Iglesia de Tesalonica Willi Hugo Perez
Iglesia de Tesalonica Willi Hugo Perez
Iglesia de Tesalonica Willi Hugo Perez
Tesalónica.
¿Qué
alienta
a
Pablo
a
expresarse
de
aquella
manera?
¿Cómo
era
y
vivía
aquella
comunidad
de
creyentes?
¿Cuáles
eran
sus
atributos
y
virtudes?
Al
dirigirse
a
ellos,
Pablo
lo
hace
con
ternura
y
amor
profundos.
El
reconoce
y
realza
sus
virtudes
y
cualidades.
Claro
que
aquella
no
era
una
comunidad
perfecta,
también
tenía
sus
conflictos
y
flaquezas.
De
hecho,
al
leer
las
dos
cartas
que
le
son
enviadas,
se
puede
descubrir
que
Pablo
le
da
consejos
e
instrucciones
encaminadas
a
corregir
ciertas
actitudes
y
situaciones.
Aunque,
en
realidad,
son
exhortaciones
propias
para
una
congregación
joven.
Así
que
esto
no
nos
impide
ver,
como
no
se
lo
impidió
a
Pablo,
su
esfuerzo
honesto
por
seguir
y
ser
fieles
a
Cristo
frente
a
los
grandes
retos
del
tiempo
en
que
les
tocó
vivir.
Los
excelentes
atributos
y
valores
que
se
distinguen
en
el
ser
y
hacer
de
la
iglesia
de
Tesalónica
son
de
un
alto
contenido
formativo
y
educativo
para
la
vida,
misión
y
práctica
de
la
iglesia
hoy.
La
iglesia
de
Tesalónica:
sus
comienzos
y
desafíos
En
Hechos
17:1-‐9,
Lucas
nos
narra
el
nacimiento
de
la
iglesia
en
Tesalónica.
Tesalónica,
hoy
conocida
como
Salónica,
era
una
de
las
ciudades
más
importantes
y
populosas
de
Macedonia.
Era
un
centro
influyente
del
comercio,
la
política
y
la
cultura
griega.
Estaba
situada
sobre
la
vía
Ignacia,
la
ruta
más
importante
que
unía
Roma
con
sus
dependencias
orientales,
y
junto
a
un
excelente
puerto
natural
en
el
golfo
Termaico
del
mar
Egeo.
Su
localización
era
estratégica
como
centro
de
comunicación,
intercambio
y
relaciones
comerciales,
lo
que
atraía
a
mucha
gente
y
mercaderes
procedentes
de
diversas
regiones
y
culturas.
A
esta
ciudad
llega
Pablo
y
su
compañero
Silas.
Esto
sucede
en
el
año
50
a.C.,
durante
su
segundo
viaje
misionero.
Como
era
su
costumbre,
Pablo
visita
la
sinagoga
y
por
tres
semanas
comparte
con
ellos
el
mensaje
sobre
la
vida,
muerte
y
resurrección
de
Jesucristo,
presentándolo
como
el
Mesías
esperado
(Hch
17;
1-‐3).
Pero
la
mayoría
de
los
judíos
se
opone
a
Pablo.
Sin
embargo,
un
pequeño
grupo
de
judíos,
junto
a
un
buen
número
de
griegos
y
mujeres
se
convierten
y
abrazan
el
evangelio
de
Cristo
(Hch.
17:2.4).
Así
comienza
la
comunidad
cristiana
en
Tesalónica.
Esta
nace
como
fruto
de
la
vocación
y
pasión
misionera
del
apóstol
Pablo,
que
lleno
del
Espíritu
de
Dios,
iba
sembrando
las
semillas
del
evangelio
en
el
mundo
y
entre
la
gente.
Pero
Pablo
no
puede
quedarse
mucho
tiempo
entre
los
nuevos
convertidos.
Sus
adversarios
judíos
lo
combaten
tan
persistente
y
hostilmente
desde
el
primer
momento
hasta
obligarlo
a
dejar
la
ciudad
(Hch.
17:10).
Así
que
Pablo,
muy
a
su
pesar,
no
permanece
más
de
tres
meses
en
Tesalónica,
por
lo
que
no
logra
contar
con
el
tiempo
necesario
para
acompañar
pastoralmente
a
la
nueva
comunidad,
discipular
a
los
nuevos
convertidos
y
preparar
a
un
liderazgo
congregacional.
Lejos
de
Tesalónica,
Pablo
se
angustia.
Su
corazón
de
pastor
se
aflige
al
acordarse
de
sus
hermanos
tesalonicenses.
¿Qué
será
de
los
nuevos
creyentes?
¿Podrán
crecer
en
su
fe
en
medio
de
tantas
circunstancias
difíciles
y
adversas?
Preocupado,
él
envía
a
Timoteo
para
visitar
la
nueva
comunidad,
enterarse
de
su
situación
y
afirmarle
en
su
fe
(1
Ts.
3:1-‐3).
¡El
informe
de
Timoteo
es
más
que
alentador!
(1
Ts.
3:6-‐9).
Durante
la
ausencia
de
Pablo,
la
nueva
comunidad
de
creyentes
se
ha
afirmado,
ha
florecido,
está
firme
en
el
Señor,
produce
buenos
frutos,
trabaja
anunciando
el
evangelio.
Aunque
los
creyentes
también
enfrentan
circunstancias
difíciles
y
retos.
Algunos
son
las
preocupaciones
y
problemas
típicos
de
toda
congregación
joven,
de
una
iglesia
que
comienza.
Otros
son
los
conflictos
que
afrontan
por
testificar
de
su
fe
en
medio
de
aquel
contexto
adverso
y
hostil.
Estas
circunstancias
incluyen:
• Persecución
y
sufrimiento
por
su
fidelidad
al
evangelio
(1
Ts.
1:6;
3:1-‐10;
5:15).
• Algunos
problemas
éticos
junto
al
constante
riesgo
de
caer
en
antiguos
hábitos
y
patrones
propios
de
su
cultura
de
origen
(I
Ts.
4:3-‐8).
• La
actitud
perezosa
y
desordenada
de
algunos
miembros
(1
Ts
4:9-‐12:
5:14).
• Dudas
respecto
a
la
resurrección
y
el
destino
de
los
hermanos
que
ya
habían
fallecido
(I
Ts.
4:13-‐18)
e
inquietudes
sobre
el
tiempo
y
la
forma
de
la
venida
del
Señor
(5:1-‐11).
• Algunos
conflictos
de
liderazgo
y
otros
relacionados
al
ejercicio
de
los
dones
espirituales
(1
Tes.
5:12-‐22).1
Las
noticias
de
Tesalónica
provocan
tanta
alegría
a
Pablo
y,
a
la
vez,
inquietud.
¡Cuánto
ansiaba
estar
con
ellos
para
abrazarles,
enseñarles
y
animarles
en
su
fe!
Así
que
un
poco
más
tranquilo,
les
escribe
una
primera
carta.
Lo
hace
para
felicitarlos
por
su
testimonio
de
fe,
amor,
esperanza
y
compromiso.
También
para
consolarlos,
darles
ánimo
para
resistir
frente
a
las
dificultades
e
impartirles
nuevas
instrucciones.
Tiempo
después,
nuevas
noticias
le
llegan
a
Pablo.
Al
parecer,
algunos
problemas
se
han
complicando.
La
persecución
continúa
y
se
vuelve
más
violenta
(2
Ts.
1:3-‐4),
llevando
a
algunos
a
dudar
de
la
justicia
de
Dios.
Hay
quienes
se
desesperan
ante
la
tardanza
del
retorno
de
Cristo,
la
espera
se
hace
¡tan
larga!
Otros
creen
que
el
día
del
Señor
ya
ha
venido
(2
Ts.
2:1-‐12).
Siempre
hay
algunos
perezosos
e
indisciplinados
(2
Ts.
3:6-‐15).
Varios
han
abandonado
sus
trabajos,
en
espera
de
la
pronta
venida
del
Señor,
y
viven
a
expensas
de
los
demás
(2
Ts.
3:6-‐
12).2
En
tales
circunstancias,
la
comunidad
necesita
palabras
de
aliento,
exhortación
y
enseñanza.
Pablo
les
escribe
una
vez
más.
De
nuevo,
él
reconoce
el
buen
testimonio
de
los
tesalonicenses.
Porque
es
verdad
que
hay
problemas
y
pruebas,
pero
más
allá
de
eso
están
aquellos
que
se
esfuerzan
por
ser
la
iglesia
de
Cristo,
que
luchan
por
vivir
y
anunciar
el
mensaje
integral
del
evangelio
en
un
mudo
hostil
y
voraz.
Eso
marca
una
diferencia
en
Macedonia
y
otros
lugares.
Pablo
inicia
su
segunda
carta
dando
gracias
porque
la
fe,
amor,
esperanza
y
justicia
de
los
cristianos
de
Tesalónica
va
en
aumento
(2
Ts.
1:3-‐5).
Luego,
pasa
a
reforzar
las
enseñanzas
dadas
en
la
primera
carta,
les
exhorta
a
resistir
ante
el
mal,
les
instruye
en
cuanto
al
modo
cristiano
de
vivir,
y
busca
aclarar
preguntas
y
dudas
referentes
a
la
venida
de
Cristo
para
afirmar
su
esperanza.
¿Por
qué
debería
interesarnos
el
modelo
de
vida
de
una
congregación
tan
antigua
y
remota
del
mediterráneo?
Primero,
porque
estando
dentro
del
canon
bíblico,
este
testimonio
e
historia
son
parte
de
la
herencia
espiritual
que
nos
ha
sido
legada.
Además,
porque
su
peregrinaje,
ejemplo
y
experiencia
son
educativas
e
inspiradoras
para
la
iglesia
del
presente.
Ayudan
a
guiar
y
nutrir
a
los
creyentes
y
congregaciones
de
hoy
en
su
fe,
vida
y
práctica
como
seguidores
de
Jesús.
Su
ejemplo
y
sus
vivencias
nos
inspiran
en
nuestra
reflexión
y
búsqueda
sobre:
qué
significa
vivir
como
signos
del
reino
de
Dios
hoy,
qué
implica
ser
una
comunidad
de
1
Jacob
Elías.
1
&
2
Thessalonians,
Believers
Church
Bible
Commentary
(PA:
Herald
Press,
1995),
29.
2
Ibid,
30.
amor
que
tenían
por
sus
semejantes,
tanto
dentro
como
fuera
de
la
comunidad
(1
Ts.
3:12;
4:9-‐10).
Esta
virtud
se
fundaba
en
un
acontecimiento
nuevo
y
revolucionario:
el
amor
y
sacrificio
de
Dios
en
Cristo
por
la
humanidad
entera
(1
Ts.
2:13;
5:9-‐11).
La
experiencia
de
recibir
el
amor
transformador
de
Jesús
les
impulsaba
a
amarse
los
unos
a
los
otros
(Jn.
13:34-‐35).
Guiados
por
el
amor,
estrecharon
sus
vínculos
fraternales,
sirvieron
a
sus
semejantes
y
se
involucraron
en
la
tarea
de
anunciar
el
mensaje
del
amor
de
Dios.
El
amor
debe
ser
una
señal
visible
del
cristiano.
La
fe
también
se
muestra
en
la
forma
de
relacionarse
con
los
demás
y
servirles
con
amor.
En
un
mundo
agobiado
por
el
egoísmo,
la
indiferencia,
la
división
y
el
rencor,
la
iglesia
debe
ser
ejemplo
de
otra
realidad
completamente
nueva:
el
amor
servicial.
La
iglesia
debe
ser
la
comunidad
donde
los
creyentes
aprenden
a
darse
la
bienvenida,
a
aceptarse
y
escucharse
unos
a
otros,
a
compartir
sus
historias
de
fe
y
vida,
a
superar
sus
conflictos,
a
perdonarse
unos
a
otros
y
a
practicar
la
reconciliación,
a
exhortarse
y
animarse
unos
a
otros,
a
cuidar
los
unos
por
los
otros,
a
practicar
la
solidaridad3.
Por
el
poder
del
Espíritu,
la
iglesia
debe
cultivar
y
comunicar
el
amor
de
Dios.
Además
del
amor
fraterno
en
la
comunidad
de
fe,
también
se
incluye
la
voluntad
de
servir
en
medio
de
las
necesidades
humanas
y
la
disposición
de
amar
a
todas
las
personas,
incluso
a
los
enemigos
(Mt.
5:38-‐48).
El
amor
de
Dios
se
revela
cuando
siendo
solidarios
servimos
a
los
necesitados,
pobres
y
afligidos
(Lc.
10:25-‐37).
También
se
manifiesta
cuando
siguiendo
el
ejemplo
de
Cristo
nos
abrimos
para
amar
al
enemigo,
superando
todo
odio
y
violencia.
Sólo
en
esa
medida,
nuestra
vida
humana
y
cristiana
adquiere
cada
vez
mayor
sentido
y
se
convierte
en
un
vehículo
auténtico
de
evangelización.
3. La
iglesia
es
una
comunidad
de
esperanza
Otra
cualidad
sobresaliente
de
la
iglesia
de
Tesalónica
fue
su
firme
esperanza
(1
Ts.
1:3,
10).
Aquí
la
esperanza
tiene
una
doble
dimensión.
Por
una
parte,
los
que
esperan
soportan
las
pruebas
y
persecuciones
con
paciencia
y
perseverancia.
Esto
no
es
un
optimismo
fácil,
es
la
capacidad
de
no
desfallecer
frente
a
las
pruebas.
Por
la
otra,
es
vivir
el
presente
con
propósito
y
el
futuro
con
expectación.
Los
que
esperan
viven
y
trabajan
en
el
presente
aguardando
la
llegada
del
día
del
Señor,
la
instalación
plena
de
su
reino
y
la
restauración
de
todas
las
cosas.4
Con
esta
actitud,
los
creyentes
de
Tesalónica
aprendieron
a
ver
las
crisis
y
tribulaciones
de
su
historia
y
realidad,
y
a
contemplarlas
a
la
luz
de
los
propósitos
eternos
de
Dios
(2
Ts.
1:5-‐12).
Viviendo
bajo
la
opresión
romana
y
soportando
persecuciones
de
parte
de
los
judíos,
sus
pruebas
y
sufrimientos
fueron
grandes.
Frente
a
esto,
ellos
sustentaron
su
esperanza
en
el
triunfo
del
Cristo
resucitado,
en
la
nueva
vida
y
resurrección
que
él
ofrecía,
y
en
la
certeza
de
que
a
su
regreso
glorioso
todas
las
cosas
serían
justamente
restauradas.
Interpretaron
que
en
Cristo
la
vida
tenía
significado,
los
sufrimientos
no
serían
eternos,
todo
3
Daniel
Schipanil.
“La
Iglesia
y
su
educación
teológica”
En
Educación
teológica
en
cinco
continentes,
perspectivas
anabautistas.
Nancy
Heisey
y
D.
Schipani,
Ed.
(Guatemala:
Semilla,1999),
23.
4
Biblia
Latinoamericana,
(España:
Editorial
Verbo
Divino,
2004),
490.
sería
transformado
en
vida
plena
y
en
un
mundo
mejor.
Ellos
recogieron
sus
angustias
y
las
tradujeron
en
un
grito
de
fe
y
confianza.
Esa
esperanza
viva
les
capacitó
para
resistir
con
paciencia
en
las
tribulaciones,
trabajar
con
constancia,
vivir
con
alegría,
perseverar
en
su
fe
y
anunciar
el
evangelio.
Aunque
a
veces
algunos
se
desanimaban
y
confundían.
Pero
la
mayoría
vivía
en
la
esperanza
de
que
Dios
ya
les
había
abierto
una
nueva
realidad
en
Cristo
y
de
que
un
nuevo
futuro
ya
se
acercaba.
Por
eso,
Pablo
busca
incansablemente
aclarar
sus
dudas
y
afianzar
la
esperanza
de
sus
amados
hermanos
de
Tesalónica
(1
Ts.
4:13-‐18;
2
Ts.
1:6-‐2:12).
La
iglesia
debe
ser
una
comunidad
de
esperanza
en
medio
del
quebranto.
Hoy
se
necesita
comunicar
el
mensaje
de
que
más
allá
de
toda
la
violencia,
miseria,
injusticia
y
sufrimiento
que
nos
rodea,
ya
se
abre
una
realidad
nueva
y
diferente
en
el
Dios
Eterno.
Que
El
está
creando
una
nueva
realidad
para
traer
paz,
sanidad,
justicia,
vida
y
bendición
a
las
naciones
(Ap.
21).
Y
mientras
esperamos
la
restauración
plena
y
definitiva
de
todas
las
cosas,
ya
hay
signos
del
nuevo
reino
que
se
pueden
ver
y
vivir
en
nuestras
vidas
y
comunidades
de
fe
(2
Co
5:17;
Lc.
17:21).
Orientar
la
vida
en
torno
al
reinado
de
Dios
que
ha
aparecido
en
Jesús
capacita
a
la
iglesia
para
vivir
en
el
presente
a
la
luz
del
futuro
que
Dios
trae
y
le
otorga
la
autoridad
moral
para
ofrecer
auténtica
esperanza
en
medio
de
situaciones
de
desesperanza.5
Hay
que
anunciar
con
voz
profética,
que
aún
dentro
de
las
condiciones
más
adversas
hay
caminos
que
conducen
a
Dios.
Las
situaciones
más
desesperantes
pueden
convertirse
en
sitios
de
encuentro
con
la
gracia
liberadora
y
restauradora
de
Dios
y
en
lugares
de
esperanza.
En
estos
instantes
de
anarquía,
hostilidad
y
aflicción,
debemos
vivir
la
vida
con
propósito,
ver
el
futuro
con
expectación
y
trabajar
con
constancia
para
avivar
la
esperanza
de
la
gente.
4. La
iglesia
es
una
comunidad
de
testimonio
Según
Pablo,
la
iglesia
de
Tesalónica
era
una
iglesia
que
había
crecido
en
pureza,
espiritualidad
y
santidad
en
la
vida
(1
Ts.
1:9;
4:1;
2
Ts.
1:10;
3:4).
El
dice
que
la
gente
habla
“de
cómo...
abandonaron
los
ídolos
y
se
volvieron
al
Dios
vivo
y
verdadero”
(1
Ts.
1:9).
Al
recibir
y
encarnar
el
mensaje
del
evangelio,
ellos
experimentaron
un
proceso
de
conversión
que
les
llevó
a
renunciar
a
sus
antiguos
ídolos
y
patrones
de
vida
para
seguir
el
camino
de
Jesús.
Renunciaron
a
otros
reinos
para
abrazar
el
reino
de
Dios.
Fueron
conformando
su
manera
de
ser,
vivir,
actuar
y
de
relacionarse
a
la
ética
de
Jesús.
En
su
conducta
personal,
su
vida
matrimonial,
sus
familias,
sus
relaciones
humanas,
sus
negocios
y
en
todas
sus
actividades,
buscaron
hacer
visibles
los
valores
del
evangelio
–
paz,
justicia,
integridad,
rectitud,
bondad,
honestidad,
fidelidad,
humildad.
Seguramente
no
fue
sencillo
para
ellos,
si
se
toma
en
cuenta
que
procedían
de
una
cultura
con
criterios
morales
muy
diferentes.
Pero
con
el
poder
del
Espíritu,
se
esforzaron
para
crecer
en
santidad,
estableciendo
coherencia
entre
la
fe
y
la
vida
práctica,
entre
las
palabras
y
los
hechos.
Pablo
aprecia
tal
virtud
y
les
5
Juan
Driver,
“Actividad
misionera”,
en
Anabautismo
Latinoamericano,
desafíos
para
el
siglo
XXI:
Misión,
presencia
pública
y
liderazgo
(Guatemala:
Ediciones
SEMILLA,
2000),
23.
anima
a
seguir
cultivando
ese
espíritu
de
santidad:
“Ahora,
hermanos,
les
rogamos
y
encargamos
esto
en
el
nombre
del
Señor
Jesús:
que
sigan
ustedes
portándose
(como
ya
lo
están
haciendo)
de
la
manera
que
nosotros
les
enseñamos
que
lo
hicieran
para
agradar
a
Dios”
(1
Ts.
4:1).
Su
testimonio
fue
una
influencia
bienhechora
que
impactó
poderosamente
en
su
sociedad
(1
Ts
1;
8,9).
La
iglesia
debe
cultivar
la
santidad
en
la
vida.
La
fe
y
la
vida
no
se
pueden
separar.
Los
creyentes
en
Cristo
deben
dar
evidencia
de
su
conversión
por
medio
de
su
manera
de
ser,
vivir
y
relacionarse.
En
un
mundo
donde
parece
gobernar
la
corrupción,
la
maldad
y
el
pecado,
los
cristianos
deben
dar
testimonio
de
una
vida
diferente.
Hay
que
ser
ejemplos
de
santidad,
paz,
justicia,
verdad,
fidelidad
e
integridad.
Esos
valores
deben
modelarse
en
la
conducta
personal,
la
vida
familiar,
el
trabajo,
las
relaciones
económicas,
las
relaciones
sociales,
la
respuesta
a
los
conflicto,
en
fin,
en
la
vida
entera.
Así
el
mensaje
de
la
iglesia
será
más
creíble.
El
mensaje
de
la
iglesia
tendrá
más
impacto
si
se
acompaña
de
la
santidad
de
vida;
solo
así
la
iglesia
podrá
ser
verdadera
sal
y
luz
en
el
mundo
(Mt.
5:
13-‐16).
5. La
iglesia
es
una
comunidad
de
obediencia
y
discipulado
en
la
Palabra
El
mensaje
de
la
palabra
fue
central
en
la
vida,
formación
y
transformación
de
la
congregación
de
Tesalónica
(1
Ts.
1:6-‐8;
2:13).
Pablo
declara
que
por
el
poder
de
la
palabra
los
tesalonicenses
se
hicieron
imitadores
del
Señor,
experimentaron
la
presencia
del
Espíritu
Santo
en
sus
vidas
y
se
convirtieron
en
modelo
y
canal
para
anunciar
esa
palabra
en
Macedonia
y
otros
lugares
(1
Ts.
1:6-‐8).
Por
la
palabra
conocieron
a
Jesús,
experimentaron
su
gracia
redentora
y
se
hicieron
discípulos
suyos.
El
poder
de
la
palabra
les
llevó
a
crecer
en
adoración
y
comunión
con
Dios,
en
su
testimonio
cristiano,
en
su
identidad
cristiana,
en
su
vida
comunitaria,
en
su
vocación
de
servicio
y
en
su
sentido
de
misión
en
el
mundo.
El
discipulado
y
la
formación
en
la
palabra
son
vitales
para
la
iglesia.
No
sólo
con
el
propósito
de
informar
sino
también
de
formar
y
transformar
vidas.
La
recomendación
de
Pablo
a
los
tesalonicenses
es
también
una
exhortación
para
nosotros:
“Hermanos,
sigan
firmes
y
manténganse
fieles
a
las
enseñanzas”
(2
Ts.
2:15).
Al
reflexionar
en
las
Escrituras,
los
creyentes
crecen
en
su
conocimiento
de
Dios,
afirman
su
identidad
en
Cristo,
sustentan
su
vida
cristiana,
experimentan
la
gracia
del
Espíritu,
fortalecen
sus
lazos
comunitarios
y
desarrollan
su
vocación
misional
en
su
contexto
e
historia.
En
síntesis,
por
la
palabra
las
personas
son
sostenidas
y
alimentadas
para
crecer
y
alcanzar
una
madurez
mayor
en
su
relación
con
Dios
y
sus
semejantes;
también
aprenden
a
ser
servidores
dignos,
testigos
verdaderos
y
mensajeros
fieles
del
evangelio.
Esta
es
una
era
de
peligros,
incertidumbres,
secularismo,
confusión
religiosa,
materialismo
salvaje,
pérdida
de
valores
éticos
y
crisis
en
la
moral.
Por
tanto,
volver
a
la
fuente
de
las
Escrituras
en
actitud
de
obediencia,
es
crucial
para
renovar
nuestra
identidad
y
misión
cristianas.
6. La
iglesia
como
comunidad
comprometida
con
la
misión
de
Dios
La
congregación
de
Tesalónica
abrazó
con
pasión
la
misión
de
Dios
en
la
tierra.
Ellos
anunciaron
las
buenas
nuevas
del
evangelio
con
su
presencia,
sus
palabras
y
sus
hechos
(1
Ts.
1:2-‐9).
Primero,
ellos
fueron
recipientes
del
mensaje
de
Dios
en
Cristo
y
de
su
amor
transformador.
Luego,
fueron
compartiendo
el
mensaje
del
amor
de
Dios
en
Macedonia,
Acaya
y
otros
lugares
(1
Ts.
1:9).
Seguramente,
ellos
lo
hicieron
mediante
una
diversidad
de
ministerios
y
acciones:
con
su
presencia
y
ejemplo
de
vida,
su
vocación
de
servicio,
su
voz
profética
y
con
la
predicación
de
la
palabra.
Al
igual
como
se
propagan
las
ondulaciones
o
círculos
concéntricos
que
se
generan
cuando
una
piedrecita
choca
con
la
superficie
del
agua,
así
el
mensaje
del
evangelio
se
fue
difundiendo
desde
la
congregación
de
Tesalónica,
causando
un
poderoso
impacto
en
la
vida
de
la
gente
y
en
aquellas
sociedades.
El
mensaje
proclamado
desde
Tesalónica,
tuvo
un
efecto
transformador
en
aquella
sociedad.
La
iglesia
de
Cristo
está
llamada
a
proclamar
el
mensaje
del
evangelio
en
todo
tiempo
y
contexto.
La
obra
redentora
y
transformadora
de
Cristo
no
se
realiza
en
un
vacío.
El
ha
creado
un
medio
para
que
toda
la
belleza
y
riqueza
del
mensaje
de
salvación
se
haga
manifiesta
en
la
vida
de
las
personas
y
en
la
sociedad
entera.
Este
medio
es
la
iglesia.
Allí
los
valores
de
la
nueva
humanidad
en
Cristo
se
hacen
manifiestos,
y
desde
allí
se
proclaman
y
promueven
hacia
la
sociedad
y
el
mundo.
Dios
sigue
llamando
a
participar
en
su
misión
(1
Pe.
2:9-‐10).
Nos
invita
a
la
tarea
divina
de
restauración
salvífica,
reconciliando
y
reuniendo
a
todos
los
pueblos
y
personas
en
la
familia
de
Dios.
Nos
llama
a
proclamar
el
reino
y
sus
valores
de
vida,
justicia
y
paz
–
un
reino
que
juzga
las
realidades
humanas
y
estructuras
de
pecado,
injusticia
y
violencia.
Nos
desafía
a
invitar
a
la
gente
a
una
nueva
vida
y
a
ser
parte
de
Su
comunidad
fiel;
una
comunidad
en
la
que
los
signos
del
reinado
de
Dios
ya
se
pueden
hacer
presentes
de
manera
anticipada6.
Esta
misión
implica:
• Dar
testimonio
de
ser
gente
que
confiesa
a
Cristo
y
le
sigue
en
la
vida.
• Predicar
el
evangelio
integral
con
nuestra
presencia,
palabras
y
hechos.
• Llamar
a
las
personas
al
arrepentimiento
y
conversión,
invitándoles
a
ser
parte
de
la
comunidad
del
reino
de
Dios:
la
iglesia.
• Formar
comunidades
de
discípulos
que
obedezcan
a
Jesús,
que
aceptan
a
Cristo
no
sólo
como
Salvador
sino
también
como
Señor,
Maestro
y
Ejemplo
a
seguir.
• Servir
con
amor
y
compasión
en
medio
de
las
necesidades
humanas
y
sociales.
• Ser
voz
profética
y
esperanzadora
ante
el
pecado,
la
injusticia
y
la
maldad.
• Participar
en
la
promoción
de
la
paz
y
la
trasformación
social
en
el
mundo.
CONCLUSION
El
modelo
y
compromiso
de
la
iglesia
de
Tesalónica
nos
resulta
formativo,
educativo
y
enriquecedor
hoy.
Aquellos
hermanos
buscaron
ser
fieles
a
Dios,
vivir
en
correspondencia
a
los
principios
del
evangelio,
y
ser
la
comunidad
del
Espíritu
del
Dios
viviente
que
participaba
de
Su
misión
en
el
mundo.
Claro
que
la
congregación
tuvo
sus
problemas
y
flaquezas.
Siendo
una
iglesia
nueva,
no
siempre
logró
hacerlo
todo
en
forma
perfecta,
tuvieron
sus
dudas
e
imperfecciones
humanas.
Por
eso
Pablo,
a
la
vez
que
reconoce
y
exalta
sus
virtudes
y
valores,
les
da
consejos
y
enseñanzas
para
crecer
en
su
fe,
identidad
y
vida.
Así
que
más
allá
de
algunas
6
Driver,
22-‐23.
debilidades,
hoy
podemos
ver
con
cuanta
seriedad
ellos
asumieron
su
compromiso
de
ser
la
comunidad
del
reino
de
Dios
en
el
mundo.
Se
esforzaron
por
crecer
en
fe
activa,
amor
servicial,
esperanza
viva,
discipulado
en
la
palabra,
testimonio
fiel
y
compromiso
con
la
misión
de
Dios.
Su
vida,
ejemplo
y
compromiso
misionero
impactó
poderosamente
en
la
vida
de
la
gente
y
la
sociedad
de
aquel
tiempo.
Y
su
testimonio
nos
inspira
a
nosotros
hoy.
Hoy
el
Espíritu
de
Dios
nos
llama
a
renovar
nuestro
sentido
de
ser
la
comunidad
del
reino
que
vive
su
evangelio
y
lo
anuncia
para
contribuir
a
la
transformación
del
mundo.
Frente
a
las
condiciones
desesperantes
del
mundo
actual,
somos
llamados
a
ser
modelos
y
ejemplos
de
conversión,
fe,
amor
servicial,
palabra
fiel,
esperanza
viva
y
compromiso
con
la
proclamación
del
reino
de
Dios.
Una
iglesia
capaz
de
resistir
los
males
de
este
tiempo,
le
comunica
significado,
dirección
y
sentido
a
la
vida
desde
la
verdad
del
evangelio.
En
su
primera
carta,
Pablo
le
dice
a
los
creyentes
de
Tesalónica:
“¿Quiénes
sino
ustedes
son
nuestra
esperanza,
nuestra
alegría
y
la
corona
de
la
que
nos
sentiremos
orgullosos
ante
Jesús,
nuestro
Señor,
cuando
venga?
Ustedes
son
nuestra
gloria
y
nuestra
alegría”
(1
Ts.
2:19).
¡Qué
palabras
tan
bellas
y
animadoras!
¿Podría
decirse
eso
de
nuestras
comunidades
de
fe?
¿Podrían
estas
palabras
aplicarse
con
alegría
a
la
iglesia
cristiana
de
Guatemala?
En
medio
de
los
males,
conflictos
y
encrucijadas
en
que
vivimos,
debemos
esforzarnos
por
ser
la
iglesia
que
Dios
quiere:
una
iglesia
que
anticipa
el
reino
mediante
la
vivencia
y
práctica
delos
valores
del
evangelio
de
Jesús,
que
se
involucra
activamente
en
la
misión
salvífica
y
transformadora
del
Dios
Viviente,
mientras
aguarda
con
fe
y
esperanza
la
instalación
plena
y
total
de
Su
reinado
divino
en
el
cosmos.
Que
el
Señor
nos
ayude
a
encarnar
y
vivir
Su
voluntad
en
esta
hora
crucial
en
que
vivimos.
Willi
Hugo
Pérez
L
Guatemala,
agosto
de
2010