Primera Meditación

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CONSAGRACIÓN

AL SANTO PATRIARCA SAN JOSÉ


Meditaciones de domingo para la consagración a San José

Consideraciones generales
Para ir disponiendo nuestro corazón según Dios, para esta santa consagración al santo
patriarca San José, iremos usando como medio de preparación, las meditaciones según
el método ignaciano, que a continuación describiremos. Estas meditaciones se deben
realizar los días domingos y repetirlas los días miércoles, que son los días que la iglesia
conmemora al santo patriarca.
Método de la oración ignaciana
Se divide en 4 partes.
Primera parte: Actos preparatorios (5 minutos ante el Santísimo Sacramento de
rodillas)
Ponerse en la presencia de Dios: es tomar conciencia que estamos en Dios, en Él nos
movemos y existimos, por Él somos y a Él tendemos, es sabernos delante de Él, estamos
ante su majestad, ante su dulce y tierna mirada. Una mirada de Padre y Señor. Aquí
debemos acallar nuestras potencias, apagar la imaginación, nuestra mente se debe
centrar en la presencia de Dios, nuestra voluntad debe desear unirse a Dios, hago un
silencio interior para escuchar la Voz de Dios, que me habla en el silencio y la quietud.
1. Oración preparatoria: es elevar a Dios una breve oración, en la cual le ofrecemos todas
las acciones que vamos a realizar, las acciones de nuestro espíritu, de nuestra
inteligencia para que sea iluminada por la fe, de nuestra voluntad para que tienda
siempre a obrar la caridad, y las acciones de nuestra memoria, para que los recuerdos
de esta vida terrena, recuerdo de pecados y maldades, recuerdo de alegrías y gozos, no
sean ahora causa de distracción en nuestra unión con Dios, sino que por la virtud de la
esperanza nos mueva más a anhelar los gozos eternos del Cielo.
La oración reza del siguiente modo:(46) “pedir gracia a Dios Nuestro Señor para que
todas mis intenciones, acciones y operaciones se ordenen puramente al servicio y
alabanza de su divina majestad.”
2. Primer preámbulo: proponerse la historia de lo que se medita o contempla. Encuadrar
de modo general lo que vamos a meditar, aquí siempre serán versículos del evangelio,
entonces es ver en qué circunstancias se dijeron, quiénes estaban, etc.
3. Segundo preámbulo: hacer composición de lugar. Aquí es ver con la imaginación, el
lugar, imaginar lo que rodea, ver cómo estaban los personajes, que vestían, si estaban
enojados o tristes, ver a san José, que él será el centro de estas meditaciones, ver a la
Virgen cómo lo mira, ver al niño. Es ponernos con la imaginación en el hecho mismo, ver
como si estuviéramos allí presentes; san Ignacio dice como un esclavito que mira desde
un rincón, así nosotros ver, componer el ambiente, hacer uso de la imaginación para
meternos en la escena de los hechos a meditar.
4. Petición: pedir a Dios lo que quiero y deseo alcanzar por la presente meditación o
contemplación, aquí será en qué virtud quiero crecer o qué pecado quiero dejar. Es
mostrarle a Dios nuestra necesidad, y pedirle aquello que necesitamos para llegar al
cielo.
Segunda parte: Cuerpo de la meditación o contemplación (20 minutos sentado)
Tema a tratar: Esto es lo que yo les daré para que meditemos y crezcamos en el amor a
Dios por medio de san José. Se deben aplicar las tres potencias: memoria, inteligencia y
voluntad, recordando, indagando y amando el misterio a meditar o la verdad a
considerar.
Tercera parte: Actos conclusivos (10 minutos ante el Santísimo Sacramento de rodillas)
Coloquios: (cf.: [54]) Es el momento más importante. Se trata de la oración afectiva ya
sea con San José y /o la Santísima Virgen; o con Nuestro Señor Jesucristo y/o con el
Padre Celestial, hablando como un amigo habla con otro, como un siervo con su señor,
ya sea pidiendo una gracia, o culpándose por haber hecho algún mal, o comunicando
cosas y pidiendo consejo en ellas. Toda la presente meditación o contemplación se
ordena a este momento.
Cuarte parte: Examen de la meditación o contemplación (5 minutos sentado)
(cf.: [77]) ¿Cómo he procedido en la presente meditación o contemplación? si mal,
miraré la causa del mal proceder, y descubriéndola me arrepentiré para enmendarme
en adelante; si bien, daré gracias a Dios Nuestro Señor y procederé de la misma manera
en adelante.
Meditaciones
Día 1:
Primer dolor de san José:
“José piensa alejarse de María y Jesús”

Primera parte: Actos preparatorios


Imploramos el auxilio del Santo Patriarca para iniciar esta meditación, rezamos:

Oh san José, cuya protección es tan grande, tan


fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a
ti confío todas mis intenciones y deseos.
Ayúdame, san José, con tu poderosa
intercesión, a obtener todas las bendiciones
espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo,
Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al
confiarme, aquí en la tierra, a tu poder
celestial, te tribute mi agradecimiento y
homenaje.
Oh san José, yo nunca me canso de
contemplarte con Jesús adormecido en tus
brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él
descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi
nombre, besa por mí su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso
cuando yo exhale mi último suspiro. Amén.
Ponerse en la presencia de Dios
1. Hacer la oración preparatoria: “pedir gracia a Dios Nuestro Señor para que todas mis
intenciones, acciones y operaciones se ordenen puramente al servicio y alabanza de su
divina majestad.”
2. Proponerse la historia: ponemos a continuación los versículos del evangelio según San
Mateo, donde se encuentra los versículos que meditaremos.
"Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró
a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá
engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram,
Aram engendró a Aminadab, Aminadab engrendró a Naassón, Naassón engendró a
Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed
engendró a Jesé,"Jesé engendró al rey David. David engendró, de la que fue mujer de
Urías, a Salomón. Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá
engendró a Asaf. Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a
Ozías. Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías.
Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías.
Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia. Después
de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a
Zorobabel. Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a
Azor. Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud. Eliud
engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob y Jacob
engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el
total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde
David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a
Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones. La generación de Jesucristo fue de esta
manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos
ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y
no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado,
cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo…” (Mateo 1, 1-19)

3. Composición de lugar: imaginarnos al Santo Patriarca, un varón joven y a la vez


maduro, fuerte y humilde, esforzado por su trabajo de carpintero que consigue el pan
con el sudor de la frente. Imaginémoslo cansado por el peso del día que se va a
descansar en su humilde lecho.
4. Petición: pedir la gracia que quiero sacar de esta meditación, confiar siempre en los
planes que Dios tiene preparado para mi vida.
Segunda Parte: Cuerpo de la meditación o contemplación
Estos versículos los encontramos en el evangelio de san Mateo 1, 19. San José es
partícipe de la concepción virginal de María, no es que dudara el santo de la honestidad
de María, como lo plantean o quieren plantear los modernos y superficiales teólogos,
eso jamás pasó por la mente de san José, en el cual todo se honesto, santo y puro.
El dolor del santo nace de su condición de pecador, él se sabe pecador, se sabe impuro
ante tanta grandeza y hermosura que nace del corazón de María, ante tanta santidad
que brota del seno de su cándida esposa.
San José no puede entender los designios de Dios, no puede comprender la grandeza de
su vocación, la grandeza de su llamado, de ser el Padre virginal de Jesucristo y el esposo
casto de la Santísima Virgen María, y así en esta encrucijada de su vida, decide apartarse.
De aquí nace su primer dolor. Dejar a aquellos que más ama, dejar los tesoros de su
corazón, el tomó la decisión de apartarse de ellos si es esa la voluntad de Dios, no es
esquivo el santo patriarca a dejar lo que más ama si es eso lo que le pide Dios.
Saquemos dos verdades para meditar.
La primera verdad se encuentra en el hecho que el santo decide apartarse de aquellos a
los cuales más ama, decide renunciar a la presencia física de María y de Jesús, porque
entiende que nada puede anteponerse a la voluntad de Dios, y aunque esta decisión le
ha causado un gran dolor en su espíritu está dispuesto a aceptar la orden y ponerla en
obra si es que Dios se lo pidiera, vemos aquí la generosidad del Santo Varón, es evidente
que jamás Dios Padre nos va a pedir a nosotros que nos apartemos de la Virgen o de
Jesucristo, o que nos distanciemos de la santa Madre Iglesia, esa sería una gran
tentación luciferina, apartarnos de la fuente de la salvación.
Pero sí debe ser nuestra actitud como la del santo patriarca, de ser generosos y
diligentes en seguir la voluntad de Dios, aunque nos pida alejarnos de amistades o
lugares que no sirven ni ayudan para nuestra santificación, las malas compañías
corrompen las buenas costumbres dice san Juan Bosco, examinarnos, poner ante Dios
aquellas cosas que sé me alejan de Él, y pedirle fuerza para cortar con el pecado. Poner
ante Dios aquellas cosas interiores que no me ayudan para a ir al cielo, enojos, rencores,
envidias, broncas y recelos que a veces guardamos en lo más íntimo de nuestro corazón
y que no queremos reconocer, poner ante Dios la negligencia en el bien que no hacemos
por cierto respeto humano, en definitiva, examinarnos cómo estamos nosotros en
generosidad ante Dios, si es que verdaderamente queremos quitar de nuestra vida
aquellas cosas que nos atan al pecado, y nos apartan del cielo.
La segunda verdad a considerar, es de un orden más práctico, ver cómo San José reposa
confiado en la voluntad de Dios, por eso lo encontramos preocupado, pero a la vez lo
vemos descansando, pues es de experiencia común, que cuando se tiene una aflicción o
un problema por resolver el sueño se va y las noches se hacen largas y penosas.
Lo encontramos al santo reposando en su lecho, y si nos preguntamos el porqué de esto,
podríamos pensar que seguramente estaba cansado por el duro trabajo de carpintero,
no obstante y principalmente puede descansar porque confía en Dios, “aquel que ha
iniciado la obra buena la llevará a feliz término”, aquel que le ha mandado desposarse
con la Santísima Virgen María es el mismo que ahora lo guarda en su descanso. José
sabe que Dios va a querer nuestro bien, y él reposa en esta gran verdad, “Dios nos ama
y quiere nuestro bien”, aunque no entendamos sus caminos, aunque caminemos con
grandes trastabilleos, aunque existieron momentos en los cuales nos hayamos alejado
de Él, Dios Padre como la parábola del hijo pródigo, va a estar para acogernos en sus
brazos de Papá.
Veamos la forma en cómo obró san José. Fue a descansar a su lecho, y descansa el alma
que tiene la conciencia tranquila, descansa el alma que tiene esperanza en que Dios en
algún momento manifestará su omnipotencia, el santo sufrió por la prueba, y tuvo
paciencia en esperar la respuesta, los tiempos de Dios son perfectos, habrá buscado la
respuesta en la oración, implorado a Dios que lo auxilie.
Meditemos y comparemos nuestra vida con la de san José, él no se altera ante las
circunstancias adversas de la vida, él confía en Dios, no obra precipitadamente, sino que
espera y medita antes de actuar, quien duerme va al silencio, y quien sabe hacer silencio
va a encontrar la respuesta, pues es el silencio el clima ideal para la oración.
Cuántas veces nosotros por querer ya solucionar algo lo empeoramos, cuántas veces
nos falta introducirnos en el silencio de la oración para pedir luz en nuestras vidas, y así
obrar siempre según la voluntad del Altísimo.
Tercera parte: Actos conclusivos (lo más importante el coloquio)
Cuarta Parte: Examen de la meditación o contemplación

Terminar con las Letanías a San José

Señor, ten misericordia de nosotros Señor ten piedad


Cristo, ten misericordia de nosotros. Cristo ten piedad
Señor, ten misericordia de nosotros. Señor ten piedad
Cristo óyenos. Cristo óyenos
Cristo escúchanos. Cristo escúchanos
Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros
Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros
Santa María, ruega por nosotros
San José, ruega por nosotros
Ilustre descendiente de David, ruega por nosotros
Luz de los Patriarcas, ruega por nosotros
Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros
Casto guardián de la Virgen, ruega por nosotros
Padre nutricio del Hijo de Dios, ruega por nosotros
Celoso defensor de Cristo, ruega por nosotros
Jefe de la Sagrada Familia, ruega por nosotros
José, justísimo, ruega por nosotros
José, castísimo, ruega por nosotros
José, prudentísimo, ruega por nosotros
José, valentísimo, ruega por nosotros
José, fidelísimo, ruega por nosotros
Espejo de paciencia, ruega por nosotros
Amante de la pobreza, ruega por nosotros
Modelo de trabajadores, ruega por nosotros
Gloria de la vida doméstica, ruega por nosotros
Custodio de Vírgenes, ruega por nosotros
Sostén de las familias, ruega por nosotros
Consuelo de los desgraciados, ruega por nosotros

Esperanza de los enfermos, ruega por nosotros


Patrón de los moribundos, ruega por nosotros
Terror de los demonios, ruega por nosotros
Protector de la Santa Iglesia, ruega por nosotros
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten misericordia de nosotros
V.- Le estableció señor de su casa.
R.- Y jefe de toda su hacienda.
Oremos: Oh Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste elegir a San José por
Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por
intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén

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