Informe Sobre El Cristo Negro, de Salarrué

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 5

Facultad de Educación e Idiomas

Departamento de Español
Maestría en Filología Hispánicas

Informe sobre el cuento El Cristo negro

Curso: Narrativa centroamericana


Dr. Ignacio Campos
Maestrando: Edgar F. Rivera

Enero de 2021
Resemantización discursiva en el “Cristo negro” de Salarrué
El cuento “El Cristo negro” del escritor salvadoreño Salarrué, plantea
como hilo conductor de la historia, las diversas pericias a las que recurre
Uraco; personaje principal en el relato, con el afán de liberar de la
condena eterna a las pobres almas con las que se cruza. La diégesis está
estructurada en tres grandes momentos.

En el primero, se nos presenta el origen y época en que nace San Uraco.


Su sino estuvo desde el nacimiento marcado por la fatalidad, misma que lo
acompañará hasta el último día de su existencia. Uraco fue el vástago del
lugarteniente Argo de la Selva; sentenciado a la horca por su superior, el
Licenciado Valverde, gobernador de Guatemala, y de la india Txinke,
decapitada por la guardia tras el intento de vengar la muerte de su marido.

En el segundo momento encontramos al personaje principal, ya de


dieciséis años, huérfano y desconcertado, refugiándose en el convento de
San Francisco para librarse de las garras del gobernador. Es en esta faceta
de su atormentada vida, decide entregarle su servicio a Dios. Poco a poco,
sin embargo, el camino se le va minando de tropiezos que lo transforman
en una nueva criatura que, si bien alejadas de los mandatos religiosos, la
finalidad era en pro del cumplimiento de la salvación del cristiano. Los
diversos obstáculos que se le presentan a lo largo de sus vivencias como
hombre entregado a la fe inician con la desvirgación a una joven del
pueblo sometida por los deseos carnales y con quien llega a procrear un
hijo que juega un papel preponderante en el desarrollo del relato. Luego se
involucra en robos, exorcismos en nombre del demonio, homicidios, hasta
culminar con el acto sacrílego de robar la imagen del Cristo crucificado en
la ermita de Jutiapa. En consecuencia, es condenado a una muerte igual a
la que padeció Jesucristo.

El tercer y último momento se presenta la redención de Uraco a manos de


Quirio Cataño, pues obedeciendo la orden de Fray Cristóbal de Morales,
Provisor del obispado, erige una escultura de la muerte y crucifixión de
Cristo. Una nueva adaptación, no obstante, sufre la imagen social y
culturalmente aceptada del Cristo, pues en esta nueva versión usa el color
negro para representar dicha imagen. Esta decisión surge, cabe señalar,
de la vivencia in situ que tuvo el escultor el día del Vía Crucis negro de
Uraco.

Con respecto a la perfilación del personaje principal, es necesario destacar


los arquetipos que utiliza Salarrué para la construcción de los mismos.
Así, se logra identificar la figura mesiánica que encarna Uraco, pues se
convierte en la ofrenda para el perdón de los pecados de aquellos hombres
que se desviaron del camino recto del Señor. De ahí que se presente una
resemantización de la muerte y crucifixión de Jesucristo, pues este,
entrega su vida por los seres humanos siendo el hijo del Supremo. Uraco.

Sin embargo, Uraco no cuenta con un lazo divino con Dios, es decir, es un
hombre eminentemente terrenal y, no obstante, su cuerpo lo entrega en
señal de sacrificio. Mientras tanto, Cristo es la nueva señal del pacto entre
Dios y los hombres, Uraco lo es entre las fuerzas oscuras del Demonio y la
humanidad, de ahí que pudiera sanar a los enfermos, pero ya no en
nombre del Padre, sino en nombre del Demonio:

-¡¡Alzate y sana en nombre del Demonio!!


La consternación deja paralizados a los circunstantes, que
escuchaban aquello lleno de pavor. (p.18)

Por otro lado, también se puede identificar en la figura de Uraco el


arquetipo del Lazarillo, pues se ve obligado a vagabundear por las
montañas y veredas para salvaguardar su propia vida. Esta figura
arquetípica se vislumbra, asimismo, a la luz de diversas escenas un tanto
picarescas en la que le dan de palo a Uraco por las infracciones que
comete en el pueblo. La huida que acomete hacia las montañas da inicio
tras la denuncia de su propio hijo, quien corría por todas las calles
pregonando la estancia de su padre en el pueblo.
Ello, lo hace en señal de venganza por todas las veces que Uraco golpeó a
su hijo con el fin de cargar con el pecado de su madre, es decir, este lo
azotaba para que la madre del niño no asumiera dicho pecado. Esta
situación generó en el niño un malestar que poco a poco se convirtió y
terror al ver a su padre y, con el tiempo, germinó el odio en el corazón del
infante:

Anduvo, anduvo, mucho arrastrándose, en lo más intrincado de la


selva, ganando largos techos en medio de los arroyos, durmiendo en
las ramas de los altos árboles, por temor a las fieras, despedazado el
traje y la piel y el corazón. (p.10)

Otro ente importante a subrayar en este cuento del escritor salvadoreño,


se enmarca en el plano discursivo. Es decir, la visión judeocristiana de la
salvación, de la llegada del Mesías como un hombre blanco, de buen
parecer, lleno de valores y atributos como la honestidad, la justicia, el
amor, el perdón, etc. Esta visión, sin embargo, devela en cierta medida, la
cultura del blanco frente a la del negro o el mestizo, que encarna Uraco.

Los antivalores, por consiguiente, se concentran en el hombre negro. En él


el crimen, la desfachatez, la mentira, la lujuria y todos aquellos códigos
convencionalmente aceptados como contrarios a las buenas costumbres.
No obstante y, a pesar de presentarnos esta nueva imagen de la redención
del hombre guiado por el Demonio, la sociedad se nos presenta siempre
como ese ente doble moral que orienta siempre las culpas de los errores al
más indefenso.

Tanto en la diégesis bíblica de la pasión y muerte de Jesucristo en la


tierra, como en este relato de Salarrué, el hombre es tratado como ese ser
ambivalente que se mueve entre el bien y el mal. De ahí que, un Cristo
blanco es crucificado sin haber cometido falta alguna, lo crucifican por
haber hecho el bien. Mientras tanto, a Uraco lo crucifican por haber
asumido los pecados en acciones del resto de los hombres y, por ende, por
hacer el mal.

También podría gustarte