Caso de Obligaciones
Caso de Obligaciones
Caso de Obligaciones
vista la causa número cuatro mil cuatrocientos siete - dos mil quince, en audiencia pública
llevada a cabo en la fecha y producida la votación con arreglo a Ley; emite la siguiente
sentencia:
I. ASUNTO
II. ANTECEDENTES
1. DEMANDA Mediante escrito de fecha 28 de enero de 2014 (página cincuenta y tres), Flor
de María Rishing Mendoza interpone demanda sobre indemnización por daños y
perjuicios contra el Banco de Crédito del Perú a fin que el demandado pague la suma de
U$. 83,490 dólares americanos por concepto de indemnización por daños y perjuicios.
Sostiene:
1.- Que es propietaria del inmueble ubicado en la avenida Grau, avenida Loreto y el jirón
Loa N° 757 de esta ciudad, con un área de 800 m2.
2.- Tenía vigente un contrato de arrendamiento de fecha 01 de Mayo del 2012 a favor de
Svenza Zona Franca S.R.L. "CARSA" por el cual percibía una renta mensual de U$. 12,650
dólares americanos; el plazo de vigencia se pactó forzoso para ambas partes en un año
(hasta 30 de abril de 2013); el contrato fue a plazo determinado, pero prorrogable.
3.- Mediante carta notarial del 05 junio de 2013, CARSA aceptó un aumento de la
renta a la suma de U$. 13,915 dólares americanos, asimismo, a través de dicho documento
solicitó a la propietaria una prórroga de plazo para desocupar dicho inmueble a la fecha
perentoria del 15 de enero 2014; no obstante, la demandante, mediante carta de fecha
11 de junio 2013, solamente acepta la prórroga del plazo hasta la fecha de 31 de julio
del 2013. En cumplimiento del acuerdo, la arrendataria CARSA desocupó el inmueble el
15 de agosto del 2013.
5.- Señala que a través de numerosos correos electrónicos las partes iniciaron las tratativas
y comunicaciones destinadas a arrendar el bien objeto de la litis, donde el Banco
(segundo arrendatario) terminó ofreciendo mejores condiciones que CARSA (primer
arrendatario), razón por la cual el Banco demandado requirió a la actora que desocupe
—vía carta- a su primer inquilino, lo cual hizo para ser ocupado por el Banco, el mismo
que no llegó a cumplir ninguna de las prestaciones a su cargo.
Sostiene que la decisión del demandante de no renovar el contrato de alquiler con su anterior
inquilina CARSA se debió a una decisión voluntaria y autónoma de la actora, no siendo la
misma de modo alguno, producto de algún requerimiento o exigencia del Banco de
Crédito como falsamente alude en su demanda.
Además, expresa que es legítimo que el Banco haya solicitado a la arrendadora que le
muestre que el local que le estaba ofreciendo en arrendamiento y que este se
encuentre saneado, libre de cargas, gravámenes y/o problemas de índole legal y físico
(requerimiento de cualquier futuro inquilino diligente).
Señala que es cierto que inició tratativas y diálogos tendientes a celebrar un futuro contrato
de arrendamiento del local comercial ya referido, lo que no es cierto es el hecho que el
Banco de Crédito le haya solicitado o requerido cursar la carta de conclusión del
contrato de arrendamiento a CARSA, siendo esto un hecho propio y autónomo de la
demandante.
Indica que lo que existió entre la demandante y el Banco de Crédito fueron tratativas no un
contrato. Añade que iniciadas las conversaciones entre el Banco de Crédito y la demandante
con la finalidad de lograr concluir un contrato de arrendamiento, se encontró que el local
ofertado por la demandante tenía una serie de problemas de orden legal y de orden
físico, es decir, se encontraba gravado con dos embargos inscritos en los asientos D00012,
D00013 y D00016 de la Partida Registral N° 00019430 del Registro de Predios de Piura, así
como una hipoteca que debía ser levantada del Registro de Propiedad Inmueble de Piura;
también se encontró que el inmueble registraba un área física distinta a la que presentaba en
la partida registral, así como también habían discrepancias entre las medidas
registrales, las medidas reales y las áreas que figuraban en la documentación municipal,
tal como lo demuestran a través del correo electrónico donde se le ponía en conocimiento
este hecho.
Añade que el juzgado ha utilizado una interpretación sesgada y antojadiza de los medios
probatorios que obran en el proceso y que es falso el argumento de que existía alquiler
pactado entre el Banco de Crédito desde el mes de marzo de 2013.
De otro lado, del análisis de los correos electrónicos que obran de fojas treinta y ocho y treinta
y nueve se advierte que no es verdad que al 27 de mayo de 2013 las partes hayan concretado
la celebración del contrato de arrendamiento poniéndose de acuerdo en todos los
puntos esenciales de dicho contrato, pues el correo electrónico de fecha 27 de mayo de
2013 remitido por la representante del Banco (Sandra Bardales) a la demandante, no hace
referencia a ningún elemento del contrato de referencia sino que contiene el
requerimiento que hace el banco de determinados documentos en físico, además de
constancias de no adeudo de impuesto predial y arbitrios así como el levantamiento de
embargo.
Agrega que con fecha 19 de agosto de 2013, la representante del banco propone las
condiciones para el alquiler.
Ante dicha propuesta, con fecha 20 de agosto de 2013, la demandante hace una
contraoferta respecto a la merced conductiva, la misma que no fue aceptada por el banco
quien mantuvo su propuesta señalando que era "el monto máximo que podían pagar".
TERCERO.- Sobre el artículo VII del Título Preliminar del código procesal civil
1. El principio iura novit curia presenta dos elementos: uno ligado a la congruencia
procesal, mediante el cual no se puede resolver más allá del petitorio ni fundar
decisiones en hechos diversos alegados por las partes, y, otro, a la facultad del juez de aplicar
el derecho aunque no haya sido invocado.
2. Este principio, recogido en el artículo VII del Título Preliminar del código procesal civil, se
encuentra vinculado al de la congruencia procesal, que “constituye una especie del
género del debido proceso y significa que, al sentenciar, el Juez debe respetar el
contradictorio del proceso, esto es, debe pronunciarse sobre los diversos aspectos de
las pretensiones postuladas por los justiciables y sólo sobre ellos de acuerdo a ley (...)1”.
1) El juzgador omite decidir alguna de las cuestiones oportunamente planteadas por las partes
y que sean conducentes a la solución del litigio, lo que genera el vicio de incongruencia
conocido como “citra petita”, que torna anulable el respectivo pronunciamiento;
2) El juzgador otorga cosa distinta a la peticionada por la parte o condena a persona
no demandada o a favor de persona que no demandó, yendo más allá del asunto
litigioso, ello conforma el vicio de incongruencia denominado “extra petita”, que
también torna anulable el respectivo pronunciamiento; y,
3) El juzgador otorga más de lo que fue pretendido por el actor: también aquí se
incurre en vicio de incongruencia, ahora llamado “ultra petita”, que descalifica la
sentencia.
CUARTO.- Teniendo en cuenta ello, con respecto a la congruencia procesal debe señalarse:
(i) que el Banco de Crédito del Perú “no ejecutó el contrato de arrendamiento entre ambas
partes señaladas, inejecución causada por culpa de la demandada” (Petitorio);
(iii) que en el numeral 2.9 de su demanda afirma que el Banco de Crédito del Perú era
el nuevo arrendatario y si bien “no suscribió formalmente el contrato ni menos lo ejecutó
económicamente (...) a fortiori señalamos que este segundo contrato entre LA
DEMANDANTE Y DEMANDADA contaba con todos sus elementos constitutivos”; y (
SEXTO.- En lo que atañe a la posibilidad que el juez aplique la norma correcta aunque
no haya sido invocada por las partes, se tiene:
1. La recurrente asegura que el juez debió aplicar el derecho correspondiente a los
hechos que había expuesto; en el caso en particular, aplicar las normas de la responsabilidad
extracontractual y no de la inejecución de obligaciones, dada la inexistencia de contrato.
3. Hay que precisar que las instancias han determinado que el contrato no se celebró y
que las relaciones entre demandante y demandada quedaron en la órbita de las
negociaciones previas, sin que se formara voluntad contractual.
SETIMO.- Sobre la supuesta vulneración a los artículos 1362 y 1969, 1971 y 1985 del
Código Civil:
1. Habiéndose rechazado la vulneración del artículo VII del Título Preliminar del código
procesal civil, deben descartarse las infracciones materiales propuestas, porque ellas
tienen como supuesto la posibilidad que el juzgador haya podido invocar norma distinta a la
solicitada por la demandante, lo que, como se ha dicho, no le era posible efectuar
pues hubiera modificado los hechos materia de la demanda.
2. En efecto, una cosa es señalar que se ha celebrado un contrato y otra muy distinta que se
está en las negociaciones previas, dado que si bien es verdad que el artículo 1362 regula
estos hechos, no es menos cierto que dicho dispositivo contiene varios enunciados
normativos, que están referidos a la
(i) negociación,
(ii) celebración) y
Esta teoría, además, recibió el influjo de Gabrielle Faggella, quien afirmó que
“independientemente de que exista dolo o culpa, la separación arbitraria de las tratativas,
del acuerdo precontractual (concluido expresa o tácitamente), constituye(n) el fundamento de
esta responsabilidad”.
Por su parte, las teorías extracontractualistas afirmarán que el pacto implícito para entablar
negociaciones, no genera responsabilidad contractual porque aun no hay contrato
formado2.
5. De otro lado, Vicenzo Roppo3 arguye que la jurisprudencia, con raras excepciones, es
partidaria de la tesis extracontractual, tesis a la que él se aúna, en tanto, si bien “es
verdad – como subrayan los partidarios de la tesis contractual – que entre los protagonistas
de la tratativa se crea una relación calificada, en razón de la cual gravan sobre ellos
especiales deberes en protección de los recíprocos intereses, Pero esto es exactamente
lo que sucede en tantos otros contextos de actividad y relaciones que nadie osaría referir a
un campo diferente de la responsabilidad”.
En cambio, María Medina4, considera que hay “una adecuada base jurídica para la
consideración de una amplia responsabilidad contractual, integrada por la
responsabilidad contractual stricto sensu y por la responsabilidad nacida del denominado
contacto negocial, la responsabilidad precontractual”.
Por su parte, Aníbal Torres7 Vásquez, asume posición distinta, señalando de manera
categórica que se está ante un supuesto extracontractual porque “se funda en la violación
del deber general de no causar daño a otro”.
VI. DECISIÓN Por estos fundamentos y de conformidad con el artículo 397 del
Código Procesal Civil: Declararon INFUNDADO el recurso de casación interpuesto por la
demandante Flor de María Rishing Mendoza, (página doscientos setenta y cuatro); en
consecuencia NO CASARON la sentencia de vista de fecha veintiuno de setiembre de
dos mil quince; DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el Diario Oficial
“El Peruano” conforme a ley; en los seguidos con el Banco de Crédito del Perú, sobre
indemnización de daños y perjuicios; y los devolvieron.
Interviniendo como ponente el señor Juez Supremo Calderón Puertas. SS. TELLO
GIRARDI, RODRÍGUEZ CHÁVEZ, CALDERÓN PUERTAS, YAYA ZUMAETA, DE LA BARRA
BARRERA1Rubio Correa, Marcial. La Interpretación de la Constitución según el Tribunal
Constitucional. Pontifi cia Universidad Católica del Perú Fondo Editorial. Lima, 2005. p
1242Ruben y Gabriel Stiglitz (1992). Responsabilidad precontractual. Abeledo – Perrot: Buenos
Aires.3Roppo, Vicenzo (2009). El contrato. Gaceta Juridica: Perú, pág. 189.4Medina Alcoz,
María (2006). Responsabilidad precontractual. Fórum casa editorial. Lima, pág. 91.5Ojeda
Guillen, Luis (2009). La responsabilidad precontractual en el Código Civil Peruano.
Motivensa. Lima, pág. 2306De La Puente y Lavalle, Manuel (1993). El Contrato en General –
Comentarios a la sección primera del libro VII del Código Civil. Fondo Editorial PUCP: Perú, pág.
74-75.7Torres Vásquez, Aníbal (2012). Teoría General del Contrato. Pacifi co: Lima, pág.
74.C-1485495-115