Momento de Formación Del Consentimiento

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Una voluntad que permanece en el mundo interno, en el ánimo del sujeto no tiene

relevancia para el Derecho que regula las relaciones sociales. a voluntad necesita
ser exteriorizada, declarada hacia los demás individuos para que pueda producir
los efectos señalados por la ley.
Teorías de la declaración de voluntad

Lo común es que la declaración (voluntad declarada) que un sujeto realiza


coincida con su voluntad interna y verdadera. Sin embargo, en ciertas ocasiones
la voluntad declarada no es la misma que la voluntad real, la verdadera intención.  

Un ejemplo muy utilizado en doctrina es el caso de la subasta de vinos en


Tréveris: en una subasta, el levantar la mano significa declarar que se está
realizando una puja (oferta). Si una persona levanta su mano, pero para saludar a
otro sujeto, este gesto será entendido como una puja y dicha persona quedará
vinculada (tendrá que pagar el precio final del bien). Para afrontar estos problemas
se han desarrollado diversas teorías, siendo las más importantes las siguientes:

 TEORIA DE LA VOLUNTAD. a intención verdadera prima sobre lo


que se exteriorizó. Esto significa que toda declaración de voluntad
que no coincida con la voluntad real será inválido. En el ejemplo
citado, el gesto de levantar la mano no tendrá validez y produciría
efectos.
 TEORIA DE LA DECLARACIÓN: Prima el acto volitivo; es decir, la
declaración siempre es válida incluso cuando no coincida con la
voluntad real. En el caso de la subasta, el levantar la mano siempre
vinculará a la persona.
 TEORIA DE LA RESPONSABILIDAD: Si la discrepancia entre la
declaración y la voluntad se debe a causas que el declarante pudo
prever y evitar, entonces este queda vinculado por su declaración; de
lo contrario, no. En otras palabras, la discrepancia entre voluntad y
declaración invalida la declaración, excepto cuando esta pudo ser
prevista por el declarante.
 TEORIA DE LA CONFIANZA. A pesar de que exista discrepancia
siempre se mantiene válida la declaración, a menos que el
destinatario de la declaración conocía o estaba en aptitud de conocer
aquella discrepancia; es decir, si el destinatario sabía que no podía
confiar plenamente en dicha declaración por ser la esta distinta de la
voluntad real entonces la declaración será inválida.
 MOMENTO DE FORMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO.
Si el contrato se está celebrando entre personas que están en el mismo lugar, en
ese sitio y en el preciso momento del acuerdo pleno de voluntades se habrá
formado el consentimiento.
Pero si las personas están en lugares diferentes en los que no es posible que se
comuniquen en forma directa, debe determinarse con exactitud en qué momento y
lugar se formó el consentimiento, por los importantes efectos jurídicos que de
dicha determinación nacen.
Existen 2 teorías, de conformidad con lo expresado por el licenciado Rubén
Contreras Ortiz, para determinar dicha situación.
TEORIA DE LA RECECEPCIÓN: El consentimiento se forma en el momento en
que el oferente recibe la respuesta afirmativa, aunque aún no se haya enterado de
ella
TEORIA DEL CONOCIMIENTO, INFORMACIÓN O RECOGNICIÓN)
El consentimiento se forma hasta que el oferente haya conocido la respuesta
afirmativa, es decir, hasta que se haya enterado de la anuencia.
El Código Civil se refiere, sin mucha claridad a este asunto, diciendo en el artículo
1523: “Cuando la oferta se haga a persona ausente, el contrato se forma en el
momento en que el proponente recibe la contestación de aquélla dentro del plazo
de la oferta. Si la oferta se hiciere sin fijación de plazo, el autor de ella quedará
ligado durante el tiempo suficiente para que la contestación llegue a su
conocimiento”.
Es de entender que el consentimiento queda formado desde que el oferente recibe
la respuesta afirmativa en el lugar y en el tiempo establecidos en la oferta o en la
ley; y que debe presumirse que, si recibió la misma y que ya es de su
conocimiento, salvo que demuestre de manera fehaciente que alguna causa no
imputable a culpa suya, le impidió enterarse del contenido de la respuesta a pesar
de haberla recibido.
Debe tenerse presente que el negocio jurídico entre ausentes (personas distantes)
únicamente es posible en aquellos casos en los que la ley no exija formalidades
que necesariamente deban cumplirse de manera simultánea. Singular excepción a
esto lo constituye la donación entre vivos, en la cual es posible que el donante la
otorgue en escritura pública en la que no comparece el donatario; y que éste la
acepte en acto posterior, en otra escritura pública en la que no comparece el
donante. Artículos 1857 y 1858 del Código Civil.
Por qué es importante determinar el momento exacto de formación del
consentimiento.
a) Para establecer si aún es posible la modificación o revocación de la oferta,
así como la retractación de la aceptación. Obviamente no lo será si el
consentimiento ya está formado.
b) Saber si en el momento de la celebración del contrato las partes eran
personas mayores de edad y tenían capacidad para celebrarlo.
c) Saber, en los contratos traslativos de dominio, en qué momento se transfirió
la propiedad, pues esta se transmite desde que hay acuerdo sobre la cosa,
y en su caso, el precio, aunque una y otro no se hayan entregado todavía.
d) Saber, para el caso de revocación, si el contrato celebrado por el deudor
con un tercero efectivamente es posterior al que lo vincula con el acreedor
que demanda la revocación.
e) Para establecer si la muerte o incapacidad del oferente impidió o no el
nacimiento del contrato.
f) Establecer, en caso se hubieren producido modificaciones legislativas, por
cuál de las leyes que estuvieron o están vigentes debe regirse el contrato.
Esto en observancia de lo establecido por la literal k) del artículo 36 de la
Ley del Organismo Judicial, relativo a que “En todo acto o contrato, se
entenderán incorporadas las leyes vigentes al tiempo de su celebración,
exceptuándose las concernientes al modo de reclamar en juicio los
derechos que resultaren de ellos”.
LUGAR DE FORMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO.
El artículo 1524 del Código Civil indica que “El contrato celebrado por teléfono se
considera celebrado entre presentes, y tanto en este caso como el del artículo
anterior (que se refiere al contrato entre personas ausentes), el contrato se reputa
celebrado en el lugar en que se hizo la oferta”.
La importancia de determinar el lugar donde se formó el consentimiento radica,
precisamente, en saber cuál es la ley aplicable, o la costumbre o usos de qué
lugar son los que deben observarse en lo concerniente al contrato resultante, por
lo cual es importante tomar en cuenta las normas siguientes:
a) Las cláusulas ambiguas se interpretarán con arreglo a lo que el uso y la
costumbre determinan en el lugar en que el contrato se haya otorgado. Artículo
1599 del Código Civil.
b) La costumbre regirá sólo en defecto de ley aplicable o por delegación de la ley,
siempre que no sea contraria a la moral o al orden público y que resulte probada.
Párrafo segundo del artículo 2 de la Ley del Organismo Judicial.
c) Las formalidades extrínsecas de los actos y negocios jurídicos se regulan de
acuerdo a la ley del lugar de su celebración. Artículo 28 de la Ley del Organismo
Judicial.
d) Las formalidades intrínsecas de los actos y negocios jurídicos, se regulan de
acuerdo con la ley del lugar de su celebración. Artículo 29 de la Ley del Organismo
Judicial.
e) Si el contrato fue celebrado por personas de diferente nacionalidad, residentes
en diferentes países, de conformidad con el derecho internacional privado puede
el lugar de formación del consentimiento llegar a tener importancia para
determinar la ley aplicable y los tribunales que tendrán competencia para resolver
las controversias que se produzcan. Artículos 1521, 1522, 1523, 1524, 1525,
1526, 1527, 1528 del Código Civil.
Merlín, Sistema de las Formas:

1.- FORMAS HABILITANTES: Las que tornan capaces para realizar ciertos actos
a algunas personas que por su estado serían incapaces de realizarlos. Ej.: La
venia que el juez otorgaba a los menores para contraer matrimonio.

2.- FORMAS INTRÍNSECAS O VISCERALES: Hacen a la esencia del Acto y sin


ellas no puede existir. Ej.: consentimiento de las partes al casarse, en la
compra: cosa y precio.

3.- FORMAS EXTRÍNSECAS PROBANTES O INSTRUMENTARIAS: son las


solemnidades que deben reunir los actos. Ej. ser otorgados por escritura
pública.

4.- FORMAS DE EJECUCIÓN: son aquellas requeridas para que pueda cumplirse
el acto jurídico. Ej.: en los contratos y juicios, copia revestida de la forma
ejecutoria.

VICIOS DEL CONSENTIMIENTO:


“El acto voluntario necesita tres elementos internos (el discernimiento, la intención
y la libertad), y uno externo (la exteriorización). Cada elemento puede ser privado
de vigencia o solamente de plenitud”.
El Código Civil les denomina vicios de la declaración de voluntad, pero
tradicionalmente se les denomina vicios del consentimiento.
En el artículo 1257 califica como vicios de la declaración de la voluntad: el error, el
dolo, la simulación y la violencia.
ERROR.
Consiste sencilla y llanamente en la equivocación, atribuible a sí mismo, que sufre
uno de los contratantes, o ambos. Incide en el discernimiento. Puede recaer:
Clases. El error puede ser:
a) Error obstativo o impediente, cuando recae sobre la naturaleza del negocio
o identidad del contrato. Sería el denominado error in negotio. Ejemplo: A
propuso la celebración de un contrato de arrendamiento, y B entendió la
celebración de un contrato de comodato. En este caso realmente no hubo
consentimiento. La nulidad resultante tendría que ser nulidad absoluta. Este
tipo de error no lo contempla el Código Civil.

b) Error esencial o error nulidad, cuando recae sobre la substancia de la cosa


(error in substantia) que sirve de objeto al contrato, entendida la substancia
como la cualidad principal de la cosa según el interés del adquirente en la
misma (sería el caso, por ejemplo, de quien compró ganado creyendo que
era apto para producción de leche y resultó que es ganado para engorde); o
sobre cualquier circunstancia que fuere el motivo determinante de la
negociación (es decir, sobre la causa del contrato). Esta clase de error da
lugar, de conformidad con el artículo 1258 del Código Civil, a la nulidad
relativa (anulabilidad) del contrato.

Pertenece también a esta categoría el error que recae en la persona, (error


in persona) cuando la consideración a ella hubiere sido el motivo principal
del contrato. Sería el caso, por ejemplo, de una persona que dona un
inmueble a su nieto a quien no ha visto desde su nacimiento; pero luego se
entera que donó el bien a una persona que tiene nombre idéntico, pero que
no es el nieto a quien deseaba favorecer. Se trata, indudablemente, de los
denominados contratos intuitu personae, que son aquellos en los que la
identidad o las cualidades de la persona constituyen el motivo determinante
de la contratación, razón por la que se quiere contratar con determinada
persona, no con ninguna otra. Es decir, aquí la persona del contratante es
insustituible, y la equivocación en su identidad dará lugar, como dice el
artículo 1259 el Código Civil, a la invalidez (anulabilidad) del contrato.

c) Error indiferente, cuando recae en aspectos secundarios, no sustanciales


del negocio. Por razón de que no afecta el consentimiento, el objeto ni la
causa, no invalida el contrato y solo da lugar a su corrección. El Código
Civil lo contempla, en forma demasiado limitada, en el artículo 1260, que
dice: “El error de cuenta sólo dará lugar a su corrección”.

Efectos.

a) Si el error fue el motivo determinante de la declaración de voluntad la


sentencia del juez declarará anulado el contrato. Ahora bien, tomando
en consideración que el otro contratante no tiene responsabilidad alguna
en la equivocación que originó la invalidez del contrato, es razonable
pensar que tiene derecho de reclamar de quien obtuvo la anulación el
resarcimiento de los daños y los perjuicios que la misma le hubiere
ocasionado.

b) Si el error es sobre aspectos ajenos al motivo determinante de la


declaración de voluntad, solo dará lugar a su corrección o enmienda, sin
incidir en ningún sentido en la validez del contrato.
Error de ambas partes.
De lo expresado anteriormente se infiere que lo previsto por el Código Civil es la
equivocación de una sola de las partes contratantes, puesto que, si ambas se
equivocaren sobre el motivo determinante de la contratación, no se estaría ante un
error determinante de nulidad relativa el contrato, sino realmente ante la
inexistencia de consentimiento, lo cual originaría la nulidad absoluta del contrato
por falta de un elemento esencial. Sería otro caso del denominado error obstáculo
o impediente, que como antes indiqué no está contemplado en el Código Civil. A
Dolo.
Lo configura el engaño intencionado de un contratante por el otro, o la colusión de
un tercero con uno de los contratantes, para engañar al otro.
Para el Código Civil el dolo es toda sugestión o artificio que se emplee para inducir
a error o mantener en él a alguna de las partes. Es decir, puede servir para
provocar el error, o para impedir que quien se equivocó se de cuenta de ello.
Admite el código el dolo por acción (dolo activo): decir o hacer para engañar; y el
dolo por omisión (dolo pasivo): callar, no advertir, para provocar el engaño.
Admite expresamente el dolo simple: de un contratante hacia el otro, o de un
tercero con uno de los contratantes, contra el otro.
No menciona el dolo doble o recíproco (ambos contratantes se engañan).
Dolo principal o causante. Ocurre cuando recae sobre el motivo determinante de la
contratación. Su efecto es hacer anulable el contrato.
Este tema se relaciona estrechamente con la causa del contrato, y debe
entenderse en el sentido de que el dolo será principal o causante si recae sobre el
motivo último que determinó la voluntad de quien, mediante el engaño, consintió
en la contratación.
Dolo incidental. Este recae sobre aspectos no determinantes de la contratación; y
por su menor gravedad, no invalida el contrato. Únicamente da lugar al
resarcimiento de los daños y perjuicios causados. Se trata, de motivos que no
fueron los que animaron en última instancia al contratante que consintió, y que,
por lo tanto no son trascendentes en la contratación.
Quien invoca como motivo de anulación del contrato haber sido engañado, debe
probar el dolo de su contraparte. El que procedió dolosamente no puede
demandar la anulación del contrato invocando su propio dolo. Artículos 1261,
1262, 1263, 1310 del Código Civil.
Ejemplos:
1) El vendedor que afirma falsamente la existencia de una servidumbre en
favor de un inmueble.
2) Vender un vehículo automotor como nunca chocado, cuando ha sufrido
varias reparaciones por esa circunstancia. En estos casos la víctima realiza
el acto jurídico, bajo engaño.
VIOLENCIA.
Denominada también intimidación, se configura cuando la anuencia para contratar
se obtiene quebrantando la voluntad de la persona mediante el uso de fuerza, o
provocando temor grave de sufrir daño en la persona, la honra o los bienes del
propio contratante, o en la persona, la honra o los bienes de su cónyuge o
conviviente de hecho, ascendientes, descendientes o hermanos, e inclusive de
otras personas ligadas a él por afecto, aspecto éste último que calificará el juez.
Lo que se lesiona es, por consiguiente, la libertad del violentado o intimidado.
La violencia o intimidación ha de ser grave (no se tomará como tal lo trivial o
baladí) e inminente (es decir, el temor grave debe ser sufrido en el momento
mismo de la contratación).
Quien está facultado para demandar la anulación del contrato es quien sufrió la
violencia, y es también a él a quien corresponde probarla.
Violencia con motivo de disposiciones por causa de muerte. Particular importancia
confiere la ley a la violencia que se empleare en el otorgamiento, modificación o
revocación de disposiciones por causa de muerte. Esto es así, no sólo por la
trascendencia de las mismas, sino por la especial circunstancia de que, una vez
muerto el causante, es mucho más difícil probar la intimidación o coacción que
hubiere sufrido, lo cual incluye no solo la violencia contra el testador sino también
los testigos instrumentales o el notario. El Código Civil establece al respecto:
a) “Es anulable el testamento, otorgado con violencia, dolo o fraude”. Artículo 978,
párrafo primero, del Código Civil.
b) “El que de algún modo ejerza coacción sobre el testador para que haga, altere o
revoque su testamento o cualquiera disposición testamentaria, pierde todos los
derechos que por el testamento o por la ley le correspondan en los bienes de la
herencia”. Artículo 979 del Código Civil.
c) Incurre también en la pena del artículo anterior quien impida que una persona
haga, revoque o varíe su testamento”. Artículo 980 del Código Civil.
d) “Son incapaces para suceder como herederos o legatarios, por causa de
indignidad: l. El que con dolo o coacción obligare al testador a hacer testamento, a
cambiarlo o revocarlo; 2. El que por iguales medios impidiere a otro hacer
testamento o revocar el que tuviere hecho; 3. El que ejerciere violencia sobre el
notario o testigos para impedir el otorgamiento. o para conseguir que se teste a su
favor o a favor de otra persona” Artículo 924, incisos, 7o., 8o., y 9o., del Código
Civil.
Delitos. Con motivo de la violencia o intimidación empleados para que una
persona celebre, modifique, transmita o extinga obligaciones, podrían tipificarse
los delitos siguientes:
a) Extorsión: “Quien para procurar un lucro injusto o para defraudarlo obligare a
otro, con violencia, a firmar, suscribir, otorgar, destruir o entregar algún
documento, a contraer una obligación o a condonarla o a renunciar a algún
derecho, será sancionado con prisión de uno a seis años”. Artículo 261 del Código
Penal.
b) Coacción: “Quien, sin estar legítimamente autorizado, mediante procedimiento
violento, intimidatorio o que en cualquier forma compela a otro, obligue a éste para
que haga o deje de hacer lo que la ley no le prohíbe, efectúe o consienta lo que no
quiere o que tolere lo que otra persona lo haga, sea justo o no, será sancionado
con prisión de seis meses a dos años”. Artículo 214 del Código Penal.
Efecto jurídico. Si fue la causa o motivo determinante del consentimiento de quien
la sufre, la violencia o intimidación da lugar a la anulación del negocio jurídico.
Contratos usurarios. Especial concurrencia de vicios del consentimiento se
concentra, indudablemente, en lo que el Código Civil denomina contratos
usurarios, en los que, unas veces lo que determina la usura es el dolo o la
violencia de uno de los contratantes, y otras, el error del otro contratante. Dichos
contratos usurarios los tipifica el artículo 1542 del Código Civil.
Casos en los que no hay violencia.
Dice, finalmente, el Código Civil, que la amenaza del ejercicio regular de un
derecho y el temor reverencial no anulan el acto o negocio. Es decir, no los
considera vicios del consentimiento o de la declaración de voluntad.
a) Amenaza del ejercicio regular de un derecho. La denominada incorrectamente
amenaza del ejercicio de un derecho, es en realidad una advertencia, un aviso que
se da a alguien en el sentido de que, si no cumple con la celebración del contrato
prometido, se le demandará judicialmente y se ejercitarán en su contra medidas
preventivas o coercitivas. Obviamente eso lo regula y autoriza la ley. Ejercitarlo
para obtener la celebración de un contrato que se ha prometido no constituye, por
consiguiente, empleo de violencia o intimidación, puesto que no se está
amenazando con algo injusto.
b) Temor reverencial. El temor reverencial lo define la ley como: el sólo temor de
desagradar a las personas a quienes se debe sumisión y respeto. Argumentar que
se celebró un contrato no deseado, movido por temor reverencial, deviene a la
altura del tiempo una excusa baladí, irrelevante e inaceptable. Nadie está
sometido por ninguna relación familiar, social o jerárquica a respeto o sumisión
tales que lo obliguen a contratar sin quererlo, solo por el temor de desagradar. De
ahí que diga el Código Civil que dicho temor reverencial no invalida el contrato. Es
decir, no constituye vicio del consentimiento.
Artículos 1264, 1265, 1266, 1267, 1268, 1303, 1310, 1312 del Código Civil.
3. OBJETO.
Lo constituyen las cosas y los servicios lícitos, posibles y susceptibles de
enajenación sobre los recae siempre la prestación, es decir, la conducta de dar,
hacer o no hacer a la que el deudor se obligó en beneficio o interés del acreedor.
El artículo 1538 del Código Civil, que dice: “No sólo las cosas que existen pueden
ser objeto de los contratos, sino las que se espera que existan; pero es necesario
que las unas y las otras estén determinadas, a lo menos, en cuanto a su género.
La cantidad puede ser incierta con tal que el contrato fije reglas o contenga datos
que sirvan para determinarla.
Los hechos han de ser posibles, determinados y en su cumplimiento han de tener
interés los contratantes”. La norma transcrita se refiere, como objeto del contrato,
a las cosas presentes (las que existen), las cosas futuras (las que se espera que
existan), y alude a la necesidad de determinación, por lo menos genérica. (En el
contrato de compraventa admite la denominada “compraventa de esperanza
incierta”, que es aquella sujeta a sucesos aleatorios, tal el caso de las loterías y
rifas, por ejemplo;). Incluye, además, la norma citada, en el objeto del contrato los
servicios (hechos lícitos y posibles), y también exige su determinación.
Resulta interesante, sobre todo para estudiar la invalidez o ineficacia de los
negocios jurídicos, la distinción que algunos autores hacen entre imposibilidad
jurídica e ilicitud:
a) hay imposibilidad cuando la ley impide el nacimiento del negocio jurídico. Este
puede llegar a tener entidad o aspecto material, pero no entidad jurídica. Aunque
exista materialmente jurídicamente no existe. Ejemplo la celebración de un
contrato de sociedad cuyo objeto será secuestrar personas para pedir dinero en
calidad de rescate.
b) hay ilicitud cuando el negocio jurídico nace, pero su celebración violó
determinada norma jurídica. Ejemplo: un contrato de compraventa cuyas partes
son marido y mujer.
Llevado el asunto al plano de la ineficacia contractual se puede decir que en el
caso de la imposibilidad jurídica el negocio es nulo absolutamente por transgredir
el orden público, lo cual implica que es jurídicamente inexistente; y que, en el caso
de la ilicitud, el negocio jurídico es nulo absolutamente, porque su objeto es
contrario a una ley prohibitiva expresa, lo cual equivale a decir que existe pero no
puede producir ningún efecto jurídico.
4. CAUSA.
El artículo 1251 del Código Civil, al enumerar los requisitos esenciales del negocio
o contrato no menciona la causa.
La doctrina admite la existencia de la causa, pero no como elemento esencial del
contrato.
Clases.
a) La causa final. Se trata de un elemento intrínseco del contrato, no tiene que
ver con los motivos o las aspiraciones individuales de los contratantes.

Esta causa final será siempre la misma para cada categoría de contratos.
Así en los contratos bilaterales la causa de la obligación de uno es la
obligación correlativa del otro; en los contratos reales la causa por la que
uno debe entregar la cosa es porque previamente la recibió del otro (el
mutuante, el comodatario y el depositario entregarán la cosa a causa de
que la recibieron del mutuante, el comodante y el depositante); y en los
contratos gratuitos será el ánimo de liberalidad.

b) La causa impulsiva: Es el motivo determinante de la declaración de


voluntad. Es decir, lo que verdaderamente motivó o decidió a cada persona
a contratar. De manera que es algo extrínseco, personal de cada
contratante.

c) La causa eficiente o causa fuente. Es el origen o hecho generador de


obligaciones o un acto jurídico. (el delito, el contrato, etc.).

El licenciado Rubén Contreras, indica que nuestro Código Civil sí admite la


causa como elemento esencial del contrato, en la misma jerarquía que la
capacidad, el consentimiento y el objeto.

Cita como ejemplo:

Para estimar el error y el dolo como determinantes de anulabilidad del


contrato, exige que hayan sido “la causa principal de la declaración de
voluntad” o “la causa determinante del negocio jurídico”; y en lo que
concierne al juego o la apuesta ilícitos, el artículo 2148 establece: “El que
hubiere firmado una obligación que se derive de una deuda de juego o de
apuesta, puede anularla probando la causa real de la obligación”. Es decir
que, no solo admite la importancia de la causa, sino además exige que la
misma sea lícita. También es importante la exigencia del Código Civil de
que todo enriquecimiento tenga una causa.

SISTEMAS DE CONTRATACIÓN:

Salvo excepciones legales, el contrato nace con el solo consentimiento de


las partes, con respecto a terceras personas no basta dicho acuerdo de
voluntades, sino que, para que el contrato pueda serles oponible , es
indispensable que ellas puedan comprobar, reconocer, establecer
fehacientemente su celebración, vigencia y eficacia.

De ahí la necesidad y la importancia de que el contrato, sobre todo el que


no es de consumación inmediata, conste con algunos signos exteriores que
demuestren su existencia.

En el largo itinerario de la humanidad queda evidente que, dependiendo de


épocas y lugares, hay períodos en que la negociación ha sido sencilla,
flexible, casi siempre verbal y por lo tanto desprovista de signos exteriores,
ritos o formalidades.

Por el contrario, hay otros momentos en que la negociación se torna


compleja, revestida de ceremonias o ritualidades, algunas veces excesivas,
innecesarias y hasta pintorescas. Esto sucede generalmente cuando las
comunidades crecen, viajan, se mezclan con otras e intercambian bienes y
servicios.
Tres son los sistemas de contratación plenamente reconocidos: el del
consensualismo, el formalista y el mixto o ecléctico.

a) Sistema consensualista. Para dicho sistema basta el consentimiento del


los contratantes. No necesita el contrato nada más para existir. Su mejor
expresión actual es el contrato oral. Es indudablemente un sistema
sencillo, flexible, económico y rápido, útil en contratos de cumplimiento
inmediato. Tiene como insuperable desventaja su falta de certeza, pues
no queda prueba alguna de su celebración. Se basa únicamente en la
buena fe de las partes. Por lo tanto, no es adecuado para contratos de
cumplimiento diferido. El Código Civil se refiere a este sistema en el
artículo 1518 concerniente a que: “ Los contratos se perfeccionan por el
simple consentimiento de las partes, excepto cuando la ley establece
determinada formalidad como requisito esencial para su validez”.
b) Sistema formalista. Unidos al consentimiento exige signos exteriores,
tangibles, comprobables, como requisito adicional para la validez de los
contratos. Su expresión actual más acabada la constituye la escritura
pública y los registros públicos.

c) Sistema ecléctico o mixto. Amalgama el sistema consensualista con el del


formalismo, combinando la admisión de contratos verbales y contratos
escritos.

Es aquel en el cual los contratantes perfeccionan su voluntad, y en el


mismo se exige en la mayoría de ocasiones una determinada forma
probatoria.

El Código Civil admite este sistema y lo hace descansar en un principio


supremo: el de libertad de forma, contenido en el artículo 1256, que
dice: ”Cuando la ley no declare una forma específica para un negocio
jurídico, los interesados pueden usar la que juzguen conveniente “.

Admite, pues, desde la oralidad hasta la escritura pública y los registros


públicos, pasando por el documento privado, la correspondencia, y las
actas ante alcaldes municipales. Todo ello sin excluir en forma alguna la
posibilidad de que surjan nuevas formas de contratación acordes con la
necesidad y el ingenio o talento humano. Ejemplo de ello lo
recientemente la ley de arbitraje al regular que los acuerdos arbitrales
pueden celebrarse por telefax, telex u otros medios de comunicación
que dejen constancia del acuerdo. Artículo l0, inciso 2 de la Ley de
Arbitraje.

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