Kotler - Procedimiento Ante La Justicia de Faltas
Kotler - Procedimiento Ante La Justicia de Faltas
Kotler - Procedimiento Ante La Justicia de Faltas
EDGARDO A. KOTLER*
En este breve contacto con ustedes, deseo resaltar la importancia que para los
intereses estatales, como también para la eficaz protección de los derechos de
los administrados, poseen los Tribunales Municipales de Faltas de la Provincia de
Buenos Aires, justicia que es de carácter administrativo y cuyo procedimiento, en su
totalidad está conformado por elementos de Derecho administrativo, como ya fuera
señalado en un trabajo anterior.1
No debe ser redundante señalar que los jueces municipales de faltas gozan de
todas las prerrogativas acordadas a los magistrados judiciales en cuanto a su inde-
pendencia, toda vez que la ley de creación las prevé. Sin embargo, algo falta y es esa
independencia funcional como poder judicial municipal, quizá postergada debido al
incumplimiento del mandato autonómico del Artículo 123 de la Constitución Nacio-
nal por parte de la Provincia de Buenos Aires.
Y como hablamos de discrecionalidad y garantismo, el primer elemento discre-
cional, lamentablemente, se encuentra en la propia ley de creación de esta justicia
administrativa. En efecto, es discrecional para los Intendentes Municipales impulsar
aquello que debe ser obligatorio: el funcionamiento de la misma con todas las garan-
tías que la ley acuerda. Y esto es así porque la Administración se resiste a despren-
derse de los reductos de poder que afectan sensiblemente uno de los platillos de la
balanza –el de las garantías individuales–, porque como hoy bien lo señaló el doctor
Patricio Sanmartino, el Derecho administrativo es el cauce primario de la protección
de los derechos sociales.
Deseo citar, a modo de ejemplo, circunstancias particulares que se han dado a
este respecto. Así, la doctora Ripodas, Juez de Paz del Partido de Tordillo dijo: “[...]
Asimismo, que el juzgamiento de las infracciones debe ser ejercido por los Juzgados
de Faltas Municipales. Trátase de criterios legislativos de distribución económica y de
competencia jurisdiccional respectivamente. No parecen irrazonables ni injustos como
tales, sino más bien un ejercicio de atribuciones privativas del legislador –mientras
no traspongan las fronteras de la constitucionalidad–, y aquí no parece haberse efectua-
do. No se vislumbra en general la inconstitucionalidad de las normas observadas
–repetimos–, salvo en cuanto a su aplicación en el caso específico tal como el que
estamos tratando en autos. Vemos que, en razón de que en el Partido de Tordillo, al
no estar creada la figura del Juez de Faltas Municipales, ejerce dicho cargo el Inten-
dente del Distrito, resulta observable su imparcialidad como magistrado para sancio-
nar y para fijar el monto de dichas sanciones, ya que tanto las penas, como la eleva-
ción de sus montos, beneficiarían al gobierno que está ejerciendo como cabeza del
Poder Ejecutivo, incrementando la recaudación fiscal. Se confunden así dos poderes
1
Kotler, Edgardo A., “Reflexiones acerca de la calificación de la justicia municipal de faltas de la
Provincia de Buenos Aires y control judicial de sus decisiones a la luz de la aplicación del nuevo código
contencioso administrativo en el citado ámbito territorial”, tesina con el fin de acceder al título de
magíster en Derecho Administrativo por la Universidad Austral.
CUESTIONES DE PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO 277
2
Autos: J., Carlos A. s/ infracción Artículo 77, inciso 2, Ley N° 11.430, JZ0000 TO, Expediente Nº 452/1998;
RSD 149/1998. General Conesa, octubre 22 de 1998.
278 EDGARDO A. KOTLER
3
Lagarde, Fernando M., “Mecanismo de solución de controversias en el ámbito de la coparticipación
federal de impuestos: análisis de la función jurisdiccional de la Comisión Federal de Impuestos”, en:
Revista Argentina del Régimen de la Administración Pública - Rap, Año XXVII, N° 315: 7 y sigs.
CUESTIONES DE PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO 279
enervadas por otras pruebas, ésta será considerada por el Juez de faltas municipales
como plena prueba de la responsabilidad del infractor. Asimismo, considero atendi-
ble, para el presente análisis, los principios particulares que rigen el procedimiento
administrativo; ellos son: a) Oficialidad: aunque el procedimiento es impulsado de
oficio por los órganos de la Administración, no impide que el administrado disponga
en cierta medida del procedimiento, no así que la Administración deje al interesado
al margen de actividad privada para ofrecer y obtener las pruebas; b) Principio de
verdad material: la Administración no queda vinculada por las pruebas que pueda
aportar el particular, sino que el Juez debe ajustarse a los hechos, procurándose
las pruebas, aun con independencia de la actividad y voluntad del administrado;
c) Informalismo: el particular puede invocar la elasticidad del procedimiento en
beneficio propio, sin el rigorismo ni el formalismo del proceso judicial, pero el
informalismo no rige a favor de la Administración; d) Debido proceso: traslado al
procedimiento administrativo de la garantía de la defensa en juicio. Ello presupone:
1) tener noticia y conocimiento de las actuaciones; 2) oportunidad de participar en el
procedimiento (exponer razones, ofrecer y producir pruebas, etc.), y 3) obtener deci-
sión fundada. Por consiguiente, el derecho de defensa en sede administrativa ha sido
definido en cuanto a sus formas sustanciales por la Corte de Justicia de La Nación
(caso “Parry, Adolfo E.”, año 1942), atribuyendo a quien es sometido a proceso el
derecho a ser notificado, oído y a defenderse mediante argumentos y pruebas que con
posterioridad al caso “Fernández Arias c/ Poggio, año 1960”, además de mantener el
requisito de la defensa indicado precedentemente, impone como condición sine qua
non para la constitucionalidad del procedimiento administrativo la posibilidad de
usar una vía ulterior de revisión judicial suficiente; es allí donde resulta de aplicación
la garantía constitucional impuesta por el Artículo 18 de la Constitución Nacional.
Todo ello motiva que en el procedimiento administrativo no corresponda la interven-
ción de un Defensor Oficial que actúe como defensor técnico legal del infractor,
puesto que las garantías de la defensa se encuentra satisfechas, no sólo por las parti-
cularidades de los principios rectores del procedimiento administrativo precedente-
mente tratado, sino también por la carencia de obligatoriedad que determina la mis-
ma ley procesal en la material (Decreto Ley N° 8.751/1977); no ocurre así con el
procedimiento penal que impone la figura del Defensor Oficial. En consecuencia,
como el procedimiento administrativo no resulta ser de jurisdicción judicial, no se ve
violada la garantía constitucional que indica el Artículo 18 de la Constitución Nacio-
nal, puesto que dicha garantía de defensa resulta ser en juicio y no en sede adminis-
trativa; como tampoco así la garantía del Artículo 15 de la Constitución de la Provin-
cia de Buenos Aires, en tanto “[...] la inviolabilidad de la defensa de la persona y de
los derechos en todo procedimiento administrativo [...]” se ven protegidos amplia-
mente en cuanto a sus formas sustanciales (el derecho a ser notificado de la causa, ser
oído y defenderse mediante argumentos y pruebas que pretenda aportar), todo ello, y
sin perjuicio de la oportunidad procesal de alcanzar una segunda instancia de revi-
sión judicial, donde la situación varía radicalmente”.
280 EDGARDO A. KOTLER
4
“En dicho sentido, es importante tener en cuenta dos pronunciamientos dictados por la Corte Provin-
cial en las causas ‘Municipalidad de Santa Fe c/ Arede S.R.L.’ (A. y S. T. CL, 352) y ‘Desvaux’ (A. y S.
T. 163, 35) en los que estableció que, aunque intervenga el Juez de Faltas, si la materia en debate es
contencioso administrativa, ello otorga de por sí determinados matices a la actividad de juzgar y requie-
re el respeto de ciertos principios tales como el del carácter revisor de la instancia y el de presunción de
legitimidad de los actos administrativos”, Lepenies, Irmgard E., “El control judicial de la actividad
administrativa en la Provincia de Santa Fe”, en: Control de la Administración Pública, “Administrati-
vo, Legislativo y Judicial”, Jornadas organizadas por la Universidad Austral, Facultad de Derecho,
Ediciones Rap, 2003, 415 y sigs.
5
Gordillo, Agustín, “Axel en la Justicia Administrativa de la Provincia de Buenos Aires”, en: Revista
Argentina del Régimen de la Administración Pública – Rap, Abril 2004, Año II, N° 13: 11.
6
Gelli, María Angélica, Constitución de la Nación Argentina. Comentada y concordada. Segunda edi-
ción ampliada y actualizada, La Ley, 2003, 185.
CUESTIONES DE PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO 281
una vez por todas tengamos en cuenta que también el tan preciado garantismo que preten-
demos asegurar es el de toda la sociedad y no solamente el de los sometidos a procesos
judiciales o procedimientos administrativos, garantismo éste que no por insoslayable se
practica de manera indiscriminada, hasta el punto de que, cuando las desgracias ocurren,
los protagonistas, que hicieron gala de dicho garantismo, desaparecen de la escena públi-
ca, recayendo las responsabilidades en funcionarios administrativos que observan atóni-
tos cómo su labor queda marginada por meros cuestionamientos formales.
Sobre todo ello quiero dejar formulado este llamado de atención.
Efectivamente, la operatividad de las referidas garantías no resultan en desme-
dro de los objetivos que subyacen en la regla que habilita a la Administración para
imponer sanciones;7 todo lo contrario: pareciera reforzarlos, a poco que se repara, a
la luz de consagrada doctrina, en que el sistema jurídico administrativo revela la
existencia de una estructura dialéctica compuesta por principio autoritarios y libera-
les, que procura compatibilizar las prerrogativas administrativas con las garantías
debidas a los particulares.8
No cabe duda alguna, entonces, que estos Tribunales de Faltas son órganos ad-
ministrativos, los cuales ejercen actividad administrativa, siendo los decisorios que
adoptan actos administrativos de carácter sancionatorio o absolutorio (aun cuando
mal se los califique de jurisdiccionales).9 Sin embargo, discrepo con la interpreta-
ción dada por la Sala mencionada respecto de la naturaleza de las sanciones, toda vez
que éstas no pueden catalogarse sin más como penales, cuando tenemos multas deri-
vadas precisamente del ejercicio de funciones administrativas. Será necesario, en
consecuencia, discernir cuándo estamos en presencia de una multa de naturaleza pe-
nal o de naturaleza administrativa. En este sentido, comparto el esclarecedor trabajo
de Gerónimo Rocha Pereyra sobre la clasificación de las sanciones en relación con el
elemento teleológico, esto es, la finalidad que se persigue con la previsión y aplica-
ción de una determinada sanción, lo cual se encuentra caracterizado por la naturaleza
jurídica del bien infringido.10 Esta circunstancia no nos impide dejar establecido
7
Fiorini, Bartolomé, Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1996, Abeledo Perrot, 183.
8
Comadira, Julio Rodolfo, Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1996, Abeledo Perrot, 118.
9
“Es que la función jurisdiccional que ejerce la Administración pública activa sólo tiene de tal la cir-
cunstancia de resolver cuestiones controvertidas con la aplicación de una sanción. Pero de ningún modo
se puede sostener que, al hacerlo, el funcionario está ejerciendo esa función jurisdiccional de decir
derecho con fuerza de ley que por imperio constitucional le es atribuida a los jueces [...]. En definitiva,
los actos en cuestión constituyen actos administrativos que por comodidad clasificatoria se los asimila
más analógicamente a los jurisdiccionales propios de los jueces”, CNContencioso Administrativo Fede-
ral, Sala IV, diciembre 28 de 1998; FRIMCA S.A.
10
Rocha Pereyra, Gerónimo, “Sobre el derecho administrativo sancionador”, en: Revista de Derecho
Administrativo, año 2003, 143 y sigs. Es de hacer notar que este autor realiza un meduloso y valioso
análisis, que compartimos, pero que a poco que se ahonde en la expansión de los conceptos, la línea
divisoria es muy difícil de determinar. Sin embargo, la claridad que aporta al tema es fundamental para
aquellos que consideramos administrativo el carácter de las multas impuestas por la Administración.
282 EDGARDO A. KOTLER
11
El principio de legalidad indicado precedentemente “opera, pues, en la forma de una cobertura legal de
toda la actuación administrativa: sólo cuando la Administración cuenta con esa cobertura legal previa, su
actuación es legítima”, García de Enterría, Eduardo y Fernández Tomas, Ramón, Curso de Derecho Admi-
nistrativo, T. I, 10ª ed., Madrid, Civitas, 440, citado en autos “Ayerza, Adela María c/ Provincia de Buenos
Aires s/ pretensión de cesación de una vía de hecho administrativa”, Juzgado en lo Contencioso Adminis-
trativo del Departamento Judicial de La Plata a cargo del doctor Luis Arias, 22 de febrero de 2005.
12
Gelli, María Angélica, op. cit., 68.
13
Se dijo acerca de esta figura: “[...] vale la pena que me detenga, sólo por un momento, en la figura de
quien fue su inspirador, John Marshall, quien, dotado de una enérgica personalidad, fue el director
político de la Corte desde su llegada y hasta su muerte y ha merecido el más alto de los podios en la
historia del Tribunal y del Derecho norteamericano”, y, además, al hacer mención del fallo indicado,
dice: “[...] Este fallo es habitualmente recordado, además, pues Marshall habló allí por primera vez del
poder de policía (police power), sosteniendo que el mismo constituye el poder remanente que los esta-
dos conservaron al sancionar la Constitución”, Bianchi, Alberto B., “Una síntesis histórica sobre la
consolidación del gobierno federal en los Estados Unidos”, en: Revista Argentina del Régimen de la
Administración Pública – Rap, Año XXVII, 314: 22, con cita de Oliver W. Holmes, quien decía que si el
derecho norteamericano debiera estar representado por una sola figura, únicamente Marshall podría ser
elegido para ello (Holmes, Oliver Wendell, Collected Legal Papers, Nueva York, Harcourt, Brace and
Howe, 1920, 270), opinión que fue compartida también por Felix Frankfurter (Frankfurter, Felix, Of
Law and Men, Nueva York, Harcourt, Brace and Howe, 1956, 3) y 44/45 citando 25 US.
CUESTIONES DE PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO 283
14
Fiorini, Bartolomé, “El poder de policía en el Estado moderno”, La Ley, T. XXII, 33.
15
Miller, Jonathan; Gelli, María Angélica y Cayuso, Susana, Constitución y Poder Político, Astrea,
1995, 987.
284 EDGARDO A. KOTLER
dio, tiene el interés adicional de trazar una línea divisoria entre las limitaciones en
aras del interés público –ése es el concepto que usa Vélez– y aquellas fijadas en mero
beneficio de otros vecinos siendo estas últimas las únicas alcanzadas por la legisla-
ción civil.”16
16
Canda, Fabián O., “Régimen Jurídico de la Actividad de Policía”, en: Servicio Público, Policía y
Fomento, Jornadas organizadas por la Universidad Austral, Facultad de Derecho, Buenos Aires, Edicio-
nes Rap, 2004, p. 131.
17
Y así se dijo: “[...] que se trata de una característica que deriva de su esencia misma, es decir, es
inherente a su propia existencia como comunidad humana de formación generalmente espontánea. Es
esta esencia o característica de ‘natural’ que llevó a los convencionales a utilizar el verbo asegurar y no
el de establecer, como pretendió algún sector de los convencionales en la Constituyente de 1994”, Galli,
Mario G., “La participación directa de los vecinos en el Gobierno de las autonomías municipales (una
visión desde las constituciones provinciales)”, en: Revista Argentina del Régimen de la Administración
Pública – Rap, Año XXVI, Nº 302: 62.
18
“Por lo pronto y ahora al efecto de esta ley –y en posición particular– ‘Municipio’ es la sociedad –su
población– con más el territorio municipal y el poder político. Es decir que Municipio es equivalente al
Estado en pequeño. ‘Municipalidad’ responde solamente a la denominación municipal del poder políti-
co local (es el gobierno municipal constituido por el Departamento Ejecutivo –y sus funcionarios auxi-
liares–, el Concejo Deliberante –y sus funcionarios auxiliares– y el Juzgado de Faltas –y sus funciona-
rios auxiliares”, Tenaglia, Iván D., Ley Orgánica de las Municipalidades de la Provincia de Buenos
Aires, La Plata, Librería Editora Platense, 2000, 7.
19
Artículos 27, inciso 17, y 108, inciso 12 de la Ley Orgánica de las Municipalidades, conforme Decreto
Ley N° 6.769/1958 y sus modificatorias.
CUESTIONES DE PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO 285
modo, pasa a ser público cuando no es exclusivo o propio de una o pocas personas,
sino que participa del mismo un número tal de personas, componentes de una comu-
nidad determinada, de suerte que pueda llegar a identificárselo como de todo el gru-
po, inclusive respecto de aquellos que, individualmente, puedan no compartirlo”.20
Es por ello que, naturalmente, dichas decisiones deben contener necesariamente
requisitos asimilables a los propios del acto administrativo, produciéndose el agota-
miento de la vía administrativa con la resolución del Juez de Faltas, considerando
éste como el acto último que posibilita el acceso al órgano judicial y referido exclusi-
vamente al marco de un procedimiento.
Para ello será menester, además, analizar las características que reúne el acta de
comprobación de faltas municipales, a la que también denominamos como acto
administrativo.
Como vimos, la instancia administrativa que analizamos ha sido creada por ley y
de acuerdo con los principios sustentados por la Corte Suprema de Justicia de La
Nación, por los cuales se ha afirmado que sólo a través de la norma legislativa se
puede establecer una jurisdicción obligatoria, sea en sede administrativa o judicial.21
Afortunadamente, el signo de independencia ha sido receptado oportunamente
en un dictamen emitido por la Dirección Municipal de Legal y Técnica de la Munici-
palidad de Lomas de Zamora, en el que se sostuvo que las remuneraciones de los
Jueces Municipales de Faltas no pueden ser disminuidas mientras se encuentren en
sus funciones, sobre la base del principio de la intangibilidad de las remuneraciones
e inamovilidad de sus cargos. (Dictamen: 11.814 del 9 de noviembre de 2001, recaído
en expediente 4068-110568-T-2001 y refrendado por Decreto del Departamento Eje-
cutivo N° 25/2002 del 10 de enero de 2002).
Sin embargo, uno de los puntos más interesantes por resolver con la instalación
de los Tribunales Municipales de Faltas siempre ha sido la calificación de sus activi-
dades, dado que la discusión sobre su constitucionalidad había quedado terminada a
partir del leading case “Fernández Arias”.
No todos los elementos en este camino de atribución de potestadas son iguales.
Sin entrar en un análisis detallado de aquellos, lo cierto es que existe un número
creciente de bienes y derechos que necesitan ser tutelados, que éstos son de rango
constitucional y que ello es lo que justifica la existencia de una regulación jurídica de
estas materias en todas sus fases, desde la preventiva hasta aquella en que se dicta el
acto administrativo que pone fin a la situación planteada, que no necesariamente será
controversial, dejando librado el control judicial posterior.
20
Escola, Héctor J., “El interés público: su concepto y contencia”, en: Revista Argentina del Régimen de
la Administración Pública - Rap, Año XXVI, N° 301: 124.
21
Cfr. Bianchi, Alberto B., “¿Qué son los entes reguladores? (Apuntes en torno a la coherencia de su
régimen jurídico)”, en: El Derecho, diario del 30-03-2000.
286 EDGARDO A. KOTLER
22
Sotelo De Andreau, Mirta, “La discrecionalidad administrativa. ¿Zona de inmunidad del poder?”, en:
Revista Argentina del Régimen de la Administración Pública - Rap, julio 1998, N° 238, 19, quien
sostiene: “En el Estado de Derecho no puede concebirse el ejercicio del poder absoluto. Debe estar
sujeto, cuando menos, al sistema normativo fundado sobre la organización de los principios que deter-
mina cada constitución o piedra basal. La cuestión, pese a su incontrovertible certeza, no es fácil de
ejecutar; la Administración se resiste a ser controlada”.
23
Tawil, Guido S., Administración y Justicia, Buenos Aires, Depalma, 1993, 36 y sigs. Este autor
señala: “Bajo el principio de legalidad, el ejercicio de la actividad administrativa resulta producto de la
utilización de potestades atribuidas previamente a la Administración. Estas, en su inmensa mayoría,
potestades función (ejercitadas en interés ajeno al propio y egoísta del titular) son derivación de un
status legal, por lo que resulta necesaria la existencia de una norma que, además de configurarlas, las
atribuya en concreto [...] La actuación administrativa resulta por ello siempre predeterminada, a punto
tal de haberse advertido en el common law que el control de que así ocurra es la principal función del
derecho administrativo” (con citas de García Trevijano, Fos; García de Enterría, Eduardo, y Fernández,
Tomás R.).
24
Sesin, Domingo J., Administración pública. Actividad reglada, discrecional y técnica, Buenos Aires,
Depalma, 1994, 348.
25
Señala Botassi, Carlos A., en Procedimiento administrativo municipal, poder competente para regu-
larlo, impugnación de ordenanzas: “Actualmente existe una concreta revalorización del procedimiento
al asumirse que constituye nada menos que el cauce formal por el cual se pronuncia la voluntad política
y administrativa del Estado. Su claridad y acierto normativo, además de constituir una garantía para los
particulares, aporta celeridad y eficiencia a la gestión pública”, IX Encuentro de Asesores Letrados
Bonaerenses, Mar del Plata 2003 y Jornadas regionales sobre temas de interés municipal, Necochea y
San Fernando 2004, Rap-Provincia de Buenos Aires, julio 2004, año II, N° 16, 9.
CUESTIONES DE PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO 287
26
Fiorini, Bartolomé A., Inexistencia del acto administrativo jurisdiccional, La Ley, 101-1027. Este
autor señala más adelante con claridad: “Nuestro gran tribunal viose obligado (el destacado nos pertene-
ce) a aceptar el principio del acto administrativo jurisdiccional ante actos de la Administración absolu-
tamente irrevisibles, sea por acción contenciosa, apelación, recurso o repetición ordinaria. Esta falta del
legislador (el destacado nos pertenece) se ha subsanado por la jurisprudencia reconociendo la apertura
del recurso extraordinario”. Esta orientación se promovió con el conocido fallo “Sociedad Tiro a la
Paloma” y continúa: “En suma: la Suprema Corte, al permitir el recurso extraordinario de decisiones
administrativas, ha debido identificarlas a sentencias para justificar su necesaria competencia e interven-
ción, pero ha debido condicionarlas con la irrevisibilidad irreparable, aunque dejando en una zona gris
lo que hace a la esencia constitucional del proceso jurisdiccional y que fundamentó la teoría de la
división de poderes” (Artículos 94, 95, 96 y 31, Constitución Nacional).
27
Tawil, Guido S., op. cit., T. II, 297.
28
Linares, Juan F., El recurso extraordinario contra decisiones administrativas, La Ley, T. 132, Sección
Doctrina, 1300 indica: “Es una regla muy clara en la jurisprudencia de la Corte Suprema la de que el
recurso se concede como principio sólo por sentencia de tribunales judiciales. Originariamente esta
regla era rigurosa. Posteriormente se mantuvo, pero sólo como principio que admite la excepción de
aquellos casos en que se demuestre que el acto administrativo presenta ciertas características de las
sentencias. La primera vez que la Corte admitió la excepción es en Fallos, T. MLVIII, 263, “Albarracín, I.”,
etc. –y cuyo antecedente es el T. XCIII, 336– en el que se abre el recurso contra una resolución del Jefe de
Policía que se negaba a imponer pena a una infracción denunciada de la Ley N° 2.786 (ADLA 1889-
1919, 1220), sobre protección de animales, por considerarse incompetente y juzgar competente a la
Municipalidad”.
288 EDGARDO A. KOTLER
29
Señala Bosch, Juan, en La actividad jurisdiccional de la Administración Pública y la garantía del
debido proceso, La Ley, 1996-E, Sección doctrina, 1343: “Más allá de tales consideraciones, a la hora
de arbitrar soluciones para estas novedades, entendemos de importancia que se tenga muy presente que
se trata, la administrativa, de una etapa prejudicial, por lo que la posterior actuación ante los tribunales
de justicia no puede ser restringida sino plena, con amplitud de debate y prueba sobre las alegaciones de
hecho y derecho efectuadas en sede administrativa, y sobre toda cuestión que se quiera incluir en el
planteamiento ante quien es el verdadero juez natural de la causa, en la letra y espíritu de nuestra Cons-
titución Nacional”.
30
Comadira, Julio Rodolfo, Derecho Administrativo, acto administrativo, procedimiento administrati-
vo, otros estudios. Algunos aspectos de la teoría del acto administrativo, Lexis Nexis-Abeledo Perrot,
1993, 4.
31
Gordillo, Agustín, op cit., T. III, I-14: “Hay que partir de la base conceptual de que la raíz del acto
administrativo no se halla subjetivamente en los órganos administrativos, sino objetivamente en el ejer-
cicio de la función administrativa, dictada por ende en ejercicio de dicha función sin interesar el órgano
que la ejerce”.
32
Comadira, Julio Rodolfo, Acto Administrativo Municipal, Buenos Aires, Depalma, 1992, 4 y sigs.
CUESTIONES DE PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO 289
33
Diez, Manuel María, El Acto Administrativo, Buenos Aires, Tipográfica Editora Argentina S.A., 1961,
144. Allí señala: “El contenido de los meros actos administrativos puede ser diverso. Así tenemos [...];
c) La comprobación de hechos, condiciones, requisitos, relaciones jurídicas. Así la inspección de una
obra, un establecimiento, etc. [...]”.
34
En este aspecto Gordillo, Agustín, op. cit., T. III, II-12 indica: “En cambio, los actos productores de
efectos jurídicos directos, aunque relativos al procedimiento que se tramita, reciben el nombre de actos
interlocutorios o de mero trámite. Resulta así que debemos distinguir, en esta estipulación, el acto
preparatorio en cuanto no productor de efecto jurídico directo, del acto ‘interlocutorio o de mero trámi-
te’, que, a pesar de su denominación, sería un acto productor de efectos jurídicos directos, aunque no en
cuanto al fondo de la cuestión debatida, sino en cuanto al trámite”.
35
Mairal, Héctor A., Control Judicial de la Administración Pública, V. II, Buenos Aires, Depalma,
1984, 776.
36
Señalan con acierto Eduardo García de Enterría y Tomás Ramón Fernández, Curso de Derecho Admi-
nistrativo, T. I, 9ª ed., Civitas, 1999, 559 y sigs.: “La regla de la irrecurribilidad de los actos de trámite,
sobre la cual la distinción se ha originado, es una simple regla de orden, no es una regla material abso-
luta. No quiere decirse con ello, en efecto, que los actos de trámite no sean impugnables. Que constitu-
yan una suerte de dominio soberano de la Administración que resulte absolutamente infiscalizable por
los recursos. Quiere decirse, más simplemente, que los actos de trámite no son impugnables separada-
mente. Expresa, pues, un principio de concentración procedimental: habrá que esperar a que se produz-
ca la resolución final del procedimiento para, a través de la impugnación de la misma, poder plantear
todas las eventuales discrepancias que el recurrente pueda tener sobre el modo en que el procedimiento
se ha tramitado, sobre la legalidad de todos y cada uno de los actos de trámite”.
37
De Santis, Gustavo J., op. cit., 4. Señala el autor: “A modo de síntesis, cabe señalar que en la mayor
parte de los casos el Juez deberá fundar la resolución condenatoria en el acta labrada por funcionario
competente y en las condiciones ut-supra indicadas, ya que la característica del procedimiento, el que
bien puede calificarse de sumarísimo, no permite la acumulación de elementos probatorios al margen
del mencionado, con excepción de los que en el acto de la audiencia de defensa y prueba (trámite
290 EDGARDO A. KOTLER
esencial) pueda aportar el propio imputado, elementos éstos que lógicamente estarán dirigidos a probar
la irresponsabilidad del particular. Ello, desde ya sin perjuicio de la facultad del órgano de instruir el
pertinente sumario, aspecto procesal previsto en el cuerpo legal en su Artículo 38, el que será necesario
en los casos en que el procedimiento se inicie por alguna de las vías ya indicadas (ejemplo: denuncia) y
en las que no existirá acta de comprobación en las condiciones del Artículo, 37 y siguientes. Como
vemos, entonces, el principio penal que enuncia que toda persona debe considerase inocente hasta tanto
no se pruebe su culpabilidad no rige en materia de contravenciones, al menos en el régimen estatuido
por la Ley N° 8.751”.
38
Establecen los respectivos artículos del Decreto Ley N° 8.751/1977, reformada por Ley N° 10.269 y
Ley N° 11.723, Artículo 40: “El acta tendrá para el funcionario interviniente el carácter de declaración
testimonial. Los Jueces de Faltas o Intendentes Municipales, independientemente de las medidas dis-
ciplinarias que en su caso pudieran aplicar o solicitar, deberán denunciar ante la justicia en lo penal
toda alteración maliciosa de los hechos o de las demás circunstancias que el acta contenga”; Artículo 41:
“Las actas labradas por funcionario competente, en las condiciones enumeradas en el Artículo 38 de
este Código y que no sean enervadas por otras pruebas, podrán ser consideradas por el Juez como
plena prueba de la responsabilidad del infractor”. El Artículo 141 de la Ley N° 11.430, modificada
por Ley N° 11.768 (Código de Tránsito de la Provincia de Buenos Aires), contiene disposiciones
similares a las explicitadas precedentemente.
39
García de Enterría, Eduardo, “Hacia una nueva justicia administrativa”, Madrid, Civitas S.A. 1989,
64/66, quien señala con acierto: “A) la decisión administrativa previa como expresión de un poder de autotutela
que dispensa a la Administración de tener que acudir al Juez para poder atender sus propios intereses sigue
siendo una técnica sin la cual nuestras Administraciones difícilmente podrían funcionar”.
CUESTIONES DE PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO 291
Para finalizar, es necesario determinar que el acta de infracción carece del carác-
ter de prueba testimonial que la ley le atribuye. Aquélla es prueba instrumental y su
característica, la de un documento público u oficial que contiene un acto administra-
tivo de conocimiento o comprobación de hechos y circunstancias.
El agente municipal no es un testigo. No es un tercero extraño a las actuaciones
que se forman con su intervención, sino que forma parte de la Administración ejerci-
tando la función de policía asignada. Por ello, al faltarle esa extraneidad, su testimo-
nio como tal nace descalificado, sobre todo teniendo en cuenta que, por aplicación de
normas supletorias, no habrá declaración testimonial válida si no se ha prestado jura-
mento en legal forma. La determinante eficacia del acta surgirá de su naturaleza
jurídica, considerada como acto administrativo y documento público que goza de
presunción de legitimidad hasta tanto no sea desvirtuada por otras pruebas debida-
mente fundadas.
La norma legal que venimos mencionando (Decreto Ley N° 8.751/1977 modifi-
cado por Ley N° 10.269 y Ley N° 11.723) adolece de defectos sustanciales. Obvio
resulta destacarlo: ello se debe a la confusión existente acerca de la verdadera natura-
leza de la institución que la misma crea.
El Artículo 10 indica: “la sentencia condenatoria [...]”; el Artículo 17 reza: “la
pena se prescribe al año de dictada la sentencia definitiva [...]”; luego, en el Artículo
50, comienza la contradicción ya que allí se dice: “Oído el imputado [...] el Juez
fallará en forma de simple decreto (la negrita nos pertenece) [...] Cuando la senten-
cia fuera apelable, el Juez la fundará brevemente”.
Es así que, aunque no sea afortunada la denominación, nos parece más adecuada
la terminología “simple decreto” que “sentencia”, ya que, por no ser Jueces del Poder
Judicial, las resoluciones de estos funcionarios no pueden ni siquiera asimilarse a las
sentencias sin perjuicio de que las mismas deben fundarse, como lo indica la norma
constitucional. Por otra parte, este “simple decreto” del que habla la ley es, en reali-
dad, el corolario del procedimiento y como tal es un acto administrativo40 ya que
emana de un órgano de la Administración.41
Dicho acto administrativo, de características especiales pero que con su dictado
agota la vía administrativa, sin embargo, no debe de ser identificado con “un simple
40
Véase Fallo FRIMCA S.A., RQU c. Resolución 836/97 SAGP y A., op. cit.
41
Sobre la caracterización de la resolución del juez de faltas se dijo: “La potestad que tiene el Poder
Judicial de revisar la legitimidad de los actos administrativos –en el caso, la decisión por la cual el
Tribunal Municipal de Faltas dispuso abrir al uso público una calle y remover los obstáculos a su libre
circulación– comprende la ponderación del prudente y razonable ejercicio por los funcionarios compe-
tentes de las facultades de que se hallan investidos, mas no la de su oportunidad, mérito o conveniencia,
dado que ello provocaría afectación del principio de división de poderes”, Juzgado Civil y Comercial
N° 11 de San Isidro, 14-06-2000, “Pérez Carrega y otros c/ Municipalidad de Pilar”, Buenos Aires,
La Ley, T. MM, 1386.
292 EDGARDO A. KOTLER
decreto” como indica la norma, porque, de ser así, se violarían los más elementales
derechos de los imputados, anteponiendo la “presunta” celeridad a la protección de
las garantías individuales. Esto es porque pareciera ser que el texto intenta agilizar el
procedimiento de los juzgados de faltas, en perjuicio de los imputados. Conocida es
la gran cantidad de causas que los juzgados de faltas tienen (sobre todo en ciudades
grandes), pero no es admisible que los ciudadanos vean conculcados sus derechos
porque las municipalidades no cuentan con la estructura necesaria para su
juzgamiento.42
Es así que dicho acto deberá contener todos los recaudos necesarios que garanti-
zan el debido proceso y la defensa en juicio. Queremos decir con esto que las resolu-
ciones emitidas por los Jueces Municipales de Faltas serán un acto administrativo
válido, que debe cumplir con la exigencia de motivación suficiente prevista por el
ordenamiento constitucional y ser una derivación razonada del derecho vigente, con
aplicación a las circunstancias concretas de la causa.43
De este modo, la función de la teoría del acto administrativo reseñada por Julio
Rodolfo Comadira44 respecto de la protección del interés público como estándar de
interpretación de la relación jurídica administrativa ampliará su vigencia.
Muchas gracias.
42
Gutiérrez, Roberto H., Código de Faltas Municipales de la Provincia de Buenos Aires, Depalma,
Buenos Aires, 1993, 64-65.
43
Constitución de la Provincia de Buenos Aires, Artículo 171.
44
Comadira, Julio Rodolfo, Algunos aspectos de la teoría del acto administrativo. JA, 1996- IV-750.
45
García de Enterría, Eduardo, La Lucha contra las inmunidades del poder, Madrid, Civitas, 1989.