Caida de Jerusalen Material para El Trabajo... Carlos Eduardo
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Contexto histórico
Asedio
Después de varios intentos fallidos de penetrar o escalar las murallas de la Fortaleza Antonia,
los romanos lanzaron finalmente un ataque secreto, con el que sorprendieron a los guardias
zelotes durmiendo y lograron conquistar la fortaleza. Este era el segundo mayor edificio del
perímetro defensivo de la ciudad, después del Monte del Templo, y constituía un excelente
punto de partida para asaltar el propio Templo. Los arietes no tuvieron gran éxito, pero en la
lucha las paredes se incendiaron cuando un soldado romano lanzó un tizón a una de ellas.
Destruir el Templo no estaba entre los objetivos de Tito, posiblemente debido a las grandes
ampliaciones llevadas a cabo por Herodes I el Grande unas pocas décadas antes. Lo más
probable es que Tito hubiese querido apoderar de él y transformarlo en un templo dedicado
al culto imperial y al panteón romano. A pesar de que Tito no deseaba la quema del Templo,
el incendio pronto estuvo fuera de control. El edificio quedó destruido en la fecha conocida
como Tisha b'Av, a finales de agosto, y las llamas se propagaron a las zonas residenciales de
la ciudad. Las legiones romanas aplastaron rápidamente a la resistencia judía restante. Parte
de los judíos que se salvaron escaparon por medio de túneles subterráneos escondidos,
mientras que otros se dirigieron a los altos de la ciudad para resistir. Esta defensa detuvo el
avance romano debido a que los atacantes tuvieron que construir torres de asedio para asaltar
a los que aún se defendían. La ciudad estuvo bajo completo control romano para el 7 de
septiembre y los romanos continuaron persiguiendo a los judíos que habían huido de la
ciudad.
Destrucción de Jerusalén[editar]
Josefo afirma que 1 110 000 personas murieron durante el asedio, de los cuales la mayoría
eran judíos. Además, 97 000 fueron capturados y esclavizados, incluidos Simón Bar
Giora y Juan de Giscala. Muchos huyeron a las zonas de todo el Mediterráneo. Tito se negó a
aceptar una corona de la victoria decretada por el Senado de Roma, ya que «no hay mérito en
derrotar un pueblo abandonado por su propio Dios».
Percepcion Teologica
Percepciones teológicas[editar]
Los teólogos judíos Amoraim atribuyeron la destrucción del Templo y de Jerusalén a un
castigo divino por el «fundamento del odio» que habría invadido la sociedad judía en la época.
En la teología cristiana, según una perspectiva teológica del individuo, este acto de la historia
se ve como un completo cumplimiento de muchas profecías de que habla
el Evangelio de Jesucristo. Este modo de pensamiento conocido como Preterismo, considera
al Sitio de Jerusalén como cumplimiento de una profecía específica de Cristo respecto a la
destrucción del Templo, pero no trata con el fin de la edad, conocido como Premilenarismo.
Estos dos puntos de vista teológico, Preterismo y Premilenarismo, son diametralmente
opuestos, aunque ambos toman su significado de la misma serie de pasajes que se
encuentran en la Biblia.
Para revisar…
La revuelta[editar]
El comienzo[editar]
Véase también: Disturbios de Jerusalén (66)
La revuelta se inició en el año 66 en Cesarea, cuando, tras ganar una disputa legal frente a los
judíos, los griegos perpetraron un pogromo contra el barrio en el que la guarnición romana no
intervino.3 La ira de los judíos se acrecentó cuando se supo que el procurador Gesio
Floro había robado dinero del tesoro del templo. Así, en un acto desafiante, el hijo del sumo
sacerdote, Eleazar ben Ananías, cesó las oraciones y los sacrificios en el templo en honor al
emperador romano y mandó atacar a la guarnición romana que estaba en Jerusalén. El
tetrarca de Galilea y gobernador de Judea, Herodes Agripa II, y su hermana Berenice huyeron
mientras Cayo Cestio Galo, legado romano en Siria, reunía una importante fuerza
en Acre para marchar a Jerusalén y sofocar la rebelión.
Detalle del Arco de Tito que muestra los tesoros robados del Templo de Jerusalén (el candelabro de los
siete brazos, la mano de los panes de proposición, los rollos de la ley y el velo del sancta sanctorum.4)
Los judíos lograron repeler las fuerzas de Cestio Galo en Bet Horón y le obligaron a retirarse,
matando seis mil legionarios de la Legio XII Fulminata en la emboscada. Seguidamente, el
emperador Nerón encargó la campaña al general Vespasiano, de los más experimentados de
Roma, que concentró cuatro legiones, la V Macedonica, la X Fretensis, la XII Fulminata y
la XV Apollinaris; sesenta mil hombres aproximadamente 5 en Judea y logró en el año 68
aplastar la resistencia judía en el norte. Así, el líder zelote del norte, Juan de Giscala, y
el sicario Simón bar Giora consiguieron escapar a Jerusalén. En el año 69 Vespasiano fue
nombrado emperador de Roma, dejando a su hijo Tito, de veintinueve años, al cargo del
asedio y la toma de Jerusalén, capital de la provincia de Judea.
El asedio de Jerusalén fue más duro de lo que Tito esperaba. Al no poder romper la defensa
de la ciudad en un solo asalto, el ejército romano se vio obligado a sitiarla, estableciendo un
campamento en las afueras. La cercada Jerusalén carecía de agua y alimentos suficientes
para todos los sitiados, tomando en cuenta que muchos centenares de peregrinos habían
llegado en meses pasados para celebrar la Pascua judía, pero ahora los romanos les
impedían por la fuerza salir de la ciudad, con el fin que estos peregrinos causaran mayor
presión sobre la menguada existencia de provisiones.
Dentro de Jerusalén la gente moría por millares de enfermedad y de hambre. Pero los
revolucionarios judíos no estaban dispuestos a rendirse y arrojaban por encima de las
murallas a aquellos pacifistas que les parecían sospechosos.6 Los defensores de la ciudad
contaban con cerca de veinticinco mil combatientes divididos en zelotes, al mando de Eleazar
ben Simón (ocupaban la Fortaleza Antonia y el templo), sicarios, al mando de Simón bar Giora
(dominando la ciudad alta), idumeos y otros, a las órdenes de Juan de Giscala.7