Tumbera

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Causa Nº 27.715
“L., V. O.
s/ Recurso de Casación”

PROVINCIA DE BUENOS AIRES


TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL

En la ciudad de La Plata a los veinticuatro días del mes de febrero del


año dos mil once, siendo las ....... horas, se reúnen en acuerdo ordinario los
señores Jueces de la Sala Primera del Tribunal de Casación Penal de la
Provincia de Buenos Aires, doctores Benjamín Ramón Sal Llargués, Carlos
Ángel Natiello, y Horacio Daniel Piombo, con la presidencia del primero de
los nombrados, para resolver en causa N° 27.715 de este Tribunal
caratulada: “L., V. O. s/ Recurso de Casación”. Practicado el sorteo de ley,
resultó que en la votación debe observarse el orden siguiente: SAL
LLARGUES – NATIELLO (art. 451 in fine del CPP según ley 13.812),
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procediendo los nombrados magistrados al estudio de los siguientes:

ANTECEDENTES
Por sentencia del 21/3/07, el Tribunal en lo Criminal nº 7 del
Departamento Judicial San Martín en causa de su registro Nº 223, condenó
al imputado del epígrafe a la pena de tres (3) años y seis (6) meses de
prisión, accesorias legales y costas, por encontrarlo autor penalmente
responsable del delito de portación ilegal de arma de guerra.
Contra el fallo citado viene en casación el Defensor Oficial, Dr.
Fernando Luis Lagares, denunciando errónea aplicación de los arts. 189 bis
inc. 2º, párrafo 4º del CP y 4 inc. 3º apartado a) del Decreto 395/75, y por ese
mecanismo lesión al principio de legalidad del art. 18 de la CN por inclusión
de la “tumbera” en cuestión en la categoría de las armas de guerra. Alega
irrazonabilidad en la equiparación de este dispositivo de fabricación casera
de confección rudimentaria con aquéllas.
Solicita absolución de su defendido por atipicidad de la conducta
reprochada y en subsidio subsunción legal en el art. 189 bis inc. 2º párrafo 3º
del CP, con la consiguiente reducción de pena, que desde ya deja
peticionado se imponga de ejecución condicional.

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Concedido el recurso y radicado en esta Sala (fs. 21 y 27), fue


declarado formalmente admisible (fs. 43/44) y se designó audiencia de
informes para el día 25/11/08, diligencia que fue desistida por las partes ante
este Tribunal, las que adjuntaron sendos memoriales. A fs. 46/vta. el Sr.
Defensor Adjunto, Dr. Hernández, mantuvo en su totalidad la impugnación
original, y a fs. 48/vta. el Sr. Fiscal Titular, Dr. Altuve, se pronunció por la
corrección jurídica de la sentencia, y propiciando el rechazo del remedio.
Hallándose la causa en estado de dictar sentencia, los magistrados de
referencia en el inicio de esta relación decidieron plantear y resolver las
siguientes:

CUESTIONES
1ra.) ¿Se acreditan las violaciones legales denunciadas?
2da.) ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?

A la primera cuestión planteada el señor Juez, doctor Sal


Llargués, dijo:
El único motivo de agravio traído, es la adecuación típica del hecho
endilgado.
No fue controvertida la validez constitucional de la determinación del
contenido del injusto mediante normas infralegales, el decreto del Poder
Ejecutivo Nacional nº 395/75, reglamentario de la ley de Armas y Explosivos
nº 20429, soslayando el principio de legalidad penal de acuerdo a los arts. 18
y 75 inc.12 de la CN (v. mi voto en causa de esta misma Sala nº 12516,
reg.175 de 4/4/2006).
En cuanto ha sido sometida la contienda y de la forma en que lo ha
sido, cabe entonces hacer mérito de las definiciones establecidas en el
mencionado reglamento y ello no puede hacerse a medias.
Aceptando, por tanto, los extremos denotativos de los conceptos
"arma de fuego", "arma de hombro", las categorías de "arma de uso civil" y
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"arma de guerra" expresados en sus artículos, no puede llegarse a otra


conclusión distinta de aquella que tiene al arma casera secuestrada -y que
fuera operada mediante un disparo en el contexto fáctico detallado en la
sentencia- como un arma de fuego (definición no morfológica sino funcional
que hace hincapié en la fuerza que impulsa el proyectil: la energía de los
gases de la deflagración de la pólvora, art. 3 inc. 1º) de tiro a tiro (art. 3 inc.
7º).
El objeto es un arma de fuego, apta para el disparo y el imputado la
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portaba: disponía físicamente de ella en lugar público -vía pública- y en


condiciones de uso inmediato -cargada con el cartucho correspondiente-,
tanto así que la utilizó de modo específico efectuando un disparo al piso. De
igual manera ha quedado acreditado que el encartado carecía de todo tipo
de autorización administrativa como legítimo usuario de armas de fuego en el
registro correspondiente, llenándose el requisito negativo del tipo penal (art.
52 y ss. del mismo decreto).
Sin embargo y en virtud de las particulares características que reviste
por su fabricación artesanal y precaria, no puede afirmarse con la misma
seguridad que el adminículo integre igualmente el subconjunto de las armas
de hombro o larga (arma de fuego portátil que para su uso normal requiere
estar apoyada en el hombro del tirador y el uso de ambas manos, art. 3
inc.6º). Si bien su accionamiento requiere el uso de ambas manos para
producir el golpe del percutor -colocado en el caño exterior- sobre el cartucho
de munición -inserto en el caño interior del complejo-, también es cierto que
su "uso normal" no requiere el apoyo en el hombro del tirador.
Las dos notas forman parte de la definición mediante un nexo lógico
que implica la necesaria concurrencia de ambas y no su posibilidad
alternativa (conjunción copulativa y no disyuntiva). Sólo forzando la
interpretación mediante razonamiento analógico prohibido puede hacerse

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caso omiso de uno de los extremos requeridos por la definición, y pretender


la validez de la subsunción al mismo tiempo.
Llegados a este punto corresponde atender el juego de subsidiariedad
lógica en que se complementan los arts. 4 y 5 del decreto de marras. Según
el mentado art. 4 son armas de guerra todas aquellas que no se encuentran
comprendidas en la enumeración taxativa del art. 5 (armas de uso civil) o que
hubieren sido excluidas expresamente de la reglamentación.
El arma en cuestión, arma de fabricación casera o "tumbera", no ha
sido expresamente excluida de la reglamentación, no constituye un agresivo
químico ni un arma electrónica (incs. 3 y 4 art. 5), ni queda captada por los
incs. 1 y 2, ya sea porque sí es un arma portátil (art. 3 inc. 3) pero de entre
ellas no es un arma de puño o corta (la diseñada para ser empleada
normalmente con una sola mano, sin ser apoyada en otra parte del cuerpo,
art. 3 inc. 5) ni larga (conf. supra), y por ende tampoco una escopeta (art. 3
inc. 13), y para más detalle podría incluirse en la categoría de "pistolón de
caza" (art. 3 inc. 15) por la amplitud del concepto, pero su calibre (16mm)
excede la previsiones del inc. 1.c. del art. 5.
Por exclusión, entonces, la categoría pertinente al rudimentario objeto
es la de arma de guerra (al igual que lo son las armas de puño que exceden
el calibre o las de hombro que no alcanzan el largo del caño, especificado en
el art. 5).
Alega el recurrente que tal categorización y su consecuencia, la
imposición de una pena por aplicación del párrafo 4º del inc. 2º del art. 189
bis del CP por el que fue condenado su defendido, deviene contrario al
principio de razonabilidad, invocando para ello la interdicción de imponer
penas inusitadas con cita de los arts. 33 de la CN y XXVI de la DADH y de un
precedente de la Sala II de éste.
La queja no merece ser atendida.
La razonabilidad o irrazonabilidad de la sanción amenazada sólo
puede medirse en función del peligro común generado. Si el conjunto de las
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armas de guerra se diferencia del de las armas de uso civil por su mayor
peligrosidad, y ésta finca -para la reglamentación- en su mayor poder de
fuego, medido -en el caso de los pistolones de caza- en relación al calibre de
su munición, cualquier determinación que ponga un límite en ese continuo de
tamaños, sería acreedora de idéntico reproche. De hecho, ese límite ha ido
variando a través del tiempo y cada una de esas decisiones del ejecutivo es
relativamente discrecional del mismo modo que lo son las determinaciones
del Congreso Nacional en el tiempo de incapacidad laboral para la
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configuración de las lesiones del art. 90 del CP o la edad de la víctima para


otorgar eficacia al consentimiento en el art. 119 del CP.
Claro está que nadie parece razonablemente dispuesto a encarar un
conflicto bélico con un medio ofensivo de estas características, pero este
argumento sólo es psicológicamente impactante y no hace mérito más qu e
de un superficial juego de palabras. Me explico: tanto los motes de "armas de
guerra" como "armas de uso civil" designan grupos de objetos con
características comunes a los fines de la ley de armas y explosivos (20.429)
y del decreto reglamentario 395/75, y su nomenclatura no determina mayores
consecuencias. Así es razonablemente admisible que cualquier persona
afrontara una conflagración bélica munida de alguno de los elementos
taxativamente enumerados en el art. 5 del decreto, de ser necesario, y muy
poco razonable que se propusiese hacerlo con un dispositivo de uso
prohibido (tercera sub-categoría de las armas de guerra, art. 4 inc. 3.c) como
las armas disimuladas en lapiceras, bastones, etc., aunque también resulte
imaginable tal actitud en tanto y en cuanto la necesidad así lo aconsejara.
Por todo lo expuesto, voto por la negativa.

A la misma primera cuestión planteada el señor Juez, doctor


Natiello, dijo:

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Adhiero al voto del doctor Sal Llargués, y doy el mío en igual sentido y
por los mismos fundamentos.
Voto por la negativa.

A la segunda cuestión planteada el señor Juez, doctor Sal


Llargués, dijo:
Visto el modo en que ha sido resuelta la cuestión precedente,
corresponde: rechazar el recurso de casación interpuesto por el señor
Defensor Oficial, doctor Fernando Luis Lagares, a favor de V. O. L., sin
costas en esta instancia. (Arts. 210, 373, 530 y 531 del C.P.P.).
Así lo voto.

A la misma segunda cuestión planteada el señor Juez, doctor


Natiello, dijo:
Adhiero al voto del doctor Sal Llargués, y doy el mío en igual sentido y
por los mismos fundamentos.
Así lo voto.

Con lo que terminó el Acuerdo dictándose la siguiente:

SENTENCI A
Por lo expuesto en el Acuerdo que antecede, el Tribunal resuelve:
I.- Rechazar el recurso de casación interpuesto por el señor Defensor
Oficial, doctor Fernando Luis Lagares, a favor de V. O. L., sin costas en esta
instancia.
Arts. 210, 373, 530 y 531 del C.P.P.
II.- Regístrese. Notifíquese. Remítanse las actuaciones principales con
copia certificada de la presente al Tribunal de origen. Oportunamente
remítase.
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Fdo.: BENJAMIN RAMON SAL LLARGUES - CARLOS ANGEL NATIELLO

ANTE MI: Gerardo Cires


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