Amanecer Vudú (Relatos de Horror y Brujería Afroamericana)

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AMANECER VUDÚ (RELATOS DE HORROR Y BRUJERÍA AFROAMERICANA)

SELECCIÓN DE JESÚS PALACIOS


VALDEMAR 1993

Para Pedro Duque,


mi hermano en Regla Ocha,
porque él sabe

JESUS PALACIOS
Amanecer Vudú. Valdemar Antologías 3.

UN PRÓLOGO QUE ES UNA ADVERTENCIA

¡V u—dú! Dos simples sílabas que despiertan en nuestra imaginación el obsesivo sonido
de los tambores, las cimbreantes figuras de bailarines poseídos por oscuros dioses,
ídolos de barro atravesados por alfileres asesinos.
Viejas películas en glamuroso blanco y negro, el lento desgranarse de los blues del pantano,
los ojos en blanco de zombis y muertos vivientes, el ritmo frenético de la rumba, sangrientos
sacrificios al pie de altares desconocidos...
Bueno, bueno. Antes de seguir, una justa advertencia, una necesaria aclaración: el Vudú, como
su hermana caribeña la Santería, es mucho más que esa imagen típicamente de género que
hemos evocado arriba.
Son, de hecho, religiones populares afroamericanas cuya verdadera naturaleza abarca
complejos fenómenos sociales, culturales, religiosos e históricos.
No en vano los antropólogos optan, a la hora de referirse al Vudú, por emplear la grafía
francesa propia de Haití, escribiéndolo Vodoun, para diferenciarlo radicalmente del concepto
popularizado por el cine y la literatura fantástica, que lo han convertido prácticamente en
sinónimo de brujería y/o magia negra.
Los interesados en la verdadera esencia de las religiones afroamericanas pueden, y deben,
husmear entre las páginas que Alfred Métraux, Roger Bastide o Wade Davis han dedicado al
Vodoun haitiano, las que Zora Neale Hurston o Robert Tallan dedicaran al Vudú y el Hoodoo —
que en justicia debería escribirse Judú— del Sur de los Estados Unidos; las que Fernando Ortiz
y Lydia Cabrera, entre otros escribieran sobre la Santería afrocubana, el diario de viaje del
director de cine Henri Georges Clouzot a través del Brasil, del Candomblé y de la Macumba, o
las más recientes descripciones de la moderna Santería neoyorquina, escritas por la
portorriqueña Migene González Wippler.
Porque lo que ahora tenéis entre las manos es un libro de relatos de horror.
Todos están, desde luego, relacionados con su lado más oscuro y siniestro, con las prácticas
mágicas, los hechizos y las maldiciones, las crónicas negras y los asesinatos rituales.
Sería absurdo negar el atractivo morboso que ejerce sobre nosotros esa cara oscura del Vudú.
Ya la simple realidad de la existencia hoy día de religiones basadas en el sacrificio y las
prácticas mágicas, no sólo en países tropicales y “atrasados”, como nos gustaría creer, sino en
el interior mismo de nuestras grandes ciudades, resulta francamente inquietante para el
hombre presuntamente civilizado.
Y es que quizá lo más terrorífico del Vudú sea cómo lo real y lo fantástico se entremezclan en
él, de forma difícilmente discernible.
No estamos ante fenómenos sobrenaturales incomprobables, ante paganismos ancestrales ya
desaparecidos, ante criaturas más bien míticas como vampiros y hombres lobo.
Cualquiera que lo desee puede consultar las incontestables pruebas reunidas en torno al caso
de Narcille Clovis, el fenómeno zombi más documentado de Haití.
Y, sin llegar a extremos melodramáticos, cualquier turista avisado puede asistir a ceremonias y
fiestas rituales a lo largo de todo el Caribe y buena parte de Sudamérica, visitar el Museo del
Vudú en Nueva Orleáns, o comprar cualquier accesorio que necesite para sus hechizos
santeros en las muchas “botánicas” del Harlem Hispano de Nueva York o de la Pequeña Cuba
de Miami.
Son estos aspectos únicos, la contemporaneidad de una religión pagana procedente del Africa
oscura y su posible poder real, los que han hecho del Vudú uno de los temas predilectos de la
literatura fantástica y de terror.
Desde los tiempos de “Weird Tales”, en plena era dorada del pulp, el Vudú es presencia
continua en el cuento de horror y, aunque se eche quizá a faltar al arquetípico Hugh B. Cave,
autor que residió largas temporadas en el propio Haití, de las páginas amarillentas de los pulps
hemos entresacado joyas como Madre de Serpientes de Robert Bloch, Palomos del Infierno del
texano Robert E. Howard —que aporta aquí el mito de la zuwenbi, verosímil invención del
propio Howard—, Papá Benjamín de William Irish —es decir, de Cornell Woolrich—, y Desde
lugares sombríos de Richard Matheson.
Junto a estos relatos de terror clásicos, encontraremos historias que les fueron narradas a
viajeros e investigadores como auténticas y libres de cualquier duda.
Attilio Gatti, Vivian Meik, el célebre William Seabrook —que con su clásico Magic Island dejó
bien establecidas las bases de la leyenda negra del Vudú haitiano—, la periodista Inez Wallace,
Lydia Cabrera, Raymond J. Martínez y el Dr. Gordon Leigh Bromley, aportan sus experiencias
—a veces personales— de la realidad del fenómeno zombi, de la existencia de sectas secretas
africanas y siniestros rituales necrofílicos, del poder de los antiguos dioses de Africa, de las
posesiones o “montas”, y de la terrible eficacia de hechizos y maldiciones.
Algunos de los relatos que incluimos son estrictamente (!!!) verídicos, como ocurre con los
escritos por el investigador de lo oculto Brad Steiger y su esposa, tanto Los espeluznantes
secretos del Rancho Santa Elena, que narra los famosos sucesos de Matamoros que
inspirarían también a Barry Gifford su novela Perdita Durango, como La pócima de amor
comprada con sangre.
Y especial atención, por su realismo de puro y duro informe policial, merece ¡Asesinado al pie
de un altar vudú!, la crónica de Richard Shrout que nos introduce en las oscuras relaciones que
unen la práctica de la Santería con el narcotráfico y el hampa latina de Estados Unidos.
Todo un episodio de “Miami Vice”.
La mítica conexión entre el Vudú y la música popular queda ejemplificada tanto en el clásico
Papá Benjamín, con su jazzístico y maldito Canto Vudú, como en El Boogie del Cementerio de
Derek Rutherford, un terrorífico Rock’n Roll que haría estremecer de miedo al mismísimo
Screamin’ Jay Hawkins.
Y la presencia del cine de terror más clásico la encontraremos en Yo anduve con un zombi, que
diera pie —convenientemente mezclada con Jane Eyre— a la legendaria producción de Val
Lewton, dirigida por Jacques Torneur, además de, nuevamente, en el relato de William Irish,
llevado a la pequeña pantalla por Ted Post en 1961, y víctima de toda una adaptación
inconfesa en el clásico de episodios Doctor Terror, producido por la británica Amicus Films.
Pero, cuidado, no en Zombi Blanco de Vivian Meik, sin relación alguna con el film del mismo
título.
Por cierto, he de confesar aquí que el título de esta antología lo hemos tomado prestado de
Voodoo Dawn, la película —y novela— de John Russo, con la que el coautor de La noche de
los muertos vivientes quiso pagar su deuda con el Vudú.
No quiero dar paso ya a los misterios del Caribe y el Africa profunda sin otra advertencia: a
pesar de nuestro criterio, digamos que geográfico, los relatos no siempre se ajustan
estrictamente a su área territorial, y es que nuestra selección no pretende ser ni exhaustiva ni,
mucho menos, ortodoxa.
Como veréis se mezclan en ella los relatos y los hechos reales, la crónica negra y los cuentos
de fantasmas, el Vudú, la Santería y hasta otros cultos más terribles y desconocidos.
Se trata tan solo de explorar —y explotar— ese lado más siniestro, terrorífico y brujeril del
Vudú.
Su leyenda negra —muchas veces falsa, otras no—, su folklore más fantástico, su imagen más
pop. Yo, por mi parte, confieso que siento por el verdadero Vudú y la Santería el mayor de los
respetos y una gran simpatía.
Puede que vosotros, cuando hayáis terminado de leer las páginas que siguen, también deseéis
profundizar más en las religiones afroamericanas. Ya se sabe, si no puedes vencerles, únete a
ellos.

VOCABULARIO VUDÚ
En todos los relatos seleccionados se han respetado los términos propios del Vudú y la
Santería tal y como los transcriben sus autores; ello supone que, a veces, el mismo término
aparezca escrito de distinta forma, según el autor y hasta el relato.
Para facilitar la comprensión de algunos de los textos se incluye un pequeño vocabulario de
términos religiosos afroamericanos, que recoge exclusivamente aquellos que se nombran en el
libro.
Este VOCABULARIO ha sido confeccionado por Jesús Palacios y Pedro Duque. Al lado de
cada término, entre paréntesis, se dan otras variantes del mismo.

ABAKUÁ (Abakwá, Abacuá): Secta afrocubana, también conocida por el nombre de


Ñañiguismo o ñáñigos, procedente de los pueblos Efik y Ekoi de la Costa Calabar del Oeste de
África. El término Abakuá se refiere al pueblo y la región de Akwa, donde floreció esta
sociedad en el continente africano. Aunque actualmente se la da por desaparecida, desde
mediados del siglo XIX y hasta muy entrado el XX, la Sociedad Abakuá ejerció una enorme
influencia secreta en la vida política y social de Cuba, como puede comprobarse en la novela
que le consagró Alejo Carpentier: Ecue—Yamba—O.

AMARRE: Se llama así en la Santería al acto ejecutado por un brujo o curandero con el fin de
retener a la persona amada, manteniéndola bajo su voluntad. Se trata, esencialmente, de un
hechizo amoroso.

BABALAWO (Babalao): Sacerdote santero dedicado al culto adivinatorio de Fa o Ifá. Su


nombre significa “Padre y dueño del secreto” en lengua yoruba, de cuyo Oráculo de Ifé africano
proviene este culto. Más generalmente, sacerdote santero.

BABALOCHA: Sacerdote santero encargado de las ceremonias de iniciación de los nuevos


santeros.

BAJAR EL SANTO (Coger el Santo, subir el Santo, tener el Santo, etc.): Frase que se usa
familiarmente en la Santería para denominar la posesión física de un creyente por alguno de
los santos u Orichas, llamada a su vez “monta”.

BARÓN SAMEDI: Loa o dios Vudú, señor y guardián de los cementerios, algunas veces
identificado con Guedé, que es representado por una gran cruz colocada sobre la tumba del
primer hombre enterrado en el lugar. Junto al Barón la Croix y el Barón Cimitière, forma la
tríada de los Barones Vudú, todos con herramientas de enterradores.

CANDOMBLÉ (Candombé): Nombre que designa en Bahía (Brasil) ciertos cultos —y sus
prácticas— afroamericanos, muy similares al Vudú y, sobre todo, a la Santería. Aunque
originalmente era africano y yoruba o nago, rindiendo por tanto culto a los Orixás al igual que la
Santería a sus Orichas, posteriormente se han introducido variantes como el Candomblé
Blanco, con divinidades indias autóctonas. Al igual que, a veces, las palabras Vudú y Santería,
Candomblé puede designar tanto la religión como sus prácticas, las ceremonias y, al tiempo, el
recinto donde se celebran.

DAMBALLAH (Damballah Wedo): Loa o dios Vudú de la lluvia, los ríos y los lagos. Su símbolo
es la serpiente, generalmente una boa constrictor rojiza, y al tratarse de uno de los Loas más
poderosos, temidos y adorados, ha contribuido sobremanera a extender el error de que el Vudú
es un simple culto a la Serpiente.

EBBÓ (Ebó): Palabra yoruba que designa en Santería la ofrenda de frutas y dulces o el
sacrificio de animales cuadrúpedos y de aves que se ofrece a los Orichas para obtener su
favor.

GANGÁNGÁME: Sacerdote o brujo perteneciente a la secta Gangá de la Santería cubana, de


origen congo o bantú, y fuertemente animista. En ella se adora a los espíritus de los muertos, y
está fundamentalmente orientada hacia la magia y los ritos funerarios.

GRIS GRIS: Hechizo mágico Vudú que puede consistir tanto en un simple sacrificio animal,
como en una bolsa llena de objetos mágicos, en un talismán o en un fetiche. Puede usarse
tanto para el bien como para el mal, y ejerce su influencia sobre la suerte de aquél a quien se le
destina. A veces designa un dibujo místico en el suelo, similar a los vevés haitianos. Es un
término propio del Sur de los Estados Unidos, pero procede del africano Gri—Gri, de igual
significado.
GUEDÉ (Ghede): Loa Vudú de la muerte y los cementerios. Designa tanto una divinidad como
a un conjunto de dioses, relacionados siempre con los cementerios, la muerte, los ritos
funerarios y el culto a los antepasados. Procede del pueblo de los Ghede—vi, casta africana de
enterradores llevada como esclavos a Haití. Paradójicamente, Guedé posee también
connotaciones fálicas, siendo también Señor de la Vida, muy dado a las obscenidades y a la
bebida.

IWORO: En lengua yoruba, dícese de los santeros y creyentes que son hijos de Obatalá.

IYALOCHAS (Yalochas): Sacerdotisas santeras, equivalentes femeninos del Babalocha o


Babalao.

LENGUA: Nombre que se da en la Santería a los rezos y frases litúrgicas que se recitan en
lengua yoruba. Asimismo, la Sociedad Abakuá denomina “lengua” al dialecto ñáñigo, y en el
Vudú se llama “langage” a la lengua usada en los sagrados ritos africanos.

LUCUMÍ: Nombre que dieron arbitrariamente los cubanos a todos los negros procedentes de
Nigeria, la mayoría de ellos yorubas, por lo cual ha quedado también como sinónimo de yoruba
y de la propia Santería, de predominio nigeriano.

MAMALOI: Familiarmente, nombre con el que se designa a las sacerdotisas Vudú, sobre todo
en el Sur de los Estados Unidos, pero a veces también en Haití.

OBEAH: Nombre que recibe en algunas islas del Caribe —Trinidad, Martinica, Jamaica, etc.—
la magia afroamericana, y que equivale hasta cierto punto al Vudú y la Santería.

OMÓ (Omó Oricha): En yoruba, hijo de Santo. Es decir, aquél que ha sido iniciado por
completo en la Santería y elegido ya por su Oricha correspondiente.

ORICHAS (Orischas): Nombre genérico de las divinidades yorubas a las que se rinde culto en
la Santería, y también en el Candomblé brasileño con el nombre de Orixás. Son el equivalente
de los Loas del Vudú, y al ser sincretizados con el Santoral católico, la palabra Oricha deviene
a su vez sinónimo de Santo.

ORO: En yoruba, la palabra que designa el cielo, el lugar de residencia de los Santos u
Orichas.

OUANGAS (Wangas): Maleficios Vudú, actos de magia negra contra un enemigo o amuletos
mágicos que se emplean con fines egoístas o malignos. También mal de ojo.

PALO MAYOMBE (Regla de Palo): Secta afrocubana de origen bantú, inclinada


profundamente hacia la magia y la brujería. Con el nombre de Palo Cruzado se subordina al
sistema yoruba de la Santería, al que complementa con prácticas y dioses congoleños, siempre
con un enfoque más práctico y utilitario. Tal es la forma de este culto, que Mayombé es a veces
el nombre que se le da al espíritu del mal, y el término mayombero sirve para designar a todos
los brujos en general.

PAPALOI: Familiarmente, nombre que se da a los sacerdotes del Vudú.

PATAKÍ (Patakín): Relato cuyo protagonismo puede correr a cargo de los dioses, de reyes,
animales y hasta objetos, de carácter mitológico y moral. Encabeza, acompañado de un refrán
o conseja, cada signo (odu) del Diloggún o Tablero de Ifá, el sistema adivinatorio yoruba usado
en Santería.

PIEDRA (Otán): Piedra sagrada en la que se supone reside el espíritu de un Santo u Oricha;
se guarda en una “sopera” y se le hace el “ebbó” que corresponda a su Oricha.

REGLA DE OCHA (Regla Lucumí): Nombre que se le da también a la Santería. Dos son las
Reglas principales afrocubanas: la Regla de Ocha o Santería, y la Regla de Palo o Palo
Mayombe.
SANTOS: Al llegar a Cuba, los Orichas yorubas fueron asimilados por los esclavos a los
Santos de sus amos, para poder adorarlos y celebrar sus fiestas. Lo mismo ocurrió en Brasil y
en Haití, donde Orixás y Loas tienen sus Santos correspondientes. De este fenómeno
sincrético deriva el término Santería, extendido después a toda Latinoamérica y Estados
Unidos.

SANTISMO: Aunque a veces se le llama también Santería, no debe confundirse con el culto
afroamericano originado en Cuba. Se trata de un sincretismo amerindio propio de México y la
frontera de Estados Unidos, que utiliza prácticas tanto del catolicismo más ferviente como de
viejos rituales aztecas, mayas e indígenas en general. Está estrechamente relacionado con los
artistas imagineros mexicanos y chicanos, muchos de los cuales pertenecen a sectas santistas,
y sus prácticas, miembros y área de influencia se guardan en el máximo secreto.

SOPERA: Recipiente donde se guarda y protege el “otán” de un Oricha, así como sus collares
y otros objetos sagrados. Al contacto con el español se debe que este recipiente, originalmente
una vasija de madera o barro, cobrara la forma y la decoración de una sopera barroca, pintada
con los colores de su Santo.

AMANECER VUDÚ (Relatos De Horror y Brujería Afroamericana)


SELECCIÓN DE JESÚS PALACIOS
VALDEMAR 1993

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.


“NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION” ®
www.monografias.com/usuario/perfiles/ing_lic_yunior_andra_s_castillo_s/monografias
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Santiago de los Caballeros,
República Dominicana,
2015.
“DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR SIEMPRE”®

LAS BRUJAS EN LA TOPONIMIA

SORGUIN, BELAGUILE Y BRUJAS: A las muchas creencias, leyendas y dichos populares


que, concentrados alrederir de la idea de la bruja o de los vocablos sorguin y belaguile, han
tenido o tienen vigencia en el pueblo vasco y que han sido registrados en las hojas de Eusko-
Folklore (1921: págs. 38-40; 1922; págs. 21-48) añadiremos otros, cuya noticia ha llegado a
nuestro fichero en estos últimos tiempos o que figuran en libros publicados, en fechas más
reciente.

¿HAY BRUJAS? A esta pregunta formulada por muchos en tiempos pasados más que en el
nuestro, direon repetidas veces contestación afirmativa las mismas brujas, y aun castigaron
duramente a quienes dudaron de su existencia, según las leyendas que apuntamos a
continuación.
En una reucnión de hilanderas en Elduayen surgió la discusión acerca de este tema. Cuando,
ya de noche, regresaban a sus casas, les salieron al encuentro las brujas diciendo:
Ez geala, bageala, Que no somos, que sí somos Amalaumilla emen gealka Catorce mil aquí
somos. (Referido por E. Echeberría, de Elduayen, en el año 1917)
***
Cuentan en Guerricaiz que un cura dijo en un sermón que no hay sorguiñes (brujas) en el
mundo. Pero estas se le aparecieron una noche diciendo a gritos: ba gaituk (ya somos). Nunca
más se atrevió el cura a negar la existencia de tales seres. (Noticia de 1917).

***
Una vez hallándose unas hilanderas trabajando juntas de noche, alguien mencionó a las brujas
y una muchacha de entre aquellas dijo que no existen las brujas. Después, cuando hubieron
terminado su trabajo, cada una volvió a su casa.
A la que dijo que no hay brujas le salieron al camino las brujas, diciéndole a gritos: «Que no
somos, pero somos; Menos Maripetralin, todas las demás aquí estamos».
Mientras esto decían, cada una le arrancó de la cabeza un cabello y la muchacha se quedó sin
ningún cabello. (Contado en 1910 por María Josefa Munduate, del caserío Akutain, en Ataun.)
Julio Caro Baroja refiere una leyenda de la región de Vera de Bidasoa que describe un hecho
ocurrido en el caserío Argata de Yanci.
«Había una chica muy guapa —dice—, por lo que se llamaba «Joxepa ederra» (Josepa la
hermosa), que era tan guapa como incrédula. Siempre estaba diciendo que no había brujas.
Estando una vez en casa de noche con una amiga que le reprendía su incredulidad, dijo:
«Ahora mismo voy a ir por agua a la fuente donde dices que hay brujas, y verás cómo vuelvo
pronto, sin que me haya pasado nadan. Así lo hizo, pero no volvió. En cambio se oyó una voz
que dijo: «Suguilla zuretzat eta Joxepa ederra neretzat.»
(«La herrada para ti y “Joxepa ederra” para mí»).
Y la herrada cayó a la cocina.
Según otra versión más completa, lo que se oyó fue esto:
«Gabazkuak, gabazkuentzat, eta Argatako alaba neretzat eta suguila zuretzat.»
(«Los de la noche para los de la noche, la hija de Argata para mí y la herrada para ti»). (1)
***
Variantes de la leyenda precedente las hay en Ataun, en Oyarzun y en Uhart-Mixe, en lo que
toca al tema de apuestas hechas de noche, según puede verse en Eusko-Folklore (1.ª serie, n.º
LXX, págs. 38-40, año 1926) y en mi trabajo Matériaux pour une étude du peuple basque:
à Uhart-Mixe (IKUSKA, número 10-13, págs. 85-86. Sare, 1948).
***
Los incrédulos serían pocos en un medio o ambiente popular donde era general decir que
existe cuanto tiene nombre (Ataun, Oyarzun, Placencia, Cortézubi, Sara, Liguinaga), expresión
de una creencia que caracteriza toda una concepción del mundo, extraña y aun opuesta, a
primera vista, a la mentalidad hoy predominante (Eusko-Folklore, Junio de 1922, p. 21).
Azkue anotó este mismo dicho en Oyarzun, en Chorieri y en Barcus (2).
No es extraño que en ciertos lugares consideraran peligroso hablar de brujas. Así, los
pescadores de Lequeitio, cuando andaban en alta mar, no mencionaban a las brujas con el
nombre de sorguin a fines del siglo pasado: llamábanlas enemigos de las ondas. El nombre
sorguin era, pues, un tabú (3).
Aun hoy, según Azkue, los pescadores de Fuenterrabía no hacen mención de brujas; y si sus
mujeres hablan de brujas mientras ellos están en el mar, no habrá pesca, según su creencia.
Todo esto concuerda con aquella sentencia de la peregrina de Sumbilla que, al ir a Olaberría,
lugar frecuentado en otro tiempo por quienes deseaban desembrujarse, dijo en Sempere
(Lazcano) acerca de las brujas: direnik ez da sinistu bear; ez direla ez da esan bear (no hay
que creer que existen; no hay que decir que no existen (4).

LAS BRUJAS EN LA TOPONIMIA


La creencia en brujas ha sido perpetuada, en cierto modo, por la toponimia y por leyendas
localizadas en diversos elementos geográficos de Vasconia. En Motrico existe un barranco
llamado Sorginerreka (barranco o regata de las brujas), situado en el barrio Artzainerreka al W.
del casco de la población.
En Narbaja está la «Fuente de las brujas», nombre que responde a la creencia de que en ella
andan de noche las brujas. Entre Orenin y Arbulo existe también una fuente de igual nombre.
Dícese que las brujas la frecuentan y que, pisando la yerba que crece junto a ella, uno «pierde
el cerebro» y no halla el camino que conduce al sitio donde pretende llegar.
Mariturri (fuente de Mari) es el nombre de una fuente de Arbulo. Es fama que allí se reunen de
noche las brujas.
Sorguiniturri (fuente de brujas) se llama un manantial de Goldaratz. A mi colaborador Dr.
Irigaray («Larreko») debo la siguiente noticia relativa a esta fuente: En el valle de Imoz de esta
Navarra existe un pequeño pueblo llamado Goldaraz, a distancia de media hora de camino de
Latasa. A medio camino de Latasa para arriba, a la orilla del camino
existe una fuente y lavadero con un cobertizo. De aquella fuente corre mucha agua debajo de
la tierra, trae mucho ruido; pero ese ruido o murmullo no se manifiesta siempre igual: como si
en el cauce tuviera algún remanso o cosa parecida? y repentinamente se vaciara, el ruido del
agua crece, luego disminuyendo se calla, y de nuevo el ruido crece.
De esta suerte en la misma medida, creciendo a ratos y callando a ratos, en un minuto tiene
cinco o seis intermitencias.
Un joven de Goldaraz me acompañaba en aquella ocasión y éste ignoraba por qué le venía a
la fuente el nombre «Sorguiniturri » (fuente de brujas). Con todo, me parece que le dieron el
nombre por ese ruido intermitente. (De una carta firmada en Pamplona el 25 de mayo de 1926.)
Sorguinkoba (cueva de brujas) es llamada una caverna situada en Artolatx, que es una de las
estribaciones de la sierra de Amboto.
***
Sorguingaztañeta (castaña1 de las brujas) es el nombre de una explanada situada cerca del
caserío Zatika en Ispaster. Al pasar por ella de noche, hacia la madrugada, los caseros vecinos
sentían muchas veces olor a aceite quemado. Decían que éste era producido por las brujas
que vivían en una sima próxima. (Contado en 1963 por Gabino de Koskorrotza a Ernesto Nolte
y comunicado por éste en el mismo año.)
***
Sorguinziloak (cavernas de brujas) son unas cavernas del barranco de Arrayo situado en
Ascain, según me comunicó el abate Larrazábal el año 1948.
Sorgintxulo (rincón de las brujas) es un caserío de Ernani, donde, según creencia popular, se
reunían y bailaban antiguamente las brujas. (Comunicado en 1962 por Pedro de Zuaznabar).
Sorguineche (casa de brujas) es el nombre antiguo de un dolmen existente en el pueblo de
Arrizala. La primera noticia de este monumento se la debemos a don Pedro Andrés de Zabala,
que en enero de 1833 envió a la Academia de San Fernando (Madrid) un informe en el que
hablaba de este dolmen y del de Eguílaz o Aizkomendi. Con el nombre de Sorguineche figura
también en una nota de don Manuel Assas publicado en Semanario Pintoresco Español (abril
de 1857).
Pero en los escritos de don Federico de Baraibar donde aparece el dolmen de Arrizala más
estrechamente relacionado con brujas. Así, en un manuscrito suyo de los años 1870 a 1874
leemos lo siguiente: «La Caseta de las Brujas.— Entre Arrizaga y Eguileor, camino de
Salvatierra, hay tres grandes piedras, dos en pie y una atravesada, que, según indicaciones
que me han hecho, es de suponer que sean un trilito celta. Las gentes del país dicen que lo
construyeron las brujas bajando las rocas en las puntas de sus ruecas durante una noche.»
Unos años más tarde (1879), Baraibar, mejor informado, publicó una noticia de este
monumento en la revista Irurac-bat de Bilbao. Y en 1881 dio una conferencia en el Ateneo de
Vitoria que la revista Euskal-Erria (10 de marzo de 1881, pág. 208) comentaba diciendo, entre
otras cosas, que el señor Baraibar estudió la leyenda «relativa al dolmen de Arrizala, construido
por las brujas, según la creencia popular a la cual debe el nombre de Sorguinechea; y la de la
cueva próxima, en los montes de Encía, llamada Lezao, habitada por bellísimas y caritativas
náyades, conocidas con el nombre de Amilamias entre los naturales del país».

¿COMO EMBRUJARSE? Según relatos de Berástegui, una mujer de Ia casa Jaulei que dió
tres vueltas alrededor de la iglesia de aquel pueblo, quedó convertida en bruja, como dejé
consignado en otro lugar (Eusko-Folklore, 1.ª serie, n.º XXIII, p. 44. Vitoria, noviembre de
1922). Sin embargo, uno de Amézqueta pudo dar tres vueltas alrededor de la iglesia y quedar
indemne, porque iba provisto de agua bendita y de un gallo (el gallo tiene cruz en la cresta).
Durante la tercera vuelta, oyó una voz que decía: Obe dek, bai, daramazkiken gauzak eraman
(haces mejor, sí, en llevar las cosas que llevas). Una persona que no ha sido bien bautizada,
resulta bruja o brujo. A este propósito, mi informante Arozteguixar de Liguinaga me refirió lo
siguiente: En una casa de Barcus se morían todos los niños. Un día un carpintero iba temprano
(muy de mañana) al trabajo. Ve delante a una mujer que iba hilando a la luz de la luna clara. Al
llegar junto a un montón de espinos, ve a la mujer soltar todas las ropas del cuerpo y echarlas
allí. Más no veía sino un gato. Entonces él se dijo para sí que aquélla era belaguile (bruja). Y
cogió las ropas y allí estuvo, hasta que se hubo retirado la belaguile.
Vino el gato junto al montón (de espinos) y allí andaba saltando. Y después se volvió mujer.
El hombre le dijo: ¿qué le falta?
—Los vestidos.
—Yo los tengo. Y si no me dice dónde ha estado y qué ha hecho, no los tendrá.
—He estado en tal casa a matar al séptimo niño.
—¿Cómo hace tal labor?
—Metiendo un alfiler en el cerebro.
El hombre dió los vestidos a la belaguile, y se fue a aquella casa. Y preguntó si el niño estaba
bien.
La madre del niño le dijo: Ahora duerme; yo quisiera levantarlo.
La madre vieja (la abuela) le dijo: Mientras duerma, no le moleste.
El hombre le dijo: Quiero verlo.
Y le bajaron al niño muerto.
Entonces el hombre les dijo lo que había visto, y bautizaron otra vez a la belaguile; pues era
belaguile por no estar bien bautizada.
Y más no hubo desgracias en aquella comarca.
(Contado en 1937 por Margarita Arozteguixar, de Alzay) (5).
***
«Las personas llegan a ser belaguiles (brujas) porque al ser bautizadas no se dijeron todas las
palabras del Ritual. También se hereda la condición de belaguile, al heredar los vestidos de un
belaguile anterior» según aseguraba la ya citada Margarita de Arozteguixar (6).
Si el padrino se equivoca al recitar el Credo durante el bautizo, el ahijado se convierte, en brujo,
según creencia de Arnegui, de Garaci y de Barcus (7).
Si el padrino o la madrina recitan mal el Credo, al bautizar una criatura, ésta tendrá alguna tara
moral (Ataun).
«La forma más común de convertirse en bruja es la de recibir de otra bruja un objeto
determinado. También si le toca a una persona una bruja en trance de muerte, puede
transmitirle la Brujería y desembrujarse ella. Los casos que se cuentan ilustrando esto son muy
estereotipados. Nótese que el objeto que con más frecuencia entrega la bruja en trance de
morir suelen ser un acerico o alfiletero: «kuthun » (8).
***
Una persona se embruja besando a Etsai (diablo) y signándose con un pie mientras dice: Porla
se, zalpaté, funte fa, funte fi, txiri, biri, ekatsu, ekatsu, amen (Lazcano).

¿COMO CONOCER QUE UNA PERSONA ESTA EMBRUJADA? Es considerada como bruja
o brujo la persona que en su piel no tiene ningún lunar (en vasc. oriñ) (Atáun). Lo mismo dicen
en Amézqueta, Machinventa y Elorrio (9). Para hacer visibles a las brujas que hacen maleficios
en una habitación es medio eficaz meter en agua hirviente un corazón de gallina, pincharlo con
alfiler y luego colocarlo en el centro de dicha habitación. (Amézqueta).
***
Para conocer si una persona de las que asisten a una misa es bruja o no lo es, hay que dejar el
misal abierto después de la ceremonia; las brujas no salen de la iglesia mientras el misal esté
abierto (Oyarzun). En Liguinaga existe la misma creencia.
***
En Arceniega recurren a los servicios de una mujer de la localidad para saber quién está
embrujado. Ella toma una criba; mete por uno de sus orificios unas tijeras hasta su eje; las abre
y hace que la criba cuelgue de ellas. Entonces pregunta: «¿Fulano es brujo?» Si la criba oscila,
es señal de que la persona nombrada está embrujada.
***
Si uno toca su muñeca con el dedo pulgar de la misma mano, es señal de que se halla
embrujado (Machinventa), como también si rodea una muñeca con dos dedos de la otra mano
(Ceánuri), según Azkue (op. cit., p. 380).
***
Un medio para descubrir o hacer que aparezca una bruja es meter alfileres en el corazón de un
gallo (Amoroto, Elorrio y Amicutze). Si un gallo canta antes de media noche es señal de que las
brujas andan cerca (Amicutze, Barcus) (10).
Para descubrir y coger a una bruja que, según «indicios», frecuenta un sitio, es medio seguro
colocar en dicho sitio una luz (candil, vela, etc.) cubierta con un katillu (taza) y sobre éste un
gaitziru (cuarta, medida de áridos). Cuando se supone que la bruja se halla presente (porque
muge una vaca sin motivo aparente, por ejemplo), descubren la luz, y la bruja aparece visible
(Oyarzun, 1918). Ataun, 10 de octubre de 1965.

Autor: José Miguel De Barandiaran


Bibliografía:
(1) Las brujas y su mundo Págs. 323 324. Madrid, 1961.
(2) Euskalerriaren Jakintza, Tom. 1, Pág. 379 (Madrid, 1935).
(3) Azkue, op. cit., Pág. 383.
(4) Comunicado en 1940, por doña Elvira de Zipitria, de Sempere.
(5) José Miguel de Barandiarán: Materiales para un estudio del pueblo vasco:
(6) José Miguel de Barandiarán, I. c., p. 13. en Liguinaga (IKVSKA. vol. 4, números 1-3, p. 9.
Sare, 1950).
(7) Azkue op. cit., p. 376.
(8) Julio Caro Baroja, op. cit., p. 323.
(9) Azkue, op. cit., p. 380.
(10) Azkue, op. cit., p. 379 y 385.

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.


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