Encuentros C Jesus - Parte2

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CONTENIDO
INTRODUCCIÓN A LOS ENCUENTROS CON JESÚS.... 4
J U A N E L B A U T I S T A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
MATEO 3

UN POSESO ......................................... 17
MARCOS 1:21-27; LUCAS 4:31- 37

U N L E P R O S O.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
MATEO 8:1-4; MARCOS 1:40-45; LUCAS 5:12-16

U N P A R A L Í T I C O Y S U S A M I G O S . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
MATEO 9:1-8; MARCOS 2:2-12

U N A M U J E R E N F E R M A D E H E M O R R A G I A S . . . . . . . . . . . . 35
LUCAS 8:40-56; MARCOS 5:21-42

D O S C I E G O S . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
MATEO 9:27-30

U N H O M B R E C O N L A M A N O A T R O F I A D A . . . . . . . . . . . . . . 45
LUCAS 6:6-11

U N H O M B R E C I E G O Y M U D O . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
LUCAS 11:14-23

Z A Q U E O.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
LUCAS 19: 1-10

2
U N O S N I Ñ O S.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
MARCOS 10:13-16

G E N T E A L A Q U E J E S Ú S A L I M E N T Ó . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
JUAN 6

L A G E N T E D E N A Z A R E T . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
MATEO 13:53-58; LUCAS 4:16-30

3
Introducción a los
Encuentros con Jesús
Jesús nunca deja indiferente. Todas las personas que tuvieron
un encuentro con Él en las páginas de los evangelios fueron
impactadas, bien en sentido positivo o negativo. Lo mismo ha
sucedido con todos aquellos que, a lo largo de la historia, han
sido confrontados con el Maestro y su pregunta: ¿Quién dices
que soy?
Jesús nos demanda una respuesta, una definición un posicio-
namiento con respecto a Él y los planteamientos que hace para
la vida. No definirnos ya es en sí mismo una definición. Ahora
bien, hay que reconocer que no es nada fácil un encuentro cara
a cara con Jesús de Nazaret. Juan, el evangelista, nos indica que
muchas veces huimos de Él porque es luz y la luz pone de mani-
fiesto, evidencia, lo que hacemos; y esto no siempre nos gusta, a
menudo, nos avergüenza.
En este libro he tratado de recoger la mayoría de los encuentros
que diferentes personas tuvieron con Jesús. Sigo para cada uno
de ellos el mismo esquema:

TEXTO BASE
Para facilitar el estudio he incluido en cada encuentro el texto
bíblico que lo describe. Salvo que se indique lo contrario todas
las citas bíblicas reproducidas se basan en la versión: La Pala-
bra, editada por las Sociedades Bíblicas Unidas, en su versión de
castellano de España.

IDEA PRINCIPAL
Es una simple frase que trata de sintetizar el principio clave que
se desarrolla o puede extraerse de ese encuentro.

4
Introducción a los Encuentros con Jesús

¿QUIÉN ERA O ERAN LAS PERSONAS QUE SE ENCONTRA-


RON CON JESÚS?
Trato de dar toda la información que la Biblia nos facilita
acerca de ellas. En muchas ocasiones hay que reconocer que
es bastante escasa. También intento ampliarlo con referencias
históricas y culturales que faciliten la comprensión del persona-
je en su contexto.

¿EN QUÉ CIRCUNSTANCIAS SE PRODUJO ESE ENCUEN-


TRO?
Jesús era un hombre de su tiempo y, como veremos, la mayoría
de sus encuentros tuvieron lugar en situaciones muy de la vida
cotidiana, del día a día. Conocer las mismas nos ayuda a enten-
der mejor al personaje y los resultados de su encuentro con el
Maestro.

¿QUÉ IMPACTO TUVO ESE ENCUENTRO?


Como ya lo he indicado, ningún encuentro deja indiferente por-
que Jesús siempre confronta al ser humano con su realidad. En
ocasiones, el impacto es de gran beneficio para la o las personas
que lo protagonizan. En otras ocasiones, veremos que el resul-
tado no es tan positivo como sería de desear; pero en cualquier
caso la persona, si lo desea, puede tener una mayor claridad
sobre su vida, intenciones o motivaciones.

¿QUÉ APLICACIÓN TIENE PARA NOSOTROS?


Al ir estudiando los diferentes encuentros me he dado cuenta
de que, la mayoría de ellos –si no todos- representan o ilus-
tran situaciones, realidades o necesidades que son universales
y que, por lo tanto, si reflexionamos sobre ellas podemos sacar
beneficios para nuestras vidas a pesar de la distancia cultural y
temporal.

5
Introducción a los Encuentros con Jesús

PREGUNTAS DE REFLEXIÓN
La palabra reflexión es de origen latino y significa: inclinarse
hacia atrás para poder ganar distancia, perspectiva y com-
prensión. He incluido al final de cada encuentro una serie de
preguntas que tienen como finalidad ayudar a generar esa re-
flexión que permita una aplicación de los principios estudiados
en nuestra vida personal.

MI ORACIÓN
El estudio de cada encuentro motivó en mí una oración de res-
puesta al Señor. Este apartado del libro puede ser usado –si uno
se siente identificado con lo escrito- para verbalizarle al Señor
nuestras emociones y pensamientos respecto al tema. También
puede servir, simplemente, como inspiración para la oración
personal.

Cómo utilizar este libro


A NIVEL INDIVIDUAL
Si lo usas de modo personal mi sugerencia para ti es que lo
hagas como parte de tu tiempo devocional personal. Encontra-
rás reflexiones acerca de los encuentros con Jesús de diversos
personajes, cada una de ellas sigue el mismo esquema:
1. La persona o personas que se encuentran con Jesús.
2. El texto bíblico.
3. La idea principal.
4. Quién era o eran esas personas.
5. En qué circunstancias se produjo el encuentro.
6. Qué impacto tuvo el mismo en las personas
involucradas.

6
Introducción a los Encuentros con Jesús

7. Qué aplicación tiene para nosotros hoy.


8. Preguntas de reflexión.
9. Mi oración.
¿Con qué frecuencia usar estas reflexiones? Depende totalmen-
te de ti. Puedes hacerlo de forma diaria o simplemente los días
laborales de la semana –de lunes a viernes- descansando los sá-
bados y domingos. Pero lo que acabo de decirte es simplemente
una sugerencia; lo mejor es que uses el ritmo de estudio que
mejor se acomode a tu propio estilo personal único y singular.
De cualquier modo, lo importante es que la lectura y la re-
flexión te lleven a la acción. Ese es el propósito final del estudio
de la Escritura. El propio Maestro afirmó que: “seremos felices
si conocemos estas cosas y las aplicamos”. Santiago, el her-
mano de Jesús, afirmaba que: “debemos poner la Palabra en
práctica y no únicamente oírla”.

EN GRUPO
Hay dos sugerencias que me gustaría darte:
La primera está inspirada en lo que varias veces hemos hecho
en la iglesia local que pastoreo. Todas las personas usamos el li-
bro como base para nuestro tiempo devocional personal, de este
modo toda la congregación se está acercando al mismo texto
de las Escrituras. Posteriormente, los domingos, articulamos
un tiempo durante el culto para que todo aquel que lo desee
pueda compartir qué ha aprendido del Señor durante su estudio
de los encuentros con Jesús ¡El resultado puede ser increíble!
Soy consciente de que tal vez la liturgia de tu iglesia o el orden
del culto, no esté preparado para ello. Pero ¿qué sucedería si
abrieras un espacio de este tipo en el orden habitual de tu
culto? ¿Has pensado toda la riqueza que la congregación podría

7
Introducción a los Encuentros con Jesús

compartir acerca de cómo el Señor les ha estado hablando? Te


animo a probarlo, vale la pena ¡Palabra de pastor!
La segunda es estudiarlo en el contexto de un grupo pequeño.
Puede tratarse de las células o grupos familiares que la iglesia
ya tenga, puede ser un grupo de seguidores de Jesús que deci-
den reunirse intencional y específicamente para poder estudiar
los encuentros con Jesús y, naturalmente, animarse mutuamen-
te a ponerlo en práctica.
¿Cómo llevar a cabo esta segunda opción? No es complicado;
cada participante en el grupo debe tener su propia copia del
material y trabajarlo de forma individual, como su propio tiem-
po devocional según las pautas arriba descritas, de manera que
cuando vayan a la reunión grupal todos hayan trabajado los
mismos contenidos y todos estén, por así decirlo, en la misma
página.
Te sugiero el siguiente formato, pero no lo olvides, es sólo una
sugerencia.

1 . C O M I E N Z A E N O R A C I Ó N .
Invita al Espíritu Santo a unirse a la reunión. Pidan que se
cumpla en ustedes lo que prometió Jesús: “el Espíritu os
guiará a toda la verdad y os enseñará todas las cosas”.

2 . C O M P A R T I R L O S A P R E N D I Z A J E S .
Es un tiempo abierto en que cada participante pueda
compartir aquello que ha aprendido durante el tiempo
de lectura y reflexión personal a lo largo de la semana (o
el tiempo que haya pasado desde que se encontraron por
última vez). Vale la pena hacer énfasis en las aplicacio-
nes prácticas, en los compromisos tomados; evitar que se
convierta en meramente compartir información; se trata
de compartir vida.

8
Introducción a los Encuentros con Jesús

A partir de la segunda reunión sería bueno comenzar el


tiempo de compartir con la siguiente pregunta: ¿Qué pro-
greso hemos hecho en nuestros compromisos prácticos?
Fíjate bien que la pregunta no es: ¿Hemos llevado a cabo
nuestros compromisos prácticos? Esta última pregunta es
tajante; sí o no; blanco o negro; todo o nada. La primera
da lugar al proceso y al progreso y permite que el grupo
pueda celebrar los logros obtenidos, por pequeños que
estos puedan ser.
Una vez hecha esta revisión de los compromisos prácticos
puede procederse a compartir los aprendizajes aconteci-
dos desde el último encuentro.

3 . H A C E R P Ú B L I C O S L O S C O M P R O M I S O S .
Creo que es importante que el grupo actúe como una
estructura de rendición de cuentas. Si los participantes
verbalizan cuáles son los compromisos que han decidido
tomar, el resto de las personas puede orar por ello y, tal y
como dice el libro de Hebreos, “estimularse mutuamente
al amor y a la práctica del bien”.

4 . T E N E R U N T I E M P O P A R A C O M P A R T I R M O T I V O S D E
ORACIÓN Y ORAR POR ELLOS.
Los participantes pueden, libremente, compartir motivos
de oración y posteriormente todo el grupo orar por los
mismos.

5 . C O M E N T A R A S P E C T O S L O G Í S T I C O S .
Recordar lugar, fecha y hora del próximo encuentro y
cualquier otra información que pueda ser importante,
necesaria o significativa para los participantes.

9
Introducción a los Encuentros con Jesús

6 . T I E M P O I N F O R M A L .
Siempre cae bien acabar con un tiempo informal ¡Perfecto
si hay café!

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ELLOS SE ENCONTRARON CON JESÚS...

Juan el Bautista
MATEO 3

Texto base
Por aquel tiempo comenzó Juan el Bautista a predicar en el
desierto de Judea. Decía:— Convertíos, porque ya está cerca el
reino de los cielos. A este Juan se había referido el profeta Isaías
cuando dijo:
«Se oye una voz;
alguien clama en el desierto:
«¡Preparad el camino del Señor;
abrid sendas rectas para él!».
Juan iba vestido de pelo de camello, llevaba un cinturón de
cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Acudían
a él gentes de Jerusalén, de toda Judea y de toda la ribera del
Jordán. Confesaban sus pecados, y Juan los bautizaba en las
aguas del Jordán. Pero al ver que muchos fariseos y saduceos
acudían a recibir el bautismo, Juan les decía: — ¡Hijos de víbo-
ra! ¿Quién os ha avisado para que huyáis del inminente casti-
go? Demostrad con hechos vuestra conversión y no os hagáis
ilusiones pensando que sois descendientes de Abrahán. Porque
os digo que Dios puede sacar de estas piedras descendientes
de Abrahán. Ya está el hacha preparada para cortar de raíz
los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y
arrojado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convir-
táis; pero el que viene después de mí es más poderoso que yo, y
yo ni siquiera soy digno de llevarle las sandalias. Él os bautizará
con Espíritu Santo y fuego. Llega, bieldo en mano, dispuesto a

11
Juan el Bautista

limpiar su era; guardará el trigo en el granero, mientras que con


la paja hará una hoguera que arderá sin fin.
Por aquel tiempo llegó Jesús al Jordán procedente de Galilea
para que Juan lo bautizara. Pero Juan se resistía diciendo: — Soy
yo quien necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que yo te
bautice? Jesús le contestó: — ¡Déjalo así por ahora! Es menester
que cumplamos lo que Dios ha dispuesto. Entonces Juan con-
sintió. Una vez bautizado, Jesús salió en seguida del agua. En
ese momento se abrieron los cielos y Jesús vio que el Espíritu
de Dios descendía como una paloma y se posaba sobre él. Y una
voz, proveniente del cielo, decía: — Este es mi Hijo amado en
quien me complazco. (Mateo 3)

Idea principal
EL ENCUENTRO CON JESÚS PONE DE MANIFIESTO NUESTRA
MISIÓN Y PROPÓSITO.

Quién era
Juan era hijo de Zacarías, un sacerdote de la familia de Aarón, e
Isabel, prima de María, la madre de Jesús. El nacimiento de Juan,
al igual que el de Jesús, fue milagroso ya que Isabel era estéril
y, además, en el momento del nacimiento de su hijo, demasiado
anciana para poder tener descendencia. Un ángel se apareció a
Zacarías un día que estaba ministrando en el templo y le anunció
que el Señor había escuchado su oración y, por tanto, su esposa
tendría un niño.
Aquel niño sería muy especial por varias razones. En primer
lugar, porque era primo carnal de Jesús; en segundo, porque su
concepción y nacimiento fueron milagrosos y, en tercero y últi-
mo, porque fue un niño que nació para el cumplimiento de una
misión: Juan debía ser el precursor, el anunciador, aquel que

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Juan el Bautista

prepararía el camino para el advenimiento de Jesús, el Mesías,


el Salvador del mundo.
«Muchos se alegrarán de su nacimiento, porque tu hijo va a ser
grande delante del Señor. No beberá vino ni licor, y estará lleno
del Espíritu Santo desde antes de nacer. Hará que muchos de la
nación de Israel se vuelvan al Señor su Dios. Irá Juan delante del
Señor con el espíritu y el poder del profeta Elías, para reconci-
liar a los padres con los hijos y para que los rebeldes aprendan
a obedecer. De este modo preparará al pueblo para recibir al
Señor»
Este fue el mensaje dado por el ángel con respecto a Juan. Él
decía acerca de sí mismo:
«Yo, ciertamente os bautizo con agua para invitaros a que os
convirtáis a Dios; pero el que viene después de mí os bautizará
con el Espíritu Santo y con fuego. Él es más poderoso que yo,
que ni siquiera merezco llevarle las sandalias».

En qué circunstancias se encontró con Jesús


Juan estaba desarrollando un ministerio en el desierto de Judea.
Su predicación, tal y como es descrita en el evangelio de Mateo,
era un llamamiento al arrepentimiento ante la venida del Reino
de Dios. El mismo Mateo señala, citando al profeta Isaías, que
el ministerio de Juan era el de ser precursor de la venida del
Mesías prometido.
El pueblo judío tenía asumida la idea de que la venida del
Mesías estaría precedida por la aparición de un heraldo que la
anunciaría y prepararía su llegada. Algunos pensaban, basados
en el texto de Malaquías 4:5, que sería literalmente Elías quien
vendría para preparar el camino del esperado redentor de Israel.

13
Juan el Bautista

Así pues, Juan desarrollaba un ministerio de predicación y


bautismo en el desierto y, según sabemos, gente de todo Israel
venía a él para escucharlo. En este contexto, el pasaje del evan-
gelista nos indica que Jesús vino hasta donde estaba el bautista
y le pidió ser bautizado. Se produce entonces ese interesante
diálogo en el que Juan reclama que debería ser al contrario, que
Jesús debía ser quien le bautizara a él, a lo que este respondió:
déjalo así por ahora, pues es conveniente que cumplamos todo
lo que Dios ha ordenado.

Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas


El encuentro con Jesús significó para Juan el poder ver rea-
lizado el cumplimiento de su misión, de su llamamiento, de
su ministerio. Había sido llamado para una tarea, preparar al
pueblo de Israel para la llegada del Mesías, para dar testimonio
del mismo y, tal y como vemos en el evangelio de Juan, para
señalarlo e identificarlo, ¡Mirad, éste es el cordero de Dios que
quita el pecado del mundo!
Juan cumplió de manera fiel la tarea encomendada por el
Señor, vio concretado el trabajo al que había sido llamado y lo
desempeñó de forma correcta. Tanto, que el propio Jesús tuvo
unas increíbles palabras de reconocimiento para él:
«Cuando se fueron, Jesús comenzó a hablar a la gente acerca de
Juan, diciendo: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudi-
da por el viento? Y si no, ¿Qué salisteis a ver? ¿Un hombre lujosa-
mente vestido? Los que se visten lujosamente están en las casas
de los reyes. En fin, ¿A qué salisteis? ¿A ver un profeta? Si, ver-
daderamente a uno que es mucho más que un profeta. Juan es
aquel de quien dice la Escritura: «Yo envío mi mensajero delante
de ti para que te prepare el camino» Os aseguro que, entre todos

14
Juan el Bautista

los hombres, ninguno ha sido más grande que Juan el Bautista».


(Mateo 11:7-11)

Qué aplicación tiene para nosotros


Todos y cada uno de nosotros hemos sido llamados de parte de
Dios a una tarea, una misión, un propósito único e irrepetible.
Somos llamados a contribuir al Reino de Dios de una manera
que exclusivamente nosotros, y nadie más, podemos llevar a
cabo.
Para poder realizar esta tarea, Dios nos ha colocado a cada uno
de nosotros en un entorno único y diferente. Unos, en el ámbito
de la iglesia; otros, en el de la cultura, la política, las ciencias,
las artes, los negocios, la sanidad, los servicios… y así, un largo
etcétera.
Misionar es ser sal y luz en los entornos antes citados. Es, con
nuestra vida y palabras contribuir a la extensión del Reino de
Dios. Para llevar a cabo esta tarea de ser sus testigos, sus envia-
dos a misionar a tiempo completo en todos los ámbitos de la
sociedad, el Señor nos ha equipado con talentos naturales y con
dones espirituales. Estos talentos y dones nos capacitan para ser
testigos útiles, luces en medio de la oscuridad, una encarnación
viva del mensaje en las diferentes esferas de nuestra sociedad.
Descubrir y cumplir esa misión trae consigo, no sólo una con-
tribución que ayuda a la expansión y edificación del Reino, sino
también realización personal, desarrollo espiritual y crecimiento
como seres humanos integrales; todo esto, sin olvidar que, del
mismo modo que Juan lo tuvo, el cumplimiento de la misión con-
lleva reconocimiento de parte de Dios: bien hecho, siervo fiel y
diligente, has sido fiel en lo poco, te pondré sobre lo mucho.

15
Juan el Bautista

Preguntas de aplicación
• ¿Te has parado a pensar en cuál es la misión única y
singular que Dios desea que hagas?
• ¿En qué entornos, esferas, áreas de la sociedad a las que
nadie más puede llegar te ha colocado Dios para ser
testigo?
• ¿De qué modo te ha capacitado el Señor para esa singu-
lar tarea?
• ¿Has descubierto los dones que Él ha derramado sobre ti
para capacitarte para la misión?
• En caso negativo, ¿Cómo puedes descubrirlos? ¿Quién
puede ayudarte?
• ¿Cómo tus talentos y habilidades naturales se relacionan
con tu misión?

Mi oración
Señor, me preocupa caer en la trampa social y creerme que úni-
camente soy un ser destinado a consumir productos y experien-
cias. No quiero ni puedo perder mi sentido de misión, la certeza
y convicción de que me has llamado para colaborar contigo
en la tarea de de restaurar y reconciliar todas las cosas con el
Padre. Gracias por darme ese privilegio y oportunidad. Ayúdame
a llevar a cabo esa misión de ser sal y luz en cualquiera que sea
el ámbito en el que me ubiques.

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ELLOS SE ENCONTRARON CON JESÚS...

Un poseso
MARCOS 1:21-27; LUCAS 4:31- 37

Texto base
Desde allí se dirigió a Capernaum, ciudad de
Galilea, y pasaba los sábados enseñando. Todos
quedaban impresionados por sus enseñanzas,
porque les hablaba con autoridad. Estaba allí, en
la sinagoga, un hombre poseído por un demonio
impuro que gritaba a grandes voces: — ¡Jesús de
Nazaret, déjanos en paz! ¿Has venido a destruir-
nos? ¡Te conozco bien: tú eres el Santo de Dios!
Jesús lo increpó, diciéndole: — ¡Cállate y sal de él!
Y el demonio, tirándolo al suelo delante de todos,
salió de él sin hacerle ningún daño. Todos queda-
ron asombrados y se decían unos a otros:— ¡Qué
poderosa es la palabra de este hombre! ¡Con qué
autoridad da órdenes a los espíritus impuros y es-
tos salen! Y la fama de Jesús se extendía por toda
la comarca. (Lucas 4:31-37)

Idea principal
EL ENCUENTRO CON JESÚS PRODUCE LIBERACIÓN.

17
Un poseso

Quién era
Los dos textos nos indican que se trataba de una persona que
estaba dominada por un espíritu inmundo. Como consecuencia
de esa posesión, el individuo, además de los efectos que pudiera
padecer, se convertía moral y ceremonialmente en impuro.

En qué circunstancias se encontró con Jesús


Estamos en Capernaum, ciudad a orillas del Lago Tiberiades
y lugar que parece fue el cuartel general de Jesús durante su
ministerio en la región galilea. Es sábado, día de reposo, y el
Maestro está en la sinagoga de la población enseñando. Era
algo común en aquel tiempo que los maestros de paso por una
ciudad fuera invitados a la sinagoga a leer y/o comentar las
Escrituras. Sabemos que el apóstol Pablo en sus viajes misione-
ros se aprovechó notablemente de aquella práctica. El hecho
de que Jesús recibiera esa invitación, prueba que ya se había
labrado una cierta reputación como maestro, aunque no tene-
mos ninguna evidencia de que hubiera recibido ningún tipo de
adiestramiento formal para serlo. De cualquier modo, es eviden-
te que Jesús no era un rabino típico.
Una de las cosas que hacían de él alguien atípico era que
enseñaba en base a su propia autoridad, en contraste con los
maestros de su tiempo que lo hacían basándose en las enseñan-
zas de otros maestros y citándolos de forma extensa. Es en este
contexto donde su produce el encuentro con aquella persona
poseída por un espíritu inmundo. Las experiencias del Señor con
este tipo de personas acostumbran a tener un mismo forma-
to: en primer lugar, se produce el encuentro con el demonio
o espíritu inmundo; a continuación, los espíritus se defienden
ante Jesús y, a menudo reconocen su identidad y autoridad; en
tercer lugar, acontece el exorcismo en sí mismo, la expulsión del

18
Un poseso

demonio; finalmente, observamos los efectos sobre el poseído y


sobre los espectadores. Es fácilmente identificable esta pauta en
el encuentro de Jesús en la sinagoga de Capernaum.

Qué impacto produjo el encuentro en su vidas


Este encuentro produjo un evidente impacto en la vida de la
persona poseída. Sencillamente, quedó libre de una situación
que le esclavizaba, y aunque desconocemos las circunstancias,
sin duda esto provocó un cambio significativo en su calidad de
vida. Además, moral y ceremonialmente pasó de la impureza a
la limpieza. Nuevamente tenía la oportunidad de participar del
culto a Dios y del compañerismo con otros creyentes.
Este encuentro también produjo un impacto en la vida de
aquellos que observaron la liberación. La combinación de las
maravillas que Jesús llevaba a cabo junto con la calidad de su
enseñanza produjo un hondo impacto en las personas que se
encontraban en la sinagoga. Los evangelistas muestran que
había entre la audiencia una mezcla de temor e interrogación
acerca de la identidad de Jesús.

Qué aplicación tiene para nosotros


El encuentro de una persona con Jesús produce liberación. La Biblia
afirma que todos los seres humanos somos esclavos del pecado.
El mismo Jesús afirmó que únicamente si Él nos libera podremos
ser verdaderamente libres. De lo contrario, moriremos en nuestra
esclavitud.
El encuentro con Jesús produce dos tipos de liberación. Hay una
liberación jurídica, automática, que se produce en el instante
en que le aceptamos como nuestro Señor y nuestro Salvador.
Pedro, en el capítulo primero de su primera carta, versículos 18

19
Un poseso

y 19, lo ilustra haciendo mención a los mercados de los esclavos


de la antigüedad.
Pedro dice que nosotros estábamos expuestos en el mercado de
los esclavos y que Jesús pagó el precio de nuestro rescate para
que pudiésemos ser liberados y, por tanto, ya nunca más fuéra-
mos esclavos. El apóstol también enseña que el precio que Jesús
pagó por ello fue altísimo. Ninguna cantidad de oro o plata
podría pagar el precio requerido, tuvo que ser la propia sangre
de Jesús el precio de nuestra libertad. Así pues, jurídicamente
somos libres. Ya no somos esclavos, ya no pertenecemos a nadie,
ya no tenemos que vivir bajo esclavitud.
Sin embargo, existe otro tipo de liberación, una liberación
práctica que se da en la vida cotidiana. Siendo libres, podemos
seguir viviendo en la práctica como si fuéramos esclavos. Una
de las razones por las que esto ocurre es porque necesitamos
aprender los hábitos de la persona libre. Pongamos un ejem-
plo que nos puede ayudar a entenderlo. Cuando después de la
guerra civil en los Estados Unidos los esclavos fueron manumiti-
dos (es decir, declarados todos libres), muchos de ellos siguieron
viviendo en la práctica como vivían antes, como esclavos. Es
cierto que eran personas libres a los ojos de la ley, sin embargo,
tantos años de esclavitud produjeron una total falta de hábitos
de libertad que les permitieran vivir verdaderamente como seres
libres.
Otra razón por la que alguien libre vive en esclavitud es el
hecho de que el pecado, aunque legalmente no tiene ninguna
autoridad sobre nosotros, puede intentar recuperar el terreno
perdido en nuestras vidas y seguir obligándonos a vivir bajo su
esclavitud. ¿De qué modo sucumbimos? Obedeciéndolo, cre-
yéndonos las mentiras acerca de que es imposible romper los
hábitos y las tendencias de pecado que existen en nosotros,

20
Un poseso

aceptando como un fatalismo irremediable que nunca podre-


mos dejar ciertas conductas, hábitos, actitudes, valores.
Una tercera forma en que podemos seguir viviendo como
esclavos se refleja cuando, voluntariamente, nos rendimos de
nuevo a la autoridad del pecado y le permitimos que nos vuelva
a esclavizar. Tal vez esta es la situación más penosa: cuando
nosotros, que hemos sido liberados, que ya se ha pagado el
precio que impedía nuestra libertad, sumisamente caemos ante
el pecado y volvemos a permitir su esclavitud en nuestras vidas.
Esto sucede cada vez que permitimos el pecado voluntario en
nuestras vidas, nos negamos a confesarlo y permanecemos
en él. Como consecuencia, la sentencia de Jesús se cumple de
manera inexorable en nosotros: todo aquel que hace pecado,
esclavo es del pecado.
Jesús se acerca a nosotros para darnos libertad. Puede ser la
libertad legal, porque nunca nos hemos rendido a Él ni le hemos
pedido perdón por nuestros pecados; o una libertad práctica;
porque a pesar de haber hecho lo anterior permitimos de forma
consciente hábitos de pecado enraizados en nuestras vidas.

Preguntas de aplicación
• ¿De qué te sientes esclavo?
• ¿Qué áreas hay en tu vida en las que no estás experi-
mentando libertad?
• ¿Cómo resuenan en tu vida las palabras de Pablo: todo
me es lícito pero no me dejaré esclavizar por nada?

Mi oración
Señor, dame libertad en aquellas áreas en las cuales, a pesar
de que Tú compraste para mí la libertad, continuo viviendo en

21
Un poseso

esclavitud. Dame discernimiento para poderlas identificar. Dame


valentía y honestidad para saberlas reconocer sin justificacio-
nes, excusas, sublimaciones o proyecciones. Porque Señor, sólo
puede ser redimido aquello que es reconocido.

22
ELLOS SE ENCONTRARON CON JESÚS...

Un leproso
MATEO 8:1-4; MARCOS 1:40-45; LUCAS 5:12-16

Texto base
Jesús, conmovido, extendió la mano, lo tocó y le dijo:— Quiero.
Queda limpio. Al instante le desapareció la lepra y quedó limpio.
Acto seguido Jesús lo despidió con tono severo y le encargó:—
Mira, no le cuentes esto a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote
y presenta la ofrenda prescrita al efecto por Moisés. Así todos
tendrán evidencia de tu curación. Pero él, en cuanto se fue,
comenzó a proclamar sin reservas lo ocurrido; y como la noticia
se extendió con rapidez, Jesús ya no podía entrar libremente en
ninguna población, sino que debía permanecer fuera, en lugares
apartados. Sin embargo, la gente acudía a él de todas partes.
(Marcos 1:40-45)

Idea principal
JESÚS NO SÓLO SE ENCUENTRA Y NO RECHAZA A LOS MARGI-
NADOS DE LA SOCIEDAD, SINO QUE LES DEVUELVE SU DIGNI-
DAD Y LOS RESTAURA.

Quién era
En el mundo antiguo, la lepra era una auténtica maldición. Las
personas que padecían esta terrible enfermedad eran consideradas
parias dentro de la sociedad. Estaban condenadas a vivir fuera de
su entorno social habitual, no podían convivir con su familia ni en
sus comunidades, sino lejos de todo trato con el resto de los seres
humanos, a excepción de aquellos que padecían también la lepra.

23
Un leproso

Por eso, no era extraño que los leprosos vivieran en comunidades


de marginados que sobrevivían de la caridad de los sanos que, de
tiempo en tiempo, les hacían llegar alimentos. Los enfermos de
lepra estaban obligados a vivir alejados de las personas sanas y
bajo ningún concepto podían acercarse a éstas. Si por razón de
necesidad debían desplazarse y eso forzaba un encuentro con
una persona sana debían evitarla y anunciar de forma clara y alta
su condición de enfermos para que los demás pudieran evitarlos
y mantener la distancia necesaria de prevención.
En Israel, a la ya triste situación que de por sí implicaba la lepra,
había que añadir además la marginación religiosa. Alguien que
padecía esta enfermedad no solamente estaba excluido de la
vida social de su comunidad, sino también de la vida religiosa.
Un leproso era considerado ritualmente impuro y, por tanto, no
podía acercarse y participar de la vida espiritual del pueblo ju-
dío. No es de extrañar pues que la lepra fuera considerada como
un auténtico castigo de Dios a causa de la vida pecaminosa de
la persona.
Así pues, nos encontramos que este personaje era un marginado
social y religioso, sin embargo, Jesús le prestó su atención, su
amor y le ministró.

En qué circunstancias se encontró con Jesús


El pasaje nos indica que muchas personas estaban siguiendo a
Jesús. El leproso sabía perfectamente que su aparición en pú-
blico podía suponer el riesgo de provocar un revuelo social y de
además ser apedreado sin ninguna piedad por parte del cortejo
del Maestro.
Creo que aquel hombre actuó con premeditación, en el sentido
más positivo de la palabra. Debió de estar escondido o acechan-
do, esperando su oportunidad de presentarse delante de Jesús

24
Un leproso

y verbalizarle su petición antes de que todo el mundo pudiera


reaccionar. Sin duda, esta era su única esperanza y su única
posibilidad.
Así pues, en este contexto, cuando Jesús había acabado una de
sus predicaciones más importantes y significativas, tuvo lugar
el encuentro con un leproso que osadamente se acercó hasta Él
y claramente le verbalizó su petición: Señor, si quieres, puedes
limpiarme de mi enfermedad.

Qué impacto produjo el encuentro en su vidas


En primer lugar, hemos de notar que Jesús no lo rechazó. El
Maestro reaccionó con aceptación y acogida. Fácilmente podría
haberlo reprendido por saltarse todos los convencionalismos
sociales y religiosos que tenía que cumplir, pero no lo hizo. El
leproso podía haber hecho su petición desde la distancia sin po-
ner en peligro físico ni en riesgo de impureza ritual a Jesús, sin
embargo, esto no afectó al Maestro en absoluto. Jesús siempre
acoge al que se acerca.
En segundo lugar, Jesús lo tocó. Tocarlo tenía dos implicaciones
para Jesús y una para el leproso. Para el Maestro, existía el ries-
go natural de contagio; no olvidemos que Jesús era un auténti-
co ser humano y como tal, experimentaba el dolor y no era aje-
no ni invulnerable a la enfermedad. Al tocarlo (algo totalmente
innecesario para la curación de aquel hombre, por cierto), Jesús
además se volvía impuro desde el punto de vista ritual y, por
tanto, no podía participar en la vida religiosa de Israel.
Pero, sobre todo, el hecho de que Jesús lo tocara, tenía una muy
importante implicación para el enfermo. Tocándolo, Jesús lo
estaba restaurando emocionalmente. El toque transmitía afecto,
cuidado, preocupación y dignidad. ¿Podemos imaginar cuánto
tiempo hacía que nadie había tocado a esa persona? El toque

25
Un leproso

de Jesús, innecesario como era para su curación, implicó una


curación emocional que debió de ser tan significativa o más
para aquel ser humano como su curación física.
El Maestro afirmó: Quiero: ¡Queda limpio! Jesús lo sanó restau-
rando su condición física, pero no acabó allí la preocupación del
Señor.
Jesús añadió: preséntate al sacerdote. El sacerdote era quien
debía dictaminar su limpieza, es decir, certificar que la enfer-
medad había desaparecido. Este dictamen era importante y
totalmente necesario para que aquel hombre pudiera nueva-
mente reincorporarse a la comunidad de Israel y volver a tener
una vida normal, posiblemente en el seno de su antigua fami-
lia. Después de haberse preocupado por su restauración física
y emocional, Jesús estaba preocupándose por su restauración
social
Pero tampoco acabó aquí la transformación. Para finalizar, Jesús
le dijo: lleva la ofrenda ordenada por Moisés; así sabrán todos
que ya estás limpio de tu enfermedad. Había una transforma-
ción más que debía producirse en él: era su restauración espiri-
tual. Ya no sería un marginado espiritual. La maldición se había
acabado. Podía acercarse al Señor y presentar su ofrenda.
¿Qué impacto produjo este encuentro con Jesús? Una restaura-
ción integral de un ser humano; una salvación integral que tie-
ne sus dimensiones físicas, emocionales, sociales y espirituales.

Qué aplicación tiene para nosotros


Jesús no rechaza a aquellos que sí lo son por la sociedad debido
a razones físicas, religiosas, culturales, económicas o sociales.
No solamente no lo hace, sino que los acoge y los acepta, y esta
acogida y aceptación produce un efecto transformador en la
vida de estas personas que alcanza todas las dimensiones de su

26
Un leproso

ser: emocional, espiritual, social y física. Jesús, de una forma


simbólica, sigue extendiendo su mano hacia todos aquellos que
son rechazados y marginados por la sociedad.
Esto tiene dos importantes aplicaciones para nosotros. La
primera es que no existe nada en nuestras vidas, por grave que
pueda ser a nuestros ojos o a los ojos de la sociedad en que
vivimos, que pueda impedir que nos acerquemos a Jesús para
recibir de Él ministración. No cambiamos para ser aceptados por
el Maestro, nos acercamos a Él para ser cambiados.
La segunda aplicación tiene que ver con nuestra actitud hacia
aquellos que la sociedad margina, aparta y condena al ostra-
cismo emocional, social, religioso, político o económico. Ver el
ejemplo de Jesús nos plantea cuál es nuestra actitud hacia los
leprosos, no en un sentido literal sino metafórico, de nuestra
sociedad, ¿Estamos dispuestos a tender nuestra mano para res-
taurarlos emocional, social, cultural, política y espiritualmente?
o, por el contrario, ¿huimos aterrorizados ante la posibilidad de
ser contagiados y perder nuestra pureza espiritual?

Preguntas de aplicación
• ¿Existen en tu vida cosas, del tipo que sea, que te hacen
sentir que es indigno que trates de acercarte a Jesús? Si
es así ¿Cuáles son?
• ¿Qué te enseña el encuentro del leproso con Jesús acer-
ca de la actitud que puedes esperar del Maestro hacia
ti?
• ¿Quiénes son los «leprosos» en tu entorno?
• ¿Estás favoreciendo que se puedan acercar al Maestro?
¿Estás obligándoles activa o pasivamente a que vivan en
la marginalidad?

27
Un leproso

• ¿Qué debes hacer al respecto? ¿Qué te pide Jesús que


hagas?

Mi oración
Señor, quiero pedirte perdón porque si soy sincero reconozco
que yo también tengo «mis leprosos»; personas a las que juzgo,
condeno y desprecio porque las considero impuras, indignas y
yo mismo me veo como superior a todos ellos. Y al hacer esto
no estoy proyectando tu amor y aceptación incondicional hacia
ellos, amor y aceptación que yo mismo recibí cuando como ellos
eran un leproso. Señor, no permitas que mi vida y mis actitudes
impidan que se puedan acercar a ti para ser curados.

28
ELLOS SE ENCONTRARON CON JESÚS...

Un paralítico y sus amigos


MATEO 9:1-8; MARCOS 2:2-12

Texto base
Se reunió tanta gente, que no quedaba sitio ni siquiera ante la
puerta. Y Jesús les anunciaba su mensaje. Le trajeron entonces,
entre cuatro, un paralítico. Como a causa de la multitud no
podían llegar hasta Jesús, levantaron un trozo del techo por
encima de donde él estaba y, a través de la abertura, bajaron la
camilla con el paralítico. Jesús, viendo la fe de quienes lo lleva-
ban, dijo al paralítico: — Hijo, tus pecados quedan perdonados.
Estaban allí sentados unos maestros de la ley, que pensaban para
sí mismos: «¿Cómo habla así este? ¡Está blasfemando! ¡Solamen-
te Dios puede perdonar pecados!». Jesús, que al instante se dio
cuenta de lo que estaban pensando en su interior, les preguntó:
— ¿Por qué estáis pensando eso? ¿Qué es más fácil? ¿Decir al pa-
ralítico: «Tus pecados quedan perdonados», o decirle: «Levántate,
recoge tu camilla y anda»? Pues voy a demostraros que el Hijo del
hombre tiene autoridad para perdonar pecados en este mundo.
Se volvió al paralítico y le dijo: — A ti te hablo: Levántate, reco-
ge tu camilla y vete a tu casa. Y él se levantó, recogió al punto
su camilla y se fue en presencia de todos. Todos los presentes
quedaron asombrados y alabaron a Dios diciendo: — Nunca
habíamos visto cosa semejante. (Marcos 2:2-12)

Idea principal
JESÚS HONRA LA FE DE AQUELLOS QUE AYUDAN A OTROS A
ACERCARSE A ÉL PARA SER RESTAURADOS.

29
Un paralítico y sus amigos

Quiénes eran
Después de un exitoso viaje de ministerio, Jesús regresa a la ciu-
dad donde vivía, Capernaum.
En esta nueva historia tenemos, por un lado, al paralítico, una
persona necesitada de curación e incapaz por sus propios me-
dios de acercarse a Jesús.
Es importante reflexionar acerca del significado de ser un
impedido físico en la antigüedad. Al contrario de lo que suce-
de en muchos de nuestros países, no existía ningún sistema de
seguridad social que ofreciera beneficios a este tipo de gente. Si
la persona era paralítica desde su nacimiento, es probable que
dependiera de la caridad de sus vecinos, amigos y el resto de la
familia para poder sobrevivir. Si la parálisis se debía a un acci-
dente o una enfermedad, a su sufrimiento físico se le sumaba
además la carga emocional de no poder sostener económica-
mente a sus seres queridos. En cualquier caso, estamos ante una
persona dependiente.
Por otro lado, nos encontramos con los amigos de este hombre.
Sin duda, se trata de buenos compañeros, personas que mues-
tran una preocupación genuina por la situación de su amigo.
Gente que está dispuesta a superar todos los obstáculos que
se encuentran frente a ellos en su deseo de que aquel hombre
pueda ser bendecido y ministrado por Jesús. Además, y lo re-
saltamos porque el mismo Maestro así lo reconoció, se trata de
hombres que tienen una gran fe, personas que confían en que
Jesús puede, por medio de aquel encuentro, producir un cambio
radical en la vida de su amigo.

En qué circunstancias se encontraron con Jesús


El pasaje de Lucas es más explícito y nos cuenta muchos más
detalles acerca de las circunstancias de este encuentro. Al

30
Un paralítico y sus amigos

parecer, Jesús estaba en una casa y se encontraba enseñando.


El público debía de ser muy numeroso a juzgar por los co-
mentarios del evangelista; entre ellos, se encontraban, como
literalmente se menciona, algunos fariseos y maestros de la ley
venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén
En este contexto aparecen los protagonistas de nuestro encuen-
tro: el paralítico y sus amigos. Estos últimos intentaban acceder
a la presencia de Jesús con el propósito de que el Maestro pu-
diera encontrarse con su amigo y, eventualmente, sanarlo de su
dolencia. Sin embargo, se encontraron con la dificultad de que
la multitud congregada lo hacía prácticamente imposible.
Lejos de desanimarse ante tal situación, los amigos decidieron
poner en marcha un plan B. Hay que reconocer que eran perso-
nas creativas y que no se arredraban fácilmente ante la dificul-
tad. El relato evangélico nos indica que subieron hasta el techo
de la casa –las casas en Palestina acostumbran a tener una
techumbre plana, en forma de terraza– y, literalmente, desmon-
taron el techo quitando suficiente número de tejas para hacer
posible el acceso de su amigo hasta la presencia de Jesús.
Creo que podemos imaginarnos la situación: Jesús viendo inte-
rrumpida su exposición de las buenas noticias debido al ruido y
al trabajo que estaban llevando a cabo nuestros protagonistas,
todo en suspenso para ver qué sucedía, qué estaba ocurriendo
en aquella casa y cómo iba a reaccionar el Maestro.

Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas


No nos equivocamos si afirmamos que aquellos hombres que
llevaron al paralítico ante la presencia de Jesús eran hombres
que tenían una gran fe; el mismo Jesús dio cuenta de ello. La
palabra ‘fe’ en la Escritura es confianza. Aquellos individuos de-
mostraron tener una confianza plena en la capacidad de Jesús

31
Un paralítico y sus amigos

para producir un cambio, una sanidad, en la vida de una perso-


na a la que querían.
No sabemos cómo desarrollaron esa fe, ¿Habían oído acerca de
Jesús? ¿Habían tenido la oportunidad de presenciar alguna de
sus intervenciones milagrosas? ¿Lo habían oído predicar?, pero
sí sabemos que aquellas personas creían y confiaban en la capa-
cidad del Señor de cambiar drásticamente la vida de su amigo y,
por tanto, estaban dispuestas a afrontar cualquier inconvenien-
te y dificultad. Su fe en Jesús se vio recompensada. Él honró su
confianza y les concedió la restauración física y espiritual de su
ser querido.
Además de la sanidad, el paralítico recibió algo que tal vez ni
sus amigos ni él esperaban: el perdón de sus pecados. Con el
perdón vino su restauración espiritual. Todo podía haber que-
dado allí y ya habría supuesto un impacto en su vida, sin em-
bargo, Jesús fue más allá y en medio de un debate acerca de su
autoridad para perdonar pecados –un atributo que corresponde
únicamente a Dios según Isaías 43:25- sanó al paralítico y le
restauró íntegramente.

Qué aplicación tiene para nosotros


En este encuentro podemos identificarnos con el paralítico, con
los amigos de éste o puede que en nuestra experiencia personal
ambas situaciones se estén dando simultáneamente. Vamos a
explicarnos.
Podemos ser los amigos. Es muy posible que exista a nuestro
alrededor gente que nunca podrá llegar hasta el Señor para ser
restaurada a menos que haya alguien que la acerque, alguien
dispuesto a superar obstáculos físicos, emocionales, sociales,
políticos, económicos y personales para ayudar a otros a encon-
trarse con Jesús. Puede ser que nosotros seamos esas personas

32
Un paralítico y sus amigos

que tienen la responsabilidad de mostrar compasión y amor


hacia ellos y hacer el esfuerzo por acercarlos al Maestro, aun-
que eso suponga pagar un precio.
Podemos ser el paralítico. Puede que nos encontremos en una
situación en la que seamos nosotros quienes necesitamos ser
llevados ante la presencia del Señor para ser restaurados. Quizá
existen áreas de nuestra vida en las cuales no tenemos la capaci-
dad de seguir adelante; hemos perdido la esperanza y la confian-
za en que la situación pueda cambiar. Tal vez, nuestra sensibili-
dad espiritual se ha resentido y no nos quedan las fuerzas para
arrastrarnos ante Jesús y tener así un encuentro sanador con Él.
Estamos dramáticamente necesitados de alguien que nos lleve y
rompa el techo por nosotros.
Podemos ser ambos. Existen áreas en las que necesitamos ayuda
de buenos amigos, que estén dispuestos a echarnos una mano
para superar los obstáculos que nos impiden llegar hasta Je-
sús. Pero, al mismo tiempo, podemos ser de ayuda también
para otros que están en situaciones más precarias que nosotros
mismos y para los cuales podemos ser un estímulo y una gran
bendición a pesar de nuestra necesidad. Hay una expresión para
esto, se llama el sanador herido, aquel que acompaña a otros
desde su propia necesidad y vulnerabilidad.

Preguntas de aplicación
• Aunque ya te hemos invitado a pensar anteriormente
acerca de este punto ¿existen a tu alrededor personas
que necesitan ser acercadas a Jesús?
• ¿Quiénes son? ¿Cómo puedes ayudarlas?
• ¿Necesitas ser llevado a Jesús para que Él restaure áreas
de tu vida y te otorgue sanidad?

33
Un paralítico y sus amigos

• ¿Quién puede ayudarte? ¿Quién o quiénes son esos bue-


nos amigos que pueden hacer el camino contigo hasta
la presencia sanadora del Maestro?

Mi oración
Señor, ya he orado con relación a este punto pero deseo volver
a hacerlo. Es fácil para mí perderme en la rutina del día a día y
olvidarme de aquellos que están necesitados a mi lado. Por fa-
vor, no permitas que me vuelva insensible, que esté tan centra-
do en mí y mis necesidades que se vuelvan invisibles a mis ojos.
Señor, dame también la humildad para reconocer mi necesidad
y dejarme ayudar por otros. No permitas que mi orgullo me
prive del privilegio de ser bendecido por ellos.

34
ENCUENTRO 10
ELLOS SE ENCONTRARON CON JESÚS...

Una mujer enferma de


hemorragias
LUCAS 8:40-56; MARCOS 5:21-42

Texto base
Cuando Jesús regresó, la gente lo recibió con alegría, pues todo
el mundo estaba esperándolo. En esto llegó un hombre llamado
Jairo, jefe de la sinagoga, el cual se postró a los pies de Jesús
rogándole que fuera a su casa porque su única hija, de unos
doce años de edad, estaba muriéndose. Mientras Jesús se dirigía
allá, la gente se apiñaba a su alrededor. Entonces, una mujer
que padecía hemorragias desde hacía doce años y que había
gastado toda su fortuna en médicos, sin lograr que ninguno
la curase, se acercó a Jesús por detrás y le tocó el borde del
manto. En aquel mismo instante se detuvo su hemorragia. Je-
sús preguntó: — ¿Quién me ha tocado? Todos negaban haberlo
hecho, y Pedro le dijo: — Maestro, es la gente que te rodea y
casi te a plasta. Pero Jesús insistió: — Alguien me ha tocado,
porque he sentido que un poder [curativo] salía de mí. Al ver la
mujer que no podía ocultarse, fue temblando a arrodillarse a los
pies de Jesús y, en presencia de todos, declaró por qué lo había
tocado y cómo había quedado curada instantáneamente. Jesús
le dijo: — Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz. (Lucas 8:40-48)

35
Una mujer enferma de hemorragias

Idea principal
LA CONFIANZA EN JESÚS MARCA LA DIFERENCIA CUANDO NOS
ENCONTRAMOS CON ÉL.

Quién era
Aquí nos hallamos con un encuentro que sucede en el contex-
to de otro encuentro, el de Jesús y Jairo. De esta mujer se nos
concede cierta información que es importante. En primer lugar,
sabemos que era una persona que sufría una enfermedad que le
llevaba a padecer constantes hemorragias. En el contexto judío,
esta dolencia no únicamente tenía implicaciones y consecuen-
cias sanitarias, sino también sociales y, por cierto, muy graves.
La hemorragia convertía a una mujer en impura desde el punto
de vista ritual. Tenía que esperar el tiempo prescrito por la Ley
antes de poder volver a participar en la vida religiosa de Israel.
Pero no debemos olvidar que en el pueblo judío la vida social
y la religiosa estaban íntimamente relacionadas, y una persona
excluida de la vida religiosa lo era también de la vida social del
país. Si, además, esta mujer padecía de hemorragias de forma
permanente o frecuente, nos encontramos ante una persona
marginada religiosa y socialmente, alguien que ni siquiera de-
bería de osar acercarse a Jesús, ya que al tocarlo lo convertía en
ritualmente impuro también a Él.
En segundo lugar, se nos dice que esta mujer había gastado to-
dos sus recursos económicos en médicos que no habían podido
curarla de su enfermedad. Estamos frente a una persona que
tiene una doble exclusión: la económica, debida a su pobreza, y
la socio-religiosa, debida a su enfermedad.
Finalmente, se dice de ella que era una persona que tenía
confianza en la capacidad de Jesús para sanarla. Hete aquí una
persona de fe. Además, de una gran fe ya que, en su mente, el

36
Una mujer enferma de hemorragias

simple toque del manto del Maestro era suficiente para devol-
verle la salud perdida. ¿De dónde provenía esa confianza? El
relato evangélico indica que ella había oído hablar acerca de
Jesús. Sin duda, sus prodigios y curaciones habían llegado hasta
sus oídos, y se había formado una clara idea de lo que Él podía
hacer en su vida.

En qué circunstancias se encontró con Jesús


Jesús se encamina hacia la casa de Jairo, un principal de la sina-
goga de quien ya hablaremos más adelante. Una gran multitud
rodea al Maestro, quien tiene que moverse entre empujones
y gente que le oprime por todas partes y sin apenas poder
caminar.
En este contexto, aquella mujer tiene una idea muy clara y ac-
túa con total premeditación. Quiere tocar a Jesús consciente de
que el simple roce con su manto podrá sanarla. Para ello debe
abrirse paso entre la multitud, sabiendo del riesgo de poder ser
descubierta y reprendida, ya que su estado la obliga a estar ale-
jada de todas las personas sanas y ritualmente puras. Pero a ella
no le importa, su fe la mueve y toca el manto de Jesús.
Muchas personas tocaban al Señor, sin embargo, el toque de
aquella mujer fue cualitativamente diferente del resto. Fue un
toque de fe, el Maestro notó la diferencia entre el suyo y la
multitud de otros toques que se cernían sobre su persona, y así
lo manifestó. Pedro, que no era consciente de lo que estaba su-
cediendo, contestó de la manera más lógica que cabía esperar:
Maestro, es la gente, que te rodea y te oprime. Jesús sabía que
no había sido así e insistió: Alguien me ha tocado, porque he
sentido que un poder curativo salía de mí.

37
Una mujer enferma de hemorragias

Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas


Jesús honró públicamente la fe de aquella mujer y la sanó, pero
no debemos olvidar que aquello tuvo mucho más que implica-
ciones físicas para ella. La liberación de su enfermedad supuso
también la posibilidad de ser nuevamente pura, de volver a
formar parte de la comunidad social de Israel, de relacionarse
con sus vecinos, amigos y familiares y, además, de poder volver
a participar en la actividad religiosa; era libre de nuevo para
acercarse a la sinagoga, poder ofrecer sacrificios en el templo y
tener comunión con otros creyentes.
De nuevo vemos que los encuentros con Jesús tienen impli-
caciones que van mucho más allá de lo meramente espiritual.
Cuando el Maestro sale a nuestro encuentro, no restaura tan
solo una de las dimensiones de nuestras vidas, sino que su to-
que tiene el poder para restaurarnos de forma integral, en todas
ellas. Jesús ama a los seres humanos, no a sus almas.

Qué aplicación tiene para nosotros


Esta mujer nos enseña que la fe en Jesús, es decir, nuestra con-
fianza en quién es Él y en lo que puede hacer, marca totalmente
la diferencia en el resultado que un encuentro con el Maestro
puede producir en nuestras vidas. El texto bíblico nos enseña
que muchas personas andaban cerca de Jesús e incluso tenían
un contacto físico directo con Él, sin embargo, esta cercanía no
suponía necesariamente ningún resultado, transformación o
cambio.
No es el conocimiento intelectual de Jesús lo que produce
transformación. Tampoco lo es la cercanía cultural o religiosa,
es decir, estar relacionados con gente cristiana, pertenecer a
una iglesia local, ni siquiera el estar bautizado. La diferencia
la marca la manera en que nosotros nos acercamos hasta Él,

38
Una mujer enferma de hemorragias

es decir, si lo hacemos como aquella mujer, con una actitud


de reconocimiento de nuestra necesidad y dependencia, y con
confianza en su capacidad para transformarnos y cambiarnos.
La importancia no reside en nuestra cercanía a Jesús, sino en la
actitud de confianza de nuestro corazón.

Preguntas de aplicación
• ¿Cómo te acercas a Jesús? Parece una pregunta fácil
pero no lo es, piénsalo.
• ¿Te acercas al Maestro con confianza?
• Si tu respuesta ha sido negativa, ¿Qué te impide
hacerlo?
• Habla con Él al respecto. Sé honesto, dile qué sientes y
qué barreras te impiden confiar en Él.

Mi oración
Señor, al leer la historia de esta mujer me doy cuenta que lo
que marca una total diferencia es la actitud hacia Ti. A diferen-
cia de aquellos que te rodeaban, ella se aproximó a tu persona
con confianza, segura que de Ti recibiría la sanidad que tanto
tiempo había en vano perseguido. Señor, ayúdame a desarrollar
en mi vida y en mis peticiones esa confianza segura de aquella
mujer. Confianza y seguridad que me permitan acercarme a Ti
de una forma diferente y transformadora.

39
ELLOS SE ENCONTRARON CON JESÚS...

Dos ciegos
MATEO 9:27-30

Texto base
Al salir Jesús de allí, lo siguieron dos ciegos que suplicaban a
voces: — ¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David! Cuando
entró en casa, los ciegos se le acercaron y Jesús les pregun-
tó: — ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos le contestaron: — Sí,
Señor. Entonces les tocó los ojos y dijo: — Que se haga en vo-
sotros conforme a la fe que tenéis. Se les abrieron al punto los
ojos y Jesús les ordenó: — Procurad que nadie lo sepa. (Mateo
9:27-30)

Idea principal
JESÚS NOS CONFRONTA CON UNA PREGUNTA DIFÍCIL ¿CREES
QUE PUEDO HACER ESTO?

Quiénes eran
Este encuentro es únicamente narrado por Mateo y además de
una forma muy breve. Se trataba de dos personas ciegas (igno-
ramos si de nacimiento o bien a causa de alguna enfermedad)
que al enterarse de que Jesús iba a pasar por allí decidieron
seguirlo. La vida de un ciego, otro tipo de impedido físico como
el paralítico del que antes hemos hablado, era tremendamente
dura. Debido a su condición de invidentes, estaban condenados
casi irremediablemente a la mendicidad y a vivir de la caridad
de las personas.

40
Dos ciegos

En qué circunstancias se encontraron con Jesús


Si miramos bien el texto nos daremos cuenta de que el encuen-
tro no parece ser fortuito. Se produce justamente después de la
resurrección de la hija de Jairo, el dirigente de la sinagoga. Es
normal que se hubiera organizado un gran revuelo en la peque-
ña ciudad ante un milagro de esas características. Además, no
olvidemos que, poco antes, la mujer que padecía desde hacía
años de hemorragias había sido sanada, y ya en aquel momento
una gran cantidad de personas seguían a Jesús hacia la casa de
Jairo.
Allí, fuera de la casa del dirigente de la sinagoga, debía de
haber una gran cantidad de gente congregada, y entre ellos es-
taban aquellos dos ciegos. No hace falta ser muy perspicaz para
saber cuál era el interés que les había llevado hasta allí.
Al salir Jesús, ellos decidieron seguirle dando gritos, ¡Ten com-
pasión de nosotros, Hijo de David! Es una simple curiosidad,
pero aquellos dos ciegos se dirigieron a Él usando un claro
título mesiánico: Hijo de David.
Jesús sabía lo que aquellas dos personas deseaban. Entró en la
casa y los confrontó, pero el milagro no se produjo de forma
automática. El Maestro les preguntó: ¿Creéis que puedo hacer
esto? A lo que ellos respondieron: Sí, Señor.

Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas


Nuevamente, vemos a Jesús honrando la fe de aquellos que se
acercan hasta Él. La contestación del Maestro a la declaración
de los ciegos fue: hágase conforme a la fe que tenéis. Esta
afirmación de Jesús no significa que recibirían en proporción
a lo que creían, más bien, el sentido correcto de la traducción
sería: en respuesta a vuestra fe.

41
Dos ciegos

El Señor les devolvió la vista y, según podemos leer en el texto,


les advirtió de forma severa que hicieran todo el esfuerzo posi-
ble para que nadie lo supiera. ¡Vana pretensión! Pues en cuanto
salieron comenzaron a divulgar lo que había acontecido en sus
vidas y, además, lo hicieron por toda la región. En descargo de
ellos habría que decir que cuando Dios produce un impacto se-
mejante en tu vida es imposible guardar silencio acerca de ello;
nos parece incluso antinatural que alguien calle ante semejante
transformación.

Qué aplicación tiene para nosotros


Todos nosotros le pedimos continuamente cosas al Señor. A
veces, se trata de caprichos, de deseos, de inquietudes sin im-
portancia; sin embargo, en otras ocasiones abrimos y descarga-
mos nuestro corazón ante el Señor por auténticas y profundas
necesidades.
Todos nos vemos confrontados con las palabras de Jesús, ¿Crees
que puedo hacer esto? Y sin duda, nuestra respuesta casi auto-
mática es: sí, Señor. Pero ¿Cómo podemos estar seguros de que
tenemos confianza en que el Maestro de Galilea puede hacer
y llevar a cabo en nuestras vidas o en las de nuestros familia-
res, amigos, vecinos… aquello que le pedimos? ¿De qué ma-
nera podemos decirle, si se permite la expresión, que creemos
seriamente?
Aquellos dos ciegos fueron sanados de manera casi inmedia-
ta, pero la intervención de Jesús en la vida de las personas no
siempre es así y, en ocasiones, la espera es necesaria e incluso
larga. Tres cosas pueden ayudarnos a consolidar nuestra con-
fianza en el Señor.
La primera, como dice el Salmo 40, es esperar de forma pacien-
te. Esperar es, en ocasiones, algo forzado y necesario que todos,

42
Dos ciegos

los que creen y los que no creen, están obligados a experimen-


tar. Lo que marca la diferencia en el creyente es la paciencia, la
paz interior durante el proceso de la espera. Una paz que pro-
viene de la seguridad y confianza de que Dios está en el control.
Una segunda manera es dando gracias a Dios de forma conti-
nuada. Cuando damos gracias a Jesús por las situaciones duras,
difíciles, de auténtica necesidad, incluso cuando estas persisten
y no cambian, estamos demostrando nuestra confianza en Él,
una confianza que va más allá de las circunstancias. Pablo así
nos lo indica en 1 Tesalonicenses 5:16-18.
Finalmente, no dejando de hacer el bien, no dejando de reflejar
el carácter de nuestro Dios que se complace en hacer el bien
a todos, tanto a justos como a injustos. Al hacer esto, le esta-
mos expresando al Señor que nuestra confianza nos lleva a un
compromiso con hacer su voluntad, al margen de que tengamos
o no aquello que estamos pidiendo.

Preguntas de aplicación
• ¿Cuáles son las peticiones de tu corazón para Jesús?
• ¿Crees que Él puede hacerlo?
• ¿Cómo puedes expresarle tu confianza en medio de la
espera y/o la dificultad?

Mi oración
Señor, al leer esta historia han venido rápidamente a mi mente
las palabras de aquel hombre que te dijo que creía pero que
necesitaba ayuda con su incredulidad. ¡Cuántas veces me su-
cede lo mismo! Intelectualmente estoy convencido que puedes
hacerlo, que tienes todo el poder pero, miro las circunstancias,
observo la realidad, me dejo llevar por la razón, la lógica y el

43
Dos ciegos

sentido común y mi confianza en Ti desfallece. Ayúdame Señor


a confiar, a descansar en Ti, no debido a las circunstancias que
me rodean, sino a pesar de ellas.

44
ELLOS SE ENCONTRARON CON JESÚS...

Un hombre con
la mano atrofiada
LUCAS 6:6-11

Texto base
Aconteció también en otro día de reposo, que él entró en la
sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca
la mano derecha. Y le acechaban los escribas y los fariseos,
para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué
acusarle. Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al
hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y
él, levantándose, se puso en pie. Entonces Jesús les dijo: Os pre-
guntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer
mal? ¿salvar la vida, o quitarla? Y mirándolos a todos alrededor,
dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano
fue restaurada. Y ellos se llenaron de furor, y hablaban entre sí
qué podrían hacer contra Jesús. (Lucas 6:6-11)

Idea principal
JESÚS NUNCA PIERDE OCASIÓN PARA MINISTRAR AL
NECESITADO.

Quién era
Como en otras ocasiones, nos hallamos ante un personaje anó-
nimo encontrándose con Jesús. Tan sólo sabemos de él que era
miembro de la sinagoga local y que se encontraba en ella para
la celebración del sábado judío.

45
Un hombre con la mano atrofiada

Este hombre tenía su mano derecha atrofiada. No es casual esta


mención de cuál de las dos manos era la enferma, con bastante
probabilidad este detalle nos está indicando que la persona de-
bía de tener problemas para poder desempeñar una ocupación
laboral con la que ganarse la vida.

En qué circunstancias se encontró con Jesús


Los fariseos, que ya anteriormente se habían enfrentado con
Jesús, están en esta ocasión buscando una nueva confrontación.
En su deseo de provocar un conflicto, les pareció que el hom-
bre con su mano tullida podría ser una buena excusa, ya que
estaban seguros de que Jesús no dudaría en aceptar el reto y,
movido por su misericordia, sanaría a aquella persona en el día
de reposo, quebrantando así la tradición oral que lo prohibía.
Lucas nos cuenta que Jesús pidió al hombre que se colocara en
medio ¿Por qué lo hizo? Actuando de ese modo, Jesús bajaba la
discusión del plano teórico acerca de lo correcto y lo incorrec-
to a un plano práctico, vinculado con la necesidad de un ser
humano.
El enfrentamiento entre Jesús y los fariseos sigue una dinámi-
ca. El Maestro es confrontado por los religiosos acerca de si es
correcto sanar en día de reposo, Jesús les contesta diciéndoles
que, si uno de sus animales cayera en un pozo, sin duda, lo
sacarían del mismo, cosa que era permitida por la tradición oral
y que ponía de manifiesto las contradicciones de una Ley que
anteponía la seguridad de un animal a la sanidad de una per-
sona. Para finalizar, Jesús afirma que cualquier ser humano es
mucho más valioso que una oveja, por lo que sí está permitido
hacer el bien en el día de reposo.
Es importante notar que, aparte de que el encuentro se produ-
ce en la sinagoga, este tiene lugar dentro de un contexto más

46
Un hombre con la mano atrofiada

amplio: el enfrentamiento entre Jesús y los religiosos, motivado


por la incorrecta comprensión que estos tenían de la experien-
cia y la práctica religiosa.

Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas


El hombre fue sanado. Esto nos hace pensar que recibió, junto
con la sanidad, la posibilidad de ganarse la vida ejerciendo un
oficio. De nuevo vemos cómo un encuentro con Jesús tiene
implicaciones que van más allá de lo simplemente espiritual.
Un paradigma religioso fue confrontado, cuestionado y supe-
rado por Jesús. La práctica del bien, que refleja el carácter de
Dios, siempre es más importante y más prioritaria que el cum-
plimiento de deberes religiosos, la práctica de los cuales nunca
debe de privarnos de las oportunidades de ser de bendición y
ayuda a otros.
Finalmente, vemos que, como consecuencia de este encuentro, los
fariseos se hicieron enemigos mortales de Jesús y comenzaron a
maquinar cómo podrían hacer para librarse de Él.

Qué aplicación tiene para nosotros


Jesús nos enseña que la práctica del bien y la sensibilidad hacia
las necesidades de las personas deben ser prioritarias y siempre
más importantes que el cumplimiento de los deberes religiosos.
El Maestro nos muestra de qué manera, en ocasiones, el bien y
seguir los preceptos religiosos pueden entrar en conflicto y, en
caso de que así sea, cuál ha de ser nuestra posición al respecto.
No hay nada novedoso en ese conflicto, ya en tiempos del
profeta Isaías el Señor afirmó que quería misericordia y no
sacrificios. El propio Jesús nos enseñó por medio de la parábola
del buen samaritano cómo los religiosos pueden ser los más in-
sensibles a las necesidades de otros seres humanos. Finalmente,

47
Un hombre con la mano atrofiada

Santiago nos dice que la verdadera religión consiste en ser sen-


sibles a las carencias de los más necesitados, huérfanos y viudas.
Este encuentro nos plantea a nosotros la necesidad de revisar
una práctica religiosa centrada en uno mismo y total o parcial-
mente insensible a las necesidades que existen a nuestro alre-
dedor. Aún peor, una religiosidad usada como excusa para no
hacer el bien y reflejar el carácter de nuestro Dios.

Preguntas de aplicación
• ¿Tenemos hacia las necesidades de la gente la misma
actitud y acción que tuvo Jesús?
• ¿Es mi religiosidad más importante que la práctica del
bien?
• ¿Me lleva mi religiosidad a la práctica del bien? En caso
contrario ¿Qué valor tiene la misma?
• ¿Puede convertirse la religiosidad en un obstáculo para
la práctica del bien? ¿Qué hacer en tal caso?

Mi oración
Señor, parece mentira, pero lo cierto es que mi religiosidad me
puede impedir hacer el bien e incluso sentirme orgulloso de ello
y moralmente superior a aquellos que me rodean. Tú afirmas
que deseas de mí más misericordia y menos sacrificios. Más
ponerme en el lugar del otro y menos juicio y condena hacia el
necesitado y el pecador. Padre, ayúdame. Soy consciente de que
hay en mí una vena legalista que, en ocasiones, me aparta de
reflejar tu carácter en el necesitado.

48
ELLOS SE ENCONTRARON CON JESÚS...

Un hombre ciego y mudo


LUCAS 11:14-23

Texto base
Un día, estaba Jesús expulsando un demonio que se había apo-
derado de un hombre dejándolo mudo. En cuanto el demonio
salió de él, el mudo recobró el habla y los que lo presenciaron se
quedaron asombrados. Pero algunos dijeron: — Belcebú, el pro-
pio jefe de los demonios, le da a este el poder para expulsarlos.
Otros, para tenderle una trampa, le pedían que hiciera alguna
señal milagrosa de parte de Dios. Pero Jesús, que conocía sus in-
tenciones, les dijo: — Si una nación se divide en bandos, se des-
truye a sí misma y sus casas se derrumban. Por tanto, si Satanás
actúa contra sí mismo, ¿cómo podrá mantener su poder? Pues
eso es lo que vosotros decís: que yo expulso los demonios por el
poder de Belcebú. Pero si Belcebú me da a mí el poder para ex-
pulsar demonios, ¿quién se lo da a vuestros propios seguidores?
¡Ellos mismos serán vuestros jueces! Ahora bien, si yo expulso
los demonios por el poder de Dios, es que el reino de Dios ya
ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado
guarda su mansión, su propiedad está segura; pero si otro más
fuerte que él llega y lo vence, entonces le quita las armas en
las que confiaba y reparte como botín todos sus bienes. El que
no está a favor mío, está contra mí; el que conmigo no recoge,
desparrama. (Lucas 11:14-23)

Idea principal
ALGUNAS PERSONAS SIEMPRE QUIEREN MÁS SEÑALES DE
PARTE DE JESÚS.

49
Un hombre ciego y mudo

Quién era
Poca información se nos da acerca de esta persona, únicamente
sabemos de él que era ciego y mudo, y que estaba poseído por
un demonio. Del texto de Lucas podemos deducir que la mudez
era una consecuencia directa de la posesión demoniaca.

En qué circunstancias se encontró con Jesús


Hay tres circunstancias que ya se han dado anteriormente y
que se volverán a repetir. En primer lugar, Jesús se halla en
una situación pública, en un contexto en el que hay mucha
más gente. En segundo lugar, son otros, con toda probabilidad
conocidos, amigos y/o familiares de la persona enferma, los que
toman la iniciativa de acercarlo ante Jesús, lo cual, demuestra
una confianza en su capacidad de operar un cambio en la vida
del necesitado. Finalmente, los fariseos están presentes y po-
demos deducir que, como lo hicieron anteriormente, su actitud
no era positiva, sino más bien de un firme seguimiento de Jesús
para buscar la oportunidad de condenarlo. No olvidemos que ya
anteriormente habían decidido que había que acabar con Él.

Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas


Aquí podemos seguir observando un fenómeno que ya se había
producido y que se irá produciendo más y más con relación a
Jesús: las personas se dividen en sus opiniones con respecto a
Él. Ante Jesús, las personas responden de manera muy diferente
y opuesta, pero nadie queda indiferente.
En primer lugar, se produce el impacto en la persona ciega y
muda. No solamente queda sanada, sino que también es libera-
da del demonio que la poseía, lo cual se deduce de la acusación
de los fariseos de que esto había sido hecho por el poder del
príncipe de los demonios en Jesús.

50
Un hombre ciego y mudo

En segundo lugar, se produce un impacto en algunas de las


personas que fueron testigos de lo sucedido. Se cuestionan la
identidad de Jesús, se plantean su carácter mesiánico, en sus
mentes comienzan a considerar que el Maestro debe ser algo
más que un simple líder religioso, ¿Será éste el Hijo de David?
En tercer lugar, se produce un impacto en los fariseos. Estos se
reafirman en su creencia de que Jesús no puede ser alguien que
viene de parte de Dios y, consecuentemente, deben atribuirle
al diablo su poder y capacidad para poder liberar a las personas
del poder de los espíritus malignos. Además, como si no fuera
suficiente lo que acaban de presenciar, exigen más pruebas, más
señales milagrosas que acrediten la identidad de Jesús.
Tres grupos de personas y tres impactos diferentes. Sin duda, la
actitud de base con la que cada uno parte determina el resultado
final de la intervención del Señor en sus vidas.

Qué aplicación tiene para nosotros


Dios siempre está trabajando. Esto es algo que afirmó el propio
Señor Jesús: mi Padre no cesa de trabajar, y yo siempre tra-
bajo. Lo hace en la historia, lo hace en nuestras vidas y en las
vidas de los que nos rodean. Desde el principio de los tiempos,
Él siempre está dando pruebas de su actividad y presencia en
nuestro mundo.
Ante esta intervención de Dios las personas se dividen. Algunos
la reconocen, la aceptan en sus vidas y reciben sanidad emo-
cional, espiritual, intelectual e incluso física. Otros reciben un
impacto espiritual que despierta dudas e interrogantes en sus
vidas acerca de la identidad de Jesús y su necesidad de Él.
Existe otro tercer grupo que siempre quiere más. Lo visto no es
suficiente, las evidencias no bastan, lo experimentado no ter-
mina de convencer y probablemente nunca lo hará. La petición

51
Un hombre ciego y mudo

de una nueva señal no tiene como finalidad darles la certeza


definitiva, sino más bien proveer una nueva coartada para no
tener que tomar una decisión
Finalmente, existe otro grupo que siempre atribuye el trabajo
de Dios en la historia a otras causas. No necesariamente tiene
que ser a Satanás, simplemente consideran que aquello que
para el creyente es tan evidente que se trata de una interven-
ción divina, ellos lo atribuyen a la ciencia, a la casualidad, al
destino, al poder de ser humano…, a cualquier cosa excepto a
Dios.

Preguntas de aplicación
• ¿En cuál de estos cuatro grupos estás?
• ¿Eres consciente de la intervención de Dios en la historia
y en tu propia y única historia personal?
• ¿Atribuyes lo que sucede a Dios o, contrariamente, bus-
cas otro tipo de explicaciones?

Mi oración
Señor, ¡Cuántas veces he atribuido tu intervención a otras
causas! He pensado que era producto de la casualidad, el azar,
la suerte o mi propia capacidad. Sé que Tú no te sientes mo-
lesto por ello sino triste porque me privo de experimentarte y
del gozo de ver cómo día tras día, año tras año, eres fiel con-
migo y los míos. Señor, ten compasión de mí y no permitas que
siga perdiéndome el privilegio de experimentarte en mi vida
cotidiana.

52
ELLOS SE ENCONTRARON CON JESÚS...

Zaqueo
LUCAS 19: 1-10

Texto base
Jesús entró en Jericó e iba recorriendo la ciudad. Vivía allí un
hombre rico llamado Zaqueo, que era jefe de recaudadores de
impuestos y que deseaba conocer a Jesús. Pero era pequeño
de estatura, y la gente le impedía verlo. Así que echó a correr
y, adelantándose a todos, fue a encaramarse a un sicómoro
para poder verlo cuando pasara por allí. Al llegar Jesús a aquel
lugar, miró hacia arriba, vio a Zaqueo y le dijo: — Zaqueo, baja
en seguida, porque es preciso que hoy me hospede en tu casa.
Zaqueo bajó a toda prisa, y lleno de alegría recibió en su casa
a Jesús. Al ver esto, todos se pusieron a murmurar diciendo: —
Este se aloja en casa de un hombre de mala reputación. Zaqueo,
por su parte, se puso en pie y, dirigiéndose al Señor, dijo: — Se-
ñor, estoy decidido a dar a los pobres la mitad de mis bienes y a
devolver cuatro veces más a los que haya defraudado en algo.
Entonces Jesús le dijo: — Hoy ha llegado la salvación a esta
casa, pues también este es descendiente de Abrahán. En efecto,
el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba
perdido. (Lucas 19: 1-10)

Idea principal
EL ENCUENTRO CON JESÚS TRAE SALVACIÓN A NUESTRAS
VIDAS, Y ESTO AFECTA A TODAS LAS ÁREAS DE LA MISMA Y NO
ÚNICAMENTE A LA ESPIRITUAL.

53
Zaqueo

Quién era
Zaqueo era un jefe de los publicanos. Estos eran recaudadores
de impuestos que trabajaban directamente al servicio de la
autoridad romana. Habitualmente, el Imperio Romano recauda-
ba los impuestos por medio de concesiones: se estimaba lo que
una determinada zona debía contribuir y ciertos particulares
pagaban de su bolsillo esa cantidad al Imperio, para luego ellos
cobrársela a su vez a la población. Su ganancia consistía en la
diferencia entre lo que habían pagado y lo que pudieran cobrar
después al pueblo. Para esto último contaban con las tropas de
ocupación romanas. Esto generaba todo tipo de injusticias y ex-
torsiones por parte de los publicanos que, con toda razón, eran
odiados por su doble condición de colaboradores del ocupante
romano y gente que extorsionaba y abusaba de su estatus.
El hecho de que Zaqueo fuera jefe de los publicanos nos indica
que su percepción social debía de ser aún más negativa, y su
capacidad de generar riqueza aún mayor. De hecho, el texto
dice que era muy rico y que era considerado una persona de
mala reputación. Nuestro protagonista vivía en la ciudad de
Jericó, no excesivamente lejos de Jerusalén y parece ser que
tenía muchas ganas de ver a Jesús. Además, sabemos que era de
baja estatura y una persona hospitalaria, pues recibió a Jesús en
su hogar.

En qué circunstancias se encontró con Jesús


El texto del evangelio de Lucas nos cuenta que Jesús se encon-
traba de visita en Jericó y que estaba recorriendo la ciudad.
También, como ya hemos mencionado, sabemos del deseo de
Zaqueo de conocer a Jesús. Este punto es importante pues-
to que no tenía únicamente el deseo de ver al Maestri por

54
Zaqueo

curiosidad, sino que tenía la intención de conocerlo, de encon-


trarse con Él, de saber más del Señor.
Pero el jefe de los publicanos tenía un inconveniente: debido
a su estatura no podía ver nada. Jesús siempre iba rodeado de
gente, era difícil tener acceso a Él, con más razón siendo un
paria social a quien nadie quiere acercarse y de baja estatura.
Digamos que nadie iba a facilitarle al pobre Zaqueo la posibili-
dad de llegar hasta Jesús.
Ahora bien, era un hombre de recursos y decide adelantarse a
la multitud en su camino y encaramarse a un árbol. Puede que
esto a nosotros nos parezca natural, pero culturalmente en
aquel contexto, suponía una pérdida de dignidad y decoro, algo
que, sin embargo, no pareció preocupar en absoluto a Zaqueo,
lo cual nos hace pensar que era un hombre acostumbrado a
conseguir lo que quería. Y en este caso deseaba ver a Jesús. Para
su sorpresa, Jesús no únicamente notó su presencia, sino que le
dijo que quería ser depositario de su hospitalidad, algo a lo que
Zaqueo accede encantado.
Es importante notar la murmuración en tono reprobatorio de
aquellos que estaban observando la escena. Zaqueo, debido a
su profesión deshonrosa, era considerado como una persona de
mala reputación, lo cual implicaba que cualquiera que se consi-
derara a sí mismo como espiritual, debía evitar el contacto con
esa gente, entre otras cosas, para preservar su propia reputa-
ción, algo que no parece importarle demasiado a Jesús.

Qué impacto produjo el encuentro en su vida


Zaqueo recibió el privilegio de acoger a Jesús en su casa y esto
elevó la dignidad emocional, social y espiritual del jefe de los
publicanos.

55
Zaqueo

Zaqueo era un hombre de mala reputación y esto salpicaba a


cualquiera que se asociara con él y, aún más, a toda persona
que compartiera casa y comida con semejante personaje. Vale
la pena decir que las palabras de desaprobación no nacieron,
como en otras ocasiones, de los fariseos o de los doctores de la
Ley o los escribas, sino de gente normal y corriente, gente de la
calle que presenció la escena.
Jesús vincula su reputación a la mala reputación de Zaqueo; por
medio de esta asociación, la fama del publicano se ve elevada
en la misma proporción en que la del Maestro se ve disminuida,
sin embargo, como ya sabemos por otros encuentros similares,
Jesús no tiene en consideración este aparente problema y no
tiene inconveniente en pagar el precio social.
Zaqueo recibió la salvación. Ese fue el comentario del Maestro.
Una salvación que, como podemos observar, afectó a todas las
áreas de la vida de aquel hombre. Sin duda, en primer lugar, a
la dimensión espiritual. Pero también a la dimensión social, a
sus relaciones, a su impacto sobre la sociedad en la que vivía.
Zaqueo afirmó que iba restituir aquello que hubiera defrauda-
do. Hubo una afectación también en sus valores y prioridades.
Públicamente anunció que iba a dar la mitad de sus bienes a los
pobres. Estamos hablando del 50% de la fortuna de un hombre
que vivía para ello y que para conseguir el dinero que ansiaba
pagaba un altísimo precio social en forma de desprecio de parte
de su comunidad.
Vemos a un Zaqueo que ha visto todas las dimensiones de su
proyecto vital afectadas para bien por el encuentro con Jesús
de Nazaret.

56
Zaqueo

Qué aplicación tiene para nosotros


El objetivo fundamental de nuestras relaciones interpersona-
les ha de ser restaurar a aquellos con quienes interactuamos,
añadir valor a sus vidas, bendecirlos usando el lenguaje bíblico,
tratar de restaurarlos emocional, espiritual, social y humana-
mente. Traer dignidad a sus vidas y personas.
Esto puede implicar, como nos muestra Jesús, poner en riesgo o
entredicho nuestra reputación al asociarnos con personas que
son consideradas de mala reputación, parias, gente despreciable
porque su conducta, estatus o cualquier otra circunstancia hace
que sean percibidos de este modo o merezcan esa clasificación.
Si queremos imitar a Jesús, debemos seguir su ejemplo aun
sabiendo que podemos ser juzgados y criticados por nuestro en-
torno, pero con la certeza de que recibiremos la aprobación y el
beneplácito de nuestro Padre al estar actuando del modo que Él
valora y espera de nosotros como hijos suyos.
La segunda aplicación que tiene para nosotros está relacionada
con permitir que la salvación de Dios no deje ninguna de las
áreas de nuestra vida inalcanzada. Cuando el Señor viene a no-
sotros, ha de alterar todo nuestro proyecto vital. Han de verse
afectadas nuestras relaciones, nuestras prioridades, nuestros va-
lores, nuestra actitud ante el mundo y la vida, nuestro encaje en
nuestro entorno social. De no ser así, el encuentro de Jesús con
Zaqueo nos enseña que tal vez la salvación nunca ha llegado a
nuestra casa.
La tercera aplicación es que un encuentro con Jesús no puede
dejarnos indiferentes a las necesidades de las personas que nos
rodean. El Maestro abre en nosotros una nueva sensibilidad, una
visión de nuestros prójimos y despierta en nosotros un sentido
de responsabilidad hacia los mismos y sus necesidades.

57
Zaqueo

Preguntas de aplicación
• Piensa en tu entorno ¿Cuáles son los equivalentes a los
publicanos en tu contexto social? ¿Quiénes son aquellos
que son considerados gente de mala reputación, despre-
ciables, moral o socialmente reprobables?
• ¿Cuál es tu actitud hacia ellos, la de Jesús –es preciso
que hoy me hospede tu casa– o la de la multitud –todos
se pusieron a murmurar–?
• ¿Qué significaría en la práctica actuar como Jesús actuó
con relación a los grupos que has identificado en la
primera pregunta?
• ¿Qué áreas de tu vida han quedado inalteradas después
de haber conocido a Jesús?
• Para que la afirmación del Maestro –Hoy ha llegado la
salvación a esta casa- adquiera en tu vida su total senti-
do ¿Qué cambios han de producirse?

Mi oración
Señor, al leer esta historia de tu encuentro con Zaqueo vienen
varias peticiones a mi mente. Quiero ser como él en el sentido
de ser intencional en buscarte y salvar cualquier obstáculo que
me impida hacerlo. Quiero experimentar la salvación, es decir,
tu intervención, en todas y cada una de las áreas de mi vida.
Señor no quiero una salvación «espiritual», deseo una integral
que afecte mis prioridades, mis valores, mi cosmovisión, mis
acciones y mis omisiones. Quiero ser como Tú y romper las ba-
rreras de clase, raza, género, cultura, economía y cualquier otra
que me impida acercarme a las personas como Tú lo hiciste.

58
ELLOS SE ENCONTRARON CON JESÚS...

Unos niños
MARCOS 10:13-16

Texto base
Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos
reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indig-
nó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis;
porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el
que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los
bendecía. (Marcos 10:13-16)

Idea principal
NO DEBEMOS SER IMPEDIMENTO PARA QUE NADIE SE ACER-
QUE A JESÚS.

Quiénes eran
Los textos de los diferentes evangelios simplemente cuentan
que se trataba de unos niños. Bajo esta denominación tan
amplia cabrían todos aquellos pequeños comprendidos entre las
edades de 0 y 12 años. Sin embargo, el hecho de que Jesús los
tomara entre sus brazos nos sugiere que tal vez se trataba de
niños de corta edad. También es importante para nosotros en-
tender la poca estima que se tenía hacia la infancia en aquellos
tiempos. Los niños eran considerados personas sin importancia,
sin opinión y, por tanto, no dignas de molestar con su presencia
o sus reclamos a los adultos. Aquí podemos observar, de nue-
vo, cómo Jesús tenía una especial preocupación y mostraba un

59
Unos niños

especial interés por aquellos que en la sociedad de su tiempo


eran considerados como inferiores o despreciables: leprosos,
mujeres, niños, recaudadores de impuestos, pecadores...

En qué circunstancias se encontraron con Jesús


Los padres de aquellos niños deseaban que Jesús los bendijera.
Sabemos, por la cultura judía de la época, que era normal el
que se buscara la bendición de parte de un maestro u hombre
santo, manera en que, sin duda, Jesús era percibido. La típica
bendición judía consistía en imponer las manos sobre el niño
y pedir la bendición de Dios sobre su vida, para que fuera un
buen estudiante de la Ley y para que su vida estuviera caracte-
rizada por las buenas obras.
Los discípulos, sin embargo, reprendieron a aquellos que se
acercaban a Jesús con el buen propósito de que sus hijos pudie-
ran ser bendecidos. Hay dos posibles razones para esta actitud
de parte de los acompañantes de Jesús. La primera, es que tal
vez esto suponía un retraso en la comitiva del Maestro que es-
taba, como bien sabemos, en constante movimiento de un lado
a otro. Así lo indican algunos comentaristas bíblicos. La segun-
da, y dicho sea de paso, la más probable, es que consideraban,
siguiendo el pensamiento en boga en la época, y del cual ya
hemos hecho mención, que los niños eran seres sin importancia
y, que por tanto, no merecían la atención del Maestro. Parece
lógico que respondiendo a este tipo de mentalidad les dijeran a
los padres que no molestaran con tonterías a Jesús.
El punto más interesante aquí es que Jesús captó la situación
y se enojó con sus discípulos. Vale la pena remarcar el enojo
de Jesús. Conociendo al Maestro, sabemos que sus reacciones
siempre estaban en consonancia con la importancia de la
situación. El enojo, una respuesta de indignación ante lo que

60
Unos niños

se percibe como una injusticia o agresión al código moral de


una persona, no aparece con demasiada frecuencia entre sus
reacciones, y cuando esto ocurre es porque la importancia del
hecho así lo requiere. Jesús reprendió a sus discípulos porque es-
taban impidiendo que aquellos niños pudieran acercarse hasta Él.

Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas


Los niños fueron bendecidos por Jesús, quien les mostró su cari-
ño y afecto estrechándolos entre sus brazos. De nuevo vemos a
Jesús preocupado por ministrar, en este caso a los pequeños, de
una manera integral; no sólo pidió al Padre por ellos –ese es el
propósito de la bendición–, sino que también cuidó su necesi-
dad emocional de afecto y protección.
Pero también los discípulos recibieron un buen impacto. Apren-
dieron que en el Reino de Dios las jerarquías son diferentes que
en la sociedad civil, y que Dios tiene un especial interés, muy
especial, por aquellos que nuestro mundo considera personas
de segunda clase, ya sea debido a su edad, sexo, raza, religión,
o estatus económico. Los discípulos vieron que los niños eran
importantes como ya habían aprendido –y lo verían más veces
en el futuro- que también lo eran las mujeres (Recordemos que
la samaritana fue la primera a quien Jesús claramente reveló su
identidad como Mesías y María Magdalena fue el primer testigo
de la resurrección), los leprosos o todo tipo de marginados en
general.

Qué aplicación tiene para nosotros


Este pasaje tiene varias aplicaciones importantes para nosotros.
En primer lugar, nos llama la atención sobre quién es impor-
tante a los ojos de la sociedad y quién es importante a los ojos
de Dios. No cabe ninguna duda de que el Señor ama por igual

61
Unos niños

a todo el mundo y murió por todas las personas sin importar


su distinción, sin embargo, no deja de ser también verdad que
aquellos necesitados, pobres y desamparados tienen un especial
lugar en su corazón y las páginas de las Sagradas Escrituras lo
atestiguan una y otra vez. Debemos pues, ver a las personas tal
y como el Maestro las ve y no dejar que la escala de valores de
la sociedad, con su clasismo y discriminación, infecte nuestra
perspectiva de los seres humanos.
En segundo lugar, hay una clara advertencia en este pasaje
acerca del peligro de que con nuestras vidas nos convirtamos en
obstáculos para que otros puedan acercarse a Jesús y ser bende-
cidos. Hay varias maneras en que podemos ser de impedimento.
Nuestra indiferencia hacia el necesitado que busca la bendición
de Jesús puede ser una peligrosa manera. Nuestras actitudes y
prejuicios pueden colaborar también en tal sentido. Por ulti-
mo, nuestra conducta, nuestro estilo de vida, puede provocar
tal rechazo en los demás que haga totalmente imposible el
que ni siquiera intenten un acercamiento a Jesús. Es imposible
no recordar las palabras del Señor al respecto: Siempre habrá
incitaciones al pecado, pero ¡ay de aquél que haga pecar a los
demás! Mejor le sería que le arrojasen al mar con una piedra de
molino atada al cuello, que hacer caer en pecado a uno de estos
pequeños. ¡Tened cuidado!
Una última aplicación es que el Maestro está siempre esperando
con sus brazos abiertos para estrecharte entre ellos, confortarte
emocionalmente y bendecirte según tu necesidad.

Preguntas de aplicación
• ¿Quiénes son las personas rechazadas, las que nadie
tiene en cuenta, que hay a tu alrededor? ¿Puedes ser de
bendición para ellas? ¿Cómo?

62
Unos niños

• ¿Es posible que tu vida sea un impedimento para que


otros puedan acercarse a Jesús? ¿Tal vez tus prejuicios,
actitudes, conducta, o simplemente tu indiferencia?
• ¿Estás necesitado de que Jesús te acoja entre sus brazos,
te estreché y te bendiga? Si es así, toma un tiempo para
experimentarlo ahora en tu vida.

Mi oración
Señor, la lectura de este encuentro tuyo con los niños me ha
llevado a reflexionar sobre mi actitud hacia aquellos que la
sociedad desprecia y margina. Me ha hecho pensar sobre si
participo de los mismos prejuicios que tiene la gente que hay a
mi alrededor en vez de percibir a las personas, todas sin excep-
ción, con la mirada de gracia y amor que Tú tienes. Tus palabras
de advertencia resuenan en mi corazón y me pregunto si soy un
obstáculo para que otros puedan acercarse a Ti. Si este último
fuera el caso, ruego Señor me ayudes a ser consciente y apar-
tarme para que mi vida no entorpezca el acceso de las personas
hacia tu presencia y tu conocimiento.

63
ELLOS SE ENCONTRARON CON JESÚS...

Gente a la que Jesús alimentó


JUAN 6

Texto base
Juan capítulo 6

Idea principal
JESÚS NOS CONFRONTA CON NUESTRAS NECESIDADES Y
MOTIVACIONES.

Quiénes eran
Se trata de una parte de las personas que habían sido alimenta-
das por Jesús en la orilla del mar de Galilea, opuesta a la ubica-
ción de la ciudad de Capernaum. El episodio de la alimentación
es recogido por los cuatro evangelistas, y se produjo a causa
de la gran multitud de personas que le habían seguido hasta
aquel lugar para oír sus enseñanzas. Jesús, al ver la situación de
necesidad de las mismas, decidió actuar y las alimentó. El texto
de Juan nos dice que, a raíz de esta intervención milagrosa del
Maestro, un buen número de ellos le siguieron y al encontrarlo
se produjo un interesante diálogo entre ellos.

En qué circunstancias se encontraron con Jesús


Estas personas que, como hemos visto, habían sido alimenta-
das por Jesús, le seguían y le estuvieron buscando de forma
infructuosa para hacerlo rey, según narra Juan. Al no poder
encontrarlo, le siguieron en barca hasta Capernaum, una de las
bases donde el Maestro habitualmente recalaba. La búsqueda

64
Gente a la que Jesús alimentó

por fin dio sus frutos y encontraron a Jesús en la sinagoga de la


población.

Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas


Aquellas personas fueron doblemente confrontadas, prime-
ro acerca de sus auténticas motivaciones para buscar a Jesús
y después sobre las auténticas necesidades que Él deseaba
ministrar.
Fueron confrontados en sus motivaciones. El Maestro clara-
mente les dijo que no había un impulso espiritual detrás de su
deseo de encontrarle. No venían tras Él porque hubieran visto
sus grandes obras y esto les hubiera hecho plantearse cuestio-
nes sobre la identidad del Señor. Su motivación, tal y como les
hizo ver, era puramente material. Jesús los había alimentado y,
con ello, ministrado en sus necesidades materiales; ellos querían
hacerlo rey, naturalmente, para tener estas necesidades siempre
cubiertas.
Ellos habían percibido únicamente la forma del milagro, pero
habían perdido totalmente la razón y el fondo del mismo. La
alimentación pretendía sin duda satisfacer una necesidad física,
pero ante todo procuraba ser una señal de la identidad mesiá-
nica de Jesús. Ellos tan sólo percibieron las ventajas que podría
proporcionar un rey que les alimentara gratuitamente cada día.
Jesús pone de manifiesto cuán fatuos son sus deseos. Incluso el
maná, el sueño que mencionaron aquellas gentes, era tan sólo
un espejismo, ya que todos los que comieron de él murieron
irremisiblemente.
Jesús les confronta con sus auténticas necesidades. Ellos le ha-
blan de comida material, Él les responde hablándoles de la vida
eterna. No es que Jesús desprecie las necesidades materiales, no
olvidemos que acababa de satisfacerlas, simplemente intenta

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Gente a la que Jesús alimentó

que vayan más allá y tengan la capacidad de ver las necesidades


más profundas de todo ser humano.
Jesús se ofrece a sí mismo como la única satisfacción posible
para las necesidades más profundas de toda persona. El que
viene del cielo, afirma refiriéndose a sí mismo, es el que solucio-
na las necesidades íntimas y profundas de toda persona; por eso
nos invita a creer en Él, aceptarle y seguirle.
Al verse confrontada, la gente respondió. Cuestionaron la iden-
tidad de Jesús y pidieron más intervenciones milagrosas que es-
tuvieran, de nuevo, relacionadas con sus necesidades materiales.
Encontraron demasiado difíciles y exigentes sus enseñanzas y
desde aquel momento muchos dejaron de seguirle. Una cosa es
que Jesús satisficiera sus necesidades materiales, otra diferente
era aceptar sus exigencias morales y de estilo de vida. También
los doce fueron confrontados clara y abiertamente por Jesús y
recibieron la invitación a dejarle si sus exigencias eran demasia-
do fuertes para ellos.

Qué aplicación tiene para nosotros


Cuando nos acerquemos a Jesús es muy posible que suframos
el mismo proceso que experimentó aquella gente a la que Él ali-
mentó. En primer lugar, nos veremos confrontados con nues-
tras motivaciones. ¿Qué nos impulsa para acercarnos al Señor?
Acercarse hasta Él porque nos sentimos necesitados es legítimo
y honesto. Jesús mismo afirmó que nadie se acerca al médico a
menos que se sienta enfermo.
En segundo lugar, nos veremos confrontados con nuestras
necesidades más profundas. No sería justo decir con nues-
tras auténticas necesidades, ya que todas las necesidades son
auténticas en tanto que existen. Sin embargo, es muy posible
que Jesús nos diga que, aun siendo importantes, hay otras más

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Gente a la que Jesús alimentó

profundas y prioritarias de las que quiere cuidarnos. Esto puede


producir en nosotros una reacción. Nosotros, a menudo, vamos
buscando sanar el síntoma, Jesús sin embargo irá siempre a la
raíz del problema. Nosotros estamos preocupados por lo super-
ficial y Él quiere lidiar con lo fundamental y esencial.
En tercer lugar, podría darse el caso de que las pretensiones
de Jesús de que creamos en Él, le aceptemos y le sigamos, nos
parezcan demasiado exigentes. Puede darse el caso de que nos
sintamos decepcionados en nuestras expectativas. Fuimos en
busca de satisfacción y nos encontramos con exigencias mora-
les, éticas, de cambio. Si es así, es posible que decidamos dejar
de seguirle y nos mantengamos a distancia de Él. Su precio
puede parecernos excesivamente alto.

Preguntas de aplicación
• ¿Qué te motiva para acercarte a Jesús? ¿Únicamente
que satisfaga tus necesidades o también el deseo de
seguirle?
• ¿Qué te pide Jesús? ¿Qué desea hacer contigo y en tu
vida?
• ¿Quieres irte tú también?

Mi oración
Señor, me reconozco a mí mismo en aquellas personas. ¡Cuántas
veces he acudido a Ti preocupado por necesidades inmediatas
y superficiales! ¡Cuántas veces he sido insensible a tu deseo de
satisfacer aquellas que son más profundas! Señor, Tú sabes lo
que necesito, lo superficial e incluso banal y lo más íntimo y
profundo, ayúdame a acercarme a Ti y saberte escuchar y dejar
que ministres mis necesidades.

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La gente de Nazaret

ELLOS SE ENCONTRARON CON JESÚS...

La gente de Nazaret
MATEO 13:53-58; LUCAS 4:16-30

Texto base
Cuando Jesús terminó de contar estas parábolas, marchó de
allí y se fue a su pueblo donde se puso a enseñar en su sina-
goga, de tal manera que la gente no salía de su asombro y se
preguntaba: — ¿De dónde le vienen a este los conocimien-
tos que tiene y los milagros que hace? ¿No es este el hijo del
carpintero? ¿No es María su madre, y sus hermanos Santiago,
José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no viven todas ellas
entre nosotros? ¿De dónde ha sacado todo eso? Así que estaban
desconcertados a causa de Jesús. Por eso les dijo: — Sólo en su
propia tierra y en su propia casa menosprecian a un profeta. Y
a causa de su falta de fe, no hizo allí muchos milagros. (Mateo
13:53-58)

Idea principal
LA INCREDULIDAD ES UN OBSTÁCULO PARA ACEPTAR A JESÚS.

Quiénes eran
Jesús llega a la ciudad en la que se había criado, Nazaret, y se
encuentra allí con sus conciudadanos, personas que le conocían
muy bien desde que era un niño. Allí estaban sus vecinos, sus
amigos e incluso parte de su familia. Por los comentarios que
las personas hacen con respecto al Maestro, podemos deducir
que conocían muchos detalles de la vida de Jesús, de su familia,

68
La gente de Nazaret

del trabajo de su padre y también de su falta de educación


teológica formal.
No nos cabe ninguna duda que la fama de Jesús como predi-
cador, maestro y milagrero, que se había extendido por toda
la tierra de Galilea, debía de haber llegado también hasta su
propia aldea y, consecuentemente, no es de extrañar que se
despertara un gran interés por escucharlo en la sinagoga aquel
día de reposo.

En qué circunstancias se encontraron con Jesús


Es sábado, y Jesús se dirige hacia la sinagoga local, en la que
estarían sus amigos, conocidos y conciudadanos. Allí se le con-
cede el honor de poder leer y comentar las Escrituras, algo que
solía pedirse a los maestros que visitaban las sinagogas.
Sorprendentemente, el Maestro escoge para su lectura y pos-
terior meditación el texto que aparece en Isaías capítulo 61,
versículos 1 y 2. Se trata de un pasaje mesiánico que era com-
prendido por sus oyentes como tal. Después de haber leído, nos
dice el pasaje paralelo de Lucas que Jesús entregó el libro al
ayudante de la sinagoga y se sentó.
El evangelista nos describe el ambiente de expectación que ha-
bía en el recinto, todos los presentes estaban atentos mirándole.
Entonces Jesús pronuncia unas palabras claras y tajantes: hoy
mismo se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
No hemos de equivocarnos con respecto al valor de las palabras
de Jesús: diáfana y contundentemente está afirmando ser el
Mesías esperado por el pueblo de Israel, el cumplimiento de la
promesa de redención; en Él y su ministerio se halla el cumpli-
miento de la promesa bíblica.

69
La gente de Nazaret

Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas


La primera reacción de los oyentes es de sorpresa. Conocían
muy bien a quien hablaba. Los estudiosos de la Biblia afirman
que Nazaret en aquella época, no debía de tener más de mil
quinientos o dos mil habitantes. Muchos de los allí presentes
sabían de Jesús, de su trasfondo y de su familia, y estaban sor-
prendidos de su ministerio, su fama y sus enseñanzas. No hemos
de olvidar que ni Mateo ni Lucas están describiendo todo lo
dicho por Jesús en su discurso aquel día en la sinagoga.
Sin embargo, la segunda reacción fue de indignación ante
las afirmaciones mesiánicas de Jesús. Lo conocían bien, como
hemos dicho anteriormente, y no estaban dispuestos a cambiar
su punto de vista acerca de Él. Estaban demasiado familiariza-
dos con su vida y contexto como para poder admitir que aquel
hijo de un albañil o carpintero pudiera ser el Mesías. El texto de
Marcos nos indica que no quisieron hacerle caso.
No podemos dejar de mencionar la sorpresa de Jesús ante la
incredulidad de sus paisanos. El texto bíblico nos dice que el
Maestro estaba sorprendido ante la falta de fe de aquella gente,
hasta tal punto que no pudo hacer allí muchos actos milagro-
sos debido a la incredulidad y dureza de corazón de aquellas
personas.

Qué aplicación tiene para nosotros


La incredulidad y la duda son diferentes. La duda nace del in-
telecto, la incredulidad nace del corazón. El que duda no puede
creer, el incrédulo no quiere querer. El que duda no puede creer
porque no tiene la suficiente información o no puede entender
la que posee; el incrédulo no importa cuánta información ten-
ga, no está dispuesto a aceptarla. La duda es una actitud ho-
nesta, la incredulidad es una columna de humo, una excusa, un

70
La gente de Nazaret

subterfugio. El que duda tiene la posibilidad de cambiar; el que


vive en incredulidad nunca variará su posición. Cuando alguien
duda, puede ver su posición alterada por la comprensión de la
realidad; cuando alguien es incrédulo, negará hasta el final la
realidad para reafirmarse en sus prejuicios.
La gente de Nazaret era incrédula. Tenían un punto de vista for-
mado acerca de Jesús y bajo ningún concepto estaban dispues-
tos a cambiarlo. Sus milagros, sus enseñanzas, su trayectoria de
ministerio por toda Galilea no iban a moverles un ápice en sus
opiniones acerca del hijo de José. Era uno de ellos, uno como
cualquiera de ellos, un simple carpintero y bajo ningún concep-
to podían admitir sus pretensiones de ser el Mesías.
Hoy en día nos encontramos con muchas personas que reac-
cionan igualmente con respecto a la identidad de Jesús. Tienen
su punto de vista formado y decidido. No importa cuántas
evidencias, pruebas y razonamientos les presentemos; no están
dispuestos a cambiar, porque no dudan, simplemente son in-
crédulos. Su aparente duda es simplemente una coartada para
defender su negativa de considerar a Jesús debido a las implica-
ciones que ello puede traer a su estilo de vida, sus prioridades y
sus valores.

Preguntas de aplicación
• ¿Por qué una persona puede desarrollar una actitud de
incredulidad hacia Jesús? ¿Crees que puede haber una
relación con el estilo de vida? ¿De qué modo ambas
cosas pueden estar relacionadas?
• ¿Cuál es el peligro de permitir la incredulidad en nues-
tras vidas? ¿De qué modo puede ayudarte a contestar
esta pregunta el pasaje de Hebreos 3:12-19?
• ¿Cómo podemos ayudar a una persona incrédula?

71
La gente de Nazaret

Mi oración
Señor, en ocasiones tengo dudas. Hay cosas que no veo claras,
que no entiendo, que me cuesta procesar, pero sé que puedo
presentarme ante Ti con esas dudas, hablarlas contigo con un
corazón abierto y nunca me he sentido rechazado. Pero quiero
pedirte que me protejas de la incredulidad. No permitas que
esta crezca en mi corazón y haga que este se endurezca y se
vuelva refractario e impermeable y, consecuentemente, Tú no
puedas hacer tu trabajo en mi vida.

72
Félix Ortiz

Licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza. Máster en


Educación por el Southwestern Baptist, Fort Worth, Texas, Estados
Unidos. Máster en Educación por la Universidad Nacional de Edu-
cación a Distancia de España. Diploma en Performance Coaching
por el Newcastle College, Reino Unido. Diploma en Coaching para
Equipos por la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid. Diploma
en Coaching por Creative Results Management, Seattle, Estados
Unidos. Certificado en Belbin Team Roles. Certificado en The Lea-
dership Cercle Profile (TLC) 30 años de experiencia en la formación
de líderes en España, Europa y América Latina. Autor de libros y
colaborador en numerosas revistas de España y América Latina.
Ha trabajado en organizaciones europeas, españolas y de Estados
Unidos. Trabajó para el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos
de Seúl y para el Comité Organizador de la Olimpiada de Barcelona.
Ejerce la docencia en diferentes instituciones de educación superior
de España y América Latina, entre ellas la Escuela de Administra-
ción de Empresas de Barcelona y la UCMB de Asunción,. Miembro
del capítulo estadounidense de la International Coach Federation y
coach certificado por dicha institución. Casado con Sara, también
formadora y coach certificada. Padre de dos hijos, Andreu, formador
y coach y Anna, que trabaja en real estate.
mensaje importante
Especialidades 625 es un equipo de pastores y siervos de distintos
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que amamos a Cristo y a las nuevas generaciones.

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e625

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