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Constitución Nacional del 1961

EL CONGRESO
DE LA REPUBLICA DE VENEZUELA. PREAMBULO.
Requerido el voto de las Asambleas Legislativas de los Estados Anzoátegui,
Apure, Barinas, Bolívar, Carabobo, Cojedes, Falcón, Guárico, Lara, Mérida,
Miranda, Monagas, Nueva Esparta, Portuguesa, Sucre, Táchira, Trujillo, Yaracuy y
Zulia, Y visto el resultado favorable del escrutinio,
En representación del pueblo venezolano, para quien invoca la protección de Dios
Todo Poderoso; con el propósito de mantener la independencia y la integridad
territorial de la Nación, fortalecer su unidad, asegurar la libertad, la paz y la
estabilidad de las instituciones; proteger y enaltecer el trabajo, amparar la dignidad
humana, promover el bienestar general y la seguridad social; lograr la
participación equitativa de todos en el disfrute de la riqueza, según
los principios de la justicia social, y fomentar el desarrollo de
la economía al servicio del hombre; mantener la igualdad social y jurídica, sin
discriminaciones derivadas de la raza, sexo, credo o condición social; cooperar
con las demás naciones y, de modo especial, con las Repúblicas hermanas del
Continente, en los fines de la comunidad internacional, sobre la base del
reciproco respeto de las soberanías, la autodeterminación de los pueblos, la
garantía universal de los derechos individuales y sociales de la persona humana, y
el repudio de la guerra, de la conquista y del predominio económico como
instrumentos de política internacional; sustentar el orden democrático como único
e irrenunciable medio de asegurar los derechos y la dignidad de los ciudadanos, y
favorecer pacíficamente su extensión a todos los pueblos de la tierra; y conservar
y acrecer el patrimonio moral e histórico de la Nación, forjado por el pueblo en sus
luchas por la libertad y la justicia y por el pensamiento y la acción de los
grandes servidores de la patria, cuya expresión mas alta es Simón Bolívar, el
Libertador.
 Primordialmente se hace evidente la representación y no la participación
protagónica que puede apreciarse en el preámbulo de nuestra
actual carta magna.
Preámbulo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
(1999)
PREÁMBULO.
El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la
protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el
heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y
forjadores de una patria libre y soberana; con el fin supremo de refundar la
República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica,
multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que
consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien
común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las
futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la
educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación
alguna; promueva la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolide
la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y
autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los
derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme
nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio
común e irrenunciable de la humanidad; en ejercicio de su poder originario
representado por la Asamblea Nacional Constituyente mediante el voto libre y
en referendo democrático.
 En nuestro actual preámbulo se puede evidenciar el espíritu de
participación, protagonismo, reconocimiento de las culturas indígenas, el
reordenamiento socio-político del territorio, el rango constitucional que se le da
al derecho al trabajo, la educación, la salud, así como a los principios de
cooperación, corresponsabilidad, no intervención, autodeterminación de los
pueblos, entre otros.
Es importante señalar que el espíritu de nuestra actual constitución se fundamenta
en el bienestar común y en propender la mayor suma de felicidad a cada habitante
del país. Es de esta manera como nuestros legisladores han creado recientemente
una importante cantidad de leyes que apuntan hacia la seguridad social como
beneficio primordial para el buen vivir y la mejor calidad de vida del venezolano.
La Constitución de 1961, se implantó a raíz de una conmoción de tipo político, que
fue la caída del general Pérez Jiménez, y que abrió las puertas a
la democracia parlamentaria. Sancionada por el Congreso de la República, en
Caracas el 23 de enero de 1961 y promulgada por el presidente Rómulo
Betancourt el mismo día. Fue enmendada en 2 oportunidades: La Enmienda núm.
1, sancionada por el Congreso el 9 de mayo de 1973 y promulgada por el
presidente Rafael Caldera el 11 del mismo mes y año; y la Enmienda núm. 2,
sancionada por el Congreso el 16 de marzo de 1983 promulgada el mismo día por
el presidente Luis Herrera Camping.
La Constitución de 1999, ha tenido un origen distinto; ha sido el resultado de una
conmoción social debida al deterioro persistente del estado económico del país,
en particular de las clases populares.
Características de la Constitución de 1961:
La Constitución de 1961 estaba dividida en cuatro partes. El preámbulo donde se
invoca la protección de Dios y se exalta al Libertador Simón Bolívar y a los
"grandes servidores de la patria". La parte dogmática en la cual se establecen
como pilares la democracia, la independencia y el carácter de forma federal del
Estado venezolano, entre otros; La parte orgánica, que constaba de doce títulos
para un total de 252 artículos; y las disposiciones transitorias compuestas por 23
disposiciones.
Sólo se reconocía como idioma oficial el castellano y no de las lenguas indígenas
como en la Constitución de 1999. El Estado venezolano se divide en: Estados, el
Distrito Federal, Territorios Federales y las Dependencias Federales. Los Estados
se dividen en Distritos y estos en Municipios. No existía la doble nacionalidad, por
lo tanto el venezolano que obtuviese otra nacionalidad perdía automáticamente la
nacionalidad venezolana.
Democracia y derechos humanos
El análisis comparado de las constituciones de 1999 y 1961 en materia de política
exterior pone de manifiesto que en la Constitución vigente se ha dado
un cambio fundamental en cuanto a las ideas sobre la defensa y promoción de la
democracia representativa especialmente hacia la región latinoamericana
establecidas como principio fundamental en el Preámbulo de la Constitución
venezolana de 1961. Como bien lo ha reconocido la mayoría de los estudiosos y
analistas de nuestra política exterior, ese principio fue uno de los principales
lineamientos de la política exterior del Estado venezolano durante la denominada
etapa de la democracia representativa, entre 1958 y 1998. Ciertamente, durante
esas cuatro décadas Venezuela se distinguió en el hemisferio occidental por
mantener una actuación internacional dirigida a defender, consolidar y expandir
un sistema de pluralismo y libertades, y lograr el ideal de una América
Latina democrática e integrada, como lo dejó tan bien establecido Rómulo
Betancourt (1969).
De La Promoción De La Democracia A La Democratización De La Sociedad
Internacional
De acuerdo con el Preámbulo de la Constitución de 1999 el fin supremo del
Estado es "refundar la República para establecer una sociedad democrática,
participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural", mientras que el artículo 2 de
ese texto constitucional establece que "Venezuela se constituye en un Estado
democrático y social de derecho y de justicia, que propugna
como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la
libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad
social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el
pluralismo político". Sin embargo, en la nueva Constitución no se menciona, ni en
el Preámbulo ni en el apartado "De las Relaciones Internacionales", la promoción
de la democracia como un lineamiento o fin de la política exterior venezolana, aun
cuando en el Preámbulo se establece la democratización de la sociedad
internacional, a pesar de que en el artículo 152 se especifica que la República
mantendrá la práctica democrática en todos los organismos e instituciones
internacionales. Este artículo reza textualmente:
Las relaciones internacionales de la República responden a los fines del Estado
en función del ejercicio de la soberanía y de los intereses del pueblo; ellas se rigen
por los principios de independencia, igualdad entre los Estados, libre
determinación y no intervención en sus asuntos internos, solución pacífica de
los conflictos internacionales, cooperación, respeto de los derechos humanos y
solidaridad entre los pueblos en la lucha por su emancipación y el bienestar de la
humanidad. La República mantendrá la más firme y decidida defensa de estos
principios y de la práctica democrática en todos los organismos e instituciones
internacionales.
El artículo 153 establece que la República promoverá y favorecerá
la integración latinoamericana y caribeña, en aras de avanzar hacia la creación de
una comunidad de naciones, defendiendo los intereses económicos, sociales,
culturales, políticos y ambientales de la región. Pero para nada se menciona
el objetivo de defensa y promoción de la democracia representativa que
contemplaba la Constitución Nacional de 1961 que, siguiendo el principio jurídico
establecido en la Carta de la OEA, se expresaba en estos términos: "Sustentar el
orden democrático como único e irrenunciable medio de asegurar los derechos y
la dignidad de los ciudadanos, y favorecer pacíficamente su extensión a todos los
pueblos de la tierra...".
La mención del objetivo de la defensa y la promoción de la democracia
representativa en la Constitución de 1999 puede explicarse por la concepción de
la democracia social que guía esta Carta fundamental, así como por la visión de
mundo idealista y de izquierda que desafía a la concepción ideológica liberal que
en ella subyace.
No por casualidad el fin supremo de la refundación de la República que se plantea
sugiere de entrada que esa Constitución busca llevar a cabo un cambio político
radical de las instituciones y del sistema político y, a la vez, establecer una
sociedad democrática participativa y protagónica, en la que la democracia sea
más que un sistema político, una forma de vida que no sólo configure las
instituciones políticas sino también las sociales.
No es casual tampoco que en la Constitución de 1999 se destaque la eliminación,
en relación con la tradición constitucional precedente, del calificativo
"representativo" del gobierno, a pesar de que ello "es más por el prurito de insistir
en el concepto de democracia "participativa" que por desconocer el concepto de
representatividad, ya que éste se consagra expresamente en el artículo 6, aunque
en lugar de gobierno representativo se utilice el concepto de gobierno "electivo", lo
que en definitiva es lo mismo. Así como fue eliminado del texto constitucional, el
objetivo de la defensa y la promoción de la democracia representativa, también
desapareció del discurso gubernamental nacional e internacional de
la administración del presidente Hugo Chávez, siendo reemplazado de manera
clara por una tendencia a la promoción de una democracia participativa y
revolucionaria en el ámbito latinoamericano y en el escenario mundial, haciendo
énfasis en los principios de la no intervención y la autodeterminación de los
pueblos.
De allí que durante la XXIX Asamblea General de la Organización de los Estados
Americanos, realizada en la Ciudad de Guatemala en el mes de junio de 1999, el
entonces canciller venezolano José Vicente Rangel presentó un proyecto de
declaración sobre "Democracia Participativa" que contrastó con la iniciativa
norteamericana de fortalecer la tesis de la democracia representativa y de crear
un grupo de países miembros de la OEA a fin de prestar asistencia institucional a
países con problemas políticos. Con esta propuesta, el actual gobierno
venezolano replanteaba la concepción democrática sobre la cual el Estado
venezolano diseñó y desarrolló su política de promoción y defensa de la
democracia en el continente americano y en el mundo por 40 años.
Sobre los ideales de Política Exterior
En cuanto a reglas y procedimientos para la formación de la política exterior
venezolana, podemos observar que la Constitución de 1999 plantea cambios
fundamentales en relación con la Constitución de 1961.
Una muestra de ello lo constituye el procedimiento para la aprobación de
los tratados internacionales que, tanto en la Carta Magna de 1961 (artículo 128)
como en la de 1999 (artículo 154), se prevé sean aprobados por el Poder
Legislativo (Congreso Nacional o Asamblea Nacional) antes de su ratificación por
el Presidente de la República, a excepción de aquellos mediante los cuales: a) se
trate de ejecutar o perfeccionar obligaciones preexistentes de la República; b)
aplicar principios expresamente reconocidos por ella; c) ejecutar actos ordinarios
en las relaciones internacionales; o d) ejercer facultades que la ley atribuya
expresamente al Ejecutivo nacional. Es más, se podría alegar como argumento en
favor de la democratización que el nuevo texto de 1999 abre a la consulta popular
la aprobación de ciertos compromisos internacionales. En efecto, el artículo 73 de
la Constitución de 1999 establece en su segundo párrafo: "Los tratados,
convenios o acuerdos internacionales que pudieren comprometer la soberanía
nacional o transferir competencias a órganos supranacionales, podrán ser
sometidos a referendo por iniciativa del Presidente o Presidenta de la República
en Consejo de Ministros; por el voto de las dos terceras partes de los integrantes
de la Asamblea o por el quince por ciento de los electores y electoras inscritos en
el registro civil y electoral"
De allí que el artículo 226 numeral 21 y artículo 240 aboguen por "la remoción del
Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva en tres oportunidades dentro
de un mismo período constitucional", como consecuencia de la aprobación de
mociones de censura, lo que faculta al Presidente o Presidenta de la República
para disolver la Asamblea Nacional. El decreto de disolución conlleva la
convocatoria de elecciones para una nueva legislatura dentro de los sesenta días
siguientes a su disolución. La Asamblea no podrá ser disuelta en el último año de
su período constitucional.
En el contexto de los derechos humanos
Por último, en lo que se refiere a Derechos Humanos, no cabe duda que la
Constitución de 1999 es mucho más avanzada que la de 1961 al incorporar
importantes innovaciones. Una de esas innovaciones ha sido precisamente en
materia internacional al otorgar rango constitucional a los tratados internacionales
sobre derechos humanos, siguiendo en parte los antecedentes de la Constitución
de Perú de 1979 y de la Constitución argentina de 1994. Al efecto, el artículo 23
de la Constitución vigente establece que "los tratados, pactos y convenciones
relativos a derechos humanos suscritos y ratificados por Venezuela, tienen
jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno, en la medida en que
contengan normas sobre su goce y ejercicio más favorables a los establecidos en
esta Constitución y en las leyes de la República, y son de aplicación inmediata y
directa por los tribunales y demás órganos del poder público". Este artículo se
complementa con el 31 que le da el derecho a toda persona, en los términos
establecidos por los tratados, pactos y convenciones sobre derechos humanos
ratificados por la República, a dirigir peticiones o quejas ante los órganos
internacionales creados para tales fines, con el objeto de solicitar el amparo a los
derechos humanos.
Estos avances de la Constitución de 1999 con respecto a la de 1961 en materia de
concepción democrática internacional, en cuanto a procedimientos y reglas para la
formación de la política exterior, así como en relación con el tema de los derechos
humanos en lo que tiene que ver con la dimensión internacional, ponen de
manifiesto las diversas visiones, ideologías y opiniones que estuvieron presentes
en la Asamblea Constituyente, sin mediar entre los constituyentes un consenso
básico en relación con la concepción general que debía orientar a la nueva
Constitución. Asimismo, ponen en evidencia el apremio que caracterizó
el proceso de elaboración de la Carta Magna, lo que dio lugar a imprecisiones,
incoherencias y omisiones que actualmente se están corrigiendo mediante la
promulgación de leyes por la vía habilitante ya que por consenso dentro de la
Asamblea Nacional nunca hubiese sido posible lograr el avance alcanzado hasta
hoy.
Con todo, y con respecto al principio de la promoción y defensa de la democracia
participativa el cual sustituyo la democracia representativa por una que
expresamente se refiriera a la necesidad e importancia de promover y defender la
democracia participativa y protagónica, se sostiene una opinión positiva de la
Constitución vigente en materia de democracia y derechos humanos en lo
concerniente a las relaciones internacionales.
El problema ha estado en la puesta en práctica de esas disposiciones
constitucionales, un problema que si bien no es ajeno a la historia constitucional
venezolana no cabe duda que se haya manifestado desde el primer momento de
vigencia de la Constitución Bolivariana de Venezuela.
Integración y relaciones económicas internacionales
El estudio de la dimensión económica de la política exterior en las Constituciones
de 1961 y 1999 se concentra en tres aspectos: las concepciones contenidas en los
principios generales en los que se sustentan las relaciones económicas
internacionales y las previsiones sobre el régimen económico con sus
orientaciones para la política exterior; las disposiciones específicas en materia
comercial y de integración, financiera, petrolera y en el ámbito de la propiedad
intelectual junto a algunas referencias a aspectos procedimentales que ya tienen
tratamiento especial en el análisis del tema de la democracia; y, finalmente, la
aproximación a las tensiones entre las normas constitucionales, así como entre
ellas y su práctica efectiva. En materia de relaciones económicas con el mundo las
referencias a principios generales son, sin duda, más extensas y detalladas en la
Constitución de 1999 que en la de 1961. Esto se pone en evidencia, en primer
lugar, en el Preámbulo.
El enunciado de propósitos del texto constitucional de 1961 asume con los
principios de la justicia social y con la idea de fomentar el desarrollo de
la economía al servicio del hombre una orientación cooperativa de las relaciones
con las "Repúblicas hermanas del continente"; esto lo hace desde la exigencia de
respeto a la soberanía que en lo económico se manifiesta como repudio del
predominio económico como instrumento de política internacional. Desde una
formulación muy semejante, la Constitución de 1999 incorpora de manera más
precisa el desiderátum de la integración. En efecto, contiene desde su concepción
fundamental el compromiso con la cooperación pacífica entre las naciones y con la
consolidación de la integración latinoamericana. Esto es enunciado, sin embargo,
en el marco del respeto a la soberanía y con referencias explícitas a los principios
de no intervención y de autodeterminación de los pueblos.
En adición a lo planteado en los Preámbulos, las dos Constituciones desarrollan
de manera muy desigual en su parte dispositiva las concepciones y visiones sobre
las relaciones internacionales y sobre el lugar de Venezuela en el mundo, en
general, y en las relaciones económicas internacionales, en particular.
Ciertamente, el texto de 1999 contiene respecto al de 1961, referencias más
detalladas en ambos ámbitos.
La sección dedicada a las relaciones internacionales expone en primer término la
orientación general de las relaciones internacionales de la República (artículo
152). En esas orientaciones, que recogen lo esencial del Preámbulo, se vuelve a
encontrar la concepción de unas relaciones con el mundo en las que se reafirman
principios de independencia, igualdad, libre determinación (de los Estados) y no
intervención, el compromiso con la solución pacífica de controversias y con los
principios de la cooperación. Pero a esto, muy similar a lo planteado en la
Constitución de 1961, se añaden dos nuevas ideas sobre la solidaridad
internacional, de interés político y económico: la que se desarrollará "con los
pueblos en la lucha por su emancipación" y la que se promoverá con la práctica de
la democracia en organismos e instituciones internacionales. En esos dos ámbitos,
se estarían sentando los supuestos para una política exterior que privilegia el
apoyo incluso económico a actores subnacionales que reivindiquen su
emancipación del control de un Estado; además, se estaría también asentando
constitucionalmente el propósito de modificar las organizaciones y los sistemas de
decisión en organizaciones internacionales, incluidas las de naturaleza económica.
Luego, de manera expresa y directa, son definidos en esa sección el régimen
constitucional para los procesos de integración económica (art. 153) y lo relativo a
la aprobación de tratados internacionales por parte de la Asamblea Nacional (art.
154) y a la cláusula sobre solución pacífica de controversias ("cláusula, artículo
155) como en el primer aspecto régimen de los procesos de integración en el que
se observan cambios y avances mayores en materia de política exterior
económica.
En efecto, es grande el contraste entre la orientación muy general contemplada en
el artículo 108 de la Constitución de 1961 y lo más detalladamente elaborado en
materia de integración en el artículo 153 del nuevo texto. El artículo 108 establecía
que: "La República favorecerá la integración económica latinoamericana. A este
fin se procurará coordinar recursos y esfuerzos para fomentar el desarrollo
económico y aumentar el bienestar y seguridad comunes". En tanto que el artículo
153 de la de 1999 señala que:
"La República promoverá y favorecerá la integración latinoamericana y caribeña,
en aras de avanzar hacia la creación de una comunidad de naciones, defendiendo
los intereses económicos, sociales, culturales, políticos y ambientales de la región.
La República podrá suscribir tratados internacionales que conjuguen y coordinen
esfuerzos para promover el desarrollo común de nuestras naciones, y que
aseguren el bienestar de los pueblos y la seguridad colectiva de sus habitantes.
Para estos fines, la República podrá atribuir a organizaciones supranacionales,
mediante tratados, el ejercicio de las competencias necesarias para llevar a cabo
estos procesos de integración. Dentro de las políticas de integración y unión
con Latinoamérica y el Caribe, la República privilegiará relaciones con
Ibero América, procurando sea una política común de toda nuestra América
Latina. Las normas que se adopten en el marco de los acuerdos de integración
serán consideradas parte integrante del ordenamiento legal vigente y de aplicación
directa y preferente a la legislación interna"
Esta concepción de la integración va más allá de su contenido económico para
ampliarla hacia la promoción de sus aspectos sociales, políticos, culturales y
ambientales, también con referencia específica a Latinoamérica igual que en la
Constitución de 1961 y añadiendo únicamente al Caribe y a las relaciones con
Ibero América, pero sin hacer referencia al conjunto de países americanos y a
otras posibles relaciones extracontinentales.
Además, como se verá más adelante, en referencia a las reglas y procedimientos,
el compromiso jurídico con los acuerdos de integración regional es mucho más
explícito en el texto de 1999. Finalmente, la concepción del régimen económico en
la Constitución de 1999 (artículo 299) profundiza y elabora rasgos presentes en el
artículo 95 del texto constitucional de 1961. En ambos se encuentra el propósito
de fortalecer la soberanía económica, otorgándole un papel central al Estado.
En la Carta Magna de 1999 se añaden los principios de
libre competencia y productividad así como el del trabajo conjunto del Estado y el
sector privado para promover el desarrollo económico armónico; sin embargo,
mantiene y presenta de manera más precisa las bases para el desarrollo de una
economía fuertemente estatista y proteccionista en su desarrollo de disposiciones
sobre materias específicas.
Reglas Y Procedimientos Sobre Áreas Económicas Específicas
En la Constitución de 1999 se encuentran disposiciones explícitas en materia de
política comercial, inversiones, política agrícola, propiedad industrial y petróleo.
Estos aspectos más específicos han dado lugar a análisis y evaluaciones muy
concretos acerca de las implicaciones del tratamiento constitucional de temas que,
en general, ya han sido objeto de acuerdos internacionales.
En cada materia se proyectan los principios previamente resumidos, de manera
que se pone en evidencia que aunque la nueva Carta "constituye un sensible
avance en materia de integración comunitaria regional, sus disposiciones sobre
política comercial, inversiones extranjeras y propiedad intelectual representan un
nuevo paradigma significativo respecto a la Constitución de 1961]" (FICI, 1999.
En materia comercial no tratada por el texto de 1961 la nueva Constitución (art.
301), concentra los objetivos de la política comercial en la protección
de empresas nacionales dejando de lado tanto una visión integral de los objetivos
de la política comercial que debería incluir la promoción del desarrollo, la defensa
de los consumidores y el bienestar colectivo (FICI, 1999) como las reglas y
principios de regímenes comerciales de los que Venezuela es parte, y que limitan
las medidas permisibles de intervención y protección de la actividad productiva por
parte del Estado.
En materia de integración económica se encuentran importantes avances respecto
a la Constitución de 1961, no sólo por la amplitud de su concepción y la
ampliación aunque insuficiente de su cobertura geográfica, sino por el compromiso
jurídico que expresa la nueva Constitución (art. 155) al señalar expresamente que
"la República podrá atribuir a organizaciones supranacionales, mediante tratados,
el ejercicio de las competencias necesarias para llevar a cabo estos procesos de
integración" y además al acoger, en el ya citado artículo 153, el principio de la
supranacionalidad, según el cual: "Las normas que se adopten en el marco de los
acuerdos de integración serán consideradas parte integrante del ordenamiento
legal vigente y de aplicación directa y preferente a la legislación interna". Esto
resuelve constitucionalmente serios y recurrentes problemas derivados de la
aplicación de normas y la participación en esquemas de integración.
En todo caso, conviene recordar que, aunque el procedimiento para la aprobación
de tratados internacionales se mantiene esencialmente igual en la Constitución de
1999 (art. 154) respecto a la de 1961 (art. 128), sin embargo existe ahora la
previsión de referendos aprobatorios para aquellos tratados que comprometan la
soberanía o transfieran competencias a órganos supra-nacionales (art. 73).
En materia de inversiones, no tratada en la Constitución de 1961, ahora se
establece en el artículo 301 que: "... No se podrá otorgar a empresas y
organismos o personas extranjeros regímenes más beneficiosos que los
establecidos para los nacionales"
La inversión extranjera está sujeta a las mismas condiciones que
la inversión nacional. Al respecto, se ha señalado (FICI, 1999) que esta
equiparación del trato a la inversión nacional y extranjera tendría como efecto
eliminar ciertos beneficios que se conceden al inversionista extranjero y que ahora
promueven la productividad endógena.
En política agrícola, el propósito de velar por la seguridad alimentaria tiene rango
de norma constitucional en el texto de 1999 (art. 305). La amplitud de las
competencias del Estado en este sector, al igual que lo que ocurre en materia de
política comercial, contiene el potencial para fortalecer el desarrollo integral de la
economía, para mejorar su competitividad internacional, para hacer al sector
atractivo a inversiones extranjeras, y para cumplir con acuerdos comerciales y de
integración económica latinoamericana.
El tema de la propiedad intelectual es cada vez más importante dentro de las
relaciones económicas internacionales y es más detalladamente atendido en la
Constitución de 1999 que en la de 1961. Entre las competencias del Poder Público
Nacional (art. 156) se encuentra legislar en materia de propiedad intelectual,
artística e industrial.
Sin embargo en los artículos en los que esta materia es tratada (arts. 98 y 156)
hay vacíos, imprecisiones terminológicas y abierta contravención de lo establecido
en el régimen mundial de protección de la propiedad intelectual (de autor e
industrial) y en acuerdos de los que Venezuela es parte, como en materia de
protección de variedades vegetales la decisión 345 de la Comunidad Andina o el
Acuerdo de la Organización Mundial del Comercio sobre los Aspectos de los
Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (FICI, 1999).
También en materia petrolera la Constitución de 1999 es más detallada que la de
1961, a la vez que más expresamente estatista al establecer constitucionalmente
el sustento para políticas que fortalezcan el control del Estado sobre la industria,
limitando los ámbitos para la apertura y las inversiones privadas en el sector.
Aunque el fortalecimiento del papel del Estado en la industria petrolera no está
reñido con la apertura, este sustento constitucional expresa una concepción en la
que el petróleo vuelve a ser considerado un recurso estratégico de poder y cada
vez menos un recurso económico cuyo aprovechamiento deba ser evaluado en
términos de la eficacia y proyección a futuro del negocio.
Rasgos Generales Del Texto Y De La Práctica
En conjunto son cuatro los rasgos que merecen ser destacados tras esta
esquemática revisión de la dimensión económica en los dos textos
constitucionales. La Constitución de 1999 es en esta materia bastante más
detallada que la de 1961. Es así tanto en sus aspectos conceptuales y de
principios, como muy especialmente en sus aspectos dispositivos. Esa mayor
especificidad da rango constitucional a áreas muy importantes de la vida
económica que nos relacionan con el mundo, tales como comercio,
integración, petróleo, seguridad alimentaria y propiedad intelectual.
Los principios de "justicia social, democratización, eficiencia, libre competencia,
protección del ambiente, productividad y solidaridad, a los fines de asegurar
el desarrollo humano integral y una existencia digna y provechosa para la
colectividad" (art. 299) constituyen una más explícita expresión de lo ya propuesto
en la Constitución de 1961. Pero, además, en el conjunto de las disposiciones
constitucionales sobre las relaciones económicas internacionales, la Constitución
de 1999 introduce cambios en la orientación general de la política económica que
podrían llegar a tener enorme relevancia en su proyección internacional: en primer
lugar, al hacer al Estado y al sector privado corresponsables del desarrollo
económico armónico; y, en segundo lugar, al hacer un compromiso constitucional
preciso y amplio con la integración económica.
En la expresión misma de principios y de reglas se evidencian, sin embargo,
importantes avances entre las cuales la más importante es la que se manifiesta en
un texto muy estimulante y abierto en su concepción y en su compromiso jurídico
con la integración, pero muy regulador en materia de comercio internacional y
temas conexos (agricultura, inversiones y propiedad intelectual) al punto que
genera importantes logros para el cumplimiento de compromisos internacionales
contraídos por el Estado venezolano.
La práctica misma de las relaciones económicas internacionales ha mostrado
especialmente en el surgimiento y tratamiento de conflictos comerciales en la
Comunidad Andina de Naciones y también en la dificultad para desarrollar una
visión integral de la integración tanto subregional, como regional y hemisférica la
continuidad de un sistema de economía mixta, pero que ha visto resurgir el peso
del Estado. De manera que, en términos efectivos, la política exterior económica
se ha regido más por la intervención proteccionista del Estado que por los
principios de competencia y productividad enunciados como parte del régimen
económico.
En síntesis, cabe señalar que en lo concerniente a las relaciones con el mundo se
mezclan rasgos tradicionales de socialismo, colectivismo y capitalismo de Estado
con orientaciones de eficiencia, seguridad jurídica y competencia privilegiadas en
una visión de libre mercado. Esa mezcla no es nueva, sólo que ahora es más
abierta y detallada la referencia a ambas, y se otorga peso fundamental a la
primera.
Seguridad y defensa desde una perspectiva externa
Las áreas específicas relacionadas con la seguridad y defensa presentes en las
Constituciones de 1961 y 1999 se pueden organizar en dos grupos. Aquellas
vinculadas strictu sensu con la seguridad y defensa, y aquellas referidas de
manera más laxa al tema de la política exterior. Como temas originales y/o
controversiales que se encuentran en la Constitución de 1999 tenemos:
1) la defensa de la democracia participativa y protagónica. Algo que no se
encuentra en la Constitución de 1961.
2) el carácter multiétnico de Venezuela y todos los derechos que persigue este
concepto.
3) el principio de la doble nacionalidad.
4) la supranacionalidad en materia de derechos humanos e integración.
5) la corresponsabilidad en la defensa del país, del Estado y la sociedad.
6) la posibilidad de convocar a un referéndum por parte del Presidente de la
República, de la Asamblea Nacional o de un grupo calificado de electores que
consideren que los tratados, convenios o acuerdos internacionales pudieran
comprometer la soberanía nacional o transferir competencias a órganos
supranacionales.
7) tanto en el primer caso como en el segundo, la Constitución de 1999 consagra
elementos que difieren de las tendencias mayoritarias a escala internacional:
un movimiento hacia una mayor amplitud de la extradición y hacia la restricción de
los derechos de asilo y refugio.
Sobre las ideas de soberanía, territorio y temas afines
En el Preámbulo de la Constitución de 1999 encontramos temas referidos a la
política exterior y al tema de seguridad y defensa, tales como el de la paz, la
solidaridad internacional, el desarme nuclear y la integridad territorial, así como
también el de la cooperación pacífica, la no intervención, la autodeterminación de
los pueblos y el equilibrio ecológico. Al compararse este Preámbulo con el que se
encuentra en la Constitución de 1961, resalta la similitud de conceptos, no así en
lo referido a sustentar y favorecer pacíficamente el orden democrático.
En el artículo 1 de la Constitución de 1999 se dice que Venezuela es una
República libre e independiente, en la búsqueda de la justicia y la paz
internacional, presentando a la vez otro concepto novedoso con respecto a la
Constitución del 61, tal es el de la referencia a la doctrina de Simón Bolívar como
fundamento de los valores patrios, entre ellos, el de la paz internacional. En la
Constitución de 1961, la referencia a Bolívar y su pensamiento también se
encuentra en el Preámbulo, pero ahora, al colocar a la doctrina bolivariana como
fundamento ético, la Constitución incluye rasgos de constitución "ideológica", en el
sentido del constitucionalismo comparado.
Esto pone al país en el marco de una política exterior cuasi ideológica, con todo lo
que esto significa para el debate actual en la disciplina de las relaciones
internacionales, en relación con la discusión sobre políticas exteriores pragmáticas
e ideológicas. En el artículo 3 de la Constitución de 1961 en se dice que "el
gobierno de Venezuela es y será siempre democrático, representativo,
responsable y alternativo". La referencia al carácter democrático-representativo del
gobierno venezolano no se encuentra en la Constitución del 99. También
encontramos en el mismo artículo 3 algunas referencias a los conceptos de
independencia y la libertad, de soberanía total, sobre la integridad territorial, la
inmunidad y la autodeterminación territorial, todos estos elementos tradicionales
de la fundamentación realista de las relaciones internacionales y de la política
exterior de los Estados, en relación con la idea del Estado-nación como fortaleza
cerrada.

La nueva Constitución expresa en el artículo 10 que el territorio y los demás


espacios geográficos de Venezuela son los que le correspondían a la Capitanía
General de Venezuela "con las modificaciones resultantes de los tratados y laudos
arbitrales no viciados de nulidad". Esta definición fortalece la idea del reclamo
venezolano sobre el Territorio Esequibo, pero también podría abrir la posibilidad
para que cualquier gobierno de Venezuela declare como írritos tratados y laudos
arbitrales que comprometen hoy a la República. En la Constitución de 1961, sólo
se hacía referencia a que "el territorio nacional es el que correspondía a la
Capitanía General de Venezuela antes de la transformación política iniciada en
1810, con las modificaciones resultantes de los tratados celebrados válidamente
por la República".
El concepto sobre que la soberanía plena de la República se ejerce en los
espacios continental o insular, lacustre y fluvial, áreas marítimas, históricas y
vitales, mar territorial, áreas marinas y submarinas y otros de igual índole, como el
ultraterrestre y los comprendidos entre la líneas de base recta, se repite en el
artículo 11 del nuevo texto constitucional, expandiéndose la definición del ámbito
de la soberanía territorial.
El artículo 13 de la Constitución de 1999 plantea que el territorio venezolano "no
podrá jamás ser vendido, traspasado, arrendado, ni en forma alguna enajenado, ni
temporal o parcialmente, a Estados extranjeros u otros sujetos del derecho
internacional y que el espacio geográfico venezolano es una zona de paz. No se
podrá establecer en él bases militares extranjeras o instalaciones que tengan de
alguna manera propósitos militares o para alguna potencia o grupo de potencias".
Allí se expande la especificación del alcance de la soberanía del país e inclusive
se califica el propósito del espacio geográfico.
Esta definición de la soberanía del país es de carácter unilateral y no toma en
cuenta la posibilidad de una cooperación territorial o de otra índole con otros
países, e inclusive de carácter militar. En referencia a la posibilidad de que nuevos
territorios se incorporen a la República (art. 14 de la Constitución del 99), hay que
recordar que este tema es sensible en la disciplina de las relaciones
internacionales, ya que tiene que ver con el tema de la libre determinación y el de
la fragmentación de los Estados.
En materia fronteriza, el artículo 15 de la nueva Constitución dice que: "El
Estado tiene la responsabilidad de establecer una política integral en espacios
fronterizos terrestres, insulares, y marítimos, preservando la integridad territorial, la
soberanía, la seguridad, la defensa, la identidad nacional, la diversidad y
el ambiente...". Se enfatiza en este artículo en la defensa de la identidad nacional.
Este concepto podría contradecir en lo relativo a la identidad el carácter
multiétnico que le da la Constitución a la República, así como el precepto
constitucional del reconocimiento a los idiomas indígenas.
Respecto a las competencias del poder público nacional venezolano sobre materia
internacional, en el artículo 156 se plantea que son competencia de ese poder la
política y actuación de la República, la materia de extranjeros y la seguridad, la
defensa y el desarrollo nacional. Esto no está contemplado en el artículo 136 de la
Constitución de 1961, que trata sobre las competencias del poder público
nacional: allí no se hace referencia al concepto de política, tan sólo al de actuación
internacional.
En cuanto a las atribuciones del Presidente de la República incluidas en los
artículos 232 y 236 de la Constitución de 1999 al igual que la de 1961 establece
que el jefe de Estado está obligado a dirigir las relaciones exteriores, a procurar la
integridad, la soberanía del territorio y la defensa de la República, a celebrar y
ratificar los tratados, convenios o acuerdos internacionales, a decretar los estados
de excepción y a designar a los jefes de las misiones diplomáticas.
Sobre los temas relacionados con la seguridad y defensa "strictu sensu"
En el título VII de la Constitución de 1999, referido a la seguridad de la nación, se
encuentran algunos conceptos y mandatos referidos strictu sensu a la materia que
nos ocupa. Sobre este particular, en el artículo 322 se plantea que la seguridad y
la defensa de la nación son competencia del Estado y responsabilidad de las
personas naturales y jurídicas. Esto implica que cualquier ciudadano venezolano
está obligado a defender la nación.
En cuanto al Consejo de Defensa de la Nación artículo 323 de la Constitución de
1999 éste tiene como objetivo la consulta y el asesoramiento del poder público, y
le corresponde establecer el concepto estratégico de la nación. En este marco, se
establece artículo 326 de manera novedosa con respecto a la Constitución de
1961, el principio de la corresponsabilidad ya que "la seguridad de la Nación se
fundamenta en la corresponsabilidad entre el Estado y la sociedad civil". La
indicación de la corresponsabilidad en todos los ámbitos (económico, social,
político, cultural, geográfico, ambiental y militar) amplia la capacidad de
la sociedad civil de conservar su propio espacio frente al Estado. Específicamente,
en la materia de la defensa del país, abre la posibilidad de controlar y regular los
espacios privados.
En referencia a otros artículos de la Constitución de 1999 que se encuentran
dentro de este título, se tiene que en el artículo 327 se establece una franja de
seguridad en las fronteras con regímenes especiales. En el artículo 328 se
establece como función de la Fuerza Armada Nacional la defensa militar y la
participación activa en el desarrollo nacional. En ninguno de los dos casos se
especifica cuáles son esas misiones militares, ni qué espacio ocuparía la Fuerza
Armada Nacional en el desarrollo del país.
Con respecto a esto se puede entender la participación de militares, reservistas,
mujeres y hombres de las comunidades organizadas, quienes trabajan
mancomunadamente en proyectos como los núcleos endógenos, fábricas
de cemento, mercales, pedeval, entre otros. Es asi como últimamente hemos
observado un despliegue civicomilitar que trabaja en pro de los beneficios sociales
y participa en las políticas públicas nacionales.
En la Constitución de 1961 están contempladas unas materias no incorporadas al
texto constitucional de 1999 como que la Fuerza Armada es una institución
apolítica (en la Constitución de 1999 se declara "sin militancia política"), y además
obediente y no deliberante, lo que en el nuevo texto no está contemplado. Claro
está que para la redacción de la constitución de 1961 se pretendía someter al
pueblo por medio de las armas; siendo los militares quienes deberían
hacer presión sobre los sectores radicales y desprotegidos. Se les olvido a
quienes elaboraron la constitución de 1961 que los militares también son hombres
y mujeres de nuestro país, que viven, sienten, sufren y ríen; pero sobre todo viven
en el mismo país y perciben las realidades del acontecer político, social y
económico.
Es pertinente mencionar el contenido del artículo 337 de la Carta Magna de 1999
referido a que no se restringen las garantías consagradas en la Constitución
vinculadas a los derechos a la vida y a la información. En cuanto al estado de
conmoción externa, éste se decretaría si existiera un conflicto externo y deberá
tener el control de la Asamblea Nacional para decidir sobre su prórroga. En todo
caso, no se especifica el criterio acerca de las condiciones en las que pudiera
estar en peligro la seguridad de la nación (artículo 338) Tampoco esto se
especificaba en el artículo 241 del texto de 1961. Cabe recordar como durante el
segundo periodo de gobierno de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera se
suspendían las garantías constitucionales, se allanaba la autonomía universitaria,
se desaparecían a los estudiantes de izquierda, entre otros crímenes de lesa
humanidad.
Sobre temas institucionales y del ciudadano
Cabe destacar en esta sección la referencia novedosa al carácter multiétnico y
pluricultural de la sociedad venezolana que se encuentra en el Preámbulo de la
Constitución de 1999, concepto que se relaciona con la constante discusión en la
disciplina de las relaciones internacionales sobre el ideal de un interés nacional
que esté por encima de los particularismos y sobre los efectos de una política
exterior de orientación étnica, parcializada o dominada por un determinado sector
social. Recordemos que en la literatura profesional se encuentran varias
publicaciones en donde se trata este tema que, como tal, corresponde a la
discusión sobre la vigencia del Estado-nación.
Allí se ha alertado sobre el peligro de reducir la política exterior a una visión y a
una práctica sesgada por un criterio pluralista y/o étnico. En la Constitución de
1961, no se contemplaba este concepto multiétnico. También se establece que el
idioma oficial de Venezuela es el castellano, (artículo 9 de la Constitución de 1999)
pero que también lo son los idiomas indígenas para los pueblos indígenas, sin
especificar qué etnias y en qué zonas se pueden o deben utilizar esos idiomas.
Esto nos lleva nuevamente al tema de la integridad política y el ideal de un interés
nacional que no quedan limitados por el reconocimiento de algún particularismo
social. En la Constitución de 1961, se dice que el idioma oficial de Venezuela es el
castellano, sin referirse al caso de los idiomas indígenas.
Otro aspecto relacionado con el tema que nos ocupa se encuentra en los artículos
30 y 31 de la nueva Constitución. Allí se reconoce el derecho de petición de los
ciudadanos venezolanos ante los organismos internacionales defensores de
los derechos humanos y el carácter supranacional de las decisiones emanadas de
los organismos internacionales creados para defenderlos. En estos dos artículos
prevalece una actitud abierta hacia la supranacionalidad, cuestión que no se
encuentra en los artículos previamente comentados, ni estaba previsto en la
Constitución de 1961.
Pasando al capítulo II de la Constitución de 1999, en el artículo 34 se consagra el
principio de la doble nacionalidad no contemplado en el texto de 1961. Esto, que
responde a nuevas tendencias en las relaciones internacionales trabajado
académicamente en referencia a la ciudadanía global, las múltiples nacionalidades
y los criterios no jurídicos de adscripción social podría generar, en la perspectiva
de las visiones clásicas de la seguridad, en un problema de lealtades hacia un
interés nacional en situaciones de emergencia. Este aspecto, no incluido en la
Constitución de 1961, continúa mereciendo análisis. En el caso de un conflicto
con Colombia, ¿cómo se trataría a los ciudadanos venezolanos con ciudadanía
colombiana? ¿Cómo venezolanos o cómo extranjeros?
En cuanto a la libertad de expresión (art. 57), se facilita la expresión libre de las
ideas pero no permite la propaganda de guerra, ni los mensajes discriminatorios ni
los que promueven la intolerancia religiosa. Siendo así, se amplía el tema de la
multietnicidad que se localiza en el Preámbulo de la Constitución de 1999, al
alentarse los particularismos con rango constitucional En cuanto a la propaganda
de guerra. En el texto de 1961 se contempla la prohibición de propaganda de
guerra y del anonimato, pero no se hace referencia a los mensajes
discriminatorios.
El artículo 61 de la nueva Constitución dice que la objeción de conciencia "no
puede invocarse para eludir el cumplimiento de la ley o impedir a otros su
cumplimiento o el ejercicio de sus derechos". Aquí volvemos a los conceptos de la
multietnicidad, la doble nacionalidad e, inclusive, al tema de la paz. Si un
ciudadano por objeción de conciencia no apoyara al país en un conflicto bélico,
¿cómo quedaría ante una situación de emergencia? Este tema no está
contemplado en la Constitución de 1961. El mismo artículo consagra el derecho de
asilo y de refugio sin especificar las condiciones de los mismos, al igual que "se
prohíbe la extradición de venezolanos y venezolanas".
Estas consideraciones constitucionales tienen una restricción frente al avance del
derecho internacional penal, en cuanto a la necesidad de la extradición de
criminales y terroristas y el uso indebido de los derechos de asilo y de refugio, en
relación con los movimientos migratorios por causas socioeconómicas que se
amparan en esos derechos para que sus miembros permanezcan legalmente en el
país. De nuevo vemos cómo se mezclan criterios "realistas", como la prohibición
de la extradición, con criterios liberales avanzados, como el derecho al asilo y
refugio sin condiciones. Tanto en el primer caso como en el segundo, la
Constitución consagra elementos que van contra las tendencias mayoritarias
a escala internacional la amplitud de la extradición y la restricción de los derechos
de asilo y refugio en contradicción evidente entre lo establecido en la Constitución
sobre extradición y la adhesión de Venezuela al Estatuto de Roma, que da origen
al Tribunal Penal Internacional. En el texto de 1961 sí están contemplados los
temas de asilo, no así el de refugio y el de la prohibición de la extradición.
La Constitución consagra el derecho a convocar un referéndum (art. 72) por parte
del Presidente de la República, de la Asamblea Nacional o de un grupo calificado
de electores que consideren que los tratados, convenios o acuerdos
internacionales pudieran comprometer la soberanía nacional o transferir
competencias a órganos supranacionales. Esto es un tema sensible. El pueblo
califica cuándo un tratado u otro instrumento jurídico comprometen la soberanía
nacional mediante los referéndums consultivos. En la Constitución de 1961, en los
artículos 128 y 129, referidos a los tratados o convenios internacionales, no se
contempla la consulta popular.
En referencia al reconocimiento de los pueblos indígenas artículo 119 de la
Constitución de 1999 al otorgárseles un estatus especial, en cuanto a
su organización social, política y económica podría estarse abriendo una brecha
para su autonomía o una eventual independencia frente a la República, no
obstante que en el artículo 126 se estipula que los indígenas venezolanos deben
salvaguardar la integridad territorial del país y se restringe el concepto de pueblo.
En el artículo 77 de la Constitución de 1961, se señalaba, en una manifestación
claramente discriminatoria pero de diferente índole, que la ley establecería "el
régimen de excepción que requiera la protección de las comunidades indígenas y
su incorporación progresiva a la vida de la Nación".
El artículo 130 indica que los venezolanos y venezolanas tienen el deber de honrar
y defender a la patria, resguardar y proteger la soberanía, la nacionalidad, la
integridad territorial, la autodeterminación y los intereses de la nación, mientras
que era mucho menos específico el texto de 1961, que establecía que los
venezolanos tienen el deber de honrar y defender la patria y de res-guardar y
proteger los intereses de la nación. Dados los preceptos de la nueva Constitución .
En ese contexto, tres son los principales temas para discusiones futuras: las
contradicciones entre el ideal de un interés nacional y la consagración del carácter
multiétnico del país, con especial referencia al tratamiento particular de las tribus
indígenas; la consagración de los derechos individuales frente a una cosmovisión
total de la defensa del país, en particular con lo relacionado al principio de la
corresponsabilidad y el principio de objeción de conciencia y el mandato de
defender a la nación; y la aceptación de la supranacionalidad en los temas de
derechos humanos e integración económica, pero con una restricción en materia
de defensa.
Todo esto da pie para concluir que, en el área de la seguridad y defensa, sólo un
desarrollo legislativo post-constitucional permitirá adecuar el lenguaje genérico y la
discrecionalidad que le se brinda al poder público y que se encuentra en el texto
analizado; siendo así es evidente el avance en materia social, política, económica
e ideológica que prevalece en el nuevo texto constitucional y del cual carecía la de
1961.
Conclusiones
En las catorce Constituciones venezolanas del siglo XX se observa una relativa
continuidad en lo que respecta a orientaciones generales que favorecen el arreglo
pacífico de controversias y la observancia de principios generales del derecho
internacional; igualmente, se encuentra en las Constituciones un patrón similar de
ordenación de competencias en materia internacional en las que el peso del  Poder
Ejecutivo y específicamente el Presidente va acompañado de atribuciones
legislativas en el proceso de aprobación de los tratados internacionales.
Lo que, sin embargo, ha establecido la diferencia entre unas y otras ha sido la
sustentación doctrinaria e ideológica de los gobiernos, y eso se manifestó
claramente en las Constituciones de 1947 y 1961 a través de los elementos de
un programa democrático que, en el ámbito de la política exterior significó un más
explícito compromiso con principios del derecho internacional, con la defensa de
los derechos humanos, con la cooperación y la integración económica y con
la adopción de medios pacíficos para la solución de controversias internacionales.
En este contexto, comparar el texto constitucional de 1999 con el de 1961, en lo
que concierne a la política exterior, supone revisar tanto sus aspectos orgánicos
como los dogmáticos. Por otra parte, esa comparación ha debido considerar la
nueva riqueza y complejidad de las relaciones internacionales que sin duda
desbordan lo propiamente interestatal como la renovada importancia del estudio
de lo constitucional, no sólo en tanto expone principios ordenadores de
competencias, sino también en cuanto revela las orientaciones doctrinarias e
ideológicas que influyen en la proyección internacional del Estado. El análisis de
los tres aspectos constitucionales más relevantes en materia de política
exterior democracia y derechos humanos, relaciones económicas internacionales
y seguridad ha puesto en evidencia la importancia que tanto la Constitución de
1961 como la de 1999 confieren a las relaciones internacionales.
El estudio del conjunto de los principios que orientan a la política exterior nos lleva
a concluir que la Constitución de 1999 está más explícita y predominantemente
cargada de consideraciones doctrinarias. Éstas se traducen en una propuesta que
contiene elementos marcadamente radicales y revolucionarios, tal y como se nota
en el énfasis en la promoción de la democracia participativa y protagónica, en un
régimen socioeconómico ostensiblemente estatista, y en una concepción de la
seguridad sustentada en una visión de la soberanía que privilegia al componente
de no intervención sobre el de responsabilidad internacional.
Esta sucinta aproximación comparativa a las dos constituciones deja, en todo
caso, abierto el debate sobre cada uno de los tres aspectos tratados. El más
importante conjunto de reflexiones pendientes se refiere, indudablemente, a las
continuidades y rupturas en el sustrato ideológico del tratamiento de lo
internacional, en general, y de la política exterior venezolana, en particular.

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