Conferencia de Estocolmo

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Conferencia de Estocolmo (1972)

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano se celebró en Estocolmo, Suecia
desde el 5 al 16 de junio de 1972, bajo la presidencia del ministro de Agricultura sueco, Ingemund
Bengtsson, y con la participación de 1.200 delegados que representaban a 110 países. La
secretaría general de la Conferencia estuvo a cargo del antiguo director general de la Agencia
Canadiense para el desarrollo Internacional, Maurice Strong, uno de los principales promotores
del encuentro.

Las deliberaciones de la Conferencia se desarrollaron en tres comités:

 sobre las necesidades sociales y culturales de planificar la protección ambiental;


 sobre los recursos naturales;
 sobre los medios a emplear internacionalmente para luchar contra la contaminación.

La Conferencia aprobó una declaración final de 26 principios y 103 recomendaciones, con una
proclamación inicial de lo que podría llamarse una visión ecológica del mundo, sintetizada en siete
grandes principios. Aparte de esto los debates de la Conferencia de Estocolmo fueron precedidos
por la publicación de un informe oficioso denominado Una sola Tierra: El cuidado y conservación
de un pequeño planeta, se publicó en diez lenguas.

Entre las recomendaciones acordadas, de carácter estrictamente ecológico, cabe destacar las
siguientes: preservación de muestras representativas de los ecosistemas naturales en los
denominados "bancos genéticos"; protección de especies en peligro, especialmente los grandes
cetáceos oceánicos; mantenimiento y mejora de la capacidad de la Tierra para producir recursos
vitales renovables; planificación de los asentamientos humanos, aplicando principios urbanísticos
que respeten el entorno; evitar la contaminación a todos los niveles, estableciendo las listas de los
contaminantes más peligrosos, así como la de aquellos cuya influencia puede ser más irreversible
a largo plazo; creación de un Programa mundial sobre el Medio Ambiente, patrocinado por las
Naciones Unidas y destinado a asegurar, al nivel internacional, la protección del entorno.

Declaración de Nairobi (1982)

Durante los años siguientes a la reunión de Estocolmo de 1972 los problemas ambientales se
acentuaron, así como también, la brecha económica entre países pobres y ricos. A pesar de las
numerosas reuniones internacionales realizadas y de los programas de las Naciones Unidas
implementados, tales como el PNUMA y el Programa “El Hombre y la Biosfera” – MAB-, la
contaminación y la sobreexplotación de los recursos naturales se habían constituido en hechos
instalados.

En 1982, con motivo de conmemorarse el décimo aniversario de Estocolmo’72, la ONU produjo la


denominada “Declaración de Nairobi”. Esta declaración reconocía expresamente que los logros
alcanzados habían sido insuficientes para responder a los objetivos enunciados en 1972, y
recalcaba la urgente necesidad de intensificar los esfuerzos en el ámbito mundial, regional y
nacional, para proteger y mejorar el ambiente.
Desarrollo sustentable

En 1983, la Organización de las Naciones Unidas crean La Comisión Mundial para el Medio
Ambiente y el Desarrollo, también conocida como Comisión Brundtland, que produce un informe
de evaluación de los resultados obtenidos en pos de lograr los objetivos de la reunión de
Estocolmo, llamado “Nuestro Futuro Común”. En este documento se formaliza el concepto de
Desarrollo Sustentable, como un desarrollo que necesariamente deberá abordar la protección del
ambiente y el crecimiento económico como una sola cuestión, con el fin de satisfacer las
necesidades de las generaciones presentes sin comprometer el derecho de las generaciones
futuras a satisfacer sus propias necesidad”.

Rio 92

Establecido el nuevo paradigma de la sustentabilidad, en el entendimiento de que ambiente y


crecimiento económico debían ser términos complementarios, se comenzaron las reuniones
preparatorias para concretar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el
Desarrollo –CNUMAD-. La conferencia denominada «Cumbre de la Tierra”, también conocida
como “Río’92” o “La Eco’92”, se llevó a cabo en la ciudad de Río de Janeiro (Brasil) del 3 al 14 de
junio de 1992. El cargo de Secretario General fue ocupado por Maurice Strong, al igual que en la
Reunión de Estocolmo de 1972.

Es necesario destacar que el escenario mundial en el cual tuvo lugar esta Conferencia había
sufrido, poco tiempo antes, un cambio radical como resultado del derrumbe de la Unión Soviética
en 1991. El mapa político mundial se había modificado al desaparecer el enfrentamiento Este –
Oeste, dejando a los Estados Unidos de Norteamérica como única potencia mundial. Este
escenario permitió la conformación de grupos de países que llevaron a un fuerte retorno de los
planteos en términos de conflictos Norte-Sur, países no desarrollados o en vías de desarrollo –
países desarrollados, con posturas muy disímiles y encontradas.

La relevancia de este evento se manifestó en la participación de 172 gobiernos de los cuales 108
fueron representados por sus respectivos Jefes de Estado, reunidos con el fin de iniciar un proceso
que sentar las bases de un nuevo modelo de crecimiento y desarrollo mundial que permitieran
articular equilibradamente las dimensiones ambientales, sociales y económicas.

En la Conferencia se crea el Fondo Mundial para el Ambiente Mundial –FMAM- o –GEF-, con el
sentido de comenzar a plasmar la responsabilidad de los países desarrollados enunciada en el
Principio 7. La finalidad de este organismo es el financiamiento de proyectos encaminados hacia el
Desarrollo Sustentable en países en vías de desarrollo, con tal objetivo los países del G-7 se
comprometieron a realizar un aporte de fondos equivalentes al 0.7% de su producto bruto interno
–PBI-.

Un importante logro fue la elaboración de la Agenda 21, considerado el documento más relevante
y ambicioso en el tema ambiental elaborado hasta el presente, dado su carácter de plan de acción
mundial para promover el desarrollo sustentable. La Agenda contempla las acciones a impulsar en
las dimensiones sociales y económicas, en la conservación y gestión de los recursos para el
desarrollo, en el fortalecimiento del papel de los grupos principales, y en los medios para su
ejecución. Reconoce la existencia e importancia de los problemas que se verifican en las escalas
mundial, regional y local, al tiempo que plantea la necesidad de promover procesos participativos
que involucrando a todos los actores representativos establezcan agendas que respondan a los
problemas que se presentan en cada una de las escalas y situaciones.

Rio 92+5

En junio de 1997, en la XIX Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones, se convino en
revisar los avances logrados en la implementación, por parte de los gobiernos, de la Agenda 21. La
evaluación Río+5 se llevó a cabo en eventos que reunieron a los actores gubernamentales y no
gubernamentales involucrados con la sustentabilidad del desarrollo a nivel local, regional y
mundial. Como resultado del Foro Río+5, en pos de mantener vigente el proceso iniciado en Rio’92
se estableció el “Programa para la Implementación de la Agenda 21”, con el objetivo de impulsar
el enorme paso requerido que permitiera pasar de “la agenda a la acción”.

El balance realizado en ocasión de Río+5 mostró que, no obstante, los compromisos adoptados en
Río’92, no se habían verificado las adecuaciones de políticas y los cambios estructurales necesarios
poder implementar los acuerdos alcanzados. El deterioro ambiental en todas sus escalas, local
regional y global, no se había logrado frenar y sus causas no habían sido atacadas con suficiente
fuerza.

Johannesburgo 2002

Frente a este panorama mundial sustantivamente más complejo, las Naciones Unidas llevaron a
cabo, entre los años 2000 y 2002, una serie de importantes reuniones internacionales, “La
Asamblea del Milenio de las Naciones Unidas”, “La Cuarta Conferencia Ministerial de la
Organización Mundial del Comercio” –OMC- y “La Conferencia Internacional sobre Financiación
del Desarrollo”, todas las cuales abordaron el tema del desarrollo desde diferentes ópticas.

La Cumbre del Milenio en su documento denominado, “La Declaración del Milenio”, reconoce
“que los beneficios de la mundialización se repartieron de manera muy desigual, generando
enormes disparidades en la distribución de la riqueza”. Alude al acelerado deterioro del ambiente
como factor que atenta contra la sustentabilidad del actual modelo de desarrollo. Sostiene como
objetivo primordial la erradicación de la pobreza poniendo como primera meta la de alcanzar, para
el año 2015, la reducción de la población del mundo que se encuentra en condiciones de pobreza
extrema a la mitad. En la Declaración,

La Cumbre de Johannesburgo, también conocida como “Río+10”, se realizó entre el 6 y el 14 de


septiembre de 2002; en esta ocasión el cargo de Secretario General fue ocupado por Nitin Desai,
oriundo de la India. A diferencia de la Cumbre de la Tierra que fijó el rumbo a seguir en pos del
Desarrollo Sustentable, la CMDS tuvo como objetivo evaluar los avances logrados en la pasada
década, y realizar un balance de los compromisos que fueron cumplidos y los que aún habían
quedado pendientes. Además, debía consensuar una agenda global con acciones concretas y
mecanismos que permitieran medir el cumplimiento de las metas que lleven hacia la
sustentabilidad en el siglo XXI.
En términos más generales, su finalidad consistía en reforzar los compromisos asumidos en la
Cumbre de la Tierra que se habían dilatado, con el objetivo de frenar el deterioro del ambiente y
mejorar el nivel de vida de los más pobres.

A la Cumbre asistieron 104 jefes de estado y de gobierno y 9.000 representantes de 190 países. A
pesar del éxito de la convocatoria, una ausencia significativa fue la G. Bush (h), presidente de los
EEUU. De esta forma, en su carácter de primera potencia mundial y en una postura singularmente
similar a la adoptada en Río, volvió a restar fuerza a los acuerdos multilaterales y quitó peso al
“pacto mundial” sobre el desarrollo sustentable.

Latinoamérica estuvo escasamente representada a nivel de primeros mandatarios, debido a que


muchos de los países de la región se encontraban inmersos en profundas crisis socio-económicas.
Sin embargo, algunos países, aun atravesando difíciles condiciones de conflictos internos se
hicieron presentes con delegaciones encabezadas por sus presidentes, estos fueron los casos de
México, Brasil, Costa Rica, Ecuador y Venezuela.

Rio 2012

El martes 19 de junio las 193 delegaciones que participan en la Conferencia de desarrollo


sostenible de Naciones Unidas "Rio+20" alcanzaron un acuerdo de mínimos sobre el borrador de
conclusiones titulado "El futuro que queremos" que tendrá que ser aprobado por los más de 100
jefes de Estado y de Gobierno que asistirán a la cumbre (en la que habrá importantes ausencias
como Barak Obama, Angela Merkel o David Cameron). Las organizaciones ecologistas y
ambientales calificaron el texto de "decepcionante" o de "fracaso colosal". "Una madrugada de
negociaciones para que los diplomáticos acaben decepcionando al mundo. Deberían sentir
vergüenza de su incapacidad para alcanzar un acuerdo en un asunto tan crucial", declaró Jim
Leape, director general de la ONG ecologista WWF.7

El viernes 22 de junio se clausuró la Conferencia con un documento de mínimos. El Gobierno


brasileño insistió, sin embargo, en que el éxito de Río+20 radicaba en que 193 naciones hayan
alcanzado un consenso rápidamente y sin entrar en amargas discusiones.8

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