Caso de Obligaciones

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CAS. N° 4407-2015 PIURA Indemnización por daños y perjuicios.

Una cosa es señalar que se ha


celebrado un contrato y otra muy distinta que se está en las negociaciones previas, dado que si
bien es verdad que el artículo 1362 regula estos hechos, no es menos cierto que dicho
dispositivo contiene varios enunciados normativos, que están referidos a la (i) negociación, (ii)
celebración) y (iii) ejecución del contrato, así como a la existencia de (iv) buena fe; y (v) común
intención de las partes.

Lima, cinco de mayo de dos mil dieciséis.

LA SALA CIVIL PERMANENTE DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA:

vista la causa número cuatro mil cuatrocientos siete - dos mil quince, en audiencia pública
llevada a cabo en la fecha y producida la votación con arreglo a Ley; emite la siguiente
sentencia:

I. ASUNTO

Viene a conocimiento de esta Suprema Sala, el recurso de casación interpuesto por la


demandante Flor de María Rishing Mendoza, (página doscientos setenta y cuatro), contra la
resolución de vista de fecha veintiuno de setiembre de dos mil quince (página doscientos
sesenta y tres), que revoca la sentencia de primera instancia que resolvió declarar fundada la
demanda; y reformándola la declara infundada.

II. ANTECEDENTES

1. DEMANDA Mediante escrito de fecha 28 de enero de 2014 (página cincuenta y tres), Flor
de María Rishing Mendoza interpone demanda sobre indemnización por daños y
perjuicios contra el Banco de Crédito del Perú a fin que el demandado pague la suma de
U$. 83,490 dólares americanos por concepto de indemnización por daños y perjuicios.
Sostiene:

1.- Que es propietaria del inmueble ubicado en la avenida Grau, avenida Loreto y el jirón
Loa N° 757 de esta ciudad, con un área de 800 m2.

2.- Tenía vigente un contrato de arrendamiento de fecha 01 de Mayo del 2012 a favor de
Svenza Zona Franca S.R.L. "CARSA" por el cual percibía una renta mensual de U$. 12,650
dólares americanos; el plazo de vigencia se pactó forzoso para ambas partes en un año
(hasta 30 de abril de 2013); el contrato fue a plazo determinado, pero prorrogable.

3.- Mediante carta notarial del 05 junio de 2013, CARSA aceptó un aumento de la
renta a la suma de U$. 13,915 dólares americanos, asimismo, a través de dicho documento
solicitó a la propietaria una prórroga de plazo para desocupar dicho inmueble a la fecha
perentoria del 15 de enero 2014; no obstante, la demandante, mediante carta de fecha
11 de junio 2013, solamente acepta la prórroga del plazo hasta la fecha de 31 de julio
del 2013. En cumplimiento del acuerdo, la arrendataria CARSA desocupó el inmueble el
15 de agosto del 2013.

4.- Conforme a los hechos detallados, el primer contrato de arrendamiento entre la


demandante y CARSA culminó a pedido de la primera porque el nuevo arrendador Banco
de Crédito del Perú mejoró considerablemente las condiciones y términos que mantenía
la propietaria con su primer inquilino CARSA; asimismo, el referido Banco le requirió a la
arrendadora y propietaria que cumpla con enviarles una serie de documentación del inmueble
a arrendar, entre ella, la carta enviada a CARSA pidiéndole la desocupación del local.
Sin embargo, habiendo cumplido con sus obligaciones pactadas con el Banco y estando
desocupado el local, éste no suscribió formalmente el contrato y tampoco lo ejecutó
económicamente, causando una serie de daños y perjuicios.

5.- Señala que a través de numerosos correos electrónicos las partes iniciaron las tratativas
y comunicaciones destinadas a arrendar el bien objeto de la litis, donde el Banco
(segundo arrendatario) terminó ofreciendo mejores condiciones que CARSA (primer
arrendatario), razón por la cual el Banco demandado requirió a la actora que desocupe
—vía carta- a su primer inquilino, lo cual hizo para ser ocupado por el Banco, el mismo
que no llegó a cumplir ninguna de las prestaciones a su cargo.

2. CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA El Banco de Crédito del Perú contesta la demanda


(página noventa y uno), señalando que de las comunicaciones cursadas entre la
demandante y el anterior inquilino CARSA se desprende que la demandante, tal como lo
señala en el punto 2.9 de su escrito de demanda, tenía interés propio en reducir el plazo
contractual de arrendamiento de dicho local, hecho que no fue a pedido del Banco de
Crédito, quien nunca solicitó o exigió a la demandante que resolviera o redujera el plazo
contractual con su anterior inquilino.

Sostiene que la decisión del demandante de no renovar el contrato de alquiler con su anterior
inquilina CARSA se debió a una decisión voluntaria y autónoma de la actora, no siendo la
misma de modo alguno, producto de algún requerimiento o exigencia del Banco de
Crédito como falsamente alude en su demanda.

Además, expresa que es legítimo que el Banco haya solicitado a la arrendadora que le
muestre que el local que le estaba ofreciendo en arrendamiento y que este se
encuentre saneado, libre de cargas, gravámenes y/o problemas de índole legal y físico
(requerimiento de cualquier futuro inquilino diligente).

Señala que es cierto que inició tratativas y diálogos tendientes a celebrar un futuro contrato
de arrendamiento del local comercial ya referido, lo que no es cierto es el hecho que el
Banco de Crédito le haya solicitado o requerido cursar la carta de conclusión del
contrato de arrendamiento a CARSA, siendo esto un hecho propio y autónomo de la
demandante.

Indica que lo que existió entre la demandante y el Banco de Crédito fueron tratativas no un
contrato. Añade que iniciadas las conversaciones entre el Banco de Crédito y la demandante
con la finalidad de lograr concluir un contrato de arrendamiento, se encontró que el local
ofertado por la demandante tenía una serie de problemas de orden legal y de orden
físico, es decir, se encontraba gravado con dos embargos inscritos en los asientos D00012,
D00013 y D00016 de la Partida Registral N° 00019430 del Registro de Predios de Piura, así
como una hipoteca que debía ser levantada del Registro de Propiedad Inmueble de Piura;
también se encontró que el inmueble registraba un área física distinta a la que presentaba en
la partida registral, así como también habían discrepancias entre las medidas
registrales, las medidas reales y las áreas que figuraban en la documentación municipal,
tal como lo demuestran a través del correo electrónico donde se le ponía en conocimiento
este hecho.

3. FIJACION DE PUNTOS CONTROVERTIDOS Mediante resolución de fecha once de


mayo de dos mil quince (página ciento once), se fijaron los siguientes puntos
controvertidos:
• Determinar si el Banco de Crédito del Perú es responsable civilmente por haber
incumplido con ejecutar el contrato de arrendamiento celebrado con la demandante
sobre el inmueble ubicado en la Av. Grau, Avenida Loreto y el jirón Ica N° 757 de esta ciudad.

• De ser el caso, establecer si el mismo Banco está obligado a indemnizar a la


demandante por lucro cesante en la suma de 83,490 dólares americanos.

4. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA Culminado el trámite correspondiente, el Juez,


mediante resolución de fecha once de mayo de dos mil quince (página ciento sesenta y
tres), declara fundada en parte la demanda, al concluir que, en el correo electrónico
remitido por Sandra Bardales (funcionaria del Banco de Crédito) a la demandante,
con fecha 27 de mayo 2013 a fojas treinta y ocho, se manifiesta lo siguiente:

“Estimada Sra. Flor de María, tal como, conversamos a continuación le detallo la


documentación que me deberá alcanzar en físico para el contrato de alquiler del inmueble”.

En consecuencia, para el juzgado, ello denota la existencia de un contrato de arrendamiento,


siendo que el Banco de Crédito incumplió las prestaciones a su cargo, razón por la cual
debe indemnizar a la demandante.

5. FUNDAMENTOS DE LA APELACION La demandada, apela la sentencia (página


doscientos nueve), señalando que lo que realmente ocurrió con la accionante fueron
tratativas y conversaciones destinadas a celebrar a futuro un contrato de arrendamiento,
el mismo que no se llevó a cabo por discrepancias en las negociaciones.

Añade que el juzgado ha utilizado una interpretación sesgada y antojadiza de los medios
probatorios que obran en el proceso y que es falso el argumento de que existía alquiler
pactado entre el Banco de Crédito desde el mes de marzo de 2013.

6. SENTENCIA DE VISTA Elevados los autos en virtud del recurso de apelación


interpuesto, la Sala Superior mediante resolución de fecha veintiuno de setiembre
de dos mil quince (página doscientos sesenta y tres), revoca la sentencia apelada, y,
reformándola, la declara infundada, al señalar que, siendo que las tratativas estaban
realizándose a través de correo electrónico, por mandato expreso de la parte final del artículo
1374° del Código Civil, recién se podía presumir que hubo aceptación cuando la
demandante (que remitió los documentos solicitados por el banco) hubiera recibido por
parte de la representante del Banco el respectivo "acuse de recibo", lo que no sucedió.

De otro lado, del análisis de los correos electrónicos que obran de fojas treinta y ocho y treinta
y nueve se advierte que no es verdad que al 27 de mayo de 2013 las partes hayan concretado
la celebración del contrato de arrendamiento poniéndose de acuerdo en todos los
puntos esenciales de dicho contrato, pues el correo electrónico de fecha 27 de mayo de
2013 remitido por la representante del Banco (Sandra Bardales) a la demandante, no hace
referencia a ningún elemento del contrato de referencia sino que contiene el
requerimiento que hace el banco de determinados documentos en físico, además de
constancias de no adeudo de impuesto predial y arbitrios así como el levantamiento de
embargo.

Agrega que con fecha 19 de agosto de 2013, la representante del banco propone las
condiciones para el alquiler.
Ante dicha propuesta, con fecha 20 de agosto de 2013, la demandante hace una
contraoferta respecto a la merced conductiva, la misma que no fue aceptada por el banco
quien mantuvo su propuesta señalando que era "el monto máximo que podían pagar".

Con dicho documento, de modo categórico, desvirtúa la conclusión respecto a la celebración


del contrato, toda vez que al 20 de agosto de 2013, las partes en conflicto no llegaban a
ponerse de acuerdo respecto a la merced conductiva, que viene a ser un elemento esencial en
el contrato de arrendamiento.

La Sala Superior concluye señalando que la entidad financiera demandada no ha incurrido


en ningún ilícito civil (incumplimiento de obligación) al no haberse perfeccionado
ningún contrato, por lo que no se ha acreditado la existencia del elemento de la antijuricidad.

III. RECURSO DE CASACION La Suprema Sala mediante la resolución de fecha dieciocho de


enero de dos mil dieciséis ha declarado procedente el recurso de casación interpuesto
por la demandante, por la infracción normativa de los artículos VII del Título
Preliminar del Código Procesal Civil, así como VII del Título Preliminar, 1362, 1969, 1971 y
1985 del Código Civil; al haber sido expuestas las referidas infracciones con claridad y
precisión, señalándose además la incidencia de ellas en la decisión impugnada.

IV. FUNDAMENTOS DE ESTA SALA SUPREMA

PRIMERO.- Se ha interpuesto recurso de casación por vulneración de normas


procesales y materiales, por lo que deben examinarse primero aquellas, pues de ampararse el
recurso se ocasionaría la nulidad de la sentencia.

SEGUNDO.- En esa perspectiva, la recurrente menciona que se ha vulnerado el artículo VII


del Título Preliminar del código civil, pues las instancias de mérito pudieron haber
resuelto la causa utilizando las normas de la responsabilidad extracontractual, conforme
las facultades que le concede el dispositivo antes mencionado.

TERCERO.- Sobre el artículo VII del Título Preliminar del código procesal civil

1. El principio iura novit curia presenta dos elementos: uno ligado a la congruencia
procesal, mediante el cual no se puede resolver más allá del petitorio ni fundar
decisiones en hechos diversos alegados por las partes, y, otro, a la facultad del juez de aplicar
el derecho aunque no haya sido invocado.

2. Este principio, recogido en el artículo VII del Título Preliminar del código procesal civil, se
encuentra vinculado al de la congruencia procesal, que “constituye una especie del
género del debido proceso y significa que, al sentenciar, el Juez debe respetar el
contradictorio del proceso, esto es, debe pronunciarse sobre los diversos aspectos de
las pretensiones postuladas por los justiciables y sólo sobre ellos de acuerdo a ley (...)1”.

3. Así, el principio de congruencia importa la correspondencia entre lo pretendido y lo


juzgado. Eso significa que la resolución que emite la autoridad acerca del litigio debe
guardar estricta conformidad con lo pretendido por las partes. Entre las afectaciones a
dicho principio encontramos los siguientes:

1) El juzgador omite decidir alguna de las cuestiones oportunamente planteadas por las partes
y que sean conducentes a la solución del litigio, lo que genera el vicio de incongruencia
conocido como “citra petita”, que torna anulable el respectivo pronunciamiento;
2) El juzgador otorga cosa distinta a la peticionada por la parte o condena a persona
no demandada o a favor de persona que no demandó, yendo más allá del asunto
litigioso, ello conforma el vicio de incongruencia denominado “extra petita”, que
también torna anulable el respectivo pronunciamiento; y,

3) El juzgador otorga más de lo que fue pretendido por el actor: también aquí se
incurre en vicio de incongruencia, ahora llamado “ultra petita”, que descalifica la
sentencia.

CUARTO.- Teniendo en cuenta ello, con respecto a la congruencia procesal debe señalarse:

1. Conforme se aprecia de la demanda, la accionante indicó:

(i) que el Banco de Crédito del Perú “no ejecutó el contrato de arrendamiento entre ambas
partes señaladas, inejecución causada por culpa de la demandada” (Petitorio);

(ii) que su anterior inquilino, CARSA, desocupó el inmueble de su propiedad en virtud


del “nuevo acuerdo de voluntades entre la propietaria de ese bien (la hoy parte
demandante) y el nuevo arrendatario Banco de Crédito del Perú – BCP (hoy la parte
demandada)” (rubro 2.5 de la demanda);

(iii) que en el numeral 2.9 de su demanda afirma que el Banco de Crédito del Perú era
el nuevo arrendatario y si bien “no suscribió formalmente el contrato ni menos lo ejecutó
económicamente (...) a fortiori señalamos que este segundo contrato entre LA
DEMANDANTE Y DEMANDADA contaba con todos sus elementos constitutivos”; y (

iv) posteriormente, en el rubro 2.14 hará mención al referido contrato de


arrendamiento, reiterando dichas expresiones en la parte III de su demanda,
denominada “CONCLUSIONES DE FUNDAMENTOS DE HECHO”.

2. En esa línea argumentativa, la demandada consideró como fundamentos de derecho el


artículo 1351 del código civil y normas de naturaleza contractual, lo que se evidencia,
cuando al fijarse los puntos controvertidos, se indica que este consiste en determinar si
cabe indemnización a favor de la demandante “por no haber cumplido la demandada con
ejecutar el contrato de arrendamiento que celebraran” (página ciento diecisiete).

3. Congruente con ello se emitió sentencia de primera instancia amparándose la demanda.


La sentencia de la Sala Superior analiza también la existencia de un contrato y determina la
inexistencia de éste.

QUINTO.- Estando a lo expuesto, no hay ninguna modificación a los hechos expuestos en la


demanda; por el contrario, tal como se ha detallado en el considerando anterior, las
instancias correspondientes han analizado la causa conforme a lo expuesto por la propia
recurrente, y a los hechos que esta indicó: la existencia de un contrato. De allí que tanto el
Juzgado como la Sala Superior hayan realizado el análisis sobre si tal contrató
efectivamente se celebró, lo que era además (en el contexto de la demanda planteada) el
supuesto necesario para exigir indemnización contractual.

Siendo ello así, hay plena correspondencia entre lo solicitado y lo resuelto, no


vulnerándose el principio de congruencia procesal.

SEXTO.- En lo que atañe a la posibilidad que el juez aplique la norma correcta aunque
no haya sido invocada por las partes, se tiene:
1. La recurrente asegura que el juez debió aplicar el derecho correspondiente a los
hechos que había expuesto; en el caso en particular, aplicar las normas de la responsabilidad
extracontractual y no de la inejecución de obligaciones, dada la inexistencia de contrato.

2. No es ese el criterio de este Tribunal Supremo, pues en el caso específico el hecho


controvertido era precisamente la existencia del referido contrato; por consiguiente, no
era posible emitir otra decisión porque ello hubiera significado modificar los hechos
constitutivos de la demanda, generando indefensión a la parte demandada.

3. Hay que precisar que las instancias han determinado que el contrato no se celebró y
que las relaciones entre demandante y demandada quedaron en la órbita de las
negociaciones previas, sin que se formara voluntad contractual.

Esto, además, dada la denuncia casatoria planteada, es lo que acepta ahora la


recurrente. En tal virtud, no se advierte infracción normativa al artículo VII del Título Preliminar
del código procesal civil, sino resolución que se ciñe a los hechos expuestos en la
demanda.

SETIMO.- Sobre la supuesta vulneración a los artículos 1362 y 1969, 1971 y 1985 del
Código Civil:

1. Habiéndose rechazado la vulneración del artículo VII del Título Preliminar del código
procesal civil, deben descartarse las infracciones materiales propuestas, porque ellas
tienen como supuesto la posibilidad que el juzgador haya podido invocar norma distinta a la
solicitada por la demandante, lo que, como se ha dicho, no le era posible efectuar
pues hubiera modificado los hechos materia de la demanda.

2. En efecto, una cosa es señalar que se ha celebrado un contrato y otra muy distinta que se
está en las negociaciones previas, dado que si bien es verdad que el artículo 1362 regula
estos hechos, no es menos cierto que dicho dispositivo contiene varios enunciados
normativos, que están referidos a la

(i) negociación,

(ii) celebración) y

(iii) ejecución del contrato, así como a la existencia de

(iv) buena fe; y

(v) común intención de las partes.

3. Como se ha señalado en los considerandos precedentes, la demandante afirmó que


se había celebrado un contrato, y ese fue, por ende, el supuesto que había que examinar,
generando consecuencias distintas, no solo por razones para determinar si se había
constituido la voluntad contractual, sino además por las implicancias en los daños que
pudieran ocasionarse.

4. Así, en el caso de las negociaciones, la doctrina no es unánime en establecer si se está en un


supuesto de responsabilidad contractual o extracontractual. Las teorías contractualistas,
surgidas bajo la influencia de Ihering, consideraron que “la responsabilidad por los
actos cometidos en el periodo precontractual, no excluye la vigencia de ciertos efectos del
pacto frustrado o nulo, que si bien ya no serian aplicables las consecuencias contractuales
atinentes al cumplimiento de la obligación, en cambio, la circunstancia de no haberse
llegado a perfeccionar el contrato (o haberse anulado el mismo) con motivo de una culpa
in contrahendo, hacia operativas sí, otras obligaciones contractuales, diferentes a la
propia ejecución del convenio, por ejemplo, las indemnizaciones de daños”.

Esta teoría, además, recibió el influjo de Gabrielle Faggella, quien afirmó que
“independientemente de que exista dolo o culpa, la separación arbitraria de las tratativas,
del acuerdo precontractual (concluido expresa o tácitamente), constituye(n) el fundamento de
esta responsabilidad”.

Por su parte, las teorías extracontractualistas afirmarán que el pacto implícito para entablar
negociaciones, no genera responsabilidad contractual porque aun no hay contrato
formado2.

5. De otro lado, Vicenzo Roppo3 arguye que la jurisprudencia, con raras excepciones, es
partidaria de la tesis extracontractual, tesis a la que él se aúna, en tanto, si bien “es
verdad – como subrayan los partidarios de la tesis contractual – que entre los protagonistas
de la tratativa se crea una relación calificada, en razón de la cual gravan sobre ellos
especiales deberes en protección de los recíprocos intereses, Pero esto es exactamente
lo que sucede en tantos otros contextos de actividad y relaciones que nadie osaría referir a
un campo diferente de la responsabilidad”.

En cambio, María Medina4, considera que hay “una adecuada base jurídica para la
consideración de una amplia responsabilidad contractual, integrada por la
responsabilidad contractual stricto sensu y por la responsabilidad nacida del denominado
contacto negocial, la responsabilidad precontractual”.

6. En sede nacional la discusión se ha extendido. Luis Ojeda5, apoya la teoría


contractualista, pues señala que “la responsabilidad precontractual siempre se presenta
cuando ha habido tratos, negocios, acuerdos previos: un contrato negocial. Estas
negociaciones, entendemos, han generado en la parte perjudicada una confianza racional en
la concreción del negocio y en su traducción en un contrato definitivo. Las partes no
son desconocidas, sino que son co-tratantes determinados, completamente
identificados y reconocibles el uno por el otro. El contacto negocial previo obliga a
comportarse según reglas especificas y asumiendo conductas particulares”.

Antes, Manuel de la Puente y Lavalle6 había señalado que la responsabilidad derivada


de los tratos negociales se encuentra regulada por las normas relativas a la inejecución
de obligaciones, puesto que el daño proviene de la violación “de un deber
asumido voluntariamente por las partes con ocasión de la celebración de un contrato”.

Por su parte, Aníbal Torres7 Vásquez, asume posición distinta, señalando de manera
categórica que se está ante un supuesto extracontractual porque “se funda en la violación
del deber general de no causar daño a otro”.

OCTAVO.- No obstante las dudas planteadas sobre la naturaleza de los daños


ocasionados en las negociaciones precontractuales, este Tribunal Supremo considera que en
el presente caso se trata de asunto irrelevante, tanto porque ello no fue materia del
debate y los hechos se ciñeron a la existencia del contrato y no al daño en las
negociaciones, como porque siendo que la responsabilidad civil tiene una matriz única y
le corresponden los mismos requisitos, entre ellos el de antijuricidad, este hecho fue
analizado en la sentencia impugnada, determinándose que no existió consenso respecto
a la merced conductiva y, obviamente, que no existió vulneración a la buena fe y a la
común intención de las partes, lo que descarta, de plano, cualquier tipo de indemnización,
ya sea contractual o extracontractual y la aplicación de las normas denunciadas.

VI. DECISIÓN Por estos fundamentos y de conformidad con el artículo 397 del
Código Procesal Civil: Declararon INFUNDADO el recurso de casación interpuesto por la
demandante Flor de María Rishing Mendoza, (página doscientos setenta y cuatro); en
consecuencia NO CASARON la sentencia de vista de fecha veintiuno de setiembre de
dos mil quince; DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el Diario Oficial
“El Peruano” conforme a ley; en los seguidos con el Banco de Crédito del Perú, sobre
indemnización de daños y perjuicios; y los devolvieron.

Interviniendo como ponente el señor Juez Supremo Calderón Puertas. SS. TELLO
GIRARDI, RODRÍGUEZ CHÁVEZ, CALDERÓN PUERTAS, YAYA ZUMAETA, DE LA BARRA
BARRERA1Rubio Correa, Marcial. La Interpretación de la Constitución según el Tribunal
Constitucional. Pontifi cia Universidad Católica del Perú Fondo Editorial. Lima, 2005. p
1242Ruben y Gabriel Stiglitz (1992). Responsabilidad precontractual. Abeledo – Perrot: Buenos
Aires.3Roppo, Vicenzo (2009). El contrato. Gaceta Juridica: Perú, pág. 189.4Medina Alcoz,
María (2006). Responsabilidad precontractual. Fórum casa editorial. Lima, pág. 91.5Ojeda
Guillen, Luis (2009). La responsabilidad precontractual en el Código Civil Peruano.
Motivensa. Lima, pág. 2306De La Puente y Lavalle, Manuel (1993). El Contrato en General –
Comentarios a la sección primera del libro VII del Código Civil. Fondo Editorial PUCP: Perú, pág.
74-75.7Torres Vásquez, Aníbal (2012). Teoría General del Contrato. Pacifi co: Lima, pág.
74.C-1485495-115

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