La Novia A La Fuerza Del Mafioso
La Novia A La Fuerza Del Mafioso
La Novia A La Fuerza Del Mafioso
de Contenido
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Dieciséis
Capítulo Diecisiete
Capítulo Dieciocho
Capítulo Diecinueve
Capítulo Veinte
Capítulo Veintiuno
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Dieciséis
Capítulo Diecisiete
Capítulo Dieciocho
Capítulo Diecinueve
Capítulo Veinte
Un Romance Mafia
Capítulo Uno
Trisha lanzó sus manos al aire y gritó con entusiasmo cuando la pequeña bola blanca salía y
rebotaba a lo largo de la rueda de la ruleta. A su alrededor, los nuevos amigos que había conocido en
su programa de estudio en el extranjero estaban borrachos por el licor barato y la libertad de estar
fuera de la residencia. La bola finalmente se paró en una ranura roja, y el croupier la cantó. Trisha
agarró del brazo a su amiga Minka, y las dos chicas hicieron una pequeña danza de la victoria.
—¡Ganamos! Trisha estaba prácticamente gritando para que se la oyera por encima de alegrías
y lamentos de las otras personas en la mesa.
El casino en Moscú era todo lo que Trisha podría haber deseado como aventura. Los altos
techos estaban cubiertos en adornados tallados recubiertos en láminas de oro. Ricas cortinas
colgaban desde el techo al suelo. Los propios suelos eran de mármol con hermoso cuarzo rosa. Y
había croupiers rusos atractivos en cada mesa. El lugar era el sueño de cualquier estudiante
universitario.
Minka empujó el hombro de Trisha. —Ese hombre de allí. Te está mirando. ¿Te has dado
cuenta?
Le costó un segundo extra al cerebro empapado por el placer de Trisha traducir las palabras
de su nueva amiga del ruso al inglés. Entonces se atrevió a mirar en la dirección en la que Minka
estaba mirando.
—¡No! dijo Trisha con una respiración rápida. —Guau. Parece serio.
—Es guapo. Merecería pasar por delante y regalarle una sonrisa, ¿no crees? —preguntó Minka
con picardía.
Trisha sonrió a su amiga. —Es fácil de decir. Eres preciosa. —A diferencia de la apariencia
—Me parezco a todas las chica de Moscú. —Minka movió sus ojos azules.
Con su cabello rubio largo, piel pálida y figura esbelta, Minka ciertamente se parecía a todas
las otras mujeres en Moscú. Excepto por el otro cincuenta por ciento de la población que eran
morenas y tenían buen aspecto. Por lo que Trisha había visto hasta ahora, era un país entero lleno de
gente hermosa.
—Ven. Minka comenzó arrastrar a Trisha hacia esa dirección. —Vamos. ¡Ahora!
—¡Oh, vale! —Trisha bromeó y arrastró sus fichas de la mesa dentro del bolso terciopelo que
le habían dado para ello. —Pero cuando él se ría de mí, te culparé a ti.
Minka asintió con aprobación. —Estás muy bien. Ese vestido te queda genial.
—¿De veras? Porque siento que gastarme el resto de mi asignación de ropa en un único
vestido fue una mala idea. Trisha suspiró. No quiero volver a Cleveland este fin de semana. Prefiero
quedarme en Moscú.
—Por lo menos no vives en Siberia —Minka se burló. —Tengo que irme a casa a un pequeño
—Tienes razón. Trisha levantó las manos para indicar rendición. —Tú ganas.
Ambas mujeres sabían que estaban siendo deliberadamente dramáticas y coquetas. Se estaban
acercando a su objetivo. Cuanto más se acercaban, Trisha más fascinada se sentía con el hombre que
estaba de pie junto a las cortinas grandes. Parecía estar mirando toda la habitación de la manera que
ella podría imaginarse a un rey mirando su reino.
Minka comenzó a maldecir en ruso, con una fluidez que hacia que fuera imposible que Trisha
la entendiera. Era algo sobre que el hombre estaba para comérselo, lo que ciertamente era verdad.
Todo acerca de ese hombre era oscuro. Era muy alto, más de uno noventa si Trisha tenía buen
ojo. Llevaba un traje negro impecable a medida. Gemelos de diamantes brillaban en sus muñecas, y
la camisa de lino fina que llevaba estaba ajustada sobre lo que parecían ser unos abdominales
increíbles. Aún así, no era el traje o la obvia riqueza anunciada por el reloj con joyas incrustadas que
llevaba. Había algo innegablemente poderoso acerca de este hombre.
Sus ojos eran oscuros, como piscinas de medianoche en su rostro cincelado. Su mirada hizo
que un hormigueo recorriera la piel de Trisha. Se sintió como si le hubiera tocado sin realmente
hacerlo. Él no sonrió. Sus labios permanecían en una línea firme. Pero ella podía imaginarse lo que
sería ver una sensual sonrisa curvarse en esos labios. Sus ojos oscuros brillarían, y Trisha sabía que
se derretiría de dentro a afuera.
Minka agarró el brazo de Trisha. —Está haciendo que mis braguitas se humedezcan y aún no
Trisha no pudo evitarlo. Ella estalló en risas. Demasiado por ser misterioso y atractivo. Al
parecer no estaba en su naturaleza ser seductora. Sintiéndose traviesa, lanzó al atractivo extraño una
de sus mejores sonrisas. No una sonrisa flirteando. No una sonrisa de ven y tómame. Solo una
sonrisa real, desinhibida para ver si podía conmover algo en esa pose.
Para su sorpresa, él sonrió.
Ella casi tropezó y se cayó rodillas cuando ella y Minka cruzaron la posición del extraño cerca
Ella había acertado. La sonrisa transformó la cara de ese hombre en algo que podría envidiar
un ángel. Su mirada brillaba como si él conociera el secreto más delicioso. La leve curvatura de su
boca era tentadora. Y Trisha sintió su cuerpo entero tensarse en respuesta.
Finalmente, ella y Minka pasaron más allá de la tentación. Las dos se deslizaron en el lavabo
de las señoras. Trisha agitó su mano delante de su cara para airearse por el ardor tanto de vergüenza
como de deseo. Sin duda había sido divertido aunque no sacaría nada nunca de eso.
—Vale —comenzó Trisha, cambiando al inglés, así podría decir exactamente lo que quería
decir —¡Ese tipo era increíble! ¡En serio! ¿Quién tiene ese aspecto?
Minka estaba riéndose. Miró fijamente en el espejo durante unos segundos antes de sacar un
lápiz de labios de su bolso. —Ah. Los sueños son así. ¿No crees?
—He estado con algunos hombres en mi país —reflexionó Trisha. —Pero puedo afirmar que
no he visto nunca a nadie que pareciera tan delicioso. Me pregunto quién es.
Ambas jóvenes se dieron cuenta aproximadamente al mismo tiempo de que no estaban solas en
el lavabo de señoras. En la esquina más alejada de la sala había sentada una mujer de tal
sofisticación que Trisha sintió casi tristeza con envidia. "Rubia de infarto" era una descripción
adecuada. Piernas de dos kilómetros de largo, un vestido ajustado plateado, que enseñaba la mayor
parte de sus muslos y una buena parte de su espalda suave y un generoso escote y la cara delgada de
una modelo profesional.
—¡Ridículo! —dijo ella en ruso con acento. Se levantó barriendo a Minka y Trisha con una
Trisha frunció el ceño, pensando en lo que habían hecho para ganarse la ira de la mujer. Ella
luchó exactamente por encontrar las palabras que ella quería usar en ruso. —La gente habla de lo que
no sabe para aprender. O simplemente podemos seguir enfadados e ignorantes como otros.
La mujer obviamente sabía a quién se refería Trisha. Se estiró tanto que Trisha casi esperaba
oír el chasquido de su espina dorsal. —Ese hombre del que estáis hablando con tal falta de respeto es
Anatoly Zaretsky.
—Vale. —Trisha apretó sus labios y asintió con la cabeza. —Gracias por el dato.
—Veo que alguien lo entiende. La mujer se giró y salió del baño de señoras como si fuera una
princesa.
—¿Es eso tan importante? —Trisha le preguntó a su amiga. —Por supuesto que un propietario
de un casino va a estar por aquí. Es su negocio. Quiere saber lo que está sucediendo.
Trisha pensó que había oído mal. —Lo siento. ¿Qué has dicho?
especialmente, pero estaba cansado, y puesto que él había accedido a acompañarla esta noche, eso
quería decir que estaba obligado a llevarla a su casa. Estaba más que listo para mandarla a su
Como jefe de seguridad de los casinos de Anatoly, Fyodr raramente dejaba su sitio. Eso
significaba que había habido algún tipo de incidente y Anatoly no iba a poder volver a casa pronto.
Él suspiró. —¿Informe?
eso, estaban en las mesas de blackjack. Había alguien contando cartas. Lo tenemos en vídeo.
Bianka finalmente apareció justo cuando Anatoly giraba hacia su oficina en la planta superior
del hotel adjunto al casino. Su aparición le irritó. Si ella no hubiera desperdiciado tanto tiempo
acicalándose en el baño, podría haberse ido y no habría tenido que tratar con este incidente.
Ella levantó sus elegantes cejas en sorpresa. —Controlarás tu tono cuando hables conmigo,
Anatoly Zaretsky.
— Y tú no me provocarás más. Él cerró su mirada sobre ella. —Haré que Frederick te lleve a
casa.
Puso mala cara. —Me has ignorado toda la noche. Y entonces escucho a dos jóvenes mujeres
en el baño suspirando sobre lo guapo que eres y lo bien que les hiciste sentir cuando les.toda la
noche. Y entonces escucho a dos jóvenes mujeres en el baño suspirando sobre lo guapo que eres y lo
bien que les hiciste sentir cuando les sonreiste.
—Este apenas es un motivo para una pataleta, ¿no? Ni se preocupó de ocultar su enfado. —Las
dos jóvenes mujeres de las que hablas pasaron por al lado. No las busqué. Ni hablamos. ¿Me estás
acusando de algo? Porque podría recordarte que como hombre soltero, podría follarme a cualquier
Bianka respiró fuerte de la indignación. —¡No te atreverás! ¡Has accedido a casarte conmigo!
—No. Se preguntaba por qué ella persistía en ese engaño. —No lo hice. Tu padre se me
acercó para hablarme sobre el asunto y según recuerdo, le dije que no bastante enérgicamente.
—¡Pero los Zaretsky y los Sokolov han de aliarse si queremos prosperar aquí en Moscú! ¡Tú
—Y seguro que no estás usando eso como una manera de presionarme hacia el matrimonio —
dijo suavemente. —¿No quieres a un hombre que desee estar contigo porque le gustas?
—Yo te gusto. Ella puso su mano sobre su hombro y se acercó mucho. Él no podía respirar con
el abrumador olor de su perfume nublándose en su nariz. Aún no había acabado. Se puso de puntillas
y rozó sus labios en su mejilla. —Sabes que me deseas.
—En realidad, no. Se la quitó de encima. Agarrando sus manos, él intentó ser suave
—¡Tú hijo de puta! Echándose hacia atrás intentó darle una bofetada en la cara.
Anatoly agarró su mano, sujetándola firmemente en la suya. —Nadie me golpea, Bianka. Ese
ha sido tu último error. No me importa quién es tu padre. Aunque debes saber que el anciano estaría
sinceramente avergonzado por tu comportamiento. Por lo menos él sabe cómo debería actuar una
mujer.
El hombre saltó a la primera, dando una zancadas y haciendo una breve reverencia. —¿Señor?
—Por favor, escolte a la señorita Sokolov, a la salida del casino. Ella ya no es bienvenida
aquí. ¿Anatoly vio como Bianka salía de su casino y nunca había estado tan contento de ver a alguien
irse. levantada procesó la orden. —Sí, Señor. Inmediatamente.
Anatoly vió como Bianka salía de su casino y nunca había estado tan contento de ver a alguien
irse.
Ahora. Vamos con los tontos estudiantes que pensaban que podrían engañarme. Los niños
tontos a menudo requieren una lección de vida o dos, que estaba más que feliz de proporcionar.
Capítulo Dos
—¿Qué quiere decir con que estábamos haciendo trampas? —murmuró Trisha a su amiga.
Minka parecía helada de miedo mientras su grupo estaba de pie dentro de la lujosa oficina en
la planta superior del hotel queIgual que Trisha, formaban parte de un programa de estudios en la
Academia de Moscú.usos, aparte de un chico que había venido de intercambio desde Alemania. Igual
queTrisha, formaban parte de un programa de estudios en la Academia de Moscú. Trisha había estado
acabando la parte de historia rusa de su grado de arte. El resto estaba allí por diferentes razones.
Ahora estaban todos retenidos dentro de la oficina porque el gerente del casino afirmaba que
Trisha todavía no lo entendía. —No he hecho trampas. ¿Por qué me estoy aquí?
—Shh —Minka siseó. —Solo quédate callada. No hables. Si tenemos suerte, nos dejarán ir
—¿Alguien ha llamado a la comisión del juego o algo? Trisha había oído hablar de esas cosas
en la televisión.
Minka soltó una carcajada. —Esto es Moscú. Nos encontramos en un casino propiedad de la
mafia . No hay ninguna fuerza de policía que discuta con la mafia. Son los reyes aquí.
detective en Cleveland. Uno del tipo sobreprotector. Por supuesto, eso la hizo dudar sobre pedirle
ayuda. Si la cagaba esta vez, tendría suerte de que laPor supuesto era el tal Anatoly Zaretsky que la
rubia les había informado que era el dueño del casino.mente fabricadas a mano se abrieron y entró un
hombre. Por supuesto era el tal Anatoly Zaretsky que la rubia les había informdo que era el dueño del
casino. Pero no parecía guapo en ese momento. Parecía aterrador como el demonio.
Trisha apretó sus puños para evitar temblar. El hombre todavía estaba mirándola. ¿Por qué?
Seguramente tenía que centrarse en la persona que realmente había hecho trampas, no es que nadie
—Ahora —comenzó Anatoly. —¿Todo el mundo habla ruso con cierto grado de fluidez? ¿O
—Todos lo entendemos —dijo uno de los muchachos dijo con una voz llena de falsa valentía.
Anatoly asintió con la cabeza. —Bien. Entonces dejarme ir al grano. Nuestro equipo de
seguridad tiene material sobre vuestro grupo haciendo trampas en las mesas de blackjack.
—¿Quién? —pidió el niño alemán. —Diga quien ha sido, y deje que el resto nos vayamos a
—No es tan simple —dijo Anatoly tranquilamente. —En mi casino, todos los que están con
Una de las otras chicas se estaba apretando las manos, pareciendo tan asustada que podría
haber estado lista para romper a llorar. —¡Pero no hicimos nada! ¡No sabíamos que alguien estaba
haciendo trampas!
ANATOLY MIRABA A LA americana. ¿Cómo no podía? Su aplomo era increíble. Sus amigos
estaban prácticamente congelados de miedo, y parecía casi aburrida con el proceso Él la había visto
casi en el momento en el que entró en el casino. No veía muy a menudo mujeres con su aspecto. Con
su pelo corto, rizado, rojo fuego, piel pálida y ojos verdes brillantes, era única en un mar de rubias.
Ahora la señaló, apuntándola solo a ella aunque estaba en la parte posterior del grupo. —¿Tú?
¿No tienes nada que decir sobre este crimen que has cometido?
—Me parece ridículo que se me acuse de cometer un delito sin ningún tipo de prueba de haber
hecho nada mal y sin conocimiento Anatoly luchó por no reírse.eSus compañeros se estaban alejando
ya que tenían miedo de que fuera a provocarlos algún tipo de castigo.eñalarnos con el dedo.
Anatoly luchó por no reirse. Sus compañeros se estaban alejando ya que tenían miedo de que
Anatoly se recuperó, poniendo su cara de juego y pareciendo lo más malo posible. —¿Te
—Alguien tiene que hacerlo —replicó ella. —Si no todos vamos a ir a la cárcel por un delito
que sólo uno de nosotros ha cometido. —No sé los demás, pero me parece triste pensar que el
—¿Qué pasa si el criminal no es un él? —murmuró Anatoly. —¿Qué pasa si digo que el
—Estarías mintiendo.
—¿Me estás llamando mentiroso? Se sorprendió deliciosamente de su osadía.
Sus ojos verdes se redujeron, y puso sus manos en sus caderas en un gesto de pura molestia. —
No le estoy llamando mentiroso. Simplemente estoy diciendo que está mintiendo sobre este incidente,
porque que no he hecho trampas. No sabría cómo.
—El resto de ustedes queda excusado. Anatoly hizo una indicación a sus hombres, y guiaron a
los estudiantes restantes fuera de la oficina. —Tengo a mi criminal. Voy a ocuparme de ella de forma
adecuada.
Se dio cuenta de que la rubia que había visto antes con la pelirroja parecía realmente hecha
polvo. Las dos jóvenes se abrazaron. La pelirroja le susurró algo al oído de su amiga. La chica
asintió con la cabeza. ¿Un acuerdo tal vez? ¿Qué estaban diciendo? ¿Y por qué Anatoly estaba tan
obsesionado con averiguarlo? Apenas podría afectarle. Él poSi tenía vídeos del incidente del
engaño, entonces él sabía bien que Trisha no era culpable.estado tan asustada en toda su vida. ¿A qué
jugaba este hombre? Si tenía videos del incidente del engaño, entonces él sabía bien que Trisha no era
culpable. ¿Por qué mentiría? ¿Y eso no era ilegal? Ella ya había pedido a Minka que se pusiera en
contacto con la Embajada Americana. Si tenía suerte, un pelotón entero de Marines llenaría el
lugar y pondría a Trisha a salvo. Por ahora, sin embargo, tenía que pisar con cuidado.
Las puertas dobles se cerraron. El sonido era suave, y sin embargo, el significado era
ominoso. Trisha estaba sola con este hombre que exudaba a una especie de implacable poder que ella
no podía comenzar a desafiar.
—Ahora. Anatoly Zaretsky se giró para estar de cara con ella con una sonrisa fría. —
¿Charlamos?
escritorio de Anatoly. No había estado tan mal cuando estaba en grupo. Pero ahora se sentía
vulnerable y más que un poco crispada. Había apenas mirado todas las cosas legales acerca de su
programa de estudios en el extranjero. Por supuesto había folletos y páginas web dedicadas a los
derechos de un ciudadano americano en suelo ruso. Trisha no recordaba demasiado de eso. Por lo
levantó las cejas, y la comisura de su boca se torció hacia arriba en una burla. —¿Qué derechos
crees que tienes aquí en mi casino? Sobre todo cuando te he pillado haciendo trampas.
—Tengo derecho a contactar con mi embajada. No me puede retener aquí contra mi voluntad.
—No. Dio una pequeña sacudida con su cabeza. —No tengo que hacerlo.
Este hombre hipnTomó un bolígrafo y comenzó a dar golpecitos en la mesa.él se dirigió hacia
su escritorio y se dejó caer en su silla. Parecía un estadista romano perezoso. Tomó un bolígrafó y
comenzó a dar golpecitos en la mesa. El sonido le volvía loca. Finalmente se detuvo y ella fue capaz
de concentrarse.
Él ladeó la cabeza y agitó la mano hacia la puerta. —La policía rusa es mi, cómo se dice esto
en América, son mis zorras. Hacen lo que quiero. Yo soy la ley aquí en Moscú cuando decido serlo.
he hecho nada. ¿Sólo estás haciendo que esto recaiga sobre mí? ¿Con qué finalidad? ¿Por qué haces
esto?
Miró brevemente desconcertado. —Porque puedo. —Dio un pequeño guiño con su cabeza, su
Trisha se castigaba por pensar tal cosa. ¿Por qué tenía que importarle que aspecto tendría
Anatoly Zaretsky al levantarse de la cama? ¡Odiaba a este hombre! ¡Era un completo idiota!
hecho para ganar su animosidad, pero tenga la seguridad de que fue inconscientemente. Mañana
tengo un vuelo desde Moscú, y realmente tengo que estar en él.
POR ALGUNOS MOTIVOS, la idea de que Trisha fuera abandonar Moscú el siguiente día era
completamente inaceptable para Anatoly. Él no podía decidir que le molestaba tanto. No era como si
no conociera a Trisha de nada. Ella era hermosa de una manera muy única. Eso era verdad. Sin
embargo, podía haberle una proposición para la noche y haberle bastado con eso. Aún así, no podía
imaginar a una mujer como Trisha cediendo a tal incentivo. Por lo tanto, necesitaba subir un poco las
apuestas. En cuanto supiera de que iba ella, superaría este enamoramiento extraño.
—Serás retenida aquí —anunció.
—He hablado en inglés. ¿Hay algún otro idioma que prefieres que uY he entendido bien lo que
has dicho., pero no podía resistirse presionarla un poco para ver cómo reaccionaba. Su mente le
fascinaba.
—Oh, te he escuchado. Y he entendído bien lo que has dicho. Ella puso una mano en su cadera
y lo miró. —Solo no puedo imaginaRompió a reír de una forma estridente que hizo eco en las
paredes de su oficina y dos de sus hombres irrumpieron empujando su puerta en estado de alerta.a.
Rompió a reir de una forma estridente que hizo eco en las paredes de su oficina y dos de sus hombres
irrumpieron empujando su puerta en estado de alerta. Él saludó a sus hombres. Le miraron como si
hubiera perdido su cabeza. Tal vez lo había hecho Aún estaba teniendo problemas conteniéndose
—¿Crees que eso es gracioso? —preguntó Trisha. —¡Estoy siendo totalmente seria! ¡Estás
—Para pagar por mi...—miró horrorizada. —¡Por el amor de Dios! ¿Has perdido la cabeza?
—No. Anatoly se encogió de hombros. —Ellos recibirán una llamada de la policía de Moscú,
diciéndoles que fuiste sorprendida haciendo trampas en un casino gestionado por la mafia. Será
suficiente explicación.
Anatoly tuvo que admitir que si la bravuconería de Trisha era indicativa, su padre
probablemente sería una fuerza a la que tener en cuenta. Sin embargo, no le importaba. SAnatoly se
puso de pie, sin ni siquiera molestarse a decir otra palabra antes de salir de su oficina.su oficina.
—Haré que alguien te muestre tu alojamiento. Anatoly se puso de pie, sin nisiquiera
Anatoly arrugó su labio, mostrando a sus hombres que tenían que hacer las cosas a su manera.
—Solo hazlo.
No hubo más discusiones, y Anatoly estaba alegre. No tenía exactamente una razón sensata
para su actual serie de opciones. Pero muy pronto se le ocurriría una y eso era todo lo que importaba.
Capítulo Tres
—¡No me puedes retener aquí! —gritó Trisha, golpeando la puerta con cada sílaba para
acentuar su ira. —¡Cabrones de la mafia rusa podéis iros al infierno por todo lo que me impEra
como si la hubieran sacado de una película mala de toda la vida.aSe alejó de la puerta, respirando
profundamente para tratar de calmar su ira.a pasando? Era como s la hubieran sacado de una película
mala de toda la vida.
ningún bien perder completamente la cabeza. Necesitaba quedarse tranquila, racional y atenta. En
algún momento este Anatoly iba comete un error, y ella estaría esperando. Se escaparía y encontraría
la embajada de los Estados Unidos. Entonces volvería a casa. Ella no había hecho nada. No había
Nunca había visto nada igual que esta habitación excepto en las películas. Había techos nobles
artesonados con incrustaciones de azur y oro. El suelo era de moqueta afelpada tan grueso que notaba
como si caminara en una nube. La cama tenía cortinas reales atadas en las cuatro esquinas del
elegante dosel. A través de una puerta podía ver un cuarto de baño que parecía igualmente palaciego.
Era como estar encerrada en la torre de una princesa. Podría ser hermoso, pero eso no la convertía
menos en una prisión.
Trisha rozó sus dedos sobre la superficie prístina de un pequeño escritorio. ¿Por qué Anatoly
incluso tenía una sala como esta? ¿Era normal para él tomar un rehén femenino de vez en cuando? Lo
que todavía no había pensado era en la posibilidad de que él fuera a forzarla a hacer algo con él. O
que lo intentaría.
Por supuesto, su cuerpo traidor podría permitirlo sin ella decirlo. No importaba cuánto quisiera
odiarlo, ella no podía dejar de sentirse atraída por ese bastardo.
Ella se giró alrededor y buscó algo, cualquier cosa, que pudíera utilizar como arma. Al final,
no había nada. Tenía que conformarse con sacar la silla debajo del escritorio y mantenerla como una
barrera visible entre ella y la puerta.
Anatoly metió su cabeza dentro de la suite. La sonrisa en su rostro le hizo parecer que no había
sucedido nada. Era extraño e irritante. —¿Tienes todo lo que necesitas? Esta habitación es bastante
cómoda, espero.
—¿No te has tomado tus pastillas? —gruñó Trisha. —Estoy prisionera y me preguntas si tengo
—Simplemente estoy intentando ser amable. Tuvo la desfachatez de sonar irritante. —No hace
ANATOLY VIO LA indecisión a través de las atractivas facciones de Trisha. Sus mejillas se
pusieron de color rosa brillante con ira. Se la veía aún más atractiva cuanto más se enfadaba, si eso
era posible. Aún así, estaba jugando a un juego específico con ella en ese momento.
—Grosero —dijo ella lentamente. —¿Me estás acusando de ser grosera cuando me has
—Te estás llevando una semana gratis en Moscú —dijo despreocupadamente. —Estoy seguro
de que este lugar es mucho más agradable que tu hotel. Ella no discutió. Él consideró eso un
comienzo. —Así que ¿qué te parece si te calmas y aprecias estas pequeñas vacaciones?
—No creo que eso fuera una buena jugada por mi parte. Su tenacidad era admirable. Él solo
—¿Tienes hambre? preguntó casualmente. —Normalmente como a estas horas. ¿Te gustaría
unirte a mí en la terraza para comer?
—¿Comer contigo igual que si fuéramos amigos cenando juntos? Ella esatba agarrando la parte
posterior de la silla que estaba frente a ella. Sus nudillos estaban blancos de la fuerza que aplicaba.
salvaje en ese momento, y estaba deseando domarla. —Como la mayoría de los seres humanos,
necesitas comer. Yo también soy humano. Por lo tanto tiene lógica que comamos juntos, ¿no? Si
quieres, haré que te traigan una bandeja a tu habitación. Pero las vistas desde mi terraza son muy
bonitas por la noche. Disfrutarías de ellas.
Podría decir que había tocado su punto débil. Como la mayoría de los animales salvajes,
Trisha anhelaba al aire libre, el aroma y el sabor de la libertad. Aunque fuera solo por unos minutos,
ella no iba a negárselo.
—Vale. Ella frunció los labios y le lanzó un mirada ardiente de aversión. —Pero esto no
Anatoly no tenía duda de que si la situación lo precisaba, Trisha podría defenderse bastante
bien. Pero sus maneras eran erróneas. Anatoly tenía mucha experiencia con la violencia. La creciente
violencia tenía una atmósfera casi siniestra. Trisha estaba experimentando cólera impotente. No era lo
mismo.
—Muy bien. Anatoly abrió la puerta. —Por favor, únete a mí en la terraza, señorita Trisha.
Ella hizo un ruido muy femenino que recordó a Anatoly a un cerdo gruñendo en el barro. —
TRISHA sabía que estaba tomando una mala decisión, pero estaba hambrienta y cansada de
estar en esa maldita habitación. Ella siguió a Anatoly al pasillo. Pasó al lado de los dos bestias y se
resistió las ganas de hacerles la peineta. En realidad solo estaban haciendo su trabajo. Habían
demasiada atención a su entorno. Ella había estado con sus amigos. Habían estado todos juntos y se
trasladaron a la oficina de Anatoly desde la puerta sin ver mucho de nada.
Ahora se daba cuenta de que su suite era sólo la punta del iceberg cuando se trataba de la
riqueza de este lugar. Dentro de la sala, dio un giro completo para tener todo el efecto.
El tono medio petulante, medio curioso en la voz de Anatoly hizo que Trisha se tensara. No era
como si ella pudiera ocultar su respuesta, aunque odiaba a alimentar su ego. —Es agradable. Creo
—¿Esforzándome demasiado duro? Frunció los labios e hizo un gesto con la mano para
Trisha miraba los tragaluces, la iluminación empotrada en los techos abovedados, ricas
alfombras persas y la monstruosa chimenea de vidrio. —Es como si hubieras hecho a propósito este
lugar para que cualquiera que entre se quede impresionado con tu riqueza.
—¿No es eso lo que hace la gente rica? Él no sonaba orgulloso esta vez. Él sonaba como si
Ella bajó su mirada de los detalles de la cavernosa habitación hacia el hombre que estaba de
pie en su interior. Era atractivo, potente y dominante de una manera que podría intimidar o
impresionar dependiendo de su estado de ánimo e intención. ¿Por qué le importaba todo ese
postureo? Ella exhaló lentamente, e intentó pero no pudo evitar ser curiosa acerca de sus orígenes y
motivaciones. La verdad es que Anatoly Zaretsky le fascinaba a un nivel peligroso.
Ella eligió cuidadosamente sus palabras. —En mi experiencia, los más ricos y seguros de su
riqueza no necesitan destacar. Simplemente viven sus vidas a su propio nivel de comodidad y no les
importa lo que cualquier otra persona pueda pensar.
Anatoly echó su cabeza hacia atrás y se rió una vez más. Era desconcertante. Por qué hacia reir
a ese hombre iba más allá de su comprensión. Pero en vez de sentir como si él se burlara de ella,
tenía la sensación de que él disfrutaba del humor que encontraba en lo que ella decía. Era
Trisha caminó más allá de la sala de estar y entró en la cocina. Era grande, con una isla central
y electrodomésticos gourmet que habría hecho que su madre gritara de envidia. Una vez más, sin
embargo, tuvo la sensación de que era más para presumir. ¿Cómo era el Anatoly real?
satisfacción que le daba tener a esta mujer en su espacio personal. Podía sentir su presencia detrás de
él. Su vestido negro bien ajustado acentuaba cada curva de su atlético cuerpo. Dudaba de que incluso
se diera cuenta de lo sensual que era cuando se movía. La gracia pura de su caminar puso una
la ocasión.
Abrió las puertas de vidrio corredizas a la terraza. —Por favor, únete a mí.
La mesa se había sido puesta para dos con un mantel blanco prístino, velas y porcelana fina.
Había hecho que el restaurante del hotel proveyera una cena de mariscos de salmón braseado. Los
platos fueron servidos en un carro de plata al lado de la mesa y había un camarero uniformado para
servirles. Era exactamente como él había ordenado.
Trisha escogió una silla. Antes de que pudiera sentarse, la limpió y se sentó con muy poco
ruido. Entonces él tomó asiento uniéndose a ella en la mesa. Ni siquiera estar frente a ella era
demasiada distancia. A pesar del delicioso aroma de la comida, podía oler la leve fragancia femenina
que parecía ser su perfume natural. Realmente, esta mujer era un misterio que quería
descubrir.
—Por supuesto, tú habrías cenado así solo si yo hubiera rechazado tu invitación, ¿verdad? Ella
—Por supuesto. ¡No! Pero no necesitaba pensar sobre eso. Anatoly había planeado esta noche
para seducir y no había lugar para las dudas de ella en su plan.
Ella puso una mano sobre su copa de vino. —Creo que me quedaré con el agua. Vale la pena
Un guiño y el camarero colocó sus ensaladas delante de ellos. Anatoly la vio tomar un tenedor
—Háblame de ti, Trisha Copeland —él presionó. Ella tragó su bocado de ensalada y miró
para arriba al cielo suave de la noche sobre la terraza. —Actúas como si se tratara de algún tipo de
cita.
Tomó un par de bocados más de ensalada, obviamente no tenía prisa en responder. Anatoly se
encontró luchando por ser paciente. Él comió un poco más de ensalada él mismo para dar a su boca
—Soy de Cleveland, Ohio. Ella desplazó un hombro, con el escote de su vestido dejándole ver
su delicada clavícula. —No estoy segura de que haya mucho más que decir.
Anatoly ocultó una sonrisa detrás del borde de su copa de vino. Trisha podría pensar que no
Capítulo Cuatro
Trisha sintió la brisa fresca de la noche en sus mejillas calientes y se preguntó cuándo esa
situación se le había ido tanto de las manos. Llegó el momento de ser totalmente honesta con ella
misma. Estaba en una cita con un mafioso ruso que la tenía como rehén con alguna acusación falsa de
hacer trampas en su casino. La idea era ridícula y sin embargo aquí estaba riéndose y disfrutando del
mejor tiramisú que jamás había probado.
—¿No es italiano el tiramisú? —ella bromeó. —¿Qué? —¿No son los postres rusos lo
esa era opinión de Trisha. Ya no parecía estar planeando nada. Él sólo estaba disfrutando. El
resultado fue devastador. Sus negros ojos brillaban y brillaban con travesura, y las duras facciones de
su cara se relajaron en algo incluso aún más atractivo.
—Ah —dijo con una voz casi musical. —Tenemos muchos maravillosos postres y dulces
originarios de este país. Pero siempre tengo un punto débil para ciertas cosas. Por eso traje en un
cocinero de Francia y de Italia para trabajar en mi hotel.
—Muy elegante —dijo ella en tono jocoso. —Nada significa más la clase como un chef
francés.
fluido, aunque algunas de las expresiones parecían todavía un misterio para su comprensión. Ahora
se pasó al ruso. —Tengo hoteles por todo el mundo. Aquí en Rusia tengo dos en Moscú. Uno en San
—¿Qué pasa con Siberia? Trisha no pudo evitar reirse. —En Estados Unidos pensamos que es un
lugar desolado a donde se envía a las personas como una forma de castigo.
Trisha se puso seria. Pensó en Minka. Su amiga seguro que estaba muy preocupada y Trisha
estaba riendo y coqueteando mientras comía salmón con un criminal que la mantenía prisionera.
—¿Qué sucede muñequita? Su suave pregunta era totalmente incongruente con la imagen cruel
terraza, ella intentó conciliar las dos máscaras de Anatoly Zaretsky. Estaba el estoico y poderoso
líder de una organización que apenas podía imaginar. Entonces esaba el hombre reía que estaban
sentado delante de ella. Él era un tipo que podía haber fácilmente ligado con ella en un bar o en un
club o incluso en el supermercado. Era encantador, ingenioso, un gran conversador y extrañamente
—Tal vez lo soy. Se sentó nuevamente en su silla, girando su copa de vino por el tallo.
—Si eso es cierto —dijo lentamente, consciente de que estaba a punto de entrar en un campo
sugiriendo. ¿Por qué pediría tal cosa? ¡Era absurdo! ¿Dejarla ir? ¿Por qué? ¿Para que ella pudiera
volar a 1 millón de kilómetros distancia y privarlo de esta extraña y maravillosa sensación de
normalidad?
No. Era la hora de hacérselo entender. —¿Por qué te quieres ir? Parece que estás disfrutando.
Puedo decir de tu conversación que has disfrutado de tu estancia en Moscú. De hecho, pareces
aburrida con tu vida en tu casa de todos modos. ¿Por qué no simplemente aprecian la oportunidad que
te he proporcionado?
—¿Oportunidad?
El tono plano de su voz podía ser el primer indicador de que esto estaba a punto de dar un giro
a peor.
Aún así, Anatoly siguió presionando adelante. —Sí. Te he dado una oportunidad única de vivir
en completo lujo mientras pasas unas vacaciones ampliadas en un país que te gusta. Estoy en la
posición de mostrarte mucho más de lo que cualquier simple visita podría proporcionarte. Podemos
recorrer museos, visitar lugares históricos y hasta hacer un pequeño viaje a uno de mis spas si lo
deseas.
—Vacaciones. Ella estaba balbuceando. Sus mejillas se estaban sonrojando que da vuelta, y
observaba fascinada de horror como el rubor se propagaba hacia abajo por su cuello hacia su pecho.
Incluso las copas cremosas de sus llenos y redondos pechos eran una pálida sombra de color rosa. —
¿Piensas que debo estar feliz de que me hayas quitado mi independencia y apreciar la oportunidad de
pasar unas vacaciones con mi carcelero?
Trisha se levantó tan rápidamente que su silla se volcó hacia atrás. Ella se alejó de la mesa,
tropezando con sus tacones. Fue rígidamente hacia la barandilla de la terraza. Los grandes pilares de
piedra eran bastante sólidos, pero Anatoly no podía evitar preguntarse si en su estado actual ella
podría realmente ser capaz de levantarlos de sus cimientos.
—No me equivoqué antes —gruñó. —No te has tomado tus pastillas. ¿Qué me haría querer ir
de vacaciones con un hombre que me acaba de acusar de hacer trampa en su casino en algún extraño
distancia entre ellos, con unos largos pasos. Ella se apartó casi como si tuviera miedo al castigo
físico por sus palabras.
Eso le hizo enfadar. ¿Cuándo había él mostrado inclinación alguna a dañarla de tal manera?
¿Alguien la había herido así? La idea hizo que su sangre hirviera. Le demostraría que no tenía
Agarrándola por la cintura, la acercó. La sensación de sus curvas contra su cuerpo era exquisita. Él
casi gimió en voz alta por las sensaciones placenteras que azotaron a través de sus
sentidos. Antes de que ella tuviera tiempo de procesar lo que estaba sucediendo o empujarlo,
Anatoly puso sus labios sobre los de ella y tomó sus labios en un beso profundo de total dominación.
ÉL ESTABA BESÁNDOLA y Trisha ni siquiera tuvo los medios de detenerlo. ¿Qué era lo que
le pasaba? ¡Pero sabía tan bien! ¿Cómo podía saber tan bien? Ella enroscó sus brazos alrededor de
Los labios de Anatoly iban más allá de lo suave. Ella suspiró, dando un pequeño gemido. Él se
aprovechó de su estado de confusión. Deslizando su lengua en su boca, él la frotó con la suya. Trisha
se sorprendió al sentir humedad entre sus piernas. De hecho, se estaba derritiendo por debajo de su
ombligo. Todo ahí abajo en llamas. Ella se retorció un poco, con el movimiento presionando sus
pechos aún más firmemente contra su pecho. Él la mantuvo más cerca, y sus pezones se pusieron
duros.
contra sus pechos sensibilizados la volvió casi loco de deseo. Sintíó como sus manos se aferraban a
sus nalgas. Le dio un pequeño apretón, y ella gimió una vez más. Su cuerpo estaba respondiendo a él
de una manera que nunca había experimentado con nadie más. Su lista de amantes no era larga, pero
Desenganchándose de Anatoly, dio un paso atrás y trató de pensar claro. O tal vez estaba
buscándole sentido, porque eso parecía haberse ido totalmente de las manos.
Ella cerró de golpe la puerta a su deseo y se obligó a dar un paso mental atrás. —Esto está
mal.
—¿Cómo?
Parecía tan terriblemente guapo. Sus labios estaban llenos, su pelo estaba alborotado de sus dedos y
sus ojos brillantes con lujuria. Podía ver la pasión en él. ¿Tal vez ese era el problema?
Nunca había visto nada igual con ningún otro hombre. ¿Cómo podría alguien tan frío y calculador
también estar en contacto con, bueno, con esto? El deseo le asaltaba como en olas. Se sintió deseada
por primera vez en su vida.
Girando sobre sus talones, fue hacia la puerta corrediza de vidrio y se abrió. Dentro. Por el
pasillo. Los dos bestias seguían parados delante de su puerta. Ella no se reprimió las ganas esta vez y
le mostró a cada uno el dedo, completamente desconcertada cuando la única respuesta que obtuvo fue
ver una mueca de diversión en sus bocas.
Entró en su cuarto y cerró de golpe la puerta para toda la noche. Se metería en la cama, y por
la mañana recordaría que Anatoly Zaretsky era su enemigo. No importaba lo que su cuerpo parecía
inclinado a pensar.
sonriéndose para sí mismo fuera en la terraza. Él se había metido en su piel, vale. De hecho, él sabía
más sobre Trisha de lo que ella parecía saber sobre ella misma. La mujer era la pasión encarnada. La
primera vez que la había visto en el casino esa noche, sabía que ella sería una tentación en la cama
para el hombre que estuviera dispuesto a tomarse su tiempo para llevarla allí. Eso solo lo dejó con la
necesidad de jugar al juego hasta que él la convenciera de que se rindiera a lo que ella de todos
modos quería .
Esta era la segunda vez que el hombre parecía cuestionar una leve desviación de la rutina normal.
¿Era realmente Anatoly tan predecible? Si era así, iba a tener que trabajar en eso un poco.
—Sí —dijo Anatoly, con una exasperación encubierta. —Eso es lo que he dicho, ¿vale?
—Sí, Señor. Lo siento, Señor. Yakov hizo una reverencia en respeto y desapareció.
Momentos más tarde, el jefe de la policía llegaba al balcón. Yakov cerró as puertas y Anatoly
se giró para estar de cara con el hombre que se había convertido en nada más que un lacayo en los
—Tengo una petición —dijo Anatoly lentamente. —Tengo una mujer aquí que encontré en mi
casino.
—Sí. El jefe Polzin asintió brevemente. —Ya he recibido llamadas de sus padres.
Anatoly sintió que las cejas se le empezaban a levantar en estado de shock y rápidamente hizo
—Les recordé que como visitante de nuestro país, está sujeta a todas las leyes locales. Polzin
parecía ligeramente incómodo. —Su padre es un hombre muy decidido, Señor Zaretsky. Me imagino
que podría ser bastante tozudo si decides retener a la mujer más tiempo.
—La retendré tanto tiempo como quiera —dijo Anatoly firmemente. —O mientras tenga mi
atención, supongo.
—Le dirás su padre y su embajada que ella está detenida por la mafia hasta que puede pagar
por sus crímenes. Allí. Eso sonaba razonable, ¿no? Aunque sinceramente a Anatoly le preocupaba
poco si estaba siendo razonable. Había decidido que quería a Trisha Copeland. No le importaba que
barreras hubieran entre él y sus deseos. Conseguiría lo que quería de la misma manera que siempre.
—Eso será todo —dijo Anatoly, despidiendo a Polzin con un movimiento de su mano.
—Le sugeriría precaución.
—Puedess sugerirlo, Polzin. El tono de Anatoly era frígido. —Pero haré como mejor me
parezca.
—Por supuesto.
Polzin se fue, y Anatoly se quedó solo con sus pensamientos. Su padre estaba a un océano de
Capítulo Cinco
Trisha presionó la espalda contra el cabecero tallado y plegó sus rodillas hacia su pecho.
Envolviendo sus brazos alrededor de sus piernas, descansó la barbilla en las rodillas y suspiró. Sólo
un hilo de luz asomaba a través de las gruesas cortinas para aliviar la oscuridad en su habitación.
¿Por qué había caído tan profundamente bajo el hechizo de Anatoly? Ella no era así. Tenía que salir
de aquí e irse a casa.
Exhalar lentamente, Trisha se arrastró fuera de la cama. Se puso de pie y enderezó su columna
vertebral. Esconderse aquí en esta prisión dorada ya no era una opción. Ya estaba bien de ser tímida.
Deseando tener ropa real, Trisha presionó su espalda contra la pared al lado de la puerta.
Aguantó la respiración. No había ningún ruido al otro lado de la puerta, pero no podía estar segura
de no hubiera ningún guardia apostado. Ella reunió coraje y giró el pomo. Hubo un momento de
sorpresa total cuando giró. No tenía ningún sentido que el la encerrara dentro y luego no hiciera
ningún esfuerzo por mantenerla allí. Tal vez él se había relajado, o pensara que ella no tenía el valor
para escapar.
El pasillo estaba desierto. La luz de la luna entraba a través de las ventanas y bañaba el suelo
de madera en luz azul pálida. Buscó a los matones, pero el apartamento parecía estar abandonada. No
había ningún indicio de movimiento y no se podía oír ni un sonido. Caminaba con cuidado, llevando
Ella siguió una ruta medio recordada en su mente. No había prestado suficiente atención
cuando entró en el apartamento con sus amigos cuando todo esto había comenzado. Sentía como si
hubiera sido hacía un millón de años, pero en realidad sólo había sido esa misma tarde.
La puerta delantera se veía delante. Trisha aceleró su paso, con ganas. Pero cuando puso su
corazón latía tan rápido que apenas era un alboroto detrás de su esternón. abEsto era demasiado
Pero en ese momento se vio obligada a hacer frente a una pregunta muy importante: ¿A qué
estaba volviendo?
Anatoly esperaba que Trisha saliera del apartamento. No tenía ninguna duda que ella aparecería en
cualquier momento. Había dejado la oportunidad abierta solo para ver que sucedería. Pasaba el
tiempo, primero más rápido y después más lento, y empezó a creer que de alguna manera había
El pánico se apoderó de él. Anatoly saltó de la silla. Con las prisas, tiró una mesa antigua que
estaba en el centro del espacio. La mesa se inclinó en un ángulo loco y el jarrón que estaba encima se
deslizó sobre el borde. Anatoly intento alcanzarlo y falló.
del vestíbulo. El ruido hizo eco en el techo y rebotó en las paredes como disparos. Los sensores de
movimiento oscilaron en la oscuridad. Segundos después, sonó la alarma. En el otro lado de su
Anatoly apenas tuvo tiempo de respirar antes de que la puerta se abriera de golpe. Yakov
apareció, con su arma apuntando recto en la cara de Anatoly.
—¿Señor? Yakov bajó su arma, haciéndole gestos a Sergei para que hiciera lo mismo. —¿Está
usted bien?
—¿Estás bien? Anatoly estaba más molesto consigo mismo que sus hombres. Estaba actuando de
manera ridícula. Pero realmente esperaba que Trisha tratara de escaparse esta noche. La había
dejado completamente sin protección detrás de una puerta abierta sólo para eso. Él había querido que
ella viera lo ridiculo que era escapar incluso cuando parecía posible.
Recordó la misión inicial que había acabado con el jarrón roto. Señalando hacia el desorden,
—Por supuesto, Señor. Yakov frunció el ceño. —¿Seguro que estás bien?
Pero Anatoly no respondió. Él iba ya por el pasillo hacia la habitación de Trisha. Abrió la
Ella se sentó en la cama, parpadeando vagamente por la luz que inundaba la habitación.
Él dijo lo primero que vino a su mente. —¿Por qué estás aquí todavía?
Anatoly se quitó su ansiedad y trató de recordar que se suponía que tenía que estar tranquilo y
en control de sus emociones. Él se miró sus uñas, tratando de mostrar una actitud aburrida. —
Él no tenía ninguna respuesta para eso. Cualquier cosa que dijera podía ayudar a que se
Así que él no respondió, haciendo otra pregunta. —¿Por qué no ibas a intentar volver a casa
mañana?
—Tal vez he cambiado de pensar —dijo rígidamente. —Soy una mujer. Sucede.
La sorpresa le hizo marearse. —¿Has cambiado de pensar? ¿Sobre volver a los Estados
Unidos?
—No sobre eso. Ella agitó su mano casi despreocupadamente. —Solo he cambiado de pensar
TRISHA NO quería decir nada más. Habría cedido demasiado. Por el contrario, trataba de no
centrarse en la manera deliciosa que tenía su pelo revuelto, la camisa colgando semiabierta con los
botones deshechos y sus pantalones con los pies descalzos. El hombre era absolutamente una delicia.
Pero también era obvio que no iba a irse y respetar su privacidad después de que ella le hubiera
—¿No quieres irte a casa? —preguntó con incredulidad. —¿Qué pasó con lo que tu padre era
—No estaba mintiendo sobre eso. Decidió que no había ninguna razón para no ser
comunicativa sobre ese peligro en particular. —Será el más grande grano en tu culo. En serio.
—Extraño, pero es la segunda vez en un día que escuchó esas palabras aplicadas a tu padre.
Algo pareció hacer clic en la expresión de Anatoly. Se quedó quieto, apretando las manos
lentamente cerrando los puños a los lados. —¿Estás diciendo que tu padre te pega?
—¡Oh no! —dijo rápidamente, al darse cuenta de su error. —No, para nada. Lo siento. No
quise darte esa impresión. Trisha intentó explicarse. —Mi padre me quiere. Solo me quiere un poco
—¿Sobreprotector?
Movió su cabeza asintiendo. —Mucho. Quería estudiar en el extranjero para alejarme por un
tiempo.
—¿Y ahora?
—Y ahora, no lo sé. Trisha se sentía incómoda con esta conversación. ¿Por qué estaba
discutiendo sus planes futuros con el hombre que la había tomado cautiva contra su voluntad? Oh,
espera. Porque si ella era inteligente, podría utilizarlo para conseguir lo que quería. —Me estás
ofreciéndome una manera de quedarme aquí. No sé lo que viene después de eso. Voy a tener que
tocarlo de oído.
Él dijo algo en ruso que no pilló del todo. Entonces él se rió entre dientes. —Eres una mujer
muy interesante, Trisha Copeland. Cuando creo que he averiguado como eres, cambias y siento que
—Bien. Odio ser predecible. Ella se movió de forma incómoda en la cama. Esto era muy
extraño. Ella estaba tumbada en la cama aún llevando su vestido. Y ella no tenía ni idea de si Anatoly
sabía que ella había estado muy cerca de escaparse de su ático.
ANATOLY MIRÓ FIJAMENTE A Trisha, porque él no podía parar. Ella se sentó en el centro
de la cama con las mantas dobladas hasta su pecho. Su pelo rojo estaba suavemente desordenado,
con sus cortos rizos cayendo hacia delante sobre sus mejillas y enmarcando su rostro. Los ojos
verdes eran soñolientos, y sin embargo, la inteligencia que brillaba de ellos era considerable. Era
totalmente besable y totalmente encantadora.
Anatoly estaba sentado en el borde de la cama. En unas ocasiones Trisha parecía ser una
seductora experimenada. En otras cualquier otra cosa. El contraste le encantaba. Él se acercó y tomó
su mano en la suya. Había trazado de las líneas en la palma de su mano y le sentía temblar bajo su
toque.
Ella tiró su mano hacia atrás. —Así que, ¿no estamos nosotros ni pretendiendo ahora que
—Ah, tu orgullo ha sido herido por la idea de que puedas ser percibido como un criminal. ¿Sí?
Anatoly se encogió de hombros y tiró de la mano de ella hacia su regazo. Tocó el interior de su
muñeca y sintió su pulso debajo de su piel. Ella era tan femenina, y sin embargo, no veía ni una pizca
del cálculo o la manipulación que tanto se había convertido en una parte de su reciente experiencia
con el sexo femenino.
Le levantó su muñeca a sus labios y besó la piel suave. Ella se estremeció. Él sonrió y lo hizo
de nuevo, esta vez dejando que sus labios resbalaran por el interior de su brazo. Llegó a su codo y se
quedó sobre la suavidad allí antes de ir más arriba. Él podía sentir su entrega en la forma que ella se
inclinó hacia él como si ella estaban buscando más contacto.
—No es algo que oiga habitualmente. Ella dio un pequeño resoplido de incredulidad. —Es
—No. Él se preguntaba por qué ella se negaba a creer su propia deseabilidad. —No se me
Arrastró su mano hacia al bulto entre sus piernas y presionó la palma de su mano contra su
erección. La sensación de sus dedos delgados tocando su carne hinchada era erótico. Con una
—¿Es eso —? Parecía no encontrar las palabras adecuadas. —¿Lo tienes — duro — por mí?
—Sí.
Anatoly rió bajo. ¡Cuánta inocencia! Y aún así tenía claro que no era la primera vez que había
tocado la erección un hombre. —No tienes que hacer nada, malenkaya. A eso me refería.
Capítulo Seis
Trisha sintió una sacudida de emoción nerviosa atravesando su cuerpo. La primera vez que
había visto a Anatoly Zaretsky, se había quedado sorprendida por la belleza y el poder de este
hombre. Pensar que, una don nadie de Cleveland, pudiera tener ese efecto era halagador.
—Debería decirte que salieras de la habitación —dijo tranquilamente. Debo decir que no me
—¿Pero?
—No sabía que pudira hacerlo.
—Así que no. Déjame mostrarte lo bien que puedo hacerte sentir.
—¿Y para ti? —se preguntó. —¿Y tú qué te llevas? Porque no soy tan ingenua como para creer
—Oh malenkaya, a veces creo que eres una extraña mezcla de experiencia e inocencia. Él rozó
sus dedos sobre la mejilla. —¿Cómo puedes imaginarte que no vaya a sacar nada? Hacerte sentir
—Eso me parece difícil de creer. Ella había estado con hombres antes. Sabía de que iba el
juego.
—Tus otros amantes deben haber sido terriblemente egoístas. Él parecía estar casi riéndose de
ella.
—Sí, siento no haberme acostado con la mitad de la población de Cleveland sólo para tratar
de encontrar a un hombre que fuera decente en la cama. Estaba ligeramente molesta de que se metiera
con ella por no haber actuado más como una fulana.
—No. Se acercó a ella en la cama y comenzó a frotar suavemente sus brazos desnudos. —No
pienses nunca que me gustaría que tuvieras más experiencia. Eres perfecta como eres. De hecho,
Había una sensación extraña entre ellos. Hubo una pausa pesada. Entonces él acunó la parte
Trisha se olvidó de cómo respirar. Su mente se ablandó y lo único en lo que podía pensar era
Él la empujó hacia atrás, hasta que él estuvo encima de su cuerpo en la cama. Ella debería
haber protestado. Algo. Esto era una mala idea. Sin embargo, cuando él la besó otra vez, cualquier
pensamiento de decir completamente que no se alejó de su mente. Ella envolvió sus manos alrededor
pasó suavemente sus uñas por su espalda. Por último, se agarró a sus bíceps y empujó hacia arriba
para sentir su calor de él contra la parte delantera de su cuerpo. Él estaba muy caliente. Sus pezones se
endurecieron debajo de la tela de su vestido. Se había quitado el sujetador antes de volver a la cama.
Ahora deseaba estar totalmente desnuda. Quería estar piel con piel con Anatoly de la manera
a una mujer en su vida. Sus manos temblaban al tocarla. Tomando con cuidado un pliegue de la tela
entre sus dedos, levantó su falda lo suficiente para poner una mano en su sedoso muslo liso. Su piel
era cálida y firme bajo su contacto.
Sujeta su peso sobre las rodillas y colocó ambas manos sobre la parte interna de sus muslos.
Mirándola abajo, esperó ver si ella se protestaba. No había palabras de rechazo en sus labios. Por el
contrario, ella estaba mirándolo con un cálido afecto que parecía tan fuera de lugar entre personas
que habían sido adversarios apenas horas antes.
Ella no protestó, en su lugar levantó sus brazos y le ayudó a liberar su cuerpo de la tela. Él no se
quitó su ropa en un intento de autocontrol. Entonces él tiró su vestido al suelo. Ella no llevaba
sujetador y sus bragas eran negras con un pequeño lazo rosa justo debajo de su ombligo.
Su piel era tan pálida como el alabastro más perfecto. Un puñado de pecas estaban esparcidas
sobre su pecho y su vientre era liso y plano. Él utilizó un dedo para hacer círculos en su pezón
izquierdo. Chupó con una respiración fuerte, y el pezón rosa pálido se volvió un punto duro. Ella
Se trasladó a su pecho derecho, haciendo círculos en el pezón hasta que ella lloriqueó de
necesidad. Finalmente, bajó la cabeza a su pecho y le dio un lametón a cada uno. Su cuerpo entero se
convulsionó cuando él la tocó. Nunca había encontrado a una mujer tan receptiva. Su excitación se
Dejando que sus dedos caminarán hacia su vientre, se tomó su tiempo mientras se acercaba a
suavemente sus dedos por debajo de sus bragas para acariciar su montículo.
El pelo era grueso, pero tenía muchas ganas de verla por primera vez. Ella puso sus pies en la
cama y levantó sus caderas para ayudarle a quitarle su ropa interior. Él las deslizó por sus piernas y
las dejó caer al suelo con su vestido. Después obtuvo su primera vista de su coño.
Un parpadeo de duda cruzó sus cara, pero a él no le importó. Ella era exactamente como él
había dicho. La tira de pelo corto que cubría su montículo era e un hermoso tono rojo pálido que
coincidía con el pelo de su cabeza. Él la animó a doblar sus rodillas y mostrarle el dulce centro de su
cuerpo. Cuando lo hizo, fue bendecido con la vista de sus pliegues color rosa.
—Estás mojada para mí, malenkaya —murmuró. —Tan bellamente mojada. ¿Puedo tocarte?
IBA A MORIRSE si no lo hacía. Trisha no había estado nunca tan excitada en toda su vida.
Ella se retorcía en la cama, lloriqueando un poco mientras trataba de calmar su anhelo. Él la miró
hacia abajo maravillado. Ella no lo entendía. Era sólo otra mujer. Alguien como él podía tener una
mujer diferente cada día de la semana. ¿Qué la hacía tan especial?
Entonces él rozó suavemente los pliegues de su coño con las yemas de sus dedos, y ella se
olvidó de cómo pensar. El más delicioso sentido de la anticipación le golpeó a la vez. Todo dentro de
su cuerpo se contrajo. La punta de su dedo índice frotó en círculos su clítoris. Él encontró un lugar
justo a la izquierda y comenzó a frotar en pequeños círculos. En pocos segundos, ella estaba
Los dedos de los pies se curvaron y la espalda se arqueó mientras ella era arrojada al
precipicio en un pozo en el que se arremolinaba el deseo y la culminación. Era tan bueno. No había
tenido nunca nada tan bueno. No era ni como cuando ella usaba sus propios dedos.
Ella pensó que él pararía, pero no lo hizo. Siguió haciendo círculos, más lento y despúes
rápido solo para introducir sus dedos y frotar sobre sus pliegues hinchados con el flujo que salía
abundantemente de su interior. Nunca había estado tan mojada y preparada en su vida. Sus músculos
interiores se flexionaron de nuevo y sintió como su cuerpo se preparaba para correrse una segunda
vez.
Anatoly se puso de rodillas, luchando por quitarse su ropa. Ella miró fascinada como su polla
salía de sus pantalones. Era enorme. Era muy larga, pero también era gruesa como su muñeca en la
base con pesados testículos con pelaje oscuro. Ella jadeó un poco impresionada y quizás un poco
nerviosa.
—Estás tan lista para mí, malenkaya —él canturreó. —Estás mojada, resbaladiza y perfecta
Sus palabras le proporcionaron una extraña comodidad. Ella separó sus rodillas un poco más
para acomodar su peso mientras él se colocaba propio para penetrarla. El extremo de su polla golpeó
la entrada de su coño. La cabeza era redonda y suave. Quedó atrapada contra su apertura resbaladiza y
entró.
Ella abrió la boca un poco por la repentina intoducción . No era su primera vez, pero de lejos
era la más grande. El proceso de unión pareció llevar un tiempo angustioso. Sus músculos internos
quemaban al estirarse a lo que ella sintió que era lo máximo. Entonces él dejó de empujar y ella se
dio cuenta de que él estaba introducido completamente en su cuerpo.
Se paró. Finalmente, no podía esperar más y envolvió sus piernas alrededor de su cintura.
Apoyándose, arqueó su espalda y apretó su coño contra él hasta que sintió su polla presionar
La sensación era absolutamente increíble. Ella nunca había experimentado nada igual.
Deseando más, ella lo repitió una y otra vez. Finalmente, Anatoly agarró las caderas entre sus manos
y comenzó a follársela en serio. Salió y entró de golpe dentro de ella una y otra vez hasta que ella
pensó que podría morir de la lujuria.
SUS PALABRAS LE ENVIARON por encima del borde de la cordura. Él la agarró más
fuertemente y golpeó con su polla dentro de su coño una y otra vez hasta no tener sentido otra cosa
más que la fuerte sensación de ella. Nada había sido nunca tan perfecto. Ella estaba mojada y
caliente. La fricción de la parte inferior de su vega era lo mejor que podía haber soñado que fuera
posible.
Sus bolas se fueron endureciendo cada vez más al acercarse al clímax. Sin embargo, el quería
sentir como ella se corría con él. No era suficiente verter su simiente dentro de ella. Él quería llegar a
su clímax al mismo tiempo.
Encontrando el lugar donde sus cuerpos se unían, puso sus dedos sobre su clítoris. Él se
estremeció ante la decadente sensación. Podía sentir el fondo caliente de coño alrededor de su polla y
sentir su respuesta en las palpitaciones de su clítoris. Su sangre le llegó a su ingle. Ella estaba a
Su columna se arqueó y ella echó su cabeza hacia atrás contra el colchón. Un grito roto salió
de sus labios, y segundos después sintió como todo dentro de ella se contraía tanto que apenas podía
moverse. Ella estaba bloqueada por su polla. Nunca había sentido nada igual.
Él empujó una vez más y sintió el pulso de su polla al derramar su semen dentro de su
anhelante cuerpo. Él sujetó su peso en sus manos antes de derrumbarse y aplastar su cuerpo más
pequeño. Ella apretó sus nalgas, empujando su polla aún más profundamente dentro de su cuerpo.
Ella se aferró firmemente alrededor de él. Tanto que él apenas podía moverse. Finalmente, él rodó
hacia el lado, llevándola con él y envolviendo sus brazos alrededor de su sudoroso cuerpo.
Se rió, preguntándose si ella incluso se había dado cuenta de que una vez más él tenía razón.
—Gracias. Él se rió entre dientes, incapaz de contener el humor que ella había provocado en
Ella murmuró algo, y después hubo un silencio total. Él escuchó el suave sonido de su
respiración. Nunca antes había sentido el impulso de pasar la noche con una mujer. Generalmente
Sus pantalones estaban medio sacados. Su camisa estaba abierta. Y lo único en lo que podía pensar
Pero eso habría sido una mala idea. Ahora no era el momento en su vida en el que necesitaba
las complicaciones de una relación real. Frotándose la cara, se abotonó y se subió la cremallera de
sus pantalones. Salir de la habitación era difícil. Apagó la luz, cerró la puerta y se felicitó por su
increíble fuerza de voluntad.
Capítulo Siete
Trisha había rodado sobre en la cama y se despertó de su sueño. Había tenido un sueño
maravilloso. Anatoly había estado allí. Había estado besándola y tal vez tocándola, y había tenido más
orgasmos con él en diez minutos que había tenido con nadie más.
Estirándose, Trisha se dio cuenta de que estaba desnuda. Sus ojos se abrieron y se sentó.
Agarrando la sábana contra sus pechos, ella abrió la boca cuando la memoria de la noche anterior la
inundó de un solo golpe.
Era como una película mala en el canal de mujeres. Trisha puso su cara entre sus manos y
gimió. ¿En qué estaba pensando? ¿Había perdido por completo sus sentidos?
—Vale. Ella sopló hacia fuera con una respiración rápida, decisiva. —Ha sido una vez. No
pasa nada. No es como si fuera a hacerlo de nuevo. ¿Verdad? Se suponía que tenían que ser unas
vacaciones divertidas. Se habían convertido en un poco raras, pero tampoco iba a pensar en eso.
—Y ahora que has tenido esa pequeña charla de ánimo —dijo Anatoly desde la puerta. —Creo
Ella casi dio un saltó, por no hablar del pequeño grito que le salió. Su pelo era como un nido
de ratas, y estaba segura de que tenía rayas de maquillaje en su cara. —¿Quieres salir? Le echó con
las manos. —Necesito al menos pretender estar presentable. Ya es bastante vergonzoso pensar que
Ella buscó a tientas una almohada, topando con una monstruosidad adornada con borlas. La
lanzó a la puerta tan fuerte como pudo. —¡Sal o lo próximo que te lanzaré no será blando!
Anatoly desapareció, y Trisha se dejó caer sobre la cama. Se cubrió su rostro con las manos y
trató de no sonreír. No debería estar sonriendo. No debería estar feliz. Debería estar pateando su
propio culo o algo así.
podía sentir lo absurdo de su expresión y se preguntaba qué le pasaba. Trisha era una mujer. Él tenía
un imperio empresarial que regentar: Hoteles en trece ciudades y casinos en toda Rusia. No tenía
—¿Muerto?
—Normalmente solo estás así de feliz cuando uno de tus rivales muere.
Anatoly consideró eso. —Tienes razón. Aunque esta mañana nadie ha muerto. Al menos que yo
sepa.
—Ah —Yakov movió su cabeza en un exagerado gesto de comprensión. —¿Pasaste una buena
noche?
—Sí. Lo hice.
Yakov dio un cabeceo conciso. —El desayuno está fuera en la terraza, y las comunicaciones
del mañana están en tu escritorio. Si nos requieres a Sergei o a mi esta mañana, estaremos en la
cocina.
—Gracias.
Viendo a Yakov dar largos pasos por el pasillo, Anatoly tuvo que admitir que le gustaba
bastante cómo sus días estaban ordenados sistemáticamente. Incluso silbaba una melodía al dirigirse a
la terraza. El tiempo era hermoso esta mañana. De hecho, lo único que podría hacer su día más
Anatoly dejó de caminar y se quedó completamente inmóvil. Estaba parado mitad dentro mitad
fuera del vidrio deslizante de la puerta que llevaba a la terraza. ¿Había perdido la cabeza? ¿Qué le
hacía pensar tal cosa?
El día pareció perder parte de su brillo. Anatoly frunció el ceño y se sentó en su lugar habitual.
El desayuno de repente fue menos agradable. Sus huevos aparecieron poco cocidos y las tostadas
parecían quemadas. Tomó su café y se dio cuenta de que se había enfriado a una temperatura
desagradable.
—¡David! —gritó para llamar la atención del camarero. —Tráeme un café fresco. ¿Y por qué
está esta tostada negra? ¿Crees realmente que me gusta mi desayuno a mitad de cocer y medio
David levantó las cejas pero no dijo nada. Nunca lo haría. Y en verdad, ¿por qué estaba
gritando Anatoly a ese hombre de todos modos? Gruñendo, puso su cabeza entre sus manos y se
La voz suave de Trisha fue casi su perdición. Después de todo lo que había sucedido entre los
dos, ¿por qué iba ella a preocuparse? ¿O ella solo estaba pretendiendo preocuparse porque ella lo
Ella retrocedió, con su ceño fruncido y su expresión confusa. Después se sintió mal. No había
nada calculador en Trisha. No era en absoluto como Bianka. Ella no merecía llevarse la peor parte
de su temperamento aunque no tuviera claros los motivos de ella. Era hora de dar un paso atrás y ser
cauteloso sin convertirla en demasiado sospechosa. Descubrir los verdaderos motivos de la gente era
siempre mucho más fácil así.
TRISHA NO podía averiguar lo que pasaba con Anatoly. El hombre tenía unos cambios de
humor épicos. Un segundo era encantador y el siguiente un asno total. Ahora sonreía, y casi tenía
Se sentó en la mesa y alcanzó cautelosamente la jarra de zumo de naranja. El dulce aroma del
zumo la hizo pensar en su casa. Sintió una punzada de nostalgia y una pizca de duda. ¿Estaba
haciendo lo correcto? No es que realmente tuviera otra opción. Aunque Anatoly pareciera relajado,
Trisha tenía la sensación que volvería el señor dominador si mencionaba irse.
—Así que, ¿qué deseas hacer esta mañana? —preguntó con una expresión de indulgencia.
Trisha intentó no mirarlo boquiabierta. ¿Estaba desequilibrado? —¿Supongo que decir que me
—Totalmente inútil, sobre todo ahora que has compartido que particularmente no quieres irte a
casa. Se sentó nuevamente en su asiento. Un camarero uniformado puso otra bandeja de desayuno
delante de él, con café. Anatoly lo recogió sin reconocérselo al hombre. —Así que creo que
—Qué tal si digo que me gustaría ir a recuperar mis cosas. Trisha gesticuló hacia el pequeño
vestido negro que llevaba todavía. La prenda necesitaba atención, y ella necesitaba su ropa. —Sería
un verdadero placer llevar ropa limpia.
—Podemos comprar cosas nuevas. Hizo una onda espaciosa con su mano.
—No quiero cosas nuevas —dijo tranquilamente. Trisha bebió de su zumo y eligió una pasta
fina llamada blini. —Tengo otros artículos personales además de mi equipaje. Sin olvidar todos mis
libros y las cosas de mi programa de estudio en el extranjero. Me gustaría tener ese tipo de cosas. Y
—No. Trisha le miró mal. —¿Por qué los hombres dan por sentado que a una mujer le gusta
comprar? Realmente es algo molesto. Odio ir de compras. Odio probarme ropa. Compro la mayoría
—Tienes razón. Él se puso la palma de su mano sobre su corazón. —Cesaré y desistiré con
—Gracias.
—Pero tienes que dejar de pensar en mí como si fuera un delincuente común —dijo
rápidamente.
Trisha levantó una ceja. —Eso va a ser difícil teniendo en cuenta que lo eres, ¿no crees?
—Yo no soy común.
ANATOLY pudo ver el momento en el que Trisha se dio cuenta de que él estaba bromeando.
Las líneas entre sus cejas se suavizaron, y ella se sentó nuevamente en su asiento como si requiriera
más observación antes de que ella pudiera decir su opinión final. Ella era tan hermosa, incluso con el
mismo vestido de la noche anterior. Encontraba reconfortante todo sobre ella. Después escuchó que
Anatoly puso su mano sobre la mesa, con la intención de tomar su mano. Para su sorpresa, ella
la sacó antes de que él pudiera alcanzarla. Él frunció el ceño, sin molestarse incluso de ocultar su
irritación. ¿Qué es esto? No hace falta ser tímido después de lo que compartimos ayer por la noche.
—Lo de anoche fue una anomalía. Ella sacudió la cabeza, con su pelo rojo enredado volando
sobre su cara. —No sé en qué estaba pensando, pero no puedo dejar que mis hormonas tomen el
—¿Así vas a fingir que nunca sucedió? El estado de ánimo de Anatoly se desplomó. Se puso
de pie, arrojando su silla hacia atrás. ——¿Cómo puedes pensar que es aceptable? Su inglés tuvo
—Oh créeme —dijo ella, poniéndose de pie y acercándose a su cara. —No voy a pretender
que no sucedió. ¡Necesito recordar! ¡Necesito recordar para poder evitar otro lapsus que nuble
—Lapsus —él murmuró. Parecía extraño que ella estuviera en su espacio personal. Ella no
estaba dando cuartel, y eso nunca había ocurrido antes. Las mujeres no se encaraban con él. Ni
siquiera Bianka. Joder, los hombres no se encaraban con él. —Da un paso atrás. Las personas no
—¿Qué vas a hacer? Ella realmente le hablaba con desprecio. —¿Tomarme prisionera?
¿Retenerme contra mi voluntad? ¿No dejarme ir a buscar mis cosas? ¿Burlarte de mí? ¿Girar tu
cuerpo contra mí y luego enfadarte cuando no deje que suceda otra vez? La lista es interminable,
Anatoly Zaretsky y no te voy a dar ni un centímetro más. ¡Nunca más!
Anatoly retrocedió un paso y se dio cuenta de lo que había hecho. Plantó sus pies y se puso del
todo de pie. —Aún estás discutiendo —le recordó él rígidamente.
De repente él no lo podía tolerar más. Toda la situación era simplemente demasiado absurda
para mantener la compostura. Anatoly se encontró sonriendo y riendo después. Esto causó que Trisha
parecierea descaradamente confusa, lo que le hizo reír más.
—Colega, necesitas medicamentos o algo. Trisha sonaba cansada. —En serio. Sé que lo dije
Cuando por fin él pudo hablar, se acercó muy lentamente y tocó su hombro. —Creo que ya me
estás ayudando.
—¿Disculpa?
—Eso no es bueno. Ella frunció los labios. —Si nadie te dice nunca cuando te equivocas o te
ofrece otro punto de vista para incitar al debate, ¿cómo puedes realmente saber que tienes razón?
Él nunca había considerado esta posibilidad. Ese pensamiento estaba totalmente fuera de su
marco de referencia normal. —Ya sabes, la primera vez que te vi en mi casino sabía que me
fascinarías. Supongo que nunca consideré por qué eso era así.
Ella resopló. —Nunca discutas con una pelirroja, Zaretsky. Perderás. Todas. Las. Veces.
Capítulo Ocho
Trisha sonrió para sí misma mientras el largo coche negro se deslizaba hacia abajo por las
calles de Moscú en su camino a los dormitorios de la Academia de Moscú. No debería haber estado
sonriendo. Debería haber estado gritando como una loca. Pero ella sentía que se había anotado un
punto con Anatoly en esa última pelea verbal que habían tenido en el desayuno. Después de todo,
El coche se acercó a la acera y se paró. El cristal entre la parte delantera y la trasera bajó con un
zumbido. —Hemos llegado, señorita Copeland. El conductor era un hombre llamado Frederick.
Estaba sonriendo al verla por el espejo retrovisor. —Te esperaré aquí a menos que necesites ayuda
—No Frederick. Muchas gracias, pero creo que no hace falta. Trisha puso la mano en la
manija. —Voy a intentar ser rápida. Estoy segura de que tienes cosas mejores que hacer con tu
tiempo.
Las cejas de Frederick se dispararon en evidente sorpresa. —No, señora. Tengo mucho tiempo
—Bien, te lo agradezco. Se preguntaba si estos chicos nunca habían tenido muchos halagos.
Trisha, saltó fuera del coche y cerró la puerta sin golpear fuerte. Esa era una de las manías de
su padre. Pero ella no quería pensar en él ahora mismo. Quería subir a su cuarto y recoger su
equipaje. Ella y Minka habían empaquetado todo antes de ir al casino para la última tarde de
diversión. Quedarían solo unas pocas cosas que recoger en su habitación. A no ser que la directora de
dormitorio hubiera empaquetado las cosas de Trisha y las hubiera sacado pensando que Trisha no
volvería.
Trisha subió los escalones del viejo edificio. Se sentía un poco como volviendo a casa, tal vez
incluso nostálgica de alguna manera. Trisha había vivido aquí durante ocho semanas. Ella nunca
había estado fuera de casa antes hasta ahora. Abrió la puerta y entró dentro. La directora estaba en su
escritorio en la pequeña ventana a la izquierda de la entrada.
Trisha se detuvo en el mostrador. —Hola Olga. ¡Estoy aquí para recoger mis cosas! Ella habló
en ruso ya que sabía que Olga lo prefería. ¿Está todo aún en mi habitación?
—¡Oh Dios mío! Olga saltó de su silla. —¿Trisha? No esperaba verte otra vez. Después de lo
que Minka dijo... bueno, no importa lo que dijera Minka. Dejé tu habitación igual. ¿Te vas a casa?
¿Qué ha pasado?
Trisha se echó a reír. —Es difícil de explicar. Me quedo con... un amigo. Después volveré a
casa la próxima semana más o menos.
—Tus padres han estado llamando sin parar —dijo Olga, con una expresión con los ojos
Todavía no tenía su teléfono. De hecho, Trisha lo había olvidado todo acerca de su teléfono
hasta ese mismo minuto. Los hombres de Anatoly habían confiscado sus teléfonos en el casino. Ella
asumió que los otros habían recibido los suyos cuando fueron liberados. Aún faltaba el de Trisha.
—Sólo dile a mi gente que les llamaré en cuanto pueda —dijo Trisha con una alegría forzada.
Ella estaba casi segura de que la policía de Moscú había estado en contacto con sus padres, lo que no
habría sido nada bueno. —Un día de estos me pondré en contacto con ellos. Trisha buscó una
—Por supuesto.
Si la expresión de Olga quería decir algo, ella sabía más de lo que decía, también. Extraño.
¿Quién era Anatoly? ¿Algún tipo de realeza? No había duda de que todos lo trataban como si fuera de
vidrio y atendían cada uno de sus caprichos.
—Entonces subo arriba, ¿puedo? Trisha señaló hacia la escalera principal que iba por el
—Por supuesto. Sube. Olga agitó su mano hacia los escalones, pero parecía estar evitando el
Qué extraño. Olga normalmente bombardeaba a preguntas a todo el mundo para obtener
información. Tenía una curiosidad natural que parecía como si fuera de la KGB. Trisha no podía
decidir si era porque Anatoly estaba involucrado, o si era por cualquier otra cosa. Lo único que
Los pasillos estaban desiertos en cada piso. Trisha miró alrededor y preguntó por qué parecía
todo tan inquietante. Seguramente debían estar en la pausa entre cursos. ¿No? Pero había una especie
de silencio en cada piso que parecía lleno de premoniciones. Recordaba que nunca había estado
silencioso en las últimas ocho semanas. Con estudiantes que van desde los 18 años a otros como
maletas que había dejado junto a la puerta. Eso parecía extraño, pero quizás Minka las había dejado
allí para ella. Lo único que faltaba era su bolsa de viaje. Había dejado algunos artículos en ella para
tener ropa para cambiarse.
Sería un alivio entrar en su cuarto y ponerse ropa limpia. Pasó por encima de las maletas y
cogió su bolsa de viaje. Volviendo sobre sus pasos, rápidamente fue al baño comunal y se refrescó.
En el tiempo en el que se había lavado su cara, cepillado los dientes y puesto en un par de pantalones
vaqueros y una camiseta, se sentía humana otra vez.
Ella estaba de vuelta en el pasillo empezando a recoger sus cosas cuando vio a dos subir. Su
atención estaba centrada sobre todo en sus bolsas. Necesitaba apilarlas de la manera perfecta para
bajar las escaleras sin matarse en el proceso.
Ella apenas quitó la vista de su equipaje. La bolsa de viaje y su bolso colgaban cruzados por
encima de su cabeza. Ahora tocaban las dos piezas más grandes. Sólo miró para arriba cuando
—No, estamos exactamente donde se supone que debemos para ser. El hombre sonrió, con una
mirada casi espeluznante. —Simplemente quédate quieta y no luches contra nosotros, y esto será
Un escalofrío de alarma le recorrió hacia abajo la espina dorsal de Trisha. Apenas se había
enderezado cuando los dos hombres comenzaron a subir hacia ella con sus manos extendidas.
ANATOLY NO PODÍA quitarse de encima la sensación de que algo iba mal. Tomó un
bolígrafo de su escritorio e hizo un comentaro en el margen del informe que se suponía que estaba
revisando. Esto era inútil. Los casinos estaban yendo muy bien. Sí. Eso era fabuloso. Al parecer
había un problema crónico con el robo de toallas en uno de sus resorts. ¿Por qué era esta mierda su
problema? ¿No contrataba directores para esas cosas?
Ya se había puesto en pie y estaba preparado para irse, cuando Bianka Sokolov y su padre
Motya surcando el aire. O más bien Bianka surcaba el aire y Motya se balanceaba. El cuerpo
redondo del hombre se parecía a uno de los huevos de Pascua Imperial tan famoso en todo el mundo,
—Buenos días, Anatoly —ronroneó Bianka. —Mi padre y yo hemos venido a ultimar los
De todas las cosas que Bianka podría haber dicho para cabrearlo esa estaba en la parte
superior de la lista. Anatoly sintió como su ánimo se desplomaba. No estaba de humor para
entretener este disparate. —Lo siento mucho, pero tengo otras citas que atender esta mañana. Si
Motya Sokolov abrió su boca, pero no salió ninguna palabra. Escupió, obviamente enfadado,
mientras su rostro se volvía una sombra enferma morada Finalmente, aspiró en una gran respiración
que sonó un poco como el motor de un jet, preparándose para despegar. —¡No le faltarás al respeto a
mi hija de esta manera, Anatoly Zaretsky!
estoy faltando al respeto ni a ti ni a tu hija. ¡De hecho, podría argumentar que vosotros me faltáis al
respeto entrando en mi oficina y exigir mi tiempo! ¡Como si no tuviera nada más importante que
hacer en mi día que entretener las ilusiones conyugales de una princesa mimada de la mafia!
En cuanto soltó el comentario, Anatoly se dio cuenta de que esencialmente había lanzado un
guante. La mirada de mirlo de Motya se empequeñeció. —Los Zaretskys han disfrutado de una
asociación lucrativa con la Sokolovs en la última década, Anatoly. No pienses que vas a sacar
—No querrás decir —dijo Anatoly con los dientes apretados. ¿qué los Sokolovs han
Anatoly puso sus manos planas sobre su escritorio y se inclinó hacia adelante. —Corrígeme si
estoy equivocado, pero mis ganancias han sido fácilmente cuatro veces la de cualquier operación de
Sokolov, y están aumentando a un ritmo que tu empresa nunca podría igualar.
Motya apuntó con su dedo, golpeando en el aire delante de la cara de Anatoly. ¡Sólo porque no
—¿Por qué lo tendría que hacer si puedo hacer mucho más dinero haciendo las cosas a mi
manera? —exigió Anatoly. —No tiene sentido aferrarse a las viejas costumbres cuando están
—¿Ninguna finalidad? Motya estaba ceñudo ahora. —Tu padre entiende y respeta las
—¿Mi padre? Anatoly meneó la cabeza, aumentando su irritación a niveles peligrosos. —¿Te
atreves a usar a mi padre para defender su argumento ridículo? En primer lugar, mi padre no habría
ni siquiera considerado la idea de casar a su hijo con una Sokolov, especialmente con un juguete
inútil como tu hija que es incapaz de otra cosa que no sea la búsqueda egoísta de sus propios
intereses.
Bianka golpeó con su pie con un grito de indignación. —¿Cómo te atreves? ¿Cómo te atreves a
insultarme así? ¡No hecho otra cosa que perdonar tu comportamiento grosero desde la primera vez
—Sí —dijo fulminantemente. —Porque se adapta a tus propósitos en ese momento, que era
tener acceso a mis fondos financieros para financiar tu próxima orgía de gastos. Dime, Bianka,
—¡Eso no es importante! —gritó ella. —Yo soy una persona importante. Mi aspecto se refleja
—Aparentemente no Anatoly decidió acabar con esto. Tenía un fuerte impulso de encontrar a
Trisha y participar en otra lucha verbal antes de tratar de persuadirla para que volviera a la cama por
segunda vez. Agarró una hoja de papel y alcanzó su bolígrafo. Escribiendo un número sobre el papel,
escogió con cuidado lo que quería decir. —¿Quieres un matrimonio entre Sokolovs y Zaretskys?
Bien. Esta es mi oferta. Este número será la asignación anual de Bianka. Mantendré una casa y
supervisaré todas las cuestiones presupuestarias de ese domicilio. Yo tendré una vivienda
independiente. No le daré ni un rublo más de esta cifra, ni le permitiré el acceso a mis archivos,
holdings financieros, inversiones, negocios o cualquier otra parte de mis empresas del pasado,
presente o futuro. Ningún Sokolovs recibirá un tratamiento especial debido a nuestra asociación más
de lo que tienen ahora. Tampoco permitiré un descuento o bonificación a las empresas de Sokolov
Anatoly giró la hoja de papel y la empujó a través de la mesa de modo que Motya y Bianka la
pudieran ver. Más bien disfrutaba de la expresión enfermiza en la cara de Bianka. Estaba bastante
seguro de que disponía de más dinero que eso durante una semana. Era por eso qué estaba tan
decidida a encontrar a un marido rico. No era como si pudiera ganar su propio dinero o sus propios
fondos.
Ella colocó su mano delicada pálido en el papel y lo empujó para devolvérselo. —¡Eso es un insulto!
¿Cómo te atreves a hacerme semejante oferta?
—Si no es satisfactoria, entonces no tenemos nada más que discutir. Anatoly enderezó sus
solapas y luego sus puños. Se sentía bastante satisfecho. —No negociaré este número.
La mirada de derrota en la cara de Motya había molestado a Anatoly por alguna razón. Había
aplastado la sensación de malestar resultante y puesto una tapa sobre ella. No tenía tiempo para esas
cosas. Necesitaba llamar a Frederick y averiguar porque estaba tardando tanto tiempo.
—¿Si me disculpáis? Anatoly bajó su cabeza a una boquiabierta Bianka y su padre antes de
salir de su oficina.
Capítulo Nueve
Trisha mordió tan fuerte como pudo, sintiendo el músculo del brazo de su captor flaquear con
su ataque. El grande más hombre maldijo y le sacó la mano, lo que dio a Trisha la oportunidad de
—¿Por qué haces esto? —ella jadeó. —¡Déjame en paz! ¡Solo vete!
El gran hombre fue a por ella otra vez. —Tienes que venir con nosotros.
—No pensábamos que fueras a ser un grano en el culo. —dijo el hombre más delgado. —
Un pensamiento se le pasó por la mente a Trisha cuando los hombres intentaron arrastrarla por
las escaleras hasta el nivel inferior de la residencia. Ella envolvió sus brazos alrededor de la
barandilla y se negó a ceder. —¿Habéis sido contratados por americanos para hacer esto?
—¡Tus padres nos han contratado! El hombre grande estaba ocupado tratando de sacar sus
Toda la escena parecía congelarse por un momento. Afortunadamente los hombres dejaron de
Respiró profundamente unas pocas veces y trató de encontrar su equilibrio. La noche anterior
había tenido la oportunidad de huir. Entendiendo a Anatoly un poco mejor, ella podía decir con una
certeza casi implacable que Anatoly no la habría dejado realmente irse nunca. Sin embargo, había
Ahora se le presentaba una solución más fácil a su "problema". —Mi padre os ha contratado para
llevarme a casa. No tengo que hacer nada. Sólo me empaquetáis y me enviáis a casa. No hay
opciones, no hay decisiones a tomar, sólo sigo el programa de la misma manera que he estado
Los hombres se miraron el uno al otro. Entonces el delgado se aclaró la garganta. —Así es,
señora. Somos expatriados. Pertenecemos a una red mundial de hombres y mujeres que trabajan para
enviar a casa a americanos cuando se les ha tomado como rehenes, están cautivos o se han metido en
alguna chorrada extranjera de la que no saben nada.
—Normalmente nos gusta negociar con dinero o con favores —dijo el hombre grande. —Y
generalmente usamos a las fuerzas de la ley locales para que nos ayuden. Pero estás siendo retenida
por Anatoly Zaretsky. Nada de eso importa en Moscú. Zaretsky dirige la ciudad.
—Lo sé. Y ella realmtente lo sabía. O mejor dicho, ella lo había supuesto en las últimas
Parecian confundidos. Supuso que no tendría mucho sentido para la mayoría de la gente
considerar esta desviación reciente de ir a vivir con un rey de la mafia rusa como una mejora para
una chica de Cleveland que estaba cerca de los treinta y que tenía que presionar a su padre para
pedir prestado el coche para ir al centro comercial por sí misma. Ella había tenido docenas de
primeras citas en los últimos diez años. Su padre los perseguía a todos. Él tenía una lista de
potenciales esposos a un kilómetro de distancia, cada uno vetado por él, y para él solo un hombre
—No. Ella sacudió la cabeza. —Volver a casa y decirle a mi padre que quiero quedarme.
Estoy con Anatoly por propia voluntad. Trisha se rió entre dientes. —Decirle a papá que finalmente
estoy haciendo una elección sin que nadie me diga lo qué tengo que hacer. O mejor dicho, supongo
que todo el mundo me está diciendo que hacer y estoy decidiendo algo por mí. Papá lo entenderá. No
le gustará, pero lo entenderá.
Los dos hombres compartieron una larga mirada de lo que parecía ser sorpresa. Entonces el hombre
delgado se aclaró la garganta. —Trisha, no estoy seguro de que entiendas lo que estás
haciendo.
—Anatoly es un monstruo, ¿no? —dijo ella . —Me he dado cuenta que tiene algunos defectos
—Mi padre es policía. Ella pensó sobre algunas de las historias que su padre le había contado
a lo largo de los años. —Él no es exactamente un Boy Scout, ya lo sabéis. La gente hace las cosas
que hace por una variedad de razones. No todas estas opciones son buenas, pero en el momento
probablemente parece lo correcto. Trisha miró para arriba hacia el reloj de pared colgado en el
pasillo. —Mejor que os vayáis. En serio. Si Anatoly viene a buscarme, no sé exactamente cuánta
Trisha sacudió la cabeza. —No. Y para futuras ocasiones, simplemente decirle a la gente de
escapar justo frente a sus narices, Trisha decide no tomarla? ¿Qué clase de locura era esta?
Apretó la espalda contra la pared al lado de las escaleras estrechas. Después de que Frederick
le hubiera dicho cuánto tiempo había estado esperando a que Trisha reapareciera con sus
pertenencias, Anatoly había asumido lo peor. Aquí él había estado esperando que se huyera en cada
oportunidad. Después de todo, él la retenía como rehén. Huir sería la respuesta natural, ¿no?
Ahora podía ver que ella había estado ocupada de otra manera por una buena razón. Su padre
había enviado a un equipo de expatriados para recuperar a su hija. No es que Anatoly culpara al
hombre. Trisha era un premio a ser protegido a toda costa. Ella era un premio que Anatoly ahora
—Trisha —dijo Anatoly, deslizándose alrededor de la esquina y vagando por el pasillo. —Ve
Ella se giró sorprendida de verlo. Él se preguntó en un momento si ella sospechaba que estaba
siendo observada y por eso había declinado escapar. Ahora lo sabía. Por alguna razón, que él iba a
averiguar, ella había decidido permanecer en cautiverio.
—Anatoly —dijo ella firmemente. —Por favor no hagas daño a estos hombres. Sólo hacían el
—Ya lo sé. El aún no estaba acostumbrado a que alguien expresara libremente su opinión,
mucho menos pedirle hacer cosas o responder de una determinada manera. Era desconcertante, sobre
todo porque no se sentía presionado por ella. La presión era algo interno. La quería agradar. Qué
extraño.
—Gracias, Anatoly. Trisha le dio una sonrisa que le hizo sentir como si el sol hubiera salido.
Entonces se giró y se alejó. Él la oyó en las escaleras, y entonces la puerta exterior del edificio se
cerró de golpe.
Ahora volvió su atención a los dos hombres de pie delante de él. No parecían asustados, lo
que les daba crédito. De hecho, parecían hombres frente a una serpiente, sabiendo que su enemigo
era totalmente impredecible y esperaban a ver cómo saldrían las cosas antes de decidir como actuar.
—Su padre os ha enviado —dijo Anatoly suavemente. ¿Es lo que tengo que entender?
El hombre grande subió las cejas. Su sorpresa era evidente. —¿Y el mensaje?
—Su hija me pertenece ahora. Anatoly sintió una sacudida profunda de satisfacción ante esas
palabras. —Ya lo han oído de sus propios labios. Es cierto. Trisha Copeland es mía y seguirá
brazo para retenerlo. El hombre grande aclaró su garganta. —¿Realmente han conocido a Jonathan
Copeland?
—No.
Ahora había una sonrisa de diversión real en los labios del hombre grande. —Entonces voy a
darle el mensaje que su hija me ha dado junto al suyo y le permitiré decidir cómo quiere proceder.
Anatoly tuvo aprensión un momento sobre la extraña sonrisa. ¿Estaba ese hombre realmente
satisfecho por este resultado? Había fallado en su deber, ¿no? ¿Por qué eso le satisfacía? El
rompecabezas no le sentaba bien a Anatoly. —¿Por qué es esto gracioso? —exigió él.
—Eres muy importante aquí en Moscú —dijo el hombre grande. —Todos lo sabemos. Así que
El hombre agitó su mano. —Oh, ella es tuya hasta que no te sirva para nada. ¿Cómo cree que
su padre reaccionará ante esto? Su hija aparentemente cree que eres una persona mejor que lo que el
resto del mundo está inclinado a pensar. Se sentó aquí y nos dijo que no usted no es el monstruo que
todos pensamos que es.
Ahora era hora del hombre delgado. —Así que aunque todos sabemos que le dispararías en la
cabeza para salvarte, ella está dispuesta a dar la espalda a su familia y su vida normal, porque ella ve
algo en ti que el resto del mundo no ve.
Anatoly se sintió extrañamente halagado por este conocimiento. Sin embargo, también hizo que
se sintiera incómodo. ¿Se habías mostrado él de alguna manera diferente a como de verdad era a
Trisha? Seguramente no. Él era el hombre que era. No era como si él intentara ser otra persona. Él
había tomado a su cautiva contra su voluntad después de inventar falsas acusaciones en su contra por
hacer trampas en su casino. No había ningún elemento oculto en ese escenario.
—Ya nos hemos quedado demasiado tiempo —dijo el hombre grande con diversión. —Y no te
Anatoly vio como salían los dos hombres y se sintió aún más confundido que cuando había
estado parado en la escalera hacía hace sólo unos momentos. ¿Qué pasaba con Trisha? Ella no podía
comportarse nunca como esperaba. Las personas eran egoístas. Era la única cosa constante en su
Capítulo Diez
preocupada por esos hombres. ¿Qué pasaba si Anatoly se enfadaba con ellos? No era como si ella no
fuera consciente del tipo de violencia de que era capaz. Simplemente creía que era capaz de
La puerta trasera se abrió, y Anatoly se deslizó en el coche. —Frederick, llevanos a casa por
favor.
—Las he puesto en el maletero. Él ladeó la cabeza hacia ella. —¿Pensabas que me olvidaría
—No. Sintió un rubor caliente en sus mejillas. —Creo que simplemente no me di cuenta lo
distraída que estaba. No vi ni oi que pusieras nada en el maletero.
Entonces.
El tono de Anatoly sugería que ya había hablado suficiente sobre el incidente en la residencia.
Mierda. Trisha queria saber si los hombres estaban bien. Ella les había pedido que le dieran un
mensaje a su padre. ¿Qué pasaba si no lo hacían? Trisha necesitaba hablar con su padre, o
Por supuesto su anfitrión era totalmente ajeno a esta necesidad. —Has expresado un interés en
ver otras partes del continente. ¿Quieres ir a una de mis estaciones en Siberia?
—¿Como para unas vacaciones? Los problemas con su padre fueron olvidados
aspecto casi juvenil. —Haces que suene como si nunca hubieras ido de vacaciones.
—Oh, no desde que era pequeña —dijo despectivamente. —Mis padres me llevaron al viaje
obligatorio a Disney World cuando tenía siete años. Mi padre no cree en viajes o vacaciones. Le
—No estaría de acuerdo. El tono de Anatoly sugirió que ese era su pronunciamiento y no había
ninguna otra opinión sobre el tema valiera la pena discutir. —Así que iremos a Siberia.
—¿Cuándo?
Sonrió, y ella sintió un nudo en el estómago de emoción. —Creo que ahora es un momento tan
bueno como cualquiera. ¿No? Gesticuló hacia el maletero del coche. —Tenemos tu equipaje listo. Él
empujó un botón y bajó el vidrio entre la parte delantera y la parte trasera del coche. ¡Frederick,
llevanos a la estación de tren por favor.
Express?
—Sólo que eres un hombre con medios e influencia, así que por qué no ibas a tener tu propio
vagón de tren, a diferencia de nosotros simples mortales que viajamos en una butaca como la gente
normal.
—Tú no eres una persona normal. Parecía un poco tieso. ¿Ella le había ofendido? —Estás
—Gracias. Decidió dejar de fastidiarlo, o lo que fuera que estaba haciendo y apreciar lo que
estaba haciendo. —No quiero sonar desagradecida. Supongo que no estoy acostumbrada a sentirme
—Tal vez deberías acostumbrarte. Mientras estés conmigo, así es cómo las cosas irán.
Llegó a través del asiento y tomó su mano. Trisha trago saliva, sintiendo una excitación
nerviosa en sus venas. Anatoly giró la palma de su mano y trazó las líneas con la punta de su dedos.
A pesar de todo lo que estaba sucediendo, sintió un tirón que comenzaba justo por debajo de su
vientre. Sentía tan bien ser tocada por él. La electricidad entre ellos parecía estar siempre presente.
Su mente recordó imágenes de la noche anterior. Recordaba sus manos en sus muslos desnudos
y la forma en como se había sentido cuando él había presionado dentro de su cuerpo. Un dolor
húmedo empezó a surgir entre sus piernas. Se retorció un poco en el asiento. Era casi incómodo
sentarse allí y no moverse. Él todavía frotaba suavemente su palma. Entonces sus dedos se deslizaron
hacia abajo sobre su muñeca y su brazo. Le tocó la piel blanda en el interior de su codo.
Su mirada era abrumadora. La oscura profundidad de sus ojos parecían mirar más allá de su
piel y dentro de su alma. Se preguntaba que iba a ver allí. ¿Sería él capaz de ver que ella estaba
rápidamente consiguiendo penetrar en mucha más profundidad de lo que era sensato en lo que a él le
concernía? ¿Sería obvio para él que tenía un increíble poder sobre ella?
Ella tragó saliba y finalmente logró hablar. —Sí. Si, me gusta mucho.
—¿Continuo?
se deslizó fuera del coche. —Supongo que me refería a que vamos a seguir esta discusión en el
vagón del tren.
—Ya veo. Ella se deslizó fuera del coche, sintiéndose casi mareada. —¿Y a dónde va esta
conversación?
combate verbal.
¿Y si decido viajar con los otros pasajeros para que puedo tener la experiencia completa del
Transiberiano? ¿Qué dirías? Ella no había considerado realmente que posibilidad hasta ese
momento, pero ahora que lo había dicho, se preguntaba cómo podría responder.
Él frunció el ceño, con una expresión que lo hacía casi vil. —No hay asientos en los otros
vagones.
Trisha sospechaba que el propio Anatoly no entendía totalmente qué era lo que estaba
diciendo.
Ella tenía graves problemas y empeoraba con cada segundo que pasaba.
EL PAISAJE PASABA por fuera de la ventanilla del tren. Dentro, Anatoly se relajaba en un
sofá con un cóctel en la mano y una hermosa mujer de compañía. Él podría haber dicho que era
como
cualquier otro fin de semana, excepto que la mujer era Trisha y su principal objetivo no tenía nada
que ver con conseguir meterse debajo de su falda. Bien, ese podría haber sido parte de su objetivo,
pero abarcaba mucho más que el deseo de verla desnuda otra vez.
Anatoly la había estado mirando explorar sus alojamientos ahora durante 20 minutos. —
Probablemente has examinado más a fondo este vagón que cuando me lo entregaron a mí.
—¿En serio? Ella se giró y le lanzo una rápida sonrisa antes de mover su cabeza con evidente
consternación. —La gente rica nunca prestáis demasiada atención a lo que compráis. Solo amasáis
—¿Cuál es tu evaluación entonces? preguntó él, con curiosidad por conocer sus pensamientos.
Ella hizo un círculo lentamente en el centro del vagón. —La construcción parece buena. Yo
diría hermética con buen aislamiento acústico ya que no se oye mucho ruido del aire al pasar. Aunque
no se oye mucho de los aparatos que hay aquí, tampoco.
—El bar es bonito. Está obviamente bien surtido. Supongo que esos sofás de allí se pueden
convertir en camas de algún tipo. Hizo un gesto hacia el final del vagón.
—Vaya, déjame pensar, tener relaciones sexuales durante el día en un tren a toda velocidad
donde cualquiera podría entrar o echar un vistazo por las ventanas. —¡No, gracias! Ella realmente se
rió de la idea. —Eres guapo. Te daré eso.
—Has mencionado a gente rica varias veces —comentó, queriendo salir del tema. —Pareces
—Sólo cuando se sienten como que eso les da derecho a todo lo que quieran. Ella la miró con
gravedad.
—¿Asumo por tu mirada que te refieres a mí? Particularmente no le gustaba ser incluido entre
"todas esas personas ricas", pero no había nada que pudiera hacer para refutar sus acusaciones.
—He conocido a muchas personas ricas en mi vida —reflexionó ella. —Ninguno de ellos era
particularmente agradable, y a pesar de que podían permitirse el lujo de ser generosos, no lo eran.
Ella le dio una mirada llena de mofa sarcástica. —Lo siento, ¿no llaman a eso comunismo?
—¡Ouch! Ella colocó una mano sobre su corazón. —No creo que pueda argumentar nada en
contra de eso.
—¿Pasamos a la religión? Ella levantó una ceja y tocó las cortinas de brocado colgando de las
ventanas.
Él la miró como tocaba la rica tela y perdió completamente la pista de cualquier cosa menos
del recuerdo de lo que se sentía con sus manos sobre su piel. ¿Cuándo se había vuelto tan
—Cuéntame sobre tu trabajo. Su suave tono era alentador, como si realmente tuviera
curiosidad. —¿Qué hace a la mafia diferente de cualquier otro tipo de negocio? En mi experiencia,
todas las prácticas de negocio están al límite de la ética
—Es cierto. Colocándose más cómodamente en su asiento, pensaba en lo que hacía para
ganarse la vida. Por alguna razón, estaba ansioso por explicarse. Era absurdo, pero podía admitir que
así es cómo se sentía. —Dirijo hoteles y casinos. No es la forma tradicional de la mafia, pero ha sido
bastante lucrativo para mí.
—Bueno, la mayoría de las familias de la mafia están metidas en drogas o peleas ilegales, y
también en el tráfico de pieles. —Se encogió de hombros. —No encuentro que esas actividades sean
rentables.
Algo sobre la posición de su barbilla le dio la impresión de que ella lo desaprobaba. Entonces
ella se encogió de hombros. —Supongo que es bueno para ti, pero qué convierte a lo que haces en
—¿Y tú? Pasó a centrarse rápidamente en Trisha. —No hemos hablado casi nada de inglés, y
sin embargo pareces no tener ninguna dificultad para entenderme. El doinio de la lengua rusa es
impresionante.
Academia de Moscú era la última parte de mi carrera. Ella suspiró, mirando por la ventana y
—¿Qué pensabas hacer con tu título? Realmente se preguntaba qué podía hacer con él. Parecía
Ella se rió entre dientes. —Creo que elegí esa especialidad solo para fastidiar a mi padre. Él
—Ah. No entendía todo el concepto de lo que hacía un trabajador social, pero realmente no le
—Él no está nunca enfadado. Ella se volvió y le sonrió. —Él está decepcionado. Hay una
diferencia. Soy su única hija. Me he perdido a mi misma y a mi dinero en este ridículo título, bla, bla,
bla. Hay mucha indcucción de culpa.
—Y sin embargo ahora estás aquí y no hay necesidad de sentirse culpable. —Se encogió de
hombros. Para él, el asunto estaba cerrado. —Pronto estaremos en mi resort y todo estará bien.
Capítulo Once
Trisha nunca había visto un paisaje más hermoso que las boscosas montañas de Siberia que
rodeaban el resort de Anatoly. El lugar contaba con una montaña para esquíar que funcionaba desde
pronto en otoño hasta finales de la primavera, pero ahora el mayor atractivo parecía ser la tirolina.
Sin embargo, era obvio que para los muy ricos, ese lugar era todo sobre servicios de spa de lujo y
relajación.
Anatoly no se quedaba con la población general en la parte principal del inmenso hotel en
forma de castillo. En cambio, tenía una casa privada situada en una ladera. La "cabaña" podía estar
hecha de troncos rojos, pero no había nada que se pareciera a una cabaña de troncos en este lugar.
Tenía con techos altísimos, una enorme extensión de ventanas con vistas al valle, y un enorme
cubierta recubierta de flores de color púrpura. El aroma de la flora que rodeaba la cabaña de
Anatoly llenaba el aire, y Trisha no pudo resistir las ganas de acurrucarse en una silla y simplemente
tomar el sol y el aire fresco.
Anatoly puso un cóctel sobre la pequeña mesa al lado de su asiento. —¿Estás disfrutando?
—No puedo creer que este lugar sea realmente tuyo —murmuró ella con aprecio. —Es
hermoso.
—En invierno la montaña se llena de esquiadores. A veces la cierro para poder disfrutar de
Él movió los ojos y tomó asiento en el sillón al lado de ella. —No. Personas egoístas.
Ella se giró para mirarlo sorprendida. —¿Te has llamado a ti mismo egoísta?
cosas decadentes como tener sexo en una terraza privada en un complejo de Siberia mientras la
puesta de sol convertía el cielo en sombras feroces naranja y rosa. Excepto que se suponía que ella no
debía estar pensando en ese tipo de cosas.
—¿Nadas?
—Sí, pero no traigo bañador. Se sintió un poco decepcionada por eso. Realmente disfrutaba
nadando.
—El lugar en el que estaba pensando nadar no era realmente una piscina. Estaba obviamente
trabajándosela para llegar a cierto punto, ya que prácticamente podía ver las ruedas girando en su
cabeza.
—Adelante entonces —instó. —Venga escúpelo. Todo este baile alrededor de tu punto me está
mareando.
—Hay una fuente de agua termal a poco más de un kilómetro de esta casa. Está todavía en
tierras privadas. No permito a los huéspedes que suban allí sin un permiso especial.
Trisha intentó controlar su impaciencia. ¿Poseía una fuente de agua termal en medio de un
hermoso espacio natural como este? ¿Cómo podía tener un criminal de su calibre tan buen gusto?
Eso aturdía del todo la mente.
ANATOLY LA MIRÓ pensativa. Sabía que pensaba en las aguas termales. No sólo tenía
Finalmente ella se puso de pie. —Vamos a ver ese lugar mágico del que hablas.
—Tú dices eso —reflexionó, sin moverse de su asiento. —Sin embargo, tu tono suena
sarcástico.
Trisha suspiró fuerte. —De acuerdo. Anatoly, por favor, ¿sería tan amable de llevarme a ver
—Mucho mejor.
Uniendo sus dedos con los de él, se dirigió a las escaleras en el otro extremo de la cubierta. Cuando
se dio cuenta de que salían, ella le hizo parar.
—No. Apenas hay un kilómetro. El camino es bueno. Estaremos bajo la protección de mis
hombres todo el tiempo, y aunque no te lo creas hay cobertura de móvil por si necesitamos llamar o
algo.
—Oh.
—Estaba pensando en una caminata en medio de la nada, ¿sabes? —Ella frunció los labios. —
Anatoly rió y la tomó del brazo. —Tal vez nos podemos practicar senderismo hacia arriba en
El camino descendía la colina hacia abajo donde estaba su cabaña y dentro del bosque a pocos
cientos de metros de distancia. Siguieron el sendero ancho y bien marcado alrededor de árboles y
rocas grandes, cubiertas de musgo. Estaba fresco pero no frío a la sombra del bosque. El aroma de
No tardó mucho antes de ver el vapor de las aguas termales en el aire. Su excitación aumentó.
Trisha apreciaría este lugar tanto como él. Por algún motivo, le vino a la mente la vez que había
considerado llevar allí a Bianka. La mujer era una chica de ciudad hasta la médula. Incluso la
mención de uno de sus resorts hizo que se retorciera de nervios con un percibido malestar . Ella se
veia ese lugar con una falta completa de todas las comodidades que ella consideraba necesaria para
mantener la vida.
Se volvió para encontrárselo mirando embelesado con curiosidad . —Solo en alguien que
conozco.
Ese no era el tema sobre el que quería hablar en este momento. —La llamaría una princesa
TRISHA INTENTÓ no sentirse ofendida por el conocimiento de que Anatoly estaba pensando
sobre otra mujer mientras estaba con ella. ¿Era ella tan poco interesante? Por alguna razón, había
pensado que podría mantener su interés. Ella sabía que era diferente de sus estándares habituales, y
que había muchas opciones de que se cansara de ella más pronto que tarde, pero aún así era
humillante.
—Por eso estaba pensando en otra mujer —dijo lentamente. —Estaba pensando que nunca
traería a otra mujer aquí. No conozco a nadie como tú. No tienes miedo de una pequeña caminata por
el bosque.
—¡Oh! Ahora en vez de sentir vergüenza, ella estaba nerviosa y excitada.
Entonces doblaron una esquina y todos los pensamientos de las mujeres o de quien y que le
gustaba a Anatoly desapareció de su cabeza. Había un pequeño claro en los árboles que rodeaba una
charca de agua. Había una pared de roca pura al otro lado del sendero, que acababa en el agua. El
—Me alegro de que te guste. Él hizo un gesto hacia el agua. Trata de poner los dedos dentro.
Se puso de cuclillas abajo en el borde de la charca y tocó suavemente el agua con la punta de
su dedos. El tenue olor de azufre estaba en el aire, pero no era desagradable. Ella se volvió para hacer
un comentario, pero rápidamente olvidó lo que iba a decir.
Anatoly se había quitado la camisa por encima de su cabeza y ya se había deshecho de sus
zapatos de suela gruesa. Estaba desabrochándose los cierres de sus vaqueros. Trisha gimió al verlo.
No es que no hubiera visto su pecho desnudo antes, pero era una visión algo impresionante.
Cada pulgada de él estaba cubierto de músculo duro plano envuelto en piel dorada. Era como
si ella no pudiera apartar la vista. Él se sacó sus pantalones vaqueros hacia abajo por su parte
trasera, sacando su ropa interior con ellos. El pelo oscuro grueso en su ingle estaba expuesto, junto
con su pene. Él tenía una erección impresionante. Su polla rebotó contra su vientre al quitarse los
pantalones vaqueros, su ropa interior y los calcetines.
—Voy darme un baño —le dijo con una sonrisa diabólica. —Deberías entrar conmigo.
Trisha miró abajo a sus pantalones vaqueros y camiseta informales. Nunca se había bañado
desnuda en una piscina. Su padre era policía. Ella siempre había supuesto que tendría la suerte de ser
arrestada por exposición indecente y hacer que él se ocupara del papeleo. Ahora, sin embargo,
Anatoly se metió dentro y después se hundió por debajo de la superficie del agua. Resurgió en
el centro y se sacó el agua de su cara. Su pelo oscuro brillaba a la luz del sol filtrada a través de las
ramas de los árboles, y su piel parecía de seda perfecta. De hecho, todo su cuerpo parecía perfecto.
preocupación real. Ella era una verdadera pelirroja con piel pálida pecosa que nunca se bronceaba.
ANATOLY PODÍA VER el baile mental en su expresión. Entonces ella finalmente cedió. Él
sujetador. Ella pareció deshacerse de su ropa tan rápidamente y eficientemente como fue posible sin
un solo pensamiento hacia lo que podría constituir un striptease. Él casi se echó a reír por la falta de
artificio. Entonces ella dio un paso dentro del agua, y él se olvidó de respirar.
—¿De veras?
Anatoly hizo un ruido de disgusto. —¿Qué idiota nunca te dijo que eres hermosa? Deseo
Incapaz de resistir, Anatoly se acercó y tocó su hombro desnudo. Ella se había hundido un
poco debajo de la superficie del agua. Sus pechos apenas sobresalían de la superficie humeante.
Ambos estaban por encima de la línea de flotación y sus pezones eran puntos duros.
Él tomó sus pechos en sus manos. Pasando sus dedos por sus pezones, disfrutó del hecho de
que ella estaba recibiendo placer de la atención. Su carne se puso más tersa. Él hizo círculos
pequeños hasta que estuvieron palpitando contra sus dedos. Finalmente, se hundió abajo y tomó uno
en su boca.
Ella sabía exquisita. Enroscando los dedos entre su cabello mojado, tiró de su cabeza más
cerca como si le estuviera pidiendo más. Él chupó más fuerte, metiendo tanto de su pecho en su boca
como le fue posible. Él golpeó su pezón con su lengua y luego retrocedió para darle un mordisco de
amor pequeño con los dientes.
¡Oh Dios mío, siente muy bien! —murmuró. —¡Más, Anatoly! ¿Por favor?
Él sonrió y deslizó sus manos sobre sus caderas hacia la parte baja de la espalda. Pronto
estaba agarrando con las manos su delicioso trasero y tirando de ella con fuerza contra su cuerpo. —
Te voy a hacer el amor, Trisha —le dijo toscamente. —Voy a meter mi polla dentro de tu coño y
hacerte gritar hasta que las rocas hagan eco del sonido de tu placer.
Entonces ella puso su mano sobre su vientre y deslizar hasta la base de su polla. Agarrándolo en su
palma, ella dio vuelta a todo alrededor de él. —Vale. Pero voy a hacerte gritar junto a mí.
Capítulo Doce
Trisha estaba ardiendo por este hombre, y no había manera de fingir que no lo estaba. Ser
sujetada en brazos de Anatoly mientras él la acariciaba y tocaba sus pechos era maravilloso.
Entonces él dijo que quería hacer el amor a ella y pensaba que podría morirse de la lujuria. Todo
debajo de su vientre estaba tenso y caliente. Sus músculos internos estaban flexionados con la
necesidad de la penetración y en todo en lo ella podía pensar era en el momento en el que la polla de
Anatoly entrara en su cuerpo.
hundió sus manos en su pelo y tiró de ella por un beso. Ella separó sus labios y sintió lengua
deslizarse dentro de su boca. El sabor decadente de él envolvió sus sentidos. Sentía las olas del agua
caliente contra sus brazos y el refinamiento de la piel de Anatoly donde presionaba contra la suya.
Ella estaba flotando, con Anatoly como única ancla que había en el agua. Sus pies parecían
estar firmemente plantados en el fondo de la charca. Trisha aprovechó la oportunidad para levantar
sus piernas y envolverlas alrededor de su cintura. La posición abrió su sexo y lo presionó duro
Sintió una sensación de ardor en las parte posterior de las piernas mientras las apretaba
disparaba a través de su sistema nervioso. Ella gritó mientras su cuerpo se convulsionaba con un
orgasmo. Sus músculos interiores se flexionaron y se apretaron buscando la polla de Anatoly. Se
movió contra él para conseguir más. Lo necesitaba tanto que apenas podía soportarlo.
—Tranquila —le dijo suavemente. Sus manos estaban en el pelo ella, alisando los filamentos
Ella gimió, apretando sus muslos donde descansaban contra las caderas de él. Él agarró su
parte trasera más firmemente y la sacó suavemente de él. Ella flotaba en el agua, al amparo del calor
que la mantenía en una posición perfecta.
cabeza de él se deslizó dentro de su coño. No era suficiente. Finalmente, empujó hacia adelante y la
llenó totalmente. Ella gimió de satisfacción y envolvió sus brazos alrededor de su cuello.
En ese momento ella lo miró a los ojos. La intimidad le golpeó, y se sintió casi tímida. Sus
ojos oscuros eran tan bellos. Podía ver tantas cosas allí, y todavía no sabía cómo irían las cosas entre
ellos.
Comenzó a moverse dentro de ella. El agua se movía con ellos, salpicando su piel ligeramente
Trisha echó la cabeza hacia atrás y miró hacia arriba a través de los árboles gruesos hacia el
cielo azul. Sus pechos rozaban de forma seductora contra el pecho duro de Anatoly. Sus pezones
crecían duros y su clítoris palpitaba. Él aumentó su ritmo, golpeando dentro de ella y haciéndola
jadear con cada empujón. El placer era casi abrumador. Ella se sentía casi al borde de otro orgasmo y
lo alcanzó con todo lo que tenía.
ANATOLY NUNCA HABÍA había disfrutado tanto otra cosa como ese momento dentro de
Trisha. Ella era todo lo que cualquier hombre podría desear. Era atractiva y desinhibida, y ardía por
él como nadie nunca lo había hecho. Podía sentirla como estaba al borde de otro climax. Él quería
correrse con ella. Sus bolas estaban apretados entre sus piernas y el coño de Trisha retenía su polla
tan firmemente que apenas podía moverse dentro de ella.
Ella gritó, con un gemido apasionado que hizo eco en la pared de roca e hizo a Anatoly
temblar de deseo. Ella se apretó alrededor de él brevemente antes de que él la sintiera derretirse con
su orgasmo. La hermosa sensación fue más de lo que él podía resistir. Echando su cabeza hacia atrás,
Una ola de ternura le inundó y la envolvió con seguridad en un abrazo. Esta mujer era diferente
de cualquier otra persona que nunca hubiera conocido. Con ella no había una agenda oculta que
descubrir o manipulaciones que evitar. Ella era exactamente lo que ella mostraba ser. El efecto era
impagable.
—No puedo creer que acabo de hacer —murmuró ella. —Ya es oficial. No tengo ninguna
fuerza de voluntad.
—¿Cómo? Él miró hacia abajo a su cara y suavemente metió un mechón de cabello húmedo
detrás de su oreja.
—Te has desnudado y después has entrado en el agua. Eso es lo que empezó esta tontería.
—Lo siento, pero esto no ha sido una tontería —sostuvo. —Ha sido increíble.
—El sexo contigo parece caer bajo ese título. ¿Pero tal vez eso sería sexo con alguien que
sabía lo que estaba haciendo? No estoy segura de tener datos suficientes para hacer un juicio sobre
eso.
—No vas a obtener datos sobre ese tema, si eso es lo que estás sugiriendo —gruñó él. —No te
—¿Es eso así? Trisha parecía divertirse. A él le molestaba. ¿Pensaba ella que él era tan
voluble? —¿Te das cuenta que sueles tener la capacidad de atención de una pulga cuando se trata de
mujeres?
—Tal vez, pero sé lo que me has dicho tú y otras personas sobre ti. Ella presionó la punta de
su dedo índice sobre su esternón. —¿Cuántas veces has dicho que me mantendrías mientras te
interesara?
Anatoly no tenía ninguna respuesta para eso. Era cierto. Él lo había dicho. Probablemente sería inútil
tratar de explicar las múltiples emociones y pensamientos que pasaban por su cabeza parra
—Bueno, por ahora eres mía. No importa nada más —dijo firmemente.
EL CAMINO DE REGRESO a la cabaña fue menos agradable que el de ida a las aguas
termales. Algo del brillo se había apagado. Trisha sentía tiesa e inestable con Anatoly. El hombre
estaba teniendo otro cambio de humor y parecía casi hosco.
Caminando sobre agujas de pino caídas, con el bosque alrededor de ellos con los cantos de los
pájaros en los árboles y pequeñas criaturas escurriéndose volviendo a sus escondrijos. De hecho,
parecía como si todo el mundo se sentiera bien, con la notable excepción de Anatoly Zaretsky.
Una nube surcó el cielo cubriendo el sol. El paso de Anatoly no parecía beneficiar el camino
de vuelta a la cabaño. Se sumergieron hacia abajo en un lugar bajo donde la hierba crecía espesa y las
ramas de los árboles entrelazados encima de la cabeza obstruían completamente cualquier vista
del cielo.
Un escalofrío sacudió la espina dorsal de Trisha. —¿Oyes eso? —le susurró a Anatoly.
—Exactamente. Los pájaros han dejado de cantar. Eso es malo. La intranquilidad en su vientre
Nunca llegó a terminar lo que estaba diciendo. Cuatro hombres salieron de la maleza espesa.
Llevaban ropa de camuflaje e incluso se habían pintado sus rostros. Dos de ellos fueron directamente
a por Anatoly. Vio como él buscaba al lado como si se hubiera olvidado que no había traído un arma.
Aún así, no iba a rendirse sin luchar. Lanzó una rápida ráfaga de golpes, dándole a un hombre en la
mandíbula y haciéndole caer atrás varios pasos.
—¿Qué? ¡No! Ella estiró la mano de su agarre. —Estoy aquí por mi propia voluntad. ¡No
quiero irme!
Ella pilló a los dos hombres intercambiando una mirada significativa. Entonces el otro la tiró
—¡Eh! ¡No puedes hacer eso! Ella golpeó contra su espalda, pero no tuvio más efecto que si
Anatoly oyó su grito y redobló sus esfuerzos para deshacerse de los otros dos hombres. Ambos
estaban golpeándole. De hecho, los tres rodaban por el suelo del bosque dándose de lo lindo los unos
a los otros. Ella no podía decir que puños pertenecían a que hombre. Era todo una pila de camuflaje y
carne musculada.
Por supuesto, no ayudaba que esencialmente estuviera viendo esa lucha colgada boca abajo
sobre el hombro de algún idiota. De hecho, se estaban alejendo más y más lejos de Anatoly y los
otros idiotas. Ella estaba empezando a sentirse un poco mareada. Además, no quería irse. Anatoly
podía cambiar de humor más que una chica adolescente, pero aún no estaba lista para rendirse.
Trisha golpeó a su secuestrador otra vez cuando giraron una esquina y ya no pudo ver a
El hombre en realidad tenía el descaro de acariciar su parte trasera mientras estaba corriendo.
—Mi nombre es Taft y este otro cabeza hueca es Jack. —Tranquila, cariño, tu padre nos ha enviado.
Girando su cuello, Trisha pudo ver al hombre llamado Jack. Él y Taft intercambiaron algunas
miradas bastante significativas. Pero necesitaba más que eso. Necesitaba que ellos dejaran de correr.
¿Qué le estaba sucediendo a Anatoly? ¿Los otros dos estúpidos van a lastimarlo?
—Tengo veintisiete años —dijo Trisha secamente al hombre. —Mi padre os ha enviado
porque quiere que vuelva a casa. Estoy aquí por mi propia voluntad. Así que si seguís con esto me
—¿Copeland dijo que ella tenía veintisiete? Jack le preguntó a su compañero. —No recuerdo
eso en el expediente.
—Sí, suele olvidarse de eso —dijo Trisha. —Sabes, él dice cosas como 'mi niña' para poner
—¿O sea que tienes veintisiete? Taft la bajó de su hombro y la volvió a poner de pie.
Taft la miraó con sospecha. —Tu padre dijo que la mafia rusa te retenía contra tu voluntad.
—Comenzó de esa manera, pero ahora soy una huésped. ¿Parecía como si estuviera cautiva?
Estábamos haciendo senderismo volviendo de las aguas termales juntos. No estaba atada ni nada.
Podría haberme ido corriendo en cualquier momento. Y ella no pudo evitar pensar que debía haber
de edad está siendo retenido contra su voluntad, entonces no podemos llevárnoslo si protesta.
—Lo pillo colega, no tienes que recordármelo. Taft levantó sus manos como si quisiera que
Eh, esperar un minuto —dijo ella. Me habéis arrastrado hacia aquí en medio del bosque, ¿y
ahora me abandonáis?
—¿Piensas que Bo y Leeds abrán acabado con Zaretsky? —Taft se preguntó en voz alta.
—¡Hola! Ella agitó sus manos delante de la cara de Taft. —¡Estoy hablando! Vosotros me
Taft resopló. —Lo siento, niña, tú eres la que ha decidido dormir con el enemigo. Si no deseas
—¡Capullos! —ella se quejó, viéndoles irse a través de los árboles y desaparecer rápidamente
en el bosque oscuro.
Capítulo Trece
barandilla, se ayudó para subir arriba unos pocos pasos. Estaba sangrando de un corte encima de su
ojo. Su camisa estaba rasgada. Sus tejanos estaban cubiertos de suciedad del suelo del bosque, y no se
había sentido nunca antes tan frenético en nombre de otra persona en su vida.
Su casi sombra constante saltó sobre la cubierta desde la cocina donde él probablemente había
estado coqueteando con la cocinera. —¿Qué pasa, jefe? Yakov funcio el ceño cuando vio el aspecto
—¡Sí! Anatoly abrió la boca. —Y deprisa. Alguien ha secuestrado a Trisha. ¡Maldita sea!
Anatoly sabía exactamente lo que había sucedido. —Tiene que ser su padre. ¿Por qué el hombre
atención! —dijo a Yakov. —Trisha notó el silencio de los pájaros antes de que yo me diera cuenta.
—Jefe, tienes que calmarte. Yakov lo estaba mirando como si hubiera perdido la cabeza. —
—Vale. El tono de Yakov era totalmente razonable. —Tienen que encontrar una manera de
salir de la propiedad.
—Correcto. Anatoly sacó un mechón de pelo largo negro de su cara. —Cerrar todas las
salidas fuera de la propiedad. Tenemos que encontrarla. Emite un boletín a la policía local. Cierra las
autopistas si tienes que hacerlo. ¡Joder, cerraré los malditos aeropuertos si no puedo encontrarla!
Empezó a caminar energéticamente desde un extremo de la cubierta a la otra. Su cabeza palpitaba por
el golpe que había recibido en un ojo. Podía sentir la hinchazón y sabía que se
ennegrecería por la mañana. Sin embargo, nada de eso importaba si él no podía encontrar a Trisha.
—¿Qué? Anatoly fulminó a su amigo y compañero de tanto tiempo. —¿Ya están cerrados los
—¿Qué?
—La he encontrado.
—¿Dónde? Anatoly se giró, cayendo casi de culo. Era evidente que había recibido más de un
—Acaba de salir de los árboles y se dirige en etsa dirección. Yakov había inclinado su cabeza
hacia un lado, con una sonrisa en la comisura de su boca. —Parece muy cabreada, señor.
Anatoly nunca se había sentido tan aliviado en su vida. —Entonces no está herida. ¡Gracias a
Dios!
TRISHA PISOTEÓ el césped aterciopelado y después subió por las escaleras. Caminó a
través de la cubierta e intentó recordar que Anatoly no era el que seguía enviando a estos matones.
De hecho, parecía muy aliviado al ver que su enojo por la situación se comenzaba a evaporar.
¡Trisha! Me alegro ver que no estás herida. Anatoly la agarró y la envolvió en sus brazos en un
abrazo feroz.
Ella reposó su mejilla sobre su pecho y sintió como desaparecía la tensión de su cuerpo. —Mi
—¿Cómo escapaste? Él se echó hacia atrás lo suficiente para ver el brillo en su hermoso
rostro. —Tuve alguna dificultad contra dos de ellos a la vez. Sin duda estaban preparados.
—Pienso que eran secuestradores profesionales —dijo ella lentamente. —Ya sabes, como un
equipo de extracción. Excepto que el protocolo de su empresa no les permite tomar a una persona de
edad y que no está retenida contra su voluntad.
—Estoy aquí porque quiero. A veces creo que estoy un poco loca por no probarlo y escapar,
Anatoly besó su frente y sus mejillas y después puso sus labios sobre los suyos y Trisha olvidó
de cómo respirar. La ternura del beso estaba totalmente reñida con la brutal reputación del hombre.
Suavemente besó su labio inferior entre sus dientes y le dio un ligero pellizco. Sintió el escalofrío
hasta en sus dedos.
Entonces él repentinamente se tambaleó cayendo en sus pies. Trisha tuvo la presencia de ánimo
—A juzgar por el corte sobre su ojo, recibió un golpe en la cabeza. Un hombre puso uno de los
brazos de Anatoly alrededor de su cuello y comenzó a llevarlo dentro. Por cierto, soy Yakov.
—¿Estará bien? Trisha siguió detrás de ellos, sintiéndose un poco como una gallina madre.
Anatoly estaba murmurando algo acerca de ver doble.
Yakov hizo un gesto a otro hombre, y entre los dos echaron a Anatoly sobre el sofá. Le
colocaron en el sofá y se apartaron un poco. Tenían sus cabezas juntas, pensando sobre qué hacer.
Trisha se arrodilló al lado de Anatoly y tocó su rostro suavemente. Él se sintió caliente, casi
febril. Había muchos cortes y algunos moretones. Ella se sentía horrible. Si no hubiera sido por ella,
nada de esto habría sucedido. Tal vez ella necesitaba volver a casa antes de que su padre ordenara
algo aún más extremo. Había sufrido dos intentos de secuestro en menos de veinticuatro horas. Había
llegado el momento de tener su destino en sus propias manos.
—Lo sé. Pero necesito hacer una llamada. Mi padre es el que está enviando a estas personas a
buscarme. Necesito hablar con él y decirle que pare antes de que pase algo realmente malo. Ella se
sintió más segura acerca de esto que sobre cualquier otra cosa durante mucho tiempo. —¿Por favor?
ANATOLY SINTIÓ como si estuviera nadando en pegamento. Había luz y color, pero no podía
decir de dónde provenía. Tenia un dolor en su cabeza y sus ojos se le dolían como si alguien intentara
sacárselos con una cuchara.
Poco a poco se dio cuenta del hecho de que estaba acostado en el sofá en su cabaña. Se acordó
de las aguas termales con Trisha. Entonces recordó a los hombres asaltándolos en el bosque. Más
allá de eso, no tenía ningún sentido del paso del tiempo o cualquier otra cosa. Tenía un nudo en su
estómago y estaba casi seguro de que si trataba de bajar del sofá lo más probable era que vomitara.
Incluso a través de un párpado hinchado Anatoly pudo ver la mueca de Yakov. —Ella quería
que le devolviera el teléfono para llamar a su padre y exigirle que dejara de enviar equipos de
extracción.
—¿Qué? Un atisbo de pánico pasó por Anatoly, dándole un extra de fuerza. Se las arregló para
sentarse, pero Yakov lo empujó hacia abajo. Anatoly gruñó. —¿Qué estás haciendo? Tengo que
detenerla. ¿Qué pasa si planea unirse con el próximo equipo en algún lugar? No quiero perderla.
—Jefe, tienes que escuchar. Yakov exhaló un suspiro enorme. —En primer lugar, si Trisha
—En segundo lugar —dijo Yakov irritado. —Creo que deberías enviarla a su casa de todos modos.
Este enamoramiento tuyo es ridículo y no puede llevarte a ninguna parte.
—¿De qué estas hablando? Anatoly no apreció que le dijeran qué pensar o hacer. —Me
—Sí, pero ¿qué futuro ves en tu relación con ella? Yakov se sentó en el borde del sofá al lado
de él. —Tú eres el rey de la mafia en Moscú. Nadie se atreve a discutirte eso en tu cara. Pero la
—Anatoly deseaba que hubiera mantas en el sofá para poder ponerlas sobre su cabeza. —No
me voy a casar con Bianka Sokolov. Esa mujer es una zorra de primera clase.
—Así que ponle una casa en Moscú y no la veas nunca más —sugirió Yakov encogiéndose de
TRISHA DEJÓ que su respiración saliera muy lentamente. Si la gente mantenía generalmente
que a los fisgones rara vez les gustaba lo que oían, ahora estaba de acuerdo sin reservas de que eso
era cierto. Ella no quería escuchar, pero ella volvía para ver si Yakov podía sugerir un lugar donde
ella podría obtener una mejor cobertura para su teléfono.
Ahora se volvió y caminó fuera de la cocina y en la cubierta. Una vez afuera, ella puso sus
manos sobre su cabeza y trató de encontrar un sentido de equilibrio en todo esto. Siempre había
sabido que su situación con Anatoly era temporal. Él no había sido exactamente tímido sobre eso.
Así que tal vez necesitaba centrarse en aquí y ahora, lo que implicaba convencer a su padre de
que ella no tenía ningún interés en regresar a Cleveland. Sacando su teléfono, comprobĺa señal. Era
mejor aquí. Tenía al menos tres barras. Miró su lista de contactos y pulsó el botón para llamar al
teléfono de su padre.
—Sí, papá. Soy yo. El sonido de total alivio en su voz la hizo sentirse un poco más culpable
—¿Hablar? ¿Estás bien? El equipo dijo que te encontraron, pero que no querías irte. ¿Qué
demonios está pasando? Estaba elevando la voz, con palabras cada vez más virulentas al mismo
Ella realmente se sentía un poco culpable. Cuando su padre se ponía a gritar, no se podía hacer
Trisha trató de recordar lo que había planeado decirle. —Papá, es muy importante que dejes
—¿Qué? ¿Por qué? —gritó en el teléfono. —¡Estás retenida allí contra tu voluntad por algún
matón ruso! Por supuesto que voy a rescatarte. Mi socio Skaggs tiene contacto con otro equipo de
Hubo un silencio largo en el otro extremo de la línea. ¿Tienen un arma sobre tu cabeza, Trisha?
¡Papá, no! Ella se estaba exasperando. —Nadie me está forzando a hacer nada. Estoy hablando
con mi teléfono, y no hay nadie alrededor. Tengo privacidad cuando quiero, y estoy en unas
vacaciones fabulosas en Siberia con un chico muy guapo, realmente genial. Quiero hacer esto. Eso es
lo que estoy tratando de decirte.
Otro silencio largo, pero ella sentía que se estaba enfadando. Cómo era posible que sintiera el
humo que salía de los oídos de su padre a 1 millón de kilómetros de distancia era difícil de decir,
pero sin duda así era.
—Lo siento, Trisha —dijo lentamente. —Todavía estoy tratando de procesar que tu prefieras
estar jugando de vacaciones con un criminal que ser responsable y volver a casa donde perteneces.
haciendo lo que quiero hacer. Soy una mujer adulta. Si esta es mi elección, entonces eso es todo. Ella
no estaba segura, pero decir eso en voz alta la hizo sentir bien. Tú siempre me estás diciendo que deje
de ser tan pasiva y que haga una elección activa. Bueno, pues lo estoy haciendo.
—No. Lo sé. Quisiste decir que hiciera una elección que ya habías hecho por mí. De esa
manera te seguiría tus pasos o te haría feliz. Bien, yo estoy eligiendo hacer algo por mí mismo. Ella
se sintió más ligera. ¡Casi flotando! —Así que tómate una píldora relajante y deja de enviar a
Trisha pulsó el botón para finalizar la llamada sintiéndose más como un adulto que nunca
antes.
Capítulo Catorce
cómo él había planeado su primera noche en casa con Trisha. Se sentía muy mareado y enfermo
incluso para levantarse de la cama. Ahora tenía tres puntos de sutura en el corte por encima de su ojo,
y Trisha estaba ocupada esperándolo como si ella fuera una criada y él un inválido.
—Aquí estás —dijo amablemente mientras ella colocaba una bandeja en la cama. —No estaba
A decir verdad, el olor a comida le hacía revolver el estómago, pero él no iba a decírselo.
Esta cosa de la vulnerabilidad era vergonzosa. Él era Anatoly Zaretsky. No se suponía que un par de
ex militares americanos lo noquearan mientras daba un paseo por el bosque. Sonaba patético, y todo
eso lo hacía un gruñón.
La vio subir a la cama al lado de él y se enrolló con las almohadas. Su expresión era
invitadora, y parecía más preocupada por él de lo que podía recordar nunca de nadie. Más
impactante era que ella cuidaba de él simplemente por sí él y no porque fueera el jefe de una
empresa, o el hombre que dirigía la mafia Zaretsky en Moscú. Era suficiente para ella que él fuera el
mismo. Qué extraño.
TRISHA PODÍA VER que Anatoly no tenía ninguna idea de qué hacer con el cuidado que ella
le estaba dando. Ella se preguntaba si sería mejor a volar de regreso a Cleveland y lidiar con las
consecuencias de su conversación con su padre. Pero incluso después de escuchar que Anatoly debía
casarse con alguna chica con el apellido de Sokolov, Trisha no quería dejarlo. Sobre todo cuando era
tan obvio que tenía problemas.
—¿Te duele la cabeza? —preguntó ella, ansiosa. —El doctor dejó unas pastillas para eso.
—No quiero sus pastillas —espetó Anatoly. —Me hacen sentirme mareado y cansado.
Su mirada fulminante podría haberla asustado antes, pero ahora ella sólo sonrió.
Alcanzándolo, ella acarició suavemente su mano. La puso en la suya y comenzó a frotar sus dedos
como si ella pudiera de alguna manera hacerle sentirse mejor solo masajeándole la mano.
Esa era sin duda la pregunta, ¿no? —Porque eres un ser humano y necesitas algunas
atenciones.
Sokolov?
Parecía congelarse un momento y después todo su cuerpo pareció descansar como si estuviera
aliviado. —Bianka Sokolov es la hija del líder de la otra familia de la mafia en Moscú.
—¿Realmente vas a casarte con ella y le pagarás una casa y no la mirarás nunca más? Una vez
que había empezado, Trisha parecía no callarse las preguntas. —Lo siento, pero eso suena horrible
—Honestamente, no estoy seguro que a Bianka le importara siempre que tuviera un montón de
dinero. La mujer es menos profunda que un charco de lluvia. Parecía como si él se acabara de comer
algo amargo. —Estabas escuchando cuando estaba hablando con Yakov. ¿Sí?
—Sí. Ella se encogió de hombros. —Lo siento, pero no era como si los dos estuviérais
tranquilos.
—No. Su risa tenía algo de humor caliente. —Creo que el golpe en la cabeza prestados me ha
—Así que ¿qué pasa ahora? —ella presionó, sintiendo una extraña sensación de urgencia que
no podía definir.
—No lo sé. Se acercó y envolvió un brazo alrededor de ella, acercándola a su lado. —Me gusta estar
contigo, Trisha. Está diferente de cualquier persona que he conocido. Desde el momento que te vi por
primera vez a ti y a tu amigo en el casino, me fascinaste. Te expresas tan honestamente con los demás.
Te ries y frunces el ceño y haces caras y dices lo que piensas. En todo lo que podía pensar era en que
yo quería tener eso para mí.
Ella se rió, colocando su mano sobre su pecho y sintiendo el constante latido de su corazón.
ANATOLY SE PREGUNTABA SI Trisha se dio cuenta de que él podría tener exactamente eso
si él quería. Tal vez no era el momento para sugerir que aunque se casara con Bianka — como Yakov
indicó que debía hacer— Anatoly todavía podría mantener a Trisha como su amante. Tendría todo lo
—Quiero llevarte a cenar. Presionó sus labios contra su frente e inhaló el aroma de ella. —
Quiero mostrarte lo hermoso que el verdadero hotel es. No escatimé en gastos en su construcción y
—Anatoly, no sé si eso es una buena idea. La forma suave en que ella le hablaba le hizo
sentirse cuidado y acariciado.
Luchó para llegar al borde de la cama. Me ha visitado el médico. Tengo algunos puntos de
sutura y algunos moretones. Eso no significa que mis piernas no funcionen. Yakov nos llevará. No
—Te he traido una bandeja. Ella señaló a la comida que Yakov había enviado para él.
Trisha gimió. —Entonces supongo que ninguno de nosotros puede realmente llevarte la
contraria, ¿verdad?
—¡Yakov! —gritó.
Para la sorpresa de Anatoly, Yakov compartió una mirada significativa con Trisha. Al parecer
los dos habían logrado conectar mientras estaba inconsciente. No era necesariamente una mala cosa.
—Traeré las bolsas de vomitar —dijo Yakov secamente. —Señorita Trisha, ¿estás lista para
salir?
—Déjame cambiarme rápido y entonces sí. No creo que quiera aparecer en mis pantalones de
Anatoly le dio un suave beso en sus labios. —Creo que estás preciosa.
—Sí, y te has golpeado la cabeza antes, por lo que todos sabemos que opinión es la vale —
—¡Eh, qué pasa! —Anatoly protestó. —Nada de dos contra uno. Trisha se supone que está en
mi equipo.
—Estoy en tu equipo —le aseguró. —Incluso cuando no te gusta la estrategia de equipo que
propongo.
Ella compartió una sonrisa con Yakov y abandonó la habitación sin responder.
—¿Por qué me siento como si hubiera sido evitado? —Anatoly se preguntó en voz alta.
Yakov se rió entre dientes. —Porque Trisha Copeland es una mujer inteligente, independiente,
TRISHA BUSCÓ EN SU equipaje algo apropiado que ponerse. Normalmente llevaba tejanos y
camiseta de chica, tenía muy poca ropa de noche o vestidos. Finalmente se puso una falda estampada
floral que llegaba hasa la mitad de su muslo y quedaba bien con su top favorito. Los colores
brillantes eran favorecedores para su piel, y se sentía cómoda y natural.
Cuando volvió al dormitorio de Anatoly, él estaba ade pie y vestido con pantalones oscuros y
Ella trató de medir su malestar por lo que ella podía leer en su expresión. —¿Cómo te sientes?
Con cuidado salieron de la cabaña y se metió en el coche que Yakov tenía esperando en la
parte inferior de los escalones de la entrada. Después se deslizaron hacia el extenso complejo de
—Ese era realmente el aspecto que buscaba —admitió. —Quería que los huéspedes se
sintieran como si estuvieran dejando sus vidas reales atrás y estuvieran llegando a un lugar donde
podía pasar cualquier cosa.
Ella quedó impresionada con la atención y pensó que él habría aplicado su concepto de
diseño. —Realmente tienes un instinto para los negocios hoteleros.
Ella decidió no pensar en Bianka Sokolov u otras mujeres o las obligaciones por las que ella
no podía hacer nada al respecto. Enseguida habían aparcado frente al hotel. Un miembro uniformado
del personal se acercó y abrió la puerta. Era evidente que todos sabían quien había venido de visita.
—Señor Zaretsky, es un placer tenerle entre nosotros. El hombre se inclinó desde la cintura.
—Gracias, Pyotr. Anatoly se deslizó fuera del coche y ayudó a Trisha a salir detrás de él. A
continuación, Anatoly sonrió al hombre uniformado. —Piotr es uno de mis directores más diligentes.
Pyotr se hinchó de orgullo. Era extraño, pero ella nunca había considerado a Anatoly como un
jefe particularmente atento. Ahora tenía que revisar una vez más su opinión sobre él.
Anatoly la llevó al comedor subiendo unos pocos escalones . Señaló algunas de las obras
antiguas que pensó que le podían interesar con su base de historia. Charló sobre el mobiliario y las
hermosas arañas de cristal que se remontaban a la época de los zares. Y entonces justo cuando Trisha
creía que la noche estaba resultando ser absolutamente perfecta, sucedió algo absolutamente terrible.
—¡Anatoly! Una voz de mujer rompió la tranquilidad del comedor. ¡Anatoly Zaretsky,
demonio! ¡He estado buscándote en todas partes! Me dijeron que estabas aquí, pero nadie parecía
Trisha sintió como Anatoly se congelaba junto a ella. Entonces, la mujer que ella y Minka
habían visto una vez en el baño del casino apareció y le dió dos besos en ambas mejillas a Anatoly.
—¿Dónde has encontrado a esta? —ella señaló a Trisha. —La niña aún no puede elegir ni su
propia ropa, Anatoly. En serio. ¿No puedes ser un poco más discreto?
Capítulo Quince
Anatoly estaba casi seguro de que el Apocalipsis estaba sucediendo en ese momento. Él nunca
podría haber anticipado el horror de tener a Bianka Sokolov allí en su resort mientras él iba a estar
disfrutando de una escapada romántica con Trisha.
—¿Anatoly? Bianka levantó sus cejas. —Estoy hablando contigo.
Junto a él, Anatoly prácticamente podía sentir la creciente irritación de Trisha. Bianka llevaba
un vestido con el que parecía estar más desnuda que vestida. La tela era de una especie de negro
ahumado con destellos. El pronunciado escote mostrada una generosa superficie del escote y del
vientre. De hecho, él podía ver la esmeralda real que había colocado en el piercing de su ombligo.
Más esmeraldas colgaban de sus orejas y su cabello rubio estaba apilado encima de su cabeza y
mantenido en su lugar por peines de diamantes y esmeraldas. Llevaba tacones de aguja de quince
centímetros y una sonrisa que parecía que hubiera estado masticando vidrio.
—Bianka —Anatoly sumergió su cabeza. —Espero que estés disfrutando de tu estancia, pero
Tomó a Trisha del brazo y comenzó a caminar. Por supuesto, ya sabía que estaba delirando si
pensaba que iba a desviar a Bianka de su objetivo previsto. Ella le agarró su brazo y clavó sus uñas
hasta que pensó que podía haberle realmente hecho sangre.
—¿Estás demasiado ocupado para tu prometida? Mandó una mirada afilada hacia la mano que
Trisha tenía apoyada sobre su brazo. —Le has dicho que estás comprometio, ¿no?
—En América se le tiene que pedir a la mujer antes de que el compromiso sea oficial —dijo
Trisha.
Anatoly volvió su cabeza tan rápidamente que su columna hizo crack. Trisha realmente le estaba
sonriendo. Él esperaba que ella estaría furiosa. ¿Al parecer ella estaba elegiendo reservarse el juicio
sobre este lío de Bianka? Si ese era el caso, él no podía defraudarla. Él colocó su otra mano sobre la
de Trisha y la llevó hacia su mesa en la sección principal del restaurante. Detrás de él, oía el gruñido
de indignación de Bianka.
Ella tomó el asiento que él sacó para ella en su mesa. Colocando la falda alrededor de sus
muslos, ella parecía estar dándole a esto demasiada consideración. ¿Así que, quién lo concertó? ¿Tus
padres? ¿O un montón de tipos que quieren crear un monopolio de poder en la ciudad?
—Un poco de ambos, creo —él admitió, tomando su propio asiento. Una azafata le entregó a
Anatoly levantó su mano para llamar a la camarera. Ella se apresuró a acercarse, y él pidió
vino, ensaladas, entremeses y el plato principal todo a la vez. Cuando la camarera se fue para
llevarles el vino, él pasó la mano al otro lado de la mesa y tomó la mano de Trisha. Él hizo que sus
labios rozaran sus nudillos.
mesa. —Me alegro de que lo pienses —ella le dijo amistosamente. —Porque siento que me han
—Sólo significa que he sido golpeada desde una dirección que no esperaba. —Ella suspiró.
Ella jugó a que tocaba el violín con el vástago de vidrio, tratando de encontrar las palabras. —
Sé que te espié antes y oí a Yakov mencionar a esta Bianka. Incluso sabía que se suponía que te tenías
—¿Pero?
—En el casino de esa primera noche, mi amiga Minka y yo la vimos en el baño de mujeres.
¡Era una zorra! En serio. No puedo imaginarme un mundo donde me gustaría vivir en el mismo
—Yo no. —Tomó un sorbo de vino, tratando de ganar tiempo. —Honestamente, no puedo
apenas soportar la idea de estar junto a ella. No puedo imaginarme vivir con ella.
—Entonces ¿por qué casarse con ella? ¿Recuerda cuando estaba hablando sobre decisiones
activas? ¿Y cómo es de difícil, porque no sabemos lo que va a suceder? Este es uno de esos
momentos cuando tienes que tomar una decisión activa, porque la opción pasiva va a hacer que te
quiten las pelotas en un tornillo de banco.
—Así, ella es... Es realmente tan importante para «—»— utilizó comillas en el aire porque era
ridículo. —unir fuerzas con los Sokolovs? ¿Esa conexión es tan importante para tirar por tierra la
felicidad?
Trisha agarró su copa de vino y tomó un gran trago. Ella no estaba lista para llegar ahí todavía.
—Mira, hace ocho semanas, nunca había estado lejos de casa más de unos pocos días seguidos.
¿Ahora estoy de vacaciones en Siberia con un capo de la mafia y me hace bromas sobre mis planes
Él frunció los labios. —Lo es. Y ahora estás aquí sentada aquí sermoneándome sobre la
felicidad mientras no estás dispuesta a decir qué es lo que deseas para ti misma.
ANATOLY NO PODÍA evitar sonreír ante la expresión malhumorada de Trisha. —No estoy
intentando reducir al mínimo todo lo que has estado haciendo por tí mismo últimamente.
La camarera les trajo sus ensaladas, otro sirviente la siguió detrás con la bandeja de los
entrantes. Una vez que la mesa estuvo colocada y llena de buena comida y más vino, Anatoly se
—Tú me afectas, Trisha Copeland —le dijo tranquilamente. —Eres diferente. Me dan ganas de
ser diferente. Quiero mirar al mundo como algo más que un medio de fanar más dinero o conseguir
lo que quiero.
—Entonces te sugiero que empieces a venderte a ti mismo en una subasta como un caballo
semental. Ella le apuntó con su tenedor. —Porque esa una condición permanente que podría ponerse
fea.
Estaba en la punta de su lengua explicarle sobre los Sokolov y el daño que podrían hacer a la
organización de Zaretsky, pero él no quería perder su buena opinión. Entonces él vio algo terrible
por el rabillo de su ojo.
Bianka Sokolov arrastró una silla hasta el lado de la mesa y se dejó caer en ella como si
hubiera sido invitada. Ella miró a Anatoly y a Trisha antes de agarrar el tenedor al lado del plato de
Trisha y lo hundió en uno de los aperitivos. La rudeza del gesto no fue simplemente increíble, estaba
totalmente fuera de sitio incluso para Bianka.
—¿Qué estás haciendo? —Anatoly le preguntó en un tono plano. —Nadie te ha invitado, así
que esfúmate.
Bianka actuó como si no le hubiera escuchado. —Necesitaba hablar contigo acerca de la oferta
Anatoly había olvidado ese detalle desafortunado, sobre todo porque él había hecho la oferta
en broma. Ahora al parecer era una oferta en firme sobre la mesa. Genial Trisha lo miraban con algo
más que confusión en sus ojos.
—Bianka —Anatoly dijo en una voz clara. —Me estaba haciendo el gracioso cuando hice esa
oferta.
—No, lo decías en serio —insistió Bianka- Ella tomó otro aperitivo del plato. —Incluso Papa pensó
así.
—Está bien, pero sabes que no había absolutamente ninguna manera de que tú estuvieras de
acuerdo con esas condiciones —Anatoly le recordó. —Que es por qué me sentí cómodo haciéndote
—Demasiado malo. Ella le sonrió de forma petulante. —¡Acepto! De hecho, acepto con
impaciencia.
—Vas a casarte conmigo, viviendo con una asignación que es menos de una cuarta parte de tu
presupuesto actual para ropa, y me dejarás pagar tus gastos del hogar para no tener ningún control
tampoco sobre esos gastos? Anatoly no se lo creía por un segundo.
—¿Qué? Él esperaba que le pidiera dinero o una propiedad o el diamante más grande del
extravagante como la mía? Tengo que decir que espero una casa mejor y más dinero ya que voy a ser
Él nunca olvidaría la expresión en la cara de Trisha si viviera hasta los cien años.
TRISHA NO SE HABÍA SENTIDO NUNCA tan insultada y horrorizada a la vez. Ella había
estado tratando de convencer a Anatoly que él debe esperar por la felicidad conyugal, o por lo menos
una esposa que no odiara. Pero al parecer eso no importaba aquí. Era culturalmente aceptable para
Trisha había acabado repentinamente y totalmente con esta mierda. Ella remilgadamente apartó
su servilleta y se puso de pie. —Si me perdonáis, creo que voy a hacer que Yakov me lleve a la
cabaña.
—Esperar. Bianka se giró alrededor para mirar a Trisha antes de volverse hacia Anatoly y
brillar con tal fiereza queTrisha podía sentir el calor. —¿Me estás diciendo que esta prostituta se aloja
en la cabaña contigo?
Trisha iba a perder su maldita cabeza si seguía allí un segundo más. Ella puso sus manos en
sus caderas y sopló en un suspiro largo. —Me voy a ir ahora, Anatoly. Porque si me quedo aquí un
segundo más, voy a agarrar esta perra por su pelo y voy a arrastrar su cara por la alfombra.
Le hizo sentirse mejor y peor cuando Anatoly sólo se rió entre dientes. Entonces él le hizo un
gesto a Bianka. —Si yo fuera tú podría pensar en ser más respetuosa. De todas las personas que
conozco, Trisha es el más capaz de hacer exactamente lo que ha dicho. Y Bianka, no levantaría un
—Adiós. Trisha no esperó para oír el resto. Tanto como las palabras de Anatoly se sentían
como un halago, también sentía como estaba utilizando a Trisha para poner a Bianka en su lugar, y
Era un paseo corto a la parte delantera del restaurante, y Trisha se sentía mucho mejor cuando
respiró profundamente aire fresco. Para su sorpresa, Yakov estaba esperando en la parte inferior de
los escalones con el coche.
—¿Cómo lo sabías? —preguntó, acercándose al ruso alto de hombros anchos.
Sus ojos eran brillantes. —Vi a Bianka entrar pareciendo como una mujer en una misión. ¿Te
Trisha se metió en el coche y estubo alegre por la paz y la tranquilidad. Aunque era muy
había escuchado antes. Quizás de todas las personas involucradas, él sería el que más probablemente
le dijera la verdad.
—¿Yakov?
—¿Sí?
—¿Por qué dijiste que Anatoly necesita casarse con esa mujer horrible?
Yakov frunció los labios y esperó tanto tiempo en responder que Trisha creía que no lo iba a hacer.
Finalmente habló. —En Moscú, Anatoly Zaretsky es el rey de los negocios de la mafia. Él es
brillante. Es rico. Las personas se inclinan hacia atrás para hacerle favores. Le aman.
—¿Pero?
—Los Sokolovs son los reyes del inframundo. Trafican con más drogas y cometen más
—Así que, ¿por qué combinar fuerzas con personas que son solamente un puñado de
—Para que no decidan asesinar a Anatoly solo para tener lo que el tiene —dijo Yakov ceñudo.
Trisha tragó saliva- Su boca se sintió como si estuviera forrada en algodón. —Supongo que
Capítulo Dieciséis
Anatoly sentado atrás en su asiento y miró a la mujer que había logrado de alguna manera a ser
su némesis. Todo el poder y dinero a su disposición, y no puede llegar a hacerla desaparecer. Tal vez
necesitaba una nueva estrategia.
Ahora, los labios de Bianka se torcieron en una sonrisa petulante. Ella pensaba que había
ganado. —Siento que tu pequeña cita tuviera que rendirse.
Hubo un parpadeo de algo que podría haber sido llamado malestar en la cara de Bianka.
Después suavizó su expresión y miró a su alrededor. El restaurante estaba repleto con huéspedes que
venían a degustar la abundante comida ofertada.
La camarera trajo el primer plato, poniéndolo sobre la mesa y pareciendo un poco confundida.
—No hace falta —dijo Bianka de forma imperiosa. Ella comenzó a comer la comida de
Trisha.
Las porciones al vapor del pollo Kiev estaban haciendo agua la boca de Anatoly, pero él no
—¿Elizabeth? —él llamó a la camarera. —Pon esto para llevar, por favor. Miró a Bianka de
forma desdeñosa. —Y por favor tira lo que hay en este plato y prepara un nuevo pedido para
llevarme.
—Sí, Señor. Inmediatamente. Elizabeth le arrancó el plato justo de debajo del tenedor de
Bianka.
—¿Grosero? Está bien. Ahora estaba teniendo dificultad para controlar su temperamento. —
Después de que tu comportamiento esta noche, ¿piensas que eso ha sido grosero?
—Bianka, ¿por qué quieres casarte conmigo? Él decidió tomar el toro por los cuernos.
Realmente parecía un poco confundida. —Porque eres el heredero de los Zaretsky y yo soy la
—Sí.
En algún lugar al otro lado de la habitación podía ver una pareja cenando juntos. Estaban
sujetándose la mano en la mesa. Algunas veces sus expresiones eran tan cariñosas entre sí que era
Ella se encogió de hombros. —Son ridículos. No puedes comer amor o venderlo cuando los
tiempos son duros. El amor no te puede traer poder. ¿Qué hay de bueno en él?
—Hablas como una mujer que tiene de todo menos amor. Incluso mientras decía esas palabras,
se dio cuenta de que podrían aplicársele a él también. —Tengo todas esas cosas. Dinero, poder,
hombres para hacer mi voluntad y éxito en mis negocios. Incluso decirlo en voz alta sonaba hueco.
—
—¡Oh, qué dulce! Sus palabras goteaban sarcasmo. —El pequeño Anatoly quiere amor
verdadero. Ella arrugó su labio en desdén. —Lo siento, pero si quiere guardar tu dinero y el poder,
vas a tener que casarte conmigo para evitar que los Sokolov te asesinen mientras duermes.
—¿Es eso una amenaza directa? , preguntó suavemente. Él acampanó sus dedos sobre la mesa
y se preguntó si el viejo hombre había enviado a su hija para ser una molestia regular hasta que
—Mi padre hará todo lo que sea necesario para conseguir lo que quiere. El podía ver como
rechinaban sus dientes. Debajo de su bonita cara, ella era tan amarga como el viejo Motya Sokolov.
— Y él me agradecerá que haga todo lo que tengo que hacer para asegurar mi futuro.
—Yo no soy un toro para ser guiado con un anillo en la nariz. Casarte conmigo no te dará nada.
—Todos estos años y todavía no sabes nada de las mujeres —dijo ella con una sonrisa. —
Conseguiré lo que quiero. Todo lo que quiero. Y si no, tu pequeña prostituta sufrirá las
consecuencias.
Su amenaza podría haber tenido peso si ella hubiera estado amenazando a cualquier otra mujer.
En cambio, él le dejó ver su diversión. —Tú crees que mi Trisha es como tú.
Todas las mujeres son como yo —dijo arrogante. —Maquinamos y planeamos por poder y
dinero.
—Te equivocas. Y si se intentas igualarte en ingenio con Trisha, vas a encontrarte a ti misma
—Pones demasiada fe en una mujer a la que no has tratado como otra cosa que una ramera.
Bianka inclinó su cabeza, burlándose de él con cada palabra. —Quizás deberías haber puesto un
—Esta doble charla está envejeciendo. Si insistes en permanecer aquí en el complejo, espero
que disfrutes de tu estancia. Pero estoy de vacaciones, así que no voy a estar disponible el resto de la
semana. Se puso de pie y salió fuera. Se sintió incómodo y quiso ver por sí mismo que Trisha estaba
bien.
La camarera le trajo una bolsa de comida, y él salió del restaurante en busca de Yakov.
TRISHA COLOCÓ sus manos sobre la suave madera de la barandilla de la terraza y miró
hacia fuera a través del oscuro valle que se extendía debajo de la cabaña. Los árboles proyectaban
sombras largas sobre la hierba gruesa, y la luna proyectaba un brillo azul sobre el paisaje. Era muy
hermoso. Intentó imaginárselo en invierno con toneladas de nieve y carámbanos que cogaban de las
ramas. Debía ser como un país de hadas de invierno.
Ella se volvió y le ofreció una sonrisa apretada. —Pensé que me relajaría aquí un rato antes de
irme a la cama.
—Estás enfadada.
—No se giró otra vez. En cambio, ella sintió su presencia detrás de ella en la cubierta. Podía
sentir el calor de su cuerpo allí junto a ella. Era reconfortante, a pesar de que no debería haber sido.
—Me pregunto si has mejorado mi vida o me has animado a destruirla totalmente. Fue una
respuesta honesta, pero estaba un poco sorprendido de que ella hubiera tenido el descaro de decirlo
en voz alta. —Desde que entraste a mi vida, he desafiado a mi padre, preocupado a mis padres, he
tirado la precaución por los aires y me he entregado físicamente a un hombre que no está seguro de
que me quiere.
—No. Pensaré en eso. Se dio vuelta para mirarlo a la cara. Las sombras en la cubierta le
pintaron la mitad en la oscuridad y la otra mitad en la luz. —Me quieres, en el sentido físico. Tu
cuerpo me quiere. Quieres follarme, si es así cómo quieres decirlo. Pero cuando se trata de esto. Ella
hizo un gesto para abarcar a su persona entera. —No estás seguro ni de qué hacer con esto.
Trisha resopló. —Creo que ya había ya averiguado eso por mí mismo. Pero gracias.
¿Él estaba pidiendo otra oportunidad? Eso era preocupante, sobre todo porque ella parecía
estar programada para decir que sí. —Te he dado un respiro —le dijo ella suavemente. —Realmente
lo he hecho. Ni siquiera he mencionado el hecho de que tú y esa horrible mujer estábais hablando de
mi estatus como tu amante como si yo no estuviera allí y no tuviera ninguna opinión sobre el tema.
Ella vio como se apretaba su mandíbula. Entonces él hizo algo como un cuidadoso
encogimiento de hombros. —Simplemente haría las cosas más fáciles. Eso es todo.
—¿Qué? Trisha estaba segura de que le había oído mal. Entonces pensó lo que le había dicho
Yakov. —Yakov dijo que los Sokolovs son esencialmente unos malvados que trafican con drogas y
—Yakov tiene razón Anatoly pasó sus dedos por su cabello, obviamente mal colocado. —El
padre de Bianka, Motya, es conocido en todo Moscú por ser uno de los hombres más crueles de la
mafia en el negocio.
—¿Y tú? La gente parece servirte. Te dan cosas y te tratan como un rey. ¿Eso no significa nada
a este Motya?
—No particularmente. Él hizo una cara. —La gente me trata así porque soy rico. Es bien
Ella resopló, dándose cuenta de hacia donde iba esto y lo que tenía que hacer. —Así que eres
Ella estalló en risas sin ningún tipo de humor. —Es un cuento infantil. No importa.
—Casarse con Bianka firmaría la conexión entre los Zaretskys y los Sokolov. Ya no sería
beneficioso para Motya Sokolov verme caer. No cuando su hija ganaría por mi éxito.
—¿Y las preferencias de las personas involucradas no significan nada? Ella no podía
—No.
—O sea que tan sólo vas a prometer ante un sacerdote amar y apreciar a esta mujer que ni
—A ella no le importaría —dijo amargamente. —Te lo aseguro. Podría comprarte una casa en
Moscú, en una buena parte de la ciudad donde podrías ir a los museos y sumergirte en la historia cada
día.
Él sonaba como si realmente estuviera tratando de venderle la idea. Sabía que solamente
estaban empezando a conocerse, pero seguramente ahora él debería haberla conocerla un poco más.
Ella apartó su mano antes de que él pudiera sujetarla. —Ella sería tu esposa y yo tu puta.
¿Cómo puedes pensar que te dejaría tocarme después de eso? ¿No tienes ningún concepto del
respeto? ¿No entiendes lo insultante que eso sería para mi? Ni siquiera aún segura de poderme
—No es así. Hizo un ruido flojo, tarareando y juntando sus labios. —Aquí en Rusia las cosas
son diferentes. Los hombres de influencia a menudo tienen amantes.
—Sí. He leído a Anna Karenina —dijo irritado. —Vi cómo acabó eso.
—Eso era ficción, Trisha. Había algo paciente, casi instructivo en su tono.
Eso aún la cabreó aún más. ¿Cómo se atrevía él? Pero tal vez simplemente no estaba listo para
cambiar. Obviamente él quería, pero cambiar era duro y un cambio sostenible era casi imposible
—Deberías haber compartido la comida con tu futura esposa. No tengo realmente hambre.
Sin otra palabra, ella se retiró a la habitación donde Yakov había puesto sus cosas ese mismo
día. Era contigua a la de Anatoly, y aún así estaban separados. Qué apropiado.
Capítulo Diecisiete
Trisha se sintió como si hubiera estado en ese punto exacto solo unos pocos días antes. La casa
estaba extrañamente silenciosa. La luz de la luna se filtrada desde las ventanas y pintaba el suelo de
madera en tonos azules. Ella aseguró la correa de su bolsa de viaje en su cuerpo y se aseguró de que
estaba segura.
pérdida de su equipaje. Ella había logrado mantener sus cosas hasta ahora. Pero no había manera de
que pudiera escaparse cargando dos maletas detrás de ella. Aún así, no importaba. Eran solo cosas.
Ella podía comprar más cosas. Sobretodo porque ella estaba decidida a valerse por sí misma. No
volvería casa para retomar su antigua vida. Eso no era lo que quería, y ya era hora de que aclarara
eso.
Trisha hizo una última revisión para asegurarse de que tenía su pasaporte y sus pertenencias.
Entonces ella alcanzó la manija de la puerta y la abrió fácilmente. El pasillo estaba tranquillo.
Anatoly había llamado a la puerta entre sus habitaciones una vez cuando él se había ido a la cama.
diez para moverse otra vez. El silencio cubrió la cabaña Al parecer no había guardias. Era un poco
inusual considerando todas las amenazas recientes. A menos que alguien hubiera decidido que la
Como si sus pensamientos le hubieran llamado, Yakov apareció como un fantasma al final del
pasillo. Trisha notó un nudo en el estómago. Ella ¡ni siquiera pensaba que la fuera a desanimar en su
huida. Lo entendió.
Respirando profundamente y decidiendo ser una adulta, Trisha caminó silenciosamente por el
—Voy a asumir que no estás aquí para detenerme —dijo con el susurro más suave.
En tres zancadas, él llegó a su dormitorio. Hubo una breve pausa, y Yakov aparició con sus
dos bolsas, una en cada mano. Parecía que no le costaba nada. —Ella suspiró. Quizás había una parte
de ella que quería que Anatoly sintiera la necesidad de llevarle el equipaje. Entonces se podrían
haber visto por última vez, y tal vez él habría cambiado de idea sobre esta ridícula fusión familiar.
Todavía llevando sus bolsas, fue hacia la puerta y hasta el coche. Puso sus maletas en el
maletero y después abrió la puerta del pasajero para ella. Todo era muy civilizado.
En cambio, ella subió al coche, dobló sus manos remilgadamente en su regazo y echó una
ANATOLY ABRIÓ LOS ojos. Se sentía aturdido. Yakov había insistido en que se tomara los
medicamentos para el dolor antes de ir a dormir. Anatoly los odiaba. Hacía que su boca fuera como
algodón y que su cerebro fuera lento. Lo que realmente necesitaba era a Trisha. Quería sentir como
se acurrucaba junto a él en la cama.
Sentado, sentía como toda la habitación comenzab a girar. Él cerró los ojos y esperó a que
parara. Tenia retorcijones en el estómago. Esto no era sólo por medicamentos para el dolor. Se sentía
como le hubieran drogado. Palpando a tientas la mesita de noche, encontró una botella de agua. Sacó
la tapa y se tragó la mitad del contenido de un trago.
Finalmente, puso sus pies sobre el suelo y logró levantarse. El agua lo había revivido solo un
poco. Sin embargo, tenía problemas yendo hacia la puerta de su dormitorio. Cayó contra la cómoda,
agarrando los lados para mantenerse en pie. Entonces se las arregló para encontrar el pomo. Cuando
abrió la puerta, la cara se le llenó del aire fresco del pasillo. Se sintió bien. Movió la cabeza
cautelosamente, tratando de despejar sus pensamientos.
Tropezando por el pasillo, puso una mano en la pared. Habia unos pocos metros hasta la puerta
de Trisha. Él parpadeó, mirando en confusión. La puerta estaba abierta. ¿Por qué estaba abierta? Se
tambaleó hacia adelante y encorvó sus dedos alrededor del marco de la puerta para permanecer de
pie. Miró atontado dentro del dormitorio de Trisha. Ella estaba allí. Tenía que estar allí. Trisha no era
de las que huía. Pensando en todas las veces que había tenido la oportunidad, y sin embargo ella había
elegido quedarse con él.
Cruzó la corta distancia entre la puerta y la cama con pasos dolorosamente lentos. La ropa de
cama estaba revuelta. ¿Ella se escondía debajo de una pila de mantas? Finalmente, llegó al lado de la
cama. Él inmediatamente se sentó, aliviado de haber llegado tan lejos.
La podía oler. El olor de su perfume femenino estaba impregnado en la sala y en las sábanas.
Extendiendo su mano, buscó la forma de una pierna o de un brazo debajo de la sábana. En cambio, se
encontró con una cama vacía.
—¿Trisha? Esta vez más fuerte. ¿Sin duda su voz la habría despertado ya?
Parpadeando del sueño de sus ojos y saliendo del letargo de la medicación, Anatoly tuvo que
su itinerario y el número de veces que tenía que cambiar de avión para volver completamente a
Cleveland, iba a tener un montón de tiempo para estar triste sobre la elección que había hecho.
—Hola, señorita, por favor, abróchese el cinturón. La azafata le tocó suavemente el hombro.
Trisha se preguntaba si la mujer podía darse cuenta de que estaba en medio de una crisis existencial.
—Lo siento —una voz femenina a su derecha llamó su atención. —Pareces muy enferma.
—Oh no —dijo Trisha rápidamente. —Estoy bien. En serio. Yo solo, bueno, supongo que tuve
una pelea con mi novio, y ahora simplemente he decidido volver a casa en lugar de intentar resolver
las cosas.
La otra pasajera que compartía el su asiento de dos era una anciana con ojos amables. Trisha
se preguntaba por qué una señora de aspecto de abuela viajaba sola, pero la mujer pareció anticipar la
pregunta.
—Voy a visitar a mi hija y mi nieto en Moscú. La mujer parecía emocionada. Sacó una
—Hablas un ruso muy bueno, pero tienes acento. La mujer le dio unas palmaditas en la rodilla
de Trisha. —¿Americana?
—Sí.
—Pobre chica. ¿Te has enamorado de un agradable muchacho ruso durante las vacaciones?
Bueno, era la versión para todos los públicos, seguro. —Sí, algo por el estilo. Pero somos
personas muy diferentes. Tiene nociones muy diferentes de lo que debería ser una relación.
¿Quieres a este hombre o no? Si no, entonces sigue huyendo lejos. Si es que si, entonces plántale
cara.
—Quizás tienes razón —reflexionó Trisha. —Supongo de que voy en la dirección equivocada
para eso.
—No. Lo sabrás cuando sea el momento. Hasta entonces, no hace daño un poco de distancia.
Trisha no pudo evitar pensar que era una abuela muy maja.
Ya era hora de volver a casa, arreglar las cosas con sus padres y entonces decidir lo que
realmente quería.
—En el aeropuerto.
Era difícil decir si Anatoly esperaba que Yakov le mintiera o no, pero la flagrante falta de
respeto a sus deseos era lo más difícil de soportar. —¿Por qué has hecho eso Mis órdenes eran
claras. Quería que Trisha se quedara aquí a toda costa. Me metí en graves problemas para que eso
—No te he fastidiado nada, como dices. Yakov tomó pasos medidos al entrar en la sala de
estar. Se sentó en el sofá enfrente de Anatoly y encendió una lámpara de luz tenue. —De hecho, creo
que estaba arreglando cosas.
—Anatoly —Yakov comenzó lentamente. —Tú y yo sabemos que no puedes casarte con
Trisha.
—Quizás
—No hay ningún quizás sobre eso. Yakov arrojó las llaves sobre la mesa de centro baja. —
Debes llegar a un acuerdo con los Sokolovs pronto. Muy pronto, de hecho. Estamos a punto de cerrar
algunos negocios muy lucrativos. Una guerra con los Sokolovs nos iría muy mal. No tenemos ese
tipo de mano de obra. Todos los asesinos y los traficantes de drogas y otros malhechores inundarían
las calles y harían que nuestra gente tuviera miedo de salir de sus casas.
—¿O sea que ahora estoy siendo intimidado para casarme? Anatoly gritó. —¡No lo haré,
Yakov!
Yakov se encogió de hombros. —No tienes elección. Puede no gustarte, pero necesitas a
Motya Sokolov.
—Entonces quizá solo debería quedar con él y hacer un trato. Él está en venta como cualquier
otra persona en el planeta. El cerebro de Anatoly estaba todavía lento. Él no tenía la agudeza mental
para ver los detalles, pero sabía que tenía que haber una solución posible desde ese ángulo.
Yakov se rascó la barbilla. —Debe haber una manera de maniobrar al anciano para llegar aun
pacto de caballeros.
—Tenemos que averiguar lo que realmente quiere. Anatoly agitó su mano molesto, —Diferente
¿Motya quiere esa pequeña franja de tierra? Anatoly dobló su labio en disgusto. —¿Por qué?
—Así que ve a comprárselo a los ucranianos. La solución parecía simple en la nublada mente
—¿Y entonces?
—Y entonces voy a golpearlo en la cabeza con eso hasta que él acepte mi propuesta. Anatoly
—Así que, ¿te vas a casarse con Motya y no con Bianka no? —se burló Yakov.
—Realmente crees que esto es una buena idea. Algo en el tono de Yakov sugería que él no
caía bien?
—Me cae bien Pero ella no es como nosotros. Es legal y cumple la ley.
—Como ella misma señaló, la mayor parte de los negocios operaban apenas rayando la alínea
—No. Pero todavía eres un hombre de la mafia. ¿Ella estaría bien con eso? Yakov levanto sus
Capítulo Dieciocho
—Decisiones activadas, Trisha —murmuró para sus adentros. —Se trata de ser firme y
decisivo y resistir.
—¿Señorita? El taxista la miró en el espejo retrovisor y levantó una ceja. —¿Está usted bien?
—¿Sabes que a veces hay gente en tu vida que son totalmente prepotentes y solo te hacen sentir
Giraron la última esquina final y aparecieron en la calle de Trisha. Ella miraba las casas pasar
y se preguntaba por qué se sentía tan rara de ir por la calle donde había vivido toda su vida.
—Bueno —Trisha le dijo el conductor. —Toma a esa gente mandona, multiplícalos por
aproximadamente 1 millón y luego dales una insignia y un viaje de poder. Eso es lo que estoy a punto
de afrontar cara a cara.
Se detuvo en el borde de la acera frente a la estrecha casa de dos plantas que había sido todo
mundo de Trisha hasta hacía apenas ocho semanas y media. —Sí, gracias.
Ella le dio al conductor una gran propina y después salió del coche. Él salió del vehículo y le
ayudó a sacar sus maletas del maletero. Para entonces su madre ya bajaba corriendo por las
escaleras principales. Eso era bastante impresionante por sí mismo. Mamá era una señora antes que
nada, y las señoras no corrían como pollos con la cabeza cortada.
—¡Trisha! —su madre chilló. —¡Oh, Dios mio, eres una visión para unos ojos doloridos!
Su madre le apretó firmemente, y las dos se abrazaron durante mucho tiempo. El taxi ya había
desaparecido cuando su madre aflojó su abrazo. Entonces se echó hacia detrás y miró a Trisha de
arriba a abajo.
—Has cambiado, señorita. Mama apretó sus labios formando uno fina línea. —Nos has tenido
muy preocupados.
—Os dije que vendría cuando estuviera lista. Necesitaba pensar un poco.
—¿En qué pensabas quedándote allí con ese hombre? Su madre pasó un brazo sobre los
Ambas mujeres estaban arrastrando una maleta detrás, y Trisha tenía su bolsa de viaje
colocada sobre su hombro. Ahora mamá ya iba en modo conferencia. Genial Toda esa resolución
—¡Si haces alguna vez haces algo como eso otra vez, señorita, voy a golpearte el trasero como
cuando eras pequeña! Su madre le dio un pequeño apretón y le ayudó a subir los escalones de la
—Le dije que aún estabas en ese programa de estudio en Rusia —dijo su madre con
impaciencia. —Y que estarías en casa muy pronto así los dos podríais disfrutar de una agradable
cena juntos.
—¡Mamá! Trisha se escurrió de debajo del brazo de su madre y se paró. No iba a dar un paso
más hasta que aclararan al menos un asunto . —Mamá, no me gusta Kenny Pearson. Nunca me ha
gustado. Es un estúpido pomposo que piensa demasiado en sí mismo y en su trabajo en con los
coches usados. No voy a tener una cita con él. Nunca. Ninguna vez. ¿Lo entiendes?
—¡Dios mío! Su madre presionó su palma en su pecho. —No hace falta que seas grosera,
jovencita!
—¿Y por qué me llamas eso? —preguntó Trisha. —Tengo veintisiete años. ¿Te das cuenta de
cuántos años tengo para estar viviendo con mis padres? ¡Es patético!
—Tu padre me advirtió de que dejarte ir a Rusia para esa cosa de estudiar era una mala idea.
Él dijo que vendrías a casa con la cabeza llena de ideas tontas. La madre de Trisha sacudió la
cabeza. —Le dije nuestra querida chica era demasiado inteligente para eso, pero veo que tenía razón.
—No. Sólo estoy tratando de ser normal. Mamá, no es normal para alguien de mi edad vivir
con sus padres. Trisha suspiró. —Realmente no quería hablar de esto antes de que conseguiera entrar
dentro de la casa, pero al parecer vas a hacerme sacarlo todo.
Su padre empujó para abrir la puerta de pantalla de golpe. —¿Pero que sucede aquí?
—Papi —dijo Trisha, teniendo sentimientos mezclados de verlo otra vez. —Te he echado de
menos.
—¿Quién lo sabría por la forma en que te has comportado? Haciendo trampa en un casino.
embarazada.
Trisha giró sus ojos. —Papá, esaes tu respuesta estándar a todo. No he hecho nada estúpido ni
maternidad realmente el peor destino imaginable? ¡Porque si es así, necesitas salir más y dejar volar
tu maldita imaginación!
inquietarse y tuvo que forzarse a quedarse inmóvil. Era como los tiburones en el agua. Nunca les
dejes oler la sangre. En este caso, ella no podría nunca dejar saber a su padre que la había puesto
nerviosa.
—¿Pero que demonios pasa contigo? —gruño su padre. —¡Ven aquí y dale un abrazo a tu
masticaba para su indigestión, y tal vez una pizca de colonia de sándalo especiado. Ella deseaba que
no tuviera que discutir con él. No obstante, era inevitable. Él y su madre simplemente no querían que
ella creciera. Nunca. Y eso ya no iba a funcionar con Trisha.
exigió Anatoly.
Yakov parecía casi relajado detrás del volante del conductor. Tomó un sorbo de café amargo
de un vasito de espuma de poliestireno que había pedido en una cafetería que habría toda la noche.
—Tienes que calmarte. Eres como un pequeño perro sentado ahí en el asiento, saltando arriba y
—Recuerda que trabajas para mí. ¿Correcto? —Se quejó Anatoly. —No te corresponde
—¿Cómo lo dicen en América? —Yakov preguntó con diversión. —Yo digo lo que veo.
—Bueno, voy a hacer una llamada y voy a acabar con esto. Anatoly cambió de puesto en su
asiento, sintiendo un estado de ánimo oscuro instalarse en él. —Si si ese estúpido bastardo ucraniano
no aparece arriba en tres minutos, nos vamos.
—Entonces mejor que tengas paciencia. —Yakov golpeó su hombro. —Después de todo, estás
Entonces unos faros se detuvieron frente a ellos. Anatoly comenzó a salir del coche, pero
subterráneas. Era un hombre de acción. Lo que él no disfrutaba era la espera ni la encontraba útil de
ninguna manera cuando tener el trabajo hecho rápidamente y eficientemente era la manera más
Las puertas delanteras del pasajero y del conductor del vehículo se abrieron... Dos hombres
larguiruchos con pelo rubio de puna y suéteres blancos a juego salieron del coche.
Anatoly resopló. —Tienes que estar de broma. ¿Están tratando de parecerte a una película de
—Calla —soltó Yakov. —Mantén la boca cerrada. Teniendo en cuenta tu mal humor, es
—Así que, contrólate —dijo Anatoly encogiéndose de hombros. —Haces ese tipo de cosas
Algo de la precaución de Yakov comenzó a contagiarse a Anatoly. Se sintió cada vez más
inquieto. Los dos hombres estaban caminando con deliberada naturalidad hacia las ventanas del
—Yakov —dijo el más alto respetuosamente. —Mi hermano y yo escuchamos que quieres
—Así es —confirmó Yakov. —Mi socio quiere haceros una buena oferta.
El alto se rió y dijo algo en ucraniano acerca de que Anatoly era un novato.
Anatoly se estaba poniendo cada vez más que un poco molesto con la falta de respeto y de la
idiotez. El respondió en ucraniano impecable. —Tal vez no tengo la palabra 'matón' estampada en mi
frente, pero esta no es mi primera vez. Así si quieres que tu jefe gane un montón de dinero, date prisa
y llévame a verlo antes de que cambie de pensar y pierda los nervios.
Hubo algunos murmuros entre los dos. Por último, el mas bajo enseñó sus dientes en lo que
parecía una sonrisa. —Venir por aquí. A este edificio. Nuestro jefe está dentro. Podemos hablarlo.
—Vale. Anatoly sintió que su corazón latia violentamente contra sus costillas y esperaba que
Anatoly no hizo ningún comentario. En cambio, salió del coche con una lentitud que sugirió
que estaba del todo despreocupado con cualquier horario que no fuera el suyo propio. Llevaba su
Siguieron a los ucranianos a través de una puerta de acceso pequeña debajo de la escalera
principal de un almacén. Su camino les llevó por un pasillo estrecho que terminó en una enorme sala
llena de cajas. Anatoly no prestó atención a nada de las cajas que no fuera su diseño.
La mayor parte de los contenidos de la habitación habían sido empujados contra las paredes.
Parecía que los ucranianos lo utilizaban como su base de operaciones porque había una alfombra
persa, dos sofás, un sillón reclinable, e incluso una pequeña cocina en el centro.
Los dos hombres rubios entró y se dejaron caer en los sofás. Había otro hombre parado en la
cocina echándose vodka en un vaso de chupito. Era más bajo que el resto, pero también rubio.
También era muy ancho de hombros. Si el aspecto físico era indicativo, los tres hombres parecían
—Bien —el líder habló antes de tomar un trago de vodka. —¿Deseas hacerme una oferta por
mi territorio?
—Pero es mío. El hombre se encogió de hombros. —Creo que no tengo ninguna prisa por
vender. Vuelve el año que viene. Tal vez habré cambiado de pensar.
Los tres hombres comenzaron a reirse. Detrás de él, Anatoly oyó a Yakov maldecir.
La sangre le subió a los oídos de Anatoly, y se preguntó si podía verse el vapor que le salía de
sus oídos. Barajó en su cabeza varias estrategias posibles antes de decidire por una. No le llamaban
sanguinario por nada. Simplemente tenía una forma única de destrozar a sus oponentes.
—Disculpa —dijo Anatoly con absoluta insolencia en su tono. —¿Tú quién eres?
—Mi nombre es Anatoly Zaretsky. Pudo ver el momento en que surtió efecto. Sus expresiones se
volvieron recelosas. Anatoly continuó, hablando en tonos cortados y dejó que su ira aflorara en cada
palabra. —¿Sabes lo que eso significa?
—No, tonto —masculló Anatoly. —Significa que puedo permitirme contratar a mercenarios
que os rodeen y tener a francotiradores con rifles en cada edificio con una línea de visión hacia aquí.
Esto significa que puedo comprar cada propiedad dentro de este territorio que crees que posees.
Puedo construir lo que quiera. Y después, como tengo a la policía a mi servicio, puedo montar una
guerra contra las drogas con lo que te será casi imposible mover ni un gramo del producto.
Los ojos de Sasha estaban ferozmente enojados, con lo que Anatoly podía decir que le había
llegado el mensaje.
—Ahora. Anatoly suavizó su tono y se colocó bien sus gemelos de diamantes. —Lo que quiero
hacer es hacer un trato honesto y darte dinero para tu territorio, a pesar de que técnicamente no sea
tuyo. ¿Me entiendes?
—Entonces procedamos —urgió Anatoly, más que dispuestos a acabar con ese disparate.
Capítulo Diecinueve
—No, Trisha. Lo prohíbo totalmente —dijo su padre con un golpe firme de su mano en el aire.
Trisha reconoció el gesto. Era su movimiento «esto no va a pasar nunca». Su padre hablaba
mucho con las manos. Esta vez, sin embargo, no iba a salirse con la suya. Estaba decidida.
—Trisha —su madre usó un tono de voz más suave. Erá el intento de mamá de buscar que
Trisha fuera razonable. —Eres nuestra hija. Nuestra única hija. Seguro que entiendes lo aterrador que
es para nosotros simplemente mantenernos atrás y ver que tomas esas malas decisiones.
Trisha suspiró. Ella miró alrededor a las cosas de la casa de su infancia. La colección de
encuadernadas en piel en el estante. La silla de zaraza y las cortinas con volantes de encaje en el salón
de su madre y los muebles más pesados en el estudio de su padre, hacían que la casa fuera
acogedora para una pareja entrando en lo 60 años. A su padre le faltaba poco para jubilarse. Su
madre nunca había trabajado. Solo un pareja de viejos guapos y su única hija que nunca había
logrado crecer.
—Mamá. Miró a su madre. —Papá. Ella pasó a mirar a su padre. —Vosotros habéis estado
diciéndome que hacer con mi vida desde que nací. Lo pillo. Sois padres. Lo teníais todo planeado.
Yo tenía que ser un niño que seguiría los pasos de su padre. Entonces resulto que yo era una niña, y él
todavía quería que yo siguiera sus pasos. Por desgracia, he estado segura de que las fuerzas del
orden no eran para mí desde que tuve edad suficiente para viajar en un coche patrulla contigo.
Trisha hizo como si tocara el violín, intentando averiguar lo que podría decir para
convencerlos. —Amo a Anatoly. Es así de simple. No es el monstruo que todos piensan que es. Hay
Sorprendentemente, ella se dio cuenta que había un montón de similitudes. Qué extraño. —Tú
eres un buen hombre debajo de todas tus bravatas, papá. Pero eres un poco demasiado
sobreprotector. No me escuchaste cuando te dije que estaba bien y que volvería a casa pronto. Y vas y
envías más gente detrás de mí. Yo pude haber salido lastimado o Anatoly podría haber salido
Jonathan Copeland dio un resoplido burlón. —Si el hombre no puede defenderse por sí mismo,
—Bueno ahora, estoy bastante seguro de que incluso cuando estabas en tu mejor momento
habrías tenido dificultades con dos ex militares que salieran de entre los árboles en un bosque y
comenzaran a atizarte de lo lindo sin previo aviso. Si Anatoly hubiera tenido su arma, habría habido
víctimas y eso no habría estado bien ya que esos hombres estaban haciendo sólo lo que les había
ordenado algunas bobo sobreprotector, dijo enfadada. —A eso es a lo que quiero llegar, papá. ¿No lo
ves?
—¿Ver qué?
—¡No! Ella se puso de pie. —No quiero calmarme. Ya tengo veintisiete años. Me toca no estar
tranquila si no quiero estarlo. Seguís diciéndome que tome decisiones activas, para dejar de ser
espectadores de mi vida y conseguir lo que quiero. En el momento en el que hago eso, me decís que
estoy tomando malas decisiones y creéis que tenéis que intervenir y arreglar las cosas. ¡Aún tenéis la
noción de lo que queréis que sea mi vida y creéis que simplemente tengo que hacerlo!
Su padre se puso de pie. Se puso sobre ella como un titán. —Ahora escucha, señorita. Te
—¿Y, qué pasa si mueres y nunca he tenido que tomar una decisión por mi misma, o en vivo
sola, o hago cualquier cosa por mi cuenta? ¿Qué? ¿Qué se supone, que voy a suicidarme en tu funeral
La boca abierta de sorpresa en la cara de su padre lo decía todo. Al parecer nunca había
Después se recuperó, porque siempre lo hacía. —Tu madre y yo nos ocuparemos de ti.
—¡Ugh! Ella levantó sus manos. —¡Eso es lo que estoy diciendo! No quiero que os ocupéis de
—¡No! —Ella giró sus ojos, llegando al final de su ingenio. —¡Yéndome a vivir a mi propio
—Bien, gracias a no tener ninguna factura, tengo una buena cuenta de ahorros que me ayudará a
empezar —les informó. —O sea que independientemente de lo que sucede con Anatoly, ya he
llamado a unos cuantos sitios y voy a ver algunos mañana.
principales de Zaretsky Enterprises. La cara de Motya parecía aplastado como un pug. Estaba
frunciendo el ceño intensamente ante la propuesta que Anatoly le había colocado sobre la mesa
delante de él. Siendo realista, debería haber estado encantado. Anatoly había tenido que poner todo su
peso y hacer algunas maniobras serias para conseguir todo eso en menos de cinco días. Necesitaba
dejar todo eso atado, porque tenía toda la intención de traer a casa a Trisha a finales de la siguiente
semana.
mejor de él. —Esta es una propuesta para que los Zaretskys y los Sokolov formemos un acuerdo
—Se suponía que te ibas a casar con mi hija. Era muy simple. Las familias de la mafia han
—Es por eso que necesitamos un cambio, ¿no crees? Anatoly dijo amablemente. Hizo un gesto
al contrato. —Esto te promete que tienes todos los derechos para un pedazo de territorio lucrativo
que no has sido capaz de conseguir. Ahora soy el propietario a un costo y problemas para mí mismo
considerables, añadió. Por lo que realmente siento que este acuerdo es totalmente justo.
Una idea comenzó a tomar forma en la mente de Anatoly. —¿Me estás diciendo que todo esto
—Me lo puedo imaginar —dijo Anatoly secamente. —Es una parte de la razón por la que no
quiero casarme con ella. Ella es una mujer con afán de dinero con una personalidad amarga. Bianka
literalmente no quiere ser complacida. Ella prefiere quejarse.
—Lo sé. Motya suspiró fuertemente. —Creo que su madre era demasiado indulgente.
Anatoly no podía creer que estaba dándole a este hombre consejos de como ser padre. —
Sabes, cuando tengo un departamento en mi negocio que cuesta demasiado dinero, le pongo un
—Piensas que necesito hacerlo con Bianka, ¿no? Motya reflexionó. —Tratar de decirle que no
a esa mujer.
—Quítale sus tarjetas de crédito, dale una asignación de dinero en efectivo depositada
directamente en una cuenta bancaria, ponle un apartamento y arréglalo para pagar las facturas desde
tus cuentas. No dejes ni que las mire. Luego llévala a ese lugar y no contestes a sus llamadas.
Comprueba como está una vez a la semana y haz que crezca un poco. Sabrá como salir adelante.
Anatoly se dio cuenta de que esa era su oportunidad. Puso los codos sobre la mesa y se inclinó hacia
adelante. —Sí. Pero vas a tener que ser fuerte. Te va a estar presionando a fondo durante un tiempo,
tratando de conseguir dinero. Eso siempre le ha funcionado en el pasado, así que seguirá
haciéndolo. Si se lo das, solo te estarás buscando más problemas para ti mismo. Hazla responsable.
—¡Ja! —Motya resopló. —Has conocido a mi hija. ¿Te la puedes imaginar trabajando?
—No demasiado.
Los dos hombres se rieron entre dientes. Realmente se estaban relacionando debido a la
Entonces Anatoly hizo un gesto hacia la propuesta. —Todavía estoy dispuesto a respaldar
—Eso está bien, Sokolov —dijo Anatoly. —Porque no hay ninguna manera en a tierra en la
que vaya a unirme a Bianka. Es una mujer hermosa, pero es mala como un demonio.
—Sí.
—Y no ves cómo eso tiene algo que ver con su crisis financiera —dijo Anatoly, tratando de
Motya había abierto la boca para responder cuando la puerta de la sala de conferencias se
abrió tan fuerte que golpeó contra la pared y dejó una marca negra oscura sobre la pintura blanca.
—¿Qué quiere decir todo esto? —ella gritó, apuntando una uña roja como una daga hacia su
padre. —¡Me dijiste que ibas a firmar el acuerdo de mi matrimonio! ¿Ahora me entero por ese
imbécil que llamas lugarteniente que estás negociando algún tipo de acuerdo por territorio?
La bonita cara de Bianka estaba moteada en rojo y su expresión era francamente fea. Anatoly
llamó la atención de Motya y le dio al hombre una mirada de aliento. Si el tío no ponía las cosas en su
sitio desde ya, estaba jodido.
Motya aclaró su garganta y se puso de pie. Su cuerpo redondo y bajo estaba todavía lejos del
metro setenta de esbelta hija. Él aclaró su garganta. —Anatoly y yo hemos llegado a otro acuerdo. No
habrá ninguna boda. Tendrás que encontrar un marido por ti misma, Bianka. Además, te voy a
comprar tu propio apartamento. Podrás mudarte allí y recibirás una asignación. Pagaré todas las
facturas de la casa, por lo que no necesitarás preocuparte por eso, pero vas a tener que administrar tu
propio presupuesto para el interior.
—Ya me has oido. Motya se levantó de su silla y metió el contrato en su carpeta. Él sonrió a
Anatoly. —Me lo llevo y lo firmaré. Ha sido un placer hacer negocios contigo, Anatoly Zaretsky.
Bianka le dio una última mirada antes de irse. Aún seguía despotricando contra su padre.
Anatoly se preguntaba si finalmente la había visto por última vez y sospechaba que no era así
Capítulo Veinte
Trisha miró por la ventana de la cafetería a la vuelta de la esquina de la casa de sus padres. Se
estaba sintiendo cada vez más deprimido. Después de su impulso inicial de encontrar un empleo y
conseguir un apartamento, había dejado la tarea de realmente hacer esas cosas y poner su plan en
acción. Normalmente, no habría sido un problema, excepto que ella estaba pensando en Anatoly.
Puso sus manos alrededor de la taza de café caliente y miró hacia atrás al periódico extendido
sobre la mesa frente a ella. Ya había solicitado media docena de trabajos diferentes y visto tres
complejos de apartamentos. Lo que ella no podía decidir era si era lo suficientemente valiente o no
para volver a Moscú por sí misma.
—¿Disculpe, señora?
atractivo joven, probablemente de unos 30 años. Llevaba un buen corte de pelo e iba bien vestido.
De hecho, el tipo parecía que estaba a punto de ir a la iglesia o algo. Era martes por la mañana. ¿Qué
era, un banquero?
Finalmente decidió que tenía que responder con algo. —¿Puedo ayudarle?
—No he podido evitar verte aquí sentada. El hombre miró hacia abajo como si tuviera miedo
de ofenderla. —Te he visto aquí antes. Digamos que me llevó unos días tener el valor de venir a
hablar contigo.
—¿Y por qué querrías hacer eso? ¿Qué le pasaba? Aquí había un apuesto joven de más o
menos su edad que parecía sano y con trabajo. Ella debía pasar de eso. En cambio, tuvo la sensación
de que ella no podía confiar realmente en la situación. ¿Qué sucedía?
Trisha frunció los labios. —Se puede recargar gratis. Así que supongo que puedes llenar mi
Sus tripas todavía le decían que había algo que no cuadraba con este tipo. En un capricho,
Sus cejas se subieron. —Lo siento, ¿qué has dicho? Ni siquiera sé qué idioma estás hablando.
Ella le dio una mirada sospechosa. Está bien. Así que no era ruso. Pensando duramente, ella
examinó su aspecto una vez más. Después se dio cuenta. —¿Eres policía?
—¿Qué? Su mirada fue alrededor de la habitación, mirando por todas partes excepto en ella.
—¡Oh Dios mío! Trisha gimió. —Te ha enviado él, ¿no? No tienes que fingir. No es tu culpa
El hombre parecía como si quisiera que la tierra se lo tragara. —No es que me haya tenido que
—Sí, aprecio el pensamiento, pero no salgo con policías —le dijo ella con una sonrisa. —Así
Sus mejillas se llenaron de aire, y él sopló hacia fuera un suspiro grande. —Tu padre va a
—Solo no le mires a los ojos y recuerda que él es todo bravatas. Y realmente deberías evitar
decirle que te he pillado, por cierto. Esto no ayudará en tu caso. Solo dile que te he dicho que estoy
viendo a alguien más.
—Algo así. Miró hacia abajo al periódico. De repente, nada en la página parecía prometedor.
—Bien, entonces buena suerte para ti, Trisha. Su posible cita asintió con la cabeza y sonrió. —
Ella no respondió. En cambio, ella contempló los siguientes años tratando con intentos
engañosos de su padre para dirigir su vida en la "dirección correcta" desde las sombras. ¿Cuánto
tiempo tardaría en volverse paranoica? Dejaría de confiar en todo lo que sucediera y se preocuparía
de que cualquier cosa que sucediera hubiera sido orquestada de alguna manera por sus bien
Trisha puso sus manos sobre su cara y comenzó a reír. Era tan ridículo que incluso ella no
—¿Trisha?
—Mira, ya te he dicho que no salgo con policías —dijo Trisha, acelerándose para realmente
Entonces ella miró hacia arriba y se dio cuenta de que la persona que está delante de ella no
Él muy suavemente tomó su mejilla en la palma de su mano. —He venido a por ti, Malenkaya
—dijo en ruso.
Su toque solo fue suficiente para derretirla de adentro hacia afuera. ¿Se había dado cuenta de
lo mucho que lo echaba de menos? De alguna manera era mucho más intenso con él ahí de pie junto a
parecía estar muy feliz de verlo. Sin embargo, ella estaba llorando. Por lo menos, el pensaba que
—¿Trisha? Un hombre joven en un traje barato con un corte de pelo de estilo militar tocó a
—¿Qué? Ella frunció el ceño al joven. —¿En serio? Solo porque mi padre te hiciera fingir que
no sabías quién era yo para poderme pedir una cita eso no te convierte en mi guardaespaldas. Trisha
agitó su dedo en su cara. —En primer lugar, puedo cuidar de mí misma. En segundo lugar, resulta
que
este es mi novio.
Anatoly miró sorprendido como las cejas del joven se disparaban en evidente sorpresa. —
¿Este matón es tu novio? Le hizo a Anatoly un examen muy cuidadoso. —¿Tu padre sabe que sales
—En serio. Ella sonaba molesta. Levantándose de su mesa, puso su dedo índice en el pecho
del joven y lo empujó hacia atrás un paso. —¿Quieres decir algo así como que no estabas al nivel
—Para nada —respondió. —Mi padre lo eligió para que me pidiera una cita, presumiblemente
—No estoy bien con eso, Trisha —gruñó Anatoly. —Y si te toca una vez más, le voy a
arrancar la mano.
—Calmáte —le tranquilizó. —No tengo ninguna prisa para adquirir otro ego masculino para
—¡Habla en inglés, joder! —soltó el joven. —Es grosero como excluir a alguien de su
conversación a propósito.
a Trisha que si le pones otra mano encima, te la arrancaré de tu cuerpo y te la devolveré en una caja.
—¿Piensas que vas a ser el que va a poder conmigo? La postura del joven alcanzó increíbles
nuevas cotas de estupidez mientras se ponía cara a cara con oél consiguió derecho en cara de
—¿Es un suicida? —Se quejó Anatoly. —¿Y por qué las personas me están siempre
subestimando simplemente porque sé cómo comprar un buen traje? Anatoly hizo un gesto a la ropa
barata del joven. —Como no llevo ese traje desastroso, crees que no puedo manejarme por mi
Trisha ya no se reía. Ella se reía nerviosa como si pudiera desmayarse por la falta de aire.
Anatoly paró un momento para apreciar la vista y el sonido. La había echado mucho de menos. El
humor, los golpes bondadosos que utilizaba para mantenerlo alerta y el hecho de que ella lo trataba
como a una persona real. Todo era inestimable para un hombre como él.
—Trisha —el joven parecía no haber acabado de hacer el estúpido. —Creo que es hora de
Ella puso su brazo alrededor del de Anatoly. —No sé qué parte de 'este es mi novio' no
entiendes, pero este es mi novio, así que puedes irte. Agradezco que quieras preocuparte por mi,
aunque sea porque tengas miedo de que mi padre te vaya a arrancar las pelotas si vuelves y le dices
que has fracasado.
—Esa es realmente una posibilidad muy real —admitió. —¿Por favor ven conmigo?
Él tomó la mano de Trisha y suavemente colocó su mano libre en la parte baja de su espalda.
Al parecer el joven puso reparos a es, porque lo siquiente que supo Anatoly, fue que el chico le
el arco hasta agarrar a su atacante y poner su brazo por detrás de su espalda. Momentos después,
Anatoly había torcido el brazo del joven como un pretzel y le sujetaba inmóvil. Un movimiento y le
iba a sacar el hombro de su sitio.
Toda la actividad en la cafetería había cesado. Ahora todo el mundo estaba mirando a Anatoly
y a su cautivo.
—Entonces él debería aprender —sostuvo Anatoly. —No voy a dejar que nos falte al respeto de esta
manera ni a ti ni a mi.
—Anatoly. Ella tocó suavemente su mejilla con los dedos. —Vamos. ¿Por favor? Esto no vale
la pena. Ella pasó a Rusia. —No posees a la fuerza de la policía aquí en Cleveland. Se podría decir
que mi padre si. No eches más leña al fuego. ¿Vale?
Anatoly lanzó un suspiro enorme. Después miró hacia abajo al joven cuyo brazo estaba en
Anatoly se echó a reír. En todo lo que consideraba ella, tenía razón. Él no era de los que iba a
pedir o a rogar a su padre su aprobación. Pedir permiso no era algo que él consideraba necesario.
Por supuesto, Trisha seguramente pondría objeciones a su habitual modo de convencer a la gente.
Echando a a un lado al hombre joven, Anatoly tomó el brazo de Trisha. —Vamos, amor mío.
—Esto puede ser divertido —murmuró ella. —Sólo por favor prométeme que no vas a tratar
de los sobornarlos.
—No prometo nada —bromeó él. Y no lo haría. Sobre todo porque él haría todo lo que
Capítulo Veintiuno
¿Has ido caminando a la cafetería? Anatoly parecía estar tratando de descifrar los hábitos de
comportamiento de otra especie. —¿Por qué has hecho eso? ¿No tienes coche?
Hizo un ruido que se podía calificar como de disgusto. —Caminar es para aquellos que no
—Lo siento, ¿me hiciste una propuesta allí y me lo perdí? Trisha sentía como si sus cejas
—Lo siento amigo, vas a tener que hacerlo mejor que eso.
Dejó de caminar tan rápido que Trisha fue echada hacia atrás, por la mano que tenia colocada
a través de su codo. La expresión en su rostro era horrible. Era tan diferente de la cara confiada y
arrogante de Anatoly que estaba acostumbrada a ver, que Trisha no estaba segura de qué hacer.
—Anatoly, ¿qué sucede? —ella murmuró.
Entonces él se arrodilló en una rodilla. —Nunca he rogado por nada, Trisha Copeland —dijo
en voz baja. —Pero si eso es lo que hace falta, pediré tu mano en matrimonio.
—Anatoly, no tienes que pedir nada. Ella tiró de él hacia arriba. —Sólo tienes que preguntar.
Ella echó sus brazos alrededor de su cuello y apretó tan fuerte que estaba bastante seguro de
que iba a estrangularlo. ¡Por supuesto que sí! Estoy halagada y honrada y todo lo demás, aunque
Se volvió hacia la casa de sus padres y comenzó a caminar otra vez como si necesitara tiempo para
pensar. —Llegué a otro acuerdo con su padre. Tenemos una tregua y un pacto de caballeros que
—¿Por lo tanto, no necesitas casarte con Bianka? Ella estaba todavía tratando de asumir todo
—No. No tengo que hacerlo. —Él se rió entre dientes, balanceando un poco su mano en un
gesto juguetón que ella encontró cariñoso. —Resultó que el viejo Motya estaba tratando de librarse
de su niña malcriada y pasársela a un desprevenido marido.
Trisha se echó a reír. —Supongo que ella debió ser una pesadilla también de niña. ¿Está de
Trisha no estaba convencida. —¿Y crees que ella va a olvidarse de sus planes para ser la reina
Se acercaron a casa de sus padres, y Trisha luchó por quitarse de encima el malestar que había
creado su casa en su interior. Ella no podía creerse del todo que las cosas con Bianka habían sido
neutralizadas con tan poca dificultad o esfuerzo.
Por ahora, sin embargo, tenía que centrarse en el siguiente problema. Presentar a Anatoly a sus
—Está bien, déjame hablar. ¿Por favor? Ella se giró para mirarlo, hablando en inglés porque
ella estaba tensa y de alguna manera así parecía más fácil. —Sé que te fastidia cuando la gente
alrededor te manda, pero soy la mejor para manejar a mis padres. Son algo cabeotas sobre este tipo
de cosas.
—No tienes que preocuparte —le dijo secamente. —Y sí. Puedo mantener mi boca cerrada por
—No estaba negando el hecho de que tengas esa capacidad. Solo te estaba motivándote para
ejercerla. Trisha agarró su mano y abríó la puerta de la casa de su infancia. —¿Mamá? ¿Papá? ¡He
Trisha parpadeó en shock al ver que Bianka Sokolov estaba en su sala de estar apuntando con
un arma a sus padres. Era absolutamente surrealista ver perfectamente peinada a Bianka de pie sobre
la alfombra de salón virgen, inmaculada, color crema de su madre.
—Se supone que tienes que quitarte tus zapatos —Trisha soltó reflexivamente.
—Estás de pie sobre la alfombra del salón de mi madre con esos zapatos de puta que llevas.
Ella no deja que nadie lleve zapatos en la sala de estar. Es grosero. Y eres responsable de hacer
Desde la esquina de su ojo, Trisha vio los ojos de su madre cerrarse de angustia mientras
procesaba lo que decía su hija. Sí. Realmente no era el momento para discutir sobre los zapatos en la
alfombra, pero Trisha estaba harta de que Bianka dirigiera las cosas.
—¡Creo que nunca he oído nada tan ridículo en mi vida! Bianka dijo con diversión. —Te das
cuenta de que una mancha de sangre será mucho peor para la preciosa alfombra de tu madre que mis
zapatos.
—Tienes razón —Trisha estuvo de acuerdo. —No puedo imaginar qué cosas horribles tiene tu
sangre porque eres una bruja total. Por lo que sé, sangras alquitrán.
Detrás de ella, oyó a Anatoly gemir suavemente. Sí. Ella estaba provocando a la perra loca,
—Eres muy valiente o muy estúpida. La expresión amarga de Bianka indicaba a Trisha que sus
—Bianka —Anatoly dijo en un tono de voz baja y firme. —Esto no te llevará donde quieres.
—¿Cómo sabes lo que quiero? —gritó Bianka,. ¡Convenciste a mi padre para que recortara mi
dinero! ¡Estoy en la miseria! ¡La miseria del subsidio que me da apenas me durará una semana, y
Eso estaba claro. Su madre era el polo opuesto. Estaba totalmente helada en su pequeña silla. Se
preguntaba cómo Bianka había encontrado y llegado a su casa. Desafortunadamente, Anatoly tenía
Él le habló a Bianka, manteniendo su atención centrada en él. —¿Y qué es lo que quieres?
—¡Quiero dinero! Quiero poder. Lo quiero todo y me lo vas a dar a mí o esta zorra y sus
padres van a morir. ¿Lo entiendes? Los ojos de Bianka tenían un aspecto enloquecido que le decían
—Vale. Anatoly dejó de ser sutil y se puso directamente entre Bianka y Trisha. —¿Cómo debo
hacer que eso suceda? ¿Depósito directo? ¿Quieres que te firme un cheque?
—¡Ugh! Bianka gritó con ira. —Deja de actuar como si no pensaras que lo digo en serio! Ella
dirigió el arma hacia la madre de Trisha. ¡Voy a dispararle a esta mujer muerta, y entonces sabrás que
voy en serio!
—Si disparas a esa mujer, me dará tiempo suficiente para retorcerte tu pequeño cuello —
gruñó Anatoly. —No me des esa oportunidad, Bianka. Manten la pistola sobre mi, o te estrangularé
con mis propias manos y no se derramará nada de sangre sobre la alfombra. Compraré una alfombra
nueva.
Anatoly pensaba que la intensidad en la habitación había alcanzado proporciones épicas, pero
Bianka no había acabado. Empezó pisando fuerte con su pie y agitando la pistola violentamente en el
aire mientras lanzaba improperios. Estaba maldiciendo y jurando en ruso. Con su dedo apuntándole
sobre todo a él. Después apuntó con la pistola hacia él.
En cuanto se dio cuenta de que las cosas iban a empeorar, la pistola se disparó La bala golpeó
el techo, causando una pequeña avalancha de yeso sobre Bianka. El repentino ruido fue ensordecedor
dentro de los cuartos cerca de la sala de estar. Bianka obviamente no estaba esperándolo, porque tiró
el arma al suelo y se cubrió los oídos.
El tiempo pareció detenerse, todo iba a cámara lenta mientras Anatoly miraba como el arma
golpeaba el suelo. Él se tiró hacia Trisha, agarrándola y golpeando el suelo. Rodaron detrás del sofá
cuando la pistola se disparó otra vez. La boca brilló al expulsar una bala. Golpeó en una placa de
metal colgada en la pared antes de rebotar y dar a Bianka en la pierna.
Su grito fue tan fuerte Anatoly podría haber jurado que las ventanas vibraron. El sonido era
peor que el tiroteo. Apartándose de Trisha, se lanzó hacia la pistola a la vez que el padre de Trisha.
—¡No te atrevas, criminal! Jonathan Copeland tomó en su mano el arma con la facilidad de
—¡Papá, no! Trisha saltó a sus pies e intentó meterse entre ellos.
Anatoly puso un brazo alrededor de la cintura de Trisha y la hecho pivotar detrás de él. —¡No,
—¡Te va a matar y decir que lo hizo ella! —sollozó Trisha. —¡Lo sé!
—¡Habla en inglés, joder! —gritó Copeland. ¡Si no puedo entenderos, voy a llamarlo defensa
propia y ya está!
Hasta entonces, Anatoly no se había dado cuenta de que estaban hablando en ruso. Tomó una
respiración profunda y mantuvo a Trisha detrás de él. —Estaba pidiendo a su hija que por favor no se
pusiera en la línea de fuego.
—Trisha, llama al 911 —ordenó Copeland. —Voy a matar a este cabrón y a sacarlo de
nuestras vidas.
Las lágrimas bajaban por la cara de Trisha. —¡No! Si lo matas, nunca podré perdonarte.
Hubo un chillido de horror de su madre. En el suelo, Anatoly pudo ver a Bianka levantándose
e intentando alcanzar la pistola. Antes de Anatoly pudiera advertirle Bianka agarro la pierna de
Copeland.
Anatoly, entrando y saliendo y dejando un rastro de dolor ardiente. Se volvió, no para huir, sino para
asegurarse de que Trisha estaba ilesa.
Mientras tanto, Copeland enfadado dio una patada a Bianka con su bota. El golpe en la cara la
dejó inconsciente. No hizo nada, sin embargo, para terminar con la tensión entre Copeland y Anatoly.
Quería decirle que se detuviera, pero sabía que no tenía tiempo para preocuparse por una
—Señor Copeland —dijo Anatoly con voz tranquila. Él tendió sus manos, mostrando que
estaba desarmado y esperando que el hombre viera el sentido. —Entiendo que esté enfadado y
Su padre parecía confundido y enojado. Miró hacia abajo a la mujer que estaba desmayada en
el suelo y después a su hija. —¿Qué he hecho? —susurró él. Después bajó la pistola.
Trisha miraba a su padre mientras el EMT sondaba suavemente la herida del hombro de
—¿Puede usted vendar la herida ahora? Anatoly sonó totalmente relajado, como si discutieran
el tratamiento de un padrastro.
—Sí. El EMT asintió con la cabeza y comenzó a poner todo lo necesario para hacer
precisamente eso. —Pero sería mejor hacer unas radiografías para asegurarse de que no hay ningún
daño interno.
Trisha sujetó la mano de Anatoly entre la suya. La levantó a sus labios, sintiéndose aliviado de
Su padre estaba sentado en la mesa de la cocina con la cabeza en sus manos. Su madre estaba
parada detrás de él con su brazo alrededor de sus hombros. Habían estado susurrando pero en su
mayor parte habían estado silenciosos. En la otra habitación Trisha podía ver a los policías y los
detectives que su padre pidió que enviaran a su casa. Estaban tratando con Bianka. Ella estaba
Uno de los detectives entró en la cocina para informar a su padre. —Tienen que llevarla al
—Eso está bien —dijo embotado. —Hacer que la vigilen. Y quitarle su pasaporte. Estoy
—No hay problema. Por lo que sabemos, ella vino aquí en un jet privado. Lo hemos incautado.
Anatoly parecío espabilarse ante esto. En realidad, parecía enfadado. —Su padre no posee un
jet privado. ¿Puede comprobar quién es el propietario? Sospecho que intimidó a una de mis
tripulaciones de vuelo para que la trajeran aquí. Si es así, pido que los liberen y les envíen a casa.
—Por supuesto. Anatoly se encogió de hombros. —De vez en cuando necesito enviar un
miembro de mi personal a algún lugar cuando y debo estar en otros lugares. Es más fácil mantener
un segundo jet que preocuparse sobre el uso de las líneas aéreas públicas.
—Oh, claro —dijo su padre burlonamente. —Al parecer el crimen paga muy bien.
—Tú no me gustas —dijo Anatoly rotundamente. —Aunque no entiendo por qué. He mantenido
Trisha comenzó a protestar, pero entonces notó cómo Anatoly miraba fijamente a su padre. De
hecho, su padre estaba actuando un poco extraño. Siguió cambiando de asiento y pareciendo muy
incómodo. Él no quería cruzar su mirada con ella, y se negaba a mirar a su madre, Trisha que
algo.
proteger a su marido. Anatoly ya sabía lo que había sucedido. Se preguntaba si él sólo debía salvarla
de lo que era obviamente una cantidad agonizante de miedo.
—Lo que tu madre está intentando no decir—dijo Anatoly a Trisha. —Es que Bianka contactó
con ellos en algún momento en las últimas veinticuatro horas y les ofreció algún tipo de acuerdo.
Probablemente se trataba de alejarme de ti. Así que accedieron a reunirse con ella hoy mientras
convenientemente estabas fuera de la casa. Luego llegó Bianka y las cosas no muy salieron como
estaba previsto. Anatoly levantó una ceja a la madre de Trisha. —¿Es así?
—Conozco a Bianka —dijo irritado. —La mujer es una puta manipuladora con motivo para
hacernos daño a mí y a Trisha. Por desgracia, subestimé lo lejos que iría para lograr este objetivo.
—Parecía tan dulce y servicial —dijo la madre de Trisha. —Y tenía una sonrisa tan
Trisha resopló. ¡Sí, es como el Dr.Jekyll y Mr.Hyde, mamá! ¿Pero, por qué me vais por la
espaldas así? Me duele pensar que me menospreciéis así. Trisha se dirigió a su padre. —¡Papá, has
hecho esto una y otra vez a pesar de todas las veces que te he hablado acerca de dejarme seguir mi
propio camino¡
empatizar con el hombre. Había pensado que él sabia que era lo mejor para su familia, pero había
estado muy equivocado. Casi fatalmente. Le sacudió al hombre desde el interior cuando eso sucedió.
—Anatoly me pidió que me casara con él, papá —anunció Trisha. —He dicho que sí. Te
quiero. Pero también quiero a Anatoly. Y si no puedes ver lo que buen hombre que es después de
todo lo que ha sucedido hoy, entonces eres un idiota y lo siento por ti. No quiero perderos. Pero si no
aceptas mi opción, supongo que es tu decisión.
Anatoly se levantó y puso su brazo suavemente alrededor de Trisha. Estaba listo para irse. —
Me llevo a Trisha a casa conmigo. Ahora. Hoy. Los dos seréis siempre bienvenidos en nuestra casa.
Enviaré un jet a por vosotros si alguna vez lo pedís. Pero no permitiré que Trisha sea manipulada o
intimidada en nombre de la protección. Anatoly intentó obtener las palabras adecuadas. —No le
tenéis suficiente confianza, creo. Ella es fuerte en quién es ella y en lo que quiere. Tiene un buen
corazón. Ella me hace una mejor persona. De hecho, nunca he conocido a nadie como ella, y sé que
—Papá, por favor —pidió Trisha. —No estés enfadado. Esto es lo que sucede. Los niños
crecen y tienen sus propias vidas. Eso es todo lo que quiero. Mi vida está en Moscú. Me encanta.
Amo a Anatoly.
Anatoly cogió su mano, tirando de ella hacia la puerta. Le dio un beso en su palma. —Vamos,
amor mío.
—¿Mis cosas?
TRISHA MIRÓ DESDE una de las ventanas del jet cuando alcanzaron una altitud de de 30 mil
pies. El mundo no era otra cosa que cielo azul y nubes blancas. Parecía tan tranquilo. Aquí no había
ninguna preocupación sobre sus padres, ni tenía que preguntarse qué pasaría cuando llegaran a
—Me arrepentí casi en cuanto lo hice, pero estaba tan enfadada. Y estaba preocupada porque
sabía que era verdad lo que había dicho Yakov. Necesitabas algún tipo de acuerdo con los Sokolov.
—Creo que Yakov se sorprendió cuando encontré una alternativa a casarme con Bianka.
Trisha colocó su palma contra la de Anatoly y se maravilló de lo grandes y fuertes que eran
comparadas con las suyas. —No creo que Yakov te vuelva a subestimar otra vez cuando se trate de
—¿Le has dicho a Motya Sokolov que su hija está detenida por intento de asesinato en los
Estados Unidos?
Trisha recapacitó sobre lo que podría significar su tono. —Suenas casi triste. Creo que te gusta ese
viejo.
—Así es. Me sorprendió, pero los dos tenemos mucho en común. Y no puedo imaginare tener
Trisha resopló no queriendo dejar al padre fuera de culpa como la víctima en este melodrama.
—Hubo una buena cantidad de indulgencia para que ella fuera tan horrible.
—Es muy probable —aceptó. —¿Significa eso que nuestras hijas serán brujas materialistas
Trisha se echó a reír. Ella se puso encima del regazo de Anatoly y le dio un pellizco burlón en
—¿Lo harías?
—Sí.
Ella le besó, hundiéndose a su contacto y si ella no pudiera tener suficiente. Él respondió casi
al instante. Sus brazos se enrollaron alrededor de su cuerpo, y él la acercó como como fue posible
hasta que no hubo ningún espacio entre ellos.
—¿Aquí?
Deslizándose fuera de su regazo, ella desabrochó sus jeans y los tiró hacia abajo de sus
piernas. Después ella se quitó sus bragas. Con un dedo, las tiró volando en el banco de asientos
detrás de ella.
Arrodillándose delante del que iba a ser su marido, Trisha le desabrochó sus pantalones. Ella
sacó su polla con su mano. Él ya estaba caliente y duro. Ella le dio unas cuantas sacudidas cortas y él
silbó en respuesta. Ella tenía mil ideas de lo que le gustaría hacer. Ella podía chupársela y sentir como
se corría dentro de su boca y tragar su simiente. Pero al final, lo único que importaba era
conseguir estar tan cerca como fuera posible y reafirmarse la conexión entre ellos.
Ella subió a su regazo y flotó justo por encima de su ingle. Miró su rostro, y ella se estremeció
con el deseo que veía reflejado en sus ojos. Era tan bueno ser querido así. Y cuando sintió su polla
dura en su húmeda abertura, ella tembló. Se sintió tan bien. Estaba tan mojada y anhelante. Su coño
estaba hinchado, y su flujo tan espeso que cubría el interior de sus muslos.
Ella metió la mano entre ellos y envolvió su mano alrededor de su polla. Colocando la cabeza
Las manos de él se colocaron en sus caderas. Ayudó a establecer un ritmo. Ella colocó sus
manos sobre sus hombros, para evitar el vendaje. Meciéndose contra él, sintió sus músculos internos
comenzar a tensarse mientras ella se acercaba más y más a su clímax. Él la estaba mirando. Saber
eso solo hizo que ella estuviera mucho más caliente. Este increíble, hombre guapo, exitoso y
poderoso la quería a ella y solo a ella. No quería hacerla su amante. No la quería por unos meses o
años hasta que perdiera el interés. Quería casarse con ella y vivir con ella.
Tirando su cabeza hacia atrás, Trisha dejó ir con un gemido de puro placer. Un orgasmo la
sacudió a través de su cuerpo y la dejó débil. Si Anatoly no la hubiera sujetado, ella se habría caído
hacia atrás. Ella puso en sus poderosos brazos todo su peso. Él la sujetó sobre su polla con sus
manos en sus caderas. Un último empuje en su coño mojado, y sintió como le vertía su simiente
dentro de su cuerpo.
Trisha se sentó y abrió los ojos. Ella tomó sus mejillas entre sus manos y pasó sus pulgares
—Sé que fueron mis acciones las que te hicieron irte antes —dijo suavemente. —Te prometo
Trisha sonrió, pasando a una risa de diversión. —Sé que no lo harás. Pero no voy a dejarte.
Epílogo
Mamá, no sé si estoy muy cómoda con la idea de dejar a Anatoly y a papá en la misma
Su madre hizo un gesto con una mano. —No seas tonta. Es imposible que ninguno de esos
hombres vaya a hacer nada para dañar un solo cabello en la cabeza del bebé.
Trisha tuvo que admitir que su madre tenía razón. La decisión de sus padres de darle el
tratamiento del silencio como castigo por su decisión de casarse con un rey de la mafia rusa había
durado tanto tiempo como le costó a Trisha quedarse embarazada. Una vez que nació su primer nieto,
ha habido una petición casi inmediato para el jet a enviado a Cleveland a recogerlos. Desde
entonces, habían ido de visita al menos una vez cada tres meses Cada visita había sido un poco
menos incómoda. Lo que significaba que su padre y su marido ya no se miraban el uno al otro desde
almuerzo de su bebé. —Sí. Le ha cambiado los pañales, alimentado a medianoche e incluso bañeras
—No creo recordar a tu padre haciendo esas cosas por ti — dijo mamá mientras colocaba con
nostalgia la trona para la comida de Ana. —Siempre estaba tan ocupado con el trabajo. La vida era
—Lo siento. Trisha lo decía de verdad. —No se podía imaginar tratando ser padres sin la ayuda de
Anatoly.
—Cuanto más lo pienso, más me doy cuenta de que Anatoly no es diferente de la mayoría de
los tipos de las fuerzas del orden con los que trabaja tu padre . Todos se hacen favores unos a otros,
tiran de contactos y engañan cuando es necesario.
—Eso casi suena a la versión de Anatoly de jugar a la mafia —Trisha estuvo de acuerdo. —
arrojó sus brazos alrededor de Trisha y le aprieta firmemente. —Estoy orgullosa de ti —mi niña.
—Tu padre también lo está —aseguró su madre. —A veces es simplemente más difícil para él
decirlo.
—Tal vez.
Su madre frunció los labios cuidadosamente. —Iré a buscar a los chicos y les diré que
—Gracias, mamá. Trisha miró a su madre salir de la cocina y se sintió aliviada de que ella y
su madre volvieran a llevarse bien. Sólo deseaba que ella pudiera sentir como si su padre hubiera
la habitación. Jonathan Copeland se prodigaba con su nieta Ana con amor y atención, al mismo
—Tú sabes —dijo Anatoly. —Que el bebé tiene el cincuenta por ciento de mí en ella.
Ana sonrió con su sonrisa de bebé gomoso a su abuelo y casi le sacó sus ojos con sus dedos
diminutos. Anatoly amaba a su esposa, pero nunca había sentido algo tan fuerte como lo que sentía
por Ana. Le había dado una nueva apreciación por el obstinado anciano al otro lado de la habitación.
—¿Qué?
Copeland estaba todavía farfullando, así que Anatoly siguió hablando. —Tú amas a Trisha de la
manera que yo amo a Ana. Yo habría hecho eso y mucho más para eliminar una amenaza para la vida
de Ana. Ya no te puedo culpar por eso. Pero puedo recordarte que si tú amas a tu nieta, realmente
Anatoly sabía el momento en que sus palabras le llegaron al corazón de Copeland. Las
lágrimas brotaron de los ojos del anciano. Lanzó un gran suspiro y se puso de pie, acunando a Ana
de dieciocho meses contra su pecho.
Copeland inhaló una respiración temblorosa. —Eres un buen padre y un buen proveedor. No
apruebo lo que haces, pero puedo respetar a un hombre que sabe cómo ganar dinero y cuidar de su
familia.
—Gracias. Era todo lo que Anatoly iba a decir sobre el tema.
Miró como Copeland llevaba al bebé a la cocina y le siguió. El hombre colocó al bebé en su
silla de comer y luego suavemente tocó el hombro de su hija. Trisha se giró, obviamente
sorprendida.
Copeland aclaró su garganta. —Tengo que decirte que lo has hecho bien por ti misma, niña.
—¿Qué?
—He dicho que lo has hecho bien por ti misma. Tienes un marido que te ama con locura y a la
niña más adorable del planeta. Copeland se acercó y tomó a Trisha en sus brazos. —Siento ser un
viejo gruñón.
—Papá —dijo Trisha entre lágrimas. —No importa que seas un viejo gruñón. Eso es todo lo
La mirada de Trisha revoloteó alrededor de la cocina hasta que aterrizó en Anatoly. Ella
sonrió con una sonrisa que hizo que su corazón se llenara de amor. Le guiñó un ojo a ella e hizo un
pequeño gesto espantando con las manos.
Ella aclaró su garganta. Su madre había vuelto a la cocina, y ahora los tenía de cara a los dos.
—¿Qué? Su madre comenzó a saltar arriba y abajo con emoción. ¡Es una noticia maravillosa!
¡Simplemente maravillosa!
Era un poco extraño, pero era bueno. Anatoly nunca podía haver imaginado un final así para su
vida. Era más feliz ahora que lo que nunca hubiera soñado que fuera posible.
FIN
Un Romance Mafioso
Todos los Derechos Reservados. Copyright 2016 Bella Rose, Leona Lee.
Capítulo Uno
Aquel hospital parecía concebido para que la gente se sintiera incómoda, con sus paredes
blancas y estériles y sus rígidos e incómodos asientos azules. En el silencio de la sala de espera, el
parloteo de las enfermeras rebotaba de pared a pared, y los pitidos y chasquidos de las máquinas
resultaban insoportables. Tanto el pasillo como la sala estaban llenos de gente asustada o llorando.
Ella Davis se encontraba en un lugar en mitad del espectro. Dos semanas atrás, su madre había sido
ingresada con insuficiencia hepática, y estaba en la lista de espera para un trasplante, pero su
Si Heather Davis sobrevivía el tiempo suficiente para recibir otro hígado, la operación les iba
a costar unos doscientos mil dólares. La madre de Ella se había jubilado anticipadamente de su
puesto como maestra para cuidar de su esposo cuando éste fue diagnosticado con cáncer, y Ella
apenas conseguía subsistir como cajera de supermercado. Heather tenía el seguro más barato, y no
había forma de que pudiesen pagar el elevado deducible. Estarían endeudadas para el resto de sus
vidas.
Sin la operación, su madre moriría, y Ella no iba a dejar que aquello ocurriera. Ya había
-Srta. Davis. Su madre está despierta, por si quiere ir a verla.- La enfermera le dedicó una
cálida sonrisa y Ella tomó una respiración profunda y asintió con la cabeza. Las puertas dobles
emitieron un zumbido y se abrieron, y Ella las atravesó con rapidez. Se sabía el camino de memoria.
Quince pasos en línea recta. Giro a la izquierda. Siete pasos más. Giro a la derecha.
estaba conectada a varias máquinas, y aquello atormentaba a Ella por las noches. Cada vez que
cerraba los ojos para intentar descansar, el recuerdo de los pitidos la torturaba. Aunque era
¿Qué le había dicho su madre en aquel momento? No tengas miedo, cariño. Las máquinas no
Ella no creyó entonces a su madre, y ahora no tenía a nadie para tratar de convencerla.
Cerrando los ojos y los puños con fuerza, contó hasta diez. Durante aquellos segundos, trató de
apartar a un lado su miedo y ansiedad. Cuando volvió a abrirlos, había una sonrisa en su rostro.
Heather volvió la cabeza y sonrió débilmente. La madre de Ella tenía un precioso cabello
rojizo y unos bonitos ojos azules, pero en aquel momento su pelo reposaba sin lustre sobre la
almohada y sus ojos tenían un aspecto apagado. Contemplar a su madre era casi como mirarse en el
espejo. Últimamente, el propio cabello rojo y ojos azules de Ella parecían tan marchitos como los de
Heather.
Su madre, aunque conectada a todas aquellas máquinas, conservaba su agudeza mental. Nunca
-Contestando una pregunta con otra. Muy típico.- Ella comenzó a arreglar las ropas de la cama
Heather asintió con la cabeza y Ella tomó el vaso que había junto a la cama, acercando la
pajita a los labios de su madre. Tras dar unos pequeños tragos, le hizo señas para que retirara el vaso.
-Ya basta. Cuéntame algo.
-¿Qué quieres que te cuente? Anoche, una mujer de unos sesenta años vino a la caja con
-Jamás te mentiría- juró Ella, poniéndose la mano sobre el corazón. –Y eso fue lo único
interesante que pasó. Un grupo de menores intentó comprar cerveza, y un vagabundo entró a
descansar un rato.
-¿Echarle? Claro que no. Era inofensivo y no me molestó. A veces le regalo un sándwich y una
refresco con vitaminas.
-Y seguro que le metes en el bolsillo zanahorias y plátanos para después- dijo Heather
tomando la mano de Ella entre las suyas. -Siempre has sido muy amable. Intentado cuidar de la gente.
Cuidando de a mí.
Ella sintió una opresión en la garganta. -Las enfermeras hacen la mayor parte del trabajo. Yo
-Ojalá no tuvieras que hacerlo, Ella. Eres joven y hermosa. No deberías pasar tu tiempo con
una mujer enferma como yo. No deberías estar en un hospital. Tendrías que estar disfrutando de la
vida.
-No lo hago por ti- bromeó Ella con el ceño fruncido. -Estoy aquí para conocer a un médico.
Hay unos cuantos muy guapos. No me puedo decidir entre el alto y rubio y el bajito y musculoso.
Su madre rió, pero antes de que pudiera decir nada, entró una enfermera. -Sra. Davis, es hora
Ella dio un paso hacia atrás. -Voy a por un café mientras te bañas. Luego vuelvo.
Tras cerrar la puerta de la habitación, sintió cómo las lágrimas le inundaban los ojos y, antes
de perder el control por completo, se apresuró hacia el ascensor. Una vez allí, se desahogó. Las
lágrimas le corrían por las mejillas y respiraba con dificultad. Sabía que su madre no tenía un lugar
prioritario en la lista de donantes, y lo más probable era que muriese antes de que encontraran un
órgano que fuera compatible.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Ella se secó el rostro y tomó una respiración
profunda. Sintiéndose más tranquila, se dirigió a la cafetería del hospital. Aún le quedaban varias
horas hasta su próximo turno.
Le temblaban las manos, y el café caliente le salpicó la muñeca, por lo que lanzó un lamento y
-¡Cuidado!- Unas manos masculinas atraparon el recipiente por el mango. -No te lo eches por
increíblemente apuesto. Musculoso. Con una penetrantes mirada gris. De mandíbula cuadrada. Y
espeso cabello rubio. Era mucho más alto que ella, y Ella dio unos pasos hacia atrás. Aquel hombre
dominaba la estancia, y su serena presencia la sobrecogía.
-No era mi intención asustarte- dijo con una sonrisa encantadora. -Sólo quería evitar que te
quemaras.
-Ya veo.- Le quitó la taza de las manos y le sirvió un café. Luego se sirvió a sí mismo y volvió
-Perdona, ¿trabajas aquí?- Ella lo contempló extasiada. No tenía el aspecto de alguien que
trabajara en un hospital. Su rostro podría adornar la portada de una revista, y su cuerpo pedía a gritos
ser acariciado.
-No. He venido a visitar a alguien. Te vendría bien comer algo.
Ella se dio cuenta de que le estaba mirando fijamente y enrojeció al instante. Estaba allí
estaba ella teniendo fantasías sexuales con él. -Un sándwich- murmuró.
-¿Quieres un sándwich?
Ella asintió en silencio y el hombre la miró de forma extraña. -¿Por qué no te sientas ahí y te lo
traigo?- La tomó de la mano y la condujo a una mesa. Ella se aferró a su café y se sentó en la silla.
Cuando él se alejó, le dio un sorbo al vaso y se reprendió mentalmente a sí misma. No era el tipo de
mujer que se quedaba sin habla delante de un hombre, pero tampoco era del tipo que atraía a
Aunque no importaba. Dudaba que regresara. Tras tomarse el café, sacudió la cabeza y se puso
en pie.
-¿Te vas sin comer?- El atractivo desconocido le cerró el paso entregándole un sándwich en un
-Por favor.- Él levantó una mano y se sentó. –Con un poco de compañía me conformo.
No tuvo más remedio que dejar que se sentara con ella. -Me llamo Ella.
-Erik Chesnovak.- Extendió la mano como si fuera a estrechársela, pero atrajo su mano hasta
-Disfrutar del clima, por un lado- informó, con una sonrisa. -Es agradable estar en la calle sin
miedo a congelarse.
-California tiene buen clima.- Ella desenvolvió su sándwich y le dio un bocado. Tenía hambre
-¿Estás aquí con tu esposo?- Le preguntó Erik con voz delicada. -Tienes aspecto de estar aquí
semanas, pero seguramente nos queden meses, porque está bastante abajo en la lista. Por lo visto, no
está lo bastante enferma.- Cuanto más hablaba, peor se sentía. No quería llorar delante de Erik, por lo
que giró rápidamente la cabeza y se puso a resolver problemas de matemáticas en su mente.
Se le daban muy mal, y haciendo unas sencillas operaciones se distraía. Uno más uno es dos.
Dos más dos es cuatro. Cuatro más cuatro es ocho. Ocho y ocho, dieciséis. Dieciséis más dieciséis es
treinta…treinta y dos.
-Es una pena. Lo siento mucho. He oído que es un hospital excelente, estoy seguro de que tu
Ella se aclaró la garganta y le miró. -¿Y tú? ¿Estás aquí por tu esposa?
-No estoy casado. He venido a visitar a un amigo. Tengo una deuda que saldar.
No estaba casado. No tenía por qué decírselo. ¿Le habría dicho a posta que estaba soltero?
-Una deuda, ¿eh? Espero que viva lo suficiente como para que puedas hacerlo. Tan pronto como las
palabras salieron de su boca, se avergonzó de ellas. -Lo siento. No me he expresado bien.
-No hace falta que te disculpes. Y no te preocupes, no morirá hasta que esté listo. De eso estoy
seguro.- dijo, y una expresión sombría se asomó a su rostro, aunque desapareció rápidamente.
-El poder del pensamiento positivo. He estado leyendo unos cuantos libros sobre eso. Por lo
general, soy una persona bastante positiva, pero últimamente es un poco duro. Ella terminó de comer
y miró al reloj. -Erik, gracias por el sándwich, pero me tengo que ir. Tengo que despedirme de mi
Erik se puso en pie y asintió con la cabeza. -Por supuesto. Yo también debería ir a ver a mi
amigo.- Le puso una mano en la parte baja de la espalda y la acompañó al ascensor. Ella casi se
olvidó de respirar. Se dijo a sí misma que probablemente fuera una costumbre rusa, pero le pareció
un gesto muy íntimo.
llevado a su madre a la sala de urgencias del primer piso. Después, fue trasladada a la sexta planta
para ser sometida a unas pruebas. Luego, al segundo piso en la UCI. Y ahora se encontraba ingresada
en el cuarto piso.
-Yo también- dijo él, pulsó el botón y apoyó la espalda contra la pared. -¿Estás sola? ¿Dónde
-No tengo a nadie más. Somos sólo mi madre y yo. Mi padre falleció hace unos años y no
-Eres una mujer muy fuerte- murmuró Erik. -Y tan menuda a la vez.
-No estoy segura de si eso es un cumplido o no- dijo ella con una carcajada. -Gracias por la
compañía. La necesitaba.
Ella le dedicó una nerviosa sonrisa y se detuvo en el puesto de enfermeras. La joven abrió la
-Lo siento, Srta. Davis, pero le acabo de administrar su medicación para el dolor. Me temo
que está dormida, pero le diré que ha vuelto para despedirse- dijo la enfermera con una alegre
sonrisa.
Ella asintió débilmente. A través del cristal, pudo ver el pecho de su madre subiendo y
bajando lentamente. Tenía un aspecto muy tranquilo. Ella permaneció allí unos minutos y tocó el
cristal. Heather seguiría durmiendo cuando terminara su turno, por lo que no podría hablar con ella
hasta la mañana siguiente.
Todas las noches, Ella temía que su madre muriese antes de regresar.
Dándose la vuelta, se alejó de la habitación y se dirigió a la sala de espera. Tan pronto como
-¡Código azul! ¡Tenemos un código azul! ¡Trae el carro de paradas y llama a la Dra. Eddison!
Ella se giró e intentó abrir las puertas, pero no cedieron. -¡Eh! ¡Eh!- gritó, corriendo hacia el
puesto de enfermeras. La Dra. Eddison era el médico de su madre, pero el puesto estaba vacío. No
había nadie para dejarla entrar. -¡Que venga alguien! ¡Por favor!
-¡Ella!- Unas manos fuertes la agarraron por detrás. -Ella, no es tu madre- le susurró Erik al
-Confía en mí. Lo sé. Respira hondo, alguien vendrá enseguida y te confirmará que no se trata
Reconfortada por su fuerte y cálido abrazo, Ella cerró los ojos. Treinta y dos y treinta y dos son
sesenta y cuatro. Sesenta y cuatro y sesenta y cuatro son…cientoveintiocho.
Ella abrió los ojos de golpe y miró fijamente a la enfermera. -El código azul, ¿era mi madre?
-No.- respondió la mujer con una cálida sonrisa. -Su madre está descansando tranquilamente.
Erik la soltó y Ella asintió con la cabeza. Pasándose una mano por el rostro, tomó una
Sin tan siquiera mirar a Erik, se dirigió al ascensor. Tras pulsar el botón con furia, apoyó una
mano en la pared y esperó. Le pareció que pasaba una eternidad hasta que las puertas se abrieron. Al
entrar en el ascensor, se chocó con alguien. Una mujer rubia la empujó y maldijo al salir. Sus tacones
resonaron con fuerza sobre el suelo de baldosas.
Capítulo Dos
Rusia era un lugar frío y agreste, pero producía individuos fuertes. Los nativos eran capaces
de aguantar inviernos heladores sin apenas pestañear. Se calentaban a base de vodka y buena
compañía. Erik había pasado los últimos treinta y tres años de su vida en Rusia, por lo que su nuevo
hogar le conmocionó. Al principio, no podía soportarlo. El ambiente californiano era demasiado
alegre pero, a medida que transcurrían los meses, se fue acostumbrando a aquel despreocupado estilo
de vida. Cuanto mejor era el clima, más agradable era la gente, y eso era exactamente lo que Erik
podía evitar sentirse atraído por la frágil criatura que había conocido el día anterior.
Tras silenciar el móvil, se sentó en una silla y se dispuso a esperar. La había visto a esa misma
hora el día anterior, y le daba la impresión de que era una mujer de costumbres.
Las puertas del pabellón se abrieron y Ella entró con los hombros caídos. Por un instante, Erik
pensó que no iba a reparar en él, pero ella levantó la mirada y lo vio.
-Erik- respondió él con una sonrisa, a la vez que se ponía en pie. -¿Cómo está tu madre?
Pareció complacerle que se acordara. -Un poco más fuerte. Se la han llevado para hacer más
Ella hizo una mueca y asintió. -Si no tienes nada importante que hacer...
Nada que necesites saber. Erik sacudió la cabeza y se dirigió al ascensor, observándola. La
estaba enmarañado, aunque había intentado hacerse una coleta en la base del cuello. En su rostro no
había ni rastro de maquillaje y tenía unas enormes ojeras. Vestía unos vaqueros y una camiseta, y si
bien llenaba los pantalones a la perfección, la otra prenda ocultaba sus curvas.
Era muy distinta a las mujeres que normalmente le atraían, quienes solían tener gran notoriedad
y muchísimo dinero, así como demasiado tiempo entre manos. Siempre estaban dispuestas a perderlo
con él, y no esperaban que las cosas duraran mucho. Él perdía interés. Ellas también. No se sentía
vacío. No sentía que le faltara nada, por lo que no entendía la atracción por aquel hermoso desastre
que tenía frente a él.
Ella parecía el tipo de mujer a la que le gustaba celebrar aniversarios todos los meses y
disfrutar de románticos paseos por la playa. Aquella mera idea hizo que frunciera los labios.
Su repentina pregunta lo trajo de vuelta al presente, y parpadeó. -Mi amigo. Llevé a cabo mi
cometido.
No estaba muy bien para Dalinsky, pero sí para Erik. Las puertas del ascensor se abrieron y le
-¿Llevas mucho tiempo en California? Tienes un acento muy marcado, pero tu inglés es
-Llegué de Rusia hace un año, pero aprendí inglés a una edad temprana. ¿Eres de aquí?
-De toda la vida – respondió Ella. -Es bonito, pero me gustaría viajar. Hay tanto que ver fuera
de California.
-Una mujer de mente abierta. Así me gusta- dijo él con voz suave. Incapaz de resistirse, le
puso una mano en la espalda mientras se dirigían a la cafetería. Como el día anterior, Ella se tensó
ante su tacto, pero no se apartó.
enfermeras.
Erik percibió el miedo en su voz y asintió. Ella contestó el teléfono de inmediato y se dirigió a
una esquina para tener más intimidad. Cuando sus hombros se relajaron y cerró los ojos, él pudo ver
el alivio reflejado en su rostro.
-Perdona. Voy a tener que dejar lo del café para otro rato. Parece que mi madre se olvidó de
firmar uno de los formularios para las pruebas. Está sedada y yo soy su representante legal- explicó.
momento.
Su sonrisa era dubitativa y le miraba de forma extraña. Pensaba que le iba a abrazar, o al
menos estrechar su mano, pero simplemente asintió con la cabeza y salió rápidamente de la cafetería.
Decepcionado, se dirigió a la entrada del hospital. Tenía unos negocios que atender, y ahora
podría empezar temprano. Tras sacar el móvil, envió dos mensajes de texto y salió a la calle.
Erik había elegido aquel punto de encuentro para disfrutar del sol. Se acomodó en la terraza de
un lujoso restaurante y agitó su vodka. A su alrededor, la calle rebosaba de actividad. Gente guapa
caminaba apresuradamente con los móviles pegados a la oreja. Los ricos caminaban acompañados de
guardaespaldas y perros de bolsillo. Los mendigos exponían sus dilemas, consiguiendo unas veces
dinero y otras una mala mirada o un empujón. Todos estaban demasiado absortos en sus propias
vidas como para disfrutar de lo que les rodeaba. Acostumbrados al clima soleado y a la vida fácil, lo
daban todo por sentado.
Matvei y Leonid se sentaron frente a él y le saludaron con la mano, de forma discreta. Los
había traído de Rusia porque conocían su lugar en la organización, y confiaba en ellos. Habían
trabajado para él desde que su padre le otorgó más responsabilidad en el negocio. Nunca expresaron
su opinión sobre el traslado a California, pero Erik tenía la sensación de que se estaban divirtiendo en
sus días libres.
Tras vaciar el vaso, lo depositó sobre la mesa con delicadeza y asintió. -Contadme.
Matvei, su mano derecha, se enderezó en la silla. -La Orquídea Negra va muy bien. Las ventas
están aumentando y todo va como la seda. Todo el mundo tiene una opinión positiva, y ya está
considerada como el nuevo lugar de moda. Lo que sea que signifique.
Ya era hora. A pesar de toda su riqueza, dirigir una discoteca en San Diego no era fácil.
Cualquiera con un poco de dinero trataba de abrir el nuevo garito de moda de la ciudad, pero la
capacidad de concentración del estadounidense medio era pésima. Tras unos pocos meses, se
aburrían y buscaban algo nuevo. Ahora que el club estaba atrayendo atención, lo difícil sería
mantenerlo a flote. Para ello, debía asegurarse de invertir algo más que dinero en el club. Necesitaba
poder. Por suerte para él, el principal objetivo de La Orquídea Negra era otorgarle poder. -¿Y las
chicas?
-Contentas con sus contratos. Se las hemos quitado a los sitios de mejor reputación y
entrenamiento.
Erik asintió. -Muy bien. No las pierdas de vista. El dinero las atrae, pero debo asegurarme de
Matvei asintió con solemnidad. Tenía dos hermanas a las que adoraba, y Erik sabía que era el
hombre adecuado para aquel trabajo. -Por supuesto. Nadie les pondrá la mano encima sin sufrir
graves consecuencias.
-Si crees que hay una brecha en la seguridad, quiero que te hagas cargo de forma profesional.
Que después no haya consecuencias. Quiero lidiar con los problemas incluso antes de que se
-¿Leonid?- Erik dirigió su atención al otro hombre. Leonid era el encargado del flujo de
competencia, pero ahora tendría que asegurarse de que nadie tomara el relevo. Su éxito dependía de
los clientes que acudían a él en busca de lo mejor, y si alguien aparecía vendiendo un producto de
-El cargamento llegó ayer. Tengo a algunos hombres probando y re-empaquetando. No pasará
mucho tiempo antes de que corra la voz - informó Leonid. -Hemos enviado un mensaje a los
Erik asintió con la cabeza. -Bien. Ya estoy harto de dirigir el club. Estoy listo para empezar
con la segunda fase. Matvei, tengo unos nombres que necesito que localices. Envía unas cuantas
chicas para atraerlos. Como muestra gratis, las compensaré por ello.
-Espero que hayáis terminado de hablar, chicos, - les interrumpió una seductora voz femenina.
Matvei y Leonid miraron a Erik, y éste asintió e hizo un gesto con la mano. Cuando
-Valeria- dijo Erik en tono frío. -Me sorprende verte aquí. No sabía que podías exponerte al
Ella rió y se inclinó hacia adelante para deslizar un dedo sobre su mano. -¿Cuando te vas a
cansar de hacerte el difícil, Erik? Tenemos un trato. Mi padre espera una respuesta y estás ignorando
sus llamadas.
-¿Me ha estado llamando?- se burló él. -Lo siento mucho. Le debe pasar algo a mi teléfono.
-Seguro que sí.- Los suaves dedos se trasladaron a su muñeca y le acariciaron la zona del
pulso. -He oído que Trent Dalinsky sufrió un paro cardíaco ayer por la mañana en el hospital. Es
bastante extraño, considerando que se estaba recuperando. Debió morir mientras estábamos allí.
-¿En serio? No he oído nada. Toda una tragedia.- Dejó que continuara jugando con él mientras
la estudiaba. Valeria Yashin era una mujer muy hermosa, y hubo una época en la que habría apreciado
semejante tesoro. Con su rubio cabello perfectamente arreglado y sus largas y moldeadas piernas,
llamaba la atención de todos los hombres, pero sus ojos oscuros eran fríos y calculadores, y cada
-Hay mucha gente descontenta con su muerte. Era el responsable de la mayor entrada de
cocaína en la ciudad. Su súbita desaparición dejará un importante hueco que alguien tendrá que
llenar.
Erik sonrió. -No sabía que era una amenaza tan grande para la ciudad. Seguro que las
-Lo dudo. He oído que Dalinsky se llevaba muy bien con ellas. Cuando alguien ocupe su lugar,
-Yo no me preocuparía.- Erik retiró la mano y se reclinó en su silla. -No creo que hayas
venido para hablar de la muerte de un completo extraño. Si lo único que querías era informarme de la
impaciencia de tu padre, ya lo has hecho.
-También nos podemos divertir un poco, ¿no? He oído que sabes hacer que una mujer lo pase
muy bien.
Erik se puso en pie y sacó unos billetes para abonar su almuerzo. -Dile a tu padre que no me
meta prisa. La primera parte del trato era establecerme en la ciudad. Y todavía estoy en ello. Hay
varias de las que tengo que encargarme y, después, pensaré en su oferta.
Valeria se puso en pie y sacudió la cabeza. -No te entiendo, Erik. ¿Qué más puedes querer?
Piénsalo rápido. La oferta no durará para siempre.
Observó cómo movía las caderas mientras se alejaba, y varios hombres giraron la cabeza para
admirar sus curvas. Por desgracia, a Erik no le ponía. De lo contrario, todo sería más fácil.
La pelirroja del hospital era otra historia. Sólo con pensar en ella se le endurecía la polla.
Ahora que ya había terminado con los negocios, era el momento de buscar un poco de placer.
Su chófer le llevó directamente a su casa. Por suerte para él, los ricos no destacaban
especialmente en California, por lo que no era extraño tener guardias armados en la puerta.
Sus hombres le saludaron de forma respetuosa cuando entró en la mansión. Todos eran
empleados de confianza que había traído de Rusia. Nunca pondría su seguridad en manos de
-¡Jefe!- Se oyó un estrépito y Erik gruñó. Danil era extraordinario, pero también muy torpe.
Erik le pagaba bien, pero Danil no se sentía cómodo entre hombres armados. Era un especialista en
información y, por suerte para Erik, debía a la familia Chesnovak bastante dinero. En lugar de
cobrarse de la forma habitual, Erik le había propuesto un trato. Trabajar para él y pagar su deuda con
información.
Danil era un hombre menudo, relativamente joven y, a pesar de los años de servicio, todavía
tímido.
-Quiero que investigues a Ella Davis. Tiene unos veintitantos años y su madre está ingresada
en el hospital Grace de San Diego. Puede que Ella sea un apodo. Prueba con Eleanor o Isabella.
Danil asintió y sacó su ordenador de una bolsa. -¿Cuánto quieres saber? ¿Es una amenaza?
-No, pero consigue todo lo que puedas. Quiero los resultados en una hora.- Erik miró al
especialista, pero éste ya estaba concentrado. Una vez que empezaba a investigar, se olvidaba de
todo lo demás.
Seguro de que Danil iba a hacer un buen trabajo, Erik se dirigió a su oficina. Sólo llevaba un
año en California y ya había perdido el interés. Sus habitantes eran perfectos para lo que necesitaba.
Una multitud de gente con montones de dinero y nada mejor que hacer que gastarlo en drogas y sexo.
Lo que hacía que el establecimiento de un sector de la mafia rusa en la costa oeste fuera
demasiado fácil.
En unas horas, visitaría por primera vez La Orquídea Negra. Hasta entonces, había
permanecido en la sombra, pero si sus chicas hacían bien su trabajo, aquella noche se reuniría con
tres de los hombres más poderosos de la ciudad.
Observó los documentos que tenía sobre su escritorio, pero tenía la mente en la chica.
Pelirroja. Piel cremosa. Preciosos ojos azules. Había algo inocente y puro en ella, y esperaba con
todas sus fuerzas descubrir algo turbio.
Cuando Danil entró en el despacho, Erik se enderezó ávidamente. -Dime qué has averiguado.-
Danil depositó el portátil sobre la mesa y lo giró para que lo viera su jefe. Había una enorme sonrisa
en su rostro. Estaba disfrutando.
-Te presento a Ella Caitlyn Davis. Veinte y cinco años y con un expediente académico
extraordinario. Davis ha despuntado en todo lo que ha hecho. Obtuvo una beca para la Universidad
de Atherton, una facultad sumamente cara y selectiva. Dos años más tarde, abandonó cuando su padre
fue diagnosticado con cáncer. Murió el mismo año, dejando a la familia Davis con una enorme deuda.
Ella se puso a trabajar en Bellevue Industries, pero fue despedida hace un par de semanas, cuando su
madre enfermó, porque estaba faltando demasiado. Un poco cruel, en mi opinión.
-Lo siento, jefe. Trabaja de cajera en Supermart. Debe estar haciendo horas extras porque sus
nóminas son demasiado altas para una un turno normal. Cuando no está trabajando, está en el
hospital. Su madre tiene insuficiencia renal y está en la lista de espera para un trasplante, pero no muy
arriba. A menos que algo suceda, lo más probable es que muera antes de la operación.
Erik se reclinó y contempló las fotos que había conseguido Danil. De niña, Ella parecía estar
llena de vida. Sonreía en todas las imágenes y estaba rodeada de amigos y familiares. Había premios
y trofeos, y estaba claro que había sido muy querida. Probablemente, su familia le animaba en todo lo
que hacía. Erik, por otro lado, fue adoctrinado para hacer una sola cosa. Que no requería de amor ni
apoyo.
-Dime que tienes algo más que esto, Danil. Te he dado una hora- protestó Erik.
Danil asintió con la cabeza y se aclaró la garganta. -Sí, jefe. No tuvo novio en la secundaria,
pero en la universidad salió con este hombre.- En la pantalla apareció otra imagen y Erik frunció el
ceño. -Se llama Josh Turner. Se conocieron en una fiesta de novatos y tuvieron una relación que duró
dos años.
Erik contempló a Josh Turner y frunció el ceño. Era apuesto, pero parecía un poco pijo. La
antítesis de Erik. Si aquel era el tipo de hombre que atraía a Ella, ya se podía olvidar de seducirla.
-Se graduó el primero de su promoción y ahora trabaja como analista del FBI.
Erik puso los ojos en blanco. -Parece de las que les gusta abrazar animales. ¿Cómo fue la
-Pacífica. Parece ser que tras abandonar los estudios, él ya no tenía tiempo para ella. No
-¿Fetiches? ¿Adicciones?
Danil sacudió la cabeza. -Nada, jefe. Davis fue una alumna ejemplar, y no ha tenido vida
social tras la ruptura. Su trabajo en Bellevue sólo liquidó una parte de la deuda de su padre, y estaba
muy dedicada a la empresa. Seguramente habría ascendido rápido si hubiese continuado con ellos.
Está claro que no gana tanto en su nuevo trabajo. Lo único que hace es trabajar e ir al hospital. Nada
de socializar. Tampoco he encontrado ningún amigo ni amantes.
Tamborileando sobre el escritorio con los dedos, Erik miró fijamente las imágenes. Nada de
-Jefe- dijo Danil nerviosamente. -Si buscas la forma de controlarla, yo podría darte una
solución.
-Explícate.
-Apenas puede pagar las facturas del hospital. Si encuentran un hígado para su madre y llevan
a cabo la operación, deberán miles de dólares, sin contar la deuda de su padre. Se la podría motivar
con dinero.
-La red UNOS no es difícil de jaquear. La puedo colocar al principio de la lista. Sería sólo cuestión
de encontrar un órgano compatible. Lo que podría llevar semanas o incluso meses.
Asintiendo con la cabeza, Erik sonrió. -Hazlo. Ahora. Quiero ver su expresión mañana cuando
le den la noticia.
-¿Y estar allí cuando se dé cuenta de todo el dinero que tendrá que pagar?- Dijo Danil con una
risita nerviosa.
-Exacto.
Erik se puso en pie. -He estado pensando en incorporarla al personal. No estaría mal tener una
sirvienta.
-Sí, pero no como ella.- Tenía un personal muy capacitado y no necesitaba a nadie más, pero
no sólo quería que Ella estuviera en deuda con él. Quería poder verla todo el tiempo. Quería
contemplarla y tocarla. Quería someterla hasta que no pudiera ofrecer resistencia cuando la sedujera.
Capítulo Tres
Ella se apoyó contra la pared y trató de mantenerse despierta mientras esperaba al ascensor.
Sólo había dormido tres horas y no iba a poder acostarse de nuevo hasta dentro de otras quince. Le
sonó el móvil, abrió los ojos de par en par y lo sacó del bolsillo.
Cuando solicitó un puesto en Supermart, estaba desesperada. Tras ser despedida de su último
trabajo, sabía que tenía que ponerse a trabajar de inmediato. Aunque denunció a la empresa por
despido improcedente, le iba a costar meses y dinero que no tenía. Buscar otro trabajo en una
empresa llevaba tiempo. Y no lo tenía. Incluso con el dinero que le había pagado Bellevue, no le
Cuando estuvo delante de Trevor con su currículum, lo primero que éste le preguntó fue por
qué alguien con su experiencia solicitaba un puesto de cajera. Ella rompió a llorar y le explicó lo que
necesitaba. Un horario flexible y horas extras.
-Cariño, tengo malas noticias. La directiva me ha echado la bronca por lo de las horas extra, y
me obligan a quitártelas. Nada de horas extraordinarias, y con todos los beneficios que ahora deben
ofrecer a los empleados a tiempo completo, sólo van a contratar a tiempo parcial. Todos los
empleados van a tener un horario de 29 horas a la semana como máximo. Lo siento mucho. Aún así
te
daré tantas horas como sea posible, y tú serás la primera en la lista de horas extra; es lo único que
puedo hacer.
Le dio un vuelco el corazón. ¿Veinte nueve horas a la semana a diez dólares la hora? No
podría ni empezar a pagar las facturas. -Gracias, Trevor. Gracias por avisarme- musitó con voz
áspera. Antes de que pudiera disculparse de nuevo, Ella colgó el teléfono y se lo metió en el bolsillo.
Estaba a punto de ser presa del pánico, pero no quería que su madre notara el estrés en su rostro.
Las puertas del ascensor se abrieron y Ella dio unos saltitos para estimularse antes de entrar
en él. Rotando los hombros, se concentró en nivelar su respiración antes de que el ascensor se
detuviera.
El ruso sexy estaba sentado en una silla, ojeando una revista. Sus miradas se cruzaron y él
sonrió. El día anterior, aquello hubiera hecho que se le acelerara el corazón, pero entonces apenas
notó su expresión.
días seguidos, pero era una mujer de costumbres. Y él, probablemente, también.
-¿En serio? ¿A mí?- Hasta que él no empezó a reírse, no se dio cuenta de que lo había dicho en
voz alta. Sonrojándose, comenzó a frotarse las manos. -Pensé que sólo lo había pensado.
-Me he dado cuenta.- Erik se metió las manos en los bolsillos, pero aún así, tenía un aspecto
imponente. Aquel hombre no sólo exudaba un misterioso atractivo, también había algo peligroso en
él.
-Escucha, Erik, me alegro de verte, pero no tengo mucho tiempo. Debo ver a mi madre.
¿Iba a esperarla? Trató de procesar aquella información, pero tenía demasiadas cosas en la
cabeza. Sólo pudo asentir antes de acercarse al puesto de enfermeras. Estaba vacío, por lo que hizo
sonar el timbre. Sentía los ojos de Erik en la espalda y trató de no mirar. No estaba preparada para
afrontar lo que aquel hombre quería de ella.
La puerta se abrió y entró una enfermera. Cuando vio a Ella, su mirada se animó. -¡Srta. Davis!
-¿Me ha estado esperando?- Ella frunció el ceño. Se olvidó por completo del ruso sexy. -¿Por
La enfermera levantó un dedo. –Espere que me acerque.- Salió del puesto y se colocó a su
lado. -No es nada malo, querida. Al contrario, ha sucedido algo extraordinario. Su madre ha
Ella se sintió decepcionada. Había al menos treinta personas delante de su madre. Uno o dos
-Creo que no me ha entendido. No se ha movido unos cuantos puestos. Está la primera. La van
a operar en cuanto encuentren un órgano compatible- le informó con una enorme sonrisa.
Aturdida, Ella se colocó una mano sobre el corazón y dio un traspié intentando apoyarse en
algo. Alguien se situó detrás de ella y sintió unas manos cálidas sobre sus caderas. -Calma.
Respirar. -Es la siguiente. No creí que pudiese pasar- dijo en un susurró. Un sentimiento de
-Es un poco extraño- admitió la enfermera. -Pero a caballo regalado no se le mira el diente. Su
Un milagro. Ella asintió y se apoyó contra el cálido cuerpo de Erik. Por alguna razón, el
hígado de donante vivo si tiene un amigo o miembro de la familia que cumpla con los requisitos. Lo
primero que se comprueba es el grupo sanguíneo. Necesitamos a alguien del grupo A u O.
Ella asintió. Ella era del grupo B, por lo que no podía donar. La enfermera continuó en voz
baja. -Luego se mira el tipo de tejido. Su madre necesita un hígado cuyos seis códigos se
correspondan con el suyo. Una vez tipificado el tejido, se realiza una detección de anticuerpos. Si
ambas pruebas son negativas, hay una enorme probabilidad de que su madre acepte el hígado.
Ella entendía algo de aquello. Cuando descubrió que no podía ser donante, investigó tanto
como pudo. Se podía llevar a cabo un trasplante con un donante vivo, pero sólo si éste se ofrecía.
Presa del pánico, Ella levantó la vista y se apartó de Erik. Con los ojos desorbitados, agarró a
la enfermera. -Tienen que operarla, ¿verdad? ¿O tengo que pagar por adelantado?
-La operaremos, querida. Preocúpese por su madre y luego ya se preocupará por el dinero.- La
enfermera sonrió y le apretó la mano. -Voy a ver cómo está. Le informaré de cuando puede volver a
visitarla.
Salió de la sala de espera y Ella sintió que no podía respirar. Ni siquiera se acordó de que
Erik estaba detrás de ella hasta que se dio la vuelta y se chocó con él.
-Te tengo.- Su tono bajo la reconfortó, y recuperó el equilibrio. Tomándola suavemente por el
Obedeciendo, Ella se dejo caer en ella y comenzó a retorcerse los dedos. –Ya sé que crees que
estoy loca. Me alegro de lo de la operación de mi madre, pero cobro diez dólares por hora. No voy a
poder pagarla.
-Entiendo tu preocupación. Vuestro sistema de salud es horrible, y estoy seguro de que muchos
estadounidenses tienen enormes deudas. Pero la vida de tu madre debería ser tu principal
preocupación. Ya has oído a la enfermera. Habéis superado el primer y mayor obstáculo. La van a
operar de todas formas. No tienes que preocuparte por el dinero hasta que tu madre esté en casa.
Ella asintió con la cabeza. -Tienes razón. Tengo que centrarme en lo positivo. Antes se me
daba muy bien, pero parece que ya no me pasan cosas buenas. El ascenso en la lista de trasplantes es
extraordinario, pero no puedo evitar pensar qué va a pasar ahora. Odio vivir así. Odio estar
esperando al siguiente problema.- No quería airear sus preocupaciones, pero la pérdida de horas en
-¿Cómo vas a ayudarme?- preguntó. A menos que fuera un multimillonario que quisiera
Ella sonrió. -Para ser un desconocido, eres muy amable. Y da la casualidad de que estoy
buscando trabajo. ¿Supongo que el sueldo no es de cien mil dólares al año?- Se sonrojó de
inmediato. -Lo siento. No he querido decir eso. Estás tratando de ayudarme y yo me pongo cínica.
-No es de cien mil al año- admitió Erik. -Se acerca más a los cuatrocientos mil. Al año.
ofreciendo?
-Soy muy rico, Ella. Me gustaría ayudarte. Pagaré la cirugía de tu madre y cualquier cuidado
posterior que necesite, más lo suficiente como para que puedas empezar de nuevo si tienes alguna
Parecía demasiado bueno para ser verdad, y su orgullo empezó a sospechar. No sabía nada de
aquel hombre, y los desconocidos no regalan dinero. -No soy un caso benéfico.
-Y no te voy a dar el dinero a cambio de nada. Un año trabajando para mí. Tú me ayudas y yo
te ayudo.
Ella se movió incómoda en su asiento. Al menos, debería escucharle. -¿A qué te dedicas?
-Provengo de una familia rica, pero soy el dueño de La Orquídea Negra. Es una discoteca
nueva, pero tú no tendrás nada que ver con ella. Necesito ayuda en casa. Un poco de limpieza, ese
tipo de cosas.
¿Una criada? Ella parpadeó. -¿Me vas a pagar cuatrocientos mil dólares por limpiar tu casa
Tras años de hablar de la enfermedad de su padre con su madre, y ahora de la de ella, se dio cuenta de
la facilidad con la que había eludido la pregunta. -Sólo cuando es demasiado bueno para
ser verdad.- Las palabras salieron de su boca y abrió los ojos horrorizada. -Soy una maleducada. Lo
siento mucho.
-No lo sientas. Reconozco que es poco convencional, pero creo que debería ayudar más a los
Algo dentro de ella quería estudiar más a fondo la situación, pero ¿de verdad importaba que ya
tuviera sirvienta? Se estaba ofreciendo para pagar la operación de su madre, y no implicaba nada
ilegal. La inundó un sentimiento de esperanza y tomó sus manos entre las suyas. -Lo haré.
-Ella, estás emocionada. Eso me gusta, pero quiero que te lo pienses bien. Me da que eres el
tipo de mujer que se toma su tiempo para procesar las cosas. Ve a visitar a tu madre, te enviaré un
chófer para que te lleve a la casa y puedas ver en qué te estás metiendo exactamente.- Su mirada se
endureció. -Cuando aceptes el puesto, quiero que sepas lo que se espera de ti- Soltó su mano y se
-Salgo a medianoche.
Erik sonrió. -Estaré en La Orquídea Negra. Haré que un chófer te traiga al club y, cuando haya
terminado con mis asuntos, iremos juntos a casa. Va a ser una noche un poco larga para ti.
No importaba. Ella no necesitaba dormir. Necesitaba dinero. -Soy una profesional en lo que
-Estupendo. Disfruta de tu tiempo con tu madre. Te veré esta noche.- Sus palabras sonaron casi
ominosas.
Ella lo miró fijamente al meterse en el ascensor. Era su héroe. Tal vez las cosas fueran a ir
Quince pasos en línea recta. Giro a la izquierda. Siete pasos más. Giro a la derecha.
Prácticamente corrió por los pasillos. -¡Mamá!- exclamó, entrando en la habitación. -¿Te has
enterado?
Había tristeza en sus ojos. Ella se sentó en la cama y trató de ignorar los pitidos y zumbidos de
las máquinas. Agarró la mano de su madre y le dio un apretón. -Mamá, ¿qué ocurre? ¡Es una noticia
estupenda!
-Por tu padre, perdiste tu beca. Por mí, tu empleo. Esperaba que esta enfermedad me llevara
pronto para que pudieses vivir tu vida. Vamos a tener muchas deudas, no puedo dejar que eso ocurra-
dijo Heather. Ella vio el dolor en la mirada de su madre. No había esperado abandonar el hospital.
Ella sintió cómo le brotaban las lágrimas. Era fácil mantenerse positiva porque su madre
siempre había sido positiva, y le dolía más de lo que estaba dispuesta a admitir oír a su madre hablar
de aquella forma. Aquella era la mujer que siempre le mostraba el lado bueno de la vida. -Mamá, no
tenemos que preocuparnos por el dinero. Me han ofrecido un trabajo. Uno muy bueno. Todo va a
salir bien.
¿Cómo explicarle la oferta de Erik? Únicamente la preocuparía más. -De asistente ejecutivo-
mintió. -Para un acaudalado empresario. Esta noche tengo una reunión con él para hablar sobre los
Heather sonrió. -Cariño, eso es maravilloso. Pero no tienes que gastar el dinero en mí.
Ella miró el reloj. Tenía que estar en Supermart en treinta minutos y no quería discutir con su
madre. Su vida de estudiante había quedado atrás. -Me tengo que ir, mamá. Pórtate bien con las
-Ojalá no trabajaras tanto. Y no te preocuparas tanto por mí.- Su madre trató de apretarle la
Tras besarla en la frente, le atusó el cabello e intentó reprimir las lágrimas. Iba a aceptar el
trabajo.
Capítulo Cuatro
La Orquídea Negra estaba abarrotada. Erik se encontraba en la planta VIP vigilando lo que
ocurría abajo. La música retumbaba a través de los altavoces y la gente se movía siguiendo el ritmo.
Sus bailarinas se contoneaban hábilmente sobre la barra, incitando a la multitud a beber más.
Llevaban dinero en metálico y datáfonos portátiles para tarjetas de crédito embutidos en sus
acuario. Gotas de agua se deslizaban por sus cuerpos mientras coqueteaban con la multitud que
esta noche.- Las presas ya estaban de camino. Habían picado mucho más rápido de lo que esperaba.
El día había ido bien. La noche iba a ir aún mejor. Se giró para mirar a la camarera. Llevaba un
uniforme que consistía en una minifalda negra y la parte de arriba de un biquini con dos orquídeas
negras sobre los pezones. Al igual que las demás mujeres que trabajaban para él, era perfecta.
-Michelle- respondió, oscilando las caderas seductoramente. Estaba claro que quería ser su
favorita, pero Erik no mezclaba negocios con placer. Sabía que todas las mujeres que trabajaban para
él tenían algo en común. Apenas límites y nada de vergüenza.
-Gracias, Michelle- dijo con voz suave. -Cuando acabes con el bar, no necesitaré de tus
servicios. El negocio de esta noche es delicado y requiere de intimidad. Confío en que sólo tengas los
mejores licores.
Ella lo miró decepcionada, pero asintió. -Se me da muy bien cumplir órdenes- dijo, relamiéndose los
labios.
-¿Jefe?- oyó en el auricular. -Los conductores ya han llegado, por si quieres abrir la entrada
VIP.
-Considéralo hecho. Gracias, Leonid.- Volvió a dirigir su atención a la camarera. -Ya puedes
volver a tu puesto.
Por su expresión, estaba claro que no le gustaba ser rechazada, pero no dijo nada y dejó la
sala VIP. Erik hizo un gesto a su guarda para que la dejara pasar. -Matvei- dijo a través del auricular.
Tres hermosas mujeres entraron en la estancia y se alinearon contra la pared. Erik las observó
con detenimiento. Una rubia. Una morena. Una pelirroja. Todas con generosas curvas y facultades
que harían implorar misericordia a cualquier hombre. Las tres llevaban abrigos largos negros.
-Sí, Sr. Chesnovak- contestaron de forma automática. Voces seductoras a juego con sus
sensuales cuerpos. Había otras siete como ellas esperando en las salas de atrás.
La puerta se abrió y entraron tres hombres. Mark Chancellor era senador, Jeffrey Granger, el
comisario de la policía local, y Charles Taffey, un alto magistrado del tribunal municipal.
Pronto los tendría en el bolsillo. Una vez que fueran suyos, la ley no podría tocarle y podría
-Caballeros, me alegra que hayan podido venir. Por favor. Pónganse cómodos. Erik se puso en
pie y se abotonó la chaqueta, haciendo un gesto en dirección a la mesa. Los hombres miraron a las
esforzado para que este club esté en boca de toda la ciudad. Quiero mostrarles lo que tengo previsto
para este lugar. Me gustaría poder contar con su ayuda.
-Perdón- dijo Taffey levantando una mano y mirando a los otros hombres. -Creí que iba a ser
-Magistrado, le aseguro que tendrá su reunión privada, pero primero tengo unos negocios que
abordar.
reflejaba en su rostro, pero también el miedo. Miedo a que los demás descubrieran su invitación. –
Sonriendo, Erik se sentó y estudió a los hombres. -Comisario Granger, sé exactamente quién es
usted. Y también sé exactamente qué le gusta. No tiene que preocuparse por su reputación. El Sr.
-Ayer asistieron a una reunión privada durante el almuerzo.- Erik sonrió a las mujeres. -
Durante la cual debatieron los aspectos más placenteros de la vida. Sólo fue una muestra de lo que les
puedo ofrecer. Eso es lo que quiero hacer aquí. Un lugar seguro para que hombres de su magnitud se
puedan divertir libremente.
Los hombres se relajaron visiblemente. Ahora que sabían que estaban en buena compañía, se
sentían más confiados. -Le escucho- murmuró Chancellor, sin que sus ojos abandonaran por un
momento a la rubia que le sonreía pícaramente desde la barra.
-Damas- dijo Erik en tono suave, y las mujeres se colocaron detrás de él. Cogió el mando que
había en la mesa y oscureció los ventanales que separaban la sala VIP del resto del club. Ya tenían
completa intimidad. -Ayer conocieron a tres de mis otras empleadas. Caballeros, me gustaría
La morena dio un paso adelante y se subió a una silla. Erik tomó su mano y la ayudó a subirse
a la mesa. Sus tacones de aguja tintinearon por la superficie y desplazó la cadera hacia un lado.
-Sarah, al igual que todas mis damas, es bella y elegante. Le sienta bien el negro, el rojo y el
blanco. Tanto si desean una belleza sensual como dulce para llevar del brazo, todas estas señoritas
están a su disposición. Ya sea para un acto privado o público, se les ha proporcionado una tapadera
que superará cualquier minucioso escrutinio, por lo que las pueden llevar a todo tipo de eventos.
Están capacitadas para mantener una conversación y les harán quedar bien en cualquier situación.
Aunque no se las recomendaría a alguien casado, a menos que su esposa sea muy permisiva.
Los hombres rieron. -Para el dinero que gasta en joyas, bolsos y zapatos, mi esposa es muy
La morena dejo caer su abrigo al suelo. Debajo, llevaba un elegante vestido sin espalda y con
un enorme escote. La joven se giró lentamente, sonriendo. -Hola. Me llamo Sarah White y soy una
-Sarah está en estos momentos en la facultad de derecho, por lo que sabe un par de cosas sobre
su profesión. No deben preocuparse de interrogarla. Decorará sus brazos durante una velada y
Levantó una mano y la ayudó a bajarse de la mesa. Ella se acercó al senador y le deslizó las
manos por el pecho, antes de regresar con las otras mujeres. -Pero eso no es todo lo que hacen bien
estas hermosas damas. Además, han sido especialmente entrenadas para satisfacer todos sus deseos.
¿Erica?
La rubia se adelantó y se colocó delante de Granger. Cuando se quitó el abrigo, reveló una
minifalda de tablas, unas medias blancas hasta la rodilla, y un sujetador rojo. Se giró y se subió a la
mesa con el culo al aire.
-Erica es la colegiala desesperada por sacar un 10. Haría cualquier cosa para obtenerlo. Y no
es sólo el traje lo que hará realidad sus fantasías. En las salas de abajo hay una amplia gama de
accesorios para que la situación parezca más real. Tenemos paquetes estándar, pero podemos
La rubia gimió de inmediato. -Por favor, profesor Granger. No sabe cuánto necesito estar
arriba- dijo, mordiéndose el labio inferior y balanceando las caderas. Los hombres lanzaron una
-Gracias, Erica- dijo, tendiéndole la mano para ayudarla a bajar de la mesa. Erica caminó
sensualmente hacia Granger y se inclinó para susurrar algo en su oído. Él lanzó un gruñó y trató de
agarrarla, pero ella se escapó bailoteando.
-Y no sólo ofrecemos fantasías de rol. Mis damas también han sido adiestradas para ir más
allá de cualquier límite. -¿Ginny?- La pelirroja se colocó delante del juez y se despojó de su abrigo.
Debajo, vestía un sujetador y una falda corta, ambos de cuero. -Ginny puede ser dominante o sumisa.
Ella se inclinó ante Taffey y le acarició la mejilla con un dedo. -¿Has sido un chico malo,
magistrado?
Taffey se humedeció los labios y sonrió. -Admirable, Sr. Chesnovak. Pero hay varias agencias
Erik se volvió a sentar e hizo un gesto a Ginny para que se uniera a las demás chicas. Todas
-Mis salas están insonorizadas, son seguras y sin censura. Hay guardas armados en todas las
entradas y salidas, por lo que no tendrán que preocuparse por la prensa, y les puedo garantizar
personalmente que nunca les van a grabar. Si quieren que las chicas acudan a ustedes, lo harán con
sus propios guardaespaldas. Para su seguridad, además de la suya. Voy a ampliar el horario del club
para abrir durante el almuerzo, y no me refiero sólo a estríperes y buffet barato. La Orquídea Negra
estará enfocada a hombres respetables de negocios. Ofreceremos almuerzos privados, reuniones de
negocios y otros eventos, para que nadie sospeche de sus visitas durante la hora del almuerzo. Y, por
supuesto, lo que hagan una vez dentro es cosa suya. Les prometo que nuestra comida es exquisita.
Tal y como esperaba, los hombres se inclinaron ligeramente hacia adelante. Estaban más que
interesados.
-Las salas de abajo tienen acceso privado por si desean unirse a nosotros fuera del horario de
almuerzo. Algunas están especialmente diseñadas para varias cosas. Si quieren observar o ser
observado, tenemos espejos polarizados. Y si desean a más de una, estas señoritas no pondrán ningún
impedimento.
-Clientes, caballeros. A mis chicas no les gusta aburrirse, así que van a necesitar mucha
atención. Ustedes me garantizan un flujo constante de clientes y yo les permito disfrutar de mis
El comisario no parecía muy convencido. -Tiene que querer algo más que clientes.
-Muy perspicaz- dijo Erik. -Estoy seguro de que ha llevado a cabo su propia investigación. El
apellido Chesnovak es muy conocido en Moscú, por lo que estoy convencido de que ya sabe que en
mi bar fluye libremente algo más que alcohol. Es el tipo de situación en la que favor con favor se
paga.- Se levantó y ofreció bebidas a los hombres.
Chancellor hizo girar su whisky escocés en el vaso y frunció el ceño. -Debe tener algo contra
Encogiéndose de hombros, Erik se sirvió un trago de vodka. -No he dicho nada incriminador.-
Inmediatamente, los tres hombres rieron. Era cierto. Erik jugaba muy bien a aquel juego y tenía
cuidado de omitir los detalles, pero aquellos tres hombres no habían llegado a donde estaban siendo
estúpidos. Todos sabían lo que quería de ellos.
-Un tour de las instalaciones me ayudaría a tomar una decisión- murmuró Taffey. -Para ver lo
-Por supuesto. De hecho, todas las damas están abajo esperándolos. Les invité a una reunión
de tres horas y sólo han pasado veinte minutos. Si desean emplear el tiempo restante de otra manera,
las señoritas les ayudarán. Por un precio, claro está.- Los hombres se levantaron con entusiasmo y
Erik entrecerró los ojos. -Hay ciertas reglas. Como ya han podido comprobar, en mi club hay
distintas mujeres que desempeñan varias funciones. Las camareras y bailarinas están prohibidas.
Tampoco accederé a ninguna petición que lastime a mis mujeres. Si sospecho que no están
-Excelente. Diviértanse. Y asegúrense de que las chicas también lo hagan.- Erik cruzó la
habitación para abrir la puerta y Sasha, una exótica belleza vestida de rojo, les sonrió. -Sasha les
llevará abajo.
Mientras los hombres salían de la sala, Erik acabó su bebida con satisfacción. Una vez que
tuviese a sus hombres más poderosos comiendo de su mano, la ciudad sería toda suya.
Cuando sonó el móvil, lo observó con el ceño fruncido. Rostilav Yashin. Otra vez.
Erik se sentía estupendamente. Contestó la llamada en un tono alegre. -Yashin. Ayer me visitó
tu encantadora hija.
-Lo sé- dijo Yashin con la misma calma. -Y me ha dicho que aún no has contestado a mi
pregunta. Es una hermosa mujer. Recibo montones de ofertas por ella. ¿Por qué me estás dando
largas?
-Vivimos en una sociedad moderna- dijo Erik. -Ofrecer la mano de tu hija está considerado
-Lo acordamos incluso antes de que te fueras de Rusia- rugió Yashin. -Tu padre y yo teníamos
un trato.
-Ten cuidado con tus acusaciones, Yashin. El único trato que tenías con mi padre era que me lo
pensaría. No es una decisión que se deba tomar a la ligera y, como bien sabes, ahora estoy ocupado
expandiendo mi negocio. Es lo único en lo que me voy a concentrar.- Erik quería colgar el teléfono,
pero muchas cosas dependían de aquel acuerdo. Si se casaba con Valeria, su negocio se expandiría
por dos estados, pero también tendría que compartir sus ganancias con Yashin. Y Erik odiaba a
Yashin.
-De acuerdo- refunfuñó. -Pero mantente en contacto. Valeria te esperará.- El anciano colgó y
-Erik.
Dio un respingo cuando oyó aquella delicada voz sobre el fondo de música. Levantó la mirada
y vio a Ella entrando tímidamente en la sala. -¿Interrumpo? El portero me ha dicho que podía subir.
-Ella. Me alegro de que hayas venido.- Se levantó y sonrió. -Ya he terminado lo que tenía que hacer,
así que no hay razón para que permanezcas aquí más tiempo. Vamos a casa para hablar.-
Ella vestía unos chinos marrones y un polo azul con el logo de Supermart en la parte delantera.
Llevaba el pelo recogido en un moño, y parecía que no le quedaba energía. Aún así, incitaba a su
polla más que cualquiera de las mujeres de abajo. Ella parecía completamente fuera de lugar
mientras contemplaba la ostentosa sala. -Mejor. Las discotecas no son lo mío- murmuró
nerviosamente.
Erik colocó un brazo alrededor de ella y salieron de la sala VIP. -Mi familia tiene dinero y eso
es lo que hace que pueda tener un negocio, pero me gusta el éxito. Puedes estar segura, querida, de
que cumpliré mi promesa. Ven conmigo.
Ella no dijo nada de camino a su coche. Tras abrir la puerta, la observó subiéndose al
Incapaz de hacer nada aparte de sonreír, no sentía el menor remordimiento. La alondra estaba
Capítulo Cinco
Ella trató de tranquilizarse. Se había prometido a sí misma que no se comportaría como una
ingenua. Él era rico y sexy, pero ella actuaría con tanta dignidad como le fuera posible. Aún así, era
demasiado consciente de su proximidad.
Moviéndose inquieta, lo miró sorprendida. -¿Perdona? ¿Cómo sabes que fui a Atherton? No te
lo he dicho.
-No creías que iba a contratarte sin verificar tus antecedentes, ¿verdad?- dijo, con una sonrisa
burlona.
-Claro que no- respondió ella, avergonzada. Nerviosa, se colocó el cabello detrás de la oreja.
-Mis padres no tenían mucho dinero. La única razón por la que fui fue porque tenía una beca. Mi
padre se enfermó justo después de mi segundo año. Cuando falté demasiados días, la perdí. No
-Tuvo que haber pasado por algo más- le animó él, con voz suave.
Con un resoplido, ella puso los ojos en blanco. -No era ningún secreto que la hija del decano
iba detrás de mi novio. No me di cuenta de que lo deseaba tanto como para recurrir a papá y hacer
-¿Qué tiene que ver todo esto con el trabajo? Hace años de eso. No necesito un título para
limpiar tu casa ¿verdad?- Sus palabras sonaron más duras de lo que hubiese querido, pero no se
-Sólo estoy charlando. No sabía que eras tan sensible- dijo en tono seco. -Tengo otra pregunta.
¿Cómo consigue una estudiante de veterinaria un trabajo como recepcionista en una empresa de la
Josh se sintió mal cuando me echaron, así que movió algunos hilos y me consiguió el puesto. El
sueldo era bueno, por lo que acepté. Necesitábamos dinero después de la muerte de mi padre.
Erik dejó de interrogarla y ella pudo sentir su agotamiento. Al apoyarse contra la puerta y
cerrar los ojos, le faltó poco para quedarse dormida. Cuando el coche se topó con un bache, dio un
respingo. Tras tomar una respiración profunda, buscó la manera de continuar con la conversación.
No podía quedarse dormida antes de conseguir el trabajo.
-La Orquídea Negra parece tener éxito. ¿Siempre has querido tener un club?
-En realidad, cuando era niño, quería ser el dueño de una tienda junto al océano- dijo, casi con
melancolía. -No visité el mar hasta que me hice mayor, pero había visto fotos y vídeos. El romper de
las olas contra la orilla siempre me hizo sentir pequeño. Me gusta.
Ella tuvo la sensación de que le acababa de contar algo muy personal. -La Orquídea Negra no
es exactamente una tienda, pero está cerca del océano- dijo, con tono alegre.
-No hay dinero ni poder en los sueños de la infancia- respondió él con voz sombría. Ella no
dijo nada más. Mujeres medio desnudas bailando y nadando en un bar estaban muy lejos de ser una
Ella había visto casas grandes. San Diego estaba lleno de ricos y famosos, pero no pudo evitar
mirar a su alrededor boquiabierta. Habían atravesado una enorme reja de hierro forjado, custodiada
por tres hombres. La vivienda tenía tres pisos y varios patios, con hombres patrullando por todos
ellos. -Erik- preguntó en voz baja -¿Está en peligro? ¿Es peligroso tu trabajo?
Él colocó un brazo alrededor de su cintura y la condujo al interior. -No te preocupes por los
guardas. Es sólo una medida de seguridad. Cuanto más dinero tiene una persona, más problemas
parece traer. Están ahí para protegerme a mí y a todos los habitantes del edificio. Y esto también te
incluye a ti, cielo.
A Ella le dio un vuelco el corazón. ¿Tenía apodos cariñosos para todos sus empleados o sólo
para ella?
-Tu casa es enorme.- Al entrar en el vestíbulo, se quedó boquiabierta. -¿Cómo es que no tienes
servicio de limpieza? Necesitas diez como yo para mantener este lugar limpio. Y no es que no esté
dispuesta a hacer el trabajo de diez personas. Por el dinero que me vas a pagar, haré el de veinte.
Él no me dijo nada mientras atravesaban el recibidor. El suelo de pizarra negra reflejaba la luz
de la enorme lámpara que colgaba por encima de ellos. No vio ni una mota de polvo en toda la
estancia. Sus largas zancadas eran demasiado rápidas para ella, que mantenía el ritmo con dificultad.
mayoría de gente con oficina en casa, la tenía en la planta baja. -¿Me estás dando un tour? No me
Sin detenerse, la miró y sonrió. -De lo que quiero hablar contigo no está en la oficina, y el tour puede
esperar.- Se detuvo de repente y abrió una puerta. Ella dio un par de pasos en el interior y se quedó
helada.
-No sé qué estás pensando- dijo fríamente. -Pero no hago negocios en el dormitorio.- Se dio la
-Tranquila- murmuró él. -Sólo quería dejar una cosa clara desde el principio, para que
entiendas todos los aspectos del puesto de trabajo. -Este será tu dormitorio.
Ella frunció el ceño. -No sabía que tenía que quedarme a dormir aquí.
-Te permitiré visitar a tu madre acompañada una vez a la semana, pero esa será la única vez
que pongas pie fuera de esta casa. Mi personal está vigilado muy de cerca. Todas las mañanas
tendrás una lista de tareas. Cumplirás con ellas de forma impecable y complaciente, y al final del año,
podrás irte sin ninguna deuda - dijo en voz baja.
-Parece un poco extremo.- Ella ladeó la cabeza y entrecerró los ojos. -¿Hay algo que no me
has dicho?
-Puedo ser una criada interna, no me importa; pero no sé por qué habría de ir acompañada cuando
vaya al hospital.
Erik se relajó visiblemente. -Ella, tienes que entender que soy un hombre poderoso. Toda
persona que trabaja para mí está en peligro. El guarda es por tu protección tanto como por la mía.
Organización, no empresa. Había algo raro en aquello. Pero se encontraba demasiado cansada
para elucubrarlo. Se frotó los brazos y miró lentamente a su alrededor. Era bastante cómodo para ser
una cárcel.
Hubo algo seductor en la forma en que lo dijo, y ella exhaló despacio y se volvió a mirar a la
Cerrando los ojos, trató de sacarse aquel pensamiento de la cabeza. Estaba intentando hacerle
un favor y ella no dejaba de tener fantasías sexuales con él. Tenía que centrarse.
-De acuerdo- dijo con un tono suave.
Puedes visitar a tu madre mañana e informarle de tu nuevo trabajo. Programaremos turnos para que
la veas una vez a la semana.
-Dos veces a la semana- dijo ella rápidamente. -Soy su única familia. Quiero verla dos veces
-¿Estás segura de que quieres negociar?- preguntó él con una sonrisa. -Te daré todo lo que
quieras. Incluso ver a tu madre tres veces a la semana. Pero me tienes que dar algo a cambio.
-¿Qué?
-No- Ella sacudió la cabeza. -Me lo tienes que decir hoy todo.
Él se encogió de hombros. -Así era, pero tú quieres cambiar las reglas, así que voy a añadir
unas cuantas sorpresas. No te preocupes, Ella. Te prometo que te gustará. Ahora, vete. Descansa un
poco. Mi chófer te recogerá del hospital por la mañana.
Ella miró a su alrededor nerviosamente. ¿En qué demonios se estaba metiendo? -¿Me puedo
ir?
Tras echar un último vistazo a la habitación, se giró y salió. Si aquella iba a ser su última
Aunque su madre durmiera toda la noche, quería estar a su lado antes de volver a aquella casa.
Erik tenía toda la pinta de un filántropo, pero a ella le daba la sensación de que podría ser el mismo
diablo.
Ella pasó la noche acurrucada en el sofá junto a la cama de su madre. A las enfermeras no les
hizo mucha gracia, pero nadie la echó. Toda la noche soñó con Erik. Cubiertos en sudor, con las
sábanas enroscadas alrededor de sus cuerpos, mientras él la tocaba en sitios en los que no la habían
tocado en mucho tiempo. Cuando amaneció, Ella tenía el coño empapado. Tras tomar una respiración
-Cariño, ¿por qué te has quedado a pasar la noche?- dijo su madre desde la cama. -Las
-Eh, sí.- Ella se pasó las manos por el enredado cabello y sonrió. -Quería pasar tiempo
contigo antes de empezar mi nuevo trabajo. No voy a poder visitarte con tanta frecuencia, mamá,
pero me puedes llamar siempre que quieras.
Estaba muy orgullosa. Si supiera en qué consistía su nuevo trabajo... -Les he pedido a las
enfermeras que me avisen en cuanto haya un hígado disponible. Y no quiero escuchar ninguna queja
de tu parte. Te vas a someter a la operación y yo voy a pagar por ella. Y si le dices lo contrario al
personal, haré que te diagnostiquen un trastorno mental y anularé lo que decidas con poderes
notariales. ¿Entendido?
Su madre sacudió la cabeza. -Eres igual que tu padre. Una cabezota. Dale un beso a tu madre y
ve a prepararte para tu nuevo trabajo. Cuando por fin deje esta cama, me lo tienes que contar todo.
Ella sintió ganas de llorar cuando se inclinó para besar a su madre. -Quiero que me llames
todos los días. Dos veces. Y vendré a verte tan a menudo como pueda. ¿De acuerdo?
Ella sonrió y asintió. Su madre tenía hambre. Era una buena señal, y todo aquello haría que
mereciera la pena. Le dijo a su madre que la quería antes de irse y llamar a la enfermera. Aferrando
el bolso con fuerza, salió del hospital y vio un coche oscuro esperándola. El conductor de la noche
anterior estaba en pie junto a la puerta del pasajero. -Srta. Davis. ¿Está lista?
¿Estaba lista? No había razón para sentir inquietud respecto a su nuevo trabajo. Los guardas
armados no significaban nada, y había mucha gente rica con personal interno. Pero le había dicho
que debía ser complaciente. Y aquello le hacía sentir un poco nerviosa.
Se trataba de la operación de su madre. Por aquello, haría el trabajo. -Allá vamos- se susurró
a sí misma. Forzando una sonrisa en beneficio del conductor, Ella asintió con la cabeza. El primer día
de su nuevo trabajo. Erik cumpliría su parte del trato y ella también.
Asintiendo de nuevo, se metió en el coche. No parecía que estuviera acudiendo a trabajar.
Capítulo Seis
Los tres hombres favoritos de Erik no tardaron mucho en regresar al club, y tampoco le
defraudaron. Cada uno de ellos traía a un amigo. Mirando furtivamente a su alrededor, los seis
entraron en La Orquídea Negra. Aunque era el primer día que abrían durante el almuerzo, más de la
Tras apagar el monitor de seguridad, abrió la página web de sus chicas. Ya estaban reservadas
para la semana siguiente. Si seguía a aquel ritmo, iba a necesitar más mujeres. Estirando el brazo
sobre el escritorio, cogió el teléfono. -¿Matvei? Vigila a las chicas. Si oyes la frase secreta,
-Sí, Señor.
Colgó y tomó una respiración profunda. Su chófer le había llamado para informarle de que
Ella ya estaba en casa. En aquellos momentos, estaría recorriendo la mansión y contemplando todos
Había hecho hincapié en que limpiara bien debajo de los muebles. Si regresaba en aquel
Tenía mujeres a las que podía llamar para aliviarse. Abajo había diez que estarían más que
Si fuera inteligente, las hubiera disfrutado. Ella era una mujer obstinada. Pero no quería
Erik levantó la mirada y vio a Valeria de pie en la puerta de la oficina. -¿Te han dejado pasar?
Tendré que hablar con los guardas.- Hizo un gesto con el brazo. -Entra, por favor.
-No te enfades con tus guardas. Es culpa mía. Contoneó la cadera al caminar. Enfundada en sus
típicas botas altas, una falda negra y una blusa verde sin espalda, era todo un espectáculo. No había
vergüenza alguna en su mirada al dirigirse a su silla, pasarle una pierna por encima, y sentarse sobre
él a horcajadas Él asió sus caderas para detenerla.
Ella no se movió. En su lugar, deslizó los dedos por los botones de su camisa. -¿Estás seguro
de que es lo que quieres? Pensé que quizás la razón por la que te muestras tan reacio a cerrar el trato
es porque deseas probarme.
-¿Probarte?- La apartó suavemente. -En realidad soy un hombre muy anticuado. Creo en
reservarme.
-A juzgar por las mujeres que trabajan en tu club, me cuesta creer que seas un hombre al que le
Aquellas piernas no le ponían. -Si sólo has venido para seducirme, ya te puedes ir.
Valeria no se inmutó. Era demasiado altanera. Tal y como había previsto, simplemente se
encogió de hombros y deslizó una mano sobre su rodilla. -¿Qué quieres de la vida, Erik? ¿Te gusta
Erik se encogió de hombros. -Me gusta el clima, pero echo de menos a mi familia.
Contemplando de arriba a abajo su perfecto cuerpo, Erik resopló. -Estoy seguro de que tú no.
silla, colocó las manos sobre sus hombros. -Si aceptas el trato seremos un equipo. Y haré cualquier
cosa para satisfacerte.- Se inclinó hacia adelante y le lamió la oreja. -Cualquier cosa.
-Lo cierto es, Valeria, que no creo que la monogamia sea para mí.
-Bueno, eso es algo que tenemos en común. Tampoco es para mí. Eso debería animar nuestra
vida amorosa. Me encantaría invitar a una de esas mujeres de abajo a unirse a nosotros. O quizás,
todas a la vez.
-No me interesa- exclamó él levantándose y alejándose de ella. -¿Qué más puedo hacer por ti?
-Cuando la sepa, te la haré saber.- Abrió la puerta e hizo un gesto de despedida. -No vuelvas a
colarte, Valeria. O la próxima vez, les diré que te disparen.- Sus mejillas se enrojecieron de ira, y él
sonrió. -Asegúrate de saber en qué te estás metiendo. Puede que no sea el hombre que crees que soy.
Vio cómo giraba los talones y salía de la oficina. Probablemente no era buena idea enfadar a
la hija de su principal aliado y más peligroso competidor, pero era un blanco muy fácil.
Devolviendo su atención al club, volvió a repasar las cuentas una vez más. Tenía que apartar a
Cuando llamó al chófer para que le llevara a casa, era más de medianoche.
Erik se frotó los ojos. -Productivo, pero estoy harto de escuchar la misma maldita canción una
-¿La pelirroja? Parecía un poco nerviosa cuando la traje esta mañana, pero no he vuelto a
-Estupendo- murmuró Erik. Le había dejado órdenes estrictas de no hacer nada en el primer
piso. No quería que sus guardas se la comieran con los ojos en su ausencia. En cuanto entró en la
mansión, se dirigió al puesto de seguridad. Tras acceder a la oficina, se quedó observando al hombre
que estaba sentado al escritorio.
El hombre sacudió la cabeza con rapidez. -No, jefe. Conozco las órdenes.
El guarda abandonó su puesto y la oficina. Una vez a solas, Erik se sentó y comprobó la cinta.
Cuando encontró lo que buscaba, se recostó en la silla. Ella había hecho todo lo que le había
ordenado y, sin saber que estaba siendo observada, parecía disfrutar de su trabajo. Bailaba y cantaba
por todas las habitaciones, y Erik hubiera jurado que su sonrisa era genuina.
Y, silbando, comenzó a subir las escaleras. Para su sorpresa, Ella salía de puntillas del cuarto
de baño. Vestida con una camiseta sin mangas y unas seductoras bermudas, hizo que se pusiera duro
Tenía un aspecto muy inocente, abrazándose a sí misma, como si aquello pudiese protegerla. Si
pudiera ver su rostro en la oscuridad, notaría su deseo. -Me estaba refrescando la cara- explicó,
-Me alegro de que estés despierta. Quería saber cómo te ha ido el día- dijo él. Haz que hable.
Más relajada, Ella bajo los brazos. -No ha estado mal, pero tengo que ser sincera. Las
-No están sucias porque me aseguro de que permanezcan limpias- dijo él, sin más. -¿Te gusta
estar aquí?
-Ni siquiera he pasado un día entero. No he tenido oportunidad de hablar con nadie. Antes de
que pudiese bajar a la cocina, tenía la comida en la habitación. Me ha parecido un poco raro. ¿No
Erik rió por lo bajo. Le gustaba que fuera tan atrevida. -Hablaré con el personal de cocina.
Suelen servir el desayuno a las ocho, el almuerzo a la una, y la cena sobre las siete. Mi jefa de
cocina es muy particular en cuanto a los horarios de las comidas. Si no estás a tiempo, te quedas sin
comer.
Lleno de pecado, sexo, drogas y codicia. -Como de costumbre. Te dejo para que duermas-
dijo. Viendo que se sentía más cómoda, se acercó un poco más. Ella inhaló bruscamente y retrocedió,
colocándose en el torrente de luz que salía de su dormitorio. Su mirada reflejaba incertidumbre, y
Erik se detuvo.
-¿Quieres que te de algo para ayudarte a dormir? Tengo un bar en mi dormitorio, por si te
apetece un trago.
suprimir un gemido.
Tomando control de su cuerpo, se obligó a sonreír. -No tienes que venir, si no quieres. Te
tentada. Cuando se mordió el labio inferior, Erik no pudo evitar dar un paso más hasta quedar tan
-Ella, si no quieres beber nada, deberías regresar a tu habitación y cerrar la puerta- dijo con
voz áspera.
-Sí. Envolviendo los brazos alrededor de su cuerpo, Ella entró en su dormitorio y cerró la
puerta.
¿Por qué le había dado oportunidad de echarse atrás? Ella le deseaba. Sabía leer el deseo en
Por lo general, Erik simplemente tomaba lo que le apetecía, pero había algo en ella que le
hacía detenerse. Era pura y bella. Con sólo tocarla con sus manos manchadas de sangre, la
mancillaría.
Cerrando los ojos, entró en su propio cuarto y se quitó la ropa. Tras abrir el mueble bar, se sirvió un
trago de vodka. Después de un rato, se sirvió otro. No fue suficiente para expulsar sus
demonios.
Capítulo Siete
Cuando sonó el despertador, Ella estiró el brazo para coger el móvil. Buscando la mesita de
noche, sólo encontró más colchón. Medio dormida y confusa, parpadeó hasta que recordó dónde
estaba. No era su pequeño dormitorio con cama individual. Se encontraba en una lujosa cama
Arrastrándose por el colchón, cogió el teléfono y apagó la alarma. Deslizando una mano por su
cabello, se humedeció los labios y miró a su alrededor. Estaba en la mansión de Erik. De inmediato,
la asaltó el recuerdo de la noche anterior.
Sólo con pensar en ello se le aceleró el corazón. A pesar de su miedo inicial, su cuerpo se
consumía de deseo por él, pero era imposible que aquel hombre quisiera a alguien como ella. Erik
El desayuno se servirá en el office de la cocina a las ocho. Hoy me gustaría que limpiaras
los dormitorios de la segunda planta. Debes hacer mi cuarto todos los días. Intenta pasar el
¿Por qué no quería que estuviera en la planta baja? ¿Qué ocurría allí que no quería que viera?
Y ¿cómo era posible que hubiera más habitaciones en el segundo piso? ¿Cuánta gente vivía en
aquella casa?
enfundó unos pantalones cortos y una camiseta. Había perdido peso en los últimos meses y la
camiseta le quedaba ancha. Frunciendo el ceño a su reflejo, tiró de la ropa. No estaba nada sexy.
-No tienes que estar sexy para tu jefe- murmuró. -Sólo estás aquí para trabajar.
¿A quién quería engañar? Su cuerpo le deseaba. Incluso entonces, mirándose en el espejo, no podía
evitar imaginar que estaba detrás de ella. Sostendría su mirada y la envolvería con un brazo, mientras
colocaba el otro sobre sus caderas. Su firme cuerpo presionaría contra el suyo, y su mano se
deslizaría lentamente hacia su ansioso coño.
Jadeando, dio un traspié ante el espejo e intentó despejar su mente. No estaba bien que se
imaginara aquellas cosas. Era su jefe, y no había forma humana de que la mirara de aquella manera.
Era un acaudalado hombre de negocios que podía tener a la mujer que quisiera, y ella no era más que
un proyecto de beneficencia.
A las ocho en punto, salió de su cuarto y se dirigió a la cocina. Había varios miembros del
personal sentados en las mesas. La mayoría parecían mayores que ella, y todos hablan en ruso.
Cuando nadie dijo nada, supuso que nadie hablaba inglés, pero una de las mujeres le dedicó
una enorme sonrisa. -Habíamos oído que había una chica nueva, pero creíamos que el Sr. Chesnovak
te tenía escondida- explicó, con un marcado acento ruso. -Me llamo Dina. Soy la otra criada. Ésta es
Zoya. Una de las cocineras, así que no la enfades. Estos son Néstor y Oleg. Se encargan del
-Tendré que empezar a aprender ruso- dijo Ella con una sonrisa.
Los hombres la observaron con curiosidad, pero la mujer de más edad le dedicó una mirada
gélida. Ella no estaba segura de si era porque era nueva o estadounidense. Aunque Erik ya le había
advertido de que su cocinera era un poco particular.
-La comida está en la encimera. Coge un plato y sírvete.- Dina le devolvió la sonrisa y Ella se
sintió un poco mejor. Al menos, un miembro del personal iba a ser agradable con ella.
Ella se dio cuenta de que tenía más hambre de lo que creía y se llenó el plato. La conversación
se reanudó y todos los ojos se posaban en su persona. Era evidente que estaban hablando de ella.
-No pretenden ser maleducados. Es inusual que el Sr. Chesnovak contrate a alguien nuevo, y ya
no digamos una extranjera.- Dina dijo algo bruscamente en ruso, y los demás se callaron.
-Oh, no importa. Soy nueva. La gente suele hablar de los nuevos. ¿Cuánto tiempo llevas
-Mi madre trabajó para él y para su padre prácticamente durante toda su vida, y yo crecí en su
casa. Cuando el Sr. Chesnovak se trasladó aquí, me pidió que viniera con él. Zoya, Nestor y Oleg han
estado con él desde que tengo memoria.
-¿Cuánto tiempo llevas en California?
-Un poco más de un año. Me encanta la playa. El Sr. Chesnovak me ha amenazado con
enviarme de regreso a Rusia si no dejo de escabullirme para tomar el sol. No sabía que me pudiese
-Sí. Supongo que siempre lo he dado por sentado- murmuró. Jugueteando con la carne y los
Dina se rió de su expresión. -Es Kielbasa, o salchichas. ¿Vosotros no mezcláis la carne con los
huevos?
-Sí, pero por lo general en huevos revueltos o en tortilla. Nunca lo he visto con huevos fritos.-
-Los Syrniki son mis favoritos, pero Zoya no los prepara muy a menudo. Creo que lo hace para
castigarme.
-¿Qué son?
-Tortitas de requesón.
Ella se estremeció. No le gustaba mucho aquel tipo de queso. En silencio, desayunó y escuchó
Unos minutos más tarde, Dina se volvió a dirigir a ella. -¿Cómo te contrató el Sr. Chesnovak?
bastante caro, y Erik me ofreció el trabajo. No creo que esté aquí para reemplazarte, si es eso lo que
te preocupa.- Dina la miró fijamente y Ella frunció el ceño. Tras coger una servilleta, se limpió la
cara. -¿Qué ocurre?
-Nada. Le has llamado Erik. Es un poco extraño, eso es todo. Supongo que aquí somos un poco
más formales.
-Trataré de recordarlo.
Dina se unió a la conversación en ruso y Ella observó con detenimiento. Todos parecían estar
cómodos entre sí, y felices. Esperaba que aquello significara que Erik era un buen jefe. Aunque, por
el dinero que le iba a pagar, en realidad no importaba.
Cuando terminó el desayuno, Dina la ayudó a recoger. Lo que sea que dijo Zoya le dejó claro
que ella no recogía lo de los demás, y además parecía enojada. Ella quería preguntar a su nueva
amiga por qué parecía que la cocinera la despreciaba, pero pensó que era mejor no hacerlo. Antes de
que empezara con sus tareas, Dina la agarró de la mano. -¿Sabes qué hace el Sr. Chesnovak para
-Perdona. Mi inglés no es muy bueno. Quería decir ¿ sabes que es el dueño de un club?
Ella asintió con la cabeza, pero no pudo evitar sentir cierto recelo. El inglés de Dina había
sido perfecto hasta entonces. -Sí, sé que es el dueño de un club. A mí no me gustan, pero está claro
que a él le funciona.
-Sí. Avísame si tienes alguna pregunta.- Cuando soltó la mano de Ella, había una extraña
sonrisa en su rostro. Ella quería sacarle más información, pero los demás se estaban dispersando y
Zoya la miraba de mal humor.
su estancia más íntima. Por lo visto, los límites personales no eran algo que le preocupara. La
habitación era de estilo minimalista. Además del bar ya mencionado, había una cama matrimonial
con sábanas en tonos grises y azules, una mesita de noche, una televisión grande, un aparador negro,
y un enorme vestidor. Una inmensa ventana se abría al jardín con piscina. Parecía irle como anillo al
dedo - frío y distante.
No había fotografías que ofrecieran detalles de su vida, ni toques femeninos que indicaran si
tenía novia. Todas las superficies estaban meticulosamente limpias, pero la cama estaba sin hacer.
Mientras estiraba las sábanas, trató de recordar lo que le había enseñado su madre. Para ser
una mujer adulta, Ella era bastante desordenada. Casi nunca se hacía la cama. -¿Tengo que meter las
esquinas por dentro? ¿Tienen que estar rectas o en ángulo? ¡Maldita sea!- murmuró.
que el cuerpo de Erik había estado allí. Dando vueltas entre las sábanas. ¿Dormiría desnudo?
¿Dormiría solo?
-Eso no es asunto tuyo- gruñó. -Sólo firma tus cheques. Nada más.
Ella lanzó un alarido y se giró. Erik había entrado silenciosamente en el cuarto y la observaba
-Me estaba recordando a mí misma lo que tengo que hacer hoy- tartamudeó. -¿Qué haces aquí?
-No sabía que tenía que rendirte cuentas de lo que hago- dijo él, en tono suave. -¿Te incomoda
mi presencia?
-¿Te pongo nerviosa, Ella? No pareces el tipo de mujer que se enerva con facilidad.- Cruzó la
Mientras le daba la espalda, Ella cerró los ojos y sacudió la cabeza. Se estaba volviendo
completamente idiota. -Todavía me estoy ubicando. Te pido disculpas si sueno un poco nerviosa.
Erik rió mientras sacaba un sobre y cerraba el cajón. Sintiendo cómo se le aceleraba el
corazón, trató de contemplar su imagen en el espejo, pero cuando sus miradas se cruzaron, se le secó
la boca.
-Siempre que te ocupes de tus propios asuntos, no tienes nada de qué preocuparte. Su tono de
voz era bajo, pero ella percibió la advertencia. Si metía la nariz donde no le incumbía, tendría algo
de qué preocuparse. Erik se colocó el sobre en el bolsillo interior de la chaqueta y se giró para
-Por supuesto- dijo ella con voz ronca. -Lo haré.- Al menos, trataría de hacerlo.
demostrarle que se le daban muy bien varias posturas, pero cuando él sonrió, tuvo la sensación de
que sabía lo que estaba pensando. Cuando salió de la habitación, Ella dejó escapar el aliento
contenido. ¿Qué demonios le pasaba? No había dicho nada sobre la noche anterior. Seguramente, ni
se acordaría.
Devolviendo su atención a la cama, metió las esquinas en ángulo y dio un paso atrás para
mirarlas. Sinceramente, no veía la diferencia, pero Erik parecía un hombre muy particular.
Después de limpiar el polvo del aparador, salió de la habitación lo más rápido que pudo. El
Las otras cuatro habitaciones del segundo piso estaban vacías. Se preguntó dónde dormía el
resto del personal. ¿Tendrían su propia ala en la mansión? ¿Por qué no dormía ella allí?
encimera. Tras cogerlo, abrió la puerta del patio y salió a comer afuera.
De inmediato, cinco hombres armados se giraron con sus manos sobre las cartucheras. Ella se
quedó helada y casi dejó caer el sándwich. -Soy Ella. La criada nueva- tartamudeó. ¿Hablaban
inglés? No sabía nada de ruso a excepción de "da" y vodka Stolichnaya, aunque ninguna de las dos
-Tranquilos- dijo tímidamente una voz masculina. -Trabaja aquí.- Añadió algo en ruso,
probablemente lo mismo.
Los guardas se relajaron de inmediato y Ella se volvió hacia el recién llegado. A diferencia de
los otros, no iba armado. -Gracias. Soy Ella, aunque supongo que ya lo sabes.
-Danil- se presentó. -Soy una especie de encargado de la contratación del personal. Tienes que
-Claro.- Ella levantó el sándwich, como si aquello explicara algo. -Me gusta comer fuera y
tomar un poco el sol. La próxima vez tendré más cuidado. ¿Por qué necesita el Sr. Chesnovak tanta
protección?
Él levantó una ceja. -También te aconsejaría que te guardaras las preguntas sobre el Sr.
El hombre no intentaba ser grosero, pero Ella podía oír el tono subyacente en su voz. Era la
segunda advertencia que recibía aquella mañana, y lo único que conseguían con ello era que sintiese
aún más curiosidad, pero se acabó el sándwich en silencio. Cuando terminó, le dedicó una débil
sonrisa y regresó al interior del edificio. Danil no la detuvo ni le ofreció más información.
Como los dormitorios vacíos estaban relativamente limpios, Ella sólo tardó otra hora en
terminar sus tareas. Sin nada que hacer, volvió a la planta principal, donde encontró la pequeña
La mayoría de los libros estaban en ruso, pero también encontró algunos títulos en inglés. Eran
Tras elegir un libro, volvió a subir las escaleras y se instaló en una silla junto a su cama. Si no le
dejaban explorar y el resto del personal no iba a ser amable con ella, se pondría a leer para pasar
el tiempo.
Antes de abrir el libro, sacó el móvil del bolsillo y llamó a la habitación de su madre en el
-Hola, mamá- dijo Ella alegremente. -Estoy en un descanso y quería saber cómo estabas.
Escuchó a su madre cambiando de postura en la cama. -Igual que siempre. Hoy he tomado
gelatina verde para almorzar. ¿Qué tal el nuevo trabajo? ¿Qué tienes que hacer exactamente?
Ella odiaba mentir a su madre, pero no podía decirle que trabajaba de criada. Haría que se
sintiese fatal. -Ayudar al dueño de un negocio. Mi jefe tiene una discoteca, y yo le ayudo un poco con
todo.
-¿Una discoteca?- Ella pudo percibir el recelo en la voz de su madre. -Ella, tú puedes hacer
algo mejor.
-No pasa nada, mamá. El trabajo es sólo durante un año, y el salario es muy bueno. Y después,
Se hizo el silencio. -Si tú lo dices- dijo finalmente su madre. -Te llamo esta noche. Va a
empezar la novela.
-Te quiero, mamá- dijo Ella con tristeza. Odiaba dejar a su madre sola durante tanto tiempo. Tras
colgar el teléfono, se quedó mirando por la ventana. Dos hombres armados patrullaban por el jardín.
Agarró el libro y lo abrió, pero algo le seguía preocupando. ¿Qué había querido decir Dina cuando
le preguntó si creía que Erik era el propietario de un club?
Capítulo Ocho
Los jueves, por lo general, Erik trataba de no ir al club. Los viernes y sábados siempre ponían
a prueba su paciencia, pero como el club ahora abría durante el almuerzo, decidió acudir para ver
Sólo estaban disponibles las mesas más próximas a las tres principales pistas de baile. A
medida que creciera el negocio, Erik ampliaría aquella área, pero de momento no quería sobrecargar
al personal de cocina. Se había corrido la voz y estaban recibiendo clientela cada vez más
importante. Muchos estaban allí sólo para almorzar, aunque lanzaban miradas curiosas a la sala
trasera. Estupendo. Sabía que generar confianza llevaba tiempo. Aquellos hombres no podían
Tras echar un vistazo a la pista y la cocina, se dirigió a los vestuarios. Las camareras
Habló con ellas, una por una, sobre los clientes del almuerzo. Todas habían sido entrenadas en
Satisfecho de que todo iba según su plan, regresó a casa y se pasó por el puesto de seguridad.
Sabiendo que pasaría tiempo en su despacho, Erik le había asignado a Ella algunas de las
habitaciones de la primera planta. Danil le había informado de lo que había ocurrido el día anterior
en el patio, y ahora que sus hombres sabían que estaba allí, algunos se acercaban para verla.
Y ¿por qué no? Aquel día, vestía unos pantalones cortos que dejaban al descubierto sus
preciosas piernas, y una camiseta sin espalda y con escote bajo. Llevaba el cabello en una cola de
caballo, y parecía completamente ajena al hecho de que era el sexo personificado.
No necesitó el audio para saber lo que decían sus hombres. La deseaban, y aquello hizo que
Erik se pusiera duro con sólo pensarlo. Le pertenecía únicamente a él. Los guardas seguían en el
Aunque Ella les lanzaba miradas curiosas, estaba claro que no entendía ni una palabra. Sin que
notaran su presencia, Erik observó desde el umbral cómo uno de sus guardas se aproximaba a ella.
Ella se enderezó en medio de su tarea y le sonrió afablemente. -Sí, me llamo Ella- dijo,
tendiéndole la mano.
-Pavel- contestó el guarda, estrechándosela. Erik notó que el saludo duraba más de lo normal.
-¿Tienes esposo?
Ella no se liberó su mano. ¿Le gustaba su tacto? Pavel era un mujeriego. -No, ni marido ni
-La chica está prohibida- dijo Erik sucintamente. -Podéis mirar, pero no tocar. Volved al
trabajo.
Ella frunció el ceño cuando los hombres abandonaron la sala. -¿Qué les has dicho? No era mi
-Sólo les he recordado que no les pago para que hablen con mujeres bonitas- mintió Erik. No era que
no quisiera ofender sus sentimientos. No quería que supiera lo que sus guardas pensaban de ella.
Ella se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja. -No me importa. Ya sé que no habla ruso,
pero estaría bien hacer amigos. Tal vez pueda aprender tu idioma.
La expresión de Erik se endureció. -Cuando termines aquí, quiero que limpies mi oficina.
-De acuerdo- dijo ella. El desconcierto quedó reflejado en su rostro, pero Erik no quiso hablar
más del tema. Sus guardas eran unos despiadados mercenarios. No quería que hiciese amistad con
ellos.
Dejando que acabara el salón, se dirigió a la oficina. Dina se plantó delante de él, y no parecía
-¿Pasa algo, Dina?- preguntó, con voz queda. Aunque tenía diez años más que ella,
prácticamente habían crecido juntos. A pesar de la diferencia de rango, a veces Dina se tomaba
demasiadas libertades.
-¿Me vas a sustituir? No me has dicho que no estás satisfecho con mi trabajo.
Erik sonrió con complacencia. No había pensado que Dina fuera a ofenderse. -Haces un
trabajo excelente, Dina. El puesto de Ella es temporal. No te preocupes. Tendrás menos trabajo por el
mismo sueldo.
-Oh.- Dina meditó aquellas palabras durante un momento. -De acuerdo. Ella parece agradable,
lo que quiere decir que va a destacar demasiado. Y si añadimos el hecho de que es muy guapa, creo
que te estás buscando problemas. ¿Sabes lo que han estado diciendo tus guardas?
-Me lo imagino. Vigílala cuando yo no esté. Hazme saber si alguien se comporta de forma
Dina se movió y volvió a bloquearle el paso. -No sé lo que está pasando, Erik, pero sé que no
-No te dirijas a mí de esa forma- dijo Erik bruscamente. -No tengo que dar explicaciones a
nadie, pero, créeme, mis intenciones con Ella son cualquier cosa menos una señal de debilidad.
Dina abrió unos ojos como platos y se apartó rápidamente. -Siempre estás rodeado de mujeres
-Vuelve al trabajo, Dina- ordenó Erik, pasando a su lado. Tras doblar la esquina, entró en su
despacho y se sentó detrás del enorme escritorio de roble. Estaba revisando los e-mails de su familia
en Rusia cuando Ella entró.
-Si no quisiera que estuvieses aquí, no te habría mandado limpiar la oficina. Cierra la puerta.
-¿De verdad te molesta que hable con tus guardas?- preguntó, nerviosamente.
-Sí. Quiero que limpies los zócalos, las ventanas y los estantes. Y que quites el polvo al
Su sonrisa vaciló, pero asintió. Erik devolvió su atención al ordenador y contestó unos cuantos
e-mails. El murmullo de él trabajando le dio tranquilidad y comenzó a limpiar. Por el rabillo del ojo,
Erik vio cómo cogía un trapo y un abrillantador y se ponía de rodillas. Al verla menear su redondo
trasero, se le puso dura y se perdió en una fantasía.
En su mente, se levantó y se acercó a ella, y deslizó lentamente los dedos por sus pantalones
cortos. Estaba húmeda y lista para él, al acariciarle los pliegues de su sexo.
Joder. Erik tomó una respiración profunda y trató de apartar aquella imagen de su mente. Era el tipo
de hombre que tenía un control completo de su cuerpo y emociones. No era propio de él
distraerse tan fácilmente con una mujer.
A medida que Ella se desplazaba por la estancia, le daba la espalda en todo momento. Si se
giraba, estaba seguro de que podría contemplar su escote, aunque tampoco le importaba la vista
posterior.
Cuando Ella se puso por fin en pie, estaba tan duro que le dolía. La culpa era sólo suya. Ella
Dirigiendo la mirada en su dirección, vio que aún seguía dándole la espalda. Podía
Ella le miró por encima del hombro y le dedicó una tímida sonrisa. -Papel de periódico. Se
supone que es bueno para limpiar cristales. Nunca lo he probado, pero siempre me ha parecido algo
curioso.
-Ah- murmuró él, molesto. No quería hablar sobre técnicas de limpieza de cristales. Quería
Al estirarse para llegar más arriba, se le levantó la camiseta y dejó un poco de piel a la vista.
Tenía una fantástica cintura de avispa y deseó recorrerla con los dedos, dejando un reguero de
Viendo una oportunidad que no podía dejar pasar, Erik se levantó de la silla y la empujó hacia
Ella frunció el ceño y la miró. –Es giratoria y tiene ruedas. No muy estable, que digamos. Voy
-Yo te sujeto- ofreció él, en voz baja. Sus miradas se cruzaron y las pupilas de Ella se
dilataron.
-De acuerdo- dijo en tono quedo. Erik tomó sus manos y le ayudó a subir a la silla. Ésta giró
un poco y él colocó las manos alrededor de su cintura, para sujetarla mejor. Su rostro quedó a pocos
centímetros de su escote.
Ella carraspeó y sus pechos se movieron. -¿Seguro que estás bien ahí? Te va a caer el polvo
encima.
-No me preocupa. Haz tu trabajo, Ella- dijo él, con voz ronca. Su polla se tensó contra los
pantalones y le hizo falta toda la disciplina que poseía para no deslizar los labios por encima de su
escote.
Ella estiró los brazos para llegar al ventilador, y Erik rozó su piel desnuda ligeramente con el
pulgar. Ella sintió cómo se tensaban todos los músculos de su cuerpo e inhaló bruscamente, pero no
se detuvo.
¿Se lo estaba imaginando o le estaba dedicando un buen rato al ventilador? El silencio entre
ambos se prolongó y la tensión del ambiente aumentó. Sabía que Ella podía sentir su aliento en la
piel. Sólo les separaban unos centímetros. Cuando por fin bajó los brazos, Erik apenas pudo
controlarse.
-Ya está- susurró Ella. Por un momento, se quedó mirándole fijamente. Separó los labios y él
sucumbió. Tras dejar caer el plumero, colocó las manos sobre sus hombros, para bajarse de la silla.
Erik tenía otra cosa en mente. Dejando las manos en sus caderas, la alzó con delicadeza y
deslizó su cuerpo contra el suyo. Ella emitió un pequeño gemido y le rodeó con las piernas. Erik sólo
podía pensar en penetrarla mientras se daba la vuelta y la depositaba sobre el escritorio.
Ella echó la cabeza hacia atrás y él presionó sus labios contra la curva de su cuello. -Erik-
Alentado, enredó los dedos en su cabello y le quitó la goma. Cuando su bermejo pelo cayó por
Erik acarició la curva de su pecho con la otra mano, y bajó hasta las caderas, donde hizo
realidad su fantasía. Deslizando un dedo dentro de los pantalones, frotó la entrepierna de sus bragas.
empujó los dedos contra su sexo. Apartando la boca, Erik observó su expresión y continuó
acariciándola. Tenía los labios separados, pero no dijo nada mientras se retorcía contra él.
Cuando él retiró la mano, ella profirió un quejido. Las manos de Erik temblaban de deseo al
recorrer con el pulgar su labio inferior. Ella sostuvo su mirada mientras atrapaba el dedo entre sus
dientes.
camiseta. Besando su piel, comenzó a desabrocharle los pantalones, cuando se oyó un fuerte golpe en
la puerta.
Erik levantó la cabeza para decirle a quien quiera que fuera que le dejaran en paz, pero el
-Espera- murmuró Erik, pero Ella se alejó a toda prisa y abrió la puerta. Danil estaba al otro
lado con los ojos abiertos de par en par, y Ella pasó a su lado y desapareció por el pasillo.
Danil observó el desorden del escritorio y torció los labios en una irónica sonrisa. -¿Mal
momento?
-Que te jodan- le espetó Erik en voz baja. Aún seguía excitado. Sabía que no iba a descansar
-No es asunto mío- dijo Danil -pero tienes un acuerdo muy delicado entre manos. A Valeria no
Enojado, Erik se pasó el pulgar por el labio inferior. Todavía podía saborearla. -No le he
prometido nada a Valeria, y dudo mucho que acepte algo de esa familia. Y tienes razón. No es asunto
tuyo.
Cuando le empujó para pasar a su lado, Danil le agarró del brazo. Sorprendido, Erik volvió la
manera, y mucho menos a ponerle la mano encima. -Señor, es una chica muy guapa, pero no creo que
es el jefe. Me debes mucho dinero, Danil, y te dejo que me lo pagues con información. Podría hacerte
pagar en metálico y no sería nada agradable. No cuestiones lo que hago, y no me vuelvas a tocar.
Danil no dijo nada más y Erik dejó que se fuera, pero el daño ya estaba hecho. Seguramente,
Ella ya se habría tranquilizado, aunque no tenía ni idea de qué demonios podría estar pasando por su
cabeza.
Capítulo Nueve
fuertemente en el pecho. A pesar de todas sus fantasías, nunca pensó que Erik la mirara dos veces, y
ya no digamos acariciarla y besarla.
Tras cerrar la puerta de golpe, se apoyó contra ella y cerró los ojos. Aún podía sentir la huella
de sus dedos y sus labios. Apenas habían comenzado a tontear, y ella había estado a punto de estallar.
¿Qué habría ocurrido si no les hubieran interrumpido? Ella no practicaba el sexo casual. No
sólo porque no tuviera tiempo. Había tenido dos novios con anterioridad. Se sentía en baja forma y
nada sexy.
Lentamente, se deslizó hasta el suelo y golpeó la cabeza contra la puerta. ¿En qué demonios
estaba pensando? Era su jefe. Tenía muchísimo dinero y, seguramente, en el club estaría siempre
rodeado de mujeres hermosas. Ella no era más que un capricho pasajero. Además, ¿qué pasaría si no
Todo era culpa suya. Le había entusiasmado tanto su oferta que se había olvidado de ser ella
misma. No era la persona asustadiza que andaba de puntillas por los pasillos, pero tampoco era la
De repente, le inundó la ira. Él creía que era una chica fácil, y ella no había hecho nada para
disuadirlo. Probablemente había pensado que iba a estar tan feliz con el maldito dinero, y tan
-A la mierda- murmuró, poniéndose en pie. Puede que hubiese actuado de forma atípica, pero
aún no era demasiado tarde, le dejaría muy claro que no estaba dispuesta a mezclar negocios con
placer. -Seguro que ya lo ha olvidado- se dijo a sí misma, buscando otra goma para el pelo.
Retirándose el cabello del rostro, se miró en el espejo. Todavía estaba ruborizada, pero tenía un
Aún le quedaban dos habitaciones por limpiar. Si algo podía hacer para demostrarle que
aquello no le había afectado, era seguir con sus tareas. Regresaría a la planta baja y terminaría la
lista, pero se había dejado los productos de limpieza en la oficina.
rostro con agua fría. Cuando por fin bajo las escaleras y se acercó a la oficina, la puerta estaba
cerrada y los productos de limpieza en el pasillo.
-Eso responde a mi pregunta- se dijo a sí misma. Estaba claro que no quería verla. Tras
hacerse con sus cosas, enderezó los hombros y alzó la cabeza. No iba a dejar que aquello la asustara.
Necesitaba el dinero.
Al final del pasillo, uno de los guardas la observaba. No era el simpático con el que había
hablado antes, pero la lujuria es un lenguaje universal y pudo interpretar su expresión. Ella quería
evitarse más problemas, por lo que bajó la mirada y siguió caminando. Más allá de la oficina, había
un salón. El mobiliario parecía bastante anticuado - con cojines de terciopelo y madera barnizada.
No había pensado que era su estilo, pero no estaba allí para sopesar los gustos de Erik.
Tomó un rodillo quita pelusas y se puso a trabajar en los cojines. La forma en la que el papel
adhesivo se deslizaba sobre el terciopelo le recordó al pulgar de Erik rozando su labio inferior.
Cerrando los ojos, se detuvo y tomó una respiración profunda. ¿Qué demonios estaba haciendo allí?
-¿Tú bien?
Ella dio un respingo y se giró. No se había dado cuenta de que no estaba sola. El guarda del
pasillo la miraba con el ceño fruncido desde la puerta. -Tú no limpiando. ¿Tú bien?
No había nada delicado ni amable en el aspecto de aquel hombre, pero parecía que se estaba
esforzando. Ella asió con más fuerza el rodillo y trató de sonreír. ¿Qué iba a hacer exactamente con
aquel rodillo? ¿Golpearle?
Ella volvió la cabeza. -¿Llevas mucho tiempo trabajando aquí? Creía que Erik, el Sr.
Chesnovak, tenía una norma de no confraternización.- El hombre apenas habla inglés, ¿y esperaba
que entendiese "confraternización? Apretando los dientes, lo volvió a intentar. -No tocar.
En lugar de dejarla en paz, el guarda levantó el otro brazo, atrapándola contra la pared. -¿No
-No tocar- murmuró ella. Cuando él se inclinó un poco más, Ella puso el grito en el cielo. Le
propinó una patada en la entrepierna y extrajo su pistola de la funda. La manejó con torpeza,
intentando darle le vuelta. Él gritó de dolor y volvió a intentar atraparla, pero ella le apuntó con
manos temblorosas.
-¿Qué demonios está pasando aquí?- bramó Erik irrumpiendo en la habitación. Dos hombres le
seguían de cerca y, antes de que Ella se diera cuenta, la estaban apuntando con sus propias pistolas.
El guarda que la había acosado dijo algo en ruso y Erik levantó una ceja. -Dice que te ha
sorprendido robando.
-¿Qué demonios cree que estaba robando? No hay más que cosas viejas y cutres- murmuró
Ella. Le sudaba las manos, pero no movió el arma. Aunque en el fondo, sabía que era incapaz de
En el rostro de Erik se dibujó una pequeña sonrisa. -A mí me gusta. Son los muebles de mi
abuela.
Estupendo. Desvió la mirada hacia él. -Ha intentado besarme. Le he dicho que no, y estoy
todos se pusieron a discutir. Ella comenzó a sentir pánico. Aquellos hombres probablemente habían
bruscamente al guarda y lo sacaron del cuarto. Ella lanzó un suspiro de alivio. Erik cruzó
rápidamente la habitación y tomó la pistola de sus manos. Ella dio una sacudida antes de dejarse caer
contra la pared. -Te podría haber disparado- dijo con voz débil.
-Lo dudo- respondió él en tono suave, depositando el arma sobre la mesa. -No dispararías a
nadie.
Trató de tocarla, pero ella se apartó. -No sé lo que esperas de mí. Sé que me has ofrecido
El rostro de Erik se retorció en una fea expresión, la agarró y la empujó contra la pared. -
¿Estás comparando lo que ha pasado entre nosotros con lo que ha hecho él? Si mal no recuerdo, no te
negaste.
Cerrando los ojos, Ella volvió la cabeza. -Por favor, deja que me vaya. Olvidemos el dinero.
-El único sitio al que vas a ir es tu habitación. Voy a encargarme del guarda y después
-Tengo quince hombres armados rodeando esta casa. Puedo retener lo que me apetezca. Vete a
la habitación- rugió.
Conteniendo las lágrimas, Ella corrió por el pasillo y subió las escaleras. Cuando cerró la
-Lo has fastidiado todo, Ella- se susurró a sí misma. Se había dejado seducir por el dinero, y
ahora estaba metida en aquello hasta el cuello. Atrapada por un completo desconocido.
No sabía cuánto tiempo había transcurrido cuando escuchó un golpe en la puerta del
encontraba.
pero no va a volver a pasar. Y si estoy aquí para ser tu juguete sexual, ya me puedes dejar marchar
ahora mismo.
Mirándola fijamente, Erik se metió la mano en el bolsillo y sacó un trozo de papel. -Aquí
tienes un tercio del dinero que te prometí- dijo, entregándoselo. -Es tuyo.
Recelosa, tomó el cheque y le dio la vuelta. La única vez que había visto tantos números juntos
-Te puedes ir. No te voy a detener, pero hay un cheque por el doble de este si te quedas. Mis
hombres no te van a tocar. Ivan no lleva mucho tiempo conmigo, y ahora no va a llevarlo con nadie.
Una extraña sonrisa apareció en su rostro. -Digamos que ya no tienes que preocuparte por él.
Ella, no te contraté como juguete sexual. No sé lo que piensas de mí, pero no necesito pagar para
follar.
Los hombros de Ella se desplomaron y miró al suelo. -Gracias.- Estaba dolida, pero no tenía
-Hay algo que quiero de ti.- dijo con voz fría, y Ella tragó saliva. -Dime que me deseabas.
-De acuerdo.- Ella levantó la cabeza, desafiante. -Te digo lo que quieres oír si contestas a mi
pregunta. ¿Por qué me contrataste exactamente? No necesitas una criada, y nadie cree que eres un tipo
caritativo. ¿Qué pasó exactamente por tu cabeza?
Se hizo un silencio, y Erik entrecerró los ojos. -Tómate el resto del día libre- dijo. -Puedes
terminar mañana.
-¿Por qué eres tan despiadado? Mi madre se está muriendo. Si pudiera, pasaría todo el tiempo
Erik se tensó y se dio la vuelta. -Mi madre está muerta.- Se quedó mirando por la ventana, y
-Lo siento. No lo sabía. Escucha, si prometo limpiar antes, ¿puedo ir a verla? ¿Y que la
¿Qué había que entender? ¿Que él la tentaba con dinero o que se había negado a responder a su
pregunta?
-Claro- murmuró ella. Si aquello significaba que podía ver a su madre, aceptaría cualquier
cosa.
El teléfono de Erik sonó, lo sacó del bolsillo y lo miró con el ceño fruncido. Tengo que
-Estoy confundida. ¿Estás aquí para asegurarte de que estoy bien o de que sé cuál es mi lugar?-
Frustrada, Ella hizo lo único que le consolaba. Agarrando su propio teléfono, llamó a su
madre en busca de apoyo. Ella debería estar apoyando a su madre. Plantando una sonrisa falsa en su
rostro, tomó una respiración profunda. -Hola, mamá. ¿Has tomado gelatina verde hoy?
-No- respondió Heather con voz ronca. -Sólo tenían naranja. No me gusta la gelatina naranja.
-Deliciosa.- La voz de su madre siempre subía de tono cuando mentía, y Ella sonrió. -¿Qué tal
el día?
Tamborileando suavemente con los dedos en la pared, Ella tragó saliva. -Mi jefe es un poco
frustrante.
-No es fácil de interpretar. A veces creo que le caigo bien y otras que me odia. Pero aparte de
Ella rió. -Sí, pero eso no significa nada. Está fuera de mi alcance, y es mi jefe. Y, como he
-Cariño, nadie está fuera de tu alcance. Y todos los hombres son frustrantes. Haz caso a tu
instinto. Eres una chica inteligente. Sé que siempre tomas las decisiones correctas.
Mordiéndose el labio inferior, Ella asintió con la cabeza. -Te quiero, mamá.
-Oh, ¡qué bien! A lo mejor puedes traer a tu apuesto jefe contigo, para que pueda deleitarme.
Ella no pudo evitar sonreír. -Veré qué puedo hacer- Tras colgar, exhaló una bocanada de
aliento y rió ¿Su madre pensaba que siempre tomaba la decisión correcta? ¿Dónde estaba su instinto
cuando decidió que Josh era el amor de su vida? Cuando la echaron de Atherton, ni siquiera se
molestó en apoyarla. ¿Su respuesta? Lo siento, nena. Estas cosas pasan. Seamos realistas. Tú no
encajas aquí, ¿no crees?
Su familia no era rica ni poderosa. Estaba allí gracias a una beca, y la única razón por la que
Josh se interesó por ella, fue porque sentía debilidad por las pelirrojas. Para ser justos, había
intentado ayudarla con el trabajo y, como un idiota, aceptó. En aquel momento, no creía tener
ninguna otra opción. Pero aunque el sueldo era bueno, el trabajo en sí era horrible. Para ellos, Ella
era
simplemente un buen culo que contemplar. Lo único que echaba de menos de aquel sitio era la
nómina.
Puede que su madre confiara en su instinto, pero ella no. Ya no estaba segura de confiar en nada.
Capítulo Diez
Erik hizo que le subieran la cena de Ella a su cuarto, pero cuando finalmente se arrastró
Se detuvo delante de la puerta y pensó en entrar por la fuerza y obligarla a comer, pero lo
cierto era que no sabía si se podría controlar delante de ella. Cuando no quería besarla, quería
estrangularla.
-Estúpida- gruñó, alejándose de la puerta. Su presencia no tenía por qué ser tan complicada.
Se suponía que debía caer rendida a sus pies, y ahora prácticamente había sido acosada bajo su
propio techo. Aún se enfurecía al recordar la expresión de miedo y pánico en su rostro mientras
sostenía el arma.
Matar nunca había sido satisfactorio. A veces, los muertos le atormentaban en sueños. Una
confusa bruma de hombres suplicando por sus vidas. No pasaría lo mismo con Ivan.
Era inoportuno. Aquel no era momento de divulgar rumores que le relacionaran con un
cadáver, pero no había forma de dejar que aquel hombre viviera después de atreverse a tocar a su
mujer.
Tras despojarse de la ropa, se arrojó sobre la cama y cerró los ojos. Había sido un día duro.
Primero, había conseguido probar a Ella, después, había matado por ella, al final, casi le había
rogado que se quedara. Y ahora, jamás iba a poder tocarla de nuevo. Huelga decir que no pudo
conciliar el sueño.
Extendiendo un brazo sobre la cama, se giró y contempló la pared que separaba sus
dormitorios. Delicada y firme. Dulce y sensual. Tenaz y tímida. Era un revoltijo de contradicciones, y
se veía incapaz de intentar entenderla.
Su teléfono se iluminó y Erik gruñó. Valeria. Si había una persona con la que no quería volver a
hablar, era ella. Tras pulsar el botón de ignorar, dejó el móvil y rodó en la cama. Si hubiese dejado
saltar el contestador, ella no habría notado la diferencia, pero quería que supiera que la estaba
ignorando.
Luego pagaría el precio, pero de momento, le hizo sentir bien.
Estados Unidos con su familia y hombres de confianza para abrirse camino a la fuerza. Cinco años
atrás, no era nadie, pero pronto adquirió una implacable reputación. Los traficantes y delincuentes de
poca monta huyeron, y los grandes que osaron interponerse en su camino, murieron de forma
violenta.
Cuando el padre de Erik mencionó su intención de expandirse en América, se puso en contacto con
Rostilav.
El trato era que Erik se mantuviera fuera del territorio del Rostilav y accediera a casarse con
su hija. El problema de Valeria era que era como su padre. Hermosa pero cruel. Políticamente, era
una unión perfecta, pero personalmente, una pesadilla infernal. Erik sólo accedió a considerarlo, y
para Rostilav aquello fue suficiente. Por lo visto, había pensado que en el momento en que posara sus
ojos sobre Valeria, sería incapaz de negarse.
Pero ya había transcurrido un año y Erik sabía que se le estaba acabando el tiempo. Si no les
daba una respuesta pronto, tomarían represalias, y Erik no estaba preparado para un ataque de
Yashin. Si se negaba, estaría muerto antes de que empezara. Esperando poder mantenerse a flote, se
sumió en un sueño intranquilo.
Cuando soñó con Ella, estaba acostada en su cama. Cubierta en su propia sangre.
Al despertar a la mañana siguiente, eran más de las ocho. Estaba malhumorado y somnoliento,
y le esperaba el largo turno del viernes en la discoteca. Cuando todo estuviese listo, contrataría más
administradores. Por suerte, aquel día no tenía ninguna reunión importante. Siempre que todo fuera
bien en el club, el día transcurriría sin problemas.
La rubia reclinada en la mesa del comedor no auguraba el mejor de los comienzos. -Valeria-
Ella deslizó una uña roja sobre la mesa. -Anoche no respondiste a mi llamada. He venido a
toda prisa para asegurarme de que estás bien- dijo con coquetería.
-Me llamaste hace ocho horas. Si no estaría bien, llegarías demasiado tarde- murmuró con
tono seco, sentándose. La puerta se abrió y Erik consiguió reprimir una exclamación de sorpresa. En
lugar de Dina, era Ella la que le traía el desayuno.
La joven miró de inmediato a Valeria, pero no dijo nada, y depositó la bandeja sobre la mesa.
-¿Debería haber acudido al instante?- peguntó Valeria. -Necesito mis ocho horas de sueño. Esto no
ocurre de forma natural- dijo, gesticulando en dirección a su propio rostro. Tras levantar la mirada,
frunció el ceño. -Tú eres nueva.
Dudando, Ella miró a su jefe. –Me llamo Ella. Dina no se encuentra bien, le estoy ayudando.
-Americana- exclamó Valeria en tono mordaz. -Qué interesante. Dime, Ella, ¿cuánto tiempo
-Ella- interrumpió Erik. -¿Nos podrías dejar solos? Tenemos negocios de los que hablar.
-Claro.- Ella salió del comedor. Cuando la puerta se cerró tras ella, Valeria frunció el ceño.
-¿Crees que es buena idea contratar ayuda externa? Sólo porque tiene una cara bonita no
Erik sorbió su café y cogió el plato de la bandeja. -¿Celosa de una sirvienta? Eso no es propio
de ti.
-Estoy harta de tus juegos, Erik. Quiero una respuesta ahora mismo.
-¿En serio?- Erik dejó su taza de café, otro legado de su abuela, y se reclinó en la silla. -Tu
padre está de acuerdo en que establecer mi negocio es más importante. No te gustaría estar atrapada
en un matrimonio si no cumplo mi parte del trato, ¿verdad? Si fracaso, tendré que volver a Rusia. Si
eres mi esposa, tendrás que regresar conmigo.
Valeria puso los ojos en blanco. -Por favor. No vas a fracasar ni aunque lo hagas aposta. Sé
exactamente lo que ocurre en ese sótano, así que sé a quién tienes en el bolsillo. Tu club ya es un
Ella se levantó y golpeó la mesa con las palmas de las manos. -O me respondes ahora mismo o
-¿No, no me vas a dar una respuesta o no, no me vas a dejar matar a tu nuevo juguetito sexual?
-Simplemente, no.
Valeria se dio cuenta de lo que estaba infiriendo y le miró fijamente. Erik podía ver cómo
-Mi territorio y el de tu padre están separados por cientos de kilómetros. Se puede quedar con
toda Las Vegas. No tengo ningún interés en la ciudad del pecado. No hay razón para que toméis
represalias. El trato era que me lo pensaría, y eso es lo que he hecho. Si me hubieras dado más
tiempo, quizás la respuesta habría sido afirmativa, pero como me has obligado a contestar antes de
estar preparado, es que no. Un no rotundo. Prefiero estar muerto a encadenarme a alguien como tú.
Las fosas nasales de Valeria se ensancharon con furia. -¿Cómo te atreves? Te ofrezco doblar tu
fortuna. Te ofrezco esto...- Se señaló el cuerpo, desde el cuello hasta los muslos. -Dormir junto a esto
todas las noches, y ¿me rechazas?
Erik sacudió la cabeza e hizo chasquear la lengua. -Te comportas como si nadie te hubiese
Valeria inhaló bruscamente y se enderezó. -Esto no va a quedar así- espetó, y salió a grandes
zancadas del comedor. Erik disfrutó del silencio y cerró los ojos. Se sentía como si se hubiese
-Ella. Entra, por favor- dijo en tono suave. Oyó una maldición al otro lado de la puerta, antes
-No estaba escuchando- dijo, rápidamente. -Venía a ver si querías más café.
Ella miró al suelo. -Estaba bien por la mañana, pero cuando vio a esa mujer en la mesa, me pidió que
la sustituyera. Dijo que haría una de mis habitaciones a cambio. Pensé que no habría
Era obvio que Dina había querido que Ella viese a Valeria, lo que significaba que sospechaba
que Ella sentía algo por él. O viceversa. Sólo uno de aquellos escenarios le hacía sentir bien. -¿Qué
opinas de esa mujer?
-No creo que sea apropiado dar mi opinión sobre uno de tus invitados- murmuró.
acostumbrada al dinero. Trata al personal como esclavos, y se nota que se ha hecho arreglos. Nadie
tiene las tetas tan grandes ni tan firmes sin operarse. Tiene el pelo tan decolorado que seguramente se
le esté cayendo, y su bronceado es demasiado naranja para ser real. Mi opinión es que es tan falsa que
probablemente no tenga ni un sólo hueso auténtico en el cuerpo. Es una persona horrible. ¿De
verdad es tu prometida?
Ella cuadró los hombros y toda emoción desapareció de su rostro. -Eres mi jefe. No tengo
-Sí lo has hecho- le espetó ella. Y sin añadir palabra, salió del comedor.
-Parece que ninguna de mis mujeres está contenta esta mañana- murmuró, cogiendo su taza de
café.
-Jefe.- La puerta se abrió y Matvei asomó la cabeza. -Me he enterado de lo que pasó ayer.
¿Fue Dina?
Erik hizo un esfuerzo para no poner los ojos en blanco. Matvei llevaba años enamorado de
Dina, pero nunca hablaba con ella. -Fue Ella. Dina está bien.
-Dina está bien- repitió Erik con calma. -Sólo se está inmiscuyendo en lo que no debería. ¿Qué
Matvei no pareció satisfecho con la respuesta, pero lo dejó pasar. -Todas las chicas están
reservadas. Parece que tus clientes quieren darse un último revolcón antes del fin de semana. Leonid
está pasando la voz sobre el nuevo producto de esta noche. Ha llegado una solicitud para la sala VIP,
pero la hemos rechazado.
Matvei miró incómodo al suelo. -Parece que las chicas han escuchado que hay alguien nuevo
en la ciudad. Otro ruso. Creo que podría tratarse de Yashin. Es más que probable que fuera él el que
quería la sala para esta noche, y pensé que no querrías ofrecerle una buena vista del club.
-Nos ha llegado de más de una fuente. Creo que deberíamos tenerla en cuenta.
Repicando con los dedos en la taza, Erik intentó pensar en los motivos de Yashin. Si le
encontraba en la ciudad antes de que Erik decidiera sobre la propuesta de matrimonio, corría el
riesgo de que la rechazara por despecho. Entonces, ¿por qué se arriesgaría Yashin?
Sólo una respuesta tenía sentido, y a Erik no le gustaba nada. -Dile a las chicas que extraigan
información durante el almuerzo. De forma sutil, por supuesto. Quiero verificarlo antes de tomar
medidas. También quiero vigilancia extra en el club. No sólo Valeria y su padre no son bienvenidos,
tampoco quiero allí a ningún distribuidor independiente. Podríamos necesitar varias semanas para
eliminarlos, pero quiero dar ejemplo esta noche. Sed amables, pero firmes y claros. Y si vuelven a
poner un pie en mi club, les romperé los dedos.
Haz que Zoya me prepare otro desayuno y envíalo a la oficina. Y, por favor, no dejes que la
chica nueva le ponga las manos encima. Hoy no está precisamente contenta conmigo.
-No- dijo Erik sacudiendo la cabeza. -Me resulta entretenida.- Despidió a Matvei y se puso en
-Padre- dijo en voz baja. En Rusia era casi la hora de cenar, y su padre era un hombre muy
-Me lo temía- dijo su padre con un suspiro. -¿Te preocupan las consecuencias?
-No tanto como sus intenciones desde el principio. He rechazado a Valeria esta mañana, pero
-Erik, ¿qué te he enseñado? No confíes en nadie. Si crees que Yashin está sucio,
probablemente lo esté. En Rusia, un movimiento contra ti es una afrenta contra mí, pero parece que se
siente seguro con un océano de por medio. -Ten cuidado, hijo.
Erik colgó el teléfono e inhaló bruscamente. ¿A qué estaba jugando Yashin?
Capítulo Once
Ella terminó de limpiar la cocina justo cuando entró Dina. Tenía una expresión satisfecha en su
-Lo has hecho a propósito- se quejó Ella. -Querías que esa mujer me viera. Lo que no sé es
por qué.
-Valeria va será algún día la dueña de esta casa. Pensé que deberías saber en qué te estás
metiendo.
Tras encender una aspiradora inalámbrica, Ella la pasó por debajo de la mesa. Aquello le dio
un par de minutos para ordenar sus pensamientos. Cuando la apagó, se volvió hacia Dina con aire
desafiante. -Si tienes un problema conmigo, puedes decírmelo. Pensé que te estaba haciendo un favor,
pero está claro que tus intenciones eran otras.
-Por favor- resopló Dina. -El Sr. Chesnovak contrata a una americana para trabajar en esta
casa. Al principio pensé que eras un espía, pero no hablas ruso, y no pareces muy interesada en
-Teniendo en cuenta que sigue una rigurosa política de no matar a nadie mientras establece La
Orquídea Negra, me parece bastante curioso que haya roto su propia regla por ti. ¿Qué relación
Ella apenas oía sus preguntas, se aferró al borde de la mesa e intentó respirar. ¿Erik había
ordenado matar a aquel hombre? ¿Qué tipo de persona era? -Me tengo que ir. Tengo que salir de
aquí.
Trató de pasar junto a Dina, pero la chica rusa la agarró del brazo. -No tienes ni idea de lo que
parecía.
-Respira- le ordenó Dina. -No puedes irte sin más, Ella. Siéntate y respira.
Ella se dejó caer en una silla e intentó concentrarse en respirar. Trató de contar. De resolver
-Eres una tonta que no sabe dónde se ha metido. Tan inocente. Tan afable. Debe ser por eso
que actúa de esa forma contigo. Escúchame- dijo Dina en tono suave. -Erik Chesnovak es un hombre
muy poderoso. Si alguien no cumple sus reglas, lo acaba pagando. Te está protegiendo, así que no
Ella la observó incrédula. -¿Estás loca? ¿Qué pasa si hago algo que le cabree? Vivo en una
casa llena de guardas armados. Nadie sabe que estoy aquí. La única persona con la que estoy en
contacto es mi madre, y no sólo está siempre medicada, cree que soy una ayudante ejecutiva. Tendría
que pasar más de una semana para que empezara a sospechar que me ha pasado algo. ¡Soy una
sirvienta pésima!
-No te va a matar porque hagas mal tu trabajo- afirmó Dina en tono seco. -¿Tienes otro motivo
-Necesito el dinero.
-Entonces no tienes de qué preocuparte. Mantén la nariz fuera de los negocios de Erik y haz tu
trabajo, y recibirás tu dinero. Las únicas personas que deben temer a Erik son las que quieren hacerle
daño. El guarda intentó acosarte, y lo hizo a sabiendas de que estabas bajo la protección de Eirk.
Ella levantó la cabeza bruscamente. -Me acabas de decir que la muerte del guarda te ha dado
qué pensar y ahora me estás diciendo que no hay nada de qué preocuparme. ¿Con qué historia me
quedo?
-¿Qué se supone que debía pensar?- exclamó Dina. –Creía que eras una americana
cazafortunas intentando ganarse los favores de un millonario. Erik nos protege, y nosotros a él.
-Me ofreció el trabajo. Por un año. Dinero suficiente para pagar la operación de mi madre y algo
más. Una operación que necesita para vivir. ¿Tenía dudas sobre su oferta? Por supuesto. ¿Me
siento atraída por él? Tendría que estar muerta para que no fuera así. Pero ni por un instante he
pensado que soy algo más que un caso de beneficencia. No estoy aquí para robarte a tu jefe. Estoy
-Eres la mujer más ingenua que conozco. Tienes que quedarte, Ella. Si intentas marcharte, Erik
sabrá que pasa algo. Aquí estarás segura. Él te protegerá. Nos protege a todos. ¿No merece la pena un
año de discreción para salvar la vida de tu madre?
Ella tomó una respiración profunda y sopesó sus opciones.- ¿Qué hace Erik para ganarse la
vida?
-Es el dueño de un club- dijo Dina con una sonrisa. –Es todo lo que tienes que saber.
Poniéndose en pie, Ella asintió con la cabeza. El dinero era demasiado importante como para
abandonar ahora. Intentaría olvidar todo lo que le había contado Dina, y se concentraría en hacer su
trabajo. Por supuesto que Erik no era solamente el dueño de un club, aunque hacía tiempo que ya lo
sospechaba. Tenía prácticamente un ejército en casa. Se ocuparía de sus asuntos e ignoraría sus
-Le ha rechazado- le dijo a Dina. -A Valeria. Le ha dicho que no se va a casar con ella.
Los ojos de la otra joven se agrandaron. -Estás equivocada- murmuró. -Erik no haría eso.
-¿Está enamorado?
-¿Enamorado?- Dina lanzó una risotada.- Lo dudo. Esa mujer es una víbora. Pero ella y su
padre tenían la impresión de que Erik se casaría, y no son personas a las que se deba rechazar.
-Tienes miedo- observó Ella. -A pesar de lo que sabes de Erik, crees que Valeria es peor.
dormitorio de Erik. Ocúpate de tus cosas y no le digas a nadie que hemos tenido esta conversación.
Ella la observó detenidamente. -Entonces, la pregunta sería si yo confío en ti. Dina no dijo nada
mientras Ella se alejaba, pero sabía que la joven la estaba observando fijamente.
De camino al tercer piso, no pudo evitar mirar a todos de forma diferente. ¿Eran los hombres
armados guardas? ¿O asesinos a sueldo? ¿Había cuerpos enterrados en aquel jardín? ¿Mataba
también el resto del personal? Quizás Zoya envenenaba la comida de la gente. Nestor y Oleg
Estaba confundida. Seguro que el guarda era un despiadado asesino, pero ella había sido la
Nada más llegar al dormitorio de Erik, le sonó el móvil. Lo sacó del bolsillo y el corazón le
dio un vuelco. Era el puesto de enfermeras del hospital. Inhalando bruscamente, abrió la puerta y la
cerró tras ella.
La mujer al otro lado de la línea habló de forma rápida pero alegre. -¿Srta. Davis? Es la Dra.
Ella sintió un inmenso alivio y se apoyó contra la puerta. -¿Buenas noticias?- repitió,
débilmente.
-¿De verdad?- Ella presionó una mano contra su boca y comenzó a reírse. -Es una noticia
-Siguiendo el protocolo, el donante se someterá a otras dos semanas de pruebas con un asesor
independiente. Para garantizar que está en buenas condiciones físicas y mentales y que entiende el
alcance de donar una porción de su hígado. Las estadísticas de su madre siguen siendo bastante
buenas, y siempre que todo vaya según lo previsto, estará en buena forma para la cirugía. Es muy
inusual que alguien se ofrezca para este tipo de trasplantes. Su madre es muy afortunada.
-Sí. Heather está muy contenta. Debería llamarla más tarde, cuando esté más despejada. Estoy
Su risa se convirtió en una incontrolable carcajada. La Dra. Eddison fue paciente, y Ella
-El donante se someterá a varios análisis de sangre para asegurarnos de que no haya cambios
físicos, y usted y su madre sólo tienen que esperar. Este tipo de cirugía es bastante delicada, sobre
todo tras una larga enfermedad. Vamos a centrarnos en estabilizar la presión arterial y la frecuencia
cardíaca. Cuanto más saludable esté para la operación, las probabilidades de éxito serán mayores.
Manténgala animada, Srta. Davis. No se puede hacer una idea de lo que eso ayuda. Le mantendremos
informada.
Ella volvió a dar las gracias profusamente antes de colgar. Su madre iba a curarse. Necesitaba
el trabajo más que nunca, y si aquello significaba trabajar para un asesino, que así fuera.
-¿Buenas noticia?
Ella profirió un chillido al ver al mismísimo diablo saliendo del cuarto de baño. Erik levantó
las manos y se quedó inmóvil. Chorreaba agua, y sólo llevaba una toalla alrededor de la cintura. -Lo
siento. Te iba a decir que estaba aquí, pero no quería interrumpir tu llamada. Parecía importante.
corazón seguía latiendo a mil, pero no sabía si de miedo o excitación. Tragó saliva. ¿Qué demonios
le pasaba? Aquel hombre era peligroso.
algunas pruebas, pero la doctora está muy esperanzada. ¿Por qué te estás duchando? Se supone que
-¿Controlándome otra vez?- Pasó las manos por los húmedos mechones de pelo rubio y se
quedó mirándola.
-Claro.- Había una chispa de diversión en sus ojos. -Como no he tenido oportunidad de desayunar, he
pedido que me envíen algo al despacho, y me lo he tirado por encima. Así que sigo
hambriento.- Ella levantó la vista y vio cómo sus ojos recorrían su cuerpo de arriba a abajo.
Era un asesino. Tenía que tenerlo en mente. -Haré el resto de las habitaciones mientras
terminas.
Se volvió para abrir la puerta. -Quédate- dijo él con tono suave. -Te debo una disculpa por lo
de esta mañana.
Deslizando los dedos sobre el pomo de la puerta, Ella se mordió el labio inferior. -No me
debes ninguna disculpa. Me he pasado de la raya. No es asunto mío quién viene a visitarte.
-Valeria Yashin es un mal bicho, y seguro que ya sabes que Dina te ha utilizado. Valeria creía
que iba a casarme con ella y ha sospechado de tu presencia en mi casa. Soy bastante tradicional y
previsible en cuanto a quién trabaja para mí.- Ella pudo sentir cómo se transformaba el aire a su
alrededor cuando Erik se acercó y colocó ambas manos en la puerta, una a cada lado. -Está claro que
para Dina era importante que me vieras con Valeria.
Ella no se dio la vuelta. Apenas podía respirar, y no tenía nada que ver con el miedo. El
recuerdo de sus labios y manos sobre su piel seguía fresco en su mente. -Le has dicho a Valeria que
no te vas a casar con ella- dijo con voz ronca.
-¿Por qué?
Aunque se lo pidió amablemente, la orden estaba implícita en su voz, y fue incapaz de negarse.
Girando lentamente, presionó la espalda contra la puerta y le miró a los ojos. Su cuerpo le deseaba. -
No tienes que contestar- le susurró. -No es asunto mío con quién te casas.
-Tienes razón, no lo es- dijo él, acercándose aun más a ella. Sólo tenía que mover la mano
unos centímetros y podría tocar su cuerpo desnudo. Un rápido giro de muñeca y la toalla caería al
suelo. Podría envolverlo con sus manos y presionar hasta que gimiera de placer.
Tenía las palabras en la punta de la lengua, pero no pudo pronunciarlas. Le abandonó toda
lógica. No podía verlo como un asesino. No tenía sensación de peligro. Sólo deseo carnal.
Ella levantó la cabeza y sus miradas se encontraron. -No puedo evitarlo. Sé que no está bien,
-Lo sé- murmuró él toscamente. -Pero no me importa.- Inclinándose, la besó con pasión.
Cuando sus labios se unieron, presionó su cuerpo contra el suyo, y Ella pudo sentir su erección. La
necesidad la hizo gemir en su boca.
No había nada delicado en la forma en que sus manos se dirigieron al botón de sus bermudas.
No perdió tiempo en desabrocharlo y bajarlo hasta las caderas. Antes de que Ella se diese cuenta, la
levantó del suelo y la llevó a la cama. La dejó caer sobre el colchón, y ella se tumbó de espaldas.
Observó cómo se deshacía de la toalla y gateaba sobre ella. Escuchó una alarma de
advertencia en su cabeza, pero una vez que asió su rígido miembro con ambas manos, fue incapaz de
pensar en otra cosa. Necesitaba sentirlo dentro, y nada más parecía importar.
El efecto hizo que Ella se estremeciera desde la cabeza hasta los pies, y clavó las uñas en su espalda.
De repente, la calidez de su cuerpo desapareció. Ella se incorporó sobre los codos y le vio
coger el teléfono. Entre la bruma de su excitación, no lo había oído sonar. Aquello hizo que volviera
a la realidad. Sintiendo miedo y vergüenza, se arrastró de inmediato hacia la cabecera de la cama y se
sentó con las rodillas contra el pecho.
Erik levantó la mirada y frunció el ceño. -¿Qué quieres decir? Te he dado la oportunidad de irte.
-Lo sé- se lamentó, y sacudió la cabeza. -No puedo pensar cuando estoy cerca de ti.
-Lo es cuando se trata de ti. Eres un peligroso…- su voz se quebró al recordar la advertencia
de la Dina.
El teléfono dejó de sonar, y Erik entrecerró los ojos. -¿Qué has dicho?
-¿Qué le ha pasado al hombre de ayer?- preguntó. Sonaba aterrorizada, y sabía que era una
-Lo sé. No le estoy defendiendo- dijo. -¿Has ordenado su muerte? ¿Matas a la gente?
Lentamente, Erik bajó el brazo. La ira asomó a sus ojos. -¿Quién te ha dicho eso? Antes de que
pudiera decir más, el teléfono volvió a sonar. Murmurando un improperio, contestó la llamada. -
¿Qué quieres?
Ella pudo escuchar la tenue voz de alguien hablando rápidamente en ruso, y lo que decía no
estaba agradando a Erik. Se enderezó y su expresión se volvió aún más seria. Volviéndose de
espaldas, comenzó a hablar ruso en voz baja. Viendo una oportunidad de escapar, Ella empezó a
bajarse de la cama, pero no se movió con suficiente rapidez. Para cuando sus pies tocaron el suelo, él
ya estaba delante de ella.
-Me tengo que ir- dijo fríamente. -Alguien acaba de disparar a uno de mis hombres. Ve a tu
-No es un consejo- espetó. -No salgas del cuarto hasta que vuelva. Vete. ¡Ahora!
Aterrorizada, Ella se levantó corriendo y cogió sus pantalones. Cuando llegó a la puerta, se
Había algo más en su rostro. También vio dolor. Quienquiera que acabase de ser asesinado, no
Capítulo Doce
El personal del club de Erik estaba bien entrenado. La noticia de la muerte de Leonid no llegó
a oídos de las autoridades, y cuando Erik se aproximó, Matvei montaba guardia junto al cuerpo.
-¿Qué demonios ha pasado?- Gruñó Erik mirando a Leonid. Aquel hombre había trabajado
La tristeza amenazó con desbordarle, pero se centró solamente en su ira. Había tres
explicaciones posibles. La primera era que uno de sus propios hombres le había disparado para
ascender dentro de la organización. Era algo que sucedía más a menudo de lo que a Erik le hubiera
gustado admitir. La segunda era que otro traficante había decidido que no quería a Erik en su
territorio, y había disparado al mensajero. La tercera y más probable, era que fuera obra de un
-No lo sé, jefe- dijo Matvei en voz baja. Erik sabía que Matvei estaba afectado. Leonid era su
mejor amigo. -Me fui poco después de las 3 de la mañana, después de asegurarme de que las chicas
se fueran a casa. Leonid seguía aquí. Dijo que tenía unos asuntos que atender. He llegado unos
La mirada de Erik se posó sobre Leonid. Le habían disparado en mitad de la pista de baile,
-¿Estaba sólo?- preguntó Erik con voz tranquila. -¿Hay algún indicio de que la puerta haya
sido forzada?
Matvei sacudió la cabeza. -No, pero cuando he llegado no estaba cerrada con llave, y las
cámaras de seguridad estaban apagadas. No estarás pensando...- cerró la boca de golpe, pero Erik ya
sabía lo que iba a decir. Todo apuntaba a que Leonid había dejado entrar a su asesino, pero él nunca
¿O sí?
-Nada de policía- murmuró Erik. -Límpiale y llévale a una funeraria. Quiero que lo envíen a
Rusia para que su familia pueda despedirse de él. Voy a llamar a mi padre. Él se asegurará de que el
féretro pase los trámites de la aduana.
Matvei asintió con la cabeza. –Sí, Leonid querría regresar a casa. Me pongo manos a la obra.
matado. Habla con todos mis hombres. Y con cualquier traficante con el que hay tratado Leonid.
Prefiero que no mates a nadie, pero quiero respuestas- dijo Erik con firmeza. Incluso si Leonid
estaba trabajando a sus espaldas, la única persona que debería haber derramado su sangre era el
propio Erik.
Mientras sus hombres movían el cuerpo de Leonid y limpiaban la escena del crimen, Erik sacó
el móvil y llamó a Nestor, el jefe de seguridad de su casa. -Tenemos un problema- dijo en voz baja. -
Leonid está muerto. Os quiero a todos armados y alerta. Que nadie entre ni salga de la casa a menos
que yo lo autorice.
-Sí, jefe.
Se produjo un silencio antes de que la joven comenzara a hablar. -No te enfades conmigo.
-Estoy muy cabreado por lo de esta mañana, pero ya hablaremos de eso más tarde. Leonid está
muerto.
-¿Valeria?
Erik se pasó una mano por el cabello y sacudió la cabeza. -Tal vez- murmuró. -Pero Leonid fue
asesinado a primera hora de la mañana. Si han sido Yashin o Valeria, lo han hecho antes de que la
rechazara.
Dina aspiró con fuerza y Erik se dio cuenta de que estaba llorando. -¿Qué me querías decir?
-Le he dicho a Ella que se encierre en su habitación. Cualquiera que haya estado en la casa
recientemente, sabe que es nueva, americana y débil. No puedo permitir que alguien la use para
-Pues no lo sé, Dina. Pero alguien le ha dicho que soy un asesino- exclamó en tono gélido.
-Lo siento- murmuró ella. -Es que no sé por qué la has contratado. Sólo trataba de protegerte.
Erik seguía molesto, pero no podía culpar a la joven por querer asegurar su integridad. -Ya
hablaremos de eso más tarde. Sabe que ocurre algo porque le he dicho que se quede en su habitación.
-No seas tonta- espetó Erik.- Tiene contactos en la ciudad. Si muere, alguien se dará cuenta y
Antes de que pudiera hacerle más preguntas, colgó e hizo otra llamada. Si Yashin seguía en la
ciudad, necesitaba saberlo. Cuando su personal le confirmó que Yashin estaba en su casa de Las
Vegas, Erik colgó. -Matvei, mantenme informado. Estaré fuera un par de días.
-A Las Vegas.
Erik no se llevó a nadie con él. Le dijo a su chófer que necesitaba ayuda en la casa y condujo
él mismo a la ciudad del pecado. Sobrepasando el límite de velocidad, llegó a su destino en poco
más de cuatro horas. Yashin habría tenido tiempo de sobra para matar a Leonid y regresar a Las
Vegas, pero Erik creía que si hubiera sido él, se habría quedado en San Diego para ser testigo de lo
que ocurriría después.
Lo primero que había hecho cuando llegó de Rusia, fue familiarizarse con el territorio de
Yashin. Por un lado, quería entender su organización en caso de que se casara con Valeria, y por otro,
quería estar preparado por si Yashin se convertía en un enemigo. A pesar de no haber pasado mucho
tiempo en aquella ciudad, no tuvo problemas para orientarse por ella.
Situada en la parte trasera del Sendero Español, la finca de Yashin destacaba entre las otras
mansiones de una acaudalada urbanización de lujo. Erik ni siquiera pestañeó al bajar la ventanilla y
anunciarse al personal de seguridad.
El guarda llamó a la vivienda de los Yashins e hizo un gesto a Erik para que entrara. Estaba
Tardó varios minutos en dejar atrás las otras mansiones. Erik tuvo que pasar por otra verja con
otro guarda de seguridad, pero este no era un trabajador cualquiera de agencia. Transportaba una
Erik aparcó en una rotonda pavimentada y arrojó sus llaves al hombre que esperaba en las
-¿Cuatro? Parece un poco exagerado- murmuró, mientras se acercaba a ellos. -No estoy
armado.
-Somos del comité de bienvenida- dijo uno de ellos con una horrorosa sonrisa. Tenía los
dientes amarillos y torcidos. Erik no sabía cuánto pagaba Yashin a sus hombres, pero estaba claro
-Me doy por bienvenido- dijo Erik, arrugando la nariz. Los guardas abrieron la puerta y le
escoltaron a través de ella. Yashin le esperaba con los brazos abiertos en el rellano de una gran
escalinata.
-El mismísimo Erik Chesnovak. Qué honor. ¿Por qué ha conducido tantos kilómetros para
verme el hombre que acaba de rechazar mi generosa oferta? A menos que hayas cambiado de
opinión.
Tomando una decisión instantánea, Erik optó por no decirle nada sobre la muerte de Leonid. -
No, no he cambiado de opinión, pero he venido a tantear el terreno. Espero que podamos mantener la
paz.
Yashin comenzó a bajar las escaleras. Era un hombre de unos 50 años que todavía estaba en
forma saludable. El sol de Las Vegas le sentaba muy bien. Era apuesto y estaba bronceado. Erik sabía
que encajaba perfectamente con los ricos magnates de Las Vegas y las cabareteras a las que atraía el
dinero fácil.
-Tal vez debamos tener esta conversación en un lugar más privado- dijo Yashin cuando llegó a
la altura de Erik. Le condujo por un pasillo a un cuarto con paredes de cristal. La vista era
-Es bonita, ¿verdad?- Preguntó Yashin, abriendo un mini bar y sacando una botella de whisky.
-Tengo que admitir que me estoy cansando de la ciudad. No me importaría vivir más cerca del
océano.
Aquel comentario no le pasó desapercibido a Erik, pero no reaccionó ante la velada amenaza.
-Espero no haber ofendido a tu hija con mis palabras de esta mañana, pero no me ha hecho gracia su
visita sorpresa, ni la forma en que trata a mi personal. Aceptó la bebida y la saboreó, vigilando de
cerca a Yashin. Aquel hombre era difícil de interpretar.
-Valeria es obstinada. Estoy muy orgulloso de ella. Quería un hijo, pero me alegra tener una
hija a la que ningún hombre puede someter. Dicho esto, no me ha gustado cómo la has tratado esta
Ambos sabían que Valeria tenía un corazón de piedra, pero Erik no dijo nada. -Me prometiste
tiempo para establecer mi operación, y tu hija me estaba exigiendo una respuesta inmediata. Tengo
que estar seguro de que mis futuros socios sepan cumplir órdenes.
paciencia. Estoy seguro de que podremos llegar a algún tipo de acuerdo. Cuando llegaste, tu padre
-En la mayoría de los casos, cuando se cancela una boda, los padres de la novia reciben algún tipo de
restitución económica. Los depósitos para el restaurante, el banquete, el entretenimiento y el vestido
no son nada baratos. Sólo quiero lo mejor para mi hija.
Erik entrecerró los ojos. -¿Me estás diciendo que has pagado una boda a la que aún no había
accedido?
-Claro que no- dijo Yashin, con un movimiento de la mano. Le dedicó una amplia sonrisa. -
Tras depositar el vaso de whisky vacío sobre una mesa, Erik se cruzó de brazos. -Supongo que
Yashin sonrió. -Creo que lo mejor para ambas partes es que nos atengamos a la opción
tradicional. Estoy seguro de que podemos encontrar la manera de que todo funcione si me entregas
sensación de que había algo más. -Y ¿por qué querrías mi club? Apenas está establecido.
-Más que tu club, quiero tu clientela. A mi hija le gusta San Diego, y tener en el bolsillo a un
juez, a un comisario de policía y al senador del estado, nos facilitaría mucho la transición. Estoy muy
impresionado con tu negocio y lo rápido que has hecho que funcione. Riéndose, Yashin sacó un
móvil del bolsillo y lo puso frente a Erik para que pudiese ver la pantalla. Éste vio unas imágenes
tomadas con sus cámaras de vigilancia. -Tus mujeres son hermosas. Estoy seguro de que harían un
excelente
trabajo satisfaciéndome.
Erik ladeó la cabeza. -¿Sabes, Yashin? venía dispuesto a ofrecerte varios millones de dólares.
Seguro que Valeria habría encontrado algo productivo que hacer con el dinero. Amenazar la
-¿La seguridad de tus empleadas?- Repitió Yashin con expresión asombrada. -Trataría a tus
Erik conocía la reputación de Yashin con las mujeres. Tomaba lo que quería y las encerraba
con amenazas contra sus familias. En su finca había al menos trece mujeres en todo momento y,
aunque no tenían marcas de golpes, según los rumores les arrancaba el alma. Puede que Erik fuera un
criminal, pero protegía a sus empleados hasta el final.
-Tengo que pensármelo- dijo en tono tranquilo.- Dame al menos hasta el final del trimestre
para tomar una decisión. Confío en que me des ese plazo para considerar la oferta.
Yashin apretó los labios y le observó. Erik sabía que aquel hombre no creía ni por un momento
que le traspasaría el club, pero debía seguirle la corriente. Sería una grosería no hacerlo.
-Me parece justo. Me pondré en contacto contigo a finales de mes, para comprobar el progreso
del club.
-¿Significa eso que vas a atar en corto a tu hija?- Dijo Erik con rencor. -Mi equipo de
Yashin frunció los labios con disgusto. -No se te ocurra volver a comparar a mi hija con un
hombros y sonrió.
-Me alegro de haber tenido esta conversación, Erik. Me alegra que hayas acudido a mí.
Demuestra que eres un hombre de honor y respeto. Estoy deseoso de enterrar el hacha de guerra
entre nosotros. Espero que te quedes y disfrutes de mi ciudad unos días. Me encantaría proporcionarte
un buen entretenimiento. Tengo a unas mujeres deliciosas en nómina, y apostadores millonarios
Era un reto. Yashin quería ver si Erik era lo bastante hombre como para quedarse en la ciudad
-Acepto tu oferta- dijo Erik tranquilamente. –Tal vez quieras acompañarme en el casino.
Yashin rió y asintió con la cabeza. -Oh, sí. Me caes bien. Mis hombres te escoltarán, y tendrás
Erik ni siquiera parpadeó al darle la espalda. Puede que Yashin no tuviera palabra, pero no
era de los que disparaban a un hombre por la espalda. Sobre todo si se trataba de un hombre que le
caía bien. Erik pasaría las próximas veinticuatro horas en Las Vegas y luego regresaría a casa y
Capítulo Trece
Sentada con las piernas cruzadas en mitad de la cama, Ella contempló el teléfono que tenía
entre las manos. Había pasado la tarde anterior y toda la noche encerrada en su habitación, como
Erik le había ordenado. Dina le trajo comida, pero no tenía hambre. Un guarda armado estaba
plantado al otro lado de su puerta. Ya era mediodía y aún no tenía noticias de Erik.
Cuando llamó a su madre el día anterior, Heather estaba siendo sometida a más pruebas. Le
hubiera gustado volver a intentarlo aquella mañana, pero no creía poder entablar una conversación
sin echarse a llorar. Había transcurrido demasiado tiempo y, si esperaba más, su madre sospecharía
que algo iba mal.
Ciento veinte y ocho más ciento veinte y ocho son…. dos cincuenta… ocho, no. Doscientos
cincuenta y seis. Doscientos cincuenta y seis más doscientos cincuenta y seis son cuatrocientos...
quinientos doce.
-¡Ella!- Su madre sonaba fuerte y alegre. -¿Cómo estás, cariño? ¿Qué tal el trabajo? ¿Y tu
apuesto jefe?
-¡Mamá!- dijo Ella. No pudo evitar sonreír. -Intenté llamarte ayer, pero estabas ocupada
coqueteando con los enfermeros. Estoy muy contenta por la noticia. Por fin estamos teniendo suerte.
-Lo sé, cielo. Siento todo lo que dije. Ha sido muy duro desde la muerte de tu padre, pero tú
eres mi luz y voy a luchar para quedarme aquí contigo tanto tiempo como pueda. Pero el dinero que
Ella no estaba dispuesta a tener aquella conversación. -Pensaba que querías hablar de mi
apuesto jefe.
Riéndose, Ella retorció las sábanas con los dedos. -No sé qué pensar. No estoy segura de que sea un
buen hombre.
-No serías la primera mujer que se siente atraída por un chico malo, Ella. Ya te lo he dicho.
-No creo que mi instinto quiera lo mejor para mí.- Su cabeza le decía que echara a correr, y su
-No pienses tanto, Ella. Diviértete un poco- dijo su madre en tono burlón.
-No estoy segura de cuándo podré ir a verte, pero prometo llamarte mañana.- Si su madre
supiera... Alguien llamó a la puerta y Ella se despidió rápidamente y colgó. Con el corazón en la
-Soy yo- respondió Dina. -Te he traído el almuerzo, y no me voy a ir hasta que te lo comas.
Con cautela, Ella abrió la puerta y se asomó. La otra criada estaba en el pasillo con una
bandeja de comida y una expresión impaciente en el rostro. Abriendo la puerta del todo, Ella miró al
guarda. No era el mismo de antes.
-No tengo hambre- dijo Ella, pero Dina entró sin escucharla.
-Ya estás demasiado delgada. Si Erik regresa y te estás mala, me va a cortar la cabeza.- Dejó
la bandeja sobre la mesa y le quitó la tapa. -Mira, queso a la plancha y patatas fritas. Zoya casi llora
preparándolo, pero es un clásico americano, y no me iré hasta que lo termines.
Dina la miró con disgusto. -Estás comiendo una bolsa de patatas grasientas en medio de la
cama. ¿Te has hecho pasar por una criada todo este tiempo?
-Todas las habitaciones que tengo que limpiar ya están limpias- dijo Ella con un encogimiento
- El Sr. Chesnovak- recalcó Dina - -no se ha puesto en contactado conmigo. Ella, no puedes seguir
llamándole Erik. Ya destacas de por sí. Si quieres que la gente piense que eres una criada, vas a tener
que empezar a actuar como tal.
-Soy una criada- le espetó. -Si no estoy segura dentro de la casa, ¿por qué no puedo salir de ella?
-Claro- murmuró Ella. -Como que confío en ellos. ¿Y si le ha pasado algo? ¿Y si no regresa?
-¿Quieres no dejarte llevar por el pánico?- musitó Dina. -Come tu maldito sándwich. Al girar
la cabeza, Ella vio como la joven se secaba rápidamente los ojos con la mano. Sintiéndose estúpida,
dejó la bolsa de patatas y se bajó de la cama.
-¿Era amigo tuyo el hombre que ha muerto?- preguntó en voz queda, mientras cogía el
sandwich.
-Crecimos juntos, pero no éramos íntimos. Siempre fue… ¿cómo decís vosotros? Un borde.
Pero no quería que le mataran. Siempre fue leal al Sr. Chesnovak, y si los otros hombres se pasaban
conmigo, él siempre intervenía. Él y Matvei eran muy amigos y, bueno, Matvei me cae bien. No tengo
noticias suyas.
-Seguro que él y Erik están bien, quiero decir, el Sr. Chesnovak.- Ella puso una mano sobre el
brazo de la otra mujer. -Sé que no somos amigas, pero si quieres hablar, estoy aquí.
Dina resopló y se apartó. –Come tu maldito almuerzo. Esta noche volveré con la cena.- Ella
abrió la boca para protestar, pero la joven salió a toda prisa dando un portazo.
-Menuda compañía- murmuró, dejando el sándwich. -¿Cómo demonios hacen amigos los rusos
Se acercó a la ventana y retiró la cortina. No había señales de Erik, y tampoco de que ella
Cuando Ella abrió los ojos, todo estaba oscuro. Aunque no se oía nada en la habitación, sabía
respiración.
El colchón se hundió a su izquierda, y Ella se quedó sin aliento y rodó sobre la cama.
Golpeando a ciegas con el puño, se incorporó, pero alguien le sujetó los brazos y la obligó a
tumbarse. Abrió la boca para gritar, pero unos labios descendieron sobre ella, disipando su miedo.
Sus músculos se tensaron, reconociendo aquellos labios. -¿Erik?- susurró, cuando él se retiró.
garganta, y ella parpadeó. Poco a poco, sus ojos se acostumbraron a la oscuridad. Sus hermosos ojos
estaban clavados en los suyos.
-Relajándome en Las Vegas. En una suite de un ático, con todo el alcohol imaginable y varias
Ella apretó los dientes y se retorció bajo él, pero Erik no se movió. -Me alegro de que lo
hayas pasado tan bien mientras yo estaba encerrada. Si estuviste con tantas mujeres anoche, seguro
que estás más que contento de poder retirarte a dormir en tu propia cama.
Riéndose suavemente, Erik usó las rodillas para obligarla a separar las piernas. Ella no sentía
miedo. Sólo ira y deseo. Sabía que estaba desnudo, y quería tocarle con desesperación, pero sus
muñecas seguían inmóviles bajo sus manos. -Cuando me senté en el bar, una hermosa mujer se subió
sobre mí a horcajadas y dijo que podía hacer lo que quisiera con ella. Al regresar a la suite, había dos
mujeres desnudas divirtiéndose en mi cama.
Los celos se apoderaron de Ella, que apartó la cabeza. -No quiero oírlo- masculló.
-¿Por qué no?- le susurró él, lamiendo el lóbulo de su oreja. -¿Me has echado de menos, Ella?
-¿Acaso te importa?
muerdes el labio inferior. ¿Haces eso cuando me deseas, Ella? ¿Haces eso cuando piensas en
Ella intentó apartar aquella imagen de su cabeza e intentó liberarse de su agarre. -¿Por qué
Su mano se deslizó por su pierna desnuda y retiró el tejido de sus bragas. Antes de que pudiera
moverse, le introdujo un dedo bruscamente. -Quiero que te sientas tan atormentada como yo. He
tenido a las mujeres más sexys que te puedas imaginar a mi disposición, y ni siquiera las he tocado, y
todo por tu culpa. Créeme, he dejado muy claro que si alguien me interrumpe esta noche, le mataré.
Ella le creyó, y su cuerpo la traicionó. Su pulgar se deslizó por su clítoris y Ella se quedó sin
-No es Dios. Soy yo- gruñó él. Retirando la mano de su coño, le levantó la camiseta y se
Ella fue incapaz de decir nada. Todo el aliento la abandonó y se sintió indefensa frente a su
cuerpo. Cuando notó sus labios en el cuello, gimió y enredó los dedos en su cabello. Tras encontrar
sus labios, se abrió a él y olvidó todas sus preocupaciones.
-Esto no significa que confíe en ti- murmuró. Él la levantó ligeramente de la cama y le quitó la
camiseta.
-No quiero tu maldita confianza, Ella- rugió, colocando una mano por debajo de su rodilla y
levantándola. Restregando su coño contra su polla, le clavó las uñas en las espalda.
Erik la empujó bruscamente contra la cama y le levantó ambas piernas en el aire. Mientras le
quitaba las bragas, sus ojos relucían con lujuria. -Desde el momento en que te vi en el hospital, supe
que eras buena. Tan jodidamente pura. Apuesto a que saltarte el límite de velocidad es lo peor que has
hecho en tu vida. Quiero hacerte sudar. Quiero hacerte gemir. Quiero ver cómo te sienta el
pecado.
Horrorizada, colocó un pie en su pecho. -Eso no es lo más romántico que me han dicho- le
espetó.
-Oh, Ella. Si quieres romanticismo, no soy el hombre adecuado. Pero si quieres placer, soy
todo tuyo.- Apartando el pie, se inclinó hacia delante y rozó la apertura de su coño con su erección.
Pero no quería.
Envolviendo su cintura con las piernas, levantó las caderas y profirió un grito cuando él se introdujo
unos centímetros. Había pasado mucho tiempo, pero él no la forzó.
Apoyando la parte superior de su cuerpo sobre los codos, se meció delicadamente hacia
Entrecerrando los ojos, le pasó las manos por el pecho. Si no iba a ser romántico, no quería
dulzuras. No sabía mucho acerca de Erik, pero sabía que no le había mentido sobre la naturaleza de
su relación. Si no iba a darle más que un par de noches en la cama, no podía permitirse pensar que iba
a haber más.
-No vas a conseguir lo que quieres de mí si paras para preguntar si estoy bien.
Una sonrisa fría se dibujo en su rostro, empujó las caderas hacia adelante y se hundió en ella
con más profundidad. Clamando ante la invasión, Ella arqueó la espalda y cerró los ojos. Durante los
últimos años, su vida no había sido más que una lucha continua, y aquel hombre, palpitando dentro de
ella, le estaba dando a probar la libertad.
No fue delicado. Incorporándose, se aferró a sus caderas y la atrajo bruscamente hacia sí. De
aquella forma, pudo embestirla a más profundidad y más rápido. Ella se sentía como si su cuerpo
estuviera en llamas.
-Joder- gruñó él, y se inclinó para presionar sus labios contra los de ella. -No te puedes hacer
idea de cómo me atormenta esta boca. Ella, necesito oírte gritar. Necesito escuchar cómo te corres.
Envolviendo los brazos alrededor de su cuerpo, Ella enterró su rostro en el hueco de su cuello
y abrió la boca para succionar su piel. La tensión aumentó dentro de ella y ya estaba lista para
explotar.
-Cariño- gimió él. -Oh, cariño, me haces sentir tan jodidamente bien.
Erik retorció las caderas y le rozó el punto sensible dentro de ella. Extasiada, Ella deslizó las
manos sobre el sudor de su espalda, sintiendo cada músculo. Se tensaban bajo su tacto y supo que
Él se aferró a sus caderas y los giró a ambos. Al empujar su pecho con la palma de la mano,
Ella arqueó la espalda y Erik la penetró aún más, gruñendo. -¿Te gusta estar encima, cariño?
-Necesito más control- murmuró ella, moviéndose lentamente sobre él. -Sólo un poco más.
-¿Para qué?- Los dedos de Erik se clavaron en su piel, y sus ojos nunca abandonaron los de
ella.
desahogarse era más de lo que podía soportar. Erik sacudió las caderas y se hundió más en ella. Una
y otra vez. -Contéstame- exigió con brusquedad. -¿Para qué?
-No estoy preparada- exclamó. -Mierda, no estoy preparada para que esto termine.
Moviendo una mano entre ambos, Eirk presionó con fuerza el pulgar contra su clítoris. -
Ya fuera su promesa o porque no pudo aguantar más, todo su cuerpo se tensó, atravesado por
Él volvió a cambiar de posición de inmediato. Sujetándole las manos por encima de la cabeza,
la embistió una vez más y su cuerpo comenzó a dar sacudidas mientras derramaba su semilla dentro
de ella.
Cuando Erik se derrumbó, apoyó todo su peso sobre su cuerpo. Ella abrió los ojos y miró el
techo, liberando sus brazos. Deslizando los dedos suavemente sobre su piel, no tenía nada que decir.
La respiración de Erik era irregular y sabía que seguía despierto, pero él tampoco dijo nada.
Capítulo Catorce
Erik abrió los ojos poco a poco. Adormilado, vio el perfil de la mujer que dormía entre sus
brazos. Tenía una pierna entre las suyas, y sintió la calidez de su coño al moverse.
-Ah, joder- susurró al darse cuenta de dónde estaba. Había regresado a casa desesperado por
un trago, pero en lugar de eso, se había encontrado a sí mismo subiendo las escaleras con una sola
cosa en la mente - penetrar a Ella.
Levantando un brazo, se separó poco a poco de ella. Ella se agitó en sueños y se giró hacia él.
Al alzar la rodilla, Erik consiguió escabullirse y se levantó rápidamente. Ella extendió una mano y él
contuvo el aliento durante un instante. Pero su cuerpo se relajó y comenzó a respirar con regularidad.
Pasándose las manos por el cabello, Erik sacudió la cabeza. Jamás se había escabullido de
una cama, pero no iba a poder soportar ver la expresión de los ojos de Ella cuando despertara.
Recogiendo su ropa del suelo, se vistió sin hacer ruido y salió. La noche anterior había
relevado al guarda de sus funciones. Erik no había querido que les oyeran.
Tras entrar a su habitación, se dirigió directamente a la ducha. Tras abrir el grifo del agua fría, se
colocó bajo el chorro y esperó a que toda intención de regresar al cuarto de Ella se disipara.
Maldita sea, era deliciosa. Estrecha, húmeda y cálida. Cada gemido que arrancó de ella había
sido genuino, y vio un ardor en sus ojos azules, que nunca iba a olvidar.
Le dijo que no había terminado con ella, pero no podía tomarla de nuevo. Erik nunca se había
Yashin había cumplido su parte del trato. Las Vegas había sido toda una experiencia, pero Erik
no podía dejar de pensar que había sido una especie de última cena. Le habían servido bebida tras
bebida, pero él se había tomado tres y tirado el resto, haciendo todo lo posible por mantener el
control. Ni siquiera se había sentido tentado por las mujeres, pero la libertad que ofrecía Las Vegas
era muy seductora. Sin un padre al que complacer. Sin gente a la que proteger. Sin un legado que
perpetuar.
Con un suspiro, cerró el grifo y sacudió el exceso de agua de su cabello. Hasta que no
-Lo siento, jefe- dijo Matvei. –Leonid tenía una tarjeta en el bolsillo. Casi no la encontramos.
-No entiendo mucho de flores, jefe, pero se parece un montón a las del club.
Una orquídea negra. -Se está burlando de mí. Joder. Es Rostilav o Valeria. ¿Por qué le mataron
antes de obtener una respuesta? Matvei, voy a hacerte una pregunta, y quiero que me conteste con
sinceridad.
-Sí, jefe.
Erik tomó una respiración profunda y cerró los ojos. -¿Ha hecho Leonid algo sospechoso
últimamente?
-No. Y no lo digo porque era mi amigo. Sé que Leonid no haría nada contra ti, jefe. Era de los
Seguramente Matvei tenía razón y Leonid había muerto por eso. Pellizcándose el puente de la
-Ha sido una trampa desde el principio- musitó. -Yashin sabía que nunca me casaría con su
hija, pero quería el club de todos modos. Él o Valeria debieron pasar por el club aquella noche en
busca de algo. Ella ha estado encandilando al personal de seguridad todo el mes, no le habría sido
difícil colarse. Apagaron las cámaras de seguridad y lo mataron cuando no encontraron lo que
querían.
Erik comenzó a pasear nerviosamente por el cuarto de baño. -¿Qué puede haber tan valioso en
el club? ¿Qué buscaban? Matvei, voy a dejar ir a todo el personal que no sea esencial. Quiero que te
reúnas con ellos en el refugio.
toalla por su cuerpo desnudo antes de enfundarse en unos vaqueros y una camiseta. Tras abrir la
puerta de golpe, bajó corriendo por las escaleras. -Quiero a todo el mundo en el conservatorio,
ahora- ordenó al guarda más cercano. -Avísales.
Quince minutos más tarde, Erik se encontraba frente a todas las personas que habían
abandonado sus hogares para servirle. -Tenemos un problema- dijo. -Parece que Yashin ya no quiere
cooperar. Creo que nunca quiso. Está mejor establecido y tiene más personal que nosotros. Si nos
refugio. Os escoltarán cuatro hombres armados, y Matvei se reunirá con vosotros allí. Tenéis veinte
minutos para preparar el equipaje, sólo lo esencial.
Todos le miraron, pero ninguno de ellos parecía asustado. Habían pasado toda su vida con él y
su familia, y sabían lo peligroso que podía llegar a ser. Asintiendo, se dispersaron con calma. Erik se
dirigió a los guardas.
-El refugio está equipado con todo lo necesario y hay dinero en metálico para emergencias en
el suelo, debajo del sofá. Quiero tres hombres de guardia en todo momento.
La primera persona en regresar con una bolsa colgada del hombro fue Dina. -¿Qué va a pasar
-Ella no es como tú- respondió él. -No está entrenada para enfrentarse a este tipo de
situaciones, y no quiero que distraiga a los guardas. Se quedará conmigo hasta que encuentre un
lugar seguro.
-Eres un blanco- afirmó Dina con un tono de censura. -Y Valeria sabe lo que sientes por ella.
-Gracias a ti- dijo él con voz sombría. -No te preocupes por ella y deja de fingir que sabes lo que
siento. Mueve el culo.
Mientras su personal se montaba en los coches, Erik fue a despertar a Ella. La Orquídea Negra
podía dirigirse sola durante una semana, que es lo que tardaría su padre en mandar refuerzos. Hasta
entonces, sólo tenía que pasar desapercibido.
Se sentía como si estuviera huyendo. Como si estuviese haciendo trampas. Pero Dina tenía
razón. Valeria había reparado en Ella, y no iba a servírsela en bandeja para ser sacrificada.
Cuando abrió la puerta, Ella ya estaba levantada y se estaba vistiendo. Se giró mientras se
ponía una blusa y Erik pudo ver un destello de piel. -Podrías llamar- murmuró ella. -¿O lo de anoche
fue una invitación para que entres cuando te apetezca?
-No tengo tiempo para esto- dijo él. -Haz la maleta. Nos vamos.
-¿Nos vamos?- preguntó, con el ceño fruncido. -¿Y a dónde demonios vamos? ¿Me estás
Erik inhaló bruscamente al ver movimiento por la ventana. Cuatro vehículos negros estaban
estacionados en la entrada. No había recibido ningún aviso por parte de seguridad, lo que únicamente
podía significar una cosa – sus guardas estaban muertos.
-No hay tiempo que perder- dijo, agarrándola de la mano. -Tenemos que irnos ya.
-Erik- chilló ella, siendo arrastrada fuera de la habitación. -¿Qué demonios está pasando?
-Deja de discutir- rugió él, tirando de ella escaleras abajo. -Tenemos que alejarnos de aquí lo
antes posible. Si conseguimos llegar al club, podré echar mano de algún dinero y…- se detuvo
-¿Qué ocurre?
Justo cuando llegaban al final de las escaleras, se abrió la puerta principal y entró Valeria, que sonrió
con frialdad y les apuntó con un arma. -Hola, querido. Me han dicho que lo pasaste muy bien en Las
Vegas sin mí. Se suponía que iba a ser nuestra luna de miel.
Erik se plantó delante de Ella. -No hay necesidad de seguir mintiendo- dijo él sarcásticamente.
-Los dos sabemos que nunca tuviste ninguna intención de casarte conmigo.
-Eso no es cierto. ¿Qué mujer no querría tenerte en su cama todas las noches? Tenía toda
intención de casarme contigo, pero mi padre pensó que no picarías. Odio que tenga razón. Por lo que
no hemos tenido más remedio que pasar al plan B-. Ladeó la cabeza y agitó el arma. -¿Es esa tu
Moviéndose lentamente, colocó a Ella contra la pared. La libertad estaba a unos pocos metros
La orquídea negra fue un bonito toque- dijo Erik. -Leonid era mi amigo.
-Leonid era un idiota- prorrumpió Valeria. -Sólo tuve que llamar a la puerta, contarle el cuento
de que iba a verte, y me dejó entrar. Era hora de que alguien le metiera una bala en el cerebro. Nunca
me cayó bien.
-¿Qué es lo que quieres, Rostilav? No voy a entregarte las escrituras del club, así que has
Erik se tensó. -¿Para que puedas dispararle? Voy a tener que negarme.
Valeria levantó el arma. -Desde esta distancia puedo disparate y a ti y alcanzarla también a
ella. Tú eres un poco más alto, por lo que podría apuntar a su corazón y tú sobrevivirías.
Observándola con furia, se apartó y tiró de Ella, que se aferró a su mano. -No sabía que tu
club fuera tan deseable- dijo, con voz fuerte y clara. –Seguro que se puede obtener de forma legal.
-Qué graciosa- exclamó Valeria con una carcajada. -¿Cree que eres el dueño de un negocio?
-Es el dueño de un negocio- dijo Ella con el ceño fruncido. -He estado en su club.
-Eres la cosa más tierna que he visto jamás. Voy a tomarme mi tiempo contigo- afirmó Valeria
con una sonrisa. -Tu caballero de resplandeciente armadura es un capo de la mafia rusa, querida.
-Una loca te está apuntando con una pistola ¿y tú te molestas por cómo me gano la vida?-
Ella palideció visiblemente y dio un traspié. -Dios mío. Eres un capo de la mafia.
Viendo una oportunidad, la empujó con fuerza hacia la esquina. Valeria chilló y se oyó un
disparo, pero Erik ya tenía un brazo alrededor del hombro de Ella y ambos estaban atravesando la
puerta del salón. Tras cerrarla con llave, condujo a Ella al centro de la habitación.
-Voy a morir en esta sala- murmuró ella, mirando a su alrededor. -En medio de todas estas
estúpidas antigüedades.
Erik retiró la alfombra y asió la empuñadura de una trampilla que había en el suelo. -Mantén la
calma, Ella- dijo con los dientes apretados, abriendo la puerta oculta.
-¿Hay túneles debajo de la casa?- preguntó ella con ojos desorbitados. Cuando las balas
comenzaron a golpear la puerta, Erik la empujó dentro y la siguió por la corta escalera, cerrando la
trampilla tras ellos. Después de asegurarla, buscó un interruptor y encendió una luz.
-"Túneles" es un poco exagerado- dijo en voz baja. -Es más bien uno, y lleva a la caseta de la entrada,
donde podremos coger un coche. Mueve el culo.
Las bombillas parpadearon y Ella arrastró los pies. -¿Qué va a impedir que nos sigan? No
-La puerta es de acero compacto. Una vez que cerrada por dentro, nadie puede entrar. Ni
Ella tropezó y Erik tuvo que sujetarla por la cintura para evitar que cayera al suelo. -Sé que
estás asustada- le susurró al oído. -Pero estoy tratando de mantenerte con vida, así que tienes que
Agarró firmemente su mano y ambos corrieron por el túnel. Medía unos ochenta metros, y
aunque sus zancadas eran mucho más pequeñas que las de él, logró seguirle el ritmo. Al final del
Ella dio un paso atrás. Apoyándose en los peldaños, Erik abrió la puerta con cuidado. Tal y
como había sospechado, los guardas estaban muertos. Tras abrir la puerta del todo, entró en la garita.
-No te asustes y no grites- dijo en tono tranquilo, mientras le ayudaba a salir. Ella contempló
aquel sangriento espectáculo con los ojos desencajados, pero mantuvo la boca cerrada.
Erik tomó unas llaves de la mesa. Tras abrir la puerta de la minúscula oficina, volvió a agarrar
su mano y la condujo hasta unos coches aparcados fuera. Utilizando el mando a distancia, encontró el
coche y se metió dentro.
-Entra.
Tras arrancar el vehículo, salió del aparcamiento intentando no hacer demasiado ruido y se
dirigió al club. En el asiento del pasajero, Ella se inclinó hacia adelante y apoyó la cabeza en las
rodillas. -Eres un capo. ¿Cómo demonios puedes pertenecer a la mafia? ¿Por qué me has contratado
-¿Qué? Que sea un criminal no significa que no pueda hacer cosas buenas- dijo, mirando en el
espejo retrovisor. Esperaba que Valeria y su padre creyeran que la trampilla era un bunker, en lugar
de la entrada de un túnel.
-¿A dónde demonios vamos? Quiero que me dejes aquí. No quiero estar cerca de ti- dijo Ella,
La ansiedad se acumuló en el pecho de Erik y éste tragó saliva. No le cabía duda de que iba a
odiarle después de aquello, pero si la dejaba ir, era mujer muerta. Ella no era la clase de persona que
sabía cómo sobrevivir.
-Tenemos que ir al club. Allí tengo dinero, y hay algo que tengo que coger antes de que lo haga
Yashin.
-¿El qué?
Erik la miró con cautela. -Pruebas de que varios hombres poderosos de la ciudad disfrutan de
-¿Hombres poderosos?- Ella sacudió la cabeza y se volvió hacia la ventana. -¿En qué
Capítulo Quince
Ella hizo un esfuerzo por mantener la calma, pero en su cabeza se acumulaban miles de
pensamientos. Cuando se despertó aquella mañana, estaba molesta porque Erik se había escabullido
del dormitorio. Ambos eran adultos. Debería ser responsable de sus propios actos.
Pero era difícil culparle cuando ella ni siquiera sabía qué sentía por él. Erik era un asesino.
También era el mejor amante que había tenido.
Mientras Erik se dirigía a toda velocidad a un club en el que, por lo visto, altos funcionarios de su
ciudad follaban y se drogaban para escapar de la realidad, Ella sólo podía concentrarse en una cosa.
La mafia rusa. ¿De verdad era tan estúpida que no se había dado cuenta antes? ¿Un acaudalado
ruso con multitud de guardas armados? Por supuesto que se dedicaba a algo ilegal.
-Tranquilízate, Ella- dijo Erik con frialdad. -Puedes entrar en pánico cuando lleguemos al
refugio.
Una risa histérica comenzó a formarse en su garganta. -¿Y cuánto tiempo planeas tenerme en el
refugio, Erik? Accedí a limpiar tu casa. ¡No me dijiste nada de huir para salvar mi vida!
Frustrada, golpeó el salpicadero con las manos. -Sabía que la oferta era demasiado buena para
ser verdad.
-Ella, te firmaré un cheque por quinientos mil dólares ahora mismo si respiras hondo e intentas
calmarte.- El coche frenó cuando Erik giró a la izquierda. Ella miró por la ventana y vio que se
-Abrimos para almorzar- dijo él con el ceño fruncido. Tras aparcar el coche, apagó el motor. -
Eso nos va ayudar. Yashin no se arriesgará a hacer nada violento durante los horarios de apertura. Si
sale a la luz cualquier indicio de actividad delictiva, nadie importante volverá a poner un pie aquí.
-¿Supongo que no hay un túnel debajo del club en caso de que tengamos que huir?
-Lo siento, cielo. No tenemos esa suerte. Pero no te preocupes. Sólo necesito diez minutos.
-Estupendo.- Ella se frotó las manos en los muslos nerviosamente. -Te espero aquí.
-Claro. No en estos momentos. Pero sólo porque seas el menor de dos males, no te hace ser
menos malo.- Ella agarró la manija de la puerta y la abrió con brusquedad. Furiosa, la cerró de un
portazo tras ella. -¿Vienes?- preguntó, enfadada.
-Cuando acabemos aquí, vamos a tener una charla sobre tu actitud- murmuró él, saliendo del
coche. -Voy a asegurarme de que el club cierre después del almuerzo. No hables con nadie, y no te
separes de mí.
A pesar del miedo, Ella tuvo que contenerse para no poner los ojos en blanco. Aferrarse a
Él colocó un brazo alrededor de su cintura. Para cualquier transeúnte, parecían una pareja de
amantes. Se relajó y saludó a la azafata. -¿Buenos clientes?- preguntó Erik en tono casual.
-¡Sr. Chesnovak! No le esperábamos tan ponto. Sí, hoy tenemos buenos clientes. Un grupo de
-Siempre que gasten dinero...- dijo él, con una sonrisa. -Sólo estaré aquí unos minutos.
¿Puedes enviar al gerente a mi oficina? Dile que es importante. Y que quiero las notas de la reunión
del mes pasado.
La azafata sonrió alegremente. -Por supuesto, señor. ¿Quiere que me envíe a una camarera?
-No. No voy a estar mucho tiempo. Disfruta del resto del día. Ah, y ¿cariño? Si alguien
pregunta, no estoy aquí.- Condujo a Ella entre la multitud, más allá de la barra del bar y a través de la
pista de baile. Algunas miradas se dirigieron hacia él, pero no se detuvo.
Ella observó con la boca seca cómo sacaba un puñado de llaves y abría una puerta. La
atravesó y se quedó sin aliento. Al otro lado, cinco hermosas mujeres haraganeaban junto a la pared.
-Sr. Chesnovak, qué sorpresa más agradable- dijo una atractiva rubia que se acercó
No hables con nadie. Ella se cruzó de brazos y lo miró enfadada. Inclinándose, Erik susurró algo en
el oído de la rubia, que sonrió socarronamente y se apartó de su camino. Erik colocó un
-Ah, claro. Tú me puedes preguntar si estoy celosa, pero yo no puedo decir nada de las
rameras de tu club.- Se detuvieron de repente, Erik abrió otra puerta y la hizo pasar.
-Siéntate. Cuando llegue el gerente, no digas ni una palabra sobre los Yashins. ¿Entendido?
Ella mantuvo la boca cerrada pero no se sentó, sino que comenzó a pasear de un lado para
otro.
Tras descolgar un cuadro de la pared, Erik reveló una caja fuerte. Mientras giraba el dial para
Murmurando por lo bajo, Ella abrió la puerta. El hombrecillo nervioso que estaba al otro lado
parpadeó sorprendido al verla. -Lo siento mucho- balbuceó. -No sabía que el Sr. Chesnovak tuviese
compañía.
-No pasa nada, Frank. Entra, por favor- dijo Erik, cerrando la caja fuerte y metiéndose un
Frank asintió y le entregó una carpeta. Tras abrirla, Erik miró en su interior y sonrió. Ella
intentó echar un vistazo, pero él la cerró antes de que pudiese ver algo. Aún así, sabía que eran las
pruebas que querían Valeria y su padre.
-Quiero que cierres el club después del almuerzo. Y que no lo abras hasta nueva orden. Ofrece
descuentos y mis más sinceras disculpas por cualquier pedido especial que haya reservado para este
fin de semana. Dile a la gente que tenemos un problema con las cañerías.
-Sí- dijo Erik, mirándole fijamente. -Dile al personal que no se preocupen. Que serán
compensados por las horas perdidas.- Echó un vistazo a los monitores que había en las paredes y
Ella siguió su mirada y sintió cómo se le aceleraba el corazón. Valeria y dos hombres estaban
entrando por la puerta principal.
Tras rebuscar unos instantes en los bolsillos, Frank sacó un llavero y extrajo una llave. -Es el
¿En serio? Ella se quedó mirándole. ¿Este tío tiene un deportivo? - Gracias. Envíame la factura por el
alquiler. Ella, vámonos.
arrastró hacia el pasillo, pero en vez de ir por donde habían venido, echaron a andar en dirección
contraria. Cuando él produjo otra llave y abrió otra puerta, Ella sacudió la cabeza.
-No te asustes.
Ella estaba a punto de preguntar por qué, cuando salieron a un pasillo con puertas y ventanas a
ambos lados. Las ventanas tenían una especie de filtro negro sobre ellas, pero aún así, Ella pudo
distinguir varias siluetas contoneándose. Aquellos movimientos sensuales eran inconfundibles.
-¿En serio? Cabinas de strippers.- dijo en voz baja. -No sé si considerarlo hortera o no.
-No son cabinas de strippers, cariño, y en estos momentos son nuestro único método de
escape.- Tras abrir bruscamente una de las puertas, ambos entraron. Amueblada como una pequeña
sala de estar, la habitación contenía una silla tapizada - sin brazos - un diván y una mesa alta.
Después de asegurar la puerta por dentro, Erik encendió la luz. Colocó la silla de forma que quedara
frente a la ventana, se sentó, y le hizo una señal para que se acercara. -Más vale que lo hagas parecer
profesional.
Levantando las cejas, le señaló con un dedo. -Perdona. ¿Quieres que me suba encima de ti?
-Si la cabina está ocupada, no entrarán. Si ven que hay acción, supondrán que es otro
empresario con una de mis chicas. Y cuando estén convencidos de que no estoy aquí, se marcharán.
Así que ven aquí. Pueden ver nuestras siluetas, pero no los detalles.
Exhalando con fuerza, Ella le miró furiosa pero se aproximó. -Espera- dijo él. -Vas a tener que
-Ya te vi desnuda anoche- le recordó Erik. -No tienes por qué avergonzarte.
-No puedo hacerlo si sigues hablando- le espetó, dándole la espalda. Tras quitarse las
-Ya voy- murmuró. Después de girarse, se sentó sobre él a horcajadas y cerró los ojos. -Nunca
Ella sintió sus manos en la cintura. -Inclínate hacia mí- dijo él en voz baja. Siguiendo sus
-No soy una buena persona, Ella. Te ofrecí un montón de dinero para poder acercarme a ti.
Necesitaba poseerte desde el momento en que te vi, y contraté tus servicios con la esperanza de
Sintiendo lágrimas en los ojos, Ella intentó apartarse, pero él se lo impidió. -Sigue
-Quiero que sepas que soy un cabrón. Pero, aunque soy una persona horrible, soy tu única
salida. Nunca he tenido intenciones de hacerte daño, y te voy a proteger. Así que ódiame todo lo que
quieras, pero tienes que confiar en mí.
Ella abrió los ojos y le miró. -¿Te gusta destrozar a mujeres buenas?- preguntó. -Esas chicas
de las que siempre hablas. ¿Eran buena gente antes de que las convirtieras en putas?- Erik levantó las
rodillas hasta que ella no tuvo más remedio que presionarse contra él. Restregó el coño contra su
polla y, a pesar de todo, profirió un pequeño gemido.
Sonriendo de forma cruel, él dio una sacudida contra su cuerpo. -Eran putas mucho antes de
que cayeran en mis manos. Sólo les pago más y las protejo mejor. La mayoría necesita el dinero, y tú
no eres quién para juzgarlas, ¿verdad? Busca en tu interior y dime que no estabas preparada para
hacer todo lo que te pidiera con tal de poder pagar la operación de tu madre. Puedes comportarte
como si estuvieras escandalizada, pero ambos sabemos que si me hubiese bajado la bragueta el
Ella le abofeteó con fuerza. -Desgraciado. Creo que prefiero arriesgarme con tu ex novia.
Antes de que pudiera apartarse de él, Erik la agarró por las caderas y la llevó a la mesa. Ella
sólo tuvo que girar un poco la cabeza para mirar por la ventana a la gente del pasillo.
-¿Ves esas formas de ahí fuera?- susurró Erik en su oído. -Es Valeria. Estas cabinas están
diseñadas para que la gente mire, y a algunos les gusta ser observados. Si enciendo ese interruptor de
ahí, podrá ver cada centímetro de tu piel. ¿Sabes por qué es famoso su padre?
Aterrorizada, Ella sacudió la cabeza. Erik movió una mano en dirección a su coño y ella no
pudo evitar mover las caderas. ¿Cómo era posible estar tan asustada y tan jodidamente cachonda a la
vez?
Erik besó suavemente el lateral de su cuello. -A Rostilav le gusta atar a sus mujeres, y no le
importa si ellas aceden o no. Si decides ir con Valeria, te garantizo que eso es lo que te espera. Yo, en
cambio, jamás he forzado a una mujer. Nunca me ha hecho falta. Di una palabra y nunca volveré a
tocarte.
Ella no dijo nada y él la empujó contra la mesa. Cerró los ojos cuando sintió su lengua a través
de las bragas.
Jadeando, levantó las rodillas para ofrecerle mejor acceso. Mientras continuaba lamiendo,
deslizó las manos por su cuerpo y le retiró el sostén para poder acariciar sus pechos.
Le pareció que había transcurrido una eternidad hasta que retiró las bragas y deslizó la lengua
lentamente por su coño. Gimiendo, casi se volvió loca de placer cuando le rozó el clítoris.
-Puedo hacer que te corras- susurró. -¿Quieres eso? ¿Quieres correrte aquí mismo, en esta
Por fin, se volvió hacia él. -¿Sabes? no sé qué quieres de mí. ¿Crees que si me salvas vas a
tener menos sangre en las manos? ¿O esperas que te redima de alguna manera?
Erik sonrió socarronamente. -¿No fantasean las mujeres con cambiar a los hombres?
-Tengo la sensación de que a ti te harían falta años para cambiar a mejor. ¿Tienes un plan para
sacarnos de aquí?
-Esta es la última cabina del pasillo. Si vuelven atrás para registrar el comedor, podemos
A una hora de distancia. Aquello le alejaría aún más de su madre. Ella no expresó su
preocupación en voz alta, pero si Valeria quería acabar con ella, no tardaría mucho en encontrar a su
madre.
Tan pronto como pudiese escapar, se dirigiría directamente al hospital. No había aguantado todo
aquello para que su madre muriese a manos de una rubia loca de bote.
Capítulo Dieciséis
Erik observó a Ella caminando sin rumbo por el interior del refugio. No había hablado mucho
desde que dejaron el club, y él tampoco estaba seguro de qué decir. Podía decirse a sí mismo que
aquello no era culpa suya, pero lo cierto es que le había invitado a su mundo sabiendo lo peligroso
que era.
Hay cuatro dormitorios- dijo con voz tranquila. -Puedes escoger el que más te guste. Tengo que
Sin decir palabra, Ella salió del salón y subió las escaleras. Después de comprobar las
cerraduras de las ventanas, Erik descolgó un teléfono fijo. -Padre- murmuró. -Tenemos un problema.
-¿Me estás llamando desde uno de los refugios?- preguntó el viejo Chesnovak en voz baja. Su
-Sí. Yashin está intentando hacerse con el control. Está buscando las fotos de los hombres que
vienen a mi club. Pensaba que erais amigos. ¿Qué demonios ha pasado?- gruñó Erik.
-¿Has rechazado a su hija?
-Eso no importa. Mataron a Leonid antes de que les diera una respuesta. El matrimonio podría
haber sido un plus, pero nunca fue una prioridad para él. He enviado a unos guardas armados a
proteger a mis empleados, pero los demás están muertos. Necesito refuerzos.- Erik miró con cautela
por la ventana. Aquel refugio era una casa en mitad de una barriada de clase media de las afueras. La
seguridad de aquel sitio no duraría mucho, pero su seguridad de clase alta tampoco había mantenido
alejado a Yashin. Su única esperanza era que los contratos de los refugios estaban escondidos en
-Puedo enviarte algunos hombres, pero tardarán al menos veinticuatro horas en llegar ahí, y
otras veinticuatro en armarse. ¿Qué probabilidades hay de que Yashin se haga con esas fotos? Usará
a esos hombres para hacerse con el club, y nunca podremos introducirnos en ese distrito. He
invertido demasiado dinero en esto para perderlo ahora.
-Tengo las fotos y los vídeos conmigo. Los clientes se mantendrán alejados por el momento.
Nos hemos inventado un problema de fontanería. Mientras permanezca escondido, estaré bien.- Erik
cerró las persianas y abrió el centro de ocio. Tenía una televisión de pantalla plana y tres monitores
adicionales para las cámaras del exterior. Extrajo el teclado y encendió los monitores.
-¿Estás solo?
Erik titubeó. Lo más probable era que su padre ya supiera la respuesta a aquella pregunta. -No.
-¿Se trata de una tal Ella Davis en la que pareces muy interesado? Danil me ha informado de la
situación.
En cuanto Erik le pusiera la mano encima a Danil, estaba muerto. -Sí. Es Davis. El resto del
-Hijo, no dejes que nada se interponga en el camino de tu seguridad. Esa mujer no es más que
una carga. Entiendo que quieras protegerla. Siempre has sentido debilidad por los inocentes, pero
esta operación es importante. Si puedes, llévala a un lugar seguro, pero tienes que deshacerte de ella.
Erik se aferró con fuerza al auricular, pero no discutió. Sería inútil. -Gracias por tu ayuda-
dijo. Su padre colgó sin despedirse y Erik hizo lo propio. Sería peligroso mantener a Ella a su lado,
pero Valeria no dudaría en usarla contra él, por lo que dejarla ir no era una opción.
Dos días. Sólo tenía que esconderse durante dos días y la familia Chesnovak acabaría con
Yashin. Erik no sentía ansias de matar a menudo, pero la mera idea de que alguien hiciera daño a
Cuando todo acabase, tendría que deshacerse de ella. No duraría ni un año en su mundo.
Pensar en dejarla marchar le hizo gruñir. Su cuerpo seguía encendido por el lap dance. Necesitaba
Tras subir las escaleras, llegó al segundo piso y escuchó el sonido del agua. Alguien había
A la mierda. Sin hacer ruido, abrió la puerta del cuarto de baño y se quitó la ropa. El vapor ascendía
hasta el techo cuando deslizó la mampara de vidrio. Ella lanzó una exclamación y se dio la vuelta.
Envolvió los brazos alrededor de su propio cuerpo en un intento por cubrir su desnudez.
La noche anterior, no había tenido oportunidad de verla bien, pero ahora aprovechó para
recorrer todo su cuerpo con los ojos. -Eres preciosa- murmuró, extendiendo una mano para tocar su
brazo desnudo.
Ella no se apartó, pero tampoco bajó los brazos. -¿Qué haces?- murmuró.
-Darme una ducha.- Empujándola delicadamente contra la pared, sintió cómo sus propios
-Sólo una contigo dentro.- Le inclinó la cabeza y deslizó un dedo por su mejilla. Ella se
estremeció ante su tacto, pero aún no se abrió a él. -Sé que estás asustada, Ella. Te sacaré de aquí con
vida.
-Tú eres el que me ha metido en esto. No soy el tipo de mujer que se acuesta con un hombre al
que apenas conoce. No dejo que me coman el coño delante de la gente, y desde luego no follo con
capos de la mafia.
Erik sonrió ante su descaro. -Antes de ser un capo, era tu héroe. Antes de follarte con la lengua
en la parte de atrás de un club, te di un descomunal orgasmo. Antes de todo esto, era un hombre en un
hospital.
Sus ojos se dilataron y Erik supo que estaba empezando a responder. Bajando la cabeza, la
besó suavemente. -No soy un buen hombre, y estoy acostumbrado a tener lo que quiero.- La besó de
nuevo.
-Ya tienes lo que querías. ¿Por qué iba a dejar que lo tuvieras de nuevo?
-Porque es lo que tú quieres.- Sus manos sed deslizaron por su cuerpo y ella relajó su postura.
Ambos reconocieron la señal y, mientras él sonreía, ella giró la cabeza. -No tienes por qué
avergonzarte, cielo. Me gusta lo receptiva que eres.- El agua caliente le caía por la espalda, pero no
fue nada en comparación con el ardor de su coño cuando él le introdujo un dedo. Ella se quedó sin
aliento y se aferró a sus brazos. Su cuerpo era suyo, y él usó la otra mano para sujetarla.
Mientras la follaba lentamente con su dedo, Ella movía las caderas, intentando acelerar el
Cuando notó que estaba cerca del orgasmo, retiró la mano, negándole el placer. Ella clavó las
Ella entrecerró los ojos y deslizó una mano entre ambos. Le asió la verga y el inhaló
bruscamente. -Si piensas que vas a jugar conmigo como si fuera tu esclava, te espera una sorpresa.
Le sostuvo la mirada mientras le acariciaba. Ambos sabían que se refería a algo más que a un
polvo rápido en la ducha. Apoyando los antebrazos en los azulejos a cada lado de Ella, comenzó a
mover las caderas en su mano. Aunque el tormento de su piel era suficiente para hacerle apretar los
dientes, no estaba dispuesto a otorgarle aquella ventaja. -Juega todo lo que quieras, cariño. Puedo
durar toda la noche.
Vio el enojo en su mirada y, para su sorpresa, Ella se deslizó por la pared hasta quedar de
rodillas. Antes de que pudiese detenerla, le atrapó en su boca, recorriendo con la lengua la base de su
erección. El placer inundó sus sentidos y gruñó al sentir su cálida y sedosa boca. Pero Ella no se
detuvo ahí. Antes de que se diera cuenta, movió la boca hasta la base de su polla y le apretó los
cojones.
-Joder- gimió él, estremeciéndose. La había subestimado. Si continuaba así, no duraría ni
cinco minutos.
-Ella, tú ganas- protestó, pasando los dedos por los mojados mechones de su cabello. Ella
regresó a la punta de su verga y él movió las caderas hacia atrás, pero en lugar de dejarle ir, ella se
aferró a su culo y volvió a metérselo entero.
Erik apoyó la cabeza contra la pared, incapaz de retirarse. Con su boca, Ella controlaba cada parte de
él y, por una vez en su vida, disfrutó renunciando al control. Su cuerpo dio unas sacudidas a medida
que se acercaba al orgasmo y, sin previo aviso, Ella se apartó.
Poniéndose en pie, se relamió los labios y le sonrió. -¿No es tan divertido, ¿verdad?
-Maldita sea, Ella- dijo con voz ronca, aferrándose a su cuerpo de forma brusca y haciéndola
girar. Ella se inclinó hacia delante de inmediato, y Erik deslizó un dedo dentro de ella para
asegurarse de que seguía húmeda. La mamada le había puesto aún más cachonda, y no perdió tiempo
en penetrarla en profundidad.
Sus gemidos resonaron en las paredes de la ducha, y él no tuvo piedad y la embistió con todas
sus fuerzas. Era muy estrecha y se ceñía firmemente a su alrededor, y Erik sintió que todo le daba
vueltas. En cuestión de minutos, Ella comenzó a temblar y a gritar mientras sus músculos se contraían
sobre su polla con la llegada de su orgasmo.
Podía haberse sumado a ella. Unas cuantas embestidas más y habría alcanzado el éxtasis, pero
no quería acabar aún. El agua se estaba enfriando, pero su cuerpo ardía con pasión.
Erik la giró con delicadeza y colocó el pulgar sobre su clítoris. Estaba muy sensible por el
orgasmo y Ella intentó zafarse, pero Erik presionó con más fuerza.
-Joder- sollozó, y se rindió. Él cubrió su boca con otro profundo beso mientras revivía
nuevamente su cuerpo. Deslizando el dedo dentro de ella, lo dobló ligeramente para acariciar aquel
delicado punto de placer, y su cuerpo se arqueó contra él.
-Eres una hechicera, ¿lo sabes?- le dijo con un tono de voz suave, mientras contemplaba su
rostro. Cada vez que gemía, cada vez que jadeaba, cada vez que se mordía el labio inferior para no
gritar, el deseo de Erik se acrecentaba. Nunca lo diría en voz alta, pero sabía que jamás se cansaría de
ella. Si por él fuera, nunca saldrían de la ducha. La tomaría una y otra vez hasta que ambos
Agachándose, atrapó un pezón en su boca y lo acarició con la lengua. Cuanto más se descomponía
ella, más obsesionado se sentía. Lo único que quería era que sintiera placer. Lo único que quería era
que le pidiera más.
-Erik, te necesito dentro de mí. Por favor- le suplicó Ella. -Por favor.
Enderezándose, la levantó contra los azulejos y ella le rodeó con sus piernas. La penetró con
fuerza y gruñó. Esta vez, no podría parar. Comenzó lentamente, intentando durar más, pero al
aproximarse al borde de aquella sensual locura, perdió el control. Tendría moratones por la mañana,
pero en aquel momento lo único que importaba era la sensación de su cuerpo alrededor del suyo.
A pesar de su agotamiento, Erik consiguió permanecer en pie y evitar que Ella cayera al suelo.
El agua estaba helada, y se inclinó para apagarla. -Espera, cariño- murmuró, cogiéndola en brazos.
Con "esto", se refería a él. La ira y el dolor hicieron mella en él, pero la sacó de la ducha. -
Vamos a secarte.
Ella se apoyó sobre el lavabo, de cara al espejo. Cogiendo una toalla del toallero, Erik
Erik se incorporó lentamente. -No quieres tener esta conversación- dijo. Moviendo la toalla,
-Si no quisiera tener esta conversación, no te habría preguntado. Te gusta decirle a la gente lo
que siente cuando no quieres hablar de algo. Tengo la sensación de que ni siquiera te das cuenta de
que lo haces- dijo, con voz fría. -¿Cuándo fue tu última relación?
mujer cuando quiero y me deshago de ella cuando he terminado. Sin sentimientos de por medio.
Ella se agachó y recogió la toalla del suelo. Tras enrollársela a su alrededor, se volvió y le
miró fijamente. No había enojo en su mirada. Sólo un extraño vacío. -Estoy huyendo para salvar mi
vida por tu culpa y ni siquiera me puedes dar una pizca de conexión a la que aferrarme.
-¿Prefieres que te mienta? ¿Quieres que te diga que cuando todo acabe te esperan flores y
bombones y un anillo de diamantes? Ella, estoy más que dispuesto a satisfacer tus deseos, pero no
soy un chico malo al que puedas cambiar. Cuando todo acabe, seguiré siendo un capo de la mafia.
Seguiré dirigiendo el club. ¿Es eso alguien con el que quisieras tener una relación?
Ella cerró los ojos y sacudió la cabeza. -Antes eras mi héroe. Ahora me siento como tu puta.
Antes de que él pudiera responder, salió del cuarto de baño dando un portazo. Erik cerró el
puño y golpeó la pared con tal fuerza que casi hizo un agujero. La traición de Yashin no le había
Y eso era lo que había hecho. Y ahora, apenas podía mirarse al espejo.
Capítulo Diecisiete
Tras asegurar la puerta del dormitorio, Ella apoyó la espalda contra ella y tragó saliva. Incluso
después de todo lo que había dicho y hecho, iba a ser muy duro separarse de él.
Secándose las lágrimas, se dio la vuelta y colocó la oreja en la puerta. Se había dejado la
maldita de ropa en el cuarto de baño, pero no iba a regresar mientras él estuviera allí. Cuando no
escuchó nada, giró el pomo y abrió la puerta.
Erik estaba apoyado contra el marco de la puerta. Con una expresión tan sorprendida como la
suya, se enderezó y carraspeó. -Te has olvidado la ropa- murmuró, entregándosela. -Vístete. Voy a
-Gracias, pero no tengo hambre- dijo ella en tono severo, tomando las prendas.
-Ella, sé que estás molesta conmigo, pero tienes que comer. No tienes que hablarme. Ni
siquiera tienes que comer en la misma habitación que yo. Pero necesitas comer.
Le había mentido. Tenía hambre. -De acuerdo. Cenaré contigo. Se agarró la toalla y levantó la
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Erik. -Está bien.- Su voz era suave, como si tuviera
Ella estaba planeando huir, pero no hasta por la noche, cuando él estuviese profundamente
espejo. Todavía tenía las mejillas sonrosadas. Diciéndose a sí misma que era por el vapor de la
ducha y no por el alucinante sexo que acababa de tener, frunció el ceño y abandonó el cuarto a toda
prisa. Le disgustaba tener que comprobar su aspecto.
En la cocina, Erik tenía la cabeza metida en el refrigerador. -Parece que lo único que puedo
hacer es pasta con salsa marinara. Esta cocina no está muy bien abastecida.
-Espagueti está bien- dijo Ella con una pequeña sonrisa. -No es muy ruso.
Erik abrió un armario y sacó la salsa y la pasta. Con el ceño fruncido, sostuvo la caja de pasta
Ella resopló. -¿No sabes cómo preparar pasta? ¿Por qué no me sorprende? Dámela.- Le quitó
la caja de las manos y abrió varios armarios hasta que encontró una cazuela grande. Tras llenarla de
agua, la colocó sobre el hornillo y lo encendió al máximo. Encontró otra cazuela más pequeña para
la salsa.
-Siempre he tenido empleados que cocinan para mí- dijo él con voz queda. -Aprender a
Ella sonrió. -Mi madre era una buena cocinera. Es una buena cocinera. Se molestaría si
supiese que voy a comer salsa marinara de bote. Cuando estaba en la universidad, me llamaba todos
los días para preguntar qué había comido. En la residencia de estudiantes no podíamos cocinar, y
quería que me llevara un hornillo eléctrico. Estaba convencida de que nos daban cosas horribles en el
comedor de la facultad.
Ella no se dio la vuelta, pero su tono de voz la envolvió de forma reconfortante. Por alguna
razón, se preguntó cómo sería todo en otras circunstancias. Si no estuvieran huyendo y él fuera un
hombre de familia, ¿la envolvería en sus brazos y besaría su cuello mientras ella cocinaba?
Apartando aquella loca fantasía de su mente, sacudió la cabeza. -Nunca encajé allí. Mi novio
era rico y todos sus amigos también. Siempre me estaban menospreciando. Me encantaría terminar la
carrera, pero en aquel momento no era el lugar adecuado para mí. Me preocupaba demasiado lo que
-¿Y ahora?
-Ahora me acuesto con la mafia para pagar la operación de mi madre- espetó Ella.
-Por el amor de Dios- dijo él, con los dientes apretados. Agarrándola por los hombros, la apartó del
fogón y le dio la vuelta. -¿Es por el dinero? ¿Es eso lo que te obsesiona? Te escribiré ahora mismo
un cheque por la cantidad restante. Lo único que tienes que hacer es responderme a una cosa.
-¿Qué?
-¿Te estás acostando conmigo por el dinero? ¿De verdad te sientes como si fueras mi puta?
Ella tragó saliva y tomó una respiración profunda. Al mirarle a la cara, supo que no podía
mentirle. Vería la verdad en su rostro. -Te dejé seducirme porque te deseaba, pero ambos sabemos
que no me vas a dar ese dinero por tu bondad. Puede que no me estés pagando por acostarte conmigo,
pero me ofreciste dinero para tenerme cerca. Y si no vas a decirme por qué, tendré que sacar mis
propias conclusiones.
La cazuela comenzó a hervir y Ella se liberó de su agarre para bajar el fuego. Añadiendo la
-Me gustaste- dijo él, finalmente. -No escondes nada. Aquel día escuchaste el código azul en
el hospital y te pusiste histérica. Era el líder de una banda local de narcotraficantes, pero tú creíste que
se trataba de tu madre. Nunca había visto ese tipo de emoción, ni en el funeral de mi madre. Mi padre
me quiere. Lo sé. Pero siempre pone los negocios por delante. Tú siempre muestras toda tu
alegría y todo tu dolor. Es hermoso.
Le colocó un mechón suelto detrás de la oreja y presionó sus labios contra su cuello. -Para mí
fue extraño. Quería ver cómo te corrompías. Quería probarme a mí mismo que podía corromperte,
-Cuando yo tenía siete años. Fue asesinada en un tiroteo. Ni siquiera era el blanco, pero mi
-Vale- dijo Ella, parpadeando. -Esa es la clase de información que no necesito saber, pero
demuestra emoción. Una reacción inapropiada ante el dolor, pero al fin y al cabo, emoción.
Erik se alejó y ella sintió la pérdida de su calor. -No puedo cambiar mi pasado, Ella- dijo fríamente. -
Vengo de una familia violenta. No me puedo disculpar por ello, e incluso si pudiera, no lo haría. Es
lo que soy.
Tras apagar el fuego, Ella hizo todo lo que pudo para escurrir la pasta sin un colador. -
Él abrió un armario y le pasó dos cuencos. Ella separó la pasta y vertió la salsa marinara por
encima.
-No puedes cambiar tu pasado, pero sí el futuro.- Tomando una respiración profunda, se dio la
vuelta y le entregó la comida. -La única razón por la que lo sigues haciendo es porque te gusta hacer
daño a la gente. Tienes suficiente dinero como para que te dure el resto de tu vida, y eres demasiado
viejo para que te importe lo que piense tu padre. Nunca te pediría que te disculparas por tu pasado,
pero las decisiones que tomas ahora son tuyas.
-Vendes algo más que alcohol y un buen rato en tu club. Drogas. Sexo. Blanqueo de dinero.
Extorsión.
-Mis mujeres está muy bien cuidadas. Blanqueo mi propio dinero sucio. Sólo extorsiono a los
ricos que lo merecen, y los que compran mis drogas se merecen todo lo que les pase.
Ella sacudió la cabeza mientras se sentaba en la mesa de la cocina. -¿Cómo puedes decir eso?
Puedes pagar la educación de esas mujeres para que consigan sus sueños. No van a poder vender sus
cuerpos para siempre. No tienes ni idea de lo que les pasa por la cabeza.
-Pues no las contrates para ser putas. Contrátalas para el bar, o para bailar. Contrátalas para
hacerte propaganda, o para ayudarte en la oficina. Y ¿esos drogadictos que se merecen lo que les
pase? No conoces su pasado. No sabes cómo se engancharon. Cuando era pequeña, había un chico en
mi barrio. Empezó a chutarse cuando tenía doce años porque su madre era una yonqui y le dijo que
Erik enrolló la pasta en su tenedor y la miró fijamente. -Ahora me vas a dar una razón por la que está
mal extorsionar.
-Los elegiste porque ya estaban corrompidos. Desviar su corrupción para satisfacer tus
necesidades está igual de mal. Ocultándolos, no ayudas a la sociedad. Los usas para conseguir lo que
quieres.
Ella puso los ojos en blanco. -El único que puede hacer eso eres tú. Claro que, mañana
podríamos estar muertos, así que probablemente no importa. Su hubieses accedido a casarte con
Ella resopló. -Por favor. Ella te desea. Si te hubieras casado con ella, te habría ido bien.
Simplemente con que te hubieses acostado con ella, te habría ido bien.
-Mató a uno de mis hombres antes de que tomara una decisión- alegó Erik.
Encogiéndose de hombros, ella siguió comiendo. -Seguramente hiciste algo que la convenció
de que nunca ibas a casarte con ella. Las mujeres sabemos esas cosas.
-Sé que eres un controlador compulsivo. No te gusta la idea de que alguien te utilice, y odias
mostrar tus emociones. Y, al parecer, te gusta la pasta.- Ella cogió el cuenco vacío de Erik y se
levantó. Tras empujar su propio cuenco en su dirección, le dejó para que acabara de recoger. -Me
voy a la cama. ¿Hay algún plan para mañana?
-Pasar desapercibidos durante cuarenta y ocho horas. Una vez que lleguen los refuerzos de mi
-De acuerdo.- Ella le dedicó una tensa sonrisa. -Buenas noches.- Subiendo las escaleras, se
disculpó mentalmente por haberle mentido. Cuarenta y ocho horas era demasiado tiempo. Se iría
aquella noche.
Después de apagar la luz, se metió en la cama e intentó escuchar los pasos de Erik. Cuando la
puerta se abrió, apretó los ojos y trató de respirar rítmicamente. Había otros tres dormitorios, pero él
tenía que elegir el suyo.
La cama se hundió un poco, Erik apartó las sábanas y se acercó a ella. -¿Ella?- llamó
suavemente.
Ella quería darse la vuelta y poner sus brazos alrededor de él, pero le había dejado claro que
no quería ningún tipo de relación. La abandonaría cuando se cansara, y ella tenía obligaciones. No
podía dejarse distraer. Aferrándose a la sábana, trató de apartar el dolor que sentía y fingió dormir.
Cuando su respiración finalmente se niveló, Ella se relajó. Durante unos minutos, simplemente
Por fin, Ella se separó poco a poco de su abrazo. Él se agitó en sueños, pero no se despertó.
Cruzando el cuarto sin hacer ruido, Ella cogió sus zapatos y salió de la habitación. Antes de cerrar la
puerta, se dio la vuelta y colocó una mano en la madera. -Sé que nunca vas a cambiar. Al menos, no
por mí. Tal vez algún día cambies para ti mismo, pero no puedo quedarme y verte llevar esta vida. Ni
siquiera por el poco tiempo que me permites estar contigo- murmuró. Conteniendo un improperio, se
apresuró escaleras abajo y agarró las llaves de la encimera. Con un último vistazo alrededor, salió
del refugio y se adentró en la noche.
El tráfico era ligero de camino al hospital. Consciente de que viajaba en un coche prestado,
condujo por debajo del límite de velocidad. Hubiera recibido de buena gana a la policía, pero
tardaría demasiado tiempo a explicarlo todo. Y para entonces, cualquiera podría haber localizado a
su madre.
El horario de visitas se había acabado, pero no tenía que estar necesariamente en la habitación
Aún había muchos coches en el aparcamiento. Es lo que tienen los hospitales. Que nunca
cierran.
Tras aparcar, apagó el motor y tomó una respiración profunda. La adrenalina le había dado energía
durante las últimas horas. Primero los tiros, y luego Erik. Ahora que había dejado atrás todo aquello,
se sentía agotada. Obligándose a ponerse en marcha, salió del coche y bostezó. Tras cerrar la puerta
del vehículo, se apoyó en él y cerró los ojos. Pistolas y secuestros y clubes de striptease y la mafia.
No era vida para ella. No tenía ni idea de cómo se había metido en aquel lío.
Querías una aventura, dijo una vocecita en su cabeza. Ella quería el dinero, pero anhelaba hacer algo
diferente con su vida. Hasta ser la criada de un rico y sexy ruso era más emocionante que su trabajo
en el supermercado.
-¿Ves dónde te ha llevado la aventura?- se dijo a sí misma. -Quédate con lo que conoces.
Aquel familiar acento ruso la dejó helada. -Valeria, ¿no es así?- dijo con un valor que no
Valeria y dos de sus secuaces se acercaron al coche. -Pensé que al haber huido, tu madre
podría sentirse sola. Justo voy de camino a saludarla. Me muero por saberlo todo sobre la mujer que
me ha robado a mi hombre.
-Deja a mi madre en paz- le espetó Ella. -Si quieres, aquí me tienes, pero a ella no la toques.
Valeria hizo chasquear la lengua y sacudió la cabeza. -Oh, querida Ella. Creo que tienes una
idea equivocada de mí. No soy una mujer cruel. De hecho, si vienes conmigo, tendremos mucho
Sus hombres colocaron las manos sobre la empuñadura de sus armas y Ella cuadró los
-Sabía que eras una chica lista.- Valeria sonrió y se apartó a un lado. Cuando Ella echó a
andar, la mujer rusa agarró su mano y le retorció el brazo detrás de la espalda. Ella gritó de dolor, y
Valeria la empujó contra el coche. -Me enferma tener que usarte para atraer a Erik, pero no te
confundas. Me importa un bledo. Me da asco que sea tan débil como para importarle alguien como
tú.
-Te equivocas- dijo Ella casi sin aliento. Un dolor agudo le recorrió los hombros. -Su negocio
-Más vale que te equivoques- espetó Valeria, soltándola. -Porque si no viene, tú y tu madre
vais a morir.
-Mi madre no tiene nada que ver con esto- dijo Ella apretando los dientes. -Amenazar con
La joven rusa simplemente sonrió con frialdad. -Al contrario. Me daría el placer de verte
sufrir.
Capítulo Dieciocho
El pánico se apoderó de Erik cuando se despertó. Junto a él, la cama estaba fría y vacía. De un
brinco, se incorporó y miró el reloj. Había dormido varias horas, por lo que se podría haber
Sintió cómo aumentaba su ira. Ya fuera miedo o repugnancia la razón por la que había huido,
iba a conseguir que la mataran. Sólo había un lugar al que pensaba que podría haber ido, y si Yashin
había hecho sus deberes, habría varios hombres - o a una mujer - esperándola.
Con manos temblorosas, cogió el teléfono y llamó al hospital. -Necesito hablar con el ala de
-¿Hay algún paciente en concreto con el que desea hablar?- preguntó el operador.
-Con el puesto de enfermeras. Quiero saber si Heather Davis ha recibido visitas en las dos
últimas horas.
Una horrible música de espera comenzó a sonar, y Erik se bajó de la cama y agarró su ropa. Al
mirar por la ventana, le dio un vuelco el corazón. Ella se había llevado el coche.
Encontrar otro vehículo no sería un problema, aunque robar un coche junto a su propio refugio
no era de lo más inteligente. Lo peor que le podía pasar ahora era tener a la policía husmeando cerca
de su propiedad.
Maldita sea. -Su hija iba de camino a verla esta mañana, y no puedo localizarla. Me preocupa que
haya podido tener un accidente- mintió.
-Espere.- Erik escuchó el sonido apagado de la megafonía y la charla de las enfermeras mientras
esperaba. -Lo siento, señor, la Sra. Davis no ha recibido ninguna visita esta mañana.
Ninguna visita. Ella no había llegado. -Gracias. Por favor, no diga nada a la señora Davis.
-Por supuesto- dijo la mujer. Sonaba más compasiva. -Háganos saber si hay alguna novedad.-
Erik colgó el teléfono y corrió escaleras abajo. Tras coger una pistola de un pequeño alijo escondido
en uno de los armarios, comprobó el cargador antes de colocársela en el bolsillo trasero.
-Estupendo. He avisado a mi padre. Va a enviar refuerzos, así que podremos volver a casa en
un par de días.- Erik dudó. En circunstancias distintas, les habría pedido a Matvei o a Leonid que
montaran guardia en el hospital, pero uno estaba muerto y el otro estaba cuidando de sus empleados.
Sólo le quedaba una opción. -Necesito que envíes a Danil al hospital para vigilar a Heather Davis.
-No te puedo enviar a ti. Ella ha desaparecido y estoy casi seguro de que la han secuestrado.
Erik le ignoró. -Puede que Danil sea inútil en un tiroteo, pero Yashin no va a disparar en un
hospital. Danil es ingenioso. Lo único que tiene que hacer es mantenerlos alejados de la habitación.
-¿Y tú qué vas a hacer? ¿Pasar desapercibido hasta que lleguen los hombres de tu padre?
-No. Para entonces estará muerta.
-Maldita sea, jefe. Vas a hacer que te maten si te enfrentas a ellos. Has hecho todo lo posible
El problema era que por pensar en sí mismo la había metido en aquel lío, pero no era
No soportaba perderla.
-Haz lo que digo- ordenó. -Si no has tenido noticias mías para esta noche, ponte en contacto
con mi padre y sigue sus instrucciones. Y, sobre todo, mantén a mi gente a salvo.
Antes de que su hombre de confianza volviera a protestar, Erik colgó el teléfono. Valeria y su
padre usarían a Ella para atraerle y conseguir la información que buscaban. Estaba dispuesto a
renunciar a su arma más poderosa para salvar su vida, pero había otra forma de conseguirlo. Sólo
era un suicidio si no tenía un plan.
Lo único con lo que contaban Yashin y Valeria eran sus hombres. Sin ellos, no tenían nada.
Una idea se estaba formando en su mente mientras agarraba las pruebas que querían. Cuando
dejó el refugio, el sol se asomaba por el horizonte. Lo contempló durante un minuto. Toda su vida,
Erik había sido entrenado para una sola cosa. La expansión de la organización de su padre era lo
No era un ingenuo. Mucha gente había muerto por su culpa. Arriesgar toda su labor por salvar
una sola alma era una locura. Si sobrevivía a aquello, tal vez sería el momento de plantearse otro
estilo de vida.
El aire de la mañana era fresco mientras corría calle abajo. Había varios centros comerciales
a un par de kilómetros. Si conseguía evitar las cámaras de seguridad, sería fácil tomar un coche
La mayoría de las tiendas aún estaban cerradas, pero había varios coches en los
aparcamientos. Algunos de los clientes de los bares de la plaza debían haber cogido un taxi para
volver a casa. O tal vez hubiesen acabado en casa de una persona desconocida.
Después de probar con siete vehículos, por fin dio con un inocente que todavía escondía la
llave de repuesto bajo el coche. Complacido por no tener que causar daños, abrió el coupé deportivo
y se acomodó detrás del volante.
-Tiene gracia que quieras bromear cuando tengo a la mujer que te pertenece- respondió.
Erik resopló. -Créeme, Ella no pertenece a nadie.- Oyó cómo inhalaba bruscamente, e hizo una
mueca. Aunque no le importaba enfadarla, no quería que Ella pagara por ello. -Supongo que quieres
-Por las pruebas, te la devuelvo con vida. Por las pruebas y un buen polvo delante de ella, la
Apretando la mandíbula, Erik luchó por controlar su temperamento. -Te propongo una
A pesar de lo que podía pensar, su padre era el que llevaba el negocio. Cuando Yashin se puso
al teléfono, su voz sonaba tranquila y profesional. -Erik. Me duele que las cosas hayan acabado así.
A ti y a mí, Rostilav. Estoy dispuesto a darte lo que quieres, pero con ciertas condiciones.
-No voy a soltar a la chica hasta que tenga las pruebas en mis manos.
-Quiero a tu hija fuera del trato. Ambos sabemos que está dejando que se interpongan sus
emociones, y no puedo evitar pensar que está dispuesta a matar a la mujer, tanto si consigue las
-Es lógico- dijo Yashin. Erik oyó cómo enviaba a Valeria fuera del club. En aquel momento,
-Entonces, en una hora te llamaré con la ubicación de la chica. Espero que esto no afecte a
nuestra relación, Chesnovak. Seguro que entiendes que sólo son negocios.
Erik colgó el teléfono sin responder. Podía estar allí en cuarenta minutos, y sabía dónde estaba
El club tenía un aspecto distinto cuando estaba vacío. Grande. Misterioso. Aterrador. Tampoco
ayudaba que las otras ocho personas llevaran armas, ni que estuviese atada a un jodido poste de
baile.
Bailarinas exóticas.
Valeria y su padre continuaron discutiendo en ruso hasta que ella y dos de los hombres se
marcharon enojados. Quedaban cinco hombres. Al menos, sus probabilidades eran mejores. Aunque
no importaba. La cinta adhesiva que sujetaba sus muñecas era de lo más firme.
-Hola. Perdón. ¿Alguien habla inglés? ¿Me puede decir alguien qué está pasando?- dijo. Todos
-Mis disculpas, querida. Estoy seguro de que estás asustada. El Sr. Chesnovak me ha
asegurado que llegará a su debido tiempo. Había cierta condición que debíamos discutir primero.
¿Erik estaba en camino? Ella trató de no mostrar su sorpresa. -¿Era esa condición que me deje
ir?
El hombre sonrió. -La condición era que mi hija no esté aquí cuando él llegue.
-Sr. Yashin, no estoy muy segura de qué tiene que ver todo esto conmigo. Ni siquiera sabía que
Erik formaba parte de la mafia hasta ayer. Supongo que sabía que algo raro estaba pasando. La mafia
parece una buena explicación, pero me gusta creer en lo mejor de las personas. Es un hombre rico
que me dio una obscena cantidad de dinero para limpiar su ya inmaculada casa.- Sonaba fatal cuando
lo decía en voz alta. -Lo que quiero decir es que no hace tanto tiempo que le conozco. Estoy segura de
que hay un montón de ex-amantes que podría haber secuestrado.
Ella enrojeció. -Estoy segura de que hay otras mujeres que le importan más que yo.
-Aunque eso fuera cierto, es un poco tarde, querida. Tú eres el cebo y Chesnovak está en camino. Lo
más interesante es que hace bastante tiempo que conozco a Chesnovak. Es muy
profesional. Nunca se acuesta con el personal. Creo que eres algo más que una aventura.
-Ha dejado muy claro que no lo soy. Si hace tanto que conoces a Erik, ¿por qué le haces esto?
¿No se supone que estáis del mismo lado?
-Sólo porque tengamos la misma nacionalidad y nos dediquemos a lo mismo, no significa que
seamos amigos. No iría tan lejos como para llamarle enemigo. Quizás "competencia" es la palabra
adecuada. Sí. Erik es la competencia- dijo Yashin, pensativo. -Nunca pensé que tendría tanto éxito, y
cuando se negó a compartir sus pertenencias con mi hija, me vi obligado a tomarlas por la fuerza.
De repente, se escucharon unos disparos. Ella gritó al ver derrumbarse a dos de los guardas.
Yashin se giró pistola en la mano, pero nadie le atacó. No sabía de dónde procedían las balas.
-El problema con esa explicación es que tu hija movió ficha primero.- La voz de Erik resonó
por el local. -Si la has escondido en algún sitio para sorprenderme, te sugiero que la saques ahora
mismo.
Yashin se movió lentamente en círculo. Sus hombres parecían un poco azarados, y Ella no
podía apartar la mirada de los dos cadáveres del suelo. Su sangre se derramaba a su alrededor, y
sintió cómo se le revolvía el estómago. Estaba al descubierto. Si iniciaban un tiroteo, las cosas se
podían poner feas. Nadie la estaba vigilando, por lo que empezó a tirar de la cinta aislante.
-Chesnovak, me parece que no has sido honesto en cuanto al tiempo que ibas a tardar en llegar.
No tenía por qué haberse derramado sangre. Dame las imágenes y nos iremos.
No hubo respuesta. Ella tiró y retorció e hizo todo lo posible por deshacerse de sus ataduras.
Cuando su mano golpeó el metal del poste, se dio cuenta de que podía restregar la cinta en los
-Erik, estoy cansado de juegos. Muéstrate o pondré una bala en la cabeza de tu amante.- El
Iba a morir. Iba a morir en un club de la mafia rusa atada a un poste de striptease.
-Soy una buena persona- murmuró, mirándole con furia. -Tenía un plan para mi vida y no incluía a
ninguno de vosotros. Quería estudiar para ayudar animales. ¿Sabes por qué elegí a los
La cinta se rompió y Ella levantó un pie con todas sus fuerzas. Yashin gruñó sorprendido y las
armas comenzaron a disparar. Con el corazón a cien, Ella se lanzó desde la pequeña plataforma en la
que estaba el poste. Cayó detrás de una de las barras de bar, y gateó en busca de algo con lo que
protegerse.
Se oyeron unas airadas palabras en ruso. Como Erik aún no se había mostrado, Ella supuso
El bar estaba muy bien como cubierta, pero estaba atrapada. Si no encontraba otro sitio para
esconderse, iba a ser blanco fácil para cualquiera que se asomara por encima o por un extremo.
-Fuera. Ahora.
Aquellas palabras con acento ruso iban claramente dirigidas a ella. Ella levantó la mirada y
vio a Yashin al final de la barra. Su arma parecía aún más amenazadora que antes.
-La verdad es que estoy bien aquí- dijo. Él disparó y la bala alcanzó una de las botellas que
tenía al lado. El vidrio saltó por todas partes y Ella se encogió. -Vale, ya voy. Ya voy.
Moviéndose lo más lento que pudo, se puso en pie. Yashin parecía ser el único que quedaba en
el club, pero un rápido vistazo le informó de que no había más cuerpos. Los guardas tenían que estar
en alguna parte.
-Dile que salga. Que te oiga suplicar por tu vida.- Sus ojos relucieron con malicia, y Ella tuvo
-Erik- llamó. Le temblaba la voz. Tomó una respiración profunda y lo intentó de nuevo. -Erik.
Se escuchó otro disparo y Ella no lo pudo evitar. Profirió un enorme grito y se agachó de
inmediato detrás de la barra. Yashin se derrumbó con fuerza, derribando botellas de licor, antes de
aterrizar en el suelo junto a ella.
La sangre manaba de su cabeza. -Oh Dios mío- musitó Ella. -Oh Dios mío. Oh Dios mío. Oh
Dios mío.
-¿Erik?- Ella se levantó despacio y se asomó sobre la barra del bar. Erik bajaba a toda prisa
-No te preocupes por ellos. Tenemos que sacarte de aquí antes de que…-
El sonido de la puerta golpeando la pared la dejó helada. -Agáchate- susurró Erik. Ella
-Se ha ido- dijo Erik, sin más. -Le he dado los documentos y se ha llevado a Ella. Supongo que
-¿Tiene a tu mujer?- preguntó, vacilante. -Estupendo. Me voy a divertir con ella antes de
matarla. Pero primero, voy a hacer lo que no han sido lo bastante hombres para llevar a cabo.
Ella ni siquiera se dio cuenta de que se estaba moviendo hasta que estuvo sobre la barra del
bar con la pistola de Yashin apuntando a Valeria. Apretar el gatillo le produjo una sensación a la vez
poderosa y terrible. El arma retrocedió y le pellizcó la mano. A cámara lenta. Como en un sueño.
Erik reaccionó con rapidez. Dos disparos, y ambos hombres armados cayeron al suelo.
Valeria cayó al suelo. La sangre brotó de su pecho y en su rostro se dibujó una expresión de
sorpresa. Ella dejó caer la pistola y se quedó mirando. Erik dio un salto y de una patada apartó el
arma del cuerpo de la mujer antes de cogerla, junto con la que había dejado caer Ella.
algo.
-¡Ella!
-Eh.- Le dedicó una extraña sonrisa y acarició su mejilla con un dedo. -Quiero que me
-No, pero me has salvado la vida, cielo. Vamos. Quiero que te vean los paramédicos cuando
-¿Has llamado a la policía? Pero eres la mafia. Y esta noche has matado a un montón de
-Creo que conozco a alguien que nos puede ayudar con eso- dijo con una pícara sonrisa. -
Vamos.
Con un brazo alrededor de ella, la condujo hacia la puerta. Al pasar junto a Valeria, Erik ni
-Eres una mujer horrible- murmuró. -Disfrutas con el dolor de la gente. Crees que el amor es
una debilidad. Para ti el sexo es un arma. ¿Quieres saber la diferencia entre tú y yo? Tú ibas a
-Esto no va a quedar así- susurró Valeria, sujetándose el hombro con una mano. Trató de
ponerse en pie, pero tenía la pierna torcida en un ángulo extraño.
-Tu padre está muerto, Valeria. Y tú vas a ir a la cárcel. Se acabó- dijo Erik con toda
tranquilidad.
Al salir a la calle, la intensa luz del sol la deslumbró y entrecerró los ojos. Delante de ella,
había tres coches de policía y, en cuanto Erik les hizo una señal con la cabeza, desenfundaron sus
armas y entraron en el club.
-¿Por qué no te han ayudado?- preguntó Ella. -¿Estaban aquí todo el rato?
-Acabamos de llegar.- Un hombre mayor se acercó a ellos y les tendió la mano. -Soy Jeffrey
Ella lo miró con ojos desencajados. ¿El comisario de la policía estaba allí? -Vaya. Le tiene
El hombre hizo una mueca. -Srta. Davis, me alegra ver que está a salvo. Mientras los
Con su brazo todavía alrededor de ella, Erik la guió hasta la ambulancia. -Vuelvo enseguida-
le susurró. Por un momento, pensó que iba a besarla, pero sólo le apretó ligeramente la mano antes
de irse.
-¿Algún dolor o herida?- le preguntó una mujer paramédico. Observó con una pequeña luz los
-Creo que estoy bien. Había un montón de cristales, pero creo que no me he cortado. Me duelen las
muñecas.
La paramédico examinó las marcas rojas de la cinta aislante. Ella miró a su alrededor y no
pudo evitar fruncir el ceño. No se oían sirenas. Ni se veían luces azules parpadeando. ¿Tres coches
para ocho hombres armados? No le extrañaba que Erik no estuviera preocupado. Nada de aquello
parecía oficial.
-Si nota algún cambio, o empieza a sentirse mareada o con dolor, debe acudir a un hospital de
inmediato. El shock a veces bloquea los sentidos y una vez que desaparece, podría darse cuenta de
Ella asintió, pero su mirada estaba fija en Erik, que se acercaba a ella.
La paramédico asintió con la cabeza. Ella no estaba segura de qué quería decirle. –Ha
-No te preocupes por tu madre- dijo él en un tono suave. -Tengo a alguien vigilándola.
-Nada grave.- Erik la miró con una tenue sonrisa y sacudió la cabeza. -¿Te ha dicho la
-Sí, pero cree que estoy en estado de shock. Yo creo que estoy bien, aunque supongo que la
gente en estado de shock no se da cuenta de que está en estado de shock.- Si decía estado de shock una
vez más, iba a sonar como una loca. Se quedaron en silencio, y ella le observó.
Había dolor, angustia y rabia en sus ojos. Sabía que estaba enojado con ella. Si hubiera hecho
Ya ha terminado. Ellos habían terminado. Tragó saliva y trató de sonreír. -Erik, no estoy segura
-No tienes que preocuparte de nada. Puedes regresar a tu vida y yo me encargaré de que todo
-Ella...
-Te amo- dijo Ella de golpe. Los ojos de Erik se desorbitaron y el corazón de Ella se aceleró,
pero ya no había vuelta atrás. -No soy la clase de mujer que se va a vivir con un hombre al que
apenas conoce. No me codeo con organizaciones criminales y no me secuestran rusos locos, pero
estoy enamorada de ti. Si me pides que me quede, lo haré.
El mundo se detuvo cuando él la observó con una pequeña sonrisa. Intentó desesperadamente
¿Se refería al peligro o al hecho de haberse enamorado perdidamente de él? Erik no entró en
detalles.
-Un agente te llevará a casa. Haré que te envíen tus cosas de inmediato. Adiós, Ella.
Se le hizo un nudo en la garganta al verle alejarse, pero se negó a llorar. ¿No le había
advertido que no era una historia en la que el chico malo cambiaba su forma de ser? La mafia era lo
único que conocía.
En cierto modo, seguía siendo un héroe, pero no iba a ser el hombre de su final feliz.
Capítulo Veinte
Erik observó el local con una sonrisa. Era perfecto. El día anterior había firmado el acta y
Había transcurrido un mes desde que se había separado de Ella. En ciertos momentos de
debilidad, la había llamado, pero no había dejado ningún mensaje. Ella no le había devuelto las
Era hora de pasar página. A pesar de los cambios, La Orquídea Negra funcionaba muy bien y
-¿Erik Chesnovak?
Se giró para saludar a Jimmy Hostin, el propietario de Jimmy's Renovations. -Sr. Hostin. He
-Eso es bueno. Eso es bueno. Tiene usted un bonito local. Excelentes vistas. Mucho tráfico
-Lo primero que necesito es una pared divisora. Van a ser dos negocios distintos. No necesito
demasiado espacio en este lado. Lo suficiente para un escritorio y un par de sillas para recibir
clientes.
Jimmy frunció los labios y asintió. -Entiendo. Mandaré a alguien a tomar medidas. ¿Va a
Erik asintió. -Sí. Los clientes van a ser muy distintos- dijo, con una vaga sonrisa.
El trabajador de la construcción le miró con una expresión de extrañeza, pero no dijo nada
mientras anotaba los detalles. -De acuerdo. ¿Estanterías? ¿Necesita una zona de almacenaje?
¿Armarios empotrados?
Erik le informó de los cambios que quería en el espacio mayor. Necesitaba un mostrador
principal en la parte delantera y tres habitaciones pequeñas en la de atrás. Podía ver los ojos del
constructor iluminándose cada vez más, pensando en el precio final.
-Eso bastará para la planta baja. Voy a necesitar varios cambios en el piso de arriba.
Cuando Jimmy le dio el estimado final, Erik estaba satisfecho. -Pagaré extra por servicios
-No hay problema- dijo Jimmy.- Lo puedo hacer en seis semanas. ¿Nos podemos ver aquí por
-Claro.
Se dieron un apretón de manos y Jimmy se fue. Erik se apoyó contra la pared, e inhalando
profundamente, miró a su alrededor. Con pesar, se recordó a sí mismo que no tiene elección. Había
llegado el momento de hacer la llamada que había estado temiendo durante los últimos días.
***
Ella levantó la mirada del escritorio presa del pánico. Caroline, la secretaria de su jefe,
estaba de pie en la apertura de su cubículo. Sus prácticas en el California Bay Wildlife Center habían
sido un sueño hecho realidad. ¿Se habría metido en un lío porque trataba de estudiar unos minutos a
escondidas?
Se atusó el cabello con las manos para tener un aspecto más presentable. No había estado
durmiendo bien. Aunque la operación de su madre había ido a la perfección, y se estaba recuperando
rápidamente, Ella seguía preocupada. Entre las horas que pasaba estudiando y en el centro de fauna
Intentó apartar aquel pensamiento de su mente, pero el dolor nunca desaparecía. Le dijo que se
quedaría, y él se alejó. Habían pasado tres meses. Tres meses. Ella había seguido con su vida. Las
cosas le iban bien. Muy bien.
Era más difícil de lo que pensaba. Josh le había roto el corazón, pero aquello no era nada
comparado con el dolor que sentía ahora. Le había hecho falta toda la autodisciplina que poseía para
no devolverle las llamadas. El recuerdo de sus besos y caricias la atormentaba.
Aunque la puerta del director estaba abierta, llamó. -¿Sr. Herman? ¿Quería hablar conmigo?
Michael Herman era un hombre mayor, cerca de los setenta. Debería haberse jubilado hacía
años, pero amaba su trabajo y era muy apreciado por todos en la pequeña organización. Le sonrió
-Sr. Herman, quiero que sepa que me encanta este trabajo. Puede que haya estado estudiando
un poco en secreto, pero prometo que no lo voy a hacer más- dijo apresuradamente.
Herman rió y levantó una mano. -No te he llamado para despedirte por estudiar, aunque no
eres tan discreta como crees. De hecho, estoy muy satisfecho con tu dedicación y tus estudios. No me
daba cuenta, pero necesitábamos más sangre joven. Tenía mucha razón cuando me sugirió que te
contratara.
-El departamento de educación está abrumado con la demanda del público, y tenemos que
expandirnos. Vamos a abrir un pequeño local dedicado a educar sobre la fauna local, y me gustaría
clase.
-Tendrás ayuda- dijo él. -Por supuesto que la tendrás. No se me ocurre nadie mejor para
ayudarme a poner este programa en marcha. Tienes pasión por la enseñanza y por aprender. Cobrarás
bastante más, y no interferirá con tu educación. Tienes que conseguir ese título para que puedas tener
contacto directo con los animales.
Ella exhaló y sonrió. -¡Por supuesto que me encantaría ayudarle! No tenía ni idea. ¿Cuánto
-Desde que un fan nuestro nos donó el local. Ya has terminado con tus clases por hoy, ¿verdad?
Ella asintió. La mayoría de las clases eran online, por lo que sólo tenía que asistir al campus
Herman le entregó un trozo de papel y una llave. -Excelente. Si no te importa, me gustaría que
echaras un vistazo a las nuevas instalaciones. Todo está preparado, pero no abrimos hasta dentro de
un mes. Hazme saber cualquier cambio que crees que vamos a necesitar. Ya hemos recibido una
-¡Qué emocionante!- exclamó, con una enorme sonrisa. -Tengo un montón de ideas que me
-Sé que harás grandes cosas, Ella. Y ahora, date prisa. Me gustaría oír lo que piensas.
La dirección estaba junto al mar. El paseo siempre estaba abarrotado, pero las oficinas tenía
aparcamiento justo detrás, por lo que pudo llegar sin dificultad. Llave en mano, se apresuró a visitar
el nuevo local.
Estaba junto a una pequeña oficina privada y una librería. Abrió la puerta de cristal y entró.
Las paredes estaban cubiertas de posters, y había un pequeño escritorio con unos folletos.
Toda la pared izquierda era un gigantesco acuario. Aunque no aún había peces en él, estaba decorado
con brillantes corales.
Abrió la puerta giratoria del fondo. Un corto pasillo daba acceso a tres diferentes puertas.
Estaban cuidadosamente etiquetadas como especies terrestres, aviarias y marinas. Cada habitación
estaba más que suficientemente equipada como habitáculos a corto plazo para animales.
Y era todo suyo. Bueno, pertenecía al centro de fauna silvestre, pero lo sentía como suyo. Ya
Cuando regresó a la recepción para echar un vistazo a los folletos, miró al acuario una vez más.
Su corazón se detuvo.
Sintió como si todo el aire se hubiera evaporado de la sala, y se tuvo que apoyar en el
inesperada oferta de trabajo en el centro de fauna silvestre. Pensó que las cosas por fin estaban
saliendo bien, pero ahora era evidente que alguien había intervenido.
Furiosa, entrecerró los ojos y salió del centro apresuradamente. El negocio de al lado tenía un
Consultoría Chesnovak.
Erik la miró sorprendido y levantó las manos. -Ella, no te enfades. Te lo puedo explicar.
-¿Sabes qué? No quiero oír tu explicación. ¿Fuiste tú? ¿La universidad? ¿El trabajo? ¿Quién
demonios te crees que eres? ¡Te dije que te amaba y te largaste! ¿Creías que esto iba a funcionar?
¿Manipular mi vida para estar cerca de ti? ¿Crees que si te veo todos los días voy a flaquear y dejar
que...?
Algo en su voz la hizo parar. Ella cerró la boca y lo miró. Tenía tan buen aspecto como
siempre.
-No puedo pasar por esto otra vez- susurró Ella. -Por favor, no me obligues.
-No hay ninguna condición- dijo él en voz queda. -Te lo prometo. Lo he hecho por ti. Lo he
hecho porque tú, más que nadie, se merece que sus sueños se hagan realidad. Sólo tienes que
-¿Porqué la abriste aquí para empezar?- preguntó ella. Ya no estaba enfadada, pero no sabía qué
sentir. -¿Si la ibas a mover?
-Tenía que intentarlo.- Levantó una mano y le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja. -De
-Intentar ¿qué?
-¿Cómo puedes no saberlo?- dijo con voz ronca. -Ella, te amé desde el momento en que
entraste por la puerta del club. Te he deseado desde el primer día, pero cuando te vi allí, tan valiente e
inocente, supe que no iba a volver a ser el mismo. Me odio por lo que te hice, y voy a intentar
Ella cerró los ojos cuando empezó a sentir las lágrimas. -Yo también te amo, Erik, pero no es
-Ven aquí, cariño.- Colocó un brazo alrededor de su cintura y la guió a la ventana. Presionando
Sintiéndose desamparada, Ella abrió los ojos. -Un paisaje muy bonito. Muy buena ubicación.
Confundida, se mordió el labio inferior. -El océano- dijo, finalmente. De repente, lo entendió
-Mi sueño de infancia. Lo primero que hice después de separarme de ti, fue acabar con las
prácticas ilícitas de La Orquídea Negra. Ahora no es más que una discoteca. Sin drogas. Ni nada
ilegal. Lo segundo fue enviar a mis guardas de vuelta a casa. Ya no necesito que me protejan. El resto
del personal también se ha ido.
Ella estaba demasiado asustada para reconocer la esperanza que estaba formándose en su
interior. Se reclinó contra la calidez de su cuerpo y tomó una respiración profunda. ¿Por qué no?
-Antes de que renunciar a la fortuna familiar, compré este sitio para ti. Entonces llamé a mi
padre y le dije que dejaba el negocio. Vendí el club. Vendí la casa. La única fuente de ingresos que
tengo es este negocio.
-¿Vendiste la casa?- preguntó Ella con voz débil. -¿Dónde demonios estás viviendo?
escritorio había una escalera que conducía al segundo piso. Cuando abrió la puerta, Ella entró y se
quedó sin aliento.
Era un espacio open plan que ocupaba todo el ancho del edificio. La mitad de la pared
-Hay cuatro dormitorios en la parte de atrás. Suficiente para dos niños y una habitación de
-Ya veo.- Se le secó la boca. -Es un enorme cambio para ti. ¿Estás bien?
Erik se encogió de hombros. -Mi padre está molesto. Soy su único hijo, pero tengo primos que
pueden tomar el relevo. Ha prometido respetar mis deseos y no expandirse más en mi ciudad. Si voy
Ella no pudo evitarlo. Sonrió. -¿Has hecho todo eso por mí?
-Sí. Y por mí. El negocio de mi padre es lo único que he conocido, y no sabía que había algo
más ahí fuera para mí. Tú me has demostrado que aún tengo capacidad de amar y preocuparme por la
gente. Tú me has mostrado que puedo hacer realidad mis sueños. He legalizado el club, y me lo
podría haber quedado, pero no lo quiero.- Extendió los brazos. -Esto es lo que quiero. Mi propio
negocio. Limpio. Pequeño. Y a tu lado. Entiendo que necesites tiempo para pensártelo. Te daré todo el
que necesites.
apropiada.
Ella sintió un hormigueo de entusiasmo cuando la condujo por el pasillo hasta uno de los
dormitorios. -Creo que una vez te dije que no iba a haber flores ni bombones esperándote.
Ella contempló la cama. -Ni un anillo de diamantes. Dijiste un anillo de diamantes- dijo con
voz entrecortada. Esparcidas sobre la cama, había al menos seis docenas de rosas rojas y varias
cajas de bombones.
merezco, pero voy a pasar el resto de mi vida haciendo lo que sea necesario para poder ver esa
sonrisa.
No había nada que añadir. Ella se giró y le echó los brazos al cuello. Él la levantó sin esfuerzo
y la besó con pasión. La depositó sobre la cama y, gateando sobre ella, se apoyó en los codos para
mirarla fijamente. -¿Eso es un sí?
Sin decir nada, Ella le sacó la camisa por la cabeza. Cuando el se movió, la arrojó al suelo y
Se los bajó hasta que él tuvo que deslizarse de la cama y quitárselos de una patada.
Disfrutando del tentador paisaje de su cuerpo desnudo, Ella se deshizo rápidamente de su propia
ropa.
Tras liberarle, le empujó hacia atrás y se quitó el sostén. Burlonamente, se pellizco un pezón.
Sintiéndose empoderada, Ella se puso en pie, se giró y se dobló hacia adelante a la vez que se
bajaba las bragas. Su gruñido de aprobación fue todo lo que necesitó escuchar para volver gateando
Por fin, Ella sacó el anillo de la caja y se lo colocó en el dedo. En un instante, Erik estaba
encima de ella, tras apartar flores y cajas de su camino. La besó en la boca y recorrió todo su cuerpo
con sus manos.
-Más vale que sea un sí, porque no te voy a dejar machar otra vez. No sabes lo preciosa que
-Me casaría contigo mañana mismo- dijo ella, inclinándose para besarle suavemente. -Ahora
La hizo retorcerse y jadear con los dedos. Degustó su abertura con la lengua. Con largas y
lentas embestidas, la folló hasta que gritó su nombre en mitad del orgasmo. La dio la vuelta y la tomó
con fuerza y, cuando ella perdió el control, le proporcionó otro estremecedor orgasmo antes de
Cuando conoció a aquel misterioso desconocido, no sabía que iban a terminar así. El temor y
la angustia del principio no fue nada en comparación con toda una vida de aquello.
Su amor. Su vida.
Su ruso.
¡FIN!