Convivencia Disciplina y Violencia en Las Escuelas
Convivencia Disciplina y Violencia en Las Escuelas
Convivencia Disciplina y Violencia en Las Escuelas
DISCIPLINA
Y VIOLENCIA
EN LAS ESCUELAS
2002-2011
Coordinación editorial
Mario Saavedra García
Portada
Virginia Ramírez Moreno
Corrección de estilo
Beatriz Martí
Formación
Juan Carlos Rosas Ramírez
Cuidado de edición
Información Audio Visual y Escrita S. A. de C. V.
Impreso en México
Agradecimientos 13
Presentación
Enrique Fernández Fassnacht 15
Prólogo
Carlos Muñoz Izquierdo, Ma. Concepción Barrón Tirado
y Teresa Bracho González 17
Introducción
Alfredo Furlán Malamud y Terry Carol Spitzer Schwartz 21
Los campos de la convivencia, la disciplina
y la violencia; nexos y diferencias 22
La marcha del grupo 25
Presentación de los capítulos temáticos 30
Los elaboradores del estado del conocimiento contenido en esta obra agradece-
mos el apoyo que brindaron nuestras respectivas instituciones en las actividades
requeridas para cumplir con la tarea propuesta.
***
Al comparar estos estudios con los que fueron publicados en décadas pa-
sadas, el lector podrá apreciar que las investigaciones más recientes reflejan una
creciente diferenciación de los temas abordados; una variedad, cada vez más
perceptible, de enfoques teóricos –así como de las metodologías utilizadas–; y,
finalmente, distintas maneras de organizar y analizar la información obtenida.
Lo primero obedece, como se podría esperar, a los diferentes grados de ma-
durez que han alcanzado las distintas disciplinas relacionadas con la educación;
y lo segundo, a que los integrantes de cada comisión tuvieron que utilizar proce-
dimientos analíticos adecuados a las condiciones en las que fueron difundidas las
investigaciones relacionadas con sus respectivos temas. Es probable que, especial-
mente el segundo de estos factores haya influido en que los estudios que estamos
presentando hayan adoptado diferentes enfoques al organizar, analizar y presentar
sus resultados.
***
Quiénes somos...
Eventos significativos
Por otra parte, se cuenta con paquetes educativos y didácticos para la resolución
de conflictos y la mediación entre pares.
Por último, una acción pública importante y novedosa en el periodo re-
portado aquí es la creación de Observatorios y otras Organizaciones No Guber-
namentales, relacionados con las escuelas y la comunidad. Destaca el Acuerdo
por el que se expiden los lineamientos generales para la operación y funciona-
miento del Observatorio Zona Libre de Violencia en Instituciones de Educación
La agenda
Panorama internacional
Escrito por Alfredo Furlán y Terry Spitzer, traza un esbozo de lo que dicen
figuras de diferentes países acerca de los problemas de la investigación o las
intervenciones en situaciones de violencia en la escuela. La selección fue hecha
en función de afinidades de los autores con los personajes del campo, por lo que
no pretende ser un recorrido representativo ni completo. Sin embargo, tiene un
gran interés por lo significativo de los referentes seleccionados. Se presentan au-
tores del mundo anglosajón, de habla francesa y de habla española. Constituye
un marco para los capítulos dedicados a la violencia.
Capítulo escrito por Cecilia Fierro, Adela Lizardi, Guillermo Tapia y Maricela
Juárez, en el que argumentan las razones por las que consideran la convivencia
escolar como un campo emergente con fuerza propia, no solamente como un
enfoque remedial o preventivo de la violencia escolar. Este es el leitmotiv del
capítulo, lo cual no les impide dedicar una buena parte del texto a desarrollar
lo que denominan el enfoque prescriptivo-normativo que se ocupa de estudiar
la acción necesaria vinculada a los problemas de calidad y los problemas de
violencia. También discurren sobre el enfoque analítico que prioriza el estu-
dio de la convivencia como campo del conocimiento. Al hacerlo, despliegan un
conjunto de consideraciones de notable factura que conviene seguir atentamen-
te. Elaboran un análisis de lo que se investigó sobre cuatro tipos de convivencia:
la inclusiva, la democrática, la pacífica y el clima escolar.
Texto escrito por Alicia Estela Pereda Alfonso, Sebastián Pla y Elizabeth Osorio
Romo. Las investigaciones sobre disciplina e indisciplina no requirieron una
argumentación especial que justificara su inclusión en el área, que de hecho,
nació para darles cabida a ellas antes que a la violencia. Sin embargo, las predic-
ciones acerca de que serían objeto de un desplazamiento por parte del asunto de
la violencia, se cumplió en parte: de 21 textos con estas temática en el 2003, se
pasó a 54 en el actual estado del conocimiento, mientras que estudios sobre la
violencia en las escuelas localizamos sólo tres trabajos en el 2003 y más de 200
en la última década. Es decir, que el crecimiento del interés de los investigadores
fue absolutamente claro si de estudiar la violencia se trataba, aunque también
se más que duplicaron los estudios de la disciplina-indisciplina. En este capítu-
lo se encuentran desde una clasificación de la bibliografía existente, hasta una
enumeración de los hallazgos de las investigaciones analizadas y el bosquejo de
posibles senderos que se podrían tomar para seguir adelante.
Capítulo escrito por María Teresa Prieto Quezada, José Claudio Carrillo Navarro
y José Jiménez Mora, que presenta los hallazgos en el tema bullying, maltra-
to y acoso entre pares, un tema contemporáneo vuelto familiar o popular en el
medio mexicano. Bullyng es el término adoptado por los investigadores a partir
del modelo de Olweus desarrollado en los años setenta en Noruega, que marcó
el inicio de los estudios enfocados a las relaciones entre alumnos dentro de la es-
cuela. Tal apertura impactó al medio escolar con la rápida expansión del tema en
la investigación educativa y la implementación de estrategias e intervenciones
antibullyng.
En un balance de los estudios mexicanos del tema amplio del bullying y
la violencia entre pares, los autores aseveran que la violencia permite visuali-
zar otros fenómenos y condiciones que afectan a los sujetos y grupos escolares,
como son las psicopatologías, la ideación o intento suicida, el uso de drogas,
así como la discriminación social y de género. Los códigos culturales que cir-
cunscriben a la violencia escolar dan cuenta de cuáles conductas son toleradas
o favorecidas por las y los jóvenes contemporáneos.
Es evidente que las prácticas cotidianas de la violencia afectan a la perma-
nencia de los jóvenes en los centros escolares. Asimismo, los autores consideran
que existen pocos mecanismos institucionales para hacer frente a la violencia
escolar, lo que favorece que el bullying sea una práctica recurrente. Es contun-
dente la relación entre el clima escolar y las condiciones para el maltrato entre
compañeros.
El texto escrito por Luz María Velázquez que constituye este capítulo intro-
duce un problema emergente que atañe potencialmente a todos los usuarios
de las tecnologías de la información y de la comunicación (tic), pero más a la
población infantil y juvenil escolar por su apego a la tecnología como medio de
comunicación y su vulnerabilidad ante situaciones novedosas. La autora sus-
tenta que “las tic han cambiado la forma de relacionarse” y que el uso “conlleva
implicaciones para la subjetividad de las personas”. Un primer acercamiento al
tema es facilitado por una discusión del origen conceptual del “cyberbullying” y
“violencia en línea”. La autora advierte que estamos ante un problema insólito
y cambiante, “un vehículo eficiente para facilitar la violencia entre personas”,
devastador ya que implica el elemento sorpresa y el anonimato ligado al carác-
ter virtual de la agresión que resulta ser “indeleble”.
Se recomienda “alfabetizar digitalmente a los padres” y otros adultos, “pro-
porcionarles elementos para la comprensión de la violencia en línea” ya que
“probablemente sea el escenario virtual, donde mayor ocurrencia de violencia
se registre en el futuro”. Para terminar, la autora señala que “...entre los retos
que enfrentan los investigadores del campo se encuentran el cómo registrar,
medir y nombrar las agresiones, y cómo registrar y comprender las secuelas en
las víctimas, comunidad de espectadores y agresores...” Un reto considerable.
Discapacidad y discriminación
El texto, escrito por Blanca Estela Jacobo, Silvia Laura Vargas y Maribel Pa-
redes, abre un tema no tratado hasta ahora, por lo que tenemos el honor de
presentarlo. Dicen las autoras: “El movimiento internacional de los derechos
humanos ha considerado a las personas con discapacidad como uno de los gru-
pos en condición de vulnerabilidad y de exclusión de los derechos más básicos y,
por ello, la política de la diversidad e inclusión pretende revertir la situación de
discriminación de este grupo que es considerado un 10% de la población. La
discriminación en sus diversas expresiones tiene un componente violento. Se
violenta la condición humana en la medida en que sea sujeta de efectos de una
separación que connote de manera abierta o encubierta una exclusión, rechazo,
rezago e inclusive indiferencia.”
El trabajo ofrece un análisis crítico de lo encontrado en el ámbito de la
investigación educativa: dilucidar desde qué paradigmas se está abordando ac-
tualmente la atención a la discapacidad, y qué perspectiva se tiene de la discri-
minación hacia las personas que son consideradas como parte de este grupo
vulnerable. “Más que dar por un hecho la discapacidad decidimos organizar
epistémicamente el “decir” o los “decires” de la discapacidad y de sus efectos
sobre las personas designadas por dicho concepto”.
Es la primera vez que aparece como tema propio en el estado del conocimien-
to. Las autoras Alicia Pereda, Mónica Hernández Leyva y María del Carmen
Gallegos, abren el tema con la manifestación de la normatividad; los linea-
mientos e instrumentos internacionales y nacionales para promover la igual-
dad y equidad de género aplicables al ámbito educativo. Son varias las dispo-
siciones: la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (2007)
que distingue tipos de violencia (psicológica, física, patrimonial, económica y
sexual) y modalidades (familiar, laboral, docente, hostigamiento sexual, aco-
so sexual, violencia en la comunidad, institucional y feminicida). Otra es la
aportación de la Conferencia Mundial de la Mujer en Beijing (1995) en la que
destacan dos disposiciones que atañen a la educación: la transversalización de
Las autoras Elda Lucía González Cuevas, Patricia Inzunza Rodríguez y Lour-
des Benítez Ontiveros, introducen el tema de la narcoviolencia en las escuelas,
emergente en la década y novedoso en la investigación educativa. La narcovio-
lencia en las escuelas es una especificidad de un problema todavía poco cono-
cido y algo tabú.
Este capítulo trata de reflejar las que son, a juicio de los autores, las orientaciones
que se ofrecen en la literatura disponible sobre el campo de la violencia en la es-
cuela, seleccionadas como ejemplos de los caminos a los que conviene prestarle
atención, si se quiere que nuestra investigación eleve sus miras. Se apoya, por lo
tanto, en una selección intencionada de textos en los que se combinan la accesi-
bilidad, nuestro conocimiento de los autores y el reconocimiento a su calificación
para fungir como orientadores del campo. Es preciso aclarar que hemos optado
por centrarnos en el tema de la violencia, pues es el que más concitó el interés del
grupo y, por lo tanto, el que más necesita apoyarse en la literatura internacional.
Johan Galtung
Consejeros para la paz mundial (escuela Galtung) abordan las relaciones entre
individuos, grupos y naciones en términos positivos, bajo la concepción de que
el conflicto es una oportunidad para conocer al “otro” y adoptar una actitud de
tolerancia ante los demás “diferentes“. Esto es, adoptando una visión opuesta a
la visión fatalista o naturalizada del fenómeno de la violencia que sólo alimenta
al problema.
El siguiente comentario sobre una de las obras de Johan Galtung, pionero
en las labores para la paz mundial y fundador del International Peace Research
Institute en Oslo (prio), es interesante para palpar su influencia teórica-meto-
dológica en el estudio de los fenómenos de la violencia simbólica y cultural. En
el prefacio al libro: Peace by peaceful means. Peace and Conflict, Development
and Civilization, Galtung sugiere que la paz y la violencia deben verse como una
totalidad en las diferentes dimensiones de la vida. Dado que el propósito del li-
bro es promover la paz y no sólo los estudios para la paz, el autor desarrolla una
epistemología no positivista que explicita “valores y terapias” (intervenciones).
El autor señala que el conflicto es mucho más de lo que aparenta y de lo que es
visible como violencia directa. Hay violencia en las estructuras, así como en la
cultura que las legitima (Galtung, 1996: ii).
Las definiciones de Galtung de violencia y paz y para el estudio de los con-
flictos, son sugerentes para el estudio de la violencia escolar. Brinda dos defi-
niciones con interpretaciones distintas: 1. La paz es la ausencia/reducción de la
violencia y 2. La paz es la transformación no violenta y creativa del conflicto. El
trabajo para la paz consiste en reducir la violencia por medios no violentos. Los
estudios para la paz son parte de las condiciones del trabajo para la paz. El autor
plantea que la primera definición está orientada a la violencia, siendo la paz su
negación. Galtung reitera el argumento de que para saber de la paz es necesario
saber de la violencia. En cambio, la segunda definición es orientada hacia el
conflicto, la paz es la condición necesaria para que los conflictos se resuelvan
de manera pacífica y sin violencia (Galtung, 1996: 4).
Galtung sugiere que los estudios de la violencia tienen que ver no sólo con el
uso de la violencia sino con su legitimidad (Galtung, 1996: 196). Concibe a la vio-
lencia como las agresiones evitables a las necesidades humanas básicas o a la vida
misma, que reducen a un nivel mínimo su satisfacción real y potencial. Galtung
edifica una tipología de la violencia, distinguiendo entre violencia directa, vio-
lencia estructural y violencia cultural; una tipología basada en las cuatro clases
de necesidades básicas y su negación que son: la sobrevivencia, cuya negación es la
muerte; el bienestar, cuya negación es la miseria; la identidad, cuya negación es
la alienación, y la libertad, cuya negación es la represión (Galtung, 1996: 197).
El resultado son ocho tipos de violencia con sus subtipos, fácilmente identifica-
dos en el caso de la violencia directa y de identificación más compleja en el caso
de la violencia estructural (Galtung, 1996: 197).
Las tres violencias, directa, estructural y cultural, dibujan un triángulo.
A pesar de las simetrías, hay una diferencia básica entre los tres conceptos de
violencia en relación con el tiempo. Violencia directa es un evento; violencia
estructural es un proceso con sus sube y bajas; y violencia cultural es algo inva-
riable, que permanece esencialmente en lo mismo por largo tiempo, dado que la
transformación de una cultura es lenta (Galtung, 1996: 199). Además, nombra
seis dominios de la cultura: religión e ideología, lenguaje y arte, ciencia empíri-
ca y formal. La lógica del esquema es: identificar el elemento cultural y demos-
trar cómo puede ser utilizado para legitimar la violencia directa o estructural,
empírica o potencialmente (Galtung, 1996, 201).
Para Galtung, la violencia es la depravación de las necesidades básicas, y
eso es muy serio (Galtung, 1996, 200).
John Devine
Una obra destacada y crítica de la política de seguridad en las escuelas es: Maxi-
mum Security. The culture of violence in inner-city schools, de John Devine.
Máxima Seguridad es un estudio etnográfico de la política de seguridad en
preparatorias urbanas de Nueva York, realizado a finales del siglo pasado. La
obra plasma 10 años de observación de estrategias de seguridad derivadas de
medidas policiacas y paramilitares para lograr escuelas seguras. Devine discute
la relevancia y éxito de la política de cero tolerancia y con ella los insumos tec-
nológicos para resguardar a la escuela, como recurso único y exclusivo a pesar
de la falta de evidencias de que resulte efectivo.
Devine aborda la vida escolar en el espacio de los pasillos de la prepara-
toria. Dice: “la topografía social del pasillo escolar urbano implica una pre-
sencia infinitamente diferenciada... una multiplicidad, una dispersión de tem-
poralidades, una distracción constante y la ocurrencia azarosa de eventos...[en
Skiba señala que por mucho tiempo, el bullying fue tolerado y común en las
escuelas, por lo que los programas anti-bullying explicitan desde el principio
Michael Furlong
dientes que restan en la confiabilidad de los estudios; las encuestas tipo auto-
reporte utilizadas para medir conductas de alto riesgo y el bullying, así como
las limitaciones de las bases de datos disciplinarias como fuente de información
para calificar el clima escolar. Los editores comentan sobre la atención y estre-
cha mirada con respecto a los incidentes críticos de violencia, que son los más
infrecuentes, y muchas veces a costa de realizar investigación multifactorial y
comprensiva del clima escolar.
Asimismo, consideran que es el momento de asumir los retos metodológi-
cos asociados a este nuevo campo de investigación multidisciplinaria y comen-
zar a articular estándares para la credibilidad científica.
David Farrington
Una línea de investigación relacionada con el bullying está presente en los estu-
dios preventivos asociados con Farrington, que buscan evidenciar los factores
conductuales subyacentes en el bullying y su permanencia en el tiempo. En un
número especial de Criminal Behaviour and Mental Health (cbmh), Farrington
y otros ofrecen una serie de estudios longitudinales con respecto al bullying
como predictor de futuros eventos criminales o violentos.
Estudios empíricos de diferentes países (Noruega, Inglaterra, Alemania,
Australia, Canadá, Holanda, Estados Unidos) demostraron una fuerte relación
entre el bullying en la escuela y ofensas criminales posteriores. En la mayoría de
los casos, la relación es significativa después de controlar los factores tempra-
nos de riesgo. Se concluye que el bullying es un predictor único e importante
de ofensas posteriores y que las intervenciones que reducen el bullying en las
escuelas deberían llevar a una reducción en ofensas criminales.
Parece contundente que la investigación longitudinal temprana del bullying
en la escuela arroja predicciones sobre ofensas posteriores (Farrington, Ttofi y
Lösel, 2011). El bullying en la escuela fue un predictor fuerte de violencia auto-
reportado, delincuencia y otros efectos antisociales o desfavorables en la adultez
temprana (Bender y Lösel, 2011: 102). Los autores argumentan que el bullying
puede predecir incidentes delictivos posteriores porque ambos son manifesta-
ciones conductuales del mismo constructo subyacente, donde el bullying es una
etapa temprana de una secuencia de eventos.
Una crítica de los estudios que relacionan el bullying con futuros eventos
de vida, es que dirigen la atención a los agresores que ejercen violencia física e
ignoran la actuación de otros en el escenario (Farrington y Ttofi, 2011). Los es-
tudios sugieren que el bullying no sólo se relaciona con ofensas futuras violentas
en otros ámbitos de la vida, sino también que estos comportamientos compar-
ten varios factores de riesgo. A manera hipotética, los riesgos estarían presentes
a todos los del conocido triángulo del bullying: agresor-víctima-testigo.
Peter Smith
Del libro editado por Peter Smith: Bullying in schools: how successful can in-
terventions be?, se seleccionó un capítulo de Christina Salmivalli y otros por
los hallazgos que sentaron un precedente en la observación y monitoreo de los
sujetos escolares en una situación de bullying.
El proyecto de intervención finlandés enfatiza la naturaleza grupal del bu-
llying, haciendo hincapié en el papel que juegan los otros participantes en el acto.
Los autores caracterizan los diferentes papeles que asumen los pares observado-
res (peer bystander) en una situación de bullying. Además de las víctimas y los
agresores o bullies, se encuentran diferentes clases de testigos: los asistentes de
los bullies (reinforcers), quienes favorecen la agresión riendo, con gestos o sólo
con su presencia; los que se retiran de la situación sin tomar partido (outsiders),
y la actuación de los defensores de los víctimas (defenders), quienes manifiestan
su postura anti-bullying consolando a las víctimas, o en un intento activo de
parar la agresión (Salmivalli, 2004: 252).
Esta perspectiva ofrece a los maestros y otros una alternativa para la pre-
vención e intervención del bullying en el entorno inmediato de la escuela. La in-
tención es efectuar cambios en las dinámicas grupales y ayudar a los alumnos a
manejar la presión de los pares, mientras convierten las actitudes anti-bullying
en comportamientos activos en la situación misma.
El proyecto comenzó con 16 escuelas básicas en Helsinki y en el área de
Turku con entrenamiento para los maestros (1999-2002), de acuerdo con la in-
tervención en los tres niveles sistémicos que sugiere: escuela, clase e individuo.
Con énfasis en la intervención en el aula, y la consigna de Olweus de establecer
normas anti-bullying en la clase, se implementó el programa en 48 clases, invo-
lucrando a 1 220 alumnos de los grados 4 a 6. Los componentes del programa
Franceses
Cecile Carra
no, joven, adolescente o menor, cuyos sentidos se mezclan según sean tratados
como “violencias interpersonales”, “comportamientos riesgosos” o “conductas
antisociales”. Sin embargo, llegar a una definición de la violencia parece una
empresa muy difícil: ¿es necesario partir del autor y sus intenciones para definir
la violencia, o de la víctima y el daño sufrido? Lo cierto es que los resultados
coinciden en mostrar que las formas en que se manifiesta la violencia en lo co-
tidiano lleva a que la mayoría de los investigadores hablen de violencia de baja
intensidad, de microviolencias, de victimizaciones pequeñas, de perturbaciones
del orden escolar y social. Los hechos graves son raros. La gravedad no hay que
buscarla en las formas de la violencia sino en las victimizaciones múltiples.
En el apartado titulado “Explicaciones dominantes y problemáticas subya-
centes: entre déficit de socialización, falta de integración y estrategia de actor”,
la autora reflexiona sobre el déficit de teorización característico del campo. Dice
que las investigaciones se multiplicaron a partir de 1990 produciendo una gran
cantidad de datos que sirvieron para redactar una descripción de la situación.
Desprovistas de un marco teórico, se construían a partir de las conductas con-
sideradas problemáticas. Si bien desde entonces la situación ha evolucionado,
todavía es posible encontrar investigaciones con modelos teóricos nada o poco
explícitos. Los modos de explicación dependen de las tradiciones científicas de
cada país y de las entradas disciplinarias: los sociólogos estudian los proble-
mas contextuales y sociales, la investigación en educación estudia la incidencia
en el clima escolar y en los aprendizajes, preocupándose por las estrategias de
prevención e intervención; la investigación en criminalística se inclina por las
causas individuales y la incidencia sobre la ley.
Podríamos afirmar que en México es frecuente que las investigaciones so-
bre violencia en las escuelas a las que pudimos acceder, presenten debilidades
en la configuración de un marco teórico, por lo que conviene prestar atención a
la que indica Cecile Carra. Ella señala que:
Se pueden observar dos grandes problemáticas. La primera gira alrededor
del paradigma de las normas y las desviaciones; en su seno son puestos en un
lugar destacado anomia y déficit de socialización, o falta de integración para
explicar los comportamientos desviados o la transgresión de normas. La se-
gunda, que se desarrolla con fuerza, es la que se centra en el paradigma de los
riesgos y perjuicios. El actor actúa de acuerdo a sus intereses pero a veces no
calcula los riesgos. Esta toma de riesgos es leída como una patología causante de
perjuicios, patología individual (inadaptación o perturbaciones en el desarrollo
del individuo) o patología social (deficiencia del medio familiar o medio crimi-
nógeno). En la primera problemática el orden social es pensado como normado,
y la violencia es un atentado contra el orden porque transgrede las normas en
las que el orden se funda; y en la segunda, el orden es pensado a partir de las
interrelaciones, y la violencia es perjudicial al orden así negociado. Positivismo
y etiología se cruzan siendo las tendencias dominantes, lo que mezclado con las
preocupaciones por la prevención y la seguridad, explica el éxito de los factores
de riesgo. Esto le otorga legitimidad al orden existente.
El apartado siguiente se denomina “Un interés marcado por el estudio
de factores individuales y familiares pero mucho más mesurado por el estudio de
factores contextuales”. Luego de caracterizar lo que influyen los factores indi-
viduales (edad y género, inteligencia débil, déficit socio-cognitivo, hiperactivi-
dad, impulsividad, comportamientos violentos) y los familiares (criminalidad
parental, conflictos intrafamiliares, violencia intrafamiliar, falta de control o
una educación aleatoria —alternancia de rigidez con permisividad o indife-
rencia—, hasta la pobreza de la vivienda) a través de correlaciones, señala que
el estudio de los factores contextuales es hoy más frecuente. Es sorprendente
la tardanza en considerar los factores propios de la institución escolar, y el rol
que se les atribuye está lejos de ser consensuado. Si se examinan se verá que en
realidad reenvían a los individuos más que ser definitivamente contextuales.
Están más interesados en el fracaso escolar, la deserción, el bajo vínculo con
la escuela, el ausentismo, problemas disciplinarios, el cambio frecuente de es-
cuela. Es mucho más débil el interés por la dinámica del establecimiento, su
equipo, sus prácticas profesionales, su organización, la gestión de la violencia,
su definición, el clima, etc. Es notable la poca influencia que han tenido los
estudios sobre el “efecto establecimiento”. Compensando, se reconoce que las
escuelas son muy importantes en la prevención de la violencia. En suma, se
ve a la escuela sufriendo una violencia que le es extraña y que debe gestionar.
Los aspectos relativos al contexto socio-político y económico también están
descuidados en la mayoría de las investigaciones, lo que es un obstáculo para
comprender la génesis de los fenómenos de violencia en las escuelas.
En el apartado “Respuestas: entre la prevención social y la gestión de ries-
gos”, dice Cecile Carra que en las dos últimas décadas se han multiplicado las
propuestas que van desde la gestión de conflictos en la clase hasta progra-
mas nacionales, de las políticas del establecimiento a la creación de escuelas
experimentales, del trabajo en equipo al partenariado escuela-policía-justicia,
Debarbieux-Fotinos
los delincuentes actuales y por venir. Pero todo cambia cuando estos pequeños
hechos se repiten, cuando son las mismas personas las que los sufren o las que
los perpetúan. […] A propósito de la escuela, y esta es una observación que
nosotros hemos hecho frecuentemente, el sentimiento de impotencia aumenta
con la repetición de incidentes no tratados. Hay entonces una deserción de los
espacios por parte de la mayoría de los docentes que esperan muy improba-
blemente que el orden sea restaurado por una intervención de la administra-
ción (el director, o el consejero de educación) o por cualquier deus ex machine,
un psicólogo, un trabajador social, un policía o un juez. […] El sentimiento de
abandono aumenta el resentimiento y el repliegue. Esto se traduce en una crisis
de identidad fuerte y la palabra nodal en los discursos es respeto, sin el cual no
hay ni prestigio ni identidad social sólida”.
En el punto Discusión y Proposiciones hay algunas ideas que creemos con-
veniente compartir:
Rosario Ortega es una de las mejores especialistas en violencia escolar que per-
tenece al mundo de habla hispana, por lo que le hicimos llegar un cuestionario
acerca del campo de las investigaciones sobre violencia en las escuelas desarrolla-
das en España y he aquí sus respuestas.
¿Qué investigaciones destacarías de las realizadas en los últimos cinco años en
tu país?
Yo destacaría el avance en las investigaciones del campo de la psicología educa-
tiva, particularmente un gran desarrollo de las investigaciones sobre bullying y
cyberbullying.
que saldrán muy pronto. Nuestros trabajos han derivado también hacia lo que
se conoce como dating violence, abordando la transferencia entre la violencia
entre iguales hacia la violencia en la pareja adolescente (también en este ámbito
tenemos algunas publicaciones y otras que están pendientes).
Yo creo que es muy activo y muy productivo, ha habido muchos trabajos cien-
tíficos muy bien diseñados, con gran control sobre los procesos metodológicos
y con muy buenos resultado. Hay que decir que en los ocho últimos años de
gobierno de izquierdas ha habido un gran apoyo a la investigación que ha dado
su fruto. Creo que ahora todo irá a peor, por las restricciones económicas.
Catherine Blaya
Kaplan señala que la violencia es una construcción social, una cualidad relacio-
nal asociada a una época (Kaplan, 2004: 97). Si bien, como expone González,
“la violencia escolar se ha convertido en el concepto aglutinador dominante...
[que] sintetiza una realidad histórica, teórica y política... [y] como todos los
conceptos, la violencia escolar está fechada (González, 2011: 12). Continúa con
el argumento que “La violencia en las escuelas es un fenómeno reciente, no sólo
como concepto, sino como problema específico...” (González, 2011: 22) que hay
que estudiar con sus propias coordenadas históricas, sociales y políticas.
Dice González: “En la actualidad, la cuestión es diferente. La violencia es-
colar es un concepto, la denominación de un fenómeno finisecular, de una pro-
blemática compleja, heterogénea, contradictoria. Más aún: confusa, incierta, en
muchos sentidos enigmática. Designa prácticas diferentes, que van desde los
tradicionales castigos a los niños, los abusos sexuales, los golpes entre alum-
nos y las fechorías de las pandillas extra o intraescolares, a la drogadicción o
amenazas de narcos, cholos y maras, los secuestros y asesinatos de estudian-
Como señalamos, los debates sobre el concepto de violencia han tenido como
uno de sus principales ejes la confrontación entre lo que se conoce como la
definición restringida de la violencia y aquella que se postula como definición
amplia de la misma. En el primer caso, la tendencia es fundamentalmente a
restringir la definición a lo establecido por el código penal y a formas muy
graves y obvias, sobre todo, de violencia física (homicidios, robos con uso o
amenaza de uso de la fuerza física, la producción de lesiones graves, etc.). La
perspectiva amplia de la violencia supone en cambio considerar formas más
sutiles de la misma, entre otras la presión psicológica, el hostigamiento social,
Conclusiones
Cada ambiente cultural suma las propias, integrando con mayor o menor
claridad las de los otros medios. Si tuviésemos que sintetizar diríamos que en
el medio anglosajón existe una importante polémica en torno a la política de
Tolerancia Cero en la que hemos destacado a sus adversarios, que están inclina-
dos a asumir una mayor complejidad conceptual de la problemática y a buscar
soluciones más idóneas, verbigracia, de corte más educativo y apoyado en evi-
dencias provistas por las evaluaciones y la investigación.
Los autores franceses reportados polemizan en torno al estado de la in-
vestigación europea sobre la violencia en la escuela, señalando la preeminen-
cia de las causalidades individuales acompañadas de un déficit de teorización.
Asimismo, coinciden con sus pares anglosajones en sostener la complejidad del
problema y en plantear estrategias pedagógicas para combatirlo, claro que pen-
sadas a nivel del sistema educativo, es decir, acorde con un modo de gestión que
sigue operando como centralizado, al estilo francés.
La especialista española muestra la fertilidad de la línea de la psicología
educativa y la pujanza de su equipo que ha abordado recientemente la cyber-
convivencia y, en un tono que permite inferir las influencias anglosajonas, la
búsqueda de evidencias acerca de los resultados de los distintos proyectos de
intervención a través de la investigación.
De Latinoamérica presentamos algunos autores que han subrayado el
carácter polémico del campo, marcando el estatus de dispositivo de poder
que ha adquirido el discurso de la violencia escolar, lo cual permite pensar
la escuela como necesitada de una política de seguridad. Por otra parte mos-
tramos una apertura que consideramos muy importante a la posibilidad de
contar con un marco filosófico que aporte una visión de la violencia en cone-
xión con la lucha por el reconocimiento y el concepto de reificación. Por úl-
timo transcribimos unos párrafos de un artículo escrito por un investigador
argentino en el que hace un balance notable del estado de la cuestión de la
definición de la violencia.
Bibliografía
Furlán, Alfredo (2003). “La Pedagogía Frente al Desafío del Marketing. Notas sobre los
embates de la mercadotecnia en el ámbito de la educación”, en La Educación Hoy.
Una Incertidumbre Estructural. pp.23-80.
Furlán, Alfredo, “Problemas de indisciplina y violencia en la escuela”, en Revista Mexi-
cana de Investigación Educativa, No. 26. Vol. 10. (2005). pp.631-639.
Furlong, Michael, Gale Morrison, Russell Skiba and Dewey Cornell (2004). “Methodo-
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Antecedentes
1
Agradecemos los valiosos aportes a la discusión recibidos de Miguel Bazdresch, Eduardo Arias, Cristina
Perales, Bertha Fortoul y Rosario Ortiz, así como a los colegas del Seminario de Investigación del
Cuerpo Académico en Gestión, Inclusión y Convivencia en Instituciones Educativas de la uia/León.
Enfoques en el estudio
de la convivencia escolar
11/7/13 2:46 PM
CONVIVENCIA ESCOLAR. UN TEMA EMERGENTE DE INVESTIGACIÓN EDUCATIVA EN MÉXICO 77
Enfoque normativo-prescriptivo
Debarbieux (2003) señala que se han evidenciado cuatro rasgos destacables tanto
de las escuelas en mayor riesgo, como de aquellas que resultan más seguras: a) la
calidad de las relaciones entre adultos; b) un estilo democrático de gestión;
c) reglas claras, y d) implicación de los docentes en el trabajo con un sentido
más claramente educativo que puramente instruccional. De la misma forma, se ha
mostrado la manera en la cual las escuelas refuerzan (o no) la exclusión interna-
mente. En el mismo sentido, una revisión exhaustiva de las estrategias para reducir
la violencia en las escuelas, concluye que son cuatro los aspectos clave para alcan-
zar este propósito: a) fortalecer las relaciones entre estudiantes y entre estudiantes
y docentes, b) un compromiso amplio de enseñar a los estudiantes conductas no
violentas, c) una enseñanza efectiva, y d) promover un sentido de responsabilidad
hacia la cultura y comunidades de los estudiantes (Gladden, 2002).
Estudios sobre escuelas de América Latina que han orientado sus esfuer-
zos en favor de promover una convivencia incluyente y democrática, muestran
que comparten algunas particularidades: a) los alumnos participan en la elabo-
ración colectiva de la normatividad escolar; b) los conflictos se resuelven de una
manera pacífica; c) los contenidos académicos y situaciones de la vida cotidia-
na escolar son reflexionados dialógicamente bajo una perspectiva formativa, y
d) existe una vinculación con la realidad social y comunitaria que propicia la
construcción del sentido solidario con la comunidad local. En otras palabras,
los alumnos y profesores desarrollan un sentido de pertenencia a su escuela, un
sentido de comunidad y, por lo tanto, un sentido de corresponsabilidad enfo-
cado al bienestar común (Carbajal, 2010; Fierro, 2008; Fierro y Fortoul, 2011a).
Enfoque analítico
La convivencia —como interacción social cotidiana en las escuelas— es configurada por un conjunto de elementos
La gestión escolar
Código escolar
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84 CONVIVENCIA, DISCIPLINA Y VIOLENCIA EN LAS ESCUELAS 2002-2011
colares. Eso sucede a través de las pautas y prácticas socioculturales que llevan
consigo (Giddens, 2007).
En la vida cotidiana escolar suceden procesos sociales y culturales con-
formados a partir de las prácticas de los sujetos participantes. Procesos de in-
clusión, exclusión, cooperación, competencia, participación, diferenciación,
apropiación, negociación, individualización, que son el resultado tanto de deci-
siones de la gestión de la escuela como de las prácticas de los actores. Políticas
y prácticas escolares contribuyen al aprendizaje o al fracaso escolar, al igual
que pueden propiciar o limitar distintas formas de violencia. Los procesos dan
cuenta de la manera en que políticas y prácticas se conjuntan para definir mo-
dos peculiares de vivir en la escuela, de convivir.
Dada la densidad y diversidad de procesos que concurren en ella, la convi-
vencia produce configuraciones de los sujetos en términos de sus identidades,
del sentido de pertenencia, así como de modos específicos en que las personas
aprenden a relacionarse con los demás. Nuestra identidad nunca está definida
simplemente en términos de nuestras propiedades individuales, se construye en
el marco de las acciones dialógicas (Taylor, 1997).
En síntesis, lo que especifica el estudio de la convivencia escolar como pro-
ceso relacional en el orden de lo factual, distinguiéndola de otros campos muy
próximos como son los de ciudadanía, democracia y cultura de paz, radica en
que considera la incidencia de los procesos de la gestión escolar, y recupera a
la gestión como perspectiva de análisis situado de las relaciones e interacciones
cotidianas de los actores, enmarcadas en la dimensión político-institucional y
cultural de la escuela.
En consecuencia, la definición de convivencia desde una perspectiva ana-
lítica se aleja de la visión unificadora, en función de la cual se piensa tener una
imagen acabada de lo que es la convivencia y sobre la cual se puede intervenir
de manera lineal. “No hay sólo una vivencia de la convivencia.” Son siempre un
conglomerado de “convivencias” las que se agazapan tras el concepto unifica-
dor de convivencia. El concepto corre el riesgo de no permitir dar cuenta del
carácter complejo, múltiple, móvil y contradictorio de lo que sucede delante de
nosotros. Por tanto es necesario, al hablar de convivencia, estar atentos al hecho
de que siempre referirá a un fenómeno al cual podemos acceder sólo de manera
indicativa, parcial y provisoria.
B. Convivencia como experiencia subjetivada. Este segundo enfoque pro-
fundiza en la convivencia escolar como experiencia que las personas significan
El conjunto de trabajos agrupados bajo este subtema presenta una gran diver-
sidad. En su mayor parte analizan el papel de la escuela en tanto formadora de
ciudadanos, función que le asigna la propia Constitución General de la Repúbli-
ca y que se puede resumir en: Formar en y para la democracia y formar a través
de la democracia.
Enfocado a lo que ocurre en las aulas, Poveda (2003) investiga en las lecciones
de fcye en cuatro escuelas secundarias. Analiza las interacciones lingüísticas
entre docentes y alumnos en torno a los temas relativos a la Nación y los Valo-
res. Mientras la cuestión de la Nación se aborda de manera historicista, a través
de nombres y fechas, los valores se trabajan desde una perspectiva heteróno-
ma, donde el bien consiste en obedecer las normas de los adultos y se obvia la
reflexión sobre cómo debe ser la moral así como la construcción de acuerdos
entre sujetos autónomos.
Otro estudio sobre prácticas en aula a partir de la nueva materia fcye, es
el de Cerón y Pedroza (2009), quienes se interesaron en contrastar los valores
que efectivamente se promueven, así como la transversalidad que se pretende.
Se realiza un seguimiento al trabajo de ocho docentes de 3° de secundaria, bajo
el concepto de oferta valoral, tomado de Fierro y Carbajal (2003), por medio del
cual “el docente genera oportunidades para el desarrollo de la moralidad de sus
alumnos”. Se observó el manejo de las normas, las expresiones afectivas y las
prácticas de enseñanza de los maestros. Sus hallazgos señalan que, aunque los
maestros promovieron los valores asignados en el Programa (libertad, igual-
dad, solidaridad, justicia), lo hicieron en menor medida que los relacionados
El contexto institucional
Además de los aspectos formativos, ¿en qué medida las condiciones del contex-
to y las instituciones del sistema educativo propician o limitan las oportunida-
des de formación ciudadana en y para la democracia, a partir de las formas de
convivencia en la escuela?
Vidales (2005) analiza diversas prácticas operativas y organizativas coti-
dianas de la vida escolar universitaria fuera de las aulas para evidenciar, a la luz
de los planteamientos de George Mead, la antidemocracia imperante allí donde
prevalecen los privilegios y se aplican arbitrariamente los reglamentos.
El proceso de formulación y puesta en práctica de un proyecto escolar en
valores, estudiado por López (2009) en tres primarias del Distrito Federal me-
diante herramientas etnográficas como el registro de sesiones del Consejo Téc-
nico, las entrevistas a maestros y directores y la observación de clases en aula,
ilustra las tensiones entre la autoridad institucional y la iniciativa docente para
llevar a cabo esta tarea, lo que acaba relegando a segundo término la cuestión
valoral mientras que se impone la visión de los directivos y el cumplimiento de
las exigencias burocráticas.
Un caso documentado por Palencia (2009) sobre la realización de eleccio-
nes para el Consejo Estudiantil de una secundaria en Guadalajara, ilustra los
problemas de la convivencia democrática en las escuelas. La investigadora sitúa
la perspectiva de análisis dentro del proceso de producción de ideologías y la in-
terpretación se encamina a la lectura y decodificación de las mismas; concluye
que este proceso dista de propiciar el desarrollo de una cultura ciudadana debi-
do a que reproduce las prácticas clientelares típicas de los procesos electorales
de la esfera pública nacional.
Si la reforma curricular que introdujo la fcye es uno de los ejes en torno a
los que se articula la mayor parte de las investigaciones referidas a Convivencia
Democrática, Ciudadanía y Cultura de la Legalidad, desde la perspectiva de
“formar para”, el otro eje es el de los valores, y su perspectiva es la de “formar
en” la democracia. Esto es comprensible si, como dice Lummis (2002), la natu-
raleza de la lógica de una comunidad democrática “no significa una convergen-
cia accidental de intereses entre personas que de otra manera son moralmente
inmunes entre sí”, sino que “es algo creado mediante el discurso moral”.
Al centro de esta comunidad democrática está el colectivo docente, como
el elemento estable y el mecanismo por el cual se articula el poder al interior de
los planteles.
atención a dicha población. El reporte describe lo que ocurre con las interaccio-
nes de dos aulas integradoras, la colaboración entre pares, la estructura de las
interacciones y el ambiente de aprendizaje que se vive a través de dichas inte-
racciones. A través de la observación, se analizaron las interacciones en el aula
realizadas por los pares en el momento de colaborar. La lectura de datos se rea-
lizó desde los supuestos de la escuela sociocultural (Vygotsky, Rogoff y Tudge).
Con base en lo observado, se afirma que las estrategias de trabajo colaborativo
son una herramienta que media en la estructura interactiva del aula en particu-
lar de los grupos de colaboración. Las interacciones en el aula son el cuerpo del
ambiente de aprendizaje que se vive en ella. El trabajo colaborativo y el diseño de
ambientes de aprendizaje en el aula puede ser un camino que lleve a la inclusión,
aunque hace falta saber cómo y qué aprenden los niños en escenarios como éstos.
Se reconoce que existen vacíos entre los supuestos, las propuestas y lo que ocurre
en la cotidianidad del aula.
Adela Lizardi
Los trabajos que se muestran en este punto ofrecen un marco referencial teó-
rico en el mismo sentido que el apartado anterior, además de dar cuenta de la
realidad que se vive dentro de las escuelas. A través de diferentes metodologías
y técnicas de investigación, recogen las voces de los actores implicados sobre el
tema de la convivencia pacífica y resolución de conflictos de los distintos niveles
educativos.
Lizardi (2011) y López, Herrera y Tome (2011), en sus respectivas ponen-
cias para el Congreso Nacional de Investigación Educativa, se centran en el nivel
de preescolar. La reflexión de la primera gira en torno a la resolución no violen-
ta de conflictos desde el preescolar, a partir del análisis de algunos de los con-
flictos que se presentan entre pares dentro del aula, así como de las soluciones
a que arriban. Destacan también la importancia del manejo e intervención de
la educadora ante el proceso del conflicto, retomando algunas observaciones y
discursos de los sujetos implicados en el trabajo de campo.
López, Herrera y Tome (2011) recogen una muestra de niñas y niños de
3° de preescolar con la finalidad de estudiar el maltrato entre pares en esta
etapa, nombrado como bullying desde preescolar. Esta investigación puede
contribuir al debate en torno a las acciones que pueden catalogarse como vio-
lencia entre pares (bullying). Asimismo, sugiere el cuestionamiento de si estas
acciones responden a cuestiones como la organización y gestión escolar, la
disciplina dentro del aula, el manejo de los conflictos y la gestión de la convi-
vencia en edades tempranas.
El Proyecto de “La Mediación Escolar: una estrategia hacia la cultura de la
Paz” de Río Verde, San Luis Potosí (Castillo, 2011), del proyecto “Escuelas que
paz. Por ti, por mí y por todo el mundo. Carpeta didáctica para la resolución
creativa de los conflictos”. Se trata de propuestas para trabajar con los docen-
tes, las familias, las niñas, los niños y los jóvenes el tema de cultura de paz y
resolución de conflictos, esperando ser un aporte para disminuir la violencia
en las relaciones personales y sociales. Como marco introductorio desarrollan
una parte teórica en la que abordan temas como: la violencia y sus efectos, la
educación para la paz y los derechos humanos, los conflictos y la manera de
resolverlos, equidad de género, sexualidad. Presentan ejercicios vivenciales y
prácticos que aporten a la reflexión.
La investigación de posgrado de Castillo (2007) muestra el impacto del
programa mencionado en el párrafo anterior en los docentes de una escuela
primaria pública del Distrito Federal. En los primeros capítulos la autora brinda
un extenso marco teórico referente a la cultura de paz, para después presentar el
trabajo sobre el tema con el grupo de formación y actualización de docentes de
la mencionada escuela. Entre los hallazgos más importantes destacan las expe-
riencias de resignificación de los docentes sobre la convivencia pacífica dentro
y fuera de la escuela (a nivel personal, profesional, familiar). Reconocen que
el proyecto no solamente les brindó herramientas psicosociales, sino también
aportó a su propio trabajo docente, dando cuenta que este tipo de dispositivos
puede ser transversal en otras materias curriculares como español, ciencias na-
turales y conocimiento del medio, impactando con ello la dinámica cotidiana
del aula y la escuela. También se ve confrontada la manera de ejercer el poder y
la autoridad en el aula.
Por último, está el libro de Fierro, Carbajal y Martínez-Parente ya citado
(2010), el cual ofrece un conjunto de reflexiones sobre las prácticas de conviven-
cia desde la escuela, así como una propuesta teórica que da cuenta de la reali-
dad de las escuelas primarias y secundarias a través de las voces de los propios
actores educativos. Destaca la importancia de dialogar y conversar respecto al
tema de convivencia escolar desde la propia cotidianidad del aula y la escuela.
Aborda la educación para la convivencia, a partir de la presentación y análi-
sis de casos retomados de experiencias en escuelas y organizadas alrededor de
tres grandes tópicos: a) prácticas de inclusión, cuidado y aprecio; b) prácticas
normativas y disciplinarias, y c) prácticas pedagógicas. El libro ofrece algunas
propuestas de ejercicios sencillos para realizar una autoevaluación docente, con
el propósito de invitar a los maestros a identificar y reflexionar sobre aquellas
situaciones que afectan la convivencia diaria en el aula y la escuela, así como
aquellas que favorecen el cuidado, el respeto y el aprecio.
Clima escolar
Se incluye la investigación realizada por López (2005), quien analiza los facto-
res que constituyen el clima de trabajo dentro del aula escolar y la influencia
del docente para propiciarlo. Los sujetos de estudio son docentes de educación
básica. Esta investigación busca desentrañar las características y los factores
que contribuyen a la construcción del clima de trabajo en el aula. Para ello se
construyeron cuatro categorías analíticas: a) estilos de enseñanza del docente y
estrategias de aprendizaje, b) ritmos de aprendizaje y la ayuda pedagógica, c) la
disciplina y la resolución de conflictos, y d) la evaluación. Entre los principales
hallazgos destaca el que la ayuda pedagógica fomenta el clima colaborativo de
trabajo del aula, debido a que el docente mediador encontrará posibilidades
de compartir con sus alumnos el apoyo a todos aquellos que así lo soliciten,
creando una ambiente de solidaridad y compañerismo dentro del grupo.
El último grupo, referido a las investigaciones sobre evaluación del clima esco-
lar, comprende trabajos como el de Gutiérrez (2006) y Plancarte (2010), quienes
se interesan por el análisis del clima escolar a nivel primaria. La primera autora
explora, a través de una batería de instrumentos, el clima escolar que se vive
en las escuelas primarias. Estos cuestionarios fueron diseñados por el Institu-
to Nacional para la Evaluación de la Educación (inee), y se aplicaron en este
estudio a distintos actores educativos: alumnado, padres de familia, docentes,
directivos y supervisores. La autora trata de indagar sobre los aspectos de nivel
de conflictividad en la escuela, la resolución de los conflictos, la dinámica de
la relación entre los actores, la existencia de canales de comunicación y de un
clima de confianza. Plancarte (2010) aborda el tema de la inclusión educativa
Balance y prospectiva
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Introducción
la primera e inevitable tarea que todo docente debe ser capaz de realizar con
éxito en la escuela, consiste en lograr que el grupo esté disponible para iniciar
la clase. Sin embargo, la formación inicial del profesorado no prevé un espacio
curricular para abordar este aspecto decisivo del trabajo pedagógico (Furlán,
Alcántara, González Cuevas y Trujillo, 2003: 248).
Sin embargo, el señalamiento anterior podría resultar paradójico ya que,
pese a que se trata de competencias docentes cruciales, su desarrollo carece de
espacio propio en los curricula de la formación del profesorado y, en paralelo,
la investigación educativa dedica escasa atención a esta problemática. No obs-
tante, esta contradicción evidencia un hecho que las y los autores señalan a con-
tinuación: los problemas de indisciplina son percibidos como de competencia
exclusiva de los maestros y directivos y, probablemente por esa razón, resultan
poco relevantes como objeto de investigaciones de mayor alcance y profundi-
dad. En relación con lo anterior, los mencionados autores reportan que la ma-
yoría de los trabajos identificados corresponde a investigaciones realizadas por
docentes, comprometidos en procesos de formación para la obtención del grado
de licenciatura (Furlán, Alcántara, González Cuevas y Trujillo, 2003: 263).
A lo dicho puede agregarse que, en líneas generales, los agentes educativos
tienden a percibir los problemas de indisciplina como un fallo que, en lugar de
atribuirse a una carencia en la formación profesional y/o a la ausencia de estra-
tegias institucionales para prevenirlos y afrontarlos de manera colaborativa, se
imputan a la inexperiencia y/o a la falta de aptitudes de las y los maestros fren-
te al grupo. De este modo, la reputación y el profesionalismo del docente que
atraviesa situaciones de esta naturaleza resultan cuestionados y, cuando este
problema se difunde en los centros educativos, puede contribuir al aislamiento
de las y los profesores afectados, y a la reiteración de situaciones semejantes con
los diversos grupos a su cargo durante un tiempo prolongado (Fierro Evans,
2005; Pereda Alfonso, 2011).
Aunado a lo anterior, Furlán, Alcántara, González Cuevas y Trujillo (2003)
alertan sobre el desplazamiento del interés en el problema de la disciplina e in-
disciplina hacia la violencia escolar. Al respecto señalan:
paso de las principales metodologías utilizadas y se comparan entre sí, con la fi-
nalidad de mostrar los alcances de cada una y la importancia de la complemen-
tariedad metodológica para la indagación de la disciplina y la indisciplina en la
escuela como objeto de estudio. En quinto lugar, en un esfuerzo por sintetizar
las conclusiones presentadas en las investigaciones, incluimos los hallazgos que
hemos considerado más relevantes. Finalmente, se bosquejan algunos posibles
caminos que podría seguir este campo de investigación en los siguientes años.
ubicadas las tesis y tesinas. Esta diferencia permite señalar la escasa atención que
concita el problema de la disciplina e indisciplina en la investigación de pos-
grado, ya que en el último decenio sólo se logran identificar 12 trabajos recep-
cionales. En relación con los niveles educativos que abordan, el énfasis recae en la
educación básica en general, con especial atención a la educación secundaria
(14 investigaciones); sin embargo, comienza a emerger la educación superior
como un ámbito propicio para el estudio de esta problemática. Destaca la au-
sencia de trabajos sobre el nivel preescolar, así como la escasez de estudios que
comparan distintos niveles de enseñanza.
Abordajes teóricos
Variaciones metodológicas
n/c 0 0 0 0 0 0 0 8 8
Total 5 5 2 5 14 2 11 10 54
DISCIPLINA E INDISCIPLINA EN LA ESCUELA. UN ESTADO DEL CONOCIMIENTO
11/7/13 2:46 PM
146 CONVIVENCIA, DISCIPLINA Y VIOLENCIA EN LAS ESCUELAS 2002-2011
La mayor parte de los trabajos (31) son estudios de caso, lo cual puede expli-
carse porque las realiza un solo investigador o equipos muy reducidos que
ingresan a las escuelas donde se desempeñan como docentes, o bien, donde
poseen vínculos con miembros de la planta de personal que ofician de porteros
y les allanan el camino para realizar la investigación. Asimismo, persiste la pre-
ocupación e interés por el estudio de esta problemática en el nivel secundario
(14 investigaciones).
Hallazgos y aportes
Este eje reúne las investigaciones que reportan distintas estrategias para garan-
tizar el cumplimiento de la normativa institucional y las prácticas de disciplina-
miento de los agentes educativos, ubicados en distintas posiciones jerárquicas
y roles, frente a los comportamientos disruptivos. Para presentar los hallazgos
y aportes identificados en la bibliografía, se procederá desde aquellos que ana-
lizan las interacciones entre docentes y estudiantes hasta llegar a los estudios
centrados en la gestión de la disciplina desde las instancias de dirección y ad-
ministración.
En las interacciones entre docentes y estudiantes. El reporte de Aguilera,
García, Muñoz Abundez y Orozco Martínez (2007) sobre el estudio centrado en
la disciplina, violencia y consumo de sustancias nocivas a la salud en primarias
y secundarias de la República Mexicana, realizado por el Instituto Nacional
para la Evaluación de la Educación (inee), encuentra tres formas de ejercicio
de la disciplina por parte del personal docente. Por un lado, mediante el uso, a
veces indiscriminado, de sanciones como expresión de autoridad en la relación
estrictas sin tomar en cuenta el impacto que tienen en los estudiantes, tanto en
términos emocionales como de permanencia en la escuela.
Otro caso revelador de las prácticas disciplinarias que se ejercen desde
la dirección y administración escolar es el que presenta Spitzer (2004, 2011)
en una institución educativa que integra el nivel medio superior y superior, el
cual muestra que los procedimientos disciplinarios son anticuados, viciados y
dependen de la subjetividad de la Comisión de turno. También identifica una
burocratización de los procedimientos disciplinarios que se basan en la asigna-
ción de puntos de acuerdo con la gravedad de la infracción, aunque estos puntos
pueden negociarse. De este modo, a lo largo de la carrera, un estudiante puede
acumular muchos más puntos de los aceptados como límite para permanecer
en la institución. Así, Spitzer encuentra que la institución favorece las estrate-
gias para demorar la aplicación de sanciones, y el tiempo transcurrido desde
que se levanta el reporte hasta que se le da debido proceso implica un martirio
de espera. En algunos casos, los alumnos ven como mejor opción darse de baja.
Además, cuando se presentan apelaciones, existen evidencias de complicidad e
impunidad. La gestión de la disciplina desde el punto de vista institucional
evidencia una actitud paternalista que apela a la condición de pobreza de los es-
tudiantes para justificar la aplicación diferencial de las sanciones. Por último,
el trabajo identifica varios procedimientos que con la apariencia de aplicar una
sanción, en realidad favorecen la impunidad: las sanciones “light”, la asignación
de “tareas formativas”, en muchos casos aburridas y sin sentido.
El desarrollo socio-moral en la escuela. Desde otro enfoque, centrado en el
orden moral que subyace en las escuelas, el artículo de Araujo Morales (2007)
retoma afirmaciones de Cecilia Fierro Evans, quien plantea que los sistemas
normativos y las prácticas disciplinarias remiten a la forma en que los docentes
valoran lo correcto y lo incorrecto y lo expresan en sus acciones. Al respecto,
señala una tensión entre las regulaciones muy precisas para temas poco im-
portantes, como el peinado o la vestimenta, frente a la escasez o ausencia de
normativa para temas fundamentales, como la construcción del respeto y la
convivencia.
Por último, el trabajo de Fuentes Mora (2002) analiza las creencias de los
agentes educativos sobre el logro escolar y el ejercicio de poder, en relación con
la formación de la autonomía socio-moral de los estudiantes de una escuela de
educación técnica. Al respecto, encuentra que la ausencia de espacios para la
toma de decisiones lleva a los estudiantes a vivir contradicciones que no siempre
Este eje reúne los trabajos que analizan las concepciones sobre la relación disci-
plina/indisciplina entre los agentes educativos, a través de las cuales significan
e interpretan los acontecimientos problemáticos que suceden en la escuela. La
revisión de la bibliografía permite diferenciar entre los trabajos que centran
la atención en la perspectiva de algún agente en particular, ya sea docente o
estudiante, y los que abordan estas concepciones desde un enfoque relacional,
en el entendido de que dichas concepciones se construyen en el encuentro de las
distintas miradas que se cruzan en el espacio escolar y social.
que se les hable con tacto, que se les motive a aprender y a pensar en sus pro-
pias vidas, tanto en el presente como en el futuro. En ese sentido, los y las alumnas
establecen tres modalidades de interacción con los docentes que inciden en los
comportamientos en el salón de clase: 1) Las interacciones docente-estudiante
que les permiten comportarse mejor; 2) Aquellas que los inducen a un mal com-
portamiento; 3) Aquellas donde se sienten respetados y considerados. A través
de estas demandas para que se consideren sus intereses emocionales, sociales
y cognitivos, los estudiantes se reconocen y afirman como personas con un
carácter integral.
lidad entre ambas posiciones y roles en una escuela primaria. Descubre que las
formas de trabajo de los niños contrastan con los valores y estilos que sustenta
el maestro como principios para el trabajo en el salón de clase, y marcan la dis-
tancia que existe entre la tradición escolar y los alumnos: dos mundos que la
tradición misma impide que se toquen porque la regla y la costumbre señalan
que el estilo de trabajo infantil es inaceptable y, por ende, “indisciplinado”.
Una lectura sociocultural. Si bien los trabajos reseñados abordan la cons-
trucción de la relación disciplina/indisciplina con énfasis en las interacciones
entre docentes y estudiantes, el corpus también incluye un trabajo donde la
tensión surge en la relación entre los actos de indisciplina y el entramado de
prácticas culturales de la escuela. Se trata de la investigación de Saucedo Ra-
mos (2004), para quien las formas de significación sobre la disciplina e indis-
ciplina dentro de la escuela dependen de contextos culturales más amplios, de
relaciones de género y de conceptos de adolescencia y juventud que comparten
los agentes educativos. Entre los hallazgos de esta investigación cabe reseñar
lo siguiente: 1) La edad de los alumnos, el género de adscripción y la ubicación
social son referentes importantes en la construcción de los sentidos de “respe-
to” y de “echar relajo”; 2) La disciplina en la escuela se ve alimentada no sólo
por las regulaciones que se espera lograr de acuerdo a los estatutos escolares,
sino también por nociones implícitas respecto a qué significa ser adolescente
hombre o mujer, concepciones que no siempre se toman en cuenta (o casi nunca
entran en la consideración de los adultos), y 3) Las autoridades escolares (maes-
tros, directores, prefectos) manejan un discurso doble; por un lado, reconocen
el carácter de diversión al que tienden los alumnos y enfatizan la necesidad de
comprenderlos, y por otro, ven a los estudiantes “relajientos” como amenazas a
la disciplina escolar y actúan en consecuencia.
Se trata de una construcción que en la escuela recibe dos lecturas, las cuales con
frecuencia reiteran este conflicto de interpretaciones antes mencionado entre
los adultos y los estudiantes. Si bien no todas las investigaciones hacen explíci-
tas estas nociones, las mismas están presentes en varios trabajos, aunque sea de
manera indirecta. En este apartado las recuperamos porque entendemos que
la valoración y calificación de los comportamientos y actos vistos como indis-
mientras dura la clase, hace que los cuerpos de los alumnos se sujeten, se amol-
den, convirtiéndose en cuerpos dóciles.
Contrariamente a la expectativa asociada con la posibilidad de estable-
cer relaciones más igualitarias entre estudiantes y docentes en el nivel superior,
el trabajo de Hernández Méndez muestra la persistencia de este efecto en las
interacciones áulicas, en las que no es común que un alumno se siente en el
escritorio, suba su silla en la tarima o disponga cómo deben sentarse para la
clase; en cambio, es frecuente y se percibe como natural que los maestros lo ha-
gan. Esta misma distinción aparece al observar los desplazamientos en el aula;
así, los alumnos no deben levantarse mientras el maestro habla, en todo caso,
si necesitan salir tendrán que pedir permiso; pero el docente puede retirarse
mientras los alumnos exponen. Por último, los alumnos no ingieren alimentos
dentro del salón; sin embargo, los maestros pueden hacerlo. Así, después de
más de 11 años de educarse formalmente, los cuerpos de los estudiantes están
acostumbrados a mantenerse estáticos en la clase, a comer e ir al baño en una
determinada hora y a no hablar si el maestro no lo permite.
El trabajo de Benítez Ontiveros (2007), en cambio, toma como punto de
partida el reconocimiento de los modos de subjetivación específicos que carac-
terizan a las sociedades disciplinarias, como un efecto duradero de los sistemas
normativos y de las prácticas de disciplinamiento en las escuelas. Entonces,
plantea la siguiente interrogante: ¿De qué manera en una sociedad disciplinaria
y desde la escuela, se puede pensar en un tipo de orden que no subordine ni su-
jete a los estudiantes, pero que además favorezca el ejercicio de la libertad? En la
búsqueda de respuestas, aporta un estudio de la organización y distribución del
espacio áulico, como efecto de las estrategias de disciplinamiento. Así, propone
dos categorías que emergen de los materiales empíricos, para distinguir: 1) La
exclusión social dentro del salón de clase, y 2) El destierro fuera del salón de
clase. A su vez, la exclusión dentro del aula admite ciertas variantes como son:
a) amonestación diversificada: la mirada, el ruido y la amonestación verbal;
b) desplazamiento en el territorio; c) evaluación de aprendizajes como sanción,
y d) oscurecimiento del transgresor. En relación con la gran categoría de “el
destierro”, propone las siguientes variantes: a) el destierro temporal; b) el casti-
go de alta jerarquía turnado a la dirección; c) orientación educativa: el poder de
un discurso autorizado, y d) expulsión definitiva del territorio.
Desde otro ángulo, el trabajo de Meza Flores (2007) estudia una escuela
militarizada entendida como una “institución total” y “voraz”. La relevancia
Propuestas de intervención
A modo de conclusión
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Presentación
Son varias las novedades sobre violencia escolar que en el campo de la investi-
gación educativa se han producido durante diez años, pero quizá la más rele-
vante es la gran cantidad de interpretaciones y formas de abordar el fenómeno,
además de que está presente en la agenda educativa y desde luego en los medios
de comunicación, con diferente nivel de tratamiento e información en su con-
ceptualización, causas y consecuencias.
Podemos afirmar que existe una preocupación legítima por solucionar
esta problemática, sin embargo, es necesario estimular el debate, tanto en los as-
pectos teóricos como prácticos, acerca de cómo se está afrontando un fenóme-
no social que se caracteriza por su gran complejidad. En ese sentido, el presente
capítulo tiene como objetivo hacer un recuento de cómo la violencia escolar se
ha estudiado en nuestro país, y las principales vertientes que han surgido como
producto del trabajo de los investigadores preocupados en el tema.
El estudio de la violencia escolar en nuestro país es relativamente reciente,
pues inició en la década de los noventa, y los avances logrados son magros en
comparación con la magnitud del fenómeno, ya que aún falta promover más
propuestas, acciones y alternativas para que los padres de familia, maestros y
alumnos puedan combatirla desde sus respectivos ámbitos de acción. La presen-
cia de la violencia en los espacios escolares data de mucho tiempo atrás y es ejer-
cida tanto por docentes hacia sus alumnos como entre los mismos alumnos
(Gómez, 2007a; Gómez, 2007b; Gómez, 2009c). La contundencia de los datos
consignados en informes y artículos de investigación, así como en notas perio-
dísticas, no dejan duda al respecto: entidades públicas internacionales y nacio-
nales dan cuenta de la trascendencia de este fenómeno. Por ejemplo, en 2009 la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde) llevó a
cabo un estudio en 23 países y México fue ubicado en primer lugar en relación
con el tema de la violencia escolar.2 Un dato oficial indica que, de acuerdo con
la Dirección General de Prevención del Delito de la Procuraduría General de la
República en 2009, el saldo fatal del bullying —o acoso entre pares— tuvo como
resultado el suicidio de 190 adolescentes (El Universal, 28.05.2011). De igual
forma, se registraron en distintas publicaciones (Gómez, 2005; Gómez, 2007b;
Gómez, 2009c: 53; Gómez, 2009b; Gómez, 2010b), actos delictivos: secuestros,
2
http://www.oecd.org/dataoecd/44/53/43046809.pdf
4
Existen varios términos para denominar este fenómeno, cuyo común denominador es el énfasis en
esta relación desigual entre víctima y victimario en el espacio escolar; algunos de ellos son: mobbing:
“abuso”; bulliyng: “ofender brutalmente, maltratar”; harassment: “hostigamiento”; ijime: acoso.
5
Véanse las campañas antibullying que ha promovido la sep en el sentido de recomendar “a maestros y
directores de escuelas primarias y secundarias públicas que los niños y jóvenes que son blanco del acoso
o agresiones, mejor conocido como bullying, sean tratados como “testigos protegidos”, para incentivar
la denuncia de sus victimarios, señala la Guía Para Educar y Proteger editada por el Gobierno.
8
Entre estas series están American Dad, South Park, Family Guy, La Casa de los Dibujos; Happy Tree
Friends, Ben 10, por citar algunas.
9
Por ejemplo, es frecuente que se señale que una pelea en una escuela es producto del bullying. Sin
embargo, no toda pelea o conflicto lo es necesariamente, pues hay diversos problemas esporádicos
que no son, en estricto sentido, producto del acoso.
mente que la atención se centra en el evento y no así en cómo las cosas se fueron
gestando al interior de la institución y de los sujetos para que la violencia se
concretara, por ejemplo, a través de un golpe. Por esta razón, la búsqueda de so-
luciones y propuestas debe considerar la trayectoria de los sujetos, la dinámica
institucional y la historia del contexto en donde este problema emerge, con la
finalidad de poder aproximar una interpretación más equilibrada que no privi-
legie solamente un aspecto.
La forma más común de registrar los datos y las evidencias de la violencia
escolar ha sido a través de sondeos y encuestas de opinión entre alumnos y
maestros de distintas instituciones educativas. Estos estudios han demostrado,
con diferente énfasis que, en efecto, la violencia existe y se práctica de manera
frecuente en los planteles educativos. Sin embargo, las cifras con que se repor-
tan son una fotografía que no logra dar cuenta de la complejidad que acompaña
a los hechos. En otras palabras, el dato registra el suceso, pero hace falta con-
textualizarlo e interpretarlo a profundidad para comprenderlo en todas sus mo-
dalidades. Así, en un estudio se señala que “Diez de cada 100 niños en Colima
son víctimas del bullying”, o este otro: “[…] las agresiones […] principalmente
se dan en el salón de clase, con un 53%, y en segundo lugar, en el patio de la
escuela, con un 27%”. Además señala: “al final tendremos una muestra de 4,000
o un poco más por lo que ya estamos hablando de cierta representatividad” (El
Comentario, 31.05.2011). Aseveraciones como éstas mencionan sólo un punto,
dejando de lado muchos aspectos que se registran de manera paralela y que
influyen directamente. Resulta importante apuntar que desde esta óptica se re-
quiere de un gran número de sujetos encuestados, elegidos bajo ciertos criterios
para considerar que el dato es “significativo”.
Por otra parte, existe otro problema cuando se estudia la violencia en las
escuelas: es que los hechos que se presentan en un momento determinado pue-
den ser valorados de distinta manera al transcurrir el tiempo, y esto es muy
evidente en preguntas utilizadas para medir el bullying; por ejemplo, la siguiente
interrogante de un cuestionario: “¿En el último mes, alguien te pegó o molestó en
tu salón?”, lo cual reitera la existencia del hecho, pero deja de lado el componente
emocional: ¿qué tanto cambia la perspectiva de la víctima con el paso del tiempo
ante una agresión determinada?, ¿de qué manera se vive el acontecimiento?
Si bien todos los datos que proceden del campo son valiosos y los traba-
jos de investigación que se basan en la aplicación de encuestas son referencias
importantes para tomar en cuenta, es cierto también que muchos estudios se
han orientado por la presentación del dato solamente, y son trabajos que se que-
dan cortos ante todo lo que acompaña a la violencia, es decir, los recursos de
poder y coerción que se ejercen en contra de quien(es) lo sufre(n) y de quien(es)
lo promueve(n). En otras palabras, la simple enunciación del dato no permite
valorar sus distintas implicaciones y la trascendencia que tiene para cada uno
de los diferentes sujetos en la acción. En este sentido, describir una interacción,
un salón, un personaje, implica contar con el mayor detalle posible cómo era, es
explicar(nos) como se dan los acontecimientos para después escribir sobre ellos.
No es encontrar simplemente el dato que demuestre la existencia de un hecho o
personaje, sino buscar las fobias, miedos y actos que pudieron influir de manera
central en su quehacer, es decir, buscar la interpretación de los acontecimientos
de una manera particular y específica para cada caso y evitar, como premisa,
hacer generalizaciones y con ello el uso indiscriminado de los términos.
En torno a los comportamientos violentos de la escuela y los actos delic-
tivos que ahí se desarrollan, es necesario seguir un tipo de análisis que busque
dar con las contradicciones que se generan en su interior, develándolas para
tratar de entender lo que sucede con los sujetos involucrados. En este tema co-
bra especial interés el evaluar las acciones encaminadas a incorporar términos
policiacos como el de testigos protegidos, tal como lo señala el texto de la sep
en la Guía Para Educar y Proteger (2011), para que los niños y jóvenes que son
blanco del acoso o agresiones se animen a denunciar. Utilizar esta terminología
podría parecer banal; no obstante no lo es, pues se trata de un lenguaje hostil
hacia los principales involucrados y, sin duda, hacia las escuelas. La pregunta
obligada es: ¿si hay testigos protegidos, entonces los alumnos agresores serán
denominados delincuentes?
La violencia que se registra en la escuela es un fenómeno que implica realizar
un análisis detallado de las acciones, un registro cuidadoso de las interacciones
y de los constantes intercambios entre los sujetos. El seguimiento de los hechos
y las repercusiones que tienen a cada momento resultan la materia prima central
para comprender —desde las diferentes aristas de la socialización y la experiencia
escolar— lo que sucede cotidianamente. El papel del docente, a través de su prác-
tica, puede ser el camino para generar una intervención, pues es él quien posee in-
formación valiosa y puede valorar y considerar todos estos elementos al momento
de decidir sobre cómo manejar un conflicto (Gómez, 2010b).
Por esta razón, ante la violencia escolar, el registro de las dinámicas insti-
tucionales a través de un enfoque cualitativo, conlleva un seguimiento detallado
del accionar cotidiano de los sujetos, una indagación que se elabora a partir de los
hechos de todos los días y que son la explicación del cómo y el porqué se ori-
ginan determinados hechos violentos, más allá de catalogarlos como aconteci-
mientos extraordinarios.
Las noticias sobre la violencia escolar en la prensa nacional eran, hasta hace
unos 20 años, esporádicas. Por ejemplo, algunas notas señalaban: “Prefirió
ahorcarse que ir a la escuela” (Diario de México, 02.09.1992), “Mataron a un
compañero del plantel Maestros de América de una golpiza” (El Sol de Medio-
día, 02.06.1992). Otra fuente eran los cables internacionales en donde se re-
portaban balaceras en escuelas norteamericanas (Elliot, Hamburg y Williams,
1998), la situación de los conflictos de los adolescentes franceses (Rey, 1996) o
los suicidios de jóvenes japoneses al ver frustradas sus ilusiones de ingresar a
la universidad (Morita, 1996; Excélsior, 06.04.1992). En general, noticias como
estas se veían como problemas distantes, producto de sociedades diferentes. Sin
embargo, esto obedecía a otro tipo de prácticas de nuestras escuelas, como el se-
vero control de la información que prevalecía y que impedía que hechos asocia-
dos a la violencia escolar se hicieran públicos en los medios de comunicación.
Esta situación comenzó a cambiar a principios de la década de los noventa
cuando se iniciaron trabajos de investigación con diferentes enfoques concep-
tuales, marcos analíticos, metodologías y objetos de estudio, cuyo centro de
atención era la vida en las escuelas y salones del país, bajo el tema de la disci-
plina e indisciplina, los desiguales recursos de poder, la posición de docentes y
alumnos ante los valores de la escuela, entre otros temas, los cuales propiciaron
un acercamiento interesante de lo que sucedía en la cotidianidad escolar (Piña,
Furlán y Sañudo, 2003). Pero fue hasta mediados de dicha década (Gómez,
1996) cuando apareció el primer trabajo que tomaba como objeto de investi-
gación la violencia escolar en específico: una investigación de corte etnográfico
realizada en una primaria pública de la Ciudad de México, que se complemen-
taba con varios testimonios recuperados a lo largo de la República Mexicana,
que mostraba sin maquillaje la constante violencia que se ejercía de parte de
una maestra hacia sus alumnos y la que se promovía de manera cotidiana entre
estos. En este análisis se describía con detalle cómo la escuela —su estructura
Se caracteriza por tratar de demostrar que el fenómeno está presente en las es-
cuelas (Gómez, 1996; Gómez, 2005; Gómez, 2008), en un contexto en donde se
investigaba poco al respecto, además de que se negaba la importancia del tema
por parte de las autoridades educativas. Los trabajos advertían en esos años que
era necesario formar un campo en la investigación. En particular, el Consejo
Mexicano de Investigación Educativa lo reconoce como un campo específico
en el año 2000, lo que ayudó a estimular la producción de trabajos, dados a
conocer principalmente a través del vii Congreso Nacional de Investigación
Educativa, celebrado en Guadalajara en el 2003.
No obstante, conviene destacar que el tema de la violencia escolar en un
primer momento estuvo subordinado al estudio de la disciplina (Guzmán, 1988;
Zambrano, Lara y Ortega, 2002; Curein y Mendler, 2003; Mora, 2003; Pasillas,
2002; Ávalos y Hernández, 2003; Huerta, 2003; Pérez, 2003; Robles, 2004) e
indisciplina (Saucedo, 2005). En otros trabajos, aparece como una relación de
causa y efecto (Furlán, Saucedo y Lara Coordinadores 2005; Spitzer, 2005). El
tema de la normatividad en los recintos escolares y conductas asociadas a la
violencia y maltrato se perfilan de manera incipiente al finalizar este periodo
(Paulin, 2002; Gil- Verona et al., 2002; Villareal, 2002; Gutiérrez, 2003; Ganem,
2004; Gonzaga, 2004; Moreno, 2004). En lo que se refiere expresamente a la vio-
lencia escolar y sus manifestaciones, son menos los trabajos que se produjeron
10
Es importante mencionar que es una propuesta de organización para caracterizar la producción académica
de 2002 al 2011 y buena parte de estas referencias son producto del trabajo de la Comisión del Área 17.
Convivencia, Disciplina y Violencia en las Escuelas para la preparación del estado del conocimiento. Al
final del texto se ubicó un apartado con la bibliografía de esta sección para facilitar su localización.
lázquez LM., 2011), pero también como una fuente de información de hechos y
acontecimientos que han salido a la luz por medio de la denuncias hechas por
parte de los integrantes de la institución, es decir, alumnos que graban golpizas,
peleas, maltratos, humillaciones, etc., por parte de compañeros o docentes, y que
corren por las redes sociales llegando a miles de usuarios de Internet. 14
En un primer momento el bullying se estudió de manera importante a tra-
vés de la aplicación de instrumentos que en ocasiones ya habían sido utilizados
anteriormente, es decir, que con escasas variantes se replicaron los estudios.
Sin embargo, no en todos los casos se tuvo el cuidado y el rigor metodológico
suficientes. Dos vertientes predominan, la primera referida a la adecuación de
instrumentos de los estudios del pionero en el tema Dan Olweus (1973), y la
segunda, de los trabajos de Rosario Ortega (1997).
Los trabajos de investigación realizados se han desarrollado a partir de
una metodología de corte preferentemente cuantitativo a través de encuestas,
que si bien son una fuente importante de información dejan al margen muchas
de las acciones que la violencia conlleva, por ejemplo, la serie de repercusiones
físicas y psíquicas que escapan a la cifra y al porcentaje de la frecuencia de los
hechos. Si bien es cierto que algunas fuentes informativas (periódicos, noticias
en radio y televisión) dan cifras de maltrato y reportan episodios de violencia,
esto no quiere decir necesariamente que sea una actitud recurrente, o que los
casos coincidan en gravedad; sin embargo, han creado alarma en distintos sec-
tores de la sociedad y han dado cabida a conjeturas apresuradas. Por ejemplo,
denominar toda situación violenta en el espacio escolar como bullying es una
exageración y un abuso del término, el cual posee cualidades y aspectos muy
focalizados. Incluso, puede darse el caso de que en un aula exista mucha vio-
lencia y que ésta no sea monopolizada por un alumno o un grupo. Por otra
parte, el término de bullying sólo se refiere a una parte de la compleja trama
de relaciones que se dan cita en la institución escolar, y quedan al margen la
violencia espontánea entre alumnos, de maestros hacia los alumnos, y de los
alumnos hacia los maestros, que son amplios campos de investigación aún por
atender (Gómez, 2013).
14
Un ejemplo de mantener el control de la información, pero no de brindar una solución al problema,
es la disposición del director del Instituto de Educación de Aguascalientes, quien anunció que se
prohibirá el uso de teléfonos celulares en primarias y secundarias para evitar que los alumnos graben
videos de estudiantes que hayan sido víctimas de agresiones físicas o psicológicas en las escuelas y los
divulguen por Internet (El Universal, 2.11.2011).
Frente a este panorama se delinean varios temas que en el futuro próximo po-
drían tener mayor centralidad entre los trabajos abocados a esta línea que, in-
cluso, podrían impulsar el desarrollo de la producción académica en nuestro
país. Estos temas están ubicados en diferentes niveles y vinculados a distintos
temas, pero los más sobresalientes y, en cierto sentido, urgentes son:
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Introducción
Los primeros en generar una literatura sistemática con respecto a este tema fue-
ron investigadores europeos2. En su obra publicada por primera vez en 1973,
1
El Universal, 9 de julio de 2009.
2
Dan Olweus, catedrático de psicología de la Universidad de Bergeb, Noruega, es una autoridad mun-
dial en temas de agresión e intimidación entre escolares. Ha dirigido numerosas investigaciones en
este campo en los últimos veinte años y es considerado el fundador de este tipo de estudio. Rosario
Dan Olweus emplea la palabra Bullying para referirse a una serie de conductas
de acoso, maltrato e intimidación entre alumnos. Esa es una de las traduccio-
nes más reconocidas de este término, en el contexto de la violencia en los cen-
tros escolares (Ortega, 1998). El bullying o maltrato entre iguales en la escuela
queda definido como una conducta de persecución física y/o psicológica que
realiza un alumno o alumna contra otro, al que elige como víctima de repetidos
ataques. Esta acción repetida e intencionada, sitúa a las víctimas en posiciones
de las que difícilmente pueden salir por sus propios medios.
No obstante, la multiplicidad de tratamientos conceptuales que son uti-
lizados en esta área puede conducir al uso indiscriminado de expresiones
como violencia escolar, violencia entre alumnos o bullying, para designar a
los fenómenos en estudio. Cada uno de estos términos tiene un significado en
función de la situación y del contexto al cual hace referencia. En este sentido,
una tarea imprescindible es establecer delimitaciones conceptuales, derivadas
del uso de las categorías incluidas en los trabajos de investigación e interven-
ción sobre esta problemática.
Otra de las cuestiones en las cuales hay que enfatizar, además de la diver-
sidad de los significados señalada, es la de las implicaciones del uso de deter-
minadas nociones. Así, por ejemplo, hablar de violencia en las distintas de-
nominaciones en que el término es utilizado, como violencia escolar, violencia
entre alumnos, entre las más comunes, supone dirigirse a un fenómeno con
matices, niveles y dimensiones distintos a los que aluden otros términos, como
los de agresión o maltrato. Asimismo, en los trabajos que forman parte de esta
revisión, se deben tomar en cuenta otros factores que condicionan el uso de los
conceptos, tales como los actores implicados, los escenarios estudiados y los con-
dicionamientos espacio-temporales a los cuales se encuentran sujetos.
El concepto bullying ha sido asociado también a formas de agresión entre
pares como la exclusión, la molestia sistemática y el encierro (Cobo y Tello,
2008). En su terminología, bully representa al agresor y bullied a la víctima. Por
otra parte, el carácter intencional del bullying es referido por Valadez (2008),
quien lo concibe como una conducta de intimidación en la cual una persona
agrede a otra con el fin de volverla pasiva y vulnerable.
Ortega, por su parte, es una de las pioneras en lengua hispana de la temática de violencia escolar, ex-
perta en modelos de intervención y autora de un sinnúmero de textos sobre la temática. Ha aportado
un rico bagaje de información teórica y práctica sobre los problemas de maltrato entre escolares y
estrategias de intervención.
3
Sin embargo, el manejo que se hace de este problema, particularmente en los medios de comunica-
ción, tiene un enfoque deficiente, que ha generado un pronunciamiento por parte de los miembros
del Consejo Mexicano de Investigación Educativa encargados de revisar y organizar la investigación
producida en la década sobre este fenómeno. En tal pronunciamiento se apunta, por ejemplo, que
la violencia escolar como problema socioeducativo debiera ser objeto de estudio, de intervención
institucional, así como de gestión gubernamental, pero se presenta a la opinión pública como un pro-
blema de seguridad pública, que responde exclusivamente a tendencias delictivas y criminológicas.
Son objeto de crítica, asimismo, la confusión conceptual y la improvisación práctica que asocia la
comprensión del fenómeno fundamentalmente con el crimen organizado y el narcotráfico, cuando
no con problemas de personalidad de las víctimas y los victimarios, lo cual no permite una compren-
sión cabal de la dinámica social y escolar asociada a las diversas formas de disrupción y violencia en
las instituciones educativas.
se desprende del hecho de que ocurren situaciones de esa naturaleza, las cuales
se tienen que comprender y explicar, como premisa para ser intervenidas. Son
estrategias como el estudio de casos y el análisis de narrativas, casi siempre
acompañadas de datos cuantitativos para describir la incidencia del fenómeno,
las vías para acercarse a la explicación de problemáticas locales que definitiva-
mente se repiten en diversos contextos escolares de nivel básico y medio supe-
rior (Vázquez Valls, Villanueva, Rico y Ramos, 2005; Velázquez, 2007, 2009;
Velázquez y Escobedo, 2008; Prieto, Carrillo y Jiménez, 2009).
Los contextos particulares dan una trama única de sentido a los hechos
que son estudiados, en el marco de la diversidad de culturas que convergen en
cada escuela. En caso de que, por ejemplo, existan factores de género, de lengua-
je o de poder sui géneris, la violencia entre pares se tiene que documentar como
tal a partir del estudio de las características que el propio contexto aporta, para
que ciertas conductas o comportamientos puedan considerarse parte de este
problema. Trabajos como el de Ramos, Pulido, Rico y Villanueva (2003) y Tello
(2005), ponen de relieve esta condición, en indicadores como la percepción que
los actores tienen de su cotidianidad y de las disposiciones necesarias para en-
frentar el mal general de la violencia, infiltrado al espacio de la escuela, como
se discute en el primero de esos estudios, así como la conformación de sistemas
de valores básicos y las habilidades para manejarse en comunidades donde la
violencia entre pares puede corresponder a una forma de supervivencia para
evitar la dominación del otro, como apunta el segundo.
quez, 2011) y media superior (Prieto, Carrillo y Jiménez, 2005). El otro enfoque
que se incluye en casi todos estos trabajos es la recuperación de la experiencia de
los sujetos y de los significados que asignan a las situaciones y los actores de la
violencia entre pares, mediante métodos cualitativos como la etnografía (Arro-
yo, 2011) y el uso de instrumentos como la entrevista a profundidad y el método
biográfico (Velázquez, 2007; Arroyo, 2011; Prieto, 2011). También son empleadas
alternativas como el enfoque etnográfico centrado en el lenguaje de los alumnos
en situaciones naturales (Velázquez y Escobedo, 2008), y el análisis de conteni-
do, en el caso de la violencia expuesta en los medios (Maeso, 2011).
quez, 2009). Por otra parte, a las tradicionales formas de violencia entre pares,
como el bullying, se integran manifestaciones como la discriminación social, la
cual se da entre los alumnos de escuelas urbanas, de acuerdo con trabajos como
el de Arroyo (2011), por el hecho de que alguien provenga “de pueblo”. En este
mismo tipo de escuelas, la violencia adopta formas específicas de naturaleza en-
dógena y exógena, identificadas por Piña (2011), como intrafamiliar, de género,
de banda o escolar.
Ante amenazas como la de que la violencia se vuelva algo “normal” en la
percepción de los alumnos, o de que los agredidos se quieran volver agresores,
explicaciones dadas por Maeso (2011) y Prieto (2011) sugieren que debe existir
una vigilancia permanente de los adultos sobre los jóvenes, tanto a nivel indivi-
dual como en las instituciones, que permita reconocer hechos que representan el
principio del problema, como la exposición a imágenes violentas y los problemas
de intolerancia no reconocidos por las figuras de autoridad con las que conviven
los jóvenes. Por esa razón, estudios precedentes como el de Velázquez y Esco-
bedo (2008) señalan la necesidad de identificar las percepciones de los alumnos
que dan cuerpo a la violencia entre pares, como la de los “estigmas”, y hacer uso
de habilidades sociales diferenciadas para los alumnos y para quienes eventual-
mente deben fungir como mediadores en situaciones de maltrato entre pares.
Chagas (2005)
Prieto (2005)
Chowell-Godínez (2005)
Velázquez (2007)
abuso entre iguales, así como la actitud de los jóvenes hacia sus maestros y el
ambiente escolar. Realizan una valiosa comparación entre los estudios efectua-
dos en España, para contrastar los resultados obtenidos en su trabajo y diferen-
ciar algunos matices sobre las expresiones de violencia.
Valadez (2008)
Muestran los resultados de los diálogos mantenidos con docentes, para saber
qué piensan respecto a la autoridad en el aula, la violencia entre iguales, la ne-
El objetivo de esta investigación fue conocer la relación que existe entre el mal-
trato entre iguales, y la psicopatología e intento suicida en adolescentes escola-
rizados. Para esto se estudiaron 723 adolescentes escolarizados de bachillerato
mediante un cuestionario autoaplicable, que exploró datos generales, anteceden-
tes de intento suicida, escalas que evalúan dificultades escolares en dos senti-
dos —su desempeño académico y la relación con sus compañeros—, indagando
cada acción concreta de maltrato escolar, ideas y pensamientos suicidas, soledad,
aislamiento. Para la evaluación de las escalas se determinaron dos niveles: alto
y bajo. Entre los hallazgos importantes se encontró que la victimización se en-
cuentra asociada al intento de pensamiento suicida y a todas las dimensiones de
la psicopatología explorada, así como a los sentimientos de soledad y aislamiento.
Velázquez (2009)
Mingo (2010)
Describe que existen diversas formas de violencia que se observan en las escue-
las, como golpes y heridas con o sin arma, violación o acoso sexual, extorsión y
vandalismo. Define a la violencia como un conjunto de incivilidades, es decir,
ataques cotidianos al derecho que cada uno tiene de ser respetado: palabras
hirientes, groserías diversas, interpelaciones, humillaciones, racismo abierto o
difuso, atropellos. Tales incivilidades se producen abiertamente, otras toman
formas más insidiosas; en general los alumnos son groseros sin respetar las for-
mas, en tanto los profesores saben injuriar cortésmente a los alumnos. Si la
agresión física o la presión psicológica extrema (chantaje, extorsiones) son más
angustiantes y espectaculares que las incivilidades, son sin embargo estas últi-
mas las que constituyen la principal amenaza para el universo escolar. La autora
precisa que dichas acciones pueden ser de palabra, a través de contacto físico o
con actos como gestos y exclusión deliberada de un grupo. Subraya que para
poder hablar de bullying debe existir un desequilibro de fuerzas (una relación
de poder asimétrica), en la cual el alumno expuesto a las acciones negativas
tiene dificultad para defenderse, y en cierta medida se encuentra inerme ante el
alumno o los alumnos que lo acosan.
Mungaray (2010)
En su tesis de maestría “Le voy a cantar un tiro”, apuntes sociológicos sobre los
códigos de la violencia escolar en secundarias públicas de la Ciudad de México,
aborda la violencia y las creencias de normalidad e inevitabilidad de este fenó-
meno en ambientes escolares y en donde la violencia se encuentre estrechamen-
te vinculada con el relativismo cultural. Esta situación puede estar relacionada
con algunos factores como la praxis educativa, la falta de incentivos, los cho-
ques culturales entre jóvenes y escuela, o bien en ciertas prácticas cotidianas
de violencia que afectan la permanencia de los jóvenes en centros escolares y
su deseo, cada vez mayor, por dejar los estudios e ingresar en la vida laboral.
Lo anterior tiene como contexto la función históricamente asignada a la insti-
tución escolar, como espacio de control, disciplina y normalización de la con-
ductas, mediante estrategias pedagógicas que hasta nuestros días siguen sin ser
llamadas violentas (golpes y castigos punitivos a los alumnos, descalificación y
ridiculización). Este estudio fue de carácter exploratorio, en el que se encontró
que el 11.1% de los alumnos de secundaria aceptó haber participado en peleas o
haber golpeado a sus compañeros; un 9% admitió haber participado en daños
al mobiliario e instalaciones escolares mediante graffitis, pintas, descompos-
tura de sillas, escritorios o puertas; un 10.9% reconoció pertenecer a grupos
Castillo (2011)
Figueroa (2011)
nos de tercero reporta intimidación de tipo físico desde el inicio del curso y un
40% de alumnos ha participado algunas veces en este maltrato o no hace nada
para evitarlo. Es significativa la incidencia de problemas surgidos en otros con-
textos y su influencia en los procesos de violencia en las escuelas.
Mejía (2011)
Velázquez (2011)
Hernández (2012)
Carrillo (2012)
Como producto de su tesis doctoral, el autor realiza un estudio con jóvenes ado-
lescentes de una escuela secundaria de la región norte del estado de Jalisco ti-
tulada “Violencia, desconexión moral y subjetividad en los jóvenes: Un estudio
de caso a Nivel Secundaria”. La investigación desarrollada tiene como objetivo
central dar cuenta de los diversos procesos de subjetivación del fenómeno de
la violencia, y las respuestas que los adolescentes elaboran para enfrentar esta
Lucio (2012)
Desarrolla una investigación donde indaga las formas de violencia que se pre-
sentan en 27 escuelas preparatorias de la ciudad de Monterrey, Nuevo León.
Realiza un estudio cuantitativo con una población de 15 mil 500 alumnos. Este
trabajo de investigación detectó que la mayoría de las agresiones en la escuela
son cometidas por alumnos que actúan de forma colectiva e individualmen-
te. Las primeras son mayormente perpetradas por varones; en el caso de las
alumnas, las agresiones tienden a concretarse de manera más bien individual.
El espacio más común donde se presentan las agresiones es el aula. Uno de los
resultados significativos indica que los alumnos que son objeto de maltrato por
los profesores, regularmente dan pauta para que sus pares también los agredan
física o psicológicamente.
Reflexiones de cierre
La violencia entre iguales, en sus formas más frecuentes al interior del espa-
cio escolar, es un fenómeno cuyo estudio ha abierto paso a diversas categorías
conceptuales, perspectivas y métodos, de los cuales se ha derivado una mejor
comprensión de un problema cuya atención no solamente ha atraído la atención
de los académicos, sino de otras instancias sociales, como la familia, los medios
de comunicación y, por supuesto, la escuela.
En cuanto a los conceptos empleados en los distintos trabajos, hay una
variedad importante, en términos de la extensión de significado propia del fe-
nómeno al que cada investigador se ha acercado. Por ello, se tienen categorías
con las cuales se abarcan desde las manifestaciones más cotidianas de la violen-
cia entre iguales, tales como las burlas y agresiones entre niños y jóvenes, hasta
aquellas en las que la violencia se reproduce con mayor fuerza, como las riñas
entre grupos y las acciones de vandalismo. El contraste de esta diversidad con-
ceptual permite enfocar el estudio de la problemática en función de elementos
como los escenarios, los actores, los significados y los efectos de las acciones,
entre otros, para diferenciar por qué razones se tiene que hablar de agresividad,
bullying, acoso o maltrato escolar, violencia entre alumnos o violencia escolar,
por señalar los conceptos más representativos de este conjunto de trabajos.
En cuanto a las perspectivas con las cuales se aborda la investigación o
la intervención sobre el problema hay, por lo general, una aceptación de que
cualquiera de sus formas está vinculada, por un lado, con un contexto local,
representado por las circunstancias socioculturales imperantes en cada escuela,
las cuales son objeto central de muchos trabajos, y por otro, con las condiciones
externas a la escuela que privan en las distintas ciudades, regiones, y en general
en nuestro país. De cualquier manera, aun cuando no se hiciera referencia a
esto último, no es posible concebir que el surgimiento de un problema como el
de la violencia entre pares se dé al margen de un escenario como el de los últi-
mos años en México, donde ha proliferado la inseguridad y la violencia social,
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De bullying a cyberbulling
Estado de la cuestión
casa. Sitio para consultar Internet: 70.32% asiste a un cibercafé para consultar
Internet, 24.17% lo hace en su casa, 1.97% consulta en la escuela.
Por su parte Lucio (2008b), con una muestra de mil 066 estudiantes entre
14 y 17 años de educación media superior, encontró que: los alumnos usan te-
lefonía celular desde su ingreso a secundaria, que les fueron adquiridos por sus
padres para utilizarlos como medio de comunicación. Gastan entre 30 y mil pe-
sos mensuales en tiempo aire; si no les alcanza con el dinero que les dan sus pa-
dres 23.4% ha llegado a tomar dinero ajeno para comprar tiempo aire. “Siete de
cada 10 alumnos llevan su teléfono móvil a las aulas debido a que un 88.9%
de ellos lo utiliza para mantenerse en contacto con sus padres, un 88.9% para
estar en comunicación con sus amigos y un 80.5% para hablar con su novia(o).
37.4% reconoció haber interrumpido clases para contestar llamadas y un 33.9%
señaló haber dejado de hacer tareas académicas para atender el teléfono celular.
78.6% dijo molestarse porque sus maestros prohíben el uso del teléfono móvil
en el aula. Utilizar el teléfono les da seguridad a un 50.7% del alumnado y pro-
voca zozobra cuando les piden apagarlo. Un 44.7% se siente intranquilo con el
aparato apagado, un 35% se angustia, un 28.7% se irrita y un 20% se siente vul-
nerable. 25% ha desarrollado adicción a esta tecnología, 34.9% se sintió afectado
por no atender a personas importantes para ellos en el teléfono celular”.
César, Sebastián y Furlán (2010 y 2011) encontraron que 88% tiene teléfo-
no celular, 83% cuenta con computadora en casa, 36% tiene la computadora en
su habitación. 77% reporta acceso a Internet desde su casa, adicionalmente el
74% accede a Internet desde otro sitio como un café Internet, escuela o casa
de otros. Sánchez (2007), al investigar a 164 estudiantes entre 11 y 23 años de
educación básica, media superior y superior arriba a la conclusión siguiente:
el celular se constituye como la mayor tecnología desechable, dado que produ-
ce el “síndrome de actualización”. El efecto psicológico está determinado por la
identidad, la moda y la oferta. La identidad crea necesidad de estar a la moda y
la moda depende de la oferta. Esta moda fugaz, que se cree consolidará la iden-
tidad social y la inserción en un círculo, genera un ansia voraz por obtener un
nuevo celular, y esta gran demanda aumenta la oferta de celulares a la medida
de los individuos. Estas cuatro investigaciones muestran que los estudiantes
gozan con una alta accesibilidad a tic, sobrepasando la media nacional, siendo
el celular la tic más habitual. El acceso al Internet suele hacerse en su casa en
primer lugar y en un cibercafé como segunda opción.
¿Por qué una tecnología que aporta confort como el celular desencadena agre-
siones, barbarie e insensibilidad?, ¿por qué el éxito de la violencia plasmada en
imágenes?” (Velázquez, 2009). ¿Cómo impacta el uso de la tecnología la vida
social de las chicas y chicos adolescentes? (Velázquez, 2010). ¿Cómo se da la
narración de la violencia social online? (Velázquez, 2009c, 2011a, y 2011b). ¿Qué
clases de violencia online padecen los estudiantes? (Velázquez, 2010). ¿Qué sig-
nifica el cortejo hostigante en el mundo de vida de los estudiantes? ¿Qué
significa que buena parte del cortejo hostigante online adquiera la condición de
acecho? (Velázquez, 2011c). Lucio interroga: ¿Son adictivas las redes sociales?
¿Incurren los estudiantes del Nivel Medio Superior en conductas de riesgo en
Internet? ¿Son el grooming, el sexting y el cyberbullying una amenaza para los
alumnos de escuelas preparatorias? Por su parte César et al. plantean: ¿Cuáles
son los tipos de cyberbullying? Reyes (2011) interroga: ¿qué es lo que te gusta de
las redes sociales en Internet y cómo te sientes en ellas?
Los estudiantes disponen de un acceso alto a las diferentes tic, superando los
índices promedio nacionales. Vizcarra y Ovalle (2011) describen las distintas
formas de interacción de la gente en diferentes ámbitos. El empleo de las tic
empuja a la paradoja de acercar al lejano y la de alejar al próximo (Velázquez,
2010). Específicamente sobre violencia se encontraron pocos estudios empíricos;
es un tema incipiente y de más está señalar que no hay estadísticas fiables ni
centralizadas. Sin embargo, se localizaron varias tesis de maestría y doctorado
en proceso, lo que indica la importancia y tendencia de la materia. Es evidente la
emergencia del tema; a nivel global sólo cuenta con trece años de antigüedad, de
2000 a la fecha, a pesar de ello ocupa un lugar importante en la agenda mundial.
Las investigaciones revisadas muestran bajos índices de violencia en línea,
en comparación con los reportados en la bibliografía internacional, no obstante
que va en aumento. La población investigada se encuentra inscrita en secun-
daria, preparatoria y licenciatura de educación pública. Más chicas que chicos
se ven involucrados como cibervíctimas (César et al. 2009; Velázquez, 2010,
2011b), pero se registra en aumento la violencia femenina (Velázquez, 2009c
y 2011a). La violencia en línea traspasa la frontera escolar y alcanza a los estu-
diantes en cualquier espacio. La violencia virtual está en constante mutación
(Velázquez, 2009b y 2011c). Las investigaciones revisadas enfatizan las condi-
ciones particulares de la violencia en línea, como el anonimato del ciberacosa-
dor, la ausencia de una relación cara a cara, lo que impide reconocer el sufri-
miento de la víctima. El alcance de la violencia online es infinitamente mayor
que en la violencia tradicional, ya que llega a una audiencia mayor y circulará
tanto como se considere “divertido” ver. Al igual que en la violencia cara a cara,
en la violencia en línea el ciberacosador, cuando es conocido, gana popularidad
mientras que la víctima humillada padece exclusión.
La mayor parte del cyberbullying y/o ciberacoso se realiza fuera del horario
escolar. Se resaltan tres características: el síndrome star (querer gozar de un es-
cenario propio para brillar), la violencia de género y la violencia como diversión
(Velázquez, 2010). La violencia en línea agudiza la violencia sexual ya existente
en el mundo físico (Velázquez, 2010, 2011b). El cortejo online hostigante se con-
vierte en un problema, dado el stalking (acecho), la obsesión y la presencia del
síndrome del niño rey (no aceptación de ser rechazado, escasa tolerancia a la
frustración al no conseguir lo que se desea). El cortejo online femenino se perfi-
la semejante al cortejo masculino: control de la conducta a través de llamadas,
mensajes de texto, e-mail, regalos y con frecuencia se desea estar todo el tiempo
con el cortejado (Velázquez, 2011c).
La violencia contra las mujeres y la violencia de las mujeres, a pesar de su
diferencia, responden a dos formas distintas del mismo patriarcado. En la vio-
lencia contra las mujeres, las estudiantes padecen del patriarcado de coerción,
el cual tiene como objetivo controlar el cuerpo y subjetividad femenina. La vio-
lencia entre mujeres trata de un patriarcado de consentimiento, dado que emula
un comportamiento tradicionalmente masculino (Velázquez, 2009c, y 2011a).
La violencia en la escuela ha transformado las prácticas culturales de género;
la competencia, rasgo tradicionalmente masculino, la exhiben las mujeres que
participan en la victimización de sus compañeras, y además se localizan nue-
vas formas de subjetividad femenina, las peleas mixtas (mujer contra hombre)
(Velázquez, 2009c). La violencia en línea capitaliza el factor sorpresa, lo que
relentiza la respuesta de la víctima; aunque la eliminación del contacto previene
efectivamente sobre agresiones en el futuro, no cura el daño ya causado. No
obstante que las agresiones sean en línea, su impacto se encarna en el cuerpo de
la víctima y audiencia. Las cyberheridas constituyen una experiencia profunda,
que dejan huella indeleble (Velázquez, 2010). En cuanto a victimización por
grooming, 13% ha aceptado una cita a ciegas. 69% dijo que fue decepcionante,
87% que aceptaron citas a ciegas (no avisaron a sus padres), 9% encontró a una
persona mayor, y 89% dice que no fue tan divertida como esperaba. 24% ha sido
acosado sexualmente en Internet. (Lucio y Sánchez, 2011).
La violencia online tiende a metamorfosearse de manera vertiginosa. Entre
las más recientes y novedosas se mencionan el cyberstalking, sexting y sexcasting
cuando se emplean con fines de “sextorción”, por lo que se avizora que se segui-
rá diversificando y agregando sofisticación a la ya existente violencia en línea
(Velázquez, 2010). A partir de investigación documental, Maya y Tapia (2010)
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2
Para ver el recuento de los esfuerzos por implementar las políticas públicas ver Meléndez, R. L.;
“El panorama latinoamericano de las prácticas educativas inclusivas”, ponencia presentada en
el iii Encuentro de Experiencias de Instituciones Educativas con Mayores Índices de Inclusión
Social. Foros de Escuela: “Derecho a la ciudad incluyente”. 24 de marzo de 2010, Cali, Colombia.
Impreso facilitado por la autora.
Marco de Acción para las Necesidades Educativas Especiales para las personas
con discapacidad. Esta declaración tiene un papel importante ya que fomenta
y concreta en Latinoamérica un impulso en las políticas públicas, con el aval
de representantes gubernamentales y de agrupaciones civiles a fin de revertir
la condición de discriminación de las personas con discapacidad. Conceptual-
mente se sustentó en el denominado paradigma de integración y pocos años
después se impulsó el paradigma de inclusión.
Skliar et al. (2008), entre otros autores, han mostrado el avance en el an-
damiaje jurídico de las naciones para el impulso de modificación y creación de
leyes y disposiciones a favor de la integración e inclusión de las personas con
discapacidad.
México no ha sido la excepción en este aspecto. Se han elaborado en los úl-
timos años las condiciones jurídicas idóneas para la concreción de las acciones
de integración y posteriormente de la inclusión de las personas definidas con
discapacidad. Desde la política pública nacional se plantea desarrollar meca-
nismos que potencialicen una actitud incluyente hacia la diversidad en lo edu-
cativo y social, confiriendo incentivos gubernamentales al sector privado en
la contratación laboral de las personas con discapacidad. Estas políticas han
tenido su impulso y también han recibido presión social por parte de las orga-
nizaciones de la sociedad civil que han sido gestores y promotores importantes
del movimiento de la cultura incluyente.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en el Capítulo I
del Título Primero, especifica las garantías sobre los Derechos Humanos, que-
dando prohibida toda discriminación motivada por: origen étnico o nacional, gé-
nero, edad, discapacidad, entre otras condiciones sociales. En 1993 la Ley General
de Educación da reconocimiento jurídico a la Educación Especial como parte del
Sistema Educativo Nacional y define a quiénes se dirige dicha educación. En el
Eje 3 del Plan Nacional de Desarrollo 2006-2012, la Igualdad de Oportunidades
fue un eje fundamental de la política pública nacional: “El desarrollo humano y el
bienestar de las personas, tanto de quienes viven en pobreza como del resto de los
mexicanos, constituyen el centro de la acción del Gobierno en materia de igual-
dad de oportunidades”. En el siguiente sexenio se retomaron algunos de estos
aspectos en el Programa sectorial de educación sep 2007-2012. En un siguiente
nivel se ubican las leyes, que pormenorizan formas de tutelaje a esos derechos
humanos en sus vertientes federales, generales o de cobertura nacional y estatal.3
En 1993 se reorientan los servicios de Educación Especial en Unidades de
Servicios a la Educación Regular (usaer), Centros de Atención Múltiple (cam),
Centros de Recursos para la Integración Educativa (crie) y Unidades de Orien-
tación al Público (uop). Sin embargo, el compromiso y las acciones en los esta-
dos son muy diversos y no hay claridad de los resultados. La sep intenta unificar
y aprovechar los recursos de mejor manera, y en 2002 se pone en operación el
Programa Nacional de Fortalecimiento de la Educación Especial y la Integra-
ción Educativa (pnfeeie), el cual fue resultado del proyecto de investigación
llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad Pedagógica
Nacional (upn) con apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacio-
nal (aeci) (García Cedillo, I., Escalante, I., Escandón, M. C., et al.).
Dicho programa coadyuva a impulsar acciones de ampliación de la co-
bertura, actualización de los docentes (de Educación Especial y de Educación
Regular), sensibilizar a la población en general para una mejor actitud hacia
los alumnos con necesidades educativas especiales, promover la atención de los
alumnos con aptitudes sobresalientes, dotar de recursos a los centros educati-
vos e incluso impulsar acciones de investigación que enriquezcan el quehacer
cotidiano de las aulas.
Además de las considerables reformas en los ámbitos legislativo y educati-
vo, destaca la creación de instituciones como el Consejo Nacional para Prevenir
la Discriminación (Conapred), cuyo gestor Gilberto Rincón Gallardo encabezó
un magno proyecto, y el Consejo Nacional para el Desarrollo y la Inclusión de
las Personas con Discapacidad (Conadis), con Francisco Cisneros como su di-
rector, ambos promotores destacados y fallecidos recientemente, cuya función
ha impactado no sólo el orden jurídico sino también las instancias de gobierno y
ha incidido en políticas públicas de diverso orden: laboral, educativa, salud, etc.
Existe un consenso de la población a favor de una cultura incluyente, los
cuestionarios realizados así lo evidencian e inclusive a nivel de una empresa
televisiva se ha gestado un proyecto de obtención de fondos de la población para
la construcción del denominado Teletón.4
3
A manera de ejemplo: la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, la Ley General de las
Personas con Discapacidad, y la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
4
Con sus 19 centros de rehabilitación y el Instituto Teletón de Estudios Superiores en Rehabilitación
(itesur), Teletón ofrece a México el sistema de rehabilitación infantil privado más grande del mun-
do, con una capacidad de atención a más de 70 mil pacientes, bajo el lema de: “El amor y la ciencia al
servicio de la vida”. http://www.teleton.org.mx/fundacion-teleton/
5
Ver Meléndez, op cit.
6
Ver http://basica.sep.gob.mx/dgdgie/cva/programas/evaluacionext/pdfs/integracion
7
Nos referimos a las evaluaciones externas al Programa de Fortalecimiento de la Educación Especial
y de la Integración Educativa, de la Subsecretaría de Educación Básica, de la Secretaría de Educación
Pública durante los años 2004 al 2006. sep sebyn-fes Iztacala, Agosto de 2004-2005; 2005-2006;
2006-2007 y 2007-2008. Esta última evaluación fue diferente por operar bajo otro Plan de Desarrollo
debido al cambio en la presidencia en el país en los años 2006-2012. Ver http://basica.sep.gob.mx/
dgdgie/cva/programas/evaluacionext/pdfs/integracion. Dichas evaluaciones fueron realizadas por la
riie de la fes Iztacala-unam.
8
La Encuesta Nacional de Discriminación realizada por Conapred (2005) da cuenta de este dato, asi-
mismo los autores Skliar, Meléndez y diversas evaluaciones internacionales también lo señalan.
¿Cómo es posible que casi el 50% de las personas con discapacidad considere
justa su discriminación? ¿Por qué el impacto de las políticas públicas y de los
programas no alcanza a revertir no sólo la condición de discriminación sino su
apropiación y asimilación?
Se requiere insistir en proclamar un cambio sustancial, estructural en la
sociedad, en nuestra forma de ser, pensar, actuar y sentir. Precisamos desapren-
der de viejos esquemas, seguir rompiendo o cuestionando paradigmas y forta-
lecer la búsqueda de opciones y alternativas. Por ello la investigación cobra re-
levancia, por ser la instancia que vigila, genera interrogantes, valora y posibilita
nuevas formas de pensar y fundar realidades diferentes e inéditas.
En el siguiente rubro exponemos un estado del conocimiento sobre el es-
tatuto de la investigación en el tema de discapacidad y discriminación. La dis-
criminación es un término que pareciera suavizar el sentido de violencia que
le es inherente. El significante “discriminación” encubre la gravedad real de la
violencia ejercida real y simbólicamente hacia los sujetos que han sido denomi-
nados con discapacidad, así como al tejido familiar al que pertenece.
9
Algunas de estas editoriales fueron revisadas por la Lic. Heidi Vega.
10
La base de datos de estas últimas ocho bibliotecas, así como el respectivo análisis lo realizó la Mtra.
Lourdes Gálvez.
11
Esta base de datos fue trabajada por la Mtra. Erika Patricia Ciénega.
2 500
2 000
1 500
1 000 Pertinentes
500 Revisados
0
Cap. Libro Tesis Art. Inf. Otros Total
libro revista invest.
Las referencias encontradas abordan temas desde las diferentes áreas de aten-
ción a los sujetos: medicina, educación, aspectos laborales, aspectos legislativos,
y perspectivas socio-culturales. En el apartado de tesis se encontraron escuelas,
institutos o facultades de pedagogía, psicología, trabajo social, educación físi-
ca, rehabilitación, medicina, antropología, derecho, administración, economía.
Se consideraron tesis de maestría y doctorado, aunque en algunas de ellas fue
imposible determinar el grado al que correspondía. Llama la atención favora-
18% 11%
Inclusión/barrera
17% Integración/nee
54%
12
Véase la página de educación especial, donde se encuentran los objetivos, misión, visión y los programas
atendidos por el Programa de Fortalecimiento de la Educación Especial y la Integración Educativa,
correspondiente al sexenio en curso 2006 -2012. http://www.educacionespecial.sep.gob.mx
en el nivel de secundaria son muy diferentes de las que existen en las escuelas
de primaria. En secundaria, los alumnos se enfrentan a cambios en la dinámi-
ca escolar, al tipo de educación que se ofrece y además a la adolescencia, y por
parte de los docentes se muestra la complejidad para implementar el programa
de integración. Al no atender la especificidad del nivel de secundaria, dejan de
respetarse los principios de integración y se dificulta e impide avanzar hacia el
concepto de escuela inclusiva.
El artículo de Ortega, S. P.; Torres, V. L. E, Reyes, L. A. y Garrido, G. A.
(2010), “Paternidad: niños con discapacidad”, aborda el paradigma de la inclu-
sión, relacionándolo con un aspecto relevante de la familia: la función paterna
definida desde una perspectiva social. Plantean la relevancia en las consecuen-
cias de si dicha función está ausente o presente en las personas con discapacidad.
Las exigencias sociales, como las extensas jornadas laborales, son incompatibles
con la satisfacción de las demandas familiares y se percibe una frustración de
los varones por no simbolizar los ideales del proveedor único y del padre cerca-
no y afectivo, modelo para sus hijos e hijas.
La problemática de los hermanos en los cuales el estigma de la discapa-
cidad los ha colocado como agentes de intervención, se revisa en el trabajo de
tesis de Sánchez Aburto (2010). “Barreras que suelen enfrentar los hermanos de
personas con discapacidad en los contextos de interacción”, muestra el espectro
de la problemática de la discriminación cuyos efectos recaen en los mismos her-
manos de las personas con discapacidad. Asimismo expone cómo los hermanos
generan redes y crean blogs como un espacio de vinculación, de protesta, o de
organización de propuestas para combatir la discriminación.
Tres tesis de la unam trabajan temas sobre estereotipos: “Los estereotipos
de la gente sin discapacidad, en relación a las potencialidades de los discapaci-
tados y la inclusión de éstos en el ambiente familiar, escolar y laboral”, de Reyna
López, A. V. (2008); “La discriminación como producto del desconocimiento en
la discapacidad: guía para un trato digno”, de Gallegos Bárcenas, R. I. G. (2009),
y “La cultura ciudadana de los estudiantes normalistas: estigma y discrimina-
ción hacia las personas con discapacidad”, de García Reyes, J. (2011).
El libro Educación inclusiva. Una aproximación a la utopía, coordinado por
el Dr. Juan Bello Domínguez, Editorial Castellanos, se distingue por presentar
investigaciones, reportes y ensayos de diez autores mexicanos pertenecientes a
instituciones de educación superior. Tanto la presentación como la mayoría de
sus artículos exponen un sentido crítico hacia la actual política educativa y el
En las universidades estatales existen algunas tesis con una visión más
antropológica sobre la voluntad de relación y respeto hacia la discapacidad y la
vida cotidiana, la comunidad y estilos de vida, distancia social y actitud de las
personas con discapacidad, y estudios sobre mujeres con discapacidad.
En la educación superior llama la atención la Universidad de Guadalaja-
ra, donde hay siete tesis sobre la realidad institucional para las personas con
discapacidad, y se analizan las posibilidades de sujetos con discapacidad para
participar en los diferentes servicios de la universidad. Tres de ellas fueron
realizadas en el año 2010: “La realidad institucional de los estudiantes con
discapacidad en la Universidad de Guadalajara”, de Calbillo Reynoso J. J.; “Im-
pacto del uso de las tic en los trayectos de formación, las trayectorias sociales y
profesionales de personas con discapacidad visual en la zona metropolitana de
Guadalajara, Jalisco”, México, de Hernández Rodríguez, D. M., e “Integración
educativa de las personas con discapacidad en la Universidad de Guadalajara”,
de Huerta Huerta, J. T.
La tesis “Discapacidad motriz, accesibilidad y exclusión social: las perso-
nas con discapacidad motriz en Ciudad Universitaria”, de Olea Uribe, F. M.
(2010), es una tesis de maestría en trabajo social en la que se analizan los aspec-
tos de la accesibilidad en cu-unam.
La investigación “Educación superior y discapacidad: narrativas de la ex-
clusión” (Santos et al., 2008) pretendió conocer cuál es el proceso de adaptación
de los estudiantes con discapacidad en el ámbito escolar a nivel superior en la
Universidad Autónoma del Estado de México, a través de una metodología de
corte cualitativo a partir del estudio de caso “relativo a estudiantes con visibles
rasgos de discapacidad”. Del nivel de educación superior también están los re-
portes de investigación “Actitudes hacia la diversidad en un grupo de univer-
sitarios de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí” (Bausela, E., 2004), y
“Educación superior y discapacidad: narrativas de la exclusión” (Santos et al.,
2008), en los cuales se adopta la definición de la oms acerca del término dis-
capacidad, con lo que la concepción del sujeto se encuentra supeditada direc-
tamente a la discapacidad como tal, lo que da cuenta de cómo los trabajos no
logran definirse solamente en una de las perspectivas, sino que se presentan
mezcladas en el abordaje.
A través de una convocatoria de la revista Métodhos, Revista electrónica de
investigación aplicada en derechos humanos en el 2011, dirigida a investigadores
en derechos humanos, se presentaron tres trabajos sobre discapacidad. Éstos
13
En este organismo se encuentran más de 40 mil trabajadores de la educación, y atiende a más de un
millón de estudiantes de educación básica, así como a más de 2 mil estudiantes-docentes en las insti-
tuciones de educación superior formadoras de docentes que lo integran. El seiem está facultado para
promover la investigación educativa y para crear órganos de difusión, así como para otorgar grados
académicos que van desde educación básica hasta posgrado. El estudio referido se realizó bajo el
referente del Área temática 17: Convivencia, Disciplina y Violencia en las Escuelas, del Consejo Mexi-
cano de Investigación Educativa (comie) (pág. 12). La propuesta consistió en conformar un Equipo
de Investigación Colaborativa (eic) entre el Departamento de Posgrado e Investigación (dpi) de la
Dirección de Educación Superior (des) de los seiem y las Secciones Sindicales 17 y 36 del snte. El
Programa de Investigación Educativa, el Programa Académico “Periodo Sabático”. Dicho programa
está a cargo del Dr. Raúl Vargas Segura, en el Valle de México, y de Eleazar Tamay Gurubel, Director
del Centro de Actualización del Magisterio del Estado de México (p. 8).
Perspectivas plurales
En esta última parte consideraremos los trabajos desde diversos ámbitos disci-
plinarios y marcados por diferentes posturas: filosófica, ética, social, antropo-
lógica, artística, etc., las cuales se presentan como alternas al discurso de la
inclusión.
En este rubro cabe destacar los trabajos de Boris Fridman14 quien representa
un grupo de vanguardia en México y cuya actividad política ha intervenido en
reformas a nivel legislativo15.
Fridman es un promotor relevante en México de la defensa de la cultura
sorda, del bilingüismo y una voz académica de prestigio y autorizada por su tra-
yectoria académica. Se ha confrontado con las visiones oficiales para plantear
desde la perspectiva antropológica y la lingüística la tesis de que los sordos son
una cultura compleja, con identidad y lengua propias. De ahí que una deriva-
ción importante sería la premisa de erradicar del campo de la discapacidad a la
comunidad sorda, señalada como una comunidad marginal y minoritaria, sin
territorialidad propia.
Trabaja semiótica de la voz y de la audición y entre sus artículos se encuen-
tra: “La realidad bicultural de sordos e hispanohablantes; Las etnicidades del
sordo, los señantes y los hablantes”.16
En abril de 2008 solicita la intervención de la Comisión Nacional de Dere-
chos Humanos y entabla una denuncia a la sep para exigir los derechos de los
sordos. De este señalamiento cabe destacar la influencia de su intervención en
la exigencia de una educación bilingüe para los sordos. Su demanda se sostiene
14
En http://www.cultura-sorda.eu/22.html se pueden consultar los artículos que refieren a autores que
trabajan esta línea de bilingüismo y cultura.
15
Por ejemplo, el 10 de junio de 2005 en la Ley General de las personas con discapacidad, publicada en
el Diario Oficial de la Federación, se reconoce entre otras cosas que la lsm es una lengua nacional; el
derecho a la educación obligatoria, gratuita y bilingüe en lsm y español. El derecho a la interpretación
y la estenografía proyectada (subtítulos) en toda la televisión educativa, en noticieros y boletines de
urgencia nacional, regional y local. 6 Véase en el capítulo 1, pp. 58-62, sobre las características de la
comunidad sorda.
16
http://www.cultura-sorda.eu/22.html
sobre los estudios lingüísticos y antropológicos, y de ahí que los sordos sean los
primeros que exigen ser eliminados del rubro de la discapacidad. Los términos
de la petición son expresos, claros y contundentes. El tercer punto solicita la
creación de una dependencia autónoma para la educación de los sordos, des-
ligándose del pnfeeie, el cual tiene el encargo de la política de integración e
inclusión en el país.
En la perspectiva lingüística y cultural se cuenta con algunos autores que
derivan sus propias propuestas a partir de esta línea:
Melgar, J.F. (2010a, 2010b, 2010c, 2012a, 2012b, 2012c) dirige un proyecto de
investigación sobre el desarrollo de una escritura natural apropiada para la comu-
nidad sorda que emplea la Lengua de Señas Mexicana. Este proyecto se aglutina
en un grupo denominado: Taller Señas Escribir y también administra un blog
sobre el tema de la escritura entre los sordos. La idea básica es desarrollar y cons-
truir literatura original y traducida del español a una versión escrita de la lsm.
Destaca uno de los primeros libros de educación bilingüe producido por
Adame, E. (2004), Educación de Niños Sordos en un Enfoque Bilingüe, como
parte de trabajos de investigación independiente en el Estado de Quintana Roo.
Adame es pionera en este campo, ya que se encuentra inmersa en el ámbito de
las prácticas educativas y está integrada al sistema escolar, logrando conformar
equipos y tener financiamiento para sus investigaciones que rebasan el ámbito
de la sordera. Además ha propuesto una forma alterna al trabajo con los niños
denominados autistas y por ello la retomaremos en el rubro de psicoanálisis y
teoría social.
El estudio que realiza Flores, F., J., L.(2012) en su trabajo de maestría “Es-
tudio de casos sobre adquisición de dos lenguas en personas sordas”, es resul-
tado de una década aproximada de un trabajo en equipo reflejada en el libro
de Nava Escamilla (2009) y otros maestros del estado de Hidalgo. Han logrado
dar legitimidad a la lsm a través de diplomados acreditados por la upn de Hi-
dalgo. Su tesis es por ello innovadora en el campo de las prácticas educativas y
articula varios enfoques: 1. La Lingüística con la metodología de la Logogenia
que termina siendo rebasada por el abordaje cultural; de ahí que su trabajo da
pie para analizar la constitución del sujeto desde la perspectiva de la gramática
generativa y desde la perspectiva del lenguaje como morada del “ser en relación”
retomado por Heidegger; 2) Dar paso a una propuesta educativa de escritura y
matemática para sordos; 3) El sustento antropológico-social se combina con el
filosófico educativo desde la Pedagogía de las Diferencias propuesta por Skliar
b) Historia y semiótica
d) Gestión cultural
17
Ver http://basica.sep.gob.mx/dgdgie/cva/programas/evaluacionext/pdfs/integracion
18
Codirector de las publicaciones Diecisiete (www.diecisiete.mx) y Política Común. A Journal of
Thought (www.politicacomun.org).
e) Perspectiva sociológica
En este rubro encontramos autores que han incursionado desde el ámbito de las
disciplinas sociológicas.
El libro coordinado por Brogna, P. C. (2009), Visiones y Revisiones de la
Discapacidad, es un primer intento en México por recopilar desde perspectivas
sociales las diversas visiones tanto de autores internacionales como nacionales
alrededor de la discapacidad. Brogna las ha desarrollado en investigaciones de
maestría (2006) y doctorado (2012) así como en una serie de artículos, entre
ellos: “El derecho a la igualdad… ¿o el derecho a la diferencia?” (2005), una vi-
sión que transcurrió desde el ámbito personal al profesional, lo que le permitió
dar un viraje del campo clínico, de individual al comunitario, y desarrollar
una posición analítica de la discapacidad como problemática social. Un aporte
relevante de Brogna en su tesis de doctorado refiere al estudio de la discapaci-
dad como posición de Otro desde las diversas instituciones que reproducen los
estereotipos más contundentes del significado de discapacidad. La autora pone
en cuestionamiento el corsé del concepto de inteligencia que bajo el imperativo
de la capacidad de conceptualizar, del requerimiento del dominio del logos y del
coeficiente intelectual, imposibilitan una visión de vida posible que hoy por hoy
desmienten los adultos entrevistados.
El artículo “La discapacidad y sus significados: notas sobre la (in)justicia”,
de Soto, M.A. (2011), considera a “…la discapacidad, en su sentido más amplio,
como una construcción social; es decir, uno de los modos de organización que
las sociedades se han dado a sí mismas para hacer frente a la diferencia orgánica
o funcional… tratando de recuperar algunas de las significaciones que la socie-
dad mexicana ha atribuido a esta condición para orientar la reflexión acerca de
la relación entre la discapacidad y el terreno de la justicia”.
Filosofía y ética. En este rubro encontramos dos tesis de posgrado que abordan
el tema desde la filosofía, con autores como Levinas, al cual conjugan con los
derechos humanos y la diversidad. La primera es una tesis de maestría de upn:
“De la invisibilidad a la visibilidad de la ie”, de González Romero, M. (2007). La
segunda es un trabajo de nivel doctorado que relaciona ética y narrativa de los
sujetos, de título: “Formación docente e inclusión educativa en el medio rural.
Estudio de casos desde la narrativa de los sujetos”, de Auces Flores, M. R., que
cobra relevancia por ubicarse en el medio rural y realizar el trabajo de escucha
de los integrantes de las prácticas educativas, y a quien le interesa la ética de la
diversidad desde un enfoque muldisciplinario, poco usual en los trabajos uni-
versitarios del campo de la educación.
Estética. En la tesis de maestría de upn: “La Experiencia Estética y las Ne-
cesidades Educativas Especiales”, de Solís Loranca P. E. (2006), se muestra un
planteamiento de la relevancia de la experiencia estética como posibilidad de
g) Arte
Teatro
19
“La Noche del Tigre”, de Carlos Corona y Adrian Blue, basada en los cuentos de El Libro de la Selva
de Rudyard Kipling 2002; “¡paah! Tres historias para ser escuchadas”, de David Olguín, Víctor
Weinstock y Flavio González Mello, dirigida por Alberto Lomnitz, (2004); “El rey que no oía, pero
escuchaba”, de Perla Szuchmacher, dirigida por Adrian Blue y Alberto Lomnitz (2006); “¡¿Quién te
entiende?!” puesta en escena de Alberto Lomnitz (2008); “uga”, puesta en escena de Haydée Boetto
(2009). “La Inaudible Historia de México” puesta en escena de Boris Schoemann (2010); “Música para
los ojos” puesta en escena de Sergio Bátiz (2011).
Danza
Lúdico
En este rubro damos cuenta de dos trabajos que relacionan el juego con el
aprendizaje o la integración educativa; en ambos, el juego se ve desde la pers-
pectiva creativa como potencial relevante en la producción del aprendizaje. Uno
de ellos lo aborda desde una discapacidad ubicada como de gran complicación
para el aprendizaje, la tesis de maestría de upn de Cruz González y Aguilera,
C. (2003), “Estrategias lúdicas en los procesos de aprendizaje del niño con el
síndrome de Asperger”, que resulta un hallazgo e indica caminos innovadores;
el segundo estudio, una tesis de maestría de upn, lo realiza López Ortigoza M
(2002). “El juego y la ee, ¿un apoyo a la diversidad escolar?”, se refiere al juego
como aspecto importante y coadyuvante de la diversidad.
En este apartado hemos introducido estudios innovadores que por su pro-
pio estatuto epistémico cuestionan el discurso de la discapacidad por derivar en
los efectos de discriminación justo de dicho constructo. Las experiencias y dis-
cursos presentados ofrecen perspectivas de la condición humana, lo que desde
el discurso filosófico se denomina: formas de ser y estar en el mundo.
Mencionaremos como aportes de estas perspectivas los siguientes puntos:
Agradecimientos
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El presente trabajo se llevó a cabo a partir del análisis de los estudios realizados
durante el periodo comprendido entre el año 2002 a 2012 en México. La pre-
sentación inicia con una revisión de los antecedentes que contribuyen al surgi-
miento de esta problemática dentro del campo de la investigación educativa. A
continuación se describen los criterios de selección y las características gene-
rales de la bibliografía que conforma el corpus. Luego se analizan los distintos
enfoques teóricos que privilegian las y los investigadores educativos en relación
con las nociones de “género”, “violencia de género” y “violencia en contra de las
mujeres”. En el apartado siguiente se refieren los métodos y técnicas empleados
en las investigaciones, así como los alcances y cobertura de las mismas. Por úl-
timo, se reúnen los principales hallazgos y aportes bajo diversos ejes temáticos
y se concluye con orientaciones y sugerencias a fin de profundizar la investiga-
ción en este campo.
Antecedentes
Los antecedentes de este trabajo remiten al año 1993, cuando el Consejo Mexi-
cano de Investigación Educativa incorpora los estudios relativos a las mujeres,
los cuales aparecen incluidos en los estados del conocimiento publicados por
ese Consejo en 1996 y en 2003. La coordinadora de ambas investigaciones, Ga-
briela Delgado Ballesteros, señala que gran parte de los estudios reportados en
1996 “consistían en ensayos, reflexiones personales y las pocas investigaciones
encontradas abordaban temáticas como la igualdad de oportunidades, usos del
lenguaje, historia del magisterio y el sexismo en los libros de texto” (Delgado
Ballesteros, 2003: 467). En el año 2003, la autora verifica un incremento de los
trabajos que incorporan el género para estudiar distintos problemas educativos,
aunque persiste la tendencia al ensayo antes que a la investigación. Además,
señala que la reciente aparición y la falta de reconocimiento de este campo de
estudios dificulta la construcción teórica-conceptual, de manera tal que para
esas fechas “los aspectos de género se ven incorporados a líneas de investigación
ya tradicionales, y la reflexión sobre este punto queda asimilada o sometida a
las prioridades de aquéllas” (Delgado Ballesteros, 2003: 567). También repor-
ta que las metodologías más utilizadas son de corte cualitativo o documental,
mientras que la información estadística es generada por organismos públicos.
Por último, en 2003, la investigadora reconoce avances en el nivel de las po-
líticas públicas que han permitido la implementación de programas, contenidos
y materiales educativos con perspectiva de género; también destaca las diversas
opciones de formación para el magisterio, a la par que identifica algunos obs-
táculos, tales como la desvalorización del trabajo docente y el deterioro salarial,
para impulsar alternativas e innovaciones en la escuela (Delgado Ballesteros,
2003: 565-566).
De la revisión anterior se desprende que en los estados del conocimiento
precedentes, la violencia de género y la violencia en contra de las mujeres no se
abordan de manera específica. Sin embargo, la investigación educativa reali-
zada en la primera década del siglo xxi evidencia la orientación de las preocu-
paciones e intereses relacionados con esta problemática hacia el escenario de la
escuela, sus actores y las instituciones del sistema educativo. Cabe preguntar,
entonces, por los procesos que han contribuido a resignificar este espacio, entre
los cuales destacan algunos hitos: a) Los compromisos internacionales asumi-
dos por México para cerrar las brechas de la desigualdad de género en educa-
ción; b) La acción de los movimientos de mujeres y de los feminismos a favor
de la igualdad y la no discriminación; c) El reconocimiento de la violencia de
género en las normas jurídicas, y d) Los resultados de investigaciones de distin-
ta cobertura que han aportado a la visibilidad de esta problemática en el campo
educativo. En lo que sigue se profundizará en cada uno de estos aspectos.
(Art. 34); además, proscribe toda forma de discriminación (Art. 36) y faculta a
las autoridades correspondientes a fin de asegurar la igualdad de acceso de las
mujeres y de los hombres a la educación (Art. 38).
En materia de igualdad de género, el Programa Sectorial de Educación
2007-2012 propone el otorgamiento de becas a madres jóvenes y a jóvenes em-
barazadas para concluir la educación básica, y en marzo de 2008 el Instituto
Nacional de las Mujeres presenta el Programa Nacional para la Igualdad entre
Mujeres y Hombres que propone: “Eliminar los estereotipos sexistas y discri-
minatorios de los libros de texto, métodos de enseñanza, materiales didácticos,
prácticas educativas y profesionalizar al magisterio en perspectiva de género y
derechos humanos de las mujeres” (Estrategia 5.2).
Sin duda, la promulgación de la Ley General de Acceso de las Mujeres a
una Vida Libre de Violencia, el 1 de febrero de 2007, representa un hito en el re-
conocimiento de la violencia en contra de las mujeres como un problema social.
Dicha Ley distingue tipos de violencia (psicológica, física, patrimonial, econó-
mica y sexual) que pueden afectar a las mujeres, a la vez que identifica varias
modalidades (familiar, laboral, docente, hostigamiento sexual, acoso sexual,
violencia en la comunidad, institucional y feminicida). La violencia docente es
definida como “aquellas conductas que dañan la autoestima de las alumnas con
actos de discriminación por su sexo, edad, condición social, académica, limita-
ciones y/o características físicas que les infligen maestras o maestros”. (Art. 12).
La redacción de este artículo permite ubicar a los agentes de la violencia esco-
lar en la figura de las y los maestros, en el marco de una relación jerárquica donde
las alumnas ocupan una posición subordinada. Aunque el artículo omite otras con-
secuencias, más allá de los efectos de la violencia en la autoestima de las alumnas, es
indudable que al definirla como una expresión de discriminación pone énfasis
en la desigualdad como una característica de las organizaciones sociales que aten-
ta contra el ejercicio de los Derechos Humanos, al restringir, limitar y/o negar las
oportunidades de las mujeres en razón de su sexo y del género de adscripción.
En el marco de esta Ley, en el año 2008 surge el Programa de Investigación
con Enfoque de Género, cuyo eje central consiste en la atención de los proble-
mas de violencia en contra de las mujeres, que entre sus causas identifica los
patrones de comportamiento sexista y discriminatorio que se reproducen en el
seno de las familias y que se transmiten entre generaciones.
Este breve recorrido centrado en la dimensión de los compromisos inter-
nacionales contraídos por el Estado mexicano y la concreción de los mismos en
La primera década del siglo xxi generó resultados que alertaban sobre la
ocurrencia de esta problemática en la escuela, un espacio considerado como
ajeno y al resguardo de tales manifestaciones. Así, aunque la Encuesta Nacional
sobre Dinámica de Relaciones en los Hogares (endireh, 2006) no estaba orien-
tada exclusivamente al ámbito escolar, mostró que entre las encuestadas con
algún nivel de escolaridad, casi 12% padecieron violencia emocional (humi-
llación, denigración, la ignoraron por ser mujer o recibió castigos y represalias
por no acceder a propuestas deshonestas por parte de los adultos), 6% reportó
violencia física (agresiones) y 2% reportó violencia sexual (le propusieron tener
relaciones sexuales a cambio de calificaciones, la acariciaron o manosearon sin
consentimiento o la obligaron a tener relaciones sexuales). Asimismo, reveló
que los principales agresores eran autoridades y miembros del plantel (38% y
88% respectivamente). También, que las autoridades educativas y los compañe-
ros estudiantes se equiparaban en número en los casos de sexo forzado (35% y
38% respectivamente) (Castro y Casique, 2008: 152).
En ese mismo año se publicó el “Informe sobre la Calidad de la Educación
Básica en México, 2006”, el cual identificaba un conjunto de variables asociadas
con las manifestaciones de violencia; entre ellas, el género destacó como un factor
vinculado con la mayor participación de los estudiantes en actos de violencia, tan-
niños, y que existía muy poca tolerancia entre el alumnado y el cuerpo docente
para quienes manifestaban una orientación sexual distinta a la heterosexual.
Asimismo, el informe mostró que más de 50% de los niños tenía la sensación
de sentirse regular o mal en la escuela. Directivos, docentes y estudiantes coin-
cidieron en calificar a los varones como menos responsables, participativos y
aplicados que las mujeres. En paralelo, los niños expresaron que se sentían más
regañados y reprendidos por las y los docentes y reportaron incidentes de vio-
lencia física entre ellos. También fueron más señalados como los responsables
de los insultos y las humillaciones, concepciones que reproducen el estereotipo de
que los hombres son fuertes o agresivos, a la vez que evidencia la forma en que
han aprendido a relacionarse y a enfrentar los conflictos (Secretaría de Educa-
ción Pública, 2009: 160-161).
Por último, en los “Resultados sobre Mujeres de la Encuesta Nacional so-
bre Discriminación en México, enadis 2010”, se mencionó un panorama des-
alentador sobre la situación de los derechos de las mujeres ya que en la socie-
dad mexicana se identificó la persistencia de una percepción que las excluye y
discrimina. Así, la encuesta reveló que más de la quinta parte de la población
(hombres y mujeres) consideraba que la violación puede ser responsabilidad de
la víctima (una cifra igual a la de 2005), y cuatro de cada diez mujeres creía que
se debe pedir permiso al esposo para gastar dinero o salir a la calle. La tercera
parte de la población consideró que se debe castigar a la mujer que aborte y una
quinta parte de las mujeres pensaba que los hombres deben ganar más por el
mismo trabajo. Estos datos representan retrocesos en el reconocimiento formal
de los derechos de las mujeres en todo el país (Encuesta Nacional sobre la Dis-
criminación en México-Mujeres, 2010: 13).
Como señala González Jiménez (2009, p. 681), diferenciar, comparar o es-
tudiar a hombres y mujeres no implica necesariamente ubicarse en el campo de
los estudios de género o adoptar esa perspectiva para la comprensión de los fe-
nómenos. Sin embargo, hacia mediados de la primera década del siglo xxi, los
resultados de la investigación generada por organismos nacionales contribuían
a perfilar las características de un problema escasamente explorado: la violencia
de género y la violencia en contra de las mujeres en el ámbito educativo.
género”. Como ejemplos están el caso de los varones que se distancian de los
modelos de masculinidad dominantes, o el de las mujeres y varones que mani-
fiestan una preferencia sexual que contradice la heteronormatividad obligatoria
(Butler, 1990: 311).
La noción de “violencia de género” obliga a volver sobre la construcción
simbólica de los espacios, ya que remite a la escisión moderna de la realidad
social en dos ámbitos: el público y el privado, distinción a partir de la cual se
clasifican y dividen las actividades, los roles, las emociones, los cuerpos, y se
ubica a los sujetos en virtud de su sexo. Por medio de este recurso ideológico,
se consagra la asimetría de poder entre varones y mujeres fundada, entre otras
razones, sobre la valoración desigual que se concede al trabajo productivo (el
que corresponde al ámbito público y es encargado a los hombres), por encima
del trabajo reproductivo (el que compete a las mujeres en los espacios privados y
domésticos, debido a las capacidades reproductivas que las aproximan, más que
a los varones, hacia la Naturaleza) (Amorós, 1985: 31; Lagarde, 1993: 119-121).
Con base en lo expuesto, cabe precisar que la “violencia de género” se basa
en las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres, de tal manera
que, bajo un orden de dominación masculina, se comprende con mayor clari-
dad por qué una abrumadora mayoría de las personas violentadas son mujeres,
niñas y niños. Por esta razón, a veces se utiliza el término “violencia de género”
como un sinónimo de violencia en contra las mujeres. Sin embargo, la afir-
mación anterior no implica el desconocimiento o la negación de que también
existen expresiones de violencia de género ejercidas contra y entre hombres; por
ejemplo, las que afectan a los homosexuales y transgénero, o el abuso infantil
hacia hombres menores. Al respecto, cabe agregar que “la violencia de género
contra los hombres es ejercida también mayoritariamente por hombres, y es
producto de ese modelo de masculinidad autoritario y dominador hacia muje-
res y menores, que se siente cuestionado ante otros modelos de masculinidad u
otras opciones sexuales” (Massolo, 2007: 133-134).
Pres= nivel preescolar; Prim = nivel primario; Sec = nivel secundario; Otros= No están centradas en
ningún nivel educativo: eb = educación básica; ems = educación media superior; es = educación superior.
Fuente: Elaboración propia.
Prevalecen los artículos en libros y revistas, las ponencias y los trabajos recep-
cionales; los niveles más investigados son educación secundaria y educación
superior. Otros, como el preescolar, apenas han recibido alguna atención. Los
estudios que comparan la presencia del fenómeno entre niveles educativos son
escasos; probablemente obedece a que la mayoría de los trabajos son realizados
de manera individual o por grupos reducidos. También la posibilidad de acceso
Este eje permitió agrupar las investigaciones de acuerdo con los sujetos sobre
los cuales se focalizaron, conforme al nivel educativo. Los resultados se presen-
tan en el siguiente cuadro.
Existen diversas perspectivas teóricas para estudiar el género, las cuales poseen
consecuencias metodológicas y de análisis en relación con los resultados de las
investigaciones. En este punto cabe mencionar la distinción entre los trabajos
que adoptan el género como una perspectiva a partir de la cual se constru-
ye el proceso de investigación (definición del problema, preguntas, métodos,
análisis y presentación de resultados), y las investigaciones que diferencian los
resultados por género (hombre/mujer) pero que no incorporan esta categoría de
análisis de manera explícita. En lo que sigue, presentamos los diversos enfoques
identificados en la bibliografía seleccionada y reflexionamos sobre las implica-
ciones que acarrea para la investigación educativa.
Como variable y sinónimo de sexo. Las investigaciones agrupadas bajo
este eje ponen en evidencia la desigualdad sin explicarla o analizarla. Una con-
secuencia de este uso de la noción “género” consiste en minimizar o perder
de vista los efectos persistentes de las desigualdades entre hombres y mujeres;
también entraña el riesgo de que, en cuanto los números de la desigualdad se
equiparan, por ejemplo, cuando se logra igualar por sexo la matrícula inicial
en los distintos niveles educativos, el problema de la desigualdad de género se
considera resuelto.
Como categoría relacional con énfasis en las relaciones inter e intra gené-
ricas. Estas investigaciones conciben el género como un eje de diferenciación y
ordenamiento social basado en la construcción de la diferencia sexual en térmi-
nos discriminatorios. Una de las implicaciones de este enfoque consiste en evi-
denciar la desigualdad por razones situadas más allá de los individuos; también,
esta concepción permite trascender las expectativas de cambio social centradas
en el aprendizaje de nuevos roles y en la modificación de estereotipos, un abor-
daje muy frecuente en la investigación educativa sobre esta problemática.
Como categoría relacional con énfasis en los individuos (mujeres u hombres).
El estudio de un solo sexo puede resultar parcial. Cuando el énfasis recae en las
mujeres se corre el riesgo de reforzar la idea de que el género se refiere únicamente
a los problemas femeninos. En relación con lo anterior, conviene tomar en cuenta
que aun sin nombrar o estudiar explícitamente a los hombres (o viceversa), persiste
la distinción jerárquica entre los sexos, la cual estará presente y tendrá efectos que
probablemente escaparán al análisis y problematización en las investigaciones.
Como elemento que define identidades, roles y estereotipos. Estas investiga-
ciones evidencian la apropiación subjetiva del orden de género. En este caso con-
viene prevenirse a fin de evitar que el empleo de ciertas categorías o ejes analíticos
contribuyan a reproducir las características asignadas tradicionalmente a “lo fe-
menino” y a “lo masculino” como naturales y/o en términos de esencias.
Sin problematizar el concepto. Estas investigaciones se caracterizan por el
empleo de la noción de género o porque mencionan la distinción entre “femini-
dades” y “masculinidades” sin definirlos ni tematizarlos de manera expresa. Esta
decisión impide dialogar con las y los investigadores sobre la perspectiva teórico-
epistemológica que adoptan, la cual incide en la interpretación de los resultados.
De otra manera. Como sistema semiótico, domesticación, arbitrario cul-
tural, imaginario social. Algunas investigaciones vinculan la categoría “géne-
ro” con conceptos de las disciplinas desde las cuales abordan la investigación:
Antropología, Pedagogía, Psicología, Sociología. Sería necesario un análisis
pormenorizado de las implicaciones y potencialidad de estos enfoques que no
puede concretarse en este trabajo.
Resultados desagregados por sexo. En este caso no se emplea la categoría;
sin embargo, los resultados se presentan desagregados por sexo. De este modo,
se pierde el potencial analítico y reflexivo de la categoría para explicar y com-
prender los resultados de las investigaciones.
también se pierde el potencial teórico para explicar las violencias entre hombres,
vinculadas con la construcción de masculinidades y con las muestras de virilidad.
Como conceptos diferentes. Para estas investigaciones, la violencia de género
es un concepto más abarcador que refiere a asimetrías de poder de carácter socio-
cultural. Este enfoque permite distinguir las manifestaciones de violencia, tanto
en contra de las mujeres como en contra de los hombres, por razones de género.
Como un problema social que afecta a ambos sexos. Las investigaciones
se centran en las mujeres o en los hombres; ambos pueden ocupar posiciones
de agresores y agredidos. Reconocen la violencia inter e intragenérica. La adop-
ción de este enfoque privilegia el énfasis en las relaciones e interacciones y no
en los individuos. Contribuye a cuestionar y pone en entredicho una tendencia
frecuente que consiste en la asignación de posiciones fijas para los individuos en
la relación violencia: varones=agresores y mujeres=agredidas.
Sin problematizar los conceptos. La investigación ofrece resultados sobre
la violencia de género y/o en contra de las mujeres como consecuencia del
análisis empírico. Sin desconocer el aporte de estos trabajos, conviene señalar
que dificultan la interpretación de los resultados en relación con el principio
de igualdad de oportunidades y con las metas de equidad de género; también
limitan la orientación de la intervención educativa para detener y/o prevenir
esta problemática.
Como medio para asegurar una adecuada actuación de género. Estas in-
vestigaciones están centradas en la “actuación” o “efectuación” del género, más
allá de las identidades de adscripción y de los roles establecidos. Permite es-
tudiar otras “actuaciones” o “efectuaciones” de género que se distancian de la
oposición: “masculino”, “femenino”, ya sea porque los individuos evidencian
preferencias sexuales distintas de las heterosexuales o porque se alejan de los
modelos de masculinidad y feminidad aceptados.
Como violencia simbólica. Estas investigaciones recuperan la noción pro-
puesta por Pierre Bourdieu para referirse a la imposición de un “arbitrario cul-
tural” que se concreta a través de la “acción pedagógica”. Sería necesario un
análisis pormenorizado de las implicaciones y potencialidad de este enfoque, el
cual no puede concretarse en este trabajo.
Como expresión de discriminación sexista. Estas investigaciones reconocen
la violencia de género y en contra de las mujeres como violación a los Derechos
Humanos. Este enfoque puede favorecer investigaciones que relacionen los dis-
tintos ejes de diferenciación social, tales como sexo, género, etnia, raza, clase,
Métodos de investigación
Métodos y técnicas
11/7/13 2:46 PM
VIOLENCIA DE GÉNERO Y VIOLENCIA EN CONTR A DE LAS MUJERES EN EL ÁMBITO EDUCATIVO 355
La mayoría de los trabajos se distribuye entre los que proponen un alcance ex-
ploratorio, lo cual reitera la reciente visibilidad que ha cobrado la violencia de
género en el contexto escolar. Sin embargo, también predominan las investiga-
ciones de corte interpretativo, lo cual evidencia que no sólo se trata de mostrar
la presencia del fenómeno y de algunas características, sino de rescatar la es-
pecificad del mismo a partir de las percepciones y experiencias de los agentes
educativos en sus contextos respectivos.
Cobertura
Los próximos apartados ofrecen una síntesis de los hallazgos reunidos bajo dis-
tintos ejes temáticos:
Los estudios bajo este eje revelan los ingentes esfuerzos de los hombres para
acercarse a los modelos de masculinidad dominante. A pesar de la variedad de
contextos donde se llevan a cabo las investigaciones, prevalece un modelo de
masculinidad que implica el ejercicio de poder sobre otros varones y el ejercicio
de la sexualidad con las mujeres sin externar emociones. Así, las expectativas
sociales relacionadas con la actuación de la masculinidad pueden contribuir al
enrarecimiento del clima escolar y favorecer situaciones de indisciplina y violen-
cia (Acevedo Álvarez, 2002; Botello Lonnghi, 2008; Pereda Alfonso, 2007, 2009,
2011; Spitzer, 2002, 2001; Valadez Figueroa y González Gallegos, 2007; Zaragoza,
2007 a y b).
Algunos trabajos muestran los riesgos del ejercicio de la masculinidad
para los propios hombres. La investigación de Vázquez García y Castro (2009)
con estudiantes universitarios, identifica dos discursos vinculados con la “toma
de riesgos” que se refieren al consumo de alcohol y al ejercicio de la violencia
entre hombres y en contra de las mujeres como expresiones de hombría. En el
trabajo de Oudhof van Barneveld, González Arratia y Zarza Villegas (2010), la
Sin embargo, la violencia sexual afecta a ambos sexos y adquiere distintas mo-
dalidades según el nivel educativo, como lo evidencian los trabajos de Zaragoza,
(2007 a y b) en el nivel primario, de Hernández (2009) en el nivel secundario y
la investigación de Saldívar Hernández, Ramos Lira y Romero Mendoza (2008)
en el nivel universitario. En este último trabajo, las y los autores concluyen que
la mayoría de los sujetos entrevistados no tiene claro el significado del concepto
«coerción sexual», y si bien reconocen que afecta mayormente a las mujeres, las
responsabilizan cuando afrontan esta modalidad de violencia; también men-
cionan que los hombres pueden ser víctimas de esta misma violencia. Por últi-
mo, señalan diferencias en las tácticas que emplean para obtener un encuentro
sexual, ya que los hombres recurren a una táctica sutil con amenazas y las muje-
res no. La investigación sobre violencia sexual de Villaseñor Farías y Castañeda
Torres (2003), con una muestra de población estudiantil cuyas edades oscilan
entre 12 y 19 años de edad, descubre las dificultades de las y los participantes
para delimitar hasta dónde y en qué circunstancias la violencia sexual no sólo
es justificable sino deseada por parte de las víctimas o si en realidad nunca
debería darse.
Existe escasa documentación sobre las agresiones al personal docente por
parte del estudiantado. Pese a la relación jerárquica entre ambas posiciones, el
estudio de Pereda Alfonso (2009) en una escuela secundaria muestra que las
maestras enfrentan mayor cantidad y variedad de agresiones que los maestros;
también, que existen variaciones de género en la percepción de la comunidad
escolar y en las respuestas institucionales a estas modalidades de violencia.
c) Entre estudiantes. Entre las mujeres, los chismes aparecen como una prác-
tica recurrente que opera como un mecanismo de control en el contexto
donde se difunden. Desde la perspectiva de género, esta práctica señala
diferencias en los efectos que poseen los chismes, de acuerdo con el sexo de
la persona violentada (Chávez Arellano, Vázquez García y De la Rosa Re-
galado, 2007; Pereda Alfonso, 2007, 2009; Zaragoza, 2007a y b). González
Mecalco (2007) plantea que nuestra cultura niega a las mujeres el acceso
al conflicto abierto y conduce la agresión a formas no físicas, indirectas,
que se consideran “naturales” de su género. También en las agresiones en-
tre mujeres aparecen otras modalidades de violencia relacionadas con la
construcción y defensa de la reputación femenina que se defiende desde
el cuerpo (Pereda Alfonso, 2009) o bien, que responde a expectativas y
de las instancias adonde recurrir para denunciar estas prácticas (Castro y Pe-
reda, 2011a y b). García López (2010) reporta que en el contexto estudiado, las
denuncias resultan contraproducentes porque no resuelven el problema y evi-
dencian a la persona agredida. Además, las políticas administrativas dificultan
el despido de los docentes denunciados, los alumnos no pueden cambiarse de
grupo y deben ser evaluados por el o la docente agresora.
Otras investigaciones cuestionan la idea de que basta “hacer algo” para que el
problema disminuya; en cambio, destacan la importancia de insertar las accio-
nes en un plan institucional y atender a la dimensión pedagógica de las mismas
(Acevedo Álvarez, Ramos Lira y González Forteza, 2002; Montaño Yañez, Za-
pata Martelo, Alberti Manzanares y Almanza Sánchez, 2009). También estos
trabajos reflexionan sobre la necesidad de replantear el sentido de la sensibiliza-
ción ya que no necesariamente esta estrategia asegura la adopción de compro-
misos con el cambio (García Oramas, 2009).
Algunos trabajos enfatizan la necesidad de conocer las prácticas sociocul-
turales que le dan sentido a la acción, a fin de orientar el diseño de las interven-
ciones y evitar resultados poco satisfactorios (Saucedo y Mejía, 2011), así como
el reconocimiento de los alumnos como “nuevos” sujetos que conviven con vie-
jas dinámicas y prácticas educativas (Leyva Castellanos, Izaguirre Fierro y
Arvayo Morales, 2011).
Este eje reúne los hallazgos de investigaciones sobre violencia en las relaciones
amorosas por razones de género. El estudio de esta problemática es incipiente
en México, entre otras razones, por el énfasis otorgado a la violencia intrafami-
liar en detrimento de los vínculos erótico-afectivos de los individuos. Castro y
Casique (2010) presentan un panorama de las tendencias y perspectivas para
abordar teóricamente el estudio de la violencia en el noviazgo, que puede orien-
tar la investigación educativa sobre esta problemática. Asimismo, ofrecen una
interpretación minuciosa de los datos de la Encuesta sobre Violencia en el No-
viazgo (envinov, 2007) y destacan la necesidad de incorporar otras prácticas
erótico-afectivas entre las y los jóvenes distintas del noviazgo. Advierten sobre
la necesidad de tomar en cuenta la perspectiva de los propios sujetos ya que
algunas expresiones agresivas (pellizcos, golpes, etcétera) pueden formar parte
de los juegos eróticos.
En relación con las características, modalidades y factores que incremen-
tan el riesgo de violencia en el noviazgo, Rivera Rivera, Allen, Rodríguez Or-
tega, Chávez Ayala y Lazcano Ponce (2006), muestran que el consumo de alco-
hol, el bajo rendimiento escolar, la depresión y los antecedentes de relaciones
sexuales, favorecen la violencia en el noviazgo; también Rodríguez Gallardo
(2011) encuentra que la denominada “cultura de la belleza” favorece la violencia
emocional en contra de las jóvenes universitarias.
En el estudio de las percepciones en relaciones de pareja, Muñoz (2007)
muestra que entre estudiantes de educación superior la violencia aparece en-
mascarada por el discurso amoroso y se acepta como expresión de la mascu-
linidad. Ramírez Rivera y Núñez Luna (2010) reportan las dificultades del es-
tudiantado universitario para identificar de forma clara una relación violenta.
Sin embargo, a mayor nivel educativo se incrementa el grado de asertividad,
disminuye el grado de abnegación de las mujeres y se reducen los escenarios
que generan agresividad. Tronco Rosas, Ocaña López y Peralta Quesada (2011)
reportan la persistencia de estereotipos de género que favorecen la violencia en
las relaciones erótico-afectivas y no sólo en el noviazgo.
Pocos trabajos indagan en las expresiones de afectividad más allá del no-
viazgo. Sin embargo, Vázquez García y Castro (2009) muestran los intentos de
algunos estudiantes quienes, en abierta transgresión a la norma heterosexual,
resisten la reproducción del modelo de masculinidad dominante. También Ro-
sado Rosado y Santana Rivas (2010) reportan que las mujeres muestran mayor
apertura a las relaciones homoeróticas pero, a la vez, sufren más violencia, lo
que las obliga a un férreo ocultamiento de su sexualidad.
En años recientes, surgen propuestas de intervención centradas en la vio-
lencia en el noviazgo. Están dirigidas al personal docente para formarlos como
facilitadores de talleres de sensibilización. Esta modalidad se orienta a con-
frontar las ideas previas relacionadas con la naturalización de la violencia, la
expresión de afectos de manera agresiva o las ideas que asocian masculinidad
y violencia como inevitables; también las expectativas relacionadas con la abne-
gación de las mujeres para modificar los comportamientos violentos de sus pa-
rejas (Mejía Mejía 2007) y sobre los abusos y la violencia no sólo en el noviazgo
sino en las relaciones de amistad (Valadez Correa, 2010).
Pick, Leenen, Givaudan y Prado (2010) evalúan un taller implementado
con jóvenes de ambos sexos en varias ciudades del país; reportan que las y los
participantes logran un mayor reconocimiento de la violencia y de sus causas e
identifican formas no agresivas de expresar el amor. Sin embargo, estos logros
se ubican más en el plano cognitivo; por eso, las investigadoras reconocen que la
modificación de comportamientos y de mitos relacionados con la violencia, sus
usos y ventajas, requiere un trabajo de mayor alcance y continuidad. En cuanto
a las diferencias por género entre las y los destinatarios del taller, reportan que
los hombres requieren más apoyo que las mujeres en la sensibilización sobre
estos temas.
Conclusiones
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Primer Coloquio Nacional Género y Educación, México, Universidad Pedagógica
Nacional.
Introducción
Para abrir el debate del estado de la cuestión acerca del consumo de drogas, su
relación con la violencia escolar y los programas preventivos, es necesario en-
cuadrarlo desde un enfoque multidimensional, con el fin de dar cuenta en forma
apropiada de los diversos aspectos que el equipo de trabajo encontró, analizó e
interpretó, en los textos que se revisaron para construir el presente capítulo.
La acepción del término drogas que se utilizará, se refiere específicamen-
te a las sustancias que se resisten a la asimilación inmediata, provocando una
reacción en el cuerpo y que afectan tanto somática como psicológicamente, al-
terando el sistema nervioso (Vázquez, 2008).
Se incluyen en el concepto tanto las drogas que son legales, como alcohol,
tabaco, café y medicamentos estimulantes o depresores del sistema nervioso,
otorgados con receta médica; las ilegales como los medicamentos otorgados sin
receta médica, que pueden ser estimulantes, entre los que se encuentran las
anfetaminas; o depresores, como los barbitúricos y los tranquilizantes. Otros
como la cocaína (pasta base o basuco), el crack o los alucinógenos (marihuana,
lsd, peyote y hongos); también morfina, heroína e inhalables volátiles, estos úl-
timos originados para usos ajenos al consumo humano, o las novedades como
la escopolamina, sustancia psicodélica anticolinérgica, cuya ingestión y asimi-
lación puede ser a través de la piel. Por último, en la oferta actual se encuentran
además las drogas de diseño, preparadas con mezclas de “tachas” (anfetaminas,
metanfetaminas o éxtasis), cocaína y hasta heroína, con el fin de provocar de-
terminadas alteraciones sensoriales, como visuales o auditivas, euforia, insom-
nio o pérdida del apetito.
El consumo de drogas se convierte en un problema en todos los ámbitos
de la vida social, cuando el usuario lo liga con la necesidad de buscar soporte
físico-emocional ante carencias que percibe de manera consciente o incons-
ciente y que derivan en adicciones que generan problemáticas personales y
sociales más complejas.
En especial preocupa el que en la actualidad miles de jóvenes en edades
cada vez más tempranas se incorporan al consumo de drogas, con lo que desa-
rrollan múltiples problemáticas, entre otras, las que repercuten directamente en
la dinámica cotidiana de las escuelas y que se identifican entre los numerosos
factores que inciden en la presencia de eventos violentos de diferentes niveles de
gravedad, como las agresiones autoinfligidas, la violencia hacia otros y el van-
dalismo, que ocurren tanto en los planteles educativos como en sus inmediacio-
nes. Es por ello que se realizan múltiples intentos por prevenirlo y controlarlo.
El consumo y la consecuente adicción a las drogas introduce a la escuela en
la problemática, debido a que la gran mayoría de la población joven acude a ella,
tal como lo estableció el censo de población del Instituto Nacional de Estadística
y Geografía (inegi) en su medición 2010, mostrando que en México, el 94.7 por
ciento de la población de 6 a 14 años asistía a la escuela. En tanto que la población
de 15 a 24 años que asistía a algún centro educativo fue de 40.4 por ciento.
El impacto del uso de drogas en la escuela o alrededor de ella, ocupa el
interés de los investigadores por conocer la magnitud y ubicación del pro-
En las encuestas que se refieren en este apartado, sean nacionales, por zonas,
estados, regiones o en un establecimiento escolar específico, se observó que es
más frecuente el consumo de drogas legales1 que ilegales y que las consecuen-
cias de estos altos niveles del consumo lícito pueden ser tanto o más deterioran-
tes que las que provocan las ilícitas. De acuerdo con Lara M. y colaboradores
(2006), cuando se habla de drogas, generalmente se piensa en sustancias ilícitas.
Sin embargo, sustancias legales, aparentemente inocuas como la cafeína y otras
reconocidas por ser potencialmente peligrosas, como el tabaco y el alcohol, son
también sustancias de abuso.
Como lo expresaron William Latimer y colaboradores (2004), debido a
la permisividad y tolerancia social en este tema, la enseñanza para el consumo
puede surgir en el mismo seno familiar en el que, como parte de las celebracio-
nes de fin de semana, de las fiestas o de reunirse a ver espectáculos deportivos,
sobre todo los días de descanso, se consumen cantidades de alcohol y tabaco
que pueden ir de moderadas a excesivas.
Consumo de alcohol
1
De acuerdo con datos estadísticos de la oms, el alcohol y el tabaco son las sustancias de las que más se
abusa en todo el mundo. El 96% de los países reportan consumo de alguna droga.
mirlas fuera de ellas, e ingresar a las instalaciones escolares con diferentes nive-
les de alcoholización, que en algunos casos no detectan los prefectos, profesores
o directivos, y así pasar sus jornadas de clase sin recibir alguna orientación o
penalización.
Un docente universitario reportó que en diferentes ocasiones y durante el
transcurso de su clase, llegaba al salón alguno de los alumnos con bebidas que
en su envase aparentaban ser refrescos, café o té; finalmente un día revisó los
contenidos y encontró que tenían fuertes dosis de alcohol. Esta anécdota llama
la atención acerca de la importancia del cuidado de las normas y reglamentos
escolares, que con frecuencia se laxan, tal vez en la búsqueda de brindar un
clima de trabajo más amable durante las sesiones, pero que pueden ser aprove-
chados para incidir con mayor facilidad en rupturas a la disciplina.
Con ello se abre la discusión respecto de los trabajos referentes al con-
sumo de alcohol; en primer término se mencionarán aquellos que tienen que
ver con la prevalencia del consumo y adicción; en este sentido se encuentran
los resultados que ofrece la Encuesta Nacional de Adicciones 2008 (ena, 2008)
con representatividad nacional y estatal, cuya técnica metodológica consistió
en levantar una encuesta en los hogares y en la que se incluyeron poblaciones
rurales —aquéllas con un número de habitantes menor o igual a 2 mil 500— y
urbanas —aquéllas con más de 2 500 habitantes.
Los hallazgos de la ena 2008 mostraron que 8 de cada 1,000 personas,
informaron consumir alcohol todos los días en una proporción de 7.5 hombres
por cada mujer. Este tipo de consumo aumentó con la edad; por ejemplo, fue
3.4 veces más frecuente en hombres mayores de 50 años que en aquellos que
tuvieron entre 18 y 29.
El orden de preferencia por tipo de bebida fue similar entre hombres y
mujeres. La cerveza fue la bebida favorita de la población mexicana; en otras
palabras, quienes la toman son “cheleros”, como se denomina a este tipo de
consumo en algunas regiones del centro y norte del país.
Existe toda una subcultura en torno a la comercialización y consumo de la
cerveza, desde los lugares especialmente destinados para ello, que cuentan con
los permisos gubernamentales correspondientes y que en algunos casos son de
fácil acceso para los estudiantes por su cercanía a la escuela, y otros cuya finalidad
aparenta ser la venta de productos alimenticios o de abarrotes, cuando en realidad
destinan buena parte de sus ventas a la cerveza y preparados de la misma.
alcohol en el medio urbano, la vida más rápida y agitada de las grandes ciuda-
des y la probabilidad de mayor promoción de vida sana natural en las zonas
rurales, con un mejor aprovechamiento del tiempo libre y menor número de
tentaciones que incrementen la curiosidad por experimentar con el uso de
alcohol y otras drogas.
Aldo Bazán Ramírez y colaboradores (2005) indagaron la frecuencia e in-
dicadores de consumo de cerveza en una muestra de estudiantes del Instituto
Tecnológico de Sonora.
Encontraron que un 63% de ellos ya había consumido cerveza u otra be-
bida alcohólica al menos una vez en su vida. 30% iniciaron su consumo en los
primeros semestres de la vida universitaria y más del 60% lo había hecho antes
de ingresar a la misma.
Se encontró que entre más joven es un estudiante en su inicio en el con-
sumo de cerveza, mayor será el mismo. El 84% de varones afirmó consumir
cerveza comparado con un 50% de las mujeres.
En sus conclusiones mencionan que algunos factores que coadyuvaron al
consumo pudieron ser la falta de oportunidades para el uso socialmente útil
del tiempo libre; la carencia de condiciones y oportunidades para ejercer el de-
porte y las artes y la desorganización de colonias, barrios o delegaciones para
proponer el desarrollo de actividades alternativas al consumo de cerveza en los
adolescentes.
A nivel internacional, la bibliografía sugiere que la población estudiantil
de los centros de educación superior es el grupo de mayor riesgo para el desa-
rrollo de problemas por consumo de alcohol.
En México, aunque se desconoce si los estudiantes de educación superior
son el grupo de mayor riesgo para estos abusos, algunas encuestas y reportes
(Díaz et al., 2008) sugieren que los problemas por consumo de alcohol tienen
una importancia creciente en cuanto al consumo que excede los niveles seguros
para la salud (≥2 bebidas estándar al día en las mujeres o ≥3 bebidas estándar
al día en los hombres).
El Observatorio Mexicano del Alcohol y Drogas describió que en el año
2002 el consumo de cinco o más copas por ocasión de consumo, afectó a tres
de cinco hombres y a una de cinco mujeres. Aunque problemas metodológicos y
sesgos de selección potenciales en estas encuestas dificultan su interpretación, sus
resultados sugieren que el consumo de alcohol, particularmente el consumo ries-
goso y potencialmente dañino, es común entre los estudiantes universitarios de
Consumo de tabaco
El autor realizó dos encuestas. En la primera, con el tema del tabaquismo den-
tro de la universidad, participaron 217 alumnos. De 101 hombres encuestados el
14.8% no fumaba; de 117 mujeres encuestadas el 13.6% no fumaba.
El mismo investigador se pregunta:
¿qué significa fumar para los que fuman? ¿Qué sentido tiene?” Algunas res-
puestas fueron: “Fumar implica “Compartir”, “Ser amistoso”, “Interactuar”,
“Descansar”, “Es un ritual”, “Es celebrar el fin de la jornada”, “Cuando fumo
con mi novio tiene un sentido de intimidad”, “Fumar es un vicio, la universi-
dad lo sabe y te lo fomenta”, “Llega el momento en que tienes que fumar para
estar tranquilo... entonces fumas donde puedes”, “Fumar es un vicio, eso es
todo, no hay más”. “En estos contextos fumar tiene un sentido de intimidad,
es expresión de descanso y es motivo para compartir la amistad y la vida, a
través de la plática, la anécdota, el cuento, el chiste, lo que hace reír, fumar es
ocasión de compartir (Vidales, 2003: 3).
Para José Vidales es importante aclarar: “¿Cuáles serían las acciones que se de-
ben de promover para lograr lo que se obtiene a propósito del cigarro?” Conclu-
ye señalando que los estudiantes requieren de un espacio de interacción, para
40 !
36.2!
35 !
31.4 !
30.3 !
30 !
25 ! 23.5!
20.8 ! 21.7 !
Hombres!
20 !
Mujeres !
15 ! 13.1! 12.1! 12.6 ! Total!
10 !
0!
2002 2008 2011
! ! !
Fuente: Resultados de ena 2002, 2008 y 2011.
venes mayores que fuman o que ingieren alcohol se asoció positiva y signifi-
cativamente con la probabilidad de que los adolescentes de 12 a 15 años con-
suman ambas sustancias. A mayor edad, la probabilidad de consumir ambas
sustancias adictivas se eleva, sobre todo en los hombres. Por otro lado, los
jóvenes que manifestaron vivir con ambos padres tuvieron menor probabili-
dad de fumar o beber alcohol, que aquellos que vivían sin ellos.
De lo permitido a lo prohibido
Con una tasa de respuesta del 71% se observó que el 5.2% intentó alguna vez el
uso de drogas ilícitas, el 2.9% en los últimos 12 meses. Las drogas más frecuen-
temente utilizadas fueron la mariguana, seguida de los tranquilizantes/estimu-
lantes. La edad media del primer consumo se presentó a los 14 años. Los autores
confirmaron el papel protector de la escuela al uso de drogas y vieron que éste
se incrementó por problemas de drogas y poca religiosidad y vigilancia de los
padres. Concluyeron diciendo:
Aunque el uso de drogas entre los adolescentes mexicanos es menor que entre
los adolescentes de otros países desarrollados, su prevalencia aumenta con la
edad y la reducción de la diferencia hombre/mujer llama a desarrollar firmes
acciones de salud pública, en particular las estrategias de prevención (Benjet
et al., 2007:1261).
Sus resultados sugieren que hay un menor uso de sustancias entre las mujeres
en México, lo cual puede deberse, en parte, a tener menos oportunidades de
consumo, ya que las mujeres son igualmente propensas a usar drogas si hay
oportunidad. Dado el aumento de oportunidades entre los adolescentes ma-
yores, los esfuerzos de prevención deben comenzar a los 12 años y con especial
atención entre los adolescentes que abandonaron la escuela.
Hernández y colaboradores (2004), evaluaron las tendencias del consumo
de drogas en estudiantes de educación media superior de la región sur de Jalis-
co. De ellos, 3.02% refirieron haber consumido alcohol más drogas ilícitas. Sin
embargo, 130 (7.42%) consumieron drogas en el último mes, destacando el uso
de anfetaminas (2.97%), tranquilizantes (1.60%), mariguana (1.25%), sedantes
(0.68%) y cocaína (0.45%). Sus resultados indican que más de la mitad de los
consumidores de drogas ilícitas no acompañaron el consumo con alcohol. Los
autores destacan la importancia de ofrecer a los adolescentes alternativas salu-
dables, que les permitan un mejor desarrollo personal, académico y deportivo.
Se propone reforzar las líneas de prevención, principalmente al interior de
la escuela e involucrar a toda la comunidad escolar.
Otras prevalencias de consumo de drogas ilícitas observadas en la misma
región del occidente del país, indican consumos muy variados. Mil 223 estu-
diantes de las preparatorias de la UdeG (18.5% de la muestra) las consumieron
en el último año; de estos consumos, 613 (50%) fueron de mariguana, 391 (32%)
de cocaína, 147 (12%) de anfetaminas y estimulantes y 74 (6%) otras, (Gutiérrez
et al., 2006), comparados con el 5.2% de alumnos de secundaria del sur de Ja-
lisco, que dos años antes reportaron consumo de drogas médicas e ilícitas por
lo menos alguna vez en su vida, con predominio de aquellos que estudiaban en
zonas urbanas (Villarruel et al., 2004).
Estos últimos resultados generales manifestaron un consumo moderado
en comparación a la media nacional. No así los reportados por Gutiérrez y co-
laboradores (2006), que rebasan con mucho la media nacional.
Respecto a la experiencia de consumo de primera droga, el Centro de Con-
trol Contra las Adicciones en Jalisco (cecaj) llevó a cabo en el 2003 una en-
cuesta con estudiantes de 24 secundarias del municipio de Guadalajara, Jalisco,
encontrando que la primera droga de consumo fue el alcohol, con 49.6% de
la muestra; tabaco, 41.6%; mariguana, 4.7%; cocaína, 2.6% e inhalables, 1.5%
(cecaj, 2003).
na? ¿Existe una asociación entre victimización violenta y uso actual de drogas
entre los jóvenes?
Entre sus hallazgos muestran que 25% de los estudiantes tuvieron la opor-
tunidad de probar mariguana, drogas inhalables o cocaína; 35% de los que tuvo
la oportunidad, utilizó al menos una de las drogas. De ellos, 59% habían sido
victimados violentamente. Los jóvenes que habían sido víctimas tenían mayo-
res probabilidades de exponerse a oportunidades de uso de drogas, en compa-
ración con aquellos que no lo habían sido.
El estudio sugiere llevar a cabo intervenciones para mejorar los micro y
macro contextos, como familias, escuelas y comunidades, con el fin de que los
jóvenes puedan tener mejores ambientes de vida.
Con relación a las manifestaciones de violencia observadas en alumnos
y profesores, cuando éstas se relacionan con el consumo de sustancias, se es-
tudian en el libro publicado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la
Educación, con autoría de Aguilera García, Muñoz Abundez y Orozco Martí-
nez: Disciplina, violencia y consumo de sustancias nocivas a la salud en escuelas
primarias y secundarias de México (2007).
Llevaron a cabo un estudio exploratorio cuanti-cualitativo, presentando
una aproximación a la problemática a la que se enfrentan los actores escolares
cuando en las instituciones confluyen los problemas de violencia, indisciplina
y consumo de sustancias.
En cuanto al consumo de drogas se encontró, mediante la percepción de
los profesores, que esta se relacionó con el bajo desempeño académico y alteró
las relaciones interpersonales al interior de la comunidad escolar. La violencia
se analizó en función de la disciplina escolar y el consumo de sustancias noci-
vas para la salud, como el alcohol y el tabaco.
El promedio del índice de participación en actos de violencia se incrementó
cuando los estudiantes declararon consumir sustancias nocivas; el alcohol au-
mentó de manera sustantiva las manifestaciones de agresión en los estudiantes.
Cuando los profesores percibieron que los alumnos de sus escuelas consu-
mieron sustancias nocivas a la salud con cierta frecuencia, también fue mayor la
violencia que identificaron dentro del entorno. Se aceptó la hipótesis formulada: a
mayor consumo de alcohol, mayor violencia dentro de la escuela.
Es también patente que el mayor consumo de drogas lícitas parece estar
asociado al poder adquisitivo de la población escolar, y que cuando los padres
saben dónde localizar a sus hijos en horario extraescolar hay menos incidencia
en su consumo.
Una estrategia para llevar a cabo este tipo de programas podría ser a través
de cursos y/o talleres dirigidos a padres y miembros de las familias en cuestión,
toda vez que ellos aceptaran esas propuestas, ya que el convertirlo en algo obli-
gatorio podría no surtir los efectos deseados, y aún así, todo dependería de las
características de cada uno de los casos.
En el nivel superior, la influencia entre el consumo de alcohol y las conduc-
tas machistas son evidentes en el caso de lo demostrado por Vázquez y Castro
(2009), al analizar la reproducción de la masculinidad en la Universidad Autó-
noma Chapingo (uach) en donde identificaron dos discursos sobre la masculi-
nidad: 1) La necesidad de tomar riesgos durante la juventud para “hacerse hom-
bre”, y 2) La necesidad de evitar dichos riesgos para asumir responsabilidades
adultas cuando terminan los años universitarios.
La investigación fue cualitativa, utilizando como material de análisis el
método autobiográfico.
A principios de 2006, las autoridades de la uach convocaron a estudiantes
del sexo masculino a participar en un concurso de relatos autobiográficos. Pro-
ducto de este surgió el libro Se busca un muchacho (Castillejos, 2006; Citado por
Vázquez y Castro, 2009), que contiene “las breves autobiografías que participa-
ron en el certamen”. Estos 28 relatos constituyeron el material de análisis cuyo
objetivo fue tener un primer acercamiento a la reproducción de la masculinidad
hegemónica (mh) en el ámbito escolar, a partir de los testimonios anónimos de
estudiantes de la uach.
En este estudio los investigadores descubrieron en el transitar de los que
deben “hacerse hombres”, asumiendo ciertos atributos y roles para constituirse
en instrumentos sociales a fin de negociar estatus y poder, que los riesgos más
comunes son las expresiones de violencia y el consumo de alcohol.
En el imaginario chapinguero pervive la imagen del “hombre-western”,
“hombre-campo”, “valiente, cumplidor, macho, enamoradizo y muy hombre”,
que viste “camisa cuadriculada, botas estrepitosamente vaqueras, hebilla grande
y cinturón ancho apretado…” (Díaz, 1997, citado por Vázquez y Castro, 2009).
El consumo de alcohol se encontró tan naturalizado en la uach que un
chico, al reconocer por fin que tenía un problema con su manera de beber, co-
mentó que para sus amigos el alcoholismo entre jóvenes “era normal; que la
vida del estudiante es así, y que ya después, conforme pasan los años, los golpes
de la vida enseñan”.
Violencia autodirigida
Los síntomas del tdah se valoraron con la Escala del Reporte Personal para
adolescentes de Conners-Wells (versión larga). Se compararon las 19 subescalas
de psicopatología entre ambos grupos.
El promedio de edad fue de 12.3 años; 57% (n=312) eran varones. Veinte
niños (3.6%) habían consumido tabaco en el último mes. En el cuestionario
Conners-Wells, estos alcanzaron en todas las subescalas puntuaciones más ele-
vadas que los alumnos sin consumo. Fueron estadísticamente significativas las
de problemas familiares, de conducta, cognitivos, de control de enojo, hiperac-
tividad, índice global de tdah y distractibilidad.
Los resultados obtenidos en este estudio confirman la hipótesis propuesta
de que los estudiantes con consumo de tabaco presentan niveles de psicopato-
logía superiores a los de aquéllos que nunca han consumido estas sustancias.
Otro aspecto central para la investigación educativa en relación al tema, ha sido
conocer qué pasa con el aprendizaje de los consumidores escolares.
En el trabajo de Rafael Anaya-Ocampo y colaboradores (2006), se eva-
luó mediante un estudio poblacional prospectivo el efecto independiente de la
persistencia del tabaquismo en el bajo desempeño escolar entre estudiantes de
secundaria, bachillerato y universitarios; para ello se utilizaron dos mediciones
en un periodo de tres años, aplicadas a sujetos que permanecieron en el ámbito
escolar durante el lapso de seguimiento.
En la cohorte de referencia, el 5.2% de los estudiantes continuó el consumo
de tabaco durante el periodo de estudio, mientras que el 64.2% permaneció al
margen de la exposición. El bajo desempeño escolar se vinculó con la persis-
tencia y continuidad del tabaquismo en la población total, así como con sínto-
mas depresivos ante el exceso del tabaquismo (21.3%). En ese sentido, Figueroa
(2012) expresa su opinión recordando a Erich Fromm “Fumar es uno de los sín-
tomas de la falta de concentración: ocupa las manos, la boca, los ojos y la nariz”.
Concluyen que los estudiantes con bajo rendimiento escolar deben consi-
derarse sujetos vulnerables a estilos de vida no saludables, por lo que es nece-
sario identificarlos como individuos de alto riesgo e instituir intervenciones en
este grupo poblacional, en particular en el combate a las adicciones.
En la Preparatoria 3 de la Universidad de Guadalajara, fueron evidentes
las condiciones escolares que estaban afectando el rendimiento académico real
de los estudiantes, ya que según resultados estadísticos publicados por la admi-
nistración del Sistema de Educación Media Superior, en su tercer informe (Peña
Ramos 2004, citado por Vázquez et al., 2005), se presentó un indicador de des-
En la educación lo que sucede ahora con el tema de las drogas, sucedió con
el tema del sexo: los libros de anatomía sin órganos genitales y una actitud
consecuente de los maestros al eludir el tema… La escuela es un reflejo de
la sociedad. Ante la ceguera del sistema la escuela mantiene una actitud de
silencio.
sus resultados que los estudiantes que hicieron suya la expectativa de placer físico
y social, así como de mayor fuerza social, fueron propensos a beber frecuente-
mente, y los hombres ante la expectativa de mejoría del rendimiento y experiencia
sexual, participaron en conductas de riesgo debido a la bebida. Los enfoques de
intervención encaminados a modificar la expectativa de dominios físicos, socia-
les y sexuales atribuidos al beber, podrían ser útiles en esta población.
La parte enriquecedora de estas investigaciones está en su participación
para ayudar a comprender mejor el fenómeno de consumo en México, y en ese
sentido Bird y colaboradores (2007) llevaron a cabo un estudio transversal con
estudiantes de sexto grado de Ciudad Juárez, Chihuahua, en la que encontra-
ron mayor probabilidad en intentos de fumar entre los estudiantes de escuelas
públicas y nivel socioeconómico bajo, expuestos a tasas significativamente ma-
yores de humo de tabaco ambiental en casa y en lugares públicos, y que una vez
que se convirtieron en fumadores activos fueron menos propensos a participar
en campañas para prohibir el fumar en lugares públicos, en comparación con
aquellos que asistieron a una escuela privada o a escuelas públicas con nivel
socioeconómico medio o alto. Los autores concluyeron:
Programas preventivos
3
http://grupotellso.com/inepar/include/chimalli/chimalli_index_cd.php Consulta: diciembre 10 de 2012
En relación con el nivel escolar universitario, María Elena Castro y Jorge Llanes
(2009), destacan:
La resiliencia
Uno de los temas sobre los que se ha trabajado y publicado más, es el relativo al
consumo de tabaco. Las líneas generales de las cuales parten la mayoría de los
programas para abatir esta problemática son las siguientes:
Sin embargo, los resultados aún no han sido los esperados y prevalece, en al-
gunos casos, la simulación, y como consecuencia de ello, la prevalencia de este
fenómeno e incluso, de acuerdo a los resultados preliminares de la Encuesta Na-
cional de Adicciones 2011 en la zona centro occidente del país (Aquino, 2011),
parece haberse incrementado ligeramente.
Por ejemplo en el caso del incremento a los impuestos al tabaco, optimis-
tamente se supone:
sobre el marco legal que sustenta el derecho de los no fumadores. Esta campa-
ña se llevó a cabo como parte de las estrategias de “no fumar”, correspondientes
al Día Mundial de No Fumar (Ramírez Quintana et al., 2005).
Conclusiones
Como resultado del presente balance, es importante retomar los hallazgos para
establecer las vías más innovadoras y oportunas, para que los niños y los jóve-
nes mexicanos transiten por las diferentes etapas de su desarrollo escolar con
habilidades y actitudes suficientes para evitar el consumo y tener una vida sa-
tisfactoria y plena.
De acuerdo con los autores revisados, la propensión al consumo de cual-
quier droga está vinculada a múltiples variables; entre las que se mencionan en
forma más constante están la pobreza, la desarticulación de las familias, la falta
de disponibilidad de una comunicación directa y adecuada, esto tanto en la fa-
milia como en la escuela; también se encontró que los modelos de los medios de
comunicación ensalzan esquemas de vida en los que la violencia alcanza niveles
cada vez más cruentos.
Es necesario profundizar en la dinámica de los grupos y su relación con
el consumo, ya que los niños y los jóvenes, por las características de esta etapa
de la vida, son susceptibles a la presión del grupo, y esto es un factor de riesgo de
inicio, cuando las interacciones son subterráneas, como en el bullying o en el
consumo de cualquier droga en la escuela.
Un elemento que entra en juego cuando un niño o adolescente acepta con-
sumir alguna droga, son las formas de pensamiento social atribuidas al concepto
de amistad. Se dice que “se la juegan juntos”, lo que implica que van a correr el
riesgo, como una forma de manifestar lealtad, aprecio, que tienen algo en común.
Los investigadores señalan que los índices de prevalencia del consumo
de drogas se incrementan, en algunos casos paulatinamente y en otros en
forma drástica. También remarcan las edades cada vez más tempranas para
el inicio del mismo.
drogas que aún no se legalizan o procesos de penalización de las que hace falta
sancionar.
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1988; 11:44
Narcotráfico y violencias
Hasta hace algunos años el tema del narcotráfico nos parecía lejano, ajeno a nues-
tra circunstancia y cotidianidad, debido quizás a que esta era una actividad que
tenía que ver con el cultivo, procesamiento y trasiego de drogas ilegales a la que
se dedicaban algunos individuos o grupos de personas en determinadas regiones
del norte del país. Sin embargo, nuestra percepción sobre el narcotráfico empezó
a cambiar a partir de la brutal escalada de violencia generada por la guerra que
emprendió el gobierno de México en 2007 contra las organizaciones criminales
dedicadas al tráfico de drogas, lo cual se dio a partir de la estrategia mediática
emprendida por el gobierno de Calderón para enfrentar al narcotráfico.
De manera cotidiana se hizo visible la detención de capos y criminales
involucrados en tiroteos, asesinatos, ejecuciones, secuestros y otras actividades
delincuenciales como las extorsiones, robos y asaltos, incluyendo la incautación
de drogas, armas, dinero y bienes, así como las distintas formas que tomaban
los enfrentamientos entre los cárteles de la droga y el gobierno.
Pero los medios también mostraban esa violencia salvaje y cruel de las or-
ganizaciones criminales a través de los mensajes de advertencia que enviaban a
sus opositores, al gobierno y a la sociedad civil a través de las mantas o carteles,
y de los cuerpos asesinados que aparecían colgados en espacios públicos, apila-
dos en fosas, torturados, embolsados, encajuelados, encobijados, decapitados y
descuartizados.
Esta violencia vesánica de las bandas del narcotráfico es un tipo de violen-
cia que no conocíamos en monto y modo. Las cifras que se han manejado por la
prensa nacional, proveniente de diversas fuentes, indican que hasta 2010 había
alrededor de 64 mil muertes relacionadas con el crimen organizado, miles de des-
aparecidos, innumerables poblaciones traumatizadas, cientos de comunidades
desiertas y miles de desplazados que huyeron de sus comunidades ante el clima
de inseguridad imperante. A la vez, se ha señalado que hay miles de jóvenes en
las cárceles, que purgan condena por delitos contra la salud (Proceso, 2011a y b).
La visibilización de los actos de violencia muestra la saña y la crueldad con la
que actúan hoy en día las bandas criminales. A diferencia de las bandas de anta-
ño, que actuaban en forma más o menos silenciosa y sin afectar a terceros, ahora,
tanto las calles y espacios públicos como los mercados, plazas, casinos, escuelas, e
incluso las iglesias, son recintos donde se escenifican cruentas batallas y donde se
enseñorea este tipo de violencia, que se denomina narcoviolencia.
En los meses de abril y mayo de 2008, se gestó en algunas ciudades del norte del
país una cruenta oleada de violencia propiciada por pugnas entre grupos rivales
de narcotraficantes, la cual se extendería durante los años subsecuentes a otras
partes de la geografía nacional.
Entre 2010 y 2011, se suscitaron innumerables balaceras y tiroteos durante
enfrentamientos entre las fuerzas armadas y cárteles de la droga, o entre los
cárteles rivales. Varios de estos embates ocurrieron en las proximidades de
las escuelas provocando el pánico y terror en los pobladores y las comunidades
escolares. En Sinaloa, Veracruz y Guerrero varias escuelas primarias, jardines
de niños y guarderías fueron desalojadas tras los tiroteos y se mantuvieron ce-
rradas por varios días hasta en tanto las autoridades ordenaron su reapertura
(Vanguardia, 2010); (El Siglo de Torreón, 2010), (Proceso, 2011a), (cnn México,
2011), (Excélsior, 2011a y b) y (Zócalo, 2011).
Ante esta creciente violencia que afectaba a las escuelas de educación bá-
sica, varios directores decidieron implementar simulacros contra balaceras con
el fin de que alumnos y docentes supieran cómo actuar en caso de que se vieran
inmersos en una situación de este tipo. Escuelas del estado de Tamaulipas fue-
ron las primeras en implementar estos simulacros en 2010, seguidas por insti-
tuciones educativas de Nuevo León, Colima, Chihuahua, Guerrero, Veracruz
y Coahuila. Entre 2010 y 2011 entidades como Nuevo León y Sonora decidie-
ron emitir su propio Manual y Protocolo de Seguridad Escolar, el cual contiene
pautas de conducta para orientar a la comunidad escolar sobre cómo enfrentar
situaciones de riesgo como balaceras, incendios, sismos, lesiones, etc.
De igual manera, las instituciones educativas del nivel medio y superior
resintieron el azote de esta ola de violencia. A partir de 2010 se empezó a ver que
la violencia ingresó en las universidades, tomando como blanco de sus agre-
siones a los miembros de la comunidad escolar. La muerte de dos estudiantes
de posgrado del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey
(itesem), ocurrido en la madrugada del 19 de marzo en las afueras del cam-
pus universitario en Monterrey, Nuevo León, en medio de una balacera entre
miembros de las fuerzas armadas y presuntos gatilleros del crimen organizado,
marcó el inicio de la escalada de violencia en relación a los centros escolares de
educación superior.
Los grupos de narcotraficantes han ampliado sus actuaciones hacia nuevas zo-
nas de criminalidad —cobro de piso, cuotas, extorsión, secuestros, robos y asal-
tos—, expandiendo cada vez más este fenómeno delictivo con el fin de obtener
recursos para financiar sus actividades así como fortalecer su guerra contra
otros grupos rivales y las fuerzas militares. Los blancos de estas felonías han
sido agricultores, constructores, productores de ganado, médicos y otros profe-
sionistas antes respetados, como los maestros.
En el informe “La educación, víctima de la violencia armada 2010”, la
Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(unesco) por vez primera reconoce la existencia de hechos de violencia en con-
tra de profesores, alumnos y escuelas, a manos de grupos armados y de fuer-
zas militares en el contexto de la lucha contra el narcotráfico en México. En el
anexo del informe se da cuenta de los casos de San Miguel Cópala, Guerrero y
Ciudad Juárez, Durango. En este último, suscitado en noviembre de 2008, se da
cuenta de un claro intento de extorsión de una banda de narcos que amenazaba
a profesores de seis planteles con secuestrar a los alumnos si no entregaban par-
te de su aguinaldo (unesco, 2010: 209).
En enero de 2010, a través de la prensa nacional (El Universal, 2010) se dio a co-
nocer un hecho sin precedente ocurrido en una escuela primaria del municipio
de Guadalupe, en Zacatecas. En esa escuela, alumnos de sexto grado utilizaban
el recreo para “jugar” a ser zetas o miembros del cártel de Sinaloa. Como
parte de sus juegos realizaron pintas en los baños, utilizaron pasamontañas y
pistolas de plástico. Su diversión terminó cuando los directivos de la escuela
expulsaron a los 18 alumnos por tres días, convocaron a una junta de padres de
familia para dar a conocer los hechos y, para su fortuna, terminó el ciclo escolar.
En el mes de febrero de ese mismo año, de nueva cuenta la prensa nos rela-
ta un suceso ocurrido en una escuela secundaria en ciudad Juárez, Chihuahua.
La nota periodística narra cómo un grupo de aproximadamente 20 estudiantes
de apenas 13 y 14 años de edad, imitaban al narco y las actividades delictivas
que estos realizan. Durante aproximadamente un mes, estos imitadores ofre-
cían protección o “derecho de piso” a maestros y estudiantes a cambio de una
“cuota” de uno a siete pesos por día (El Universal, 2010).
Los casos antes descritos, muestran cómo las prácticas delictivas de ban-
das criminales han logrado encarnarse en miembros de las comunidades esco-
lares a través de la cultura que ha generado el narcotráfico y que se denomina
narcocultura por autores como Córdova (2002) y Valenzuela (2002).
La narcocultura es la parte subjetiva que tiene que ver con el entrama-
do simbólico que se produce alrededor del fenómeno del narcotráfico (Zavala,
2012) y que se ha instalado en la vida cotidiana mediante sus gustos (música,
joyas, bebidas, alimentos), modas (autos, vestido, vivienda), estilos (arte y ar-
quitectura), religión (Malverde, San Judas, Santa Muerte), filosofía de vida y de
muerte, símbolos, valores, códigos de conducta así como la exhibición poderosa
y sistemática del uso de la fuerza para obtener aceptación social, legitimidad e
incluso reclutar a quienes engrosarán las filas de la organización, ya sea en ca-
lidad de vendedor, sicario o como profesionista que se ocupa del procesamiento
de las drogas, del manejo de las finanzas de negocios lícitos que se utilizan para
encubrir la actividad, o bien le brinda asesoría legal cuando la requiere.
Consideraciones finales
Bibliografía
Referencias de consulta
Notas
11/7/13 2:46 PM
TABLA 10.3. Acciones implementadas para garantizar la seguridad escolar
456
11/7/13 2:46 PM
CAPÍTULO 11
Políticas, programas, legislación, proyectos
y acciones gubernamentales y no gubernamentales
Resumen
lar a nivel nacional y en los estados. Por último, se exponen las conclusiones,
donde se resaltan los temas, las características, tendencias y problemáticas más
relevantes que la producción académica ha identificado y analizado respecto
a las políticas, programas, proyectos, legislación y acciones en torno a la violen-
cia escolar emprendidas fundamentalmente en el periodo de interés, así como
aquellos temas que podrían ser objeto de futuras investigaciones.
Introducción
Durante los años que abarcan la década pasada, de manera paulatina fue ad-
quiriendo mayor visibilidad el fenómeno relativo a la violencia en las escuelas
mexicanas. Si bien la atención a este fenómeno en sus diferentes manifestacio-
nes violentas en los centros educativos fue dirigida por múltiples actores, es
cierto que dicha atención se concentró al inicio en la educación básica, y es-
pecialmente en las escuelas públicas. Este hecho no es casual ya que uno de los
principales detonantes, que para el objetivo de este capítulo es fundamental, fue
la creación del Programa Escuela Segura (pes) el cual comenzó a operar en el
2007 en dichas escuelas.
En este contexto, identificando al pes como una referencia esencial, el
presente capítulo tiene el propósito de dar cuenta del estado del arte de la pro-
ducción académica sobre las políticas, los programas públicos, la legislación,
los proyectos y otras acciones de parte de numerosos actores surgidas en estos
años para prevenir, atender y erradicar la violencia en las escuelas, publicada
en el periodo 2002-2011. Al realizar un conteo de esa producción aca-
démica en estos diez años la cantidad es, en principio, importante, ya que
prácticamente en la gran mayoría de las investigaciones emprendidas en torno
a la violencia escolar existente en la educación básica, especialmente en escue-
las públicas de primaria y secundaria, es una característica común encontrar
alguna referencia al pes.1 Sin embargo, conviene puntualizar que esta cifra
1
De las pocas tesis de maestría interesadas en educación media superior, existe el trabajo realizado
por Dzoara Santoyo Castillo intitulado “El acoso escolar (bullying) entre estudiantes de educación
media superior de México” (2012). En esta tesis para optar por el grado de Maestro en estudios de
población y desarrollo regional por el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la
unam, aparece un párrafo pequeño donde se expone de manera sucinta el Programa Escuela Segura,
como parte del contexto educativo nacional, especialmente concebido como un programa federal
vinculado directamente con la violencia en las escuelas.
2
Por ejemplo, en el X Congreso Nacional de Investigación Educativa organizado por el comie en el
2009 y celebrado en Veracruz, de las 24 ponencias presentadas en el Área 17. Convivencia, disciplina
y violencia en las escuelas, sólo dos hacen referencia explícita al Programa Escuela Segura: la primera
intitulada “Trabajo docente y violencia en las escuelas estudio exploratorio de la orealc en seis
regiones latinoamericanas” (Rodríguez et al., 2009), y la segunda “Un estudio exploratorio sobre
el Programa Escuela Segura en el municipio de Cuernavaca” (Nambo et al., 2009). No obstante,
sólo en el segundo trabajo, el análisis gira en torno, tal como lo anuncia su nombre, al Programa
Escuela Segura. En este tenor, el artículo “Violencia e institución” de Antonio Gómez publicado en
el año 2005 en la Revista Mexicana de Investigación Educativa, contiene una brevísima mención del
entonces incipiente programa “Mochila Segura” impulsado en algunas entidades del país, entre otros
operativos encargados de detectar la venta y consumo de drogas. De igual modo sobresale otro artículo
también publicado en esa revista pero tres años más tarde, intitulado “Violencia escolar en México y
otros países” (Muñoz Abundez, 2008). En cuanto a estos dos artículos, conviene destacar que ambos
pusieron especial atención, aunque breve, en el hecho de que ya desde la política educativa comenzaba
a ser considerada la violencia escolar desde una perspectiva diferente, aludiendo a programas, como
Mochila Segura o Escuela Segura, que hablaban de aquellos actos y otras conductas ilegales.
3
Durante el proceso de revisión final del presente capítulo, cabe agregar, fueron aprobadas cuatro
Leyes más, las cuales son: la Ley de Prevención Escolar del Estado y Municipios en San Luis Potosí
(2012); la Ley para la Convivencia Libre de Violencia en el Entorno Escolar para el Estado de Gua-
najuato y sus Municipios (2013); la Ley para Prevenir, Atender y Erradicar el Acoso y la Violencia
Escolar del Estado de Nuevo León (2013) y la Ley para la Prevención, Protección, Atención y Erra-
dicación de la Violencia Escolar en Hidalgo (2013). A fines de agosto de 2013, se comunicó que el
Congreso del estado de Tamaulipas aprobó el proyecto de decreto para poner en marcha la Ley para
la Prevención de la Violencia en el Entorno Escolar del Estado de Tamaulipas.
Vale la pena decir que el interés de los integrantes del ámbito académico tanto
en los Observatorios como en la legislación en el periodo de análisis, es prác-
ticamente inexistente. Esto implica que aunque estos dos apartados son más
informativos que analíticos, su relevancia no es menor, ya que el alcance de las
acciones derivadas de ellos en la vida cotidiana de las escuelas es definitivo. Por
lo tanto, se prevé su emergencia, desarrollo y consolidación como subcampos
de investigación que podrían en un futuro proporcionar aproximaciones dife-
rentes al análisis de las intervenciones sobre la violencia escolar en México.
Por último, se exponen las conclusiones en donde se resaltan tanto los
temas, las características, tendencias y problemáticas más relevantes que la
producción académica ha identificado y analizado respecto a las políticas, pro-
gramas, proyectos, legislación y acciones en torno a la violencia escolar, em-
prendidas fundamentalmente entre 2002-2011. como también aquellos temas
nuevos que podrían ser objeto de futuras investigaciones.
Si por política pública se entiende, según Subirats et al. (2008) una serie de de-
cisiones y acciones coherentes e intencionales, tomadas por diferentes actores
para resolver un problema políticamente definido como colectivo, dando lugar
a un conjunto de actos formales que pretenden cambiar la conducta de gru-
pos sociales que se supone originaron el problema colectivo a favor de aquellos
grupos sociales que padecen sus efectos, o bien actos que buscan emprender
reformas institucionales y no exclusivamente la solución de un problema social
determinado, entonces se puede afirmar que, en estricto sentido, hasta ahora
no ha existido alguna política pública dirigida a la prevención, disminución y
erradicación de la violencia en las escuelas mexicanas.
Sin embargo, si se considera la erradicación de la violencia ejercida contra
las mujeres y la violencia de género, dentro de las cuales se incluyen determi-
nadas modalidades de violencia en el ámbito escolar, como lo especifica la Ley
General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia promulgada
en el 2007 respecto a la violencia docente, se afirmaría que en estos dos casos sí
existen políticas públicas dirigidas a este problema social.
Con todo, tanto en el tema específico de la violencia escolar, como en los
relativos a la violencia ejercida contra las mujeres, la violencia de género o en las
Esta postura fue hecha pública desde los primeros documentos donde el pre-
sidente Calderón expuso su política de seguridad pública, la cual para varios
expertos y líderes de la sociedad civil constituyó una clara expresión del único
4
Por ejemplo en el 6.2 Promover la participación de la comunidad educativa y autoridades competentes
para garantizar la seguridad de estudiantes y profesores, y en el 6.3 Verificar que el aula, la escuela
y el maestro cuenten con las condiciones para la operación adecuada de los servicios y establecer
estándares de normalidad mínima. [Subrayado personal].
Aguascalientes
La Coordinación de Educación preventiva es la instancia dedicada a formar una
cultura de la prevención, basada en la promoción y difusión de los valores fami-
liares, así como en la participación ciudadana; otra de sus principales funciones
es la de establecer un diálogo entre las autoridades y la sociedad.
La prevención del delito impacta de manera directa en la sociedad a través
de la concientización de la ciudadanía en la formación de una verdadera cul-
tura de la prevención, y de manera mediata, por efecto de la implementación de
los programas de prevención, generando con esto una mejora en la percepción
del trabajo de la policía con la ciudadanía.
Entre los programas preventivos que coordina está el de Escuela Segura, el
cual va dirigido a primarias, secundarias y bachillerato. Su objetivo consiste en
hacer de la escuela un lugar seguro, además de crear conciencia en los jóvenes a
través de una plática de faltas administrativas.
5
Tomado de sep, pes, 2012.
Baja California
“Escuela Segura con Mantenimiento Preventivo” consiste en focalizar los in-
muebles con mayor índice de robo y vandalismo en el estado, para posterior-
mente desarrollar acciones en la salubridad y seguridad de los planteles, princi-
palmente en aspectos de mantenimiento, sustitución de equipos robados, sobre
todo de aires acondicionados y reposición de cableado.
Chiapas
La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (ssypc), en coordinación
con la Secretaría de Educación del Estado de Chiapas, han implementado el
“Plan Integral de Seguridad”.
Este plan piloto, tiene como objetivo brindar seguridad al interior o ex-
terior de la institución mediante patrullajes preventivos coordinados entre
elementos policíacos, autoridades educativas y padres de familia, así como
salvaguardar la integridad física de la comunidad estudiantil ante la presencia
de fenómenos naturales.
Guanajuato
Para apoyar las acciones de “Prevención y Fomento de la Salud” la Secretaría de
Salud del Estado ha certificado un total de 538 planteles como “Escuela Saluda-
ble y Segura” de los niveles de educación básica de la Secretaría de Educación
de Guanajuato —seg—, con lo cual se garantiza el cuidado y protección salu-
dable de más de 80 mil alumnos de 45 municipios. Como parte de esas acciones
la Secretaría de Educación de Guanajuato ha distribuido en instituciones edu-
cativas del estado el instructivos “Deporte y Recreación para una Escuela Segu-
ra”, las Guías de Educación Nutricional, libros de Educación Física para prime-
ro y sexto en el presente ciclo escolar, 11 mil carteles y 140 mil ejemplares del
“Decálogo del Padre de Familia” con mensajes de sensibilización para padres
de familia, y 50 mil folletos con recomendaciones sobre refrigerios escolares.
Guerrero
Dentro la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil se encuentra el
“Programa Escuela Segura Guerrero”, cuya finalidad es la de generar un am-
Estado de México
El programa “Mi Escuela Segura” cuenta con 7 874 Comités integrados por pa-
dres de familia y docentes. El Programa opera en dos vertientes: al interior, fo-
mentando en el estudiante la conciencia, la cultura de prevención y la denun-
cia, y al exterior, con la participación de los padres de familia, preservando
en las inmediaciones un entorno libre de consumo de alcohol y drogas así como
de agrupaciones violentas, lo que busca generar un ambiente de seguridad.
Asimismo, este Programa se ejecuta de manera coordinada y correspon-
sable entre la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la Secretaría de Educación.
Veracruz
El objetivo general de la “Agenda Estratégica de Seguridad Escolar. Programa
Integral Veracruzano de Escuela Segura” es contribuir a mejorar la calidad edu-
cativa que se ofrece a los alumnos de las escuelas públicas de educación bási-
ca mediante la gestión de ambientes escolares seguros. De manera concreta se
busca consolidar las escuelas públicas de educación básica como espacios segu-
ros, libres de violencia, delincuencia y consumo de sustancias adictivas, propios
para la formación integral de los alumnos.
Existen acciones generalizadas al 100% de planteles en el estado, aunque
no participen en el pes: Capacitación en Prevención de Adicciones en Secun-
daria y Primaria, materiales diseñados por la sspf, Capacitación en Prevención
Social del Delito.
La existencia de estos “vacíos” se confirma en el hecho de que la gran ma-
yoría de los trabajos académicos publicados dan cuenta de manera primordial
del pes, aun cuando se haga un análisis de la operación del programa en alguna
escuela, ámbito, ciudad o en alguna entidad federativa en particular.6
Antes de exponer la producción académica respecto al pes, Verónica Gil
Montes y Angélica Rosas Huerta (2005) identifican sus antecedentes en una
investigación sobre la gestión pública y la seguridad pública en la Delegación
Iztapalapa en el Distrito Federal en el periodo 2003-2006. Una vez hecho un
breve recuento conceptual sobre las políticas públicas, las autoras sintetizan los
principales lineamientos de la política de seguridad pública que, para el caso
de México de acuerdo con el marco normativo vigente, está a cargo de la fede-
ración, el Distrito Federal, los estados y los municipios. La Ley de Seguridad
Pública del Distrito Federal tiene los objetivos de mantener el orden público,
proteger la integridad física de las personas así como sus bienes; prevenir la
comisión de delitos e infracciones a los reglamentos gubernativos y de policía;
colaborar en la investigación y persecución de los delitos y auxiliar a la pobla-
ción en caso de siniestros y desastres.
En este contexto, dentro del Programa Estratégico Integral de Prevención
Social del Delito, Seguridad Pública y Procuración de Justicia de Iztapalapa
2003-2006, se crearon los subprogramas: Escuela Segura, Sendero Seguro y
Mochila Segura.7 Estos programas constituyen los orígenes más inmediatos del
Programa Escuela Segura durante la administración federal 2000-2006. En su
momento, ambos programas, como todos los demás que integraron dicho Pro-
grama Estratégico Integral de Prevención Social del Delito, Seguridad Pública
y Procuración de Justicia de Iztapalapa fueron enfocados en ciertos factores
de riesgo, como el control de armas, la prevención del delito y del consumo de
drogas, pero dejando de lado el carácter multicausal de la violencia, cuyo sur-
gimiento también se debe a la pobreza, la desigualdad, la exclusión social, eco-
nómica y educativa entre numerosos sectores de la población (Zurita, 2011a).
6
Este es el caso, por ejemplo, de la tesis de Maestría en Investigación Educativa de la Universidad
Autónoma del EStado Morelos, intitulada “El Programa Escuela Segura en siete escuelas secundarias
generales del municipio de Cuernavaca. Un estudio exploratorio”, presentada por Nambo de los Santos
en el 2009, base de la ponencia presentada en el x Congreso Nacional de Investigación Educativa “Un
estudio exploratorio sobre el Programa Escuela Segura en el municipio de Cuernavaca”, de Nambo
et al. (2009).
7
Además de estos subprogramas, Gil Montes señalan que existían los siguientes: Hacia una nueva
cultura de la legalidad, Comunidad segura, Unidad Habitacional segura, Formación básica para la
policía delegacional, Paradero seguro, Recuperación de espacios públicos, Canje de armas por des-
pensas, Repartidor seguro, Foro cultura de la legalidad, Programa de prevención, Policía delegacio-
nal, Contacto policía-vecino, Policía de Barrio, Lechería segura, Seguridad vecinal.
Por otra parte, Sylvia Ortega et al. (2005) aseveran que a lo largo del últi-
mo quinquenio se ha incrementado la preocupación por la violencia y por la
inseguridad que rodea a niñas, a niños y a jóvenes de la Ciudad de México. Los
casos de menores víctimas de adicciones, o de protagonistas de episodios vio-
lentos, reciben una amplia cobertura de medios que, frecuentemente fomentan
imágenes distorsionadas que poco contribuyen a la comprensión, y menos a la
erradicación de estos problemas. Violencia, maltrato y adicción son fenómenos
de naturaleza distinta, aunque guardan una estrecha relación. Se argumenta,
asimismo, que un ambiente escolar estimulante, cálido y seguro es la base para
impulsar la mejora académica, pero también para prevenir la violencia y com-
batir las adicciones. Después de revisar otras experiencias nacionales en cuanto
al combate del maltrato, de la violencia escolar y de la adicción, se exponen ac-
ciones que se desplegaban en aquel entonces en la Ciudad de México. La autora
concluye que aún estamos lejos de poseer un mecanismo estable y consistente
que organice y que potencie la contribución interinstitucional y no guberna-
mental, imprescindible para proteger a la niñez y a la juventud.
En un artículo titulado “La prevención de la violencia en las escuelas de
nivel básico en México”, Úrsula Zurita (2009) analiza el pes y al hacerlo pro-
pone una modificación en su diseño y en su implementación, incorporando
los lineamientos de la Convención sobre los Derechos del Niño relativos a la
prohibición de toda forma de violencia contra los alumnos en el ámbito esco-
lar. El argumento consiste en que los objetivos del pes son compatibles con los
contenidos de la Convención; pero las autoridades responsables del Programa
no retomaron los avances y logros emprendidos por las organizaciones civiles
encargadas de su implementación. Con ello, el discurso que respaldó la formu-
lación, el diseño y operación de Escuela Segura se mantuvo lejos del discurso
de defensa y protección de los derechos de las y los niños de México y, en con-
secuencia, no hubo una participación notoria de organizaciones de la sociedad
civil abocadas a estas luchas.
En un trabajo posterior, Úrsula Zurita (2010) investiga algunos elementos
en torno a la educación para la vida democrática en México en educación de
nivel básico, desarrolladas a partir de los años noventa, poniendo énfasis en la
participación social, concebida como un recurso clave no sólo para promover
la vida ciudadana activa en el espacio escolar o entre los alumnos, sino tam-
bién para propiciar una relación más estrecha entre la escuela, la familia y sus
múltiples integrantes. En un panorama como éste, la autora identifica algunas
así como construir escuelas libres de violencia que faciliten el aprendizaje y me-
joren la calidad en la educación”.8 Este programa tiene como punto de partida la
apertura de las escuelas a la comunidad en los días sábados con la intención de
impulsar actividades culturales, deportivas, artísticas, de formación y orienta-
ción psicológica, así como con contenidos sobre noviolencia, equidad de género
y protagonismo juvenil. Por lo pronto, aún no se cuenta con publicaciones acadé-
micas o institucionales, debido a la reciente creación de este programa.9
Hasta este momento sólo han sido mencionados programas gubernamen-
tales cuyo diseño y operación residen en el ámbito educativo, pero hay otros en
otras áreas de gobierno que también abordan la cuestión de la violencia escolar.
En este conjunto se encuentran aquellos programas por parte de la Procura-
duría General de la República (pgr) y la Secretaría de Seguridad Pública (ssp)
que, como Escuela Segura, también forman parte de la Estrategia “Limpiemos
México”. Aquí se piensa en programas como “Comunidades Seguras” a cargo
de la Secretaría de Seguridad Pública, “Salud sólo sin drogas” por parte de la
Secretaría de Salud, “Recuperación de Espacios Públicos” de la Secretaría de
Desarrollo Social u otras acciones emprendidas por áreas de los gobiernos lo-
cales.10 Sin embargo, no se cuenta con investigaciones publicadas respecto a la
formulación, resultados e impacto de estos programas en la prevención y dismi-
nución de la violencia en los ámbitos escolares, salvo casos muy excepcionales.
Uno de estos es el artículo de Jorge Luis Silva Méndez y Adriana Coro-
na Vargas, “Violencia en las escuelas del Distrito Federal. La Experiencia de la
Unidad para la Atención al Maltrato y Abuso Sexual Infantil, 2001-2007”, pu-
blicado en el 2010 en la Revista Mexicana de Investigación Educativa. Este tra-
bajo examina el desempeño de esta entidad encargada de atender las quejas de
violencia escolar ocurridas en dicho contexto geográfico. Además de estudiar
el funcionamiento institucional de esta dependencia, los autores analizan las
8
http://www.upepe.sep.gob.mx/index.php?Option=com_content&view=article&id=132&Itemid=93
página consultada el 18 de diciembre del 2011. Según un documento institucional, este programa
tiene orígenes en el programa Abriendo Espacios en Brasil y ha sido implementado exitosamente en
diferentes países latinoamericanos-.
9
En el año 2009 comenzó a operar como un proyecto piloto en 120 escuelas, en el 2010 ese número
llegó a 500 escuelas secundarias de Chihuahua, Durango, Estado de México, Guerrero y Jalisco. En
el 2011 Abriendo Escuelas para la Equidad operó en 900 escuelas de Oaxaca y Puebla, además de las
cinco entidades señaladas antes.
10
Habría que señalar que la parte operativa de combate directo a la delincuencia que incluye Limpiemos
México reside en la Procuraduría General de la República.
que señala la Ley General de Educación: “El criterio que orientará a la educación
que el Estado y sus organismos descentralizados impartan —así como toda la
educación preescolar, la primaria, la secundaria, la normal y demás para la for-
mación de maestros de educación básica que los particulares impartan—, se ba-
sará en los resultados del progreso científico; luchará contra la ignorancia y sus
causas y efectos; las servidumbres, los fanatismos, los prejuicios, la formación de
estereotipos y la discriminación, especialmente la ejercida en contra de las muje-
res, niñas y niños, debiendo implementar políticas públicas de Estado orientadas
a la transversalidad de criterios en los tres órdenes de gobierno”.
Ahora bien, en el reciente documento “Estado del arte de los mecanismos
de atención para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia de género
en la educación media superior existentes de la República Mexicana” (amdh,
2011b), la información recopilada a través de solicitudes hechas a las 32 secreta-
rías de educación de las entidades federativas así como a su dependencia federal,
muestran la persistencia de ese panorama. Si bien no todas las entidades pro-
porcionaron la información en tiempo y forma,11 la situación indica que aunque
hay algunos avances, predomina una situación poco favorable para los objetivos
que persigue la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Vio-
lencia. Los elementos que respaldan esta afirmación son de distinto orden. Por
ejemplo, es evidente que entre múltiples gobiernos de las entidades federativas
hay desconocimiento o, en el mejor de los casos, confusión y desorganización
de la información existente respecto a las tareas que han emprendido y, sobre
todo, de aquellas que deberían emprender para implementar las indicaciones
establecidas en dicha Ley.
Por ahora, las secretarías o instituciones de educación media superior
señalaron que los programas que operan son: “Construye T, El Plan Maestro
Orientación Educativa, El Programa para el Combate a la Violencia contra la
Mujer y Equidad de Género en el Nivel Medio Superior, y el Programa de Tuto-
rías”. Los temas más socorridos para prevenir a las y los alumnos de las situacio-
nes de riesgo son: valores, derechos humanos, violencia en el noviazgo, diversi-
dad, adicciones, entre otros. En algunas entidades, sus respectivas instituciones
educativas abordan el tema del bullying mediante la capacitación. Algunas más
11
El 73% de las dependencias brindó la información en tiempo y forma, el 15% no proporcionó toda
la información solicitada, el 6 por ciento solicitó prórroga y otro 6% no contestó. Este último dato
corresponde a Hidalgo y Tamaulipas.
señalaron que han publicado diversos materiales para dar a conocer la informa-
ción relativa a la prevención de adicciones, valores, diversidad, espacio demo-
crático e igualdad y derechos. La gran mayoría de las instituciones y secretarías
no proporcionaron información o la que dieron no es específica respecto al
tipo de violaciones que las y los alumnos han vivido dentro de las escuelas de
educación media superior. Asimismo se carece, en la mayor parte de estas ins-
tituciones, del número y tipo de quejas, denuncias, mecanismos y medidas para
el seguimiento de casos de hostigamiento, acoso y violación en los planteles
educativos de dicho nivel.12 Esta investigación revela que en buena parte de las
entidades y a nivel federal, el bullying, el acoso sexual y el hostigamiento sexual
no son atendidos como un problema público. Lejos de ello, continúan siendo
vistos como asuntos individuales. Por último, esta investigación proporciona
un conjunto de recomendaciones de política pública (amdh, 2011c), entre las
que se sugiere la creación de políticas públicas específicas para el diagnóstico,
la atención, la prevención, la sanción, la erradicación y la evaluación, las cuales
deberán enmarcarse en la jurisdicción nacional e internacional en materia de
derechos humanos. Con ello, será posible lograr que las y los jóvenes de educa-
ción media superior posean las capacidades necesarias para mejorar sus viven-
cias y tener un ambiente escolar libre de violencia de género.
En el caso de México, la multiplicidad y heterogeneidad de las acciones
indican dos cuestiones positivas que vale la pena subrayar. La primera es que
los asuntos asociados a la violencia escolar y, sobre todo, el bullying, están en las
agendas de numerosos y distintos actores. La segunda cuestión es que sus pro-
puestas, en su gran mayoría, están sustentadas en el reconocimiento explícito
de que la violencia escolar se puede prevenir y evitar. No obstante, desde otra
perspectiva, la emergencia y puesta en práctica de numerosos programas, pro-
yectos y acciones encaminadas a tratar la violencia escolar, como bien lo ilustra
nuestro país y muchos otros más, no siempre lo hacen de manera coordinada,
integral y articulada.13 En el Cuadro 11.1, a pesar de que es una pequeña selec-
ción, son visibles las múltiples acciones en términos de su naturaleza, alcance,
cobertura, recursos, objetivos, metodologías, estrategias, entre otros elementos,
12
Resalta el hecho de que los organismos públicos de derechos humanos tienen mayor número de
quejas por violaciones a los derechos humanos en la educación básica.
13
El reciente Informe Interamericano de la Educación en Derechos Humanos (2011) dedicado a la
violencia escolar señala que la gran mayoría de las políticas emprendidas en nuestra región hacia la
atención de este fenómeno son generales, inconexas, etc.
Nombre de la acción Nombre del Nombre del Proyecto Institución que Alcance Destinatarios
Programa ejecuta geográfico
Proyecto de Vida Secretaría de Nacional Nivel Medio
y la Prevención en Educación Pública Superior
de la violencia.
Continúa...
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Nombre de la acción Nombre del Nombre del Proyecto Institución que Alcance Destinatarios
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POLÍTICAS, PROGRAMAS, LEGISLACIÓN, PROYECTOS Y ACCIONES GUBERNAMENTALES Y NO GUBERNAMENTALES 483
14
Actualmente es una asignatura estatal que se lleva en el primer año de secundaria.
15
Al respecto, conviene señalar que en el ciclo escolar 2011-2012, la Secretaría de Educación Pública
planeó la organización de cursos para capacitar a los maestros de educación básica de 19 entidades
del país con especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). Para mayor in-
formación véase: La Unión de Morelos. Nota periodística publicada 7 de julio de 2011. http://www.
launion.com.mx/morelos/secciones/jojutla/item/22986-capacitar%C3%a1n-a-maestros-contra-aco-
so-escolar.html
16
Para mayor información,véase: http://formacioncontinua.sep.gob.mx/genero/
lez Villarreal y José Luis Hernández Eligio analizaron una serie de programas,
iniciados en 1994, para prevenir, controlar y atender los problemas de adicción,
disciplina y violencia en las instituciones educativas, que tienen una historia
muy reciente. En su opinión, se trata de un conjunto polimorfo, heterogéneo: en
la procedencia, en el ámbito de aplicación, en los participantes, en los objetos de
atención, en los medios de acción y en los objetivos, pero que progresivamente
ha sido colonizado por las estrategias de seguridad. Esta ponencia está basada
en el Catálogo de Acciones de Gestión de la Violencia Escolar de la Universidad
Pedagógica Nacional (Cagevio-upn), que registra acciones, iniciativas, planes,
programas, organismos y propuestas surgidos en México de 1994 a la fecha, en
la que se pueden rastrear las distintas racionalidades para gobernar la violencia
escolar. Se trata de un largo proceso de formación, surgimiento, jerarquización,
desaparición, encabalgamiento y/o desvalorización de problemas, objetos go-
bernables, objetivos, formas de organización, medios e instrumentos de acción,
agencias y repartición de responsabilidades. En el Catálogo se cuentan las accio-
nes producidas en localidades específicas; las iniciativas generadas al calor de
los acontecimientos y que tardan tiempo en ser atendidas por los poderes públi-
cos; también identificaron concepciones que no encuentran todavía traducción
jurídico-administrativa; intervenciones inspiradas o copiadas de experiencias
internacionales y, por último, otras micro-iniciativas por su escala o duración.
Trabajos como estos expresan la existencia de una heterogénea gama de
actividades emprendidas por las organizaciones de la sociedad civil, que aña-
de complejidad a este objeto de estudio, pero lo que es más preocupante es que
contribuye a la existencia de programas, proyectos, acciones que no siempre
se traducen en una atención efectiva y eficiente de la convivencia, seguridad y
violencia escolar, ya que pueden tener los mismos retos concernientes a la arti-
culación, conexión e integralidad, enfrentados en otros ámbitos.
Observatorios17
17
Se agradece el apoyo generoso de Gabriel Morales Hernández, Coordinador del Observatorio
de Violencia Social, Género y Juventud del Distrito Federal, quien brindó orientaciones para la
realización de este apartado.
18
Ver página: http://redobservatoriosviolenciageneromx.org/ Consultada el 6 de noviembre del 2012.
cán, Morelos, Nayarit, Puebla (Sierra Norte y ciudad de Puebla), Quintana Roo
(Urbano Regional de la Riviera Maya y Benito Juárez) y Tlaxcala.
Además de estos, existe el Observatorio de Violencia Social de Género con
especialidad en violencia escolar en los planteles de educación media superior; el
Observatorio de Violencia Social, de Género y de Juventud en el Distrito Federal
y su Área Metropolitana; el Observatorio de Violencia Social de Género y sobre
la Trata de Personas en el Distrito Federal; el Observatorio de Violencia Social de
Género en la Ciudad de México; el Observatorio de Violencia Social de Género
Interinstitucional en el DF, el ovsg Metropolitano del Estado de México Coacal-
co-Tultitlán, el Observatorio Participante de la Violencia en Contra de las Mujeres
del Norte del Estado de Guanajuato, el ovsg del Centro de Atención Familiar
de la Organización de Mujeres Indígenas Otomíes, el Observatorio Tlaxcala y el
Observatorio de Medios de Comunicación sobre Lenguaje Sexista y Discrimina-
torio contra las Mujeres en la capital del estado de San Luis Potosí. Todos estos
Observatorios forman parte, a su vez, de la llamada Red Nacional de Observato-
rios de Violencia Social y de Género, la cual tiene el propósito principal de “ser un
canal constante de intercambio real y virtual que contribuya a la consolidación y
sustentabilidad de los observatorios locales que la integran”.19 Según esta Red, los
observatorios son concebidos como “instancias de monitoreo ciudadano y gesto-
res de vinculación interinstitucional e intersectorial, que a través de la generación,
análisis y difusión de información oportuna y confiable, visibiliza la magnitud y
características de la violencia social y de género en el ámbito local para el diseño,
implementación y evaluación de políticas que incidan en su prevención, atención,
sanción y/o erradicación” (ibid).
El cumplimiento de los objetivos propuestos implica la realización de múl-
tiples actividades de difusión, investigación, cabildeo, atención y asesoría espe-
cializada a grupos y sectores de la población, tal como se muestra en el Cuadro 2
con la ejemplificación de algunas actividades realizadas por los observatorios
que forman parte de dicha Red. Todo ello para darle visibilidad a los fenómenos
de interés e incidir en la transformación de la realidad. Al hacerlo, los resul-
tados revelan que los Observatorios se vuelven Sistemas de información en la
localidad donde se ubican, se constituyen como actores que pueden llegar a
tener papeles fundamentales en la atención de la violencia social y de género
en zonas estratégicas —no necesariamente en las grandes ciudades— e impac-
19
http://redobservatoriosviolenciageneromx.org/objetivos.html Consultada el 6 de noviembre del 2012.
20
http://observatoriofeminicidiomexico.com/quienessomos.html Página consultada el 26 de diciembre
de 2012.
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2008 2009 2010 2011
Distrito Federal Chiapas Campeche Distrito Federal
• ovsg con especialidad • ovsg en el Estado de Chiapas • ovsg Colibrí, Educación, • ovsg Academia Mexicana de •
en violencia escolar en los • Resultados de la Situación de • Cultura y Nuevas Derechos Humanos, A.C.
planteles de Educación Media Violencia Social y de Género en Tecnologías, A.C. Acceso a una vida libre de
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2008 2009 2010 2011
Michoacán Guanajuato Distrito Federal Puebla
• ovsg en el estado de • ovsg en Guanajuato • ovsg Centro de Estudios • ovsg Instituto de Derechos
Michoacán • Diagnóstico Situacional de la • Sociales y Culturales Humanos Ignacio Ellacuria SJ de
• Manual de Capacitación: Violencia Social y de Género en Antonio Montesinos (cam). la Universidad Iberoamericana
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contra la mujer.
Fuente: http://redobservatoriosviolenciageneromx.org/Resultados.html
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Université Laval, Quebec City, dirigido por Egide Royer y fundado también
en el 2003. Dado el carácter que los define, en estas experiencias son funda-
mentales la actuación autónoma, independiente, objetiva, crítica, profesiona-
lismo técnico que se manifiesten en las actividades principales, tales como la
elaboración de diagnósticos, la redacción de informes y reportes respectivos,
la realización de propuestas de legislación así como de políticas y programas
públicos y, sin duda, la difusión de sus resultados obtenidos.
En general, los observatorios constituyen experiencias insólitas de inter-
vención en torno a la violencia escolar porque: observan pero desde lugares
especiales, porque de esa observación se desprenden actuaciones concretas que
tienen determinados efectos, porque se constituyen en actores fundamentales
en el proceso de formulación de las políticas públicas, pero también porque
ellos pueden cerrar el círculo entre investigación e intervención, que hasta aho-
ra parece que son caminos paralelos cuyo encuentro es una promesa. El impac-
to de los observatorios abocados a la convivencia, la seguridad y la violencia
aún no ha sido investigado a profundidad y, de hecho, como objetos de estudio
tampoco han sido considerados en la investigación educativa, salvo en las po-
nencias antes señaladas. Sin embargo, precisamente por lo que hoy significan y
lo que podrían llegar a ser en los siguientes años en los campos de intervención
e investigación respectivos, es muy probable que esta situación cambie en un
futuro próximo.
Legislación
difícil acceso y, además, porque aún se tiende a ver como un campo de estudio
para expertos en derecho.21 De los cambios recientes en la legislación vincula-
dos a la violencia escolar en México hay cinco referencias cruciales. Cada una
posee un estatus jurídico diferente y también cada una mantiene una relación
especial con la violencia escolar. No obstante, todas coinciden en que tienen
y tendrán un impacto profundo en su prevención, tratamiento, erradicación,
sanción, reparación y, sin duda, en su estudio en el presente y, seguramente, en
un futuro próximo (Zurita, 2012b; 2012c).
La primera está conformada por el conjunto de Leyes nacionales y estata-
les dirigidas a la protección y defensa de los derechos de las y los niños, niñas,
adolescentes y jóvenes así como todo el sistema de justicia para adolescentes
(Vasconcelos, 2009). Dentro de estas destacan la Ley Federal para la Protección
de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Además, habría que conside-
rar “las obligaciones contraídas por el Estado mexicano en instrumentos del
orden internacional entre los cuales destacan la Convención sobre Derechos del
Niño; Declaración de Lisboa sobre Políticas y Programas relativos a la Juven-
tud; Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia
Juvenil; Programa de Acción Mundial para los Jóvenes hasta el Año 2000 y
Años Subsiguientes; Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos y Degradantes; Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y
Tribales de la oit; Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los
Pueblos Indígenas y el Programa Regional de Acciones para el Desarrollo de la
Juventud en América Latina 1995-2000. Asimismo, y con el objeto de establecer
y consolidar la cooperación y el intercambio con otros países en el ámbito de la
juventud, se toman en cuenta los tratados bilaterales de cooperación educativa y
cultural que México ha celebrado” (Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos,
Instituto Mexicano de la Juventud, 2008: 27).
La segunda referencia es la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida
Libre de Violencia, emitida en el 2007, que “tiene por objeto establecer la coor-
dinación entre la Federación, las entidades federativas, el Distrito Federal y los
municipios para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres,
así como los principios y modalidades para garantizar su acceso a una vida libre
21
La identificación y acceso a la legislación, iniciativas de creación y reforma de ley, los puntos de
acuerdo y los exhortos representan tareas difíciles en buena medida porque los Congresos Locales, el
Congreso de la Unión y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal en su gran mayoría no cuentan
con verdaderos sistemas de información actualizada, completa, ordenada y confiable.
22
Textualmente dice un fragmento del Artículo 1º. “Queda prohibida toda discriminación motivada
por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones
de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente
contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las
personas”.
23
En cuanto al Artículo 3º se estableció que “La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar
armónicamente, todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria, el
respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia
y en la justicia”
24
A esta cifra habría que añadir dos más, pues el 12 de diciembre del 2012 fueron presentadas en el
Senado dos iniciativas: la Ley General de Convivencia, Prevención y Atención del Acoso Escolar, por
parte de la senadora panista Mariana Gómez del Campo Gurza; y, la Ley General para la Promoción
de la Convivencia Libre de Violencia en el Entorno Escolar, a cargo del senador perredista Mario
Delgado Carrillo.
25
Por ejemplo: en el Distrito Federal: Reforma a la Ley de Salud del Distrito Federal (2011); en Baja
California: Iniciativa de reforma al Artículo 35 de la Ley de Educación del Estado de Baja California
(2011); en Campeche: Iniciativa para adicionar una fracción xxii-Bis del Artículo 13 de la Ley de Edu-
cación del Estado (2011); en Chihuahua: Iniciativa con Proyecto de Decreto por el que se reforman
los artículos 8, fracción xx y 9, fracción III y se adiciona un segundo párrafo al Artículo 67 de la Ley
Estatal de Educación (2011), entre otras.
26
Como la Ley para la Protección de los Derechos y Deberes de las Niñas, Niños y Adolescentes del
Estado de Coahuila, o la Ley Federal de Radio y Televisión y la Ley General de Acceso de las Mujeres
a una Vida Libre de Violencia y al Código Penal Federal.
27
Existe cierto antecedente en México en el Artículo 42 de la Ley General de Educación, el cual mencio-
na que la protección de la integridad física, psicológica y social de los alumnos y estudiantes menores
de edad debe estar por encima de cualquier medida de disciplina.
28
Basado en sep, 2012.
Cámara de Senadores
Partido Revolucionario Institucional en 2011: 3
Iniciativas presentadas en coalición en 2011: 1
Total: 4
2012
Partido Acción Nacional: 1
Partido Nueva Alianza en 2012:1
Partido de la Revolución Democrática 2012:1
Presentadas en Coalición: 2
Partido Revolucionario Institucional: 1
Partido Verde Ecologista de México: 1
Total: 7
Más allá del valor que, en sí mismas contienen tanto las Leyes como las iniciati-
vas, puntos de acuerdo y exhortos, todos constituyen indiscutiblemente formas
Balance final
2009). Sin embargo, las diferencias tienen que ver con que en algunos países, los
gobiernos, las autoridades educativas, los legisladores y los académicos tienen
hoy una visión más profunda y compleja de la violencia en las escuelas. Por lo
tanto, sus preocupaciones ya rebasaron el interés únicamente por el bullying o la
insistencia de concebir la violencia en las escuelas como un problema circuns-
crito al alumnado.
En ello destaca la relevancia de la participación de actores que poseen un
mayor conocimiento y experiencia en el abordaje de este fenómeno. Este ele-
mento es un requisito básico para la construcción de políticas, programas y le-
gislación en la materia sustentados en un marco de gobernanza (Zurita, 2010a).
Es decir, si en la administración de Felipe Calderón se privilegió la colabora-
ción de ciertos actores —como la Secretaría de Seguridad Pública o los Centros
Nacional y Estatales Contra las Adicciones— en el diseño e implementación
de Escuela Segura, eran reiterados permanentemente ciertos supuestos sobre la
violencia social y su influencia en las escuelas que refrendaron los principios de
la estrategia Limpiemos México. Por esta razón es necesario que la colaboración
implique la participación de una gama amplia de actores, para que sea posible
contrastar y combinar aquellos planteamientos gubernamentales con los que
tienen otros, como los académicos u otras organizaciones dedicadas a la de-
fensa y promoción de los derechos de niñas, niños, adolescentes y jóvenes (Zu-
rita, 2009; 2011c; 2012a, 2012b, 2012c). Este asunto no es banal, pues cualquier
acción o iniciativa por sencilla o modesta que sea, no podrá generar cambios
como los que la sociedad mexicana urge respecto a la atención de este problema,
si se sustrae del campo de la defensa y protección de los derechos humanos, en
especial de los derechos de esta población (Zurita, 2011a; 2011b).
Ahora bien, en tanto tema multisectorial, resulta fundamental reflexionar
sobre varios puntos que podrían contribuir a conseguir y asegurar mejores re-
sultados en la prevención y eliminación de la violencia en las escuelas. Para em-
pezar, en lo concerniente al sistema educativo y sus escuelas es crucial, tomando
en cuenta las limitaciones y oportunidades que brinda la gestión escolar e insti-
tucional (Aguerrondo, 2012), impulsar estos propósitos —y las tareas concretas
que de cada uno de ellos se deriven— de manera articulada y consistente entre
los distintos niveles macro, messo y micro que lo componen en sus ámbitos fe-
deral y estatales, sus niveles básico, medio superior y superior, sus tipos de sos-
tenimiento así como las modalidades del servicio educativo.
29
En otros países de Iberoamérica existen experiencias importantes respecto a los protocolos y
reglamentos escolares que valdría considerar para México. El principal reto es que sean instrumentos
no para castigar, sino para estimular la convivencia pacífica, la participación social de los alumnos y
la educación para la vida democrática (Eljach, 2012).
democráticos y, sin duda, la dignidad humana, la integridad física, psicológica y social de todos aque-
llos involucrados en el proceso educativo (Zurita, 2010).
Bibliografía
Referencias citadas
Libros
33
Por ejemplo, en Chile la Ley núm. 20.536 sobre Violencia Escolar (septiembre 2011); en Perú la Ley
29719 Ley que Promueve la Convivencia Sin Violencia en las Instituciones Educativas (junio 2012);
en Colombia el Proyecto de Ley 201 de 2012 por la cual se crea el Sistema Nacional de Convivencia
Escolar y Formación para el Ejercicio de los Derechos Humanos, la Educación para la Sexualidad y la
Prevención y Mitigación de la Violencia Escolar (mayo 2012); en Paraguay la Ley Núm. 4633 Contra el
Acoso Escolar en las Instituciones Educativas Públicas y Privadas (mayo 2012) y en Bolivia el Decreto
Supremo 1302 de Erradicación de la Violencia en las Escuelas (agosto 2012).
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Iztapalapa, México D.F.
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