Fuego, Edén

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Manuel Lallana Babiloni

Fuego, Edén.
I

Sonó un enorme estallido.

El cielo ardía, un meteorito cayó dejando una estela llameante, furiosa. Esta estela
llamó su atención, así que cogió sus cosas y caminó en busca de lo desconocido. Se
sorprendió al ver el objeto caído del cielo, una cápsula herméticamente cerrada;
estaba construida con materiales que él desconocía. Era extraño, de otro planeta.

La guardó con extremo cuidado y dijo:

- Hora de volver a casa.

Pasó un largo rato observándola minuciosamente, admirándola, pero lo que pasó a


continuación fue algo que jamás pudo olvidar.

La cápsula se abrió y una pequeña forma de vida salió de esta. Era débil, su cuerpo
era esquelético y frágil. Algo que le horrorizó; su semejanza a un niño humano.

Este pequeño ser se acercó lentamente hasta llegar a él.

- Yo… Yo… Esto… Estoy sin palabras… Vienes… ¿Vienes de otro planeta?
- ¿Planeta? – preguntó con una voz propia de un infante.
- Esto es fascinante… ¿Hablas mi idioma?
- ¿Idioma?
- Veo que te gustan las preguntas, eso es bueno. Ki, ese será tu nombre.
- ¿Nombre? – preguntó asombrado.
- Si, ya sabes, todos tenemos un nombre, al fin y al cabo es solamente una
palabra aunque algunos lo odian y otros intentan buscar desesperadamente su
significado…

II

Estaba entusiasmado, ¡había tantas incógnitas!

- Veamos… ¿Entiendes mis palabras?


- ¿Palabras?
- Palabras… con ellas nos expresamos, con ellas marcamos la diferencia. Las
palabras crean mundos, hay que saber amar cada una de ellas.
Manuel Lallana Babiloni

Hubo un silencio.

- Hay tantas cosas que me gustaría saber… ¿Qué pensarán los extraterrestres de
los humanos?, ¿Qué pensarán del odio y la amistad?
- ¿Amistad?
- Tan importante que necesitaría años para poder explicarla al completo. Un
amigo es alguien que te acompaña a lo largo de tu vida. Las amistades pueden
ser fáciles o tremendamente complejas. Algunas personas se van, otras
vienen. Hay amistades irrompibles, yo lo sé. Apreciar una buena amistad es lo
mejor que puedes hacer, estoy seguro de que tú y yo acabaremos siendo
buenos amigos – dijo con una tremenda sonrisa.

Ki parecía estar alegre.

- Así que solamente puedes repetir la última palabra que digo al acabar una
frase, ¿No es así, Ki?
Entonces imagino que no podrás aclararme mis dudas… Pero quizás yo pueda
aclarar las tuyas. Te contaré todo lo que sé, aunque no puedo prometerte
nada, mi sabiduría está en parte limitada por mi edad
III
- ¿Edad?
- ¡Muy buena pregunta! ¿Qué es la edad? Toda vida humana pasa por ciertas
etapas de edad – rápidamente se acercó a su vieja pizarra, sacó una tiza y
empezó a dibujar.
- Todas estas etapas son importantes, cada una de ellas tiene un aspecto
diferente, algo que las destaca. La primera de ellas es la niñez, la infancia, el
comienzo. Siempre me han gustado los comienzos.

Cada movimiento que hacía era apasionado.

- Hacía mucho que no dibujaba, había olvidado lo mucho que me gustaba – dijo.
En esta etapa somos guiados por personas de la tercera y cuarta etapa. La
figura más determinante: los padres.
- ¿Padres?

Él sonrió y continuó con su explicación.

- Los niños están dotados de una tremenda curiosidad e ilusión. Ellos quieren
conocer el mundo. Aman las pequeñas cosas y eso es algo que poco a poco se
va perdiendo. Son… felices, a un niño no puedes hablarle de guerras o dinero,
debes preguntarle por las hormigas y las gotas de lluvia; ya verás lo mucho que
Manuel Lallana Babiloni

disfruta de la conversación. Voy a dibujar una pequeña hormiguita, seguro que


te gustará. Les encanta hacer preguntas, es por eso que deduzco que puedes
pertenecer a esta etapa, amiguito.

IV

Hizo una pequeña pausa, se había quedado sin respiración debido a la emoción.

- ¡Llegando a la segunda fase! Fase de las hormonas, también llamada


adolescencia. Esta es la fase a la que pertenezco yo, déjame decirte que es
tremendamente interesante.
Soy un adolescente y no puedo evitarlo, no puedo evitar poner pasión en todo
lo que hago. Las hormonas nublan mi razón y me dotan de una somnolienta
visión de muchas cosas. Muchas veces actúo por impulsos repentinos, para
excusarme digo que: “me he dejado llevar por el corazón”.
A los adolescentes se nos suelen imponer tediosas rutinas, nos bombardean
con reglas, obligaciones y malos consejos sobre cómo vivir la vida. Las
personas de las fases superiores quieren que lleguemos a ser lo que ellos
nunca fueron, quieren que arreglemos los problemas que ellos han causado.
Es por esto que en todo adolescente hay unas ideas comunes: “Sublevación”
“Ira”. En definitiva, no estamos contentos con el sistema impuesto. También
vivimos una guerra interna; deseamos con todas nuestras fuerzas conocernos
a nosotros mismos. Y nos enamoramos… Caemos una y otra vez rendidos ante
el amor; y nuestros corazones laten cada vez más fuerte. Los corazones se
rompen, probablemente sea uno de los dolores más fuertes que se
experimente en la vida de una persona. Pero siempre se recuperan, poco a
poco, hasta que alguien mágico llega y lo abrimos de nuevo. Podría hablar
sobre el amor durante meses pero creo que por ahora basta con dibujar un
gran corazón en esta pizarra.
En esta etapa también empezamos a conocer el concepto de “individuo”. Este
concepto tiene sus pros y sus contras. Ser un individuo significa que puedes
crecer como persona y mejorar, pero con la individualidad te arriesgas a
quedarte solo.
- ¿Solo?
- Si… solo.
Manuel Lallana Babiloni

Admiró la situación: estaba hablándole a un extraterrestre sobre cosas apasionantes. Ni


siquiera sabía si conseguía comprenderlo pero el joven adolescente era inmensamente
feliz.

- Ahora… ¡La tercera fase! Esta fase es muy peligrosa. Se dice que una persona
es adulta cuando empieza a trabajar. Los adultos tienen poder y el poder en
malas manos acaba destrozando vidas. Pero siempre hay excepciones, estoy
seguro de que hay adultos románticos como un adolescente y curiosos como
un niño. Los adultos controlan, los adultos mandan. También olvidan y fingen
saber mucho. Su mente debe de estar completamente llena de problemas,
obligaciones, deudas. O quién sabe, quizás esté completamente vacía.
Dibujaré un billete en la pizarra para representar a aquellos que tienen el
poder y una interrogación simbolizando así a algunos adultos que siguen
conservando su curiosidad y fascinación por las cosas pequeñas, estos son
verdaderamente sabios.

Hubo otra pausa, el chico estaba eufórico.

- Y llegamos a la fase final… Aunque a mí no me gustan los finales y no veo esta


fase como un final. Siento decirte que no sé demasiado sobre esta etapa. La
vejez para mí sigue siendo un misterio, aunque, yo la experimentaré en el
futuro, es irremediable. Esta fase siempre me ha parecido que es
imprescindible. Todo lo que has aprendido, cada uno de tus recuerdos forman
el “yo” de la vejez. Has vivido tu vida y ahora tu cuerpo está cansado. Las
personas de la última fase disfrutan cuidando de los niños… o eso creo. Lo más
sorprendente es que hay personas de esta edad que siguen conservando lo
más importante, lo esencial. Siguen soñando… siguen preguntándose cómo
funciona el mundo, siguen amando como el adolescente, siguen siendo sabios
por los conocimientos y experiencias de la persona adulta. Admiro a estas
personas. Las admiro también porque saben perfectamente que están a punto
de afrontar uno de mis mayores miedos, la muerte.
VI
- ¿La muerte?
- Va a ser difícil contarte esto… Pero dije que iba a contarte lo poco que sé sobre
las cosas y así lo haré.
La muerte es el final de la vida, la muerte es el misterio por definición. Los
seres humanos han inventado infinidad de teorías y explicaciones sobre lo
posterior a la muerte pero ninguna de estas ha sido demostrada; nadie ha
Manuel Lallana Babiloni

vuelto de ella. Haya algo o no después de la muerte, nos enfrentaremos a ella


todos y cada uno de nosotros, antes… o después. No tengo miedo a morir,
tengo miedo a que las personas a las que amo mueran. Tengo miedo a su
pérdida, miedo al vacío inmenso en el corazón. Pero sin muerte, Ki, no habría
vida. Sin muerte no sabríamos apreciar vivir. Sin muerte vagaríamos por un
mundo gris en el que todo el mundo, al final, se habría cansado de vivir, un
mundo en el que reinaría el tedio y las personas derrocharían su tiempo
infinito. Por eso aprecia tu vida, cuídala, que cada segundo cuente y cuando
llegue la muerte sabrás que has vivido. La vida es nuestro pequeño tesoro.

VIII

Ki sonrió.

- Creo que debería enseñarte algo, ya estás preparado – dijo el adolescente

La puerta se abrió e hizo un ruido ensordecedor. Fuera hacía un calor sofocante.


Andaba despacio, con una ligera tristeza. Los rayos del sol le deslumbraron, apenas
podía ver. Se dirigieron hacia una pequeña colina.

- He venido aquí innumerables veces, pero sin duda, esta es la que más dolor
me causa.

El viento era fuerte y los ojos del chico estaban humedecidos.

- No quiero estar solo… mis padres… ellos…

Desde lo alto de la colina Ki pudo observar el atroz escenario: nubes de gas tóxico, un
cielo contaminado, grandes cráteres a lo lejos producidos por explosiones nucleares.
Aún se podían oír los gritos de las personas, gritos desgarradores… sufrimiento…
muchísimo sufrimiento.

- Nosotros no supimos apreciar nuestro pequeño tesoro – dijo él.

Ki apuntó al cielo, unas grandes naves sobrevolaban la Tierra. Ahora el chico ya sabía
la razón de su llegada.

Con dificultad, Ki, pudo pronunciar algunas palabras:

- Mereces…
Ser…
Salvado.

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