La Voz y La Letra Estudio de Literatura para Preescolares

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La voz y la letra

Estudios de literatura para preescolares.

Dr. Virgilio López Lemus.


Dra. Hiraida Rodríguez Mondeja.

Editorial Pueblo y Educación.


Ciudad de La Habana. 2004.

Nota a la presente edición


Presentamos una versión muy corregida y parcialmente aumentada del
libro Contribución al estudio de la literatura para preescolares. Editorial Gente
Nueva, La Habana, 1990. Esta nueva versión prácticamente rehace
nuestro libro, adaptable ahora a un mayor ámbito de lectores cubanos o no,
o sea, le ofrecemos un carácter más universal.
¿Por qué nos interesa agrupar varios y variados ensayos, conferencias o
comentarios acerca de la literatura infantil adecuada a las edades
preescolares? Nos hicimos esta pregunta que acompañamos con otra
fundamental: ¿será útil? El hecho de que preparemos este volumen
biautoral, nos da la respuesta: pensamos que los trabajos aquí agrupados
podrían ser de amplia utilidad, y que es posible hacerlos lle gar a
especialistas en literatura infantil, creadores, padres e interesad os en
general en la materia, con afán de mover ideas; es decir, dar nuestras
opiniones para que otros estén a favor o en contra, sean ellas en alguna
medida provechosas y, además, contribuyan en la forma que podamos a
unos estudios aún vírgenes en Cuba. •
Ambos autores agradecemos nuestra amistad y colaboración a los años
trabajados en el Instituto de la Infancia, donde valiosos compañeros nos
acompañaron, nos escucharon, discutieron con nosotros, y nos
enriquecieron en la década de 1970. Recordamos con gratitud a los
doctores Carmelina Serra Robledo, Lisa Álvarez, Carmela Fernández, y
Gilma Godoy, a las licenciadas Romaliñda Ambruster Pagán y Elena
Aguilar y a otros muchos compañeros, así como a nuestra amiga uruguaya
Alcira Legaspi de Arismendi.
Cada uno de los autores presentamos nuestros respectivos trabajos
con breves palabras introductorias, donde correspondan. Hacemos la
inicial advertencia de que nuestros puntos de vista son más del plano
teórico que crítico, y que muchos de ellos par ten de experiencias
laborales. Nos interesamos por una materia naciente para la teorización y
aún más para la crítica literaria. La literatura para preescola res no posee
en Cuba una larga tradición como la tiene en mayor medida las restantes
áreas de la literatura infantil. La conjunción de nuestros puntos de vista es
resultado de la amistad y de la forma de ver en común lo que nos interesa
en la literatura infantil.
Entre algunos creadores, sin embargo, las edades preescolares son aún
la Cenicienta que mucho piso de madrastra ha fregado y algún zapato ha
perdido en las escaleras de la literatura. Bueno sería que lo que aquí
opinamos aliente en alguna medida la creación: la literatura para
preescolares es arte relativamente nuevos en loa ámbitos de la lengua
hispánica; cultores hay en España, Argentina, Brasil, Uruguay, Colombia,
México, Puerto Rico..., que nosotros conozcamos; pero es poco. Cuba
tiene condiciones privilegiadas para darle una obra literaria sólida a la
infancia preescolar. Los niños tienen el derecho de que se cree para ellos,
que se piense en sus edades y se estudie todo lo que les concierne. No es
suficiente el folklore (por demás rico y variado), las nanas inmemo riales, la
excelente poesía anónima que los siglos traen a las cunas y aulas. Los
tiempos cambian, y necesitamos una literatura para los preescolares de
ahora, cuando el hombre se encarama en el cosmos y en cualquier
momento se topa con el asteroide donde vive el Pequeño Príncipe.

Nuestro interés radica en contribuir a que tal nece sidad se llene. Creemos
que la reflexión es buen estímulo para ello, pues la creación de literatura
para preescolares no es algo festinado y sí muy difícil, tanto como saber
llegar con sencillez y elevación artística al público aún no lector a quien
se destina. “No hay cuernos de la abundancia de donde broten escritores
infalibles, obras geniales, editoras con recursos ilimitados..., pero hay
hombres y mujeres que desean algo más que sonreírle a un pequeñ o”.
Educarlos polifacéticamente es una obligación social. La literatura, el arte,
no pueden quedar postergados en la educación integral del niño.
Los estudios aquí agrupados se complementan unos a otros y se
hallarán, lógicamente, puntos en común entre las opiniones de los dos
autores, porque este no es un libro escrito a dos manos, sino en dos
partes, cada una de las cuales expresa las opiniones, juicios o
resultados investigativos de quienes las escriben. Publicar libros por
separado no sería difícil, pero ello queda fuera de nuestro concepto de
la investigación sobre estos asuntos, pues creemos que nece sariamente
debe ser colectiva. Si aquí no hay un equipo de trabajo, por lo menos
existe el diálogo, la exposición de ideas de dos que opinamos muy
parecido, que compartimos los respectivos puntos de vista, per o que
también presentamos variedad de criterio y a veces opiniones distintas
sobre particulares no antagónicos. Propugnamos el trabajo de equipo, el
colectivo, como necesidad de que diversos especialistas (escritores,
pedagogos, psicólogos) se ocupen de las edades preescolares, cuyas
complejidades requieren confrontación multiaspectual de opiniones.
Sobre todos estos aspectos reflexionamos en las páginas que a
continuación ofrecemos. Tal vez alguien vea preceptiva, alguna línea que
pareciera aconsejadora, hasta pedagógica o de teorización marcada por
estudios librescos. Declaramos que no queremos ser preceptistas, ni
pedagogos y mucho menos consejeros: sólo ejercer el criterio, con la
modestia a que (si no la tuviésemos) nos obligan nuestras limitaciones.
`
Y no digamos más, para por fin decir lo que quere mos.

VIRGILIO LÓPEZ LEMUS HIRAIDA RODRÍGUEZ MONDEJA

Índice

Literatura e infancia preescolares


Virgilio López Lemus / 1

Presentación / 2
La literatura en las edades preescolares / 3
Divulgación de la obra literaria infantil / 19
Influencia que ejerce la literatura infantil en la educación moral de los
niños / 40
Sobre la poesía infantil / 47

Literatura infantil: edades preescolares. Algunas posibles aplicaciones / 59


Bosquejo de la literatura infantil cubana hasta 1959 /93
Sobre la literatura para preescolares Hiraida Rodríguez
Mondeja / 99
Presentación / 100
A propósito de la iniciación literaria / 102
La literatura en la edad preescolar / 107
La palabra artística en la educación de los preescolares / 113
Por qué la literatura en la edad preescolar / 118
Valor pedagógico de l a literatura / 124
La narración oral de cuentos / 136
La enseñanza de las narraciones a los niños de dos años / 140
La enseñanza de las narraciones entre los niños de tres y cuatro años / 146
La escenificación del cuento / 154
La dramatización del cuento / 161

Los cuentos con sonidos onomatopéyicos / 167

La enseñanza de la recitación a los preescolares / 169


Las fábulas y el niño de edad preescolar / 175 El teatro infant il / 180
El títere en la edad preescolar / 189

La literatura infantil en la educación moral del preescolar / 196


.

Bibliografía / 204
VIRGILIO LÓPEZ LEMUS
Presentación
Este libro nació en contacto estudioso con planes educativos, visitas a círculos
infantiles, e intensa relación con especialistas en educación preescolar, y con
temáticas de mi interés, y para que mi vocación vital por la literatura tuviese
utilidad también para la infancia.
Por ello quisiera que se tomaran las páginas que a continuación ofrezco como
un conjunto de estudios a los que he tratado de dar cuerpo orgánico, sobre
temas que en nuestro país nadie había dedicado libro: el concepto de literatura
para preescolares, su necesidad de divulgación, su papel en la educación moral
y, en definitiva, integral del niño, algunas posibles aplicaciones y sus vínculos
con la tradición de la literatura infantil en Cuba.
La literatura enriquece la vida, contribuye a que el hombre sea un ser cada
vez más sensible y, en su noble función social, hace su aporte al mejoramiento
humano. Esta hermosa certeza de raíz martiana, quiere hacer de este libro como
una forma de poner en práctica aquellos conmovedores versos de José Martí:

Pero si pasa un niño cuando lloro le acaricio el cabello, y lo despido com o


el naviero que a la mar arroja con bandera de gala un barco blanco.

VIRGILIO LÓPEZ LEMUS

La literatura en las edades preescolares

La literatura, como creación humana y, por tanto, social, surge como necesidad
de expresión estética del hombre y se fija de manera escrita junto con la aparición
del signo gráfico. Un camino largo, ligado a la creciente especialización, conducirá
al surgimiento de los géneros literarios, entre ellos la poesía lírica y épica, el teatro,
la novela, el ensayo, y otros "canonizados" por las preceptivas.
Si bien la intercomunicación por la vía del arte escrito es a lo largo de los siglos
un medio de las personas racionalmente desarrolladas, o mejor, de pensantes
adultos, no por ello podemos señalar como inadmisible una literatura paralela
dirigida a los niños. La poesía oral de tiempos históricos y gran número de la del
Medioevo y del Renacimiento, están marcadas por pasajes líricos o
composiciones dirigidas a los niños.
No es un invento reciente la nana o canción para dormir al niño. El simple
fraseo o tarareo de sílabas "inexpresivas" en su unidad, pudo constituir el inicio de
tal tradición que continuaría durante siglos. Ese hecho puede encontrarse en
cualquier cultura y época histórica. Quizás fue el origen de la expresión artística
intercomunicativa del adulto con el niño y de los niños entre sí.
La llamada literatura infantil, como hoy la entendemos, se considera que nace
en el siglo XIX, con la profusión de las recopilaciones de cuentos folklóri cos,
no siempre dirigidos a los niños.

Es cuestionable el hecho de fijar esta situación como el origen mismo de


la totalidad de la literatura infantil o para niños. Es inobjetable que antes del
pasado siglo habían aparecido obras delimitables y expresamente creadas
para los niños; la tradición oral, tanto lírica como narrativa, es tan anti gua
que fallamos menos con decir que la literatura escrita, dirigida y pensada
para los niños, se consolida en el siglo XIX, sobre todo por vía de la narra-
tiva.
Ahora bien: ¿es la literatura infantil un género literario? La profusión de las
publicaciones indiscriminadas en todo el mundo bajo este título genérico y
los escasos y necesarios concursos donde se presentan diversidad de obras
para un premio único, han traído la posible confusión.
Hay que recordar que las divisiones que el hombre establece en ciertos
planos, responden muchas veces a contraseñas y convenciones y hasta a la
estandarización para evitar confusiones, y que especialmente en la cuestión
de los géneros literarios, la división pudiera caer en equívocos serios, como
considerar a La Divina Comedia lo mismo novela que ensayo en versos, o a
Facundo como un mero ensayo histórico. Atendiendo a la necesaria división
esquemática por la que hoy conocemos los géneros literarios, podemos
estudiar de forma más definida la literatura infantil.

Según el Diccionario de la Lengua Española (RAE), edición 2001: "Infantil: Adj.


Perteneciente o relativo a la infancia. 2/Fig. Inocente, cándido, inofensivo...",
tomo II, Vigésima Segunda edición, p. 1272.
2
Consúltese: Carmen Bravo Villasante: Historia de la literatura infantil, Ed.
Doncel, Madrid, 1971.
Un cuento, un poema para niños, una novela para adolescentes, una
obra de teatro de títeres o con actores reales; pueden ser todas literatura
infantil, lo que no pueden ser todas y cada una la misma cosa. En este
caso, nos situamos en un área semántica un tanto indefinida. Si podemos
respondernos que hay una literatura infantil ya definible, debemos
analizar que ella es en sí misma un área, una zona de la llamada
literatura universal. Es una especialidad por cuanto va dirigida a un amplio
público en formación y, por tanto, no responde a todos los patrones
reconocidos para la literatura general o de adultos. Sus diferencias
expresivas y hasta temáticas con la otra área de la literatura, hacen de
ella una especificidad que reclama sus obras y sus propios clásicos, con
independencia de las posibles adaptaciones de las obras de los grandes
creadores de la literatura universal.
O sea, se propone estudiar la literatura infantil como área, como zona
específica dentro de la literatura universal, con relativa autonomía dentro
de esta, dadas sus funciones más centradas en la formación del niño.
El problema es complejo cuando particularizamos, porque debemos
tomar como base de su fundamentación la carga didáctica que en su
mayoría poseen estas obras. Entendemos este didactismo no sólo en el
sentido de enseñar moralejas y reglas éticas al niño, sino también
cuando le enseñamos a buscar o a sentir placer estético, ante una obra
de la letra que condensa en ella una emoción vital. Pero, ¿no hace lo
mismo la vasta zona literaria que frecuenta el adulto? Puede hacerlo,
pero no es su función principal. Ella se dirige a un intelecto formado (o
deformado, según el lector) y lo ponen a discutir con el texto y consigo
mismo, cuando no se trata de un ejercicio mental de entretenimiento.
En el caso del niño, se acumulan otros elemen tos. Hay en él un agente
receptivo y asimilador de proporciones diferentes de las del adulto. El
entretenimiento suele tener un grano de enseñanza para él, o sea, un
consejo o una mirada lírica a la vida. En una obra literaria que se le dirija o
adapte, el niño descubre cosas de su experiencia personal y aprende otras
que sé confunden en su complejo mundo imaginativo y muchas veces
suelen tornarse experiencia vital. Ello puede centrarse en el mensaje, así
como en la forma en que se le ha expresado. No le será igualmente grato
que se le diga: "El mundo es redondo", con una cara de susto y excla-
maciones de terror, que se le exprese lo mismo con suavidad y naturalidad.
Si para un adulto a veces el contenido supera a una forma gastada o
poco estética, para el niño ello no se cumple de la misma manera. Que un
lagarto se coma una mosca puede ser un hecho natural, de necesaria
alimentación, o un hecho cruel, malvado y que le produzca un fuerte
disgusto al niño, según el punto ¡le vista que se adopte para narrar y la
manera en que se le narre. Si la mosca es el personaje central y positivo,
terrible es el efecto, pero si lo es el lagarto, nada más natural, salvo que
este sea algo así como el monstruo de la laguna negra.
A1 adulto lo mismo se le puede contar de una manera que de otra,
incluso a veces prefiere leer sobre plagas de langostas o de hormigas
gigantescas y hasta ver en el cine mujeres arañas comiendo seres
humanos, pero si tales escenas de crueldad mercantil no son aconsejables
ni para los adultos mismos, lo son aún menos para los niños. Claro que a
estos no hay que ocultarles el mundo de violencia que aún perdura, y, por
lo mismo, la violencia no tiene por qué desaparecer de un relato para
niños.
A lo que sí no debería llegarse es a narrar escenas de extrema crueldad,
como _la siguiente que tomamos de "La novia blanca y la novia negra",
cuento de Grimm: "-

“Merece que se le encierre en un barril erizado de clavos, se enganche un


caballo al barril y se lance el animal al trote”.

Estamos de acuerdo en que la literatura para niños difiere


notablemente por la forma de transmitir el mensaje, y por el mensaje
mismo, de la literatura para o de adultos. En la infantil mucho menos
pueden desatenderse la forma literaria o el punto de vista con que
enfoquemos los temas.
En el orden de los géneros, debemos ser algo más cuidadosos: No
vemos por qué no ha de hablarse de lírica infantil cuando leemos el
poema de Lorca "Cancioncilla sevillana":

Amanecía

En el naranjel. Abejitas de oro buscaban la


miel. ¿Dónde estará la miel?
Está en la flor azul, Isabel.
En la flor del romero aquel.
(Sillita de oro para el moro. Silla de oropel para su mujer.)
Amanecía
en el naranjel.

Sólo que debemos tener un cuidado especial en el caso de la poesía


lírica, porque lo que de ella puede ser emocionante y hermoso para un
adulto, quizás sea
incomprensible para el niño, pero casi nunca se da la relación inversa.
Conocernos que en infinidad de casos, si no en casi todos, los poemas
infantiles pueden causarle placer estético también al adulto. Igual ocurre con
los cuentos y otros géneros de ese conglomerado bajo especificidad que se
denomina literatura infantil.
La diferencia puede inscribirse en el campo de lo subjetivo: el adulto se
emociona y gusta de una creación para o de los niños porque su contenido
poético es también poesía para él, pero sabe que es literatura infantil. El niño
no puede emocionarse ante obras no escritas para él, y que no entiende,
porque no puede hacerlo, digamos ante una idea brillante de Rodó o un
poema admirable extraído de Versos Libres. Ello puede demostrarnos que
las diferencias entre una y otra zonas o áreas de la literatura artística, no
son sólo del plano formal, científicamente probables por métodos
psicológicos y estéticos, sino también del plano de lo emocional, subjetivo.
Claro que a la hora de crear o seleccionar obras para las edades preesco-
lares, no debe primar un criterio impresionista, indocumentado, sino en
claros principios estéticos para cada circunstancia.
Hay una literatura creada para los niños e incluso hasta pudiera afirmarse
que por los propios niños. Ahora bien, ¿niños es un concepto total,
homogéneo?, ¿le es lo mismo a un autor crear para las edades entre cero y
seis años, como entre seis y catorce? Esta problemática no se plantea en la
literatura para adultos. Un novelista no suele pensar en si la edad biológica
de sus posibles lectores es de veinticinco o sesenta y cinco años. Pero no
es probable que a un niño de catorce años le guste de igual manera un
poema que se le lee a uno de cinco; una misma niña que a los siete años le
encantaba "La Bella Durmiente...", no encontrará un placer de igual
naturaleza, en el mismo cuento cuando tenga quince años y converse
sobre amor o matemáticas con sus amigos y amigas.
Dentro de la propia literatura infantil pueden encontrarse áreas menores,
atendiendo a las edades de los niños. Como el preescolar tiene
especificidades que lo distinguen del escolar y ambos se diferencian de la
edad juvenil, a la hora de ofrecerles literatura, hay que contar con esas
diferencias. Según esto, los intereses, fines; contenidos y formas de la
creación artística variarán. Ello, desde luego, no puede conducirnos al
extremismo de pensar que no es igualmente válido un poema, como el que
citamos de Lorca, para edades diferentes (incluso para la nueva
adolescencia de las bisabuelas), todo dependerá en es te caso del tono y
de la forma con que se le dé y del modo en que se apropie el recep tor de la
obra ofrecida. La validez artística, estética, debe sostenerse en cualquier
obra, pero en cuanto a lo formal, no puede medirse de la misma manera lo
creado para un preescolar que para un niño de ocho o diez años, incluso
para un adulto. Esto nos conduce al complicado mundo de la preceptiva,
de las normas y requisitos, de los qué y cómo y de las sutiles
diferenciaciones de los para quién.
Los consejos preceptivos que enuncian una serie de méritos y deméritos
que debe o no llenar el creador para niños, suelen hacerse inválidos si no
se piensa en la especificidad de las edades. También en este campo ha de
cumplirse una meta social: a cada cual según sus necesidades . No
hablamos con exactitud cuando nos expresamos en abstracto acerca de la
literatura infantil; lo hacemos bien, o mejor, cuando la consideramos como
área de la creación artístico-literaria y atendemos a las particularidades de
géneros y de lo que dentro de ella necesita cada edad. Para un estudio
concreto y para la creación misma, no son claros los conceptos "infantil" y
"juvenil", porque dentro de ambos hay especificidades correspondientes a
diferentes edades. Lo mismo ocurre cuando hablamos de una literatura para
preescolares. Habrá de recordarse que los que se ocupan de estudiar este
grupo de edades, las subdividen según las características que en cada una se
presentan. Los términos edad preescolar menor, edad preescolar mayor van
haciéndosenos familiares a medida que aumenta el estudio y nuestro interés
particular por la psicología del niño menor de seis años. Así pues, un estudio
de la literatura infantil implica que no se ha de entrar en terrenos monolíticos,
sino que se atenderá a todo lo que concierne a las edades de los receptores,
unido a las características. del género que a los niños se les presenten.
Entre los tres y los seis años, el niño puede asimilar muchísimas cosas que
lógicamente no comprendía cuando cumplió su primer año de vida. Luego, la
literatura que a una edad u otra se le dirija, oral para ellos, ha de ser
diferente. Un libro de canciones de cuna le sería muy útil a una madre que
tiene hijos de estas edades. La mera música y las onomatopeyas o
jitanjáforas constituirán un placer para el niño que aún no sabe hablar o que
aprende a hacerlo. Ya cuando tiene cuatro, cinco, seis años, escucha los
cuentos con interés, los pide, cuando se les niegan, llora como lo haría por un
objeto que desee, quiere siempre que se le haga el mismo cuento y de la
misma forma, sin que se le varíe ninguna palabra, hasta que lo memoriza. En
esta época, el niño comienza a hacer sus primeros intentos de lectura y
escritura, y le fascina el mundo maravilloso de los libros que los adultos pue-
den entender sin dificultades, de la misma manera que él quisiera hacerlo.
Este es el período para iniciarlo en la literatura y otras expresiones artísticas
que ya se ha procurado hacerles familiares antes de los tres años.

Para iniciar a los niños en la literatura se recurrirá a medios


pedagógicos, artísticos y otros. En la edad temprana debe comenzarse por
poemas, cuentos y relatos breves, con tramas de animales, juguetes o
instrumentos de trabajo. Es también el momento de ini ciarlos en el
conocimiento más amplio del mundo circundante por vía de la obra
artística, para lo que es conveniente un considerable grado de realismo en
cuanto a aquello que ven y oyen cotidianamente.
Por investigaciones de científicos dedicados al estudio del niño,
conocemos que este comienza a comprender antes de hablar. Gracias a
ello, es posible que podamos empezar a educarlos en sentido general
desde su nacimiento, y que no tengan que pasar muchos años para que
comience a entender y a gustar de obras literarias. La creación literaria
influye sobre él desarrollo del lenguaje del niño; una estudiada selección de
fonemas y un léxico de gradual complejidad, lo ejercita y le proporciona
mayores facilidades en el desarrollo del lenguaje socializado al
egocéntrico.3
Claro a este niño no puede leérsele el Emilio o La Celestina, por
ejemplo; su nivel de comprensión no alcanza a textos de tal naturaleza, y
sólo poco a poco él va desarrollando su capacidad receptiva.
A partir de estudios de la especificidad del lenguaje infantil, por ejemplo
el de Guiseppe Francescatto,4 podemos analizar la posibilidad de una
literatura.

3
Lev Vigostki: Pensamiento y lenguaje, La Habana, 1971. Crítica a Piaget y
reinterpretación de estos conceptos.
4
Guiseppe Francescatto: El lenguaje infantil, Barcelona, 1971:
para niños menores de tres años. Es algo difícil encontrar un libro de
ficción directamente escrito para tales edades, pero no lo es tanto hacer
compilaciones y antologías en las que no se desechen finas canciones de
cuna, cuyos contenidos no se resistan a ser considerados poesía. Claro
que a tal edad un niño no entendería nada de las "Nanas de la cebolla", de
Miguel Hernández, porque el gran poeta español no las escribió para el
propio niño, sino sobre él. Sin embargo, gran cantidad de her mosos
poemas con onomatopeyas, silabizaciones y gorjeos propios para estas
edades, producirían los primeros efectos de la iniciación literaria elemental.
El investigador italiano que citamos, afirma que "el niño está capacitado
para darse cuenta de la gramaticalidad de las frases que produce, de la
misma manera que está capacitado para producir nuevas frases
gramaticalmente correctas". A ello ha de apuntar la cooperación de parte
de esta literatura inicial, que ayudaría a activar el lenguaje infantil. Hay que
recordar que una de las capacidades humanas está en no depender tan
sólo de la imitación, pero que un niño imite la pronunciación de un grupo de
fonemas especialmente estudiado y de palabras propias para su edad,
facilitaría en gran medida el desarrollo del lenguaje.
R. I. Jukosvskaias afirma que mediante el juego puede conducirse al niño
hacia sus primeras actividades esenciales. El juego posee un fondo
agradable en el lenguaje como factor emocional y, durante él, el niño crea
rimas singulares que surgen sin inter medio de nadie. No se le ofrecería
primero la literatura por sí misma, sino mediante múltiples formas de
juego, sobre todo a los tres años de edad.5

5
R. I. Jukovskaia: La educación del niño en el juego, Instituto del Libro, La
Habana, 1976.

El contenido de lo que se le ofrece, aunque libre, debe a la vez


regirse por un círculo de temas afines a los niños. Algunos pedagogos y
psicólogos han estado de acuerdo en que las primeras percepciones de
las relaciones causales del niño suelen ser animistas: el niño considera
que cada cosa se mueve como él puede hacerlo. No es nada nocivo ni
raro que para el pequeño que un pollito hable y píe, un gato maúlle y
hable, y lo mismo haga un perro: ladrar y hablar. Cada animalito u objeto
inanimado posee su sistema expresivo en las sonoridades que emite, en
sus colores, etcétera; para el niño estas formas de expresión pueden
traducirse en deseos y sentimientos y no le cuesta trabajo "entenderse"
en un diálogo con un conejo, con un ratón de juguete, y hasta con la
maquinita que rueda por el piso. La imaginación creadora puede, como
ya lo ha hecho, aprovechar estos elementos para introducirse en lo que
se ha dado en llamar el "mundo de los niños" o "mundo infantil".
Cuando de niños muy pequeños se trata, debe tenerse en cuent a el
sistema fonético que ya dominen. Algunos investigadores han
determinado los primeros sonidos expresivos (no sólo biológicos) que el
niño emite, las primeras sílabas y palabras que articula. Ello hay que
tenerlo presente a la hora de crear para estas edades. Se ha sostenido;
así lo hace Francescatto, que el sistema expresivo del niño no es similar
en su estructura a la construcción gramatical del adulto. El creador de
obras para
Niños debe ser, además, un investigador, para determinar la veracidad
de estas proposiciones y afirmaciones, y a partir de ellas crear para el
niño. Si para el adulto el azar del surrealismo y las dificultades de poe tas
como Góngora o Mallarmé, entre otros, pueden servir de acicate para
reiteradas lecturas, para el niño cualquier creación de tal naturaleza
puede ocasionarle aturdimiento. Quizás por eso, en romances y poemas
de posible lectura para niños, Góngora se transforma en un poeta de
lenguaje más sencillo. La sencillez, sin renunciar a la calidad estética, es
una de las condiciones necesarias para el que escribe en función de las
edades preescolares. Sencillez en el sentido gramatical, lógico y
psicológico, pero, repetimos, acompañada de la imprescindible belleza
estética, que será un factor decisivo para que el niño se apropie de lo
creado como cosa suya.

6
Sería la idea de Melquíades en Cien años de soledad: "Las cosas tienen vida
propia. Sólo hay que despertarles el ánima".

Cada edad posee un vocabulario y un modo propio de metamorfosear


poéticamente la reali dad. Ello quiere decir que debe considerarse como
innecesaria una batalla contra las metáforas y símiles en la literatura
infantil, siempre que se correspondan con el nivel de comprensión de
cada niño. Los investigadores Stone y Church' afirman que un niño d e
cuatro años miraba cómo se ordeñaba una vaca y enseguida comentó:
"Es como una pistola de agua". Este ejemplo nos ilus tra la facilidad del
niño, ya preescolar mayor, para comparar cosas que tiene por sabidas
con otras que adquiere como conocimiento. A ello deben estar atentos el
educador y el creador, el primero cuando lee o relata, y el segundo
cuando escribe. No cabe aquí, menos que en parte alguna, la
"inspiración" pura y desinteresada, cuando el autor se propone ofrecer una
obra de cualquier género para que el niño la disfrute y en algo le sea útil.
En ninguna etapa de la vida ha de frenársele la imaginación positiva al
hombre, para ello es pertinente estudiar al niño también desde el punto de
vista de la apropiación estética del mundo, precisamente para que su
mundo se ensanche cada vez más. No debemos, pues, limitarnos a priori
con selecciones impresionistas: "esto no", "esto tampoco"; para llegar a la
conclusión de que un símil, una metáfora, determinados y específicos,
resultan incomprensibles para el niño, no partiremos de que todos lo son;
analizaremos la particularidad del que tengamos delante y luego será el
propio niño, con nuestra ayuda o sin ella, quien lo comprenda y guste, o
todo lo contrario.

' L. J. Stone y J. Church: El preescolar de dos a cinco años, Ed. Paidos,


Buenos Aires, 1969.

Si en poesía, incluso en prosa, un lenguaje musical atrae y atrapa al


adulto, para un niño es todavía de mayor importancia. La musicalidad es un
elemento que se considera imprescindible en la obra liter aria que se le
ofrece; aun por las tonalidades con que se le narre un cuento, este será
eficaz o no, y en muchos casos la monotonía y la extensión le aburren o le
llevan a distraerse en otros asuntos. El sentido de la musicalidad se inicia
pronto en el niño; ello nos lo aclara María Antonieta Henríquez cuando
afirma:
“[antes del año] como ha comenzado a sostenerse en pie... su mundo
sonoro se ha enriquecido aún más; ya se interesa por las palabras. Es el
momento de cantarle empleando un vocabulario compuesto con los
nombres de animalitos, de juguetes y de movimientos --nueve o diez para
el primer año- propios del gateo, de la reptación y de las cuclillas, que
preparan su marcha.'
Mirta Aguirre: Primer Fórum sobre Literatura Infantil, Boletín para las
Bibliotecas Escolares, Año III, marzo-junio, La Habana, 1973.

María Antonieta Henríquez. "La música en la programación para niños en la


radio y televisión". Ponencia para el encuentro de Programación Infantil del
ICR, junio-1976. Todas las citas textuales que aparecerán a continuación,
están referidas a la Bibliografía que ofrecernos al final de este libro, confróntese
allí el lugar y año de edición

Cuando el niño termina su etapa de prelenguaje, comienza a ser más


activo que pasivo con las palabras, y a formar estructuras semánticas y
fónicas cada vez más complejas. Cuando está ya en plena actividad lin -
güística, entonces puede recibir de la lírica y de la narrativa otros elementos
definidos, propios de un plan de literatura para preescolares aplicable a los
círculos infantiles u otras instituciones para estas edades.
A partir de los tres años, entre los cuatro y los cinco, puede ofrecérsele
obras expresamente creadas para él y que ya hará suyas por los contenidos
y no sólo por los colores y la belleza de las ilustraciones. A partir de aquí, la
ilustración no puede llenar espacios para una comprensión facilista, sino que
debe dejar pie a la imaginación, no decirlo todo, no opacar con su
expresividad el contenido mismo, ya sea la obra didáctica, recreativa o con
otros fines determinados. Claro que puede haber libros sólo de variados
tipos de ilustraciones y de dibujos, o donde ellos sean lo fundamental y el
texto secundario, pero no es este el tipo de libro que aquí tratamos.
Creemos que este asunto de la ilustración debe ser estudiado y tratado
por verdaderos especialistas, de manera que no constituya un problema
para el niño que llega a la edad escolar y se encuentra con que los textos
didácticos son más "serios" porque tienen menos ilustraciones, y se produzca
un rechazo hacia ellos. Hay también modos de ilustrar para cada edad
preescolar, no debe dibujarse a tontas y a locas, por simple inspiración o a
gusto de los adultos o niños mayores, se debe poseer como base un estudio
previo que garantice que la ilustración no sobrepase al texto, porque en
algunos casos el niño prescinde del contenido literario sólo por disfrutar de una
lámina o lo que es más grave, no lo acepta porque resultan desagradables los
dibujos. Usar en exceso ilustraciones de los propios niños o copia de ellas
resulta como imitar sus defectos en el habla, lo cual no coopera al desarrollo
gradual de sus habilidades. Las ilustraciones, como el texto mismo, deben
contribuir al esfuerzo mental del niño y no a su acomodamiento.

En el paso de la "etapa realista" a la de "imaginación" al niño no hay que


hablarle solamente del piar del pollito y del salto de la rana, sino que, incluso en
la etapa media de la edad preescolar menor, debe comenzar a asimilar obras
que le van a ser útiles de mil maneras.
Una selección de cuentos de Grimm, Andersen, Perrault y los de creadores
de lengua española, sin duda alguna aportarán un mundo enriquecido al niño.
Como afirmó el gran poeta Eliseo Diego, los niños tienen mucho que aprender
en los llamados clásicos de la literatura infantil; en ellos encontramos cuentos y
relatos de la fantasía popular universalizados, que les enriquecen la
imaginación; no hay que desecharlos por dañinos, lo que hay que velar es la
dosis en que se suministren: ni demasiado, para que los niños no se emboten
con ellos y lleguen a cambiar lo real por lo imaginario, ni demasiado poco, para
que no lleguen a ser ingenieros sin inventiva o deportistas sin imaginación.

Los cuentos con mucha fantasía, incluso con algún acto de magia positiva,
en la que el bien se enfrente al mal, no perjudican al niño. No debemos
renunciar a lo que los siglos nos han ido acumulan do, pero tampoco debemos
dejar al futuro la creación de una literatura infantil de nuestra época.
Hemos pretendido expresar algunas ideas en torno a la literatura infantil e
invitar a creadores, investigadores, seleccionadores y adaptadores a definir
desde sus puntos de vista las opiniones que les correspondan, de manera
que un amplio intercambio de ideas ayude a aparecer en escala mayor
(cualitativa y cuantitativamente) esa literatura que nuestros niños necesitan,
especialmente los de preescolar.
Es un objetivo inmediato crear la literatura que los niños necesitan y cómo
la necesitan; para ello no podemos eludir la responsabilidad del estudio, de la
investigación sistemática y no eventual y continuar discutiendo qué es lo
correcto y qué lo incorrecto y que ello nos sirva para crear y alcan zar la
calidad requerida.
1. Introducción
Divulgación de la obra literaria infantil
Como forma de la conciencia social, el arte reproduce de manera
creadora la realidad, pero no solamente como reflejo, que es de ella, sino
también como tipo de actividad estética práctico-espiritual del hombre. Como
reflejo creador, el arte puede representar a la realidad, lo cual no conspira
contra la diversidad formal y la riqueza e imaginación del contenido, pero
también puede interpretarla de una manera propia, incluso con la
imaginación presta a la utopía y lo fantástico. La obra artística posee entre
sus virtudes la de ser portadora de ideas, sobre todo la literatura, que con el
instrumento de la palabra logra la expresión estética del mundo. Como
portadora de ideas y como vehículo cognoscitivo, la obra literaria ofrece una
visión del mundo que puede, de una manera eficaz, contribuir a la formación
integral del hombre. Esta cualidad formadora de la obra literaria se acentúa
en tanto ella ascienda a la calidad artística suficiente como para qué el
colectivo humano se sienta allí reflejado en algunas de sus relaciones con el
mundo circundante.
De aquí podemos inferir la no pequeña importancia que posee la
creación literaria en la educación de las nuevas generaciones, en la
formación estética y moral del hombre. La literatura, ese "arte bello que
emplea como instrumento la palabra", como la define la Real Academia de
la Lengua Española, ya afirmamos que posee dentro de sí una zona que
atiende a todo lo creado para los niños: la literatura infantil. Como zona que
es de la literatura general, la literatura infantil tiene finalidades similares y
puede ser estudiada por la teoría literaria y hasta por la preceptiva de igual
manera que la literatura dirigida a los adultos, sólo que ella posee
peculiaridades propias que dependen del público receptor, que va desde el
primer año de vida hasta la adolescencia, con todas las implicaciones que
traen las diferencias de edades. Cuando vamos a tratar de la literatura que
se escribe para los niños entre uno y cinco años, descubrimos que no son
iguales los presupuestos y las técnicas que se emplean e incluso varían los
contenidos y las formas, en relación con las obras dirigidas a escolares de
seis a doce o adolescentes de doce a dieciséis; se acostumbra clasificar
las obras por las edades de los receptores:

- edad rítmica
- edad de la imaginación
- edad romántica
- edad heroica.

Pero como toda clasificación, a la hora de particularizar, esta puede traer


inconvenientes, porque dentro del eterno movimiento, dentro del fluir
dialéctico en que también está inmersa la obra literaria, los encasillamientos
clasificatorios suelen ser a veces inconvenientes, y otras buenos medios para
el estudio teórico del qué decir. Preferimos, como antes explicamos, cuando
de literatura infantil se trata, analizar que dentro de ella existe una zona
especializada que es la literatura para preescolares. Téngase en cuenta que
esta literatura se dirige a niños que aún no leen, pero en los que se están
formando las apropiaciones la lógica de su multifacética utilidad. La
bibliografía pragmática sustenta la aplicación del arte en todos los
menesteres y el reforzamiento utilitarista de su ancilaridad. No podemos
basar nuestro análisis desde tal punto de vista, sino aclarar que la obra es
portadora de conocimientos, y que por ello cumple una función social
específica propia de su naturaleza. Por el implícito didactismo de una obra,
su divulgación resulta conveniente, necesaria, entendiendo este didactismo
como vehículo de formación en el más amplio sentido dable al término, y
no como mera pedagogización.

Planteados todos estos aspectos, nos interesa aquí estudiar grosso


modo algunos de tales contenidos didácticos-formativos implícitos en la
obra literaria y su conveniente aplicación. Más adelante trataremos de
extraer conclusiones sobre la necesidad de divulgación de la obra literaria
para preescolares.

El desarrollo del lenguaje


El hombre como ser social posee en el lenguaje el instrumento más
preciado para la intercomunicación con sus semejantes, y el desarrollo de
este instrumento comienza a forjarse en aquellos sonidos guturales que el
investigador Giuseppe Francescatto ha considerado como biológicos, o
sea, el llanto al nacer y otros sonidos que él clasifica como psicofi-
siológicos. Por su parte, la especialista Svetlana Koslova comienza a
analizar este tipo de desarrollo a partir de los tres -cuatro meses del
nacimiento del niño. A esta edad sería erróneo tratar de buscarle una
función a la literatura como no sea lo tan recomendado por psicólogos y
pedagogos de que se le hable reiteradamente al niño, unido a las
atenciones de otro tipo que el adulto debe desarrollar en su cui dado. No
habrá de olvidarse que el niño entiende, comprende al adulto mucho
antes de que logre hablar. En toda la etapa inicial de su vida se le va
educando para su desenvolvimiento social y, de manera gradual, va
asimilando el aprendizaje lingüístico con la ayuda del adulto.
Poco a poco y sobre todo después de los seis meses el niño se
acostumbra al lenguaje de los adultos y es dueño ya de algunos fonemas
y sílabas: Pronto comienza a comprender palabras y estructuras
idiomáticas esenciales hasta que entre los diez y los doce meses posee
un . vocabulario activo que variaría entre unas diez o doce palabras en
nuestro idioma. Así va superando la fase que pudiera denominarse
prelenguaje, para iniciar en el segundo año de vida un período en el que
la capacidad de imitación y el silabeo, cada vez más complejo, lo condu-
cen a dominar un vocabulario más amplio, lógicamente condicionado por
el medio ambiente, así como por las características de la lengua materna.
En esta etapa es cuando la literatura infantil des empeña papeles aún no
amplios. Estamos en el inicio mismo de la educación estética directa del
niño en el campo de la literatura; lo acertado o desacer tado de la
dirección del adulto implicará una orientación o desorientación del niño en
la apropiación estética del mundo por vía literaria.
Los que han trabajado o han tenido junto a sí niños en estas edades,
pueden darse perfecta cuenta de qué ellos desarrollan sentimi entos y
percepciones estéticas desde edades muy tempranas; les llama la
atención lo brillante, los colores vivos, los objetos móviles y los sonidos
acompasados (por ejemplo: campanadas de un reloj). De acuerdo con
esto, es necesario leerles ya desde estas edades obras literarias, porque
además de constituir ejemplos de lenguaje correcto y de educarlos en la
apreciación estética del mundo, existen otros aspectos de tipo secundario
a los que se debe atender, entre ellos ayudarlos al desarrollo de la
corrección gramatical en el lenguaje.

Decimos que la obra literaria tiene también funciones secundarias como


auxiliar del desarrollo del lenguaje, porque de ninguna manera debemos
confundirnos y creer que es esa su misión central. Un cuento, un poema,
pueden ofrecerle vocabulario al niño, incluso pueden transmitirle
enseñanzas de tipo ético, ya sea sobre la moral, la educación formal, el
amor a la Patria, a los animales y plantas, la solidari dad humana, etcétera;
pero todo ello debe hacerlo con el instrumento es tético que le es propio en la
unidad indisoluble del contenido y la forma. Lo fundamental de la obra
artística consiste en propiciar la humanización de los sentidos y el
refinamiento de la sensibilidad; lógicamente, con estos elementos como
puntales, cualquier obra literaria de verdadera calidad le llevará al niño el
mensaje que se quiera por medio de un necesario e implícito didactismo que
la cualidad de la obra debe llevar en sí, dadas las carac terísticas de las
edades para quienes se ha escrito.
El texto literario, encaminado a desarrollar el disfrute de lo estético,
necesita reunir condiciones para el desarrollo intelectual del niño. No se
pretende afirmar aquí que la obra literaria sea la única encar gada de llevar a
cabo tal educación; hay otros aspectos del arte, ya sean las ilustraciones,
los dibujos, los objetos con fines estéticos, que contribuyen a esta
formación. Donde la obra desempeña uno de sus papeles más importantes
(ni determinante ni su papel fundamental) es en el desarrollo del lengu aje.
Por eso, los especialistas en lingüística, en literatu ra y en desarrollo del
lenguaje infantil, deberían colaborar en equipos de trabajo investigativo que
sin duda serían provechosos para cada especialidad.

Lógicamente, no habrá un desarrollo completo en el orden intelectual sin un


adecuado desarrollo del lenguaje, y esta concatenación implica la colectivi-
zación del trabajo, porque además es imprescindible lograr desarrollar en el
niño el pensamiento abstracto, básico para la comprensión de lo estético y en
específico de la obra literaria. No por otra cosa afirma Alisa M. Borodich: "La
educadora forma en los niños la habilidad de percibir las obras literarias. Al
oírla, el niño debe no sólo asimilar el contenido, sino también aquellos estados
de ánimo que transmite el autor. Es importante también enseñar a los niños a
comparar lo reflejado en los libros con los hechos de la vida." Claro que no
sería apropiado acompañarlas de otras actividades que se programan o no, y
sobre todo en el juego.
El uso de recursos ilustrativos y musicales apoya a la literatura y, por
carácter transitivo, á la expresión oral. La persona que lee debe tener mucho
cuidado en no preguntarle al niño: "¿Te gustó?", pues además de provocar
juicios excesivamente impresionistas, la interrogativa directa que se emplea
implica respuestas de sí o no, y en este último caso la negativa conduce al
rechazo y, por consiguiente, la obra pierde efectividad.
La diferencia de edades, que hay que tener en cuenta para cualquier estudio
o actividad investigativa o práctica del desarrollo del lenguaje, también hay que
sostenerla para la obra literaria, ya sea para investigar sobre ella, para
seleccionarla o para escribirla. Uno de los aspectos neurálgicos de la cuestión
lo constituyen los temas que se deben tratar en la obra infantil; la investigadora
argentina Beatriz Capizzano propone como temas para tan tiernas edades,
ideas con argumentos que representen objetos familiares, juguetes, utensilios
de cocina conocidos elementos todos que satisfagan las necesidades del
niño y que este reconozca. No otra cosa recomiendan especialistas
europeos que consultamos, los cuales afirman que a partir de los tres y
los cuatro años es aconsejable presentarles animales, del mundo cir -
cundante o no, elementos de la vegetación, y otros. Mirta Aguirre afirmó
que este realismo debe ser entendido como esencia y no como
apariencia, y se refería seguidamente al cuento folklórico, comúnmente
llamado de hadas, en los que el acervo mágico, fantástico, no puede
eliminarse sin correr el riesgo de mutilar la obra que en definitiva es
creación del pueblo. No parece lo mejor mutilar lo que el pueblo crea en
su multifacética imaginación; en caso de des acuerdos con las obras que
los siglos han ido acumulando y sosteniendo en la preferencia de la infan-
cia, queda el recurso de crear la de ahora. Si acercamos los criterios
expresados por la doctora Aguirre y los escritos por Beatriz Capizzano,
notamos que ambas aproximan sus opiniones en que la obra debe ser
didáctica, pero de manera discreta y sutil, pues "la moral no sólo se
aprende a través de moralejas -dice Capizzano- sino por medio del goce
estético", y "no se necesita la moraleja -dice Mirta Aguirre para la
existencia de un texto literario infantil". Si como algunos teóricos afirman,
a veces los niños rechazan obras creadas para ellos, resulta conveniente
investigar qué obras son, por qué las rechazan o cuántos niños lo hacen.

No es apropiado decir esta metáfora, este poema, este cuento, esta


obra de teatro no sirve para los niños porque a mi hijo, a mi sobrino, a mi
primo o a mi vecino no le gusta. Sí se debe llegar a un acuerdo definitivo
en que sólo se le ofrecerá al niño lo estéticamente logrado para alcanzar
a su vez el desarrollo de lo que la sociedad necesita en él. La obra de arte
deformada, sin equilibrio entre contenido y forma, precisamente por ser
deformada, deforma.

Otro de los aspectos que se liga a la función de la literatura en el desarrollo


del lenguaje e incluso en la educación estética, es lo que Svetlana Koslova
denomina: "Despertar las capacidades creativas en el campo de la estética";
esto sobre todo a los cuatro o cinco años cuando aumenta la reserva de
palabras de los niños y el lenguaje se hace más coherente y lógico. Además de
procurarse que está creatividad se desarrolle en el orden imaginativo, también
debe buscarse en el dominio de la lengua. Ya sabemos por la experiencia, y lo
ratifican numerosos especialistas, que la obra literaria que se lee al niño influye
considerablemente en la corrección gramatical del lenguaje. Aunque en las
edades preescolares el niño no estudia gramática, debe procurarse que la obra
de literatura infantil que para él se seleccione o escriba, sea un ejemplo de
.lenguaje literario correcto. Aquí entran, por supuesto, otros aspectos,
extraliterarios que no deben descuidarse, como son la correcta dicción y
entonación de 1o que se lee, así como tratar de transmitir al niño las emociones
que contienen en potencia las palabras, sin concederle terreno al facilismo
explicativo que mata la inventiva y el razonamiento. Hay que, tener presente
que, si bien los diminutivos son recursos literarios a los que no hay que
hacerles la guerra, siempre que, como cualesquiera otros, se empleen bien, la
ñoñería no constituye recurso alguno, sino defecto: Una cosa es la metáfora, la
jitanjáfora, la onomatopeya y los trabalenguas jitanjafóricos, y otra es la
desvirtuación del lenguaje, el "aniñamiento" de las palabras y la destrucción de
la sintaxis, todo lo cual frena el desarrollo del habla infantil. Estas verdades de
Perogrullo hay que repetirlas siempre, sobre todo cuando se trata de la lite-
ratura infantil, para la cual se pretende que sea modelo correcto y no
ejemplo de chabacanería.

Para una mejor comprensión de los vínculos d e la literatura con el


desarrollo del lenguaje infantil, recomendamos la lectura de El preescolar,
el desarrollo del habla y el lenguaje práctico, de la investigadora y educadora
uruguaya Alcira Legaspi de Arismendi.

La educación estética
La formación del hombre integral, del hombre nuevo, requiere que se
cuide de todos aquellos elementos que contribuyan a tal formación, tanto
en el orden físico e ideológico como en el estético.
La obra artística, y en particular la literaria, con tribuyen al desarrollo de
los sentimientos estéticos, a la visión del mundo circundante y al enriqueci -
miento material e ideológico del mismo. Por ello, debe seleccionarse con
cuidado desde la más pequeña hasta la más compleja obra que se le
ofrezca al niño en sus primeros años de vida. Si se le debe educar en lo
mejor que el hombre ha creado, ¿por qué ofrecerle obras chatas, de poco
gusto o de escasa calidad artística?
Quien escriba o seleccione obras literarias para menores de seis años,
debe de ser un investigador infatigable y buscar las vías de comprensión y
asimilación de la obra, partiendo no sólo del conoci miento de la infancia en
forma teórica, por demás, muy importante, sino también valiéndose de la
experiencia directa con grupos de niños que se vayan sensibilizando
gradualmente, según sus diferentes edades. El creador o seleccionador de
obras para preescolares habría de hacerse varias pregun tas previas tales
como: "¿Para quiénes en particular creo o selecciono?" "¿Cuál es el nivel
de comprensión de esta o estas edades?"

No es posible inculcarle al niño el amor hacia lo bello, si lo que se le


ofrece carece de valores estéticos. El gusto ha de educársele partiendo de
obras cuyos contenidos y formas respondan a las especificidades
estéticas. Debe haber un objetivo artístico para que la obra conmueva y
despierte emociones similares o afines a las del creador. A1 decir de
Camila Henríquez Ureña: "Sin intención estética en el lenguaje, no hay
literatura, porque no hay arte."
El gusto por la literatura se ha de desarrollar a partir de obras
especialmente seleccionadas y siempre en dependencia de las edades de
los niños a quienes se les ofrezcan. Debe tenerse presente que el
preescolar tiene ante sí, por vez primera, una creación literaria y que no
sabe qué es ella o cómo se ha hecho; es, quizás, su primera experiencia
estética en el campo de la literatura o una de las prime ras, y en este caso
el gusto que se le cree, sobre la base de lo que se le ofrezca, es
fundamental y marcará muchos años de su vida. Si la selección es arbi-
traria, se corre el riesgo de formar taras de tipo inte lectual, desviarlo en el
gusto y cerrarle la posibilidad de experimentar a esa edad placeres
estéticos, que contribuirían a su formación como hombre integral.
A partir de obras sencillas, musicales y de sentido claro, se va educando
para la apropiación estética del mundo. De lo fácil en el contenido -y la
forma puede pasarse gradualmente a lo que es todavía difícil. Para los
niños, la poesía puede ser el género inicial idóneo: A1 preescolar mayor
puede ofrecérsele cuentos que él mismo solicitará una vez que se fami -
liarice con la narrativa; en algunos casos resulta adecuada la
escenificación de, relatos breves y las escenas de títeres.
Cuando el niño percibe que se le lee un libro con cebido bellamente,
tanto en contenido como en diseño, le irá tomando amor al propio libro. Este
puede poseer muchas ilustraciones, propias para la familiarización visual,
después los textos ganarán más importancia.

El ejemplo, lo que ve hacer con los libros, es también muy importante. El niño
debería tener su pequeña biblioteca, que atenderá y cuidará; los padres, los
educadores, lo orientarán en ese cuidado y se le hará respetar cada libro como
objeto muy valioso que nos ofrece conocimientos y plácer toda vez que lo
leamos. En ello pueden aplicarse tres principios básicos de la pedagogía: la
palabra, el ejemplo y la acción; o sea, se les explicará por qué deben cuidar y
amar los libros, a la par que observarán cómo nosotros, los adultos, amamos los
nuestros en la pequeña o mediana biblioteca hogareña, del centro de trabajo o
estudios. A la explicación que recibe junto con el ejemplo, el niño agregará el
sostenido cuidado de sus libros.
Por otra parte, la creación de obras para las edades preescolares requiere
especialidad y especificidad. Está claro que a un niño de tres años no se le
puede ofrecer una obra de contenido y forma iguales que a otro de cinco o seis
años. El creador no podrá recurrir a la simple inventiva o "inspiración" sin caer en
un desnivel de edades. Tampoco, lógicamente, es oportuno que cree sobre la
base de manuales o en forma de receta; habrá de dosificar la emoción poética
con el conocimiento de las edades a que se dirige y tendrá presente objetivos
claros, ya sean estos sencillamente enseñar a pronunciar el fonema [r] o deleitar
con el ritmo e incluso darle las primeras imágenes sencillas que lo ejerciten en la
mirada estética del mundo circundante.
La obra artística contribuye al desarrollo multifacético del niño, tanto en
sensibilidad y conocimiento del mundo como en el desarrollo del vocabulario;

la articulación de los sonidos, en definitiva, coopera con el desarrollo del lenguaje.


El contenido del texto le ofrece una posibilidad de aprendizaje ético mediante el
ejemplo que le brindan los héroes reales o literarios de la obra que se lee o relate.
El más elemental de los símiles funciona ya entre los preescolares: "Como el niño
del cuento", "como el perrito", "como papá Oso". La obra misma forma en el niño
no sólo cualidades estéticas o morales, sino también le brinda conocimientos, ya
sea por la moraleja directa o disfrazada o bien por la simple unión del sustantivo y
el adjetivo, como cuando Martí dice:
Hay sol bueno y mar de espuma,
y arena fina, y Pilar
quiere salir a estrenar
su sombrerito de pluma.
No sólo porque el niño aprende a adjetivar, sino también porque aprende cómo
es cada uno de los elementos que integran el mundo conocido por él de forma
directa. Si el poema o cuento despierta en el niño las preguntas: "¿Cómo es?",
"¿por qué...?", "¿qué es...?", ya la obra va posibilitándole la apertura de ese
mundo y le facilita la comprensión y la asimilación del medio.
La obra le ofrece, además, alegría, le hace placentero el rato que la escucha y
le despierta las posibilidades creativas del hombre, el deseo de crear y de
embellecer aquello que lo rodea.
La poesía y el cuento, junto con el teatro, son medios idóneos para la
comunicación artístico-literaria con los preescolares y de estos entre sí: En
particular, la poesía se ajusta considerablemente a sus primeras manifestaciones
fonológicas y sobre todo a las nanas que el adulto les cante. Hay momentos en
que la pura jitanjáfora desempeña un importante papel, ligado a los sonidos
onomatopéyicos.

Mirta Aguirre nos recuerda que Vico se refirió al pensamiento por imágenes,
a los "universales fantásticos", aplicables, según el lenguaje tropológico, en
escala social al surgimiento de la lengua, y en el plano individual, a la aparición
del idiolecto, el `cual, precisamente, se desarrolla desde la más temprana
infancia.
El lenguaje tropológico no es todavía ampliamente utilizable para las edades
preescolares. Puede presentársele al niño algunos símiles, no muchas ni
difíciles metáforas, e incluso imágenes que no posean complicaciones
simbólicas fuera del alcance infantil. Prescindir de las elegancias del lenguaje
no es lo propio; lo correcto es estudiarlas, aplicarlas con sencillez y
experimentar su comprensión en diferentes edades. En los adultos, el lenguaje
tropológico y las elegancias del lenguaje forman parte del cotidiano hablar,
según el sistema socialmente preestablecido en el idioma o dialecto en que se
manifiesten. Para el preescolar no hay nada establecido, aprende lo que la
sociedad tiene por norma, pero su aprendizaje irá de lo fácil y sencillo a lo difícil
y complejo. Puede comenzarse con palabras ya muy conocidas: el alero de mi
casa. "En el alero de mi casa vivía una paloma..." Sobre la base de este
conocimiento inicial, de raíz metafórica, el artista podrá ir dosificando otras
metáforas o símiles con un lenguaje realista, de manera que el niño pueda
comprender lo que se le dice sin mayores dificultades, o con un poquito, porque
tampoco se pretenderá allanarle tanto el camino que no llegue a pensar.
Indudablemente, él no entendería nada si le leemos las Soledades o la Muerte
de Narciso, pero no ocurriría lo mismo con este poema de Mirta Aguirre:

AÑO
Señorita Primavera es la primera.

Caballero Don Verano va de su mano.

Don Otoño ciclonero es el tercero.

Y Don Invierno cierra el cuaderno.

El autor o seleccionador, incluso el adaptador, deberá tener presente qué


dominio en el campo de las palabras tienen los niños a cuyas edades se dirigen, y
de inicio podrán darle más valor al ritmo de las palabras para gradualmente entrar
en el orden de los significantes.
Es indudable que la musicalidad es un importante factor en literatura para
preescolares, sobre todo en poesía; un texto musicalizado puede provocar mayor
goce en los niños, pero se recordará que no sólo procuramos el goce infantil, sino
que necesitamos educarlos de muy diversas formas, por lo que la lectura directa es
inexcusable. Los avances de la ciencia y de la técnica deben aprovecharse; ya
sabemos que el radio y la televisión desempeñan un papel extraordinario y no
debemos desechar el uso de discos con música y cuentos para niños, así como la
grabadora y los medios computarizados o cinematográficos. Todo es utilizable, todo
es útil, pero nada sustituye a la lectura directa, al cuento de abuelita o de
mamá que sin duda se recuerda toda la vida. No hay, pues, una
competencia entre los medios de difusión masiva y el creador de libros
para niños; lo que hay es un apoyo, y todo apoyo es útil.

Cuando nos dirigimos al creador o adaptador de obras especialmente


dirigidas a preescolares, hay que solicitarle una comprensión mayor de sus
edades. Aquí la inspiración, como señalábamos al prin cipio, es muchas
veces tan inválida que la obra llega a lo que no debe ser jamás:
innecesaria. El creador, sobre todo, tiene que estudiar, permearse del
conocimiento de estas edades en cuestiones que en apa riencia nada
tienen que ver con la literatura, y comparar las experiencias de diversas
partes del mundo.
Debe tenerse presente que hay muy poco dirigido sólo a los
preescolares, sobre todo a los menores de tres años, con los que resulta
mucho más difícil la comunicación porque se requiere una potencialidad
artística considerable y una cultura y conocimiento de esas edades más
allá de lo que podemos llamar el abecé. Hay literatura creada para los
escolares, adolescentes y jóvenes: sin embargo, es muy poco, y casi todo
del folklore; lo que se le ofrece al niño que comienza su formación estética
junto con el uso de las primeras palabras que pronuncia. Los creadores
tienen la responsabilidad de buscar caminos por medios lingüísticos y por
las vías que consideren adecuadas para lo que hoy constituye una necesi -
dad social.
El conocimiento del mundo circundante y las relaciones humanas
Sin duda, la obra literaria tiene un papel importante, porque ella puede
apoyar el amor que ha de nacer en el niño hacia el trabajo; cuando de tales
temas se trata, el contenido de la obra literaria debe ser muy asequible al niño,
expresado con belleza, pero con mayor claridad y precisión que en aquellas obras
de apreciación lírica de la vida, de recreación de lo bello en la naturaleza o de los
sentimientos humanos elementales que educamos en tan tiernas edades.

La obra literaria infantil posee relieve destacable en el conocimiento del mundo


circundante y en las relaciones humanas, porque aquellas que posean tales
temas, le facilitan al niño su visión de lo que lo rodea. Por eso el realismo es línea
adecuada que emplean los más talentosos escritores que se dirigen a estas
edades. A su vez, va siendo necesario que existan "rincones de lectura" donde el
niño tenga un cuidadoso acceso a los libros escritos para ellos, donde el educador
le hable sobre lo valioso que es un libro, donde le lea poemas y cuentos y, en
general, un sitio donde el niño se sienta a su gusto, no como lugar donde lo llevan,
sino donde él quiere ir con placer, porque previamente el educador habrá
trabajado para -que el rincón de la lectura sea un lugar acogedor y propicie el
gusto del preescolar.
La obra literaria tiene aplicabilidad en las actividades programadas, en las
independientes` e incluso en los paseos. Claro que hay que lograr adecuación
para la obra, pero también adecuación de la obra a la circunstancia. ¿Qué quiere
decir? Nos referimos aquí a que previamente, incluso con días de anticipación, el
educador irá preparando a los niños

` Usamos nomenclatura propia de instituciones infantiles, pero en cualquier


medio puede haber actividades programadas por el adulto, e independiente, de
realización libre por parte del niño, para la recepción del contenido y la
forma literaria que quiere hacer llegar a ellos; esto lo puede lograr
mediante circunstancias propicias, explicándoles palabras, haciéndoles
comparaciones simples y dirigiéndolos de manera tal que a la hora de la
lectura del texto, en las condiciones favorables, los niños lleguen a
asimilar lo fundamental, el mensaje, aunque como dice Elena Gomeniuk:
"Si determinadas palabras desconocidas para los niños, así como
determinados conceptos no molestan a la percepción de la idea principal
del autor, no se deben explicar." Lo segundo a que nos referíamos es la
circunstancia adecuada para leer la obra. Siempre es conveniente
relacionarla con el mundo del niño, con sus juegos; en los paseos, en
medio de las actividades con que la obra guarde alguna relación, incluso
tangencial; por ejemplo: en sitios donde se les hable a los niños sobre la
vida de las aves o de los peces, un poema breve puede darle belleza a lo
que se les dice e incluso pueden llegarse a fijar más los contenidos
educativos, por cuanto con el instrumento estético se toca la sensibilidad
infantil.

La relación de la obra literaria con el juego es primordial; ella misma


puede ser argumento para el juego infantil o apoyar el argumento d e
determinado tipo de juego. Los educadores ponen énfasis en la breve
escenificación de cuentos o de obras teatrales infantiles; hablan de la
necesidad de apoyar los juegos en que el niño se vincule con la actividad
laboral del adulto, en su conjunto condenan los juegos inapropiados,
como "a los bandidos", y afirman que la experiencia entre los niños ha
demostrado que el llamado juego de roles cumple su función con más
acierto cuando se vinculan con obras literarias breves.

Estamos refiriéndonos, por supuesto, a aquellas actividades donde la obra


literaria no es la razón de ser o centro de las mismas; no se debe descuidar la
idea de que hay actividades donde la apreciación de la obra artística, desde sus
innumerables matices, contribuye a la formación infantil. Estas actividades, donde
la obra literaria es lo fundamental, merecen más detenido análisis y escapan a los
objetivos de esta exposición, pero subrayamos su ineludible importancia en la
formación estética de los niños que, precisamente, en las edades preescolares
desarrollarán su sensibilidad, de acuerdo con las peculiaridades individuales o
inclinaciones de cada uno de ellos. Este tipo de actividad, por su importancia
trascendente, requiere investigación directa.

Conclusiones
Nos hemos referido someramente a muchos temas porque consideramos que
todos ellos refuerzan uno: la necesidad de divulgación de la obra literaria:
Creemos que en lo anteriormente expresado están en líneas generales los por
qué de tan necesaria divulgación. Por supuesto, cada línea de nuestro trabajo
puede ser mucho más documentada, pero saltaría de su actual carácter
expositivo al de investigación, que requiere otros parámetros y donde se ponga a
prueba todo lo planteado. Hemos expresado sólo algunas de las posibles
aplicaciones de la obra literaria infantil: en el desarrollo del lenguaje, en el
conocimiento del mundo circundante y las relaciones humanas, en el juego...
Ahora nos queda referirnos a los medios y modos de divulgarla. Para ello,
dividamos la exposición en dos partes: primero, la divulgación de la obra entre
los niños para su conocimiento y disfrute; segundo, la propaganda en torno a la
obra.

Comencemos por la segunda.

Si la obra literaria cumple todos aquellos requeri mientos, es necesario


que ella no se le ofrezca fríamente al adulto que la adquirirá para leérsela a
los niños. La crítica literaria deberá desempeñar su papel orientador no sólo
dirigiéndose a los valores formales estéticos y éticos que pueda poseer la
obra; también deberá orientar al adulto en cómo debe ofrecérsela al
preescolar. Esto puede compararse, sin mecanicismos, con las
recomendaciones sobre higiene, alimentación o salud que se le da al adulto
para que las aplique en los niños. Es conveniente que se difundan las
peculiaridades de la obra artística, los posibles modos de aplicarlas en la
casa, cómo enseñar a los niños a amar los libros, a aprender tanto del texto
como de las ilustraciones, a crearles hábitos que luego faciliten uno
fundamental para el hombre: el de la lectura, porqu e este coopera con otro
también fundamental: el hábito del estudio. Es necesario que se comprenda
esta concatenación, que no nos limitemos a comprarle un libro al niño para
que lo maneje a su antojo. La divulgación de una obra literaria determinada
puede reforzarse por los medios de difusión masiva, con plegables,
conferencias y por todas las vías. Las obras que saluden al trabajo, al
optimismo, a la alegría, al respeto y la admiración por personas socialmente
positivas, y también aquellas que canten a las flores, a las aves, a los
animales, deben poseer la publicidad necesaria para que se conozca con
más claridad cómo educar integralmente a las simientes también desde el
arte y la literatura.
La otra conclusión de nuestro trabajo se refiere a la divulgación de la obra
literaria entre los niños. Aquí, por supuesto, entramos en terreno complejo
que no se desvincula con la propaganda de la obra entre los adultos, pero
que sus peculiaridades requieren estudio detenido tal y como expresamos al
referirnos a las actividades desarrolladas para darle a conocer al niño la obra, sea
esta un poema, un cuento o una obra teatral. Quiere esto decir que todos esos
trabajos, así como las proposiciones e ideas aquí expresadas o por desarrollar,
buscan su adecuación en este aspecto fundamental, la conveniente divulgación,
de las obras para preescolares, para que sean ellas útiles y le podamos transmitir
al niño en toda su riqueza la creación que los escritores han podido expresar.

Influencia que ejerce la literatura infantil en la educación moral de los niños.

"La educación empieza en la cuna y acaba en la tumba." Este aforismo de


José de la Luz y Caballero ha llenado muchos años de la vida cubana y está
presente aún hoy cuando la palabra educación adquiere un sentido más pleno
en el mundo. Cuando hablamos de educación de la infancia, enseguida nos
viene el apelativo integral. Así, la mera adquisición de conocimientos, la ins-
trucción, va acompañada de la formación de la personalidad, todo con el fin
de forjar al nuevo hombre que la vida social, también nueva, requiere. Un
hombre integralmente educado es, sin duda, un hombre culto; pero no de
cultura formada sólo en los libros, sino como principio integrador de la
personalidad.
Cuando hablamos de educar a los niños en los planos intelectual, físico,
ético y estético, no podemos pensar en la desvinculación de ellos. La
integralidad requiere fusión: una mente sana en un cuerpo sano debe
pensar bien y tener un desarrollado sentido de lo bello.
El bien y lo bello: son dos categorías en las que debemos detenernos, dado
nuestro interés expositivo. Ambas se refieren recíprocamente a la ética y la
estética; la primera se vincula con la moral, pero también se relaciona con ella
la segunda en vínculo menos directo.
Para hacer más clara , nuestras palabras, diremos que el desarrollo de la
percepción estética del mundo se vincula con la formación ética de la per-
sonalidad,. lo cual se manifiesta en la identificación del bien y lo bello, en los
actos justos, en la honestidad y la consecuencia de principios del hombre que
vive en una sociedad en la que es partícipe interesado en su construcción y
avance.
La moral y lo estético no pueden manifestarse, lógicamente, fuera de la
sociedad: "Los sentimientos morales están dirigidos por aquellos fenómenos de
la vida social que poseen una relación directa con los intereses sociales y
personales del hombre y determinan su conducta", ha escrito Svetlana Koslova.
El hombre enriquece su experiencia moral durante el proceso de su vida social;
en este enriquecimiento actúan numerosos elementos que influyen sobre los
individuos y que corresponden a la estructura de la sociedad en que se viva.
Por supuesto, esta estructura depende de una base económica y ello hace que
no sean iguales las influencias y determinantes sobre la actuación de los
individuos en sociedades diferentes. De ello podemos inferir, abreviando los,
conceptos, que lo ético y, en su esfera, la moral, tienen carácter social según la
circunstancia en que se viva.
Dentro de la formación estética, y aún más en la integral, la literatura ocupa
un papel destacado como medio para hacer llegar al niño, mediante el
necesario deleite, conocimientos de muy diversa índole. Conocemos que la
obra artística es portadora de conocimientos, lleva implícita ideas, y por medio
de la percepción estética del mundo logra educarnos. Las obras literarias
refinan la sensibilidad humana y humanizan.

Cuando decíamos que la estética y la moral se pueden relacionar mediante


la necesidad, podemos circunscribirnos más a la esfera de la creación artística
y vincular esa necesidad con el hecho de que los niños conozcan y aprecien
obras literarias para cooperar, junto con otros factores, en la formación moral.
Ni la moral se forma abstractamente, mediante libros, independientemente de
la vida, ni la obra literaria tiene como única o como principal función la
formación moral, pero es incuestionable que entre una y otra hay una relación
necesaria, un vínculo formativo que bien llevado influye positivamente sobre el
niño.
La obra literaria sostenida por una acertada equidad entre contenido y
forma, puede transmitir, como ente artístico, emociones, y junto con lo emotivo,
un necesario didactismo educará en los niños no sólo el sentido del buen
gusto, sino también cualidades humanas apreciables. Todo ello, claro está,
dependerá de la edad de los niños; las obras deben atemperarse al poder
receptivo de cada edad. La forma general debe facilitar la comprensión de los
contenidos; por eso tiene importancia la presentación del libro que contenga la
obra, su diseño, sus láminas, ilustraciones diversas, fotografías, tamaño de la
letra y disposición en la hoja; todo coopera en sentido general como apoyo
para hacer valer el contenido mismo que es la obra literaria.
Con ello debe colaborar la limpieza y el orden a su alrededor, así como
elementos que embellezcan su panorama cotidiano: Es imprescindible hacer
valer en todo momento un hermoso pensamiento martiano: "Dondequiera que
el hombre se afirma, el Sol brilla". El Sol del mundo moral debe brillar en todo
momento en torno del niño, y cuando la obra literaria llega a él, debe ser
portadora de tales elementos.

En las más variadas actividades, lo bello como categoría estética


implícita en las obras literarias, puede influir en la captación general de lo
que se quiere que el niño aprenda. En los paseos por la naturaleza, en las
actividades del huerto, cuando juega -cualquiera que sea el juego- en las
actividades programadas y en los pequeños actos culturales que se
ofrezcan, así como en otra actividad en que participe el niño, si se le hace
acompañar por una obra literaria, ambas quedarán enriquecidas, o sea,
tanto la práctica vital, como la obra misma.
La obra literaria puede y debe desempeñar un importante papel en la
educación plena de los prees colares, y en ello, sin duda, los padres y
educadores en general tienen una responsabilidad que va más allá de la
selección de libros que luego se les ofrecerán a los niños. Como en las
edades preescolares el niño aún no puede leer, los adultos se convierten
en narradores, nunca en meros mostradores de láminas o en fríos
expositores de textos, y sobre todo, sabrán adecuar a los intereses
formativos todos los conocimientos que, mediante las obras literarias,
hagan llegar a los niños.
La obra literaria dirigida a los preescolares no cumple sólo su papel con
el hecho de que la adquiramos y se la demos al niño para que la "use"
libremente. Con frecuencia ello conduce a que sólo observe las
ilustraciones y luego rompa las páginas interiores , hasta deteriorar algo
qué se supone que se ha escrito con amor, con la finalidad de entrete nerlo
y educarlo. Con este libre albedrío que tienen muchas veces los niños ante
los libros que se les ofrecen, propiciamos hábitos negativos que pueden
llegar incluso a un posterior maltrato de las propiedades social o privada
cuando, si nos limitamos sólo al caso de los libras, tienen contacto con los
textos con que cuentan las bibliotecas.

Los padres y educadores han de desempeñar un papel notable en este


particular, pero para ello han de tener conocimiento de los numerosos
beneficios que traen para sus hijos las obras literarias. Ellas son, como
hemos visto, modelo de lenguaje correc to, muy útiles en las edades en
que el niño comienza a adueñarse de la gramaticalidad idiomática; son
valiosos medios para' enriquecerles el vocabulario, para ayudarlos a
pronunciar correctamente sonidos y palabras, y para comunicarles
sentimientos estéticos que cooperen en la sensibilización y desarrollo de
sus facultades humanas. Pero no habrá de olvidarse que también la obra
literaria es fuente de conocimientos, como ya habíamos indicado, y este
último aspecto es el que nos interesa resaltar ahora.
Cuando la palabra adquiere para el niño un carácter generalizador,
surge de manera progresiva su comprensión de aquello que se le quiere
comunicar o enseñar. La lectura de obras literarias, ade cuadas a sus
edades, ayuda en esta etapa a un conocimiento por vía estética del
mundo que lo rodea, de la naturaleza, de las relaciones sociales, del
trabajo y, en general, de la vida en sociedad. Mediante las obras literarias
que el adulto le hace llegar, se ayuda a despertar y desarrollar las capaci -
dades creativas humanas y, por supuesto, se coope ra con el desarrollo de
las capacidades de ese niño. Puede, por medio de ellos, írsele dando
nociones sencillas de algunas categorías estéticas tales como lo bello y lo
feo, y poco a poco abrirle la comprensión acerca de lo justo y lo injusto y
otro tipo de valoraciones de índole moral, ética, que cooperan en su
formación.
Trataremos siempre de no imponerle un poema o un cuento en
momentos inoportunos, forzando la voluntad receptiva, porque el niño
rechazaría aquello que queremos llevarle. Para los fines educativos no es bueno
hacerle cuentos con la única finalidad de entretenerlo; tampoco es apropiada la
lectura de muchos y diferentes textos a la vez; porque con ello no lograríamos más
que saturarlo de imágenes dispersas y confundirlo en un mar de anécdotas, sin
que se logren fijar las esencias instructivas. Si tenemos un objetivo definido, una
enseñanza específica que pretendemos darle por está vía, podríamos seleccionar
varios cuentos o poemas que apunten a tal fin, y gradualmente hacérselos
conocer de manera que el niño asimile el mensaje.

Como señalábamos, el juego es un medio eficaz para hacerle conocer obras


literarias. El niño puede relacionar las obras con sus juegos, tomarlas como
argumentos y hasta figurarse que es el héroe positivo de la narración breve que se
le ofrece. A estas edades hay que evitar lo truculento, las soluciones macabras, el
pesimismo, la visión triste de la vida. Hay que tener en cuenta que ya a los
preescolares mayores, de cuatro y cinco años, les es posible captar el contenido
moral de la obra y, además de valorar la conducta de los personajes, pueden
compararla con la suya y con la de sus hermanos o amigos, y conducirlos a actuar
de una forma positiva, imitando aquellos atributos valiosos que se quieren resaltar
por medio de los personajes y situaciones de la fabulación.
Las obras literarias ayudan a desarrollar los sentimientos de solidaridad
humana, toda vez que el niño se entusiasma con los personajes del relato 0 del
poema. Ello puede dar lugar a que en sus relaciones con los demás niños se
manifieste la ayuda mutua y la alegría que le produzca el éxito de los demás,
así como el deseo de ayudarlos cuando estén en dificultades. Si sabemos
seleccionar adecuada-
mente las obras que ofrecemos a nuestros niños, según los intereses de su
formación, lograremos que mediante ellas sientan amor al trabajo, a los
trabajadores, al colectivismo de las actividades humanas; también los
ayudaremos a pensar, a razonar, a sentir la belleza del mundo circundante
y a luchar por lograrla donde no la hay. Las edades preescolares son muy
sensibles a la poesía, y esto debe aprovecharse para hacer que los niños
reciban por ella nociones sobre el amor a la Patria y sus símbolos, héroes
y mártires, e incluso propiciarles juegos a partir de relatos que hablen de
otros pueblos del mundo, con lo cual vamos formando actitudes
humanistas.
La formación de los sentimientos patrióticos e internacionalistas, tiene
en la obra literaria un buen medio. El sentimiento moral de lo que se le
transmite al niño debe estar allí presenté para que se desarrolle en él un
concepto moral de la vida. La trama, el contenido de los cuentos, poemas u
obras de teatro, debe cooperar para que el niño se sienta solidario con sus
compañeros, conozca y aprecie la vida creativa de otros países, sea capaz
de conmoverse frente a la injusticia en cualquier parte del mundo que se
cometa y habrá de despertarle el amor hacia los pueblos y los héroes.
En su conjunto y sin absolutizar o sobrevalorar sus funciones, las obras
literarias de verdaderos valores artísticos cooperan en la formación
estética y ética del preescolar e impulsan el desarrollo de su lenguaje y la
creatividad e imaginación humanas. Por eso resulta tan importante
ofrecerlas planificadamente, porque de esta manera podemos educar
entreteniendo y entretener educ ando.

Sobre la poesía infantil

"Un grano de poesía sazona un siglo", dijo José Martí. El Héroe Nacional
cubano conocía como pocos en su época, la importancia social del mensaje
poético e indicaba que poesía no era sólo, ni siempre, una composición escrita
en versos. Por eso cuando escribió su aún no superado análisis sobre la obra
colosal de Walt Whitman, decía: "Él no infla tomeguines para que parezcan
águilas; él riega águilas, cada vez que abre el puño, como un sembrador riega
granos.” Nadie como Martí ha fijado la importancia de esas águilas del pensa-
miento que surgían de manos de los poetas, cuando afirmó:
“¿Quién es el ignorante que mantiene que la poesía no es indispensable a los
pueblos? Hay gente de tan corta vista mental, que cree que toda la fruta se
acaba en la cáscara. La poesía, que congrega o disgrega, que fortifica o
angustia, que apuntala o derriba las almas, que da o quita a los hombres la fe y
el aliento, es más necesaria a los pueblos que la industria misma, pues esta les
proporciona el modo de subsistir, mientras que aquella les da el deseo y la
fuerza de la vida."

Cf. José Martí: Obras completas, t. 13, Ed. Nacional de Cuba, La Habana,
1964, p. 135.

Podemos decir que sin el hombre no hay captación de la poesía, así como
decimos que sin el trabajo no pudo haber hombre. Por carácter transitivo
elemental, trabajo y poesía se unen en dialéctica interrelación cuando vamos a
las esencias, a la última instancia. En sus inicios, bien lo señala Thompson en
Marxismo y poesía, trabajo, magia y poesía estaban estrechamente vincula-
dos. Junto a la mímica y los rituales propiciatorios de buenas cosechas, se fue
creando una poesía que en principio, y por mucho tiempo después, mantendrá
una función mágica; para Thompson: "...La danza, la música y la poesía tienen
un origen común. Su origen se remonta al movimiento rítmico de los cuerpos
humanos enfrascados en el trabajo colectivo." También este teórico inglés
precisó que: "La poesía culta es producto de una sociedad altamente
individualizada." Se observa a 1a poesía en el proceso de desarrollo social y
nota cómo presenta características diversas según el estadio por el que la
sociedad atraviesa. La poesía depende también de la Historia en que ella
aparezca, porque precisamente por ser creación humana, de la zona más
depurada de la creación espiritual del hombre, dependen las circunstancias
vitales históricas de ese hombre: el poeta, quien con palabras de José Antonio
Portuondo en Concepto de la poesía “...intuye el ritmo oculto tras las cosas
inmóviles o la armonía nacida de una lucha en que el ímpetu vital y la
resistencia se equilibran.”
2
` Cf. George Thompson: Marxismo y poesía, Instituto Cubano del Libro, La
Habana, 1969, p. 35.
` 3 Cf. José A. Portuondo: Concepto de la poesía, Instituto Cubano del Libro, La
Habana, 1972, p. 26.

Ahora bien, ¿a qué poesía nos hemos estado refiriendo hasta aquí? Pues a la
que coincide con la sentencia de Camila Henríquez Ureña, que en su
Apreciación literaria expresó: "Como la palabra poesía etimológicamente
significa creación, toda creación literaria puede propiamente llamarse poesía."
Si "un grano de poesía sazona un siglo", no puede haber obra de ficción sin la
sazón sociopolítica de su siglo, y sin un grano de poesía. Un cuento, una novela,
una obra de teatro, si no captan el ritmo vital de su época mediante la semilla
poética que encierra, será una obra trunca y, en definitiva, intrascendente.
¿Cabría ahora que buscásemos una definición de poesía? De entrada, para
no engañar, podemos afirmar que todas las definiciones que alcancemos que-
dan en un campo no definitivo y por ende, no serán reflejo más que de la
especulación. Bástenos sólo saber que para los griegos la poiesis o esfera de la
creación espiritual, era agalma, o sea, ornamento. Horacio, el gran, poeta latino,
fue más lejos para señalarla como dulce et utile, o sea, productora de placer y de
saber. Para Camila Hanríquez Ureña sólo la síntesis de lo uno y otro "puede
conducirnos a una apreciación justa". Para no perdernos en las infinitas
disquisiciones que los teóricos, los poetas y en general los hombres han hecho
acerca de lo que es poesía, citemos aquí una definición dada por un gran poeta
del siglo XIX y de siempre. Decía Gustavo Adolfo Bécquer:

-¿Qué es poesía? -dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul


-¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía... ¡eres tú!

A lo que replica más recientemente Nicolás Guillén:

"Poesía eres tú"; dijo Bécquer.


Pero tú ¿quién es?
¿Quién eres tú?

y Antonio Machado quizás redondea el asunto:

Con el tú de mi canción no te aludo, compañero,


ese tú soy yo.
Habría que coincidir con una opinión del poeta T. S. Eliot, quien afirmó:
“La crítica, por supuesto, no llegó jamás a averiguar qué es la poesía: no
puede encerrarla en unA simple definición: pero, la verdad, no sé qué
utilidad tendrá esta, una vez hallada.”

Es el propio Eliot quien afirma que "un poema no es lo que el poeta se


propuso ni lo que el lector concibe...", con lo cual nos recuerda lo que ya
Federico Engels había dicho mucho antes para el plano social más general:
"Pues lo que uno quiere tropieza con la resistencia que le opone otro, y lo
que resulta de todo ello es algo que nadie ha querido." Sin buscar
confluencias entre estos dos pensadores, con la frase de Engels llegamos
hasta los márgenes del hecho poético considerado como creación. De esta
contradicción elemental nace el poema, el poeta capta el instante de luz que
es la poesía, su sensibilidad hermanada al talento la recrea y de esta
recreación nace lo que Martí llamó una vez sus "visiones", entre las que
algunas escapan "sin darme tiempo a que copiara sus rasgos". El texto
poético cobra vida autónoma de su creador y de su lector, para encerrar un
mundo de evocaciones que dependerán de innumerables factores que van
desde el estado de ánimo del receptor en el momento de la lectura, hasta
las condiciones sociales en que se lea.

" Cf. T. S. Eliot: Función de la poesía y función de la crítica, Ed. Seix-Barral,


Barcelona, 1968, p. 20.
`,CE Federico Engels: Carta a Joseph Bloch del 21 de septiembre de 1890.
(Vid. Carlos Marx y Federico Engels: Sobre la literatura y el arte, Instituto
Cubano del Libro, La Habana, 1972, p. 184.)

Por todo ello, no podemos hablar de la poesía como sustancia única,


universal, de una sola arista y de esencia inmutable. La poesía es múltiple
como la vida y no está mal que la tomemos aceptándola o no, tal y como se
nos ofrece. Recuérdese a Martí: hay la poesía “que congrega y disgrega,
que fortifica o angustia, que apuntala o derriba las almas, que da o quita a
los hombres la fe y el aliento...” La poesía contribuye a satisfacer una
necesidad del hombre en cualquiera de sus edades, desde la infancia hasta
la vejez.
Es claro que toda educación cultural parte de una educación intelectual
del niño; es cuestión de Perogrullo decir que un porcentaje elevadísimo de
nuestros conocimientos lo adquirimos a partir de la palabra, por medio del
sistema idiomático organizado que el niño va adquiriendo desde la más
temprana infancia. Por medio de la palabra, el adulto lleva al niño
innumerables conocimientos que le son y le serán necesarios para su
socialización, para su vida social, así como un medio para conocer y
aprehender el mundo circundante.
Muchos especialistas han propuesto iniciar la formación intelectual por
medio de poemas, rimas o breves cuentos. Siempre habrán de tenerse en
cuenta las circunstancias vitales en cada caso y los intereses temáticos de
los niños. Claro está que estos intereses no son meras prefabricaciones del
adulto; dependen de la zona donde el niño viva, de las diferencias de grado
cultural de los padres y de la procedencia social.

Lógicamente, a la hora de seleccionar o escribir tos para los preescolares,


se presentan gruesas dificultades; ellas son del campo del contenido y de la
forma, unidad indisoluble que para tales edades constituye una varita
mágica sine qua non, pues sólo lo muy logrado desde el punto de vista
estético, cumple el papel que asignamos a la obra. El contenido variará de
acuerdo con las edades, con los intereses cognoscitivos de los niños y los
intereses educativos del adulto; siempre presentes las circunstancias
sociales de los niños a quien se comunica la obra. Para la edad preescolar
no cabe la concepción del "vate inspirado", puesto que sin un conocimiento
de las características (al menos las esenciales) del receptor, el poeta podrá
crear obras de mucha voluntad, de muy buenas intenciones y hasta de
calidad estético-formales apreciables, pero cuyos objetivos no se logran al
no poder establecer la necesaria comunicación con el niño.
Pero téngase presente que comunicación en poesía no necesariamente
quiere decir asimilación absoluta del contenido por su cabal entendimiento.
La poesía debe ser por esencia sugerente, y esa capacidad sugeridora,
aún en la que se escriba para las más tiernas edades, puede implicar una
"comprensión" parcial del texto. Si bien la poesía se escribe con palabras,
ella es algo más que la asociación gramatical, lógica o psicológica de
conceptos; la poesía trabaja con las connotaciones de las palabras, con sus
implicaciones ligüísticas y fónicas, y también con lo que se dice implícita o
explícitamente. La poesía también se hace con ideas.

A ello se suman las evocaciones, las asociaciones de diversos grados y


todos aquellos sentidos figurados del orden simbólico para una cultura,
nacionalidad o personalidad artística determinadas.
Cuando la poesía para preescolares se trata, estos presupuestos deben
estar presentes para que el educador no busque el puro raciocinio de un
poema, o sea, la inteligibilidad total y absoluta del texto que se lee al niño.
Incluso por momentos es útil, y hasta didáctico si se quiere, que algo se
quede sin aclarar en la mente infantil, pues ello podrá facilitar el deseo de la
indagación en el campo de lo bello. Ya vimos cómo Elena Gomeniuk
propone que si una palabra queda sin ser comprendida por el niño y ella no
interrumpe en sentido global la comunicación del texto, no debe explicársele
su significado a no ser que el niño lo pida; dado el caso, seria mejor aclarar
las palabras o imágenes dificultosas mucho antes de la lectura del poema,
siempre en circunstancias no forzadas, en medio de conversaciones o de
actividades previas.
Creemos que es acertada la afirmación de la especialista argentina Dora
Pastoriza, cuando señala que: "No interesa, pues, que el niño entienda la
poesía en su significado para tocar la sensibilidad del niño [...] la poesía
debe ser para el niño, por encima de todo, deleite, vuelo, sugerencia..."
Pero queremos detenernos un poco más en cuestiones de índole formal y
dejar para mayor detenimiento las de contenido, que por otra parte han sido
analizadas en más ocasiones por diversidad de especialistas. Si bien 'la
poesía, como decíamos, utiliza la palabra para expresar emociones
humanas a partir del ritmo vital o espíritu de época, como quiera llamársele;
ella utiliza recursos del orden estilístico, de elegancias del lenguaje que
deben ser cuidadosamente estudiados para la poesía infantil. Es un error
afirmar que por tales dificultades de la poesía, ella es inapropiada para el
niño, y que el género por excelencia es el cuento. No, el género por
excelencia es la poesía, pues si el cuento o el teatro no la contienen, no
vemos qué pueda gustar de obra literaria alguna que no esté sostenida por el
grano de poesía que cada obra requiere; y poesía suele hallarse en las
exageraciones de los cuentos, de lo que es claro ejemplo (de hipérbole) el de
Grimm, "Seis que saben de todo":

-¿A qué apuntas, cazador?

A lo cual respondió el cazador:

A dos millas de aquí hay una mosca posada en la rama de un roble, y


quiero acertarle en el ojo izquierdo.

Jamás podemos dejarnos llevar por los cantos de sirena de contenidos que
nos gustan a nosotros los adultos; para un preescolar, claro está, todo ello se
ha de tener en cuenta, pero según circunstancias, grados de comprensión y
de desarrollo intelectual.
Los recursos poéticos deben ser convenientemente estudiados a partir de
patrones de nuestra lengua, de nuestros sistemas expresivos. Esto no
depende de disquisiciones de buró, sino de investigación en que teoría y
práctica se concatenen.
Podemos partir de hipótesis de trabajo que nos ayudan; por ejemplo,
diríamos que la forma apropiada para la poesía dirigida a preescolares, es la
métrica tradicional; diríamos que el zéjel, las redondillas y cuartetas, la
quintilla, los romancillos, las coplas o las décimas y las cantigas, son muy
apropiadas, escritas totalmente en versos de arte menor, facilitan el flujo
rítmico, ofrecen la alegría y la rapidez que se necesita para comunicarnos con
los niños y dan al lenguaje características de juegos, que como sabemos
encantan a los niños, sobre todo de preescolar. La rima que ellas llevan en sí
como estrofas clásicas, resulta un utilísimo medio de fijación del texto.

No otra cosa sino la investigación en nuestro medio; podrá definirnos qué


imágenes, símiles y metáforas son adecuadas para las diferentes edades
evolutivas; si son aplicables las sinécdoques o las metonimias; si las alegorías y
los enigmas tienen campo entre nuestros preescolares, por otra parte
acostumbrados a que hablemos del alero de una casa, de darle un ojo a la ropa
que se lavará, o que alguien salió corriendo hecho un tiro, y millones de
expresiones tropológicas que utiliza el pueblo cubano y que, como la doctora Mirta
Aguirre nos ha recordado, proceden de las "pobrezas de los hablares" de que trató
Giambattista Vico.
Hay que destacar que el epíteto o la adjetivación certera desempeñan un papel
indiscutiblemente importante en toda poesía, sobre todo en la preescolar. Un
recurso como la ruptura de sistema, ya lo ha empleado Martí en un poema que se
acostumbra leer a los niños de edad escolar: en "La bailarina española", como se
ha dado en llamar a este texto, expresa el Maestro: "Cómo dicen que es gallega/
pues dicen mal, es divina."
El equívoco como recurso literario lo ha utilizado Mirta Aguirre en su poema
"Fidel", de Juegos y otros poemas, cuando dice:

El Comandante, como un gigante, tiene unas leguas de


siete botas: digo, unas botas de siete leguas.

Es común en los cuentos y en muchos poemas para preescolares recurrir a la


metagoge, que concibe a la naturaleza como un gran cuerpo anima do, y
también al apóstrofe, que no es otra cosa que un diálogo con la
naturaleza.

Las elegancias del lenguaje son a veces imprescindibles, sobre todo en


las primeras poesías que escucha el niño y en las nanas que se le cantan.
La onomatopeya, la jitanfáfora, la derivación o repeti ción de una misma
raíz sonora, son útiles para ejercitar el lenguaje infantil; también lo son la
similicadencia, la anáfora, la reduplicación y la concatenación; de este
último es ejemplo este fragmento rítmico, más allá de su significación
aritmética:

Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis


y dos son ocho y ocho dieciséis.

El polisíndeton suele darle carácter infantil (no infantiloide) a la


expresión, sobre todo cuando es una copulativa la que se repite.
De todo ello el poeta deberá poseer dominio, pero su divisa será la de
lograr la sencillez requerida y el adecuado didactismo que logre
transmitirle al niño nociones poéticas de lo circundante, para lograr una
apropiación estética del mundo que no encuentre contradictoria, incluso,
la poematización de categorías filosóficas, como este poema de Mirta
Aguirre que entraña un conocimiento dialéctico.

SINFÍN

De la semilla al naranjo, del naranjo el azahar, del


azahar la naranja. Y otra vez a comenzar.

En semilla está naranjo, en naranjo está azahar,


en azahar la naranja
y en naranja -¡maravilla! la semilla
de sembrar.

¿Quieres que vuelva a empezar?

Por cierto, nótese con qué naturalidad esta poetisa esencial emplea nada
menos que la conduplicación en las estrofas del poema, cuya estructura no se
aleja del villancico.
En poesía para preescolares, debe preferirse la que en el idioma nativo se
escriba o se ha escrito, por todo lo que implica una traducción para edades tan
tiernas.
De este tema, vasto y apasionante, nunca se sabe cómo llegar al fin, siempre
se nos queda qué decir, cómo explicar criterios de especialistas sobre la
metodología de la lectura de poemas a los niños, pues los recursos literarios, el
tema e incluso la calidad inmensa de un poema de nada valdría si la lectura del
texto es inexpresiva, fría y distanciada. Queda mucho que decir del didactismo
necesario en una obra y de su necesidad de disfraz, para no dar moralejas que
mortifiquen más que entretengan y motiven el rechazo.
Por todo ello, para excusar todo lo que por decir, por explorar e incluso por
aprender se nos queda, tratemos de parodiar como podamos la idea martiana que
citamos al principio y digamos que la poesía es indispensable a la infancia porque
la realidad no se acaba en la bodega. La poesía que deleita e instruye, que no
teme enseñar fonemas o brindar una mirada lírica a la vida, es tan necesaria al
niño como el alimento mismo, pues si este le da salud corporal
y subsistencia, aquélla le brinda el deseo y la fuerza de la vida.
Independientemente de que, cuando adultos, estos niños de hoy sean
mecánicos, albañiles, deportistas, arquitectos, artistas o dirigentes , no les
cerremos desde ahora las puertas maravillosas de la imaginación, porque
si "un grano de poesía sazona un siglo", también puede sazonar una y múl -
tiples vidas.
Literatura infantil: edades preescolares. Algunas posibles aplicaciones

"El abate de Saint-Pierre llamaba a los hombres niños grandes, y


recíprocamente pudiéramos llamar a los niños hombres chicos." Tales
palabras de Emilio de Rousseau han traído consigo una secuela de errores
notables en diversos campos de estudio de la infancia. Pedagogos,
psicólogos, pediatras han emitido sus juicios al respecto, hasta ser hoy
aceptado por los especialistas todo lo contrario de la proposición rusoneana.
Los niños no son hombres enanos, hombrecitos recortados o en miniatura.
La infancia es un peldaño del desarrollo humano esencialmente formativo
hacia la madurez biológica y psíquica. Incluso en las propias palabras de
Rousseau notamos cierto matiz comparativo, como entrando en el campo
del símil o de la metáfora: niño como hombre, niño-hombre chico.
¿Por qué resulta tan importante este problema? Porque cuando
afirmamos que los niños son hombres chicos, sin profundización, incurrimos
en el error de creer inherentes en ellos muchos aspectos, hábitos y
habilidades que adquirirán o no en el trato social y en sus desarrollos
respectivos como individuos. No parece cierto decir que las habilidades
socialmente aprobables o reprobables son hereditarias; que el niño trae ya
en forma congénita todos los atributos que luego poseerá.

59
El hombre asciende a tal tras un proceso educativo que depende del
condicionamiento social. Su esencia como ser social y biológico entra en
contradicción con ideas de hereditarismo fatalista. En el proceso de su
educación, de su formación integral, junto con numerosos elementos de los
bienes culturales acumulados por la humanidad, va haciendo suyo el
patrimonio social en escala gradual, según las edades que va alcanzando. Esta
adquisición, desde luego, no puede hacerla por sí solo. Un niño nacido en La
Habana, Hanoi o Belgrado, si se le deja a su libre albedrío o incomunicado en
un pico de los Alpes o en una selva amazónica, no sólo no adquirirá el
patrimonio cultural de la humanidad, sino que posiblemente no sobrevivi rá. Sin
embargo, un niño nacido en un pico de los Alpes, pero educ ado en La Habana,
Hanoi o Belgrado, tiene las posibilidades que la sociedad brinda para alcanzar
su desarrollo intelectual. Estas verdades que no son nuevas y que en muchos
medios se han demostrado, enuncian que el desarrollo psíquico del niño no
puede llevarse a cabo si no es en un medio social. Paralelo al desarrollo
psíquico va el intelectual, y es en este último donde la literatura desempeña un
importantísimo papel, sin que ella deje el conocimiento de la ética, sus
relaciones con el mundo circundante.
Dada la gran especialización que en el estudio de la infancia preescolar se
desarrolla hoy día en el mundo estamos convencidos de que trabajos de esta
índole no deben escapar al estudio de equipos compuestos por especialistas
en literatura, psicología y pedagogía infantiles, con la colaboración de
sociólogos y otros profesionales.
A continuación vamos a ofrecer, a manera de ejemplo, algunas de las muy
variadas posibilidades que tienen las obras literarias para su aplicación en
diferentes actividades. Nos ceñimos a la creación poética, por ser más breve y
fácilmente ilustrativa que un cuento. Ello indicará nuestras ideas principales
acerca de cómo hacer lo bello útil en 'el hogar y en las instituciones infantiles
con las múltiples funciones de educar y deleitar. Hacemos la necesaria
salvedad de que no ofrecemos poemas ya probados para las
edades.preescolares, sino ejemplos; o sea, ideas de aplicación, muestrario
de poesía infantil, sin preocuparnos mucho de las edades del receptor, pues
no es aquí nuestro interés ofrecer una antología.

Obras de contenido poético para preescolares resultan cada vez más


necesarias no sólo para el "uso doméstico" que de ella puede hacerse, sino
también escolar o de otras instituciones. Pero he aquí que no hay
sobreabundancia, y el selector ha de batallar con los medios reducidos que
posee y con la falibilidad de su trabajo, cuando es individual o de equipos
muy reducidos que no comprueban en la práctica si su selección es o no
adecuada. Por ello; no puede tomarse lo que pr esentamos sino como una
muestra que pudiera, suplir momentáneamente la selección que se necesita.
Debe tenerse en cuenta a priori que en estas edades el niño aún no sabe
leer, por 1o cual recibe la literatura de manera oral, mediante la voz del
adulto. Hay algunos poemas útiles para que ellos los memoricen; hoy día
podemos oír que muchos niños de círculos infantiles cubanas nos dicen:

Dos goticas de agua clara cayeron sobre mis pies


y las montañas lloraron porque mataron al Che.

Este tipo de poema sencillo, con imágenes muy simples y apropiadas para la
inteligencia de los pre-escolares, desarrolla en ellos hábitos e inclinaciones
constructivas, además de llevarles pequeños mensajes, muchas veces más
provechosos que largas conversaciones educativas. Cuando el niño
aprende uno de estos poemas, recibe de los adultos los estí mulos que
necesita; los elogios y los aplausos resultan halagos que lo conducen a
comprender que ha aprendido algo hermoso.
El que sigue es un poema que se repetía en los antiguos kind ergarténs y
que aún hoy conserva su frescura y vitalidad:

Tres listas azules


con dos franjas blancas, el triángulo rojo,
la estrella de plata. Así es la bandera de
Cuba, mi Patria, ésa es la que quiero con
toda mi alma.

Son ocho versos hexasílabos sin otra posible metáfora que la de estrella
de plata, no complicada para los preescolares. Además de los sentimientos
patrióticos hacia uno de los símbolos nacionales enseña también algunos
elementos de matemática que no se habrían de desaprovechar. En casos
como éste, hay que cuidar ofrecerle al niño siempre la misma versión,
asegurándonos de que sea ella la más fiel a la tradición, cuando son obras
anónimas. Es curioso que la poesía infantil se ha ocupado más de la
educación de los sentimientos patrióticos de los escolares y muy poco se
puede hallar de esta temática para los menores de seis años.
Otra de las funciones que podemos encontrar en la poesía destinada a
los preescolares, es la de servir como medio para la práctica fonética o de
simple juego de sonoridades que pueden divertir al niño, además de,
practicarlos en los aún para ellos difíciles sonidos del idioma. En esto, nada
más valioso que los trabalenguas del folklor y los poemas construidos a
partir de sonoridades específicas. De estos últimos el poema de Julia
Calzadilla Núñez, es un ejemplo.

DOÑA COTORRA COTICA


Doña Cotorra Cotica duerme duerme en camisón,
Doña Cotica Cotorra sentadita en un sillón.

Doña Cotorra Cotica habla habla sin parar, Doña


Cotica Cotorra habla y habla y come pan.

Doña Cotica Cotorra

tiene unas plumas muy lindas, tiene plumas de colores


Doña Cotorra Cotica.

Con él, practicamos la oclusiva [k] a la par que le ofrecemos al niño un


gracioso cuentecito en versos, casi al nivel del comentario.
Parecido al poema anterior, pero con la oclusiva [p], es éste de la
española Gloria Fuertes:

DOÑA PITO PITURRA

Doña Pito Piturra tiene unos guantes; Doña


Pito Piturra, muy elegantes.

63
Doña Pito Piturra tiene un sombrero; Doña
Pito Piturra, con un plumero.

Doña Pito Piturra tiene un zapato; Doña Pito


Piturra, le vino ancho.

Doña Pito Piturra tiene unos guantes; Doña


Pito Piturra,
le están muy grandes.

Doña Pito Piturra tiene unos guantes; Doña


Pito Piturra, lo he dicho antes.
En el plan de actividades del Círculo Infantil a la sazón vigente, sin
mencionar el nombre del autor, se incluye este poema para apoyar el
aprendizaje de los fonemas [r] y [s] (aunque no se consigna, también se
apoya el [1):

-Carpintero, mi amigo: ¡déjame trabajar contigo! -


¿Qué harás?
-Las maderas aserrar. -¿Cómo harás? -Riss-
Rass-Riss-Rass.

-Carpintero, mi amigo: ¡déjame trabajar contigo!

64
-¿Y qué harás?

-Las maderas cepillar. -¿Cómo harás? -Sas-Sas-


Sas-Sas.

Nótese que las palabras aserrar y cepillar pudieran ser de difícil comprensión
para el niño, pero ello no es un obstáculo.
Los trabalenguas folklóricos son, sin duda, muy gustados; ellos resultan muy
útiles para las sonoridades más difíciles:

Por la calle de Carretas pasaba un perrito; pasó una


carreta, le pilló el rabito
Pobre perrito, cómo lloraba por su rabito.

Aquí encontramos algunos fonemas reunidos: [p] [b] [k] [t] [r]. En otros
trabalenguas se descuida un poco lo anecdótico e importa más la dificultad en la
pronunciación:

Paco Peco, chico rico, insultó de un modo loco a su tío


Federico.

Y éste le dijo: poco a poco, Paco Peco; poco pico.

Claro, todos ellos no son igualmente sencillos y se les ofrecerán a los niños
según sus edades. El que sigue, del folklore español como los anteriores,
parece más adecuado a la edad preescolar mayor, y aun a los mayores
dentro de ella:

María Chucema su choza techaba y un


techador
que por allí pasaba le dijo:'

-Chucema,

¿tú techas tu choza o techas la ajena?

-Ni techo mi choza ni techo la ajena que techo


la choza de María Chucema.

Para los menores, acude esta versión del muy antigu o:

Erre con erre cigarro, erre con erre barril, rápido corren
los carros por las líneas del ferrocarril.

Y el breve, pero aun difícil para muchos adultos:

Pablito clavó un clavito un clavito clavó Pablito.

En algunos de ellos no podemos encontrar ya la flor poética, sino el


ingenioso juego de las palabras cuyo significado no. importa; en
ocasiones, poseyendo un significado definido, sólo le intere sa al niño el
juego de las sonoridades sin que entienda mucho de qué s e le habla.
Tenemos una experiencia entr e niños campesinos (del Escambray) y de
la Ciudad de La Habana, en la que constatamos cómo reciben c on
mucha alegría un poema cuya repetición luego exigen, sin que s epan
decir de qué s e trata o qué significan sus palabras:

CIZAÑA
Amiga cigüeña

Se puso a la greña con amiga araña: que si


pedigüeña, que si mala entraña, que si una
castaña, que si un haz de leña, que si por
trigueña, que si aquella seña, que si una
patraña, que si tan tacaña, que si tan
pequeña, ¡que si una alimaña! Amiga cigüeña _
con amiga araa.

En este poema de Mirta Aguirre, el niño capta la discusión entre


cigüeña y araña, pero nota que en él fondo no s on enemigas. Este tipo
de poema s e ac erca más a lo que la propia autora define como de
"simple querer lírico". De esta línea s on innumerables los poemas de
diversas cualidades y c alidades que encontramos. En algunos de ellos
hay un ac ercamiento al mundo circundante del niño, y c omo en el
siguiente poema que ofrec emos, de la española Gloria Fuertes, puede
hallarse una referencia a la organización familiar:

PÍO:.. PÍO... Ñ000

Gallo Cantarín Es el papá. Gallina Clocló


Es 'la mamá.

Y los diez pollitos sus lindos hijitos que por todo


el campo cantan sin cesar:

Pío... Pío... Píooo gallo Cantarín. Pío...


Pío... píooo mamita Clocló.

Así saludamos

desde que asomamos nuestras cabecitas por el


cascarón.

Todavía mucho más breve es la evocación de la primavera, de Juan


Ramón Jiménez:

Cuando viene el mes de mayo todo el campo huele a


rosas; el rayo de sol es rayo
de esencias y mariposas.

Quizás, es lo más seguro, el niño no comprenda lo que se le dice,


sobre todo en los dos últimos versos, pero puede captar la esencia, sentir
lo bello de la evocación; lo mismo ocurre con este poema del cubano
Adolfo Menéndez Alberdi:

LA MAÑANA

Luz de colores de la mañana: las


mariposas en la sabana.

Mil flores rojas, mil amarillas, sobre la


cerca las campanillas.

Dice una rosa de la floresta que los


colores hoy tienen fiesta.

El siguiente poema, de Germán Berdiales, puede utilizarse en algún


juego infantil afín con su tema, r esalta el agradable efecto de la
onomatopeya:

LA TIJERA DE MAMÁ

Cuando me recorta el pelo la tijera de mamá


va diciendo en su revuelo: chiqui-chiqúi-chiqui-
cha...

Aletea, viene y va y a mi oído cuchichea: chiqui-


chiqui-chiqui-cha...

Cuando el pelo me recorta la tijera de mamá


charla más de lo que corta: chiqui-chiqui-chiqui-cha...

Debe apreciarse la belleza del siguiente poema de Mirta Aguirre, que


favorecería a cualquier ilustración de tema afín que se le muestre al niño:

CABALLITO
Caballito sin crines, caballito de mar, dime si
los delfines pueden llorar.

Dime si donde habitas, habita el colibrí:


dime si hay sirenitas de ajonjolí.
Dime si dan granadas los huertos de coral; dime
si donde nadas dulce es la sal.

Caballito juguete, caballito arlequín, ¿por qué vas


sin jinete, soliandarín?

De igual cualidad y diferente encanto, este poema de Nicolás Guillén


que por su longitud y temática resulta discutible para ofrecerlo a los
preescolares, como no sea en una ocasión propicia:

¡AY, SEÑORA, MI VECINA!...


¡Ay, señora, mi vecina, se me murió la gallina! Con
su cresta colorada y el traje amarillo entero, ya no la
veré ataviada, paseando en el gallinero, pues
señora, mi vecina, se me murió la gallina, domingo
de madrugada; sí, señora, mi vecina, domingo de
madrugada; ay, señora,. mi vecina; domingo de
madrugada;

¡Míreme usted cómo sudo con el corral enlutado,


y el gallo viudo!

¡Míreme usted cómo lloro, con el pecho destrozado


y el gallo a coro!

¡Ay, señora, mi vecina, cómo no voy a llorar, si se


murió mi gallina!
Podemos recordar ahora un poema de la desbordada imaginación de
Federico García Lorca:

CANCIÓN

El lagarto está llorando. La lagarta está llorando: El


lagarto y la lagarta con delantalitos blancos.

Han perdido sin querer s u anillo de desposados.


¡Ay! su anillito de plomo, ¡ a y! su anillito plomado.
Un cielo grande y sin gente monta en su globo a los
pájaros. El Sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso. ¡Miradlos qué viejos son! ¡Qué
viejos son los lagartos! ¡Ah, cómo lloran y lloran! ¡Ay,
ay, cómo están llorando!
Otro poema de Mirta Aguirre puede decírsele al niño con una finalidad
anecdótica:

AVENTURA

Mi sortijita de oro
se la llevó Rana Toro,
del agua se la llevó.
Mi sortijita, sortija,

se la encontró Lagartija

y a Conejo se la dio.

Mi sortijita de plata

Conejo se la dio a Rata

y a Rata se le perdió.
Se la encontró Escarabajo,
se la encontró y me la trajo,
me la trajo y me la dio.

Estos poemas con animales son muy simpáticos al preescolar mayor,


contienen cuentecitos de los que ellos gustan y qu e, a la vez, los pueden
introducir en el mundo de la narrativa. Éste de Edwigis Barroso del Valle
puede resultar útil:

EL POTRICO

Con su trotecito
juguetón, ligero
va andando caminos
un potrico
nuevo.

La mamá lo enseña,
lo enseña el conejo,
lo enseñan los pájaros
y el caballo
viejo.

La inquieta jutía,
la flor, el insecto...
cada quien le enseña
del bosque
un secreto.

Y él anda que anda,


juguetón, ligero,
con su trotecito
de potrico

nuevo.

Anecdótico, pero con moraleja más evidente, es el poema de Lope de


Vega, que es bueno ofrecer a los niños para irles creando una respetuosa
tradición de lectura de los clásicos del idioma. Siempre es conveniente
decirles algunas muy breves y adecuadas palabras sobre su autor:

LA NENA ASTUTA

Un lobito muy zorro


junto a un cortijo
se ha encontrado a una niña

y así le dijo:
-Mi niña, vente conmigo a mi viña

y te daré uvas y castañas.

Y respondió la niña:
-No, que me engañas.

Algunos poemas van dirigidos al amor filial, como este de Germán


Berdiales:
EN TUS BRAZOS

Mamita. , mamita,

si tú fueses árbol

tu hijito en tus ramas

quisiera ser pájaro.

Si tú fueses río

que al mar va cantando,

tu hijito en tus aguas

quisiera ser barco.

Mamita, mamita,
si fueses un río

o fueses un árbol

tú me acunarías

igual en tus brazos.

Encontramos este poema de Tomás Allende, que también contribuye a


acrecentar el cariño y el res peto por los integrantes de la familia:

ABUELITA

¿Quién subiera tan alto


como la luna
para ver las estrellas
una por una,
y elegir entre todas

la más bonita

para alumbrar el cuarto

de la abuelita?
Hay otra vertiente de la poesía para preescolares (e infantil en general) que
la constituyen aquellos poemas que pueden ser utilizados en los juegos, for-
mando parte de ellos o a modo de colofón. La canción infantil que muchas
veces se emplea en un juego, en ocasiones posee verdadera categoría poéti-
ca. Algunos autores han escrito poemas pensando en un determinado juego,
cómo el de Willcy Rivero Walker:

GALLINITA CIEGA -

A la gallinita, gallinita ciega, juegan unos niños con su rueda-rueda.


Juegan y se ríen con su rueda-rueda con la gallinita, gallinita ciega...
De igual manera, el musical "Fauna" de la argentina Yolanda Lleonart:

Que salte el conejo, que baile el ratón en la rueda-rueda de Don Borombón.

Que baile el cordero, que ruja él león, que gire la rueda de Don Borombón.
La rana de lata, el pez de latón, el tigre de
goma de Don Borombón.

Y toda la ronda de goma y latón cantando y


danzando con Don Borombón.

Algunos de estos poemas, útiles en el juego, se han adaptado


musicalmente, como ha hecho Teresita Fernández con el de Gabriela
Mistral:

DAME LA MANO

Dame la mano y danzaremos; dame la mano y me


amarás. Como una sola flor seremos, , como una flor, y
nada más...

El mismo verso cantaremos, el mismo paso bailarás.


Como una espiga ondularemos, como una espiga, y nada
más.
Te llamas Rosa y yo Esperanza; pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina, y nada más.

Los dos últimos versos del poema traen el recuer do clásico de alguna
fiesta báquica, cultismo que la gran poetisa ha sabido llevar con suma
sencillez al lenguaje de los niños, en este caso ya escolares.

El poema a veces puede acompañar otra actividad no necesariamente de


juego, como la alimentación en el poema de la cubana Georgina Herrera:

EL PATO PERICO

El Pato Perico tiene hambre ya y pide comida


gritando: Cuac... Cuac...
La Pata Pascuala pronto se la da
y el Pato contento canta así: Cuac... Cuac.

Para observar un objeto, en este caso un lápiz, puede ofrecerse al


preescolar mayor este poema de la venezolana Morita Carrillo:

MI LÁPIZ

Usa ropa
de madera,
cuello fuerte
de latón,
y sombrerito
de goma,
mi lápiz,
mi borrador.

Lleva bajo

su vestido

la punta negra

de un pie.
Cuando yo

dibujo rápido

mi lápiz,

baila ballet.

Si hago
las letras
muy feas
invierte
su posición.
Baila entonces
de cabeza
mi lápiz,

mi borrador.

Y si de utilidad se trata, un poema de Mirta Aguirre puede repetirse en la


formación de filas, al montar en ómnibus...

CORTESÍA

Limón, limonero,

las niñas primero.

Ceder la derecha,
quitarse el sombrero,
jugar a la dama
y a su caballero.

Limón, limonero

las niñas primero.

Nunca debemos perder de vista que tratamos con poesía y que ella es materia
delicada; no hay que obligarla siempre a ser útil, sino que podemos convertirla-en
deleitosa sin que por ello deje de resultar de alguna manera educativa para el niño
que la escucha.
En los casos en que se le narre al niño un cuen to, pudiera el narrador o
la narradora apoyarse en _un poema o formar un cuento breve a partir de
él. Éste, de Silvia Ibáñez, ofrece tales características y posibilidades:

GALLITO
"K¡-ki-ri-kí
¿qué tú buscas
por aquí?
_Mi gallina
"Clo-clo-cló"
un granito se encontró.
Y mi amigo el girasol
se pasea
con el sol.

Igualmente este poema que encontramos en Simientes, es aplicable a


variadas actividades recreativas y cuentos; véase con qué delicadeza y
sencillez se muestra el movimiento continuo de la vida:

ACTIVIDAD

Para hacer su nido


gorrioncito va,
de aquí para allí,

de allá para acá.

Una hojita seca,

con el viento va,

de aquí para allí,

de allá para acá.

Desde que amanece

todo el mundo está,

de aquí para allí,

de allá para acá.


De cualidades narrativas, aunque algo largo para preescolares, es el siguiente
poema de Dora Alonso:

VIAJE AL SOL

El payaso Pomponio

soñó una noche

que por el cielo iba

dentro de un coche.

Caballito de nube

se lo arrastraba,

tenía crines de nieve,

cascos de agua.

Un caballo era negro


y otro era blanco.
Por caminos de estrellas

iban trotando.

-¡Arre, caballos, arre!


Llévenme lejos:
más allá de la Luna

y los luceros.

El carricoche daba

vueltas y vueltas

enredado a la cola

de los cometas.

Al Sol todos llegaron


muy sofocados
y en breve descanso
dijo el payaso:

-Lo adornaré un poquito


con mis pinceles.
Y le pintó dos flores

en los cachetes.

Un tipo de composición folklórica que a los niños de todas las edades


brinda gran placer, es la adivinanza. Para las edades preescolares las
adivinanzas no han de ser complejas y con preferencia deberían ser
sutilmente instructivas, pues los niños poseen un gran poder de fijación para
este tipo de elemento, que no se resiente en manera alguna de carecer de
poesía. A veces son tan ingeniosas que nos recuerdan greguerías de
Gómez de la Serna, como las que recogió del folklor e español don Antonio
Machado y Álvarez, padre de dos grandes poetas españoles del siglo xx:

¿Cuál es la cosa que encima de todo se pone? (El pensamiento.)


¿Qué cosa es que mientras más grande menos se ve? (La
oscuridad.)
¿Qué es, qué es que te da en la cara y no lo ves? (El aire.)
Si éstas son muy abstractas para el niño, inapropiadas para preescolares,
puede elegirse entre las siguientes que se refieren al huevo:

Blancos son,
las gallinas los ponen
con manteca se fríen
y con pan se comen.

Una arquita blanca como la sal;


todos la saben abrir y ninguno cerrar.

Soy blanco como un papel y frágil como un cristal;


todos me pueden abrir pero ninguno cerrar.
(El huevo.)
Ligados entre los que selecciona Machado y otros que hemos encontrado en
diversas publicaciones, están:

Te la digo
y no me entiendes.
Te la repito
y no me comprendes.
(La tela.)

Lana sube y lana baja. (La navaja.)

Alumbra sin ser candil,


algunas veces nos quema,
al atardecer se duerme,
por la mañana despierta.
(El Sol.)

Alto, alto como un pino

y pesa menos que un comino.


(El humo.)

En alto vive, en alto mora,


en alto teje la tejedora
(La araña.)

Y así pudiéramos recoger cientos de ellas que convertirían nuestro trabajo en


otra cosa diferente de la propuesta. Todas las adivinanzas del folklore son muy
útiles; ahora queremos mostrar como ejemplos algunas de autores definidos, que
pueden ofrecer una muestra de cuánto se puede hacer en este campo. Veamos
de Mirta Aguirre:

ENIGMA
Adivinaza

Alto en la nube suenasonaja:

campa que sube


nero que baja.
(El campanero.)
Mucho más larga y de forma poética más complicada es la siguiente adivinanza
del argentino José Sebastián Tallón:

ADIVINANZA
Adivina, adivinador.
Vino a casa un gran señor.
¡Tic tac! ¡Tic toc...!
Cuando llama toca el timbre
y es petiso y barrigón.
¡Tic tac! ¡Tic toc... !
Tiene dos cuchillos negros y patitas de gorrión.
¡Tic tac! ¡Tic toc...!

En la espalda tiene llaves y ganzúa de ladrón


¡Tic tac! ¡Tic toc...!

Se ha venido con paraguas

y no llueve ni hace sol.

¡Tic tac! ¡Tic toc...!

¡Adivina, adivinador!

¿Quién es este gran señor?

¡Tic tac! ¡Tic toc.:,!

Otro tipo de poema folklórico, por lo general muy breve, es aquel que se utiliza
conjuntamente con algún movimiento corporal, propio para enseñarles alguna
habilidad a los más pequeñitos:
Para enseñar a mover la mano:

La manito la tengo quemada,

ya no tiene huesitos ni nada.


Cinco lobitos tiene la loba que los esconde
detrás de la escoba.

Pon, pon

el dedito en el pilón.

Son de simple entretenimiento los siguientes:

¡Papá, mamá!

Pepito me quiere pegar. -¿Por qué?


-Por nada

por una cosita que no vale nada.

En algunos casos se recuerdan en forma de canciones, como la muy conocida:

Al pasar la barca me dio el barquero: -Las niñas


bonitas no pagan dinero.

Al volver la barca me volvió a decir: -Las niñas


bonitas no pagan aquí.
Y también existe la composición absurda o disparate lírico, que a veces tiene
éxito entre el auditorio infantil escolar; por ejemplo:

A la orilla de un hombre estaba sentado un río afilando


su caballo
y dando agua a su cuchillo.
Pero sobre todo, para los preescolares menores, nada puede sustituir a la
nana. Ellas por sí solas merecen una detenida selección, un trabajo aparte mucho
más riguroso, por cuanto es el primer tipo de composición poética que
probablemente se le haga llegar al ser humano casi enseguida del momento de su
nacimiento. Algunas nanas están llenas de encanto poético, como ésta:

NANA FLAMENCA
Pajarillo que cantas en un almendro,

no despiertes al niño que está durmiendo.


O aquella cancioncita que procede de cuna clási ca (hay variantes):

A dormir, a dormir adornado de rosas. Meceré,


meceré
tu cunita de marfil.

De mañana abrirás tus ojitos al sol,


de mañana abrirás tus ojitos al sol.

Y toda una colección de nanas que se le escapan a uno de las manos:

Mi niño chiquito no tiene cuna,


su padre carpintero le va a hacer una.

Duérmete, mi niño, duérmete, mi sol;


duérmete, pedazo de mi corazón.

Este niño lindo que nació de noche quiere que lo


lleve a pasear en coche.

Este niño lindo que nació de día

quiere que lo lleve a la dulcería.

Duerme, niño mío, que tengo que hacer, me


han traído el trigo y está por moler.

Nana, nanita, nanita, nana, duérmete,


lucerito de la mañana.

Ea la nana, ea la nana, duérmete, lucerito de


la mañana.

Algunos autores han escrito nanas muy hermosas. Como las de Juana de
Ibarbourou:

LAS CANCIONES DE NATACHA

¡Pajarito chino de color añil! canta, que mi


niño se quiere dormir.
¡Pajarito chino de color punzó! calla, que mi
niño ya se durmió.

La señora luna

le pidió al naranjo

un vestido verde y un velillo blanco.

La señora luna se quiere casar con un pajarito de plata y


coral.

Duérmete, mi niña e irás a la boda peinada de moño y en traje


de cola.
(Fragmentos.)

Amado Nervo dejó esta canción:

Martinillo, Martinillo, ¿duermes ya? ¿duermes ya? Tocan las


campanas, tocan las campanas, din, don, dan,
din, don, dan,

Y Germán Berdiales dice:

A dormir va la rosa de los rosales:


a dormir va mi niño porque ya es tarde: Duérmete, vida mía,
duerme sin pena porque al pie de tu cuna tu madre vela.

El poeta mexicano Arturo R. Pueblita, ideó esta antinana:


Mango, manguero mango del trópico, dile a mi niño que abra los ojos.

Mango, manguillo, mango, mangoso, haz que despierte mi niño de


oro.

Y Nicolás Guillén ofrece otra, verdadera obra maestra de poesía infantil, cuya
longitud parece excluirla para las edades preescolares:
CANCIÓN DE CUNA PARA DESPERTAR A UN NEGRITO
Dórmite, mi nengre, mi nengre bonito... E. Ballagas
Una paloma cantando pasa:
-¡Upa, mi negro, que el sol abrasa!
Ya nadie duerme, ni está en su casa: ni el cocodrilo,
ni la yaguaza, ni la culebra, ni la torcaza..:
Coco, cacao, cacho, cachaza,
¡upa, mi negro, que el sol abrasa!

Negrazo, venga, con su negraza. ¡Aire con aire, que el


sol abrasa! Mire la gente, llamando pasa;

gente en la calle, gente en la plaza;

ya nadie queda qué esté en su casa... Coco, cacao,


cacho, cachaza, ¡upa, mi negro, que el sol abrasa!

Negrón, negrito, ciruela y pasa, salga y despierte que el


sol abrasa, diga despierto
lo que le pasa... ¡Que muera el amo, muera en la brasa!
Ya nadie duerme, ni está en su casa; ¡Coco, cacao, cacho,
cachaza, upa, mi negro,
que el sol abrasa!
Son tantas las nanas que aparecen, que hasta nos da un poquito de sueño y
preferimos dejar nuestro trabajo así, con la ventana abierta para que siga
entrando la brisa de la poesía infantil.

Conclusiones
Hemos ofrecido una muestra bastante parcial de los poemas seleccionados
sólo a modo ilustrativo y una diversidad de aplicaciones que no hacemos más que
sugerir. Por supuesto, se notará que no hemos diferenciado las edades' para
mayor fluidez de la exposición, pero debe recordarse que aquí se cumple ya la
máxima de dar a cada cual según sus capacidades; esencialmente nos hemos
referido a los niños mayores de tres años.
Queremos resaltar, sin embargo, que la obra literaria puede tener todas estas
funciones educativas paralelas, pero que su función primigenia es la de llevar al
niño deleite estético en su momento, o sea, ser obra que ahora, cuando tiene tres,
cuatro, cinco años puede disfrutar; además, ella puede servir para educar el gusto
y refinar la sensibilidad del niño. Así, podríamos concluir que, a nuestro juicio, la
obra literaria en las edades preescolares tiene tres funciones básicas:
Primero: satisfacer por medios poéticos al niño en el momento que la obra
se le ofrezca.
Segundo: educarle el gusto por lo bello, el sentimiento estético, para que sea
un futuro apreciador, deleitador, juzgador y
hasta renovador del pasado y del presente cultural de la humanidad.
Tercero: educarlo en los más diversos planos, o sea, servir para la educación
en el desarrollo del lenguaje y del intelecto y ofrecerle conocimientos del mundo
circundante.
Todo ello se reduce a una frase ya antigua y proverbial del poeta latino Horacio:
la literatura ha de ser. bella y útil, sobre todo en las edades preescolares. Con
palabras de nuestros días: gustar por la calidad y educar por su imprescindible
contenido didáctico. Con ello, la poesía, en el amplio sentido de la palabra, será en
verdad como Martí lo indicó memorablemente: "necesaria, tan útil a los pueblos
como la ciencia y la tecnología".

Bosquejo de la literatura infantil cubana hasta 1959


Podemos llegar a la inicial conclusión de que si en materia educativa e
incluso de simple atención alimentaria y de salud, era precaria la situación
mayoritaria de la infancia cubana, no había condiciones sociales
indispensables para el surgimiento de una orgánica literatura infantil en Cuba
antes de enero de 1959: Claro está que ello es un fenómeno complejo en el
que interviene la situación económica, política y social en general de la Colonia
y la República. Si bien nuestra literatura se consolida en el siglo xix, junto con
la maduración de la nacionalidad y el posterior surgimiento de la nación
cubana, propiamente una literatura infantil, como cuerpo orgánico, era muy
difícil que existiera.
Pero lo cierto es que hay una tradición de literatura cubana, dedicada a los
niños, desde el siglo XIX. Dentro de ella, lo útil a las edades preescolares era
tan exiguo que puede decirse que es nulo. Pero como la tradición existe, no
podemos decir en modo alguno que la literatura infantil cubana nace después.
del triunfo de la Revolución, sino que es la Revolución quien da el impulso
necesario en los planos económico, político, social, educativo, para que ella
crezca como cuerpo orgánico, como , actividad consciente, con la continuidad
requerida y las interinfluencias y las recíprocas relaciones que una literatura,
como tal, necesita. La literatura cubana para los niños y los jóvenes, surgida
como cuerpo orgánico en las décadas de 1960 y 1970, es un logro de la
Revolución misma. Su propia existencia es hoy una realidad insoslayable y
gana cada vez en calidad y extensión.

Lo que surge en la literatura infantil cubana tras el triunfo de la


Revolución es la referente a las edades preescolares: No hay antes de
enero de 1959 libro alguno dedicado a los preescolares. La tradición que
anotamos se limitaba a libros y revistas surgidos sin conexiones entre sí,
a lo largo de los siglos XIX y XX, pero todos dirigidos a las edades
escolares con algunos textos incluidos que podrían ser útiles a las
primeras edades de vida. Salvo las nanas y la poesía folklórica que nos
vienen de herencia hispánica.
Esta tradición es demostrable. Sólo requiere del estudio detenido; de la
investigación sostenida.
Tal vez lo que llamamos tradición pueda ser un prolongado
antecedente de la literatura infantil en Cuba. Quien estas líneas escribe,
piensa que la cantidad de textos existentes supera el carácter de ante-
cedente y cumple una primera etapa (de dispersión, desorganización,
falta de organicidad) dentro de la literatura infantil cubana.
No es un secreto para los estudiosos de nuestra literatura que en las
obras de Heredia, Milanés, Avellaneda, Luisa Pérez, Julia Pérez y otros
creadores de gran interés del siglo XIX, hay poemas visiblemente
dirigidos a los niños. Fuera de ellos, hay una producción con fines
religiosos o pedagógicos (dentro de los cánones epocales, como es
lógico) y de recreo de la infancia, que adorna al siglo XIX. Sólo citemos
algunos ejemplos (todos ellos son materia para el análisis): en 1839 el
poeta Antonio Ribot publicó en Santiago de Cuba su Misceláneas para los
niños. Antes, como bien señala González López, en el Papel Periódico de
La Habana (1790-1805) "se publicaron fábulas sobre la fauna y la flora
cubanas...", ya lejanas de Iriarte y Samaniego. La cumbre del furor
fabulístico de aquellos años que propiamente inician el siglo XIX en la lite-
ratura cubana, fueron las excelentes fábulas de nues tro primer gran
poeta, José María Heredia. Todavía la creación de fábulas continuará
durante el siglo, y según datos de González López, existen las de
«Antonio Bachiller y Morales en sus Fábulas literarias y morales (1839) y
[las de] Francisco Javier Balmaseda, quien con sus Fábulas morales logró
entre 1859 y 1893 dieciséis ediciones, una de las cuales fue declarada
"texto forzoso de lectura" en las escuelas cubanas de 1863N. Habría
fábulas hasta en el siglo XX todas ellas dirigidas especialmente a la
infancia escolar, y muchas al lector adulto.

Un verdadero listado de obras escritas para los niños puede hacers e en


el siglo XIX. Sin repetir las mencionadas por Alga Marina Elizagaray y
W aldo González López en sus libros, -como simple e incompleta
enumeración mencionamos: Cuentos morales en versos dedicados a la
niñez y La guirnalda de los niños (1852 y 1855), de Joaquín García de la
Huerta; Salterio de la infancia (1852 y 1856), de Juan B. Segarra; El libro
de poesías y otras composiciones escogidas para los niños... (1856), de
José María de la Torre; El librito de cuentos (18?) de Cirilo Villaverde;
Poemitas infantiles (1877), de Fernando Urzais; Álbum de la niñez (1886),
de Manuel Borrero Echevarría; Ramillete de preciosas flores (1892,
antología); La lira de la niñez (1893), de Rodolfo Méndez; Entretenimientos
poéticos (1898), de Manuel Gutiérrez Quirós... Todos ellos son algo más
que aves aisladas. No es nuestro propósito aquí pasar a su análisis; sólo
conocemos algunos de estos textos de referencias, hemos revisado unos
pocos, conocemos un grupo de revistas dedicadas a la infancia en el siglo xix
(La Edad de Oro es la cima, altísima montaña, entre otras por entonces
publicadas).

Existen también las Fábulas literarias (1854), de Jeremías de Docaranse


(José María Cárdenas y Rodríguez); El narrador bayamés. Libro de cuentos
para los niños, de José María Izaguirre; colecciones de autógrafos, como
Bellezas literarias (1889); el Diccionario de los niños (1879), de Idelfonso
de Estevan y Zenea; y otras obras que sería ocioso sólo enumerar. Todas piden
el estudio de sus fines y calidades; es necesario el balance. Si bien no ha habido
una literatura infantil como cuerpo orgánico en el siglo XIX, es evidente que
la tradición existe; lo que no existe es la crítica y el ensayo desentrañadores de
realidades. El desarrollo de una poderosa literatura infantil cubana requiere esa
labor de investigadores y críticos.
Mucho hay que decir del siglo xx, de 1902 a 1959. No sólo la obra de Dulce
María Borrero, poetisa de medianos quilates, pero de fecunda obra para la
infancia, está sin explorar. Demos algunos ejemplos de obras y autores en este
siglo: Cuentos de Amelia (1912), de Aurelia Castillo de González (esta autora
escribió también numerosas fábulas para la infancia); Eduardo Benet y Castellón
(el autor de Birín, novela mambisa apropiada para adolescentes),

` 6 Conocimos de la profunda investigación emprendida por el poeta José Antonio


Gutiérrez Caballero, que dará varios volúmenes de análisis y descripción de
estas cuestiones. No hemos podido leer aún los resultados obtenidos por
Gutiérrez Caballero, pero esperamos con mucho interés su publicación.
Asimismo, es intensa la labor de investigación de Antonio Orlando Rodríguez y
Sergio Andricaín, aún no publicadas en Cuba .Publicó en su pequeña imprenta
un grupo de cuadernos de poemas para los niños, entre ellos: El jardín de la
inocencia (1943) y su Antología. Versos infantiles (1957). Sin libros, pero con
poemas para niños, publicados en diversas revistas, se destacan Rogelio
González Ricardo, Alfredo M. Aguayo (autor de textos escolares); Miguel A. Cano;
algunos poemas de la notable poetisa Dulce María Loynaz, Ciana Roig, y otros.
Obras en prosa y verso de varios autores aparecieron en suplementos literarios de
Hoy, diario del Partido Socialista Popular, así corno numerosas historietas
cubanas al modo de los famosos comics. Son de interés en una posible historia de
la literatura infantil cubana, el libro de Anita Arroyo, El caballito verde, y el de
Enma Pérez Téllez, Isla con sol, cuento y poesía respectivamente, publicados en
los años treinta y cuarenta.

Numerosísimas revistas dedicadas a la educación, de muy limitada circulación,


publicaron en sus páginas cuentos y sobre todo poemas de un crecido número de
maestros cubanos. Entre esas revistas enumeraremos, sin orden cronológico, El
Federado Escolar, El Maestro Público, El Maestro Rural, La Escuela Moderna,
La Escuela Cubana, La Escuela Activa, Escuela y Hogar, La Instrucción Pública,
La Instrucción Primaria, Don Pepe, y otras varias.
Textos escolares editados por el Ministerio de Educación y por particulares,
incluían obras literarias de creadores cubanos, que se utilizaban como lecturas en
la precaria red de escuelas públicas de la Isla. Hasta un interesante Código moral
infantil (1939), del doctor Néstor Ramiro Barbarrosa, se editó en el período.
Las propias circunstancias sociales en que esas obras fueron escritas en los
siglos XIX y XX, las hacen minoritarias, de muy reducido alcance. Sus
calidades respectivas no fueron muy elevadas, incluso el interés pedagógico
se fue por encima del artístico y en la inmensa mayoría de los textos
publicados sólo son útiles hoy, como obras de valores poéticos, algunos
cuentos y poemas. Sólo el genio de Martí pudo superar estas limitaciones
más epocales que autorales (aunque también las hubo en el plano del
talento nativo). Grandes poetas cubanos del siglo xx dejaron en esa etapa
obras dispersas para los niños, que mucho valen (como las de Nicolás
Guillén, Emilio Ballagas; Ciana Valdés Roig, Enma Pérez Téllez, Renée
Potts, et al...); y la figura de Herminio Almendros, con sus Oros viejos (1949),
es un hito en la era republicana; esto ya se han ocupado de valorarlo los
antes mencionados críticos. A los nombres y obras que hemos señalado
súmense muchas otras, investíguese, y se hallará mucho más. Es falso,
pues, que sean aves aisladas y que no "hagan verano"; en el seno de
nuestro pueblo hubo siempre y en forma continua el afán de crear para la
infancia.

HIRAIDA RODRÍGUEZ MONDEJA

Presentación
La publicación de estos trabajos en un sólo volumen exige una explicación al
lector.
Algunos son el resultado de investigaciones realizadas en los círculos
infantiles cubanos, otros son más teóricos. Pero en todos los casos se
relacionan directamente con la vida diaria, y con los diferentes problemas y
situaciones que se presentan en la institución infantil, relativos a la literatura.
Los asuntos que abarcan los trabajos seleccionados, resultan del interés de
los educadores, por lo que pueden considerarse útiles en cualquier caso,
incluso cuando la terminología que aquí se emplea ceda espacio a nuevas
concepciones propias de los cambios lógicos que el tiempo trae consigo. En
cuanto a su contenido, como comprobará el lector, aunque están unidos por
ideas básicas, son sencillamente criterios y recomendaciones válidos en la
educación de los preescolares. Aun cuando las metodologías cambien, las
ideas aquí ofrecidas pueden conservar interés. Será, de todas formas, una
manera de contribuir a la aplicación del arte y la literatura en la formación del
niño en la institución y el hogar.
La carencia de temas teóricos y prácticos sobre la literatura para
preescolares nos ha decidido a recopilarlos para su publicación. Es sólo un
intento, un inicio de lo que puede ser un plan mucho mayor que despierte en
los educadores el espíritu de observación y reflexión tan necesario en el trabajo
educativo con los niños. Si, además, somos útiles a los creadores de literatura
infantil, damos por esencialmente satisfecho nuestro interés general.

Hiraida Rodríguez Mondeja

A propósito de la iniciación literaria.

"Urge que el niño adquiera el amor a la literatura. Infundir ese amor es tarea
que requiere amor y perseverancia. Entre nosotros, en la América española,
precisa aún más: requiere sacrificio de tiempo y actividad. Creo, naturalmente,
que los maestros no harían bien en limitarse a las lecturas del libro que hayan
adoptado para las clases; deben, de cuando en cuando, dar a conocer a los
alumnos obras diversas que sirvan para despertarles la curiosidad...", ha
afirmado Pedro Henríquez Ureña.
En reiteradas ocasiones hemos oído hablar o hemos hablado acerca de lo
importante que resulta iniciar al niño, desde los primeros años de vida, en el
arte de la literatura; afirmándonos en ello, podemos añadir que no es sólo
importante, sino necesario inducir a los más pequeños en esta manifestación
del arte, pues para que logren adquirir la cultura que les será provechosa, así
como los conocimientos científicos que habrán de recibir en toda su vida, es
imprescindible que adquieran una base cultural que la literatura puede
ayudarles a formar.
La literatura abre el camino para la comprensión de la belleza, y si el niño
desde pequeño se inicia en este arte (siente y comprende un cuento, disfruta al
oír o decir él mismo una poesía), será mucho más capaz de dominar el mundo,
no sólo de las letras, sino también el de las ciencias. De esta forma se prepara
para la vida y podrá soñar, imaginar, crear por sí mismo.

Por eso resulta tan importante la simple acción de cantar al recién nacido, ya
que así su oído se acostumbra a los "sonidos dulces y suaves", además de
percibir las palabras que, aunque a esta edad no entienden, los van
preparando para su desarrollo futuro.
La tarea de iniciar a los niños en el conocimiento de la literatura no resulta
fácil; Pedro Henríquez Ureña plantea que "requiere sacrificio y dedicación", y
es cierto: No es tarea de un día; la actividad de la literatura requiere
sistematización y tiempo. Debe comenzarse muy temprano, desde los primeros
años de vida, con la primera canción de cuna (una de las manifestaciones
literarias con las que inicialmente se relaciona el hombre), con simples rimas y
sencillos poemas que los vayan introduciendo en su medio, a la vez que les
proporcionen placer, goce estético, pues como plantea Camila Henríquez
Ureña: "Se leen obras literarias para adquirir de ellas cierta experiencia, para
satisfacer en parte ese anhelo de algo más que sienten todos los seres
humanos", y ese algo más es precisamente el que nos proponemos brindar a
los niños con las obras literarias que les ofrecemos y es lo que debemos lograr,
haciéndoles sentir como suya la obra que se les presente, y que ellos se
sientan emocionados ante un cuento, un poema, una canción.
Resulta, pues, sumamente importante cantarles o recitarles poemas breves
desde muy pequeños. En nuestra lengua existe un sinnúmero de canciones de
este tipo, conocidas por todos; veamos algunos ejemplos:

SEÑORA SANTANA
-Señora Santana, ¿por qué llora el niño? -Por una
naranja que se le ha perdido. -Yo le daré una,
yo le daré dos. -Él quiere la suya que se le
perdió.
¿Qué niño no ha oído en sus primeros días de nacido ésta u otras de las
nanas que siguen?

Duérmete mi niño, Duérmete mi amor, duérmete


pedazo, de mi corazón.

Este niño lindo que nació de día quiere que lo


lleven a la dulcería.

Palomita blanca, pico de carmín, llévale besitos


a mi chiquitín.

¿Y cuál no ha oído los conocidos arrullos?

canciones de este tipo, conocidas por todos; veamos algunos ejemplos:

Las torticas de manteca

para mamá que da la teta.

Las torticas de pan blanco para papá


que está en el campo.

El pollito asadito con su sal y su mojito.

Estas nanas y arrullos, y otros como el "Pon pon", "Azótate la mocita",


"Aserrín aserrán", han gustado, divierten y siguen gustando a los niños. Son
muy sencillos y alegran a éstos desde muy pequeños, además de que entre ellos
y el adulto que se los canta se establecen relaciones afectuosas que perdurarán
para toda la vida.
Es necesario plantear que para realizar estas actividades, aparentemente tan
sencillas, el educador debe prepararse con esmero al igual que si va a presentar
algunas rimas u otro tipo de poema a los niños.
Hasta aquí nos hemos referido a las canciones y las rimas que se presentan a
los más chiquitos, fundamentalmente en las actividades programadas del círculo
infantil. Sin embargo, es necesario que a los niños se les den a conocer éstas y
otras diversas obras que despierten su curiosidad y favorezcan su educación
estética en las horas de la actividad independiente.
No sólo se ha de trabajar con las obras que plantea el programa educativo. A
veces los niños piden al educador que cante algo, o que diga una poesía o
105
lea un cuento (los mayorcitos), o es el propio educador el que una vez conocido
un nuevo libro, elige algunos poemas o cuentos para los niños. En nuestra
opinión, esto resulta muy beneficioso e importante, pues en la medida en que
seamos capaces de enriquecer el horizonte cultural de los niños, en el grado en
que logremos desarrollarlos polifacéticamente, podremos plantear que hemos sido
capaces de satisfacer la necesidad de ese "algo más" que siente el niño como
persona.
Para concluir, queremos repetir que resulta muy importante realizar un trabajo
sistemático y profundo en la labor de iniciar a los niños en el conocimiento de la
literatura desde los primeros años de vida. Si ellos sienten la belleza de un poema,
están preparándose para sentir también la de todo aquello que los rodea; si
aprenden a amar un libro, una lámina; si disfrutan con un amanecer, o con una
puesta de sol; si son capaces de observar y mirar cómo brilla el rocío, una simple
gotita de éste sobre una flor o una hoja, se están preparando para sentir con
posterioridad amor por la naturaleza, amor por las diferentes manifestaciones del
arte, y serán a su vez hombres capaces de trabajar por crear con sus propias
manos esa belleza o de luchar por hacerla duradera.
La literatura en la edad preescolar

En toda obra literaria hay un sujeto, alguien que realiza una acción
determinada. Esto no ocurre así de manera fortuita; dialécticamente hablando,
siempre se debe a una causa y tiene sus consecuencias. Por tanto, estamos en
presencia de un medio que puede poner a los niños en contacto con la vida polí-
tica, social, económica, cultural, científica, moral... de su país o de otro cualquiera,
y por supuesto, siempre se les proporciona algún conocimiento.

Un aspecto que debemos tener en cuenta al seleccionar los cuentos o poesías


que vamos a presentar a los niños, es que por su medio ponemos al alcance de
los pequeños los diferentes aspectos de la vida social, de forma agradable e
interesante. La obra que les presentemos puede referirse a acciones presentes o
pasadas, y cuando narremos un hecho real, aunque de forma literaria, los niños
han de saber que les contamos algo que ocurrió realmente. Por eso hay que
diferenciarles muy bien los cuentos de los relatos; la narración puede ser
completamente ficticia o puede no serlo tanto, claro está, sin entrar en
explicaciones de conceptos.

Pero sí resulta importante para ellos conocer que a veces les contamos cosas
sólo existentes en la imaginación del autor y otras veces cosas que realmente han
ocurrido. No obstante, en cualquiera de los casos, puede afirmarse que la
literatura cumple siempre un fin educativo. Esta afirmación se puede fundamentar
en los valores que se atribuyen a la literatura.

Ella se relaciona directa y estrechamente con el desarrollo estético porque


favorece la promoción del gusto estético; con la educación moral, porque siempre
refleja un contenido educativo; con la- intelectual, porque influye en el desarrollo
de la memoria, del pensamiento, de la imaginación, del lenguaje (aumento del
vocabulario, dominio de las estructuras gramaticales de la' lengua, coherencia de
la expresión...), y además despierta el afán de saber de los niños.

Como su forma de manifestarse resulta agradable, por su lenguaje rico y


metafórico, en muchas oportunidades se emplea también en la enseñanza de la
música, del dibujo, etcétera.

Debido a su sencillez, su frescura, su contenido, llega mejor y más rápido al


intelecto infantil, pasando primero por el corazón.

El contenido de la obra seleccionada debe ser de tal naturaleza que haga


posible que el niño lo entienda y pueda relacionarlo con los hechos y experiencia
de su propia vida o la vida que lo rodea.

Analicemos con detenimiento la décima "Conservemos la tierra", de Dulce


María Borrero de Luján, poetisa cubana que vivió en la primera mitad del siglo XX:

Cuando las siembras de caña se extiendan en nuestra tierra


por el llano y por la sierra dulcificando su entraña; cuando no
haya mano extraña que a la nuestra se adelante y
pongamos al amante corazón en su cultivo, ¡se coronará
de olivo nuestra libertad triunfante!

Además de ser una décima comprensible para los preescolares mayores, los
de cuatro y cinco años es un canto a la independencia, está llena de amor por
el suelo patrio, refleja el rechazo a la mano invasora y opresora que quiere, que
ha querido siempre, apoderarse de nuestras riquezas, y a la vez, resulta un
canto al trabajo y al amor.
Todo esto y más encierra esta composición poética; son todos conceptos
abstractos si como tales vamos a presentarlos a los niños de las edades a que
nos hemos referido, pero cuando ellos memorizan su letra, cuando se les
explica de forma sencilla y clara lo que encierran esos versos, cuando ellos
aprenden y cantan esta décima, cuando la sienten, ya les estamos educando
en los sentimientos patrióticos más puros, -los del amor al suelo que los vio
nacer. Y les estamos enseñando también que lo nuestro nadie tiene derecho a
quitárnoslo.
En algunas ocasiones una simple poesía puede bastar para relacionar a los
niños con un hecho histórico y, en algunas oportunidades, ésta resulta la única
forma recomendable.
La flora y la fauna de un país influyen en las tendencias y costumbres de su
pueblo. Cuando narramos o contamos a los niños sobre estos elementos de la
naturaleza, se les está iniciando en algunos conocimientos geográficos
sencillos, que resultan imprescindibles con posterioridad, cuando arriban a la
edad escolar.
Los valores educativos de la literatura son incalculables, y hasta se pueden
menospreciar cuando no se hace un análisis profundo de todo lo que puede
proporcionar, tanto por su forma c omo por su contenido. Veamos:

-Educa la inteligencia.

-Favorece el desarrollo del lenguaje y el pensamiento. -Influye en la


favorable formación y desarrollo de la imaginación creadora.
-Educa en los niños el sentimiento humanitario.

-Educa moralmente.
Analizando sólo estos aspectos, vemos que por sus valores extrínsecos
e intrínsecos, con su empleo se favorece el desarrollo intelectual y
espiritual del preescolar.

Sobre la literatura y sus valores se ha discutido con amplitud, y son


muchos los criterios que existen al respecto. Mientras para algunos sólo
tiene valores formales, para otros, y éste es nuestro criterio, tiene, además,
valores educativos. De tal forma, para unos la literatura es un mero
entretenimiento, sin otras consecuencias, y otros pensamos que a la vez
que entretiene, educa.

Si nos atenemos al primero de los criterios expuestos, restaremos


valores a la literatura cuando se la dedica a los preescolares, pues vendría
a ser como ofrecer a los niños algo que no tiene aplicación práctica al guna,
algo que ni siquiera serviría como ejercicio formal de educación; en nuestro
criterio sólo por el mero hecho de entretener valdría la pena ofrecerla a los
niños. Pensamos que la literatura artística infantil tiene enormes valores
formales y prácticos, educativos. En ella aparecen actuaciones buenas y
malas, y ejemplos dignos de seguirse. Según resulten buenas o malas
esas actuaciones, serán sus resultados, y cuando los niños aprenden a
valorarlas, ya están aprendiendo mucho. Ya están aprendiendo que lo mejor es
ser bueno y así empiezan a interiorizar una conducta moral.

Si ponemos ante el niño un cuento en el que uno de los personajes, por


ejemplo, un perrito, roba un hueso que no le pertenece, el niño conoce que el ani-
mal merece y recibe un castigo; mientras si otro perrito comparte su hueso con un
amigo, recibe un premio.
Las actuaciones de ambos personajes, aprobadas o reprobadas por el niño, de
hecho lo están educando. La literatura en sus relaciones con la historia nos
presenta hechos ocurridos, o que suceden actualmente. También puede plantear
cosas que pueden ocurrir, como sucede cuando se relaciona con el trabajo de los
hombres o con sus descubrimientos científicos, etcétera. Son múltiples los hechos
que por medios literarios se presentan a los niños. Cuando éstos, con ayuda del
adulto, valoran las acciones ocurridas y se identifican con los personajes positivos,
empiezan a querer ser mejores, pues comprenden que las malas acciones
siempre resultan reprobadas.

La literatura también enseña a los niños la importancia que tiene el trabajo para
la vida de los hombres y, simultáneamente, los diferentes oficios y profesiones que
éstos realizan; el valor del esfuerzo y la perseverancia, el valor de la cooperación y
la ayuda mutua; les enseña a valorar las conductas honradas y valientes; y que
los pueblos heroicos, trabajadores y virtuosos siempre triunfan.

Uno de los principales valores que en nuestro criterio debe caracterizar a la


buena obra literaria infantil es su contenido moral, en el sentido más amplio de la
palabra, pues ella está presente en todas las actividades humanas.

La familiarización de los niños con la literatura de su país, el


conocimiento de sus principales cultivadores, es esencial desde las edades
preescolares. Con ello se robustece y afianza, se educa el sentimiento
patriótico.

Por la literatura pasa la vida de la Patria, dada en su flora, su fauna, sus


hechos históricos, sus héroes y mártires... De ahí nuestra opinión: la
literatura enseña a conocer más y mejor la tierra natal, y también conduce
al niño a quererla y respetarla más.

En conclusión, por medio de la literatura se enseña a los pequeños las


hazañas de los héroes del pasado y del presente, la vida de algunos de
nuestros héroes y mártires; aprenden a conocer la existencia de lo bueno y
lo bello de la vida; por ese medio también se influye favorablemente en la
educación de una conducta moral acorde con los principios que rigen en
nuestra sociedad, y esto ocurre así por que el niño que se ejercita en la
actividad literaria:

-Valora lo positivo y negativo en las acciones de los personajes.


-Aprende la necesidad de cumplir con el deber que tiene todo ser humano.
-Conoce la vida patriótica de su país y aprende a amarla.
-Entiende que no todos los hombres actúan de i déntica manera y algunos
lo hacen incorrectamente.
La palabra artística en la educación de los preescolares

La literatura expresa la belleza por medio de la palabra, de la palabra


artística, y por eso, su manifestación en cualquiera de las siguientes
formas: cuentos, adivinanzas, relatos, poesías, trabalen guas, refranes,
proverbios, fábulas... es considerada como un medio de educación para
los niños. En muchos países se emplea la literatura con este fin.

En la actualidad la literatura ocupa cada vez más el lugar que


verdaderamente le corresponde en su doble fin de productora de cultura
y medio eficaz de educación. En todo proceso educacional, principal -
mente en los inicios del aprendizaje, el descubri miento del ámbito
artístico ennoblece el espíritu del niño y del joven, ofreciéndoles el
fundamento para la comprensión de las mejores realizaciones, desper -
tando y encausando las propias facultades.
La literatura artística ayuda a explicar a los niños la vida, el trabajo de
los hombres y los hechos his tóricos más importantes; así como la vida
de los héroes y mártires.

Sabemos que el viento mece las pencas de las pal mas con más o
menos suavidad. Sin embargo, no es lo mismo decir que las palmas se
mecían con el viento, a decir que las palmas eran peinadas p or el viento.
Como vemos, la imagen que surge en nuestro pensamiento es
completamente diferente, una es más bella que la otra. Los niños también
notan esta diferencia. Cuando escuchan obras literarias, un cuento, una
poesía, aprenden a establecer comparaciones, a decir cómo son las
cosas, o qué hacen, o para qué sirven, de una forma distinta, de una
manera más bella.

Esto no quiere decir que pretendamos que los niños se expresen


repitiendo las palabras aprendidas en todo momento, Yal pie de la letra,
que hablen siempre con un lenguaje literario, o que sea una absoluta
necesidad que conozcan todo el vocabulario de una obra. Unas veces se
aumenta el léxico infantil, otras se favorece el desarrollo de su oído. Y aún
hay más: sabemos que ellos se encantan con los juegos de palabras, o se
maravillan al escuchar una jitanjáfora, y no exigen ni necesitan su explica-
ción. Como les gustan, piden una y otra vez cuentos o poesías que reúnan
estas características.

A1 respecto dice Beatriz Capizzano de Capalbo en su libro Iniciación


literaria:

Creo que el niño ama especialmente lo que no entiende. Hace poco que
aprendió a hablar, y supone que no sólo aprendió para expresar sen-
timientos y, sobre todo, necesidades, sino que también aprendió a hablar
por hablar, a enamorarse muy temprano del simple sonido de las palabras
y de sus posibilidades de juego; es la misma edad de los pueblos
primitivos, que usan la palabra con un sentido mágico o como conjuro.
Seleccionar los versos en la medida en que sean absolutamente
comprensibles es un acto insensato.

Los niños aman los juegos de palabras, y se preocupan poco o nada por
averiguar qué significan esas palabras, sobre todo en los primeros años de
la vida. Si los vocablos halagan el oído, tal es el caso de "Para dormir a un negrito",
de Emilio Ballagas, los niños de cuatro o cinco años, que gustan de oírla, saborean
el: Mi chiviricoqui / chiviricocó, sin que se les ocurra preguntar qué significa. Por
supuesto, seleccionar versos de manera que todas las palabras sean perfectamente
comprensibles, resulta harto difícil cuando no imposible, y aún más, las palabras por
sí solas nos dicen poco 0 nada, su verdadero sentido lo adquieren en el texto, y 'es
así como las reciben los niños, en expresiones completas, relacionadas con el
mundo que conocen o aprenden a conocer. Los niños a veces nos entienden mejor,
mucho mejor, de lo que nosotros imaginamos. En el prólogo de La Edad de Oro
dice José Martí: "Los niños saben más de lo que parece," y añade: "Si les dijeran
que escribiesen lo que saben, muy buenas cosas que escribirían."
Los niños entienden muy bien el lenguaje poético, porque su propia vida es una
gran poesía. Y opinamos que pueden entenderse bien con los mejores poetas, ya
que en éstos seguramente perdura algo de la propia niñez, y por eso pueden llegar
con tanta facilidad al intelecto y los sentimientos de los más pequeños. ¿No gustan
los lactantes de oír la dulce voz de la madre, cantándoles nanas y otros cantos de
cuna? ¿Y es que acaso entienden las palabras? Sin embargo, pobre del niño que
en sus primeros meses de nacido, cuando apenas se asoma a la vida, no haya
tenido una tierna y cariñosa voz que acaricie su oído, con un "duérmete, mi niño" o
un "arro-rró..."
Con cuánto gusto escuchan los pequeños cuentos como "El Gallo de Boda" o
"La Cucarachita Martina", en los que se repiten siempre un grupo de palabras. La
narración o la recitación influye y favorece el desarrollo infantil, pues de acuerdo con
el análisis efectuado hasta ahora, observamos que cuando escuchan o
aprenden un cuento o un poema, o sencillamente oyen un refrán, su
vocabulario se enriquece con palabras nuevas, más bellas. Y esas
palabras sí comienzan a tener para ellos una significación concreta, a la
vez amplían su manera de expresarse. Por ejemplo, al oír a un niño de tres
años usar el vocablo gatito para referirse a un gato pequeño, y no gatico,
como usualmente se dice, ya observamos un enriquecimiento en su
manera de expresarse. Si analizamos ambos términos, entre ellos existe
un matiz que los diferencia, un matiz tal vez sólo de sentimiento de belleza,
y ésa es una sutileza del lenguaje que comienza a ser conocida y asi milada
por un niño pequeño, de sólo tres años.

Con independencia de que la literatura posee un primer fin estético,


gracias a ella el niño aprende muchas cosas que tal vez de otra manera
no sería posible. Ahí se cumple un fin didáctico de toda obra literaria.

Por supuesto, cuando la obra literaria no lleva un nuevo conocimiento


(no siempre ha de ocurrir así), también educa, pues forma estéticamente, y
ésa es una importante esfera de la educación de la personalidad: Por eso
pensamos que el buen pedagogo, siempre que lee, recita o narra algo a
sus niños, encontrará algo que enseñarles. Y además, será capaz de
hacerse comprender por sus pequeños oyentes. Por supuesto, ya se ha
dicho que si existiera alguna palabra- incomprensible y absolutamente
necesaria para la cabal comprensión del texto, siem pre habrá tiempo de
explicarla con antelación, de manera que cuando los niños vayan a
familiarizarse con la obra literaria, ya la conozcan.

En conclusión, cuando la obra ofrece un nuevo. concepto, un nuevo


contenido, favorece la educación intelectual; cuando es empleada para
actividades en que se favorezca el desarrollo de movi mientos, influye en la
educación física; cuando ofrece una máxima moral, educa éticamente. En fin,
que en cualquier forma que se emplee, la literatura siempre educa algún
aspecto de la personalidad infantil.

Por qué la literatura en la edad preescolar

La literatura infantil es un concepto relativamente nuevo y, como parte de la


literatura general, es además un reflejo artístico de la historia y la vida humana,
adaptadas a la comprensión de los niños de edad preescolar y escolar.

Por medio de la literatura, el preescolar se pone en contacto con la creación


artística y conoce elementos de historia, de geografía, de ciencia, muy sencillos y
asequibles para su edad. Gracias a ella conoce la vida intelectual, moral y
patriótica de su pueblo, lo que significa comenzar a conocer la vida humana en su
proceso evolutivo.

Hasta hace poco la narración por sí misma era considerada una actividad
literaria. No estamos en desacuerdo total con este criterio. Sin embargo, cuando
se trata de una actividad docente, el uso de la literatura cobra un nuevo valor, y se
convierte en un excelente medio de educación y enseñanza. Quiere esto decir que
una actividad de narración no consiste sólo en la propia actividad narrativa, sino
que, además, requiere estudio, elaboración, interpretación, evaluación y
comentario.

Como parte del arte, la literatura infantil permite a los niños apreciar y valorar la
vida que los rodea, a la vez que la van conociendo. Por supuesto, la literatura no
estudia un aspecto aislado de la realidad; por el contrario, cuando se les dedica a
los más pequeños ha de reflejar aquellos elementos de la vida más cercanos a
ellos y que, por estar relacionados con la propia vida infantil, les resultan más
interesantes.

Entonces, cabe preguntarnos: ¿por qué enseñamos literatura a los niños de


edad preescolar? Es conocido que las primeras relaciones del niño con la
literatura se producen en el hogar, inmediatamente después del nacimiento, casi
siempre por medio de la madre, que le canta nanas y lo arrulla tan pronto como lo
siente a su lado.

Se hace necesario plantear otra pregunta: ¿por qué en esa etapa de la vida la
madre busca tiempo, y lo encuentra, para atender esta faceta tan importante de la
educación, y en la medida que crece el niño disminuye el tiempo que se le dedica
a esta actividad? ¿Es que cesa esta necesidad en el niño cuando crece? Nada
más erróneo. No cabe duda de que el niño guarda en su mente y en su corazón
estos cantos, cuentos y poemas que por primera vez oyó, en estos primeros años
de su vida, de la mamá o de la abuelita. Por eso resultan tan importantes.

La literatura se relaciona de forma peculiar con los otros elementos de la


cultura y, por supuesto, también la literatura infantil. La historia se refleja en ella, y
hechos que desde el punto de vista histórico se escapan a la comprensión infantil,
resultan asimilables cuando se los presentan en forma literaria, porque la literatura
narra el hecho o lo canta de una manera diferente, especial podríamos decir.

La literatura refleja la vida de los pueblos, que es en esencia su propia historia,


pero no se limita a mostrar lo externo del hecho, sino que simultáneamente
muestra lo interno. De esto resulta que cuando los niños se relacionan con la
literatura de su pueblo, están aprendiendo a conocer e interpretar la vida que
transcurre en su medio, que no es más que su propia vida y la de los seres
más cercanos. De igual modo comienzan a conocer la vida de otros países
cuando se relacionan con la literatura de esos pueblos.

Por supuesto, la literatura que se presenta a los preescolares no


pretende hacerlos escritores, literatos, pero sí se propone interesarlos en
esta rama del arte; disciplinar sus facultades intelectuales, ense ñarlos a
escuchar, recordar y expresar sus criterios; enseñarlos a tener iniciativas y
opiniones propias, y a asimilar el mensaje estético y ético de la obra.

Simultáneamente estas actividades favorecen la educación de su


atención, de su memoria, e influyen de manera positiva en el desarrollo de
su agilidad mental, y a la vez los enseña a tener confianza en sí mismos.

Cuando observamos una actividad de literatura en un grupo de


preescolares, nos percatamos de que ellos sienten tanta felicidad en estas
actividades, manifiestan tanto gusto por los cuentos y poemas que
escuchan, que parecen verdaderos estudiantes de literatura. Sucede esto,
porque en tales actividades los niños no se distraen y siguen su desarrollo
con interés y placer, gracias precisamente a la obra literaria.

Está demostrado que la literatura ocupa sitio principalísimo en la


educación y enseñanza del individuo. Pero a veces ocurre que no se le
atribuye el lugar que verdaderamente le corresponde, y llega hasta creerse
que ella se explica por sí misma y no necesita de la reflexión. Gran error,
sobre todo cuando se dedica a los niños de edad preescolar.

Nadie lee por leer, todos perseguimos un fin. No debemos pensar que
cuando los niños piden, una y otra vez, un mismo cuento, un mismo
poema, lo hacen por capricho. De este modo ellos satisfacen una necesidad. Y
esta necesidad puede ser, entre otras, estética, ética o intelectual. Ellos sienten
placer con los cuentos o poemas que escuchan, los cuales hablan más a sus
sentimientos que a su intelecto; pudiera ocurrir que ante una duda de carácter
moral, conscientes o no, pidan un cuento conocido para aplicarlo a la situación
concreta que tratan de aclarar. También puede suceder que los preescolares des-
een un cuento o un poema para verse retratados en el texto, ya que cuando ellos se
identifican con un personaje tratan de parecerse a él.

La experiencia demuestra que los niños que frecuentemente escuchan cuentos y


poemas en el hogar, se manifiestan mucho más interesados en la actividad de
literatura en el círculo infantil. ¿Por qué ocurre esto? Porque en el hogar siempre
escuchan el cuento o el poema de su preferencia. Por eso cautivan mucho más su
interés cuando se les relatan nuevos cuentos, y poco a poco, con un trabajo sis-
temático, se acostumbran a descifrar y entender el pensamiento del autor.

Se puede afirmar que los niños que desde una edad temprana han aprendido a
sentir complacencia ante una obra literaria, por supuesto, no de manera casual ni
esporádica, sino porque se les ha enseñado, acaban por adquirir el hábito, la afición
por la buena literatura, y el leer y conocer nuevas obras llega a ser para ellos una
necesidad, cuando posteriormente son capaces de leer por sí mismos.

Resulta oportuno para aquellos que enseñan literatura a los niños de edad
preescolar, tener en cuenta lo siguiente: cuando se les narra o lee un cuento,
cuando se les dice un poema, ellos no se limitan a escuchar, sino que a la vez esta
activlidad se ve acompañada de otra no menos importante. Se produce un
intenso trabajo de lenguaje y pensamiento interiores que favorece su
desarrollo intelectual. Esto ayuda, a su vez, a la mejor interpretación de lo
que escuchan y se comienza su preparación para que, posteriormente,
sean capaces de efectuar una lectura independiente, fructífera, cuando
hayan llegado a la edad escolar.

Si seguimos analizando todo lo que la literatura proporciona a los


preescolares, observaremos su beneficiosa influencia en la formación del
carácter; o sea, el fin principal es proporcionar goce estético, pero éste se
acompaña con esa influencia beneficiosa que repercute en el desarrollo de
los diferentes aspectos de su personalidad.

Durante está edad los niños están en proceso constante de desarrollo,


asimilación y conocimiento del medio que los rodea, tanto en el orden
físico, material, como en el espiritual. Uno de los medios para influir en
este proceso es sin duda la literatura.

La literatura les habla de animales y plantas que integran la flora y fauna


de su país, o las de otros países; les evoca sus juegos y juguetes
preferidos, y los que son de la preferencia de otros n iños; les habla de los
sueños de los hombres, irrealizables a veces, pero que con el decursar del
tiempo dejan de serlo.

La literatura muchas veces es un complemento de otras disciplinas, y en


especial, la dedicada a los preescolares se relaciona con las áreas de
conocimiento de la naturaleza, desarrollo del lenguaje, conocimiento de la
vida social, etcétera, llegando a ser, en muchas oportunidades, un
complemento indispensable de éstas.

Después de conocer un cuento o un poema que hablen sobre un


fenómeno de la naturaleza, por ejemplo, si los niños tienen la oportunidad de
observarlo en la realidad, les resultará mucho más agradable y le prestarán mucha
más atención. Si conocen un poema que hable sobre un río y posteriormente
observan un río, querrán ver detenidamente cómo se deslizan sus aguas, cómo
flota en ellas un barquito de papel o qué plantas adornan sus orillas. A1 oír de
nuevo el poema o el cuento, verán con los ojos de la imaginación la escena de la
naturaleza que con tanto interés observaron, y esto favorece el desarrollo de su
capacidad de percepción.

La literatura habla, no sólo a la inteligencia de los niños, sino a su corazón, y


en ambos casos se favorece su educación y su formación en general. En esta
etapa de la vida, los niños son como los árboles que se preparan para florecer.
Todo depende del riego y el cuidado del hombre. Lo más importante es
aprovechar el momento, y el árbol dará sus frutos.

Valor pedagógico de la literatura

"La educación cultural es eficaz cuando se la organiza conscientemente,


con un plan, con un método acertado y con control. Debe principiar cuanto
antes, cuando el niño está aún lejos de la etapa de la lectura, en el período de
su desarrollo sensorial, cuando comienza a ver y oír con claridad y a
balbucear algunas palabras (...). Un cuento bien narrado es ya un comienzo
de educación cultural." Así dice el gran pedagogo Antón S. Makarenko, en
sus Conferencias sobre educación infantil, y desde hace muchos años, en
efecto, el cuento es utilizado en la educación. En la actualidad es empleado
con eficacia en los grados de la escuela primaria, y en la edad preescolar
adquiere, sobre todo, un valor pedagógico enorme.

Precisamente a la utilización de la literatura en las edades preescolares


nos referiremos en el presente trabajo.

Según Enrique José Varona: "Por la contemplación de las obras artísticas


se llega fácilmente a refinar el gusto, afinar la sensibilidad, y así aumenta y se
extiende la capacidad de gozar el placer estético". De acuerdo con esta
opinión podemos afirmar que en las edades preescolares la obra literaria
toma una significación especial, pues se trata de niños que por carac terísticas
propias de su edad son muy sensibles y se impresionan mucho con las
acciones de los cuentos o poemas que se les presentan, y logran identificarse
con la acción que transcurre y también con el lenguaje empleado. Ellos
gustan de la repetición de palabras, de los vocablos rimados e incluso luego
de escuchar un cuento o un poema algunos niños comienzan a jugar con las
palabras o a establecer rimas entre ellas.

Casi siempre los mejores cuentos para los más pequeños son muy
sencillos, y se refieren a elementos propios de su medio. Estos cuentos se
caracterizan por tener pocos personajes y una gran cantidad de acción,
tiempo y espacio.

Los personajes de los cuentos para niños son casi siempre los propios
niños, animales, plantas, juguetes..., todos conocidos y admirados por ellos.
Los personajes inanimados cobran vida en el cuento: juegan, cantan, bailan, y
hasta pueden hablar. Puede ser que aparezca algún otro personaje,
secundario, que ayuda al desarrollo de la acción. Tomemos, a manera de
ejemplo, cuentos como "La Cucarachita Martina", en el cual, el personaje
principal, la Cucarachita, necesita amigos y de que otros animales la
acorxipañen en el desarrollo de la trama. Son todos estos animales -per-
sonajes los que enriquecen el relato con sus sonidos onomatopéyicos y con
sus diálogos, que resultan de la preferencia infantil.

En poesía podemos ver, a manera de ejemplo, "Jicotea" de Mirta Aguirre:

Jacarandá, jacaranda jacarandá.


La jicotea no anda; lo anunció ya. Jacarandá,
jacaranda jacarandá.
La jicotea no anda; lo anunció ya. Jácara,
júcaro, jícara

jacarandá.

La jicotea es muy pícara y no andará. Jacarandá,


jacaranda, jacarandá.
La jicotea, manda y manda sentada está.

A los preescolares les encanta este tipo de poema. En cuanto al cuento


quG ponemos como ejemplo, "La Cucarachita...", tiene palabras que se
repiten siempre en la misma forma, y esto los ayuda a recordar las con
facilidad.

También son de la preferencia infantil los cuen tos en que aparecen


enanos, gigantes, hadas, varitas mágicas...

Casi siempre cada personaje tiene una cualidad que, llevada hasta el
máximo, peculiariza un tipo. Las características de l os personajes pueden
ser externas e internas.

Son características externas las siguientes: el personaje es gordo, flaco,


fuerte, débil, feo, bonito, rubio, trigueño, peludo, suave, orejón...

En cuanto a las internas, el personaje es: bueno, malo, afectuoso,


curioso, valiente, fiel, cobarde, bondadoso, obediente, desobediente,
tierno, cariñoso...
Estas cualidades, semejantes en muchos casos a las que adornan a los
pequeños, casi siempre se destacan por contraposición entre los
personajes y las acciones que realizan.

En la mayoría de los cuentos propios para los preescolares, triunfan la


virtud y la bondad frente al mal o las malas acciones. Además, estas
últimas son castigadas o el personaje cambia bruscamente al final del
cuento, cosa que no es de temer, pues es aceptada por los niños con
naturalidad. Tal es el caso del cuento "La hormiguita solitaria", en el cual la
hormiga, después de querer vivir sola y esconder la comida para no compartirla
con nadie, cambia bruscamente de actitud al comprender que sin la ayuda de sus
hermanas no puede con tan gran empresa y regresa a compartir con ellas el
tesoro encontrado; o el de "El Patico Feo", de Hans Christian Andersen, que se
convierte en el cisne más lindo y blanco que imaginarse pueda.

Objetivos pedagógicos según las edades.

Niños de dos años. A los niños de este grupo evolutivo (dos a tres años),
hay que iniciarlos en el conocimiento de la literatura, y además, por medio de ella
debe favorecerse el desarrollo del lenguaje y el conocimiento de la vida que los
rodea fundamentalmente, aunque sin excluir la posibilidad que ofrece la obra
literaria de relacionarlos con elementos de ambientes más lejanos.

También desde este momento se los inicia en la educación ética y estética.


Todo esto es posible porque el cuento satisface la necesidad de lo fabuloso que
sienten los niños, ya que se sumergen en el mundo "irreal" del cuento.

En cuanto a la poesía, por la gran influencia que ejerce en el espíritu de las


personas, es un medio eficaz para elevar o formar los valores morales y espi-
rituales del individuo.

A propósito, decía Alfredo M. Aguayo, en Pedagogía (1917), que "si el


maestro trata de elevar los sentimientos del niño y de cultivar su imaginación,
debe comenzar la lección de lectura con un cuento que posea algún valor
literario."

Otro aspecto del desarrollo infantil que se favorece con las obras literarias es
la formación de las capacidades de atención y memoria, las que en estos
años de vida aún se manifiestan de forma involuntaria y apenas se
comienzan a formar. Esto depende del interés que logremos despertar en
los niños con la obra seleccionada.

Para los niños de tres años se plantean los mismos objetivos que para el
grupo evolutivo anterior: familiarizarlos con la literatura infantil, favorecer el
desarrollo de su vocabulario, habituarlos a escuchar, el cuento hasta el final
(pues sus caracter,ísticas de atención y memoria no han variado mucho en
relación con el grupo evolutivo anterior), y favorecer su educación ética y
estética; se incluye, además, la tarea de enseñarlos a narrar, en el primer
semestre del año de vida, con la ayuda del educador, por medio de
preguntas y si es necesario con algún material didáctico; ya en el segundo
semestre la ayuda debe ir disminuyendo, aunque todavía les resulta
necesaria.

Para los niños de cuatro años (de cuatro a cinco años) las tareas son un
poco más complejas. Ya en este año de vida los niños narran los cuentos
sin ayuda del adulto, y sólo si es imprescindible se les harán preguntas que
les faciliten no apartarse de la idea central. Si se ha trabajado
sistemáticamente y se han ido cumpliendo los objetivos en forma paula tina,
ya los niños podrán realizar esta tarea por sí mismos. Queremos resaltar, no
obstante, que se mantienen los objetivos intelectuales de los grupos
anteriores, y sobre todo los relacionados con la edu cación ética y estética.

Cómo la literatura influye en la educación del preescolar


A1 narrar o leer cuentos y recitar poemas a los niños los ponemos en
relación con una manifestación artística que influye favorablemente en su
educación intelectual, ética y estética.
En cuanto a la vida social hay muchos cuentos y poemas que hablan
de héroes o de hechos his tóricos; que cuentan sobre las ciudades y sus
lugares más importantes; los hay que cuentan sobre la bandera, sobre el
trabajo de los adultos... Gracias a este tipo de cuentos y poemas, no
sólo conocen cosas nuevas sobre la Patria, sino que aprenden a amarla
y respetarla, en el amor y res peto que surge hacia aquellos elementos
que la componen.

Veamos, como ejemplo, "A Camilo en el día de su desaparición", de El


Indio Naborí:

Una flor para Camilo era el clamor popular, hubo un


jardín en el mar y un beso en cada pistilo. La niñez
puso en el filo de la ola un haz de olores y ve desde
sus candores en el mar que se perfuma titán con
barbas de espuma y ancho sombrero de flores.

Observemos también este otro poema, "Fidel", de Mirta Aguirre:

Fidel, barbudo, llega primero Fidel, ligero


con sus botazas de guerrillero.

Así en Oriente
o en Vueltabajo,

en horas buenas o en horas malas.

129
En todas partes, Fidel presente: en el trabajo
o entre las balas.

Como si fueran hechos de alas sus zapatones de combatiente.

Debe destacarse que no sólo podemos educar en los niños el amor por
lo nacional mediante la literatura; también podemos favorecer el
surgimiento y la formación de sentimientos internacionalistas, soli darios
con otros pueblos. Un ejemplo lo constituye este fragmento que hemos
seleccionado de "Son de Angola", de nuestro Poeta Nacional, Nicolás
Guillén:
Te voy a cantar un son cubano en lengua española y
es para decirte, Angola, que estás en mi corazón.
¡Muera el gringo, viva el son, viva Angola!

En cuanto a la naturaleza, también la literatura los relaciona con ella y


con sus fenómenos. Tanto los personajes de los cuentos como el ambiente
en que se desarrolla la acción, favorecen este conoci miento. Los
personajes pueden ser plantas o animales que actúan, hablan o realizan
diferentes acciones que encantan a los niños. Es así como aprenden el
nombre de plantas y animales, sus característi cas, cómo y dónde viven, de
qué se alimentan, cuál es su medio de locomoción y otras tantas cosas.
Tomemos como ejemplo los siguientes. El primero "El puente", de
Amado Nervo:

Qué hermoso se ve el puente de piedra sobre el río.

130
Abajo la corriente, Arriba el caserío. Qué hermoso se ve
el puente de piedra sobre el río.

El poeta describe un paisaje con palabras tan sencillas que pueden


resultar comprensibles para un niño de edad preescolar.

Veamos ahora "Las aves"; de Dulce María Borrero:

¡Qué lindas son las aves de plumas encendidas,


con qué trajes tan suaves están siempre vestidas!

Como animadas flores que vuelan y que cantan, el


manto de colores
de sus alas levantan.

Aquí los niños pueden aprender que las aves tienen plumas de distintos
colores y que, mediante sus alas, vuelan. Claro está, ellos solos no pueden
hacer este análisis; para esto necesitan de la ayuda del adulto.

También gracias a la literatura aprenden a denominar y reconocer


distintos objetos del medio: juguetes, prendas de vestir, medios de
transporte; y se familiarizan con no pocos objetos de uso doméstico, como
vajillas, muebles... Por ejemplo, en "Ricitos de Oro", las escenas que se
suceden van llevando a los pequeños por las diferentes partes de la casa,
y los objetos propios de cada una de ellas.

Ahora bien, si analizamos atentamente todos los conocimientos que


ponemos al alcance de los niños al relacionarlos con la literatura,
tendremos que llegar a la conclusión de que simultáneamente se desarrolla
el proceso de asimilación de las estructuras gramati cales, y el aspecto
fónico de la lengua se acelera, como ya hemos dicho. Esto, por lo tanto,
favorece su desarrollo intelectual. O sea, que al relacionarlos con las
diferentes obras, los estamos preparando para su vida futura.

Algo sobre el lenguaje literario.

El lenguaje que aparece en las obras literarias no es idéntico al que


empleamos en la vida cotidiana, pues en ellas aparece un lenguaje
depurado, que el escritor desarrolla después de u na rigurosa selección,
siempre guiado por el principio de la belleza, al crear la obra.

De esta forma, los niños perciben que el lenguaje es bello. Los adultos
no debemos olvidar que la palabra es precisamente el material con que el
autor construye su obra, lo que casi siempre es una tarea difícil.

Teniendo en cuenta estas características del len guaje literario, opinamos


que la literatura favorece la expresión oral a la vez que ayuda a mantener
la unidad de la expresión, a perfeccionar la pronun ciación, y a manejar
adecuadamente los gestos, la mímica, la voz, la entonación, el tono y el
ritmo del lenguaje.
En la comunicación oral del niño basta que el lenguaje se ajuste a las
reglas gramaticales de su lengua materna, lo que es favorecido sin duda
por el lenguaje literario de los cuentos y poemas.
A1 presentar a los niños obras con fines educativos, este fondo didáctico
debe ir acompañado de la belleza o aspecto formal que es característico de
la literatura. O sea, que una obra puede emplearse con fines educativos
siempre que mantenga la cualidad de belleza que debe caracterizarla.

A manera de ejemplo veamos el poema "Cuba", de Virgilio López Lemus,


publicado en la revista Simientes:

Donde el viento teje, donde el aire canta,


zunzún se parece mi isla de plata.

Donde el mar remueve una arena mansa


tomeguín parece
mi isla que canta.

Donde el árbol crece bajo un sol que encanta


verderón parece
mi isla antillana.

Aquí relacionamos a los niños con expresiones como: zunzún se parece/


mi isla de plata y tomeguín parece/ mi isla que canta. El autor habla de
Cuba como un ave preciosa, y que como ella, canta; la evocación al verdor
alude a la belleza de nuestra Patria en la que siempre está presente el verde
de su naturaleza hermosa. Es una manera distinta de hablar a los niños acerca
de su tierra natal. De paso, ofrece el contexto geográfico como dato marginal:
el antillano.
Veamos este fragmento del poema antes citado "En tus brazos", de Germán
Berdiales:

Mamita, amita, Si fueses un río

133
O fueras un árbol, Tú me acunarías Igual en
tus brazos.

Son versos que reflejan una gran confianza y un amor enorme de un hijo, un
niño pequeño, a su madre. El poeta logra plasmar el sentimiento de amor filial
con una frescura y ternura dignas de alabanza.
Consideramos que una obra cualquiera ya está educando, cuando sirve para
fortalecer, profundizar o, sencillamente, iniciar la formación del buen gusto lite-,
rario, como ocurre cuando se trata de preescolares.

Cuándo narrar o recitar a los niños

Cuando los niños se acostumbran a escuchar cuentos o poemas, luego los


piden con reiteración a. adulto. Este momento debe ser aprovechado y com-
placerlos, ya sea con lo que hayan pedido, o bien con otra selección que haga
el adulto.

En la actualidad, no resulta difícil elegir qué leer a los niños, y en muchas


revistas aparece literatura propia para estas edades y se publican libros.

El adulto encargado de la educación de los niños debe tener siempre


presente que la literatura es altamente favorable en casi todos los aspectos de
la personalidad infantil, por lo que debe emplearla al grado máximo. Cuando los
pequeños aprenden a narrar y lo hacen bien, se les facilitan las relaciones
sociales, se expresan con corrección, y esto hace que no sientan temor cuando
se expresan en público, que pierdan la timidez.

En cuanto a la selección de lo que se va a presentar a los niños, debe


hacerse con antelación a la fecha de la actividad. Leerse, conocerse y
determinar en la medida de lo posible si el vocabulario es com prensible
para los niños lo si se hace necesario explicar algún vocablo con '
anterioridad. Asimismo se determinará qué métodos y procedimientos se
emplearán y si es recomendable o no la utilización de determinado
material'~ didáctico.

Consideramos que las obras que se seleccionen para las actividades


con ',los niños deben tener valores éticos y estéticos, han de provocar
sensaciones y proporcionar conocimientos en aquellos a quienes van
dirigidas.

Por tanto, los textos que se elijan a partir de sus valores literarios, deben
además ser obras que proporcionen alegría, placer; que satisfagan
emocionalmente los intereses infantiles; que sean sugestivas; que
favorezcan la creatividad ',infantil. Cuentos y poemas que sean ricos en
imágenes bellas, en pensamientos nobles, en buenas acciones; que
enseñen a los pequeños, pero siempre basados en los intereses infantiles,
o sea, que favorezcan el desarrollo de los diferentes aspectos que
componen la educación intelectual, la cual resulta tan importante dentro de
esos que llamamos educación integral.

Para concluir, podemos y queremos plantear que la literatura infantil es


un instrumento pedagógico que, en manos de los educadores, tiene un
objetivo específico que vencer: educar. Educamos y a la vez
proporcionamos recreación y placer a los niños. Estos objetivos se
cumplen, como ya dijimos, cuando aprenden algo nuevo, ya sea por el
contenido o por la forma de la obra literaria.

La narración oral de cuentos.

Narrar oralmente un cuento es hacerlo llegar a nuestros oyentes, no como si fuera


una mera recitación, sino llevarlo lleno de vida, como si realmente
sucediera ante nosotros. Para ello hay que revivirlo y transmitirlo como
algo nuevo y con la emoción que nos haya causado. Una de las misiones
de la narración oral es transmitir belleza, pero, cuando narramos un
cuento, tenemos también que llevar al niño alguna enseñanza.

Para lograr que la narración guste y sea entendida por los pequeños deben
tenerse presentes sus gustos, sus intereses, sus vivencias y además, el cuento
debe primero motivarnos a nosotros.

Por medio de la narración desarrollamos el pensamiento, la imaginación, la


memoria, la atención, enriquecemos el vocabulario, el lenguaje general de los niños;
es, en fin, un medio maravilloso para enseñar al pequeño la lengua materna y la
riqueza literaria que la misma posee. Por todo esto, es necesario que el cuento
enseñe, que eduque, que le brinde al niño conceptos ideológicos, morales y
sociales y que lo haga soñar.
El niño a quien enseñamos a soñar, podrá imaginar cosas, será capaz de
inventar y, si tenemos en cuenta que este mismo niño será el ingeniero, el técnico,
el médico, el maestro del mañana, podremos afirmar que en su vida futura le será
de gran utilidad la capacidad de soñar e imaginar.

El interés por las narraciones está determinado por la edad del niño. A los
pequeños, hasta los cinco o seis años, les atraen los cuentos rítmicos, es para
algunos la "edad rítmica". Las narraciones para esta edad deben relatar sucesos
de la vida de los niños, hechos que les interesen. Deben tener pocos personajes,
que pueden ser ellos mismos, o un perro, un gato u otro animal que agrade a los
pequeños. El cuento debe ser- muy corto y sencillo. A los niños de esta edad les
encantan los cuentos con sonidos onomatopéyicos. Si el personaje es un perro
gustarán de oír el jau, jau; si es un gato, el miau, miau. Los niños sienten
satisfacción al revivir las una y otra vez, por lo que los cuentos con sonidos
onomatopéyicos o en los que algunas palabras, son los que más le s Tanto
gustan de la repetición, que es mtz te, cuando cambiamos una frase, oír au 1

señalarnos la falta cometida.

Todas las narraciones que hagamos at lo como cualquiér otra actividad que con
el.los mos, deben tener objetivos definidos. Lc)s básicos de la yarración oral son:
t-miau. Los emociones rima, con
e repiten agradan. frecuenos niños
1. Relacion~irlos con la calidad estética: do se busquen fines didácticos.
2. Desarroliar hábitos, aptitudes y cap 3. Recrear, ~entretener y refinar la sensi 1a
ereativlidad:

Diversos son los métodos que se pueden emplear y se emplean para relacionar
a los niños con la literatura. El más utilizado es la narración
adulto como m~odelo para que los niños Entre otros, tarybién deben recordarse lo
tes: escenificaci9n, dramatización, relato. se puede empleGyr el relato creador,
sobre
:)s con la ición del imiten. sigtuienTam bién todo con
137

cidadés: )ilidad y
i

los del quinto ~ sexto años de vida, que consiste en que los niños creen
su propio relato, con ayuda del educador o sin ella, y basados en su
experiencia personal.
A continuación se exponen las metodologías que proponemos para la
enseñanza de los cuentos a los preescolares. Esta propuesta es el
resultado de trabajos investigativos directamente con niños de esas
edades, como todas las otras metodologías propues tas en este libro.
Para la ensepñanza del cuento resulta convenien te realizar los pasos
siguientes:

1. Conversaci recomiend Es el mom actividad hacer refe poco, gui Se les in


mos a n
y aprec: der, es
to y re,§pon 2. Narración de narraci expresivid pausas, ge memoriza
completo. to como el obligatorio puede nar 3. ConUersaci sistema d lograr
que
n introductoria. Este paso inicial se para los niños de tres a cinco años. nto
de despertarles el interés para la
ue se va a desarrollar. Se les puede encia a objetos conocidos, para, poco
a rlos hacia el cuento.
rma el objetivo de la actividad,': "Hoy vara:r el cuento...", y también las
acciones ^iones que ellos van a reflejar: deben atenucha:r, pensar, para
que aprendan el cuenan preguntas. i,
odelo. La educadora ofrece el modelo n oral, empleando todos los Medios
de d (entonación, tono, ritmo, dicción tos, pose...), y sólo después de haber
o completamente el cuentoi, lo narra ste paso se puede suprimir tan pron-
niño aprenda el cuento, poro resulta siempre que se trate de uno nuevo. Se
ar una o dos veces.
n sobre el cuento y presentación de un preguntas. Este paso va dirigido a
que e1 niño comprenda el cuento, así como permite que lo aprenda por
partes, poco a poco, al contestar las preguntas. Estos deben reproducir el
cuento lo más textualmente posible. Pero se puede y debe hacer que
demuestren la impresión del texto, como: qué parte del cuento te gustó
más, qué personaje(s) prefieres, por qué, etcétera. Cuando se trata de un
cuento conocido y comprendido por el niño, este paso se puede omitir.

4. Repetición del modelo de narración oral. Solamente cuando resulta


necesario, lo que se determina a partir del paso anterior.

5. Narración por parte de los niños. Según la experiencia que acumulamos,


esto es posible hacerlo en niños de tres años en adelante. Con anteriori -
dad el niño sólo puede contestar preguntas reproductivas y de manera
muy sencilla y breve. Este momento es aquel en que el niño demuestra
en qué medida es capaz de narrar el cuento estu diado, imitando lo más
posible al adulto. Si el niño no es capaz de narrar por sí sólo, se le
presta alguna ayuda, que puede ser una palabra clave, sugerirle cómo
seguir, etcétera. Si se analiza la metodología propuesta, se observará
que este proceso de aprendizaje del cuento, que puede ser más o
menos lento, en dependencia de las características individuales, se
propone propiciar cada vez más la independencia, y cuan do el niño se
sabe el; cuento, lo comprende, queda solamente el trabajo de narración
señalado en los pasos (1) y (5) 1 o sea, conversación introductoria y
narración por los niños.
La enseñanza de las narraciones a los niños de dos años

Los niños de dos años de edad todavía no están preparados para


realizar ellos mismos la actividad narrativa, pues su memoria no es
voluntaria, su atención es también involuntaria, no pueden man tenerla por
mucho rato, y su pensamiento no se ha desarrollado ampliamente. Sin
embargo, gustan de la narración, y son capaces de responder, de manera
breve y sencilla, a las preguntas que se les haga. También son capaces de
observar láminas o juguetes o figuras de colores atrayentes. En
dependencia de esto, tenemos que plantearnos l a tarea de enseñar a los
niños de esta edad a prestar atención a las narraciones que les hagamos y
hacerlos capaces de contestar algunas preguntas sencillas de manera
correcta.

En esta edad, al desarrollar actividades de litera tura con los niños, el


primer objetivo que nos proponemos cumplir es el de relacionar a los niños
con la obra literaria; enseñarlos a amar los libros, demostrarles que un libro
nos proporciona alegría y nos satisface emocionalmente; que sus láminas
resultan interesantes y son bonitas; que los personajes de los cuentos son
algo o alguien que nosotros conocemos y que en el libro se nos habla
sobre cosas que nos rodean. Claro, no tenemos que decir textualmente
esto a los niños, sino que es el objeti vo que nos planteamos cuando
desarrollamos actividades de literatura con ellos, y algo que verificaremos
si se ha cumplido o no en la medida en que los propios niños se interesen
por una obra, en que les agrade mirar un libro, observar una lámina, oír un
cuento.

Como los niños desde dos años todavía no están preparados para narrar
por sí solos, el educador tiene que valerse de diferentes medios para lograr
que se interesen por la actividad, e iniciarlos en el campo de la literatura.
A1 seleccionar una obra para presentar a los niños de es te grupo evolutivo,
debemos tener en cuenta que la obra reúna una serie de condiciones o
características que satisfagan los intereses de la edad y que, a la vez,
sean cuentos comprensibles para ellos. Los cuentos que se presenten a
los niños de esta edad se deben caracterizar por lo siguiente:

l. Tener pocos personajes.

2. No variar las características de éstos.

3. Referirse a hechos propios de la vida del niño.

4. Tener un lenguaje claro, rico y preciso.

5. Tener una trama lineal.

6. No ser extensos.

En cuanto a los personajes, en un cuento para esta edad a veces basta


con uno solo bien caracterizado. Si el personaje es honesto, veraz,
sencillo, bueno, valiente, debe mantener estas características hasta el
final; resulta difícil para un niño de dos años ver que un personaje cambie
de actitud en el transcurso de un cuento.

El lenguaje tiene que ser claro y preciso, pues los niños de este grupo
evolutivo están en una etapa de plena asimilación de la lengua y, aunque
su vocabulario pasivo es bastante amplio y se valen del activo para
establecer sus relaciones con los que los
rodean, todavía no poseen el suficiente vocabulario para entender y
expresar todo lo que se les dice.

La temática debe estar muy relacionada con la vida de los niños, pues
no se les ha desarrollado aún la capacidad del pensamiento abstracto;
ellos piensan y entienden sobre todo aquello que ven a su alrededor.

No podemos desperdiciar ninguna oportunidad de educar al niño, por lo


que siempre que le hagamos un cuento debemos proponernos llevarle
alguna enseñanza, tanto en el contenido como en la forma de expresarse,
pues el lenguaje de un cuento, por muy sencillo que sea, debe diferir del
lenguaje cotidiano con el que se relaciona el pequeño.

La trama lineal es necesária, pues los niños, precisamente por las


características de su memoria y atención, no pueden cambiar de una cosa
a otra y mantenerse atentos, por lo que cualquier aclaración secundaria
puede constituir para ellos un motivo para que se dispersen.

Si hemos dicho y repetido que su memoria y atención no se han


desarrollado lo suficiente, el cuento que les presentemos no puede ser muy
extenso, pues la actividad con estos niños no puede exceder de los cinco a
siete minutos.

Objetivos de la actividad de literatura con los niños de dos a tres años.

Con el grupo evolutivo a que nos referimos, se plantean pocos objetivos


que cumplir en la actividad de literatura artística, los fundamentales son:

1. Iniciarlos en el conocimiento de la literatura.

2. Enseñarlos a prestar atención a las palabras del educador.

3. Enseñarlos a llegar al final de la actividad.

4. Enseñarlos a repetir, solos o con la ayuda del educador, casi siempre


mediante preguntas, un texto oído.
5. Iniciarlos en la expresión oral, mediante la repe tición de un texto o la
respuesta a una pregunta, utilizando una construcción gramatical
correcta.

Además, en esta actividad se les desarrolla el pensamiento, la expresión


continua, y se les inicia en la comprensión del lenguaje literario y del len -
guaje figurado.

Métodos para enseñar la narración.

Para enseñar a narrar se pueden utilizar diferen tes métodos de


narración oral.
Éste consiste en que el educador narra primero el cuento, sin olvidar la
utilización de todos los medios de expresión: entonación, tono, ritmo,
énfasis, pausas, de tal forma que los niños puedan imitar un buen modelo.
Una vez finalizada la narración, cuando el educador da a los niños 1a tarea
de reproducir el cuento que han oído, debe hacerles preguntas ordenadas
de tal forma que reproduzcan el cuento en su totalidad.

Las actividades de literatura con los niños de este año de vida, deben
acompañarse siempre de algún material ilustrativo, juguetes, láminas,
objetos del medio, etcétera.

El educador puede presentar una lámina y, acto seguido, invit a, a los


niños para que la observen detenidamente. Debe hacer énfasis en los
aspectos que de ella quiere destacar. De inmediato comienza la narración,
invitándolos antes a que atiendan lo que se les va, a contar o leer. Para
interesarlos, les puede decir que va a narrar un cuento muy bonito, que les
va a gustar mucho, pero que deben prestar atención para que después
puedan contestar a las preguntas que les hará. Además, les advierte si el
cuento es sobre un animal o sobre cualquier otra forma de vida con qu e se
encuentran.

El educador narra el cuento una o dos veces, según el hábito que


tengan los niños y el semestre del año de vida en que se encuentren.

Una vez efectuada la narración, el educador invi ta a los niños a


reproducir el cuento por medio de sus respuestas a nuestras preguntas y si
alguno no puede contestar, sus compañeritos lo ayudan. Las preguntas
deben estar elaboradas de antemano, y deben presentarse en el mismo
orden que se narran las escenas del cuento.

Además, deben ser muy claras, y exigir una sola respuesta. No debe
preguntarse nunca: "¿Te gustó el cuento?" Esta pregunta da la posibilidad
de que algún niño responda negativamente y en este caso se habrá
perdido el carácter educativo de la actividad, y pone a la persona que narra
en una situación embarazosa. La respuesta a tal pregunta está en
dependencia de los gustos de los niños, y por supuesto que tienen
preferencia por un cuento u otro.

Por ejemplo, después de haber narrado el cuento "El pollito", el


educador pregunta quien quiere narrarlo. Una vez seleccionado el niño, se
van dirigiendo las preguntas de manera que se reproduzca el cuento. Si el
niño seleccionado no puede contestar alguna de las preguntas, la actividad
no debe detenerse; el educador dirigirá la pregunta a otro para que no se
rompa el hilo de la narración, pues si se detiene largo rato en espera de la
respuesta, se pierde la secuencia.

Por ejemplo, si se narra el cuento "El pollito", el educador puede hacer


preguntas como las que siguen:

-¿Quién es éste? (Presenta la lámina del pollito.) -¿Qué le gustaba


hacer al pollito?
-¿Qué le pasó al pollito el día en que caminó y caminó? -¿Cómo lloraba el
pollito perdido?
-¿Quién hacía cloc-cloc-cloc muy cerca del pollito? -¿A qué venía
mamá gallina?

Esto puede hacerse preferentemente en grupos, pero no se descarta la


posibilidad de narrar a sólo un niño o dos. En todo caso, el método que
proponemos sigue siendo útil.
La enseñanza de las narraciones entre los niños de tres y
cuatro años

Se ha planteado con anterioridad que la actividad de literatura artística


se desenvuelve en el círculo infantil con el objetivo de desarrollar el
lenguaje de los niños con secuencia y lógica, de enseñarlos a reproducir
un texto, y fundamentalmente con la intención de familiarizarlos con la
literatura artística. Éste es el objetivo primordial: iniciar a los niños en el
mundo mágico de la literatura, enseñarlos a amarla, a cuidar un libro, a
sentir la trama de lo que se les lee o narra como si fuera algo en lo que
ellos participarán. Su sentido es educativo, en el concepto más amplio de
la palabra. Otras tareas que cumple la narración con los niños de estas
edades son las de desarrollarles la imaginación y la memoria, ayudarlos a
concentrar la atención, enseñarlos a expresarse con oraciones complet as,
con un lenguaje lógico y gramaticalmente correcto, además de hin carlos
en la interpretación y comprensión de expresiones en lenguaje figurado.
También mediante el estudio de obras literarias en la actividad de
literatura artística se sientan las bas es para el estudio posterior de la
lectura en la escuela primaria, y el estudio de la literatura en los niveles
secundarios. Para garantizar la asimilación de las obras literarias que se
presentan a los niños de estas edades, es necesario que se trabaje con sis-
tematización y que se cumpla en cada una de las actividades con los
objetivos propuestos. Es fundamental que el educador domine el contenido
del cuento que va a narrar o leer, que lo sienta y que conozca la importancia
de la actividad que realiza con los niños. Las obras que se presenten a los
niños de los grupos evolutivos a que nos referiremos deben tener ciertos
requisitos, que son los mismos que hemos enumerado en el apartado
anterior.

Difiere la tarea planteada a estos grupos de la ofrecida al anterior en que a


estos niños sí se les presenta la tarea de aprender a narrar por sí solos,
sobretodo a partir de la mitad de los tres años de edad.
Durante el primer semestre de este período evolutivo se debe continuar la
ayuda mediante preguntas.

Métodos para la enseñanza de la narración

Para enseñar a narrar a los niños se emplean diversos métodos y


procedimientos:

- Narración oral.

- Lectura del cuento.

- Escenificación del cuento. - Dramatización del cuento.

Conversación introductoria
Veamos, a manera de ejemplo, cómo proceder durante una actividad de
narración oral en esta edad. Primero se efectúa la conversación introductoria.
Esto se hace con el objetivo de ofrecer algunas explicaciones sobre el texto
que va a narrar, o para comprobar los conocimientos que sobre el tema tienen
los niños, o para aclarar cualquier duda que puedan tener. Esta conversación
también sirve para prepararlos en la actividad que realizarán, pues los
relaciona con el tema que va a tratar.

Durante esta conversación se utilizan preguntas como: ¿Por qué?, ¿para


que?, ¿quién?, ¿cómo?, etcétera. Veamos el siguiente ejemplo: el
educador va a narrar el cuento "El Gallo de Boda", y puede comenzar como
sigue:

- Niños, en días pasados hablamos sobre las aves, ¿recuerdan?


Conversamos sobre algunas de las características de estos animales,
¿Quién recuerda cómo es el cuerpo de estos animales? ¿De qué está
cubierto? ¿Quién ha visto un gallo alguna vez? ¿De qué color era el
gallo que tú viste? ¿A quién le gustan estos animales? ¿Por qué te gus-
tan? ¿Recuerdan alguno de los beneficios que nos proporcionan las
aves? Pues ahora yo les voy a hacer un cuento que nos habla sobre un
gallo. El cuento se llama "El Gallo de Boda". (Acto seguido comienza la
narración.)

EL GALLO DE BODA
(Adaptación)

Pues, señor, éste era un gallo que iba muy limpio y elegante a la boda
de su tío Perico.
Por el camino fue apartando las basuras que encontraba para no
ensuciarse. '
De, pronto vio un gran montón de basura-y, en el mismo centro, un
granito de maíz.
El gallo se detuvo y. pensó: -Si no pico, pierdo el
granito, y si pico me ensucio el pico y no podré
ir a la boda del tío Perico. ¿Qué hago?
¿Pico o no pico?
A1 fin picó y se manchó el pico. Entonces fue a pedirle a la yerba:
-Yerba, límpiame el pico o no podré ir a la boda
del tío Perico.
Pero la yerba le dijo: -No quiero.
Entonces fue a pedirle al perro: -Perro, muerde la yerba
que no quiere limpiarme el pico para ir a la boda del tío
Perico.

Y el perro le dijo:
-No quiero.

Entonces fue a pedirle al fuego:-Fuego quema al perro, que no


quiere morder la yerba, que no quiere limpiarme el pico para ir a la
boda del tío Perico.

Pero él fuego dijo:


-No quiero:

Entonces fue a pedirle al agua: Agua,


apaga el fuego que no quiere quemar al perro, que no quiere morder -la
yerba, que no quiere limpiarme el pico para ir a la boda del tío Perico:
Y el agua dijo:
-No quiero. °

149
Entonces el gallo miró a su amigo el Sol, y le dijo: -Sol,
seca el agua,que no quiere apagar el fuego, que no quiere quemar al
perro, que no quiere morder la yerba, que no quiere limpiarme el pico
para ir a la boda del tío Perico.
Y el Sol dijo:
Ahora mismo.
Entonces el agua dijo: -No, perdón, que yo apagaré el fuego.
Y el fuego dijo:
-No, perdón, que yo quemaré al perro.
Y el perro dijo:
-No, perdón, que yo morderé la yerba.
Y la yerba dijo:
-No, perdón, que yo limpiaré el pico. Y se lo limpió.

Entonces el gallo dio las gracias a su amigo el Sol con un largo


kikirikíííííííí. Y corrió y corrió para llegar a tiempo a la fiesta.

Acto seguido proceder metodológicamente como se sugirió con


anterioridad.

Lectura del cuento


Consiste en leer el texto, utilizándolo para fami liarizar a los niños con él.
Se procede igual que con la narración oral.

Escenificación del cuento


Este aspecto será tratado con más detenimiento en trabajo posterior, por
lo que deben remitirse al mismo para aclarar cualquier duda al respecto.

Dramatización del cuento


También a la dramatización del cuento nos referiremos con amplitud.
Queremos sólo adelantar que el requisito indispensable en la utilización de este
método es que los niños tienen que conocer bien la obra que van a dramatizar,
pues en este caso son ellos los que van a realizar las acciones de los per-
sonajes, y para que puedan obtener éxitos tienen que conocer muy bien
aquello sobre lo que van a trabajar.

Preparación del educador para la actividad de narración

El educador debe prepararse con mucha exactitud para desarrollar esta


actividad.
Es muy importante esta preparación, pues tanto si el educador va a leer
como si va a narrar, o empleará otro método debe conocer la obra, debe saber
qué ocurre primero y qué después, cuál es el personaje principal, cuál es el
tema, cuál es la idea central, qué mensaje educativo lleva implícito, qué
expresiones no deben ser modificadas, además debe dominar la metodología
que empleará.
La actividad de literatura debe repetirse y el mismo cuento se tratará más de
una vez; lo mismo ocurre si la obra es larga, pues no debe ofrecerse una vez y
pensar que ya los niños dominan todo.
Si la obra es larga se puede ir trabajando simultáneamente con láminas o
conversaciones sobre el tema. Además, la obra literaria se puede vincular con
otras actividades, como modelado, dibujo, matemática.
Durante la actividad independiente, el educador puede referirse a la obra
leída y pedir a los niños que modelen el huevo de la gallinita dorada, o la galliti-
na, etcétera.

Medios de expresividad

Nos referiremos con brevedad a los medios de expresión que deben


tenerse en cuenta a la hora de leer o narrar.
Entonación: se da en la emotividad del lenguaje mediante los diferentes
tonos de voz que expresan los sentimientos y pensamientos del lector y
ayudan a dibujar oralmente lo que se narra o lee.
Tono: depende de la propia obra y puede ser tranquilo, alegre, triste,
festiva, etcétera.
Acento: se denomina así al que cae directamente sobre la palabra
fundamental de la frase; esta palabra principal requiere y recibe la mayor
fuerza de voz, como acentuación lógica.
Pausa, es la parada que se hace entre un grupo de palabras unidas
entre sí por el sentido; gracias a ella se hace más comprensible el texto, o
se provoca expectativa.
Éstos son los medios expresivos más utilizados, pero también tenemos
que atender a las pausas de la respiración, al ritmo del leng uaje y a los
medios complementarios: los gestos, la mímica y la pose. La pose: es
importante tomar una pose estética y correcta, a veces es necesario
caminar y hasta cantar o bailar en dependencia del cuento o relato de que
se trate. La mímica: se da con las expresiones de la cara, y ayuda a los
oyentes a representarse lo que ocurre en los relatos o cuentos. Los gestos:
se dan en los movimientos de las manos y, como sucede con la mímica y la
pose, dependen del contenido, del sentido general de la obra, y de lo
artístico del texto. En ningún caso se debe exagerar la actuación o
afectarla.
El educador debe, además, preocuparse por no cometer errores dé
dicción y utilizar un lenguaje literario y gramatical correcto.
Si la obra literaria cumple con los requisitos que se le exigen, si el
educador la selecciona correctamente, si se prepara de manera adecuada,
si logra manejar con acierto los medios de expresividad (lo que depende
de un trabajo sistemático), los resultados serán buenos y esto redundará
en beneficio del niño, que es en definitiva a quien se dedica la acti vidad
de literatura artística.

La escenificación del cuento

Uno de los métodos que se emplean para relacionar a los niños de edad
preescolar con la literatura lo constituye la escenificación del cuento.
Un requisito fundamental para la escenificación del cuento es sin duda
alguna la preparación adecuada de todo el material que se va a utilizar,
además del pleno dominio del relato que escenificará el educador.
Para la escenificación del cuento se pueden emplear figuras de juguete o de
cartón, de plástico, etcétera, pero siempre teniendo en cuenta que todas tienen
que ser del mismo material, pues resulta de mal gusto utilizar figuras de
diferentes materiales a la hora de desarrollar una actividad.
Las figuras que se utilizan deben guardar entre sí una adecuada relación de
proporción; por ejemplo, la mamá o el papá deben ser de mayor tamaño que
los hijos, tanto si son representaciones de seres humanos como de animales.
Los juguetes serán más pequeños, y también los animales (personajes
secundarios) que se presenten, si los personajes principales son personas.

Metodología para la escenificación del cuento


Todo debe prepararse de manera que dé idea del ambiente en que se
desarrolla el cuento, o sea, es imprescindible crear un ambiente acorde con las
escenas del cuento. Es necesario preparar todo minuciosamente, de tal forma
que se pueda introducir a los niños en el mundo de la narración. Si el niño se intro-
duce en este mundo, el mensaje llegará a él sin dificultad. Los niños deben
sentarse de forma que no se molesten entre sí, por lo que se dejarán ubicados en
sus sillas, y sólo éstas se voltearán de manera que todos queden de frente al
educador. A1 finalizar la actividad, para continuar el trabajo, bastará con voltear
las sillas de nuevo, y los niños quedarán en su posición correspondiente. Además,
así se garantiza que todos vean lo que ocurre en el escenario.

El educador se sienta de frente a ellos, y junto a él, sobre una silla o mesa más
pequeña, coloca las figuras o juguetes con los que va a trabajar, para ir
presentándolos en forma ordenada, en la medida en que intervienen en la
narración. Para lograr y garantizar que sean presentados en orden riguroso, y con
la rapidez necesaria, sin que se pierda el hilo de la narración, los situará en el
orden en que deben aparecer en su desarrollo. Una vez que el personaje entra en
acción, aun después de actuar, se mantiene sobre el escenario, a la vista de todos
los niños, hasta el final de la actividad.
Si el trabajo se organiza adecuadamente, el educador podrá narrar el cuento y
observar a todos los niños a la vez.
A1 emplear la escenificación como método, se efectúan los mismos pasos
metodológicos que durante la narración oral, pero este método exige el
cumplimiento de determinados requerimientos, que son:

l. La mesa donde se efectúa la escenificación debe estar a la altura de la vista de


los niños en posición de sentados.

2. Sobre ella no debe aparecer ningún objeto ajeno al tema del cuento.
3. El escenario puede confeccionarse con papel, car tón, madera, igual que
las figuras, por lo que regularmente resulta económico.
4. Se puede preparar un escenario de base, que puede servir para narrar
diferentes cuentos, en dependencia de los atributos que se emplean.
5. Las figuras (personajes) deben estar ocultas a la mirada de los niños y
presentarlos en el momento correspondiente.
6. Una vez terminada la narración del cuento, se dejan colocados en el
escenario, pues para los niños resulta difícil narrar y mover las figuras
simultáneamente, y sólo lo hará quien debe hacerlo o posea las
habilidades para ello.
Presentaremos el modelo de dos cuentos para ser escenificados.
RICITOS DE ORO (o LOS TRES OSOS)

(Para este cuento se necesitan: tres osos, tres pla tos, tres sillas, tres
camas, una niña de pelo rubio, y una casita.)
Había una vez una niña que se llamaba Ricitos de Oro. Un día, Ricitos
de Oro salió a pasear por el bos que y se perdió.
(En este momento aparece Ricitos de Oro y se pasea por el bosque.)
De pronto, vio una casita, y entró. Sobre una mesa vio tres platos con
sopa y miel. Se acercó y probó la sopa del plato grande. Estaba muy
caliente y no le gustó.
(Ricitos de Oro se acerca a la mesa, al plato gran de.)
Entonces se acercó al plato mediano y encontró la sopa muy fría. No le
gustó. Por último se acercó

al plato chiquito, probó la sopa y la encontró tan sabrosa, tan rica, que se la tomó
toda.
(La niña se acerca a un plato y otro a medida que narramos la escena.)
Después vio tres sillas. Se sentó en la más grande y no le gustó; se sentó en la
mediana y tampoco le gustó. Por último, se sentó en la más chiquita y... ¡tras!, se
rompió.
(A medida que se desarrolla esta escena, Ricitos de Oro se mueve de
una silla a otra y finge que se sienta.)
Ricitos de Oro siguió caminando por la casa, Y entonces vio tres camas. Se
acostó en la más grande, pero no le gustó. Fue y se acostó en la mediana, y no le
gustó; se acostó en la más chiquita y estaba tan cómoda, y le gustó tanto, que se
quedó dormida. (Al llegar este momento de la narración se deja ala niña
sobre la cama, como si durmiera.)
Entonces llegaron los tres osos. (Se presentan los tres
osos.)
Papá Oso dijo: -Alguien probó mi sopa.
Mamá Osa dijo: -Alguien probó mi sopa.
Osito dijo:-Alguien se tomó mi sopa.
(En el desarrollo de esta escena los tres osos van de un plato a otro,
mientras expresan sus sentimientos.) Y empezaron a buscar por la casa. Y
vieron las sillas.

Papá Oso dijo:-Alguien se sentó en mi silla.


Mamá Osa dijo:-Alguien se sentó en mi silla.
Osito dijo:-Alguien rompió mi silla.
157
(En el desarrollo de esta escena los tres osos van de una silla a otra.)
Y siguieron buscando y siguieron buscando. De pronto,
Papá Oso dijo:-Alguien se acostó en mi cama.
Mamá Osa dijo:-Alguien se acostó en mi cama.
Osito dijo: . -Alguien duerme en mi cama. (Los tres osos van
de una cama a otra.)

Entonces Ricitos se despertó, vio a los tres osos, y se asustó tanto,


tanto, tanto, que salió corriendo. Y corrió tanto y tan rápido, que muy
pronto llegó a su casa.

Ahora presentamos una versión libre de un anti guo cuento, para el cual
se necesitan figuras que pueden ser de cartón o de plástico. Las figuras
deben guardar semejanzas y proporciones con el mundo real de los
niños:
Se necesitan las figuras de un abuelo, una abuela, una nieta, un perro
y un gato.
EL LIMÓN

(Anónimo)

Salió el abuelo a buscar limones.

(El educador pone sobre la mesa la figura del abuelo.)


Y vio uno grande, pero muy grande.
(Presenta una mata de limón, en la que hay un fruto muy grande, y l a
coloca sobre la mesa.) Comenzó el abuelo a halar, y hala que hala, hala
que hala, y no podía arrancarlo.
(Acerca la figura del abuelo al limonero, hace como que coge el limón
con las manos, y trata de arrancar lo, pero no puede.)

Entonces llamó a la abuela:

-¡Abuela, ayúdame a halar este limón!

(Coloca a la abuela sobre la mesa, detrás del abuelo.)


El abuelo tras el limón, la abuela tras el abuelo hala que hala, y no pueden
arrancarlo.
(El educador imita a los abuelos que halan el limón, e invita a los ni ños
para que repitan con él: "Hala que hala... ")
La abuela llamó a la nieta:

-Ven, ayúdame a arrancar este limón.

El abuelo tras el limón, la abuela tras el abuelo, la nieta tras la abuela, hala
que hala, y no pueden arrancarlo.
(El educador invita a los niños para que repitan las últimas palabras del
cuento, junto con él: "Hala que hala... ")
La nieta llamó a su amigo, el perro Motica. (Trae al perrito, y lo coloca
detrás de la niña.)
-Motica, ven, ayúdanos a arrancar este limón.
El abuelo tras el limón, la abuela tras el abuelo, la nieta tras la abuela, el perro
tras la niña, hala que hala, no pueden arrancarlo.
Motica llamó a su amigo, el gatico Minino. (Trae al gato Minino.)
-Minino, ven, ayúdanos a arrancar este limón. El abuelo tras el limón, la
abuela tras el abuelo, la nieta tras la abuela, Motica tras la nieta, Minino tras
Motica, hala que hala, hala que hala..: y al fin arrancan el limón.
(El educador tira del limón como si fuera el abuelo, hace como que lo
arranca y lo muestra a los niños.)
Arrancaron el limón, con él hicieron una limonada, y entre todos se la
tomaron.
Es necesario aclarar una vez más que las figuras, ya sean de madera,
cartón o juguetes, deben ser siempre del mismo material en una actividad, y
que la relación de tamaño debe mantenerse también. Las figuras de seres
humanos pueden medir, aproximadamente, de 20 a 30 centímetros; las
restantes deben ser más pequeñas, pero siempre guardando propor ción
entre sí. Cada figura necesita una base para que se sostenga de pie. La
decoración para este tipo de escenificación no necesita de nada especial,
aunque sí debe prepararse adecuadamente. Se pueden colocar hierbas,
arbustos, flores, casitas, etcétera. Todo de acuerdo con el ambiente que se
describa en la narración.
Una vez preparado el escenario, el educador comienza y, poco a poco,
incorpora a los niños a la narración. Una vez terminada la actividad, se
puede dejar que los niños escenifiquen el cuento con libertad.
La dramatización del cuento

En el acápite anterior nos hemos referido a la escenificación del cuento


para los niños de edad preescolar. En éste nos referiremos a la dramatiza-
ción del cuento. También la dramatización del cuen to resulta sumamente
interesante para los niños de edad preescolar, máxime cuando son ellos
mismos los que realizan la actividad, y esto es algo que les encanta, pues
los emociona. La dramatización es muy importante desde el punto de vista
del desarrollo del lenguaje, de la asimilación del idioma, y tam bién influye
mucho y de manera favorable en la comunicación con el medio y su
conocimiento.
Las dramatizaciones también influyen mucho en la educación ética y
estética del niño, y se puede plantear que en sentido general favorecen su
desarrollo integral y en especial el desarrollo del intelecto.
La dramatización de un cuento favorece también el desarrollo de la
personalidad infantil. Mediante ella el niño prueba su valentía, capacidad y
destreza... Al seleccionar el relato que se va a dramatizar, se deben tener
estos aspectos en cuenta, pues debe cont ener un objetivo educativo bien
definido y, además, a los niños se les exige que utilicen las formas de
expresión correctas, lo mismo en la dicción como en la estructura gramatical
y la expresión continua y lógica.
El héroe del cuento que se va a dramatizar debe estar perfectamente
caracterizado: debe ser honrado, noble, veraz, firme en sus convicciones y
principios, y estas características deben sostenerse hasta el final de la
actividad. Ésta es una manera de mostrar al niño de edad preescolar
cómo debemos actuar en determinados momentos, y en qué medida es
importante que seamos firmes en nuestras decisiones y en nuestras
actuaciones; además, le enseñamos que siempre debemos decir la
verdad, ser honrados y firmes. Ésta es una característica que debe ten er
el cuento dramatizado.
Ya sabemos que los niños se identifican con los personajes principales
de los cuentos, que los hacen suyos y sienten y viven como si fueran el
propio personaje. Qué no ocurrirá cuando el niño ve que es él quien
encarna a su personaje preferido, conocido en una narración anterior. En
esta actividad se sienten parte viva, son el personaje que tanto admiran y
que tanto llegaron a querer cuando se les hizo la narración. Esto influye
positivamente en el estado emocional del niño.
La dramatización del cuento necesita cumplir algunos requisitos para
que con ella se obtengan los logros esperados. Uno de los principales
requisitos consiste en que el niño tiene que conocer a la per fección el
cuento que va a dramatizar, que se haya identif icado con él, que lo quiera
y lo comprenda, que sienta como si verdaderamente fuera él el per sonaje
del cuento, su verdadero héroe.
Cuando se va a dramatizar un cuento es importante también que se
cree el ambiente que más se acerque al de la descripción dada, a aque-
llos que los niños conocen de la obra. De aquí se desprende la
importancia que reviste el hecho de que el educador conozca el cuento
que se va a dramatizar, que estudie a cada uno de sus per sonajes y que
se prepare adecuadamente para la actividad.

Debe tener en cuenta, además, la selección de los niños para la dramatización,


de manera qué cada uno represente al personaje que más ame, y aquel a quien
más se parezca.
El escenario para la dramatización debe ser preparado de antemano,
poniendo énfasis en la decoración, la que debe estar en perfecto acuerdo con el
ambiente en que se -desarrolla la trama del cuento. Se debe tener presente,
además, que todos los niños espectadores tengan la visibilidad requerida,_ de
forma que todos vean lo que ocurre en el escenario, para evitar que se molesten
unos a otros al levantarse para ver mejor, o que interrumpan la actividad con
expresiones como: "No veo", "No me dejan ver", etcétera:
Estas actividades de dramatización se pueden hacer fundamentalmente con los
niños de cuatro y cinco años. Con los más pequeños se harán algunas
representaciones, pero éstas deben ser mucho más sencillas, y constituyen sólo
la preparación de una actividad que cada vez se hará más compleja.
Durante el desarrollo de una actividad se les debe exigir a los niños que se
mantengan en silenció; no puede permitírseles ponerse en pie ni molestar al
compañero: Esto es posible lograrlo cuando el cuento ofrecido resulta interesante.
De ahí se desprende que también se prestará especial atención a la selección de
la obra que los niños van a representar.
A1 seleccionar el cuento hay que tener presentes los intereses de los niños, en
dependencia de su grupo evolutivo, tanto si van a participar como actores o si
serán los espectadores. También hay que tener en cuenta si se invitarán a niños
de otros grupos evolutivos.
Estarnos en presencia del método de dramatización, cuando los niños realizan
las acciones que se narran en el cuento, o sea, interpretar un personaje. La
dramatización requiere siempre de una obra literaria como base. Se puede
emplear en la actividad programada o clase con los niños de cinco años,
aunque lo más recomendable, según nuestro criterio, es hacerlo durante
la actividad independiente o en fiestas y celebraciones, como una forma
de entretenimiento y placer.

Requiere de un tratamiento metodológico especial, pues el cuento que


se dramatiza, que generalmente aparece escrito en tercera persona, debe
ser adaptado y llevado a la primera, para que el niño pueda repetir los
parlamentos correspondientes. Hay, pues, que tener presente lo siguiente:

1. El cuento debe ser conocido de antemano por los niños.


2. Debe adaptarse a la primera persona.
3. Cada niño debe conocer con anterioridad el per sonaje que representará.
4. Los papeles se distribuyen entre los niños cuando se prepara la
dramatización.
5. Cada niño debe memorizar la parte que le corres ponde decir y saber
cuándo debe hacerlo.
6. La educadora puede ser un personaje más, sobre todo en las primeras
dramatizaciones, o actuar como narradora.
7. Una vez preparado todo para la actividad, los niños hablan en primera
persona y la educadora actúa como apuntadora, cuando sea necesario
recordar algún parlamento a los niños y como narradora cuando
corresponda.
En general la dramatización resulta muy económica, pues a veces basta
con un lazo, un delantal, la rama de un árbol o una flor para lograr efectos
realmente especiales.
A continuación presentamos un ejemplo de obra que se puede
dramatizar, sobre todo con los niños del quinto o el sexto año de vida. Veamos
una adaptación en verso del cuento "La Bella Durmiente". Es sin duda uno de los
cuentos preferidos por nuestros niños y debido a su tema, argumento, lenguaje,
trama, y la belleza de sus expresiones, es fácilmente comprensible para un niño
del quinto o sexto año de vida. Además, se caracteriza por la frescura de su
lenguaje y por la fantasía que encierra, elementos que son muy gustados por los
niños de edad preescolar. A1 dramatizar este cuento, los niños tienen la
posibilidad de realizar diferentes acciones, y esto también es algo que les agrada.

LA BELLA DURMIENTE

A la Bella Durmiente,

¡Ay!, a la Bella Durmiente, a la Bella Durmiente,


un hada la encantó.

(La Bella durmiente está sentada y los niños salen de dos en dos,
cogidos de la mano. Cantan a su alrededor. El hada se acerca con su
varita mágica. La niña se duerme.)
Un hada la encantó, la encantó, la encantó. Un hada la
encantó
y cien años durmió.

Rodeando a la Durmiente, ¡ay!, a la Bella Durmiente,


rodeando a la Durmiente un árbol se elevó.
(Dos niños rodean a la Bella Durmiente. Elevan los brazos imitando al
árbol que mueve su follaje mecido por el viento.)

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Y aquel árbol grande, muy grande, muy grande, y
aquel árbol grande
de espinas se llenó.

(Los brazos se elevan muy alto.)

Y un príncipe gentil, muy gentil, muy gentil, y un


príncipe gentil
al verla se acercó.

Y aquel árbol grande, al verlo se quebró.

Esto que nos ha servido como mero ejemplo, puede dar una idea de la
dramatización en la que los niños mismos pueden decir el texto, según les
corresponda, y desarrollar la mímica y otros elementos de actuación. Las
expresiones que empleemos, así como las acciones que deben ejecutarse
según se repita el texto, influyen favorablemente en el desarrolló de su
lenguaje, y en su formación estética.

Los cuentos con sonidos onomatopéyicos


Las narraciones con sonidos onomatopéyicos, son las que gustan más a
los niños, sobre todo a los de menores edades. Este tipo de cuentos es
uno de los que más se emplea con los niños de edades preescolares.
No olvidemos que la narración de cuentos favorece el desarrollo del
lenguaje, de la expresión continua, la asimilación de la lengua natal, la
educación moral, entre otros elementos.
Los sonidos onomatopéyicos constituyen un elemento del cuento infantil.
Se pueden incluir en cualquier tipo de narración: El sonido onomatopéyico
se puede relacionar tanto con un animal, como con un objeto o cualquier
elemento de la naturaleza. A1 narrar el cuento, el educador habla sobre un
animal y emite un sonido onomatopéyico: "...Y el gatico hacía: miau miau';
"...Y se oía el sonido del viento: sss-sss'; "La gallina llamaba a los pollitos:
cloc-cloc, y los pollitos le respondían: pío pío'; etcétera.
Los sonidos onomatopéyicos también se emplean en las actividades
programadas para el desarrollo del lenguaje.
Veamos algunos de los sonidos que frecuente mente aparecen en las
narraciones para niños: el gato hace miau-miau, pero cuando está contento
hace rrr-rrr y cuando está bravo o se asusta fff-fff, el gallo hace kikirikí; el
pato hace cuac-cuac; el pollito pío pío; la vaca mu-mu; el chivo beee-beee; el
viento entre los árboles hace sss-sss; la lluvia al caer chinchin, y tantos otros.

En una actividad no hay que emplear todos estos sonidos. Se elige una
cantidad adecuada, según los conocidos por los niños y se incluye alguno nuevo,
o sea, que se repiten los conocidos y se presenta uno o varios nuevos.
Cuando un niño trabaja solo, los demás escuchan. Si el niño designado no
logra articular bien el sonido, el educador lo ayuda, mostrándole el modelo
expresivo o pronunciándolo juntos.
Este tipo de actividad sirve no sólo para enseñar a los niños a narrar y
expresarse correctamente, sino que también es útil para inducirlos a reconocer y
nombrar los objetos y a pronunciar todos los sonidos. Asimismo, se cumple el
objetivo de enseñar a los niños a nombrar objetos o animales y a identificarlos por
sus sonidos onomatopéyicos.
La enseñanza de la recitación a los preescolares

A los niños se les enseña a amar la belleza que los rodea, a sentirla y
admirarla. Sólo aquél que es capaz de amar y sentir esa belleza, será capaz de
crearla con su propio esfuerzo o de transformarla. Cuando de educar el gusto
estético se trata, sin duda que la literatura es un medio que podemos emplear con
amplitud, y dentro de ella ocupa un lugar principal la versificada.
A continuación nos referiremos a la enseñanza de poemas en la edad
preescolar, sus objetivos, tareas y métodos recomendables, así como algunas
características que deben poseer los poemas dedicados a la edad preescolar.
El poema seleccionado debe ser comprensible, agradable e interesante,
teniendo en cuenta los intereses de aquéllos a quienes va dirigido. Esto se logra
cuando trata temas cercanos a la vida de los niños y lo hace con un lenguaje
literario rico en imágenes apropiadas para las edades a quienes se dirijan.
Deben reunir otras características, como estar escritos en arte menor y tener
rima consonante preferiblemente, aunque no hay que desechar la asonante.
A1 poner a los preescolares en contacto con estas obras literarias, debemos
cumplir algunos objetivos y tareas, entre los cuales se encuentran los
siguientes:

-Enseñar a los niños a escuchar el poema hasta el final.


-Enseñarlos a repetir algunos poemas sencillos de memoria:
-Enseñarlos a no omitir o cambiar las palabras del verso.
-Lograr que se expresen correctamente, esto es, deben repetir los versos
con entonación, tono y ritmo adecuados.
-Enseñarlos a no exagerar la gesticulación, a no apurarse o ir con
demasiada lentitud al recitar.

Si los niños se acostumbran a este tipo de activi dad, si se ejercitan con


sistematicidad en la recitación, no es imprescindible la preparación previa.
Cuando no ocurre así, o tienen pocas vivencias, es oportuno prepararlos
para la actividad que van a realizar.
La preparación previa puede realizarse de diferentes formas:

-Comenzar con una conversación.

-Invitarlos a observar algunas láminas cuyo argumen to se relacione con el


del poema que van a escuchar. -Explicar, sólo cuando sea necesario, el
significado de algún vocablo desconocido y de difícil compren sión.

La enseñanza de la recitación se efectúa por medio del método de igual


nombre: recitación, el cual tiene su propia estructura metodológica, que es
la siguiente:
1. Conversación introductoria. Con los mismos fines que la descrita en la
narración.

2. Recitación modelo, oral, por la educadora. Aquí resulta fundamental el conocido


empleo de los medios de, expresividad.
3. Repetición de los versos del poema en las primeras actividades, cuando los
niños están aprendiendo el poema, la educadora les propone repetir cada
verso, a coro e individualmente y pide especial atención para que los niños no
omitan el final del verso. Después se pueden unir los versos.
4. Repetición de las estrofas del poema. También a coro o individualmente y con
las mismas precauciones que cuando se repiten los versos.
5. Nueva recitación por la educadora. Para que los niños reciban nuevamente el
poema como un todo. Los pasos tres, cuatro y cinco se pueden omitir cuando
los niños han memorizado el poema.
6. Conversación sobre el poema. Orientada por la educadora, pero dándole
participación a los niños, para que sean ellos los que se expresen. Se puede
conversar sobre la temática general, sobre un personaje o verso en particular,
sobre una expresión metafórica, etcétera.
7. Recitación por los niños. Para que reproduzcan el texto literario a partir del
modelo de la educadora.

Cuando los niños tienen dificultades para repetir el texto, se les puede ofrecer
algún nivel de ayuda: decirles la primera palabra del verso, o el primer verso de la
estrofa, para que ellos continúen.
No resulta obligatorio dar todos los pasos cada vez. -Las primeras actividades
dirigidas al aprendizaje del poema pueden terminar en el paso cinco.
A continuación presentamos algunos poemas propios para la edad preescolar.
A1 seleccionarlos hemos tenido en cuenta que reúnan las características que
deben poseer, de las que ya hemos hablado. Pertenecen a la poetisa y
maestra cubana Dulce María Borrero:
ÉSTA ES LA PELOTA

(Canto y acción)

Ésta es la pelota. Tírala y verás: avanza,


rebota
y vuelve hacia atrás.
Búscala, recógela, vuélvela a tirar.
¡Ya has corrido mucho! Ven a descansar.

Los niños más pequeños, de dos o tres años de edad, pueden realizar este
sencillo juego.
Se toma la pelota en las manos y se lanza contra una pared a la vez que se
canta:

Ésta es la pelota. Tírala y verás: avanza,


rebota
y vuelve hacia atrás.

Los dos primeros versos se pronuncian lentamente, con la pelota en la mano


y se demuestra cómo debe lanzarse. El niño recoge la pelota mientras escucha
la segunda estrofa:

Búscala, recógela, vuélvela a tirar:


¡Ya has corrido mucho! Ven a descansar.

Entonces se incorpora otro niño y se realiza la misma acción.


Se repite varias veces. Veamos otros ejemplos:

Los pollitos ambiciosos.

Pío, pío, pío... ¡cuántos pollos hay! y tras la


gallina qué contentos van.

Saltandb graciosos quieren imitar cuantos


movimientos hace ella al andar.

Pío, pío, pío, no lo lograrán, que son muy chiquitos


para empeño tal.

LA TORMENTA EN EL CAMPO

El cielo se ha puesto oscuro, los árboles se sacuden


y los pájaros acuden

al nido en vuelo inseguro.

Las hojas el viento arranca de las ramitas esbeltas,


y las lleva, dando vueltas, al fondo de una barranca.

Una chispa amarillenta pinta las aguas del río...

volvamos pronto al bohío,

que va a empezar la tormenta.

Obsérvese que en todos los poemas anónimos que presentamos, propios para
los niños de tres y cuatro años respectivamente, se presentan las características
siguientes:

-La temática es conocida de los preescolares.

-Su argumento se relaciona mucho con las vivencias, con la vida infantil.
-El contenido es comprensible. -Todos son de arte menor. -Todos tienen rima
consonante (o asonante).

-El vocabulario es asequible a la edad preescolar. -Provocan sentimientos


positivos.
-Cumplen con su función principal: proporcionar goce estético, pero en todos los
casos, ofrecen a la par algún conocimiento.

Las fábulas y el niño de edad preescolar

La fábula, que tiene como fin ofrecer una enseñanza útil o moral,
puede y debe ser utilizada con los niños de edad preescolar, pues
muchas resultan asequibles a su edad por tratar temas acordes con los
intereses infantiles.
El mundo de los preescolares es casi siempre un mundo fabuloso en el
cual los animales y las plan tas realizan las más variadas acciones: Estos
seres animados e inanimados de la naturaleza cobran nueva vida para los
más pequeños con mucha frecuencia. De ahí que no resulte extraño que,
al observar el juego infantil, veamos y oigamos cómo hablan con los
muñecos y animales, o cómo trotan en su caballito de madera...
Seguramente esto se encuentra muy relacionado con la actitud que asu-
men cuando, en un cuento o en una poesía, apare ce un animal que habla
o realiza otras acciones humanas. Los niños aceptan esta característica
de la mayor parte de 'las obras que para ellos se crean o de las que ellos
se apropian con suma naturalidad.
La fábula, que pertenece a la literatura didáctica, cuenta siempre con
estas características, y viene a resultar la expresión de una verdad por
medio del lenguaje versificado por lo general. Este tipo de poema
alegórico se conoce también con el nombre de apólogo, tiene como fin
ofrecer una enseñanza útil o moral, un ejemplo, y se propone hacerlo de
una manera agradable.

Entre sus características se encuentra la de po seer un argumento


interesante; generalmente son poco extensas y, aunque, repetimos, casi
siempre aparecen escritas en verso, las hay en prosa. Casi siempre las
adaptaciones toman esta última forma.
A los niños más pequeños les encanta tener y cuidar un animal, una
planta, y tal vez por eso les gusta la literatura que les posibilita la relación
con estos seres. Resulta asimismo curioso e interesante escuchar los
relatos que ellos son capaces-de crear sobre los animales de su medio y
aun de aquellos que no lo son como el lobo, por ejemplo. En estos relatos
hay abundantes metáforas, imágenes y sími les. Y están presentes en el
lenguaje infantil.
Digamos que un niño de cuatro años expresa la siguiente idea: "Esa flor
me mira"; o dice al escuchar el sonido de los árboles mecidos por el viento:
"Oye, esa palma está llorando". En estos ejemplos el niño está asignando
cualidades humanas en franca prosopopeya.
Los niños conocen diferentes obras de literatura en las que ocurren
cosas que atraen su atención. Estas cosas, que no son más que las
acciones que realizan los personajes, hacen que ellos se sientan atraídos
casi siempre por el personaje que encarna el bien, que lucha contra el mal
o lo mal hecho. Aquí está presente uno de los grandes beneficios que
puede ofrecer la literatura: el niño tratará de imitar las buenas acciones y
aprenderá a repudiar las malas.

Al oír hablar a los animales, ríen y se divierten, feli ces, al igual que cuando
triunfa el bien sobre el mal. La fábulas tienen siempre un fin educativo y es
recomendable que se ayude a los niños a encontrar esa enseñanza,
aunque debemos evitar el repetir constantemente: "Fíjate lo que le ocurrió
a fulanito..." "Debes, hacer como..." Esto puede resultar negativo y podría
ocurrir hasta que el niño rechace la literatura. Por eso es mejor decirles la
fábula, y dejar que ellos lleguen a sus propias conclusiones ofreciéndoles
ayuda, pero de manera indirecta. Lo importante es que ellos no se den
cuenta de que pretendemos enseñarles algo con lo que les leímos, por
encima del mensaje directo de la moraleja.

Tienen las fábulas otra ventaja para los preescolares, y es que casi
siempre, cuando se refieren a algún animal, relacionan alguna de las
características externas de éste, bien sea su apariencia, su modo de vida,
sus hábitos alimentarios, etcétera. Y lo mismo ocurre cuando se refiere a
una planta.
Sin embargo, hay que ser muy cuidadosos al seleccionar la fábula que
vamos a mostrar a un niño de edad preescolar, pues ella debe responder a
los intereses y deseos infantiles, debe estar de acuerdo con sus gustos y a
la vez, antes de presentárselas, debemos analizar cuál es la enseñanza
que vamos a ofrecerles.
Algunas de las obras de este tipo se pueden ofrecer a los niños en la
misma forma que las concibió su autor. En otros casos necesitamos
adaptarlas antes de ponerlas al alcance del preescolar.
Como dijimos, por lo regular aparecen escritas en verso y eso resulta
interesante para los niños de esta edad, pues ya son capaces de disfrutar
el ritmo, la cadencia del verso, y también de la rima. Pero si ocurre que la
fábula, cuyo argumento nos interesa, resulta inapropiada para los
preescolares, entonces podemos hacer una adaptación, que por lo general
efectuamos en prosa. Por eso resulta muy impor tante comprender bien el
argumento, subrayar la idea principal, y es recomendable, además, que se
mantengan inalterables las frases que se repiten, las más significativas y
sobre todo la moraleja. Aunque hagamos una adaptación en prosa, la
moraleja puede expresarse en verso.

La moraleja puede aparecer al principio o al final de la fábula y en ella se


resume la enseñanza que ofrecemos al niño. Otras veces la moraleja no
aparece expresa, sino que se manifiesta durante todo el texto. .
La fábula puede ser una útil expresión literaria para presentarla al niño
preescolar, por lo que debemos tener presente al seleccionarla que su
lenguaje resulte comprensible para el niño y, por supuesto, que el mensaje
no se encuentre alejado de la vida infantil.
Cuando el niño llegue a la edad escolar estará en disposición de conocer
otras fábulas de contenido más profundo, si ya antes se ha familiarizado con
algunas. Hay fábulas que hablan de la libertad de los animales, de las
cualidades del carácter, como la honestidad y el amor; los niños que hayan
conocido fábulas en los primeros años de vida podrán interpretar fácilmente
las que se les presenten en la edad escolar. Con ello, un buen camino se
habrá abierto para la comprensión de contenidos literarios en general.
Veamos una fábula muy sencilla que puede ser comprendida por los
preescolares, sobre todo los de cinco años. Su autor fue Manuel Osorio y
Bernard (1839-1904).

FABULILLA

La araña dijo a la mosca con muy prudentes razones: -


Ven, recorre mis salones, examina este primor.

Pero la mosca prudente, así contestó advertida: Al salón fuere enseguida,


pero no a tu -comedor.

El teatro infantil

El teatro infantil, llamado por algunos "teatro para niños", refleja la vida
que rodea a los pequeños por medio de personajes que actúan en un tiempo
y espacio determinados, los cuales tienen que estar muy cercanos al niño.
La mayor parte de las veces los personajes de estas obras son animales,
plantas, muñecos, que hablan y ríen, que actúan y representan para los
niños. De esta forma, las situaciones que se dan en la obra los niños las
sienten más cerca de sí y reciben lo nuevo de manera agradable y
comprensible.
Como todo lo que ponemos al alcance de ellos, cuando les presentamos
obras teatrales pretendemos algo concreto: entretenerlos e influir
favorablemente en su educación. Por eso la obra que se vaya a presentar a
los niños debe ser seleccionada con cuidado especial. En tal sentido, el
teatro infantil es un adecuado medio para introducir a los niños de edad
preescolar en la esfera de las emociones y los sentimientos.
El teatro no dicta leyes éticas ni estéticas, pero muestra de modo
elocuente cómo se organiza y se pone de manifiesto la conducta humana en
la vida cotidiana.
Se hace necesaria una aclaración. Algunos autores se preguntan si existe
realmente el teatro infantil. Unos opinan que sí y otros que no. El conocido
crítico y profesor uruguayo Jesualdo piensa que sí, y nosotros somos
partidarios de este criterio. Si se plantea que el teatro para niños ha de
reunir características especiales, teniendo en cuenta aquellos a quienes va
dirigido, podemos afirmar que sí existe un teatro infantil. Existe y tiene sus
propias características.

Características del teatro para niños


La obra de teatro infantil ha de estar acorde con la mentalidad y
peculiaridades de la edad de aquellos a quienes va dirigido. La dedicada a
los más pequeños debe estar permeada de fantasía. La fan tasía no sólo se
la proporciona el tema o el argumento. Puede estar presente en el
vestuario, en las acciones, en el ambiente. Las obras de teatro para niños
deben tener las características siguientes:
- Naturalidad. - Sencillez.
- Claridad. - Amenidad. - Brevedad. - Interés.
- Fantasía.
Naturalidad. Porque todo lo que presentamos a los preescolares debe
estar exento de afectaciones y de exageraciones.
Sencillez. Cuando el argumento se presenta con sencillez, se ayuda a
la comprensión de la obra. Por eso todas las ideas deben expresarse en
forma sencilla, para que los sentimientos y las emociones sean
interiorizadas por los niños.
Claridad. Si las ideas se expresan con oscuridad, en expresiones que
ofrezcan duda o confusión, no llegan a los niños, no cumplen su cometido.
Por eso todas las ideas, las opiniones, los deseos, los sentimientos de los
personajes, deben expresarse con la mayor claridad, tanto en cuanto a su
contenido como al lenguaje que los pone de manifiesto.
Amenidad. La obra tiene que resultar amena, agradable. Esto se debe lograr
tanto en el argumento, como en la temática o en la forma de reflejarla. Es
imprescindible tener en cuenta a aquellos que disfrutarán la obra, y reflejar algún
hecho, algún suceso, que les resulte ameno y atraiga su atención.
Brevedad. Si se presenta una obra demasiado extensa o con muchos
personajes, los niños preescolares se aburren o se cansan intelectualmente y no
prestan atención. Es imprescindible que la obra teatral para preescolares sea
corta.
Interés. Sólo cuando la temática, los personajes, las acciones que se
presentan tienen en cuenta al espectador, resultarán interesantes para él. Por eso
los temas deben estar siempre muy cerca de la vida infantil.
Fantasía. Siempre debe haber una buena dosis de fantasía en las obras para
niños; esto logra despertar el interés.
Todas estas características las deben tener en cuenta el creador y el
seleecionador o director de teatro para niños.

Hay otros aspectos que debemos tener presentes:


-El lenguaje. -El contenido. -El mensaje. -La acción.

El lenguaje. Debe ser correcto, claro, preciso, comprensible, acorde con la


edad de los niños.
El contenido. Debe responder a los intereses propios de la edad preescolar:
Esto se puede lograr con los personajes: juguetes y animales preferidos, plantas,
etcétera.
El mensaje. Toda obra teatral para niños debe tener un mensaje positivo. Éste
puede ser de contenido ético, estético, intelectual, pero siempre tiene que estar
presente.
La acción. Es recomendable que la acción transcurra con secuencia lógica;
que no vaya de un asunto a otro, sino que se relacione con una idea o asunto cen-
tral que esté presente de principio a fin. Sin embargo, pudiera ocurrir que un
personaje que actúa incorrectamente comprenda el error que comete y cambie su
actitud. Aunque el cambio sea brusco, los niños lo asimilan, pues ocurre lo que
muchos de ellos desean, sobre todo cuando el personaje que actúa mal les resulta
simpático. (Esto depende del año de vida de que se trate.)
En cuanto a los personajes, ya dijimos que en obras para preescolares deben
ser pocos. Dos o tres a lo sumo. Éstos deben estar bien caracterizados, tanto
fisica como moralmente, y actuarán en concordancia con sus cualidades.
No es necesario que el personaje "malo" sea feo (los niños solos le otorgarán
esta característica), porque no todo lo feo de la realidad es malo y no todo lo bello
es bueno.
Cada personaje debe, además, poseer su timbre, voz propia, que es invariable
de principio a fin de la obra, y debe estar de acuerdo con aquel en quien
representa. No será nunca igual la voz de una mamá que la de un niño; no será
nunca igual la "voz" de un perro adulto, a la de un perro pequeño, etcétera.

Objetivos del teatro infantil


Cuando se presenta una obra teatral, con las características que ya hemos
referido, a los niños de edad preescolar, se pretende cumplir con ellos algu-
nos objetivos.

1. Introducirlos en ese medio contradictorio, maravilloso y lleno de


movimiento que los rodea. 2. Enseñarlos a orientarse en ese medio.
3. Enseñarlos a observar que las personas tienen sus propias
características y que son iguales o diferentes en su manera de ser y
actuar.
4. Enseñarlos a criticar las malas acciones y a soli darizarse con las
buenas.
5. Favorecer el desarrollo de su lenguaje e influir en el de su
pensamiento.
6. Relacionarlos con los hábitos y costumbres de la vida que los rodea.
7. Educarlos en los sentimientos morales positivos.
8. Favorecer su educación estética.
9. Enseñarlos a observar algo detenidamente.

10. Favorecer el desarrollo de la imaginación, la memoria y la atención.

Cuándo debe un niño relacionarse con el teatro

Desde los primeros años de la vida es recomen dable que los niños se
relacionen con pequeñas obras de teatro. De esta forma comienzan a
surgir los primeros sentimientos éticos y estéticos. También se favorece
el desarrollo de su oído, la formación de su capacidad de atención.
Muchas veces ellos recuerdan acciones o expresiones de los perso najes
y los emplean en su lenguaje, lo que desarrolla no sólo esta esfera de su
capacidad intelectual, sino también su memoria.
Cuando los niños preescolares se acostumbran a ver obras de teatro,
aprenden a ser buenos oyentes, a comportarse en público y a. no hacer
bulla o conversar en lugares inapropiados, todo lo cual favorece su
educación.

Los niños preescolares son fantasiosos, y la fan1 asía está presente en


toda obra de teatro, por lo que soñando y viendo sus sueños reflejados en el
mundo ficticio de los personajes, ellos sacian su curiosidad de conocer y
comprender mejor la vida de los hombres, la vida que los rodea. Eso debe
estar presente en las obras que se les ofrezcan.
Es lógico que los niños se interesen por el teatro con la misma fuerza que
lo hacen por las narraciones. Muchas veces ellos escuchan un cuento y se
imaginan cómo son los personajes y el medio en qué se desenvuelven sus
vidas; todo esto lo ven en la escena.
El teatro es para los niños el mundo que ellos desean, ese en el que
siempre triunfan las buenas acciones, los buenos son premiados y los malos
castigados, ese en el que el trabajo proporciona bienestar.
A1 presenciar una obra de teatro, el niño extrae (le ella aquello que su
propia experiencia le ofrece en la vida diaria, aquello que se relaciona con
sus intereses.
Preparación del títere para niños
Cuando se prepara una función de títeres par a los niños de edad
preescolar, se debe atender al escenario, al vestuario, al decorado, la
música y los :ictores.
El escenario. El teatro para niños no requiere de un escenario especial,
por lo tanto, no se necesitan gastos adicionales; se puede presentar en el
propio salón o aula, en el jardín, etcétera. Hasta la pizarra puede servir de
fondo en tales fines. Los espectadores, o sea, los niños, se sentarán en
sus propias sillas.
Se puede o no usar retablo, el cual puede confeccionarse de manera muy
sencilla, utilizando una sábana y pino blanco, detrás de los cuales se
esconden los personajes antes de salir a escena. Generalmente se
recomienda que los niños participen en el proceso de preparación del
escenario. Las flores, las macetas, los muebles pueden servir
perfectamente para ambientar el escenario.

El vestuario tampoco exige gastos adicionales. Basta muchas veces un


delantal que puede hacerse incluso de papel; un gran lazo de idéntico
material o unas ovejas hechas con cartulina y se cuelgan por medio de
hilos. También pueden usarse -vestidos viejos, sombreros, pantalones,
etcétera; lo importante es poder caracterizar al personaje.
El decorado debe ser muy sencillo. Basta con un telón de fondo. El
ambiente se completa con los objetos que están indicad os en cada obra.
Todo puede hacerse con papel o cartulina.
La música no es imprescindible en estas representaciones sencillas,
pero puede bastar con un redoble de tambor o sonido de cualquier otro ins -
trumento que se posea. También puede usarse música ins trumental
grabada.
Los actores pueden ser profesionales o aficionados o hasta los mismos
niños; se vestirán de acuerdo con la obra que van a representar.

Importancia del teatro infantil

El teatro para los niños es importante desde todos los puntos de vis ta.
Es capaz de despertar las fibras más sensibles del pequeño y de influir en
la formación de sus sentimientos.
Cuando el preescolar presencia una obra de tea tro, aprende:
- Por el contenido.

- Por la dicción de los personajes.

- Por la actuación. - Por el mensaje.


- Por los movimientos. - Por los vestidos.
- Por las costumbres que se ponen de
manifiesto.
Las tareas que se les plantean a los creadores de teatro para niños no
es nada fácil, en nada se diferencian de las que tienen ante sí los que
crean cuentos y poesías. Ellos tienen una gran responsabili dad. Deben
plasmar cosas que eduquen y a la vez resulten interesantes; reflejen la
vida y el trabajo de los hombres; cuenten la vida de los héroes de la
Patria, hablen de los símbolos, canten a la naturaleza, etcétera.
Tales obras deben posibilitar que los preescolares comiencen a
conocer qué significan los héroes para nosotros, y la significación del
trabajo, para lo cual es recomendable subrayar las cualidades positivas
del carácter moral de los personajes.
El creador de teatro para niños debe tener pre sente, al preparar su
obra, lo difícil de la tarea emprendida, porque es el representante de los
niños, quien los puede introducir en el mundo que prefiera, y es el
encargado de plantear a los pequeños no pocas exigencias; tiene que
introducirlos en el mundo del teatro y hacer que por ese medio conozcan
la experiencia de la vida que los rodea.
La obra teatral puede ser un puente entre esa vida y el niño. Para
lograr esto, el escritor ha de tener presente lo siguiente: el teatro tiene
que estar lleno de bondad, reflejar lo mejor del hom bre; hablar de
victorias, ansias, sacrificios, o principios morales, e incluso políticos, sin
perder la fantasía.

Existen diferentes tipos de títeres: de guante, de varilla, de dedo y de


cono. En líneas generales, deben sus nombres a la forma de uso:
Títere de guante. Debe su nombre a que adopta la forma de un guante
que permite la introducción de la mano. En la parte superior se coloca la
figura que representa al personaje, la cual puede ser plana o volumétrica.
Si es plana debe mostrarse por ambas caras. .
Los dedos meñique y pulgar mueven las manos del títere y los tres
restantes mueven la cabeza.
Títere de varilla. A1 igual que el anterior la figura puede ser volumétrica
o plana, pero está sujeta en su base a una varilla que es la que le da
movimiento. De ahí proviene su nombre.
La varilla debe tener la extensión suficiente para manipular el muñeco.
Títere de dedo. Es el que se coloca en los dedos, de ahí su nombre.
Generalmente son de tamaño pequeño. También la figura puede ser
volumétrica o plana y debe dibujarse en el último caso, por ambos lados.
Se puede manejar hasta ocho títeres de dedo simultáneamente.
Títere de cono. Debe su nombre a la forma que adopta, la de un cono al
revés, abierto por ambos lados, en la parte más ancha se coloca el
muñeco (de figura volumétrica o plana), sujeto a una varilla que va por
dentro del cono y es la que le da movi miento. Es un títere muy interesante
para los niños pues se esconde f ácilmente dentro del cono, lo que facilita
provocar sorpresa.

El t í t er e en l a ed ad pr e es c ol ar

Los niños de edad preescolar, sobre todo de dos a cinco años, gustan
mucho de escuchar cuentos y poemas; pero, además, tienen al teatro entre
sus preferencias. -
Mediante este arte se favorece su educación estéti ca, pues se
relacionan con las palabras artísticas que se emplean en los textos y con la
representación que hace el títere guiado por el educador, la decoración, los
muñecos, el vestuario y la música. Además, el uso del títere es un
poderoso medio para desarrollar el lenguaje del niño porque, como
veremos más adelante, propicia la activa participación en el desarrollo de
los diálogos.
Este tipo de actividad los satisface emocional mente, debido a que en
ella intervienen sus personajes preferidos: los títeres, que representan a
los protagonistas de los cuentos.
El uso de los muñecos se remonta a épocas muy antiguas. Desde
entonces fue un medio eficaz de entretenimiento y de educación.
Podríamos afirmar que no sólo el niño los prefiere, también son favori tos
de los adultos.
Ahora bien, como es lógico, el títere, por sí solo, no tiene vida. Lo anima
el titiritero o actor que lo acompaña en todo momento. Tal vez a esta pre -
sencia permanente del actor junto al títere s e deba la gran preferencia que
los niños sienten por el teatro de títeres.

Es hermoso ver cómo los pequeños se introducen en estas actuaciones, y


se olvidan de todo lo que los rodea, para entrar en el mundo que se les
presenta.

El títere y la edad del niño


Con los niños de edad preescolar se pueden utili zar todos los tipos de
títeres: de cono, de dedos, de guante... Sin embargo, existen algunas
diferencias que dependen de la edad específica de cada grupo.
Con los niños de dos años es preferible emplear los de mayor tamaño, los
de guante, por ejemplo, pues así ellos se acercan más a aquel que les
habla. Los niños de esta edad prefieren los muñecos y otros juguetes
grandes, según resultado de investigaciones efectuadas en diferentes
países. Para los de tres años y sobre todo con los de cinco se puede utilizar
cualquier tipo de títeres. Cuando se trabaja con ellos es recomendable que
los niños noten la presencia del titiritero, por lo que él no debe esconderse.
Es precisamente el actor quien proporciona vida al títere, y los niños a esta
edad prefieren esta forma de trabajar.
Aun cuando se utilice el retablo, es necesario que los niños sientan la
presencia del adulto que los maneja. Esto no le resta "magia" al
espectáculo, pues de cualquier forma el niño sabe que no es el títere el que
habla, sino una persona, y por otra parte, viendo a los muñecos actuar, es
capaz de trasladarse al ambiente de aquello que se les narra. Esto no es
una regla fija, si el titiritero permanece oculto, es recomendable que al final
se muestre, acompañado de su personaje.

Uso e importancia del títere

En actividades programadas, el principal objetivo será enseñar algo al


niño, por lo que el educador debe tenerlo en cuenta al planificar las
actividades; en las actividades libres, independientes, su principal objetivo
es entretener y divertir al pequeño. No obstante, en ambas ellos resultan
beneficiados, pues aunque en la actividad independiente no se plantea
como objetivo específico desarrollar alguna capacidad determinada, se
logra, sin embargo, en forma indirecta, porque en ella también el niño
participa.,
El títere dialoga con los niños, les formula pre guntas; contesta las que
ellos le hacen y los invita a participar en las diferentes escenas del
cuento.
Todo esto propende a que el niño participe en la acción y converse con
el títere, lo que favorece el desarrollo de un lenguaje coherente, la
amplitud del vocabulario y la formación de los primeros concep tos
gramaticales. Además; se desarrollan la atención, la memoria y la
capacidad de observar.
El títere cumple a la vez las funciones de educar y entretener. Entre
otras cosas, porque el niño tiene la posibilidad dé participar, de
expresarse oralmente e o de aplaudir... Por lo tanto, resulta de gran
importancia que el niño se relacione con el teatro de títeres, sea como
actor o como espectador.
Es recomendable, además, que una vez termi nada la actividad, se
conceda a los pequeños la posibilidad de manejarlos, los títeres, para
esto, se dejarán en un lugar asequible durante los días posteriores a la
representación. Cuando los niños los manipulen, el educador debe cuidar
que no los rompan o deterioren, ha de preocuparse porque los manejen
correctamente y, además, debe guiarlos para que, o bien reproduzcan los
cuentos conocidos (los niños de cualquier grupo evolutivo), o bien creen
historias (los mayorcitos).
El educador debe recordar que se accionará con al títere a la vez que
se simulará que éste habla, por
lo que sus movimientos deben estar de acuerdo con lo que se dice mientras
baila, canta, besa, salta, se tapa los ojos, aplaude, duerme...
La voz del títere debe ajustarse a la del personaje que representa y el tono
se corresponderá con la significación de los contenidos literarios. Para los
niños de dos años es preferible trabajar con uno solo, pero a los de tres y
cuatro años se les pueden presentar obras con varios personajes. En este caso
el educador debe imitar diferentes tonos de voz, de manera que los niños
comprendan e identifiquen qué personaje está hablando.

Preparación del educador

El educador tiene que prepararse para este tipo de actividad tanto como
para cualquier otra. Esta preparación consiste en lo siguiente:

- Memorización del texto. - Trabajo con los diálogos. - Selección de los títeres y
otros materiales.

- Elección del lugar para la presentación de la obra.

La obra puede presentarse en el mismo salón del círculo infantil, si se trata


de una actividad programada; pero si fuera una actividad independiente, puede
ser otra sala, teatro o en el área.
Es preferible que el educador trabaje sentado, con todos los niños también
sentados frente a él para que lo puedan ver, pero si la representación es en
una sala o espacio abierto, puede permanecer de pie.
No debe olvidarse que la coherencia del relato es fundamental y el educador
debe dominarlo por completo antes de presentarlo a los niños.

En este tipo de actividad no se debe leer.

Los títeres se pueden utilizar durante la actividad independiente, con


preferencia en horas de la tarde. La frecuencia que se recomienda es por lo
menos tina vez al mes en horas de la actividad independiente; en las de
actividades programadas es el educador quien determina cuándo los empleará.
Además, fundamentalmente para la hora de la actividad independiente,
pueden hacerse coordinaciones con el organismo que corresponde y llevar
grupos teatrales al círculo. El educador debe conocer con antelación qué obra sé
va a presentar, qué grupo evolutivo participará en la actividad y si se !meden unir
los niños de más de un grupo. Además, puede ofrecer algunas
recomendaciones, como la duración, el vocabulario, el tema... En cuanto al
tiempo, no debe exceder de quince minutos para los (le dos años; de veinte para
los de tres y de treinta para los de cuatro.
A continuación veamos un ejemplo de actividad con títeres para el tercer año
de vida.
Asunto: conversación sobre el Día de las Madres.
Objetivos: relacionarse con la fecha del Día de las Madres. Desarrollar
sentimientos de respeto, agradecimiento y hábitos de cortesía.
Método: narración.

Procedimientos: conversación, explicación, narración.


Medios de enseñanza: títeres de guantes. Desarrollo: el educador puede
comenzar la actividad diciendo:

Actor: Hoy tenemos visita, es alguien que vino a conversar con ustedes.
¿Quieren saber quién es? Bueno, aquí está. (Muestra el títere.)

Títere: ¡Buenos días! ¿Cómo están ustedes?

Niños: Bien.

Títere: ¡Qué bueno! Como ya les dijeron, yo vine a conversar con


ustedes. Quiero decirles algo muy importante: el domingo que viene es el
Día de las Madres.
"¿Ustedes saben qué quiere decir eso? [Dejar que se expresen.] Pues
que ese día los niños van a llevar un regalito a su mamá, y después le dan
un beso y le dicen: "¡Felicidades, mamá!" ¿Ustedes lo van a hacer? [Dejar
que se expresen.] "Todos van a confeccionar un regalito para mamá y el
domingo se lo dan. Mamá se va a poner muy contenta. Ella cuida de
ustedes y los quiere mucho, mucho; les prepara la comida, los viste, los
trae al círculo; mamá trabaja mucho y es muy buena, por eso tenemos que
respetarla y quererla. ¿Ustedes quieren a mamá?" ¿Por qué?
Niños: (Dejar que se expresen.)

Títere: Bueno, como ustedes quieren mucho a mamá, siempre se portan


bien, la obedecen y la ayudan en la casa; el domingo por ser el Día de las
Madres, se van a portar mejor y la van a ayudar más, ¿verdad?
Niños: (Dejar que se expresen.)

Títere: Vamos a ver, niñitos, ¿cómo se van a por tar ustedes el domingo,
Día de las Madres?
Niños: (Dejar que se expresen.)

Títere: ¿Cómo van a ayudar a mamá? NIÑOS: (Dejar que se


expresen.)
Títere: ¿Quién se acuerda cómo le va a decir a mamá el domingo? (Si
los niños no saben, el títere repetirá "¡Felicidades, mamá!") Vamos a ver,
todos repítanlo conmigo; así, muy bien. Ya yo me voy, no olviden portarse
bien y decirle a mamá el domingo: "¡Felicidades!" Y ahora, los invito a
aprender un poema, para que se lo digan a mamá cuando la feli citen.
(Después de presentar y repetir el poema, el títere se despide.) ¡Hasta
luego!

v
La literatura infantil en la educación moral del preescolar
Los preescolares son fácilmente impresionables, y si aprovechamos esa
capacidad de emoción, podemos decir que la literatura infantil constituye
un medio magnífico para favorecer su desarrollo moral, basados en la gran
influencia que ejerce en sus sentimientos y en su emotividad.
Sin embargo, no debemos pensar que resulta fácil la tarea de la
educación moral de los preescolares, pues debido a las características
propias de la edad, aún no son capaces de distinguir lo bueno de lo malo, y
mucho menos de determinar cómo actuar correctamente. Y es debido a
estas peculiaridades de la edad, por lo que la influencia del adulto, acom -
pañada de diferentes medios, resulta tan importan te en este período de la
vida.
La educación moral del preescolar debe dirigirse a favorecer la
formación de adecuadas normas de conducta; solidaridad, valentía,
colectivismo, ayuda mutua, interrelaciones, el amor a la Patria y sus
símbolos y héroes y al trabajo.
Para cumplir con estos fines resulta beneficioso influir en los
sentimientos de los preescolares, y la literatura infantil, por las
características del lenguaje que emplea y por los personajes que se
presentan en los cuentos y poesías, es sumamente recomendable.

Es necesario cultivar la inteligencia infantil, pero simultáneamente ha de


trabajarse por el desarrollo y la educación moral, sin olvidar que la
literatura es un medio importante para el enriquecimiento men tal, cultural y
sobre todo emocional.

Por esto a los preescolares, a la vez que se los enseña, hay que
orientarlos en la diferenciación del bien y el mal; en cómo actuar
correctamente, etcétera. Esta enseñanza y educación, así como la for-
mación de hábitos y costumbres morales, hay que iniciarlos desde los
primeros años de vida, pues son necesarios para todos los seres humanos,
pero para los más pequeños revisten una importancia mucho mayor. La
educación moral, por tanto, se impone como una necesidad en estos
primeros años de vida.
Los fines de la literatura, a los que nos hemos referido con anterioridad,
pueden cumplirse con el uso de obras literarias que, a la vez que enseñan
a los niños a conocer su medio, o su vida social (ya que no siempre se
presenta la oportunidad de observar las cosas de manera directa, y la
literatura se convierte en un medio transmisor de la realidad), los eduq ue
moralmente en cualquiera de los aspectos comprendidos en esta área de
educación. Una vez que se ha trabajado con una obra literaria, se puede
reforzar el trabajo si el educador se preocupa por desarrollar en los niños
las buenas inclinaciones, por lograr que reciban ejemplos positivos; si vela
y trabaja por desarrollar la voluntad, etcétera.
Se ha dicho innumerables veces que la belleza está muy cerca de la
bondad. De ahí lo importante que resulta el hecho de que el educador se
preocupe por lograr que los niños, confiados a él; sean sensibles a lo bello
de la naturaleza, de la vida, del arte. Si logramos que los niños imiten un
modelo correcto en la vida diaria, modelo que puede ser presentado en las
obras literarias con que se trabaje, y que se llenen d e emociones positivas
ante la belleza de ese medio natural y social que los rodea, tratarán de
buscar esa belleza por sí mismos, y aprenderán también a crearla.

En el proceso de la educación moral es importante no sólo la palabra del


educador, sino su tono de voz, su firmeza, la emotividad de su lenguaje, la
dulzura de su voz, y sobre todo su propio ejemplo. Es fundamental, además,
que el educador sienta lo que dice, que lo demuestre con su propia actitud y,
por supuesto, que establezca relaciones positivas de afecto con los niños,
pues esta afectividad favorece mucho la realización de las tareas de la
educación moral.
Veamos algunos ejemplos en relación con la influencia que la obra
literaria ejerce en la educación moral:
Puede ser el caso del niño que no cumple las órdenes de los adultos; el
educador narra el cuento "El pollito desobediente", de Marta E. Salotti, y
destaca cómo el pollito se perdió por no atender a los consejos de mamá, y
el gran susto que pasó cuando se encontró con el lobo, y lo fuert e que le
latía el corazón: tic-toc, tic-toc.
Sabemos que los cuentos, al igual que las poesías, satisfacen los anhelos
de lo fabuloso que sienten los niños, y cómo ellos se adentran en su mundo
irreal, imaginario. También podemos afirmar que la poesía es un medio
eficaz cuando de elevar los valores espirituales del ser humano se trata. Por
eso le damos tanta importancia a su empleo en la educación de los
preescolares.
Ocurre que el lenguaje usado en la literatura dice las cosas de una forma
diferente, embellecida. Analícese el epigrama "Rosita", de Manuel Osorio
Bernard y se verá con cuánta sencillez el poeta nos retrata la inocencia de
una niña.
Con depravada intención Y una grande regadera,
Rosita baña la acera Desde lo alto de un balcón. Su
abuelita reidora
Le dice: -¿Qué estás haciendo? -Pues juego a que está
lloviendo sobre la gente que pasa.

Si por ejemplo vamos a presentar a los niños un poema que hable sobre
un héroe de la Patria, previamente conversamos sobre él, presentamos su
foto (no un afiche), resaltamos los aspectos más interesantes de su vida,
todo de manera sencilla y clara. Acto seguido se les informa quién escribió
la obra y por qué lo hizo. Veamos, a manera de ejem plo, el poema "Retrato",
que habla de un héroe cubano y que fue escrito p or Mirta Aguirre:

RETRATO

Dímelo, dímelo, dilo: ¿cómo era Camilo?

Capitán tranquilo, paloma y león, cabellera


lisa
y un sombrero alón; cuchillo de filo, barba de
bellón, una gran sonrisa
y un gran corazón.

Con este poema se profundizan los conocimientos de los niños sobre un


héroe de su Patria y, fundamentalmente, podemos despertar en ellos
sentimientos de respeto y cariño. El educador pondrá especial atención en
demostrar el amor, el respeto y la admiración que él siente, lo que influirá
positivamente en la formación de esos sentimientos en los niños.

En Temas de pedagogía preescolar dice Svetlana Kozlova:

El desarrollo moral es el resultado de la edu cación moral, de la influencia


del medio exterior y de la propia experiencia moral del niño... Como
resultado de la interacción compleja de las influencias del medio, de la
educación, de las necesidades interiores que nacen en cada niño, de la
experiencia, se crea en él una buena dis posición hacia las demás
personas, hacia el trabajo, su pueblo y su Patria.
Teniendo en cuenta estas palabras, analicemos este poema de la
insigne poetisa y maestra cubana Dulce María Borrero, que tanto se
preocupó por la educación infantil, y en especial por la educación
patriótica, según se refleja en sus propios escritos. Veam os cómo en este
poema puede favorecerse la educación moral de los preescolares:

MI BANDERA

1Vli bandera querida tiene una sola estrella que es


más que las del cielo radiante y bella.

¡Mira cómo en el aire flota y vuela liviana al sol


esplendoroso de la mañana!

Se deshoja en sus pliegues toda la primavera.

¡No hay bandera más linda que mi bandera!

Como vemos, con un lenguaje muy claro; se habla en este poema de la


bandera cubana, símbolo de nuestra Patria; lenguaje que no por claro
deja de ser bello, y es útil a la vez para relacionar a los niños con una
hermosa imagen de la bandera que flota libremente, bajo el cielo azul de
nuestra Cuba; inculca en ellos sentimientos de amor y respeto, de orgullo
de ser cubanos y de tener una bandera tan linda, con una es trella
solitaria.
La poetisa la ve, además, como una primavera, y ésta es la época en
que los campos reverdecen, las flores abren sus pétalos, y todo es vida y
alegría en la naturaleza, para terminar diciendo que: "¡No hay bandera
más linda/ que mi bandera!"
No debemos sentir temor de presentar a los niños poemas como los
anteriores, pues su lenguaje, su forma de expresión, les encantan y
resultan fácilmente comprensibles.
La tarea de la educación moral es difícil, repeti mos, pero hemos podido
comprobar que al preguntar a los preescolares de cuatro años, mientras
se les presenta una bandera, "¿Qué es esto?", han res pondido: "Una
bandera". Y ha sido necesario em plear otra pregunta para que digan: "La
cubana." Y hemos comprobado que después de un trabajo sistemático,
encaminado a lograr la educación moral de los niños, al hacerles idéntica
pregunta, han respondido prontamente: "¡La bandera cubana!" Y hasta
han añadido: "Yo la quiero". Entendemos, por tanto, que con obras como
ésta, si logramos emocionar a los niños cuando se las presentamos, se
facilita mucho el cumplimiento de las tareas de 1a educación moral.

Veamos otro ejemplo. Queremos enseñar a los niños de cuatro años su


lugar de nacimiento. Al principio presentamos láminas o carteles en los que
se observen los lugares más importantes de la ciu dad, aunque resulta
imprescindible que además sean lugares bonitos, agradables a la vista,
que atraigan la atención infantil. Se observa la lámina y a la vez se
conversa con los niños sobre lo que ven y se r esaltan las bellezas de los
lugares que observan, así como su importancia. Es recomendable que la
observación se realice simultáneamente con la conversación, pues así se
fijan más los conocimientos que se ofrecen, y se desarrollan actitudes
positivas ante los fenómenos sociales, lo que no debemos olvidar, pues es
el objetivo fundamental de nuestro trabajo de educación moral. Con
posterioridad se los invita a escuchar el poema y se procede de igual forma
que en los ejemplos anteriores.
Veamos la primera estrofa de un poema que puede servir para el
desarrollo de esta actividad:

TL LUGAR DONDE VIVIMOS

El lugar donde vivimos todos debemos amar,


lo mismo si es en el campo o en la ruidosa ciudad.

No queremos terminar este trabajo sin plantear que los poemas pueden
ser para escuchar o aprender, pero que resulta importante que los niños
aprendan algunos. A1 finalizar cada actividad se deben plantear preguntas
que serán elaboradas de antemano, sencillas, pero que hagan pensar, las
que se pueden referir tanto al contenido de los poemas como al de la
conversación efectuada. Esta conver sación sobre el poema se realiza sólo
cuando la necesitemos para cumplir con algún objetivo muy específico. En
general, cuando se trabaja con poemas, es más recomendable repetirlo y
hacer que los niños lo sientan. No es imprescindible efectuar con-
versaciones.

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