Los 7 Habitos de La Gente Altamante Efectiva - Ensayo II

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LOS 7 HABITOS DE LA GENTE ALTAMENTE EFECTIVA

Capítulo II

ENSAYO

CD2 Saavedra Crespo Juan Pablo

ESCUELA MILITAR DE AVIACION “MARCO FIDEL SUAREZ”

CURSO 95

CALI

NOVIEMBRE 2020
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“LOS 7 HÁBITOS DE LA GENTE ALTAMENTE EFECTIVA”

En este ensayo haremos la síntesis del Capítulo II del libro que se denomina la VICTORIA

PRIVADA, este capítulo nos lleva a analizar los primeros tres hábitos de la gente altamente

efectiva, en primer lugar encontramos el primer hábito que se denomina “Sea proactivo”, el

autor nos dice que ese hábito nos da la libertad para poder escoger nuestra respuesta a los

estímulos del medio ambiente porque ello faculta para responder de conformidad con nuestros

principios y valores. Ésta sería la cualidad que nos distingue de los demás, que nos hace

humanos y nos permite afirmar que somos los arquitectos de nuestro propio destino.

Las capacidades de ver, sentir y pensar de los seres humanos se denominan

«autoconciencia»; que es la aptitud para pensar en los propios procesos de pensamiento. Ésta es

la razón que el hombre posea el dominio de todas las cosas del mundo y que pueda realizar

progresos significativos de generación en generación. Por eso podemos evaluar y aprender de

las experiencias de los otros, tanto como de las nuestras. Por eso podemos crear y destruir

nuestros hábitos.

La autoconciencia nos permite distanciarnos y examinar incluso el modo en que nos

«vemos»: ver el paradigma de nosotros mismos, que es el más fundamental para la efectividad,

afecta no sólo a nuestras actitudes y conductas, sino también al modo en que vemos a las otras

personas.

De hecho, mientras no tengamos en cuenta cómo nos vemos a nosotros mismos (y cómo

vemos a los otros) no seremos capaces de comprender cómo ven los otros y qué sienten acerca

de sí mismos y de su mundo. Esto limita significativamente nuestro potencial personal y

también nuestra capacidad para relacionarnos con los demás. Pero a causa de la singular
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capacidad humana de la autoconciencia, podemos examinar nuestros paradigmas para

determinar si son principios basados en la realidad, o están en función de condicionamientos y

condiciones irreales.

La palabra proactividad es ahora muy común en los textos de dirección de empresas, se trata

de un término que no se encuentra en la mayoría de los diccionarios. No significa sólo tomar la

iniciativa. Significa que, como seres humanos, somos responsables de nuestras propias vidas.

Nuestra conducta es una función de nuestras decisiones, no de nuestras condiciones. Podemos

subordinar los sentimientos a los valores.

La diferencia entre las personas que toman la iniciativa y las que no lo hacen equivale

literalmente a la diferencia entre el día y la noche. Las empresas, los grupos comunitarios, las

organizaciones de todo tipo (incluso las familias) pueden ser proactivos. Pueden combinar la

creatividad y los recursos de los individuos proactivos para crear una cultura proactiva dentro de

la organización.

Las personas proactivas centran sus esfuerzos en el círculo de influencia. Se dedican a las

cosas con respecto a las cuales pueden hacer algo. Su energía es positiva: se amplía y aumenta,

lo cual conduce a la ampliación del círculo de influencia.

Por otra parte, las personas reactivas centran sus esfuerzos en el círculo de preocupación. Su

foco se sitúa en los defectos de otras personas, en los problemas del medio y en circunstancias

sobre las que no tienen ningún control. Entonces hay que ser proactivos y no reactivos.

El segundo hábito, “Comenzar con un fin en mente”, es lo que hace posible que nuestra

vida tenga razón de ser, es la visión de lo que queremos lograr y que permite que nuestras

acciones estén dirigidas a lo que verdaderamente es significativo en nuestras vidas. Es el rumbo


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o destino que debemos dar a nuestras vidas para que no sean un velero sin puerto que va al

vaivén del viento sin rumbo claro y definido.

Empezar con un fin en mente significa comenzar con una clara comprensión de su destino.

Significa saber a dónde se está yendo, de modo que se pueda comprender mejor dónde se está, y

dar siempre los pasos adecuados en la dirección correcta.

Cuando sabemos qué es lo verdaderamente importante para nosotros, y, manteniendo ese

cuadro en la mente, actuamos cada día para ser y hacer lo que en realidad nos interesa. Si la

escalera no está apoyada en la pared correcta, cada paso que demos no hará más que acercarnos

al lugar erróneo.

La comprensión del principio de nuestro propio desarrollo nos permite escoger principios

correctos, cuanto más aprendamos, con mayor claridad podremos enfocar la óptica a través de la

cual vemos el mundo. En conclusión se deben tener metas perfectamente analizadas y definidas

que nos mantengan en el camino indicado.

El tercer habito denominado “Poner primero lo primero”, se refiere a dedicar tiempo a las

actividades que verdaderamente dan sentido a nuestras vidas y que nos permite liberarnos de la

tiranía de lo urgente. La balanza está en saber definir qué es lo importante y que es lo urgente, es

la disciplina de llevar a cabo lo importante, lo cual nos permite convertir en realidad la visión

que forjamos de seguir un rumbo trazado y definido.

Es nuestra capacidad para comprometernos a mantener los compromisos con nosotros

mismos, de «hacer lo que decimos». Es respetarse a uno mismo, una parte fundamental de la

ética del carácter, la esencia del desarrollo proactivo.


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La idea esencial de priorizar, de clarificar valores, de comparar la importancia relativa de las

actividades. Además, se centra en el establecimiento de metas, objetivos a largo, medio o corto

plazo hacia los cuales se orientarán el tiempo y la energía, en armonía con los valores. También

incluye el concepto de la planificación diaria, del plan específico para alcanzar las metas y

actividades a las que se atribuye mayor valía.

Las materias urgentes son por lo general muy visibles. Nos presionan; reclaman acción. A

menudo complacen a otros. Por lo general las tenemos ante nuestras propias narices, como por

ejemplo estar contestando el teléfono.

La importancia, por otra parte, tiene que ver con los resultados. Si algo es importante, realiza

una aportación a nuestra misión, a nuestros valores, a nuestras metas de alta prioridad.

La administración del tiempo es el factor fundamental en decidir y diferenciar lo urgente de

lo importante, que no se nos vaya el tiempo atendiendo cosas urgentes dejando de lado las cosas

importantes por ejemplo, construir relaciones, redactar un enunciado de la misión personal, la

planificación de largo alcance, la ejercitación, el mantenimiento preventivo, la preparación,

todas esas cosas que sabemos que hay que hacer, pero que solemos eludir, porque no son

urgentes.

REFERENCIAS

Covey S. (2003). Editorial Paidós. Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva.

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