La Historia
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transistor
IGNACIO MÁRTIL
31 MARZO, 2017
Ignacio Mártil
Catedrático de Electrónica de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Real
Sociedad Española de Física
Hoy en día tenemos a nuestro alcance instrumentos y dispositivos que han modificado
sustancialmente los hábitos y costumbres de la vida cotidiana, cuyo funcionamiento se
rige por las leyes de la electrónica: teléfonos móviles, ordenadores, televisores, equipos
de audio, etc. Con la excepción de algunos equipos de sonido, todos ellos están fabricados
con circuitos integrados, que a su vez, están compuestos por miles de millones de
transistores. Pero esto no siempre ha sido así, antes de la invención del transistor también
había multitud de equipos que utilizaban las propiedades de los electrones para funcionar
y cumplir determinadas tareas.
1. La era pre-electrónica
Se puede decir que la electrónica comienza con la válvula de vacío, un dispositivo que es
lo que su nombre indica: un tubo de vidrio dentro del que se ha hecho el vacío; al poner
en sus extremos contactos eléctricos y bajo ciertas condiciones de trabajo, se puede
obtener una corriente eléctrica.
Con posterioridad, Fleming trabajó en el campo de los receptores de ondas de radio; fruto
de esa actividad, en 1904 obtuvo una patente en Estados Unidos (US 803684) para un
nuevo tipo de detector, que Fleming denominó "thermionic valve" (válvula termoiónica)
también conocido como diodo o válvula de vacío. En ese dispositivo, la corriente circula
exclusivamente en una dirección, lo que es crítico para el correcto funcionamiento de los
detectores de ondas de radio, que debían convertir corriente alterna en continua. De este
modo, el dispositivo de Fleming encontró aplicación práctica inmediata en la incipiente
industria de la radio que se desarrollaba por aquellos años.
Un año clave en la historia de la electrónica fue 1907, ya que fue entonces cuando Lee De
Forest (1873-1961) patentó (US 879532) el primer dispositivo que era capaz de amplificar
una señal electrónica, dispositivo que él llamó audión y que hoy conocemos como triodo
de vacío.
En la década de los años 30 y 40, los tubos de vacío representaban el máximo desarrollo
en los equipos de radio y de teléfono. En algunas ocasiones, se habían intentado sustituir
por cristales de semiconductores, pero eran tan imprevisibles en su funcionamiento, que
casi era un milagro que trabajaran correctamente; los tubos de vacío eran simples y
funcionaban siempre y la mayoría de los científicos consideraban que el futuro de la radio
y de las comunicaciones telefónicas pasaba por mejorar estos dispositivos.
Sin embargo, un científico de los Bell Labs, Russell Ohl (1898-1987), no creía en las
excelencias de los tubos de vacío y se dedicó de lleno al estudio de las propiedades de los
semiconductores, teniendo que pelearse de vez en cuando con sus jefes para que le
dejaran continuar. Los cristales semiconductores de silicio fabricados en aquellos años
mostraban un comportamiento errático e irreproducible, pero Ohl creía que se debía a la
presencia de impurezas no controladas y no a un problema inherente al propio
semiconductor. Pensó, de manera premonitoria, que si se purificaba bien el silicio, los
semiconductores proporcionarían las propiedades que todos estaban buscando para
mejorar las comunicaciones telefónicas.
Los trabajos de Ohl abrieron en los Bell Labs la idea de que los cristales de
semiconductores podían llegar a sustituir a las válvulas de vacío. Pero para que esas ideas
cristalizaran, quedaba más de una década, durante la que las válvulas siguieron
dominando la electrónica de los instrumentos que la Segunda Guerra Mundial (en lo que
sigue, II GM) impulsaría decisivamente: el radar y las primeras calculadoras electrónicas.
Sobre el radar de esos años escribiré un texto en otra ocasión; en el siguiente apartado
analizaré una de las grandes computadoras construida con válvulas de vacío.
Con la válvula de vacío en todas sus variantes (triodos, pentodos, etc.) se podían realizar
todas las funciones electrónicas imaginables. Sin embargo, las limitaciones del dispositivo
eran también bastante claras en cuanto a su tamaño, consumo de energía, tiempo de vida
medio y fiabilidad. Uno de los puntos claves a eliminar era el filamento, que al estar
necesariamente incandescente producía dos efectos negativos: un consumo de potencia
excesivo y un calentamiento que disminuía la fiabilidad, volviendo al dispositivo frágil.
Estas limitaciones se pusieron claramente de manifiesto con los intentos de realizar
computadores numéricos, como veremos a continuación.
Inicialmente motivado por las necesidades militares impuestas por la II GM, el ejército de
los Estados Unidos promovió en 1943 la construcción de una máquina capaz de calcular
con precisión las trayectorias de los proyectiles de artillería. Fruto de esos trabajos nació
ENIAC, acrónimo de "Electronic Numerical Integrator And Computer" (Computador e
Integrador Numérico Electrónico), que fue el primer ordenador de propósito general,
aunque no se terminó de construir hasta 1946. Era bastante similar a la
computadora Colossus, utilizada por los británicos durante la guerra para descifrar
el código de comunicaciones del ejército alemán, la máquina Enigma.
La ENIAC representa el máximo apogeo de los instrumentos construidos con válvulas y
también puso en evidencia sus grandes limitaciones. Fue construida en la Universidad de
Pensilvania, podía realizar cerca de 5000 sumas y 300 multiplicaciones por segundo y era
un verdadero monstruo: ocupaba una superficie de 167 m², pesaba 27 Toneladas, medía
2,4 m x 1 m x 30 m. Su estructura estaba integrada por 17.500 tubos de vacío, 7.200
diodos, 1.500 relés, 70.000 resistencias, 10.000 condensadores y cinco millones de
soldaduras.
Tras la II GM, Bell Labs se propuso resolver el problema, creando un grupo de trabajo
multidisciplinar, integrado por físicos, ingenieros, químicos, etc. Tras dos años de arduo
trabajo, descubrieron el transistor de puntas de contacto, siendo sus artífices John
Bardeen (1908-1991) y Walter H. Brattain (1902-1987), tal y como he contado en este
artículo. Para fabricarlo, Brattain pego una tira de papel de oro en la esquina de un
triángulo de plástico, un material aislante. Con una cuchilla de afeitar, corto el oro justo en
el borde del triángulo, consiguiendo que los extremos estuvieran separados tan solo por el
ancho de un cabello. El triángulo con los hilos de oro adosados en sus lados se colocó
entonces encima de una pieza de un semiconductor (germanio), presionando ligeramente
su superficie por medio de un muelle. Este montaje funcionó como el primer amplificador
con semiconductores de la historia. La figura muestra a sus inventores, junto con un
esquema del dispositivo, auténticamente artesanal:
Este dispositivo tenía un comportamiento muy poco reproducible y era muy ruidoso. El
jefe del equipo, Wiliam B. Shockley (1910-1989), ideo otro dispositivo más fiable, que
permitió fabricar transistores con comportamiento reproducible; pero esa es otra historia,
que he relatado en este otro artículo.
Lo que vino después fue la consolidación del transistor como dispositivo de referencia en
el campo de la electrónica, el circuito integrado, etc. Este vídeo hace un excelente y
detallado repaso a esa historia:
Referencia:
https://blogs.publico.es/ignacio-martil/2017/03/31/la-historia-de-la-electronica-antes-del-
transistor/