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EL CAMINO DE UN MAESTRO
INTRODUCCIÓN
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1 Fuentes biográficas principales (bajadas de Internet en marzo de 2005):
—Luciano DEL PISTOIA, «Ricordo di Georges Lantéri-Laura» y «Il profilo di un maestro». Respectivamen-
te en http://www.sip.puglia.it/articoli/ricordo_georges_Lantéri.pdf, y http://www.sip.puglia.it/articoli/
profilo_maestro.pdf
fenomenología en Francia —a la que sometió a una elaboración personal— y de las teorías husserlianas,
cuyos estudios le valieron una cátedra en Aix-en-Provence. Fundó un Boletín de estudios que derivó en la
revista Les Études Philosophiques, y propuso una teoría del conocimiento como teorética pura. Sus principa-
les obras son: Le Cogito dans la philosophie de Husserl [El cogito, en la filosofía de Husserl, 1941], Traité
pratique d'analyse du caractère [Tratado práctico de análisis del carácter, 1955], Caractère et personnalité [Ca-
rácter y personalidad, 1954] y Fenomenología del tiempo y prospectiva [obra póstuma, 1964].
compleja, que conlleva en particular la diferencia de fondo que hay entre la semiología y la
psicopatología: la primera intrínseca a la clínica e históricamente acumulativa, la segun-
da discontinua, extrínseca a la clínica y de ascendencia antropológica.
«Era respirar un aire completamente distinto al del artesanado clínico-farmacológico
que consideraba la historia de la psiquiatría un saber de lujo, mas superfluo y marginal, aire
que se respiraba entonces en muchos lugares de la psiquiatría italiana»5.
PERSONALIDAD Y TRABAJO
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5 DEL PISTOIA, Luciano, «Il profilo di un maestro», op. cit.
6 DEL PISTOIA, Luciano, «Ricordo di Georges Lantéri-Laura», op. cit..
que no acabaron patas arriba. Según él, esa era la respuesta a aquellos profesores
«que querrían ver la Universidad sembrada de Dragones de Haguenau7». Por aque-
llos días publicó un artículo al alimón con el filósofo Tardy, «La revolución como
discurso», cuyo título es suficientemente explícito.
Sophie de Mijolla-Mellor recuerda «las presentaciones clínicas que Georges
Daumézon y él ofrecían en Sainte-Anne [entre 1975 y 1980]. El ritual estaba bien
establecido: Daumézon comenzaba a hablar del caso, amplia y pertinentemente, y
Lantéri-Laura permanecía en silencio, como ausente. De repente Daumézon le pasa-
ba la palabra, que Lantéri retomaba casi al vuelo como si no hubiese estado haciendo
otra cosa que dialogar con Daumézon... El auditorio se quedaba boquiabierto»8.
Jean Allouch ofrece otro dato significativo respecto al talante de Lantéri: «[...]
su servicio era un lugar donde el equipo médico podía autorizarse a no saber, a no
saberlo todo, a reconocerse desconcertado por tal y cual enfermo, a pedir un consejo
exterior, incluso no-médico [a un psicólogo o un psicoanalista]. El hecho es segura-
mente más raro de lo que se imagina generalmente. Y valioso, y muy valioso tratán-
dose de la locura [..] pues, ¿qué sabemos de la locura? Que no me vengan diciendo
que ‘la forclusión-del-Nombre-del-padre’ lo ha dejado todo claro. Y que no me digan
que existe una ‘clínica lacaniana’, que en Lacan la clínica es psicoanalítica y punto»9.
A ojos de Allouch, Lantéri-Laura era capaz de transmitir a sus colaboradores la acti-
tud que Nicolás de Cusa llamaba «docta ignorancia» (nada extraño, a nuestro pare-
cer, si recordamos la idea de la «suspensión de juicio», básica en la tradición
filosófica de la fenomenología).
La jubilación no le apartó de su seminario, mantenido después por sus discípu-
los Jacques Arvellier y Gladys Swain, entre otros. Continuó participando en congre-
sos y debates y escribiendo artículos y prólogos hasta tres meses antes de su muerte,
cuando la enfermedad ya no le permitió seguir. Según Del Pistoia, iba por la página
80 de una monografía sobre semiología que hubiese alcanzado unas trescientas,
cuando una tarde le dijo: «No hay indicios sospechosos de que vaya a poder termi-
narla». Dedicó sus últimos días a disculparse por escrito de los compromisos que
tenía en su agenda, entre ellos la presidencia de la Société Médico-Psychologique
aceptada para el 2005, y murió arropado en el estoicismo apacible y laico cimentador
de la tolerancia que siempre practicó10.
UNA LECCIÓN NUCLEAR
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7 Regimiento de Caballería próximo a Estrasburgo, fundado en 1756 pero cuyos orígenes se remon-
Su obra consta de doce libros y doscientos tres artículos11. Sus temas son diver-
sos: fenomenología, epistemología (entendida en su acepción de «teoría del conoci-
miento»), conocimiento del cerebro, lingüística aplicada, historia de la psicopatología
y de la clínica psiquiátrica.
Una lectura apresurada podría dar la impresión de que habría ido estudiando el
campo de la psiquiatría desde muy diversos ángulos, a la búsqueda de una unidad de
sentido que se le escapaba o que quizá aquélla no tenía, viéndose obligado a rendirse
ante la gran disparidad de los datos y resignándose simplemente a subrayarla, como
asumiendo para la psiquiatría lo que Sartre afirmaba de la psicología, esto es, que
adolecía simultáneamente de la ilusión estroboscópica y del complejo de inferiori-
dad. Pero una lectura más atenta revela el trayecto de un pensamiento sólido y unifi-
cador que puede condensarse en el concepto de «existente histórico-lingüístico»,
concepto capaz de englobar la esencia de nuestro saber como psiquiatras, la esencia
de nuestra subjetividad como autores de tal saber, y también la esencia de la subjeti-
vidad del loco que de tal saber es a la vez fuente y materia. Aunque construido a
partir de la sólida formación fenomenológica de Lantéri, podemos hallar el origen de
tal tipo de constructos en lo que los escolásticos medievales denominaron «entes de
razón» (ens rationis), y en particular entre los dotados de «fundamento real» (funda-
mentum in re), aquellos que proceden de las consideraciones de la razón misma al
observar fenómenos complejos del mundo real (como ‘el espacio’ o ‘el tiempo’: sin
existencia real pero nociones necesarias para dar cuenta de la ‘extensión’ y ‘duración’
de las cosas)12.
Ese es «el hilo rojo» que recorre toda la obra de Lantéri-Laura desmintiendo que
la psiquiatría se reduzca a su propia historia y que el único interés de ésta sea la evo-
lución de su discurso en el tiempo. Lantéri destaca la importancia de su fundamento
«perceptivo-sensorial» como productor de saberes acerca del loco, por un lado, y del
cerebro, por el otro. Es decir, la psiquiatría como existente histórico-lingüístico se
configura entre el saber de la semiología, de una parte, y el saber anatomo-
fisiológico, de la otra. Hay en Lantéri- Laura siempre ese «desgarramiento»: como
científico no puede hurtarse a la confirmación sensorial; como epistemólogo no des-
conoce que en el estudio de lo mental hay que dar con otro modo de hacer ciencia.
Pero —siguiendo a Del Pistoia— hay que hacer dos precisiones a lo dicho:
La primera tiene que ver con la semiótica o semiología general, con su aplica-
ción a la semiología psiquiátrica y con la naturaleza de los signos clínicos, tanto cada
uno en particular como en su conjunto. Contrario a la idea de considerar los signos
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11
Ver una selección en el Anexo a este artículo.
12
Sobre el «ente de razón», ver la correspondiente entrada del Diccionario de Filosofía de José FERRA-
TER MORA, (Barcelona, Ariel, 2001, 4 vols), vol.2, p. 944.
abril 2005
1- Monografías