Libro Dominguez Mons
Libro Dominguez Mons
Libro Dominguez Mons
RESEÑAS
*
Doctor en Antropología, Museu Nacional – Universidade Federal do Rio de Janeiro. Universidad de Buenos Aires. Facul-
tad de Filosofía y Letras, Instituto de Ciencias Antropológicas, Sección Antropología Social (UBA–FFyL–ICA–SEANSO).
CONICET. Buenos Aires, República Argentina. fabalbi@yahoo.com.ar
temáticos son variados y muchas veces poco otro “¡qué interesante!”, como si no se trata-
definidos; y, también, condenó a los docen- ra de una conversación); y el libro de autoa-
tes del Seminario a afrontar cada año una yuda para etnógrafos conflictuados (género
amplia dispersión temática y una marcada que tanto debe al amor de los autores nor-
heterogeneidad en cuanto a los grados de teamericanos de los ochenta por sus propios
avance de los trabajos de los estudiantes. Es ombligos), que nos induce a creer que todas
cierto que el segundo inconveniente es par- las incomodidades y desgracias que pudiera
cialmente administrado multiplicando los depararnos el campo no son sino magníficas
seminarios de investigación para que cubran ocasiones para producir conocimiento por-
distintos campos temáticos y que se ha com- que nosotros somos el centro del quehacer
pensado parcialmente el primero mediante la etnográfico y, por ende, debemos priorizar
introducción de contenidos ‘metodológicos’ por sobre todas las cosas la atención a los
en las materias y los seminarios de grado aspectos afectivos y emotivos de nuestras
(se trata de políticas que ha impulsado des- experiencias.
de hace años la Junta Departamental). Sin
embargo, los problemas subsisten y su peso De una manera mucho más interesante y
recae fundamentalmente sobre los docentes productiva, el libro presenta lo que Ana
de ambas asignaturas. Domínguez Mon describe como “una pro-
puesta de indagación a partir de las activi-
Este contexto hace particularmente auspi- dades que todo/a investigador/a debe reali-
ciosa la publicación del libro que aquí re- zar” (p. 16) y de “aspectos particulares de
seño. Primero, porque resulta de reflexiones las acciones centrales del oficio del o de
sobre la enseñanza del trabajo de campo et- la trabajador/a de campo” (pp. 16-17). En
nográfico llevadas a cabo por el actual equi- este contexto, además, el énfasis recae so-
po docente que viene poniéndole el pecho bre “algunos de los temas que usualmente
cotidianamente a las dificultades inscriptas quedan fuera de la organización de las cla-
en la configuración de nuestra disciplina y ses teórico-prácticas y de los talleres” (p. 9),
en nuestro diseño curricular. Y, segundo, de manera que el libro puede leerse como
porque estos colegas, al haberse formado un acompañamiento y una prolongación del
como docentes en el seno de la misma cáte- proceso pedagógico de la materia que, en lu-
dra, pueden capitalizar los aportes de nume- gar de reducir a fórmulas vacías los asuntos
rosos colegas que han pasado por allí desde ya tratados en clase, aporta un plus que los
los ochenta, entre quienes destacan dos et- estudiantes podrían aprovechar antes, du-
nógrafas y especialistas en la ‘metodología’ rante y después de cursarla.2
etnográfica de la talla de Esther Hermitte y
de Rosana Guber, así como una colega tan Otro gran acierto del libro –el mayor, qui-
versada en la etnografía de los procesos zás– es el de dar la palabra a alumnos y ads-
educativos como Graciela Batallán. criptos de la materia. Sus voces, tanto más
cercanas a las de los futuros estudiantes,
Uno de los mayores méritos de Trabajo de aportan cuidadosas exposiciones de sus ex-
campo etnográfico... es que evita exitosa- periencias de investigación en el marco del
mente las tentaciones que esconde la figura curso y más allá del mismo, extendiéndose
del ‘manual’: la guía, repleta de obviedades,
del tipo ‘hágalo usted mismo’ (esa clase de
2. En este sentido, además, el libro es una respuesta a
una parte de los problemas que plantea el diseño curricu-
texto donde se nos ‘enseña’ que para man- lar de la carrera, un recurso para extender la intervención
tener el rapport durante una entrevista hay del equipo docente más allá del estrecho marco de un cua-
que asentir cada tanto y musitar algún que trimestre, ampliando la gama de temas a cubrir.
hacia el trayecto de sus tesis de licenciatu- necesariamente crítico pero contiene fuer-
ra. Complejas, inteligentes y reflexivas pero tes impulsos sociales en tal sentido.
aún frescas, jóvenes, en formación, son vo-
ces que –bajo la orientación de miembros de Termino esta breve nota, como es de rigor,
la cátedra– recuperan sus experiencias de in- refiriéndome brevemente a los contenidos
vestigación desde el lugar de quienes todavía de los capítulos del libro.
no han terminado de procesarlas o, incluso,
de transitarlas y siguen comprometidos con En el primer capítulo, Carlos María Chiappe
las incertidumbres teórico-metodológicas, y Alejandra Ramos procuran “brindar herra-
técnicas y éticas inherentes a la experiencia mientas” para la “búsqueda, clasificación
de campo y la escritura etnográfica. y armado de corpus” relativos a los “dife-
rentes tipos de materiales escritos” (p. 25)
Un último punto a destacar es que prác- con que tratan los investigadores: fuentes,
ticamente todos los capítulos están atra- datos en general, textos académicos, etc.
vesados por consideraciones respecto de Apuntando, con acierto, a mostrar “el carác-
la dimensión ética de la investigación et- ter progresivo –pero no lineal–” (p. 24) de
nográfica. Esto es fundamental porque lo dicho trabajo, presentan algunas de las es-
que –más allá de la debilidad relativa de trategias desarrolladas en sus propias inves-
nuestros consensos al respecto– entende- tigaciones, lo que les permite mostrar que
mos por ‘etnografía’ en nuestra disciplina el armado de tales corpus “requiere de una
no sólo es una práctica de investigación prospección dúctil que habilite reformular el
que se ocupa de los asuntos de seres hu- problema de investigación” (p. 49).
manos sino una que lo hace apelando a
la construcción de relaciones personales, Los tres capítulos siguientes exploran di-
operacionalizando relaciones diádicas ba- versos usos de recursos visuales. Santiago
sadas en una u otra modalidad de confianza Manuel Giménez y Joanna Sander se cen-
mutua, hecho que nos compromete ética- tran en la fotografía y analizan “las dinámi-
mente de maneras que difieren de las pro- cas que adquieren las imágenes visuales en
pias de modalidades de investigación más el trabajo de campo antropológico” (p. 54)
formalizadas o estructuradas. El hecho de recorriendo su incorporación en los inicios
que estos docentes, estudiantes y adscrip- de la disciplina, el uso de las imágenes de la
tos de Metodología y Técnicas entiendan alteridad indígena en nuestro país, los deba-
que las reflexiones ‘metodológicas’ y las tes en la etnografía contemporánea sobre las
problematizaciones éticas son inseparables relaciones entre fotografía y reflexividad, y
y que deben ser compartidas con los futu- el uso de las imágenes en una etnografía en
ros estudiantes es sumamente feliz. Si bien particular. Al cabo, concluyen que “el pro-
quienes conocemos la calidad profesional ceso de construcción de una imagen se torna
y personal del actual equipo docente de la un material significativo para ser incorpora-
materia no podríamos haber esperado otra do al proceso de investigación” cuando es
cosa, creo que este detalle debe ser enten- “acompañado por un tipo de interpretacio-
dido también como un subproducto del he- nes que nos permita contextualizarlo y vol-
cho de que nuestra carrera se desarrolle en verlo inteligible para el observador” (p. 82).
el marco de una universidad pública, libre Luego, Ana Padawer aborda el uso de los re-
y gratuita. No es solamente para achicar el cursos fílmicos, recuperando dos experien-
gasto público que hoy –como en ocasiones cias de investigación propias que comparten
anteriores– se las ataca: está en juego la la apelación a una “aproximación audio-
existencia de un espacio que acaso no sea visual para el registro de la vida cotidiana