Sentencia
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Son todas las personas naturales y jurídicas, así como todos los órganos estadales que
intervienen en el proceso penal, cualquiera sea su rol o grado de participación.
Sujetos de dicha relación pueden ser clasificados en:
a. fundamentales.
b. Connaturales.
c. Eventuales.
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de
Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los seis (06) días
del mes de febrero de dos mil uno. Años: 190° de la Independencia y 141° de la
Federación.
El Presidente de la Sala,
_____________________________
OMAR ALFREDO MORA DÍAZ
El Vicepresidente y Ponente,
___________________________
JUAN RAFAEL PERDOMO
Conjuez,
______________________________
CÉSAR BUSTAMANTE PULIDO
La Secretaria,
_________________________
BIRMA I. TREJO DE ROMERO
Exp. N° 00-094
En el juicio que por cobro de prestaciones sociales y otros conceptos sigue el ciudadano
M.Á.R., representado judicialmente por los abogados J.A.C.P. y L.V.R.S. contra la sociedad
mercantil D.S.D. COMPAÑÍA GENERAL DE INDUSTRIAS, C.A. (D.S.D.-C.G.I.,C.A.),
representada judicialmente por los abogados O.A.M.H., E.M.M., O.D.M., O.A.M.M., R.J.D.C.,
J.P.B., C.J.S.S., Ricardo Henríquez La Roche, María S. Rodríguez, M.E.M. y D.A.; el Juzgado
Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo y de Menores del Segundo
Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, dictó sentencia definitiva en fecha
05 de octubre del año 2000, mediante la cual declaró parcialmente con lugar la apelación
interpuesta por la demandada, revocando así el fallo apelado que declaró con lugar la
demanda. En consecuencia, ordenó reponer la causa al estado en que se encontraba el día
10 de marzo de 1.997, fecha fijada para la contestación de la demanda y en virtud de que el
demandado no procedió a hacerlo, no ha lugar a la incidencia de cuestiones previas,
quedando la causa abierta a pruebas desde el día de despacho siguiente a aquel en que se
dicte el auto que ordene ejecutar la decisión.
Contra el fallo anterior anunció recurso de casación tanto la parte demandada como la
actora, los cuales una vez admitidos fueron oportunamente formalizados. Hubo
impugnación de ambas partes y réplica del demandado. Es de señalar, que además de
anunciar recurso de casación contra la sentencia definitiva de fecha 05 de octubre del año
2000, el demandado recurrió contra la sentencia interlocutoria de fecha 06 de octubre del
1997 y el demandante contra la sentencia interlocutoria de fecha 03 de noviembre de
1.998.
Concluida la sustanciación del presente recurso de casación y cumplidas como han sido las
formalidades legales, pasa esta Sala de Casación Social a dictar sentencia, bajo la ponencia
del Magistrado que con tal carácter la suscribe, previa las siguientes consideraciones:
PUNTO PREVIO
Observa la Sala que en el presente caso anunciaron recurso de casación ambas partes, no
sólo contra la decisión definitiva de fecha 5 de octubre del año 2000 dictada por el Juzgado
Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo y de Menores del Segundo
Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, sino contra las decisiones
interlocutorias, una de fecha 6 de octubre de 1.997 emanada del mismo Tribunal Superior y
otra de fecha 3 de noviembre de 1.998 dictada por el Juzgado Superior Primero en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito, del Trabajo, de Menores y de lo Contencioso Administrativo del
Segundo Circuito de la misma Circunscripción Judicial.
En virtud de ello, y siendo que la parte demandada formalizó primeramente su recurso de
casación y fue ésta la que recurrió, además de la sentencia definitiva, contra la interlocutoria
de fecha 06 de octubre de 1.997, pasará esta Sala a emitir su pronunciamiento con respecto
a dicho medio de impugnación y posteriormente de no ser procedente, conocerá el recurso
de casación anunciado por la parte actora contra la sentencia interlocutoria de fecha 3 de
noviembre de 1.998, el cual, de no proceder, se conocerá el medio extraordinario de
impugnación anunciado contra la decisión definitiva. Así se establece.
A los fines de una mejor inteligencia sobre las presentes denuncias, nos permitimos, siguiendo la
doctrina de la Sala de Casación Civil, de fecha 14 de junio de 2000, dictada con ocasión del juicio
seguido por Talleres V.C. C.A. contra Inmobiliaria C.O., C.A., en el expediente N° 99-419,
Sentencia N° 201, con ponencia del Magistrado Dr. C.O.V., extraída de la conocida obra
‘Jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia’, autor P.T., Oscar, tomo 6, junio 2000, Págs.
555-557, donde se asienta en que consiste el ‘derecho de defensa’, y sobre el mismo expresa:
‘El derecho de defensa es un privilegio que corresponde a todas las partes que intervengan en el
proceso, por lo que su campo de vigencia abarca no sólo el juicio principal, la relación procesal de
fondo, sino a todas las incidencias que puedan surgir en el juicio, cuya sustancia y decisión exigen
la aplicación de los principios de igualdad y equilibrio, que aseguren el derecho a la defensa...’.
Tal decisión, para establecer en que consiste la indefensión, invoca una decisión de la misma Sala
de Casación Civil del 5-5-79, P.T., mayo 1979, Pág. 55. Tomado del Libro de L.M.A.M. y Efectos
del Recurso de Forma en la Casación Civil Venezolana. Pag. 104, donde se expresa que:
‘...la indefensión ocurre en el juicio, cuando el juez priva o limita a alguna de las partes el libre
ejercicio de los medios y recursos que la Ley le pone a su alcance para hacer valer sus derechos...’.
Así, en la decisión interlocutoria del 6 de octubre de 1997, contra la cual se recurre, dejó
establecido que en el otorgamiento del poder con el cual veían actuando los abogados de mi
representada, Dres. O.A.M.M., E.M.M., O.D.M.M. y O.M. M, ‘...en modo alguno se cumplió con lo
previsto en el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, pues no se señaló que fue exhibida el
acta de la Junta Directiva de D.S.D. Compañía General de Industrias Compañía Anónima, en fecha
10 de enero de 1997...’ (sic) folio 653, 3ª pieza del expediente. A esta conclusión llega la recurrida,
después del análisis del referido instrumento de poder a los folios del 370 al 372, siendo observado
por dicho Juzgador, que aún a pesar cuando transcribe la solicitud del otorgante, H.A., donde a la
parte final del referido instrumento expresa, ’Pido al ciudadano Notario Público que disponga
autenticar la presente declaración la cual hago hoy (...) y que en la nota de autenticación
correspondiente deje constancia de haber tenido a la vista (...) así como el acta levantada con
motivo de la reunión de JUNTA DIRECTIVA llevada a efecto el 10 de enero de 1997, en donde se
me autorizó para este otorgamiento con indicación de sus fechas, origen y procedencia y demás
datos que concurran a su identificación, todo ello de conformidad con el artículo 155 del Código
de Procedimiento Civil...’ (sic) (folio 652). Asimismo tal alzada observa que: ‘...Sin embargo, la
Notaría Pública, que presenció el otorgamiento en la nota respectiva dejó constancia solamente de
haber tenido a la vista ‘...inscripción de D.S.D. Compañía General de Industrias C.A., inscrita por
ante el Registro Mercantil...’ (sic) (folio 653).
Tal sentencia, sobre la base de ésta observación y tomando en cuenta una decisión de éste mismo
Tribunal cuando era denominado Corte Suprema de Justicia, la cual interpreta erróneamente, llegó
a la conclusión antes referida, de no cumplimiento con lo dispuesto en el artículo 155 del Código
de Procedimiento Civil, en cuanto al acta de Junta Directiva de la demandada que legitima al
otorgante (H.A.), de fecha 10 de enero de 1997, por lo que sin más ni más ‘...declara la NULIDAD
E INEXISTENCIA del poder otorgado por el ciudadano H.A., en representación de D.S.D.
COMPAÑÍA GENERAL DE INDUSTRIAS COMPAÑÍA ANÓNIMA a O.A.M.H., E.M.M., O.D.M.M.
y O.A.M.M., otorgado por ante la Notaría Pública Segunda de Puerto Ordaz el 04 de febrero de
1997...’ (sic) (folio 659).
Por virtud de la declaratoria de nulidad e inexistencia del poder, la misma decisión deduce diversas
consecuencias expresadas textualmente así:
PRIMERA CONSECUENCIA: ‘...al haberse decretado la nulidad del poder otorgado por H.A. a los
abogados (...), quienes actuaron en representación de la compañía demandada, debe declararse que
no interpuso el escrito de cuestiones previas y así se declara...’ (sic) (folio 659) y asimismo declara:
‘...El efecto de la declaratoria de nulidad del escrito contentivo de las cuestiones previas
promovidas por abogados que no acreditaron su representación legal, es el dar por no contestada
la demanda dentro de los plazos establecidos en el Código de Procedimiento Civil y la nulidad de
las demás actuaciones de los apoderados de la demandada en el proceso, teniendo tales como
inexistentes, por el efecto de la nulidad en cascada propias del Derecho Procesal y así se declara...
(sic) (folio 660)
SEGUNDA CONSECUENCIA: ‘...3.- Que las cuestiones previas opuestas por el demandado, de
conformidad con lo establecido en esta sentencia han sido declaradas nulas, en consecuencia
carecen de validez como no existente, teniendo como efecto nulo todo el proceso...’ (sic) (folio 662).
Este aserto que antecede tiene como fundamento que en el nuevo Código de Procedimiento Civil, en
su artículo 362, denunciado como infringido, al contrario de lo que pautaba el artículo 276 del
Código de Procedimiento derogado, no se tipifica hoy, ni en forma expresa, ni presunta, ni
implícita, como inasistencia del demandado a la contestación, de la demanda, la circunstancia de
quien lo representare lo hiciera con un poder insuficiente, y por tanto, el mantenimiento de la
igualdad de las partes y el resguardo del derecho de defensa, le imponían al Juez de la recurrida,
como asunto antecedente a su declaratoria de nulidad del poder, la aplicación de las referidas
normas atinentes a las (sic) cuestión previa del ordinal 3° del artículo 346 del Código del
Procedimiento Civil, y a la posibilidad de la contradicción o la subsanación de la del presunto
defecto del poder. De esta misma manera se pronuncia la doctrina patria moderna, y así el Dr.
A.R.R. en su obra Tratado de Derecho Procesal Civil al Tomo III pág. 132, Editorial Arte, Caracas
1995, afirma:
‘...No existe más la confesión ficta por defectos formales del poder, cuestiones estas que deben
resolverse previamente, antes de la contestación de la demanda, y pueden ser subsanadas, sin
costas...’.
Las afirmaciones que anteceden, tienen apoyo en doctrina de esta sala de Casación Social
contenida en sentencia de fecha 18 de octubre de 2001 bajo ponencia del Magistrado Dr. A.V.C., en
el juicio seguido por H.D.N.M. contra Banco de Fomento Regional Los Andes C.A. (Banfoandes) de
fecha 18 de octubre de 2001, la cual, a su vez, ratifica doctrina sentada en esa Sala en sentencia de
fecha 6 de febrero del mismo año. (Jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia, O.R.P.T.,
Octubre de 2001, Tomo II págs. 673 y 673) (sic).
Para reafirmar lo acá invocado mostramos la opinión del conocido autor, Dr. R.H.L.R. y una
decisión de la extinta Corte Suprema de Justicia, del 29 de mayo de 1997 en Sala de Casación Civil,
cuya transcripción parcial es la siguiente:
‘...En conclusión, conforme a nuestro ordenamiento jurídico procesal vigente, el efecto que produce
la declaratoria de nulidad del poder presentado por el demandado, no es la nulidad automática y
absoluta de la actuación que se realiza con el mismo, pues esta puede ser subsanada por el propio
demandado en la forma prevista en el artículo 354 del Código de Procedimiento. Si no subsana en
forma voluntaria o forzosa según el caso, entonces si produce pleno efecto la nulidad decretada...’
(sic)
En consecuencia, al haber el Juez declarado, sin más, y sin tomar en cuanta lo que antecede, la
nulidad del mandato presentado por los apoderados de la demandada en la oportunidad de la
contestación de la demanda y haber atribuido a dicho nulidad las consecuencias adversas y
desfavorables a nuestras representada que arriba textualmente han quedado transcritas, quebrantó
formas sustanciales que menoscaban el derecho de defensa de nuestra representada, atentando, de
ese modo contra el principio de igualdad de las partes en el proceso, por no ordenar la subsanación
del vicio del poder declarado en su propia decisión e infringe, de ese modo, las siguientes normas
jurídicas:
Viola asimismo el Tribunal de la Recurrida, el contenido de los artículos 206 y 208 del Código de
Procedimiento Civil, por incurrir y hacer incurrir a las partes en perjuicio de nuestra representada
en quebrantamiento de las formas procesales, concretamente, la de subsanación y/o contradicción a
la impugnación, reponiendo la causa al estado de que, no obstante el pronunciamiento de la
primera instancia en este punto haya sido favorable a la parte demandada, corregir o contradecir
la impugnación de la parte actora del poder presentado en la oportunidad de proponerse cuestiones
previas, en orden de dejar terminado y por sentencia que no tiene apelación el incidente en cuanto a
la impugnación del poder de la demandada, antes, precisamente de la proposición de las cuestiones
previas o de la contestación a la demanda, como indica la doctrina de la Sala y la de los reputados
autores arriba citados, evitando las nulidades, dar las mismas oportunidades a las partes del
mismo, sin incurrir en la desigualdad manifiesta de colocar a la parte actora en una posición
privilegiada, como sería que la causa se desarrollara sin que mi nuestra representada pudiera
optar por ejercer su derecho de refutar las afirmaciones hechas por la parte actora en relación con
la impugnación del poder o la subsanación y/o ratificación del documento de poder presentado,
otorgando a la actora, el efecto del artículo 68 de la Ley Orgánica de Tribunales y de
Procedimiento del Trabajo en concordancia con el artículo 362 del Código de Procedimiento Civil,
como es que los hechos narrados en el escrito libelar, se den por admitidos por la no contestación
de tal demanda, cuyo efecto no proviene en modo alguno de la contumacia nuestra representada,
sino de la propia decisión del Tribunal de la recurrida, extemporánea en esta etapa procesal
disposiciones estas, que por esas declaraciones de la recurrida, son contrarias al derecho de
defensa de nuestra representada. Este dispositivo legal contenido en el artículo 208 del Código de
Procedimiento Civil, cuyo destinatario es precisamente el Juez Superior, fue expresamente violado
en el presente caso, por cuanto estaba obligado tal Juez Superior a ordenar al inferior la
tramitación de la corrección del poder mediante la subsanación y/o ratificación del mandante de tal
mandato y de las actuaciones cumplidas por los apoderados y de no haberlo hecho así, ello lesiona
la estabilidad del juicio, atendiendo al principio de rango constitucional del ‘debido proceso’,
contenido en el encabezamiento del artículo 49 de la Constitución Nacional, en especial en su
numeral 3°, pero respetando en todo caso el derecho a la defensa de las partes del juicio e
igualmente el derecho a la defensa de nuestra mandante. Este dispositivo está en función del debido
proceso, para depurar el mismo, más no para otorgar beneficios a una de las partes, que en modo
alguno le corresponden, recurso, le quita todo lo actuado y coloca el proceso en un estado tal, que
le niega la oportunidad de defenderse. Debió y no lo hizo, el tribunal de la recurrida, ordenar en su
fallo, cumplir el fin perseguido por el proceso, como instrumento para administrar y realizar la
Justicia y obviamente el postulado constitucional, consagrado en el artículo 257 de
la Constitución Bolivariana de Venezuela, donde en forma textual se expresa: ‘El proceso
constituye y un instrumento fundamental para la realización de la justicia (...) No se sacrificará la
justicia, por la omisión de formalidades no esenciales’, ordenando la aplicación de los artículos
denunciados como infringidos en cuanto a la tramitación de la subsanación o la ratificación del
poder y de los actos cumplidos por los mandatarios.
Por ello viola igualmente la recurrida el contenido del ordinal 3° del artículo 346 del Código de
Procedimiento Civil, de los artículos, 350 1° y 3er. Párrafo, 354 del mismo Código, y el artículo
4° del Código Civil, porque no consideró que al igual que el demandante, el demandado tiene la
facultad de corregir los defectos de que adolece el poder, en los términos indicados por el artículo
354 del Código de Procedimiento Civil y que con respecto al demandado tal aplicación debe ser en
forma analógica, y permitir bien la subsanación directa del vicio, o la ratificación del poder y del
actos cumplidos por los mandatarios instituidos por análoga y habida cuenta que no consideró que
a nuestra mandante le asistía el mismo derecho, a subsanar los supuestos defectos del poder, debió
y no lo hizo, porque debió fijarle un plazo prefijado para a (sic) corregir tales defectos, con lo cual
se hubiera ahorrado todo el tiempo perdido en la presente causa, se hubiera acatado la doctrina
imperante y no habría necesidad, sino de analizar cada una de las posiciones de las partes de éste
juicio en relación a sus respectivos pedimentos y/o contradicciones, lo cual hubiera sido conteste
con la más reciente doctrina de la casación venezolana, como es la de no hacer prevalecer la forma
sobre fondo. Queremos decir con esto que el presente juicio está prácticamente anclado en un mar
de formalismos, sin haber tocado siquiera el fondo de lo debatido, lo cual atenta contra el principio
constitucional antes indicado previsto en el artículo 257 de nuestra Carta Magna, como es que el
proceso es un instrumento para la realización de la justicia, no que el mismo proceso, en sí mismo
encierra el valor justicia y que por una u otra circunstancia, con la realización de uno u otro actor
procesal, se cumple con ésta labor, es decir, que en el presente caso, se ha antepuesto
desmesuradamente la forma al fondo, por cuanto ni siquiera los jueces que han conocido de éste
juicio han tenido oportunidad de sopesar las probanzas de las partes de éste juicio, en aras de saber
si ciertamente proceden o no con derecho en sus pedimentos, por una parte si el demandante tiene
derecho a su pedimentos y/o si nuestra mandante tiene derecho a negarse al pago de los conceptos.
Finalmente viola la recurrida el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, porque esta
disposición en forma alguna establece nulidad del mandato por presunto incumplimiento de las
formalidades allí previstas, porque, precisamente, en aras de la igualdad procesal y del derecho de
defensa, toda cuestión referente a la impugnación de poderes, así del presentado por los abogados
de la parte actora, así los de la demandada, tiene que estar resuelto previamente a la contestación
de la demanda, precisamente en función del derecho de defensa y del principio de la igualdad de las
partes, conculcados por el Juez de la recurrida del modo como antes ha quedado expuesto.
Igualmente, viola la recurrida el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, por cuanto dicho
dispositivo legal, si bien establece una obligación para el otorgante del poder, tal otorgante no
puede cargar con la omisión del funcionario que autorice el acto (autenticación de poder), como
podría ser la omisión de éste funcionario de dejar constancia de los instrumentos exhibidos. El
artículo en cuestión tiene dos (2) partes, una primera parte que está dirigida al otorgante, donde se
obliga a éste en forma concurrente a enunciar y exhibir al funcionario, los documentos auténticos,
gacetas, libros o registros de donde dimana la representación que ostenta, cuyos requerimientos
fueron ampliamente cumplidos por el otorgante del poder cuestionado, ciudadano H.A., como se
desprende del texto acá copiado, inserto al folio 653, de la decisión interlocutoria, donde dicho
otorgante exhibe ante el funcionario el acta de fecha 10 de enero de 1997, entre los documentos que
legitiman su representación y asimismo pide al Notario Público que deje constancia de su
exhibición. Este dispositivo a su vez, en la segunda parte contiene una orden que está dirigida al
Notario Público o funcionario que autorice al acto del otorgamiento, como es dejar constancia de
los instrumentos que le fueron exhibidos, por lo que omisión de tal funcionario con respecto al Acta
de Junta Directiva de nuestra representada del 10 de enero de 1997, en modo alguno puede
perjudicarla ni puede nuestra representada acarrear y resultar perjudicada por los errores u
omisiones del funcionario fedatario. Con respecto a las decisiones invocadas en la decisión objeto
de este recurso es distinta la situación cuando el otorgante a nombre de otro, omite la exhibición
que legitima su actuación, por consiguiente fue violado el dispositivo legal contenido en el artículo
155 por la recurrida, y así pedimos que sea declarado.
Continúa señalando el formalizante, que la conducta procesal que debió seguir el juzgador
de la interlocutoria en vista que había detectado, según su criterio, que el poder presentado
no había sido otorgado en forma legal, era la de ordenarle al a quo la aplicación de las
normas procesales previstas en los artículos 346 ordinal 3° al 357 del Código de
Procedimiento Civil, las cuales regulan la oposición y tramitación de la cuestión previa
referida a la falta de capacidad de postulación o de la representación del actor para el caso
de la impugnación del poder presentado por los abogados de la demandada, a fin de que
hubiera subsanado o contradicho la impugnación efectuada por la parte demandante.
Asimismo señala el formalizante, que al haber declarado la nulidad del mandato presentado
por los apoderados de la demandada y al haberle atribuido a dicha nulidad consecuencias
adversas y desfavorables para una de las partes, infringe con ello el artículo 15 del Código
de Procedimiento Civil, por cuanto cercenó totalmente la oportunidad procesal a la que
tenía derecho la demandada para subsanar los vicios en el otorgamiento del poder,
igualmente viola los artículos 206 y 208 del mismo código, por incurrir en perjuicio de la
demandada, en quebrantamiento de formas procesales como son la subsanación o la
contradicción a la impugnación, trayendo esto una desigualdad entre las partes, puesto que
coloca a la actora en una posición privilegiada, en vista que la causa se desarrolla sin que la
demandada pudiera optar por ejercer su derecho a contradecir las afirmaciones hechas por
la demandante con relación a la impugnación del poder, produciéndose como
consecuencia de ello los efectos de la no contestación de la demanda, según lo dispuesto
en el artículo 68 de la Ley Orgánica de Tribunales y de Procedimiento del Trabajo, como es
que los hechos narrados en el escrito libelar se den todos por admitidos. Señala además el
formalizante, que al violar el dispositivo del artículo 208 del Código de Procedimiento Civil,
en vista que el juez de la interlocutoria no ordenó al tribunal inferior la tramitación de la
corrección del poder, lesionó con su conducta el principio de rango constitucional del
debido proceso, contenido en el encabezamiento del artículo 49 de la Constitución
Nacional. Igualmente, al decir del formalizante, la interlocutoria recurrida infringe el
contenido de los artículos 346 ordinal 3°, 350 en su 1er y 3er párrafo y 354 todos
del Código de Procedimiento Civil, porque no consideró que el demandado, al igual que el
demandante, tiene la facultad de corregir los defectos de que adolece el poder. Finalmente
el formalizante señala, que la sentencia interlocutoria viola el artículo 155 del Código de
Procedimiento Civil, porque esta disposición en forma alguna establece nulidad del
mandato por presunto incumplimiento de las formalidades allí previstas.
Ahora bien, a los fines de verificar lo aseverado por el formalizante, la Sala estima
conveniente reproducir la parte pertinente del fallo recurrido y lo hace de la siguiente
manera:
En lo relativo a la pretendida nulidad del poder por falta de exhibición al Notario de uno de los
recaudos que acreditan la representación del demandado, alegada por el Demandante, al omitir la
constancia de la exhibición del acta levantada con motivo de la reunión de Junta Directiva llevada
a efecto el 10 de enero de 1997, mediante la cual afirma el otorgante que se le autorizó para ese
otorgamiento, la cual fue declarada Sin Lugar por el Tribunal de la causa en sentencia
interlocutoria de fecha 19 de Marzo de 1997, esta Alzada, procede a analizar el referido poder
otorgado, origen de la impugnación, que corre inserto a los folios 370, 371 y realiza las siguientes
consideraciones:
1.- Que el poder es otorgado por el ciudadano H.A., procediendo en su condición de Director
Suplente de la Junta Directiva de a Sociedad Mercantil D.S.S. (sic) COMPAÑÍA GENERAL DE
INDUSTRIAS COMPAÑÍA ANÓNIMA.
2.- En relación con las facultades para otorgar poderes, se establece en el referido documento lo
siguiente:
‘...y suficientemente autorizado y facultado para este otorgamiento, por virtud de decisión tomada
‘ad-hoc’ por la JUNTA DIRECTIVA de fecha 10 de enero de 1997...’.
4.- En la parte final del referido instrumento, el otorgante, pide al notario lo siguiente:
‘Pido al ciudadano Notario Público que disponga autenticar la presente declaración la cual hago
hoy...y que en la nota de autenticación correspondiente deje constancia de haber tenido a la
vista...así como del acta levantada con motivo de la reunión de JUNTA DIRECTIVA llevada a
efecto el 10 de enero de 1997, en donde se me autorizó para ese otorgamiento con indicación de sus
fechas, origen y procedencia y demás datos que concurran a su identificación, todo ello de
conformidad con el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil.
‘La Notaría Pública certifica: que tuvo a la vista inscripción de D.S.D. Compañía General de
Industrias C.A., inscrita por ante el Registro Mercantil Primero de la Circunscripción Judicial del
Distrito Federal y Estado Miranda en fecha 5 de junio de 1974, bajo el N° 21 tomo 1044-A y sus
respectivas modificaciones en la referida oficina de Registro el 13 de diciembre de 1995 bajo el N°
09 tomo 383-A...’.
Esta Alzada, observa en el presente caso, que el otorgante H.A., señala estar suficientemente
autorizado y facultado para otorgar el mandato a los abogados...por virtud de decisión tomada ‘ad-
hoc’ por la JUNTA DIRECTIVA en fecha 10 de enero de 1997. Sin embargo, la Notaría Pública,
que presenció el otorgamiento en la nota respectiva dejó constancia solamente de haber tenido a la
vista ‘...inscripción de D.S.D. Compañía General de Industrias C.A., inscrita por ante el Registro
Mercantil Primero de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda en fecha 5
de junio de 1974, bajo el N° 21 tomo 1044-A y sus respectivas modificaciones en la referida oficina
de Registro el 13 de diciembre de 1995, bajo el N° 09 tomo 383-A...’.
Por todas las consideraciones anteriores, esta Alzada, considera que en modo alguno se cumplió
con lo previsto en el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, pues no se señaló ni fue
exhibida el acta de la Junta Directiva de D.S.D. Compañía General de Industrias Compañía
Anónima, en fecha 10 de enero de 1997, por lo cual, al decir del otorgante fue facultado para
conferir el poder y así se declara.
‘...
a) El artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, a diferencia del derogado Código en su
artículo 42, exige distintas formalidades cuando el poder se otorga a nombre de persona natural o
jurídica o se trata de sustituciones en, efecto requiere que se enuncie en el instrumento mismo los
documentos auténticos gacetas, libros o registros que acrediten la representación que ejerce, y
también, que se exhiban al funcionario, y éste debe, en la nota de registro o de autenticación, hacer
constar tal circunstancia con expresión de fechas, procedencias y otros datos a tenor de lo
establecido en el artículo 155 del Código de procedimiento Civil. Sobre el particular expresa el Dr.
P.A.Z. lo siguiente:
Estas disposiciones rigen para las personas jurídicas y las sustituciones y también en el caso de
personas naturales cuando sean otorgados en representación de otra persona. Por supuesto, no
obstante el cumplimiento de la formalidad, la contraparte puede alegar la insuficiencia o carencia
de la representación y, según el caso, aplicar el artículo 156 o los artículo 346, ordinal 3°, 350 y
353 del Código de Procedimiento Civil’. (Cuestiones Previas y otros temas el Derecho Procesal,
Edit. Vadell Hermanos, Valencia 1989, pág. 153).
b) En cuanto a la necesidad de exhibición y constancia que debe hacer el funcionario ante el cual se
otorgue el poder de los documentos mediante los cuales se evidencie su representación, la
jurisprudencia de este Alto Tribunal ha expresado:
‘...el otorgante no enunció en el poder el recaudo pertinente y tampoco dejó constancia que exhibía
esos recaudos al Notario Público que autorizó el actor quien, por lo demás, en la nota pertinente
deja constancia únicamente que tuvo a la vista...el registro mercantil de la empresa y no del
documento constitutivo-estatuario de donde emana la representación legal de la otorgante. De lo
antes expuesto, se concluye que el poder presentado en el artículo 155 eiusdem...’ (s.S.C.C. 10 de
febrero de 1993, caso: Banco Latino CA vs. Interholding C.A.). (sic).
A lo anterior se agrega que en decisión de esta Sala, del 27 de Abril de 1995 se expresó:
‘...es criterio de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, el cual esta Sala acoge,
que tanto en los casos de otorgamiento de poderes como de sustitución de los mismos, tanto el
poderdante, como el mandatario sustituyente, según se trate, tiene el deber no sólo de enunciar los
recaudos de los cuales emana su representación, sino de exhibirlos al funcionario ante el cual se
otorga el acto. No se deja lugar a dudas acerca de la obligatoriedad de exhibición y declaración
por parte del Notorio o el funcionario público competente ante el cual se otorga el acto de que tal
exhibición le fue hecha, como requisito de validez para el instrumento poder’ (s.S.P.A., N° 294 del
27 de abril de 1995, caso: Constructora Guarítico, C.A. vs. Corpoven S.A.).
C) Se observa en el presente caso que el otorgante H.L.S., afirma estar facultado para otorgar el
mandato al abogado Jesús....según autorización emanada del Directorio de la Corporación de
Turismo de Venezuela, de fecha 10 de marzo de 1994, número 94-06. Sin embargo, el Notario
Público que presenció el otorgamiento, en la nota respectiva dejó constancia solamente de haber
tenido a la vista: ‘...Decreto Presidencial N° 5 de fecha 2 de febrero de 1994, publicado en la
Gaceta Oficial N° 35.394 de la misma fecha’.
Para la Sala, en modo alguno se cumplió con lo expresamente previsto en el artículo 155 eiusdem,
pues no se señaló ni fue exhibida el acta de la Junta Directiva de la Corporación de Turismo de
Venezuela, en su sesión N° 94-06 del 10 de marzo de 1994, en las (sic) cual, a decir del otorgante,
fue facultado para conferir el referido instrumento en nombre de Corpoturismo. Así se declara.’.
(Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, tomo 12, año 1996, pág. 344).
En fuerza de todo lo anterior, esta Alzada, declara que no se cumplió con lo preceptuado en
el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, donde se establece las formalidades que deben
cumplirse para el otorgamiento del poder, por lo que se declara la NULIDAD E INEXISTENCIA
del poder otorgado por el ciudadano H.A.A., en representación de D.S.D. COMPAÑÍA GENERAL
DE INDUSTRIAS COMPAÑÍA ANÓNIMA a O.A.M.H., E.M.M., O.D.M.M. y O.A.M.. M., otorgado
por ante la Notaría Pública Segunda de Puerto Ordaz el 04 de febrero de 1997.
II
En consecuencia al haberse decretado la nulidad del poder otorgado por H.A. a los abogados
O.A.M.M., E.M.M., O.D.M.M. Y O.A.M.M., quienes actuaron en representación de la compañía
demandada, debe declararse que no interpuso el escrito de cuestiones previas y así se declara.
Al respecto la Corte Suprema de Justicia, en sentencia N° 41 del 24 de enero de 1996. (caso: T.C.N.
vs. Corpoven S.A. estableció:
‘Al haberse declarado la nulidad e inexistencia de la sustitución del poder que realizó el abogado
C.A.S. en el abogado J.E.A., quien efectuó en representación de la compañía demandada, debe
declararse en consecuencia, como no interpuesta la cuestión previa de defecto de forma y por tanto
innecesario que este Alto Tribunal se pronuncie sobre las mismas.’
El efecto de la declaratoria de nulidad del escrito contentivo de las cuestiones promovidas por
abogados que acreditaron su representación legal, es el dar por no contestada la demanda dentro
de los plazos establecidos en el Código de Procedimiento Civil y la nulidad de las demás
actuaciones de los apoderados de la demandada en el proceso, teniendo tales como inexistentes, por
el efecto de la nulidad en cascadas propias del Derecho Procesal y así se declara.
Igualmente esta Sala de Casación Social ha señalado que cuando el equilibrio procesal se
rompe por un acto imputable al juez, al privar o limitar indebidamente a una de las partes
el libre ejercicio de los medios y recursos que la ley le pone a su alcance para hacer valer
sus derechos, el juez incurre en indefensión o menoscabo del derecho de defensa.
Asimismo, estima conveniente esta Sala explanar lo dispuesto en sentencia de fecha del 20
de noviembre del año 2001 emanada de la Sala Político Administrativa, en cuanto al
derecho al debido proceso, la cual estableció lo siguiente:
se trata de un derecho complejo que encierra dentro de sí, un conjunto de garantías que se traducen
en una diversidad de derechos para el procesado, entre los que figuran, el derecho a acceder a la
justicia, el derecho a ser oído, el derecho a la articulación de un proceso debido, derecho de acceso
a los recursos legalmente establecidos, derecho a un tribunal competente, independiente e
imparcial, derecho a obtener una resolución de fondo fundada en derecho, derecho a un proceso sin
dilaciones indebidas, derecho a la ejecución de las sentencias, entre otros, que se vienen
configurando a través de la jurisprudencia. Todos estos derechos se desprenden de la interpretación
de los ochos ordinales que consagra el artículo 49 de la Carta Fundamental. El artículo en
comento establece que el debido proceso es un derecho aplicable a todas las actuaciones judiciales
y administrativas, disposición que tiene su fundamento en el principio de igualdad ante la ley, dado
que el debido proceso significa que ambas partes en el procedimiento administrativo, como en el
proceso judicial, deben tener igualdad de oportunidades tanto en la defensa de sus respectivos
derechos como en la producción de las pruebas destinadas a acreditarlos.
Pues bien, una vez realizadas las anteriores precisiones, se pasa a señalar que esta Sala de
Casación Social en cuanto a la reposición y tramitación de la cuestión previa referida a la
falta de capacidad de postulación o representación del actor, estableció lo siguiente:
"Debe acordar este Tribunal que, a falta de disposición expresa en la ley y en aplicación de
las previsiones del artículo 15 del Código de Procedimiento Civil que obliga al Juez a
mantener la igualdad de las partes en el proceso, en los casos que la parte actora objete el
instrumento poder con el cual el apoderado de la demandada acredita la representación de
su mandante, deben aplicarse las normas de procedimiento previstas en los artículos 346
ordinal 3°, al 357 eiusdem, que regulan la oposición y tramitación de la cuestión previa
referida a la falta de capacidad de postulación o representación del actor. (Sentencia de
fecha 6 de febrero del año 2001 en el caso M. M. Gómez contra Calzados Alción, C.A. con
ponencia del Magistrado J.R. Perdomo).”
Asimismo, ha sido doctrina imperante en este alto Tribunal, que para determinar la validez
de un poder considerado como defectuoso, en el caso que se impugne alegándose
incumplimientos de forma, deberá aplicarse lo dispuesto en el artículo 354 del Código de
Procedimiento Civil, esto es, que el presentante del instrumento poder podrá, dentro de los
cinco (5) días siguientes a contar desde el pronunciamiento del juez sobre la eficacia del
mismo, subsanar el defecto u omisión. Sobre esto, la Sala de Casación Civil en fecha 30 de
noviembre del año 2000 en el caso J.M. González contra J.A. Tenorio con ponencia del
Magistrado C.O.V., se pronunció señalando lo siguiente:
Es doctrina de la Sala, que cuando, como en el caso presente, se impugna el poder a alguna de las
partes, debe aplicarse por analogía el artículo 354 del Código de Procedimiento Civil, que concede
un lapso de cinco días a contar del pronunciamiento del juez para que se subsane los defectos u
omisiones, o consigne y exhiba los documentos que acrediten la legalidad del poder. Así la Sala, en
sentencia del 29 de mayo de 1997, dejó establecido:
‘…En este caso, una vez solicitada, en la primera oportunidad en que la parte se haga presente en
autos, la exhibición de los documentos, gacetas, libros o registros mencionados en el poder, se
suscita una incidencia que culmina con la decisión ordenada por la ley, acerca de la eficacia del
poder. También en este supuesto, resulta contrario a la igualdad de las partes en el proceso
considerar, sin más, que una vez declarado ineficaz el poder no podrá el interesado subsanar el
defecto. Obrarían en este caso las mismas razones para aplicar por analogía la disposición sobre la
subsanación del defecto de poder del representante del actor, para permitir la representación de la
parte o de un apoderado con un poder regularmente otorgado, y la ratificación de los actos
procesales realizados, dentro de los cinco días de despacho siguientes a la declaración del
Tribunal…’
También estima conveniente esta Sala señalar, que cuando el demandado se hace
representar en juicio por mandatario judicial y éste actúa con poder insuficiente, ello no es
causa para que se le tenga por confeso. Es así que en sentencia de la Sala de Casación Civil
de fecha 14 de junio del año 2000 en el caso C.A. Linares contra Promotora Buenaventura
C.A. con ponencia del Magistrado C.O.V., se estableció lo siguiente:
"Para fundamentar aun más, la precedente declaratoria, la Sala se permite dejar asentado
que, cuando el demandado se hace representar en juicio por mandatario judicial, y este
actúa con poder insuficiente, por si solo, no es causa para que se le tenga por confeso,
como lo establecía el artículo 276 del Código de Procedimiento Civil derogado, por cuanto,
con la entrada en vigencia del nuevo ordenamiento legal procesal civil, la parte interesada
puede proceder conforme lo prevé su artículo 156 y dependerá de la decisión de la
incidencia que surja al respecto, se le tendrá como válido y eficaz o quedará desechado; por
ello fue suprimido en el artículo 362 de la vigente Ley Adjetiva Civil, pero, aun hay más;
estos supuestos procesales guardan relación, con el carácter de flexible que ha mantenido
nuestro ordenamiento jurídico en cuanto a la representación sin poder del accionado (art.
46 c.p.c.d. y 168 c.p.c.v.); y la posibilidad de que éste ante una rebeldía de acudir al acto de
contestación de la demanda promueva pruebas a su favor, conforme lo estatuye el
mentado artículo 362 de la Ley Adjetiva Civil. (Repertorio de jurisprudencia Ramírez &
Garay, junio 2000, pág. 710).”
Con relación a esto último, se observa que la sentencia interlocutoria recurrida incurre en
un error de derecho al considerar que al dar contestación a la demanda, o como en este
caso, al oponer la cuestión previa con un poder defectuoso o insuficiente se produce la
confesión ficta del demandado. Esta situación no la contempla el Código de Procedimiento
Civil vigente, tal y como lo señala la sentencia de la Sala de Casación Civil precedentemente
transcrita, la cual acoge esta Sala de Casación Social. En este sentido, cuando se impugna el
poder debe permitírsele a la parte afectada por la representación defectuosa, la
subsanación del mismo de acuerdo a lo previsto en los artículos 356 ordinal
3° y 357 del Código de Procedimiento Civil, caso en el cual, una vez que culmine la
incidencia en cuestión con la decisión acerca de la eficacia o no del poder, si éste se
considera viciado, entonces debe otorgársele a la parte afectada el plazo de cinco (5) días
para que pueda subsanar el defecto u omisión invocado por la parte contraria, todo ello en
conformidad con los artículos 350 y 354 eiusdem, es decir, que conforme a nuestro
ordenamiento jurídico procesal vigente, el efecto que produce la declaratoria de nulidad
del poder presentado por el demandado, no es de nulidad absoluta y mucho menos se
consideraran nulas las actuaciones que se realizan con el mismo, en vista que puede ser
subsanado por el propio demandado en la forma prevista en el artículo 354 ibidem y si
dicha subsanación no se realiza, bien sea de manera voluntaria o forzosa, de acuerdo a la
declaratoria con lugar de la cuestión previa de falta de legitimidad del apoderado, entonces
sí produciría pleno efecto la nulidad decretada.
Pues bien, la recurrida al declarar la nulidad e inexistencia del poder y como consecuencia
de ello la nulidad de los actos subsiguientes como efecto de la nulidad en cascada propia
del derecho procesal, como sería desde el acto de oposición de la cuestión previa en donde
se consigna el poder cuestionado y correlativamente, por efecto de esa nulidad, el de tener
como no contestada la demanda, es obvió concluir que efectivamente la recurrida incurrió
en un gravísimo error en detrimento del derecho a la defensa de la demandada, lo que
produjo sin lugar a duda una infracción flagrante al principio constitucional del debido
proceso.
Es por ello, que esta Sala reitera lo dispuesto en las sentencias supra transcritas, todas
acogidas por esta Sala de Casación Social y por ende señala que el juez de alzada, quien
conoció de la interlocutoria, debió y no lo hizo en el momento de detectar algún vicio de
forma del instrumento poder, ordenar al tribunal de primera instancia la aplicación por
analogía de los artículos 346 ordinal 3° al 357 del Código de Procedimiento Civil, los cuales
como bien lo dice el formalizante, regulan la oposición y tramitación de la cuestión previa
referida a la falta de capacidad de postulación o de la representación del actor, a fin de que
la parte demandada hubiera subsanado o contradicho la impugnación efectuada.
Es pues, que esta Sala de Casación Social en su función uniformadora de derecho y como
firme cumplidora de las garantías constitucionales como es el derecho a la tutela judicial
efectiva, procede a realizar una serie de consideraciones sobre la base de los siguientes
términos:
"Si el poder fuere otorgado a nombre de otra persona natural o jurídica o fuere sustituido
por el mandatario, el otorgante deberá enunciar en el poder y exhibir al funcionario los
documentos auténticos gacetas, libros o registros que acrediten la representación que
ejerce. El funcionario que autorice el acto hará constar en la nota respectiva, los
documentos, gacetas, libros o registros que le han sido exhibidos con expresión de sus
fechas, origen o procedencia y demás datos que concurran a identificarlos, sin adelantar
ninguna apreciación o interpretación jurídica de los mismos."
A tal efecto, el citado artículo exige que el otorgante enuncie en el poder y exhiba al
funcionario público que presencie el otorgamiento "los documentos auténticos, gacetas,
libros o registros que acrediten la representación que ejerce", ello con el fin de que el
funcionario deje constancia en la nota respectiva de otorgamiento, los documentos u otros
recaudos que le fueron exhibidos por el otorgante, debiendo el funcionario señalar en la
nota, las fechas, origen y procedencia de los recaudos, así como aquellos datos que
permitan su mejor identificación.
De manera que, cumplidos los requisitos del artículo en comento, en tanto y en cuanto, el
funcionario certifique que los documentos aportados por el otorgante y que constan en el
documento son ciertos, según lo haya constatado de los originales presentados, será
suficiente a los fines de que el mandatario obre en nombre de su representado, y en este
sentido, la doctrina y la jurisprudencia han coincidido en afirmar que basta una enunciación
breve y sencilla de los datos más relevantes de los recaudos que acrediten su carácter.
Ahora bien, del análisis exhaustivo del instrumento cuestionado se observa que quien
otorga el poder dice en su texto proceder "en mi condición de director suplente de la junta
directiva de la sociedad mercantil D.S.D. Compañía General de Industrias, C.A.,” solicitando
a su vez, “al ciudadano notario público que disponga autenticar la presente declaración la
cual hago hoy quince de enero de mil novecientos noventa y siete y que en la nota de
autenticación correspondiente deje constancia de haber tenido a la vista el acta
constitutiva-estatutos y sus reformas de la sociedad mercantil poderdante, así como el acta
levantada con motivo de la reunión de la junta directiva llevada a efecto el 10 de enero de
1997 en donde se me autorizó para este otorgamiento, con indicación de sus fechas, origen
o procedencia y demás datos que concurran a su identificación, todo ello de conformidad
con el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil."
De dicha solicitud, el notario público sólo certificó haber tenido a la vista "la inscripción de
D.S.D. Compañía General de Industrias C.A. inscrita por ante el Registro Mercantil Primero
de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda en fecha 5 de junio de
1974, bajo el N° 21 Tomo 104-A y sus respectivas modificaciones en la referida oficina de
Registro el 13 de diciembre de 1995, bajo el N° 09, Tomo 583-A", sin hacer mención alguna
de haber tenido a la vista o no el acta levantada por la junta directiva en fecha 10 de enero
de 1997 en donde se le autorizaba al poderdante a realizar el respectivo otorgamiento en
representación de la empresa a los abogados correspondientes.
A juicio de esta Sala, el hecho de que no esté reflejado en la nota estampada que el Notario
tuvo a la vista la autorización de la junta directiva de la empresa D.S.D. Compañía General
de Industrias, C.A. para la autenticación del instrumento poder, no puede implicar la
inexistencia del acto, por la cual la máxima autoridad administrativa de la empresa
demandada, autorizó a su director ciudadano H.A.A. el otorgamiento de la representación
judicial de la empresa a los abogados O.A.M.H., E.M.M., O.D.M.M. y O.A.M.M., por lo que si
en efecto, el notario público, no la tuvo a la vista, debió y no lo hizo, dejar constancia de la
falta de presentación de la autorización correspondiente, en el acto del otorgamiento,
conforme a lo solicitado.
Considera la Sala que la enunciación que hace el poderdante en el texto del poder es
suficiente conforme lo exige el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, no obstante
la insuficiencia de la declaración del Notario al no señalar, como ha tenido que hacerlo, el
haber tenido o no a la vista el documento que autorizaba al poderdante para el acto del
otorgamiento del poder a los abogados correspondientes. No basta pues esta omisión para
considerar nulo el poder, puesto que de acuerdo con el artículo 206 eiusdem en su único
aparte, en ningún caso se declarará la nulidad si el acto ha alcanzado el fin al cual estaba
destinado, principio éste de rango constitucional recogido en los artículos 26 y 257 de
nuestra Carta Magna.
"…es criterio de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia el cual esta acoge,
que tanto en los casos de otorgamientos de poderes como de sustitución de los mismos,
tanto el poderdante, como el mandatario sustituyente, respectivamente, según se trate,
tienen el deber no sólo de enunciar los recaudos de los cuales emana su representación,
sino de exhibirlos al funcionario ante el cual se otorga el acto. No se deja lugar a dudas
acerca de la obligatoriedad de exhibición y declaración por parte del notario o el
funcionario público competente ante el cual se otorga el acto de que tal exhibición le fue
hecha, como requisito de validez para el instrumento poder. (S.P.A., N° 294 del 27 de abril
de 1995, caso Constructora Guarítico, C.A. vs Corpoven, S.A.).”
Pues bien, en el caso en comento el otorgante cumpliendo con los requisitos exigidos en
el artículo 155 del Código de Procedimiento Civil, enunció en el poder los recaudos
pertinentes de donde emana su representación legal, a su vez que solicita al notario que
deje constancia de haberlos tenido a la vista.
En virtud de las precedentes consideraciones, esta Sala resuelve declarar eficaz en todas sus
partes el poder otorgado por el ciudadano H.A.A. en su carácter de director suplente de la
compañía D.S.D. Compañía General de Industrias, C.A. a los abogados O.A.M.H., E.M.M.,
O.D.M.M. y O.A.M.M. .
Ahora bien, al haberse declarado precedentemente la validez del poder, es decir, al darle
esta Sala de Casación Social pleno valor en todas sus partes al instrumento poder declarado
ineficaz por la recurrida, se declara la nulidad del fallo interlocutorio de fecha 6 de octubre
de 1.997 dictado por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del
Trabajo y de Menores del Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar.
No obstante y visto que en el presente caso se cumplieron todos los actos procesales en
instancia, es decir, contestación pruebas e informes, se anula el fallo de fecha 05 de octubre
del año 2000 dictado por el referido Juzgado Superior y se ordena al Tribunal que resulte
competente, decidir sobre el fondo de la controversia, teniendo como válido todos los
actos procesales anteriormente mencionados y como eficaz el poder otorgado por el
ciudadano H.A. en su carácter de director suplente de la compañía D.S.D. Compañía
General de Industrias, C.A. a los abogados O.A.M.H., E.M.M., O.D.M. y O.A.M.M..
DECISIÓN
Por las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia en Sala de Casación
Social, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara:
1) CON LUGAR el recurso de casación interpuesto contra la sentencia interlocutoria de
fecha 06 de octubre de 1997 emanada del Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil,
del Tránsito, del Trabajo y de Menores del Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial
del Estado Bolívar y por consiguiente se declara nulo dicho fallo. Asimismo, SE DECLARA LA
NULIDAD del fallo emanado del referido Tribunal Superior de fecha 5 de octubre del año
2000 y se ordena al Juzgado Superior que resulte competente dictar nueva decisión sobre
el fondo de la controversia, teniendo como eficaz el poder presentado por la empresa
demandada D.S.D. Compañía General de Industrias, C.A. a los abogados ya mencionados,
decisión que debe ser producida, otorgando el valor procesal a la actuaciones ocurridas
desde la introducción del libelo de la demanda hasta el acto de presentación de las
conclusiones o informes por las partes en segunda instancia.
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Social del Tribunal
Supremo de Justicia, en Caracas, a los (10) días del mes de febrero del año 2004. Años: 193°
de la Independencia y 144° de la Federación.
El Presidente de la Sala,
Pluralidad de partes
Ellitisconsorcio, al cual se dirigen estos conceptos introductorias,
se distingue de la simple pluralidad de partes. Esta última ocurre cuando
existen dos o más parejas de contradictores en un único proceso, indepen-
dientemente de que en la posición de parte de esas relaciones de contradic-
ción existan una o varias personas. Si tres herederos demandan la
reivindicación de un inmueble a un sujeto, quien, luego de interpuesta terce-
ría de dominio por otra persona distinta, cita en saneamiento a su causante
por causa de evicción, tendremos un caso de pluralidad de partes en un
único proceso, pues existirían tres relaciones de contradicción: 1) la de-
manda propuesta por los reivindicantes contra el demandado; 2) la deman-
da del tercerista contra los coherederos demandantes y el demandado
originario, y 3) la demanda de saneamiento propuesta por este último con-
tra su causante. Habrá, en cambio, litisconsorcio propiamente dicho, sólo
en 10 que respecta a los codemandantes que incoaron el juicio, dándose la
pluralidad dentro de una sola relación de contradicción. Cada relación de
contradicción es generada por la pretensión formulada, que instaura una
litis entre el pretensor y su antagonista.
Múltiples son las figuras procesales por las que los terceros ingre-
san o son llamados al proceso para hacer valer o resistir el ejercicio de una
pretensión. El Código distingue y regula las diferentes relaciones entre las
pretensiones, determinando las condiciones y modos para su acumulación
en un solo proceso: a más de la accesoriedad (Art. 48), continencia (Art.
51), litispendencia (Art. 61), conexión subjetiva u objetiva (Art. 52), que
provocan una acumulación inicial (Arts. 49 y 77) Ysucesiva (Art. 79), exis-
ten otras formas de acumulación de demandas o pretensiones: el ejercicio
de la excepción perentoria de compensación, que en el fondo es el de una
demanda de cobro de una suma de dinero, y que puede provocar la incom-
petencia por valor del juez, eventualmente (Art. 50); la conexión impropia
de distintas pretensiones basadas en un hecho común o conceptualmente
idéntico (vgr., interpretación de una cláusula contractual) que amerita una
solución jurídica uniforme para todas ellas. Asimismo, existe la conexión
por prejudicialidad entre dos pretensiones, cuando una de ellas interesa el
silogismo jurídico de la decisión que ha de dar respuesta a la otra. La doc-
trina permite la acumulación, incidenter tantum, cuando no hay incompa-
tibilidad de procedimientos ni incompetencia absoluta del juez, no obstante
que, en principio, la cuestiónprejudicial ameritase la incoación autónoma de
una demanda (vgr., determinación de parentesco en juicio de alimentos
ante eljuez ordinario: Art. 751 del Código de Procedimiento Civil); aparte
de que, el juez puede y debe resolverla, aunque esté pendiente el juicio ad
hoc para ello, si el peligro de tardanza hiciese infructuoso el derecho recla-
mado, como es el caso de la demanda por manutención. Igualmente, la cita
de saneamiento y garantía y la tercería, presuponen la acumulación de
pretensiones por vía de «intervención», la cual es regulada en dos tipos
distintos en el Código de Procedimiento Civil.
En consecuencia, al no constar en autos las resultas del Tribunal comisionado para
la notificación del Procurador General de la República, evidentemente no puede
comenzar a transcurrir el lapso de 30 días de suspensión de la causa, por lo que
mal puede el reclamante pretender que el Juez Superior del Trabajo se pronuncie
sobre la admisión o no del recurso de casación anunciado, pues ello contravendría
lo estipulado en los artículos 94, 95 y 96 del Decreto con fuerza de Ley Orgánica de
de que –como antes se indicó- ordenan la notificación al Procurador General de la
República de cualquier demanda, excepción o sentencia que directa o
indirectamente obre contra los intereses patrimoniales de la República, pues la
omisión de ésta, constituiría causal de reposición de la causa.
De lo anterior se colige que dicha obligación de notificación no puede entenderse
como un mero formalismo dentro del proceso en la realización de la justicia, ya
que su omisión implica un menoscabo del derecho a la defensa y al debido
proceso de la República, quien quedaría en un estado de indefensión al no poder
recurrir del fallo que afecte sus intereses, por ello, ante la falta de notificación de
la Procuradora General de la República, ésta puede solicitar la reposición de la
causa al estado en que sea notificada, según lo dispuesto en el artículo 97 del
Decreto con Fuerza de Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República.
Por lo tanto, la Sala comparte el criterio que sostuvo el a quo en las
consideraciones para declarar parcialmente con lugar la acción de amparo
constitucional ejercida; en consecuencia, se declara sin lugar la apelación ejercida
y se confirma el fallo apelado en los términos expuestos. Así, se ordena la
reposición de la causa al estado de que el Juzgado Primero de Juicio para el
Régimen Procesal Transitorio del Trabajo del Estado Aragua notifique, conforme
con lo que establece el artículo 95 del Decreto con Fuerza de Ley Orgánica de la
Procuraduría General de la República, a la Procuradora General de la República
del fallo definitivo que dictó el 2 de septiembre de 2004, para lo cual se
computarán los lapsos para ejercer los respectivos recursos a que hubiera lugar a
partir de que conste en autos su notificación; en tal sentido, se anula todo lo que
hubiere sido actuado con posterioridad a la oportunidad de publicación de dicha
decisión. Así se decide. (Resaltado de la Sala).
Ahora bien, una vez reiterado el carácter coercitivo de la notificación del
Procurador General de la República no sólo de cualquier demanda, providencia, excepción o
solicitud que pueda afectar directa o indirectamente los intereses de la Nación, sino de
cualquier sentencia en la que dichos intereses se vean implicados; esta Sala considera
necesario establecer de manera clara y expresa la actividad que debe desplegar el Juez una vez
que dicte la sentencia definitiva en este tipo de juicios, a los fines de la interposición de los
recursos que las partes tengan a bien intentar.
Expuesto lo anterior, pasa este alto Tribunal como antes se indicó, a pronunciarse
sobre la tempestividad del escrito de formalización consignado en los siguientes términos:
Contra dicho fallo, la representación judicial de la parte demandada en fecha 24 de
abril del año 2007 anunció recurso extraordinario de casación.
En fecha 17 de julio del año 2007, la ciudadana Thaís Coromoto Villalobos Sánchez,
en su condición de Juez Provisorio a cargo del Juzgado Quinto del Trabajo del Circuito Judicial
laboral de la Circunscripción Laboral del Estado Zulia, se abocó al conocimiento de la causa,
vista la redistribución electrónica del expediente.
En fecha 18 de junio del año 2008, a solicitud de esta Sala, fue recibido vía fax por
parte del Juzgado Superior, cómputo de los cinco (05) días de despacho transcurridos en dicho
Tribunal desde el 15 de junio del año 2007, exclusive, (vencimiento del lapso de 30 días de
suspensión del proceso), contados a partir del 16 de junio del mismo año (fecha de
consignación en autos de la notificación a la Procuraduría General de la República), en el que
se evidencia que el último de los cinco (05) días para anunciar el recurso de casación fue el 22
de junio del año 2007. Siendo así, se constata que el lapso de veinte (20) días continuos para
consignar el escrito de formalización más el término de distancia de ocho (08) por estar
situado el Tribunal Superior en la ciudad de Maracaibo, Estado Zulia venció el día 20 de julio
del mismo año, todo ello de conformidad con el artículo 171 de la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo.
SALA CONSTITUCIONAL
ANTECEDENTES
II
Los abogados actores interpusieron acción de nulidad por razones de
inconstitucionalidad contra la norma dispuesta en el artículo 197 del Código
de Procedimiento Civil, publicada en la Gaceta Oficial N° 3.694
Extraordinario, de fecha 22 de enero de 1986 y contra lo previsto en el
artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, publicada en la Gaceta
Oficial N° 3.995 Extraordinario, de fecha 13 de agosto de 1987, cuyos
contenidos son del siguiente tenor:
Código de Procedimiento Civil
“Artículo 197: Los términos o lapsos procesales se computarán por
días calendarios consecutivos, excepto los lapsos de prueba, en los
cuales no se computarán los sábados, los domingos, el Jueves y el
Viernes santos, los declarados días de fiesta por la Ley de Fiestas
Nacionales, los declarados no laborales por otras leyes, ni aquellos
en los cuales el Tribunal disponga no despachar”.
Ley Orgánica del Poder Judicial
“Artículo 18.-Los jueces gozarán de vacaciones anuales en la fecha
más próxima a aquellas en que hayan cumplido el año de servicio, de
conformidad a lo que establezca el Consejo de la Judicatura, caso en
el cual devengarán además de su sueldo normal, un bono vacacional
equivalente a un mes de sueldo. En todo caso, las vacaciones de los
jueces no suspenderán el curso de las causas ni los lapsos
procesales”.
Indicaron los accionantes, respecto al artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil, que en dicha norma está interesado el orden público, la
seguridad jurídica y una recta administración de justicia, sin embargo, la
misma está viciada de inconstitucionalidad por contrariar lo dispuesto en el
primer aparte del artículo 68 de la Constitución de 1961, que consagraba el
derecho a la defensa.
Asimismo indicaron, que en virtud del exceso de trabajo que tienen los
tribunales, los expedientes en ocasiones son mal archivados, por lo que a
veces no es posible conocer la decisión y apelar de la misma, y quedando
firme se produce una violación manifiesta al derecho a la defensa,
consagrado en el primer aparte del artículo 68 de la Constitución de 1961.
Señalaron también, que las consideraciones son aplicables a los supuestos
previstos en los artículos 891, 993 y 26 del Código de Procedimiento Civil.
Por otra parte alegaron, que la norma dispuesta en el artículo 196 del
Código de Procedimiento Civil, donde se establece el principio de la legalidad
de los actos procesales constituye letra muerta, porque en la mayoría de las
hipótesis, los lapsos correspondientes a cinco (5), ocho (8), diez (10) y veinte
(20) días consecutivos, según el caso, nunca contendrían realmente el
número de días preceptuados en cada supuesto, habida cuenta de que al no
despachar los tribunales los días sábados, domingos, feriados o cualquier
otro día virtualmente se abrevian los lapsos legalmente previstos.
Concluyeron así que, la tesis de computar los lapsos procesales conforme a lo
previsto en el artículo 197 del Código de Procedimiento Civil es contrario al
derecho a la defensa consagrado en la Constitución de 1961.
Sobre la señalada exposición de motivos indicaron, que el concepto
que atribuye a la administración de justicia la cualidad de servicio público
ininterrumpido fue incorporado por la Comisión Redactora del Proyecto de
Código de Procedimiento Civil, señalando al respecto que, cuando se redactó
la versión original del artículo 201, este establecía lo siguiente: “Del quince
de agosto al quince de septiembre, ambos inclusive, habrá anualmente
vacaciones judiciales para los jueces, pero ellas no suspenderán el curso de
las causas ni de los lapsos procesales”.
III
OPINION DEL MINISTERIO PUBLICO
IV
DE LA COMPETENCIA
VI
DE LA SOLICITUD DE INCONSTITUCIONALIDAD DEL ARTICULO 197 DEL
CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL
De lo expuesto se evidencia, que no todas las horas del tiempo útil son
hábiles para la realización de los actos procesales, debiéndose computar
dichos lapsos (entiéndase término o lapso stricto sensu), conforme a una
unidad de medida, previamente establecida por la norma adjetiva, y que
dentro del marco legal se encuentra diferenciada en atención a las distintas
unidades de tiempo que se emplee. Por tanto, los lapsos establecidos por
años o meses se computan desde el día siguiente al de la fecha del acto que
da lugar al lapso, y concluye el día de la fecha igual al acto del año o mes que
corresponda para completar el lapso ( artículo 199 del Código de
Procedimiento Civil). Asimismo se evidencia, que los lapsos procesales por
días, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil, se computan por días calendarios consecutivos, a
excepción del lapso de pruebas.
Ahora bien, el proceso tiene como fin último, la decisión del conflicto
mediante un fallo que adquiere autoridad de cosa juzgada, sin el cual el
proceso por sí mismo carecería de sentido, ya que satisface al mismo tiempo
el interés individual comprometido por el litigio y el interés social de asegurar
la efectividad del derecho mediante la actividad jurisdiccional; por lo cual,
siendo su fin último la tutela de los derechos, jamás se podría permitir el
sacrificio de la tutela jurisdiccional ante el proceso, bien porque la práctica
desnaturalice los principios que lo constituyen o porque sea la propia ley
procesal la que, por su imperfección, impida tal función tutelar, pues de ser
así, el proceso fallaría en su cometido, toda vez que, las formalidades
procesales han de entenderse siempre para servir a la justicia, garantizando
el acierto de la decisión judicial, y jamás como obstáculos encaminados a
dificultar el pronunciamiento de la sentencia.
“En relación con los lapsos para interponer el recurso de
apelación en amparo, esta Sala Constitucional considera que admitir
que el lapso de apelación previsto en el artículo 35 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales
debe computarse por días continuos, incluyendo sábados, domingos
y feriados, sería atentatorio contra el derecho a la defensa, principio
cardinal del sistema procesal, pues el ejercicio del recurso de
apelación se vería limitado de hecho, incluso cercenado, bien por la
llegada del fin de semana, o alguna fiesta patria.
En un Estado Social de Derecho y Justicia, como es el que
preconiza el artículo 2 de la vigente Constitución, la literalidad de la
leyes no puede interpretarse hacia lo irreal o lo absurdo. Lo cierto es
que en el país no existe un sistema de justicia que funcione
diariamente veinticuatro (24) horas, con jueces constitucionales de
guardia en las noches y días feriados, y ante la ausencia de tal
sistema, los jueces –incluyendo los constitucionales- en aras a su
derecho al descanso y a la recreación, no laboran ni los sábados, ni
los domingos, ni los días que contempla el artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil, manteniéndose los tribunales cerrados al
público. Distinta es la situación los días en que el tribunal se
encuentra funcionando, así no despache, el cual es un día hábil a los
efectos del amparo”.
De manera que, concluye esta Sala, que el debido proceso exige, tal como
quedara expuesto, un plazo razonable para todos los actos sin excepción, y
por ello, visto que tal como está redactada la norma contenida en el artículo
197 del Código de Procedimiento Civil, ésta resulta inconstitucional por ser
contraria al debido proceso y al derecho a la defensa debe esta Sala
DECLARAR SU NULIDAD PARCIAL en lo que respecta a la frase: “ (...) los
lapsos de pruebas, en los cuales no se computarán...”. Así, ante la
prohibición absoluta de actuación del Tribunal fuera de días y horas de
despachos, conforme lo dispone el Código de Procedimiento Civil, debe
entenderse, que por regla general los términos y lapsos a los cuales se refiere
dicho artículo, tienen que computarse efectivamente por días consecutivos,
en los cuales el Tribunal acuerde dar despacho, no siendo computables a
esos fines aquellos en los cuales el Juez decida no despachar, ni los sábados,
ni los domingos, ni el Jueves y Viernes Santos, ni los días declarados de fiesta
o no laborables por ley, criterio que debe ser aplicado en concatenación con
lo dispuesto en los artículos 199 y 200 del Código de Procedimiento Civil, que
establecen:
“Artículo 199.- Los términos o lapsos de años o meses se computarán desde el día siguiente al de la fecha
del acto que da lugar al lapso, y concluirán el día de fecha igual a la del acto, del año o mes que corresponda para
completar el número del lapso.
El lapso que, según la regla anterior, debiera cumplirse en un
día de que carezca el mes, se entenderá vencido el último de ese
mes.
Artículo 200.- En los casos de los dos artículos anteriores,
cuando el vencimiento del lapso ocurra en uno de los días
exceptuados del cómputo por el artículo 197, el acto correspondiente
se realizará en el día laborable siguiente”.
Así las cosas, observa esta Sala que los argumentos planteados por los
accionantes para afirmar la inconstitucionalidad el artículo 18 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial de 1987, cuyo contenido se prevé ahora en el
artículo 19 la Ley Orgánica del Poder Judicial, se centran en dos aspectos:
por una parte, en el derecho que tienen los abogados litigantes de disfrutar
de vacaciones anuales, y por otra, en la existencia de la denominada “Justicia
Vacacional”.
Respecto al primer argumento, expresaron los accionantes que
según lo establecido en el primer aparte del artículo 11 de la Ley de
Abogados, la prestación de servicios por parte de un abogado para con un
cliente podría considerarse como un contrato de trabajo, y que en virtud de
ello, todo abogado litigante tiene derecho a tomarse un descanso anual
como cualquier trabajador, por ello, con el actual régimen que establece la
reforma del artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, se impide que
los abogados litigantes puedan disfrutar de las vacaciones escolares con sus
hijos, por lo que, la única posibilidad que un abogado en ejercicio pudiera
disfrutar de sus vacaciones escolares, sería imponiéndole al cliente otro
abogado para que lo patrocine, imposición que a criterio de los accionantes
resulta inconstitucional, porque también se le estaría violando a este otro
abogado el derecho a disfrutar de las vacaciones anuales. De modo que, en
su criterio, convendría que las vacaciones judiciales fueran los meses de
agosto y septiembre de cada año, en virtud de que coinciden con las
vacaciones escolares, de manera que, todos los abogados en ejercicio y
también los jueces y funcionarios judiciales elaboren planes para salir de
vacaciones judiciales con su familia.
VII
DECISIÓN
2.- Se fijan los efectos de esta decisión con carácter ex nunc, a partir
de la publicación del fallo por la Secretaría de esta Sala, a tales fines, la
aplicación de la norma contenida en el artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil, deberá realizarse a partir de la publicación de la
presente sentencia.
Civil”.
forma en que se deben computar los términos o lapsos procesales para la realización de
réplica y contrarréplica del recurso de casación; para los actos conciliatorios; para la
comparecencia a través de edictos, para proponer la demanda después que haya ocurrido
la perención, los que tiene la Sala de Casación Civil para dictar su fallo, así como el que
tiene el Juez de Reenvío para dictar el suyo; para intentar la invalidación; los de
suspensión de la causa principal, los lapsos de pruebas y el plazo que tiene los árbitros
Procedimiento Civil, sobre el cual esta Sala Constitucional ejerció control concentrado
Así, observa esta Sala que según lo dispuesto en el artículo 266, numeral 1, de la
parcial de las leyes nacionales y demás actos con rango de ley de la Asamblea
Nacional, que colidan con esta Constitución”. Expuestas así las cosas, la referida
norma asigna dos posibles consecuencias al ejercicio de dicho control por parte de esta
Sala; una, determinar la nulidad total de la norma impugnada y la otra, la nulidad parcial
control.
Por tanto, cuando una norma es declarada enteramente nula es
porque el operador jurídico, es decir la Sala, luego de haber realizado un
análisis exhaustivo del contenido de la norma impugnada contrapuesto a los
principios constitucionales señalados como trasgredidos, ha concluido que el
valor normativo en ella contenido resulta inconstitucional, sin que medie
posibilidad alguna de que persista su existencia en el mundo jurídico, pues se
alteraría de forma insoslayable el orden instaurado, considerando que el
dispositivo normativo contenido en el artículo 119 de la Ley Orgánica de la
Corte Suprema de Justicia, le otorga la facultad de fijar los efectos de dicha
declaratoria en el tiempo, es decir, hacia el pasado o pro futuro, lo cual en
definitiva constituye la exclusión total de dicha norma en el sistema
normativo existente.
De manera que, debe esta Sala señalar de forma más clara, cual es el
alcance de la nueva norma contenida en el artículo 197 del Código de
Procedimiento Civil dentro del sistema normativo que integra, lo cual bajo
ningún supuesto puede ser visto como una ingerencia o usurpación en las
atribuciones del órgano legislativo -Asamblea Nacional- que tiene por función
propia normar las materias que resultan de orden nacional.
Así, los postulados constitucionales en los que se fundamentó esta
Sala para declarar la inconstitucionalidad parcial de la norma in comento, son
los establecidos en los numerales 1 y 3 del artículo 49 de la Carta Magna, en
atención a la circunstancia fáctica que se verificaba con los cómputos de los
términos y lapsos establecidos para la realización de determinadas
actuaciones procesales de los justiciables, a consecuencia de la disminución
de los mismos en un número ciertamente menor a aquellos dispuestos en la
norma, como producto del no despachar continuo de los tribunales, lo cual
tendía a crear un estado de indefensión y a transgredir el debido proceso.
Por tanto, los postulados anteriores en los cuales se basó esta Sala
para indicar que la regla del cómputo establecida en el referido artículo 197
del Código de Procedimiento Civil “(...) viola el contenido normativo del
artículo 49 de la Constitución de 1999, por disminuir, para el resto de los
actos procesales, el lapso que el legislador consideró -en su momento-
razonable para que las partes cumplieran a cabalidad con los actos
procesales que las diferentes normas adjetivas prevén”, fueron establecidos
en atención a que la actividad jurisdiccional va dirigida a resolver una
controversia y siendo que las partes serán quienes en definitiva sufrirán los
efectos de la sentencia, debe garantizársele a cada una de ellas, la posibilidad
de adversar o contradecir oportunamente lo sostenido por su contraparte,
es decir, garantizarle su derecho a la defensa.
Por lo cual, si la naturaleza del acto procesal implica, que para que se
cumpla cabalmente el derecho a la defensa y al debido proceso, éste deba
ser realizado exclusivamente cuando el tribunal despache, en virtud de que
sólo así las partes pueden tener acceso al expediente o al juez para ejercer
oportunamente -entiéndase de forma eficaz- su derecho a la
defensa, indudablemente que los términos o lapsos procesales para la
realización de tales actos se computarán en función de aquellos días en que
el tribunal acuerde despachar.
En consecuencia, estima esta Sala que la aplicación del artículo 197, y
como tal, el considerar para el cómputo de los términos o lapsos los días en
que efectivamente despache el tribunal, no puede obedecer a que se esté
ante un lapso o término “largo o corto”, sino en atención a que el acto
procesal de que se trate involucre o de alguna manera afecte el derecho a la
defensa de las partes; en contraposición a aquellos que con su transcurrir no
lo involucren.
Por otro lado, también se puede mencionar que los términos o lapsos
procesales establecidos para ejercer cualquier acto de impugnación ante el
tribunal de instancia; tales como, recurso de hecho, recurso de queja,
recurso de regulación de competencia o apelación, también deben ser
computados por días en que efectivamente el tribunal despache.
El lapso que tiene la Sala de Casación Civil de este Alto Tribunal para
sentenciar, así como el que tiene el Juez de Reenvío, establecido en los
artículos 319 y 522 del texto que rige la materia serán computados por días
calendarios consecutivos, sin atender a las excepciones establecidas en el
artículo 197 del Código de Procedimiento Civil.
Y, por último el término de la distancia debe ser computado por días
calendarios consecutivos, sin atender a las excepciones establecidas en el
artículo 197 del Código de Procedimiento Civil. Así se decide.
Ahora bien, por cuanto esta Sala observa, que existe un error de
referencia en la parte in fine del dispositivo del fallo, objeto de la presente
aclaratoria, referido a la fecha de publicación del Código de Procedimiento
Civil, se procede mediante la presente a subsanar el mencionado error, en
los términos siguientes:
“Conforme a lo previsto en los artículos 119 y 120 de la Ley Orgánica
de la Corte Suprema de Justicia, publíquese el presente fallo en la
Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, sin que su
publicación condicione la eficacia del mismos, en cuyo sumario se
indicará con precisión lo siguiente:
‘SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA, EN SALA
CONSTITUCIONAL QUE ANULA PARCIALMENTE LA NORMA
CONTENIDA EN EL ARTÍCULO 197 DE LA LEY DE REFORMA
PARCIAL DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL,
PUBLICADO EN LA GACETA OFICIAL Nº 4.209
EXTRAORDINARIO DE FECHA 18 DE SEPTIEMBRE DE 1990’”.
DECISIÓN
El Presidente,
SALA DE CASACIÓN SOCIAL
ACCIDENTAL
Ponencia del Magistrado ALFONSO VALVUENA CORDERO.
PADRÓN, representado judicialmente por los abogados María del Carmen Cubillán y
Manuel Reyna Pares, Pedro Sosa Mendoza, María del Pilar Aneas, Emilio Pittier
Octavio, Ingrid García, Giuseppe Mauriello, Carmen Elisa Briceño, Claudia Cifuentes
Gruber, Blas Rivero B., Vicente Amado R., Juan Pablo Livinalli, Roshermari Vargas
Mariana Roso Quintana y Carolina Puppio González, el Juzgado Superior Segundo del
en reenvío, dictó sentencia en fecha 28 de junio del año 2001, mediante la cual declaró
sin lugar la prescripción de la acción, parcialmente con lugar la demanda, con lugar la
jubilación vitalicia del demandante, ordenó la devolución por parte del demandante de
de ambos créditos, declaró igualmente sin lugar el pago de intereses solicitado, ordenó
Civil.
cuenta el 18 de octubre del año 2001, y en esa misma fecha, los Magistrados Omar
Alfredo Mora y Juan Rafael Perdomo manifestaron tener motivos de inhibición para
Declaradas con lugar las inhibiciones de los Magistrados OMAR MORA DÍAZ
respectivos.
Manifiesta la aceptación de los respectivos conjueces y suplentes para integrar la
Sala Accidental, la misma quedó constituida en fecha 19 de diciembre del año 2001 de
Cumplidas las formalidades de ley y siendo la oportunidad legal para ello, pasa
esta Sala de Casación Social (accidental) a decidirlo bajo la Ponencia del Magistrado
RECURSO DE NULIDAD
La parte demandada propuso recurso de nulidad contra la sentencia dictada por
Señalan los formalizantes que la recurrida debía establecer los hechos que
Procedimiento Civil, esta Sala de Casación Social procede a dar lectura a la sentencia
que dictara este Máximo Tribunal en fecha 09 de agosto del año 2000 y a la sentencia
“Como puede apreciarse de la estipulación transcrita, como se dijo
anteriormente, los requisitos para la procedencia de la Jubilación Especial
son dos, que se deben dar en forma concurrente: que el trabajador tenga
acreditados catorce años o más de servicios en la demandada sociedad
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(C.A.N.T.V.) y que se haya resuelto su despido por alguna causa no prevista
en el artículo 102 de la Ley Orgánica del Trabajo; o que el patrono le
reconozca tal derecho.
También se desprende de la cláusula en comento la existencia de la
alternativa según la cual el trabajador puede, según su libre albedrío, a
efecto de materializar el beneficio, escoger entre dos posibilidades
excluyentes, a saber: recibir la totalidad de sus prestaciones sociales, legales
y contractuales contempladas en la cláusula ‘Pago de Beneficios e
Indemnizaciones por Terminación del Contrato de Trabajo’, más cualquier
indemnización adicional que pueda corresponderle si fuere el caso, o, recibir
la totalidad de sus prestaciones sociales, legales y contractuales
contempladas en la cláusula ‘Pago de beneficios e Indemnizaciones por
Terminación del Contrato de Trabajo’ más acogerse al beneficio de la
Jubilación Especial propiamente dicho. Por lo que se observa que el derecho
que se otorga al trabajador en la referida norma convencional es el de
ESCOGER entre una u otra modalidad en las que se presenta la Jubilación
Especial, ya que expresamente ésta cláusula señala que ‘...será potestativo
del trabajador recibir ...o acogerse...’ y la escogencia que éste haga en uno u
otro sentido será válida.
Si el trabajador escoge la primera opción, es decir recibir el pago de la
totalidad de sus prestaciones sociales más una cantidad de dinero adicional,
la acción para reclamar cualquier diferencia de ese pago, es de eminente
naturaleza laboral y por lo tanto, se le aplica el lapso de prescripción de un
año previsto en el artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo.
Ahora bien, para el caso que el trabajador, habiendo escogido la primera
opción, pretenda que se le reconozca el derecho a optar por la segunda
posibilidad, es necesario que demuestre que su decisión de escoger la
primera opción no derivó de su libre voluntad, es decir, que hubo vicio en el
consentimiento. Tales vicios de la voluntad o del consentimiento son el
error excusable, la violencia o el dolo, conforme lo señala el artículo 1.146
del Código Civil. Es así como podría decirse que al momento de optar por el
pago adicional en lugar de la Jubilación Especial, el trabajador no estuvo en
la circunstancia ideal prevista en dicha cláusula de elegir libremente
respecto de una opción u otra, por lo que en tales casos procederá la
declaratoria de nulidad del acto viciado, que conlleva a situar nuevamente al
trabajador frente a estas dos opciones y por ende ante la expectativa de que
se le acuerde la Jubilación Especial, y el lapso de prescripción para accionar
tal posibilidad es el previsto en el artículo 1.980 del Código Civil, como
fuera establecido en el título: ‘PRESCRIPTIBILIDAD DE LAS
ACCIONES DERIVADAS DE LA RELACIÓN DE TRABAJO’.
En cambio, si el demandante no demuestra que su voluntad estuvo viciada,
debe considerarse que al momento de la terminación de su relación laboral,
hizo uso libremente del derecho a escoger contemplado en la norma
convencional, por lo que su acción dirigida a peticionar el derecho al cual en
esa oportunidad no optó, no se encuentra sujeta a las consecuencias de la
declaratoria de nulidad del acto supuestamente volitivo y por ende debe
aplicarse en consecuencia, la disposición de la ley que regula la materia,
cual es el artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo.
Tal distinción no es caprichosa y obedece al hecho que para los trabajadores
cuyo consentimiento se encuentre viciado se mantienen incólume el derecho
a peticionar la Jubilación Especial, que por traducirse en un pago periódico
menor al año, prescribe a los tres años, como ya ha quedado establecido. De
no ser así, el efecto de la nulidad del acto viciado dejaría paradójicamente en
este caso al trabajador en una situación de desamparo contrario al espíritu
del encabezamiento del artículo 89 de la novísima Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela.
En virtud de todas las premisas anteriores esta Sala decide, CASAR DE
OFICIO Y CON REENVÍO la sentencia recurrida, por cuanto la misma
infringió por falta de aplicación los artículos 12 del Código de
Procedimiento Civil y 1.146 del Código Civil, al haber analizado la defensa
de prescripción sin precisar en forma previa, si la voluntad del trabajador
para optar por una u otra de las modalidades en que se presenta el beneficio
de la jubilación especial está viciada o no, pues como ya se expuso, es sólo
la particular condición del reclamante respecto del derecho que reclama lo
que puede llevar a la conclusión de cuál es el lapso de prescripción; y siendo
que la instancia no estableció soberanamente los hechos para que pueda
tener lugar el supuesto del artículo 322 del Código de Procedimiento Civil,
el ad quem a quien le corresponda decidir, deberá atenerse a las pautas antes
señaladas, en cuyo contenido se encuentra inmersa la doctrina. Igualmente,
para el caso que sea declarado procedente el beneficio de la jubilación
especial, debe observar lo establecido en éste fallo respecto a la indexación,
que debe ser aplicada tanto a las pensiones que han debido pagarse como a
la cantidad de dinero recibida en exceso por el trabajador, para luego
proceder a su compensación.”
De lo antes transcrito se evidencia que la propia Sala estableció que el lapso de
prescripción aplicable al caso, por haber vicio en el consentimiento, era de tres años, por
lo que el Tribunal de la recurrida sólo tenía que acatar lo referido, siendo que lo que se
ordenó al tribunal de reenvío, fue precisar el salario con base al cual se calcularía el
“En primer lugar, deberá esta alzada pronunciarse con relación a la
prescripción de la acción, por cuanto de ser procedente se haría innecesario
entrar al análisis del fondo de la controversia. En este aspecto, le es
aplicable la doctrina asentada por la Sala Social del Tribunal Supremo de
Justicia transcrita supra, al numeral 8° de los aspectos relevantes
sintetizados por la Sala de Casación Social, mediante la cual resolvió en
forma definitiva la controversia al hacer un estudio pormenorizado del Acta
de terminación del vínculo laboral, suscrita por una gran mayoría de
trabajadores que finalizaron su relación laboral con la demandada, siendo
las fechas y los supuestos del contenido de dicha acta más o menos
coincidentes, lo que conllevó que la sala analizara en abstracto una de
dichas actas, que en este caso específico corre inserta a los folios 117 y 118,
concluyendo que el la Cláusula Primera las partes se limitan a manifestar
que están poniendo fin a la relación laboral por mutuo consentimiento. Que
en la segunda Cláusula, la empresa se compromete al pago triple de la
indemnización por antigüedad: ‘en lugar de su jubilación prevista en el
anexo C (Plan de Jubilaciones) del Contrato de Trabajo Vigente’, con lo
cuál al trabajador le fue reconocido el derecho establecido en la convención
colectiva entre optar por una bonificación especial o en su defecto, la
jubilación prevista el Plan de Jubilación de dicho contrato, más las
indemnizaciones contenidas en la Cláusula 71, de allí que se considere
cumplido uno de los dos requisitos concurrentes como lo es haber sido
despedido por una causa no prevista en el artículo 102 de la Ley Orgánica
del Trabajo. Y en último lugar, la Cláusula Tercera que intenta simular una
transacción laboral, mal puede considerarse como tal al no contener una
relación circunstanciada de hechos motivantes y derechos en ella
comprendidos, no cumpliendo así con el contenido del Parágrafo Único del
artículo 3° de la Ley Orgánica del Trabajo, de allí que, el Tribunal Supremo
de Justicia, Sala Social, determine que estamos en presencia de ‘un acto
voluntario que produce efectos jurídicos’ que dependen de la manifestación
de la voluntad, sometida en consecuencia a las reglas generales del derecho
común. Por lo tanto lo que se está por verificar, es si el acto mediante el
actor elige como opción el pago triple de la indemnización de antigüedad, se
encuentra o no viciado por error, violencia o dolo. La Sala se situó en el
momento en que se produjeron los hechos, para concluir que los
trabajadores fueron inducidos a error, por cuanto en ese momento la banca
ofrecía atractivos intereses para la inversión de capital y la situación social,
económica e inflacionaria, era bastante estable, lo cual era mucho más
atractivo que el disfrute de una pensión mensual equivalente a un porcentaje
de su salario que incluso resultaría menor a la que él recibía por la labor
prestada, de allí que se considere un error excusable, la falsa representación
de los hechos que conllevó a los trabajadores a suscribir dicha acta y por
consiguiente incurrió en un falso conocimiento de la realidad sic: ‘...que les
sustrajo la clarividencia en el querer y que vició de nulidad su acto de
escoger..’. Todo esto conlleva la Sala a considerar que el trabajador incurrió
en el error excusable que vició su voluntad y por lo tanto afecta y anula tal
acto de escoger, de allí que bajo ese supuesto, el lapso de prescripción para
el ejercicio de la acción es el previsto en el artículo 1.980 del Código Civil,
de tres años contados a partir de la fecha de la ruptura del vínculo y así se
dejó establecido...’. Aplicando esta sentencia al caso sub iudice tenemos que
el actor manifiesta y la demandada acepta que la relación entre ambas partes
finalizó el 10 de septiembre de 1993; la demanda fue admitida el 09 de
mayo de 1995; la citación se perfeccionó el 27 de febrero de 1996, por ende
aun no se habían cumplidos los tres años a los cuales hacen mención la
sentencia del 09 de agosto de 2000 proferida por el Magistrado Suplente Dr.
Rafael Arístides Rengifo Camacaro en el numeral 8° que consta al folio 617
del expediente, motivo por el cual la presente acción no está prescrita y así
se decide.
(Omissis)
Analizadas como han sido todas las pruebas, el tribunal procede a
pronunciarse en los siguientes términos:
En virtud de lo supra expuesto en que la acción no está prescrita y que el
acta de fecha 04 de octubre de 1993 fue declarada nula por haberse
evidenciado los vicios en el consentimiento para el momento en que el actor
procedió a elegir entre las dos opciones, corresponderá en derecho
reconocerle al trabajador el beneficio de jubilación especial prevista en el
contrato colectivo de trabajo a partir del 10 de septiembre de 1993 a razón
de una pensión de jubilación vitalicia de Bs. 49.718,40 mensuales por el
término que permanezca vivo por cuanto al quedar con valor probatorio la
planilla de liquidación de prestaciones sociales se evidencia que recibía un
salario total de Bs. 1.657,28 lo cual multiplicado por los treinta días del mes
da un total de Bs. 49.718,40. Las cantidades que por efecto de pensión de
jubilación debió recibir el actor deberán ser calculadas hasta iniciarse su
pago permanente por la empresa con la indexación en los términos
especificados por la Sala Social en reiteradas sentencias y tal como se
especifico en la parte general de la sentencia del 09 de agosto de 2000 al
numeral 7° bajo el título de CORRECIÓN (SIC) MONETARIA,
COMPENSACIÓN Y EQUIDADA (SIC) parámetros estos que deberán ser
tomados en cuanta (sic) por el experto en el momento de hacer los cálculos.
Por consiguiente no prospera en derecho la cantidad solicitada por el actor
en el numeral 1.- de su petitorio de Bs. 1.491.552,oo por concepto de la
diferencia en el monto de la bonificación triple, por cuanto al acogerse al
beneficio de jubilación lejos de exigir el cumplimiento del pago por
concepto de bonificación triple, deberá reintegrarle a la empresa el
excedente que por antigüedad recibió según planilla de liquidación de
prestaciones sociales, cantidad ésta que también deberá ser indexada y que
equivale al monto de Bs. 2.983.104,oo. En cuanto al incremento de los Bs.
8.500,oo que no le fueron aumentados la demandada se limitó a negarlo
pura y simplemente y como ella misma aportó a los autos el contrato
colectivo correspondiente a ese periodo le prospera en derecho dicho
incremento y así se establece.
En cuanto al incremento de sueldo derivado como consecuencia de las
evaluaciones de eficiencia no realizadas durante el periodo laboral 1993 y
que fuera negada por la accionada en forma pura y simple manifestando
incluso que de no haberse hecho no tendría derecho a ello en virtud que el
artículo 20 del contrato colectivo fue objeto de modificación según acta de
fecha 28 de julio de 1993 y cuando rechaza haber omitido el aumento de
sueldo referido por concepto de evaluación de eficiencia no realizada
durante los periodos 199-1994 (sic) en la contestación de la demanda, se
limita hacer señalamientos a las cláusulas contractuales, considera esta
alzada que le corresponde en derecho el incremento de sueldo en una
proporción de un 15% como consecuencia de la evaluación de eficiencia no
realizada durante el primer semestre del año 1993, derecho éste que le
corresponde al actor al quedar demostrado que la relación finalizó el 10 de
septiembre de 1993. Con relación al punto cuatro del petitorio considera
esta alzada que el mismo es improcedente en cuanto a lo solicitado en su
primera parte como lo constituye el pago de Bs. 10.142.553,60 que equivale
a 204 mensualidades de pensión de jubilación cuantificadas en forma total
hasta el 18 de septiembre del año 2010 fecha en la cual el demandante
cumpliría 70 años de edad por cuanto se le concedió la segunda parte por el
peticionado y que es lo procedente en derecho: la pensión de jubilación
vitalicia. Con lo que respecta el particular quinto consistente en el pago de
los intereses causados hasta la fecha definitiva de cancelación que generen
las cantidades y conceptos peticionados, los mismos son improcedentes con
respecto a la antigüedad en los términos previsto en el artículo 108 de la Ley
Orgánica del Trabajo ya que el actor recibió por este concepto un exceso
que se ha ordenado reintegrarle a la demandada y por ende nada adeuda esta
última, en un todo acorde a la sentencia proferida por el Magistrado Dr.
Omar Alfredo Mora de la Sala de Casación Social de fecha 29 de marzo de
2000. Por último se acuerda lo solicitado en el punto seis del petitorio del
escrito libelar el (sic) cuanto a ordenar una experticia complementaria del
fallo a los fines de que el experto que será nombrado por el Juez tomando en
cuenta el artículo 455 del Código de Procedimiento Civil determine el
monto que en definitiva le corresponde al actor según la inflación que se
haya causado en el país para lo cual requerirá la referida información al
Banco Central de Venezuela. La labor de dicho experto será sufragada por
la demandada. Así se decide.”
1993 fue declarada nula por haberse evidenciado los vicios en el consentimiento para el
momento en que el actor procedió a elegir entre las dos opciones ofrecidas por la
empresa demandada así como los montos que procedían por concepto de jubilación y
pensión de jubilación.
Por lo tanto, al ser el recurso de nulidad un medio de impugnación del fallo cuyo
citada decisión de fecha 09 de agosto del año 2000, el referido recurso debe declararse
RECURSO DE CASACIÓN
PUNTO PREVIO
Ha sido establecido por esta Sala de Casación Social (Francisco Dávila Álvarez
vs C.A. Venezolana de Seguros), que el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil,
privilegia la resolución de las cuestiones de forma antes que las de fondo, resultando en
prontitud una decisión sobre la misma, y es por ello, con fundamento en el principio de
que la Sala, analizado el caso concreto, desaplica la regla general del artículo
atinentes al fondo de lo debatido, es el método de análisis que mejor sirve a los fines de
En consecuencia, en aplicación del criterio anterior, esta Sala pasa a decidir el
presente recurso de casación, conociendo en primer lugar las denuncias formuladas por
siguientes términos:
-I-
Con base en el numeral 2º del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil,
320 ejusdem, los formalizantes denuncian la infracción por falta de aplicación, por parte
de la recurrida del artículos 1.147 y 1.148 del Código Civil, en concordancia con los
artículos 1.141, 1.149 al 1.154 ibidem, por la falta de aplicación de los mismos, en los
siguientes términos:
“Ciudadanos Magistrados; en lo atinente a la decisión incidenter tantum de
nulidad del Acta Convenio, lo cierto es que son diferentes los efectos que
asignan dichos artículos denunciados en cuanto al alcance de la nulidad del
Acta Convenio. Independientemente de que el supuesto ERROR
EXCUSABLE se considere un error de hecho o un error de derecho, la
nulidad en todo caso es total y no parcial, pues afecta la causa
principal (Art. 1.147 del Código Civil) y esencial (Art. 1.148 del Código
Civil) del finiquito que se dieron mutuamente las partes en el Acta
Convenio, bajo las modalidades de sus propias estipulaciones. Es indudable
que la esencia y la causa principal del Acta Convenio radicó en la firme y
definitiva voluntad de las partes de querer dar por terminada la relación de
trabajo y darse el finiquito correspondiente, confiriendo C.A.N.T.V. al
trabajador los beneficios que en una oferta optativa o alternativa quiso
proponerle.
Por consiguiente, la constatación de dicho supuesto error, debió llevar al
Juez de mérito a declarar nula y sin efectos el Acta Convenio, no pudiendo
considerarse que perdura la validez del ‘reconocimiento’ de la Jubilación
Especial que supuestamente hizo C.A.N.T.V., según indica la sentencia de
casación dictada en este juicio, porque ese hipotético reconocimiento está
indisolublemente unido a la esencia del contrato, cual es el finiquito
definitivo. De manera que al no haber, supuestamente, clarividencia en el
querer, el vicio de consentimiento inficiona, contamina el contrato en su
plenitud. Aun (sic) presuponiendo que hubiera habido ese ‘reconocimiento’
de la Jubilación Especial preestablecida en el numeral 3° del artículo 4° del
Anexo ‘C’ del Contrato Colectivo, el mismo, como acto de voluntad
expresado en el contrato, sería totalmente ineficaz ya que el contrato mismo
adolece de nulidad total. La supuesta negada concesión o reconocimiento de
la Jubilación Especial, estaba atenida e indisolublemente ligada a una
elección o escogencia que debía hacer el trabajador. Es obvio que
C.A.N.T.V. no le concedió incondicionalmente la Jubilación Especial; ella
formaba parte de una opción. Si el Acta Convenio es nula por voluntad
viciada, también es nula y sin efectos la opción o alternativa ofrecida, y por
ende, el reconocimiento condicionado señalado por el Tribunal Supremo.
Decimos ‘condicionado’ porque estaba sujeto a una escogencia, y el
ofrecimiento de elegir entre el Beneficio Especial y la Jubilación Especial
dependía de lo que constituye la causa única o principal, de carácter
esencialísimo en el contrato, esto es, el finiquito total y definitivo que se
daban las partes respecto a la relación laboral. Por tanto, no hay nulidad
parcial del Acta Convenio sino nulidad total, según se colige de los artículos
1.147 y 1.148 del Código Civil.
La siguiente doctrina autorizada se refiere a estos aspectos:
‘282. Tampoco debe confundirse la nulidad parcial con la cuestión de los
excepcionales efectos que pueden llegar a derivarse de un acto nulo.
Como es sabido, para marcar su contraste con la nulidad parcial,
hablamos de nulidad ‘total’ o ‘radical’ de un contrato cuando se postula
que deben considerarse suprimidos todos los efectos que el contrato nulo
pretendía producir. La máxima quod nullum est, nullum producit
effectum tiende a subrayar esta consecuencia. Ahora bien, contra la
consecuencia estrictamente lógica que enuncia esta máxima ocurre que
algunos actos nulos no dejan de producir ciertos efectos en el mundo del
derecho a pesar de su nulidad. Por ejemplo: la declaratoria de la nulidad
de la enajenación de una cosa que el testador había hecho objeto de un
legado, no impide el efecto revocatorio del legado que el artículo 995 C.
Civ., vincula al hecho de la enajenación de la cosa legada por parte del
testador. En el mismo sentido podríamos recordar en este lugar lo que ya
dijimos acerca de los efectos del matrimonio putativo, de la sociedad de
hecho, de los actos que realiza un propietario aparente. En todos estos
casos, sin embargo, la eficacia restringida del acto no podría atribuirse a
la voluntad de las partes, sino que habrá que reconducirla directamente a
una nueva voluntad de ley, dirigida a evitar por razones de superior
interés público que el remedio para salvaguardar el interés
protegido resulte peor que la enfermedad que afectaba el contrato por
atentar él contra dicho interés. Por ello hemos dicho que estos efectos del
acto nulo no pueden ser sino ‘excepcionales’, pues aun (sic) si la nulidad
es parcial o si se tratase de un supuesto de conversión de un acto nulo, los
efectos que en estos últimos dos casos continuará produciendo éste serían
efectos del acto propiamente tales, en tanto y en cuanto subsista la
validez del mismo, ya que por lo que respecta a lo que de nulo haya en él
continuaría campeando el principio quo nullum est, nullum producit
effectum en toda su plenitud; mientras que en el caso de la eficacia
residual, de un acto nulo, tales efectos requerirán una clara voluntad de
ley en contrario, que derogue el indicado principio de la plena ineficacia
de un acto nulo’ (JOSÉ MELICH ORSINI: Doctrina General del
Contrato (página 320.321) (Subrayados nuestros).
Se colige de la doctrina anterior que la nulidad por vicio en el
consentimiento (error, violencia, dolo) es radical, afecta la raíz misma, la
esencialidad del contrato, en cuanto todo contrato es la suma, el concurso de
dos o más voluntades de acuerdo a lo señalado por el ordinal 1° del artículo
1.141 del Código Civil.
En el caso de error, MESSINEO afirma que ‘el error opera como motivo (y
por eso se puede llamar error-motivo o error-vicio); y contribuye a
determinar la voluntad, o es móvil exclusivo de la determinación de esa
voluntad, quitando al sujeto la clarividencia en el querer’ (sic)
(MESSINEO, FRANCESCO: Manual de Derecho Civil y Comercial, Tomo
II, pág. 434).
Sin embargo, la falencia en los efectos del contrato no significa inexistencia
de efectos. En los casos que no son de incapacidad sino de vicio en el
consentimiento (error, violencia, dolo), el artículo 1.146 expresa que puede
pedir la nulidad del contrato aquel cuyo consentimiento esté viciado, o sea,
en nuestro caso, supuestamente, el trabajador.
Ahora bien, dejando a un lado la ausencia de demanda o excepción de
nulidad del contracto, y presuponiendo –gratia arguendi- que el Juez laboral
puede de oficio declarar (incidenter tantum) la nulidad de un contrato
anulable, es menester tener en cuenta la norma que tutela la anulabilidad en
estos casos; concretamente el artículo 1.148 del Código Civil:
‘El error de hecho produce la anulabilidad del contrato cuando recae
sobre una cualidad de la cosa o sobre una circunstancia que las partes
han considerado como esenciales, o que deben ser consideradas como
tales en atención a la buena fe y a las condiciones bajo las cuales ha
sido concluido el contrato.
Es también causa de anulabilidad el error sobre la identidad o las
cualidades de la persona con quien se ha contratado, cuando esa
identidad o esas cualidades han sido la causa única o principal del
contrato.’
En la hipótesis de que procedía la aplicación de este artículo 1.148 al caso
de autos y que consecuencialmente el Juez declaró nula el Acta Convenio,
cabría preguntarse cuáles son los efectos de tal anulación.
El autor citado JOSÉ MELICH ORSINI expresa en su mencionada obra que
‘la nulidad, sea absoluta o relativa, una vez declarada implica
la desaparición de las consecuencias jurídicas que se pretendía
imputarle al contrato nulo, desaparición o ablación de la eficacia de tal
contrato que debe remontarse al origen mismo de éste. Para resumir esto en
una breve expresión se habla de la eficacia retroactiva de la nulidad’ (pág.
325) (Destacado nuestro).
En igual sentido MESSINEO:
‘Aunque expuesto a impugnación (anulación) despliega todo su efecto si,
o mientras, no se lo impugna, y precisamente por esto, cuando es
impugnado, el negocio cae con efecto retroactivo.’ (pág. 495).
Por lo tanto, el pago de las pensiones de Jubilación y su indexación no podía
acordarse, ya que ese supuesto ‘reconocimiento’ implícito está hecho en el
contexto del Contrato y con vista a los términos y condiciones del contrato
que se considerase nulo; su causa motiva principal es la de finiquitar en un
todo la relación de trabajo. El supuesto ‘reconocimiento’ no es una
confesión simple o aislada, ni una conceción (sic) que tuviese por causa la
liberalidad o cualquier otro título jurídico distinto a la firme y definitiva
voluntad de las partes de querer dar por terminada la relación de trabajo y el
finiquito correspondiente, confiriendo C.A.N.T.V. al trabajador los
beneficios que en una oferta optativa o alternativa le planteó.
Es ostensible que la violación de la norma legal denunciada
fue determinante de lo dispositivo de la sentencia, al punto de que , si se
hubiese aplicado en toda su eficacia jurídica los artículos del Código Civil
denunciados, la sentencia de reenvío hubiera declarado sin lugar la demanda
de Jubilación Especial.”
Aducen los formalizantes, que el Acta Convenio celebrada entre las partes
por estar viciada la voluntad, por tanto al haber declarado la recurrida la nulidad parcial
En primer lugar observa la Sala, que aún cuando los formalizantes delatan la
infracción por falta de aplicación de los artículos 1.147 y 1.148 del Código Civil, lo
fundamentar la infracción de éstos últimos mencionados, por lo que no puede esta Sala
pronunciarse con respecto a ellos y en tal sentido pasa a conocer la denuncia únicamente
En primer lugar, denuncian los formalizantes la falta de aplicación del artículo
“Artículo 1.147: El error de derecho produce la nulidad del contrato sólo
cuando ha sido la causa única o principal.”
La norma antes transcrita consagra el error de derecho, como causa de nulidad
concreto, por cuanto el error excusable es un error de hecho que consistió en la falsa
Sala en sentencia de fecha 03 de agosto del año 2000 entre otras, le sustrajo la
clarividencia en el querer y vició el acto de escoger del trabajador, por lo que es forzoso
para la Sala declarar que el Juez sentenciador actuó ajustado a derecho, al no tomar en
“Artículo 1.148: El error de hecho produce la anulabilidad del contrato
cuando recae sobre una cualidad de la cosa o sobre una circunstancia que las
partes han considerado como esenciales, o que deben ser consideradas como
tales en atención a la buena fe y a las condiciones bajo las cuales ha sido
concluido el contrato.
Es también causa de anulabilidad el error sobre la identidad o las cualidades
de la persona con quien se ha contratado, cuando esa identidad o esas
cualidades han sido la causa única o principal del contrato.”
dado por el trabajador, al no tener clarividencia en el querer y que por lo tanto vició su
contrato, tal como se declaró en la recurrida, pues solamente vicia una parte del contrato
infracción de los artículos 1.147 y 1.148 del Código Civil, por falta de aplicación. Y así
se decide.
-II-
En base al numeral 2º del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, en
concordancia con el artículo 285 del mismo Código Adjetivo; así como del artículo 137
“La sentencia de reenvío señala en el dispositivo:
f) Se ordena una experticia complementaria del fallo con
el nombramiento de un solo experto a cargo de la demandada para que
proceda indexar las cantidades adeudadas por ambas partes y realice la
compensación en los términos expresados en la parte motiva de este
fallo para lo cual el Tribunal de la causa deberá requerir del Banco
Central de Venezuela el índice de precios al consumidor del Área
Metropolitana de Caracas.
El artículo 275 denunciado fue infringido por el fallo recurrido en el
precepto que dice: ‘Mientras no estén liquidadas las costas de ambas
partes, no podrá procederse a su ejecución’. Si la sentencia hubiera
aplicado este precepto, no hubiera ordenado que la experticia
complementaria al fallo fuera costeada o remunerada por la parte
demandada, tal cual lo indica en el literal ‘F’ de su dispositivo. No existe
disposición legal alguna que atribuya a los jueces la facultad de ordenar que
una experticia complementaria sea diligenciada o evacuada a expensas de
una sola de las partes. Ni siquiera los gastos de ejecución de la sentencia
tienen que ser sufragados por el ejecutado. Según se deduce del artículo 285
del Código de Procedimiento Civil, la parte ejecutante debe cubrir los gastos
de ejecución los cuales le serán remunerados por el Juez cuando reciba del
adjudicatario el valor del precio del remate.
Incluso, las pruebas ordenadas por la autoridad judicial deben ser costeadas
por ambas partes en proporción igual, según se deduce del artículo 514 in
fine, relativo a los autos para mejor proveer, en el cual se expresa que los
gastos que ocasionen estas actuaciones serán a cargo de las partes de por
mitad, sin perjuicio de lo que se resuelva sobre costas. Entendemos que
esta última frase denotada quiere decir que el pago parcial de emolumentos
periciales que hagan una parte beneficiada por la condenatoria en costas de
la sentencia que debe ser completada con la experticia a sufragar, es un pago
sujeto a compensación, de acuerdo a lo prevenido por el artículo 275 del
Código de Procedimiento Civil.
Por otra parte, fue violado también el artículo 172 del Código de
Procedimiento Civil, según el cual ‘las partes deben suministrar a sus
apoderados lo suficiente para expensa’. El avance de gastos judiciales
corresponde a cada parte, y el Juez no tiene atribuciones legales para obligar
a un litigante a sufragar las litisexpensas de su contraparte. La parte que
resulte beneficiada por la condenatoria en costas contenida en sentencia de
cosa juzgada, sólo tiene derecho al cobro adicional de las costas de
ejecución, previstas en el artículo 285 del Código de Procedimiento Civil, si
no hay cumplimiento voluntario del fallo o transacción del ejecutante y
ejecutado., De allí pues que, al irrogarse la sentencia de reenvío la
pretendida potestad de imponer a C.A.N.T.V. el pago de lo emolumentos
del experto para la compensación de los créditos que dice el fallo tienen las
partes una frente a la otra, violó el principio según el cual ningún
funcionario público puede ordenar o prohibir aquello para lo cual no está
facultad (sic) legalmente (principio restrictivo de la competencia) previsto
en el artículo 137 de la Constitución Nacional: Esta Constitución Y LA
LEY definen las atribuciones de los órganos que ejercen el Poder Público,
a las cuales deben sujetarse las actividades que realicen.
La infracción fue determinante de la decisión, ya que impone ilegalmente
una carga procesal pecuniaria a la parte demandada.”
Señalan los formalizantes que la recurrida infringió el artículo 275 del Código de
desprende que mientras no estén liquidadas las costas de ambas partes al haber
“Artículo 275: Cuando hubiere vencimiento recíproco cada parte será
condenada al pago de las costas de la contraria. Mientras no estén liquidadas
las costas de ambas partes, no podrá procederse a su ejecución. En todo
caso, liquidadas las costas, éstas se compensarán hasta concurrencia de la
cantidad menor.”
En este sentido, es necesario transcribir lo establecido por la recurrida sobre este
particular:
“f) Se ordena una experticia complementaria del fallo con el nombramiento
de un solo experto a cargo de la demandada para que proceda indexar las
cantidades adeudas por ambas partes y realice la compensación en los
términos expresados en la parte motiva de este fallo para lo cual el Tribunal
de la causa deberá requerir del Banco Central de Venezuela el índice de
precios al consumidor del Área Metropolitana de Caracas. CUARTO:
Queda así REVOCADA la sentencia de fecha 05 de junio de 1998 proferida
por el Juzgado Segundo de Primera Instancia del Trabajo de esta misma
Circunscripción Judicial. QUINTO: por cuando no obtuvo el actor todo lo
peticionado, las costas procederán de conformidad con el artículo 275 del
Código de Procedimiento Civil. Todo ello en el juicio que intentara el
ciudadano LUCAS PADRÓN contra la COMPAÑÑÍA (sic) ANÓNIMA
NACIONAL TELÉFONOS DE VENEZUELA (CANTV), ambas partes
suficientemente identificadas en autos.”
De lo antes transcrito, se desprende por una parte que efectivamente el juez
expresado en el fallo y por la otra, de conformidad con el artículo 275 del Código de
declarada parcialmente con lugar la demanda, por lo que se evidencia que ninguna de
las partes resultó totalmente vencida, ni tampoco hubo vencimiento recíproco entre
ellas.
Al respecto, es oportuno señalar el criterio sostenido por la doctrina de esta Sala
sobre lo que debe entenderse por vencimiento recíproco, que para mayor ilustración se
transcribe a continuación:
“El artículo 275 del vigente Código de Procedimiento Civil tiene como
singular supuesto de hecho determinativo de su ámbito de aplicación, el
caso de que se materialice –ocurra- el técnicamente denominado
‘vencimiento recíproco’ de los litigantes en un proceso, lo cual sólo se da
cuando en la sentencia se contengan ‘declaraciones de derecho adversas en
todo a ambas partes, como cuando es declarada con lugar la demanda e
igualmente con lugar la reconvención’ (Néstor Avila c/Carmen Peña,
sentencia de fecha 10 de agosto de 1999 con ponencia de Andrés O. Méndez
Carballo).”
falta de vencimiento total, razón por la que aplicó falsamente la norma en cuestión,
De igual forma, denuncian los formalizantes la falta de aplicación del artículo
“Las costas de la ejecución de la sentencia serán de cargo del ejecutado. El
procedimiento de ejecución de estas costas no causará nuevas costas.
Serán igualmente a cargo del ejecutado las costas que produzca al ejecutante
cualesquiera medios de defensa promovidos por aquél en la ejecución y que
resulten desestimados por el Tribunal.”
En este sentido, las normas aplicables al caso bajo estudio son, por una parte el
decisión.
En cuanto a la denuncia del artículo 172 del Código de Procedimiento Civil, la
Sala estima que el supuesto de hecho la norma denunciada no guarda relación con el
resuelve.
por la recurrida a expensas de la parte demandada, observa la Sala que, tal y como lo
conformidad con lo antes expuesto y de una sana interpretación en contrario del artículo
274 ejusdem, así como del artículo 285 ejusdem, por cuanto no hay parte totalmente
expensas de ambas partes, ello por cuanto el objeto de la experticia son las cantidades
parte cuyo pago corresponda al trabajador, se debitará de las cantidades adeudadas que
del Código de Procedimiento Civil, hace innecesaria una decisión de reenvío, en virtud
-III-
dispuesto en los ordinales 3° y 4° del artículo 317 y en el artículo 320 todos del Código
aplicación.
“A tales efectos, pedimos a esa Honorable Sala cambio de jurisprudencia
respecto a la aplicación del artículo 1.980 del Código Civil en los casos de
prescripción de la acción dirigida a obtener el reconocimiento de un
supuesto derecho a la jubilación. En efecto, no afirma la Ley que
las acciones laborales estén sujetas a un régimen de prescripción trienal,
decenal o vicenal. Si así fuera, la regla de prescripción laboral del artículo
61 de la Ley Orgánica del Trabajo sería inaplicable por el simple hecho de
quedar ‘escanciada’ de toda acción laboral que no reúna las condiciones o
atributos de irrenunciable, intangible, de orden público. La Ley no excusa a
ningún derecho laboral de la prescripción anual por reunir esas
características. Derechos más vitales e importantes que el de Jubilación,
como es el derecho al salario diario por la tarea o labor cumplida, el derecho
a las prestaciones de antigüedad, de preaviso o cualquier otro beneficio
nacido de una relación laboral están sujetos a la prescripción laboral, aunque
sean derechos adquiridos.
En tal sentido el artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo dice lo
siguiente: Todas las acciones provenientes de la relación de trabajo
prescribirán al cumplirse un (1) año contado desde la terminación de la
prestación de los servicios.
El supuesto normativo y el ámbito de aplicación de la norma laboral totaliza
los casos de cadencia del derecho de crédito laboral por prescripción;
excepto un caso, que no es el de autos, previsto en el artículo 62, cual es el
de las acciones indemnizatorias derivadas de enfermedades profesionales. El
adjetivo todas subrayado, deja ver claramente que la intención del
Legislador fue la de someter a prescripción todos los conceptos o beneficios
laborales y englobarlos bajo un único término de prescripción, sin hacer
distingos sobre la naturaleza o exigibilidad de los
proventos laborales reclamados.
Pudiera ser que el beneficio de jubilación sea un concepto distinto a las
prestaciones previstas en la Ley del Trabajo (lo cual, en rigor jurídico, es
cierto porque su origen es convencional y no legal); puede ser que la
jubilación acarree una obligación de tracto sucesivo o renta vitalicia similar
o igual en su naturaleza de prestación jurídica a la que regula el artículo
1.980 del Código Civil (el cual prevé una prescripción trienal y no anual);
puede ser que la Jubilación sea en el fondo una prestación laboral ‘diferida’;
puede ser que la jubilación sea propiamente un ‘derecho condicional’ de los
que prevé el numeral 2° del artículo 1.965 del Código Civil, porque,
forzando la lógica, podría afirmarse que un trabajador tendría derecho a la
Jubilación que actúa cuando se dé la condición suspensiva; o al revés: que
se pierde cuando se dé la condición resolutoria, como por ejemplo la de
descartarla el trabajador al optar, de acuerdo a los términos del contrato, por
algo económicamente mejor, como el pago triple o cuádruple, de inmediato,
sin espera de plazos ni entregas a ‘cuentagotas’. La Jubilación puede ser
muchas otras cosas en el mundo de las calificaciones jurídicas. Pero
cualquiera que sean éstas, caen siempre, todas ellas, en la ‘ortopedia legal’
del artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo, que establece la prescripción
anual para todas las acciones laborales. Ello se debe al hecho de que sólo en
el mundo de la fantasía puede afirmarse que la Jubilación de un trabajador
no es un derecho laboral.
Si la Jubilación convencional fuese acaso un ‘prestación laboral
diferida’, la consecuencia que se deriva de ella no es la extensión o
incremento del lapso prescripcional anual, sino la imposibilidad de que
corra por estar pendiente una condición o plazo, cual es la vigencia de la
relación laboral. No corre la prescripción respecto a los créditos no
exigibles, según se colige de los ordinales 2° y/ o 4° del artículo 1.965 del
Código Civil.
Pudiera ser que de acuerdo a la doctrina de Thomas M. Cooley en su obra
Principios Generales de Derecho Constitucional e los Estado Unidos de
América, citado por Marienhoff, quien a su vez es citado por la
representación de los trabajadores, haya una diferencia entre expectativas de
derecho y derechos adquiridos. Esto, de hecho, es un principio inconcuso
del derecho civil continental europeo que tratan todos los civilistas del viejo
mundo, y que hacen suyo los escritos conspicuos que cultivan la ciencia
jurídica en el ámbito ibero -luso- americano. Es un principio en el que se
resuelve el tema de la irretroactividad de la Ley. Las expectativas de
derecho son intereses subjetivos en vías de consolidarse como derechos
adquiridos e ingresados en la esfera jurídica o en el patrimonio, si son
pecuniarios, de su titular; solo que les falta el cumplimiento del algún
elemento secundario que debe darse para que sea un derecho adquirido. La
doctrina italiana distingue incluso entre meras expectativas o de hecho, en
las que hay una simple posibilidad abstracta de adquisición de un derecho
(vgr., suceder mortis causa al progenitor) y expectativas de derecho, o spes
iuris en las que se tiene el derecho si se da una condición de hecho, como
por ejemplo la ganancia o utilidad para el reparto de dividendos. Sin
embargo, nos parece que la
distinción doctrinaria entre expectativa y derecho adquirido -
fructífera para dilucidar otras cuestiones concernientes a la aplicación de la
Ley-, es totalmente estéril para discernir sin los derechos
adquiridos están exentos de prescripción. En efecto; insistimos en que el
salario y la prestación social de antigüedad son por Ley, expreso verbis, por
texto legal expreso del Parágrafo Quinto del artículo 108 de la Ley Orgánica
del Trabajo, derechos adquiridos, y sin embargo nadie puede negar que
están sujetos a prescripción.
Al examinar la pretensión de la demandante en forma real y objetiva,
necesariamente se llega a la conclusión de que la parte actora ha
determinado un supuesto beneficio laboral por ante los Jueces laborales, con
fundamento en una relación jurídica laboral e invocando un Contrato
Colectivo Laboral. Por tanto, todo esfuerzo intelectual que se haga para
desaplicar el artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo es un error jurídico,
un galimatías legal.
De lo anterior se deduce que lejos de aplicar equivocadamente el artículo 61
de la Ley Orgánica del Trabajo la recurrida lo aplicó correctamente para
declarar la prescripción y así perdimos que lo declare esa Sala de Casación
Social.
En el caso de autos no se ha demandado un trabajador pensionado o jubilado
cuyas pensiones periódicas se encuentren insolutas, no pagadas. Este sería el
derecho de crédito sobre pensiones periódicas de jubilación que configuraría
realmente el supuesto del caso decidido por la Sala de Casación Civil en la
sentencia del 27 de junio de 1991 (AJUTEL c/ C.A.N.T.V.), en el que sí se
aplicaría la prescripción trienal del artículo 1.380 del Código Civil de 10 de
Agosto de 1999, conociendo en materia laboral:
(Omissis)
C.A.N.T.V. viene sosteniendo a lo largo del juicio, y ahora lo reitera, que la
jubilación convencional no es un derecho adquirido. Para adquirirlo, la parte
demandante debía calificar en las condiciones o estipulaciones establecidas
por el Contrato Colectivo de Trabajo (Anexo ‘C’, Artículo 4°, numeral 3°),
siendo cierto que no califica en dichas estipulaciones. En la presente litis
está cuestionado y negado el derecho a la Jubilación opcional, electiva, y es
menester una declaración de certeza oficial, por el órgano jurisdiccional de
instancia , sobre la existencia de ese (negado) derecho, de naturaleza laboral,
sujeto a la prescripción anual que prevé la Ley de la materia, o sea, el tantas
veces nombrado articulo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo, cuya aplicación
es preferente por efecto del primer precepto del articulo 59 ejusdem que
impone la primicia de la Ley laboral sobre el Código Civil u otra normativa
del Derecho Común. No puede pretender la parte actora
ejecutoria de las pensiones periódicas insolutas que dice se le adeudan de
plazo vencido, si carece de titulo ejecutivo -en el sentido que lo entiende el
artículo 1.930 del Código Civil- sobre el derecho a Jubilación, es decir,
sobre su pretendida y negada cualidad de Jubilado.
El artículo 1.930 del Código Civil establece que ‘los bienes, derechos y
acciones, sobre los cuales haya de llevarse a cabo la ejecución, no podrán
rematarse sino después que haya una sentencia ejecutoriada o un acto
equivalente, y que se haya determinado el crédito, cualquiera que sea su
naturaleza, en una cantidad de dinero...’. De manera que el carácter de
derecho adquirido que puede tener un pretendido derecho subjetivo, no le
exime de la declaratoria judicial que ha de darse sobre su existencia (an
debeatur), su cuantía (quantum debeatur) y su exigibilidad (quando
debeatur). Si no fuera así, la particularidad de ser adquirido, le daría al
derecho nada menos que el privilegio de quedar exento de pronunciamiento
judicial, caso de que el respectivo y supuesto obligado no lo reconozca. El
mismo Thomas M. Cooley en su obra Principios Generales de Derecho
Constitucional en los Estado Unidos de América, citado, nos arroja clara
luz sobre esta cuestión jurídica al distinguir entre derechos y expectativas.
El derecho adquirido no es una expectativa de derecho, pero tampoco un
título ejecutivo judicial ejecutoriable. Su condición de derecho ‘adquirido’
no significa otra cosa que sus efectos jurídicos se causan ex tunc (desde
entonces), a partir del momento en que ingresa al patrimonio del acreedor y
es, por tanto, adquirido.
La intención del la parte demandante de orillar el tema de inexistencia de su
pretendido derecho a jubilación y concretarlo al pago de supuestas
pensiones insolutas, so pretexto de que su derecho es adquirido, resulta
similar a la de aquel que pretende el cobro de cánones de arrendamiento sin
tener título jurídico aceptado (o título ejecutivo imputado
jurisdiccionalmente) sobre su condición de arrendador. De allí que forzoso
es distinguir entre el derecho a ser jubilado, o sea, a tener la cualidad, el
título o carácter de Jubilado, y el derecho a exigir el cumplimiento de la
obligación de tracto sucesivo (pensiones mensuales) que se derivan
naturalmente de ese título y que de él dependen únicamente. La acción del
trabajador para pedir la declaratoria del primero de estos dos ‘derechos
subjetivos’, o sea el derecho a Jubilación, es una acción laboral porque
deriva directamente de la relación laboral y de las normas convencionales
(Contrato Colectivo) que la regulan, y por ende prescribe al año, contado a
partir de la terminación del contrato de trabajo. Si, por el contrario, el
trabajador goza de la cualidad de Jubilado, sea porque voluntariamente se la
reconoce el patrono, sea porque oficialmente la declara, con autoridad de
cosa juzgada, el Juez del Trabajo, las consiguientes pensiones tendrán su
causa en la cualidad de Jubilado, es decir, en un título jurídico extra-laboral.
Título jurídico es el origen o fundamento jurídico de un derecho u
obligación, y en sentido traslaticio se denomina también con esa palabra la
demostración auténtica, documentada, de ese derecho generativo del
derecho subjetivo o de la obligación. Pero en sentido primario, la doctrina lo
entiende como el concepto o la causa de uno u otra; es, en cierta forma,
sinónimo de cualidad, carácter.
Si un derecho es laboral y el otro es civil, sujeto a la prescripción trienal del
artículo 1.980 del Código Civil según la sentencia de casación de la Sala
Accidental, estamos entonces frente a una incompetencia material de esa
Sala de Casación Social para el conocimiento del presente recurso de
casación, ya que la competencia laboral que asigna a esa Sala el artículo
262 in fine de la Constitución de la República se determina por el carácter
laboral de las normas aplicables a la controversia. Así lo dispone el artículo
1° de la Ley Orgánica de Tribunales y Procedimientos del Trabajo.
Volviendo al fallo de AJUTEL vs C.A.N.T.V. denotamos que dicho fallo le
da un sentido o significación coincidente con el criterio del autor Rafael
Alfonso Guzmán, según se denota de las frases que nos hemos permitido
subrayar en la transcripción. En efecto, el precitado autor se refiere a la
prescripción de los derechos de tracto sucesivo del Jubilado, y jubilado es
-no quien carece del derecho a jubilación y pretende disfrutarla sólo porque
fue trabajador C.A.N.T.V.- sino aquel que ya disfruta de la jubilación y no
se le ha pagado una, algunas o todas las pensiones periódicas que le
corresponden. Particular importancia tiene esta distinción en el caso de
autos, en el que la jubilación invocada es optativa, electiva, selectiva, de
acuerdo a los términos del Contrato Colectivo. El trabajador, que califique
en ciertas condiciones especiales, debe escoger entre Jubilación y otros
beneficios laborales, pero no puede escoger ambos beneficio a la vez. A la
luz de la Contratación Colectiva C.A.N.T.V, jubilado es aquel que califica
en los requisitos convencionales del Anexo ‘C’ del Contrato Colectivo
C.A.N.T.V.
El artículo 59 de la Ley Orgánica del Trabajo, confiere APLICACIÓN
PREFERENTE a las disposiciones de la Ley Orgánica del Trabajo, respecto
a otras disposiciones legales (criterio de la Lex specialis). Dice al efecto
dicho artículo: ‘en caso de conflicto de leyes prevalecerán las del trabajo,
sustantivas o de procedimiento’’. Esta regla de hermeneútica (sic) jurídica,
universalmente reconocida como principio general del derecho
(confróntense por ejemplo el artículo 14 del Código Civil, proveniente del
Código Napoleónico) determina que debía aplicarse el caso de autos el
artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo. No era procedente aplicar el
artículo 1.980 del Código Civil, en lo que respecta a la extinción del derecho
a pedir la jubilación.
El artículo 1.987 del Código Civil reafirma la aplicabilidad de la regla
laboral para las acciones laborales en el asunto específico de las
prescripciones: ‘En las prescripciones no mencionadas en este Título, se
observan las reglas especiales que le conciernen, y a las generales sobre
la prescripción, en cuanto no sean contrarias a aquéllas’.
No se alcanza a entender cómo puede afirmarse que no haya disposición
expresa, cuando no cabe declararla de un modo más manifiesto, franco,
claro, rotundo y explícito que con el uso del adjetivo todas las acciones... El
abogado redactor de leyes sabe que el peor enemigo de la claridad sintáctica
y gramatical de un artículo, de una disposición legal, es el continuo
casuismo. Si el Legislador quisiere enumerar casuísticamente que todas las
acciones están sujetas a prescripción anual, no vemos por qué tenga que
pasar a enunciarlas en un inventario interminable. Para eso está la dicción
‘todas’, cuya semántica globaliza y encierra, sin excepciones.
Justamente por eso, el legislador tuvo que poner en artículo aparte, el
régimen prescripcional excepcional de las acciones laborales por
enfermedad o accidente profesional, en el artículo 62. Si hubiera querido
exceptuar otras acciones laborales (tales como la de Jubilación: de orden
público, irrenunciable; como el salario, la antigüedad, el preaviso, las horas
extras, utilidades o aguinaldos, vacaciones), nacidas en la Ley o en un
Contrato Colectivo, seguramente que hubiese incluido la excepción en la
Ley Orgánica del Trabajo o hubiese hecho la remisión al Derecho Común.
Hubiera habido una distinción. Pero la Ley no distingue. Y donde la Ley no
distingue no le es dado al intérprete, dice el sabio cuan viejo principio del
derecho romano.
La disposición expresa la hay y es el mencionado artículo 61. Pero es
necesario entender que las normas jurídicas son por naturaleza
indeterminadas (la necesaria indeterminación de las normas jurídicas
generales de que habla Kelsen). La Ley no puede incurrir en
el casuismo antes aludido. No puede existir una regla de prescripción que
comprenda en una enumeración interminable los beneficios laborales, y los
señale uno por uno; los beneficios legales así como los beneficios
convencionales que la invectiva de los patronos y de los sindicatos se les
ocurra crear como ventaja para sus trabajadores. Tal casuismo no existe y es
desaconsejado por la técnica legislativa.
Por otra parte, es de observar -según hemos dicho- que en el supuesto,
negado e hipotético caso de que el derecho a obtener la jubilación no tuviese
carácter laboral. Por ser de naturaleza diferente no laboral el título jurídico
de la misma, entonces no serían competentes por la materia los tribunales
laborales ni tampoco esa Sala Social para conocer del caso sub lite y juzgar
la legalidad de la sentencia recurrida, respectivamente. Serían competentes
los Jueces Civiles y la casación correspondería a la Sala de Casación Civil
del Tribunal Supremo de Justicia. Respetuosamente solicitamos
pronunciamiento expreso al respecto, caso de que la Sala considere que no
hubo violación, por falsa aplicación, del denunciado artículo 61 de la Ley
Orgánica del Trabajo.
Es a los órganos jurisdiccionales -y particularmente al Tribunal Supremo de
Justicia como Tribunal de derecho por autonomasia- a quienes corresponde
velar por ‘la estabilidad de los juicios, evitando o corrigiendo las faltas que
puedan anular cualquier acto procesal’. Esta función de ‘profilaxis
procesal’ es oficiosa en orden a la determinación de la competencia por la
materia, pues el artículo 60 del Código de Procedimiento Civil, aplicable, no
establece momento preclusivo alguno.
Las infracciones cometidas fueron determinantes del dispositivo de la
sentencia, ya que si se hubiera aplicado el artículo 61 de la Ley Orgánica del
Trabajo, la acción hubiese resultado improcedente.”
artículo 61 de la Ley Orgánica del Trabajo, por cuanto el juzgador consideró que no era
jubilación, que es un beneficio de naturaleza laboral, aun cuando dicha norma resulta
Finalmente denuncian los formalizantes la falsa aplicación del artículo 1.980 del
siguiente:
“En primer lugar, deberá esta alzada pronunciarse con relación a la
prescripción de la acción, por cuanto de ser procedente se haría innecesario
entrar al análisis del fondo de la controversia. En este aspecto, le es
aplicable la doctrina asentada por la Sala Social del Tribunal Supremo de
Justicia transcrita supra, al numeral 8° de los aspectos relevantes
sintetizados por la Sala de Casación Social, mediante la cual, resolvió en
forma definitiva la controversia al hacer un estudio pormenorizado del Acta
de terminación del vínculo laboral, suscrita por una gran mayoría de
trabajadores que finalizaron su relación laboral con la demandada, siendo
las fechas y los supuestos del contenido de dicha actas más o menos
coincidentes, lo que conllevó que la Sala analizara en abstracto una de
dichas actas que en este caso específico corre inserta a los folios 117 y 118,
concluyendo que el la Cláusula Primera las partes se limitan a manifestar
que están poniendo fin a la relación laboral por mutuo consentimiento. Que
en la segunda Cláusula, la empresa se compromete al pago triple de la
indemnización por antigüedad: ‘en lugar de su jubilación prevista en el
anexo C (plan de Jubilaciones) del Contrato de trabajo Vigente’, con lo cual
al trabajador le fue reconocido el derecho establecido en la convención
colectiva entre optar por una bonificación especial o en su defecto, la
jubilación prevista en el Plan de Jubilación de dicho contrato, mas las
indemnizaciones contenidas en la Cláusula 71, de allí que se considere
cumplido uno de los dos requisitos concurrentes como lo es haber sido
despedido por una causa no prevista en el artículo 102 de la ley Orgánica
del Trabajo. Y en último Lugar, la Cláusula Tercera que intenta simular una
transacción laboral, mal puede considerarse como tal al no contener una
relación circunstanciada de hechos motivantes y derechos en ella
comprendidos, no cumpliendo así con el contenido del Parágrafo Único del
artículo 3° de la Ley Orgánica del Trabajo, de allí que, el Tribunal Supremo
de Justicia, Sala Social, determine que estamos en presencia de ‘un acto
voluntario que produce efectos jurídicos’ que depende de la manifestación
de la voluntad, sometida en consecuencia a las reglas generales del derecho
común. Por lo tanto lo que se está por verificar, es si el acto mediante el cual
el actor elige como opción el pago triple de la indemnización de antigüedad,
se encuentra o no viciado por error, violencia o dolo. La Sala se situó en el
momento en que se produjeron los hechos, para concluir que los
trabajadores fueron inducidos a error, por cuanto en ese momento la banca
ofrecía atractivos intereses para la inversión de capital y la situación social,
económica e inflacionaria, era bastante estable, lo cual era mucho más
atractivo que el disfrute de una pensión mensual equivalente a un porcentaje
de su salario que incluso resultaría menor a la que él recibía por la labor
prestada, de allí que se considere un error excusable, la falsa representación
de los hechos que conllevó a los trabajadores a suscribir dicha acta y por
consiguiente incurrió en un falso conocimiento de la realidad sic: ‘...que les
sustrajo la clarividencia en el querer y que vició de nulidad su acto de
escoger..’. Todo ello conlleva la Sala a considerar que el trabajador incurrió
en el error excusable que vició su voluntad y por lo tanto afecta y anula tal
acto de escoger, de allí que bajo ese supuesto, el lapso de prescripción para
el ejercicio de la acción es el previsto en el artículo 1.980 del Código Civil,
de tres años contados a partir de la fecha de la ruptura del vínculo y así se
dejó establecido...’. Aplicando esta sentencia al caso sub iudice tenemos que
el actor manifiesta y la demandada acepta que la relación entre ambas partes
finalizó el 10 de septiembre de 1993; la demanda fue admitida el 09 de
mayo de 1995; la citación se perfeccionó el 27 de febrero de 1996, por ende
aun no se habían cumplidos los tres años a los cuales hace mención la
sentencia del 09 de agosto de 2000 proferida por el Magistrado Suplente Dr.
Rafael Arístides Renginfo Camacaro en el numeral 8° que consta al folio
617 del expediente, motivo por el cual la presente acción no esta prescripta
(sic) y así se decide.”
jubilación especial era el contenido en el artículo 1.980 del Código Civil, a saber tres (3)
entre ésta o una bonificación especial estuvo viciada y en virtud de pagarse la jubilación
Cabe señalar que en diferentes decisiones dictadas por esta Sala de Casación
trabajador manifiesta que su voluntad al momento de escoger entre las opciones en que
su reconocimiento, al pagarse ésta por períodos menores al año, se rige por el artículo
“Disuelto el vínculo de trabajo en virtud de haber adquirido y habérsele
reconocido al trabajador su derecho a la jubilación, ya entre las partes,
jubilado y ex patrono, media un vínculo de naturaleza no laboral, que se
califica en consecuencia como civil, lo que hace aplicable el artículo 1980
del Código Civil, que señala que prescribe a los tres (3) años todo cuanto
debe pagarse por años o por plazos periódicos más cortos, y así lo entiende
y decide esta Sala de Casación Social.”
Expuestas las anteriores consideraciones debe concluir esta Sala que no hubo
jubilación especial, manifestó que su voluntad al escoger estuvo viciada y es por ello
que la acción para reclamar el reconocimiento de tal beneficio, al pagarse éste por
períodos menores al año, se rige, como lo expresó la recurrida, por el artículo 1.980 del
Trabajo.
En virtud de las razones expuestas, se declara la improcedencia de la presente
DECISIÓN
decisión dictada en fecha 28 de junio del año 2001 por el Juzgado Superior Segundo del
complementaria del fallo y a las costas del proceso, todo de conformidad con el artículo
Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Juzgado Segundo de Primera
(accidental) del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los siete (07) días del mes
El Presidente- Ponente,
SALA DE CASACIÓN SOCIAL
05-
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0
ÚNICO
Se evidencia de las actas procesales que mi representada asistió a la prolongación
de la audiencia por medio de un representante de la misma el cual fue nombrado
según lo establecen los estatutos sociales (sic) el articulo (sic) 138 del Código de
Procedimiento Civil, y el articulo (sic) 46 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo,
señalan que en el caso de Personas Jurídicas (sic), estas (sic) estarán en juicio por
medio de sus representantes legales o de aquel o aquellos señalados
expresamente por sus estatutos sociales o contratos, (…) es así como fue
nombrado el ciudadano JAIRO ESCALANTE; Gerente de la oficina del Terminal de
pasajeros de la ciudad de Puerto La Cruz, de conformidad con lo establecido en el
articulo (sic) 35 de los Estatutos Sociales, para encargarse de la administración de
esa oficina la cual es una sucursal de la empresa, así como también para que
represente a la misma ante cualquier órgano (…) así ha quedado reiterado por
decisiones de la sala (sic) de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia que
ser el Gerente encargado de una ofician (sic) sucursal representa a la empresa por
ser empleado de dirección.
Finalmente expone:
La decisión que hoy se recurre por Control de Legalidad declara sin lugar la
apelación interpuesta pues señala que la empresa no logro (sic) demostrar que
este ciudadano había sido electo por asamblea de socios como gerente
que tenia (sic) el ciudadano JAIRO ESCALANTE, era de nombramiento directo de la
Junta Directiva, y los Estatutos Sociales de la empresa son uno solo pues en cada
Ahora bien, luego de haber sido analizadas tales denuncias, pasa la Sala a
formular algunas consideraciones de orden legal, doctrinario y jurisprudencial, que son
convenientes tomar en cuenta para la resolución de la presente controversia, teniendo
por norte la aplicación de postulados fundamentales contenidos en nuestra ley adjetiva
laboral y principios consagrados en la legislación procesal.
En primer lugar, debe forzosamente indicarse que en atención a lo
establecido en los artículos 213 y 214 del Código de Procedimiento Civil, aplicados por
remisión del artículo 11 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, quien pretenda
invocar la nulidad de algún acto procedimental, está compelido a hacerlo en la primera
oportunidad en que se haga presente en autos, y si de alguna forma consiente en la
realización de la actuación presuntamente nula, no tiene legitimación procesal para
impugnar la validez del mismo.
En el caso sub iudice, debe tomarse en cuenta que en la prolongación de la
audiencia verificada el 20 de junio de 2005 (folios 28 al 30 de la 1ª pieza), quien
compareció por la empresa demandada, el ciudadano Pedro Gregorio Díaz Castellar
consignó documental privada donde consta su nombramiento como Gerente, para
representar a la empresa en la oficina de Puerto La Cruz, ubicada en el Terminal de
Pasajeros de esa ciudad, suscrita esa instrumental por quienes dicen ser el Presidente y
el Gerente Administrativo, sin que la parte accionante de manera alguna cuestionara u
objetara dicha representación.
Siendo que en la siguiente prolongación de la audiencia verificada el 12 de
julio de 2005 (folios 31 al 34 de la 1ª pieza), quien en esa oportunidad representó a la
empresa demandada consignó igualmente documental privada (en términos similares a
la anterior) donde consta el nombramiento del ciudadano Jairo Manuel Escalante como
Gerente Administrativo, suscrita por las mismas personas y quienes aparecen con el
mismo carácter de la documental a que se hizo referencia en el párrafo anterior.
La más calificada doctrina de nuestro país, está conteste en que la
convalidación tácita se verifica cuando la parte contra quien obra la falta no pide la
nulidad en la primera oportunidad en que se haga presente en autos, y debe ser así,
porque es contrario al principio de protección procesal que el eventual afectado retenga
la alternativa de aceptar o rechazar los efectos de un acto procesal en particular, y dejar
a su arbitrio la denuncia de su validez, teniendo muy claro que la convalidación no
depende de la voluntad o intención de la parte, sino de su actuación en el proceso.
A este mismo respecto es oportuno citar decisión Nº 63 del 22 de marzo del
2000 de la Sala de Casación Social, con ponencia del Magistrado Omar Alfredo Mora
Díaz, que dejó establecido:
Ahora bien, el artículo 213 del Código de Procedimiento Civil, establece: ‘Las
nulidades que sólo pueden declararse a instancia de parte, quedarán subsanadas
si la parte contra quien obre la falta no pidiere la nulidad en la primera
oportunidad en que se haga presente en autos’, sobre este punto el tratadista
venezolano Arístides Rengel Romberg señala ‘... si las nulidades de los actos de
procedimiento no son reclamadas a medida que se van produciendo en el juicio,
sino que, por el contrario, el perjudicado por tales actos guarda silencio y ejecuta
otros en virtud y como consecuencia del que pudo haber argüido de nulidad,
lógico es ver en tales actos posteriores de la parte, la más elocuente renuncia de
atacar el acto nulo y, en consecuencia una convalidación tácita del mismo...’, la
anterior opinión pone de manifiesto la obligatoriedad que tiene la parte de atacar
cualquier acto del proceso que considere lesivo, en la primera oportunidad que se
le presente, para luego, de no ser subsanado, poder impugnarlo ante la instancia
superior correspondiente. Al respecto, el doctrinario Eduardo J. Couture, en su
obra ‘Fundamentos del Derecho Procesal Civil’, advierte: ‘... El litigante es libre de
impugnar el acto o acatarlo. Si lo acata es porque no lo considera lesivo para sus
intereses. Y como el interés es la medida del recurso, el juez no puede sustituirse
en un acto que incumbe sólo a la parte y no a él...’.
(…) la Sala hace referencia a lo establecido por los tratadistas patrios entre los
cuales encontramos a Ricardo Henríquez La Roche, quien en su obra ‘Código de
Procedimiento Civil’, Tomo I, Caracas, 1995, p. 457 establece:
‘Existe como uno de los pilares del derecho procesal, el principio según el cual <las
partes pueden reconocerse como tales en el proceso>. Este principio opera no
sólo expresamente, sino implícitamente, cuando ante un determinado vicio
formal, se hace silencio en torno a él y se acepta al representante como tal, sin
más (cfr. CSJ, Sent. 5-5-88). Otro fallo señala que <los actos realizados sin poder o
con uno que adolezca de vicios, pueden, como regla general, ser ratificados> (cfr.
CSJ; Sent 7-10-93).
Al respecto, se estima pertinente citar la sentencia Nº 1385 del 21 de
noviembre de 2000, en la cual se estableció lo siguiente:
(…) Para decidir esta Sala tiene previamente que determinar el alcance que
debe tener el derecho de defensa con relación al demandado, el cual lo
establece como interpretación vinculante:
1. Siendo la defensa un derecho inviolable en todo estado del proceso, tal
como lo reconoce el artículo 49 de la vigente Constitución, dentro de los
elementos del debido proceso (…), considera esta Sala que la manifestación
inequívoca por parte del demandado de hacer uso de su derecho a
contestar la demanda, debe siempre ser interpretado a su favor, ante
cualquier ambigüedad y oscuridad de la ley.
(Omissis)
Como se puede apreciar del anterior extracto, esta Sala Constitucional ha sido
cuando está en juego la principal oportunidad que tienen las partes para hacer
(Omissis)
Con respecto a la mencionada regla in dubio pro defensa, y al reconocimiento
de su derecho…’.
En consecuencia, se declara con lugar el presente recurso de control de la
legalidad y se repone la causa al estado de fijarse nueva oportunidad para la celebración
de la prolongación de la audiencia preliminar, a fin de procurar un avenimiento entre las
partes, sin necesidad de notificación alguna de las mismas.
DECISIÓN
En mérito de las precedentes consideraciones, este Tribunal Supremo de
Justicia, en Sala de Casación Social, administrando justicia en nombre de la
República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la ley, declara: CON
LUGAR el recurso de control de la legalidad propuesto por la representación judicial de
la parte accionada, y en consecuencia, ANULA el fallo dictado en fecha 27 de abril del
año 2006 por el Juzgado Primero Superior del Trabajo de la Circunscripción Judicial del
Estado Anzoátegui. En consecuencia, se REPONE la causa al estado de que se fije
nueva oportunidad para la celebración de la prolongación de la audiencia preliminar, sin
que sea necesaria la notificación previa de las partes.
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Social,
del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los diecinueve (19) días del mes de junio de
dos mil siete. Años: 197º de la Independencia y 148º de la Federación.