La Destrucción Del Templo de Jerusalén
La Destrucción Del Templo de Jerusalén
La Destrucción Del Templo de Jerusalén
de jerusalén
En el año 70 d.C., el emperador Vespasiano encargó a su hijo Tito sofocar la
violenta revuelta que desde hacía cuatro años sacudía Judea. Tras un duro asedio,
Tito logró conquistar Jerusalén y destruyó y saqueó el Templo
28 de diciembre de 2012 · 06:00 Actualizado a 10 de septiembre de 2020 · 18:33
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Alejandría
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El primer asalto
El Muro de las Lamentaciones, en la imagen, es el único vestigio que queda hoy del Segundo
Templo de Jerusalén, erigido por Herodes y destruido por Tito durante la primera guerra judía.
Foto: Gavin Hallier / Corbis
Dentro de la ciudad había dos murallas: una separaba la Ciudad Nueva de
la antigua, situada al lado del Templo; la otra cortaba el paso desde este
barrio a la Ciudad Alta. Y, finalmente, había un cuarto muro entre la ciudad
alta y la baja. La tercera muralla defendía la zona septentrional de
Jerusalén, la más llana y propicia a un ataque. Los lados occidental, sur y
oriental eran prácticamente imposibles de franquear, pues el desnivel
entre los muros y los valles circundantes era muy pronunciado.
El sitio de Jerusalén duró cinco meses, de marzo a septiembre del año 70, y
conocemos su desarrollo gracias a Flavio Josefo, un judío al servicio de Tito
que lo relató detalladamente en su libro La guerra de los judíos. Tito inició el
ataque por el norte. Sus tropas desplegaron la impresionante maquinaria de
asedio romana: balistas y otros ingenios castigaban a los defensores con un
bombardeo de piedras y jabalinas, mientras la infantería trataba de perforar
las murallas mediante arietes, vigas de madera montadas sobre plataformas
o en torres móviles. Para realizar esta operación era necesario nivelar el
terreno, por lo que los soldados construyeron terraplenes de madera con
tierra encima.
La madera se obtuvo de los bosques próximos, que quedaron totalmente
talados en un radio de 20 a 25 kilómetros. Al ver que los romanos
estrechaban cada vez más el cerco, los judíos respondieron arrojando
antorchas encendidas contra las máquinas de guerra romanas. En una
ocasión, incluso, hicieron una salida en masa para incendiar el material
bélico romano, pero fueron rechazados por tropas de élite de Alejandría y
por la bravura personal de Tito, que arremetió contra los judíos al frente de
su caballería y mató él mismo a doce de ellos, según relata Flavio Josefo.
Esclavizados y desterrados
Relieve del arco de Tito, en Roma, con una representación del triunfo del emperador. En la
imagen puede verse la exhibición de los tesoros del templo, entre ellos la menorah de siete
brazos.
Foto: Erich Lessing / Álbum.