Trabajo Sobre El Unionismo
Trabajo Sobre El Unionismo
Trabajo Sobre El Unionismo
Álvarez Nölting
Historia Iglesia Contemporánea
Febrero 2021
El Unionismo
Para entender el texto, al hablar del éxito del catolicismo liberal, es necesario entender el
contexto europeo que dejó en herencia la Revolución Francesa y la resaca napoleónica. La
Iglesia era vista decadente por sus lazos con el antiguo régimen, y por la situación de sus es-
tructuras. Los regalismos y los intentos de reforma promovidos por los Estados del despotis-
mo ilustrado habían dividido a los católicos entre aquellos que velaban por una tutela estatal
para mantener el monopolio confesional y la protección jurídica de sus privilegios, y los que
adolecían el sofocante vínculo a merced de las disposiciones monárquicas. La Revolución
afectó a las bases sobre las que se habían estado formando las iglesias nacionales a expensas
de Roma. El catolicismo liberal nació como réplica a los desafíos que la modernidad posrevo-
lucionaria había evidenciado. Mientras se seguía la transformación civil en pos de la lucha por
las libertades, aparecieron voces católicas, principalmente de seglares, que vieron en esta nue-
va realidad política y social un gran instrumento para consolidar y desarrollar el catolicismo.
El movimiento revolucionario original que había impulsado la laicidad francesa y el deseo
de uniformidad había acabado, para muchos, con legislaciones carentes de libertad religiosa,
de enseñanza y de reunión. La actitud católica que asociaba procesos violentos y antirreligio-
sos con ideas revolucionarias, observaba a su vez la falta de respuesta y decadencia de sus
iglesias frente a los abusos del Estado. Las miradas viraban ahora hacia Roma, que parecía el
firme refugio de los que buscaban una fuerte reorganización eclesial. En este contexto comen-
zaron a gestarse las ideas del catolicismo liberal, consciente de la debacle de los sistemas mo-
nárquicos restaurados tras Napoleón. Frente a la postura contrarrevolucionaria del ultramon-
tanismo, partidario de la centralización, el culto a Roma y la rigidez doctrinal, crecía una pos-
tura católica nueva, avivada por los sentimientos de anticlericalismo y de intervencionismo
heredados del galicanismo y de los postulados de la política religiosa napoleónica.
En la Bélgica de finales de 1828, muchos católicos apoyaban el unionismo como la actitud
más razonable, al considerar que la alianza con los liberales garantizaba la independencia y el
derecho de la Iglesia sobre la enseñanza. Esto no suponía en modo alguno asumir sus ideales
–más cercanos a la laicización de la sociedad–, al contrario, la idea era hacer prevalecer los
valores cristianos por medio de la libertad en la educación y la prensa, algo que el antiguo
régimen ya no garantizaba al verse sometido a los posicionamientos de sus soberanos. Co-
menzaron a generarse grupos en el clero que veían mayor potencia pastoral en la libertad par-
lamentaria que en la imposición y protección estatal. Las alianzas con los liberales parecían
garantizar mayores beneficios para ambos bandos: unos renunciaban a sus posiciones privile-
giadas, y otros al intento de excluir la religión de la sociedad civil. Los concordatos se antoja-
ban más como cadenas que oprimían que como marcos de liberación. El unionismo se enten-
día más como una táctica provisional que como un sistema que representara un ideal a reali-
zar. La democracia era un mal menor y un instrumento para volver a asumir el control espiri-
tual de la sociedad civil, per medio de unas nuevas reglas de juego propuestas por la revolu-
ción. Sin embargo, comenzaron a aparecer frentes realmente progresistas (Bartels, clérigos
flamencos, y finalmente Lamennais) que evolucionaron de una defensa de la libertad como
medio a lo que se llegaría en L’Avenir como una “exigencia de la libertad por sí misma”.
Las posturas de Lamennais fueron radicalizándose progresivamente: comenzó abogando
por el Estado cristiano, a la vez que defendía la libertad de ensañanza y el ultramontanismo
frente al despotismo. En su libro De la Religión desarrolló su tesis “la verdad lleva en sí mis-
ma mucha más fuerza de irradiación que el poder de las instituciones”, y se acercó a las pos-
turas de países como EEUU, Irlanda y sobretodo Bélgica, donde los católicos invocaban su
propia defensa libre, no la protección por el Estado. En 1829 publicó “Des progrés de la Ré-
volution et de la guerre contre l'Église”, donde condenaba el liberalismo “civil”, pero aboga-
ba por una relación especial entre el catolicismo y un sano y auténtico liberalismo.
Surgió con fuerza la idea romántica de poner el liberalismo al servicio del apostolado cató-
lico. Este fue el salto para una alianza aún mayor que la belga entre catolicismo y liberalismo,
con bastiones como el Barón Eckstein y su “Le Catholique” o “Le Correspondant”, que mos-
traban los peligros de la unión trono-altar y defendían la libertad de religión de los protestan-
tes, el derecho de asociación de los religiosos y la libertad de enseñanza frente al monopolio
del Estado. Con la revolución de 1830 y su posterior ola de anticlericalismo se radicalizaron
posiciones. Se vio la posibilidad de dar alma al reclamo del gobierno del pueblo. Apareció así
el periódico “L’Avenir” con su lema “Dios y la libertad”, con personajes como Harel de Tran-
cel, Gerbert, Charles de Montalembert o el propio Lamennais. Su misión consistía tanto en
mostrar a los liberales su firme adhesión a la lucha por las libertades modernas, como en ha-
cer comprensible a los católicos la conveniencia de romper con antiguas estructuras. Este pe-
riódico fue el espacio de la literatura romántica, de ideas como la unión de Europa y el dere-
cho de autodeterminación, la defensa del sufragio universal e incluso del régimen republi-
cano. Se abogaba por una Iglesia libre y pobre, cercana a los sencillos y oprimidos. Esto su-
ponía necesariamente la absoluta ruptura entre Iglesia y Estado, empezando por los concorda-
tos. Se creó la Agencia general para la defensa de la libertad religiosa, ganándose la simpatía
de las juventudes católicas. Opusieron las alianzas de los reyes a una nueva “santa alianza de
los pueblos”. Bélgica era la representante de esta evolución del pensamiento católico: desde
una postura unionista como estrategia temporal hacia el convencimiento de que el régimen de
libertades modernas era la mejor forma de gobierno, según el principio vox populi, vox Dei.
La gran masa del clero joven apoyó la causa liberal, llegando a reivindicar en su terreno, la
libertad personal de acción con respecto a instrucciones episcopales en asuntos temporales y
su libertad personal de interpretación con respecto a tradiciones teológicas.
Había junto a esta corriente, otras muchas que se unieron a la causa por diversos intereses,
como los conservadores monárquicos, unionistas por necesidad; los liberales de perfil inglés;
o la escuela de Malinas, muy apoyada por el alto clero, y que abogaba por librar a la Iglesia
del influjo del Estado. Con la publicación de Considérations sur la liberté religieuse, par un
unionis, se generalizaba una postura de la Iglesia belga de distanciarse de la religión de Esta-
do a favor del liberalismo. En la asamblea constituyente tras la revolución de 1831, se garan-
tizó la libertad de enseñanza, el derecho de libre asociación y la libertad para los religiosos.
Estado e Iglesia estaban más separadas que nunca, librándose de concordatos e imposiciones
para nombramientos o declaraciones pontificias. Pero a su vez, esto supuso una supresión de
los privilegios eclesiales y un ensalzamiento del clima liberal, lo que preocupó a la Santa Se-
de, a pesar de la defensa de Sterckx, provocando la enemistad de L’Avenir con obispos, teólo-
gos y jesuitas. La posición de Lamennais fue radicalizándose hasta provocar la reacción Papal
con la encíclica Mirari Vos de Gregorio XVI, condenando el liberalismo y su unión con el
catolicismo.
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FUENTES CONSULTADAS
- Laboa, J.M., Historia de la Iglesia. Volumen IV: Época contemporánea, BAC Madrid
2002. pp. 55-70.
- Jedin, H., Manual de Historia de la Iglesia. Volumen VII. Ed Herder, Barcelona 1978. pp.
432-45
- Álvarez, M., pp. 55-70. Dieu et liberté: la alternativa del catolicismo liberal en el ocho-
cientos, Revista Historia y Política, 03 (2000): enero-junio
- Texto diapositivas de clase.