Migraciones
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Migraciones
Introducción
En la actual fase de la globalización, donde el mundo está cada vez más interconectado,
hay un aumento de la movilidad de las personas. Sin embargo, los Estados retienen sus
atribuciones para regular el ingreso y la permanencia de los extranjeros en sus territorios.
La inmigración proveniente de países limítrofes fue históricamente más modesta. Luego del
detenimiento de la inmigración masiva transatlántica, particularmente a partir de mediados
del siglo pasado, el peso relativo de los inmigrantes limítrofes dentro del total de
extranjeros se incrementa, llegando a constituir en el año 2001 el 60 por ciento.
Esta migración, en gran parte, tiene su origen en las estrategias de supervivencia de los
hogares pobres de la región.
A pesar de que en la mayoría de los casos los inmigrantes pobres de países pobres migran
hacia países ricos, es necesario aclarar que para que esto suceda deben tenerse en cuenta
ciertas particularidades; entre ellas, que quienes decidan emigrar tengan un cierto capital
económico inicial para costearse el traslado, la edad adecuada – los inmigrantes limítrofes
que ingresan a la Argentina lo hacen aproximadamente entre los 14 y los 16 años de edad –
y estén insertos en una red de relaciones sociales. Asimismo, la recepción de esa migración
puede ser diferente según las características sociales del inmigrante (origen de clase) y
según el contexto (político y económico) del país receptor (más o menos favorable); el cual
va variando con el tiempo.
Históricamente los inmigrantes limítrofes han tenido una inserción precaria en el mercado
de trabajo argentino, funcional a la demanda de empleos de baja calificación, especialmente
en el sector informal (la construcción, las pequeñas industrias y el servicio doméstico, entre
otros).
Esta construcción social y política del inmigrante contribuyó a legitimar las políticas
restrictivas y las prácticas de carácter persecutorio y represivo que se centraron
particularmente en los “ilegales”.
No obstante, a pesar de esta tendencia general, se han dado casos específicos en los que
esos inmigrantes pobres lograron insertarse en procesos de movilidad social ascendente.
La migración de bolivianos hacia la Argentina, por ejemplo, aumentó en la década del
noventa, como producto de las desventajosas condiciones económicas de Bolivia sumado a
las posibilidades de inserción laboral en la Argentina y a un tipo de cambio favorable.
Dicho flujo fue también promovido a su vez por la existencia de extensas redes sociales
migratorias. La inserción de estos migrantes en la horticultura y en la actividad textil se
consolidó en esos años, y los puestos de trabajo fueron cubiertos, en muchos casos, por
profesionales y técnicos, además de por peones rurales.
Los cambios producidos en la política y en la economía a partir de 2003, con la salida del
default y la reactivación económica, que se tradujo en un incremento del empleo, cambio el
contexto de recepción de la población migrante.
Asentamiento
Los inmigrantes provenientes de países limítrofes y del Perú tienen dos patrones de
asentamiento: por una parte existe una alta concentración en la Ciudad y en la provincia de
Buenos Aires (inmigrantes de origen uruguayo, peruano y paraguayo), y por el otro lado,
existe una gran dispersión geográfica (chilenos y bolivianos).
Estas diferencias se deben en parte a rasgos específicos de cada uno de los grupos
migrantes. Históricamente, la proximidad geográfica y las oportunidades laborales en las
provincias fronterizas fueron centrales para explicar los patrones de residencia de los
inmigrantes. Así, por ejemplo, a principios del siglo XX la migración paraguaya se
concentraba principalmente en las provincias de Misiones, Corrientes y Formosa y sólo una
minoría en Buenos Aires. Sin embargo, con el correr del tiempo la inmigración paraguaya
fue optando por otros destinos y comienza a concentrarse crecientemente en Buenos Aires.
Entre los inmigrantes bolivianos sucede algo parecido, comenzaron diversificando los
destinos y luego tendieron a concentrarse en el Área Metropolitana de Buenos Aires.
Al igual que ocurre en muchas ciudades del mundo que reciben migración internacional, los
inmigrantes que residen en la Ciudad de Buenos Aires tienden a concentrarse en espacios
específicos. En general se trata de barrios en los que el acceso a la vivienda es más barato y
donde las condiciones habitacionales son comparativamente desventajosas.
En este sentido, más de un tercio de los inmigrantes bolivianos, paraguayos y peruanos se
concentran en Villa Lugano, Villa Soldati, Flores, Nueva Pompeya y Balvanera. Todos
ellos barrios pobres donde integran dentro de sus áreas “villas de emergencia” o
asentamientos de tipo precario.
En el Gran Buenos Aires los inmigrantes limítrofes también tienden a concentrarse, aunque
dada la magnitud geográfica y la gran cantidad de barrios el nivel de concentración es
inferior (La Matanza y Lomas de Zamora son los partidos que nuclean a la mayor cantidad
de inmigrantes).
Uno de los cambios más importantes en las características de los inmigrantes de países
limítrofes y del Perú en la Argentina es la feminización de los flujos migratorios, proceso
vinculado a las transformaciones estructurales tanto en las sociedades emisoras como en las
receptoras (incremento de la desigualdad social y empobrecimiento de los sectores más
desfavorecidos) y a la creciente demanda de trabajo en las sociedades de destino (sobre
todo en los sectores de servicios de cuidado tales como servicio domestico y cuidado de
personas).
Dado que con independencia del origen las generaciones más jóvenes han adquirido
mayores niveles de instrucción formal que las de mayor edad, es de esperar que las
composiciones etareas de las poblaciones afecten dichos perfiles. Por otra parte, también es
de esperar que la localización geográfica guarde relación con los perfiles educativos de sus
residentes. En efecto, en las zonas más desarrolladas del país, la población presenta niveles
educativos más elevados.
La inserción laboral
Nuevamente llama la atención el caso de las trabajadoras peruanas debido a sus elevados
perfiles de educación formal. Entre ellas es muy posible que la forma de operar de redes
sociales migratorias restringidas (en las que la puerta de acceso al mercado de trabajo local
sea sólo el servicio doméstico) explique gran parte de esta segregación. Asimismo, es
importante tener en cuenta otros dos factores adicionales, la alta incidencia de personas en
situación de irregularidad migratoria y la abundante demanda local por este tipo de
servicios.
Esta mayor variedad en las actividades que desempeñan las trabajadoras bolivianas tiene su
correlato en los perfiles de las calificaciones. Entre ellas la proporción de trabajadoras en
actividades operativas es mayor en comparación a las trabajadoras de origen peruano y
paraguayo. Entre estas últimas predominan las trabajadoras no calificadas.
Al igual que entre los varones, entre las mujeres las trabajadoras de origen uruguayo tienen
una inserción sectorial y perfiles de calificación en sus ocupaciones que son bastante
similares a las del total de trabajadoras en la Argentina. La principal diferencia radica en
que las primeras tienen un menor acceso a ocupaciones en administración pública y
servicios educativos y por ende los perfiles de calificación son algo más bajos.
Finalmente, las trabajadoras de origen chileno tienen una inserción ocupacional con una
significativa presencia en el servicio doméstico (prácticamente el doble que la que se
observa en el total de mujeres), y en menor medida en el comercio y en la industria. La
distribución según nivel de calificación de la ocupación se asemeja más a la de las
trabajadoras bolivianas.
Dadas las particularidades de la inserción laboral, una alta proporción de los trabajadores
inmigrantes de países limítrofes y del Perú se encuentra trabajando bajo situaciones
laborales desventajosas.
Es posible que los procesos recientes tanto de regularización migratoria como del trabajo en
servicio doméstico hayan tenido un impacto positivo sobre las condiciones laborales de las
trabajadoras inmigrantes.
En un trabajo reciente realizado por Cerrutti y Maguid (2007), las autoras examinan las
condiciones laborales y de ingresos de los inmigrantes de países limítrofes y del Perú que
residen en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Dicho estudio muestra que a pesar de la
recuperación económica los inmigrantes mantienen una inserción relativamente marginal
en el mercado de trabajo que se caracteriza por una fuerte concentración en sectores
económicos con un mayor grado de informalidad y precariedad laboral (construcción,
industria textil de confección y calzado, comercio al por menor y servicio doméstico). Si
bien, como se evidencia tanto en períodos expansivos como recesivos sus probabilidades de
encontrarse ocupados son algo superiores a las de sus pares nativos, esto ocurre a expensas
de tener que aceptar empleos no protegidos, de calificación operativa peor remunerados o
en tareas no calificadas.
Sin embargo, sólo una baja proporción de los inmigrantes de países limítrofes cuentan
adicionalmente con una obra social o un plan pago de salud. Esto se debe
fundamentalmente a su situación socioeconómica y su limitado acceso a empleos de
carácter regular o protegido que cumplan con la legislación laboral vigente. Por dicho
motivo, el porcentaje que tiene acceso a este tipo de medicina es bastante más bajo que en
el total de la población de la Argentina, particularmente si se trata de inmigrantes
provenientes de Perú, Bolivia y Paraguay. Así, por ejemplo, sólo alrededor de dos de cada
diez inmigrantes bolivianos cuenta con obra social o plan de salud.
Los motivos por los cuales los individuos deciden dejar sus países de origen y emprender
un proceso migratorio de carácter internacional son variados. En general se tiende a atribuir
un peso central a las razones laborales o económicas. Sin embargo, si bien relevante, este
no es el único motivo, ya que los individuos emigran también para reunificarse con su
familia, para estudiar, cuando pequeños siguiendo a los adultos a cargo, y por otras
numerosas razones. Asimismo, cuando se realizan trabajos cualitativos y se indagan en
profundidad los motivos esgrimidos por los propios inmigrantes, también se pone de
manifiesto que muy frecuentemente no es una sino varias las razones por las cuales se
decide emigrar.
> Aún entre las corrientes inmigratorias regionales se detectan evoluciones muy
diferenciadas de acuerdo al origen de los inmigrantes: la inmigración de Chile y de
Uruguay prácticamente se estanca, mientras crece la de Perú, Bolivia y Paraguay.
> Estas diferentes evoluciones tienen impactos en otra serie de características de los
inmigrantes, por ejemplo en sus perfiles etareos: la estructura por edad de los grupos más
dinámicos es significativamente más joven. Asimismo, son los grupos más dinámicos los
que exhiben más claramente un proceso de feminización de la migración.
> Los perfiles educativos de los inmigrantes de países limítrofes continúan siendo más
bajos que los de la población total de la Argentina, en particular entre quienes provienen de
Bolivia y de Paraguay. Sin embargo, extranjeros de otros países de América Latina tienen
niveles educativos promedio significativamente más elevados.
> La inserción laboral de los inmigrantes de países limítrofes y del Perú continúa siendo
más desventajosa que la de los nativos, particularmente entre las mujeres. Predominan la
inserción en nichos característicos de actividad y un alto grado de precariedad. Sin embargo
hay diferencias notorias de acuerdo al origen: son los y las trabajadoras del Perú, Bolivia y
Paraguay quienes se encuentran en las peores condiciones.
> La principal motivación de los inmigrantes para haber dejado sus países fue la laboral.
Entre las mujeres ésta razón es también la más significativa y ha ido cobrando mayor
relevancia.
> Los inmigrantes de países limítrofes han llegado a la Argentina mayormente cuando
jóvenes.