Los Siete Pilares de La Vida
Los Siete Pilares de La Vida
Los Siete Pilares de La Vida
¿Cuál es la definición de vida? Recuerdo una conferencia científica de élite que pensó una respuesta
para esta pregunta. ¿Una enzima está viva? ¿Un virus está vivo? Después de muchas horas de
discusiones, se hizo un esfuerzo en buscar una frase que pudiera definir la vida y se creyó encontrar
una solución: “la capacidad de reproducirse”. “Esto sería lo esencial que definiría la vida”, afirmó un
científico. Todos estuvieron de acuerdo que la esencia de la vida era la capacidad de reproducirse,
hasta que se escuchó una tranquila voz: “entonces un conejo está muerto”. Dos conejos, un macho y
una hembra serían “vida”, pero cada uno por separado está muerto. A este punto de la discusión todos
nos convencimos que la vida no tenía una definición simple.
Entonces ofrecí una descripción: “un organismo vivo es una unidad organizada, que puede desarrollar
reacciones metabólicas, defenderse a sí mismo de las injurias, responder a estímulos y que por lo
menos puede ser un socio en la reproducción. Pero en verdad no me siento feliz con esta definición.
Con todo, cuando se da tiempo para una reflexión más extensa, pienso que se pueden definir los pilares
fundamentales en que se basa la vida, tal como la conocemos. Por “pilares”, entiendo los principios
fundamentales (termodinámicos y cinéticos), por los cuales opera la vida. Los actuales intereses de
descubrir vida en otras galaxias, como también el tratar de reproducir el sistema de la vida artificial,
hacen ahora deseable dilucidar esos pilares, su operación, aclarando por qué ellos son esenciales para
la vida. En este ensayo, me refiero a los mecanismos particulares por los cuales estos principios se han
implementado en la vida en la Tierra, reservando el derecho a sugerir que pueden haber otros
mecanismos para implementar los mismos principios. Si yo fuera un griego antiguo, crearía una diosa
de la vida, a la que llamaría PICERAS, por las razones que luego aclararé.El primer pilar de la vida
es un “PROGRAMA”. Por un programa entiendo un plan organizado que describe tanto los
ingredientes como la cinética e interacción entre los mismos, en la medida que el sistema de vida
persiste a través del tiempo. Para el sistema de vida que observamos en la Tierra, el programa se
implementa por el DNA, que codifica los genes de los organismos de la Tierra y que es replicado de
generación en generación, con pequeños cambios, pero siempre con el plan general intacto. Los genes
a su vez codifican sustancias químicas (las proteínas, los ácidos nucleicos, etc.), que realizan las
reacciones en el sistema vivo. Es el DNA quien guarda el programa y mantiene la vida en
El cuarto pilar es la “ENERGIA”. Como sabemos, la vida significa movimientos (de compuestos
químicos del cuerpo o de componentes del cuerpo) y un sistema con movimiento neto no puede estar
en equilibrio. Debe estar abierto, y en este caso, en un sistema metabolizante. En el interior de la célula
se están produciendo muchas reacciones químicas y desde afuera vienen moléculas (O2, CO2, metales,
etc.). El sistema del organismo es parsimonioso; muchas de las sustancias químicas son recicladas
varias veces durante la vida del organismo (el CO2 por ejemplo, es consumido en la fotosíntesis y
luego producido por oxidación en el sistema), pero originalmente ellos entran desde afuera al sistema
vivo, de este modo los termodinámicos llaman a esto un sistema abierto. Por las muchas reacciones y
el hecho de que hay alguna ganancia de entropía (la analogía mecánica sería fricción), debe haber una
compensación para que el sistema se mantenga funcionando, por lo que se requiere de una continua
fuente de energía. En la biosfera de la Tierra, la mayor fuente de energía es el Sol (aunque la vida en la
Tierra toma una pequeña cantidad de energía de otras fuentes como el calor interno de la Tierra), el
sistema puede continuar indefinidamente, reciclando sustancias químicas, en la medida que se agrega
energía del sol, para compensar sus cambios entrópicos.
Pero ésta no es la única forma en que el sistema vivo se regenera. La constante reconstitución de sus
proteínas y constituyentes del cuerpo no es tan perfecta, y así pequeñas pérdidas para cada
regeneración llegan a sumar grandes pérdidas a lo largo de todo el proceso, acumulándose en lo que
llamamos la vejez. De este modo, el sistema vivo, al menos como lo conocemos, usa inteligentes
trucos para perfeccionar el proceso de regeneración, como es “el comenzar de nuevo”. Una célula
comienza de nuevo dividiéndose, como es el caso de la “Escherichia coli”, o por el nacimiento de un
niño, como es el caso del “Homo sapiens”. Comenzando con una nueva generación, el niño comienza
a rasguñar, y todos los ingredientes químicos, programas y otros constituyentes, vuelven atrás,
comenzando a corregir la declinación del funcionamiento continuo del proceso metabólico.
Finalmente, y lejos del último, está la “SECLUSION” (aislamiento). En este contexto, por
seclusión entiendo algo como privacidad en el mundo social de nuestro universo. Es esencial para el
sistema metabolizador con muchas reacciones, ir al mismo tiempo para mantener la reacción en la
senda 1 (por ejemplo A-B-C-D) y que no se desvíe a la catálisis de la senda 2 (R-S-T-U). Nuestro
sistema vivo hace esto (por una propiedad crucial de la vida, cual es la especificidad de las enzimas
que trabajan sólo para las moléculas a las cuales han sido designadas y no se confunden por
coaliciones con moléculas misceláneas de otras vías. En algún sentido, esta propiedad es como el
aislante de un cable que conduce electricidad, que no permite que se produzca un corto circuito con
otro cable. La seclusión de un sistema biológico no es absoluta pues puede ser interrumpido por
mensajes de retroalimentación y proalimentación, pero sólo mensajes que tienen arreglos específicos
pueden ser recibidos. Hay también especificidad en las interacciones del DNA y RNA. Es este camino
de seclusión el que permite que ocurran miles de reacciones con alta eficiencia en el pequeño volumen
de una célula viva, mientras simultáneamente reciben señales selectivas que aseguran una respuesta
apropiada a cambios ambientales.
Estos dilemas nos obligan a confrontar otra realidad. En los tiempos actuales, parecería que la forma
en que las mutaciones y la selección (sobrevida del más fuerte) han estado trabajando durante toda la
evolución, ahora no deberían aplicarse al “Homo sapiens”. Hemos llegado a ser más compasivos,
menos demandantes. Tal vez ahora en una nueva aproximación, de vida más larga y cambios
deliberativos en el programa, un consejo supremo de sabios Salomones podría ser el sustituto para la
cruda realidad de sobrevida del más fuerte. Yo personalmente no deseo ese drástico cambio en los
mecanismos de improvisación que nos han sido útiles durante siglos. Sólo estoy anotando que existe la
posibilidad de cambios, siempre que podamos mantener los pilares.
El listado de siete fundamentos de la vida nos permite pensar en forma diferente acerca de los
objetivos de la investigación terapéutica. El concepto de adaptabilidad, por ejemplo, es ciertamente
uno de los cuales en los que pueden desarrollarse mejores mecanismos, ajustando los existentes para
que trabajen con mayor eficiencia en el sistema de vida real. Así por ejemplo, el ojo puede adaptarse a
los sistemas de luz externa en un orden de magnitud de 10 (1010), mientras que otros órganos del
cuerpo humano, tienen un rango mucho menor. Tal vez otros órganos, como los pulmones, riñones o el
bazo podrían mejorar en mayores concentraciones de reguladores, y la edad sería menos dañina para
ellos.
Es así como los principios PICERAS parecen ser necesarios para la operación del sistema de vida. Los
mecanismos para alcanzar semejante sistema pueden variar en la medida que satisfagan la
termodinámica y los requerimientos cinéticos. Tenemos un ejemplo, la vida en la Tierra nos ha
mostrado como se puede hacer. Sería interesante saber si otro paquete de mecanismos podría
proporcionar un modelo con vida como la nuestra.
Daniel Kochland