Lesiones Traumaticas de La Mano
Lesiones Traumaticas de La Mano
Lesiones Traumaticas de La Mano
LESIONES TRAUMATICAS DE
PROYECTO ISS - ASCOFAME
LA MANO
Dr. Germán Augusto Wolff I.
Dr. Jaime León Restrepo E.
Dr. Juan Fernando Lopera G.
Dr. Diego Alberto Castrillón M.
Dra. Luz Angela Molina M.
AUTORES DE LA GUIA
COORDINACION Y ASESORIA
11
INDICE
12
3.6.2. Anatomía .......................................... 34
3.6.3. Diagnóstico ........................................ 35
3.6.4. Tratamiento ........................................ 36
3.6.4.1. Principios básicos .................................. 36
3.6.4.2. Técnicas y materiales de sutura ....................... 37
3.6.4.3. Factores que afectan la reparación .................... 38
3.6.5. Complicaciones ..................................... 38
3.6.6. Guía de manejo ..................................... 39
3.7. Fracturas y lesiones articulares de la mano ................. 39
3.7.1. Diagnóstico ........................................ 40
3.7.2. Tratamiento ........................................ 41
3.7.3. Fracturas de los metacarpianos ......................... 42
3.7.3.1. Tratamiento inicial ................................. 42
3.7.4. Fracturas de las falanges .............................. 43
3.7.4.1. Tratamiento inicial ................................. 43
3.7.5. Lesiones articulares: luxaciones y lesiones de los ligamentos
de la mano ......................................... 44
3.7.5.1. Tratamiento inicial ................................. 44
4. REIMPLANTES .......................................... 45
4.1. Introducción ......................................... 45
4.2. Definiciones .......................................... 45
4.3. Principios generales ................................... 46
4.4. Cuidados iniciales ..................................... 46
4.5. Indicaciones de reimplante .............................. 47
4.6. Contraindicaciones del reimplante........................ 48
4.7. Manejo posoperatorio general ........................... 49
4.8. Rehabilitación ........................................ 49
4.9. Reimplantes mayores de la extremidad superior ............. 49
4.10. Condiciones de remisión .............................. 50
4.10.1. Tiempo de isquemia ................................ 51
4.10.2. Contraindicaciones de remisión ....................... 51
4.11. Puntaje para la reimplantación .......................... 52
4.12. Técnica quirúrgica ................................... 53
4.13. Resultados .......................................... 55
13
4.14. Reimplantes digitales ................................. 55
4.14.1. Indicaciones ....................................... 55
4.14.2. Técnica quirúrgica .................................. 56
4.14.3. Manejo posoperatorio ............................... 57
4.14.4. Complicaciones .................................... 58
BIBLIOGRAFIA ............................................ 59
14
FORMULARIO DE AUTOEVALUACION DE LA GUIA DE
PRACTICA CLINICA - ISS ASCOFAME
15
1. GENERALIDADES
La sensación y el movimiento son las funciones primarias de la mano.
Cada función es complementaria, la una de la otra. Sin sensibilidad, la
motilidad de la mano es incapaz de satisfacer las funciones prensiles y
emocionales. En forma similar, una mano sin movimiento y con una
sensibilidad normal, se encuentra frustrada en sus esfuerzos creativos (1).
Armada de estos dos atributos, la mano explora y palpa el ambiente,
siendo una estructura vulnerable al trauma. Debido a que todos los
componentes anatómicos de la mano soportan esas dos funciones, el
objetivo de una evaluación apropiada de la mano traumatizada es realizar
un diagnóstico, identificar las estructuras individuales afectadas, y formular
un plan encaminado a restaurar la función.
Existen cuatro puntos importantes para definir en la evaluación del
traumatismo de la mano:
a) Evaluación de la mano con trauma inmediato,
b) Evaluación de las secuelas de traumas previos, para definir si
requieren un plan de tratamiento,
c) Evaluación funcional de la mano traumatizada, y
d) Evaluación de la incapacidad temporal o permanente.
Antes de comenzar la evaluación de la mano, es importante mencionar
que el conocimiento adecuado de su anatomía, como también la de la
extremidad superior, son indispensables para diferenciar las estructuras
comprometidas en forma individual, comprender su valor relativo y planear
la reconstrucción estructural y funcional.
16
El uso de pinzas para «clampear» en forma ciega, NO debe realizarse en el
cuarto de urgencias, debido a la presencia de múltiples estructuras
vasculares y nerviosas presentes, cuya vitalidad es de primordial importancia
para el restablecimiento de la función. En muy raras circunstancias la
compresión y elevación son insuficientes (3). Si la hemorragia persiste, como
en una laceración parcial de una arteria, puede realizarse presión directa
sobre el vaso (4) (Recomendación Grado B, nivel de evidencia II).
Los objetivos primarios en el servicio de urgencias incluyen:
1) Obtener una historia clínica completa.
2) Evaluar el trauma y determinar su severidad.
3) Obtener los estudios diagnósticos indicados y,
4) Determinar, en lo posible, si el tratamiento definitivo puede realizarse
en urgencias o en el quirófano (Recomendación Grado A, nivel de
evidencia I).
17
particular y según las normas establecidas (5) (Recomendación grado A,
nivel de evidencia I). Esta historia previa debe incluir la presencia de traumas
previos en la misma extremidad y su condición funcional anterior a la herida
actual.
2.2.1. Vascularización
El estado circulatorio de la extremidad debe ser medido observando el
llenado capilar, palpando pulsos periféricos y examinando cuidadosamente
la presión en los diferentes compartimentos músculo-aponeuróticos del
miembro superior.
Los signos de daño arterial mayor incluyen ausencia de llenado capilar,
palidez, dolor, frialdad, hematoma pulsátil, pérdida de función y hemorragia
masiva.
Los signos de «síndrome compartimental» a nivel del antebrazo son:
edema duro, tenso, con dolor severo y extensión pasiva de los dedos muy
dolorosa. A nivel de la mano, en los compartimentos interóseos, se evalúa
18
hiperextendiendo cada dedo en la articulación metacarpo-falángica y
flejando las articulaciones interfalángicas proximales, seguidas de desviación
cubital y radial. Si los dedos no pueden ser hiperextendidos o flejados
completamente, porque se desencadena dolor, es suficiente para pensar
en aumento de presión intracompartimental (6).
2.2.2. Sensibilidad
El conocimiento de la distribución de la inervación sensitiva de la mano
y sus relaciones anatómicas, es de primordial importancia para realizar el
diagnóstico de la lesión nerviosa. La discriminación de dos puntos, descrita
por Weber y popularizada por Moberg (7), es muy útil para desarrollar el
examen inicial de la mano. Dicha medición debe hacerse en forma
comparativa y por áreas determinadas para cada nervio en particular (8).
(Recomendación grado B, nivel de evidencia III2).
19
La ausencia de flexión de la falange distal sugiere la sección del tendón
flexor profundo del dedo en cuestión. La postura en reposo que presente
un dedo en extensión completa, sugiere la lesión de ambos tendones
flexores (8). En lesiones por machacamiento más complejas, el dolor y el
edema impiden la evaluación de estas heridas.
En contraste, el diagnóstico de lesiones de tendones extensores es
relativamente fácil, en la mayoría de los casos. Un dedo en martillo debido
a laceración, ruptura o avulsión del tendón cerca de la falange distal, es
fácilmente reconocible, debido a la imposibilidad de extensión de la falange
distal.
La ruptura de la bandeleta central del tendón extensor a nivel de la
falange próxima o articulación interfalángica próxima, es fácil de reconocer
tardíamente, cuando se desarrolla una deformidad en boutounière, pero
difícilmente reconocible en las etapas tempranas, ya que el compromiso
funcional de la extensión es mínimo.
20
2.2.6. Lesiones del lecho ungueal
Estas lesiones son obvias y frecuentemente ocurren en traumas por
machacamiento, asociadas a fracturas de la falange distal. Los hematomas
subungueales pueden causar dolor agudo y significar una lesión del lecho
ungueal.
21
Las lesiones vasculares pueden causar gangrena o una elevación de la
presión de los líquidos tisulares en los compartimientos aponeuróticos, más
frecuente en el palmar del antebrazo, con isquemia progresiva y rápida de
músculos y nervios y la aparición de un síndrome compartimental, que
puede progresar a una contractura isquémica de Volkmann si no se hace el
tratamiento oportuno.
Una lesión cerrada es de particular importancia por el desarrollo
potencial de la contractura isquémica de Volkman en la mano o en el
antebrazo. Los indicadores de mal pronóstico incluyen dolor con la
extensión pasiva de los dedos o al hacer flexión a nivel de las articulaciones
interfalángicas proximales y desviación radial y cubital de los dedos estando
las articulaciones metacarpofalángicas en extensión; tensión al palparse el
antebrazo, parestesias, pérdida de la sensibilidad vibratoria evaluada con
un diapasón, disminución del pulso, palidez y parálisis.
El síndrome compartimental se confirma al demostrar la elevación de la
presión compartimental medida con catéter; se producirá una isquemia
inminente cuando la presión llega a 10 a 30 milímetros de mercurio por
debajo de la presión sanguínea diastólica. Se requieren repetidas
evaluaciones para determinar el inicio de una isquemia de Volkmann y actuar
antes de que ocurra un resultado desastroso. El tratamiento consiste en
hacer fasciotomías amplias de la extremidad comenzando por los
compartimientos de la región palmar del antebrazo y, si es necesario, en
los compartimientos dorsales (16) (Recomendación grado A, nivel de
evidencia II).
22
la reparación ideal se hace con técnica y materiales microquirúrgicos.
Si la brecha existente entre los extremos del vaso impide hacer una
sutura sin tensión se debe utilizar un injerto venoso, obtenido de un sitio
cercano a la herida o de otra zona. Un injerto que se utiliza con frecuencia
es el obtenido de la vena safena a nivel del muslo, si no presenta obstrucción
o ateromas. Otra opción son los materiales sintéticos que se consiguen en
diversos calibres y longitudes.
23
En las lesiones de la mano producidas por mordedura humana es
frecuente la infección por Staphylococcus aureus o estreptococos, y en las
mordeduras de animales se producen infecciones por el bacilo Gram
negativo Pastereulla multocida, habitante común de perros y gatos.
Las lesiones por aplastamiento pueden producir daño extenso del tejido,
pero no ser evidentes dentro de las primeras 24 a 48 horas. Se requieren
repetidas evaluaciones para determinar la viabilidad de los tejidos, en
especial de los músculos . El mejor indicador es el sangrado durante el
desbridamiento. Un tejido que ha sido parcialmente avulsionado puede
llegar a presentar una necrosis parcial o total. En lesiones por aplastamiento,
o avulsiones parciales, se recomienda una segunda mirada a las 24 a 48
horas del desbridamiento inicial. Sólo cuando el desbridamiento es
adecuado, se debe hacer el cubrimiento definitivo. Se presentan infecciones
cuando se hace una cobertura primaria de la herida sin un adecuado
desbridamiento (14) (Recomendación grado A, nivel de evidencia II).
El torniquete neumático se usa rutinariamente. La principal complicación
asociada con su uso incluye necrosis tisular por isquemia prolongada y
parálisis nerviosa relacionada con inusuales altas presiones del torniquete.
Mientras que el torniquete esté inflado, los tejidos del antebrazo estarán
isquémicos y llegarán progresivamente hasta la acidosis. Después de 90
minutos de isquemia el líquido tisular llegará a tener un pH de 7.19. Se
recomienda que cada aplicación no exceda de dos horas. Si se requieren
más de dos horas, el torniquete debe desinflarse por cinco minutos cada
30 minutos. La presión del torniquete debe estandarizarse diariamente.
Hay dos métodos para reemplazar los tejidos perdidos: injertos libres
de piel que incluyen la epidermis y la dermis, y los injertos vascularizados,
que son una combinación de unidades tisulares incluyendo piel‚ tejido
subcutáneo, hueso, nervio, articulación, tendón o fascia. Los injertos de
piel no tienen suplencia sanguínea y obtienen su nutrición del sitio receptor.
Los injertos vascularizados pueden ser pediculados o libres.
La selección del injerto depende de la evaluación de la herida (15). Los
injertos de piel se usan sobre tejido subcutáneo, tejido de granulación,
músculo, hueso cubierto de periostio y tendón cubierto de paratenón. Los
de espesor total se utilizan en heridas limpias, agudas, y cuya función
requiere un acolchonamiento extra, como en los pulpejos de los dedos o
en el área palmar. Se obtienen de zonas vecinas o a distancia, e incluso de
segmentos que van a ser amputados, donde la piel esté sin severas lesiones.
Se toman con bisturí o con dermátomo.
Los injertos vascularizados se utilizan para cubrir tendones, articula-
ciones, vasos mayores y nervios expuestos (11,16) (Recomendación grado
B, nivel de evidencia II); pueden ser de tipo pediculado, que comprende
epidermis, dermis y tejido subcutáneo y mantiene continuidad con el área
donante durante la transferencia y en la fase inicial de cicatrización; o de
tipo libre, que posee una arteria y una vena que proveen su circulación
después de retirarlo completamente del sitio donante y anastomosarlo a
los vasos del sitio receptor. Los colgajos neurovasculares pediculados se
transponen con un nervio intacto para dar sensibilidad inmediata a la zona
24
receptora, y si es de tipo libre, el nervio se anastomosará al del sitio receptor
(16).
Los tendones están recubiertos de paratenón, que permite su
deslizamiento y sobre el cual se puede colocar un injerto de piel libre, pero
si ésta cubierta está perdida, se requiere un injerto vascularizado. Si hay
un hueso expuesto, sin periostio o una articulación por donde pasan o
pasaban tendones que se piensan reconstruir posteriormente, se requiere
un injerto vascularizado.
Si alguno de los dedos está tan severamente comprometido que precise
amputación, puede desesqueletizarse y utilizarse la piel como un colgajo
vecino para cubrir defectos de la región palmar o dorsal de mediano
tamaño.
25
sido parcial o totalmente avulsionada, se puede lavar bien y colocarla en
su lecho fijándola con algunos puntos de sutura desde la uña hacia el tejido
adyacente.
Si la uña se perdió en el sitio del accidente, se puede suplantar con una
lámina de acetato que se fabrica con unas dimensiones similares a las del
lecho y evitar así la pérdida de los canales laterales y proximal. Si la matriz
está lesionada, se aconseja reconstruirla con sutura de calibre 7-0 bajo
magnificación para evitar el crecimiento de una uña bífida (14)
(Recomendación grado B, nivel de evidencia III2).
Cuando la porción traumatizada presenta dudosa viabilidad, se puede
esperar a que se defina su estado, ya que al disminuir el edema la circulación
puede recuperarse espontáneamente y así evitar amputaciones inoportunas.
Si definitivamente el segmento termina con necrosis, pero no hay infección,
se puede esperar a que esa porción se vaya desprendiendo espontáneamente
o hacer la remodelación del muñón.
Si se produjo una amputación transversal, nítida, distal al tercio proximal
de la matriz ungueal‚ con exposición ósea, la reconstrucción se hace
utilizando colgajos de piel en V-Y palmares o laterales tomados del pulpejo
del mismo dedo. Son colgajos diseñados en forma de V cuyo vértice se
ubica en el pliegue de la articulación interfalángica distal; la incisión en
piel se hace completamente perpendicular, incluyendo los septos fibrosos
hasta lograr el avance del colgajo distalmente, sin tensión, pero evitando
lesionar los pedículos neurovasculares que pasan en los lados del dedo. El
colgajo se sutura al remanente del lecho ungueal y en la zona palmar en
forma de Y, dejando el mínimo de puntos posibles para evitar la necrosis.
Cuando la amputación es oblicua, a nivel de la mitad de la falange, se
puede intentar el cierre de la herida resecando una parte de la porción
ósea de la falange, pero si es más proximal se requiere cubrir con un colgajo
en V-Y lateral o con un colgajo en bandera tomado del dedo vecino.
Si la amputación es palmar oblicua, no tenemos piel palmar disponible
en la falange distal para cubrir el defecto. Se puede cubrir con un colgajo
de piel tomado de la palma, con un colgajo en bandera de un dedo vecino
o avanzando un colgajo del resto de la piel palmar que queda en el dedo.
Si la amputación es dorsal oblicua en la mitad de la uña, se puede cubrir
con un colgajo de piel tenar o con un colgajo en bandera de piel dorsal del
dedo vecino, pero desepitelizado; esa zona sin epitelio cubrirá directamente
la herida y la zona cruenta del dedo donante y del colgajo se cubrirán con
un injerto de piel de espesor parcial. Si el nivel de amputación es en el
tercio proximal de la uña, se considera que es mejor resecar completamente
la matriz ungueal y hacer remodelación del muñón a nivel de la articulación
interfalángica distal, para evitar el crecimiento posterior de una uña en
garra antifuncional y de mal aspecto estético (14,15,16) (Recomendación
grado B, nivel de evidencia II).
De manejo especial es la pérdida del pulpejo del pulgar, donde se puede
lograr el cubrimiento con un colgajo en isla tomado del dorso de la falange
proximal del índice, el cual le brinda sensibilidad por incluir el pedículo
neurovascular de la zona. Indispensable lograr cubrimiento y sensibilidad,
26
así pues, para defectos mayores o como alternativa están indicados los
colgajos libres inervados (14,15,16) (Recomendación grado B, nivel de
evidencia II).
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Al paciente se le debe hacer un monitoreo de su función cardíaca por
las arritmias que se pueden presentar, en especial si la corriente atravesó
el tórax.
2. El manejo del dolor es prioritario. La severidad de la lesión, la edad del
paciente y los problemas médicos asociados, determinan el tipo de droga
y la vía de administración que se va a utilizar. Las compresas frías pueden
mejorar un poco el dolor, pero se debe evitar la colocación de hielo
directamente sobre la piel. En quemaduras menores la medicación oral
puede ser suficiente. En pacientes con pérdida de líquidos o con
hipovolemia por quemaduras extensas, la administración de dosis
pequeñas de narcóticos por vía intravenosa, es mucho más efectiva y
controlable.
3. La quemadura debe lavarse con un jabón suave, retirar la piel desprendida
y remover las ampollas grandes, irrigar con abundante suero salino o
agua destilada, secar la zona y cubrirla con una crema antibiótica tópica
y vendajes de tela. La mano debe cubrirse con un vendaje bultoso, con
los dedos separados para evitar sinequias y colocar una férula que deje
la mano en posición funcional para evitar retracciones.
La mano debe permanecer elevada por encima del nivel del corazón para
disminuir el edema. En las quemaduras eléctricas, o donde además de
la quemadura se produjo avulsión del tejido, se deben hacer
desbridamientos sucesivos y amputación de los segmentos necróticos o
severamente lesionados, para poder ofrecer un cubrimiento rápido de
los tejidos expuestos y permitir una rápida rehabilitación. (17)
(Recomendación grado B, nivel de evidencia II)
4. Entre los antibióticos tópicos utilizados se encuentran:
La sulfadiazina de plata, que es de amplio espectro y su aplicación no es
dolorosa. No cubre bacterias Gram negativas resistentes, observadas
en las unidades de quemados. No debe utilizarse en pacientes alérgicos
a las sulfas o en mujeres en embarazo, especialmente en el tercer
trimestre.La bacitracina, que cubre contra Gram positivos. Es una
sustancia suave, que puede aplicarse en la cara y manos, especialmente
si la quemadura es pequeña.
La nitrofurazona es un bactericida de amplio espectro. Penetra la escara.
Los apósitos sintéticos son útiles en quemaduras pequeñas y superficies
planas. Se evitan curaciones repetidas porque se pueden cambiar cada
siete a 10 días. Su aplicación no es dolorosa, pero su costo es alto (17)
(Recomendación grado B, nivel de evidencia II).
5. Los antibióticos no deben administrarse profilácticamente, excepto si
hay indicaciones específicas, porque eliminan la flora normal de la piel,
dando paso a la invasión de gérmenes más severos y resistentes. Es
preferible tomar cultivos y biopsias de piel o hemocultivos, y conocer
los gérmenes más comunes que se presentan en la unidad de quemados
para utilizar los antibióticos específicos (17,18) (Recomendación grado
B, nivel de evidencia II).
6. La escarotomía se realiza cuando la quemadura de la extremidad es
circular, especialmente si es de tercer grado, por el riesgo de que se
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produzca un síndrome compartimental e isquemia de la extremidad (18)
(Recomendación grado A, nivel de evidencia I).
Nervio cubital
Figura 2: Ilustración
Nervio mediano de la inervación
sensitiva de la
Nervio radial mano, que muestra
los territorios de los
nervios mediano,
CARA DORSAL CARA PALMAR
radial y cubital.
29
3.5.2. Nervio mediano
El nervio mediano (C5-T1) sigue el curso de la arteria humeral. A nivel
de la cabeza del músculo pronator teres en la región palmar proximal del
antebrazo, da la rama interósea anterior; este nervio, y las ramas musculares
del nervio mediano, inervan los músculos del antebrazo que permiten la
flexión de las articulaciones interfalángicas proximales de los dedos, flexión
del pulgar y de la muñeca y pronación del antebrazo.
A nivel de la muñeca, el nervio mediano pasa a través del túnel carpiano
y en su salida da la rama motora para los músculos de la región tenar que
proveen la abducción, flexión y oposición del pulgar. El nervio mediano
termina con nervios digitales en los dedos índice y medio, que también
inervan los lumbricales primero y segundo.
El nervio da la sensibilidad a la zona radial y central de la palma, y a la
cara palmar de los dedos pulgar, índice, medio y mitad radial del anular,
así como a la zona dorsal distal del índice, medio y mitad radial del anular.
Así, la zona más específica para evaluar la sensibilidad del nervio mediano
es la punta del índice.
30
diferenciar entre uno y dos puntos dará el resultado de la discriminación
entre dos puntos.
Otra prueba útil, especialmente en niños, pacientes inconscientes o de
difícil evaluación, es la observación de la pérdida de los pliegues y
sudoración de los pulpejos. Las arrugas en la piel que se observan
usualmente después de introducir la mano por 30 minutos en agua tibia,
no aparecen cuando hay lesión nerviosa digital. De manera similar, la
sudoración de la piel desaparece por la denervación simpática después de
una lesión nerviosa digital; cuando esto ocurre la piel se vuelve suave, casi
como con textura de seda. Cuando deslizamos un objeto suave sobre un
dedo lesionado, este pasará muy suavemente, mientras que en un dedo
sano se encontrará cierta resistencia.
31
cáridos. Las células de Schwann comienzan a proliferar 48 a 72 horas
después de la lesión y asumen un papel fagocítico (degeneración
Walleriana). Esta degeneración se extiende proximalmente hasta el próximo
nodo de Ranvier, y distalmente, todo el material es fagocitado hasta la
placa motora. La degeneración Walleriana se caracteriza por alargamiento
axonal dentro de una masa amorfa, ruptura de los axones y absorción por
las células de Schwann de la mielina fragmentada para proveer tubos
endoneurales limpios para el avance de los axones regenerados.
La regeneración axonal comienza a las 96 horas. Si la regeneración
axonal se retarda, los tubos se colapsan cada vez más. Hay tres patrones
de lesión clasificados por los daños anatómicos, asociados con la lesión
nerviosa:
Neuropraxia, que es la menos severa, caracterizada por bloqueo de la
conducción, no hay degeneración Walleriana y la recuperación completa
es evidente en tres a seis semanas.
Axonotmesis con disrupción de los axones y de las vainas endoneurales;
el epineuro y perineuro permanecen intactos; hay degeneración Walleriana;
la recuperación es buena, pero requiere varios meses.
Neurotmesis es la más severa, con completa disrupción de los axones,
endoneuro, perineuro y epineuro. Requiere una reparación quirúrgica y el
pronóstico es variable dependiendo de la edad del paciente; el tipo, grado
y nivel de la lesión; lesiones asociadas; composición de los troncos nerviosos
afectados y la habilidad del cirujano.(10)
32
La sutura epineural está diseñada para producir una óptima coaptación
y alineación sin una extensa disección y sutura. Las terminaciones del nervio
se liberan del tejido alrededor, y la porción lesionada de cada muñón se
reseca. Los vasos epineurales sirven para alinear los fascículos. Bajo
magnificación adecuada (lupas o microscopio) se hace la sutura epineural
con nylon de calibre 10-0, sin atravesar el perineuro, ni invertirlo, y sin
tensión entre los muñones que produzcan brechas entre los fascículos o
formación excesiva de cicatriz.
La sutura fascicular se puede hacer cuando hay pocos fascículos que
pueden ser identificados y aproximados perfectamente. Si hay muchos
fascículos se hace la sutura por grupos fasciculares bajo magnificación con
sutura 10-0.
Cuando un segmento nervioso se ha perdido o hay que resecarlo por el
tipo de lesión, o no se pueden aproximar los cabos del nervio sin tensión,
el defecto debe cubrirse con un injerto nervioso, usualmente obtenido del
nervio sural que pasa por la parte posterior del maléolo lateral del tobillo.
Ocasionalmente, pequeños defectos pueden manejarse con flexión
moderada de las articulaciones, movilización del nervio o acortamiento
óseo.
El acortamiento óseo sólo se hace en amputaciones, no uniones o
fracturas agudas. Se prefiere una moderada flexión de las articulaciones, al
injerto nervioso, si los cabos nerviosos pueden aproximarse sin tensión.
Los injertos nerviosos se unen con una sutura epineural o como injerto
interfascicular.
El cuidado postoperatorio se determina por la cantidad de tensión en la
reparación nerviosa y por el grado de flexión articular usada para permitir
la reparación. Si hubo algún grado de tensión se deben inmovilizar las
articulaciones por cuatro a seis semanas para permitir la recuperación
nerviosa. Aun así , si la muñeca se flexionó para permitir la sutura directa
del nervio, las articulaciones distales pueden movilizarse pasivamente con
cuidado para evitar rigidez articular o adhesión tendinosa.
Las fibras de regeneración avanzan aproximadamente un milímetros por
día, con lo cual se puede calcular el tiempo que requieren lo axones para
sobrepasar el sitio de la reparación nerviosa. El signo de Tinel positivo va
mostrando en forma global el avance del crecimiento axonal; si se retarda,
debe pensarse en reexplorar antes que la fibrosis y el colapso de los tubos
endoneurales distales sean tan extensa que impidan la regeneración.
En las lesiones por tracción o por arma de fuego, puede presentarse
una ruptura completa del nervio o una neuropraxia. En estos casos es
preferible colocar una férula en posición funcional de la extremidad para
proporcionar analgesia, evitar distensión tendinosa y disminuir el edema;
iniciar fisioterapia y a las tres semanas hacer una electromiografía, cuando
los cambios de neuroconducción se empiezan a estabilizar, permitiendo
un diagnóstico más seguro de la lesión nerviosa. Si se define por clínica y
electromiografía que se trata de una neuropraxia, se maneja básicamente
con fisioterapia; de lo contrario se debe explorar y hacer la reparación del
nervio.
33
3.6. Lesiones tendinosas de la mano
3.6.1. Historia
Galeno, en el siglo 2 a.C., demostró la diferencia entre tendones, nervios
y ligamentos. Él consideró un tendón como una mezcla de nervio y
ligamento (21). Aunque Avicena mencionó la sutura directa del tendón en
el siglo X, todo el mundo occidental siguió las enseñanzas de Galeno hasta
la primera década de 1700, cuando Haller demostró la ausencia de
sensibilidad del tendón. Una amplia gama de procedimientos quirúrgicos
sobre los tendones fueron posibles, a partir de este momento.
El tendón está conformado de tejido conectivo, metabólicamente activo
(86% de colágeno), con un pequeño número de fibroblastos. Cada tendón
está compuesto de fibras de colágeno y tenocitos unidos por una fina capa
de tejido conectivo, llamada endotenon, a través de la cual se encuentran
los vasos sanguíneos y linfáticos. La naturaleza dual de la nutrición del
tendón, vía, vasos sanguíneos y difusión sinovial, ayudan a explicar cómo
el tendón puede cicatrizar en ausencia de adhesiones a los tejidos vecinos
(21).
La cicatrización del tendón se lleva a cabo como cualquier proceso de
reparación. El proceso pasa por las fases inflamatoria, fibroblástica y termina
con la fase de remodelación de la cicatriz. Aunque la incidencia real de
lesiones de tendones flexores de la extremidad superior es desconocida,
los traumas de ellos son comunes. Las incapacidades prolongadas y aun
definitivas, pueden causar sufrimiento físico y emocional al paciente.
La función normal de la mano refleja la integridad de los tendones
extensores. Su contribución al balance, fuerza, destreza y actividades de la
mano es fundamental. La mayoría de los cirujanos que tratan el trauma de
la mano tienen un gran respeto por las lesiones de tendones flexores. Los
traumas del aparato extensor de la mano no reciben la misma atención,
aunque demandan el mismo entrenamiento y conocimiento que para el
manejo de las lesiones de los tendones flexores. Los tendones extensores
están propensos al trauma, debido a su relativa exposición y localización
superficial.
El tratamiento inicial de estas lesiones es de primordial importancia, ya
que de la orientación inicial en el manejo depende la recuperación de la
función. La reparación quirúrgica de las lesiones de los tendones requiere
un conocimiento exacto de la anatomía, el seguimiento estricto de normas
quirúrgicas básicas, una técnica quirúrgica atraumática y un programa de
rehabilitación postquirúrgica bien planeado.
Existe un común acuerdo: la mejor opción para el tratamiento de lesiones
tendinosas es la sutura primaria o, en su defecto, la reparación primaria
diferida (22) . (Recomendación grado B, nivel de evidencia II).
3.6.2. Anatomía
El aparato flexor incluye el tendón flexor profundo de los dedos (flexor
digitorum profundus), los tendones flexores superficiales (flexor digitorum
superficialis) y el tendón flexor del pulgar (flexor pollicis longus).
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Existe además un sistema retinacular o de poleas, indispensable para el
funcionamiento adecuado del aparato flexor. Este sistema retinacular está
conformado por cinco poleas anulares y tres poleas cruzadas. Las poleas
anulares son gruesas, fuertes y tienen importancia biomecánica en
garantizar el movimiento digital eficiente, manteniendo el tendón adosado
a las falanges, mientras se realiza la flexión. Las poleas cruzadas son delgadas
y plegables; permiten a la vaina tendinosa ser flexible mientras mantiene
su integridad (21, 22). A nivel del pulgar existen tres poleas constantes:
dos anulares y una oblicua.
La extensión de los dedos es un acto complejo y es considerado más
intrincado que la flexión. La extensión es el producto de la combinación
de fuerzas de dos sistemas musculares neurológicamente independientes,
denominados «extensores extrínsecos» inervados por el nervio radial, y
«extensores intrínsecos» inervados por los nervios mediano y cubital
(21,23).
El sistema de músculos extensores extrínsecos se origina por vientres
musculares en el antebrazo. Estos se encuentran dispuestos en dos capas:
superficial y profunda.
La capa superficial está compuesta por cinco músculos. Iniciando
proximalmente y tomando la secuencia de inervación por el nervio radial,
se encuentran tres músculos encima del codo. El extensor carpi radialis
longus (ECRL), el extensor carpi radialis brevis (ECRB), el extensor común
de los dedos (ECD), el extensor digiti minimi (EDM) y el extensor carpi
ulnaris (ECU).
Los músculos que conforman la capa profunda se originan en el
antebrazo a nivel inicialmente de la membrana interósea. Son el aductor
pollicis longus (APL), el extensor pollicis brevis (EPB), el extensor pollicis
longus (EPL) y el extensor propio del índice (EPI).
A nivel de la muñeca, los extensores extrínsecos son cubiertos por una
expansión fibrosa de la fascia superficial, denominada retináculo extensor
o ligamento dorsal del carpo. Es en este sitio donde los tendones extensores
están cubiertos por una vaina sinovial.
El sistema de músculos intrínsecos que forman parte del aparato extensor
de las manos, está compuesto por los músculos lumbricales e interóseos,
los cuales se unen al mecanismo extensor a nivel de las articulaciones
metacarpofalángicas.
Tanto flexores y extensores actúan en forma sincrónica para determinar
la función adecuada de la mano. Estos músculos extensores logran
estabilizar la muñeca en una leve extensión para, así, aumentar la fuerza
de agarre.
Similarmente, la extensión de un dedo es favorecida por una leve flexión
o posición neutra de la muñeca.
3.6.3. Diagnóstico
El diagnóstico de las heridas de tendones flexores no siempre es fácil.
La postura de la mano relajada, refleja el tono flexor normal y cualquier
variación puede determinar una lesión previa (24). La sección completa de
35
todos los flexores a nivel de la muñeca presenta una mano completamente
extendida, en supinación. La división de ambos tendones en un dedo
produce una actitud en extensión completa de dicho dedo. La sección del
flexor profundo muestra una pérdida de flexión de la articulación
interfalángica distal. El compromiso único del flexor superficial no induce
cambios posturales en el dedo afectado. Un cuidadoso examen de ambos
tendones es necesario para determinar el tipo de compromiso.
Existen algunas circunstancias que dificultan el diagnóstico, como la
sección parcial de tendón, en la que se conserva el rango de movimiento,
pero hay disminución en la fuerza y dolor cuando el movimiento se realiza
contra resistencia. Las asociaciones de lesiones tendinosas y nerviosas a
nivel del antebrazo pueden producir dificultades en el momento del
diagnóstico.
La evaluación y el diagnóstico de lesiones tendinosas en los niños son
diferentes, porque no colaboran y es necesario realizar una observación
detallada de la postura de la extremidad.
En contraste, el diagnóstico de las lesiones de tendones extensores es
relativamente fácil. En lesiones proximales la ausencia de extensión es
fácilmente determinada. A nivel distal, la ruptura del extensor cerca de su
inserción en la base de la tercera falange presenta la deformidad en martillo,
donde la flexión permanente de la articulación interfalángica proximal, es
evidente (25). En casos difíciles puede utilizarse la maniobra de Elson (26)
(Recomendación grado C, nivel de evidencia IV). En este test, la mano se
coloca sobre el borde de una mesa con flexión a nivel de la articulación
interfalángica proximal, y presionando sobre la falange media, se pide al
paciente la extensión de la interfalángica proximal, para demostrar si existe
función del tendón extensor. El nivel de la lesión de un tendón determina
el método de tratamiento y nos define las implicaciones pronósticas. Para
facilitar ésto, Verdan describe las llamadas zonas de los tendones flexores
y del flexor largo del pulgar; además, identificó ocho zonas topográficas
del aparato extensor de la mano, basado en los resultados funcionales de
la reparación quirúrgica (24, 27).
3.6.4. Tratamiento
3.6.4.1. Principios básicos
Los traumas penetrantes a nivel del antebrazo y mano deben manejarse
de acuerdo a las normas existentes para el tratamiento de cualquier herida.
El control del dolor, la hemostasia por compresión, la profilaxis antitetánica
y el uso de antibióticos, si está indicado, son el primer paso en el manejo
de las lesiones de la extremidad superior que incluyan lesiones tendinosas.
Todas las reparaciones de tendones flexores o extensores deben
realizarse en el quirófano, con la anestesia adecuada, que permita realizar
el procedimiento y la colocación de un torniquete; la herida debe ser lavada
y desbridada cuidadosamente. Si es necesario ampliar la herida, para una
adecuada reparación, se deben utilizar las incisiones adecuadas y no cruzar
longitudinalmente ningún pliegue, para evitar cicatrices, retráctiles (22)
(Recomendación grado B, nivel de evidencia II).
36
Como se mencionó anteriormente, la reconstrucción ideal en lesiones
tendinosas es la sutura primaria, sea en el momento agudo o en forma
diferida. La reparación primaria es la que se lleva a cabo en las primeras 24
horas del trauma. Si la sutura se realiza posteriormente, se considera una
sutura primaria diferida (22, 23, 24) (Recomendación grado B, nivel de
evidencia II). Este último procedimiento es útil, en caso de que el paciente
presente enfermedades que puedan comprometer la vida, cuando existe
marcada contaminación local de la herida o cuando no se tiene el
entrenamiento necesario para realizar el procedimiento, y el paciente debe
remitirse al cirujano plástico.
Cuando el caso presenta una gran contaminación, la herida debe lavarse
profusamente, desbridar el tejido necrótico, iniciar antibioticoterapia y
finalmente en unos pocos días, cuando el riesgo de infección disminuya,
llevar a cabo la reparación primaria del tendón.
3.6.5. Complicaciones
A pesar de muchos resultados satisfactorios, los problemas de rigidez y
cicatrización con compromiso funcional pueden presentarse. Por esto es
necesario seguir las normas técnicas de manejo para completar con éxito
la rehabilitación.
La formación de adherencias (tenodesis) es la complicación más común.
La presencia de traumas concomitantes, como fracturas, aumenta la
presentación de esta complicación. Para evitarla es necesario utilizar una
verdadera técnica atraumática y un protocolo de rehabilitación
posoperatorio adecuado, que incluye el movimiento pasivo precoz. Si las
adherencias se presentan es necesario realizar un procedimiento de tenolisis,
que consiste en una liberación quirúrgica de estas adherencias y asociarse
a un plan posoperatorio de rehabilitación.
Aun con el movimiento pasivo se pueden desarrollar contracturas en
17% de los casos, en reparación de lesiones tendinosas flexoras (29,30).
38
Las contracturas articulares son prevenidas con la inmovilización adecuada,
seguida de un protocolo de movilización precoz.
La ruptura de un tendón es raro. Puede verse en pacientes a quienes se
realiza terapia excesiva, retiro precoz de la inmovilización y técnicas de
sutura inadecuadas (31).
Disrupción NO Trauma menor FPD, FSD Palma Art. reumat. Trauma Injerto o
FCR, FPL Muñeca Sinovitis antiguo transfer
Trauma Artritis tendinosa
Extensores Inserción antiguo
cualquier tendón muñeca
3.7.1. Diagnóstico
La evaluación clínica está encaminada, además de descartar lesiones
concomitantes, a detectar la deformidad, evaluar arcos de movimiento
activo sin dolor, sitios de dolor exquisito y edema, y finalmente a evaluar
la inestabilidad. La inspección debe anotar la presencia de rotación,
angulación o acortamiento del o los dedos comprometidos (39).
Antes de intentar la movilización pasiva deben obtenerse las radiografías.
En general, se ordenan proyecciones antero-posterior (AP), lateral real según
el sitio comprometido y oblicua de 45° . En los niños es indispensable tener
proyecciones comparativas de la extremidad no comprometida.
40
Si la fractura es de un solo dedo, se recomiendan las proyecciones AP y
lateral del dedo individualizado. En los demás casos de fracturas múltiples
o de metacarpianos, las proyecciones más adecuadas son la AP y la oblicua.
Para las fracturas de los huesos del carpo se indican la AP y la lateral.
Además, las proyecciones específicas para escafoides, el túnel y puente del
carpo, y en la sospecha de lesiones ligamentosas asociadas las proyecciones
en desviación forzada (estrés) radial y cubital (34,36,38,40). Después de
tener las radiografías, el examen debe evaluar la estabilidad de las fracturas,
y en las lesiones articulares, de la articulación. Si es necesario obtener
anestesia para la evaluación están indicados los bloqueos tronculares; sin
embargo, se prefiere que dicha evaluación sea realizada por el especialista
(34,39) (Recomendación grado B, nivel de evidencia III.1).
3.7.2. Tratamiento
Las consideraciones generales en el tratamiento de las fracturas de la
mano, están relacionadas con el manejo integral de los diversos tejidos
afectados. La inmovilización, aunque es piedra angular en el manejo, debe
ser cuidadosamente seleccionada, para no ocasionar morbilidad. Las
posiciones de función y de seguridad, deben ser reconocidos por el médico
que maneja la urgencia.
La posición de seguridad, según James (41), consiste en una
inmovilización con férula que mantenga las articulaciones metacar-
pofalángicas (MFS) en flexión de 70°, con las interfalángicas (IF’8) en 20°
de flexión. La férula en posición funcional, en contraste, mantiene las MF´s
como las IF´s en 45° de flexión (42) (Recomendación grado B, nivel de
evidencia III.2). La primera se reserva para los traumatismos severos de la
mano, con grandes lesiones de los tejidos blandos, como lo son los traumas
por aplastamiento, o por proyectiles de alta velocidad. La posición
funcional, por su parte, está indicada para la gran mayoría de fracturas o
lesiones combinadas de severidad moderada. Ambas incluyen la muñeca
en 30° a 45° de dorsiflexión.
Es importante considerar la menor inmovilización posible de las
estructuras no afectadas, para permitir su movilización temprana. En las
fracturas del carpo o de la base de los metacarpianos, deben dejarse libres
las articulaciones metacarpofalángicas. En lo posible, colocar férulas
pequeñas para dos rayos, dejando libres los otros, al igual que el uso de
férulas de aluminio, para fracturas aisladas de falanges, o el uso como férula
del dedo vecino, facilitando la movilización activa precoz (36)
(Recomendación grado B, nivel de evidencia II). El balance entre ventajas
y desventajas de la inmovilización cuando se presentan traumas de tejidos
blandos, tendones, nervios, es frecuentemente difícil para el cirujano, y
debe ser aplicado según las características clínicas de la lesión y del paciente.
El manejo generalmente comienza con la reducción cerrada; si ésta es
fallida, se recomienda la reducción abierta (34,35,36) (Recomendación
grado B, nivel de evidencia II). Las deformidades rotacionales son las menos
tolerables. Sin embargo, en lo posible el manejo debe ser conservador. Se
establecen los siguientes criterios de alineamiento aceptable, según Pun y
cols (43):
41
1- Sin deformidad rotacional.
2- Máximo 10° de angulación en los planos sagital y coronal.
3- En la metáfisis, máximo 20° de angulación en el plano sagital.
4- Al menos, 50° de aposición de los fragmentos.
El tratamiento depende de la severidad de las fracturas y se subdivide
en: reducción cerrada e inmovilización externa, reducción cerrada y fijación
interna con pines de Kirschner (pin K), reducción abierta y fijación interna
(pines K o miniplacas y/o tornillos), reducción y fijación externa (36). En
general, para las fijaciones con pines se recomienda la férula protectora
para los primeros días.
A continuación se presenta el tratamiento según el diagnóstico, por lo
que cada uno tendrá las consideraciones pertinentes, según la clasificación
de la fractura.
42
reducción y fijación con pines K transversos, o los fijadores externos (36)
(Recomendación grado B, nivel de evidencia III.1).
Fracturas del primer metacarpiano: pueden ser diafisiarias, de la base
con compromiso intraarticular y con una cuña lateral (fractura de Bennet)
y menos frecuentemente intraarticular conminuta de la base o fractura de
Rolando. La primera es de manejo cerrado, con un yeso para pulgar, por
seis semanas. La luxofractura de Bennet, si el manejo es inmediato, puede
reducirse con pines K delgados (0.045 pulgada), manteniendo el
metacarpiano en 45ª de abducción y oposición (38) (Recomendación B,
nivel de evidencia II).
La fractura de Rolando es difícil de tratar, y la conminución impide el
manejo adecuado con pines. Dos manejos propuestos pueden ser
adecuados: un yeso para pulgar y la movilización temprana, dos semanas
como máximo; o la tracción esquelética de la falange distal, en 45ª de
abducción, con un yeso espica por seis a ocho semanas (34) (Recomen-
dación grado B, nivel de evidencia III.1). Los resultados de las diversas
modalidades de tratamiento, incluyendo la reducción abierta, son pobres
(38,44).
43
Las fracturas conminutas de las falanges, por lo general, requieren de la
tracción esquelética, para evitar el acortamiento. Se debe ser muy cuidadoso
para evitar las rotaciones, ya que su manejo tardío es difícil, necesitando
usualmente osteotomías (36) (Recomendación grado B, nivel de evidencia
III1).
44
Se recomienda la inmovilización según los principios mencionados en el
tratamiento de las fracturas, y la movilización debe ser aún más precoz
para evitar la rigidez articular. Igualmente, la elevación de la extremidad
como medida para el manejo del edema (37,40) (Recomendación grado B,
nivel de evidencia II).
Por lo general, las lesiones estables y sin pérdida de la congruencia
articular, permiten el manejo cerrado; por el contrario, aquellas inestables,
por ruptura total del ligamento, o fracturas asociadas, requieren de
reducción abierta y fijación interna. La inmovilización debe ser por dos
semanas y continuar con movilización temprana protegida (45).
(Recomendación grado B, nivel de evidencia II).
4. REIMPLANTES
4.1. Introducción
La primera evidencia sobre el reimplante de extremidades se aprecia en
una pintura del siglo V que se encuentra en un museo de la ciudad alemana
de Stuttgart, que representa a los santos Cosme y Damián trasplantando la
pierna de un negro a un blanco, ayudados por los ángeles. Posteriormente
se encuentran datos sobre intentos para tratar de unir partes separadas del
cuerpo, pero sin ningunas bases científicas (47).
Halsted inicia experimentos en 1887, intentando reimplantar
extremidades posteriores de perros, sin anastomosis arterial (48). Hopfner
trabajó más en lo referente a la arteriorrafia y en 1903 publicó tres casos
exitosos (49). Tres años más tarde, Carrel logró resultados prometedores
con reimplantes en animales, empleando agujas y sedas muy delgadas y
presentó su trabajo «La cirugía de los vasos sanguíneos» a la Sociedad
Médica John Hopkins, con lo que estableció las bases para el desarrollo de
la microcirugía (50).
Aunque con la cirugía experimental se continuaron reportando
resultados halagadores (51,52), sólo fue hasta 1962, cuando Malt y
Mackhann realizan el primer reimplante exitoso en humanos, reportado
en 1964 (53). En Colombia, la primera cirugía similar fue realizada en 1965
por docentes del Servicio de Cirugía Plástica de la facultad de Medicina de
la Universidad de Antioquia en el Hospital Universitario San Vicente de
Paúl, reportado en 1967 (54).
4.2. Definiciones
Es necesario clarificar la terminología utilizada en el manejo de los
segmentos amputados, de manera que no se genere confusión cuando se
presentan y comparar resultados entre las diferentes series de autores (55-
57). Así, pues, tenemos:
Cirugía microvascular. Es la que se realiza con magnificación, mediante
el uso de lupas o microscopio quirúrgico; permite la anastomosis de arterias,
venas y nervios, con diámetros inferiores a 1,5 mm. Para ello se requiere el
empleo de instrumentos finos y materiales de sutura monofilamento 8/0 a
11/0.
45
Reimplantación. Es volver a unir o colocar en su sitio un segmento
corporal amputado, restableciendo la continuidad anatómica mediante la
sutura de todas las estructuras anatómicas.
Reimplantación heterótopica. Consiste en colocar un segmento
amputado en un sitio sin correspondencia anatómica, restableciendo, al
menos, la circulación. Se hace como cirugía de salvamento, para restablecer
la función en un muñón o para guardar temporalmente las estructuras y
utilizarlas en reconstrucciones posteriores; por ejemplo: reimplantar un pie
en el muñón contralateral, cuando existe una amputación bilateral con
destrucción severa en uno de los lados (57-59).
Revascularización. Es el restablecimiento del flujo sanguíneo en un
segmento corporal parcialmente seccionado y privado de su circulación,
pero que permanece adherido a través de la piel, el tejido celular
subcutáneo, los tendones o los nervios, lo que puede favorecer el retorno
venoso y linfático y mejorar el pronóstico.
Amputación menor. Es la que se produce distal a las articulaciones de la
muñeca o el tobillo.
Amputación mayor. Es la que ocurre en las extremidades, a nivel proximal
a la articulación de la muñeca o el tobillo. En general, es una lesión compleja
que puede amenazar la vida del paciente. Dado el gran componente
muscular, mientras más próxima es la amputación, mayor es la posibilidad
de mionecrosis y, al restablecerse el flujo sanguíneo, puede derivar en la
siguiente cascada de eventos: mioglobinuria, necrosis tubular aguda, falla
renal y muerte. Otras situaciones graves asociadas son la infección,
especialmente por Clostridium, y la insuficiencia hepática aguda (57,60,61).
46
pequeño que sea el segmento que mantiene unidos los extremos
(Recomendación grado A, nivel de evidencia II).
47
digitales con isquemia sin hipotermia a las 33 y 42 horas (63) y con
hipotermia de 39 horas (66).
Nivel de la amputación. Las indicaciones y la técnica empleada para el
reimplante, varían según el nivel. Este corresponde a una combinación de
las zonas empleadas para clasificar las heridas de los tendones flexores y
de la anatomía vascular de la mano (56). Las amputaciones distales tienen
mejores resultados funcionales que las proximales, porque hay menos masa
muscular, la regeneración nerviosa es más efectiva y la fuerza de la agresión
que causó la amputación es menor.
Cuando existen múltiples niveles de amputación está contraindicado el
procedimiento y las heridas asociadas en la misma extremidad empobrecen
el pronóstico.
Amputaciones digitales. Las amputaciones digitales múltiples y la del
pulgar son indicaciones absolutas para el reimplante; las únicas en el nivel
I (distal a la inserción del flexor superficial) , pueden serlo en pacientes
jóvenes con dedos adyacentes lesionados, o por razones estéticas.
Mecanismo de la lesión. Es de mejor pronóstico la amputación producida
por corte nítido que la causada por machacamiento y avulsión. En éstas
existe un daño nervioso severo, que por sí sólo puede contraindicar el
procedimiento. En la tabla 2 se observan las indicaciones absolutas y
relativas del reimplante (56) (Recomendación grado A, nivel de evidencia
I).
Indicaciones de reimplante
Indicaciones absolutas Indicaciones relativas
Tabla 2.
48
4.7. Manejo posoperatorio general
Al terminar la cirugía se debe hacer una curación con apósitos abultados
que se mantienen en su sitio con la ayuda de una férula. Se ordena mantener
la mano elevada y se suspende el cigarrillo si el paciente es fumador. Se
debe vigilar el calor, la temperatura y el llenado capilar del segmento
reimplantado cada dos horas. Hay que formular analgésicos y antibióticos
de amplio espectro. El dextrán de bajo peso molecular se administra a dosis
de 30cc/hora, por tres a cinco días y el ácido acetil salicílico, 100 mg vía
oral cada doce horas, a partir del segundo día posoperatorio (56)
(Recomendación grado B, nivel de evidencia II).
4.8. Rehabilitación
La fisioterapia se debe planear desde el posoperatorio inmediato, con
miras a lograr la máxima recuperación en el segmento reimplantado,
haciendo énfasis en que éste será un proceso prolongado. Se inicia con
una evaluación de las cinco estructuras principales comprometidas:
condiciones de la herida cutánea, sistema vascular, nervios, huesos y
tendones (68). Para cada uno de ellos se diseña un plan de tratamiento y
todos se complementan entre sí. La terapia puede durar cuatro a seis meses
y se divide en una fase inicial que llega hasta la octava semana, época de
máxima recuperación de las estructuras lesionadas; una fase intermedia
que va de la octava semana hasta el cuarto mes, periodo en que se
incrementa la función; y una fase final en la que se potencia la función y se
define si se requieren futuros procedimientos quirúrgicos.
Sexo: Masculino.
Edad: Veinte a treinta años.
Oficio: Agricultores.
Extremidad afectada: Izquierda.
Causa: Machete.
Nivel: Tercio inferior del antebrazo.
Tipo de corte Nítido.
Tabla 3.
49
4.10. Condiciones de remisión
a) Del paciente. Se debe elaborar una historia clínica completa,
haciendo hincapié en los antecedentes traumáticos de la extremidad
contralateral y el oficio. Si existen otras heridas importantes que puedan
favorecer la aparición de un estado hipovolémico, como grandes
laceraciones en el cuero cabelludo o la región glútea, éstas merecen una
atención inmediata.
Se ordena la clasificación sanguínea, se instala una venoclisis y, si no
existen antecedentes de sensibilidad, se aplica un millón de unidades de
penicilina cristalina intravenosa. Cuando existe el recurso se coloca un
bloqueo supraclavicular con bupivaicaína (marcaína) (69) (Recomendación
grado B, nivel de evidencia II).
Para la asepsia se lava la extremidad con un derivado yodado o jabón
quirúrgico y el sitio de corte se irriga con abundante solución isotónica
(suero salino, Hartman), procurando no estimular demasiado las
terminaciones nerviosas cuando no fue posible colocar el bloqueo. Si uno
de los trombos que taponan los vasos sanguíneos se desprende y empieza
una hemorragia copiosa, no se deben utilizar pinzas para hacer la
hemostasia; simplemente se comprime con una gasa o un vendaje, y se
eleva la extremidad.
Una vez finalizada la asepsia se colocan una o dos compresas húmedas
y un vendaje de tela moderadamente apretado y se eleva la extremidad
sobre el hombro o, si el paciente se encuentra en decúbito dorsal, se coloca
una almohada debajo del brazo y se deja el codo en ligera extensión.
Como norma general, no se deben ligar, ni reparar con materiales de
sutura las estructuras anatómicas en el sitio de corte ni en el muñón (70).
Si el paciente ingresa con un torniquete, éste se debe retirar, para evitar la
gangrena distal y la posibilidad de una neuropraxia (69,70,71) (
Recomendación grado B, nivel de evidencia III3).
Cuando existen otras heridas en la misma extremidad, el ideal es hacer
la hemostasia por compresión, excepto si hay compromiso de vasos
sanguíneos importantes (axilar, humeral), en cuyo caso, se ligan lo más
distalmente posible (71).
b) Del segmento amputado. Como la extremidad seccionada cae al
suelo, las condiciones de asepsia deben extremarse; se retiran cuidado-
samente los cuerpos extraños adheridos a los tejidos y se irriga con
abundante suero fisiológico el sitio de corte. Se insiste en la importancia
de no ligar ninguna de las estructuras anatómicas seccionadas; tampoco
se indica la perfusión o inyección de sustancias en la red vascular distal. El
segmento no se debe almacenar en el congelador y, menos aún, incluirlo
en hielo seco (72,74) (Recomendación grado B, nivel de evidencia III2).
Terminada la asepsia se prepara un recipiente para la remisión, el cual
debe cumplir dos principios básicos: hipotermia (temperatura cercana a
los cuatro grados centígrados) e impermeabilización. Basta una caja de
cartón, una nevera de icopor, un termo o un tarro amplio; en el fondo se
esparce y compacta suavemente aserrín, viruta o semilla de arroz, hasta
obtener una capa de aproximadamente diez centímetros de espesor;
50
posteriormente se colocan pequeños bloques de hielo común; se agrega
más aserrín o similares y se compacta nuevamente (73).
A continuación se coloca el fragmento amputado, envuelto en una o
dos gasas o campos de tela ojalá estériles, dentro de dos bolsas de plástico
que se cierran por separado y éstas se depositan en el centro del recipiente,
que se termina de llenar con material aislante y hielo. Finalmente se
identifica el exterior de la caja con los siguientes datos: fecha, hora exacta
del accidente y nombre del paciente (74). La mala remisión del segmento
amputado es responsable del 75% de los fracasos (75).
51
- Personas con trastornos mentales, como psicóticos y esquizofrénicos.
- Edad mayor de 65 años (relativa).
- Presencia de múltiples heridas proximales o distales.
- Gran contaminación, falta de hipotermia por tiempo prolongado.
Puntos negativos
Parámetro Puntaje
• Heridas proximales solamente de piel 5
• Heridas proximales con compromiso muscular, tendinoso
o nervioso 10
• Heridas proximales con compromiso vascular 15
• Heridas distales solamente de piel 5
• Heridas distales con compromiso muscular, tendinoso
o nervioso 15
• Heridas distales con compromiso vascular 20
• Lesiones por arrancamiento 30
• Condiciones de remisión inadecuadas 30
• Isquemia de seis a nueve horas 15
• Isquemia de nueve a 12 horas 20
• Isquemia mayor de 12 horas 25
Tabla 5.
52
Si se presenta amputación bilateral se puede realizar la intervención en
forma simultánea, si hay disponibilidad de dos equipos quirúrgicos; si no
existen, se prefiere la extremidad dominante, así presente un menor
puntaje. Solamente cuando la diferencia es mayor de 30 puntos, se
reimplanta la contralateral.
Existen pacientes que al momento de lesionarse tienen el antebrazo en
posición de pronación, lo que amortigua el trauma y deja indemne un área
tisular que incluye la vena cefálica. Este puente, así sea angosto, no debe
seccionarse; por el contrario, se coloca una sutura de nylon 2/0 en el lado
cubital y una férula en posición neutra de la muñeca. Cabe la posibilidad
de hacer hipotermia con hielo alrededor, siempre y cuando no haga
contacto directo con la piel (74) (Recomendación grado B, nivel de
evidencia II).
53
para la protección sensitiva de la región dorsal de la mano y del dedo
meñique.
e) Venorrafias. Se efectúan antes que las arteriorrafias, porque se disminuye
el sangrado; además, se pueden detectar oportunamente las trombosis
proximales secundarias a venopunciones antiguas a nivel del pliegue
del codo. Para la reparación del sistema venoso superficial es prudente
la norma de reparar dos venas por cada arteria. No se debe dudar en
utilizar injertos venosos, cuando se observe que las anastomosis puedan
quedar a tensión o cuando la calidad de las venas no es adecuada; éstos
generalmente se toman de la vena safena interna.
Las venas reparadas a nivel de la mano deben ser las dorsales del arco
metacarpiano; en la muñeca la cefálica del pulgar, la salvatela del
meñique y una o dos venas centrales; y en el antebrazo, la cubital
superficial y la mediana, o la radial superficial. Si la amputación es en el
tercio proximal del antebrazo o en el brazo, se reparan, además del
sistema venoso superficial, una o dos venas del sistema profundo.
f
) Arteriorrafias. Siendo la arteria cubital la más importante desde el punto
de vista hemodinámico, es, en nuestro concepto, la primera arteria que
debe reconstruirse; al mismo tiempo se aprovecha para efectuar la
neurorrafia del nervio del mismo nombre; posteriormente se realiza la
sutura de la arteria radial. Si la amputación es en el antebrazo, se debe
suturar adicionalmente la arteria interósea y si es en el brazo, las arterias
humerales superficial y profunda.
g) Sutura de piel. La sutura de piel debe hacerse sin tensión, idealmente
con puntos en «U»; no es necesario afrontar el tejido celular subcutáneo.
h) Inmovilización. Si las osteosíntesis son adecuadas, la férula de yeso solo
es un complemento. Durante las tres primeras semanas se inmoviliza el
codo para impedir la pronosupinación. La férula palmar no debe
extenderse en sentido distal más allá de las cabezas de los
metacarpianos, sobre todo del cuarto y del quinto.
i
) Rehabilitación. Los pacientes que presentan una amputación de la
extremidad superior deben ser rehabilitados desde el momento de su
remisión. Esto quiere decir que, luego de obtener las condiciones de
remisión adecuadas, es necesario explicar con suficiente claridad al
paciente y a sus familiares las consecuencias derivadas del accidente.
Afortunadamente las posibilidades de éxito vascular son casi del 85%,
pero la recuperación funcional nunca es total y ésta es mejor en las lesiones
proximales que en las distales. En una reimplantación de un pulgar con un
corte nítido a nivel de la articulación metacarpofalángica, se puede esperar
una recuperación de aproximadamente el 80% de la función. Una
amputación a nivel del brazo es técnicamente más sencilla, dado el mayor
calibre de las estructuras vasculares, pero la recuperación funcional es
mínima.
Los pacientes deben saber, desde el momento inicial, que es factible
tener que recurrir a una reamputación si se detectan fallas circulatorias
irremediables en el postoperatorio.
54
4.13. Resultados
Para evaluar los resultados sensitivos es necesario esperar un promedio
de cinco años. Es muy importante examinar el área tripulpar del nervio
mediano, o sea la sensibilidad en los pulpejos de los dedos pulgar, índice y
medio.
En personas normales la prueba de Weber, o de discriminación de dos
puntos, es de dos a tres mm en el pulgar y el índice; en nuestros pacientes
se encuentra entre 15 y 20 mm. a los tres años del reimplante, lo que
quiere decir que se recupera una sensibilidad protectora, pero que el reflejo
de respuesta es más lento. La propiocepción se mantiene en un 80%, con
buena ubicación de los movimientos de flexo-extensión.
A diferencia de los anteriores, los resultados funcionales se pueden
evaluar entre seis y 12 meses después del reimplante. En adultos, aún con
óptimo puntaje, sólo se recupera aproximadamente el 60% de la función
de los músculos intrínsecos de la mano; la actividad de los flexores
extrínsecos puede llegar al 80% y la de los extensores al 90%.
4.14.1. Indicaciones
Son indicaciones absolutas de reimplantación las amputaciones
múltiples, las amputaciones del pulgar, las amputaciones distales a la
inserción del flexor superficial en la base de la falange media (zonas I, II y
III) y las amputaciones en niños (80) (Recomendación grado B, Nivel de
evidencia II).
En las amputaciones múltiples se intenta reimplantar el mayor número
de dedos; recurriendo incluso a reimplantaciones heterotópicas, esto es,
colocar dedos amputados en los muñones que no les corresponden. Se
intenta, ante todo, restablecer el pulgar y luego otro dedo que haga
oposición para la pinza y el agarre (57) (Recomendación grado B, Nivel de
evidencia II).
55
Las amputaciones distales son las más comunes y la mejor indicación
para la reimplantación (75,81) (Recomendación grado B, Nivel de evidencia
II) más aún cuando son distales a la articulación interfalángica distal, pues
es posible la recuperación funcional, la sensibilidad se restablece en corto
tiempo, el resultado estético es excelente y la cirugía es técnicamente fácil
y de corta duración.
Los reimplantes proximales a la articulación interfalángica proximal
(zona IV) o que comprometen la articulación metacarpofalángica (zona V),
están contraindicados cuando son aislados, pues funcionalmente su
resultado es muy pobre. Son indicaciones relativas en estos casos: una
demanda extrema por mejorar el aspecto estético en mujeres o cuando se
puede prever una reconstrucción articular mediante prótesis o con
transferencias articulares microvasculares.
56
Kessler modificado, completada con una sutura continua de
monofilamento 6/0 alrededor de la primera sutura.
e) Neurorrafia. Se utiliza monofilamento 9/0 ó 10/0 y puntos separados
epineurales; se realiza, siempre que sea posible, antes de la anastomosis
arterial, pues el sangrado de ésta oscurece el campo.
f
) Anastomosis arterial. Se procede igual que con las venas, tratando de
realizar la anastomosis en ambas colaterales.
g) Sutura de la piel. Se hace con monofilamento 5/0, colocando puntos
separados, evitando la tensión y el cierre hermético para favorecer el
drenaje.
En las amputaciones múltiples se inicia el procedimiento quirúrgico por
el dedo amputado más radial y se termina con el más cubital (76,82). Se
puede hacer primero la estabilización ósea y las tenorrafias en todos los
dedos, antes de proceder con las anastomosis microneurovasculares (83).
Las avulsiones causadas por anillo son más comunes en el anular y son
el resultado de la tracción que ejerce el peso del cuerpo sobre el dedo,
cuando este se queda enganchado en un punto fijo, usualmente cuando la
persona cae.
El manejo depende de su complejidad (84):
Clase I: Circulación adecuada. Es suficiente el manejo convencional del
hueso y los tejidos blandos.
Clase II: Circulación inadecuada. Es prioritaria la reparación vascular,
con sutura inmediata o tardía de las otras estructuras.
Clase III a: Avulsión en guante a nivel de la falange proximal con
amputación a través de la articulación interfalángica distal y preservación
del flexor superficial. Se puede intentar el reimplante previendo limitación
final en flexión de la interfalángica proximal, rigidez de la interfalángica
distal y adecuada sensibilidad de protección (85) (Recomendación grado
B, Nivel de evidencia II).
Clase III b: Avulsión de la piel y amputación a través de la falange basal
con daño severo de ambos flexores. En este caso se recomienda la
amputación completa del cuarto rayo (Recomendación grado D, Nivel de
evidencia II).
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