Neo Figuración
Neo Figuración
Neo Figuración
en
general de de:.
de 1960 el signo irónio ha sido un pretexto para la formación de signos simbólicos
significados más complejos socializados: mujer -icono- y mujer Marilyn Monroe de
Warhol simbólico o unidad temática-. La tematización de una gama variada
-signo
de signos simbólicos ha dado lugar a un amplio desarrollo de la semiótica connotativa o
parte que relaciona las unidades temáticas artísticas con la historia de las diversas so-
ciedades de nuestro tiempo. La reintroducción icónica ha impulsado nuevos sistemas
históricos de connotacioneso iconografías. Estas, como sabernos por la historia del
arte y la semiótica, son las convenciones temáicas propias de un contexto social
están determinadas históricamente.
La evolución de la representación ha tenido una doble vertiente. Desde la
perspectiva semióica, el primer paso fue el cultivo del signo icónico, que genera en un
desarrollo de la semióica connotativa desconocido desde el siglo NIN. Desde el ángu-
lo perceptivo y genético, la iconografía, en especial desde el pop art, ha progresado d
rigida e informada por el juego de operaciones activas del artista. Su carácter icónico
se subordina cada vez más al aspecto operativo del pensamiento que le liga ala pras
están
del sujeto humano como ser histórico. Los estudios de a genética mostran sola
elaboración debe a la
que la magen posee un carácter estático inicial y que su no se
otra cosa que las formas más recientes adoptadas por el expresionismo- existe la nece-
sidad de concretar el entorno social del hombre, de configurarlo de alguna manera, sin
renunciar a los hallazgos plásticos aportados porel informalismo.
explicitas, como el pop o «nuevo realismo», en España perdura hasta 1965, indecisa y
con
nostalgia de
abandonar la herencia del glorioso informalismo
español, pleno de
reconocimiento internacional. Asi pues, si en el
extranjero fue una etapa pasajera, en
el
panorama español alcanzó una relevancia peculiar. En todo caso, no fue un fenó-
meno exclusivo de nuestro
pais.
1. En 1962, el conocido crítico Clement Greenberg llamaba la atención sobre este
periodo de transición. Refiriéndose a las famosas «Pinturas de mujeres» (1952-1955)
de W. De Kooning o a ciertas obras de F. Kine (posteriores a 1953), denomina estas
experienc1as «representación sin hogad» (homeless representation), en cuanto emplea
fines abstractos, pero continúa sugiriendo elementos representacionales». Green
berg alude también a la obra primeriza de J. Johns o Wols en Europa, mientras
Dubuffet o Fautrier habían iniciado la figuración del «bajorrelieve furtivo». Pode-
mos considerar como puente de unión
el informalismo y la nueva figuración
entre
la obra del grupo Cobra, De Staël, Dubuffet, E. Vedova y, sobre todo, lo que Claus
ha agrupado bajo el término de «modelo dudoso»: Wols, De Kooning, Antonio Saura
y Hans Platschek". En el contexto español, V. Aguilera Cerni ha insinuado que la «hi-
potesis de la nueva figuración estaba implícita en la activista figuración informal
de Saura»5. En efecto, Saura habia vislumbrado desde 1959 la actitud abstracta y
figurativa ante la obra.
En el ámbito internacional, el critico y artista Hans Platschek es, sin duda,
quien suscita más deliberadamente la neofiguración desde 1959. La nueva figuracióon,
en el contexto
informal, no era una excusa sino un resultado del proces0 creador:
dlegar del material a la figura quiere decir, en primer lugar, que traigo nuevamente
de unmodo consciente mi visión al cuadro,
porque el cuadro como portador de
material exige mi "inventario imaginativo"» Las líneas de Jorn, Appel o De Koo.
.
ning se
agrupan en cabezas, ojos, narices, dan lugar a un signo 1conico, etc., pues «las
tiguras se desprenden como resultado de una acción pictorica, no como excusa Dara
la acción pictórica |...] El resultado cs un cuadro que plantea preguntas y al que, a la
inversa, se le pueden plantear preguntas, un signo interrogativo en el sentido literal
del término»". Estas afirmaciones, desde un punto de vista perceptivo, nos remiten
a la provocación de
configuraciones de «buena forma» y a la instauración de procesos de
dentificacion y rconocinmiento a partir del material.
sta corriente subrerránea emerge progresivamente en la «nueva figuración,
aunque no siempre rompe de un nmodo detinitivo con la premisa de la necesidad de
una expresión total. Sin duda alguna, Francis Bacon (nacido en Dublin en 1909) es el
pioncro y principal representante de esta tendencia. A pesar de la influencia ejercida
sobre el pop inglés, ha permanecido una figura aislada en el
panorama de la pintura
curpca frigurativa. El estilo deforme de sus figuras discurre paralclo con los contenides
Tticativos de terror, violencia, aislamiento, angustia, etc. Ia presencia de sus obras
e euna
experiencia opresiva. La pincelada amplia, las contorsiones de los miem
D12
ncoigurativa aprovechó la composicion caogena, desordenacda, propia delin-
formalismo. Ahora bien, la introducción del objeto
representado le exigia una cierta lógica
de convenciones gráficas e icónicas sin las cuales no
podia existir como representación.
a composición neofigurativa conjugó los polos de la figura y del lugar que ocupa en el
espacio. La figura representada, generalmente aislada, engendra su propio espacio. En la
exposición indicada del «nuevo espacialismo» tanto Sánchez Marín como A. Crespo defi-
nieron con suficiente claridad esta creación del
espacio: «expresión plástica de un espacio
vital en que las figuras confirman su existencia,
emerjan y surjan, ocupándolo» -Sánchez
Marin-, o «se pretende que la figura sea capaz de crear su propio
espacio. Es decir, que
el espacio sea una emanación de la
figura, una especie de apéndice de ésta» -A. Crespo-.
La reintroducción del objeto
representado o signo icónico supuso un replantea
miento del problema espacial, base de toda
representación gráfica. La pintura neotigu-
ratuva
responde a una taceta muy concreta de una fenomenología no sólo del espacIO
puramente pictórico, sino también del humano. Al mismo
sobre cl espacio
tiempo, resucita la discusIOT
pictóno-representativo, puesto entre paréntesis tras el auge de la abstraccion.
espacio pictórico de esta tendencia no implicó un retorno a la
diana. Hy ordenaconeucu
saBemos, tanto desde la ciencia como desde la la
creencia en las psicologia percepuva, *ya*
intuiconcs métricas cuclidianas
raccion.
DStaccIOn.
El espacio pictórico de esta tendencia no implico un retorno la
a
ordenación
1ón euci-
eue
diana. Hoy sabemos, tanto desde la ciencia como desde la psicologia perceptiva. que la
creencia en las intuiciones métricas euclidianas como formas unicas de organización espaesr
dianas, en especial las topológicasy proyectivas. Las relaciones espaciales de estos espacios son de
contigüidad, vecinaje, separación, desarrollo, etc. Y estas relaciones hallan su equilibrio en
leyes primitivas de organización espacial: segregación, sucesión, proximidad, interioridad-
exterioridad, sin que exista un sistema general de referencias y distancias. Como conse-
cuencia, denunciamos elementos proyectivos en la identificación del objeto representado.
Su presencia impone según los
se
rasgos fisionómicos individuales. Como podemos apre-
Ciar en la mayor parte de las obras
neofigurativas, en especial en las de Bacon, abundan las
relaciones deformantes, tanto interfigurales -de figura a figura- como, sobre todo, irajng
rales -relación de unas partes otras de la misma
a
tigura-,
En España la mayoria de nuestros artistas
neofigurativos, cuando empezaron a
relacionar su problemática con la realidad social, debieron renunciar a las ambigüedades
sintácticas y semánticas y acudir a Connotaciones concretas. Pero, desde este momento,
daban la espalda a la
ncofiguración y pasaron a englobar en mayor o menor medida las
filas del realismo crítico o de las figuraciones esteticistas. Ya
algunas obras de Genovés
como los relieves, las manos enguantadas de Mignoni o las formas simbólicas de clases
sociales determinadas de Somoza tendian a conectar con el medio ambiente circundante.
A partir de 1964-1965 derivó al abandono de las convenciones formales unidades
y sig-
nificativas del informalismo y a la introducción de unas técnicas más objetivas, todo ello
reflejo de más profundas transformaciones en la propia realidad social. La transición de
la neofiguración al realismo critico en España no puede entenderse como un mero fenó-
meno estético ní como un empeño de clarificar la representación, sino en atención a los
relevante. Pero por muchas innovaciones que haya sufrido la representación ulterior, seria
injusto ignorarla y pasar por alto su significación histórica.