Descargue como DOCX, PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 16
La gestión de los conflictos en el entorno profesional
Si seleccionas líneas de la transcripción en esta sección, irás a la
marca de tiempo en el vídeo Pasamos en el trabajo gran parte de nuestra vida. Convivimos con personas muy distintas y a menudo nos enfrentamos a situaciones bajo presión por cumplir objetivos y plazos. Esto irremediablemente provoca conflictos. Estos conflictos no siempre son negativos, muchas veces son retos a los que enfrentarnos que nos ayudan a mejorar y crecer como profesional y como empresa, pero hay que saber gestionarlos para resolverlos y sacar un aprendizaje y una mejora de ellos. Los conflictos que no se resuelven adecuadamente suelen ser como una bola de nieve que crece y arrasa por donde pasa. Por otro lado, debemos entender los conflictos en un sentido amplio. Una gran discusión en la empresa es un conflicto bastante evidente, pero muchas veces son más sutiles. Los enfrentamientos que puede haber entre departamentos o la competitividad malsana entre empleados no siempre se manifiestan abiertamente, pero afectan a la calidad del trabajo, a la consecución de objetivos y al clima laboral y puede hacernos perder talento valioso para la organización si no sabemos detectarlo a tiempo y solucionarlo. Saber cómo resolver los conflictos es importante para todo profesional, es más, diría que para cualquier persona, ya que también nos encontramos con situaciones similares en nuestra vida personal. Personas tóxicas hay en todas partes y problemas provocados por una mala comunicación hay a menudo en todos los entornos. En el entorno laboral hay cargos o puestos de trabajo que, por su nivel de responsabilidad o el lugar que ocupan en la empresa, es aún más importante que sepan gestionar los conflictos. Los responsables de equipos de trabajo o los profesionales de recursos humanos tendrán un papel clave, pero todos y cada uno de los miembros de una organización, desde la persona que está haciendo prácticas durante unos meses al director general o el fundador de la empresa, se beneficiarán de este aprendizaje. Para empezar te propongo que pienses en tu trabajo. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste un enfrentamiento verbal con algún compañero o compañera? ¿Y la última vez que presenciaste uno sin estar directamente implicado? Y ahora un poco más complejo: Piensa en los enfrentamientos o problemas que tienes con compañeros o que sabes que hay entre equipos aunque no se hayan manifestado de forma abierta o evidente. ¿Cómo crees que está afectando al ambiente laboral y al día a día del trabajo?
Cómo no gestionar un conflicto
Si seleccionas líneas de la transcripción en esta sección, irás a la marca de tiempo en el vídeo ¿Alguna vez has tenido un problemilla con otra persona y, por no resolverlo, el tema ha tenido consecuencias negativas? Me refiero, por ejemplo, a haber discutido por alguna tontería, pero que por no hablarlo después la amistad se haya roto o que alguien se haya ofendido por algo que dijiste pero no te lo mencionó y al cabo del tiempo te reprocha ese algo que ni recuerdas. Bien, hay personas que huyen del conflicto, son situaciones que no les gustan y no saben cómo resolver, así que dejan pasar el tiempo esperando que se arregle solo. Por supuesto, no todas las situaciones son iguales, pero los problemas no suelen desaparecer solos. Por el contrario, suelen ir creciendo o agravándose si no los atajamos a tiempo. ¿Esto quiere decir que en cuanto surge un conflicto hay que reaccionar? No. Depende del tema de conflicto, depende de la situación y el contexto y depende de en qué estado emocional se encuentren las personas implicadas. Imagina que en una reunión con personas de varios departamentos y con un cliente importante hay una diferencia de opinión relevante entre dos jefes de departamento. Empiezan a discutir, van subiendo el tono y la situación se les va de las manos. Se trata de un problema interno y por tanto se debe resolver internamente, no con el cliente delante y otras personas de la empresa que no están implicadas. Lo correcto en esta situación es que la persona que dirige la reunión o incluso una de las personas implicadas en la discusión la paren, se disculpen ante los demás y aparquen ese conflicto para arreglarlo en privado y con los ánimos calmados. La reunión se debe retomar y continuar con otros temas. Pero el tema no debe quedarse pendiente. En otro momento, con calma, esas personas deben resolverlo y, si es necesario, deberán contar con un mediador, una figura objetiva en la que confíen los implicados en el conflicto y que, como su nombre indica, pueda mediar para que se resuelva. Así que si tengo que resumir cómo no gestionar un conflicto, destacaría dos formas. La primera: no hay que dejar que pase el tiempo indefinidamente sin buscar la solución. Y la segunda: no hay que lanzarse impulsivamente a resolverlo sin valorar si es el momento y el lugar adecuado y si los ánimos están suficientemente calmados.
Cómo no ser la fuente del conflicto
Si seleccionas líneas de la transcripción en esta sección, irás a la marca de tiempo en el vídeo En España decimos que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio. Quiere decir que nos resulta más fácil ver un defecto pequeño en los demás, pero no vemos los defectos grandes que tenemos nosotros mismos. Conocerse a uno mismo es fundamental. Puede costarnos más reconocer ante los demás nuestros defectos. Pero si no somos sinceros con nosotros mismos, es imposible mejorar. Hace falta humildad y madurez pero seamos honrados, no somos perfectos. Tenemos muchas virtudes pero también algún defectillo y alguno de esos defectillos afectan a los demás y a veces al trabajo. Así que lo primero que te pido es que hagas una pequeña lista de tus defectos o actitudes negativas que afectan o pueden afectar en el trabajo. Por ejemplo, si eres muy perfeccionista, puede que tardes mucho en entregar tu trabajo, aunque esté bien hecho, o que seas demasiado crítico con el de los demás. Si por el contrario piensas que lo mejor es enemigo de lo bueno y no te fijas tanto en los detalles porque para ti son nimiedades, puede que estés provocando que otra persona tenga que repasar tu trabajo para arreglarlo o modificar esas nimiedades. Si retrasas lo más posible las tareas tediosas que no te gustan, tu retraso puede estar perjudicando el trabajo de otros, que a lo mejor cuentan con menos tiempo para hacerlo tras recibir el tuyo. Si eres muy impulsivo o impulsiva y dices las cosas sin filtro, puedes estar haciendo daño con tus críticas a los demás sin darte cuenta. Hay muchas cosas de nuestra personalidad que pueden afectar negativamente a otras personas. Por suerte también las hay que afectan positivamente, pero aquí vamos a ver cómo controlar lo negativo. El primer paso es ser consciente de ello. A continuación, piensa lo que ocasionan o pueden ocasionar a nivel de conflictos laborales. Recuerda, no solo discusiones o enfrentamientos evidentes, también a nivel de malestar de otros compañeros o departamentos. Por ejemplo, si no eres puntual en el trabajo, en las reuniones o en la entrega de tus tareas, los que sí lo son pierden su tiempo, que es igual de valioso que el tuyo. Si te retrasas una vez, no pasa nada. Si es habitual, estarás generando una crispación en los demás. Estas consecuencias no hace falta que las escribas, pero quiero que las pienses para que seas más consciente de que lo que haces tiene consecuencias en los demás. Lo tercero que te pido, y esto sí es mejor que lo escribas, es qué provoca que te comportes así. Por ejemplo, puede ser que reacciones muy mal a las críticas y eso es lo que provoca que reacciones a veces de forma violenta. Puede que llegues siempre con retraso por la mañana porque te acuestas tarde y al despertarte alargas el rato en la cama, o que te cueste controlar tus sentimientos y que ante un mal comentario se te salten las lágrimas. Todos estos ejemplos y otros que puedas pensar afectan al buen funcionamiento de las relaciones laborales y es muy importante saber gestionar los conflictos que generan otros. Pero si controlamos y minimizamos los que provocamos nosotros, mejoraremos a nivel individual y el conjunto también saldrá ganando. Por eso mi conclusión es asegúrate de que no eres tú el origen de los conflictos o de alguno de ellos y, si lo eres, pon remedio cuanto antes. El ego, el gran problema de las personas Si seleccionas líneas de la transcripción en esta sección, irás a la marca de tiempo en el vídeo en general a nadie le gusta dar malas noticias, pero a veces es necesario decir a un compañero que algo que ha hecho es incorrecto o que la tarea que nos ha solicitado no puede estar en el plazo que nos ha dicho. Cuando estos mensajes se los tienes que transmitir a alguien con problemas para gestionar su ego, nace el conflicto. Además, puede haber otros condicionantes que lo hagan aún más difícil: si tiene un cargo superior al tuyo, bastante más edad o antigüedad en la empresa, si físicamente impone o su lenguaje corporal o verbal al expresarse es amenazador o si simplemente tiene una seguridad en sí mismo o en sí misma que tú no tienes. Veamos un ejemplo. María es la responsable de IT, o tecnología de la empresa. Es joven y no lleva mucho tiempo en su puesto, pero su experiencia y conocimientos están fuera de toda duda. Raúl es un responsable comercial y lleva varios años en la empresa. Además, es del grupo de colegas que suele ir a tomar cervezas con el jefe al salir de la oficina. Mucha gente en la empresa le tiene un poco de miedo porque no aguanta las críticas ni que le lleven la contraria y salta enseguida de una forma bastante agresiva. Raúl ha pedido a María, o más bien le ha exigido, que un desarrollo de software que están haciendo para la empresa esté listo a finales de mes. María, que es la responsable del proyecto, sabe que es imposible. No quiere enfrentarse a Raúl, pero tiene que decirle que no estará listo en la fecha que él quiere. Decide que lo mejor para evitar el enfrentamiento es enviarle un "e-mail" explicando con detalle las razones. Poco después se cruzan en un pasillo y surge el conflicto. Raúl se acerca a María y empieza a hablarle con brusquedad desde el primer momento. Le dice: "Quiero el software acabado el día 30 y me da igual lo que me cuentes". María intenta contestar, quiere decirle que no es posible y explicarle lo mismo que había escrito en el "e-mail", pero la situación le ha pillado desprevenida y le sale un hilo de voz. Raúl sube el tono de voz y no le deja hablar. Le dice: "Mira guapita, tú no sabes quién soy yo. Nos jugamos un contrato con muchos ceros. Me he comprometido para esa fecha y no voy a perderlo porque te apetezca pintarte las uñas en vez de trabajar". Raúl entonces se da la vuelta y se va, dejando a María sin apenas reaccionar. Bien, esta escena es solo un ejemplo, pero podemos encontrarnos muchas situaciones parecidas. Raúl, que se cree mejor que nadie como ha demostrado, se ha comprometido a tener un software listo en una fecha. Resulta que ese software no lo desarrolla él, sino María y su equipo, pero no ha contado con ellos antes de comprometerse, así que exige a María que lo tenga terminado según su fecha y se lo exige de muy malas maneras, con un tono de voz inadecuado, en un pasillo delante de otros, lo cual la vergüenza aún más y con un lenguaje no verbal intimidatorio con palabras cortantes, machistas y despectivas. ¿Qué podría hacer María para gestionar este conflicto de una manera más favorable para ella? Lo primero y fundamental: estar preparada. Si trabajas con un perfil egocéntrico que no consiente que le lleven la contraria y cuando pasa se comporta así o de una manera parecida, tienes que estar preparado. Así que María empezó bien, le envió un "e-mail" para decirle que el proyecto no estaría en la fecha que él quería y le explicó los motivos, es decir, evitó el enfrentamiento personal y le dio argumentos racionales. Como utilizó el "e- mail", realmente estaba dando espacio y tiempo a Raúl para que leyese los motivos, los entendiese, los aceptase y superase la frustración de no conseguir lo que quería sin llegar a un enfrentamiento. Podía haber funcionado, pero Raúl no se dio por satisfecho. Ya se lo dijo: "Tú no sabes con quién estás hablando". Por eso mejor estar preparado. Si es una situación que realmente te genera mucha tensión, bien por la importancia del tema del conflicto o por la importancia de la persona con la que se avecina el conflicto, te recomiendo los siguientes pasos. Primero prepárate mentalmente para la situación. ¿Dónde va a tener lugar ese enfrentamiento? ¿En tu despacho, en el suyo, en una zona común? Si puedes influir en algo, mejor en tu terreno. Siempre. A solas o delante de compañeros. Elige lo que te haga sentir más cómodo. ¿Vas a estar más violento o incómodo si alguien está presente? O al contrario, ¿estarás más tranquilo sabiendo que otras personas ven como se comporta? ¿Prefieres ser tú quien inicie la situación porque te permite tener mayor control o por el contrario confías en que mandando un "e-mail" se dé por satisfecho y no vas a iniciar nada? en cualquier caso insisto: piensa lo que tú prefieres e intenta dirigir tú la situación, pero prepárate para que no sea exactamente cómo o dónde quieres. Ensaya lo que vas a decir. Usa argumentos, el orden adecuado para explicarlo, etc. Prepara tus respuestas para frases o situaciones que pueden darse. Este tipo de personas suelen ser bastante previsibles, como la frase de Raúl "Tú no sabes con quién estás hablando" o "Prefieres pintarte las uñas en vez de trabajar". María ya había oído esas frases otras muchas veces dirigidas a ella y a otros compañeros. Prepara una buena respuesta. Por ejemplo: "Claro que sé con quién estoy hablando. Tú eres el responsable comercial y yo la responsable de tecnología, por eso te estoy explicando por qué el software que mi equipo desarrolla no va a estar en la fecha que le diste al cliente sin consultarme". Por último, te puede ser útil ensayar delante de un espejo, preferentemente en tu casa y no en el trabajo, claro. Escenifica esa conversación que has preparado, incluyendo las frases cortantes que puede dirigirte la otra persona. Ensaya tu lenguaje corporal. Ante su agresividad debes mostrar calma, seguridad en ti mismo o en ti misma y que no te intimide, aunque lo estés fingiendo. Cabeza alta, hombros erguidos y espalda estirada, mirando a los ojos pero sin ser desafiante. Si has pensado en las posibles situaciones que pueden darse cuando surja el conflicto, has preparado lo que te puede decir y lo que vas a contestar y has enseñado tu lenguaje corporal, seguro que la situación de María y Raúl no te va a suceder en el futuro.
Los prejuicios como fuente de conflictos
Si seleccionas líneas de la transcripción en esta sección, irás a la marca de tiempo en el vídeo ¿Sabrías decirme que es un prejuicio? Según el Diccionario de la Real Academia Española es una opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal. La definición está muy clara. Bien, todos tenemos prejuicios, nacemos sin ellos, pero los vamos adquiriendo con el tiempo. Pero hay personas que tienen muchos prejuicios y, sobre todo, se dejan llevar por ellos. Esas personas son una fuente de conflictos sin fin. Hemos visto en un ejemplo anterior cómo María era despreciada o desprestigiada entre otras cosas por ser mujer y en parte es probable también que por ser bastante joven. El prejuicio le atribuye menor inteligencia o conocimiento por su género y, dado que es joven, menos conocimiento por falta de experiencia. No voy a malgastar tiempo explicando que el género no influye en la inteligencia o en los conocimientos, pero sí me quiero detener en el tema de la edad. Raúl, nuestro responsable comercial, es más sénior que María, nuestra directora de tecnología. Supongamos que tiene diez años más de experiencia. Pero ¿en qué? En funciones comerciales. En el caso de María su formación y todos sus años de experiencia los ha desarrollado en tecnología. Dado que el tema de discusión es el desarrollo de un software, campo de trabajo de María, ¿qué relevancia tiene que él tenga más años de experiencia que ella? Ahora vamos a darle la vuelta al tema. Ya conocemos a María: joven, responsable de tecnología de la empresa. Manuel se ha acercado a hablar con ella cuando ha ido a tomar un café. Él es mayor que ella, de hecho uno de los séniores de la compañía. Es una buena persona, trabajador y poco ambicioso. Poca gente lo sabe, pero le apasiona la tecnología y es un poco friki en el buen sentido de la palabra. Su trabajo no tiene nada que ver con eso, está en el departamento financiero. Manuel lleva tiempo pensando que la última aplicación para móviles que ha desarrollado la empresa debería mejorarse en algunos aspectos y quiere decírselo a María. Manuel se acerca a hablar con María. La saluda y le comenta que quiere proponerle unas mejoras de la aplicación para móviles de la empresa. María le contesta que le interesan mucho sus sugerencias, pero que tiene bastante trabajo y le invita a mandárselo por "mail", se despide amable y se va. En realidad a María le ha hecho gracia el comentario de Manuel y no le ha tomado en serio. Es alguien que trabaja con la contabilidad y lo menos tecnológico que se puede imaginar, o eso piensa María. Tiene prejuicios por la edad de él, por las funciones que desarrolla normalmente y por lo poco que le ha visto. En realidad no le conoce apenas. Si se le hubiese acercado con el mismo argumento uno de los "millennials" que trabaja en la empresa, incluso siendo de cualquier otro departamento, seguramente le habría hecho más caso. Porque insisto, un conflicto no siempre tiene que ser muy evidente o conllevar cierta agresividad. También es un conflicto una situación como esta, en la que una parte es ignorada por la otra. ¿Qué puede hacer Manuel o cualquiera que debe interactuar con personas con prejuicios por su edad, su género, su cultura, su identidad sexual o cualquier otro motivo? De nuevo, estar preparado. Parte de que la otra persona, o sus prejuicios, no te va a dar credibilidad, no va a juzgar tu trabajo porque ya te ha juzgado como persona. El ejemplo de Manuel no afecta a su trabajo, pero los prejuicios pueden afectar a nuestras funciones y nuestra carrera profesional continuamente, así que la clave es buscar la manera de desmontar esos prejuicios mostrando claramente la calidad de tu trabajo, tus conocimientos, tu experiencia, etc. No te disculpes por ser muy mayor, muy joven, mujer o de otra cultura. No te justifiques, solo exige que se te valore por tu trabajo, por lo que haces, por los resultados y prepárate para dar esa respuesta, porque si tu trabajo es bueno, será irrefutable.
La competitividad en el entorno laboral
Si seleccionas líneas de la transcripción en esta sección, irás a la marca de tiempo en el vídeo A menudo decimos de las empresas que están en mercados muy competitivos. La competitividad nos ayuda a superarnos como empresa, como personas y como profesionales. La competitividad por sí misma no tiene por qué ser mala, pero para eso debe ser sana. Debemos aspirar a superarnos a nosotros mismos, a hacer las cosas cada día un poco mejor y evitar las comparaciones. Como empresa, sobre todo en esos mercados competitivos que mencionaba, es inevitable estar pendiente de lo que hace la competencia. Intentarán ser mejores, más rápidos o más atractivos para los clientes. La competitividad que crea conflictos en la empresa es la que hace que un profesional sea capaz de cualquier cosa con tal de destacar sobre el resto. Es ese profesional que puede mentir, robar ideas y humillar a otros para quedar él o ella mejor. Hace años conocí a una profesional extremadamente competitiva. No era especialmente brillante, pero sí muy trabajadora. Era la primera en llegar y la última en irse porque quería destacar y suplía su falta de excelencia con trabajo extra. Hasta ahí muy bien. El problema es que también trataba mal a la gente que tenía por debajo para que no pudiesen hacerle sombra. Consiguió que despidiesen a un par de personas por la misma razón y su trato impoluto con los que estaban por encima de ella cambiaba radicalmente con los que no. Una actitud común de estas personas es, digamos, robar las ideas ajenas y presentarlas como propias, seguramente te ha pasado. Supongamos que hay una reunión de departamento. Luis había estado pensando ideas para la reunión y en un momento dado propone una nueva forma de organizarse en el equipo para trabajar, pero se cambia de tema y la idea queda en el aire. Un par de semanas después el jefe, que no estaba en la reunión, manda un "e-mail" a varios equipos para comunicar un cambio en la forma de trabajar. Explica que ha sido una propuesta de Carlos y que próximamente desarrollará los detalles. Obviamente esa idea no es de Carlos, es la de Luis. ¿Qué debe hacer Luis, callarse y hacer que no ha pasado nada o ir al jefe y decírselo? ¿Ir a la mesa de Carlos y gritarle lo que se le pase por la cabeza? ¿Guardarse la ofensa y vengarse más adelante? ¿Tú qué harías? Piensa un poco cómo gestionarías ese conflicto. Te diré qué hizo Luis. Luis se ha dirigido a hablar con un par de compañeros que habían estado en la reunión. Quiere estar seguro de que todos oyeron su idea en aquel momento y que efectivamente lo que explica en el "e-mail" el jefe es lo mismo que él dijo. También les pregunta si estarían dispuestos a corroborar sus palabras y le dicen que sí. Luis ha esperado al día siguiente para calmar su enfado y pensar bien qué hacer. No le mueve la venganza, simplemente le parece injusto que Carlos se apropie de su idea de forma tan descarada y sin haberle dicho algo a él y quiere pararle los pies para que no vuelva a hacérselo a él ni a nadie. Luis entra en el despacho donde se encuentra Carlos y le dice de forma clara que, como ambos saben, la idea de la nueva forma de trabajar es suya y con total autocontrol le dice que o va a decirle al jefe de quién surgió la idea realmente o lo hará él mismo. Carlos intenta interrumpirle, le dice primero que no sabe de qué le está hablando, luego que a él se le había ocurrido antes y que no piensa decirle nada al jefe porque será la palabra de Carlos contra la de Luis. Luis le explica con tranquilidad: "No estoy aquí porque quiera colgarme ninguna medalla. Cuando estuve buscando ideas, solo quería que nos fuese mejor a todos al trabajar. Pero no está bien que te aproveches del trabajo y de las ideas de los demás y te he visto hacerlo otras veces. O vas y se lo dices tú al jefe o se lo digo yo y Beatriz y Tomás, que estaban en la reunión, confirmarán lo que he dicho, seguramente el resto también". Finalmente Carlos entendió que no le quedaba más remedio que confesar. Iba a quedar fatal, pero no debía de haberse apropiado de una idea ajena. La forma de gestionar a estas personas que provocan situaciones incómodas por su competitividad y su afán de sobresalir es pararles los pies, como siempre con calma y profesionalidad. Aunque te hierva la sangre, relájate, deja que pase el tiempo suficiente, pero sin que el tema se olvide y hazle frente.
La acomodación en el puesto de trabajo
Si seleccionas líneas de la transcripción en esta sección, irás a la marca de tiempo en el vídeo Cuando te gusta tu trabajo y tienes ilusión cuesta entender que otras personas no vivan el día a día con la misma intensidad, pero es bastante habitual que un empleado se acomode y se deje llevar por la pasividad cuando tiene una tarea muy mecánica, repetitiva o poco estimulante, sobre todo si lleva mucho tiempo haciendo lo mismo y sin opciones de cambio. Quizás no haga mal su trabajo, pero evita implicarse cuando hace falta, no aporta, intenta trabajar lo mínimo y cumplir justo con lo que se espera de él o de ella. No le pidas más. Otras personas acomodadas en su puesto sí incumplen sus obligaciones y se escabullen de cualquier trabajo que haya que hacer. Lo malo es que en las empresas el trabajo de una persona suele estar ligado al del resto, así que estos perfiles, incluso cuando hacen lo justo para no incumplir sus tareas, crean conflictos. Para empezar desmotivan al resto. Si Paco no se implica lo más mínimo y no se esfuerza, ¿por qué debo hacerlo yo? Así que puede haber un efecto contagio. Por otro lado, si ralentizan el trabajo, si dan lo justo o menos, perjudican el trabajo de los demás. Conozco una gran empresa de seguros que tiene unos cuantos trabajadores en esta situación. Son mayores de 55 años que llevan toda la vida trabajando ahí, tienen unos sueldos bastante altos y están totalmente acomodados, no piensan cambiar de empresa porque no les merece la pena y cobran bien. La empresa no les despide porque la indemnización sería altísima. Ellos no quieren reciclarse ni aprender las nuevas formas de trabajar que ha adoptado la empresa. La aseguradora les da tareas menores porque tampoco pueden hacer mucho más. En fin, situación compleja, pero ninguna de las partes ha intentado que cambie, solo esperan a que pase el tiempo. ¿Cómo se puede gestionar a estas personas? Lo primero es estudiar su situación laboral. Si es un caso como el que acabo de contar o el empleado acomodado cree que con cumplir con lo que le piden es suficiente, si siempre ha sido así o ha habido algún cambio en su actitud, etc. Lo siguiente sería mantener una reunión con esa persona, enfrentar el tema. Simplemente "Paco, desde hace tiempo parece que estás desmotivado, que no te implicas como antes en la empresa y nos gustaría que esto cambiase. Siento que no hayamos abordado este tema antes. Pero ¿puedes contarme qué podríamos cambiar o hacer para que recuperases la ilusión en la compañía? No hace falta que me contestes ahora. Si prefieres pensarlo y hablarlo en otro momento, estoy totalmente disponible cuando quieras." Es decir, se transmite preocupación por el empleado, ganas de que las cosas cambien. Se asume que la empresa debería haber reaccionado antes y se le da tiempo para que no se sienta presionado. A veces conseguir que un profesional se implique al 100% en la empresa depende de una simple charla. Burn out o estrés Si seleccionas líneas de la transcripción en esta sección, irás a la marca de tiempo en el vídeo ¿Alguna vez has sentido que estabas quemado o quemada en tu puesto de trabajo? Me refiero, con un alto nivel de estrés, pero no por un corto período de tiempo, sino de manera continuada. Al mismo tiempo tu trabajo no te satisface, tienes ansiedad, estás nervioso o nerviosa o incluso un poco deprimido. Con esa sensación de nervios en el estómago los domingos por la tarde porque no quieres ir a trabajar al día siguiente, pero no en plan "Me encantaría que el fin de semana fuese más largo, lástima que mañana sea lunes", sino de sentirte realmente mal al pensarlo. Si estás así, debes analizar cuál es la causa, si tu trabajo no cumple con tus expectativas, si no te permite conciliar con tu vida personal por el exceso de trabajo o el nivel de estrés y si tienes un jefe tóxico que te hace la vida imposible, etc. Y después piensas si tiene remedio y está en tu mano el poder solucionarlo. Si es así, adelante, ponte en marcha para cambiar las cosas. Si no, ponte en marcha para cambiar de trabajo. Pero hazlo, porque si sigues haciendo las cosas de la misma manera, nada cambiará y tú cada vez estarás más quemado. Si por el contrario tienes que lidiar con una persona que está quemada, te enfrentarás a conflictos continuos. Te voy a contar un caso que conocí de primera mano. María llevaba más de 20 años en una empresa. Prácticamente la había puesto en marcha con su amiga Isabel. Isabel con el tiempo había adoptado el rol de directora y ella de subdirectora. Durante años estuvo contenta, sí, pero el trabajo era realmente estresante y con el tiempo se dio cuenta de que no se le valoraba lo suficiente. María estaba siempre cansada, sin ganas, sin motivación y estresada. Por su cargo tenía mucha flexibilidad de horario y cada vez llegaba más tarde a trabajar, le costaba levantarse por la mañana, empezó a faltar a veces, aunque otros días se quedaba horas y horas haciendo el trabajo pendiente. Aún así empezó a no cumplir algunos plazos de entrega. En cuanto le criticaban algo, saltaba como una fiera y continuamente peleaba y discutía, incluso a gritos. Y, claro, lo peor era el ambiente de trabajo que provocaba. Pasado un tiempo se tomó una baja laboral por estrés y depresión y luego se prejubiló. Cuando una persona está quemada se convierte en alguien tóxico para el resto y hay que poner una solución antes de que dañe al equipo. Lo primero es entender las razones que han llevado a ese estado al empleado. Quizás el profesional no lo sepa o no quiera hablar de ello, pero se le deben ofrecer herramientas y vías para solucionarlo. Puede que necesite tener claro sus objetivos y sus posibilidades de crecimiento profesional, puede que haya asumido o se le haya dado demasiado trabajo y pocos recursos y haya que cambiar eso, puede que le falte cualificación para el trabajo que tiene que hacer. Por eso hay que empezar por el diálogo e intentar buscar soluciones conjuntamente. Si no es posible dialogar o si la persona no quiere cambiar de empresa, debe valorar otras opciones, pero no antes de la búsqueda de una solución beneficiosa para ambas partes.
3.
Las opiniones y las formas de trabajar dispares
Si seleccionas líneas de la transcripción en esta sección, irás a la marca de tiempo en el vídeo Cuando se trabaja en entornos heterogéneos lo habitual es que cada uno tenga un "background" y esté habituado a trabajar de formas distintas. También la cultura de cada uno varía y por supuesto el idioma, que incluso cuando lo compartimos, como los que hablamos español, a veces no nos entendemos tan fácilmente. Por ejemplo, si decimos que enviamos un documento ahora o ahorita no significa lo mismo en todos los países. Entonces ¿es mejor crear equipos homogéneos, donde todo el mundo trabaje de una misma manera y no haya opiniones divergentes? No, sin duda no. Estamos en un mundo muy cambiante y las empresas necesitan innovar y mejorar continuamente. Para eso hace falta que cada uno aporte valor, haya debate, se replanteen y optimicen los procesos y, claro, se tomen decisiones. Pero sí es imprescindible gestionarlo correctamente para que no surjan conflictos a la hora de trabajar en equipo ni choques de opiniones que deriven en un mal ambiente. Para ello es fundamental trabajar varios aspectos. En primer lugar todos los profesionales de la empresa deben tener muy claras cuáles son sus funciones. Parece obvio, pero no siempre es así. Pondré un ejemplo. Cristina y Daniel forman parte del mismo equipo. cada uno lleva sus temas, pero hay algunos en los que deben trabajar juntos. Podrían colaborar pero Cristina es muy perfeccionista, le gusta que se hagan las cosas a su manera y también es bastante competitiva, así que a menudo tienen enfrentamientos porque considera que Daniel no hace el trabajo todo lo bien que debería. El hecho es que la profesionalidad de Daniel está fuera de duda, simplemente tienen formas de trabajar distintas. En estos casos hay que intentar llegar a un acuerdo. Pero cuando una de las partes es muy inflexible, es complicado que trabajen juntos, así que lo mejor es que se repartan esas tareas, clientes o lo que sea que compartan y que trabajen de manera sucesiva. Por ejemplo, Daniel puede hacer la primera parte del trabajo y que después la complemente Cristina. En la conversación ambas partes deben dejar claras sus posturas de una manera asertiva, con respeto, pero poniendo los límites. Daniel no debe permitir que se ponga en duda su profesionalidad y Cristina tiene derecho a que el trabajo que también lleva su nombre tenga el nivel de excelencia que ella desea. Si ambas posturas son irreconciliables, la persona que esté por encima de ellos debe interceder. En segundo lugar, deben estar claras las prioridades. Si dentro de un equipo o de una empresa las prioridades no están alineadas, será como remar en direcciones contrarias en el mismo barco, un desgaste para todos y una continua fuente de conflictos. Esto nos lleva a un tercer punto, definir objetivos, porque las prioridades dependerán de los objetivos fijados y se puede debatir y opinar sobre cómo alcanzarlos. Eso es bueno, pero teniéndolos claros para priorizar correctamente. Los objetivos deben ser concretos, medibles, alcanzables, realistas y acotados en el tiempo. Todos los trabajadores de la empresa deben tener claro sus objetivos individuales y los del equipo o equipos a los que pertenecen. Y no podemos olvidar las jerarquías. Las empresas actuales tienden a una jerarquía más horizontal, que es muy positivo, y si se han dado bien los pasos anteriores y cada uno cumple con sus funciones y alcanza sus objetivos, todo irá bien. Pero hay que tener claro a quién se reporta y, en caso de disparidad de opiniones o conflicto, quién debe decidir. Siguiendo estos pasos correctamente, las formas de trabajar distintas y la diversidad de opiniones enriquecerá a todos y no habrá conflictos porque se alcanzarán los objetivos, independientemente de cómo lo haga cada uno.
Objetivos de trabajo enfrentados
Si seleccionas líneas de la transcripción en esta sección, irás a la marca de tiempo en el vídeo Voy a hacerte una pregunta. ¿Hay algún departamento de tu empresa con el que regularmente tengas algún tipo de conflicto? Por ejemplo, el Departamento de Comunicación suele tener conflictos con el Departamento de "Marketing". No tiene nada que ver con que haya personas conflictivas en uno u otro equipo o que haya problemas personales, se debe a que ambos departamentos suelen estar muy interrelacionados. Para llevar a cabo determinadas acciones, el Departamento de Comunicación necesita que el de "Marketing" le apruebe presupuestos, pero el conflicto surge porque normalmente los objetivos de ambos departamentos son totalmente distintos, incluso enfrentados. Marketing, para valorar si aprueba una acción, se suele fijar en el ROI, es decir, en el retorno de la inversión. Sin embargo, los departamentos de comunicación solemos tener objetivos que están enfocados a aumentar el reconocimiento de marca, mejorar la imagen de la empresa y objetivos similares. Esto provoca choques entre ambos departamentos, especialmente si la compañía fija objetivos difíciles de alcanzar y presiona mucho para ello. Cada departamento pensará solo en alcanzar los suyos. ¿Cómo se pueden evitar estos conflictos? Para empezar hace falta un cambio de mentalidad en las compañías para crear una cultura de empresa y no de individuos. Trabajar en silos con departamentos aislados luchando por alcanzar sus propios objetivos perjudica a la empresa. Cada empleado debe tener una visión global de la compañía, saber lo que hace y aporta cada departamento y ser consciente de la importancia de la labor de todos para que la empresa funcione. En segundo lugar, este tipo de situaciones se repiten continuamente en la mayoría de las empresas, por tanto lo lógico es tener un sencillo protocolo de cómo actuar en estos casos. Qué hacer, a quién consultar, quién toma la decisión, etc. En tercer lugar, cuando las funciones u objetivos de un departamento entran en conflicto con los de otro, debe haber una persona de referencia que pueda decidir lo más conveniente para el conjunto de la compañía, así que si las empresas consiguen que sus empleados busquen el beneficio común en vez del personal o el de su propio equipo, estos conflictos disminuirán. No solo habrá menos enfrentamientos, sino que a menudo colaborarán los distintos equipos. Creando los protocolos adecuados para los escasos conflictos que aún pueda haber y teniendo claro quién mediará y decidirá si eso pasa, se habrán previsto todas las situaciones.
La política de sueldos y ascensos
Si seleccionas líneas de la transcripción en esta sección, irás a la marca de tiempo en el vídeo Lo habitual es que trabajemos por dinero. No es la única razón, por supuesto, ni lo único que nos mueve profesionalmente. El denominado salario emocional cada vez tiene más peso, pero la remuneración es importante porque, si no, no es un trabajo, es un "hobby". Otro aspecto fundamental es el plan de carrera que tenemos en la empresa, las posibilidades de crecimiento y ascenso. La relevancia de estos aspectos hace que sean una gran fuente de conflicto si no se gestionan bien y sobre todo si hay poca transparencia y claridad. El sueldo no solo nos permite vivir y pagar las facturas, también es una forma evidente de reconocer el trabajo de los profesionales. Cuando los ascensos y subidas económicas se producen de una forma poco clara y profesional, cuando influyen los amiguismos o razones ajenas al desarrollo profesional, el malestar es indudable. Por ejemplo, digamos que llevas cinco años trabajando en una empresa y te enteras de que una persona que se acaba de incorporar, con tu mismo nivel y experiencia, empieza cobrando más que tú. Lo más probable es que te sientas dolido o enfadado con la empresa. No se trata de si tu sueldo es acorde a tus funciones o está en mercado o no, es que tu empresa parece que no valora tu trabajo, tu esfuerzo ni tu fidelidad a la compañía, es decir, no te está dando el reconocimiento que consideras que mereces, al menos económicamente. ¿Cuál va a ser el resultado? Descontento por tu parte, desmotivación, reducción de la productividad y seguramente te irás de la empresa en cuanto tengas la oportunidad, es decir, el empleado pierde y la empresa también. ¿Cómo se deben gestionar estos conflictos? Como es lógico, lo más recomendable es evitar que llegue a haberlos. Para ello es necesario crear planes de carrera personalizados para que el trabajador sepa cuál va a ser su recorrido en la empresa y las expectativas a medio y largo plazo, tanto a nivel de ascensos como económico y de formación. Esto ayuda a atraer y retener el talento y evita los conflictos. Las negociaciones deben ser individuales, pero basadas en factores puramente profesionales, como la experiencia, los conocimientos y la consecución de objetivos. ¿Y si pese a ello surge un conflicto? Supongamos que Toni, que forma parte de tu equipo, está descontento, considera que está mal pagado y que lleva mucho tiempo en la empresa y está estancado porque no se le valora. El primer paso es evaluar la situación, es decir, su puesto, lo que aporta a la empresa, su nivel de implicación, cómo cumple sus objetivos y si aporta valor añadido, por ejemplo, porque contribuye al buen ambiente laboral o sirve de nexo con otros equipos clave. También habrá que estudiar cuál ha sido su carrera profesional dentro de la empresa. ¿Ha evolucionado, se le ha ofrecido formación complementaria o lo solicitó en algún momento y se le negó? Cuando tengas una visión clara de la situación, decide qué hacer. ¿Se le ha tratado de forma injusta y no se le ha valorado? Quizás es de esas personas que no se quejan, que no se atreven a pedir un cambio o un ascenso y ha pasado desapercibido. Si es así, ponle remedio y comunícaselo lo antes posible. Si por el contrario Toni no es un buen profesional o no aporta a la empresa lo que debería y por eso está estancado, ¿por qué no se ha hecho nada al respecto? Así pues, recaba información sobre la situación, toma decisiones y convócale a una reunión, sobre todo si quieres que Toni siga en tu equipo y dé lo mejor de sí mismo. Incluso si ya tienes claro que vas a ofrecerle un ascenso o un cambio positivo de alguna manera, debes escucharle. Pregúntale cómo se encuentra en la empresa, cuáles son sus expectativas de futuro, qué mejoraría y qué es lo que más valora. Introduce la conversación en un ambiente lo más cómodo y distendido posible y practica la escucha activa. Quizás te sorprenda lo que te diga, pero sobre todo actúa en consecuencia. Ya habías hecho un trabajo previo, habías valorado la situación de tu trabajador y lo que debías y querías ofrecerle, por tanto transmíteselo y resuelve el conflicto satisfactoriamente para ambas partes. Rumores y falta de comunicación interna Si seleccionas líneas de la transcripción en esta sección, irás a la marca de tiempo en el vídeo Hay una verdad absoluta en las empresas: si falta información, se inventa. Así nacen los rumores, que suelen ir creciendo y desvirtuándose, de manera que, si había una base de verdad, al final cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. ¿Cómo gestionar un rumor que, cierto o no, hace daño a la compañía o a miembros del equipo? Sencillo, con una comunicación interna fluida y transparente. Los empleados no son una pieza más de la empresa. Son una pieza fundamental de ella. Son un "stakeholder" de máxima relevancia y deben estar informados de aquello que les afecta. Pero las empresas manejan información confidencial e información que a veces no puede saberse hasta un determinado momento. En esos casos, también hay que comunicar algo, lo que se pueda decir. Si los empleados confían en su empresa, sabrán esperar. Imagina que el propietario de la empresa y director general se acerca a la edad de jubilación y empiezan los rumores sobre su sucesión: si será alguien de la propia empresa o alguien de fuera, si el cambio afectará, etc. Si el rumor es falso, lo primero es desmentirlo de manera clara e inequívoca e informando a todos los empleados, usando el "e-mail" o los canales de comunicación interna que tenga la compañía. De ser cierto, si se están valorando perfiles internos, seguro que se va a saber, e incluso si no, puede haber filtraciones. ¿Le interesa a la empresa que haya rumores, que los empleados estén nerviosos o que los que pueden aspirar al puesto empiecen a hacer maniobras para hacerse con el poder? Sin duda, no. Así que si es cierto, también deben callarse los rumores y evitar los conflictos. Se puede comunicar a todos los empleados que efectivamente el director general se jubilará próximamente y se va a buscar sucesor, se contactará personalmente con los empleados que se consideren idóneos para el puesto, para ofrecerles su participación en el proceso de selección, y al mismo tiempo, se valorarán profesionales externos a la compañía que formarán parte del mismo proceso objetivo. Se informará a todos los empleados cuando la decisión esté tomada y se llevará a cabo un relevo paulatino de funciones. La idea es transmitir la información que se pueda, calmar la inquietud, mostrar que no hay nada que ocultar, simplemente es un proceso en marcha, y tranquilizar sobre el futuro.
Crisis internas en las empresas
Si seleccionas líneas de la transcripción en esta sección, irás a la marca de tiempo en el vídeo Las empresas pasan a veces por situaciones negativas o crisis internas. Estos conflictos son difíciles de gestionar porque la compañía tiene que lidiar con el problema que sea, como pérdidas en el negocio, un escándalo financiero o un despido de empleados, y al mismo tiempo, gestionar los conflictos que ello genera en sus trabajadores. Pero, insisto, estos conflictos no se van a resolver solos, dejando que pase el tiempo. Lo habitual es que si la dirección o quien corresponda no hace nada, el conflicto vaya a más. Por ejemplo, tu empresa está siendo comprada por un competidor. Hasta que el proceso sea firme, no puedes comunicarlo a los empleados, pero es fácil que se filtre en un medio de comunicación o que alguien del equipo diga algo. La preocupación crece, la empresa no informa, se sabe algo, y sus puestos de trabajo pueden peligrar. Si, como digo, hasta ese momento la empresa ha sido transparente con sus empleados, es más fácil gestionar los rumores, pero en cualquier caso la empresa debe reaccionar. Una vía, cuando algo ya se ha filtrado, es enviar un "e-mail" a los empleados diciendo algo parecido a este mensaje: "Estimado equipo, como algunos ya sabéis, la empresa está en negociaciones con la compañía X –la que sea–, el acuerdo aún no se ha formalizado por lo que todavía no podemos proporcionaros más información del tema. Sin embargo, tan pronto como sea posible, se convocará a todos para informaros personalmente de los detalles. Os pedimos que mientras dure el proceso continuéis confiando en la empresa y desarrollando vuestras funciones con normalidad. Gracias por vuestro gran trabajo diario". Lo idóneo es que se pueda decir cuándo se va a poder informar de los detalles y, si es posible, dar un mensaje de tranquilidad, por ejemplo, que los puestos de trabajo no se van a ver afectados. Siempre que eso sea cierto, claro. Cuanto más se pueda decir sin engañar a nadie y sin poner en riesgo la operación, mejor. En estos casos de crisis interna la empresa tiene dos frentes: el que causa el problema, como una crisis económica, y la gestión interna y externa de la misma. Despedir a un gran número de empleados es duro, pero si no se puede evitar, se puede hacer un poco mejor o bastante peor. Recuerdo el caso de una empresa en la que durante meses fueron despidiendo a gente casi cada semana: distintos departamentos, distinta antigüedad en la compañía, distintos perfiles. No había un patrón, no se dieron explicaciones de ningún tipo. Durante meses, toda la empresa estaba temblando, porque el siguiente podías ser tú y no lo sabías. El resultado fue que, además de todos los despedidos, se fueron muchos trabajadores que en realidad no querían dejar la compañía, pero tenían miedo y buscaron otro empleo a toda prisa. Además, la motivación y la productividad de todos bajó estrepitosamente. Fue un conflicto que no se gestionó de forma correcta con resultados fatales para todos.