Semana 5
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SEMANA 5
Teoría Cognitivo
Conductual
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Lea esto primero. UNIACC, semana 5
Introducción
La terapia cognitivo conductual es una forma de entender cómo piensa uno acerca
de sí mismo, de otras personas y del mundo que le rodea, y cómo lo que uno hace
afecta a sus pensamientos y sentimientos (Timms, 2007).
Fig. 1. Diagrama de las 5 zonas. El modelo explica cómo estás partes están conectadas entre sí.
Los pensamientos sobre un problema pueden afectar cómo las personas se sienten física y
emocionalmente y sus conductas relacionadas.
Fuente: Timms, 2007, pág. 4.
a. El entrenamiento en autoinstrucciones
a) Edad de los sujetos: los niños más pequeños realizan más verbalizaciones
sobre la tarea, a medida que crecen disminuyen.
b) Dificultad de la tarea o problema, con independencia de la edad, las
verbalizaciones se hacen más patentes en función de la dificultad de la
tarea.
c) Calidad de las autoinstrucciones: si los sujetos realizan verbalizaciones
cuyo contenido indica incapacidad para la tarea, distracción, etc., la eficacia
en la tarea disminuye. Por ejemplo, si una persona se dice a sí misma que
no es capaz de comprender una lectura, probablemente no lo logrará; si por
el contrario, guían correctamente la ejecución, entonces mejora la tarea.
Otro ejemplo es, si un deportista planifica su ejecución antes de la tarea es
muy posible que la realice bien.
De acuerdo al EIE, no existe un factor unicausal para el estrés, sino que enfatiza
la multicausalidad. Ésta se origina en relaciones interdependiente establecidas
entre los factores afectivos, fisiológicos, conductuales, cognitivos y
socio/ambientales. De esta forma, los factores de la persona y los ambientales
configuran una relación transaccional, siendo elementos mutuamente interactivos.
Por lo anterior, el EIE se ha aplicado no sólo en individuos, sino también en
instituciones y comunidades (Deffenbacher, 1993; Meichenbaum, 1997).
afrontamiento que cada uno posee, siendo su foco principal el mejorar estos
procesos de afrontamiento individuales para ser efectivo por parte de las
personas.
Este enfoque se inició por los trabajos de Goldfried, D’Zurilla y Nezu, quienes
comprenden la conducta desadaptativa como resultado de deficiencias en las
habilidades y capacidades que permiten la competencia social, entre ellas, las
estrategias de solución de problemas (Nezu y Nezu, 1993). Mediante éste, las
personas comprenden los problemas de la vida, después que se esfuerzan en
alterar la naturaleza problemática de la situación y lograr cambios en las
reacciones hacia las situaciones problemáticas (Nezu, Nezu, Deaner y D'Zurilla,
1997).
El aporte más relevante a las terapias de conducta realizado por la PAF es, sin
duda, la utilización de la relación terapéutica como herramienta de análisis y
modificación conductual. Considera esta relación como un ambiente natural
propicio para el análisis y modificación del comportamiento (Fernández y Ferro,
2006; Kohlenberg, Tsai, Ferro, Valero, Fernández & Virués-Ortega, 2005; Perona
y Rivas, 1996). El foco en la relación terapéutica tiene como objetivo convertir en
terapéutica la relación, utilizándola como un lugar para promover los cambios
personales del paciente, los cuales se generalizan por sí solos a los contextos de
la vida cotidiana (Fernández y Ferro, 2006).
La intervención clínica a través de la PAF considera que los problemas que llevan
a una persona a solicitar ayuda, no ocurren sólo fuera de la sesión terapéutica,
sino que suceden también al interior de ésta, en la relación con el terapeuta. Por lo
tanto, deben aprovecharse las oportunidades de aprendizaje que aparecen en
esta relación (Fernández y Ferro, 2006).
Parte del trabajo del terapeuta que realiza PAF es distinguir las denominadas
conductas clínicamente relevantes (CCR), siendo éstas de tres tipos (Fernández y
Ferro, 2006):
- CCR tipo 1: son conductas problemáticas que ocurren dentro de la sesión, y que
la terapia tiene que tratar de disminuir en su frecuencia. Éstas pueden implicar
pensamientos, percepciones, sentimientos, recuerdos, visiones, que suelen
cumplir una función evitativa. Para trabajar con estas conductas deben ocurrir
durante la sesión terapéutica. Por ejemplo, una respuesta agresiva del cliente en
reacción a alguna intervención del terapeuta
- CCR tipo 2: son las mejorías que manifiesta el cliente durante la sesión, las
cuales a medida que avanza el tratamiento irán en aumento. Por ejemplo, cambiar
las respuestas agresivas por formas de comunicación asertiva.
- CCR tipo 3: son las interpretaciones que hace el cliente de su propia conducta y
cómo se las explica en términos de las causas que las provocan. Estas
explicaciones se espera que, hacia el final de la intervención, se realicen en
términos funcionales, es decir, expliquen el comportamiento como una función de
estímulos reforzantes, discriminativos y elicitadores. Por ejemplo, que el cliente
pueda observar que su conducta agresiva ha sido reforzada por los demás, al
obtener lo que desea a través de ésta.
Un patrón inflexible que consiste en que para poder vivir se actúa bajo la
Producto de la descripción del TEE, la ACT se establece como objetivo que las
personas regulen flexiblemente su comportamiento, alterando la función que
cumplen los pensamientos, recuerdos y sensaciones molestos, sin tratar de
reducirlos. Para ello, una de las primeras metas terapéuticas es que la persona
sea capaz de apreciar lo paradójico de su comportamiento, y generar conciencia y
aceptación del flujo de eventos privados, pero esta vez generando una función
positiva de éstos. Así se espera que el paciente genere un repertorio conductual
extenso y flexible, encaminado a metas personalmente valiosas.
Conclusión
A partir de las terapias revisadas es posible dar cuenta del desarrollo que ha
tenido el modelo cognitivo conductual en la historia de la psicología. Este
desarrollo surgió desde los planteamientos de las aproximaciones netamente
conductuales de los programas de modificación de conductas, los cuales han
incorporado las variables mediacionales del comportamiento como un factor
importante dentro de las posibilidades terapéuticas y del foco de trabajo y
recuperación. Estos modelos corresponden a los planteados por Meichembaun y
Goldfried en donde se indica la importancia de la cognición y los pensamientos
dentro del factor etiológico de los problemas.
Los modelos vanguardistas como la ACT y la PAF, han tomado los postulados
más radicales del modelo conductual y han levantado la importancia de las
conductas encubiertas (conductas verbales) dentro del foco de trabajo terapéutico
y han ideado procedimientos que permiten moldear y modelar cambios en este
punto a fin de encontrar resultados y respuestas más adaptativas para los
pacientes y así mostrar mejoría a las problemáticas que presentan en sesión.
Referencias Bibliográficas
Siglo Veintiuno.
5(2), 203-229.
Kohlenberg, R., Tsai, M., Ferro, R., Valero, L., Fernández, A., & Virués-Ortega, J.
5(2), 349-371.
27(2), 79-91.
Barcelona: Paidós.
Nezu, A., Nezu, C., Deaner, S., y D'Zurilla, T. (1997). El Estado de la cuestión de
Perona, S., & Rivas, C. (1996). Revisión conceptual de los modelos de análisis
237-259.
College of Psychiatrists.
UNIACC (2015). Estado actual del modelo cognitivo conductual. Teoría Cognitivo
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