Ministros de La Sagrada Comunion
Ministros de La Sagrada Comunion
Ministros de La Sagrada Comunion
Los ministros ordinarios de la Sagrada Comunión son los Obispos, Sacerdotes y Diáconos. Estos
son los ministros ordinarios, que distribuyen la Sagrada Comunión en virtud de su ordenación.
"Pertenece ante todo al sacerdote y al diácono administrar la comunión a los fieles que la
pidan. Mucho conviene, pues, que a este ministerio de su orden dediquen todo el tiempo
preciso, según la necesidad de los fieles".
El rol de un Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión no reemplaza el rol de un ministro
ordinario, pero lo complementa con carácter provisional (Redemptionis Sacramentum, 151).
Cuando un número suficiente de ministros ordinarios están presentes para la distribución de la
Sagrada Comunión, los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión no deben servir en la
distribución de la Santa Comunión. El término "Ministro de la Eucaristía" se refiere a aquellos
que celebran y realizan el Sacramento de la Eucaristía in persona Christi. Como tal, sólo se
aplica a los obispos y sacerdotes.
Procedimientos Pastorales
La determinación de la necesidad de los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión
debe ser hecha por el pastor de la parroquia. En una escuela o centro de la salud, esta decisión
es hecha por el capellán católico, en consulta con el decano. Dos áreas de necesidad deben ser
consideradas:
A. La de facilitar la distribución de la Sagrada Comunión en la Misa los domingos y los días
de semana para que el rito de la comunión no se convierta indebidamente
prolongado;
B. La de proporcionar la Santa Comunión con regularidad, sobre todo después de la misa
del domingo, para los enfermos y los que están confinados a sus hogares o
instituciones alrededor de la parroquia.
¿Cuál es el protocolo correcto a seguir cuando una persona enferma no puede Consumir la
Hostia? Si una persona enferma no puede consumir una pequeña hostia completamente, un
pedazo más pequeño puede ser dado a él / ella. Un vaso de agua puede ser proporcionado
para ayudar a la persona a consumir la hostia. Si la hostia es rechazada por la persona, se debe
envolver en un purificador, y llevada a la iglesia o capilla de la que se envió el Ministro
Extraordinario de la Sagrada Comunión. Allí, un sacerdote o diácono debe disolver la hostia en
un pequeño recipiente con agua. Una vez disuelta, esta agua debe ser arrojada en el lavabo de
la Sacristía.