Multitud de Misericordias (Pedro)
Multitud de Misericordias (Pedro)
Multitud de Misericordias (Pedro)
El ejemplo del Rey David creo que es la ilustración que mejor describe lo que quiero
decir, para refrescar nuestra mente voy a contarles la historia que está en II de Samuel
11 y veamos lo que le paso a David. Dice la Biblia, que era el tiempo en el cual los
Reyes salían a la guerra pero David se quedo en su palacio en Jerusalén y envía a
Joab a conquistar a los amonitas. Y aconteció que un día David al caer la tarde se
levanto de su lecho, en otras palabras había dormido todo el día y se paseaba por la
terraza de su palacio y desde allí vio a una hermosa mujer que se estaba bañando y
envió a un sirvió a preguntar por ella el cual le dijo ella es Betsabé esposa de Urías el
cual estaba en la guerra con Joab. David entonces pidió que le trajesen a Betsabé y
durmió con ella (adulterio) y de esa relación ella quedo embarazada entonces David
quiso esconder lo que había hecho haciendo venir a Urías de la guerra. Cuando el llego
David le pregunto por la salud de Joab, del pueblo y del estado de la guerra. David le
dijo que descendiera a casa y descansa a lado de su mujer. Urías era un hombre recto
y no fue a su casa, el se quedo a la puerta del palacio y durmió con el resto de los
sirvientes. David al enterarse le pregunto por qué no había ido a la casa a dormir con
su esposa a lo que respondió como voy a descansar y dormir sabiendo que el resto de
los guerreros están pasando frio y hambre. Entonces envió una carta a Joab con Urías
ordenándole que ponga a Urías en lo más denso de la batalla y que lo deje allí para
que lo mataran los enemigos (asesinato). Así lo hiso Joab. Después de este gravísimo
incidente como David era un hombre conforme al corazón de Dios sabio que había
pecado contra Dios y se sintió súper mal y después de un año de haber cometido estos
pecados escribió el Salmo 51. Abramos nuestra Biblias en este Salmo y leamos el
primer versículo.
Mire el Salmo 51:1: "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia. Por tu
abundante compasión, borra mis rebeliones". ¿Sabe usted lo que David sabía? Él
sabía que para una multitud de pecados, había una multitud de misericordias. Sabía
que Dios no había dejado de amarlo. Él dice: "conforme a tu misericordia". Dios no
nos ama porque seamos valiosos, somos valiosos porque Dios nos ama. Dios no nos
ama porque seamos buenos. "Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en
que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8). Nosotros
necesitamos tener la certeza de que sin importar lo que hayamos hecho, Dios nos ama.
Nunca le digan a un niño cuando sea tentado a hacer algo malo: "Si lo haces, Dios
dejará de amarte". Esa es una mentira. Usted no puede hacer nada para que Dios lo
ame más, ni para que lo ame menos. Él nos ama y punto. Nuestros pecados lo
entristece grandemente, pero Dios nos ama. Si tan sólo pudiéramos entender el gran
amor que Dios tiene para con nosotros, y que para una multitud de pecados hay una
multitud de misericordias.
"Afortunado"
Confesión
La Biblia dice en 1 Juan 1:9: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados y limpiamos de toda maldad". En el sentido
bíblico, admitir su pecado no es lo mismo que confesar su pecado. Usted puede admitir
su pecado en un tribunal, pero una confesión de pecado es decir lo mismo que Dios
dice. Él dice: -Pedro, esto está mal. Has hecho algo malo, has pecado.
La gente siempre ha querido excusarse por su pecado. Empezó en el jardín del Edén.
¿Recuerdan?
-Adán, ¿dónde estás? ¿Has hecho esto? -Bien, Señor, realmente no fue mi culpa. Fue
la mujer que me diste, fue su culpa. Y Dios le habló a Eva, y ella dijo:
-Bien, Señor, pues la serpiente me engañó. ¡Desde luego la serpiente no tenía ninguna
excusa!
La naturaleza humana quiere decir: "No fui yo, fue el otro". Las excusas abundan: "Es
que fui criado en una familia disfuncional. Mi familia es de mal genio. Tuve un
malfuncionamiento glandular". Sea lo que sea, son disculpas en lugar de confesión.
Hermanos, esa confianza debe ir seguida por una confesión: "Reconozco mi
trasgresión".
La Biblia enseña que: "El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los
confiesa y los abandona alcanzará misericordia" (Proverbios 28:13). Cuando
nosotros intentamos cubrir el pecado, Dios lo destapa. Cuando lo destapamos, Dios lo
cubre. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). Usted y yo podemos ser
perfectos y totalmente limpios.
La diferencia entre la acusación y la convicción.
En ocasiones el diablo lo acusará de cosas que usted hizo hace años. Recuerde que si
usted ha entregado su vida al Señor Jesús y ha confesado sus pecados, aunque el
diablo pretenda sacarlos a la luz, ya el Señor lo ha limpiado a usted de esos pecados
por medio de su preciosa sangre vertida en la cruz.
2. El diablo intentará hacerlo sentir culpable sin ninguna razón. A veces usted
simplemente se siente mal y termina orando de esta manera: "Oh Dios, si he pecado,
perdóname". Tenemos que, anular ese tipo de oración. Ese no es el tipo de oración que
David hizo. La Biblia dice: "Si confesamos nuestros pecados". Nombre el pecado.
Esa es la única manera en que usted puede saber si realmente es perdonado. Sólo
llámelo por el nombre.
Limpieza
Puesto que el pecado lo hace sentir sucio, Dios le da un baño espiritual. David dice:
"Lávame" (Salmo 51:2, 7). Se trata de una limpieza un tanto exterior, puesto que el
pecado nos hace sentir enteramente sucios. Luego en el versículo 7, él dice: "Quita mi
pecado con hisopo, y seré limpio". Esto habla de una limpieza interior.
Nosotros podemos ser tan puros como la nieve recién caída. "Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda
maldad" (1 Juan 1:9). "Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la
nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser
como blanca lana" (Isaías 1:18). Ese es el poder limpiador de la gracia de Dios.
Usted no tiene que llevar a todas partes esa carga, Dios se la limpia. El rey David fue
limpio de su pecado y nosotros también podemos recibir esa limpieza maravillosa.
Ella se lo puso. No necesitaba ningún arreglo. Era perfecto, como hecho a su medida.
La hacía sentir bien y se veía espectacular. Al mirar la etiqueta del precio tragaron
grueso, pero él le dijo:
Ella se puso el vestido y fueron a cenar sin ningún afán. Comieron de postre pastel de
cerezas, y sucedió algo desagradable. Sobre su regazo cayó un pedazo de pastel de
cereza justo sobre el vestido blanco. La siguiente escena se desarrolló en una
lavandería.
Consagración
¿Sabe usted cómo empezó David a meterse en problemas? No estaba haciendo lo que
debía estar haciendo. La Biblia dice que era el tiempo cuando los reyes iban a la
guerra. En la tarde David se levantó de la cama. Ese sin vergüenza había estado en la
cama todo el día. Se levantó, y vio desde la azotea a Betsabé (una mente ociosa es el
taller del diablo).
Cuenta una historia que cierto hombre recibió una noche la visita de un ángel, quien le
comunicó que le esperaba un futuro fabuloso. ¡Se le daría la oportunidad! de hacerse
rico, de lograr una posición importante y respetada dentro de la comunidad y de
casarse con una mujer muy hermosa. Ese hombre se pasó la vida esperando que los
milagros prometidos llegasen, pero nunca lo hicieron, así que murió solo y pobre.
Cuando llegó a las puertas del cielo vio al ángel que le había visitado tiempo atrás y
protestó: Me prometiste riqueza, una buena posición social y una bella esposa. ¡Me he
pasado la vida esperando en vano! Yo no te hice esa promesa, replicó el ángel. Te
prometí la oportunidad de riqueza, una buena posición social y una esposa hermosa.
El hombre estaba intrigado. No entiendo lo que quieres decir, confesó. ¿Recuerdas que
una vez tuviste la idea de montar un negocio, pero el miedo al fracaso te detuvo y
nunca lo pusiste en práctica? el hombre asintió. Al no decidirte unos años más tarde se
le dio la idea a otro hombre que no permitió que el miedo al fracaso le impidiera ponerla
en práctica. Recordarás que se convirtió en uno de los hombres más ricos del reino.
También recordarás prosiguió el ángel aquella ocasión en que un terremoto asoló la
ciudad, derrumbó muchos edificios y miles de personas quedaron atrapadas en ellos.
Allí tuviste la oportunidad de ayudar a encontrar y rescatar a los sobrevivientes, pero no
quisiste dejar tu hogar sólo por miedo a que los ladrones robasen tus pertenencias, así
que ignoraste la petición de ayuda y te quedaste en casa. El hombre asintió con
vergüenza. Esa fue tu gran oportunidad de salvarle la vida a cientos de personas, con
lo que hubieras ganado el respeto de todos ellos continuó el ángel. Por último,
¿recuerdas aquella hermosa mujer pelirroja que te había atraído tanto? La creías
incomparable a cualquier otra y nunca conociste a nadie igual. Sin embargo, pensaste
que tal mujer no se casaría con alguien como tú, y para evitar el rechazo nunca llegaste
a proponérselo. El hombre volvió a asentir, pero ahora entre lágrimas dijo:
Sí, amigo mío. Ella podría haber sido tu esposa, dijo el ángel. Y con ella se te hubiera
otorgado la bendición de tener hermosos hijos y multiplicar la felicidad en tu vida.
A todos se nos ofrecen a diario muchas oportunidades, pero muy a menudo, como el
hombre de la historia, tomamos malas decisiones y dejamos pasar las oportunidades
por nuestros temores e inseguridades. Si queremos cambiar y ser vencedores
debemos tomar decisiones que nos lleven a ese lugar. Dios tiene para cada uno de
nosotros una tierra prometida. Él ha puesto talentos, habilidades, entrega, energía,
entusiasmo y dinamismo en nuestra vida.
Hay personas que han vivido toda su vida esclavizadas a algún vicio, a su trabajo, a
alguna deuda, a un hábito, a un temor, a un error de su pasado, esclavizadas a una
amistad, quizás equivocadamente. Al enemigo el diablo le encanta esclavizarnos con
nuestras dudas y temores. Para romper las cadenas de esclavitud que Satanás tiene
sobre nuestras vidas, lo único necesario es creer en el Señor Jesucristo, y tener una
relación con él porque Él ya rompió las cadenas en la cruz del Calvario.