Leyenda 6
Leyenda 6
Leyenda 6
«- Ahí viene Sisimiqui, que se acaba de despertar; oigan, oigan. De veras se oía
una quebrazón de ramas como de huracán en el monte...»
—Carlos Luis Sáenz.
«El gigante Sisimiqui».76
El Sisimiqui (también Sisimique o Sisimico) es un ogro con cara de hombre y cuerpo
de mono, cubierto de espeso vello, que rapta a las mujeres en su noche de bodas.
Tiene solo 4 dedos en las extremidades y los pies invertidos, por lo que deja
huellas al revés, de modo que nadie puede seguirlo. Habita en las oscuras y
profundas cavernas de las montañas.76 La leyenda oral sobre el Sisimiqui que se
roba a las mujeres fue recogida en algunos cuentos costarricenses, como «El
Sisimiqui», por María Isabel Ruiz de Sáenz, que pertenece al ciclo de Tío Conejo,
donde el ogro es vencido por la astucia de este personaje; y «El gigante
Sisimiqui», de Carlos Luis Sáenz, que aparece en su antología «El Abuelo
Cuentacuentos».76 Existe una versión femenina del personaje, la Sisimica, que es la
esposa del Viejo del Monte, y que se presenta como una mujer fea y desgreñada.77
El Micomalo
Artículo principal: Micomalo
Véase también: Mona (leyenda)
«Y onde le puso la mano en la espalda sintió que aquello era cosa del otro mundo y
se le grifó el pellejo, y más cuando oyó el aullido que pegó al caer entre el
agua... ¡Era el Mico Malo...!»
—Carlos Luis Fallas.
«Marcos Ramírez».79
El Micomalo es un mono de aspecto demoníaco. Los trasnochadores podían toparse con
él cuando vagaban por caminos solitarios en medio de los bosques,80 observando
repentinamente una sombra que se columpia entre las copas de los árboles, negra y
de ojos rojos luminosos. El Micomalo también podía aparecerse en los puentes,
impidiendo el paso de los boyeros que llevaban sus carretas llenas de café para
vender. Podía aparecerse en las casas, balanceándose en el techo, asustando a los
animales, haciendo ruidos, travesuras y jugarretas, sin dejar dormir a los
moradores.79
Las leyendas del Micomalo y las micas tiene sus raíces en los rituales chamánicos
precolombinos, donde el chamán se convertía en diversos animales. Los poderes de
estos especialistas fueron representados en objetos ceremoniales de cerámica,
piedra, jade y oro, con un profundo significado simbólico y ritual, observándose
personajes ataviados con máscaras y características físicas de animales, en
conjunción con múltiples significados pertenecientes a la cosmogonía indígena. En
la mitología talamanqueña de los bribris y cabécares, el mono, con su destreza
manual, ayuda al dios creador Sibö̀, junto a otros animales, en la construcción de
la casa cósmica (Ù-suré), que es la base del universo aborigen.85