4 Exorcismo Magno
4 Exorcismo Magno
4 Exorcismo Magno
Magno
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J.A
Fortea
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Editorial Dos latidos
© Copyright José Antonio Fortea Cucurull
Todos los derechos reservados
fortea@gmail.com
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Formato para tablet
Versión 5
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El Exorcismo Magno
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José Antonio
Fortea
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Introducción
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estando a solas, el sacerdote puede ordenar a las fuerzas
tentadoras que se alejen de un determinado ámbito: su parroquia,
su diócesis, etc. Es decir, se puede ordenar a los demonios que se
alejen del colegio cardenalicio, de los obispos de una nación, de
una comunidad cuyos fieles están divididos, por poner algunos
ejemplos.
Anualmente los sacerdotes de ese país se reunían (en esa
ciudad concreta) para formarse y el obispo de esa diócesis era
muy favorable hacia este ministerio. Fue entonces cuando se me
ocurrió que, por qué no hacer uno de esos días, entre todos los
presentes, un gran exorcismo coral para proteger a la Iglesia
universal. Y así me despedí prometiendo que al año siguiente
tendrían una serie de sugerencias para organizar una oración
comunitaria de este tipo. Pero, tras una larga reflexión, lo que
debía haber sido una propuesta de una serie de oraciones se acabó
transformando en una larga ceremonia.
Por supuesto que, aunque con el actual escrito le presento a
ese obispo una ceremonia ya acabada, esta obra no es otra cosa
que una sugerencia. Yo no soy nadie para crear y aprobar rituales.
Me limito a ofrecer sugerencias. Después ese obispo (el
destinatario de estas líneas) o cualquier otro obispo será muy libre
de tomar lo que desee, si es que desea tomar algo.
El Derecho Canónico prohíbe realizar exorcismos sobre
personas vejadas por el demonio. Pero no prohíbe, a solas,
exorcizar a los demonios del mundo. Si un obispo decide realizar
una ceremonia puntual de este tipo y hacerla de un modo
comunitario con ocasión de un encuentro anual, desde luego, no
estaría contraviniendo ninguna ley. Ni siquiera se necesitaría que
los que integran esa ceremonia sean exorcistas aprobados por sus
obispos. El obispo simplemente se limitaría a aprobar tal
ceremonia especial en su propia diócesis con ocasión de esa
reunión y eso sería todo.
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De este modo, los exorcistas de una nación se formarían,
orarían juntos y realizarían unidos un gran exorcismo. Las tres
cosas, no sólo las dos primeras. Es decir, no sólo se formarían y
orarían juntos, sino que también exorcizarían.
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profundamente el que diera más importancia a los detalles, de la
que le dio su autor. Todo es orientativo, nada obligatorio. Pero sí
que me atrevería a dar un consejo con toda seriedad: si este ritual
se realiza, debe hacerse con dignidad. Si no, es mejor no hacerlo.
Con unos cien sacerdotes y una catedral, qué duda cabe que
se puede idear una bellísima ceremonia. Por supuesto que, a
veces, no se dispondrá de una catedral ni de tantos presbíteros.
Pero incluso la misma lectura personal de este ritual ya supone
toda una enseñanza acerca de la realidad teológica de la
posibilidad de exorcizar a los demonios en general. Incluso,
aunque nunca se realizara esta ceremonia, la lectura de ella ya
supondría una catequesis acerca del combate invisible pero real de
las potestades demoniacas y del poder entregado a la Iglesia.
El momento más propio para llevar a cabo esta ceremonia es
por la noche. La noche tiene una capacidad perfecta para
simbolizar la hora de las tinieblas de la que nos habla el
Evangelio. Mas esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas
(Lc 22, 53). En el mundo hay muchas horas de las tinieblas. La
Iglesia ha recibido un poder sobre esos seres tenebrosos. Una
catedral vacía y sin ninguna otra iluminación que las velas que
lleven los celebrantes es un lugar extraordinariamente sugerente
para una ceremonia como esta que será realizada a puerta cerrada.
Realizarlo por la noche no solo tiene como razón el
simbolismo de la hora, sino también para evitar el cerrarla durante
el horario diurno. La ceremonia debe realizarse a puerta cerrada
sin más laicos asistiendo que aquellos a los que expresamente se
les permita asistir. De lo contrario, la noticia de este exorcismo
puede provocar que la catedral esté tan literalmente repleta de
devotos y curiosos que sea imposible realizar el más pequeño
movimiento en ella. Por otra parte, un número pequeño de
asistentes (un centenar de laicos puede ser un buen número)
permite concentrarse mucho más en la ceremonia. La intimidad,
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sin duda, beneficia a este ceremonial. La presencia de una
multitud dispersaría la concentración de los celebrantes.
No hace falta decir que se podría realizar en cualquier
templo y no necesariamente en la catedral. Pero no conviene que
para esta ceremonia se designe cualquier iglesia. La belleza y
prestancia del lugar donde se lleve a cabo tiene un papel
importante en un ritual de este tipo. Porque, ciertamente, este
ritual tendrá per se efecto sobre los demonios, pero lo ideal es que
por su solemne grandeza impacte también a los humanos que
participen en la ceremonia.
Como se ha dicho, se sugiere que esta ceremonia tenga lugar
después del rezo en la catedral de completas. Esa hora canónica
haría las veces de liturgia de la Palabra para el exorcismo
posterior.
Algún sacerdote puede acusar a esta ceremonia de dar
demasiado protagonismo al mundo demoniaco y a su poder. Pero
hay que recordar que esta ceremonia se celebraría una vez al año
en unos pocos lugares del mundo. Sin duda, eso no es un exceso.
Ojalá en cada diócesis del mundo, una vez al año, el obispo
organizara un magno exorcismo como el que voy a describir,
incluso sin la presencia de una reunión de exorcistas. Si tal
costumbre se propagara, sería de gran enseñanza para el pueblo
fiel aunque pocos laicos asistieran; de gran enseñanza para el
pueblo fiel y para los sacerdotes de ideas más racionalistas.
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contra los poderes infernales, realizada del modo que se va a
exponer, se convierte en un modo de alabar a Dios.
Pasos de la ceremonia
La estructura de esta ceremonia puede parecer muy
complicada, pero consiste tan solo en una procesión por el
perímetro del templo y otra por el eje central. Comenzando con
una oración inicial y otra final. Eso es todo.
Comienzo de la ceremonia
1. Oración de inicio
Conclusión de la ceremonia
10. Oración final
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la letanía de la Virgen María. El regreso final (por el pasillo
central) es a través del aleluya de la Resurrección.
Celebrantes
El obispo y doce presbíteros son los que realizan este rito, los
demás sacerdotes asisten. Esto no significa que sólo esos doce
sacerdotes ejerzan su poder y el resto de presbíteros simplemente
estén allí como espectadores, de ningún modo. Cierto que sólo
esos doce sacerdotes y el obispo (u obispos) recitan las fórmulas
en voz alta, pero todos participan, todos oran, todos se unen con
la mente y la voluntad en las mismas plegarias. Sin necesidad de
que todos pronuncien con la boca, la presencia de todos conforma
una sola ceremonia. Todos los asistentes participan en ese ritual
por la fuerza intercesora y deprecativa de todos. Todos, desde
luego, pronuncian las contestaciones “ruega por nosotros” en las
letanías.
Esta ceremonia quiere resaltar que este es un exorcismo
coral, no el ritual de un solo sacerdote. Pero, aunque sean doce los
celebrantes, sólo va hablando por orden uno cada vez. Pero la
oración interna cuenta tanto como la externa; no hay ninguna
necesidad (ni beneficio) en que los exorcismos sean bisbiseados
por todos los exorcistas presentes. Eso no aumentaría el poder de
los exorcismos. La participación orante de todos los presentes,
silenciosa u oral, se une en una sola ceremonia. Esto es válido
para los laicos presentes también. No debe existir, por tanto, afán
de todos por hacer algo; sino de unirse con la oración del alma a
los ritos que tienen lugar ante ellos.
Los presbíteros celebrantes se reparten las distintas oraciones,
invocaciones, conjuraciones y ritos de esta ceremonia según el
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esquema que aparece más adelante. Las distintas letanías las
pueden recitar o cantar laicos. Habrá siete acólitos que estarán
colocados en la cabecera de la procesión: incensario, cruz
procesional, ciriales, el que porta el ritual y los dos que ayudarán
al obispo con la mitra y el báculo. En pocas ceremonias como en
esta será tan necesaria la labor del maestro de ceremonias que
podrá ir revestido con sotana y roquete. Él dispondrá donde se
coloca en cada estación el grupo de acólitos, el grupo de
celebrantes, el obispo y el sacerdote que en cada estación recita
las fórmulas.
El obispo (u obispos) irán revestidos con alba, capa pluvial y
mitra. Otros cuatro sacerdotes irán revestidos con capa pluvial.
Seis sacerdotes únicamente con alba y estola morada. Las capas
pluviales serán blancas, ya que difícilmente se encontrarán tantas
capas moradas.
La ceremonia es complicada, así que lo mejor es que cada
uno de los doce sacerdotes se limite a acordarse de las fórmulas
que tiene que decir. Lo cual es fácil porque cada parte va
precedida de un número. Así que basta con que cada uno recuerde
su número en el ritual.
El obispo sólo dice las fórmulas que dan inicio y ponen punto
final a esta ceremonia, así como la que se dice justamente en el
centro del templo, tal como se indica en sus lugares
correspondientes.
Si el obispo no está presente, las partes del ritual que se
reservan para el obispo, las hará un sacerdote que ocupará su
lugar. Si hay dos obispos presentes, pueden repartirse los tres
momentos culminantes de la ceremonia. Si hay algún diácono,
podrá revestirse con alba y dalmática, colocándose a ambos lados
del obispo. Si hay más diáconos, se colocarán detrás de los
acólitos. Si esta ceremonia se realiza cada año en una diócesis, lo
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ideal sería contar con seis capas pluviales iguales, blancas o
moradas para los sacerdotes que realizan los ritos principales.
La diversidad de vestiduras conferirá belleza a la procesión,
yendo unos con capas pluviales (seis presbíteros), otros sólo con
alba y estola (ocho presbíteros), y otros sacerdotes asistentes con
sotana y roquete. Pero la diversidad de vestiduras no tiene otra
función que conferir mayor belleza al ritual. Repartiéndose como
deseen después las funciones. Aunque para simplificar parece
lógico que los cuatro sacerdotes revestidos con capa pluvial hagan
los exorcismos de los cuatro puntos cardinales y las oraciones del
eje del templo, y el resto de sacerdotes con alba las otras
fórmulas.
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las almas, con los sacramentos y sacramentales. Pero la Iglesia
también tiene una labor de defensa frente a los poderes de las
tinieblas. La Santa Iglesia Católica no sólo predica la Verdad,
también defiende a las almas frente a las potestades y
dominaciones de los infiernos, del Hades por usar la palabra
griega que aparece en boca de Nuestro Señor en los Santos
Evangelios.
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Ritual del
Exorcismo Magno
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adelantado que el grupo de presbíteros. Los acólitos se colocarán
a un lado.
Cuando los acólitos hayan recibido la mitra y el báculo, el
obispo hará inclinación profunda hacia el altar que tendrá sus
siete cirios encendidos. Los doce sacerdotes se unirán a esa
reverencia del obispo.
En este momento no se besa ni se inciensa el altar, porque
toda la ceremonia que va a tener lugar es como un largo recorrido
hacia el altar. Ritos que se culminan con la llegada hasta él,
momento en el que sí que por fin se besa e inciensa el altar.
El grupo de laicos presente en esta ceremonia, seguirá a los
sacerdotes detrás de ellos. Si hubiera tantos sacerdotes que no se
puede hacer de forma adecuada la procesión, por estar demasiado
lejos de la cabecera de esta, parte de los sacerdotes se colocarán
en los bancos y desde allí participarán en la ceremonia.
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1.Oración de inicio
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llegue a un punto cardinal, y se retomará la letanía en cuanto la
procesión se ponga en marcha de nuevo.
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Ritos de circunvalación del templo
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Hay que dejar muy claro que el exorcismo no tiene más
eficacia por dirigirse con exactitud hacia los puntos cardinales.
Exorcizar hacia esos puntos solo tiene un valor simbólico. Las
distintas estaciones de esta ceremonia solo tienen un valor
simbólico. No es porque orar en esos puntos concretos dote a
estos ritos de mayor eficacia.
2.Conjuración al Norte
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Al llegar a ese punto cardinal (o al primer punto cardinal que
se halle en el recorrido), el primer sacerdote designado realizará la
primera oración deprecativa con las manos en alto:
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3.Conjuración al Oeste
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En la tradición cristiana, el Oeste simboliza la muerte. Al
llegar a esa estación, otro sacerdote recita esta oración deprecativa
con los brazos extendidos:
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4.Conjuración al Sur
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No dejes que tus servidores,
a quienes Cristo redimió con su Sangre,
sean llevados a la cautividad del diablo;
impide que el templo de tu Espíritu
sea mancillado por los espíritus inmundos.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.
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5.Conjuración al Este
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Ritos en el eje del templo
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En este eje central, el sacerdote que interviene no recita más
que una sola oración deprecativa. En los desplazamientos entre
las estaciones 6 hasta la 9, se recitarán las letanías de la Virgen
María, del mismo modo que antes se hacía con las letanías de los
santos, continuando donde se había interrumpido.
Santa María, ruega por nosotros Puerta del cielo,
ruega por nosotros. Estrella de la mañana,
Santa Madre de Dios, Salud de los enfermos,
Santa Virgen de las Vírgenes, Refugio de los pecadores,
Madre de Cristo, Consoladora de los afligidos,
Madre de la Iglesia, Auxilio de los cristianos,
Madre de la divina gracia, Reina de los Ángeles,
Madre purísima, Reina de los Patriarcas,
Madre castísima, Reina de los Profetas,
Madre siempre virgen, Reina de los Apóstoles,
Madre inmaculada, Reina de los Mártires,
Madre amable, Reina de los Confesores,
Madre admirable, Reina de las Vírgenes,
Madre del buen consejo, Reina de todos los Santos,
Madre del Creador, Reina concebida sin pecado original,
Madre del Salvador, Reina asunta a los Cielos,
Madre de misericordia, Reina del Santísimo Rosario,
Virgen prudentísima, Reina de la familia,
Virgen digna de veneración, Reina de la paz.
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa, Cordero de Dios, que quitas el pecado
Virgen clemente, del mundo,
Virgen fiel, perdónanos, Señor.
Espejo de justicia, Cordero de Dios, que quitas el pecado
Trono de la sabiduría, del mundo,
Causa de nuestra alegría, escúchanos, Señor.
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor, Cordero de Dios, que quitas el pecado
Vaso de insigne devoción, del mundo,
Rosa mística, ten misericordia de nosotros.
Torre de David,
Ruega por nosotros, Santa Madre de
Torre de marfil,
Dios.
Casa de oro,
Para que seamos dignos de las promesas
Arca de la Alianza,
de Cristo.
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Como se observa, todo este ritual comienza con las letanías
de los ángeles, se sigue con la de los santos, y en el eje se rezan
las letanías de la Virgen María y de camino al altar se cantarán los
aleluyas con las tres antífonas.
Éste es el orden normal. Pero el maestro de ceremonias
determinará si hay que alargar una determinada letanía o todas, en
el caso de que el templo sea muy grande. Las letanías podrán
sufrir las adiciones que se crean convenientes añadiendo santos
propios de ese ciudad, diócesis o nación.
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6.Invocación de los Santos Ángeles
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Escucha, Señor, la oración de San Miguel Arcángel y de
todos los ángeles que te sirven. Dios de todo bien, impide la
acción diabólica;
Tú que eres la fuente de la verdad y del perdón,
destruye las falaces insidias del diablo;
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.
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7. Conjuración hacia la Puerta del Abismo
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Acabada la oración, uno de los sacerdotes aspergerá el punto
marcado, la zona alrededor y, por último, a los celebrantes allí
congregados en torno a ese punto.
Después, el obispo (revestido con la mitra y el báculo en la
mano) recitará el siguiente exorcismo:
Rito de la percussio
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Golpeo los Poderes del Averno confiado en la intercesión de
María Santísima e Inmaculada. La cual golpeó y aplastó a las
potestades y principados rebeldes.
Tras estas palabras, golpeará por segunda vez el suelo otras
tres veces con el báculo. Entonces dirá la última fórmula breve:
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del Abismo. Que no salgan de ella hacia la tierra las potestades
infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
El celebrante hará el exorcismo mirando hacia el suelo de
vez en cuando, como si se estuviera dirigiendo a la entrada del
infierno.
Esta parte del rito resulta extremadamente visual. Es como si
el sacerdote se dirigiera hacia esa puerta del abismo para cerrarla
con la oración. Oración que se realiza dentro del templo, porque
se presenta la imagen de que es la entera Iglesia universal la que
con su inmenso peso es la losa que (con sus sacrificios y
oraciones) cierra esa puerta del mal. La inmensa Iglesia es la
piedra que evita que esas Puertas del Abismo se abran.
Con estos exorcismos se ordena a los demonios que no salgan
del infierno para atormentarnos. Esta fórmula tiene en mente el
texto del Apocalipsis en el que se dice:
Tocó el quinto ángel. Entonces vi una estrella que había caído del cielo a
la tierra. Se le dio la llave del pozo del Abismo. Abrió el pozo del Abismo y
subió del pozo una humareda como la de un horno grande, y el sol y el aire se
oscurecieron con la humareda del pozo. De la humareda salieron langostas sobre
la tierra, y se les dio un poder como el que tienen los escorpiones de la tierra.
Apocalipsis 9, 1-3.
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8.Invocación a la Santísima Virgen María
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9.Conjuración hacia la puerta de la Iglesia
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Te exorcizo, Serpiente Antigua, aléjate de este templo, aléjate
de esta ciudad, aléjate de esta diócesis, aléjate de la Santa Iglesia
de Dios. Te lo manda Dios Padre , te lo manda Dios Hijo , te
lo manda Dios Espíritu Santo . Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
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Allí, delante del altar, finalizan todos los movimientos
procesionales que se han realizado en el templo. Si unimos en un
solo dibujo las distintas estaciones de esta ceremonia, la unión de
estaciones perimetrales y las del eje de la iglesia formarían este
esquema.
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10. Oración final
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El Señor os bendiga y os guarde.
Amén.
Fin de la ceremonia
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Algunas consideraciones finales
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en una catedral gótica con sus recovecos, su deambulatorio, su
coro de los canónigos en medio de la nave central.
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Todo este ritual tiene efectividad, no es un mero conjunto
armonioso de símbolos: tiene efecto en el mundo espiritual. Pero
no se puede negar que tiene dos facetas: su efecto en el mundo de
los demonios y su repercusión pedagógica entre los fieles. El
mero hecho de que se sepa que se ha hecho este ritual supone una
enseñanza para el pueblo fiel. Por eso, porque no se puede
despreciar esta segunda faceta, resultaría muy beneficioso que un
obispo lo realizara en ocasiones de extraordinario peligro. Por
ejemplo, en peligro inminente de que se desate una guerra,
siempre será útil alejar a los demonios de las dos naciones y de
los gobernantes que tienen que tomar las decisiones. También
puede ser útil realizar este ritual ante un inminente referéndum
acerca del aborto o del matrimonio homosexual, para que los
demonios se alejen y no tienten al pueblo de una nación.
El ritual no puede ser usado en situación de catástrofe
nacional, de una peste o de calamidades similares. El ritual aleja
los demonios, pero no es un ritual para alejar todos los males.
Pero sí es útil en una situación en que se ha desatado una gran
violencia en un país.
Como ha quedado claro, este ritual no sólo se puede celebrar
en aquellas diócesis donde se realice un congreso de exorcistas, el
obispo puede ordenar que se realice en determinadas situaciones
graves o, incluso, una vez al año. Puede haber situaciones
excepcionales en que el obispo determine que se realice cuatro
veces durante un mes, o todos los viernes de una cuaresma.
Otra forma de usar el ritual es que se establezca como
costumbre que se celebre en una abadía de monjes una vez al año,
sin que el obispo tenga que sentirse forzado a estar presente. En
cualquier caso, el ritual tiene un carácter excepcional. Fue ideado
para ser usado una vez al año, pero reconozco que cabe un uso
algo más repetido en algunas circunstancias. Por ejemplo, el caso
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de un monasterio que quisiese tomar sobre sí de un modo más
intenso la lucha contra las potestades de las tinieblas, y lo
realizase una vez cada dos meses. Resulta difícil establecer una
medida objetiva prudente para todos los lugares. Pero no está
pensado para un uso frecuente. La frecuencia devaluaría su valor.
También quiero prevenir a aquellos que crean que el ritual
quedará mejor añadiendo más y más símbolos, más y más ritos y
oraciones. El ritual es complejo pero sobrio. Creo que se ha
alcanzado en estas páginas un equilibrio entre los excesos de la
simplicidad y la complejidad. Añadir más elementos no considero
que redundara en una mejora del ritual. Aunque por supuesto esto
es opinable.
Lo que sí que pueden estar seguros los lectores es que todo
ha sido meditado y ponderado largo tiempo. A veces, escribía
largas explicaciones acerca de por qué una cosa se hacía de una
manera y no de otra, como fue el caso de las oraciones
deprecativas hechas mientras la procesión estaba en marcha. Pero
después suprimía esas explicaciones, dándome cuenta de que el
texto tampoco podía convertirse en una inacabable explicación
acerca de por qué unas cosas convenía hacerlas de una manera y
no de otra.
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Había escrito estas páginas teniendo en mente un encuentro
concreto de exorcistas en Estados Unidos. Cuando envié el escrito
a uno de los principales organizadores ese encuentro y observé
una recepción fría, pensé que el escrito se quedaría flotando en el
campo de lo teórico. Cuál fue mi sorpresa cuando un mes después
de dar a la luz mi obra, me escribió una persona de un país (cuyo
nombre, de momento, omitiré) para decirme que un determinado
obispo quería ponerlo por obra.
No daré detalles, pero este ritual se realizó
esplendorosamente en una catedral con exorcistas venidos de todo
el país, con la presencia de un arzobispo y un cardenal. La
ceremonia resultó bellísima. Sólo al verla materializada me di
cuenta de la tremenda fuerza visual que tenía un ceremonial así.
Comprobamos que la ceremonia realizada con toda tranquilidad y
en una catedral de grandes dimensiones se realiza en algo menos
de tres cuartos de hora, sin contar los diez minutos que nos llevó
rezar la hora tercia en el coro de los canónigos.
Para que el demonio no moviera sus hilos para impedir que
se realizara este exorcismo magno, los exorcistas que vinieron de
todas partes del país no sabían que iba a tener lugar este
exorcismo magno. Si había alguna filtración y la noticia llegaba a
los medios, la ceremonia podía no llevarse a cabo. De manera que
se organizó todo para que los exorcistas pensaran que venían solo
a unas charlas. Únicamente el día anterior a la ceremonia nos
reunimos en torno a una mesa en la sala capitular de la catedral y
se les explicó el ritual que iba a tener lugar.
A todos les pareció muy bien, pero cual fue nuestra sorpresa
cuando un exorcista muy reconocido (que no sabía que iba a tener
lugar el exorcismo magno) se quedó muy sorprendido y dijo que
por eso un poseso, dos días antes, durante un exorcismo había
dicho lleno de furia que estaba rabioso por eso que vais a hacer
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los exorcistas en una reunión que vais a tener dentro de dos días.
El poseso insistía en que vais a hacer algo, algo que ponía muy
enfadados a los demonios. Como les dije a todos esos exorcistas
que representaban al ministerio en esa nación: Cuando algo pone
muy furioso al demonio, esa es la mejor señal.
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El tenor de este ritual conlleva que sea largo y solemne.
Incluso conviene el marco esté acorde con el rito. Pero, como ya
he dicho, este rito se puede llevar a cabo por un sacerdote en una
parroquia e, insisto, eso tendría efecto sobre la diócesis. Resulta
preferible que lo llevara a cabo una comunidad de religiosos o un
cabildo. Pero mejor es que lo realice un sacerdote a que no lo
realice nadie. En esa situación, el sacerdote haría las oraciones
dirigidas a Dios y los exorcismos. Los fieles recitarían las
letanías. El rito de la percussio lo realizaría el presbítero con un
martillo ritual.
Si nadie realiza este ritual en una diócesis, no pasa nada. Lo
realmente importante es que se predique el Evangelio, que las
almas sean llevadas a Cristo. Pero si se realiza, aunque sea por un
solo ministro, tendrá efecto: los poderes de las tinieblas serán
atados. No completamente atados, pero sí atados en cierta medida.
A veces, se puede esperar más efecto de un solo ministro con
verdadero interés, que de la presencia de más ministros menos
motivados.
En el caso de un sacerdote o de varios que quieran celebrar
este ritual, ¿cada cuánto debería celebrarse? Una vez al año es una
buena medida. Pero tampoco me parece excesivo una vez al mes.
Un grupo de fieles pueden recibir una adecuada formación para
entender que su presencia en la ceremonia tiene como fin orar
para pedir la protección de la diócesis. De manera que esta
frecuencia mensual sea aceptada como algo normal.
La ceremonia realizada en una parroquia a puerta cerrada y
a la luz de las velas, por la noche, tendrá un efecto también
impresionante sobre los participantes. Celebrarlo por la noche
refuerza la idea de la luchar contra el demonio en la hora de las
tinieblas. Los ritos se celebrarían a puerta cerrada, pero eso no
significa que se haga de forma secreta. Se evitarán problemas si la
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comunidad sabe lo que se celebra allí en mitad de la noche. Hablo
de “celebración”, porque en esta ceremonia, ante todo, se celebra
el nombre de Dios. Es cierto que también tiene exorcismos, pero,
sobre todo, celebra y glorifica a Dios.
En no pocos países, hay parroquias o conventos en los que
trabaja un exorcista famoso en toda la región que realiza
exorcismos todos los días o casi. En esos templos en los que la
práctica del exorcismo es cotidiana y hay una comunidad que
arropa la labor de ese ministro, no sería inadecuado el que esta
ceremonia se celebrara de forma semanal, por ejemplo, los
viernes por la noche. Este exorcismo magno sería el complemento
comunitario a los exorcismos individuales.
Un arzobispo, al leer esta obra, comentó a los exorcistas de
un país reunidos algo que no se me había ocurrido: les aconsejó el
uso de estas oraciones y exorcismos como oración privada. Para
realizar estas oraciones de un modo personal, no se precisa ningún
permiso. Pues en todo se asimila a, por ejemplo, el llamado
Exorcismo de León XIII. Pero cuando hablo del uso de este ritual
como “oración privada”, me estoy refiriendo a un sacerdote que
sentado en un banco de la iglesia realiza estas oraciones en
silencio o en voz baja, musitándolas.
En el momento en el que un sacerdote recitara las oraciones
de un modo audible ante varios fieles presentes (aunque sean dos
o tres) ya entraríamos en el campo de lo externo y, por tanto, la
autorización del obispo sería necesaria, por pura prudencia, a
causa de la extrañeza que podría causar. Dígase lo mismo si el
sacerdote se revistiera con alba y realizara las circunvalaciones,
las aspersiones y las oraciones en silencio. Lógicamente, los fieles
se preguntarían que está haciendo su párroco.
Por uso privado se entiende, lo repito, el uso de estas
oraciones en silencio, sentado en un banco de la iglesia, sin gestos
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ni nada que pudiera provocar extrañeza. La ausencia de gestos,
aspersiones y la lectura silenciosa también tendría efecto. Pues el
efecto de este ritual depende del fervor y la fe con que se realice.
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Exorcismo Magno Vaticano
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unirá el ayuno. La idea es que, acabada la ceremonia, cada uno se
vaya a su casa ofreciendo a Dios el sacrificio del ayuno.
Como esa capilla no será suficiente para albergar a todos los
participantes en la ceremonia, otros rezarán las completas en el
coro de Cátedra de San Pedro; otros, en la Capilla del Santísimo
Sacramento. Comenzarán de manera que las dos procesiones
confluyan en la nave lateral de la Capilla de San Juan Crisóstomo,
cuando en esa capilla acaben las completas.
No debe haber tantos participantes que se ofrezca una
impresión de un lugar atestado. La estética de la celebración será
mejor si el número de personas presentes es el siguiente:
−el sumo pontífice
−doce cardenales
−treinta arzobispos
−cien obispos
−doscientos presbíteros
−doce diáconos
−doscientos laicos
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puerta central. El muro de la Puerta Santa no tendrá esas
oraciones puesto que está clausurada esa vía de entrada.
Mientras se rezan varios salmos imprecatorios, tres grupos
de sacerdotes recorrerán la nave central y otros dos grupos las dos
naves laterales exorcizando en voz baja, y aspergiendo con agua
bendita ese espacio sagrado. Ellos irán seguidos por otros cinco
grupos orantes que incensarán esos mismos espacios, mientras
oran a Dios y los santos por la intención de que el cielo aleje de
allí y de la Iglesia los ataques de los poderes de las tinieblas.
Acabada la aspersión e incensación, la procesión sigue. Al
llegar a la nave lateral, dado que está situada a oriente de la
Tumba de san Pedro, realizarán sus oraciones y exorcismos las
iglesias orientales. También el clero de los hermanos separados,
todos participarán en la procesión, no estarán aparte. Pueden
colocarse en un lugar de honor, entre los cardenales y los
arzobispos.
A los hermanos separados, se les dará libertad para realizar
los ritos que deseen. La procesión avanzará a siete lugares de esa
nave lateral. En cada punto, exorcizará un grupo: coptos,
ortodoxos eslavos, ortodoxos griegos, armenios y georgianos.
Cada grupo tendrá dos minutos exactos, lo cual significa que sus
intervenciones (sin los desplazamientos) durarán un cuarto de
hora. Si un grupo se alarga, podrá continuar, pero la procesión
seguirá su avance.
Al llegar a la Capilla del Santísimo Sacramento, el papa y
unos cuantos acompañantes entrar para adorar de rodillas a Jesús
sacramentado durante un minuto o dos. Allí solo se adora, sin
exorcizar. Se inciensa en silencio hacia el sagrario.
La procesión sigue. Al llegar al transepto, intervienen los
hermanos separados protestantes. Ese brazo es el norte de la
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basílica, dado que el ábside está situado hacia el oeste y hay un
gran coro de madera, es el mejor lugar para que otros siete grupos
realicen sus exorcismos. Se escogerá que grupos representarán el
mundo protestante. Esta selección es variable, pero podrían ser,
por ejemplo: anglicanos, luteranos, evangélicos, calvinistas,
metodistas, baptistas y pentecostales.
Como los anglicanos no son protestantes, se les concederá el
primer punto. Es decir, justo al comienzo del transepto, en el
lugar más cercano a la tumba nada más salir de la nave lateral. Lo
harán en el transepto septentrional, dado que Inglaterra está
situada al norte de Roma. También ellos tendrán la misma
limitación de tiempo que las iglesias orientales. Entre los grupos
orientales y occidentales sumarán media hora que parece una
medida de tiempo razonable. Todas las estaciones de esa nave
lateral y el transepto norte estarán a cargo de los hermanos
separados.
En el centro de la nave de la epístola, se puede colocar un
icono ortodoxo de especial belleza y significación. Mientras que,
en el centro del transepto norte, se puede colocar una biblia de
grandes dimensiones sobre un gran atril. Símbolo de lo que
compartimos las denominaciones cristianas. Esta ceremonia tiene
que resaltar que todos los seguidores de Jesús estamos unidos en
nuestra lucha contra el Diablo y sus ángeles rebeldes.
La procesión continuará hasta el ábside. Una de las iglesias
orientales (escogida por sorteo) habrá realizado los ritos en una de
las puertas de la basílica. Uno de los grupos occidentales hará una
oración en el camino hacia el ábside. También puede ser
designado por sorteo. Es mejor que sea así, porque las puertas
serán ungidas y eso es más propio de las iglesias orientales que de
los protestantes.
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La oración y exorcismos realizados en el ábside correrán a
cargo de los cardenales presentes. La procesión seguirá su
recorrido. Acabado el último exorcismo antes de las Capilla de
San Juan Crisóstomo. La procesión se dirigirá rezando letanías
hacia el comienzo de la nave central, hasta la zona de las puertas.
Allí comenzarán los ritos sobre el eje. Todo continuará como en
el exorcismo magno normal. El papa hará el exorcismo en el
centro de la nave central y la oración final de toda la ceremonia.
Dos particularidades quedan por señalar. Al llegar al altar,
doce arzobispos bajarán a la confessio y harán una oración ante el
sepulcro de san Pedro. El papa, tras subir al presbiterio, se
arrodillará en silencio ante las reliquias del altar y pedirá la
intercesión de los ángeles y los santos. Después, incensará.
La basílica estará iluminada de manera que reine una cierta
penumbra. La ceremonia tiene lugar por la noche para resaltar que
hay una hora de las tinieblas. En esa penumbra, resaltará mejor el
altar como fuente de luz. Pero, tras la oración final el papa, el
coro cantará la más bella y triunfal de las canciones mientras se
ilumina toda la basílica para simbolizar el triunfo final de la luz.
La primera canción coral puede ser un gran aleluya.
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Índice
Introducción
Ritual
Ritos de circunvalación del templo ............................................................. 20
Ritos en el eje del templo ............................................................................ 30
Unción de las puertas .................................................................................. 41
Regreso hacia el altar .................................................................................. 42
Conclusión
Algunas consideraciones finales ................................................................. 46
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José Antonio Fortea Cucurull, nacido en Barbastro,
España, en 1968, es sacerdote y teólogo especializado en
demonología.
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