La Conquista Musulmana de La Península Ibérica

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La conquista musulmana de la península ibérica

En 711 las tropas de Tarik, lugarteniente de Muza, (gobernador de Ifriquiya) cruzan el estrecho
y aprovechando la ausencia de D. Rodrigo que estaba en el norte en una campaña contra los
vascones, inicia la penetración sin resistencia de la población de Andalucía.

Esto corrobora los pactos con los witizanos y el apoyo de la población judía. Derrotado y
muerto D. Rodrigo en Guadalete, llegan hasta Toledo que les abre las puertas (allí estaba
Oppas. el hermano de Witiza)

En 712 se inicia la conquista sistemática: Muza pasa a


Hispania con más contingentes y va tomando las
principales ciudades Sevilla, Carmona, Mérida,
Toledo, Zaragoza, Pamplona, donde llegaron en el
714 . Tariq y Muza en ese año se dirigieron hacia
Damasco para dar cuenta de su actuación y al frente
del gobierno quedaba Abd al-Aziz que aumentó las
conquistas peninsulares hasta Zaragoza y Coimbra.
Sus sucesores llegarón a Barcelona en 718 y a Toulouse
en 721.

Los primeros 50 años de la historia del Al Andalus, hasta la fundación del Estado Omeya , se
caracteriza, fundamentalmente, por dos hechos fundamentales:

• La expansión del dominio musulmán: los pactos y la tributación.


• A partir del 732 la oposición de las primeras tensiones entre árabes y bereberes (en
torno a la ocupación y el reparto de las tierras) que desembocarían en la crisis de los
años 741-755.

Fases de la conquista
La Península Ibérica fué sometida al Islam de dos maneras:

Por las armas: Una vez vencida una plaza se firmaba capitulación, la población no podría
abandonar la ciudad y perdían sus bienes, que pasaban a ser parte del botín y entraban en
servidumbre.

Por pactos: Bien con la población (caso de Mérida, de Sevilla, de Córdoba). Las ciudades
conservaron así sus leyes, su organización política, su religión y eran sometidas al pago de
impuestos que la ley musulmana imponía a los no musulmanes. O bien con particulares, de los
que conocemos casos como el de Teodemiro: funcionario visigodo que gobernaba una amplia
zona de Murcia y Alicante. Conservó sus riquezas, su poder y sus posesiones eran hereditarias,
pasaron a su hijo Atanagildo. A cambio, tenía un vínculo de fidelidad personal con los árabes.

Así, la mayor parte del territorio permaneció en manos de los indígenas, pues la mayoría de la
nobleza pactó con los musulmanes, quienes, prefirieron proteger sus dominios a costa de
perder cierta independencia.

En cuanto a las modalidades de asentamiento de los musulmanes es un tema poco conocido


por la historiografía actual. Pero parece que hay unanimidad en su distribución geográfica:

• Los árabes (baladiyum) venidos con Muza se instalaron en zonas de llanura, en torno a
los valles de los grandes ríos y en lugares próximos a las costas mediterráneas
andaluzas y en las huertas levantinas. Cogieron las mejores tierras.
• Los bereberes se quedaron en lugares más afines con su antiguo hábitat marroquí,
ocuparon zonas de elevada orografía, tanto en el centro como en Andalucía.
• Los sirios procedentes de los "yund" -acantonamientos militares de Siria o Egipto- que
pasaron a la península para ayudar a reprimir la sublevación de los bereberes del 741,
fueron asentados en zonas del sureste de Andalucía, de forma muy similar a la
situación que anteriormente tenían en sus países de origen.

Consolidación de la conquista
El gobierno de Abd el-Aziz ibn Musa

Musa dejó al frente del ejército en España a su hijo


Abd el-Aziz ibn Musa (Abdelaziz), quien tras reconquistar
a la sublevada Sevilla, permaneció en ella y la convirtió
en la primera capital de Al-Ándalus, actuando desde ella
como wali. Con él se quedó el grueso del botín. Aunque
una parte estaba destinada a cubrir los gastos de la
administración y de la guerra, la mayoría se mantenía
para su reparto entre las tropas cuando se licenciasen
al final de la campaña, con reserva de un quinto
(llamado jums) para el califa. Este reparto, a causa de lo lento de la conquista, aún tardó varios
años.
Asesinato de Abd el-Aziz ibn Musa y gobierno de Al-Hurr

Ayyub quedó como gobernante interino durante seis


meses, hasta la llegada del nuevo gobernador nombrado
por el Walí de Ifriqiyya, hermano mayor del asesinado.
Durante los seis meses que Ayyub dirigió las fuerzas del
Califato Omeya no realizó ninguna nueva campaña, por
lo que el año 715 fue de nuevo de relativa tranquilidad.
El nuevo gobernador fue Al-Hurr (716–19), que llegó a
la península con un ejército de refuerzo.

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