la piedad, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.

Por esta ciudad, por todas las ciudades y países, y por todos los fieles que habitan en ellas,
roguemos al Señor. Señor, ten piedad.

Por un clima propicio, por la abundancia de los frutos de la tierra y tiempos de paz, roguemos al
Señor.
Señor, ten piedad.

Por los que viajan por tierra, mar y aire, por los enfermos, los afligidos, los cautivos y por su
salvación, roguemos al Señor. Señor, ten piedad.

Para que Él escuche los sollozos y lamentos de sus siervos, que han sido encadenados y
esclavizados por los inicuos, y que claman a Él con pena y dolor; y que rescate sus vidas desde la
corrupción, roguemos al Señor. Señor, ten piedad.

Para que desarraigue de nosotros el odio, la rivalidad y las otras pasiones que destruyen el amor
fraternal, y siembre en nuestros corazones el amor sincero, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.

Para que nos libre de toda aflicción, ira, peligro y necesidad, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y protégenos, oh Dios, por tu gracia.
Señor, ten piedad.

Conmemorando a nuestra santísima, purísima, bendita y gloriosa Soberana, la Madre de Dios y


siempre Virgen María, y a todos los Santos, encomendémonos nosotros mismos y mutuamente
los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo Dios.
A Ti, Señor.

Porque a Ti es debida toda gloria, honor y adoración, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y
siempre y por los siglos de los siglos.
Amén.

El Señor es Dios, y se nos ha revelado, bendito el que viene en nombre del Señor.

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

El Señor es Dios, y se nos ha revelado, bendito el que viene en nombre del Señor.

Todos los pueblos me rodeaban, en el nombre del Señor los rechacé.

El Señor es Dios, y se nos ha revelado, bendito el que viene en nombre del Señor.

No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor.

El Señor es Dios, y se nos ha revelado, bendito el que viene en nombre del Señor.

Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.

El Señor es Dios, y se nos ha revelado, bendito el que viene en nombre del Señor.

Nosotros pecadores y míseros, recurrimos con fervor a la Madre de Dios, y nos arrojamos
penitentes a sus pies, gritando de lo profundo del alma: Ayúdanos Soberana, mostrándote piadosa
con nosotros; Apresúrate, porque perecemos por la multitud de nuestras culpas. No dejes que tus
siervos se vayan vacíos, porque han puesto en Ti su única esperanza.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en un principio ahora y siempre; por los
siglos de los siglos. Amén.

Aunque indignos, jamás dejaremos de hablar de tu poder, oh Madre de Dios, porque si tu no


hubieses interpuesto tu intercesión, quién nos habría liberado de peligros tan grandes?. Quién nos
habría conservado libres hasta ahora?. Nosotros no nos separaremos de ti, Soberana: porque tú
salvas siempre a tus siervos de cualquier peligro.

Salmo 50

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,


por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!
Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos.
Por eso, será justa tu sentencia
y tu juicio será irreprochable;
yo soy culpable desde que nací;
pecador me concibió mi madre.
Tú amas la sinceridad del corazón
y me enseñas la sabiduría en mi interior.
Purifícame con el hisopo y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
Anúnciame el gozo y la alegría:
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta tu vista de mis pecados
y borra todas mis culpas.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.
¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío,
y mi lengua anunciará tu justicia!
Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.
Trata bien a Sión, Señor, por tu bondad;
reconstruye los muros de Jerusalén.
Entonces aceptarás los sacrificios rituales
–las oblaciones y los holocaustos–
y se ofrecerán novillos en tu altar.

Inicio del Cánon

Oda 1: Cántico de Moisés


La vara de Moisés que obraba prodigios, sumergió un tiempo al faraón y sus carros, golpeó el mar
en forma de cruz, dividiéndolo, mientras salvó a Israel que pasaba a pie enjuto, entonando un canto
a Dios.

Troparios

Los asaltos del dolor se abaten tempestuosos sobre mi pobre alma, oh esposa de Dios, nubes de
desventuras cubren mi corazón: tú que has traído al mundo la Luz divina que precede los siglos,
haz resplandecer sobre mí la luz gozosa.

Liberado de angustias y tribulaciones innumerables, de enemigos hostiles y de la desventura de


la vida, oh purísima, celebro la fuerza de tu poder, magnifico tu inmensa compasión y la
consolación que me viene de ti.

Confiado me he refugiado en tu vigoroso socorro, con todo el corazón he corrido bajo tu


protección, y doblo la rodilla, oh Soberana, gimo y me lamento: No ignores mi miseria, oh refugio
de los cristianos.

No cesaré de proclamar tu magnificencia: si tú, oh Virgen, no hubieses siempre interpuesto tu


intercesión en mi favor frente a tu Hijo y Dios,¿quién me habría podido liberar de una tal
tempestad y de peligros angustiosos?

Salva del peligro a tus siervos, oh Madre de Dios, porque, después de Dios, es en ti que todos
nosotros nos refugiamos, baluarte y protección inexpugnable.

Mira con clemencia, oh Madre de Dios digna de cada canto, el angustioso mal de mi cuerpo, y
sana el dolor de mi alma.

Oda 3: Cántico de Ana.

Señor, creador del universo que nos envuelve, oh fundador de la iglesia,


fortaléceme en tu amor, oh cima de todo deseo, sostén de los fieles, único amigo de los
hombres.

Troparios

Desprovisto de toda capacidad, en el dolor a ti grito: Ven, oh ferviente protectora y


tiende tu ayuda a tu siervo mísero e infeliz que ardientemente desea tu socorro.

Realmente has hecho admirables, oh Soberana, tus beneficios hacia mi, oh Virgen: te glorifico,
canto, honro tu rica e inmensa solicitud.

El torbellino de la desventura pesa sobre mi, oh Soberana, y el mar de la pena me


sumerge: pero tú, concédeme de tu mano tu solícita ayuda, oh mi fervorosa auxiliadora
y defensora.
Te Proclamo verdadera Madre de Dios, oh Soberana, a ti que has aniquilado la fuerza
de la muerte: tú verdaderamente, dadora de vida, de las cadenas del hades me has
traído a la vida a mi que había caído.

Salva del peligro a tus siervos, oh Madre de Dios, porque, después de Dios, es en ti
que todos nosotros nos refugiamos, baluarte y protección inexpugnable.

Mira con clemencia, oh Madre de Dios digna de cada canto, el penosísimo mal de mi
cuerpo, y sana el dolor de mi alma.

Piedad de nosotros, oh Dios, según tu gran misericordia, te rogamos:

escúchanos y ten piedad de nosotros.

Kyrie, eleison. (3 volte)

roguemos por los fieles cristianos.

Kyrie, eleison. (3 )

roguemos por nuestro Papa… , obispo, Párroco, y por todos nuestros hermanos sacerdotes..

Kyrie, eleison. (3 )

roguemos para que todos los fieles y siervos de Dios, obtengan misericordia, vida, paz, salud,
salvación, perdón y remisión de sus pecados.

Kyrie, eleison. (3 )

roguemos por los enfermos para que el Señor nuestro Dios lo(la) guarde de cualquier enfermedad
del alma y del cuerpo que lo(la) oprime y le conceda recuperar la salud y la integridad.

Kyrie, eleison. (3 )

roguemos por los que están de viaje y por los que están en el extranjero para que sean protegidos
del mal y de toda suerte de mal tiempo, para que tengan paz y salud.

Kyrie, eleison. (3 )

roguemos para que el Señor Dios escuche la voz de súplica de nosotros pecadores, y tenga piedad
de nosotros.

Kyrie, eleison. (3 )

Escúchanos, oh Dios Salvador nuestro, esperanza de todos los confines de la tierra y de


aquellos que están lejos. Soberano, apiádate de nosotros, frente a nuestros pecados, ten
piedad de nosotros.
Kyrie, eleison. (3 )

Porque tu eres Dios misericordioso y amigo de los hombres, y a ti damos gloria: al


Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre por los siglos de los siglos.

Amen.

Kathisma(T2). Buscando las cosas de lo alto

Fervorosa abogada y baluarte inexpugnable, fuente de misericordia, refugio del mundo,


a ti gritamos insistentemente: Madre de Dios, Soberana, ven rápido a liberarnos del
peligro, tú, la única que acude sin demora en nuestra defensa.

Oda 4: Cántico de Habacuc

Tú eres mi vigor, Señor, tú mi fuerza, tu mi Dios, tú mi júbilo, tu, que sin abandonar el
seno del Padre, has visitado nuestra pobreza; por esto, junto al profeta Habacuc, a ti
aclamo: Gloria a tu poder, oh amigo de los hombres.

Troparios

¿Dónde podré encontrar otro socorro?. ¿Dónde jamás me refugiaré?. ¿Dónde


encontraré salvación?. ¿Qué solícita ayuda podré tener, pobre de mi, sacudido como
estoy por las tribulaciones y las tempestades de la vida?. En ti sólo espero, en ti confío
y me glorío, y bajo tu protección me refugio: sálvame!

Yo alabo y proclamo el dulce río de tu misericordia que riega con ricos dones, o
purísima, mi reseca alma, infeliz y mísera, dentro del horno de las desventuras y de las
tribulaciones; me refugio bajo tu protección: sálvame!

Sólo en ti, Virgen pura, inmaculada, yo tengo un baluarte inexpugnable, un refugio,


una protección poderosa, un escudo de salvación: no me desprecies, tú que eres
esperanza de los desesperados, aliada de los débiles, alegría y auxilio de los
atribulados.

¿Cómo podré dignamente narrar, Soberana, los innumerables actos de tu continua


piedad que has derramado como agua sobre mi alma terriblemente
reseca?.Tu providencia y tus beneficios, de los cuales he gozado largamente!

Salva del peligro a tus siervos, oh Madre de Dios, porque, después de Dios, es en ti
que todos nosotros nos refugiamos, tu que eres baluarte y protección inexpugnable.

Mira con clemencia, oh Madre de Dios digna de cada canto, el penosísimo mal de mi
cuerpo, y sana el dolor de mi alma.
Oda 5: Cántico de Isaias

¿Por qué me has mantenido alejado de tu rostro, luz sin ocaso,a mi infeliz, y me ha
envuelto la tiniebla hostil?. Conviérteme, te ruego, y guía mis caminos hacia la luz de
tus mandamientos.

Troparios.

Agradecido a ti aclamo: Regocíjate Virgen Madre; esposa de Dios; regocíjate divino refugio;
regocíjate, escudo y muralla inexpugnable; regocíjate, protección, ayuda y salvación de cuantos
a ti recurrimos con fe.

Cuantos me odian, en vano han preparado dardos, espada y fosa, y buscan destruir mi pobre
cuerpo, y pisotearlo en la tierra, oh pura: pero tú prevenlos y sálvame de ellos.

Sálvame de toda angustia, tribulación, enfermedad y daño; con tu poder, bajo tu protección
guárdame incólume, de todo peligro y de los enemigos que me hacen la guerra y me odian, oh
Virgen digna de todo canto.

¿Qué dones te ofreceré, en acción de gracias, por todos tus dones de los cuales he gozado, por tu
inmensa bondad?. Glorifico, canto y magnifico tu inefable compasión por mi.

Salva del peligro a tus siervos, oh Madre de Dios, porque, después de Dios, es en ti que todos
nosotros nos refugiamos, baluarte y protección inexpugnable.

Mira con clemencia, oh Madre de Dios digna de cada canto, el penosísimo mal de mi cuerpo, y
sana el dolor de mi alma.

Oda 6: Cántico de Jonás

Derramo mi súplica ante el Señor, y a él expongo mis tribulaciones, porque mi alma está colmada
de males y mi vida está acompañada del hades; como Jonás ruego: hazme salir de la corrupción,
oh Dios.

Troparios

Las nubes del dolor han cubierto mi pobre alma, mi pobre corazón, y las tinieblas me invaden, oh
Virgen; pero tú que has traído al mundo a la luz inaccesible, ahuyéntalas lejos de mi con el soplo
de tu divina intercesión.

Sé que eres consolación en las aflicciones y médico en las inagotables enfermedades, destrucción
total de la muerte, río inagotable de vida y rápido e inmediato socorro para cuantos están en la
desventura.
No escondo el abismo de tu misericordia, la fuente de tus infinitos prodigios, y la vertiente
inagotable de tu compasión por mi, oh Soberana: a todos lo proclamo, lo grito, lo anuncio y lo
declaro.

La tempestad de la vida me ha circundado como las abejas al panal, oh Virgen, y apretando mi


corazón, lo hieren cual dardo las tribulaciones: pero pueda yo tenerte, oh inmaculada, para
ayudarme, para alejarlas y liberarme.

Oh Madre de Dios, salva del peligro a tus servidores, porque, después de Dios, es en ti que todos
nosotros nos refugiamos, baluarte y protección inexpugnable.

Oh Madre de Dios digna de todo canto, mira con clemencia, el penosísimo mal de mi cuerpo, y
sana el dolor de mi alma.

Kondakion

Abogada de los cristianos, jamás confundida, estable mediadora junto al Creador, no desprecies
las voces suplicantes de los pecadores, tu que eres buena, corre en ayuda, de aquellos que a ti gritan
con fe: Rápido intercede por nosotros, Oh Madre de Dios, apresúrate a salvarnos, tu que siempre
proteges al que te honra.

Antifona 1

Desde de mi juventud muchas pasiones me hacen la guerra, pero tu, oh mi Salvador, socórreme, y
sálvame.

Ustedes que odian a Sión, sean confundidos por el Señor: sí, como hierba reseca al fuego
perecerán.

Gloria al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo

Toda alma es vivificada por el Espíritu Santo, con la purificación es enaltecida en virtud de la
Trinidad y en el sagrado misterio se vuelve luminosa.

Ahora y siempre por los siglos de los siglos

Por el Espíritu Santo nacen los ríos de la gracia, que irrigan toda la creación para hacerla
fecunda.

Amén.

Prokímenon.

Recordaré tu nombre de generación en generación.

Escucha, hija, mira y tiende tu oído,


olvida tu pueblo y la casa paterna,
y el rey deseará tu belleza.

Lectura del Evangelio

Para que podamos ser dignos de oir el santo evangelio: roguemos al Señor nuestro Dios

Kyrie, eleison. (3 )

Lectura del santo evangelio según Lucas.

Gloria a ti, Señor, gloria a ti.

Lucas (10,38-42;11,27-28).

En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía
ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra; mientras
Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: "Señor, ¿no te importa que
mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude." Le respondió el Señor: "Marta,
Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y una sola cosa es necesaria. María ha elegido
la mejor parte, que no le será quitada."

Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer de entre la gente, y dijo:
"¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!”. Pero él dijo: "Dichosos más bien los
que oyen la Palabra de Dios y la guardan."

Gloria a ti, Señor, gloria a ti.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo

Padre, Verbo, Espíritu, Trinidad en la Unidad, borra la multitud de mi culpa.

Ahora y siempre por los siglos de los siglos.

Por la intercesión de la Madre de Dios, perdona, oh misericordioso, la multitud de mis culpas.

Amén

Piedad de mi, oh Dios, según tu gran misericordia, y según la multitud de tu compasión, borra mi
delito.

No confiarme a una protección humana, oh santísima Soberana, pero acoge la plegaria de tu siervo:
la tribulación me oprime, no logro soportar las flechas de los demonios; no tengo protección, ni
donde refugiarme, porque de todas partes, ¡infeliz de mi!, estoy combatido, y no tengo esperanza
fuera de ti.

Soberana del mundo, esperanza y defensa de los fieles, no olvides mi plegaria, has lo que sea
bueno para mi.
Theotokía.

Ninguno que recurra a ti se va confundido, oh Virgen pura, Madre de Dios, pero pide la gracia y
obten el don, según lo que conviene a su petición.

Tu que eres consuelo de los atribulados, liberación de los enfermos, oh Virgen Madre de Dios,
salva la ciudad y el pueblo, tu que eres, paz de quien es combatido, bonanza de quien es sacudido
por los huracanes, única protección de los fieles.

Salva, oh Dios, y bendice tu heredad. Visita tu mundo con misericordia y compasión. Eleva la
frente de los cristianos y manda sobre nosotros tu abundante misericordia; por intercesión de
nuestra purísima Soberana, Madre de Dios y siempre Virgen María; por el poder de la cruz
preciosa y vivificante; por la protección de los santos ejércitos celestiales incorpóreos; por la
plegaria del venerable, glorioso profeta y precursor Juan Bautista; de los santos y gloriosos
apóstoles dignos de toda alabanza; de nuestros santos padres, grandes pontífices y doctores, de los
santos mártires, gloriosos y victoriosos; y de todos los santos: te suplicamos, Señor rico en
misericordia, escúchanos a nosotros pecadores que te rogamos, y ten piedad de nosotros.

Kyrie, eleison. (12 ).

Por la misericordia, la compasión y el amor por los hombres de tu unigénito Hijo, con el cual eres
bendito, junto a tu Santísimo, bueno y vivificante Espíritu, ahora y siempre por los siglos de los
siglos.

Oda 7: Cántico de los 3 jóvenes.

Los jóvenes de los hebreos en la hoguera caminaban valientemente sobre las llamas, y cambiaron
el fuego en dulce rocío, cantando: Bendito eres Tú Señor Dios por los siglos.

Tropario.

Oh Madre de Dios que has traído al mundo la luz, yo estoy oscurecido por la noche del pecado:
ilumíname tú, puro e inmaculado receptáculo de luz, a fin que con amor yo te de gloria.

Para mi, privado de toda ayuda, sé tú, protección, defensa, socorro y gozo, oh Virgen, fuerza de
quien está sin ayuda y esperanza de los desesperados.

Con toda el alma, la mente, el corazón y los labios, yo te doy gloria por haber gozado de tus
grandes gracias: oh, tu bondad y tus innumerables prodigios¡

Mírame con tus ojos piadosos, y visítame en mi sufrimiento: líbrame con tu infinita misericordia
de temerosas desventuras, daños, peligros y tentaciones.

Salva del peligro a tus siervos, oh Madre de Dios, porque, después de Dios, es en ti que todos
nosotros nos refugiamos, baluarte y protección inexpugnable.
Mira con clemencia, oh Madre de Dios digna de cada canto, al penosísimo mal de mi cuerpo, y
sana el dolor de mi alma.

Oda 8: Cántico de las creaturas

Celebremos al Señor que sobre el monte santo se ha glorificado y en la zarza ardiente, con el fuego,
ha hecho conocer a Moisés el misterio de la Virgen: celebrémoslo y exaltémoslo por todos los
siglos.

Tropario.

Por tu entrañable misericordia, no te olvides de nosotros, Virgen venerable, porque me hundo por
la agitación de la vorágine de la vida: mejor, da tu ayuda a quien está sumergido en los males de
la existencia.

Han venido sobre mi, oh Virgen pura, las dificultades, las aflicciones, las angustias y las
desventuras de la vida, y de todas partes me han circundado las tentaciones: por tanto,
ven, acércate a mi y socórreme con tu poderosa protección.

En la borrasca, he encontrado en ti el puerto; en la tristeza, el gozo y la alegría; en la enfermedad,


una ayuda inmediata; en el peligro, la salvadora y en la prueba, la protectora.

Alégrate, trono igniforme del Señor; alégrate, tabernáculo divino que porta el maná; alégrate
lámpara de oro, lámpara que no se apaga; alégrate, gloria de las vírgenes, esplendor y honor de
las madres.

Salva del peligro a tus siervos, oh Madre de Dios, porque, después de Dios, es en ti que todos
nosotros nos refugiamos, baluarte y protección inexpugnable.

Mira con clemencia, oh Madre de Dios digna de cada canto, el penosísimo mal de mi cuerpo, y
sana el dolor de mi alma.

Oda 9: Cántico de la Madre de Dios y de Zacarías.

Por esto se admira el cielo, y están sorprendidos de estupor los confines de la tierra: porque Dios
se ha aparecido corporalmente a los hombres, y tu seno ha llegado a ser más vasto que los cielos:
Por esto te alaban, Madre de Dios, los ejércitos de los ángeles y de los hombres.

Tropario.

¿Cerca de quién podré refugiarme, oh pura? ¿A quién recurriré para ser salvado?¿Dónde
iré?.¿Qué refugio encontraré?. ¿Qué cálido socorro?. ¿Qué ayuda en la tribulación? En ti sólo
espero, en ti sólo me glorío, y en ti confiado me refugio.

No es posible contar tu magnificencia, oh esposa de Dios, ni expresar el abismo inescrutable de


los prodigios que trascienden toda comprensión que continuamente realizas con aquellos que con
amor te honran y que con fe te veneran como verdadera Madre de Dios.
Con cantos de agradecimiento glorifico y celebro tu inmensa misericordia, y a todos proclamo tu
gran poder y siempre anuncio y magnifico, con el alma, con el corazón y con la lengua, los
beneficios que has derramado sobre mi.

Acepta mi pobre súplica, no desprecies mi llanto, mis lágrimas y mi gemido, sino socórreme en tu
bondad, y realiza mis súplicas: tú, en efecto, lo puedes todo, como Madre del Omnipotente
Soberano y Dios, si te inclinas hacia mi pobre bajeza.

Salva del peligro a tus siervos, oh Madre de Dios, porque, después de Dios, es en ti que todos
nosotros nos refugiamos, baluarte y protección inexpugnable.

Mira con clemencia, oh Madre de Dios digna de cada canto, el penosísimo mal de mi cuerpo, y
sana el dolor de mi alma.

Es verdaderamente digno proclamarte bienaventurada, Madre de Dios, siempre bienaventurada e


inmaculada, Madre de nuestro Dios.

Más venerable que los querubines, incomparablemente más gloriosa que los serafines, tu que sin
corrupción has engendrado al Verbo de Dios, verdaderamente eres Madre de Dios, te
magnificamos.

Con himnos honramos a la que es más grande que los querubines, más Pura que los resplandores
solares, a la que nos ha liberado de la maldición, la Soberana del mundo.

Por mis muchos pecados el cuerpo está enfermo y enferma está también el alma; me refugio en ti,
la llena de gracia: esperanza de los desesperados, ayúdame tú.

Soberana, Madre del Redentor, acoge la súplica de tus indignos servidores, que piden tu mediación
junto a al que de ti ha nacido: oh Soberana del mundo, sé tú la mediadora.

A ti, Madre de Dios digna de todo canto, con ardor y alegría cantamos el himno: junto al precursor
y a todos los santos; Madre de Dios, implora para nosotros la piedad divina.

Ejércitos de todos los ángeles, precursora del Señor, ustedes los doce apóstoles y santos todos,
intercedan junto a la Madre de Dios por nuestra salvación.

Trisagio:

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal,

Ten piedad de nosotros (3 veces)

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,

ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

Santísima Triada:
Ten piedad de nosotros; Señor, apiádate delante de nuestros pecados;

Soberano, perdona nuestras iniquidades;

Oh Santo, visita nuestra enfermedad y sánanos por tu nombre.

Kyrie, eleison; Kyrie, eleison; Kyrie, eleison.

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu
voluntad, en el cielo como en la tierra. Danos hoy el pan de cada día, perdona nuestras ofensas
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Y no nos dejes caer en tentación, más líbranos
de todo mal. Amén.

Porque tuyo es el reino, el poder, la gloria: Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre por los
siglos de los siglos.

Gloria a ti, Cristo Dios, esperanza nuestra,

gloria a ti.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,

ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

Kyrie, eleison; Kyrie, eleison; Kyrie, eleison.

Exapostilario.

(T3). Tú que el cielo con la estrella

Apóstoles, que reunidos de los confines de la tierra, en el poder del Getsemani sepulten mi cuerpo.
Y tú, mi Hijo y Dios, acoge mi espíritu.

Dulzura de los ángeles, alegría de los atribulados, protección de los cristianos, oh Virgen, Madre
del Señor, ven en mi socorro y libérame de los tormentos eternos.

Tengo en ti cual mediadora junto a Dios amigo de los hombres: que él no me acuse por mis
acciones ante los ángeles; te suplico, o Virgen, ven pronto en mi ayuda.

Torre toda incrustada de oro y ciudad de los doce muros, trono que destila sol, asiento del Rey,
incomprensible prodigio. ¿Cómo puede amamantarse el Soberano?

Señor Jesucristo, Dios nuestro, ten piedad de nosotros.

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