Caetano Filosofia Vaz
Caetano Filosofia Vaz
Caetano Filosofia Vaz
Gerardo Caetano
[…] asegurar (por socialización, o como fuera) a cada individuo, esas necesidades gruesas,
pero como punto de partida para la libertad, a la cual se dejaría todo el resto.
Carlos Vaz Ferreira, Sobre los problemas sociales, 1922
Las múltiples contribuciones de la filosofía a la política uruguaya han sido un tema por lo ge-
neral muy poco transitado por la historia y por el resto de las ciencias sociales en el país.1 Esta
aseveración abarca, en primer lugar, el registro y la ponderación interpretativa de las influen-
cias de la filosofía universal en la praxis de algunos de los principales líderes de los partidos y
de las organizaciones cívicas más relevantes de la historia uruguaya. Pero asimismo involucra
también la escasa presencia de abordajes sobre la influencia de los propios filósofos uruguayos
y el peso en la política nacional de sus disquisiciones más específicas en el campo cívico. Esta
ausencia relativa se vuelve más interpelante en los contextos actuales, en momentos en que
distintos enfoques sobre los vínculos entre filosofía y política, sobre historia de las ideas y
sobre historia intelectual marcan la agenda académica mundial y regional.2
1
Seguramente quien más y mejor exploró los vínculos entre la dinámica de las ideas filosóficas y el sistema político
uruguayo haya sido Arturo Ardao. En Espiritualismo y positivismo, Ardao conecta causalmente, por ejemplo, el
proceso de modernización y de pacificación de fines del siglo xix con el ascenso del positivismo. Con Adolfo Garcé,
retomando algunas de las hipótesis de Ardao desarrolladas por el propio Garcé en trabajos propios y en coautoría con
Gustavo de Armas, hemos querido enfatizar en este punto en nuestro texto titulado “Ideas, política y nación en el
Uruguay del siglo xx”, en Oscar Terán (coord.), Ideas en el siglo. Intelectuales y cultura en el siglo XX latinoameri-
cano, Buenos Aires, osde/Siglo xxi, 2004, pp. 309-422. Se han tomado de allí algunos fragmentos como insumos
para elaborar este texto.
2
Los límites de este artículo me impiden profundizar en torno a las referencias teóricas y metodológicas utilizadas
para el abordaje de estos vínculos en mis trabajos de investigación. Para ello invito a la lectura de algunas de mis
publicaciones más recientes. Sin embargo, se vuelve necesario señalar que este abordaje se inscribe en un contexto
historiográfico más amplio, que en el Uruguay ha tenido y tiene algunos desarrollos importantes en los últimos años.
En ese marco, resulta necesario referir algunas publicaciones recientes: Yamandú Acosta, Pensamiento uruguayo.
Estudios latinoamericanos de historia de las ideas y filosofía de la práctica, Montevideo, Nordan, 2010; Lía Berisso
y Horacio Bernardo, Introducción al pensamiento uruguayo, Montevideo, Ediciones Cruz del Sur, 2011; Raquel
García Bouzas, La república solidaria, Montevideo, csic, 2011; Gerardo Caetano, Ciudadanía, republicanismo y
liberalismo en Uruguay (1890-1933), vol. i: La república batllista, Montevideo, Banda Oriental, 2011; Ruben Tani,
Pensamiento y utopía en Uruguay. Varela, Rodó, Figari, Piria, Vaz Ferreira y Ardao, Montevideo, Hum, 2011, entre
otros. En esta producción reciente puede atisbarse a mi juicio un campo de investigación en desarrollo.
3
En cuanto a los trabajos de Arturo Ardao, entre los textos utilizados en este artículo merecen especial mención La
filosofía en el Uruguay en el siglo XX, México/Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1956; Racionalismo y
liberalismo en el Uruguay, Montevideo, ur, 1962; Espiritualismo y positivismo en el Uruguay, 2ª ed., Montevideo,
ur, 1968; Etapas de la inteligencia uruguaya, Montevideo, ur, 1968. En cuanto a las visiones más contemporáneas
sobre la obra del filósofo, deben destacarse los ensayos y las investigaciones recogidos en Miguel Andreoli (comp.),
Ensayos sobre Carlos Vaz Ferreira, Montevideo, udelar-fhce, 1996, así como los capítulos correspondientes de
Yamandú Acosta en Pensamiento uruguayo..., op. cit.
4
A respecto, véase José E. Rodó, Ariel. Liberalismo y jacobinismo, Montevideo, Ministerio de Instrucción Pública
y Previsión Social, 1964, p. 165 (vol. 44 de la Biblioteca Artigas).
En un trabajo más reciente, Yamandú Acosta orienta su foco analítico al estudio de la conver-
gencia –relativa pero claramente identificable para el autor– de tres figuras como Vaz Ferreira,
Domingo Arena y Emilio Frugoni en la configuración durante ese “largo” 900 de “una nueva
eticidad paradigmática, constructora y expresiva de una singular hegemonía social”. A juicio de
este autor, esta sería reflejo de un “híbrido ideológico-político” que entre otras cosas se proyec-
taría en la articulación de la “dirección moral e intelectual de la sociedad” uruguaya de la época
con el “nuevo paradigma ideológico hegemónico batllista”.7 Aunque Acosta expresa con clari-
dad “la dificultad de establecer una síntesis que pudiera incluir integralmente” las posiciones de
las tres figuras aludidas, defiende sin embargo la idea de que sus respectivos pensamientos
tienden a converger de todos modos en “una eticidad posibilitadora de la hegemonía batllista”.8
En el caso particular de Vaz Ferreira, Acosta define su aporte a este campo cultural e intelectual
como el de una “ética mínima para la fórmula del consenso social”, construida tanto desde sus
obras filosóficas como desde su especial protagonismo en el diseño y la conducción de las po-
líticas educativas de la época. A partir de un “filosofar” del “razonabilismo”, como desde un
5
Véase Arturo Ardao, Racionalismo y liberalismo en el Uruguay..., op. cit. pp. 389 y ss.
6
A propósito de esta síntesis del “republicanismo liberal”, existe una muy profusa bibliografía que el autor ha debido
examinar con minuciosidad para sus investigaciones. En ese sentido, cabe referir especialmente la referencia de au-
tores como Philip Pettit, Maurizio Viroli, Quentin Skinner, J. A. Pocock, Cass R. Sustein, Jean Spitz, Andrés de
Francisco, Hannah Pitkin, Pierre Rosanvallon, Gordon Word, Anne Philips, Antoni Doménech, Paolo Flores, María
José Villaverde, entre muchos otros. Su simple reseña excede los límites de este texto. A propósito de algunos deba-
tes sobre el “revival” republicano y sus impactos en la región, véase Israel Arroyo, “La República imaginada”, en
José Antonio Aguilar y Rafael Rojas, El republicanismo en Hispanoamérica. Ensayos de historia intelectual y polí-
tica, México, cide/Fondo de Cultura Económica, 2002, pp. 115 y ss.; o Elías Palti, “Las polémicas en el liberalismo
argentino. Sobre virtud, republicanismo y lenguaje”, en José Antonio Aguilar y Rafael Rojas, El republicanismo en
Hispanoamérica..., op. cit., entre otros.
7
Yamandú Acosta, Pensamiento uruguayo..., op. cit., pp. 59 y ss.
8
Ibid.
Interesa, en principio, destacar algunos contornos especiales de la vida de Carlos Vaz Ferreira a
título de contexto general y básico para el abordaje señalado. Nacido en 1872 y fallecido en 1958,
en un periplo que va desde la “paz de abril” y los inicios de la política de coparticipación,10 hasta
los comienzos de la crisis estructural y su traducción política con la victoria nacionalista en las
9
Yamandú Acosta, Pensamiento uruguayo..., op. cit., pp. 59 y ss.
10
La llamada “paz de abril” de 1872 alude al pacto político que puso fin a la “revolución de las lanzas”, liderada por
el caudillo blanco Timoteo Aparicio. En las bases de este acuerdo entre los insurrectos blancos y el gobierno colo-
rado presidido por Tomás Gomensoro se da inicio a la “política de participación” entre los principales partidos, a
través del reparto de jefaturas departamentales.
11
En noviembre de 1958, y luego de casi un siglo de triunfos colorados, el Partido Nacional logró una victoria elec-
toral muy contundente sobre su tradicional adversario, lo que le permitió ostentar la mayoría en el Concejo Nacional
de Gobierno entre 1959 y 1963, hegemonía prolongada luego otros cuatro años tras las elecciones nacionales de
noviembre de 1962. A partir de marzo de 1967 el Partido Colorado retomaría el control del gobierno, con un formato
presidencialista, tras la reforma constitucional plebiscitada favorablemente en 1966.
12
Véase Caetano Rilla-Pérez, “La partidocracia uruguaya. Historia y teoría de la centralidad de los partidos políti-
cos”, en Cuadernos del CLAEH, nº 44, 1987/4, pp. 37-62.
13
Véase Juan Fló, “Carlos Vaz Ferreira”, en Alberto Oreggioni (comp.), Nuevo Diccionario de Literatura Uruguaya,
Montevideo, Banda Oriental, 2001, vol. ii: L-Z, p. 292.
14
Véase Arturo Ardao, Racionalismo y liberalismo en el Uruguay..., op. cit., pp. 371 y ss. (cap. xvi: “El liberalismo
a principios del siglo xx”).
15
Las doce personalidades “independientes” a las que el batllismo ofreció integrar sus listas tras la declaración de
abstencionismo por parte del Partido Nacional fueron José P. Ramírez, Eduardo Brito del Pino, Carlos María de
Pena, José Irureta Goyena (quienes declinaron de inmediato la propuesta), Gonzalo Ramírez, Pablo de María,
Eduardo Acevedo, José A. de Feritas, Elías Regules, Serapio del Castillo, Luis Supervielle y Carlos Vaz Ferreira
(quienes de acuerdo a la versión de los batllistas primero se mostraron favorables a la aceptación para luego desistir).
16
El Día, Montevideo, 7 de diciembre de 1910, p. 4, “Las integraciones. Nota del doctor Vaz Ferreira”. La carta era
dirigida a los doctores Antonio María Rodríguez y Juan Blengio Rocca, quienes le habían cursado la invitación en
nombre del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado.
17
En la misma carta, Vaz Ferreira señalaba que “en cuanto al discernimiento de las graves responsabilidades que, se-
gún mi juicio, tienen las dos partes en el estado de cosas presentes –hasta donde pueden ser responsables los hombres
dentro de las máquinas cerradas de nuestros dos partidos actuales!– no creo que conduzca a nada práctico o patriótico
hacerlo”, exceptuando sin embargo “la guerra civil”, que le merecía “la condenación más severa”. Véase ibid.
18
“Una actitud lamentable”, El Día, Montevideo, 8 de diciembre de 1910, p. 3.
19
En las listas de esta “coalición liberal-socialista” aparecían otras figuras destacadas, como G. Moratorio Palome-
que, Juan Américo Beisso, Solano A. Riestra, Alfredo Navarro, Alfredo Vidal y Puentes, Ovidio Fernández Ríos
(entre los candidatos titulares), Edmundo Bianchi, Orestes Baroffio, Juan P. Fabini, Blas S. Genovese, Hipólito
La cuestión de si un ciudadano debe o no ingresar en los partidos políticos es una cuestión norma-
tiva: como las demás, muy frecuentemente mal tratada. […] Ingresar a los partidos políticos tiene
la ventaja de facilitar, de hacer más intensa la acción política, ofrecer más ocasiones de prestar
servicios al país en la generalidad de los casos; y los inconvenientes de la supresión de parte de la
libertad personal, de la libertad de criterio y de acción, en la subordinación, aunque sea relativa, a
autoridades y criterios ajenos. En cuanto a la actuación del franco tirador político, que procura o
no rehúye intervenir en la cosa pública, desde luego y por lo menos con su voto, y con su propa-
ganda y también con la acción en cuanto le sea posible, pero fuera de los partidos, tiene ventajas
desde el punto de vista de la mayor libertad, de la mayor posibilidad de aplicar la actividad, la
capacidad electoral, etc., a la causa que en un momento dado (le) parezca mejor; e inconvenien-
tes, sobre todo visibles cuando pensamos en la generalización de esa actitud, y que resultan de
la mayor dificultad para unificar esfuerzos y tendencias, para contribuir a acciones colectivas.23
Más allá de que el batllismo no logró atraerlo a sus filas en aquellos momentos decisivos, en
los umbrales de la segunda presidencia de Batlle y Ordóñez y con un Vaz Ferreira que aún
parecía especular sobre las posibilidades de su acción como político y como legislador, su
cercanía con aquel batllismo del 900 era innegable, como lo demuestran las importantes res-
ponsabilidades que se le dieron en aquellos años en el campo de la conducción de la política
Coirolo, Francisco Ghigliani, Arturo P. Visca (entre los suplentes), Celestino Mibelli, Edmundo Narancio (entre los
postulantes a la Junta Económica Administrativa) y Adolfo Vázquez Gómez o José Tarino (a la Junta Electoral),
entre otros. Los destinos políticos futuros de muchas de estas figuras serían bien disímiles. Véase “La coalición libe-
ral socialista. La reunión de anoche”, El Día, Montevideo, 14 de diciembre de 1910, p. 5.
20
Véase “Frente al comicio. La coalición liberal. A los liberales”, El Día, Montevideo, 9 de diciembre de 1910, p. 4.
Sí aparecieron como firmantes las principales figuras del movimiento que luego aparecerían como candidatos (enca-
bezados por Pedro Díaz), con el agregado de otras figuras de relieve, como Luis Melián Lafinur, Ramón P. Díaz, José
G. Antuña, entre otros.
21
Así surge de la compulsa de la prensa consultada.
22
Fue amigo personal de Emilio Frugoni, fundador y líder histórico del socialismo uruguayo. Lo votó casi siempre
–como él mismo se encargó de confesar– a pesar de que nunca llegó a afiliarse a dicho partido y a que mantuvo varias
discrepancias con sus postulados.
23
Carlos Vaz Ferreira, Lógica viva. (Adaptación práctica y didáctica), 2ª ed., Buenos Aires, Losada, 1952, p. 76.
24
Aunque corresponde a otro momento histórico, debe también recordarse que en 1946 el gobierno colorado y batllista
de la época concretó por ley su iniciativa de creación de la Facultad de Humanidades y Ciencias.
25
Véase Domingo Arena, Divorcio y matrimonio, Montevideo, O. M. Bertani, 1912, pp. 100 y ss.
26
En un apartado de Fermentario, titulado “Leyendo a Unamuno”, Vaz Ferreira señala: “Unamuno, que exalta el
quijotismo y desprecia la razón, no comprendió el supremo quijotismo de la razón. El quijotismo sin ilusión es el más
heroico de todos. Investigar y explicar sin término ni aun esperado; comprender para comprender más, sabiendo que
cada comprensión hace pulular más incomprensiones; sabiéndolo de antemano, sin ilusión […] y darse a eso, go-
zando y sufriendo, es el quijotismo supremo”. Véase Carlos Vaz Ferreira, Fermentario, Montevideo, Ministerio de
Relaciones Exteriores/Universidad del Trabajo del Uruguay, 2005, p. 182.
27
Juan Fló, “La estética ausente. (Notas sobre las ideas de Vaz Ferreira a propósito del arte)”, en Miguel Andreoli
(comp.), Ensayos sobre Carlos Vaz Ferreira..., op. cit., p. 216.
28
Carlos Vaz Ferreira, Sobre la propiedad de la tierra, Montevideo, Cámara de Representantes, 1957, p. 327. La
primera edición de esta obra es de 1918 y está basada en las versiones taquigráficas de unas conferencias de Vaz
Ferreira de 1914, en plena segunda presidencia de Batlle.
29
Miguel Andreoli, “La moral en Vaz Ferreira: pluralismo, interioridad y desdicha”, en Miguel Andreoli (comp.),
Ensayos sobre Carlos Vaz Ferreira..., op. cit., p. 194.
30
En esta parte del texto se recogen varias hipótesis trabajadas por Adolfo Garcé y el autor en su texto “Ideas, política
y nación en el Uruguay del siglo xx”, en Oscar Terán (coord.), Ideas en el siglo..., op. cit., pp. 310 y ss.
31
Durante el período considerado, las publicaciones (en la mayoría de los casos se trata de recopilaciones de confe-
rencias) de Vaz Ferreira más focalizadas en lo social fueron: Sobre la propiedad de la tierra (1910); Sobre los pro-
blemas sociales (1922) y Sobre el feminismo (1933).
32
Así se titulaba su libro editado por primera vez en 1909.
33
Juan Fló, “La estética ausente…”, en Miguel Andreoli (comp.), Ensayos sobre Carlos Vaz Ferreira..., op. cit.,
p. 216.
34
En su artículo antes citado Juan Fló registra su “rechazo extremo por la historia (¿disciplina y/o proceso?)”, citando
un testimonio sobre Vaz Ferreira de su condiscípulo Juan Andrés Ramírez: “manifestaba […] una inclinación deci-
dida a los estudios filosóficos, a medida que se alejaba de la historia, su enemigo único, su rencor eterno, su odio
exclusivo, que aun hoy suele arrancarle manifestaciones violentas cuando, por una circunstancia cualquiera, se cruza
en su camino”, en “La estética ausente…”, op. cit., p. 209.
35
Las ciencias sociales uruguayas perdieron de vista la influencia (y la utilidad o vigencia) del pensamiento de Rodó
y de Vaz Ferreira. Debemos a Adolfo Garcé y a Gustavo de Armas la recuperación de esta idea fundamental. Los
autores mencionados insistieron en este punto en varios trabajos, de manera particular en “Tras las huellas del nove-
cientos”, en Cuadernos del CLAEH, nº 68, 1993/4, y en “Proteísmo (del) imaginario: la curiosa actualidad de Rodó y
Vaz Ferreira”, en Gerardo Caetano (coord.), Uruguay hacia el siglo XXI, Montevideo, Trilce, 1994.
36
En efecto, Vaz Ferreira rechazó en más de una oportunidad la postura del eclecticismo. Señaló por ejemplo en una
de las conferencias recogidas luego en la publicación titulada Sobre los problemas sociales: “El eclecticismo es un
modo de pensar mezquino, pobre, en realidad ininteligente, que consiste en pensar con lo pensado; “tomar lo bueno”
de lo que han pensado los demás: en más o menos casos, puede llevar a aciertos; pero es condenarse de antemano a
quedar dentro de lo pensado o, en todo caso, a determinarse por lo pensado”. Véase Carlos Vaz Ferreira, Sobre los
problemas sociales, Montevideo, Homenaje de la Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay,
1957, p. 103. Por su parte, nada menos que en Fermentario (op. cit., pp. 93-94) Vaz Ferreira completaba su reflexión
precisando conceptos: “El verdadero pensamiento, el legítimo, que no tiene nada que ver con el eclecticismo pero
que superficialmente se confunde con él, consiste en pensar directamente, de nuevo y siempre de la realidad (aunque
aprovechando lo que corresponda la experiencia de los aciertos y equivocaciones de lo ya pensado). […] en la reali-
dad, en los hechos, no existen extremos ni términos medios”.
esta corriente de superación del positivismo a partir de él, fue tan general en nuestros medios
universitarios e intelectuales, que llegó a constituir una verdadera conciencia nacional. […]
A ella están vinculados dos espíritus que realizan, cada uno a su manera, un excepcional ma-
gisterio por el que se expresan los cánones filosóficos de la nueva época: José Enrique Rodó
y Carlos Vaz Ferreira. El primero desde el campo de las letras, el segundo desde la cátedra de
Filosofía de la Universidad.38
En efecto, tanto para Rodó como para Vaz Ferreira existían aspectos de la doctrina positivista
que valía la pena conservar. Al respecto, en una conferencia sobre el tema titulada “Enseñando
Filosofía” señaló Carlos Vaz Ferreira:
Si por positivismo se entiende no tomar por ciertos sino los hechos comprobados como tales; si
por positivismo se entendiera graduar la creencia, tener por cierto solamente lo cierto, por pro-
bable o posible, lo probable o posible; si por positivismo se entiende, todavía, saber distinguir,
discernir lo que conocemos bien de lo que no conocemos bien; si positivismo quiere decir
sentir admiración y amor por la ciencia pura, sin hacer en su nombre, exclusiones, entonces el
positivismo es posición buena y recomendable.39
De modo un tanto curioso, este magisterio compartido entre Rodó y Vaz Ferreira en el Uruguay
del 900 no convergió directamente con la pretendida hegemonía republicana impulsada por la
fracción más radical del primer batllismo, liderada en muchos temas por el propio Batlle y
Ordóñez. La relación del líder reformista con Rodó fue ciertamente tormentosa y alcanzó ni-
veles de contienda irreversible. Con Vaz Ferreira, el vínculo fue mucho más cercano y apaci-
ble, pero no terminó de confirmarse como alineamiento formal. De distinta manera, una más
combativa y la otra más transaccional, como vehículos expresivos de dos talantes ideológicos
y personales bien diferentes, Rodó y Vaz Ferreira protagonizaron una suerte de contestación
intelectual al republicanismo batllista, en particular en todo lo que este tuvo de reformismo
37
José Enrique Rodó, “Rubén Darío”, en Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1967, p. 191.
38
Arturo Ardao, La filosofía en el Uruguay en el siglo XX..., op. cit., p. 17. Ambos dejaron una huella muy profunda
en la cultura uruguaya. Sin embargo, en el campo de la filosofía fue más profunda la marca de Vaz Ferreira que la de
Rodó. Permítasenos transcribir dos calificados testimonios sobre este punto. Dijo Arturo Ardao: “la valoración crí-
tica de la obra de Vaz Ferreira, plantea distintos problemas a quienes respiran una atmósfera espiritual creada por ella
en una medida en que difícilmente se podrá tener idea fuera del Uruguay”, en ibid., p. 79. Por su parte, escribió
Manuel Arturo Claps: “Es difícil escribir sobre Vaz Ferreira, pero es necesario. Hay que intentar el análisis y la va-
loración de su obra desde nuestra perspectiva, es decir, expresar lo que significa para nosotros, luego de los cuarenta
años largos transcurridos desde su iniciación, años en los que se ha operado un cambio radical en la atención filosó-
fica y acontecimientos terribles han estremecido la conciencia del hombre. Esclarecernos con respecto a Vaz Ferreira
es, en cierto modo, esclarecernos respecto a nosotros mismos, dado que su personalidad ha influido de un modo
determinante en la formación de nuestro ambiente espiritual”. Véase Manuel Claps, “Carlos Vaz Ferreira: notas para
un estudio”, en Revista Número, año 2, n° 6-7-8, 1950.
39
Conferencia sobre “Enseñanza de la filosofía”, citada por Arturo Ardao en La filosofía en el Uruguay..., op. cit., p. 50.
Los más grandes filósofos de la generación del novecientos, Rodó y Vaz Ferreira, con brillo
propio, se encargaron de transformar aquello que bien pudo haber sido apenas una breve tre-
gua, en una verdadera doctrina “oficial”, de hondo arraigo y singular persistencia.
La superación del sectarismo filosófico –progresiva y perdurable– fue indudablemente
funcional a la pacificación del país y a su modernización política. Así como la intransigencia
filosófica propia de los años de virulento enfrentamiento entre espiritualistas y positivistas
había tenido –según el propio Vaz Ferreira– funestas consecuencias prácticas (“esa intoleran-
cia, tanto como a las ideas, separa a los hombres”),42 las persuasivas lecciones de tolerancia de
los más grandes pensadores de la “generación del novecientos” facilitaron que nuestros parti-
dos políticos encontraran fórmulas civilizadas de convivencia. En ese sentido, puede decirse
que uno de los principales legados doctrinarios de Rodó y Vaz Ferreira consistió, precisamente,
en haber contribuido en forma decisiva a minimizar la intransigencia partidista, tanto en el te-
40
La hipótesis de una conexión causal entre el “magisterio” filosófico de Carlos Vaz Ferreira y José Enrique Rodó y
la instauración y consolidación de la democracia uruguaya durante las primeras décadas del siglo xx fue desarrollada
por Adolfo Garcé en “Tres fases de la relación entre intelectuales y poder en Uruguay (1830-1989)”, en Gustavo de
Armas y Adolfo Garcé, Técnicos y política, Montevideo, Trilce, 2000.
41
Arturo Ardao, Espiritualismo y positivismo en Uruguay..., op. cit., p. 226.
42
Decía Vaz Ferreira: “Yo tengo la convicción firmísima de que es esa concepción de las tres escuelas el origen pri-
mero de muchísimas rivalidades que han separado entre nosotros a hombres que merecían estimarse y comprenderse;
así, un error que parece de importancia puramente teórica, ha influido sobre el desenvolvimiento político o universi-
tario mucho más de lo que podrían imaginar los que no tienen por costumbre tomar en cuenta las causas remotas de
los hechos” [nota: las tres escuelas son el espiritualismo/Dios, el materialismo/materia y el positivismo/ciencia].
Citado por Arturo Ardao, Espiritualismo y Positivismo en el Uruguay…, op. cit., p. 268
Pero además de su contribución junto a Rodó en la forja de una síntesis posible entre positivismo
y espiritualismo –base del humanismo laico tan presente en aquel Uruguay– y de su respaldo a
fundar una actitud de tolerancia lejana del sectarismo filosófico, a Vaz Ferreira le correspondió
también configurarse como uno de los soportes filosóficos de todo un modelo de ciudadanía,
caracterizado como vimos por una síntesis entre perfiles republicanistas y notas liberales.43
Este “modelo” de ciudadanía, en su traducción concreta al proceso político y social, se
volvió mucho menos “puro” y coherente que en su formulación teórica. Cabe aquí referir, en
primer término, un ejemplo por demás paradigmático que resulta útil reiterar para ejemplificar
lo señalado. Se trata del debate a propósito de las fronteras entre lo público y lo privado y de las
tensiones entre diversidad y comunidad que generaron muchas iniciativas batllistas en materia
social y moral. Esta característica de una acción con ciertos perfiles uniformizadores y hasta en
algunos casos disciplinantes no resultaba propia de la tradición republicana, sino que parecía
mucho más tributaria de una concepción comunitarista de la política y de la ciudadanía.44
En este aspecto, los debates sobre la idea de ciudadanía en aquel Uruguay (en especial en el
seno del primer batllismo) reconocieron tensiones inocultables sobre estos problemas, y en más
de una ocasión se perfilaron negociaciones entre sensibilidades y nociones provenientes de
diversas tradiciones ideológicas. En esta dirección, la idea de reivindicar la intervención de la
ley y de la acción del Estado en la esfera privada de los individuos constituyó un tema especial-
mente polémico en el período estudiado, sobre el que en varias oportunidades se pusieron en
evidencia fuertes tensiones y diferencias en el interior de las filas de los dirigentes y legisladores
43
Sobre esta síntesis y sus rasgos definidores el autor ha trabajado en profundidad sus argumentos en Gerardo Cae-
tano, Ciudadanía, republicanismo y liberalismo en Uruguay (1910-1933), Montevideo, ebo, 2011, 328 páginas.
44
Sobre este último particular, el republicanismo se asienta mejor en la idea de comunidades políticas de diferentes
antes que en la visión de sociedades políticas afincadas en valores e ideas básicamente comunes. Por cierto que las
respuestas a propósito del dilema de cómo articular diversidad e igualdad no son las mismas en ambas tradiciones.
“Para el republicanismo –ha dicho sobre este particular el filósofo español Félix Ovejero– el acento no recae en
ninguna idea de bien sustantiva, sino en crear las mejores condiciones para que cada uno trace sus propios proyectos
de vida. […] De este modo, el republicanismo se muestra compatible con las sociedades multiculturales, sin aban-
donar conceptos como los de responsabilidad, realización y convencimiento. […] El Estado de bienestar republicano
no requiere como condición de funcionamiento modificar la diversidad cultural […]. En breve: la desigualdad puede
ser injusta o inmoral, la diversidad no. En ese sentido, el republicanismo muestra un interesante realismo frente a la
pluralidad cultural. Mientras la sociedad comunitaria exigía para su buen funcionamiento un alto grado de homoge-
neidad, la sociedad republicana se muestra compatible con aquellas características de nuestras sociedades que no
deben modificarse desde –la idea de bien– el Estado”. Véase Félix Ovejero Lucas, “Tres ciudadanos y el bienestar”,
en La Política. Revista de estudios sobre el Estado y la sociedad, octubre de 1997, Barcelona, Paidós, pp. 109-110.
Los mismos que están dispuestos a sancionar leyes para corregir la conducta de los hombres
en todas las circunstancias de la vida, aún en el orden de las cosas más íntimas, aún en el orden
mismo de los derechos individuales, esos mismos declaran la quiebra y la bancarrota de la
ley en el orden del matrimonio. Pues yo creo que la ley en el orden del matrimonio tiene una
misión y un papel muy eficaz que desempeñar. Claro está que no lo podrá hacer todo, pero
podrá hacer mucho, como mucho ha hecho hasta ahora. […] Considero un sueño, una utopía,
el deseo de constituir la familia sobre nuevas bases, según un tipo nuevo de organización y
funcionamiento, que se basa, no sobre el deber, sino sobre el amor y sobre la pasión. […] Yo
no soy un espíritu conservador. Creo tener abierto mi espíritu a todas las novedades, a todas las
reformas progresistas; pero en esta materia, en lo que se refiere a la organización de la familia,
arriesgo el reproche, y juzgo que la familia actual, que la familia de nuestras costumbres, es
nuestro orgullo y nuestro tesoro.48
En la misma discusión, nada menos que Domingo Arena, el amigo más íntimo de Batlle y
Ordóñez, una de las figuras más alineadas con el ala “radical” del batllismo y confeso cultor
de ideas anarquistas, se contraponía con mucha fuerza a su compañero de bancada Espalter:
las leyes fracasan siempre cuando quieren penetrar dentro del dominio de la moral. […] Por-
que la ley moral –diga lo que quiera el doctor Espalter, y lo diga con la brillantez que lo diga–
45
Esta tensión resultaba casi inherente al marco cultural dominante en el cambio de siglo en el país. Véase Barrán,
Caetano y Porzecanski, Historias de la vida privada en el Uruguay, vol. ii: El nacimiento de la intimidad (1870-
1920), Montevideo, Taurus, 1996.
46
Esas conferencias fueron luego recogidas en libro. Véase Carlos Vaz Ferreira, Sobre feminismo, Montevideo, So-
ciedad de Amigos del Libro Rioplatense, 1933. Para profundizar en torno del debate legislativo sobre el divorcio y
su gran relevancia para el Uruguay de la época, véase José Pedro Barrán, Intimidad, divorcio y nueva moral en el
Uruguay del Novecientos, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 2008, 384 páginas.
47
El primer batllismo sufriría en aquellas décadas sucesivas escisiones por motivos ideológicos y políticos. La que
lideró el ex presidente (entre 1915 y 1919) Feliciano Viera luego de terminar su mandato y ocupando la presidencia
del Consejo Nacional de Administración fue una de ellas. El nuevo grupo adoptó el nombre de Partido Colorado
Radical y, salvo en 1925, votó siempre dentro del lema colorado. Los “vieristas” adhirieron a postulados ideológicos
propios de un “conservadorismo moderado”.
48
Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores, vol. 101, pp. 435 y 597.
Como ha demostrado con claridad y exhaustividad José Pedro Barrán en su seguimiento del
trámite parlamentario de la ley,50 el debate en cámaras resultó entonces especialmente signifi-
cativo. En el mismo pudieron cotejarse visiones ideológicas y morales muy disímiles, lo que
entre otras cosas venía a poner de manifiesto que en los legisladores de una misma bancada
habitaban percepciones y propuestas muy antagónicas sobre este tipo de temas. La índole mo-
ral de muchos de estos debates, no debe opacar sin embargo el registro de la dimensión propia-
mente ideológica de los asuntos en entredicho. Cuando parecía que pese a sus amplias mayo-
rías legislativas el oficialismo no podría cohesionar sus filas en torno de la propuesta divorcista
originaria, la intervención de Vaz Ferreira posibilitó un entendimiento transaccional: el nuevo
proyecto finalmente aprobado habilitaría el divorcio “por la sola voluntad de la mujer”.
Así narró el propio filósofo su protagonismo en aquella instancia particular, en una de las
conferencias públicas luego recogidas en su libro Sobre feminismo:
les voy a hablar un poco de mi ley, como llamo a nuestra actual ley de divorcio unilateral.
La llamo “mi ley”, porque es casi el único caso en que algo se ha traducido en pragmática
fundamentalmente como yo lo proyecté. […] Se había producido encarnizada discusión entre
los antidivorcistas y los divorcistas extremos de nuestro país. […] Entonces intervengo yo,
sosteniendo […] mi solución, que hacía tanto tiempo preconizaba, de dar a la mujer la facultad
de obtener el divorcio por su sola voluntad, sin expresión de causa, mientras que el hombre
ha de necesitar causa justificada. Nadie lo creyó bueno. Los antidivorcistas hicieron […] sá-
tiras de mis ideas. […] Los divorcistas tampoco lo creyeron bueno, porque ellos encaraban la
cuestión como una cuestión de “igualdad”. Pero como temían no triunfar, resolvieron aceptar
mi fórmula, en carácter, para ellos, de solución transitoria, para ir después a la otra. Y fue de
esa manera como mi proyecto de divorcio inspirado en el feminismo de compensación, resultó
convertido en ley.51
No fue nada casual (y adquiere una importancia fundamental en la línea de la hipótesis central
de este artículo) el que a Vaz Ferreira le haya correspondido un rol tan decisivo y concreto en la
49
Ibid., vol. 102, pp. 55, 324 y 339.
50
Véase José Pedro Barrán, Intimidad, divorcio y nueva moral..., op. cit. (en especial los caps. 5: “Los avances de la
nueva moral”, y 6: “La nueva moral privada: la liberación y sus límites”).
51
Carlos Vaz Ferreira, Sobre feminismo..., op. cit., pp. 90-91. De todos modos, Vaz Ferreira se quejó de la restricción
establecida en el proyecto por la que se establecía que la mujer no podría hacer uso de esa facultad “hasta los dos
años de casada”. “Esa modificación –concluyó el filósofo– nos costó el cerebro de Delmira Agustini”, aludiendo al
trágico final de la poeta uruguaya en 1914, asesinada por su esposo luego de una separación que no pudo concluir en
divorcio legal por la referida cláusula.
52
Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores, vol. 102, pp. 354-355. Sesión del 5 de agosto de 1912.
53
En la época se dio un interesante debate en el seno de la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, en el que
se enfrentaron los que defendían la pedagogía empírica de Varela y aquellos que hacían lo propio con la postura
teórica de Berra. Sobre la temática, véase Arturo Ardao, Positivismo y espiritualismo…, op. cit.
en el ejercicio de la enseñanza, y en los cargos públicos que en ella desempeñé, todas mis aspi-
raciones intelectuales fueron dominadas y, para lo especulativo, casi esterilizadas, por el fervor
de educar, de hacer bien y de impedir mal […. Y cuando unos buenos amigos y ex discípulos
[…] obtuvieron para mí la creación de una cátedra de conferencias, se me exacerbó todavía
aquel propósito de educar y hacer bien […]. Si viviera otra vez, [no] haría otra cosa que volver
a dar lo principal de mi vida pública a la educación científica, moral y cívica de la juventud.58
Fue desde ese celo especial por la educación como instrumento de construcción de la sociedad
que Vaz Ferreira confrontó la visión tradicional impuesta en la formación de los maestros a
partir de la obra de Berra recién referida.59 En relación con la problemática central de la forma-
54
Como pedagogo y educador Carlos Vaz Ferreira actuó desde las cátedras (Filosofía, Filosofía del Derecho y como
Maestro de Conferencias), desde la Dirección de Instrucción Primaria y como rector de la Universidad de la Repú-
blica. Fue además el fundador de la Facultad de Humanidades y Ciencias.
55
Véase Arturo Ardao, Introducción a Vaz Ferreira, Montevideo, Barreiro y Ramos, 1961, p. 22.
56
Ibid., p. 20.
57
Ibid. p. 12. Véase también Yamandú Acosta, Pensamiento uruguayo..., op. cit., pp. 128 y ss.
58
Carlos Vaz Ferreira, Fermentario..., op. cit., pp. 29-30.
59
Las investigadoras Isabel Clemente y Ana María Faedo han sintetizado la postura innovadora de Vaz Ferreira sobre
el tema en estos términos: “La crítica de la idea heredada de Berra de la necesidad de un método único de enseñanza
y la propuesta contraria, la de diversidad de caminos y apertura a todas las perspectivas, adquiere especial validez en
un momento en que se afirma cada vez con mayor fuerza el reconocimiento de las diferencias y de las diversidades.
Entre las segundas, las propuestas de Vaz Ferreira de una didáctica de la penetrabilidad, de revisar la formación de
He pensado en exponer ideas mías o algunas maneras mías de ver las cosas. En materia de
instrucción primaria soy simplemente un pedagogo de escritorio; quiero decir que no soy
maestro, no he enseñado. Pero no soy de los pedagogos de escritorio que creen que, por el
hecho de serlo, adquieren cierto derecho especial para dar lecciones a los que son pedagogos
de verdad, esto es a los que han enseñado. Lo único que creo es simplemente que, como el
maestro por una parte y el funcionario o el lector, o el escritor por otra, ven la escuela desde
diversos puntos de vista, la experiencia del maestro y esa otra experiencia, pueden, natural-
mente complementarse.60
Carlos Vaz Ferreira realizó la obra pedagógica teórica básicamente en el período estudiado. La
misma se manifestó en varias publicaciones, algunas de ellas fruto de la recopilación del dic-
tado de conferencias sobre estos temas o de producción editada de manera dispersa. A este
respecto pueden citarse: “Proyecto sobre asistencia media obligatoria”,61 “Dos ideas directrices
pedagógicas y su valor respectivo”,62 “Dos paralogismos y sus consecuencias”,63 La exagera-
ción y el simplismo en Pedagogía,64 “Los concursos escolares”,65 Lecciones sobre Pedagogía y
cuestiones de enseñanza (con aplicación a la secundario-preparatoria),66 “Los parques escola-
res y la educación física”,67 entre otras muchas. Más adelante publicó sus trabajos más clásicos
sobre pedagogía como Lecciones sobre Pedagogía y cuestiones de enseñanza,68 Estudios
pedagógicos,69 o Sobre la enseñanza en nuestro país (resumen de algunos proyectos, ideas y
actuación),70 entre otros.71
maestros basada en el escalonamiento, la crítica del examinismo y de reformular la relación enseñanza-examen, con
un proyecto de exoneración, merecerían ser retomadas para rescatarlas en un esfuerzo por repensar la formación de
formadores. La propuesta de una docencia investigativa a partir del reconocimiento de la precariedad del conoci-
miento y de la fragilidad de todas las certezas es esencial para una formación docente de nivel superior”. Véase Isabel
Clemente y Ana María Faedo, “Educadores uruguayos de la primera mitad del siglo xx: sus contribuciones a la for-
mación docente: Carlos Vaz Ferreira y Julio Castro”, en Anales del Instituto de Profesores Artigas, segunda época,
año 2009, nº 3, Montevideo, p. 9.
60
Véase Carlos Vaz Ferreira, Estudios pedagógicos. Serie II. Tres conferencias pedagógicas, Barcelona, Talleres de
Artes Gráficas Henrich y Cía., 1921, p. 8.
61
Véase Anales de Instrucción Primaria, tomo i, año i, nº 2, Montevideo, 1903.
62
Ibid., tomo i, año i, nº 2, 3, 4 y 5, y año ii, nº 6, Montevideo, 1903 y 1904.
63
Ibid., tomo i, año i, nº 1, Montevideo, 1903.
64
Carlos Vaz Ferreira, La exageración y el simplismo en Pedagogía, Montevideo, El Siglo Ilustrado, 1908.
65
Anales de Instrucción Primaria, años xii-xiii, tomo xiii, nº 1-18, Montevideo, 1916.
66
Carlos Vaz Ferreira, Lecciones sobre Pedagogía y cuestiones de Enseñanza (con aplicación a la secundario-pre-
paratoria), Montevideo, A. Barreiro y Ramos, 1918.
67
Carlos Vaz Ferreira, “Los parques escolares y la educación física”, en Revista de Educación, año vi, nº 57-58,
Montevideo, 1927.
68
Véase Carlos Vaz Ferreira, Lecciones sobre Pedagogía y cuestiones de enseñanza, Montevideo, 1918 (reed. en 3
vols. en 1957 por la Cámara de Representantes).
69
Carlos Vaz Ferreira, Estudios Pedagógicos, 3 vols., Barcelona, Heinrich y Cía, 1921-1922.
70
Carlos Vaz Ferreira, Sobre la enseñanza en nuestro país (Resumen de algunos proyectos, ideas y actuación), Mon-
tevideo, Cámara de Representantes, 1957.
71
En la mayoría de sus otras publicaciones, si bien más de corte filosófico y social, también se deja entrever su veta
como educador. Entre ellas cabe destacar, en este sentido, Curso expositivo de psicología elemental (1897), Ideas y
observaciones (1905), Los problemas de la libertad (1907), Conocimiento y acción (1908), Moral para intelectuales
(1909), El pragmatismo (1909), Lógica viva (1910), Sobre la propiedad de la tierra (1918), Conocimiento y acción
(1920), Sobre los problemas sociales (1922), Sobre feminismo (1933), Fermentario (1938) y sus publicaciones Tras-
cendentalizaciones matemáticas ilegítimas (1940) y La actual crisis del mundo desde el punto de vista racional
(1940), entre otras.
72
En esa dirección, las ya citadas investigadoras Clemente y Faedo han señalado que “Carlos Vaz Ferreira se identi-
fica con la pedagogía moderna a la cual caracteriza por no someterse a los dogmas y por su orientación experimental.
Frente a modelos extranjeros recomienda una actitud selectiva guiada únicamente por su validez para Uruguay,
contra el trasplante indiscriminado y acrítico de instituciones y teorías reclama el reconocimiento de ‘lo nuestro, lo
sudamericano y, en general, lo latino’. Entre los componentes de lo que llama ‘lo nuestro’ rescata la educación diri-
gida por el Estado por ser más democrática e igualitaria. Del modelo anglo-sajón, que es el que elige para la compa-
ración con ‘lo nuestro’ propone tomar, sin embargo, por entender que es una experiencia valiosa y apropiada para
Uruguay, la educación en medio de la naturaleza y la reformula con su proyecto de parques escolares”, en “Educa-
dores uruguayos…”, op. cit. p. 5.
73
Ardao, Introducción a Vaz Ferreira..., op. cit., p. 73.
74
Ibid., p. 53.
75
Ibid.
la primera es hacer comprender, hacer sentir lo que la Historia tiene de conjetural y de du-
dosa […]; enseñar a graduar la creencia […]; y la segunda misión, aún más importante que
la primera […], es hacer sentir al alumno […] esa circunstancia triste y dolorosa de que los
juicios históricos, por ignorancia de los hechos psicológicos, estén tan fatalmente condenados
a injusticias posibles.83
Estos objetivos prioritarios del profesor de secundaria adquirían una especial vigencia en rela-
ción con la enseñanza de la historia nacional.
¿Es lícito –se preguntaba el filósofo– en la enseñanza de la Historia nacional, desfigurar he-
chos u omitir críticas con un fin patriótico? Dos tesis podrían sostenerse aquí: la tesis de la
76
Arturo Ardao, Introducción a Vaz Ferreira..., op. cit., p. 74.
77
En su rechazo a lo que juzgaba como jacobinismo en las iniciativas y las tendencias defendidas por su contradic-
tor, Pedro Díaz, Rodó enfatizaba que “la idea central, en el espíritu del jacobino, es el absolutismo dogmático de
su concepto de la verdad, con todas las irradiaciones que de este absolutismo parten para la teoría y la conducta”,
véase José E. Rodó, Ariel. Liberalismo y jacobinismo..., op. cit., p. 165 (Biblioteca Artigas, vol. 44). Para un es-
tudio reciente sobre esta polémica, véase Pablo Da Silveira y Susana Monreal, Liberalismo y jacobinismo en el
Uruguay batllista. La polémica entre José E. Rodó y Pedro Díaz, Montevideo, Taurus/Fundación Banco de Bos-
ton, 2003.
78
Vaz Ferreira, “Lógica viva..., op. cit., p. 66.
79
Miguel Andreoli, “La moral en Vaz Ferreira: pluralismo, interioridad y desdicha”, en Miguel Andreoli (comp.),
Ensayos sobre Carlos Vaz Ferreira..., op. cit., pp. 181 y ss.
80
Ibid.
81
Carlos Vaz Ferreira, Sobre la enseñanza en nuestro país. (Resumen...), op. cit., pp. 51 y ss.
82
Ibid., pp. 16 y ss.
83
Ibid., p. 32.
Vaz Ferreira se inclinaba por esta última opción, pero advirtiendo de inmediato que él ponía
“ese momento ya en la enseñanza secundaria”. Señalaba además que “el patriotismo [era] un
sentimiento superior, pero corruptible”, al tiempo que prevenía en torno al “exceso de pasado”,
puesto que, a su juicio, “la carga de un pasado demasiado heroico puede abatir, inhibir […].
Sin duda –concluía– la mejor base para la educación patriótica está en poder combinar todo
[…] y en tener, además de pasado, porvenir…”.85
Era ese mismo soporte filosófico fundamental el que lo hacía inclinarse por una “fór-
mula” en torno a la solución de “los problemas sociales” que evitara a priori toda polarización:
“no podemos pensar claramente si no nos independizamos de esta polarización artificial de las
teorías como están hechas”. Su “fórmula”, que al mismo tiempo que recogía principios libera-
les rescataba también lo que llamaba “socialismo de primer grado” o “socialización de lo
grueso”, se sintetizaba de la siguiente manera: “asegurar algo al individuo como individuo (un
núcleo mínimo de igualdad asegurado) y dejar el resto a la libertad”.86 Desde ese talante filo-
sófico tan característico, Vaz Ferreira habría de “predicar” un método de pensamiento cívico
especialmente apto para la transacción ideológica, para la síntesis entre el impulso republicano
y la contestación liberal.
El título de este apartado ilustra, como anticipáramos, la principal hipótesis que se quiere tra-
bajar en este texto: además de sus aportes al patrimonio filosófico nacional y de su rol en tanto
referente importante de la cultura política uruguaya, a nuestro juicio Vaz Ferreira puede ser
visto como uno de los filósofos principales (si no el fundamental) del modelo de ciudadanía
predominante en el Uruguay del siglo xx. Hemos caracterizado la ideología de ese modelo
ciudadano como tributaria de un contorno de síntesis entre dos tradiciones diferentes: “republi-
canismo liberal”.87 ¿A qué apunta esa calificación? En primer lugar, cabe advertir los múltiples
condicionamientos y componentes que comporta lo que hemos llamado un “modelo ciuda-
dano”: síntesis complejas entre tradiciones múltiples no siempre convergentes; pujas en torno a
nociones de emancipación y de poder; propuestas de delimitación de fronteras entre lo público
y lo privado; constitución de un “nosotros” público; la identificación de un catálogo de virtudes
y valores concebidos como prioritarios, entre otros muchos factores. Todo modelo de ciudada-
nía comporta siempre una tensión entre tradiciones diversas. En el caso uruguayo, en el modelo
de ciudadanía prevaleciente confluyeron, aunque de diversa manera y con distinto énfasis, va-
rias tradiciones. Nuestra percepción es que, contrariamente a esa “sabiduría común” tan insta-
lada acerca de la preeminencia de un liberalismo tan difuso como omnicomprensivo, se impone
84
Ibid., p. 45.
85
Ibid., pp. 48-49.
86
Carlos Vaz Ferreira, Sobre los problemas sociales, Montevideo, Cámara de Representantes, 1957, pp. 31, 57 y 67.
87
El autor ha desarrollado esta hipótesis de manera extensa en su tesis doctoral. Véase Gerardo Caetano, Ciudadanía,
republicanismo y liberalismo en Uruguay, vol. i: La república batllista..., op. cit.
Además de su dureza, el individualismo nos aparece como la teoría que de hecho sostiene el
régimen actual; y entonces, va hacia ella nuestra antipatía: por la desigualdad excesiva; por
la inseguridad; por el triunfo del no superior, por ejemplo la capacidad económica. Dema-
siada predominancia de lo económico, absorbiendo la vida… Y justificación de todo lo que
está, como la herencia ilimitada, la propiedad de la tierra ilimitada… Ahora el “socialismo”
nos produce, desde luego, efectos simpáticos, por más humano: hasta su mismo lenguaje y
sus mismas fórmulas… más bondad, más fraternidad, más solidaridad; no abandonar a nadie
[…]. Simpático, también, por la tendencia a la igualdad, en el buen sentido. […] En cambio
antipático o temible por las limitaciones, que parecen inevitables, para la libertad y para la
personalidad. Limitaciones a la individualidad. Tendencia igualante, en el mal sentido. […]
Autoridad, leyes, gobierno, prohibiciones, imposiciones, demasiado de todo eso. Y demasiado
estatismo también […].88
88
Carlos Vaz Ferreira, Sobre los problemas sociales...,. op. cit., pp. 24-25.
asegurar (por socialización, o como fuera) a cada individuo, esas necesidades gruesas, pero
como punto de partida para la libertad, a la cual se dejaría todo el resto. Dar así por una parte
un buen mínimum asegurado al individuo: igualación sobre este mínimum. Y dejar libre la
parte más viva del espíritu social, la parte renovadora y descubridora, el impulso, lo “para ade-
lante”, lo “tanteante”… Asegurar lo grueso, se diría, fijaría suficiente independencia, bienestar
e igualdad, quedando aun bastante variedad, iniciativa, fermentalidad.89
Se establece así una conciliación relativa en las doctrinas. Estas quedarían, no como direccio-
nes divergentes desde el punto de vista inicial, sino como direcciones que se separarían más o
menos lejos, después de recorrer el principio del camino en común. Por eso yo creo, no sólo
que la doctrina que profeso representa una verdad mínima, una solución mínima de derecho,
sino que debería ser el punto de partida común de todas las doctrinas y tendencias: que todas,
deberían, sin violencia, reconocer este derecho; y, partiendo de él, emprender sus discusiones
para el resto […], [dejando] abierta la discusión sobre la base de algo común.90
***
89
Ibid., pp. 93-94.
90
Carlos Vaz Ferreira, Sobre la propiedad de la tierra, Montevideo, Homenaje de la Cámara de Representantes de la
República Oriental del Uruguay, 1957, p. 327.
necesitamos aún más que otros de la democracia y de la paz. Ese debe ser el punto de vista
nacional. […] Comprometer esa superioridad nuestra, es especialmente criminal, no sólo por-
que esa superioridad es espiritual, sino porque no es únicamente nuestra: nosotros, en este
momento, somos de toda América, porque somos ejemplo.93
91
Carlos Vaz Ferreira, Incidentalmente… (Algunas cartas, discursos y notas), Montevideo, Homenaje de la Cámara
de Representantes de la República Oriental del Uruguay, 1957, pp. 44 y 48. Se trataba de una carta pública que con
fecha 11 de febrero de 1933 Vaz Ferreira enviara al Comité de Defensa de la Libertad y la Democracia. El Día, El
País y Diario del Plata la publicaron el 15 de ese mes, mientras que el citado Comité la editó como folleto en abril
de 1933, ya verificada la quiebra institucional, bajo el título “Vaz Ferreira frente al mayor crimen”.
92
Carlos Vaz Ferreira, Incidentalmente..., op. cit., pp. 46-47.
93
Ibid., p. 45.
94
También lo sería en los años siguientes, no sólo ante coyunturas o acontecimientos locales sino ante eventos de una
cada vez más polarizada escena internacional. Y en sus pronunciamientos siempre quiso poner de manifiesto una
independencia máxima en la opinión, un señalamiento muy preciso de la postura propia, de manera de no sólo mar-
car con claridad una posición sino también anticiparse a cualquier malentendido u omisión. Así lo hizo por ejemplo
el 15 de marzo de 1938, en su “Carta abierta dirigida a la Comisión Organizadora del Congreso Nacional de Coor-
dinación de la ayuda a España republicana” (véase ibid., p. 73) o una década después, en un “Proyecto de declaración
frente al imperialismo soviético”, que Vaz Ferreira presentaría en el Ateneo el 13 de abril de 1948, en su calidad de
presidente de dicha institución (ibid., pp. 119-120).
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A partir del marco analítico del estudio de las From the analytical framework of the study of the
relaciones entre filosofía y política en el Uruguay del relationship between philosophy and politics in
900, se explora el tema de la particular contribución 1900 Uruguay, the article explores the distinctive
de Carlos Vaz Ferreira en la configuración contributions of Carlos Vaz Ferreira in the conflictive
–conflictiva y fuertemente negociada– de la and strongly negotiated configuration of the
matriz predominante de la ciudadanía uruguaya dominant matrix of the Uruguayan citizenship in
en el período considerado. En esa dirección, se the period. In this direction, it is argued about the
argumenta en torno a la hipótesis que presenta a Vaz hypothesis that presents Vaz Ferreira as one of the
Ferreira como uno de los principales “mediadores” main “mediators” in building the enduring matrix
en la construcción de la matriz perdurable del of “liberal republicanism”, core of the political
“republicanismo liberal”, núcleo de la ideología ideology prevailing in that classic Uruguay of first
política prevaleciente en aquel Uruguay clásico batllismo. The following analysis emphasizes around
del primer batllismo. El análisis que sigue enfatiza some specific lines of thought: the indication of the
algunos ejes de reflexión específicos: el señalamiento more political dimensions in Vaz Ferreira biography;
de las dimensiones que podrían considerarse his role with Rodó in promoting a possible
más políticas en la biografía de Vaz Ferreira; su synthesis between positivism and spiritualism; the
protagonismo junto a Rodó en la promoción de una consideration of some of its specific contributions
síntesis posible entre positivismo y espiritualismo; la in the fields of education and in the debate on
consideración de algunos de sus aportes específicos public morals, and the analysis of social problems
en los terrenos de la educación y del debate sobre la of his time and the highlight of moral principles of
moral pública, así como del análisis de los problemas citizenship.
sociales de su época y el destaque de principios
morales de proyección ciudadana. Keywords: Uruguay / Philosophy / Politics /
Citizenship / Liberal republicanism
Palabras clave: Uruguay / filosofía / política /
ciudadanía / republicanismo liberal.
Rafael Rojas