Sentencia

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¿Quiénes son sujetos procesales?

Son todas las personas naturales y jurídicas, así como todos los órganos estadales que
intervienen en el proceso penal, cualquiera sea su rol o grado de participación.
Sujetos de dicha relación pueden ser clasificados en:
a. fundamentales.
b. Connaturales.
c. Eventuales.

 Los sujetos procesales fundamentales: son aquellos que integran la


relación jurídico-procesal, sin los cuales no podría existir el proceso. Estos son el
órgano jurisdiccional y las partes.
 Los sujetos procesales connaturales: son aquellos que tienen intervención
habitual o decisiva en el proceso, aun cuando no forma parte de la relación
jurídico-procesal, tales como secretarios, alguaciles, escribientes, policías,
denunciantes, testigos y peritos. Se les llama sujetos connaturales porque su
intervención es cónsona con la naturaleza del proceso penal.
 Los sujetos procesales eventuales: son aquellos que, como su nombre
indica, pueden tener una participación eventual en el proceso, de manera tal que
pueden estar o no presentes en un juicio concreto. Tal es el caso del demandante
civil, del tercero civilmente responsable, del tercero excluyente y del público en
general.

Partes en el proceso penal: son el imputado, asistido de su defensor o defensores, como


parte acusada, y el Ministerio Público y la víctima de delito, con sus abogados, como partes
acusadoras.

SALA DE CASACIÓN SOCIAL

Ponencia del Magistrado Doctor JUAN RAFAEL PERDOMO


                        La ciudadana MARLENY DE LAS MERCEDES GÓMEZ
MORENO, actuando en su propio nombre y en el de sus menores hijos FÉLIDA
MÉNDEZ GÓMEZ y JACKSON YASIR MÉNDEZ GÓMEZ, representada por el
abogado Raúl Quijada Millán, demandó a la empresa CALZADOS ALCIÓN, C.A.,
representada por el abogado José Arturo Zambrano, por cobro de prestaciones sociales y
otros conceptos derivados de la relación de trabajo sostenida por el ciudadano Félix
Méndez, causante de la parte actora y la empresa demandada, por ante el Juzgado de
Noveno Primera Instancia del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas.
 
El Juzgado Superior Sexto del Trabajo de la misma Circunscripción
Judicial, conociendo en apelación, dictó sentencia interlocutoria el día 3 de diciembre de
1999, declarando nulo el poder otorgado por la parte demandada y sin lugar la apelación
interpuesta, confirmando la decisión apelada.
 
El apoderado actor formalizó el recurso de casación anunciado. No hubo
contestación a la formalización.
 
Por inhibición del Magistrado Dr. Alberto Martini Urdaneta se convocó
al Primer Conjuez de la Sala, Dr. César Bustamante Pulido, quedando constituida la
Sala Especial el 5 de abril de 2000. En fecha 17 de mayo de 2000 se designó ponente al
Magistrado que con tal carácter suscribe el presente fallo. Cumplidas como han sido las
formalidades legales, se pasa a dictar sentencia en los términos que siguen:
-I-
PUNTO PREVIO
 
Es a este Supremo Tribunal al que en definitiva le compete pronunciarse
sobre la admisibilidad del recurso de casación, no obstante lo que al respecto hubiere
decidido el Tribunal de última instancia, cuando observare de oficio o a instancia de
parte, que el mismo ha sido admitido con violación de normas que regulan la materia.
 
En este sentido, observa la Sala que el presente recurso de casación fue
anunciado contra una sentencia interlocutoria que decidió una incidencia de
impugnación del instrumento poder presentado por la representación de la parte
demandada en un procedimiento por cobro de prestaciones sociales y otros conceptos
derivados de la relación de trabajo; por tanto, al no tratarse de una decisión de última
instancia que ponga fin al juicio, no puede considerarse que dicho fallo sea recurrible en
casación conforme a las previsiones del ordinal 2º del artículo 312 del Código de
Procedimiento Civil, debiendo ser declarado inadmisible el recurso de casación
ejercido.
 
Debe acotar este Supremo Tribunal que, a falta de disposición expresa en
la ley y en aplicación de las previsiones del artículo 15 del Código de Procedimiento
Civil que obliga al Juez a mantener la igualdad de las partes en el proceso, en los casos
que la parte actora objete el instrumento poder con el cual el apoderado de
la  demandada acredita la representación de su mandante, deben aplicarse las normas de
procedimiento previstas en los artículos 346, ordinal 3º, al 357 eiusdem, que regulan la
oposición y tramitación de la cuestión previa referida a la falta de capacidad de
postulación o de representación del actor.
 
Tal señalamiento lo hace la Sala con la finalidad de precisarle a las partes
y a los jueces, tanto del Tribunal a-quo como del Tribunal de Alzada, que según lo
dispuesto en el artículo 357 del Código de Procedimiento Civil, la decisión sobre la
cuestión previa prevista en el ordinal 3º del artículo 346 no tiene apelación y por tanto,
contra la decisión que decide sobre la impugnación que formula la actora del poder
presentado por la parte demandada no puede alzarse la parte perdidosa mediante el
recurso ordinario de apelación, teniendo en ese caso la oportunidad de subsanar el
defecto presentando un nuevo poder, o mediante la comparecencia de la parte, y
ratificando lo actuado. En consecuencia, estima la Sala que el recurso de apelación
ejercido por la parte accionada no ha debido ser escuchado, ni aún en un solo efecto, por
el Tribunal de la causa y ha debido ser declarado inadmisible por el Juzgado Superior.
DECISIÓN

Por las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en


Sala de Casación Social (ACCIDENTAL), administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la ley, declara INADMISIBLE el recurso de casación
anunciado por la empresa CALZADOS ALCIÓN, C.A. contra la sentencia de fecha 3
de diciembre de 1999, dictada el Juzgado Superior Sexto del Trabajo de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas.

Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Juzgado Noveno de


Primera Instancia del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas; particípese de esta remisión al Tribunal de origen. Todo de conformidad con lo
previsto en el artículo 326 del Código de Procedimiento Civil.

                       
                        Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de
Casación  Social del Tribunal  Supremo de  Justicia, en  Caracas, a los  seis   (06) días
del mes de febrero  de  dos mil uno. Años: 190° de la Independencia y 141° de la
Federación.
El Presidente de la Sala,

_____________________________
OMAR ALFREDO MORA DÍAZ
                                                                        
  El Vicepresidente y Ponente,

___________________________
    JUAN RAFAEL PERDOMO
     Conjuez,

                   ______________________________
                                       CÉSAR BUSTAMANTE PULIDO

 
La Secretaria,
 
_________________________
BIRMA I. TREJO DE ROMERO
 
 
Exp. N° 00-094         
 

SALA DE CASACIÓN SOCIAL


Ponencia del Magistrado ALFONSO VALBUENA CORDERO.
 
                   En el juicio que por cobro de prestaciones sociales y otros conceptos sigue
el ciudadano MIGUEL ÁNGEL RONDÓN, representado judicialmente por los
abogados Juan Alberto Castro Palacios y Laura Valentina Rivera Suegart contra la
sociedad mercantil D.S.D. COMPAÑÍA GENERAL DE INDUSTRIAS, C.A.
(D.S.D.-C.G.I.,C.A.), representada judicialmente por los abogados Omar A. Morales
H., Estrella Morales M., Omar D. Morales, Omar A. Morales M., Román J. Duque
Corredor, José Pedro Barnola, Carlos José Sarmiento Sosa, Ricardo Henríquez La
Roche, María S. Rodríguez, María E. Maldonado y Daniela Arnstein; el Juzgado
Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo y de Menores del
Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, dictó sentencia
definitiva en fecha 05 de octubre del año 2000, mediante la cual declaró parcialmente
con lugar la apelación interpuesta por la demandada, revocando así el fallo apelado que
declaró con lugar la demanda. En consecuencia, ordenó reponer la causa al estado en
que se encontraba el día 10 de marzo de 1.997, fecha fijada para la contestación de la
demanda y en virtud de que el demandado no procedió a hacerlo, no ha lugar a la
incidencia de cuestiones previas, quedando la causa abierta a pruebas desde el día de
despacho siguiente a aquel en que se dicte el auto que ordene ejecutar la decisión.
 
                   Contra el fallo anterior anunció recurso de casación tanto la parte
demandada como la actora, los cuales una vez admitidos fueron oportunamente
formalizados. Hubo impugnación de ambas partes y réplica del demandado. Es de
señalar, que además de anunciar recurso de casación contra la sentencia definitiva de
fecha 05 de octubre del año 2000, el demandado recurrió contra la sentencia
interlocutoria de fecha 06 de octubre del 1997 y el demandante contra la sentencia
interlocutoria de fecha 03 de noviembre de 1.998.
 
                   Recibido el expediente en esta Sala de Casación Social, se dio cuenta en
fecha 05 de febrero del año 2002, correspondiendo la ponencia al Magistrado
ALFONSO VALBUENA CORDERO.
 
                   Concluida la sustanciación del presente recurso de casación y cumplidas
como han sido las formalidades legales, pasa esta Sala de Casación Social a dictar
sentencia, bajo la ponencia del Magistrado que con tal carácter la suscribe, previa las
siguientes consideraciones:
 
PUNTO PREVIO
 
                   Observa la Sala que en el presente caso anunciaron recurso de casación
ambas partes, no sólo contra la decisión definitiva de fecha 5 de octubre del año 2000
dictada por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del
Trabajo y de Menores del Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado
Bolívar, sino contra las decisiones interlocutorias, una de fecha 6 de octubre de 1.997
emanada del mismo Tribunal Superior y otra de fecha 3 de noviembre de 1.998 dictada
por el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo, de
Menores y de lo Contencioso Administrativo del Segundo Circuito de la misma
Circunscripción Judicial.
 
                   En virtud de ello, y siendo que la parte demandada formalizó primeramente
su recurso de casación y fue ésta la que recurrió, además de la sentencia definitiva,
contra la interlocutoria de fecha 06 de octubre de 1.997, pasará esta Sala a emitir su
pronunciamiento con respecto a dicho medio de impugnación y posteriormente de no
ser procedente, conocerá el recurso de casación anunciado por la parte actora contra la
sentencia interlocutoria de fecha 3 de noviembre de 1.998, el cual, de no proceder, se
conocerá el medio extraordinario de impugnación anunciado contra la decisión
definitiva.  Así se establece.
 
RECURSO DE CASACIÓN ANUNCIADO POR LA PARTE DEMANDADA
CONTRA LA SENTENCIA INTERLOCUTORIA DE FECHA 06 DE OCTUBRE
DE 1.997
RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD
ÚNICO
 
                   De conformidad con el ordinal 1° del artículo 313 del Código de
Procedimiento Civil, se denuncian como infringidos por la recurrida los artículos 14, 15,
206, 208, 346 ordinal 3°, 350 en su 1er y 3er párrafos, 352 1er párrafo, 354, 155, 362
todos del mismo Código, así como el artículo 68 de la Ley Orgánica de Tribunales y de
Procedimiento del Trabajo y el artículo 4° del Código Civil,  todos en concordancia con
los artículos 49 numeral 3°, 26 y 257 de la Constitución Nacional, por menoscabo al
derecho de defensa.
 
                   Sobre el particular alega el formalizante, lo siguiente:
 
“En efecto, en la decisión cuestionada, se violó el Derecho de Defensa de
nuestra representada y el principio de la igualdad de las partes en el proceso,
siendo que el Juez que la pronunció conoció en apelación de ambas partes
contra la decisión interlocutoria dictada en este juicio por el Juzgado
Segundo de Primera Instancia del Tránsito y del Trabajo del mismo Circuito
y Circunscripción Judicial antes referidos, el día 19 de marzo de 1.997 (folio
427 al 433 de la segunda pieza), revocando dicha sentencia de primera
instancia, la cual había declarado la validez y suficiencia del poder
presentado por la demandada en la oportunidad de proponer cuestiones
previas a la demanda. El dispositivo del fallo interlocutorio que se recurre,
revocó la decisión de la Primera Instancia y declaró la nulidad del
instrumento de poder en el Capítulo I de la misma y pronunció una serie de
declaraciones en torno a la oportunidad procesal de la contestación de la
demanda y a la supuesta inasistencia de la parte demandada a dicho acto,
que no formaban parte del objeto de la apelación, materias éstas
extemporáneas totalmente en esta etapa procesal y que serán objeto de las
denuncias de infracción a las cuales se refiere el ordinal PRIMERO del
presente Capítulo.
 
A los fines de una mejor inteligencia sobre las presentes denuncias, nos
permitimos, siguiendo la doctrina de la Sala de Casación Civil, de fecha 14
de junio de 2000, dictada con ocasión del juicio seguido por Talleres Vita
Cars C.A. contra Inmobiliaria  Cruz O., C.A., en el expediente N° 99-419,
Sentencia N° 201, con ponencia del Magistrado Dr. Carlos Oberto Vélez,
extraída de la conocida obra ‘Jurisprudencia del Tribunal Supremo de
Justicia’, autor Pierre Tapia, Oscar, tomo 6, junio 2000, Págs. 555-557,
donde se asienta en que consiste el ‘derecho de defensa’, y sobre el mismo
expresa:
 
‘El derecho de defensa es un privilegio que corresponde a todas las partes
que intervengan en el proceso, por lo que su campo de vigencia abarca no
sólo el juicio principal, la relación procesal de fondo, sino a todas las
incidencias que puedan surgir en el juicio, cuya sustancia y decisión exigen
la aplicación de los principios de igualdad y equilibrio, que aseguren el
derecho a la defensa...’.
 
Tal decisión, para establecer en que consiste la indefensión, invoca una
decisión de la misma Sala de Casación Civil del 5-5-79, Pierre Tapia, mayo
1979, Pág. 55. Tomado del Libro de Leopoldo Márquez Añez Motivos y
Efectos del Recurso de Forma en la Casación Civil Venezolana. Pag. 104,
donde se expresa que:
 
‘...la indefensión ocurre en el juicio, cuando el juez priva o limita a alguna
de las partes el libre ejercicio de los medios y recursos que la Ley le pone a
su alcance para hacer valer sus derechos...’.
 
Así, en la decisión interlocutoria del 6 de octubre de 1997, contra la cual se
recurre, dejó establecido que en el otorgamiento del poder con el cual veían
actuando los abogados de mi representada, Dres. Omar A. Morales M.,
Estrella Morales M., Omar D. Morales M. y Omar Morales M, ‘...en modo
alguno se cumplió con lo previsto en el artículo 155 del Código de
Procedimiento Civil, pues no se señaló que fue exhibida el acta de la Junta
Directiva de D.S.D. Compañía General de Industrias Compañía Anónima,
en fecha 10 de enero de 1997...’ (sic) folio 653, 3ª pieza del expediente. A
esta conclusión llega la recurrida, después del análisis del referido
instrumento de poder a los folios del 370 al 372, siendo observado por dicho
Juzgador, que aún a pesar cuando transcribe la solicitud del otorgante,
HELMUT AIGNER, donde a la parte final del referido instrumento expresa,
’Pido al ciudadano Notario Público que disponga autenticar la presente
declaración la cual hago hoy (...) y que en la nota de autenticación
correspondiente deje constancia de haber tenido a la vista (...) así como el
acta levantada con motivo de la reunión de JUNTA DIRECTIVA llevada a
efecto el 10 de enero de 1997, en donde se me autorizó para este
otorgamiento con indicación de sus fechas, origen y procedencia y demás
datos que concurran a su identificación, todo ello de conformidad con el
artículo 155 del Código de Procedimiento Civil...’ (sic) (folio 652).
Asimismo tal alzada observa que: ‘...Sin embargo, la Notaría Pública, que
presenció el otorgamiento en la nota respectiva dejó constancia solamente
de haber tenido a la vista ‘...inscripción de D.S.D. Compañía General de
Industrias C.A., inscrita por ante el Registro Mercantil...’ (sic) (folio 653).
Tal sentencia, sobre la base de ésta observación y tomando en cuenta una
decisión de éste mismo Tribunal cuando era denominado Corte Suprema de
Justicia, la cual interpreta erróneamente, llegó a la conclusión antes referida,
de no cumplimiento con lo dispuesto en el artículo 155 del Código de
Procedimiento Civil, en cuanto al acta de Junta Directiva de la demandada
que legitima al otorgante (HELMUT AIGNER), de fecha 10 de enero de
1997, por lo que sin más ni más ‘...declara la NULIDAD E INEXISTENCIA
del poder otorgado por el ciudadano HELMUT AIGNER, en representación
de D.S.D. COMPAÑÍA GENERAL DE INDUSTRIAS COMPAÑÍA
ANÓNIMA a OMAR A. MORALES H., ESTRELLA MORALES M., OMAR
D. MORALES M. y OMAR A. MORALES M., otorgado por ante la Notaría
Pública Segunda de Puerto Ordaz el 04 de febrero de 1997...’ (sic) (folio
659).
 
Por virtud de la declaratoria de nulidad e inexistencia del poder, la misma
decisión deduce diversas consecuencias expresadas textualmente así:
 
PRIMERA CONSECUENCIA: ‘...al haberse decretado la nulidad del poder
otorgado por HELMUT AIGNER a los abogados (...), quienes actuaron en
representación de la compañía demandada, debe declararse que no interpuso
el escrito de cuestiones previas y así se declara...’ (sic) (folio 659) y
asimismo declara: ‘...El efecto de la declaratoria de nulidad del escrito
contentivo de las cuestiones previas promovidas por abogados que no
acreditaron su representación legal, es el dar por no contestada la demanda
dentro de los plazos establecidos en el Código de Procedimiento Civil y la
nulidad de las demás actuaciones de los apoderados de la demandada en el
proceso, teniendo tales como inexistentes, por el efecto de la nulidad en
cascada propias del Derecho Procesal y así se declara...(sic) (folio 660)
 
SEGUNDA CONSECUENCIA: ‘...3.- Que las cuestiones previas opuestas
por el demandado, de conformidad con lo establecido en esta sentencia han
sido declaradas nulas, en consecuencia carecen de validez como no
existente, teniendo como efecto nulo todo el proceso...’ (sic) (folio 662).
 
La conducta procesal que debió seguir el Juzgador de la interlocutoria de la
primera instancia, en vista de que había detectado, según su criterio, que el
poder presentado no había sido otorgado en forma legal, era, y no otra, y
hubiera ahorrado a las partes, a ambas, tiempo y dinero, en obsequio de la
economía y de la celeridad procesal, y del derecho de defensa, inviolable en
cualquier estado y grado de la causa, así como el principio de la igualdad de
las mismas partes en el proceso, como director del proceso como lo pauta el
artículo 14 del Código de Procedimiento Civil, y, conforme al artículo 15
del Código de Procedimiento Civil, era la de ordenarle al aquo la aplicación
de las normas procesales previstas en los artículos 346 ordinal 3° al 357 del
Código de Procedimiento Civil, las cuales regulan la oposición y
tramitación de la cuestión previa referida a la falta de capacidad de
postulación, o de la representación del actor, para el caso de la impugnación
del poder presentado por los abogados de la demandada, a fin de que la
parte demandada hubiera subsanado o contradicho la impugnación efectuada
por la parte demandante.
 
Este aserto que antecede tiene como fundamento que en el nuevo Código de
Procedimiento Civil, en su artículo 362, denunciado como infringido, al
contrario de lo que pautaba el artículo 276 del Código de Procedimiento
derogado, no se tipifica hoy, ni en forma expresa, ni presunta, ni implícita,
como inasistencia del demandado a la contestación, de la demanda, la
circunstancia de quien lo representare lo hiciera con un poder insuficiente, y
por tanto, el mantenimiento de la igualdad de las partes y el resguardo del
derecho de defensa, le imponían al Juez de la recurrida, como asunto
antecedente a su declaratoria de nulidad del poder, la aplicación de las
referidas normas atinentes a las (sic) cuestión previa del ordinal 3° del
artículo 346 del Código del Procedimiento Civil, y a la posibilidad de la
contradicción o la subsanación de la del presunto defecto del poder. De esta
misma manera se pronuncia la doctrina patria moderna, y así el Dr.
Arístides Rengel Romberg en su obra Tratado de Derecho Procesal Civil al
Tomo III pág. 132, Editorial Arte, Caracas 1995, afirma:
 
‘...No existe más la confesión ficta por defectos formales del poder,
cuestiones estas que deben resolverse previamente, antes de  la
contestación de la demanda, y pueden ser subsanadas, sin costas...’.
 
Las afirmaciones que anteceden, tienen apoyo en doctrina de esta sala de
Casación Social contenida en sentencia  de fecha 18 de octubre de 2001 bajo
ponencia del Magistrado Dr. Alfonso Valbuena Cordero, en el juicio
seguido por Héctor Denis Nazar Moreno contra Banco de Fomento
Regional Los Andes C.A. (Banfoandes) de fecha 18 de octubre de 2001, la
cual, a su vez, ratifica doctrina sentada en esa Sala en sentencia de fecha 6
de febrero del mismo año. (Jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia,
Oscar R. Pierre Tapia, Octubre de 2001, Tomo II págs. 673 y 673) (sic).
 
Para reafirmar lo acá invocado mostramos la opinión del conocido autor, Dr.
Ricardo Henríquez La Roche y una decisión de la extinta Corte Suprema de
Justicia, del 29 de mayo de 1997 en Sala de Casación Civil, cuya
transcripción parcial es la siguiente:
 
‘...En conclusión, conforme a nuestro ordenamiento jurídico procesal
vigente, el efecto que produce la declaratoria de nulidad del poder
presentado por el demandado, no es la nulidad automática y absoluta
de la actuación que se realiza con el mismo, pues esta puede ser
subsanada por el propio demandado en la forma prevista en el artículo
354 del Código de Procedimiento. Si no subsana en forma voluntaria o
forzosa según el caso, entonces si produce pleno efecto la nulidad
decretada...’ (sic)
 
En consecuencia, al haber el Juez declarado, sin más, y sin tomar en cuanta
lo que antecede, la nulidad del mandato presentado por los apoderados de la
demandada en la oportunidad de la contestación de la demanda y haber
atribuido a dicho nulidad las consecuencias adversas y desfavorables a
nuestras representada que arriba textualmente han quedado transcritas,
quebrantó formas sustanciales que menoscaban el derecho de defensa de
nuestra representada, atentando, de ese modo contra el principio de igualdad
de las partes en el proceso, por no ordenar la subsanación del vicio del poder
declarado en su propia decisión e infringe, de ese modo, las siguientes
normas jurídicas:
 
Viola la decisión recurrida el contenido del artículo 15 del Código de
Procedimiento Civil, donde se le ordena que deben garantizar el ‘derecho
de defensa’, por cuanto cercenó totalmente la oportunidad procesal a la que
tenía derecho nuestras representada para subsanar los vicios en el
otorgamiento del poder declarados en la propia sentencia recurrida, porque,
así como el actor puede subsanar (o contradecir) la insuficiencia o ilegalidad
del poder presentado con el libelo, en función de la igualdad de las partes en
el proceso, de la misma manera el demandado tiene igual derecho, cuando
presenta su poder junto con su proposición de cuestiones previas o a falta de
ellas la contestación a la demanda. En este caso, se trataba de la subsanación
habida cuenta de los vicios de poder declarados en la propia decisión.
 
Debió y no lo hizo el Juez de la recurrida, ejercer su función de Director del
Proceso, como se le ordena en el artículo 14 del Código de Procedimiento
Civil, y de este modo, no crear una desigualdad de tal naturaleza como la
explicada y por consiguiente permitir a la parte por nosotros representada
subsanar los vicios declarados por el mismo Juez en su sentencia, con lo que
infringió el artículo 14 del Código Procesal.
 
Viola asimismo el Tribunal de la Recurrida, el contenido de los artículos
206 y 208 del Código de Procedimiento Civil, por incurrir y hacer incurrir a
las partes en perjuicio de nuestra representada en quebrantamiento de las
formas procesales, concretamente, la de subsanación y/o contradicción a la
impugnación, reponiendo la causa al estado de que, no obstante el
pronunciamiento de la primera instancia en este punto haya sido favorable a
la parte demandada, corregir o contradecir la impugnación de la parte actora
del poder presentado en la oportunidad de proponerse cuestiones previas, en
orden de dejar terminado y por sentencia que no tiene apelación el incidente
en cuanto a la impugnación del poder de la demandada, antes, precisamente
de la proposición de las cuestiones previas o de la contestación a la
demanda, como indica la doctrina de la Sala y la de los reputados autores
arriba citados, evitando las nulidades, dar las mismas oportunidades a las
partes del mismo, sin incurrir en la desigualdad manifiesta de colocar a la
parte actora en una posición privilegiada, como sería que la causa se
desarrollara sin que mi nuestra representada pudiera optar por ejercer su
derecho de refutar las afirmaciones hechas por la parte actora en relación
con la impugnación del poder o la subsanación y/o ratificación del
documento de poder presentado, otorgando a la actora, el efecto del artículo
68 de la Ley Orgánica de Tribunales y de Procedimiento del Trabajo en
concordancia con el artículo 362 del Código de Procedimiento Civil, como
es que los hechos narrados en el escrito libelar, se den por admitidos por la
no contestación de tal demanda, cuyo efecto no proviene en modo alguno de
la contumacia nuestra representada, sino de la propia decisión del Tribunal
de la recurrida, extemporánea en esta etapa procesal disposiciones estas, que
por esas declaraciones de la recurrida, son contrarias al derecho de defensa
de nuestra representada. Este dispositivo legal contenido en el artículo 208
del Código de Procedimiento Civil, cuyo destinatario es precisamente el
Juez Superior, fue expresamente violado en el presente caso, por cuanto
estaba obligado tal Juez Superior a ordenar al inferior la tramitación de la
corrección del poder mediante la subsanación y/o ratificación del mandante
de tal mandato y de las actuaciones cumplidas por los apoderados y de no
haberlo hecho así, ello lesiona la estabilidad del juicio, atendiendo al
principio de rango constitucional del ‘debido proceso’, contenido en el
encabezamiento del artículo 49 de la Constitución Nacional, en especial en
su numeral 3°, pero respetando en todo caso el derecho a la defensa de las
partes del juicio e igualmente el derecho a la defensa de nuestra mandante.
Este dispositivo está en función del debido proceso, para depurar el mismo,
más no para otorgar beneficios a una de las partes, que en modo alguno le
corresponden, recurso, le quita todo lo actuado y coloca el proceso en un
estado tal, que le niega la oportunidad de defenderse. Debió y no lo hizo, el
tribunal de la recurrida, ordenar en su fallo, cumplir el fin perseguido por el
proceso, como instrumento para administrar y realizar la Justicia y
obviamente el postulado constitucional, consagrado en el artículo 257 de la
Constitución Bolivariana de Venezuela, donde en forma textual se
expresa: ‘El proceso constituye y un instrumento fundamental para la
realización de la justicia (...) No se sacrificará la justicia, por la omisión
de formalidades no esenciales’, ordenando la aplicación de los artículos
denunciados como infringidos en cuanto a la tramitación de la subsanación
o la ratificación del poder y de los actos cumplidos por los mandatarios.
 
Por ello viola igualmente la recurrida el contenido del ordinal 3° del artículo
346 del Código de Procedimiento Civil, de los artículos, 350 1° y 3er.
Párrafo, 354 del mismo Código, y el artículo 4° del Código Civil, porque no
consideró que al igual que el demandante, el demandado tiene la facultad de
corregir los defectos de que adolece el poder, en los términos indicados por
el artículo 354 del Código de Procedimiento Civil y que con respecto al
demandado tal aplicación debe ser en forma analógica, y permitir bien la
subsanación directa del vicio, o la ratificación del poder y del actos
cumplidos por los mandatarios instituidos por análoga y habida cuenta que
no consideró que a nuestra mandante le asistía el mismo derecho, a subsanar
los supuestos defectos del poder, debió y no lo hizo, porque debió fijarle un
plazo prefijado para a (sic) corregir tales defectos, con lo cual se hubiera
ahorrado todo el tiempo perdido en la presente causa, se hubiera acatado la
doctrina imperante y no habría necesidad, sino de analizar cada una de las
posiciones de las partes de éste juicio en relación a sus respectivos
pedimentos y/o contradicciones, lo cual hubiera sido conteste con la más
reciente doctrina de la casación venezolana, como es la de no hacer
prevalecer la forma sobre fondo. Queremos decir con esto que el presente
juicio está prácticamente anclado en un mar de formalismos, sin haber
tocado siquiera el fondo de lo debatido, lo cual atenta contra el principio
constitucional antes indicado previsto en el artículo 257 de nuestra Carta
Magna, como es que el proceso es un instrumento para la realización de la
justicia, no que el mismo proceso, en sí mismo encierra el valor justicia y
que por una u otra circunstancia, con la realización de uno u otro actor
procesal, se cumple con ésta labor, es decir, que en el presente caso, se ha
antepuesto desmesuradamente la forma al fondo, por cuanto ni siquiera los
jueces que han conocido de éste juicio han tenido oportunidad de sopesar las
probanzas de las partes de éste juicio, en aras de saber si ciertamente
proceden o no con derecho en sus pedimentos, por una parte si el
demandante tiene derecho a su pedimentos y/o si nuestra mandante tiene
derecho a negarse al pago de los conceptos.
 
Finalmente viola la recurrida el artículo 155 del Código de Procedimiento
Civil, porque esta disposición en forma alguna establece nulidad del
mandato por presunto incumplimiento de las formalidades allí previstas,
porque, precisamente, en aras de la igualdad procesal y del derecho de
defensa, toda cuestión referente a la impugnación de poderes, así del
presentado por los abogados de la parte actora, así los de la demandada,
tiene que estar resuelto previamente a la contestación de la demanda,
precisamente en función del derecho de defensa y del principio de la
igualdad de las partes, conculcados por el Juez de la recurrida del modo
como antes ha quedado expuesto. Igualmente, viola la recurrida el artículo
155 del Código de Procedimiento Civil, por cuanto dicho dispositivo legal,
si bien establece una obligación para el otorgante del poder, tal otorgante no
puede cargar con la omisión del funcionario que autorice el acto
(autenticación de poder), como podría ser la omisión de éste funcionario de
dejar constancia de los instrumentos exhibidos. El artículo en cuestión tiene
dos (2) partes, una primera parte que está dirigida al otorgante, donde se
obliga a éste en forma concurrente a enunciar y exhibir al funcionario, los
documentos auténticos, gacetas, libros o registros de donde dimana la
representación que ostenta, cuyos requerimientos fueron ampliamente
cumplidos por el otorgante del poder cuestionado, ciudadano HELMUT
AIGNER, como se desprende del texto acá copiado, inserto al folio 653, de
la decisión interlocutoria, donde dicho otorgante exhibe ante el funcionario
el acta de fecha 10 de enero de 1997, entre los documentos que legitiman su
representación y asimismo pide al Notario Público que deje constancia de su
exhibición. Este dispositivo a su vez, en la segunda parte contiene una orden
que está dirigida al Notario Público o funcionario que autorice al acto del
otorgamiento, como es dejar constancia de los instrumentos que le fueron
exhibidos, por lo que omisión de tal funcionario con respecto al Acta de
Junta Directiva de nuestra representada del 10 de enero de 1997, en modo
alguno puede perjudicarla ni puede nuestra representada acarrear y resultar
perjudicada por los errores u omisiones del funcionario fedatario. Con
respecto a las decisiones invocadas en la decisión objeto de este recurso es
distinta la situación cuando el otorgante a nombre de otro, omite la
exhibición que legitima su actuación, por consiguiente fue violado el
dispositivo legal contenido en el artículo 155 por la recurrida, y así pedimos
que sea declarado.”
 
 
 
                   Para decidir la Sala observa:
 
                   Aduce el formalizante, que la recurrida violó el derecho de defensa de la
demandada, así como el principio de la igualdad de las partes en el proceso, al revocar
la decisión de primera instancia, la cual había declarado la validez y suficiencia del
poder presentado por la misma en la oportunidad de oponer cuestiones previas, puesto
que declaró la nulidad e inexistencia del instrumento poder, en vista que consideró que
no se cumplió con lo previsto en el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, por
lo tanto al haber decretado la nulidad del poder otorgado por el ciudadano Helmut
Aigner en su condición de director suplente de la empresa D.S.D. Compañía General de
Industrias, C.A. a los abogados que actuaron en representación de la compañía
demandada, declaró como no interpuesto el escrito de cuestiones previas y por
consiguiente no contestada la demanda dentro del plazo correspondiente, así como la
nulidad de las demás actuaciones de los apoderados de la demandada, teniendo tales
actuaciones como inexistentes por el efecto de la nulidad en cascada propia del derecho
procesal. Asimismo, la interlocutoria decidió, que en vista de la declaratoria de nulidad
de la cuestión previa, las mismas carecen de validez y se tiene como inexistente,
teniendo como efecto nulo todo el proceso.
 
                   Continúa señalando el formalizante, que la conducta procesal que debió
seguir el juzgador de la interlocutoria en vista que había detectado, según su criterio,
que el poder presentado no había sido otorgado en forma legal, era la de ordenarle al a
quo la aplicación de las normas procesales previstas en los artículos 346 ordinal 3° al
357 del Código de Procedimiento Civil, las cuales regulan la oposición y tramitación de
la cuestión previa referida a la falta de capacidad de postulación o de la representación
del actor para el caso de la impugnación del poder presentado por los abogados de la
demandada, a fin de que hubiera subsanado o contradicho la impugnación efectuada por
la parte demandante.
 
                   Asimismo señala el formalizante, que al haber declarado la nulidad del
mandato presentado por los apoderados de la demandada y al haberle atribuido a dicha
nulidad consecuencias adversas y desfavorables para una de las partes, infringe con ello
el artículo 15 del Código de Procedimiento Civil, por cuanto cercenó totalmente la
oportunidad procesal a la que tenía derecho la demandada para subsanar los vicios en el
otorgamiento del poder, igualmente viola los artículos 206 y 208 del mismo código, por
incurrir en perjuicio de la demandada, en quebrantamiento de formas procesales como
son la subsanación o la contradicción a la impugnación, trayendo esto una desigualdad
entre las partes, puesto que coloca a  la actora en una posición privilegiada, en vista que
la causa se desarrolla sin que la demandada pudiera optar por ejercer su derecho
a  contradecir las afirmaciones hechas por la demandante con relación a la impugnación
del poder, produciéndose como consecuencia de ello los efectos de la  no contestación
de la demanda, según lo dispuesto en el artículo 68 de la Ley Orgánica de Tribunales y
de Procedimiento del Trabajo, como es que los hechos narrados en el escrito libelar se
den todos por admitidos. Señala además el formalizante, que al violar el dispositivo del
artículo 208 del Código de Procedimiento Civil, en vista que el juez de la interlocutoria
no ordenó al tribunal inferior la tramitación de la corrección del poder, lesionó con su
conducta el principio de rango constitucional del debido proceso, contenido en el
encabezamiento del artículo 49 de la Constitución Nacional. Igualmente, al decir del
formalizante, la interlocutoria recurrida infringe el contenido de los artículos 346
ordinal 3°, 350 en su 1er y 3er párrafo y 354 todos del Código de Procedimiento Civil,
porque no consideró que el demandado, al igual que el demandante,  tiene la facultad de
corregir los defectos de que adolece el poder. Finalmente el formalizante señala, que la
sentencia interlocutoria viola el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, porque
esta disposición en forma alguna establece nulidad del mandato por presunto
incumplimiento de las formalidades allí previstas.
 
                   Ahora bien, a los fines de verificar lo aseverado por el formalizante, la Sala
estima conveniente reproducir la parte pertinente del fallo recurrido y lo hace de la
siguiente manera:
 
“En lo relativo a la pretendida nulidad del poder por falta de exhibición al
Notario de uno de los recaudos que acreditan la representación del
demandado, alegada por el Demandante, al omitir la constancia de la
exhibición del acta levantada con motivo de la reunión de Junta Directiva
llevada a efecto el 10 de enero de 1997, mediante la cual afirma el otorgante
que se le autorizó para ese otorgamiento, la cual fue declarada Sin Lugar por
el Tribunal de la causa en sentencia interlocutoria de fecha 19 de Marzo de
1997, esta Alzada, procede a analizar el referido poder otorgado, origen de
la impugnación, que corre inserto a los folios 370, 371 y realiza las
siguientes consideraciones:
 
1.- Que el poder es otorgado por el ciudadano HELMUT AIGNER,
procediendo en su condición de Director Suplente de la Junta Directiva de a
Sociedad Mercantil D.S.S. (sic) COMPAÑÍA GENERAL DE
INDUSTRIAS COMPAÑÍA ANÓNIMA.
 
2.- En relación con las facultades para otorgar poderes, se establece en el
referido documento lo siguiente:
 
‘...y suficientemente autorizado y facultado para este
otorgamiento, por virtud de decisión tomada ‘ad-hoc’ por
la JUNTA DIRECTIVA de fecha 10 de enero de 1997...’.
 
3.- En relación a las personas que se otorga el poder se estableció lo
siguiente:
 
‘...DECLARO: ‘Que mi representada D.S.D. COMPAÑÍA
GENERAL DE INDUSTRIAS COMPAÑÍA ANÓNIMA confiere
poder amplio y bastante cuanto en derecho es menester a OMAR A.
MORALES M., ESTRELLA MORALES M., OMAR D. MORALES
M. Y OMAR A. MORALES M...’.
 
4.- En la parte final del referido instrumento, el otorgante, pide al notario lo
siguiente:
 
‘Pido al ciudadano Notario Público que disponga autenticar la
presente declaración la cual hago hoy...y que en la nota de
autenticación correspondiente deje constancia de haber tenido a la
vista...así como del acta levantada con motivo de la reunión de
JUNTA DIRECTIVA llevada a efecto el 10 de enero de 1997, en
donde se me autorizó para ese otorgamiento con indicación de sus
fechas, origen y procedencia y demás datos que concurran a su
identificación, todo ello de conformidad con el artículo 155 del
Código de Procedimiento Civil.
 
5.- En lo referente a la constancia de los documentos, la Notaría Pública
realizó la siguiente identificación:
 
‘La Notaría Pública certifica: que tuvo a la vista inscripción de D.S.D.
Compañía General de Industrias C.A., inscrita por ante el Registro
Mercantil Primero de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y
Estado Miranda en fecha 5 de junio de 1974, bajo el N° 21 tomo
1044-A y sus respectivas modificaciones en la referida oficina de
Registro el 13 de diciembre de 1995 bajo el N° 09 tomo 383-A...’.
 
Esta Alzada, observa en el presente caso, que el otorgante HELMUT
AIGNER, señala estar suficientemente autorizado y facultado para otorgar
el mandato a los abogados...por virtud de decisión tomada ‘ad-hoc’ por la
JUNTA DIRECTIVA en fecha 10 de enero de 1997. Sin embargo, la
Notaría Pública, que presenció el otorgamiento en la nota respectiva dejó
constancia solamente de haber tenido a la vista ‘...inscripción de D.S.D.
Compañía General de Industrias C.A., inscrita por ante el Registro
Mercantil Primero de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y
Estado Miranda en fecha 5 de junio de 1974, bajo el N° 21 tomo 1044-A y
sus respectivas modificaciones en la referida oficina de Registro el 13 de
diciembre de 1995, bajo el N° 09 tomo 383-A...’.
 
Por todas las consideraciones anteriores, esta Alzada, considera que en
modo alguno se cumplió con lo previsto en el artículo 155 del Código de
Procedimiento Civil, pues no se señaló ni fue exhibida el acta de la Junta
Directiva de D.S.D. Compañía General de Industrias Compañía Anónima,
en fecha 10 de enero de 1997, por lo cual, al decir del otorgante fue
facultado para conferir el poder y así se declara.
 
En relación con el alegato de la demandada ‘LAS PARTES PUEDEN
RECONOCERSE COMO TALES EN EL PROCESO’, y que el
demandante, lo ha reconocido como apoderado, conforme según la
demandada en el escrito de promoción de pruebas del demandante, este
Tribunal, considera que con la referida actuación no existe el
reconocimiento de su condición de apoderados, sino el cumplimiento de una
sentencia interlocutoria del tribunal de la causa, que ha declarado sin lugar
la impugnación del poder realizado por la demandante, manteniendo el
carácter de los apoderados judiciales de la demandada. En consecuencia,
mientras no hubiese una decisión en contrario, el Demandante está en la
obligación de aceptar como apoderados judiciales de la demandada a las
personas que aparece (sic) en el poder, el cual ha sido impugnado, sin que
esto pueda significar un reconocimiento tácito, y menos aun cuando existe
una apelación referida a la impugnación del poder y así se declara.
 
Esta Alzada comparte el criterio de la Corte Suprema de Justicia, en
sentencia de fecha 03 de Diciembre de 1996, que establece:
 
‘...a) El artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, a diferencia
del derogado Código en su artículo 42, exige distintas formalidades
cuando el poder se otorga a nombre de persona natural o jurídica o se
trata de sustituciones en, efecto requiere que se enuncie en el
instrumento mismo los documentos auténticos gacetas, libros o
registros que acrediten la representación que ejerce, y también, que se
exhiban al funcionario, y éste debe, en la nota de registro o de
autenticación, hacer constar tal circunstancia con expresión de fechas,
procedencias y otros datos a tenor de lo establecido en el artículo 155
del Código de procedimiento Civil. Sobre el particular expresa el Dr.
Pedro Alid Zoppi lo siguiente:
 
‘Si en el otorgamiento no se cumplen estos tres requisitos
concurrentes, enunciación, exhibición y constancia, el poder no estará
otorgado en la forma debida.
 
Estas disposiciones rigen para las personas jurídicas y las
sustituciones y también en el caso de personas naturales cuando sean
otorgados en representación de otra persona. Por supuesto, no obstante
el cumplimiento de la formalidad, la contraparte puede alegar la
insuficiencia o carencia de la representación y, según el caso, aplicar
el artículo 156 o los artículo 346, ordinal 3°, 350 y 353 del Código de
Procedimiento Civil’. (Cuestiones Previas y otros temas el Derecho
Procesal, Edit. Vadell Hermanos, Valencia 1989, pág. 153).
 
Es así como de conformidad con el artículo 155 el funcionario da fe de
exhibición ad efectum videndi, pero no transcribe los recaudos. A diferencia
de los exigido por el artículo 42 del Código derogado, debe limitarse a
tomar nota en el cuerpo del poder de la fecha, origen o procedencia y demás
datos que concurran a identificar esos instrumentos, sin adelantar ninguna
apreciación o interpretación jurídica de los mismos. La finalidad de esta
exhibición y constancia que hace el funcionario en el poder es las de
facilitar al interesado la verificación y revisión, mediante el examen
respectivo, de los documentos que acrediten la representación del
poderdante o del sustituyente. Este examen podría hacerse bien acudiendo a
la oficina pública donde se encuentren los originales o copias certificadas de
los mismos o solicitando la exhibición de acuerdo a la regla del artículo
156 eiusdem:
 
b) En cuanto a la necesidad de exhibición y constancia que debe hacer el
funcionario ante el cual se otorgue el poder de los documentos mediante los
cuales se evidencie su representación, la jurisprudencia de este Alto
Tribunal ha expresado:
‘...el otorgante no enunció en el poder el recaudo pertinente y tampoco
dejó constancia que exhibía esos recaudos al Notario Público que
autorizó el actor quien, por lo demás, en la nota pertinente deja
constancia únicamente que tuvo a la vista...el registro mercantil de la
empresa y no del documento constitutivo-estatuario de donde emana
la representación legal de la otorgante. De lo antes expuesto, se
concluye que el poder presentado en el artículo 155 eiusdem...’
(s.S.C.C. 10 de febrero de 1993, caso: Banco Latino CA vs.
Interholding C.A.). (sic).
 
Así fue reiterado el 30 de junio de 1993:
 
‘...se observa que el otorgante señaló que actuaba facultado por la
Junta Directiva para otorgar el mandato. Sin embargo el Notario en la
nota respectiva deja constancia solamente de haber tenido a la vista el
registro mercantil de la empresa El tejar C.A., donde la cláusula
número 7 evidencia las facultades inherentes del otorgante por lo que
para la Sala en modo alguno se cumplió con el artículo
155 eiusdem pues no se señaló si era un ejemplar de los Estatutos
Sociales de la demandada, ni si fue exhibida el acta de la Junta
Directiva, correspondiente a su sesión del día...por medio de la cual, a
decir del otorgante fue facultado para conferir el referido instrumento
en nombre de El Tejar C.A.. Ello implica que la contraparte no puede
hacer uso del artículo 156 eiusdem de los recaudos que aparecen
enjunciados en el poder...’. (s.S.C.C. del 30 de junio de 1993, caso:
Nadia Verti de Lorenzi vs. El tejar C.A.).
 
A lo anterior se agrega que en decisión de esta Sala, del 27 de Abril de 1995
se expresó:
 
‘...es criterio de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de
Justicia, el cual esta Sala acoge, que tanto en los casos de
otorgamiento de poderes como de sustitución de los mismos, tanto el
poderdante, como el mandatario sustituyente, según se trate, tiene el
deber no sólo de enunciar los recaudos de los cuales emana su
representación, sino de exhibirlos al funcionario ante el cual se otorga
el acto. No se deja lugar a dudas acerca de la obligatoriedad de
exhibición y declaración por parte del Notorio o el funcionario público
competente ante el cual se otorga el acto de que tal exhibición le fue
hecha, como requisito de validez para el instrumento poder’ (s.S.P.A.,
N° 294 del 27 de abril de 1995, caso: Constructora Guarítico, C.A. vs.
Corpoven S.A.).
 
C) Se observa en el presente caso que el otorgante Herman Luis Soriano,
afirma estar facultado para otorgar el mandato al abogado Jesús....según
autorización emanada del Directorio de la Corporación de Turismo de
Venezuela, de fecha 10 de marzo de 1994, número 94-06. Sin embargo, el
Notario Público que presenció el otorgamiento, en la nota respectiva dejó
constancia solamente de haber tenido a la vista: ‘...Decreto Presidencial N°
5 de fecha 2 de febrero de 1994, publicado en la Gaceta Oficial N° 35.394
de la misma fecha’.
 
Para la Sala, en modo alguno se cumplió con lo expresamente previsto en el
artículo 155 eiusdem, pues no se señaló ni fue exhibida el acta de la Junta
Directiva de la Corporación de Turismo de Venezuela, en su sesión N° 94-
06 del 10 de marzo de 1994, en las (sic) cual, a decir del otorgante, fue
facultado para conferir el referido instrumento en nombre de Corpoturismo.
Así se declara.’. (Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, tomo 12,
año 1996, pág. 344).
 
En fuerza de todo lo anterior, esta Alzada, declara que no se cumplió con lo
preceptuado en el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, donde se
establece las formalidades que deben cumplirse para el otorgamiento del
poder, por lo que se declara la NULIDAD E INEXISTENCIA del poder
otorgado por el ciudadano HELMUT AIGNER AIGNER, en representación
de D.S.D. COMPAÑÍA GENERAL DE INDUSTRIAS COMPAÑÍA
ANÓNIMA a OMAR A. MORALES H., ESTRELLA MORALES M.,
OMAR D. MORALES M. y OMAR A. MORALES. M., otorgado por ante
la Notaría Pública Segunda de Puerto Ordaz el 04 de febrero de 1997.
 
II
 
Al haberse declarado la nulidad e inexistencia del poder, se producen
obligatoriamente las siguientes consecuencias: El acto declarado nulo carece
de validez: el acto viciado produce la nulidad de los actos subsiguientes y
como ha establecido la Corte Suprema de Justicia se produce el que es
propio del Derecho procesal y se deriva de la naturaleza del proceso
compuesto por actos interdependientes que se encadenan unos a otros.
 
En consecuencia al haberse decretado la nulidad del poder otorgado por
HELMUT AIGNER a los abogados OMAR A. MORALES M.,
ESTRELLA MORALES M., OMAR D. MORALES M. Y OMAR A.
MORALES M., quienes actuaron en representación de la compañía
demandada, debe declararse que no interpuso el escrito de cuestiones
previas y así se declara.
 
Al respecto la Corte Suprema de Justicia, en sentencia N° 41 del 24 de enero
de 1996. (caso: Tobías Carrero Nácar vs. Corpoven S.A. estableció:
 
‘Al haberse declarado la nulidad e inexistencia de la sustitución del
poder que realizó el abogado Carlos Acedo Sucre en el abogado Javier
Enrique Adrián, quien efectuó en representación de la compañía
demandada, debe declararse en consecuencia, como no interpuesta la
cuestión previa de defecto de forma y por tanto innecesario que este
Alto Tribunal se pronuncie sobre las mismas.’
 
El efecto de la declaratoria de nulidad del escrito contentivo de las
cuestiones promovidas por abogados que acreditaron su representación
legal, es el dar por no contestada la demanda dentro de los plazos
establecidos en el Código de Procedimiento Civil y la nulidad de las demás
actuaciones de los apoderados de la demandada en el proceso, teniendo tales
como inexistentes, por el efecto de la nulidad en cascadas propias del
Derecho Procesal y así se declara.”
 
 
 
                   De la transcripción precedentemente expuesta, se observa claramente y
como bien dice el formalizante, que la sentencia interlocutoria recurrida lesionó la
estabilidad del juicio al infringir el principio de rango constitucional del debido proceso,
por cuanto confundió los efectos que produce la impugnación del poder presentado por
el demandado, así como en desconocer el procedimiento a seguir en caso de verificarse
algún defecto en el mismo, incurriendo con ello en indefensión.
 
                   En este sentido, la Sala Constitucional ha señalado en sentencia de fecha 24
de enero del año 2001, lo siguiente:
 
“El derecho a la defensa y al debido proceso constituyen garantías
inherentes a la persona humana y en consecuencia, aplicables a cualquier
clase de procedimientos. El derecho al debido proceso ha sido entendido
como el trámite que permite oír a las partes, de la manera prevista en la Ley,
y que ajustado a derecho otorga a las partes el tiempo y los medios
adecuados para imponer sus defensas. En cuanto al derecho a la defensa, la
Jurisprudencia ha establecido que el mismo debe entenderse como la
oportunidad para el encausado o presunto agraviado de que oigan y analicen
oportunamente sus alegatos y pruebas. En consecuencia, existe violación del
derecho a la defensa cuando el interesado no conoce el procedimiento que
pueda afectarlo, se le impide su participación o el ejercicio de sus derechos,
o se le prohíbe realizar actividades probatorias.”
 
 
 
                   Igualmente esta Sala de Casación Social ha señalado que cuando el
equilibrio procesal se rompe por un acto imputable al juez, al privar o limitar
indebidamente a una de las partes el libre ejercicio de los medios y recursos que la ley le
pone a su alcance para hacer valer sus derechos, el juez incurre en indefensión o
menoscabo del derecho de defensa.
 
                   Asimismo, estima conveniente esta Sala explanar lo dispuesto en sentencia
de fecha del 20 de noviembre del año 2001 emanada de la Sala Político Administrativa,
en cuanto al derecho al debido proceso, la cual estableció lo siguiente:
 
“se trata de un derecho complejo que encierra dentro de sí, un conjunto de
garantías que se traducen en una diversidad de derechos para el procesado,
entre los que figuran, el derecho a acceder a la justicia, el derecho a ser oído,
el derecho a la articulación de un proceso debido, derecho de acceso a los
recursos legalmente establecidos, derecho a un tribunal competente,
independiente e imparcial, derecho a obtener una resolución de fondo
fundada en derecho, derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, derecho
a la ejecución de las sentencias, entre otros, que se vienen configurando a
través de la jurisprudencia. Todos estos derechos se desprenden de la
interpretación de los ochos ordinales que consagra el artículo 49 de la Carta
Fundamental. El artículo en comento establece que el debido proceso es un
derecho aplicable a todas las actuaciones judiciales y administrativas,
disposición que tiene su fundamento en el principio de igualdad ante la ley,
dado que el debido proceso significa que ambas partes en el procedimiento
administrativo, como en el proceso judicial, deben tener igualdad de
oportunidades tanto en la defensa de sus respectivos derechos como en la
producción de las pruebas destinadas a acreditarlos.”
 
 
 
                   Pues bien, una vez realizadas las anteriores precisiones, se pasa a señalar
que esta Sala de Casación Social en cuanto a la reposición y tramitación de la cuestión
previa referida a la falta de capacidad de postulación o representación del actor,
estableció lo siguiente:
 
"Debe acordar este Tribunal que, a falta de disposición expresa en la ley y
en aplicación de las previsiones del artículo 15 del Código de Procedimiento
Civil que obliga al Juez a mantener la igualdad de las partes en el proceso,
en los casos que la parte actora objete el instrumento poder con el cual el
apoderado de la demandada acredita la representación de su mandante,
deben aplicarse las normas de procedimiento previstas en los artículos 346
ordinal 3°, al 357 eiusdem, que regulan la oposición y tramitación de la
cuestión previa referida a la falta de capacidad de postulación o
representación del actor. (Sentencia de fecha 6 de febrero del año 2001 en el
caso M. M. Gómez contra Calzados Alción, C.A. con ponencia del
Magistrado Juan Rafael Perdomo).”
 
 
 
                   Asimismo, ha sido doctrina imperante en este alto Tribunal, que para
determinar la validez de un poder considerado como defectuoso, en el caso  que se
impugne  alegándose incumplimientos de forma, deberá aplicarse lo dispuesto en el
artículo 354 del Código de Procedimiento Civil, esto es, que el presentante del
instrumento poder podrá, dentro de los cinco (5) días siguientes a contar desde el
pronunciamiento del juez sobre la eficacia del mismo, subsanar el defecto u omisión.
Sobre esto, la Sala de Casación Civil en fecha 30 de noviembre del año 2000 en el caso
J.M. González contra J.A. Tenorio con ponencia del Magistrado Carlos Oberto Vélez,
se pronunció señalando lo siguiente:
 
"Es doctrina de la Sala, que cuando, como en el caso presente, se impugna el
poder a alguna de las partes, debe aplicarse por analogía el artículo 354 del
Código de Procedimiento Civil, que concede un lapso de cinco días a contar
del pronunciamiento del juez para que se subsane los defectos u omisiones,
o consigne y exhiba los documentos que acrediten la legalidad del poder.
Así la Sala, en sentencia del 29 de mayo de 1997, dejó establecido:
 
‘…En este caso, una vez solicitada, en la primera oportunidad en que
la parte se haga presente en autos, la exhibición de los documentos,
gacetas, libros o registros mencionados en el poder, se suscita una
incidencia que culmina con la decisión ordenada por la ley, acerca de
la eficacia del poder. También en este supuesto, resulta contrario a la
igualdad de las partes en el proceso considerar, sin más, que una vez
declarado ineficaz el poder no podrá el interesado subsanar el defecto.
Obrarían en este caso las mismas razones para aplicar por analogía la
disposición sobre la subsanación del defecto de poder del
representante del actor, para permitir la representación de la parte o de
un apoderado con un poder regularmente otorgado, y la ratificación de
los actos procesales realizados, dentro de los cinco días de despacho
siguientes a la declaración del Tribunal…’ "
 
 
 
                   También estima conveniente esta Sala señalar, que cuando el demandado se
hace representar en juicio por mandatario judicial y éste actúa con poder insuficiente,
ello no es causa para que se le tenga por confeso. Es así que en sentencia de la Sala de
Casación Civil de fecha 14 de junio del año 2000 en el caso C.A. Linares contra
Promotora Buenaventura C.A. con ponencia del Magistrado Carlos Oberto Vélez, se
estableció lo siguiente:
 
"Para fundamentar aun más, la precedente declaratoria, la Sala se permite
dejar asentado que, cuando el demandado se hace representar en juicio por
mandatario judicial, y este actúa con poder insuficiente, por si solo, no es
causa para que se le tenga por confeso, como lo establecía el artículo 276
del Código de Procedimiento Civil derogado, por cuanto, con la entrada en
vigencia del nuevo ordenamiento legal procesal civil, la parte interesada
puede proceder conforme lo prevé su artículo 156 y dependerá de la
decisión de la incidencia que surja al respecto, se le tendrá como válido y
eficaz o quedará desechado; por ello fue suprimido en el artículo 362 de la
vigente Ley Adjetiva Civil, pero, aun hay más; estos supuestos procesales
guardan relación, con el carácter de flexible que ha mantenido nuestro
ordenamiento jurídico en cuanto a la representación sin poder del accionado
(art. 46 c.p.c.d. y 168 c.p.c.v.); y la posibilidad de que éste ante una rebeldía
de acudir al acto de contestación de la demanda promueva pruebas a su
favor, conforme lo estatuye el mentado artículo 362 de la Ley Adjetiva
Civil. (Repertorio de jurisprudencia Ramírez & Garay, junio 2000, pág.
710).”
 
 
 
                   Con relación a esto último, se observa que la sentencia interlocutoria
recurrida incurre en un error de derecho al considerar que al dar contestación a la
demanda, o como en este caso, al oponer la cuestión previa con un poder defectuoso o
insuficiente se produce la confesión ficta del demandado. Esta situación no la contempla
el Código de Procedimiento Civil vigente, tal y como lo señala la sentencia de la Sala de
Casación Civil precedentemente transcrita, la cual acoge esta Sala de Casación Social.
En este sentido, cuando se impugna el poder debe permitírsele a la parte afectada por la
representación defectuosa, la subsanación del mismo de acuerdo a lo previsto en los
artículos 356 ordinal 3° y 357 del Código de Procedimiento Civil, caso en el cual, una
vez que culmine la incidencia en cuestión con la decisión acerca de la eficacia o no del
poder, si éste se considera viciado, entonces debe otorgársele a la parte afectada el plazo
de cinco (5) días para que pueda subsanar el defecto u omisión invocado por la parte
contraria, todo ello en conformidad con los artículos 350 y 354 eiusdem, es decir, que
conforme a nuestro ordenamiento jurídico procesal vigente, el efecto que produce la
declaratoria de nulidad del poder presentado por el demandado, no es de nulidad
absoluta y mucho menos se consideraran nulas las actuaciones que se realizan con el
mismo, en vista que puede ser subsanado por el propio demandado en la forma prevista
en el artículo 354 ibidem y si dicha subsanación no se realiza, bien sea de manera
voluntaria o forzosa, de acuerdo a la declaratoria con lugar de la cuestión previa de falta
de legitimidad del apoderado, entonces sí produciría pleno efecto la nulidad decretada.
 
                   Pues bien, la recurrida al declarar la nulidad e inexistencia del poder y como
consecuencia de ello la nulidad de los actos subsiguientes como efecto de la nulidad en
cascada propia del derecho procesal, como sería desde el acto de oposición de la
cuestión previa en donde se consigna el poder cuestionado y correlativamente, por
efecto de esa nulidad, el de tener como no contestada la demanda, es obvió concluir que
efectivamente la recurrida incurrió en un gravísimo error en detrimento del derecho a la
defensa de la demandada, lo que produjo sin lugar a duda una infracción flagrante al
principio constitucional del debido proceso.
 
                   Es por ello, que esta Sala reitera lo dispuesto en las sentencias supra
transcritas, todas acogidas por esta Sala de Casación Social y por ende señala que el
juez de alzada, quien conoció de la interlocutoria, debió y no lo hizo en el momento de
detectar algún vicio de forma del instrumento poder, ordenar al tribunal de primera
instancia la aplicación por analogía de los artículos 346 ordinal 3° al 357 del Código de
Procedimiento Civil, los cuales como bien lo dice el formalizante, regulan la oposición
y tramitación de la cuestión previa referida a la falta de capacidad de postulación o de la
representación del actor, a fin de que la parte demandada hubiera subsanado o
contradicho la impugnación efectuada.
 
                   Con dicho proceder, el sentenciador superior lesionó el derecho a la defensa
de la parte demandada, con la infracción de los artículos 346 en su ordinal 3°, 347 al
357, 155 y 362 todos del Código de Procedimiento Civil, produciendo un desequilibrio
procesal al limitar a la parte accionada subsanar la impugnación del poder considerado
defectuoso.
 
                   Ahora bien, con estas serie de precisiones lo procedente sería  ordenar en el
dispositivo del presente fallo la reposición de la causa al estado de que el juez de
primera instancia fije oportunidad para el trámite de la subsanación del poder en los
términos indicados en el párrafo anterior.
 
                   No obstante, es importante mencionar lo señalado por la Sala Constitucional
con respecto a la tutela judicial efectiva, en sentencia de fecha 10 de mayo del año 2001,
en la cual se dijo:
 
“El derecho a la tutela judicial efectiva, de amplísimo contenido, comprende
el derecho a ser oído por los órganos de administración de justicia
establecidos por el Estado, es decir, no sólo el derecho de acceso sino
también el derecho a que, cumplidos los requisitos establecidos en las leyes
adjetivas, los órganos judiciales conozcan el fondo de las pretensiones de
los particulares y, mediante una decisión dictada en derecho, determinen el
contenido y la extensión del derecho deducido, de allí que la vigente
Constitución señale que no se sacrificará la justicia por la omisión de
formalidades no esenciales y que el proceso constituye un instrumento
fundamental para la realización de la justicia (artículo 257). En un Estado
social de derecho y de justicia (artículo 2 de la vigente Constitución), donde
se garantiza una justicia expedita, sin dilaciones indebidas y sin formalismos
o reposiciones inútiles (artículo 26 eiusdem), la interpretación de las
instituciones procesales debe ser amplia tratando que si bien el proceso sea
una garantía para que las partes puedan ejercer su derecho de defensa, no
por ello se convierta en una traba que impida lograr las garantías que el
artículo 26 constitucional instaura. (Subrayado de la Sala)”.
 
 
 
                   Es pues, que esta Sala de Casación Social en su función uniformadora de
derecho y como firme cumplidora de las garantías constitucionales como es el derecho a
la tutela judicial efectiva, procede a realizar una serie de consideraciones sobre la base
de los siguientes términos:
 
                   El artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, señala textualmente lo
siguiente:
 
"Si el poder fuere otorgado a nombre de otra persona natural o jurídica o
fuere sustituido por el mandatario, el otorgante deberá enunciar en el poder
y exhibir al funcionario los documentos auténticos gacetas, libros o registros
que acrediten la representación que ejerce. El funcionario que autorice el
acto hará constar en la nota respectiva, los documentos, gacetas, libros o
registros que le han sido exhibidos con expresión de sus fechas, origen o
procedencia y demás datos que concurran a identificarlos, sin adelantar
ninguna apreciación o interpretación jurídica de los mismos."
 
 
 
                   A tal efecto, el citado artículo exige que el otorgante enuncie en el poder y
exhiba al funcionario público que presencie el otorgamiento "los documentos
auténticos, gacetas, libros o registros que acrediten la representación que ejerce", ello
con el fin de que el funcionario deje constancia en la nota respectiva de otorgamiento,
los documentos u otros recaudos que le fueron exhibidos por el otorgante, debiendo el
funcionario señalar en la nota, las fechas, origen y procedencia de los recaudos, así
como aquellos datos que permitan su mejor identificación.
 
                   De manera que, cumplidos los requisitos del artículo en comento, en tanto y
en cuanto, el funcionario certifique que los documentos aportados por el otorgante y que
constan en el documento son ciertos, según lo haya constatado de los originales
presentados, será suficiente a los fines de que el mandatario obre en nombre de su
representado, y en este sentido, la doctrina y la jurisprudencia han coincidido en afirmar
que basta una enunciación breve y sencilla de los datos más relevantes de los recaudos
que acrediten su carácter.
 
                   Ahora bien, del análisis exhaustivo del instrumento cuestionado se observa
que quien otorga el poder dice en su texto proceder "en mi condición de director
suplente de la junta directiva de la sociedad mercantil D.S.D. Compañía General de
Industrias, C.A.,” solicitando a su vez, “al ciudadano notario público que disponga
autenticar la presente declaración la cual hago hoy quince de enero de mil novecientos
noventa y siete y que en la nota de autenticación correspondiente deje constancia de
haber tenido a la vista el acta constitutiva-estatutos y sus reformas de la sociedad
mercantil poderdante, así como el acta levantada con motivo de la reunión de la junta
directiva llevada a efecto el 10 de enero de 1997 en donde se me autorizó para este
otorgamiento, con indicación de sus fechas, origen o procedencia y demás datos que
concurran a su identificación, todo ello de conformidad con el artículo 155 del Código
de Procedimiento Civil."
 
                   De dicha solicitud, el notario público sólo certificó haber tenido a la vista
"la inscripción de D.S.D. Compañía General de Industrias C.A. inscrita por ante el
Registro Mercantil Primero de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado
Miranda en fecha 5 de junio de 1974, bajo el N° 21 Tomo 104-A y sus respectivas
modificaciones en la referida oficina de Registro el 13 de diciembre de 1995, bajo el N°
09, Tomo 583-A", sin hacer mención alguna de haber tenido a la vista o no el acta
levantada por la junta directiva en fecha 10 de enero de 1997 en donde se le autorizaba
al poderdante a realizar el respectivo otorgamiento en representación de la empresa a los
abogados correspondientes.
 
                   A juicio de esta Sala, el hecho de que no esté reflejado en la nota estampada
que el Notario tuvo a la vista la autorización de la junta directiva de la empresa D.S.D.
Compañía General de Industrias, C.A. para la autenticación del instrumento poder, no
puede implicar la inexistencia del acto, por la cual la máxima autoridad administrativa
de la empresa demandada, autorizó a su director ciudadano Helmut Aigner Aigner el
otorgamiento de la representación judicial de la empresa a los abogados Omar A.
Morales H., Estrella Morales M., Omar D. Morales M. y Omar A. Morales M., por lo
que si en efecto, el notario público, no la tuvo a la vista, debió y no lo hizo, dejar
constancia de la falta de presentación de la autorización correspondiente, en el acto del
otorgamiento, conforme a lo solicitado.
 
                   Considera la Sala que la enunciación que hace el poderdante en el texto del
poder es suficiente conforme lo exige el artículo 155 del Código de Procedimiento
Civil, no obstante la insuficiencia de la declaración del Notario al no señalar, como ha
tenido que hacerlo, el haber tenido o no a la vista el documento que autorizaba al
poderdante para el acto del otorgamiento del poder a los abogados correspondientes. No
basta pues esta omisión para considerar nulo el poder, puesto que de acuerdo con el
artículo 206 eiusdem en su único aparte, en ningún caso se declarará la nulidad si el acto
ha alcanzado el fin al cual estaba destinado, principio éste de rango constitucional
recogido en los artículos 26 y 257 de nuestra Carta Magna.
 
                   La finalidad de lo antes expresado, es permitir a la contraparte el control de
la representación que se alega, mediante la solicitud de exhibición de los documentos
que acreditan la representación y facultades, que es a fin de cuentas el medio que debió
emplear la parte actora al momento de la impugnación y no lo hizo.
 
                   En sentencia de la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de
Justicia de fecha 27 de abril de 1995, se expresó:
 
"…es criterio de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia
el cual esta acoge, que tanto en los casos de otorgamientos de poderes como
de sustitución de los mismos, tanto el poderdante, como el mandatario
sustituyente, respectivamente, según se trate, tienen el deber no sólo de
enunciar los recaudos de los cuales emana su representación, sino de
exhibirlos al funcionario ante el cual se otorga el acto. No se deja lugar a
dudas acerca de la obligatoriedad de exhibición y declaración por parte del
notario o el funcionario público competente ante el cual se otorga el acto de
que tal exhibición le fue hecha, como requisito de validez para el
instrumento poder. (S.P.A., N° 294 del 27 de abril de 1995, caso
Constructora Guarítico, C.A. vs Corpoven, S.A.).”
 
 
 
                   Pues bien, en el caso en comento el otorgante cumpliendo con  los requisitos
exigidos en el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, enunció en el poder los
recaudos pertinentes de donde emana su representación legal, a su vez que solicita al
notario que deje constancia de haberlos tenido a la vista.
 
                   En el presente caso y de las actas que conforman el expediente se desprende
que efectivamente en el momento del acto del otorgamiento, dicho representante
exhibió los documentos donde emana su representación, sin embargo la Notario Público
al momento de dejar constancia de los documentos que acompañaron al instrumento
poder sólo hace mención del acta constitutiva de inscripción de la empresa otorgante
por ante el registrador respectivo, omitiendo constancia alguna del acta en donde se
autoriza al ciudadano Helmut Aigner Aigner en su carácter de director a otorgar dicho
poder a abogados de su confianza, pues y como se dijo anteriormente, esta Sala
considera que el hecho de que no se haya dejado sentado en la nota estampada por el
notario que éste tuvo a la vista la autorización de la junta directiva de la empresa D.S.D.
Compañía General de Industrias, C.A., aún habiéndosele exhibido, no puede implicar la
inexistencia de ese acto y mucho menos cuando el mismo otorgante pidió que se dejara
constancia del mismo, solicitud ésta omitida por el Notario, por lo que en este sentido
esta Sala aplica el principio finalista contemplado en los artículos 26 y 257 de la
Constitución Nacional, en concordancia con el artículo 206 del Código de
Procedimiento Civil, por lo que en virtud de ello reconoce la representación de los
apoderados de la demandada.
 
                   En virtud de las precedentes consideraciones, esta Sala resuelve declarar
eficaz en todas sus partes el poder otorgado por el ciudadano Helmut Aigner Aigner en
su carácter de director suplente de la compañía D.S.D. Compañía General de Industrias,
C.A. a los abogados Omar A. Morales H., Estrella Morales M., Omar D. Morales M. y
Omar A. Morales M. .
 
                   Ahora bien, al haberse declarado precedentemente la validez del poder, es
decir, al darle esta Sala de Casación Social pleno valor en todas sus partes al
instrumento poder declarado ineficaz por la recurrida, se declara la nulidad del fallo
interlocutorio de fecha 6 de octubre de 1.997 dictado por el Juzgado Superior Segundo
en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo y de Menores del Segundo Circuito de
la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar. No obstante y visto que en el presente
caso se cumplieron todos los actos procesales en instancia, es decir, contestación
pruebas e informes, se anula el fallo de fecha 05 de octubre del año 2000 dictado por el
referido Juzgado Superior y se ordena al Tribunal que resulte competente, decidir sobre
el fondo de la controversia, teniendo como válido todos los actos procesales
anteriormente mencionados y como eficaz el poder otorgado por el ciudadano Helmut
Aigner en su carácter de director suplente de la compañía D.S.D. Compañía General de
Industrias, C.A. a los abogados Omar A. Morales H., Estrella Morales M., Omar D.
Morales y Omar A. Morales M..
 
                   Por la precedente declaratoria, esta Sala se abstiene de conocer el recurso de
casación anunciado por las partes demandada y actora contra la sentencia definitiva de
fecha 05 de octubre del año 2000 emanada por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito, del Trabajo y de Menores del Segundo Circuito de la
Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, y del recurso de casación anunciado por la
parte actora contra la decisión interlocutoria de fecha 03 de noviembre de 1.998
emanada por el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del
Trabajo, de Menores y de lo Contencioso Administrativo del mismo Circuito y
Circunscripción Judicial, en razón de que la misma trata sobre el mismo punto ya
resuelto en el presente fallo, es decir, sobre la eficacia del instrumento poder otorgado a
los apoderados de la parte demandada. Así se decide.
 
DECISIÓN
 
                   Por las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia en Sala
de Casación Social, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad
de la Ley, declara: 1) CON LUGAR el recurso de casación interpuesto contra la
sentencia interlocutoria de fecha 06 de octubre de 1997 emanada del Juzgado Superior
Segundo en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo y de Menores del Segundo
Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar y por consiguiente se declara
nulo dicho fallo. Asimismo, SE DECLARA LA NULIDAD del fallo emanado del
referido Tribunal Superior de fecha 5 de octubre del año 2000 y se ordena al Juzgado
Superior que resulte competente dictar nueva decisión sobre el fondo de la controversia,
teniendo como eficaz el poder presentado por la empresa demandada D.S.D. Compañía
General de Industrias, C.A. a los abogados ya mencionados, decisión que debe ser
producida, otorgando el valor procesal a la actuaciones ocurridas desde la introducción
del libelo de la demanda hasta el acto de presentación de las conclusiones o informes
por las partes en segunda instancia.
 
                   Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Juzgado Superior del
Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar con sede en la ciudad de
Puerto Ordaz, todo de conformidad con lo establecido en el artículo 322 del Código de
Procedimiento Civil.
 
                   Dada, firmada y sellada  en  la Sala de Despacho de  la   Sala  de
Casación  Social  del  Tribunal  Supremo  de  Justicia,  en Caracas,  a los  (10) días del
mes de febrero del año 2004. Años: 193° de la Independencia y 144° de la Federación.

Fecha de Resolución 10 de Febrero de 2004

Emisor Sala de Casación Social

Número de Expediente 02-060

Ponente Alfonso Rafael Valbuena Cordero


Procedimiento Recurso de Casación

SALA DE CASACIÓN SOCIAL

Ponencia del Magistrado A.V.C..

En el juicio que por cobro de prestaciones sociales y otros conceptos sigue el ciudadano
M.Á.R., representado judicialmente por los abogados J.A.C.P. y L.V.R.S. contra la sociedad
mercantil D.S.D. COMPAÑÍA GENERAL DE INDUSTRIAS, C.A. (D.S.D.-C.G.I.,C.A.),
representada judicialmente por los abogados O.A.M.H., E.M.M., O.D.M., O.A.M.M., R.J.D.C.,
J.P.B., C.J.S.S., Ricardo Henríquez La Roche, María S. Rodríguez, M.E.M. y D.A.; el Juzgado
Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo y de Menores del Segundo
Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, dictó sentencia definitiva en fecha
05 de octubre del año 2000, mediante la cual declaró parcialmente con lugar la apelación
interpuesta por la demandada, revocando así el fallo apelado que declaró con lugar la
demanda. En consecuencia, ordenó reponer la causa al estado en que se encontraba el día
10 de marzo de 1.997, fecha fijada para la contestación de la demanda y en virtud de que el
demandado no procedió a hacerlo, no ha lugar a la incidencia de cuestiones previas,
quedando la causa abierta a pruebas desde el día de despacho siguiente a aquel en que se
dicte el auto que ordene ejecutar la decisión.

Contra el fallo anterior anunció recurso de casación tanto la parte demandada como la
actora, los cuales una vez admitidos fueron oportunamente formalizados. Hubo
impugnación de ambas partes y réplica del demandado. Es de señalar, que además de
anunciar recurso de casación contra la sentencia definitiva de fecha 05 de octubre del año
2000, el demandado recurrió contra la sentencia interlocutoria de fecha 06 de octubre del
1997 y el demandante contra la sentencia interlocutoria de fecha 03 de noviembre de
1.998.

Recibido el expediente en esta Sala de Casación Social, se dio cuenta en fecha 05 de


febrero del año 2002, correspondiendo la ponencia al Magistrado A.V.C..

Concluida la sustanciación del presente recurso de casación y cumplidas como han sido las
formalidades legales, pasa esta Sala de Casación Social a dictar sentencia, bajo la ponencia
del Magistrado que con tal carácter la suscribe, previa las siguientes consideraciones:

PUNTO PREVIO

Observa la Sala que en el presente caso anunciaron recurso de casación ambas partes, no
sólo contra la decisión definitiva de fecha 5 de octubre del año 2000 dictada por el Juzgado
Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo y de Menores del Segundo
Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, sino contra las decisiones
interlocutorias, una de fecha 6 de octubre de 1.997 emanada del mismo Tribunal Superior y
otra de fecha 3 de noviembre de 1.998 dictada por el Juzgado Superior Primero en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito, del Trabajo, de Menores y de lo Contencioso Administrativo del
Segundo Circuito de la misma Circunscripción Judicial.
En virtud de ello, y siendo que la parte demandada formalizó primeramente su recurso de
casación y fue ésta la que recurrió, además de la sentencia definitiva, contra la interlocutoria
de fecha 06 de octubre de 1.997, pasará esta Sala a emitir su pronunciamiento con respecto
a dicho medio de impugnación y posteriormente de no ser procedente, conocerá el recurso
de casación anunciado por la parte actora contra la sentencia interlocutoria de fecha 3 de
noviembre de 1.998, el cual, de no proceder, se conocerá el medio extraordinario de
impugnación anunciado contra la decisión definitiva. Así se establece.

RECURSO DE CASACIÓN ANUNCIADO POR LA PARTE DEMANDADA CONTRA LA


SENTENCIA INTERLOCUTORIA DE FECHA 06 DE OCTUBRE DE 1.997

RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD ÚNICO

De conformidad con el ordinal 1° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, se


denuncian como infringidos por la recurrida los artículos 14, 15, 206, 208, 346 ordinal 3°,
350 en su 1er y 3er párrafos, 352 1er párrafo, 354, 155, 362 todos del mismo Código, así
como el artículo 68 de la Ley Orgánica de Tribunales y de Procedimiento del Trabajo y
el artículo 4° del Código Civil, todos en concordancia con los artículos 49 numeral
3°, 26 y 257 de la Constitución Nacional, por menoscabo al derecho de defensa.

Sobre el particular alega el formalizante, lo siguiente:


En efecto, en la decisión cuestionada, se violó el Derecho de Defensa de nuestra representada y el
principio de la igualdad de las partes en el proceso, siendo que el Juez que la pronunció conoció en
apelación de ambas partes contra la decisión interlocutoria dictada en este juicio por el Juzgado
Segundo de Primera Instancia del Tránsito y del Trabajo del mismo Circuito y Circunscripción
Judicial antes referidos, el día 19 de marzo de 1.997 (folio 427 al 433 de la segunda pieza),
revocando dicha sentencia de primera instancia, la cual había declarado la validez y suficiencia del
poder presentado por la demandada en la oportunidad de proponer cuestiones previas a la
demanda. El dispositivo del fallo interlocutorio que se recurre, revocó la decisión de la Primera
Instancia y declaró la nulidad del instrumento de poder en el Capítulo I de la misma y pronunció
una serie de declaraciones en torno a la oportunidad procesal de la contestación de la demanda y a
la supuesta inasistencia de la parte demandada a dicho acto, que no formaban parte del objeto de la
apelación, materias éstas extemporáneas totalmente en esta etapa procesal y que serán objeto de
las denuncias de infracción a las cuales se refiere el ordinal PRIMERO del presente Capítulo.

A los fines de una mejor inteligencia sobre las presentes denuncias, nos permitimos, siguiendo la
doctrina de la Sala de Casación Civil, de fecha 14 de junio de 2000, dictada con ocasión del juicio
seguido por Talleres V.C. C.A. contra Inmobiliaria C.O., C.A., en el expediente N° 99-419,
Sentencia N° 201, con ponencia del Magistrado Dr. C.O.V., extraída de la conocida obra
‘Jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia’, autor P.T., Oscar, tomo 6, junio 2000, Págs.
555-557, donde se asienta en que consiste el ‘derecho de defensa’, y sobre el mismo expresa:

‘El derecho de defensa es un privilegio que corresponde a todas las partes que intervengan en el
proceso, por lo que su campo de vigencia abarca no sólo el juicio principal, la relación procesal de
fondo, sino a todas las incidencias que puedan surgir en el juicio, cuya sustancia y decisión exigen
la aplicación de los principios de igualdad y equilibrio, que aseguren el derecho a la defensa...’.

Tal decisión, para establecer en que consiste la indefensión, invoca una decisión de la misma Sala
de Casación Civil del 5-5-79, P.T., mayo 1979, Pág. 55. Tomado del Libro de L.M.A.M. y Efectos
del Recurso de Forma en la Casación Civil Venezolana. Pag. 104, donde se expresa que:

‘...la indefensión ocurre en el juicio, cuando el juez priva o limita a alguna de las partes el libre
ejercicio de los medios y recursos que la Ley le pone a su alcance para hacer valer sus derechos...’.
Así, en la decisión interlocutoria del 6 de octubre de 1997, contra la cual se recurre, dejó
establecido que en el otorgamiento del poder con el cual veían actuando los abogados de mi
representada, Dres. O.A.M.M., E.M.M., O.D.M.M. y O.M. M, ‘...en modo alguno se cumplió con lo
previsto en el  artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, pues no se señaló que fue exhibida el
acta de la Junta Directiva de D.S.D. Compañía General de Industrias Compañía Anónima, en fecha
10 de enero de 1997...’ (sic) folio 653, 3ª pieza del expediente. A esta conclusión llega la recurrida,
después del análisis del referido instrumento de poder a los folios del 370 al 372, siendo observado
por dicho Juzgador, que aún a pesar cuando transcribe la solicitud del otorgante, H.A., donde a la
parte final del referido instrumento expresa, ’Pido al ciudadano Notario Público que disponga
autenticar la presente declaración la cual hago hoy (...) y que en la nota de autenticación
correspondiente deje constancia de haber tenido a la vista (...) así como el acta levantada con
motivo de la reunión de JUNTA DIRECTIVA llevada a efecto el 10 de enero de 1997, en donde se
me autorizó para este otorgamiento con indicación de sus fechas, origen y procedencia y demás
datos que concurran a su identificación, todo ello de conformidad con el  artículo 155 del Código
de Procedimiento Civil...’ (sic) (folio 652). Asimismo tal alzada observa que: ‘...Sin embargo, la
Notaría Pública, que presenció el otorgamiento en la nota respectiva dejó constancia solamente de
haber tenido a la vista ‘...inscripción de D.S.D. Compañía General de Industrias C.A., inscrita por
ante el Registro Mercantil...’ (sic) (folio 653).

Tal sentencia, sobre la base de ésta observación y tomando en cuenta una decisión de éste mismo
Tribunal cuando era denominado Corte Suprema de Justicia, la cual interpreta erróneamente, llegó
a la conclusión antes referida, de no cumplimiento con lo dispuesto en el  artículo 155 del Código
de Procedimiento Civil, en cuanto al acta de Junta Directiva de la demandada que legitima al
otorgante (H.A.), de fecha 10 de enero de 1997, por lo que sin más ni más ‘...declara la NULIDAD
E INEXISTENCIA del poder otorgado por el ciudadano H.A., en representación de D.S.D.
COMPAÑÍA GENERAL DE INDUSTRIAS COMPAÑÍA ANÓNIMA a O.A.M.H., E.M.M., O.D.M.M.
y O.A.M.M., otorgado por ante la Notaría Pública Segunda de Puerto Ordaz el 04 de febrero de
1997...’ (sic) (folio 659).

Por virtud de la declaratoria de nulidad e inexistencia del poder, la misma decisión deduce diversas
consecuencias expresadas textualmente así:

PRIMERA CONSECUENCIA: ‘...al haberse decretado la nulidad del poder otorgado por H.A. a los
abogados (...), quienes actuaron en representación de la compañía demandada, debe declararse que
no interpuso el escrito de cuestiones previas y así se declara...’ (sic) (folio 659) y asimismo declara:
‘...El efecto de la declaratoria de nulidad del escrito contentivo de las cuestiones previas
promovidas por abogados que no acreditaron su representación legal, es el dar por no contestada
la demanda dentro de los plazos establecidos en el  Código de Procedimiento Civil y la nulidad de
las demás actuaciones de los apoderados de la demandada en el proceso, teniendo tales como
inexistentes, por el efecto de la nulidad en cascada propias del Derecho Procesal y así se declara...
(sic) (folio 660)

SEGUNDA CONSECUENCIA: ‘...3.- Que las cuestiones previas opuestas por el demandado, de
conformidad con lo establecido en esta sentencia han sido declaradas nulas, en consecuencia
carecen de validez como no existente, teniendo como efecto nulo todo el proceso...’ (sic) (folio 662).

La conducta procesal que debió seguir el Juzgador de la interlocutoria de la primera instancia, en


vista de que había detectado, según su criterio, que el poder presentado no había sido otorgado en
forma legal, era, y no otra, y hubiera ahorrado a las partes, a ambas, tiempo y dinero, en obsequio
de la economía y de la celeridad procesal, y del derecho de defensa, inviolable en cualquier estado
y grado de la causa, así como el principio de la igualdad de las mismas partes en el proceso, como
director del proceso como lo pauta el  artículo 14  del  Código de Procedimiento Civil, y, conforme
al  artículo 15  del  Código de Procedimiento Civil, era la de ordenarle al aquo la aplicación de las
normas procesales previstas en los artículos 346 ordinal 3° al 357 del Código de Procedimiento
Civil, las cuales regulan la oposición y tramitación de la cuestión previa referida a la falta de
capacidad de postulación, o de la representación del actor, para el caso de la impugnación del
poder presentado por los abogados de la demandada, a fin de que la parte demandada hubiera
subsanado o contradicho la impugnación efectuada por la parte demandante.

Este aserto que antecede tiene como fundamento que en el nuevo  Código de Procedimiento Civil, en
su  artículo 362, denunciado como infringido, al contrario de lo que pautaba el artículo 276 del
Código de Procedimiento derogado, no se tipifica hoy, ni en forma expresa, ni presunta, ni
implícita, como inasistencia del demandado a la contestación, de la demanda, la circunstancia de
quien lo representare lo hiciera con un poder insuficiente, y por tanto, el mantenimiento de la
igualdad de las partes y el resguardo del derecho de defensa, le imponían al Juez de la recurrida,
como asunto antecedente a su declaratoria de nulidad del poder, la aplicación de las referidas
normas atinentes a las (sic) cuestión previa del ordinal 3° del artículo 346 del Código del
Procedimiento Civil, y a la posibilidad de la contradicción o la subsanación de la del presunto
defecto del poder. De esta misma manera se pronuncia la doctrina patria moderna, y así el Dr.
A.R.R. en su obra Tratado de Derecho Procesal Civil al Tomo III pág. 132, Editorial Arte, Caracas
1995, afirma:

‘...No existe más la confesión ficta por defectos formales del poder, cuestiones estas que deben
resolverse previamente, antes de la contestación de la demanda, y pueden ser subsanadas, sin
costas...’.

Las afirmaciones que anteceden, tienen apoyo en doctrina de esta sala de Casación Social
contenida en sentencia de fecha 18 de octubre de 2001 bajo ponencia del Magistrado Dr. A.V.C., en
el juicio seguido por H.D.N.M. contra Banco de Fomento Regional Los Andes C.A. (Banfoandes) de
fecha 18 de octubre de 2001, la cual, a su vez, ratifica doctrina sentada en esa Sala en sentencia de
fecha 6 de febrero del mismo año. (Jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia, O.R.P.T.,
Octubre de 2001, Tomo II págs. 673 y 673) (sic).

Para reafirmar lo acá invocado mostramos la opinión del conocido autor, Dr. R.H.L.R. y una
decisión de la extinta Corte Suprema de Justicia, del 29 de mayo de 1997 en Sala de Casación Civil,
cuya transcripción parcial es la siguiente:

‘...En conclusión, conforme a nuestro ordenamiento jurídico procesal vigente, el efecto que produce
la declaratoria de nulidad del poder presentado por el demandado, no es la nulidad automática y
absoluta de la actuación que se realiza con el mismo, pues esta puede ser subsanada por el propio
demandado en la forma prevista en el artículo 354 del Código de Procedimiento. Si no subsana en
forma voluntaria o forzosa según el caso, entonces si produce pleno efecto la nulidad decretada...’
(sic)

En consecuencia, al haber el Juez declarado, sin más, y sin tomar en cuanta lo que antecede, la
nulidad del mandato presentado por los apoderados de la demandada en la oportunidad de la
contestación de la demanda y haber atribuido a dicho nulidad las consecuencias adversas y
desfavorables a nuestras representada que arriba textualmente han quedado transcritas, quebrantó
formas sustanciales que menoscaban el derecho de defensa de nuestra representada, atentando, de
ese modo contra el principio de igualdad de las partes en el proceso, por no ordenar la subsanación
del vicio del poder declarado en su propia decisión e infringe, de ese modo, las siguientes normas
jurídicas:

Viola la decisión recurrida el contenido del artículo 15 del Código de Procedimiento Civil, donde


se le ordena que deben garantizar el ‘derecho de defensa’, por cuanto cercenó totalmente la
oportunidad procesal a la que tenía derecho nuestras representada para subsanar los vicios en el
otorgamiento del poder declarados en la propia sentencia recurrida, porque, así como el actor
puede subsanar (o contradecir) la insuficiencia o ilegalidad del poder presentado con el libelo, en
función de la igualdad de las partes en el proceso, de la misma manera el demandado tiene igual
derecho, cuando presenta su poder junto con su proposición de cuestiones previas o a falta de ellas
la contestación a la demanda. En este caso, se trataba de la subsanación habida cuenta de los
vicios de poder declarados en la propia decisión.
Debió y no lo hizo el Juez de la recurrida, ejercer su función de Director del Proceso, como se le
ordena en el artículo 14 del Código de Procedimiento Civil, y de este modo, no crear una
desigualdad de tal naturaleza como la explicada y por consiguiente permitir a la parte por nosotros
representada subsanar los vicios declarados por el mismo Juez en su sentencia, con lo que infringió
el artículo 14 del Código Procesal.

Viola asimismo el Tribunal de la Recurrida, el contenido de los artículos  206  y  208  del  Código de
Procedimiento Civil, por incurrir y hacer incurrir a las partes en perjuicio de nuestra representada
en quebrantamiento de las formas procesales, concretamente, la de subsanación y/o contradicción a
la impugnación, reponiendo la causa al estado de que, no obstante el pronunciamiento de la
primera instancia en este punto haya sido favorable a la parte demandada, corregir o contradecir
la impugnación de la parte actora del poder presentado en la oportunidad de proponerse cuestiones
previas, en orden de dejar terminado y por sentencia que no tiene apelación el incidente en cuanto a
la impugnación del poder de la demandada, antes, precisamente de la proposición de las cuestiones
previas o de la contestación a la demanda, como indica la doctrina de la Sala y la de los reputados
autores arriba citados, evitando las nulidades, dar las mismas oportunidades a las partes del
mismo, sin incurrir en la desigualdad manifiesta de colocar a la parte actora en una posición
privilegiada, como sería que la causa se desarrollara sin que mi nuestra representada pudiera
optar por ejercer su derecho de refutar las afirmaciones hechas por la parte actora en relación con
la impugnación del poder o la subsanación y/o ratificación del documento de poder presentado,
otorgando a la actora, el efecto del artículo 68 de la Ley Orgánica de Tribunales y de
Procedimiento del Trabajo en concordancia con el artículo 362  del  Código de Procedimiento Civil,
como es que los hechos narrados en el escrito libelar, se den por admitidos por la no contestación
de tal demanda, cuyo efecto no proviene en modo alguno de la contumacia nuestra representada,
sino de la propia decisión del Tribunal de la recurrida, extemporánea en esta etapa procesal
disposiciones estas, que por esas declaraciones de la recurrida, son contrarias al derecho de
defensa de nuestra representada. Este dispositivo legal contenido en el  artículo 208 del Código de
Procedimiento Civil, cuyo destinatario es precisamente el Juez Superior, fue expresamente violado
en el presente caso, por cuanto estaba obligado tal Juez Superior a ordenar al inferior la
tramitación de la corrección del poder mediante la subsanación y/o ratificación del mandante de tal
mandato y de las actuaciones cumplidas por los apoderados y de no haberlo hecho así, ello lesiona
la estabilidad del juicio, atendiendo al principio de rango constitucional del ‘debido proceso’,
contenido en el encabezamiento del  artículo 49  de la Constitución Nacional, en especial en su
numeral 3°, pero respetando en todo caso el derecho a la defensa de las partes del juicio e
igualmente el derecho a la defensa de nuestra mandante. Este dispositivo está en función del debido
proceso, para depurar el mismo, más no para otorgar beneficios a una de las partes, que en modo
alguno le corresponden, recurso, le quita todo lo actuado y coloca el proceso en un estado tal, que
le niega la oportunidad de defenderse. Debió y no lo hizo, el tribunal de la recurrida, ordenar en su
fallo, cumplir el fin perseguido por el proceso, como instrumento para administrar y realizar la
Justicia y obviamente el postulado constitucional, consagrado en el  artículo 257 de
la  Constitución  Bolivariana de Venezuela, donde en forma textual se expresa: ‘El proceso
constituye y un instrumento fundamental para la realización de la justicia (...) No se sacrificará la
justicia, por la omisión de formalidades no esenciales’, ordenando la aplicación de los artículos
denunciados como infringidos en cuanto a la tramitación de la subsanación o la ratificación del
poder y de los actos cumplidos por los mandatarios.

Por ello viola igualmente la recurrida el contenido del  ordinal 3° del artículo  346  del  Código de
Procedimiento Civil, de los artículos, 350 1° y 3er. Párrafo, 354 del mismo Código, y el  artículo
4°  del  Código Civil, porque no consideró que al igual que el demandante, el demandado tiene la
facultad de corregir los defectos de que adolece el poder, en los términos indicados por el artículo
354  del  Código de Procedimiento Civil y que con respecto al demandado tal aplicación debe ser en
forma analógica, y permitir bien la subsanación directa del vicio, o la ratificación del poder y del
actos cumplidos por los mandatarios instituidos por análoga y habida cuenta que no consideró que
a nuestra mandante le asistía el mismo derecho, a subsanar los supuestos defectos del poder, debió
y no lo hizo, porque debió fijarle un plazo prefijado para a (sic) corregir tales defectos, con lo cual
se hubiera ahorrado todo el tiempo perdido en la presente causa, se hubiera acatado la doctrina
imperante y no habría necesidad, sino de analizar cada una de las posiciones de las partes de éste
juicio en relación a sus respectivos pedimentos y/o contradicciones, lo cual hubiera sido conteste
con la más reciente doctrina de la casación venezolana, como es la de no hacer prevalecer la forma
sobre fondo. Queremos decir con esto que el presente juicio está prácticamente anclado en un mar
de formalismos, sin haber tocado siquiera el fondo de lo debatido, lo cual atenta contra el principio
constitucional antes indicado previsto en el artículo 257  de nuestra  Carta Magna, como es que el
proceso es un instrumento para la realización de la justicia, no que el mismo proceso, en sí mismo
encierra el valor justicia y que por una u otra circunstancia, con la realización de uno u otro actor
procesal, se cumple con ésta labor, es decir, que en el presente caso, se ha antepuesto
desmesuradamente la forma al fondo, por cuanto ni siquiera los jueces que han conocido de éste
juicio han tenido oportunidad de sopesar las probanzas de las partes de éste juicio, en aras de saber
si ciertamente proceden o no con derecho en sus pedimentos, por una parte si el demandante tiene
derecho a su pedimentos y/o si nuestra mandante tiene derecho a negarse al pago de los conceptos.

Finalmente viola la recurrida el artículo 155  del  Código de Procedimiento Civil, porque esta
disposición en forma alguna establece nulidad del mandato por presunto incumplimiento de las
formalidades allí previstas, porque, precisamente, en aras de la igualdad procesal y del derecho de
defensa, toda cuestión referente a la impugnación de poderes, así del presentado por los abogados
de la parte actora, así los de la demandada, tiene que estar resuelto previamente a la contestación
de la demanda, precisamente en función del derecho de defensa y del principio de la igualdad de las
partes, conculcados por el Juez de la recurrida del modo como antes ha quedado expuesto.
Igualmente, viola la recurrida el  artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, por cuanto dicho
dispositivo legal, si bien establece una obligación para el otorgante del poder, tal otorgante no
puede cargar con la omisión del funcionario que autorice el acto (autenticación de poder), como
podría ser la omisión de éste funcionario de dejar constancia de los instrumentos exhibidos. El
artículo en cuestión tiene dos (2) partes, una primera parte que está dirigida al otorgante, donde se
obliga a éste en forma concurrente a enunciar y exhibir al funcionario, los documentos auténticos,
gacetas, libros o registros de donde dimana la representación que ostenta, cuyos requerimientos
fueron ampliamente cumplidos por el otorgante del poder cuestionado, ciudadano H.A., como se
desprende del texto acá copiado, inserto al folio 653, de la decisión interlocutoria, donde dicho
otorgante exhibe ante el funcionario el acta de fecha 10 de enero de 1997, entre los documentos que
legitiman su representación y asimismo pide al Notario Público que deje constancia de su
exhibición. Este dispositivo a su vez, en la segunda parte contiene una orden que está dirigida al
Notario Público o funcionario que autorice al acto del otorgamiento, como es dejar constancia de
los instrumentos que le fueron exhibidos, por lo que omisión de tal funcionario con respecto al Acta
de Junta Directiva de nuestra representada del 10 de enero de 1997, en modo alguno puede
perjudicarla ni puede nuestra representada acarrear y resultar perjudicada por los errores u
omisiones del funcionario fedatario. Con respecto a las decisiones invocadas en la decisión objeto
de este recurso es distinta la situación cuando el otorgante a nombre de otro, omite la exhibición
que legitima su actuación, por consiguiente fue violado el dispositivo legal contenido en el artículo
155 por la recurrida, y así pedimos que sea declarado.

Para decidir la Sala observa:

Aduce el formalizante, que la recurrida violó el derecho de defensa de la demandada, así


como el principio de la igualdad de las partes en el proceso, al revocar la decisión de
primera instancia, la cual había declarado la validez y suficiencia del poder presentado por
la misma en la oportunidad de oponer cuestiones previas, puesto que declaró la nulidad e
inexistencia del instrumento poder, en vista que consideró que no se cumplió con lo
previsto en el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, por lo tanto al haber
decretado la nulidad del poder otorgado por el ciudadano H.A. en su condición de director
suplente de la empresa D.S.D. Compañía General de Industrias, C.A. a los abogados que
actuaron en representación de la compañía demandada, declaró como no interpuesto el
escrito de cuestiones previas y por consiguiente no contestada la demanda dentro del
plazo correspondiente, así como la nulidad de las demás actuaciones de los apoderados de
la demandada, teniendo tales actuaciones como inexistentes por el efecto de la nulidad en
cascada propia del derecho procesal. Asimismo, la interlocutoria decidió, que en vista de la
declaratoria de nulidad de la cuestión previa, las mismas carecen de validez y se tiene como
inexistente, teniendo como efecto nulo todo el proceso.

Continúa señalando el formalizante, que la conducta procesal que debió seguir el juzgador
de la interlocutoria en vista que había detectado, según su criterio, que el poder presentado
no había sido otorgado en forma legal, era la de ordenarle al a quo la aplicación de las
normas procesales previstas en los artículos 346 ordinal 3° al 357 del Código de
Procedimiento Civil, las cuales regulan la oposición y tramitación de la cuestión previa
referida a la falta de capacidad de postulación o de la representación del actor para el caso
de la impugnación del poder presentado por los abogados de la demandada, a fin de que
hubiera subsanado o contradicho la impugnación efectuada por la parte demandante.

Asimismo señala el formalizante, que al haber declarado la nulidad del mandato presentado
por los apoderados de la demandada y al haberle atribuido a dicha nulidad consecuencias
adversas y desfavorables para una de las partes, infringe con ello el artículo 15 del Código
de Procedimiento Civil, por cuanto cercenó totalmente la oportunidad procesal a la que
tenía derecho la demandada para subsanar los vicios en el otorgamiento del poder,
igualmente viola los artículos 206 y 208 del mismo código, por incurrir en perjuicio de la
demandada, en quebrantamiento de formas procesales como son la subsanación o la
contradicción a la impugnación, trayendo esto una desigualdad entre las partes, puesto que
coloca a la actora en una posición privilegiada, en vista que la causa se desarrolla sin que la
demandada pudiera optar por ejercer su derecho a contradecir las afirmaciones hechas por
la demandante con relación a la impugnación del poder, produciéndose como
consecuencia de ello los efectos de la no contestación de la demanda, según lo dispuesto
en el artículo 68 de la Ley Orgánica de Tribunales y de Procedimiento del Trabajo, como es
que los hechos narrados en el escrito libelar se den todos por admitidos. Señala además el
formalizante, que al violar el dispositivo del artículo 208 del Código de Procedimiento Civil,
en vista que el juez de la interlocutoria no ordenó al tribunal inferior la tramitación de la
corrección del poder, lesionó con su conducta el principio de rango constitucional del
debido proceso, contenido en el encabezamiento del artículo 49 de la Constitución
Nacional. Igualmente, al decir del formalizante, la interlocutoria recurrida infringe el
contenido de los artículos 346 ordinal 3°, 350 en su 1er y 3er párrafo y 354 todos
del Código de Procedimiento Civil, porque no consideró que el demandado, al igual que el
demandante, tiene la facultad de corregir los defectos de que adolece el poder. Finalmente
el formalizante señala, que la sentencia interlocutoria viola el artículo 155 del Código de
Procedimiento Civil, porque esta disposición en forma alguna establece nulidad del
mandato por presunto incumplimiento de las formalidades allí previstas.

Ahora bien, a los fines de verificar lo aseverado por el formalizante, la Sala estima
conveniente reproducir la parte pertinente del fallo recurrido y lo hace de la siguiente
manera:
En lo relativo a la pretendida nulidad del poder por falta de exhibición al Notario de uno de los
recaudos que acreditan la representación del demandado, alegada por el Demandante, al omitir la
constancia de la exhibición del acta levantada con motivo de la reunión de Junta Directiva llevada
a efecto el 10 de enero de 1997, mediante la cual afirma el otorgante que se le autorizó para ese
otorgamiento, la cual fue declarada Sin Lugar por el Tribunal de la causa en sentencia
interlocutoria de fecha 19 de Marzo de 1997, esta Alzada, procede a analizar el referido poder
otorgado, origen de la impugnación, que corre inserto a los folios 370, 371 y realiza las siguientes
consideraciones:
1.- Que el poder es otorgado por el ciudadano H.A., procediendo en su condición de Director
Suplente de la Junta Directiva de a Sociedad Mercantil D.S.S. (sic) COMPAÑÍA GENERAL DE
INDUSTRIAS COMPAÑÍA ANÓNIMA.

2.- En relación con las facultades para otorgar poderes, se establece en el referido documento lo
siguiente:

‘...y suficientemente autorizado y facultado para este otorgamiento, por virtud de decisión tomada
‘ad-hoc’ por la JUNTA DIRECTIVA de fecha 10 de enero de 1997...’.

3.- En relación a las personas que se otorga el poder se estableció lo siguiente:

‘...DECLARO: ‘Que mi representada D.S.D. COMPAÑÍA GENERAL DE INDUSTRIAS


COMPAÑÍA ANÓNIMA confiere poder amplio y bastante cuanto en derecho es menester a
O.A.M.M., E.M.M., O.D.M.M. Y O.A.M.M...’.

4.- En la parte final del referido instrumento, el otorgante, pide al notario lo siguiente:

‘Pido al ciudadano Notario Público que disponga autenticar la presente declaración la cual hago
hoy...y que en la nota de autenticación correspondiente deje constancia de haber tenido a la
vista...así como del acta levantada con motivo de la reunión de JUNTA DIRECTIVA llevada a
efecto el 10 de enero de 1997, en donde se me autorizó para ese otorgamiento con indicación de sus
fechas, origen y procedencia y demás datos que concurran a su identificación, todo ello de
conformidad con el  artículo 155 del Código de Procedimiento Civil.

5.- En lo referente a la constancia de los documentos, la Notaría Pública realizó la siguiente


identificación:

‘La Notaría Pública certifica: que tuvo a la vista inscripción de D.S.D. Compañía General de
Industrias C.A., inscrita por ante el Registro Mercantil Primero de la Circunscripción Judicial del
Distrito Federal y Estado Miranda en fecha 5 de junio de 1974, bajo el N° 21 tomo 1044-A y sus
respectivas modificaciones en la referida oficina de Registro el 13 de diciembre de 1995 bajo el N°
09 tomo 383-A...’.

Esta Alzada, observa en el presente caso, que el otorgante H.A., señala estar suficientemente
autorizado y facultado para otorgar el mandato a los abogados...por virtud de decisión tomada ‘ad-
hoc’ por la JUNTA DIRECTIVA en fecha 10 de enero de 1997. Sin embargo, la Notaría Pública,
que presenció el otorgamiento en la nota respectiva dejó constancia solamente de haber tenido a la
vista ‘...inscripción de D.S.D. Compañía General de Industrias C.A., inscrita por ante el Registro
Mercantil Primero de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda en fecha 5
de junio de 1974, bajo el N° 21 tomo 1044-A y sus respectivas modificaciones en la referida oficina
de Registro el 13 de diciembre de 1995, bajo el N° 09 tomo 383-A...’.

Por todas las consideraciones anteriores, esta Alzada, considera que en modo alguno se cumplió
con lo previsto en el  artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, pues no se señaló ni fue
exhibida el acta de la Junta Directiva de D.S.D. Compañía General de Industrias Compañía
Anónima, en fecha 10 de enero de 1997, por lo cual, al decir del otorgante fue facultado para
conferir el poder y así se declara.

En relación con el alegato de la demandada ‘LAS PARTES PUEDEN RECONOCERSE COMO


TALES EN EL PROCESO’, y que el demandante, lo ha reconocido como apoderado, conforme
según la demandada en el escrito de promoción de pruebas del demandante, este Tribunal,
considera que con la referida actuación no existe el reconocimiento de su condición de apoderados,
sino el cumplimiento de una sentencia interlocutoria del tribunal de la causa, que ha declarado sin
lugar la impugnación del poder realizado por la demandante, manteniendo el carácter de los
apoderados judiciales de la demandada. En consecuencia, mientras no hubiese una decisión en
contrario, el Demandante está en la obligación de aceptar como apoderados judiciales de la
demandada a las personas que aparece (sic) en el poder, el cual ha sido impugnado, sin que esto
pueda significar un reconocimiento tácito, y menos aun cuando existe una apelación referida a la
impugnación del poder y así se declara.

Esta Alzada comparte el criterio de la Corte Suprema de Justicia, en sentencia de fecha 03 de


Diciembre de 1996, que establece:

‘...

a) El artículo 155  del  Código de Procedimiento Civil, a diferencia del derogado Código en su
artículo 42, exige distintas formalidades cuando el poder se otorga a nombre de persona natural o
jurídica o se trata de sustituciones en, efecto requiere que se enuncie en el instrumento mismo los
documentos auténticos gacetas, libros o registros que acrediten la representación que ejerce, y
también, que se exhiban al funcionario, y éste debe, en la nota de registro o de autenticación, hacer
constar tal circunstancia con expresión de fechas, procedencias y otros datos a tenor de lo
establecido en el  artículo 155 del Código de procedimiento Civil. Sobre el particular expresa el Dr.
P.A.Z. lo siguiente:

‘Si en el otorgamiento no se cumplen estos tres requisitos concurrentes, enunciación, exhibición y


constancia, el poder no estará otorgado en la forma debida.

Estas disposiciones rigen para las personas jurídicas y las sustituciones y también en el caso de
personas naturales cuando sean otorgados en representación de otra persona. Por supuesto, no
obstante el cumplimiento de la formalidad, la contraparte puede alegar la insuficiencia o carencia
de la representación y, según el caso, aplicar el artículo 156 o los artículo 346, ordinal 3°, 350 y
353 del Código de Procedimiento Civil’. (Cuestiones Previas y otros temas el Derecho Procesal,
Edit. Vadell Hermanos, Valencia 1989, pág. 153).

Es así como de conformidad con el artículo 155 el funcionario da fe de exhibición ad efectum


videndi, pero no transcribe los recaudos. A diferencia de los exigido por el artículo 42 del Código
derogado, debe limitarse a tomar nota en el cuerpo del poder de la fecha, origen o procedencia y
demás datos que concurran a identificar esos instrumentos, sin adelantar ninguna apreciación o
interpretación jurídica de los mismos. La finalidad de esta exhibición y constancia que hace el
funcionario en el poder es las de facilitar al interesado la verificación y revisión, mediante el
examen respectivo, de los documentos que acrediten la representación del poderdante o del
sustituyente. Este examen podría hacerse bien acudiendo a la oficina pública donde se encuentren
los originales o copias certificadas de los mismos o solicitando la exhibición de acuerdo a la regla
del artículo 156 eiusdem:

b) En cuanto a la necesidad de exhibición y constancia que debe hacer el funcionario ante el cual se
otorgue el poder de los documentos mediante los cuales se evidencie su representación, la
jurisprudencia de este Alto Tribunal ha expresado:

‘...el otorgante no enunció en el poder el recaudo pertinente y tampoco dejó constancia que exhibía
esos recaudos al Notario Público que autorizó el actor quien, por lo demás, en la nota pertinente
deja constancia únicamente que tuvo a la vista...el registro mercantil de la empresa y no del
documento constitutivo-estatuario de donde emana la representación legal de la otorgante. De lo
antes expuesto, se concluye que el poder presentado en el artículo 155 eiusdem...’ (s.S.C.C. 10 de
febrero de 1993, caso: Banco Latino CA vs. Interholding C.A.). (sic).

Así fue reiterado el 30 de junio de 1993:


‘...se observa que el otorgante señaló que actuaba facultado por la Junta Directiva para otorgar el
mandato. Sin embargo el Notario en la nota respectiva deja constancia solamente de haber tenido a
la vista el registro mercantil de la empresa El tejar C.A., donde la cláusula número 7 evidencia las
facultades inherentes del otorgante por lo que para la Sala en modo alguno se cumplió con el
artículo 155 eiusdem pues no se señaló si era un ejemplar de los Estatutos Sociales de la
demandada, ni si fue exhibida el acta de la Junta Directiva, correspondiente a su sesión del
día...por medio de la cual, a decir del otorgante fue facultado para conferir el referido instrumento
en nombre de El Tejar C.A.. Ello implica que la contraparte no puede hacer uso del artículo 156
eiusdem de los recaudos que aparecen enjunciados en el poder...’. (s.S.C.C. del 30 de junio de 1993,
caso: N.V. de Lorenzi vs. El tejar C.A.).

A lo anterior se agrega que en decisión de esta Sala, del 27 de Abril de 1995 se expresó:

‘...es criterio de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, el cual esta Sala acoge,
que tanto en los casos de otorgamiento de poderes como de sustitución de los mismos, tanto el
poderdante, como el mandatario sustituyente, según se trate, tiene el deber no sólo de enunciar los
recaudos de los cuales emana su representación, sino de exhibirlos al funcionario ante el cual se
otorga el acto. No se deja lugar a dudas acerca de la obligatoriedad de exhibición y declaración
por parte del Notorio o el funcionario público competente ante el cual se otorga el acto de que tal
exhibición le fue hecha, como requisito de validez para el instrumento poder’ (s.S.P.A., N° 294 del
27 de abril de 1995, caso: Constructora Guarítico, C.A. vs. Corpoven S.A.).

C) Se observa en el presente caso que el otorgante H.L.S., afirma estar facultado para otorgar el
mandato al abogado Jesús....según autorización emanada del Directorio de la Corporación de
Turismo de Venezuela, de fecha 10 de marzo de 1994, número 94-06. Sin embargo, el Notario
Público que presenció el otorgamiento, en la nota respectiva dejó constancia solamente de haber
tenido a la vista: ‘...Decreto Presidencial N° 5 de fecha 2 de febrero de 1994, publicado en la
Gaceta Oficial N° 35.394 de la misma fecha’.

Para la Sala, en modo alguno se cumplió con lo expresamente previsto en el artículo 155 eiusdem,
pues no se señaló ni fue exhibida el acta de la Junta Directiva de la Corporación de Turismo de
Venezuela, en su sesión N° 94-06 del 10 de marzo de 1994, en las (sic) cual, a decir del otorgante,
fue facultado para conferir el referido instrumento en nombre de Corpoturismo. Así se declara.’.
(Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, tomo 12, año 1996, pág. 344).

En fuerza de todo lo anterior, esta Alzada, declara que no se cumplió con lo preceptuado en
el artículo 155  del  Código de Procedimiento Civil, donde se establece las formalidades que deben
cumplirse para el otorgamiento del poder, por lo que se declara la NULIDAD E INEXISTENCIA
del poder otorgado por el ciudadano H.A.A., en representación de D.S.D. COMPAÑÍA GENERAL
DE INDUSTRIAS COMPAÑÍA ANÓNIMA a O.A.M.H., E.M.M., O.D.M.M. y O.A.M.. M., otorgado
por ante la Notaría Pública Segunda de Puerto Ordaz el 04 de febrero de 1997.

II

Al haberse declarado la nulidad e inexistencia del poder, se producen obligatoriamente las


siguientes consecuencias: El acto declarado nulo carece de validez: el acto viciado produce la
nulidad de los actos subsiguientes y como ha establecido la Corte Suprema de Justicia se produce el
que es propio del Derecho procesal y se deriva de la naturaleza del proceso compuesto por actos
interdependientes que se encadenan unos a otros.

En consecuencia al haberse decretado la nulidad del poder otorgado por H.A. a los abogados
O.A.M.M., E.M.M., O.D.M.M. Y O.A.M.M., quienes actuaron en representación de la compañía
demandada, debe declararse que no interpuso el escrito de cuestiones previas y así se declara.
Al respecto la Corte Suprema de Justicia, en sentencia N° 41 del 24 de enero de 1996. (caso: T.C.N.
vs. Corpoven S.A. estableció:

‘Al haberse declarado la nulidad e inexistencia de la sustitución del poder que realizó el abogado
C.A.S. en el abogado J.E.A., quien efectuó en representación de la compañía demandada, debe
declararse en consecuencia, como no interpuesta la cuestión previa de defecto de forma y por tanto
innecesario que este Alto Tribunal se pronuncie sobre las mismas.’

El efecto de la declaratoria de nulidad del escrito contentivo de las cuestiones promovidas por
abogados que acreditaron su representación legal, es el dar por no contestada la demanda dentro
de los plazos establecidos en el Código de Procedimiento Civil  y la nulidad de las demás
actuaciones de los apoderados de la demandada en el proceso, teniendo tales como inexistentes, por
el efecto de la nulidad en cascadas propias del Derecho Procesal y así se declara.

De la transcripción precedentemente expuesta, se observa claramente y como bien dice el


formalizante, que la sentencia interlocutoria recurrida lesionó la estabilidad del juicio al
infringir el principio de rango constitucional del debido proceso, por cuanto confundió los
efectos que produce la impugnación del poder presentado por el demandado, así como en
desconocer el procedimiento a seguir en caso de verificarse algún defecto en el mismo,
incurriendo con ello en indefensión.

En este sentido, la Sala Constitucional ha señalado en sentencia de fecha 24 de enero del


año 2001, lo siguiente:
El derecho a la defensa y al debido proceso constituyen garantías inherentes a la persona humana y
en consecuencia, aplicables a cualquier clase de procedimientos. El derecho al debido proceso ha
sido entendido como el trámite que permite oír a las partes, de la manera prevista en la Ley, y que
ajustado a derecho otorga a las partes el tiempo y los medios adecuados para imponer sus defensas.
En cuanto al derecho a la defensa, la Jurisprudencia ha establecido que el mismo debe entenderse
como la oportunidad para el encausado o presunto agraviado de que oigan y analicen
oportunamente sus alegatos y pruebas. En consecuencia, existe violación del derecho a la defensa
cuando el interesado no conoce el procedimiento que pueda afectarlo, se le impide su participación
o el ejercicio de sus derechos, o se le prohíbe realizar actividades probatorias.

Igualmente esta Sala de Casación Social ha señalado que cuando el equilibrio procesal se
rompe por un acto imputable al juez, al privar o limitar indebidamente a una de las partes
el libre ejercicio de los medios y recursos que la ley le pone a su alcance para hacer valer
sus derechos, el juez incurre en indefensión o menoscabo del derecho de defensa.

Asimismo, estima conveniente esta Sala explanar lo dispuesto en sentencia de fecha del 20
de noviembre del año 2001 emanada de la Sala Político Administrativa, en cuanto al
derecho al debido proceso, la cual estableció lo siguiente:
se trata de un derecho complejo que encierra dentro de sí, un conjunto de garantías que se traducen
en una diversidad de derechos para el procesado, entre los que figuran, el derecho a acceder a la
justicia, el derecho a ser oído, el derecho a la articulación de un proceso debido, derecho de acceso
a los recursos legalmente establecidos, derecho a un tribunal competente, independiente e
imparcial, derecho a obtener una resolución de fondo fundada en derecho, derecho a un proceso sin
dilaciones indebidas, derecho a la ejecución de las sentencias, entre otros, que se vienen
configurando a través de la jurisprudencia. Todos estos derechos se desprenden de la interpretación
de los ochos ordinales que consagra el  artículo 49  de la Carta Fundamental. El artículo en
comento establece que el debido proceso es un derecho aplicable a todas las actuaciones judiciales
y administrativas, disposición que tiene su fundamento en el principio de igualdad ante la ley, dado
que el debido proceso significa que ambas partes en el procedimiento administrativo, como en el
proceso judicial, deben tener igualdad de oportunidades tanto en la defensa de sus respectivos
derechos como en la producción de las pruebas destinadas a acreditarlos.
Pues bien, una vez realizadas las anteriores precisiones, se pasa a señalar que esta Sala de
Casación Social en cuanto a la reposición y tramitación de la cuestión previa referida a la
falta de capacidad de postulación o representación del actor, estableció lo siguiente:

"Debe acordar este Tribunal que, a falta de disposición expresa en la ley y en aplicación de
las previsiones del artículo 15 del Código de Procedimiento Civil que obliga al Juez a
mantener la igualdad de las partes en el proceso, en los casos que la parte actora objete el
instrumento poder con el cual el apoderado de la demandada acredita la representación de
su mandante, deben aplicarse las normas de procedimiento previstas en los artículos 346
ordinal 3°, al 357 eiusdem, que regulan la oposición y tramitación de la cuestión previa
referida a la falta de capacidad de postulación o representación del actor. (Sentencia de
fecha 6 de febrero del año 2001 en el caso M. M. Gómez contra Calzados Alción, C.A. con
ponencia del Magistrado J.R. Perdomo).”

Asimismo, ha sido doctrina imperante en este alto Tribunal, que para determinar la validez
de un poder considerado como defectuoso, en el caso que se impugne alegándose
incumplimientos de forma, deberá aplicarse lo dispuesto en el artículo 354 del Código de
Procedimiento Civil, esto es, que el presentante del instrumento poder podrá, dentro de los
cinco (5) días siguientes a contar desde el pronunciamiento del juez sobre la eficacia del
mismo, subsanar el defecto u omisión. Sobre esto, la Sala de Casación Civil en fecha 30 de
noviembre del año 2000 en el caso J.M. González contra J.A. Tenorio con ponencia del
Magistrado C.O.V., se pronunció señalando lo siguiente:
Es doctrina de la Sala, que cuando, como en el caso presente, se impugna el poder a alguna de las
partes, debe aplicarse por analogía el  artículo 354 del Código de Procedimiento Civil, que concede
un lapso de cinco días a contar del pronunciamiento del juez para que se subsane los defectos u
omisiones, o consigne y exhiba los documentos que acrediten la legalidad del poder. Así la Sala, en
sentencia del 29 de mayo de 1997, dejó establecido:

‘…En este caso, una vez solicitada, en la primera oportunidad en que la parte se haga presente en
autos, la exhibición de los documentos, gacetas, libros o registros mencionados en el poder, se
suscita una incidencia que culmina con la decisión ordenada por la ley, acerca de la eficacia del
poder. También en este supuesto, resulta contrario a la igualdad de las partes en el proceso
considerar, sin más, que una vez declarado ineficaz el poder no podrá el interesado subsanar el
defecto. Obrarían en este caso las mismas razones para aplicar por analogía la disposición sobre la
subsanación del defecto de poder del representante del actor, para permitir la representación de la
parte o de un apoderado con un poder regularmente otorgado, y la ratificación de los actos
procesales realizados, dentro de los cinco días de despacho siguientes a la declaración del
Tribunal…’

También estima conveniente esta Sala señalar, que cuando el demandado se hace
representar en juicio por mandatario judicial y éste actúa con poder insuficiente, ello no es
causa para que se le tenga por confeso. Es así que en sentencia de la Sala de Casación Civil
de fecha 14 de junio del año 2000 en el caso C.A. Linares contra Promotora Buenaventura
C.A. con ponencia del Magistrado C.O.V., se estableció lo siguiente:

"Para fundamentar aun más, la precedente declaratoria, la Sala se permite dejar asentado
que, cuando el demandado se hace representar en juicio por mandatario judicial, y este
actúa con poder insuficiente, por si solo, no es causa para que se le tenga por confeso,
como lo establecía el artículo 276 del Código de Procedimiento Civil derogado, por cuanto,
con la entrada en vigencia del nuevo ordenamiento legal procesal civil, la parte interesada
puede proceder conforme lo prevé su artículo 156 y dependerá de la decisión de la
incidencia que surja al respecto, se le tendrá como válido y eficaz o quedará desechado; por
ello fue suprimido en el artículo 362 de la vigente Ley Adjetiva Civil, pero, aun hay más;
estos supuestos procesales guardan relación, con el carácter de flexible que ha mantenido
nuestro ordenamiento jurídico en cuanto a la representación sin poder del accionado (art.
46 c.p.c.d. y 168 c.p.c.v.); y la posibilidad de que éste ante una rebeldía de acudir al acto de
contestación de la demanda promueva pruebas a su favor, conforme lo estatuye el
mentado artículo 362 de la Ley Adjetiva Civil. (Repertorio de jurisprudencia Ramírez &
Garay, junio 2000, pág. 710).”

Con relación a esto último, se observa que la sentencia interlocutoria recurrida incurre en
un error de derecho al considerar que al dar contestación a la demanda, o como en este
caso, al oponer la cuestión previa con un poder defectuoso o insuficiente se produce la
confesión ficta del demandado. Esta situación no la contempla el Código de Procedimiento
Civil vigente, tal y como lo señala la sentencia de la Sala de Casación Civil precedentemente
transcrita, la cual acoge esta Sala de Casación Social. En este sentido, cuando se impugna el
poder debe permitírsele a la parte afectada por la representación defectuosa, la
subsanación del mismo de acuerdo a lo previsto en los artículos 356 ordinal
3° y 357 del Código de Procedimiento Civil, caso en el cual, una vez que culmine la
incidencia en cuestión con la decisión acerca de la eficacia o no del poder, si éste se
considera viciado, entonces debe otorgársele a la parte afectada el plazo de cinco (5) días
para que pueda subsanar el defecto u omisión invocado por la parte contraria, todo ello en
conformidad con los artículos 350 y 354 eiusdem, es decir, que conforme a nuestro
ordenamiento jurídico procesal vigente, el efecto que produce la declaratoria de nulidad
del poder presentado por el demandado, no es de nulidad absoluta y mucho menos se
consideraran nulas las actuaciones que se realizan con el mismo, en vista que puede ser
subsanado por el propio demandado en la forma prevista en el artículo 354 ibidem y si
dicha subsanación no se realiza, bien sea de manera voluntaria o forzosa, de acuerdo a la
declaratoria con lugar de la cuestión previa de falta de legitimidad del apoderado, entonces
sí produciría pleno efecto la nulidad decretada.

Pues bien, la recurrida al declarar la nulidad e inexistencia del poder y como consecuencia
de ello la nulidad de los actos subsiguientes como efecto de la nulidad en cascada propia
del derecho procesal, como sería desde el acto de oposición de la cuestión previa en donde
se consigna el poder cuestionado y correlativamente, por efecto de esa nulidad, el de tener
como no contestada la demanda, es obvió concluir que efectivamente la recurrida incurrió
en un gravísimo error en detrimento del derecho a la defensa de la demandada, lo que
produjo sin lugar a duda una infracción flagrante al principio constitucional del debido
proceso.

Es por ello, que esta Sala reitera lo dispuesto en las sentencias supra transcritas, todas
acogidas por esta Sala de Casación Social y por ende señala que el juez de alzada, quien
conoció de la interlocutoria, debió y no lo hizo en el momento de detectar algún vicio de
forma del instrumento poder, ordenar al tribunal de primera instancia la aplicación por
analogía de los artículos 346 ordinal 3° al 357 del Código de Procedimiento Civil, los cuales
como bien lo dice el formalizante, regulan la oposición y tramitación de la cuestión previa
referida a la falta de capacidad de postulación o de la representación del actor, a fin de que
la parte demandada hubiera subsanado o contradicho la impugnación efectuada.

Con dicho proceder, el sentenciador superior lesionó el derecho a la defensa de la parte


demandada, con la infracción de los artículos 346 en su ordinal 3°, 347 al
357, 155 y 362 todos del Código de Procedimiento Civil, produciendo un desequilibrio
procesal al limitar a la parte accionada subsanar la impugnación del poder considerado
defectuoso.
Ahora bien, con estas serie de precisiones lo procedente sería ordenar en el dispositivo del
presente fallo la reposición de la causa al estado de que el juez de primera instancia fije
oportunidad para el trámite de la subsanación del poder en los términos indicados en el
párrafo anterior.

No obstante, es importante mencionar lo señalado por la Sala Constitucional con respecto


a la tutela judicial efectiva, en sentencia de fecha 10 de mayo del año 2001, en la cual se
dijo:
El derecho a la tutela judicial efectiva, de amplísimo contenido, comprende el derecho a ser oído
por los órganos de administración de justicia establecidos por el Estado, es decir, no sólo el
derecho de acceso sino también el derecho a que, cumplidos los requisitos establecidos en las leyes
adjetivas, los órganos judiciales conozcan el fondo de las pretensiones de los particulares y,
mediante una decisión dictada en derecho, determinen el contenido y la extensión del derecho
deducido, de allí que la vigente Constitución señale que no se sacrificará la justicia por la omisión
de formalidades no esenciales y que el proceso constituye un instrumento fundamental para la
realización de la justicia (artículo 257). En un Estado social de derecho y de justicia (artículo 2 de
la vigente Constitución), donde se garantiza una justicia expedita, sin dilaciones indebidas y sin
formalismos o reposiciones inútiles (artículo 26 eiusdem), la interpretación de las instituciones
procesales debe ser amplia tratando que si bien el proceso sea una garantía para que las partes
puedan ejercer su derecho de defensa, no por ello se convierta en una traba que impida lograr las
garantías que el  artículo 26  constitucional instaura. (Subrayado de la Sala)

Es pues, que esta Sala de Casación Social en su función uniformadora de derecho y como
firme cumplidora de las garantías constitucionales como es el derecho a la tutela judicial
efectiva, procede a realizar una serie de consideraciones sobre la base de los siguientes
términos:

El artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, señala textualmente lo siguiente:

"Si el poder fuere otorgado a nombre de otra persona natural o jurídica o fuere sustituido
por el mandatario, el otorgante deberá enunciar en el poder y exhibir al funcionario los
documentos auténticos gacetas, libros o registros que acrediten la representación que
ejerce. El funcionario que autorice el acto hará constar en la nota respectiva, los
documentos, gacetas, libros o registros que le han sido exhibidos con expresión de sus
fechas, origen o procedencia y demás datos que concurran a identificarlos, sin adelantar
ninguna apreciación o interpretación jurídica de los mismos."

A tal efecto, el citado artículo exige que el otorgante enuncie en el poder y exhiba al
funcionario público que presencie el otorgamiento "los documentos auténticos, gacetas,
libros o registros que acrediten la representación que ejerce", ello con el fin de que el
funcionario deje constancia en la nota respectiva de otorgamiento, los documentos u otros
recaudos que le fueron exhibidos por el otorgante, debiendo el funcionario señalar en la
nota, las fechas, origen y procedencia de los recaudos, así como aquellos datos que
permitan su mejor identificación.

De manera que, cumplidos los requisitos del artículo en comento, en tanto y en cuanto, el
funcionario certifique que los documentos aportados por el otorgante y que constan en el
documento son ciertos, según lo haya constatado de los originales presentados, será
suficiente a los fines de que el mandatario obre en nombre de su representado, y en este
sentido, la doctrina y la jurisprudencia han coincidido en afirmar que basta una enunciación
breve y sencilla de los datos más relevantes de los recaudos que acrediten su carácter.
Ahora bien, del análisis exhaustivo del instrumento cuestionado se observa que quien
otorga el poder dice en su texto proceder "en mi condición de director suplente de la junta
directiva de la sociedad mercantil D.S.D. Compañía General de Industrias, C.A.,” solicitando
a su vez, “al ciudadano notario público que disponga autenticar la presente declaración la
cual hago hoy quince de enero de mil novecientos noventa y siete y que en la nota de
autenticación correspondiente deje constancia de haber tenido a la vista el acta
constitutiva-estatutos y sus reformas de la sociedad mercantil poderdante, así como el acta
levantada con motivo de la reunión de la junta directiva llevada a efecto el 10 de enero de
1997 en donde se me autorizó para este otorgamiento, con indicación de sus fechas, origen
o procedencia y demás datos que concurran a su identificación, todo ello de conformidad
con el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil."

De dicha solicitud, el notario público sólo certificó haber tenido a la vista "la inscripción de
D.S.D. Compañía General de Industrias C.A. inscrita por ante el Registro Mercantil Primero
de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda en fecha 5 de junio de
1974, bajo el N° 21 Tomo 104-A y sus respectivas modificaciones en la referida oficina de
Registro el 13 de diciembre de 1995, bajo el N° 09, Tomo 583-A", sin hacer mención alguna
de haber tenido a la vista o no el acta levantada por la junta directiva en fecha 10 de enero
de 1997 en donde se le autorizaba al poderdante a realizar el respectivo otorgamiento en
representación de la empresa a los abogados correspondientes.

A juicio de esta Sala, el hecho de que no esté reflejado en la nota estampada que el Notario
tuvo a la vista la autorización de la junta directiva de la empresa D.S.D. Compañía General
de Industrias, C.A. para la autenticación del instrumento poder, no puede implicar la
inexistencia del acto, por la cual la máxima autoridad administrativa de la empresa
demandada, autorizó a su director ciudadano H.A.A. el otorgamiento de la representación
judicial de la empresa a los abogados O.A.M.H., E.M.M., O.D.M.M. y O.A.M.M., por lo que si
en efecto, el notario público, no la tuvo a la vista, debió y no lo hizo, dejar constancia de la
falta de presentación de la autorización correspondiente, en el acto del otorgamiento,
conforme a lo solicitado.

Considera la Sala que la enunciación que hace el poderdante en el texto del poder es
suficiente conforme lo exige el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, no obstante
la insuficiencia de la declaración del Notario al no señalar, como ha tenido que hacerlo, el
haber tenido o no a la vista el documento que autorizaba al poderdante para el acto del
otorgamiento del poder a los abogados correspondientes. No basta pues esta omisión para
considerar nulo el poder, puesto que de acuerdo con el artículo 206 eiusdem en su único
aparte, en ningún caso se declarará la nulidad si el acto ha alcanzado el fin al cual estaba
destinado, principio éste de rango constitucional recogido en los artículos 26 y 257 de
nuestra Carta Magna.

La finalidad de lo antes expresado, es permitir a la contraparte el control de la


representación que se alega, mediante la solicitud de exhibición de los documentos que
acreditan la representación y facultades, que es a fin de cuentas el medio que debió
emplear la parte actora al momento de la impugnación y no lo hizo.

En sentencia de la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia de fecha 27


de abril de 1995, se expresó:

"…es criterio de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia el cual esta acoge,
que tanto en los casos de otorgamientos de poderes como de sustitución de los mismos,
tanto el poderdante, como el mandatario sustituyente, respectivamente, según se trate,
tienen el deber no sólo de enunciar los recaudos de los cuales emana su representación,
sino de exhibirlos al funcionario ante el cual se otorga el acto. No se deja lugar a dudas
acerca de la obligatoriedad de exhibición y declaración por parte del notario o el
funcionario público competente ante el cual se otorga el acto de que tal exhibición le fue
hecha, como requisito de validez para el instrumento poder. (S.P.A., N° 294 del 27 de abril
de 1995, caso Constructora Guarítico, C.A. vs Corpoven, S.A.).”

Pues bien, en el caso en comento el otorgante cumpliendo con los requisitos exigidos en
el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, enunció en el poder los recaudos
pertinentes de donde emana su representación legal, a su vez que solicita al notario que
deje constancia de haberlos tenido a la vista.

En el presente caso y de las actas que conforman el expediente se desprende que


efectivamente en el momento del acto del otorgamiento, dicho representante exhibió los
documentos donde emana su representación, sin embargo la Notario Público al momento
de dejar constancia de los documentos que acompañaron al instrumento poder sólo hace
mención del acta constitutiva de inscripción de la empresa otorgante por ante el
registrador respectivo, omitiendo constancia alguna del acta en donde se autoriza al
ciudadano H.A.A. en su carácter de director a otorgar dicho poder a abogados de su
confianza, pues y como se dijo anteriormente, esta Sala considera que el hecho de que no
se haya dejado sentado en la nota estampada por el notario que éste tuvo a la vista la
autorización de la junta directiva de la empresa D.S.D. Compañía General de Industrias, C.A.,
aún habiéndosele exhibido, no puede implicar la inexistencia de ese acto y mucho menos
cuando el mismo otorgante pidió que se dejara constancia del mismo, solicitud ésta
omitida por el Notario, por lo que en este sentido esta Sala aplica el principio finalista
contemplado en los artículos 26 y 257 de la Constitución Nacional, en concordancia con
el artículo 206 del Código de Procedimiento Civil, por lo que en virtud de ello reconoce la
representación de los apoderados de la demandada.

En virtud de las precedentes consideraciones, esta Sala resuelve declarar eficaz en todas sus
partes el poder otorgado por el ciudadano H.A.A. en su carácter de director suplente de la
compañía D.S.D. Compañía General de Industrias, C.A. a los abogados O.A.M.H., E.M.M.,
O.D.M.M. y O.A.M.M. .

Ahora bien, al haberse declarado precedentemente la validez del poder, es decir, al darle
esta Sala de Casación Social pleno valor en todas sus partes al instrumento poder declarado
ineficaz por la recurrida, se declara la nulidad del fallo interlocutorio de fecha 6 de octubre
de 1.997 dictado por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del
Trabajo y de Menores del Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar.
No obstante y visto que en el presente caso se cumplieron todos los actos procesales en
instancia, es decir, contestación pruebas e informes, se anula el fallo de fecha 05 de octubre
del año 2000 dictado por el referido Juzgado Superior y se ordena al Tribunal que resulte
competente, decidir sobre el fondo de la controversia, teniendo como válido todos los
actos procesales anteriormente mencionados y como eficaz el poder otorgado por el
ciudadano H.A. en su carácter de director suplente de la compañía D.S.D. Compañía
General de Industrias, C.A. a los abogados O.A.M.H., E.M.M., O.D.M. y O.A.M.M..

Por la precedente declaratoria, esta Sala se abstiene de conocer el recurso de casación


anunciado por las partes demandada y actora contra la sentencia definitiva de fecha 05 de
octubre del año 2000 emanada por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito, del Trabajo y de Menores del Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial del
Estado Bolívar, y del recurso de casación anunciado por la parte actora contra la decisión
interlocutoria de fecha 03 de noviembre de 1.998 emanada por el Juzgado Superior
Primero en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo, de Menores y de lo Contencioso
Administrativo del mismo Circuito y Circunscripción Judicial, en razón de que la misma trata
sobre el mismo punto ya resuelto en el presente fallo, es decir, sobre la eficacia del
instrumento poder otorgado a los apoderados de la parte demandada. Así se decide.

DECISIÓN

Por las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia en Sala de Casación
Social, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara:
1) CON LUGAR el recurso de casación interpuesto contra la sentencia interlocutoria de
fecha 06 de octubre de 1997 emanada del Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil,
del Tránsito, del Trabajo y de Menores del Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial
del Estado Bolívar y por consiguiente se declara nulo dicho fallo. Asimismo, SE DECLARA LA
NULIDAD del fallo emanado del referido Tribunal Superior de fecha 5 de octubre del año
2000 y se ordena al Juzgado Superior que resulte competente dictar nueva decisión sobre
el fondo de la controversia, teniendo como eficaz el poder presentado por la empresa
demandada D.S.D. Compañía General de Industrias, C.A. a los abogados ya mencionados,
decisión que debe ser producida, otorgando el valor procesal a la actuaciones ocurridas
desde la introducción del libelo de la demanda hasta el acto de presentación de las
conclusiones o informes por las partes en segunda instancia.

Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Juzgado Superior del Trabajo de la


Circunscripción Judicial del Estado Bolívar con sede en la ciudad de Puerto Ordaz, todo de
conformidad con lo establecido en el artículo 322 del Código de Procedimiento Civil.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Social del Tribunal
Supremo de Justicia, en Caracas, a los (10) días del mes de febrero del año 2004. Años: 193°
de la Independencia y 144° de la Federación.

El Presidente de la Sala,

Pluralidad de partes
Ellitisconsorcio, al cual se dirigen estos conceptos introductorias,
se distingue de la simple pluralidad de partes. Esta última ocurre cuando
existen dos o más parejas de contradictores en un único proceso, indepen-
dientemente de que en la posición de parte de esas relaciones de contradic-
ción existan una o varias personas. Si tres herederos demandan la
reivindicación de un inmueble a un sujeto, quien, luego de interpuesta terce-
ría de dominio por otra persona distinta, cita en saneamiento a su causante
por causa de evicción, tendremos un caso de pluralidad de partes en un
único proceso, pues existirían tres relaciones de contradicción: 1) la de-
manda propuesta por los reivindicantes contra el demandado; 2) la deman-
da del tercerista contra los coherederos demandantes y el demandado
originario, y 3) la demanda de saneamiento propuesta por este último con-
tra su causante. Habrá, en cambio, litisconsorcio propiamente dicho, sólo
en 10 que respecta a los codemandantes que incoaron el juicio, dándose la
pluralidad dentro de una sola relación de contradicción. Cada relación de
contradicción es generada por la pretensión formulada, que instaura una
litis entre el pretensor y su antagonista.
Múltiples son las figuras procesales por las que los terceros ingre-
san o son llamados al proceso para hacer valer o resistir el ejercicio de una
pretensión. El Código distingue y regula las diferentes relaciones entre las
pretensiones, determinando las condiciones y modos para su acumulación
en un solo proceso: a más de la accesoriedad (Art. 48), continencia (Art.
51), litispendencia (Art. 61), conexión subjetiva u objetiva (Art. 52), que
provocan una acumulación inicial (Arts. 49 y 77) Ysucesiva (Art. 79), exis-
ten otras formas de acumulación de demandas o pretensiones: el ejercicio
de la excepción perentoria de compensación, que en el fondo es el de una
demanda de cobro de una suma de dinero, y que puede provocar la incom-
petencia por valor del juez, eventualmente (Art. 50); la conexión impropia
de distintas pretensiones basadas en un hecho común o conceptualmente
idéntico (vgr., interpretación de una cláusula contractual) que amerita una
solución jurídica uniforme para todas ellas. Asimismo, existe la conexión
por prejudicialidad entre dos pretensiones, cuando una de ellas interesa el
silogismo jurídico de la decisión que ha de dar respuesta a la otra. La doc-
trina permite la acumulación, incidenter tantum, cuando no hay incompa-
tibilidad de procedimientos ni incompetencia absoluta del juez, no obstante
que, en principio, la cuestiónprejudicial ameritase la incoación autónoma de
una demanda (vgr., determinación de parentesco en juicio de alimentos
ante eljuez ordinario: Art. 751 del Código de Procedimiento Civil); aparte
de que, el juez puede y debe resolverla, aunque esté pendiente el juicio ad
hoc para ello, si el peligro de tardanza hiciese infructuoso el derecho recla-
mado, como es el caso de la demanda por manutención. Igualmente, la cita
de saneamiento y garantía y la tercería, presuponen la acumulación de
pretensiones por vía de «intervención», la cual es regulada en dos tipos
distintos en el Código de Procedimiento Civil.

SALA   DE   CASACIÓN    SOCIAL

Caracas, veintidós (22) días de julio de 2008. Años: 198º y 149º

Visto el escrito de formalización del recurso de casación presentado por ante la


Secretaría de esta Sala de Casación Social en fecha 25 de mayo del año 2007 por la
representación judicial de la empresa PETROQUÍMICA DE VENEZUELA, S.A. (PEQUIVEN),
parte demandada en el juicio que por cobro de prestaciones sociales intentó el
ciudadano CHOURIO MORANTE VALLARDO, pasa esta Sala a pronunciarse sobre su
tempestividad, no sin antes señalar lo siguiente:
 
Esta Sala de Casación Social en sentencias Nº 1839 y 1840, ambas de fechas 09 de
agosto del año 2007, estableció, por un lado, que la omisión de la notificación del Procurador
General de la República de cualquier demanda, excepción o sentencia que directa o
indirectamente obre contra los intereses patrimoniales -ordenada en los artículos 94, 95 y 96
del Decreto con fuerza de Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República-,
constituiría causal de reposición de la causa, la cual puede ser declarada de oficio o a petición
de parte y; por el otro, que cuando alguna de las partes anuncie recurso de casación contra la
sentencia definitiva dictada en este tipo de juicios, el Juez debe dejar transcurrir el lapso de 30
días de suspensión de la causa establecido en el artículo 95 eiusdem, para pronunciarse sobre
la admisión o no del recurso anunciado, en los siguientes términos:

 
En consecuencia, al no constar en autos las resultas del Tribunal comisionado para
la notificación del Procurador General de la República, evidentemente no puede
comenzar a transcurrir el lapso de 30 días de suspensión de la causa, por lo que
mal puede el reclamante pretender que el Juez Superior del Trabajo se pronuncie
sobre la admisión o no del recurso de casación anunciado, pues ello contravendría
lo estipulado en los artículos 94, 95 y 96 del Decreto con fuerza de Ley Orgánica de
de que –como antes se indicó- ordenan la notificación al Procurador General de la
República de cualquier demanda, excepción o sentencia que directa o
indirectamente obre contra los intereses patrimoniales de la República, pues la
omisión de ésta, constituiría causal de reposición de la causa.

En este mismo sentido, la Sala Constitucional de este máximo, según sentencia Nº


2522 de fecha 05 de agosto del año 2005, señaló lo siguiente:

 
De lo anterior se colige que dicha obligación de notificación no puede entenderse
como un mero formalismo dentro del proceso en la realización de la justicia, ya
que su omisión implica un menoscabo del derecho a la defensa y al debido
proceso de la República, quien quedaría en un estado de indefensión al no poder
recurrir del fallo que afecte sus intereses, por ello, ante la falta de notificación de
la Procuradora General de la República, ésta puede solicitar la reposición de la
causa al estado en que sea notificada, según lo dispuesto en el artículo 97 del
Decreto con Fuerza de Ley Orgánica de la  Procuraduría  General de la República.

En tal sentido, se colige la necesidad de notificación de toda decisión que obre en


contra de los intereses patrimoniales de la República. Ahora bien, en el caso sub
examine se condenó a una sociedad cuyo capital social fue suscrito, en su mayoría,
por la República y de allí deriva el interés de ésta en la participación y defensa en
el juicio; en consecuencia, en el marco de un debido proceso, debió ser notificada
la Procuradora General de la República de la sentencia definitiva dictada en la
causa primigenia

Por lo tanto, la Sala comparte el criterio que sostuvo el a quo en las
consideraciones para declarar parcialmente con lugar la acción de amparo
constitucional ejercida; en consecuencia, se declara sin lugar la apelación ejercida
y se confirma el fallo apelado en los términos expuestos. Así, se ordena la
reposición de la causa al estado de que el Juzgado Primero de Juicio para el
Régimen Procesal Transitorio del Trabajo del Estado Aragua notifique, conforme
con lo que establece el artículo 95 del Decreto con Fuerza de Ley Orgánica  de la
Procuraduría  General de la República, a la Procuradora General de la República
del fallo definitivo que dictó el 2 de septiembre de 2004, para lo cual se
computarán los lapsos para ejercer los respectivos recursos a que hubiera lugar a
partir de que conste en autos su notificación; en tal sentido, se anula todo lo que
hubiere sido actuado con posterioridad a la oportunidad de publicación de dicha
decisión. Así se decide. (Resaltado de la Sala).

 
Ahora bien, una vez reiterado el carácter coercitivo de la notificación del
Procurador General de la República no sólo de cualquier demanda, providencia, excepción o
solicitud que pueda afectar directa o indirectamente los intereses de la Nación, sino de
cualquier sentencia en la que dichos intereses se vean implicados; esta Sala considera
necesario establecer de manera clara y expresa la actividad que debe desplegar el Juez una vez
que dicte la sentencia definitiva en este tipo de juicios, a los fines de la interposición de los
recursos que las partes tengan a bien intentar.

En este sentido, el artículo 95 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de


la República, como antes se indicó, establece la obligación de los funcionarios judiciales de
notificar al Procurador General de la República de cualquier oposición, excepción,
providencia, sentencia o solicitud de cualquier naturaleza que afecte directa o
indirectamente los intereses patrimoniales de la República. Dicha notificación suspenderá
el proceso “…por un lapso de treinta (30) días continuos, contados a partir de la fecha de la
consignación de la notificación practicada en el respectivo expediente. El Procurador o
Procuradora General de la República, o quien actúe en su nombre, debe contestar dichas
notificaciones durante este lapso, manifestando la ratificación de la suspensión o su
renuncia a lo que quede del lapso, en cuyo caso se tendrá igualmente por notificado.”
 

De tal manera que, cuando se trate de juicios en los cuales se encuentren


involucrados directa o indirectamente los intereses patrimoniales de la República, una vez
dictada la sentencia definitiva, el Juez debe ordenar inmediatamente la notificación a la
Procuraduría General de la República, y expresamente dejar constancia en el expediente de la
práctica de la misma (notificación), ya que, es a partir de esa fecha -de la constancia en autos
de la notificación- que comienza el lapso de suspensión del proceso por 30 días
continuos, lapso éste que debe dejarse transcurrir íntegramente a los efectos de la
interposición de los recursos establecidos en la Ley, pudiendo el mismo ser interrumpido
únicamente en caso de que la Procuraduría General de la República conteste la notificación y
renuncie expresamente a lo que quede del lapso.

Por lo tanto, cuando la Procuraduría no renuncie al lapso de suspensión del


proceso, se debe dejar transcurrir íntegramente el mismo para poder ejercer los recursos
previstos en la Ley, es decir, luego de vencidos los referidos 30 días continuos de suspensión
del proceso, es cuando deben computarse los lapsos para ejercer oportunamente los medios
recursivos a que hubiere lugar, todo ello en procura del derecho a la defensa y de la seguridad
jurídica de las partes en el juicio cuando de alguna manera pretendan recurrir contra la
sentencia que consideren les causa un gravamen. Así se establece.

Por consiguiente, esta Sala de Casación Social -a partir de la publicación del


presente auto- EXHORTA a los Juzgados Superiores para que en los juicios donde se afecte
directa o indirectamente los intereses patrimoniales de la República, ORDENEN en el
dispositivo de dichas decisiones la notificación de la Procuraduría General de la República e
INDIQUEN expresamente que los lapsos de los recursos a que hubiere lugar comenzarán a
transcurrir una vez vencido el lapso de 30 días de suspensión del proceso, lapso este último
que debe computarse a partir de la constancia en autos de la práctica de la notificación a la
Procuraduría General de la República; todo ello en aras de garantizarle a las partes el derecho
a la defensa y el debido proceso. (Resaltado de la Sala).

Expuesto lo anterior, pasa este alto Tribunal como antes se indicó, a pronunciarse
sobre la tempestividad del escrito de formalización consignado en los siguientes términos:

En el presente caso, el Tribunal Superior Primero del Circuito Judicial Laboral de la


Circunscripción Judicial del Estado Zulia, con sede en la ciudad de Maracaibo, en fecha 17 de
abril del año 2007, dictó sentencia definitiva mediante la cual declaró parcialmente con lugar
la demanda.

 
Contra dicho fallo, la representación judicial de la parte demandada en fecha 24 de
abril del año 2007 anunció recurso extraordinario de casación.

En fecha 27 de abril del referido año el Juzgado Superior, antes identificado,


ordenó notificar a la Procuraduría General de la República de su decisión, de conformidad con
el artículo 95 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República, la cual fue
debidamente notificada, según consta en auto de fecha 16 de mayo del año 2007, mediante el
cual el ciudadano Rubén Darío Vélez, en su carácter de alguacil del Tribunal Superior Primero
del Circuito Judicial Laboral de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, deja constancia de
que la misma (notificación) fue practicada el día 15 del mismo mes y año.

En fecha 25 de mayo del año 2007, la representación judicial de la parte


demandada, a todo evento, presentó escrito de formalización del recurso de casación por ante
la secretaría de esta Sala de Casación Social, “(…) En virtud de que el sentenciador de Juzgado
Superior, cuya decisión se recurre se ha abstenido de admitir el recurso de casación
oportunamente anunciado.”

En fecha 17 de julio del año 2007, la ciudadana Thaís Coromoto Villalobos Sánchez,
en su condición de Juez Provisorio a cargo del Juzgado Quinto del Trabajo del Circuito Judicial
laboral de la Circunscripción Laboral del Estado Zulia, se abocó al conocimiento de la causa,
vista la redistribución electrónica del expediente.

En fecha 25 de julio del año 2007, el Juzgado Superior admite el recurso de


casación anunciado por la representación judicial de la parte demandada, remitiendo el
expediente a esta Sala de Casación Social de Tribunal Supremo de Justicia.

En fecha 18 de junio del año 2008, a solicitud de esta Sala, fue recibido vía fax por
parte del Juzgado Superior, cómputo de los cinco (05) días de despacho transcurridos en dicho
Tribunal desde el 15 de junio del año 2007, exclusive, (vencimiento del lapso de 30 días de
suspensión del proceso), contados a partir del 16 de junio del mismo año (fecha de
consignación en autos de la notificación a la Procuraduría General de la República), en el que
se evidencia que el último de los cinco (05) días para anunciar el recurso de casación fue el 22
de junio del año 2007. Siendo así, se constata que el lapso de veinte (20) días continuos para
consignar el escrito de formalización más el término de distancia de ocho (08) por estar
situado el Tribunal Superior en la ciudad de Maracaibo, Estado Zulia venció el día 20 de julio
del mismo año, todo ello de conformidad con el artículo 171 de la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo.

En consecuencia, en el caso bajo estudio, se evidencia que el anuncio del recurso


de casación por la parte demandada en fecha 24 de abril del año 2007 fue efectuado de
manera anticipada, al igual que la consignación del escrito de formalización ante la Secretaría
de esta Sala el 25 de mayo del referido año, razón por la que resulta tempestiva la
formalización del referido medio extraordinario de impugnación interpuesto por la
representación judicial de la parte demandada contra de la sentencia de fecha 17 de abril del
año 2007, dictada por el Tribunal Superior Primero del Circuito Judicial Laboral de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia, con sede en Maracaibo. Así se resuelve.

Publíquese y regístrese. Agréguese al expediente. Continúese con la tramitación


del recurso de casación anunciado por la parte accionada.

SALA CONSTITUCIONAL

MAGISTRADO PONENTE: ANTONIO GARCIA GARCIA


 

            En fecha 27 de abril de 2000 se recibió en esta Sala Constitucional el


oficio N° TPI-00-041, anexo al cual se remitió el expediente N° 0361,
proveniente de la Secretaría de la Sala Plena de este Tribunal Supremo de
Justicia, contentivo de la acción de nulidad ejercida por razones de
inconstitucionalidad por los abogados  JOSE PEDRO BARNOLA, JUAN
VICENTE ARDILA Y SIMÓN ARAQUE, inscritos en el Inpreabogado bajo los
números 1.085, 7.691 y 5.303, respectivamente, actuando en nombre
propio, contra la norma prevista en el artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil,  publicado en la Gaceta Oficial N° 3.694 Extraordinario
de fecha 22 de enero de 1986, y contra la disposición contenida en
el  artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, publicada en la Gaceta
Oficial N° 3.995 Extraordinario, de fecha 13 de agosto de 1987.

            En fecha 27 de abril de 2000 se dio cuenta en esta Sala Constitucional


y se designó Ponente al Magistrado Héctor Peña Torrelles.

            Vista la nueva designación de los Magistrados de esta Sala


Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia mediante Decreto de la
Asamblea Nacional, la cual ha quedado integrada por los Magistrados IVAN
RINCÓN URDANETA, JESÚS EDUARDO CABRERA, ANTONIO
GARCIA GARCÍA, JOSÉ M. DELGADO OCANDO y PEDRO RONDÓN
HAAZ , en fecha 9 de enero de 2001 se designó Ponente al Magistrado que
con tal carácter suscribe el presente fallo.
Efectuado el estudio del expediente, para decidir se hacen las
siguientes consideraciones:

ANTECEDENTES
 

En fecha 16 de septiembre de 1988 los accionantes presentaron por


ante la entonces Corte Suprema de Justicia en Pleno, escrito contentivo de la
acción de nulidad antes descrita.
El 27 de septiembre de 1988 se dio cuenta a la entonces Corte
Suprema de Justicia en Pleno de la señalada acción, la cual se admitió en
fecha 5 de octubre del mismo año, por lo que se ordenó notificar al
Presidente del entonces Congreso de la República  y al Fiscal General de la
Republica; asimismo, se ordenó librar cartel de emplazamiento a los
interesados, conforme a lo establecido en el artículo 116 de la Ley Orgánica
de la Corte Suprema de Justicia.

El 10 de octubre de 1988 compareció por ante la Secretaría de la Corte


en Pleno, el abogado SIMÓN ARAQUE, y consignó copia traducida al
castellano de la Ley Italiana N° 742, de fecha 7 de octubre de 1969, que trata
sobre la “Suspensión de los términos procesales en el período de vacaciones”
y copia de la exposición de motivos y el proyecto de Ley de Reforma Parcial
de la Ley Orgánica del Poder Judicial venezolana.

El 19 de octubre de 1988 el prenombrado abogado consignó un


ejemplar del diario “El Nacional” de la misma fecha, donde apareció
publicado el cartel antes referido.

En fecha 31 de octubre y 2 de noviembre de 1988 los ciudadanos


JUVENAL ACERO RIVAS, NANCY COROMOTO NAWAD DE ESCALONA,
VICTORIA GONZÁLEZ FARÍAS, SULMA ALVARADO ELMOR, ALBERTO
BAUMEISTER TOLEDO, JOSÉ VICENTE LÓPEZ ANZOLA, JUDITH VARGAS
MENESES, IBRAHIM GORDILS DELGADO, MANUEL AGUIRRE OSÍO Y ARÍSTIDES
LANZ SISO,  abogados en ejercicio, e inscritos en el Inpreabogado bajo los
números 8.692, 18.882, 19.012, 11.804, 293, 2.159, 12.820, 12.868, 2.787 y
3.793 respectivamente, solicitaron su adhesión a la acción de nulidad
interpuesta.

El 2 de enero de 1989 el abogado José Pedro Barnola, con el carácter


acreditado en autos, solicitó que en virtud del vencimiento del lapso
probatorio se fijara la oportunidad para la presentación de los informes y se
designara al Magistrado Ponente.

El 25 de enero de 1989 el Juzgado de Sustanciación acordó remitir el


expediente a la Corte en Pleno, donde se dio cuenta en fecha 21 de febrero
de 1989, designándose Ponente al Magistrado LUIS DARÍO VELANDIA,  y
fijándose el quinto (5) día de despacho para iniciar la relación.

El 16 de marzo de 1989 comenzó la relación de la causa y el 27 de


marzo del mismo año, se efectuó el acto de informes en forma oral,
asistiendo al efecto los abogados accionantes.

El 16 de mayo de 1989, terminó la relación de la causa y se dijo


“Vistos”.

Mediante escrito de fecha 25 de octubre de 1989, la abogada VELMA


SOLTERO DE RUAN, actuando en su carácter de Fiscal del Ministerio Público,
designada para actuar ante la Sala Plena de la entonces Corte Suprema de
Justicia y ante su Sala Político Administrativa, consignó la opinión de ese
despacho sobre ese juicio, solicitando la declaratoria con lugar de la acción
interpuesta.

El 30 de octubre de 1989 el Magistrado CARLOS TREJO PADILLA


manifestó su deseo de inhibirse de conocer el presente recurso, por haber
manifestado su opinión “sobre lo principal del pleito” con fundamento en la
causal prevista en el numeral 15 del artículo 82 del Código de Procedimiento
Civil.

El 31 de octubre de 1989 los accionantes consignaron escrito en el que


indicaron que el Magistrado ponente LUIS DARIO VELANDIA habría
manifestado su opinión sobre lo principal de este caso, y se encontraba
incurso en la causal de recusación.
El 28 de noviembre de 1989 se dio cuenta en la Secretaría de la Sala
Plena, de la diligencia presentada el 30 de octubre del mismo año por el
Magistrado antes indicado, así como el Oficio N° DCJ-SCA-14-89-25824
emanado del Fiscal General de la República en fecha 25 de octubre de 1989,
acordándose agregarlos al expediente y pasar dichas actuaciones al
Presidente de la Corte Suprema de Justicia.

 En fecha 29 de noviembre de 1989 el Magistrado LUIS DARÍO


VELANDIA respondió a la solicitud formulada por los accionantes el 31 de
octubre del mismo año, en el sentido de que se inhibiera de conocer de la
presente causa por haber adelantado opinión sobre el fondo del asunto,
señalando que ha sido un criterio unánime que la opinión manifestada por
un Magistrado en el seno del Tribunal no puede constituir adelanto de
opinión, pues las discusiones y confrontación de criterios de contenido
jurisdiccional son absolutamente secretas y sólo sabrían de ellas los demás
Magistrados que conforman el Supremo Tribunal.

Por auto de fecha 30 de noviembre de 1989 el Magistrado OTTO


MARÍN GÓMEZ, en su carácter de Presidente de la entonces Corte Suprema
de Justicia en Pleno, declaró con lugar la inhibición formulada por el
Magistrado CARLOS TREJO PADILLA, y en consecuencia, se procedió a la
convocatoria del correspondiente suplente, de conformidad con lo dispuesto
en el artículo 67 y en el primer aparte del artículo 70 de la Ley Orgánica de la
Corte Suprema de Justicia.

En fecha 13 de diciembre de 1989 los abogados José Pedro Barnola y


Simón Araque, consignaron escrito donde rechazaron las opiniones
presentadas por el Magistrado LUIS DARÍO VELANDIA.

El 12 de febrero de 1990 mediante auto de la misma fecha el


Magistrado Presidente de la Corte en Pleno OTTO MARÍN GÓMEZ, declaró
inadmisible por extemporánea la recusación que hicieran los accionates del
Magistrado LUIS DARÍO VELANDIA; y el día siguiente, quedó constituida la
Sala Plena Accidental de la entonces Corte Suprema de Justicia, con la
incorporación del Magistrado JESÚS PETIT DA COSTA, quien aceptó la
convocatoria que le fue formulada en su carácter de Primer Suplente de la
Sala de Casación Civil para suplir la falta del Magistrado inhibido, CARLOS
TREJO PADILLA

El 16 de octubre de 1990 se dio cuenta del escrito presentado por los


recurrentes en fecha 1° de octubre del mismo año, mediante el cual
solicitaron que la sentencia que dilucide la acción interpuesta declare la
inconstitucionalidad de las normas contenidas en los artículos 18 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial y 197 del Código de Procedimiento civil, toda vez
que, con la reforma realizada al artículo 201  eiusdem no se subsanó la
inconstitucionalidad del referido artículo 197.

            En fecha 22 de septiembre de 1992, visto que el 14 de mayo del


mismo año el entonces Congreso de la República renovó la tercera parte de
los Magistrados que integraban dicha corte, se procedió a reconstituir la Sala
Plena Accidental designada para conocer del presente recurso, siendo
ratificado el Magistrado Suplente JESÚS PETIT DA COSTA en su carácter de
Magistrado Ponente.

El 5 de agosto de 1998 se acordó que el conocimiento del presente


recurso pasara de nuevo al conocimiento de la Sala Plena natural,
designándose ponente al Magistrado ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ.

En fecha 5 de abril de 2000 y mediante Oficio N° TPI-00-041, la


Secretaría del Tribunal Supremo, remitió el expediente a esta Sala
Constitucional, en virtud de las modificaciones de competencias contenidas
en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
 

II

ALEGATOS DE LOS ACCIONANTES

 
            Los abogados actores interpusieron acción de nulidad por razones de
inconstitucionalidad contra la norma dispuesta en el artículo 197 del Código
de Procedimiento Civil, publicada en la Gaceta Oficial N° 3.694
Extraordinario, de fecha 22 de enero de 1986 y contra lo previsto en el
artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, publicada en la Gaceta
Oficial N° 3.995 Extraordinario, de fecha 13 de agosto de 1987, cuyos
contenidos son del siguiente tenor:
Código de Procedimiento Civil
 
“Artículo 197: Los términos o lapsos procesales se computarán por
días calendarios consecutivos, excepto los lapsos de prueba, en los
cuales no se computarán los sábados, los domingos, el Jueves y el
Viernes santos, los declarados días de fiesta por la Ley de Fiestas
Nacionales, los declarados no laborales por otras leyes, ni aquellos
en los cuales el Tribunal  disponga no despachar”.
 
Ley Orgánica del Poder Judicial
 
“Artículo 18.-Los jueces gozarán de vacaciones anuales en la fecha
más próxima a aquellas en que hayan cumplido el año de servicio, de
conformidad a lo que establezca el Consejo de la Judicatura, caso en
el cual devengarán además de su sueldo normal, un bono vacacional
equivalente a un mes de sueldo. En todo caso, las vacaciones de los
jueces no suspenderán el curso de las causas ni los lapsos
procesales”.

 
Indicaron los accionantes, respecto al artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil, que en dicha norma está interesado el orden público, la
seguridad jurídica y una recta administración de justicia, sin embargo, la
misma está viciada de inconstitucionalidad por contrariar lo dispuesto en el
primer aparte del artículo 68 de la Constitución de 1961, que consagraba el
derecho a la defensa.

Continuaron alegando que el legislador de 1986, en el artículo 197 del


Código de Procedimiento Civil, a los fines del cómputo de los lapsos
procesales, hizo una diferenciación entre los lapsos de pruebas, los cuales
resolvió contarlos por días en que el Tribunal dispusiera despachar, y los
demás lapsos, donde dispuso calcularlos por días calendarios consecutivos,
olvidándose entonces -en criterio de los accionantes- “que las mismas
buenas razones que tuvo para suputar contemplar que los lapsos de pruebas
tenían que se computados por días en que el Tribunal resuelva despachar,
abonan con más razones o suficientes para los lapsos en los cuales las partes
deban ejercer los recursos procesales correspondientes o cumplir un acto
procesal transcendente”. En tal sentido indicaron, que si bien la decisión
judicial está vinculada con las pruebas que las partes suministren en el
proceso, también es cierto que las partes tienen el derecho legítimo a que se
les compute debidamente el lapso para interponer los recursos o cumplir con
un acto procesal esencial, pues de lo contrario, se violenta el derecho a la
defensa.

Que el legislador de 1986 no previó algunos supuestos comunes a las


contingencias del debate judicial, y que de haberlos tomado en
consideración, habría establecido el cómputo  por días de despacho para
ejercer los recursos procesales, y para determinados  actos de importancia
en el proceso. Señalaron así, que el término para apelar de las sentencias
interlocutorias, en algunos casos, es de tres días, por lo que, si la sentencia
interlocutoria es pronunciada un día de despacho viernes a las 2:00 p.m., el
indicado plazo para apelar, de acuerdo a la norma del artículo 197 vencería el
lunes siguiente, quedando entonces –según su opinión- el lapso de tres
( 3)  días reducido a un ( 1) día y en la mayoría de las oportunidades “ a horas
y a veces a minutos”

Asimismo indicaron, que en virtud del exceso de trabajo que tienen los
tribunales, los expedientes en ocasiones son mal archivados, por lo que a
veces no es posible conocer la decisión y apelar de la misma, y quedando
firme se produce una violación manifiesta  al derecho a la defensa,
consagrado en el primer aparte del artículo 68 de la Constitución de 1961.
Señalaron también, que las consideraciones son aplicables a los supuestos
previstos en los artículos 891, 993 y 26 del Código de Procedimiento Civil.

Por otra parte alegaron, que la norma dispuesta en el artículo 196 del
Código de Procedimiento Civil, donde se establece el principio de la legalidad
de los actos procesales constituye letra muerta, porque en la mayoría de las
hipótesis, los lapsos correspondientes a cinco (5), ocho (8), diez (10) y veinte
(20) días consecutivos, según el caso, nunca contendrían realmente el
número de días preceptuados en cada supuesto, habida cuenta de que al no
despachar los tribunales los días sábados, domingos, feriados o cualquier
otro día virtualmente se abrevian los lapsos legalmente previstos.
Concluyeron así que, la tesis de computar los lapsos procesales conforme a lo
previsto en el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil es contrario al
derecho a la defensa consagrado en la Constitución de 1961.

Con relación a la nulidad del artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder


Judicial señalaron los accionantes, que la referida norma menoscaba el
derecho de todos los trabajadores a disfrutar sus vacaciones anuales,
consagrado en el primer aparte del artículo 86 de la Constitución de 1961,
precepto constitucional, que a decir de la parte actora, remite a la Ley
Orgánica del Trabajo, en cuyo artículo 58 se establece que por cada año de
servicio ininterrumpido el trabajador tiene derecho a un período de
vacaciones remuneradas de quince (15) días hábiles.

Que la exposición de motivos de la Ley de Reforma Parcial de la Ley


Orgánica del Poder Judicial afirmó que:
 
“Como se observa la legislación actual ha circunscrito el lapso de
vacaciones de los Tribunales y Funcionarios Judiciales al período
comprendido entre el 15 de agosto y el 15 de septiembre de cada
año.
Esta disposición no se compadece CON LA DOCTRINA
CONTEMPORÁNEA en el sentido de que quienes han de gozar de
vacaciones son los jueces y no los tribunales, en virtud de ser LA
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA UN SERVICIO PÚBLICO
ININTERRUMPIDO Y MAL PUEDEN LOS TRIBUNALES VACAR.  Se
impone pues una reforma. Igualmente para acoger lo establecido en
la Ley de Carrera Judicial en su artículo 6 (sic) la reforma debe
establecer que el funcionario judicial, obligado a tomar las
vacaciones, percibirá además del mes de remuneración, un bono
vacacional equivalente a un mes de sueldo. Los funcionarios
judiciales no deben renunciar a sus vacaciones, sino disfrutarlas
conforme al derecho, en la fecha más próxima en la que haya
cumplido el año de servicio, conforme lo que establezca el Consejo
de la Judicatura. Se ha querido precisar aún más el sentido de la no
interrupción de la  administración por las vacaciones de los jueces y
en tal virtud, se establece que las mismas no suspenderán el curso
de las causas, ni los lapsos procesales; con lo cual se evita la
situación negativa para LA ADMINISTRACIÓN DENOMINADA
JUSTICIA VACACIONAL.
Con el nuevo texto del artículo 18 de  la Ley Orgánica del Poder
Judicial, SE TRATA DE ADAPTAR UN MEJOR DISPOSITIVO LEGAL A LA
REALIDAD JUDICIAL VENEZOLANA.”     ( Mayúscula, paréntesis y
subrayado de los accionantes).

 
Sobre la señalada exposición de motivos indicaron, que el concepto
que atribuye a la administración de justicia la cualidad de servicio público
ininterrumpido fue incorporado por la Comisión Redactora del Proyecto de
Código de Procedimiento Civil, señalando al respecto que, cuando se redactó
la versión original del artículo 201, este establecía lo siguiente: “Del quince
de agosto al quince de septiembre, ambos inclusive, habrá anualmente
vacaciones judiciales para los jueces, pero ellas no suspenderán el curso de
las causas ni de los lapsos procesales”.

Expusieron también, que cuando los proyectistas redactaron la


referida norma se inspiraron en la Ley Italiana número 818 del 14 de julio de
1965, que autoriza las vacaciones de cuarenta y cinco (45) días, desde el 1º
de agosto hasta el 15 de septiembre de cada año, pero sin interrumpir los
lapsos procesales; sin embargo, la experiencia de la no interrupción de los
lapsos procesales durante el período de vacaciones fracasó en Italia y, por
consiguiente, se restituyeron las vacaciones de cuarenta y cinco (45) días,
con interrupción del curso de las causas y de los lapsos procesales durante
dicho período de vacaciones, según se desprende de la Ley Italiana número
742 del 7 de octubre de 1969. Así, mencionaron los accionantes, que la
Comisión Legislativa seguramente desconocía la nueva ley italiana y acogió la
tesis de los proyectistas de considerar la justicia como un servicio público
ininterrumpido y aprobó el artículo 201 con alguna de las modificaciones, y
que posteriormente fue objeto de una reforma publicada en la
Gaceta  Oficial Nº 3.970 Extraordinario de fecha 13 de marzo de 1987, debido
- a su entender- a que en el régimen anterior el período de vacaciones
judiciales en el ámbito de la jurisdicción civil y mercantil, “la justicia
vacacional se reducía a sorpresas” en lo atinente a medidas cautelares, al
ofrecimiento y constitución de fianza suficiente, al embargo y a la prohibición
de enajenar y gravar, motivo por el cual, a estos marcos fácticos se limitaba
el temor de la “justicia vacacional” puesto que los jueces suplentes no tenían
la posibilidad de sentenciar, ya que en tal  régimen se suspendía el curso de
las causas y los lapsos procesales.

Señalaron también, que con el sistema adoptado por el artículo 18 de


la Ley Orgánica del Poder Judicial, la situación se ha agravado y “la justicia
vacacional” se ha extendido de un mes a todo el año por las siguientes
causas: “(...) 1) Todos los jueces titulares no pueden tomar las vacaciones de
consuno, sino que disfrutarán de ellas escalonadamente (...)  2) En el
régimen anterior los jueces no podían dictar sino las providencias cautelares
y aquellas necesarias y urgentes, pero no podían pronunciarse sobre el fondo
del asunto, lo que garantizaba a los abogados litigantes un descanso seguro
durante las vacaciones judiciales, sin ninguna sorpresa. 3) Con el
nuevo  sistema los Jueces suplentes tienen que continuar la sustanciación de
los asuntos, dictar decisiones atinentes a la sustanciación, decisiones
interlocutorias y providencias cautelares y esto constituye una fuente segura
y copiosa de `justicia vacacional´ que fue precisamente lo que quiso combatir
artículo 18  reformado de la Ley Orgánica del Poder Judicial (...)”.
Mencionaron asimismo, que los logros que se han obtenido con la supresión
de las vacaciones han sido muy limitados, ya que los jueces temporales sólo
sustancian las causas y pocas veces deciden asuntos transcendentes.

En un capítulo titulado “De la Conveniencia de las vacaciones


judiciales” los accionantes indicaron que ha sido tradición en Venezuela que
durante los meses de agosto y septiembre de cada año, ocurran las
vacaciones escolares en todos lo niveles de educación, “(...) de manera que,
todos los abogados en ejercicio y también los jueces y funcionarios judiciales
elaboran planes para salir de vacaciones con su familia y con sus hijos de
edad escolar durante dicho lapso(...)”, pero que con la nueva reforma del
artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, la mayoría de los jueces y los
abogados en el libre ejercicio de su profesión no pueden disfrutar de las
vacaciones escolares con sus hijos. En este sentido alegaron, que la única
posibilidad de que un abogado en ejercicio disfrute de sus vacaciones
anuales en la misma oportunidad de las vacaciones escolares, sería
imponerle al cliente otro abogado para que lo patrocine, imposición que
sería inconstitucional -en criterio de los accionantes- porque le violaría a este
otro abogado el derecho a disfrutar de las vacaciones anuales. Por los
motivos anteriores, señalaron que la administración de justicia
ininterrumpida fracasó, considerando que el artículo 18 de la Ley Orgánica
del Poder Judicial, conforme al cual las vacaciones de los jueces no
suspenden el curso de las causas ni los lapsos procesales, quebranta el
espíritu y propósito del primer aparte del artículo 86 de la Constitución de
1961 que postula el principio de las vacaciones anuales para todos los
trabajadores.

Por otra parte, indicaron que los artículos 46 y 47 de la Ley Orgánica


de Educación y 56 del Reglamento General de  dicha ley, se encuentran en
correcta armonía con lo dispuesto en el artículo 150 del Código de
Procedimiento Civil, pues todos constituyen el desarrollo operativo de la
norma constitucional que postula las vacaciones anuales para todos los
trabajadores, y abona a favor de su acción de inconstitucionalidad promovida
contra el artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder Judicial.

Finalmente expusieron, que el acuerdo dictado por la entonces Corte


Suprema de Justicia, en fecha 5 de agosto de 1987, respalda claramente la
tesis de inconstitucionalidad del indicado artículo 18 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial.

III
OPINION DEL MINISTERIO PUBLICO
 

La representante del Ministerio Público se refirió a la impugnación del


artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y señaló, que el problema
planteado rebasa los límites de lo  estrictamente jurídico y se extiende al
campo de lo social, económico y familiar, pero que sobre todo, llama a
reflexión sobre la importancia de la adecuación de la norma jurídica a la
realidad social a la cual va dirigida.

Según la representante del Ministerio Público, por disposición expresa


del artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, quedaron eliminadas las
vacaciones judiciales anuales, que tradicionalmente se encontraban
comprendidas entre el 15 de agosto y el 15 de septiembre, ambos inclusive, y
del 24 de diciembre al 6 de enero, ambos inclusive, y que a partir de la
reforma de 1987 el curso de las causas continúan ininterrumpidamente
durante todo el año. Y que, independientemente de las razones de estricto
orden jurídico que tuvo el legislador para reformar el régimen de vacaciones
judiciales, era necesario analizar los efectos prácticos que la misma ha
causado en el medio forense, en virtud de que dicha reforma no sólo
afectaba a los abogados litigantes sino también a los funcionario judiciales.

Al efecto indicó que, en principio la profesión de abogado y su


ejercicio se regula por la Ley de Abogados y su Reglamento, y por las demás
disposiciones que indica el artículo 1º de la referida Ley, y que, de la lectura y
el análisis de la normativa legal mencionada, a través de la cual se establecen
los derechos y deberes de los abogados para el ejercicio de la profesión, se
destacan el deber de ofrecer al cliente el concurso de la cultura y la técnica
que poseen y aplicarlas con rectitud de conciencia y esmero en la defensa,
así como el derecho a exigir a sus defendidos honorarios por la  prestación de
servicios. Expresó en tal sentido, que el ejercicio de la profesión de abogado
puede contemplarse en un sentido amplio como una especial modalidad de
contrato de trabajo entre abogado y cliente, mediante el cual, el profesional
del Derecho se compromete a poner al servicio de sus clientes los
conocimientos y técnicas que posee a cambio del pago de una determinada
suma de dinero que se estipula entre las partes. Por ello, en su criterio,
desde un punto de vista muy amplio, el servicio prestado por un abogado
puede asimilarse a un contrato de trabajo, de manera que, mal podría
pensarse que por el hecho de ganarse la vida en forma autónoma, carezca de
los derechos propios de los trabajadores.

Alegó además que por razones de justicia social, la legislación


moderna ha limitado la jornada de trabajo y ha establecido no sólo el
descanso diario y semanal, sino la necesidad del descanso anual o período
vacacional. Y que dada la naturaleza especial de la prestación liberal de los
servicios de abogados, resultaría imposible determinar entre el cliente y el
abogado, períodos de descanso, debido entre otras razones a la dificultad
que existe en determinar cuanto tiempo dedica el abogado efectivamente a
su cliente, correspondiendo entonces al profesional que ha escogido el
trabajo autónomo, decidir el tiempo de su propio descanso y el período de
sus vacaciones, por lo que el problema de tal escogencia se encuentra en que
la misma debe ser efectuada en coordinación con el período de
funcionamiento de los tribunales de justicia, pues siendo éstos el lugar donde
habitualmente realizan sus actividades profesionales, resulta obvio que
estando comprometida la responsabilidad profesional, el abogado no puede
decidir libremente el tiempo en que tomará sus vacaciones en las causas
pendientes que le han sido encomendadas. Así, señaló la representante del
Ministerio Público, que la reforma introducida en el artículo 18 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, limita considerablemente el derecho del
abogado en libre ejercicio de la profesión, a escoger su período vacacional y
a disfrutar de sus vacaciones, derecho consagrado en la Constitución de
1961.

La norma contemplada en el artículo 86 de la Constitución de 1961,


consagra el derecho a las vacaciones y al descanso de todos los trabajadores,
sea cual fuere la naturaleza del trabajo, y que, la interpretación inmediata
que podría dársele a esta norma es que ese derecho se consagra para
aquellos trabajadores en relación de dependencia con un patrono, a quien
surge la obligación de conceder descanso y vacaciones pagadas; sin embargo,
en sentido amplio el derecho al descanso y a las vacaciones corresponde a
toda aquella persona que realice una labor continua como medio de
subsistencia resultando absurdo excluir del derecho al descanso, a aquellas
personas que desempeñen labores en forma autónoma, como es el caso de
los abogados en el libre ejercicio.

Señaló además, que en el ámbito forense podría argumentarse  que la


mayoría de los abogados trabajan conjuntamente con uno o dos colegas en
un mismo proceso, caso en el cual la distribución del período vacacional se
podría efectuar de común acuerdo, pero que sin embargo, existen abogados
que deciden representar solos a sus clientes, en cuyo caso el profesional
dependerá  de la conclusión de los juicios o causas que le han sido
encomendadas para vacacionar, lo que resultaría aleatorio y lo obligaría a
asociarse para poder disfrutar de su derecho al descanso. Razón por la cual
estimó,  que analizando así la norma impugnada, su apariencia formal no
reviste visos de inconstitucionalidad, pero que si se atiende a sus efectos, se
notaría el menoscabo que produce en el disfrute pleno e ininterrumpido de
las vacaciones de los abogados litigantes que tendrían que atender
constantemente los juicios en curso.

En lo atinente a la denuncia de inconstitucionalidad del artículo 197


del Código de Procedimiento Civil formulada por los accionantes, la
representante del Ministerio Público, luego de transcribir el contenido del
señalado artículo, expresó, que de la lectura y análisis de la citada norma, se
evidencia la distinción que la misma hace de los lapsos de pruebas (cuyo
cómputo deberá efectuarse estrictamente por días de despacho del tribunal
correspondiente) y todos los demás términos o lapsos procesales (los cuales
se computarán por días calendarios consecutivos).

Posteriormente, en cuanto a la Exposición de Motivos del Código de


Procedimiento Civil , narró- citando al procesalista venezolano Leopoldo
Márquez Añez- que “[e]n el curso de la discusión del proyecto de la Comisión
Legislativa, esta disposición fue objeto de una detenida consideración,
debida, por una parte, a la conveniencia acusada de ampliar en la medida de
lo necesario los lapsos de pruebas, y por la otra, a la decisión que se adoptó
en el seno de la Comisión para eliminar las vacaciones judiciales”. Así
mencionó, que la celeridad procesal es uno de los objetivos y metas del
vigente Código de Procedimiento Civil, y que su importancia es fundamental
en todo sistema jurídico, ya que a través de ella se plasma en la práctica, la
confiabilidad en los órganos de justicia, y que precisamente por esa razón en
la persecución de una justicia rápida y eficaz, no puede dejarse a un lado o
ignorarse el funcionamiento del sistema jurídico procesal hacia el cual se
dirigen sus efectos.

Señaló además, que la garantía establecida en el artículo 68 de la


Constitución de 1961, encuentra su fundamento en la necesidad de
concretar su imparcialidad de la justicia y asegurar el efectivo acceso a los
órganos judiciales de todos los ciudadanos, con la certeza de obtener la
oportuna defensa del derecho propio; de esta manera se identifica el
derecho a la defensa con el derecho a ser oído, de forma que, al ser
informado el interesado de cualquier procedimiento iniciado en su contra
oportunamente, este pueda oponer las razones y pruebas que le favorezcan.
En este sentido indicó, que en el ámbito procesal, está garantía se materializa
a través de las normas adjetivas que permitan la efectiva y real aplicación del
derecho sustantivo –razón de su existencia-, y que de ello se deriva que en la
práctica , la garantía del derecho a la defensa adquiera sentido a través de los
lapsos procesales y oportunidades de actuar, en consecuencia, la existencia
de normas procesales que dificulten o impidan el ejercicio oportuno del
derecho a la defensa podría contrariar el principio contenido en el artículo 68
de la Constitución de 1961. Mencionó la representante del Ministerio
Público, que en virtud de ello, la Exposición de Motivos del original proyecto
del Código de Procedimiento Civil, explicaba el alcance de la reforma
adoptada en cuanto al cómputo de los lapsos procesales, sobre la base de
lograr la uniformidad y certeza del cómputo de los lapsos procesales pero,
que el válido anhelo de la celeridad procesal , no puede amparar normas que
coarten la posibilidad de contradecir en forma justa las pretensiones de la
parte contraria y que por tanto, la solución de los problemas que en la
práctica acarrean las vacaciones judiciales, no encuentran relación de
causalidad con la reducción de los lapsos procesales.

Expuso la representante del Ministerio Público, que una de las razones


que privó para la modificación del artículo 197 del Código de Procedimiento
Civil, tal como estaba propuesto en el proyecto original, obedeció a la
decisión de eliminar las vacaciones judiciales, sin embargo, el principio de la
celeridad procesal aparece más bien unido a la necesidad de la uniformidad y
certeza en el cómputo de los lapsos procesales. Finalmente indicó, que en la
práctica la diferenciación establecida  por la norma impugnada, en cuanto al
cómputo  de los lapsos de prueba y de los demás lapsos procesales,
acarreaban no sólo incertidumbre sino también la restricción de la
posibilidad de contradecir en forma justa las pretensiones de la contraparte,
ya que se reduciría el lapso hábil para actuar en el juicio, al computarse los
lapsos procesales por días calendarios consecutivos, y que por consiguiente,
resultaría contrarío a la pronta aplicación del principio constitucional que
garantiza el derecho a la defensa, establecer una discriminación en cuanto al
cómputo de los lapsos procesales, en virtud de que en la práctica se origina
incertidumbre para el ejercicio de ese derecho; y por ese motivo consideró,
que el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil viola el precepto
constitucional establecido en el artículo 68 de la Constitución de 1961 que
consagra el derecho a la defensa.

IV

DE LA COMPETENCIA

La acción de autos, ejercida por razones de inconstitucionalidad contra


la norma contenida en el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil
publicado en la Gaceta Oficial N° 3.694 Extraordinario de fecha 22 de enero
de 1986, y contra la disposición prevista en el artículo 18 de la Ley Orgánica
del Poder Judicial, publicada en la  Gaceta Oficial N° 3.995 Extraordinario de
fecha 13 de agosto de 1987, se interpuso por ante la entonces Corte
Suprema de Justicia en Pleno, pues durante la vigencia de la Constitución de
1961, correspondía a la Corte en Pleno, la competencia para declarar la
nulidad total o parcial de las leyes y demás actos generales de los cuerpos
legislativos nacionales violatorios de la Constitución, de conformidad con las
normas establecidas en los artículos 215, ordinal 3° y 216  eiusdem, en
concordancia con lo dispuesto en los artículos 42, ordinal 1° y 43 de la Ley
Orgánica de la Corte Suprema de Justicia.

Ahora bien, con la entrada en vigencia de la Constitución de 1999, tal


competencia se encuentra actualmente asignada a esta Sala Constitucional
del Tribunal Supremo de Justicia, según lo dispuesto en el numeral 1 del
artículo 336 de la Carta Magna, conforme a lo cual es atribución de la Sala
Constitucional, “[d]eclarar la nulidad total o parcial de las leyes nacionales y
demás actos con rango y fuerza de ley de la Asamblea Nacional, que colidan
con esta Constitución”. Por ello, al haber sido interpuesta una acción de
nulidad por razones de inconstitucionalidad contra normas contenidas en la
referidas leyes nacionales aprobadas por el Poder Legislativo Nacional, debe
esta Sala Constitucional asumir la competencia para decidir dicha acción, de
conformidad con lo previsto en el numeral 1 del artículo 336 de la
Constitución de 1999. Así se decide.

DE LA INTERVENCIÓN DE LOS COADYUVANTES


           

Determinada la competencia de esta Sala para decidir la acción de


nulidad interpuesta por razones de inconstitucionalidad por los
abogados JOSÉ PEDRO BÁRNOLA, JUAN VICENTE ARDILLA Y SIMÓN
ARAQUE,  corresponde ahora pronunciarse, como punto previo, sobre la
intervención de los ciudadanos  JUVENAL ACERO RIVAS, NANCY COROMOTO
NAWAD DE ESCALONA, VICTORIA GONZÁLEZ FARÍAS, SULMA ALVARADO
ELMOR, ALBERTO BAUMEISTER TOLEDO, JOSÉ VICENTE LÓPEZ ANZOLA,
JUDITH VARGAS MENESES, IBRAHIM GORDILS DELGADO, MANUEL AGUIRRE
OSÍO Y ARÍSTIDES LANZ SISO, antes identificado, como coadyuvantes de los
accionantes.

            Al efecto, observa esta Sala que conforme a lo estipulado en el artículo


370, ordinal 3° del Código de Procedimiento Civil, los terceros pueden
intervenir en la causa pendiente entre otras personas, cuando éstos tengan
un Interés jurídico actual en sostener las razones de alguna de las partes y
pretendan ayudarla a vencer en el proceso; ello así, y visto que del contenido
del artículo 379 ejusdem, se desprende que éstos pueden constituirse en
cualquier estado y grado del proceso mediante diligencia o escrito siempre
que acompañen prueba fehaciente que demuestre el interés jurídico que
tenga el asunto y, por cuanto el presente juicio trata de una acción de
nulidad ejercida por razones de inconstitucionalidad contra las normas
previstas en el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil y 18 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial de 1987, donde la legitimación activa es amplia y
no requiere condición especial alguna, esta Sala Constitucional, por mandato
expreso del artículo 88 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia,
aplica supletoriamente lo dispuesto en los artículos 370, ordinal 3° y 379 del
Código de Procedimiento Civil, en consecuencia, admite a los señalados
ciudadanos como coadyuvantes de la acción de nulidad que por razones de
inconstitucionalidad interpusieron los abogados JOSE PEDRO BARNOLA,
JUAN VICENTE ARDILA Y SIMÓN ARAQUE. Así se decide.

VI

CONSIDERACIONES PARA DECIDIR


           

Corresponde a esta Sala Constitucional pronunciarse sobre la acción


de nulidad interpuesta contra las normas contenidas en los artículos 197 del
Código de Procedimiento Civil publicado en la Gaceta Oficial N° 3.694
Extraordinario de fecha 22 de enero de 1986,  y 18 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial, publicada en la  Gaceta Oficial N° 3.995 Extraordinario de
fecha 13 de agosto de 1987, para ello observa lo siguiente:

 
DE LA SOLICITUD DE INCONSTITUCIONALIDAD DEL ARTICULO 197 DEL
CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL
           

Los actores interpusieron la presente acción de nulidad por razones de


inconstitucionalidad contra el dispositivo normativo contenido en el referido
artículo 197 del Código de Procedimiento Civil, por considerar que viola el
derecho a la defensa, consagrado en el artículo 68 de la Constitución de
1961. Al respecto, la representante del Ministerio Público fue conteste con
los actores al opinar que el señalado artículo lesionaba el derecho a la
defensa, puntualizando al respecto, que a pesar de ser la celeridad procesal,
la finalidad primordial del Código de Procedimiento Civil, no podía dejarse de
lado el funcionamiento del sistema jurídico procesal hacia el cual se dirigen
sus efectos, siendo además que se desprende de la Exposición de Motivos de
dicho Código, que el cuestionado dispositivo se redactó para ampliar, en la
medida de lo posible, el lapso de pruebas y en atención a la decisión de fecha
25 de octubre de 1989 de la Sala de Casación Civil de la  entonces Corte
Suprema de Justicia, de eliminar las vacaciones judiciales.

            Los accionantes señalaron, que el citado artículo 197 diferencia el


cómputo de los lapsos procesales según se trate del lapso probatorio o de los
demás lapsos, ya que en éstos resolvió computarlos por días calendarios
consecutivos, y los primeros por días calendarios consecutivos con excepción
de los sábados, domingos, Jueves y Viernes Santos, los declarados días de
fiestas por la Ley de Fiestas Nacionales, los declarados no laborables por
otras leyes, así como aquellos en los cuales el tribunal dispusiera no
despachar, violando con ello el derecho a la defensa, consagrado en el
artículo 68 de la Constitución de 1961, considerando los accionantes, que las
mismas razones que tuvo el legislador para contemplar que los lapsos de
pruebas debían ser computados por días en que el Tribunal resolviera no
despachar, justifican, el supuesto de los restantes lapsos procesales a efecto
de ser computados de igual forma.

            Expusieron los accionantes, determinados casos en los cuales se


evidencia que la aplicación de dicha distinción (entre lapsos de pruebas y
otros lapsos) conculca -a su entender- los derechos de los justiciables,
concretamente el derecho a la defensa. Así indicaron por ejemplo, que según
lo establecido en el artículo 1.114 del Código de Comercio, el término para
apelar de las sentencias interlocutorias es de tres días, y que si la sentencia
interlocutoria era pronunciada un viernes, el indicado plazo para apelar de
acuerdo a normativa del artículo 197 vencería el día lunes, quedando
reducido el lapso de tres días a un día, y  en la mayoría de las oportunidades
a pocas horas, a lo cual se une, en su opinión, un sinnúmero de
circunstancias fácticas que aceleraría el lapso para que la sentencia quedase
firme, atentando de esa manera contra el referido derecho a la defensa.

            Señalaron también, que con lo dispuesto en artículo 197 del Código de


Procedimiento Civil, se trastoca el principio de legalidad de los lapsos
procesales previstos en el artículo 196 eiusdem, y conforme al cual “[l]os
términos o lapsos para el cumplimiento de los actos procesales son aquellos
expresamente establecidos por la ley; el Juez solamente podrá fijarlos cuando
la ley autorice para ello”. A juicio de los actores, en la mayoría de los casos,
los lapsos a ser computados por días continuos, nunca contendrán el número
de días preceptuados en cada supuesto, habida cuenta de que con los
sábados, domingos, feriados y los días en los cuales el Tribunal dispusiera no
despachar, se abrevian los lapsos legalmente preceptuados, circunstancia
que también consideraron violatoria del derecho a la defensa.

            Ahora bien, el artículo 49 de la Constitución de la República


Bolivariana de Venezuela, dispone en su encabezamiento y en su numeral 1,
lo siguiente:
 
“ Artículo 49. El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones
judiciales y administrativas; en consecuencia:
1.La defensa y la asistencia jurídica son derechos inviolables en todo estado y
grado de la investigación y del proceso. Toda persona tiene derecho a ser
notificada de los cargos por los cuales se le investiga, de acceder a las
pruebas y de disponer del tiempo y de los medios adecuados para ejercer su
defensa. Serán nulas las pruebas obtenidas mediante la violación del debido
proceso. Toda persona declarada culpable tiene derecho a recurrir del fallo,
con las excepciones establecidas en esta Constitución y la ley (...)” (Subrayado
de la Sala).
 
 

            La referida norma constitucional, recoge  a lo largo de su articulado, la


concepción que respecto al contenido y alcance del derecho al debido
proceso ha precisado la doctrina más calificada, y según la cual el derecho al
debido proceso constituye un conjunto de garantías, que amparan al
ciudadano, y entre las cuales se mencionan las del ser oído, la presunción de
inocencia, el acceso a la justicia y a los recursos legalmente establecidos, la
articulación de un proceso debido, la de obtener una resolución de fondo
con fundamento en derecho, la de ser juzgado por un tribunal competente,
imparcial e independiente, la de un proceso sin dilaciones indebidas y por
supuesto, la de ejecución de las sentencias que se dicten en tales procesos.
Ya la jurisprudencia y la doctrina habían entendido, que el derecho al debido
proceso debe aplicarse y respetarse en cualquier estado y grado en que se
encuentre la causa, sea ésta judicial o administrativa, pues dicha afirmación
parte del principio de igualdad frente a la ley, y que en materia
procedimental representa igualdad de oportunidades para las partes
intervinientes en el proceso de que se trate, a objeto de realizar -en igualdad
de condiciones y dentro de los lapsos legalmente establecidos- todas
aquellas actuaciones tendientes a la defensa de sus derechos e intereses.
            De este modo debe entenderse el derecho al debido proceso
consustanciado con el derecho a la defensa, que invocan los accionantes
como vulnerado en caso de autos, pues como se indicó, ambos derechos
forman un todo, cuyo fin último es garantizar el acceso a la justicia y la
obtención de tutela judicial efectiva, es decir, en el menor tiempo posible.

            Así, la doctrina ha señalado que el derecho al debido proceso -y


dentro de éste el derecho a la defensa-, tiene un carácter operativo e
instrumental que nos permite poner en práctica los denominados derechos
de goce (p. Ej. Derecho a la vida, a la libertad, al trabajo), es decir, su función
última es garantizar el ejercicio de otros derechos materiales mediante la
tutela judicial efectiva, por ello, su ejercicio implica la concesión para ambas
partes en conflicto, de la misma oportunidad de formular pedimentos ante el
órgano jurisdiccional. De manera que la violación del debido proceso podrá
manifestarse: 1) cuando se prive o coarte alguna de las partes la facultad
procesal para efectuar un acto de petición que a ella privativamente le
corresponda por su posición en el proceso; 2) cuando esa facultad resulte
afectada de forma tal que se vea reducida, teniendo por resultado la
indebida restricción a las partes de participar efectivamente en plano de
igualdad, en cualquier juicio en el que se ventilen cuestiones que les afecte.
Bajo esta óptica la violación al debido proceso y la consecuente indefensión
operará, en principio, dentro de un proceso ya instaurado, y su existencia
será imputable al Juez que con su conducta impida a alguna de las partes la
utilización efectiva de los medios o recursos que la ley pone a su alcance para
la defensa de sus derechos.

            Por otro lado, pudiera resultar igualmente afectado el derecho al


debido proceso y con ello el derecho a la defensa, con la indebida actividad
del Estado que sea violatoria de las libertades ciudadanas, y que pudiera
manifestarse, por ejemplo, en un instrumento normativo (Ley, Decreto-Ley,
Ordenanza, Reglamento, etcétera ), con el cual se llegue a privar al
ciudadano de la mínima posibilidad de invocar la protección judicial de sus
derechos e intereses, mediante la instauración de un adecuado proceso,
atentando así contra los principios fundamentales de libertad  y justicia, que
yacen en la base de todas las instituciones civiles y políticas de un Estado de
Derecho.

Es preciso entender entonces, que el proceso como un conjunto


sucesivo de actos procesales tendientes a la declaratoria final del juez para
dilucidar una controversia, amerita de un ámbito espacial y de un ámbito
temporal para su funcionamiento, a fin de asegurar la participación de los
sujetos procesales, a objeto de preservar la certeza jurídica, la igualdad de
tratamiento y la lealtad del contradictorio. Así, las leyes procesales
distinguen el tiempo útil para la realización de los actos procesales en
general, del tiempo hábil para ello, distinción expresada en el Código de
Procedimiento Civil, en su artículo 193 que señala:
 
“ Artículo 193,. Ningún acto procesal puede practicarse en día
feriado, ni antes de la seis de la mañana ni después de las seis de la
tarde, a menos que por causa urgente se habiliten el día feriado o la
noche.
Será causa urgente para los efectos de este artículo el riesgo manifiesto de que
quede ilusoria una providencia o medida o de que se frustre cualquiera
diligencia importante para acreditar algún derecho o para la prosecución del
juicio”.
 

            De lo expuesto se evidencia, que no todas las horas del tiempo útil son
hábiles para la realización de los actos procesales, debiéndose computar
dichos lapsos (entiéndase término o lapso stricto sensu), conforme a una
unidad de medida, previamente establecida por la norma adjetiva, y que
dentro del marco legal se encuentra diferenciada en atención a las distintas
unidades de tiempo que se emplee. Por tanto, los lapsos establecidos por
años o meses se computan desde el día siguiente al de la fecha del acto que
da lugar al lapso, y concluye el día de la fecha igual al acto del año o mes que
corresponda para completar el lapso ( artículo 199 del Código de
Procedimiento Civil). Asimismo se evidencia, que los lapsos procesales por
días, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil, se computan por días calendarios consecutivos, a
excepción del lapso de pruebas.

            Ahora bien, el proceso tiene como fin último, la decisión del conflicto
mediante un fallo que adquiere autoridad de cosa juzgada, sin el cual el
proceso por sí mismo carecería de sentido, ya que satisface al mismo tiempo
el interés individual comprometido por el litigio y el interés social de asegurar
la efectividad  del derecho mediante la actividad jurisdiccional; por lo cual,
siendo su fin último la tutela de los derechos, jamás se podría permitir el
sacrificio de la tutela jurisdiccional ante el proceso, bien porque la práctica
desnaturalice los principios que lo constituyen o porque sea la propia ley
procesal la que, por su imperfección, impida tal función tutelar, pues de ser
así, el proceso fallaría en su cometido, toda vez que, las formalidades
procesales han de entenderse siempre para servir a la justicia, garantizando
el acierto de la decisión judicial, y jamás como obstáculos encaminados a
dificultar el pronunciamiento de la sentencia.

            Es necesario por tanto, que la rigidez del formalismo procesal no


arrolle la esencia del derecho, y ello se logra con la aplicación del principio de
Supremacía Constitucional, es decir, que la tutela del proceso se debe
realizar bajo el imperio de los principios constitucionales, para garantizar que
él a su vez pueda tutelar los intereses jurídicos de los particulares. Por tal
motivo, la Constitución consagra la existencia de un debido proceso como
garantía de la persona humana, de modo que, los preceptos que instituyen al
proceso se crean en atención a los lineamientos constitucionales, a objeto de
hacer efectivo el control constitucional de las leyes. Así las cosas, si una ley
procesal instituye una forma del proceso que prive al individuo de una
razonable oportunidad para hacer valer su derecho, tal instrumento
normativo se encontraría viciado de inconstitucionalidad, ya que, con el
mero otorgamiento de la oportunidad de la defensa no se cumple a
cabalidad con el precepto constitucional analizado, puesto que amerita ser
interpretada y aplicada en concatenación con el principio de la preclusión
procesal, que obliga a que la oportunidad sea contemplada de forma
racional, pues siendo el proceso una sucesión de actos procesales el hecho
de que las diversas etapas del proceso se desarrollen mediante la clausura
definitiva de cada una de ellas, impide el regreso a etapas y momentos
procesales ya extinguidos y consumados.

            De allí que, cuando se le otorga una oportunidad a las partes de un


proceso para realizar cualquier acto procesal, no basta -se insiste- con el
otorgamiento de tal oportunidad, sino que debe haber un plazo racional para
ejercer a cabalidad la defensa, por tal motivo, el cómputo debe ser preciso,
efectivo y cónsono con el fin para el cual ha sido creado, esto es, garantizar el
debido proceso. Al respecto cabe citar al jurista venezolano Mario Pesci
Feltri, quien señala que “[a]l conocerse previamente cómo y cuándo deben
manifestarse las voluntades que se objetivan en los diferentes actos
procesales, las partes saben que comportándose de la manera requerida por
la ley, obtendrán formalmente el resultado perseguido, que no es más, que la
prestación de la actividad jurisdiccional en las diferentes etapas que
conforman todo el proceso” (Teoría General del Proceso, Editorial Jurídica
Venezolana; Tomo I, página 103).

            Lo anterior, tiene su asidero en la garantía constitucional del debido


proceso, que consagra entre sus diversas manifestaciones el derecho a ser
oído, por ello en el numeral 3 del referido artículo 49 de la Constitución
vigente se dispone lo siguiente:
“Artículo 49. El debido proceso se aplicará a todas las
actuaciones judiciales y administrativas; en consecuencia:
 
(omissis)
 
3.Toda persona tiene derecho a ser oída en cualquier clase
de proceso; con las debidas garantías y dentro del plazo
razonable determinado legalmente por un Tribunal
competente, independiente e imparcial establecido con
anterioridad. Quien no hable castellano o no pueda
comunicarse de manera verbal, tiene derecho a un
intérprete...”     ( Resaltado de la Sala).

            Se evidencia del texto de la norma parcialmente transcrita, que para


garantizar el derecho a ser oído, no basta con la sola posibilidad de actuar
ante el tribunal competente, sino que tal actuación debe ser ejercida con las
debidas garantías (otorgadas por la Constitución y las leyes), dentro de un
plazo razonable determinado legalmente, establecido con anterioridad a la
fecha de su actuación y, ante un tribunal competente, independiente e
imparcial.

            De manera que, a juicio de esta Sala, cuando el Constituyente


indica                “dentro del plazo razonable determinado legalmente”, debe
entenderse entonces, que el plazo razonable es aquel que el legislador, en su
momento, consideró necesario para la ejecución del acto, el cual no puede
ser disminuido por el método ejercido para su cómputo, pues dejaría
entonces de ser razonable y en consecuencia se haría inconstitucional, de
modo que, la disposición prevista en el artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil, resulta en franca contradicción con el derecho al debido
proceso, el cual como se ha dicho comporta a su vez, el derecho a la
defensa.  Así, por ejemplo, para la interposición del anuncio de casación, está
estipulado un lapso de diez (10) días, según lo preceptuado en el artículo
314 eiusdem, pero de conformidad con lo previsto en el artículo 197, dicho
lapso virtualmente nunca es el de los diez (10) días fijados por el artículo 314,
sino siempre un lapso menor, donde habrá al menos, y en el mejor de los
casos, un sábado y un domingo, o cuando la abreviación pudiera ser mayor
por coincidir con cualquiera de los días Jueves y Viernes Santos, o en días de
Fiesta Nacional, o uno declarado no laborable por ley distinta a la de Fiestas
Nacionales, o alguno o algunos en que el Tribunal no haya dispuesto oír ni
despachar; o en forma acumulativa unos u otros días de los señalados en los
cuales ni el Tribunal, ni por ende, las partes pueden actuar.  En cuanto se
refiere a lapsos y términos cortos, como por ejemplo, el de los tres (3) días
establecidos en el artículo 10; o el de los dos (2) días del artículo 84 del
Código de Procedimiento Civil; o los términos de la formalización y del
término de la contestación, respectivamente, de la tacha incidental de
documentos de cinco (5) días cada uno, previstos en el artículo 440 eiusdem;
o aquellos establecidos para el Procedimiento Breve del Título XII, Parte
Primera, Libro Cuarto del Código, conlleva a que tales lapsos y términos
podrían quedar abreviados (por virtud de coincidir con alguno o algunos de
los días señalados en el artículo 197, como días no hábiles para el cómputo
de pruebas, por no haber tampoco en ellos despacho en el Tribunal), y en
casos extremos, a un solo día, a horas, a minutos, o bien desaparecer
íntegramente el lapso o término mismo, con un real y efectivo menoscabo
del derecho a la defensa de las partes en el proceso y en detrimento al
decoro de la propia función jurisdiccional, al igual que atenta contra el
principio de legalidad de los lapsos procesales, previstos en el artículo 196
del Código de Procedimiento Civil.
Al respecto, considera la Sala que cuando por disposición legal se
contempla un lapso determinado para la realización de un acto procesal
de los antes reseñados, es porque es ése y no otro, el plazo razonable para
realizar dicho acto, por lo cual no puede ser disminuido, ya que ese es el
lapso que el legislador consideró prudente para la realización del acto
dispuesto, toda vez que se parte del principio de la razonabilidad del
mismo, y en consecuencia, no debe disminuirse en detrimento del debido
proceso, ni  relajarse de tal forma que atente contra la celeridad.
En tal sentido, se debe observar que ya esta Sala Constitucional en
sentencia de fecha 1º de febrero de 2000 (caso: José Armando Mejías), había
establecido de forma general, que “(...) todo proceso jurisdiccional
contencioso debe ceñirse al artículo 49 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, que impone el debido proceso, el cual como lo
señala dicho artículo, se aplicará sin discriminación a todas las actuaciones
judiciales”.  Criterio que fue acogido nuevamente por sentencia de fecha 31
de mayo de 2000 (caso: Seguros Los Andes C.A), al establecer:
 
“En efecto, el Artículo 49 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, dispone que la garantía al debido proceso
es aplicable a todas  las actuaciones, tanto judiciales como
administrativas; y, seguidamente, enumera los principios
fundamentales que debe contener cualquier iter procesal de manera
concurrente, y el amparo no escapa de ello. Sacrificar el derecho a la
defensa de los ciudadanos -mediante juicios relámpago, por
ejemplo- en aras de una mayor celeridad, sería subvertir el orden
lógico de los fundamentos que constituyen el  Estado Democrático,
de Derecho y de Justicia que definen a nuestra República.

Precisado lo anterior, considera esta Sala necesario citar la Exposición


de Motivos del Código de Procedimiento Civil dictado en 1986, que con
respecto al capítulo VII, referido al Título IV del Código, donde se regulan los
“Actos Procesales”, expresa lo siguiente:
 
“ Según la nueva regla adoptada, todos los días calendarios, entran
en el cómputo de los lapsos, con exclusión solamente de aquellos en
que el Tribunal no oiga ni despache ( Artículo 197) y naturalmente,
también los de vacaciones judiciales, durante los cuales queda en
suspenso el curso de la causa y de los lapsos  ( Artículo 201). Sin
embargo, se contempla la hipótesis de los lapsos que debieran
cumplirse en un día que resulte feriado, o en el cual el Tribunal haya
dispuesto no oír ni despachar, en cuyo caso se realizarán el día
siguiente, a la hora indicada ( Artículo 200)
Se ha querido con esta modificación, lograr dos objetivos
fundamentales, primero, la uniformidad y certeza en el cómputo de
los lapsos, estableciéndose éste por días calendarios; y segundo, una
mayor celeridad en el desarrollo de la causa (...)”.

Se evidencia así, que entre el contenido de la Exposición de Motivos


antes citada y lo dispuesto en el artículo 197 del Código de Procedimiento
Civil, existe contradicción en cuanto a la exclusividad que en dicho artículo se
establece. En tal sentido estima la Sala, que, si la finalidad de tal método era
alcanzar la uniformidad y la certeza en el cómputo de los lapsos, no se
entiende la razón jurídica de la distinción entre lapsos de pruebas y los
demás lapsos procesales para aplicarle, según sea el caso, dos formas de
cómputo distintas, pues si bien es cierto que la promoción y evacuación de
pruebas son actos procesales de gran transcendencia en el proceso, no
menos importantes son los actos que les preceden y que le siguen, sobre
todo al tratarse el proceso de una secuencia lógica de actos. Además, tal
como está redactada la norma, se pierde la finalidad del método al
desaparecer la razonabilidad del plazo otorgado por el legislador para la
ejecución del acto, porque se disminuye materialmente el plazo previsto en
la norma para efectuarlo, en atención a que los Tribunales -salvo alguna
excepción- no despachan los sábados, domingos, días feriados establecidos
por la ley de Fiestas Nacionales, ni tampoco cualquier otro día que decida no
despachar, debido a elementos exógenos al proceso y que inciden en tal
disminución, contrariando así -como bien lo apuntan los accionantes- el
principio de legalidad de los lapsos procesales, establecido en el artículo 196
del Código de Procedimiento Civil, pero primordialmente la garantía
constitucional del debido proceso, y por tanto el derecho a la defensa,
consagrados en el artículo 49 numerales 1 y 3 de la Constitución de 1999.

            Así pues, cuando el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil


establece que, “[l]os términos o lapsos procesales se computarán por días
calendarios consecutivos  excepto los lapsos de pruebas, en los cuales no se
computarán los sábados, los domingos, el Jueves y el Viernes santo, los
declarado días de Fiestas Nacionales, los declarados no laborables por otras
leyes, ni aquellos en los cuales el Tribunal disponga no
despachar”    (Resaltado de la Sala), se enfrenta a los postulados que
respecto al debido proceso y al derecho a la defensa se establecen en la
vigente Constitución, al convertir lo que debió ser una regla del cómputo, en
la excepción, ya que al computarse los demás lapsos procesales por días
calendarios continuos, sin atender a las causas que llevó al mismo legislador
a establecer tales excepciones en el cómputo de los lapsos probatorios, se
viola el contenido normativo del artículo 49 de la Constitución de 1999, por
disminuir, para el resto de los actos procesales, el lapso que el legislador
consideró -en su momento- razonable para que las partes cumplieran a
cabalidad con los actos procesales que las diferentes normativas adjetivas
prevén.  De allí, que esta Sala considere que la contradicción advertida
conduce a situaciones de Summum Jus-Summa Injuria, tanto en lo que atañe
al ejercicio de la función jurisdiccional propiamente dicha, como respecto de
los derechos de las partes en el proceso.  Así lo ha reconocido, expresamente
la Sala con respecto a la tramitación de la institución de la apelación en el
amparo constitucional, al establecer mediante sentencia de fecha 31 de
mayo de 2000, que:

           
         “En relación con los lapsos para interponer el recurso de
apelación en amparo, esta Sala Constitucional considera que admitir
que el lapso de apelación previsto en el artículo 35 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales
debe computarse por días continuos, incluyendo sábados, domingos
y feriados, sería atentatorio contra el derecho a la defensa, principio
cardinal del sistema procesal, pues el ejercicio del recurso de
apelación se vería limitado de hecho, incluso cercenado, bien por la
llegada del fin de semana, o alguna fiesta patria.
 
En un Estado Social de Derecho y Justicia, como es el que
preconiza el artículo 2 de la vigente Constitución, la literalidad de la
leyes no puede interpretarse hacia lo irreal o lo absurdo. Lo cierto es
que en el país no existe un sistema de justicia que funcione
diariamente veinticuatro (24) horas, con jueces constitucionales de
guardia en las noches y días feriados, y ante la ausencia de tal
sistema, los jueces –incluyendo los constitucionales- en aras a su
derecho al descanso y a la recreación, no laboran ni los sábados, ni
los domingos, ni los días que contempla el artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil, manteniéndose los tribunales cerrados al
público. Distinta es la situación los días en que el tribunal se
encuentra funcionando, así no despache, el cual es un día hábil a los
efectos del amparo”.

De manera que, concluye esta Sala, que el debido proceso exige, tal como
quedara expuesto, un plazo razonable para todos los actos sin excepción, y
por ello, visto que tal como está redactada la norma contenida en el artículo
197 del Código de Procedimiento Civil, ésta resulta inconstitucional por ser
contraria al debido proceso y al derecho a la defensa debe esta Sala
DECLARAR SU NULIDAD PARCIAL en lo que respecta a la frase: “ (...) los
lapsos de pruebas, en los cuales no se computarán...”.  Así, ante la
prohibición absoluta de actuación del Tribunal fuera de días y horas de
despachos, conforme lo dispone el Código de Procedimiento Civil, debe
entenderse, que por regla general los términos y lapsos a los cuales se refiere
dicho artículo, tienen que computarse efectivamente por días consecutivos,
en los cuales el Tribunal acuerde dar despacho, no siendo computables a
esos fines aquellos en los cuales el Juez decida no despachar, ni los sábados,
ni los domingos, ni el Jueves y Viernes Santos, ni los días declarados de fiesta
o no laborables por ley, criterio que debe ser aplicado en concatenación con
lo dispuesto en los artículos 199 y 200 del Código de Procedimiento Civil, que
establecen:
 
“Artículo 199.- Los términos o lapsos de años o meses se computarán desde el día siguiente al de la fecha
del acto que da lugar al lapso, y concluirán el día de fecha igual a la del acto, del año o mes que corresponda para
completar el número del lapso.
 
El lapso que, según la regla anterior, debiera cumplirse en un
día de que carezca el mes, se entenderá vencido el último de ese
mes.
 
Artículo 200.- En los casos de los dos artículos anteriores,
cuando el vencimiento del lapso ocurra en uno de los días
exceptuados del cómputo por el artículo 197, el acto correspondiente
se realizará en el día laborable siguiente”.
 
 

En virtud de lo expuesto, esta Sala declara parcialmente nula la norma


contenida en el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil, y a tal efecto,
ordena que se tenga la redacción de la misma de la siguiente manera:
 
 
“Artículo 197.Los términos o lapsos procesales se computarán por
días calendarios consecutivos excepto los sábados, los domingos, el
Jueves y el Viernes Santo, los declarados días de fiesta por la Ley de
Fiestas Nacionales, los declarados no laborables por otras leyes, ni
aquellos en los cuales el Tribunal disponga no despachar.”
 

DE LA INCONSTITUCIONALIDAD DEL ARTÍCULO 18 DE LA LEY ORGÁNICA DEL


PODER JUDICIAL DE 1987
           

Corresponde a esta Sala Constitucional pronunciarse acerca de la


acción de nulidad que por razones de inconstitucionalidad interpusieran los
accionantes  contra el dispositivo contenido en el artículo 18 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, publicada en Gaceta Oficial N° 3.995
Extraordinario, de fecha 13 de agosto de 1987, cuyo contenido es del
siguiente tenor:
“Artículo 18. Los jueces gozarán de vacaciones anuales en la
fecha más próxima a aquellas en que hayan cumplido el año
de servicio, de conformidad con lo que establezca el Consejo
de la Judicatura, caso en el cual devengarán además de su
sueldo normal, un bono vacacional equivalente a un mes de
sueldo. En todo caso, las vacaciones de los jueces no
suspenderán el curso de las causas ni los lapsos procesales”.
 
 

            Es de observar que la referida ley se encontraba vigente para la fecha


en que la presente acción fue interpuesta -16 de septiembre de 1988-,
siendo reformada posteriormente el 11 de septiembre de 1998, y publicada
en la Gaceta Oficial N° 5.262 Extraordinario, de la misma fecha, tal como se
evidencia de lo dispuesto en el artículo 114 de dicha ley, que preceptúa:
“[q]ueda así reformada la Ley Orgánica del Poder Judicial de fecha 28 de
julio de 1987”.  Sin embargo, aún cuando la ley que  contiene la norma
impugnada se encuentra reformada, no obstante, la disposición normativa,
señalada por los accionantes como inconstitucional, aún subsiste en el nuevo
texto normativo, en su artículo 19, en los términos siguientes:
 
“Artículo 19. Los jueces gozarán de vacaciones anuales en la fecha
más próxima a aquellas en que hayan cumplido el año de servicio, de
conformidad con lo que establezca el Consejo de la Judicatura, caso
en el cual devengarán además de su sueldo normal, un bono
vacacional equivalente a un mes de sueldo.
Los convocados para llenar las faltas de los jueces se consideran
jueces temporales, y tendrán derecho apercibir una remuneración
equivalente al sueldo asignado a su titular.
 En los casos en que las normas procesales correspondientes no lo
impidan, las vacaciones de los jueces no suspenderán el curso de las
causas ni los lapsos procesales”.

            De allí que, estando la norma impugnada originalmente reeditada en


el texto de la reforma, estima la Sala, que de existir presunta violación
constitucional, tal como se la imputan los accionantes a la normativa
contenida en el artículo 18 de la Ley de 1987, está existirá igualmente
respecto al dispositivo normativo previsto en el artículo 19 de la Ley de 1998,
y por tal razón, al estar aquélla reformada, pasa esta Sala a examinar los
alegatos de inconstitucionalidad formulado por los actores con relación al
dispositivo normativo contenido en el artículo 19 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial de 1998, y al efecto observa:

            Los accionantes alegan que la referida norma establecida en la Ley


Orgánica del Poder Judicial viola el derecho constitucional relativo al disfrute
de las vacaciones anuales consagrado en el primer aparte del artículo 86 de
la Constitución de 1961, derecho que, con la entrada en vigencia de la
Constitución de 1999, quedó consagrado en el artículo 90 de la siguiente
forma:
 
Artículo 90. La jornada de trabajo diurna no excederá de
ocho horas diarias ni de cuarenta y cuatro semanales. En los
casos en que la ley lo permita, la jornada de trabajo
nocturna no excederá de siete horas diarias ni de treinta y
cinco semanales. Ningún patrono o patrona podrá obligar a
los trabajadores o trabajadoras a laborar horas
extraordinarias. Se propenderá a la progresiva disminución
de la jornada de trabajo dentro del interés social y del
ámbito que se determine y se dispondrá lo conveniente para
la mejor utilización del tiempo libre en beneficio del
desarrollo físico, espiritual y cultural de los trabajadores y
trabajadoras.
Los trabajadores y trabajadoras tienen derecho al descanso
semanal y vacaciones remunerados en las mismas
condiciones que las jornadas efectivamente
laboradas.” (  Resaltado de la Sala)
                   

            Así las cosas, observa esta Sala que los argumentos planteados por los
accionantes para afirmar la inconstitucionalidad el artículo 18 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial de 1987, cuyo contenido se prevé ahora en el
artículo 19  la Ley Orgánica del Poder Judicial, se centran en dos aspectos:
por una parte, en el derecho que tienen los abogados litigantes de disfrutar
de vacaciones anuales, y por otra, en la existencia de la denominada “Justicia
Vacacional”.
            Respecto al primer argumento, expresaron los accionantes que
según lo establecido en el primer aparte del artículo 11 de la Ley de
Abogados, la prestación de servicios por parte de un abogado para con un
cliente podría considerarse como un contrato de trabajo, y que en virtud de
ello, todo abogado litigante tiene derecho a tomarse un descanso anual
como cualquier trabajador, por ello, con el actual régimen que establece la
reforma del artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, se impide que
los abogados litigantes puedan disfrutar de las vacaciones escolares con sus
hijos, por lo que, la única posibilidad que un abogado en ejercicio pudiera
disfrutar de sus vacaciones escolares, sería imponiéndole  al cliente otro
abogado para que lo patrocine, imposición que a criterio de los accionantes
resulta inconstitucional, porque también se le estaría violando a este otro
abogado el derecho a disfrutar de las vacaciones anuales. De modo que, en
su criterio, convendría que las vacaciones judiciales fueran los meses de
agosto y septiembre de cada año, en virtud de que coinciden con las
vacaciones escolares, de manera que, todos los abogados en ejercicio y
también los jueces y funcionarios judiciales elaboren planes para salir de
vacaciones judiciales con su familia.

Sobre tal aspecto, la Fiscal del Ministerio Público designada para


actuar ante este Alto Tribunal, expresó que desde un sentido amplio
podría  considerarse el libre ejercicio de la profesión de abogado como una
especial modalidad de contrato de trabajo entre abogado-cliente (al carecer
de elemento subordinación), pero ello, no resulta obstáculo para considerar
que el abogado en ejercicio libre de la profesión es un trabajador que, por
razones de justicia social también merece el descanso diario, semanal y anual
que acuerda la legislación laboral, y que dado el carácter especial de la
prestación hecha hacia su cliente, resulta imposible determinar sus períodos
de descanso, correspondiendo entonces al profesional del derecho, decidir el
tiempo de su propio descanso y el período de sus vacaciones en coordinación
con el período de funcionamiento de los tribunales, ya que éstos constituyen
el lugar donde habitualmente realiza sus actividades profesionales; por ello,
consideró que resultaría absurdo excluir del derecho al descanso, a aquellas
personas que desempeñen labores en forma autónoma, como es el caso de
los abogados en libre ejercicio en la profesión.

            Con relación a la llamada “justicia vacacional”, expresaron los


accionantes que en la exposición de motivos de la Ley de Reforma Parcial de
la Ley Orgánica del Poder  Judicial, se indica que los titulares del derecho a
vacaciones previsto en el referido artículo 19 ( antes 18) son los jueces y no
son los tribunales, en virtud de ser la Administración de Justicia un servicio
público ininterrumpido, por lo que mal podrían los tribunales vacar, evitando
con ello la denominada “justicia vacacional”. Sobre tal aspecto alegaron, que
el concepto que atribuye a la administración de justicia la cualidad de
servicio público ininterrumpido, fue inspirado en la Ley  Italiana número 814
del 14 de julio de 1965 -en donde la experiencia de la no interrupción de los
lapsos procesales durante el período de vacaciones fracasó-, agravándose
con este régimen la denominada “justicia vacacional“, ya que se ha
extendido de un mes a todo el año en contraste con el sistema anterior en
donde la “justicia vacacional” se limitaba a sorpresas en lo atinente a
medidas cautelares, y al ofrecimiento y constitución de fianza, puesto que los
jueces no podían sentenciar, por lo que el régimen que dispuso el artículo 18
de la Ley Orgánica del Poder  Judicial  de 1987, agrava tal hecho debido a una
serie de circunstancias, ya señaladas en el texto de esta sentencia.

            Al respecto, considera esta Sala,  que necesariamente se debe


distinguir lo que constituye el objeto tutelado de la norma señalada por los
accionantes como inconstitucional, y el objeto tutelado por la norma
constitucional presuntamente infringida a fin de determinar la solución de lo
controvertido. Para tal efecto, se debe distinguir lo que es la vacación del
juez y demás funcionarios de la administración de justicia, las llamadas
“vacaciones de los tribunales” y lo que sería el derecho a las vacaciones que
corresponde a los abogados como tales.

            Así, la figura jurídica de “las vacaciones” como parte integrante del


derecho al trabajo preceptuado en el artículo 87 de la Constitución de 1999,
se refiere a las relaciones laborales de los sujetos, y no cabe la menor duda
de que ese derecho comprende a los Jueces y demás funcionarios de la
administración de justicia, sin embargo, la pretensión de los accionantes de
que se declare nula la  norma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, a fin de
que se suspenda el lapso de las causas mientras el juez titular esté de
vacaciones, se traduce a todas luces en la denominada “vacación de los
Tribunales”, hecho que no resulta cónsono con la figura jurídica de la
“vacación”, pues en el caso de los órganos jurisdiccionales, tal interrupción
no obedece a las mismas justificaciones señaladas para los trabajadores
dependientes. La consecuencia de la denominada “vacación del
Tribunal”  obedece a un origen histórico ligado a Europa, donde en
determinadas épocas del año se hacía necesaria la interrupción de las
labores de los órganos de administración de justicia por factores culturales y
climáticos, entre otros, donde se aprovechaba para el descanso de los jueces,
figura que en su momento sirvió de inspiración en la normativa adjetiva al
legislador patrio, pero que trajo consigo un elemento distorsionador a
nuestro sistema judicial por obedecer a una realidad social completamente
distinta.

            De allí que, cuando el legislador concibió a la administración de justicia


como un servicio público, lo hizo basándose en la realidad social flanqueada
por una marcada y progresiva injusticia, donde la Constitución reconoció el
derecho que posee todo ciudadano de acudir a la jurisdicción y obtener una
justicia oportuna, por lo que mal podría concebirse que los tribunales
vacaran, cuando lo preceptuado en la normativa constitucional implica el
reconocimiento de la libertad de acceso de todos a los jueces y tribunales
para obtener la tutela de ellos sin dilaciones indebidas -artículo 26 de la
Constitución de 1999- motivo por el cual, si bien, la llamada “justicia
vacacional” con el sistema erigido por la norma de la Ley Orgánica del Poder
Judicial aún no se ha logrado erradicar, esta pretendida acentuación no se
puede utilizar como argumento para su nulidad, so pretexto de una
limitación en el tiempo de su manifestación, cuando en realidad el objetivo
de su erradicación se logrará con una mayor preparación del Juez, con su
mejor remuneración y con una verdadera vocación de servicio.

            Por tal motivo, no debe confundirse el derecho al trabajo -y el


beneficio de las vacaciones anuales que éste implica- con el supuesto
normativo analizado supra, pues ambas normas parten de hechos jurídicos
distintos, aunque resulte evidente que los abogados como trabajadores
tienen derecho a las vacaciones,  pero ello es materia que corresponde ser
regulada por leyes laborales, las cuales no son objeto de este examen, siendo
además que, con la norma impugnada en ningún caso se están limitando
derechos, ni violando la normativa que regula las vacaciones judiciales, pues
no cabe duda que la representación en juicio no es la única actividad que
pueden realizar los abogados. En este punto, cabe referirse a dos
argumentos que han expuesto los accionantes y han sido recogidos
igualmente por la representación del Ministerio Público. El primero, se
refiere al hecho de que la actividad jurisdiccional constituye la ocupación
principal de los abogados, y el segundo que las llamadas “vacaciones
judiciales” coinciden en la época en que los escolares salen de vacaciones,
oportunidad que aprovechan los profesionales del derecho para compartir
con sus hijos.
            Respecto al primero de los aspectos señalados, considera esta Sala
Constitucional que tal argumento carece de solidez, por cuanto no hay una
exigencia constitucional de que los profesionales pertenecientes a un mismo
gremio tomen vacaciones en la misma época del año, por lo que en modo
alguno se lesionaría su derecho al trabajo si los tribunales no paralizan las
actividades en la misma época. El argumento es tan falaz, que ello implicaría,
asimismo, que durante ese tiempo la administración pública deba paralizar
todos los procedimiento administrativos a la espera de que los profesionales
del derecho regresen de sus vacaciones anuales.

            En cuanto al segundo de los puntos señalados, estima la Sala que


constituye un argumento absurdo y que no puede ser considerado como
fundamento de una acción de inconstitucionalidad, pues de ser así, se
constituiría una discriminación respecto a los profesionales de otras carreras,
cuyas vacaciones no necesariamente coinciden con las del calendario escolar.
Aunque en la práctica los abogados que se dedican preponderantemente a
asuntos litigiosos, aprovechan las “vacaciones judiciales” para tomar su
descanso anual, tal situación debe apreciarse como una consecuencia y no
como la justificación del régimen jurídico que examinamos.

            Por lo anterior se declara SIN LUGAR  la acción de nulidad interpuesta


contra el dispositivo normativo contenido en el artículo 18 de la derogada
Ley Orgánica del Poder Judicial, cuya norma hoy se encuentra prevista en el
artículo 19 de la Ley Orgánica del Poder Judicial vigente. Y, de conformidad
con las normas previstas en los artículos 119 y 131 de la Ley Orgánica de la
Corte Suprema de Justicia, se deben fijar los efectos de esta decisión en el
tiempo. En tal sentido, acuerda esta Sala darle efectos ex nunc (desde ahora),
en consecuencia, la aplicación de la norma contenida  -en los términos
expuestos en la sentencia- en el artículo 197 del Código de Procedimiento
Civil deberá  realizarse desde la publicación de la presente decisión. Así se
decide.

            Conforme a lo previsto en el artículo 119 y 120 de la Ley Orgánica del


Poder Judicial, publíquese el presente fallo en la Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela, sin que dicha publicación condicione la
eficacia del dispositivo del mismo. Así se decide.

VII

DECISIÓN
 

            Por las consideraciones que anteceden este Tribunal Supremo de


Justicia en Sala Constitucional, administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la ley, declara:

1.- PARCIALMENTE CON LUGAR, la acción de nulidad interpuesta por


razones de inconstitucionalidad por los abogados  JOSE PEDRO BARNOLA,
JUAN VICENTE ARDILA Y SIMÓN ARAQUE, contra la norma contenida en el
artículo 197 del Código de Procedimiento Civil, en lo que respecta a la
expresión “ (...)  los lapsos de pruebas, en los cuales no se
computarán...” quedando en consecuencia la redacción de la citada norma
de la siguiente manera:
 “Artículo 197.Los términos o lapsos procesales se
computarán por días calendarios consecutivos excepto los
sábados, los domingos, el Jueves y el Viernes santo, los
declarados días de fiesta por la Ley de Fiestas Nacionales, los
declarados no laborables por otras leyes, ni aquellos en los
cuales el Tribunal disponga no despachar”.

2.- Se fijan los efectos de esta decisión con carácter ex nunc, a partir
de la publicación del fallo por la Secretaría de esta Sala, a tales fines, la
aplicación de la norma contenida en el artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil, deberá realizarse a partir de la publicación de la
presente sentencia.

3.- IMPROCEDENTE,  la acción de nulidad interpuesta por razones de


inconstitucionalidad contra la norma contenida en el  artículo 18 de
la  derogada Ley Orgánica del Poder Judicial, publicada en la Gaceta Oficial N°
3.995 Extraordinario, de fecha 13 de agosto de 1987, cuya norma hoy se
encuentra prevista en el artículo 19 de Ley Orgánica del Poder Judicial
vigente, publicada en la Gaceta Oficial N° 5.262 Extraordinario de fecha 11 de
septiembre de 1998.

            Conforme a lo previsto en los artículos 119 y 120 de la Ley Orgánica de


la Corte Suprema de Justicia, publíquese el presente fallo en la Gaceta Oficial
de la República Bolivariana de Venezuela, sin que su publicación condicione
la eficacia del mismos, en cuyo sumario se indicará con precisión lo siguiente:
 
“SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA, EN SALA
CONSTITUCIONAL QUE ANULA PARCIALMENTE LA NORMA
CONTENIDA EN EL ARTÍCULO 197 DE LA LEY DE REFORMA
PARCIAL DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL,
PUBLICADO  EN LA GACETA OFICIAL Nº 34.522 DE FECHA 2
DE AGOSTO DE 1990.”

Regístrese y Comuníquese. Cúmplase lo ordenado.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala


Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas a los ( 01 ) del
mes     de  FEBRERO  del año 2001. Años 190º de la Independencia y 141º
de la Federación. 
El Presidente,
SALA CONSTITUCIONAL

MAGISTRADO PONENTE: ANTONIO GARCÍA GARCÍA


En fecha 8 de febrero de 2001, compareció por ante la secretaría de
esta Sala Constitucional el abogado SIMÓN ARAQUE, quien con el carácter
acreditado en autos, solicitó aclaratoria de la sentencia dictada por esta Sala
en fecha 1º de febrero de 2001 en la presente causa. La referida aclaratoria
fue solicitada por el prenombrado abogado en los términos siguientes:
 
“1º) ¿Cómo deberán computarse los lapsos largos o
mayores de veinte días, como por ejemplo, los lapsos para
sentenciar y el de prórroga contemplados en los artículos 515,
521 y 251 del Código de Procedimiento Civil; los plazos para la
formalización, contestación, réplica y contrarréplica del recurso
de casación; los lapsos para los actos conciliatorios consagrados
en los artículos 756 y 757 eiusdem; los lapsos para la
comparecencia a través de un edicto, previsto en el artículo 231;
el lapso para proponer la demanda, después que haya ocurrido la
perención, previsto en el artículo 271; los lapsos que tiene la Sala
Civil para dictar su fallo y el que tiene el Juez de Reenvío para
dictar el suyo, prevenidos en los artículos 319 y 522,
respectivamente; el plazo para intentar la invalidación,
contemplado en el artículo 335; los lapsos de suspensión de la
causa principal, según los artículos 374 y 386; el lapso de treinta
días para la evacuación de las pruebas, contemplado en el
artículo 392; el lapso para que los árbitros dicten sentencia,
conforme al parágrafo cuarto del artículo 614, entre otros?
2º)¿Cómo deben computarse el término de la distancia?
3º) En lo que concierne al pronunciamiento sobre la
inconstitucionalidad del artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, promulgada el 13 de agosto de 1987, (G.O. 3995,
Extraordinario.), que modificó el mismo artículo de la Ley de 4
de Octubre de 1974 (G.O. 1692, Extraordinario), conviene
reiterar que dicha reforma eliminó las vacaciones contempladas
en la Ley de 1974, así:
‘Los Tribunales vacarán en los términos señalados en los
Códigos Procesales; y los funcionarios judiciales gozarán de
las vacaciones correspondientes al período comprendido
entre el quince de agosto y el quince de septiembre de cada
año, a menos que renuncien a ellas, caso en el cual devengarán,
además de su sueldo normal durante ese mes, la mitad de un
sueldo’.
De modo que la inconstitucionalidad alegada consignada
en la norma reformada se fundó, específicamente, en que ella
eliminó las vacaciones al dispones los siguiente:
‘Los jueces gozarán de vacaciones en la fecha más
próxima a aquellas en que hayan cumplido un año de
servicio,... En todo caso, las vacaciones de los jueces no
suspenderán el curso de las causas ni los lapsos procesales’.
No empeciente, ese vicio de inconstitucionalidad de la
norma reformada fue reparado por el propio legislador cuando
sancionó el 18 de julio de 1990, la reforma del artículo 201 del
Código de Procedimiento Civil, que restituyó las vacaciones
(G.O. Extraordinario 4209, de 20___ 1990), que es la norma
actualmente en vigencia.
En mérito de lo expuesto, solicito respetuosamente que esa
Sala me aclare si en lugar del pronunciamiento sobre la
constitucionalidad del artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, lo procedente era declarar que no había materia sobre
que decidir por la restitución legal de las vacaciones ocurrida con
posterioridad a la presentación de la demanda?”. (Resaltado del
solicitante)
 
DE LA SENTENCIA CUYA ACLARATORIA SE SOLICITA
La sentencia cuya aclaratoria se solicita fue dictada con ocasión a la
acción de nulidad que por razones de inconstitucionalidad se interpusiera
contra la norma prevista en el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil,
publicado en la Gaceta Oficial N° 3.694 Extraordinario de fecha 22 de enero
de 1986, y contra la disposición contenida en el artículo 18 de la Ley Orgánica
del Poder Judicial, publicada en la Gaceta Oficial N° 3.995 Extraordinario, de
fecha 13 de agosto de 1987, cuya norma hoy se encuentra prevista en el
artículo 19 de Ley Orgánica del Poder Judicial vigente, publicada en la Gaceta
Oficial N° 5.262 Extraordinario de fecha 11 de septiembre de 1998.
La Sala se pronunció sobre la acción de inconstitucionalidad
interpuesta, en los siguientes términos:
 
“1.- PARCIALMENTE CON LUGAR, la acción de nulidad
interpuesta por razones de inconstitucionalidad por los
abogados  JOSE PEDRO BARNOLA, JUAN VICENTE ARDILA Y SIMÓN
ARAQUE, contra la norma contenida en el artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil, en lo que respecta a la expresión ‘(...)  los lapsos
de pruebas, en los cuales no se computarán...’ quedando en
consecuencia la redacción de la citada norma de la siguiente manera:
 
‘Artículo 197.Los términos o lapsos procesales se
computarán por días calendarios consecutivos excepto los
sábados, los domingos, el Jueves y el Viernes santo, los
declarados días de fiesta por la Ley de Fiestas Nacionales,
los declarados no laborables por otras leyes, ni aquellos en
los cuales el Tribunal disponga no despachar’.
 
2.- Se fijan los efectos de esta decisión con carácter ex nunc, a
partir de la publicación del fallo por la Secretaría de esta Sala, a tales
fines, la aplicación de la norma contenida en el artículo 197 del
Código de Procedimiento Civil, deberá realizarse a partir de la
publicación de la presente sentencia.
 
3.- IMPROCEDENTE,  la acción de nulidad interpuesta por
razones de inconstitucionalidad contra la norma contenida en
el  artículo 18 de la  derogada Ley Orgánica del Poder Judicial,
publicada en la Gaceta Oficial N° 3.995 Extraordinario, de fecha 13
de agosto de 1987, cuya norma hoy se encuentra prevista en el
artículo 19 de Ley Orgánica del Poder Judicial vigente, publicada en
la Gaceta Oficial N° 5.262 Extraordinario de fecha 11 de septiembre
de 1998”.
 

CONSIDERACIONES PARA DECIDIR


a) De la admisibilidad de la  solicitud.

La materia con relación a la cual debe resolver la Sala Constitucional


en esta oportunidad versa sobre la solicitud de “aclaratoria” del fallo antes
mencionado, dictado por esta Sala en fecha 1º de febrero de 2001. Al
respecto, el artículo 252 del Código de Procedimiento Civil establece la
procedencia de la citada figura, cuyo contenido es del tenor siguiente:
 
“Artículo 252. Después de pronunciada la sentencia
definitiva o la interlocutoria sujeta a apelación, no podrá
revocarla ni reformarla el Tribunal que la haya pronunciado.
Sin embargo, el tribunal podrá, a solicitud de parte, aclarar
los puntos dudosos, salvar las omisiones y rectificar los errores
de copia, de referencias o de cálculos numéricos, que aparecieren
de manifiesto en la misma sentencia, o dictar ampliaciones,
dentro de los tres días, después de dictada la sentencia, con tal
que dichas aclaraciones y ampliaciones las solicite alguna de las
partes en el día de la publicación o en el siguiente”.  
 

Sobre el alcance de la norma precedentemente transcrita, ya esta Sala


se ha pronunciado en sentencia de fecha 26 de diciembre de 2000
(caso: Asociación Cooperativa Mixta La Salvación, R. L.), donde se señaló:
“(...) que el transcrito artículo 252, fundamento legal de la solicitud de
aclaratoria, regula todo lo concerniente a las posibles modificaciones que el
juez puede hacer a su sentencia, quedando comprendidas dentro de éstas, no
sólo la aclaratoria de puntos dudosos, sino también las omisiones,
rectificaciones de errores de copia, de referencias o de cálculos numéricos
que aparecieron de manifiesto en la sentencia, así como dictar las
ampliaciones a que haya lugar (...)”.

En lo que respecta a la oportunidad para solicitar la aclaratoria, en


dicha sentencia esta Sala indicó que: “(...) la disposición comentada establece
que la misma es procedente siempre que sea solicitada por alguna de las
partes en el día de la publicación del fallo o en el día siguiente”.

Sin embargo es de señalar que la condición a la cual alude el artículo


en referencia debe entenderse cuando la sentencia haya sido dictada dentro
del lapso establecido y que no amerite por tanto que la misma sea
notificada.  De manera que, lo anterior conlleva a afirmar que en el caso de
que la sentencia haya sido dictada fuera del lapso establecido para ello, los
términos indicados en el artículo 252 del Código de Procedimiento Civil
deben entenderse que son el día de la notificación de la sentencia o el día
siguiente al que ésta se haya verificado.

 En atención a lo anterior, observa esta Sala que el abogado Simón


Araque actuando con el carácter acreditado en autos, solicitó la aclaratoria
de la sentencia dictada por esta Sala el día 1º de febrero del año 2000, en
fecha 8 de febrero de 2001.  Sin embargo, es de observarse, que la sentencia
fue dictada fuera del lapso para sentenciar establecido en el artículo 118 de
la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, y siendo que  el
prenombrado abogado realizó la solicitud de aclaratoria al día siguiente que
tuvo conocimiento de la misma, esta Sala declara procedente la solicitud de
aclaratoria de la sentencia dictada en esta causa.  Así se decide.
b) De la aclaratoria de la primera parte del fallo “Inconstitucionalidad del artículo 197 del Código de Procedimiento

Civil”.

Entiende la Sala que la presente solicitud va dirigida al esclarecimiento de la

forma en que se deben computar los términos o lapsos procesales para la realización de

los actos que se mencionan en la misma; a saber, para la formalización, contestación,

réplica y contrarréplica del recurso de casación; para los actos conciliatorios; para la

comparecencia a través de edictos, para proponer la demanda después que haya ocurrido

la perención, los que tiene la Sala de Casación Civil para dictar su fallo, así como el que

tiene el Juez de Reenvío para dictar el suyo; para intentar la invalidación; los de

suspensión de la causa principal, los lapsos de pruebas y el plazo que tiene los árbitros

para dictar sentencia. 

Todo ello, a la luz de la norma establecida en el artículo 197 del Código de

Procedimiento Civil, sobre el cual esta Sala Constitucional ejerció control concentrado

de su constitucionalidad declarándola parcialmente inconstitucional.


            Ahora bien, observa la Sala que el accionante al proponer su solicitud
en los términos antes descritos, sugiere una distinción entre lapsos largos y
cortos, cuando señala: “¿Cómo deberán suputarse los lapsos largos o
mayores de veinte días, como por ejemplo, (...)”.

            En tal sentido, a los fines de proveer acerca de la solicitud interpuesta,


y con el objeto de determinar el alcance real del dispositivo del fallo
considera necesario esta Sala realizar de forma previa ciertas
consideraciones acerca de los efectos de la declaratoria de nulidad parcial en
el control concentrado de la constitucionalidad de las leyes.

            Así, observa esta Sala que según lo dispuesto en el artículo 266, numeral 1, de la

Constitución, es atribución de este Tribunal Supremo de Justicia ejercer la jurisdicción

constitucional; y, conforme a lo establecido en el artículo 336 numeral 1, eiusdem,  es


competencia exclusiva de esta Sala Constitucional “[d]eclarar la nulidad total o

parcial de las leyes nacionales y demás actos con rango de ley de la Asamblea

Nacional, que colidan con esta Constitución”.  Expuestas así las cosas, la referida

norma asigna dos posibles consecuencias al ejercicio de dicho control por parte de esta

Sala; una, determinar la nulidad total de la norma impugnada y la otra, la nulidad parcial

de la misma, lo cual abre un abanico de posibilidades al momento de ejercer dicho

control.
            Por tanto, cuando una norma es declarada enteramente nula es
porque el operador jurídico, es decir la Sala, luego de haber realizado un
análisis exhaustivo del contenido de la norma impugnada contrapuesto a los
principios constitucionales señalados como trasgredidos, ha concluido que el
valor normativo en ella contenido resulta inconstitucional, sin que medie
posibilidad alguna de que persista su existencia en el mundo jurídico, pues se
alteraría de forma insoslayable el orden instaurado, considerando que el
dispositivo normativo contenido en el artículo 119 de la Ley Orgánica de la
Corte Suprema de Justicia, le otorga la facultad de fijar los efectos de dicha
declaratoria en el tiempo, es decir, hacia el pasado o pro futuro, lo cual en
definitiva constituye la exclusión total de dicha norma en el sistema
normativo existente.

            Situación diferente se plantea en los casos de nulidad parcial de una


norma, donde la totalidad de la norma no resulta inconstitucional, sino que
son algunos de sus elementos los que violan dispositivos constitucionales,
supuesto en el cual, la Sala Constitucional excluye de la estructura de la
norma el elemento que resulte inconstitucional, siempre y cuando el
supuesto al cual va dirigida esa norma no desaparezca o se altere en su
totalidad de forma tal que constituya una norma sin objeto.
Ahora bien, en el último de los supuestos referidos, y que resulta ser el
caso regulado por el fallo cuya aclaratoria se solicita, se debe admitir que la
relación jurídica condicionada por la norma de una u otra manera, se ve
afectada con el control de constitucionalidad ejercido, ya que la norma
impugnada, a través de la declaratoria de nulidad parcial, se ha convertido en
una norma nueva y diferente de la norma inicial, lo cual implica aceptar, que
al constituirse en una norma distinta, el operador jurídico debe plasmar en su
sentencia el alcance del nuevo dispositivo normativo, pues, se parte de que
dicha norma va integrada a un texto normativo sistemático, donde los
preceptos establecidos en cada artículo, en reiteradas ocasiones guardan
relación entre sí.  De allí que, la determinación del alcance de dicha norma se
hace fundamental para establecer en qué afecta la misma la relación jurídica
que condiciona, así como el esquema aplicativo del texto normativo que
integra.

            Así pues, al prosperar la nulidad parcial de la norma impugnada nace


una nueva norma y para aplicar tal norma, resulta necesario e indispensable
su interpretación, lo cual no es posible hacerlo sin desentrañar previamente
el significado de los signos en los que exteriormente se manifiesta,
obviamente, sin  perder nunca de vista el todo del cual forma parte,
debiendo la Sala, en su condición de operador jurídico, imprimirle a la norma
los caracteres ideológicos que lo llevaron a determinar su nulidad parcial en
resguardo de los derechos constitucionales.

            De manera que, debe esta Sala señalar de forma más clara, cual es el
alcance de la nueva norma contenida en el artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil dentro del sistema normativo que integra, lo cual bajo
ningún supuesto puede ser visto como una ingerencia o usurpación en las
atribuciones del órgano legislativo -Asamblea Nacional- que tiene por función
propia normar las materias que resultan de orden nacional.
Así, los postulados constitucionales en los que se fundamentó esta
Sala para declarar la inconstitucionalidad parcial de la norma in comento, son
los establecidos en los numerales 1 y 3 del artículo 49 de la Carta Magna, en
atención a la circunstancia fáctica que se verificaba con los cómputos de los
términos y lapsos establecidos para la realización de determinadas
actuaciones procesales de los justiciables, a consecuencia de la disminución
de los mismos en un número ciertamente menor a aquellos dispuestos en la
norma, como producto del no despachar continuo de los tribunales, lo cual
tendía a crear un estado de indefensión y a transgredir el debido proceso.

Por tanto, los postulados anteriores en los cuales se basó esta Sala
para indicar que la regla del cómputo establecida en el referido artículo 197
del Código de Procedimiento Civil “(...) viola el contenido normativo del
artículo 49 de la Constitución de 1999, por disminuir, para el resto de los
actos procesales, el lapso que el legislador consideró -en su momento-
razonable para que las partes cumplieran a cabalidad con los actos
procesales que las diferentes normas adjetivas prevén”, fueron establecidos
en atención a que la actividad jurisdiccional va dirigida a resolver una
controversia y siendo que las partes serán quienes en definitiva sufrirán los
efectos de la sentencia, debe garantizársele a cada una de ellas, la posibilidad
de adversar o contradecir oportunamente lo sostenido por su contraparte,
es decir, garantizarle su derecho a la defensa.

Empero, lo expuesto no quiere decir que esta Sala no haya tenido en


cuenta el derecho constitucional a la tutela judicial efectiva contemplado en
el artículo 26 de la Carta Magna, que dispone:
 
“Artículo 26. Toda persona tiene derecho de acceso a los
órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos
e intereses, incluso los colectivos o difusos; a la tutela efectiva de
los mimos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente.
El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible,
imparcial, idónea, transparente, autónoma, independiente,
responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin
formalismos o reposiciones inútiles” (Resaltado de la Sala).

Lo cual quiere decir, que esta Sala jamás ha pretendido con el


dispositivo del fallo sacrificar las formas sobre el fondo, sino mas bien
pretende buscar el contenido jurídico y la finalidad que el legislador le
atribuyó a la norma contenida en el artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil, señalándose  mediante esta sentencia su razón de ser,
de forma tal que se adapte a la actividad procesal respetando el derecho a la
defensa y al debido proceso consagrado en el artículo 49 , numerales 1 y 3,
de la Constitución.

De manera que, esta Sala al dictar la decisión cuya aclaratoria se


solicita partió de que el fin institucional e inmediato del proceso es la justicia,
la cual debe ser alcanzada sin sacrificar el fondo por la forma, teniendo claro,
la existencia de dos actos fundamentales dentro del esquema procesal; a
saber, la demanda y la sentencia, siendo todos los actos intermedios el
mecanismo por el cual se preparara la providencia judicial.

Ahora bien, lo expuesto no quiere decir y así lo entendió esta Sala


cuando dictó el fallo, que todas las formas son innecesarias, pues, la
instrumentalidad de las formas si bien no tienen un valor intrínseco propio
-ya que existen solamente como un medio para alcanzar la plena finalidad de
cada acto-, su observancia permite medir concretamente la realización en el
tiempo y en el espacio de las actuaciones procesales.

Por tanto, cuando esta Sala anuló parcialmente la norma in comento lo


hizo atendiendo al derecho a la defensa y al debido proceso, pero -se insiste-,
sin desconocer la existencia del derecho a la celeridad procesal consagrado
en el citado artículo 26 de la Constitución, motivo por el cual, entendiendo al
Código de Procedimiento Civil como un conjunto sistemático de normas,
donde los términos o lapsos pautados para realizar las actuaciones
procesales se crearon en principio para ser computados por días calendarios
continuos, la formalidad de que el término o lapso procesal para la
realización de un determinado acto sea computado atendiendo a que el
tribunal despache, debe ser entendido para aquellos casos en que
efectivamente se vea inmiscuido de forma directa el derecho a la defensa de
las partes.

De forma que, será la naturaleza de las actuaciones procesales las que


distinguirán si el cómputo del término o lapso se realizará por días
calendarios continuos sin atender a las excepciones previstas en el artículo in
comento, o, si por el contrario, deberán hacerse únicamente en función de
que el tribunal despache.  En virtud, de que esta Sala considera que
el ejercicio oportuno de los derechos adjetivos que les asiste a las partes en
un proceso -oportunidad que sólo puede verificarse si el tribunal despacha-
forma parte de la esfera esencial del derecho a la defensa y al debido
proceso.

            Por lo cual, si la naturaleza del acto procesal implica, que para que se
cumpla cabalmente el derecho a la defensa y al debido proceso, éste deba
ser realizado exclusivamente cuando el tribunal despache, en virtud de que
sólo así las partes pueden tener acceso al expediente o al juez para ejercer
oportunamente                 -entiéndase de forma eficaz- su derecho a la
defensa, indudablemente que los términos o lapsos procesales para la
realización de tales actos se computarán en función de aquellos días en que
el tribunal acuerde despachar.

            En consecuencia, estima esta Sala que la aplicación del artículo 197, y
como tal, el considerar para el cómputo de los términos o lapsos los días en
que efectivamente despache el tribunal, no puede obedecer a que se esté
ante un lapso o término “largo o corto”, sino en atención a que el acto
procesal de que se trate involucre o de alguna manera afecte el derecho a la
defensa de las partes; en contraposición a aquellos que con su transcurrir no
lo involucren.

            Así por ejemplo, el lapso procesal establecido para contestar la


demanda o los términos o lapsos procesales establecidos para ejercer
oposición a cualquier providencia judicial, deben ser computados por días en
que efectivamente el tribunal despache, en virtud de que la naturaleza de
tales actos se encuentran vinculadas directamente con el derecho a la
defensa y al debido proceso.

            Por otro lado, también se puede mencionar que los términos o lapsos
procesales establecidos para ejercer cualquier acto de impugnación ante el
tribunal de instancia; tales como, recurso de hecho, recurso de queja,
recurso de regulación de competencia o apelación, también deben ser
computados por días en que efectivamente el tribunal despache.

En ese mismo orden de ideas, y en atención a los términos en que ha


sido planteada la presente solicitud, esta Sala establece que, a los fines de
garantizar la tutela judicial efectiva, los lapsos para sentenciar así como el de
prórroga contemplado en los artículos 515, 521 y 251 del Código de
Procedimiento Civil, deben ser computados por días calendarios
consecutivos sin atender a las excepciones establecidas en el artículo
197 eiusdem.

            El lapso para la formalización, contestación, réplica y contrarréplica


del recurso de casación establecidos en los artículos 317 y 318 del mismo
texto legal, deben ser computados por días calendarios consecutivos sin
atender a las excepciones establecidas en el artículo 197 eiusdem.
            Los lapsos para los actos conciliatorios consagrados en los artículos
756 y 757 eiusdem, así como el lapso para la comparecencia a través de
edictos previsto en el artículo 231 de dicho texto legal, y los lapso de
carteles, tales como, los previstos en los artículos 223, 550 y siguientes del
Código de Procedimiento Civil, serán computados por días calendarios
consecutivos, sin atender a las excepciones establecidas en el artículo
197 eiusdem.

            El lapso para proponer la demanda después que haya operado la


perención previsto en el artículo 271 del Código de Procedimiento Civil,
igualmente serán computado por días calendarios consecutivos sin atender a
las excepciones establecidas en el artículo 197 eiusdem.

             El lapso que tiene la Sala de Casación Civil de este Alto Tribunal para
sentenciar, así como el que tiene el Juez de Reenvío, establecido en los
artículos 319 y 522 del texto que rige la materia serán computados por días
calendarios consecutivos, sin atender a las excepciones establecidas en el
artículo 197 del Código de Procedimiento Civil.

            El lapso para intentar la invalidación contemplado en el artículo 335


del Código de Procedimiento Civil, será computado conforme a la regla
prevista en el artículo 199 eiusdem, por tratarse de un lapso cuya unidad de
tiempo es mensual.

            Los lapsos para la suspensión de la causa principal, según lo pautado


en los artículos 374 y 386 del Código de Procedimiento Civil, serán
computados por días calendarios continuos, sin atender a las excepciones
establecidas en el artículo 197 eiusdem.

            El lapso de treinta días para la evacuación de las pruebas contemplado


en el artículo 392 íbidem, así como el lapso para su promoción, admisión y
oposición será computado por días en que efectivamente el tribunal
despache, en atención a lo dispuesto en el artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil, por encontrarse vinculada directamente la naturaleza de
dicho acto al derecho a la defensa y al debido proceso de cada una de las
partes.       El lapso para que los árbitros dicten sentencia según lo dispuesto
en el artículo 614, parágrafo cuarto, del Código de Procedimiento Civil, se
computará por días calendarios consecutivos sin atender a las excepciones
previstas en el artículo 197 eiusdem.

            Y, por último el término de la distancia debe ser computado por días
calendarios consecutivos, sin atender a las excepciones establecidas en el
artículo 197 del Código de Procedimiento Civil.  Así se decide.

c) De la solicitud de aclaratoria de la segunda parte del fallo


“Inconstitucionalidad del artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de
1987”.

En lo que atañe a la solicitud de aclaratoria sobre la improcedencia de


la acción de nulidad interpuesta por razones de inconstitucionalidad contra
lo dispuesto en el artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, se
observa, que en los términos en que fue planteada, la misma evidencia la
inconformidad del solicitante con el dispositivo del fallo, lo cual,
evidentemente no constituye el objeto de la aclaratoria.  De allí que, esta
Sala considera que al respecto no hay nada que aclarar y en consecuencia
declara improcedente la solicitud de aclaratoria contenida en el punto 3 del
escrito presentado por el accionante.  Así se decide.

Ahora bien, por cuanto esta Sala observa, que existe un error de
referencia en la parte in fine del dispositivo del fallo, objeto de la presente
aclaratoria, referido a la fecha de publicación del Código de Procedimiento
Civil, se procede mediante la presente a subsanar el mencionado error, en
los términos siguientes:
“Conforme a lo previsto en los artículos 119 y 120 de la Ley Orgánica
de la Corte Suprema de Justicia, publíquese el presente fallo en la
Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, sin que su
publicación condicione la eficacia del mismos, en cuyo sumario se
indicará con precisión lo siguiente:
 
‘SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA, EN SALA
CONSTITUCIONAL QUE ANULA PARCIALMENTE LA NORMA
CONTENIDA EN EL ARTÍCULO 197 DE LA LEY DE REFORMA
PARCIAL DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL,
PUBLICADO  EN LA GACETA OFICIAL Nº 4.209
EXTRAORDINARIO DE FECHA 18 DE SEPTIEMBRE DE 1990’”.
 
 

DECISIÓN

Por todas las razones anteriormente expuestas, este Tribunal Supremo


de Justicia, en Sala Constitucional, declara PARCIALMENTE CON LUGAR la
solicitud de aclaratoria respecto a la sentencia Nº 80 dictada por esta Sala en
fecha 1º de febrero de 2001 en la presente causa, efectuada por el
abogado SIMÓN ARAQUE.

Téngase la presente decisión como parte integrante de la sentencia


antes identificada.

Publíquese, regístrese y comuníquese.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Audiencias del Tribunal


Supremo de Justicia en Sala Constitucional a los 09 días del mes de marzo del
año 2001. Años: 190° de la Independencia y 142° de la Federación.

El Presidente,
 
SALA DE CASACIÓN SOCIAL
 
ACCIDENTAL
 
Ponencia del Magistrado ALFONSO VALVUENA CORDERO.
 
 
 

En el juicio que por cobro de prestaciones sociales sigue el ciudadano LUCAS

PADRÓN, representado judicialmente por los abogados María del Carmen Cubillán y

Magali Castro, contra la COMPAÑÍA ANÓNIMA NACIONAL TELÉFONOS DE

VENEZUELA, (C.A.N.T.V.) C.A., representada judicialmente por los


abogados Emilio Pittier Sucre, Luis Alfredo Araque, Ricardo Henríquez La Roche,

Manuel Reyna Pares, Pedro Sosa Mendoza, María del Pilar Aneas, Emilio Pittier

Octavio, Ingrid García, Giuseppe Mauriello, Carmen Elisa Briceño, Claudia Cifuentes

Gruber, Blas Rivero B., Vicente Amado R., Juan Pablo Livinalli, Roshermari Vargas

Trejo, Jorge Kiriakides, María Mercedes Arrese-Igor, Alfredo Almandoz Monterola,

Mariana Roso Quintana y Carolina Puppio González, el Juzgado Superior Segundo del

Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, conociendo

en reenvío, dictó sentencia en fecha 28 de junio del año 2001, mediante la cual declaró

sin lugar la prescripción de la acción, parcialmente con lugar la demanda, con lugar la

jubilación vitalicia del demandante, ordenó la devolución por parte del demandante de

la cantidad de dinero allí especificada a la parte demandada, así como la compensación

de ambos créditos, declaró igualmente sin lugar el pago de intereses solicitado, ordenó

la realización de una experticia complementaria del fallo y declaró la procedencia de las

costas de conformidad con lo dispuesto en el artículo 275 del Código de Procedimiento

Civil.

            Contra el fallo dictado por el Juzgado Superior, propuso recurso de nulidad y

anunció recurso de casación la abogado María Mercedes Arrese-Igor, en su carácter de

apoderada judicial de la parte demandada, el último de los mencionados fue admitido y

posteriormente formalizado por el recurrente.  No hubo impugnación.

            Remitido el expediente, fue recibido en esta Sala de Casación Social y se dio

cuenta el 18 de octubre del año 2001, y en esa misma fecha, los Magistrados Omar

Alfredo Mora y Juan Rafael Perdomo manifestaron tener motivos de inhibición para

conocer del presente asunto.

            Declaradas con lugar las inhibiciones de los Magistrados OMAR MORA DÍAZ

y JUAN RAFAEL PERDOMO, se procedió a convocar a los conjueces o suplentes

respectivos.
            Manifiesta la aceptación de los respectivos conjueces y suplentes para integrar la

Sala Accidental, la misma quedó constituida en fecha 19 de diciembre del año 2001 de

la siguiente manera: Magistrado ALFONSO VALBUENA CORDERO y la segunda

suplente Dra. MARÍA CRISTINA PARRA, Presidente y Vicepresidente

respectivamente y el segundo conjuez Dr. FRANCISCO CARRASQUERO LÓPEZ.  Se

designó Secretaria a la Dra. Birma I. Trejo de Romero.  El Presidente electo, de

conformidad con lo establecido en el artículo 64 de la Ley Orgánica de la Corte

Suprema de Justicia, se reservó la Ponencia del presente asunto.

            En fecha 16 de enero del año 2002, el Juzgado de Sustanciación declaró

concluida la sustanciación del presente asunto.

            Cumplidas las formalidades de ley y siendo la oportunidad legal para ello, pasa

esta Sala de Casación Social (accidental) a decidirlo bajo la Ponencia del Magistrado

ALFONSO VALBUENA CORDERO, previas las siguientes consideraciones:

RECURSO DE NULIDAD

            La parte demandada propuso recurso de nulidad contra la sentencia dictada por

el Juzgado Superior Segundo del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área

Metropolitana de Caracas, en fecha 28 de junio del año 2001.

            Señalan los formalizantes que la recurrida debía establecer los hechos que

determinan la aplicabilidad de la norma que produce un efecto anulatorio en los

contratos cuyo consentimiento esté viciado por error excusable.

Ahora bien, de conformidad con lo establecido en el artículo 323 del Código de

Procedimiento Civil, esta Sala de Casación Social procede a dar lectura a la sentencia
que dictara este Máximo Tribunal en fecha 09 de agosto del año 2000 y a la sentencia

del Juzgado de reenvío.

            Al respecto, la Sala estableció lo siguiente :

 
“Como puede apreciarse de la estipulación transcrita, como se dijo
anteriormente, los requisitos para la procedencia de la Jubilación Especial
son dos, que se deben dar en forma concurrente: que el trabajador tenga
acreditados catorce años o más de servicios en la demandada sociedad
COMPAÑÍA ANÓNIMA NACIONAL TELÉFONOS DE VENEZUELA
(C.A.N.T.V.) y que se haya resuelto su despido por alguna causa no prevista
en el artículo 102 de la Ley Orgánica del Trabajo; o que el patrono le
reconozca tal derecho.
 
También se desprende de la cláusula en comento la existencia de la
alternativa según la cual el trabajador puede, según su libre albedrío, a
efecto de materializar el beneficio, escoger entre dos posibilidades
excluyentes, a saber: recibir la totalidad de sus prestaciones sociales, legales
y contractuales contempladas en la cláusula ‘Pago de Beneficios e
Indemnizaciones por Terminación del Contrato de Trabajo’, más cualquier
indemnización adicional que pueda corresponderle si fuere el caso, o, recibir
la totalidad de sus prestaciones sociales, legales y contractuales
contempladas en la cláusula ‘Pago de beneficios e Indemnizaciones por
Terminación del Contrato de Trabajo’ más acogerse al beneficio de la
Jubilación Especial propiamente dicho. Por lo que se observa que el derecho
que se otorga al trabajador en la referida norma convencional es el de
ESCOGER entre una u otra modalidad en las que se presenta la Jubilación
Especial, ya que expresamente ésta cláusula señala que ‘...será potestativo
del trabajador recibir ...o acogerse...’ y la escogencia que éste haga en uno u
otro sentido será válida.
 
Si el trabajador escoge la primera opción, es decir recibir el pago de la
totalidad de sus prestaciones sociales más una cantidad de dinero adicional,
la acción para reclamar cualquier diferencia de ese pago, es de eminente
naturaleza laboral y por lo tanto, se le aplica el lapso de prescripción de un
año previsto en el artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo.
 
Ahora bien, para el caso que el trabajador, habiendo escogido la primera
opción, pretenda que se le reconozca el derecho a optar por la segunda
posibilidad, es necesario que demuestre que su decisión de escoger la
primera opción no derivó de su libre voluntad, es decir, que hubo vicio en el
consentimiento. Tales vicios de la voluntad o del consentimiento son el
error excusable, la violencia o el dolo, conforme lo señala el artículo 1.146
del Código Civil. Es así como podría decirse que al momento de optar por el
pago adicional en lugar de la Jubilación Especial, el trabajador no estuvo en
la circunstancia ideal prevista en dicha cláusula de elegir libremente
respecto de una opción u otra, por lo que en tales casos procederá la
declaratoria de nulidad del acto viciado, que conlleva a situar nuevamente al
trabajador frente a estas dos opciones y por ende ante la expectativa de que
se le acuerde la Jubilación Especial, y el lapso de prescripción para accionar
tal posibilidad es el previsto en el artículo 1.980 del Código Civil, como
fuera establecido en el título: ‘PRESCRIPTIBILIDAD DE LAS
ACCIONES DERIVADAS DE LA RELACIÓN DE TRABAJO’.
 
En cambio, si el demandante no demuestra que su voluntad estuvo viciada,
debe considerarse que al momento de la terminación de su relación laboral,
hizo uso libremente del derecho a escoger contemplado en la norma
convencional, por lo que su acción dirigida a peticionar el derecho al cual en
esa oportunidad no optó, no se encuentra sujeta a las consecuencias de la
declaratoria de nulidad del acto supuestamente volitivo y por ende debe
aplicarse en consecuencia, la disposición de la ley que regula la materia,
cual es el artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo.
 
Tal distinción no es caprichosa y obedece al hecho que para los trabajadores
cuyo consentimiento se encuentre viciado se mantienen incólume el derecho
a peticionar la Jubilación Especial, que por traducirse en un pago periódico
menor al año, prescribe a los tres años, como ya ha quedado establecido. De
no ser así, el efecto de la nulidad del acto viciado dejaría paradójicamente en
este caso al trabajador en una situación de desamparo contrario al espíritu
del encabezamiento del artículo 89 de la novísima Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela.
 
En virtud de todas las premisas anteriores esta Sala decide, CASAR DE
OFICIO Y CON REENVÍO la sentencia recurrida, por cuanto la misma
infringió por falta de aplicación los artículos 12 del Código de
Procedimiento Civil y 1.146 del Código Civil, al haber analizado la defensa
de prescripción sin precisar en forma previa, si la voluntad del trabajador
para optar por una u otra de las modalidades en que se presenta el beneficio
de la jubilación especial está viciada o no, pues como ya se expuso, es sólo
la particular condición del reclamante respecto del derecho que reclama lo
que puede llevar a la conclusión de cuál es el lapso de prescripción; y siendo
que la instancia no estableció soberanamente los hechos para que pueda
tener lugar el supuesto del artículo 322 del Código de Procedimiento Civil,
el ad quem a quien le corresponda decidir, deberá atenerse a las pautas antes
señaladas, en cuyo contenido se encuentra inmersa la doctrina. Igualmente,
para el caso que sea declarado procedente el beneficio de la jubilación
especial, debe observar lo establecido en éste fallo respecto a la indexación,
que debe ser aplicada tanto a las pensiones que han debido pagarse como a
la cantidad de dinero recibida en exceso por el trabajador, para luego
proceder a su compensación.”
 
 

            De lo antes transcrito se evidencia que la propia Sala estableció que el lapso de

prescripción aplicable al caso, por haber vicio en el consentimiento, era de tres años, por
lo que el Tribunal de la recurrida sólo tenía que acatar lo referido, siendo que lo que se

ordenó al tribunal de reenvío, fue precisar el salario con base al cual se calcularía el

monto que por concepto de jubilación correspondería, en caso de procedencia del

beneficio de jubilación especial.

            La sentencia de reenvío estableció lo siguiente:

 
“En primer lugar, deberá esta alzada pronunciarse con relación a la
prescripción de la acción, por cuanto de ser procedente se haría innecesario
entrar al análisis del fondo de la controversia. En este aspecto, le es
aplicable la doctrina asentada por la Sala Social del Tribunal Supremo de
Justicia transcrita supra, al numeral 8° de los aspectos relevantes
sintetizados por la Sala de Casación Social, mediante la cual resolvió en
forma definitiva la controversia al hacer un estudio pormenorizado del Acta
de terminación del vínculo laboral, suscrita por una gran mayoría de
trabajadores que finalizaron su relación laboral con la demandada, siendo
las fechas y los supuestos del contenido de dicha acta más o menos
coincidentes, lo que conllevó que la sala analizara en abstracto una de
dichas actas, que en este caso específico corre inserta a los folios 117 y 118,
concluyendo que el la Cláusula Primera las partes se limitan a manifestar
que están poniendo fin a la relación laboral por mutuo consentimiento. Que
en la segunda Cláusula, la empresa se compromete al pago triple de la
indemnización por antigüedad: ‘en lugar de su jubilación prevista en el
anexo C (Plan de Jubilaciones) del Contrato de Trabajo Vigente’, con lo
cuál al trabajador le fue reconocido el derecho establecido en la convención
colectiva entre optar por una bonificación especial o en su defecto, la
jubilación prevista el Plan de Jubilación de dicho contrato, más las
indemnizaciones contenidas en la Cláusula 71, de allí que se considere
cumplido uno de los dos requisitos concurrentes como lo es haber sido
despedido por una causa no prevista en el artículo 102 de la Ley Orgánica
del Trabajo. Y en último lugar, la Cláusula Tercera que intenta simular una
transacción laboral, mal puede considerarse como tal al no contener una
relación circunstanciada de hechos motivantes y derechos en ella
comprendidos, no cumpliendo así con el contenido del Parágrafo Único del
artículo 3° de la Ley Orgánica del Trabajo, de allí que, el Tribunal Supremo
de Justicia, Sala Social, determine que estamos en presencia de ‘un acto
voluntario que produce efectos jurídicos’ que dependen de la manifestación
de la voluntad, sometida en consecuencia a las reglas generales del derecho
común. Por lo tanto lo que se está por verificar, es si el acto mediante el
actor elige como opción el pago triple de la indemnización de antigüedad, se
encuentra o no viciado por error, violencia o dolo. La Sala se situó en el
momento en que se produjeron los hechos, para concluir que los
trabajadores fueron inducidos a error, por cuanto en ese momento la banca
ofrecía atractivos intereses para la inversión de capital y la situación social,
económica e inflacionaria, era bastante estable, lo cual era mucho más
atractivo que el disfrute de una pensión mensual equivalente a un porcentaje
de su salario que incluso resultaría menor a la que él recibía por la labor
prestada, de allí que se considere un error excusable, la falsa representación
de los hechos que conllevó a los trabajadores a suscribir dicha acta y por
consiguiente incurrió en un falso conocimiento de la realidad sic: ‘...que les
sustrajo la clarividencia en el querer y que vició de nulidad su acto de
escoger..’. Todo esto conlleva la Sala a considerar que el trabajador incurrió
en el error excusable que vició su voluntad y por lo tanto afecta y anula tal
acto de escoger, de allí que bajo ese supuesto, el lapso de prescripción para
el ejercicio de la acción es el previsto en el artículo 1.980 del Código Civil,
de tres años contados a partir de la fecha de la ruptura del vínculo y así se
dejó establecido...’. Aplicando esta sentencia al caso sub iudice tenemos que
el actor manifiesta y la demandada acepta que la relación entre ambas partes
finalizó el 10 de septiembre de 1993; la demanda fue admitida el 09 de
mayo de 1995; la citación se perfeccionó el 27 de febrero de 1996, por ende
aun no se habían cumplidos los tres años a los cuales hacen mención la
sentencia del 09 de agosto de 2000 proferida por el Magistrado Suplente Dr.
Rafael Arístides Rengifo Camacaro en el numeral 8° que consta al folio 617
del expediente, motivo por el cual la presente acción no está prescrita y así
se decide.
 
(Omissis)
 
Analizadas como han sido todas las pruebas, el tribunal procede a
pronunciarse en los siguientes términos:
 
En virtud de lo supra expuesto en que la acción no está prescrita y que el
acta de fecha 04 de octubre de 1993 fue declarada nula por haberse
evidenciado los vicios en el consentimiento para el momento en que el actor
procedió a elegir entre las dos opciones, corresponderá en derecho
reconocerle al trabajador el beneficio de jubilación especial prevista en el
contrato colectivo de trabajo a partir del 10 de septiembre de 1993 a razón
de una pensión de jubilación vitalicia de Bs. 49.718,40 mensuales por el
término que permanezca vivo por cuanto al quedar con valor probatorio la
planilla de liquidación de prestaciones sociales se evidencia que recibía un
salario total de Bs. 1.657,28 lo cual multiplicado por los treinta días del mes
da un total de Bs. 49.718,40. Las cantidades que por efecto de pensión de
jubilación debió recibir el actor deberán ser calculadas hasta iniciarse su
pago permanente por la empresa con la indexación en los términos
especificados por la Sala Social en reiteradas sentencias y tal como se
especifico en la parte general de la sentencia del 09 de agosto de 2000 al
numeral 7° bajo el título de CORRECIÓN (SIC) MONETARIA,
COMPENSACIÓN Y EQUIDADA (SIC) parámetros estos que deberán ser
tomados en cuanta (sic) por el experto en el momento de hacer los cálculos.
Por consiguiente no prospera en derecho la cantidad solicitada por el actor
en el numeral 1.- de su petitorio de Bs. 1.491.552,oo por concepto de la
diferencia en el monto de la bonificación triple, por cuanto al acogerse al
beneficio de jubilación lejos de exigir el cumplimiento del pago por
concepto de bonificación triple, deberá reintegrarle a la empresa el
excedente que por antigüedad  recibió según planilla de liquidación de
prestaciones sociales, cantidad ésta que también deberá ser indexada y que
equivale al monto de Bs. 2.983.104,oo. En cuanto al incremento de los Bs.
8.500,oo que no le fueron aumentados la demandada se limitó a negarlo
pura y simplemente y como ella misma aportó a los autos el contrato
colectivo correspondiente a ese periodo le prospera en derecho dicho
incremento y así se establece.
 
En cuanto al incremento de sueldo derivado como consecuencia de las
evaluaciones de eficiencia no realizadas durante el periodo laboral 1993 y
que fuera negada por la accionada en forma pura y simple manifestando
incluso que de no haberse hecho no tendría derecho a ello en virtud que el
artículo 20 del contrato colectivo fue objeto de modificación según acta de
fecha 28 de julio de 1993 y cuando rechaza haber omitido el aumento de
sueldo referido por concepto de evaluación de eficiencia no realizada
durante los periodos 199-1994 (sic) en la contestación de la demanda, se
limita hacer señalamientos a las cláusulas contractuales, considera esta
alzada que le corresponde en derecho el incremento de sueldo en una
proporción de un 15% como consecuencia de la evaluación de eficiencia no
realizada durante el primer semestre del año 1993, derecho éste que le
corresponde al actor al quedar demostrado que la relación finalizó el 10 de
septiembre de 1993. Con relación al punto cuatro del petitorio considera
esta alzada que el mismo es improcedente en cuanto a lo solicitado en su
primera parte como lo constituye el pago de Bs. 10.142.553,60 que equivale
a 204 mensualidades de pensión de jubilación cuantificadas en forma total
hasta el 18 de septiembre del año 2010 fecha en la cual el demandante
cumpliría 70 años de edad por cuanto se le concedió la segunda parte por el
peticionado y que es lo procedente en derecho: la pensión de jubilación
vitalicia. Con lo que respecta el particular quinto consistente en el pago de
los intereses causados hasta la fecha definitiva de cancelación que generen
las cantidades y conceptos peticionados, los mismos son improcedentes con
respecto a la antigüedad en los términos previsto en el artículo 108 de la Ley
Orgánica del Trabajo ya que el actor recibió por este concepto un exceso
que se ha ordenado reintegrarle a la demandada y por ende nada adeuda esta
última, en un todo acorde a la sentencia proferida por el Magistrado Dr.
Omar Alfredo Mora de la Sala de Casación Social de fecha 29 de marzo de
2000. Por último se acuerda lo solicitado en el punto seis del petitorio del
escrito libelar el (sic) cuanto a ordenar una experticia complementaria del
fallo a los fines de que el experto que será nombrado por el Juez tomando en
cuenta el artículo 455 del Código de Procedimiento Civil determine el
monto que en definitiva le corresponde al actor según la inflación que se
haya causado en el país para lo cual requerirá la referida información al
Banco Central de Venezuela. La labor de dicho experto será sufragada por
la demandada. Así se decide.”
 
 
 

            Ahora bien, de lo transcrito se observa que la sentencia recurrida estableció que

el trabajador incurrió en error excusable que vició su voluntad, afectando y anulando el


acto de escoger; que la acción no está prescrita y que el acta de fecha 04 de octubre de

1993 fue declarada nula por haberse evidenciado los vicios en el consentimiento para el

momento en que el actor procedió a elegir entre las dos opciones ofrecidas por la

empresa demandada así como los montos que procedían por concepto de jubilación y

pensión de jubilación.

            Por lo tanto, al ser el recurso de nulidad un medio de impugnación del fallo cuyo

efecto es invalidar o anular la sentencia del Juzgado de reenvío dictada en desacato o en

incumplimiento de la doctrina establecida por casación, y siendo que en el caso bajo

estudio, la decisión recurrida, acató lo establecido por este Máximo Tribunal en la

citada decisión de fecha 09 de agosto del año 2000, el referido recurso debe declararse

improcedente y así se decide.

RECURSO DE CASACIÓN

PUNTO PREVIO

            Ha sido establecido por esta Sala de Casación Social (Francisco Dávila Álvarez

vs C.A. Venezolana de Seguros), que el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil,

privilegia la resolución de las cuestiones de forma antes que las de fondo, resultando en

consecuencia parte de su contenido contradictorio con respecto al vigente texto

constitucional, que da prioridad a la resolución de la controversia, por cuanto ordena no

sacrificar la justicia por la omisión de formalidades no esenciales y que se obtenga con

prontitud una decisión sobre la misma, y es por ello, con fundamento en el principio de

la supremacía de la Constitución y el artículo 20 del Código de Procedimiento Civil,

que la Sala, analizado el caso concreto, desaplica la regla general del artículo

320 eiusdem, que obliga a resolver en primer término y en forma excluyente en caso de

procedencia, el recurso de forma, por cuanto resolver primeramente los planteamientos

atinentes al fondo de lo debatido, es el método de análisis que mejor sirve a los fines de

impartir efectiva justicia.


 

            En consecuencia, en aplicación del criterio anterior, esta Sala pasa a decidir el

presente recurso de casación, conociendo en primer lugar las denuncias formuladas por

el recurrente en su escrito de formalización bajo el recurso por infracción de ley, en los

siguientes términos:

RECURSO POR INFRACCIÓN DE LEY

-I-

            Con base en el numeral 2º del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil,

en concordancia con lo dispuesto en el ordinal 4º del artículo 317 y el artículo

320 ejusdem, los formalizantes denuncian la infracción por falta de aplicación, por parte

de la recurrida del artículos 1.147 y 1.148 del Código Civil, en concordancia con los

artículos 1.141, 1.149 al 1.154 ibidem, por la falta de aplicación de los mismos, en los

siguientes términos:

 
“Ciudadanos Magistrados; en lo atinente a la decisión incidenter tantum de
nulidad del Acta Convenio, lo cierto es que son diferentes los efectos que
asignan dichos artículos denunciados en cuanto al alcance de la nulidad del
Acta Convenio. Independientemente de que el supuesto ERROR
EXCUSABLE se considere un error de hecho o un error de derecho, la
nulidad en todo caso es total y no parcial, pues afecta la causa
principal (Art. 1.147 del Código Civil) y esencial (Art. 1.148 del Código
Civil) del finiquito que se dieron mutuamente las partes en el Acta
Convenio, bajo las modalidades de sus propias estipulaciones. Es indudable
que la esencia y la causa principal del Acta Convenio radicó en la firme y
definitiva voluntad de las partes de querer dar por terminada la relación de
trabajo y darse el finiquito correspondiente, confiriendo C.A.N.T.V. al
trabajador los beneficios que en una oferta optativa o alternativa quiso
proponerle.
 
Por consiguiente, la constatación de dicho supuesto error, debió llevar al
Juez de mérito a declarar nula y sin efectos el Acta Convenio, no pudiendo
considerarse que perdura la validez del ‘reconocimiento’ de la Jubilación
Especial que supuestamente hizo C.A.N.T.V., según indica la sentencia de
casación dictada en este juicio, porque ese hipotético reconocimiento está
indisolublemente unido a la esencia del contrato, cual es el finiquito
definitivo. De manera que al no haber, supuestamente, clarividencia en el
querer, el vicio de consentimiento inficiona, contamina el contrato en su
plenitud. Aun (sic) presuponiendo que hubiera habido ese ‘reconocimiento’
de la Jubilación Especial preestablecida en el numeral 3° del artículo 4° del
Anexo ‘C’ del Contrato Colectivo, el mismo, como acto de voluntad
expresado en el contrato, sería totalmente ineficaz ya que el contrato mismo
adolece de nulidad total. La supuesta negada concesión o reconocimiento de
la Jubilación Especial, estaba atenida e indisolublemente ligada a una
elección o escogencia que debía hacer el trabajador. Es obvio  que
C.A.N.T.V. no le concedió incondicionalmente la Jubilación Especial; ella
formaba parte de una opción. Si el Acta Convenio es nula por voluntad
viciada, también es nula y sin efectos la opción o alternativa ofrecida, y por
ende, el reconocimiento condicionado señalado por el Tribunal Supremo.
Decimos ‘condicionado’ porque estaba sujeto a una escogencia, y el
ofrecimiento de elegir entre el Beneficio Especial y la Jubilación Especial
dependía de lo que constituye la causa única o principal, de carácter
esencialísimo en el contrato, esto es, el finiquito total y definitivo que se
daban las partes respecto a la relación laboral. Por tanto, no hay nulidad
parcial del Acta Convenio sino nulidad total, según se colige de los artículos
1.147 y 1.148 del Código Civil.
 
La siguiente doctrina autorizada se refiere a estos aspectos:
 
‘282. Tampoco debe confundirse la nulidad parcial con la cuestión de los
excepcionales efectos que pueden llegar a derivarse de un acto nulo.
Como es sabido, para marcar su contraste con la nulidad parcial,
hablamos de nulidad ‘total’ o ‘radical’ de un contrato cuando se postula
que deben considerarse suprimidos todos los efectos que el contrato nulo
pretendía producir. La máxima quod nullum est, nullum producit
effectum  tiende a subrayar esta consecuencia. Ahora bien, contra la
consecuencia estrictamente lógica que enuncia esta máxima ocurre que
algunos actos nulos no dejan de producir ciertos efectos en el mundo del
derecho a pesar de su nulidad. Por ejemplo: la declaratoria de la nulidad
de la enajenación de una cosa que el testador había hecho objeto de un
legado, no impide el efecto revocatorio del legado que el artículo 995 C.
Civ., vincula al hecho de la enajenación de la cosa legada por parte del
testador. En el mismo sentido podríamos recordar en este lugar lo que ya
dijimos acerca de los efectos del matrimonio putativo, de la sociedad de
hecho, de los actos que realiza un propietario aparente. En todos estos
casos, sin embargo, la eficacia restringida del acto no podría atribuirse a
la voluntad de las partes, sino que habrá que reconducirla directamente a
una nueva voluntad de ley, dirigida a evitar por razones de superior
interés público que el remedio para salvaguardar el interés
protegido resulte peor que la enfermedad que afectaba el contrato por
atentar él contra dicho interés. Por ello hemos dicho que estos efectos del
acto nulo no pueden ser sino ‘excepcionales’, pues aun (sic) si la nulidad
es parcial o si se tratase de un supuesto de conversión de un acto nulo, los
efectos que en estos últimos dos casos continuará produciendo éste serían
efectos del acto propiamente tales, en tanto y en cuanto subsista la
validez del mismo, ya que por lo que respecta a lo que de nulo haya en él
continuaría campeando el principio quo nullum est, nullum producit
effectum  en toda su plenitud; mientras que en el caso de la eficacia
residual, de un acto nulo, tales efectos requerirán una clara voluntad de
ley en contrario, que derogue el indicado principio de la plena ineficacia
de un acto nulo’ (JOSÉ MELICH ORSINI: Doctrina General del
Contrato (página 320.321) (Subrayados nuestros).
 
Se colige de la doctrina anterior que la nulidad por vicio en el
consentimiento  (error, violencia, dolo) es radical, afecta la raíz misma, la
esencialidad del contrato, en cuanto todo contrato es la suma, el concurso de
dos o más voluntades de acuerdo a lo señalado por el ordinal 1° del artículo
1.141 del Código Civil.
 
En el caso de error, MESSINEO afirma que ‘el error opera como motivo (y
por eso se puede llamar error-motivo o error-vicio); y contribuye a
determinar la voluntad, o es móvil exclusivo de la determinación de esa
voluntad, quitando al sujeto la clarividencia en el querer’ (sic)
(MESSINEO, FRANCESCO: Manual de Derecho Civil y Comercial, Tomo
II, pág. 434).
 
Sin embargo, la falencia en los efectos del contrato no significa inexistencia
de efectos. En los casos que no son de incapacidad sino de vicio en el
consentimiento  (error, violencia, dolo), el artículo 1.146 expresa que puede
pedir la nulidad del contrato aquel cuyo consentimiento esté viciado, o sea,
en nuestro caso, supuestamente, el trabajador.
 
Ahora bien, dejando a un lado la ausencia de demanda o excepción de
nulidad del contracto, y presuponiendo –gratia arguendi- que el Juez laboral
puede de oficio declarar (incidenter tantum) la nulidad de un contrato
anulable, es menester tener en cuenta la norma que tutela la anulabilidad en
estos casos; concretamente el artículo 1.148 del Código Civil:
 
‘El error de hecho produce la anulabilidad del contrato cuando recae
sobre una cualidad de la cosa o sobre una circunstancia que las partes
han considerado como esenciales, o que deben ser consideradas como
tales en atención a la buena fe y a las condiciones bajo las cuales ha
sido concluido el contrato.
 
Es también causa de anulabilidad el error sobre la identidad o las
cualidades de la persona con quien se ha contratado, cuando esa
identidad o esas cualidades han sido la causa única o principal del
contrato.’
 
En la hipótesis de que procedía la aplicación de este artículo 1.148 al caso
de autos y que consecuencialmente el Juez declaró nula el Acta Convenio,
cabría preguntarse cuáles son los efectos de tal anulación.
 
El autor citado JOSÉ MELICH ORSINI expresa en su mencionada obra que
‘la nulidad, sea absoluta o relativa, una vez declarada implica
la desaparición de las consecuencias jurídicas que se pretendía
imputarle al contrato nulo, desaparición o ablación de la eficacia de tal
contrato que debe remontarse al origen mismo de éste. Para resumir esto en
una breve expresión se habla de la eficacia retroactiva de la nulidad’ (pág.
325) (Destacado nuestro).
 
En igual sentido MESSINEO:
 
‘Aunque expuesto a impugnación (anulación) despliega todo su efecto si,
o mientras, no se lo impugna, y precisamente por esto, cuando es
impugnado, el negocio cae con efecto retroactivo.’ (pág. 495).
 
Por lo tanto, el pago de las pensiones de Jubilación y su indexación no podía
acordarse, ya que ese supuesto ‘reconocimiento’ implícito está hecho en el
contexto del Contrato y con vista a los términos y condiciones del contrato
que se considerase nulo; su causa motiva principal es la de finiquitar en un
todo la relación de trabajo. El supuesto ‘reconocimiento’ no es una
confesión simple o aislada, ni una conceción (sic) que tuviese por causa la
liberalidad o cualquier otro título jurídico distinto a la firme y definitiva
voluntad de las partes de querer dar por terminada la relación de trabajo y el
finiquito correspondiente, confiriendo C.A.N.T.V. al trabajador los
beneficios que en una oferta optativa o alternativa le planteó.
 
Es ostensible que la violación de la norma legal denunciada
fue determinante de lo dispositivo de la sentencia, al punto de que , si se
hubiese aplicado en toda su eficacia jurídica los artículos del Código Civil
denunciados, la sentencia de reenvío hubiera declarado sin lugar la demanda
de Jubilación Especial.”
 
 
 

La Sala para decidir observa:

            Aducen los formalizantes, que el Acta Convenio celebrada entre las partes

padece de nulidad total y no parcial, al afectar la causa principal y esencial de la misma,

por estar viciada la voluntad, por tanto al haber declarado la recurrida la nulidad parcial

de la misma, infringió las normas denunciadas.

            En primer lugar observa la Sala, que aún cuando los formalizantes delatan la

infracción por falta de aplicación de los artículos 1.147 y 1.148 del Código Civil, lo

hacen en concordancia con los artículos 1.141 y 1.149 al 1.154 ejusdem, sin

fundamentar la infracción de éstos últimos mencionados, por lo que no puede esta Sala
pronunciarse con respecto a ellos y en tal sentido pasa a conocer la denuncia únicamente

en relación a los artículos 1.147 y 1.148.

            En primer lugar, denuncian los formalizantes la falta de aplicación del artículo

1.147 del Código Civil, cuyo contenido es del siguiente tenor:

 
“Artículo 1.147: El error de derecho produce la nulidad del contrato sólo
cuando ha sido la causa única o principal.”
 
 
 

            La norma antes transcrita consagra el error de derecho, como causa de nulidad

del contrato, cuando ésta ha sido la causa única o principal.

            Ahora bien, observa la Sala que la delatada norma no es aplicable al caso

concreto, por cuanto el error excusable es un error de hecho que consistió en la falsa

representación y falso conocimiento de la realidad, que como lo estableció esta misma

Sala en sentencia de fecha 03 de agosto del año 2000 entre otras, le sustrajo la

clarividencia en el querer y vició el acto de escoger del trabajador, por lo que es forzoso

para la Sala declarar que el Juez sentenciador actuó ajustado a derecho, al no tomar en

cuenta el delatado precepto legal, pues como se estableció anteriormente, el supuesto de

hecho de la norma no encuadra con los hechos de autos y así se resuelve.

            El artículo 1148 del Código Civil, dispone lo siguiente:

 
“Artículo 1.148: El error de hecho produce la anulabilidad del contrato
cuando recae sobre una cualidad de la cosa o sobre una circunstancia que las
partes han considerado como esenciales, o que deben ser consideradas como
tales en atención a la buena fe y a las condiciones bajo las cuales ha sido
concluido el contrato.
 
Es también causa de anulabilidad el error sobre la identidad o las cualidades
de la persona con quien se ha contratado, cuando esa identidad o esas
cualidades han sido la causa única o principal del contrato.”
 
 
 

            Observa la Sala, de la norma antes transcrita y de conformidad con lo allí

dispuesto, que al tratarse de un error de hecho el que recayó sobre el consentimiento

dado por el trabajador, al no tener clarividencia en el querer y que por lo tanto vició su

acto de escoger, la consecuencia que se produce es la anulabilidad y no la nulidad del

contrato, tal como se declaró en la recurrida, pues solamente vicia una parte del contrato

y no su totalidad, por lo que en consecuencia, el sentenciador de alzada actuó ajustado a

lo dispuesto por el referido artículo y así se resuelve.

            Por los razonamientos expuestos no incurre el sentenciador de la alzada en la

infracción de los artículos 1.147 y 1.148 del Código Civil, por falta de aplicación.  Y así

se decide.

-II-

            En base al numeral 2º del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, en

concordancia con lo dispuesto en el ordinal 4º del artículo 317 y el artículo

320 ejusdem, los formalizantes denuncian la infracción por la recurrida del artículo


275 ibidem por falsa aplicación y del artículo 172 ejusdem por falta de aplicación; en

concordancia con el artículo 285 del mismo Código Adjetivo; así como del artículo 137

de la Constitución de la República.  En tal sentido aducen lo siguiente:

 
“La sentencia de reenvío señala en el dispositivo:

 
f) Se ordena una experticia complementaria del fallo con
el  nombramiento de un solo experto a cargo de la demandada para que
proceda indexar las cantidades adeudadas por ambas partes y realice la
compensación en los términos expresados en la parte motiva de este
fallo para lo cual el Tribunal de la causa deberá requerir del Banco
Central de Venezuela el índice de precios al consumidor del Área
Metropolitana de Caracas.
 
El artículo 275 denunciado fue infringido por el fallo recurrido en el
precepto que dice: ‘Mientras no estén liquidadas las costas de ambas
partes, no podrá procederse a su ejecución’. Si la sentencia hubiera
aplicado este precepto, no hubiera ordenado que la experticia
complementaria al fallo fuera costeada o remunerada por la parte
demandada, tal cual lo indica en el literal ‘F’ de su dispositivo. No existe
disposición legal alguna que atribuya a los jueces la facultad de ordenar que
una experticia complementaria sea diligenciada o evacuada a expensas de
una sola de las partes. Ni siquiera los gastos de ejecución de la sentencia
tienen que ser sufragados por el ejecutado. Según se deduce del artículo 285
del Código de Procedimiento Civil, la parte ejecutante debe cubrir los gastos
de ejecución los cuales le serán remunerados por el Juez cuando reciba del
adjudicatario el valor del precio del remate.
 
Incluso, las pruebas ordenadas por la autoridad judicial deben ser costeadas
por ambas partes en proporción igual, según se deduce del artículo 514 in
fine, relativo a los autos para mejor proveer, en el cual se expresa que los
gastos que ocasionen estas actuaciones serán a cargo de las partes de por
mitad, sin perjuicio de lo que se resuelva sobre costas. Entendemos que
esta última frase denotada quiere decir que el pago parcial de emolumentos
periciales que hagan una parte beneficiada por la condenatoria en costas de
la sentencia que debe ser completada con la experticia a sufragar, es un pago
sujeto a compensación, de acuerdo a lo prevenido por el artículo 275 del
Código de Procedimiento Civil.
 
Por otra parte, fue violado también el artículo 172 del Código de
Procedimiento Civil, según el cual ‘las partes deben suministrar a sus
apoderados lo suficiente para expensa’. El avance de gastos judiciales
corresponde a cada parte, y el Juez no tiene atribuciones legales para obligar
a un litigante a sufragar las litisexpensas de su contraparte. La parte que
resulte beneficiada por la condenatoria en costas contenida en sentencia de
cosa juzgada, sólo tiene derecho al cobro adicional de las costas de
ejecución, previstas en el artículo 285 del Código de Procedimiento Civil, si
no hay cumplimiento voluntario del fallo o transacción del ejecutante y
ejecutado., De allí pues que, al irrogarse la sentencia de reenvío la
pretendida potestad de imponer a C.A.N.T.V. el pago de lo emolumentos
del experto para la compensación de los créditos que dice el fallo tienen las
partes una frente a la otra, violó el principio según el cual ningún
funcionario público puede ordenar o prohibir aquello para lo cual no está
facultad (sic) legalmente (principio restrictivo de la competencia) previsto
en el artículo 137 de la Constitución Nacional: Esta Constitución Y LA
LEY definen las atribuciones de los órganos que ejercen el Poder Público,
a las cuales deben sujetarse las actividades que realicen.
 
La infracción fue determinante de la decisión, ya que impone ilegalmente
una carga procesal pecuniaria a la parte demandada.”
 

            La Sala para decidir observa:


 

            Señalan los formalizantes que la recurrida infringió el artículo 275 del Código de

Procedimiento Civil por falsa aplicación, al haber ordenado una experticia

complementaria del fallo a cargo de la parte demandada, cuando de la norma se

desprende que mientras no estén liquidadas las costas de ambas partes al haber

vencimiento recíproco, no podrá procederse a su ejecución.

            Dispone el artículo 275 del Código de Procedimiento Civil, lo siguiente:

 
“Artículo 275: Cuando hubiere vencimiento recíproco cada parte será
condenada al pago de las costas de la contraria. Mientras no estén liquidadas
las costas de ambas partes, no podrá procederse a su ejecución. En todo
caso, liquidadas las costas, éstas se compensarán hasta concurrencia de la
cantidad menor.”

            En este sentido, es necesario transcribir lo establecido por la recurrida sobre este

particular:

 
“f) Se ordena una experticia complementaria del fallo con el nombramiento
de un solo experto a cargo de la demandada para que proceda indexar las
cantidades adeudas por ambas partes y realice la compensación en los
términos expresados en la parte motiva de este fallo para lo cual el Tribunal
de la causa deberá requerir del Banco Central de Venezuela el índice de
precios al consumidor del Área Metropolitana de Caracas. CUARTO:
Queda así REVOCADA la sentencia de fecha 05 de junio de 1998 proferida
por el Juzgado Segundo de Primera Instancia del Trabajo de esta misma
Circunscripción Judicial. QUINTO: por cuando no obtuvo el actor todo lo
peticionado, las costas procederán de conformidad con el artículo 275 del
Código de Procedimiento Civil. Todo ello en el juicio que intentara el
ciudadano LUCAS PADRÓN contra la COMPAÑÑÍA (sic) ANÓNIMA
NACIONAL TELÉFONOS DE VENEZUELA (CANTV), ambas partes
suficientemente identificadas en autos.”
 
 
 

            De lo antes transcrito, se desprende por una parte que efectivamente el juez

sentenciador de la recurrida ordenó la realización de una experticia complementaria del

fallo a cargo de la parte demandada, a fin de calcular la indexación de las cantidades


adeudadas por ambas partes y realizar la compensación en los términos en que quedó

expresado en el fallo y por la otra, de conformidad con el artículo 275 del Código de

Procedimiento Civil condenó en costas por haber vencimiento recíproco.

            Ahora bien, observa la Sala que efectivamente, la recurrida aplicó falsamente el

artículo 275 ejusdem, al condenar en costas por no haber obtenido el actor todo lo

peticionado, ya que del mismo dispositivo de la recurrida se desprende que fue

declarada parcialmente con lugar la demanda, por lo que se evidencia que ninguna de

las partes resultó totalmente vencida, ni tampoco hubo vencimiento recíproco entre

ellas.

            Al respecto, es oportuno señalar el criterio sostenido por la doctrina de esta Sala

sobre lo que debe entenderse por vencimiento recíproco, que para mayor ilustración se

transcribe a continuación:

 
“El artículo 275 del vigente Código de Procedimiento Civil tiene como
singular supuesto de hecho determinativo de su ámbito de aplicación, el
caso de que se materialice –ocurra- el técnicamente denominado
‘vencimiento recíproco’ de los litigantes en un proceso, lo cual sólo se da
cuando en la sentencia se contengan ‘declaraciones de derecho adversas en
todo a ambas partes, como cuando es declarada con lugar la demanda e
igualmente con lugar la reconvención’ (Néstor Avila c/Carmen Peña,
sentencia de fecha 10 de agosto de 1999 con ponencia de Andrés O. Méndez
Carballo).”
 
 
 

            De lo anterior se desprende que la recurrida al declarar parcialmente con lugar la

demanda y posteriormente condenar en costas de conformidad con el artículo 275 del

Código de Procedimiento Civil, confundió lo que es vencimiento recíproco con una

falta de vencimiento total, razón por la que aplicó falsamente la norma en cuestión,

infringiendo el referido precepto legal por falsa aplicación.

 
            De igual forma, denuncian los formalizantes la falta de aplicación del artículo

285 del Código de Procedimiento Civil, cuyo tenor es el siguiente:

 
“Las costas de la ejecución de la sentencia serán de cargo del ejecutado. El
procedimiento de ejecución de estas costas no causará nuevas costas.
 
Serán igualmente a cargo del ejecutado las costas que produzca al ejecutante
cualesquiera medios de defensa promovidos por aquél en la ejecución y que
resulten desestimados por el Tribunal.”
 
 
 

            Tal norma establece la carga de las costas de la ejecución de la sentencia al

ejecutado, y en el presente caso, como se estableció anteriormente, al no haber

vencimiento recíproco ni vencimiento total, puesto que ambas partes se adeudan,

corresponden en consecuencia, las costas de la ejecución de la sentencia a ambas partes

ejecutadas, de conformidad con la norma up supra transcrita, regla legal ésta que

también resultó infringida por el juzgador de la recurrida, por falta de aplicación.

            En este sentido, las normas aplicables al caso bajo estudio son, por una parte el

artículo 274 del Código de Procedimiento Civil, por interpretación en contrario, al no

haber vencimiento total, y por la otra, el artículo 285 ejusdem, que regula la imposición

de las costas en la ejecución, todo lo cual se señalará en el dispositivo de la presente

decisión.

            En cuanto a la denuncia del artículo 172 del Código de Procedimiento Civil, la

Sala estima que el supuesto de hecho la norma denunciada no guarda relación con el

fundamento de la denuncia, por lo que forzoso es declarar su improcedencia y así se

resuelve.

            En cuanto a la denuncia sobre la experticia complementaria del fallo ordenada

por la recurrida a expensas de la parte demandada, observa la Sala que, tal y como lo

señala el formalizante, no existe un precepto legal que disponga que la experticia


complementaria sea evacuada a expensas de una sola de las partes; por lo que de

conformidad con lo antes expuesto y de una sana interpretación en contrario del artículo

274 ejusdem, así como del artículo 285 ejusdem, por cuanto no hay parte totalmente

vencida, lo procedente es la realización de la experticia complementaria del fallo a

expensas de ambas partes, ello por cuanto el objeto de la experticia son las cantidades

que ambas partes se adeudan para su posterior compensación.


 
 
 

            No obstante la anterior declaratoria y a los efectos prácticos en la fase ejecutiva,

se deja establecido que la parte demandada realice el pago total de la experticia, y la

parte cuyo pago corresponda al trabajador, se debitará de las cantidades adeudadas que

serán igualmente objeto de compensación, y así se resuelve.


 
 
 

            Asimismo, es de señalar que la declaratoria de falsa aplicación del artículo 275

del Código de Procedimiento Civil, hace innecesaria una decisión de reenvío, en virtud

de que el contenido del referido artículo falsamente aplicado se corresponde a la

condenatoria en costas.  En consecuencia, esta Sala de Casación Social, CASA SIN

REENVÍO la decisión recurrida de conformidad con lo dispuesto en el artículo 322 del

Código de Procedimiento Civil.

-III-

            Con fundamento en el ordinal 2° del artículo 313, en concordancia con lo

dispuesto en los ordinales 3° y 4° del artículo 317 y en el artículo 320 todos del Código

de Procedimiento Civil, los recurrentes denuncian la infracción por falta de aplicación

del artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo, en concordancia con el artículo 59 de


dicha Ley especial; así como la infracción del artículo 1.980 del Código Civil por falsa

aplicación.

            Como fundamento de su denuncia, los formalizantes exponen:

 
“A tales efectos, pedimos a esa Honorable Sala cambio de jurisprudencia
respecto a la aplicación del artículo 1.980 del Código Civil en los casos de
prescripción de la acción dirigida a obtener el reconocimiento de un
supuesto derecho a la jubilación. En efecto, no afirma la Ley que
las acciones laborales estén sujetas a un régimen de prescripción trienal,
decenal o vicenal. Si así fuera, la regla de prescripción laboral del artículo
61 de la Ley Orgánica del Trabajo sería inaplicable por el simple hecho de
quedar ‘escanciada’ de toda acción laboral que no reúna las condiciones o
atributos de irrenunciable, intangible, de orden público. La Ley no excusa a
ningún derecho laboral de la prescripción anual por reunir esas
características. Derechos más vitales e importantes que el de Jubilación,
como es el derecho al salario diario por la tarea o labor cumplida, el derecho
a las prestaciones de antigüedad, de preaviso o cualquier otro beneficio
nacido de una relación laboral están sujetos a la prescripción laboral, aunque
sean derechos adquiridos.
 
En tal sentido el artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo dice lo
siguiente: Todas las acciones provenientes de la relación de trabajo
prescribirán al cumplirse un (1) año contado desde la terminación de la
prestación de los servicios.
El supuesto normativo y el ámbito de aplicación de la norma laboral totaliza
los casos de cadencia del derecho de crédito laboral por prescripción;
excepto un caso, que no es el de autos, previsto en el artículo 62, cual es el
de las acciones indemnizatorias derivadas de enfermedades profesionales. El
adjetivo todas subrayado, deja ver claramente que la intención del
Legislador fue la de someter a prescripción todos los conceptos o beneficios
laborales y englobarlos bajo un único término de prescripción, sin hacer
distingos sobre la naturaleza o exigibilidad de los
proventos laborales reclamados.
 
Pudiera ser que el beneficio de jubilación sea un concepto distinto a las
prestaciones previstas en la Ley del Trabajo (lo cual, en rigor jurídico, es
cierto porque su origen es convencional y no legal); puede ser que la
jubilación acarree una obligación de tracto sucesivo o renta vitalicia similar
o igual en su naturaleza de prestación jurídica  a la que regula el artículo
1.980 del Código Civil (el cual prevé una prescripción trienal y no anual);
puede ser que la Jubilación sea en el fondo una prestación laboral ‘diferida’;
puede ser que la jubilación sea propiamente un ‘derecho condicional’ de los
que prevé el numeral 2° del artículo 1.965 del Código Civil, porque,
forzando la lógica, podría afirmarse que un trabajador tendría derecho a la
Jubilación que actúa cuando se dé la condición suspensiva; o al revés: que
se pierde cuando se dé la condición resolutoria, como por ejemplo la de
descartarla el trabajador al optar, de acuerdo a los términos del contrato, por
algo económicamente mejor, como el pago triple o cuádruple, de inmediato,
sin espera de plazos ni entregas a ‘cuentagotas’. La Jubilación puede ser
muchas otras cosas en el mundo de las calificaciones jurídicas. Pero
cualquiera que sean éstas, caen siempre, todas ellas, en la ‘ortopedia legal’
del artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo, que establece la prescripción
anual para todas las acciones laborales. Ello se debe al hecho de que sólo en
el mundo de la fantasía puede afirmarse que la Jubilación de un trabajador
no es un derecho laboral.
 
Si la Jubilación convencional fuese acaso un ‘prestación laboral
diferida’, la consecuencia que se deriva de ella no es la extensión o
incremento del lapso prescripcional anual, sino la imposibilidad de que
corra por estar pendiente una condición o plazo, cual es la vigencia de la
relación laboral. No corre la prescripción respecto a los créditos no
exigibles, según se colige de los ordinales 2° y/ o 4° del artículo 1.965 del
Código Civil.
 
Pudiera ser que de acuerdo a la doctrina de Thomas M. Cooley en su obra
Principios Generales de Derecho Constitucional e los Estado Unidos de
América, citado por Marienhoff, quien a su vez es citado por la
representación de los trabajadores, haya una diferencia entre expectativas de
derecho y derechos adquiridos. Esto, de hecho, es un principio inconcuso
del derecho civil continental europeo que tratan todos los civilistas del viejo
mundo, y que hacen suyo los escritos conspicuos que cultivan la ciencia
jurídica en el ámbito ibero -luso- americano. Es un principio en el que se
resuelve el tema de la irretroactividad de la Ley. Las expectativas de
derecho son intereses subjetivos en vías de consolidarse como derechos
adquiridos e ingresados en la esfera jurídica o en el patrimonio, si son
pecuniarios, de su titular; solo que les falta el cumplimiento del algún
elemento secundario que debe darse para que sea un derecho adquirido. La
doctrina italiana distingue incluso entre meras expectativas o de hecho, en
las que hay una simple posibilidad abstracta de adquisición de un derecho
(vgr., suceder mortis causa al progenitor) y expectativas de derecho, o spes
iuris en las que se tiene el derecho si se da una condición de hecho, como
por ejemplo la ganancia o utilidad para el  reparto  de  dividendos. Sin
embargo, nos  parece  que  la
distinción  doctrinaria  entre  expectativa  y  derecho  adquirido       -
fructífera para dilucidar otras cuestiones concernientes a la aplicación de la
Ley-, es totalmente estéril para discernir sin los derechos
adquiridos están exentos de prescripción. En efecto; insistimos en que el
salario y la prestación social de antigüedad son por Ley, expreso verbis, por
texto legal expreso del Parágrafo Quinto del artículo 108 de la Ley Orgánica
del Trabajo, derechos adquiridos, y sin embargo nadie puede negar que
están sujetos a prescripción.
 
Al examinar la pretensión de la demandante en forma real y objetiva,
necesariamente se llega a la conclusión de que la parte actora ha
determinado un supuesto beneficio laboral por ante los Jueces laborales, con
fundamento en una relación jurídica laboral e invocando un Contrato
Colectivo Laboral. Por tanto, todo esfuerzo intelectual que se haga para
desaplicar el artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo es un error jurídico,
un galimatías legal.
 
De lo anterior se deduce que lejos de aplicar equivocadamente el artículo 61
de la Ley Orgánica del Trabajo la recurrida lo aplicó correctamente para
declarar la prescripción y así perdimos que lo declare esa Sala de Casación
Social.
En el caso de autos no se ha demandado un trabajador pensionado o jubilado
cuyas pensiones periódicas se encuentren insolutas, no pagadas. Este sería el
derecho de crédito sobre pensiones periódicas de jubilación que configuraría
realmente el supuesto del caso decidido por la Sala de Casación Civil en la
sentencia del 27 de junio de 1991 (AJUTEL c/ C.A.N.T.V.), en el que sí se
aplicaría la prescripción trienal del artículo 1.380 del Código Civil de 10 de
Agosto de 1999, conociendo en materia laboral:
 
(Omissis)
 
C.A.N.T.V. viene sosteniendo a lo largo del juicio, y ahora lo reitera, que la
jubilación convencional no es un derecho adquirido. Para adquirirlo, la parte
demandante debía calificar en las condiciones o estipulaciones establecidas
por el Contrato Colectivo de Trabajo (Anexo ‘C’, Artículo 4°, numeral 3°),
siendo cierto que no califica en dichas estipulaciones. En la presente litis
está cuestionado y negado el derecho a la Jubilación opcional, electiva, y es
menester una declaración de certeza oficial, por el órgano jurisdiccional de
instancia , sobre la existencia de ese (negado) derecho, de naturaleza laboral,
sujeto a la prescripción anual que prevé la Ley de la materia, o sea, el tantas
veces nombrado articulo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo, cuya aplicación
es preferente por efecto del primer precepto del articulo 59 ejusdem que
impone la primicia de la Ley laboral sobre el Código Civil u otra normativa
del Derecho Común.  No puede pretender la parte actora
ejecutoria  de  las  pensiones periódicas insolutas que dice se  le adeudan de
plazo vencido, si carece de titulo ejecutivo -en el sentido que lo entiende el
artículo 1.930 del Código Civil- sobre el derecho a Jubilación, es decir,
sobre su pretendida y negada cualidad de Jubilado.
 
El artículo 1.930 del Código Civil establece que ‘los bienes, derechos y
acciones, sobre los cuales haya de llevarse a cabo la ejecución, no podrán
rematarse sino después que haya una sentencia ejecutoriada o un acto
equivalente, y que se haya determinado el crédito, cualquiera que sea su
naturaleza, en una cantidad de dinero...’. De manera que el carácter de
derecho adquirido que puede tener un pretendido derecho subjetivo, no le
exime de la declaratoria judicial que ha de darse sobre su existencia (an
debeatur), su cuantía (quantum debeatur) y su exigibilidad (quando
debeatur). Si no fuera así, la particularidad de ser adquirido, le daría al
derecho nada menos que el privilegio de quedar exento de pronunciamiento
judicial, caso de que el respectivo y supuesto obligado no lo reconozca. El
mismo Thomas M. Cooley en su obra Principios Generales de Derecho
Constitucional en los Estado Unidos de América, citado, nos arroja clara
luz  sobre esta cuestión jurídica al distinguir entre derechos y expectativas.
El derecho adquirido no es una expectativa de derecho, pero tampoco un
título  ejecutivo judicial ejecutoriable. Su condición de derecho ‘adquirido’
no significa otra cosa que sus efectos jurídicos se causan ex tunc  (desde
entonces), a partir del momento en que ingresa al patrimonio del acreedor y
es, por tanto, adquirido.
 
La intención del la parte demandante de orillar el tema de inexistencia de su
pretendido derecho a jubilación y concretarlo al pago de supuestas
pensiones insolutas, so pretexto de que su derecho es adquirido, resulta
similar a la de aquel que pretende el cobro de cánones de arrendamiento sin
tener título jurídico aceptado (o título ejecutivo imputado
jurisdiccionalmente) sobre su condición de arrendador. De allí que forzoso
es distinguir entre el derecho a ser jubilado, o sea, a tener la cualidad, el
título o carácter de Jubilado, y el derecho a exigir el cumplimiento de la
obligación de tracto sucesivo (pensiones mensuales) que se derivan
naturalmente de ese título y que de él dependen únicamente. La acción del
trabajador para pedir la declaratoria del primero de estos dos ‘derechos
subjetivos’, o sea el derecho a Jubilación, es una acción laboral porque
deriva directamente de la relación laboral y de las normas convencionales
(Contrato Colectivo) que la regulan, y por ende prescribe al año, contado a
partir de la terminación del contrato de trabajo. Si, por el contrario, el
trabajador goza de la cualidad de Jubilado, sea porque voluntariamente se la
reconoce el patrono, sea porque oficialmente la declara, con autoridad de
cosa juzgada, el Juez del Trabajo, las consiguientes pensiones tendrán su
causa en la cualidad de Jubilado, es decir, en un título jurídico extra-laboral.
Título jurídico es el origen o fundamento jurídico de un derecho u
obligación, y en sentido traslaticio se denomina también con esa palabra la
demostración auténtica, documentada, de ese derecho generativo del
derecho subjetivo o de la obligación. Pero en sentido primario, la doctrina lo
entiende como el concepto o la causa de uno u otra; es, en cierta forma,
sinónimo de cualidad, carácter.
 
Si un derecho es laboral y el otro es civil, sujeto a la prescripción trienal del
artículo 1.980 del Código Civil según la sentencia de casación de la Sala
Accidental, estamos entonces frente a una incompetencia material de esa
Sala de Casación Social para el conocimiento del presente recurso de
casación, ya que la competencia laboral que asigna a esa Sala el artículo
262 in fine de la Constitución de la República se determina por el carácter
laboral de las normas aplicables a la controversia. Así lo dispone el artículo
1° de la Ley Orgánica de Tribunales y Procedimientos del Trabajo.
 
Volviendo al fallo de AJUTEL vs C.A.N.T.V. denotamos que dicho fallo le
da un sentido o significación coincidente con el criterio del autor Rafael
Alfonso Guzmán, según se denota de las frases que nos hemos permitido
subrayar en la transcripción. En efecto, el precitado autor se refiere a la
prescripción de los derechos de tracto sucesivo del Jubilado, y jubilado es
-no quien carece del derecho a jubilación y pretende disfrutarla sólo porque
fue trabajador C.A.N.T.V.- sino aquel que ya disfruta de la jubilación y no
se le ha pagado una, algunas o todas las pensiones periódicas que le
corresponden. Particular importancia tiene esta distinción en el caso de
autos, en el que la jubilación invocada es optativa, electiva, selectiva, de
acuerdo a los términos del Contrato Colectivo. El trabajador, que califique
en ciertas condiciones especiales, debe escoger entre Jubilación y otros
beneficios laborales, pero no puede escoger ambos beneficio a la vez. A la
luz de la Contratación Colectiva C.A.N.T.V, jubilado es aquel que califica
en los requisitos convencionales del Anexo ‘C’ del Contrato Colectivo
C.A.N.T.V.
 
El artículo 59 de la Ley Orgánica del Trabajo, confiere APLICACIÓN
PREFERENTE a las disposiciones de la Ley Orgánica del Trabajo, respecto
a otras disposiciones legales (criterio de la Lex specialis). Dice al efecto
dicho artículo: ‘en caso de conflicto de leyes prevalecerán las del trabajo,
sustantivas o de procedimiento’’. Esta regla de hermeneútica (sic) jurídica,
universalmente reconocida como principio general del derecho
(confróntense por ejemplo el artículo 14 del Código Civil, proveniente del
Código Napoleónico) determina que debía aplicarse el caso de autos el
artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo. No era procedente aplicar el
artículo 1.980 del Código Civil, en lo que respecta a la extinción del derecho
a pedir la jubilación.
 
El artículo 1.987 del Código Civil reafirma la aplicabilidad de la regla
laboral para las acciones laborales en el asunto específico de las
prescripciones: ‘En las prescripciones no mencionadas en este Título, se
observan las reglas especiales que le conciernen, y a las generales sobre
la prescripción, en cuanto no sean contrarias a aquéllas’.
 
No se alcanza a entender cómo puede afirmarse que no haya disposición
expresa, cuando no cabe declararla de un modo más manifiesto, franco,
claro, rotundo y explícito que con el uso del adjetivo todas las acciones... El
abogado redactor de leyes sabe que el peor enemigo de la claridad sintáctica
y gramatical de un artículo, de una disposición legal, es el continuo
casuismo. Si el Legislador quisiere enumerar casuísticamente que todas las
acciones están sujetas a prescripción anual, no vemos por qué tenga que
pasar a enunciarlas en un inventario interminable. Para eso está la dicción
‘todas’, cuya semántica globaliza y encierra, sin excepciones.
 
Justamente por eso, el legislador tuvo que poner en artículo aparte, el
régimen prescripcional excepcional de las acciones laborales por
enfermedad o accidente profesional, en el artículo 62. Si hubiera querido
exceptuar otras acciones laborales (tales como la de Jubilación: de orden
público, irrenunciable; como el salario, la antigüedad, el preaviso, las horas
extras, utilidades o aguinaldos, vacaciones), nacidas en la Ley o en un
Contrato Colectivo, seguramente que hubiese incluido la excepción en la
Ley Orgánica del Trabajo o hubiese hecho la remisión al Derecho Común.
Hubiera habido una distinción. Pero la Ley no distingue. Y donde la Ley no
distingue no le es dado al intérprete, dice el sabio cuan viejo principio del
derecho romano.
 
La disposición expresa la hay y es el mencionado artículo 61. Pero es
necesario entender que las normas jurídicas son por naturaleza
indeterminadas (la necesaria indeterminación de las normas jurídicas
generales de que habla Kelsen). La Ley no puede incurrir en
el casuismo antes aludido. No puede existir una regla de prescripción que
comprenda en una enumeración interminable los beneficios laborales, y los
señale uno por uno; los beneficios legales así como los beneficios
convencionales que la invectiva de los patronos y de los sindicatos se les
ocurra crear como ventaja para sus trabajadores. Tal casuismo no existe y es
desaconsejado por la técnica legislativa.
 
Por otra parte, es de observar -según hemos dicho- que en el supuesto,
negado e hipotético caso de que el derecho a obtener la jubilación no tuviese
carácter laboral. Por ser de naturaleza diferente no laboral el título jurídico
de la misma, entonces no serían competentes por la materia los tribunales
laborales ni tampoco esa Sala Social para conocer del caso sub lite y juzgar
la legalidad de la sentencia recurrida, respectivamente. Serían competentes
los Jueces Civiles y la casación correspondería a la Sala de Casación Civil
del Tribunal Supremo de Justicia. Respetuosamente solicitamos
pronunciamiento expreso al respecto, caso de que la Sala considere que no
hubo violación, por falsa aplicación, del denunciado artículo 61 de la Ley
Orgánica del Trabajo.
 
Es a los órganos jurisdiccionales -y particularmente al Tribunal Supremo de
Justicia como Tribunal de derecho por autonomasia- a quienes corresponde
velar por ‘la estabilidad de los juicios, evitando o corrigiendo las faltas que
puedan anular cualquier acto procesal’. Esta función de ‘profilaxis
procesal’ es oficiosa en orden a la determinación de la competencia por la
materia, pues el artículo 60 del Código de Procedimiento Civil, aplicable, no
establece momento preclusivo alguno.
 
Las infracciones cometidas fueron determinantes del dispositivo de la
sentencia, ya que si se hubiera aplicado el artículo 61 de la Ley Orgánica del
Trabajo, la acción hubiese resultado improcedente.”
 
 
 

Para decidir la Sala observa:

            Alegan los formalizantes, que la recurrida le negó aplicación y vigencia al

artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo, por cuanto el juzgador consideró que no era

aplicable el lapso de prescripción anual, contenido en dicho precepto respecto de la

jubilación, que es un beneficio de naturaleza laboral, aun cuando dicha norma resulta

aplicable a todos los conceptos o beneficios laborales, estando consagrada la única

excepción en el artículo 62 eiusdem, a saber, las acciones indemnizatorias derivadas de

enfermedades profesionales.  Asimismo aducen los recurrentes que la sentencia


impugnada infringió el artículo 59 de la citada Ley especial, en virtud que no cumplió

con el deber impuesto en el mismo respecto de la primacía de la Ley Laboral sobre el

Código Civil u otra normativa del derecho común.

            Finalmente denuncian los formalizantes la falsa aplicación del artículo 1.980 del

Código Civil, por cuanto lo que se está reclamando es el reconocimiento de la jubilación

especial y no el pago de pensiones insolutas por parte de un trabajador cuya jubilación

ya fue reconocida, caso en el que si se configuraría el supuesto de hecho contemplado

en la norma que traería como consecuencia jurídica la aplicación del lapso de

prescripción trienal allí contenido.

            Para verificar lo delatado por los formalizantes se extrae de la recurrida lo

siguiente:

 
“En primer lugar, deberá esta alzada pronunciarse con relación a la
prescripción de la acción, por cuanto de ser procedente se haría innecesario
entrar al análisis del fondo de la controversia. En este aspecto, le es
aplicable la doctrina asentada por la Sala Social del Tribunal Supremo de
Justicia transcrita supra, al numeral 8° de los aspectos relevantes
sintetizados por la Sala de Casación Social, mediante la cual, resolvió en
forma definitiva la controversia al hacer un estudio pormenorizado del Acta
de terminación del vínculo laboral, suscrita por una gran mayoría de
trabajadores que finalizaron su relación laboral con la demandada, siendo
las fechas y los supuestos del contenido de dicha actas más o menos
coincidentes, lo que conllevó que la Sala analizara en abstracto una de
dichas actas que en este caso específico corre inserta a los folios 117 y 118,
concluyendo que el la Cláusula Primera las partes se limitan a manifestar
que están poniendo fin a la relación laboral por mutuo consentimiento. Que
en la segunda Cláusula, la empresa se compromete al pago triple de la
indemnización por antigüedad: ‘en lugar de su jubilación prevista en el
anexo C (plan de Jubilaciones) del Contrato de trabajo Vigente’, con lo cual
al trabajador le fue reconocido el derecho establecido en la convención
colectiva entre optar por una bonificación especial o en su defecto, la
jubilación prevista en el Plan de Jubilación de dicho contrato, mas las
indemnizaciones contenidas en la Cláusula 71, de allí que se considere
cumplido uno de los dos requisitos concurrentes como lo es haber sido
despedido por una causa no prevista en el artículo 102 de la ley Orgánica
del Trabajo. Y en último Lugar, la Cláusula Tercera que intenta simular una
transacción laboral, mal puede considerarse como tal al no contener una
relación circunstanciada de hechos motivantes y derechos en ella
comprendidos, no cumpliendo así con el contenido del Parágrafo Único del
artículo 3° de la Ley Orgánica del Trabajo, de allí que, el Tribunal Supremo
de Justicia, Sala Social, determine que estamos en presencia de ‘un acto
voluntario que produce efectos jurídicos’ que depende de la manifestación
de la voluntad, sometida en consecuencia a las reglas generales del derecho
común. Por lo tanto lo que se está por verificar, es si el acto mediante el cual
el actor elige como opción el pago triple de la indemnización de antigüedad,
se encuentra o no viciado por error, violencia o dolo. La Sala se situó en el
momento en que se produjeron los hechos, para concluir que los
trabajadores fueron inducidos a error, por cuanto en ese momento la banca
ofrecía atractivos intereses para la inversión de capital y la situación social,
económica e inflacionaria, era bastante estable, lo cual era mucho más
atractivo que el disfrute de una pensión mensual equivalente a un porcentaje
de su salario que incluso resultaría menor a la que él recibía por la labor
prestada, de allí que se considere un error excusable, la falsa representación
de los hechos que conllevó a los trabajadores a suscribir dicha acta y por
consiguiente incurrió en un falso conocimiento de la realidad sic: ‘...que les
sustrajo la clarividencia en el querer y que vició de nulidad su acto de
escoger..’. Todo ello conlleva la Sala a considerar que el trabajador incurrió
en el error excusable que vició su voluntad y por lo tanto afecta y anula tal
acto de escoger, de allí que bajo ese supuesto, el lapso de prescripción para
el ejercicio de la acción es el previsto en el artículo 1.980 del Código Civil,
de tres años contados a partir de la fecha de la ruptura del vínculo y así se
dejó establecido...’. Aplicando esta sentencia al caso sub iudice tenemos que
el actor manifiesta y la demandada acepta que la relación entre ambas partes
finalizó el 10 de septiembre de 1993; la demanda fue admitida el 09 de
mayo de 1995; la citación se perfeccionó el 27 de febrero de 1996, por ende
aun no se habían cumplidos los tres años a los cuales hace mención la
sentencia del 09 de agosto de 2000 proferida por el Magistrado Suplente Dr.
Rafael Arístides Renginfo Camacaro en el numeral 8° que consta al folio
617 del expediente, motivo por el cual la presente acción no esta prescripta
(sic) y así se decide.”
 
 
 

            Como lo alegan los formalizantes la recurrida consideró que el lapso de

prescripción aplicable a la acción intentada para reclamar el otorgamiento de la

jubilación especial era el contenido en el artículo 1.980 del Código Civil, a saber tres (3)

años, en razón a que el demandante manifestó que su voluntad al momento de escoger

entre ésta o una bonificación especial estuvo viciada y en virtud de pagarse la jubilación

por períodos menores al año.

            Cabe señalar que en diferentes decisiones dictadas por esta Sala de Casación

Social, al tocarse el tema de la prescripción de las acciones derivadas de la relación de


trabajo, se ha dejado claro que, todas las acciones derivadas de la relación de trabajo

prescriben en el lapso de un (1) año computado a partir de la extinción del vínculo de

trabajo, de conformidad con lo establecido en el artículo 61 de la Ley Orgánica del

Trabajo, con excepción de la acción de indemnización por accidente de trabajo o

enfermedad profesional, cuyo lapso de prescripción es de dos (2) años (artículo

62 eiusdem); sin embargo, en cuanto al lapso de prescripción para demandar el

reconocimiento de la jubilación, se ha precisado que, disuelto el vínculo de trabajo si el

trabajador manifiesta que su voluntad al momento de escoger entre las opciones en que

se presenta el beneficio de la Jubilación Especial estuvo viciada, la acción para reclamar

su reconocimiento, al pagarse ésta por períodos menores al año, se rige por el artículo

1.980 del Código Civil.

            Asimismo, en sentencia de fecha 29 de mayo del año 2000, la Sala de Casación

Social Accidental expresó:

 
“Disuelto el vínculo de trabajo en virtud de haber adquirido y habérsele
reconocido al trabajador su derecho a la jubilación, ya entre las partes,
jubilado y ex patrono, media un vínculo de naturaleza no laboral, que se
califica en consecuencia como civil, lo que hace aplicable el artículo 1980
del Código Civil, que señala que prescribe a los tres (3) años todo cuanto
debe pagarse por años o por plazos periódicos más cortos, y así lo entiende
y decide esta Sala de Casación Social.”

            Expuestas las anteriores consideraciones debe concluir esta Sala que no hubo

infracción de las normas delatadas, en razón de que el demandante se encuentra en la

situación descrita, a saber, quedó disuelto el vínculo de trabajo y optando por la

jubilación especial, manifestó que su voluntad al escoger estuvo viciada y es por ello

que la acción para reclamar el reconocimiento de tal beneficio, al pagarse éste por

períodos menores al año, se rige, como lo expresó la recurrida, por el artículo 1.980 del

Código Civil, no resultando aplicable al caso el artículo 61 de la Ley Orgánica del

Trabajo.

 
            En virtud de las razones expuestas, se declara la improcedencia de la presente

delación y así se decide.

DECISIÓN

            En mérito de las anteriores consideraciones este Tribunal Supremo de Justicia,

en Sala de Casación Social Accidental, administrando justicia en nombre de la

República y por autoridad de la Ley declara: 1º) IMPROCEDENTE el recurso de

nulidad interpuesto por la representación judicial de la COMPAÑÍA ANÓNIMA

NACIONAL TELÉFONOS DE VENEZUELA, (C.A.N.T.V.) C.A., contra la

decisión dictada en fecha 28 de junio del año 2001 por el Juzgado Superior Segundo del

Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas.  Se condena

en costas al recurrente, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 101 de la Ley

Orgánica de la Corte Suprema de Justicia. 2º) CON LUGAR el recurso de casación

anunciado por la representación judicial de la COMPAÑÍA ANÓNIMA NACIONAL

TELÉFONOS DE VENEZUELA, (C.A.N.T.V.) C.A., contra la mencionada

decisión.  En consecuencia, se CASA SIN REENVÍO la decisión antes señalada y se

ANULA parcialmente el fallo recurrido sólo con relación a la experticia

complementaria del fallo y a las costas del proceso, todo de conformidad con el artículo

322 del Código de Procedimiento Civil.  En cuanto a la Ejecución Complementaria del

fallo y las costas de su ejecución, se ordena la realización a expensas de ambas partes,

tal como se señaló en el capítulo II de la narrativa de la presente decisión, de

conformidad con lo establecido en el artículo 285 del Código de Procedimiento Civil.

            No hay condenatoria en costas del proceso, en virtud de no haber vencimiento

total, de conformidad con el artículo 274 del Código de Procedimiento Civil.

 
            Publíquese y regístrese.  Remítase el expediente al Juzgado Segundo de Primera

Instancia del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas,

de conformidad con lo establecido en el artículo 326 del Código de Procedimiento Civil.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de  Casación Social

(accidental) del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los   siete  (07) días del mes

de marzo de dos mil dos. Años: 191° de la Independencia y 143° de la Federación.

 
El Presidente- Ponente,
SALA DE CASACIÓN SOCIAL
 

05-
132
0
 

Ponencia del Magistrado LUIS EDUARDO FRANCESCHI GUTIÉRREZ

En el juicio que por cobro de prestaciones sociales y otros conceptos derivados de


la relación de trabajo tiene instaurado la ciudadana MARJORY DEL VALLE ARA GARCÍA, y por
cobro de diferencia de prestaciones sociales los ciudadanos JESÚS ENRIQUE SULBARÁN
GARCÍA y MANUEL JOSÉ RODRÍGUEZ BRITO, representados judicialmente por los abogados
Aníbal Brito Hernández y Raquel Silva de Camejo, contra la sociedad mercantil EXPRESOS
MÉRIDA C.A., representada judicialmente por los abogados Jhonny Claret Duque Paz, Alexis
Cáceres Paz, Mariela Pacuas Gómez y Isabel Llánes Quintero; el Juzgado Segundo de Primera
Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución del Trabajo de la Circunscripción Judicial del
Estado Anzoátegui, en fecha 13 de octubre de 2005, declaró la presunción de admisión de los
hechos, por efecto de la incomparecencia de la demandada a la prolongación de la audiencia
preliminar por considerar que la persona que asistió a dicho acto, no posee la cualidad para
representar a dicha empresa en juicio, decisión que confirmó el Juzgado Primero Superior del
Trabajo de esa misma Circunscripción Judicial, mediante sentencia publicada el 27 de abril de
2006.
 

Contra la decisión de Alzada, en fecha 04 de mayo de 2006, la representación


judicial de la parte accionada interpuso recurso de control de la legalidad, por lo que el
expediente fue remitido a esta Sala de Casación Social.

El 1° de junio de 2006, se dio cuenta en Sala y se designó ponente al Magistrado


Luis Eduardo Franceschi Gutiérrez, quien con tal carácter suscribe el presente fallo.

En sentencia Nº 455, publicada en fecha 15 de marzo de 2007, se admitió el


presente recurso, fijándose la audiencia oral, pública y contradictoria por auto de esta Sala,
para el día martes 12 de junio de 2007, a la una de la tarde (1:00 p.m.).

Celebrada ésta y profiriéndose el dispositivo del fallo en forma oral e inmediata,


pasa en esta oportunidad la Sala a reproducir in extenso  y publicar la sentencia en los términos
siguientes:
 

ÚNICO
 

Como fundamento de la petición de anulación, la parte solicitante señala que la


recurrida viola normas de orden público, como son el derecho a la defensa, así como el debido
proceso que deben garantizar los jueces a las partes y que la mencionada decisión contraría la
reiterada jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia.

Para sustentar ello alega que:

 
Se evidencia de las actas procesales que mi representada asistió a la prolongación
de la audiencia por medio de un representante de la misma el cual fue nombrado
según lo establecen los estatutos sociales (sic) el articulo (sic) 138 del Código de
Procedimiento Civil, y el articulo (sic) 46 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo,
señalan que en el caso de Personas Jurídicas (sic), estas (sic) estarán en juicio por
medio de sus representantes legales o de aquel o aquellos señalados
expresamente por sus estatutos sociales o contratos, (…) es así como fue
nombrado el ciudadano JAIRO ESCALANTE; Gerente de la oficina del Terminal de
pasajeros de la ciudad de Puerto La Cruz, de conformidad con lo establecido en el
articulo (sic) 35 de los Estatutos Sociales, para encargarse de la administración de
esa oficina la cual es una sucursal de la empresa, así como también para que
represente a la misma ante cualquier órgano (…) así ha quedado reiterado por
decisiones de la sala (sic) de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia que
ser el Gerente encargado de una ofician (sic) sucursal representa a la empresa por
ser empleado de dirección.

Finalmente expone:
 
La decisión que hoy se recurre por Control de Legalidad declara sin lugar la

apelación interpuesta pues señala que la empresa no logro (sic) demostrar que

este ciudadano había sido electo por asamblea de socios como gerente

administrador de la empresa y que de serlo se debió consignar los estatutos

sociales de la ofician (sic) de Expresos Mérida en la ciudad de Puerto La Cruz, sin

analizar lo establecido en articulo (sic) 35 de los Estatutos Sociales, pues el cargo

que tenia (sic) el ciudadano JAIRO ESCALANTE, era de nombramiento directo de  la

Junta Directiva, y los Estatutos Sociales de la empresa son uno solo pues en cada

ciudad lo que hay es una sucursal de la empresa no una empresa aparte.

 
Ahora bien, luego de haber sido analizadas tales denuncias, pasa la Sala a
formular algunas consideraciones de orden legal, doctrinario y jurisprudencial, que son
convenientes tomar en cuenta para la resolución de la presente controversia, teniendo
por norte la aplicación de postulados fundamentales contenidos en nuestra ley adjetiva
laboral y principios consagrados en la legislación procesal.
 
En primer lugar, debe forzosamente indicarse que en atención a lo
establecido en los artículos 213 y 214 del Código de Procedimiento Civil, aplicados por
remisión del artículo 11 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, quien pretenda
invocar la nulidad de algún acto procedimental, está compelido a hacerlo en la primera
oportunidad en que se haga presente en autos, y si de alguna forma consiente en la
realización de la actuación presuntamente nula, no tiene legitimación procesal para
impugnar la validez del mismo.
 
En el caso sub iudice, debe tomarse en cuenta que en la prolongación de la
audiencia verificada el 20 de junio de 2005 (folios 28 al 30 de la 1ª pieza), quien
compareció por la empresa demandada, el ciudadano Pedro Gregorio Díaz Castellar
consignó documental privada donde consta su nombramiento como Gerente, para
representar a la empresa en la oficina de Puerto La Cruz, ubicada en el Terminal de
Pasajeros de esa ciudad, suscrita esa instrumental por quienes dicen ser el Presidente y
el Gerente Administrativo, sin que la parte accionante de manera alguna cuestionara u
objetara dicha representación.
 
Siendo que en la siguiente prolongación de la audiencia verificada el 12 de
julio de 2005 (folios 31 al 34 de la 1ª pieza), quien en esa oportunidad representó a la
empresa demandada consignó igualmente documental privada (en términos similares a
la anterior) donde consta el nombramiento del ciudadano Jairo Manuel Escalante como
Gerente Administrativo, suscrita por las mismas personas y quienes aparecen con el
mismo carácter de la documental a que se hizo referencia en el párrafo anterior.
 
La más calificada doctrina de nuestro país, está conteste en que la
convalidación tácita se verifica cuando la parte contra quien obra la falta no pide la
nulidad en la primera oportunidad en que se haga presente en autos, y debe ser así,
porque es contrario al principio de protección procesal que el eventual afectado retenga
la alternativa de aceptar o rechazar los efectos de un acto procesal en particular, y dejar
a su arbitrio la denuncia de su validez, teniendo muy claro que la convalidación no
depende de la voluntad o intención de la parte, sino de su actuación en el proceso.
 
A este mismo respecto es oportuno citar decisión Nº 63 del 22 de marzo del
2000 de la Sala de Casación Social, con ponencia del Magistrado Omar Alfredo Mora
Díaz, que dejó establecido:
 
Ahora bien, el artículo 213 del Código de Procedimiento Civil, establece: ‘Las
nulidades que sólo pueden declararse a instancia de parte, quedarán subsanadas
si la parte contra quien obre la falta no pidiere la nulidad en la primera
oportunidad en que se haga presente en autos’, sobre este punto el tratadista
venezolano Arístides Rengel Romberg señala ‘... si las nulidades de los actos de
procedimiento no son reclamadas a medida que se van produciendo en el juicio,
sino que, por el contrario, el perjudicado por tales actos guarda silencio y ejecuta
otros en virtud y como consecuencia del que pudo haber argüido de nulidad,
lógico es ver en tales actos posteriores de la parte, la más elocuente renuncia de
atacar el acto nulo y, en consecuencia una convalidación tácita del mismo...’, la
anterior opinión pone de manifiesto la obligatoriedad que tiene la parte de atacar
cualquier acto del proceso que considere lesivo, en la primera oportunidad que se
le presente, para luego, de no ser subsanado, poder impugnarlo ante la instancia
superior correspondiente. Al respecto, el doctrinario Eduardo J. Couture, en su
obra ‘Fundamentos del Derecho Procesal Civil’, advierte: ‘...  El litigante es libre de
impugnar el acto o acatarlo. Si lo acata es porque no lo considera lesivo para sus
intereses. Y como el interés es la medida del recurso, el juez no puede sustituirse
en un acto que incumbe sólo a la parte y no a él...’.

En sintonía con lo antes expuesto, esta Sala en decisión Nº 321 de fecha 29 de


noviembre de 2001 dejó establecido:
 

(…) la Sala hace referencia a lo establecido por los tratadistas patrios entre los
cuales encontramos a Ricardo Henríquez La Roche, quien en su obra ‘Código de
Procedimiento Civil’, Tomo I, Caracas, 1995, p. 457 establece:

‘Esta doctrina aporta ductibilidad al proceso y es garantía de lealtad, pues,


si bien es cierto que el representado tiene la opción de apropiarse de los
resultados procesales si le son favorables o desecharlos si le son
adversos, no es menos cierto que la contraparte tiene la carga de
denunciar, en la primera oportunidad, o cuando así lo indique la ley (3º
cuestión previa), la ineficacia o insuficiencia del poder. Es también una
carga procesal, o al menos un interés, para la contraparte, desembarazar
el proceso de causales de nulidad por indefensión que se prolonguen
indefinidamente por falta de una convalidación tácita, si el derecho de
defensa ha quedado conculcado y el indefenso no lo denuncia, la
contraparte debe asumir los riesgos de esta irregularidad procesal; el
origen del perjuicio ciertamente sufrido deja de ser la indefensión y queda
sustituido por una razón subjetiva: la omisión del litigante’.

Así mismo, Arístides Rengel Romberg en el ‘Tratado de Derecho Procesal Civil


Venezolano’; Caracas, 1992, p. 54, indica: ‘La jurisprudencia relativa al Código de
1916 había venido admitiendo con muy buen sentido, que aunque la
representación del apoderado adolezca de legitimidad, si no es rechazada
oportunamente, queda convalidada por la presencia de la contraparte en las
actuaciones posteriores del proceso y el juicio firme y válido’.

Por su parte la jurisprudencia patria ha establecido:

‘Existe como uno de los pilares del derecho procesal, el principio según el cual <las
partes pueden reconocerse como tales en el proceso>. Este principio opera no
sólo expresamente, sino implícitamente, cuando ante un determinado vicio
formal, se hace silencio en torno a él y se acepta al representante como tal, sin
más (cfr. CSJ, Sent. 5-5-88). Otro fallo señala que <los actos realizados sin poder o
con uno que adolezca de vicios, pueden, como regla general, ser ratificados> (cfr.
CSJ; Sent 7-10-93).

De la doctrina y jurisprudencia transcrita se infiere la impretermitible obligación


de los litigantes de manifestar en la primera oportunidad procesal en que puedan
hacerlo, la irregularidad procesal que se materializa mediante la posible actuación
confusa que de manera indistinta realizan tanto él o los apoderados primarios con
él o los nuevos representantes, so pena en caso de hacerlo, de incurrir en la
convalidación de las mismas. (Resaltados del original).

Así pues, de conformidad con los razonamientos jurídicos hechos


precedentemente, y subsumiendo la situación bajo examen, el representante del actor no
indicó su contrariedad cuando el ciudadano Pedro Díaz, adjudicándose el carácter de Gerente
se presentó a la prolongación de la audiencia preliminar con una documental que le confería
tal carácter, y fue en la próxima prolongación de la audiencia cuando ante la presentación de
otra documental privada por el ciudadano Jairo Manuel Escalante Díaz, pretende hacer valer
su disconformidad con tal actuación, por lo que debe estimarse que convalidó el presunto vicio
de falta de representación que ahora denuncia. Debe acotarse también que este último
representante patronal, es quien obra a nombre de la empresa en la otra prolongación de la
audiencia preliminar en fecha 15 de julio de 2005 (folios 35 al 37 de la 1ª pieza), y es quien
presenta el escrito de contestación de demanda en fecha 22 de julio de 2005.
 

De otra parte, y como complemento argumental tendente a motivar la presente


decisión, y relacionado con la intención patronal de apersonarse en la celebración de la
prolongación de la audiencia preliminar, a través de uno de sus representantes legales, y
ejercer su derecho a la defensa, debe señalarse el principio in dubio pro defensa ampliamente
desarrollado por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en decisión Nº 2973
del 10 de octubre de 2005, que citó la sentencia Nº 1385 de fecha 21 de noviembre de 2000,
estableciendo que:

 
Al respecto, se estima pertinente citar la sentencia Nº 1385 del 21 de
noviembre de 2000, en la cual se estableció lo siguiente:
 

(…) Para decidir esta Sala tiene previamente que determinar el alcance que
debe tener el derecho de defensa con relación al demandado, el cual lo
establece como interpretación vinculante:

 
1. Siendo la defensa un derecho inviolable en todo estado del proceso, tal
como lo reconoce el artículo 49 de la vigente Constitución, dentro de los
elementos del debido proceso (…), considera esta Sala que la manifestación
inequívoca por parte del demandado de hacer uso de su derecho a
contestar la demanda, debe siempre ser interpretado a su favor, ante
cualquier ambigüedad y oscuridad de la ley.

Resulta un absurdo jurídico que la ficción impere sobre la realidad, y que en


situaciones ambiguas u oscuras, se prefiera considerar que el demandado
no contestó la demanda, dejándolo sin la defensa de la recepción de sus
alegatos, antes que reconocerle la utilización efectiva de su derecho.

En fin, la Sala interpreta que en casos de duda, las normas deben


interpretarse a favor de la parte que de manera expresa e inequívoca hace
uso de sus medios de defensa. Es esta clase de interpretación la que
garantiza la realización de la justicia, que como fin del proceso establece el
artículo 257 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

(Omissis)

No solo en aras de salvaguardar el derecho de defensa de las partes, en

este caso del demandado, sino del mantenimiento de la transparencia y la

responsabilidad en la administración de justicia (artículo 26 de la vigente

Constitución), la interpretación de las normas debe contener la regla in

dubio pro defensa.

Como se puede apreciar del anterior extracto, esta Sala Constitucional ha sido

muy rigurosa en cuanto a la protección del derecho a la defensa, especialmente

cuando está en juego la principal oportunidad que tienen las partes para hacer

ejercicio efectivo del mismo (…).

(Omissis)

 
Con respecto a la mencionada regla in dubio pro defensa, y al reconocimiento

efectivo del derecho a la defensa, esta Sala Constitucional recientemente en

sentencia N° 3189 del 15-12-04, señaló:

‘…no debe entenderse que el formalismo se encuentra desterrado del

proceso, ya que las formalidades esenciales son garantías del derecho a la

defensa; y en situaciones como la presente, resulta contrario a la regla in

dubio pro defensa que, en situaciones ambiguas u oscuras, se prefiera

considerar que el demandado no promovió las pruebas tempestivamente

-conforme a la sentencia ya señalada-, dejándolo sin la defensa de sus

probanzas a la parte apelante, antes que reconocerle la utilización efectiva

de su derecho…’.

En el caso sub iudice, y al personalizarse en nombre de la empresa accionada un


representante de la misma, invocando su condición de Gerente (artículo 51 de la Ley
Orgánica del Trabajo), quien comparece en la próxima prolongación de la audiencia preliminar
y quien presenta el escrito de contestación de demanda, debe entenderse, en
aplicación mutatis mutandi del criterio ut supra transcrito, que la parte demandada tuvo en
todo momento la intención y la diligencia de ejercer su defensa, por lo que resulta contrario al
principio antes enunciado declarar la admisión de los hechos.

 
En consecuencia, se declara con lugar el presente recurso de control de la
legalidad y se repone la causa al estado de fijarse nueva oportunidad para la celebración
de la prolongación de la audiencia preliminar, a fin de procurar un avenimiento entre las
partes, sin necesidad de notificación alguna de las mismas.
 
DECISIÓN
 
En mérito de las precedentes consideraciones, este Tribunal Supremo de
Justicia, en Sala de Casación Social, administrando justicia en nombre de la
República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la ley, declara: CON
LUGAR el recurso de control de la legalidad propuesto por la representación judicial de
la parte accionada, y en consecuencia, ANULA el fallo dictado en fecha 27 de abril del
año 2006 por el Juzgado Primero Superior del Trabajo de la Circunscripción Judicial del
Estado Anzoátegui. En consecuencia, se REPONE la causa al estado de que se fije
nueva oportunidad para la celebración de la prolongación de la audiencia preliminar, sin
que sea necesaria la notificación previa de las partes.
 

No firma la presente decisión el Magistrado Juan Rafael Perdomo por no haber


asistido a la audiencia por motivos justificados.
 

Publíquese, regístrese y remítase el expediente a la Unidad de Recepción y


Distribución de Documentos de la Circunscripción Judicial identificada ut supra. Particípese de
esta remisión al Juzgado Superior de origen antes mencionado, todo de conformidad con el
artículo 176 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo.
 

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Social,
del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los diecinueve (19) días del mes   de junio de
dos mil siete. Años: 197º de la Independencia y 148º de la Federación.
 

El Presidente de la Sala,

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