Curso Basico de Liturgia
Curso Basico de Liturgia
Curso Basico de Liturgia
¿Que es la liturgia?
Liturgia (leitourgi,a) es un término que, al pie de la letra se traduce como obra pública.
La palabra surge en un ámbito más pagano que sagrado. Desde antes de la era cristiana ya se
utilizaba la palabra para referirse a una acción religiosa que afectaba o tenía que ver con toda la
comunidad, es decir, que era pública. 1 En la vida de la Iglesia, la palabra liturgia designa "el
ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y cada uno a su
manera realizan la santificación del hombre, y así el cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la
cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro.
En consecuencia, toda celebración, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la
Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, en el mismo título y en el mismo grado, no
la iguala ninguna otra acción de la Iglesia" .2
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos ver a la liturgia verdaderamente como el arte de la
celebración.
Sacramentos
Liturgia de la Horas
Litúrgico
(Público)
Sacramentales
Culto
Los actos de culto público son un patrimonio que Cristo ha dado a su Iglesia. Por tanto, nadie
1
Cfr. KUNZLER MICHAEL, La liturgia de la Iglesia, edit. EDICEP, Valencia, 1999, p. 47 (= amateca, X)
2
SC 7 (Sacrosanctum Concillium, constitución sobre la liturgia del Concilio Vaticano II)
3
CERVANTES CONTRERAS J. DEL CARMEN / SÁNCHEZ GIL BLANCA, Curso básico de liturgia,
edit. Buena Prensa, México, 2003. p. 15
1
Curso básico de liturgia 2007-2008
╬
Laxismo Liturgia Rubricismo
Equilibrio vs extremos
a) dimensión trinitaria
El Padre nos da a su Hijo hecho hombre; Cristo actúa en nosotros para unirnos vitalmente al Él,
somos hijos en el Hijo; el Padre nos acoge para amarnos con el mismo amor que tiene por su Hijo
y para que nosotros lo amemos como el Hijo. Todo este amor se lleva a cabo por obra del Espíritu
Santo.
b) dimensión eclesial
La acción litúrgica es esencialmente comunitaria y eclesial. Comunitaria en cuanto expresa siempre
un "nosotros", pues Dios nos elige y salva como pueblo. 4
Es eclesial porque siempre es celebración de todo el Cuerpo de Cristo, no pueden existir
celebraciones individuales, pues aunque uno solo esté, toda la Iglesia está con él, no sólo la Iglesia
terrena, sino también la celestial, los Santos y todos los que ya gozan de la vida eterna. 5
c) dimensión antropológica
Dios ha tomado la iniciativa al revelarse, al hacer un descenso (catábasis) y el hombre, por eso,
puede aspirar a un ascenso (anábasis) hacia Dios. Por el descenso de Dios se da la santificación, el
ascenso a Dios es el culto.6
"La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, es la fuente
de donde mana toda su fuerza."7
La liturgia y su expresión
En la liturgia no se conjuntan una serie de elementos mágicos, sino que hace presente una realidad
trascendente (la realidad de Dios) a través de signos y símbolos, tomados de la realidad humana,
desde la tradición bíblica y a través de la experiencia que la Iglesia ha ido teniendo a lo largo de
dos milenios. Resulta muy necesario, pues, la comprensión de estos signos y símbolos, de manera
4
Cfr. LG 9 (Lumen Gentium, Constitución dogmática sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II)
5
Cfr. Op. Cit. CERVANTES / SÁNCHEZ, pp. 16-18
6
Cfr. Op. Cit. KUNZLER, pp. 31-36
7
SC 10
2
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que realmente signifiquen y “hablen” de la realidad que se nos hace presente pero que, de no ser
por medio de ellos, no podríamos percibirla.
LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA
"En la celebración de la Misa se culmina la acción con que Dios santifica en Cristo al mundo, y el
culto que los hombres tributan al Padre, adorándolo por medio de Cristo, Hijo de Dios, en el
Espíritu Santo." 8
En la celebración de la Eucaristía o Misa, la Iglesia encuentra un lugar privilegiado dentro de la
acción litúrgica. Cada uno de los Sacramentos tiene en la Eucaristía un punto de encuentro.
Aunque la celebración de la Misa no tiene "partes" o secciones, sino que es un todo celebrativo,
para su comprensión se suele dividir en dos partes principales: Liturgia de la Palabra y Liturgia
Eucarística, acompañadas por otros ritos.
A grandes rasgos notamos 5 momentos en la celebración:
Ritos Iniciales
Liturgia de la Palabra
Liturgia Eucarística
Rito de Comunión
Ritos finales
Tratemos de ver cada momento.
Todo comienza en el secretarium o sacristía. Los ministros se revisten, cada quien con sus
correspondientes vestiduras litúrgicas.
Los Sacerdotes: alba, cíngulo, estola y casulla. El Obispo además lleva solideo, mitra, báculo y cruz
pectoral.
Los diáconos: alba, cíngulo, estola diaconal y dalmática.
Los demás ministros llevan vestiduras debidamente instituidas. En caso de que algún ministro
(acólito, lector, etc.) porte sotana o hábito, se revestirá con sobrepelliz (cota).
I RITOS INICIALES
Teniendo en cuenta esta estructura básica, la procesión se adecua según las circunstancias.
La procesión de entrada no es un "desfile", sino que es un signo que muestra la realidad de la
Iglesia que peregrina hacia su Señor.
8
IGMR 16 (Institución General del Misal Romano, tercera edición típica)
9
CE 128 (Ceremonial de los Obispos)
3
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Mientras avanza la procesión, el coro entona el canto de entrada, según la normatividad del canto.
Si la procesión pasa delante de la capilla del Santísimo Sacramento, no se detiene ni se hace
genuflexión.
Cuando no hay quien entone el canto de entrada o procesional, alguno de los fieles, o un lector,
recitará la antífona de entrada, que aparece en el Misal, desde un lugar oportuno (no desde el
ambón), incluso desde su lugar entre los demás miembros de la asamblea, según sea la
oportunidad. En su defecto, el sacerdote mismo puede recitar dicha antífona.
La cruz y ciriales se colocan en un lugar conveniente.
El evangeliario se coloca sobre el altar.
Todos al entrar al presbiterio hacen profunda reverencia. Los diáconos, presbíteros y el obispo,
además, besan el altar.
El obispo deja la mitra y báculo e inciensa el altar en rededor, la imagen de Cristo crucificado con
tres movimientos dobles y la imagen del santo patrono o del día con dos movimientos dobles.
“Llevar incienso en la procesión de entrada e incensar el altar que va a ser centro de la celebración
eucarística, así como la cruz, indica el respeto al lugar, a la cruz y al altar, significando también el
tono festivo y sagrado de la acción que empieza”. 10
El incienso
La liturgia da importancia a todos los sentidos, por lo que la
celebración además del canto (auditivo), de la ornamentación
(visual), se abre con un elemento olfativo: el buen olor de Cristo.
Se trata de resinas olorosas que se queman en un hornillo y
desprenden un humo blanco y perfumado. Hay varios signos
presentes: el fuego que quema, el incienso que se consume, el
humo que sube e inunda el ambiente y el perfume que despide.
El incienso crea una atmósfera agradable y festiva en torno a lo
que se inciensa, a la vez que da un aire entre misterioso y sagrado
por la sutil impalpabilidad de su perfume y de su humo.
Expresa el respeto y reverencia hacia la persona o símbolo que es
incensado.
Indica la actitud de oración y elevación de la mente hacia Dios
(Cfr. Sal 140,2; Ap 8,3).
Amén
El verbo hebreo amán (nama) tiene un significado profundo (estar
apoyado sobre una roca firme, con la certeza plena de que no se
moverá), que rebasa a cualquier posible traducción a otras lenguas,
por lo que no debe traducirse, sino pronunciarlo con la certeza propia
de esta palabra que, en sentido estricto, sólo puede dirigirse hacia
Dios, por ser el único en quien se puede depositar la confianza de
una manera tan radical.
Luego, saluda al pueblo con una fórmula de saludo litúrgico. No se trata de un saludo personal,
sino de Cristo.
10
ALDAZABAL JOSE, Gestos y símbolos, edit. CPL, Barcelona, 2003 (=Dossiers cpl, 40), p. 215
4
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La formula “El Señor esté con ustedes” (Dóminus vobiscum) es una cita de Rt 2,4, y su
correspondiente respuesta “Y con tu espíritu” (et cum spirituo tuo) es conservada de la tradición
hebrea, para decir lo que en español sería simplemente “ Y también contigo”.11 El uso del subjuntivo
en el saludo y no un indicativo (el Señor está con ustedes) puede desconcertar, pero más que un
deseo, se expresa una afirmación y, podríamos decir que es una profesión de fe, al afirmar una
realidad: Cristo está presente en la asamblea y en el sacerdote.
El que preside puede utilizar otras fórmulas que aparecen en el misal, incluso elaborar propias, pero
conservando el sentido mencionado.
El pueblo, además de la fórmula Y con tu espíritu, puede utilizar:
Bendito seas por siempre, Señor.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Las tres fórmulas de respuesta del pueblo mantienen el sentido de confesar que en el sacerdote
está presente el Señor.
Cualquiera de las tres fórmulas señaladas pueden utilizarse, pero hay que diseñar algún medio para
que la asamblea se unifique en la respuesta.
Después del saludo se puede hacer una breve introducción a la celebración del día.
Cuando se hace aspersión con el agua o se utiliza la tercera fórmula del acto penitencial, no se dice
el "Señor, ten piedad", de igual forma si lo dictan las rúbricas del día. En estos casos se pasa al
himno de "Gloria", cuando así lo señalen las rúbricas del día.
En la asamblea eucarística los fieles juntos se reconocen ante Dios como pecadores (que se han
desviado, de algún modo, del camino que conduce hacia el Padre), pero que desean retomar la
senda que dirige hacia él. En las tres primeras fórmulas de acto penitencial el pueblo pide el perdón
de sus pecados veniales, apelando a la misericordia divina (Nota: este acto no sustituye la
confesión sacramental, para el caso de los pecados mortales) y de hecho lo obtiene, por las
palabras de absolución que el sacerdote (y sólo él) pronuncia: Dios todopoderoso tenga
misericordia de nosotros…
En el caso de la aspersión con agua bendita, se trata de un sacramental que nos recuerda nuestro
bautismo y su acción renovadora, por lo que también tiene efectos absolutorios para los pecados
veniales.
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El “Señor ten piedad” es una invocación a Cristo, que se reconoce como Señor. Se canta o se
recita, según las circunstancias, teniendo en cuenta lo que se dijo en referencia con el acto
penitencial. Es necesario rescatar que no se debe añadir nada a esta invocación, mucho menos
darle sentido penitencial, ya que este sentido correspondió al momento anterior de la celebración.
Se aprecia mejor el sentido invocativo en el griego, de donde surge originalmente.
kyrie eleeison (Ku,rie eleei,son)
Criste eleeison (Cri,ste eleei,son)
Se utiliza un vocativo para exclamar ¡Señor! ¡Cristo!, y va acompañada esta exclamación por el
verbo griego elee,w, que más que pedir piedad, en el sentido de implorar desesperadamente un
perdón -como en español da la idea-, indica la capacidad de compadecerse. Es pues, una
invocación a Cristo, en quien reconocemos que está nuestra única esperanza, al ver nuestra
pequeñez, frente a la grandeza de Dios.
Es antiquísimo himno (s. IV) donde la comunidad de creyentes alaba al Dios Uno y Trino. 13
Surge en torno a la fiesta de Navidad, de ahí que las palabras iniciales del gloria se han tomado del
canto de alabanza de los ángeles en el campo de Belén (Lc 2,14). Poco a poco se fue extendiendo
su uso a otras fiestas y a los domingos por ser un himno con el que la Iglesia, reunida en el Espíritu
Santo, alaba al Padre y suplica al Hijo.14
Por su naturaleza misma debe ser cantado, sin embargo puede recitarse. En todo caso debe
respetarse el texto litúrgico.
Se canta o recita en los domingos, excepto en adviento o cuaresma por ser tiempos que requieren
cierta austeridad, y éste es un himno eminentemente festivo. También se canta o recita en toda la
octava de Pascua (toda la semana siguiente al domingo de resurrección); así como en las fiestas y
solemnidades, inclusive si éstas se celebran en cuaresma o adviento.
La oración colecta concluye la parte de apertura de la misa. En ella el sacerdote que preside
“recoge sintetiza y reúne los sentimientos que en silencio ha rezado la asamblea.” 15
Ésta es la primera de las oraciones presidenciales, “que el sacerdote, en el que el mismo Cristo
preside a la comunidad, dirige a Dios en nombre de todo el pueblo santo y de todos los
presentes…”16 El sacerdote exhorta a la oración en silencio: oremos.
La estructura de la oración colecta es la siguiente:
1 invocación a Dios (p. ej. ¡Oh, Dios!)
2 predicación en forma de relativo (p. ej. …que en tu bondad…)
3 mención de la petición (p. ej. …Concédenos…)
4 fórmula trinitaria (p. ej. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que es Dios y vive y rena en la
unidad del Espíritu Santo…)
La conclusión trinitaria de la oración colecta resume toda una cuestión teológica de gran
profundidad: Cristo es sumo sacerdote que intercede por nosotros (Hbr 7,25), pero no se trata de
una intercesión jerárquica (como si fuese inferior de la persona ante el que intercede –su Padre-),
lo que es una herejía (llamada arrianismo); sino que se señala claramente que es una intercesión
ante el Padre, por la acción del Espíritu Santo, con quienes vive y reina, en la misma dimensión
divina.
Hay que enfatizar en el carácter presidencial de esta oración, por lo que solamente es pronunciada
13
Cfr. Op. Cit. KUNZLER, p. 320
14
Cfr. Op. Cit. CERVANTES / SÁNCHEZ, p. 31
15
ibidem
16
Op. Cit. KUNZLER,p. 321
6
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(recitada o entonada) por el sacerdote que preside la celebración y no por toda la asamblea; lo cual
se simboliza por la postura del sacerdote: eleva las manos.
Manos elevadas
Significan -y simbolizan- una actitud de ofrecimiento y de invocación
a Dios. Son manos que toman, en un sentido horizontal, la plegaria
de sus hermanos y la dirige, en un sentido vertical, hacia Dios. Es
una postura corporal eminentemente sacerdotal.
Hasta aquí terminan los llamados ritos iniciales, hasta este punto toda la asamblea permaneció de
pie.
Estar de pie
Es una postura característica del hombre, frente a la mayoría de los
animales (homo erectus), símbolo de su dignidad como rey de la
creación. Estar de pie, encierra, también, una serie de signos:
respeto, disponibilidad, libertad, postura propia de los vivos
(resucitados).
Orientaciones prácticas.
7
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“La palabra de Dios, propuesta continuamente en la liturgia, es siempre viva y eficaz por el poder
del Espíritu Santo, y manifiesta el amor activo del Padre, que nunca deja de tener eficacia para con
los hombres.”17
“Las lecturas tomadas de la Sagrada Escritura, con los cantos que se intercalan, constituyen la
parte principal de la liturgia de la Palabra; la homilía, la profesión de fe y la oración universal u
oración de los fieles, la desarrollan y concluyen. En las lecturas, que luego desarrolla la homilía,
Dios habla a su pueblo, le descubre el misterio de la Redención y Salvación, y le ofrece el alimento
espiritual; y el mismo Cristo, por su Palabra, se hace presente en medio de los fieles. Esta palabra
divina la hace suya el pueblo con sus cantos y mostrando su adhesión a ella con la profesión de fe;
y una vez nutrido con ella, en la oración universal, hace súplicas por las necesidades de la Iglesia
entera y por la salvación de todo el mundo.”18
1. Las lecturas.
1.1 Los ciclos de lecturas.
El Concilio Vaticano II pidió que se abrieran los tesoros bíblicos de modo que en un determinado
número de años fueran leídas al pueblo de Dios las partes más importantes de la Sagrada
Escritura.19 Así se hizo, y se ordenaron en tres ciclos festivos o dominicales, denominados A, B, C.
El ciclo festivo comienza con el primer domingo de adviento y termina con la fiesta de Cristo, Rey
del Universo, de tal modo que un mismo ciclo acompaña a todo el año litúrgico.
Por ejemplo, en adviento de 2006 comenzó el ciclo festivo o dominical C, y continúa hasta la mayor
parte del año civil 2007; al comenzar el adviento del año 2007, el ciclo festivo cambiará al “A”, y así
sucesivamente.
En cuanto a la lectura dominical del Evangelio, el ciclo A, está mayormente acompañado por el
Evangelio según san Mateo; el ciclo B, por el evangelio de San Marcos; y el ciclo C, por el Evangelio
de san Lucas. No debe extrañar que este orden se altere en algunas ocasiones. El Evangelio de san
Juan queda para ciertas solemnidades y algunos domingos.
Las lecturas que se proclaman a lo largo de la semana están ordenadas de modo diferente: en dos
ciclos denominados años pares y años pares, según el año civil en curso y esto solamente para el
tiempo ordinario, pues los demás tiempos litúrgicos tienen una ordenación de lecturas que cada
año es la misma. Por ejemplo, para el tiempo ordinario del año civil 2007 corresponden las lecturas
de los denominados años impares.
Las lecturas, en el orden establecido, han sido consignadas en libros llamados leccionarios, en tres
tomos y el Evangeliario.
a) Tomo I: Tiempo de Adviento, Cuaresma, Triduo Pascual, Pascua y semanas I-IX del tiempo
ordinario. También están incluidas, a modo de apéndice, las lecturas propias para las
principales fiestas y solemnidades que se celebren durante estos tiempos.
b) Tomo II: semanas X-XXIV del tiempo ordinario. También están incluidas, a modo de
apéndice, las lecturas propias para las principales fiestas y solemnidades que se celebren
durante estos tiempos.
c) Tomo III: contiene lecturas para celebraciones peculiares, tales como misas rituales,
celebraciones de los santos, etc.
d) Evangeliario: contiene las lecturas evangélicas de todos los domingos del año, así como de
las principales solemnidades.
17
OLM (Ordenación de las lecturas de la Misa) 4
18
IGMR 55
19
Cfr SC 51
8
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Para los días feriales (durante la semana), para las fiestas y memorias, sólo se leen dos lecturas,
además del Salmo y de la aclamación. El orden de las lecturas es el siguiente:
1- primera lectura (tanto del antiguo como del nuevo Testamento par todos los tiempos,
excepto en Pascua, que siempre será del nuevo Testamento).
2- Salmo
3- Aclamación antes del Evangelio (Aleluya para todos los tiempos, excepto para Cuaresma)
4- segunda lectura (Siempre del Evangelio)
Las solemnidades, las fiestas –incluso algunas memorias- tienen lecturas propias, pero siempre
respetando el orden y el número de lecturas señalado.
La posibilidad de seleccionar otros textos bíblicos, distintos a los que establece la ordenación del
leccionario, está muy limitada para los domingos y para los llamados “tiempos fuertes”, pero queda
abierta para las ferias del tiempo ordinario y las celebraciones del santoral.
Durante los domingos, ordinariamente se ha de respetar el orden ya establecido, pero en algunas
solemnidades del Señor, que se celebran en domingo o que coinciden en domingo se llegan a
cambiar las lecturas del ciclo corriente. Las solemnidades del Señor (por ejem. Cristo Rey, Navidad,
etc.) ya tienen igualmente seleccionadas y establecidas sus lecturas.
En el caso de las solemnidades del santoral, su celebración en domingo se efectúa atendiendo al
bien pastoral de la comunidad. Sólo en estas circunstancias se puede modificar la estructura de la
misa dominical y sólo cuando no es posible –o conveniente- mover la celebración a otro día. En la
solemnidad del patrono de la comunidad, se pueden elegir lecturas propias.
Durante los tiempos de adviento, cuaresma y pascua, en las misas que se celebren a lo largo de la
semana, es preferible no cambiar el orden establecido de las lecturas, sobre todo cuando se trata
de lecturas continuadas, pero si se ve la necesidad de proclamar otros textos, se recomienda que
se lea al día siguiente tanto el texto omitido como el correspondiente a ese día, proclamándolo
como una misma lectura, de tal modo que no se interrumpa la lectura continuada.
Durante el triduo pascual nunca se podrán cambiar las lecturas de la misa.
20
Cfr. IGMR 57
9
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Durante las semanas del tiempo ordinario, se pueden cambiar los textos bíblicos por otros que se
consideren convenientes.21
El lugar de la proclamación.
El lugar propio y ordinario de la Liturgia de la Palabra es el ambón, especialmente las lecturas, que
deben ser leídas siempre desde ese lugar.22
El Libro.
Los libros litúrgicos y, por tanto, adecuados y propios para realizar la lectura bíblica en toda
celebración litúrgica son el Leccionario, el Evangeliario y los rituales legítimamente aprobados. En el
caso concreto de la Misa, siempre deben tomarse las lecturas del leccionario pues, además de
ofrecer una presentación más decorosa y digna, ofrecen un formato que favorece a la adecuada
proclamación. Es, por tanto, indebido utilizar la hojita dominical, el misalito, o el propio mensual,
para esta acción sagrada.
Ante la aparente dificultad que presenta el uso del leccionario, la solución es clara: aprender a
utilizarlo debidamente.
El ministro.
En toda acción litúrgica con presencia de fieles, debe dejarse la proclamación de la Palabra a algún
(os) miembros de la asamblea, excepto el Evangelio que siempre será proclamado por un ministro
ordenado. Cuando está presente un diácono, a él le corresponde la proclamación del Evangelio. 23 Es
necesaria la preparación de las lecturas para que realmente se convierta el momento en una
proclamación (publicación solemne y alabanza común24), donde Dios habla a su pueblo.
El Salmo.
El salmo cumple la tarea litúrgica de responder a la Palabra de Dios con la misma Palabra. 25
El ministro o salmista es el cantor o coro u otro miembro de la asamblea.
El salmo se proclama desde el ambón o desde otro sitio oportuno. 26
La naturaleza del salmo pide que se entone, por lo menos la respuesta al mismo. Pero, cuando el
salmista no posee la virtud mínima del canto, se puede recitar, teniendo en cuenta su estructura
21
Cfr. IGMR 352-362
22
Cfr. Idem 58
23
Cfr. Idem 59; 196-198; 175-176; 129-135
24
Cfr. Diccionario de la Real Academia Española
25
Cfr. IGMR 61
26
Cfr. Ibid
10
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poética, por lo que en lugar de leerse debe declamarse de manera adecuada para que pueda
favorecer a la meditación de la Palabra de Dios.
El coro puede emplear distintas versiones musicalizadas del salmo, siempre y cuando no se
traicione su contenido.
Hay tres formas válidas de proclamar el salmo:
a) Responsorial: el salmista va proclamando las estrofas del salmo, intercalándose con una
respuesta de toda la asamblea.
b) El salmista proclama todo el salmo sin intervención del pueblo.
c) Todos proclaman, al unísono, todo el salmo.
Secuencia.
Es un texto no bíblico que se presenta en algunas solemnidades. Fuera de los días de Pascua y
Pentecostés, es opcional y se canta o recita antes del aleluya. 30
Evangelio.
Es el momento de la liturgia de la Palabra en que el mismo Cristo habla al pueblo reunido, por boca
de un ministro sagrado.
27
Cfr. Diccionario de la Real Academia Española
28
IGMR 62
29
Cfr. Idem 63, c)
30
Cfr. Idem 64
11
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Cabe mencionar que cuando el que proclama anuncia la lectura del evangelio, el resto de la
asamblea dice Gloria a ti, Señor. En cambió cuando, al terminar, dice palabra del Señor, la
asamblea dice Gloria a ti, Señor Jesús, ya que después de escuchar ha reconocido que su Señor no
es un desconocido, sino Jesús, el Hijo de Dios. Pueden utilizarse también otras tres fórmulas para
contestar en la conclusión de la lectura evangélica:
Tu palabra, Señor, es la verdad, y tu ley nuestra libertad.
Tu palabra, Señor es lámpara que alumbra nuestros pasos.
Tu palabra, Señor, permanece por los siglos.
Cualquiera de las cuatro formulas conclusivas son correctas y envuelven el mismo sentido, pero es
necesario que sea dicha al unísono, por lo que se deben buscar estrategias para homogeneizar la
respuesta entre toda la asamblea.
12
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Homilía.
La homilía "se recomienda encarecidamente como parte de la misma liturgia" 34 y por ello se exige
en domingos y días festivos, y en todos los demás días, especialmente en los tiempos señalados, se
recomienda intensamente35. En la homilía, el diácono o el sacerdote "actualizan" el mensaje de la
palabra escuchada. El ministro que pronuncia la homilía hace las veces de Cristo maestro que
explica las escrituras.
La homilía es pronunciada ordinariamente por el que preside la celebración, pero puede delegar a
otro sacerdote o también a un diácono, pero nunca a un laico, seminarista, religiosa, etc. 36, salvo
en la Misa con Niños, que cuenta con señalamientos propios.
Resulta importante, pues, que la homilía sea convenientemente preparada y siempre en referencia
a la palabra de Dios proclamada.
Profesión de fe.
El credo tiene como finalidad que la comunidad asienta a la palabra de Dios como la ha oído en las
lecturas y en la homilía37, para que responda a la palabra misma y la evoque en las verdades
esenciales de la fe antes de que comience el banquete.
La formulación en primera persona (Yo Creo) implica una referencia personal y directa, a la vez que
señala el nosotros litúrgico (yo, junto con toda la Iglesia, creo...). 38
La profesión de fe no contiene todo lo que creemos, pero sí aquello que no podemos dejar de
creer.
Se trata de un momento solemne, por lo que es lamentable que se convierta en una mera fórmula
mecanizada. Se puede cantar o recitar por todos los presentes en la celebración todos los domingos
y solemnidades39. En la actualidad resulta apremiante el que se cante, por lo menos en las fechas
más solemnes para expresar mejor su sentido y no convertir este momento en una rutina
dominical.
Finalmente, en el credo, a las palabras y por obra del Espíritu Santo se encarno de María, la Virgen,
y se hizo hombre, toda la asamblea ha de hacer una reverencia profunda ante la mención de tan
sublime misterio. Esta reverencia se cambia por un momento de silencio, arrodillados, los días 25
de marzo y 25 de diciembre, en que la Iglesia celebra especialmente el misterio de la encarnación
del Verbo.
13
Curso básico de liturgia 2007-2008
40
cfr Idem 69-71
14
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(IGMR, 72) “En la última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y banquete pascual, por el que se hace
continuamente presente en la Iglesia el sacrificio de la cruz, cuando el sacerdote, que representa a
Cristo el Señor, lleva a cabo lo que el Señor mismo realizó y confió a sus discípulos para que lo
hicieran en memoria suya.41
Cristo tomó en sus manos el pan y el cáliz, dio gracias, lo partió, lo dio a sus discípulos, y dijo:
“Tomad, comed, bebed: esto es mi cuerpo: éste es el cáliz de mi sangre. Haced esto en
conmemoración mía”. De ahí que la Iglesia haya ordenado toda la celebración de la liturgia
eucarística según estas mismas partes, con las palabras y acciones de Cristo. Ya que:
1) En la preparación de las ofrendas se presentan en el altar el pan y el vino con agua; es decir, los
mismos elementos que Cristo tomó en sus manos.
2) En la plegaria Eucarística se da gracias a Dios por toda la obra de la salvación, y las ofrendas se
convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
3) Por la fracción del mismo pan se manifiesta la unidad de los fieles, y por la comunión ellos
reciben el Cuerpo y la Sangre del Señor, del mismo modo que los Apóstoles lo recibieron de manos
del mismo Cristo.”
Sacrificio.
La palabra proviene de la expresión latina: sacrum facere (hacer
sagrado). Implica un acto por medio del cual se pretende una
unión con Dios, o transformar una persona, cosa, lugar o
momento común y corriente en algo sagrado, donde se manifieste
Dios. En este sentido comprendemos que la Eucaristía es el
sacrificio por excelencia, pues es la presencia de Dios en su
máxima expresión.
La palabra, en su sentido original, nada tiene que ver sólo con
dolor y sufrimiento, como muchas veces se llega a manejar en la
actualidad.
El sacrificio puede conllevar una privación, dolor o sufrimiento,
pero siempre y cuando tenga como finalidad la comunión divina,
de lo contrario puede derivar en el desequilibrio psicológico del
masoquismo.
Además de las especies que se han de consagrar, el pueblo puede llevar, en la procesión de los
dones, todo aquello que sirva para el sostenimiento de la Iglesia y para ayuda de los pobres 43, pero
siempre con la actitud de una entrega personal, simbolizada en las cosas que se llevan. Parte de
estas ofrendas es la aportación monetaria.
41
Cf. Conc. Vat. II, Const. sobre la Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 47; S. Congr. de Ritos,
Instrucción Eucharisticum mysterium, del 25 de mayo de 1967, n. 3, a, b: A.A.S. 59 (1967) pp. 540-541.
42
KUNSLER, op. cit. p. 344.
43
Cfr. IGMR 73
15
Curso básico de liturgia 2007-2008
A partir del siglo XIX, lamentablemente la aportación monetaria paso a un primer plano, con lo cual
el símbolo perdió su sentido y pasó a verse como un pago de impuesto o tributo al sacerdote,
llamándosele incluso limosna, con un sentido un tanto peyorativo.
¿Qué llevar en la procesión de los dones?
Siempre, Pan y Vino (el vino pudiera ir ya servido en el cáliz que se ha de utilizar)
Artículos para ayuda a los pobres y solvencia de las necesidades del clero y de las obras de
la Iglesia.
Dinero para ayuda a los pobres y solvencia de las necesidades del clero y de las obras de la
Iglesia.
Artículos simbólicos (flores, un nuevo cáliz, objetos para uso del templo, etc. [todo aquello
que nos ayude a expresar el sentido de la oblación personal y comunitaria]).
Hostia.
Este término designa al animal de sacrificio del Antiguo
Testamento*, es por ello que al pan que iba a ser consagrado
se le fue dando ese nombre. En este sentido el vino es también
hostia.
La forma del pan para la Eucaristía ha ido variando. La forma de
oblea blanca, como la tiene en la actualidad la Iglesia latina, se
dio para ponerse en la custodia y pudiera ser fácilmente visible
por los adoradores. Por su practicidad, se fue adoptando cada
vez más, pero indudablemente llevó a perder su relación con un
pan verdadero.
*Cfr. KUNZLER, op. cit. p. 345
Tanto la procesión de los dones como la preparación del altar son acompañados por un canto
adecuado, según las normas del canto.
Para la preparación del altar, el diácono, o un acólito debidamente instituido o el mismo presidente,
extiende un pañuelo blanco, denominado “corporal” sobre del cual se depositarán los vasos
sagrados que contienen tanto el pan, como el vino. Al vino, el ministro le agrega un poco de agua y
el sacerdote que preside presenta los dones a Dios.
44
IGMR 320-323
16
Curso básico de liturgia 2007-2008
Si no hay canto de ofertorio, el sacerdote eleva el pan y dice en voz alta: Bendito seas, Señor, por
este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que te presentamos. Él será para nosotros pan
de vida. El pueblo responde: Benditos seas por siempre, Señor. Después eleva el cáliz con vino y
agua y dice en voz alta: Bendito seas, Señor, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del
hombre, que te presentamos. Él será para nosotros bebida de salvación. El pueblo responde:
Benditos seas por siempre, Señor. Si hay canto, esto lo dice el sacerdote en voz baja.
La presentación debe hacerse por separado
Es apremiante cuidar el decoro de la mesa del Sacrificio, teniendo sobre ella únicamente los vasos
sagrados con los paños que se utilizan y, después de la incensación, también el misal romano. Es
un abuso y refleja falta de conciencia el colocar toda clase de objetos sobre el altar, al grado que se
llega a convertir en repisa, perdiendo su simbolismo sagrado.
Después de preparar el altar, el sacerdote que preside inciensa los dones, el altar y la imagen de
Cristo crucificado. Antes del concilio Vaticano II se hacían una serie de movimientos (tres círculos y
una cruz) sobre las especies. La reforma litúrgica actualmente señala que solamente se hacen tres
movimientos dobles ante las ofrendas, igual que frente a la Imagen de Cristo. 45
Después de la incensación de los dones, el altar y la imagen, el sacerdote es incensado por el
diácono o por otro ministro preparado, con tres movimientos dobles. De igual manera son
incensados los sacerdotes concelebrantes, y después el pueblo. Inclusive, la liturgia establece que
en aquellos lugares donde el jefe de estado está presente como tal (no es el caso de México), él es
incensado por separado.
La Forma de incensar.
De acuerdo a la reforma litúrgica del Vaticano II, solo se establecen tres
tipos de movimiento de incensación:
Con tres movimientos dobles se inciensa: el Santísimo Sacramento,
las reliquias de la santa Cruz, y las imágenes del Señor expuestas
solemnemente, también las ofrendas, la cruz del altar, el libro de
los Evangelios, el cirio pascual, el obispo o el presbítero
celebrante,
La Cruz selainciensa
autoridad civil que
cuando por oficio
se pasa frente está presente
a ella, o cuandoen la
sagrada
se pasa cerca. Las imágenes de los santos y reliquias sólodel
celebración, el coro y el pueblo, así como el cuerpo
difunto.
se inciensan al inicio de la celebración, no así en el
Con dos movimientos dobles se inciensan las reliquias e imágenes
ofertorio. El Santísimo Sacramento se inciensa de rodillas.
de los Santos, expuestos para la pública veneración.
ElLos sacerdotes
altar se inciensaconcelebrantes
con movimientossesencillos,*
inciensanentodos a la vez
rededor.
con tres movimientos dobles, y por separado Obispos y
presbíteros concelebrantes. Cuando está presente el
* CE 92-93
diácono, a él le corresponde acompañar al que preside, en
la incensación, así como incensarlo a él, a los
concelebrantes y al pueblo*. Cualquier otro tipo de
45
incensación se considera en desuso.
Cfr. CE 92
Esta manera de incensar es de acuerdo con lo señalado por
el Concilio Vaticano II (SC 7a), para manifestar,
simbólicamente, la presencia de Cristo en la acción
litúrgica. 17
*cfr. CE 93-96
Curso básico de liturgia 2007-2008
Después de la incensación, el sacerdote se inclina hacia el altar y dice en secreto: acepta, Señor,
nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea
agradable a tu presencia, Señor, Dios nuestro. Luego hace un signo de purificación personal:
lavatorio de manos, mientras dice en secreto: Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
Una vez que la mesa está puesta, toda la asamblea está se dispone al banquete.
El sacerdote que preside invita a todos a orar para que Dios acepte con agrado el sacrificio que es
ofrecido por él y por todo el pueblo. Cabe señalar el uso del imperativo: orad, pues no se trata de
una simple invitación a la que atiende quien quiere, sino de una orden ante la obligación de toda la
Iglesia de orar, quizá por ello se sigue utilizando la fórmula castiza y no la coloquial (oren). Hay tres
fórmulas posibles para invitar al pueblo a orar:
1- Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro (de ustedes), sea agradable a
Dios, Padre todopoderoso.
2- En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a Dios, Padre
todopoderoso.
3- Orad, hermanos, para que, llevando al altar los gozos y fatigas de cada día, nos
dispongamos a ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Y el pueblo efectivamente eleva una plegaria: El Señor reciba de tus manos…
18
Curso básico de liturgia 2007-2008
Luego el sacerdote, con las manos extendidas y junto al altar, hace la oración sobre las ofrendas,
que es otra oración exclusiva del que preside la Misa. A esta oración, el pueblo se adhiere con la
afirmación AMÉN.
Parte central de la liturgia Eucarística es la Plegaria Eucarística, que constituye una amplia gama de
signos y palabras en torno al Milagro Eucarístico, la Presencia real de Cristo.
Toda plegaria Eucarística comienza con el prefacio, que viene a ser un verdadero cántico de
alabanza, siempre dirigido al Padre, a través del Hijo, por quien el Padre en el Espíritu Santo obra la
salvación del mundo.
El prefacio no debe ser malinterpretado sólo como un prólogo. Se debe entender como
proclamación, oración pronunciada en voz alta, ante su destinatario.
El prefacio comienza con un diálogo entre el sacerdote y el pueblo, por medio del cual se entra en
la dinámica de la alabanza perfecta a Dios. El prefacio es cantado o recitado sólo por el sacerdote
que preside, posteriormente se le une toda la asamblea para cantar, inspirada en Is 6,3, Santo,
Santo, Santo…. Esta aclamación ya era utilizada en la liturgia judía en el s. II a. C. 46
Santo.
La razón por la cual se dice tres veces la palabra “Santo”,
no obedece a un mero modismo, sino a la tradición hebraica
para formar el superlativo. Santo, Santo, Santo, es la forma
hebraica para decir lo que en español diríamos “santísimo”,
o el más Santo.
Hay trece plegarias eucarísticas aprobadas para la celebración de la misa, aunque cada una tiene
una normativa particular y no se trata de meras opciones. No se pueden utilizar otras plegarias no
aprobadas, ni es lícito modificar nada a las ya establecidas.
Las cuatro primeras plegarias fueron integradas al Misal Romano, por el Papa Pablo VI, en 1970. 47
Plegaria I (canon Romano). Data del siglo VII y llegó a ser la única forma de celebrar la
Misa, antes del concilio Vaticano II. Es la plegaria eucarística más extensa y la que más
elementos y gestos solemnes contiene. Se le llama canon romano porque en ella se
mencionan a los primeros mártires de la Iglesia Romana. Se utiliza en domingos, así como
en las principales solemnidades del Señor y de la Virgen María; también es recomendable
utilizarla en la conmemoración de los santos apóstoles y demás santos mencionados en el
mismo canon. En este canon no hay lugar para mencionar a otros santos, distintos a los
que allí se enuncian, y cualquiera que se mencione queda desubicado en la estructura
misma de esa plegaria Eucarística.
Plegaria II (Brevis). Es la más antigua de todas las plegarias actuales (siglo III). Es la
más breve de todas y se utiliza en los días feriales, sobre todo del tiempo ordinario, cuando
no hay otra celebración específica; también se recomienda su uso en las conmemoraciones
de difuntos, por su especial mención teológica del sentido cristiano de la muerte. Esta
plegaria tiene un prefacio propio que puede ser sustituido por cualquier otro.
Plegaria III. Es una plegaria del siglo XX. Contiene una estructura similar al canon
romano. Se utiliza, alternadamente con la plegaria I, en los domingos, así como en la
celebración de los santos, pues da lugar a la mención del santo patrono o del día.
46
Cfr. KUNZLER, op. cit. pp. 354-356
47
Cfr. Idem. pp. 363-365
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Curso básico de liturgia 2007-2008
Plegaria IV. Data del siglo IV. Es una plegaria que se basa en las anáforas de las iglesias
orientales. Esta plegaria hace un recuento de toda la historia de la salvación, desde la
creación hasta Cristo, mostrando toda la economía de la salvación. Su uso se recomienda
ante una comunidad más o menos instruida en temas bíblicos y teológicos, para que se
aprecie toda su riqueza, así como al finalizar un retiro, encuentro de catequesis, etc. Esta
plegaria tiene un prefacio propio que no puede ser reemplazado.
Los otros cánones o plegarias son las cuatro llamadas del sínodo suizo, dos de reconciliación y tres
de niños.48
Sínodo suizo (Va; Vb; Vc; Vd). Fueron aprobadas en 1974 y están elaboradas en torno a
un tema específico cada una. Tienen un fuerte sentido pascual, por lo muchas veces
pueden ser utilizadas en este tiempo; también se utilizan cuando las lecturas y oraciones
de la Misa del día aborde uno de los temas de estas plegarias. Estas plegarias tienen
prefacio propio que no puede ser reemplazado.
o Va. “Dios guía a su Iglesia”.
o Vb. “Jesús, nuestro camino”.
o Vc. “Jesús, modelo de caridad”.
o Vd. “La Iglesia en camino hacia la unidad”.
48
Cfr. op. cit. CERVANTES / SÁNCHEZ, pp. 58-59
49
Cfr. KUNZLER, op. cit. pp. 354-362
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Curso básico de liturgia 2007-2008
nosotros Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor) . El que preside
y todos los concelebrantes hacen el gesto de imposición de las manos, permaneciendo
de pie, en virtud de su función sacerdotal, pero el resto de la asamblea se arrodilla
reverente ante el misterio.
5- Narración de la Institución. Junto con la epíclesis, forma parte de
la consagración. Son las mismas palabras del Señor Jesús en la última cena (Tomad y
comed… bebed… este es mi Cuerpo…). Cristo mismo pronuncia esas palabras, no es
un mero recuerdo de algo que él dijo hace mucho, sino que en ese momento él, Cristo
las está pronunciando. El sacerdote que preside muestra el Cuerpo y la Sangre a toda
la asamblea, para que ésta lo mire y pueda reconocer en las especies a su Señor
presente.
6- Anámnesis. Es la afirmación del sacerdote y toda la comunidad
acerca del acontecimiento presente hoy. No se trata de un recuerdo de un hecho
pasado, sino que es la comunidad la que rompe las barreras del tiempo y del espacio y
se sitúa en el cenáculo de Jerusalén, a la vez que en la cruz. Se hace presente el único
sacrificio de Jesucristo. Durante este momento la asamblea se pone de pie, en signo
de resurrección. Hay tres fórmulas de anámnesis:
a) Éste es el sacramento (misterio) de nuestra fe.
R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección,
¡Ven Señor Jesús!.
b) Aclamad el misterio de la redención.
R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
c) Cristo se entregó por nosotros.
R. Por tu cruz y tu resurrección nos has salvado, Señor.
7. Oración de ofrecimiento de la víctima . En este momento todos los sacerdotes
presentes, juntos, ofrecen a Dios el sacrificio hecho, aunque sólo el que preside
extiende las manos (p. ej. en la plegaria III: … te ofrecemos, en esta acción de
gracias, el sacrificio vivo y santo…).
8. Espíclesis de la comunión. Es la invocación del descenso del Espíritu Santo sobre la
comunidad reunida. Algunos teólogos prefieren llamar a este momento paráclesis
(= invocar a favor de) (p. ej. en la plegaria IV: … concede a cuantos compartimos
este pan y este cáliz, que, congregados en un solo cuerpo en el Espíritu Santo,
seamos en Cristo víctima viva para alabanza de tu gloria).
9. Intercesiones. Son la consecuencia de los que entramos en comunión con el cuerpo
místico de Cristo. Todos los presentes interceden por la Iglesia, por todos los
hombres y por los difuntos. Aunque se hagan menciones particulares, la oración es
por todos.
10. Doxología. En ella se expresa la glorificación de Dios ( Por Cristo, con él y en él…) y
se concluye y confirma con la aclamación del pueblo (Amén). Esta doxología la dice
el sacerdote que preside y los sacerdotes concelebrantes, mientras el que preside,
ayudado por el diácono, eleva las especies eucarísticas. 50 El pueblo únicamente
interviene con la aclamación Amén.
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Curso básico de liturgia 2007-2008
Además del silencio reverente, la asamblea de creyentes participa durante la plegaria eucarística
en algunas formas concretas:
- Con las aclamaciones: el Santo, el amén y la respuesta de la anamnesia,
después de la consagración.
- El silencio sagrado. No se trata de un momento de pasividad, sino
verdadera oración.
- Unirse interiormente a cada palabra expresada por el sacerdote.
- Las posturas corporales. Deben ser real expresión de la fe. Estar de pie o
arrodillados durante la consagración.
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Curso básico de liturgia 2007-2008
Ya que la celebración eucarística en un convite pascual, conviene que, según el mandato del Señor,
su cuerpo y su sangre sean recibidos por los fieles, debidamente dispuestos, como alimento
espiritual.52
Manos unidas.
Son manos quietas, que no están ocupadas y distraídas en nada más que
en orar a su Señor.
Embolismo.
Inmediatamente en seguida del Padrenuestro, el sacerdote continúa él solo con un embolismo
(Líbranos de todos los males y concédenos la paz...) que acentúa el tema de la libertad del mal
para vivir en paz y hacer la paz, lo cual ya prepara al siguiente rito. El momento de la oración del
Señor y el embolismo es coronado por todo los fieles con una doxología ( tuyo es el reino, tuyo el
poder y la gloria, por siempre, Señor).
52
IGMR, 80
53
cfr. KUNZLER, op. cit. P. 371
54
cfr. IGMR, 81
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Curso básico de liturgia 2007-2008
Rito de paz.
Es un rito sobrio por medio del cual la Iglesia implora la paz y la unidad para sí misma y para la
familia humana. No se trata de la paz de los muertos, donde no pasa nada, sino de la paz de los
vivos que se construye en la concordia.
El rito ha de efectuarse después del saludo del presidente y una vez que el diácono o el mismo
celebrante los invite a compartirse este gesto.
Hay que hacer notar que éste no es el momento para las felicitaciones. También es importante
señalar que, para guardar el orden, el saludo de paz se ha de hacer ordinariamente con todos y
sólo con los más cercanos y según las costumbres del lugar.
Agnus Dei.
Es una aclamación a Cristo que la asamblea dirige al momento de la fracción del pan, teniendo
como referencia la actitud de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35) que reconocieron a Jesús al
partir el pan y lo adoraron como su Señor.
La acción de partir el pan es más que un rito, se trata de un signo de quien parte para compartir,
es decir, para entrar en comunión con todos y el primero en asumir esta actitud es el mismo
Jesucristo, que en la persona del sacerdote o del diácono diariamente realizan este gesto sencillo,
pero grandilocuente. Por lo mencionado, se entiende que la fracción del pan le corresponde bien
sea al sacerdote que preside o bien al diácono que está asistiendo.
Mientras se realiza la fracción del Pan Eucarístico, el pueblo, viendo lo que sucede en el altar,
exclama con fe viva el Cordero de Dios… que puede ser cantado o simplemente recitado.
Al igual que el resto de las partes invariables de la Misa, el canto del cordero no debe alterar el
texto litúrgico ni darle un sentido penitencial que no tiene, pues se trata de una aclamación similar
al Kyrie. La aclamación cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros se
repite cuantas veces sean necesarias para acompañar el momento de la fracción del pan, pero la
última vez que se diga se concluye con las palabras: danos la paz.
Ojos
La vista es el primer medio de contacto con el mundo para la
mayoría de las personas.
Mirar indica atención, contraria a la indiferencia de unos ojos
volteando a otro lugar. Por medio de la vista también hay
comunicación.
Comunión.
Después de la preparación (ritos iniciales), del diálogo (liturgia de la palabra) y de la celebración
misma (liturgia eucarística), llega la hora del banquete. Cristo mismo se entrega como alimento.
El primero en recibir Cuerpo y la sangre de Cristo es el mismo sacerdote que presidió, seguido de
los demás sacerdotes, quienes toman por propia mano el Sacramento. El diácono recibe la
comunión, lo mismo que aquellos ministros laicos que ayudarán a distribuir la Comunión.
Salvo que esté impedido por circunstancias especiales, el sacerdote que preside debe dar la
comunión por lo menos a una parte de los fieles, asumiendo su papel de padre de familia que
alimenta a sus hijos.
Los ministros extraordinarios de la Comunión ayudan a distribuir la misma sólo cuando no hay
suficientes ministros ordinarios (Clero) para que se distribuya de manera que no se extienda el
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Curso básico de liturgia 2007-2008
Silencio sagrado.
La liturgia contempla que se tengan por lo menos unos instantes de silencio donde el fiel pueda
elevar su acción de gracias a Dios por el Sacramento recibido, esto incluye al coro.
Avisos
No hay un lugar propio para los avisos, pero después de la oración post comunión es el lugar que
menos perjudica la dinámica de la celebración. No debe abusarse de los avisos convirtiéndolos en
una segunda “homilía”, sino que han de ser breves y sólo cuando sean necesarios. Los avisos los
puede decir el sacerdote desde su lugar o bien algún fiel desde un lugar adecuado, pero nunca
desde el ambón.
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Curso básico de liturgia 2007-2008
RITOS FINALES
Esta última parte de la celebración es realmente breve. Lo configuran sólo dos elementos:
bendición y despedida.
Bendición.
Hay tres modos ordinarios en que un sacerdote presbítero puede impartir la bendición a los fieles.
La primera es la forma simple, que incluye el saludo litúrgico ( el Señor esté con ustedes) y
propiamente la bendición de Dios Trino, que va acompañada por el gesto del trazo de la cruz con la
mano. La segunda forma es cuando la bendición va acompañada con una oración sobre el pueblo,
que es una sola intención con las manos impuestas sobre los fieles y seguida de la bendición.
Finalmente para las celebraciones solemnes, hay una tercera fórmula que está elaborada de tres o
cuatro intenciones sobre los fieles, con las manos impuestas sobre los fieles y seguidas de la
bendición.
Cuando el que preside es un Obispo, hay una ligera variante en el gesto de la bendición, pues éste
traza tres veces la cruz con la mano mientras bendice. El Obispo, además de las fórmulas que el
presbítero ocupa, puede también utilizar la siguiente: + La paz sea con ustedes, R. Y con tu
espíritu. + Bendito sea el nombre del Señor, R. Ahora y por siempre. + Nuestro auxilio está en el
nombre del Señor, R. Que hizo el cielo y la tierra. Seguida de la bendición.
Cabe señalar que el canto de salida ya no forma parte de la Misa, pero ha de tenerse prudencia en
qué se canta, siendo recomendable que sea un canto que motive al cristiano a vivir lo celebrado y
nunca cantos no sacros. Este canto de salida puede suprimirse sin ninguna dificultad.
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