Benjamin - El Narrador
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Benjamin - El Narrador
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voz. En el auténtico narrar, la mano, con sus gestos aprendidos
en el trabajo, influye mucho más, apoyando de múltiples formas
lo pronunciado.) Esa.vieja coordinación de alma, ojo y mano que
emerge de las palabras de Valéry, es la coordinación artesanal con
que nos topamos siempre que el arte de narrar está en su ele
mento. Podemos ir más lejos y preguntarnos si la relación del na
rrador con su, material, la vida humana, no es de por sí una re
lación a1tesanal. Si su tarea no consiste, precisamente, en elaborar
las materias primas de la experiencia, la propia y la ajená, de
fórmasóÍida, útil y única. Se trata de una elaboracion de l�- cual
el' provérbio ofrece una primera noción, en la medida en que lo
entendamos como ideograma de una narración. Podría decirse
que los proverbios son ruinas que están en el ltígar de v· iejas his
torias, y donde, como la hiedra en la muralla, una moraleja trepa
sobre un gesto.
Así considerado, el narrador es admitido junto al maestro y
al sabio. Sabe consejos, pero no para algunos casos como el pro
verbio, sino para muchos, como el sabio. Y ello porque le está
dado recurrir a toda una vida. (Por lo demás, una vida que no
sólo incorpora la propia experiencia, sino, en no pequeña me
dida, también la ajena. En el nanador, lo sabido de oídas se aco
moda junto a lo más suyo.) Su talento es de poder narrar su vida
y su dignidad; la totalidad de su vida. El narrador es el hombre
que permite que las suaves llamas de su narración consuman por
completo la mecha de su vida. En ello radica la incomparable at
mósfera que rodea al narrador, tanto en Lesskow como en Hauff,
en Poe como en Stevenson. El narrador es la figura en la que el
justo se encuentra consigo mismo.
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