343 Nuevas Perspectivas Musicales
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phase
REVISTA DE PASTORAL LITÚRGICA
http://phase.cpl.es/
Director
Vinculada José Antonio Goñi
al Instituto
Superior Consejo
Luis Fernando Álvarez (Madrid)
de Liturgia Dionisio Borobio (Salamanca)
de Barcelona,
REVISTA DE PASTORAL LITÚRGICA
Publicado por
Centre de Pastoral Litúrgica
+ Nàpols 346, 1. 08025 Barcelona
( 933 022 235 7 933 184 218
8 cpl@cpl.es - www.cpl.es
ISSN 0210-3877 / D.L.: B 7504-1961 Imprenta: Agpograf
Año 58
2018
Director
Vinculada José Antonio Goñi
al Instituto
Superior Consejo
Luis Fernando Álvarez (Madrid)
de Liturgia Dionisio Borobio (Salamanca)
de Barcelona,
REVISTA DE PASTORAL LITÚRGICA
Publicado por
Centre de Pastoral Litúrgica
+ Nàpols 346, 1. 08025 Barcelona
( 933 022 235 – 8 cpl@cpl.es – www.cpl.es
ISSN 0210-3877 / D.L.: B 7504-1961 Imprenta: Agpograf
phase
año 58
enero – febrero 2018
núm. 343
Artículos
Fergus Ryan
«Musicam sacram»: Documento – Recepción
– Evolución ......................................................................... 9
Jordi -A. Piqué i Collado
Consideraciones sobre una «“quasi” sacramentalidad»
de la música en la liturgia................................................... 29
Daniel Alberto Escobar Portillo
Criterios para la selección de cantos y música litúrgica:
Eucaristía, matrimonio y exequias.................................... 41
Puntos de vista
¿Participamos con el canto en nuestras celebraciones?
(Óscar Valado Domínguez)............................................. 61
La modalidad como signo del lenguaje musical sacro
(Raúl del Toro)................................................................... 67
«…El susurro de una brisa suave» (1Re 19,12) (Roberto
Fresco)................................................................................. 72
«Misa ülkantun». Canto mapuche para la liturgia cató-
lica (Cristóbal Fones)......................................................... 78
Noticias
Concesión del IV Memorial Pere Tena de Pastoral Litúr-
gica......................................................................................... 83
La tradición musical de la Iglesia […] (SC 112)................ 84
Libros
Bibliografía reciente en español (José Antonio Goñi
– Cristobal M. Orellana)................................................... 85
Dionisio Borobio, Sacramentalidad, sacramentos y mís-
tica en santa Teresa de Jesús (María Daniela Biló); Óscar
Valado Domínguez, La música como «porta fidei» en la
conversión de Manuel García Morente (1886-1942). Una
interpretación teológica a partir de la relectura teológico-
musical del «hecho extraordinario» (Ramiro González).... 91
In memoriam
Luis Maldonado Arenas (1930-2017) (Josep Urdeix)...... 95
A la parroquia de
Santa Eulalia de Vilapicina
y su equipo de liturgia
Sábado 17 de febrero de 2018,
a las 12 del mediodía,
en la parroquia de Santa Eulalia de Vilapicina,
Paseo de Fabra i Puig, 260 Barcelona
«Musicam sacram»:
Documento – Recepción – Evolución*
Fergus Ryan
1. Introducción
6. Conclusión general
A pesar de que Musicam sacram fue un documento que intentó
aclarar cuestiones sobre música sagrada durante el torbellino
de los cambios en curso en la liturgia, parece como un texto que
quedó desfasado poco después de ser promulgado. Esto se debió
a que los ritos promulgados en 1969 y 1970 fueron más allá de los
cambios realizados a partir de Inter Oecumenici en 1964 hasta la
misma Musicam sacram en 1967.
Las consultas enviadas a la Congregación para el Culto Divino
sobre la inclusión de melodías en las ediciones locales del Misal
Romano, que dieron pie a la nota publicada en Notitiae 1975,
subrayaron la experiencia de ruptura en la mentalidad de quienes
preparaban esas ediciones locales. La respuesta impresa sugiere
una expectación de mayor continuidad en el uso de la Iglesia del
canto en la celebración de la misa que lo que las Iglesias locales
podían haber entendido, y un gran acento en el canto del sacerdote.
A pesar de que Musicam sacram fue una Instrucción en un momento
de transición, superado hasta cierto punto por los subsiguientes
cambios a pocos años de su promulgación, su relevancia práctica
ya se encontraba debilitada al menos en lo relativo al elemento
específico aquí examinado (canto litúrgico y formas de celebración)
por dos razones principales. La correlación entre participación
de los fieles y formas cantadas de celebración eucarística se había
visto enormemente interrumpida por la inclusión en la missa lecta
de la participación vocal de los fieles (recitación) como normativa
en Inter Oecumenici, empezando en 1964. Por otra parte, en aquel
momento se había introducido una mayor variedad de formas de
celebración, además de la normalización de la recitación común.
36,00 €
La forma de la liturgia
Por Gregory Dix. 980 págs.
«El esquema ritual de la Eucaristía revela la
comprensión esencial cristiana de la vida humana».
Esta afirmación, que el monje benedictino anglicano
Gregory Dix (1901-1952) incluye en la introducción a
La forma de la liturgia, encuentra su plena justificación
con este exhaustivo estudio de los ritos de la
Eucaristía, un clásico escrito en 1945, cuya primera
traducción completa al castellano ofrecemos en la
colección Biblioteca Litúrgica. Dix ofrece una visión
que coincide ampliamente avant la lettre con el espíritu
conciliar del Vaticano II y que se desarrolla en un
lenguaje divulgativo al alcance de todos. Un libro
imprescindible.
4. Algunas conclusiones
Lejos de querer parecer pesimista o apocalíptico, los elementos
hasta ahora presentados pretenden subrayar la validez de las
intuiciones conciliares sobre el valor de la música en la liturgia.
19 Cf. J.P. Rubio Sadia, «La Biblia en el Misal. Formas de presencia y pro-
cedimientos de redacción», Nova et vetera 41/83 (2017) 12-17.
20 Cf. V. Raffa, Liturgia eucaristica. Mistagogia della Messa: dalla storia e dalla
teologia alla pastorale pratica, Roma: Edizioni Liturgiche 2003, 207-209.
2.2. Kyrie
Estamos ante un canto «con el que los fieles aclaman al Señor y
piden su misericordia» (OGMR 52). En él regularmente toman
parte el pueblo y la schola o un cantor (cf. OGMR 52). Cuando
forma parte del tercer modo de realizar el acto penitencial, el Kyrie
va precedido de tropos, subrayando habitualmente el carácter
de aclamación a través de la figura retórica de la apóstrofe, que
consiste en dirigirse a Dios directamente, a través de la expre-
sión Tu. Las expresiones de los tropos son de contenido bíblico y
nos muestran aspectos de la vida y de la acción de Cristo.24 Por
lo tanto, el texto nunca está centrado en la condición pecadora
del hombre, es decir, en este momento no pedimos misericordia
porque nosotros somos pecadores, sino porque Cristo ha venido
a otorgarnos el perdón.
2.3. Gloria
Se trata de:
Un antiquísimo y venerable himno con el que la Iglesia, congregada
en el Espíritu Santo, glorifica a Dios Padre y al Cordero, y le presenta
sus súplicas. Lo entona el sacerdote o, según los casos, el cantor o
el coro, y lo cantan o todos juntos o el pueblo alternando con los
cantores, o solo la schola (OGMR 53).
Es un canto destinado a los domingos, fuera del tiempo de
Adviento y de Cuaresma, así como a las solemnidades, fiestas y
algunas celebraciones más solemnes (cf. OGMR 53).
Al menos en los días más señalados debería ser un canto entusiasta,
especialmente festivo, íntegramente cantado, sin cambiar el texto
(Directorio 154).
Es necesario recalcar que este himno, como el resto de las obras
musicales del Ordinario de la misa, no se debe cambiar, puesto que
no es un canto de acompañamiento de un rito, sino que constituye
un rito de por sí (cf. Directorio 154; OGMR 53).
2.5. Credo
Destinado a las celebraciones eucarísticas del domingo, de las solem-
nidades o de peculiares celebraciones solemnes (cf. OGMR 68), pre-
tende que todo el pueblo congregado responda a la Palabra de Dios
con la finalidad de rememorar los misterios de la fe y confesarlos
antes de entrar en la liturgia eucarística (cf. OGMR 67). Aunque el
Credo ha sido siempre un canto muy popular en la misa, no es un
himno ni una aclamación que exija ser cantada (cf. Directorio 160).
En el caso de ser cantado debe procurarse la intervención del pueblo
en el mismo, o al menos en parte del Credo, manifestando de esta
manera la confesión pública y solemne de la fe cristiana.
2.6. Ofertorio
Este es el nombre que recibe en rito romano el canto que acompaña
la procesión en que se llevan las ofrendas al altar. Las normas sobre
el modo de interpretación coinciden con las del canto de entrada
2.7. Santo
El Santo constituye una antiquísima aclamación integrada en la
plegaria eucarística. Está previsto que la aclamación sea procla-
mada por el pueblo junto con el sacerdote (OGMR 78b). Como el
principal de los cantos de la misa, conviene potenciarlo, debido a
que su sentido pleno no cabe en un mero recitado. La veneración
del texto impide, en principio, su sustitución por otro. Asimismo,
es de gran interés fomentar una catequesis bíblica, teológica,
litúrgica e histórica que contribuya a interpretar mejor este canto
que expresa de modo singular la unión entre la liturgia celeste y
terrestre (cf. Directorio 165).
2.8. Padrenuestro
De por sí no constituye un canto. Sin embargo, tanto la invitación,
la oración misma, el embolismo y la doxología con que el pueblo
cierra esta parte pueden ser cantados (cf. OGMR 81), al igual que
otras muchas partes de la celebración eucarística.
Hay que evitar a toda costa el cambio del texto y, por lo mismo, esas
canciones-paráfrasis en las que, hacia la mitad, mientras el coro
a boca cerrada recuerda la melodía, se recita la oración del Señor
(Directorio 168).
El Directorio subraya, asimismo, la importancia de que los fieles
sepan cantar todos a una en latín la oración dominical en sus
melodías más fáciles.
5. Conclusión
A partir del estudio realizado en estas páginas es posible estable-
cer algunas conclusiones para determinar un repertorio musical
adecuado.
En primer lugar, se debe comprender que el factor musical de
nuestras celebraciones no constituye un añadido extrínseco o un
suplemento solemnizador de la liturgia, sino que, por el contrario,
se ha de integrar armónicamente en ella. Así lo propone Sacrosanc-
tum Concilium 112, en continuidad con la Tradición y el Magisterio
litúrgico-musical anterior. Una adecuada programación musical
de la celebración constituye un indudable instrumento pastoral
y evangelizador en la Iglesia actual, superando una concepción
meramente esteticista y accesoria de la música litúrgica.
Tal y como lo muestra la Tradición, la Sagrada Escritura ha de cons-
tituir la principal fuente textual del repertorio musical litúrgico,
como criterio objetivo alejado de subjetivismos y de corrientes
teológico-litúrgicas pasajeras. Asimismo, el canto gregoriano en la
Iglesia latina debe ser incluido en la celebración con naturalidad.
La normalización de la lengua vernácula no está en conflicto con
el recurso al repertorio monódico en latín. La facilidad y la unidad
que fomenta la monodia litúrgica contribuyen no poco a expresar
la alabanza divina de un modo singular.
La celebración eucarística ofrece múltiples ocasiones para cantar o
para el uso de instrumentos musicales. En estas líneas hemos seña-
lado algunas notas referentes a los principales cantos del Ordinario
y del Propio de la misa. La amplia gama de posibilidades vocales e
instrumentales que se admite en la misa debe armonizarse con el
resto de elementos litúrgicos, tales como el sentido del día que se
celebra y el momento celebrativo concreto. No se deben escatimar
esfuerzos en acudir a músicos profesionales para que aporten su
criterio y colaboren con celebraciones en las que la música se integre
plenamente en la liturgia.
2. No a la improvisación
Valorar que el canto no es un añadido de la celebración sino que
forma parte integral de la propia liturgia (cf. SC 112) nos ayudará
a establecer una serie de criterios a la hora de preparar nuestras
celebraciones. En muchos lugares tienen la suerte de contar con
un salmista, un coro, un organista, etc.; en otros lugares un grupo
de jóvenes –o no tan jóvenes, eso es lo de menos– que cantan y
animan la celebración con instrumentos; en otras comunidades
3. Formación litúrgico-musical
Posiblemente, el factor más decisivo en la deriva actual de la música
litúrgica sea la falta de formación. Y cuando digo esto lo hago de
forma objetiva, ya que en el cuestionario realizado por la Confe-
rencia Episcopal, como indicábamos, el 90% de los encuestados
afirma que canta en las celebraciones, pero de estos más del 40%
afirma no tener ningún tipo de formación litúrgico-musical; y en
esto, nuevamente, debemos entonar el mea culpa, ya que de los 653
sacerdotes que han respondido, solo el 55% ha recibido formación
musical en el seminario; señal de que un aspecto tan importante de
la formación sacerdotal está quedando de lado incluso en nuestros
centros y casas de formación.
Por otra parte, en España, pese a haberlo solicitado hace 50 años el
Concilio, son muy pocas las diócesis que cuentan con un Depar-
tamento o Secretariado de Música Sacra; y tampoco existe, como
en otros países, un centro de formación litúrgico-musical, ya sea
una escuela superior, una facultad, etc. Quizás sea el momento
de revitalizar nuestras diócesis con estos secretariados o incluso
replantearse a nivel nacional la conveniencia de un centro de for-
mación musical, ya que es de vital importancia tener personas bien
formadas en nuestras comunidades. Y sí, también musicalmente.
Sin la adecuada formación todo resulta confuso y parece que el cri-
terio es cada vez más lo subjetivo, «lo que a mí me gusta», en lugar
sum; posuísti super me manum tuam; mirábilis facta est sciencia tua.
Muchos otros ejemplos podrían traerse de cómo con la misma
serie de seis o siete notas se ha logrado en el canto gregoriano la
eficaz proclamación de textos sagrados de contenido y afecto muy
diferente. Ningún repertorio litúrgico surgido después, en ninguna
época, país ni idioma, creo que pueda equipararse al gregoriano
en tal profundidad y riqueza de matices. He aquí un modelo y un
potencial de cara a la aplicación del lenguaje modal en el repertorio
litúrgico de lengua española.
Una de las mayores deficiencias que aquejan a gran parte de la
música litúrgica posconciliar en lengua castellana es, además de un
indebido énfasis en lo rítmico, el uso mayoritario del lenguaje tonal,
y ello abundando en los giros melódicos más tópicos y previsibles.
En el ámbito germánico el canto litúrgico popular -de mayor solera-
muestra una clara vinculación con los corales luteranos. Estos,
surgidos en un periodo de acelerada tonalización de la antigua
modalidad (siglo xvi-xvii), se integran bien en el mundo tonal,
como muestra el soberbio uso que de ellos hicieron compositores
como J. S. Bach y otros. Ahora bien, ha de tenerse en cuenta que
muchos corales no son sino adaptaciones de melodías gregorianas
tal y como se cantaban en el siglo xvi. Ello, unido a la mayestática
grandeza de su estabilidad rítmica, hace que el predominio tonal
no desdiga del contexto litúrgico, si bien su filiación respecto de
la tradición católica, sobre todo en las melodías nuevas, queda
notablemente atenuada.
El área europea francófona goza de una bellísima tradición meló-
dica desde antiguo, que no ha dejado de fecundar el repertorio
creado para la reforma litúrgica de Pablo VI. En lengua castellana
nos hemos beneficiado de ello sobre todo a través de las adapta-
ciones de cantos de L. Deiss. Otro ejemplo de la apuesta modal en
el nuevo repertorio de lengua francesa aparece en la sección de
salmos para la misa del Missel noté de l’Assemblée (Lieja, 1990). Se
utilizan aquí siete modos, considerando como tales las escalas que
se forman partiendo de cada una de las notas de la escala natural.
Ahora bien, no deja de existir el riesgo de servirse del sistema
modal de un modo tosco. Esto ha ocurrido con cierta frecuencia
«Misa ülkantun».
Canto mapuche para la liturgia católica
Cristóbal Fones
Moisés Daniel Pérez Díaz, Liturgia lo que hay que saber (Formación
Pastoral), Bogotá: CELAM 2016, 64 pp.
Josep Urdeix
Director
José Antonio Goñi
Vinculada
al Instituto Consejo
Luis Fernando Álvarez (Madrid)
Superior
Dionisio Borobio (Salamanca)
de Liturgia Juan María Canals (Madrid)
de Barcelona,
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