Tema4 Habilidades Del Psicólogo
Tema4 Habilidades Del Psicólogo
Tema4 Habilidades Del Psicólogo
Habilidades y
competencias básicas del
psicólogo. Parte II
Índice
Esquema 3
Material de estudio 6
4.1. Introducción y objetivos 6
4.2. Habilidades de escucha 7
4.3. Habilidades para favorecer la actividad narrativa
del paciente 13
4.4. Habilidades de acción y de generación 23
4.5. Habilidades fisiológico-afectivas 29
4.6. Habilidades y destrezas de modificación de
conducta 34
4.7. Especificidades del trabajo con niños y
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adolescentes 35
4.8. Referencias bibliográficas 42
A fondo 44
Test 45
Esquema
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Diálogo
así, si la conozco…
T: Pero dígame qué es lo que ocurrió.
P: No ocurrió nada. Simplemente que me cargan a mí con todo y
ni siquiera lo agradecen. Y encima parece que son ellos los
simpáticos y los que quedan bien y yo quedo como un ogro.
Por último, también veremos las habilidades necesarias para el trabajo con niños y
adolescentes. Abordaremos cuestiones como la confidencialidad, las herramientas
de comunicación y evaluación específicas, la importancia de la relación con los padres
y otros profesionales de referencia, etc.
Los objetivos que se pretenden conseguir con este tema son los siguientes:
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Conocer cuáles son las habilidades necesarias de los psicólogos para un buen
ejercicio de la profesión.
Aprender cuáles son las habilidades específicas que se deben tener con población
infanto-juvenil, conociendo sus particularidades.
Las habilidades de escucha facilitan que el terapeuta pueda acceder al discurso del
paciente, empezando por la actitud general de escucha, que se refiere a la
disposición del terapeuta: posturas, gestos, movimientos, mirada, modulación de la
voz, etc. Esta actitud debe transmitir al paciente que tenemos disposición de
escucharle con atención plena. Para ello, es conveniente no sentarnos exactamente
enfrente del paciente, sino ligeramente inclinados hacia delante, sin cruzar brazos ni
piernas, en una postura relajada y centrados en la mirada del paciente.
La simple acción de escuchar, sin dejarnos llevar por el impulso de actuar, que puede
conducirnos a dar una devolución, una instrucción o a hacer algunas preguntas
demasiado pronto (emitiendo un juicio, una crítica o una frase estándar que quite
peso, por ejemplo), en el intento de resolver el problema del otro, puede ser más
difícil de lo que parece, y es más fácil (sobre todo en psicoterapeutas con poca
experiencia) caer en la tentación de poner en marcha recursos que se usarían en
contextos no clínicos.
soy como ellos (sus hermanos) (…) Soy una carga. No quiero
preocuparles, pero no puedo hacer nada, me siento muy mal…
Veo cómo se miran entre ellos cuando estoy delante. Creen que
no lo sé, pero lo sé. Piensan que soy una vergüenza… Ojalá fuera
mejor, más fuerte… Pero no puedo hacerlo, y cada vez me siento
peor.
Dentro de las habilidades de escucha debemos incluir las variables relacionadas con
la comunicación no verbal, tanto del paciente como del propio psicoterapeuta.
Sabemos que el lenguaje no verbal puede ser congruente con el mensaje verbal,
enfatizando o regulando lo que decimos (por ejemplo, cuando reforzamos el discurso
del paciente con un movimiento de cabeza, invitándole a continuar); pero también
puede ser opuesto (por ejemplo, decirle al paciente que nos alegramos de verle una
semana más, pero mostrar una expresión de aburrimiento). Por otro lado, puede
sustituir lo verbal, como cuando, con un gesto empático, transmitimos al paciente
que comprendemos su situación.
En cuanto a la comunicación no verbal del paciente a la que hay que prestar atención,
cabe destacar: la presencia y el autocuidado (forma de vestir, accesorios, peinado,
tatuajes…, ya que pueden ser un reflejo de la adecuación, del estado de ánimo, etc.),
la actitud corporal, la expresión facial, el tono de voz, los cambios en la postura y las
reacciones neurovegetativas (si refleja incomodidad, tensión, preocupación,
desinterés, etc.).
Ejemplo
Controlar el contacto visual con el paciente. La falta de contacto visual por parte
del terapeuta hacia su paciente puede indicar que no le interesa lo que este tiene
que decir, o que se siente incómodo frente a él. Por tanto, es importante aprender
a modular el contacto visual, sin distraernos en exceso, pero ofreciendo descansos
intermitentes, evitando miradas fijas que puedan resultar intimidantes.
En cuanto a la postura, lo ideal es mantener una postura relajada, con una ligera
inclinación hacia el paciente, con los brazos en una posición cómoda (mejor
El silencio
Una habilidad que facilita que el paciente construya narrativas es el silencio, que en
muchas ocasiones suele generar dificultades en los psicólogos que se inician en la
profesión. Dependiendo de la orientación teórica, incluso puede ser una herramienta
terapéutica, pero siempre conviene estar atentos y entender por qué se produce y
cómo podemos manejarlo.
El silencio del terapeuta tras una pausa en el discurso del paciente se puede
interpretar como una muestra de interés por parte del terapeuta (sobre todo si va
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Es frecuente que el paciente ambivalente, o que acude por primera vez a consulta
y desconoce cómo funciona la psicoterapia, decida guardar silencio. Esto puede
ser informativo para el terapeuta, que puede facilitar información sin necesidad
de que el paciente intervenga nada más sentarse, ofreciéndole la oportunidad de
comprender y adaptarse a esa nueva situación.
Por último, el silencio también puede ser una forma de evitar una situación o una
confrontación (no aportando información); o en algunos casos, incluso una forma
de mostrar su resistencia ante una alianza poco establecida (el paciente no se
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Existen cuatro tipos de respuestas verbales que facilitan que el paciente se sienta
escuchado: clarificación, paráfrasis, reflejo y síntesis.
Clarificación
Una de las máximas en psicoterapia es no dar nunca nada por sentando. Lo que el
paciente transmite en consulta procede de la construcción personal que hace de sus
vivencias, y estas pueden ser diferentes a las de psicólogo. Por lo tanto, en la medida
de lo posible, hemos de solicitar que nos aclare la información para asegurarnos de
entender lo que realmente quiere decir (hay que prestar especial atención a las
etiquetas que pueda usar: «deprimido», «ansioso», etc., y al uso de frases hechas o
expresiones ambiguas). Para ello, podemos usar diferentes fórmulas, como «¿Podrías
describirme con detalle eso de que…?», «¿Quieres decir que…?», «¿A qué te refieres
exactamente con…?», «¿Estás diciendo que…?», etc.
Ejemplos de clarificación
Paráfrasis
Ejemplos de paráfrasis
Reflejo
P1: (…) y esto es lo que me pasó esta semana… Fui allí, tuvimos
la discusión, luego me tuve que ir a comer, me sentó fatal, ya fui
con prisa todo el día, se me puso un dolor de cabeza horrible…
imposible concentrarse así. Y me fui al gimnasio y vi una peli…
No descansé muy bien esos días, la verdad…
T1: Fíjate que en las tres últimas sesiones me has comentado
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varias situaciones en las que lo has pasado muy mal: una con tu
jefe, otra con tu profesor y otra con tu padre. Parece que todas
se relacionan con una cuestión que hemos hablado en sesión en
alguna ocasión, y que tiene que ver con dificultades en la
relación con figuras de autoridad, como si te hicieran sentir más
pequeño y no vieran el adulto que eres hoy…
Síntesis
Ejemplos de síntesis
Otra estrategia que podemos usar es amplificar la narrativa del paciente. Debemos
explorar, desde una actitud de genuino interés y curiosidad (de no saber), las
creencias, conductas, roles, valores, intenciones, compromisos, sueños, esperanzas,
biografía del paciente, etc., deteniéndonos en ciertos aspectos, centrándonos en
cuestiones que el paciente no había contemplado.
Ejemplo
elaborar posibles relaciones entre las conductas, los pensamientos, las emociones
y los acontecimientos de la persona, con el objetivo de plantear hipótesis
explicativas de sus problemas, y nuevas perspectivas para entenderlos.
Ejemplo de interpretación
• Tipos de confrontación:
Las discrepancias pueden surgir entre dos mensajes verbales en la misma
sesión o en sesiones diferentes (por ejemplo: «En la última sesión
comentaste que estabas encantada con tu trabajo. Y ahora acabas de decir
que si pudieras volver atrás no aceptarías el empleo. ¿Puedes decirme algo
más sobre esto?»).
También puede ocurrir que surjan entre la comunicación verbal y la no
verbal (por ejemplo, cuando un paciente dice que no le importa que su
pareja no le diga qué hace en todo el día, pero se pone tenso y retuerce las
manos).
Otro tipo de confrontación ocurre cuando son diferentes el mensaje verbal
y la acción (por ejemplo, el paciente dice que es crucial para él pedir las
mejoras en sus condiciones de trabajo, pero al cabo de dos semanas sigue
sin solicitarlas: «Planteaste que era importante para ti comunicar a tus jefes
que necesitabas que tu situación en la empresa mejorara, y todavía no lo has
hecho. ¿Podríamos comentar qué puede estar impidiendo que lo lleves a
cabo?»).
Por último, podemos encontrar discrepancias entre un mensaje verbal
propio y un mensaje de otro (por ejemplo, un paciente con trastorno
obsesivo compulsivo, que necesita llamar varias veces a su casa cuando no
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está para saber que va todo bien, lleva algunas sesiones trabajando para
contener la conducta. Informa al terapeuta de que esa semana solo ha
llamado dos veces en dos días. Pero, al hablar por teléfono con su pareja,
esta dice que no es así: «Como ya sabes, llamé a su pareja, y me dijo que has
ofrecer información sobre unas pautas concretas para llevar a cabo acciones
específicas, por ejemplo, dar las instrucciones para cumplimentar un cuestionario
(«Has de hacerlo en el tiempo establecido, marcar solo una de las opciones de
respuestas, y evitar las distracciones mientras lo estás cumplimentando»), o
cumplir con una tarea (rellenar un autorregistro de pensamientos negativos, un
Transformaciones lingüísticas
Cambiar las etiquetas (por ejemplo, «vago») por acciones (por ejemplo, «se
bloquea cuando se le plantea una situación en la que corre el riesgo de no hacerlo
bien, temiendo no estar a la altura de lo que esperan sus profesores»).
Buscar protagonistas en las historias: hay que intentar no usar muchas frases
impersonales (por ejemplo, «se decidió que ella fuera a un internado»).
Contextualizar: incluir el contexto histórico en las narrativas que carecen de él
para poder introducir hipótesis explicativas (por ejemplo, si el paciente explica que
discutió con su vecina y se encontró tan mal que se autolesionó, debemos ampliar
e indagar cuál es su relación con esa vecina, si ha ocurrido en otras ocasiones, si
se parece en algo o evoca algo de otras relaciones, etc.).
Introducir el presente: a los pacientes que traen continuamente elementos del
pasado podemos invitarles a conectar con el presente.
Incluir lo interpersonal: si el paciente se centra mucho en características
individuales, hay que orientarlo hacia la interacción.
Cuestionar la intencionalidad: cuando se atribuye una acción a una intención de
otras personas, podemos plantear la posibilidad de que sea un efecto no
intencionado.
Reformular los síntomas como conflictos: traducir, por ejemplo, cuando traen la
patología como explicativa de las acciones, en dificultades y conflictos.
Externalizar: sustituir adjetivos por sustantivos (por ejemplo, si el paciente dice
que es depresivo, cambiarlo por «¿desde cuándo la depresión está en tu vida?»).
Documentos terapéuticos: podemos pedir al paciente que elabore cartas de
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renuncia a roles del pasado, cartas para visibilizar pequeños avances, etc.
Cerradas. Sirven para recoger información sobre una cuestión concreta, e implican
una respuesta monosilábica y concisa. Suelen ser más frecuentes en las entrevistas
iniciales, en las que se demanda información específica.
Abiertas. Sirven para explorar y ampliar información (qué, cómo, cuándo, dónde,
etc.).
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Lineales. Sirven para recoger información con el fin de poder evaluar los
problemas actuales («¿Cuándo fue la primera vez que ocurrió?», «¿Podrías
describir qué paso?», «¿Cuándo fue la última vez que te sentiste así?»).
Circulares. Exploran las interrelaciones entre los problemas y otras variables (por
ejemplo, estrategias de afrontamiento y relaciones interpersonales: «¿Y qué hace
cuando no pide la ayuda que le gustaría recibir porque piensa que la van a
rechazar?»).
Ejemplo
más elementos de acción. Por ejemplo, ante un paciente que dice que su hijo es
«vago», pedirle que explique a qué se refiere con que su hijo es «vago» (que se
bloquea a la hora de hacer tareas, que necesita mucha supervisión para hacerlas
bien o las hace cuando quiere), y ayudarle a comprender que los problemas
expresados mediante etiquetas simplifican muchos aspectos de la realidad.
El lenguaje quizá es una de las herramientas más útiles que puede emplear el
terapeuta, ya que, al igual que en cualquier interacción, el lenguaje permite la
comunicación y es una de las fuentes principales de información en psicoterapia.
Saber hacer un buen uso del lenguaje durante el proceso terapéutico requiere de
unas buenas habilidades de comunicación y de entrenamiento. Saber cuándo
sustituir términos, cómo reformular frases o preguntas, de qué manera devolver lo
recogido al paciente, utilizar analogías, o ser capaz de enlazar unos elementos con
otros y que tengan sentido para el paciente es casi la tarea principal del psicólogo.
Moderar el uso de preguntas en las que hay un «por qué». Pueden transmitir
connotaciones acusatorias. El paciente puede reaccionar poniéndose a la
defensiva. Se recomienda sustituir por expresiones como «¿Qué cree usted que
pasaría si…?», «¿Qué motivo tuvo para…?», «¿Qué le lleva a…?» o «¿A qué cree
usted que es debido?», que facilitan que el paciente dé respuestas más
descriptivas.
Ejemplo
Evitar hacer muchas preguntas a la vez, sin dar tiempo suficiente al paciente para
que las conteste, interrumpiendo su discurso, o provocando que cambie de tema.
Es mejor utilizarlas más tarde, o apuntarlas si tememos olvidarlas, y sacarlas en un
momento más oportuno.
Otra forma que tiene el terapeuta de usar su propia experiencia personal para
trabajar algunas cuestiones concretas con el paciente son las autorrevelaciones.
Otro aspecto que cabe destacar sobre el trabajo con las emociones es que podemos
encontrarnos pacientes que han vinculado emociones primarias (tristeza, miedo,
ira…) con emociones secundarias (vergüenza, culpa, orgullo, etc.), y lo que vemos
cuando tenemos al paciente delante puede ser una muestra de emociones
secundarias que ocultan emociones primarias (por ejemplo, en aquellos casos con
pacientes que consideran que llorar, o estar tristes, es una muestra de debilidad,
podemos encontrar manifestaciones de vergüenza o culpa, incluso también
emociones primarias, como ira). Por lo tanto, hay que estar atentos para no dejar
pasar este tipo de asociaciones o emparejamiento de emociones. Para ello es muy
importante tener presente la historia personal del paciente, el contexto cultural en
el que se desarrolla y su lugar de origen.
Ejemplo
Ejemplo
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Ejemplo
Para finalizar este apartado, cabe destacar que es importante no solo detectar y
trabajar las emociones y sus manifestaciones, sino también reestructurar creencias o
pensamientos desadaptados que sustentan (o surgen ante) ciertas emociones, o que
facilitan la perpetuación de conductas que causan sufrimiento en el paciente.
1. Autodirección.
2. Habilidades aplicadas.
3. Habilidades socioprofesionales.
4. Habilidades académicas.
comprender y seguir los nuevos avances que surgen en su campo de trabajo, saber
dónde y cómo acercarse a publicaciones científicas que sean válidas y útiles, estar
actualizado, ser abierto y crítico, y tener la capacidad de observar en su desarrollo
profesional aquellas cuestiones que puedan suscitar interés para la investigación.
que hacer un esfuerzo especial por adecuar el lenguaje (verbal y no verbal) al nivel y
edad del niño.
Confidencialidad.
Darle tratamientos eficaces que resulten lo menos intrusivos posible.
Entrevista
Hay que partir del hecho de que, en la mayoría de las ocasiones, cuando acude a
consulta un niño o adolescente, no es por iniciativa propia. Lo más habitual es que
sean los padres u otros agentes comunitarios (profesores, pediatra…) los que valoren
la necesidad de que acuda a un psicólogo. Es importante tener esto en cuenta, ya que
la relación terapéutica se va a construir de forma distinta a si es el menor el que busca
o pide la ayuda.
Por otro lado, al tratarse de un menor, es necesario que ambos progenitores estén
informados de que se va a realizar la valoración y, cuando sea posible, que acudan
para realizar sesiones conjuntas con el niño o adolescente y el resto de hermanos.
Si se van a realizar sesiones con algún miembro de la familia sin la presencia del niño
o adolescente, si se quiere ser cuidadoso con la relación terapéutica, hay que
informar al menor de estas sesiones y, en la medida de lo posible, que lo acepte como
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parte de la intervención.
Al igual que en el caso de los adultos, con niños y adolescentes, el psicólogo tiene que
hacer un esfuerzo por transmitir, de forma comprensible, sus hipótesis sobre lo que
le ocurre al menor, en qué le podemos ayudar y cómo podemos hacerlo, e intentar
obtener feedback del menor para confirmar que nos ha entendido y si está de
acuerdo.
Test de PSPQ/ESPQ/CPQ/HSPQ/16PF/APQ.
CDI: inventario de
depresión en niños
Pruebas
CBCL/TRF/MCBC/BPC/YSR Depresión CDS: escala de
genéricas
depresión infantil,
etc.
Escalas de apreciación: inventario de miedos de Pelechano, de miedos a la
oscuridad, etc.
Valoración de Autoinformes: Inventario de miedos de Sosa et al.
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Halstead
Evaluación CGAS: Children’s
Neuropsychological
funcional o del Global Assessment
Test Battery for
grado de Scale.
Pruebas Children.
deterioro que CAFAS: Child and
neuropsicológicas Reitan Indiana
ocasiona la Adolescent Functional
Neuropsychological
psicopatología Assessment Scale.
Test Battery.
Reich, W., Shayka, J. J., Taibleson, C. (1991). Diagnostic Interview Schedule for
Children and Adolescent (DICA-R). Unpublished manuscript, Washington University,
Division of Child Psychiatry.
Shaffer, D., Schwab-Stone, M., Fisher, P., Cohen, P., Piacentini, J., Davies,
M., Conners, K. y Regier, D. (1993). The Diagnostic Interview Schedule for Children-
Revised Version (DISC-R): I. Preparation, field testing, interrater reliability and
acceptability. Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry,
32(3), pp. 643-650.
Sosa, C. D., Capafóns, J. I., Conesa-Peraleja, M. D., Martorell, M. C., Silva, F. y Navarro,
A. M. (1993). Inventario de miedos. En F. Silva y M. C. Navarro (eds.), Evaluación de
la personalidad infantil y juvenil (EPIJ) (vol. III, pp. 99- 124). Madrid: Mempsa.
Roe, R. (2003). ¿Qué hace competente a un psicólogo? Papeles del Psicólogo, 24(86).
Este artículo revisa dos enfoques sobre la definición de competencia profesional: uno
basado en los roles y funciones que los psicólogos deben ser capaces de desempeñar,
y otro en el perfil educativo, necesario para convertir a los estudiantes en psicólogos
competentes.
Accede al artículo a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
http://www.papelesdelpsicologo.es/vernumero.asp?id=1108
Este artículo sirve para ampliar la información sobre algunos aspectos clave del
proceso terapéutico y algunas estrategias terapéuticas.
Accede al artículo a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
http://www.revistamentalizacion.com/ultimonumero/mentalizacion_mindfulness_i
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nsight_empatia_e_interpretacion.pdf
B. Entrevista semiestructurada.
C. Técnica proyectiva.
D. Test de personalidad.
6. Los pacientes que acuden por primera vez a terapia, o que son ambivalentes,
pueden no decir nada. El terapeuta, sobre esos silencios:
A. Puede permanecer en silencio y observar al paciente, dándole la oportunidad
de hablar.
B. Puede empatizar con él, informar sobre el funcionamiento de las sesiones.
C. Puede interpretarlo como una muestra de desinterés por parte del paciente.
D. Puede dar por finalizada la sesión, y decirle que continuarán cuando esté
dispuesto a colaborar.
10. Sobre el uso que hacemos del lenguaje en psicoterapia, hemos de tener en cuenta:
A. Que requiere de unas buenas habilidades de comunicación y de
entrenamiento por parte del psicólogo.
B. Que hemos de hacer uso de los «por qué», ya que no transmiten
connotaciones acusatorias.
C. Que la comunicación verbal siempre sustituye a la no verbal.
D. Que el terapeuta ha de saber usar los silencios que ofrece el paciente para
introducir preguntas.
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